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ET ede de la historia La Historia Universal a través de LOS HOMBRES oslo ue Jean Bachelot Ls TE MN RES la historia eee PALA eae ow ons) Pen eae eed ta uence Der ene cue) estos terminos Montaigne termina sus aa Sa pen eee cesuemee Ceca ice Woon ieee ee eeu de una edicin de 1588. Testamento CeO Rae comme en ts ecu eeece sae eee wk aul Pei a mg eae rere eet nero Cee oun eet! See eer coca eR ate Ice uu erase Cero Peer ses eae ee eR eer Cane fe enue aru liquidado 0, mas bien, volcado todo ear ec ae or ee ces Page erm Pee Cote meron ur Preeeer emcee acl! pea ers eee eee Cee ara @ Montaigne. 30. Marco Polo ees Beem eee rd Somer Me Gare: Ss peadilea badaRilaiiad er (onual Cue) Peer ee eC cs ibaa relies Ener enero ey pre rere ee eo Parca aa poner secret 2 er aL Ces fae paeenrices Parr ae rere er one aeseeeeane a ae eT ca Dearest arma sis ran ay fasten ar ee paren ras eer ee pee ace wets! od 1533 *Nacf —eseribe Montaigne en sus Ensyos— entre las once y el mediodia del siltimo dia de febrero de 1983", hijo de Pierre Ey. ‘quem y Antoinette de Louppes, ambos per tenecientes a familias de acandalados nego. iantes, en el castillo de Montaigne, De salud endeble, Miguel no es elegante ni posee prestincia fisica; de baja estatura, es metédico, pero no es brillante. Rectbe su primera educaeién en Ia farnilia bajo Ia diteccién de un preceptor alemin que Io educa hablindole en latin, ya que Ta casa Eyquem esti abierta a los bumanistas Este aio, Calvino adhiere a la Reforma, 1539-1546 Realiza sus estudios en el Colegio de Gur vyena de Bordeaux. Durante este periodo asistimos a la orgie nizacion definitiva de la Compaiiia de Je- siis (1539), a In ereacién del Tribunal de Ja Inquisicién (1542), la aseguracién de los servicios del dominio real por parte de Francisco 1 (1544) y a la apertura del Goncilio de Trento (1546). Marot traduce los Salmos, Calvino publica fea Ginobra Institutio religionis chritianae fen francés (1541) y Copémico De revo- Tationibus (1543) 547-1554 “Montsizne estudia derecho on Tolosa, Al morir Francisco I en 1547, lo sucede ‘Eorique 1. Ex 1549 aparece la Defense ot illustration Ja langue francaise de Du Bellay. Pierre Eyquem, electo sindico de Bordeaux, ede «su hijo Miguel su cargo de conse- ro de Ia Cour des Aides dle Perigueus, Ia seri dlefinitivamente incorporada’ al shmento de Bordeanx. ligne condce a Estienne de La Botti, {coleea en ol Purlamento, con quien man: 4 una extracrdinaria amistad, Jean Bachelot Mientras tanto, muerto Enrique II en 1559 y-su sucesor, Franciseo Hl, en 1960, Carlos IX pasa a ser rey de Francia (1560). Se suceden los conflictos entze el Parlamento y el poder real. Desde 1562 la luchas religiosas asumen ca- da vez mas el aspocta de una guerra civil, especialmente en el Perigord y Gayona, salvo Bordeaux, que se mantiene relative mente calms. Kn 1562 tiene Iugne la ma- sucre de Vassy y Ia sublevacién de los Protestantes, Aymont traduce las Vidas de hombres ilus- tres de Plutarco. 1503 Montaigne asiste a Ja muerte de su amigo ‘La Bostic, a quien ha amorosamente acorn aflado durante Ia enfermedad El mismo aio se cierra el Conellio de ‘Trento, 1565 Se casa con Frangoise de Ja Chassagne, hija de un consejero del Parlamento. De feste matrimonio naccrdn seis hijas de las ceuales sélo sobrevivié una, Eleonora, 1508 Muere Pierre Eyquem y Miguel, por ser el mayor de los cuatro hermanos, se con- Vievte en sefior y propietario de Montaigne, 1569 Publica una obra que habia comenzado por deseo de su padre y del mismo La Boétie Ja traduccién de la Theologia Naturalis de Raymond de Sebond. Los protestantes y las tropas reales se en- cuentrin en una serie de éxitos y derrotas sucesivas en todo el Perigord, bajo el man- do de Coligny y de Mole. 1570 Pez de Saint-Germain. Montaigne apro- vyecha este momento do calma para dejar el Parlamento y dimitir de su cargo en fa- ‘vor de Florimond de Rémond, que se ha- ia convertide en uno do los jofes més ppolémicos y combativos del partido eatélico, Tuego de una estada en Paris para la pu Dlieacién de las obras de La Boétie, Mon- ftnigne se retira defintivamento a su cas- 1571 Enel castillo lleva una vida de gentilhom- bre de campana, deseando dedicarse at estudio. El rey le concade el collar de Ie orden de San Miguel y el titulo de Gentil- hombre de Camara del rey de Francia, Este misino aio tiene lugar la batalla de Lepante. Palladio publica los Cuatro Ubroe de fa Ar- quitectura 1372 Se reanudan los desérdenes en el Perigord; Montaigne, cansindose pronto de acrecen tor y administrar Ia casa y la hacienda, dispone una torre del castillo para poder dedicarse en ella a una gran actividad in- telectual, a as lecturas y anotaciones que coustiuirin los elementos bésicos de sus Enoayos. EL 24 de agosto, Catalina de Médici con- vence a su hijo Carlos sobre Ia necesidad de liquidar al partido bugonote, para lo cual ordlena ta masacro de todas sus miem= bros: es la famosa noche de San Bartolomé, fen Ia cual mucren cerea de cuatro mil hue gonotes de Pars 1574 Tuego de haberse unido a la armada real, Montaigne pronuncia en nombre del rey y delante del Parlamento de Bordeaux, un largo discurso para que la cindad de Bor. eaux sea puesta en estado de defensa eon ‘ra las inieintivas de los protestantes. ‘Muerto Garlos IX, Te suede Enrique TI 1578 La salud comienza a dar graves preocupa- ciones a Montaigne, que tiene los primeros ataques serios de rifion y de wna enforme- dad intestinal: esto lo ebligars a pasar al= unas temporadas en unas tormas de los Firineos. 