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Adversidades autoinfligidas

Leer | Salmo 119.65-72


11 de agosto de 2015
Las dificultades que enfrentamos se originan de una de tres fuentes. Algunas
son enviadas por Dios para probar nuestra fe, otras son el resultado de los
ataques de Satans, y otras se deben a nuestras decisiones pecaminosas.
Al considerar estas tres causas, creo que la mayora de nosotros dira que la ms
difcil de soportar es la ltima, porque no tenemos a nadie a quien culpar sino a
nosotros mismos, y porque nos parece que nada bueno aportarn. Despus de
todo, la Biblia dice que cosecharemos lo que hemos sembrado (G 6.7), por lo
que no vemos nada por delante, excepto una cosecha dolorosa.
Lo que esta manera de pensar no toma en cuenta es la capacidad redentora del
Seor. Aunque l nunca promete eliminar las consecuencias del pecado, s
puede usar nuestros fracasos para ensearnos a temerle, aborrecer el mal y
caminar en obediencia. Las lecciones difciles que aprendemos pueden tambin
convertirse en nuestra proteccin contra el pecado en el futuro. Al haber
experimentado el dolor producido por nuestras decisiones, somos ms
propensos a no tomar el mismo camino otra vez.
Dios a menudo utiliza nuestros propios errores como herramientas para captar
nuestra atencin. l no impedir que sus hijos dejen de ser castigados por su
pecado, porque sabe que ste nos roba bendiciones, oportunidades y tambin la
oportunidad de mejorar nuestro carcter.
Por ms dolorosa que pueda ser su situacin, d gracias al Padre celestial por
amarle y disciplinarle. Cuando aprendemos de la experiencia, las cicatrices del
pecado pueden llevar a la restauracin, y a una nueva y ms estrecha relacin
con nuestro Seor y Salvador.

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