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ORACIONES PARA LOS DÍAS SANTOS

VIERNES SANTO
“Jesús y los crucificados de hoy”

““Se esfuerzan cada vez más por morir al pecado y


vivir para Dios en Jesucristo”
(Regla 23 de los Hermanos de las Escuelas Cristianas)

a) La Palabra
(Is 52,13)
“Muchos se horrorizaron al verlo, porque estaba desfigurado su semblante, que no tenía ya aspecto de hombre; pero
muchos pueblos se llenaron de asombro. Ante él los reyes cerrarán la boca, porque verán lo que nunca se habían
imaginado”. Palabra de Dios.

b) Invitación para el día


Estar atentos y atentas a la devoción de la gente del lugar al mirar o al cargar la cruz. Si es posible, cargar la cruz e
imaginar lo que significa “cargar la cruz” para muchos y muchas que hoy sufren.

c) Salmo 22
Este salmo es de súplica. Es la aventura de un justo que se ve en un profundo abandono y, gracias a su profunda fe,
recurre a Dios con una confianza aún más grande que su intenso y profundo sufrimiento.

Los movimientos del alma se chocan de una forma dramática: el temor ante la angustia y la confianza en aquel que puede
librarle de esa angustia. El abandonado-de-Dios termina abandonándose-en-Dios. “La cosa difícil es esperar con la voz baja.
La cosa fácil es desesperar. Y es la gran tentación”.

En ningún momento aparece ningún asomo de desesperación. Hay en el salmista un verdadero dominio de sí mismo. Una
paz serena y profunda reina en el fondo de su alma. Por eso, ningún otro salmo nos presenta un alma tan bella, tan
transparente, tan cercana al Mesías como éste.

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has mi corazón, como cera, se derrite en mis
abandonado? No te quedes lejos, que el peligro está entrañas; mi garganta está seca como
A pesar de mis gritos, mi oración no te cerca una teja,
alcanza. y nadie me socorre. la lengua se me pega al paladar.
Dios mío, de día te grito, y no respondes; Me acorrala un tropel de novillos,
de noche, y no me haces caso: me cercan toros de Basán; Me acorrala una jauría de mastines,
aunque tú habitas en el santuario, abren contra mí las fauces me cerca una banda de malhechores:
esperanza de Israel. leones que descuartizan y rugen me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos.
En ti confiaban nuestros padres, Estoy como agua derramada,
confiaban, y los ponías a salvo; tengo los huesos descoyuntados; Ellos me miran triunfantes,
a ti gritaban, y quedaban libres, se reparten mi ropa,
en ti confiaban, y no los defraudaste. echan a suerte mi túnica.
Porque no ha sentido desprecio ni Porque del Señor es el reino,
Pero tú, Señor, no te quedes lejos; repugnancia él gobierna a los pueblos.
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. hacia el pobre desgraciado;
Líbrame a mí de la espada, no le ha escondido su rostro Ante él se postrarán las cenizas de la
y a mi única vida, de la garra del mastín; cuando pidió auxilio, lo escuchó. tumba,
sálvame de las fauces del león, ante él se inclinarán los que bajan al
a este pobre, de los cuernos del búfalo Él es mi alabanza en la gran asamblea, polvo.
cumpliré mis votos delante de sus fieles. Me hará vivir para él, mi descendencia le
Contaré tu fama a mis hermanos, Los desvalidos comerán hasta saciarse, servirá,
en medio de la asamblea te alabaré alabarán al Señor los que lo buscan: hablarán del Señor a la generación
Fieles del Señor, alabadlo, viva su corazón por siempre. futura,
linaje de Jacob, glorificadlo, contarán su justicia al pueblo que ha de
temedlo, linaje de Israel. Lo recordarán y volverán al Señor nacer:
hasta los confines del orbe; todo lo que hizo el Señor.
en su presencia se postrarán
las familias de los pueblos

c) Oración
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
Yo quiero hacer esta oración de rodillas. Es tu salmo, Señor. El que pronunciaste en la Cruz, en la profundidad de tu
inmenso dolor físico y moral. Te sentías solo, abandonado de tu Padre Dios. No intento abrir el misterio, descubrirlo, ni
menos tratar de interpretarlo. Sólo quiero caer de bruces ante él y adorarlo.

“Pero tú, Señor, no te quedes lejos”


Señor, te necesito. Necesito escucharte, palparte, sentirte cercano. No te pido que me quites el dolor, el sufrimiento,
la enfermedad y la muerte. Sólo te pido que estés cerca de mi dolor, de mi sufrimiento y, sobre todo, cerca en la hora de mi
muerte. Y si alguna vez te vas, que sea sólo para sentir mejor tu ausencia y buscar más ansiosamente tu presencia. Que tu
silencio ahonde en mi corazón y así aumente mi capacidad de ti.

e) La Cruz

Ese Cristo de tápalo encarnado,


de terciopelo recamado de oro
me causa espanto, compasión, azoro
y lo llevo en mis ojos reflejado.

Ese Cristo en su cruz crucificado


me mira tenazmente y sin decoro
Él sabe que al mirarlo siempre lloro
y me pide por mí ser desclavado.

Yo miro su mirada legendaria


su agonía tan larga y estatuaria
y rechazo seguirlo contemplando

pues su muerte me está crucificando


y me huyo por las calles de cemento
huyendo de ese Cristo tan violento.
(Pita Amor)

f) Conclusión
Pensando en cómo María estuvo al pié de la cruz, rezamos un Avemaría. Confiándole a su intercesión toda esa gente
que hoy sigue siendo crucificada.

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