1579 A pesar de la paz de Nérac, Ia hostilidad entre los putidos enemigos hace nueva mente estragos. Fiel al catolicismo y al rey, Montaigne decide seguirlos. 1580 Publica en Bordeaux un conjunto de diver- s0s articulos suyos, reagrupados aim en for- ‘ma més bien artificial, bajo el titulo de Essale (Ensayos). E] 22 de junio empren- de un viaje oon el fin de visitar las fuentes temmales de Alemania e Italia, luego de pasar un tiempo en la Corte para oftecer Al rey Enrique III los Ensoyos, y después de hacer acto de presencia en el sitio de La Fére. Can algunos eompafieros y servie dores visitar Meaux, Epinay, Bar-le-Duc, Plombiéres, Basilea, Baden, el-lago de Constanza,” Baviera, Ménaco, Tnnsbruck, el Tirol, Trento, el Iago de Garda, Verona, Venecia, Ferrara, Bolofia y, finaliente, Ro- ma, donde hard un priiner deseanso de ceastro meses y medio, 1581 Mientras se encuentra en los Batios do Lucca recihe ef nombramiento de sindico de Bordeau; parte entonces bacia los Al- pes atravesando Milén, Turin, el Monce- Tisio, Lyon, Limoges y el Périgneus Un diario, edactado en parte por el mismo Montaigne y en parte por su secretario, en francés y en italiano —el futuro Journal de Voyage (Diario de waje)—, consigna las smpresiones y- experiencias do su vise. 1SS1-1585 El rey apmucha la designacién conferida a Montaigne, quien seri reelecto en 1588 pa- ta wna nueva magistratura. Ls primeros dos aos de su magistratura beneficiaron con una relativa calma a la regién, Ios dos siguientes, en cambio, fueron de mayor inquietud, habiéndose reanudado Ia guema civil y religiosa que la Liga dispuso contra cl mismo rey de Francia. En 1582 aparece en Bordeaux Ja segunda edicion de los Ensayos. 1587 ‘Tercera edicién de los Ensayos, en Paris. 1588 Nueva edicidn parisina de los Ensayos, aumentada con un tercer libro y de seis. Cientos agregados a Jos dos primeros libros. 12 de mayo, “Jomada de las barrieadas": Enrique IIT debe huir de Paris, que ha caido en manos de la Liga, y hace alto en Chartres y Rouen; en la fuga lo acompatian Montaigne y un magistrado de Bordeaux, Pierre de Brach. Durante una estada en Paris es arrestado por algunos dias en la Bastilla, Pero por intervencién de la reina madre y del duque de Guisa es puesto en libertad de inme- diato, Asiste a los Estados Generales de Blois y se encuentra con Mademoiselle de Gournay, fla que llamard “su hija de eleccién”. El mismo aio es derrotada la Armada Invencible. 1559 El rey Enrique 111 apela a su primo En- rique de Navarra contra Ia subversiva Pa> ris y entre ambos disponen el sitio de la Giudad. A continnacién, los representantes de Is Liga, sintiéndose perdidos, mandan Montaigne asesinar a Enrique I. Enrique de Nava- rra_se-convierte en rey con el nombre de Enrique IV. 1590 Se casa Eleonora, la hija de Montaigne. 1592 Asistiendo a una risa afteeida en su cuarto, Montaigne muere en el momento de la lovacién, el 18 de setiembre, a Ta edad de cineuenta y nueve afios y medio. Fue sepultado en. la iglesia de Feuillants de Bordeaux: el monumento funerario “que actualmente se encuentra en la Fa- ceuliad de Letras de Bordeaux— lo repre- senta yaciendo, vestido con armadura de ceaballero: dos epitafios, en latiny en grie~ go, celebran su sabiduria, su elocuencia, su espfritu,. fin. 1595 Nueva edicién péstuma de los’ Ensuyes, a cargo de Mademoiselle de Gournay. 1601 Muere la madro de Montaigne. 1627 Muere su mujer, Frangoise de la Chassagne. ees, Sanu ANODLIC, 1. Firmes de la familia Montaigne. 2. Torre de Montaigne, 8. Retrato de Montaigne. ‘Niontaigne EI hombre del Renacimiento. Un ideal eumplide “Las vidas mis hermosas son, a mi juicio, aquellas que se conforman al modelo co min y bumano, con orden, pero sin prodi- ios y sin extravagancias.” En estos tér- minos Montaigne se despide de nosotros, al final de sus Ensayos, y este mismo pensimiento, en efecto, ha Hegido ma- nnuserito, como un testamento reiterado, anotado por su puro sobre un_ejemplar de la edicién de 1588, ‘Testamento 0, me- jor, sintesis razonada de lo qi prendia o esperaba haber expresada a lo Targo de medio siglo. El hombre, el modelo humano: he aqui la lave que nos serviri para descubrir a Montaigne, magistrado civil © judicial, es- ritor o viajero, militar u hombro politico, amigo y hombre de compafia ademéis de solitario asceta y hombre del “modelo co- min”, ya que no gustaba del brillo, In excentricidad y la belleza de la vida. Su vida, con todo, no fue ba al, ni eon mpronta,distinta careci6 de una pero él quiere dames a ¢ fender que aqué Ia es hermosa por evvanto Teva Ia marca de un modelo comin, No existe en esto jnicio, por ol contrario, ninguna necesidad de. modestia o le humi Iacién sino ol testimonia de una confianza en el hombre, En las tarcas cumplidas los viajes emprendidos, en el solitario xe 199 tir que se impuso, es siempre el hombre ‘que quiere actuar, que quiere conformarse 8 si mismo. Su vida se desirrolla entee 1553 y 1592 y él es por excelencia el hhombre de su siglo, heredero de uma ge- neracién que ha liquidado 0, més bien, voleado todo un estilo de ser, de actuan, de vivir, que se ha esforzado en hacerlo a pesar de conservar las viejas concesiones deformadas de Ja usura de la fe, del pen- sumiento, del orden social, La generacién precedente ha descubiesto que hay un mundo més alli de la Europa Gestnns, que Las rtas eben abandonar tos os tradieionales y que los puer= leben volearse hacia el Atlantico; que es necesario adaptarse a los nuevos mé= telos del comer as de cambio, ban= fas, seguros, que sila produecién industrial se desarrolla, quedan por sitisfacer otro tanto y ain mis las necesidades de una poblacién que crece y a la que no pueden bastar séto los recursos de Ta Europa tra- dicional, ni de Asia y Afriea. Los nuevos continentes, podemas decir, se deseubrie- ron porque hacfan falta. Pero no es silo pan, lama, azar, cuero, y metales pre- ciosos Jo que hace falta; también se erean nuevas exigencias espirituales, En verdad, también la Edad Media ha conocida estas inguietudes, y si queremos recordarlo con dos nombres, ya en el siglo xm San Fran= cisco de Asis, frente a un mun progreso econdmics, que se Montaigne en la 6poca de Montaigne. 