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punto de vista de Flaubert, es decir el punto del espacio social a partir del cual se formé su visién del mundo, y ese espacio social en si mismo, €Pofeecer la posibilidad real de situarse en los ori- genes de un mundo cujOYagcionamiento se nos ha hecho tan fa- miliar que las regularidades y as que lo gobiernan se nos eseapan, También es, volviendo a loPwsigmpos heroicos» de la lucha por la independencia en los que, freiteg una represién gue se gjerce con toda su brutalidad (especialmem cios), las virtudes de sublevacién y de resistencia tienen’ marse con toda claridad, volver'a descubrir los principios olvida- dos, 0 abjurados, de la libertad intelectual, UNA SUBORDINACION ESTRUCTURAL No se puede comprender la experiencia que los escritores y los artistas pudieroin tener de las nuevas formas de dominacién a Jas que se vieron someridos en la segunda mitad del siglo xIx, y cl horror que'la figura del eburgués» les llegé 2 inspicar a veces, si no se tiene una idea de lo que representé la emergencia, favo. ecida por Ja expansi6n industrial del Segundo Imperio, de in- dustriales y comerciantes de fortunas colosales (como los Tala- bot, los De Wendel o los Schneider), nuevos ricos sin cultura dispuestos a hacer triunfar en toda la sociedad los podezes del di- nero y su visién del mundo profundamente hostil a los asuntos del intelecto. Cabe citar esta declaracién de André Siegfried hablando de su propio padre, empresario textil: «En esta educacién, la cultura no tenia cabida alguna. A decit verdad, jamds tendra cultura intelectual y jamés se preocuparé por adquiricla. Estard insteuido, notablemente lio aca los dburgueses los io con los roménticoe, uc, es 35 0 musics, proclaman sin sue éstaencargay consume (ver pero resulta imposible no er infos dela burguesiay el desnerolio ex t Fierne Boordion, "Lr redes del arte” Generis y ettrodua al capo Ubseario’ | Revckne : Auceym, dott ‘ | informado, sabré todo lo que necesita para su accién del momento, pero la aficién desinteresada por las cosas del espiritu le seri siem- pre ajena.n' De igual modo, André Motte, un gran empresatio del departamento de Nord, escribe: «Les repito diariamente a mis hijos que el titulo de bachiller jamas conseguiré hacer que se lleven un. pedazo de pan a la boca; que les he mandado al colegio para que puedan conocer los placeres de Ja inteligencia; para ponerles en uardia en contra de todas las doctrinas falsas, ora literarias, ora fi- loséficas, ora histéricas. Pero agrego que podria representar un ‘gran peligro para ellos que se dedicaran a los placeres del cs- pirituy? El reino del dineto se afirma por doquies, y las fortunas de os nuevos dominadores, industriales a los que las transforma- ciones técnicas y cl apoyo del Estado ofrecen unos beneficios sin precedentes, a veces meros especuladores, se exhiben en las lujosas mansiones particulares del Paris del bas6n Haussmann.o en el esplendor de sus carruajes y atuendos. La. préctica del can- didato oficial permite conferir una legitimidad politica, con la pertenencia al cuerpo legislativo, a hombres nuevos, entre los cuales figura una mayoria importante de hombres de negocios, € instaurar vinculos estrechos entre el mundo pol mundo econémico, que progresivamente va apodes prensa, cada vez més rentable. La exaltacién'del dinero y del beneficio converge con las es- trategias de Napoleén THI. Para garantizar la fidelidad de una burocracia mal convertida al «impostom, gratifica a sus servido- res con emolumentos fastuosos y suntuosos xegalos; abundan las fiestas, en Paris 0 en Compiégne, a las que convida, ademés‘de a editores y empresarios de prensa, a los escritores y los pinto- res mundanos m4s acomodaticios y mas conformistas, como Oc- tave Feuillet, Jules Sandeau, Ponsard, Paul Féval, 0 Meissonier, Cabanel, Gérome, y a los mas dispuestos a comportasse como cortesanos, como Octave Feuillet y Violet-le-Duc que escenifi- rd col 1. L, Reigeron, Les copitalistes en France (1780-1914), Pais, Gal sArchivess, 1978, pig, 77 2 Ibid, pig 195. 81 nde Gérome 0 de Cabanel, «cuadros vik ‘de la historia o la mitologia. las sociedades eruditas y de los clubes den socledad aristocrtica del siglo xvur 0 incluso de Ia Restne= cején, La relacién entre los productores culturales y los domina- Gores ya nada tiene que ver con lo que la pudo caricrenont Tt Joo sigios ancetiores, tanto en lo que se refiere Ja dependencia discon respecto al socio comanditario (més frecuente entse Pit sores, pero también atestiguada en el caso de algunos escritores) teres ae fdelidad a un, mecenas o a.un protector oficial de as cree, Se produce # partir de entonces una auténtica subordina- ae estructural, que se impone deforma muy desigual s los dife- ance autores segin su posicidn en el campo, ¥ que se insHniye & vide de dos mediaciones principales: por wn lado él mercado, ayes sanciones o imposiciones se ejercen