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ANTAKI , at), YC ¥ + : El manual del ciudadano contemporaneo. Coleceién: Ariel Disefio de portada: Carlos Palleiro Testracién de portada:dealle de Le sent des Horace de Louis David, Coleccin de Luis xvi, Museo del Louvre ‘Derechos Reservados © 2000, Ikram Antal © 2000, Editorial Planeta Mexicana, $.A. de C.Y. Avenida Insurgentes Sur nia. 1162 ‘Colonia del Valle, 03100 Mexico, D.F. Primera edicibn (Ariel México): junio del 2000 ISBN; 970-9031.08.2 [Ninguna parce de esta publicaciSa, incluido el diseio de lacubiert: puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera algun: ti por ningin medio, sin permiso previo del editor. Impreso en lo talleres de Arte y Ediciones Terra, $.A. de CV. ‘Oculistas nim. 43, Colonia Sifon, México, D.P. ‘Impreso y hecho en México-Printed and made in Mexico Introduccién Comprender es un triste oficio. Expresarse libremente es un oficio con riesgos. San Agustin decia: “quien reviste la lucidez, reviste la tristeza”. Yo di mis primeros pasos cen un pais en guerra, esto lo vuelve a uno vigilante. Pero Ja experiencia de la madurez la hice aqui, en México; con ella descubri que algunos sélo creen en la cultura de larelacién de fuerza. A ello agregamos, en estos tiltimos, afios, la estética de la ultranza que rige las relaciones en- tre los mexicans. Los romanos distinguian dos formas de barbarie: una barbarie dura, la erocitas, encarnada por los pueblos des- tructores; y una blanca, la vanitas, que es la barbarie de la debilidad, de la decadencia, de la inconsistencia. Los mexicanos no hemos vivido suficientemente las pala- bras que utilizamos; muchos se dejan regir por un viejo resentimiento; la fascinacién y la ira del pequefio frente al grande. La gente mds peligrosa es aquella que rehace la historia, que desempolva los ritos para renovarlos, que puebla la historia con los muertos, No estoy segura de que las ideas y los ideales guien al mundo, el azar o las circunstancias son agentes mucho més poderosos; aun la gripe puede ser un agente poderoso: en enero de 1789, debido a la enfermedad de un diputado mondrquico, fue 6 MANUAL DEL CILDADANO CONTEMPORANEO declarada la Repiiblica francesa, por mayoria de votos de los republicanos. Hoy, el paisaje mundial presenta una sola gran po- tencia. Podemos odiarla, pero también podemos sumar a nuestro rechazo la seguridad de que s6lo unos estados fuertes pueden impedir que se desaten comunitarismos ¢ imedentismos destructores. : Para vivir juntos necesitamos principios politicos mas 9 menos compartidos: esto se logré bajo la figura del Estado-nacién. La eficacia de los estados nacionales ha perdido hoy su visibilidad, por causa de la mundializa- cin, y los fendmenos de retraccién identitaria se multi- plican como reaccién contra ésta. El Estado modemo se define a partir de la presencia de una administracion; asi que no ataquemos tanto a las burocracias: no hay Estado sin burocracia. Luego viene el llamado “monopolio de la violencia legitima”. {Cémo funciona un Estado? Como funcionan sus ciudadanos? Cuando hablamos de estos asuntos seria itil imponer, como una obligacién evidente, el principio de precauciGn. ;A qué nivel se rompié la cadena de las res ponsabilidades en nuestro pais? Tenemos que recordar elementos de la historia propia y ajena. En la epoca de Jos dogos de Venecia, ningiin palo podia ser desplazado de la laguna sin la aprobacién del magistrado de las aguas, bajo pena de un impuesto de 100 ducados de oro 0 10 afios de galera. Este poder exorbitante hacia del respon- sable de la laguna, el ntimero dos de la Serenisima, con los riesgos y peligros que esto significaba. Cuando los dogos anuneiaban a los venecianos la nominaci6n de un nuevo magistrado de las aguas, les daban el consejo si- guiente: “Paguenle bien, pero si se equivoca, cuélguen- Jo.” La autotidad no es coercién, la civilizacién no es INTRODUCCION 7 orden moral, una obligacién que nos imponemos a no- sotros mismos no es una violacién de nuestro honor. Aqui tenemos dos conceptos complementarios, a la vez que contradictorios: la democracia puede pagarse el lu- jo de olvidarse del pasado, es una creacién consensual ex-nihilo; pero la repiiblica no puede privarse de su pro- pia historia. El siglo xx no invent6 ideas nuevas, retomé entera- mente las del siglo xix: el comunismo, el liberalismo, el socialismo, todos los grandes temas nacieron del cho- que de las revoluciones inglesa, americana y francesa; nos referimos a ellas aun cuando no vienen al caso. La humanidad debe reaprender a heredar. :Pero cémo here- damos? No s6lo acumulamos; el cerebro es un érgano de inhibicién, de ahi su dignidad. La existencia de partidos politicos y de elecciones no es suficiente para caracterizar una democracia, Hay paises que poseen una importante poblacién campesina que no puede adoptar ni aplicar una democracia de e: lo occidental avanzado. Hoy, el principio democrético se est desencadenando hasta querer regentearlo todo. En la democracia, el pueblo no siempre tiene la razon, pero vampoco se puede tener la raz6n s6lo contra el pueblo. El arte de argumentar se adquiere, es la mejor escuela de Ja democracia. Nuestro problema es que no argumenta- ‘mos, estamos parados en los suburbios de la inteligencia, Frente a la indigencia del pensamiento en nuestro pais, sélo presentamos desnudez y miseria. ;Acaso la I6 €s conciliable con la politica? Quizé no hay hombres de Estado entre nosotros, quiza slo hay pequefias personas ‘con pequefios calculos a su altura, actores que no logran salir de sus papeles secundarios. Se acabé el Estado- padre, sélo quedan estados-madres que no amenazan a _- 8 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO nadie, sino que seducen y amamantan; un sistema de matriarcado en politica, ejercido por hombres que se comportan como nanas, que han sido escogidos por sus ‘capacidades lecheras, sus pechos simbélicos. La nana es la figura central del sistema mexicano. Nuestro paisaje nacional est poblado de Ojelias, parece no haber un so- lo Hamlet. Tampoco basta con nombrar las causas de un problema para que éste se resuelva; no basta con decir que la violencia encuentra su fuente en las injusticias so- ciales para que dismninuya. Necesitamos que los culpables. sean castigados, que el Estado dé prueba de su autoridad. Pero, gde qué autoridad estamos hablando?, {de aquella que arresta, juzga y pone en la carcel?,o gde aquella que ensefa, educa y transmite un saber? Tuvimos una revo- lucién: todas las revoluciones son funcionales, quieren reemplazar un equipo por otro, un orden por otro, pero la descendencia sélo ha dado enanos a partir de unos pa- dres gigantes. Este libro no sélo es un telescopio, es también un re- trovisor. No debemos detestar ser considerados como dinosaurios, la especie es bastante rara como para ser respetada y protegida. Entre nosotros hay un peligro gra- ver la gente esté buscando un déspota. La determinacién del déspota inspira mas seguridad que la libertad de los ciudadanos. E] populismo habla a la parte visceral del pueblo, no inventa, parte de cosas reales. Frente a esto, s6lo tenemos el discurso para asimilar el desastre. Todas las tristezas son soportables si hacemos de ellas un rela- to, pero .c6mo construir un mito a partir de la indiferen- cia que destruye una esperanza, 0 a partir de un suspiro que desprecia y que desalienta un suefio? El tiempo no es propicio para el liberalismo integral. El liberalismo fue, en su origen, una idea de izquierda, una idea progresista INTRODUCCION 9 defendida por David Hume y, ante todo, por Adam Smith, en Inglaterra; en Francia fue defendida por Montesquieu y por la mayoria de los enciclopedistas y fisidcratas. To- da sociedad capitalista funciona regularmente gracias a sectores sociales que no estan animados por el espiritu de ganancia. Cuando el funcionario, el soldado, ¢l ma- gistrado, el cura, el artista, el sabio, son dominados por cl espiritu de ganancia, la sociedad se colapsa y toda for- ma de economia se ve amenazada, Smith decia: “en el espiritu comercial, las inteligencias se encogen, la cle- vacién del espiritu se vuelve imposible, se desprecia a la instruccién”. Es necesario impedir que el espiritu co- mercial, propio de la esfera mercantil, se extienda a los sectores no mercantiles, tales como la informacién, la educacién, la justicia, la ciencia, el arte, la religion, etcé- tera. Debemos decir si a la economia de mercado, y no ala sociedad de mercado. El mereado es un buen servidor yun mal amo. A la vez, tenemos que reforzar y moderni- zar al Estado y defender el servicio pubblico. La urgencia no es forzosamente la de las reformas econémicas, es la de la reforma ideoldgica. Sin embargo, la época no se plantea cuestiones, silo parece querer respuestas, y la espera del pueblo sigue oscilando entre los deseos irrazonables y Ja desilusién completa. La opinién piiblica no esté obligada a la cohe- rencia, es volétil, dominada por la emotividad, pero es inevitable; reina, no gobierna; es més temible seguirla gue ignorarla. Hoy la opinién publica es hijastra de los medios de comunicacién; éstos fabrican un cierto tipo de historia, pero no podemos observar la gran historia a través de los agujeros de las puertas que plantea la sola informacién, Hemos pasado de la Historia grande a las historias, luego a las anéedotas; estamos hoy en plenas fi- bulas: hemos pasado del sustantivo al adjetivo, 10 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO Podemos estar preparando dictaduras. Una dictadu- ra no es sélo Stalin a la cabeza de un pais; es en cada aldea, en cada familia, muchos pequefios “stalines”. El sujeto ideal del reino totalitario es el hombre para quien la distincién entre realidad y ficcidn, entre verdadero y falso, ya no existe. Debemos examinar la cuestién de la mentira entre nosotros, Esta es nuestra situacién. Debemos decir si a la lucha politica, y no a la revi- sién de todas las herencias. La diferencia es esencial; es la que, segtin Montesquieu, separa al estado de urgencia de la dictadura, En materia de reforma de las costumbres, la ley es impotente: si viene demasiado pronto, su aplica- ci6n es imposible; si viene demasiado tarde, es initil Las evoluciones son rara vez univocas, confundimos progreso técnico y progreso social. Vivimos cambios, pero los cambios no son forzosamente progresos, Es bueno sa- ber oponerse a lo que cambia en mal; el cambio puede ser una decadencia, ,Cémo casarse con el futuro cuando las fuerzas del cambio son contrarias a los valores que defendemos? Pero, :qué son los valores? Hay que con- servar todo lo que es bueno y que podria ser reemplazado por algo menos bueno. Hay que conservar la cultura, la escuela, la ley, la repiiblica, preservar lo que es irreem- plazable, no destruirlo todo. Lo que ocurre hoy, en nues- tro pais, no es ni bello ni bueno en muchos aspectos. Espero que este libro ayude a hacer surgir las fuerzas licidas. Existen situaciones y épocas en las cuales el método consiste en sobrevivir. Existen, en este viejo pais de cris- tianos, recursos inmensos de espontaneidad, de sensibili- dad, de compasién; toda esta magnifica sabiduria acaba por formar una civilizacién. Esta hecha de todo, de indi- vviduos que no tienen necesariamente ganas de vivir jun- INTRODUCCION nn tos, por ello necesitamos siempre de un acto de adhesion. ‘Sufrimos de una confusién entre excelencia y visibilidad, debida al reino de los medios; s6lo parece existir lo que es visible, El despotismo, aun el ilustrado, se caracteriza por el capricho y el espiritu cortesano que busca inter- pretaciones temerosas y cobardes de este capricho. Por ello, la democracia es buena. Pero, zqué es la democracia? Ni siquiera manejamos bien Ia idea del voto. Pensar que tnicamente vota por nosotros la gente que se encuentra sobre nuestro seg- mento politico es absurdo. Cuando un hombre o un grupo crean una dinamica, pueden ser sostenidos, apoyados por gente que ayer estaba muy lejos de ellos; mafiana pueden votar por ellos los que votaban por la izquierda © por Ia derecha, o los que se abstenian; todo depende de una cuestién: gles estan dando esperanza? Es la con- cepcién de la politica la que esta en juego hoy. Hay dos visiones opuestas una a la otra; algunos hombres creen, de buena fe, que una sociedad se gobierna por la cumbre: son los jacobinos; esta vision existia tanto en la izquierda como en la derecha. Originalmente viene de la izquier- da, ocupa el centro del poder y se dirige a la sociedad. Pero existe otra vision: una sociedad sélo se mueve si los actores que la componen se sienten socios de las de- cisiones tomadas. El siglo xx1 serd el tiempo en que la sociedad se moverd desde abajo, porque cada quien quiere tener su parte de responsabilidad en la comunidad; por ello hay que darles esperanzas y razones. Si van a parti- cipar, mAs vale que lo hagan de la mejor manera posible. La razén no nacié de la nada, de un deseo de sentirse inteligente, de la angustia metafisica o de la curiosidad cientifica. No; la razén nacié de Ja necesidad politica. Por eso, antes de empezar a definir al Estado, a la repiiblica, al civismo 0a la democracia, tenemos que hablar de cémo se invento la razén entre los hombres. La razon... La invencién de la razén La historia de la racionalidad esti hecha de crisis, revo- luciones ¢ interrupciones. Su tierra de origen es Grecia. Existen diferentes formas de racionalidad en el mundo, pero la historia de la razén es la historia de la importan- cia de la palabra, y el paso de la persuasién a la biisqueda de la verdad, utilizando la razén. Una filiacién, fundada por Occidente, se impone: es la relacién entre la obser~ vacién, la experimentacién y la teorfa. Y todo esto impli- ca rigor, referencias y demostracién. 4Cémo hacer pasar las ideas? La verdad no se impo- ne sola. {Qué hacer para que las relaciones entre los hom- bres sean regidas por la razén? Esta preocupacién naci de la necesidad de eficacia en el campo politico, y acabé por ser la obligacién de verificacién experimental en el campo de la ciencia, utilizando el espiritu critico como instrumento. Lo esencial de nuestra filosofia occidental estriba en esta progresién hacia la racionalidad. ;Acaso la raz6n es inherente al pensamiento? No. La humanidad cre6, en un momento de su historia, un género descono- cido hasta entonces, que es el pensamiento racional. Se puede hablar de una “invencién de la razon”. {Donde y 18 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO cuando ocurri6? En la Grecia clisica que conocié, por razones contingentes, a unos hombres que inventaron este género original que no tenia equivalente. Estamos en el siglo v a.C., Grecia se encuentra divi- dida en pequefias ciudades; la més grande de ellas es Es- parta, Estas ciudades tienen en comin unos dioses, una cultura, una lengua, pero son rivales entre si y se hacen la guerra, a pesar de la amenaza de la invasién barbara. Ademés, poseen colonias que adquieren su independen- cia; la tradicién ya no les basta, porque aquellas colonias no la comparten, Tampoco basta el argumento de autori- dad: hay que convencer a las colonias para que acepten esta autoridad, Atenas inventa entonces la democracia, que se define esencialmente por la igualdad: todos los ciudadanos tienen el derecho de intervenir en los tribu- nales y de hablar en las asambleas. Hasta entonces, la pa- labra tenia poca importancia; en la ciudad democritica se instituye la importancia de la palabra. Los barbaros Hlegan dos veces seguidas, en los aos 490 y 480 a.C., Atenas logra rechazarlos y su victoria hace crecer su importancia. La democracia ateniense se vuelve un modelo, y la importancia de la palabra gana en toda Grecia. La palabra es una fechné, un saber aplicado, que se aprende. Para convencer, hay que saber hablar; esto dio nacimiento a una profesién: los institutores (maes- tos), capaces de ensefiar a otros a hablar bien, a usar los argumentos y a conveneer. Estos maestros se Iaman so- fistas, Para nosotros, e] término tiene un sentido dudoso. Platén decia de ellos que eran “gente que tiene el acento del sur”. En todas partes se abren escuelas de elocuen. cia, que se vuelven escuelas de politica. Todo esto ocurria en el siglo de Pericles, duré apenas 30 afios y produjo una aceleracién historica inaudita. A los sofistas se opo- LA RAZON.. 19 nian la tradicién religiosa, Esquilo, la vieja concepeién del mundo, los dioses omnipresentes. Entonces aparece un extrafio personaje: Sécrates. F era, a su modo, un so- fista; no abria escuelas, pero su oficio consistia en hablar. Socrates desarrolla una violenta critica, a la vez, contra la tradicion y contra la sofistica. Recordemos el didlogo de Lisias y Nicias: dos estrategas atenienses estén sien- do interrogados por dos padres de familia, para saber si tenian que dar lecciones de arte militar a sus hijos. Lisias contesta: “No, esto se aprende sobre el terreno”; Ni- cias opina lo contrario. Entre un “si” y un “no”, se nece- sita un tercer personaje: este seri Séerates, a quien los padres de familia preguntan su opinién. Sécrates contes- ta que “una opinion es algo subjetivo que no tiene la mas minima importancia; necesito comprender por qué ttt has dicho esto o aquello, por qué utilizaste tal ejemplo, por qué cambiaste de tono; antes de decir si hay ono hay que dar clases de arte militar a los nifios, es necesario saber para qué sirven estas clases y qué es la virtud mili- tar. Ustedes dan una opinién, no una respuesta convin- cente”, Sécrates acababa de inventar “el concepto”. Al final del didlogo no da una respuesta, y si bien dice que hay que saber lo que es la virtud militar, no dice que él lo sabe. Con estas actitudes puso a todo el mundo en con- tra suya, porque destruia sus certidumbres, A Ia vez. que los sofistas, Atenas produjo hombres politicos de gran clase. El punto de partida era la pala- bra; pero, para luchar contra la palabra mentirosa, no hay mas que la palabra misma, a menos que se recurra a la violencia. Y esta palabra que nacié de la demoeracia, se da cuenta de los peligros de la democracia. Platén pro- cede a la refutaciin sistematica de la democracia y mues- tra que no hay ninguna razén para que la mayoria tenga 20 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO la razén, No porque se sepa hacer zapatos, se sabri go- bernar una ciudad. Platén se propone construir, con la sola ayuda de la palabra, un discurso que seria juez de todas las demés palabras; ;e6mo?, por medio de un jue- go de preguntas y respuestas. Asi es como arma un dispo- sitivo de argumentos con rigurosas etapas de desarrollo. Este arte del didlogo se llama dialéctica. La dialéctica se opone a la técnica retérica del sofista, distingue entre “persuasion” y “conviccion”, y busca crear certidumbres duraderas en el interlocutor. Es posible, con la ayuda de la sola palabra, lograr la adhesién de toda persona de bue- na fe. Los hechos no bastan, El hecho es siempre la ex- periencia singular de un individuo ante circunstancias singulares, Pero la razén tiene més exigencia. Los hechos. pueden ser contradictorios y destruirse unos a otros, qué hacer entonces ante la necesidad de tomar decisiones en conmiin, a fin de salvaguardar la existencia colectiva? La palabra tiene sentido, suscita reacciones, representacio- nes, adhesiones o rechazos. El sentido es esencial en la palabra y en la suma de las palabras: aqui estd la prueba de receptibilidad. El primer concepto mayor es el de uni- versalidad, La universalidad es el resultado de los acuerdos que resultan del didlogo. La estructura del didlogo es un ad- mirable monumento pedagégico: se pregunta, se contes- 'a, se verifica el sentido, se avanza lentamente, surgen eposiciones, el discurso se construye y el tema se agota; asi es como se logra el acuerdo alrededor de una catego- rfa mayor: la universalidad. Se trata de construir un discur- so tan bien argumentado y verificado que cada quien esté abligado a estar de acuerdo si tiene buena fe. Ahi existen dos dimensiones, una teérica y otra préc- tica. La teérica corresponde a un discurso que provoca LARAZON... ai una aprobacién; la prictica emite la exigencia de com- portarse segiin este discurso. Esto consiste en lograr una armonia entre la manera de pensar y la manera de con ducirse, El objetivo era formar hombres de poder capaces de hacer cesar la guerra. Asi es como se logré constituir una estructura mental propia de Grecia y, luego, de todo Occidente Existe aquel que utiliza la palabra de una manera ‘micamente pragmatica, como si ésta fuera un martillo; no conistruye un discurso que requiere de la adhesién de los demds, {Qué hacer con é!? Hay que oponer algo a es- te desprecio por el discurso, pero 4c6mo?; construyen- do otra categoria y otro concepto: el de la Verdad. El concepto de verdad nace muy tarde, porque habia que ir més lejos que la aprobacién, Esta doctrina de las ideas que se ha expandido por el mundo correspondia a la realidad y tenfa un valor universal. Los griegos inven- taron la razén, una manera de construir la reflexién que tuvo efectos considerables en la transformacién de la humanidad, y suftieron resistencias. En Las mubes, Atis- t6fanes llamaba al pueblo de Atenas a incendiar el pen- siario, Estas resistencias vinieron de la religion. Platén constata que la democracia a menudo se equi- voca cuando transforma la mayoria en universalidad; entonces, piensa en construir un discurso universal capaz. de juzgar a todos los demés discursos y conductas. Ahi aparece el riesgo de un discurso totalitario. El riesgo ‘opuesto seré la libertad y la razén. Entonces, la razén fue inventada en Grecia en el si- glo Va.C.; este invento fue formalizado por Platén, con el invento de la hipstesis de las Ideas. El discurso univer- sal es un conjunto de enunciados coherentes, bien com- puestos, legitimados en cada etapa de su desarrollo, que 22. MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO todo individuo de buena fe debe aceptar. El obstaculo estriba en la presencia de aquellos que no se interesan eneste discurso y s6lo toman la palabra como un medio para difundir informacién. El discurso no es vacio, sino que corresponde a una realidad: la de las ideas (la idea de tridngulo, por ejemplo). Todo esto no tenia nada que ver con la afirmacién religiosa de la existencia de otro mundo: el mundo de las ideas es una realidad esencial, estable; un triéngulo no es una opinién. Esta hipétesis fue combatida por Nietzsche; antes de él, Descartes habia desarrollado las ideas de “claridad” y de “inteligibilidad”. Asi que el hombre posee un espi- ritu capaz de asir la esencia, Esta se descubre por medio de la pedagogfa, que enseria la dialéctica, y el arte del discurso. La palabra teoria viene de theorein, que significa simplemente “ver”. Qué?, la esencia, la idea que es in- teligible. Este es un aprendizaje que se constituyé pot razones y causas politicas, en un mundo donde ya no hay dioses. Pero esta lucha jamas puede darse por terminada: hay que pelear por el triunfo de la razén. El empirismo es la doctrina segiin la cual el conoci- miento comienza obligatoriamente por l2 experiencia. Pero aquel que tuvo la experiencia debe formularla en un discurso bien construido y argumentado, si es que quiere convencer; y debe hablar de una manera univoca. En- tonces aparecié la necesidad de reglamentar el discurso con una definicién, un juicio y una demostracién. Si el discurso formalizado convence es porque corresponde a la experiencia del otro, porque es claro y porque descu- bre lo que hay de permanente en este mundo, Ahi se in- troducen la nocién del criterio de verificacién y la actitud experimentalista. LA RAZON.. B La racionalidad que se invent6 por razones y facto- res politicos, dard més tarde nacimiento a la racionalidad técnica y cientifica. Ahi también, el pensamiento fue de- terminado por una realidad externa que se impuso a él. E] Renacimiento vio el descubrimiento de América, el in- vento de la imprenta, la Reforma y el surgimiento de la fisica. En la segunda mitad del siglo xv y a lo largo del siglo xvi ocurren grandes mutaciones. Se manifiesta el in- terés por la materia, la realidad sensible, y se desarrolla la civilizacién urbana; la ciencia de lo real se vuelve ex- plicativa, la realidad inteligible; y se perfecciona el ins- trumento matematico. Descartes es el administrador de la revolucién copér- nico-galileana. En un texto de 1628, escribe sus Reglas para la direccién del espiritu. En 1637 aparece El dis- curso del método. El texto, redactado en francés y no en latin como se acostumbraba en las obras de filosofia, se dirigia a la gente normal, no a los doctores. Descartes quiere convencer. La operacién esencial consistia en mos- trar que, si hay pensamiento, éste es capaz de abstraer, someter el mundo sensible al andlisis, y volverlo inteli- gible, Descartes pensaba que el hombre podia ser amo y poseedor de la naturaleza. La posteridad mostré que este dominio sofiado podia ser catastrdfico, pero este princi- pio servird de hilo conductor a todos los pensadores de la Hlustracién, permitiré el desarrollo cientifico y tecno- Idgico, y estard en el el origen de nuestras sociedades modernas. La biisqueda de la racionalidad fue la misma desde los griegos hasta Descartes: se tralaba de legitimar un dis- curso que todo hombre de buena fe podia aceptar. Habia que demostrar lo que se afirmaba; aqui no hay revela- cién como en la religién, pero tampoco hay una experien- 24 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO, cia aislada como en el empirismo. El modelo es, invaria- blemente, matematico: estaes la disciplina més exacta, ri- gurosa e inteligible. La racionalidad nace del desafio de la ciudad griega; el desarrollo de la civilizacién actual es su resultado, Hoy, hemos legado a dudar de la razén ¥ Sus justificaciones, Nietzsche fue el hombre de la con- testacién radical, rechazaba la idea de verdad y cuestio- naba la primacia de la racionalidad. El hecho es que el éxito de la racionalidad Hevaba en él su propia crisis, porque la razén no puede dejar de cuestionarse a s{ misma después de cuestionar al mundo. Platén creia en la mejo- ria del género; pero no se constata ninguna mejoria. ;Aca- so debemos considerar a la razén como mentirosa, elitista 0 escolar? No; sélo debemos reconocer que la razén no ha alcanzado aiin la edad de la razén. La razén no basta; se necesita, ‘para instaurar la paz en la sociedad de los hombres, una cualidad més flexible, menos rigurosa, que tiene que ver con la misma fuente, el mismo érgano, que sirve de sustento a la razén: esta cualidad es la astucia. ..