1. Borstoaux 2.Un sjero del Paslemento de Bordecue en 1564 Iglesia, ha marcado una profunda huella sobre la moral, el espiritu, la sensibilidad; en el siglo xv, Petrarca, en su desconfian- za por los tratados escolisticos, por toda tuna ciencia tal que obvia los problemas expirituales del hombre, busca en Cicerén yon Sénoca una respuesta nueva y un Desde 1450 a 1550 los hombres trabaja- in para azar un_nuevo rumbo Iacia nuevas respuestas, Frente a tantas ruinas, tantas falsas apariencias, tantos_callejones sin salida, ellos chocan, eomo la humanidad toda en su largo camino, con la muerte Ja muerte hari deseubrir al hombre en st imensién ~carcomidas por el conformismo las respoestas tradicionales— lo hard com prender en el valor de sw vida individual, de su realidad, dignidad: uno de estos hombres, Leonardo da Vinci, Io ha indica. do en wm dicho: “El hombre es modelo del mondo”. Montaigne, durante toda su vida, tratard de buscar ese modelo, wna Disqueda intelectual © proyecto de accién: “Imagino al hombre ~esribe— mirando en toro suyo el infinite niimero de cosas, plantas, animales, metales: no sé por dénde hacerle empezar a experimentar” Es sabio confesar In propia confusién, euan do hace falta una guia. En menos de cien aiios los acontecimientos se habian. preci pitado: Jog tureos on Constantinopls, a imprenta, les querras de Italia, los grandes descubrimientos, las audacias de los refor- tmadores reigiosos que babian pululado en ‘ada region , entre ellos, los més eomin- ‘mente citados: Lutero y Calvino. El dos- Gubrimiento que los franceses hicieron de Talia: descubrimiento de sus paisajos y rmontumentos, pero ain mis de la ciencia, de la doctrina de las Universidades de Bolota y Padua. El ardor por el saber que habia conquistado a Italia en el siglo xv se comuniea a Francia en los albores del siglo x01, cuando eseucha a Leén Bautista Alberti aconsejar a los jOvenes: “Dedioed ryuostros exfuorsos al estudio de las letras. No tengiis pereza. Amad el conocimiento de las cosas del pasado que son dignas de memoria... gustad la olegria de. nutrie ‘wuestro espiritu con las bellas ciencias... Esforzios por conocer las cosas Hiumanas™ He aqui el mensaje que venia de Italia, Ja tirra que habia recbido, al dia siguien- te de la toma de Constantinopla, a los octos griogos que teajeron con ellos to- das las reliquias postbles, en particular an- iguos mannberitos. Si las gueras en Italia rno tuvieron consecuencias politiess dura- eras, hacen que sea todavia estrecho el onticto entie Francia ¢ Tali, y no sdlo fn Ia alocada explosiin de mundanidad de "Tacorte de Francisco T y Enrique I: en la ‘provincia, también se forman circulos ita- “Tianos como en Lyon, Nantes, Talos 0 Bordeaux. Son innumerables los italisnos Montaigne Montaigne, 2 visjar a Italia; es ol tiempo que ve multiplicarse las fiestas, en la cle- gancia y el gusto por el Iujo y el pheer. Pero el trato més general de los hombres. de esta época deja una eariosidad sin i ites; interesa Ia tradicién de In fe; el racionalismo, con Pomponazzi, Ia escuela de Padua y Cardano, adelanta los derechos riticos de la raz6n. Con conmovedor sin- cronisino, que no deja indiferentes ni insen- sibles a Ios contemporineos, se deseubren nuevas porspectivas para ol pensamiento al mismo tiempo que se amplian las miras fen las confrontaciones de la concepcién. tradicional dol universe. Como hubiesen podide los hombres de este tiempo no que- dar deshumbrados? Todavia no son estos imaravillosos descubrimientos los que arden profundamente en Francia. La curiosidad se despierta en contacto con los antiguos: Jo que domina los hombres de esta époea es ol deseo de conocer el ‘mundo antiguo; a diferencia de Ttalia, cuyo humanismo permanece més “formal”, el primer “humanismo” en Francia es realis- ta: en él hay un deseo de conocer el mundo antiguo, no sélo el estilo de los griegos y los latinos, sino también su historia, sus costumbres, sus leyendas, su pensumiento; Ja_mayoria’ busca en Ios antiguo, durante todo el siglo xv1, una suerte de revelaciém También hubo numerosos taductores, en el nivel de los mejores escritores, como La Bottie; lo mismo puede decirse de los eru- ditas que fueron protagonistas de su época: Montaigne Jos nombra reiteradamente en sus emsayos, y entre ellos a Adrien Turné be, a quien califiea como el “mds grande hombre desde mil afios a esta parte (...), el alma més bella det mundo”. gY qué no Inubiese podido decir de la familia de los Estionne? En esta explomicién de los siglos pasados, en el intento de formar mejores instramentos para comprenderlos, se presti menos atenelén a as tierras lejanas: es het- ‘moso volver a recorrer los senderos de la amtigiiedad, pero el viaje se enfrenta con ‘ojos