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LA IRA

DE
GABRIEL

LUIS M ANUEL SANCHEZ GARCIA


L .M .S.G.
Luis manuel sanchez garcia
Ilustraciones y portada: L.M.S.G

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita


de los titulares del copyright, bajo las sanciones
establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total
de esta obra por cualquier medio o procedimiento,
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Deposito legal: ma 3809-2009


l.m.s.g: 19/01/2009
1974
Todo comenzó una tranquila noche de invierno. Su
oscuridad, reinaba en lo mas alto, la pequeña presencia de
diminutas nubes, cubrían el cielo, la temperatura oscilaba entre
los 14º y los 16º grados, se sentía un frescor muy llevadero, que
con un buen abrigo no seria problema para pasear, las farolas de
la ciudad iluminaban las calles con intensidad, el fluir de gente
era constante, algunos regresaban a sus casas, otros salían de
ellas, para disfrutar de la noche, salir con los amigos, ir de cena,
o pasear romanticamente con sus parejas, los ruidos de la
ciudad, retumbaban por todos los recovecos de la noche.
De repente el cielo empezó a cambiar de color, esas diminutas
nubes empezaron a disiparse, el cielo completamente oscuro,
con pinceladas de estrellas, fue cambiando, pasando del negro
intenso a un rojo anaranjado.
El tenue viento que soplaba se silenció, por segundos parecía
que el tiempo se había detenido, la temperatura en cuestión de
segundos, dio un brusco cambio, de los 15º grados de media,
radicalmente paso a una temperatura veraniega, la temperatura
subió a los 42º grados, los termómetros no recogieron la
medición, pero en la calle la sensación de sequedad fue
grandiosa, la gente que caminaba por sus calles abrigadas por el
frío, no tardaron mucho tiempo en despojarse de aquellos
abrigos y chaquetones, que ahora le sobraban, en el interior de
los coches y de las viviendas, la reacción fue la misma, algunos
apagaban la calefacción de sus vehículos, otros bajaban sus
ventanillas, sacando las manos por fuera para notar aquel
contraste, en las viviendas abrían sus ventanas de par en par,
para dejar el paso del aire, que en ese momento era insistente,
todo el mundo salio a la calle para contemplar aquello, en
cuestión de una hora la temperatura tan alta que estaba
aguantando la ciudad, volvió a su estado natural, el frescor volvió
a cubrir la noche, dejando paso a un ensordecedor trueno que
provocó la sensación de que el cielo se había partido en dos.
Fue un ruido seco y muy fuerte, el contraste de la noche, hizo
estremecer a todo el mundo
Todo el mundo se quedó sorprendido por la magnitud del
estruendo; los meteorólogos no comprendían el motivo de
aquella súbita anomalía atmosférica. Todo fue muy rápido. Todos
los sistemas de predicción meteorológico parecían fallar. Lo
cierto es que sí funcionaban y los datos que daban los
ordenadores, los sensores y todos los demás sistemas de
seguridad eran correctos.
Pasada una hora, el cielo regresó a la normalidad, volviendo
a su oscuridad de siempre. Las estrellas lucían como siempre y el
leve viento que soplaba envolvió otra vez la noche, la
temperatura volvió a los 15º grados de media, los transeúntes,
volvieron a cubrirse con sus abrigos, los coches accionaron otra
vez sus calefacciones y las viviendas, cerraron a cal y canto sus
ventanas, para que el frió no penetrase en sus hogares, el
invierno regreso a la ciudad, aquel espejismo de los 42º grados,
solo permaneció durante una hora.
Los científicos llegaron a la conclusión de que todo había sido
fruto de una fuerte tormenta eléctrica.
Boby Carter, es un magnifico estudiante desarraigado de su
familia, durante su niñez fue pasando de hogar en hogar, su
madre biológica lo abandonó cuando era un niño de unos dos
años, y viajó por todos los orfanatos del país buscando una
familia que le acogiese, a la edad de siete años un matrimonio
mayor de Filadelfia lo adoptó y gracias a ellos recibió una
educación, comprendió al fin lo que era una estabilidad familiar,
los Dess que así se llamaba su nueva familia, procuraron que no
le faltase nada y con mucho trabajo y esfuerzo, le convirtieron en
lo que era ahora, un joven universitario con unos valores muy
grandes, sentido de la responsabilidad y muy agradecido, sus
padres adoptivos, fallecieron hacia un año de muerte natural, su
padre el señor Peck sufrió un infarto y su madre la señora Sharon
no pudo soportar la perdida de su marido y pasados tres meses
murió de pena, sufría diabetes y su cuerpo no pudo aguantar la
muerte de su amado, la muerte de sus padres le hizo mas fuerte
y se volcó en sus proyectos.
La felicidad le duró poco, a los dieciocho años se volvió a
encontrar solo, pero muy agradecido del amor de sus padres que
le entregaron hacia el. Compartía sus estudios con un trabajo
nocturno en una oficina meteoróloga de la universidad, también
se vio sorprendido por el fenómeno que se estaba produciendo.
Estaba sentado delante del ordenador mirando, como cualquier
día, el estúpido monitor con los mismos gráficos y los mismos
baremos. Estaba inmerso en su trabajo cuando, de repente, una
inmensa oscuridad lo envolvió todo.
El despacho era pequeño. Lleno de papeles, ordenadores,
lucecitas de todas las maquinas que necesitaba para su trabajo, y
muchos libros. Tenía una ventana con vistas al patio donde se
reunían los jóvenes universitarios; pero en ese instante estaba
vacío, ya que debido a lo avanzado de la hora los jóvenes
estaban en sus casas, o dentro de sus habitaciones.
La oscuridad que envolvió a Boby, fue de menos a más. Giró
la cabeza pensando que podría ser un problema de las farolas
del patio, pero su sorpresa fue enorme cuando divisó el
maravilloso espectáculo de luces. Se levantó de la silla, y se
dirigió hacia la ventana muy lentamente, la abrió de par en par,
enseguida noto como la temperatura del exterior estaba
cambiando, desde su frente unas gotas de sudor le resbalaban
hacia la cara, cogió un pañuelo de su bolsillo y se secó el
constante goteo de sudor, a la vez miró al termómetro que tenia
colgado en el quicio de la ventana, la temperatura marcaba 16º
grados, acercó su mano hacia el termómetro, dándole varios
golpecitos al mercurio, aquel aparato ni subía ni bajaba, marcaba
correctamente 16º grados, una vez allí escuchó un tremendo
estruendo y rápidamente miró hacia los equipos de medición,
todos estaban correctos, ninguno saltó, ni hicieron nada
anormal. Todo era normal, demasiado normal.

