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Eliseo Veron Mediatizacién, comunicacién politica y mutaciones de la democracia 1. La racionalidad de los actores politicos El problema que quiero abordar en este traba- jo concierne al estatuto, la importancia y el rol de la comunicacién en un campo social dado: el campo politico. Se trata de un problema tedrico general, que tiene hoy una pertinencia histérica particular, dada la multiplicacién de tecnologfas de comunicacion y el crecimiento exponencial de la masa de informacién que circula en el mundo industrial. La problematica de la "comunicacién" en el campo politico ha sido en los tltimos diez o quince afios casi exclusivamente entendida en tér- minos de marketing. Quien habla hoy de "comu- nicaci6n politica" tiene en cuenta, en la mayor parte de los casos, cuestiones concernientes a la imagen mediatizada de los politicos, y al rol de los "consultores en comunicaci6n" que aconsejan a los politicos. Mi propésito es recordar, en este ensayo, que la articulacién entre la comunicacién y el sistema politico es uno de los fundamentos del sistema democratico. Una de las orientaciones tedricas dominantes acerca de la naturaleza del sistema politico demo- cratico es de inspiracién econémica. Se trata esencialmente de las teorfas neo-utilitaristas, de las que Alessandro Pizzorno, socidlogo italiano, ha hecho un penetrante andlisis critico en varios de sus trabajos'. Como veremos, basta introducir dudas acerca del caracter racional de la relacion entre la oferta y la demanda en el mercado politi- co, para que la légica del marketing pueda facil- mente invadir dicho mercado. Debemos, pues, co- ‘Alessandro Pizzorno, "Introduzione allo studio della partecipazione politica"; Quaderni di sociologia, 15 (3-4), 1966; "Political exchange and collective identity in industrial conflict" in: Crouch, C. et Pizzor- no, A. : The resurgence of class conflict in Western Europe since 1968; Londres: Macmillan, 1978; "On the rationality of democratic choice", Telos, 63, 1985, p. 41-69. Todas las citas han sido traduci- das al castellano a partir de la versidn francesa de este Ultimo articulo ("Sur la rationalité du choix démocratique”). 6 menzar por la cuestién de la racionalidad del comportamiento politico. Pizzorno formula dos preguntas fundamenta- les: "ZSe puede justificar la preferencia por la de- mocracia invocando la racionalidad que los pro- cedimientos democraticos representativos hacen posible? Esta es la misma racionalidad de la que habla la «teorfa econédmica de la democracia», fundada en la idea segtin la cual los individuos acttian para satisfacer sus intereses?". Las teorfas neo-utilitaristas del sistema democratico plantean, pues, la cuestién central del conocimiento, en términos de la informacion de que dispone el actor social como base de sus comportamientos politicos. Como en el modelo del mercado en el cual se inspiran, nos encontramos ante un actor politico estrictamente racional. El actor orienta su com- portamiento politico en funcién de su interés in- dividual. Desde este punto de vista, uno de los componentes del sistema democratico serfa la li- bertad del individuo para decidir cual es su inte- rés. La adecuacién del comportamiento a los ob- jetivos indicados por el intérés supone, en este ac- tor racional, un calculo de la relacién entre cos- tos y beneficios. El campo politico aparece, asi, como un mercado de oferta de procedimientos y decisiones (programas), entre los cuales el actor 7 elegir4 libremente en funcién de su interés. Co- mo en el modelo econémico, el equilibrio se ob- tendria en un nivel global. La democracia seria entonces el sistema menos imperfecto que cono- cemos, capaz de permitir a una mayoria de ciu- dadanos la satisfaccién de sus intereses indi- viduales. ; En este contexto, se comprende facilmente la importancia de la informacién. Un actor cuyo comportamiento resulta de una decisién tomada sin disponer de todas las informaciones necesarias para determinar si ella corresponde a los obje- tivos definidos por sus intereses, no puede ser considerado un actor racional. Objeciones de distinta indole pueden ser for- muladas a esta "teorfa econdémica de la democra- cia", y Pizzorno las ha discutido sistematicamen- te. La mayoria de ellas deriva de la confronta- cién entre las implicaciones conceptuales del mo- delo neo-utilitarista y los datos empiricos de los que se dispone sobre comportamiento politico. Ciertas objeciones tienen que ver con la re- laci6n entre costos y beneficios (articulados ne- cesariamente bajo la forma de un cAlculo), con- dicién previa de la decisi6n racional. En la medida en que, segtin este modelo, en el 8 mercado del campo politico la demanda aparece como una suma de dtomos, que son los intereses de cada actor social, la probabilidad de que mi voto individual modifique en mi favor el resulta- do de una eleccién es, desde un punto de vista es- tadistico, practicamente igual a cero. Entonces, pregunta Pizzorno, ,por qué la gente va a votar? Aunque sabemos que la distancia respecto del lu- gar de