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Il / Vladimir llich Lenin 11 Los comienzos de la actividad de Lenin La polémica con el populismo Lenin es, a nivel de praxis y teoria revolucionaria, una figura central de la primera mitad del siglo xx, como Marx lo fuera del xix. Circunscribir el fend- meno Lenin a la situacién histérica de la Rusia zarista significaria olvidar un elemento esencial: la personalidad especifica de Lenin, su genialidad tanto tedrica como prdctica, su complejidad y universalidad, su lucidez, su espiritu revolucionario. La II Internacional no tuvo un auténtico dirigente revolucionario, un hombre en el que la profundidad tedrica se uniese a la capacidad de valorar con lucidez cada momento histérico particular. A Bebel y Guesde les falté la primera de esas cualidades, a Lafargue la segunda. Sdlo Rosa Luxemburg puede ser comparada con Lenin por la profundidad de su ingenio, aunque entre ambos existieran notables diferencias. Por otra parte, si los més autorizados dirigentes del movimiento socialista dedicaron sus investigaciones al estudio de problemas histéricos, aportando asi una contribucién positiva al desarrollo del marxismo en el conocimiento del pasado, también es cierto que esta actividad les impidié afrontar con dedica- cién completa los problemas concretos de su época (piénsese en Kautsky, Mehring, Plejanovy, etc.). Fueron tedricos de vastisima cultura. Pero Lenin fue al mismo tiempo todo esto y algo més: fue un dirigente revolucionario, fue el lider de la revolucién. ! 1. Hasta la fecha no se ha elaborado ningin estudio marxista objetivo y concluyente sobre Ia figura de Lenin como pensador y como dirigente revolucionario. En los trabajos publicados en los paises socialistas ha faltado el valor necesario para mostrar la verdad, sin prejuicios, sobre todo por lo que respecta a los hechos que siguicron a la revolucién de octubre; los estudios de tendencia no marxista no alcanzan, por otra parte, a comprender la Idgica de una revolucién que no puede ser,valorada segiin criterios abstractamente «democraticos». Al primer grupo pertenece el Vladimir lie Lenin, a cargo de Pospelov y otros, Moskva 1960; al segundo: B. D, Wolfe, Lenin, Trotzkii, Stalin, Frankfurt a. M. 1965 y L. Fischer, Lenin, Barcelona 1969, Vladimir Mich Lenin 344 Lenin se unid al movimiento socialdemécrata ruso desde sus primeras etapas de desarrollo. Hacia 1891 formaba parte de los circulos marxistas ile- gales de Petersburgo y en 1894, después de haber terminado sus estudios en la facultad de derecho, entré en conflicto con los populistas, especialmente con V. Vorontsov. En ¢Quiénes son los «amigos» del pueblo y cémo luchan contra los socialdemécratas? (1894) y en el Contenido econdmico del populismo y su critica en el libro del sefor Struve (1895), contintia la polémica con la ideo- logfa populista, que ya habia sido mantenida con éxito por Plejanov. En estos escritos, Lenin no se limita a refutar las tesis populistas, y de modo especial las relativas al problema del capitalismo en Rusia, sino que critica también decididamente a los marxistas legales, frente a los cuales Plejanov habfa adop- tado una posicién tolerante. Especialmente interesante desde el punto de vista tedrico es la precisién leniniana del concepto sociolégico de formacién econémico-social. Tal con- cepto, que procede de Marx pero que todavia no ha sido desarrollado hasta el final, es fundamental para la sociologia marxista, puesto que contiene en sf toda la problematica relativa a las leyes especificas de desarrollo de cada época histérica y a la complejidad de su estructura. Lenin, después de haber sub- rayado que la teorfa de Marx sefiala como punto clave el modo de procurarse Jos elementos de subsistencia, puesto en relacidn con las vinculaciones entre los hombtes, escribe lo siguient Cada sistema de relaciones de produccién es, segiin la teorfa de Marx, un organismo social particular, con sus propias leyes de aparicién, de funcionamiento y de paso a una forma superior, de conversién en otro organismo social... En lugar de la dife- rencia en importante y no importante, establecié Ia existente entre Ia estructura econémica de la sociedad, como contenido, y Ia forma politica e ideolégica: el propio concepto de estructura econémica fue explicado con exactitud, refutando los puntos de vista de los economistas anteriores, que vefan leyes de la’ naturaleza alli donde s6lo existian leyes de un particular sistema de relaciones de produccién histérica- mente determinado.? Interviniendo activamente en las discusiones sobre el populismo, el movi- miento econémico, el marxismo, etc., Lenin dio una serie de conferencias y redacté una gran cantidad de articulos. Asi fue recogiendo materiales para su estudio sobre el desarrollo del capitalismo en Rusia. Por otra parte, entré en contacto con los obreros, organizé grupos clandestinos y, en 1895, fundé la primera organizacién revolucionaria: la Unién de lucha por la emancipacién de la clase obrera. Cuando preparaba la publicacién del diario ilegal Rabocee delo (La Causa Obrera), fue detenido y condenado, a comienzos de 1897, a tres afios de destierro en Siberia. Alli acabé la redaccién de El desarrollo del capi- 2. V.I. Lenin, Contenido econdmico del populismo y su critica en el libro del sefior Struve, Madrid 1974, 142.143. La polémica con el populismo 345 talismo en Rusia (1899) que no sélo es el andlisis més profundo del tema y la refutacién definitiva de las ilusiones populistas de Vorontsov, Karysev, Da- nielson, etc., sino que permitié también al propio Lenin estudiar mds a fondo que todos los demés marxistas la evolucidn real de la sociedad rusa y su estruc- tura: de aquf se derivarén sus hicidas valoraciones de las diversas situaciones histéricas concretas. Sobre la base de una documentacién muy amplia, recogida durante el perfodo que pasé encarcelado en Petersburgo, Lenin aborda el problema del desarrollo del capitalismo en Rusia exclusivamente desde el punto de vista del mercado interior, limiténdose al periodo posterior a la reforma, a los gober- nadores rusos y al aspecto econémico de ese proceso. Poniendo de manifiesto los errores tedricos de los economistas populistas, analiza, a partir de nume- rosas estadisticas y diversos estudios econémicos, el desarrollo y la diferencia- cin de la poblacién campesina, llegando a la conclusién del predominio de las relaciones econémico-sociales basadas sobre la economia de mercado: EI sistema de relaciones econémico-sociales existentes en el seno de Ia poblacién campesina (agricultores y miembros de la obscina) nos revela Ia existencia de todas las contradicciones propias de cualquier economia mercantil y de todo capitalismo: existe competencia, lucha por la independencia econémica, acaparamiento de la tierra (comprada y arrendada), concentracién de la produccién en manos de una minorfa, y_se da también el hecho de que la mayorfa se ve arrojada a las filas del proleta: riado y explotada por la minorfa mediante el capitalismo comercial y la asuncién de asalariados agricolas. No se encuentra en el seno de la poblacién campesina un solo fenémeno econémico que no revista esta forma contradictoria espectfica del régimen capitalista, es decir, que no refleje la lucha y la oposicién de intereses, y no se traduzca en un beneficio para unos y un perjuicio para otros. Es asf tanto para el arrendamiento como para la adquisicién de la tierra o para las «industrias», en sus diversas formas diametralmente opuestas; asi es también para el progreso técnico de la hacienda. Esta conclusién tiene una importancia capital para nosotros, no sdlo respecto a la cuestién del capitalismo en Rusia, sino también respecto al significado de la doctrina populista en general. Estas contradicciones nos muestran de modo evidente ¢ indiscutible que el régimen de relaciones econémicas vigentes en las aldeas (obscina) no. constituye de hecho un sistema original (eproduccién popular», etc.), sino un sistema comtin de carécter pequefioburgués. A pesar de las teorfas establecidas entre nosotros en el ultimo medio siglo, los campesinos rusos miembros de la obscina no son los antagonistas del capitalismo, sino, al contrario, su base més profunda y més sélida. > Partiendo de esta exposicién, Lenin muestra la estratificacién de la pobla- cién campesina, tipica del desarrollo capitalista. La poblacién campesina se escinde progresivamente en dos nuevos tipos de poblacién rural: burguesfa rural, 0 campesinos acomodados, y proletariado agricola, que es la clase de los obreros asalariados dotados de nadel. Ambos tipos tienen como rasgo comin 3. V. I. Lenin, Die Entwicklung des Kapitalismus in Russland, en Werke III, 167-168. Vladimir Ilich Lenin 346 el cardcter mercantil, monetario, de su economia. El eslabén intermedio entre estos dos tipos de poblacién campesina estd representado por los campesinos medios, que se caracterizan pot el hecho de que su economia mercantil est4 menos desarrollada. Lenin muestra después cémo se desarrolla el proceso de industrializacién de la agricultura, cémo se leva a cabo el trabajo asalariado en el campo y cémo evoluciona el proceso de transformacién de Ia agricultura en produccién mer- cantil. Y afirma: EI rasgo fundamental de la evolucién de la agricultura después de la reforma radica en el hecho de que ésta adquiere un carécter mercantil cada vez més acusado y al- canza de modo progresivo las caracteristicas de empresa. Por lo que se refiere a Ja hacienda de los propietarios privados, este hecho es tan evidente que no requiere més explicacién. En la agricultura campesina, en cambio, el fenémeno no puede constatarse con la misma facilidad... A causa de la naturaleza misma de la agti- cultura, su transformacién en produccién mercantil sobreviene por una via par- ticular, que no se asemeja al proceso paralelo en la industria. # Al mismo tiempo, se crea asf el mercado interior para el capitalismo y éste extiende y agudiza en gran medida, entre la poblacién campesina, sus propias contradicciones internas. «Pero, a pesar de ello, el capitalismo agrario en Rusia es, por su significado histérico, una gran fuerza progresiva». > En oposicién con los populistas, Lenin ve ese progreso en el hecho de que el capitalismo ha transformado al agricultor de «feudatario soberano» por un lado, y de campesino patriarcal dependiente, por otro, en un industrial parecido a cualquier otro empresario de la sociedad contemporénea. Ademés, el capita- lismo agrario ha dado un impulso enorme al progteso de las fuerzas productivas turales, creando la gran produccién agricola, basada en la utilizacién de mé- quinas y en la amplia cooperacién entre los obreros, y eliminando de modo definitivo la dependencia personal del agricultor. Pero al mismo tiempo que afirma el cardcter progresivo de ese proceso, Lenin apunta también sus contra- dicciones y su cardcter histéricamente transitorio. Asf (repitémoslo una vez més), aunque subrayemos la funcién histérica progresiva del capitalismo en Ia agricultura rusa, no perdemos tampoco de vista el carécter transitorio de este sistema econémico, ni las profundas contradicciones sociales que lo caracterizan. Precisamente hemos demostrado ya antes que son justamente los populistas, que no saben hacer més que gimotear a propésito de la «revolucién» capitalista, quienes juzgan con excesiva superficialidad esas contradicciones, ocul- tando Ia disgregacién de la poblacién campesina, ignorando el cardcter capitalista de la utilizacién de las m4quinas en nuestra agricultura y disimulando con expre- siones como «industrias agricolas» u «ocupaciones auxiliares» el surgimiento de una clase de obreros agrfcolas asalariados. § 4, Ibid., 314. 5. Ibid, 316. 6. Ibid., 321. La polémica con el populismo 347 Después de estas afirmaciones, Lenin se detiene de modo especial en el desarrollo del capitalismo en la industria, poniendo de manifiesto el lugar que ocupan las manufacturas, las grandes industrias, etc., en ese desarrollo. Demuestra que los andlisis desarrollados por Marx respecto a Europa occiden- tal y las conclusiones del marxismo sobre la funcién de Ja gran industria en ese proceso son plenamente vdlidas también para el caso ruso. Sdlo la gran industria mecdnica es capaz de determinar una modificacién radical de las condiciones de vida de la poblacién industrial, separdndola definitivamente de la tierra y de las antiguas relaciones de dependencia. Por otra parte, «aun des- truyendo las relaciones pattiarcales y pequefioburguesas, la gran industria me- cdnica crea, a su vez, unas condiciones que acercan entre si a los trabajadores asalariados de la agricultura y a los de la industria».” En la conclusién, Lenin vuelve a insistir sobre el hecho de que, aunque no se puede silenciar el aspecto progresivo de a transformacién capitalista, tam- poco pueden olvidarse sus facetas oscuras y negativas. Los populistas cierran los ojos ante la realidad y caen por tanto en el error de infravalorar las contra- dicciones del capitalismo ruso, disimulando la disgregacién de la poblacién campesina, la formacién de la burguesfa rural y, al mismo tiempo, la de las clases obreras asalariadas en la agricultura y en la industria. En este sentido, también la época posterior a la reforma se distingue claramente de la prece- dente, porque es en ella cuando Rusia empieza a transformarse en un pafs industrial, con todos los fenémenos concomitantes caracterfsticos de todo capi- talismo. Considerando los procesos en los que se manifiesta la socializacién del trabajo provocada por el capitalismo, Lenin afirma que la visién populista de ese fendmeno es completamente errénea. Por lo que se refiere al ritmo del pro- ceso, sostiene que es sin duda més r4pido que el mantenido en la época pre- capitalista en Rusia, pero que es todavia demasiado lento si se piensa en el nivel alcanzado por la técnica y la cultura. Y no podfa ser de otro modo —escribe como conclusién de su libro— ya que en ningtin pafs capitalista han sobrevivido tantas instituciones del pasado, que son incompatibles con el capitalismo, frenan el desarrollo y empeoran considerablemente Ia situacién de los productores, «torturados no sdlo por el desarrollo del capita- lismo, sino también por la carencia de ese desarrollo». En fin, posiblemente la causa’ més profunda de nuestro desacuerdo con los populistas radique en la dife- rencia de nuestras respectivas ideas fundamentales sobre los procesos econémicos y_ sociales. Al estudiar estos dltimos, el populista extrac unas determinadas conclu- siones moralizantes; no tiene en cuenta los diversos grupos de individuos que participan en la produccién como creadores de determinadas formas de vida; no tiende a presentar el conjunto de las relaciones econémicas y sociales como resul- tado de las relaciones existentes entre esos grupos, que tienen intereses y funciones histéticas distintas... Si el autor de estas Iineas ‘ha conseguido ofrecer elementos para esclarecer esta cuestién, podré considerar que su trabajo no ha sido indtil. ® 7. Ibid., 557. 