¥ la astucia Existe una forma de inteligencia que los griegos llama- ban metis, y que cubria todas las artes de la caceria (las trampas) y de la pesca (las redes); es la inteligencia del tejedor, del carpintero, la maestria del navegante; es el sentido politico, la malicia de Ulises, la del zorro, del pul- po; es también la retérica de los sofistas. Se trata de un cierto tipo de inteligencia prictica, que enftenta obs- taculos que hay que dominar, para ganar en los diferen- tes campos de la accion. De ella nacen todas las técnicas. La metis es una categoria mental, una astucia adaptada y eficiente. No hay tratados sobre ella, como hay tratados de légica; no se manifiesta abiertamente, sino que apa- rece velada. Es una de las multiples formas de la inte- ligencia y del pensamiento; compleja, previsora, sagaz, flexible, atenta, vigilante; tiene sentido de la oportuni- dad, es habil y se nutre de la experiencia; se aplica a las realidades fugaces, desconcertantes, ambiguas, que no tienen una medida precisa o rigurosa. Los profesionales de la inteligencia, que son los fi- lésofos, trataron de ocultar su realidad: jamas la quisie- ron, porque era una forma de conocimiento exterior que no tenia que ver con la Verdad. El universo intelectual griego, conttariamente al chino o al hindi, supone una 28 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO dicotomia radical: por un lado esté lo inmutable, el sa- ber recto, la ciencia, la filosofia; y por el otro lo ines- table, lo indefinido, la realidad, Por ello, los filésofos despreciaron a la metis. Ella cabia en la realidad cam- biante; era mévil, curva, efectiva. En el Panteén griego, hay dioses con metis y dioses sin metis. Atenea cra su hija, también parecia serlo el dios sumerio Enki, inven- tor de las técnicas y depositario de la astucia. Metis es una divinidad femenina, hija del dios Océa- no y primera esposa de Zeus, Se encontraba embarazada de Atenca cuando su marido la devora. Metis figura en el origen del mundo como una divinidad primordial. Su concepto pone el acento sobre la eficacia practica, el éx to en la accién, lo util en la vida, la maestria de un oficio, las trampas guerreras. Homero habla de ella en La Ilfada (canto 23). ;Cémo ganar cuando el contexto no es favo- rable a uno? Fxiste una oposicién clara entre el empleo de la fuerza y el uso de la metis, mas preciosa que la fuerza. Bs el arma absoluta que confiere la supremacia; su horizonte es temporal; a la vez, tiende hacia el futuro. con metis esté siempre dispuesto a saltar; es rapido, mas no impulsivo; espera que la ocasién se presente; no lo pueden sorprender: es previsor. ‘Metis es hija de la experiencia, se opone al alma ver- étil que sélo piensa en el presente y olvida pasado y fu- turo; también se opone a la pasién. Prevé; es, entonces, Prometeo, adversario de su gemelo Epimeteo. La metis es multiple, su simbolo es Ulises, experto en trampas variables; es una fechné, un arte que se aprende; es poli- morfa, se adapta sin cesar a la sucesién de los eventos, La esposa de Zeus est dotada con el poder de metamor- fosis, se convierte sucesivamente en le6n, toro, mosca, YLAASTUCIA 29 pez, pdjaro, llama, agua; premedita, engafia, ataca por sorpresa, tiene la forma de lo real, garantiza la victoria en los campos donde no hay reglas hechas y donde cada prueba exige descubrir una salida nueva, Meris usa del dolos, el engaiio; es techné y mecané; se transforma en su contrario, es maestra en duplicidad; simula la impo- tencia o la irreflexién, disimula su realidad bajo apa- tiencias que tranquilizan, da al mas débil la manera de triunfar sobre el més fuerte, cambia las relaciones de fuer- za. El animal con metis nunca duerme, sus cualidades son la agilidad, la rapidez, la movilidad; cuando Hermes va a cazar, se teje sandalias de viento. Otras de sus cua- lidades son la disimulacién, el silencio, la inmovilidad. Y la vigilancia. Nunca duerme, como Zeus y como Her- mes. La metis encuentra sus formas en la experiencia del mundo animal. En Las leyes, Platén condena con violencia a la pes- cay a la caza con trampas, porque estas técnicas desa- trollan cualidades de malicia y de duplicidad contrarias ala “virtud” que la ciudad de las leyes exige de sus ciu- dadanos. El zorro y el pulpo son los modelos animales que encarnan a la metis. El zorro se hace una casa con varias puertas y se voltea sobre su espalda pretendiendo estar muerto para escapar a su depredador; el pulpo cam- bia de color, es noctumo y secreta noche con su propia tinta; no tiene ni cabeza, ni cola, ni atrés, ni adelante, y nada de manera oblicua; los griegos afirmaban que tiene sus ojos adelante y su boca atrés; el pulpo confunde, tie- ne tentaculos. Estas caracteristicas, transpuestas a la rea- lidad de los hombres, dan la inteligencia particular del politico, capaz de adaptarse a categorias sociales dife- rentes y a circunstancias particulares. El hombre con ‘metis no se confunde con el inconsistente 0 el incons- 30 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO tante, es amo de si, y esta es la diferencia entre el pulpo y el camaleén. El arte de hacer nudos, de ligar, de ama- rrar como el pulpo 0 el sofista, son artes de la metis. Esta no tiene ni principio, ni fin, ni forma; es circular; sus cualidades intelectuales son la prudencia, la perspicacia, Ia prontitud que le sirve para oponerse a la fuerza bruta. Al término de una lucha que opone a Zeus y a Prome- teo, Zeus triunfa creando a Pandora. Esta es un dolos, una trampa; pero sin ella, no habria triunfo posible. Cuando Platén dibuja el retrato de Eros, lo pinta como heredero de Metis, su abuela, por oposicién a la sabiduria del fi- lisofo. El hombre con meris esté en el mundo de las aparien- cias; su vocabulario lo asocia con las técnicas: tramar, tensar, tejer; es oblicuo, tortuoso, ambiguo, por oposicién allo derecho, lo directo, lo rigido, lo univoco. Metis es la ingeniosidad del comerciante y del banquero, que hacen dinero “con nada”. Hija de Tetis y de Océano, Metisse casa con Zeus cuando Ilega a su fin la guerra de los titanes, dirigidos por Cnosos, contra los olimpos, dirigidos por Zeus. El dios de los dioses devora a su esposa embarazada de su hija Atenea, segiin la ley de las generaciones divinas: la de Urano, la de Cronos y la de Zeus mismo. Urano es el primer soberano del universo; Cronos to- ‘ma su lugar con el apoyo de sus hermanos titanes. Luego Zeus toma el lugar de Cronos. Urano era el poder c6s- mico primordial, duplicacién de Gaya, con quien tuvo a sus hijos, los titanes y los ciclopes. Cronos, el titan, su- cede a Urano, y devora a sus hijos. El tiltimo de éstos, Zeus, escapa a su suerte gracias a la ayuda de su ma- dre, Rea. Zeus se enfienta a los titanes y los vence, pero sabe que el destino le impone ser derroeado por su pro- Y LA ASTUCIA 31 pio hijo, como lo fueron su padre y su abuelo. Para im- pedirlo, Zeus devora a Metis y se vuelve metieta: Metis ya est dentro de él. Atenea, su hija, nace de su cabeza. Zeus crea la estabilidad. Con Urano, sélo existia el desorden césmico; con Zeus, nace el orden. Pero el mo- narca necesita una vigilancia sin falla, y debe asociar el tipo particular de inteligencia que representa la metis al edificio de su reino. Entonces negociara con el titan Pro- meteo, quien enseiié a los hombres cémo someter a los animales. Contra la voluntad de Zeus, Prometeo libera a Jos hombres de sus cadenas, crea a la primera mujer, Pan- dora, y libera a la diosa Atenea atrapada en la cabeza de su padre; es el aliado necesario de Zeus, a la vez que su adversario. Cronos habia fundado la soberania; el do/os introduce la supremacia, y el orden césmico surge de la diferenciacién y la jerarquia de unos sobre otros. No hay supremacia sin lucha, injusticia, traicién, ruptura en la trama del mundo, a fin de permitir a las cosas tomar su forma. Esto inscribe en el ser, y para siempre, la pre- sencia del mal. La culpa de Cronos no puede ser borrada, slo puede ser pagada. El crimen se repite para castigar esta vez a quien lo cometié. Zeus no puede suprimir el mal, este es parte del mundo: el mito es a la vez conti- nuidad y ruptura. Zeus une, en si mismo, la mayor potencia y el mas escrupuloso respeto del derecho; el poder y el reparto de los honores; la violencia y la persuasion; la guerra y el contrato. La segunda esposa de Zeus es Temis; no formu- a consejos, sino que pronuncia érdenes y prohibiciones. Metis aconsejaba, Temis marca las fronteras; Metis inter- venia cuando el mundo estaba en movimiento y cuando el equilibrio de las fuerzas estaba roto, cuando habia conflictos de sucesién, luchas de soberania, combates y 32 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO revueltas. Al casarse con Metis, Zeus buscaba los me- dios para promover un orden nuevo. Temis es la que confiere a las reglas, que acaba de dictar, el valor de un orden intangible. Zeus asimila a Metis y su dolie techné, suarte del engafio; luego, pasa de la movilidad a la esta- bilidad, porque la serie de las transformaciones no pue- de seguir indefinidamente; tiene que alcanzar un término, Hipnos, el suefio, tiene como hermano gemelo a Ta- natos, la muerte. El tema de la astucia toma una dimen- sién barroca, se relaciona con la victoria de los hombres. sobre los animales. El papel de Metis es necesariamente subalterno, indispensable sin duda, mas no preponderan- te. Para la conciencia lingilistica de los griegos, la pala- bra metis es de género femenino, Su génesis se presenta como un proceso de orden intelectual, prevé el futuro, Tuego, interviene en él, teje tela y eventos, En el campo semantico de metis estan las palabras dolos, techné, me- cané. Metis sabe més cosas que cualquier otro dios u hombre, pero este saber es arcaico; conoce todos los abis- mos, abre caminos donde atin no los hay, en el espacio virgen del mar y en el mundo de los navegantes. Metis engendra su propia noche para ocultarse, como el pulpo que se disimula. Atenea, madre de la humanidad, es su hija; vio a Demeter inventar el trigo, por lo que ella in- ‘venta el arado. Atenea representa la invencién técnica y el artificio. Hay muchos héroes con metis: entre los corintios es- tan Sisifo, que cambia la forma y el color de los rebafios que roba; y Medea, la mujer experta en venenos. Ahi ocurre la domesticacién del caballo, gracias a un objeto hecho por el herrero Hefaistos. El “freno” es una traba ala violencia, que ensefia la moderacién, y encadena la fuerza bruta. Atenca lleva los titulos de hippia (del ca- soe YLAASTUCIA 33 ballo) y de chalinitis (del freno); y el freno es un evento preciso en la historia de las técnicas: controla el caballo, que es instrumento de guerra, valor econémico, signo de prestigio social, marca de poder politico; obra maes- tra del herrero, el freno es “la cultura”. juntos Teva a la preservacién de la paz. No hay vida sin paz, por lo que no hay ni justicia ni libertad sin ella La obligacién mayor del vivir La paz El pensamiento sobre la guerra es brillante, mas no so- bre la paz. Sobre la guerra tenemos ideas, precisiones; sobre la paz tenemos un pensamiento etéreo, vacfo de conceptos reales. Los titulos que més se repiten en re~ lacién con la paz citan la palabra perpetua. No se trata, ‘entonces, de la paz en sus momentos, sino de su perma- nencia. Podemos distinguir tres niveles de pensamiento: 1) coual es la relacién entre la guerra y la paz?, 2) ,qué es la paz ideal?, y 3) :edmo se logra la paz por medio del derecho? La paz es el contrario légico de la guerra, se le opone, pero jacaso es un estado normal? La gue- tra es un estado que, desde el punto de vista moral, no debe perpetuarse, y la paz no es una simple pausa en el conflicto. La antropologia nos muestra la existencia de un instinto de guerra en el hombre, a la vez. que un ins- tinto de paz, La palabra pax viene de pangere: fijar, plantar, esta- Dlecer s6lidamente, concluir un pacto. Entonees, la prime- ta determinaci6n de la paz seria su duracién, es decir, Ta exigencia de estabilidad; no es un descanso, es un es- tado de derecho moralmente fundado. Tampoco es un €stado natural; esté instituido por la voluntad. En ella se —_ 38 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO necesitan dos partes: s6lo se puede hacer la paz. con otro; no hay paz en la identidad, se supone una diferencia. Un tratado de paz restaura 0 crea compromisos reciprocos entre antiguos beligerantes. Cada actor reconoce en el ‘otro a una persona capaz de honrar sus compromisos. La etimologia griega eiriné, viene de eiro, cumplir su pala- bra; de ahi nuestra definicién: la paz es un estado durade~ ro, instituido voluntariamente, por diferentes personas, por medio de un contrato ético-juridico. Pero no basta con la filosofia; es solo el contraste ex- perimental guerra-paz el que califica el estado de paz; éste significa seguridad, serenidad y tranquilidad. La paz necesita ser proclamada; el tratado no garantiza a duracién de la paz, pero prevé sanciones contra los violadores. Ninguna paz est4 garantizada, la mayoria de las paces son guerras frias. Se puede pensar la guerra como el despertar de unas fuerzas antagénicas que duer- ‘men dentro de Ja paz, o un desorden pasajero de la vida ligado a un menor dominio de las pasiones. La paz es algo vivo, despierto, trata de subyugar las fuerzas de la guerra sin lograr jamas domarlas totalmen- te, Cémo se logra? Institucionalizando la revuelta. No se puede inseribir en la Constitucién un derecho a la revuelta, porque esto seria destruir el fundamento del derecho. La paz civil es ausencia de rebelién, voluntad general de vivir juntos; no excluye el antagonismo: lo enmarca. Se parte del principio de que toda vuelta al estado de naturaleza es peor que cualquier estado social. ero hay que garantizar el funcionamiento de las valvu- las de seguridad: la libertad de pensamiento y la libertad de expresidn fundan la repablica, a condicién de no lla- mar abiertamente a la violacién de las leyes. Es el poder legislativo el que debe proclamar una reforma progresi- LA PAZ 39 va de la ley, no son las facciones las que deben provocar esta reforma por la fuerza. Asi que los instrumentos de la paz civil republicana son: la libertad de expresion au- nada a la obediencia de la Constitucién. ‘Aquel que tiene la experiencia del “frente” de guerra, puede combatir realmente por la pez. De ahi lo peligrosos que resultan ser quienes van estimulando a la guerra des- de la retaguardia. En un régimen de separacién flexible de los pode- res, los antagonismos pueden expresarse sin cuestionar a las instituciones. Se trata de institucionalizar los anta- gonismos y darles un estatuto juridico; esto produce la paz social. En cambio, el dogmatismo consolida una po- sicién y suprime la expresidn del antagonismo, llevan- do a estallidos pasionales. Sélo la paz que contiene la discordia regulada escapa a su propio debilitamiento. La paz no es la decadencia de las fuerzas: es paciencia, logra atrasar el juicio, impide reaccionar inmediatamen- te ante la seduccién o la ira, suspende la decisin; exige lentitud, suspicacia y resistencia. Nietzsche hablaba de una “tranquilidad hostil”. Kant hablaba de una “insocia- ble sociabilidad”. Allo largo de la historia, los conflictos entre los cuer- os politicos heterogéneos han sido sublimados por me- dio de la guerra exterior, a fin de salvar la paz interior. Cuando este recurso exterior no existe, el peligro intemo se vuelve mayor. La paz se rige por el temo de un aniqui- lamiento reciproco; su sicologia es la de un pacifismo fatalista. Cuando ocurte la escalada, se pasa de un cierto nivel, y la guerra se vuelve una liberacién. Esta conver- sin de la paz en guerra es insidiosa; la tinica manera de onerle término se logra realizando la unidad politica, interiorizando la paz y pasando de la tactica a la estrategia. 40 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO La paz no es una tregua, ésta es algo bastardo y ame- nazante; s6lo se justifica si apoya las negociaciones. El armisticio es mas que una tregua, pero menos que una paz. La tregua y el armisticio son acuerdos bilaterales, mientras que el tratado de paz hace un llamado al arbi- traje. De ahi la importancia de tener intermediarios. El arbitro que instaura una relacién juridica debe ser abso- lutamente exterior al conflicto; esto plantea, por supues- to, el problema de la soberania La primera ley humana consiste en poner un térmi- no al estado natural de guerra. La paz no es natural, es instituida; debe ser hecha y declarada. Quién la hace? La razén, que elabora planos, proyectos, articulos, con- venciones y pactos. La paz no es un estado, es un futuro, un devenir y un proceso, La idea de dejar pudrir una si- tuacién es contraria a la paz. La paz necesita una instauracién, cualquiera que sea el agente pacificador. Hay una pacificacién violenta he- cha por una voluntad particular, que engendra una paz inestable, suprime la libertad y la diferencia, y se vuelve inflexible: es el derecho del mas fuerte, destinado al fra~ caso a largo plazo. Pero todas las naciones estén en de~ recho de reprimir a aquel que desprecia abiertamente la paz y destruye los fundamentos de la tranquilidad de un pueblo, También existe la pacificacién suave, que puede efectuarse por medio de la razén moral, de los intereses o de la persuasién; es una mezcla de elementos raciona- les e irracionales. La tensién esta siempre presente; es el doble rostro de Atenea, pacifica y guerrera a la vez. La paz no es supresidn de la violencia, sino contencién de la violencia. Uno no se aburre en estado de paz. Pero zqué hacer, entonces, con el exceso de energias inutilizadas? Las sociedades sacrificiales mantenian la LAPAZ 4 paz, purgando la violencia con el rito. Hay que liquidar la doctrina sentimental y simplista de la paz; ésta no ex- cluye ni ta posesién de una fuerza armada ni la defensa de los intereses vitales. 