voto, las condiciones meteorolégicas y otras categorias de "inconvenientes", afectan en cierta medida la proporcién de votantes (en aque- llos pafses donde el voto no es obligatorio), no es menos cierto que, en general, una mayoria de ciudadanos efecttia el acto de depositar su voto a veces, incluso, en situaciones de riesgo, que po- nen en peligro la seguridad del ciudadano (como ha ocurrido en Camboya). {Qué calculo racional puede explicar semejante comportamiento? Hay aqui un primer desequilibrio, una falta de corres- pondencia, entre costos, por un lado, y beneficios esperados, por otro. Distinto problema es el de la comparabilidad de los costos. Este aspecto toca directamente a la obtencién de la informacién. El modelo neo- utilitarista supone, correctamente, que informar- se tiene un costo. Ahora bien, entre dos eleccio- nes, algunos individuos invertiran unas pocas ho- ras en informarse sobre la situacién politica; otros, en cambio, pasaran centenares e incluso 9 miles de horas, Como lo subraya Pizzorno, es ademas probable que esa diferencia esté asociada al nivel cultural de los individuos: el que se in- forma mas tiene, probablemente, un nivel cultu- ral mds elevado que el que se informa poco, lo cual significa que el costo de su tiempo es mas elevado. Un mercado caracterizado por semejante desequilibrio en los costos, parece dificilmente modelizable en términos de un actor racional a la manera del mercado econdémico. Mas alla de la cuestién de la racionalidad del elector, se plantea la cuestién de los politicos: {por qué razén los hombres politicos hacen polf- tica? Si aplicamos a los politicos el modelo del elector racional, esto significa que el hecho de hacer politica se explica en funci6n del interés in- dividual del actor. Lo cual quiere decir que el politico acttia en funcidén de un cdlculo cos- tos/beneficios, del mismo modo que el elector, y que, en consecuencia, estamos definiendo un sis- tema politico de corrupcién. Ideolégicamente, el sistema democratico excluye, en efecto, que la motivacién del hombre politico esté orientada por sus beneficios personales. Curiosamente, la "teorfa econémica de la de- mocracia" corresponde mejor a una democracia en la que los hombres politicos son corruptos que a una democracia en la que no lo son. Y natural- 10 mente, si para explicar el "proyecto de vida" del politico aludimos a valores como la solidaridad, el desinterés, o simplemente el gusto por el po- der, estamos introduciendo variables que escapan al modelo del actor racional. En verdad, surge de inmediato la cuestion de la temporalidad, es decir, como Pizzorno lo sefia- la, la cuestién de la confianza. Porque est4 claro que el cuerpo electoral interviene en la deter- minacion de quién va a ganar las elecciones, pero no tiene ningun control sobre las decisiones ulte- riores de quienes han sido asi elegidos. Nos en- contramos aqui con un problema central: el del estatuto de la promesa en el campo politico. ,De- positar su confianza en los candidatos a ser re- presentantes de la mayoria, es un comportamien- to racional? En todo caso, subraya Pizzorno, "puesto que todos los partidos son capaces de ha- cer promesas tentadoras, si los electores votan por un partido mds que por otro, no es porque dicho partido les prometa més utilidades, sino porque les inspira mayor confianza". La confianza reenvia a la temporalidad en la medida en que supone la nocién de un contrato implicito; el actor cree, piensa, supone, que el candidato realizar4 después lo que ha prometido ahora. El problema es tanto mas complicado cuanto que la experiencia electoral de los Ultimos afios, en paises muy diferentes, pareciera indicar lo contrario. En democracias tan diferentes como las de Argentina, los Estados Unidos y Francia, hemos asistido a situaciones en las cuales las auto- ridades democraticamente elegidas toman decisio- nes que son exactamente las contrarias de las que habian anunciado durante la campafia electoral (la promesa, por ejemplo, de no aumentar los im- puestos). Los medios tenderdn a calificar esta ex- trafia actitud de "pragmatismo" (por oposicién a situaciones donde, como el gobierno socialista francés entre 1981 y 1983, las autoridades se es- forzaron en cumplir sus promesas, actitud califi- cada de "dogmatica” o "ingenua"). La regla ética que dice que una promesa debe respetarse escapa ya, de por si, a la légica propia a la teoria neo- utilitarista; si, ademds, desaparece la relacién ne- cesaria entre las promesas electorales y las deci- siones tomadas una vez en el gobierno, toda posi- bilidad de célculo racional de la relacién entre costos y beneficios se derrumba completamente. Esta claro, en todo caso, que el modelo de un cAlculo costos/beneficios efectuado a partir de la representaci6n que el actor tiene de su interés in- dividual, no permite explicar ni por qué la gente vota, ni por qué los hombres: politicos hacen politica. Las representaciones del actor son sin duda alguna muchisimo mas complejas que un calculo racional orientado por el interés. 