Juan Carlos Portantiero
MENEMISMO Y PERONISMO:
CONTINUIDAD Y RUPTURAEncarar un andlisis sobre el menemismo Supone varios riesgos. Elinicial
remite a la incerteza acerca de la correccién del calificativo: éexiste el
Menemisma como un fendmeno diferenciable del Peronismo? £0 se trata
simplemente de una etapa mds de la versatil secuencia cincuentenaria que
arrancé del interior del golpe militar de 1943, se prolongs en les gobiernos
de Perén ¥ acogio extremos ideoligicos como las asociaciones entre Campora
ylos montoneros y entre Isabel y la Triple A? El propio Menem, alguien que
no desdefia los halagos asu vanidad, ha sefialado reiteradamente que noes
otra cosa que un diseipulo de Perén, por lo que el menemismo no seria sino
el peronismo de los anos 90. Si esto fuera asf ~y la hipétesis en muchos
aspectos es plausible, tal como trataré de mostrarlo— la peculiaridad de
Meneni seria otra: la de ser ef primer presidente peronista de una etapa
histérica que se caracteriza Por ser el fin de Ja sociedad peronista, en el
sentido que seniala Halperin Donghi en su ultimo Hibro,!
Si los estertores de la coyuntura que hiciera posible la emergencia a
mediados de los arios 40 de la sociabilidad peronista fueron muy largos, su
colapso final se precipité con la hiperinflacion de 1989-1991, precisamente
can el ciclo que catapults ¥ comenzé a consolidar —luego de iniciales
Momentos dificiles— el poder del peronista Menem. éUna paradoja? Tal vez
ho: sélo los deudos legitiman el entierro de sus Muertos,
1 Talio Halperin Donghi,-La larga agonia de ia Argentina Peronista, Ariel, Buenos
Aires, 1994. +
103De esa ambigiiedad de Menem deriva su fortaleza. Como lo han escrito
dos representantes de la derecha norteamericana, “quizas sélo un peronista
earismatico de viejo estilo pudiera haber levado a cabo las reformas que ha
hecho”.? Efectivamente, fue Menem quien se animé a realizar aquello que ni
los gobiernos militares ni sus fugaces recambios civiles, ni tampoco Alfonsin
pese a toda la legitimidad que le otorgaba el ser el nico que habia derrotado
al peronismo en comicios libres, se habian atrevido a consumar. Asi Menem
del mismo modo que desmantelé al estado protector, redistributive e
industrializante que agonizaba, reformulé sus estructuras corporativistas
decapitando a las fuerzas sociales que habian sido su base, en primer lugar
al sindicalismo, luego de haberlo aprovechado como ariete contra Alfonsin.
Simaltaneamente disciplin6, entre halagosy presiones, a lasfuerzas armadas.
alined a la Iglesia, pacté con los circulos de negocios mas concentrados ¥
solicitd, con éxito, un rol principal entre los cortesanos del poder imperial.
En ese sentido Menem superé a su maestro y hoy su coalicién es cualitatt-
vamente mucho mas amplia y fuerte que la que sostuvo a Perén, aunque sus
scores electorales sean menores que los que acompafaron a éste tiltimo.
Podria argitirse gue si se habla de un cambio de coalicién, esto es de las
bases sociales y politicas de una orientacién de poder, tal modificacién no
sélo resiste sino que también precisa una nueva denominacién. Asi vista la
cuestién, el “menemismo’” podria legitimar sus titulos propios en relacién
con el peronismoclasico, a la manera en que corrientes como “yrigoyenismo
“alvearismo” 0 “alfonsinismo”, aunque todas se hayan asumido como radi-
cales, expresaron a su vez coaliciones diferentes. Aceptando entonces con el
nombre de “menemismo” a esta nueva coalicién, lo que interesa saber, en
todo caso, es el abanico de semejanzas y distinciones que separa a este
fendémeno de la doctrina del justicialismo y del estilo de su fundador.
Esta claro que si entendemos la doctrina como un conjunto de orienta-
ciones ideales que alcanzan a expresarse en decisiones de gobierno, las
diferencias no pueden ser mas estridentes. El populismo de Perén entre
1945 y 1955 representé en occidente el maximo de tolerancia posible a un
discurso semejante al del fascismo originario en las condiciones de la
segunda postguerra. Cuando digo el maximo posible, busco aclarar que si
bien hubo discursos gubernamentales de ese tipo que sobrevivieron a la
victoria de los aliados —tipicamente los de Franco y Salazar— la ideologia
de matriz mussolineana del Per6n de mediados de los 30 fue capaz —ya en
2 William Ratliffy Roger Fontaine, “La revolucién capitalistade Argentina actualizada:
confrontando los costos sociales de los errores estatistas, en Revista Occidental, aio
11, mimero 2, 1994.
