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ESTRATIGRAFIA Y SECUENCIA CULTU- RAL FUNERARIA FASES: AZAPA,ALTO RAMIREZ Y TIWANAKU (ARICA - CHILE) CALOGERO SANTORO V DEPTO. DE ANTROPOLOGIA U. DEL NORTE ARICA INTRODUCCION El presente trabajo ofrece el testimonio de nuestras ex cavaciones en el sitio funerario AZ-14, donde ha sido posible dis - tinguir una secuencia cultural de aproximadamente dos mil afios y que compromete tres fases, una de las cuales, la m&s antigua, presenta escase informacién en la arqueologfa regional. En la primera parte del trabajo, despejamos los proble- mas metodolégicos que se presentaron por la naturaleza del sitio. - Ios enterratorios se encuentran en tres niveles funerarios lo que - hizo suponer que se tratarfa de una formaci6n de "estratigrafia fu- nereria", tésis que debimos reformular. Un segundo problema era - buscar criterios metodolégicos objetivos que permitieran establecer une cronologia relativa y sacar as{ provecho cient{fico de aquella situecién y de le aparente desventaja que implicaba la presencia de un porcentaje de enterratorios disturbados. La utilizacién de estos criterios permiti6 corroborar la secuencia de Alto Ramirez y Tiwana ku, no encontrAndose, hasta ahora, elementos para postular fases contemporfneas en el sitio. En la segunda parte del trabajo anali- zamos los indicadores culturales de los enterratotios de las tres - fases comprometidas, La m&s tardfa, con escasos registros ubicados inmediata mente bajo la superficie, corresponden al perfodo Tiwanaku regional. 2h En el nivel intermedio se encuentra lo que postulamos - como una nueva manifestaci6n funeraria Alto Ramirez, dado que no se trata de las clfsicas formaciones tumulares, que lo han caracteriza do. Tampoco incluye los rasgos altipl&nicos observados en los tému los de San Miguel de Azapa. En el nivel m&s profundo, se excavaron contextos dife - renciados de los anteriores que caracterizarfan a la fase Azapa des critos con mayores detalles en este trabajo. 1 ANTECEDENTES. Las caracteristicas desérticas y aireadas de pampa Alto Ramirez (1), su posicién inmediate a los recursos explotables del - valle y su cercanfa al mar (2), explicarfan su larga ocupaci6én; ve- rificada tanto en superficie como a través de excavaciones arqueolé gicas; detecténdose con seguridad, contextos culturales correspon dientes a poblaciones que se ubican en un marco de tiempo que fluc tfa entre 410 A.C. hasta tiempos post-europeos, intercalfndose ves- tigios atribuidos al perfodo de Tiwanaku, con funebria y asentamien tos aldeanos (p. ejemplo: AZ-83, sitio habitacional que también pre senta evidencias Alto Ramirez, con dos fechaciones 560 y 760 D.C. correlacionadas con las fases temprana y tardfa del perfodo Tiwana- ku regional. Continuando la secuencia, existe informacién para el pe rfodo Inc&sico (1350 @ 1500 D.C.) representado por un asentamiento aldeano bien estructurado compuesto por una relevante habitacién de EL auton agnadece La vakiosa cooperacién de Andrés Vila y Wik {redo Maya, ayudantes de campo. Ast también a Guillermo Focacci, — Jonge fdaatae e@ Ivdn Mufioz, con quienes discutib y conrigib Lo ex - presado en et presente trabajo. Agradece ademas ak seiion Jaime “Sa yes, geéLogo, por su valiosa infonmacién y a Lautano Ndfiez, quién = nevisd ef manuscrito. (1] Coanesponde al segmento norte del espacio intergluvial compren dido entre ef Valle de Azapa quebrada de Acha al Sur. Fonmado por Las deyecctones de La Quebrada de Las Leoikkas. (2) Una descripesén y andkisis de Los recursos y caractenrtsticas - dek valke, probabLemente vincukada con poblactones pre-europeas , Las entnega Focacct (M.S.1977). Por otro Lado, ver Dagnino, 1909 pp. 8, 9, 21, 30, 45, 208; V. de Espinoza, 1618, pp. 479, 483. 