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14. EL ENCUENTRO DE LO FEMENINO EN LA TRADICION JUDEOCRISTIANA por June Singer June Singer, analista junguiana y autora, que vive en Palo Alto, California, traza los amplias efectos de la escisién apocaliptica entre lo Femenino y lo Masculino en la cultura Judeocristiana. Mientras que Riane Eisler examina los efec- tos de esta escisién en el mundo antiguo, en el campo social (capitulo 2), Singer se centra en el terreno espiritual. Singer intenta descubrir las momentos de la tradicién bi- blica en que lo Femenino 0 la Diosa fue rechazada, aban- donada y, al final, desterrada a los mundos inferiores. Ella considera que lo divino se ha divorciado de la naturaleza y del cuerpo humano, y que ha sido situado en un pedestal en forma de un viejo hombre sabio. Por esta razén, apunta a la religion como fuente de opresin, mds que a la sociedad pa- triarcal en su conjunto. Los resultados a largo plazo de este deslizamiento pueden verse en la religién institucionalizada m Elencuentro de lo femenino de nuestros dias, que todavia afirma que las mujeres no pue- den tener una relacién directa con lo divino, que estd suje~ ta a la mediacién de un sacerdote o de un marido. Singer también relaciona otros resultados a largo plazo de esta escisién con ciertos problemas actuales: confusién en los roles interpersonales de hombres y mujeres, y falta de respeto or la frégil ecologia de la tierra, la Gran Madre, que hace tun lamamiento a las cualidades femeninas nutridoras de todas/os nosotras/os. Al igual que las otras autoras de esta parte, Singer nos ofrece una forma de lo Femenino Divino desde otro tiempo y lugar: Sofia, la Diosa gndstica de la sabiduria que nos re~ ‘cwerda que puede ser vista como nuestro origen, nuestro re- corrido y nuestra meta. June Singer, doctora en Filosofia, es analista junguiana y practica en Palo Alto, California. Es autora de Energias del ‘Amor; The Unholy Bible; Androginy: The Opposites Whit- hin; y coautora del Singer-Loomis Inventtory of Persona- lity. En su ultimo libro, Seeing Through the Visible World, explora las raices gndsticas de. la psicologia de Jung. Cuan- do no esté reflexionando sobre asuntos serios, disfruta tra- bajando en su jardin 0 volando a lugares lejanos. Una conciencia femenina emergente nos esti haciendo caer en la cuenta de que ciertos problemas bisicos a los que nos enfrentamos actualmente no son problemas s6lo de hoy dia. Constituyen nuestra herencia de las épocas del pasado, Ja consecuencia pospuesta durante mucho tiempo de la alie- nacién de la cultura patriarcal del principio Femenino. Estos problemas existen en cinco niveles diferentes: 1, En un nivel arquetipico, las distinciones entre sexos, ‘aunque basadas en la biologia, han conducido a la division de 273 Despertando de nuevo la divinidad de lo femenino Jos roles basados en el género. Lo que se considera masculi- no o femenino puede diferir de una cultura a otra, pero el pun to esencial es que siempre existe una diferencia, Es dificil determinar si lo que percibimos como masculi- no o femenino es una consecuencia directa de nuestra expe- riencia en el mundo, o si estas imagenes las llevamos pues- tas en el mundo como lentes arcaicos a través de los que contemplamos el presente. La psicologia contemporinea pro funda, en especial la influenciada por C.G. Jung, nos ha vuel- to. las fuerzas arquetipicas existentes en la psique humana, ‘que generan imagenes, acttudes y, posteriormente, compor. tamientos. Las imagenes de la divinidad de los antiguos tiem- pos, incluidas las imagenes de diosas, han servido como plantllas psicolégicas internas que han generado estereotipos sexuales que, a su vez, se nos presentan como si fueran ob Jetivos, es decir, como si procedieran del mundo fenomeno- egico. Seguramente nose trata de un caso de “esto 0 lo otto", ya {que no somos activados y propulsados a través de Ia vida s6lo por las circunstancias de nuestro entomno, ni tampoco s0- mos totalmente capaces de trascender nuestra herencia ind vidual, cultural y filogenética. Reconociendo la importancia tanto de la naturaleza como de la educacién, adoptaré la pos- tura, frecuentemente pasada por alto, de que debemos con- siderar algunos de los principales problemas actuales a Ta luz de sus cimientos arquetipicos. 