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NIETZSCHE: LA HISTORIA PARA LA EXCELENCIA DE LA VIDA

Por Oscar Javier Castro1

“¡Dadme primero la vida, y yo os daré una cultura!”


“Detesto todo lo que no hace más instruirme sin aumentar mi actividad o vivificarla
inmediatamente” Goethe

Federico Nietzsche (1844-1900) es considerado como uno de los maestros de la


sospecha junto a Marx y Freud. Las mordaces críticas de Nietzsche no dejaron
cimientos sin remover, en la ciencia, la moral, la religión, el arte, la historia, la
educación, la cultura. En su primer gran obra El Origen de la Tragedia en el espíritu
de la música, Nietzsche pone en duda la condición del hombre teórico; formulación
que parte desde el pensamiento socrático (platónico y aristotélico), el problema que
encuentra Nietzsche es que ese tipo de filosofía racional va en detrimento del arte
trágico y, por tanto, de la vida2. De ahí parte Nietzsche para mostrar los vacíos de la
cultura y el hombre moderno que van en detrimento de la vida misma. Como bien
señala en un ensayo posterior, y el cual será objeto de análisis en este ensayo, La
segunda Consideración Intempestiva –CI-, que se intitula “Utilidad e inconvenientes
de la historia para la vida” o “Sobre la utilidad y los perjuicios de la historia para la
vida”. En este ensayo Nietzsche va a realizar una apología de la vida - en sí misma-,
ya que ve con preocupación como sus contemporáneos tienen éxito en cultivar y
difundir la ponzoñosa y perjudicial historia; aquella que atrofia, degenera y enferma
la vida.
Este ensayo va a ser parte de los trabajos de juventud de Nietzsche que, desde
1873-1876, Nietzsche publicó en cuatro grandes ensayos – David Strauss: El
confesor y el escritor; Utilidad e inconvenientes de la historia para la vida;
Schopenhauer como educador; y, Richard Wagner en Bayreuth- estos ensayos
fueron más tarde recopilados y titulados Consideraciones Intempestivas o
1
Historiador de la Universidad Nacional de Colombia. Agradezco los comentarios realizador por el
profesor Roch Little.
2
Según Peter Berkowitz, las obras históricas de Nietzsche, sacrifican el conocimiento histórico
científico “a la precisa forma determinación del valor de las formas rivales de vida”. Véase.
Berkowitz, P. “La ética de la historia” En: Nietzsche. La ética de un inmoralista. Madrid. Ediciones
Cátedra. 2000. p. 52.
Extemporáneas. Para este tiempo, o más exactamente a sus 24 años, Nietzsche se
encontraba en Basilea, luego de que su maestro Ritschl lo recomendará para la
cátedra de Filología Clásica en la Universidad de Basilea, en la cual estaría vinculado
desde 1869 hasta 1879.
Es de resaltar que para esta misma época se ‘tejía’ la unidad nacional en
Alemania bajo la mano férrea de Otto Von Bismark. Sí, al comienzo observamos a
un Nietszche que defiende o, por lo menos, ve con buenos ojos el camino que va
tomando Alemania, después éste centró sus críticas más ásperas contra –esa-
Alemania –que se estaba formando- y su cultura.
En la segunda CI Nietzsche centra sus ataques a la cultura y el hombre
moderno que se enorgullece de su historia, de su ciencia, de sus creencias, de su
moral, de sus valores, de su convencionalismo, de su filosofía. Esta última tiene
como objeto de crítica a Hegel y Von Hartmann-, entre otros. Todos esos postulados
serán lo que Nietzsche criticará, puesto que, para él van en detrimento de la vida y
del hombre mismo.
Para comprender las críticas de Nietzsche, no solo se deben analizar las obras
mencionadas aquí, sino que además se deben tener en cuenta sus obras posteriores,
en las cuales hay una continuidad y renovación de sus ideas y críticas respecto a los
aspectos arriba mencionados. Por ejemplo, según Berkowitz, El Nacimiento de la
