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‘iAcsricia Mimi, Musetta rie Muere Manda amndo Tova munca! / Ys 2Quige conoce el mistero (que seesconde en esta | dnd de voces aladasy fitivas?/ Pasaa las aoches, pera el recuerdo queda; | pasa uriendo d sonido, pero el are viven (Poet dedi perl. Carla G. Pactisi) Rearae de G. Pace (1908) A. Rist Mili, Mates teviral dla Sele \ GIACOMO. PUCCINI EI realismo en la Opera.—Pensando bien sobre ello, tras tanta teagedia de conflictos mundiales, tras has revoluciones y las dictadurns, las Inches, los atro- pellos y las esperanzas del siglo xx, la inquieta vida de Europa, desde la insurgente lamarada de liber- tad de comienzos del xrx, hasta el critien periado an. terior y posterior 2 la guerra de 1914-18, aparece espantosamente compleja. Nuevas clases que acceden al poder, viejas clases atin no extinguidas; un nacio- nalismo exasperado cuando no se ha conquistado todavia Ia independencia, y desilusién y cansancio cuando se han alcanzado, por fin, la libertad y la uunidad de Ia patria; Ia lucha de las ideas, filosofias que surgen y decaen; gentes que, unidas por la fe en, los mismos ideales, apacecen al final dispersas desunidas y no saben ya en qué creer; innovaciones Yy nostalgias, progresos en ciertos seciores, ¥ extraiios a Umvierse. Dilys eM, Biancti (1540-1904), Mili, Caecn Moniipel Grabades Bartell inmovilismos en otros; entusiasmos que se apagan y esperanzas que se encienden imprevistamente, en un camino extrafamente contradictorio y vertiginoso, ‘También la misica, aunque sea un arte que no nece site los conceptos, refleja las tendencias y los momen tos histricos, ef eambio de las realidades sociales yl diversidad de los ambientes: y, a veces, anticipa nuevas realidades, ademis de interpretar Tas presentes, renovada constantemente por la apa- ricion de grandes y geniales creadores. Cuando la misica sirve al teatro, otorgando un significado a Ia trama, desposando la palabra con el canto, como ocusre en la forma mas cuidlda y difundida del teatro musical, la Opera, esta mudable sociedad, este gusto y esta naturaleza de los pueblos aparceen Le Villi (1884) de G. Posi Mille, Artie bitircs Rien inmediatamente en la forma mis evidente; aunque tis dificil resulta, luego, comprender con claridad sus temas, sus motivos, y, sobre todo, el valor estético y moral de cada una de las obras, de cada uno de los, autores. ‘Vimos, en el volumen anterior, el milagro de la Opera italiana de Ja época roméntica, una maga fica explosion que lev al teatro a grandes autores inspiricos, como Joaquin Rossini, Bellini, Donizetti, Giuseppe Verdi; y que tuvo tantas otras revelacio™ nes menozes, pero de genial y Fuerte capacidad de ideacién y comunicacion, como Ponchiclli, Boito, Mereadante. Otras voces europens, contemporineas de éstas, serin recogidas aqui; y se expondra el panorama del 6 G. Pact y F. Fontana e lta de Eseomsrafia original de A, Hobenstee ra Le Vil de G. Pach, Milie, Archiv Kstirie Ricerd. ‘Mi buen maestro Poncbielh 2 Ma sme habia acompanado ianico, donde xe combing con Fernando Fontana {que yo musicara Le Vill. Ponckieli me colmé Je Amabilidades, pero te olvidé de daeme de comer. _Figorense qué hambre tend con aque! airecilo y a aquella ede (A. Freed oG. Prec 1 eof y tela) Diy de N. Bata para Le Vii eG. Pacino lanGacta matical de Millom, ‘Milin, Coleciin Motil Grabals Berar ¥ melodrama en otras naciones, completando el de Ia miisica instrumental Pero continuando con la trayectoria de la Opera italiana, a finales del siglo x1x_ se advierten los sintomis de la inevitable crisis. La peninsula se ve turbada por los acontecimientos que se suceden: el fin de la Triple Alianza, la expedicion a Aftica, tan rica en herofsmo y desventura, el inesperado asesina- to del rey Humberto I. La economia debe renovarse, peto lo hace con lentitud y fatiga, tanto en las trans formaciones industriales del Norte como en las Tuchas del Mediodia agricola; y en todas partes existe el drama de la emigracion. Una iltima oleada del catusiasmo producido por el Risorgimento lleva a Italia. a las orillas del Piaye, pero la guerra mundial ‘deja abiertas lagas mucho mis graves y dolorosss que Jas que el pais tenia a comienzos del siglo. Serin los dias de la violencia, del desorden, de la ilegalidad. Surgiri el movimiento fascista, que se aprovechari del deseo de que exista una autoridad constituida y fuerte, para instaurar el régimen dictatorial que se alias con el nazismo, Heridas ain sangrantes, polémicas que el tiempo no ha achrado todavia: es facil comprender que el arte de este tiempo este expuesto a valoraciones distintas segiin la ideologia de quien lo juzgue; como toda Io que se inserta en Ta vida de esta sociedad, no esti suficientemente aclarado para nosotros, sus contemporineos, y espera un ordenamiento definitive por parte de una critica ‘mas serena, que vend, como siempre, poco a poco. En esta época, Ia Opera italiana se adhiere al interés por la vida tealista que inviste a toda la cultura italiana. El amor por Io heroico, por lo extraordinario, por lo fantistico, que habia carse- terizado tan maravillosamente el Romanticismo, s puesto ahora dura prueba, no s6lo por una cietta saturaci6n que cualquiera gran temitica lleva siempre consigo, sino también por el continuo avance de los descubrimientos cientificos, y por el peso que étos van tomando en la vida cotidiana, Es una actitud general, que, partiendo de le literatura —sobre todo de la francesa, a ejemplo de Emilié, Zola—, toma varios nombres: realismo, positivism, vcrismo, segin los matices de las inceelones floabficas yestées. Despite de Fos alternas, lega a prescribir un tipo de arte que pongs rents pedis con neta ae afectiva del poeta: representacion objetiva de la realidad, arte como documento, arte como reflejo, sin comentario algano por parte del creador. Es bastante dificil explicar emo la Opera podia. aspirar a cumplir su programa realista; el canto 9¢ adeciia mal a la sepresentacin objetiva; la orquesta tiende, por su cuenta, a una funcibn critica que sirve de enlace entre la trama y los espectadores, El melo drama «veristan, en cualquier easo, trata de adecuar ‘constantemente la miisica a la accin, de hacer preva: lecer el tems, de no dejar un respiro para las grandes perspectivas trigicas y deamiticas, de resolverlo todo fen_un constante acoso de hechos, de pasiones, de agitacion continua de los personajes. Y la trama, es comprensible, debe estar lo mis ligada posible 2 unos hechos tomados de la vida cotidiana, de Ia observacién desencantada de las cosas, a In minuciosa representacion, escénica musical, de los detalles, para dar un sentido de la vida tal'y como ésta se desarrolla, Toda la orquest, en un conjunto bastante amplio de instrumentos, y con todos los recursos de una compleja partitun, debia servir para erear los efectos apropiados: la melodia fluida debi serpentear y seguir muy de cerca ali accion, aproximarse a la declamaci6n, no aspirar nunca unas formas propias, en el limite de las fuerzas de cada misico. En Europa, el arte instrumental hacia progresos: Stravinsky, Prokofiey, la dodeca- fonfa de Schonberg, abrian nuevos caminos; los averistasy no patectan quererlos seguir. Pero entre étos habia uno que tenia Ia fuerza nccesaria para plegar las experiencias europeas a su programa; y levaba dentro de si un mundo que expresar, que no tenia nada que ver con la inten ion realista objetiva, © iba a resultar tan grande que habed que ceuparie de él en seguida. Hay que continuar el discurso sobre los grandes operistss italianos hablando de Giscomo Pacciai. Vien de ts dredebre de Torre ed Lege, Miles, Arco Mitte Biel Los afios juveniles. —El futuro cantor de Min y de Madame Butterfly procedia de un miisicos; nace en Lucca el 22 de diciembre de 1858, siendo cl quinto de los sicte hijos del organista y maestro de capilla Miguel Puccini, Desde hacia cuatro generaciones, la familia sc transmitia dicho puesto en la catedral luquesa de San Martin; y cuando Miguel murié, Giacomo, que no habia cumplido aiin seis afios, fue enviado a estudiar missica con su tio materno, Fortunato Magi, y después con Carlos Angeloni; ambos habian sido alumnos de su padre, todo iba sobre ruedas dentro de la mas stricta tradiciGn familiar A los diez aos, Giacomo entra en el coro, y a los catorce se convierte en organista de las iglesias de Lucca, Pero no es una poderosa voeacion la que lo impulsa, sino la voluntad de su madre. Sus maestros no ven en é| una especial disposicion para aquel arte; ‘como, por otra parte, nadie encuentra en él particu- lares aptitudes para lo que no sean las travesuras hechas en compania de otros muchachos, 0 su extremada facilidad para lanzar agudas réplicas a la manera toscana. En el seminario, donde realiza cinco cursos regulares de estudios, permanece desde 1867 2 1873, debiendo repetir un aio: no ama el familia de estudio. Como tampoco ams le s de aquel ambiente’; no es que se le convierta en un problema: la acepta exteriormente y la olvida, sin que deje ningzan rastro en su vida, de la que el probie- ‘ma religioso parece totalmente ausente. Sus composiciones juveniles earecen de importan- cia; la tertativa de ganar un concurso convocido por el Ayuntamiento para premiar un himno musical para la «Exposicién de los tesoros del Arte Sacto», fracasa lamentablemente, Sabemos que escribe una Misa, con la que se diploma en el Instituto Musical de Lucca, y que, entretanto, comienza a cambiar Una interpretacion de Ada, en Pisa, le interesa tanto que le hace olvidar Ja large Caminaca hecla a pic para eonvcer le obra jes una revelacion, la primera llamada ea Opera En otofio de 1880, Puccini es admitido en el vatorio de Milén, con una beca concedida por 4, a peticidn de la madze del joven. Bazzini y Ponchielli, En 1683, diploma con un Capriche snfi Go Ia eeina Marg: Sus maeste y orquestacién, que hacen presagiar su gran carrera. fi] ambiente musical ciudadano presta gran atencién a esta nueva personalidad, cuando Franco Faecio, dirigiendo la orquesta estudiantil, presenta al piblico dicha composician. Asi se cierra el tiempo de la formacién juvenil del muestro. Su vida se ha hecho metddiea; los inves: tigadores recogen, a este respecto, una carta 2 su madre, donde describe aquélla: «Queridisima mama, ayer he asistido a Ja segunda leceion de Bazzini, que fue magnifica. Por ahora tengo slo esa clase, pero el viernes comienzo Ia de estética. Me he hecho un hhorario dispuesto asi: por la mafana me levanro a las ‘ocho y media; cuando tengo clases, asisto a ellas. En ‘cas0 contrario, estudio un poco de piano. Me basta 8 Eons dere Denn dios , Boei Midi, Cilicia Manipal Grabutss Reta con un poco, pero es preciso que lo estudie. He comprado un éptimo «Metodo» de Angeleri, uno dle esos métodos con el que se puede aprender estu- pendamente por si solo. Sigo hasta las diez, luego > el desayuno y salgo. A Iz una voy a casa de durante un par de nego, de tres a cinco, otra vez de cabeza al piano, un poco de lectura de miisica chisica. Quisiera hacer un abono, pero hay ocos bigei. De momento repaso el Mefinifeles de Boito, que me ha prestado un amigo de Palermo, un tal Fayara, A las cinco hago una comida frugal (jpero muy frugal!), y como minestrone a la milanesa, que decir verdad es bastante bueno, Me tomo tres platos, y luego alguna otra cosilla: un pedazo de queso con com as becads reharé dias de mi (6: Pana Dow Pedra Paxchl, sicmbre de 1899) bei y medio litro de vino. Después enciendo un cigarro, y me voy a la Galerfa a dar un paseo de arriba abajo, segun Ia costumbre. Estoy alli hasta las ne y vuelvo muerto 1 casa, Llego y estudio un poco de contrapanto; no toco, pe che no puede hacerse. Luego me mer y cu ‘ocho paginas de una novel: Los criticos notan las referencias, importantes, a aquel mundo, el estilo, que en realidad muestra una preparaci6n literaria escasamente cuidada, pero ad- vierten que se recuerde que una carta a una made fio ha de comportar el relato de todas ls peripecias tipicas siempre de Ia vida de los artistas cuando ésios no saben imponerse una rigida disciplina moral; refiriéndose, en particular, a la larguisima setie de los amorios de Puccini. En otras: cartas, comenta las Operas a las que asiste, por ejemplo, Carmen; 0 declisa que ha comprado, con sv amigo Mascagni, la partitura del Parsifal de Wagner. ientras tanto, la Casa Sonzogno ha convocado su primer concurso para Operas en un acto. Puccini ‘quiere participar en él y su maestro Amilcare Pon- hielli lo pone en contacto con el poeta Fernando. Fontana, quien le proporciona gratuitamente un testo, que ya tenia casi prepurado: Le Vill. ‘Tiene poor tema Ia leyenda eslava de las jOvenes muertas por amor gue hacen danzara sus seduetores, matindolos; tun residuo de la antigua Opera alemana, por inspire- cin, en homenaje a una tradicién de influencia conservadora incluso a través del Romanticismo, En los primeros dias de 1884 se conoce el resultado del concurso: lo ganan dos obras, hoy olvidadas, de icie secoselon ox ancion, Socks, Mepelt y Zauclli. Desilusion del misico, esckndalo de sus amigos; pero probablemente, a partitura, casi ilegi- ble, nto fue ni siquicra tomada en consideracién. Boies Ponciiell cdo: Jullp Riedy tracer ide mecenas, Matos Sala, con Julio Litta y Emilio ‘Treves, que han conocido la obra a través de una sudicibn pianistica, se afanan para que sea represen- tada en el teatro Dal Verme, lo que ocurre el 31 de taf del io oy un i verdana Spal cles wiles cack oo Sah icsenie (GA Poseint GC Grea Riess Cope eneelacecey uy 10 apresura a encargar al misieo una segunda particara. Comienza el camino de Le Vill, reducida 2 dos actos por consejo del editor, que sera siempre, ademas de un excelente amigo, un buen consejero del maestro. Entre tanto, Puccini esti. trabajando sobre uun nuevo libreto, Edgar, tomado de wna com- posicién poético-dramitica dé Alfredo de Musset: «La coupe et Is levres>. En este punto, entra en la vida de Puccini ta rubia Elvira. Mujer de un droguero de Lucca, macire de dos nifios, Fosca y Renato, se enamora arrebatadoramente sqAquelas sesiones nuestras! —evcribe L. Illea—. Verdaderss Iuchas en lar que se cortaban de cabo a rabo actos completor, te tacrficaban eieenas y escenas se renegabs de ides, belle § Falgidas un momento antes, y se arr aul, en un minuto, e largo ¥ penoso tiabajo de meses. Enmegifis de B, Machine (1882-1935) pare ate IE 4 La Boheme de G. Pre, ‘Mil expr de ls enmagafit de. Merchiors tn Mati tetra dela Sela Figorin dy A Hohentin pera! persouje Mimi, 4 La Boheme de G. Paced ‘Milin, Archive bistro Beard Gel macstro, y éste le corresponde perdidamente. ‘Ambos estin. trastornados: Elvira abandona a su familia, se establece en Milan y luego en Monza, junto con su amante. Ha traido con ella ala hija de su primer matrimonio, y luego da a Puccini un hijo, Antonio. Y comienza su vida en comin, Ilona de peripeci tuna separaci6n provisional, en Toscana; Ia vuelta a Milin; unas vacaciones veraniegas en Suiza, que transcucren pobremente; por fin, el descubrimiento de Torte del Lago. Seri una convivencia que durari siempre, aunque a veces se desarrolle entre celos e inquietudes; Elvira no sabra ctear en torno a su amado la atmésfera de comprensién y dulzura que éste necesita. Puccini, por otea parte, no es capaz de contribuir a a felicidad del hogar; considera que un compositor tiene derecho a cualquier libertad, se concede durante toda su vida distracciones con amantes de todas clases; excluye a Elvira de gu trabajo ereador y de las tela iones sociales a que le empuja su carrera. Edgar foe representada en la Scala el 21 de abril de 1889. La critica fue benévola, aunque negativa. La Opera estaba destinada al olvido, aunque se represen- td en bastantes teatros europens con muchas mo- dificaciones. Puccini necesitaba algo muy diferente. Habia conocido la novela de Prevost, «Manon» y aquella sensualidad difusa, aquella atmosfera atrayente y rica de ambientaciones tan distintas, el personsje de Ja protagonists, como los de su medio, lo habian fascinado hasta el punto de proponérsela a Ricordi. Pero esto ocurria en los momentos del éxito de la Mason de Massenet, y se trataba de una confiontacién absurda; para proponer tal cosa se requerla incons- ciencia © esa superior consciencia propia de los geandes artistas, Ricordi, tras una larga resistencia, se convenci6 o ereyé que eran precisamente la intuicion y la inspizacion las que movian a Puccini; y el macstro comenzé a teabajar. Se bused un libretista: primero, Leoneavallo, luego Marco Praga, con Domingo Oliva; por iiltimo, Luis Illiea, a quien sc unid José Giacosa. Se constituyé asi la que el editor llamaria, después, en broma, la «Santisima Trinidad». En 1801, Puccini se establecio en Torre del Lago, junto al lago de Massaciuecoli; en la recogida soledad, en contacto con ls naturaleza, donde tenia la posibil cad de dedicarse a la exza, su pasatiempo preferido, se vio rodeado pronto por un grupo de artistas de segundo orden, eapaces de formar una simpitica y anticonvencional reunion de gentes, El 1 de febrero de 1893, se represents en Turin Manon Lescaut, titalada asi pars evitar confusiones con Ia partitura de Massenet, con éxito inenarrable. La gran carrera internacional de Giacomo Puccini habia comenzado. Ya. en esta Opera, Puccini habia roto: muchas costumbces y tradiciones con al menos un siglo de existencia en In miisica teatral italiana, Una critica atenta 4 Ia historia del lengunje habria notado ficil- mente como entraban en su mundo las influencias del psicologismo musical de