12 La complejidad aparece incluso si reducimos el problema (lo cual es seguramente incorrecto) a una cuestién de informacién. Los mecanismos cognitivos implicados no pueden, en modo algu- no, reducirse a una articulacion entre representa- cién del propio interés y anticipacion de decisio- nes politicas. Si hasta los mejores expertos son in- capaces de anticipar, en el medio y largo plazo, la evolucién de una situacién econdmico-politica, ycOmo suponer que el "ciudadano medio" podra hacerlo? Estamos, entonces, obligados a concluir, como lo hace Pizzorno, que a la luz de la teorfa neo-utilitarista, "el voto emitido... sobre la base de un juicio general es el voto de un incompe- tente”. Qué mejor target para el marketing? En términos de informacién, el juicio sobre el corto plazo es pues el unico que eventualmente puede jugar un papel en la decisién de voto del elector. Se ha comprobado que la coyuntura eco- ndémica que precede a una elecci6n tiene un peso importante sobre el resultado: si la situacién eco- ndémica de los meses que preceden a la eleccién es juzgada negativamente, los ciudadanos tienden a "eastigar" a los candidatos del gobierno que ocu- pan el poder, votando por la oposicion. Pero este dato empirico tiende en realidad a contradecir atin mas fuertemente la 6ptica neo-utilitarista, en azn de los efectos perversos que provoca. En la 13 medida en que los politicos parten de la hipstesis de que sélo el corto plazo puede permitir una apreciacién del elector que pueda tener conse- cuencias sobre el voto, esto los lleva a tomar me- didas econémicas que aumenten la probabilidad de que la coyuntura econémica, durante el perfo- do que precede las elecciones, sea juzgada "bue- na" por los electores. La tendencia a tomar medi- das "visibles" para el electorado, aun cuando ellas puedan ser contradictorias con una estrategia de largo plazo, se traduce en la ausencia de una gestion global de la evolucién econdémica. El con- junto de la gestion econémica pierde asi toda pre- visibilidad a medio y largo plazo, y se abre el ca- mino a la légica del marketing. 2. De la légica instrumental a la logica de la identificacién {Qué teoria es capaz entonces de dar cuenta de los comportamientos politicos? Si lo que determina el voto es una apreciacién global de la situacién por parte del elector y no un cdlculo racional, multiples teorfas no raciona- les se disputan el objeto: teorfas "simb6licas", ri- tuales, teatrales de lo politico, Desde la introduc- cion del concepto de solidaridad hacia un grupo, hasta las hipdtesis extremas de la teoria teatral —que define el discurso politico como un discurso 14 esencialmente de persuasién-seduccién-, pasando por la idea de "reaseguramiento simbdlico" pro- porcionado por el cardcter ritual de la politica, estas teorias, en apariencia opuestas radicalmente al neo-utilitarismo, explican lo que éste ultimo no podfa explicar. Sin embargo, y con razon, Piz- zorno las rechaza también: "No se trata de una verdadera alternativa, sino de un simple comple- mento a la otra teorfa [...]. Los bienes simbdlicos se agregan a los bienes materiales, unos y otros circulan en el mercado politico [...]. Los que em- plean el concepto de bien simbdlico parecen co- meter el mismo error que los teéricos neo- utilitaristas: el andlisis se detiene en la satisfac- cién individual de un bien simbédlico, sin refle- xionar sobre las condiciones estructurales que ha- cen posible esa satisfaccién". Pizzorno sefiala asi, con toda precision, el pro- blema central. Esas "condiciones estructurales" tienen que ver con la definicién del actor y con el papel que juega el vinculo social en esa defi- nicién. Y lo que est4 detras de este problema es, por supuesto, la cuestién de la naturaleza de la teoria del orden simbélico que hacemos interve- nir para explicar la democracia, y del estatuto del ‘conocimiento (y por ende de la racionalidad) dentro de esa teoria. Me detendré en las soluciones que Pizzorno 1S propone a dos problemas: el problema de las con- diciones de la racionalidad de la preferencia polf- tica individual y el problema de la naturaleza de los dos principales roles del campo politico (los ciudadanos y los politicos). Respecto a la primera cuestién, Pizzorno con- sidera que "la légica de la accién politica indivi- dual no se puede concebir como una ldgica ins- trumental, como una relacién medios-fines, sino que debe ser entendida como una légica de identi- ficacién: secuencia de comparaciones y conflictos entre identidades colectivas, que tienden a tener como efecto una transformacién de los fines de los participantes". Esto significa que la nocién de beneficio presupone el vinculo social dentro del cual el beneficio pueda realizarse. Del mismo modo que la nocién econémica de ganancia supo- ne la pre-existencia del mercado que me permi- tird transformar la ganancia en bienes materiales, la nocién de beneficio simbélico presupone el vinculo social, presupone la colectividad dentro de la cual ese beneficio ser4 reconocido como tal. Esas identidades colectivas son lo que Pizzorno llama las "condiciones estructurales". Natural- mente, la