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’ PREFACIO En abril de 1885, en una carta muy citada, Sigmund Freud Je anunci6 a ‘su prometida que casi “habfa completzdo una empresa que algunas pers0- nas, afin no nacidas pero destinadas a Ta desdicha, lamentern considera- blemente”, Se estaba refiriendo a sus bidgrafos. “He destruido todas mis notas de 10s Gltimos catoree affes, asf como cartas, resiimenes cientificos ¥ manuscritos de mis obras, Entro las cartas, s6lo se salvaron las de famitia." Con todo el material borroncado smontonéndose en torno @ é! se sentfa como una esfinge hundida en arenas movedizas hasta Ia altara de ta nariz, que era lo fnico que emexg{a (bromes) de las pilas de papeles. No two piedad con loz que alguna vez escribirfan sobre su vida: “Que los bi6grafos trabajen y se afanen; no queremos tacérselo demasiado fécil.” Ya habia previsto hasta qué punio iban a equivocars: con él. * Mientras yo investigaba y escribfa estz libro, a menudo visualicé la este~ na siguiente: Ja esfinge Freud se libera de les montafas de papel que habrien ayudado incomparablemente al bidgrafo. Afos més tarde, Freud reiter6 ese gesio destructor mfs de una vez, y en la primavera de 1938, al prepararse para dejar Austria con destino a Inglaterra, se deshizo de mate riales que una vigilante Anna Freud, inducida por la princesa Marie Bona- parte, rescai6 del cesto, : Freud enconts6 tambign otros modos de desalentar a sus {uturos bio- ‘grafos. Por cierto, alguno de los comentarios que hizo acerca de la redac- cin de biograffas deberfan hacer vacilar a cualquiera que escriba sobre su vida. “Los bidgrafos —anot6 etl 1910, en su trabajo sobre Leonardo da [16] PREFACIO ‘Vinci— estén fijados a su héroe de una manera totalmente peculiar.” *2 En primer lugar, Freud pensaba, eligen al héroe del que se trata porque les suscita un faerie afecto; en consecuencia, Ia obra tiene que ser casi obliga- damente un ejercicio de idealizacién, Un cuarto de siglo més tarde, bajo los efectos de la edad anciana, fa mala salad y In amenaza nazi, fue incluso mis cfustico: *Quienquiera que se vuelve bi6grafo —Ie escribié a Arnold Zweig, quien se preparaba para escribir le vida de Freud—se compromete a Ta meniira, el ocultamiento, Ia hipocresfa, el embellecimiento, ¢ incluso a disimular su propia falta de comprensién, pues la verdad biogréfica no se puede poseer, y, aunque uno li posea, no puede usarla.” *3 En resumen, Freud tenta noca fe en la empresa biogréfica. Sin embargo, al explorat las regiones desconocidas de la mente, Freud ‘no dudé en utilizerse a sf mismo como conejitlo de Indias. Su metéfore de la Esfinge es expresiva, pero a menudo se vefa més bien como su con- quistador, Edipo, el nico héroe que logré dominar a esa criatura misterio- sa y letal, respondliendo a su pregunta. Segin él mismo observ6 (deplo- réndolo) en més de una oportunidad, pocos seres hurmanos han descubierto sus sentimientos, sus ambiciones y sus deseos pecaminosos con tan sublime desdén por su propia reputacin. Narré y analiz6 cuidadosemente algunos de sus suefios mas reveladores; registré algunos embarazosos recuerdos de sus primeros affos. Por otra parte, contuvo la corriente de It autorrevelaci6n en el momento en que sintié que amenszaba con arrastrar secretos muy preciados. “Quienquiera que esté dispuesto a reprocharme ese reserve —escribid, de modo bastante razomable, después de dar abrupta- mente por terminada Ia interpretacion de su famoso suetio de la inyeccion de Ina en In mitad de la revelacion— deteria tratar de ser mAs sincero que yo" ** Como investigador intrépido, expuso a escrutinio piblico la mayor parte de su ser més ntimo; por otro 1ado, era un buen burgués, y valoraba ‘nmensamente su vida privada, Freud doj6 inquietentes indicios autobiograficos sobres los cuales se han precipitado los estudiosos de su vida con un entusiasmo comprensible y acrfico, Al escribirle a su amigo Wilhelm Flicss, cn 1900, dijo de sf fo soy en absoluto un hombre de ciencia, ni un observador, ni un experimentador, ni un pensador. Por temperamento no soy mis que un conquistaior, * un avenurero, si quieres traducir este palabra, con toda 1a curiosidad, Ja osadia y la temacidad de ese tipo de hombre." *5 Pero esta