Vous êtes sur la page 1sur 9
SANGRE, LECHE, GRASA Y ESPERMA En la sangre, cl semen, la leche y demds fluidos del cuerpo de un solo sexo, no hay nada femenino ni limites defi- nidos entre los sexos, En su lugar, una fisiologia de fluidos fungibles y flujo corporal representa en un registro diferente la ausencia de sexo especificamente genital. Mutaciones in- terminables y una cadena discordante de cambios hacen posi- ble lo que la fisiologia moderna veria como entidades distin- tas y a menudo sexualmente especificas. La sabiduria antigua mantenia, por ejemplo, que el co- mercio sexual podia aliviar algunos estados —depresiones, conducta perezosa— provocados por exceso de flegma, el hu- mor frio y himedo asociado con el cerebro: “el semen es la secreci6n de un excremento y se asemeja a la flegma en su naturaleza”*, (Esto apunta ya a la nocién de que en la con- cepcio6n el var6n introduce una idea en el cuerpo de la mujer.) Pero lo que cabe resaltar aqui es que la eyaculaci6n de un tipo de fluido se pensaba que restablecia el equilibrio alterado por un exceso de otro tipo, porque la emisiGn seminal, la san- gria, las purgas y el sudor eran formas de evacuaci6n que ser- vian para mantener la economia librecambista a un nivel ade- cuado. Un texto hipocritico aclura mas estas observaciones fisiolégicas cuando especifica los caminos anatémicos de la interconversién; cl esperma, espuma parecida a la del mar, procedia de la refinacién de la sangre; pasaba al cerebro, des- de donde caminaba a través de Ja médula espinal hasta los ri- fiones, a los testiculos y al pene*’, 76 Pscudo-Aristételes, Problemas, 1.50.865a33s. La flegma tiene tam- bién una complicada relacién con ef calor y la inflamacién, asi como con la teorja sustentada por Platon, Hipdcrates y otros autores, segtin la cual e] semen procede del cerebro y de la médula espinal y no de la sangre. 2? Véanse las notas eruditas en Jain M. Lonie. The Hippocratic Trea- tisess “On Generation”, “The seed”, “On the Nature of the Child”, “Di- seases 1V" en la serie Ars Medica: Texte und Untersuchungen zur Que- 73 i La sangre menstrual, plétora o residuo de 1a nutriciGn, es como si fuera una variante local de esta economia genérica del cuerpo en cuanto a fluidos y 6rganos. Las mujeres emba- tazadas, de las que se supone que transforman de otro modo el alimento superfluo en alimentaci6n para el feto, y las ma- dres recientes, que crian y por ello necesitan convertir sangre extra en leche, no tienen tal exceso y por eso no menstruan. “Después del parto”, dice cl omnisciente Isidoro, en el paso de un milenio de erudicion al siguiente, “como quiera que la sangre no se ha consumido en ja alimentacién de la matriz. fluye por un paso natural a las mamas, y blanqueandose [aqui Isidoro dice fac, del griego lewkes (blanco)] por su virtud, re- cibe la calidad de la leche”?*, Asi, las mujeres demasiado obesas (que transtorman la plétora normal en grasa), las bai- larinas (que consumen la plétora en el ejercicio). y las “com- prometidas en concursos de canto” (en sus cuerpos “el mate- rial se ve forzado a circular y es totalmente consumido”) no menstruan y suelen ser infértiles?®. E] caso de las cantantes, ademis. ilustra de nuevo hasta qué punto lo que nosotros con- Henkunde der Alten Medizine, Berlin, Walter de Gruyer, 1981, pags. 124- 132, 102-103, 277-279. que insisten en la apertura de los limites entre fluidos. 28 Isidoro, Efymologiarum, (1.1.77. Galeno discute la convertibilidad de la sangre en leche con detalles clinicos en UP 2.639. Véase también Hipscrates. Afertsmos, 5.37, 32. 9 The Sever Books of Paulus Aegineta, trad. Francis Adams. Londres. 1844. 3.609-614; Aecio de Ameda, Tetrabiblion, trad. James V. Ricci. Fi- ladelfia, Blakiston, 1950, caps. 4 y 26; Sorano. Gynaecology, pigs. 18-19. Estas observaciones son bastante frecuentes, y cito a Paulus Acgineta, Ac- cio y Sorano como autoridades médicas generales sélo porque proporcio- nan explicaciones coherentes y de facil acceso. Son clinicumente astutos, pero no por las razones que en la época podrian imaginarse. Por ejemplo, sobre el pensamiento moderne de por qué el ejercicio, la obesidad y las perdidas severas de peso conduccn a la amenosrea, vease Leon Sperofl et al, Clinical and Gynecological Endocrinology and Infertility, Baltimore. Williams and Wilkins. 