4Cémo se logra la paz? Declarandola; porque decla- rar es hacer. La declaracién de guerra se hace en un sen- tido tinico; la declaracién de paz necesita una reciprocidad. La declaracién de guerra produce la guerra por el solo hecho de decirla. La declaracién de paz ain no es la paz; ¢s instituir un horizonte, un deber ser. La declaracién de paz supone la comunicabilidad, el lenguaje, el intercam- bio. La declaracién de guerra no reclama respuesta: don- de hay guerra, ya no hay comunicacion, es el fin de las relaciones entre los hombres. {Quién declara la paz? Una autoridad soberana legal que tiene el monopolio de la fuerza legitima. ‘Todo tratado de paz. descansa sobre el derecho y el deber de veracidad; su mandamiento es: “no debes men- tit’. La paz significa consenso, no identidad de los miem- bros; hay otredad y hay algo por ericima de esta otredad, que asimila a todos, Por ejemplo, la solidaridad de las clases sociales, en una ciudad, gerantiza la paz. Cuando ‘ocurre la ruptura de la unidad interior, la ciudad se mue- re. Los ciudadanos luchan mejor cuando el enemigo es exterior. Lo contrario de la paz no es la guerra exterior, es la guerra interior. Del grado de cohesién de un pueblo depende su tranquilidad: su unicidad no es perfecta, se hace siempre por aproximaciones. En Grecia existia una institucién que se lamaba el ostracismo. El Estado estaba autorizado para exiliar a un ciudadano que violaba la ley o rompia el pacto de paz. Podia ser alguien muy talentoso 0 muy ambicioso; cons- tituia, en todo caso, un peligro para el conjunto de los 42 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO ciudadanos. Existe una multiplicidad contradi joria de las voces humanas; del individuo al Estado y del Estado a la sociedad, la paz consiste en interiorizar al otro. El ‘otro cabe, hay lugar para todos. No se trata de imponer un diktat; la paz nunca debe tratar de suprimir las diferencias: debe mantener 1a dis- tincién entre el amigo y el enemigo; pero respeta las di- ferencias, contiene los conflictos, no trata de ponerles término pretendiendo una comunién quimérica. La paz delimita un espacio de pertenencia, La nacién es un es- tado de comunidad legal, de ahi el peligro de su disolu- cién en la mundializacién o en los tribalismos. Cuando cl interés privado le gana al interés publico, se rompe la paz; esto pasa con el triunfo del individuo y con el triun- fo de la mundializacién. La absorcién de todos en algo global es enemiga de Ja paz, porque ya no se delimita el espacio. La paz es el reconocimiento de un exterior. El comercio es un factor de paz, rompe la simple referencia a si mismo, hace via- jar al espiritu y a los objetos. ,Acaso debemos esperar, ‘para hacer la paz, a que cada quien domine sus pasiones? No; la apatia es un sustituto temporal de la razdn, es una disposicién favorable a la paz. A menudo, resulta vano razonar contra la guerra. Las costumbres de paz son mas poderosas que la razén misma. La paz s6lo puede com- batir por medio de la astueia; debe reinar sobre el vicio, no sobre la virtud. Se llega a llevar a los hombres hacia la paz casi a pesar suyo. La paz absoluta es una idea de la razén, las institu- ciones juridicas y politicas slo pueden acercarse a ella; no es una utopia, es un deber. Pero su contenido es incom- patible con la experiencia, La aproximacin es realizable, estamos entre lo real y lo imposible; no es un principio LA PAZ 43 filantrépico, es un principio juridico. La naturaleza hace posible su realizacién, poniendo a los pueblos en una co- munidad de intercambio que es el comercio. Reducir la ‘paz a un suefio es ser prisionero del lugar comin. La paz ¢s tan inherente a la naturaleza humana como lo es la guerra. El politico realista no es un fildsofo ni un santo, encarna Ia naturaleza humana pervertida; el hombre es el territorio de los fracasos, es también el lugar del suefio orgulloso ¢ irrisorio de la metamorfosis y del progreso. La idea de paz tiene por fundamento el interés moral. Hay que mostrar las dificultades de su realizacién, no debemos decir que basta con querer para poder; es lo que Scheller llama “el heroismo tranquilo de la vida cotidiana’. En el estado de naturaleza no i hay derecho, Este surge de la sociedad, Fue inventado hace | unos cuatro mil afios en la zona i del mundo Hamada “entre los dos i i rios”: Mesopotamia. Desde entonces, ha hecho historia. El derecho En el Gorgias, Platén (427-347) hace decir a Calicles: “que aparezca un hombre de naturaleza fuerte y acaba- ré.con las leyes, ser el amo”. Aqui tenemos la apologia anarquista de la fuerza pura, que anuncia todos los de- s6rdenes. Esta ilegalidad ideal se opone a la concepcin que domina la modemnidad y que quiere sustituir la im- personalidad de la norma con la persona del gobernante. Luego, Platén se retracta: “el jefe no estard por encima de las leyes, éstas deben ser intangibles; los hombres im- perfectos no pueden pasarse de las leyes so pena de vol- verse unos animales... Se necesitan dioses para dar leyes a los hombres”. En la Etica Nicomaquea, Aristteles (384-322 a.C.) dice: “una ley injusta puede ser ignorada por el justo. Si hay una inadecuacién de la ley, puede resultar por ello una injusticia. Aplicado con rigor absoluto, el derecho se ‘vuelve absolutamente injusto”. ;Cémo suplir este defec- to? Por la equidad que corrige la ley y toma en cuenta la singularidad de lo real. La equidad es superior al “justo legal”. Epicuro (341-270 a.C.) llama justo a lo que es confor- me al interés general; define lo titi! como el interés que Jos hombres tienen en no dafiarse mutuamente. El dete- 48 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO. cho es la negacién de una negacién, que neutraliza las agresiones por medio de un contrato de “no agresién”. De ahi que la utilidad de las leyes es negativa: no son las que impiden el mal, sino las que preservan del mal. El género humano estaba fatigado de vivir en la violen- cia, por eso se sometié a s{ mismo a las leyes. Cicerdn (106-43 a.C.) pensaba que: “la ley es 1a ra~ z6n conforme a la naturaleza... Es la misma en Atenas y en Roma, hoy y mafana; es eterna e inmutable. No procede de una convencién entre individuos preocupa- dos solamente por su propio interés; si lo fuera, no seria ni universal ni permanente. La ley no se distingue de la moral”. Tomés de Aquino (1225-1274) reconcilia la teologia cristiana con el derecho romano y con Aristételes: “el derecho esti en las cosas y en sus relaciones reciprocas, la relacién juridica no es directa, pasa por ‘el objeto’, y Ia rinde un tercero. Si uno se hace justicia a si mismo, no existe el derecho; es una relacién con el otro, no con- sigo mismo”. Montaigne (1533-1592) afirmaba que: “las leyes se mantienen no porque son justas, sino porque son leyes; es el fundamento de su autoridad. Pero la autoridad no basta para hacer el derecho, por eso se necesita la més~ cara de la justicia”. Grocio (1583-1645) fue el iniciador del derecho in- ternacional; se le Ilamé “el legislador de la Europa mo- derma” por su influencia sobre el pensamiento juridico occidental. Para él, el objetivo del derecho es “restable- cer la paz, por el reino del derecho entre los hombres y los estados de confesiones distintas: y llegar a consen~ sos a pesar de las oposiciones”. Estos consensos estan fundados sobre la razon. Hay una permanencia absoluta EL DERECHO 49 de los principios fundamentales; para darles estabilidad, hay que sacarlos de lo relativo Hobbes (1588-1679) tenfa una perspectiva mecani- cista: “antes de establecer las leyes, no habia ni justicia ni injusticia; alla donde no hay poder comiin, no hay ley; y donde no hay ley, no hay justicie, La ley es un orden, y en ella esta la razdn suficiente para obedecerle”. Para Pascal (1623-1662) es la autoridad, no la ver- dad, la que hace la ley. Hay que obedecer las reglas con- vencionales enunciadas pot el poder. Jean Domat (1625-1696) pensaba que el derecho es una ciencia, por lo que hay que sistematizarlo, Antes de él, sélo habfa una cantidad de reglas sin secuencia, una masa incoherente. Su obra fue la codificacién del derecho, Spinoza (1632-1677) constatd que el derecho esta ausente del estado de naturaleza; surgié de la cultura. La potencia de alguien es teéricamente ilimitada, s6lo la li- mita la imposibilidad fisica. Pero existen, aun en el estado de naturaleza, algunas acciones contrarias a la conser- vacién de si. La situacién radicalmente ajuridica es inso- portable, por lo que los hombres transfieren el ejercicio de sus derechos naturales a un soberano, con el fin de entrar en un estado civil. Asi aparece el derecho, bajo forma de ley, que es una regla que el hombre impone a Jos demas y a si mismo. La ley es el criterio de la falta, de lo ilicito; y la falta, que es la desobediencia a la re- Bla, s6lo se concibe en un Estado, Montesquieu (1689-1755) era magistrado de Burdeos; instal6 la modernidad afirmando la superioridad absolu- ta de la regla general sobre los casos particulares: “Cuan- fo més se acerca un gobierno a la Republica, su manera de juzgar se vuelve mas fija, disninuye més el poder; porque en el gobierno republicano es constitucional que 50 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO. los jueces sigan la letra de Ja ley”. El pueblo gobiema por medio de la ley. La libertad es el derecho de hacer todo lo que la ley permite, El juez no ignora ni sobre~ pasa ni interpreta el texto. Rousseau (1712-1778) se pregunta: “qué ¢s la ley?”; y contesta: “es una declaracién piblica y solemne de la voluntad general sobre un objeto de interés comtin”. No hay voluntad general sobre un objeto particular. La ley sélo se realiza cuando el pueblo legisla para el pueblo. Existen dos universalidades: la voluntad y el objeto. El ideal es inaccesible; siempre se necesitan leyes nuevas. El gran problema en politica es encontrar wna forma de gobierno que ponga la ley por encima del hombre. La di- ficultad viene de la naturaleza del hombre. Kant (1724-1804) ajsla la nocién de norma juridica de la nocién de norma moral. “El criterio del derecho es Ta coaccién exterior. La moral tiene como finalidad la paz interior del alma.” A partir del momento en que uno actia por interés o por temor, se deja el orden ético para entrar en lo juridico. Maurice Hauriou (1856-1929) decfa que “la institu- cién esté en el centro del universo juridico”. El Estado es la institucién de las instituciones. La regla supone una voluntad (que la establece), una sancién (que la protege) y una institucién (que tenga autoridad). Para Carré de Malberg (1861-1935) “una regla s6lo se vuelve regla de derecho si posee una sancién mate- rial, por los medios humanos de la coercién inmediata’. La regularidad distingue a la regla del derecho del orden de Jos bandidos, del uso social, o de la regla moral: la regla juridica tiene un cardcter formal. Sélo vale por Ja coercién adjunta a ella, EL DERECHO 51 Hans Kelsen (1881-1973) decia que “el Estado se reduce al derecho que dicta la norma”. Debe ser una rea- fidad juridica con un valor normativo. Sdlo el derecho ‘erea el derecho. Por eso, el Estado es idéntico a su Cons- titueién, es decir, la tinica norma fundamental. Se trata de llegar a una teor‘a del derecho purificada de toda ideo- Jogia politica, excluir todo lo que no es el derecho, que es el orden normativo de la accién humana. La norma es un acto de voluntad, que permite o prescribe. El orden juridico tiene una estructura piramidal. a Para Carl Schmitt (1888-1985) “no hay decisién sin una instancia de decisién”. El tltimo titular del poder de decision es la persona. Von Hayek (1899-1992) reafirma la distincién entre derecho piblico y privado. Lo piiblico tiene por objeto la organizacién dei Estado y de las personas morales que dependen de él, en sus relaciones con los particulares. Lo privado se ocupa de las relaciones de los particulares entre si. Para Charles Perelman, “el intérprete es el verdade- ro autor de la ley”. Para H.L.A. Har, “s6lo sujusticia y su conformidad ala razén distingue al Estado legitimo de un grupo de bandidos”. El derecho se define como una regla para que un ser inteligente gobieme a otto ser inteligente, y se fun- da en su eficacia. La costumbre general de obediencia hara que la regla sea més respetada que transgredida. Esta costumbre general de obediencia puede resultar de la amenaza, de una adhesién pretendida, de la fatiga 0 de la indiferencia, Para John Rawls, “una sociedad bien ordenada es determinada por una concepcién piblica de la justicia, donde cada quien acepta y sabe que los demas aceptan 52 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO Jos mismos principios”. La legitimidad moral del siste~ ma garantiza su estabilidad y su buen funcionamiento. Hay que “hacer como si” se ignoraran los determinismos particulares y las situaciones diferentes, guardando s6lo las consideraciones generales. El sistema legal ser4 do- minado por estos principios: /) de posibilidad, 2) de igual- dad de trato, 3) de la determinacién legal de los delitos y de las sanciones, y 4) de la imparcialidad. El derecho es el reconocimiento del fracaso del paraiso. La palabra “derecho” tiene sus raices en el bajo latin di- rectum, que significa “direccién” y “directiva”, norma de conducta y regla, La comunidad religiosa tiene la re- gla de San Benito, la Iglesia tiene el derecho candnico, una pandilla tiene sus reglas comunes; lo que importa es que las reglas existan para evitar que los hombres re- caigan en el estado de naturaleza. S6lo puede haber derecho donde hay sociedad. Solo en su isla, Robinson no tiene derecho; la presencia del otro, Viernes, no basta. Con el otro pueden existir rela- ciones de fuerza, de poder, de confianza, de afecto, pero atin no son relaciones juridicas, que aparecen cuando el grupo se extiende y se diversifica, establece jerarquias y division del trabajo. El derecho es, en esencia, individual. Historicamente, esté ligado al surgimiento del indivi- dualismo, que es el centro del universo juridico. En una sociedad de insectos, el instinto de asociados sin indi- vidualidad vuelve superflua una reglamentaciGn exterior: el automatismo gregario basta. El derecho es el unico modo de garantizar la paz social y la seguridad indivi- dual; no resulta de la naturaleza, sino del consentimien- to de los hombres. EL DERECHO 3 A menudo se dice que toda derecho es el derecho del mis fuerte, pero esto no es cierto. El papel primero del de- recho es sustituir a la violencia interindividual, que Ileva- ria a destruir el grupo y recaer en el estado de guerra primitiva. El derecho supone la violencia, a la cual se opone; tiende a suprimir el recurso de la fuerza, pero aparece a la vez como indisociable de ella; porque sélo la presencia de una sancién permite establecer la regla. La fuerza no hace al derecho, pero el derecho no se hace sin la fuerza. El derecho aparece como el medio inventado por la fuerza para ganarle a la fuerza, 2Quién, por qué y cémo sustituyd a la fuerza con el derecho? La prictica del derecho jamAs es extrafia al pen- samiento dominante, refleja las tendencias ideolégicas del lugar y del momento en el cual se vive. El derecho Jamés existe fuera de su aplicacién conereta, tiene una dimensién practica; pero todo lo que es conforme a la justicia no se lama derecho; la justicia es criterio del derecho, mas no su tinico criterio. EI derecho tiene un caracter inevitablemente incom- pleto, no puede prever todas las hipdtesis, debe tomar en cuenta la singularidad de lo reel. La utilidad es el funds- mento del orden juridico. La regla se vuelve ley para los hombres sdlo si es conforme a sus intereses mutuos, ga- rantizando asi la paz social; de lo contrario, no hay vida soportable en la sociedad. Pero la utilidad sola no basta para fundar un orden juridico estable y satisfactorio, ne- cesita combinarse con la buena voluntad y la moralidad. La existencia y el buen funcionamiento de un grupo exi- gen reglas de operacién y de crganizacién que determi- nan los érganos encargados de ello. El sistema juridieo se presenta bajo la forma de una pirémide dominada por la Constitucién. De esta configuracién procede el prin- 54 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO cipio de legalidad, que exige que cada norma inferior se subordine a la totalidad de las normas superiores. Asi, el orden juridico, en su totalidad, no tiene contradicciones. Una regla moral puede volverse regla juridica si la autoridad piblica decide agregarle una sancién; en cam- bio, una norma jurfdica no puede volverse regla moral. La sancién es la que permite distinguir el derecho de las reglas morales; la moral se refiere a la conciencia y se propone garantizar la paz interior; el derecho se dirige al “otro” y busca restaurar la paz social. Sélo él necesita Ja intervencién coercitiva de la autoridad. La dicotomia interior-exterior permite distinguir lo ético de lo politico. La sanci6n supone la efectividad del derecho, su realismo; si se borra la sancién, desaparece la eficacia y desaparece el derecho. Antes siquiera de su aplicacién concreta, que es manifestacién de la voluntad politica, la existencia de una sancién parece indispensable para la efectividad y el respeto de la regla; lo que importa no es el contenido de la regla, sino la decision tomada por la autoridad pii- blica de sumarle una sancién coercitiva. El derecho constituye la base de la actuacién politica. El carcter juridico de una norma depende, ante todo, de una decisién politica. El derecho implica una autoridad susceptible de prescribirlo, supone la intervencién ini- cial de esta autoridad, que s6lo puede existir en el seno del grupo que tiene por funcién dirigir, enunciando re- glas y cuidando de su observacién. Sélo hay verdadero derecho donde hay un querer, una voluntad y una deci- sin del poder. La regla juridiea debe ser aceptada por el soberano aunque no necesariamente la haya dictado él mismo. Es la autoridad la que hace el derecho. Detras del de- recho esta la fuerza del Estado. En el Estado, es soberano EL DERECHO 35 aquel que tiene el poder de hacer o deshacer la ley. EL derecho aparece como el signo de la potencia suprema, es el principal medio para determinar la conducta de los sibditos. Por ello, el soberano no puede cederlo ni aban- donarlo; la existencia de otro derecho que le haga com- petencia, en el terreno donde ejerza su poder, constituye tun cuestionamiento radical de este poder: seria una nue- va autoridad soberana y una secesién del territorio. ‘Cuando en el siglo xvui, J.J. Rousseau trataba de demos- trar las bondades del estado naural, Voltaire le contest6 burlonamente: “Nos dieron ganas de volver a treparnos en el arbol”. Estamos entrando en una discusién que lleva més de dos siglos: Ia de la Ilustracién contra el roman- ticismo alemén, cultura versus natura, homo faver ver- sus ser natural. El mundo es, evidentementz, una nocién antiidealis- tay antinatural, y es nuestro destino. El hombre es, ante todo, un ser capaz de arrancarse a la naturalidad; formar parte del mundo jamés es natural; no es arraigo, sino su contrario, y este desprendimiento es también el acto fun- dador de nuestra pertenencia a un mundo comin. Para que haya un mundo, se necesita un espacio visible entre los hombres, habitado por relaciones hechas posibles por este espacio, No se equivocd la sabiduria popular, que hizo del “pueblo chico (un) infierno grande”: es infierno por la falta de espacio. El mundo es a la vez publico y plural, es una abundancia que corresponde a una plurali- dad de hombres. Se necesita siempre la pluralidad de hombres, de pueblos, de posiciones, para que la realidad sea posible. Pero este mundo comin, plural, es un acto fragil y una nocién activa; se pierde cuando las visiones diferentes entre los hombres ya no tratan, ya no negocian, 56 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO ya no componen entre si. Entonces, el mundo se encoge y ‘se destruye. Los hombres separados, privados del mundo comiin, replegados... corren el mayor de los tiesgos: el totalitarismo. Este no cae del cielo, aparece en un mundo pretota- litario: es la cristalizacién de elementos presentes en este mundo, Cuando el sentido de lo que es comin entre los hombres desaparece, cuando lo comiin ya no es evi- dente, las reglas del reconocimiento mutuo dejan de es- tar aseguradas. Esto hace imposible la comunicacién y autoriza, por una parte o por la otra, a suprimir a los que yanno tienen nada de comiin con uno... y esa pérdida de Comunicacién entre las visiones del mundo anticipa el totalitarismo. Hay que impedir que se retire a los indigenas de nues- tro mundo; hay lugar para ellos, aun siendo diferentes. Ms vale una existencia ambigua en medio de los demés, que una existencia separada, Cuando ya no hay lugar para, el otro, se prepara, de una parte o de la otra, su extermina- cién. No hay un “ser en el mundo” particular a los indi- sgenas; estén en el mismo mundo que los demés, mientras este mundo exista; estan con los demas en la catdstrofe comiin: porque la catistrofe politica es del mundo comin, No son masas acésmicas que han adoptado un estatuto de jueces, en los términos de una injusticia especifica, pidiendo a la vez la igualdad y lo extraordinario, Es asi como se despiertan los odios raciales, mas inexplicables que los odios politicos. La pérdida de pertenencia a la comunidad politica excluye atin més que la pérdida de los derechos. El mundo comiin se funda, y esto se llama “nacién”, Una nacién es un principio de limitacién, al tiempo que permite hacerse de un lugar. Esta pertenencia politica es EL DERECHO. 37 a la vez nacional y del Estado, El Estado-nacién tiene un valor de seguridad y de estabilidad, permite existir entre los hombres (inter homines vivere), en un espacio politico comin, contingente, imprevisible, donde hay que contar con la diversidad de cada quien. El trastorno de la relacién con la nacién es la forma que toma el despo- jo del mundo comiin. Quizd ya es tiempo de pensar que, contrariamente a lo que se piensa, el racismo no nace del nacionalismo, sino que es la debilidad del naciona- lismo tradicional la que despierta el racismo. Laconvivenciaes siempre un frégil equilibrio que hay que conservar, no destruirlo por puritanismo, por irres- ponsabilidad, 0 en aras de un ideal dudoso. El rechazo de la regla comtin prepara la violencia mas extrema, que muy bien puede cohabitar con las nociones literarias mis sublimes de los derechos humanos. Es papel del Estado hacer el derecho, completandolo con una sancién. El derecho es el fundamento de la obedien- cia que se debe al Estado. Se dice: “nadie debe ignorar la tey” pero, para ello, la ley debe ser legible; cuando llega a un cierto nivel de confusién, queda inaplicada porque es inaplicable. Entonces, el derecho ya no fun- ciona, la regla sin efectividad desaparece y se instala el derecho del més fuerte, Una norma juridica puede perder su validez por el hecho de quedar inaplicada y desobede- cida permanentemente. Una norma que nadie respetara, cuya transgresién no fuera jamis sancionada, no podria ser considerada como una regla del derecho; su inefec- tividad manifestarfa su rechazc por parte del grupo so- cial y Ia voluntad implicita de la autoridad publica de no considerarla ya como norma vélida. 