Cuando cesó el trueno cogió rápidamente el teléfono que


tenía en su mesa desordenada y llamó a su profesor. Estaba tan
nervioso que no conseguía pulsar los números; lo intentó dos
veces y, por fin, logró la deseada comunicación.
−Señor Parker, soy Boby. Imagino que estará viendo lo mismo
que yo. No lo puedo creer.
−Boby, quiero que no te muevas de ahí. Llego dentro de una
hora −fue la respuesta del señor Parker.
El señor Parker, profesor de meteorología de la universidad,
de unos cincuenta y cinco años, había dedicado toda su vida al
estudio del clima y sus alteraciones. Estaba soltero; con cara de
persona malhumorada y muy despistado. Los alumnos le
tomaban por loco y sus compañeros de trabajo por excéntrico.
Lo cierto es que algo tenía de eso, pero era una persona
soñadora y con un corazón enorme. Contrató a Boby para que
trabajase con él, porque vio en sus ojos la misma mirada
ilusionada que él tenía cuando era joven.
Parker conocía la historia de Boby y se sentía identificado con el,
los dos estaban solos en este mundo, el cariño que le faltaba, se
lo entregaba al joven, con su sabiduría.
Emigró desde Inglaterra a Estados Unidos, cuando era un joven
de unos 24 años, se formó en la mejor universidad del país, la
universidad de Cambridge, la segunda universidad mas antigua,
después de Oxford, fundada en 1209 y forma científicos,
escritores y políticos
Allí conoció todos los entresijos del mundo de la meteorología,
cuando terminó su tesis, la universidad de Filadelfia le contrató
para dar clases y le prometió un futuro mejor.
Nada le retenía en Inglaterra, sus padres habían fallecido y vivía
con su hermana mayor, casada y con dos hijos, su cuñado taxista
de profesión, pasaba horas y horas conduciendo por las calles
londinenses, para poder alimentar a su familia, la casa donde
vivían no era muy grande y se tenían que adaptar todos para
poder llevar una convivencia buena, su cuñado como era lógico
aveces se quejaba por tener que mantener una boca mas, Parker
lógicamente se sentía molesto, su intención, no era la de
molestar, pero a veces la tensión se podía sentir en el ambiente,
su cuarto contiguo al de los niños, le distraía de sus estudios, sin
pensarlo lo habló con su hermana y decidió cruzar el charco
hacia una vida mejor, la carga que suponía su estancia en la
familia la radicó, con una vieja maleta repleta de libros se
embarcó dirección el nuevo mundo.
A la edad de cuarenta años su hermana falleció en Inglaterra, el
marido de ella se trasladó al sur de Francia, concretamente a la
región de Aquitania, allí se encontraba un pueblo llamado
Lauzun de unos 751 habitantes, sus padres eran originarios del
lugar y decidió pasar el resto de su vida allí, tras el fallecimiento
de su esposa, su estado de salud empezó a decaer, ya no se valía
por si mismo y un cáncer estomacal le estaba arrebatando la
salud, los hijos acompañaron a su padre y rehicieron una nueva
vida en otro país, el cambio de un clima mas cálido, que de la
húmeda Inglaterra, le proporcionaría mejor calidad de vida, lo
único que le unía a Inglaterra era su hermana, una vez
desaparecida, tanto el contacto con su cuñado y sus sobrinos se
desvanecieron, nunca supo mas de ellos.
El profesor se encontraba en su casa corrigiendo exámenes,
siempre se llevaba trabajo, le encantaba sentarse en su escritorio
de nogal, a media luz, entre sombras, producidas por una
pequeña lamparita de sobremesa de color verde, en el silencio
de su hogar una música muy bajita envolvía su despacho, le
encantaba la música clásica y Franz schuber, era su compositor
favorito, no dejaba de escuchar una y otra vez la misma melodía,
La bella molinera.
Estaba en pijama, se sentía mucho mas cómodo, era lo primero
que hacia cuando llegaba a su domicilio, se desprendía del traje,
de la corbata y se metía en su pijama de color azul de algodón,
lo tenia hace años, algunos hilos le sobresalían por los bajos del
pantalón y de las mangas, pero eso no era ningún motivo para
cambiarlo, le tenia mucho cariño. Se puso lo primero que vio en
el armario y salió corriendo hacia la universidad. Cogió las llaves
del coche que estaban en la entrada de la puerta y, como alma
que lleva el diablo, intentó arrancarlo. Tardó un poco en hacerlo,
pues era un coche bastante viejo y de aspecto destartalado, pero
lo único que le importaba a Parker es que lo llevaba donde
quería ir, aunque a veces tardase más de la cuenta.
La gente había salido de sus casas para ver la anomalía
meteorológica. Entre sorprendidos y atemorizados, lo
observaban con admiración y temor. Era tan hermoso y siniestro
lo que estaba sucediendo que sensaciones contradictorias de
asombro y pánico se mezclaban entre los curiosos.
Durante el trayecto hacia la universidad Parker observaba, a
través de la ventanilla del coche, a la gente, que en las aceras,
comentaban sorprendidos lo que estaba sucediendo. Pasado un
tiempo llegó a la universidad; aparcó el coche en la puerta de
entrada, y como si tuviese veinte años, abrió la puerta y subió las
escaleras hacia su despacho de dos en dos. Cuando llegó a su
destino se sentó y empezó a coger aire, se sentía abatido.
El despacho estaba en la tercera planta. No eran muchas las
escaleras, pero lo que sí eran muchos, eran sus años.
Boby escuchó un golpe en la puerta y, extrañado, la abrió.
Allí encontró a su profesor, sentado, sin aliento, lo miró y con
una voz de pánico le dijo.
−Señor ¿Se encuentra bien?
−Ya sé por qué me dediqué a la meteorología y no al fútbol
−susurró Parker sin aliento.

Boby ayudó a levantarse al señor Parker y entraron en el


despacho. Pasaron toda la noche revisando datos, comparando
previsiones y preguntándose el uno al otro, qué había sucedido,
por qué todo estaba normal.
No encontraron una respuesta lógica a lo que había
sucedido, fue muy humillante para ellos, y lo único de lo que no
les cabía la menor duda era que lo que estaba ocurriendo no era
normal y que algo desastroso podría pasar.
De repente todo volvió a la normalidad.
La gente volvió a sus casas y las conversaciones de esa
noche fueron las mismas en todos los hogares: el fenómeno que
acababan de contemplar.
Pero todo no era normal. En un plano no terrenal, en otra
dimensión, todo fue muy distinto. Fue justamente donde todo el
mundo miraba aquel espectáculo tan hermoso y tan siniestro,
donde ocurrió todo. Nadie podía imaginar que ese escenario de
luces, cambiaría la vida a mucha gente, tanto para bien como
para mal.
En el plano donde se cruzaban los colores anaranjados y
rojizos, legiones de ángeles del infierno se reunieron con los
ángeles del cielo. Eran cientos de miles con sus largas y
presuntuosas alas. Sus rostros se presentaban difuminados; no
se podían distinguir con claridad, sólo se apreciaban unos ojos
inyectados en sangre y con una altura corporal que ningún ser
humano podría imaginar. Prácticamente, llegaban a medir,
fácilmente, los tres metros, pero cuando desplegaban sus alas
tenían una longitud de seis metros, desde la punta de un ala
hasta la otra. Eran francamente hermosos.
Todos los ángeles estaban en formación. Alineados
perfectamente; desde la altura, se apreciaba la exactitud de la
formación, daba miedo.
Los ángeles del cielo, eran exactamente iguales a los del
infierno. Tres metros de altura; las mismas dimensiones de las
alas, y el mismo tono de color en sus ojos; la única diferencia, era
el color de sus alas. Las del mal eran negras intensas y las del
bien blancas impolutas.
El lugar de la concentración de tantos ángeles era infinito.
Se encontraban en una explanada desértica, de color naranja,
donde se apreciaba una leve brizna de viento que desplazaba
sutilmente la arena del terreno. El silencio era tan sobrecogedor
que podía oírse el crujido de la arena, desplazada por el viento,
golpeando las alas de los ángeles.
Rompiendo la exactitud y belleza de la formación salió un
ángel. Era hermoso. Su enorme altura; sus alas desplegadas; su
mirada intensa, llena de fuerza; sus piernas musculosas con
forma de ave; sus pies con garras afiladas y majestuosas; sus
brazos también musculosos y sus manos con forma de garras, las
cuales podían crecer a voluntad propia.
Recorriendo varios metros, se dirigió hacia una puerta. Era
enorme, dorada, muy luminosa. Podría medir unos cincuenta
metros de altura y veinte metros de ancho, en los lados se
apreciaban unas inscripciones en arameo.
Se encontraba cerrada, el ángel se paró frente a ella. La brisa del
aire acariciaba sus alas. Las garras, clavadas en la arena, hacían
surcos en el suelo.
Pasado algún tiempo la puerta se abrió dejando una
apertura de unos cuatro metros. Cuando llegó a ella, el ángel del
mal recogió sus alas y entró muy despacio. Lo hizo sin temor,
sabiendo a quién se encontraría y qué iba a suceder.
Siguiendo el haz de luz que salía de la puerta, pasó, una
intensa niebla blanca lo envolvió haciéndolo desaparecer; se
cerró y todo quedó en una oscuridad abismal.
En el interior, el ángel del mal, se encontró con otro ángel,
igual de hermoso que él. Su aspecto era sublime, alto, esbelto,
fuerte, sus alas idénticas, de seis metros de longitud, su mirada
intensa, su cara difuminada.
El interior del lugar era completamente blanco; mirases
donde mirases, todo era de ese color.
Los ángeles hablaron brevemente.
El ángel del bien le comunicó sus intenciones.
−Pasados treinta y tres años las almas del la luz y de la
oscuridad terminarán su cometido.
ALFA Y OMEGA