Tragedia, la Genealogía de la Moral y El Antecristo son obras históricas, en ellas
Nietzsche escribe como ‘genuino historiador’ donde plasma la historia en forma de
poesía y arte al servicio de la vida. Para otros estudiosos la concepción histórica se
extiende a otras obras, pero lo que ahora nos interesa aquí es analizar cuáles son los
puntos más importantes que desglosó Nietzsche en la segunda Intempestiva.
Para comenzar es importante subrayar que Nietzsche escribió su ensayo en
defensa de la vida, éste la ama y la defiende de todos aquellos que pugnan contra
ella, ya que la enferman y la atrofian. Este perjuicio se ve bien remarcado por el
mismo avance de la ciencias en el siglo XIX, en donde el hombre se ufana de su
poder de conocimientos y saberes, esos que Nietzsche criticó férreamente al punto de
afirmar su carácter negativo e inútil; sin embargo, él reconoce que el hombre no
puede dejar de prescindir de ellos. Tal vez, habría aquí que reflexionar sobre las
formas de uso de los saberes y los conocimientos, así como de la verdad y la justicia
o de la injusticia y de la moral, ¿Qué son para el hombre y por qué son para él? Tal
vez, de ahí vienen las reflexiones de Nietzsche respecto a al conocimiento, saber,
moral, historia, filosofía, arte, religión, etc. En su tiempo, el siglo XIX, estos
paradigmas estaban supeditados al todo poderoso positivismo, y del cual,
obviamente, la historia bebió de sus fuentes.
La crítica que Nietzsche hizo contra el historicismo se fundamento sobre la
forma en que se quería concebir la objetividad, en la que el individuo desaparece de
sí mismo, ya que tiene contenido pero no forma, tiene contradicciones entre su
interior y exterior, puesto que su mundo es un caos. Un caos que no puede ordenar
debido, incluso, a su mismo hastío de conocimientos y saberes que atrofian y
perjudican la vida en sí. Para solucionar esto, Nietzsche, propone que el hombre debe
aprender a olvidar, tal y como lo hace el animal y al que el hombre envidia. Así, el
problema que observa Nietzche es que el hombre no puede deshacerse de su pesado
y agobiante fardo: el pasado, el cual arrastra tras de sí por una y otra generación. Hay
que aprender a olvidar recomienda Nietzsche, porque que será del hombre que no
posea la más mínima fuerza de olvido; se atiborrará y tendrá nauseas hasta sucumbir,
como el hombre que es obligado a prescindir del sueño, nunca podrá conciliar y
descansar su pesado cuerpo, este es el lastre del hombre que vive solamente de la
manera histórica. De ahí que el hombre envidie al animal, ya que éste es más feliz,
más libre, aunque no tenga recuerdos de su pasado, puesto que es ahistórico.
¿Entonces el hombre necesita, también, ser ahistórico? Claro que no, pues, como
bien sabemos éste no puede “vivir sin olvidar”, por ello es que, según Nietzsche, el
hombre debe de combinar ambos, ya que: “Lo ahistórico como lo histórico son por
igual necesarios para la salud de los individuos, de los pueblos, de las culturas3”. De
ahí la admiración de Nietzsche por los griegos trágicos, los cuales combinaban esas
dos formas. Además de una tercera: lo suprahistórico, noción que más adelante
veremos.
Nietzsche no niega que la vida tenga necesidad de la historia, lo que siempre
resalta es que la historia debe de estar al servicio de la vida y no al contrario, ya que
el “exceso de historia es perjudicial para el ser vivo”. Según Nietzsche, “la historia
forma parte del ser vivo en tres aspectos: en tanto que es activo y aspira, en tanto
preserva y venera, y en tanto sufre y necesita de liberación”. Estas tres razones de
historia se relacionan con tres formas de historia: a) la monumental, para cuando el
hombre es activo y aspira; b) la anticuaria, para cuando el hombre requiere conservar