2. Enel nivel interpersonal, los hombres y las mujeres re- accionan entre si en base a sus propios sistemas internos de valores, que pueden estar determinados en parte por factores arquetipicos. ,Cémo nos vemos a nosotrasfos mismasfos? {Tenemos poder, contol, autoridad,autoestima’ ;Como con- Sideramos el sexo opuesio? ,Podemos confiar en él para que nos ayude, nos sostenga y nos anime? 20 lo vemos como el tenemigo que compite por el reconocimiento, amenaza o mina nuestra autonomia, oa la expectativa de que nos comporte- 274 neuen Elencuentro de lo femenino ‘mos de una manera incompatible con nuestro sistema perso- nal de valores? ;Consideramos que la sociedad favorece ‘nuestras metas y Valores o que se opone a ellos? En algunas situaciones consideradas como no amenazantes, las mujeres y los hombres tienden a cooperar y a apoyarse entre si. En una ‘ituacién opuesta, cada persona actia para si. La mayoria de nosotrasjos nos encontramos a lo largo de la vida en una gran variedad de circunstancias, a veces favorables y a veces __ dolorosas. Estas circunstancias, junto con nuestros propios va- lores y expectativas juegan inevitablemente un papel muy influyente a la hora de determinar la naturaleza de nuestras relaciones interpersonales. 3. En el nivel social, la escisién entre los roles masculino y femenino es un problema que incluye las diferencias de po- der y de autoridad. {En qué insttuciones prevalecen los hom- bres y en cusles son las mujeres las que toman la mayorfa de las decisiones? Tengamos en cuenta que algunas de las cues tiones sobre las que las mujeres suelen expresarse mas no son cuestiones que conciemen sélo a las mujeres, como por ej plo, el aborto. Lo que estd en cuestién en este caso es el bi nestar del feto, y no necesariamente el de Ia mujer cuyo cuer- po lo contiene. ;Hasta qué punto podemos lograr que los dos sexos se interesen en asumir el proceso de tomar una decisién en nuestra sociedad? 4, En el nivel del medio ambiente, la violacién de la tie- 1a €s un resultado de los elementos de nuestra sociedad que persiguen el dominio y el control sobre la naturaleza: el Ila- mado principio Masculino en hombres yen mujeres. Tam- poco se escapan los habitantes de nuestras ciudades ~que amamos nuestro hogar- a la aglomeracién, a la contami cidn del aire y del agua, y ala falta de una buena educacién para aquellos de nuestros hijos que mas la necesitan. ‘5. En el nivel espiitual, existe igualmente una division en- tre el reino de lo temporal y el reino de lo infinito. Llevado esto al terreno de cada dia, el problema consiste en que de~ 275 Despertando de nuevo la divinidad de lo femenino rmasiadas personas con poder e influencia estin mas intere- sadas en los beneficios inmediatos que en la visién evolut va global de la humanidad y de su bienestar. Como solia de- cir Jung no somos capaces de vivir nuestras vidas “bajo et aspecto de la eternidad”. Demasiadas personas permanecemos inconscientes de las posibilidades de una renovacién espiri- tual del aqui y ahora, Apostamos por una gratificacién in mediata como si no hubiera mafana Espero mostrar, a través de una parte del cuerpo mitolé- «zico pertencciente ala cultura judeocristiana, pero que fue ex- cluido de la Biblia, emo Ia alienacién histérica de lo Fe- menino a partir de lo Masculino ha