8. Tbid., 622. Vladimir Ilich Lenin 348 El objetivo de Lenin en aquella obra no era la pura investigacidn cientifica, sino la accién social. En una sociedad tan Mena de contradicciones como la Rusia de aquel tiempo, cargada todavia de vestigios feudales, marcada por el absolutismo politico y por el capitalismo en su fase de expansin, Lenin se pro- ponfa fundamentalmente determinar si la lucha por el socialismo en Rusia tenfa algiin fundamento. Y, para ello, necesitaba resolver los problemas relativos al desarrollo del capitalismo y a la formacién de la clase obrera. Con su estudio, que figura, a nivel cientifico, entre sus obras més significativas, Lenin ofrecia, partiendo de una documentacién muy amplia, un andlisis precioso de ese pro- ceso, demostrando que el destino de Europa occidental era también el destino de Rusia, Esta comprensién profunda dio al futuro lider de la primera revolu- cién proletaria todos los elementos necesarios para entender la estructura y las transformaciones sociales de Rusia y para valorar de modo concreto los cam- bios determinados de forma progresiva en las relaciones de fuerza entre las distintas clases de la sociedad rusa 12 Los problemas del movimiento socialista y del partido Mientras Lenin permanecfa en el exilio, Ja socialdemocracia rusa celebré su primer congreso, en Minsk, en 1898. Al volver del destierro (1900), Lenin se trasladé al extranjero para establecer contacto con los socialdemécratas rusos y colaboré en la fundacién de Iskra (La Chispa), que fue el perfodo que preparé el segundo congreso del Partido Socialdemécrata de Rusia. EI vigoroso desarrollo del proletariado y del movimiento espontdneo de masas y la difusién del revisionismo en el marco de la II Internacional encon- traron también amplio eco en Ia socialdemocracia rusa, donde empezaron a circular las teorias de la «espontaneidad» y del «economicismo», los intentos de unit las doctrinas de Marx y las de Kant, etc. Este perfodo, iniciado ha- cia 1897, fue definido ast por Lenin: Es el perfodo de dispersién, de disgregacién, de vacilacién, Como enronquecen los adolescentes al cambiar la voz, también a la socialdemocracia rusa de aquel perfodo se le quebré la voz y empezé a dar notas falsas, por una parte, en las obras de los sefiores Struve y Prokopovich, Bulgakov y Berdiaev, y, por otra, en las de V.L-n y R. M, de B. Kritchevski y Martinov. Pero sélo los dirigentes iban cada uno por su lado y retrocedian: el movimiento mismo continuaba creciendo y haciendo gigan- tescos progresos. La lucha proletaria englobaba nuevos sectores de obreros y se propagaba por toda Rusia, contribuyendo a la vez indirectamente a avivar el espiritu democratico entre los estudiantes y entre las demas capas de la poblacién. Pero la conciencia de los dirigentes cedié ante la envergadura y la fuerza del auge espon- tdnco. Entre los socialdemécratas predominaba ya otra clase de gente: los militantes formados casi exclusivamente en el espiritu de la literatura marxista «legal», cosa tanto més insuficiente cuanto més alto era el nivel de conciencia que reclamaba de ellos la espontaneidad de las masas. Los dirigentes no sélo quedaban rezagados tanto en el sentido tedrico («libertad de critica»), como en el terreno practico («métodos primitivos de trabajo»), sino que intentaban defender su atraso recu- triendo a toda clase de argumentos rimbombantes. El socialdemocratismo era reba- jado al nivel del tradeunionismo tanto por los brentanistas de la literatura legal como por los seguidistas de la ilegal. ! 1. VI. Lenin, ¢Qué hacer?, en Obras escogidas 1, Moscii s. £., 269. Vladimir Ilich Lenin 350 En esta situacién, la lucha teérica de Lenin iba a adquirir un peso decisivo en la determinacién de las caracteristicas y la funcién de la socialdemocracia. Sus concepciones, apoyadas en el principio de que «sin teorfa revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario» *, se distinguieron netamente, por su profundidad, de las posturas habituales en el movimiento obrero. * La teoria de la «espontaneidad» que, como ya hemos dicho, no era espect- ficamente rusa, puesto que estaba vinculada al reformismo, al sindicalismo, al tradeunionismo, es decir, a fenémenos muy difundidos en el movimiento obre- ro internacional, fue rechazada por Lenin, porque «todo lo que sea inclinarse el movimiento obrero ante la espontaneidad, todo lo que sea rebajar el papel del “‘clemento consciente”, el papel de la socialdemocracia, equivale —inde- pendientemente de la voluntad de quien lo hace— a fortalecer la influencia de la ideologia burguesa sobre los obreros»*. Admitiendo la tesis de Kautsky segtin la cual al comienzo del movimiento obrero la ideologfa socialista ha de ser elaborada necesariamente por los intelectuales, a causa de la divisién del tra- bajo, que impide que los obreros se dediquen a las cuestiones teéricas, Lenin plantea una alternativa muy clara: ideologia burguesa o ideologfa socialista. Puesto que el movimiento obrero tiende en su desarrollo espontaneo a subor- dinarse a Ja ideologfa burguesa, «nuestra tarea, la tarea de la socialdemocra- cia, consiste en combatir la espontaneidad, hacer que el movimiento obrero abandone esta tendencia espontanea del tradeunionismo a cobijarse bajo el ala de la burguesia y atraerlo hacia el ala de la socialdemocracia revolucionaria». 5 La concepcién de la espontaneidad se traduce en gran medida en la teorfa reformista del «economicismo», tendencia promovida por el ala oportunista de la socialdemocracia internacional. Lenin no se oponia a la lucha econémica, pero subrayaba que ésta impulsa a los obreros a plantearse sélo los problemas que afectan a las relaciones entre el gobierno y la clase obrera: esta perspectiva resulta por tanto demasiado estrecha para que pueda desarrollarse dentro de ella la conciencia politica de la clase obrera. 2. Ibid., 137. 3. Véanse las conclusiones que extrajo de su estudio. A propésito, por ejemplo, de la tesis de Engels, todavia actual, segtin la cual «no conviene tampoco en absoluto al movimiento que los obreros de una nacién cualquicra marchen al frente del mismo», escribfa Lenin: «Al proletatiado uso le estén reservadas pruebas inconmensurablemente mas duras ‘atin (que las sufridas por el prole- tariado alemsn a las que se referia Engels); tendré que luchar contra un monstruo, en comparacién. con el cual la ley de excepcién en un pafs constitucional parece un verdadero pigmeo, La historia plantea hoy ante nosotros una tarea inmediata, que es la més revolucionaria de todas las tareas inmediatas del proletariado de cualquier otro pats. La realizacién de esta tarea, la demolicién del mds poderoso baluarte, no ya de la reaccién europea, sino también (podemos ‘decitlo hoy) de la reaccién asidtica, convertitfa al proletariado ruso en ia vanguardia del proletariado revolucionario internacional. Y ‘tenemos el derecho de esperar que obtendremos este titulo de honor, que ya nues- tros predecesores, los revolucionarios de la década del 70, han merecido, siempre que sepamos ins- pirar a nuestro movimiento, mil veces mds vasto y profundo, la misma decisién abnegada y la misma energia»: Ibid., 140. 4. Ibid., 148, 5. Ibid., 150. El movimiento socialista y el partido 351 La conciencia politica de clase no se le puede aportar al obreto més que desde el exterior, esto es, desde fuera de la lucha econémica, desde fuera de la esfera de las relaciones entre obreros y patronos. La tinica esfera en que se pueden encontrar estos conocimientos es la esfera de las relaciones de todas las clases y capas con el estado y el gobierno, Ia esfera de las relaciones de todas las clases entre sf. Por eso, a la pregunta ¢«Qué hacer para aportar a los obreros conocimientos poli. ticos?», no se puede dar tinicamente la respuesta con la que se contentan, en la mayoria de los casos, los militantes dedicados al trabajo préctico, sin hablar ya de los que se inclinan al «cconomicismon, a saber: «Hay que it a ios obreros». Para aportar a los obreros conocimientos politicos, los socialdemécratas deben it @ ‘odas las clases de la poblacién, deben enviar a todas partes destacamentos de su ejézcito, § Por todas estas razones, y por las dificiles condiciones de la lucha de la clase obrera en Rusia, elaboré Lenin su concepcién del partido como organizacién de revolucionarios, que provocarfa después la escisién en Ja socialdemocra- cia rusa: La organizacién de los revolucionarios debe englobar ante todo y sobre todo a gentes cuya profesién sea la actividad revolucionatia (por ¢s0, yo hablo de una organizacin de revolucionarios, teniendo en cuenta a los revolucionarios social. demécratas). Ante esta caracteristica general de los miembros de una tal organiza. cién debe desaparecer en absoluto toda distincién entre obreros e intelectuales, por no hablar ya de la distincién entre las diverses profesiones de unos y otros, Esta organizicién, necesariamente, no debe de ser muy extensa, y es preciso que sca lo inds clandestina posible. 7 Estas tesis adquirieron gran importancia. Lenin estaba convencido de que, al menos en Rusia, el movimiento obrero se estaba acercando a un perfodo revolucionario. Se trataba, por tanto, de preparar una fuerza de choque del proletariado. Pero los socialdemécratas rusos y de otros paises, aferrados a posturas reformistas y oportunistas, tenfan que combatir necesariamente el «radicalismo» de Lenin. En el segundo congreso del Partido Obrero Socialdemécrata de Rusia, celebrado en Bruselas y Londres en 1903, se desencadenaron grandes polémi. cas, centradas fundamentalmente sobre la cuestién del primer pdrrafo de los estatutos del partido. Se propusieron dos textos, uno de Lenin y otro de Martov. Martov mantenia una concepcién «liberal» respecto a la organizacién del partido, mientras que Lenin exigia que no se limitasen a considerarse social- demécratas e imponfa que todos los afiliados trabajasen activamente en el par- tido, en una de sus organizaciones. «El proletariado no tiene mas arma que la organizacidn en la lucha por el poder» *, escribirfa poco después en Un paso adelante, dos pasos atras, precisando que 1a cuestién organizativa es un punto central y, en determinados momentos, decisivo. 6. Ibid., 183. 7. Ibid., 211. 8. V.I. Lenin, Un paso adelante, dos pasos atrés, en Obras escogidas I, 465. Viadimir Ilich Lenin 352 En el congreso de 1903, la mayorfa se alined junto a Lenin, pero el érgano de prensa del partido, Iskra, quedé en manos de la minorfa (mencheviques), ala que més tarde se adherirfa también Plejanov. La cuestién fue explicada asi por Lenin En el fondo, ya en las discusiones habidas con respecto al articulo primero comenzé a despuntar toda la posicién de los oportunistas en el problema de organizacién: su defensa de una organizacién del partido difusa y no fuertemente cimentada; su hos. tilidad a la idea («burocrética») de estructurar el partido de arriba abajo, a base del congreso del partido y de los organismos por él creados; su tendencia a ir de abajo atriba, permitiendo que se consideren miembros del partido cualquier profesor, cualquier estudiante de bachillerato y «todo huelguista»; su hostilidad al «forma- lismo» que exige a un miembro del partido la pettenencia a una de las organiz ciones reconocidas pot éste; su propensién a la psicologia del intelectual burgués, dispuesto tan solo a «reconocer platénicamente las relaciones de organizacién»; Ja facilidad con que se entregan a elucubraciones oportunistas y a frases anérquicas; su tendencia al autonomismo en contra del centralismo; en ‘una palabra, todo lo Que florece ahora exhuberantemente en la nueva Iskra, contribuyendo cada vez mas una palmaria y completa aclaracién del error cometido en un principio. ° El enfrentamiento se manifesté también en la cuestidén agraria. Lenin sos- tenfa la tesis de la alianza entre proletarios y campesinos en la revolucién. Y los contrastes se hicieron atin mds agudos durante la revolucién de 1905. La derrota sufrida por el zarismo en la guerra con Japén, que demostré una vez més la debilidad y el atraso de la autocracia rusa, y el «domingo san- griento» (enero de 1905), es decir, la masacre de obreros que se manifestaban pacificamente, provocaron una rebelién espontdnea que se convirtié muy pron- to en revolucién. La postura que adoptaron, en los acontecimientos de esta revolucidn, Le- nin, por un lado, y Plejanov y los mencheviques, por otro, tuvo una gran importancia hist6rica. Plejanov afirmaba que en las condiciones histéricas de Rusia correspondfa a la burguesfa Hevar a cabo su revolucién y derrocar al zarismo; Lenin, por su parte, partfa de datos reales y de Ja auténtica relacién de fuerzas y ofrecta un andlisis dialéctico ejemplar de una situacién histérica concreta, que no evoluciona jamés siguiendo esquemas abstractos, sino que resulta modificada y condicionada en cada uno de sus momentos particulars. La revolucién habria de tener necesariamente en Rusia un cardcter burgués. Pero, por la concreta y especifica posicién tanto de la burguesia como del pro- letariado, adquiria, necesariamente, unos matices peculiares. 9. Tbid., 282. Rosa Luxemburg escribié un articulo contra esta obra en Die Neue Zeit (cf. Rosa Luxemburg, Problemas de organizacion de la socialdemocracia, en Teoria marxista del partido poli. tico, Cérdoba, Argentina, 31972, 41 s) reprochando a Lenin el haber enunciado tesis que no habia formulado en’la forma que se le atribufa (omnipotencia del comité central, monopolio de la direc- cidn, jacobinismo, etc.). La respuesta de Lenin, que Kautsky se neg a publicar, se encuentra en Obrat comotetes VIT, Buenos Aires 1959, 479-490; cf., ademds, Teoria marxista del partido poli- tico, 65 s. El movimiento socialista y el partido 353 La victoria de la revolucién burguesa —escribia Lenin en 1908— es imposible para nosotros como victoria de la burguesia. Parece paradéjico, pero es un hecho. La pre- ponderancia de la poblacién campesina, su terrible opresién por parte de la gran propiedad fundiaria (medio) feudal, la fuerza y la conciencia del proletariado ya organizado en un partido socialista, todas estas citcunstancias confieren a nuesira revolucién burguesa un cardcter singular. Tal singularidad no excluye el carécter burgués de 1a revolucién (como han intentado hacer creer Martov y Plejanov en sus més que inconcluyentes observaciones sobre la postura de Kautsky). Esta singula- ridad s6lo condiciona el cardcter contrarrevolucionario de nuestra burguesia y la necesidad de instaurar la dictadura del proletariado y de los campesinos para al- canzar la victoria en esta revolucién. La «coalicién del proletariado y de los cam- pesinos», que permite la victoria en la revolucién burguesa, no es en realidad otra cosa que la dictadura democrética revolucionaria del proletariado y de los cam- pesinos. 19 Estos andlisis leninianos, como tantos otros realizados durante y después de octubre de 1917, constituyen un pattimonio precioso para el movimiento obrero revolucionario: lo importante es no acercarse a la historia con ideas preconcebidas, no encerrar el dindmico y original curso de los acontecimientos en esquemas ya preparados de antemano. Polemizando con Plejanov, observa Lenin acertadamente: El, transgrediendo los principios clementales del marxismo, deduce del «concepto general» de la revolucién burguesa la postura concreta de los socialdemécratas rusos hacia los cadetes, en vez de duducir del estudio de las particularidades reales de la revolucién burguesa rusa el concepto general de las relaciones reciprocas entre bur- guesfa, proletariado y campesinos en la Rusia de hoy. !! En Rusia estaban estableciéndose unas relaciones sociales burguesas, es decir, se estaba siguiendo la linea general de desarrollo de la sociedad moderna. Pero esta tendencia general se realizaba en el cuadro de una situacién especi- fica: la burguesfa luchaba contra la autocracia y el feudalismo, pero tenia que habérselas al mismo tiempo con un proletariado fuerte y organizado. Lenin captaba por tanto el cardcter especifico de la revolucién rusa y no se hacia ilusiones respecto al cardcter de la burguesia rusa, mientras que Plejanov y los mencheviques —como harian después, en 1918, casi todos los socialdeméd- 10. V. I. Lenin, Zur Einschitzung der russischen Revolution, en Werke XV, 45-46. 11, V.T. Lenin, Vorwort zur russischen Ausgabe der Broschiire: W. Liebknecht, «Kein Kom- promiss, kein Wablbiindnis», en Werke XT, 405, Véase ademds cémo enuncia Lenin, ‘en el prdlogo a la edicidn rusa del folleto de Kautsky sobte la tevolucién en Rusia, el principio metodolégico del andlisis concreto de una determinada situacién revolucionaria: «... deducir tesis concretas sobre una determinada téctica en un caso concreto, sobre la postura con respecto a los distintos partidos de la democracia burguesa, desde un Iugar comin, el ‘caricter general” de la revolucidn, en lugar de deducir el “‘carécter general de la revolucién rusa” a partir del andlisis de los datos concretos sobre los intereses y posiciones de las diferentes clases en la revolucién rusa, éno es todo ello una falsi- ficacién? gno es una burla descarada del materialismo dialéctico de Marx?»: Vorwort zur russischen Ausgabe der Broschiire K. Kautsky, en Werke XI, 411. 23. A. Vladimir Ilich Lenin 354 cratas alemanes y austrfacos, incluido Kautsky— se atenfan al criterio forma. lista de la evolucién historica y dejaban a la burguesta, palmariamente incohe- rente, la tarea de guiar la revolucién. Lenin, aplicando de modo genial su pensamiento dialéctico, ofrecié, en el curso mismo de la revolucién, anélisis ejemplares. Veamos Jo que escribia en Dos tacticas de la socialdemocracia en la revolucién democratic Debemos darnos cuenta de un modo exacto de las fuerzas sociales reales que se enfrentan con el zarismo (es una fuerza completamente real y comprensible para todos) y que son capaces de obtener la «victoria decisiva» sobre el mismo. Esta fuerza no puede ser la gran burguesia, los terratenientes, los fabricantes, la «soci dad» que sigue a las gentes de Osvobozhdenie, Vemos que ellos ni siquiera desean tuna victoria decisiva, Sabemos que son incapaces, por su situacién de clase, de una lucha resuelta contra el zarismo: para ir a la lucha decisiva, la propiedad privada, cl capital, la tierra son un lastre demasiado pesado. Tienen demasiada necesidad del zarismo, con sus fuerzas policfaco-burocraticas y militares, contra el proletariado y los campesinos, para que puedan aspirar a la destruccién del zarismo. No, la fuerza capaz de obtener la «victoria decisiva sobre el zarismo» no puede ser més que el pueblo, es decir, el proletariado y los campesinos, si se toman las grandes fuerzas fundamentales, distribuyendo la pequefia burguesfa rural y urbana (asimismo «pue- blo») entre uno y los otros. «La victoria decisiva de la revolucidn contra el zarismo» es la dictadura democritica revolucionaria del proletariado y de los campesinos. Nuestros neoiskristas no se podrin zafar de esta conclusién indicada hace ya tiempo por Vperiod. No hay nadie més que pueda obtener la victoria decisiva sobre el zarismo. !2 Durante la revolucién de 1905, Lenin definié también la téctica del prole- tariado, que habria debido aliarse sobre todo con los campesinos para destrozar Ia resistencia de la autocracia y neutralizar la incoherencia de la burguesfa, y por consiguiente, para pasar a la revolucién socialista habria que llevar a cabo la alianza con los elementos semiproletarios de las ciudades y de los campos, para destrozar la resistencia de la burguesfa y neutralizar la incoherencia de la pequefia burguesfa. Los soviets, constituidos en el curso de Ia revolucién, fue- ron considerados por Lenin como la base del poder revolucionario de la clase obrera. 