0 pictur poiesis
La apertura que viene de barroguimo en mi definicén ite
rarirensayistica del meaicano, al paar al orden discursv po-
Itico, en el que el mjeto nacional modem no es una fason
‘nocent, sno todo lo contaro,lega.a converse en lo con-
trai: en una ic
‘La materia dela que eatéhecha ba fscinacion desu figura
del mexicano cx, in embargo, trgiamente, fa misma que cons
‘aye tambin ln razon de ss linitaciones como imagen de la
realidad social histriay poli de lon pueblos de Menico,
‘Nuevamente en la tradiein de los ellos para quienes a
cultura vencda yacalada del evo continent eran expejo
‘vient de muautoproyecciones topics, Octavio Parse ve
dle una serie de rasgosmpresionantes pero a veces incompat
bes entre side la cultura cotdiana de Mexico para construir
con ellor una vex mas un argumento polemico dentro dela
‘lacusion europea En contra del eanstncio cultural de Euro
tun tema que se trata de mancra obsesiva en la ie gouche
{lel Paris de la posguerra, Octavio Pa recomienda una cura de
futenticdad, un retomar una reflexion encarnada en la prc
tea a a condicign fundamental dela existencia humans. El
‘mexicano, como el pode ser hamano que es capaz de tener la
‘experiencia inmediata de eta condicion esaria llamado, por
tu lado, a mostrar al europeo la salida de exe estado de fatiga
J, por otro a encontrar en él una compaia auténtica que lo
{afar desu sledad gjemplar pero intoportable,
185
XII. El olmo y las peras
Lm maxes hbo pid coe
Steve fopia igen
‘ede
José Gas
Bs posible, y de qué manera, un discurso filos6fico en Améri-
‘ca Latina? Esta pregunta que inquict6 a nuestro faundo cultu-
ral en Jos aiios cincuenta y sesenta del siglo XX ~Epoca en la
{que Ia glabalizacién de estilo imperialsta dejaba sonar toda-
fa alos Estados latinoamericanos en “acumulaciones de eapi-
tal de cierta autonomia nacional", montadas sobre una “susti-
tucién de importaciones" y encaminadas incluso al desarrollo
de ciertas tecnologias propias- fue perdiendo virulencia len-
tamente en los decenios siguientes, a medida que el espiritu de
autoafirmacion nacionalista se debilitaba indeteniblemente.
‘Se trata, sin embargo, de una pregunta inquietante, que des
borda el estrecho campo de interés del nacionalismo y que ha
seguido apareciendo por ello una y otra ver, bajo formulacio-
nes diferentes, alo largo de la historia mis reciente de nuestra,
produccién filos6fica.
La pregunta por Ia partcularidad del quehacer filosico en
‘América Latina gravta claramente sobre dos articulos que qui
sicra comentar brevemente en estas paginas! Se trata de dos
articulos dedicados a la historia de la influencia que han teni-
do y tienen los fl6xofosy las escuelas filoséfieas alemanas so-
* ambos petenecen a tome coco que recoge los abaos presenta
‘dos nun simp organza en ctbre e199 orl CStedra Extraord
‘nara Culler y Alejandro de Humboldt, a cargo del doctor Leb Bieber
(Coord), Lar nln german mesera ded oars do hrs Fumbel
festa froma EI Colegio de Menco Universidad Nacional Asma de ME
‘eoSerico Alemin de Intrcambio Aadémio, Meio, 201
187bre el quehacer filos6fico en México. HI primero de ellos, ex
yos autores son Carlos Pereda y Gustavo Leyva, versa sobre “La
recepci6n de la filosofiaalemana en México” El segundo Me-
‘vapor titulo: “Relaciones culturales germano-mexicanas: la di-
‘mension filos6fica’, y su autor es Francisco Gil Villegas.
