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VI CONDICIONES NORMATIVAS Y PSICOLOGICAS LA NOCION KANTIANA DE DEDUCCION Y LOS ANTECEDENTES METODOLOGICOS DE LA PRIMERA CRITICA* DIETER HENRICH éCémo concibié Kant el programa y el método de la deduccién trascendental en la primera Critica? Al intentar responder esta pregunta, recurriré a fuentes que, hasta ahora, no han sido uti- lizadas o no se conocen. Destacaré, igualmente, una estructura que podria adaptarse a todas las deducciones en la obra de Kant y dar razén de elas. Elalcance de las fuentes y los problemas involucrados es, sin embargo, demasiado extenso para ser cubierto adecuadamente en un solo articulo. Por ello, mis observaciones adoptaran la modesta forma de un reporte de investigaci6n. Pero, conforme avance, espero mostrar que un examen de los presupuestos y del contexto cn el cual se desarrolla el programa de las deduc- ciones filos6ficas de Kant, es mas interesante que el cuidadoso estudio de una de sus facetas. No obstante, esclareceré deta- ladamente la idea kantiana de deduccién filoséfica y, luego, abordaré sucintamente otros aspectos y perspectivas de la me- todologia filosdfica de Kant. * Qriginalmente “Kant’s Notion of a Deduction and the Methodological Background of the First Critique” en Eckart Forster (ed.), Kant’s Transcentlental Deductions, Stanford University Press, Stanford, 1989, pp. 29-46. Traducido con el permiso del autor y de Stanford University Press. Copyright © 1989 by the Board of Trustees of the Leland Stanford Junior University. Al rights reserved. 396 LA NOCION KANTIANA DE DEDUCCION A pesar de prolongadas esfuerzos, el capitulo clave de la pri- mera Gritica sigue siendo impenetrable. No contamos con una interpretacién que explique, en términos de principios y objeti- vos compartidos, la estrategia argumentativa que Kant emplea —tanto en sus detalles como en el todo y para ambas ediciones en conjunto. Mas atin, los intentos de reconstruccién o desarro- jlo de los razonamientos de Kant mediante teorfas filoséficas o formas de andlisis similares, pero independientes, no pueden atin dar raz6n satisfactoriamente de la naturaleza y el origen de Jas diferencias y semejanzas entre sus propios proyectos y el de Kant. Esta situacién no parece ser accidental, Para entenderla, tenemos que aclarar el contexto en el cual se desarrolla el razo- namiento de Kant en las deducciones. Tenemos razones para creer que hay rasgos de ese contexto que Kant puede dar por supuestos y que, hasta ahora, hemos pasado por alto. Cualquier interpretacin satisfactoria de las deducciones de Kant tiene que satisfacer ciertos criterios, de los cuales sélo mencionaré tres. Primero, una interpretacién debe ser capaz de proporcionar una explicacién comprehensiva del vocabulario que Kant utiliza n sus comentarios acerca del programa de sus deducciones. Debe hacerlo de tal manera que muestre la unidad y la conexi6n interna de sus distintos términos. Segundo, una interpretacién debe proporcionar medios pa- ya entender la manera en la cual Kant elaboré los textos de sus deducciones —no sdlo de las dos deducciones de la prime- ya Critica, sino en general de las deducciones en toda la obra de Kant. Sin lugar a dudas, la deduccién de la primera Critica merece especial atencién, ya que en el contexto de esta deduc- cién Kant reconocié que el proyecto que Ievaba a cabo bajo el nombre de “deduccién” era indispensable y que la mejor mane- ra de caracterizarlo era con el término “deduccién”. Ademas, las deducciones de la primera Critica son, con mucho, las mas extensas y estén claramente deslindadas del resto del corpus de la primera Critica, tanto por su estilo como por el apretado e intenso razonamiento que desencadenan. Tercero, una interpretacién de la estrategia deductiva de Kant tiene que poder aplicarse a la deduccién de la segunda Critica. Aqui la deduccién depende de un llamado “hecho de DIETER HENRICH 397 la razén” (el cual Hegel ironizé como “una indigestién, una re- yelacién dada a la raz6n”). Gasi automaticamente, tendemos a adoptar una comprensin del término “deduccién” que genera inmediatamente una tensién entre una deduccién y cualquier referencia a un hecho. El resultado de esto es una falsa inter- pretacién del argumento de Kant en la segunda Critica —una falsa interpretacién, también, de la forma en que se conecta sistematicamente con la deduccién de la primera Critica. I En el lenguaje filoséfico de Kant, el significado del término “deduccién” es distinto del que nosotros, casi irreflexivamen- te, suponemos, y esto da razén, en buena medida, del continuo fracaso en la comprensién de las deducciones de Kant, en tanto programa unitario y correctamente estructurado (dentro de su unidad). “Deduccién’” es un término con el cual estamos muy familiarizados. Se refiere al procedimiento légico mediante el cual una proposicién —la conclusién— se establece a través de las relaciones formales de otras proposiciones, sus premisas. Asi pues, consideramos una deduccién como una prueba silo- gistica. Kant estaba familiarizado con este uso del término “de- duccién”. Pero, a diferencia de hoy en dia, éste no era el tinico ni el mas comuin de los usos en el lenguaje académico del siglo dieciocho. Si suponemos que bajo el titulo “deduccién” Kant anuncia una cadena de silogismos correctamente formada, esta claro que debemos llegar a una conclusién muy desfavorable acerca de su capacidad para llevar a cabo semejante programa. Es cierto que la deduccin de la primera Critica pretende scr una prueba. Pero si se define como una deduccién en virtud de su correccién y, sobre todo, de su claridad, en tanto cadena de silogismos, resultarfa evidente que no cumple con sus pro- pias normas. Sabemos, sin embargo, que en la primera Critica Kant mostr6, varias veces, su habilidad para construir pruebas silogisticas precisas por ejemplo, en la Refutacidn al idealis- mo y en las Antinomias. Tenemos, pues, razones para buscar una interpretacién del término “deducci6n” en el sentido que Kant le otorga, una interpretacién que no haga depender com- 398 LA NOCION KANTIANA DE DEDUCCION pletamente de la construccién de una cadena de silogismos el significado de su programa. El significado literal de “deducir” (en latin) es “sacar una cosa de otra”. En este muy amplio sentido, no esta restringido a las derivaciones en un discurso, por ejemplo, en la expresién inglesa “deduces a river” [desviar un rio] cavando un nuevo cauce. En el campo de los métodos discursivos, “deduccion” puede tener una pluralidad de aplicaciones. Una “deduccién”, en el sentido original (en Jatin), puede tener lugar siempre que algo resulte de una derivacién metodolégica a partir de otra cosa.! Vestigios de este uso tan amplio se han conservado de distintas maneras en las lenguas europeas; en inglés, por ejemplo, en “tax deduction”. Cualquiera que esté familiarizado con la primera Critica re- cordaré la primera oracién bajo el encabezado “De los princi- pios de una deduccién trascendental en general”: “Los juristas, al hablar de derechos y demandas, distinguen en un proceso le- gal la cuesti6n relativa al derecho (quid juris) de la relativa al hecho (quid facti). De ambas exigen una prueba y Haman a la primera, que debe exponer el derecho o Ja pretensién legal, deduccién.” (A 84/B 116) Ya que Kant, por lo visto, quiere aqui distinguir en primer lugar las dos cuestiones, uno puede ver- se ficilmente tentado a opinar que emplea “deduccién” en el sentido légico ordinario, con el requisito adicional de que las premisas del silogismo deben poder justificar pretensions le- gales —por lo tanto, es de suponerse, proposiciones normativas. Pero al adoptar esta interpretacion casi irresistible y aparen- temente natural, se pierde ya de vista el aspecto distintivo de la idea metodolégica que le proporciona una estructura unitaria a las deducciones de Kant. Se pierden de vista, también, las ra- zones por las cuales Kant se refiere al paradigma juridico y las razones de por qué puda estructurar y de hecho estracturé la primera Critica, en su totalidad, en torno a una constante refe- rencia a procedimientos jurfdicos. Intentaré elucidar en cuatro pasos los antecedentes que le permiten a Kant adoptar el tér- 1 Un temprano ejemplo Jo constituye la derivacién, en misica, de una notacién para una escala, a partir de ciertas cualidades naturales de los tonos: “doremifa,..”. DIETER HENRICH 399 mino “deduccién” del contexto juridico y destacar las razones por las cuales lo transfirié a su programa filos6fico, 1) A finales del siglo XIV aparecié un tipo de publicacio- nes que al comienzo del siglo XVIII (cuando su uso se hallaba ampliamente difundido) se conocian como Deduktionsschriften (‘documentos de deduccién”). Su propésito era justificar re- clamaciones legales entre las numerosas autoridades de los te- tritorios independientes, ciudades-republicas y otros miembros componentes del Sacro Imperio Romano. Presuponen tanto la invencién de la imprenta como el establecimiento y reconoci- miento universal de las Cortes Imperiales como una autoridad superior a los otros miembros del Imperio, los cuales, en otros aspectos, eran considerablemente independientes. Estos doci mentos no los vendian las casas editoriales, sino que eran distri- buidos por los gobiernos con la intencién de convencer a otros gobiernos acerca de la legitimidad de su posicién en alguna controversia, la cual eventualmente podia conducir al uso de la fuerza militar y, de este modo, los gobiernos tenfan la necesidad de buscar el respaldo de otras autoridades. Los procedimien- tos legales exigian también que ambas partes presentaran una deduccién antes de las decisiones finales de una de las cortes imperiales (que en modo alguno eran siempre acatadas). La mayoria de las controversias legales tenfan que ver con la he- rencia de territorios, la sucesién legal en los reinos, etc. En tados los casos tenian que presentarse largos argumentos acer- ca de la manera en que se habia generado la pretensién y se habia mantenido viva por generaciones. El tamafio de los documentos de deduccién variaba, desde fo- Iletos hasta vohimenes de folios de tres mil paginas. Los gobier- nos conservaban las deducciones en bibliotecas especiales, de suerte que pudieran utilizarse en futuros conflictos no previs- tos. Incluso se las coleccionaba, ya que con frecuencia su impre- sién era muy fina y elaborada —las coleccionaban, por ejemplo, ex-diplomaticos, quienes tenfan acceso a estos documentos. Asi, después de siglos las subastas de colecciones especiales de de- ducciones podian proporcionar considerables sumas de dinero. Doce mil deducciones, aproximadamente, se publicaron entre el siglo XV y el siglo XVIII. A principios del sigo XVIII resulté util publicar bibliografias de las deducciones. Las deduccio- 400 LA NOCION KANTIANA DE DEDUCCION nes fueron una especialidad jurfdica y un famoso escritor de deducciones podia facilmente hacerse rico. El mas reconocido escritor de deducciones en los tiempos de Kant fue J. S. Pitter, profesor de leyes en Géttingen y coautor del libro de texto que Kant usaba en sus frecuentes lecciones sobre derecho natural.? Puede probarse que Kant estaba familiarizado con los docu- mentos de deduccién. Fue bibliotecario durante seis afios de la Real Biblioteca de K6nigsberg y tuvo que revisar el acervo cuando ocupé su puesto. Utiliza la terminologia de las deduc- ciones en sus propias disputas juridicas (C 12: 380, 421). Y habla ocasionalmente sobre deducciones, en los archivos, que fueron ignoradas por gobernantes que prefirieron el uso de la violencia (MM $61, 6: 350). Igualmente, Kant tenia buenas razones para asumir —dada la extendida costumbre de argumentar a través de documentos de deduccién— que su auditorio lo entenderia al transferir el término “deduccién” del uso juridico a uno nuevo, el filos6fico. Lo que no pudo prever es que ese difundido uso se convertiria muy pronto en obsoleto, cuando el Sacro Impe- rio Romano fue abolido bajo la presién de Napoledn. Con ello, las Cortes Imperiales y la practica de los documentos de deduc- cién desaparecicron para siempre y el término “deduccién” se extinguid, volviéndose casi incomprensible. Con respecto a la Critica y sus deducciones, podemos entender asi, bajo una nue- va perspectiva, el viejo dicho segiin el cual también los libros tienen su destino. 2) La practica de las deducciones se remonta a una época en la que la tradicion del derecho romano atin no habia sido revi- talizada y en la cual la teorfa moderna del derecho atin no habia sido fundada. Estos dos procesos condujeron a la necesidad de perfeccionar y regular la practica de escribir deducciones y esto repercutié en la manera en la que Kant concibié su correlato fi- loséfico en la primera Critica. Las viejas deducciones eran vistas por las nuevas generaciones de juristas como torpes e inadecua- das para los propésitos para los cuales eran escritas. Por ello, 2 Tus naturae, de G. Achenwall y J. $. Patter, se publicé desde 1750 en numerosas ediciones, El segundo volumen se reimprimié en la edicién de la Academia de las obras de Kant (vol. 19). A partir de la tercera edicién, la obra aparecié sélo bajo el nombre de Achenwall. DIETER HENRICH 401 en la creciente literatura sobre la metodolégica del derecho, ju- ristas académicos proporcionaban anilisis acerca de lo que era una deduccién y pautas para los autores de las mismas. Esta literatura también proporciona claves para leer la deduccién trascendental. En 1752, por ejemplo, uno de los metodélogos elaboré el siguiente criterio para una buena deduccién: ya que una deduccién no es una teoria por si misma, sino unaargumen- tacién que pretende justificar convincentemente una demanda acerca de la legitimidad de una posesién o de un uso, debe evitar digresiones innecesarias, generalizaciones, discusiones acerca de principios, etc., las cuales son de interés sélo para los tedri- cos. Una deduccién debe ser breve, sdlida pero no sutil, y clara. El autor de este tratado elogia mucho una costumbre de Piit- ter, el famoso escritor de deducciones. Si Piitter no lograba realizar una deduccién que cumpliera con estos criterios, es- cribfa una segunda deduccién, un texto breve y elegante que sintetizaba los principales pasos de su argumento. He revisado algunas de las deducciones de Piitter y, en efecto, hay una que viene acompafiada por un texto adicional de ese tipo, impreso en diferente formato y en un papel mas corriente; lleva el titulo de “Breve resumen [Kurzer Begriff] del caso Zedwitz”. Ahora bien, si se observa la deduccién trascendental de Kant, al final de ésta se encuentra un resumen semejante a aquél, que Kant no proporciona en ningun otro lugar. Ain més significativo es que el resumen de la segunda edicién Heva el mismo titulo: “Breve resumen [Kurzer Begriff} de esta deduccién”. No parece muy probable que esto sea un accidente (aunque es cierto que la expresién Kurzer Begriff se utilizaba comunmen- te como titulo de un resumen en el lenguaje académico del siglo XVIII). Parece que Kant concibié su deduccién como un texto que debfa adaptarse al paradigma juridico y satisfacer sus crite- rios de excetencia. Asi, concluimos —antes de analizar la forma argumentativa de la deduccién— que Kant escribio el texto de la deduccién, en la primera Critica, siguiendo los patrones de una buena deduccién jurfdica, que se concentra exclusivamente en la justificaci6n de una demanda. La argumentacién de Ja de- duccién no s6lo corresponde a la forma de una argumentaci6n juridica (como veremos en breve), sino que la deduccién tras- cendental es un documento de deduccién en el sentido técnico. 402 LA NOCIGN KANTIANA DE DEDUCCION Esto explica por qué Kant no estaba de acuerdo con aquellos que se quejaban por la ausencia de una explicacién tedrica mas extensa. El buscaba deliberadamente ser breve y concentrarse exclusivamente en los puntos cruciales. En la primera edicion de la deduccién dice explicitamente que intenta evitar una teo- ria elaborada. Posteriormente recomienda la deduccién de la segunda edicién, porque alcanza el objetivo deseado de la ma- nera mas sencilla. 3) Ahora debemos dirigirnos a las cuestiones acerca de la for- ma argumentativa de una deduccién juridica. Estas cuestiones fueron debatidas por teéricos del derecho natural y el primero en presentar una definicién sobre aquello en que consiste una deduccién fue Christian Wolff. La distincién basica entre tipos de derecho es la distincién entre derechos innatos y derechos adquiridos, En J. S. Pitter y G. Achenwall (los autores del libro de texto de Kant), estos derechos se denominan derechos abso- lutos € hipotéticos, respectivamente. Los derechos hipotéticos tienen su origen en un “hecho” (factum, significando tanto “he- cho” como “accién”) que debe darse antes que el derecho en cuesti6n pueda obtenerse —principalmente en una accion en virtud de la cual ese derecho es “adquirido”. Por el contrario, los derechos innatos 0 absolutos son inseparables del ser huma- no como tal, Los seres humanos poseen esos derechos por su propia naturaleza. © Pero los derechos adquiridos tienen un origen particular. Por ejemplo, yo tengo el derecho de llevar un titulo de nobleza si soy hijo legitimo. de una pareja particular. Tengo el derecho de llevar un titulo académico si he aprobado los examenes sin cometer fraude. Puedo hacer uso de un bien particular —una casa, por ejemplo~ si lo he adquirido por medio de un contrato legitimo o si lo he heredado por un testamento legitimo. Para decidir si un derecho adquirido es real o es solo una presunci6n, es necesario rastrear legalmente hasta sus origenes Ja posesién que alguien reclama. El proceso por el cual se da razén de una posesién o un uso mediante la exposicién de su origen, de tal manera que la legitimidad de la posesién resulte clara, es lo que define una deduccién. Sélo con respecto a dere- ‘chos adquiridos puede darse una deducci6n. Esto implica que, por definicién, una deduccién tiene que remitir a un origen. DIETER HENRICH 403 Ahora entendemos por qué estas dos nociones, la nocién metodolégica de una deduccién y la nocién epistemolégica del origen de nuestro conocimiento, estan indisolublemente unidas en la terminologia de la primera Critica. En este contexto, la pregunta que Kant plantea constantemente en la Critica muestra igualmente su significado especifico: “éCémo es posible... 2”. La pregunta no inquicre por una u oura condici6n suficiente de nuestra posesién de conocimiento. Al poner en cuestién la legitimidad de nuestra pretensién de poseer un conocimiento genuino, busca descubrir y examinar el verdadero origen de nuestra pretension y, con ello, la fuente de su legitimidad. Pero, éno confunde y oscurece esto la distincién entre expo- sicién y validacién, entre la cuestién de derecho y la cuesti6n de hecho, a la que Kant le da tanta importancia en los paragra- fos iniciales de su primera deduccién? Como respuesta a esta pregunta podemos sefialar que la distincién entre las dos cues- tiones (de derecho y de hecho) no debe trazarse de tal manera que s6lo la cuestin de hecho tenga que ver con los origenes de nuestro conocimiento. Ambas cuestiones requieren una com- prensién del origen, pero cada una a su manera. Considérese el ejemplo de un testamento: es posible relatar la manera en que el testamento fue concebido y realizado, cuando fue escrito y como se le conservé. Esto es lo que los documentos de deduccién Laman Geschichtserzdhlung (“relato de la historia”) © species facti. Semejante species facti puede presentarse en lacor- te y ser discutida —por ejemplo, si resulta dudosa la existencia misma de una posesién o de un uso. Pero no puede resolver por sf misma la quaestio juris. Para resolver esta cuestién hay que atender exclusivamente aquellos aspectos de la adquisicién de una posesién presuntamente legal en virtud de los cuales un derecho ha sido tonferido, de tal suerte que la posesién se ha convertido en propiedad. Debe mencionarse, de paso, que la idea de adquisicién de titulos legales no presupone necesariamente un sistema legal particular con respecto al cual se decida acerca de la posesién de derechos. El derecho natural, que Kant utiliza como paradig- ma, reconoce una adquisicién originaria. Las condiciones de su legalidad pueden determinarse con anterioridad a cualquier sis- tema legal particular. Mediante la deduccién de las categorfas 404 LA NOCION KANTIANA DE DEDUCCION de Kant, en la primera Critica, se justifican las categorias del entendimiento puro apelando a su “adquisicién originaria” a través de una operacién de la mente. También es importante darse cuenta de que la quaestio juris puede responderse satis- factoriamente aun cuando la quaestio facti enfrente dificultades insuperables. Considérese de nuevo el caso de un testamento: en muchas ocasiones no es posible presentar un relato comple- to de la forma en que ha sido realizado. Pero, si en la audiencia puede determinarse que el testamento es auténtico y vilido ape- Jando a unos cuantos aspectos cruciales, entonces la cuestion de derecho puede resolverse definitivamente. Esta consideracion puede aplicarse a la deduccién trascen- dental de las categorfas. Kant opina que es imposible presentar una species facti acerca de la adquisicién de nuestro conocimien- to. El texto parece sugerir que el relato de la adquisicién, que Locke y otros han llevado a cabo, es posible, aunque irrelevan- te. Sin embargo, a partir de otras fuentes podemos mostrar con claridad que la posicién de Kant era diferente. En filosofia, ala Species facti de los juristas —el relato de la historia— le correspon- de lo que Kant denomina “fisiologia de la razon”. Por una serie de razones, llegé a convencerse de que semejante relacién fi- siolégica era imposible. Para Kant, Leibniz, al igual que Locke, era un fisidlogo de la razén. Esta descripcién presupone una doble critica por parte de Kant. 1) La tentativa de estos fildsofos de proporcionar una relacién completa de la raices y de la gé- nesis de nuestra racionalidad no es una empresa prometedora. 