12, V. I, Lenin, Dos técticas de la socialdemocracia en la revolucién democritica, en Obras escogidas I, 512-513. Osvobozdentsy = responsables de la orientacin de la revista Osvobozhdenie (La Liberacidn), dirigida por Struve, érgano de la burguesia liberal mondrquica. Vperiod = Adelante. 13 Cuestiones filosdéficas EI fracaso de Ja revolucién de 1905 tenfa que reflejarse_necesariamente sobre las posiciones ideales de la socialdemocracia, en cuyas filas aumentaron las vacilaciones y las dudas, as{ como la influencia del revisionismo y del pen- samiento burgués. Algunos rompieron con el marxismo; otros, de tendencia bolchevique o menchevique, se aproximaron al neokantismo, a Ostwald, Mach y Avenarius. En 1908 aparecié una antologia de articulos de Bazarov, Bogda- nov, Lunacharski, Berman, Helfond, Yuskevitch y Suvorov, titulada Ensayos sobre la filosofia del marxismo e inspirada en las posturas del empirocriticismo. A ellas se remitian también —ademés de al Empiriomonismo (1905) de Bogda- nov— La dialéctica a la luz de la moderna teoria del conocimiento de Berman, Materialismo y realismo critico de Yuskevitch, Construcciones filosdficas del marxismo de Valentinov. Plejanov se enfrenté con esas posiciones, fundamen- talmente con la de Bogdanov, pero Lenin no quedé completamente satisfecho con el planteamiento plejanoviano. En una carta a Gorki, del 24 de marzo de 1908, escribfa lo siguiente: En el fondo, Plejanov tiene toda la raz6n contra ellos, pero no sabe, o no quiere, © la pereza mental le impide decir las cosas concretamente, simplemente, sin asustar demasiado al piiblico con sutilezas filoséficas. Pero yo se lo diré a mi modo, cueste lo que cueste. ! Bogdanov, Bazarov, Lunacharski eran bolcheviques y Lenin no querfa que las divergencias filos6ficas provocasen rupturas de cardcter politico, En su cortespondencia con Gorki subrayé, de hecho, que las disensiones se hubieran limado si se hubiese conservado la unidad respecto a los problemas de la revo- lucién, de la dictadura del proletariado y del socialismo. 1. V. I, Lenin, carta a Maximo Gorki del 24 de marzo de 1908. Vladimir Ilich Lenin 356 Por supuesto, Lenin no podia consentir que la gnoseologfa materialista fuera sustituida por la gnoseologia del empiriocriticismo, que Ia dialéctica en- gelsiana fuese tachada de mistica y que el materialismo fuese rechazado con una apelacién a las adquisiciones cientificas més recientes. Por todo ello, redacté un trabajo titulado Materialismo y empiriocriticismo, que terminé en Londres y Paris a finales de 1908. El libro aparecié el aiio siguiente en Pe- tersburgo. Materialismo y empiriocriticismo tiene un claro sabor polémico, A Lenin le interesaba fundamentalmente esclarecer la situacién: mostrar cémo las tesis del empiriocriticismo estaban en contradiccién con el marxismo y cémo éste no puede conciliarse con ninguna variante del idealismo. A través de un minucioso andlisis de las concepciones de Avenarius, Mach, etc., Lenin tiende a poner de manifiesto su cardcter idealista. Contra la tesis central del machismo —el mun- do objetivo como conjunto de sensaciones y unidad indisoluble entre sujeto y objeto—, sostiene él, con Plejanov, que tal tesis conduce necesariamente al idealismo, y afirma: EI materialism, de completo acuerdo con las ciencias naturales, considera la materia como Io primero y considera como secundario la conciencia, el pensamiento, la sen- sacidn, ya que en forma claramente expresada, la sensacidn estd ligada tan sélo a las formas superiores de la materia (materia orgénica), y «en los cimientos del edificio mismo de la materia» s6lo puede suponerse la existencia de una facultad andloga a la sensaci6n. ? Lenin plantea el problema de modo radical: 0 se sigue la linea del materia. lismo y se reconoce en la materia el dato primario, o bien se sigue la linea del idealismo y se transforma la realidad objetiva en un conjunto de sensaciones. El acento del estudio leniniano recae sobre este punto, porque aqui reside el problema fundamental de la polémica: Esto es precisamente materialismo: la materia, actuando sobre nuestros érganos de los sentidos, suscita la sensacidn, La sensacién’ depende del cerebro, de los nervios, de la retina, etc., es decir, de la materia organizada de determinada manera. La exis, tencia de la materia no depende de la sensacién. La materia es lo primario. La sen- sacién, el pensamiento, la conciencia es el producto supremo de la materia orga. nizada de un modo especial. Tales son los puntos de vista del materialismo en. general, y de Marx y Engels en particular. 3 Convendrd sefialar aqui, en relacién con Ja interpretacin de estas posturas leninianas, que son en realidad las del materialismo y, por consiguiente, en 2. V. I. Lenin, Materialismo y empiriocriticismo, México 1967, 32. Y unas paginas més ade- Tante: «... es Idgico suponer que toda la materia posee una facultad esencialmente semejante a la sensacin; Ta faculrad de reflejar ef mundo exterior...»: Ibid., 77. 3. Ubi Cuestiones filoséficas 357 cierto sentido, son también las posturas de Marx y Engels‘. Sélo que, como hemos visto antes, para Marx el problema de la existencia de la naturaleza independientemente de la conciencia humana es completamente secundario, Por cuanto se trata de un dato admitido por cualquier tipo de materialismo e incluso por gran parte del idealismo, Para Marx, limitarse a esta posicién sig- nifica caet en la contemplacién y, por consiguiente, hacer todavia més dificil Ja solucién de la problemética histérico-antropoldgica, que es esencial, Marx pone el énfasis en la transformacién de la realidad social y natural: aqui reside el fundamento de Ia historia humana y del conocimiento del mundo por parte del hombre. Lenin, en cambio, parte de la concepcién materialista clésica de la relacién sujeto-objeto y no sitéa a la praxis como horizonte fundamental de la interpretacién marxista del hombre y del conocimiento humano Ast, cuando habla de la praxis en Materialismo y empiriocriticismo, lo hace fundamentalmente como de un criterio de verificacién, que es una cuestién secundaria. Con su perspicacia habitual, Lenin se guarda muy bien de convertir en algo absoluto el criterio mismo de la praxis: EI punto de vista de la vida, de la préctica, debe set el punto de vista primero y fundamental de la teoria del conocimiento. Y conduce infaliblemente al materis. lismo, apartando desde el comienzo mismo Ins elucubraciones interminables de la escoléstica profesoral. Naturalmente, no hay que olvidar aqui que el. critesio de la préctica no puede nunca, en el fondo, confitmar o refutar completamente una representacién humana, cualquiera que sea. Este criterio también es lo bastante na. ciones es «imposible! En segundo lugar, también las guerras civiles son guerras. Quien reconoce la lucha de clases no puede negarse a aceptar las guerras civiles que, en toda sociedad dividida en clases, son la prolongacién, el desarrollo, la agu. dizacién natural y, en determinadas circunstancias, inevitable de la lucha de clases ‘Todos los grandes'revolucionarios lo confirman, Negar las guerras civiles u olvidatlas significaria caer en el oportunismo més extremo y renunciar a la revolucién socia- lista, En tercer lugar, la victoria del socialismo en un solo pais no excluye de hecho, y de un golpe, todas las guerras. Al contrario, las presupone. El desarrollo del capi. talismo se realiza en los diversos paises de un modo extraordinariamente desigual Y no podria ser de otra manera en un régimen de produccién mercantil. De aqui la inevitable conclusién: el socialismo no puede triunfar simulténeamente en todos Jos paises. Triunfard primero en uno o varios paises, mientras otros seguirdn siendo, durante un cierto periodo de tiempo, paises burgueses 0 preburgueses. Este hecho no slo provocaré fricciones, sino también la abierta tendencia de la burguesfa de los demés paises a destruir'al proletariado victorioso del estado socialista. En tal caso, Ja guerra por nuestra parte serfa legftima y justa. Seria una guetta por el socialismo, por la emancipacién de los demis pueblos de lz opresién de la bur- guesia, Engels tenia toda la razén cuando, en su carta a Kautsky del 12 de sep- tiembre de 1882, reconocia expresamente la posibilidad de «guerras defensivas» del socialismo ya triunfador. El se referia precisamente a la defensa del proletariado victorioso contra Ja burguesta de los demés paises... A nivel tedrico serfa un grave error olvidar que toda guerra no es més que la continuacién de la politica con otros medios; la guerra imperialista actual es la continuacién de la politica imperialista de dos’ grupos de grandes potencias; y esta politica ha sido creada y alimentada por el conjunto de relaciones existentes en la época del imperialismo. Pero esta misma época debe crear y_alimentar también necesatiamente la politica de lucha contra la opresién nacional y la politica de lucha del proletariado contra la bur- guesfa; y ésta, por consiguiente, debe hacer posibles e inevitables, ante todo, las insurrecciones y guerras nacionales revolucionarias y, después, las guerras ¢ insurrec- ciones del proletariado contra Ia burguesfa y, por fin, la fusién de estas dos formas de guerra revolucionaria, etc, 5 5. V.1. Lenin, El programa militar de la revolucién proletaria, en Obras escogidas 1, 800-802. Lenin habia egado a esta conclusién de extrema importancia sobre la posibilidad de Ia victoria del socialismo en un solo pais, un afo antes, en un articulo sobre los estados unidos de Europa «La desigualdad del desarrollo 'aconémico y politico es una ley absoluta del capitalismo. De aqui se deduce que es posible que el socialismo triunfe primeramente en unos cuantos paises capitalistas, © incluso en un solo pais capitalista»: La consigna de los estados unidos de Europa, en Obras escogidas I, 687. 24 A. Viadimir Ilich Lenin 370 No es necesatio subrayar en qué medida han contribuido estas indicaciones a orientar a las fuerzas socialistas de cada pais en sus luchas, no sdlo por la liberacién social, sino también por la nacional. Entretanto, y en relacién con la guerra imperialista y la bancarrota total de la II Internacional, en cuyas concepciones se habia desvanecido por com- pleto Ia naturaleza y la esencia del imperialismo, Lenin intenté ofrecer a los comunistas una visién clara de las caracteristicas principales del imperialismo como sistema econémico-politico y extraer de este andlisis las perspectivas de lucha para todas las fuerzas revolucionarias. ‘Antes que Lenin, el economista burgués J. A. Hobson y el marxista R. Hilferding habfan realizado ya importantes aportaciones a esta problemé- tica, Lenin Ilevé el estudio hasta sus ltimas consecuencias. Coincidiendo con ellos en la tesis de que el imperialismo es, por su naturaleza econdmica, capi- talismo monopolista, mostré cémo este simple hecho bastarfa para determinar la posicién histérica del imperialismo, en cuanto que el monopolio capitalista, desarrollado sobre la base de la libre competencia, implicaba ya el paso a un orden econémico y social superior, Lenin situaba la transformacién del capitalismo de libre competencia en capitalismo monopolista en los comienzos del siglo xx. EI monopolio es un producto de la concentracién de la produccién en un grado muy clevado de su desarrollo... Los monopolios han venido a recrudecer la pelea por la conquista de las més importantes fuentes de materias primes... El monopolio ha surgido de los bancos... El monopolio ha nacido de la politica colonial. 6 Lenin analizaba ante todo Ja funcién de los bancos en la fase més reciente de desarrollo del capitalismo, poniendo al mismo tiempo de manifiesto la estrecha conexién del capital bancario y el capital industrial y la dependencia cada vez més completa del capital industrial respecto de la banca. De ahi la formacién del capital financiero y de una oligarquia financiera como nuevo momento especifico de tal movimiento: Es propio del capitalismo en general el separar la propiedad del capital y la apli- cacién de éste a la produccidn, el separar el capital monetario y el industrial o productivo, el separar al rentista, que vive solo de los ingresos procedentes del capital monetario, y al patrono y a todas las personas que participan directamente en Ia gestién del capital. El imperialismo, 0 dominio del capital financiero, es el capitalismo en su_grado més alto, en el que esta separacién adquiere unas propor- ciones inmensas. El predominio del capital financiero sobre todas las demés formas de capital implica el predominio del rentista y de la oligarqufa financiera, la situa- cién destacada de unos cuantos estados, dotados de «potencia» financiera, entre todos los demas. 7 6. V. 1. Lenin, El imperialismo, fase superior del capitalismo, en Obras escogidas 1, 794, 7. Ibid, 739. Los problemas del imperialismo 371 Lenin sefialaba después otra caracteristica del imperialismo en la exporta- cién del capital: mientras el capitalismo de libre competencia se caracteriza por la exportacién de mercancias, en el capitalismo modern domina la expor- tacién de capital, y por este camino un némero cada vez mayor de paises se ve involucrado en el proceso mundial del capitalismo, pero también reducido a una situacién de dependencia creciente respecto de los paises imperialistas mas fuertes. El mundo queda asf repartido entre las mayores potencias capitalistas, que luchan entre sf por las esferas de influencia. El colonialismo de todo tipo es una caracterfstica fundamental de la época actual: Puestos a hablar de la politica colonial de la época del imperialismo capitalista —escribe Lenin— es necesario hacer notar que el capital financiero y la politica internacional correspondiente, la cual se traduce en la lucha de las grandes potencias por el reparto econémico y politico del mundo, originan abundantes formas fran. sitorias de dependencia estatal. Para esta época son tipicos no sdlo los dos grupos fundamentales de paises —los que poseen colonias y las colonias—, sino también las formas variadas de pafses dependientes que, desde un punto de vista formal, politico, gozan de independencia, pero que en realidad se hallan envueltos en las redes de la dependencia financiera y diplomatica. * Segtin la concepcién Ieniniana, el imperialismo ha nacido como una forma directa de desarrollo de las caracterfsticas fundamentales del capitalismo; es un proceso de sustitucién de la libre competencia capitalista por los monopolios capitalistas, que coexisten con ella, provocando una serie de violentas contra- dicciones y conflictos; el monopolio es el paso del capitalismo a un orden superior. Una definicién adecuada, aunque naturalmente esquematica, deberia incluir por tanto estas caracterfsticas esenciales, junto con las demas, de las que se ha dicho: Por eso, sin olvidar lo convencional y relativo de todas las definiciones en general, que jam4s pueden abarcar en todos sus aspectos las relaciones de un fenémeno en su desarrollo completo, conviene dar una definicién del imperialismo que contenga los cinco rasgos fundamentales siguientes: 1) la concentracién de la produccién y del capital legada hasta un grado tan elevado de desarrollo, que ha creado los monopo- lios, los cuales desempefian un papel decisivo en la vida econémica; 2) la fusién del ‘capital bancario con el industrial y la creacién, sobre la base de este «capital financieto», de la oligarqufa financiera; 3) la exportacién de capitales, a diferencia de la expottacién de mercancias, adquiere una importancia particularmente grande; 4) la formacién de asociaciones internacionales monopolistas, las cuales se reparten el mundo; y 5) la terminacién del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas mds importantes. El imperialismo es el capitalismo en la fase de desarro- Ilo en que ha tomado cuerpo la dominacién de los monopolios y del capital finan- ciero, ha adquirido sefialada importancia la exportacién de capitales, ha empezado el reparto del mundo por los trusts internacionales y ha terminado el reparto de toda la tierra entre los paises capitalistas mas importantes. 