25 piedra circundada por amplias constriccinnes rectangulares de Cafia; integrando ademés espaciys para a] vajo, funebria y la zona de - geoglifos de " Cerro Sagredo " Es notatl. le ausrucia nasta la fecha, de contextos a- tribuibles el perfod 4° Desarrolio Locel (1). A estas evidencias se suman los geoglifos, ubicados en algunas de las laderas de los cerros que limitan la pampa por los - costados sur, sureste y suroeste, sin clara identificacién cronolé- gica cultural. En el sitio AZ-14, se presenta esta misma secuencia en forma horizontal y vertical. En la secuencia horizontal, haciendo expresa omisién de la secuencia vertical para los efectos de anflisis, las tumbas se - distribuyen cronolégicamente de este a oeste (2). En un extremo en contramos tumbas tempranas que gradual y porcentualmente son reem - plazadas, hacie el poniente, por tumbas Alto Ramirez, Tiwanaku e In caico, finalizando en un sector post-europeo. En relacién al ordenamiento vertical, Focacci (Com.Pers.) observé en el sector este, la superposicién de tres niveles de ente rratorios. La evidencia mis extraordinaria fue 1a obtencién de una columa, donde casi en unmismo eje vertical se ubicaban los tres ni veles antes mencionados (Ver lfmina 1 ). Con este cuerpo de evidencias se plante6 como hipétesis de trabajo el desarrollo de una secuencia estratigréfica; interpre- tacién que se ha reformado en alguno de sus términos permitiendo re forzer le parte medular de 1a explicecién, puesto que efectivamente se produce una secuencia cronolégica pero no por efectos de una acu mulacién normal estretigréfice (3). {1} Sitéos conrespondientes a este pertodo han sido ubicades inme- diatamente al oeste de La pampa, con vestigios funerarios y un asen tamiento akdeano en "Cerro Sombrero”, sitio en proceso de excavacion. (2) Situaciones de "Secuencia horizontal" son frecuentes en varios sittos funenmrios de La zona, v.gr. Playa Milken (Focaccé M.S. 1973, donde ondenamiento vertical ha sido documentado con fechactones - nadiocanbGnicas . (3) Uhge utiliza un criterio similar para plantear la diacrGnica en tre Los abortgenes de Arica y Protonazcas, apoydndose en las eviden- céias de Punta Péchalo (Uhte 1917). 26 La identificacién de contextos similares en niveles es- tandar de profundidad obedece al hecho de que el patrén de enterre- miento es un rasgo cultural diferenciado en cada uno de los grupos. TI CARACTERISTICAS NATURALES DEL SITIO El proceso de excavaci6n permiti6 di'stinguir dos estra— tos naturales fundamentales, en una profundidad de 1,20 a 1,50 mts. El estrato superficial, "arcilloso-café" (depositacién fluvial) po- see distintos espesores segin el sector (20 cms. minimo y 75 cms. - méximo), es de granulometria fina, con graville y pocos clastos pe- quefios, ademés, se registraron cantos rodados utilizados como marca ores de tumba o formando parte de cistas o estructuras funeraries. En los sectores altos del sitio, bajo esta primera depo. sitaci6n fluvial subyace el suelo compacto, compuesto de sales y - clastos medianos y pequefios, en un conglomerado diffcil de disgre - gear (playa fésil legunar). En cambio, en los sectores m&s profundos (parte baja del sitio) bajo el primer estrato existe una capa de arena gris dividi- da en microestratos (depositacién lagunar), de granulometrfa media ma uniforme con bastante sal. A veces también es compacta, trans — forméndose en algunos sectores, finalmente, en el suelo bésico, o - bién, Este queda constitufdo por una delgada capa compacta fina de arcilla. Los enterratorios fueron introducidos, desde le superfi cie, en el estrato superior (arcilloso-café), en el gris salino, o en fosas semicirculares practicadas en los suelos compactos. En estas caracterfsticas geomorfolégicas hay ausencia - Ge aportes e6licos o fluviales ocurridos con posteridad a los prime ros enterratorios practicados en el sitio; depositaciones que ha — ‘brian constitufdo sellos Gtiles para la separacién estratigr&fica. los estratos naturales corresponden a procesos de orfgen cuaternario emteriores a la ocupaci6n humana. La superficie original del sitio, m consecuencia, no ha sido incrementada sustencialmente con nuevas depositaciones desde los primeros enterramientos. (Agradecemos las observaciones y anélisis del Sr. Jaime Sayes, ge6logo, del Institu- ‘to de Investigaciones Geolégicas de Arica). 