1983, caps. 1 y 5, esp. pags. 171-177. [Existe tra- duccidn de esta wtima obra a cargo de Alberto Jomet Cases, Endocrino- logta ginecologica e infertilidad, 3 ed,. Barcelona, Toray, 1986] 74 Apdensid enrt Rive goes Fig. 2. Mustracion del siglo XIX que muestra Ja abertura de La laringe de forma que revela una clara semejanza con los érganos genitales externos femeninos, Galeno habia sefialado que 1a dvula, que pende al fondo del velo de] paladar —en el centro cuando se mira cf intertos de la boca—, ofrece a la garganta el mismo tipe de proteccion que el clitoris al utero. De Max Miller, Lecciones sobre la ciencia del lenguaje. siderariamos relaciones meta: ‘as entre Grganos, era acep- tado como si tuviera en ¢] cuerpo consccuencias causales rea- les. Aqui la asociacion se da entre la garganta o el cucllo a través del cual pasa el aire y el cucllo de la matriz, a través del cual fluye la menstruacién; la actividad en uno detrac la actividad en el otro. (De hecho, las conexiones metaféricas cntre la garganta y el cervix/vagina 0 entre la cavidad bucal y las partes pudendas son legidn en la Antigiiedad y persisten en el siglo XIX, como muestra la figura 2. Dicho de otro modo, una afirmacién hecha en un caso como metafora —las emisiones que hombre y mujer depositan frente al cuello de la matriz son aspiradas “con ayuda de la respiracién, como con la boca o las ventanas de la nariz”— tiene implicaciones 75 literales en otro: las cantantes son menos proclives a mens- truar)3°, Aunduc sélo he descrito la economia de los fluidos fungi- bles con respecto al esperma y la sangre menstrual, productos de indole genérica, de hecho trasciende el sexo ¢ incluso las especies. Cicrtamente, como los hombres eran mas calientes y tenian menos sangre residual, generalmente no daban leche. Senala Aristételes, sin embargo, que tras la pubertad algunos hombres productan algo de leche y pedian producir mas con un tratamiento adecuado (HA 3.20.522a19-22). A la inversa, las mujeres menstruaban porque eran mis frias que los hom- bres y por eso era mas probable que a ciertas edades tuvieran un exceso de alimentacidén. Pero, incluso teniendo en cuenta esto, se consideraba que las reglas femeninas tenian equiva- lentes funcionales, no reproductores, que permitian catalogar- las como parte de una fisiologia compartida con los hombres. Mantenia Hipdcrates que la aparicién de una hemorragia na- sal, y también la menstruacién, eran indicacién de que estaba a punto de declararse una fiebre, lo mismo que la hemorragia nasal cra un signo prondstico de que la amenorrea se resolve- rfa pronto, Por el contrario, una mujer dejaria de vomitar san- gre si aparecicra la regla3!, E] mismo tipo de sustitucién se HA 10.5.637a18-19. Sobre la figura 2, véase Zelda Boyd. “Lhe Grammarian’s Funeral’ and the Erotics of Grammar", Browning Institute Studics, vol. 16, ed. Robert Viscusi, Browning Institute, Southwestern Co- Nege. 1988, pig. 5. Sobre La garganta/cuello de la matriz, vagina o ce véase Ann Hanson y David Armstrong. “The Virgin's Voice and Neck Aeschylus, Agamemnon 245 and Other Texts”, British Institute of Classi- cal Studies, 33 (1986), 97-100; y Lloyd, Science, Folklore, pags. 326-327. Galono, en De uteri dissectione 7, dice que “Heréfilo compara la natura- leza del atero [,ccrvix?] con la parte superior de la triquea”: Staden. He- rophilus, pag. 217. 4 Hipécrates. Aphorisms 32 y 33 y Epidemics 1.16, en The Medical Works of Hippocrates, ed. John Chadwick y W.N. Mann, Oxford, Oxford University Press, 1950. [Una parte de las obras hipocriticas fue traducida por José Alsina er al. y publicada como La medicina hipocrdtica, Madrid, CSIC, 1976; ef mismo traductor es responsable de una versidn catalana.] Esas observaciones clinicas se repetirian durante dos mil afios. Un médico del Renacimiento informa, por ejemplo, de que una mujer que sufria ja- 76 produce con el sudor: la mujer tiene menos derrame en vera- no y mas en invierno, dice Sorano, a causa de las cantidades diferentes de evaporacién que ticnen lugar a través del cuerpo en ticmpo calido y frio. Si hay mis sudoracién, hay menos derrame?. Lo gue cuenta es la pérdida de sangre en relacién con el balance de fluidos del cuerpo, no el sexo del individuo ni el orificio por cl que se produce. Poreso, afirma Arcteo de Ca- padocia, si la melancolia aparece después de “la supresion de la descarga catamenial en mujeres” o después del “flujo he- morroidal en hombres, debemos estimular las partes para ex- pulsar la evacuacién acostumbrada”. Las mujeres, dice Aris- tdteles. no