Vous êtes sur la page 1sur 8
10. Cémo habla hoy la sociedad civil Dicen que cuando le pregunsaron a Jack Lang, entonces ministro de cultura francés, qué entendfa por cultura, respondi6 que e-atodo ticas culturales que aiinrealizat esta inercia burocratica, O, para decirlo un tiempo perdido. de los gobierros y los andlisis ce los ‘contenidos en este libro buscan razonar la miniscesios de cu‘tura siguen consagradosa las bellas artes. En el mejor de los casos, se ocupan sn poco de cultura poouler tradicional, pero casi nunca dicen ni hacen nada respecto de las culturas urbanas modernas: el rock, las historietas, las fotonovelas, los videos, 0 sea los medios en que se mueven el pensamiento y la sersibilidad masivos. Se desentienden, por lo tanto, de los escenarios ce consumo donde se forma lo que podriamos llamar ias bases es:éticas de la cudadanta.t ' sobreesteteme,véanse ls ans Je Renato Rosaldo, altura y verdad, especialmente 2 capitala “Las earbiantes naraivas shcanas”, Mésico, Grjdbo-Consejo Nacional para la Cultura yas Artes, 1991; y de Geerge Yédiee, Fean Francoy /uan Flores (ecs., Onedye. The ers of contemporary Lai American cultere, Minneapolis y Londres, University of Minnesota Press, 1992. 201 202 CONSUMIDORES ¥ CIUDADANOS Las estructuras burocriticas de los ageratos culturales estatales tienen ain los énta et6rico y las estrategias comunica- cionales de a épora en que {a literatura, Ia pintura y la mésica proveian los e6digos y las claves cor as que se podia interpretar el mundo, Carecen de Areas institucionales dedicadas al video y la informatica, y lo que queda del cine y de produccién televisive luego de las p ‘ones — ccupa exiguos rincones del presu- puesto. Los polft iprendieron. en las Gltimas décades la importancia ¢e ‘er. las comunicaciones electrénicas sus imigenes ma: el presupuesto de culturacamosifueran ideres del siglo »1%, aquellos para los cuales la forma més rotunda de consagraci6n era la escalture en brance. “Tampoco se trata simplemente de dejarse seducir por los medios electrénicos y la masivicad del rating. Por supuesto, no estoy sugi- riendo que nos alvidemos de Brahms . de Alfonso Reyes y ‘Villalobos, porqueahera tengan pocos clientes. Cuando sefialo que ‘os Estados dan respracién artificial alas salas de conciertosy alas revistas de artey literatuca, estoy cuestiorandoque s6lo se dediquea a ellas y que ademis se dediquen poco: dindoles apenas el aliento {que les permita sosrevivir. Soy dz los que piensan que atin necesi- tamos las tradiciones cultas y populares del arte preindustrial para encontrar la memoria ce lo que nos ha hecho como somos y una manera no simplemente fascinada, meros ingenua y menos irres- ponsable, ce pregumtar sieste viaje por la culture teenolégica y los mercados masivos vale la pena? ‘La cultura contemporénea vive en esta tensi6n entre la mocer- nizaci6n acelerada y las eriticas a 1a modernidad. Los cuestiona- mientos mas radicales y Kicidos de la década de los aoventa a la sensibilicad, el pensemiento y el imaginario posindustriales son enunciados hoy 90r quienes atravesaron la experiencia tumultuosa de rupturas, renovaciones y desengefios de esta segunda mitad del siglo xx. Ofrezco dos ejemplos, entre muchos que podrfamos citer. Primero el de Robert Hughes, critico de arte de Time y The New 2 a trata ber esta cuestion ose Forge Carvalho, op ci COMO HABLA HOY LA SOCIEDAD CIVIL. 3 Robert Hughes, A oda erica, Barcelona, Aragrama, 192, pp. -1-41. 4 Rae ps, Laces de aga isesnreamriaas Broa, omg 204 ‘CONSUMIDORES Y CIUDADANOS arte continien siendo recursos para escapar de 1as ilusiones nivela- Coras, abstractas, de Ia democracia occidental, Pero sostiene que estas posibilidadesse frustrardn mientras los artistas se dejen disci- por el mercado, o por las buenas intenciones de un multicul- deperspectiva y experimentacién, donde recordemos que le coexis- tencia de etnias y culturas, su hibcidacién desigual, es algo muy distance de una g-an familia mundial apacible. ‘Sin embargo, no todo el arte que se produce ahora muestra esta incapacidad pacavinculzrse con las conflictivas formes aetuales de elecirénica, con los menores arreglos ysimula- ciones posibles. Otros