104el gobierno y cuando la guerra ya habia eoncluido— de una moderacion
pragmatica a fin de acomodarse a las nuevas condiciones del orden mundial
y ala situacién dela Argentina, en donde la emergencia de su régimen no
estuvo precedida por un guerra social contra la izquierda socialista y
comunista. Yaen suexilio Peron admitié ese linajeal senalar que sucriatura
ideolégica, el justicialismo, formaba parte de la corriénte de socialismo
nacional que en el periodo de entreguerras habia intentado construir una
alternativa —una “tercera posicién”— frente al capitalismo liberal y al
socialismo. Por cierto que estoy hablando de una intencién ideolégica y no de
puntuales resultados practicos, dado que las aludidas cireunstancias del
orden de la postguerra surgido de Ja derrota militar del Eje, no iban a
favorecer, de no mediar algin ablandamiento, la repeticion de aquellos
experimentos como performance gubernamental. Pero la realizacién de esa
orientacién, ideal, que arios después se potenciaria con los valores “tercer-
mundistas” en boga desde los 50 hasta mediados de los 70, supondria
algunos tépicos centrales que se expresaron, aunque fuere como intencién,
bajo el primer peronismo: industrializacién como base para un poder
nacional, gran influencia sindical en desmedro del peso politico de los
partidos, control estatal sobrela economia, incorporacién de masas al estado
con téenicas movilizadoras, voluntad de autonomia en el plano internacio-
nal. Yaes sabido que la hipotesis principal que guidestos comportamientos
de Perén fué la de la inevitabilidad de una tercera guerra mundial; cuando
este convencimiento fué desmentido por la realidad, poco antes de su
derrocamiento, intenté un viraje a favor de la reconciliacién con los Estados
Unidos y del ingreso de capital extranjero pero ya era tarde. En el exilio, en
cambio, profundiz6 su retérica inicial —ahora modernizada con invocacio-
nes al gaullismo-y al maoismo— LY con esas banderas de “liberacién o
dependencia” retorné al poder.
En estos puntos.el menemismo luce como su reverso. La politica de
nacionalizaciones es reemplazada por la ola de privatizaciones mas acele-
tada y profunda producida en cualquier latitud; el fetichismo de mercado
desplaza a la centralidad del estado, los servicios priman sobre laindustria,
la “tercera posicién” en mate: ia de relaciones internacionales es sustituida
por el alineamiento automatico con los Estados Unidos, el programa re-
distribucionista de justicia social es desplazado y en su lugar se promueve
una.concentracién brutal de la riqueza. Estos temas parecen marear dife-
rencias notables entre peronismo y menemismo, Pero ghasta que punto
podria hablarse de una ruptura total?
Peronismo originario Y peronismo actual 0 menemismo son, ambos, fené-
menos de época. Menem ha dicho gue la suya es la del fin de las ideologias,
105aprepidndose asi con oportunidad de un tépico.a la moda. Con esta. afirmaciia:
de aire postmoderno lo que se desea, seguramente, es validar al pragmatism
como férmula politica senatando la primacia de la utilidad sobre los valores, um
criterio —dicho sea de paso— en nada ajeno a los prineipios del fundador del
movimiento, Si esto-es asi'se esta, verdaderamente, ante una franca definiciom
de estilo que permitiria delinear mejor la adaptacién a su époea del discurse
menemista; una época de predominio mediatico, de crisis de la representaciém
pohticaydesurelacion con elespacio publico,de apatia y cinismogeneralizados.
Pero también —como en las épocas iniciales de la dictadura militar— de una
coyuntura financiera internacional que premiaba_la transferencia de capitales
haciael sud. En ese sentido la novedad menemistaesescasa frente a la realidad
del mundo globalizado de la posguerra fria y sélo relativa frente al peronisne
originario.
Luego volveré sobre el primero de esos temas; me interesa ahora analizaw
el segundo, el de la distincién entre las dos etapas det justicialismo. Si ke
diferencia notable esta en Ja letra de los programas de gobierno, la similitadl
alude a zonas mas hondas de ta sensibilidad colectiva lo que, por otra parte,
explica la fidelidad de los votantes peronistas que en sucesivos comicios ne
encontraron en Menem la imagen del “traidoy”. Se trata-de un problema de
estilo, mds inmediato y primario que unasubcultura politica. De entre todas.
los que aspiraron a Ia herencia de Perén ha sido Menem quién mejor encarmé
ese estilo originario, mucho mas que tos Ilamados “renovadorés” que, 2
mediados de los atios 80, intentaron ser mas fieles al legado doctrinare
clasico del justicialismo pero modificando sus modales de presentacién ania
Ja sociedad.
éPor qué Menem, mediocre gobernador de una de las provincias mas
pobres del pais, con presencia minoritaria en los aparatos del partide,
pintoreseo inquilino de las revistas del corazén, aniquilé ala “renovacién’em
Jos comicios internos en los que se dirimié la candidatura presidencial para
iniciar luego una carrera triunfal hacia el gobierno? En la relacién simbélié=
que entretejié con ta sensibilidad profunda del peronismo, su discurse
siempre son6 mas auténtico: no s6lo por las consignas simples y clasicas que
enarbold come las de justicia social, produccién 9 nacionalismo sino y sobre
todo por su estilo de comunicarias a través de una puesta en escena que
prolongaba las viejas formas interpelativas, tan distintas al racionalisme
modernista de Cafiero’y de las “renovadores” que buscaban sintonizar con
el mood republicano, aparentemente estallado en 1983.