Massenet, preocupado mis de cantar los earacteres y los estados de nimo que los hechos dramiticos y los destinos de sus personajes, y. se advertian les influencias de Bizet, ‘que habia levado con Carmen, pocos afios antes, Yerdad dramftica a un grado de naturalidad sin pre- juicios. Y el mismo Wagner no era extrafio al mundo mueciniano, porque el leit-motiv, aunque sea con Stet Fuacion, sperece marexade los miocieaioe daves de la Opera. Por aquel momento, Ie eeitica, al menos la de los diarios, portavoz de Ia opinion piblica, estaba huscando un autor que pudiese afirmarse como el ‘egran continuador» de los «prandes italianos» ope- rlstas del pasado, y Puccini fue saludado, por ella, como tal. Parecia que continuaba la setie de los Rossini, Bellini, Donizetti, Verdi. No se puede quitar toda la raz6n a quienes lo veian asi; en a historia del arte, de cualquier arte, Jo que cuenta sobre todo es la personalidad de los autores, y Puccini tenis, sin duda, personalidad; ©, Pactn, J. Gisevay Lea la duce fe La Bohétne eG. Prin. Milin, Archiv biti Rivrd ademas, el piblico de teatro lo aclamaba con una intensidad y tuna emocidn reservada soloa Ios grandes autores, aracteristica tipica que, desde contarfa muchisimo, es decir, Ja cantidad de melodias que uno podia cantar en su casa, deleitindose con ellas; poco le importaba al aria autyrsfa cde Ge. Pastel a F, Ricrd, desde Nace York, 1907. Mili, Archive hitiries Rice pucblo que esta melodia fuera atiora de un tipo un poco distinto de la precedente, esto es, diatonica y no ligada a las combinaciones armonicas del juego de la tonalidad; Jo que importaba era que se pudiese repetir de memoria; y le cuerda, que a veces la sexuia al unisonp © €n octava (procedimiento que Puccini adoptari cada vez mis frecuentemente hasta La Feancnlla del West), servia para subrayasla c imprimisla mejor en la mente. Ademiis, cra una melodia que respondia perfec- tamente a la nueva sensibilidad teateal de la palabra ya no declamacién cantada, sino diccién; habia tono confidente y natural, que se ligd muy pronto con a cordial del buen eonversador Puccini, y que aumento la popularidad de éste. Puccini era, pues, el hombre que todos podian en: tender, y que contaba sus historias musicales de una manera persuasivay refinada, un discurso encaminado fils burguesis clegante, y al aleance de gentes de toda hse. La sociedad del siglo xx, que comenzaba a formarse, se encontraba perfectamente a sus anchas con este tipo de musica, como la de los tiempos anteriores lo habia estado con el melodrama heroico de sus predecesores. En la setualidad, muchos criticos parecen confun- ilo con el mundo dannunziano, amante de la grandilocuencia oratoria y de las imigenes cargadas de signifieado. Esta extra identificacion ha sido motivada por razones ideolgieas, mas que artisticas. En realidad, Puccini esti bastante mas ligado al teatro bargués y everistay, atinque intente eliminar de hh expresion toda redundancia, cualquier sospecha e inutiles parrafadas nacidas del solo gusto de ‘escribirlas. «En suma —habj escrito a Julio Ricordi, durante Ia preparacion de Mewon Leicant—, yo n0 pu tolerar palabras initiles y ripios literarios. Cada verso che ser “necesario’” y servir de estimulo 2 mi ins ‘Ahora, para él, la Gnica condicion para comy misica ¢s encontrar un libreto que le sea conge No puede concebir otra vide que la del teatro, otras ‘composiciones que las hechas para la exceni Pongo las manos sobre el piano —dice— y se me manchan de polvo, El escritorio es una oleada de arias, No hay rastro de misica. Cosa indtil, no teniendo libreto.,. Dios Santo me toed con su dedo late ¥ yo he seguido el s6lo para el Teatro supremo consejov. Dificultades y triunfos.—El misico y libretista Leoncavallo habia propuesto a Puccini una idea interesante: sacar un libreto de una novela de Murge sScéaes de Ia vie de Bohéme». El miisico habia tirubeado, pero cuando su colega se puso a trabajar para aprovecha la idea por su cuenta, sin advertilo comenzé, a su vez, la propia tarea. La colaboracion Fant de Nepione ov Belov ©. Babin (1845-1931). Resi, Gal. F, Palm. “Hatel Astar woes sQuamE Yew Pork | | con sus dos libretiatas se hace ordenada y fraternal no faltan las disputas, ea las que el misico acaba por imponer su propia voluntad, aquella tipica visién lirico-deamatica, en la que Ia distribucién del trabajo podia resumirse practicamente en el encargo de la escenografia Illica, de la versificacion a Gincosa, y de Ja misiea, naturalmente, a Puccini. Let Bakime, bajo la dieeceion de Arcuro Toscanini joven entonces, pero ya famoso— se represent e! Ide febrero de 1896, en Turin; mas la acogida fue tibia, y la critica, negativa. Dira, luego, el maestro: < i una tristeza, una melancolia, ans ganas de lloras... Pasé una noche malisima, y por hn recibi el saludo fastidioso de lov diarios», ia realidad, revistas y periédicos de Turin no. fueron tan pesimistas; pero la opini6n oficial turinesa sintetizarse en el articulo de Carlos Bersezio, etitico de In Gaceta que luego iba a convertirse en La Stampa renin dentro de 44 Bodie, como a0 deja una gran impresién en el animo de los espectadores, no dejar ana gran buella en la historia de nuestro teatro lirico, sefia oportuno que el autor, considerindola como el error de un momento, prosiga airexamente por el buen camino y se convenza de que éste ha sido un breve extravio del camino del arte>. Pero en Palermo, en el abril siguiente, la misma Opera tendri un éxito verdaderamente estrepi Hacia ya varios afios que Puccini pensaba tema del drama de Sardou, «Tosca» brutal de la pasién, en esta historia donde la cant mata al hombre que li pretende, habia quizts hecho vacilar al maestro; ademiis, su candidatura no debfa agradar al autor francés, mucho mis célebre entonces gue el misico, Pero la escu a verista ha madurado las exigencias del compositor en lt direccion de una objetividad que se adapie perfectamente a los temas realistas y truculentos; y, por otra parte, la habilidad de Ricordi hace que Sardou conceda el derecho de poner misicaa su drama, Lo que ocurre és que, en un primer tiempo, se encarga la Opera a Franchetti, un misico muy interesante, considerado entre los mejores de la época, Puccini quiere el tema para si; recurre ala ayuda de Illica, que convence a Franchetti para que renuncie; comienza el trabajo con sus dos libretistas habituales, pero esta vez impone sus ideas con una fuerza mucho mayor que en el pasado. Frase por frase y escena por ‘escena, exige que sus colaboradores lo sigan en el mismo plano. El editor esti de su parte; el miisico procede con cuidadosa seguridad en la misica, que queda lista en un aio, Estamos en 1899, El 14 de enero de 1900, Tasca se representa en el Testro Costanzi, de Roma, bajo la direccién de Leopoldo Mugaone y una puesta en escena de Tito Ricordi, el hijo mayor del editor. Habia una atmésfers de extre ‘ma tensién, al comienz0, debida a amenazas, cartas andnimas ¥ promesas de colocar una bomba en el teatro, Nada de ello sucede: el pablico la convierte en un enorme éxito; la eriticn hace amplias reservas sobre la vulgaridad y el sadismo del hecho dramético, pero alaba Ia inspirada maestria del masico. Ahora la figura del maestro se presta a relatos mitificados de toda clase, Se le atribuyen anécdotas ssabrosas ¢ interesantes: se redne en su torno toda una <.- Londve, set millones de habitants Paris, mas belly grand: Manchester, pals de ney Mili, ciudad arehisimpatin, Alegria suprema, paras Gieato veintehabitantes, doce casa. A. Froccarlis La ohda de G- Pucnis) ‘de humo. Torre del Lag Reirate dl conde Rabel de Monten G. Bolin (1845-1931). Parl, Maire Necioal te Arte Moder, serie de episodios, en los que en Ia actualidad es imposible, 0 al menos muy dificil, distinguir verdadero de lo falso, comprender lo que en ello haya de exagerado. Tosca excita la fantasia por alguno de sus euriosos caracteres. Se habla de los estudios que Puccini hizo sobre el sonido de las campanas de Roma para componer el valba» del tercer acto; y hay quien jura haberlo encontrado vagando de madrugada por las calles de la capital, con Adriano Lualdi, ea cambio, cuenta en su opiseulo ire inspiradisimo. 1B tuna versi6n pintoresca del nacimiento de esta pagina: «Una vez mas, la zarandeada Tosca, Les diré como nacié a apertura del tercer acto, el alba romana En la villa de Torre del Lago, estaba programado, tuna noche, un juego de cartas. Lugar de la accion, «1 estudio del maestro, en Ia planta baja. Puccini te hallaba al piano, trabajando. Ferruccio Pagni, lle- Farin erie te Caramia py (le Sapeli) (1865-1936) pare Suor Angelos de G. Pain Miia, Archina bistro Riords mom (6%, eer a ae a fan sack co mun oa echinacea to eer te ete } ‘una historia, 4 aor verano fies soning, tana pu cehacetune enya: eres LG 191) ee” | ee he sees aa ether fa eae ee ea a + < . 4 4 e ss ce i es ‘a some (F % Korte A > Be 2 i a at) 4 Dik gado antes que los otros, recibia a los amigos Disco- volo, Fanelli, Nomellini, todos ellos pintores, y les advertia: “Podéis hablar, podremos juger sin preo- capamnos de €l, Cuando ttabaja, s¢ aisla; no siente nada’, Llegados los retrasados, comenz® el juego. De repente, Puccini tira el lapiz al suelo, se levanta del escabel y sale cipidamente de la habitacién. Tras tunos minutos, vuelve, trayeado trivnfalmente una Mave en la mano. La llave de un armario —habiia i 1 buscarla al dormitosio de la severisima admis tradora dofia Elvira—, en el que estaban encerradas no solamente las botellas de vinos y licores earos a los geznates de los amigos, sino también un juego de vyasos de Bacearat, que aquella noche tenian que salir Puccini distribuyé los vasos a los amigos, los lené parcialmente, golpeéndolos en. el borde con los dedos para obiener el sonido deseado, y luego les explicd en qué orden de sucesion y de ritmo deberian tocar. Este fue el ensayo general, mas ain, el ensayo ereador de los poéticos sones de earmpanas matutinas ‘que, sobre el transparente tejido de Ia cuerda y con el Bellisimo eanto del pastor, abren el tercer acto: la mis exquisita, caracteristica y "auténtica” interprets ién musical de un alba romana, que pueda existr. Esto €5. teatro». En cualquier caso, Puccini es el masico del mo mento, y la sociedad italiana, que adora tener perso- nnajes que simbolicen sus artes, piensa en él como en. su héroe musical; mira a Torre del Lago como antes, a Sant’Agata, donde estaba la casa de campo de Giuseppe Verdi Enel verano, Puccini va a Londres pata el estreno dde Tosca alli, experiments la fascinacin del drama en tun solo acto, Madame Buiterfly, que Belasco habla compuesto toméndolo de ua selato de Joha Luther Long. Lo conquisia y atrac el ambiente japonés de Inobra, la cvidencia de ka situacién, la esencialclaridad de la accién, que llcgs hasta quien, como él, no sepa el ingles. Gio-cio-san, la japonesita Butterfly, seri la nueva protagonista del drama musical del maestro. Se ppone al trabajo una vee mis, con sus fielee libretisas; [a trama se amplia y desarrolla en dos actos, las ‘escenas se suceden en la fantasia del misico, felicisimo y seguro de si. 4 Beces te A, Soff (1979) pare el woeara io Sor Angelica 4G, Paster (omprrada 1958-58) Milin Teatr ela Seale, En marzo de 1901, eseribe desde Cassano d’ Adda 2 su editor: «Estoy hace tres dias en Nagacaki. He trabado conocimiento con el famoso casamentero, que viste sin embargo un traje europeo, Io cual me parece bien, También me he preseatado al cénsul americano, hombre franco, jovial, bueno y leno, en el fondo, de una filosofie, a fuerza de vivir en distintos paises, que desprecia todos los usos y costumbres y s6l0 cstima a las buenas personas, sean inglesas, boers, americans o japonesas... justamente como aquel graa hombre de Estado que dijo: “Todas las ideas politicas son buenas en el fondo: json los hombres fos que son malos!”>. Vivia, pues, ya la Opera en la imaginacién; aunque no veia ia hora de verla puesta en escena Elestreno tuvo lugar el 17 de febrero de 1904, en Ia Seala; fue uno de los més rotundos fracasos que podamos imaginar. La excesiva longitud de los dos actos —ue fueron en seguida transformados en tres—; el caricter discutible de algunos hallzzgos escénicos, sobre todo en el intermedio con el telon 5 abietto del segundo acto, cuando los gorjcos de los ppjaros y los ruidos de las cadenas intentan sugerie de forma realista la atmésfera de un jardin a orillas del ‘mar; muchos detalles de frases vocales que se encon: traban parecidas a las de la Bohime; todos éstos fueron motivos de desconcierto y de repulsa, Pero se trib de un fracaso fabricado por arte de las corrientes adversarias, que aprovecharon ciertos El maestro quedé aterrado; retiro Ia Opera, pero ‘no erey6 en absoluto en el jnicio del pablico; mas ain, vuelto 2 su casa, se dice que escribié sobre una imagen de Butterfly’ una famosa y sugestiva frase de la Opera: «rechazada y feliz». El 28 de mayo, Brescia confirmé el optimismo de Puccini, acogiends a nueva Opera con el primero de los interminables triunfos que habia de alcanzar. Una tragedia familiar trastorna muy pronto la setenidad y la actividad creadora del misico. Elvira, que es su mujer desde hace cuatro afios, empieza a tener violentos celos, en el ototio de 1908, de lt criadita de Torre del Lago, Doria Manfredi. Los celos se convierten en una pasion furiosa y casi loca; la decadencia fisica de ella no se acompaiia bien con el éxito galante que su marido obtiene cada vez Pero la criadita es, en realidad, inocente; Elvira enta hacerla expulsar por el pirroco del lugar, la amcnaza de muerte, obliga a Puccini, que ya estaba trabajando en su nueva Opera, La Fancidla del West, la desesperacién, entre coméntatios y chismes del pucblo; Doria Manfredi, cxasperada, se cnvensna. Se produce el cscindalo: la muchacha, enh autopsia, resulta una virgen suicida; su madre y su hermano denunciana Elvira por persccucion y calum= nis, Los conyuges se separan, el hijo esti a punto de abandonar Europa, los periédicos se apoderan del asunto, En el proceso, el6 de julio de 1909, Elvira es condensda a cinco meses y cinco dias de cércel. Slo el 2 de octubre se ponen de acuerdo las partes y se acaba la accién, «Una carta humillada, arrepentida, afectuosa» de su mujer conmueve, segin propia confesion, a Brest La vida conyubal’ yostee «| expense/icie triste y tan desordenada como antes. Ta Fenctila de) West, tomada del homénimo diama e Belasco, que el maestro ha visto en Nueva York en 1907, prosigne trabajosamente su gestacion musi ‘al, Esta especie de mestern operistico, que concilia él realismo con el sentimentalismo en un drama que termina felizmente, y con la gracia rudae intima de Ia protagonista, es convertido en libreto por Zangarini ¥ Givinini; en 1906, Gincosa ha muerto, y Puccini ¢ lca no logean ponerse de acuerdo ellos solos. Representada en el Metropolitan de Nueva York e110 de diciembre de 1910, con una interpretacion memorable que conté entre los protagonistas 2 la Destinn, Caruso y Amato, bajo la direccion de Tos- ‘anini, a Opera inicia con un triunfal éxito su extra Suerte: ser considerada grande por la critica y el Piblico, pero no ser nunca demasiado recordada Por los estudiosos. ni demasiado popular. Asi la comentaba Richard Aldrichenel «New York Times 41 puesto de la mésica en un drama semejante —un drama de ripido movimiento, de situaciones aguda- mente enfocadas, rico en momentos de maxima ten- sibn, en el que los elementos psicologicos y emotivos 16 llegan s6lo tara vez a una importancia de primerisimo plano— no es fieil de encontrar. Al poner misica ‘este deama, Puccini ha emprendido una tarea que hace muchos afios se hubiera considerado imposible y casi una contradiecién en érminos de lo que el drama lirico deberia 0 podeia ser. Peto los composi- tores italianos, de los que Puccini figura sin duda a la ‘cabeza, han desarrollado una técnica y un tratamiento ‘que: puede ser aplicado a este drama y a otros seme- jantes (..) Tal tratamiento implica parrafos mis 0 menos cortados ¢ irtegulares, 4 veees una expresion vocal ripida y “staceata”, que se proyecta contra él fondo de una orquestacion igualmente expedita y rica en ripidos esboz0s a los que se contfia Is tarea de poner de relieve, acentunt ¢ intensificar —si fuese posile— el significado del diélogo, puntedndoto con manchas de color, fragmentos tematicos de rapida andadura, armonias caleidoseopicas. En ln orques- tacion no existe cl entretejerse de una amplia trama de desarrollo tematico, la misica no tiene tiempo para esperarlo, pues debe seguir a la accion e intentar mantener el ritmo del diilogo. Sin embargo, éste es interrumpido de vez en cuando por paginas llevadas on un estilo mas amplio, movimientos liricos en los que se oftecen a la misice mas amplias posibilidades de desatrollar su. verdadero papel: expresar emocio- nes, pasiones y sentimientos». ‘Tambiéo aqui —excsbia Puccini, deze Nueva York, ‘Tito Ricord, en 197-— he intentaclo encontrar temas, ‘pero no kay aad posible o, meio, completo, sme gusea elambiente del Osste, pero en todas las piezas que fe vista, he encontrada abla alguna escena aga ysl» G. Paci eel pce de Breaky. ‘Milin, Aribioyhcthricy Reo. La Opera internacional.