nuevos, Montaigne oftece un. ejemplo claro. Por todo lo que concieme al mundo ‘nuevo, los sentimientos son muy variados, pero lo que parece haber impresfonado més €s la diversidad de ereenclas y costumbres que reinaban en ese mundo, Con elerta complacencia, por efemplo, Montaigne reco- ge observaciones sobre les costumbres de Ts paises “extraiios": “Hay pueblos en los cuales, salvo Ia consorte y los hijos, ni ‘guno puede relacionarse con el rey sino por interpésita persona. En un mismo pais, las virgenes muestran desnodas sus intimida- des, mientras Tas esposas Tas cubren y es conden con gran euidado ... Otros, donde Tos hijos no son herederos pero To son Ios hhermanos 0 nietos". Verdaderas o falsas, ‘anotacianes como ésta se extienden sobre Jas piginas y ofrecen 2 Montaigne mate- ial para reflexionar sobre el pudor, Ia mo- ral, el valor de la legislacién y hasta la sisma religion, }Cémo no sentir Ia tenta- cién de poner en duda los mismos fun- damentos de nuestras creencias! Siglo de curiosidad, euriosidad que empuja hacia todas las direeciones y que acaba por afirmarse con inquiotud sobre algunas ideas, siempre las mismas, esas quo, precisamen- te, atormentaron a Montaigne. Esto es por nuestra. protagonista queda indivi- \do claramente, on sm tiempo y en ‘ada época: por Ja observacién de las eos- tumbies, objeto de Jn filosofia moral, por el anilisis del corazén del hombre. Pode- ‘mos decir, en sintesis, que Montaigne en- cama la inguietud y la agitacién de su &poea. Origenes burgueses de un apellido Miguel de Montaigne, que docia provenir de antiguo linaje, abandoné el patronimico plebeyo por cl nombre de la tierra donde acid, No deja perder ninguna ocasién para dar la idea mis favorable de su fami- lia, Dice “mi estispe”, “mi spellido”, “mis antepasidos tenian en un tiempo el nom bre de Eyquem”, como si ese nombre hu- biese sido abondonado hacia mucho tiempo. Miguel de Montaigne pertenecia q una familia. enriquecida con los negocios: su bisabuclo, Ramin Eyquem, tenia una bo- doga de vino y pescado salado, en la vieja ealle Rouselle, en Bordeaux —el eurioso puede arin fantasear con el pasado en esta calle pues, aunque Tas casas han asumido nuevas formas, si él se interna por los os- curos pasillos de estos edificios, encontrar tun aire hiémedo ¢ impregnado, porque Jas especias y los productos del comercio con Africa, las “iss” y América estin todavia almacenados— este mundo de Ios negocios, por larga tradicién metédico y eoénomo. aVolvemos a encontrar en este ambiente a Montaigne? Por lo menos encontramos de dénde praviene. El bisabuelo Ramén, so- bre el fin de una vida Inborios, compra Ja noble tierra de Montaigne, pequefia se- fa sitwada en los confines de Guienna y del Périgord. A su muerte su hijo Grimon hereda la hacienda comercial y Ts tierra noble, morsda de modesto aspecto y capital nada conspiewo; con Grimon la fie rmilia aceede a los honores offelales: él se convierte en magistrado civil de Bordeaux, casa a las hijas con notables de la magis- tratura judicial, dos de sus bijos son abo- gados © consejeros en el parlamento de Bordeaux. EI mayor, Piene, padre de Mi ‘guel, abandona ef comercio por la espada, participa en las guerras de Talia y, 2 su regreso, divide su vida entre Ia residencia de la ciudad y el eastilla de Montaigne: magistrado civil, vice-sindico, aleanza en ppocos ais los honores supremos del Mux nieipio de Bordeaux. Tenemos aqul um admirable ejemplo de energia y de sscenso Durgués, Ia conguista de honores y de di nero, sobre todo en tierras, signo tangible del poder. Pierre construixi sus propias pposesiones y las agrandari, Se ha querido escribir con desenvoltura a su hijo Miguel como un epicireo yun filésofo que vive solitario en sm torre, jos de las rivalidades Y contingenelas materiles: al contraro, él hho pattieipars menos de la uadicin, El padre influiri preponderantemente sobre 1, Siempre lo tata en sus Ensayos con tun afecto, un respeto y una devocién que Tegan a la yenerueién; en el capitulo TL del Libro segundo traza un retrato viviene te, tlemo pero sin concesiones. Su. padre, en efecto, no fue un hombre comin: ecS- tomo, escrupuloso en el manejo de sus Ik bros de cuentas, dedicado a la decoraciin y embellecimiento de su eastilo, donde r= abe a hombres de letras y de ciencias, vido de novedades, pero sin exageraciones; respetioso.de la tradicin, cuando se tratd de bastizar a su hijo Miguel, le dio por pdrinos a: “personas de énfima fortuna” y ecidi5 mandarlo a una nodrian de una villa veeina, junto a pobrisimos campes ros, Desde €l comienzo so uaté de “edu- carlo segin ol més humilde y comin modo de tivie". Montaigne conservari el gusto por Ia frogalidad y quedard siempre incl- ado a compadecer a los desheredados, los campesinos molestades por los guerteros o los. oprimidos por los europeos. Fue un nigo enfermizo, necesitado de euidados particulars, temperamento nervioso que se foflejar en tina general y persistente Ines- tabilidad, en una newsidad de cambios y ‘movimiento que habri de ponerse en evi dencia en ls edad madura, ya sea en las fdeas como en las fafinitas eortecciones del manuserito y en Ta incapacidad de. perma- necer fijo on un lugar 0 en una ocupactin. A pesar de ser poco robusto, realizar t= tis cabalgatas aun durante sa enfermedad fudmitins més tarde que “sus condiciones fisiss concordaban muy bien en su con junto con aquells del espirite”. En un feiespo sin gracia, un esprit mis. bien fimido: tanto para pensar coma para escri