2) Estos filésofos se abstienen de llevar a cabo lo gue, en ultima instancia, mds le interesa a la filosofia: justificar las pretensiones de Ia razon en contra del escepticismo. Asf, la filosofia critica abre un camino enteramente nuevo, que puede ser definido en términos de lo que implica Ja necién de una deduccién, una vez que ha sido comprendida en su sentido peculiar. Pero no es posible proporcionar deducciones sin referirse a los hechos que originan nuestro conocimiento. No podemos al- canzar la génesis y la constitucién de esos hechos en sf mismos; tampoco necesitamos una comprensién exhaustiva de ello. Sin embargo, debemos alcanzar una comprensién de los aspectos de estos hechos que sean suficientes para justificar las preten- siones vinculadas a nuestro conocimiento. La mayorfa de los DIETER HENRICH 405 hechos a los que apelan las deducciones son operaciones basi- cas de nuestra raz6n. Las deducciones se refieren a las formas intrinsecas, cuasi-cartesianas, de estas operaciones: a su inde- pendencia respecto de experiencias particulares. Sin embargo, su status como operaciones y como formas de operaciones no define exhaustivamente su papel como principios sobre los cua- Jes una deduccién puede construirse. Operaciones que son facta (por lo tanto, acciones en el sentido juridico) implican elemen- tos facticos que no pueden explicarse en virtud de acciones que pueden Ilevarse a cabo en cualquier momento. La mayoria de los origenes de los cuales se derivan las deducciones de Kant ostentan este elemento factico adicional. Los rasgos que com- parten la unidad de Ia apercepcién, la conciencia del espacio y el tiempo como tal, y la ley moral en tanto hecho de la ra- 26n, ilustran este rasgo comun de los principios conforme a los cuales las deducciones de Kant fueron disefiadas. Desde esta perspectiva, la deduccién de la segunda Critica no se desvia del patrén general que muestran las deducciones kantianas, cual- quiera que sea su trayectoria particular. Las diferencias entre las deducciones de Kant pueden expli- carse mediante los distintos modos en que tenemos acceso a los orfgenes y principios de nuestros discursos y por variacio- nes en la nocién de origen misma. Estas diferencias vienen a parar en la distincidn entre las versiones fuertes y débiles de las deducciones filoséficas, que he tratado en otro lugar.> 4) No sabemos cudndo exactamente decidié Kant presentar su nuevo método de justificacion filoséfica en la forma y con la terminologia de las deducciones juridicas. Probablemente esto sucedié mas bien tarde, en los largos preparativos de la publica- cién de la primera Critica. De cualquier modo, sabemos que esta decision no sdlo tenia que ver con el capitulo titulado “Deduc- cién trascendental de los conceptos puros del entendimiento”. El hecho de que Kant haya redactado este capitulo al estilo de un escrito de deduccién explica ampliamente su caracter unico, que contrasta acentuadamente con el resto de la primera Criti- ca. Pero la primera Critica integra, asi como la manera en que 3 Véase: D. Henrich, “Die Deduktion des Sittengesetzes” en: A. Schwan (ed.), Denken im Schatten des Nihilismus, Darmstadt, 1975, pp. 85-56. 406 LA NOCION KANTIANA DE, DEDUCCION Kant presenta su teorfa como un todo, fueron profundamente afectados por la decision de adoptar procedimientos juridicos, como paradigma metodolégico. La Critica no sélo esta impregnada de metaforas y termino- logia juridicas. Sus principales doctrinas estan vinculadas una a la otra mediante la teorfa de las disputas legales expuesta por Pitter y Achenwall. Una disputa legal se produce cuando la pre- tensién de una de las partes ha sido puesta en entredicho por un. oponente, de tal manera que tiene que abrirse un juicio. Esto sucede en filosofia cuando el escéptico pone en entredicho la pretensién de la raz6n de estar en posesién de conocimientos @ priori sobre objetos. La disputa hace indispensable una inves- tigacion de los origenes de semejante conocimiento. Dentro de los limites en los cuales puede darse una deduccién, la preten- si6n de la raz6n resulta definitivamente justificada y se rechaza la objecién del escéptico. Este es el propédsito de fa Analitica trascendental. Pero hay otra posibilidad, a la que corresponde la Dialéctica trascendental: una deduccién puede resultar imposible. Si la pretensién de conocimiento que trasciende los limites de la ex- periencia no puede justificarse, la parte puesta en entredicho tiene que retractarse de su pretensién. Pero esto no significa necesariamente que el oponente gane el juicio. Es posible, a su vez, que el escéptico —aqui disfrazado de empirista— no pueda validar su pretensién de que el uso de ideas que uascienden la experiencia sea ilegitimo y una vana presuncién. En semejante situacidn, cuando la corte no puede resolver en favor de una de las partes en conflicto, éstas corren el riesgo de verse en- vueltas en un pleito sin fin, que destruiria la paz y conduciria a una guerra en el interior de la razén misma. E] fallo de la corte de la raz6n, en tal situacion, consiste en dictar una orden para mantener la paz. El filésofo dogmatico debe abstenerse de pretender que esta en posesién de un conocimiento valido mas all de ciertos limites. “Una revisién completa de todas las ca- pacidades —y la conviccién que de esta manera surge acerca de la certeza de su derecho a una pequefia posesién, as{ como de la vanidad de mayores pretensiones—~ pone fin a toda querella € induce a conformarse pacificamente con una propiedad limi- tada, pero indisputable” (A 768/B 796). Esta es, por supuesto, DIETER HENRICH 407 el territorio cuyos limites est4n trazados por las condiciones de la experiencia posible. Pero la orden del tribunal de mantener la paz no le permite al oponente negar nuestro derecho a usar ideas de la razén que trasciendan la experiencia. Ya que no puede darse ni una deduccidn de estas ideas ni una prueba de su vacuidad, y ya que se ha mostrado que ambas pruebas son imposibles, la razén, que estd en posesién de estas ideas, resulta autorizada para usarlas mientras se abstenga de pretender que las usa como conocimiento justificable. La corte de Ja razén decide sobre la base del principio jurfdico que se aplica en tales casos: si no puede resolverse una disputa acerca de la legitimi- dad de un uso, éste queda en manos del poseedor: “melior est conditio possedendi” (A'777/B 805). Ya que la raz6n permanece en posesién de sus ideas, si bien al hacer uso de ellas no puede reclamar ningtin conocimiento, queda abierto el camino de una filosofia pura practica. Esta elucidacién del significado preciso del término “deduc- cién” en la obra de Kant permite obtener dos conclusiones acerca de la estructura argumentativa de la deduccién trascen- dental de las categorias. Primera: con respecto a su estructura fundamental, la de- duccion trascendental tiene como modelo una deduccién que intenta justificar un derecho adquirido apelando a rasgos parti- culares del origen y uso de las categorias —rasgos que han sido puestos en entredicho. Las distintas partes o pasos discernibles en el texto de la deduccién pueden explicarse, principalmen- te, como pasos parciales que intentan dilucidar el origen del uso de las categorias ~y, por lo tanto, como respuesta parcial a la pregunta acerca de las condiciones que harfan posible el uso legitimo de las categorias. Estos pasos pueden también fun- cionar como eslabones de una cadena de silogismos, pero esta funcién, por sf misma, no los hace ser pasos parciales de una deduccién juridica. Esto es particularmente importante para nuestra comprension de la estructura de la deduccién en la se- gunda edicién de la Critica. La deduccién es efectivamente una prueba y reine sus resultados parciales mediante una cadena de silogismos, pero el que sea una “deduccién” no estd definido en términos de una cadena de silogismos. Cualquier parte de la 408 LA NOCION KANTIANA DE DEDUCCION deduccién relativamente independiente, tiene que ser también un paso relativamente independiente en el descubrimiento de los origenes del uso de las categorias. Pues el propdsito de la deduccién es determinar, en atencién a su origen, el domino. y los limites del uso legitimo de las categorias.* Segunda: una vez que hemos comprendido que la deduc- cién, como tal, no puede fundarse en una estructura silogistica, adquirimos una nueva flexibilidad en nuestra comprensién de los distintos tipos de argumentacién que Kant puede emplear en el curso de la deduccién. La nocién misma de deduccién es compatible con cualquier tipo de argumentacién que sirva para alcanzar su objetivo, a saber: la justificacidn de nuestras preten- siones con respecto al conocimiento a priori. De hecho, diversos tipos de argumentos operan en el texto de la deduccién antes de que establezca sus resultados mediante una prueba silogisti- ca, La tarea de un comentario filos6fico —adn no escrito— seria discernir estos tipos y sopesar su funcién y su valor filoséfico respectivos. En este contexto, puede volver a abrirse la discu- sién de si Kant emplea un tipo particular de argumento (que sea, en algun sentido, especificamente “trascendental”). IL Pero primero hay que destacar otros problemas. Si bien ahora comprendemos el programa que implica la nocién de deduc- cién, atin no sabemos nada sobre Jas ideas de Kant acerca de cémo obtener una deduccién filoséfica. Atin tenemos que averi- guar sus puntos de vista sobre la fundamentacién metodolégica sobre la cual es posible justificar en filosofia derechos adquiri- dos. 4 Con esta observacién modifico parte de mi articulo “The Proff Structu- ye of the Trascendental Deduction”, Reutew of Metaphisies, 22 (1969): 640-59, Cuando lo escribf no tenfa idea de aguello en que consiste una deduccién y daba por supuesto que se definia exhaustivamente como una serie de silogis- mos. Pero no lo es, y después de descubrir que asi es, tengo que relativizar lo que dije en ese articulo. La deduccién de la segunda edicién es, ciertamente, una prueba en dos pasos; pero la principal razén que tenia Kant para dividirla en dos pasos la constituye su especial contribucién a una comprensién de los origenes del conocimiento. Este resultado es compatible con el andlisis de las relaciones légicas entre las conclusiones de los dos pasos, que df en 1969. DIETER HENRICH 409 A este respecto, la primera Critica guarda absoluto silencio. Emplea ciertos términos metodolégicos: examina origenes; in- daga a la razén como tal; busca las fuentes y averigua cémo podemos proceder a partir de ellas; explica posibilidades; in- vestiga el contenido, el uso y el derecho; y disefia pruebas que sefalan condiciones de posibilidad. Pero no analiza o da cuenta de ninguno de estos términos. Noes raro que una teoria filos6fica completamente nueva sea incapaz de explicar sus propios procedimientos. Los términos que Kant utiliza apuntan a un campo de problemas complejo y evasivo y, quizd por ello, tuvo buenas razones para preferir concentrarse en el contenido mas que en la metodologia de su proyecto. Sin embargo, seria decepcionante que no pudiera decirse nada acerca de los presupuestos metodoldgicos de Kant y acerca de su teoria de la fundamentacién, que subyace en la practica de deducir pretensiones de conocimiento. Para tratar este tema es necesario dirigirse todavia a otras publicaciones. El conjunto de estos textos —las publicaciones de légica aplicada— ha sido casi tan olvidada como las publi- caciones de deducciones juridicas. Kant abordé extensamente sus problemas en sus lecciones de légica (aunque los excluye de lo que pertenece a la légica propiamente dicha en sentido es- tricto). Ahi esbozé sus puntos de vista acerca de la metodologia filos6fica, incluyendo la metodologia de la Critica. Presentaré los puntos de vista de Kant en otros cuatro pasos. 1) El primer paso en el examen de los puntos de vista de Kant sobre metodologia es hacer notar algunos aspectos de su evaluacién de las pruebas en filosofia. Al evaluar el papel de los silogismos en la filosofia, Kant sigue a Descartes y a la escuela de Riidiger: los silogismos son secundarios, meros ordenamientos subsecuentes del conocimiento ya adquirido. Lo que mas im- porta en filosofia es asegurar la confiabilidad de las premisas (de los Beweisgriinde, es decir, de las nociones y las razones en que las pruebas pueden apoyarse). Kant también crefa que el conocimiento filos6fico no podia basarse en posibilidades ldgicas. Necesita encontrar lo que Kant. llama “verdaderas razones” (rationes verae). Haciendo uso de ellas, necesita mostrar de qué manera el conocimiento brota de sus verdaderas fuentes. En este sentido, la filosofia tiene que 410 LA NOCION KANTIANA DE DEDUCCION proporcionar explicaciones “genéticas”. (Esto corresponde alo que la deduccién proporciona —fuentes u origenes.) Para Kant, semejantes explicaciones jam4s podrian conver- tirse en “demostraciones”. Son “pruebas” (probationes). Las de- mostraciones sélo son posibles en mateméaticas. Las demos- traciones matemiaticas proporcionan conocimiento ostensivo, pero el conocimiento filosdfico no puede llegar a ser tan se- guro. Siempre es posible que en el curso de un razonamiento filoséfico se pase por alto un aspecto importante del problema. Por esta raz6n, la argumentacién filoséfica tiene que ser holis- ta, en el siguiente sentido: cualquier resultado que alcancemos tiene que ser revisado mediante confrontacién con los resulta- dos obtenidos en otros campos de la filosofia. No es posible presentar ideas filosdficas libres de toda vacilacién e indepen- dientemente de otras pruebas que tendamos a aceptar (véase, por ejemplo, R2513, 16: 400). Esta sitacién explica por qué Kant sostiene que la Critica resulta convincente sélo en virtud de la totalidad de sus teoremas y pruebas. También explica por qué la deduccién no se encuentra al comienzo de la obra (como seria de esperarse). E incluso explica por qué Kant no trata de alcanzar en la deduccién la claridad y el rigor distintivos de la clase de conocimiento que trata de justificar. La justificacién, como método, no puede sobresalir en las formas de discurso por las cuales se emprende la justificacién, y no puede competir con la claridad de las disciplinas de fundamentacién, tal como fueron con frecuencia concebidas en la tradicién fundada por Leibniz. Pero estas disciplinas no pueden, en realidad, resolver —ni pueden siquiera ocuparse de— problemas filoséficos basi- cos, y por esta raz6n son en cierto sentido afiloséficas. 2) Pero estos tres teoremas, tomados en conjunto, no pueden. por si mismos esclarecer la plataforma epistémica en la cual tie- ne que apoyarse una deduccién. Para ello, tenemos que dar un segundo paso y tomar en consideracin una distincién basi- cay central que Kant frecuentemente hace en sus lecciones de comienzos de la década de 1780 (véase 24: 161 (“Logik Blom- berg”), 424, 547, 641) y que esta presente también en Ja primera Critica (a pesar de que aqui puede resultar dificil captar su im- portancia metodologica). Esta distincién es entre “reflexion” (Oberiegen, reflexio) e “investigacion” (Untersuchen, examinatio). DIETER HENRICH 411 La Critica es un examen o una investigacién. Ya que Kant sostiene que la reflexién precede a la investigacién, es plau- sible suponer que la reflexidn es la fuente a través de fa cual puede emprenderse una investigaci6n. La teoria de Kant acer- ca de la reflexion (que es totalmente distinta del significado de “reflexién” que se hizo comin en la filosoffa post-kantiana) es la siguiente. a) Nuestras capacidades cognoscitivas son un “tejido mixto”. No pueden reducirse a una tinica forma de operacién intelectual basica. b) Cada una de estas capacidades entra en accién espontaneamente y en relacién con su propio dominio. c) Para alcanzar conocimientos legitimos es necesario contro- lar y estabilizar estas operaciones, asi como mantenerlas en los limites del dominio que les corresponde. Nuestra mente tiene que regular cudndo una actividad particular entra en juego y asegurarse que sélo ella permanezca activa. Para ello, la mente tiene que saber tacitamente lo que le es caracteristico a cada una de sus actividades particulares. Esto implica, ademas, que los principios en los que una actividad se funda tienen que ser co- nocidos en contraste con los de otras actividades. La reflexion consiste precisamente en este conocimiento. Sin ella confundi- rfamos, por ejemplo, el contar con el calcular, el analizar con el componer, etc. Kant dice explicitamente que sin reflexién sdlo podriamos proferir secuencias de palabras sin sentido. d) Por lo tanto, la reflexién siempre se Ileva a cabo. Sin ningun esfuerzo de nuestra parte, siempre sabemos esponténeamente (aunque informalmente y sin articulacién explicita) acerca de nuestras actividades cognoscitivas y acerca de los principios y reglas de Jas que dependen. La reflexién es, en ese sentido, una precon- dicién de la racionalidad. La reflexién no es introspeccién. Acompafia internamente a las operaciones. No es el logro de un filésofo que, mediante un esfuerzo deliberado y en una inientio obliqua, se vuelca ha- cia adentro para examinar las operaciones de la raz6n. Por lo tanto, es una fuente, no un logro, de la comprensién filoséfica. Notese, ahora, la semejanza y Ja conexién entre la “reflexién”, por un lado, y el programa de una “deduccién”, por el otro: Las deducciones se fundan en un conocimiento parcial de rasgos significativos del origen del cual surge nuestro conocimiento. 412 LA NOCION KANTIANA DE DEDUCCION La reflexién no es un conocimiento descriptivo, mucho menos exhaustivo, de los procesos y operaciones del conocimiento. Es s6lo tener conciencia [awareness] de lo que es especifico suyo, presuntamente los principios generales y las reglas en los que se apoyan. Parece, pues, que las deducciones pueden construirse a partir de un conocimiento reflexivo precisamente de este tipo. 3) Damos un tercer paso al hacer notar que la Critica —y con ella sus deducciones— es una investigacién mediante la cual se examinan pretensiones relativas al conocimiento. Kant define la investigacién y el examen como correlatos de la reflexién. Siem- pre reflexionamos, pero la investigacién ¢s una actividad deli- berada. Sélo se lleva a cabo cuando se duda o se cuestionan las pretensiones del conocimiento. Entonces, tenemos que indagar el fundamento sobre el cual se basa nuestro conocimiento (real o-sélo presunto) —eventualmente debemos intentar elaborar una “deduccién”. Pero la investigacién no puede salirse del do- minio dentro del cual opera la reflexidén: detecta conexiones de las cuales la reflexién misma no esta explicitamente consciente. Y pone en relaci6n los principios que orientan un discurso con los hechos y operaciones fundamentales que lo constituyen y que, sin embargo, pueden ademis interpretarlo y validarlo. Estos son precisamente los hechos a los que nos referfamos cuando explicdbamos el correlato filoséfico de la deduccién juridica —especialmente, la unidad de la apercepcién, espacio y tiempo, y el hecho de la razén. En casos excepcionales las deducciones podrian tener que rebasar los limites del dominio abierto a la reflexién: por ejemplo, en el caso de la deduc- cién de la realidad de la libertad. Pero, incluso en semejantes casos, las deducciones se apoyan cn principios y hechos funda- mentales de los cuales sabemos ya por reflexidn, si bien sdlo mediante una investigacién los entendemos y comprendemos su posicidn central en el discurso en cuestidn. La interconexién sistemdtica de las distintas formas de discurso puede también comprenderse mediante la investigacién. Pero la investigacién esta precedida y es posible por la reflexién, a través de la cual DIETER HENRICH 413 tenemos acceso, persistente y pre-filos6ficamente, al sistema multidimensional de nuestras capacidades cognoscitivas.> Dos corolarios pueden afiadirse a este tercer paso: a) Ya que la deduccién, en tanto investigacién, siempre de- pende internamente de lo que le proporciona la reflexién, po- demos contar con que ninguna deduccién puede ponerse en marcha, a menos que se apoye primariamente en argumentos que se refieran directamente a lo que se revela mediante la reflexién. Estos argumentos constituyen el micleo de toda de- duccidn trascendental. Y su rasgo formal es una elucidaci6n del percatarse [awareness] que una operacién particular no puede realizarse a menos que otra operacién mas fundamental entre en juego. Este es el rasgo distintivo de los argumentos que apa- recen en la Critica con la forma gramatical “no sin”. A esta clase pertenece el argumento, en la deduccién de la segunda edicién, segiin el cual el andlisis no es fundamental, sino que siempre Jo acompaiia intrinsecamente una sintesis en un nivel mas pro- fundo; y el argumento, en la deduccién de la primera edicion, segiin el cual la sintesis, a su vez, requiere principios de unidad que no pueden tener su origen en la experiencia. Kant parece creer que el argumento clave de la deduccién, aquel que conec- tala unidad de la apercepcién con los principios de unidad que guian toda sintesis, también pertenece en su integridad a esta clase. En mi opinién esto es cierto sélo con ciertas limitaciones y tiene que ser examinado més ampliamente. Pero semejante examen presupone que se ha comprendido la metodologia de una deduccién basada en Ia reflexion. b) Podemos sefialar una razén de la renuencia de Kant a presentar explicitamente su metodologia filoséfica. (Casi todo lo anterior ha sido tomado de transcripciones de las lecciones de Kant; muy poco de ello se encuentra en sus textos publi- cados. Debié haber tenido razones para guardar silencio al respecto.) Puesto que la reflexion es un saber permanente, aun- que implicito, y la investigacién es una empresa deliberada del 5 Puede mostrarse que hay una clara conexién entre la pretensién kan- tiana de que la filosofia esté basada en la reflexin natural y su adhesin a Rousseau, para quien el hombre comiin conoce todo, en algiin sentido, desde sus inicios. 