Si al advenir al gobierno tiré ala basura las orientaciones programaticas,
no hizo lo mismo con el estilo, lo que permitié —entre muchas otras cosas,
por cierto, sobre las que habra que volver— que la identificacién con sus
106votantes nose perdiera. Pero cuando hablo de estilo no quisiera referirme
solamente a esas formas que podemios llamar exteriores de la representacion
de un discurso. En la continuidad esencial-que vincula menemismo con
peronismo debe destacarse ademas un modo de hacer politica, un tipo de
relacién con Jas instituciones. Peron, lector de Maquiavelo y Clausewitz,
codificé esa vision en sus textos y maximas sobre el arte de la conduccién en
Jas. que subrayaba siempre las virtudes del pragmatismo y el decisionismo:
“mejor que decir es --hacet”. Esto es, la antinomia con, e} estilo radical,
percibido casi siempre como mas apto pata la critica que para la realizacién,
16 que lo ha condenado en el imaginario publico a Ja ilevantable calidad de ..
opositor perpetuo. ~
~ Esta oposicién entre principios y decisién, entre eficacia y compromiso
moral se extendid a través de toda nuestra historia y el triunfo siempre
prétiiga los Rosas, Roca, Yrigoyen o Perén frente a los Rivadavia, Echeverria,
Alem, Juan B. Justo o Lisandro de la Torre. La picard{a criolla transplan-
tada‘a la politica y fijada en la literatura por Roberto Payré, tiene su
antecedente emblemgtico en la figura del Viejo Vizeacha cuya sabiduria
maliciosa se proyecté en el estilo de Perén acentudndose hasta la caricatura
en la etapa del exilio. Menem es hasta hoy un representante cabal de esa
formula de éxito, ayudado por la necesidad de gobierno que sintié la sociedad
en el fin hiperinflacionario de la época alfonsinista. En ese sentido el
populismo conservador de Menem no hace mas que continuar, en su relacién
con las instituciones, con un legado pragmatista de hacer politica apegado
alas formasdecisionistas del poder y hostil al estilodemocratico republicano,
como lo fuera el peronismo clasico.
Las etapas del menemismo
Lahiperinflacién que derrumbé a Alfonsin significé un punto de inflexién
para el comportamiento de los argentinos. En el marco de una crénica
megainflacién, la temida hiperhabia amenazado con desatarse en 1975, bajo
el gobierno de Isabel Perén, y en 1984 en los momentos iniciales del
alfonsinismo pero en ambas ocasiones pudo ser controlada. Con el debilitado
mando de Alfonsin y en medio de un traumatico proceso electoral, a cuyo
dramatismo lacandidatura de Menem habia contribuido poderosamente, no
pudo suceder lo mismo en 1989. Tras el impacto de los saqueos y la licuacién
de la moneda, en los meses de junio y julio de ese afio, coincidentes con el
ascenso al poder del nienemismo, una etapa de la historia‘argentina no sélo
econémica sino también social’y cultural legaba a su fin.
107La hiperinflacién replanteaba los cldsicos temas del. “dilema hobbesia-
no*. Un nuevo contrato deberia librar a la vida colectiva del “estada de
naturaleza” al que habia conducido el descalabro de otra: contrato, aquel que,
a partir de la salida de la crisis del 30, fuera fundando la fusién entre
capitalismo asistido y estado prebendalista consolidada por todas los: gobiernos.
militares 0 civiles que se sucedieron desde entonces. El] gobierno de Alfonsin
habia advertido que la tradicional colusion corporativa que habfa colonizado
al estado debfa ser removida pero no supo o no pudo hacerlo y terminé
derrotado por ella. La emergencia econémica de los primeros meses de 1989
colocaba en la agenda con una urgencia que no podia ser soslayada la
necesidad de la reforma del estado. Si la primera fase de la transicién
democratica habia planteado y resuelto, pese a serias crisis incluyendo fa
que|lev6 al acortamiento del mandato presidencial de Alfonsin, los problemas
de la inestabilidad politica, la segunda debia acometer los de-la estabilidad
econémica. Pero para ello no servia el programa de gobierno populista y
nacionalista con que el menemismo habia ganado las elecciones. ¥ sucedié
entonces lo que en la Argentina pareeia imposible: a través de la conversion
de Menem, el peronismo hizo suyos los valores del liberalismo de derecha
que el ingeniero Alsogaray venia pregonando desde mediados de los anos
cincuenta. -
Pero la sociedad no estaba en situacién de reprochar ese trasvasamiento:
la crisis hiperinflacionaria le habia advertido al sentido comin colectivo que
no quedaba lugar para politicas populistas de ningun género, Nace asi la
economia del menemismo, que tras un angustioso periodo de ensayo-error
que llevard alrededor de dos anos, recién habra de consolidarse en su tercera
etapa, con el ascenso a la cartera de economia de Domingo Cavallo a
principios de 1991,
Desde el ascenso del menemismo al poder, en el incendio de la hiperin-
flacién, los grandes grupos econémicos —“holdings” nacionales, empresas
transnacionales, banca acreedora— ocuparan el centro de la escena. Dig-
putandose los restos de un estado en liquidacién y a través de un proceso
contradictorio que generard dos nuevos amagos hiperinflacionarios a fines
de 1989 y 1990, no cambiaran los objetivos de transformacién del modo de
regulacién vigente pero si la forma. de instrumentarlos, a través de doce
miniplanes hasta. llegar, por fin, a la ley de convertibilidad.