bir necesita tiempo, y lentes y reiterados retoques. La juventud de Montaigne Peco no precipitemos la deseripeién, ya que vale la pena detencise sobre un punto de si fnfancia. La familia. es rie, tanto por €l lado paterno ~eomo hemes visto— como por el de la madre, In cual pertenece a fina tribu de mereaderes judios, os Lépez, Iegados de Portogallo y estublecidos en Bordeauk y en Tolosa. Por lo tanto, es por cl lado msterno que la familia esti en con- facto con el cosmopolitsmo del ran eo- metcio interacions! y de las Finanzas ‘AS, no nos asombraré verlo mis tarde, sobre las rutas de Alemania y de Italia, tan ex- rioso, con abierta inteligencia, dispuesto a reaibic cualquier novedad, cualquier extsi- ‘yagancia. En este ambiente acomodado y ‘a conformismo Miguel crece, despertin- dose a Ja manana al son de un instrumento ‘susical “ya que algunos opinin que turba dl cerebro delicado de los nifos el des ‘pertaros cin sobresalio a la mama y Montaigne sacarlos del sueiio de golpe y con violen- ”. Desde los tres aos, es confiado a tun preceptor brillante, un alemdn, latinista estimado, que ignora Ja lengua francesa, sélo le hablaba en latin: “En cuanto a los demés dela casa, era norma invariable que todos, padre o madre, valet 9 camarera, tuo hablasen en mi presencia mis que ese poco latin que cada uno habfaadquirido para farfullar conmigo”. Luego fue admi- tido al estudio del griego, pero con dife- rente sistema, En efecto, aquel gentilhombie que era su padse, en Tuaia y en Bordeaus, se habia abierto al gusto por las letras: era Ia época en la que Ia sociedad bordalesa. estaba crgullost por la sesurreceién de su Colegio de Gaienna, y el Péxigord, igualmente, cen tro ardiente de controversias eligiosas.y flosiicas, donde In imprenta se habia des- arolledo muy répidamente, presentaba una cextraordinaria actividad litearia, centiliea ¥ filosfica. Los Eyquem, dueios del cas tilo de Montaigne, sentian el deber de patticipar en ella. Sin duda, Pere Eyquem no posefa una vasta cultuea, pero estaba animado por el entusiasmo y abla su casa 4 Tos humanistas. Notamos que ma edu- ‘acién semejante, por muy til que haya sido para disponer a Montaigne a fami zarse con las Jtzas antiguas, no era preci- Samente apta para permitile edquirir et sentido del esiuerzo asiduo y In enersia de la volontad. Mis tarde, ‘razando un plan de educacién, él no aconsejari mi el latin sin ligeimas niles despertases con isica... “EI peligro —confiesa— no era que yo hiciese las cosas mal, sino que 90 Hiciese nada”. Con semejanto equipaje, a ls seis aios lo mandan al colegio de Gu- yemne, donde su prococidad le pemite saltear etapas; es un colegio a Ia moda “entonces floreciente, y ol mejor de Fran- cia”, por la calidad’ de sus maestros cle- tides entre Jos mis doctos humanistas de su tiempo. Estin en auge nuevos métodos de educacién: evitar Tos castigos, requerir la inteligencia de cualquier modo. A pesar de a indolgencia de los preceptores, no encuentra gusto por él estudio ni por la disciplina, toma particular interés por un Aivertisement en voga en el. colegio: Ik representacién de tragedias en latin, por To demés “seguia siendo siempre un colegio” ¥ no oculty el haber salido de él con ale: ‘fa, una vez cumplido el ciclo de estudios precozmente, a los freee aos. Miguel es tudia derecho, tanto en Bordeaux como en ‘Tolesa: gotmo se conduce? Al respecto, él no dice nada en. los Enseyas; en éstos alude a In “estacién mis Teenciosa de su fuventud, entee las damas y las diversio. nes: gpero se ubies éta, precisamente, en faquella époea? Recordando sas bigotes “a Jos euales se pegaban una vez los Sntios, sabresos besos de la foventud..." no cul ta, en el capitulo XX cel Libro primero, los efectos alternados de la savin y de la imaginaeién del joven enamorado. Lo encontramos verdaderamente sélo hacia Jos veinte aos, en su ingreso en la vida piiblica, cuando recibe un eargo en la corte de Périgueux la que, bien pronto, se une al Parlamento de Bordeaux donde, a los veinticineo aos, cubre el cargo de Con sejero y, de este modo, empieza a frecuen- tar a civersos juristas, muchos de los cua- Jes son también bumanistas que cultivan Js letras antiguas y se escriben con talen- tos de otros palses. ‘Todo le sonrie: una carrera honorable y luerativa, funciones sin dificultades, colegas cultos y ricos; pero tales funciones no concuerdan con st tem= peramento; diez afios més tarde, a los trein- ta y.cinco, profundamente disgustado con ‘su_oficio, dimitixt. con alivio: tomar la palabra en pablico le era penoso a raiz de su falta de memoria. “Cuando debo decir tun discuhso importante y largo, me veo reducido a esta vil y miserable necesidad de memorizar, palabra tras palabra, cuanto debo decir; de otro mado no tendria la seguridad de que la memoria no me jugase ia maa pasada. Pero esle expediente no es menos dificil”. Nada congeniaba con 1, ni una cieneia del derecho donde hace falta conducir sisteméticamente los casos especificas a las eatogorias provistas y do- finidas por el logislador, ni las glosas de los jurisconsultos y cl ejercicio conexo, en el cual se piorden de vista los fandamentos vyerdaderos de Jn justicia, Ia xazén do sor de Ia ley, do las ordentnans, de los edictos, nial tipo de las sanciones —ges justo “com denar a alguien segtin ol parecer de los otros2”—, mi los provesos de brujeria que se multiplicaban entonces, ni ln “cuestién projudicial” para lograr del imputado, pre- sunfamente culpable, la confesion de su ‘rimen, ni mucho menos Ia tortura. 