—Pero Italia esti cam- biando en aquella época. La Opera tradicional es considerada como una cosa vieja; la gente desconfia della, pero sobre todo la hostiliza la culcura musical Nace la moda de las innovaciones evidentes; incluso Tito Ricordi, que ha sucedido a su padre, se alinea ‘un poco contra la manera pucciniana. Fausto Torte franca, cl genial estudioso de aquellos afos, eseribe jente del alto magisterio t 0 to londeina s 0 logra y-de la genuinidiad de su inspirae eds og fhalmente el contrato con su vi igo é carlo obtiene un gran éxito la obra; pero de breve duracién, porqu segunda mano. Mai Se ve afectado por una acusacion de Leon Daudet, director de la «Action Francaise» le imputa estar en connivencia con el enemigo. Se mezclan las acusaciones contra un miisico que esti dando en toda uropa, incluso en periodo de guerra, prestigio a la nacion italiana, Fl [4 de diciembre de 1918, terminada la guerra, el Metropolitan de Nueva York hospeda la nueva obra pucciniana, tres Operas que forman el llamado Teiptico: wna de inspiracion francesa, 1 Tabarro (EI Tabardo), realista y de una atmOsfera sombri dramitica, pesada, sobre un libreto de Adami; 01 patética, con texto de Joaquin Forzano, que se desarrolla en la quictud de un convento de monjas, sobre el drama de la maternidad: Suor Angelica; y ls tereera, alegre y de estilo burlesco, tomada por For zano del canto XXX del Infierno Shichi. Esta iltima es saludada con gran cntusiasmo; las otras dejan indiferente al piblico, o lo conmueyen en escasa medida, Sélo en los altimos afios, distintos aria tornoa Puccini se desencad tesco: Gian cstudios y éxitos populares han vuelto a dos. primeras partes. El criterio de variedad dramatica, el ensimisma miento del autoren cada uno de losambientes morales y fisicos, dacin la raz6n, a la larga, al misico; pero aguél es un tiempo de polémicas, de luchas, de dificultades. Los franceses, en 1920, acogen con un triunfal Gxito las obras de Puccini; pero la eritica las ataca. El «Temps» eseribe que Francia debe albergar muy duleet sentimientos hacia los italianos para soportar, tres veces por semana, a Puccini. Renato Simoni on Italianay: «Todo el juellos carnpeones del arte puro, se reduce al puro 0 impuro deseo de no tener compe- tencia; de poder dar obras que no atraen al pablico, sin tener al lado Operas que llenen el teatro». Puccini, conteataca en «La Llustra arte puro de eseribe Simoni, deberia udejarles cantar», 2 Lalo y 2 sus compafieros franceses; pero es una met inoportuna, porque wel privilegio de saber cant ddon de los dioses de saber disolver en los corazones la melodiosa y alada palabra que aquéllos necesitan dejar ene cielo, es lo queel «Temps y sus amigos no poseen, y Puccini si, de modo imcomparabl Después, en 1921, Puccini inicia la colaboracin con Simoni y con Adami para su 6 Fs un trabajo improbo, un suftimiento i imprevisto por el mismo misico. Un nuevo estilo Orquesta, que siente ls influencias de toda la nueva misica, Debussy, Stravinsky, el mismo Schnberg Lo que habia choeado, ¢ incluso escandalizado, al tutor, cequiere ahora un esfuerzo de sintesis mil veces Superior quc las otras veces. La detesminacion de evar la fibula de Gozzi al p de humanidad, en el que el amor prevalezca sobre €l oli, lo conduce a sehacer eontinuamente el lt ‘mo dao entre la eruel princesa y el principe mist tso, sin lograr conchuitlo. Una enfermedad terrible, un tumor en la garganta, pocoa poco lo priva de sus fuerzas. Puccini, que vive €0 una villa de Viareggio, ee consume con el pens micnto siempre fijo en su nueva exiatura no de un mensaje 18 Retrate de Rosina Storch, A. Abii (1898-1920) Milée, Mare tata de le Seale, 1 Storchio fue uns de as sopranos mix pias para intexpretar el iso ‘de Puccini ne hivo en seguida élebre a car interprenciba en Mimi, en La Babime Queda desconcertado por las nuevas experiencias opetisticas, No le gusta juzgar, al menos oficialmente ¥ por escrito, la musica de sus colegas; pero se confia a Renato Simoni al eseribirle en 1 de mayo de 19, «Ahora el pablico no tiene el paladar en su sitio a, sufte miisicas ilégicas jelodia no se compone ya, Se eree queel sinfonismo debe para sin un bu 0, sisehace, es vulgar. Cam Meyim ( Mati e Hee ae wo © 3 oy vorn, Wide r Compas [pena i oh ee An vbr t CR ato 09 ot) a Corrs ee wie ! 20 Peis iva 0, Bol (1879) pers eee so Tarde oe Pua ‘Milan, Archie ios Rid Quien vive joven por del mundo, pero cquien sed cuenta Se rodo esto? Pata elon Ja juventad yelojo excrua Is eeornidad..» En 1924 es llevado a Brusclas, con la esperanza de que una aplicacion de radium lo pueda curar, o al menos detencr el constante avance del mal. ‘También en Bruselas le angustia el final de su Turandot. Con este motivo, habia escrito a los li beetistas: «Urge conmover al final; por eso, nada de retorica. jenso hora por hata, minuto por minata en Turandot —eseriba Pucca sus coluboradoree, 1 toda i mia hot ahora me parece otra cos, ct cosa. gerh una bucna seal? Yo creo eth A. Toten’ darant wn onsets nla Stoasifr de Dress Dibsje de BJ. Kiatae, 1930, ‘Mili, Mc tetra de eS El trasvase de amor debe Uegar como un bolido luminoso en medio del clamor del pueblo que, extitico, lo absorbe a través de los nervios tensos como cuerdas de violoncelloy. Pero aquella luz no pudo ser apresada nunca. La muerte truncd a Giacomo Puccini cl 29 de noviembie de 1924, Franco Alfano, el valioso operista gue habia sabido penetrar en el espiritu del maestro, Fue encar= gadodeconcluir a obrasirviéndose de las anotaciones ¥ apuntes del propio autor. Guano Toscanini Nerd irene a a Sale rimera representacién, detuvo la orquesta en Fee ie Ce etd cence ae Bra la noche del 25 de abril. ‘Todo el piblico se puso. fn pic, en silencio. tan dales sabor de Esperanzay, LA OPERA DE GIACOMO PUCCINI Bohéme», obra tipica de Puccini.—Se tel6n con las primeras notas de la orquesta. que quiera conocer a Pi haber asistido Opera suya, debe ss tipica: La Bokeme nico musical y teatral ato historico y cultural, hay ‘que penetrar en ese mundo suyo, singular ¢ inespe rado, de canto vigoroso, envuelto en una maravillose 21 pe. te TorRE DEL Laco TOSCANA ait LMME cer uss fie ame a Frege Arm 4 s, alegria despreocup y la liberadora inten: la gran ciudad que a abiertas para ti frochada la iti doa la de lx ma Digas cculntos aos Gene, / querido seior Benoit?» El interrogatorio se hace insit te y enigmat ates noche en Mabil de amorn / le soxprendicron | en peeade Un buen vaso de burdeos anima al anciano casero a hacer confesiones presuntuosas: «una mujercita alegre» y llenit le podria consolar de los quebraderos de cabeza que le produce su esposa.. puerta interrampen luego el silencio. Con una vela apagada en la mano, aparece suave y timidamente Mimi. «Mimi, sigue citando el libreto, truduciendo frases de la obra de Murger, «era una graciosa mu- chacha que no podia por menos de estar de acuerdo y simpatizar con los ideales plisticos y pocticos de Rodolfo. Veintidés aftos, pequeita, delicads... Su rostro parecia el boceto de una figura de aristocrata; sus facciones eran de una delicadeza admirable. Su sangre joven eorsia vivamente por sus venas, dando tonos rosados a su piel transparente, de una blancura tan aterciopelada como la de las camelias.. Esta belleza enfermiza sedujo a Rodolfo... Pero Jo que mis le fascinaron facson las manos ce Mini, Exioogrfi original de Shader’ pare [1 acto de La Bostee de G. Paste Mili, irehvebstrco River Gustavo Calling fl gran lwo; Matec el gran pintors cl gean mos oma se calicabas entzecllor—, tran chentes ‘del Cafe Moms, donde, por le unin que demostrabae se lee liveabe “Los cuatro mosque (De iirc a) ate de La Wohi eG. Paced) 4 Pires de a Bobene Grahede ole XX. Mili, Colin Muwicipat Graades Bertru Sofie hombre tiene esposa / y unos malsanos deseos ) en a corazbals, fritan solemnemente los cuatro inquilinos. El canto # tensa y una oportuna indignacién hace que el pobre Benoit sea puesto una ver mis en la puerta sin haber cobrado el alguiler. Arreglado el asunto, los cuntro amigos se disponen a irse de juerga al Barrio Latino, «cuyas calles estan adosnadas con salchichas Y golosinas»: es la vispera de Navidad, Rodolfo se queda solo porque tiene que terminar tun breve articulo para al Castors, el periddico de log sombreretos. La miisica permanece con él en un sostenido «allegretto». Dos ligeros golpes en ls que ella sabia conservar, a pesar de los quchaceres domesticos, tan blancas como las de la diosa del ‘Viene a pedir lambre para encender su velas luego empieza a encontrarse mal; cuando se repone, ha extraviado la llave de su casa; también la vela de Rodolfo se apaga... Continéan los pequedos sucesos de la vida coti diana... Pero, como por cacanto, los leves golpes dados en Ia puerts han suscitado en la orquesta un largo tema completamente distinto de los anteriores. «Pianissimo» y en un «crescendo quicto», Ia euerda entona lo que luego seri la romanza 'de Mimi, desarzollindola a su manera a lo largo del dislogo ‘entre los dos personajes. Por Ia buhaedilla y entee cl piblico, que escucha en tensién, se difunde una atmésfera de magica poesia En este clima florece el amor; buscando a tientas a y de rodillas ta ave de Mimi, Rodolfo topa con su ‘mano y se le declara con la famosa romanza: ‘Qué manita tan beladal j Si dejas que se calirne..» Rodolfo se presenta al estilo godémien: seQuiéo soy? Soy wn poeta. | Qué hago? eribo./2¥ cbmo vivo? Vivo. | En la pobreza, querida, | despilfarro como un franseior mas e himanos dea os) quimeras, | Paras J pea caillos en el aie, | tengo el alma millonarian. La joven le sesponde con la preciosa melodia: ‘Si / Me thman Mimi, / pero mi nombre es Lucia. / Mi Astoria es breve.» que desemboca de improviso en un pasaje intense y apasionado: jorMas cuando llega el deshilo, | el primer sol es mio, al priser beso de abil es mols, y concluye con la sugestiva senciller de una frase Pronunciada sobre unas pocas notas repetidas De ii ede mis ebts contarle. | Soy wu vecina, / que viene importinare + deshorat Los amigos de Rodolfo pueden muy bien esperar: la «suave eriaturay lo ha conquistaclo. Se aman y2; luna matavillosa sucesién de acordes, en tin eroms- tismo de armonias extranas y originales, los une en tun beso: por ditimo, lentamente y cogidos del brazo, acompafiados por una linea melédiea que une sus oF frases con la orquesta, se alejam juntos hacia el Barrio Latino donde, en el café Momus, esperan los otros, En el segundo acto el Barrio Latino acoge, en. medio de las grandes fiestas de la vispera de Navidad, a los cinco personajes. El piblico cs numeroso y heterogéneo: «Burgueses, soldados, sirvientas, mu Diba de Sainsort (pera el 1 acto de Ta Bohime di G: Pact. Mien Archive bse Ried Figurines oigaaler a Hobnitin ‘para os persons de Mate, chachos, nif olillos, focos encendidos, nifios que llegada de ta estudiantes, modistillas, gendar- reta de juguctes de Par {eristico y repentino estallar de los coros, el original juego orquestal de quintas descendentes, voces en trecruzadas con melodias, el regalo de una pequena 4 Pigins ested aahirefe Booneme 4G. Pans (ere de Mimi, IV act). ‘ast “Arhive Kstirio ‘Riord. Misica las feral, melatics, lena de pasion crete dl cnviado XIX" 2, despues ne mas ge Me pen yh aio A oer dde dominio publica te cuanto son excuchados cofia rosa que Rodolfo hace a Mimi, el barullo producido en torao al eafé por un nuevo y arrollador personaje femenino: Musetta z nduce las Frases mis con que Ia earacte! selle Musetta era u Mucha coqueteria, un poquito de ambicién y ningun Malem Butterfly no vavo éxito el dia de a exten en a Sel Lacritica delosperindicosmilaneses fue, pest dello, bastante callibrads: «Pero yo estoy perswadido —excibla Nappi en *Perseverancia” — de que mis adclnte el piblico xbrh valorns muchos detalles bellsimos que anoche se que, intenelonadamente, ao quiso apredary Te eseaparon 0 1» Delicia de las cenas del Barrio Latino. Una perpetua alternativa entre el «brougham bleu» yelomaibus, entre la calle Breda y el Bartio Latino». Qué queréis? —De Y cita su tipica declaracién: ves en enando necesito retpirar el aice de esta vida Mi loca existencia es como una cancién: cada uno de mis amores es una estrofa—, y Marcelo es el es tribilloy. La masiea, entre In agitacion que produce su llegada, recoge su caricter y pone de menifies to su satisfaceibn de si misma a través del vals que entona BCs paso sol por ta call, fain, | recoriendo toda ri bellca ele cabeza a los ple Su cancidn ve dirigida a Marcelo, que enloquece de eelos al verla llegar con un rico protector, Alein doro, Pero tampoco Musetta puede resistir el ateac tivo desu antiguo amante: deja plantadoa Alcind ae tiene que pagar lz cuenta de todos, y se une a los esenvueltos y arruinades bokéniens El tereer acto, que se desarrolla en el ambiente nevado de le Batriére d'infer, es el mis dramitics Desie el interior de la posada donde trabajan Mac: 26 cexlo. y Musee canto, llegan las voces de los coros formados por los jeates; voces acolchadas de sirvientas y de aduane ros responden en una atmésfera de nieve y de armonias vacias. Después llega Mimi, hace salir a Marcelo y le confia su terrible pena: ha sbandonado 4 Rodolfo, eon quien su vida se habia transformado en un infierno de celos, eolerss, sospechas... Bl canto sereno y conmovide del zmigo se contrapone al agitado desahogo de ella, en el que eada nora revela igustia y nostalgia, Peso tambien Rodolfo llega a la posada; Mimi se esconde cuando el sale y cuenta 4 Marcelo sa animosidad hacia la mujer a quien, a pesar de todo, ama... De pronto, el canto se convierte en dramatic y avanza con tristes y acompasadas armonias: 11 Bmpeors de dia en dia. / La ea la escucha y se traiciona con un ataque de 108; se ha enterado de Io grave de su enfermedad. y del deseo de Rodolfo de que abandone su pobre y friacasa. Ya no le queda més que decir adiés l hombre th Nope Exengrfi aE Martino (1882-1995 ‘Mache Buterly 4G, Pri Mi Expotiin E, Marche end Mato that de a Sea fnguieto y violento al que, sin embargo, tanto ama Ta melodia se vuelve desoladora, en un juego de acmonias moduladas de mayor a menor, que desem- bocan de vez en cuando cn la suave ternuca de la euarta y sextay: sDe donue alegre sis Mini a soar ido, faves 4 grito de amor, / vuelve sola Vuelve ores wer | a entretsjer fale Pero provocadoras carcajadas salen de la posada ‘¢ Masetta. Marcelo +e pone celoso; la muchacha fe responde. ¥ el acto finaliza con un singular cuar teto, en que una pareja se persigue, se insulta y se Separs, mientras que la otra, que parecia ya separada, se embelesa en su reciproco amor, dejando el decirse adiés pars los dias en que la soledad pesa menos: Nes abasdonarcmox en la estan de las Notes, Guarto acto, La buhardilla. De nuevo, como al Principio, Rodolfo y Marcelo estin trabajando, De nuevo, los nicleos tematicos del primer acto, Pero aquellos tiempos pasaron; ahora, los dos 4 Pagins cial ented de Made Busts (romonga de Peheron ‘Bintba dat chi pin mean ot Milin, Archive hiiica Rivrd 4G: Precnt hombres, solos, anoran a las mujeres que querrian olvidar: Musetta y Mimf, La legada de Colline y de Schaunard con algunas provisiones alegea Ia at mosfera, brillante y despreocupada, Imitan una co- mida de personajes importantes, inventan una ac- ibn coreografica, fingen una terrible tifa. Colline y Schaunard improvisan un ducio; para ello se arman con las tenazas y el badil de la chimenea. Hace fio, Un sallegro spigliaton sacude la orquesta, jugando on ellos a imaginar un furioso combate! Quiero beber tu sangre. { Uno de lox dos quesdach aqul estriado, | Preparadl una camila. | Preparad un cemeneeron, La puerta se abre de par en par y, presa de gran agitacion, entra Ia antigua amante de Mareclo. Un grito de estupor: «jMusettal»; luego, una pausa y tun acorde bruseamente arrancedo de toda Ia or- questa. Todo se paraliza. Solo el bombo, con un redoble apagado, acompafa la vor alterada de la joven, que canta con palabras atropelladas, todas ellas en Ia misma nota: Abi esth Mil. Ahi eth Mims, que me sigue y que see cuentea mabe Casa dee on Yelahems. ia hm dele elairacin tain, Milin, Colin ‘Muaiipd Grabador Bertarelh ten oe (8 mas | me mes ser | eat se ee ee ats (iar de x aoa ‘meena fe Mili, he aK a pi | tombe | i» He bd aaa gi is Ay } a ’ ah oes Tapas de Le Mecrte pare Tosca de G. Paci ‘Mili, Colcin Maia Grabados Berar Bxamioando le construceiin de Tae frente ala de La Babime, cl estilo, mas elevado: horquestacion después del xen se Tosea) La primera yee Mim{ habia entrado por aquella _piiblico emocionado, Le preparan un lecho de puerta, en el primer acto, a pedir fuego para encender _urgencia y le dan a beber un poco de agua. No hay fu vela; © inmediatamente se habla enamorado de dinero para comprar lefia; la pobre no puede tener Rodolfo, Ahora desea morir junto a él. siquiers el consuelo de hallar un ambiente suficien- Por fin llege, precedida por el tema que la carac- _temente caldeado, Moriti tisica en e! humilde desvan. teriza, ante la ansiedad de los cuatro artistas y de un Mimf se acerca a Rodolfo; tose; tiene frio. Marcelo B y Musetta salen juntos para vender los pendientes de Esta y comprat tun manguito. Colline va a vender fo tmarta, Schaunaed sale pats dejar color 4 los amantes en el momento extremo. Han pasado unos breves instantes, pero la atmosfera ha cambiado, radicalmente. La comedia realista se ha transformado, repentinamente en una fabula; todos hacen gala de su bondad en torn a Mimi, todos la dejan sola ccon el. amado para que puedan reevocar las horas de su. vida amorosa. Se han ido? Fingia dormie ) porque queria ettar a solas contigo. /"Teago tantat ene que dectrts, | 0 una salt, pero tan grande como e! mat, | y como el mar, pfofunda inf. {fers mi amor y toda ti vidal, De un modo de hablar afanoso y entrecortado, eseandido por un «candante calmox, la voz de la soprano, apoyandose en la cuerda, se ha dejado transportar elevandose en una melodia. A la miserable buhardilla, cuyas