sobre Jas ems lite cares en dizeetamente, a través de ls cies de venta, ¢ a5 wii de entradas, ete, o bien indirectamente, # través de os mmttyos pacatos de trabyjo que. ofrecen el periodismo, 'o edicién, cree ein y todas las formas de literatura industrials Pos OF veins winelor dariderds; basics ef afinidades de esto de vida y de sistemia'de valores, que, pasticularmente Pot mediacion Ye los salones, unen-a una-parte al‘menos de Joe escsitore® de de joados sectores de la alia sociedad, y.contribuyen s.o¥enil Ins liberalidades del mecenazgo de Bstado. Tey sugencia de verdaderas instancias especificas de consse cién (la Universidad por ejemplo, que exceptuando el Collage de France apenas tiene peso en él campo)s las instancias politicas y Jos miembros de Ia familia imperial clercen un domin‘® directo vee mel eampo literafioy artistco, no s6lo por las sancione AA paddecen los ‘periddicos y otras publicaciones (Guicios; censurs Pie), sino tarnbién por mediacién Ue los beneficios materiales © imbélicos que estin capacitados para repartir pensioae (cottio Ja que Leconte de Lisle recibié en secreto del 200% imped ibilidad de ser representado en los teattos, acceso a Ia posit wilss de conciertos 0 de exponer en el Salén (coy control tratd Napoleén TI de arsebatar a ls Academia), e25808 © puestos ‘ador que se Je concedié a Saint ‘Academia, Instituto, te: an, con la colaboracié: sientesn de temas sacados Estamos muy lejos de remunerados (como el de sen Beuve), distinciones honorificas, 82 biel. ¢ Los giustos de los one, nuevos ricos instalados en el poder se extn cs nove es ema wei tomo oh etn arrancan unos 4 otros de las manos en la corte : cf os miro y que dani lugar a empresas editoriales Theat sou: por ol conta la poesia, todavia asociada-a las grands ala ronda, 4 ia bohemia y al compromiso en pro de lp menos favorecidos, es objeto. de y tf una politica deliberadamente te I, particularmente por parte de la Fiscalia del stad, anunts ue por ejemplo dan fe los juiios insteuidos contia los ‘o,el acoso judicial contra los editores como Poulet-Mal niga hhabia publicado a toda la vanguardia poética, es Jalmente 4 Baudelaire, Banville, Gautes, Leconte de Lisle, y que acabb zetuinado y encarceado por dewdas al nee 4 a pemendoca al capo del [pjdntcrombios gue se erable eae lor posecocn, en inayoria. nuevos ricos en Y los més conformis, iio oueroe one pos de legitimidad, y los mas conformis- tox mks congas dé los esctitores, particulatmente a tra ersorsutilmente'jerarquizado-deslos saloness | g aera nrren anna pein Bl place Jie ace alt de 8 ke cosa que no le impide invitar a. Augier-) eer Se apm lice oni Co ace I SE wc a favre atv después, alejéndonos de la corte, eieeice is de Solthé, que, juntando a personajes tan dispares come 83 Colet, frecuentado por los ehugolianosy y los su- Pervivientes del romanticismo, pero también por Flaubert y sus amigos Estos-salones no son sélo-unos lugares donde los escritores y los artistas-pueden. juntarse por afinidades y codeasse con los po- derosos,materializando asi, mediante interacciones directas, la continuidad que se establece de un extremo al otro del. campo del poder; na: san: sélo xefugios-elitistas-donde-los-qué'¥e sienten amenazados: por la intupcién-de Ia: literatusi-ifdusttial'y-de-lps Periodistas literatos pueden otorgarse la ilusién de revivis, sin cxeérselo del todo, la vida aristocritica del siglo xvimt caya nos talgia se expresa con frecuencia en los Goncourt: «Esta insociabi- lidad asilvestrada del hombre de letras del siglo x1X zesulta cu- siosa si se la compara con la vida mundana de los literatos del siglo xvi, de: Diderot @ Marmontel; Ja burguesia actual: solo busca la compafiia del hombre de letras cuando éste esta dis- Pesto a aceptar el papel de bicho rao, de bun o de cicerone en el extranjezo.n! ‘También constituyen, a’través de los cambios que en ellos se evan a cabo, auténticas asticylaciones entze los,campos: los que estentan el poder politico tratan de imponer su vision a los artis- tas y de apropiarse de la consagracién y de la legitimacién de que éstos govan, particularmente a través de lo que Sainte-Beuve lama la «prensa literariay;* por su parte, los escritores y los artis- tas, actuando como peticionarios e intercesores 0 incluso, a ve- 5, como auténticos grupos de presién, luchan por asegurarse un por A. Cassagne, La Th ues et Le premiers rial de Vart pour Vart en France ches les der ada ente los documentos de afi da alos escitorem, Sainte-Beuve esr semocracis, 0 por lo menos en eso se ha convetido, La rmensa mayors de los esc tbaadores, obreos de dererminada condicién, ‘que viven desu plama. No peetendemos hablar tinivetsida, nde las que forman pace de la e escritores que componen lo que se sucle Premiers Lundis, Pacis, Calmann-Lévy, 1886-1891, t II, ign 59 y sig tambien Noweeaux Lunds, Pacts, Calmana-Levy, 1867-1879, TX. pag iientes, donde Sainte-Beuve habla de aobrero lterarion) 