padecen de hemorroides o hemorragias nasales tanto como los hombres, excepto cuando sus derrames mens- truales han cesado; por el contrario, el derrame es ligero en mujeres con hemorroides o venas varicosas presumible- mente porque la sangre en exceso encuentra salida por esos medios33, La compleja red de interconvertibilidad implicita en Ja fi- siologia del sexo Unico es todavia mas amplia de lo que he sugerido y comprende tanto la carne como los fluidos. Aristé- teles, por ejemplo, encuentra una confirmactén de la natura- quecas porque en sus pedodys no experimentaba derrames, resulté al viada temporalmente cuando “finalmente los expulsé mediante vomit La enfermedad reaparecié y sole fue definitivamente eliminada cuando el medica le hizo una sangria en el tobillo, que “impulsd a los periodos a fluir regularmente por el) lugar natural”. Antonio Beniveni (1443-1502), De abditis nonnullis ac mirandis morborum et sanationon causis, trad. Charles Singer. Springfield, Charles C. Thomas, 1954, 2 Sorano, Gynecology, pag. 19, aprecia tambitn que la cantidad de flujo menstrual es menor en “profesoras de canto y mujeres que viajan”. La interconexidn entre fluidos parece infinita. Asi, Alberto Magno mante- nfa_que [2 estimulacién sexual de hombres y mujeres producia un eyacu- lado a mitad de camino entre esperma y sudor. James R. Shaw. “Scientific Empiricism in the Middle Ages: Albertus Magnus on Sexual Anatomy and Physiology”, Clie Medica, 10.1 (1975), 61. 33. GA 1.19.727a1 1-15; HA 7.10.587b32-588a2: este pasaje esta a con- tinuacion de la explicacién de Aristoteles de por qué las mujeres que dan cl peche no menstruan. 77 leza residual comtin del esperma y el fluido menstrual, en la observacion de que las criaturas obesas de ambos sexos son “menos espermaticas” (spermatika) que las delgadas. Siendo asi que “también la grasa, como el semen. es un residuo, de hecho sangre digerida”, las hombres y mujeres gruesos tienen menos residuos que liberar en el orgasmo 0 como catamenia. Las hombres delgados, por otra parte, producen mds semen que Jos gruesos y por la misma razén general de que los hu- manos producen proporcionalmente mas semen y mds fluido menstrual que otros animales: los hombres delgados no apli- can los alimentos a producir grasa; los humanos reticnen como excedente el material que en los animales se destina a los cuernos y al pelaje*4. Este tipo de andlisis pucde extenderse indefinidamente. Los hombres y mujeres rubios eyaculan més copiosamente que los morenos, dice Aristételes, sin molestarse en justificar esta suposicion en que ello se debe a que los ultimos son, cn general, mas velludos: quienes observan una dicta acuosa y picante, descargan mas que los que la siguen seca y sosa (HA 7.2.583a10-14). Tanto los hombres como Jas mujeres se en- cucntran cansados tras la eyaculacién. no porque la cantidad de material emitido sea muy grande, sino por su calidad: constituye la parte mas pura de la sangre, de la esencia de la vida (GA 1.18.725b6-7). si, como he venido exponiendo, los fluidos de la repro- duccién en cl modelo de sexo tinico no fueran sino estadios superiores de la digestién de los alimentos —casi como la fraccidn ligera en la destilacidn del petroleo crudo— enton- ces las semillas masculina y femenina no podrian concebirse como entidades scxualmente especificas y morfoldgicamente distintas, quc es como vinieron a cntenderse tras e! descubri- MGA 1.19.727a31ss: HA 7.2.582b30-583a4; para la relacién entre le- che y esperma, véase HA 3.20.521b7; sobre leche. sangre y esperma, GA 4.4.77 1a4ss. Cito aqui a Aristételes por su influcncia en estos temas sobre el mundo occidental, pero esas posiciones son lrecuentes en escritos de su época y posteriores, incluso en aquellos que no pertenecen directamente a Ja tradician aristotélica, 78 miento de pequefias criaturas en el semen y de que se acepta- ran como el huevo de los mamiferos, a finales del siglo XVI*. En el cuerpo de sexo unico, las ancias eyaculadas por los “dos sexos” eran versiones jerarquicamente ordenadas entre si de acuerdo con la potencia que se les suponia. La diferencia entre las teorias llamadas de dos semillas y de una scmilla —-Galeno versus Aristoteles—— no es, por tanto, una cuestion empirica que pudicra resolverse por refe- rencia a hechos observables. Incluso en la teorfa aristotélica de Ja semilla tinica, sperma y catamenia se refieren a refina- ciones mas 0 menos grandes de una