1:11: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en


un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en
Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y
Laodicea.
2007
Boby Carter, el joven universitario, ya no era tan niño.
Habían pasado treinta y tres años. Se había convertido en un
prestigioso meteorólogo. Trabajaba en la Universidad de New
York, fundada el 18 de abril de 1831, constaba con mas de
40.870 alumnos y entre sus estudiantes salieron 23 premios
Novel y 12 premios Pulitzer, sus conocimientos los entregaba a
sus alumnos con tesón, disfrutaba mucho en la universidad, le
encantaba entrar por las mañanas y respirar el ambiente de
sabiduría que flotaba por todos los recovecos de la universidad,
estaba contratado por el canal CNN de televisión para dar las
noticias del tiempo. Su remuneración era excelente y le dejaba
tiempo para dedicarse a sus tareas cotidianas.
Continuaba soltero, siguiendo los mismos pasos de su maestro,
el señor Parker, pero no era tan excéntrico como él. Tenía una
gran planta; un señor serio y muy atractivo.
Como cualquier otro día Boby llegó al estudio de televisión,
para dar las noticias, sus instalaciones eran muy modernas, los
estudios se encuentran en el edificio Trump Building, ubicado en
la 36 y 42 de Wall Street, en 1930 fue el edificio mas alto del
mundo, consta de 70 plantas, su altura es de 283 metros, tanto
los estudios como los despachos ocupan tres plantas, desde la
35 a la 38, sus vistas son increíbles, divisando toda la magnitud
de Manhattan .
Entró dando las buenas noches; se tomó un café de la máquina y
directamente entró a maquillaje. Su comportamiento era
mecánico. Soltó todos sus papales en la mesa de maquillaje y
dejó trabajar a sus compañeros. Unas hábiles y profesionales
manos quitaron los brillos de su cara, para dar bien en pantalla.
El dueño de la cadena entró en maquillaje y, dándole las buenas
noches, le preguntó qué tal sería el parte meteorólogo de esa
noche y de todo el fin de semana, ya que era viernes.
Boby le comentó que en el fin de semana haría buen
tiempo, por el día soleado y por la noche bajarían las
temperaturas, pero que harían unas noches estupendas,
perfectas para salir a dar una vuelta con la familia.
El dueño de la cadena se marchó, dándole las gracias y se
dirigió a su despacho para seguir la emisión de las noticias.
Boby fue hacia el estudio donde se encontraban los
presentadores, como
siempre, dando las gracias a los maquilladores, era muy
respetuoso y educado con todo el mundo y la gente lo
respetaba.
Se dirigió hacia la pantalla de plasma donde estaba el mapa
del país; se colocó bien la corbata y se retocó el cabello, era un
hombre muy coqueto y le gustaba dar bien en televisión.
Mientras, Tom Harrys y Jana Still, presentadores del
noticiario, terminaban las noticias dando paso a Boby para que
diese el tiempo.

−Buenas noches. Esto es todo por hoy −se despidió Tom


Harrys.
−Esperamos que pasen un buen fin de semana. A
continuación le dejamos con el tiempo. Adelante señor Carter
−dijo Jana Still, introduciendo a Boby.
Con una sonrisa dio las gracias a sus compañeros y explicó a
las espectadores las condiciones meteorólogas del fin de
semana. Todas las predicciones eran buenas y con su
incondicional verborrea comentó las agradables temperaturas
que tendría el país.
−Se despide Boby Carter. Muchas gracias por su compañía y
les deseo que pasen un estupendo fin de semana.
La emisión terminó como cualquier otra noche.
El meteorólogo se quitó la petaca y el micrófono de la
corbata y se dirigió con sus compañeros del estudio a tomar un
café de la misma máquina de todos los días.
No hablaban de nada importante, cosas del trabajo, otra vez
del tiempo y temas banales. El dueño del canal salió de su
despacho, se acercó a Boby, y le comentó que le tocaba a él
pagar las cervezas. Todos los viernes seguían la misma rutina,
terminaban el trabajo y se marchaban los dos, eran muy buenos
amigos.
Se conocieron en la universidad de Filadelfia, cada uno estudiaba
una carrera diferente, uno políticas y el otro meteorología, sus
vidas se cruzaron en un local no muy lejos de la universidad, en
la calle Brook ln esquina con Constance rd, situado debajo de
una carnicería, que regentaba una familia marroquí, unos cuatro
escalones por debajo del local, había una puerta verde , con un
rotulo luminoso de neón, al cual la letra b de bar, se descolgaba
por un lado y se juntaba con la letra de al lado.
Era una minúscula taberna irlandesa, rodeada de cuadros y
pintas de cervezas por el techo, los dueños eran un matrimonio
muy risueños, de complexión fuerte los dos, vestían trajes
típicos, cada día para ellos era San Patricio y banderas junto con
gorros decoraban el local, al fondo, una diana de madera
colocada al lado de un perchero, destacaba entre los abalorios
del bar, ese lugar llego a ser su sitio preferido, todas las tardes se
sentaban alrededor de la diana y con sus pintas de cerveza
charlaban y charlaban, su amistad crecía cada vez mas,
formando fuertes vínculos.
En ese momento el estudio empezó a oscurecerse; fue de
menos a más. Boby se percató en seguida y se dirigió corriendo
hacia las ventanas del estudio, todos, viendo su reacción, le
acompañaron hacia las ventanas, preguntándole qué pasaba.
El espectáculo era precioso; el cielo se transformó de un
color rojo anaranjado y el viento dejó de soplar, la temperatura
empezó a subir, dentro de los estudios la calefacción estaba
conectada, marcando 23º grados, pero la sensación era mas alta,
todo el mundo empezó a quejarse del calor, llamaron a
mantenimiento, por que el calor cada vez era mas insoportable,
los termómetros de la redacción marcaban 23º grados, todo era
correcto, se formó un pequeño revuelo, a la gente le dio por
pensar, que el edificio estaba ardiendo, la sensación de
sequedad era altísima, las chaquetas empezaron a verse
colgadas de los percheros, los nudos de las corbatas,
desabrochados, los sudores empezaron a brotar en la gente,
camisas empapadas circulaban por la redacción, las mujeres se
desplazaban a los baños para poder aliviar el calor, con paños
mojados, en las ventanas se apreciaban, gotas cayendo sobre
ellas de humedad, la temperatura en el interior era de 42º
grados, en el exterior igual, Boby acercó su mano a la ventana y
con un dedo dibujó un circulo, la humedad hizo mantenerse
aquella figura.

Boby, hablando para sí mismo, no paraba de decir:


−Está sucediendo otra vez.

De repente sonó un trueno ensordecedor; las ventanas


vibraron, un pequeño temblor se percibió debajo de sus pies,
todos los presentes se asustaron agachándose impresionados
como acto reflejo. Todos menos Boby, él estaba esperando aquel
trueno, se encontraba de pie, sereno, con la mano apoyada en la
ventana, percibiendo la vibración de los cristales, su mirada
perdida mirando el cielo, casi ni parpadeaba.
El dueño del canal le preguntó qué sucedía, estaba asustado, no
paraba de temblar, con los pies fuertemente apoyados sobre el
suelo enmoquetado y las manos agarrando con fuerza una de las
columnas de la redacción, no dejaba de mirar a Boby, y éste le
respondió, que no tenía idea, sólo sabía que todo esto ya había
pasado y que era exactamente igual que en 1974.
Boby se disculpó ante el dueño de la cadena diciéndole que
tenía que
marcharse, que después le contaría todo y que le debía una
cerveza.
Su gran amigo agarrado fuertemente a la columna, que
seguramente no soltaría en mucho tiempo, le dijo que no se
preocupase, que hiciese lo que tuviera que hacer, que le
esperaría, justamente, donde se encontraba ahora mismo.
Salió de la cadena de televisión, cogió su coche y condujo
durante horas.
A través del cristal contemplaba la visión tan hermosa del
cambio de colores de la noche, se podía apreciar la sequedad,
los termómetros en la calle marcaban 15º grados, pero no
cuadraba con el tremendo calor, que se hacia casi irrespirable,
los transeúntes que se encontraban paseando por la ciudad, se
desprendieron de algunas ropas que le sobraban, el sofocante
calor, hizo que algunos niños que se encontraban con sus padres,
se acercaran a una fuente, se despojaran de sus camisetas y se
lanzaran al agua para refrescarse, era contradictorio, los relojes
marcaban las diez de la noche, el mes era noviembre, el invierno
se apoderó de la ciudad y los niños se bañaban en una fuente,
para poder refrescarse del sofocante calor.
Pasada una hora todo volvió a la calma, la noche siguió siendo
estupenda, aquellos niños que disfrutaban del agua, tuvieron
que salir muertos de frío, sus caras desencajadas, junto con sus
frágiles cuerpos, comenzaron a tiritar, los padres entre sonrisas,
se despojaban de sus abrigos y los cubrían, las madres los
abrazaban fuertemente entre sus brazos, dirigiéndose
rápidamente, hacia el calor de sus casas, la ciudad volvió a sus
15º grados, una temperatura bastante agradable para ser
invierno, las calles volvieron a su estado normal, tal como había
predicho en el noticiario. Condujo hasta el amanecer.
Detuvo el coche en un lugar paradisíaco rodeado de árboles
y naturaleza. Cerca había un lago, no era muy grande, pero sí
muy tranquilo y acogedor. Junto al lago se alzaba un austero
edificio, una residencia de ancianos.
El lugar estaba situado en el distrito de Newark (Ohio) a unas
509 millas de New york, un letrero de madera presidia el camino
de tierra bordeado de arboles, por la linde del camino,
centenares de piedras color blancas, adornaban la entrada,
llegando hasta la misma puerta, en el se podía leer, residencia el
viejo roble, el estilo de la residencia era colonial, completamente
de madera, con unos ventanales enormes de color blanco,
constaba de dos plantas, la planta baja para los ancianos que
residían, la primera planta para el personal medico y residentes
interinos que cuidaban a las personas mayores, en lo mas alto,
en el lado derecho del tejado, una chimenea asomaba,
rezumando un humo grisáceo, que proporcionaba calor al salón
de la residencia, fundada en 1854, tenia un toque rustico, pero
adaptada a las condiciones de sus clientes, el viaje fue largo y
cansado, pero el estado anímico era muy bueno, en unos
minutos volvería a ver a su maestro y mentor.
Entró en la residencia. Nada más atravesar la puerta había
una pequeña recepción, de color blanca con muchas flores y un
olor especial a jazmines y pensamientos; se sentía una paz
enorme acompañada por el piar de los pájaros, era precioso.
Boby dio los buenos días a la recepcionista, la temperatura
era muy cálida y acogedora, los empleados iban con ropas muy
ligeras, de manga corta, todos con unas chapas indicativas con
sus nombres cosidas al uniforme, de color azul claro, le
preguntó por el señor Parker. Una muchacha de tez blanca, con
las mejillas rosadas, por el calor del interior y melena color
castaño, amablemente, le indicó que se encontraba en el lago y
que le haría mucha ilusión la visita, ya que no tenía muchas.
Despidiéndose de la chica, con una sonrisa, se dirigió hacia el
lago. Tenía que atravesar un pasillo muy largo, adornado con
cuadros pintados por los paciente, tapices de ganchillo, fotos en
blanco y negro de antiguos pacientes y de allí cruzar por el salón
de juegos, donde los ancianos se entretenían en todo tipo de
actividades y donde había una televisión enorme donde veían
sus programas, una chimenea de piedra en un lado de la pared,
centenares de libros sobre unas estanterías de aluminio y en un
rincón junto a una ventana, una vieja gramola que todavía
funcionaba, uno de los pacientes no dejaba de poner una y otra
vez, discos de Sinatra.
Se detuvo en medio del salón; enfrente había unas
cristaleras muy luminosas con una visión del lago y de una
explanada ajardinada preciosa, llena de rosales, bancos para
sentarse y columpios para los nietos de los residentes. Miró
atentamente hacia el lago y vio al señor Parker.
Estaba sentado, mirando al agua sin ningún punto fijo y sin
preocupaciones. Boby se le acercó y se agachó tocándole la
mano. El señor Parker sentado en su silla de ruedas, mirando al
lago, le dijo:
−Te estaba esperando.
−¿Qué tal te encuentras aquí? ¿Te tratan bien?