9 8. Ibid., 762. 9. Ibid., 765. Vladimir Tlich Lenin 372 A diferencia de Hilferding, Lenin descubre otro aspecto importante de la realidad del imperialismo, que él define como parasitismo y putrefaccién. Todo monopolio, observa, lleva necesariamente al estancamiento; asi surge la posi- bilidad econémica de frenar artificialmente el progreso técnico. Por supuesto, la competencia impulsa necesariamente a adoptar innovaciones técnicas, pero «la tendencia al estancamiento y a la descomposicién, inherente al monopolio, sigue obrando a su vez, y en ciertas ramas de la industria y en ciertos paises hay perfodos en que Ilega a imponerse». Consecuencias de este movimiento son una acumulacién ingente de capital en pocos paises y el incremento del grupo de rentistas, personas que viven del «corte de cupén», sin participar en ninguna actividad productiva. De modo similar, también los estados mds fuertes se convierten en estados ren- tistas que, con sus enormes superbeneficios, influyen sobre el propio movi- miento obrero. En relacidn con estos problemas, y en abierta discusién con los socialdemé- cratas defensores del imperialismo, Lenin analizé un importante fenémeno aparecido en el movimiento obrero internacional: el fendmeno del oportu- nismo, del socialchauvinismo, de la colaboracién con la burguesfa, etc. Lenin sefialé que los elevados beneficios de los capitalistas hacen posible la corrup- cién de determinados estratos obreros, atrafdos hacia el campo de la burguesia de una rama industrial concreta o de una nacién contra todas las demés. La escisién internacional de todo el movimiento obrero se muestra ahora con toda nitidez (II y III Internacional). La lucha armada y la guerra civil entre las dos tendencias es también un hecho evidente... ¢Dénde esta la base econémica de este fenémeno histérico universal? Se encuentra precisamente en el parasitismo y en la descomposicién del capitalismo, inherentes a su fase histérica superior, es decir, al imperialismo. Como lo demos. tramos en este folleto, el capitalismo ha desglosado ahora un pufiado (menos de una décima parte de la poblacién de la tierra, menos de un quinto, calculando «por todo Jo alto») de paises particularmente ricos y poderosos, que con el simple «corte del cupén» saquean a todo el mundo. La exportacién de capital da ingresos que se elevan a ocho o diez mil millones de francos anuales, de acuerdo con los precios de antes de la guerra y segtin las estadisticas burguesas de entonces. Naturalmente, ahora son mucho mayores Es evidente que tan gigantesca superganancia (ya que se obtiene por encima de la ganancia que los capitalistas exprimen a los obreros de su «propio» pais) permite 10. Ibid., 774. Es evidente que Lenin no negaba de hecho las posibilidades de desarrollo del capitalismo. Véase lo que escribia en este mismo texto: «Serfa un error creer que esta tendencia a la descomposicién descarta el rdpido crecimiento de! capitalismo. No; ciertas ramas industriales, ciertos sectores de la burguesia, ciertos paises manifiestan en la época del imperialismo, con mayor ‘© menor intensidad, ya una ya otra de estas tendencias. En su conjunto, el capitalismo crece con una rapidez incomparablemente mayor que antes, pero este crecimiento no sélo es cada vez més desigual, sino que la desigualdad se manifiesta asimismo, de un modo particular, en la descom- posiciGn de los paises donde el capital ocupa las posiciones més firmes (Inglaterra)»: Ibid., 795. Los problemas del imperialismo 373 corromper a los ditigentes obreros y a la capa superior de la aristocracia obrera. Los capitalistas de los paises «adelantados» los corrompen y lo hacen de mil ma. netas, directas ¢ indirectas, abiertas y ocultas. Esa capa de obreros aburguesados o de «aristocracia obreran, enteramente pequ burgueses por su género de vida, por sus emolumentos y por toda su concepcién del mundo, es el principal apoyo de la II Internacional y, hoy dia, el principal apoyo social (no militar) de la burguesia, Porque son verdaderos agentes de la bar. guesta en el seno del movimiento obrero, lugattenientes obreros de la clase de los capitalistas (labour lieutenants of the capitalist class), verdaderos vehiculos del re. formismo y del chauvinismo. En la guerra civil entre el proletariado y la burguesia se colocan inevitablemente, en ntimero considerable, al lado de la burguesia. al lado de los «versalleses» contra los «comuneros>. Sin haber comprendido las rafces econdmicas de ese fenémeno, sin haber alcanzado a ver su importancia politica y social, es imposible dar el menor paso hacia el cam. plimiento de las tareas précticas del movimiento comunista y de la revolucién social gue se avecina, " El texto sobre El imperialismo fue publicado en Rusia después de la revo- lucién de febrero de 1917, cuando el zarismo habia sido por fin derribado, al cabo de tantos siglos. En Suiza, antes de su regreso a Rusia (abril de 1917), Lenin redacté sus conocidas Cartas desde lejos, en las que aclataba el signi. ficado de los acontecimientos e indicaba a la clase obrera las perspectivas de la ulterior lucha revolucionaria. Aun obligado a vivir en a clandestinidad, consiguié seguir atentamente la evolucién de los hechos y a guiar con audacia a los bolcheviques y a las masas obreras y campesinas hacia la revolucién socialista. Su licida vision revolucionaria le permitié detectar con exactitud el momento decisivo para la insurreccién, Si se tiene en cuenta que muchos dirigentes de la esfera superior del partido bolchevique estaban indecisos, que Zinoviev y Kamenev legaron a revelar en la revista Novaia Zizn (Nueva Vida) que los bolcheviques prepa- raban la insurreccién, si se considera la dificil, desesperada situacién de Rusia tanto en el frente como en el interior, se comprenderé que las cartas enviadas AL. | Ibid., 698 s. La cita es del prélogo a El imperialismo, fase superior del capitalismo, escrita en 1920. Pero véase lo que decia también antes de esta fecha: «Para explicar a crisis de todo el movimiento es necesario analizar ante todo el alcance econémico de una politica determinada; en segundo lugar, las ideas en que se apoya y, en tetcer lugar, su relacién con Ja historia de las corrien- tes en el socialismo. ¢Cuél es el contenido econdmico del sistema defensivo durante la guerra de 1914-1915? La burguesia de todas las grandes potencias hace 1a guerra con el fin de dividir y explo- tar el mundo, con el fin de oprimir a los pueblos. Algunas migajas de las grandes ganancias rea- lizadas por la burguesfa pueden caer en manos de un pequefio cfrculo de hombres: burocracia obrera, aristoctacia obrera y compafieros de viaje pequefioburgueses. Las rafces de clase del social- chauyinismo y del oportunismo son idénticas: alianza de una débil capa de obreros privilegiados con “‘su” burguesfa nacional contra las masas de la clase trabajadora, alianza de Jos servidores de Ja burguesia con esta ultima contra las clases que ella explota. El contenido politico del oportu- ismo y del social-chauvinismo son idénticos: colaboracién entre las clases, renuncia a la dictadura del proletariado, a la accién revolucionaria, reconocimiento sin reservas de la legalidad burguesa, falta de confianza en el proletariado, fe en la burguesfa. El social-chauvinismo es el heredero directo y,la coronacién de la politica obrera liberal inglesa, del millerandismo y del bernsteinismon: Der Opportunismus und der Zusarmenbruch der IT. Internationale, en Werke XXII, 111. Vladimir Ilich Lenin 374 por Lenin al comité central en octubre de 1917, cartas que incitaban a la toma del poder, no son sélo documentos extraordinariamente dramiticos, sino tam- bién histéricos, y de la mayor importancia. ” La tenacidad y la autoridad de Lenin encontraron al fin el apoyo del comité central bolchevique. Asi se abria un nuevo capitulo de Ia historia europea y mundial. 12, Puesto que Ja revolucién de octubre ha sido la obra més importante y genial de Lenin, nos parece titi! citar en esta historia del pensamiento marxista algunos pasajes esenciales de la iiltima y mas dramética carta enviada por Lenin a los miembros del comité central antes de la revo- lucién; «Camaradas: Escribo estas lineas el 24 (octubre = 6 de noviembre de 1917) por la tarde. Ta situacion es critica en extremo, Es claro como Ia luz del dia que hoy todo lo que sea aplazar la insurrecci6n significaré verdaderamente la muerte. Poniendo en ello todas mis fuerzas, quiero con- vencer los camaradas de que hoy todo esté pendiente de un hilo, de que en el otden del dia figuran cuestiones que no pueden resolverse por medio de conferencias, ni de congresos (aunque sean incluso congresos de los soviets), sino sinicamente por los pueblos, por las masas, por medio de la Tucha de las masas armadas. La korniloviada inspirada por la burguesfa, la destitucién de Verchovski demuestran que no se puede esperar. Es necesario, a todo trance, detener al gobierno esta tarde, esta noche, desarmando previamente a los cadetes (después de vencerlos, si oponen resistencia), etc. jiNo se puede esperar!! jjNos exponemos a perderlo todo! ... no dejar en modo alguno el poder en manos de Kerenski y compafifa hasta el 25; en modo alguno, Es menester que la cosa se decida a todo trance esta tarde 0 esta noche. La historia no perdonard ninguna dilacién a los revolucionatios que hoy pueden triunfar (y que triunfarin hoy con toda seguridad) y que mafana correrén el riesgo de perder mucho, tal vez de perderlo todo. .... Aguardar a Ia votacin incierta del 25 de octubre seria echarlo todo a perder, serfa un puro formalismo; el pueblo tiene el derecho y el deber de decidir estas cuestiones no mediante votacién, sino por la fuerza; tiene, en momentos Griticos de la revolucién, el derecho y el deber de ensefiar el camino a sus reptesentantes, incluso a sus mejores representantes, sin detenerse a esperar por ellos. ... El gobierno vacila. {Hay que acabar con él, cueste lo que cueste! Demorar la accidn equivaldria a la muerte»: Carta al comité central del POSD (b) de Rusia, en Obras escogidas II, 478-479. 15 Los problemas del estado, de la revolucién y del socialismo Entre agosto y septiembre de 1917, mientras permanecia en la clandesti- nidad, escribié Lenin El estado y la revolucién; obra dedicada, como expresa su subtitulo, a la doctrina marxista del estado y a las tareas del proletariado en la revolucién. El significado histérico de este texto, que pronto Iegarfa a set célebre, aparece con toda claridad si se recuerdan las opiniones que sobre este tema prevalecian en el marxismo de la II Internacional: piénsese en la visién del estado como fuerza extraclasista, como organismo ajeno a las clases y a sus luchas, en la concepcién jurfdico formal de la democracia burguesa y de la dictadura del proletariado, o, en fin, en el fetichismo hacia la lucha parla- mentaria y el rechazo de cualquier otra forma de lucha. Lenin recoge en su escrito las concepciones de Marx y Engels, para quienes el estado es el érgano de dominio de clase, un instrumento para explotar a las clases oprimidas y, por tanto, un fenémeno esencialmente histético, transitorio. Ademés, dice Lenin, puesto que el poder de una clase sobre otra entrafia siem- pre violencia, el estado de una clase, cualquiera que sea, no puede ser més que una dictadura. (En este sentido) la esencia de la teoria de Marx sobre el estado sdlo puede asimi- larla quien haya comprendido que la dictadura de una clase es necesaria no sélo para toda sociedad de clases en general, no sélo para el proletariado después de derrocar a la burguesfa, sino también para todo el perfodo histérico que separa al capitalismo de la «sociedad sin clases», del comunismo. Las formas de los estados burgueses son extraordinariamente diversas, pero su esencia es la misma: todos esos estados son, bajo una forma o bajo otra, pero en ultima instancia, necesariamente, una dictadura de la burguesta. La transicién del capitalismo al comunismo no puede, naturalmente, pot menos de proporcionar una enorme abundancia y diversidad de formas politicas, pero la esencia de todas elas serd, necesariamente, una: la dic- tadura del proletariado. ' 1. V. I. Lenin, El estado y la revolucién, en Obras escogidas II, 321. Vladimir Ilich Lenin 376 A diferencia de casi todos los tedricos socialdemécratas, Lenin subraya, pues, que no hay que hacerse ilusiones sobre el estado burgués, en la medida en que hasta el més democtético de los estados burgueses es en sf una dictadura, y Ja propia democracia socialista, puesto que el estado es absolutamente nece- sario para el proletatiado, ha de ser precisamente dictadura del proletariado. La democracia no es idéntica a la subordinacién de la minorfa a la mayoria. Demo- cracia es el estado que reconoce Ia subordinacién de la minorfa a la mayorfa, es decir, una organizacién Uamada a ejercer la violencia sistemética de una clase contra otra, de una parte de la poblacién contra otra. 2 De aqui se deduce —argumenta Lenin, de acuerdo con Marx— que la destruccién de la maquina estatal burguesa es el presupuesto imprescindible para la construccién del nuevo poder proletario. Sin embargo, Lenin advierte (especialmente en El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo) que no hay que olvidar la dialéctica de la historia y la necesidad de adaptarse continua- mente a la praxis histérica: Los comunistas deben consagrar todos sus esfuerzos a orientar el movimiento obreto y el desarrollo social en general por el camino més recto y répido hacia la victoria mundial del poder soviético y hacia la dictadura del proletariado. Es una verdad indiscutible. Pero basta dar un pequefio paso més allé —aunque parezca efectuado en la misma direccién— para que esta verdad se convierta en un error. Basta decir, como lo hacen los comunistas de izquierda alemanes ¢ ingleses, que no aceptamos més que un camino, el camino recto, que no admitimos las maniobras, los acuerdos y los compromisos, para que esto sea un error que puede causar, y ha causado ya en parte y sigue causando, los més serios perjuicios al comunismo. El doctrinarismo de derecha se ha obstinado en no admitir més que las formas antiguas y ha fraca- sado por no haberse dado cuenta del nuevo contenido. El doctrinarismo de izquierda se obstina en rechazar incondicionalmente determinadas formas antiguas, sin ver que el nuevo contenido se abre paso a través de toda clase de formas y que nuestro deber de comunistas consiste en dominarlas todas, en aptender a completar unas con otras y a sustituir unas por otras con la maxima tapidez, en adaptar nuestra téctica a todo cambio de este género, suscitado por una clase que no sea la nuestra 0 por ‘unos esfuerzos que no sean los nuestros. 