414 LA NOCION KANTIANA DE DEDUCCION filésofo, sigue habiendo un vacfo entre estas dos actividades cognoscitivas, independientemente de la correlacién esencial entre ambas. Se presenta, pues, la cuestion de cémo un conoci- miento implicito puede transformarse en uno explicito. Tiene que haber una estrategia por la cual la transicién pueda llevarse a cabo de manera respetable y segura desde el punto de vista metodolégico. Kant se percaté de esto y se inclinaba a aplicar, precisamente en este lugar, la teoria de los “juicios prelimina- res” (judicia praevia): en la reflexién surge de alguna manera una tendencia a conceptualizar en una forma particular nues- tras facultades cognoscitivas. Estos “juicios preliminares” son el punto de partida de la investigacién filoséfica. La investigacion no tiene que aceptarlos, pero arranca de ellos, En sus lecciones de légica, sobre todo en la transcripcién de Viena, Kant reco- noce que sélo contamos con un conocimiento rudimentario de este mecanismo y que, por esta raz6n, una metodologia satis- factoria del razonamiento filoséfico se enfrenta a dificultades hasta ahora insuperables. 4) En un cuarto y ultimo paso nos dirigimos a una impor- tante y sorprendente aplicacién de la doctrina de Kant acerca del papel de la reflexién en la filosoffa. La nocién clave de la deducci6n en la primera Critica es, sin duda, la unidad de la apercepcién. Mucho puede decirse en favor de la opinién segin la cual en este principio tienen que apoyarse, al menos indirec- tamente, también las otras deducciones trascendentales. Ahora bien, cuando Kant discute este principio se refiere a él constan- temente como “el yo pienso”. Es de suponer que ciertas razones son responsables del persistente uso de esta peculiar frase. Pe- ro, entre ellas, hay una que puede derivarse directamente de la teoria kantiana de la reflexidn: la conciencia [awareness] “yo pienso” es precisamente la autoconciencia que puede vincular- se a la reflexién natural y espontanea. Y, ademis, es la auto- conciencia que puede acompafiar cualquier tipo de reflexién, independientemente del campo de su empleo. Esto puede verse si consideramos que: a) No es ni un concepto ni una intuicién y no pertenece a ninguna de las varias actividades cognoscitivas. b) Se establece con anterioridad a cualquier tipo de teorizacién. c) Surge de una operacién. Pero esta operacion no es, ella mis- ma, un acto de reflexién, y tampoco define a la reflexi6n como DIETER HENRICH 415 tal. d) Sin embargo, acompajia potencialmente a cualquier ca- so de reflexién y no esta restringida a un rea especifica de la conciencia [awareness] reflexiva o a un discurso particular cuyos principios se revelan cn virtud de la reflexién. Tienc la misma generalidad y alcance que la reflexién y puede, por lo tanto, ser pensada junto con cualquier acto de reflexién. Es, como dice Kant, “el yo en cuanto sujeto del pensar, es decir, la pura apercepcién, el yo de la reflexién” (Anthr. §4, 7: 184 n.).° Es imposible entender estos pasajes sin la ayuda de la nocién kantiana de reflexién en su sentido distintivo. Pero una vez que la nocién de ref lexidn ha sido aclarada, podemos también com- prender el papel fundamental que desempenia la unidad de la apercepcién en el sistema de Kant como un todo. La justifi- caci6n tiltima de los principios de nuestro conacimiento debe depender de un origen que ocupa una posicidn central en nues- tro sistema cognoscitivo, tal como tenemos acceso a élen virtud del conocimiento implicito de la reflexion, Esto sugiere que el principio por el cual puede Ilevarse a cabo la deduccién mas fundamental, tendr la generalidad y la aplicabilidad irrestricta que constituye el rasgo distintivo del proceso de reflexién so- bre el cual se apoya constantemente el método de justificacién o investigacién filoséfica.” De esta manera, la nocién clave de la deduccién en la primera Critica y el principio metodolégico de todas las deducciones filoséficas, la correlacion de la reflexion y la investigaci6n, resultan estar relacionados entre sf. Esto nos conduce a un tiltimo punto. La unidad de Ja apercep- cién ha aparecido desempefiando dos papeles muy diferentes: por un lado, es una conciencia [awareness] que puede acompa- iar cualquier conocimiento reflexivamente accesible. Pero este conocimiento es multiple y en apariencia le falta unidad siste- miatica. Por el otro lado, la unidad de la apercepcisn es el origen del sistema de categorias y el punto de partida de la deduccién © Unas cuantas paginas mds adelante se refiere a él como el “yo de la reflexién” 7 Ladeduccién dela categorias ain tiene que llevarse a cabo con respecto a algunos aspectos del “yo pienso” que no se tratan cuando la idea general de reflexi6n est en consideracién: su status cuasi-cartesiano y su relacién con la verdad y con la forma de una proposicién como tal. 416 LA NOCION KANTIANA DE DEDUCCION que justifica la legitimidad de su uso. Es facil sentir la tension que hay entre la vaga generalidad de la reflexion, por un lado, y la inflexibilidad de la pretensién que surge del programa de la deduccién, por el otro. La Critica sostiene que la razon, como tal, es un sistema y, ademis, que la filosoffa tiene que dar raz6n en forma exhaustiva de sus principios y de sus diversos usos. Esta tension desaparece si consideramos la reflexién desde una perspectiva ligeramente distinta: la teorfa kantiana de la reflexién esta fundada en la siguiente observacién: nuestros diversos discursos se volverian confusos ¢ inconsistentes si no estuvieran acompaiiados y supervisados por un proceso per- manente de control reflexivo. Pero podriamos preguntarnos si semejante confusién podria ocurrir si los discursos no es- tuvieran sistematicamente relacionados entre si, de suerte que propiciaran transiciones erréneas. En una razon que no fuera més que un haz de actividades independientes, el constante pe- ligro de confusién dificilmente podria ocurrir. Semejante razén podria funcionar, propiamente, como un conjunto coordinado de maquinas cognoscitivas. Pero la reflexion es omnipresente porque la raz6n es una, a pesar de sus operaciones relativamente independientes, La uni- dad de la raz6n, en lo que concierne a la estructura sistematica de sus principios, est4 representada de la manera mas funda- mental por las implicaciones del pensamiento “yo pienso”, a saber: el sistema de las categorfas. Pero exactamente cl mismo pensamiento esta intima y universalmente vinculado al proceso de reflexién sobre el cual tiene que fundarse la metodologia de la justificacién filoséfica. Las deducciones no pueden adoptar Ia forma de un razona- miento riguroso y exhaustivo. Sin embargo, la teorfa filoséfica de la raz6n, cuyo nticleo argumentativo lo proporcionan ellas, tiene que ser sistematica y exhaustiva. Pero la discrepancia entre una vaga argumentacién, por un lado, y una elevada pretensién de sistematicidad, por el otro, resulta ilusoria. La diferencia en- tre los dos programas debe entenderse como la diferencia entre dos tareas dentro de un solo programa, que Kant concibid y di- sefié de manera perfectamente consistente. ' [Traduccion de Pedro Stepanenko} SENSIBILIDAD Y ENTENDIMIENTO: COMENTARIOS A HENRICH* P. . STRAWSON EI profesor Henrich nos ha ofrecido una explicaci6n muy ilu- minadora e instructiva de la metodologfa de la deduccién tras- cendental y, en general, de la estrategia trascendental de Kant. Comienza con la analogia juridica y muestra tener razones con- cluyentes para pensar que Kant la tuvo en mente. Una deduc- cién, en este sentido especifico, tiene por propésito justificar un titulo adquirido, o una pretensién de derecho, rastreando sus origenes, hasta llegar a aquellos origenes que le confieren legiti- midad. Aplicando esto a la Critica habria que elucidar los hechos basicos claves en virtud de los cuales justificamos nuestras pre- tensiones de conocimiento, y de los cuales depende que poseamos conocimiento. Estos hechos bdsicos se relacionan con capacida- des cognoscitivas especificas de las cuales tenemos, en la reflexion, una conciencia o un conocimiento implicito. Se dice entonces que la deduccién procede, no por una demostraci6n lineal, si- no por medio de una variedad de estrategias argumentativas que hacen sistemitico y vuelven explicito el funcionamiento de nuestras capacidades cognoscitivas, y se espera que con ello ha- * Originalmente la primera parte de “Sensibility, Understanding, and the Doctrine of Synthesis; Comments on Henrich and Guyer", en Eckart Fors- ter (ed.), Kant’s Transcendental Deductions. Stanford University Press, 1989, pp. 69-77. Traducido con el permiso del autor y de Stanford University Press. Copyright © 1989 by the Board of Trustees of the Leland Stanford Junior University. All rights reserved. 418 SENSIBILIDAD Y ENTENDIMIENTO- gan manifiesta la necesaria “validez de las categorias para todos los objetos de la experiencia”. Dado este programa, con su acento en hechos basicos cla- ves relativos a nuestras capacidades o facultades cognoscitivas especificas, es obviamente importante tener claridad acerca de cuales son cxactamente estos hechos. Es clave aqui la distincion entre sensibilidad y entendimiento: por una parte, la facultad (intuitiva) de receptividad a través de la cual nos son dados los materiales del conocimiento; y, por la otra, Ja facultad (discursi- va) de pensamiento a través de la cual son conceptualizados, y gracias ala cual es posible el juicio —siendo ambas facultades in- dispensables para seres como nosotros que carecen del poder de la intuicién intelectual. A cllas debe seguramente afiadir- se, como destaca el profesor Henrich, la autoconciencia (el “yo pienso”) que puede acompafiar todas nuestras operaciones cog- noscitivas, pero que no es meramente un acompafiamiento o un correlato de otros pensamientos, sino mas bien algo permanen- temente indispensable para la elaboracidn del argumento que se espera que conduzca a la ‘conclusion de que las categorias son necesariamente validas para los objetos. Sin embargo, en estos breves comentarios no me propongo intentar un andlisis de las etapas del argumento. Me gustaria, mds bien, plantear lo que puede Iamarse una cuestién metacri- tica: una cuesti6n que concierne a esos “hechos basicos claves” relativos a nuestras dos facultades de sensibilidad y entendi- miento; especificamente, relativos a las formas a priori de la sensibilidad y relativos a las formas o funciones, y por ende los conceptos puros, del entendimiento. En una oracién muy conocida de B 145-146, Kant escribe: “Pero el fundamento de esa peculiaridad de nuestro entendi- miento, que consiste en Levar a cabo la unidad de la apercepcién @ priori, sélo mediante las categorias y con esa precisa especie y ese preciso ntimero de categorias, es tan imposible de explicar como el fundamento de por qué tenemos precisamente éstas y no otras funciones del juicio, 0 de por qué el espacio y el tiempo son ias tinicas formas posibles de nuestra intuicién.” La evidente implicacién de este pasaje parece ser que debe- mos tomar como un hecho basico relativo a las facultades cog- noscitivas humanas —como algo fundamentalmente contingente, P,P. STRAWSON 419 dado e inexplicable— que nosotros tenemos sdlo las formas y funciones de juicio, y sélo las formas (espacio-temporales) de la sensibilidad, que de hecho tenemos. Si ello es asi respecto de las formas del juicio, entonces sin duda se seguiré que no puede darse ninguna explicacién adicional acerca de por qué tenemos sélo los conceptos de un objcto en general, las cate- gorias, que de hecho tenemos; ya que precisamente se sostienc que lo tiltimo se deriva de lo primero. Mas atin, el inexplicable caracter de dado o de mera contingencia, de nuestra posesion de justamente estas y no otras funciones del juicio y formas de Ja intuicién, no constituye ninguna objecién, desde el punto de vista critico, para concederles el titulo de “a priori” tanto a los conceptos puros como a las formas espacio-temporales de la sensibilidad. Porque, como condiciones de posibilidad del co- nocimiento empirico de objetos —como definiciones virtuales de lo que para nosotros y para nuestros propésitos cuenta co- mo objetos—, ciertamente no seran ellas mismas empiricas, es decir, derivadas dentro de la experiencia. Nuevamente, podria no importar, desde el punto de vista critico, que se conciba la posibilidad del conocimiento sintético a priori como algo que descansa en un fundamento contingente, una “peculiaridad” (Figentiimlichkeit) humana, para usar Ja palabra de Kant; aun- que el hecho de que lo que es a priori se presente como algo que posee un fundamento contingente, resulta al menos digno de sefialarse (y quiza, para algunos, resulte perturbador). Pero si cambiamos nuestra perspectiva, si nos situarnos un poco fuera del punto de vista critico, podemos legitimamen- te preguntarnos si es realmente tan inexplicable que tengamos justamente las funciones de juicio (Jas formas légicas) y justa- mente las formas espacio-temporales de la intuicién que tene- mos. Tomemos primero las formas légicas. Las operaciones Iégicas fundamentales, 0 las formas de juicio reconocidas en la tabla de Kant, son tales que son reconocidas, y deben ser- lo, en cualquier légica general que se precie de su nombre. Por “operaciones légicas fundamentales” quiero decir: predica- cién (sujeto y predicado), generalizacin (formas particulares y universales), composicién de oraciones (incluyendo negacién, disyuncidn, condicionalidad, etc.). Ahora bien, no es ningdn misterio, sino una verdad analitica, que el juicio incluye concep- 420 SENSIBILIDAD ¥ ENTENDIMIENTO tos, que los conceptos son tales que son aplicables 0 no, a una 0 ms instancias, que los juicios o las proposiciones son suscep- tibles de verdad 0 falsedad. A partir de consideraciones de esta indole no es demasiado dificil mostrar que la posibilidad de las operaciones ldgicas f{undamentales es inherente a la naturaleza misma del juicio o de la proposicién. Wittgenstein expresé esto con su caracteristica oscuridad epigramatica cuando escribid en el Tractatus: “Cabria decir: la unica constante légica es lo que todas las proposiciones tienen, por su naturaleza, en comin unas con otras. Pero esto es la forma general de la proposi- cién”.’ Por supuesto que hay diferencias entre los recursos de la notacién y las formas reconocidas por los diferentes sistemas de légica general, especialmente entre las formas que Kant lista y aquellas que encontramos en la légica clasica moderna (es- tandar). Pero a pesar de sus diferencias en claridad y poder, en ambos sistemas se reconocen las mismas operaciones légicas fundamentales. Parece ciertamente claro, entonces, que el pro- pio Kant concebja las verdades de la ldgica y los principios de la inferencia formal como analiticos. Pero entonces, uno podria preguntar, ¢por qué no concibié también las formas de la légica, las operaciones fundamentales de la légica, como analiticamen- te implicitas ellas mismas en la nocién misma de juicio? Silo hubiera hecho asi, dificilmente habria dicho que estaba mds alld de toda explicacién por qué tenemos “justamente éstas y no otras funciones del juicio”. La tinica respuesta que puedo pensar pa- ra mi pregunta —la pregunta de por qué no lo concibié asi— me lleva ala idea de un intelecto que no es en absoluto discursivo, si- no puramente intuitivo: a la idea de una “intuici6n intelectual”. Pero ésta no es realmente una respuesta. Porque un intelecto intuitivo, no discursivo, que no requiriera de intuici6n sensible, que, por asi decirlo, fuera capaz de crear sus propios objetos de conocimiento, presumiblemente tampoco tendria necesidad de Juicio. (Sin embargo, digo esto tentativamente ya que no tengo més nocién que Kant de lo que serfa Ja intuicién intelectual.) 1 Ludwig Wittgenstein, Tractatus LogicoPhilosophicus, trad. de D. F. Pears y B. F, McGuinness (Londres, 1961), 5.47. He argumentado la misma tesis en forma mds extensa y compleja en “Logical Form and Logical Constants” en Pranab Kumar Sen (ed.), Logical Form, Predication and Ontology, (India, 1982), pp. 1-17. P.£. STRAWSON 421 Qué podriamos decir ahora acerca de Ja doctrina de que es un hecho bruto inexplicable de la sensibilidad humana que tengamos justamente las formas espaciales y temporales de la intuicién que de hecho tenemos? ¢Es realmente inexplicable? éSimplemente sucede de manera inexplicable que lo espacial y lo temporal son Jos modos en los que nosotros somos sensiblemente afectados por objetos? Pues bien, una explicacién, o un fanda- mento de explicacién, muy simple, podria ser éste: los objetos, incluidos nosotros mismos, son objetos espacio-temporales, es- tn en el espacio y el tiempo —donde por “objetos” no sélo entendemos “objetos de conocimiento posible” (aunque tam- bién), sino los objetos —incluyéndonos a nosotros mismos— tal como realmente son, o como son en si mismos. La razén por la cual ésta serfa una explicacién adecuada es bastante direc- ta, concediendo tan sdlo que ciertamente somos criaturas cuyo intelecto es discursivo y cuya intuicién es sensible. Pues tales criaturas tienen que emplear y aplicar en el juicio conceptos generales a los objetos de la intuicin sensible; la nocién misma de la generalidad de un concepto implica la posibilidad de ob- jetos individuales numéricamente distinguibles que caen. bajo uno y el mismo concepto; y, una vez concedido que los obje- tos son ellos mismos espacio-temporales, entonces el espacio y el tiempo ofrecen el tinico ambito necesario de la realiza- cién de esta posibilidad en la intuicién sensible de objetos. Digo “tinico 4mbito necesario” porque, a pesar de que los ob- jetos espacio-temporales distinguibles que caen bajo el mismo ‘concepto general, podrian ciertamente ser distinguibles de mu- chas otras maneras, la tinica manera en que no pueden dejar de ser distinguibles —la inica manera en que son necesariamente distinguibles— es respecto a, su ubicacién espacial y/o tempo- ral. (Repito aquf un argumento que usé en otro lado,’ pero dada su importancia parece pertinente repetirlo aqui.) He argumentado que danio nuestra posesién de justamente Jas funciones légicas del juicio (y por tanto, presumiblemente, justamente los conceptos puros) que de hecho poseemos, como 2 Enlas conferencias introductorias regularmente dadas en la Universidad de Oxford; ver también P. F, Strawson Analyse et Métaphysique (Paris, 1985), p. 66. 422 SENSIBILIDAD Y ENTENDIMIENTO nuestra posesién de justamente las formas espacio-temporales de la intuicién que de hecho poseemos, admiten bajo ciertos su- Puestos una explicacién perfectamente adecuada. Dos de estos supuestos —a saber, que nuestro intelecto es discursivo y nuestra intuicién sensible— son admitidos e incluso proclamados por el propio Kant. El tercer supuesto —a saber, que los objetos, inclu- yéndonos a nosotros mismos, tal como son en sf mismos, son cosas espacio-temporales— es un supuesto que aparentemente Kant rechazarfa, aunque tal vez no esta enteramente clara la significacién de este rechazo. Pero hay una cuestién mas importante que destacar, y es la siguiente. Nada de lo que he dicho es, por sf mismo, suficiente para desafiar por un momento el status del espacio y el tiem- po como formas a priori de la intuicion. Pues, sean cuales sean las modalidades sensoriales que medien empiricamente la in- tuicién espacio-temporal de los objetos, ésta parece ser, incluso con mas fuerza que antes, la unica condicién fundamental de cualquier conocimiento empirico de objetos. De manera simi- lar, dado el status que he reclamado para las funciones légicas del juicio, si la derivacidn de las categorias a partir de las formas del juicio y su subsecuerite deduccién son correctas, se segui- ra que ellas también tienen un status paralelo al de las formas de Ja intuicién sensible como condiciones a priori del conoci- miento empirico. Por consiguiente, nada de lo que he estado diciendo amenaza este aspecto del trascendentalismo kantiano. Igualmente, y de manera mds obvia, nada amenaza su realismo empirico. Pero, équé hay respecto de su versin del idealismo, la apa- rentemente tajante distincién entre cosas en si y apariencias, siendo sélo estas tltimas objetos de conocimiento empirico? La pregunta aqui es cémo interpretar esto. Si, de acuerdo con el concepto puramente negativo de notimeno, el pensamiento de las cosas en si ha de entenderse simple y solamente como el pensamiento de las mismas cosas de las que es posible el conoci- miento humano, pero el pensamiento de ellas en total abstraccién de lo que se ha mostrado (0 al menos argumentado) que son las. condiciones de la pasibilidad misma de cualquier conocimiento semejante, entonces seguramente se tiene que concluir que tal pensamiento cs vacio; porque la doctrina de que no podemos P. F. STRAWSON 423 fener conocimiento alguno acerca de las cosas come son en si mismas se reduce a Ja tautologia de que no es posible ningun conocimiento de las cosas excepto bajo las condiciones que lo ha- cen posible, 0: que s6lo podemos conocer de las cosas lo que podemos conocer de ellas. En tal caso, aunque el realismo em- pirico esta seguro, el “idealismo” del “idealismo trascendental” de Kant serfa poco ms que una etiqueta [token name], o seria, alo sumo, el reconocimiento de que aunque ciertamente pode- mos tener conocimiento de las cosas, puede haber algo mas en la naturaleza de esas cosas que lo que nosotros podemos saber de ellas —un reconocimiento que la mayoria de nosotros estaria felizmente dispuesto a hacer. Sin embargo, creo que tiene que admitirse que esta lejos de ser claro que ésta sea la interpretaci6n originalmente pretendi- da, o al menos Ia interpretacién consistentemente pretendida, de la distincién entre apariencia y cosa en sf. Y si no lo es, nos enfrentamos con un montén de dificultades que ya nos son fa- miliares (acerca de las relaciones entre un mundo suprasensible y un mundo sensible), que no seria pertinente traer ahora a co- lacion. [Traduccion de Isabel Cabrera] ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT: ESCEPTICISMO, APRIORICIDAD Y PSICOLOGISMO* PATRICIA KITCHER I Immanuel Kant es quiz4 la figura mds importante en la historia de la epistemologia. Sin embargo, por lo general, los epistemé- logos contemporaneos han ignorado su obra. No es un misterio por qué ha sucedido esto. Segtin la metodologia filoséfica del momento y las lecturas actuales de Kant, sus clasificaciones epistemoldégicas 0 bien estaban equivocadas o bien cran muy confusas. Como todos sabemos, Kant formulé su investigacién episte- mol6gica en términos de reivindicar la posibilidad del conoci- miento sintético a priori. Los epistemlogos actuales se dividen, bdsicamente, en dos grupos: los que aceptan el desdén de Qui- ne por la distincién entre lo analftico y Jo sintético, y los que creen que la analiticidad es todavia una noci6n filoséfica util. Ambos grupos rechazan lo sintético a priori. Los seguidores de Quine consideran la nocién de aprioricidad como opaca 0 co- mo inextricablemente vinculada con la nocién de analiticidad.’ * Originalmente “Revisiting Kant’s Epistemology: Skepticism and Psycho- Jogism”, en Noits, 1995, Vol. 29, pp. 285-315. Traducido con el permiso de la autora y de Notts, 1 Quine (1958) ofrece también otro argumento contra la posibilidad de un conocimiento a priori. Para él, una tesis a priori nunca puede ser revisada. Sostiene que, puesto que todas nucstras tesis son puestas a prueba simulténea- 426 ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT Los filésofos analiticos, que surgieron de la misma tradicién del positivismo légico, concuerdan con Quine en que la tinica fuente seria de conocimiento a priori seria el andlisis concep- tual. Consideran, por lo tanto, que Kant estaba confundido al creer que las afirmaciones a priori podian ser sintéticas. En rea- lidad, en la medida en que son filos6ficamente defendibles, las proposiciones que Kant sostenfa como sintéticas @ priori son solapadamente analiticas. Mas alla de los contrastes que existen entre las proposiciones analiticas y sintéticas y las proposiciones a priori y a posteriori, Kant también recurrié a una tercera clasificaci6n epistemologi- ca: la del conocimiento “trascendental” en oposicién al “empi- rico”. A pesar de que los estudiosos de Kant todavia escriben se- riamente sobre la filosofia “trascendental”, parece que la mayo- rfa de los fildsofos del siglo XX han simpatizado con la idea que Gilbert y Sullivan tenian de lo “trascendental”: “El sentido no importa, pues es sélo una platica ociosa de tipo trascendental”.? Si “sintético a priori” da la impresion de encerrar una contra- diccion y “trascendental” es irremediablemente obscura, enton- ces la epistemologia kantiana parece estar condenada al fracaso. El objetivo de este ensayo es tratar de lograr una resurrecci6n. Mi propésito es argumentar que la opinion tan pobre que existe en Ja actualidad sobre la obra de Kant es consecuencia de una incapacidad de comprender sus categorias epistemoldgicas ba- sicas y, por tanto, su giro trascendental en Ja epistemologia.” mente por la experiencia recalcitrante, podriamos rehusarnos a revisar alguna sélo en la medida en que estemos dispuestos a renunciar a otras. Podria con- siderarse entonces que no toda tesis es revisable, y por lo tanto la nocién de una clase privilegiada de tesis a priori se derrumba, Aunque este argumento ataca directamente lo a priori, se apoya en la misma idea que el argumento contra la analiticidad. En ambos casos, la postura de Quine es que las definiciones que estipulamos o las tesis que nos negamos a revisar son tan arbitrarias que no permiten establecer una distincién de principio. (Abordo el criterio de no revisabilidad de lo apriori en relacién con la defensa que Kant hizo del conocimiento a priori mds adelante.) ® “I You're Anxious for to Shine”, en Patience. 5 La mayoria de los estudios contempordneos sobre Kant no intentan pro- porcionar descripciones sistemticas de sus categorias epistemoldgicas. Asi, por ejemplo, Bennett ofrece una discusién bastante larga de las distinciones analitico/sintético y a priori/a posteriori, Pero su objetivo es argumentar que PATRICIA KITCHER 427 “Trascendental” es su concepto crucial, y también su concep- to mas original. En la préxima seccién echo mano de ciertas ideas que he desarrollado anteriormente, asi como de un nue- vo y significativo estudio realizado por Dieter Henrich, con el fin de ofrecer lo que en mi opinién es un recuento claro y directo del método trascendental de Kant. En virtud de que estn intimamente relacionadas, la interpretacion de la prueba trascendental conduce, de manera natural, a una comprensién igualmente clara de la nocién de Kant de conocimiento a priori. La seccién 3 ilustrara el método trascendental de Kant, al mostrar de qué manera se le puede usar en contra de varios desafios escépticos. Sin embargo, el resultado ser4 que su mé- Quine tenia razén en que lo analitico y lo a priori deben ir juntos (1966, 4-10). No se ocupa para nada de lo “trascendental”. Guyer (1987) no discute lo “a priori” en detalle sino hasta el capitulo 16 y cuando lo hace no lo relaciona con lo “trascendental”. En cambio, Allison (1983) comienza por considerar el ‘enfoque trascendental de Kant, pero no aclara la relacién de éste con el proble- ma del conocimiento a priori que la Critica tenfa que resolver. (Una excepcién asta tendencia es la de Percboom, 1990, que ofrece un minucioso andlisis de lo “trascendental” y lo “a priori”. Discuto brevemente esta descripcin en la pagina 458 y en la nota 12.) ‘Supuestamente, el hecho de que los intérpretes contemporineos hayan guardado un silencio casi total sobre estos temas significa que consideran que las nociones de Kant del “conocimiento trascendental”, el “conocimiento a priori” y el “juicio analitico” ya no suscitan problemas de comprensién. Sin embargo, la fuente de este consenso 110 estd tan clara. Entre los epistemélogos contempordneos, la cuesti6n del “conocimiento a priori" (Moser, 1987) y la de la “proposicién analitica” (Quine, 1953; Surawson y Grice, 1956; Burge, 1992) son muy debatidas, ademas de que, como ya se mencioné, casi munca abordan el tema del conocimiento trascendental. Si consideramos los estudios kantianos mas antiguos, Kemp Smith ofrecié una breve historia de los términos “trascendente” y “trascendental”. Smith sos- tenia que la nocién de “trascendental” propuesta por Kant cra ambigua entre una “teorfa de lo a priori”, el “a priori” mismo, y las “facultades a priori” (1923, 78-76), aunque no hizo ningtin esfuerzo por resolver estas supuestas tensio- nes. Por tanto, no logré proporcionar una descripcidn clara y atractiva de la relaci6n entre lo “trascendental” y lo “a prion”. (Véase la nota 13 para una so- lucién de la supuesta ambigtiedad y las paginas 436-438 para una descripcién de la relacién entre “trascendental” y “a priori”.) H. J. Paton argumenté que la raiz del significado de “trascendental” tenia que ver con “origenes”, pero no intenté relacionar ese significado con el problema de lo a priori, aunque en el parrafo siguiente hizo una suave transicién al tema del conocimiento a priori (1936, vol. I, 228-229; véase también 226-227). 428 ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOCIA DE KANT todo trascendental no es sélo un medio eficaz para combatir el escepticismo, sino que también conduce a un nuevo ¢ ilumina- dor modelo de la situacién épistémica humana. En la seccién 4 defenderé la proposicién central, y por demas sorprendente, de este ensayo: tanto el método trascendental de Kant como el modelo epistémico que éste incorpora ofrecen una manera verosimil para establecer las proposiciones sintéticas a priori. La seccién 4 también establecerd los fundamentos para el argu- mento de la secci6n 5, segiin el cual el modelo de Ia epistemo- logia de Kant puede aclarar la cuestién relativa al papel propio de la psicologia dentro de la epistemologia y, de esta manera, anticipar el debate contempordneo sobre la naturalizacién de la epistemology. El escepticismo, la aprioricidad y el psicologismo no ago- tan la epistemologia kantiana, pero s{ desempefian un papel decisivo en cualquier evaluacién de ella. Para Kant, su contri- bucién caracteristica consistfa en un nuevo método para esta- blecer las proposiciones sintéticas a priori; las primeras criticas de la filosofia trascendental se concentraban en su aparente dependencia de la psicologia, aunque ésta no haya sido suficien- temente explicada ni defendida;' y los intérpretes mds recientes han intentado rescatar la reputacién de Kant presentandolo como opositor del escepticismo.> Al argumentar —contra Jas opiniones predominantes— que el uso que Kant hace de la psi- cologia era completamente apropiado, incluso para defender la posibilidad de un conocimiento a priori, y que sus argumentos antiescépticos eran muy s6lidos, espero mostrar que revisar su epistemologia bien vale el esfuerzo interpretativo. u Kant introdujo el término “trascendenta]” para indicar la nove- dad de su filosofia. En varios pasajes intent6 explicar con exac- * Bona Meyer (1870) ofrece un panorama de las primeras criticas psico- logicas, incluyendo las poderosas discusiones de Jacob Friedric Fries y Karl Leonhard Reinhold. Segiin Bona Meyer, estas primeras exposiciones, sobre todo la de Fries, formaron la base de las pasteriores y bien conacidos juicios de Fichte y Schopenhauer. 5 Por ejemplo, Bennett, 1966; Strawson, 1966; Walker, 1978; Guyer, 1987. PATRICIA KITCHER 429 titud lo que el conocimiento trascendental suponia, y ofrecié también una clave muy importante para comprender bien este término critico. En un pasaje famoso, hizo una analogia entre la deduccién wrascendental de las categorias y lo que los juris- tas contempordneos Ilamaban “deduccién” (A 84/B 116). Estos pasajes y esta clave nos proporcionan dos firmes anclas para la interpretacién de la epistemologia “trascendental” de Kant. Norman Kemp Smith pone en su {indice tres pasajes que ofre- cen definiciones de “trascendental”, A11/B 25, A296/B 252 y A720/B 748, y uno que define “deduccidn trascendental”, A86-87/B 118-119.° Sin embargo, el segundo pasaje sdlo pro- porciona un contraste, confuso, con el término “trascendente”, y el tercero un contraste con las poco usuales opiniones de Kant acerca de la construccién intuitiva en las matematicas.” Ademas de estos pasajes que Kemp Smith toma como elucidaciones, yo agregaria los siguientes: A56/B 80-81, que tiene la intencién manifiesta de aclarar el uso que Kant hace de conocimiento “trascendental”, y A64-66/B 89-91, que introduce la Analiti- ca Trascendental, y A’783/B811, que describe el 4mbito del conocimiento wascendental. Tenemos entonces cinco pasajes decisivos (en orden de aparicién en la Critica [el subrayado es mio; indico las cursivas de Kant mediante e] uso de versalitas]): [1] Llamo TRascenpenTaL todo conocimiento que se ocupa, no tan- to de los objetos, cuanto de nuestro modo de conocerlas, en cuanto que tal modo ha de ser posible a priori (A11/B 25, traduccién modificada.)* 5 Kemp Smith enlista otros pasajes que pertenecen a los otros usos que Kant hizo de “trascendental”, como, por ejemplo, “idealidad ¢ idealismo tras- cendental” y “facultad trascendental”, Me ocupo de algunas de las relaciones entre estos usos en Ia nota 13. 7 Seguin Kant, los conceptos matematicos siempre pueden ser construidos y por tanto exhibidos por la intuicién. En cambio, las proposiciones tras- cendentales de la raz6n no pueden construirse por Ia intuicién; sdlo ofrecen principios para la sintesis de intuiciones empiticas posibles. Es decir, las ca- tegorias estén comprendidas en la construccién, pero sélo sobre la base de los datos sensoriales dados, mientras que en mateméticas, Kant crefa que las intuiciones podian ser construidas en intuicién “pura” (A.720/B 748). 8 Todas las citas dela Critique of Pure Reason emplean la paginaci6n comin Ay B. Yo indicaré cudndo me alejo de la traduccién de Kemp Smith de 1929. 430 ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT [2] No todo conocimiento a priori debe Hamarse trascendental, sino sdlo aquel mediante el cual conocemos que determinadas representaciones (intuiciones 0 conceptos) son posibles o son em- pleadas puramente a priori y cémo lo son. El término “trascenden- tal” se refiere a quel conocimiento que s¢ ocupa de la posibilidad @ priori de conocimiento o de su uso a priori. Por ello, ni el espacio ni ninguna determinacién geométrica a priori del mismo consti- tuye una representacién trascendental. Sélo puede Uamarse repre- sentacién trascendental el conocimiento de que tales representactones no poseen origen empirico... (A56/B 80-81, traduccién modificada) [3] La analitica trascendental consiste en descomponer todo nues- tro conocimiento a priori en los elementos del conocimiento puro del entendimiento. Con tal objeto hay que destacar los siguiente puntos acerca de los conceptos: (1) que dos concepios sean puros y no empiricos; (2) que pertenezcan, no ala intuicién y a la sensibilidad, sino al pensar y al entendimiento. .. Por analitica de los conceptos no entiendo el andlisis de los mis- mos 0 el procedimiento corriente en las investigaciones filosdficas consistente en descomponer, segiin su contenido, los conceptos que se presentan y en clarificarlos, Entiendo, por el contrario, Ja pEscoMPosiciON —-poco practicada todavia— DELA CAPACIDAD MISMA DELENTENDIMLENTO, a fin de investigar la posibilidad de los concep- tos a priori a base de buscarlos sdlo en el entendimiento como su lugar de procedencia y a base de analizar el uso puro de esta facultad. Tal es la tarea propia de una filosofia trascendental. (A 64-66/B 89-91) [4] (Una deduccién empirica de los conceptos a priori es una ta rea completamente inuitil] por lo tanto, una deduccién de estos conceptos. .. debe ser trascendental. ...[De nuevo] una pepucci6n de los conceptos puros a priort jamés se produce de esta manera [empfricamente]... Pues en vis- ta de su empleo subsecuente..., estos conceptos han de exhibir una partida de nacimiento enteramente distinta a ia de una procedencia empirica. (A 86-87/B 118-119) (5) En el conocimiento trascendental, siempre que se refiera sini camente a conceptos del entendimiento,” es fa posibilidad de la experiencia la que desempena este papel de guia... La prueba [trascen- dental] prrocede mostrando que la experiencia misma, y por tanto, et Al referirme a otros escritos de Kant, cito la paginacién de la traduccién que ‘empleo mas la ubicacién del pasaje en la Academy Edition de las obras de Kant (Kant, 1902-), 9 El contraste implicito es con las opiniones de Kant acerca de la prueba matemitica. Véase Ia nota 7. PATRICIA KITCHER 431 objeto de la experiencia, seria imposible sin dicha conexién [entre conceptos]. (A'783/B 811) A pesar de la notoria oscuridad de la prosa de Kant, es- tos fragmentos aclaran varias cuestiones. En el primero, Kant nos dice que el propésito central de la epistemologia trascen- dental no son las tesis del conocimiento individual sobre los objetos, sino el modo mismo en que podemos conocer los ob- jetos. El segundo, tercero y cuarto pasajes son particularmente claros y consistentes acerca de otra cuestidn: la epistemologia trascendental trata de los origenes no empiricos de nuestras representaciones mentales de los objetos. La iiltima frase del segundo pasaje dice eso precisamente. Tanto el tercero como el cuarto pasajes se refieren al “lugar de nacimiento” de varios conceptos, que es solo una forma metaférica de referirse a los origenes. En el primer parrafo de la tercera cita, Kant se refiere a ciertos conceptos como “puros”, en el sentido de que no tie- nen un origen empirico, y menciona también que pertenecen al entendimiento y no a la sensibilidad. Es decir, su origen no se encuentra en la experiencia ni en nuestra sensibilidad, sino en el entendimiento mismo, una idea que repite en el segundo parrafo: estos conceptos provienen sélo del entendimiento. La tiltima cita introduce Ja nueva nocién de que el conoci- miento trascendental se refiere a la posibilidad de la experien- cia. Resalta dos veces la misma idea: las pruebas trascendentales proceden considerando Ia posibilidad de la experiencia. A pe- sar de que sélo cito un pasaje, que aparece casi al final de la Critica, Kant menciona muchas veces que su intencion es abrir un nuevo territorio filos6fico al explorar las condiciones nece- sarias de la posibilidad de la experiencia.!° A pesar de que hay muchas controversias sobre las opiniones de Kant, nadie pone en duda la importancia de este proyecto para Ia epistemologia trascendental. Resumiendo: la epistemologia trascendental se ocupa de nuestro modo de conocer los objetos; de manera més especifica, 10 Por ejemplo, A93/B 126, A95, A111, A 156-157/B 195-196, A 185/ B228, A217/B 264, A229/B 269 ss., B 289, A635/B 663, A737/B 765, A 766/ B794, A788/B 816. 432 ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT esta inextricablemente vinculada a la investigacion de la posi- bilidad de que algunos conceptos o representaciones mentales tengan un origen no empirico y est4 también estrechamente ligada a la exploracién de las condiciones necesarias de la posi- bilidad de la experiencia. {Como estan interrelacionados los dos proyectos més especificos? La Critica tiene como propésito jus- tificar nuestro derecho a expresar juicios de conocimiento sinté- tico a priori, por ejemplo, la famosa expresion de que “todos los acontecimientos tienen causas”. Sin embargo, el argumento de Kant procede mostrando que tenemos el derecho de usar cicr- tos conceptos, por ejemplo, un concepto de causa que incluye la idea de universalidad y necesidad. Y, como nunca se cansa de repetir, esa defensa procede argumentando que el uso de di- chos conceptos es absolutamente necesario para la posibilidad de la experiencia.!! De aqui que los dos proyectos definitivos de la “epistemologfa trascendental” se combinen de la siguiente manera: investigando la posibilidad de la experiencia, se des- cubre que ciertas representaciones que no tienen un origen empirico, pero se derivan de nuestras facultades mentales, son necesarias para la experiencia. Alternativamente, la manera de demostrar que poseemos ciertas representaciones que no tie- nen origen empirico, pero que de todas formas podemos usar legitimamente, es mostrar que son condiciones necesarias de la posibilidad de la experiencia misma.!?: 3 1 Véase la nota anterior. 12 Pereboom ofrece una explicacién diferente de la relacién entre los as- pectos genéticos y los justificativos de las pruebas trascendentales: debido a que la mente aporta una caracteristica, éste siempre estd presente en la ex: periencia y, por lo tanto, puede ser descubierta. Es decir, puesto que una estructura tiene su origen en la mente, es universal y puede ser descubierta como tal por una prueba trascendental (1990, 41). No veo cémo la presencia universal de una caracteristica nos ayudard a saber siempre que es universal. Como sostengo mas adelante, es necesario recurrir a la psicologia para deter- minar qué caracteristicas de las representaciones se derivan de los sentidos y cudles se derivan de la mente. Véase, también, B2. Aunque ninguno de los dos establece una conexién explicita con elementos no empiricos, mi andlisis de lo “trascendental” se acerca mas al de Stroud, 1968 y 1977 (véanse pp. 252 y 113, respectivamente) y al de Hintikka, 1972 (véase 274-275). 13 Kant también empleé “trascendental” en otros contextos. Asi, por ejem- plo, afirmaba que la imaginacién era una facultad “trascendental” (A123, PATRICIA KITCHER 433 Antes de abordar la analogia juridica, permitaseme aclarar un poco las dos nociones clave: “la posibilidad de la experien- cia” y “los origenes no empiricos”. Casi todos los comentaristas sefalan que Kant parece usar tanto el sentido mas fuerte como el mas débil de “experiencia”. Como ya he argumentado en otro articulo, hay una forma muy simple de resolver esta dificultad (Kitcher, 1990, pp. 16-17). A Kant le interesaba la experiencia cognoscitiva, y no la atlética o sexual. Sin embargo, existe una variedad de tipos o niveles de experiencia cognoscitiva que de- ben investigarse, como percibir, clasificar, razonar, etc. Cuando Kant hacia referencia a la posibilidad de la experiencia en ge- neral, creo que se referia a las varias tareas cognoscitivas que constituyen todo nuestro repertorio cognoscitivo. Para evitar la posibilidad de una ambigiiedad viciosa, diré que Kant explora- B 151-152) y que la representacién del espacio era “trascendentalmente ideal” (A28, B44). Sin embargo, al menos en la Critica, los sentidos psicolégico y metafisico de “trascendental” presuponen el sentido epistemoldgico [véase Prolegomena, 1786, 41, donde Kant sugiere que “la palabra ‘trascendental’, con la cual nunca nos referimos al conocimiento de los objetos, sino s6lo al de Ia facultad cognoscitiva”]. Esto se debe a que los fundamentos para nombrar una facultad o una representaci6n “trascendental” son precisamente que una prueba trascendental ha demostrado que dicha facultad o dicha representa- cién (1) no esta impulsada por datos sensoriales 0 no se deriva de éstos y (2) ¢s, sin embargo, necesaria para la posibilidad de la experiencia. Por ejemplo, concluyé que tenemos una facultad “trascendental” de la imaginacién (A123), al angumentar que toda apariencia incluye “una multiplicidad, es decir, son va- rias las percepciones que intervienen separada ¢ individualmente en la mente, les hace falta una cohesién que no pueden tener en el sentido mismo”, de aqui que la imaginacion “sea un ingrediente necesario de la misma percepcién” (A120 y A120n, traduccién modificada). En ef caso del espacio, argumenté que su representacién “no era un concepto empirico que ha sido derivado de la experiencia externa.... [sino que] la experiencia externa era ella misma po- sible sélo a través de dicha representacién” (A 23/B 8, véase A 30/B 46; véase también A30/B 46 que hace las mismas obser vaciones acerca del tiempo). Aunque Kant relaciona firmemente la idea de la prueba trascendental con la posibilidad de la experiencia, afin de cuentas su empleo se torna algo ambiguo, pues también denomina a ciertas ideas de la razén como “trascendentales”, aunque se sitian mds all de los limites de la experiencia (A 409/B 436). Aun asf, estas ideas “tienen un uso regulativo, indispensablemente necesario”. Son indispensablemente necesarias para extender lo més posible el alcance del conocimiento empirico, Agradezo a Henri Allison el haberme hecho recordar el status un tanto extraiio de las ideas trascendentales. 