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Esa noche la presidenta lo so nuevamente.

El sueo podra resumirse en una


simple frase: El hijo mata de un disparo certero a la madre. Un tiro que se deja
caer preciso en la sien como la guillotina de Mara Antonieta. Pero la verdad es
que los detalles hacen de este momento algo precioso. La presidenta cada vez
vive ms la experiencia del encuentro. Primero lo siente muy claramente. El
ruido de los arbustos del jardn que la sacan de la cama en la madrugada.
Seguramente piensa que es (Shirley). Ve el cesto vaco y corre descalza con la
bata de satn puesta. La repeticin del sueo no hace efecto en ella. Siempre
va a creer que es el perro. El perro mrtir. Cruza la puerta principal y llega al
exterior. Entonces se encuentra con l. La sombra de un joven. El sensor de
movimiento activa las luces del jardn y ella ve a un joven erguido frente a la
puerta. Se frota la cara con las manos para examinarlo. Tiene un arma en las
manos y el rostro cubierto con lo que parece ser una polera vieja. Roosa. Pero
ella reconoce esos ojos. Ojos increblemente sensibles. Enseguida aparece el
sudor frio en la frente de la presidenta mientras el joven apunta el arma en
direccin a su progenitora. l parece muy decidido mientras ella observa algo
que la hace enternecerse. Tal vez sus pies inquietos o su respiracin atorada. l
se acerca a quema ropa y con la culata le pega en la coronilla botndola
bruscamente sobre el tapete. En todo momento que ocurre esto ella piensa
que shirley la hubiera defendido. El hijo anarquista la toma del pelo, agarra con
fuerza excedida la pistola y antes que le ponga el can helado en la boca, la
madre con el valor que le queda le pregunta algo a medias ya que antes de
terminar el sonido se ve interrumpido por el metal en la garganta. El intuye por
donde va la pregunta pero no contesta. Opta por el silencio antes que el
percutor haga lo suyo y caliente el arma.

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