Son dos trabajos que lejos de duplicar el tratamiento del te
sma resultan més bien complementarios entre si EI primero
‘ofrece una vision panormica, se diria echaustiva, de la historia
de Ia influencia alemana en ¢l estudio de la filosofia en Méxi-
‘co, mientras el segundo se concentra en la tarea de precisar la
verdadera magnitud y el verdadero sentido de la acciin de la fr
losoffa de Ortega y Gasset -filosofia puente entre Alemania y
‘el mundo cultural hispanohablante~ en el medio mexicano.
Pereday Leyva siguen un método que elie alos principales
autores y las principales corrientes de la historia de la filoso-
fia alemana y observa la influencia de los mismos en el cultivo
académico de Ia filosofia en México, a lo largo de una
ria que comenzaria a mediados del siglo XIX. El neokantismo,
la fenomenologfa y el existencialismo, la filosofia analitca y el
‘marxismo; Hegel, Nietzsche y Ortega y Gasset son reconocidos
cen el trabajo de filésofos mexicanos que van de Larroyo y Gar-
cia Maynes a Villoro, Rossi, Ramén Xirau y Sanchez Vazquez,
pasando sobre todo por la época de la “ilosofia de lo mexica.
no”, con Le6n-Portilla, Uranga y Zea, en la que los filosofemas
alemanes aparecen indirectamente transmitidos por ls fl6so-
fos espaitoles transterrados, es decir, por Gaos, Nicol, Garesa
Bacca y Joaquin Xirau, entre otros. No falta en esta historia
Ja mencién de la peculiar influencia de Niewsche, através de
‘André Gide, en la literatura mexicana, especialmente en el gru-
po de los Contemporiineos. El panorama que Pereda y Leyra
bftecen a lector es, lo digo una vei ms, de aleances exhaust-
vos; estoa tal punto, que ofrece inchiso un estado de cosas filo-
séficas de nuestros dias, en el que figuramos generosamente, me
imagino que todos los que en fa actualidad hablamos de filoso-
fia en el medio académico, considerados siempre en nuestra
cercania con la filosofia alemana contemporines.
Por su parte, el trabajo de Gil Villegas profundiza en el est.
188
Aho de laintiuencia de Ortega y Gasset, sobre todo através el
imager de Jone Caos ene medio flosfco mexican De
Imuesra, en primer lug que apart de la vin de lo fiosfos
trantrradon, a influent de Inflow leans en Mes
Co tno otras vide acces, prcin despa la importan
aye tivo equ la primer impronta de Gaos en la tac
losin mexicana fuera entorno ala eactulizain del eur
so de Ortega Gane sobre el rnianisme, donde se tematina
ta peer dcFinicin agstinana de la clacones ete te
logy Filosofia Ci Vilar ntrega dems al lector dos apun:
tc sobre elgrupo Hiperiény laflstia de To mesa,
Yotro sobre Innftuencia de Oregny Gast en Octo Pa, en
Zmbos un eer recurso ao aneedco x pone l servic de
In explcacion de ios momentos de In iflucniaindivecta
de fa ilovtia alemana en el medio claral mexicano,
Muchos onl temas que queanplanteaderen eos dos
traajosobre lar elacione del quchateriosteoen Mexico
Conia historia del lone europea yn particular con laa
tana, Hay sin embargo uno de clos que me ngsita sobre
nerds tempo ee qu users comentar
sigient,
Se trata del viejo problena acerca dels poids de Tos
culinadores de acu refiexvo en Ameticn Latina de hacer
tna lis in ma, come to formal Salazar Bondy es de
Gir una lowfia que no est atada a rtamicnto de deter
aos temas pariclares del eld! latinonmericana ni sea
Incramente expres osntomatia de propia cxcentisad,
Sino una owt univera come lo seria ilsaiaeuropen