miisicos que haban logracocelebridad apr0- veehando el playback y el clip, Sinea¢ O’Cornory Joe Satriani, Gilberto Gily Stevie Ray Vaughan, y Gen més tras ellos, estén grabando unplugged y promueven sus discos ya no en estadios sino en salones intimos. E! mercado es demasiado vigorcso y astuto como para perderse la oporturidad de user esta recuperacin de la experiencia directa entre mésico y audiencia a fin de revitalizar las ventas; ;omento en que se corapone, una simplicidad tpe toques En las artes plasticas, en la mésica y en cualquier creacién cultu- ‘ierapre necesitamos oscilar entre laintegracidn y el desenchuie. Es indispensable tener informaci6n internacional, no s6lo 9ara estar actualizados tecnolégiea y estéticamente sino también para nu- en que necesitamos | de los grupos sociales, sobre todo de las etn COMO HABLA HOY La SOCIEDAD GIL. 205 tir la eleboracién simbélica en la multiculturalidad de las migra- ciones, los intercam azcional o étnica, les interacciones dersonales en las espacics do- zacion. Sé que tadinamica de la creaci6n artfstica cor. las exigencias de autonomia is. Pero las .e puede juntar facilmente en un mismo paquere preguntas de al ciones —entre para qué y para quiénes sirven los prccesos Ce integraciéa comer- cial transnacionales cuando ellos carecen de las carreteras, la edu- caci6n, el transporte, 0 sea los recursos bésicos paraencontrarse con sus semejantes, Integrarse o desenchafarse He trataco de argumentar en este libro por qué esta opeién esté wal planteada. A diferencia de la época en que se enfrentzban quienes colocaban todas sus ilusiones en alguna trans‘ormecién magica del epenser a a vez las polilicas y 1as formas de parti significa ser ciudadanos y consurnidores. Es claro que e2 el centro de esta reformalacionse halla el intento una y otra vez en la tensién ‘entre ambos. Me interesa lo que sugiere, en esta Ifnea, la reflexién 206 (CONSUMIDORES ¥ CIUDADANOS hermenéutica cue se hace cargo también ce los aportes de Haber- mas y Bakhtin: la esfera pablica es “un campo ce tradiciones en competencia”, “un espacio de heteroglosia”, en el “que ciertos significados y tradiciones son fortalecidos” (el papel del Estado), “pero, en ei proceso, nuevas fuerzas pueden de las industrias latinoamericanas (materiales y simb6licas) en el mercado mundal depende de cémo combinemos esta coble ver- tiente de lo pibica. Respecto del Estado, decfamos que le temporada de privatizacion ir6 que las empresas privadas a0 hacen fun- cionar mejor ni las aerolineas, ni las comunicaciones calturales que nuestros gobemnantes. Este fracaso no justifica ninguna restauracién del Estado como guardién del naciona- lismo telérieo, ni como administrador eficiente, ni como agente de que las politicas cuiturales, los partidos que y los movimientos sociales, superen su ‘concepcién gutemberguiana de la cultura y elaboren estrategias consistent de sctuacién en los medics. For supueso, hay que lando par los medios masivos y GEs posible desenchufarse, 0 al menos desco: redes kegem6nieas de informacién? Esta pregunt, que en los aos ssesenta y setenta se bused responder meciante organismos inde- ynarse, de las 5 Rober Alejandro,op. cit. COMO HABLA HOY LA SOCIEDAD CIVIL 207 pendientes, surgidos de “la sociedad civil”, desde la década de los | ochenta se ve enriquecida a través de las redes informéticas. En comunicacicnes inte-nacionales, danco acceso a las innovacio- nes simulténzzmente a investigadores lideres y jOvenes, con bajos ‘castos que a menudo son pagados por las instituciones. En las cien- cias sociales, el proceso es més lento y quiza no existan tantas posibilidades de formar unespacio pablico cientific, en el que pueden absorberse y transmitirse las informaciones cu: las pacticularidades socioculturales de cade pas ni divergencizs y los debates t2dricos, Me parece que esias condiciones sefalan las oportunidedes y los limites de {0s intentos hecaos para establecer un espacio priblico sociopolitico alrernativo. Evidentemente, las ONGy otros centros de ‘accién internacional se estin bene‘iciande oon la posibilidad de cono- cer répidamente y in la censtra de las grandes agenc’as la infarma- cién sobre conflictos