38 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO Son los jueces, no los legisladores, los verdaderos intérpretes del derecho. El juez puede perturbar el orden del derecho para restaurar el de la sociedad; su decision no solo debe ser conforme a la regla, sino oportuna; el juez: no puede cerrar los ojos ante el entorno politico, ético y cultural. El odio, a veces, ocupa el lugar del pensamiento: siem- pre lo empequefiece. La venganza produce una justicia aparente, que es la equivalencia distributiva del talién. Pero, aun en el talién, un diente no vale un ojo. La venganza desata un proceso que nadie sabria de- tener. El ofendido obtiene razén de la injuria antafio recibida, luego inflige al ofensor un dafio igual y de na- turaleza equivalente o, a menudo, superior, para hacer de éste un hombre ofendido que exige a su vez el equi- librio. La historia consiente y acepta esta vuelta. A veces, Hamamos a esto “el equilibrio del terror”. Este orden gobierna al mundo, La venganza y su aparente justicia crean el eterno re- tomo, ignoran la duracién. A lo largo de la duracién inter- viene el olvido, que jams compensa a la memoria exacta, Hay, en medio, algo que se parece a un faltante. Este faltante, en derecho, lleva el nombre de prescripcién. En el derecho civil, en el caso de una deuda, por ejemplo, si el acreedor no exige la ejecucién, esto se llama “pres- cripcién liberatoria”. En el derecho penal se cuenta un tiempo a la expiracién, después de la cual 1a accién pu- blica ya no puede emprender nada en contra del delin- cuente o el criminal. La prescripcién admite la accion esencial del tiem- po, como si la duracién borrara los derechos anteriores, cuando el acreedor no reclama ni el ministerio pablico BL DERECHO 39 persigue a nadie; entonces, el tierapo suspende Ia accién. El tiempo no corre de manera pasiva: actiia y acttia bien, olvida o borra los hechos; mientres que la venganza vuel- ve siempre sobre sus pasos, como si hablara del eterno retorno. Decian los griegos que el Rio del Olvido corre en los infiernos: la prescripcién lo trae sobre la tierra. No hay mundo mds atroz que aquel donde la naturaleza se dedica al eterno retorno y encierra, en los infiernos, el olvido y el perdén. La prescripcién lo recompone: sua- ve es el mundo donde los rios corren hacia el olvido, y gue encierra en los infiernos la verdad machacadora Ila- mada alethéia. En posicion mediana entre el derecho y el no-derecho, la prescripcién se sitia en el campo de la historia, opone su tiempo a as reglas, anula las leyes. De repente, todo ocurre como si ya no se debiera nada, ‘como si no se hubiera jamas robado, ni matado. El tiem- po otorga la inocencia a manera del rio bautismal. La prescripcidn dibuja, en el derecho, el limite del no-dere- cho; la historia borra las huellas, erosiona los hechos y el tiempo se rie del principio de reciprocidad. Por sus cédigos y sus textos, el derecho es parte de Ja memoria social, lucha contra la usura de la historia. Por ello, su emblema es una balanza, no s6lo por la sime- ttia, sino por la equivalencia entre los cargos y la vuelta Tegular del tiempo. El derecho es racional, est del lado de la venganza, hace que el tiempo no tenga per se ningu- nna accién, Pero el derecho es también heroico: se detiene entre dos zonas, una ocupada por la ley natural no escrita -esto &s: imprescriptible-, y la otra llena de historia, Segan las €pocas, parece cargarse de un lado o de otro, hacia el dere- > 60 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO. cho maximal o hacia el no-derecho, un fantasma ideali- zado 0 la comprensién compleja de lo concreto. Los que tememos por la unidad y la paz, decimos: que el rio Lete corra, que la prescripcién sea la tnica ley universal que conserve las huellas del derecho primitivo natural, pero que integre también la obra del tiempo. Para los derechos positivos, nuestros hechos tienen sus raices en el tiempo; para la prescripcién, estin hechos de tiem- po. Ala vez que hace nuestros hechos, el tiempo real hace el derecho... y lo deshace. La jurisprudencia crea el de- recho del lado de la historia. Esto es derecho, y es también moral. El perdon fun- da la ética, la clemencia funda la potencia, la misericordia funda la justicia. La prescripcién se escribe en preémbulo, en epigrafe a todo texto, antes de la pagina blanca: pre- cede. Por definicién: existe antes. Debemos poder leer, sin escandalo, la historia de un pais donde los hombres mas abominables puedan por- tarse como los mejores de los hombres. A la vez debemos tener cuidado. El repetir a todos los vientos que nada ni nadie est por encima de la ley no marca el triunfo de la moral, sino la dimisién de la politica. Por supuesto, ya se ha acabado el tiempo nefasto de la omnipotencia jacobina, cuando Saint-Just proclamaba en la Asamblea Francesa nacida de la revolucién de 1789: “Ustedes estan juridi- camente equivocados, porque son politicamente mino- ritarios”; ahora, estamos viendo Ilegar el tiempo en que los jueces van a la conquista de un poder casi soberano en una sociedad sin soberanfa. Frente a un Legislativo y un Ejecutivo debilitados, solamente ocupados en el cor- to plazo, tratando de gobernar al dia a unos ciudadanos EL DERECHO 61 que esperan de lo politico més que lo que éste sabria dar, el juez puede volverse el personaje mas poderoso de la republica y el regulador de todos los conflictos institu- cionales, sociales, étnicos y morales, ;Acaso la justicia es digna de este exceso de responsabilidad? El régimen que se esta instatrando con la suprema- cia del derecho se encuentra a afios-luz de la democracia tradicional y de la legitimidad politica, hijas del sufragio universal. La ideologia republicana sabia que el derecho no era democritico, sdlo era “el derecho”. Por ello, la organizacién de los poderes confirié a lo jurfdico una segunda posicién, un estatuto de cutoridad. Pero una mé- quina infernal puede desatarse para aplastar progresi- vamente la preeminencia de lo politico; ahi est la promesa ambigua de la modernidad: los pequefios jueces nos li- beran de los pillos politicos, y los grandes jueces acaban con la politica. Una poderosa alquimia funciona entre el estado de derecho y los humores de la opinién piblica, que ayuda a forjar la democracia de opinién. Asi es como se intro- duce una estructura contraria a la tradicin del Estado, que transfiere al juez responsabilidades que provienen naturalmente de lo politico. El Estado se descarga de una misin pedagégica y la deja a otros; pide al juez decidir, en lugar suyo, en un debate de naturaleza politica; reco- noce piblicamente que la legitimidad del derecho ya esté por encima de la legitimidad del sufragio. Por su- Puesto, la atmésfera social es naturalmente receptiva. En lun universo que ha visto disolverse las mitologias del bien y del mal, esta justicia sirve de sustituto, nos devuel- ve a unas jugadas simples: los buenos contra los malos, la virtud contra los vicios. Lo peral se ha convertido en un eémodo método para expiar los pecados de la historia. 62. MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO Pero, antes de fijar su jurisprudencia, el derecho co- rre el riesgo de errar ‘mucho, lastimar y humillar a muchos hombres, La sed primaria de venganza de la opinién sa- tiefarfa asi sus impulsos de justicia primitiva; pero ni el equilibrio de los poderes, ni la moral saldrén engrande- tidos. Con la juridicalizacién de la sociedad, el contrato queda sustituido por el arreglo de cuentas. ‘La independencia de los jueces es una garantia para Ja democracia, pero el exceso de independencia acabaré por volverse una amenaza. Un derecho transformado en frbitro supremo del juego social no seria més que una teologia conquistadora. El procedimiento inquisitorio, la negacién -en los hechos~ de la presuncién de inocen- cia, la busqueda de la confesién a toda costa, Ja deten- tion preventiva, el prejuicio mediatico y la ausencia del seereto de la instruccién, podran llevar, ademas, hacia el peligro de los peligros: el divorcio entre el derecho y Ia justicia. ‘La inflacién de lo juridico no es un triunfo de la de- mocracia, es una usurpacién de poder. Se deben ligar os dos destinos de lo juridico y de lo politico, lejos de toda satisfaccién o glorificacién corporativa; y lo juridico debe rechazar la sobrevaloracién con la cual se le grati- fica, para volver a su funcién, que es la de dictar -mo- desta y firmemente- el derecho. Sélo asi podré ayudar @ la democracia, afirmando la continuidad del espacio piiblico en contra del viejo demonio inquisitorio y re- dentor. ¢Cémo construir una sociedad cuando las figuras de la autoridad cldsica se desmoronan y cuando el concepto mismo de autoridad es considerado como insultante? Esta es la fatalidad de la modernidad, que inventa al individuo, al libre peasamiento y alacritica, y luego se voltea aterrada para ver el campo arruinado de las construcciones antafio estables. La autoridad Dénde se encuentran los personajes de la autoridad en Ja vida cotidiana? La autoridad puede hacer erecer a quie- nes la siguen. No es un asunto intelectual, ni un asunto abstracto tedrico; no existen para ella criterios objeti- vos, La autoridad consiste en una capacidad de obtener de los demas algunos comportarrientos por simple suges- ti6n; se parece a la hipnosis. Es una disposicién perso- nal que permite hacerse obedecer sin recurrir a la fuerza, porque no se puede hacer actuar a los hombres por pura coaccién de manera constante; y, sin embargo, el deten- tador de la autoridad debe gandrsela. La autoridad es un fendmeno social. La sociedad es- 14 tejida por autoridades invisibles, que no deben nada a la jerarquia, y que llevan a una especie de docilidad y de fascinacién. Estas relaciones establecen un reconocimien- fo, desbordan las jerarquias oficiales o naturales y, a Veces, las contradicen. Las sociedades humanas arraigan a autoridad en un fundamento religioso, tradicional, di- Nistico, ideoldgico, etcétera. La autoridad tampoco se Puede institucionalizar. El problema consiste en hacer Coincidir e! titulo, funcién o estatuto de jefe, con ella. ‘Vemos, por ejemplo, a unos profesores, 0 a unos patro- hes, incapaces de hacerse respetar a pesar de su compe- a 66 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO, tencia. La autoridad llega, a menudo, a desplazarse; si desaparece la fuerza del padre, en su lugar se instala la influencia del jefe de pandilla. Si se desmantela la Igle- sia, en su lugar aparece la autoridad de los gurus. La autoridad supone el reconocimiento, la percepcién de una superioridad; es tipicamente desigual. Las sociedades individualistas recusan las relaciones jerarquicas y pri- vilegian la igualdad, lo que lleva a rechazar y destrur las figuras tradicionales de la autoridad. El superior natural del nifio es su padre 0 su madre. Hablando de su padre, Karl Jaspers decia: “nos ensefiaba los medios para ju- ar, no jugaba con nosotros; era la autoridad sin tener jamas que reivindicarla”, El superior objetivo del alum- no es el pedagogo. En este momento de nuestra historia, necesitamos LA AUTORIDAD or Ejercia poco poder y mucha autoridad. Se hacia obede- cer, contrariamente a muchos poderosos que no tenfan autoridad. La autoridad politica descansa sobre la legiti- midad, esto es, la aceptacién. La legalidad no basta: los gobernados deben percibir una cierta superioridad. Existen varios tipos de autoridad politica: 1. La autoridad que copia la figura del padre o del sabio. La primera se llamaria paternalismo: aqui, los in- dividuos son considerados como unos nifios. Esta paro- dia de Ia autoridad paternal asemeja la nacin a una casa grande. Oikonomos se vuelve economia; déspota sig- nifica poder del padre de familia; los términos son do- mésticos. En cuanto a la autoridad del sabio se logra pretendiendo que aquel que gobierna sabe lo que los de- mas no saben; es una superioridad objetiva. En la época contempordnea, el heredero de este tipo de autoridad es l| reflexionar sobre la verdadera naturaleza de la sociedad \ jgualitaria, La autoridad es la inversa de las relaciones de \ amistad. Las sociedades antiguas crefan en una desigual- dad por naturaleza, pero las modemas consideran que || obedever es una verglienza; se puede obedecer a un orden l| colectivo, mas no a un hombre. Pero los hombres no bus- \ can siempre la igualdad. Al pretender acabar con la auto- el gobiemo tecnocrético; es una autoridad indiscutible asada sobre un cierto saber que no es piiblico. En el si- glo xx existicron dos tipos de gobiemos por los cuales Tn autoridad politica pasé por el pretendido saber: cl go- bierno totalitario y el gobierno tecnocratico, Este tiltimo desciende del despotismo ilustrado, 2, La autoridad carismatica. Aqui, el fundamento de ridad, dejamos como referencia s6lo el juicio individual. La autoridad no es una opresién, sino un proceso de parti- cipacién en la grandeza. Una sociedad que liquidara las relaciones de autoridad se volveria enteramente mediocre. La autoridad politica No debe confuundirse con el poder o la funcién guberna- mental, Pericles adquirié la autoridad que le permitia contener al pueblo, a la vez que respetaba su libertad. la antoridad es irracional, no necesita justificarse. El per- Sonaje aparece como no-ordinerio; Weber lo compara Con Jos antiguos brujos; no es ni el padre ni el maestro, ‘no pasa por el control de las cuzlidades humanas. Se ve el carisma en sus consecuencias, subyuga por sus actos, Su cardcter, su comportamiento; no tiene cualidades ex- traordinaras, sélo hace cosas comunes; en el mejor de los casos, administra lo cotidiaao con cordura; es raro ue piense a largo plazo, pero parece habitado por una Vocacién y el pueblo cree que esté designado de ante- Mano para ser el hombre providencial. a 68 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO Hoy, el carisma se ha laicizado pero no se ha perdi- do, El pueblo sigue esperando al hombre milagroso para ‘cumplir con sus esperanzas, como, por ejemplo, Iiberat- To de la miseria, El portador de la autoridad carismética se instala en un lugar ya preparado de antemano, Las épocas ordinarias y felices no conocen a es0s heroes. La sotoridad del carisma evoca tuna superioridad ontologica, tina divinidad, justifia las dictaduras, vive de la exalta- tin permanente, de las escenografias; es la primacia de Ta forma sobre el fondo. El pueblo vive como en un sue- fo: la caida seré dura, y muchos tendrén la nostalgia del suatio, En estas épocas de autotidades carismaticas, duet- ‘me la razon y se exalta la pasion. El carisma no se transmite, esta fundado sobre una ssemocion”, no sobre una idea. Se acaba después de Ia muerte del jefe: no hay herencia de la autoridad caris- mitica, como no hay ninguna racionalidad. 3 La autoridad de la razén, Aqui, hay wna contra- dicoion Fl orden social reclama una autoridad, pero Ia Sociedad no parece offecer un hombre superior; habri cntonees que conferit una tarea inmensa a un hombre medigere. ;Cémo podria éste imponer el respeto? La condici6n es que la autoridad cumpla correctamente con su area: el fundamento de esta autoridad seria Ia raz6n- Fl jefe no es un titular natural de la autoridad, sélo es rodiador: se le otorga ésta temporalmente en vista de una finalidad. Laley es la autoridad, el gobierno de a ley esel “es tado de derecho”, Entonces, se necesitan muchos esfuer- os para educar al pueblo: si el reconocimiento de la ‘utoridad se basa sobre la raz6n, hay que volver al pueblo razonable. LA AUTORIDAD 6 jAcaso es necesaria la autoridad politica? Los hom- bres no se satisfacen ni con la autoridad ni con su falta: es necesaria, mas no es amada, Encontrar un equilibrio entre dos elementos contrarios (autoridad y libertad) es ‘muy dificil. La autoridad salva a la sociedad, pero tam- ‘bign puede destruirla. Se teme alla autoridad politica, se le ponen barreras, como la iroria que la ridiculiza, las {nsttuciones que la restringen, Ia flosoffa que discute su egitimidad... Aun un hombre sabio corre el riesgo de yolverse loco con la autoridad. {Cuales son sus posibles desviaciones? ‘1 La autoridad ideoldgica. Pretende responder a to- das las cuestiones morales, sociales y politicas. Un cier- to saber esta considerado como indiscutible y se impone como “el que dice la verdad”. Este fue el easo del mar- xismo. Galileo lamaba a cuestionar permanentemente os dichos de la autoridad: es la verdad la que puede obli- gar al respeto, no el autor, nila woria. Los diseipulos de la ideologia obedecen, nada los puede hacer dudar de lo que los subyuga, ni siquiera la realidad de los hechos. El observador se niega a creer en su propia observacién; la ideologia acaba con las voluntedes y con las inteligen- cias. La lealtad hacia esta ideologia se vuelve extrema a Pesar de los malos tratos que un “creyente” fiel puede ee Por parte de sus “correligionarios”. Esta autoridad . mis poets gel carismatica, porque no muere con jefe, se transmi eid ite a las estructuras que sus- "a pectic de la personalidad es una desviacién de Baer 6 por cxceso, Se divinia a una person: ésta la autoridad personificada, que reina sobre un _ Pusblo fascinado. El trato con esta personalidad pasa por cca pecs rico permanente; las victimas mismas ereen que 70 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO gu martiio resulta de su propia locura, Es una hincha- san extrema del despotismo ilustrado, que lleva a una monstruosidad humana. 3, La servidumbre voluntaria es otra desviacion. {Por qué los pueblos aceptan la autoridad? Cuando es buenas porque hay un interés en obedecer; pero, cuando No Poona, ;oul es la causa de su aceptacion si sta Tos reba- ja? ;Serd por masoguismo? La Boetie eserbi6, amediados del siglo xv, el Tratado de la servidumbre voluntaria, buscando elucidar este misterio, La autoridad politica no es natural como la doméstica, es la libertad la que es na- tural, La Bootie habla de absurdo y de costumbres: un pueblo puede dormir bajo la opresion y encontrala c6- Moda, Hay una fascinacion en la esfera de la facilidad, {que lleva al abandono, La ideologia, en este caso, no es Seencial: se trata de una embriaguez, perez0sa La autoridad artificial Hay un método para imponerla: es la propaganda. La auteridad artificial no tiene Jos caracteres esenciales de In autoridad. Se empieza por transformar a “un pueblo” cn “masa”, y la autoridad se funda sobre las tgenicas de {a persuasin de estas masas, no sobre la verdad del re conocimiento, Es el suefio de la razén que Hleva a una ‘wasn a dejarse masacrar para defender una barricada. Los procedimientos de esta autoridad artificial son: la afirsacion, la repeticion y el “contagio”. Estos proved’ anientos se descubren observance a la masa y déndole [0 que espera, mientras se ignora a Ja sociedad. El hombre de la masa esta dominado por su inconsciente afectivo, ts un ser apasionado. Cualquier pueblo puede llegar 9 LA AUTORIDAD " obedecer a la peor de Jas autoridades: el lenguaj autoridad gusta. El espiritu libre es capaz de Tacha eo. do renuncia a luchar es porque renuncia a ser libre. En un principio, las dictaduras son siempre populares, ya que sc imponen cuando reina el desamparo. La autoridad oculta Esta es la autoridad social; hablaré de ella en el capitu- Jo que trata de! conformismo sceial. {Cuil es la sicologia de la autcridad? Esta supone una desigualdad y una relaciénjerérquica. El hombre de autoridad no tiene nada en comin con el hombre autor tari, La autoridad no se deereta, es innata El autorita rismo es la falsa energia del débil, casi una neurosis, una conducta de suboficial. Las épocas turbias revelan miles de mediocres que van aexigr un conformismo absolut: siellos no duermen, todo el mundo debe estar despier- to. El verdadero jefe no necesitz estas actitudes, él cum- ple con su obra, Debe ser un personaje lejano, conservar tna distancia; no se trata de un cdlculo, sino de un ins- tito de conservacin, El hme que tiene auoridad va #comprener asus precios esha i confi ,participar de sus trstezas, pero no dir sus propios Sentimientos, ues est lo hariamés fri y ya nose re- eonocra su super, Ese hombre debe tabi ner ress infiio pra sends e| miserio 1 Bota, El miseries jo del leno, lo pla pre, revelan la debilidad. Ningin orden pasa por Foc 0 largo, imperatoria drevitas. Por eso, las de- racias acaban en pusilanimidad, porque instituyen a 72 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO la discusion, es decir la palabreria. El jefe es solitario, no conoce siquiera la amistad; nadie es su igual. Su hu- manidad resulta disminuida por ello. Madame de Staél decia: “la gloria es el duelo luminoso de la felicidad”. La grandeza del personaje no se relaciona necesariamen- te con sus cualidades morales, pero si pasa por el volun- tarismo. Un subordinado tomard ocho dias de descanso a causa de una gripe; el hombre de autoridad seguiré trabajando a pesar del cfncer; nunca descansaré. ‘Alo largo de la historia vemos una pérdida de la au- toridad: la historia es un cementerio de aristocracias. La autoridad se agota por falta de esfuerzo: entonces el hom bre de autoridad se vuelve igual a los demas. Durante un tiempo, el recuerdo de su grandeza justifica su posicién, luego queda claro que esta grandeza pasada ya no exis- te. Las revoluciones esiallan cuando un pueblo debe aguanter la autoridad de aquellos que ya no la merecen. Las sociedades igualitarias promueven la igualdad, ha- cen tentativas desesperadas para acabar con las autori- dades naturales, pero ninguna sociedad puede funcionar sin la autoridad. Por ello, vemos surgit las autoridades de sustitucién: al querer suprimir esta relaci6n, se dejan instalar los modelos del mercado negro. En este siglo, la tradicién y la autoridad han cedido, y este es un hecho inaudito en la historia. Cuando recu- rrimos a estos recuerdos histéricos impresionantes, no hay que comprenderlos como unos resimenes de histo- ria, sino como unos ejercicios de elucidacién. Si la tra- dicién y la autoridad ya no sirven, {qué hacer con la historia? Aun cuando nos rebelamos contra la tradicién, utilizamos los marcos conceptuales de la tradicion. Distinguimos: 1) la fuerza, que es prepolitica; 2) el poder, que nace cuando los hombres se juntan para ac- LA AUTORIDAD B tuar; y 3) la autoridad, que da estabilidad a las socieda- des humanas. La crisis de la autoridad es politica y al- canza la esfera prepolitica (la educacién, la familia). Hay una caida general de todas las autoridades tradicionales, Repito: la autoridad es distinta de la coaccién, pero tam- bién de la persuasién, Hoy vemos una devaluacién radi- cal de la trinidad romana compuesta por la tradicién, la autoridad y la religién. Estas tres nociones eran pricti- camente solidarias, Qué es Ia autoridad? Ignoramos hasta el sentido de la palabra, Pensamos que es poder o violencia: la reali- dad es que excluye toda violencia; tampoco es persua- sin por argumentos: ésta supone la igualdad; no es una fuerza, porque ésta supone coaccién: cuando se usa la fuer- za es porque la autoridad ha fracasado. La autoridad su- pone una jerarquia comiin de valores y esta jerarquia es Ja que ya no existe hoy, como resultado del individualis- mo extremo, Ni el pensamiento liberal ni el pensamiento conservador perciben hoy la autoridad, El pensamien- to politico se ha empobrecido, hay una fragilizacién del mundo, una pérdida de la estabilidad, una devaluacién de lo politico. La palabra y el concepto de autoridad son romanos, los griegos s6lo conocian la fuerza o la per- suasién. Luego, la caida de Atenas hizo descubrir a los hombres que la persuasin no era suficiente para dirigir- los. La persuasién fracas6 llevando a la muerte de Sé- crates, Dos modelos de autoridad politica se instalaron: 1) la tirania, que usa la violencia; y 2) aquella que se inspiraba en la autoridad doméstica (el pastor con su re- bafo, el piloto con sus pasajeros, el médico con sus enfer- ‘mos). Ni la fuerza ni la persuasién son necesarias en este caso; son el saber del pastor, del piloto y del médico los que inspiran confianza. Aquello se volvié norma para la 74 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO | conduceién humana, y sobre esta norma se basa la tradi- cién polit {Como hacer obedecer a los hombres? El evento po- Iitico mayor de los dos tltimos siglos es la desaparicion de lo sacto-religioso: la gente ya no teme al més alld. Sdlo queda, entonces, la persuasion; pero sabemos, por la historia de los griegos, que ésta no basta; por lo tanto, volvemos a empezar como hace veinticinco siglos. ‘Autoridad y tradicién son las bases de la vida politica; pero esta experiencia ha sido eliminada. En el corazén fe la politica romana estaba el cardcter sagrado de la fundacién. Una vez que algo habia sido fundado, se vol- via obligacién para las generaciones futuras. Por lo que “conservar” se convertia en el acto politico por excelen- cia, el que hacia posible la politica. La fundacién es el verdadero principio de la auctoritas (aumento del pasa- do), Lo que cada generacién aporta se agrega a la fun- dacién primera, pero ésta es un evento Unico que tiene un carécter sacro-religioso. La autoridad de los vivos se deriva de la de los fundadores, que ya no estén vivos; los que tienen la autoridad no tienen el poder, ya estén muet~ tos, Pero la trinidad romana sigue sirviéndonos como referencia; habia sido adoptada por la Iglesia, que pasé de ser antipolitica (en sus primeros tiempos) a ser una institucién de una estabilidad fantistica, cuando se vol- vi6 romana. Hay que distinguir entre auctoritas y potestas: el se~ nado estaba compuesto por unos hombres viejos, sin fuerza, sin posicién administrativa, pero que tenfan mas autoridad que los que estaban ejerciendo el poder. En la modemidad, vemos en Estados Unidos otro ejemplo de vieja autoridad de la fundacién romana; por ejemplo, la Declaracién de independencia habla de “las verdades LA AUTORIDAD, 15 consideradas como evidentes”, ubicando en ellas la fuen- te de la trascendencia. Otra vez, el acto de fundacién constituye la autoridad, con un concepto de poder mo- desto y un concepto de autoridad muy sélido. Ahi tene- mos la prueba de que una transposicién de la experiencia romana sigue siendo posible, en un mundo que se ha vuel- to inestable. » 104 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO de toda autoridad tradicional (religiosa, hereditaria, so- cial), la laicidad, la igualdad de los hombres, la sobera- nia... son republicanas. La repiblica quitaba un poco