smoderna, para la ctal idenifcacion hetrice-cularl no
fra de ser on spect aceoro superficial
Gun era que teaparececligadamente a pari dela
principal afirmacion een dl taba de Pere Ley
“Todo penmamiento floc fecuno, dicen near t=
ness purrs is venta ben beri ve ant en cone
Saciones con mt propa tracion como con ota radiconet,
Coantomayor set capac de dilogan mayor ser su iq
$3" Ahora bien, Ia diponcion adil, eta dimensin ni
189ppensable del pensar por uno mismo, no debe confundirse, co-
‘mo sucke succder con mucha frecuencia en el mundo de la alia
cultura lainoamericana, con la sumisién colonial, con el aban-
dono de esa eapacidad de pensar por uno mismo yl afiliacin
pasiva a ciertas ideas adoptadas, “importadae” de otras circuns-
tancias discursivas, que uno no ha compartide yde lasque uno
se encuentra excluido por definicién. Dos vicios serian, de
acuerdo a Carlos Pereda, los principales vehiculos de esa sumi-
sin colonial: por un lado el “fervor sucursalero" y por otro, el
“afin de novedades”,
De acuerdo ¢on el primer vicio, se conoce en Ia juventud al-
guna corriente de pensamiento (a menudo mientras se es
tudia eri una universidad del extranjero) y se continga el
resto de la vida repitindola hasta convertirla en wn asunto
sin el menor interés vivo, Segin el segundo vicio ineansa-
blemente se persiguen las novedades que producen las me-
‘u6polis culturales, las Casas Centraes del Pensamiento: en
América Latina esas fagaces mercancias suelen tener proce-
‘dencia francesa, alemana o anglosajona [p. 216].
Este hecho criticado por Pereda y Ley, al que podemos
amar “el hecho colonial en filosofia", adquiere una vigencia
especial en el cultivo del discurso filos6fico en América Lat-
nna. Lo que deberia llevarnos, pienso yo, la siguiente pregun-
‘a: cuando hablamos de una presencia més que considerable
de lo colonial en el cultivo latinoamericano de la filosofia, a
{qué nos referimos propiamente? ;Nos referimos sobre todo a
tuna acitud de quienes la cultivan 0 nos referimos sobre todo
‘una situaciin de los mismos? Se explica lo colonial por una
Actitud, por un “uso y costumbre”, cuyo saludable abandono
‘es capaz de generalizarse paulatinainente, de dejar de ser la ex
ceepeién, algo que se encuentra sélo en pocos de nuestros fio
sofos, y pasar a ser laregla? 20 lo colonial se explica mas bien
‘por una situacion, por una caraeterstca de los “medios de pro-
duccibn’, Ilamémoslos asi provocadoramente, que, por mis
‘reativa y aut6nomamente que puedan ser empleados por
190
nuestros filésofos, conduciran siempre esa creatividad y esa
atutonomia por la via de la dependencia y la repeticion?
Mi comentario se encamina por esta segunda manera de
explicar el hecho colonial en el cultivo de nuestra filosofia.
Pienso que el filosofar no se hace con ideas, sino con pala
bras, que consiste en un modo peculiar de usar la lengua y que
su quchacer se desenwuelve dentro del peculiar estado hist6ri-
‘co en que se encuentra esa lengua, y en medio de las configu-
raciones coneretas que han adoptado los distintosusos o hablas
de la misma. ¥ pienso ademas que el filosofar en espaiiol, y
particularmente en el espaiiol latinoamericano, se desenvuelve
con tna lengua y en medio de configuraciones del habla cuya
definicion de lo que puede ser el discursoreflexivo difiere eon-
siderablemente de la que ha prevalecido en la historia europea
como definicién del discursofilos6fico moderno.
