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Presentacién En septiembre de 1995 viajé a Costa Rica para asistir, por parte de la Universidad de San Carlos de Guatemala, a la IV Consulta Ecuménica para la Paz en Guatemala. Como Secretario de la Comisién del Consejo Superior Universitario para la Conme- moraci6n del Cincuentenario de la Revolucién de Octubre de 1944, pero sobre todo por mi inveterada admiracién hacia la figura histérica de Jacobo Ar- benz, habia hecho los arreglos ‘pate visitar a su viuda, dofia Maria Vilanova de Arbenz. La noche del lunes 18 de septiembre de 1995 Hegué a su casa, cercana a nuestro hotel. En ese museo santuario a Jacobo Arbenz, ella nos recibié en compafiia de su hijo Jacobo y su nieto Erick Arbenz Canales, y pudimos conversar extensa- mente acerca del ilustre estadista. Alli me enteré de la existencia de estas memorias que no le habia sido posible publicar en Costa Rica. Inmediata e inconsultamente, de lo que no me arrepiento, ofre- cf a la sefiora de Arbenz la “seguridad” de ser editadas por la Universidad de San Carlos. Para entonces ya habia ella aceptado los oficios de esta Universidad para la repatriacién de los restos de su esposo. La visité por segunda vez el mediodia del 20 de septiembre, a punto de retornar a Guate- mala, y ahi fue donde y cuando me entregé el documento original, Mi impresién inmediata de la seniora de Arbenz. fue la de una dama investida de gran dignidad, dotada de inteligencia aguda y fresca con matices de fino ingenio. Su respeto por Jacobo Arbenz era evidente y todo alli parecia existir en funcidn de aquel recuerdo. La historia impersonal cobraba en ese lugar todo el color y calor de lo humano, del recuerdo, la nostalgia y una enérgica decision para enfrentar el futuro personal y de la patria. Escuchar sus ideales, sus comentarios histéricos y sus espe- ranzas para el porvenir del pueblo guatemalteco, aspecto éste que nunca dejé de mencionar, fue como regresar al centro de la gesta revolucionaria de Octubre de 1944, El largo proceso de repatriacidn culminé un Mes mas tarde, habiendo principiado casi dos anos antes. En 1993 el Consejo Superior Universitario creé la Comisién para la Conmemoracién del Cin- cuentenario de la Revolucién de Octubre de 1944, conformada por representantes de los docentes, decanos y colegios, asi como por la AEU, el Sindi- cato de Trabajadores de la Universidad y personas dependientes. En dicha Comisién, me tecd re vr la propuesta de repatriacién de los restos rbenz, meses atras presentada en el Consejo £ arior Universitario por e' geniero Héctor 26n Sagastume. Esto significa entablar comtac doa Maria Vilanowa y, posteriormente, ins’ Gobierne entonces presidida por Ramiro 2dn Carpio— a coadyuvar en la tarea, espectfir ente ante aquellas demandas de dofa Maria q do el Gobierno podia cumplir (por ejemplo, re rle honeres de Estado, cumplir con demand Ejército y la restitucion de bienes material :poliados en el gobierno de Castillo Armas). En lo primero, no fue rdpide ni facil que do aria aceptara la misidn de la Universidad, nto por recelo hacia ésta sino por lo que represe ba la imagen del Estado de Guatemala hacia milia Arbenz a lo largo de tanto tiempo de injt a, pero aun asise pudo iniciar la gestidn y co darla. En cambio, fue imposible establecer u lacién directa con el Gobierno de De Len Carg mas bien, éste habria de formar posteriormer t propia comisidn de repatriacicn la cual, p rtuna fue dirigida, muy inteligentemente, por scretario Privado del Presidente, Lic. Carlos £ ira Pinto, quien integré a representantes del E itive, del Ejército, de la familia Arbenz y de niversidad de San Carlos. Fue asi como en octubre de 1995, un afio di aés del cincuentenario de la Revolucian, la Con 6m trasladG desde San Salvador los