La primer etapa (julio-noviembre de 1989) mareé con espectacularidad ta
direccién de los cambios propuestos al entregar el poder econémico a una
empresa que habia sido emblematicaen su enfrentamiento con el ‘peronismo
Griginal: Bunge & Born. Mas alld de las politicas de ajuste coyuntural que
€se equipo puso en marcha durante los primeros cinco meses de su gestin
108(devaluacién, aumento de tarifas ptiblicas, acuerdos de precios con las
grandes empresas) que integran el catalogo rutinario de recetas antiinfla-
cionarias y que, de hecho, contribuyeron a bajar la tasa de incremento de
precios al consumidor de] 200% en julio al 5.6% en agosto, el programa se
estructuré sobre dos leyes fundamentales. La primera, llamada de emergencia
econémica, cuyo objetivo era reducir la politica estatal de subsidios a las
empresas y la segunda, de reforma de] estado, que abria Ja puerta para una
agresiva politica de privatizaciones.
La suspensién de regimenes de promocién y la eliminacién de medidas
que favorecian las ventas al estado por parte de las empresas locales, golpe6
Jos intereses de aquellos grupos cuyas ganancias provenian de las empresas
gubernamentales, quienes habrian de obtener luego una posibilidad de
compensacién con la politica de privatizaciones que los trocaria de contra-
tistas del. estado en titulares de sus activos,
Este sector fué el primero en resentir la cohesion del apoyo empresarial
al plan, pero no el unico. El limite decisivo para el fracaso del plan tuvo que
ver con la valorizacién financiera y el papel clave lo cumplié la banca
acreedora. Asi, en noviembre de 1989.se pusieron en marcha los mismos
detonantes del “golpe de mereado” que derrumbara a Alfonsin. La fuga del
austral hacia el délar, que en un.mes duplicé sus valores, arrastré la caida
del equipo Bunge & Born y el primer fracaso-de la economia menemista.
E1 15 de diciembre de 1989 el contador Antonio Erman Gonzélez reem-
plaza a Néstor Rapanelli, ex vice presidente ejecutivo de Bunge & Born, en
el cargo de ministro de economia. Da comienzo una segunda etapa de la
economia del menemismo que durard un: ajo, en el que se aplicaran
sucesivos paquetes de politicas de ajuste. Ante el fracaso del primer intento
Ja respuesta gubernamental fue una vuelta de tuerca atin mas profunda en
la liberatizacion de la economia.
E] ano nuevo de 1990 encontré al gobierno sumido en una crisis profunda.
Su primer intento de ordenar la economia. y disciplinar corporativamente a
los grandes gruposy al sindicalismo—aun operativo que en cierto modo podia
inseribirse en la légica de poder tradicional del peronismo— habia fracasado
y la sombra de un segundo rebrote hiperinflacionario se descargaba sobre la
sociedad. Fue un verano dificil con indices de inflacién del 79.2% en enero,
51.6% en febrero y 95.5% en marzo. .
El ascenso de Erman Gonzalez marcé el punto més alto de influencia en
el gobierno de Alvaro Alsogaray: coneluida la alianza con Bunge & Born y
mirado con desconfianza por los representantes de los otros grupos, ligados
a los contratos estatales, fue Alsogaray la unica figura de predicamento en
el “establishment” que.se acereé al gobierno con su respaldo. Las politicas
109que se aplicaron en esta segunda etapa tuvieron su fuerte sell ideolégico.
El primer acto del nuevo ministro fué la liberalizacién absoluta de-los
mereados, tanto de precios como de divisas. Era una muestra total de
ortodoxia quem arcaba a Ja par cual seria Ja fraccién del poder econémicoa
la que se ibaa privilegiar: la banca acreedora. El eje central del plan era la |
busqueda del ajuste fiscal que se irfa profundizando en el transeursodel ano
a través de una serie de medidas tendentes a procurar un superdvit que
permitiera reanudar el pagode los intereses dé la deuda externa, superando
la Virtual moratoria gue el gobierno de Alfonsin habia dispuesto en 1988,
imposibilitado de hecho de oblarla. Simultaneamente y a través de una
medida que fue calificada de confiseatoria contra pequenos y medianos
ahorristas, se reprogramaba !a deuda interna mediante: el canje de ‘los
depésitos a plazo fijo por bonos del estado.a largo plazo. -
Dentro de un cuadro recesivo en el que cayeron el producto-bruto y los
salarios mientras se incrementaba brutalmente la désocupacién, la etapa
Gonzalez del menemismo econémico senté las bases para una incorporacion
al bloque de poder de los grandes grupos que habian usufructuado otrora del
gasto publico como principales proveedores del estado. El mecanismo
elegido fue el de la acelerada privatizacion de las empresas estatales, que
transformd a los “capitanes de industria” en “mariscales de los servicios”.