27 TIT NIVELES FUNERARIOS GRUPO I Fase Azapa: Ocupa niveles de profundidad que van desde 1 a 2 metros bajo la superficie. Los enterratorios se practican de dos maneras: a) En aquellos sectores del sitio donde los estratos - arcillosos-café y gris salino (ver 1fmina I, fig. 1) alcanzan entre ambos, un espesor de mfs de 1 mt.; los cuerpos se depositan inmedia tamente sobre el suelo b&sico compacto subyacente. Las fosas que a quf se practican son de poce profundidad. >) En cambio, en los sectores donde estos estratos son mucho més débiles, las fosas practicadas en el suelo compacto cre - cen proporcionalmente hasta alcanzar profundidades de 1 mt., con — difmetros no mayores de 100 cms. Esto nos indica con claridad que el grupo I tiene patrones profundos de enterramiento, pues a pesar del suelo compacto éste fue socavado hasta alcanzar el patr6n exigi do culturalmente. Se observa, sin embargo, una tendencia hacia les fosas funerarias. GRUPO II Fase Alto Ramirez: Los enterratorios de este grupo se presentan fundamental mente entre 40 8 100 cms. de profundidad bajo la superficie, con un promedio de 60 cms., ocupando los estratos arcilloso-café y gris sa lino. GRUPO III Tiwanaku: Los enterratorios se practican desde 10 a 60 cms. de - profundidad bajo le superficie. Algunas est@n marcadas, con cantos rodados que afloran en superficie. Fn consecuencia, estfn altamen- te disturbedas por saqueos actuales. 28 IV CRITERIOS DE ANALISIS. a) La disturbacién: La superposici6n ocasioné en algunos casos la perturba ci6én de los enterratorios de tal manera que las tumbas més recientes destruyeron a las tempranas subyacentes, observaéndose distintos gra dos de disturbaci6n. Al utilizar este fen6meno como criterio cronolégico se pueden clarificar dos situaciones: a) corroborar la diecronfa de las fases culturales y b) inferir situaciones de sincronfa en grupos - aparentemente diacr6nicos. Grados de disturbaci6n: Es dable observar varios grados en la disturbacién de — las tumbas: e) En algunos casos, la tumba temprana presenta solamen, te los débiles efectos de una eventual excavacién mis tardfa. b) En otros, la tumba subyacente fue arrancada de su si. tio, quedando diseminados varios o pocos fragmentos a distintos ni. veles de profundidad y, en algunos casos, probablemente en superfi- cie, dado que existen huesos y otros elementos que muestran la deco loracién por el sol, los que posteriormente quedaron enterrados al practicarse nuevos enterratorios. c) Fosas practicadas en el suelo compacto, que aparecen totalmente disturbadas conservando muy pocos restos fragmentarios,y sin nuevos enterratorios en su reemplazo, lo que indicarfa que se - trata de saqueos mis recientes. Sobre la base de estas observaciones, el criterio de dis turbaci6n ha permitido definir dos situaciones: a) Los tres grupos comprometidos son enminentemente se- cuenciales, sin que hasta la fecha se hallan verificado releciones de contemporaneidad. b) La presencia de disturbaciones en tumbas de una mis- ma fase, cosa que sucede en los tres grupos, es expresiva de sus ex tensiones cronol6gicas y, por otro lado, parece indicar que estos — 29 grupos olvidaron sus vinculaciones con las tumbas de sus antepase- dos mis remotos. b) Sincronfa y diacronfa horizontal: zona de traslape. De acuerdo a la secuencia horizontal del sitio, creemos que serfa importante detectar los sectores de friccién, donde el - grupo temprano cede lugar a otro més nuevo. Este traslape espacial puede también ser temporal, lo cual unido al criterio de disturba - eién contribuirfa a definir sincronfa y diacronfa en estos grupos. El mayor o menor temafio de esta zone traslapada también podrfe indi. carnos la magnitud de esta sincronfa. Este criterio metodolégico constituye una hipétesis de trabajo suceptible de ser probada, al extender las excavaciones al sector occidental del sitio. V — INDICADORES CULTURALES: Fase Azapa. Estos contextos funerarios representan el 77 % de un t: tal de 150 tumbas excavadas (25% disturbadas) y, presentan