restos. rbenz y el Alma Mater le rindié homenaje en én General Mayor donde, en lo que constitu una multitudinaria y calida congregacién ciuda- dana, se le confirié el Doctorado Honoris Causa, aprobado undnimemente por el Consejo Superior Universitario y por primera vez postumamente concedido a alguien. De tal manera, la Universidad de San Carlos cumplé una funcidn preponderante en esta gesta al concebir la idea, despejar el camino para la repa- triacién, coparticipar en la Comision gubernamen- tal, realizar —a través de estudiantes y profesores de la Facultad de Arquitectura— la construccién del timulo funerario en ¢l Cementerio Nacional ¥ servir espontineamente de enlace entre el Gobier- no y las organizaciones populares en momentos mas bien diffciles, durante los actos del 19 de octu- bre. Pero en este plan preconcebido, habria de pre- sentarse un producto inesperado: estas memorias. Ello significé una hermosa sorpresa que ofrecimos, primero, ala Direccidn de Extensién Universitaria y ahora ésta al pueblo de Guatemala. Mucho hay escrito sobre la Revolucién de Octubre y su tragica desentace, tanto en el pais como fuera de él; abun- dan los comentarios, las controversias y las pasio- nes en blanco y negro; quedan suficientes testigos y aun actores como para reconstruir con gran pro- piedad los grandes rasgos de aquel momento his- térico. Pero este libro es insustituible. Procede de la persona mas cercana y trascendental en la vida de Jacobo Arbenz; quien, en muchos sentidos, fue el principal protagonista de la gesta mds impor- tante en la historia del pais, no obstante parece no haber dejado algo escrito. La Universidad de San ‘Carlos, al publicar la obra, no esta complementan- do lo ya sabido. Esté proporcionado un documento sin precedentes. Esta haciendo que Guatemala co- nozca, por primera vez, un testimonio directa de Arbenz desde la mano de su eterna compaiiera. Eterna compafiera que en el Cementerio Nacio- nal le dijo a Guatemala, aquel célido mediodsa del 20 de octubre de 1995, que le entregaba para siem- pre los restos de su esposo. Ahora nos deja su memoria y su recuerdo, su nostalgia y augurio para el pueblo guatemalteco, Cabe ala Universidad de ‘San Carlos, guardiana de las gestas sustantivas de este pueblo, ser depositaria y transmisora del pre- sente documento que sale a luz muchos afios des- pués de Ia tragedia. ¥ ser el vinculo temporal entre las victimas de un drama no sanado y un presente resonante de demandas que pugnan por hacer de Guatemala una sociedad mejor, lo cual fue, en dos palabras, el objetivo que hace cincuenta y cuatro afios se trazé un joven capitan y estadista llamado Jacobo Arbenz. Jorge Solares ? de junio de 1998 Prdélogo El libro Mi esposo, el Presidente Arbenz escrito per Maria Vilanova de Arbenz es basico para el conocimiento histérico de la década mds polémica del siglo XX en la vida politica de nuestro pais por los profundos cambios sociales que se gestaron. Este siglo no vera mas un gobierno guatemalte- ‘co afanado en cambiar a través de una revolucién las estructuras morales y materiales del pais. Esta intencién se sostuvo sélo durante un decenio y la figura de Jacobo Arbenz como Triunviro, M de la Defensa de Arévalo y después Presidente ‘Constitucional de la Reptiblica (1951-54) lo abarca a cabalidad. Es una etapa de absoluta controversia para los guatemaltecos aunque las fuentes de informacién histérica se quedaron en manos del bando “gana- 16 Mi esposo, el presidente Arbenz dor” y se silencié a los perdedores. En tal sentido este libro es valioso, pues pertenece ala muy esca- sa informacién de los protagonistas ahora en el exilio. La perspectiva testimonial le imprime al relato un caracter personal y familiar, pero las acciones narradas son en su mayoria politicas. La figura