4Qué rotendra del tiempo pasado en el Palacio de Justicia? Una contribucién a su ‘observacién general sobre los hombres, por cierto, un gusto por la moderacién y amor por el estudio; ha tonido oportunidad de hacerse conocer por el poder real y su prineipal cuidado pareve haber sido lograr Gue To mandaran en comisién, en 1959 “cuando sigue a la corte a BarleDue-, en 1562 y 1563; durante esta diltima misién ‘acempaita al rey Carlos IX a Rouen y alli encuentra salvajes de América, de los que conservaria un vivo recuerdo, Estas mi- siones le dieron Ia oportunidad de tratar litiles relaciones; Ia familia Montaigne tie- ne los ojos bien abiertos: la administracion. Tocal esti. en decadencia, Ia real en ascen- s0, con ésta est el porvenis, en ella es neeesario tomar Ingar. Miguel conservari este deseo de conseguir efiouces protec- tores. Las guerras religiosas Por aquel tiempo, si Bordeaux conserva Ie calma, més convulsionados estin el Péri- gord y el resto de Guienna: las Iuchas religiosas empiczan a tomar forma de ver daderas guertas civiles, en todo el Sudoeste Bere aR ar Oa es ee Ce Montaigne 1, Famoso retrato de Montaigne 2, Torre de Montaigne tab como en 1823 80 conserceba ain en 8. Biblioteca do Montaigne, con inscripe latinas y gricgas en.las vigas del techo. 4, 5, 6. Portada de los libros de Montaigne con su firma. MICHEL hay rebeliones, masacres, incendios. ¢Cnil fs, exactamente, Ia posicién de Montaigne fon esta situacidn? Al comienzo inciorta, dudosa, se consolidasi poco @ poco bajo el empuje de los acontecimientos. Catslico sinceramente convencido, Montaigne co- mienza siguiendo al partido catélico; pero 1 conflicto se convierte pronto en guerra civil y amenaza la paz, Entoncos aban- dona ese partido para ligarse a los made rados, mis indiferentes en materia religiosa. Por su campo de observacién, In provincia, esti en condiciones de juzgar mojor que otros el aleance del peligro: los desordenes transforman a los gentileshombres de cam- pafia en saqueadores, y detrés de ellos el pueblo esti listo para cualquier exceso; las insignias y las palabras de orden, catélicas © reformadas, no son mis que pretextos, a menudo alvidades. Asi, 6l advierte la ne cesidad de contar con una autoridad capaz do imponer su disciplina cada vez, sin espertar resentimientos nj herir Jos inte- roses Togitimos. Blaye eae en manos de Jos protestantes, se multiplican los estragos y los incendios, el Périgord es dado vuelta por Ios fieles de Coligny 0 de Monlue, éxi- tos y demotas se slteman por una y otra parte: habré que esperar hasta 1570 para Ja estipulacién de In paz de Saint-Germain y serin necesarios dos aiios para remediar tantos desastres. Montaigne aprovecha Ja tregua para dejar el Parlamento y entregar su renuncia al cargo y, luego de una breve temporada ‘en Paris, se retira definitivamente —por To menos eso es Ip que se propone— en su castillo de Montaigne: “Cansado de Ia es- clavitud de la corte y de los eargos pibli- cos, pensaba retirarse entre esos muros y abendonarse sobre el seno de las musas, Tas doctas virgenes, con el fin de transeu air en la quietud y la seguridad, los atios que Te restaban por vivir; esperando que el destino le consintiese levar a término Ta construccién de esa residencia, 1 la eon- sagraba a la propia libertad, tranquilidad y a las propias riquezas™ El mundo de los afectos y el sentido de la muerte Por qué osta decision? Su escaso gusto por Jas cosas de In justicia, los desérdenes do Jas guerras religiosas y civiles, como ya hhemos visto, pero, indudablemente, mis arin tres acontecimientos en el curso de estos afios habian marcado una huella pro- funda sobre él: una amistad, su casamiento, Ja mnerte dol padre, Entrando al Parlamento de Guienna, debia icontrarse con Estienne de La Boétie, su colega, tres aos mayor que 6, con el que Jo ligaria una amistad “tan profimda y perfecta que seguramente no se puede en- ‘contrar ofra similar’. {Quién era este hom- bre? “EI mis grande que yo haya conocido, les decir, de las facultades naturales de su alms, y el mis noble; un alma de estampa aaa Montaigne antigua que ubiese aleanzado grandes afectos si su suerte lo hubiese querido, hhabiendo agregado él a los dones naturales iencia y estudio”, hombre estimado, ar diento e imperioso en Ia audacia de sus ideas renovadoras. Estos temperamentos tan opuestos debian encontrarse y unirse. Las efusiones sentimentales casi mo apa: recen en los Ensayos, pero més por reserva que por defecto de la sensibilidad. Sin embargo, Montaigne dedica al amigo La Boétie conmovidas paginas. Bien pronto, en efecto, un mutuo afecto los unié insepa- rablemente. Un mismo ardiente culto por la antigiiedad los empujé a hacer revivie en si mismos aquellas virtudes que admiraban cen los antiguos. Semejante amistad debia interrumpirse, en el término de cuatro aos, por la muerte de Ta Boétie, Bste, en sus filtimos instantes, recuerda a su amigo el “haberlo elegido entve tantos hombtes pa renovar con él aqnella virtuosa y sincera amistad que en nuestras costumbres, eon sus vieios, ha desaparecida desde hace tan- to tiempo, que no queda mis que algin trazo en la memoria del tiempo antiguo’ ‘A ambos la antigiiedad se les presenta o- mo el modelo al que deben conformarse 1 ccomaziny la mente, En esta amisted existe un deseo humanista de emulaeién: los dos quieren hacer revivir esa amistad que ad- iiraban en los héroes antiguos. Sin duda, fen este ejercieio de moral estoica La Bos tie