afirmacidn, al igual que otras de Ta misma clase, no ha hecho més que desoriemtar a quienes aspiraban a comprendesto, No se trata de distorsionar su espfritu por scguir la letra, Una cosa es tratar con respeto las autoeva. |uaciones de Freud; un bigrifo responsable no, puede hacer menos. Algo por completo distinto es considerar sus palabras como un evangelio. + En castellano en ot original. [T] PREFACIO. [17] ‘Sogyin so verd mis do una vez en estas péginas, Froud no era el mejor jucz. do sf mismo. EN RAZON DB LAS PASIONES que salieron al encuentro dp las ideas freu- dianas, y del earfoter « monudo parcial, sumamente sibjetivo de las auio- rrevelaciones y autoevaluaciones de Freud, resulta natural que todas las dimensiones de su vids inviten a interpretaciones conflictivas. A pesar de décadas de investigacién y docenaside estudios, él sigue siendo desconcer- tante e intensamente polémico. Freud ha sido llamado genio, fundsdor, maestro, tn gigante entre los creadores de la mente moderna y, con n0 ‘menos énfasis, antécrata, plagiario, fabulista, e) ms eonsumado de los ccharlatanes. Por cada adorador que lo aclama como a un Colén, hay un detractor que lo escarnece como s un Cagliostro, Su vida ha dado pasto inagotable a la insinuscidn, 1a especalacién, y Ia ereacién de mitos: wn pastor fundamentaista norte2mericano To denvncié en wna ponzofiosa hoja anticetéliea como “un judfo convertido al catolicismo romano", y “bien conocido como el principal renegido del mundo”. ** Los psicoaralistas, ppor sa lado, aunque no tomnan en serio toda esa morraila, con mucha fre- Ccuencia se han limitado a tratar a Freud como si realmente fuera el ponttfi- ce de su fe, y como si sus palabras tuvieran el valor de incuestionables pronunciamientos pipales. No parece posible llegar a corciliar eses posi- Ciones extremas. Tampoco serfa deseable: no es probible que la verdad acerca de Freud resida en vn término medio. Estas tormentas no pueden sorprender anadie, Después de todo, segtin cescribié Freud con barlona satisfaccién, su destino era “agitar el suefio de Jahumanidad”, *? La tarea fundemental del psicoandlisis, le manifest6 una ver a] novelisia Stefan Zweig, consistfa en “luchar conira el demonio” (el demonio de Ia irracionzlidad) de “manera serena”, Pero agregabe, esa mis- ma serenidad, que reduce ese cemonio a “un comprensible objeto de It ciencia”, s6lo provocabs que sus ideas acerca de la naturaleza humana pare- ‘cieran sumamente desalentadoras e inaceptables. ** No sorprende que, en su mayor parte, ls hurninidad se haya defendido del mensaje de Freud con negaciones airides, Es un lugar comtin que todos hablamos hoy en dfi en Ienguaje freudiano, 1o reconozcamos 0 no. Como de pasads, nos referimos a Ia represién y It proyecci6n, a la neurosis y la embivalencia, @ a rivali- ‘dad entre hermanos, Un historiadog define miestro tiempo como una “épo- cca de narcisismo”, y todos afirman entender 10 que significa, Pero estos volubles respaldos verbales a menudo han resultado més perjadiciales que el rechszo més vehemente, Coastituyen un intento, més 0 menos cons- cient, de privar al pensamiento de Freud de su Aspero realismo. Freud dijo ss de una vez que podia enfrentarse con sus enemigos; eran sis amigos Josque Ie preocupaban, En todo e880, las acaloradas dispotas acorea del carfeter de Froud han tay PREFACIO emosttado ser incluso mds virulentas que las concemientes a sus teoria Freud mismo favorecié la aumésfera en la que puede flerecer el rumor, for- muulanco aforismos memorables pero desorientadores, y dejando tras de sf tvaluaciones inexactas de su propia obra. Esto es parsd6jico: ta cresciGn fe Freud, el psicoansliss, esté después de iodo compremetida con la inda~ gecidn mis implacable; se presenia como la Némesis del ocultamiento, de fa hipooresfa, de les evasiones bien educadas de Ia sociedad burguesa. Sin dud, Freud se enorgullect2 bastante de ser el destructor de las ilusiones, tin seive fiel de Ia veracidad cientifica. “La verdad —le escribio a Séndor Ferenczi en 1910— es para mi la meta absoluta de Ia ciencia.”