84 control mediato de las distintas prebendas materiales o simbéli- cas repartidas por el Estado. El salén de la ptincesa Mathilde es el paradigma de estas ins- tituciones bastardas, cuyo equivalente encontramos en los regi- menes mis tiranos (fascistas o estalinistas por ejemplo), donde se instauran intercambios que serfa un error describir en téminos de «adhesién» (0, como se habria dicho después de 1968, de «re- cuperacién») y en los que a ambos campos en definitiva acaban saliéndoles las cuentas: a través de estos personajes de pacotilla, lo bastante poderosos para ser tomados en serio por los escritores y los artistas pero no lo suficiente para ser tomados en serio por los poderosos, se instauran a menudo unas formas suaves de im- posicién que impiden o desalientan la secesién completa deiaque- Hos que ostentan el poder cultural y que los enredan en wna ma- rafia de relaciones confusas, basadas en la gratitud y la culpabili- dad del compromiso y del comprometimiento, hacia un poder de intercesién percibido como un tiltimo recurso 0, cuando nienos, un islote de excepcién, apropiado para justificar las concesiénes a la mala fe y dispensar de las rupturas heroicas, Esta ptofunda imbricacién del campo literario y el campé pol tico se manifiesta en el momento del juicio a Flaubert, ocasi6in para movilizar una red de relaciones podeross, que alina a esctitores, pe- riodistas, altos funcionarios, personajes de Ia alta busguesia icles al Imperio (eu hermano Achille en particulai), miembros de la corte, y ello mis alla de todas las diferencias de gostos o de estilos dé vida. ‘Una vex dicho esto, en esta gran cadena, hay excluidos a secas: en primera fila, Baudelaire, proscrito de la coxte y de los saloneside los miembros de la familia imperial, que, a diferencia de Flaubert, pierde su juicio por no haber querido recurrir ala influencia de una famitia de la alta burguesia, y que huele a azufre porque se’ codea con la bohemia, pero también los sealistas como Duranty, y mis tarde Zola y su grupo (y eso pese a que muchos antiguos de la «se- gunda bohemia», como Arséne Houssaye, han entrado a formar parte de los lteratos del poder). También estin los ignorados, como Jos parnasianos, con frecuencia, bien es verdad, de procedencia pe- quefiobarguese y carentes de capital social 85 Como las vias de la dominacién, las vias de la autonomia son complejas, cuando no impenetrables. ¥ las luchas en el seno del campo politico, como la-que enfrenta a la emperatriz Eugenia, la forastera, nueya rica y devota, y a la princesa Mathilde, antafio bien acogida en ¢! faubourg Saint-Germain y desde hace tiempo desperdigada en los salones de Paris, protectora de las artes, libe- ral y custodia de los valores franceses, pueden resultar indirecta- mente de wutilidad para los intereses de aquellos escritores més Preocupados por su independencia literaria: éstos pueden conse- guir de la proteccién de los poderosos los medios materiales 0 institucionales que no pueden pretender del mercado, es decir dé los editores y de los periédicos, ni, como comprendieron. inme- diatamente después de 1848, de los encargos dominados por sus competidores mas desvalidos de la bohemia Pese a no estar sin duda tan alejada en sus auténticos gustos (el folletin, cl melodrama, Alejandro Dumas, Augier, Ponsard y Fey- deau) de aquella cuya frivolidad pretende rechazar, Ia princesa Ma- thilde pretende dotar su salén de ua contenido literario de altisimo nivel. Aconsejada en la seleccién de sus invitedos por Théophile Gautier, que habla acudido a ella golicitando ayuda para encontrar uum emplea que le liberara de| pesiodismo, y por Sainte-Beuve, que en Ia década de 1860 era ya un hombre muy famoso, con pleno do- minio de L¢ Constitutionnel y de Le Moniteur, pretende actuar como mecenas y protectora de las aztes: interviene incesantemente ara proporcionar favores © protecciones para sus amigos, consi- guiendo el Senado para Sainte-Beuve, el premio de la Aeademia francesa para George Sand, la legién de Honor para Flaubert y para Taine, luchando para garantizar una colocacién para Gautier, y después su ingreso en la Academia, intercediendo para que se repre- sente Henriette Maréchal en la Comédie-Prangaise, protegiendo por mediacién de Nieuwerkerke, su amante, cuyos gistos en pinturs de. fendia, a pintores pompier como Baudry,, Boulanger, Bonnat 0 Ja- labert.! 1, J. Richardson, Princess Mathilde, Londres, Weideafeld and Nicolson, 1969, también F,Steowski, Tableau de la litérature fi Delaplane, 1912. 