contribuido a algunos de estos problemas contemporincos. El mito de la Diosa y el mito del héroe ‘Actualmente se ha producido un interesante fenémeno, al haber sido capaces las mujeres de adaptarse cada vez.con mis eficacia alas exigencias del mundo modemno y de asu- mir crecientemente posiciones de respeto y de importancia. Se ha vuelto despertar un nuevo viejo mito: el mito de la Diosa; hasta tal punto se ha despertado, que casi ha reem- plazado el mito del héroe que tanto caracteriz6 ls ideales de Ja primera mitad del siglo xx. ‘Tal vez esto ha sucedido porque el mito del héroe, con to- dos los dioses que le acompatian y apoyan, no tuvo éxito en crear el mundo pacifico y armonioso que la mayoria busca ‘mos. El héroe representa al individuo que ha prosperado por su fuerza o astucia,frecuentemente a expensas de individuos menos ambiciosos, mis débiles o més conscientes desde el punto de vista social. Sélo una infima parte de Ia poblacién ‘Se parece al héroe, mientras qu la vasta mayoria debe luchar individual o colectivamente para sobrevivir econdmica, so- cial y espiritualmente 276 Elencuentro de lo femenino Creo que no es una simple generalizacién decir que el arquetipo del héroe es uno de los arquetipos con el que los hombres han tendido histéricamente a identificarse, bien ‘como un ideal o como un modelo de conducta respecto al cual, Jjuzgarse, mientras que la Diosa representa mas un aspecto de lo Femenino, vital y dador de vida, con el que las mujeres se pueden identificar mas ficilmente. Esta imagen ha sido des- valorizada, rechazada y negada por la cultura judeocristiana, Sélo hoy dia, cuando tanto hombres como mujeres han em ‘pezado a darse cuenta de que la mitologia del pasado antiguo habla la lengua del alma en términos simbélicos, hemos em- ppezado a preguntarnos por qué la Diosa desaparecié mientras rendiamos homenaje al héroe. El mito del héroe en la cultura moderna se manifiesta en el crecimiento de las grandes empresas, concebidas y desarro- lladas por aplicados individuos que no se dejan nada en el ca- ‘mino de sus logros. Los hombres corrientes sirven a sus roes y se calientan en el reflejo de su gloria; pero el deseo ‘secreto implantado en los nifios pequefios por sus madres, de que cualquier hombre puede Ilegar ser presidente de los Es- tados Unidos, nunca ha sido olvidado por completo. Este mi se vive por sustitucién cuando los hombres vitorean a sus hé- toes deportivos, insisten en el derecho a portar armas morta- les, 0 proclaman: “Mi pais ante todo y sin discusién”. Por otra parte, el mito de la Diosa reprimida nos habla del poder singular de 1o Femenino, No es el poder de la fuerza fi- sica el que caractetiza a la Diosa, sino el poder de la creativi- dad. El itero es s6lo una parte de este hecho: Pero es a través del titero como los hombres se han perpetuado a través de su semilla, lo mismo que Ia han plantado en la tierra fértil y, con Ja ayuda de la Huvia del cielo, han sido capaces de prover a su familia del alimento que necesitaba para el sustento. Sin embargo, el hambre que el hombre siente, y que sélo puede ser saciada por la mujer, va mis alla de la necesidad fi- sica o sexual. Es la conexion con el espiritu, con la Otredad. 21 Despertando de nuevo la divinidad de lo femenino total, lo que los hombres buscan en lo Femenino, porque la ‘mujer es todo lo que no es el hombre. Porque ella es amoro- ssa y compasiva, pero también ha de ser respetada y temida, Ella es esa enorme Madre que sobresale por encima del hom- ‘bre, como sobresalia cuando era un nifio, Ia que puede otor- garle sus deseos o negirselos, mantenerle en su regazo 0 abandonarle. Para convertirse en un hombre, el nifio debe arrebatar su libertad a su madre. Estas huellas enterradas del pasado se transforman como por arte de ensalmo en el poder secreto