teorfa econémica en que se inspira el neo-utilitarismo postula que el vinculo social del mercado es del mismo tipo que el comporta- miento individual orientado a la obtencién de un beneficio: ambos estan definidos por la légica 16 racional-instrumental. Esta hipdtesis permite pre- servar la homogeneidad del modelo, y la pre- existencia del mercado no introduce ningtin ele- mento nuevo. En la medida en que parece impo- sible aplicar el concepto de cAlculo costo/bene- ficio al comportamiento del individuo en el siste- ma politico, esos marcos identitarios colectivos aparecerén cumpliendo la funcién fundamental de preservar la identidad individual, asegurando su permanencia. ;,Por qué es importante esta preser- vacién de la identidad? Preservacién y permanencia son problemas que tocan a la temporalidad. La cuestién de la temporalidad aparece ya a propésito del cdlculo costo/beneficio, en la medida en que la inversion (los costos) tiene lugar en un tiempo anterior al de la obtencién de los beneficios. De ahi por ejemplo la importancia de la estabilidad moneta- ria en-el modelo econémico clasico. El comporta- miento racional-instrumental supone garantfas acerca de la estabilidad del valor. Un principio comparable rige, segun Pizzorno, en la légica identitaria: "Para poder determinar cudles son sus intereses, calcular costos y beneficios, el sujeto _aigente deberd asegurarse de su identidad a través de la pertenencia a una colectividad identificante |...). Una teoria adecuada de la politica debe, s, dar cuenta de la constitucién de colectivida- identificantes, como productos de una activi- 17 dad propia de la politica". Esta hipétesis se preci- sa y se completa en la respuesta que, a la segunda cuestién, Pizzorno propone: explicar los roles respectivos de ciudadanos y hombres politicos. La importancia de la dimensién temporal se con- firma, porque Pizzorno introduce la tensién entre corto y largo plazo: "...si a corto plazo, cuando el momento del gasto no est4 muy alejado del mo- mento en que se podra gozar de los beneficios, el sujeto sabe lo que debe hacer para obtener lo que quiere, a largo plazo, por el contrario, los objeti- vos de un individuo, asi como las medidas ne- cesarias para alcanzarlos, son inciertos... ;Quién se atreveria entonces a decir que un individuo es el mejor juez de su interés a largo plazo?" La cuestién del largo plazo da cuenta, a la vez, de la necesidad de los cuadros identitarios para el individuo y de la substancia de la relacién de representaci6n que define el estatuto del hombre politico. "El individuo debe afrontar... una incertidum- bre sobre su identidad futura. El orden actual de mis preferencias, del cual deduzco mi interés, {permanecerd siendo el mismo en el futuro? Y puesto que en todo calculo que no es a corto pla- z0 los costos y los beneficios deben ser evaluados en periodos diferentes, ,soy capaz de estimar los gastos que puedo hacer ahora para obtener los 18 beneficios futuros? Pérdidas y ventajas sélo pue- den ser calculadas si tengo razones para pensar que mi identidad de sujeto interesado perma- necera sin cambios". Pero la identidad futura del individuo es inse- parable de su reconocimiento por parte de una colectividad. "La incertidumbre concierne esen- cialmente a la estabilidad de una colectividad que ‘ es tomada como punto de referencia... si teme- mos que el valor de nuestra persona (la significa- cién de nuestra identidad) pueda no ser recono- cido, si estamos inciertos en cuanto a las conse- cuencias de nuestras decisiones, minimizaremos Ja incertidumbre identificéndonos a una colecti- vidad de referencia en la que encontraremos un ‘reconocimiento estable”. En lo que se refiere a la relacién entre el ciu- ‘dadano y sus representantes, la gestion del largo plazo define, en el fondo, la substancia de la fun- “cién de representacién. "El representante esté alificado para determinar cudles son los intere- a largo plazo de aquéllos a quienes representa, r ello éstos lo han elegido". En este contexto, el punto de vista de Pizzorno acerca a ciertos aspectos de la teorfa de Claude ‘fort: porque si el largo plazo contiene un pos- ado de convergencia de intereses, el presente 19 esta marcado mas bien por el conflicto que por el consenso. "[...] El funcionamiento de las demo- cracias liberales presupone... que la mejor politi- ca es aquélla que, a largo plazo, hard desaparecer la oposicién entre intereses particulares contra- dictorios. Dicho de otra manera, se presupone un interés comin realizable en el futuro, mientras el presente permanece dominado por esa oposicién entre intereses particulares que caracteriza la practica de la democracia representativa". Pizzorno distingue la actividad constitutiva de la actividad performante de los hombres politi- cos: la primera opera sobre las identidades socia- les, la segunda concierne a las decisiones concre- tas que mejoran o preservan las posiciones de las colectividades que los politicos representan. Agreguemos que la combinacién de ambas acti- vidades confiere al discurso politico el caracter de un verdadero fendémeno de comunicacién. 