3
Meléndez, Germán y Linares, Joan. Utilidad e inconvenientes de la historia para la vida. Barcelona,
Península, 1988. p. 5
y venerar; y c) la crítica, en tanto el hombre sufre y necesita de consuelo4. Estas tres
formas de hacer historia traen sus ventajas y desventajas, como bien señala
Nietzsche, las calamidades son: “el crítico sin apremio, el anticuario sin piedad y el
conocedor de lo grande –monumental- sin capacidad para lo grande son plantas que
sean han convertido en mala hierba5”.
Los aspectos positivos se dan en la medida en que las tres formas se equilibran
entre sí para servir a la historia y a la vida. Así que, cuando hay excesos de una de
estas formas, por lo general, hay perjuicios contra la vida, tales perjuicios se dan en
la medida en que alguna de las tres formas cae en manos de hombres débiles e
ineptos, o debido a la excesiva veneración de los postulados o monumentos del
pasado, por acogerlos como dogmas o dioses inamovibles. Lo anterior puede llevar
al detrimento de las formas superiores de vida.
Cuando las formas de hacer historia no están al servicio de la vida, por lo
general, corroen la cultura y al hombre. Como, por ejemplo, Nietzsche observó en la
cultura alemana de su tiempo. La crítica de éste a la cultura y el hombre moderno se
basa en la medida en que el hombre es un vulgar seguidor de epígonos, y la ciencia
en lugar de alentar la vida lo que hace es subvertirla hasta sofocarla y extinguirla.
Pero, ¿cuáles eran los males de la cultura alemana y del hombre moderno, según
Nietzsche? Uno de los primeros problemas que encuentra es el exceso de historia y,
sobre todo, el marginamiento de la vida por el predomino del historicismo en la
cultura. El historicismo envenena la vida, por ello es necesario aplicarle algunos
antídotos - tales como lo ahistórico y lo suprahistórico6, que son contravenenos para
el veneno, puesto que lo que se necesita es revitalizar la vida, ante todo - para que la
cultura recupere así su salud y vitalidad. Estos contravenenos que menciona
Nietzsche llevan elementos que son indispensables para potenciar la vida, por un
lado, lo ahistórico impulsa la fuerza de poder olvidar y se afirma en el arte
transformador y creador, por otro lado, lo suprahistórico impulsa “las potencias que
desvían del devenir la mirada, dirigiéndola hacia lo que da la existencia un carácter
de eternidad y de identidad: hacia el ‘arte’ y la religión’”. Estos últimos elementos no
son desglosados o mejor no los hace explícitos, Nietzsche, en la intempestiva; pero
su sentido, por lo general, puede ser mal interpretado, ese arte y religión,
obviamente, no son los convencionales, son otro tipo de arte y religión aplicados a
4
Moreno, Guillermo. Nietzsche: La historia del eterno retorno. Tesis de grado- p. 12
5
Nietzsche. ob., cit. p. 13
6
Berkowitz, ob., cit. p. 65
interpretar y entender mejor la vida desde otras formas, tal vez no morales, tal vez no
justas, sino tal vez revierte y transforma los significados y los usos que le daban sus
contemporáneos. Es de recordar aquí su cruel ironía contra Hartmann – el
grandísimo picarón -, quien pregonaba “la ironía inconsciente” y “el proceso
universal”, nociones que Nietzsche toma como meras perogrulladas y perjuicios para
la vida en sí. Así mismo su crítica contra Hegel, aunque no es tan mordaz como
contra Hartmann, le crítica la concepción del proceso universalista de la historia, así
como el fin de ésta7.
Cabe preguntarnos aquí, ¿cómo la cultura podría aportar hacia una vida
superior, según Nietszche? Para éste la verdadera cultura, primero que todo debe
enseñar a vivir, antes que enseñar historia. La cultura tiene que llegar a ser como “la
physis [naturaleza] nueva y ¿perfeccionada sin interior ni exterior, sin fingimiento ni
convencionalismo, la cultura que armonice el vivir, el pensar, el querer 8”. De tal
manera que el hombre aprenda a vivir para el presente9 y no estar de vuelta al
pasado.
Sí, la cultura recibe mordaces críticas, igualmente el hombre moderno inserto
en tal cultura. El hombre moderno se encuentra inmerso y no puede escapar de su
interioridad, el problema presentado por Nietzsche llega al límite en que el mismo
hombre no encuentra su exterioridad; pero, esta no es la única contradicción. En la
misma dirección también se expone como se desarrolla su contenido, el cual no tiene
forma. ¿Qué será de ese tipo de hombre? ¿cómo podrá vivir, vivir la vida, esa vida
superior, si está indigestado y ahogado por su propio vomito y caos? El hombre
moderno a de tomar ejemplo de los antiguos griegos a aprender a organizar su caos,
para ello, podrá seguir la máxima del dios délfico “conócete a ti mismo”; pero cómo
lograr tal ‘acto’. En primer lugar, Nietzsche resalta el valor de la juventud a la cual el
defiende y, a su vez, ve en ellos los primeros luchadores y matadores de esas
serpientes, aquellos tendrán que soportar, incluso tanto o igual que los antídotos,
todos los sufrimientos para consumar el acto. La misión de la juventud es socavar y
transformar las estructuras y conceptos de su tiempo; esas bestias con múltiples