de la Diosa. No es de cextrafiar, pues, que la cultura judeocristiana del patriarcado la haya rechazado, Como consécuencia, lo Masculino se ha se~ parado de lo Femenino desde hace mucho tiempo. La alie- nacién entre ambos ha conducido a una conciencia unilateral y a1una inconsciencia oscura y sombria, Rechazada o no, la Diosa no ha desaparecido por com- pleto. Se ha estado escondiendo, esperando los tiempos pro- picios para emerger de nuevo, los tiempos en los que e! mun= do tenga necesidad de ella y esté dispuesto a prestarle atencién, Parece que ha llegado Ia hora de su segunda venida. La reconsideracién de los viejos mitos Hoy dia estamos asistiendo al renacimiento de los viejos mitos, pero no nos conformamos simplemente con volverlos ‘a contar, Estamos volviendo a reconsiderarlos desde el pun- to de vista de su significado arquetipico. Buscamos en los re- Jatos misteriosos de otro tiempo temas comunes que descri- ban y caractericen el desarrollo de la conciencia del ego fuera de su matriz, cuando en los primeros tiempos empeza- ‘ba a interactuar en grupo. Buscamos en estos mitos indicios. de los obstaculos que han interferido con este desarrollo y que nos han hecho retroceder a estados arcaicos de conciencia. Es- tamos aprendiendo a reconocer en los mitos los patrones 278 Elencuentro de lo femenino ‘ternamente recurrentes de pensamicnto y de conducta que than Ilegado a dominar nuestra cultura occidental judeocris- tiana, y a detectar dénde fue rechazado lo Femenino y dén- de se perdié posteriormente. Por ejemplo, consideremos la festa de Pascua del calen- dario cristiano, Esta festa se asocia, por supuesto ala resu- rreceién de Jesucristo, Pero en cuantas iglesias se mencio- na durante el domingo de Pascua el hecho de que el nombre __ de esta festividad proviene de Astarté, la diosa sumeria de la fertilidad, que era venerada en Oriente Medio, dos mil afios antes de Cristo, como la encaracién de la Tierra Femenina? Astarté era sélo una de las diosas; también existian la diosa Ishtar de Babilonia, Anahita en Persia, as diosas egipcias Isis y Hatthor, Cibeles de Lidia, la diosa griega Afrodita, y la romana Venus, cada una de ellas temida y respetada como la Gran Diosa, la Santa Madre, la Prosttuta Sagrada, y la Fuen- te de la Sabiduria. En contra de Ia opinién popular generalizada, la Diosa no era venerada en lugar del Dios. Mas bien lo Femenino se veia siempre en relacién a lo Masculino, con el reconoci- rmiento pleno que requiere una relacién para asegurar la fer- tilidad de la tierra y de la humanidad, Es muy interesante el que permanezcan vestigios de la Diosa en la Biblia hebrea, ‘como en la historia de Ester (jnombre derivado de Ishtar?), «que se convirtid en Ia esposa del rey-dios persa Asuero y lo- ‘16 salvar a su pueblo, Israel, interviniendo en su favor ante ssu-marido, quien tenia intencidn de destruirlo. Descubrimientos como éste han levado a muchos estu- diosos a preguntarse por qué la Diosa fue derrocada de su tro- no al mando del Dios hebteo, cuya presencia patriarcal do- ‘minaba la religion hebrea y, posteriormente, sus religiones hhermanas, el Cristianismo y el Islam. La historia biblica nos cuenta que cuando los némadas hebreos Hegaron a Egipto causaron problemas por su negativa a venerar a los dioses y diosas de aquel pais basado en la agricultura. Cuando se li- 279 Despertando de nuevo ta divinidad de to femenino beraron del yugo de la esclavitud y volvieron a sus costum- bres némadas, siguieron a su propio Dios tribal y patriarcal para adentrarse en tierras desconocidas y, posteriormente, ‘en la Tierra prometida. En el camino recibieron la ley mo- saica, que incluia la historia de su propio pueblo desde el tiempo de la ereacién, asi como instrucciones especificas y ‘mandamientos sobre cémo conducirse respecto a su