como los de Yugoslavia « Chizpas, pero atin queda mucho por decidir acerea de qué hacer con loscentenares de “paginas” de informacién no jerarquizada que el correo electrénico deposita en la pantalla de cualquier suscriptor cada dia, Como for- vas, sin reducir ‘efectos en las lada, y situa cade hecho e1 10s eontextos hist6ricos 10s cuando se carece de la experiencia mis nla region. Las discrepancias entre los acto mediatas sobre las acontecimientos de Chiapzs, durante 1994, mos:raron las ambivalencias de estas modalidades alternativas de eactores locales, nacionales internacionales tuvieran positilidac de en el desarrollo del conflicto, y sobre todo defender los cerechas bumanos, Pero la expaasién de los canales informativos también reveld las dificultades de quienes apenas acaban de aso- marse a la complejidad de una situaci6n multicultural para situar los principios abstractos ce la demoeracia y la justicia en relac:6n ‘con las condiciones especificas de la regia, 208 ‘CONSUMIDORES ¥ CIUDADANOS. Redefinicién interaacional de lo piblico En un procesode in:egraci6n transnacional, 1a reivindicaci6n de to piiblico no puede ser solo una tates para desarrollar dentro de cada hacién, Las mactoempresas que teordenaron el mercado con los istracién global han creado una especie de de la que ellos sor. protagonistas.© Con inucho meyor que la de los pactidos politi- »ntos sociales de alcance nacional, remo- delan lo que la accién coordinada de los Estacos modertos habla i hacen. eseala mundial ses privados. Por ‘a nivel local o nacional jo de la ciudadani es el equival gias de comereio mnorista, Si intentamnos recuperar lo ral, hay espacios de competencia de los organismos politicos y de las redes de estudios internacionales para actuar paralelamente a los actores erpresariales transnacionalizados. Pero con s6lo ver lo {que ha sido hasta ahora la agenda de la OFA 0 de las reuniones de -, podemos intwir a qué grado de utopia aspira- 10s sancuatigs de la diplomacia se trate de alidad democréticay una defensa del inte~ . No pocemos, sin embargo, privarnos de cesta expectet ‘demos que un dia la multiculturalidad y la jntegracidn internacional sear. algo més que la Cadena de las Amé- ricas de Televisa 0 ios cartele: ios de Benet ica no se egota en el émbito de lo nacional. Lo pili las (es estatales o directamente ligadas a actores politicos, sino también el conjunto de los ectores —nacionales ¢ internacio- 6 Vee sobre ese tema eitrade Resto Oni, Munficliangaoe cto, sit caps IV y Ye COMO HABLA HICY LA SOCTEDAD civ. nales— capaces de influir en la organizaci6n del sentido yen las bases culturales y polftieas de los desempenos ci ‘es, viriualmente, toda la humanidad y, de un i ioen el cual la humanidad se entrega a s{ misma como especticalo. La palabra ‘espectéculo’, por cierto, puede suscitar una mala interpretacién, pues el espacio ‘n0 reduce sus medios a la imagen y a la palabra espectacu- ‘eomponen también elementos de! discurso, del comenta- tio, de la discusién, con los mas ‘racionales’ fines de la elucidacién. Pero lo que aquf importa sefalar, sobre todo, es que especialmente el ‘espacio publica saciel’ ro cbedece en absoluto a las fonteras rationales de cada ‘sociedad civi? *.? Esta exparsion del campo eas ranteel proceso con la constituci ibre comercio en Norteamé- rica, cue tiene efectos de consume y el ejercicio, de la ciudadania en las tres sociedades nacionales implicadas. “«Ciudadanfa europea”, “internacionalizacién de la c.udadanfa” y aun “ciudadanfa global” son expresiones que comienzana trabajar- se en los aos noventa.8 £Pueder los procesos de democratizacion, que han funcionado con dificultades solo dentro de ‘as ironteras necionéles, extenderse a sistemas transnacionales de administra- ci6n del poder, los bieres y las comunicaciones? {C6mo compati- s establecidas en. religioscs? Pese ala globalizacion de| planet en ciertes hibitos de consumo, las tradiciones y cree! ‘0 regionales siguen configurando diferencialmente lo pittlice y lo privado, los procedi- mientos de inclusién y exclusion, Al mismo tiempo que las integra- 7 Jean-Marc Ferry areata ctao, pp. 18:20. # Yeanie ls aribuios de Jurgen Habermas, “Citizenship