3. Peirce: mds alld del modelo de la accion social Esta sintesis de la posicién de Pizzorno bastar4 para comprender a la vez los problemas con los que se debate y la fragilidad de las respuestas que propone. En verdad, las "soluciones" de Pizzorno pertenecen al mismo "horizonte ideolégico" del que forman parte las posiciones que él combate: 20 la teorfa de la accién social orientada por obje- tivos. La estructura de todos los argumentos cri- ticos de Pizzorno estén fundados en el modelo de un actor individual movido por sus intereses. Na- turalmente, se trata de un actor que ha compren- dido que se encuentra en una situaci6n com- plicada y que su interés debe llevarlo a aceptar el papel estabilizador que cumplen los cuadros iden- titarios colectivos y a concluir que, dada la com- plejidad de la sociedad en que vive, mas vale dejar que representantes mds expertos que él mis- mo hagan frente a la incertidumbre del largo pla- z0. Podriamos decir que el actor social implicito en la proposicion de Pizzorno es un actor carac- terizado por una racionalidad ampliada. Pero que no sale del marco, unidimensional y lineal, de ‘una teoria socioldgica de la accién orientada por jetivos. "Es dificil decir, observa Pizzorno, si elector es racional o irracional. Lo que se le decir es que no es necesariamente tonto". todo caso, e independientemente de su grado inteligencia, el actor individual sigue siendo la ite ultima del sentido de los colectivos del politico, puesto que éstos se definen por la i6n que cumplen en la gestién de la incer- bre del actor. que conocen la obra de Charles S. Peirce ) ya adivinado el interés que una reflexion a en su teoria semidtica puede tener para 21 aclarar la cuestién de los fundamentos de la de- mocracia. En verdad, Pizzorno se enfrenta, en sus respuestas, a varios de los problemas centra- les tratados en la semidtica de Peirce; sin embar- go, no cita en ningtin momento la obra de Peirce. Pienso que es una lastima, porque Peirce le hu- biera permitido asentar sus proposiciones te6ricas sobre un fundamento mucho mas firme. Peirce nos proporciona instrumentos para conceptua- lizar mejor los problemas que, a partir de su excelente critica del neo-utilitarismo, preocupan a Pizzorno. Un primer elemento importante es el alcance de la semidtica de Peirce. Para limitarnos al cam- po de las ciencias sociales, evitando toda incur- sién en la filosofia, podemos decir que la semié- tica de Peirce comporta una teoria antropolégica general sobre la produccién del sentido. Su aplicacién a los problemas que plantea el sistema democratico es sélo un caso particular. Desde este punto de vista, podemos decir que la demo- cracia es el sistema menos malo que conocemos para administrar la relacidn estructural entre el vinculo social y la identidad individual. Para Peirce, toda semiosis es un proceso entre tres entidades: signo, objeto e interpretante. El actor-intérprete puede ser considerado un inter- pretante inmediato, pero la semiosis "minima" no 2 es mds que un "punto de partida” arbitrario de un observador en un momento dado: presupone otro interpretante al cual ella reenvia necesariamente. Y un interpretante es un signo que reenvia a su vez a otro signo. La semiosis es, pues, ese entre- lazamiento infinito de terceridades. Este proceso no tiene ni principio ni fin. Las "colectividades de identificaci6én" de Pizzorno son un caso parti- cular de interpretante. Ellas no se explican en términos de las "funciones" que pueden cumplir respecto de los proyectos de accién de los indi- viduos-electores. Ellas simplemente son, en el campo politico, los interpretantes que hacen po- sible la semiosis politica. _ Es en este contexto donde hay que compren- der la importancia fundamental a la vez de la smporalidad y de los colectivos en la definicion n a-del concepto peirciano de conocimiento. a vez mas, la pregunta relativa al rol del cono- imiento en el campo politico no es mas que la aplicacién de este principio a un caso particular. No hay conocimiento fuera del signo, puesto ‘signo' es sindnimo de 'pensamiento’. La se- jis se confunde con el universo cognoscible hombre. Y el hombre sdlo existe en la semio- 'Del mismo modo que decimos que un cuer- en movimiento, y no que el movimiento un cuerpo, deberfamos decir que nosotros 2 estamos en el pensamiento y no que hay pena- mientos en nosotros" (5.289). Se comprende entonces el poco interés de Peir- ce por la nocién de 'conciencia’, fuente del sen- tido en el modelo de la accién orientada por obje- tivos. "Conciencia es un término vago... concien- cia es usado a veces para significar que yo pienso, para significar la unidad del pensamiento. Pero la unidad (del pensamiento) no es otra cosa que la consistencia, o el reconocimiento de la consisten- cia. La consistencia pertenece a todo signo, en la medida en que es un signo... la palabra o el signo que el hombre utiliza es el hombre mismo... La identidad de un hombre consiste en la consis- tencia de lo que hace o piensa" (5.313). __Esta equivalencia entre signo, pensamiento e identidad del interpretante-sujeto, se traduce en la concepcién peirciana de lo real. Alli aparece la cuestién fundamental de la temporalidad: "Lo real... es aquéllo a lo que Ilegaran, tarde o tem- prano, la informacién y el razonamiento, y que por lo tanto es independiente de las fluctuaciones del mi y del td. En consecuencia, el verdadero origen de la concepcién de la realidad muestra que esta concepcién implica esencialmente la no- cién de una comunidad, sin limites definidos, ca- se - un progreso definido de conocimiento" 5.311). 