vidrieras dejan entrar muy poca luz y cuyos muebles son pocos y viejo vuelve el antiguo canto del dao de amor. En el libreto, que ain estaba por musicar, Giacomo Puccini habia cserito a pluma en este pasaje: «Seria necesaria una gran frase, Amame, Alfredo... (jOjali!)y Vuelven los recuerdos y los pensamientos del primer encuentro; la orquesta repite sus motivos musicales; luego va decayendo, poco a poco, con Mimi; las frases se repiten en tones més bajos, los ritmos se hacen mis lentos, las palabras se interrum- pen. Cuando Ilegan los ottos, a Mimi no le quedan ja fuerzas més que para darles las gracias por el Iranguito; pocos ineanter después Rodolfo ve da cuenta, por la anormal agitacién que nota a su alte dedor, de que la «alegre Horista» ha muerto, EI averismo» de Puccini. ;Cuiles son los caracteres del teatro de Puccini Estamos en 1896, afio en que La Bohiwe es re- presentads, por vex primers, en el «Region de “Turin, La epoca de los dramas a la manera de Doni- zeiti y de Verdi ha pasado ya. Lo que se necesita, dicen todos, es tun «verismo», 0 sea, un teatro que refleje los detalles earacteristicos de la vida. Y Puccini también lo eree asi; la Opera de que hemos hhablado esti lejos de todo tipo de mixtificacion ambientacion exaltadora o fantastica. Una buhardi: lla de Paris ha ocupado el lugar de los palacios y los conventos, tan apreciados en los primeros afios del siglo xrx; una muchacha que convive con an poeta frustrado y que lo abandona por las excesivas escenas de celos que éte le hace, y por el ambiente de miseria ‘en que vive, es la protagonisia de un suceco en el que no existen historias de pecado y de redencibn, ni de perseguida inocencia, ni coros que expresen juicios morales sobre personas y cosas, ni oropeles, ni ‘convenciones romanticas. ‘«Verismo». En el que la orquesta participa total mente en la aecién, la sigue y la esclarece. ‘A pesar de su base naturalista, el canto de las pasiones, intuidas con un realismo falto de prejuicios, se transforma en una verdadera intuicién lirica: los personajes se abandonan a la expresion de sus sen- timientos; se embelesan, hasta llegar casi 2 suspender la aceidn, como en Its viejas formas cerradas; y el amor, absoluto ¢ invencible, lo domina todo. Se podeia decir que a Puccini le sucede, en el fondo, eee pee ee a a Principio del caarto acto, confiesa perplejo: 4¥o no sé. qué xe debe / que mi pincel trabaje /y empaste colores J contra mi voluntad. / Si quieto piaar ces o teers, fo inviemos 0 primaveras, | € me taza dos puplas negeas | yumm bora proces. | Y de muews sale el testa de Nusetian ‘También a Puccini su instrumento de trabajo le Hevaba instintivamente a escribir romanzas de amor. Y es justamente el amor, fa imagen de la mujer idealizada por el sentimiento que la transfigura, lo que lleva el teatto de Puccini a un clima casi de fibula, 2 una constante alternacién de clementos teveristasy y de ereaciones en absoluto realistas, que toman vida en un mundo propio. La opera Manow Lescaut, que inicia la produccion mayor de Puccini, presenta una trama tan rica en referencias realisas, que ha llegado incluso a ser con siderada como escandalosa por sv despiadado ani lisis de la psicologia de la mujer amante del lujo y del placer. Ciertamente, la Tinguida voluptuosidad y la inmoralidad casi inconsciente dan de ella un retrato sverista» y actual, cuando, en casa de su anciano amante fico, afiora la muchacha al joven pobre: ‘nn 08 cacajes sunves.., | en Ia aleoba dorada bay un silencio | helado, moet. ay un silencio, / un flo que me expantal | {Y yo que evtaba acostumbrada | s una civics | ‘voluptuoss de labios abeasidores y de ardorosos brazos.. thorn no tengo mada de eso!» Peto su femineidad se nos presenta plenamente, fen los momentos de mayor autenticidad, refleja- da en la pasion de Des Grieux. Su presentacion | sitaa en un plano que no es ya de figuracion objetiva: «Nunes i ona coujer semejante a ésta. [AT decile: te amo, / mi alma despiera a ana nuews vidal. Y¥ toda su figura va tomando cuerpo a través de ese largo, intenso y combatido sentimiento, como, por ejemplo, en sti apasionads frase: «Ah, Mandn, me traiciona tu loco recuerdo.. 29 Todo el xverismoy de Tosea, basado en el argumen amitico de Sardou, se resuelve en un hibil juego declamatorio, que se plasma ficlmente en el canto y en los efectos orquestales; pero Ia vida de esta Opers se nos queda grabada, sobre todo, por los pisajes que mas se separan de esta huella: a sugestiva Vision con que la actriz Floria Tosca evoca asuamado, Mario Cavaradossi, cuando recuerda so «casitas en el bosque, rica en «murmullos» que no eran mas que «pérfidos consejos»; el acongojado ruego de ella, que se rebela ante Ia perspectiva de entregarse al malvado barn Scarpin para arrancarle Ja vida de Mario, a quien tiene prisionero: «Vissi d’arte, vissi d'amore...» («Vivi de arte, vivi de amor. ef adis a In. vida que entona el protagonista: uf lucean le stelle.» («Y Iucian las estrellas... Una tragedia de amor, impregnada de la figues delicada de In. protagonista, es también Madame Butterfly, Ia historia de la espera de una japones: asda con un teniente de la marina estadounidense, que al verlo volver con su nueva mujer america 5 mata junto al nifio que tuvo de él. La obra tiene tun enorme atractivo. Se inicia con los preparativos para la falsa boda, el didlogo encre el casamentero yd teniente Pinkerton; luego, otro entre éste y el cOnsul americano, y. por dltimo, la ansiada legada de Butterfly; « esto siguen la ceremonia, la repulsa fecha por parte del tio bonzo al enterarse de 1a conversi6n de su sobrina a fa religion cristiana por amor al teniente, y el dio final en una noche palpi: tante de estrellas, Luego, el segundo acto: las confesiones de Buiterfly a la sirvienta; la Hegada del cénsul para anunciarle la triste nucva de la vuelta de Pinkerton, mediante la lectara de una carta de éste, interrumpida por la alegria de la ilusionada esposa; x0 Einonografa pare Ln Panella del West LG. Presi (ae I, Milén, Archive btsre Rison R. Aldrich dl «New Yotk Times», esribio lo siguiente despucs ‘el etreno de Le Fania del Wert: «En la misica qu ha compuesto adver ans focrte nota personal, y adie podeia acusatl de estar infiuida por la de Debus. Sin embacgo, hay que preguntatse si uno que solo conozs al compositor 1 través de La Bokime, lo reconnect en ena siieva Opes Adehide al mucha eamin andado por é en estos trece afion la vista en lontananza del barco en que llega ¢l, y la espera de ella en. Ia noche, con el coro a boea cerrada. En el tercer acto se abre camino Ia triste verdad: primero, el remordimiento de Pinkerton; luego, el dketinar de toda esperanza por parte de el, ¥, por En este esquera se puede advertit Is existencia de mumerosos.niicleos. dramiticos aislados, de una vatiedad magistralmente expressda, pero que tienen su unidad en la fuerza del relato; la orquesta se ider tifica aqui més que nunca con los personajes, ciéndose fielmente eco de sus estados de fnimo. A lo largo de toda la obra destaca plenamente la perso- nalidad de Cio-cio-san, lamada Butterfly, figura muy compleja y de dificil interpretacion, no s6lo por el alcance de voz que requiere su papel, sino también por sus matices psicoldgicos, Yaal principio de la obra, y en cuanto puede hablar 2 solas con Pinkerton, le confiesa haber ido en se- cxeto a la Mision p: lan ion de dl Yo sigo mi destino, /y,llena de humiléad, / ante el Dios del senor Piakerion me inclino; |e mi destinon La orquesta subraya con un «crescendo» la importancia de este diltimo verso en el pensamiento. de ella. Destino es para Butterfly entregarse al amado, abandonarse a él con una pasin mucho mis violenta que lo que corresponderia a sus aquince anos justos, declararsele de una manera casi suplt- ante, asrodillada, con un canto purisimo, eontinusdo por los instramentos cuando ella no encuentra ya palabras para expresarse on cerita pequedito, / vn eatiio de me correspamndey Es sw destino esperar la vuelts del americatio, inconsciente y olvidadizo, durante los tres afios de su ausencia, 2 pesar de que todos le aconsejan que a I rapesetscise di Lea Fanaa del Wese 4G, Presa Mila, Archiv Kat Rien 4: Pigits mic [a Faneiala de West deje de pensar en él; y sofiar con tx vuelta de su antigea vida! Un buen dia verenioe / levantarse un hilo de humo éa'el horizonte del mar, /¥ luego aparece la nave Un pasaje de indecible emocién es aquél en que el teniente sube por la colina par volver a casa rita Bane) de sia contests, en parte P en el primer encuentro Es un destino que se presagiaba ya incluso en medio de la felicidad de la noche nupcial del primer acto, cuando el encanto arrollador del brillo de las 31 oe = = \ | — ee = ir oerttt | | 4e| “Y = c Ais eraaey ee = {it Ka eracg ts valuta pee he > PSS eee Spurs ig et ol gelletrine venbiDe Sul co — wel orale luces y de las estrellas los habia arrastrado a entonar el canto de un dio de amor intenso y apasionado, en el que los grandes intervalos de sexta menor y Ia continua varizcion de ideas melodicas en las armo- nigs, comunicaban la dulzura y la inquietud del momento. Una ve mis, como en el Romanticisino, fa trama se resuelve con el sactificio: que venga Pinkerton por el nifto, cuya existencia ignoraba, para levarselo con l; y que al nuevo amor del {enicnte, su joven mujer americana, le llegue el per- én de la pequefia Butterfly, Exte es guizds el pasaje mis genial c intenso de toda la obra. A la peticin de perdén, Butterfly, responde entonando tun canto lento, abicrto y sencilla, recalcando, las palabras: : jo el gran puente del ciel oo hay j mujer end Felix que Seal siempre | no se entnsezcan por mip. Y cuando le pide que le entregue el nifio, repite el “Se lo dates, / si viene a buscarlon, Aqui su vor se interrumpe. La orquesta continia la frase, repitiendo casi por su cuenta a los espec- tadores las palabras de su iltima voluntad: «Séanlo Siempre, no se entristezean por mi. “Todo lo oftece la pobre Cio-cio-san. Unicamente al «pequetio Dios», a su pequeno amor, le pide algo: aque dirja una mirada a su madre que lo abandona pars siempre: ‘jP que bas dl trono | det alto Paraiso, / mirn bien, io, fj, lacaraderomadrel.. / que te quede un recuerdo. /;Amon, sala! | iAdids, pequeto amorl..» Por ella toca ya el timbal de la muerte. Como se ve, existen, a la vex, «verismo» y fibula, Por ello se puede comprender ficilmente por qué a Puccini le pudo atraer el tema dle La Fancalla del Wert, En el rudo ambiente de los pioneros de las tierras del Oeste americano, florece con naturalidad 4a fibula de la bella Minnie, una muchacha lena de dulura y, al mismo tiempo, de brusca autoridad, ‘que es como una hermana para los buscadores de ‘10, y que se enamora del bandido Johnson, desper- tando en dl scatimientos de bondad y de pureza. El sheriff, malvado y rado pretendiente de ella, que Io ha rechazado, sale en persecucion del bandido y lo hire; luego, lo descubre en casa de Ia chica. Minnie Je propone una partida a las cartas; si vence él le pettenccerin el bandido y ella misma; pero si gana ‘lla, Johnson habra de quedar en libertad. Minnie hace trampa y gana, Pero entre todos los del poblado tienden una trampa a Johnson; lo descubren en una san selva y se disponen a colgarlo. El bandido no pide mis que uns cosa: “eel me eet |e y os empreciend Pero, de pronto, llega Minaie a caballo, con un revolver en fa mano, para salvar a su amado, No tarda ‘mucho en deponer cl arma, pues empieza a recordar Ia vida pasads con cada uno de aquellos hombres, ‘que poco 2 poco se van emocionando, hasta que por Gltimo liberan al bandido redimido y to despiden, mientras él se aleja para siempre con su muchacha del. Oeste, Es admirable emo el autor supo, junto a la in- genuidad del argumento, dosificar’ perfectamente el tgjido dramitico y patético del -mismo. Este uesiern melodramitico, en medio de uaa complicada y rica trama instrumental, logra coneiliar la tensibn constante del argument con las mis refinadas exigencias musicales. Una creacién de las_mis emocionantes del teatro y que, aun sometida a un examen detallado, resulta esilisticamente impectble la escena de la partida de poker, por ejemplo; en lla, el sonido palpitante de los contrabajos ctece ‘a intensidad hasta el paroxismo, para eulminar con cl canto, frenético y extenuado, 2 la vez, de Minnie sobre el cuerpo exinime del herido, en perfecta unin con la orquesta: «Ah... & mioly. Se comprende por qué, al final de su produccién, y después de su afortunado y variado Triptico, Puccini llegé a Ia ereacion de otra fabula de amor: Tarandet, € antiguo cuento de Carlo Gor: En esta altima, las posiciones estin cambiadas: no se trata ya de Una fabula que surja de los presu- ppuestos del wverismon; sus personajes son verdaderos y erudos, sus hechos pertenecen a un mundo de fi- ula. Les cortadores de eaberas a las Ordenes de li inbumana Turandot; el pueblo eruel, liberado por el principe Calaf de la ebsesin de eliminar a los pre- tendientes de lx bella princesa; el debate de los tres famosos acertijos, que el principe resuelve; el amor apasionado que se enciende en el helado cora- zon de Ia princesa. Todas éstas son situaciones totalmente gratuitas, que viven de una vida musical y fantistiea, pero que resulan convincentes cn el contexto de esa extrafia realidad creada por el filtimo Puceini, Emociones continuas consiguen mantener én suspenso la atencion, De entre todos los. personajes destaca el de la pequefia y fie! Lid, que muere por no revelar a la princesa, atin enemiga de Calif, el seereto que, segin lo pactado, lo condenaria, muerte: el nombre de él, cosa que habra de adivinar a propia princesa. Las romanzas y Ia dramitica escena del suicidio dé Lié son piginas excclentes, que subyugan y conquistan: sacrificio sin porqué, poesia sin porgué..., pero narrados por Puccini. E Ttalla, que ya no era la del «Risorgimenton, es cuchaba esta vor auténtica y nos la transmitia, ‘con Ia seguridad de que tambign para nosotros tendria tun mensaje: el de la fuerza de la supervivencia del amory dela poesia en un mundo que iba tragicamente hacia su destruccién, El teatro de Opera italiano y Puecini—_La profunda diferencia entre el drama de Donizetti y el de Verdi consiste en que, mientras que Donizetti, como otros compositores menores del siglo xix, sentia en sf mismo lo dramatico de las situaciones y seguia a los personajes reviviendo sus sentimientos, Verdi, por el contrario, aunque dominaba el drama, Jo sertia a la manera’ neoplaténica, como Miguel ‘Angel sentia en el maemol la Futura estatua, ¢s decir, como un todo proporcionado y necesario, Habri de ser Puccini, posteriormente, quien estudie y eapte los modos de eomunicacién a través del tes través de sus narraciones draméticas, En toda a Opera romantica italiana el drama seaia sus pro- pias leyes; el pablico quedaba aprisionado en ella por 1a fuerza, quedaba comprometido por la prepotente comunicatividad de las arias, los concertantes y los: cotos, y obligado a vivir los hechos, que le tocaban. de cerca, porque eran hiechos humanos y expresados: con plefia humanidad. La Opera de Puccini, por el contrario, esti cuidadosamente pensadi para el espectador, cuyas reacciones psicolbgicas el autor imagina, teaiéndolas en cuenta y basindose en ellas para desacrollar sus narcaciones. Las evocaciones: de un tema, de una sonoridad o de una atmosfera, por cjemplo, no tienen tanto una ligazéa con la accién misma, cuanto con lo que el péblico ba pensado y sentido a propésito de ella; en el diio de La Fanialls del West por sjesplo, a, orgucita empicra a cantar el amor entre Ia joven del campo’ de los buseadores de oro y el bandido, mucho an- tes de que ellos mismos se atrevan a confesérselo; en. Swor Angélica, mientras la protagonista prepara el ‘yeneno con que poner fin a su vida para encontrar enl ciclo a su nifto muerto, el intermedio orquestal ‘ania no la loca y desesperada decisién, sino el sentimiento de pasién maternal. Esta nueva vision, que no surgié en Puccini como un descubrimiento racional, sino como una exigencia interior, es el punto de que parte la sintesis de la ‘Opera. El espectador se conmucve sin darse cuenta, se exalta, se abandona a los recuerdos y a las lamadas ‘que le sugiere el autor, de tal manera que incluso el problema interpretativo queda muy reducido, y no tanto por el gran nimero de acotaciones y por lh precision musical, como porque el sentido de la nafrucion es seguido y sugerido constantemente. Pero justamente por esta espontaneidad en Ia co- ‘munieacion, el espectador no puede por menos de observar ofras earacteristicas, menos sutiles y mis evidentes, del arte de Puccini. Ante todo, su extraordinaria eapacidad para eaptar tuna atmdsfera poética y hacer de ella el elemento primordial de una obra. Asi, no sélo determinados timbres instrumentales, sino tambien los recursos atmdnicos, se ponen al servicio de un ambiente y ‘no vaelvena aplicarse en la misma medida en ninguna ‘otra ocasion, Mis sin: algunas frases musicales, que Ieego vuelven @ aparecer con variaciones de las mis sugerentes maneras, se ligan definitivamente 4 un pesonaje o a una situacion entre dos 0 tres personajes. Es éste un modo de usar el def-mativ ‘con una mayor claridad y Libertad que el que en- ontramos en Wagner, puesto que no se debe a una concepciOn filosOfica © estructural, sino a una intuicion de la psicologia del espectador. Naturalmente, este proceso de revelacién de una atmésfera tine eficacia por la capacidad de Puccini para cscoger un elemento significativo y sobresa- liente: la despreocupada alegeia