and Nat oral Teeny” y de “Richart Fale, "The Making of Global Clizenshin" en Bart var Sieenberg,op. it. 210 ‘CONSUMIDORES ¥ CIUDADANOS ciones entre varios fatses y la multiculturalidad exigen buscar for- ‘mas supranacionales y poslocales de adminis:rar los conflictos, el andlisis debe considerar las diferencias persis ‘continuacién de estiios peculiares de vida, otras porque el reorde- namiento global iaduye de mareras desigucles a las élites y las masas, De todas formas estos sectores menos integrados también encuentran, como ya seftalamos, instancias de globalizacién en las movimientos de derechos humanos, feministas, ecalégicos, ete. En suma, la globaizacién aparece como una necesidad que debe ex- presarse en ur. desempefio global de la ciudadania, pero exisien diversas formas de ser ciudadano global. Todo esto tiene ecnsecuencias desafiantes para la llamada socie~ dad evil. Si hay alguna esperanza de que la medemizacion preva- lezca sobre la decadencia latinoamericana experimentada en la ‘ihtima década, ylos Estados se renueven afin de reesumi piiblico, la haliaremos principalmente en lasocieded que se a2 hecho en afios en esta tarea ct taria que es desfatalizar el programa neoliberal y absolutismo del mercado, surgi6 de al i, Pero 2quién puede decir a esta altura qué debe entenderse por sociedad cw, més ain si tenemos en cuenta la expansi6a internacional de esta noci6n? ‘Varios capttalos libro trataron de desconstruir ia confu- sin de la sociedad civil con el mercadoy de la integracion latinoa- ‘Ante el péndulo mani cidn y decadencia que exhiben los pefses de América Latina, ante la incapacidad de los aparatos estatales para volvemosa escuchar que al “inde _intentar construir alternacivas a (COMO HABLA HOY LA SOCIEDAD CIVIL au ci6n corporativa en contra de la cris's”.! Después ¢e treinta anios de partidos y los gobiemos, en ningdn pefs han logrado erigir proyectos globales y mencs ain polfticas que reestructuren los aparatos estatalesyy las economics en Seeeed ‘Si la mireda se cirige al conjunto de la sociedad civil, las ducas son todavia mids inquietantes. Nos preguntamos antes por qué las ry reeligen presidentes y parlamentas que no repre r2ses. Las explicaciones dades me parecen insu‘icien- ‘que los partidos, sindicatos y machos movimientos sociales prefie- ran cada vez més a negociacién al enfrentamiento, las “soluciones” sectoriales y aun redistribuci6n de los 2 iCudinto con jientospopulaces con fuerzas cor-uptas (narcotraiico, mafias) 0 la acep- tacién resignada de la explotaci6n pri sn los mercados infor- males? Conozco muy pocas investigaciones socioculturales cue ‘empiecen a dar respuestas verasimiles a estas preguntas, Pero sos- pecho que san claves para entender las respuestas mis frecuentes recibidss por la decadente modernizaci6n neolibecal: el consenso el cansancio. La ciudadanta en las comunidades de consumidores Une cuestién cardinal para la redefinicién ¢e ls sociedad civil, que irrampi6 una y otra vez en este libro, es la crisis de la nacion, Lechner habla de un “deseo de comunidad” que cree encontrar como resccién al descreimiento suscitaco por las p:amesas del mercado de generar cohesion social." Cabe preguntarse a qué * Norbert Lechner, “La bisqueda de la comunidad perdida. Los retos de ka democracia ea tei rere a ecneen aeons =" 212 ‘CONSUMIDORES ¥ CIUDADANOS: ‘comunidad se esté cefiriendo. La historia reciente de América Latina sagiere que, siexiste atm algo asf como ur ceseo de comuni- dad, se deposita cade vez menos en entidades macrosociales como la nacién la clase y en cambio se dirige a g-upos religiosos, conglomerados depcrtivos, solidaridaces generacionales y aficio- mizadas es que se miclean entorna a consumos si en relacién con grocesos productives. Cuesta im: por €s0, cémo pocrian centribuir a reanimar la economia. SGio en casos cextremas de necesidad resurge ridades econ6micas: huelgas, ollas populares, ayudas ante c2 ‘como unidades territoriales, lingifsticas y p a mas bien como comunidades interpretativas de consumidores, es juntos de personas que comparten gustas y pactos de lectuta respecto de ciertos bienes (gastronSmices, Ceportivos, mu- sicales) que les