24 Se notard el paralelo entre esta definicién de la realidad y la hipétesis de Pizzorno segtin la cual el sistema democratico funciona sobre el postula- do de harmonizacién de los intereses particulares en el futuro. Para Peirce, el pensamiento mismo es inseparable del futuro: "La existencia del pen- samiento ahora, depende de lo que sera més tar- de; tiene por lo tanto una existencia potencial, de- ndiente del pensamiento futuro de la comu- nidad" (5.313/316). _ Asi como la "comunidad cientifica" es el inter- ‘pretante "especializado" de la produccién de co- nocimientos cientificos, la "comunidad sin limites P nidos" asociada a la nocién de realidad es el lectivo-interpretante del conocimiento social. n caso como en el otro, la verdad sélo se en un futuro indefinido y el conocimiento ovisorio, relativo y "falible", como lo ha su- ado Apel. Popper es, en este sentido, un ex- ente heredero de Peirce. Insisto en la diferen- entre ambas "comunidades de conocimiento" pienso que Apel (punto que no puedo de- lar aqui), uno de los intérpretes mas califi- de Peirce, tiende a producir una amalgama ‘ambas comunidades?. El cuerpo de normas | ultimate opinion de \a indefinite community of investigators el punto supremo de la transformacién peirciana de la 16- ental kantiana. En él convergen el postulado semidtico supraindividual de la interpretacidn. y el postulado de la 25 de la comunidad cientifica administra la relacién del conocimiento cientiffico con el futuro, y los multiples conflictos entre teorias, metodologias e hipotesis. El cuerpo de normas del sistema demo- crético administra la relaci6n de la comunidad global con el futuro, los miltiples conflictos pre- sentes y las diferentes identidades colectivas. En ambos casos, el respeto por las divergencias sélo se logra por referencia a un postulado que coloca la "reconciliacién" en un futuro indefinido. En el campo politico, es esa referencia al fu- turo la que hace posible que, en el presente, la negociacién remplace la violencia. La violencia politica aparece asf como la negacién del futuro. EI paralelo entre comunidad cientifica y comu- nidad democrdtica (punto capital en el que no puedo detenerme) permite fundamentar te6rica- mente las innumerables observaciones sobre la relaci6n intima entre el desarrollo del conoci- miento cientifico y tecnolégico y la emergencia y evolucién de la democracia industrial. Para Peirce la nocién de conocimiento incluye los tres 6rdenes de la produccién de sentido: la l6gica de la investigacién, que consiste en una confirmacién experi- mental de la experiencia in the long run . El sujeto cuasi-trascenden- tal de esta unidad postulada es la comunidad ilimitada de interpreta- cién". Cf. Karl Otto Apel: La transformacién de la filosofia; Ma- drid: Taurus, 1985, volumen II, pags. 164-165. 26 primeridad del orden icénico, la secundariedad del orden indicial y la terceridad del orden sim- bélico. El proceso de conocimiento comporta operaciones abductivas, inferenciales y deducti- vas. Es pues una nocién amplia del conocimiento Ja que est4 en juego, concepcién de lo cognitivo particularmente Util cuando se trata de reflexio- nar sobre los multiples soportes tecnolégicos del conocimiento y de la comunicacién. En suma, para Peirce el sujeto sdlo existe in- Merso en el tejido infinito de la semiosis social. BI] conocimiento (en el sentido amplio que acabo recordar), dimensi6n esencial de la construc- sidn de la identidad individual, se efecttia, de ma- indefinida, dentro de la semiosis infinita. ; interpretantes que definen los cuadros colec- y la sirigularidad del actor social son las dos s de la misma moneda (en este sentido, ordémoslo, Herbert Mead fue uno de los gran- rederos de Peirce). s hipdtesis antropolégicas de Peirce no supuesto, especificas de la socialidad itica; son validas independientemente del organizacién social. Pero la centralidad @ adquiriendo, a lo largo de la historia de wiedades industriales, la produccién de co- tos cientificos como factor decisivo de la acién de la cosa ptiblica, ha marcado la 27 teorfa politica de la modernidad industrial, sacan- do a luz la dimensién de la temporalidad, aspecto esencial de la definicidn de los interpretantes del campo politico democratico. 