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SALVADO POR UN OSO

Ignacio era cartero en el Polo Norte. Una noche sus seis perros murieron envenenados al comer pescado
congelado. Ignacio se encontraba a ms o menos 160 kilmetros del puesto ms prximo, y la temperatura
era de 40 grados bajo cero.
Inmensamente triste debido a la muerte de sus perros, el pobre hombre estaba a punto de desistir de todo
y morir; pero tena la esposa y un beb que lo esperaban. Sin embargo, ni aun el recuerdo de sus queridos
consegua impedir que sus pensamientos vagasen errantes.
Antes, tena el placer de conversar con sus perros, que parecan casi humanos; pero ahora no se oa ningn
sonido, excepto el estallido del hielo, y nada, nada se vea a no ser nieve de deslumbrante blancura, en una
extensin inmensa. Su costra ondulada, con muchos centmetros de espesura, pareca tan slida como el
hielo. La soledad era intraducible. Abandon parte de la carga de su trineo, y tiraba de l da tras da; a la
noche dorma sobre l, envuelto en un saco de piel de animales polares.
Finalmente, el pobre hombre sinti que no iba a aguantar ms. Clam entonces en agona al grande Padre:
"Oh, no me dejes continuar as tan solo; envame a alguien, por favor, mndame a alguien, si no muero!.
La siguiente noche volvi a acostarse envuelto en el saco de piel y se durmi. De pronto, sinti que algo lo
estaba empujando.
Qu podra ser? Ignacio abri los ojos, y all, delante de l, estaba un gran oso. El animal pareci
sorprendido, pues nunca antes haba visto algo semejante. Por extrao que parezca, Ignacio no sinti
miedo. Se levant y aliment al oso con el pescado congelado que todava le quedaba en el trineo. El oso
actu como si fuera un enorme perro salvaje. Despus de satisfecho, se acost al lado de Ignacio, que
entonces tom su propio desayuno. Y cuando se puso nuevamente en camino, el oso lo sigui trotando a
su lado.
"Por cierto, el gran Padre me lo envi", pens Ignacio. Por la noche, otra vez le dio comida al oso, y ambos
se acostaron lado a lado, y el calor del peludo animal trajo vida nueva a Ignacio. Cuando faltaban apenas
unos 8 kilmetros para llegar al puesto, de repente el oso cambi de rumbo y se dirigi al inmenso bosque,
e Ignacio nunca ms lo vio.
Cuando lleg al puesto y cont su historia, el oficial de turno dijo: "Ignacio es el hombre ms valiente del
Polo Norte; ciertamente el buen Dios envi al oso para que l no perdiera la razn".

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