434 ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOG[A DE KANT ba las condiciones necesarias para tal o cual tarea cognosciliva en particular. Aunque no se puede evitar en los textos, el papel clave de “las representaciones de origen no empirico” genera una difi- cultad aparente. En su respuesta a Eberhard, Kant afirmé que “a Critica en absoluto admite ninguna representaci6n innata o divinamente implantada” (Kant, 1790, p. 135. Enfasis del origi- nal, AA VIII: 221). A pesar de que esta negativa parece tener un caracter decisivo, Kant agregé una salvedad importante. Aun- que todas las representaciones fueran adquiridas, habia algunas —incluyendo el espacio, el tiempo y las categorias— que eran “adquisiciones originales”.'4 La enigmatica expresi6n, “adquisicién original”, es, a su vez, un préstamo explicito de la terminologia legal. Significa, ba- sicamente, que los propietarios no pueden adquirir un titulo sobre algo ni comprandolo ni por medio de una cesién de los propietarios anteriores, sino por sus propias acciones. Seguin lo explicé Kant en la Doctrina del Derecho, esas acciones incluyen el reconocimiento de que un objeto no tiene un propietario an- terior, la declaracién de que la personas opta por apropiarse el objeto, y la defensa de Ia apropiacién al apelar a una ley con Ja que todos los involucrados puedan estar de acuerdo (1797, 80-81, AA VI: 258-259). A pesar de que Kant por lo general se esmeraba en distinguir entre la raz6n practica, que podia crear sus objetos propios (en este caso, la propiedad de algo que anteriormente no se poseia), y la razén teérica, que no podia hacerlo (por ejemplo, Bix-x, A550/B 578), el motivo central de ta analogia era, supuesta- mente, que en el caso del espacio, el tiempo y las categorias, las acciones de la mente en la adquisicién del conocimiento eran creativas. Debido a que la analogfa era poco usual para Kant, y crucial para comprender su postura sobre el innatismo, pre- sento aqui una larga cita de sus reflexiones: "4 En sus comentarios sobre un borrador anterior, tanto Lorne Falkens+ tein como Derk Pereboom sefalaron que la negacién del innatismo por parte de Kant en su respuesta a Eberhard se basa en un sentido idiosincratico de “nnato”. Falkenstein sugirié que el empleo de Kant debe ser comprendido a la luz de la nocién de “adquisicin original”. Lo que analizaré a continuacion est basada en las titiles observaciones de estos dos autores. PATRICIA KITCHER 435 Hay, no obstante, una adquisicién original (como Ia Haman los profesores de derecho natural), consecuentemente también de aquello que antes no existia ni, por lo tanto, pertenecia a otra cosa antes del acto. Esto es, como muestra la Critica, antes que nada la forma de las cosas en el espacio y el tiempo, y en segundo lugar, la unidad sintética de la multipicidad bajo conceptos; pues ninguna de ellas es puesta por nuestra facultad de conocimiento a partir de los objetos que le son dados. .., mas bien surge a priori de si misma. Debe haber un fundamento en el sujeto que haga posible que dichas representaciones sc originen de ésta y no de otra manera, y que sea capaz de referir a aquelos objetos que ain no han sido dados. Este fundamento al menos es innato. El fundamento de la posibilidad de la intuicién sensible es la mera receptividad particular de la mente, en tanto, cuando es afectado por algo (a través de la sensacién), recibe representacio- nes que estan de acuerdo con su constitucién subjetiva. Sdlo este primer fundamento formal es innato, por ejemplo: cs innata la posibilidad de una representacién en el espacio, pero no la repre- sentacién espacial misma. Porque para la representacién de un objeto, siempre se requieren impresiones que despierten la capa- cidad de conocimiento. (AA VU: 221-222) En estos pasajes, parece que Kant hace una elaboracién de sus abservaciones cripticas de B2, que dicen que aunque to- do conocimiento empieza con la experiencia, no por eso todo conocimiento surge de la experiencia. Algunos aspectos de las representaciones son adquiridos por la manera original que la mente tiene de reaccionar a Jos datos sensoriales produci- dos por la experiencia, de tal forma que estas caracteristicas de las representaciones son creados por la mente a partir de sus propios recursos y no se derivan de los datos sensoriales de la 15 “On a Discovery” [“Sobre un descubrimiento segiin el cual toda nueva critica resulta superflua ante otra anterior”) ¢s varios afios posterior a la Cri- ica, Sin embargo, la doctrina de que ciertos aspectos de las representaciones reflejaban las formas que la mente tenia de reaccionar a los datos sensoriales que recibia, qued6 claramente articulada en la Inaugural Dissertation [De mun- di sensibilis atyue intelligibilis forma et principiis]: “Porque las cosas no pueden aparecerse a los sentidos bajo ningiin otro aspecto, sino mediante una facultad del alma que coordine todas las sensaciones segiin una ley estable ¢ insita en su naturaleza”, (Kant, 1770, 71, AAIE: 404) 436, ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT experiencia, a pesar de que seria imposible tener las represen- taciones sin estos datos sensoriales.! Después de estas dos aclaraciones, el giro “trascendental” de Kant en cuanto a la explicacién y la justificacién del cono- cimiento puede resumirse asi: la epistemologia trascendental investiga las condiciones necesarias de la posibilidad de llevar a cabo varias tareas cognoscitivas con el fin de demostrar que esas condiciones necesarias son ciertas caracteristicas de las re- presentaciones, que no se derivan de los sentidos pero si de la constitucién misma de la mente. El contraste se establece con el conocimiento empirico. En este caso, la tarea de la epistemolo- gia es justificar las pretensiones de conocimiento, mostrando de qué manera varias percepciones ¢ inferencias apoyan determi- nados juicios —sin preguntarse cémo es posible que los sujetos cognoscentes perciban, infieran 0 juzguen. Aunque Kant le dio una gran prominencia a su analogia con las deducciones juridicas en la Critica, no fue sino hasta 1989, con el articulo de Dieter Henrich, “Kant’s Notion of a Deduc- tion and the Mcthodological Background of the First Critique”, cuando se le consideré en mds detalle. Seguin Henrich, las de- ducciones legales fueron escritas con el propésito de dirimir disputas sobre derechos de propiedad 0 privilegios. Las deduc- ciones sdlo eran apropiadas para los derechos adquiridos y no para los innatos, Aunque las deducciones empleaban hechos, existia una distincién crucial entre cuestiones de hecho y cues- tiones de derecho. Henrich resume el fundamento y el modus operandi de las deducciones legales de la siguiente manera: Para decidir si un derecho adquirido es real o es sdlo una pre- suncién, es necesario rastrear legalmente hasta sus origenes la posesién que alguien reclama, El proceso por el cual se da razon de una posesién 0 un uso mediante la exposicién de su origen, de tal manera que la legitimidad de la posesi6n resulte clara, es lo que define una deduccién. (...} Esto implica que, por definicién, una deduccién tiene que remitir a un origen. (1989, 35. Ver supra, p. 402.) 16 Aunque enriquece la explicacién, este punto de vista es compatible con el enfoque que tomé en torno a las observaciones innatistas de Kant, en Kite cher, 1990, 37. PATRICIA KITCHER 437 Como sefiala Henrich, una vez que se aclara el significado ori- ginal de “deduccién”, no exisee ningun misterio acerca de por qué la nocién metodolégica de una deduccion y la cuesti6n epis- temoldgica del origen del conocimiento estan completamente interrelacionadas en la Critica, Concluye diciendo que ya es- tamos en una buena posicién para comprender la pregunta distintiva de Kant: écémo es posible tal o cual fragmento de conocimiento? La pregunta no inquiere por una u otra condicién suficiente de nuestra posesién de conocimiento. Al poner en cuesti6n la legiti- midad de nuestra pretensién de poseer un conocimiento genuino, busca descubrir y examinar ef verdadero origen de nuestra pretension 9, con ello, la fuente de su legitimidad. (Henrich, 1989, 35. Ver supra, p- 403. El subrayado es mio.) Aqui me separo un poco de Henrich. Como ya lo mencioné, resulta claro en el texto que Kant tenfa la intencién de defender el uso legitimo de las categorfas al revelar que éste era indis- pensablemente necesario para la posibilidad de realizar varias tareas cognoscitivas. Por lo tanto, no estoy de acuerdo con Hen- rich en que Kant establecié o pudo establecer la legitimidad del principio de la causalidad universal, digamos, sélo demostran- do que algunas caracteristicas de la representacién de causa tienen su origen en el entendimiento (Henrich, 1989, p. 36. Ver supra, pp. 403-404). Esto se debe a que una caracteristica podria tener dicho origen, y aun asi no constituir una base ade- cuada para la cognicidn.1” La situacién es mas compleja. A Kant Je interesaba tanto la posibilidad de reivindicar el conocimiento sintético a priori como la de la cognicién misma; le interesaba el origen de las caracteristicas del concepto causal, pero también 17 Kant consideraba a las facultades de manera teleoldgica (por ejemplo, 1785, 11, AA IV: 395). Sin embargo, no creia que un juicio podfa defenderse sélo rastreando su origen en la funcién natural de una facultad. Obviamente, ta btisqueda natural de la razdn por alcanzar la integridad no justificaba de ninguna manera las tesis metafisicas que él consideraba como la consecuencia directa de esta propensién (por ejemplo, A 338/B 396.ss.). En la seccion IV presento lo que considero que es el criterio de Kant para distinguir cudles de las aportaciones de la mente a los juicios constitufan bases legitimas para el conocimiento (pp. 455-456). 438 ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT el origen de la experiencia cognoscitiva a un nivel mds general. Asi, la deduccién trascendental procede mostrando que ciertos tipos de tareas cognoscitivas sélo pueden ser posibles porque empleamos, por ejemplo, un concepto de causa que incluye ca- racteristicas que no tienen un origen empirico, sino que son proporcionadas por el entendimiento mismo. Asif es como, en mi opinién, se debe establecer la legitimi- dad de nuestro derecho a usar el concepto.'® En Ia siguiente secci6n, consideraré esas pruebas trascendentales y evaluaré su efectividad como respuestas al escepticismo. En la secci6n 4 consideraré posibles criticas, incluyendo la afirmacién de que no pueden reivindicar el conocimiento a priori. En el resto de es- ta seccién, mostraré cémo esta comprensién del conocimiento “trascendental” puede iluminar las otras dos distinciones epis- temolégicas de Kant, a saber, lo a priori frente alo a posteriori y lo analitico frente a lo sintético. Kant empleé “a priori” en relacién con cuatro ideas dife- rentes.!® Su argumento original sugiere que la aprioricidad es primordialmente una propiedad del conocimiento y que dicho conocimiento es completamente independiente de la experien- cia (B2). Poco después de introducir el conocimiento a priori, ofreci6 dos criterios formales por medio de los cuales es posible distinguir las proposiciones a priori: son universales y necesa- rias (B 3). Estos dos usos no han ocasionado muchas dificulta- des de interpretacién, pues existe un claro vinculo entre ellos. Las proposiciones a priori, en el sentido de que son universales y necesarias, solo podfan ser establecidas independientemente de la experiencia, puesto que la experiencia no puede ensefiar ni la universalidad ni la necesidad. De acuerdo con estas ca- racteristicas —la independiencia de la experiencia, asi como la universalidad y la necesidad—, muchos comenraristas han su- puesto que Kant estaba involucrado en el andlisis conceptual (por ejemplo, Bennett, 1966, p. 17; Strawson, 1966, p. 88; Alli- son, 1983, p. 162), pues dicho andlisis es independiente de la 18 Discuto con mas detalle este tema en la seccién LV, pp. 455-456. 19 La exposicién que sigue aquf es una extensién de la interpretacién de “a priori” ofrecida originalmente en 1990, pp. 15-18, PATRICIA KITCHER 439 experiencia y los filésofos analiticos han considerado que es capaz de proporcionar conclusiones que conllevan necesidad. No obstante, esta lectura ignora dos importantes usos de @ priori que tienen igual importancia. A menudo Kant relaciona- ba la aprioricidad con la cuestién del origen: Ahora bien, nos encontramos con algo muy singular: incluso en- tre nuestras experiencias se mezclan conocimientos que han de tener su origen a priori y que tal vez sdlo sirven para dar cohe- sidn a nuestras representaciones de los sentidos. (A2, traduccién modificada; gf B5) Ademés, relacioné directamente la aprioricidad con la no- cidén de “trascendental” y explicé que el conocimiento @ priori se adquiere realizando pruebas matemiticas y trascendentales (A 782-783/B 810-811). Considerando esta explicacién de “trascendental”, incluyen- do la analogfa juridica, es posible comprender con exactitud por qué Kant empleé “a priori” en estos cuatro contextos y establecer las relaciones que existen entre ellos. Asi como los demandantes declaraban que tenfan ciertos derechos, que en- tonces tienen que ser establecidos por medio de una deduccién, ciertas proposiciones anunciaban, por su misma forma légica (son universales o necesarias), que eran independientes de la experiencia. Para que este status tan poco usual se pudiera sos- tener en el caso de las proposiciones sintéticas, éstas también requerian de una deduccién que mostrara que eran, de hecho, completamente independientes de la experiencia. El error de las interpretaciones mas comunes radica, creo yo, en el hecho de que se detienen en este criterio negativo y después ponde- ran qué puede querer decir la independiencia de la experiencia, s6lo para situarse, por lo general, en algiin tipo de andlisis con- cepwual o quiz en proposiciones auto-verificables.*” Como ya se menciond, sin embargo, Kant ofrecié una explicacién po- sitiva: una proposicién sintética que es independiente de la experiencia se establece mediante pruebas matematicas 0 tras- 20 Por ejemplo, Stroud (1968, p. 253) y Kitcher (1980, p. 16-17) se deciden por las proposiciones auto-verificables. 440 ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT cendentales.?! Y una prueba trascendental procede mostrando que un concepto determinado incluye representaciones que se originan en nuestras propias facultades mentales y que sin cma bargo son condiciones necesarias de la posibilidad de las tareas cognoscitivas. Por ende, el problema del @ priori tiene que ver con una for- ma especial de conocimiento que conlleva independencia de Ja experiencia (aunque no independencia de la posibilidad de la experiencia en general), es decir, conocimiento por medio de una prueba trascendental. Tiene que ver, ademas, con pro- posiciones que son necesarias y universales en forma, y tiene que ver con los origenes de las representaciones. Kant carac- terizé la filosofia trascendental como la “ciencia” del a priori (A 12-13/B 26-27), porque crefa que tenfa una forma especial de mostrar que ciertas proposiciones eran universales y nece- sarias. Segtin esta interpretacién, el a priori kantiano no puede rechazarse junto con las afirmaciones, basadas en la lingiiisti- ca, de filésofos analiticos del siglo XX, o junto con su propia y oscura teoria de la prueba matematica. Como veremos en la seccién 4, las objeciones verdaderas al distintivo método tras- cendental de Kant para establecer afirmaciones a priori, son de un cardcter muy diferente. Kant ofrecié una explicacién muy simple de la distincién entre proposiciones sintéticas y proposiciones analiticas: Los juicios analiticos. .. son por consiguicnte aquellos en que se piensa el lazo entre predicado y sujeto mediante la identidad; aquellos en que se piensa dicho lazo sin identidad se Hamardn sintéticos. (A7/B 11) También dejé bien claro que el objetivo de sus esfuerzos serian las proposiciones a priori que son sintéticas. A pesar de estas indicaciones textuales, muchos intérpretes contempordneos no han sido capaces de resistir la idea de que las proposiciones que Kant intenté establecer eran analiticas y que sus pruebas 21 En un pasaje anterior, Kant sugirié que mediante cl andlisis conceptual podia saberse si las afirmaciones analiticas @ priori eran verdaderas (B 12). PATRICIA KITCHER 441 procedian por medio de algiin tipo de andlisis conceptual pro- fundo.” En dos articulos, Lewis White Beck intent6 sefialar los se- rios crrores que hay detrds de esta estrategia interpretativa tan popular (1967). Ofrecié tres argumentos que parecfan ser con- cluyentes. En primer lugar, sefialé que el uso que Kant hacia de “analitico” es algo ambiguo, y se mueve entre un criterio psicolégico —si el concepto predicado es en realidad “pensa- do” en el concepto de sujeto (A’7/B 11) y un criterio légico, que conlleva algiin tipo [no explicado] de andlisis conceptual (Beck, 1967, pp. 8-9). Sin embargo, la cuestién fundamental es que ninguno de estos usos se relaciona con la idea moderna de que las afirmaciones analiticas son verdaderas por definicién.** En segundo lugar, los puntos de vista que Kant tenfa sobre la definicién, claramente indican que no aceptaria la nocién de “verdadero por definicién”. Kant sostenia que una verdadera definicién debe estar basada en un juicio sintético, porque de- be indicar las caracteristicas que se asocian con el concepto en instancias reales. Como definicién, era analitica. Pero debia su status como definicién a esta verdad sintética subyacente. Por tanto, para Kant las afirmaciones analiticas no eran verdaderas por definicién; las definiciones fundaban afirmaciones anali- ticas en virtud de verdades sintéticas (Beck, 1967, pp. 16-17). Finalmente, Beck advirtié que hubo ya seguidores contemporé- neos de Kant que intentaron reconstruir, en forma analitica, sus afirmaciones sintéticas: una postura que Kant rechaz6 como un mero truce barato (Beck 1967, pp. 13-14, 34-36). A pesar de la fuerza de los argumentos textuales de Beck, el punto de vista de que las llamadas afirmaciones sintéticas de Kant cran solapadamente analiticas ha persistido hasta Taac- tualidad. Parece que existen dos razones para este consenso tan extendido, aunque ins6lito. La primera es que muchos filésofos 2 Por ejemplo, Bennett (1966, p. 17), Strawson (1966, p. 88), Walker (1978, p. 20), Allison (1983, pp. 148, 162), Bencivenga (1987, p. 5). Una excepcién notable es el “Epflogo” a Guyer, 1987. Ver supra. 23 Aunque Burge (1992) distinguc tres diferentes nociones actuales de ana- idad, cree que Kant las combiné, Por razones que expongo en el texto, no creo que Kant sostuviera que ciertos enunciados fueran ciertos meramente por definicién. 