86 { t t De este modo, los salones, que se distinguen més por Jo que excluyen que. por lo que retinen, contribuyen a estructurar el campo literario (como: también lo harin, en otros estados: de campo, las.revistas 0 los editores) en torno-a las grandes oposi- ciones fundamentales: por un lado los literatos eclécticos y mun- danos reunidos en los salones de la corte, por el otro los grandes escritotes elitistas, agrapados alrededor de la princesa Mathilde y en las veladas Magny (fundadas por Gavarni, gran amigo de los Goncourt, Sainte-Beuve y Chennevidres, y. aglutinadores Flau- bert, Paul Saint-Victor, Taine, Théophile Gautier, Auguste Nef fetzcr, redactor jefe de Le Temps, Renan, Berthelot, Charles Ed- mond, redactor de La Presse), bohemia. Los efectos:de la dominacién-estructural también se-ejercen. a través:de:la’predsa: a diferencia de la de la monarquia de julio, muy diversificada y marcadamente politizada, la: prensa-del:Se~ gundo'Impétio, bajo livaltienaza Permanente de la censura’y, @ ‘menudo; bajo el-control-direeto:de'los banqueros, esti condenada a dar‘cumplide’cienta, con un estilo pesado y pomposo, de’ los acontécitniento¥ oficiales, 6 a someterse a los dictados de dmplias, tedrias'literario-filoséficas absolutamente inocuas 0 a perogrulla- das dignas de Bouvard y Pécuchet. Los propios periédicos serios rescrvan extensos'éspaciosial folletin,-a la crénica de sociedad y a Ja de sucesos, que dominan las dos creaciones més célebres de la época: Le Figaro, cuyo fundador, Henry de Villemessant, va re- particndo por,las diversas secciones, «ecos», «erénicas», wdespa- cchos», el cupo de cotilleos que ha ido recopilando por los salo- nies, los cafés y-Jas bambalinas, y Le Petit Journal, un periédico barato, deliberadamente apolitico, dedicado a la supremacta de la exénica de sucesos més o menos novelados. Los‘direstores de-peridditos, parroquianos asiduos de todos los salones, fntimos’ de los dirigentes ‘politicos, son personajes adulados, a los que nadie se atreve a desafiar, especialmente en- tre los escritores y artistas que saben que un articulo en La Presse en Le Figaro crea una reputacién y.labra un porvenit. A través de los periddicos, y de los folletines que se inclayen inevitable- ‘mente en sus paginas y que todo el mundo lee, del pueblo llano Ia burguesta y los despachos ministeriales de la corte, como Y por ultimo los cenéculos de la 87 dice Cassagne, «el-industrialismo se ha aduefiads de le-literatura misma tras haber transformado la:prensay.' Los industriales de la escritura fabrican, de acuerdo con los gustos del piblico, obras escritas de corrido, de apariencia popular, pero que no excluyen el t6pico iteration ni.el efecto rebuscado, wcuyo valor se ha to- mado por costumbre considerar en fancién de los importes que han generado»:* asi, Ponson du Terzail escribia cada dia una pa- gina diferente para Le Petit Journal, La Petite Presse, diario lite~ tario, L’Opinion nationale, diario politico pro imperial, Le Moni- teur, periédico oficial del Imperio, La Pattie, diatio politico de Jo més serio. A través de su accién como criticos, los escritores Periodistas se instauran, con total inocencia, como medida de to- das las cosas en materia de arte y literatura, invistiéndose de este modo de autoridad para rebajar todo lo que les supera y conde- far todas las iniciativas dirigidas a cuestionar las disposiciones éticas que gobicrnan sus juicios y en las que principalmente se ‘expresan los limites © incluso las mutilaciones intelectuales ins- critas en su trayectoria y en su posicién, LA BOHEMIA Y LA INVENCION DE UN ARTE DE VIVIR expansion: sinNprecedentes del mercado de bienes culturales, unido por wu én de causalidad circular al flujo de una po- blacién muy importinye de jévenes sin fortuna, procedentes de las clases medias o popdlazes de la capital y sobre todo de pro- vincias, que acuden a Paris eqn el propésito de probar suerte en las carzeras de escritor o de artisga, hasta entonces mas estricta- mente reservadas a la nobleza o a Tnburguesia parisina. Pese a la multiplicacién de las ofertas de trabaj\q causa del desarrollo de los negocios, las empresas y la administradiga publica (particular- ‘mente el sistema de ensefianza), no pueden ubsorberse todos los tivulados de ensefianza secundaria, cuyo niimerdygxperimenté un acentuado crecimiento en toda Europa en el transbyrso de la pri- El io In prensa es un indicio entre muchos de una 4. A. Cassagne, La Théorie de Wart pour Vart.., of. cits ply 115, 2 td 88 mera mitad del siglo xrx, y experimentard un auge nuevo en Francia durante el Segundo Imperio.' fase entre la oferta y Ia demanda de posiciones dominan. icularmente acentuado en Francia debido a los efectos de tres factdxes especificos: In juventud de los mandos administrati vos procedentes de Ia Revolucién, del Imperio.y de la Restaura- cién, que impile durante mucho tiempo el acceso a las carreras abjertas a los védtegos de la pequeiia y de la mediana burguesia, jército, medicina, istracién piiblica (a lo que hay que afiadi Je competencia de I Wir que reconquisten Iz administra- cién y cierran el pasd\a las «capacidades» procedentes de la bur- poesia); Ia central que concentra a los tivulados en Paris; el exclusivismo de Ia aka Dyrguesta, que, particularmente sensibili- zada por las experiencias Abyolucionarias, percibe