En efecto, la venta de los activos en poder del estado fue el instrumento
que permitié resolver el conflicto en ciernes entre acreedores externas y
grupos econémicos locales. La ley de reforma:del estado, aprobada en la
etapa Bunge & Born, fue el marco legal que-iba a permitir privatizar la
totalidad de los emprendimientos en manos estatales: desde canales de
televisién hasta caminos; desde teléfonos hasta compariias de aviacién;
desde acerias hasta ferrocarriles: desde empresas de gas, petréleo y petro-
quimicas hasta usinas de electricidad, diques y plantas de aguas corrientes,
configurando un proceso de desmantelamiento estatal sin precedentes. que
todavia, aunque con ya pocas ofertas en “stock”, sigue su curso.
La manera en que tuvo lugar ese verdadero remate, superior en cantidad
y.mas veloz en el tiempo que cualquier simil contemporaneo, permitié soldar
un acuerdo entre bancosy contratistas del estado. En primer término porque
dio lugar a que los titulos de la deuda externa, en poder de los bancos
acreedores, fueran canjeados por activos estatales; en segundo, porque las
grandes empresas locales participaron en todas las licitaciones, con lo que
de beneficiarios prebendalistas de las compras estatales pasaron a ser socios
principales de muchas de las empresas a las que antes proveian. A través de
esta reconversién-y por medio de la liquidacién del poder estatal en la
economia que le permitié a los bancos transformar parte de sus acreencias
110en participacion en los paquetes accionarios, el bloque de poder sobre el que
se-construy6 la economia del-menemismo pudo consolidarse. Todo el “esta-
blishment” se uni6 en su apoyo. 7
Pero a pesar de ello hacia fines de afio la economia volvio a mostrar sus
desequilibrios. El ajuste habia logrado reanudar los pagos a la banca,
capitalizar deuda externa, involucrar a los contratistas a través de las
privatizaciones, incrementar las reservas por medio del superavit fiscal y
mantener estable el precio del délar. Pero pese a la fuerte recesion en que
eayé la economia la amenaza latente de la hiper inflacién no pudo ser
contenida. Reaparecié a principios de 1991 cuando el gobierno vivié también
otro duro verano en medio de una serie.de escandalos politico-financieros.
que patentizaron con el llamado “Yomagate” la seriedad del clima de -
corrupeién que se vivia. Tras un afio de estabilidad cambiaria subitamente
el délar duplicé su cotizacién (en julio de 1989 la cotizacién habia sido de
alrededor de 600 australes por délar; al final de la etapa Erman Gonzalez esa
relacién habia trepado a una equivalencia de 10.000 australes por délar).*
En ese marco, con la asuncién de Domingo Cavallo como ministro de
economia, se abria una tercera etapa para el hasta entonces confuso y
atribulado gobierno de Carlos Menem.
Cavallo y la edad de oro menemista
En verdad la piedrade toque del menemismo empieza con su asociacién
con Domingo Cavallo: todo lo anterior fueron pruebas de ensayo-error en las
que el error lucia imbatible; una suerte de prehistoria del fenémeno en
consideracién. Hacia principios de 1991 la propia estabilidad dela presidencia
de Menem estaba en cuestidn como lo recuerdan las crénicas de la época."
La presencia de Cavallo en‘el Ministerio de Economia marca el inicio de
un matrimonio forzado pero inevitable. Desde entonces se abre una etapade
connubio no conclusdo que dificulta la mirada en perspectiva del observador,
enla medida en que el proceso atin esta én curso y por !o tanto el diafragma
del testigo es mas poderoso que el del historiador. Sin el aporte de Cavallo
el menemismo pierde sentido, como un caminante desprovisto de brijulaen
3 La literatura sobre les dos primeros periedes econdmicos del gobierno Menem ex
abundante. Un buen resumen de la misma puede encontrarse en “State, market and
nealiberalism in Post-Transition Argentina: the Menem experiment”, Journal of
Interamerican Studies, 33 4 1991. ~
4 Cfr. Isidoro Gilbert, El large verano del 91, Buenos Aires, 1991.
dit_tal como lo demuestra cualquier serie de encuestas de opinién, los zigzagu
un tiempo—el de jas transiciones democraticas y el de la globalizacién—que
premia o-castiga segtin los éxitos o los fracasos en el desempefio macroece-
némico. Si una primera prueba de los procesos de democratizacién tanto en
el este cuanto en el sur pasaba por la estabilidad de las instituciones
politicas, la segunda, inexcusable, remitia a la capacidad de reestructurar
la relaci6n entre el estado y el mercado superando el voluntarismo de la
antigua “coalicién keynesiana’ frente alas nuevas realidades del capitalismo
mundial reorganizado tras la crisis de los 70.5 .