de tradicién y un poco de pasado, reintroduciendo la tras- cendencia de la razén, A los republicanos los guia una idea de lo verdadero, piensan que todo hombre es capaz de razén si es que se libera de la servidumbre, la supers- ticién y la ignorancia, Su idea de soberania es que nin- guna fraceién del territorio, ningiin grupo social, ninguna etnia pueden apropirsela. La unidad nacional implica la supremacia de un poder unitario, El pacto fundador dice: Ja repiiblica es “una ¢ indivisible”, es integradora de di- ferencias, que la democracia hace surgir naturalmente. La repiblica fabrica el “uno” a partir de la multitud. Los re- publicanos constatan la diversidad, pero quieren tras- cenderla en una sintesis, la respetan sin darle valor. La repiblica, por ser liberal, no trat6 de abolir las diferen- cias, pero tampoco quiso institucionalizarlas; rechaza las sociedades parciales. La lucha contra los particularismos es uno de los aspectos de la ideologia republicana. Hemos elegido por el concepto griego de koindn, antes que la forma de res-priblica. No hay repliblica sin espa- cio comin, donde una soberanfa, encarnada en un po der, puede ejercerse. De ahi el sentido de la potencia. Es con la aceptacién del Estado como hemos llegado a una estabilidad histérica. La repiblica estuvo en el origen del Estado modermo, caracterizado por esos atributos: un po- der (interno), una potencia (hacia el exterior), un espa~ cio de deliberacién y una comunidad de pertenencia. Hoy tenemos una crisis de legitimacién del poder, tenemos dis- minucién de su soberania hacia el exterior, tenemos una incapacidad de deliberacién, y tenemos conflictos de per- tenencia, No hay repiilica sin Estado. Pero las soberanias LA REPUBLICA, los estallaron y el lugar del mando se ha oscurecido. Los me- dios cargan con fragmentos de ideologia incoherentes, desestructurados, incontrolables e incriticables porque no estén formalizados. La repiblica era una moral, ex- presaba la cohesién de una comunidad de pertenencia, buseaba promover, y fund6 la memoria; era la forma de lo politico. De ahi el respeto que sentian los republica- nos por Esparta y por Venecia, los dos gobiernos mas es- tables de toda la historia. La identificacién confusa entre gobiemo republicano y gobierno democratico sélo data del siglo xix. Un Estado donde faltan instituciones sélo es una re= publica ilusoria, Las instituciones son el alma de la repi- blica. No hay muchas en una monarquia, las hay ain menos en el despotismo. La impotencia de la repiiblica se explica por el hecho de que pide mucha abnegacién. La repiblica es austera. La gente que s6lo necesita lo necesario puede desear luego la gloria de la patria; pero un alma corrompida por el lujo es enemiga de las leyes. ‘Nadie puede exigir un sactificio que no esté dispuesto a dar, La repiblica es una idea masculina, urbana, racio- nal. El verbo es republicano, amigo de las leyes y de los. libros. La carne blanda, célida, coloreada, desemboca en la democracia y el comunitarismo. Los valores hedonis- tas son democraticos. En el centro de la cuestién de la re- pliblica esta la cuestién del Estado: a la vez simbolo de la nacién, lugar de encuentro de los ciudadanos, expresién de la unidad, educador, protector y proveedor. El Estado es una forma historica; hoy se encuentra en crisis, es obje- to de butla y de rechazo, lo mismo que la repiiblica. Esto demuestra que la reptiblica nunca se gana para siempre; no hay descanso con ella. La historia es perpetuamente trdgica. Y la repiiblica es un movimiento infinito. Hemos inventado la raz6n y nos hemos auciliado con la astucia, para lograr la paz entre nosotros. Hemos inventado el derecho para que la sociedad de los hombres sea posible. Para dirigirla, instituimos la autoridad; la forma moderna de nuestra sociedad fue el Estado y la forma de éste es la repibblica. Ahora, podemos decir qué es el ser un ciudadano activo en una reptiblica moderna: eso es el civismo, {Qué es el civismo hoy? El civismo es una virtud privada, de utilidad piiblica Parte de la ilusién de una sociedad que seria digna del hombre. Llamar al civismo es recurrente en la historia politica y social. Se denuncia la inmoralidad, la deca- dencia de las costumbres colectivas, luego se exaltan las virtudes ciudadanas y las instituciones. El civismo es, a menudo, objeto de discursos de dramatizacién, y de con- fasi6n. Para algunos, se trata de estigmatizar la desa- paricién del discurso moral, el olvido de la cortesfa, la impotencia del Estado, la exasperacién del individualis- ‘mo; para otros, se trata de denunciar la mundializacién de Ia economia y de las redes de informacién. El hecho es que estamos produciendo una ciudadania sin civismo. Es una virtud que da nacimiento a todas las demas virtudes particulares y manifiesta una preferencia con- tinua por el interés puiblico, A pesar de ser una invocacién de los derechos y de los deberes, a menudo el civismo se ve reducido a un discurso de las obligaciones, olvidan- dose su fondo de solidaridad colectiva. Orden publico, orden moral, orden social, el civismo de los deberes bus- ca instaurar una obligatoriedac. Pero el culto de los de- beres ya no tiene credibilidad social y el civismo parece ser un voto piadoso de reconciliacién entre lo universal 110 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO y lo particular. No ¢s una cortesia social, va més allé que ja intencién generosa y altruista. Decimos: civilidad, us- banidad, ciudadania: se trata de comportamientos muy cotidianos de negociacién con uno mismo. La cuestién del civismo involucra tanto al no-ciudadano como al ciu- dadano: trata de la administracién publica, de las elec ciones, de los comportamientos. Una sociedad compleja y dividida acerca de sus valores necesita un fundamen- to. El acto civico se refiere a una norma que no existe fuera de la prictica. Los griegos decfan que el ciudadano constituye la unidad del sujeto, que debe ser libre, para participar en la elaboracién de la ley, y el individuo, que se somete y obedece a esta ley. Para garantizar la existencia de una nacién ciuda- dana, es necesario respetar las dos exigencias. Los in- dividuos deben admitir que existe un campo publico unificado, independiente de las relaciones y de las soli- daridades religiosas, clinicas, familiares, y deben res- petar las reglas de su funcionamiento, Por el otro lado, la igualdad de la dignidad de cada quien, que funda la logica de la nacién democritica, no debe ser contrariada por desigualdades de estatuto en los demés campos de la vida social, especialmente en el derecho personal. El civismo compromete lo colectivo, este lugar de me- diacién, de intercambio entre lo privado y lo piblico, en medio de la ambicién ideal y las formas concretas del ejercicio de la ciudadania, No es una abstraccién; es el ejercicio de unos derechos y de unos deberes. Las pric- ticas civicas se manifiestan en el espacio piblico del “querer vivir juntos”; suponen compromisos, enfrenta- mientos, hacen aceptar a los intereses particulares las leyes votadas en el nombre del interés general, Son la negociacién consigo mismo en relacién con las situa- QUE ES EL CIVISMO HOY? nl ciones individuales y el peso de las obligaciones. El com- portamiento civico describe una actitud en relacién con Ja regla colectiva, que trasciende el razonamiento bina- rio: se trata de respetar la regla mis allé de la presién que esta regla impone. El deber confiere derechos, el dere- cho impone deberes y supone un compromiso positivo. EI civismo es una actitud de adhesién que valora los aspectos del interés general, mcviliza la capacidad de participacién, de contribucién, de reciprocidad de las per- sonas. Aqui, la calidad del individuo esté en la concep- ciién que se hace de lo que es piblico. El ejercicio de la ciudadania depende de tres condi- ciones: la existencia de procedimientos que organizan la negociacién, la civilidad que permite manejar la tensién entre las diferencias sociales, y las fuerzas de coherencia y de pertenencia. Las relaciones de civilidad hablan de la historia y del futuro de la sociedad, més que de ideas. polfticas o de resultados electorales. Provecho comin, unidad piblica, bien comin, interés general... tienen sus raices en el derecho romano, en el absolutismo monér- quico, en la teologia cristiana y en la teoria moderna del Estado. Como se anuda la relacién social y la politica? gC6- ‘mo se fabrica la ciudadanfa? :Cudl es el sistema de va- lores que sirve para construir el sentido de la experiencia colectiva y personal, que legitima las reglas de la mora- lidad piblica y funda los procesos de pertenencia y de Teconocimiento? Para la ciudadania existente, la ciudad de los hombres debe distinguirse de la ciudad de Dios, ¥ lo privado de lo piblico; debe propagarse la creencia en la razén y en la inteligibilidad del mundo, e instau- rarse la ley. La construccién histérica de la ciudadania y el largo proceso de secularizacién de la moral, evan a 112 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO Ia laicidad; son fendmenos complejos que pasan por la palabra, los ritos, los simbolos, las constituciones y las situaciones econémicas y sociales. La nacién es una aso- ciacién voluntaria de hombres iguales. En el Estado, sélo quedan el interés particular de cada individuo y el inte- rés general, No se permite a nadie inspirar a los ejudada- nos un interés intermedio, y separarlos de la cosa piblica por un interés corporativo. La repuiblica es indivisible, por Jo que se necesita un juramento y un compromiso ritual ante la colectividad. Pero, para ordenar las relaciones igualitarias entre los ciudadanos, es necesario también un texto: el eddigo civil, el eédigo por excelencia. La educacién condiciona la formacién del juicio y, por ahi, el acceso al derecho. En los principios de la es- cuela publica, el alumno preguntaba: “Para qué apren- der?” ¥ el maestro contestaba: “el alfabeto te volverd amo de tu derecho”, Aprender a leer y aprender la divisa republicana constituyen un solo y mismo deber. El ejér- cito, las instituciones politicas, las asociaciones, y la escuela laica, gratuita y obligatoria fueron el hogar del aprendizaje de las practicas civicas. Los “huisares negros de la Republica” han encarado el ideal del ciudadano- soldado, en el momento mismo en que se formaban los batallones escolares, El civismo de nuestros abuelos se enunciaba asi: dignidad, tolerancia, laicidad; descansa- ba sobre el mérito, la voluntad individual y la voluntad politica. Cada quien era libre de inscribirse en un grupo, una asociacién, una comunidad que respetaba las leyes de la repiiblica; pero esta asociacién era un asunto privado. El espacio social se divide en dos esferas distintas: la esfera privada, o sociedad civil, suma de individuos que defienden sus intereses particulares, donde cabe el de- sorden de los sentimientos; y, por el otro lado, la esfera {QUE ES EL CIVISMO HOY? 13 . 0 sociedad politica, representada por la figura simbélica de un Estado garante del interés general, bajo Jas tres formas de: J) un desarrollo econémico, 2) una justicia social, y 3) una integracién nacional. Esto ha fun- dado el civismo. El Estado benefactor asumia la repar- ticién de los frutos del crecimiento, y el desarrollo de los derechos individuales y sociales. La igualdad formal y juridica de los individuos bastaba para mantener la re- Jacién social. Cada quien, titular de su derecho y de sus derechos adquiridos, los utilizaba para sus intereses pri- vados y actuaba libremente en los limites puestos por laley. El trabajo no es el tinico medio para crear la relacin social, pero estructura los comportamientos civicos. Hoy, sin embargo, vemos cémo se amplia la brecha entre la abstraccién de los objetivos y la realidad de los funcio- namientos sociales y las presiones economicas, a la vez que nos interrogamos sobre los medios para servir al in- terés general desde el punto de vista de la actividad po- litica, La afirmacién de la primacia del individuo en la “organizaci6n social y politica, la debilidad de la tradicién del estado de derecho, hacen que el Estado aparezca ya no tanto como garante de las libertades, sino como otor- gador de prestaciones. La voluntad de integracién ciuda- dana esté puesta en duda; tenemos una crisis de la relacion politica, un desarrollo de los comporativismos, un déficit de la credibilidad de los hombres politicos y de la legiti- midad de las asambleas electas, y un crecimiento de las diferentes formas de populismo. Traténdose de los indi- viduos, los electores, los ciudadanos, vernos surgir formas de “retirada civica” y manifestaciones de comunitarismo. Las practicas civicas se diversifican, ya no adoptan forzosamente la légica de la representacién y del voto 114. MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO mayoritario. El interés general y las demandas sociales parecen a menudo contradictorios. ‘Se habla de la necesi- dad de los “valores” y de la “vuelta a la moral”; apare- cen nuevas formas de control social y de manipulacién de los comportamientos. Hemos pasado de un sistema de comportamiento centrado sobre la responsabilidad, a un sistema fundado y centrado en la victimizacién. Un dividuo sin obligaci6n se transforma en “mértir” au- toproclamado. Hay ruptura entre la sociedad civil y el sistema de gobiemo, entre la administracién y la repre sentacién:; y hay un paso del discurso de la responsabi- lidad, a un discurso de la indignacién, Recurrimos a los valores individuales més que al debate piblico. El sen- tido mismo del interés general se ha perdido, Aparecen nuevas formas de compromiso: Ia elevaci6n del nivel de formacién y de comunicacién ha acrecentado las facul- tades de autonomia personal. La gente rechaza cada vez mis las formas de adhesién a una organizacién colectiva (como el sindicato); quiere un compromiso cortado a la medida, contratos de ciudadanfa para un resultado con- ereto, Los principales motores de la accién son el reco- nocimiento, la utilidad y la proximidad. Las asociaciones constituyen la expresién publica de las opciones politicas 0 econdmicas, 0 de los modos'de vida; toman a cargo directamente los objetivos de interés general, Haman a la generosidad de los individuos y reclaman el dinero publico, Ya no se trata tanto de la libertad de asociacién, sino de relaciones célidas entre asociados. Todo implica una participacién diferente. ‘La degradacién material de las ciudades nos recuer- da que, antes del orden publico, esté el orden civil. La ne~ cesidad del debate y, el principio de laicidad fundan la cultura republicana. Pero las formas de movilizacién ' ¢QUE ES Et. CIVISVO HOV? us (la asociacién), los temas (alojamiento, condiciones de vida en el barrio), revelan una concepeién civil de la ciudadania que ya no es solamente civica. La formacién del juicio se vuelve un propésito democrtico y, en lu- ger de a colestvidd temas aolectvdades aba cuyas implantaciones ya no eoinciden ni facsabiidad dumdera ci Nuestra cultura civica esté compuesta por Ia alianza de la sumision a la autoridad y por la rebelién perma- nente, por el igualitarismo y por la busqueda sisteméti- ca de los privilegios. Se desarrollan nuevas formas de accién politica, y debemos debati: sus prioridades. El o- vismo no es una peticién provisional, es una preacupa- cién por el interés general. Vemos que, cuando més se progresa en las categorias socioprofesionales, més crece Ja capacidad de emanciparse de las reglas. El dificil ac- ceso a la cjudadania y la confron-acién con la desigual- dad de las condiciones nos recuerdan que el ejereicio de la ciudadania supone garantias contra la ignorancia y la miseria, Esto designa la capacided de nuestra sociedad para asumir la movilidad de las condiciones. El orden civil supone compartir valores comunes. Pero, geual es el sistema de valores que sirve para cons- truir el sentido de la experiencia personal, que legitima las reglas de la moralidad piiblica y funda los procesos de pertenencia y de reconocimiento? Atenas y Roma de- signan, en la historia del pensamiento occidental, e] mo- mento fundador de la ciudadania, La partcipacién en la direccién de la ciudadania concieme a un circulo cerrado, tn grupo de ciudadanos-soldados, legisladores y jue- 28, aislados de los esclavos, as mujeres y los extranjeros. El cuerpo civico contaba con 30 mil 0 40 mil ciudada- nos. La oligarquia no rebasaba los tes mil. Ser ciudadano 116 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO era un privilegio y comportaba obligaciones. Habia ex- cluidos de la ciudadania y habia un espacio civico. El ciudadano era un soldado, y reinaba la ley. Mis cerca de nosotros, el Dios de Calvino y de Lute- ro impone una nueva forma de comunidad, destruyendo Jos poderes intermediarios, y funda una relacién diferente con la ley de Dios, abandonando las leyes mundanas a la responsabilidad de los hombres, La Reforma convier- te la sociedad en otro tipo de ciudad. Este civismo se basa cn la dualidad de Ia relacién protestante con el poder, hecha de obediencia y de rechazo. Generalmente, se per- cibe al protestantismo como algo civico. Se acredita a los protestantes la capacidad de dejar su religion en su casa, para entrar en el espacio pablico con la sola preocu- pacién del interés general. Durante la Revolucién fran- esa, pedian la libertad de conciencia para todos. Fueron numerosos los que participaron en los combates y com- promisos fundamentales de la repiblica. Los motivos eran sociologicos: afirmaban el sacerdocio universal (0 todos sacerdotes, o todos laicos) y destruian las jerarquias religiosas, para construir asambleas de individuos libres, unidos por una suerte de contrato voluntario y con deci- sin colegiada, Aprendian a deliberar, tenfan mandatos definidos, federaban: “Se ponian de acuerdo todos, para relacionarse en una asociacién comtin que los defendie- ra contra todos los que perturbaran tal acuerdo”, escribe Milton. “Este es el origen de las ciudades y de los esta- dos. Ninguna fe mutua era lo suficientemente fuerte, por Jo que instituyeron una autoridad que prohibiera, por la fuerza, toda violacién de su paz y su derecho comin, Esta autoridad, este poder de autodefensa y de protec- cién, reside, por su origen, en cada uno entre ellos y uni- tariamente en todos, para su bienestar y buen orden." QUE ES BL CIVISMO HOY? 7 [utero y Calvino rechazan el sistema cat6lico romano de la doble moral, que funciona en los paises de cultura eatélica; afirman las mismas exigencias para todos y ymueven la diferencia entre una ética animada por el gonflicto de las convicciones evangélicas, y un derecho minimo, que busca fundar pragmaticamente la coexis- tencia de diversas convicciones en la misma sociedad No se debe legislar imponiendo a los demas un régimen politico, © moral, que seria sagcado. Durante la Refor- ma, las ciencias bajan del cielo metafisico para contestar ala religion, y se establece la separacién entre las leyes religiosas y las leyes politicas. Las consecuencias fueron revolucionarias. El despotismo abrié la via a la demo- cracia. El déspota destruyé la estructura de los poderes intermediarios, volviendo posible el advenimiento de una politica fundada en el interés individual; destruyé el siste- ma de lealtades tribales y clénicas, atacé el separativismo regional y los privilegios locales, impuso una especie de igualdad sumaria y nivelé el universo politico. Los desa- cuerdos y las diferencias establecieron muevas formas contractuales de consenso, basadas sobre la responsabi- lidad y la autodisciplina de sus miembros. La ley fue inventada para conservar el mundo e im- pedir lo peor. El derecho positivo es relativo a nuestra historia humana, marcada por las pasiones y el caos. El civismo serd entonces escéptico, conservador, relativis- ta, sin pasién por las utopias, pero fiel a su ejercicio, que es el de crear uma ética estoica. En el siglo xvi nacié La Boetie, quien escribié su Tratado de la servidumbre voluntaria. En él, mostré que la piramide de la participacién en la tiranta, por medio de pequefias protecciones y pequefios provechos, era lo contrario del civismo. La servidumbre voluntaria fue 118 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORAN llamada el “siervo albedrio” por Lutero; consistia en per- der el recuerdo de la libertad original, por temor a ser auténomo. Pero el tirano jams ¢s amado. La amistad supone la reciprocidad, la igual dignidad de dos seres. Este punto corresponde exactamente a la ética del contrato, que de- sarrollaron los puritanos ingleses del siglo xvil. Calvino construyé su teoria del derecho basindose en la obra de Seneca De clemencia, La doctrina de la predestinacién afirma que somos, a priori, elegidos 0 reprobados por Dios. Pero esto no lo sabemos. Asi, la dureza teol6gica de Ja Reforma desemboca en la liberacién politica, moral y social. La comunidad protestante se somete a un velo de ignorancia. La predestinacién es el equivalente exacto de la deslegitimacion, de la imposibilidad de justificar cualquier orden social, politico o eclesidstico, ya que la salvacién escapa a la Iglesia y al Estado. Asi se pierde la “fundacién divina” del orden social, y se abandona este orden a la responsabilidad de cada quien. Calvino se muestra pesimista en cuanto a las capacidades huma- nas de construir una justicia; pero se va formando una res- ponsabilidad individual y comunitaria donde las reglas no tienen més fuerza que la de un contrato libre. Cal- vino no retorna a los argumentos medievales tradiciona- les, no trata con ningiin respeto particular a las relaciones familiares y patriarcales. Las autoridades tradicionales s6- lo podrén durar si se reforman radicalmente. El calvinismo, con su realismo politico y su sistema de organizacién con disciplina, sirvié de soporte ideo- légico a la Reforma. El protestantismo equilibro su lado conservador con un lado revolucionario, con el fin de crear un ciudadano virtuoso, frugal y disciplinado. El protestante civico sera, entonces, un ciudadano que hard 0 {QUE ES EL cIvisMo HOY? hie posible la ciudad, en un momento de caos critico entre sociedades tradicionales y sociedades modernas, consti- tuyendo el contratante libre que se necesitaba, A la vez, el protestantismo cred un modelo de asamblea volunta- ria, de la cual el individuo era miembro optativo, y que ejercia una disciplina comunitacia. Es asi como nacié el burgués liberal. Las convicciores arcaicas desaparecen para dejar subsistir s6lo las obligaciones morales, que forman la modernidad, El calvinismo seré el primero de Jos agentes autodisciplinados de la reconstruccién poli- tica y social; construyé un sistema politico inventivo, un civismo puritano y revolucionerio, nacido de una tran- sicidn entre tradicién y modemnidad, una sociedad someti- daa un orden de conservacién. Este orden civil tomaba al mundo tal y como era, y buscaba evitar los males. Mas vale, para esia ciudad, un order injusto que una falta de orden, La ciudad esta abierta a la critica, que tiene como objetivo el mundo tal y como podria ser. El protestan- tismo legisla para que las ciudades nuevas sean casi utdpicas. Se puede revocar un orden existente en nombre del contrato fundamental. La fuerza del contrato viene de la distribucién equitativa de la responsabilidad. Este con- ‘rato “obliga” y, a la vez, tiene una cierta plasticidad, que surge del sentido de lo posible. Cada generacién, frente asu verdad, puede recomenzarlo todo. A la vez, la ideo- logia de la ciudad corre el riesgo conservador de casarse con el dogma del mantenimiento del