cualquier forma de movilidad ascendente cotyo una amenaza paca el orden social (valge como prueba el discun by de Golam, el 1° de febrero, de 1836, ante la Camara de los in, a sus propios hijos ~entre otras \osas esforzindose en conser- var el monopolio del acceso a la ensefaza secundaria clésica~. De hecho, durante el Segundo Imperio, pYticularmente en relacién con el crecimiento econémico, los efectivds de le ensefianza Secun- daria siguen creciendo (pasando de 90.000\en 1850 150.000 en 1875) como los de la enseftanza superior, Yebre todo literaria y cientifica,* Estos tecién Iegados, que han mamado hungnidades y retd- rica pero carecen de los medios financieros y de hg protecciones sociales imprescindibles para hacer valer sus titulo se ven des- plazados hacia las profesiones literarias, que gozan\de todo el prestigio de los triunfos romédnticos y que, a diferencia de otras 1. Respecto a este punto se puede consulta especialmente L. O’Boile, «The Peo blem of Racess of Bductted Men in Wes:een Europe, 1800-1850, The Journal of fe- ddern History, vol. XLIY, 0° 4, 1970, pgs. 471-495, y «The Democetie Left ia Ger ‘many, 1848», The Journal of 1961, pigs 374-383. 2. A. Prost itor de lement en France, 1800-1967, Paris, A. Coin, 1968, 89 BAUDELAIRE NOMOTETA Este anilisis de las relaciones entre el campo literario y el campo del poder, que destaca las formas, abiestas o larvadas, y los efectos, directos o indirectos, de la dependencia, no debe ha- cer olvidar lo que constituye uno de los efectos principales del fancionamiento del mundo literario en su calidad de campo. Es indudable que Ia indignacién moral contra cualquier forma de sumisién a los poderes 0 al mercado, trétese del celo por hacer carrera que leva a algunos literatos (se nos ocurre pensar en Ma- xime Du Camp) a perseguir con empeiio Jos privilegios y los ho- nores, o del sometimiento a los requerimientos de la prensa y el periodismo que impulsa a folletinistas y vodevilistas a hacer una literatura carente de exigencias y de escritura, desempefié un pa- pel determinante, en personajes como Baudelaire o Flaubert, en la resistencia cotidiana que condujo a la afirmacién progresiva de Ja autonomia de los escritores; y es indudable también que, en la fase heroica de Ia conquista de la antonomia, la ruptura ética es siempre, como queda patente con Baudelaire, una dimensién fundamental de todas las rupturas estéticas. Pero tampoco resulta menos cierto que la indignacién, la su- blevacién, el desprecio siguen siendo principios aegativos, con- tingentes y coyunturales, demasiado directamente dependientes de las disposiciones y de las virtudes singulares de las personas y sin duda demasiado faciles de investi 0 de echar pot tierra, y que la independencia de reaccién que suscitan sigue siendo le masiado vulnerable ante los intentos de seduccién o de anexién de los poderosos. Unas pricticas regular y perdurablemente li- bres de las imposiciones y de las presiones directas o indirectas de los poeres temporales sélo son posibles si son capaces de ba- sarse no cn las tendencias fluctuantes del estado de 4nimo o en las resoluciones voluntaristas de la moralidad, sino en la necesi- dad misma de un universo social que tiene como ley fandanen- tal, como nomos, Ia independencia respecto a los poderes econé- ‘ios y politicos; si, dicho de oto modo, el nomex especifico que ggnstitaye como tal el orden literario o artistico se encuentra ins- fituido a la vez en las estructuras objetivas de un mundo social- mente regulado y en las estructuras mentales de aquellos que lo 98. f Seiscceearseeee habitan y que tienden por ello a aceptar déndolos por sentados los mandamientos inscritos en Ia Idgica inmanente de su funcio- namiento. Sélo en un campo literario y artistic que ha alcanzado un alto nivel de autonomfa, como ocurrirf en la Francia de la se- guada mitad del siglo x1x (particularmente después de Zola y del caso Dreyfus), todos aquellos que intenten afirmarse como miembros de pleno derecho del mundo del azte, y especialmente aquellos que pretenden ocupar en él posiciones dominantes, se. sentirin obligados a manifestar su independencia respecto a los, poderes externos, politicos 0 econémicos; entonces, y sdlo enton- ces, la indiferencia respecto a los poderes y a los honores, incluso los més especificos aparentemente, como la Academia, o incluso el Premio Nobel, el alejamiento respecto a los poderosos y a sus valores, serin inmediatamente comprendidos, incluso respetados, ys debido a ello, recompensados y tenderin por este motive a irse imponiendo:cada vez mds ampliamente como méximas pric- ticas:de las conductas legitimas. En.la fase critica de la constitucién de un campo auténomo que reivindique el derecho a definir él mismo los principios de su legitimidad; las contribuciones al cuestionamiento deilas insti- tuciones literarias y artisticas (cuyo momento culminante se al- canzard con el hundimiento de la