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Pues bien, si del hecho de pader yo sacar de mi pen- samiento la idea de una cosa, ce sigue que todo cuanto perc bo. clara y.distintamente que pertenece a dicha cosa, le pe‘tenece én efecto, 2no_puedo extraer de. ah{ un. atgu- ‘mento que pruebe la existencia de Dics? Ciertamente, yo hallo en mf su idea —es decir, la idea de un ser sumamente perfecto; id menos que hallo la de cualquier figura 0 faimero; y no conozco con menor clatidad y distincién §, ie perienece a su naturaleza una existencia eterna, de como conozco que todo Jo que puedo demostrar de alguna figura o,nimeto pertenece verdaderamente a la naturaleza de &stos. Y, por tanto, aunque nada de lo que he concluido en las Meditaciones precedentes fuese verdadero, yo deberta tenet la existencia de Dios por algo tan certo, como harta agul Fre considerado las verdades de Ia matemética, que no ata- fien sino a ndmeros y figuras; aunque, en verded, ello no patezca ‘al principio del todo patente, presentando més bien una apariencia de sofisma ®. Pues teniendo por costum- bie, en todas las demds cosas, distinguir entre 1a existencia y la esencia, me persuado fécilmente de que la existencia de") Dios puede separarse de su esencia, y que, de este modo, puede concebirse 2 Dios como no existiendo actualmente, Pero, sin 'embatgo, pensando en ello con més atencidn, hallo due Ia existencia y Ia esencie de Dios son tan separables como la esencia de un triéngulo rectilineo y el hecho de que sus tres éngulos valgan dos rectos, o la idea de montafia y la de valle; de suerte que no repugna. menos concebir un Dios (es deci, un ser supremamente perfecto) al que le falte ‘a existencia (es decir, al que le falte una perfeccién), de—y, fe ue repugne toncebir une montana 4 Te que le fate el Pero aunque, en efecto, yo no pueda concebir un Dios sin existencia, como tampoco una montefia sin valle, con todo, como de concebir una montafia con valle no se sigue que haya montaifa alguna en el mundo, parece asimis- mo que de concebit a Dios dotado de existencia nose sigue que haya Dios que existe; pucs mi pensamiento no Jimpone necesided alguna a las cosas; y asi como me es posible imaginar un caballo con alas, aunque no haya nin: uno que las tenga, del mismo modo podria quizé atribuir existencia « Dios, atingue no hubiera un Dios existente. / Peto. no es asi) precisamente bajo la apariencia de esa objecién es doride hay un sofisma aculto. Pues del he cho de no poder concebir una montafa sin valle, no se si gue que hays en el mundo montafia ni valle alguno, sino sélo que la montafia y ef valle, héyalos © no, no pueden se. patarse uno de otro; mientras que, del hecho de no poder congebir a Dios sin le existencia, se sigue que la exisiencia ¢s inseparable de El, y, por tanto, que verdaderamente existe, Y no se trata de que mi pensamiento pueda hecer gue ello sea ast, ni de que imponga a las cosas necesidad alguna; sino que, al contratio, es la necesidad de a cosa misma —a saber, de la existencia de Dios— la que deter. mina a mi pensemiento pata que piense eso. Pues yo no soy Hbre de concbir un Dios dp tens (es den, un ser sumamente perfecto sin perfeccién sums), como sf lo soy de imaginar un caballo sin alas o con elles. AS sullen Posies. ou. rca cb ter gefecla 2? prick. Torade av ape feced yh BP prueba. Brock ey ly den ¢ ge h - la idea de un ser sumamente perfecto se miento. Demostracién de la existencia ‘de Dios (argumento ontolé- gico). Pye neuentra en mi penea = Entre las propiede- des que pertenecen a esta idea se encuentra la de una existencia -— eterna, } Fyne ~ la existencia y ls - esercia de Dios no son separables en el pens miento. [Fae w ~ Luego Dios existe, - Pues seria impensable un ver sumamente per- fecto sin la mayor de sus perfecciones que eg** la existencia we eA \ poruce & pia Ay, due Serer, plete & Fp

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