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Una conclusin nos parece que se impone: el hombre de las sociedades premodernas a

spira a vivir lo ms
cerca posible del Centro del Mundo. Sabe que su pas se encuentra efectivamente en
medio de la tierra;
que su ciudad constituye el ombligo del universo, y, sobre todo, que el Templo o
el Palacio son verdaderos
Centros del mundo; pero quiere tambin que su propia casa se site en el Centro y se
a una imago mundi.
Y, como vamos a ver, se piensa que las habitaciones se encuentran en el Centro d
el Mundo y reproducen, a
escala microcsmica, el Universo. Dicho de otro modo, el hombre de las sociedades
tradicionales no poda
vivir ms que en un espacio abierto hacia lo alto, en que la ruptura de nivel se ase
guraba simblicamente
y en el que la comunicacin con el otro mundo, el mundo trascendente, era posible ri
tualmente. Bien
entendido, el santuario, el Centro por excelencia, estaba ah, al alcance de su mano
, en su ciudad, y para
comunicar con el mundo de los dioses le bastaba con penetrar en el Templo. Pero
el homo religiosus senta
la necesidad de vivir siempre en el Centro, al igual que los achilpa, los cuales
, como hemos visto, llevaban
siempre con ellos el poste sagrado, el Axis mundi, para no alejarse del Centro y
permanecer en
comunicacin con el mundo supraterrestre. En una palabra: cualesquiera que sean la
s dimensiones de su
espacio familiar su pas, su ciudad, su pueblo, su casa , el hombre de las sociedades
tradicionales
experimenta la necesidad de existir constantemente en un mundo total y organizad
o, en un Cosmos.

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