de Lu Bohime piisicnse; la ingenuidad auténtica y exética del Japon, en Madame Butterfly; Ia violencia, cinica, pero provisional y tendente hacia un distinto, del curioso y terrible mundo de Tarandot, Es de notar, por otra parte, la intensa femineidad de las heoinas que, aunque miedatiaadas por el ‘mundo contemporineo, tienen una capacidad de entrege al ser amado que las hace llegar a morir at Carta ansarafa 4G, Pawel (e123 ce setae ce 1926, a amigs Clausin, ela gu baba de Tarendot Mile, Archivo irre Racer. por él, casi como si la muerte fuese una consecuencia nieeesaria del amor. Y en las obras de Puccini, la de Ja muerte es una solucién constante, que va siempre unida a la pasién misma; sin duda, porque es propio de Ia naturaleza sensual de ese sentimiento que, fanto sts cacti se, nts cnc « seplgarie en un abandono linguido y decadente. La fuerte presencia moral del protagonista verdiano Mevaba f una vida impetuosa, que la muerte trancaba ea su plenitad, en la époea de mayor vigor, como conse- ‘cuencia del injusto desarroliarse del drama humano. En Puccini, la muerte es el fin natural de la pasion en que individualmente vive cada personaje. Se trata, sin duda, de una melancolia autobiografica, de la cual quedan penetrados todos los persona: jes de Puccini y que se hace mis evidente en las arias de adiés a la vida, cuando la melodia desaparece se sicnte, mis que un presagio de muerte, ln accién, proeresiva de un desfallecimento exptitoal al que Tr volun se opone, En la distribucidn de las partes permanecen ain vivos los motives musicales teadicionales, mientras ‘ocalidad consiste en una constante declama eel peso de la palabra freaa © da impulso bain, que ya recitativo. ‘ Sobre ls melodia de Peceni ha exerito eon gran aciertd Mosco. Carer: «Puccini, como ‘Wagner, {ola fre Ios sentimientos que agitan aun pervonae tnvuna determinada situacion, oa atméstera predo minante de nt escena, La caticersiea melodla de Puccini agota todo to que se puede expresar en tn determintlo momento, fundienda, en una unidad extrecha, acién,sentimiento y puro sonido vocal, no esti repartida entre aria y Junto con la determinacién melédica y orquesta, , pars un constante progeeso lin gilstico musical, de las téenicas mis al dia. Sus feleos temiticos varian continuamente: en Money Lescant (1893), junto a la esplendides de contrastes dde sabor verdiano, se encuentran armonias de un cromatismo semejante al de Tristin ¢ Lolda de Wagner, y variaciones al estilo de Debussy: en La Bolime, seties de quintas paralelas y frases en sus- jens0 ‘sin soluciones tOnicas; en Tess (1900), Teale pars tonos enteros y combinaciones a ext Puiceini se Ecomgrafi de N. Berit (1901) pore Vorandot i Paes (temporada 1958-52). Milos Teatro de la Sea gern ermal de Bromliccht para el pro de "earandot de G, Pact Milin, Archive bstdrive Ritords de Mascagni; en le Butterfly (1904), una insercion de! fragments japoneses en fa La Fauciulla di! Wert (1910), una riquera de orques tacion y de superposiciones Semejante a lade Strauss. De toda experiencia musical sabia sacar provechs «La Consegraciin de la Primaveray de a cuyo estreno asistio en 1913, le pares locos»; © indudablemente tampoco le habia entu= siasmado el Pierrot Lunaire de Schiinberg, que! habia visto representar en 1923, Pero a pesar de el en el Triptic (1918) encontramos fragmentos site micos que muestran claramente la influencia de’ 35 ‘ste compositor, que con st “verirma” habia iar aoa mundial y fortuna, abandona x vie pltaforas Hl delcato y sensible pjntor de cuadeor fotimos y de pequetio iateriores”, se enfrenta, cuando Ios otros suclen juan, con euadeos geandiosos, y 10 embriaga de vastox hotiontcay (Crh de A. Vall sprscde nl "Sigh, espa tedestena de Vasa) Stravinsky, y en Turandot (1926), junto a la influencia tel Boris Gudinor de Mussorgski, existen algunos procedimientos atonales de Schonberg. La unidad de estilo de la obra de Puccini nace de hk verdad teatral: Ja melodia revela las. pasiones individuales y a orquesta actia de coro, dando el sentido de la narracion y transmitiéndolo al péblico. Sobre Ia intuicién teatral de Puccini existe una significtiva anéedota, que Cheechi publicd en su «Nuova Antologias, y que Colombani citaba en su «Storia dell'opera italiana dell Ottocento»: «Cuan: do las personas que colaboraban en el guidn del libreto de Taste estaban discutiendo sobre el mismo ‘en presencia de Sardov, no conseguian ponerse de acuerdo en relacion con la catistrofe final, Luis Ilica, seducido por las reminiscencias de Ia gloriosa tradicion italiana (..) no deseaba el suicidio de Tosca», sino la locura de la protagonista; «Sardou, naturalmente, aunque dispuesto a derramar amargas ligrimas por la muerte de su heroina, queria que sea se tirara por las explanadas del Castillo de Sant'Angelo», como por fin quedé establecido. 4Y como, discutiendo acerca de ello en presencia de Ilica y de Puccini, él adveia razones de conveniencia y de oportunidad y ereia peligroso retener durante ‘macho tiempo a los espectadores en ese momento. ulminante, con la romanza de la locura, cuando todos saben que esta préximo el momento de levan: %6 (ARTOLINA POSTALE ITALIANA (CARTE POSTALE D'ITALIE) Tate pate eva por Poin a). Reed Miia, Archive histrve Reed A becerecs: Portal de le partite Turandot & G. Paci Misa, Mate tetrad Scala tarse y salir del teatro, el maestro, que tenia entre las manos el guidn del libreto, abriéndolo por la altima piigina, en que figuraba un buen miimero de estrofas de la romanza, le mostr6 a Sardow una nota escrita a lipiz por él mismo (Puccini). La ta es el aria del paletot”, o sea, una picza musical que pocos oirian, porque la gente empieza a correr hacia el guardatropa a recoger los abrigos, Poniéndose de pic y estrechando cfusiva- mente las manos del maestro, Sardou contest6: ”Me doy cuenta de que usted es un hombre de teatro" Algunos acusan a Puccini precisamente de una exeesiva preocupacién teatral, de una inspiracién basada sobre las reacciones del pablico y demasiado estudiada para pertenceer a la sublime esfera de la ingeruidad ereadora. Pero es dificil establecer hasta qué punto el arte de un compositor es un medio psicolégico, y a partir de donde empieza la poesia Probablemente, el mismo Puecini, si se le hubiera preguntado sobre este particular, habria dejado el problema sin contestacion. O quisis, si se le hubiera acusado de favorecer la popularidad de sus obras adaptindose a la manera de escuchar del piblico, hhabtia contestado Io que Rodolfo cuando Mimi le confiesa que habia notado chmo, en su primer encuentro, él habia fingido no encontrar la lave y se Ja habia guardado en el bolsillo para poder seguir estando con ella: «Ayudaba al destino». enue “escrite Mascagni the parece aatural, its Cod compositor ticido b ors vents del mésico itteco 0 puede coreer lnsingee EL «VERISMO» Pietro Mascagni. 1884 una vida tranguila, hecha de comedias en dialecto y dramas de caricter heroico de caracter burgués, de un tardio y decadente romanticismo. En un teatro de Turin se representa la adaptacion drama tica de una novela conta de un noble siciliano resi dente en Milan. Ea la Sicilia calurose y eraspasada por los celos y por un antiguo sentido del amor, ‘Toriddu ha mantenido relaciones con la bella S: tuzza, ha comprometido su honor y le ha jurado 1 teatro italiano vive casarse con ella, solo por despecho hacia la atractiva Lola que mientras él estaba lejos haciendo el ser ar, le habia traicionado con el rico carte- tero Alfio, que ahora es su marido, El antiguo amor entre Turiddu y Lola vuelve 2 encenderse; Santuz za, celosa y desesperada, cuenta a Alfio la derestable accion. Este desafla a su rival 2 un duelo a navaja, en el que Turiddu encuentra la muerte. He aqui el argumento de «Cavalleria Rusticana>, Guae 4 Vetats de Tanta te Nae Mili Callin Manipal Grates Bertert de 1902 un momento en que de toda Europa legaba a los hechor que a las fantasias, = ln accion mie que sobre ely ai drama rs que $0 eignificado eapirtoal, st sino latigazo para el teatro ialano, El mundo Feasts, pasionaly leno de vila de Turida, Al y Lola haba hecho su aparicion en escena y haba Zonquistado al publico: tn nuevo camino quedita abiero. Los dramaturgos, comediografosy ha gee 1889: la extn musical Soneogno convoca un con curso para Operas.en un solo sto, El poeta Tar piado para lee fin, ante el joven y desconocido director de la banda musical de C pees dad de la provincia de Fog saree attaido por el tema, deja todos sus trabajos y s¢ one a musicatlo, Tras dos meses de Febril actividad creadora da por terminada la Opera que resultara vencedora en el concurso; su representacion en el Teatro Costanzi de Roma, e! 17 de mayo de 1890, obtiene un éxito estrepitoso. El masico se lamaba Pietro Mascagni, y la Opera, Cavalleria Ri Asi, gracias ala vena dramitica de un gra critor y al talento de un joven miisico, el mundo del melodrama, que permanecia ain mils ajeno a las vicisitudes del pensamiento y de la sensibilidad curopeas que cl del teatro dramitico, es repentine= mente sacudido por este nuevo soplo realist y Como ws rifaga de viento, la Opera de Mas to con lo que del « tenia el libreto, desordena las paginas musicales de los com- positores, malogra los proyectos de una vida tran guila y convencional, y vence las iltimas resistencias de unas costumbres tendentes al retorno de los va~ lores «preverdianos», Todos, reconociéndolo 0. no, empiczan a af of acoger las nuevas ideas, Pero las ideas de Tato, y resulta imposible aferrarlas, tanto io. Por esta razdn, y en torno a un vago concept de «verismor mente como en un desarrollo uni y de fuprura con lt produccién anterior, surge una serie de elementos diversos y discordantes a veces El mis claro de ellos es la renuncia a las manéras heroicas del Romanticismo, Tocan a su fin las his torias de reyes y de bandidos, los conflictos entre has fuerzas de la sociedad, las narraciones historicas, Ih bisquedi de grandes personajes y de sucesos exiltadores de fantasias ealenturientas y difasores de grandes ideales; por el contrario, empiczan a Inuscarse figuras y hechos, scontecimientos y psico- logias, de i vida eotidiana. Queda rechazada tam- bién esa distincién neta entre el bien y el mal en que < basaban los contmastes de los. personajes ent Opera de los primeros afios del siglo xix, ¢ incluso fen Verdi, y que normalmente se aplicaba a la pro. tagonista en su historia de pecado y redencion o de inocencia y perd6n, Se matizan mucho mas los ca- teteres en menoscabo def consstenciay la perso- nalidad, a v ntores como Rossini, Donizetti c incluso Verdi habjan hecho resaltar. En Ik €poce que abarce los altimos afios del siglo xix ¥ los primeros del xx, las grandes pasiones no nacen ya de hombres y mujeres dispuestos a realizar gran- des sacrificios a impulsos de una fésrea voluniad, © cuyas vidas transcurren dentro de una moralidad intachable, sino que se transforman en el elemento centralizador del caricter de unos sexes fragiles y atormentados. Por ello, los compositores, no ad- yirtiendo la proximidad y la leecién de «verismo» contenida en La Traviata de Verdi, conccotsan su atencion en la bésqueds de precedentes cn la Opera francesa; ésta, por otra parte, se representa en Italia de maneta atin ligada a los conceptos del drama ver- iano, y los intérpretes se esfuerzan, conscientem te 0 n0, por dar consistencia a Micacla en Carmen, a Margarita en Fawio, a Manén en la Opera homé- ima de Massenet. Masicalmente, en cambio, convergen en esta nue- ‘xa concepcion de la Opera ottos y muy diversos elementos. Algunas paginas de La Gioeonda y de La Wally, 38 Elrlico masial 1 Haailick tere a propénito ‘ds Cavalera: ‘xLa msica 9 desarolla {de Forma sigurosamente ‘combinada cen a even, sia Tas vicjn aria convercionales lee vehey factions, Fepetiiones de palabras Absoluuamente unitatia, coda dew de passes y tinos, pra Cayalieria Rusticana 4 P. Ma Malin, Calin Monel Grades Bertarelt Figurine de A. Seleatore Turkey Lola de Cavalera Rsticans bP. Mascagni Monparada 1963-64). Miler, Testo dela Sele Y quiet también algunos ecos de misica instramen- tal italiana y extranjera (Franck, Tchaikovski), pa- recian ya ua precedente ejemplar para un desarrollo musical en que el marco romintico y los recursos emotivos y draméticos daban forma a un senti mentalisma cuidado y comunieativo, dentro de un gusto evocador de ambientes y paisajes capsz de fatisfacer 2 un poblico ni tan ingenuo ni tan geruino como el de antes. La orquestacion de Meyerbeer, desde Francia, y la de Wagner, desde Alem ponian de moda la complejided de los efectos ins. frumentales; las obras de Lisat y de Strauss, el gusto por el poema sinfonico. Toda esta experiencia y fstos recursos acuden en apoyo de las intenciones e los nuevos aperistas, que no s6lo quieren ale- je dela esqueritica.estracturas tomintias, sino que ademas desean alcanzar el dramatismo a fuera de una constante accién, lenando de mésica todos los actos y todas las pasiones de los persona jes, como queriendo dar elocuencia a Ia escena mis- ma mediante una expresion directa y continua, sin reflexiones, ni meditaciones, ni concesioncs a la costumbre tradicional, En resumen: mientras que antes. los operistas Beccsbeneepeesac las teat oace cake importantes Bose de ©: Polder (1928) ers eleconario linn de cavalecia Russian de P. Marape (lonponala 1963.68), ‘Milo, Teatro Ale Seale de} alma de los personajes, ahora, en el melodrama wveristay, se esfuerzan por implicarlas en la accion ‘misma; mientras que antes la mision del coro era la de dar una significacion al suceso, expresando un jvicio moral o una redencidn, ahora consiste en subrayar alga sentimiento, sirviendo dnicamente de fondo y de ambientacién, Hasta llegar a Verdi, la mésica era funcional y construida en unas propor ciones exacias con el desarrollo de las partes melé- dicas y armOnicas; ahora es un fluir de fragmentos ligados entre si y caracterizados por innovaciones en los timbres. Naturalmente, esto no es cierto mis que en parte, puesto que, como siempre sucede, Ibs reidios de tna tradicion vencen a menudo 2 los elementos innovadores Se inicia asf un periodo muy discutido del teatro ‘musical italiano, en el que descuella como sumo intérprete Giacomo Puccini, pero que cuenta con ‘otros muchos compositores de valia, con personali- dades humanas y artisticas cuyas obras, una 0 dos por lo general, siguen representindose en los esce- narios del mundo entero, En verdad, el drama realisa y violento de Cava. Yeria Rusticana sorprendi6 incluso al propio autor de su misica, Pietro Mascagni, hombre de tempera- mento inguieto y fogoso, nacio el 7 de diciembre de 1863 cn Livormo. Su padre, panadero de profe- sién, deseando que fucse abogado, le hizo estudiar Letras, lo que Pietro abandond pronto para dedi- carse a estudiar musica, Inicié sus composiciones en al Instituto Musical de Livorno y, poco a poco, fue convenciendo de sus progresos a las personas que lo rodeaban, incluyendo 2 su mismo padee. La cantata In Filenda le proporciond un gran éxito. Posteriormente, con la ayuda de tn conde livornés que se habia interesado por él, se matricul6 en el Conservatotio de Milan, donde tivo como maestro 4 Amileare Ponchielli. Alf tuvo ocasion de conocer la extrafa y singular vida musical milaness, en la ue los altimos rasgos de una tradicion manierisa, ligada al melodrama heroico, se iban confundiendo con las auevas modas musicales. Fue compafiero de Puccini y de otros excelentet misicos. En Milin se despert6 en él tal interés por la tragedia de Heine . Pero junto con la curiosidad del publico, Case Yeria Rosticane movilize también la de Ia critica Edward Hanslick, uno de los hombres mis versa- dos en estética musical, después de comprobar que a la Opera le habian bastado diez meses para ser incluida en ef repertorio curopeo, coment6 con rara agudeza las cualidades de Mascagni, y nos pint, al mismo tiempo, un cuadso de las influencias reci- procas de la misica de aquel tiempo: «Sélo en vir tud de una efics2 instrumentacién se ve el auditorio, captado por unas melodias que en si mismas no son fi particular ni excesivamente nuevas. Mascagni es maestro en el arte de instrumentar y se sirve de esa hhabilidad como un auténtico artista. Aun asi la em- plea, a veces, para producir efectos triviales. Ya de entrada nos vemos prendidos por la belleza sonora del "preludio”. Por desaracia, el compositor se ha dejado sugestionar por Meyerbeer (Dixorsh), r2760 por lk cual hace cantar equivocadamente a Turidd, a. mitad del "preludio”, su serenata con el telon bbajado. (..) De igual forma, nos seduce la belleza so- ‘nor del “intermezz0” orqnestal, en el que el majes ‘tuoso crescendo anisono de los violines $e funde con los acordes del arpa y los sonidos del oxgano en una maravillosa armonia. Maseagni intuye agudamente las posibilidades de cada uno de los instrumentos. ‘Aqui es donde, de cuando en cuando, descubre los efectos instrumentales més nobles y peregrinos, sin que se vea intencion alguna de insinuar que los ha inventado él. Los continuos y apagados golpes de tambor (al final de la obra, inmediatamente después del desafio), los empleo ya Verdi para producir una sensacién opresiva en la escena de Ia muerte de Desdémona, y ya antes en Rigoletio, El agradable efecto de cada una de las notas bajas del arpa, que fen el “intermezzo” hacen sonar la dominante y la tonica (sol-do), procede del dio de Fausto y Mar- garita del Mefistofees de Boito. El aspecto discutible de la instrumentacion de Mascagni es su complacen- cia en el estrépito, en el ruido que