*# Dos ‘écades més tarde, repitié sus expresiones dirigiéndose a Albert Einstein: “Ya no considero uno de mit méritos el decir siempre Ia verdad en la medida do lo posible; se ha convertido en mi oficio”. * Sannmos NuCHO acerca de Freud. Mantuyo una vasta correspondencia, que yo he lefdo casi por completo; tanto en tono informal como fntimo, Zia revela muchas verdades importantes sobre el hombre. Produjo wna ‘obra proiffica, en parte abiertamente y en perte encubiertamente autobio- grdfica. Sus cartes y publicaciones contienen fragmentos que sin duda {eben apareceren todas las biograffas de Freud, incluso en ésta: he tratado ‘de sermis preciso que pertabadar. incluso considerando con cudnio cua * do ha sido sometido a indagacién, y Ia cantidad de indicios imporiantes que ha cefado, en el mapa de su vida quedan grandes reas en Blanco, y equieren una exploracin adicional. El padre de Freud, ise cas6 dos 0 tres Yeues? 2Tuvo Frexd una relacién amiorosa con su cuftada Minna Bernays, 0 bien esto es una fantasfa de un contempordineo host, o Ia de un bidgrafo~ elective ingenioso? {Por qué consideré Freud aconsejable psicomnalizar a su hija Ana, teniendo en cuenta que sus trabajos sobre t6enien caructeri- ‘dan con severo desagrado que el analisa sea alguien cercano a su anslizan- 4a? pPlagiaba Freud, y a continuacién excusabs esas apropiaciones ilfitas {quejdadose de mala memoria, o tales impuinciones suponen una honesta {hromprensiGn de s1 modo de proceder, o tal vez maliciosas calumnias dinigidas conta un investigador concienzudo? Fue Freud adicio ala cocal- na y produjo sus tcoris psicoanalficas bajo la influencia de le droga, 0 su tus0 de tsa droga era moderado y en tli instancia inocuo? {Quedan aun mis interrogontes. Fue Freucel positivist cienfico que afirmaba ser, 0 estaba principalmente en deuda con la brumosa espectla- tiga de los roménticos, o con el misticismo judio? {Estaba tan aislado de! Srablishment médico de su época como demostraban sus quejas? El fhecho, tan a menado declarado, de que detesiaba Viena, gera en realidad uns pose, au raago ms vienés; ov disgusto auntico? Ls cierto que su pro- reso académico se vio Teirasado porque era judo, o es éSta uma leyends Gifundida por el tipo de susceptibies reeolectores de quejas, que detestan PREFACIO 119) antisemitismo en todas partes? El sbandono en 1897 de le denominada teorfa de Ia seduccion, ;fue un ejemplo de notable corsje cientffico, un teto de piedad fillal, 0 i retirada cobarde en In que abandonaba una gene ralizacién que lo hacfa impopular enue sus colegas? ;Hasta.dénde llegaban. qos que él Tad sus sentimientos “homosexuales"concernientes a $u amti- {fimo de la década de. 1890, Wihelm Fliess? Fue el caudillo autode- Signado de un clan de discipulos gerrado y sometido, un Luis XIV de la psicologla, que proclamaba la psybhanelyve, c'est mol, oun gufa genitl TTunque algunas veoes severo, que indicaba el camino hacia las leyes ocul- tas de la mente, y reconocfa sin trabas las aportaciones de colegas y prede~ ‘esores? ;Bra lo suficientemente vanidoso como para haberse hecho fo1o- frafiar en un retraio de grupo subido a un pequetio cajén, con el objeto de fo parecer mAs pequefio que hombres mAs altos, o tal vez ésta.es también la fantasfa de un bidgrafo en busca de materiel captz de desacreditar & Fread? ‘Tales controversias biogréficas, aunque absorbentes en sf mismas, ie~ nen un interés més que biogréficb. Inciden en el intesrogante mas amplio ‘que Ja obra de Freud suscita: jes el psicoandlisis una ciencla, un arte o vn it 2 Esta consecuencia se debe a que, a diferencia de owas grandes figuras de la historia de la cultura occidental, Freud parce ener la oblig cign e ser perfecto, Nadie que esié familiarizado con la psicopatologia de Lutero 0 Gandhi, Newton 0 Darwin, Becthoven o Schumann, Keats 0 Katka, se aventurarfa a sugerir que sus neurosis perjudiearon sus creacio~ nes 0 compromelicron su grandezs. En agudo contrate, los defecios de Freud, reales o imaginasios, se han educiéo como prueba conclayente de La pancarrota de su creacién, Golpear al psicoandlisis golpeando 2 su creador. Se ha convertido en una téetica comin, como si denigrar con éxito el cardoer de este titimo equivaliera 2 destmuir su obra. Desde luego, una dis- Ciplina tan francamente autobiogrifica como la psicologia profunda de Freud, y tan subjetiva en sus materidles, necesariamente debe presentar hrostiss