4. Los interpretantes en una democracia mediatizada Que la gestién de la incertidumbre del futuro sea una de las dimensiones centrales del sistema democratico subraya la importancia de la refle- xi6n sobre la evoluci6n sociocultural de las socie- dades industriales. Abordaré rapidamente dos as- pectos de esta evolucién: la cuestién de los me- dios y la cuestién del individualismo. Las sociedades industriales liberales aparecen hoy fuertemente marcadas por un fenédmeno del que Peirce conocié apenas la primera fase: el fenémeno de la mediatizacién. El medio masivo que dominé el siglo XIX fue la prensa escrita, (mediatizacién del orden simbélico en la termi- nologia de Peirce) secundariamente Ja fotografia (mediatizacion del orden icénico), nacida en los afios cincuenta. En trabajos anteriores, propuse considerar que la televisi6n consagra, en nuestro siglo, la mediatizaci6n del orden indicial>. 3Cf. mis articulos: "Il est 1a, je le vois, il me parle"; Communica- tions n° 38, pags. 98 - 120, Paris, 1993; “Interfaces. Notes sur la dé- mocratie audiovisuelle avancée"; Hermés, n° 4, Paris 1989; "Télévi- sion et démocratie: & propos du statut de la mise en scéne"; Mots, n° 28 Esta diversidad de registros de la produccién del sentido en las sociedades industriales corres- _ ponde bien a la nocién amplia de conocimiento caracteristica del pensamiento de Peirce: la di- mensién de conocimiento que esta en juego en el funcionamiento de la democracia no es solamente la argumentacién racional propia de la terceri- dad, no es tampoco solamente la informaci6n fac- al correspondiente a la secundariedad; es tam- el orden icénico de las cualidades y las im- siones, correspondiente a la primeridad del gno. En consecuencia, la comunicacién por enes forma también parte "natural", podria- s decir, del conocimiento implicito en el fun- amiento del sistema politico democratico. Si al para Peirce es aquéllo a lo cual Negara, © temprano, "la informacién y el razona- ito", proceso que implica la nocién de una inidad, la "informacién y el razonamiento h aqui separables del conjunto de facultades itivas del hombre, que comprende los tres s de la semiosis. La interpenetracién per- de los tres 6rdenes (recuérdense las ob- ciones de Peirce sobre la importancia de lo 9 en el Algebra, y el rol central de la abduc- el descubrimiento) permite caracterizar neepto de racionalidad radicalmente dife- Denunciar la "puesta en escena" (es decir, la puesta en imagenes) de la politica, es tener una concepcién puramente verbalista y escritural de la democracia, y una concepcion estrecha a la vez del conocimiento, de la racionalidad, y de la co- municacién que esté en la base de la semiosis. En términos de la evolucién de las sociedades indus- triales, no se trata hoy de oponer un modelo tra- dicional y supuestamente "noble" de la arenga verbal a la politica "espectacular" de la imagen televisiva, sino de interrogarse sobre la posicién de los medios en el conjunto de la sociedad. El lugar central que los grandes medios (mal llamados "masivos") estén ocupando en las demo- cracias industriales, adquiere gravedad en rela- ci6n directa con la pérdida de legitimidad de los interpretantes del sistema politico (el gobierno, el parlamento, el poder judicial, los partidos politi- cos, las organizaciones sindicales, etc...). La di- ferencia es grande con respecto a la época en que se hablaba, a propdsito de la prensa, de "cuarto poder": este "cuarto poder" se definia, precisa- mente, en relacidn con otros tres poderes. En la medida en que estos ultimos aparecen en crisis, no es absurdo pensar que los medios se estén transformando en el tinico lugar en que opera la construccién-reconstruccién de los colectivos, ni tampoco es absurdo inquietarse por ello. 30 La inquietud se justifica en la medida en que el sistema de los medios responde, de manera cada vez mds completa y exclusiva (atin en los paises europeos que tuvieron una historia larga de televisién "ptiblica"), a la l6gica econémica del mercado. Estrechamente articulados, a través de los productos discursivos como soporte publici- tario, al mercado general del consumo, los me- lios absorben los diferentes sectores de la pro- duccién de discursos sociales (informativos, esté- licos, politicos, religiosos, Iidicos, literarios, de yulgarizaci6n cientifica, etc...) y los incorporan | conjunto de una oferta discursiva puramente terminada por el cdlculo costo/beneficio. Este ignéstico puede conducir a una profecia tan juietante como paradéjica: el racionalismo ins- ymental tenderia a instalarse en el lugar de la iccién ‘de los interpretantes socialmente entes, mientras que el colectivo de los ciu- s se reduce a un colectivo de receptores- isumidores "trabajado", entre otros, por el g politico. trata, probablemente, de una profecia exce- Para ponderarla, debemos introducir la pro- a del individualismo. Porque si el indivi- es un "producto" de la modernidad, la 6n de las sociedades modernas no ha § que acelerar su evoluci6n. Y esta evo- 31 luci6n vuelve cada vez mds complejo el colectivo de los "ciudadanos-consumidores". Histéricamente, el individualismo ha atravesa- do tres etapas, que podemos representar con la ayuda del modelo de Peirce utilizado bajo la for- ma de una "tépica" que representa los tres polos de la primeridad, la secundaridad y la terceridad de la produccié6n de sentido