sangre sin génera, ex- cepto cuando se usan como cifras para los “principios” mas- culino y femenino**, Lo que se ve, o lo que no podria verse nunca, no importa realmente, excepto en Ja medida en que el semen masculino es mas espeso. mas blanco y mas espu- moso, lo cual es sefial de que es mas poderoso y propicic para actuar como causa eficiente que el cyaculado femenino, que es mas fino, menos blanco y mas acuoso, o que cl menstruo todavia rojo y menos digerido. Como los drganos de la repro- duccion, los fluidos a este fin destinados vuelven a ser versio- nes cl uno del otro; son la manifestacidén bioldgica, en cl len- guaje del cuerpo unisexo, de la politica de los dos géneros y en ultimo extremo del acto de engendrar. 35 Véase mas adelante, en el Capitulo V, la explicacion de por qué di- chos descubrimientos hicieron mis plausible. sin por ello implicarlo. un modelo de dos sexos y por qué seria anacrénico usar los modernos térmi- s “sperma” y “huevo” para lo que vieron los cientificos del sigla XVM. % Las teorias de las dos semillas, como las de Hipderates y Galeno, mantienen que se necesitan Jas “semillas” de ambos padres para dat vida a la materia que la madre aporta, Las teorias de semilla unica, entre las cua- les la de Aristételes fue la mas influyente, afirmaban que ¢l hombre pro- porciona a la generacién el sperma (la causa eficiente y de modo mas pro- blematico. tambien la formal), mientras que la mujer facilita la catamenia (la causa material). En este modelo la eyaculacion femenina no tiene sen- tidoa porque por definicion la mujer no aporta semilla. Vé Michael Boylan, “The Galenic and Hippocratic Challenges to Aristotle's Concep- tion Theory”, Journal of the History of Biology. 17 (primavera de 1984), 85-86, and Preus, nota 10, supra. 79 El autor hipocratico ilustra este punto claramente y sin la complejidad filoséfica que encontramos en la teoria aristoté- Tica Hamada de una semilla. Quizd, si aceptamos la tesis de Aline Rousselle, habla incluso de fa sabiduria empirica de las mujeres, normalmente silenciada’’. Hipécrates se inclina ha- cia la pangénesis, idea segiin la cual cada parte del cuerpo de cada progenitor transmite algtin aspecto de si misma; que las representaciones de las diversas partes forman un tluido 0 se- milla reproductor; y que la concepcidn consiste en conjugar, Segtin proporciones y fuerzas, esas sustancias germinales. Hi- pocrates renuncia a todo esfuerzo por atribuir a hombres y mujeres semillas fuertes 0 débiles, respectivamente. Si bien él varén debe proceder de un esperma mis fuerte, “por ser el va- ton mas fuerte que la hembra”, ambos son capaces de produ- cir semilla mds o menos fuerte. Lo que cada uno emite es cl resultado no de alguna caracteristica esencial masculina o {e- menina, sino de una batalla interna entre cada tipo de semilla: “Jo que la mujer emite es a veces mas fuerte, a veces mas dé- bil, y esto se aplica también a lo que el varén emite”>, Hipo- crates insiste en este punto repitiendo la idea y generalizan- dola a los animales: “Un mismo hombre no emite invariable- 3? Aline Rousselle. Pornefa, trad. Felicia Pheasant, Oxford, Blackwell. 1988, pigs. 24-26, expone que. en ausencia de oportunidades para que los médicos (varones) examinaran mujeres vivas o muertas, algunas observi- ciones muy preci obre el placer y y la fisiologia femenines fueron pro- porcionadas a los médicos por comadronas 0 pacientes. Aunque no hay prucbas dircctas de esta afirmacion. me gustaria que fuera verdadera por- que sugicre que buena parte de lo que voy a decir en este libro refleja no solo la alta tradicién médica masculina, sino también los mundos mis imaginativos de las mujeres. Sin embargo. no estoy de acuerdo con Rous- selle cuando atribuye a Aristotcles una explicacién basicamente distinta de los aspectos fenomenoldgicos de la Teproduccion a los del autor hipo- critico. Utilizo la expresién “autor hipoeritico” para dar idea de que el corpus de obras atribuido a Hipécrates se considera que fue escrito por muchos autores adscritos a tal tradicién. Es embarazosa hacer uso conti- nuado de esta locucion. por lo que en adelante me referiré a dichos auto- res por cl nombre de uno de cellos: Hipéerates. 38 “On Generation”, Lonie ed.. 6.1 v 6.2. pag. 5, asi como el revelador comentario de las pags. 124-132. 