Academia de Bellas. Artes y del Sal6n) y a la invencién y la imposiciéa de ua nuevo nomos han procedido de las posiciones mas diversas: primero-de Ia:juventud demasiado numerosa del Barrio Latino que denuncia y sanciona, particularmente en el teatro, los compromisos con el poder; del cenéculo realista de los Champfleury y Duranty, que oponen sus, teorias politico-literarias al widealismo» conformista del-arte bur x43; por tiltimo y prineipalmente de los partidarios del arte por el arte. En efecto, los Baudelaire, Flaubert, Banville, Huysmans, Villiers, Barbey 0 Leconte de Lisle comparten, més alld de sys diferencias, el hecho de estar comprometidos con una obra que se sittta en las antipodas de la produccién sometida a los dictados de los poderes o del mercado y, pese a sus discretas concesiones & los encantos de los salones 0 incluso, con Théophile Gautier, dé la Academia, son los primeros en formular con toda claridad los cénones de la-nueva legitimidad. Bllos son quienes, al transfor- 99 ‘mar Ie ruptura con los dominantes en el principio de la existen- cia del artista como artista, la instituyen como norma de funci namicnto del campo en vias de constitucién. De este modo, Re~ nan puede profetizar: «Si la revolucién se hace en un sentido absolutista y jesuitico, reaccionaremos hacia la inteligencia y el liberalismo. Si se hace en beneficio del socialismo, reaccionare- mos en el sentido de la civilizacién y de la cultura intelectual, que evidentemente padecert primero este desbordamiento...» Si, en esta empresa colectiva, sin propésito asignado explici- tamente ni lider designado expresamente, se tuviera que no brar una especie de hétoe fandador, un nomoteta, y un acto ini ial de fundacién, sélo cabria pensar evidentemente en:Baude- haice y, entre otras transgresiones creadoras, en su candidatura a la Academia francesa, absolutamente seria y parddica a la vez. A través de una decisién madurada largamente, hasta en su propé- sito de ultraje (el sillén de Lacordaire es el que se ha propuesto alcanzat), y condenada a aparecer tan insélita, incluso escanda- Josa, tanto a sus amigos del campo de la subversién como a sus enemigos del campo de la conscrvacién, que son precisamente Jos que manejan los hilos de Ia Academia y ante los cuales decide comparecer ~los visitaré uno por uno~, Baudelaire lanza un reto a le totalidad del orden literario establecido, Sti candidatura fonstituye un ‘auténtico atentado ‘simbélico;’ que ‘resulta mucho més explosivo que todas las’ transgresiones-cazentes- de, conse~ fguencias sociales que, aproximadamente un siglo més-tarde, en Jos-ambientes de los pintores se llnmarin «wacciones: pone en tela de juicio, y desafia, las estructuras mentales, las categorias de ercepcién y.de apreciacién que, al estar ajustadas a las estructu- sas sociales mediante una congruencia tan profunda que quedan al margen de los ataques de la critica aparentemente més radical, son fuente de una sumisién inconsciente ¢ inmediata al orden cultural, de una adhesién visceral que se trasluce por ejemplo en cl casombro» de un Flaubert, pese a ser entre todos el més capaz de comprender la provocacién baudelairiana. Flaubert escribe a Baudelaire, que le habla pedido que interce- diera ante Jules Sandeau, recomendando su candidatura: «Tengo tantas preguntas que hacerle y mi asombro ha sido tan profundo 100 que un volumen no bastarialb! ¥ a Jules Sandesu, con uns ironfa ab- solutamente baudelairiana: eB] cindidato me insta a que le haga participe de “lo que pienso de él”, Usted ya debe conocer sus obras. En lo que a mi respecta, si perteneciera a Ja honorable asamblea, in- dudablemente jme gustaria verle sentado entre Villemain y Nisardl Qué especticulol? Al presentar su candidatura a una institucién de consagracién que todavia goza de amplio reconocimiento, Baudelaire, que es el que menos ignora la acogida que le van a dispensar, afirma el derecho. 4:la.consagracién:que-le.confiere el reconocimienta que, se le. tributa, en-el estrechoselsculo:de la vanguardia; al obligar a esta instancia desacreditada en su opinién a manifestat abierta- ‘mente su incapacidad para reconocerlo, afirma también el dere- cho, ¢ incluso el deber, que recae en aquel-que-ostenta la.nueya legitimided,:de-trastocar-la-tabla-de-Valores,-obligando.a. aquellos, mismos:qué'le-tconoceny y a los cuales su acto desconcierta,-a confesarse-que: siguen-zeconociendo:el:antiguo-orden.més.de 19 que.ereensiCon su acto contrario al sentido comin, insensato, se ptopone instituir Ia anomia que, paradéjicamente, es el. nomos:de. este mundo paradéjico que seré el campo literario una vez.alcan- zada la plena autonomfa, concretamente la libre competencia en- tze unos creadores profetas que afitman libremente el nomos ex- traordinatio y singular, sin precedente ni cquivalente, que propiamente los define. Eso es en efecto lo que le expresa a Flaubert en su carta del 31 de enero de 1862: :Cémo es que 20 ha adivinado que Baudelaire queria decie: Auguste Basbier, ‘Théophile Gautier, Banville, Flaubert, Leconte de Lisle, es decir literatura pura Y¥ la ambigiiedad del propio Baudelaire, que, sin dejar de rei- terar hasta cl final el mismo rechazo obstinado de la vida «bur- gucsa», sigue anhelando el reconocimiento social (gno hassofiado caso en un momento dado con la Legién de Honor o, como le esctibe a su madre, con Ia direccién de un teatro?), pone de ma- 1. G. Paubex, 26 de enero de 1862, Corr, Pa tM, pig, 203. | 2 G, Flaubert, Carta a. Sendeau, 26 de enceo de 1863, Corr, Pt, Mh, pp, 202, 3. C.Baudeltite, Cara « Gustave Flaubert, 31 de eneco de 1862, citada en C. Pic hols y J. Ziepes, Baudelaire, op. cit, pig. 4. 