orden, disimulan- do los conflictos. Entre un civismo por pesimismo politico y un civismo Por entusiasmo politico, cabe la urbanidad. Como rein- ventar una civilidad a Ia altura de la crisis que atravesa- 120 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO mos? La urbanidad no se opone a la “ruralidad”, sino a Ja “incivilidad”, tan frecuente en una sociedad que debe hacer cohabitar, en un espacio restringido, una gran di- versidad de formas de vida y de cultura. Esta incivilidad tiene dos rostros cémplices: el de una indiferencia gene- ralizada y el de una cerrazin en las diferencias exclusivas, La urbanidad significa, ante todo, la benevolencia hacia la diversidad de las formas de vida y de relacionarse con los demas. Hay que renunciar a borrar esta diversidad e in- ventar una urbanidad capaz de tolerar la heterogeneidad. Aqui existe el riesgo de “lo étnico” y de los guctos. Pero se puede volver a las diferencias compatibles, La urba- nidad moderna se ha construido a través del abandono de las viejas solidaridades étnicas y religiosas, por cau- sa del éxodo rural, luego de las diversas migraciones de poblacién. Esto no habria podido efectuarse sin una pro- funda relativizacién de la identidad. Para aquel que vive el drama de arrancarse de sus estructuras tradicionales de identificacién, una nueva identidad es posible. Nuestra identidad es simplemente nuestra historia mezclada con otras; por un lado, lo que recibimos, por el otro, nuestra obra. Sélo aceptan parecerse y juntarse los que aceptan relativizar sus diferencias. {Cual es la forma de la urba- nidad contempordnea, a la vez capaz.de responder a una biisqueda de la identidad y de hacer frente a los neotriba- lismos? La urbanidad comporta una dimensién de civis- mo en el sentido republicano, que define una esfera de legitimidad homogénea, donde los actores hablan el mis- mo lenguaje y s¢ adhieren a los mismos valores de inte- rés general, de solidaridad y de participacién. La civilidad que buscamos supone la aceptacidn del hecho de que, en Ja ciudad, todo el mundo no habla el mismo lenguaje, y hay una pluralidad de esferas de legitimidad. La civili- {QUE ES EL CIVISMO HOY? 21 dad supone igualmente que, en esta diversidad, los ac- tores juegan fair play, respetan las reglas, construyen un ‘minimo de coherencia. Esto implica, en los actores, el sentido de las responsabilidades. Esta urbanidad se opo- ne a la incivilidad de un mundo cuya diversidad s6lo se- ffa el encierro en unas diferencias exclusivas. Cada quien pertenece a la vez a varias comunidades, y esté obligado 4 inventar una coherencia. La urbanidad no propone bo- rar todas las tradiciones, ni ponerlas unas al lado de otras sin cambiarlas, sino que propone autorizar unas civili- dades nuevas. ‘Ala desigualdad de las condiciones, la repiblica opo- ne la igualdad de los deberes ciudadanos, pero ide cual nacién? En este pais innegablemente democritico, la existencia misma de un dominio politico independiente de los intereses particulares plantea cuestiones agudas. La aparente desafeccién por la nacién politica es el si no de una repiblica sin ciudadanos y sin civismo. Vivimos el “orgullo de ser mexicanos”, a la vez que el cuestiona- miento de la unidad nacional. El civismo, virtud particular del ciudadano, encauza la relacién del individuo a la cosa publica, pero también postula el ejercicio de las virtudes en la esfera privada. EI punto de unién se realiza en la calidad del individuo y en la concepcién de lo que es piblico. Estamos en el registro de las précticas y de los comportamientos, no de las posturas. {Cudles relaciones, para con el interés colectivo, se involucran en las pricticas de trampa y de fraude que son nuestro deporte nacional? Existe una dis- tancia entre la imagen socialmente aceptable de nosotros, quella que formulamos,y las realidades sociol6gicas que estén en juego en los actos de incivismo. Las relaciones con la regla y con su transgresién dependen siempre de 122 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO los medios de los cuales los individuos disponen para sustraerse a la regla. La relacién que los ciudadanos te- jen con las reglas (el fraude fiscal, por ejemplo) define una trama social y marca el nivel de su cohesién, Estas relaciones y su transgresiOn representan nuestro estado. Somos una sociedad que delinque sin cesar. La falta de respeto a las reglas parece arraigada en las costumbres; re- chazamos el cardcter impositivo de la regla de vida en sociedad. Engaiiamos en la vida diaria. La atomizacion de los individuos, la impersonalidad de las relaciones hu- manas, desregulan el contrato social. Una cultura indi- vidualista, refractaria a toda nocién de bien colectivo y de valores civicos, nos rige. Por supuesto, tenemos que distinguir entre los diferentes niveles de frande: aque- los que ponen en juego conveniencias sociales (no res- petar la fila), aquellos que surgen del medio familiar (no respetar el horario de trabajo, copiar en un examen, men- tir al seguro), y aquellos que ponen en juego la relacién del individuo con la colectividad entera (robar al fisco, no declarar su trabajo). Entre los diferentes escalones de esas practicas existe una permeabilidad extrema. No hay una frontera precisa entre faltar a las reglas bisicas de la cortesia y de la sociabilidad, y violar mas gravemente los fundamentos colectivos de la sociedad. Tomarse liber- tades con las primeras reglas lleva a una predisposicién para rechazar las otras. Vivimos una forma de anarquia blanda. La extrema liberalizacién de las relaciones sociales nace de la indi- vidualizacién creciente, que nos leva a una pérdida de las referencias morales estructurales. Es necesario rea~ firmar un sistema colectivo de valores que impediria la emergencia de fracturas sociales importantes. Hay pocos campos en los cuales la oposicién entre el discurso y QUE ES EL CIVISHO HOV? 123 Jos actos sea tan flagrante como el trénsito. El ciudadano conductor negocia consigo mismo el color de los semé- foros. Conducir bien y conducirse bien son testimonios mayores de pertenencia al grupo. Cuando el cddigo de transito deja de ser un e6digo de buena conducta, las con- secuencias van mas alla del transito. La fuerza de los corporativismos reside desde siem- pre en la simbiosis entre los principios mas nobles y los intereses mas cinicos. La administracién deberia ir mas alld, pero la magnifica idea de “administracién publica” ha sido progresivamente descalificada; podria reencon- trar su vocacién original y reinventar el interés colecti- yo. La construccién de la identidad personal se hace por el estado civil, la filiacién, la socializacién por la escue- lay el trabajo. y la confrontacién con la regla. Estos son Jos fundamentos de la vida colectiva. Peto las dos ulti- mas generaciones se han construido sobre la denuncia y Ja emancipacién de la moral y el orden social, la duda y la ironia, luego la caida de las ideologias y las rupturas de la vida colectiva. ,Acaso se puede volver hacia el in- dividuo virtuoso capaz, él solo, de reordenar lo politico en la ciudad? Nuestra generacién se ha equivocado so- bre casi todo. El Estado benefactor, las irstituciones de socializa- cidn (escuela, asociacién), martuvieron en los espiritus los valores del civismo republicano: probidad, trabajo, dignidad. El desarrollo de la cuestién urbana plantea la interrogante del interés general y de los objetivos del ser~ vicio pilico, de la naturaleza de la representacion en una sociedad fragmentada, de los valores de la participacién. El papel de la escuela fue inmenso en el aprendizaje civico. La repiblica se edificé sobre una referencia per- manente al civismo, La educacién obligatoria y laica de 124 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO los futuros ciudadanos era un asunto politico. Respeto de si, amor a la familia, ala patria, trabajo y probidad, estaban inscritos en el pizarrén; pero su ensefianza se ha desmoronado. La educacién civica no es una disciplina como otras; es un objetivo de formacién. {Qué vamos a hacer en el futuro? Los padres ya no piden que la escue- Ja primaria ensefie a los nifios a “pensar recto”, sino que Jes dé una solucién social. Lo que amenaza a la ensefian- zaes la inversién de todosen el interés privado; el éxito individual le ha ganado a la formacién del ciudadano. ‘Nos preguntamos si el civismo se ensefia en la escuela, sila escuela forma ciudadanos. ;Acaso se puede apren- der civismo como se aprenden las tablas de multiplicar? ‘Tenemos que referimnos al interés piiblico. El civismo es el heredero de los valores morales hijos del Estado lai- co. {Cémo ha sido examinada esta cuestién por los de- ms? {Cudles son hoy los elementos de un aprendizaje civico? gSobre qué estamos de acuerdo? La escuela debe tener su parte en la transmisién. Pero ahi se detiene el consenso, No se admite que la escuela sustituya a la fa- milia, Transmitir los valores es papel de esta iltima. Tam- poco es el papel de la escuela tratar algunos aspectos del conocimiento ligados al civismo, como la politica; ni ha- blar de moral sexual, ;Entonces, de qué puede hablar? Danton proclamaba que todo se encoge en la educacién domestica, y todo crece en la educacién comin. Pero de- ‘cimos que la escuela no tiene el derecho de interponerse entre padre e hijo, siendo la familia anterior al Estado. El civismo aparece como el pariente pobre de los progra- mas escolares. Para Condorcet, la laicidad escolar consis- te en ser independiente de todos los poderes o, entonces, la ensefianza del civismo seré la de la religién politica del Estado. {QUE ES EL CIVISMO HOY? 12s, El Estado debe ensefiar los deberes y las virtudes. La neutralidad va a la par con la obligacién escolar. Se trata de transformar en ciudadanos a los que eran siibditos. ‘Sin embargo, la ensefianza del maestro esta situada en ‘unos limites tales, que nada de lo que dice deberia poder ser rebatido por un padre de familia. Concretamente, se le permite ensefiar Ia organizacién y las competencias de las instancias electas del Estado, las relaciones de los poderes entre si, los derechos y deberes del ciudadano, Yuxtapuesta a esta ensefianza, una instruccién moral en- sefiaba a los nifios sus deberes hacia la patria, la fami- lia, sus parientes y ellos mismos. No se les dice que. si bien hay desgracia en ser oprimido por la fuerza, hay también vergtienza en mostrarse servil. Son la sucesién de los conflictos, las dudas sobre Ia identidad, los cons- tantes cambios de las administraciones politicas, los que van a acabar con la ensefianza civica y moral. Antafio se decia que “se inculcan valores morales”. ;Acaso esto es. atin actual? ,Acaso es la escuela la que puede decir a los jovenes que le son confiados cudles son esos valores? {Cémo hablar de los valores del trabajo, el esfuerzo, la gratuidad del gesto, cuando triunfan la facilidad, la ren- tabilidad y la ganancia facil? El civismo es el papel y el peso de Ia ley en una so- ciedad. ;Qué pasa con la idea de ley? El valor de ejemplo de los comportamientos, y la reflexién, son los verdaderos medios para aprehender los valores morales de una so- ciedad. No se puede obligar a un individuo a ser libre. La libertad se ejerce. Si tenemos la ambicién de restau- rar la ciudadania a través de la escuela, la instruccién ci- vica debe volverse una disciplina seria, con programas que relacionen entre si a las demas disciplinas escola- tes. La educaci6n civica y moral es una edificacidn pro- 126 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO gresiva de las civilizaciones. A los 18 afios, edad de la mayoria, muchos alumnos ya son ciudadanos. Para mu- chos estados, la educacién de la ciudadania pasa por la educacién de los derechos del hombre y éstos compren- den los derechos del nifio. {Qué hacen otros paises? La escuela alemana no va- cila en atribuirse objetivos de moralizacién de los alum- nos, incluso en la ensefianza civica. El alumno aleman es considerado como un ciudadano, sujeto de derechos independientes. El derechoa la libre expresiin de las opi- niones de los alunos, incluyendo la libertad de prensa escolar, es real, como el de crear asociaciones. La cen- sura de los textos publicados por los alumnos seria ile- gal. Los jovenes alemanes practican cotidianamente sus derechos. La escuela debe transmitir el saber, las habili- dades y las aptitudes, volverlos aptos para el juicio critico y auténomo, el comportamiento responsable y la acti- -vidad creativa; educarlos para la libertad y la democra- cia, la tolerancia, el respeto de la dignidad del otro y el respeto de la conviccion del otro; despertar en ellos una conviceién pacifica que busca el entendimiento entre los pueblos, volver comprensibles las normas éticas y los va~ lores culturales, alentar en ellos la disposicién a la ac~ cién social y a la responsabilidad politica, calificarlos para el ejercicio de los derechos y deberes en la socie- dad, e informarlos sobre las condiciones del mundo del trabajo... La enseftanza civica empieza entonces por la prac- tica de la ciudadania escolar y sigue en la educacién secundaria, a través de la ensefianza de las ciencias po- liticas y sociales, con el objetivo de la educacién civica nacional. Los temas de la ensefianza son: la nocién de democracia, los derechos de! hombre, el sistema politi- {QUE ES EL CIVISMo Hoy? a7 co alemin y los problemas de! desarrollo, las condicio- nes del desarrollo del nacionalsocialismo (la critica his- torica). En Gran Bretafia la disciplina escolar es a veces du- ra, conformista, busca desarrollar el espiritu de equipo. La nocién de ciudadanfa, o de civismo, parece extraiia a la mentalidad briténica. A todas las edades de la vida, el individuo es miembro de un grupo bien identificado (es- cuela, club, empresa), cuyas reglas de existencia, valores y ambiciones comparte con los demas; tiene el sentimien- to de pertenecer a esta comunidad restringida y es cons- ciente del privilegio que esto le confiere. Hay diferentes ciudadanias en funcién de los medios. La importancia de la conciencia comunitaria es el equivalente britinico de la ciudadania. El civismo escolar es cotidiano y se ex- presa a través de la school assembly. Enesta instancia se crea el sentimiento de pertenencia a la comunidad: pri- mero, la escuela; [uego, la ciudad; luego, la nacién. La institucién de los tutores y las reglas implicitas que tigen el funcionamiento del grupo ayudan en esta tarea. Ahi rigen dos nociones: 1) la de pertenencia al grupo, con los derechos y deberes que conlleva; y 2) la del consenti- miento. Se ensefia el civismo por la prictica de la vida escolar. La libertad de asociacion constitutiva de la sociedad civil, las practicas asociativas, cuna de la sociabilidad, reanudan la relacién civica, Espacio altruista de com- promiso, de integracién, de reconocimiento, la asocia- cién se vuelve un espacio politico cuanco su objetivo va mis all de la suma de los intereses particulares de sus miembros y consiste en encargarse del interés general. La interiorizacion de las reglas de la vida social, mo- tor de la emancipacién individual y de! trabajo, estructura 128 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO. Jos comportamientos civicos y ocupa un lugar importante en la concepcién de la ciudadania. Quedarse fuera. del mundo del trabajo es una agresién a la vida colectiva, a la relaci6n politica, al sentimiento de solidaridad. Que- darse sin trabajo fragiliza los fundamentos de la vida comin. La ciudad es el espacio de la sociabilidad, es el pri- mer lugar del ejercicio de la ciudadania, Tiene que volver ser un espacio de calidad, tener limites y referencias, asi como espacios piblicos. Il La evolucién de las instituciones y la mejor comprension de las nociones no impiden las pasiones. Entonces, jcémo dominarlas? Las pasiones politicas a afectividad politica tiene sus figuras de amor y de odio. Las emociones, los sentimientos, las pasiones acom- ypafian la vida politica, desde la irritacién causada por tna modesta discusin sobre un candidato, hasta las an- gustias o la embriaguez de una victoria electoral. A ve- ces, una situacién de conflicto revela sentimientos que parecian olvidados; una emocién stibita o un movimien- to de simpatia hacia un jefe carismtico invaden una po- blacién, o se cristaliza una representacion de odio vertida sobre un hombre o sobre un grupo que sirven de chivos expiatorios. Vemos momentos extremos ce energia apa- sionada, luego fases de desencanto, de apatia y de amar- gura, Esta dimensién afectiva de la vida politica no es nueva en la historia; a lo largo del tiempo hemos visto tejerse la misma trama fundamental de amor y de odio, de concordia y de furor, sobre unos rostros renovados. Cémo comprender el camino de una hostilidad que parecia borrada y que recupera forma, como si hubiera so- brevivido en la sombra? {Cémo explicat los cambios de tuna poblacién que se indigna contra lo que parecia tolerar poco antes? ;Cémo entender por qué unas fidelidades que parecian inmutables y garantizaban las relaciones so- ciales han perdido, precipitadamente, su eficacia? Para 134 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO eso, debemos volver a leer a Confucio, a Platén, a Ma- quiavelo, a Agustin, a Tocqueville, a Freud, a Raymond Aron... los grandes testigos de la vida piblica. No s6lo querian comprender y explicar, sino proponer medici- nas y alejar los riesgos. Desde China hasta las ciudades griegas, y desde las monarquias europeas hasta los prin- cipados italianos del siglo xvi, vemos el mismo rostro de aquel que pasea en nuestras democracias. Las pasio- nes politicas son perennes, como lo es nuestra ceguera Confiucio es hijo de una inmensa tradicién, Su respues- ta sistemitica a las pasiones es la ritualizacién con la que busca apaciguar la vida cotidiana y politica, Nos ayuda a comprender que la cuestién de las pasiones se planteaba ya antes de la creacién del Estado central, en el marco de las sociedades tradicionales, y trata de encontrar los dispositivos de control para canalizar estas pasiones, Con- fucio ctea una concepcién del gobiemo por medio de los. Fitos. Su teoria fue elaborads en oposicién a los dramas de su €poca; los clanes y los principados se enfrentaban, causando ruina y engendrando tiranias. La ritualizacion de las relaciones sociales marca toda la historia del Asia Oriental: China, Japén, Corea, Vietnam, etcétera. Para Confucio, deseos, pasiones, avaricia, orgullo, maldad, son equivalentes al desorden; el hombre tiene que regular Jos movimientos de su coraz6n: la ira, el resentimiento, el temor, el terror, son desorden, Los excesos y sobresaltos, las turbiedades, son propios de los seres inferiores. El paso del orden al desorden es siempre posible y acecha en la historia, Contrariamente a los taoistas, que invita- ban a desapegarse del mundo, Confucio llama a regu- larlo; recuerda la necesidad de la ceremonia, desde la piedad filial hasta todo lo demés. Los ritos ponen orden LAS PASIONES POLITICAS 135 en lo que se hace; ordenar el Estado sin ritos equivaldria a andar como un ciego, ya no habria jerarquia en la ad- ministracién. Aprender los rituales es adquirir un saber yun codigo, es un ejercicio permanente de disciplina. Lo que resulta de la disciplina de las actitudes por los ritos 5 el respeto: del respeto surge el prestigio; de ahi, la re- ciprocidad de los deberes, en un estatuto jerarquizado que da a cada quien su dignidad y reconoce la del otro. Platén piensa que tiene el remedio a las pasiones; rompe con el moralismo de las sociedades tradicionales y observa la realidad. Aquellos que se imaginan que la ‘Sensibilidad, las pasiones y los afectos son intitiles y los descuidan, se parecen al agricultor que deja crecer las ‘malas hierbas en su campo. Conviene saber como evitar todo aquello que puede dar ocasién a emociones y pa- siones, sean palabras 0 gestos. Hablar de cosas extraor- dinarias es incitar a los hombres a no seguir las reglas ordinarias; hablar de hechos audaces es debilitar en ellos la dulzura; hablar de resistencia a las leyes y a la autori- dad es Ilevarlos a violar la justicia. E] sabio debe ser res- ponsable del orden, estar advertido de los peligros de las pasiones, y debe combatirlas. ,COmo? La ciudad per- fecta es la de las necesidades: unos necesitan de otros. Otra vez, tenemos la jerarquia y la reciprocidad. Pero el hombre es un ser que desborda sus necesidades y las mul- tiplica, crea fuentes nuevas de placer. Platon se interro- ga sobre los odios de clase, su génesis y su importancia: el odio esté ligado a la estructura social y es su resultado. En eso, Platén se revela muy marxista. Entonces. divide las tareas para lograr una estabilidad, e instituye el control constante de las actividades comunitarias. Su Reptiblica es totalitaria, al igual que la que resulté de la doctrina de Marx. 136 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO Agustin plantea el problema de las relaciones con- flictivas entre la fe religiosa y las pasiones de la ciudad; observa la pasién de dominacién y de bienes materiales, asi como los apetitos carnales; ve su encadenamiento, y habla de la necesidad de un poder temporal: éste sera la potestas, para garantizar la paz civil y el funcionamien- to de las instituciones. La ciudad terrestre necesita este poder regulador. Pero la reflexién de Agustin es funda- dota de algo nuevo: la dualidad. Existen dos mundos: la religién y el principado. El cristianismo suaviza, femi- niza a la gente; con la contemplacién, los cristianos se alejan de la gloria de la ciudad, de ahi la importancia considerable de la religién sobre las sensibilidades co- lectivas. Existe una profunda brecha entre lo espiritual y lo temporal; la teoria de las dos ciudades surgié para no permitir al poder politico utilizar a su favor las cues tiones religiosas. Agustin excluye que la religion se erija en un nuevo poder politico; existen zonas de tolerancia recfprocas, pero el creyente no esta llamado a remodelar la ciudad terrestre segiin sus valores y debe aceptar el hecho hist6rico. Lo religioso no tiene competencia propia, no puede pretender legislar. Agustin llama a los creyen- tes a no caer en falsos conflictos ¢ irtitaciones superfi- ciales. De este pensamiento surge la primera separacién de la Iglesia y el Estado, de la religion y la politica. Contrariamente a Agustin, Maquiavelo aconseja: de- bido a la influencia que ejerce sobre el pueblo, el pri cipe debe saber manipular a la religién, manifestarle su respeto, presentar las apariencias de la devocién, sin im- portar cual fuese su fe. Mequiavelo analiza las pasiones de los pueblos y la rabia de los grandes, con el fin de de- cir al principe cémo defenderse de ellos y cmo instrux mentalizarlos; pasa del conocimiento a laaccién, ;Cémo LAS PASIONES POLITICAS 37 debe actuar el principe con y contra las pasiones, tratan- dose de conquistar un principado, dirigirlo, defenderlo por dentro y por fuera? Asi es como enuncia este princi- pio: “quien quiera comparar presente y pasado ve que todas las ciudades y todos los pueblos han sido siempre animados por las mismas pasiones”. Tenemos la perma- nente insatisfaccién del hombre y su deseo de novedad. Los principios de temor y de respeto son esenciales para el orden social; los hombres deben cumplir su juramen- to, obedecer a la fe jurada, respetar la disciplina y las reglas morales. El respeto a la religiGn es una verdadera fuerza, fuente de cohesién y de disciplina. La desapari- cién de la religién provoca la ruina de la ciudad; a me- nos que otra fuerza, como el temor al principe, sustituya al temor de Dios. La transmisién de las pasiones es permanente; los habitantes de un mismo pais conservan casi el mismo caricter més alla de las educaciones familiares y las di- ferencias. La condicién de la coordinacién de las iras in- dividuales es la existencia de un jefe que garantice la continuidad y la unificacién de los sentimientos; este jefe entender la importancia del odio. Mas que los descon- tentos, lo permanente son las envidias, la perfidia, los placeres perversos, los vicios; hay que suponer de an- temano que los hombres son malos y que mostrarén su maldad a la primera ocasion. Entre dos violencias, una que atenta contra la vida y otra que atenta contra los bie- nes, la segunda suscita en ellos odios més duraderos. Pero las pasiones son inteligibles y, por lo tanto, son go- betnables. El ejercicio del poder es un gozo; debe haber sed de reinar. El poder es una pasién ardiente que sola puede enfrentarse a las pasiones del pueblo y vencerlas. 