−Tengo ochenta y ocho años; mis piernas ya no son lo que


eran, pero no me quejo.
Estoy en un sitio idílico y he vivido todo lo que tenía que vivir.
Me da mucha pena por el resto de la gente; no somos nadie.
−¿Por qué ese pensamiento, señor Parker?
−Llévame hasta el salón y hablaremos.
Boby cogió la silla, atravesaron el jardín, cubierto de flores
de todos los colores y entraron al salón de juegos; se sentaron en
la mesa más alejada y comenzaron a hablar, tomando una
humeante y cálida taza de café.
−¿Qué está ocurriendo con el tiempo? No es normal que en
el transcurso de una hora pase lo que hemos visto.
−¿Te acuerdas cuando eras mi alumno?, ¿Recuerdas el
invierno de 1974? ¿A qué conclusión llegamos? A ninguna.
¿Cierto? El cielo enrojecido, el viento inexistente, todos los
medidores correctos, la temperatura altísima y los mercurios no
sufrían alteraciones, no teníamos ninguna idea lógica de lo que
ocurría. He tenido mucho tiempo para pensar en lo ocurrido,
aquí lo que mas tengo es tiempo; cálculos matemáticos, cambio
climático, tormentas eléctricas etc. Sólo puedo pensar una cosa y
como científico, no lo puedo aprobar.
−Puede que se deba al calentamiento global.
−Muchas gracias por tu visita. Me has hecho muy feliz,
Boby. Cuídate y ten fe.
Parker llamó a la enfermera y le pidió que le llevara a su
habitación.
La enfermera empujó la silla, la cual una de las ruedas no
paraba de chirriar, y lo condujo hacia su cuarto; mientras se
alejaba de Boby, el señor Parker agarró con fuerza un crucifijo
que tenía colgado al cuello, lo apretaba tanto, que sus nudillos se
pusieron de color blanco y, pidiendo a la enfermera que parase,
miró a Boby y le dijo:
−Siempre supe que serías un buen hombre. Ten fe y sé
bueno de corazón; nuestra hora ha llegado y Dios pone a todo el
mundo en su sitio. Gracias por ser amigo de este anciano;
cuídate.
Boby sin saber muy bien que había querido decirle, se
dirigió al coche.

Condujo todo el día de regreso. Durante todo el camino no


dejó de darle vueltas en la cabeza a las palabras del señor Parker,
hasta llegar a New York. Ya era tarde cuando abrió la puerta de
casa, un frió húmedo cubría la ciudad, la escarcha en los coches,
impregnaban los cristales; decidió descansar para estar en
condiciones; mañana le esperaba un día muy duro.
EFESO

2:5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y


haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré
tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.
LA LLEGADA
Legiones de ángeles llegaron a la cita fijada treinta y tres
años atrás. Se dispusieron en formación, sus garras clavadas con
fuerza en aquella tierra anaranjada, junto con la brisa que movía
la arena que reposaba a sus pies, junto al leve movimiento de
sus alas, esperaron hasta que la magnífica puerta, de enormes
dimensiones se abrió.
El ángel negro, adelantándose de sus tropas, se dirigió hacia
la luz, iba muy seguro, sus pasos firmes dejaban huella en el
terreno, las zancadas eran grandiosas, su majestuoso caminar,
era bellísimo, su gran envergadura con sus alas desplegadas,
creaban adoración. De nuevo le estaban esperando. La reunión
fue corta, pero muy tajante, la hora había llegado.
El ángel blanco, se acercó hacia el, forjándose en un fuerte
abrazo, cuando terminó aquel intenso saludo, le cogió de los
hombre con fuerza, le explicó que tenía que bajar a la tierra, y
realizar todo lo que se había acordado. El ángel negro,
arrodillándose ante él, le contestó que no fallaría en su misión,
una lagrima le brotó de sus ojos, resbalándose por su cara, cayó
al suelo, aquella lagrima de color rojo, se transformó en
diminutas piedras, que se iban penetrando en el interior de la
arena.
Atravesó la puerta lentamente y se dirigió hacia sus tropas
con pasos firmes. No hizo comentario alguno; se colocó delante
de ellos, desplegó sus alas, y salió volando hacia la tierra. Las
tropas se arrodillaron y sin variar la formación se convirtieron en
piedra, desde sus pies, poco a poco se fueron transformando,
hasta llegar a sus enormes alas, fue majestuoso y aterrador a la
vez el espectáculo.
Desde el cielo se divisó al ángel; su vuelo era majestuoso. Con
sus alas a medio desplegar y volando en caída libre, alcanzó una
velocidad vertiginosa. Conforme se acercaba a la estratosfera
una enorme bola de fuego se formó alrededor de su figura;
desplegó sus alas frenando la caída. El haz de fuego seguía
impregnando su cuerpo y aunque la velocidad disminuyó, seguía
siendo altísima.
En las instalaciones de la NASA, confirmaron la presencia de
un objeto no identificado sobrevolando espacio aéreo
americano. Las alarmas saltaron. En los radares se apreciaba un
punto luminoso, que se movía a gran velocidad, dos
controladores siguieron aquel objeto con expectación, varios de
sus compañeros se acercaron para observar aquella anomalía. El
protocolo siguió su rumbo, dando conocimiento del a
vistamiento al Pentágono Desde Little Rock Air Force, base
militar de Arkansas, dos F-16 despegaron con la misión de
identificar el misterioso objeto; tardarían en llegar unos doce
minutos.
Al ángel le quedaban unos cien metros para posarse; el haz
de fuego desapareció pero, según se acercaba a la tierra, el suelo
empezó a temblar, los árboles se estremecieron, los animales
que se encontraban cerca del lugar huían. Tomó tierra. Al posar
sus garras en el terreno hubo una explosión y una onda
expansiva arrasó unos quinientos metros cuadrados, el suelo se
calcinó por completo, la tierra se empezó a desquebrajar, un
color grisáceo cubrió todo el lugar. Se formó una gran nube de
polvo y, de su interior recogiendo sus alas, salió caminando a la
vez que se alejaba del tremendo agujero que había dejado.
Cuando había recorrido unos diez metros su aspecto
empezó a cambiar. De un ángel majestuoso se transformó en
una persona normal. Su aspecto era de un hombre alto, de 1,93
metros, complexión fuerte, pero no muy exagerada, pelo corto y
oscuro, su tez rasgada, sus ojos grisáceos con mucha fuerza. Su
atuendo era oscuro, pantalón y camisa negra y una gabardina
larga que le llegaba hasta los tobillos, también negra. Se acercó
hacia la carretera donde había una parada de bus, solitaria, un
simple poste oxidado por el tiempo, con el numero 135 de color
verde, se distinguía de la intensa vegetación que lo rodeaba, y
esperó pacientemente hasta poder montar en uno.
Los F-16 sobrevolaron la zona y, desde el aire, observaron
un gran cráter, con el terreno totalmente calcinado.
Seguidamente lo comunicaron a la base recibiendo orden de
regresar.