Dios, entre si y con el resto de la humanidad. Esta hist eyes, junto con otros documentos posteriores, se convirtie~ ron et las Sagradas Escrituras mediante las que el pueblo Ihebreo iba a ser gobernado y en las pautas a través de las cua- les se mediria su fe y su conducta. ‘Tras su regreso a la tierra de sus antepasados, los hebre~ ‘0s encontraron a los habitantes locales atrincherados y rin- ddiendo culto a las diosas de Ia fertilidad, a las diosas det amor y,a veces, a las de Ia sabiduria. Estas madres-de-la-t tra encarnaban en sus expresiones més amables la compasién ¥ el alimento, pero en sus personificaciones mis feroces exi- ‘ian sacrificios humanos y toda clase de rituales, que parecian impiidicos y lascivos a los ojos de los puritanos hebreos. Sin ‘embargo, estos ritos debieron tentar a algunos, ya que la ley hhebrea tuvo que ser reforzada una y otra vez.en lo concer- niente a la prohibicién de cualquier contacto con los adora~ dores de la Diosa, bajo amenaza de los castigos mis severos ‘para cualquier hebreo que osara aproximarse a los lugares en los que se le rendia culto. Los hebreos necesitaben para so- brevivir como pueblo permanecer como una comunidad fuer- temente unida de creyentes y seguidotes de un dios-padre que debia protegerles de la contaminacién o de la conquista de sus vecinos. Hacia el aiio 300 a. de C., cuando la versién oficial de la Biblia hebrea se consideré oficialmente cerrada, habian sido cexpurgadas casi todas las referencias al culto de la diosa. Las que permanecieron fueron sutilmente veladas, de mane ra que era necesario buscarlas expresamente si se querian 280 Elencuentro de lo femenino encontrar. Un ejemplo podria ser el de Raquel que, cuando es- tuvo preparada para dejar su hogar paterno para Vivir con su ‘esposo Jacob, tomé consigo sus terafim ({dolos de los que condenaba el segundo mandamiento) y los escondie bajo la falda. Cuando su padre descubrié que le faltaban los idolos, ella se negé a levantarse de donde estaba sentada, fingiendo que tenia la regla, de manera que ningin hombre pudiera to- carla (segiin la ley hebraica). Este relato sugiete que los ido- los (diosas) estaban presentes entre los hebreos, pero de ma~ nera oculta. Aunque se supone que este hecho sucedi6 antes de la recepcién de la ley, la decision de incluirio en la Biblia fue bastante posterior. En un periodo todavia ulterior, se compilé el Nuevo Testamento como un testimonio de la vida y tiempos de Jestis; esta escritura sagrada, también se cerr6 en determinada época de manera que no pudiera aadirse nada més. Mientras se escribian estos documentos “oficiales” se es- taba produciendo también un vasto cuerpo de literatura sa~ _grada tanto por judios como por cristianos de muy diferentes cescuelas de pensamiento, desde el valle del Tigris hasta las orillas del Nilo. Se ha aventurado la hipétesis de que cerrar ‘al Viejo y el Nuevo Testamento era en parte el resultado de los esfuerzos por cristalizar la intencién de dichas obras sa- sgradas en una determinada fase. Podemos preguntarnos por qué era necesario limitar la amplitud de los textos autorizados de la literatura religiosa, fn vez de permitir que se expandieran ¢ incorporaran puntos diferentes de vista. Los eruditos han sugerido que algunos tex- tos extracanénicos contenian tendencias reformistas que ame~ nazaban la autoridad de las facciones ortodoxas, y que por ello tenian que ser excluidas de lo que se consideraba el ‘cuerpo esencial de la doctrina. Otros avanzan Ia hipstesis de que no podia permitise que las ideas politeistas y las pricticas helénicas de diversas regiones del Préximo Orien- te, incluyendo el culto a la Diosa, contaminasen las mentes 281 Despertando de nuevo ta divinidad de lo femenino estrictamente monoteistas de los judios y los cristianos. Pero algunas de