las si guientes caracter{sticas: - Los cuerpos estén depositados a una profundidad méxi ma de 2 mts. y minima de 1 mt.; en fosas cilfndricas ovaladas o cir culares, practicadas en el estrato "gris salino" o en el piso com — pacto. - Los cuerpos estén envueltos en una manta de lana de tejido delgado; amarrado con cordeles de cabellos humanos (1 cm. de diametro promedio) y de fibra vegetal macerada, algunas veces una — estera de Junquillo, totora o fibre macerada envuelve parcial o to- talmente estos fardos. - Posiciones: a) decfibito lateral, con las piernas - flexionadas al pecho y, b) encuclilledos, sentados o semirecostados. - Cr&neo cefiido por un turbante y no desarrollado, com puesto de hebres de cabeilos humanos y lana de colores verde, amari. llo, café, (1 cm. de espesor y, 10 cms. de ancho promedios) ubica - dos sobre la frente y 1a regién media occipital. 30 = Ovillos de cordeles de cabello humano, probablemente - pare amarrar los fardos y/o para turbantes. - Cesterfa decorada con motivos geométricos, lineales, - escalonados, de color negro; y cesterfa sin decoracién. Entre las formas m&s comunes hay pucos de fondo plano con paredes verticales Levemente curvas, de distintas alturas; fuentes extendidas con pare des levemente levantadas. Sus dimensiones no sobrepasan los 25 cms. Ge difmetro o altura. Hay pocos ejemplos de pucos con similares de ecoraciones (35 cms. de difmetro). La técnica de aduja o espiral se repite en ambos grupos aunque en los primeros los enlaces son mAs - fiinos. - Calabazas grabadas con lfneas serpenteadas, circunfe rencias, "soles", 1fneas rectas, figuras esquemfticas y ornitomor — ffes aladas. No hay sefias claras de pirograbaci6n. Se tratarfa de figures delineadas con objetos punzantes. - Mortero de piedra para preparar colorantes minerales, Brincipalmente rojo, asociados a masas compactés con pigmentos de - este color. ~ Brochas o peinetas de remas de retamo, dobladas o em— Yerriladas en el extremo proximal con hebras de lana, para mantener Im forma y proporcionar un mango. - Bolsas de lana con decoraciones lineales y escalona - des de colores negro, amarillo, y café, con técnicas de malla x 1 y 2 (L. Ulloa 297). - Elementos para insuflaci6én de narcéticos: tabletas de madera y concha, tubos de madera y hueso, brochitas de finas ramas, escareadores de madera, etc. ~- Chopes de hueso para recolecci6n de mariscos y restos Ge pescado (vértebras). ~ Astiles de madera y fragmento de arco. - Collares con cuentas de hueso, concha y piedra. ~ Bolsitas de cuero, delgado (cuy ), para guardar pig- mentos de color rojo y restos de comida. - Calabazas, sin decoracién, conteniendo harinas (sin i. dentificar), cubiertas algunas con trozos de cuero, también delgads. 31 Fase Alto Ramfrez. Los contextos rescatados (27% con 17% intactos) corres— pondientes a este grupo, entregaran los siguientes rasgos diagnésti cos: - Cuerpos decfibito lateral flexionados, depositados en- tre 0,60 2 1,00 metros de profundidad, en fosas cuya forma no queda clara, por le calidad delesnable de los estratos arcilloso-café y gris salino, en los que fueron depositados. - Los cuerpos estfn envueltos en mantas gruesas (telar), con uso de colores naturales: café, amarillo, negro, etc., con esca sa decoracién, Fardo amarrado a veces con cordel de cabello humano. - Escaso uso de fibras vegetales. - Cerfémica experimental de superficie burda cubierta de hollin, con formas de pucos de fondo cénico. - Productos agricoles: mafz (zea mays), quinoa (chenopo dium quinoa), mandioca (manihot sp.), cemote (Ypomea betata), etc. La Fase Alto Ramirez en Arica est6é caracterizada sobre - la base de yacimientos funerarios tumulares, donde se observen ras - gos similares a los enteriormente descritos. Sin embargo, existen - otros cuerpos de evidencias rescatadas en los tumulos San Miguel de Azapa (Focacci, Erices, 1970) con rasgos de vinculacién altiplénica, como textiles con motivos lineales escalonados, figuras humanas y - zoomorfes, cabezas trofeos, estélicas, etc. El hecho de que los