138 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO Corneille muestra que el poder alimenta las pasio- nes, a la vez que est amenzzado por sus propias contra- dicciones afectivas. El amor, la admiracién, el culto al rey son sus reglas. No se trata de un contrato entre igua- les, sino de una proclamacién hacia un punto focal. Esto reproduce una lejana mitologia, una metafisica medic val, que habia elaborado la teoria del “doble cuerpo del rey”: el cuerpo particular, carnal, y el cuerpo simbilico, el Estado, las leyes comunes, el pasado comtin, el con- junto de los sujetos, lo indefinido, El carisma del poder no viene de sus acciones excepeionales, sino de su papel como simbolo; por ello, no se le debe cuestionar, porque, de cuestionarlo, se introduce la falla en el sistema. Son necesarios obediencia, respeto y... etiqueta. Existe una profunda continuidad histér-ca en el sistema afectivo. Lo politico es trégico, porque ei poder no es del orden de los intereses solos y de Ia razén sola; el poder responde al deseo, a la libido dominandi. El cédigo de buena con- ducta es mejor respetado si los mensajes son simples. Tocqueville observa las pasiones propias de la de- mocracia y pone una atencién particular en las sensibi- lidades intelectuales, individuales y colectivas; evoca la marcha natural instintiva de la sociedad inmersa en un proceso de transformacién, habla del grado de datio de Jas pasiones tales como el deseo exasperado de igualita- rismo. Cada pasién publica se encubre en filosofia. En la democracia, las pasiones son diarias, los periddicos dan a la vida pibblica una vulgaridad desconocida y crean un lima de agitacién emocional permanente, Esta agitacion no contiene necesariamente los problemas verdaderos, y levanta ms pasiones falsas que grandes asuntos politi- cos; la demagogia crece. En las elecciones, la nacién entera se entrega a un estado febril; luego, las emocio- LAS PASIONES POLITICAS 139 nes caen. La democracia es propicia para las pasiones artificiales y, periédicamente, para las crisis emociona- les nacionales. La democracia tiene tres pasiones domi- nantes: la de los bienes materiales (el bienestar), la de la igualdad y la de la libertad; todas pueden llegar al deli- rio y constituir un peligro para la democracia misma, La lucha contra estas pasiones es permanente, y no se aca- ba jamés. Las instituciones tienen una influencia mo- deradora. Freud habla del inconsciente politico, lo irracional, el delitio politico, que no estin sometidos a la légica in- telectual. De Gaulle hace una poderosa meditacién so- bre el papel hist6rico del sentimiento nacional, habla del instinto aplicado a la sensibilidad en la accién politica y analiza alos grandes jefes del pasado, como César, Napo- len, Clemenceau, etcétera, quienes encarnaron un ideal gue los sobrepasaba y que Ilevaba a este singular encuen- tro entre las esperanzas de los subordinados y la propia pasion del jefe. La misma teoria se aplica a un movimien- to populisia, un movimiento fascista 0 una democracia. Las diferencias tienen que venir de otros factores. Raymond Aron habla de las pasiones ideologicas; pa recia excluirse de los sobresaltos emocionales, !laman- dose un “espectador comprometido”. Ante todo, hay que romper con la dindmica destructora que lleva de la de- magogia a la religién secular y a la tiranfa, El largo recorrido por las pasiones politicas no lleva a ninguna conelusién. Vemos la extraia repeticién y pe- rennidad de estas pasiones a través de la historia y la inestabilidad de los deseos humanos. E| hombre es un ser de insatisfaccidn y de deseo, que slo puede conocer el contento de manera provisional. El poder y su uso 140 MANUAL DEL CILIDADANO CONTEMPORANEO chocan contra esta indefinicién de los deseos, les impo- nen limites y generan descontento. El poder es nece- sariamente el blanco de la hostilidad y el objeto de las pasiones. Los diferentes regimenes tienen una misma ta- rea renovada: garantizar la compatibilidad entre las pasio- nes, los conflictos, los deseos y el mantenimiento de las relaciones sociales. Todo esto no pertenece a un régimen en particular, es inherente a lo politico. Las pasiones son colectivas e individuales a la vez; hay una fusin del su- jeto en lo colectivo, que vuelve posible la locura comin y el delitio politico, A la vez, la locura politica ahorra a los seres una locura més individual. La conclusién seria la de Raymond Aron, quien su- giere que la practica realista debe fundarse en una vi- sign pesimista del hombre. Si fuéramos un pueblo de dioses, serlamos naturalmente demécratas. Pero sélo somos hombres. La democracia es nuestra aspiracién, a la vez que nuestra necesidad préctica, La demagogia es su peligro, La democracia y la demagogia En Ia Antigiiedad, la inmensa mayoria de los intelectua- les desaprobaba la democracia y ofrecia toda una gama de justificaciones a su actitud, asi como un amplio aba- nico de contraposiciones. Hoy, sus homélogos admiten, con una misma aplastante mayor‘a, que la democracia es Ja mejor forma de gobiemo conocida ¢ imaginable. La palabra tuvo un uso peyorativo a lo largo de unos 23 si- glos, e implicé una fuerte desaprobacién. Luego, desapa- recié del vocabulatio popular hasta el siglo xvi, cuando volvié a surgir como un término poco amable. En 1794, cinco aftos después de la Revolucién Francesa, Words- worth escribia: “es raro encontrar a alguien que utilice la palabra democracia en un sentido favorable”. Y agre- gaba, con una ironfa provocadora: “pertenezco a esta cla- se odiosa de hombres llamados demécratas”. La idea era que, si bien un hombre ignorante y poco pulido era un desastre en si, muchos hombres ignorantes y poco pu- lidos puestos juntos a hablar y a actuar serian una ver- dadera catistrofe. En Politica, libro VI, Aristételes afirmaba que la me- jor democracia existirfa en un Estado duefio de vastas superficies rurales y con una poblacién relativamente numerosa de‘cultivadores y de pastores “que, por su dis- 144 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO persidn en la campifia, no se junten a menudo, y tampo- co sientan la necesidad de este tipo de reunién”. Su maes- tro, Platén, era -ya lo sabemos— radicalmente hostil al gobierno popular y, alin mucho més cerca de nosotros, Seymour Martin Lipset admite este tipo de gobiemo, a condicién expresa de que entrara en esta mezcla mucho mas “gobierno” y mucho menos “popular”. En este ca- so, la virtud principal de le segunda parte de la ecuacién serfa la apatia, “La apatia politica”, eseribe W.H. Morris, “es un signo de comprensidn y de tolerancia de la diver- sidad humana porque es un contrapeso més o menos efi- caz contra los fandticos que constituyen el verdadero peligro que amenaza la democracia liberal”. Cuando la democracia rechaza esta apatia salvadora y se vuelve ultravitaminada, su elemento més precioso es, segin Miches, “la formacién de una élite politica que lucha ‘competitivamente para obtener los votos”. Por ironia del destino, la teoria politica elitista se ha desarrollado con un vigor particular justamente en las dos democracias que, en la practica, han tenido mayor éxito: Gran Breta~ fia y Estados Unidos, a pesar de que, en los origenes de estos tiltimos, sus padres fundadores no tenian prevista una democracia, sino a una republica. Hoy, tanto “democracia” como “demécrata” se han transformado en palabras que implican la aprobacién del conjunto de la sociedad. Tanto los adversarios como los partidarios de la teorfe elitista, los manifestantes de tiempo completo como os pilares de las asambleas ge- nerales y los “plantones” populares, pretenden unos y otros defender la democracia. Todos quieren participar ~en su diversidad y a pesar de su incompatibilidad- de la conviccién de que la democracia es la mejor forma de organizacién politica, Esta unanimidad en lo que con- y LA DEMOCRACIA Y LA DEMAGOGIA 145 cieme a las virtudes democraticas es un fenémeno abso- Jutamente nuevo en la historia humana, ya que durante Ja mayor parte de ésta la situacién fue contraria. Sabe- ‘mos, por experiencia, que los consensos equivalen a la desvalorizacién de los conceptos; pero no sélo esto. Los. consensos y las unanimidades son signos preocupantes de perversidad social, politica e intelectual, porque ocul- tan la verdad de los desacuerdos. Huey Long lo habia en- tendido perfectamente, cuando dijo que si el fascismo Iegaba a Estados Unidos, seria con el nombre de anti- fascismo. El apoyo popular a McCarthy “representa- ba menos un rechazo consciente del ideal democritico americano, que un esfuerzo desviado y sincero para de- fenderlo”, La democracia resolverd todos nuestos problemas y el Angel de la Independencia tendra una aureola. Habla- mos de democracia para la solucién de las cosas de la politica y de la vida, incluyendo los problemas que te- emos en nuestras casas. Pero, desde hace 25 siglos, primero en Atenas, luego en el mundo, los hombres han reflexionado sobre esto que es, para nosotros, un jugue- te nuevo. La democracia se basa en un supuesto generoso: Todos los hombres son iguales. Honra nuestra humanidad y nuestro proyecto de sociedad pensar que lo son. Esto Significa que la voz del santo o la del sabio valdrén exac- tamente lo mismo que la voz del desgraciado. Pero si sabemos que, por cada santo, hay en promedio tres mil desgraciados, ,acaso esto significa que siempre ganarin los peores? Como cada poder, el del pueblo (la demo-cracia) ne~ cesita contrapoderes. El primero serd la representacién. Pero el contrapoder mas efectivo es la ley, aquella que contempla el largo plazo y que se llama Constitucién, 146 MANUAL DEL. CIUDADANO CONTEMPORANEO aquella que funge en la cotidianidad y que suma tanto el derecho civil como el penal. Otros contrapoderes, més ‘o menos eficientes, pero adsolutamente necesarios, serén las instituciones, que servirdn para enmarcar la sociedad: este es el papel de los partidos, sindicatos, asociaciones, eicétera; cuya tarea, entre otras, era actuar como interme- diarios entre los intereses de sus miembros y el interés comtin, Asi es como funciona la democracia, con todos sus componentes: sufragio universal y contrapoderes, Pero la democracia es un largo trecho. Como todo in- vento humano, tiene sus etapas. Estas han sido la repre- sentativa, la social y, en sudecadencia, la de opinién. Esta ultima es la que se esté viviendo ahora en la inmensa ma- yoria de los paises. La democracia de opinién no nacié de una evolucién politica, sino tecnolégica: el desarro- lo de los medios masives hizo que éstos ocuparan el papel antes encargado a las instituciones y que causaran su caida. Hoy, los grandes debates de la republica no ‘ocurren en la escuela, la :glesia, los partidos o los sin- dicatos, sino en los medics. Por ello van decayendo los intermediarios en perjuicio del equilibrio poder-contra- poderes del edificio democratico. Y nosotros Hegamos a la democracia de opinién sin haber pasado antes por sus dos etapas anteriores; Ile- gamos a la democracia en su etapa decadente, sin haber tenido las generaciones de educacién democritica que maduraron en la practica representativa y en la prdctica social. En el pasado, los enftentamientos politicos se re- dimian con bellas frases acufiadas como sextetos de oro de ser posible, en latin-, y el “Ta también, hijo mio”, se transformaba en drama isabelino ganando brillo por la magia de la pluma de un genio escritor. Dificilmente se LA DEMOCRACIA Y LA DEMAGOGIA 147 ria hacer lo mismo con el discurso contemporanco, sro nuestro folclor politico nacional no es privativo de fa mexicanidad, otras geografias lo conocen, y la vulga- ridad se explaya en el vocabulario y en los gestos de los {ntegrantes de practicamente todas las instituciones de Jos paises democriticos. En El antiguo régimen y la revoluciin (1856), Ale- xis de Tocqueville escribe: “Tengo por las instituciones democriticas una simpatia cerebral, pero desprecio y temo a la masa”. Para Tocqueville, las consecuencias de la democracia eran “el materialismo, la mediocridad, la domesticidad y el aislamiento”. No veia cémo un régimen asi podia favorecer la expansion de las grandes indivi- dualidades. Antafio, el maestro de maestros, Aristételes, tenia que ocuparse de su tinico alumno, Alejandro, y el resultado de su trabajo era ejemplar, pero centenas de miles de hombres vivian en la animalidad, Vino la repablica mo- dema ¢ instituy6 la escuela pablica gratuita y obliga- toria: millones de alumnos necesitaron centenas de miles de maestros: ninguno era Aristételes, dificilmente habria un Alejandro. Los libros eran escasos y se dirigtan a unos ‘pocos lectores; para merecer el nombre de escritor habia que escribir Hamlet, y el pensador se llamaba Platén 0 Descartes. Pero los cientos de millones no piden tanto; pensador puede ser un chistoso de feria, y aun los best- sellers pueden llamarse libros. La medida del juicio es la cantidad vendida en el mercado de los jabones 0 de los impresos. La escuela, ls libros, la informacién, ya no son el privilegio de unos pocos y eso esté bien; pero, como todo, estos logros tienen un precio y el precio de la masi- ficacién es la baja del nivel educativo, del reflexivo, del literario... Entre pocos abogados, el mejor se llamaba Ci- cerén; entre miles, pierde su nombre, 148 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO Repetimos como loros la frase de Winston Churchill: “Ja democracia es ¢] peor de los regimenes... con €xcep- cién de todos los demds”, Olvidamos su profunda amar- gqura: en la politica, las opciones jamas Jogran lo mejor, y Ta mejor de las politcas es la menos mala. La democra- cia republicana resuelve el asunto de la injusticia formal, Ta que hacfa que los pocos pudieran imponer su volun- tad a los muchos. En su lugar, los muchos, la mayoria, se pondrén a imponer su votuntad, su forma de ser sus prejuicios, a los pocos, cambiando el despotismo monét- {ico wu oligérquico por el despotismo de Ta masa. Ciee- von Hlamaba a aquello el reino de mediocritas, es decir, Ue la mediania; de ahi nuestra palabra mediocridad. Olvidamos que casi la totalidad de los filsofos clési- cos se opuso a este tipo de régimen. Sderates fue ase sinado por él y Séneca decia: “Tal es la opinién de la rayoria... por eso mismo es la peor de todas. La aproba- ‘Gon de la multitud es el indicio de que la cosa es mala. El vulgo (es) el peor intérprete de la verdad”. Pero la disyuntiva no eta entre lo mejor y lo peor, sino que habia que dar voz y voto, escuela, informacién, oportunidad os millones que esperaban a las puertas de la repibli- tia. El resultado no fue la creacin de millones de sabios pero, con ello, tratamos de impedir que Mozart fuera asesinado... “Existe entre 1a democracia y el mercado wna her- mandad fatal; no es un azar que ésta florezca bajo los Tewimenes de economia abierta y desfallezea cuando 1a ‘eonomia se cierra. El mercado “vota” por el jabon abe a masa prefiere, no nevesariamente el mas refinado. En la democracia, dificilmente representard a sus conten” pordneos el més sabio, sino aquel que mas se les parece que habla y acttia como ellos. LA DEMOCRACIA Y LA DEMAGOGIA 149, @Puede una minoria activa desvirtuar el voto de una mayoria y legar a acallar su voluntad? Si. Treiniaagre- vos pueden imponer su voluntad en una asamblea, un Agora, el espacio democritic por excelencia. Que cada uno participe con una voz igual puede parecer justo; pero no todos se presentan en el Agora, no todos uilizan fu voz, algunas voces estén ahogadas bajo el volumen de otras mas alta, y no basta con tener voz para tenet la razén. Si bien, en un grupo de cinco, el argumento tiene Ia oportunidad de presentarse y medirse, en una asam- blea de varios cientos, es el enciinto de la retérica cl que gana, {Qué valen la competencia, la complejidad clara- ‘mente explicada, la responsabilidad evident, frente ala agresividad, la labia o incluso el carisma? Pronto se deseubriéel mal ene ejereicio democriti- 0; tenia por nombre la ignorencia y la violencia, En su Vida de Solén, Plutarco se declaraba sorprendido de ver que “entre los griegos, los ignorantes decidian”. De ahi sungia la importancia de la edueacién. Aristfanes lo- graba hacer reir a un piblico popular, dibujando Ta ca- Ficatura del sistema demoeritco: Cleén habia sueedido a Pericles, y se buseabe, tras él «alguien ain peor. Se escogié a un salchichero: “No me creo digno de un gran pode.” *—yAcaso eres hijo de gente honeste?” No, por todos os doses, slo bribes.” "iQue 0!" *—Pero, sino tengo le menor instrucién. Co- nozeo mis letras, un poco, y mal” “—Tu tinica culpa es pes. Divi a un pueblo no es asunto de un hom- Bp toy cebu commars soe de un ignoran- yk te sobre ls cuaidades respective de os hverssresenes se deca que demos eo poder de uno solo, porque oftece garantias contra 180 MANUAL DEL CIUDAPANO CONTEMPORANEO. Ja arbitrariedad y la violencia. Luego se describié que oponia, a la arbitrariedad de un tirano, la violencia de una multitud incapaz. “Escapar a la insolencia de un tirano, para caer en la de una masa desenfrenada, es intolerable”, eseribe Herédoto. “El tirano hace las cosas a sabiendas de lo que hace; la masa ni siquiera se da cuenta.” La critica no esta inspirada por la mala fe, sino por la experiencia. La experiencia fall6. Atenas llegé a la de- cadencia y fue vencida por Roma. La repiblica romana fue presa del desorden de los demagogos. A la conjura de Catilina sigui6 la restauracién del imperio. Para César, para Octavio Augusto y para todos los que siguieron, la democracia habia fracasado y nadie més volvié a ha- blar de esas cosas durante siglos... Hasta fines del siglo xvuiy la Revolucién Francesa, Entonces, se hablé de re- publica. La piedra angular del sistema era la educacién gratuita, universal y obligatoria. Para poder hablar habia que saber, es decir: pasar por la escuela. Salvo que la es- cuela no es, no puede ser un espacio democritico, por- que no es un espacio igualilario. Si lo fuera, los treinta alumnos de un salén le genarian sisteméticamente al ‘maestro que quisiera imporerles un examen. Aqui, hay uno que sabe y treinta que no saben. La escuela es un es- pacio neutro, que no obedece al voto, y que esté fuera de la vida real y de sus conflictos. Ahi se recibe la heren- cia, que es la suma de los conocimientos que han acumu- Jado los hombres. Pero es también un espacio conservador: se conserva la herencia, y se hereda; no se liquida para in- ventar otra cosa. “En la democracia”, dice Tocqueville, “una obser- vacién superficial de la vida puede dar la impresién de una existencia realmente gris. Sin embargo, se producen LA DEMOCRACIA Y LA DEMAGOGIA Ist emociones ~en gran medida artificiales~ que dan a lo cotidiano una vivacidad desconocida.” Al abrir la puer- ta a la libertad de expresién de la prensa, la democracia vuelve posible la critica més virulenta y la invencién diaria de asuntos aparentemente draméticos. Las pasio- nes cotidianas se escriben (0 se escuchan, 0 se ven) y contrastan con la dignidad de las aristocracias. Los dia- rios, avidos de cautivar la atenci6n de sus lectores, usan todos los procedimientos de la provocacién y dan a la vida piblica una vulgaridad desconocida”. La vocacién destructora de la prensa crea un clima de agitacién emo- cional permanente. Esta agitacién no concieme nece- sariamente a los problemas verdaderos, y subleva mas pasiones ficticias que grandes causas politicas, La vida politica tiene su pauta en laselecciones, que suscitan verdaderas crisis nacionales. El interés de la mayoria de los ciudadanos, de hecho, poco cabe en es- tas elecciones, pero todo concurre para dar la impresién de que el interés general est en juego. Mucho antes de la fecha fatidica, la eleccién se vuelve el gran asunto que ocupa todos los espiritus: “Las facciones multiplican su ardor, todas las pasiones attificiales que la imaginacién puede crear, en un pais feliz y tranquilo, se agitan enton- ces a la luz del dia”. Crece la demagogia, Para ser elegi- do, el candidato “se prosterna” ante la mayoria de los electores y “se adelanta a sus caprichos”. Mientras més se acerca la fecha de la eleccién, mas se dividen los ciu- dadanos, més se activan las intrigas: “la nacién entera cae en un estado febril” Sin embargo, en el momento en que se revelan los resultados, toda la emocién se apacigua, vuelve la calma y desaparece el ardor colectivo. La democracia es propi- cia para las pasiones artificiales y, periédicamente, las 152 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO crisis emocionales nacionales. Tocqueville se pregunta cual es, en la democracia, la naturaleza de los peligros internos. Y contesta: al instituir el principio de igualdad, a democracia libera la avidez. Se trata de deseos, mu- ccho mas que de teorias o de creencias. Se multiplican las ambiciones y se comunica a toda la vida social un clima alejado de cualquier serenidad y atormentado por la insa- tisfaccion. La pasién de la igualdad se inscribe en los fundamentos mismos de la democracia, y los pueblos la evan hasta el delirio: “No digan a los hombres que es- tan comprometiendo sus intereses més caros; estan sor- dos”. A todos los niveles, la pasién de la igualdad lleva a la envidia, los celos y las ganas de dafiar, Esta “envi- dia democréitica” puede ser destructora y poner en peligro la libertad, La pasion de la igualdad encuentra satisfac- ciones vulgares y se mutre de las bajezas de los celos. Del resultado de este conflicto de pasiones dependen el man- tenimiento de la democracia o su regresién hacia un nue- ‘vo despotismo. La supremacia de la pasion igualitaria sobre el deseo de libertad tiene causas histéricas profundas. Las nacio- nes han visto la nivelacién de los sujetos mucho antes de que se expresara el deseo ce libertad. Esta pasién igua- litaria ardiente, insaciable, los pueblos “la quieren en la libertad y, si no pueden obtenerla, la siguen queriendo en la esclavitud”, La historia nos ha mostrado que hay una oposicién entre los deseos de igualdad y los deseos de libertad. Este conflicto ferma un nudo invisible que hay que desenmaratiar para permitir la secuencia demo- critica; como hay que resolver la paradoja que nace de la razén de ser de la libertad de prensa —la caceria del escéndalo— y el sosiego necesario para la vida democra- tica: una vida nacional no sosegada (fuera, claro esté, de a LA DEMOCRACIA ¥ LA DEMAGOGIA 133 las excepcionales épocas electorales) no permite el tra- bajo. Una vida nacional sosegada vuelve la prensa ilegi- ble, inescuchable, invisible. Una vida econdmica activa significa la supremacia