442 ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT consideran que el andlisis conceptual es la actividad distintiva de la filosofia. La segunda es que resulta bastante claro que, independientemente del modo como se suponga que operan los argumentos de la deduccién trascendental y del capitulo de los Principios, no constituyen pruebas légicas (0, de serlo, son todas y cada una invdlidas). Por lo tanto, parece que el andlisis conceptual ha sido Ia tiltima posibilidad para establecer conclu- siones a priori. Sin embargo, si consideramos las anteriores inter pretaciones de “trascendemial” y de “a priori", esta segunda razén pierde fuerza. Kant no se ocupaba de las pruebas légicas de propo- siciones a priori, o de nada parecido a una prueba légica. Mas bien intentaba revelar la legitimidad de ciertas caracteristicas de nuestras formas de representar el mundo, llevandolas a sus ori- genes y demostrando que cran indispensables. Como lo apunta Henrich, esta nueva interpretacién permite tener una flexibi- lidad mucho mayor al tratar de imaginar cémo se supone que operan los arguments de Kant (1989, p. 39. Ver supra, pp. 407- 408). Ademds, para algunos filésofos, el ataque de Quine a la analiticidad ha debilitado la fuerza de la primera razén. TL Incluso dentro de los criterios kantianos, hasta aqui mi argu- mentacion ha resultado excesivamente abstracta y metodoldgi- ca, Intentaré ahora Hevar mi interpretacién a un nivel mas con- creto, al mostrar cémo funciona la epistemologia trascendental. En esta seccién, describiré con brevedad cémo el método tras- cendental de Kant puede defender el uso legitimo de algunos conceptos muy cuestionados. En la siguiente, me concentra- ré en la capacidad del método para establecer la aprioricidad. Aunque no creo que a Kant le interesara combatir al escepticis- mo en general, ésta ha sido una lectura muy popular y ofrece un miecanismo adecuado para relacionar sus investigaciones trascendentales con ciertos problemas filoséficos tradiciona- les. Investigar las condiciones necesarias para ejecutar algunas tareas cognoscitivas resulta ser un método bastante efectivo pa- ra combatir algunas preocupaciones escépticas. PATRICIA KITCHER 443, Kant fue explicito acerca de su intencién de defender un con- cepto de causa necesaria (B 5) y fue también muy directo en su argumentacién a favor de una unidad necesaria de la identidad del yo (A 116/B 131-132). Ademas fue muy claro en cuanto a que deseaba demostrar la falsedad del escepticismo cartesiano y berkeleyano, que Kant denomins “idealismo” (B 274 ss.). No obstante, creo que algunas de sus expresiones antiescépticas mis efectivas no tienen lugar en obras especificas, sino en la forma en que establece sus propias posturas positivas. Tanto en la edicién A del Cuarto Paralogismo como en la Refutacién del Idealismo, Kant planted el problema del escep- ticismo cartesiano en términos de la asimetrfa entre lo interior y lo exterior. Para Descartes, la experiencia interna era “indu- bitable” (B 275), porque se “percibfa inmediatamente” (A367). En cambio, la experiencia externa era “simplemente dudosa" porque “s6lo puede ser inferida como causa de percepciones dadas” (A 367, véasc B 274). En la Refutacién, Kant adopt una estrategia ambigua, que consistia en tratar de mostrar que la experiencia interna s6lo es posible si también experimentamos objetos externos. Como Paul Guyer ha argumentado detallada- mente, la prueba procede entonces en varios pasos intermedios cuestionables, tales como la suposicién de que no hay leyes psi- coldgicas (1987, Parte IV passim). Hay que notar, sin embargo, que las opiniones positivas de Kant proporcionan un material muy vasto para criticar las ob- jeciones que Descartes y Berkeley hacian al conocimiento de los “objetos externos”. De nuevo, la clave radica en las supues- tas diferencias entre nuestro acceso a las realidades interna y externa, y por ende entre nuestro conocimiento de ellas. Di- chos escépticos cuestionan nuestra capacidad para conocer la existencia del mundo externo con el argumento de que todos estamos directamente conscientes de nucstras propias ideas. En cambio, se considera que la experiencia interna —Ia conciencia de nuestros propios estados— no es problematica. No obstan- te, como Kant comentaba a menudo, una de las repercusiones mas sorprendentes de su teorfa de las formas de las intuiciones y la sintetizacion necesaria de los estados cognoscitivos es que la experiencia interna es también una “apariencia” (y también se construye a partir de datos dados): “[el sentido interno] nos 444 ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT Presenta, incluso a nosotros mismos, a la conciencia sélo tal como nosotros nos manifestamos a nosotros mismos, no tal co- mo somos en nosotros mismos” (B 152-153). “No me conozco tal como soy, sino s6lo como me manifiesto a mi mismo” (B 158). Este ‘material nos ofrece la base para la mucho menos con- trovertida respuesta que sigue al escepticismo sobre los obje- tos externos. Descartes y Berkeley cuestionan la legitimidad de nuestras referencias a los “objetos externos” porque existe una brecha entre los datos proporcionados a la conciencia y los obje- tos que se infieren de dichos datos. Sin embargo, de hecho, los datos que se han descrito equivocadamente como “dados” a la conciencia, son ellos mismos construidos por la forma del sen- tido interno y la sintesis del entendimiento. De aqui que exista también una brecha entre lo que consideramos conscientemen- te como “dado” a la conciencia (incluso suponiendo, como no Jo hizo Kant, que la introspeccién es infalible) y la materia pri- ma reunida por el sentido interno. Sin embargo, de existir dicha brecha, un Genio Maligno podria manipular nuestros poderes de intuicion y sintesis para crear apariencias que difieren mu- cho de la realidad interna subyacente. Por supuesto, con los objetos externos habria dos brechas, una entre la realidad in- terna y la apariencia interna, y otra entre la apariencia interna y la realidad externa —pero no parece que un doble engajio sea de clase diferente que un engajio simple. Para ser consistentes, entonces, los escépticos tendrian que dudar de todo, incluso de la conciencia de nuestros propios estados, 0 bien renunciar a sus objeciones a las afirmaciones acerca de los “objetos exter- nos”, Alternativamente, un kantiano puede sefialar que el ideal escéptico de la “percepcién directa” es un mito, de tal manera que el hecho de que dichos objetos no puedan ser “percibidos directamente” no constituye una objecién especifica a las refe- rencias a los “objetos externos”. Para acercarnos al problema del a priori, me ocuparé aho- ra del anilisis escéptico realizado por Hume sobre la creen- cia comun en los objetos independientes y continuos (1739, Pp. 1875s.). Puesto que esta discusién es muy conocida, trataré di- rectamente la perturbadora conclusién de Hume.” Llegamos a °4 Aqui estoy de acuerdo con Rosenberg, 1975 (p. 613 ss.) en que una ma- PATRICIA KITCHER 445 creer en la existencia continua (y por ende independiente) de los objetas debido a los efectos de dos mecanismos: un sentimien- to de invariancia que surge en las excepcionales ocasiones en que observamos ininterrumpidamente a los objetos y una ten- dencia a confundir sentimientos similares (1739, pp. 202-203, 199). Como apunté Hume, dichos mecanismos son demasia- do “triviales” y no conducen a un razonamiento firme (1739, p. 217). Sin duda alguna, Kant conocia el problema de Hume.” Ade- mas, la afirmacién de que no tenemos un acceso directo a los objetos era absolutamente central para la filosofia trascenden- tal y Kant comprendio plenamente que tenia que explicar como nos formamos creencias sobre objetos perdurables con base en estados cognoscitivos cambiantes. A pesar de ello, no se ocu- pé explicitamente del escepticismo de Hume sobre los objetos independientes y continuos. Sin embargo, como en el caso ante- rior, sus investigaciones trascendentales acerca de la posibilidad de la cognicién ofrecen una defensa efectiva del concepto de objetos independientes y continuos. Kamt acepté la doctrina empirista basica que propone que la cognicién requiere que adquiramos informacién sobre el mundo mediante la percepcidn sensorial (A 120, B 60). Sin em- bargo, no dio por supuesta simplemente a la percepcién, sino que se embarcé en una investigacién trascendental sobre esta capacidad. {Cémo es posible la percepcién misma? O, mas es- pecificamente, éc6mo podemos formar imagenes perceptuales estables sobre la base de lo que Hume describié adecuadamen- te como el flujo constante de percepciones que “se suceden la una a la otra con inconcebible rapidez” (1739, p. 252). nera fructifera de entender los esfuerzos trascendentales de Kant es considerar que ofrccen nuevas formas de resolver los problemas de Hume acerca de la legitimidad de diversos conceptos. ‘También discuto este ejemplo en Kitcher, 1991, y algo de lo que diré en seguida se deriva de esa exposicién. Alli mi propésito era ilustrar lo que con- sideré que eran las diferencias esenciales entre las maneras de abordar la epistemologia de Kant y de Hume. 25 Kant posefa una traduccién alemana de la Inquiry [Warda, 1922, p. 50], en donde Hume ofrecia una breve pero convincente formulacién de la dificul- tad de inferir desde las percepciones hacia los objetos (1758, pp. 160-162). 446 ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT Elandlisis de Kant es directo: dado que la informacion llegaa través de los sentidos en momentos diferentes (A 99), podemos formar una imagen estable de un objeto completo sélo si la in- formacién que cambia con rapidez y es temporalmente distinta se combina de alguna manera (A 120). Ademéas, los medios de combinacién no pueden ser a través de la ley de asociacin, pues estos trozos de informacién deben unirse en una combi- nacién “que no pueden tener en el sentido mismo...” (A 120). Asi, por ¢jemplo, la imagen perceptual tiene que representar la parte superior de un objeto, por ejemplo de una casa, como algo que se encucntra encima de sus otras partes, independien- temente del orden de la visién. ¢Cémo es posible que este andlisis de las condiciones necesa- rias para la percepcidn se ocupe de las preocupaciones planteadas por Hume acerca de nuestras creencias en los objetos indepen- dientes? Cuando Kant examino la tarea cognoscitiva de repre- sentar objetos (A 104) y de hacer juicios acerca de ellos (B 142), Negé ala misma conclusién que Hume. Para representar los ob- jetos como independientes de nuestros estados cognoscitivos, €s necesario combinar los datos captados a través de los senti- dos de una manera distinta a la ley empirista de la asociacién (A 104-105), Ademis, para hacer cualquier juicio sobre obje- tos, es necesario combinar datos de acuerdo con principios no empiricos que garanticen que el contenido de los juicios resul- tantes serdn sobre objetos, entendidos como independientes de nuestros estados cognoscitivos particulares (B 142). Estos descu- brimientos no Hevaron a Kant al escepticismo porque ya habia mostrado que la mera percepcidn de imagenes estables requie- re también que alguna facultad ordene y combine los datos de las sentidos. Y puesto que una sintesis no asociativa es nece ria incluso para la percepcién, la presencia de otra (o la misma) sintesis no asociativa en formas de cognicién més sofisticadas no deberia generar dudas.26 Permitaseme ahora dar un paso atrds y considerar con exac- titud cémo funciona la estrategia argumentativa de Kant. Hay algo que esta en duda: la legitimidad de referirse a los “objetos 26 Kant sugiere en B 105 que las sintesis comprendidas en la percepcién y el juicio son idénticas y argumenta a favor de esta tesis en B 160. PATRICIA KITCHER 447 externos” o de emplear un concepto de “objeto” que implique una existencia independiente y continua. Kant analizé las condi- ciones necesarias de la posibilidad de levar a cabo dichas tareas cognoscitivas y estuvo de acuerdo con sus opositores (por lo ge- neral Hume) en sus propios resultados: la referencia a “objetos externos” supone rebasar los datos recogidos por los sentidos; (de hecho) emplear el concepto de un objeto requiere de una combinacién de impresiones sensoriales que no tiene una base empirica. Sin embargo, a diferencia de Descartes y Hume, Kant no dejé las cosas asi. Su estrategia consistié en cambio en conside- rar otra tarea cognoscitiva cuyo status no estuviera en duda y mostrar que ésta también se encontraba en Ja misma situacién epistémica que la tarea cuestionada. Asi, la experiencia interna es como la experiencia externa en que ambas son construidas. El argumento en contra de Hume era mas especffico: ta tarea no cuestionada requeria de la mente una aportacién no empi- rica igual o similar a la que originalmente habia hecho que se pusiera en duda la tarea cognoscitiva cuestionada. En el ejem- plo que examinamos, Kant mostré que también simplemente para la percepcién se necesitan las sintesis no asociativas que producen en nuestras creencias sobre los objetos un orden y coherencia mayor que la que se presenta en los datos senso- riales. En el caso de la causalidad, creo que se ha reconocido ampliamente que el argumento procede mostrando que la mis- ma conexién necesaria entre causas y efectos que se requiere para el uso del concepto causal, se requicre también ya mera- mente para determinar la ocurrencia de un acontecimiento en el tiempo.”” Ya he argumentado en otros ensayos que Kant de- mostré que la conexién necesaria entre los estados mentales, requerida para el uso del concepto de “persona”, se requiere también para que seamos capaces de efectuar la més minima tarea cognoscitiva de tener representaciones que tienen conte- nido (Kitcher, 1982). Asf pues, al investigar las condiciones necesarias de Ja po- sibilidad de otras tareas cognoscitivas no cuestionadas, Kant 21 véase, por ejemplo, Beck, 1978, p. 135; Melnick, 1973, p. 80; Allison, 1983, p. 217, y Guyer, 1987, p. 258. 448 ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT defendié tanto la legitimidad de ciertos conceptos como las tareas cognoscitivas en las que éstos funcionan. En tanto que su defensa estaba dirigida en contra de ciertos oponentes es- cépticos en particular, tuvo éxito cuando pudo mostrar que las caracteristicas no empiricas requeridas por las tareas cues- tionadas constituian también caracteristicas que no se podian climinar de tareas admitidas por los escépticos. En este respec- to, las deducciones de Kant eran como las deducciones juridicas del siglo XVIII, en tanto que se ocupaban de antagonistas es- pecificos y de circunstancias de legitimacién que variaban de caso en caso. No obstante, la investigacién de Kant se concentraba me- nos en el escepticismo que en la aprioricidad, y por tanto sus argumentos también tenian la intencién de establecer dos tesis generales para un publico mas amplio: no rechacen un concep- to sélo porque incluye caracteristicas que no pueden atribuirse a la experiencia, pues algunos conceptos a priori son legitimos; ademés, esto se debe a que la mente desempeiia, y tiene que desempefiar, un papel mucho mis activo en todos los niveles de cognicién de lo que antes se habfa aceptado. Para lograr estos dos propésitos relacionados entre si, Kant argument6é que incluso las tareas cognoscitivas ms simples y basicas requerian de ciertas caracteristicas no empiricas que eran aportacién de la mente. Si es asf como operan los argumentos antiescépticos de Kant, équé tan efectivos son? Puede ser tentador contestar, como lo hi- zo Jonathan Bennett hace muchos afios (1966, p. 101), que ese argumento no reivindica ninguna pretensién de conocimien- lo, sino que sélo muestra que nuestra situacién epistémica es mucho peor de lo que los mismos escépticos habfan pensado. Pues ahora parece que no existe nada semejante ala percepcion directa y que incluso los logros cognoscitivos simples, como el de percibir y reconocer la ocurrencia de acontecimientos en el tiempo, ticnen que depender de dudosos mecanismos men- tales. En cierto nivel, esta réplica no puede ser refutada. Si el cscéptico quiere argumentar que cualquier presunto cono- cimiento que conlleve la integracién de la informacién por la mente est4 irremediablemente contaminado, entonces no hay nada mas que decir. Sin embargo, esta postura es muy poco PATRICIA KITCHER 449 atractiva, por dos razones. La mas obvia es que los argumen- tos escépticos ganan su fuerza al mostrar que un fragmento de conocimiento que se crefa seguro carece de dicho status. Pero lo que significa dicha seguridad queda establecido al recurrir a casos contrastantes. Si no hay casos seguros, luego entonces no queda claro qué es lo que se ha perdido.?* No obstante, lo que es mis significativo es que si el escéptico concede que to- dos los aspectos de la cognicién, desde el mas simple hasta el mas complejo, estén impregnados por las aportaciones de Ia mente, entonces habra aceptado precisamente lo que Kant que- ria probar. Esto se debe a que, a pesar de que dio respuestas a una variedad de desafios escépticos, consideraba que el es- cepticismo universal cra algo asi como un tigre de papel (Aix, B 128). En cambio, el propésito central de la epistemologia tras- cendental consistia, como dijo, en explorar la sensibilidad y el entendimiento con miras a descubrir sus aportaciones esencia- les a la cognicién. Una mejor forma de atacar a Kant serfa la de cuestionar las suposiciones que le permitian generar sus resultados. ¢C6- mo podia establecer que las tareas cognoscitivas requieren de aportaciones particulares de nuestras facultades sin hacer supo- siciones psicol6gicas falibles e incluso dudosas sobre la forma en que llevamos a cabo nuestras tareas cognoscitivas? Peor atin, écémo es posible que este tipo de investigacién ofrezca una jus- tificaci6n para alguna pretensién de conocimiento a priori? Esta ¢s la objeci6n critica a la epistemologia trascendental, y la con- sideraré con algun detalle en la préxima seccién. Iv Antes de ocuparme de la objecién, quiero situar, brevemente, el problema de la dependencia de Kant de la psicologia en su contexto histérico, asi como en el contexto de la epistemolo- gia contemporanea. Como ya lo mencioné con anterioridad, las lecturas psicolégicas de Kant predominaban tanto desde un principio, que Kuno Fischer declaré: °8 Creo que Richard Rorty ha caracterizado la carga de los escépticos en. términos similares, pero no he podido encontrar la referencia 450 ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT La cuestién de sila critica de larazdn es metafisica o antropolégica [es decir, psicolégica] constituye un auténtico problema, que no puede evitarse en la historia del desarrollo de la filosofia alemana a partir de Kant. Esta tradici6n interpretativa legé a su fin con la ola de antipsi- cologismo que siguié a los trabajos de Frege en el campo de la légica. La pregunta de Fischer de cémo reconciliar los objeti- vos epistemolégicos de Kant con las constantes referencias que éste hacia a las facultades y representaciones psicolégicas obtu- vo una respuesta muy breve: descarten la psicologia porque es inapropiada al tema (Kitcher, 1990, pp. 6-9). No obstante, en fechas recientes, un gran numero de fildso- fos han puesto en duda la sabiduria de aislar a la filosofia del resto de la investigacién. En particular, el nuevo movimiento de la “epistemologia naturalizada” ha afirmado que la epistemolo- gia deberfa estar al tanto del trabajo que se hace en psicologia, con lo cual vuelve a plantear la pregunta de Kuno Fischer —una pregunta que ha sido ignorada durante mucho ticmpo— acerca de la epistemologia kantiana y poskantiana: écomo es posible que la teoria del conocimiento se relacione con la psicologia sin conyertirse en psicologia? Después de defender a Kant en esta seccién en contra del ataque de que éste dependia excesi- vamente de la psicologia, explicaré en la seccién final cémo su modelo de la situacidn epistémica puede iluminar y justificar la atraccién contempordnea por la psicologia. ¢Qué funcién desempenian las afirmaciones psicolégicas en las investigaciones trascendentales de Kant? El segundo ejem- plo de la seccién anterior sugiere que existen dos funciones, aunque puede ser que una no resulte esencial. En primer lugar, la psicologia puede ofrecer hicidas descripciones de las tareas cognoscitivas que efectuamos: distingue la percepcién de la concepcién. En algunos casos, esta funcién también puede ser levada a cabo por el sentido comin o por la epistemologfa, que también distingue entre percibir, concebir, razonar, etcétera. La segunda funcién consiste en explicar de qué datos dispone la mente sélo a partir de los sentidos. Esta informacién psicolégi- ca tiene una parte crucial en la explicacién que Kant ofrecié de 2 Citado en Bona Meyer, 1870, p. 5. PATRICIA KITCHER 451 Ja percepcién, pues él consideré como algo dado que los datos de la retina son fugaces y estén en flujo constante. Esto es sélo un ejemplo, pero el mismo patrén se repite en muchas discusiones. Al considerar el problema de la identidad personal, Kant estuvo de acuerdo con Hume en que el senti- do interno no ofrecia una representacién de un yo continuo (A 107, B 134); en la Segunda Analogia, partié de la premisa de que el tiempo mismo no podia ser percibido (B 233). A pesar de los intentos por despsicologizar los argumentos de Kant (por ejemplo, Guyer, 1989, p. 67), estas afirmaciones son esenciales para el argumento y, al mismo tiempo, claramente psicolégicas. Para darse cuenta de esto ultimo, sélo es necesario reconocer que cualquiera de ellas podria ser refutada por descubrimicn- tos psicolégicos futuros. Por ejemplo, a pesar de que parece cierta la afirmaci6n de que el sentido interno no ofrece un yo continuo, un estudio disefado con sumo cuidado podria reve- lar una representacién del yo que hasta entonces hubiera sido ignorada. Durante los siglos XVIII y XIX, los criticos de Hu- me y de Kant afirmaban que habfan hecho precisamente ese descubrimiento.5° Por lo tanto, hay que permitir que un escéptico responda que los argumentos de Kant sdlo operan al apelar a suposiciones psi- colégicas falibles. Y aqué la respuesta parece ser completamente directa. Los argumentos de Kant carecen de la certeza que él pretendfa que tenian, y no pueden entonces justificar ninguna pretensién de conocimiento a priori —o quizd de ningtin tipo de conocimiento en absoluto. En el prefacio de la Primera Edicién, Kant anuncié sus intenciones a este respecto: Por lo que se refiere a la certeza, me he impuesto el criterio de que no es en absoluto permisible el opinar en este tipo de con- sideraciones y de que todo cuanto se parezca a una hipdtesis es mercancfa prohibida... Todo conocimiento que quiera sostener- se a priori proclama por sf mismo su voluntad de ser tenido por absolutamente necesario; ello es mds aplicable todavia a la deter minacién de todos los conocimientos puros a priori, la cual ha de servir de medida y, por tanto, incluso de ejemplo de toda certeza apodictica (filos6fica). (A xv, enfasis de Kant) 39 Por ejemplo, Tetens, 1777, p. 393. ejemp P. 452 ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT Las observaciones introductorias de Kant acerca de la cer- teza prestan apoyo a la idea de que su ocupacién consistia en analizar conceptos, pues parece que sélo el andlisis conceptual Uene la capacidad de brindar necesidad. Sin embargo, como argumenta Beck, la sugerencia de que las afirmaciones sintéti- cas de Kant pueden convertirse en proposiciones analiticas y, de esa forma, ser “probadas” por el andlisis conceptual, no pue- de defenderse en los textos. Hay entonces, como lo vio Kuno Fischer, un serio problema interpretativo para comprender cé- mo el Kant que escribié este anuncio para su obra pudo haber recurrido constantemente a la psicologia. Para resolver esta di- ficultad, necesitamos considerar cémo entendia dos frases cru- ciales: “completamente a priori” y “absolutamente necesario”. Aunque Kant insistia en que se concentrarfa en el conoci- miento completamente a priori, es decir, en el conocimiento que era “es absolutamente [ganzlich] independiemte de toda experiencia” (B 2-3), se ha reconocido universalmente que su practica contradecfa esta intencion —o por lo menos la refina- ba en forma significativa. Como ya se ha sefalado, las pruebas trascendentales proceden por referencia a la posibilidad de la experiencia. O, para