dan identidades compartidas. condiciones comunes, de la desigualdad y la solida- va, En parle es cierto, pero también ccurre que la las comunicacionesy los consumos genera asociacio- nes de consumidoresy luchas sociales, aum enlos grupos marginales, mejor informadas de las condiciones nacicnales e internacionales: Jas comunidades imaginarias soa veces “escenas” de evasion yen ‘otros casas cireuitas donde se rehacen los vincalos sociales rotos por la diseminacién urbana o itimados por Ia pérdida de i ambivalenciase encuen- nstruidas en torno de afinida- futvol) 0 violencias generacionales (la discriminacién moralista (COMO HABLA HOY TA SOCIEDAD CIVIL 213 hacia los rockerosy las furias hacia “lasociedad” en grupos juveniles luego de conciertos de rock). El consumo sirve para pensar, pero no s6lo en la direccién de la racionalidad modema. Tampoco los partidos y los movimientos sociales lograrcn, ni logran, trabajar tinicamente en esa direcci6n. De mancra que podriamos concluir que los problemas que presenta pasar de publico a ciudadano no son demasiado diferentes de los que siempre ha implicado que los. militantes (0 clientes) de partidos y sincicatos se desempefien ladanos racionales. y las astacies de ta imulacro 0 extra- viarlas en la vorigine de espectéculos deportivos, musicales y t2le- novelescos. Les seducciones de los mecios no Dueden anestesiar a la sociedad a tal punto que 40 0 $0% de poblacién en pobreza extrema no importe a sus rebeliones se evaporen. Pero sfes cierto que han cambiado estructuralmerte las con ciecad civi! puede hablar consigo misma. Mi car:portmientes grupales erraticos, conectados mas por nario del consumo que por deseos comunitarios. social avenas comienzaa ocuparse de estas nuevas sociedad civil y politica, paredligma liberal tamto, encuentro bien descripto en algunos drama de esta comunicacion social dispersa. Dia roduce asfsu esiudio sobre el discurso de un marginal en Santiago de Chile: “Tirones de diarios, fragmen- tos de exterminio, sflabas de muerte, pausas de mentira, frases comerciales, nombres de difuntos. Es una honda crisis del lenguaje, una infeccién en Ia memoria, ura cesarticulacién de todas las ideologias. Es una pera, pensé. Es Chile, pensé”.!1 Una lectura sin ilusiones voluntaristas de las sociedades contem- pordneas da pocos mozivos para estar en fevor de los excluidosy los ¥ Diamela Ett, padre mfo, Santiago de Chile, Francisco Zogers Eior, 1989, p. 17. 214 ‘CONSUMIDORES Y CIUDADANOS: cexplotados. S610 2or amor a los desesperacos conservamos todavia Ta esperanza, desfa Walter Benjamin. Agregaré que también es posible justificar la solidaridad, como artistas, escritores y cienttfi- ‘cos, en tanto disfrutarros de cierta emancipacin, o al menos tene- mos interés en que sigan formando parte de la vida social la emancipaci6n y Ia renovaci6n de loreal, es0 que se nomnbra utopfa, El pensamients posmoderno nos incitS durante los afios setenta y ochenta a libramos de las ilusiones de los metarrelatos que ‘@uguraban emarcipacanes totalizantes y totalitarias. Quizé sea hhora de emanciparnos del desencanto. Si bier. la descripcién de lo cias sociales nos confronta hey con datos mericara, también hemos visto que duros de la decad Jos cambios socieculturales ofrecen s'gaosde esperanza. No es facil jhallarlos en las mondtonas politicas culturales, ni en las regresivas polfticas sociales que actualmente rigen. Tal vez de ese desacuerdo ‘surja la ineiteciéa para redescubrir el papel de los intelectuales en relacién con los Estados y la sociedad civi Piglia, y “la politica se ha convertdo en !a que una sociedad ro puede hacer. Los politicos son los nuevos fil6sofos: dictamiraa qué debe entenderse por real, qué es lo posi- ble, cudles som lesilfmites de la verdad”.!2S¢ me ccurre que nuestra primera responsabilidad es rescatar estas tareas propiamente cul- turales de su disolucién en el mercado o en la politica: repensar !o real junto con lo posibie, distinguir la globalizacion de la moder- nizaci6n selectiva, recons lasociedad civil y conel Estado una multiculturalidad democrética. 12 Rleardo Piglia, Cree vfecién, Buencs Aes, Sgho Veinte, 1950, p. 177.

Vous aimerez peut-être aussi