enterratorios de nuestro sitio no - hallan sido inclufdos en un tG@mulo, junto a la falta de elementos — altiplfnicos, podrfa indicar que en la segunda mitad del primer mi- lenio A.C, en un radio no mayor de 5 mts. coexistieron grupos con - economfas y tecnologfe similares, pero con algunos rasgos cultura - les diferenciados. Esto podrfa demostrar el enfrentamiento de poblaciones altiplaénicas y costeras, cuyas interrelaciones estamos descubriendo « través de estas divergencias. Otra alternativa para explicar es- te fenémeno, podria significar que los objetos altipl&nicos conce - dian status a un estamento bien definido dentro de una compleja es- tructura social de las poblaciones Alto Ramfrez. 32 Los antecedentes cronolégicos refuerzan estas ideas. Fr 20 A.C., en tanto que, en los tGmulos AZ-14 se obtuvo una fecha ve | de San Miguel la datecié rediccarbénica es de 390 A.C. Fase Tiwanakt Los regisiros correspondientes a este grupo representan el 6% del total de Ins tunbas, y muestran las siguientes caracterfs ticas: - Las tumbas casi afloran en superficie (0 a 60 cms. de profundidad) marcades por una o dos rocas pertenecientes @ una es - tructura mayor, donde se acomodaba el fardo, formando a veces verda deras cistas de piedra. - Los cuerpos est4n cubiertos con delgadas camisas de - lana de colores naturales (telar) asociadas a ofrendas de mafz, qui noa, calabazas, etc. y cestos de formes extendidas, sin decoracién con enlaces gruesos. - Ausencia, casual, de rasgos diagnésticos correspondien tes a las fases de Tiwanaku en la-zona (por ej.: cerémica), salvo - un borde de camisa con disefios Tiwanaku cl&sico en los bordados la- terales. VI OS DIS §) Entre los elementos disturbados existe un conjunto que no tiene una clara identificacién cultural, dado que no se han iden tificado similes, en tumbas completas, entre los cuales pueden men- cionarse los siguientes: Arpones con barbas de hueso. Agujas de espina de cactus. Anzuelos de espina de cactus. Restos malacolégicos y vértebras de pescado. Estos instrumentos que caracterizan pr&cticas econémicas de depredacién marina, pueden ser atribufdos, sin contradiccién con evidencia alguna, a la fase Azapa puesto que este es el grupo que - presenta mayores inclinaciones hacia la explotacién de la costa. - Sin embargo, su vinculacién con actividades agrfcolas experimentales, + explicarfa su ubicacién en un sitio de valle y no de costa. Ademas, 33 permite pensar que oscilan entre una y otra zona en ciclos que afn no es posible definir. Descripcién de indicadores culturales de la Fase Azapa. Textiles: Se reconocieron, tentativamente, tres técnicas textiles de acuerdo a las definiciones de L. Ulloa (1974): a) Técnica de Malle N. 2: En este sistema se usa el — mismo tipo de enlace que en la técnica de malle nfmero 1., "que es— t& formada por lazadas heches con un instrumento similar al crochet; en cada una de ecllas ve encajada la siguiente hilera de lazada". En la N. 2 "antes de enganchar con la siguiente hilera forma una tor - sién en 8" (L. Ulloa ob. Cit.). Esta técnica est& asociada a con — textos chinchorro y camarones 15). En AZ-14 se utiliza en bolses de lana de distintos tama fios (25 cms, de largo por 15 cms. de encho promedio), de formas ci- 1fmdricas con base cénica; decoradas con 1lfneas horizontales, esca— lonadas, figures rectenguleres ajedrezadas combinando los colores - café y amarillo. Contenfan en su interior objetos para alucin6ge - nos, restos de comida, etc. b) Telar: Técnica utilizeda para la confeccién de mantas delgadas (90 cms. de largo por 45 cms. de ancho promedio), lises y en menor nfmero, listadas; aprovechando s6lo colores naturales. Mal conservadas y puestas sobre los cuerpos flectados. Esta técnica de telar se mantiene ausente hasta les pobleciones Camarones 15, por - lo tanto aparecerfa por yrimera vez con alta frecuencia a partir de esta fase. c) Es probable, ademfs, que exista una técnica textil - cuyes caracterfsticas muestren un progreso en relacién a las técni- cas tempranes, uo obstante, a pesar de su apariencia, no alcanza - la perfeccién del telar. Le hemos denominado en consecuencia seudo ~telar. Alucindgeno: Los elementos utilizados para la absorcién de narc6ti- cos son los siguientes: 3h ~ Tubos insuflatorios de madera y hueso (20 cms. largo promedio), con cabezal cilfndrico y rectangular respectivamente. En el primer caso est& formado por una sustancia resinosa y algunas he- bras de lana, en el segundo esta boquilla est& tallada en hueso. - Tableta de madera cilfndrica (15 cms. diém. x 2 cms.