decirlo mds bruscamente, todas las prue- bas trascendentales son condicionales: si algunas tareas cog- noscitivas muy bdsicas son posibles, luego entonces. . Ademés, aunque Kant hace referencia en el pasaje citado a la “necesidad absoluta”, no empleé la nocién leibniziana en sus discusiones sustantivas. No sostenia que las verdades a priori, y por tanto necesarias, que él crefa haber establecido, fueran ver- daderas en todos los mundos posibles. M4s bien, como intenté explicar, esas afirmaciones serian verdaderas s6lo acerca de los objetos que pudieran ser conocidos por criaturas con nuestras constituciones cognoscitivas (A 27/B 43, B 138).5! Por lo tanto, el énfasis en “absolutamente” es muy engafioso. En todas sus discusiones sustantivas, Kant empleé una nocién de a priori re- lativa al hecho de que ocurren al menos algunos tipos basicos de cogniciones, asi como una nocién de necesidad relativa a nuestras constituciones cognoscitivas. *! Para un punto de vista opuesto sobre la cuestién de la necesidad segun Kant, vease Brook (1993), PATRICIA KITCHER 453 Nada de esto va a satisfacer a los escépticos que exigen una certeza absoluta. Quiz4 Kant solo intentaba alcanzar una nocién de necesidad relativa a la constitucién cognoscitiva humana. Quiz se dio cuenta de que sus resultados eran ciertos, silo eran, s6lo relativamente al hecho 0 los hechos de la cognicisn, es decir, las suposiciones que hizo y que tomé prestadas sobre Jas tareas cognoscitivas que efectuamos y lo que nos reportan nuestros érganos sensoriales, Ademis, incluso si se aceptaran dichas suposiciones, no esta claro cémo Kant podria argumen- tar infaliblemente a partir de ellas hasta llegar a afirmaciones sobre las caracteristicas no empiricas de la cognicién. Cuando estos escépticos dicen que apuntan a la certeza, lo dicen en se- rio. Asi, aunque Kant puede tener un tu quoque efectivo contra los escépticos moderados, los mas radicales tienen una réplica perfectamente adecuada. Gon el objeto de revelar que la cog- nicidn de los objetos no depende, mas que la percepcién, de mecanismos mentales dudosos, Kant tuvo que comenzar a par tir de suposiciones falibles y proccder por medio de inferencias falibles; de ai que fracase su argumento antiescéptico. Cémo ya se mencioné, Kant no tenia mucho interés en com- batir alos escépticos universales. Su postura acerca de los escép- ticos que exigen una certeza absoluta es menos clara (Kitcher, 1990, p. 24; Pereboom, 1990, p. 47). No obstante, puesto que la certeza ha sido rechazada en gran medida como criterio de co- nocimiento, la cuestién mds importante para la epistemologia contemporanea es saber si puede defenderse ef uso que Kant hizo de la psicologia, de acuerdo con criterios mas razonables de argumentacién filosofica. Surge aqui, en mi opinidn, un ar- gumento mds fuerte e interesante. Kant tenfa un nuevo modelo de la situacin epistémica. Aunque reconocia que la cognicion requeria datos sensoriales, crefa que no se trataba simplemente de recibir datos sensoriales, sino que todos los aspectos de este complejo proceso requerian aportaciones esenciales de la men- te. Ahora bien, si Kant tuviera raz6n, ello serfa extremadamente importante para la epistemologia, pues la cuestion de justificar nuestras pretensiones de conocer no serfa solo cosa de rastrear nuestras creencias hasta la evidencia sensorial, o de determinar qué logros cognoscitivos presuponen otros, sino de examinar los procesos involucrados en varios aspectos de la cognicién. 454 ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT En particular, serfa necesario considerar si algunas tareas cog- noscitivas, consideradas normalmente como el fundamento de otras, empleaban en realidad mecanismos similares a los em- pleados en las tareas que supuestamente fundamentaban. De aqui que, una vez que Kant presenté este modelo, resultaba im- portante investigar su verdad. Sin embargo, es muy dificil ver como se podria hacer esto, excepto si se toma la mejor informa- cién disponible acerca de las tareas cognoscitivas que podemos levar a cabo, as{ como las mejores pruebas posibles acerca de los reportes de nuestros sentidos, y se intenta determinar si son necesarias algunas caracteristicas no empiricas y, de ser asf, si esta aportacién podia defenderse en alguna forma. Por lo tanto, lo que legitimaba el método trascendental de Kant era la misma suposicién sustantiva que cl método intentaba esta- blecer, No obstante, Kant no cometfa peticién de principio, sino que intentaba, simplemente, plantear lo que él considera- ba, correctamente, como un tema absolutamente central para la epistemologia. Aunque en el contexto de la epistemologia general el enfoque trascendental de Kant result6 razonable, existe una dificultad més, que parece insuperable, con el uso que hizo de la psicolo- gia. A pesar de que podia derrotar a los escépticos moderados que cuestionaban nuestro conocimiento de objetos externos o continuos, su objetivo era mucho mds ambicioso. Kant queria explicar la posibilidad del conocimiento sintético a priori. Asi, €n este caso, la prueba trascendental necesitaba establecer no slo que la construccién mental que forma parte de la cogni- cién de los objetos no socava nuestras pretensiones de conocer objetos, sino que tenia que establecer el status a priori de la pre- tensién de que existen objetos continuos e independientes.°2 Para empezar a entender cémo podia una prueba trascendental establecer dicho status, necesitamos aclarar primero la relacién entre psicologia y filosofia. 32 Aunque “objeto” no se encuentra entre la lista oficial que tenia Kant de conceptos a priori, es obvio que lo consideraba como tal. Véase A104, B 142 y especialmente A 11-12: “Llamo trascendental todo conocimiento que se ocupa, no tanto de los objetos, sino de nuestros conceptos a priari de objetos en general”. PATRICIA KITCHER 455 4Qué papel desempefian las consideraciones epistemoldégi- cas normativas en los argumentos trascendentales de Kant? Aunque resulte extrafio, es mas facil percibir la dimensién nor- mativa en las discusiones de Hume que en las de Kant, porque los resultados del primero eran negativos. Las consideraciones normativas penetran la explicacién de Hume de los origenes de nuestras creencias en dos lugares cruciales. En primer lu- gar, cuando considera nuestras creencias sobre los objetos, por ejemplo, Hume argumentaba que éstas estaban justificadas sélo si tenfamos una manera satisfactoria de derivar la continuidad y la existencia independiente a partir de percepciones interrum- pidas. Como ya se mencioné con anterioridad, Kant estaba de acuerdo con la mayoria de los andlisis de Hume sobre las condiciones necesarias que deben quedar cubiertas para que seamos capaces de tener conocimiento de objetos, de perso- nas 0 de relaciones causales. Aunque el escéptico radical tenia raz6n al quejarse en un principio sobre el hecho de que este proceso es falible, descubrir dichas condiciones constituye una tarea central de la epistemologfa, asf que no deberia ponerse en cuestion en general la practica de Hume o la de Kant. Si puede considerarse, en forma razonable, que dichas investiga- ciones epistemoldégicas conducen a un conocimiento a priori, es un asunto sobre el que regresaré mas adelante. Si la primera indagacién sobre las condiciones necesarias para llevar a cabo la cognicién de objetos dejé al descubier- to caracteristicas que no derivaban de las impresiones de los sentidos, habia que plantear, entonces, una segunda pregunta de cardcter normativo: eran las aportaciones de la mente de tal indole que legitimaban o limitaban 1a creencia resultante? En los casos de la cognicién de objetos, de la causacién y de la identidad personal, Hume llegé a las mismas conclusiones negativas. Ciertos mecanismos, como el sentimiento de inva- tiancia y la necesidad sentida de la mente al moverse de una idea a otra, eran demasiado triviales y poco pertinentes para suscribir las creencias que parecfan producir. El método trascendental de Kant le permitfa abordar esta segunda pregunta normativa desde un angulo muy diferente y mas fructffero. Para determinar qué actividades constructivas de Ja mente eran legitimas, consideré el papel de esa actividad 456 EGHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT en la cognicion en general. Esto le permitié contestar de mane- ra efectiva a los escépticos moderados, al atraparlos en incon- sistencias. El enfoque mas amplio de Kant también le permitié desarrollar un criterio positivo y potencialmente refinable: una actividad constructiva seria legitima sdlo en caso de que la carac- teristica que aportaba fuera una condici6n necesaria para llevar a cabo las tareas cognoscitivas mas basicas (A 28-29).*5 ¢Qué tareas cognoscitivas eran las més basicas? Kant inicié su inves- tigacion a partir de las suposiciones mas comunes de su época: la habilidad para representar era la capacidad mental mas basi- ca;*4 la percepcién sensorial constitufa una fuente esencial de evidencias para las pretensiones de conocimiento; la habilidad para reconocer acontecirnientos era mas basica que la habilidad para discernir relaciones causales, etc. Sus propias investigacio- nes cambiaron las posiciones de algunos elementos en la lista normal y nuevos estudios epistemolégicos y psicolégicos pudie- ron proporcionar nuevos refinamientos. Kant también ofrecié dos pruebas negativas para la Iegiti- midad de una actividad constructiva: si un mecanismo cog- noscitivo variaba de un individuo a otro, como sucedia con la percepcién del color, entonces no podria constituir una base sa- tisfactoria para la cognicién, pues las pretensiones que produce no logran alcanzar la mas minima prueba de validez intersub- jetiva (B 45). En segundo lugar, si un mecanismo cognoscitivo conducia a creencias inconsistentes, entonces deberia quedar se- fialado como una fuente de ilusién (A 424/B 452). Sin embargo, estos hitos negativos eran sdJo pruebas convenientes para eli- minar pretendientes. E] trabajo serio de legitimar una actividad constructiva vino a mostrar que esta ultima era indispensable 35 Kant express esto alguna vez diciendo que la aportacin era “abjetiva- mente valida”: Las condiciones a priori de la experiencia posible en general son, a Ia vez, condiciones de posibilidad de los objetos de experiencia. .. las categorias son conceptos basicos para pensar objetos en general en relacién con los fenémenos y poseen validez objetiva a priori. (A111) 34 Por ejemplo, la presentacién sistematica de Leibniz que hace Wolff ca- racteriza la vis vepresentiva (poder de representaci6n) como la fuerza mis del alma, Para un tratamiento inds amplio, véase Kitcher, 1990, p. 67. PATRICIA KITCHER 457 para las tareas cognoscitivas bisicas. No obstante, cofrece este criterio una prueba apropiada de legitimidad? A pesar de toda la confusién y controversia sobre su método trascendental, el sefialamiento de Kant era simple y directo: cognoscitivamen- te no podemos hacer nada mejor que emplear, por ejemplo, la regla (0 reglas) no asociativa de combinar la informacién senso- rial que nos permita alcanzar perceptos estables de los objetos y hacer juicios sobre los objetos, porque, de no usar dichas re- glas, no tendriamos entonces vida cognoscitiva de ningtin tipo. Esas reglas son legitimas porque son indispensables. Asi como para los que se dedican a la ética no tiene sentido afirmar que la gente esta obligada a hacer algo que no puede hacer 0 que no puede hacer sin renunciar a ser un agente moral, tampoco tiene sentido para los epistemélogos pedir a la gente que renuncie a esas actividades constructivas (si de hecho pudieran renunciar a ellas), sin las cuales no serfan agentes epistémicos. De aqui que tanto la defensa que Kant hace de la apriorici- dad de ciertas afirmaciones como su giro trascendental en la epistemologia, se mantengan en pic o se derrumben junto con sus argumentos de que ciertos elementos no empiricos parti- culares deben ser aportados por la mente para que las tareas cognoscitivas basicas sean posibles. Otros intérpretes han evita- do esta lectura directa, ya sea porque creen que no es asunto de los filésofos reflexionar sobre los mecanismos mentales (Stra- wson, 1966, p. 88; Rorty, 1970, p. 240-243), o bien porque creen que es muy poco probable que existan mecanismos indispen- sables para la cognicién humana (Kérner, 1969, pp. 233 ss.), 0 por ambas razones. Sin embargo, en los escritos psicolégicos actuales, los autores estén de acuerdo, por lo general, en que la mente hace aportaciones considerables a la percepcién y a la creencia (por ejemplo, Spelke, 1988, p. 172; Goldman, 1986, p- 187), aunque, a un nivel convenientemente abstracto (respec- to de tos mecanismos fisicos particulares) de descripcién, siga abierta la cuesti6n de si alguna de estas aportaciones resulta esencial (Marr, 1982, pp. 17, 23, 27).® 35 Ya he argumentado en otras obras (Kitcher, 1990, capitulo 8) que las relaciones de apoyo entre la psicologia cognoscitiva contemporanea y la epi temologia kantiana son reciprocas: las tendencias contemporéneas en la psi- 458 ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT La misma prueba trascendental que establece la indispen- sabilidad, provee los fundamentos “por medio de los cuales sabemos que determinadas representaciones (intuiciones y con- ceptos) son posibles o son empleadas puramente a priori y c6mo Jo son” (A 56/B 80-81). Esto se debe a que la prueba revela (1) que estas reglas no asociativas no se derivan de los datos sensoriales en si y (2) que seran operativas en todas las cogni- ciones posibles en el futuro. La opinién de que existen objetos independientes y contimuos ser4 una caracteristica universal de la cognicién humana. Por esta raz6n, esta opinién seré cognos- cible “a priori” en el sentido especial en que Kant emplea esa expresién; puesto que conlleva representaciones que no se de- rivan de los datos sensoriales, es verdad en todos los mundos en los que podamos ocuparnos en la tarea cognoscitiva basica de juzgar (y por tanto necesaria),*° y queda establecida por una prueba trascendental. Para terminar, voy a ocuparme de la objecién obvia de que independientemente de cémo definia Kant el “conocimiento @ priori”, ésta no es, en absoluto, una forma de establecer el conocimiento a priori. Sin watar de hacer plena justicia al gran tema de la aprioricidad, creo que la objecién puede ser refutada. Para la mayoria de los filésofos y para Kant, el conocimiento a priori esté ligado a cinco criterios diferentes: (1) Los juicios a priori son necesarios y universales. (2) Los casos paradigmaticos de juicios manifiestamente a priori son la ldgica y las matematicas. cologia hacen que la imagen kantiana parezca mas convincente; los andlisis de Kant de los requisitos para la cognicién pueden dar direccién a los trabajos contemporaneos. 36 Sin legar a profundizar en este complejo tema, sefialaré que Kant te- nfa una concepcién idealista muy refinada de la verdad. Véase A58/B 83, A191/B 236, A 647/B675. 37 Chisholm (1966, pp. 73, 75) se refiere ala necesidad e independencia de percepciones particulares; Putnam (1979, pp. 86, 94, 108) lo hace a la necesi- dad, al cardcter paradigmatico de la légica y Jas matematicas, yaa infalibilidad. Otras dos caracteristicas del a priori que se mencionan con frecuencia son la analiticidad (Ayer, 1946, p. 16) y la autoevidencia. Sin embargo, este tiltimo criterio ha caido en desuso (Kornblith, 1987, p. 11) yla mayorfa de los filésofos estén conscientes de que se debe presentar el caso para la coextensividad de “a priori” y “analitico” recurriendo a criterios menos controvertidos. PATRICIA KITCHER 459 (3) Los juicios a priori son establecidos independientemente de la experiencia sensorial. (4) Los juicios a priori no se pueden corregir. (5) Los juicios a priori son ciertos o infalibles. Aunque algunos filésofos podrian no estar totalmente de acuerdo con a forma en que Kant elaboré el concepto de “nece- sidad”, éste invocé la primera caracteristica normal de la nocién de aprioricidad. Ademas, considerando sus opiniones sobre la relacién entre las formas de intuicién y las matematicas, asi como entre las categorias y las formas légicas de los juicios, es- peraba descubrir algo como que las leyes de las matematicas y a logica fueran a priori. Pero, équé sucedfa con el tercero, el cuarto y el quinto cri- terio? De acuerdo con mi lectura, la forma en que Kant llegé al tercer requisito puede parecer casi perversa, pues recurrié a lo que se conocia sobre los materiales que proporcionaban Jos sentidos —es decir, a teorias empiricas, si bien ampliamente aceptadas— con el objeto de argumentar que algunas caracteris- ticas de las representaciones eran completamente independien- tes de la experiencia sensorial (B 2-3). En este punto, es crucial distinguir entre las pruebas trascendentales de Kant y las tesis que ellas intentaban establecer como tesis a priori. Para la inter- minable frustracién de sus intérpretes (por ejemplo, Bennett, 1966, pp. 16 ss.), Kant no expresé casi nada sobre el status de las proposiciones empleadas en sus argumentos trascendenta- les. En tanto que la deduccién de las categorias se considerara como una deduccidn légica, la respuesta a esta pregunta pa- tecia forzada: las proposiciones sintéticas a priori s6lo podian ser deducidas a partir de proposiciones con el mismo status. Sin embargo, ahora tenemos claro que el modelo de Kant no era la deduccién légica, sino algo muy diferente: la deduccién juridica. Por esta raz6n, la cuestion de si las proposiciones em- pleadas en establecer una pretensién de aprioricidad deben ser ellas mismas a priori tiene qu ser discutida.* Aun asf, con el criterio de la independencia respecto de la ex- periencia sensorial, puede parecer facil defender el caso, pues 38 En este parrafo, amplio la inteleccién de Putnam, 1979, que exploro més adelante, en las pp. 460-461. 460 ECHANDO OTRA OJRADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT écémo podria conocerse la conclusidn de forma completamente independiente de la experiencia sensorial, si las premisas de las que se deriva estan basadas en la experiencia? Como ya apunté con anterioridad, ninguna interpretacién razonable puede leer a Kant como si afirmara que los juicios @ priori se establecen de forma completamente independiente de toda experiencia (supra, p. 452). De acuerdo con Kant, la vida cognoscitiva no puede empezar sin la experiencia; asf, el problema interpreta- tivo consiste en resolver cual es la nocién de “independiente de Ja experiencia” que opera en las discusiones reales. Una su- gerencia es que el conocimiento a priori podria ser adquirido independientemente de cuales sean las experiencias sensoriales particulares que se tienen, con tal que éstas sean suficientes para que el cognoscente obtenga los conceptos pertinentes (Kitcher, 1980, pp. 5-6; Pereboom, 1990, pp. 41, 45-46). Sin embargo, esta lectura no toma en consideracién el objetivo planteado por Kant de descubrir las “adiciones” a la cognicién hechas por la sensibilidad y el entendimiento (A 1-2/B 1-2, véase también A22/B 36, A65-66/B 90-91). Si se lee con atencién la declaracién inicial de este objetivo, se descubre la verdadera postura de Kant: podrfa ocurrir que nuestro mismo conocimiento empiric fuera una composicién de lo que recibimos mediante las impresiones y de lo que nuestra propia facultad de conocer produce (simple- mente motivada por las impresiones) a partir de si misma, En tal supuesto, no distinguirfamos esta adicion {Zusatz] respecto de di cha materia fundamental hasta tanto que un prolongado ejercicio nos hubiese hecho fijar en ella y nos hubiesc adiestrado para sepa- rarla. Consiguientemente, al menos una de fas cuestiones que se hayan mas necesitadas de un detenido examen y que no pueden despacharse de un plumazo es ta de saber si existe de esta forma [der- gleichen) conocimiento independiente de la experiencia e, incluso, de las impresiones de los sentidos. Tal conacimiento se llama a priori y se distingue del empirico, que tiene sus fuentes a posteriori, es decir, en fa experiencia. (B 1-2, waduccién modificada, enfasis mios) El “de esta forma” subrayado indica claramente que lo que Kant queria decir con “independiente de la experiencia” era que al- guna caracteristica de la cognicién o de las 1. presentaciones PATRICIA KITCHER 461 se derivaba de la propia actividad constructiva de la mente. Esta lectura se confirma ademas por el contraste subsecuen- te con el conocimiento a posteriori, que tiene su origen en la experiencia [sensorial]. (Qué otra cosa quiso decir Kant si no que el conocimiento a priori era independiente de la experien- cia en el sentido de que tiene su origen en nuestras facultades mentales? Por esta razdn, lo que é1 consideraba como “com- pletamente indcpendicnte” de la experiencia sensorial no era la prueba trascendental, sino la caracteristica de las representa- ciones anotada en la conclusién de esta prueba. Y realmente eso seria completamente independiente de la experiencia sensorial, pues eso es justo lo que supuestamente las pruebas trascen- dentales muestran —que la caracteristica no se derivaba de los sentidos. Un critico todavia puede objetar que, aunque esto sea lo que Kant queria decir por “a priors”, la nocién moderna incluye la idea de que dichos juicios son establecidos de alguna mane- ra que, en si misma, es independiente de la experiencia. Hay, sin embargo, dos claras respuestas a esta cuestiGn. La primera es que la nocién filos6fica de aprioricidad se deriva, en gran medida, de la obra de Kant. Por ello, hay razones para creer que la inclusion de esta caracteristica en las discusiones actua- les simplemente refleja una lectura inadccuada, plausible y muy extendida, de Kant." Ademas, como sucede en el caso del libre albedrio, el problema del “a priori” consiste en encontrar un sentido interesante en cl que podria haber un conocimiento @ priori, Y a pesar de que esto de alguna manera puede depender