3 A pesar de todo, estas advertencias de Lenin habrian de caer en el olvido durante el perfodo del stalinismo, con graves consecuencias histéricas. Lenin, 2. [bid., 358, 3. V. I. Lenin, La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo, en Obras esco- gidas IIL, 421. Precisando que la revolucién es siempre mds rica de contenido, mds variada de formas y ‘aspectos, mas viva y més «astuta» de lo que se imaginan los mejores’ partidos de van- guardia, Lenin sefiala dos conclusiones pricticas...: «primera, que la clase revolucionaria, para rea- lizar su’ misiGn, debe saber utilizar todas las formas o aspectos, sin la més mfnima excepcién, de la actividad social (terminando después de la conquista del poder politico, a veces con gran’ riesgo e inmenso peligro, lo que no ha terminado antes de esta conquista); segunda, que Ia clase revolu- cionaria debe estar preparada para sustituir una forma por otra del modo més répido ¢ inespe- radon: Ibid., 414. El estado, la revolucién y el socialismo 377 que tenia un profundo sentido de Ia dialéctica, sabia superar, tanto en teorfa como en la prdctica, cualquier planteamiento abstracto y esquematico que no es capaz de captar en lo general de los problemas lo particular, asf como cual- quier planteamiento empirista que no sabe descubrit lo general en lo particular. Lenin insistfa sobre la necesidad de aprender a «aplicar los principios generales y fundamentales del comunismo a las peculiaridades de las relaciones entre las clases y los partidos, a las peculiaridades del desarrollo objetivo hacia el comu- nismo, propias de cada pais y que es necesario saber estudiar, descubrir y adivinar». * Investigar, estudiar, descubrir, adivinar, captar lo que hay de particular y de espe- cifico, desde el punto de vista nacional, en la manera en que cada pats aborda concretamente la solucién del problema internacional comin, del problema del triunfo sobre el oportunismo y el doctrinarismo de izquierda en el seno del mov miento obtero, el derrocamiento de la burguesia, la instauracién de la repiblica soviética y la dictaduta proletaria, es la principal tarea del periodo histérico que atraviesan actualmente todos los pafses adelantados (y no sdlo los adelantados). § Lenin insiste acertadamente sobre la necesidad de la dictadura del prole- tariado y de una lucha de clases abierta. Asi, después de la revolucién, escribia: La dictadura del proletariado es 1a guerra més abnegada y més implacable de la nueva clase contra un enemigo mds poderoso, contra la burguesia, cuya resistencia se ve decuplicada por su derrocamiento (aunque no sea mas que en un pais) y cuya potencia consiste no sdlo en la fuerza del capital internacional, en la fuerza y la solidez de los vinculos internacionales de la burguesia, sino, ademés, en la fuerza de la costumbre, en la fuerza de la pequetia produccién. Porque, pot desgracia, queda todavia en el mundo mucha, muchisima pequefia produccién, y la pequefia produccién engendra capitalismo y burguesfa constantemente, cada dfa, cada hora, de modo esponténeo y en masa. Por todos estos motivos, la ‘dictadura del proleta. tiado es necesaria, y la victoria sobre la burguesia es imposible sin una guerra prolongada, tenaz, desesperada, a muerte; una guerra que exige serenidad, disci- plina, firmeza, inflexibilidad y una voluntad tinica. 6 En el desarrollo posterior de la praxis y de la teorfa socialista, este prin- cipio iba a convertirse precisamente en algo «absoluto», contenido esencial y casi exclusivo de la dictadura del proletariado. Es, por tanto, extraordinaria- mente importante subrayar que ni siquiera este momento fue para Lenin el Yinico aspecto decisive de la dictadura del proletariado, cuyo objetivo funda- mental consiste en transformar las relaciones econémico-sociales y crear un tipo nuevo y més elevado de organizacién social del trabajo y, en consecuencia, de todas las relaciones entre los hombres. A este respecto escribia Lenin: 4. Ibid., 409. 5. Tbid., 411. 6. Ibid., 353. Y también: «La dictadura revolucionaria del proletariado es un poder conquistado y mantenido mediante la violencia ejercida por el proletariado sobre la burgues{a, un poder no sujeto a ley alguna»: La revolucién proletaria y el renegado Kautsky, en Obras escogidas III, 69. Vladimir Ilich Lenin 378 La dictadura del proletariado —como ya he dicho més de una vez y, por cierto, también en mi discurso del 12 de marzo en la reunién del soviet de diputados de Petrogrado— no es sdlo el ejercicio de Ia violencia sobre los explotadores, ni si- quiera es principalmente violencia. La base econémica de esta violencia revolucio- naria, la garantfa de su vitalidad y éxito, est en que el proletariado representa y pone en practica un tipo més elevado de organizacion social del trabajo que el capi. talismo. Esto es lo esencial. En ello radica la fuerza y la garantia del triunfo inevitable y completo del comunismo. 7 La violencia es una instancia necesaria en todo estado y, por tanto, tam- bién en Ja dictadura del proletariado. Pero no es la instancia esencial ni nica. En primer lugar, hay que distinguir bien sobre quién se ejerce la violencia, quién Ia ejerce y en nombre de qué lo hace. Lenin no duda un momento en este sentido. El estado y el poder socialistas son «el proletariado organizado como clase dominante» (Marx). Ahora bien, puesto que la dictadura del prole- tariado debe implicar necesariamente la realizacién de un tipo més elevado de organizacién social del trabajo, y por consiguiente de un tipo més elevado de relaciones sociales, es decir, de unas relaciones sociales socialistas, que sig- nifican poder para quien trabaja y no poder sobre quien trabaja, la concentra- cién del poder no puede permanecer exclusivamente vinculada a un aparato estatal separado de los trabajadores, la evolucién no debe tender al refuerzo de ese aparato, que se convierte inevitablemente en una fuerza burocrdtica situada por encima de los trabajadores. En este sentido, Lenin desarrolla coherente- mente la idea marx-engelsiana del estado en el socialismo como estado desti- nado a extinguirse: EI proletariado necesita el estado, repiten todos los oportunistas, socialchovinistas y kautskianos, asegurando que esa es la doctrina de Marx y «olvidindose» de afiadir que, en primer lugar, segiin Marx, el proletariado sdlo necesita un estado que se extinga, es decir, organizado de tal modo que comience a extinguirse inmediatamente y que no pueda por menos de extinguirse; y, en segundo, que los trabajadores nece- sitan un «estado», «es decir, el proletariado organizado como clase dominanten. § Por toda una serie de circunstancias, precisamente este aspecto de la pos- tura de Lenin sobre el estado habria de quedar absolutamente olvidado en- seguida, como podremos ver en su momento. Por ahora basta poner de mani- 7. V. 1. Lenin, Una gran iniciativa, en Obras escogidas III, 226. Y en ota ocasién declaraba: «No hay duda de que sin esta caracterfstica, sin la violencia revolucionaria, el proletariado no hu- biera podido vencer, pero es igualmente indudable que la violencia revolucionaria ha sido un pro- cedimiento necesario y legitimo s6lo en determinados momentos de la revolucién, sélo en unas condiciones especiales, mientras que la organizacién de las masas proletarias, la organizacién de los trabajadores ha sido y sigue siendo una caracterfstica bastante més profunda, més continua de esta revolucién y la condicién de sus victorias. Y es en esta organizacién de millones de trabajadores donde debe buscarse la mejor condicién de la revolucién, el origen m4s profundo de sus victorias»: Gedenkrede ftir J. M. Swerdlow in der ausserordentlichen Sitzung des Gesamtrussischen Zentral- exekutivkomitees (18 de marzo de 1919), en Werke XXIX, 74. 8. V. I. Lenin, El estado y Ia revolucién, en Obras escogidas II, 312. El estado, la revolucién y el socialismo 379 fiesto que el pensamiento de Lenin coincide con el de Marx y Engels, que él no sustituye el problema de las relaciones sociales socialistas ni por el capita- lismo de estado ni por el estatalismo socialista. Lo que busca Lenin es la su- ptesién progresiva del poder del hombre sobre el hombre y Ia realizacién de una colectividad de trabajo entre hombres destinados a dominar las cosas: Nosotros nos proponemos como meta final la destruccién del estado, es decir, de toda violencia organizada y_sistemética, de toda violencia sobre los hombres en general. No esperamos el advenimiento de un orden social en el que no se acate el principio de la subordinacién de la minorfa a la mayorfa. Pero, aspirando al socialismo, estamos convencidos de que este se convertir4 gradualmente en. comu- nismo, y en relacién con esto desaparecerd toda necesidad de violencia sobre los hombres en general, toda necesidad de subordinacién de unos hombres a otros, de una parte de la poblacién a otra, pues los hombres se habituardn a observar Ins reglas elementales de la convivencia social sin violencia y sin subordinaci6n. ® Para preparar este proceso realmente socialista de transformacién de las relaciones sociales, Lenin introdujo desde el principio algunas medidas: véase, por ejemplo, el reglamento sobre control obrero, redactado por él en no. viembre de 1917: Queda establecido el control obrero sobre la produccién, conservacién y compra- venta de todos los productos y materias primas, en todas las empresas industriales, comerciales, bancarias agricolas, etc., que cuenten con cinco obreros y empleados (en conjunto), por lo menos, 0 cuya facturacién anual no sea inferior a diez mil rublos. Ejercerén el control obrero de todos los obreros y empleados de la empresa, ya directamente, si la empresa es tan pequefia que lo hace posible, ya por medio de sus representantes cuya eleccién tendré lugar inmediatamente en asamblea general, debiendo levantarse acta de la eleccién y ser comunicados los nombres de los desig: nados al gobierno y a los soviets locales de diputados obreros, soldados y campe- sinos, Queda absolutamente prohibida la interrupcién del trabajo de una empresa © industria de importancia nacional, as{ como toda modificacién en su funciona- miento, sin autorizacién de los representantes elegidos por los obreros y empleados Todos los libros de contadurfa y documentos, sin excepcién, asi como todos los almacenes y depésitos de materiales, herramientas y productos, sin excepcién alguna, deben estar abiertos a los representantes elegidos por los obreros y empleados. ' En Las tareas inmediatas del poder soviético (abril de 1918), donde Lenin define el poder, el estado socialista, etc., determinando su naturaleza y pers- pectivas, se ve con claridad que el punto clave no es el fortalecimiento del 9. Ibid., 358. 10. V.I.'Lenin, Proyecto de decreto sobre el control obrero, en Obras escogidas 11, 500. Y en €1 mismo lugar: «Las decisiones de los representantes elegidos’ por los obreros y empleados son obligatorias para los propietarios de las empresas y no pueden ser anuladas més que por los sindi- catos y por los congresos sindicales»: Ibid. «... todos los propietarios y todos los representantes elegidos por Jos obreros y empleados para ejercer el control obrero son responsables ante el estado del riguroso mantenimiento del orden, de la disciplina y de la conservacién de los bienes»: Ibid. Viadimir Ilich Lenin 380 estado como tal (es decir, como aparato de poder separado del pueblo), sino el control directo de los trabajadores en las comunas, en las unidades eco- némicas: EL estado socialista puede surgir tnicamente como una red de comunas de produc- cién y consumo, que calculen concienzudamente su produccién y consumo, economi- cen él trabajo, aumenten incesantemente la productividad del mismo y consigan con ello reducir la jornada de trabajo hasta siete, seis horas, y aun menos. !! Y en otro lugar: Cada fabrica, cada aldea es una comuna de produccién y consumo que tiene el de- recho y el deber de aplicar a su manera las leyes soviéticas generales («a su ma- neray ino en el sentido de infringirlas, sino en el sentido de la diversidad de formas de su aplicacién), resolver a su manera el problema de la contabilidad de la pro- duccién y de la distribucién de los productos. Bajo el capitalismo, esto era un «asunto privado» de cada capitalista, de cada terrateniente o kulak. Bajo el poder soviético, esto no es un asunto privado, sino una cuestién de estado de la mayor importancia. 2 Lenin ve acertadamente en el soviet y en el poder sovictico la forma orga- nizativa de la dictadura del proletariado, cuya tarea histérica fundamental consiste en hacer que las grandes masas populares participen en la gestién del estado. Lenin critica, pues, con razén y rechaza radicalmente dos tendencias aparecidas en el seno del movimiento socialista: la teorfa liberal-democrética, de la democracia pura, tras la cual se esconde en ultima instancia la democracia burguesa, y Ia tendencia estatalista, burocrdtica, engendrada por la situacién misma, por las dificultades y las tareas del estado como tal. Lenin escribe una y otra vez que la democracia soviética es mucho més profunda y democratica que cualquier democracia burguesa, aunque sélo sea porque en ella corres- ponde a las masas el derecho a establecer el sistema y los términos de las opciones, la libertad de revocar a los diputados, porque en ella las masas ex- plotadas encuentran Ia forma de participar en una vida politica auténoma, de educarse politicamente sobre la base de sus experiencias de vida y de lucha. Asf «se aborda por primera vez la tarea de que la poblacién en sw totalidad aprenda a gobernar y comience a gobernar». ? La democracia soviética es una forma superior de democracia, por cuanto implica la superacién de la democracia politica, formal, de la sociedad bur- guesa; pero, para realizar esta democracia nueva es necesario hacer que las masas participen realmente en la gestién del estado, impidiendo asf el surgi- miento de una concepcién y de una praxis burocratica del poder y la trans- formacién de la dictadura del proletariado en dictadura de 1a burocracia. LL. V. I. Lenin, Las tareas inmediatas del poder soviético, en Obras escogidas I, 292. 12. Ibid., 696 13. Ibid., 707. El estado, la revolucién y el socialismo 381 Hay que trabajar infatigablemente para desarrollar la organizacién de los soviets y el poder soviético. Existe la tendencia pequefioburguesa a convertir a los miembros de los soviets en «parlamentarios» 0, de otro lado, en burécratas, Hay que luchar contra esto, haciendo participar prdcticamente a todos los miembros de Jos soviets en Ia gobernacién del pais. En muchos lugares, las secciones de los soviets se estén transformando en érganos que se fusionan paulatinamente con los comisariados, Nuestro objetivo es hacer participar précticamente @ toda la poblacién pobre en la gobernaciGn del pafs; y todos los pasos que se den para lograr este objetivo ——cuan. to més variados, tanto mejor— deben ser registrados, analizados y_sistematizados minuciosamente, deben ser contrastados con una experiencia més amplia y teften. dados por la ley. Nuestro objetivo es lograr que cada trabajador, después de «cum. plir la tarea» de ocho horas de trabajo productivo, desemperie de modo gratuito las funciones estatales. El paso a este sistema es particularmente diffcil, pero sélo en él reside la garantia de la consolidacién definitiva del socialismo. !# Lenin dedicé una atencién creciente al problema de la burocracia, consi- derando que representaba un grave peligro para el desarrollo del poder sovié. tico, Recuérdese, por ejemplo, su informe sobre el impuesto en especie, en el que se subraya que la raiz econémica del burocratismo aparecido en el sis. tema sovictico, a diferencia del de la sociedad burguesa, es «el fraccionamiento, la dispersién del pequefio productor, su miseria, su incultura, la falta de comunicaciones, el analfabetismo, la falta de intercambio entre la agricultura y la industria, la falta de enlace e interaccién entre ellas. Esto, en gran parte, es un resultado de la guerra civil». Es necesario saber reconocer el mal sin temor alguno, para luchar m4s tenazmente contra él, para comenzar una y otra vez mds desde e! principio; muchas veces toda. via, en todas las ramas de nuestra construccién, tendremos que empezar repetida- mente desde el principio, corrigiendo lo defectuoso, eligiendo diversos caminos para abordar las tareas. Con esto, naturalmente, no se agota Ja abundante actividad tedrica y prdc- tica desarrollada por Lenin sobre todo en el tempestuoso y complejo perfodo 14. Ibid. Y un poco més adelante: «La lucha contra la deformacién burocratica de Ia organiza- cidn soviética queda garantizada por la solidez de los vinculos de los soviets con el “pueblo” —en. tendiendo por tal_a los trabajadores y explotados—, por la flexibilidad y elasticidad de esos vincu. los»: Ibid., 709. En otro lugar afirma: «Sdlo cuando toda la poblacién participe en Ja administracion del pafs se podrd luchar hasta el fin contra el burocratismo y vencerlo totalmente. En las republicas burguesas no sdlo es imposible esto: la ley misma lo impide. Las mejores reptiblicas burguesas, por democriticas que sean, impiden por medio de innumerables trabas legislativas la patticipacién de los trabajadores en la administracién. Hemos hecho todo lo necesario por suprimir estas trabas, pero hasta hoy no hemos podido lograr que las masas trabajadoras puedan participar en la administracin: ademas de las leyes existe todavia el problema del nivel cultural, que no puede ser sometido a ninguna ley, Este bajo nivel cultural hace que los soviets, siendo por su programa érganos de admi- nistracién ejercida por los trabajadores, sean en la prictica Srganos de administracién para los traba. iadores ejercida por la capa del proletariado que constituye su vanguardia y no por las masas trabaja: doras»: Informe sobre el programa del partido, 19 de marzo de 1919, en Obras escogidas IT, 179. 15. V. I. Lenin, Sobre el impuesto en especie, en Obras escogidas III, 621. 