101 nifiesto la dificultad de la ruptura que los revolucionarios funda- dotes (Manet manifiesta las mismas vacilaciones) tienen que lle var a cabo para instaurar un orden nuevo. De igual modo.que la transgresién clectiva del innovador (piénsese en el Torere muerto de Manet) puede parecer una torpeza de Ia incompetencia, el fra- caso deliberado de la provocecién sigue siendo un fracaso, por lo ‘menos en opinidn de los Villemain o incluso de los Sainte-Beuve =que concluye su articulo de Le Constitutionnel dedicado a las clecciones académicas con estas acotaciones rebosantes de: pér- fida condescendencia: «Lo que resulta indudable es que M. Bau. delaire gana cuando se le ve, que cuando uno esperaba encon- trarse'con un hombre raro, excéntrico, se encuentra en presencia de-un candidato educado, respetuoso, ejemplar, de un buen chico, de vocabulasio escogido y absolutamente clisico en su as- Pecto»! No resulta sin duda.fécil, ni siquiera para el propio creador en In intimidad de su experiencia, discesnir qué-es.lo.que-separa al artista fracasado,:-bohemio-que-prolonga la. rebeldia-adoles- Cente més.allé del limite socialmente-estipulado; del «astista-mal- diton, yictima provisional de la reaccién suscitada por la revolu- in simbélica que leva @ cabo. Hasta que el nuevo principio de legitimidad, que petmite percibir en Ia maldicién presente una indicacién de la eleccién futura, no goza del reconocimiento ge- eral, por lo tanto hasta que un nuevo régimen estético no se ha instaurado en el campo, y, més allé, en el campo del propio po- der (el problema se planteara en los mismos términos para Ma- et y para los arechazados» del Salén), el artistaheréticn-esté condenado a-una exteaordinaria incertidumbre; fuenté-de-wna:te- trible tensién. Sin duda porque vivi6, con la lucidez de los inicios, todas las contradicciones, petcibidas como otras tantas double binds, que son inherentes al campo literario en vias de constitucién, nadie mia, como atodo lo que se efieceal queha- laciones con su editores, ver C. Pichoisy), sambign H. J. Martiny R. Chastes (edn), Histeire de 1984; y respeeto« Flaubers, R. Deschar- Michel Lévy y Georges Charpentiem, Reaue dhisoire Pigg. 364-393 y 627-663. vislumbré mejor que Baudelaire el vinculo entse las transforms- ciones de la economia y la sociedad y las transformaciones de la vida artistica y literaria qiie colocan a los pretendientes al esta- tuto de escritores o artistas frente-a lasalternativa-de-la- degrada ci6n; gon Js famosa «vida bohemian, compuesta.de:miseria. mates tial:y-moraly'de"estetilidgd:y-resentimiento; o-del:sometithiento, igualmente"degradante'a-los" gustos de" los-dotniniantes;-a- través, del petiodisinio, “él Folletifi“6”el-teatto de bulevar. Encarnizado cxitico del gusto burgués, se opone con la misma fuerza a la «es- cuela burguesan de los «caballeros del sentido comin», liderada por Emile Augier, y a la «escuela socialistas, ya que tanto una como otra aceptan.el lema (moral): «jMoralicemos! jMorali- cemosln En su articulo sobre Madame Bovary publicado en L’Artitte, es- ctibe: «Desde hace varios afios, 1a parte de interés que el piblico concede a las-cosas del espiritu se encontraba singularmente mer- ‘mada: su presupuesto de entusiasmo iba menguando mas y més. Los, ‘iktimos afios del reinado de Luis Felipe habfan conocido las iltimas explosiones de un espfcitu todavia capaz de excitarse con los juegos de la imaginacién; pero el novelists nuevo se encontraba frente a tuna sociedad desgastada ~peor que desgastada-, embrutecida y vo- raz,.que concentraba todos sus ofios en la ficcién y todos sus amo- +e en Ia posesién.»' De igual modo, coincidiendo una vez més con Flaubert, que carta tras carta (particularmente a Louise Colet) Incha contra lo sboniton, lo, sentimental», denuncia, en un, proyecto de respuesta a un articulo de Jules Janin a propésito de Heine, el gusto por lo bonito, Io alegre, lo encantador, que lleva a preferir la‘alegria de los poetas franceses a la melancolia de los poetas extranjeros (esté pensando en aquellos que, como Béranger, pueden convertirse en los vates de la «encantadora embriaguez de los vcinte aflos»)? Y ¢s presa de unos artebatos de ira dignos de Flaubert contra aquellos ‘que aceptan ponerse al servicio del gusto burgués, especialmente en cl teatro: «Desde hace un tiempo, un gran arrebato de honradez se ha apodetado del teatro y de Ia novela [...