Hlevaba ln iniciativa, el arrojo, la fuerza cree en la grandeza del espirity humano, se inflama por la virtud eivil, no. admite Ia coexistencia de dos religiones en el mismo reino porque teme la aparieién de disco dias que las tivalidades religiosas no tar darian en desencadenar, En Ia carta que Te eseribe a su padre, al dia siguiente de la muerte del amigo, hay mucha emocién: a través de la mimiciosa simplicidad se advierte el recuerdo del xe lato noble y familiar de la muerte de Sé crates en ef Fedén; el itimo encuentro de ambos se vio enriquecido por citas extrai- das de Pindar y Gicerin, de los textos griegos y latinos, sin lagrimas, sin conmo- ciones, sin efusiones sentimentales. gDe dénde'extrae el amigo tal fuerza de énimo? ‘Todo lo extrae de la filosofia estoica: filo- sofar signifia aprender a marie y la fe ‘ristiana agrega a las ensefianzas paganas sus principios de fucrea moral: “Estoy listo para morir euando Dios lo quiera, en la seguridad de que gozaré aquella felicidad ‘que mo habéis predicho”, Montaigne, jun- to al lecho de muerte de La Boétie, expe- rimenta un cierto orgullo por haber sido elegido como amigo, enrojece al sentirse ‘menos firme, apronde que el juicio del mo- ribundo no esté en nada ofuscado por cl sufrimiento. Cuando més tarde, en los En- ‘sayos, en ol capitolo “De Ia amistad”, trata de definir el principio de esta confrator- dad, confiesa que so le escapa, que mis alld de sus razonamientos, advierte la pro- sencia de no sabe qué fuerza “inexplicable 205 ee PETRI.IVSTINIANI PATRITII VENETI “ aLorstn-F nsec eo Me ger- CECE ee een IOANNIS ARCVLANI tine VERONENS 91 Venus exo Valin icine) L. Andnimo. Fiesta en el mar y combate aval en Rowen, 1550, para la entrada de Enrique IT y Catalina de Médiei 2. Le bal du Due de Joyeuse, cuadro anénime de la época de Montaigne. En el centro se ve « Enrique I y Catalina de Médici. En la pégina 208: 1. Manuscrito de Montaigne. 2, Pagina de la ediotén de Bordeaus de los Ensayos ‘con. correcciones autérafas. 3, La firma de Montaigne Montaigne Montaigne T cesT frblessen os coe Peters aren ae Didier Wary ja Come ie hoffance Ce br at ees Mey Guan) verper eo MI er boleh, He bara men bay Bb aes geen fon eg ene pig Peper re SES ABE Pe CORTE mane Ge Lecid seeppenaone nthe Muah ppc rete EE 5 Dra geet es fle Fe Be Ih ihe Berge lua MIELE in gph errr ye A Gia Wi 208 enone i eee ge ce degutencwr ere Sieurpowr dequy cde a to prarswon pa ae roan SE aa lt eet eae peerecdokepr tees agente Sifoee fone steels ys "Bie late enfiecr Looe? Catin ja tanrcll secrgatin Stomp, pce foi Peis y fatal” que habia sido “mediadora de aguella unién”, En los iiltimos afios de su vida, mientras dura Ia revision y anotacién de los Ensa- yos, Montaigne evoca conmovido la inti- midad de esos afios y encuentra imigenes muy felices: “Si se me obliga a decir por qué lo amaba, siento no poder explicarla salvo respondiendo: porque era él, porque era yo". Y también; “Nos encontribamos antes atin de habernos conocido... Nos abrazébamos amindonos por nuestto norm bre”. La Bottie dejé a su amigo, como hhereneia, su biblioteca y sus eartas, pre ciosas.reliquias que Montaigne, algunos ailos mas tarde, abrivd al pibliea Muerto La Bostic, parece que Montaigne bused distraccién ‘para su dolor en una vida disipada y licenciosa; por otra parte, confiesa que también en In época de “esta pperfecta amistad, los sentimiontos fusaces encontraron lugar en mi”. Pero Mega el tiempo en el que debo decir adiés a estas delectaciones para tomar muije Recordando en las Ensayas si matsimonio, ‘que tuvo lugar a los treinta afios, confiesa que, mis que nada, se dejé casar. Porque en las costumbres el celibato es un estado de excepcién. Y, sinceramente, fue abra de su “buen padre", que dirigfa’con tacto.y utoridad la conducta de Miguel, Matri- monio de raz5n —él desconfia de los ma- {timonios por inelinaciém: “No veo matii- ‘monios que fallen o se arruinen més que aquellos que marchan por el camino de Ia belleza y del deseo amoroso”. (Pero aten- ciént Amor y matrimonio no se confunden y “un buen matrimonio rechaza Ia compa- ‘hia y las condiciones del amor, pero trata de representar las de la amistad"-. Se tunié a Frangoise de la Chassagne, de una familia de magistrados de Bordeaux. Y a este mievo estado se adapta de buen gxa- do, confiéndose a la “moderacién en el matrimonio”. Veintitrés afios después de Ta boda mo teme afirmar: “Aunque se me tenga. por licencioso, en verdad he obser- vado las Jeyes del matrimonio més severa- mente de lo que hubiese prometida ni fsperado”. Ahora, nila literatura ni Tas costumbres de la época daban amplio | gar ala fidelidad conyugal nia los pen samientos de un gentilhombre, aya gran ppreocupacién era més bien el amor. Posee- ‘mos excasas informaciones sobre la mujet de Montaigne fuera do las que podemos ‘encontrar en algunos patrafos de los Ensa- yes, y éstas son que ella sabia dirigir la ‘casa y ocuparse de los bienes del matido, ‘que sobresalia en las vietudes domésticas, nio siendo una de esas mujeres frivolas qué atienden a sus toflctes en las horas en las que deberfan ponsar en las comidas. Ni cera él, por cierto, una de esos maridos que, regresando “de mal humor y cansados por el teyuelo de Ios negocios, hacia medio- dia, encuentran a Ia mujer ocupada todavia ‘en peinarse y ataviarse en sus habitacio- es". Montaigne no aprecia las femmes Montaigne steantes: “Si las mujeres bien nacidas me preston atencién, se contentarin oon hacer valet sus propios dones