- de alto), reemplazada generalmente por una concha de osti6n. - Brochitas de ramas finas, con un extremo torcido em— Pleado como mango ( 1 cm, difém. 15 cms. largo promedio), ~ Tubos cilfndricos de hueso (15 largo 1,5 cms. diém. - promedios) probablemente para contener la sustancia insuflada, siem pre aparecen vacfos, Estos elementos estén inclufdos en bolsas de cuero y la na. Los primeros indicios de estas pr&cticas, en los valles occiden tales, se observan en Camarones 15}; presencia de pequefios tubos de - hueso, CONCLUSTONES Lea informacién preliminar entregada anteriormente permi te concluir lo siguiente: a) La Fase Tiwanaku, con pocos contextos en el sitio, de acuerdo al criterio de disturbaci6n reafirma su ubicacién poste—— rior a Alto Ramfrez, con quienes seguramente debid contactarse en - sus etapas finales, >) Los contextos Alto Ramfrez con esta nueva modalidad funeraria, sin rasgos altiplénicos y exentos de formaciones tumulares, son un reflejo de manifestaciones culturales divergentes. Si corres pondieran a una misma unidad de poblacién serfan indicador, probable mente de organizaci6én social compleja. Una explicaci6n contraria me nos forzada, indicarfa que se trata del enfrentamiento de dos trad: ciones culturales distintas: la tradicién costera que comenzaba a re montar los valles con fines productivos agricolas y, la corriente al tiplénica que penetraba a estos valles cfilidos del Pacffico con fi nes similares. Corrobora la sincronfa de estas manifestaciones la - fecha obtenida en el sitio de 410 A.c. c) Las poblaciones Azapa presentan un carfcter transi- cional, puesto que, a pesar de los cambios en relacién a las poblacio nes costeras, continGan una serie de rasgos de éstas. Este nexo se 35 manifiesta con claridad a través de las actividades depredatorias: - presencia de chopes, anzuelos y arpones para explotacién del mar; ar cos y astiles de flecha, cueros de zorro y aves; algarrobo y totora que demuestra la caza y recolecci6n terrestre. El asentamiento de esta poblacién alejada varios kiléme tros de la costa, indicarfa que debi6 existir actividades agrfcolas de baja tecnologfa puesto que las actividades depredatorias son més estables y abundantes, Este agricultura inicial, probablemente, se realizaba - en les riberas de las antiguas ciénagas que se formaban en estos sec tores bajos de los valles; donde probablemente bastaba la utilizacién de palos aguzados para la producci6n de cultivos vegetativos como le mandioca (1), cuyos restos pueden estar representados en las harinas depositadas en cestos y calabazas, sin identificaci6n afin, Cronolégicamente las manifestaciones Azapa podrfan ocu- par el marco de tiempo entre Camarones 15 (1.100 A. C,) y El Laucho (530 A.C,), puesto que, adem&s de las razones expuestas, entre sus — componentes est& ausente una serie de rasgos observados en El Laucho (por ej.:cerf&mica, gruesos turbantes, metalurgia, aumento de la can- tidad y varieded de los productos agrfcolas, etc). Por otro lado, existen similitudes con algunos elemen-- tos de la Fase Faldas del Morro, ubicada tentativamente en 800 A. C. (por ej,:disefios de los cestos y calabazas grabadas, técnicas texti- les, manejo de economfa mixta, etc.). Sin embargo, mientras no se - obtengan dataciones radiocarbénicas para algunas de estas manifesta- ciones, seguiré pendiente el vacfo cronol6gico que existe entre Cama rones 15 y El Laucho. (1) M, Révera (£974) plantea que La mandioca de Camanones 15, ha- brfa sido

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