80 mente la variedad fuerte o débil de esperma, sino que a veces una y a veces la otra: esto mismo es cierto en el caso de la mu- jer.” Asi se explica por qué una pareja dada tiene prole mascu- lina y femenina, como también versiones mas fuertes y mas débiles de cada sexo; lo mismo sucede con los animales”, Si los dos miembros de la pareja producen esperma fuerte, resulta un varén: si ambos producen esperma débil, nace una hembra; y si en uno de ellos en Ja batalla se ha im- puesto el débil y en el otro el fuerte, el sexo de la criatura viene determinado por la cantidad de esperma producido. Una mayor cantidad de esperma débil, esté producido por el hombre o la mujer, puede imponerse a una menor cantidad de esperma fuerte, sca cual sea su origen, en el segundo asalto, cuando ambos se encuentran frente al vero en renovado com- bate. Hipdcrates se esfuerza en subrayar la fluidez de la situa- cién y la interpenetracién de lo masculino y femenino. La disputa por la supremacia del esperma cs como si se mezelara cera de abejas y sebo, empleando una cantidad mayor de sebo que de cera, y se fundieran juntos sobre un fucgo. Mientras que la mezcla sigue fluida, no se evidencia el cardcter que prevalece en la mezela; solo cuando soliditica puede verse que et scbo predomini cuantitativamente sobre la cera. Lo mismo su- cede con las formas de esperma masculino y femenino™, °9 fhid., 7.2, de muevo en 8.2 40 Tbid., 6.2. La existencia de esperma masculino y femenino en cada progenitor se aduce para explicar por qué algunas mujeres paren varones can algunos hombres y nifas con un marido posterior. Puesto que la tradi- cién hipoeritica es pangenesica. lo que implica que cada parte del cuerpo produce parte del esperma, cada caracteristica de jatura resulta del mismo tipo de batalla que determina el sexo. (Véase GA J.17.725b13ss para cl clisico ataque a esta posicion.) “De la generacién” afirma simple~ mente que ningun nino puede parecerse solamente a un mogention lo cual es otra forma de decir que los hombres son necesarios porque las mujeres no pueden fecundarse a si mismas (véase 8.1 y 8.2). Sobre la pangénesi las teorias antiguas de la herencia en general, véase Erna Lesky. Die Zeu- gigs und Vererbungstehre der Autike und ihr Nachwirken, Mainz, Aka- deme der Wissenschaften und der Literatur, 1950 81 Las “formas” de csperma masculino y femenino corres- ponden asi no a la configuracién genital de su fuente nia la nueva vida que crearan, sino mas bien a gradaciones de un continuum de fuerte a débil+!. Pienso que si acosdéramos al autor hipocratico en este punto tendria que admitir que hay algo especialmente pode- roso en la semilla masculina, en el fluido que procede del va- r6n de verdad, porque de otro modo no tendria respuesta a la pregunta con la que los tedricos de las dos semillas fueron atosigados durante milenios: si la hembra tiene una semilla tan poderosa, {por qué no puede engendrar por si misma, para qué se necesitan los hombres? Sin embargo, los textos hipocraticos se resisten a relacionar cl género de la semilla, su fuerza o debilidad, con el sexo de Ja criatura que la pro- duce. En su version de la economia de fluidos unisexo, la se- milla mas potente cs por definicién la del macho, cualquicra que sea su origen. También para Galeno cada progenitor contribuye con algo que da forma y vivitica la materia, pero insiste en que la semilla del progenitor femenino es menos poderosa, menos “informante”, que la del progenitor masculino, por la propia naturaleza de la hembra. Ser hembra significa tener una semi- Ila mas débil, incapaz de engendrar, no como cuestién empi- rica, sino por imperativo logico. “Desde luego, la hembra debe tener los testiculos mas pequefios y menos perfectos y el semen que generan debe ser mis ligero, mas frio y himedo (porque esas cosas se siguen necesariamente de un calor in- suficiente)” (UP 2.631). De este modo, en contraste con Hi- pocrates, Galeno mantiene que la calidad de las respectivas semillas procede de la jerarquia de los sexos. La semilla del hombre es siempre mas espesa y calida que la de la mujer por 41 Hipdcrates no ofrece justificacién alguna de por qué no hay, como podria sugerir este modelo, un buen numero de criaturas cuya configura- cidn genital sca “intermedia”. con dificil clasificacién social, Tampoco trata la cuesttén, que pone en dificultades a otros. de por qué la mujer ne- cesita al hombre en todo caso, siendo capaz en realidad de producir un es- perma fuerte andlogo al del hombre. 