naturales”. Mon- taigne les concede ocuparse dinicamente de oesis, historia, Filosofia moral, “donde aprenderén aquellos razonamientos que Tes ensefiarén a juzgar nuestros humores y con diciones, a Gefenderse de nuestras traicio- res, a regular la audacia de sus deseos, a usar bien su Hbertad, a prolongar los pla eres de Ja vida, a soportar humanamente Jn ineonstancia de un criado, las rudas maneras de un mario y lo inoportuno de Jos anos y de las armigas”. De has seis hijas que nacieron de este matrimonio so 6 una sola, Eleonora, cuya educa doj6 en manos de su mujer. A los tres altos de su boda Montaigae per- ié al padre, Siendo el mayor do los cuatro hijos se convirtio en herodero universal de los bienes paternas, con el deber de pagar Tos legados particulares; le cotres- ppondia el castillo de Montaigne y, al mistno tiempo, el pleno derecho de asumir el nom- Ire lo que, por lo demis, ya habia hecho desde Tacia unos afios. La muerte del padre debié ser un golpe doloroxo camo To habfa sido la de La Boétie, algunos aiios antes, Por sus reiteradas referencias, com. prendemos qué afecto y venerscién debié tener por ese padre al que debia tanto. El padre y el amigo estin ya junto a él, ‘como el simbolo de dos momentos esencia- les de su pensamiento, que se acerean eon a muette, Parece que el afecto de Mon- faigne da preferencia « los difuntos, de los cuales le es licito modelar Tn figura segin el modelo que le agrada, Por To tanto, he aqui a Montaigne en los tumbrales de un nuevo estadio de su vida, casado, establecido en su propiedad de ‘Montaigne, perturbado por las dos muertes, sin lamentar ~asi lo afirma— las cargas piblicas y la esclavitud de la corte, Esta ‘iltima afirmacién no doja de asombramos, subiendo eémo la ambicién habia empuiado 4 Montaigne a empenarse por entrar en Tas Tuces de Ja corte y hacorse enviar en misiones. Pero no hay que pensar que bajo este artificio retérico parmanezea cons- tante su ambicién. Montaigne abandona el Parlamento y quiere vivir como un gentil- hombre en sus tierrss. Decimos que él no sabe disimular suficientomente sus prefo- rencias: como gentilhombre y, gracias a sus relaciones con ln corte, conserva la po- sibilidad de introdueitse on relaciones mis amplias, mis stiles, y mucho més ilustres ‘que las que da la nobleza togada, Quiere conformar a un ideal de nobleza su condueta y sus ideas, Abandonando el Parlamento toma partido contra un euerpo ‘que quiere desarrollar un papel local, y se linea en Ia. politica de la nobleza, Para reforzarla, Montaigne desearia entrar en la diplomacia: esto explica la razin de Tas misiones que se ha hecho encarger en Tt 6poca de su magistratura, Ahora podri satisfacer mejor y mis oficialmente si am bicion ~en cierto modo casi escondida por algunos aflos~ en ocasion del viaje a Talia, realizado con Ia pomposa publicidad que Je dari entonces el cargo de sindico de Bordeaux. Por esta fidelidad recibid, on cuanto dimitié del cargo parlamentario, el collar de Ia Orden de San Miguel de parte del rey. Sus temporadas en la corte ha- Dian sido numerosas mientras era parla- mentatio, aunque no sabemos para qué m siones. Comprendemos, en cambio, por [0 que dice en los Ensayos, el placer que recngi. No desprecia el ceremonial de Ia corte, peto su temperamento nervioso no se adap- ta biett a él; en el curso de una ceremonia, nno es capaz de imitar la impecable inmo- vilidad y ateneién de las demas, pero se siente mits bien “con Ios pies inquietos al rojo vivo”. Soporta de buen grado “el capote con adoro pendiente del cucllo, Ja capa timda sobre la espalda, una media mal estirada, afectando una fiereza des: defosa de peregrines adornos y poco cui- dadosa del arte”. No sabe mantener la reserva, falto de prudencia y de cireuns- peccién, le es propia “ima Mberted indi creta de decir con razén o sin ella Io que bulle en su cabeza y prefiere juicios teme- rarios". Pero sf se hice el balance de lo que confiesa, geémo se ha de consideraslo capaz en el servicio de In corte, adaptado un papel de importancia en Ta direccién y conduccién de los pleitos oficiales? Se llama pequeio y feo, prefiere andar a ete ballo y no sabe “ni nadar, ni tar esgrima, ni voltear, saltar, combatir enerpo a cuerpo, bailar, jugar @ la pelota”. Es mediocre en las carreras, torpe en los gestos, incapaz de observar as buenas maneras en la ‘mesa, de poner a un caballo sus ameses, de cazar con haleén; paralizado por una in- creible falta de memoria, no sabe relatar Qué papel podia hacer’ al lado del rey? Pero no parece animado ni por el despecho ni por el rencor, y habla de Tos placeres que encontré en la corte. Sin embargo, no favo ninguno de los cargos que hubiese deseado tanto. Sélo fue, como se ha dicho, caballero de Ia Orden de San Miguel, y recibi igualmente los titulos de Ges hombre de ta Cimara del Rey de Francia y del Rey de Navarra, El rotiro Por algin tiempo —é1 afinma que esto oct rind durante ese “poco tiempo que Te que- da de una camera ya casi cumplida— levaré una vida de castellano, continuando Ta obra iniiada por su padze, que se babia entregado en alma y cuerpo al engrande- cimiento de sus tieras, Montnigne se de- dca a embllecer su residencia y su espie ritu. En una tore de las murllas dispome su alojamiento privado, al reparo de los Jmportuaos. El azar ha querido que la tore de ee castillo, destuido por un fn- cendio en el siglo cx, sobreviviese junto con uma parte de la pared de Ta mural,

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