aquéllas sobrevivieron en formas diversas, prin- cipalmente a través de la leyenda y del mito. Se han encon- trado muchas versiones diferentes, frecuentemente en frag- ‘mentos que son dificiles de reunir, traducir y entender. Estos textos extracandnicos contienen, entre otras cosas, “histo- ras” simbolicas del origen de lo Femenino en la tradicién ju- deocristiana, Lo Femenino excluido Necesariamente tengo que seleccionar \inicamente algunos ‘ejemplos en esta ocasién, ya que su alcance es demasiado vas- to como para intentar hacer aqui un anilisis general. Los sa- cearé de textos recientemente descubiertos de los dos prime- ros siglos de la era cristiana, concretamente de los ‘Manuscritos judios del Mar Muerto, encontrados en Qumram, cn las colinas de Judea, entre 1945 y 1947, y de la Bibliote- ca Nag Hammadi, una coleccién de textos cristianos gnésti ‘cos encontrados en 1945 en el Alto Egipto. ‘Los esenios huian de lo que consideraban pricticas profa- ‘nas en Jerusalén, que estaban refiidas con sus propias ideas de piedad y adhesin a la ley mosaica. Ellos representaron al ‘maximo la separacién por parte de lo Masculino de lo Feme- nino, al formar en el desierto de Judea (hoy dia la orilla oc- ‘cidental del Jordin) una comunidad ascética de hombres que renunciaban a Ia sexualidad, por considerarla como una in- terferencia en la vida espiritual. La relacidn sexual sélo est ba permitida a un pequefio niimero de sacerdotes con la fina- lidad de posibilitar la continuacién del linaje sacerdotal. Por otra parte, los gnésticos del Alto Egipto otorgaban un ‘papel importante a lo Femenino; con toda certeza, en algunos textos aparece como la compafiera de Dios, emanacién de la misma sustancia del Altisimo y, por lo tanto, igual a él. Cuan- 282 Elencuentro de lo femenino do el Dios de la historia de la creacién biblica dice “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”, existe una con- notacién de que esté hablando al aspecto femenino de si mis- ‘mo 0 a la cocreadora femenina, ya que el texto biblico con- timia: “varén y hembra los cre6*. Lo Femenino, ya se trate de tuna diosa 0 de una parte de Dios se describe en las obras ‘gndsticas como “luz. celestial” o “luz de la sabiduria”. Des- de el principio se trata de una figura de sabiduria, En la Bi- blia se encuentran todavia vestigios de este aspecto de lo Femenino, como por ejemplo, en los Proverbios, 8:1: ",No lama acaso ta sabiduria? ,No eleva la inteligencia su voz", yenel Cantar de los Cantares: “;Quign es la que surge como la aurora, bella como Ia luna, esplandeciente como el sol, y terrible como un ejército con estandartes?”. En otro mito gndstico, se ve lo Femenino como un refle- jo de un Dios trascendente completamente extraio. Este Dios £5 estitico y coexiste junto con la totalidad que no esté li- mitada al mundo visible, sino que mas bien existe en el cie- lo, lo que quiere decir en el mundo sin forma de lo infinito. Eles omnisciente, asi que contiene el atributo del logos que da nacimiento a la mente, al intelecto y a la palabra. Lo Fe- menino complementario es activo; posee la capacidad de moverse entre los cielos y las regiones inferiores. Esto pue- de interpretarse como que representa la capacidad de relacién, ‘unatributo de eros, el gran anudador y desanudador. En tér- rminos psicoldgicos, esta imagen dualistica de Dios puede ser un resultado de la represién de la afinidad Masculina con la tierra (los mundos inferiores) y de la proyeccisn de esta sa- biduria terrestre sobre lo Femenino. Como consecuencia, 1o Femenino ha tendido a asociarse con la tierra, con lo que es bisico y humilde. Un mito adscrito a la escuela gnéstica de Valentin cuen- ta que, en la época intemporal antes de la creacién, lo Fe- menino aparece como el “pensamiento” de Dios; de aqui proviene el que se le