aturde, cnsorde~ cedor. (..) No be podido dejar de sefialar el hecho de que la ilimitada admiracion hacia Cavalleria, que se propaga como una epidemia, lega hasta la hipér- bole; mas bien pensado, no es una desgracia (..) Mascagni ha conseguido contraponer el principio justo y sano al equivocado y malsano del wagoe: rismo, es decir, que sin melodia no existe misica, y que no existe Opera sin misica cantada (..). El pa blico sabia ya de mucho tiempo atris que las melo- Mientras que Jn, epresentad 1 22 de noviembre de 1898, Las Miscras stra sehabia llevado 4 Pogine moet de His P. Mecarsh (able trident sede, act 1) ‘Gilin, Archon hctrco Riera Farias commemorative (190!) de Lae Maeearae de P. Marge! Mili, Colerier Meepah Grabadss Berserell 4 Cate ae. Metcvite pers iis de P. Aesage. Mili, Arts psfices Riv dias cantadas resultan més conmovedoras que las declamadas, que el conjunto de los coros y de los concertantes es dramiticamente mis eficaz que d obstinado canto solista y que el canto continuo: lo sabia por Don Juan, por File, por El Gacader Maldife. Pero ese mismo pablico, por efecto de lx tirania de la miisica nibelingica, creia haber olvi dado esta verdad y que tenia que combaticla. Ahora 8 Tobin dP. Zufft (199) par el prio dol Paglace ob R. Leoninals (lempereda 1955-56) ~ Mil, Tetra Sela: ie 4B, Leonttale Miin, Calecin Manipal Grade: rte se acuerda de ella y vuelve a creet en tales posibili dadess significar que, sila Opera seguia teniendo valor, Se trtaba mas bien del revultido de una sete de combinaciones felices que del producco de la evo lucion de un genio musical. Mascagni, que habia inieiado su carters con unn obra macitra eas supe Hora sus fueres, se enttegaba a un trabajo ambicie $0-€ intenso, y, 2 cia mieva Opera suja, todo el rmundo esperaba otra obra maesta, Pero ln obra maestia no llego: las largas fates son css do Opens Se teeeare «sv ary G Mona apropos & Paid de Le Bry ate Fae ea Tages beats ee ie Coa 1 Bali be ent declamadas, el apasionado deseo de cantar no yok vieron a combinarse con la cxactitud ruda y concist de los personajes y del drama, y con mucha freeven cia degeneraron en énfasis; los efectos instrumen tales fucron utilizados més para responder a conve nniencias teatrales que por exigencias dramiticas. No ‘olvi6«sonus la Hoa ln espiruci, No obstani, en las obras posteriores sigue habiendo alguaa p& gina de elevado valor musical, y muchas veces se encuentea el signo de la intuicion exacta de un am biente, de una situacién, de un clima culeucal y humano: lo que da vitalidad a casi toda la obra de Porta ele partiora ck ath de B, Leoncerlle Milin, Mate tetrad dele Sela Mascagni: Ast, El amigo Fritz (1891), un estipido idilio pequeftoburgués desarrollado en un pueble- cito suizo, encierra paginas de una agradable fres- cura, como el famoso seléo de las cerezasy; Griller- ‘mo Ratcliff (1895), no s6lo contiene muchos pasajes, especialmente los instrumentales, de un impetu arrollador, y una accion de elevado interés, sino que, ademéis, contrapone ¢l inquieto protagonista al personaje femenino con una sustancial y convin- cerite concrecién de las formas expresivas; esta lileima situaci6n, resuelta con una vocalidad casi de cimata, /ris (1898), que registrd uno de los éxitos mas duraderos, con libreto de Luis Illica, exprest perfectamente los ideales y los limites del gusto simbolista: en esta Opera se encuentra la vertiginost ‘aria del pulpo» y el majestuoso y arrebatador «Himoo al sols. Lar Mascaras, representada. simul- tineamente (1901) en siete teatros de Italia, que se inicia con una centeleante sinfonfa, recuerda, por su clima de afectuosa nostalgia, los personajes y los simbolos de un mundo pintoresco devuelto a lt vida. Ta existencia de Mascagni se desenvuelye en tuntiempo radicalmentedistintodel decimondnico, un mundo dominado por Ia técnica; la radio, el cine, los discos acogen su. mésica y su propia actividad de director de orquesta. En su vejez, ya popular en toda Talia, en una Italia que ha escuchado, difua- dida de mil modos, su misica, Mascagni sc traslada al hotel Plaza de Roma. Pero cuando mucre (el 2 de agosto de 1945), la segunda guerra mundial esta cgando a tén ‘no encuentra tiempo para honrar a uno de sus glo- tiosos hijos, que la ha dejado para siempre. in0; Italia, apenas recobrada la par Los cpigonos del verismo.—Muy pronto se llegé al convencimiento de que habia dos cosas en Mascagni y en su Cavalleria Rasticana destinadas a tencr éxito: Ia melodia amplia y apasionada, y 4 verismo de lis situaciones. Adaptindose a esos efi terios, un personaje interesante de equella época, libretista Ruggero Leoneavallo (Napoles, 1858-Mon-_ tecatini, 1919), escribe también la masiea de una Opera, 7 Pagliacci, en la que ya aparecen con eviden- cia sus intenciones desde el prélogo, que se preseata 4.si mismo en el escenario con frases elocuentes por fu consstencia musical, y nuncia eel concepton de i Opera: saCon su petmire, seforla, Scorssl.. Excisenme / que sme pretente mi mismo, Soy el Prilogo. / Y yx que sin hace parecer en escent alas antiguas maseaas/ el auto, éte que Segult ea pare | antigua eostumbre, y por cs0 me ena aie tedes. | Mat no para decirles como en lor vcjos Hemspor {31 Tinto / que nesoteos vertemos es fako] yNo se senten aitedes / por nuesiras congoias y nuestros martitos!™ | No. autor ha teatado de pinta / un trono de vid. El ene eo misima janis que el artista es un hombre, y que para los home bbes (debe escribie. E inspesrse en la realidac.» real: el payaso de una compania de cémicos ame bulantes, al término de una funciona en Montalto é Calabria; habia asesinado con wn cuchillo 4 $0 ei pposa y despues a su rival, un ctiado de ta fami Leoneavallo, con el que, aquella noche, habla acic dido a ls tepresentacion el compositor, que era c= davia un muchacho. El padre de éste, magistad Vincenzo Leoncavallo, condend al payaso. homie cida a veinte afios de reclusion. “Teatralmente, esta Opera vive todavia: se sos tiene sobre todo porque se articula sobre el antigua tema del actor obligado a representar una obra alegre cuando tiene el alma trigicamente angustise dda; «Ponte e} chaqué —canta amargamente Canio— y enharinate el rostto. / El piblico paga y quiere Teltiww. Y concluye con desesperacion: «ile, pe- yax0, sobre tu amor traiconado! / (Rice del dolor ue te envenena cl corazén!o. La obra se inspiraba, en efecto, en un 7 45 Pero la gran suerte de J Pagliscri radica en su com: binacién con Cavalleria Rusticana, realizada por el editor Sonzogno, que hizo de ellas un binomio inseparable. Desde el punto de vista humano, la figuéa de Leoncavallo es un tanto patética. Abrumado por un apellido del que sus adversarios se burlaban cruel y ficilmente, tuvo, mis o menos, enestiones on todos: con Puccini a propésito de La Bahtme, con fl editor Ricordi; fue escasamente considerado Por sus colegas y por los circulos culturales, mie tas cl pablico aplaudia no s6lo alguna otra Opera suya, como Zagd (1900), sino también sus operetas y sus bellas romanzas, como la encantadora Matii- tata: «La aurora de blanco vestida...r Por otra parte, la grandeza de las obras esti en proporcién con la de los hombres que las crean; 0 se puede culpar a Leoncavallo por no haber tenido tuna inspiracién de primera mano. Los autores que siguen las corrientes se quedan encerrados en sus limites si no soa de gran valia. Los compositores que en aquella época no quisieron seguir la influe cia de Mascagni o de Puccini, no supieron conquis- tar bt auténtica poesia, y ni siquiera un puesto du- radero en el repertorio, aun manteniéndose en una gran dignidad artistica. Entre éstos figura Antonio Smaseglia (1854-1929), de Pola, que compuso esc singular melodrama de lnspiraci6n checoslovaca titulado Norge Lifriane (1895), © Italo Montemeazi (1875-1952), un wag- netiano sin demasiads fantasia, que compuso L’ams- te dei tre re, En ese mismo plano se sittia también la copiosa produccién del napolitano Franco Alfano (1876-1954), cuyas tres obras mayores son Resurre- sion (1904), Let eggenda di Saksesiala (1921) y Cyrano d Bergérae (1936), de un cclecticismo de gusto de- purado, una sensibilidad romantica y una instru- menticién verista. El momento no era brillante ni siquier en el plano europeo. Solo en Alemania surge un exce lente creador de un género nuevo: Engelbert Hum- perdinck (1854-1921), discipulo de Wagner, quien en su Hansel snd Grete] (1803) libera el espitita en 46 - Fecemarefa de A. Berit (1870-1960) perad IV eco ‘4 Andrea Chenier U. Girdem (omporad 1948-49), ‘Milen, Teatro dela Sela También Giordano cnird en el ‘mundo operitico indiends homensje al verismo: enclecio, ba primers Opes Wveteo Mala vite, fue audaz y violenea fares el puoto de perder lrismo, Aunque por otra pate irvio pare demnostear Eis extmordi musicales yteatales cvalidades Ih serena contemplacién de la bella fibula y deja que Is yocalidad sc abandone 2 cantar Ia alegria, el temor, y cleve la plegaria inocente de los dos prota gonistas en el bosque maravilloso y encantado. En. general, en las naciones curopeas 2© sigue el influjo de los grandes compositores de los aiios pasados. Italia es la mis activa en cuanto a produccién ope- tistica, y s¢ siente atraico por ells un tal Antonio Catlos Gomes, brasilefio (1839-1896), que consigue un gran éxito con El Guarani (1870) y con Colombo (1896). Personaje curioso, Gomes se habia natural 2ado milanés, hasta el punto de exribit ans Opera de caricter ligero, titulada Se xa mings (1867), pero habia mantenido actitudes salvajes y fieras de un romanticismo que le habia hecho popular. Distinto era el temple de otto operista, muy dis extido todavia hoy por los eriticos musicales, pero 4 Reva 40.6 por AR ‘ln, Mate tata dee Seal. re (1937) indudablemente capa de imprimir el signo de su Personalidad en obras que merecieron una amplia fama, Umberto Giordano (Foggia, 1867-Milin, 1948). Entre sus interesantes obras sobresale sobre todo una, que sigue siendo una de las més vivas del teatro verista, Audrea Chinier (18%). La Ope sobre un libretwo de Hlica, esti a Revolucion Francesa: presenta su clima, aquella ya ‘ansada y sobrecargada elegancia de la nobleza ante de la rebelion popular, y aquel fanati rao que pronto se superpuso a las rei esenfrenando las pasiones y creando el terror. El poeta Andrés Chenicr es cantado en su amor por la noble Magdalena de Coigay, que, conquistada a la ‘causa de la libertad, terminard por morir junto a 41, triunfulmente, en Is guillotina. Una serie de figuras pucbla esta Gpera; destacando, con evidente supe nena de Aodcea Chee (ato 11) 4U. Giardane el Teatro del Sel, Dibwe de A. Benamere, ‘Moocipal Grabs Bertrl rioridad, la del mayordomo Gérard, dominado por uma oscura pasion hacia la bella Magdalena; pero el centro lirico y dramético lo siguen siendo los dos protagonistas, el eterno amor entre cl tenor y la soprano, cantado con una constante correspondencia por parte de la orquesta, que sostiene su canto, ims bien enfatico, en un habitual giro armonico y mel6dico. Hay una escena, al final del primer acto, que re- fAcja las cualidades y las limitaciones del teatro mu- sieal.de Umbesto Giordano. Andrés Chénier cs recibido en el sal6n dela familia De Coigny, y cuando pronuncia l palabra «amon» provoca la risa de Mag. dalena, a la que apenas conoee, y de las mujeres que la ; también l, que pasa por ser un creador original ¢ inspirado, ha terminado por re petir el tema que tantos otros intentaron tratar con ” la belle mujer. Herido en su orgullo, Andrés Ché fier reaeciona; y obligando casi a que todos le es cuchen, se impone en el famoso «mprovviso»’ Un dla al azul expacio miré pfofundamenten. Ya ls prados colmados de violetes Es la deseripeidn de la tierra de Francia que in vita al amor mediante toda su naturaleza; ¢ la amargura y el desaliento que siente él cuando, ven. ‘ido por ese sentimiento de gozosa geatitud, entra en una iglesia para orar y ve las riquezas acumuladas por un cura mientras, fers, los pobres se mucren de hambre; es Ia exaltacién del amor, adon divino» que no se debe despreciar. Es una declamacién can. tada, y nada mas. Una ocasién perdida, pues, para conseguir dar cuerpo en un aria sintetiea @ un mo- mento dramético y lirieo de gran intensidad. Pero, al mismo tiempo, se advierte un impulso constante impreso en cada palabra; un impeta de canto abso- lutamente vital; una fuerza de elocuencia drama tica, que muy pronto se comunica a través del canto ‘quien lo escucha. Al jpual que se graba en el espec- tador, clocuente y convincentemente, a declara- cion de amor, «Amor ti vieta», de otra Opera de Giordano, Fedora (1898). El verismo es para nosotros una definicién de Jo modo; pura todos aquellos misicos era un punto, de partida, un clima en el que se habian reconocido; un modo de situarse frente a la realidad. Pero cada tna de sus personalidades ha encontrado su propia sutonomfa no s6lo en una vision teatral diferente ss demis, sino también en la forma de sentir almente y de combinar las relaciones melé- dicas y atménicas, las voces con la orquesta, el corte de los distintos papeles. La mayorfa de los oyentes de frapmentos de Operas sobre todo, de entre las composiciones de 0 Cilea (1866-1950), el «Lamento di Fede- rico»: «Es la acostumbrada historia del pastor... ‘ade una melancolia cansada y de una teraura desan= gelada que parcee tocada por el mal sutil —escribe ean 3 como sa imagen lia; un pid haz le ctepasculo, como un hundirse en le nostalgia de tn romantiiimo eaneado, tal como suigio en la Nipoles de 1880. Fue realmente una figura aoble y digna Ia del Imitsico calabrés autor de La Arlesiana (1897); macs- ito iluminado del Conservatorio de Nipoles, estu- ioso de lt masica de Bellini, supo no sdlo mante net su puesto con una dignidad sefiorial y sara en el mundo del arte, sino que, ademés, destacd de maneta inconfundible como compositor. Su obra macstra es una de les Operas que todavia se montan con mayor frecuencia en los escenarios mundiales: dria. na Lecomresr. Representada en 1902 y sacada por Arturo Colautti del drama de Eugéne Scribe y Emest Legouvé, tiene como protagonista a la o& lebre actriz, enamorada del principe Mauricio de Sajonia. La’accién comienza con la cita concedida, €0 un intervalo entre los actos de su triunfal actua cion, por Adriana a su amado para aquella noche, y la entrega a éste ce un ramo de flores en prenda de amor. También la antigua amante de Mauricio, ‘a princesa de Bouillon, espern y quiere a éste; se da cuenta de que tiene una rival, pero no sabe quien 48 £3; para evitar sospechas, Mauricio le entrega el ramo de yioletas de Adriana. Cuando Ja princess comprende quién es su rival, le cnvia a su casa el ramo después de haberlo envenenado, Adriana as- pira su perfume y muere entre los brazos de su amante; pero antes de cacr, presa de la locura, to- davia tiene fucrzas para declamar el papel de Melpé- ‘mene en su desvanccimiento supremo, La virtud de las heroinas del xrx ha cedido cl lugar a la mas complaciente naturaleza femenina de una gran actriz; el tema, de historico y yivido entre espacios infinitos y misteriosos, ha pasado a hacerse burgués y limitado, Pero en lo sustancial se man tienen los grandes temas romanticos: el amor so metido a prucba, la pérfida accién de la mezzoso- prano contra la conftada y desarmada soprano, la Jocura final. El horizonte sonoro, que se ha am pliado, reflea aquf una particular gentilesa de alma del compositor, el cual reprime y circunseribe la melodia alli donde los demas prefieren abandonarve 4 la plenitud del sentimiento. Pero la gran capaci dad de Francesco Cilea radiea en saber encontrar ‘una forma musical perfectamente en consonancia “ Esceogratia de J. De Melee (1913) pare Adriana Lecouvscut de F. Clea (tempornds 1952-53) Malin, Tors dea Seal, con el alma del personaje. El compositor verista sabe ya cuanto puede polarizar el interés de los in- tespretes y del piblico un wgran papel» de ese gé- nero; pero si esto puede llevar a una gran facilidad de efectos empobrecidos, en el caso del diseiplinado arte de Cilea ¢3 ocasién para un canto logico, eapon téneo y natural, en el que cl cantante se convierte fen personaje con perfecta naturalidad. Algunas piginas famosas, ricas en melodia el ante y convincentes sucesiones arménieas, son tes tigo de la popularidad de la Opera. Una es a cavatina de Adriana; en ella nos ofrece una declaracién de ‘modest interpretativa en perfecta contonancia con ‘Soy It humilde esclara del genio creador: / El me entrega 4s palibra y yo la difundo por los corszones. | Soy el acento el vero, el eco dal dram hurmano. / El figil instrament / Dulee, jovial o st02, me tho Fidelidad: //oa soplo es mi voz, gue ena el auevo dia moriti.n Es un aria que, como las de Bellini y las de Verdi, se pega al oido y se graba en la memoria, nos procura ‘una clara resonancia de dulzura, una oli de tran- uila emocion. Sirven de contrast: Ia inquictud y la agitacioa ‘que se comunican al ritmo de la orquesta, alas frases quebradas y apremiantes del canto, a las breves si- labas suspeases, durante la espera de la princesa de 4 Reinet de F. Cien por A, Ravi Toth Miia, Mien sata del Sal. El composivorfeancés Ji Matsonet etcrbi6 asl a F. Cilea 122 de noviembre de 1902, tras haber visto Adriane Lecomreur: Bl miércoles eave fenel Teatro Lirica y admieé Aerie; me gusta sa misica, tan ita, tan expresiva, tan colorida, como vivide scntimiento fl lado dela expresibn deamisica..» Engua te Adriana Lecouvreat dF. Cita (ite IV). Grube de. Vabrtie Milin, Castin Maniipa Grsbadar Bertrlb Bouillon, que, en tanto llega Mauricio, esti «escu- chando en silencio las misterioeas voces de la noche»: [Exarperada volaptuosidad, dulce tortura, | Jentisims ago- ‘is, pide ofensa, / ardor, fro, temblor, frenes, miedo, | al amoroso seatimiento toena la esperisza.» ‘Una larga frase pone fin al aria, en una invocacion dulce a la ver que angustiosa: Oh vagebunda stella de Oriente, | 0 desaparezeas soarie al universo, | y, si 0 mience, har companin. a mi La Opera verista italiana nos oftece, pues, una vitalidad extraordinaria, A un musicdlogo que se co originales de Stoppers Matar de a dt Rimi de R. Zendonet, Mili, Archive bcirito Rito (1852-1883), (Goin Municipal Grabados Berar preocupe tan s6lo de los progresos de la técnica ‘musical, lag partituras de Giordano, de Cilea, del no Mascagni, le dirin muy poca cosa; el pro- reso punta, mis que hacia nuevas conquistas, al echando los medios cono- cidos; la calidad de las ideas musicales surge tan veces, en medio del mar de miisica que se acciones y sentimientos, siempre funcional, anima- dora, pero lignda tan estrechamente a In zecion como si tuviere miedo de liberarse y de dar un sentido transfigurador 2 los hechos Los personajes, sin embargo, estin captados con exacta psicologia; los temas musicales se enredan 0 Se persiguen en torno a los proragonistas, los carac terizan, los definen y los diferencian unos de otros en as distintas Operas. Por otra parte, el personaje mice casi siempre de una exigencia interior: miisica (que se dice inspirada, dictada por la adecuacién del autor a la escena, que nunca es construida en filo. De ahi que la Opera verista conserve su propia ge- nuinidad humana, que la Opera de la época siguiente uray veces conseguiri. 