de la mente del fundador, Pero sin duda la validez de las proposi- cciones peicoanaliiicas no depends dé lo que pueda descpbrisse acerca de su ‘reador, Se puede imaginar a Freud como un perfecto caballero que propa: ‘ga ura psicologfa fundamentalmente imperfecta, o pensar en él, leno de efectos, 0 incluso vicios, como el psicdlogo mas significativo de la bis: toria. or supuesto, no hay ninguna raz0n pare que Freud sea iamune al ‘escrutinio psicoanaltico, ni para que sus escritos y recuerdos (prerisos o Gistorsionados) no proporcionen informacién biogréfica. Es justo que lo hagan: Freud, después de todo, apuntaba una psicolog(a general que cexplicaria n0 8010 la conducta de un putado de contemporéacos neurGti- 0m, sino Ia de todos los seres humaros en todas partes, y que también 10 explicarfa a él mismo, Por cleo, el propio Freud indicd el camino."No [an] PREFACIO. debe considerarse una cuestiGn indiferente o carente de significado —escri- ‘bi6 en su trabajo sobre Gosthe— Ia de cutles son los detalles de In vida de ‘unniffo que han escapado a In amnesia general.” * En no menor medida, Ja conducta adulia invita a ese tipo de stencién profunda, “El que tiene jos para ver y ofdos para oft —escribiS en un fragmento oélebre— se cconvence de que los mortales no pueden guardar ningin secreto. Si a boca cesié en silencio, murmuran con las puntas de los dedos; la traicién sé abre ‘camino por todos los poros de le piel." #1 Freud formula esta reflexién en su historial de “Dora”, pero se le aplica a 61 tanto como a sus analizandos. En ol curso de una carrera de arquediogo de la mente, prolongeda y sin ‘émulos, Freud desarroll6 un cuerpo de teorfas, investigaciones empfticas y téenicas terapéuticas que, en manos de un bidgrafo escrupuloso, puede des cubrir los deseos, las angustias y conflictos del propio maestro, un amplio repertorio de motivos que sin dejar de ser inconscientes contribu- yyeron a dar forma a su vida, Por lo tanto, no he vacilado en emplear tales tos y, en la medida de 1o posible, tales métodos, para explo- de Ia vida de Freud. Pero no permitf que monopolizaran mi atencién. Como historiador, situé a Freud y su obra en el seno de sus diversos ambientes: la profesiGn psiquidtrica que él subvirti6 y revolucio- 1nd, Is cultura austrfaca en Ia que se vio obligado a vivir como judfo no creyente y médico no convenciontl, la sociedad europea que durante el tiempo en que 61 vivi6 sobrellev6 tos espantosos traurmas de Ia guerra y Jas dictaduras totalitarias,y la cultura occidental como un todo, unacultu- ra cuyo sentimiento acerca de s{ misma el propio Freud transform6 mas allf de todo reconocimiento, para siemore. [No he escrito este libro para halagar ni para denunciar, sino pars com- prender, En el texto en sf no discuto con nadie; he tomado posicién acerca de los problemas polémicos que siguen dividiendo a los andlisias de Freud ¥ del psicoandlisis, pero sin esbozar el itinerario que me llev6 a mis con- clusiones. Para los lectores interesadios en las controvertias que hacen tan fascinante la investigaciGn de la vida de Freud, presento como apénice un ensayo amplio y razonado que les permitiré descubrir las razones de las posturas que he asumido, y encontrar materiales que despliegn opiniones Opuestas. ‘Un intésprete de Freud con el que no coincido es el propio Freud. Tal ver ext6 en lo covretto en tésminos literales, pero engana en lo esencial, ‘cuando dice que su vida es “externamente tranguila y sin contenido”, que ‘se puede “ordenar con unas pocas feches”.*? Desde luego, superficialmen- te, Ia vida de Freud se parece a Jes de muchos otros médicos del siglo XIX, com educacion superior, ineligentes y aciivos: naci6, esiudi6, viajS, Se ca86, ejercio su profesién, dio conferencias, publicd libros, polemiz6, envejecio, murid. Pero su drama interior es lo bastante absorbente como para imponerse ala stenciGn vacilante de cualquier bi6grafo, En la eélebre ‘ PREFACIO tz) carta 2 su amigo Fliess, que ya he citado, Freud se llam6 4 st mismo “conguistador”, Este libro es la historia de sas conquistas. Se vera que la amis dramatica dé esas conquistas, aunque incompleta, fue Ia de s{mismo. sit onshistan ls ROK PETER Gay

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