La sociedad entre Menem y Cavallo tuvo desde su inicio en 1991 con la
aplicacién del Plan de Convertibilidad, un caracter marcadamente asimétrico.
Es cierto que el respaldo politico, a través del atavismo peronista y de su propio
carisma, que Menem le otorgé a los planes econémicos disefiados por- Cavallo
resulté decisivo para su implementacién exitosa. Pero también es verdad que.
de popularidad del presidente han sido siempre dependientes sea. de los
momentos de tranquilidad o.sea del pasaje por zonas turbulentas del plan
econémico, Cuando esto ultimo sucedia la sociedad le cobraba al presidente su
desconfianza por los manejos politicos 0 éticos del gobierno,
De todos modos ha sido su asociacién con la economia la piedra de toque
delmenemismo y Jo que entre el 92 y e} 94 le permitiera ganar cémodamente
aquellas elecciones en la que se pusieron en juego temas de decisién
gubernamental. Cuando se discutian, otras cuestiones de tipo institucional
motivadas por la ambicién politica del presidente —como la reforma de la
Constitucién en abrilde 1994— el electorado se mostraba menos entusiasta.
Sielmenemismo decidiera colocar en su calendario una Edad de Oro, ella
coincidiria con el ciclo de consumo abierto por Cavallo tras el repliegue de los
recurrentes picos hiperinflacionarios que padecié la sociedad argentina
entre 1989 y 1991. Conocidos son los principios sobre los cuales se constituyera
el plan econémico: la libre convertibilidad de 1a moneda local al délar a un
tipo de cambio fijado por ley y la prohibicin —también a través deuna ley
del Congreso— de emitir dinero sin respaldo en divisas. La apuesta era muy
alta porque comprometia la totalidad de las reservas en el mantenimiento
de la moneda doméstica, pero a la vez aparecia como un valido recurso de
5 Sobre el tema de las fases que se atraviesan en los procesos de transicién demacratica
puede consultarse a Marcelo Cavarozzi, “Consolidacién demoeratica y reconstruccién
de la economia en América Latina”, en Revista de la UNAM, México, junio de 1992
¥ duan Carlos Portantiero, “Revisando el camino: las apuestas' de la demoeracia en
Sudamérica”, Sociedad, 2/1993, Buenos Aires.
~ 112“shock” contra la megainflacién y sus espasmos. En ese sentido sus logros
fueron significativos: ya en diciembre de 1991 la inflacién mensual habia
descendido a menos del 1% y esa “performance” de estabilidad habria de
mantenerse exitosamente en el tiempo. Las politicas econémicasadoptadas,
en el marco de un modelo universal de reorganizacién capitalista, buscaron
Ja apertura de la economia, el equilibria fiscal y el crecimiento avasallante
de la participacién privada en la economia. Su principal fuente de financia-
miento fue el ingreso de capitales de corto plazoy esta variable, que permitié
que en cuatro afios entraran a la Argentina 44.000 millones de dolares
alentando un verdadero “boom” de-consumo, se transformé con el tiempo en
su debilidad mayor. Por cierto que esta presencia de capital extranjero.que,
a diferencia de lo sucedido en los afios 70 no se originaba en los grandes
baneos sino en los mas atomizados fondos de inversién, no tenfa tanto que
vercon el buen desempefio de la eeonomsa sino con la enorme disponibilidad
internacional de capital financiero que favorecia a todos los Ilamados
“mercados emergentes” frente a la bajade las tasas de interés en los Estados
Unidos. Brasil, por ejemplo, que no hizo ninguno de los“deberes” reclamados
y que vivid entre 1991 y 1994 graves desequilibrios macroeconémicos,
recibié poco. menos que la Argentina enel mismo perfodo. En rigor, eleamino
emprendido por la Argentina fue similar en su trazos generales al seguido
por México en el sexenio de Salinas de Gortari y por Chile entre 1973 y 1981.6
Por eso, cuando se atribuye a un “efecto tequila” la actual crisis argentina
comosi $e tratara de un contagio involuntario, se oculta que inevitablemente
similares politicas producen similares efectos. Que si el licor fue compartido
también lo sera la borrachera. Chile, en cambio, advirtié a principios de los
80 que depositar en los capitales volatiles del extranjero la financiacién de
Ja economia resultaba letal. As{y a través de un elevadisimo costo social viré
su politica poniendo restricciones a su ingreso, reforzando el mercado local
6 Conocidaes la afinidad entreCavallo ysu par mexicano Pedro Aspe, rciteradaa tr:
de numerosas reuniones de trabajo conjuntas, En cuanto al Chile de los primeros afies
de pinochetismo, esto es, hasta Ia grave erisis de 1981, eabe'sefialar los tres puntales
de'su politica econémica: la utilizacién dea tasa de cambios como mecanismo basico
para controlar la inflacién; la obligacién de ajustar aatomticamente la cantidad de
dinero disponible al nivel de las reservas yla eliminacién de toda restriccién al ingreso
de capital financierointernacional, Esto eulminé en colapso bancario ehiper recestén.