de Jacobo Arbenz muestra aristas ocultas por largo tiempo debido a las condiciones de silencio que el destierro le impuso. Hechos como las inexplicables declaraciones del Presidente Arévalo ante la muer- te de Arana quedan consignadas para darle a este acontecimiento histérico su justa dimensién. Existe ademas un retrato —instantanea, dirfa yo— de las actitudes propias de la “condicidn hu- mana”: traicién, ingratitud, cobardia, que tipifican un proceder que responde al miedo o ala compra- venta de la conciencia. El guatemalteco, frente a este libro, tiene dos caminos: a favor o en contra de Arbenz y es por eso que es un relato apasionante. En una sociedad atrasada, las caracteristicas de intolerancia hacia lo diferente: racial, cultural, o bien ante concepciones del mundo distintas pervi- ven; pero es importante sefialar que hay sectores en el pats: los religiosos cat6licos, grupos politicos, universitarios, la sociedad civil que luchan pacifi- camente por la construccién de un pais plural, tolerante y hacen esfuerzos por superar los esque- mas de la democracia formal. En este espiritu se considera que la publicacién Maria Vilanova de Arbenz 17 de este libro ayuda a la comprensidn de la historia reciente de Guatemala. Maria Reinhardt M. 24 de abril de 1998 1938 El encuentro Naci en El Salvador, el 17 de abril de 1915, hi 1yor de un matrimonio que, en ese moment via una sdélida posicién econdémica y social. 6 dre, José Antonio Vilanova Kreitz, era un salv: refio que con su familia se dedicaba a la agricu ta, principalmente al cultivo del café y la caf azucar. El apellido Kreitz indica su origen al: in. Los Kreitz, originarios de Bohn, Alemania, hi in invertido en El Salvador a principios del sig) 2cinueve. En el pasado se cuenta que uno ¢ os era herrero, y que poseia tanta fuerza fisic e una vez herrando un caballo, éste le dio ur zy el herrero respondié mordiendo fuertemen animal que no volvi6é a molestar. Mi madre, Maria Dolores Castro Arrechea, ni * an eos, cu presrcenre munere iden Guatemala; por lo tanto, yo considera qu: mgo tanto sangre salvadorena como guatemal ica. Antepasados de esa familia también son Dow saquin Urruela Arrechea y dofia Josefa Casare: e Urruela, su esposa. La casa de estos antepasados la comoci cuamnd: oOera muy pequefia y recuerdo que era de estil slonial. Estaba situada en la sexta avenida. L: atrada del carruaje quedaba al frente de lo qui tao es todavia un hotel. Era una casa antigua di aredes gruesas de ladrillo, el piso de la casa er e barre cocido, benia ventanas de madera sin rejas n la pared del exterior de la entrada principa abia cerca del techo un nicho pequefo que teni. na virgencita con manta azul. Al entrar se veii ue los cuartos eran obscures porque la ilumina i6n provenia exclusivamente de los patios interio s. Volviende al relate sobre mi familia mas cerca a, diria que mi padre era una persona que se ubici atre la generacién de costumbres patriarcales ; | época que se modernizaba, De su matrimoni: anomi madre nacieron cuatro hijos: Carmen Irene ntonio,Salvader (qepd) y yo. El matrimonio de mis padres se ajusta a la ormas que imperaban en aquella época. La unica irmal se mantenia aunque la relaciGn entre lo Snyuges tuviera sus altibajos. La separacian y e ivercio eran mal vistos. Una vez que mi padre tuve que acompafiar . iabuela aun chegueo médico a Estados Unidos imadre, come se sentia triste y sola, decidid qui iajaramos a Guatemala a visitar a sus familiares isi fue como conoci la vieja casona que describi. Nosotras, sus hijas, no tuvimos oportunidad le aleanzar grandes metas en el campo académico ‘intelectual. En cuanto a educacién, las mujeres de la familia ‘btuvimos la que en esos tiempos se acostumbra- ‘a, generalmente se consideraba completa para las qujeres