dé el titulo de Sofia, procedente de Ia pa- 283 Despertando de nuevo la divinidad de lo femenino labra griega que designa la sabiduria. Siendo pensada, tiene cierta autonomies libre de mirar hacia abajo y de contera- pilar lo que ve. Su mirada aleanza todos los aspectos negati- vos de los lugares inferior, y esté lena de compasién. Su pensamiento no es puro intelecto, sino otra cosa: un anhelo de relacién y un anhelo de algo con lo que se pueda relacio- na, concretamente, la creacion. Siendo de la misma esencia de eros, esta apasionada con su propio deseo y asi, sin la participacién del principio Masculino Divino, liamado tam- bign logos, la sombra de sus pensamientos asumen una exis- tencia independiente. La consecuencia de esta ruptura de la ‘unidad primordial es la concepeién de un dios-creador, que entonces es responsable de crear el mundo visible. Este dios- creador, Hamado Yaldabaoth y con otros muchos nombres cen a mitologia gnéstica tiene un fuerte parecido con el dios- creador del Genesis, o seguramente con su lado oscuro 0 con su aspecto sombrio. YYaldabaoth esti muy lejos de ser un dios ideal, ya que fue cconcebido por un error de Sofi, al atreverse a formar un pen- ‘imiento en el que su divino consorte no habia partiipado y al que no habia dado su acuerdo. Como resultado de la alie~ nacién por parte de lo Femenino de lo Masculino, Yaldabaoth es imperfecto:sufte de celos. Anuncia que es un dios eeloso ¥y que no habri otros dioses antes que él. Con esta declaracién econoce que existen otros dioses (y diosas) y exige tener do- minio sobre ellos. Crea toda una caterva de espiritus malé- volos, diablos y demonios para servirle, y otorga un lugar importante al diablo en los mundos inferiores en los que re na, Los diablos son entronizados como “arjones”, o poderes de los mundos inferiores. Gobieran el mundo dela forma Psicol6gicamente, experimentariamos a los arjones como po- eres; por ejemplo, los celos, la envidia, la codicia, ta Iyjuria, Ja ambicién, cl autoenaltecimiento, la crueldad y el engaio. El mito continia. Sofia, mirando hacia abajo desde arr ba, veal diablo en todas partes y multiplicindose en el mun- 284 El encuentro de lo femenino do. Actiia y desciende, por propia voluntad o movida por la compasién, y los arjones al verla tienen deseo de ella. Caen sobre ella la vuelven ciega. Empieza entonces a sufrit enor- memente con dolores y en la oscuridad. Extraviada de su hogar celestial, se encuentra turbada e indefensa. Se arre- piente de su error, el de actuar sin el acuerdo de su consorte Y, por lo tanto, de haber cometido un pecado en contra de la Totalidad. Llora hacia el cielo en busca de ayuda. Su plegaria es escuchada y el logos envia una emanacién, “que también es logos de la misma sustancia. El logos (en al- ‘gunas versiones del mito es Jesis, llamado también Anthro- pos, ol Primer Adin, por haber sido el modelo primigenio segin el cual se habria modelado el Adén biblico) desciende a las regiones inferiores y, con un toque, restablece la sin de Sofia. De esta manera, el logos vuelve a conectar ‘on eros, y Sofia, iluminada, puede una vez més encamar la figura femenina 0 de la sabidurfa. En esta narrativa de Ia ereacién, los arjones arrojan su semilla a la terra y hacen nacer a una criatura en forma de hombre. En otras versiones, Yaldabaoth moldea el primer hombre a partir del polvo de la tierra. Este “segundo” Adin (que proviene de Adamah, la palabra hebrea que designa la tierra) es débil e impotente y no puede levantarse del suelo, porque fue creado como consecueneia de un error. Viendo esto, Sofia envia una segunda emanacin en forma de la Pri- mera Eva, una Eva celestial que es el prototipo de Ia Eva biblica. Con ella tiene un doble fisico, ue, al encontrar a este

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