La tasa de desoeupacién, por ejemplo, subié al 30% on 1983. Cfr., Eduardo Silva, “La
_ politica econémica del régimen chileno durante 1a transicién: del neo Nberalismo
radical al neo liberalismo “pragmatico”, en Paul W. Drake ¢ Ivan Jaksic, Bl dificil
camino de la democracia en Chile - 1982/1990, Flacso, Santiago de Chile, 1993.
113de capitales a través del ahorro interno y promoviendo agresivamente las:
exportaciones a fin de mantener una balanza comercial favorable. Por eso ka:
crisis actual la afecté en mucho-menor medida.
Los éxitos que durante casi cuatro afios acumulé Cavallo con su plan y;
que consolidaron al menemismocomonueva versién triunfante del peronis
al permitir un “boom” consumistico y productivo—éxitos que noevitaron
cierto gruesas inequidades sociales ¥ regionales en la distribucién de
ingresos generados— resultaron al fin demasiado parecidos a la burbuya
econémica que monté Martinez de Hoz para. los generales del Procesa,
euando los argentinos “derechos y humanos” vivian la fiebre importadora de
Ja apertura masiva bajo un régimen de délar barato, en el que el déficie
comercial se solventaba con el endeudamiento externo. Curiosa similitud:
fué Domingo Cavallo entonces quien, desde el Banco Central, transfirié a
toda Ja sociedad la deuda acumulada por los privados en los momentos det
“boom”; pasada mids de una década jaquién endilgard el costo de la fiesta que
la convertibilidad organiz6? La respuesta no es dificil.
Los escenarios del menemismo
Las turbulencias, por decir lo menos, que atraviesa la-economia del
menemismo obligan a volver los ojos sabre aquelto que el velo dél triunfa-
lismo opacé durante cuatro asios, los que van desde mediados del 91 afines
del 94. Quiero decir: sobre la corrupcién, la concentracién del mando que
disuelve de hecho la separacién republicana de- poderes, la frivolidad
ostentosa, la insensibilidad social. Hasta el estallido dela crisis de los
lamados “mercados emergentes”, detonada por México, esto es, hasta-hace
muy poco, la ecuacién menemista parecia imbatible: la invasion que la
economia habia perpetrado sobre ef discurso ético e institucional de la
sociedad no tenfa rivales, pese a que la suma de fos damnificados =
desocupados, jubilados, pequetios empresarios, trabajadores de ramas in-
dustriales en liquidacién, empleados publieos, productores regionales— era
mucha y crecierite, Ahora qué? Desde enero, desde el momento en que
sangran de la economia miles de millones de délares en euantiosa fuga,
écomienza a fugarse también con ellos la confianza politica? Luego de sus
dias de gloria, superadas las desazones del ensayo-errorde los dos primeras
afios, el menemismo afronta su prueba mas dura. En el cuadro de una
sociedad perpleja y asustada su crédito radica mucho menos en el triunfa-
lismo que exhibiera hasta hace unos meses, que en las dificultades que la
oposicién ha mostrado para articular un discurso seductor.
14La formula politica del menemismoha sido simple: desarticulacién dela
sociedad civil y delegacién de la autoridad en el liderazgo personal. Mante-
niendo: las formalidades republicanas su estilo ha tendido siempre a la
concentracién autoritaria y a la negociacién’ directa con los grupos de
presién, en desmedro de la inter vencién del sistema de partidos (incluyendo
al suyo propio) y del equilibrio entre los poderes constitucionales. Sélo la
opinién publica local e internacional y la prensa pudieron poner algunos
diques de contencién a ese afin hegeménico. ‘Se ha hablado mucho —
también alo largo de estas notas— acerca del pragmatismo que adorna la
gestién de Menem. En verdad la palabra luce demasiado ilustre: lo que ha
habido-es oportunismo —si se quiere,-en su sentido menos hiriente de
astucia para aprovechar las oportunidades— alrededor de una séla y Gnica
obsesion: Ja permanencia en el poder, a la manera del califato, no como
ocasién-de servicio sino de goce, de sensualidad placentera,
En ese camino Menem subordiné a todos los poderes, institucionales y
faicticos, salvo a dos a quienes halagé permanentemente: los grandes grupos
econémicos y tas potencias internacionales, haciendo que la solidez de las
alianzas econémicas: predominaran siempre sobre Ias amenazas de la
politica. En este sentido, vista la inquietud colectiva generada por la
voragine de la hiperinflacién que destruyé a Alfonsin, esa escala de valores
se correspondia con la de la sociedad. Aprovechando una tradicién del
peronismo clasico que reivindica la decisién sobre la deliberacién, la con-
centracién del poder en el ejecutivo y la subestimacién de las instancias
politicas de intermediacién, la verdad del menemismo se refugié en la
economia y por tanto es desde ese terreno donde constituyé sus practicas de
gobierno. He aquiuna diferencia notable entre la primera y la segunda etapa
de la transicién democratica argentina, obligada por la diferencia de los
escenarios pero reforzada ‘por las tradiciones de los dos partidos que las
céndujeron. En ese sentido, el radicalismo fue siempre un tipico partido de
clases medias distante de los centros reales de poder. El peronismo, en
cambio, surgié con la cultura de la industrializaci6n y desde un principio fue
particularmente receptivo para aquellas fuerzas ancladas en lo econémico,
mas proclives a las transacciones con el ejecutive que a los debates parla-
mentarios.
