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“El Quijote” es la obra máxima de las letras castellanas y una de las más
geniales creaciones de la literatura universal; prueba de ello son las múltiples ediciones
y traducciones que se sucedieron ya en vida del autor y la magnitud de estudios críticos
que aún sigue suscitando.
Además, el gran valor de “El Quijote” radica en la influencia que tuvo en toda Europa,
gracias a la cual nació la novela realista moderna.
La primera impresión que se conserva fue impresa por Juan de la Cuesta en 1605
aunque hay alusiones a alguna edición anterior que no nos ha llevado conservada.
Esta primera edición está dedicada al duque de Béjar y gozó de un éxito inmediato
(dieciséis ediciones en vida del autor y traducciones al inglés y al francés).
En 1615 se imprimió también por Juan de la Cuesta la segunda parte de la obra que
Cervantes tuvo que terminar rapidamente para contestar así al Quijote espúreo de
Avellaneda.
Esta segunda parte también gozó de gran éxito, se multiplicaron sus ediciones y
traducciones.
Cuando Cervantes redactó “El Quijote” podemos decir que se trataba de un auténtico
fracasado, tanto en su matrimonio con Catalina de Salazar como en su vida como
soldado. Además, estuvo varias veces en la cárcel, parece que concibió la obra durante
su tercer encierro en Sevilla y lo remató en Valladolid donde su familia llevaba una vida
bastante irregular.
Ante de “El Quijote” sólo había conseguido publicar “La Galatea” y algunos versos, así
que nadie preveía un éxito tal con “El Quijote”. A partir de este momento Cervantes,
aunque no se hizo rico, no volvió a tener dificultades económicas.
Las fuentes de “El Quijote” están íntimamente ligadas a la intención con que se escribió
el libro: parodiar los libros de caballería y son, por tanto, su referencia principal.
Como influjos foráneos cabe destacar el “Orlando furioso” de Ariosto los lucianistas y
erasmistas etc.
La influencia española podemos encontrarla en la “Tragicomedia de Don Durados” y
“El entremés de los romances”.
El argumento de “El Quijote” se organiza en torno a las tres salidas. Cada una de ellas
posee un movimiento circular: partida de su casa, aventuras, vuelta a casa. Las ventas,
viviendas y palacios que Don Quijote encuentra en su caminar sirven para repartir la
estructura novelesca en bloques.
Además, la obra alterna tres tipos de situaciones:
• Estancias en su pueblo, donde proyecta su próxima salida.
• Aventuras que le salen al paso en su peregrinar.
• Aventuras “sedentarias” que le sobrevienen cuando se hospeda en alguna casa,
venta o palacio.
En la primera salida no encontramos disgresiones ya que parece ser que la intención
inicial de Cervantes era hacer una novela corta.
En la segunda salida se incorpora el personaje de Sancho y aparecen relatos ajenos a la
trama central que fueron muy criticados por los lectores de la época, por lo que
Cervantes en la segunda parte se limitará a desarrollar las aventuras de Don Quijote y
Sancho.
En la segunda parte, la tercera salida, Don Quijote y Sancho están en su pueblo y
Sansón Carrasco elabora una estratagema para curar definitivamente a Don Quijote; tras
varias aventuras, Don Quijote es vencido por el Caballero de la Blanca Luna en la playa
de Barcelona, éste obliga al hidalgo a volver a su pueblo, Don Quijote proyecta
convertirse en pastor, enferma, recobra la razón y, poco después, muere.
El punto de vista del narrador cambia constantemente en la obra:
• Narrador omnisciente, cuya omniscencia se quiebra por las dudas que él mismo
tiene sobre los hechos sucedidos.
• Mero traductor de un texto árabe de Cide Hamete Berengueli: esta aparición le
permite distanciarse del relato e introducir comentarios humorísticos y
escépticos.
En la segunda parte aparece una perspectiva nueva ya que la historia de Cide Hamete
Berengueli llega a conocimiento de los personajes de ficción que discutirán sobre las
inexactitudes y errores del relato.
La obra de “El Quijote” fue concebida y entendida por sus contemporáneos como una
parodia y para ello Cervantes utiliza recursos como el extrañamiento: colocar lo
caballeresco en un contexto distinto al habitual y así provocar el “quid pro quod”. El
“quid pro quod” lo podemos hallar en su mismo nombre, el de Dulcinea, el de
Rocinante, aventura de los molinos y los rebaños, etc.
Pero el recurso funcional que permite al Cervantes prolongar la novela es el hecho de
que, cuando los apaleamientos y pedradas recortan a Don Quijote las posibilidades a la
fantasía, éste los atribuye a encantamientos, con lo cual puede prolongar la historia.
Otro recurso es que la realidad, en ocasiones, confirma el juego a Don Quijote y no le
ayuda a salir de su locura.
Pero sin duda, es la ironía el recurso fundamental utilizado por Cervantes. Esta ironía
está presente en todas las partes y niveles de la obra:
• Conducta de los personajes.
• Comentarios del autor.
• Cosas que dice Don Quijote arrastrado por su locura o la ironía trágica, que gira
fundamentalmente en torno a la locura de Don Quijote.
En lo que hace referencia a la intención del autor podemos decir que Cervantes se
propone parodiar las novelas de caballería y, aunque es cierto que luego el autor se
encariña con el personaje, es el individuo el que gana la simpatía del autor y el lector,
no el ideal caballeresco que aparece trasnochado y extemporáneo.
La pluridimensionalidad de la obra ha posibilitado muy variadas interpretaciones, ya sea
a partir de su sentido del humor, como por su contraste entre materialismo e idealismo.
También se dice que conecta con la decadencia histórica de España.
La verdadera trascendencia de la obra radica en que en cualquier lugar donde se halla
más de un hombre, allí estarán Don Quijote o Sancho, y es que Cervantes supo en ellos
insinuar al hombre.