‘Hace unos aos, en uno de los suplementos culturales de la
‘ciudad, aparecié un articulo inquietante. El autor hablaba de
ka dificultad que tiene para “wrascender”, para tener vigencia
universal el trabajo de un filésofo que escribe sus papers en es-
paliol La Ginica manera de hacerlo, decia, es la de ser traduci-
{do al inglés y publicado en alguna de las revista filosficas de
aleance internacional. Dadas estas circunstancias, conclua, os
flésofos esparioles ylatinoamericanos deberian tatar de escri-
bir sus trabajos directamente en inglés. Se rata de un articulo
inguietante porque implica, tal ver involuntariamente, un elo-
gio de lo que Marcuse llamaba la “tolerancia represva”. Presu-
pPone quc la filosofia de nuestros dias tiene y debe tener el mis-
‘mo caricter universal abstracto que wvo la ilosofia cuando fue
‘una filosoia teologica, una filosofia al servicio de la verdad re-
velada, y cuando pudo por lo tanto ser dicha en una sola lingua
franca, esto 3, eatin de claustro; un latin que se caracteriza-
'ba por ser represor de las coloraciones idiomniticas en las que
se expresa la concrecién de fa vida. Sélo que ahora ese cardec-
ter universal abetracto serfa el de wna flosofia profana (er
toteolégica, diré Heidegger) de pretensiones universes y cl
“latin” o la lingua franca filoséfica seria ahora, en el mejor de
los casos, el inglés de Oxford o de Boston.
191En mi opinién, lo que el articulo mencionado ignora es el
hecho de Ia historicidad propia de la constitucién del discur-
‘80 ilos6fico de la modernidad “realmente existente”. Lo que
haa sido y el modo como ha sido a Filosofia moderna s6lo pue-
den explicarse como resultados de la destruccin del discurso
teolégico por parte de esa “revolucién cultural” que conocemos
‘como la Reforma protestante del cristianismo. Ys6lo en tres de
las Tenguas europeas modernas, en aquellas cuyas sociedades
se reesiructuran bajo cl impacto de la Reforma, se da,yen cada
una de cllas de forma muy diferente, la conformacion de un
discus filos6fico especifico, de un discurso reflexivo posteo-
ligico. Entre ellas, por supuesto, no se encuentra de ninguna
‘manera la lengua espafiola, como tampoco las otras del que se
‘mantuvo como orbe catélico mediterrineo.
Los usos del espaol, las configuraciones de su habla, no 6
lo no se apartan de la modalidad teolégica del dscurso refle-
xivo, sino que, por el contrario, impulsados por la empresa de
la Contrarreforma, se aferran a ellay la renuevan de manera
revolucionaria y creatva durante el siglo barroco, El espaol
se comporta como si no necestara desarrollar un discurso f-
los6tico moderne propio, como si su mode tradicional de cu
tivar la reflexion fuera mas efectivo y poderoso, incluso para
Jos tiempos modernos, que el de la flosofia de mis allé de los
Pirineos.
‘Quienes cultivamos la filosofia y lo hacemos en espaiil in-
‘cursionamos por Io tanto en un terreno que nos es constitutive
mente extrafo; extraio, no por estar en medio de una lengua
natural que no es a materna (el inglés, el francés oelalemén),
sino extrafio por lo que él es en sf mismo, como terreno posibi-
litante de un cierto tipo de reflexién, como un terreno que no
fue delimitado como tal en los usos tradicionales de la lengua
‘spafiola y que por tanto no puede ser “transladado” directa-
mente a ella, proveniente de alguna de esas tres lengua, en
las que si fue delimitado, La madernidad del discurso reflexi-
¥0 en espatiol no se encamin6 por la susttucién de discurso
teoldgico por otto, el discurso de la “nueva filosoffa”s v0
‘otras vas de realizacién y cultivo otras formas que han estado
102
mucho més conectadas con la poesia que con la ciencia, Es un
terreno de reflexion diferente del consagrado como “Milos
co” por la modernidad triunfante; un terreno del cual en apa
rieneia deberiamos apartarnos si queremos hacer propiamen-
te “flosofia", “losofia sin mis".