Cerca de allí, a unos cinco kilómetros, la policía del estado


de Ohio se movilizó y varios coches se dirigieron velozmente al
lugar donde se había producido la explosión.
El lugar era Findlay sede del condado de Hancock, ubicado en el
noroeste de Ohio, se encontraba a 50 millas de Toledo, su
población es de 38.967 habitantes, el lugar de la explosión fue
bastante retirada de la zona urbana, justamente entre una zona
de maizales y terreno salvaje.
Al fondo de la carretera divisó el bus que esperaba; por el
otro lado, seis coches de policía local, con las sirenas y las luces
encendidas, se acercaban a gran velocidad. Subió al bus y se
alejó del lugar de la explosión. Se sentó al fondo y vio cómo los
coches se detenían cerca del lugar de aterrizaje.
Pasadas unas horas, exactamente 2 horas y 49 minutos, el
bus se detuvo en un lugar precioso, era la residencia donde
descansaba el señor Parker. El ángel bajó pausadamente y se
dirigió hacia la puerta de entrada, por el camino de tierra.
Cuando llegó a la recepción divisó al señor Parker que se
encontraba sentado en un rincón del salón, leyendo el periódico.
El viejo profesor levantó la mirada del periódico y vio a una
persona, de pie, al fondo del salón. La estampa del ángel era
inmaculada y muy serena. Se dirigió hacia el viejo profesor; su
caminar era pausado, su mirada no dejaba de observarlo y el
ruido de sus zapatos sonaban como el tic tac de un reloj, a la vez
la gabardina se le despegaba del cuerpo, pareciendo que una
corriente de aire penetraba su piel, tanto las enfermeras como
los residentes no dejaban de mirarlo fijamente, parecía como si
algo sobrenatural les obligase a no perderle de vista, a su paso,
los rostros de los allí presentes, se les dibujaba una sonrisa,
cuando llegó a su lado, le puso la mano izquierda en el hombro y
con la mano derecha le dió un trozo de piedra. Era negra,
parecida a la pizarra. Se arrodilló ante él y le dijo:
−Mi nombre es Gabriel. Todas las respuestas a tus
preguntas se encuentran en el trozo de piedra que te entrego.
No tengas miedo a lo desconocido.
El ángel se incorporó y abandonó el lugar. Su caminar seguía
siendo pausado, pero esta vez el ruido de sus zapatos
desaparecieron, parecía no tocar el suelo de madera de la
residencia. El señor Parker contemplaba como se alejaba aquella
persona tan llena de paz; mientras lo hacía, miró la piedra y, sin
saber cómo, ésta se convirtió en arena, las enfermeras también
le seguían con la mirada, sin poder retirar sus ojos de él, una
sonrisa les dibujó la cara.
El profesor se levantó de su silla de ruedas y se dirigió
caminando hacia el lago; se descalzó, dejando sus zapatos al lado
de la silla y, con los pies desnudos, disfrutando de la sensación
del césped bajo sus pies, empezó a caminar sin rumbo.
El mullido césped le rozaba sus dedos y el rocío le humedecía sus
pies descalzos, mientras caminaba una sonrisa le dibujó su cara y
unas lagrimas le resbalaban por sus mejillas.
En su mano derecha tenía la arena en que se había convertido
aquella piedra y, poco a poco, la dejó caer; cuando el último
grano de arena se depositó en el suelo, Parker cayó fulminado y
una luz blanca y muy luminosa salió de su cuerpo. Por fin
comprendió muchas cosas.
Boby se encontraba en su despacho de los estudios de
televisión cuando, en una fría llamada telefónica, le comunicaron
la muerte de su amigo y antiguo profesor el señor Parker. El viejo
lobo solitario no tenía ningún familiar conocido, por lo que la
única persona que figuraba en la residencia como familiar más
cercano era él. Se quedó petrificado con la noticia. Comunicó a la
gerencia que él se haría cargo de todos los gastos del funeral y
que estaría allí al día siguiente, para ocuparse de todo. Cuando
colgó el teléfono una lágrima corrió por su mejilla, el señor
Parker era lo más parecido a un familiar que tenía.
Siempre se habían hecho compañía en su soledad, aturdido por
la noticia, algo le hizo reaccionar. En los televisores de su
despacho se repetía la noticia del impacto de un objeto extraño
en Ohio. Las hipótesis que se barajaban, eran que se trataba de
un meteorito, pero las noticias no daban más detalles.
Abandonó su despacho y se dirigió hacia el del dueño de la
cadena. Abrió la puerta muy alterado y entró. Sentándose frente
a su amigo le comunicó que necesitaba un helicóptero para
dirigirse al lugar donde había impactado el supuesto meteorito.
Algunas veces Boby realizaba reportajes para la cadena, su
extensa carrera como meteorólogo, sus centenares de tesis
realizadas por la universidad y sobre todo la gran amistad que
compartían, Boby tenia carta blanca para todo.
Tom Clen, lo miró pensativo y, sonriéndole, aceptó con la
condición de que tendría que llevarse a un equipo completo para
poder grabar e informar de todo lo que allí ocurría.
Boby abandonó el despacho dándole las gracias y diciéndole que
le debía otra cerveza.
Se dirigió a la redacción y buscó a Elvis, un joven cámara
con muchas ganas de salir del plató de los estudios; siempre
había soñado con acción pero, desde que estaba allí, aún no le
habían dado ninguna oportunidad, por lo que la noticia casi le
hace besar a Boby. Su nombre en realidad era Bili, pero debido a
su veneración hacia el rey, todos lo llamaban con ese mote, cosa
que a él, lejos de molestarle, le encantaba.
Sus padres eran de origen Escoceses, de Dundee situada en las
tierras altas, en la costa este, en la parte norte de la bahía del río
Tay, lejos del mundanal ruido, a unas 477 millas de Londres, sus
padres llegaron a Estados Unidos cuando tenían 18 años, eran
unos recién casados muy jóvenes, con muchos sueños e
ilusiones, se pusieron a trabajar en lo que podían, la madre había
estudiado enfermería y se colocó en una clínica dental, el padre
de oficio cerrajero, trabajó muy duro en una fabrica de acero,
pasado el tiempo, la vida le cambió y montó su propio negocio,
el sueño de su vida, una cerrajería en Manhatan.

Bili a pesar de que naciera en Estados Unidos, no dejaba de


pensar en el país de sus padres, procuraba leer todo aquello
referente a Escocia, escuchaba música escocesa, sus poetas
preferidos eran Allam Ramsay y Thomas Campbell, mantenía
contacto mediante Internet , con jóvenes de su edad, al otro
lado del charco.
Todo esto era secundario con la tremenda adoración que tenia
hacia Elvis Presley.
Su aspecto no era como el de su ídolo, vestía ropas muy de
segunda mano, barba de tres días y en el cuello siempre llevaba
una bufanda muy larga que arrastraba por el suelo.
Tenía al cámara, ahora le faltaba la presentadora. Miró a su
alrededor y, cuando empezaba a desesperarse, la vio, era
perfecta, sentada delante de su ordenador recabando todas las
noticias para después dárselas a la presentadora oficial de la
cadena, la cual, la única preocupación que tenía, era asegurarse
de que su cabello estuviera perfecto. Se llamaba Julia y era la
becaria de la cadena.