de la libertad sobre la pasién de Ja igualdad. Lo contrario llevaria a la muerte econémi- ca. La agitacién y la envidia apasionada son hijas de la democracia. El sano aburrimiento y una cierta toleran- cia a la desigualdad y a la injusticia, son su alimento de madutez. Tocqueville no es un pensador “politicamente co- rrecto”; con un singular avance, cuestiona ei sentido de Ja idea democritica. La democracia no era, para él, otro sinénimo de la palabra libertad; esta ultima no se decre- ta, s6lo es una de las posibilidades del fruto democrati- co. La exigencia, el deber moral, constitvirian entonces el aprendizaje de la libertad. Este aristécrata de buena familia molestaba a los mo- narquistas, porque desaprobaba la herencia absolutista; como molestaba a los republicanos, porque no crefa en la bondad absoluta de la voluntad general. Advierte que ser libre, no es estar feliz refundido en su casa, sin par- ticipar en los asuntos piblicos; es invertirse de manera ilustrada en la vida local. La democracia es todo, salvo un régimen de total libertad. Hoy, su pensamiento suena como el eco de nuestros desencantos. No encontraremos en él pensamientos que consuelan ni nuevas utopias. Toc- queville desnuda la ambivalencia del hecho democratico. Todo el mundo habla de democracia, pero no se be cual contenido darle, sélo se piensa en ella en térmi nos de forma de gobierno, La democracia es una forma de sociedad fundada sobre el prejuicio de igualdad, por Jo que hay que hacer la limpieza en el reino de las ideas. Los saberes tradicionales son importantes, pero no nos 154 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO dan los instrumentos adecuados para pensarla 0, como dice René Char, “nuestra terencia no esta precedida por ningtin testamento”. “La democracia ha sido abandonada a sus instintos salvajes, crecié privada de los cuidados patemos.” La igualdad es su norma: ellaes la que inspira el derecho y a que vaa darle sus reglas al juego politico. A partir del ‘momento en que “las clases inferiores pueden hacerse clegir, la igualdad inviste las relaciones sociales”. Pero, cdmo lograr la articulacién entre la aspiracién de ser li- bre y la obsesién igualitaria? Todos tienen por la igual- dad una pasién ciega, como lo son todas las pasiones, y pueden despreciar la libertad. glguales?, ze6mo?, si hay pobres... La igualdad surge de la liquidacién de la barre- rasimbélica infranqueable que existia entre los hombres desde su nacimiento en la sociedad aristocritica. Todo sistema que se instituye sobre la desigualdad asigna a cada quien un lugar determinado y organiza la humani- dad por castas. Los lugares estén designados por la tra- dicién, 0 el uso, y la desigvaldad es aceptada como norma y vivida como costumbre. La sociedad democratica ins- iaura lo contrario: autoriza la movilidad, iguala las con- diciones y modifica las relaciones superior-inferior. Se tiene asi el sentimiento de que los roles ya no estén dis- tribuidos desde la eternidad, y se instituye una “igualdad imaginaria a pesar de la desigualdad real de las condi- ciones”. La democracia modifica el lenguaje: el sentido pertenece a todos, y se instala un lenguaje comiin cuya cualidad primera es la comunicacién, no los matices; por ello se empobrece a lengua. La democracia triunfé: cuando se instaura una revo- lucién del alma que modifica el orden simbélico de las representaciones: los hombres aprenden a mirarse como LA DEMOCRACIA Y LA DEMAGK G4 158 iguales. Aumenta entonces esta preoctacign por la di- ferencia, que se despierta frente al universalismo, demo- critico, y crece el deseo de singularidag: “cuando las condiciones difieren poco... el orgullo S® agarra de las mi- setias y as defiende fuertemente”. Por ell, vemos surgi Ja ndusea comunitaria; por ello tambiéh, Ja publicidad canta lo diferente. Lo risible es que nadie se pregunta: si todo el mundo es diferente, ,quign es \erdaderamente diferente? F El homo democraticus tiene pot tombre “indivi- luo”. Este ya no comprende las figuras i tradicin y as rechaza, En la iglesia, dtinre va finesie simplificada, que se concentre sobre lo: principales ar. ticulos de la fe; aprende el tuteo. El indiiduo democré. tico no es un heredero; es “hijo de SUS Gas” (self made man); debe ganarse la vida, Su nueva cordiciin es la de homo laborans. Al ideal aristocratico é 1a gloria y la grandeza para algunos, lo sustituye el susig de una. pros- peridad general y compartida. La pasionyor c! bienestar eorrompe el principio espiritual del horsre y hace re. troceder su participacién ciudadana. Pe eso, también observamos la desafeccién en la vida pitica La relacion Social, que no es natural, se construye cy clases que se arriman unas a otras en una relacin éierarquia y de dependencia, La promocién del individy, gue significa que todos valen lo mismo, acaba por sigifcar que todo se vale; de ahi el nihilismo creciente, elsing de lo rela- tivo y de las opiniones que se igualan, etlpar de la idea que distingue... Lo que obstaculiza a la democraciag muchos pat- ses, son los masivos vestigios culturale;yye obedecen a los principios de épocas y edades antinas. La demo- Cracia ya no tiene gran cosa que Ver CoMiuso griego de 156 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO. Ja palabra de hace 25 siglos. Posiblemente sea un nom- bre en clave para una macrotendencia de la modernidad que es el individualismo y, mas precisamente, el indi- vidualismo urbano. Cuando los hombres occidentales se definen hoy, despreocupadamente, como demécratas, no lo hacen porque pretendan cargar con la “cosa publica” cotidiana como los ciudadanos atenienses, sino por- ue consideran que la democracia es la forma de socie- dad que les permite no pensar en la convivencia. La democracia serfa el consenso politico de los “insociables politicos”, segim la formula de Kant. El individualis- mo moderno fue el triunfo del sujeto; ha llevado también & muchos individuos a aislarse de la sociedad. Cada vez més individuos fluyen por la corriente de la soledad; los individuos se consideran como los tiltimos de su géne- 0, conducen su vida como e! usuario terminal; muchos, Por ejemplo, ya no tienen hijos. El envejecimiento de la sociedad no resulta tanto del control natal, pero este es tun dato que no miente: los hombres consideran su vida privada como el tltimo eslabén del género, En todas partes los hombres se estén convirtiendo én vacuidades, los escenarios de la cultura celebran las inconsecuencias, dindonos la imagen de un mundo in- sulso. En la literatura, tenemos discusiones como “‘zacaso !a novela policiaca es el futuro de la novela?" Tratamos de lo light en la literatura, en el cine, en el pensamiento; escuchamos hablar de una filosofia light, de diarios light, ue se transforman en una subcopia de la televisién, con mas imagen y menos grifica. En todos los casos se trata de no fatigar, de no pedir demasiado y de divertir. Frente a este desmoronamiento social se yerguen seres solitarios y vacios, que se consideran como los tltimos, y LA DEMOCRACIA Y LA DEMAGOGIA 157 La democracia parece descomponerse desde dentro. Una puerta abierta hace dos siglos con la Hustraci6n, ce cerrarse. La trinidad compuesta por el sistema re- presentativo, el Estado-providencia y una inmensa clase media, parece condenada; en su lugar se instala a demo- cracia de opinidn. La.representacién esté siendo contes- tada por la resurgencia del populismo y el antielitismo, Las élites se han convertido en los chivos expiatotios de muestra modernidad. ; La sociedad s6lo guardé, de la democracia tradicio- nal, la representacién; ya no sabe ni deliberar ni suscitar adhesiones. La democracia se auxilia del plebiscito y cuando se habla de plebiscitos, es que la sociedad ya es- té lista para la democracia de opinién. La democracia traia en su seno por lo menos una con- tradiccién. Alla donde habia presidencialismo, ocurria la eleccién de un monarca republican. Un nuevo siste- ma se instala; frente a frente encontramos la figura del jefe politico y de la opinién piblica. El ciudadano desa- parece de manera ostentosa, los cuerpos intermediarios decaen, llegamos al cireulo vicioso de un sondeo por dia. Los sondeos corresponden a los criterios de una socic- dad hedonista e individualista. La tirania de la opinién sobrevalora las reacciones instanténeas de la mayoria y el reino de la emocién colectiva. A pesar del aparato es~ tadistico, los sondeos no atestiguan la sofisticacién de la sociedad, sino que muestran su regresién hacia un fun- cionamiento primario. A fuerza de pretender enearar la opinién, los sondeos condicionan la accién politica y Ja domestican. . . La opinion es fluida, se traduce en reacciones instan- téneas; ante esta situacién, los hombres politicos pierden toda capacidad de juicio y limitan su reflexi6n a imaginar lo que se espera de ellos. 158 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO. El Estado se habia dotado de un aparato compuesto por jugadores sdlidos y reglas que habian acabado por legitimarlo. En la vida social los actores sociales esta- ban frente a sus patrones privados o piblicos, pero en la gestién del Estado se encontraban colaborando unos con otros: defensores de los asalariados en la empresa, admi- nistradores del Estado fuera de ella. Los sindicatos se habian vuelto unos seres hibridos: progresistas por un lado y conservadores por el otro. Esta ambivalencia de unos actores a la vez protestatarios y responsables ha fundado la vida politica. Al transferir la administracién aparente del sistema social a los actores sindicales, la politica se exoneré de algunas responsabilidades. La de- mocracia social tiene cédigos y rituales: la huelga esté regida por habitos; las grandes misas sociales eran mo- mentos fundadores de la vida colectiva. Y, mientras mas formal era el debate, menos grande era el riesgo social. Pero el Estado albergaba en su seno muchas injusti cias. Hoy, la sociedad se ha transformado en una mé- quina ciega prisionera de les corporativismos. {Cual es la diferencia entre el concepto respetable de actor social y una corporacién? Fl primero conserva, mas alld de los. intereses directos de sus mandantes, una visién del interés general; la segunda s6lo existe por una defensa egoista de sus miembros. El primero est dispuesto a compromisos de largo plazo; la otra pelea en cualquier circunstancia EI primero tiene tropas numerosas, la segunda tiene efec- tivos mas limitados y reivindicaciones explicitas, con posiciones més radicales. Los actores sociales se consi- deran parte constitutiva de la sociedad, el Estado fue con- cebido al mismo tiempo que ellos; los corporativismos son su enemigo. y LA DEMOCRACIA Y LA DEMAGOGIA 139 Las corporaciones no necesitan tropas numerosas; necesitan un instrumento de chantaje hacia la sociedad entera. La democracia social constitufa el complemento de la democracia representativa, mientras que el corpo- rativismo es el complemento de la democracia de opi- nin. Esta evolucién parece ineluctable. Nuestra época ve un fenémeno de transformacién parecido a aquel que engendré el capitalismo mas vio- Iento. En lugar de los contratos colectivos, hoy tenemos Jos salarios personalizados. La personalizacién de las relaciones rompe las solidaridades. Vemos una evolucién desigual de los ingresos, de la educacién, de la salud, eicétera. Esto conlleva a la vuelta del mito populista an- tidlites. Y la sicologia colectiva amplifica las frustracio- nes, como ayer las atenuaba. Pasamos de una sociedad vertical con la clase media como pivote, a una socie- dad horizontal, con un centro inmenso y una periferia. Ya no se trata de estar up o down, sino ino out. {Cudles son los valores comunes que pueden unir a la gente cuando dejan de funcionar los mitos unificadores? Los desérdenes hist6ricos van juntos. No hay democracia re- presentativa sin democracia social, y no hay democracia social sin una clase media triunfadora: hoy, las tres enti- dades decaen a la vez. ‘Vemos la instauracién de un nuevo régimen politico cuyos rasgos son su dominio de los medios y un contac- to directo con la opinién, con la debilidad del armazén institucional. El Estado se ha vuelto rehén de la opinin, en lugar de ser su tutor. Vemos un paralelo entre la elec- ciény el consumo, y un acercamiento entre la opinién y el mercado: emotividad, inestabilidad, incertidumbre son los rasgos de la democracia de opinién. Todo esto no basta para fundar el interés general; éste y la democracia 160 MANUAL DEL CIUDAD8NO CONTEMPORANEO. de opinién pueden ignorarse. {De dénde saldré el inte- rés colectivo? La demagogia Dice Cicerdn; “siempre ha habido, en nuestra ciudad, dos tipos de hombres; unos, los demécratas: otros, los aristé- cratas. A los que querian sez agradables a la masa se les lamaba demécratas; a los cue querian la aprobacién de la gente sensata se les llamaba aristécratas”. Hoy, llama- riamos 2 los primeros demagogos y a los segundos demé- cratas; los demagogos acaberon con la vida de Cicerén. La palabra demagogo, en un principio, significaba “jefe del pueblo”; en el siglo V toma el sentido desfavo- rable que tiene hoy y pierde su primer sentido. El mal que representa fue analizado por Tucidides y muchos otros autores, la similitud de sus quejas es lancinante. El principio de esta demagogia seria definido por Tuci- dides, cuando opuso la firmeza de Pericles a las manio- bras de sus sucesores: Pericles no se dejaba llevar por la masa, no recurria a fuentes ilegitimas, jamés hablaba para gustar; en cambio, usaba su autoridad para opo- nerse a las pasiones populares; él era “el primer ciuda- dano” que gobernaba a su pueblo. La democracia, en su principio, favorece a la demago- gia y alienta la alabanza. Las democracias se proclaman del pueblo y de sus méritos. Herédoto habla del peligro de la democracia, que viene del poder que tienen en ella unos oradores interesados, habiles en la tarea de alabar. La democracia ateniense tuvo la experiencia de esos de- magogos, cuya ambicién Ilevaba a acaparar las pasiones populares. Dice Tucfdides: “los hombres buscaron el ~toeemere LA DEMOCRACIA ¥ LA DEMAGOGIA 161 placer del pueblo, de é hicieron depender la conducta de los asuntos; resultaron de ello errores importantes”. En Las Suplicantes, Euripides dice que “la inferioridad de la democracia consiste en la existencia de oradores que se dirigen al pueblo, parecen estar de acuerdo con él en todo; pero sélo buscan su propio interés. Estos hacen hoy las delicias del pueblo y mafiana harén su desgracia; para disimular sus culpas, calumnian”. A veces, la gente se dejaba llevar por “el placer de escuchar injurias, ea- lumnias y burlas”; en las asambleas, los discursos bus- caban gustar. La demagogia alentaba una tendencia ya natural, el placer del pueblo se volvia decisivo. Los deseos del pueblo pueden tomar otras formas en Jas democracias modernas; pero, como en la Antigtie- dad la masa esta movida por las mismas pasiones: la esperanza, la ira o la piedad. En la Constitucisn de Ate- nas, atribuida a Jenofonte, se concluye que no conviene dejar a todos el derecho de tomar la palabra y de parti- cipar en las deliberaciones. Herédoto muestra con qué facilidad el pueblo puede ser engafiado por la elocuen- cia, pues “es més ficil engafiar a muchos hombres que a.uno solo”, Euripides dice: “la masa es una cosa temi- ble, cuando sus jefes son perversos”. Pindaro escribe: “Mientras més grande una masa, més ciego su coraz6n”. Y Aristéfanes asimila la masa a los fendmenos naturales violentos y transitorios. Hoy es comin considerar que el pueblo se opone a las guerras y atribuir éstas a los intereses de los indus- triales en armamento o a Jos politicos; pero la experien- cia histérica muestra la falsedad de esta aseverac existe una exaltacién comunicativa, un fenémeno que transforma una colectividad de gente sensata en una masa ciega y excesiva. En La Repiiblica, Platén dice: 162 MANUAL DEL CIUDADANO CONTEMPORANEO ‘szoual educacién resistiréa ante estas olas de elogios 0 de criticas?”, y habla de aquellos que, por asimilacién, ya no se atreven a creer en otros valores que los de la masa En nuestras democracias modernas, el pueblo jamas esta oficialmente reunido, pero la amplitud de las pro- pagandas da una idea de qué podria pasar cuando miles de personas se suman para gritar y actuar. El principio mismo de la democracia esti siendo falseado, porque no hay una verdadera libertad de palabra cuando el pueblo sélo quiere escuchar a aquellos que alaban sus deseos; “la verdadera libertad de palabra esta exiliada fuera de las deliberaciones”, dice Deméstenes, en Las Filipicas; “ustedes se deleitan en escuchar a quien los alaba con discursos que solo buscan gustarles”. ,En qué consiste laalabanza? En prestar al pueblo toda suerte de méritos, engafiar, acariciar la vanidad, elogiar, invocar el brillo del pasado, En Los acarnios, de Arist6fanes, se escucha hablar de “la brillante Atenas” y con esa palabra, “bri- llante”, “obtienen lo que quieren, cuando s6lo es un ca- lificative propio para las sardinas”. Esta forma de alabanza no es ni la més importante ni la mas hipécrita, La mas peligrosa consiste en hacer creer al pueblo que lo que desea es posible. Se puede ala- bar al pueblo con ciffas que parecen ser promesas, con hechos que procuran satisfacciones inmediatas, pero que comprometen el futuro. Alabar al pueblo es prometerle lo que desea e incluso darselo; es la tentacién mas fuerte de un hombre politico. La reaccién razonable, segin Tu- cfdides, viene del temor: la masa vuelve a ser pueblo sélo en tiempo de crisis. Contra esta tendencia, la tinica medicina es la existencia de unos jefes honestos y clari- videntes, capaces de hacerse escuchar, como Pericles 0 1 J LA DEMOCRACIA Y LA DEMAGOOIA 163 Deméstenes. Platon, Arist6fanes, Euripides, esperan del politico Ja raz6n; Tucidides expone como toda la politi- ‘a ateniense se explica por la actitud que tuvieron los jtombres de Estado hacia los deseos del pueblo, y es- tablece un contraste entre Pericles y sus sucesores; éste supo mantener al pueblo en las vias de la razén. Des- pués, Ilegaron los que lo alabaron. Pericles, “en lugar de dejarse dirigir por la masa, la dirigia, no hablaba para gustarle, cada vez que vefa a la gente caer en una inso- Iencia loca, le hablaba con dureza”. Al ver que el pueblo se excitaba mucho, decidié no llamarlo mis a las asam- bleas o a las reuniones, y tuvo que aguantar las iras del pueblo que esperaba demasiado de él. Nicias también se enfrentaba al deseo del pueblo. Dice Deméstenes que los oradores no deben hablar en el sentido de lo agradable sino buscando siempre lo ‘mejor y, por su bien, oponerse a la voluntad de la gente, jams buscar agradarles, sino siempre serles itil. Aquel que lo hace es un hombre de corazén y un buen ciuda- dano; no éste que, para complacerles, sacrifica los in- tereses mis grandes de la Republica”. Esta leccién vale ppara toda democracia. El papel del jefe consiste en corre- Gir los impulsos populares. Si no tiene suficiente autori- dad para poder oponerse a las tendencias del pueblo, se vera obligado a hablar en el sentido de su pasion. Mas tarde los dirigentes de Atenas fueron iguales al pueblo, buscaron su placer, y de éste hicieron depender la con- ducta del pais. La actitud de los sucesores de Pericles consistié en seguir el sentido de los deseos populares. El demagogo Cleén era “el més violento de los ciudada- nos y, de lejos, el mas escuchado por el pueblo”, escribe Tucidides. Su politica coincidia con la irracionalidad popular. Después de Cleén, vino Alcibiades. Tucidides 164 MANUAL. DEL CILDADANO CONTEMPORANEO hace decir a Pericles: “la culpa es de los malos organiza- dores de los discursos. La gente se deja convencer por la incoherencia y la irresponsabilidad, esta dominada por el placer de escuchar; la confianza insolente de las am- biciones mal calculadas lleva al desastre”. Mientras mas alabadores y mas violentos, los demagogos son més acep- tados. Orestes no teme al juicio de los dioses, sino al de una asamblea popular, donde la opinién mas violenta acaba siempre por ganar, “porque cuando una palabra agradable se suma a un espiritu insensato para persuadit a la masa, es una gran desgracia para la ciudad”. El rey Menelao no se atreve a oponerse al deseo del pueblo: “recrudecia cada dia més el salvajismo y la rabia en los espiritus”, escribe Tucidides. Aquello no tardé en perder a la ciudad; aparecieron las convulsiones que llevarian a Atenas a la guerra civil; lz gente estaba en plena efer- vescencia. En este momento, Alcibiades, el hombre que habia seguido a la masa cuando su propia ambicién coin- cidié con los deseos populares, supo evitar la guerra. Cicerén vivi6, en el siglo 1, la tentativa golpista de Catilina. Unos candidatos extremistas del partido popular, pero de origen noble, trataron de hacerse del poder. Ci- cerén, quien pertenecfa al partido conservador aunque 41 era de origen popular, protesté contra estos aventu- reros. La conjura de Catilina junté a todos aquellos que tenian algo que reprochar al orden establecido. Catilina subrayaba los abusos de la corrupeién, a la vez que usa- ba la provocacién seudoideoldgica de un aprendiz de dictador. No se trataba de reorganizar el Estado, sino de sustituir con otras personas a aquellas que ocupaban las posiciones del poder. La palabra libertad disimulaba aspiraciones mucho menos nobles; alrededor de Catilina se encontraban “los endeudados que no querian pagar. § f LA DEMOCRACIA ¥ LA DEMAGOGIA 168 Eran hombres que, a pesar de sus considerables deudas, tenian propiedades aun mas considerables, esperaban de Jas revoluciones los honores que jamés pensaban obte- ner de la paz; gente hundida en su perez, o en la mala gestion de sus asuntos, 0 en sus nifierias; por fin, los es- pecialistas de todas las revoluciones, unos no tienen bar- ba, otros tienen una barba artisticamente recortada, toda la actividad de su vida se desarrolla en les festines que duran hasta la madrugada”, Cicerén busca la solucién en la ley, en los expedientes juridicos y morales; era un conservador que rechazaba la aventura y en este asunto selld su destino. Los reaccionarios lo despreciaban, los revolucionarios lo consideraban como su enemigo; él veia a los hombres transformarse en bestias feroces. El clima en Roma era deletéreo; la Repliblica se moria, El nico remedio consistia en estimular, por medio de la palabra, Ia lucidez de los conciudadanos; gastar energias aleccionando al pueblo; buscar con todos los re- cursos de Ia elocuencia cémo despertarlo. Deméstenes no cesa de reprochar al pueblo su inercia y su irrefle- xién, con la esperanza de sacarlo de ella. Los mas fer- vientes amigos de un pueblo se reconocen en lo éspero de sus regafios: quieren ser sus educadores. Hay que moderar los excesos de la democracia, Los verdaderos elogios de la democracia no insisten sobre la igualdad, sino sobre el principio de competicién abierto a todos y sobre la ley del mérito, La igualdad democrati- a se funda sobre el principio de justicia, y la reflexién le opone otra justicia fundada sobre la diferencia y la proporcisn. Decimos que las referencias se han perdido, hablamos de valores, pero no parecemos estar de acuerdo sobre el sentido que hay que dar a este término. A veces, pensamos que es el contenido de algunas instituciones bdsicas constitutivas de la sociedad (como Ja familia); otras veces, pensamos que son el opuesto de los grandes vicios (el trabajo versus la pereza); otras més, volvemos al decélogo... {Qué son los valores?

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