terminar el sexto grado de primaria. Seguin ai abuela paterna una mujer deberia especi een complacer a su esposo con buenas comidas una agradable residencia mas que con comoci- aientos que a nadie le servirian. Yo fui una alumna auy aplicada y siempre obtuve el primer puesto le mis grades. Tanto mis tics come mi padre ha- ian cursado breves estudios en Inglaterra o en istados Unidos, ya que consideraban que el inglés ta necesario para lMevar el curso de los negocios; ‘ero como las mujeres no participariamos en esa ctividad, como una excepcién se nos envid a Esta- los Unidos un par de afios para aprender dicho dioma. Yo me lamenté todo el tiempo de no tener studios académicos completos y sé que mis profe- ores lo lamentaban también como se lo expresaron mis padres. Era yo una alumna muy aplicada y un hoy lamento no haber sacado una profesian. como dicen por ahi “Culpa fue del tiempo y no le Esparia”. Fue asi como obtuvimos el titulo de secretarias omerciales, que a diferencia de hoy dia solamente e basaba en mecanografia, redaccién y algo de ontabilidad. Dejamos por tanto truncada nuestra lusion de una carrera formal. Este hecho mareé mi vida para siempre dejan- 4 Mi esposo, el presidente Arbenz ome una amargura muy grande, porque yo dess a fuertemente realizar estudios superiores y sac na carrera universitaria. Mi padre nos comunicé que nuestra educaci abia finalizado, que él nos proporcionaria casi omida, pero que otros gastes correrian por mu ‘a cuenta. Comenzamos a trabajar en la ofici we administraba las fincas de la familia en alvador. Dada la limitacicn obligada que sufrimos ermana y yo, las ansias de conocimiento se Her ¢m con lecturas y cortos periodos de clases ext rdinarias. A mi me interesaba mucho la pinte Pude asistir por espacio de seis meses al tal e Valero Lecha, academia que formdé a granc rtistas nacionales como Noé Canjura, Julita Di otros mas. Siendo yo una joven de aproximadamente fies de edad mi madre decidia Nevarnos a pase Guatemala a mi hermana y a mi. La casa solariega de nuestros antepasados | fa sido demolida y lo que habia eran locales « verciales. Mi madre tenia amistad con dora Isabel As! as, quien posefa una pensidén en el centro de Gt omala, Doha Isabel tenia dos hijos: Chita Gere sturias y Ramiro Gereda Asturias, capitan q : habia graduado en México en la alta escuela aballeria. Nos alojamos en dicha pensidm y c hita y Ramiro nos hicimos amigos y saliamos rupo de jévenes a divertirnos. Después de empo mi madre regress a El Salvador, quedan osotras alojadas en la pensidn de dofia Isabel. En Guatemala se celebraba una feria en hone cumpleafios del dictador Ubico (10 de novien ‘e), entre las actividades programadas estaba u tile, a éste asistimos todos los amigos del grup 111 de noviembre. En una de las mesas se hall; in reunidos varios cadetes de la Escuela Milita ‘éximos a graduarse. Ramiro Gereda me dij: fen, Maria, fe voy a preseniar a on cadete mi ecial a quien Namamas “El Suizo’™ ese cade a Jacobo Arbenz Guzman. En esa misma me: taban reunides Adolfo Baez Bone, Mario So: avarro, Paco Morazdn y Chema Tercero. Baez eera (nicarapiienses) fueron fusilados en Nic gua por conmspirar contra el régimen de Somoz Desde el primer momento en que conoci a Jaci )me sentiatratda por él y él por mi. El “flechazc © mutuo. Jacobo era un hombre apuesto, seri: uy reservado, pero desde el primer momento raccién que hubo entre los dos facilité el dialog la comprensioén. Arbenz siempre crey6 en mi si servas. Debo manifestar que soy una de las poc: arsonas en las que confiaba integramente. El diaen que conoci a Jacobo lo noté muy pal ?y¥ NO era para menos, por la mafiana habia salid ‘hospital en donde habia estado internado pr as de un mes, debido a un accidente en motoac eta, enel cual se le incrustd el