}: Uno de los més grgullo- 1. C Baudelsze, Euures complete, op. ett 1, pg. 79-80; ve ta pésito de Gautier, sid, «TH, pag, 106. 2 Thid., «Th, pigs, 231-234 iga,a peo sos pilares de la honradez burguesa, uno de, los eaballeros del sen- ¥ido comiin, M. Emile Augier, ha escrito una obra, La Cigué (La ¢ ccuta), en la que se ve a un joven alborotador, vividor y bebedor [.] que se prenda de Ia mirada pura de una muchacha, Hemos visto a agxandes disolutos [..] tratar de encontrar en el ascetismo {..] amar- gts voluptuosidades desconocidas, Tal cosa seria algo hermoso, aun- que bastante banal, Pero eso superasia las fuerzas virtuosas del pi blico de M. Augier. Pienso que ha pretendido demostrar que al final siempre hay que acabar sentando la cabeza..»! Vive y describe con la postrera lucidez Ia contradiccién que Je ha hecho descubrir un aprendizaje de la vida literaria efec- tuado con suftimiento y rebeldia, en el seno de la bohemia de la década de 1840: la degradacién trigica del poeta, la exclusion y lh maldicién que le aquejan, le vienen impuestas por la necesidad exterior al tiempo que se le imponen, debido a una necesidad ex- clusivamente interior, como Ja condicién de la realizacién de una obra. La experiencia y la conciencia de esta contradiccién hacen que, a diferencia de Flaubert, sitie toda su existencia y toda su obra bajo el signo del desafio, de Ia ruptura, y que se sepa y se quiera irtecuperable para siempre jamés Aun cuando Baudelaire ocupa en el campo una posicién asimi- lable 2 Ia de Flaubert, introduce una dimensiéa heroica, basada sin duda en la selacién con su familia, que le conduciré, en el momento del juicio, a una actitud muy diferente de la de Flaubert, dispuesto a hacer intervenis la honorabilidad burguesa de su linaje, y que tam- bién es responsable de un prolongado hundimiento en la miseria de Ja vida bohemia, Resulta obligado citar la carta que escribe a su ma- dre, cextenuado, de fatiga, de fastidio y de hambren: «Envieme [.] algo de que vivir durante unos veinte dias [..). Tengo tanta fe en la distribucion de mi tiempo y en el poder de mi voluntad que sé posi- tivamente que si consiguiera llevar, durante quince o veinte dias, tuna vida ordenada, mi inteligencia estaria a salvo? Mientras que Flaubert sale del juicio de Madame Bovary crecido por el escindalo, 1 Bide 2. C.Baude pésito de Gautier, pgs. 38, 41 ‘Gvorescomplbtes, op. cit i 1, pig, 246 1, pigs. 79-80; vertambign, «pro 104 aupado a la categosfa de los mayores escritores de la época, Baude- laire padece, tras el juicio de Las flores del mal, el destino.de un hombre «péblico», por descontado, pero estigmatizado, excluido de la buena sociedad y de los salones que frecuenta Flaubert y puesto en la picota del mundo literario por la prensa de gran difusidn y por las revistas. En 1861, le segunda edicién de Las flores del mal es ig- norada por la prensa, y por lo tanto por el gran piblico, pero im- pone a su autor en los ambientes literarios, donde sigue teniendo muchos enemigos. Debido a los desafios sucesivos y continuados que lanza a los bienpensantes, tanto en su vida como en su obra, Baudelaire encarna la posicién més extrema de la vanguardia, le de la rebeldia contra todos los poderes y todas las instituciones, empe- zando por las instituciones literarias. Poco a poco sin duda es inducido a ir tomando distancia res- pecto a las complacencias realistas o humanitarias de la bohemia, mundo apoltronado ¢ inculto, que confunde en sus invectivas 4 los grandes cteadores roménticos y a los plagiarios demasiado honrados de la literatura aburguesada, y a contraponerle 1a obra hecha en el sufrimiento y la desesperacién, como es el caso de Flaubert en Croisset. A partic de la década de 1840, Baudelaire marca distancias res pecto a la bohemia realista a través del simbolismo de su apariencia fisica, enfrentando al desaliio de sus companesos la elegancia del andi, expresin visible de Ia tension que no dejar de habitas en € Fagcla las ambiciones realstas de Champfleury, que «como estudia minuciosamente [..] se cree que capte una realidad exterior se ofa del realigmo, innsito natseabundo fu] que signifies para el vulgo no un quevo método de creacién, sino una deseripein minu- ciosa de lo accesorion' En su descripein dela juventad realist, que se entiega, al saiz de la infancia, al arte realistico (jas costs nuevas requieren palabras nuevas), le faltan palabras suficente. mente dus, pese a su amistad hacia Champfteuty, de la que no re. negark jams: eLo que la catacteria con toda elaridad e4 wh odio firme, innate, hacia museos y bibliotecss. Sin embargo, tiene sus ie, ures completes, op. ett 1, pig. 79-805 ver tambin ap bid. TH, pag 80 105

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