16. Ibid., 622 Vladimir Ilich Lenin 382 que siguié a la revolucién de octubre. Hasta aqui hemos resefiado sdlo algunos de sus aspectos; mds adelante volveremos sobre otros. En plena guerra civil, Lenin consiguié movilizar a todas las fuerzas popu- lares revolucionarias y socialistas y conducirlas a la victoria. Al mismo tiempo, facilité un nuevo reagrupamiento internacional de las fuerzas revolucionarias: la Internacional comunista o III Internacional. El mismo Lenin sefialaba, en un articulo, las diferencias existentes entre las tres Internacionales: La I Internacional senté las bases de la lucha proletaria internacional por el socia- lismo. La II Internacional fue la época de preparacién del terreno para una amplia difusién masiva del movimiento en un buen némero de pafses. La IIT Internacional ha recogido los frutos de la actividad de la II, ha artojado por la borda la basura oportunista, socialchovinista y burguesa y pequefioburguesa y ba empezado a realizar Ia dictadura del proletariado. La unin internacional de los partidos que dirigen el movimiento del proletariado por la liberacién del yugo del capitalismo, tiene hoy al fundamento més sélido que haya existido nunca: un ntimero determinado de republicas soviéticas que personifican, a escala internacional, la dictadura del prole- tatiado, su victoria sobre el capitalismo. La importancia histérica mundial de la III Internacional, de la Internacional comunista, consiste en haber empezado a traducir en la prdctica la més importante de las consignas de Marx, la consigna que recoge todo el desarrollo secular del socialismo y del movimiento obrero, la consigna que queda formulada en el concepto de dictadura del proletariado, Esta anticipa- cién genial, esta genial teoria se convierte hoy en realidad. ” Mientras en los paises con un alto grado de desarrollo la situacién era bastante clara en lo relativo a las tareas del proletariado, el problema presen- taba un cariz muy distinto en los numerosos paises subdesarrollados, coloniales o semicoloniales. Recordemos aqui esqueméticamente el planteamiento rea- lizado por Lenin sobre esos problemas. En el Esbozo inicial de las tesis sobre los problemas nacional y colonial, para el segundo congreso de Ja Internacional comunista, sostenia: Toda la politica de la Internacional comunista, en lo que al problema nacional y colonial se refiere, debe consistir en acercar a los proletarios y a las masas trabaja- doras de todas las naciones y de todos los paises para la lucha revolucionaria comin por el derrocamiento de los terratenientes y de la burguesfa, ya que sdlo un acerca- miento de esta clase garantiza el triunfo sobre el capitalismo, sin el cual es imposible suprimir la optesién y la desigualdad nacionales. La situacién politica mundial ha planteado ahora en el orden del dia la cuestién de la dictadura del proletatiado, y todos los acontecimientos de la politica mundial convergen de un modo inevitable en un punto central, a saber: la lucha de Ia burguesfa mundial contra la Repiiblica Soviética de Rusia, {a cual agrupa necesariamente en torno suyo a los movimientos soviéticos de los obreros de vanguardia de todos los pafses y, pot otra parte, a todos los movimientos de liberacién nacional de Jas colonias y de los pueblos opri- midos, que se convencen por amarga experiencia de que no existe para ellos otra salvacién que el triunfo del poder de los soviets sobre el imperialismo mundial. 17. V.I. Lenin, Die III, Internationale und ibr Platz in der Geschichte, en Werke XXIX, 296. El estado, la revolucién y el socialismo 383 Por Io tanto, en la actualidad no hay que limitarse a reconocer 0 proclamar simple- mente el acercamiento entre los trabajadores de las distintas naciones, sino que cs preciso aplicar una politica que leve a cabo la unién mas estrecha entre todos los movimientos de liberacién nacional y colonial con la Rusia Soviética, haciendo que las formas de esta unidn estén en consonancia con el grado de desarrollo del movi. miento comunista en el seno del proletariado de cada pais 0 del movimiento demo. critico-burgués de liberacién de los obreros y campesinos en los paises atrasados © en las nacionalidades atrasadas. * La lucha de los pueblos coloniales y sometidos se convierte asf, en la época del imperialismo, en parte integrante de la revolucién socialista. El dominio del colonizador capitalista es tal que estos pueblos se ven necesariamente obli- gados a abatir el sistema que han experimentado de modo tan directo y, por otra parte, en la lucha de estos pueblos participa también el proletariado, mas © menos organizado, La experiencia histérica y la situacién actual han venido a confirmar los planteamientos de Lenin. Después de Ia victoria sobre la contrarrevolucién, en la unién de los soviets se impuso la tarea de levantar al pais de la situacién de retraso en la que se hallaba. Lenin no se hacfa ilusiones sobre la situacién concreta y sobre la es- tructura de la sociedad soviética. Ya en el texto Sobre el impuesto en especie sefialaba que, en aquella fase de transicién, habia en Rusia elementos proce- dentes de diversos regimenes econémico-sociales, que el fraccionamiento eco- némico pequefioburgués constitufa el peligro mds grave para el socialismo y que, por consiguiente, el capitalismo de estado habria supuesto un gran paso adelante. En previsién de las disensiones que pudieran suscitar sus tesis, Lenin observaba: En primer lugar, es necesario analizar cul es precisamente esta transicién del capi- talismo al socialismo, que nos concede el derecho y el fundamento para llamatnos reptblica socialista soviética. En segundo lugar, es necesario descubrir el error en que estén los que no ven en las condiciones econémicas pequefioburguesas, en el elemento pequefioburgués, el enemigo principal del socialismo entre nosotros. En tercer lugar, es necesario comprender bien Ja significacién del estado soviético en su diferencia econémica con el estado burgués. Examinemos estas tres citcunstancias. No ha habido, a mi juicio, una sola persona que, al ocuparse de la economia de Rusia, haya negado el cardcter de transicién de esa economia. Ningin comunista ha negado tampoco, a mi parecer, que la expresién «reptiblica socialista soviéticay significa la decisién del poder de los soviets de llevar a cabo la transicién al socia. lismo, mas en modo alguno el reconocimiento del nuevo régimen econémico como socialista. Sin embargo, équé significa la palabra transicién? ¢No significard, aplicada a la economia, que en el régimen actual existen elementos, particulas, pedacitos tanto de capitalismo como de socialismo? Todos reconocen que si. Mas no todos, al Teconocer eso, se paran a pensar qué elementos de los diversos tipos de economia social existen'en Rusia. Y en eso esté todo el meollo de la cuestién, Enumeremos esos elementos: 1) economfa campesina patriarcal, es decir, natural en grado consi. 18. V. I. Lenin, Esbozo inicial de las tesis sobre los problemas nacional y colonial, en Obras es- cogidas IIT, 438. Vladimir Ilich Lenin 384 derable; 2) pequefia produccién mercantil (en ella figura la mayoria de los campe sinos que venden cereales; 3) capitalismo privado; 4) capitalismo de estado; 5) so- ialismo. Rusia es tan grande y tan abigarrada que en ella se entremezclan todos esos tipos diferentes de economia social. Lo original de la situacién consiste precisa- mente en eso. 9 Con el fin de provocar un relanzamiento de la economia, que se encontraba en estado ruinoso, Lenin empezé a elaborar una «nueva politica econémica» (NEP) que permitiese una reanimacién de los elementos capitalistas, pero siempre bajo el control del poder socialista. Lenin cifrd las principales directrices de desarrollo en la r4pida industria- lizacién y electrificacién del pais: sin esas medidas hubiera sido imposible superar fa economia pequeficburguesa, la pequefia produccién, y abrir el ca- mino a la fase de desarrollo de las fuerzas productivas que permitiese eliminar por fin la divisién del trabajo. Como puede observarse, toda la prospectiva del comunismo est4 orgénicamente vinculada a tales medidas. Por otra parte, Lenin no perdia de vista el cardcter predominantemente agricola, pequefioburgués, de Rusia y, aunque vefa la solucién de los problemas de Ja agricultura en la creacién de un sistema de grandes granjas colectivas, defendia la necesidad de promover una alianza entre los obreros y los campe- sinos pobres, por un lado, y los campesinos medios, por otro. Y escribia: La violencia para con el campesino medio es perjudicial en grado sumo. Se trata de tuna capa social numerosisima, de muchos millones de personas. Ni siquiera en Europa, donde el campesino medio no ha alcanzado tanta fuerza en ningin sitio, donde fa técnica y Ia cultura, la vida urbana y los ferrocarriles estén desarrollados en proporciones gigantescas y donde hubiera sido mucho més fécil pensar en esto, nadie, ni uno solo de los socialistas mas revolucionarios ha propuesto la aplicacién de medidas de violencia contra los campesinos medios... Debemos, ante todo, ba- sarnos en la verdad de que en este problema no es posible, por la misma naturaleza del asunto, conseguir nada con los métodos de Ja violencia. La tarea econdmica se plantea aqui de un modo completamente distinto. Aqui no hay esa ciisj posible derribar dejando en pie todos los cimientos, todo el edificio. Aqut no existe esa ciispide que eran los capitalistas de Ia ciudad. Actuar por la violencia significa, en este caso, echarlo todo a perder. Es preciso un largo trabajo de educacién. ‘Al campesino, préctico y realista no sélo en nuestro pais, sino en todo el mundo, debemos darle ejemplos concretos para demostrarle que la comuna es lo. mejor. " La tarea no consiste en este caso en expropiar al campesino medio, sino en tener én cuenta las condiciones especiales de la vida del campesino, en aprender de él los métodos para pasar a un régimen mejor y en jno mandar! iQué diferencia entre el planteamiento y el modo de actuar de Lenin y aquellos otros que Ilegarian a hacerse dominantes pocos afios después de su muerte! 19. V. I. Lenin, Sobre el impuesto en especie, en Obras escogidas III, 602. 20. V.I. Lenin, Informe sobre el trabajo en el campo, en Obras escogidas III, 201-202. 16 La democracia en el partido Hoy, cuando la mayor parte de los partidos comunistas ha condenado el stalinismo y proclamado Ja vuelta a las normas leninistas en la vida del par- tido, es interesante conocer cémo planteaba realmente Lenin los problemas de la unidad del partido, de las relaciones internas, de la critica y de la opo- sicién. Cuestiones que, como ha demostrado suficientemente la’ experiencia, adquieren una importancia decisiva para el desarrollo del socialismo. Ya hemos visto, en los textos dedicados a los problemas de organizacién del partido, en las dificiles condiciones del trabajo clandestino en la Rusia de principios del siglo xx, que, para Lenin, slo un partido sélidamente orga- nizado y disciplinado, basado en el centralismo democrético, con una fuerte iniciativa del centro dirigente, habria podido asumir adecuadamente su misién histdrica. Segdin Lenin, una revolucién podia muy bien llegar a provocar una escisién en el caso de que las divergencias internas fuesen suficientemente profundas como para poner en peligro el éxito de la lucha revolucionaria. Esta idea fue reafirmada por el propio Lenin, después de la revolucién, aunque, como es légico, él mismo buscase al propio tiempo la manera de evitar tales situaciones. La escisién implica siempre un estado de crisis, y una crisis de partido en una situacién como la existente en la Rusia de los soviets, en los primeros afios después de octubre, entrafiaba el riesgo de acabar con toda la obra revolucionaria, No conviene olvidar tampoco que, para un dialéctico como Lenin, la formula misma del «centralismo democrético» era muy eldstica y que la agu- dizacién del centralismo 0 de la democracia dependfan, por tanto, de las situa- ciones concretas. En realidad, centralismo democratico significa que los Srganos superiores son elegidos de modo democrético y responden al congreso del par- tido y que, después de esto, las decisiones de esos érganos superiores resultan 25. A. Vladimir Ilich Lenin 386 vinculantes para los inferiores; pero esta férmula puede significar también, como consecuencia de las condiciones histéricas y del grado de desarrollo de un pais determinado, que todos los érganos de direccién, a cualquier nivel, sean electivos, 0 que algunos de ellos sean designados por el centro; puede permitir que todas las cuestiones concretas se discutan, no sdlo dentro del partido, sino incluso publicamente, antes de que el comité central 0 el congreso adopten sus decisiones; puede significa que estas decisiones sean consideradas como definitivas, o bien susceptibles de ulteriores discusiones. La formula no excluye tampoco el hecho de que, dentro del partido, existan distintos sec- tores, con posturas diversas respecto de cada una de las cuestiones de cierta importancia, relativas al propio partido y a la realidad politica y social. Asi se constituye lo que, con no demasiada propiedad, se suele Ilamar «oposicién de partido». ! Después de la revolucién de octubre, Lenin no pudo ocuparse de modo especifico y a nivel tedtico de estas cuestiones. La complejidad de la cons- truccién del nuevo poder y los acontecimientos que surgian por todas partes planteaban una serie de problemas més urgentes. Resulta especialmente inte- resante para nosotros poder observar cémo se resolvié en concreto, en la praxis, la cuestién de la democracia interna, en un momento especialmente dificil para la joven republica de los soviets. De hecho, en los primeros afios posteriores a la revolucién, Lenin acepté la existencia de dos partidos no bolcheviques (mencheviques y socialrrevolu- cionarios) y afronté una oposicién continua en el seno de su propio partido. Veamos algunos aspectos de esta lucha. En el perfodo més critico para los bolcheviques, algunos miembros del comité central (Zinoviev, Kamenev) rechazan la llamada de Lenin a la insurrec- cién y, después de la conquista del poder, sostienen la tesis de que, en las circunstancias existentes, es imposible una evolucidn favorable de la revolucién socialista. El comité responde con la resolucién del 15 de noviembre de 1917, 1. Oposicién no significa aqui presencia de un grupo o una fraccién con posturas propias sobre toda una serie de problemas fundamentales. Las divergencias afectan a cada una de las cuestiones, veces también muy importantes. Nos detenemos en el problema de la democracia interna del par: tido no sdlo porque se trata de algo decisivo para el desarrollo de la fuerza principal que dirige la construccién del socialismo, sino también porque Jas interpretaciones habituales son completamente inadecuadas. En la literatura politica occidental, excluyendo alguna rara excepcidn, se tiende a identificar la praxis de Lenin del perfodo posterior a 1917 con la seguida més tarde por Stalin. En los paises socialistas, por el contrario, se tiende a definir como leniniana la praxis staliniana. Sobre historia del partido comunista bolchevique pueden verse obras de los autores soviéticos: B. N. Ponomarév y otros, Geschichte der kommunistischen Partei der Sowjetunion, Moskva 1963, y P_N. Pospelov, Istoriia kommunisticeskoj partii sovetskogo Sojuza (6 vols.), Moskva 1964-1966; cf. ademas: E, H. Carr, La revolucién bolcbevique (3 vols.), Madrid 1972-1973; Id., El socialismro en un solo pais (2 vols.), Madrid 1974-1975; Id., El interregno, Madrid 1974; P. Broué, E! partido bolchevique, Madrid 1974; L. Schapiro, Die Geschichte der kommunistischen Partei der Sowietunion, 1962; RV" Daniels, Dar Gewvissen der Revolution. Kommunistische Opposition in Russland, Kéln- cerlin 19% La democracia en el partido 387 exigiendo que la oposicién mantenga Ia discusién en Ia prensa, absteniéndose del trabajo practico*. Al dfa siguiente, con el Ultimatum de la mayoria del comité central del POSDR (b) a la minorta, Lenin pide a esta ultima una respuesta por escrito a la pregunta de si estd dispuesta a someterse a la disci- plina del partido y a llevar a la préctica la linea politica aprobada por el comité central. En plena tempestad revolucionaria —cuando habrfa resultado perfec- tamente normal que el partido exigiese la disciplina més severa e interpretase la férmula del centralismo democrético en el sentido més rigurosamente cen- tralista— Lenin comunica a los disidentes que planteard a las diversas ins- tancias, e incluso a un congreso extraordinario del partido, la siguiente alter- nativa: que la oposicién constituya un gobierno de coalicién, con esos aliados suyos en cuyo nombre acttia contra la linea fundamental del partido, y ese gobierno seré el poder de la incertidumbre, de la impotencia o del caos, un poder frente al cual el comité central se sentir4 absolutamente libre; o bien que la oposicién renuncie a mantener su trabajo de desorganizacién. Lenin subraya, naturalmente, que una escisién serfa arriesgadisima, pero «una esci- sién honesta y abierta, ahora, es incomparablemente mejor que el sabotaje interno» 3, Los disidentes —Kamenev, Zinoviev, Riazanov y Larin— deciden dimitir entonces del comité. Este informa a los oponentes, mediante una carta del 18-19 de noviembre de 1917, que se verd obligado a solicitar su expul- sién del partido. Como es sabido, los disidentes se convencieron, después de la discusién, de la exactitud de la postura de Lenin y retiraron sus dimisiones, manteniendo sus puestos de responsabilidad, Algunos meses después surgirfa un enfrentamiento mucho més grave, a propésito del problema de la paz con Alemania. A pesar de las durisimas y humillantes condiciones impuestas por Alemania, Lenin era partidario de la paz separada, porque estaba convencido de que el estado de dnimo de los soldados y de las masas populares, asf como la desorganizacién general, podfa poner en peligro al propio poder soviético. A la postura realista de Lenin se opusieron enérgicamente algunos de sus colaboradores més cercanos y, sobre todo, el comité regional de Mosci, dirigido por Bujarin. Asf, el realista y no dogmatico Lenin se vio enfrentado a unos comunistas que, en nombre de los principios, estaban dispuestos a sacrificar hasta el propio poder soviético y que conside- raban la paz con la Alemania imperialista como una traicién a los principios revolucionarios del internacionalismo. Las discusiones mantenidas en el comité central fueron duras y draméticas. Lenin no obtuvo inmediatamente la mayoria, y muchos miembros del comité y del gobierno (Lomov, Uritski, Smirnov, Piatakov, etc.) firmaron sus dimi- siones. En la reunién del 24 de febrero de 1918, Ioffe se negé a trasladarse a 2. Cf. V.1. Lenin, Obras escogidas I1, 503-504. 