pedal en la pants ila, “el golpe le habia tornado la pierna al revés e contaba Jacobo que ese accidente por poco vesta la vida. ‘Cuando lo Nevaron al hospital mil r lo atendié el cirujano doctor Salvador Orteg Lese tiempo no se conocian los antibidticos; era de Jacobo comenzé a infectarse ¢ inflama 38 Mi esposo, el presidente Arbenz se, de tal manera que la hinchazén le llegaba hasta el hombro. Endeterminado momento el doctor Ortega de- cidié amputar la pierna. Muy cortésmente pero con firmeza Jacobo le dijo: “Doctor, usted no podra hacer eso, porque ya para esas horas de la maiiana yo me habria quitado la vida; le digo esto para advertirle y salvar su responsabilidad”. Pas la noche, y a la manana siguiente como por milagro comenzé a descender la inflamacién. Cuando le dieron de alta, sus amigos de la Politéc- nica lo fueron a tecoger al hospital y con juvenil entusiasmo lo invitaron para que los acompafiara ala feria, pero Jacobo estaba lejos de sentirse total- mente bien. Después de haber participado en Ia fiesta, nos despedimos. Ramiro Gereda, Carmen y yo volvi- mos a la pension y Jacobo y sus compatieras a la Politécnica. A la entrada del plantel se desmayo. Esto fue interpretado por sus superiores como una borrachera. Por este malentendido fue castigado durante un mes a permanecer en bartolinas hasta el dia de su graduacién, aunque el desmayo clara- mente habia sido provocado por su problema de la pierna. Jacobo soporté el castigo ya que tenia un estricto sentido del honor y la disciplina militar. Durante el tiempo que estuvo castigado pidié prestados Ios libros para estudiar dentro de la cel- da y rindié los eximenes finales con brillantes notas, habiéndase graduado con honores. En la Escuela Politécnica llegé a ser Sargento Primero y abanderado de la Comparifa de Cadetes; grado que de atios atras sdlo habia sido conquistado f argento Adolfo Hall. Después de un tiempo lo volvia ver ya grads con placa de honor de la Escuela. Comenzarr relacién que al principio fue de amistad pr pronto se transforms en noviazgo. Recuer nos pasedbamos por la avenida bordeada ses que quedaba frente a la Escuela Polit 1; cualquiera hubiera creido que estabamos t ide de amor, pero no era este bema el que dor a nuestra conversacién ya que con mis ans lenar mis vacfos cientificos y habiendo sidc fesor de esas materias yo le preguntaba y él) sondia de acuerdo a sus altos conocimient cionados con dichas disciplinas. Por ejemy encanté conecer bastante sobre Quimica ca. Por supuesto que estos conocimientos cit os que él me transmitia se proyectaban ta i hacia temas militares como por ejemplo ae historia de Bolivar y de José de San Mart quién se Je puede ocurrir ver que una par rentemente enamorada esté enfocando su re tcon temas cientificos « histdricos?”. Espo to para dar una idea de los multiples lazos q ana Jacobo y a mi persona aparte de las teor admico-politico-sociales que también discut i sobre las cuales al final convergiamos en il determinante: que muestros pueblos no st scian del sustento diario en las bajas capas: 2s, sino que también los que dirigian esa pol ‘ran personas a quienes mo les interesaban \ias exactas ni ciencias politico-sociales. [acobo tenia un aura de misterio y de introv tee eeeprneniey aon pea eneeenn ee cee en i que lo hacia interesante y atractive. El ter blanca, cabello rubio, ojos grises, comtexts tica, cardacter reservado y varonil Ala vez, te1 gran flexibilidad y elasticidad que contrasta su fuerza fisica. Esto lo confirmaban sus ar . En la Politécnica habia noqueado al profes seNeR. Continué viendo a Jacobo, poco a poco me srando de su vida. Los antepasados lejanos rbo eran suizos, se decia que salieron del Va Sosta en [talia, cruzaron el Monte Blanco y iblecieron a orillas del Lago Constanza. Viv