Dos cristianos andan al anochecer por las callejuelas
de Esmirna. Van de prisa a una asamblea oculta en casa del griego Leucipo. Hablan entre ellos, pero el de mayor edad va catequizando al nefito catecmeno: Hace unos sesenta aos de la muerte de nuestro Seor Jess el Nazareno, el enviado de Dios que despus de una vida consciente y una muerte torturadora resucit para testificarnos la esperanza de quienes asumen la filiacin divina como realidad no producto de ensoaciones cerebrales. El viento del Mediterrneo les refresca el rostro mientras pasan junto al templo edificado en honor de Tiberio; siguen intercambiando palabras entre gesticulaciones y pasos ligeros: Esta noche va ser para recordar, tendremos el honor de recibir al fin el Evangelio de nuestro Seor segn lo reuni y compuso Lucas, el que fue amigo y colaborador cercano del apstol Pablo. Me adelantaron este medio da que un hermano desembarc ayer mismo procedente de Mileto trayndonos una copia del manuscrito. El corazn lo llevo acelerado ante el acontecimiento. El joven a su vez opina: Es verdad, ser maravilloso, una fortuna, or la mejor de las noticias. Ya queda poco, la casa del convocante que acoge a la comunidad en esta ocasin se halla a la vuelta de la esquina.