82 la misma razon que el pene cs protubcrante y no queda sin desarrollo en el interior del cuerpo, como el utero y los ojos del topo: los humanos son los animales mas perfectos y el hombre es mis perfecto que la mujer por un “exceso de ca- lor”. Sin embargo, en oposicién a lo que defendia la opinion de Aristételes, Galeno insistié en que las mujeres producian semen, verdadera semilla generadora. Si no fuera asi, pre- gunta retéricamente, gpor qué deberian tener testiculos, como manifiestamente tienen? Y si no tuvieran testiculos (orcheis) - carecerian del deseo del coito, que manifiestamente tienen*?. En otras palabras, la semilla femenina, como la misma mujer, “no esta muy lejos de ser perfectamente calida” (UP 2.630). El semen masculino y femenino, fluidos mas 0 menos re- finados, mantienen la misma relacién con la sangre que el pene y la vagina tienen con la anatomia genital, con érganos protuberantes o interiores. Como el médico arabe medieval Avicena (Ibn-Sina, 980-1037) indica en su comentario de es- tos textos galénicos, “la semilla femenina es una clase de san- gre menstrual, incompletamente digerida y poco transfor- mada, y no est lejos de ser de Ja naturaleza de la sangre (a virtide sanguinea) como lo es la masculina™43. Asimila diges- 42 El caso se hace explicito en Galeno, Peri spermatos (Sobre la semi- Ila), Kuhn ed., 4.2.4. pig. 622. Manifiesta en diversos lugares del texto que “las mujeres tiencn conductos seminales y testiculos Nenos de se- men”, Si los hombres tuvieran leche en sus conductos mamatios, no ha- bria razon para preguntarse con qué propdsito. “Del mismo moda, puesto que las mujeres tienen semen, no hay que maravillarse de que lo excreten™ (2.1, pag. 600). 4 Aviecna, Canon (Venecia, 1564), 3.20.13. En 3.31.1.1, Avicena, como Galeno, plantea el hecho de que el érgano femenino de la genera- cidn, la matriz, es “como si fuera cl érgano masculino invertido”. La tra- duccion latina de la ardbica de Avicena utiliza esperma para Ja eyacula- cién masculina y femenina, y Avicena se encuentra en apuros para criticar a quienes asimilan la semilla femenina con cl fluido menstrual. Hablando en general, Avicena manticne una posicidn aristotélica sobre la genera- cidn, al mismo tiempo que reproduce casi literalmente el sistema galénico de los isomorfismos anatémicos. Véase Danicile Jacquart y Claude Tho- masset, Sexuality and Medicine in the Middle Ages, Princeton, Princeton University Press. 1988. pags. 365s, 83 tidn y reproduccidn, alimentos, sangre y semilla, en una Unica economia gencral de fluidos controlada por el calor. En el modelo unisexo a la mujer le falta la capacidad, el calor vital, para convertir los alimentos hasta el nivel.mas alto: el es- perma. Pero se queda cerca. Aristételes y la tradicién aristotélica de la “semilla dni- ca”, con su radical distincidn entre los materiales gencrativos masculino y femenino (gonimos), parecerian hacer insosteni- ble 1a posicién galénica intermedia y facilitarian de este modo las bases en el cuerpo para los dos sexos biolégicamente dis- tintos e inconmensurables, en forma similar a la del huevo y el esperma que estaria presente en teorias como la de Geddes, en el siglo XIX. Seguin Aristételes, los hombres producen Sperina, causa eficiente de la generacion, y las mujeres no. En su lugar las hembras proporcionan catamenia, que es la causa material y, por tanto, de naturaleza completamente diferente. Pero esta distincién formal a priori agota por completo lo que Aristételes denota por sperma y catamenia. Asi como los cuerpos masculino y femenino fracasan a la hora de propor- cionar correlatos anatémicos fijos para su teorja de la causali- dad gencrativa, tampoco los fluidos reproductores “en cl uni- verso” sostienen una justificacién bisexuada radical de la di- ferencia sexual. Tampocoe Aristételes la deseaba. Es evidente que Aristoteles y sus contemporancos distin- guian cl semen de la sangre menstrual. Los hombres y los animales sanguineos machos, bicn lo sabian, emitian general- mente una sustancia visible y palpable, que cra blanca por ser una espuma compuesta de burbujas invisibles, y espesa por- que cstaba formada por agua mezclada con aliento (pnewna), la herramienta a través de la cual actuaba el principio mascu- lino. Aunque Arist6teles designaba normalmente csta sustan- cia como csperma, sus caracteristicas distintivas no eran en principio aspectos de la propia semilla+. Segtin hace expli- cito sin lugar a dudas, el eyaculado no era sino el vehiculo “4 -Véase Boylan, “Galenic Challenge”. En otras ocasiones Aristoteles utiliza gonimes (generador. productor) para referirse al esperma. Hace uso de Ja misma palabra para referirse a la contribucién femenina. 