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que si hoy se habla,
yycon razén, de Ia existencia de varias modernidades alterna
tivas dentro de la modernidad europea, de igual manera se
puede hablar también de varios modos del discurso reflexivo
‘moderno, sin reducir éste al modo que ha reservado para i cl
‘nombre de “filosofia". Cuando hablamos de una “filosofia sin
més", no podemos referirnos en verdad aalgo que seria a tni-
ca configuracién posble del discurso reflexivo moderno; nos
referimos solamente a tuna configuracién particular det mis
‘mo, aes que, entre otras configuraciones propias de otras len-
{guas modernas,crstaliz6 en el uso de las tres lenguas que el
ilo XIX, el siglo del progreso y del imperalismo, consagré.como
Tas dnieas y verdaderas Kulturspracken (lenguas de la cultura),
Lo anterior deberia evarnos a concluir que, continuar sien-
do nosotros mismos, esto es (lomando ala mismidad en el grado
{que corresponderia al quehacer files6fico), continuar sien
do hablantes reflexivos de la lengua espaiiola, sea Esta peninsu-
lar o americana, y, al mismo tiempo, haccr “ilosofia sin mas",
“filoroffa moderna”, flosofia tal como se la hace en “las Casas
-Centrales del Pensamiento”, es una empresa con dos tendencias
dlivergentes que resulta, cn principio, imposible. La situacion
hhistériea nos condenaria asf ala condicién colonial y al cul
v0 de los vicios que le corresponden, el “fervor sucursalero” y
“afin de novedades”. Esta seria, en efecto, la situaci6n real,
sino tuviéramos a nuestra disposicion la estrategia barroca
{que nos ha permitido sobrevivir durante ya varios siglos. Es
Porible, me parece, cular esa “filosofia sin mas”, pero sem
bre que lo hagamos a nuestro modo, de muestra manera, Nuc
{io “pensar por nosotros mismos”, con autonomia y originali
dad, como lo plantean Pereda y Leyva en su trabajo, deberia
‘consistr, no tanto en sumarnos -siguiendo el ejemplo de Or-
193tegay Gasset~a un proyecto reflexivo para el cual no dispone-
‘mos de los “medios de produceién” id6neos, sino més bien en
servirnos de €l para reafirmarnos en los modos del discurso
reflexivo que sf son cultivables a partir tanto de nuestra len
_gua como de los usos de la misma que se generan en nitestras
sociedad.
“Balter Eechewma
V
194
‘XIII Modernidad en América Latina
Para abordar el tema que esté planteado en el titulo, Moderni-
dad en América Latina, quisiera partir de una percepeién diree-
ta de la realidad cultural en América Latina y de una generar
Tiaacion acerca de la misma, Podriamos decir que la poblacién
latinoamericana presenta una pluralidad tan amplia de usos
costumbres, de logicas de comportamiento, que resulta diffil
hablar de una sola identidad latinoamericana: que dicha plu-
ralidad llega incluso a mostrarse como una incompatbilidad,
‘Al mismo tiempo, sin embargo, paradéj
pluralidad parece desplegarse como la afirmaci
‘dad sui generis
Podemos observar, por ejemplo, la realidad cultural de Sao
Paulo en Brasil, y compararia con la del noreste del mismo Bra-
sil,y encontraremos que Ia diferencia entre ambas es sumamen-
te grande, cas abismal: pareciera que estamos ante dos proyectos
‘de identidad incliso contradictorios, Vestas diferencias las pode-
‘mos observar en toda la geografia de América Latina. Podriamos
construir una lista muy grande de esta pluralidad de logieas
{de comportamiento y de las contradicciones entre ella. Pode-
‘mos pensar en dos contraposiciones que son, en mi opinién, pa-
radigmaticas la primera, la que se observa entre el modo de ser
de los habitantes de la sierra y el de lo de la costa en les pafses
andinos, que los leva incluso a entrar en graves conflictos,y la
la que se da entre los “portefios” del Rio de la Plata, y
los lamados “chilangos" de I capital de México, que se hizo pa-
tente en tiempos de la migracié de bonaerenses al Distrito Fe-
‘deral mexicano, forzada por a dicachura militar argendina. Muy
dificilmente se pod encontrar diferencias mis fuertes, que le-
‘gan incluso hasta la incompatibilidad, en el modo de aproximar-
sealos hechos yal sentido de a vida diaria como las que se dan
dentro de estos dos pares cle comportamientos culturales.
195