50 El peso de la instramentacion, la invasion del mo- vimiento en orden 2 sugerir cosas extrafas a la mii- siea, habia producido, a pesar de sus méritos, can- sancio en los espectadores mas sensibles, y a nostalgia de una concepeion distinta de la miisiea, més precisa, mis clara y casta, mis autonoms, En los aftos siguien- tes se producir’ el descubrimiento del gran patrimo- nio instrumental italiano de los siglos pasados, desde Corelli 2 Vivaldi, Pero, de momento, se desconoce ‘ain aquella eivilizacion; la Venecia del xvi es co- nocida en realidad tan s6lo por lo que sobre cll escribié Goldoni; y no ya como tema actual de comedias, sino como recuerdo de una sociedid de- liciosa_y perdida. Impulsado por esta nostalgia, revivida con aitoso despego y afectuosa. iron, Ermanno Wolf Ferrari (1876-1948) pone mésica jus tamente a las comedits de Goldoni, presentadas primero en Munich y después en Milin. 7 Qnatiro rastegii (1906), ea la que cuatro bajos caracterizan con feliz individuacién a cuatro ariscos y nostilgicos maridos veaecianos, © 11 campiell (1935), oftecen una estructura tan cOmunicativa, que yaa Ja primera vez.que se escuchan parece que se ha agotado su com: prension; pero si se penetra un poco mis, es ficil descubrit toda una cultura de formacién alemana, equilibradisima, atenta al colotismo instrumental y alas geandes lineas sintéticas, que sostiene la vena cémica y el airoso sentimentalismo de este autor, Una vez mis sigue dominando la teatralidad: para quien haya visto la Opera, es diffe olvidar cémo cae la noche veneciana sobre el esezaario, micntras suena el tema de la popular barearola del ”intes- mezzo” de Z Quattro rasteghi. EI dannunzianismo en la Opera.—Si el mate- rial sonoro no pareeia xenovado, entre los diltimos veinte afios det x1x_y los primeros del xx, en el campo operistico italiano, el clima cultural se estaba transformando totalmente a su alrededor. El pensa- teioato dotziaante ba pasnch dal poetviio al Ldea El encuentro de los misicos 4c comiennos del sigio x on D’Annanaio tefiala cl ociso dela breve pecs del verismo, yr por otra pare, fa apertura ‘deb msi tana, lismo; el mundo poético se ha trasladado gradual- ‘mente de Verga a D'Annunzio. Un efecto casi ani- Jogo al producido en el teatro dramitico por «Caya- Ieria Rusticana», lo produjo la representacion de da hija de Toriov de Gabriel D’Annunzio (1904), La presencia de este poeta, ampuloso y prolijo, pero capaz de grandes intuiciones y de versos de una ex- twaordinaria belleza, obtiene inmediatamente un eco incluso en el teatro musical. Ya en 1906, Alberto Franchetti (1860-1942) pone misica a «La hija de orion, convertida por su mismo autor en libreto de Opera. Personaje curioso, autor de Operas tad historicas, mitad mitogrificas, como Asrae! (1888), Cristofore Colombo (1892), Germania (1902), el burbudo barén Franchetti, apasionado de) volante hasta cl punto de presidie el Club Italiano de los Aw tomovilistas, trata la misica con gran capacidad y con frases vibrantes, pero con una cierta superio: ridad grandilocuente que dificulta su popularidad y marca sus limites poéticos, Mucho mis afortunado fue el encuentro entre D’Annunzio y la misica por medio de un composi tor de gran capacidad: Riceardo Zandonai (1883 1944), Sensible éste 2 las exigencias de la cultura, hasta el punto de que puso misica al poema «ll ritorno» (1902), escrito expresamente por Giovanni Pascoli, féetil autor de distintas Operas como Con. shite (1911) y Giulietta + Romo (1922), debe su fara sobre todo a su Francerca da Rimini (1914), en euyo libreto Tito Ricordi adapt6, con extraordinaria com- petencia, a las exigencias musicales In homonima tragedia de D’Annunzio. El amor de la esposa de Gianciotto hacia su arro- gante cufado Paolo, que Dante inmoctalizo en el Famosisimo canto quinto del Infierno de la. «Divina Comedia», x traicion de Malatestino dall'Occhio, {que llevari a Gianciotto a sorprender a los amantes juntos y a matarios, habian sido cantados por el poeta con una carga de sensualidad decidente y complacida. Zandona’, wagneriano por gusto y por formacién, se conmueve ante las pasiones de los protagonistas, le encanta la evocacion de los ambien- tes, el canto de Francesea con las criadas, la legada del juglar, Ia ascura y terrible escena de la batalla. La orquesta, que en otras Operas suyas tiende a un excesivo sinfonismo, participa aqui, en cambio, hasta el punto de que parece querer levar a aquel mundo a ayuda de una morilidad hecha de emocion y de dolor, de piedad y de compasidn, y medix la debili- dad humana, y al mismo tiempo la seasacion de un amor contrariado que no logra redimirse. Al final del tercer acto, la escena de la Jectura dl libro que trata de Lanzarote y Ginebra figura entre las mis fascinantes de todo el teatro de Opera: ritmos palpitantes y angustiosos, ecrescendos soste- nidos y breves estallidos violentos, siguen con emo- Gién a los dos jévenes que estin leycndo, solos, aquella historia de amor. Pero cuando Francesca esta a punto de llegar al punto fatal: Is elna ve al eaballeto / que no se atreve 2 mis | Bote los braros Jo enciesra, 7 lrgamente / lo bea en ha boct..x toda la orquesta ha comenzado ya, palpitante, « cantar la conclusibn inevitable, como si quisiera dar pic al gesto de Paolo, que besa a Francesca; y du- ante cl abrazo, un crescendo tumultuoto y spasio- 51 Fema AV. Rei (1874-1951) fered Il acto La hj de lorio A. Franchi Mii Attire kctirice Reed, nado prosigue e interpreta exe tema de amor. Des- pues, inesperadamente, se calla, y se oye el coro Ieiano: «Oh, Primavera!... Llevado todavia por la ola del dulefsimo amor, Paolo se abandona e invoca elnombre de a amada: «Francesca»; y ella, en una itkima modulacion, con vox baja y apagada, mur- mura: «No, Paolo Pero hasta D’Annunzio habia llegado tambien, por aquellos altos, Mascagni, quien en 1914 pone tmdsicaa ha dannunziana eParisinan, una historia and- loga a la de Francesca. El poeta no tomaba muy en serio al misico livornés, al que consideraba sobre fodo como «un suculento tema de conversaciony. Peto esta Opera, que respeta el texto original de la tragedia, presenta un gran interés. ‘Quien ha concebido esta partitura —escribe Gian- andrea Gavezzeni—, conoce los lugares acertados: lcierre del primer acto, sobre el sollozo de Pasisina después del ulcraje que Siclla dell’Assassino le ha inferido— cl canto, dentro, de las criadas: " 7. Mejerber~ Gnade Ge Mademe Albis (1842), Paris, Mesa ts Opa a. Se ve que el amar ‘eeibi6 H. Berlion tiene poca importncis en la (EIPrfita), peo hasta ta pant bras ternas pasiones fo neat aque el nerds an decae 1 an solo estance hile y agudos contrasica te miccbe pee i pher dela vista 2, pues, reine aque hoy se exigen fun exceleme poems de Operah Excamegrafia P.M. Cheperan (1823-1906) (pars BL Profets de J. Meyer Peri, Bibles dele Opts mil juegos de luz; he aqui las entradas, provistas de toda clase de maravillas escénicss, muchedum: de danzarines y grupos de caballos enjaczados: estandartes, alabardas y coloridos yestidos y per chos de-las épocas mis extras y fascinantes, La Revolucion Francesa ha levado al patio de butacas ala burguesia, qué lo lena, Alora el nuevo pucblo ricata el gusto y la diseccion de esta forma artis tica'y no los mecenas de la corte. Es el pueblo que ha vivido los grandes acontecimientos de la epopeya trucciones y las conquistas, con el ritmo y el canto isivo y ageesivo del Ca ira y de Le Marsellesa, nite que ha participado en cl ansia de libertad, en el suciio acariciado y desvanccido de la igualdad y.de la Fratcrnidad, ca las locas y orgullosas ambi clones de dor inio curopeo de la época aapolednica Ahora que los grandes entusiasmos se han replegado ante la derrota de la genial dictadura y ante la nueva realidad del equilibrio politico europco, el recuerdo y la tensz persistencia en las m deza gloriosa, el'mito de la ageandear>, que habia conquistado los espiritus, no se han apagado. Y, ntes de aquella gran. pot lo menos en el teatro, el pucb! cerse, entuslasmarse, ilusion taro softar en blandas misicas de espfricu académ Quiere el equivalente del teatro dramitico de Victor Hugo, de Mejandro Dumas padre, de la epopeya conm dros de Dela croix: quiere, en suma, una forma hecha de invite Ciones al heroismo 2 costa de recurtir a los efectos mas violentos, a la conmocién y a los golpes de er cena, a la pompa y a la grandeza; quiere la grand: Opera En el origen de este tipo de espeeticulo, como se cntendia cn sa significado mis conercto y estricio ca el siglo xrx, se encontraba, pues, una exigencia y ms an de movimiento, que hubie debido desordenar ‘su preseaci el brillo de las corazas, el vuelo de los mantos de los :morativa y solemne de los cu de accio' sin comprom nobles y cardenales, los vestidos de veda de las sus: pirantes y temblorosas doncella simas. Era dificil dar a esta ni vetdadera respuesta musical: Ia declamacién permite 1, siempre hermosi wa tendencia une la supresidn de los esquemas que no sean stiles. En Ia Opera habia un. bagaje beredado de Ia tradicion. que hubiers habido gue revisar para este nuevo teateo musical No era un bagaje indiferente: las formas cerra- das exigidas por el piblico e impuestas por los ean- tantes, arias, romanzas, diios y concertantes; las cadencias obligadas, que levaban del recitativo al aria, y las tradicionales armonizaciones que cspe- aban la inspiracion del canto. Se hubiera necesitado verdaderamente un genio imprevisible para poder hacer de todo esto ua teatro. popular y, al mismo tiempo, auténtico dentro de la Superior grandeza del arte: un hombre de la estatura de Joaquin Rossini, que, en cambio, permanceia sumido en su sileacio irrevocable a via elegida por Jos compositores franceses nos es sehalada en unos afortunadas parrafos ce Giulio Confaloniert: «A falta de semejantes genios que, de aber sido posible, hubiesen sabido traducir en. concretas expresiones musicales un material tan puesto a la misiea, el nuevo producto de Ia escena lirica francesa hubo de contentarse con algunos in- ventotes de convenciones, 0 sea, proveedores de tuna especie de agtegados sonoros, los cuales, al aparecer, transportaban la mente a sensaciones ya catalogadas a través de la experiencia dramitica, Los. acompatiamientos galopantes de In otquesta servian paca indicar una gran agitacion del espiritus las sceptimas disminuidis», los «fortissimo», el vértice de una paribola pasional, més alla de la cual no) quedduba mis que el suicidio o el homicidios los «re- molo» de la cuerda, la condensacibn de las tempes- tudes psicologicas; las wstrete» de los dios, la partida hacia propositos desesperados. Habia ademas, coros generalmente medidos sobre pasos de marcha; inserciones corcogrificas, donde todo el historicismo y el exotismo de los libsetos se ban a feeir espicragos, porque los bailarines n0 querlan renunciar a ejecurar las danzas dle moda, valses, poleas, galops y cuadrillasy*. Entie los literatos, habia alguno que se oponia, y quien aplicaba a Ia nueva Opera el dicho de Beau- ‘marchais, segiin el cual se canta lo que no vale Ia ppena de ser declamado; pero «era verdaderamente fextrafio que muchos otros encontrasen que» esto ‘era una soberbia conquistada, y se ajustaba perfec- tumente en el plano musical a cuanto ellos efeetuaban + en el plano postico (..) «Nadie debe extrafiatse de ello. En sus reliciones con la misiea, los literatos, por lo general, son bas- tante ingeauos. El descubrimiento de que sus imi- nes, sus pensimientos y sus decisiones progeam: fis pueden ssumi el ropsje,mibterowo pata ello, e los sonidos, los llena de una alegria y un orgullo infantiles, los enternece, los conquista como el en- canto de'un juego maravilloso» «La Muda de Portici».—La fecha de nacimiento de la grand-Cpéra se remonta al 29 de febrero de 1828. Aquelia noche se representaba en el ceutro. dela Opera de Paris, La Muda de Portci (0 Masanill), de Daniel Auber (1782-1871), un miisico que antes * 6. Confalont Storie dl Matin, vol, pig $22, EL Noowa Accalinis Nins, B88 56 Gorivaturs di}. Meyer Grade del sie XIX, del reste Minar draleigue, ‘Mii, Cohesion Munsigal Grobaden Beton. se habia dedieseo a componer brillantes y superti- ciales partituras de Opera cbmica. El libreto era de Gustavo Delavigne y del que muy pronto seria el genio inspirados, el conquistador y el factotum de Ih exeena francesa y europea, Eugenio Seribe (1791- 1861). Como dieciocho afios antes en la Sylnane de Weber, ahora también la protagonista era una muchacha” ‘mimo, en este caso la hermana muda de Masanielio, el famoso lider del pucblo napolitano, muerto por la ‘multitud cuando, de revolucionario se convirtio en el hombre conquistado y mimado por los.nobles a los que habia combatido. Era una historia movidisima: Fenella, que asi se llamaba Ia muda, habia protegido y ayudado la accion politica de sa hetmano y se habia sacrifieaco por el noble espanol Alfonso, que primero la habia seducido y luego abandonado por Ia bella condesa Elvira, para terminar suicidindose fen el crater del Vesubio. Los deseos de Ii nueva sociedad post-revolucio- arin y post-napolednica no se vieron defraudados: poresta Opera. La tragedia, reducida a un gran fresco de fuertes colores; el dtima, convertido en una aa Pasi Rober EDs de serie de cambios de escena; Ia ripida sintesis en el desarrollo de la accion, y el espfritu popular confiado a la superficialidad de las canciones y las d eran elementos de éxito seguro. Extraflamente, Wagner encuentra en esta particu ma «una concision desacostumbrads, una violenta 4 Bena dr Roberto el Diablo deJ. Meererr TE: Degr (1834-1917) Linder, Vitorie snd Albert Mateum Meyerbecr, cagatra al sentido ter puhte observa el eclor hitico 7 local del tem Nunca olvide slespectadon 1. Geatier ex ela Pres 21 defer te 1834), concentsacién formaby: u comica hacia a I Op crea maldicion de la afect a que la babja condenado la cigida frialdad de la jana. Las innovaciones de Auber son simo Mila, con su habitual preci sportacion que la Opera cial, victima de a ase im y el aburrimiento» manera sponi efinidas por rialmente la atenci pues, hedoni sctio y lleno de aobles preter de «un falso romanticismo que se detiene en lo exte- Por otra parte, si bien a nosotros La Muda de Por lid boy aos parece falsa, retérica y vacia, no debe mos olvi 1g6 un papel de prime jente romanticismo musical Algunos motivos de la Opera de Auber se convic ticron en el caballo de batalla de muchisimos pianis- tas en ciernes que entonces se asomaban al mundo antistico curopeo y que, entre otros, se llamaban Chopin y Liszt. Ademis, en cierta manera, la he- roica Fenella llegé a set un simbolo de la libertad pios nacionales: asi, uno de los primeros musical, el bokemi gjecutando una. fan Made di sentantes del nacionalismo a, debuts como pianista sobre la oberturn de La Portici bra yl eco estrepitosn que pro voeb hablan convencido de que, de cua scribe hal lo que luego seria su receta definit y simplifieada @ unas pocas part alimentar los contrastes de las pasiones o la eon: finuacion de los sentimientos de una escena o de para dae contenido humano a ibe diaries la le transformar en tramas s cr6nieas de motivos que Scribe hat emocionantes y habilisimas J. Meyerbeer.—Pero para realizar plenamente sus deas tan ajustadas a la mentalidad de su época, Scribe necesitaba de un colahos ador de Operas que, como Jor musical, de un supiese renuni icin dramatic: pecticulo perfec el pablico, continu mente se altethasen nicleos de accién de iniciar los aplausos, deberian poder aplaudir des- pués de cada parte, sin tener la preocupac a de momento dramitico, Necesitaba el prestidigtador infalible del drama musica, tal como era el mago del libseto, Este colaborador puntual yaiin mis hibil de lo que se pudicse pensar, aparc- adem Dora Gres tel pape de Margarita ‘in Los Hugoastes de J. Mprriver. Cars de OWEN in 5 AUTH parle i UFENO STRIKE DIP. PEREGG Macs et’ «1.09 spasionados te preguntan, a veces, pata que seven. 