Su aspecto era delicado, una larga melena rubia le acariciaba los


hombros, una nariz respingona y pequeña, se escondía entre sus
ojos azules verdosos, que le iluminaban la cara, sus gafas azules
le realzaba el rostro.
De familia acomodada, estudio en la Universidad privada de
Boston, allí estudio periodismo, licenciándose con matricula de
honor.
Ella sabia que gracias a sus padres, pudo conseguir todo, pero
ahora estaba dispuesta a empezar desde cero y valerse por si
misma, quería ser una gran periodista, descubriendo todos los
entresijos, para ello tenia que empezar desde abajo, pero no le
importaba, todo lo contrario, le fascinaba.
Boby con voz enérgica llamó a los dos.
−Elvis, coge todo lo que puedas de equipo, sube a la azotea
y espera al helicóptero. Julia, vete con Elvis y esperadme arriba.
Se dirigió al almacén con un carro de supermercado y cogió
todo lo que creía que podrían necesitar.
Julia, sorprendida, seguía a Elvis sin saber qué tenía que
hacer.
Cuando tuvieron todo lo necesario, se dirigieron al ascensor
para subir a la azotea. De repente, cuando se estaban cerrando
las puertas, Elvis pulsó el botón de parada, ante el asombro y la
perplejidad de Julia; se dirigió corriendo hacia su mesa y empezó
a rebuscar en los cajones. Tras un momento que a la chica le
pareció eterno el cámara gritó:
−Lo encontré.
Sonriente le mostró a la chica un CD del rey, del más grande,
Elvis Presley. Una ocasión como aquella merecía el
acompañamiento adecuado. Se volvió a subir al ascensor y pulso
el botón de la última planta.
Boby los esperaba en el helicóptero que ya estaba en
marcha. Abrió la puerta y gritó a Elvis y a Julia que se
apresurasen, el fuerte viento que soplaba en lo mas alto del
edificio y el que desprendía las hélices, les dificultaba el caminar,
Julia se agarró fuertemente a Elvis, mientras él, con dificultad
tenia que soportar el peso del carro con todo el material y
ademas a su compañera. Ya dentro y acomodados los miró
sonriente y con voz pausada les habló:
−Vosotros tranquilos, ésta va a ser la noticia del siglo y sé
que lo haréis perfectamente.
Los chicos, emocionados, se dirigieron hacia él diciéndole
que no le fallarían; que le agradecían la oportunidad que les
estaba dando y que no le decepcionarían.
En ese momento el helicóptero se elevó, el fuerte viento
desplazo el carro, chocando contra la cabina de la azotea, desde
donde controlaban los despejes y aterrizajes de los helicópteros,
y se alejó del edificio, perdiéndose entre la majestuosidad de los
rascacielos de la ciudad.
Pasada una hora y treinta minutos, sobrevolaban el lugar
donde había ocurrido el acontecimiento. Un inmenso cráter
apareció ante sus ojos. Todos se quedaron de piedra. Elvis
empezó a grabar todo desde el aire, estaba tan nervioso y
emocionado que no paraba de temblar.
Además del tremendo cráter, allí se divisaban cientos de
militares. La zona estaba acordonada, había camiones, tanques y
algunos hombres con trajes que parecían sacados de las
películas de ciencia ficción.
De repente dos F-16 pasaron por delante de ellos a gran
velocidad y seguidamente un helicóptero militar, se colocó de
frente a ellos, amenazante, armado hasta los dientes de
numerosas ametralladoras, les comunicó mediante megafonía
que lo siguiesen, que serían conducidos a una zona de seguridad,
en caso de que no acataran sus ordenes, estarían obligados a
derribarlos. Era una zona acordonada vigilada por militares.
Cuando aterrizaron, un coronel de las fuerzas armadas, les invitó
a que le siguiesen; subieron a un vehículo militar y fueron
conducidos a una tienda de campaña que habían habilitado para
la prensa.
ESMIRNA

2: 10 No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo


echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis
probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la
muerte, y yo te daré la corona de la vida.
EL PODER DEL ÁANGEL
Gabriel se encontraba en New York. En la Quinta Avenida
veía a la gente deambular delante de él. Seguía caminando y de
vez en cuando levantaba la mano muy lentamente a la altura de
la cintura y con suavidad, tocaba a la gente, no la elegía al azar, él
sabía a quien tenía que tocar.
Por su derecha se acercó un ejecutivo con su maletín negro,
su traje de seda, perfectamente planchado, y con una corbata
que seguramente valdría más de trescientos dólares, unos
zapatos de Valentino y, a juego, su reloj y sus gemelos. Gabriel
levantó su mano derecha y sin mirarlo lo tocó, el toque fue muy
sutil y una brisa de aire le movió la gabardina. El ejecutivo no se
percató de nada y, en un segundo se detuvo, puso la mano en su
boca y empezó a toser, la mano se cubrió de sangre. La tos era
cada vez más intensa.
Entró en la recepción de un hotel, pidiendo auxilio y nada más
cruzar la puerta, cayó redondo, encima de una mesa de cristal
que presidia la entrada, el golpe fue fortísimo, los cristales
salieron despedidos por toda las direcciones, llegando a cubrir
aquel lugar de diminutos cristales, que se esparcieron por todos
los rincones del Hall.
La gente que se encontraba en el hall se acercó a socorrerle,
pero no pudieron hacer nada, empezó a tener fuertes
convulsiones y falleció. Del cuerpo salió una luz negra, nadie
podía percibirla, solamente Gabriel. Continuó andando y vio otra
víctima.
Era una persona totalmente diferente a la anterior. Se trataba de
un pobre borracho que se pasaba las horas muertas en la
avenida pregonando el fin del mundo. Estaba sobre un cajón de
madera y, a su derecha, un carro de aeropuerto guardaba sus
enseres más queridos: ropa, botellas de licor, un paraguas,
etcétera. Encima de todas ellas había un perro que no paraba de
ladrar, no era de raza, era una mezcla de labrador y chucho.
Gabriel se detuvo delante de él. El borracho no paraba de
decir que el fin de los tiempos estaba cerca y que Dios mandaría
a sus legiones para exterminar el planeta. El ángel lo miró
detenidamente. El perro dejó de ladrar, agachó las orejas y se
escondió entre los enseres con un miedo atroz. Gabriel,
levantando la mano, se dirigió al borracho y le dijo:
−Jimy, no estoy aquí para destruir el mundo. Vosotros lo
habéis destruido, yo sólo estoy aquí para salvarlo. La tierra no os
pertenece, es de vuestros hijos.
El borracho se quedó petrificado. Aquel desconocido que le
hablaba sabía su nombre. Durante los cinco largos años que
estaba en esa calle, nadie le había hecho caso, sólo lo
importunaban la policía o los de asuntos sociales.
Gabriel levantó su mano y le tocó. El borracho bajó del
cajón, le dio las gracias y se alejó hacia un callejón, llevándose
todas sus pertenencias, mientras caminaba, una sonrisa dibujó
su cara y en sus mejillas unas lagrimas se resbalaban hacia la
comisura de sus labios. El ángel lo seguía con la mirada y vio
como al final del callejón el hombre cayó al suelo fulminado. En
ese momento una luz blanca abandonó su cuerpo y el perro,
muy calmado, empezó a lamer a su dueño. A la vez que el perro
le demostraba su cariño, la frente del borracho empezó a
sangrar, las gotas se le resbalaban por la cara, cubriéndole los
ojos y la boca, se formó un charco en la acera, de su frente
empezaron a marcarse una cicatrices, las cuales dibujaban un
nombre. Esmirna. Gabriel, como si nada hubiese ocurrido,
continuó su paseo contemplando la grandeza de la ciudad,
escuchando a lo lejos el sonido de unas sirenas de ambulancias.
Esas mismas, se dirigían hacia el aviso que los empleados del
hotel realizaron a urgencias, los sanitarios se pararon en la
puerta principal, corrieron rápidamente para auxiliarle, mientras,
uno de ellos abrió la parte de atrás para bajar la camilla, otros
dos entraron al hotel y se ocuparon del herido, cuando se
colocaron al lado de él, le tomaron el pulso, le desabrocharon la
corbata y le remangaron un manga del brazo, para poderle
inyectar una vía, no tenia constantes vitales, lo que realizaron
rápidamente fue un masaje cardíaco, pero no daba resultado,
cuando dejaron de bombear el pecho, uno de los enfermeros
miró hacia su reloj y confirmó la hora del fallecimiento, en ese
instante del brazo derecho, fueron apareciendo unas cicatrices,
empezaban desde la muñeca hasta el bíceps, resurgían desde el
interior de la piel, los médicos se asustaron, complejos no
dejaban de mirar las cicatrices y con curiosidad miraban
atentamente lo que dibujaban esas heridas, uno de ellos, señaló
con el dedo las marcas, pudiendo apreciar una palabra, se
apreciaba claramente un nombre. Efeso.
Gabriel se detuvo ante un bar.
En el numero 798 de la 5 avenida, esquina al Central Park Zoo, la
calle E 62 nd st, comunicaba hacia un bar, la fachada era negra,
unos ribetes blancos realzaban las ventanas, en lo mas alto, un
letrero de madera anunciaba el nombre del bar, era ilegible,
apenas se apreciaba, solamente se podía leer; taberna.
El local era oscuro, cientos de trastos adornaban el bar, una radio
de los años 50, molinillos de café antiguos, fotos en blanco y
negro de New York y destacando de todo, un enorme cartel de
cine antiguo, cuyos artistas eran, Marilyn Monroe, Tony Curtis y
Jack Lemmon, su titulo, con faldas y a lo loco. El contraste de la
claridad de la calle con la tenue luz del establecimiento,
resultaba chocante.
Cuando abrió la puerta todo el mundo miró hacia él, no por
nada en especial, sino por la claridad que acababa de romper y
la oscuridad del interior. Su gran silueta se realzaba en la puerta,
con su altura y con el atuendo de su gabardina. Cerró la puerta y
se dirigió hacia la barra. En el mostrador un camarero de
corpulencia gruesa le dio los buenos días y le preguntó si quería
algo para beber. Gabriel le miró intensamente y le pidió agua. El
camarero, muy gentilmente, le sirvió un vaso de agua.
Al fondo del local había un billar. Dos hombres jugaban. A su
lado se veía una mesa llena de botellas de cerveza de las que los
jugadores habían dado buena cuenta de su contenido. Apoyada
en el mostrador, a unos metros, se encontraba una joven
tomando café rodeada de libros y papeles, seguramente
preparándose para un examen o prueba de trabajo. La partida
de billar terminó. Uno de los jóvenes se acercó para pedir más
cerveza y, según lo iba haciendo, comenzó a mirar muy
atentamente a la muchacha que se encontraba leyendo. El joven
pidió las bebidas y groseramente empezó a meterse con la chica,
no sólo verbalmente, también empezó a tocarla, acercó su mano
sobre su cabello, acariciándole el pelo, su cara se acercó hacia la
suya, desprendiendo desde su boca un olor nauseabundo,
mezcla de cerveza y olor a cigarrillos, cada vez se acercaba mas,
cuando su cara estaba a escasos tres centímetros, sacó su
lengua, dándole un lametón en toda su mejilla. La chica le pedía
que la dejase en paz.
El camarero enfadado le dijo que dejaran de molestarla y les
conminó a que abandonaran el local. Ante los oídos sordos del
joven, el camarero sacó un bate de béisbol de debajo de la barra
y le volvió a pedir que soltase a la chica. El otro joven que estaba
sentado en la mesa sacó una pistola y apuntó al camarero.
Gabriel cogió el vaso de agua apurándolo de un trago y lo dejó
sobre la mesa, se dio la vuelta y se dispuso a salir de allí.
El joven que tenía el arma se dirigió hacia él diciéndole que a
dónde creía que iba, que nadie saldría del bar sin su permiso.
Gabriel se dio la vuelta y le contestó:
−Mi trabajo aquí no es necesario ya que vosotros lo haréis
por mí.
El joven del arma se rió y le preguntó que si estaba loco, y
en ese momento, martilleo su arma y disparó contra Gabriel. La
bala le dio en el pecho, pero fue como si nada hubiera pasado.
Volvió a disparar y esta vez le dio en la cabeza con el mismo
resultado, nada, no le hacían mella las balas. El joven del arma
estaba asustado, realmente lo estaban todos.
El otro joven que estaba con la chica cogió una botella de
cerveza y se la rompió en la cabeza, pero el resultado fue el
mismo, nada. Gabriel, se fue acercando lentamente, agarró al
joven del cuello y lo lanzó contra la mesa de billar que se
encontraba a más de cinco metros, las bolas del juego salieron
disparadas y unos tacos de billar los partió con la espalda.
Mientras lo tuvo cogido por el cuello las manos de Gabriel
cambiaron y se transformaron en garras, de su espalda se
desplegaron sus hermosas alas, su transformación fue completa
dejando a todos los presentes paralizados. Dirigiéndose hacia los
jóvenes los agarró por el cuello levantándolos más de metro y
medio del suelo acercando su cara a las suyas, sus piernas no
dejaban de patalear en el aire. Los jóvenes estaban aterrorizados
al ver el aspecto de aquel demonio.
Cuando los tenía a unos escasos 3 centímetros de su rostro, les
dijo:
−Habéis sido unos niños muy malos.
Gabriel los soltó y cayeron fulminados. Al hacerlo una luz
negra salió de sus cuerpos, un montículo de arena negra se
formo en el suelo del bar.
Miró hacia el camarero y hacia la joven. El hombre de
rodillas temblaba y le suplicaba que no lo matara y la joven
lloraba incrédula por lo que acababa de presenciar. Después de
mirarlos y verlos tan frágiles e indefensos, se volvió a
transformar en una persona normal. Se acercó a la barra y le dio
las gracias al camarero por el agua, y antes de salir del bar, les
dijo:
−Barnie, eres una buena persona. No temas al futuro y tú,
Sara, el trabajo será tuyo y pronto tendréis la recompensa.
Gabriel abrió la puerta dejando penetrar la claridad de la
calle y se desvaneció.
Al escuchar las palabras de aquel hombre, tanto el camarero
como la estudiante, de sus caras una sonrisa se dibujo, la
sensación de paz se apoderó de sus cuerpos, respiraron
profundamente y las lagrimas cayeron por si solas desde sus
lagrimales.
Barnie, cogió el teléfono y llamó a la policía, una vez terminado
de hablar, se acercó hacia los jóvenes, se encontraban tumbados
boca arriba, con los ojos en blanco, cuando se encontró a los
pies de ellos, sus ropas empezaron a deshacerse, parecía como si
sus prendas estuvieran impregnadas de algún material corrosivo,
a la vez que desaparecía la ropa, aparecían unas marcas, del
brazo izquierdo de uno de los jóvenes empezaron a dibujarse
unas cicatrices, de su compañero, las señales aparecieron en la
pierna izquierda, el recorrido de las cicatrices del brazo iban
desde la muñeca, hasta el bíceps, el de la pierna, seguía desde el
pie hasta la rodilla, los nombres de Pergamo y Tiatira, se
apreciaban con claridad.
PERGAMO