En Ja medida en que su verdad es la economia, el menemismo coloca alli
sus fortalezas pero también sus debilidades. Un fracaso en ese campo podra
probar hasta que punto el mantenimiento de las formas exteriores del estilo
populista y el peso emotivo de una tradicién, aleanzan para mantener la
lealtad que el votante peronista demostrara hasta 1994.
De todos modos, aun en una situacién complicada, la supervivencia de la
115experiencia menemista depende menos de sus Propios problemas que de
de la oposicién. Si-se analizan los scores electorales de Menem se pl
comprobar que nunca superé alosdela suma dela oposicién. Esta atitmé!
que puede resultar forzada, no lo fué desde el momento en que la oposi
se dividié entre la UCR: y el Frente Grande, porque ambas expresaban
expresan aun) una mayoria de bases electorales no demasiado divergeni
en sus orjentaciones. Peroesa consistente homogeneidad de valores no pu
articularse en coalicién politica, mientras el menemismo si To. pudo hax
por absorcién, cooptacién o acuerdo, con sus aliados hacia la derecha
espectro ideolégico.
Pero en verdad la operacién politica mas exitosa de neutralizaci én hace
su oposicién que hizo el menemismo tuvo como afectado principal al
radicalismo, a través del Pacto de Olivos. Mds alla de una interpretaciéa
sobre la voluntad de la dirigencia alfonsinista para llegar a ese acuerdo, ke
que cabe es tomar noticia de sus resultados,? Puede obviarse el hecho que el
menemismo consiguié lo unico que le interesaba, la posibilidad de reeleccion
de su jefe, al solo precio de una serie de modificaciones de la letra de la
Constitucién —en su mayoria todavia no reglamentadas— de las cuales le
mas peligrosa para sus intereges, la segunda vuelta electoral, fue mucho
mas liviana que lo que-sugiere la literatura Juridica y la practica constitu-
cional. Pero mas significativo que ello, lo que et Pacto de Olivos detond fué
Ja implosion de la UCR como principal fuerza opositora y, especialmente, lo
que consiguié fue ahorrarle a Menem, o al menos desplazar en el tiempo,la
grave preocupacién de enfrentarse con el que es el principal problema de los
movimientos de tipo personalista: la sucesion de los liderazgos,
Como bien se ha sefialado, a los movimientos con voluntad y ocasién de
partido predominante como lo es el justicialista, los afecta duramente e}
hecho de comportarse en et gobierno como un sistema politico en si mismo,
vale decir, simulténeamente como oficialismo y como oposicién.* En tal di-
7 Entre las hipétesié que pueden considerarse como inspiradoras de Ia voluntad
pactista pueden figurar la idea de que el pais se hallaba en visprasde unaemergencia
econdmica que, en una situacién de partido dominante, sin posibilidad de alternativa
electoral, abria la posibitidad de ejercer una influencia molecular sohre las decisiones
de gobierno, Otra, mas simple, podria atudir a la conveniencia de efactuar ciertas
reformas institucionales que, dada la voluntad atrolladora del presidente para
conseguir su reeleecién, podrian ser mucho mas peligrosas. En cunlquicr caso, lo que
se licuaba era la posibilidad de encabezar una alternativa de oposi
8 Ver Juan Carlos Torre, “De la utopia democritica a la democracia argentina” en
Agora, 2/Verano de 1995, Buenos Aires. :
116reccién, la relacién de amor-odio entre Menem y Duhalde sigue-siendo un
topico de la politica argentina contemporanea, una amenaza de conflicto
apenas disimulada. La historia del peronismo —especialmente entre 1973
y 1976— prueba hasta que punto esas contradicciones pueden resultar
explosivas.
Mas alla de cuatquier especulacién coyuntura! sobre el futuro inmediato,
lo que resulta incuestionable es que los tiempos por venir, luego del transito
electoral en el que el menemismo aspira a'su revalidacién, seran de extrema
dureza social como si la moneda de cambio de Ja hiperinflacién que, en los
términos de Halperin contribuy6 a liquidar la sociabilidad peronista en
1989, lo sea ahora la hiper recesi6n, con lo que el ciclo quedarfa definitiva-
mente consumado. En esta perspectiva, el menemismo, que resultara tan
fiel a las habitos institucionales poco republicanos del peronismo originario,
habrd aventuado, en las visperas de un fin de siglo cargado de incertidumbres,
el cierre de una época de la que sélo pudo conservar los trazos gruesos de su
estilo.
Buenos Aires, marzo de 1995.
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