del gusto, parece que Kant ofrecié un candidato crefble. Se puede emplear exactamente la misma estrategia para tra- tar la cuarta propiedad, es decir, la no revisabilidad: distinguir el status del juicio respecto del del argumento empleado pa- ra demostrarlo. Hace algunos afios, Hilary Putnam sefialé que las proposiciones empleadas para establecer una tesis de aprio- ricidad no necesitan ser infalibles. Su argumento fue que la 89 Quizd seria mas exacto decir que interpretar la aprioricidad kantiana en el sentido de que comprende un proceso que es él nismo independiente de la experiencia refleja una mitad del pensamiento de Kant: la opinién que este status puede establecerse por media de pruehas matematicas, En cambio, mi interpretacién hace hincapié en el método de la prueba wrascendental 462 ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE K ANT metateoria empleada en la prueba (en este caso, la teoria de la racionalidad) podia ser falible sin afectar el status a priori de la tesis en cuestién (1979, pp. 108-109). El razonamiento de Putnam se aplica igualmente bien a las pruebas trascendentales de Kant. Fl primer punto que hay que resaltar con respecto a la explicacién anterior, es que Kant te- nia dos metateorias: la epistemologia y la psicologia. Asi que Ja dificultad no se circunscribe a la psicologia. Kant puede ha- ber crefdo que sus empefios epistemoldgicos (y quiza algunos de los de Hume) eran no revisables, ciertos e infalibles, pe- To no tenfa argumentos para sostenerlo. Sin embargo, hay que observar que incluso si las afirmaciones epistemoldgicas y psico- légicas empleadas en su prueba trascendental no se conocieran independientemente de la experiencia, ni fueran no revisables, ni infalibles, sino simplemente verdaderas, entonces ¢] juicio en cuestién hay objetos continues ¢ independientes— seria no revisable a la vez que universal, necesario y no derivado de la ex- periencia sensorial. Pues si el argumento trascendental de Kant era correcto, entonces las sintesis no empiricas que producen las creencias sobre objetos independientes operarian siempre y cuando el agente fuera capaz de juicios sobre objetos; si, como Kant crefa, las mismas sintesis se contienen en el juicio y en la percepci6n (B 105), entonces estarian en operacién en la medi- da en que el agente fuera capaz de percibir. Asf pues, las Gnicas cunstancias en las que habria que renunciar a esta proposi- cion serfan que el agente fuera incapaz de llevar a cabo tareas cognoscitivas basicas.” Por lo tanto, relativamenete a la suposi- cién de que las criaturas con nuestras capacidades cognoscitivas son capaces de cognicién basica, la tesis es no revisable. Resulta obvio que no se puede aplicar la misma estrategia al quinto criterio, el de la certeza. Si las afirmaciones empleadas en los argumentos trascendentales de Kant no son ciertas, si- 4° Como Putnam argumenta en otro articulo (1978, p. 98), resulta poco razonable dar lo que él llama una ‘interpretacién conductista” al criterio de irrevisabilidad propuesto por Quine, Es decir, no es probable que Quine [o quien sea] afirmara que una tesis era no revisable sélo si se tratara de un puro hecho conductista propio de nosotros al cual nunca renunciarfamos. Como sefiala Putnam, la interpretacién més caritativa es que una tesis no revisable ¢s una tesis a la que no renunciarfamos de manera racional. PATRICIA KITCHER 463 no falibles, luego entonces ese status debe trasmitirse a las tesis establecidas por ellos. Si los criticos del conocimiento a priori insisten en la certeza como criterio, se termina el debate. Pero vencer asf seria demasiado facil, ya que en la filosofia aceptar Ia falibilidad es casi universal. Incluso los que creen en la verdad analitica no tienen pretensiones con respecto a la infalibilidad de sus anélisis conceptuales (Strawson y Grice, 1956), asi que no parece razonable hacer que el rechazo del a priori sea una consecuencia directa de la falibilidad, en particular después de la demostracién de Pumam (1979, p. 136) de que lo que deno- miné “un falibilismo modesto y sano” es consistente con otras caracteristicas normales de Ia aprioricidad. Es necesario decir mucho mis sobre las discusiones de Kant en torno a la construccién cognoscitiva y sobre las lecciones que sacé de ellas. Sin embargo, creo que hasta aqui he ofrecido cuatro respuestas parciales a la importante pregunta de Kuno Fischer. En primer lugar, el uso que Kant hizo del material psicologi- co era esencial y justificado. Sin suposiciones sobre las tareas cognos que efectuamos y sobre la informacién propor- cionada por los sentidos, su epistemologia no se habria puesto en marcha. Literalmente, Kant no podrfa empezar a esforzarse por descubrir las caracteristicas no empiricas, pero necesarias, de diversas tareas cognoscitivas. En segundo lugar, la epistemologia trascendental no era sim- plemente psicologia. Contenia esencialmente cuestiones episte- moldgicas normativas. Kant se ocupaba, en particular, de las condiciones bajo las cuales ciertas pretensiones de conocimien- to controvertidas serfan legitimas, y se preocupaha por legitimar algunas de las actividades constructivas que subyacian en la cog- nicién. En tercer lugar, a pesar de que han pasado casi doscientos afios de quejas que indican lo contrario (provocadas, cn parte, por sus exageradas pretensiones de certeza), el uso que Kant hizo de la psicologia fue el adecuado para establecer la posibili- dad del conocimiento a priori. Investigar las capacidades basicas requeridas para el conocimiento constituye un método plausi- ble para establecer que algunas pretensions pueden tener un 464 ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT status epistémico poco usual. Especificamente, seria un méto- do razonable para mostrar que algunas afirmaciones son no revisables, estrictamente universales y verdaderas en cualquier mundo que podamos conocer, pues est4n vinculadas, en for- ma directa, a las estructuras cognoscitivas que hacen posible el conocimiento. En cuarto lugar, Kant emples a la psicologia con mucha mo- deracién. No ofrecié hipétesis psicolégicas sobre mecanismos particulares (Kitcher, 1990, pp. 13-14) y las unicas suposiciones que toms prestadas de la psicologfa fueron las que necesit6 pa- ra probar su hipétesis sobre la importancia de las aportaciones de la mente a la cognicidn. Ademis, esas suposiciones tenian gran aceptacién en esa época y la psicologia contempordnea todavia las considera como verdaderas.#! Ahora sabemos mucho mas que Kant sobre las estructuras que hacen posible la cognici6n. En la seccién final, recurriré tanto a su ejemplo como a su modelo epistémico para ilumi- nar las controversias actuales sobre el uso de las suposiciones psicolégicas en la epistemologya naturalizada. Vv No es pequefia ironfa que se tenga que recurrir a Kant para apoyar las afirmaciones de la epistemologia naturalizada. El argumento original de Quine (1969, p. 19-21) para la naturali- zacién se basaba en su rechazo de la posibilidad de una filosofia a priori. Ademéas, para Quine, naturalizar significaba renunciar al proyecto normativo de la epistemologia (1969, pp. 23-24). ¥ en la historia de la filosofia resulta dificil pensar en alguien més consagrado a la aprioricidad y a la normatividad en la epis- temologia que Kant. No obstante, la epistemologia naturalizada es como una casa con muchas moradas y pocos seguidores de Quine han querido seguir los pasos de éste en el abandono de la normatividad. De hecho, una de las cuestiones centrales del 4! Por ejemplo, tanto los empiristas (Hume, 1739, p. 252), como los racio- nalistas (Leibniz, 1704, p. 54) creian que la informacién en la retina cambiaba constantemente. En Marr, 1982, se encuentra una formulaci6n de una opinion similar y actual, #2. Véase también Kornblith, 1987, p. 4. PATRICIA KITCHER, 465 movimiento ha sido la de encontrar la forma de reconciliar los intereses naturalistas con los normativos. De manera mas general, debates recientes sobre la naturaliza- cin de la epistemologia se han concentrado en tres cuestiones claves (Kornblith 1987, pp. 1-11): 1. Puede un enfoque psicolégico contribuir a la solucién de problemas filoséficos tradicionales? 2. ¢Es posible combinar exitosamente las tesis normativas con las naturales en una teoria epistemolégica? 3. éDebe la epistemologia involucrarse con la psicologia, o constituye la naturalizacién de la epistemologia sélo un enfoque? En la actualidad, quienes abogan por vincular la epistemolo- gia a la psicologia han ofrecido respuestas positivas a estas tres preguntas. Sin embargo, resulta bastante sorprendente que la obra de Kant pueda fortalecer de manera significativa esta posi- cién. Considerando a Alvin Goldman y a Quine como represen- tantes de este movimiento contempordneo, mostraré cémo las consideraciones kantianas pueden reforzar algunos de sus ar- gumentos en favor de la epistemologfa naturalizada, asi como complementar otros, mientras que al mismo tiempo propor- cionan un marco general para toda el debate. Aunque Quine rechazaria una alianza de este tipo, Goldman se muestra feliz de reconocer en Kant a un precursor (1986, pp. 227, 228). He presentado estos temas en orden de dificultad creciente y comenzaré aqui con la cuestién mas facil sobre la capacidad potencial de la psicologia para ayudar a resolver problemas fi- loséficos tradicionales. En Epistemology and Cognition (1986), Goldman argumenta que la psicologia puede contribuir signifi- cativamente en la batalla contra el escepticismo. La psicologia puede aplacar los ataques de los escépticos al revelar que un me- canismo como la percepcién es altamente confiable, Un escépti- co puede dudar sobre la veracidad de la percepcién, relatando las ilusiones perceptuales conocidas 0 advirtiendo la posibili- dad de las alucinaciones o de las confusiones entre los estados de suenio y de vigilia. El paso siguiente es sugerir que puesto que los sentidos pueden engajfiar en ocasiones, no se puede confiar 466 ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT. en ellos. Como observa Goldman, la psicologia puede debilitar la fuerza de dichos argumentos, al explicar cOmo se constru- ye el sistema perceptual, de tal forma que normalmente extrae informacién exacta, y también al explicar por qué fracasa en circunstancias especiales. Es decir, la psicologia puede dar tes- timonio de la confiabilidad general de la percepcién, al mismo tiempo que reconoce su falibilidad, reduciendo asi el problema a la cuestidn de si la infalibilidad o la simple confiabilidad es suficiente para la justificacién (Goldman, 1986, pp. 191-196). Como hemos visto, Kant empleé consideraciones psicologi- cas para abordar dos problemas tradicionales de la epistemolo- gia, cl escepticismo y la aprioricidad. Al igual que Goldman, no pudo hacer nada con los escépticos universales 0 con los escép- ticos que exigian certeza, salvo rehusarse a seguirles el juego. Sin embargo, Kant tenia un método capaz de generar contraar- gumentos contra determinadas tesis escépticas: mostrar que la actividad constructiva que lleva a los escépticos a dudar de un logro particular también se requiere (0 se requiere también algo muy parecido) para tareas que ellos aceptan como paradigmas de cognicién exitosa. Resulta incluso mds sorprendente que Kant haya recurrido a hechos ampliamente reconocidos relati- vos a la percepcién y la asociacién para establecer la posibilidad del conocimiento a priori. La objecién de que las consideraciones naturales y norma- tivas no pueden combinarse en la epistemologia puede expre- sarse en tres versiones gradualmente mas complicadas: dichas teorfas no ser4n normativas; 0, de serlo, lo seran en virtud de que cometen la falacia del psicologismo; 0, si éste se evita, en- tonces la porcién psicolégica no haré una contribucién esencial a la epistemologia. Me ocuparé al mismo tiempo de las dos pri- meras formas de la objecién y después consideraré la tercera con mas detalle. El ejemplo de Kant establece que una teorfa puede incluir esencialmente a la psicologia y ser pese a ello normativa. Ade- mas, es obvio que Kant evité la falacia naturalista. No crefa que el hecho de que una actividad constructiva se Ileve a cabo sig- nifique que sea una base legitima para el conocimiento.*® Para 43 Véase la nota 17. PATRICIA KITCHER 467 alcanzar ese status, la actividad debe ser necesaria para las ta- reas cognoscitivas mds basicas o reivindicarse por referencia a tareas cognoscitivas basicas como Ia percepcidn. La tercera version de la objecién normativo/natural plantea el desaffo més dificil para la epistemologia naturalizada, pues al intentar defender el caricter normativo de la teoria, resulta tentador recurrir a sus elementos puramente filoséficos. Asi, por ejemplo, Goldman propone una divisién del trabajo entre la filosofia y la psicologia. La psicologfa descubre los mecanis- mos entrafiados en diversos logros cognitivos, mientras que la filosofia, empleando su propios criterias de confiabilidad, deci- de si dichos mecanismos constituyen una base adecuada para el conocimiento (Goldman, 1978, pp. 226-27). De aqui que surja Ja sospecha de que la psicologia puede resultar central para una teoria epistemolégica, pero de todas formas no participar en lo que se denomina “epistemologia esencial”, es decir, el estable- cimiento de normas de justificacién.* En ciertos lugares, mi propia presentacién del método de Kant puede sugerir que existe una divisién del trabajo igual- mente dispareja. La psicologia nos informa sobre las tareas que se pueden realizar y la informacién sensorial disponible; la filo- sofia, entonces, ofrece la dimensién normativa, al determinar las condiciones que deben cumplirse para que ciertas preten- siones de conocimiento sean posibles y al legitimar las aporta- ciones de las construcciones cognoscitivas. Sin embargo, esta impresion est4 equivocada, pucs la inteleccion epistemoldgica mas profunda de Kant surgié directamente de la psicologia: to- dos los logros cognoscitivos son resultado, en parte, de los datos que recibimos, y en parte de nuestras propias actividades cons- tructivas. Darse cuenta de esto llevé a Kant a proponer cambios importantes en los proyectos de justificacion de la epistemolo- gia. De ahi cn adelante, los epistemélogos tienen que investigar si alguna de las actividades constructivas de la mente son tan esenciales para la cognicién como para que sus aportaciones 4 En “Epistemic Folkways and Scientific Epistemology” (1992), Goldman sugiere la forma en que la psicologia puede contribuir al establecimiento de normas justificativas. Al refinar las maneras en que los procesos cognoscitivos se individulizan, la psicologia nos permite alcanzar una medida més sofisticada, de la confiabilidad de varios procesos. 468 ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT. a las representaciones de objetos penetraran todos los aspec- tos de la vida cognoscitiva. Anteriormente, la cuestién central en torno a la justificacién era cémo las representaciones po- drian conformarse alos objetos; ahora era necesario considerar cémo las cogniciones de objetos [podrian] inevitablemente con- formarse a las actividades constructivas que hacen posibles las representaciones, y a la vez reflejarlas. Esto se debe a que, si una construccién mental es esencial, asi sea para la cognicién mas basica de objetos, entonces las tinicas comparaciones significa: livas serian entre representaciones sofisticadas y tedricas de los objetos y representaciones mds bésicas aunque construidas. Ademas, dado que toda cognicién conlleva algo de construc- cién, entonces quedaria disponible una nueva ruta para el des- cubrimiento de afirmaciones que son universales y necesarias para criaturas con nuestras capacidades cognitivas: no hay que dirigirse nia la experiencia, que es incapaz de ofrecer necesidad © verdadera universalidad, ni ala deduccién de conceptos, que no puede probar nada sobre el mundo que percibimos con nues- tros sentidos, sino a las condiciones necesarias para la cognicién misma. Kant puede haber sido culpable de excesos retéricos al comparar la situacién en la epistemologia con la revolucién co- pernicana, pero sus investigaciones sobre las actividades cons- tructivas de la mente s{ representaron cambios fundamentales en el proyecto de la epistemologia. De aqui que la filosofia tras- cendental proporcione un ejemplo claro e impresionante de la influencia de la psicologia sobre la epistemologfa esencial. Concluiré el ensayo considerando el tema mas tendencioso en la epistemologia naturalizada: édebe la epistemologia adop- tar el giro —o, como sugiere Goldman (1986, p. 6), el regreso—* naturalista a la psicologia? Como ya sé observé, el argumen- to original para la naturalizacion surgié del rechazo de Quine de la posibilidad de la filosofia a priori. Si no existe una filo- sofia primera, si no existe un método para alcanzar verdades necesarias, entonces, argument6 Quine, la epistemologia po- dria seguir siendo una disciplina respetable slo convirtiéndose en una rama de la psicologia (1969, pp. 23-24), Aunque su * Juego de palabras entre “turn” (= giro), y “return” (= regreso). [N. de los TT) PATRICIA KITCHER 469 opinién ha atraido a muchos seguidores, un gran mimero de epistemélogos rechazan los ataques de Quine a la analiticidad, la aprioricidad y/o la normatividad y, por tanto, declinan su invitacién a unirse a la psicologia. Més all de que favorecié la normatividad y la aprioricidad, Kant bas6 su epistemologia en lo que Quine estigmatiza como un “mentalismo acritico” (Quine, 1969, p. 22). Es decir, como ya lo he mencionada, la nocién de Kant de lo a priori, asi como ia importancia de ésta para la epistemologia, refleja su opinion sobre las aportaciones de las facultades mentales a la cognicién. Sin embargo, Quine dificilmente encontraria un mds poderoso campeén para un matrimonio entre la epistemologia y la psi- cologia, pues si, como se observé, el modelo de Kant sobre la condicién epistémica humana es correcto, entonces laepistemo- logia tienc que comprender a la psicologia. Si incluso los actos mas bisicos de cognicién requieren una construccién mental, entonces la psicologia cambia el programa de la epistemologia y proporciona informacién esencial para la determinacién de las aportaciones de la mente al conocimiento. Supongamos ahora que Kant esta equivocado y los empi- ristas estén en lo correcto. La mente no crea activamente la cognicién, sino que refleja mis 0 menos.el input sensorial. La epistemologia recibiria todavia una influencia importante de la psicologia porque ésta desempefiaria un papel central en la determinacién del caracter meramente reflejante de los estados mentales. Al plantear la cuestion de las posibles aportaciones de Ia mente a la cognicién, Kant aclaré en gran medida el papel de las suposiciones psicolégicas en la epistemologia, pues una vez que se plantea la cuestién, queda claro que el enfoque “no psicolégico” también presupone una premisa psicolégica: “las estructuras mentales no influyen mayormente en las represen- taciones de objetos en un nivel basico”. De aqui que la filosofia trascendental introdujera un marco para la epistemologia que revela que, cn cierto nivel, toda epistemologia tiene que hacer suposiciones psicoldgicas. Si inevitablemente la epistemologia hace suposiciones sobre Ja influencia relativa de las estructuras mentales sobre la cogni- ci6n, entonces deberia aprovechar la mejor informacion actual. En afios recientes, la psicologia se ha alejado de la posicién 470 ECHANDO OTRA OJEADA A LA EPISTEMOLOGIA DE KANT empirista extrema del conductismo y ha adoptado un enfoque computacional que pone un énfasis mucho mayor en los pro- cesos mentales. Aunque no es undnime, cl consenso general es que las aportaciones de la mente a la percepcion y la creencia son mucho mas importantes que lo que reconocian los conduc- tistas. En estas circunstancias, Kant argumentaria que es muy importante examinar dichas aportaciones. Una raz6n por la que Jos epistemdlogos se han interesado de nuevo en la psicologia €s que en la actualidad la psicologia cognitiva promete expli- car los procesos subyacentes en la cognicion. Sin embargo, la linea kantiana es mucho mas fuerte: no sdlo resulta interesante conocer cémo sucede la cognicién, sino que tenemos que en- tender cémo sucede para cumplir el proyecto justificativo de la epistemologia. Pues si la mente activamente crea percepciones y creencias, entonces determinar que nuestras creencias estan bien fundadas tiene que ser cosa de comparar representacio- nes complejas con representaciones mas bsicas. ¥ mientras no comprendamos cémo se construyen las diferentes representa- ciones, no estard claro qué representaciones son las mas basicas —o siquiera qué criterio deberia emplearse para distinguir y de- terminar la complejidad relativa de una representacién.4% Aunque los escrapulos conductistas de Quine no le permi- tirfan tomarlos como aliados, la epistemologfa kantiana y Ia psicologia cognitiva constituyen juntas una defensa formida- ble de Ja naturalizacion de Ja epistemologia. Después de Kant, queda claro que las suposiciones psicoldgicas son criticamente importantes para determinar la direccion de la epistemologia. Pero dadas las concepciones actuales en la psicologia, la direc- cién de la epistemologia deberia consistir en un regreso a sus raices, como una disciplina profundamente informada por la psicologia.*6 ‘© Segiin Kant, el nivel mas basico de representacién slo comprenderia construcciones mentales requeridas absolutamente para toda representacién (0 la aproximacién més cercana a este estado). 48 Agradezco los muy titiles comentarios de Henry Allison, Lorne Fal- kenstein, Alvin Goldman, Philip Kitcher y Derk Pereboom sobre los primeros borradores. Lo que pienso sobre estos temas se aclaré mucho durante discu- siones sostenidas en Arizona, Colorado, Iowa State, Stanford y Washington.

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