7
Como vemos, Nietzsche, no solo crítica los postulados del historicismo, sino también la “diosa
filosofía” y sus ‘sacerdotes’ más idóneos (Hegel, Kant, Hartmann, Sócrates, D. Strauss, etc.), No
obstante es de aclarar que en la segunda CI, los objetos de su crítica son Hegel y Hartmann, D.
Strauss, por ejemplo, recibirá un ensayo completo, Sócrates en el NT.
8
Nietzsche. ob., cit. p. 62
9
Moreno, G. ob., cit. p. 37
cabezas que impiden el desarrollo de la vida superior y digna. Nietzsche guarda sus
esperanzas en la juventud aquella que todavía no ha sido convertida por lo modelos
educativos y culturales. De esta manera, es la juventud la que puede seguir la
premisa del oráculo: conócete a ti mismo, y, tal vez, seguir sus indicaciones. Vida,
vida, ante todo. Por ello, hay que aprender a reflexionar sobre cuáles son las
‘verdaderas’ necesidades que son esenciales a la vida y al hombre, en donde las
heredades y epígonos empiecen a ser desplazados por una nueva interpretación de lo
que debe ser la vida para la excelencia.
Como en, su primera gran obra, El Nacimiento de la Tragedia, Nietszche
reafirma la vitalidad de los antiguos griegos, que vivieron para la vida ante todo,
hasta que su vitalidad cayó en detrimento por las “causas y efectos” de la ciencia y la
racionalidad que socavaron la vida, en razón de la ciencia.
Por ello, es que, constantemente, nos invita a organizar el caos como lo hicieron
los griegos: “cada cual ha de organizar el caos que lleva en sí, recapacitando sobre
sus legitimas necesidades. Su honestidad, su carácter competente y veraz tiene que
rebelarse tarde o temprano contra el imitar, el copiar y el reproducir como
comportamiento exclusivo; llegará entonces a comprender que la cultura puede ser
otra cosa que una decoración de la vida10”
Finalmente, a mi modo de ver, aunque el objetivo de Nietzsche no queda
completo en este ensayo, se puede encontrar una continuidad de su crítica a la cultura
y al hombre moderno en sus obras posteriores: la Genealogía de la Moral, Así Habla
Zaratustra, El antecristo, Aurora.

10
Nietzsche. ob., cit. p. 62

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