Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Gestionar
por
decreto
Bienvenido
al
tercer
número
de
ATC
today,
la
revista
de
APCAE.
Este
nuevo
número
de
ATC
today
lo
hemos
realizado
sin
mucha
ilusión,
la
verdad.
El
control
aéreo
español
pasa
por
sus
horas
más
bajas,
igual
que
la
Constitución
Española,
la
democracia
o
la
libertad
de
expresión.
Todas
ellas
vapuleadas
por
nuestros
inefables
políticos,
ninguneadas
por
unos
medios
de
comunicación
claramente
comprados
a
saber
con
qué
y
para
qué,
y
consentidas
por
el
borreguismo
latente
del
pueblo
español,
contento
siempre
de
tener
a
quien
lapidar
para
ahogar
sus
penas
y
aliviar
sus
frustraciones.
¿Cómo
podría
justificarse
si
no
tanto
desatino?
Resulta
curiosa
la
frase
del
presidente
del
Gobierno
“nosotros
no
gobernamos
con
decretazos”
cuando
precisamente
ha
sido
un
decretazo
de
su
incompetente
gobierno
el
que
se
ha
cargado
sin
miramientos
nuestro
Convenio
Colectivo,
desoyendo,
incluso,
el
dictámen
emitido
por
la
Abogacía
del
Estado.
También
resulta
curioso,
que
para
no
gobernar
con
decretazos
la
empresa
pública
Aena
haga
referencia
a
uno
cada
vez
que
se
dirige
ahora
a
los
controladores,
bien
por
SMS,
carta,
comunicación
interna
o
Burofax.
Lo
mismo
da.
Como
también
resulta
curioso,
que
nos
digan
en
una
larga
y
aburrida
exposición
de
motivos
para
justificar
lo
injustificable
que
de
lo
que
se
trata
es
de
devolverle
a
Aena
la
organización
del
trabajo,
cuando
se
está
demostrando
que
no
sabe,
no
puede
o
no
quiere
organizarnos.
Porque
tratar
como
esclavos
a
sus
trabajadores
no
es
organizarlos.
Eso
es
otra
cosa.
A
pesar
de
todo,
los
controladores
aéreos
españoles
estamos
demostrando
del
material
que
estamos
hechos.
Ni
somos
un
colectivo
cualquiera,
ni
nuestro
trabajo
–por
mucho
que
algunos
pretendan
asegurar
que
lo
puede
hacer
hasta
un
niño,
como
si
esto
del
control
aéreo
fuera
un
videojuego
infantil-‐
se
parece
a
ningún
otro.
Nadie
parece
darse
cuenta
de
la
responsabilidad
que
recae
sobre
nuestras
espaldas,
y
nadie
parece
tampoco
querer
darse
cuenta
que
el
camino
elegido
no
es
el
adecuado.
Podríamos
intercambiar
nuestro
trabajo
durante
sólo
una
hora
con
el
de
cualquier
profesional
de
la
rama
que
sea
–exceptuando
a
los
pilotos,
por
supuesto-‐
y
luego
contamos
las
víctimas.
Es
duro
el
ejemplo,
quizás
muy
inapropiado,
pero
es
el
que
mejor
que
se
puede
poner
para
que
todos
los
mindundis
de
la
política
–ellos
saben
quienes
son
porque
también
los
hay,
rara
avis,
competentes
y
honestos-‐
y
para
que
todos
esos
ciudadanos
rencorosos,
sordos
y
ciegos
de
entendederas
abran
de
una
puñetera
vez
los
ojos
y
su
estrecha
mente
a
la
realidad
de
una
profesión
vital
para
la
economía
nacional
y
para
la
seguridad
de
los
viajeros,
que
ha
sido
utilizada
como
cortina
de
humo
para
transformar
un
sector
hasta
extremos
que
aún
ninguno
de
nosotros
puede
atisbar,
aunque
sí
sospechar.
Está
por
ver
el
daño
colateral
infringido.
La
dignidad,
el
honor
y
el
buen
hacer
de
este
colectivo
se
ha
puesto
en
entredicho
de
forma
peligrosa,
persistente
y
frívola.
Un
mal
precendente
que
deja
entrever
lo
que
les
espera,
quizás
con
menos
fanfarria,
a
otros
profesionales.
Avisados
estáis.
Nos
vemos
en
dos
meses
con
lo
mejor
de
lo
mejor
del
control
del
tráfico
aéreo
nacional
e
internacional.
O
quizás
no…
Jorge
Ontiveros
Editor
atctoday.editor@gmail.com