3. Tbid., 505-506. Viadimir Ilich Lenin 388 Brest, Trotsky dimitié de su cargo de comisario del pueblo para asuntos exte- tiores y Sokolnikov afirmé que saldria del comité central. Lenin les convencié de que no dimitieran en una situacién tan critica y se comprometié a publicar en Pravda sus declaraciones. * A la oposicién organizada de Bujarin y del comité de Moscti a su tesis de que era preferible sactificar el poder soviético antes que firmar una paz tan infame, Lenin respondié con su célebre articulo Peregrino y monstruoso, en el que insistia sobre el derecho de los camaradas a no estar de acuerdo con el comité central y a llegar incluso a la escisién, si las posturas fuesen irre- conciliables: En todo esto —escribia— no hay nada de monstruoso, ni siquiera peregrino, Es del todo natural que los camaradas que discrepan a fondo del CC en la cuestin de la paz separada, lo critiquen acerbamente y expresen la conviccién de que es inevitable una escisién. Todo ello es un derecho muy legitimo de los miembros del partido y se comprende perfectamente, $ Sin embargo, Lenin consiguié demostrar lo absurdo de la tesis sostenida por los oponentes, ganando asi para su postura a la mayorfa del comité central. En el VII congreso del partido, celebrado en los primeros dias de marzo de 1918, Bujarin dijo gue Lenin y el comité central eran como Petliura, porque la firma de la paz habfa sido una traicién respecto a Uctania. En el Discurso de resumen acerca del informe politico del comité central, Lenin no hablo de contrarrevolucionarios ni de enemigos del partido, y dijo: Al terminar su discurso, el camarada Bujarin ha legado al extremo de compararnos con Peiliura. Si considera que es asf, gcmo puede seguir en el mismo partido que nosotros? No es eso una frase? Naturalmente, si fuese asi en realidad, no esta- riamos en el mismo partido. El hecho de que estemos juntos demuestra que estamos de acuerdo con Bujarin en las nueve décimas partes. Es cierto que ha afiadido unas cuantas frases revolucionarias acerca de que queriamos traicionar a Ucrania. Estoy convencido de que no merece Ia pena hablar de bagatelas tan evidentes. § En el mismo congreso propuso Lenin la siguiente Resolucién sobre la negativa de los «comunistas de izquierda» a formar parte del comité central: EL congteso considera que, dada a situacién existente hoy en nuestro partido, es especialmente indeseable la negativa a formar parte del comité central, porque siendo en general inadmisible por principio para quienes deseen la unidad del par- tido, semejante negativa representarfa ahora una doble amenaza a la unidad del mismo. El congreso declara que cada cual puede y debe declinar su responsabilidad por los pasos del comité central con los que no esté de acuerdo, no abandonando 4. Ibid, 556-563. 5. Ibid., 592. 6 Ibid., 624. La democracia en el partido 389 el comité central, sino haciendo la correspondiente exposicién de sus puntos de vista. Por eso, el congreso, con la firme esperanza de que los camaradas renunciarin a su negativa después de consultar con las organizaciones de masas, celebra las clon clones sin tener en cuenta esa negativa,7 Asi resolvia Lenin, dentro del més pleno respeto a las divergencias sobre cuestiones concretas, aunque fuesen muy graves, los més dificiles problemas del poder soviético, mediante el método democrdtico de la discusién y la persuasion. La segunda mitad de 1918, 1919 y 1920 fueron afios de contrarrevolucién y de guerra civil. El poder soviético sélo podia responder con el terror al terror blanco. El partido tuvo que emplear todas sus fuerzas ¢ instaurar Ia disciplina més severa para que el joven poder soviético pudiera resistir ante un enemigo mds fuerte y mejor armado. Es evidente que en el perfodo del «comunismo de guerra» era necesario recurrir incluso a los decretos burocré ticos y hacer todo lo posible para organizar al ejército y elevar a la economia arruinada. Trotsky, principal organizador del ejército rojo y de la lucha contra los intervencionistas, utilizé a un gran mimero de oficiales del antiguo ejército, medida que demostré ser adecuada, y, en la economia, Lenin intenté revitalizar la situacién confiando las responsabilidades principales a los ditigentes (segtin el principio de la «unidad de mando»). Era una medida de emergencia, com- prensible si se tiene en cuenta que los mejores cuadros revolucionarios proce. dentes de la clase obrera estaban en los campos de batalla o ditigfan la lucha en pro del avituallamiento de la poblacién y del ejército. A estas y otras medidas similares se opuso pronto un grupo de comunistas y de miembros del comité central que, en visperas del IX congreso criticé toda una serie de decisiones adoptadas por Ia direccién del partido. El primero de ellos fue Tomski, a quien siguieron después Sapronov, Osinski y Maximovski, y, por fin, el comité regional de Moscti. Era el mes de marzo de 1920. La guerra civil estaba en pleno apogeo. En sus Tesis sobre la direccién colegiada e individual, Osinski, Sapronov y Maximovski afirmaban que ningin principio posefa validez absoluta pero que, desde un punto de vista polftico-social, la direccién colegiada ofrecia determi- nadas ventajas como base necesaria de la democracia y que por ello estaba siendo aplicada en aquella situacién en diversos sectores. * En el Informe del comité central (30 de matzo de 1920), Lenin replicd a estas tesis y a otras acusaciones lanzadas contra el comité central. Rechazaba el principio de la direccién colegiada porque, en la situacién existente, corria el riesgo de convertirse en simple falta de responsabilidad, y afiadia: 7. Ibid., 647. . 8. CE. F. Kool - E. Oberlinder, Democracia de trabajadores o dictadura de partido, Madrid 1971. Vladimir Tlich Lenin 390 Ellos (los autores de las Tesis) dicen que la direccién colegiada, de una forma u otra, constituye la base necesaria para la democracia. Yo afirmo que en los quince aiios de historia de la socialdemocracia que precedieron a la revolucién no encon- traréis nada parecido. ? Lenin volvié repetidas veces sobre estos problemas en el perfodo de lucha més encatnizada en todos los frentes contra la intervencién de los principales paises capitalistas. Al final de la guerra civil, en noviembre de 1920, en el dis- curso dirigido a la conferencia moscovita del PCR (b), records que existia una crisis en el seno del partido y que la oposicién se habia manifestado, no sdlo en Moscty, sino en toda Rusia: Desde el punto de vista del comité central y, creo yo, desde el punto de vista de la gran mayorfa de los camaradas del partido, esta ‘naturalmente fuera de toda duda... que, respecto a la ctisis del partido, la oposicién, puesta de manifiesto no solo en Moscd, sino en toda Rusia, contiene muchisimas cosas absolutamente sanas, necesatias e inevitables en los momentos de desarrollo natural del partido y de transicidn de un perfodo en el que toda la atencién estaba centrada sobre los pro- blemas politicos y militares a otro perfodo en el que se trata de construir y orga- nizar, en el que tenemos que abarcar decenas de instituciones burocraticas y en el que él nivel cultural de la mayoria del proletariado y de los campesinos no esté a la altura de las circunstancias. La inspeccién obrera y campesina esta todavia, naturalmente, en estado de proyecto; no ha sido posible ponerla en marcha porque los mejores obreros estaban en el frente y porque el grado de cultura de las masas campesinas no nos ha permitido crear funcionarios a gran escala. Incluso en las condiciones extraordinariamente dificiles en las que se en- contraba entonces el poder soviético, Lenin mostraba una gran prudencia a la hora de criticar a los camaradas. Reconocia que sus intenciones eran buenas, pero al mismo tiempo llamaba insistentemente la atencién sobre Ia situacién concreta: la sociedad rusa era una sociedad pequefioburguesa, las masas habian de ser educadas en el socialismo, hasta aquel momento todas las energias habfan sido polarizadas por la guerra. Por todo ello, continuaba Lenin, a pesar de las divergencias de ideas, era necesario instaurar en el seno del partido unas relaciones de colaboracién fraterna. La tenacidad, la sistematicidad y la cons- tancia son indispensables y si alguien, después de haberse adoptado en comin determinadas decisiones, contintia oponiéndose por el afan de oponerse, no debe haber vacilaciones: La oposicién, que es la imagen caracteristica de esta fase de transicién, sigue siendo indiscutiblemente algo sano, pero cuando se transforma en una oposicién cuyo tinico objetivo es ella misma, hay que romper definitivamente con esa oposicién. Ya hemos perdido demasiado tiempo en altercados, disputas y enredos. Es el momento de 9. V. 1. Lenin, Obras escogidas III, 339-340. 10, V. I. Lenin, Unsere aussen- und innenpolitische Lage und die Aufgaben der Partei, en Werke XXXI, 417-418. La democracia en el partido 391 decir «jbasta!», es el momento de buscar las condiciones necesatias para reem- prender el trabajo. Higanse las concesiones que sean necesarias a quienes se sienten insatisfechos, a quiencs se autodenominan opositores, pero, ante todo, hay que conseguir que el trabajo sea coherente, porque de lo contrario no podremos resistin, mientras nos atosigan los enemigos de dentro y de fuera. # Se habla continuamente, afiade Lenin, de la necesidad de garantizar la libertad de critica. Es sin duda algo muy hermoso pero, una vez que se haya suscrito, es necesario ver cudl es el contenido de esa critica. Si libertad de critica significa defensa del capitalismo, hay que suprimir esa libertad. Si se teflexiona sobre el contenido de la critica, es necesario preguntarse qué se ha hecho respecto del ejercicio del control por parte de los obreros y los campe- sinos, para incluir a los obreros y campesinos en la gestién de la sociedad, etc. Hacia finales de 1920 surgi, en el marco del comité central, una violenta polémica en torno al problema de los sindicatos. En la V conferencia de los sindicatos de toda Rusia, celebrada en los primeros dias de noviembre, Ia discusién tuvo como protagonistas a Trotsky y Tomski. Trotsky sostuvo la tesis de la «absorcién» de los sindicatos. El debate, en el que participaron después otros militantes, fue expuesto por Lenin en el optisculo Los sindicatos, el momento actual y los errores de Trotsky (1921), en el articulo La crisis del partido (enero de 1921) y en el opiisculo Insistiendo sobre los sindicatos, el momento actual y los errores de Trotsky y Bujarin (enero de 1921). El programa del partido, decfa Lenin demuestra que el estado soviético es un estado obrero con una deformacidn burocratica. Se plantea entonces la pre- gunta: en esta situacién, los sindicatos gno tienen nada que defender? Actualmente, nuestro estado posee tales caracterfsticas, que el proletariado entera- mente organizado debe defender, y nosotros debemos utilizar estas organizaciones obreras para defender a los obreros contra su estado, y para que los obreros de- fiendan nuestro estado. Segiin Lenin, la cuestién no debe ser sometida ya a estudio por el con- greso y las tesis de Bujarin y Trotsky estén viciadas por numerosos errores te6ricos. El comité central eligid el 9 de noviembre una comisién a la que confié la tarea de analizar una vez mds todo el problema. En la comisién fue incluido el propio Trotsky, que, sin embargo, se neg6 a participar en sus trabajos. En el articulo titulado La crisis del partido, afirmaba Lenin que esa negativa convertia el error de Trotsky en algo grave y sentaba las bases para la constitucién de una fraccién. Sin esa negativa, el error habria sido de poca monta. Lenin criticaba, ademés, la presentacién de la plataforma de Trotsky al VIII congreso de los soviets (25 de diciembre de 1920) porque, aunque 11. Ibid., 419-420. 12. V. I. Lenin, Uber die Gewerkschaften, die gegenwirtige Lage und die Febler Trotzkis, en Werke XXXII, 7. Vladimir Ilich Lenin 392 desde el punto de vista de la democracia formal, Trotsky tenia pleno derecho a presentarla, desde el punto de vista de la oportunidad politica su accién sdlo podia servir para agravar su error y dar origen a una fraccién sobre la base de una plataforma errénea. A pesar de todo, también en este caso se atuvo Lenin al principio de que, ante divergencias irreconciliables, est4 justificada la escisién: Se justifica, ciertamente, si las fundas y si no se puede cotregir de otro modo una o partido © de Ja clase obrera. '3 ivergencias son en realidad extraordinariamente pro- ntacién equivocada del Sin embargo, Lenin estaba convencido de que, en aquel caso, el problema podia resolverse democrdticamente dentro del partido. Entretanto, en enero de 1921, en visperas del X congreso del partido, un grupo de oposicidn, que se definis como «oposicién obrera» elabord unas tesis en las que, tras constatar la dificil situacién de la economia nacional, propug- naba su relanzamiento mediante la supresién de todas las trabas y aparatos burocrdticos. Segtin la «oposicién obrera», el poder desconfia de la clase obre- ra y, por tanto, los comunistas se ven obligados a luchar para superar esta desconfianza y el inmovilismo burocratico del partido. La introduccién de este sistema de organizacién y direccién de la economia pot medio de los sindicatos posibilita una direccién unitaria, evita el contraste entre clase obrera y especialistas y proporciona de esta manera a los cientificos, teoréticos y précticos, amplia libertad para su actividad organizativa y administrativa. La oposicién pide después que no se conceda ningtin puesto de responsa- bilidad en la economfa sin la aprobacién de los sindicatos y que no se rechacen los candidatos propuestos por las organizaciones sindicales. Se solicita, por Ultimo, que se hagan gratuitos los alimentos esenciales, algunos bienes de gran consumo, el alojamiento y diversos servicios. De este grupo de oposicién, dirigido fundamentalmente por A. Sliapnikov, formaba parte también Alexandra Kollontai, que en 1921 publicd un folleto sobre la «oposicién obrera» , En él, la Kollontai escribia que la oposicién obrera inclufa al sector avanzado de los proletarios organizados como clase, los comunistas, que en la Unién de los soviets se estaba desdibujando la funcién de la clase obrera, a medida que se iba haciendo més débil su influencia sobre la vida y sobre las decisiones de los érganos del poder. Se teivindicaba des- pués la direccién colegiada y la participacidn directa de los obreros en la orga- 13. V. I. Lenin, Insistiendo sobre los sindicatos, el momento actual y los errores de Trotsky y Bujarin, en Obras escogidas III, 541. 14. 