en relacién con el individuo (véase la figura 1). La primera fase se sitia en el polo Ill de esta tépica, que es el polo de la relacién de los individuos con las normas sociales (con la ley). Por eso lo llamo indivi- dualismo-3 (véase la figura 2). Es el individualis- mo de ruptura con la sociedad. Para construir su "self", el individuo se excluye de la socialidad. La sociedad representa el conjunto de reglas contra las cuales la subjetividad se define. La figura clasica del individualismo-3 es anterior a la mo- dernidad: el eremita que abandona la comunidad y cultiva su identidad protegido por su soledad. Una figura literaria contempordnea fue trabajada por Kerouac, en los afios cincuenta, alrededor del célebre tema on the road again.. La segunda fase se sittia en el polo II (relacién entre los individuos, secundaridad). Bajo esta forma, el individuo no se excluye de la sociedad, sino que se retrae sin salir de ella. Podemos decir que el individualismo-3 es un individualismo ex- 32 plosivo, y el 2 un individualismo in-plosivo. Se trata tipicamente del individualismo corporativo, que corresponde, en las sociedades occidentales a- vanzadas, a los afios setenta y ochenta. El merca- do de consumo estd habitado por "clanes" y "tribus": los lindos y los feos, los gordos y los flacos, los "in" y los "out". r El polot es el de la primeridad, de la relacién del individuo consigo mismo. Aqu{f culmina, cier- imente, una primera "era" del individualismo j0derno. El actor social de lo que algunos insis- in en llamar la "post-modernidad" descubre que 1 identidad no reenvia a otra cosa que a sf mis- y que su singularidad es irreductible. Algu- OS primeros temas de este individualismo-1! fue- trabajados en los filmes de Wim Wenders. rpretando este momento extremo de nuestra ernidad en los términos de Peirce, podriamos ir que el individualismo-1 expresa, en el con- © de la democracia, el principio segtin el cual nico soporte de la semiosis identitaria de la sridad es el individuo. ituar la semiosis de la primeridad en el polo €s otra cosa que la definicién (peirciana) talitarismo: es a la vez el mito del uno y la mcia emocional de la propia identidad, ins- } en el coraz6n del aparato del Estado. Gra- los medios, se han preservado las imagenes 33 Individualismo-1 ("yo soy Gnica”) FIGURA 1 Social FIGURA 2 Individualismo-2 ("algunos nos parecemos") Individualismo-3 ("yo soy diferente de ellos") 34 de una figura aterradora de esta inscripcién de la primeridad identitaria en el polo MII: las inmensas concentraciones populares presididas por Hitler en Niiremberg, entre 1933 y 1936. La misma t6pica puede representar las etapas de la evoluci6n reciente de las democracias indus- triales. La crisis de los interpretantes tradicio- nales del sistema politico, es la crisis del polo III. La crisis de los agrupamientos corporatistas de los afios ochenta es el polo I. En el polo I, reen- contramos al actor social, transformado en indi- " yidualista-1, con el cual el sistema politico ha per- dido el contacto, y que plantea cada vez mas pro- blemas a la logica del marketing, que domina el mercado de consumo y el mercado de discursos de los medios. _ El individualismo-1 expresa la diversidad y la fragmentacién crecientes de la sociocultura de los paises industriales. La cuesti6n crucial es hoy la siguiente: llegados a este momento extremo del individualismo, que traduce la crisis de los in- terpretantes politicos tradicionales pero que a la "vez perturba cada vez mas la ldgica del marke- ting ,podemos imaginar un recorrido inverso, una reconstrucci6n de la socialidad hasta llegar a un polo III con nuevos contenidos? Este recorrido inverso es conceptualmente claro pero dificil de imaginar concretamente (es decir, politicamente): 35 se trata de lograr que la complejidad creciente a nivel individual, alimente la sociedad civil. La teorfa de Peirce es, tipicamente, una teoria desti- nada a pensar la complejidad de la sociedad hu- mana, es decir, la complejidad de la produccién de sentido (no es un azar si se trata de la tinica teorfa fractal que haya sido elaborada en las "ciencias humanas y sociales"). Por esta raz6n, es hoy mas actual que nunca. El individualismo, generado por la propia so- ciedad industrial ha sido hasta ahora la principal fuente endégena de complejidad del tejido social. En el momento en que la légica instrumental de los medios amenaza con ocupar el lugar que los interpretantes politicos estén dejando vacios, los avatares de la historia nos ofrecen una segunda fuente, ex6gena, de complejidad: la inmigracién, que entra en la Europa "moderna" tanto desde el Sud como desde el Este. Como en otras épocas y en el contexto de otros sistemas politicos y culturales, tal vez hoy se repita una vieja figura de la historia. Tal vez hoy la supervivencia de la democracia en las socie- dades que calificamos complacientemente a la vez de "occidentales" y "centrales" dependa, simple- mente, de esa figura extrema de la terceridad: el extranjero. Universidad de Paris VIII 36

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