sobre todo en la parte alemana de Suiza. FE Familia de cuatro hermanos, por lo que adop un escudo familiar que representaba el nvirmu tro. En Neufchatel tuvieron una fabrica de =. Tenge en mi poder un libro de la genealo; Giar en donde se relata que el sefior Jacc nz Groebli, padre de Jacobo, nacié en At igen e118 de actubre de 1883, muchos af pués viajé a América Central, concnetament itemala, a la ciudad de Quetzaltenango, ide un tie suyo de apellido Groebli se hal iblecido. Al principio abrié una ferreteris pués importaba de Suiza productos farmaci s. En la segunda década del siglo Xx, Quetzal Bo era una ciudad prospera donde se encont a riqueza de fincas de café. Estaba poblada temaltecos, alemanes, suizos y europeos eral. Su clima permitia el cultive de frutos ¢ woadiicen an natese frin: Ta reelin ana hase Maria Vilanava de Arbenz 41 sima. Fue en la ciudad de Quetzaltenango donde el papa de Jacobo canacid y se casé con una joven guatemalteca, Octavia Guzman Caballetos. Hija de Alberto Guzman y Ester Caballeros. El senor Ar- benz se casé con ella el 10 de febrero de 1911 y procrearon a tres hijos nacidos todos en Quetzal- tenango: Ana Arabella 1912, Juan Jacobo el 14 de septiembre de 1913 y Octavia Silvia en 1919. Al principio la situacion era préspera, don Juan Jacobo habia invertido en una drogueria de su tio y luego establecié una farmacia. Dofia Octavia vivia c6modamente, Mi esposo Jacobo me conté que él habia sido criado por una nodriza indigena debido a que la leche de su madre no le sustentaba. Jacobo guard siempre un recuerdo afectuoso por la mujer que lo alimentd de nino. A propdsito de ella contaba la siguiente anéc- dota: cuando dota Octavia observé que el nifo estaba creciendo comenté con la indigena que ya ‘era tiempo de destetarlo, a lo que la nodriza indige- na replicd: “Sefiora, si ya came tamal”, Creo que debido a estas circunstancias, es que Jacobo ya siendo adulto dijera informalmente “nosotros los indios”. A estos indios los quiso siempre mucho deseando sacarlos de su tremenda miseria. A mi me hizo también quererlos. Periddicamente don Juan Jacobo Arbenz Groe- bli viajaba a Suiza a presentarse a los ejercicios militares obligatorios para todos los suizos. Al regreso de uno de estos viajes unos amigos suizos de apellido Metzger le vendieron a.don Jacobo una finea. Don Juan Jacobo, dofia Octavia y las des hijas se fueron a vivir a la finquita que se amaba “Las Dofia Octavia, mujer muy reservada, ba sa y llevadera, adoraba a sus hijos. Jacobo estaba em la Politécnica y su wida estaba encaminada. Mostro la disciplina fé elo caracterizé muchas weces- Siguid estudiando y destacandose por sus ¢ ites notas, su buena conducta y su esfue ‘20a ser abanderado y Capitan de la Comp Caballeros Cadetes, puestos honorificos cia tiempo no se otergaban. Siendo Sarg mero, logré eliminar muchos de los méte nitivos brutales que se habian utilizada e rwela Politécnica, donde existia una junt Hgiiedad que sojuzgaba y se imponia arb mente alos nuevos. Ya graduado impartia nes de Quimica, Fisica, Matematica, Arte ¢ erra e Historia Universal, haciendo énfasis ular en la historia de América Latina y el cr oe “Bolivar”. Tambien desempeno el carg itador de glosa. Al morir el padre de Jacobo dona Octavia re a vivir a Quetzaltenango. Ana Arabella la hija mayor, era al parecer 1 mosa, contrajo matrimonio con Roberto Ag de esa relaciGn nacié una hija: “Conchita” nilia de Roberto era muy conecida en Quet ange. Roberto llevaba una vida social muy) Lamentablemente, a Ana Arabella se le dec ly pronte una grave diabetes. Pese a que tada con todo carifie y esmero, Ana Arak id siendo muy joven. Por coincidencia el dia que ella muri se ¢ iba un baile en el Club de oficiales con mo

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