'F, Kool - E. Oberlindet, 0. ¢., 162 15. Ibid., 170s. La democracia en el partido 393 nizacién de la produccién. Acerca de la crisis del partido, la Kollontai hablaba de desconfianza de los dirigentes hacia la clase obrtera, no a nivel politico sino a nivel de sus capacidades creativas en la economia. De ahi la necesidad de conferir a un congreso de productores y a los sindicatos la direccién de toda la actividad econémica. La Kollontai se enfrentaba ademés con el burocratismo extendido en el partido: «la oposicién obrera —escribfa— afirma que el burocratismo es nues- tra enfermedad y el peligro més grave para la vitalidad del propio partido comunista». En consecuencia, proponia depurar el partido, confiar a los obreros todos los cargos directivos del partido y evitar que, salvo en casos determi- nados, los miembros del comité central dirigiesen los érganos supremos del poder soviético. En enero de 1921, Pravda publicaba las tesis de un grupo de camaradas que reivindicaban el «centralismo democratico». A propésito de la crisis del partido, estas tesis, suscritas también por Maximovski, Osinski y Sapronov, denunciaban el desarrollo del centralismo «burocrdtico», con la consiguiente exclusién de los militantes de la vida del partido. Se formulaba después la necesidad de llevar coherentemente a la prdctica el centralismo democratico, se subrayaba la importancia de la sesién plenaria del comité central en los intervalos entre los congresos, se pedia la convocatoria de conferencias del partido al menos tres veces al afio. Se exigia la libertad de discutir en la prensa también para quienes no estaban en el partido y la maxima libertad de critica para todos los grupos en las conferencias del partido. Por ultimo, se solicitaba el envio de funcionarios responsables del centro a la periferia y viceversa. Esta era, de modo muy esquemético, la situacién existente en visperas del X congreso del partido (marzo de 1921). En La crisis del partido, publicada en enero, Lenin analizé las tesis de la «oposicién obrera» y dijo que se trataba de posturas de cardcter sindicalista. En su opinién, dada la situacién con- creta del desarrollo socialista en Rusia, la fuerza principal de vanguardia estaba constituida por el partido comunista y la tesis del traslado de la direc- cin econémica a los sindicatos significaba en la prdctica la negacién de la necesidad misma del partido: El comunismo dice: la vanguardia del proletatiado, el partido comunista, dirige a la masa de obreros sin partido, iluminando, preparando, instruyendo, educando («es- cuela» de comunismo) a esta masa, ante todo a los obreros y después a los campe- sinos, para que pueda llegar y Ilegue a concentrar en sus manos la administracién de toda la economia nacional. El programa del partido comunista ruso, continuaba Lenin, dice que los sindicatos deben llegar a concentrar en sus manos la gestién de toda la eco- 16. V. I. Lenin, Die Krise der Parte, en Werke XXXII, 34. Vladimir Ilich Lenin 394 nomfa nacional, pero éstos estén todavia muy lejos de su objetivo. Ahora bien, si los sindicatos, es decir, los obreros que en nueve de cada diez casos no estén en el partido, marcan la direccién de la industria, gpara qué sitve entonces el partido? Por ahora —conclufa Lenin— nuestra postura es correcta: no hay que defenderse de los excesos del burocratismo, sino corregirlos, La lucha contra el burocratismo es un trabajo largo y arduo... ‘Ahora, a nuestro planteamiento se ha afiadido la lucha contra la dispersién ideolégica de esos elementos malsanos de la oposicién que han legado a rechazar cualquier «militarizacién de la economia»... a negar, a fin de cuentas, la funcidn dirigente del partido frente a la masa de los sin partido. Hay que luchar contra la desviacién sindicalista que arruinard al partido si no la corregimos definitivamente. 17 Lenin expuso estas posturas ante el X congreso del partido, justificdndolas més detenidamente y reexaminando las tesis principales de la oposicién. La si tuacién de la Rusia soviética era muy dificil, en algunos aspectos catastréfica, se experimentaban los efectos de la guerra civil, estaba en peligro la existencia misma del poder. Poco antes del congreso se habia producido la rebelién de los matinos de Kronstadt. En el informe de la actividad del comité central, presentado al congreso, Lenin afirmé que una pequefia desviacin sindicalista o semianarquista no habria resultado peligrosa, porque el partido habria conseguido corregirla. Pero, cuando esa desviacién se manifestaba en un pafs con una inmensa pre- ponderancia de campesinos, en un petfodo en el que la crisis de la agticultura habia Iegado al punto maximo y crecia el descontento de los campesinos frente a la dictadura del proletariado, en un perfodo en el que, tras la des- movilizacién del ejército campesino, centenares y miles de hombres desmora- lizados vagaban por todas partes sin trabajo y se entregaban al bandidismo, no era en modo alguno el momento de discutir desviaciones tedricas y el clima de la discusién se convertfa en un peligro real para la propia dictadura del proletariado. A juicio de Lenin, la discusién quedaba clausurada. Las relaciones entre la clase obrera y los campesinos eran especialmente dificiles y exigfan del proletariado una postura compacta y una concentracién de fuerzas atin mayor que la mantenida frente a todos los Denikin, Yudenitch y Kolchak juntos. En el discurso de clausura del debate sobre su informe, y respondiendo a muchos representantes de la oposicién obrera, Lenin afirmé que en aquel mo- mento no se podia crear a la ligera una oposicién y que la tinica conclusién posible era la de asegurar la unidad del partido. Sin embargo, no parecian 17. Ibid., 37. 18. La insurreccién de Kronstadt fue un episodio trigico de la revolucién de octubre, sobre el que todavia hoy hay grandes controversias. Sin entrar aqui en el estudio de dicho episodio, Gnica- mente queremos destacar que, en el curso de una revolucién, cualquier insurreccidn contra las fuerzas dirigentes de la revolucién, sea cual sea su motivacién, se convierte en un hecho contrarrevolucionario. La democracia en el partido 395 comprender estos peligros los representantes de la oposicién, cuya postura era muy similar a la de la contrarrevolucién pequefioburguesa y anarquista. La tesis fundamental de la oposicién, que propugna el traslado de la di- reccién de la economia a los sindicatos —dijo Lenin—, hay que entenderla como expresién de sindicalismo y anarquismo: Es sindicalismo porque, pensindolo bien, resulta evidente que nuestro prolctariado esté en su mayoria desclasado; las enormes crisis, la clausura de las fabricas, han puesto en fuga a los hombres a causa del hambre: los obreros han ahandonado las fabricas y han tenido que establecerse en el campo, dejando de set tales obreros. 2 gAcaso no sabemos —continuaba Lenin— que estas crisis, la guerra civil, la in- terrupcién de las relaciones normales entre la ciudad y el campo han provocado la ruptura del abastecimiento de grano y que pequefios productos de todo tipo, como los mecheros por ejemplo, estan siendo cambiados por pan? Cuando decla- ramos, ante toda la Internacional, que la dictadura del proletariado sdlo puede Hevarse a la practica a través del partido comunista, fuimos atacados por los sindi- calistas y los anarquistas. Las tesis de la «oposicién obrera» y de la camarada Kollontai estin en la misma linea de aquellos ataques. Por estas razones, en la situacién actual, no es necesaria la oposicién. Esto es algo que depende de la situacién objetiva, no os indignéis contra nadie. ;Ahora no necesitamos ninguna oposicién, camaradas! Y creo que el congreso del partido deberd llegar a esta conclusién, deberé decidir que ahora se acabé ya la oposicién, jque no queremos ni ofr hablar de opesiciones! 2! Lenin se refirié también a la tesis de la oposicién obrera segin la cual el congreso de productores de toda Rusia deberfa someter a su direccién a toda la industria del pais, es decir, a los 71 comités generales del consejo de la economfa nacional. Una propuesta de este tipo sdlo podrfa proceder, segin Lenin, del elemento anarquista pequefioburgués. El partido estaba dispuesto a admitir cualquier sugerencia y a hacer concesiones en todas las situaciones en las que hubiera que hacer frente a una lucha real y a propuestas efectivas para la lucha contra el burocratismo. Respecto a la cuestién de la confianza en la clase obrera, Lenin observé: Cuando se dice que nos falta confianza en la clase obrera, que no dejamos que los obreros accedan a los drganos directivos, se trata pura y simplemente de una men- tira... Y si el partido no conffa en la clase obrera y no deja que los obreros accedan a los cargos de responsabilidad, abajo el partido: jdecid Io que pensdis hasta el final! He dicho que eso no es verdad: estamos agotados por la escasez de cuadros, recibimos con los brazos abiertos la menor ayuda de cualquier persona competente, y mucho més si se trata de un obrero, Pero no la encontramos. 2 19. V. I. Lenin, Schlusswort zum Bericht des ZK der KPR (b), 9. Marz, en Werke XXXII, 199-200. 20. Ibid., 200. 21. Ibid., 201. 22. Ibid., 205. Vladimir ich Lenin 396 En el proyecto de resolucién sobre Ja unidad del partido, Lenin propuso que el congreso acogiese cuanto habfa de positivo en la critica formulada por la «oposicién obrera» (depuracién del partido de los elementos no obreros 0 poco segutos, lucha contra el burocratismo, desarrollo de la democracia y del espiritu de iniciativa de los obreros) y que se procediese a un estudio atento de todas las propuestas constructivas. En el punto 6 de Ia resolucién se decla- raban disueltos todos los grupos de oposicién y se expulsaba del partido a quienes no se atuvieran a esta decisién del congreso. A través del punto 7, el congreso conferfa al comité central el poder para expulsar del partido a aque- Ilos miembros del comité central que se negasen a aceptar las decisiones del congreso. El pétrafo 7 no se hizo publico en 1921, sino en enero de 1924, en la XIII conferencia del partido bolchevique. De nuestra breve exposicién se deduce que Lenin consideraba normal la discusién incluso violenta, la critica y la disensién hasta en los dias més difi- ciles de la revolucién, Era una postura de principio. Sélo la situacién concreta de Rusia después de la guerra civil lo indujo a pedir el cese de las disputas entre los diversos grupos. Lenin vio, a nuestro juicio acertadamente, que en aquel perfodo de caos econémico-social el partido comunista era en Rusia la inica fuerza capaz de garantizar la dictadura del proletariado y, por consi- guiente, la construccién del socialismo. El partido era la tinica fuerza capaz de asumir, con energia y disciplina, aquella diffcil funcién histérica. Las propues- tas de la oposicién habrian hecho prevalecer elementos y concepciones pequefio- burguesas, poniendo en peligro el socialismo. En tales condiciones, el partido estaba en cierto modo obligado a burocratizarse; por lo demés, la iniciativa de la oposicién no exclufa el riesgo de la burocracia sindical. Entre ambos males, Lenin opté por el primero, que por lo menos no pondrfa en peligro lo esencial: la revolucién. Sin embargo, no es casual que en la resolucidn sobre la desviacién anarco- sindicalista, aprobada por el X congreso, se dijese: En ediciones especiales, recopilaciones, ete., se puede y se debe reservar un lugar para el cambio més detallado de opiniones entre los miembros del partido sobre todas las cuestiones indicadas. Y cuando algunos miembros de la oposicién declararon que habfan firmado sus dimisiones, Lenin se esforzd para que el congreso las rechazase y propuso que el maximo exponente de la oposicién obrera, A. Sliapnikov, fuese elegido para el comité central. 23. V. I. Lenin, Obras escogidas II, 595-596. 24. Ibid., 600. La democracia en el partido 397 Las medidas adoptadas por el X congreso del partido eran, por tanto, medidas extremas para una situacién concreta. Pero fueron interpretadas por la burocracia del partido como medidas de principio y aplicadas a situaciones que habrian permitido, en cambio, un verdadero avance de la democracia in- terna y de la libertad de critica en el partido. No es extrafio que fuese precisa- mente Stalin, que sdlo tenfa confianza en s{ mismo y en su aparato burocratico, quien convirtiese estas medidaes en principio fundamental del «leninismo» por Jo que se refiere a la concepcién de la democracia interna. Las decisiones adoptadas por el X congreso no pusieron fin a la lucha de tendencias en el partido bolchevique. Esto contribuyé a agravar el estado de salud de Lenin, que en sus dos tiltimos afios de vida sélo pudo inter- venir de modo esporddico en las diversas cuestiones. En febrero de 1922, por ejemplo, algunos miembros de todos los grupos de oposicidn, entre ellos Sliapnikov, Miasnikov, M. Lobanov, N. Kuznetsov, A. Kollontai, enviaron a la conferencia de la III Internacional, y para su conocimiento al comité central del partido bolchevique, una dura denuncia de los métodos utilizados por el centro del partido contra los grupos de opo- sicién. En él se deca que cualquier intento de hacer intervenir a las masas proletarias en la gestién del estado era interpretado como anarcosindicalismo, que no se concedia Ja menor atencién a las opiniones formuladas por los sindicatos, que se forzaba a los camaradas, bajo amenaza de expulsién, a votar por los candidatos propuestos por el centro y que la situacién Iegaba a ser tan grave que hacia oscilar sobre el partido el peligro de Ia escisin. El 27 de febrero, el buré politico del partido designé a Trotsky y Zinoviev como representantes del comité central. Junto a ellos, la Internacional nombré una comisién, compuesta por C. Zetkin, M. Cachin, V. P. Kolarov, K. Kreibich, U. Terracini y MacManus, confiriéndoles el encargo de examinar la cuestidn, La comisién, después de haber ofdo a las dos partes, concluyé que el centro del partido era plenamente consciente de los peligros anunciados y que la postura de los oponentes no favorecia al partido, sino a los enemigos de éste. La sesidn plenaria del comité ejecutivo lamaba después la atencién de los oponentes sobre el hecho de que no estaban actuando de acuerdo con las deci- siones del X congreso y se situaban frente al partido y a los intereses del proletariado ruso. Entre tanto, Stalin sustituia cada vez mds a Lenin como secretario general del partido. La politica de lucha secreta, de intolerancia hacia las opiniones de los demés, de desconfianza, maquinacién burocrdtica, ete., que habria de en- contrar su maxima expresién poco tiempo después, empezaba a delinearse ya. El incidente de Stalin con la Krupskaia y la conducta de aquél en Ja llamada cuestién georgiana preocuparon extraordinariamente a Lenin que, obligado a petimanecer en cama, redacté, en los tiltimos dias de 1922 y primeros de 1923, Vladimir Ilich Lenin 398 una carta dirigida al comité central ® en la que, después de haber formulado diversos juicios sobre algunos camaradas dirigentes, sugeria entre otras cosas destituir a Stalin del cargo de secretario general. En diciembre de 1922 dicté también otra carta sobre la cuestién georgiana, en la que condenaba la actitud adoptada por Stalin y Ordzonikidze en Georgia y reafirmaba sus principios relativos a la igualdad de todas las naciones y el derecho de autodeterminacién. Por otra parte, en dos articulos de 1923, Cémo reorganizar la inspeccién obrera y campesina y Mas vale poco y bueno, proponia medidas de lucha contra el burocratismo y sugerfa aumentar el ntimero de miembros del comité central, componiéndolo con obreros y campesinos. Eran los tiltimos esfuerzos de Lenin para superar las dificultades del momento y abrir el camino a la creacién de un mundo nuevo, més humano y més justo. Asi concebia Lenin la democracia interna y la colaboracién entre camara- das, en un pais en el que la construccién del socialismo era mucho mas diffc que en cualquier otro de Europa. En un perfodo de disensiones, luchas impla- cables y crisis, slo un miembro fue expulsado del comité central del partido. Los partidos comunistas que, tras la época staliniana, pretenden apelar a Lenin y a sus principios en la vida ‘del partido, deben realizar, por razones de simple coherencia, serios y profundos cambios en su politica interna. Practicamente, no existié problema alguno sobre el que Lenin no expresase su punto de vista, pero sin imponerlo a los demés, sin arrogarse el derecho de infalibilidad, El genio de Lenin presuponfa un clima de gran tensi6n ideal, una colaboracién como la Ilevada a cabo con dirigentes de gran talento: Swerdlow, Trotsky, Bujarin, Lunacharski, Dzerzinski, Rykov, Stalin, Zinoviev, Kamenev, Piatakov, Preobrazenski, etc. Si hay algiin personaje en nuestro siglo que pueda compararse con Marx en profundidad intelectual, amplitud de horizontes cultu- rales y espiritu revolucionario, ese personaje sélo puede ser Lenin. Su muerte (21 de enero de 1924) produjo la impresién de que una de las mayores figuras de Ja historia habia abandonado la escena demasiado pronto. 25. V. I. Lenin, Carta al congreso, en Obras escogidas III, 758 s. En sus apuntes sobre la cues- tidn georgiana Lenin dice que se siente culpable ante el proletariado de Rusia por no haberse inte- resado con suficiente energfa en el problema de la

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