84 para la causa cficiente, el esperma, que ejercia su magia como un rayo de luz invisible. Como probaba la experiencia, s¢ re- tiraba 0 se evaporaba de la vagina; tampoco entrarfa en la ca- tamenia, en la que se formaria cl cuerpo del embrién, como un agente activo entra en la materia pasiva cuando una cosa esta hecha a partir de dos. Después de todo, ninguna parte del carpintero aparece en la cama que construyc, ni tampoco el arte del herrero entra en la espada que moldea, ni el cuajo o el jugo de higo se convierten en parte de la leche que transtor- man en queso. En realidad Ja causa eficientc, el principio in- formador, artesanal, en apariencia puede ser transportado por la brisa, como las yeguas de Creta que son “fecundadas por cl viento™>, Todas las metaforas de Aristételes omiten la presencia fi- sica del eyaculado, el esperma, tratado como artesano, actia como un reldmpago, mas como genio que como zapatero que clavetea sin descanso. Sus imagencs nos Hevan a la constela- cién del flegma/cerebro/esperma: en la concepcidén el macho introduce una idea, una concepceién artistica o artesanal, en el cerebro-ttero de la hembra. La contribucién material de ta hembra es algo mis mate- rial y, por tanto, reconocible segtin las propiedades fisicas de la sangre menstrual. Aristoteles se toma la molestia de pun- tualizar que la catamenia, el propio residuo menstrual, no puede ser confundida con la sangre real, que sc ve: “la mayor parte del flujo menstrual es intitil, pese a ser fluido” (GA 2.4.739a9). Pero deja inexplorada Ia relacién entre Ja catame- nia, sobre la que el esperma ejerce su magia, y todo lo que puede verse —la “inutil” descarga menstrual 0 el fluido que 45 GA 1.21.729b17ss; 2.1.734b20ss, que discute la complicada relacion de] alma con el esperma en general: 2.3.737aL0-16. El cuajo es el reves miento mucoso del estémago de los rumiantes, que conticne renina, en- zima usado para cuajar la leche. El jugo del higo cumple una funcion si- milar, HA 6.18.572a!5. 4 La concepcién biolgica y la intelectual estin estrechamente rela- cionadas, como sefalaba en el siglo XV William Harvey, dentro de la tra- dicién aristotélica. 85 humedece la vagina durante el coito— en buena medida por- que carecen de importancia en un mundo en el que las afir- maciones sobre el cuerpo sirven sobre todo como ilustracio- nes de una gama de verdades superiores‘?, Su imagen do- minante cs la de la jerarquia de ja sangre: “La secrecién masculina y las reglas femeninas son de naturaleza sangui- nea™8. El semen de los hombres que tienen coitos dema- siado frecuentes revierte a su estado sanguineo anterior: el semen de los muchachos y a menudo el de los ancianos es incapaz, como la catamenia, de impartir movimiento a la ma- +7 El texto medieval (De secredis mulicrum) de) Pseudo Alberto Magno utiliza mension para referinse a la semilla femenina y sperma a la mas- culina, en su discusién sobre Ia concepcién, en Ta que las dos semillas (duo semine) se encuentran en la viva (vagina). Véase Charles Wood, “The Doctors” Dilemma: Sin, Salvation, and the Menstrual Cycle in Me- dieval Thought”, Specudon, 56 (981). 716. y John F. Benton, “Clio and Venus: An Historical View of Medieval Love”, The Meaning of Courtly Love, ed. FX, Newman, Albany. State University of New York Press. 1969, pag. 32. sobre menstruum como semilla y sanguinis menstruns como sangre menstrual. Tomés de Aquino se muestra interesado en que la Virgen sea al propio tiempo causa material y formal del Cristo humano: ve p. Summa theofogica, 33.31.58 [de la que existen numerosas ver- siones castellanas]. y Wood. pig. 27. Es evidente que lo que esti en juego en la cuestion de si el mevstrian es una semilla es algo mas que la biolo- gia, Cuando atirmo que faltan distinciones ct: ntre el modelo de una semilla y el de dos, estoy en contra de la posicién defendida por Anne- Liese Thomasen, “Historia animalium’ contra ‘Gynaeccyia’ in der litera- tur des Mittlealters”, Clie Medica, 15 (1980), 5-23, donde describe las dos tradiciones distintas y mutuamente exclusivas 48 GA 4.8.776b 10, Véase Boylan, “Galenic Challenge” pag. 94, donde conehiye, en mi opinisn correctamente. que el Gtero esta implicado en una forma inferior de la “cuarta concoecién del pepsis", lo cual hacen mejor los conductos espermaticos det hombre. Mas en general, sobre cémo los alimentos se calientan para producir sangre y material genésico. véase Michael Boylan, “The Digestive and ‘Circulatory’ Systems in Aristotle's Biology”. Journal of ure History of Biology, 15 (1982), 89-118. El hecho de que HA 10.1.634b30ss y 10.6.637b32. por ejemplo, usen sperma para los productos genésicos de hombres y mujeres es una raz6n para que los especialistas duden de la autenticidad del libro LO. Si es 0 no de Aris(éte- esta ecuacién lingiifstica parece moverse en la direccién que siguen Jos textos aristotélicos auténticos. 