70s estudios tan argos Clertos compositor, pra que srve Dyqud glare, sieve para produit Shans dsane acevillcen como ést, no $010 ‘con hn inteacin infil de secpeender, un sentimiento donded pce ylandmiraci fe confundens ( Crit de Berl «Los Hag dij. Momrbe, 10 de noviembre de 1436) raga de P. M. Chaperon ié, y fue un alemaa llamado Jakob Liebmenn Beer. (9828-1906) pare of 1 Habia nacido en Berlin, el 5 de septiembre de (Lips Hagonores de J. Meerbeer. 1791, en el seno de una familia hebrea frecuentada Pars, Bibloton dele Opéra eos oes ena 7 ap ee E Desde muy joven habia iniciado el estudio de la Bb gy Po Pee ect ete ce opie y coma yn ok a ag ae Coes even Weber Ls jonada por e: eccren &: Vos habia escrito Operas al estilo italiano y aleman; pero, posiblemente, no hubiera alcanzado la fama ¢ importancia que obtuvo en vida, y atin en nuesteos dias, aunque mas moderadamente, sino hubiese ida a Paris y no hubiese encontrado alli, casualmente, al diabolico libretista, Llego 2 Paris con e) nombre cambiado, pues habia heredado de un pariente el apellido Meyer y habla preferido transformar su nombre originario, Jakob, en el italiano Giacomo, Asi pues, lego rendvado, bajo el nombre de Gia como Meyerbeer. May pronto consiguié un éxito bastante notable con la representaciin de su obra de estilo italiano que mejor se adaptaba al estilo francés, EY crigady en Esipto (1824); pero logro imponerse triunfalmente con una obra sobre un libreso escrito a propdsito por Scribe, Relerfo e/ Diablo, Como dice Confalonieri, narada fac juntar el aceite con el fuego, una Il estxepitosa de éxito sin precedentes. Elestreno tuvo lugar el 21 de noviembre de 1831; 30 fue el verdadero. bautismo de Ia. grand-Opéra, la consagracién definitiva de un género que habia encontrado en Auber solo su primera formalacion.. Dramén leno de un espiritu romantico, habilmente simplificado en la lucha entre el espiritu del bien y el del mal, con su hermosisima y frégil protagonista disputada hasta Ia angustia y, nzturalmente, hasta el final de los cineo actos, Raherio ef Diablo ern el paradigma de la nueva forma. Repentina adicion de combinaciones arménicas spares y —por lo menos aparentemente—audaces (oaturalmente, era un truco clarisimo, un guifio de Devoradsreprcntends (a crte 1: lado Flora ex wna fete fn Toate Grant de Vino Grabate del aslo XVI, Dresde, Gabi de Grabades Hector Berlioz escrbie sobre éxito {ls popolaridad de J. Meyerbeer: “Meyerbeer tiene n6 s6l0 Ia fortuna de tenet lento, tleae, sobte todo, el lento ide tenet fortunan ojos a aquella «inteligencia» de ln que el pablico parisiense se sentia depositario exclusive); timbres, 4 veres, novisimos, pero nunca molestos; acompa. famientos ricos y movidos y, por otra parte —hay gue reconocerlo—, en ocasiones, magnificamente Em exactamente Jo que el pablico queria, algo lustroxo, pulido y emocionante que debia parecer extraordinariamente inteligente y apto solamente para el piblico «ompetente de una gran capital En cambio, en sustancia, no era sino la mas rancia € irreflexiva convencion, icidamente construida ‘con un oficio perfecto y astuto, e incluso genial, por aque! corridisimo hombre de teatro que era Meyer- beer. Diez naciones y serenta y siete teatros acogiecon en el curso de tres afios esta Opera. Pedidos de editores relativos a Ia proxima Opera, honores y atenciones prepararon el esperadisimo acontecimiento de lt primera representacion de Las Hugonvier: Les Ht gunots Q9 de febrero de 1836), universalmente considerada como su obra macstra. Scribe y Des champs habian solicitado las dotes mits funcionales y aparentes de Meyerbeer con uni libreto de solids arquitectura. La historia de la Noche de San Bacto- Jomé, en que los hugonotes fueron exterminados por los eatolicos, se entrelaza con | amor, complejo y agitado, de Valentina de Saint-Bris y RaGl, el heroe hugonote, Los dos morixan juntos en el dltimo acto amanos delos soldados de Saint-Bris, que no conosis Ia presencia de su hija entre sus encmigos. Palpitaciones de auténtica emocién en melodias de breve respiro 0 en intuiciones de hermoso apa: sionamiento, como el motivo del déo de amor, actcbatan cn ciertos momentos al oyente, y la con. ‘isibn de Ia accidn en su desarrollo es grandemente notable. No faltan momentos de nostilgico «suspensen, como la entrada del farolero que viene a encender las luces y su invitacién al descanso nocturno, Pero, en general, el espectador de hoy admira eta cobra por Ia serie excepcional de acontecimientos, de motivos y de temas que parecen formar una expect de catélogo de las situaciones més melodrumitice sintesis de las experiencias pasadas y repertorio Gillie part lc Rares A is, won tension int rior da una cierta cohesidn.a las partes; y la vocalidad, asombrosa por los efectos jugados sobre los diversas timbres de los cantantes, que exige necesariamente una compadia de intéxpretes excepeional, entusiasmt a los amantes de un arte fascinador en si misma. Ota vez, y mas que nunca, se encuentra aget la habilidad enla orquestscién: no solo los instramentos estan combinados de manera varinda y atenta alos matices expresivos, sino que también hay proce: dimientos particulates que crean el clima sombrio ¥ pesado de la conjura y de la lucha, o mejor, un tipo de uclimax» itrepetible y earacteristico. Asi, el relieve melodico, que en Ia orquesta tipica de la Opera italiana se confia principalmente a la re <7 h a Ei eS < Ms i Corin de J: Meerber (1862) 4, Dantes (1500-1865) Pars, Mice Careaaes a felle o. fo bo apy r= inf eee AA wie dn me Gaia, Th Cent teve cuerda, en Meyerbeer pasa con habil deseavoltura y.genialidad a los instrumentos de metal y de madera; en la misma cuerda hay un predominio de violas y violoncelios, que antes, generalmente, eran sacri- ficados; por ditimo, toda la orquesta se vale de un considerable nimero de partes, de redoblamientos 4e instrumentos, con un conjunto muy rico y nunca ‘molesto con relaciba al canto, Finalmente, e» initil insistir en Ia habilidad de un misico que habia realizado estudios profundos; y su celebridad —que alcanz6 niveles insospechados— también se basaba sobre algo concreto. Una celebridad que subyugé 4 muchos nombres ilustres: Wagner, que no era un hombre que se dejase impresionar, sintié hacia el berlines un odio que llegaba «la monomania, teniendo siempre la certeza de que Meyerbeer tramaba algo —quién sabe qué— contra él, hasta el punto de brindar feliz el dia de su muerte. Berlioz, que no podia soportar los éxitos teatrales dle Meyericer, que personalmente le fueron negados, habia dado de él una afortunada y lapidaria definicion, al decir que no solo tenfa ja fortuna de poseer talento, sino también el talento de tener fortuna Y¥ fortuna, Meyerbeer tavo mucha, y con los pabli- cos mis distintos, hasta legara encontrar un exaltado defensor en un hombre de una inteligencia y agudeza critica indiscutibles: Enrique Heine. Y se necesitaba 62 oe beet ere tp fof Pagina masa antirafa ‘dela Juive de Maly, Pers, Bibles de le Oper. Cariatare de F. Hal. Dio de Vers por parte de Heine tener la voluntad de exaltar a Meyerbeer para aportar como razén que, en realidad, «él rechaza ciertas bendiciones inoportunas que no se pueden aceptar sin cometer una aceiin equivocay; porque «la verdadera religion de Meyerbeer es la de Mozart, Gluck y Beethoven, es la misica; no cree mas que en ella; solamente en esta fe encuentra su felicidad y vive con una conviciba igual a la de los pasados siglos en profundidad, pasion y duracibno, El lector recordari que Heine (Cfr. Vol. II, pig. 291) era uno de los escritores mis apasionados en sus aprteciaciones personales: se habia encamnizado Bicgrafa de P.M. Chaperon (1823-1906) fora eV acto de Ln Juivede P. Hale, Paris, Biblstica de Opsra con Bellini haciéndolo pasar por blando y afeminado, frivolo y poco inteligente. FI hecho de que Heine considerase 2 Meyerbeer como un «apastol de esta religion» de In musica, y que se entusiasmase hasta ¢l punto de que no abandoné por algunos dias Paris, donde se habja declarado una epidemia de chlera, porque debia celebrar unss conversiciones con! traductor italiano de una de sus obras, es buena prueba de como el mésico galvaniz6 en torno a si a opinion pablica. Por otra parte, Meyerbeer, de ‘rigen alemiin,¢ inventor de una forma para el teatro fiancés, parecia ser también, al mismo tiempo, el apSstol de la internacionalidid en tomo a Francia. Heine polemiza tambien con los detractores de Las Higenotes: «se ha querido acusar a Los Hugo mote, mis ata que a Rolerto e Diablo, de fala de nilodias, Este reproche se basa en un error. Elbosque no deja ver los drboles. La melodia agul se encuentra subordinada a la armonia, y ya, a propdsito de un parangén con la miisica de Rossini, en el que sucede To contrario, sc ha sefalado que este predominio de In armonia es lo que caracteriza la mésica de Meyer- beer como la mitsica conmoyedora de la humanidad y de la sociedad moderna. Verdaderamente, las telodias no falian; solamente no les esti permitido brotar bruscamente y, casi diria, egoistamente; e preciso que éstas ao hagan més que serviral conjunto; estin disciplinadas, mientras que en los italianos estin aislacas y, podria decir, casi fuera de la ley, y se impo- rhen casi como sus famosos bandides. $ se las nota; pero simples soldados, en una gran bata- lla se batirian tan bien como cl Calabrés, el bandido solitario, cuya bravura personal nos. sorprendetia menos si combatiese en fila, en medio de tropas regulares, Dios me libre de discutir el valor de un Gierto predominio de la melodia, pero debo observar que uno de fos resultados en Italia es esta indiferencia por el conjunto de la Opera, (..) indiferencia que se manifiesta tan negativamente que, en los_palco mientras no se cantan arias brillantes, se recibe a los amigos y se charla, sino se jucga a las cartaso". El escritor olvidaba en este pasrafo que el conjunto meyerberiano era, en realidad, una serie de grandes piceas ccunidas con medios eseenogrificos, con hallazgos vistosos, con pretextos continuos para llamar la atencidn, que no tienen nada que ver con la unidad artistea de una partida de eartas, Pero es extrao este ataque contra cl excesivo predominio melédico tratindose de una obra donde hay mucha melodia, si bien escasamente inspirada y demasiado ligada @ arias brillant © Hence Heinesen on pon, Michel Livy Fett, Pai, 1967 Un clement Mela grand Opérs sla riquert Ae efectos escenicos Jde tramoya {inal V sero ~excribia T. Gautier, Aespude de haber aide s larepresentacion fe La Jive de F. Haley. Ia deco albsotbe a le matin 9 preocupades Somo estamos por Conterplat las abrilas {ae bos demonis Y las contorsiones de los condenado, apenas hemos eveachado ala Gcqucaten Peto este documento interesa para probar que el mundo cultural franeés no habla eomprendido la unidad de Rossini y habia creido deseubritla en estos autores de la grand-Opéra Pocos afios después (16 de abril de 1849), otro &xito, FL Prjeia, que Berlioz, admitado, ealified de wenosme y sin igual», continuaba manteniendo a Meyerbeer en el 4pice de su fama, ¢ incluso la hacia erecer aiin mas. Abolidas casi las formas cerradas y desaparecida la somera caracterizacion de cada tino de Jos personajes, el autor encuentra aqui el centro de interés en las grandes construcciones teatriles como la escena de los patinadores, In escena en los subterrineos del castillo 2 Ia Juz de las antorchas y la explosién del palacio en la tiltima escens. La capacidad teatral ya habia superado cualquier inspiracin, incluso momentinea: L° Etoile du Nord (1G de febrero de 1854), representada ante la pareja imperial de Francia, y L’Africaine (28 de abril de 1865, postuma), son momentos de un progreso artistico, espectacular ¢ instrumental, pero tambien el signo de su total involucién poética; los motivos dde Los Flagovotes estaban ya sepultados en una formu- la de éxito estrepitoso, Por otra parte, acomo se podia ‘cxigir al autor un autocontrol estético si despertaba tanta admiracion en hombres como Heine, Hans lick, Pétis, Liszt, Cherubini y Boildieu? ¢Si én tomo a dl los compositores, como el tratadista y poco afortunado miisico Lesueur, vefan realizado lo que cllos mismos hubieran querido hacer? El dia de su muerte, el 6 de mayo de 1864, fue un dia de luto para todo el arve europeo: tres dias después, politicos, inteleetuales, artistas y el pueblo cn mast asistian Pero 0 todos se habjan dejado seducir por los cantos de sirena de la grand-Opéra. Verdi, por cjemplo, tenia plena conciencia de In diferencia de nivel catre Rossini y Meyerbeer; y, citando en una carta un articulo de Dumas donde se hablaba de la extraordinaria habilida taria del alemin de Francia, comentaba: «Es muy cierto; he estado en Ja primera te Etoile de Nord y he comprendido poco o nada, micntms este buen piblico lo ha comprendido todo y lo ha encontrado todo bello, sublime y divinol... ;Y este mismo piblico, después de 25 5 30 afios, ain noha compren- dido el Guillermo Tell, y por eso se representa des- figurado y mutilado, con tres actos en vez de cinco y con una mice ey seine indignal>. ‘Aun mis contundente fue Robert Schumann: «Me es imposible expresar el disgusto que me ha producido toda la obra (Ler Hugonotes); hemos terminado cansados y extenviados de rabia. Maravillar y estimular es el fin altimo de Meyerbeer, y esto lo loge plenamente incluso con la plebe (..). jNo ay que maravillarse si una docena de trombones, trompetss y fiscomnos y un centenar de hombres que cantan al unisono consiguen hacerse oft in- cluso de lejos! (...). Desde lo mas profundo de mi coraz6n desprecio la gloria de Meyerbeer; sus Hagowates son el indice general de todos. los Renate de Metal AS. Gras (1771-1885), Paris, Mesto Careavlt, Pigs wisely sautrafa de Armphion 0 Las Amaasoos de Maal, frogyen ted UL ate Paris, Bibbtea dela Oper Enel mundo exuberante elt (Opera francess también se apteciaha sin embargo, la vena mesurada ¥ Aulica de Mebul Ax ectbls niece cepa ion dtl, then dommten oe ope sree Baile ex le Opie. Grelede XIX iempo, con exclusion de muy pocosy. sion, Robert Schumann publicaba esta concisa y clarisima recensién sobre otra Opera de Meyerbecr: Prafrta de Meyereer (Ide febrero de 1850) + Los operistas menores de la grand-Opéra.— (Otro punzante juicio de un colega se encuentra en una carta a proposito de la otra famosa obra de la grand- Opéra, La Juine (a Judia, 1835) de Jacques Fromeatal Halévy (1799-1852). Gaetano Donizetti, dando not cias de Paris aun amigo suyo de Bergamo, escribia: «Ea la gran Opéra representan ahora una obra, La Jive, Si vieses qué rique7a..., no es ilusion, es verdad —eardenales en escena, reyes, companias de Desuph (en lengua arabe) con el estandarte de la Virgen y las santas dnimas delante. —Todos des- calzos— Queman viva a la Juise, Parece verda hace dafo, hace dao como la misica que canta Ciertamente, ialévy, que en su activo <-- Sigua ves ha habido un fngenioso, rico, heeho para e! movimiento dela escent, Ae una melodie lgeesy bellante, de uns oequestactin hi edhntctls, es clawtor de La Marte, de Dante Noir, de ls Aasadrey Ae Lae Dieve la byes y de tants otras obras maestss, slots del excues Francesa, {1 Gator en shes Presi propio de Auber, 9 die de 1850), Pega musa nti 4s Le dew eta bajndce aber, Paris, Biblotea dle Opin. con mucha miisica teatral y de todo tipo, entte ella In Opera comica L’Eusir (1835), era de una mayor seriedad poctica que el famoso Meyerbeer, Wagner admiriba su grivedad apasionada y su elevada dignidad, de la que siempre era consciente, Y la historia de la pobre judia perseguida y muerta, si ‘danzas y movimientos sae un sincéro dramatismo eciente de las escenas. 1a de miisicos de eseasa importancia y eteaso genio, en un siglo abierto por Beethoven y que ain debia dar las obras més maduras de Wagner y de Verdi, cuando la grnd-Opéra se encontraba En vano se esperara encontrareste frescor inspitado, y esta verdad poetica ttaicionads por la complica Opera oficial, en el género que servia de fondo, desenvuelta y agudamente 1 la Opera comics. Pero Ia forma que Grétry y Monsigny habian levado a tanto refinamiento y elegancia autentiea, se habia detenido en una medioeridad tan agradable como bien en un marco de coro escénicos exorbitantes, ti ‘que se desar 66. Bifonr dele dares tla Nuwve Opies rani a intr, Atma ‘heal XIX. Peri, tat» aly das ithe aie a = — facil de olvidar. Un misico de gran prestigio como Francois Adrien Boildieu (1775-1834), que durante muchos afos desempend el puesto de Director del Conservatorio de Paris, es, tal ver, el més genuino y.cuidacloso, con dos obrillas garhosas y agradables ain hoy, Les Voitures versées (1808) y La Dame Blanche (1825); pero. cuando su vena se agota, se reyela mejor su fundamental inconsiscencia musical y teatral, como en Les Deine Nuits (1829). Por otra parte, los misicos de capacidad superior uscan, en la primera mitad del siglo xix, caminos hacia otras formas de mits envergadura. Ya Lesueur 1837), del que hemos hablado, habia tratado iciparse al clima de le grand-Opéra con La Gaserna (1793) y, en 1806, habia puesto en escena con el consentimiento de Napoleda, Ossian, o Les Bardes (1804), de tema evidentemente. romamtico. ‘Otea personalidad notable, sobre todo por la forma cen que armoniza el estilo tendente a la efusion litica con el planteamiento dramitico de los. temas, es Etienne Nicolas Mehul (1763-1817), cuya obra macstra sigue siendo Joseph (1807), aunque

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