86 teria’. Para Arist6teles, en consecuencia, y para la larga tradicién tundada cn su pensamiento, las sustancias genera- doras son elementos interconvertibles en la economia del cuerpo unisexo, cuya forma superior es el vardn. Los fluidos fisiolégicos no son distintivos ni de clase diferente. sino los tonos mis ligeras en el claroscuro bioldgico presente en la sangres®, Todos estos datos sugieren que en Ja construccién del cuerpo uniscxo los limites entre sangre, semen, otros residuos y alimentos, asi como entre los Srganos de Ja reproduccién y otros érganos. entre cl calor de la pasion y el calor de Ja vida, eran poco precisos y, para una persona moderna, porosos hasta lo inimaginable, casi terrorfficos. “Ouienquiera que co- pule hacia la medianoche™, previene un texto atribuido a Constantino ¢l Africano, “comete un error”. La digestién (concoccidn) de los alimentos debe hacerse antes de forzar al cuerpo a dar la conceccidn final a fa semilla®!. Quince siglos después de Aristdteles y un milenio después de Galeno, en cl Purgatorio de Dante todavia se habla de la fungibilidad de los fluidos del cuerpo y las afinidades de sus calores, La san- gre “no bebida”, perfecta como un plato (alimento) traido desde fa mesa, es redestilada por el calor del corazon, enviada a los genitales, desde los cuales “gotea en la vasija de la natu- 49. GA 1.19.726b5ss: sobre ancianos y muchachos. véase GALLS. 725b2(), El semen de los borrachos. dice el pseudo-aristotélico Problems 50.865233. no es fértil porque es demasiado himeda y produce excesive liquido camo residuo. ; 50 No es de extrafar, me apunta Peter Brown, que tanto ta tradicién gnéstica como 1a maniquea consideren 1a eyaculacion del esperma como la ctapa final en la liberacion de la luz/espiritu de su base material, ! Paul Delany “‘Constantinius Africanus’ De Cofte: A Translation’. Chaucer Review, 4.1 (1969), 59. tantino el Atricano fue un médico del siglo NI. fiel adepto a la erudicion médica antigua. que ensefd cn la Escuela de Salerno. Mas sobre este punto y sobre los consejos variados y a menudo contradictorios enunciados por los médicos, véase Jacquart y Thomasset. Sexuality, pigs. 53ss. 87-96. Como quedara claro, difiero de ellos en que estoy contra la division nitida que pretenden establecer entre la fisiologia reproductora masculina y 1a femenina. 87 raleza. sobre la sangre de otros. Los secretos de las mujeres. compilados de la tradicién antigua durante la baja Edad Me- dia y todavia populares cn el siglo XvuL, hablan del apetito del coito como consecuencia directa de la acumulacién de re- siduos de la comida cotidiana. Menstruos retinados de la san- gre calientan la vulva de la mujer mediante una “abundancia de materia” y le provocan gran deseo por cl coitos? La economia de fluidos del cuerpo unisexo engendra asi los deseos y el calor a través del cual se perpetuara. De un modo mis general, espero que quede claro que la fisiologia ¢ incluso la anatomia de Ia generacién no son mas que ilustra- ciones locales de una forma de hablar sobre e] cuerpo muy distinta de la nuestra. La carne y la sangre visibles no pucden considerarse una base estable “real” para las afirmaciones culturales que les afectan. En realidad, el problema de inter- pretacion consiste cn comprender ¢] alcance de lo “real” y el grado en que [a biologia es tan sdlo la expresién de otras y mas profundas verdades. ORGASMO Y DESEO 6 owe|] OYUe] US SOU O] JOd ‘UEHE}aIAS SE] OU SajPUNUE $0} onb Bpipe anb seaiun sej uaknyysuos sewube; se] anb ‘Jas goqued oduans ja ajadxa ¢ eujua and ouls soje(ns so} ap epeauid epiA e| UB BSISAjOSAI ‘seaisefo Seu Sa}P1Bq!| SauCIzdazUO0D Se} e Opuande ep ‘OUE cr sevraiuc, al Ue oecreny Mutcrian ascrived to Alber- tus”, Specutton, 30 (1955). 413-443, 88

Vous aimerez peut-être aussi