2:13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono


de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni
aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre
vosotros, donde mora Satanás.
LA PLUM A
Boby se dirigió hacia la sala que los militares habían
habilitado para los medios de comunicación, era una simple
carpa de color mimetizada, en el interior una extensa moqueta
de color azul cubría todo el suelo, las sillas se formaban en seis
filas, haciendo un total de 36, al fondo, en un espacio de tres
metros cuadrados, las cámaras se apretujaban para tomar las
imágenes, frente a ellas un atril de metacrilato con el logo del
ejercito, de los Estados Unidos.
Elvis colocó su cámara al final del recinto para poder
grabarlo todo, pegándose con los demás compañeros de prensa
para coger el mejor lugar. Julia se sentó en las sillas
acondicionadas por el ejército para la rueda de prensa y Boby se
colocó cerca de la puerta.
El coronel hizo su aparición en la rueda de prensa. Se situó
en el atril, se quitó la gorra, colocándola junto a unos papeles
que deposito en el atril y se dirigió hacia los allí presentes:
−Buenos días a todos. Soy el coronel Hataway, de las fuerzas
armadas de los Estados Unidos de América. Les he convocado
para explicarles lo que está ocurriendo aquí, a setenta millas de
la capital del Estado. Realmente no estamos autorizados para
contarles nada, pero tranquilos, no es por que queramos
ocultarlo, solamente es porque lo desconocemos. Lo único que
les podemos decir es que hace unas horas nuestro satélite de
información nacional detectó un objeto dirigiéndose hacia la
tierra y, cuando supimos el lugar del impacto, varios F-16
salieron a investigar. Les ruego paciencia y que nos dejen
trabajar; cuando sepamos algo más, yo personalmente se lo
comunicaré. Ahora habrá unos turnos de preguntas y si puedo
contestarlas, lo haré gustosamente.
Periodistas de diferentes cadenas comenzaron a hacer
preguntas, casi todos iban por el mismo camino de suposiciones,
refiriéndose a algún tipo de meteorito, exceptuando a uno de
una revista sensacionalista que lo único que tenía en mente era
el aterrizaje de ovnis.
Boby en ese momento miró a Elvis, le guiñó un ojo y
rápidamente salió de la sala de prensa. Nadie notó su ausencia.
Se dirigió hacia la zona acordonada. El trasiego de militares era
grandioso, dentro de las tiendas militares, se podía ver como
recogían restos del terreno y allí mismo realizaban pruebas, Boby
caminaba escondido entre las tiendas y los militares que no
cesaban de entrar y salir, alguna vez se tubo que agachar y
esconder tras las ruedas de un jeep, caminando durante 15
minutos entre los matorrales y las piedras, llegó al fin al lugar de
la explosión.
El paisaje era desolador, una gran explanada quemada y del
suelo imitando a un río sin agua. Una cinta amarilla cubría todo
el perímetro, pero eso no le importaba, pasó por debajo de ella,
penetrando hasta el mismo centro de la explosión, se puso de
rodillas y cogió arena, era muy negra, no parecía quemada, más
bien parecía tierra volcánica, aunque le desconcertaba el no ver
ningún trozo de roca o mineral procedente del espacio, a la vez
que recogía pruebas realizaba fotografías con una cámara digital.
Un soldado le dio el alto y le invitó a abandonar el lugar,
argumentando que no podía estar allí. Sin poner objeción se
marchó, pero cuando había recorrido unos tres metros, observó
un árbol, completamente carbonizado, lo extraño no era el árbol,
sino la enorme pluma negra que encontró, la cogió y la guardó
en el bolsillo interior de su chaqueta. Era de un color negro como
el carbón y de unas dimensiones enormes, su longitud era de
unos cuarenta y cinco centímetros, demasiado grande para las
aves autóctonas del lugar.
Tras el descubrimiento, se dirigió hacia sus compañeros y les dio
órdenes muy concretas. Les comunicó que se tendrían que
quedar allí para recabar información; él tenía que acudir a una
cita que no podía eludir y que mañana al mediodía, regresaría.
Boby se dirigió a la residencia de ancianos para encargarse
del funeral del señor Parker.
Cerca de allí alquiló una habitación en el pueblo; se sentó
en la cama del motel y del mueble-bar sacó una cerveza y,
mientras se desprendía el nudo de la corbata, le dio un gran
sorbo; se recostó en la cama y sacó del bolsillo la pluma que
había encontrado; la dejó suavemente en la mesilla de noche,
cerca de la cerveza y se durmió.
A la mañana siguiente se levantó y tomó un taxi hacia la
residencia. El funeral fue muy íntimo, con una asistencia muy
reducida. El cura que oficiaba la misa, la recepcionista de la
residencia junto a la directora y Boby, en total cuatro personas,
pero a él, no le sorprendió, ya que el señor Parker sólo lo tenía a
él como amigo. El entierro se celebró cerca del lago, donde la
residencia disponía de un lugar tranquilo y precioso para estos
acontecimientos, el olor de aquel lugar era increíble, a jazmín y
pensamientos, se podía escuchar el leve cantar de los canarios y
el suave viento que se posaba en la cara.
Una vez finalizado el responso del cura, el ataúd fue bajado al
fondo de la fosa y, tras arrojar unos ramilletes de jazmín sobre el
ataúd, se dirigieron a la residencia donde había preparado un
pequeño almuerzo para despedir al señor Parker. Tras compartir
impresiones con los asistentes, Boby se dirigió a la directora y le
preguntó dónde lo habían encontrado muerto.
La directora, muy amablemente, le narró como uno de sus
celadores lo había descubierto en la orilla del lago; todo le
parecía muy extraño; había pasado el día muy bien e incluso
había tenido fuerzas para recibir la visita de un familiar.
Boby se sorprendió al oír lo del extraño familiar, él siempre se
había considerado su única familia y si hubiera tenido algún
familiar, lo habría sabido. Boby sabia que no tenia familiares en
América, su hermana falleció hacia años en Inglaterra, perdiendo
todo contacto con sus sobrinos y ademas residían en Francia.
Desconcertado se dirigió al lugar donde encontraron el cuerpo,
se agachó para coger unas piedras y lanzarlas al lago; según lo
hacía se preguntaba en voz alta:

−¿Por qué? ¿Por qué, y quién es ese familiar que te visitó?


¿Por qué nunca había oído hablar de él?
Mecánicamente se agachó de nuevo para coger más piedras
y lanzarlas al lago cuando algo le alertó, soltó las piedras que
tenía en la mano y descubrió algo que lo desconcertó. Un
pequeño montículo de arena negra, de igual color y tacto, que la
que había visto el día anterior en el cráter, esta vez el montículo
parecía que tenia forma, cogió su cámara y la fotografió, la arena
formaba una letra, claramente se distinga la letra A. Depositó la
arena en un sobre y, tras despedirse de los asistentes al funeral,
se marchó. Destino la base militar.
Antes de marcharse, hablo con una de las enfermeras, quería
saber el aspecto de aquella persona que había visto por ultima
vez a su amigo.
La enfermera le comentó que aquella persona no le dijo su
nombre y si lo hizo no lo recordaba, lo que si sabia es que era
muy alto, guapo y llevaba una gabardina negra, durante unos
segundos la enfermera se quedó callada, recordando, llegó a la
conclusión que no le podía decir cual era su aspecto, era muy
raro, todas las compañeras le estuvieron observando, pero no le
pudo describir como era físicamente, la muchacha llamó a una
compañera y le dijo:
– Lourdes, ¿ Te acuerdas del caballero que visitó al señor
Parker?
– Como me iba a olvidar de el, era guapísimo, alto, bien
vestido.- hubo un silencio-
– Te puedes creer, que no podría decirte como era
físicamente.
Boby agradeció a todo el mundo el trato que recibió el señor
Parker, y se dirigió hacia el taxi que le estaba esperando.
Durante todo el viaje de regreso no dejaba de darle vueltas
al hallazgo. Nada más llegar se reunió con Elvis y con Julia. Les
preguntó si tenían lo necesario para poder realizar la narración
de lo que allí había ocurrido. Los dos jóvenes asintieron
comunicándole que todo estaba preparado, lo único que les
quedaba por hacer era montar las imágenes con el sonido y que
lo terminarían en el estudio. Boby asintió y los tres se dirigieron
hacia el helicóptero. Allí ya no había noticia.
De regreso a los estudios, se dirigieron a su despacho, miró
a los chicos y empezó a hablarles con aspecto serio.
−Tengo que contaros algo. Cuando vosotros estábais en la
rueda de prensa, salí a fisgonear cerca del cráter. Buscaba
cualquier indicio que nos diera una idea de lo que allí había
ocurrido. Recogí una cantidad pequeña de arena, me resultó
extraña, pero cuando me alejaba de allí, a unos tres metros,
encontré esto.
Sacó de su chaqueta la pluma y la puso encima de la mesa,
junto al montón de arena. Sus compañeros no veían nada
extraño. La arena podía ser del terreno y la pluma de cualquier
buitre de la zona.
−Recordáis que me tuve que marchar porque tenía cosas
que hacer −continuó Boby− pues bien, a unos kilómetros mi
amigo, el señor Parker, falleció y tuve que encargarme del
funeral. Allí encontré esto.
Sacó el sobre de la chaqueta y volcó el contenido en su
mesa, junto a la pluma y al montón de arena. Era la arena que
había recogido en el lago, en el lugar donde su amigo había
fallecido. Los dos montones eran exactamente iguales, el mismo
color y la misma textura. Lo que le resultaba extraño no era la
arena en sí, sino los lugares tan opuestos de donde procedían: el
primero de un suelo muerto y el segundo de un frondoso y
mullido césped. Elvis no acertaba a entender a dónde quería
llegar su jefe con esas pruebas, pero le resultaba excitante.
Boby pidió a Julia que buscara en el ordenador y recabara
información de todo lo ocurrido en las últimas setenta y dos
horas, de cualquier cosa extraña, aunque le pareciese estúpido.
La chica, sin pensarlo, se dirigió a su mesa y empezó a trabajar.
Elvis, por su parte, ayudaría en todo a Julia, entregándole
imágenes de hemerotecas y de cualquier cosa que le resultase
sospechoso.
Boby se recostó en su sillón y, jugando con la pluma,
pensaba en voz alta:
−¿Qué relación guardas en todo esto? ¿Qué significas?
¿Qué eres? o, mejor dicho, ¿quién eres?
Con las pruebas de la pluma y de la arena en la mesa, cogió su
cámara mirando con atención, el montículo de arena que
encontró en la residencia con la letra A, fotograma a fotograma,
repaso las fotos que realizo en la explanada de la explosión, lo
miraba despreocupado, cuando algo le llamó la atención, se fijó
en que realizó una fotografiá al árbol, que se encontraba en el
cráter completamente calcinado, acercó la imagen, cada vez mas
y mas, allí descubrió que tenia una marca, centró la imagen, la
volvió acercar, descubriendo que en el tronco había algo
dibujado, se percibía claramente un símbolo, se levantó de la
silla, se dirigió a un estante donde había centenares de libros y
cogió uno de simbologia, sabia cual era perfectamente, pero lo
miró igual, descubrió que aquello que se encontraba en el árbol
era el símbolo de Omega.
De repente se levantó de un salto de su sillón, abrió la
puerta de su despacho y se dirigió hacia la mesa de Julia.
−Julia quiero que busques en Internet sucesos extraños que
hayan ocurrido en Ohio en un radio de cincuenta kilómetros del
cráter, no preguntes y hazlo, sé que es una locura pero tengo una
intuición.
Ya era tarde; la gente de la redacción se habían marchado.
Eran las diez de la noche.

Boby estaba agotado, salió del despacho y les dijo a los


chicos que se marcharan, tenían que descansar, ya que presentía
que mañana iba a ser un día muy duro. Ante la insistencia de su
jefe los chicos aceptaron a regañadientes, intentarían descansar
para llegar al día siguiente con las pilas cargadas aunque sabían
que no lo iban a conseguir. Estaban muy excitados por todos los
acontecimientos.
Elvis, caballerosamente, se ofreció llevar a Julia a casa
argumentando que era tarde y que a esas horas las calles eran
muy peligrosas. Ella aceptó agradecida, recogió su bolso y se
marcharon juntos. Bajaron a la calle. El coche de Elvis se
encontraba dando la vuelta a la manzana; un viejo “Mustang”,
color rojo y unas franjas azules horizontales, cubrían los laterales
del vehículo, destartalado por fuera, pero en su interior tenía lo
último en equipo de sonido; pulsaba un botón del CD y una
pequeña pantalla de plasma salía del equipo, etapas de potencia
en el maletero y cientos de vatios de sonido, parecía una
discoteca. Elvis pidió a Julia que eligiese un CD de la guantera,
pero lo gracioso es que no había donde elegir, todos los CD eran
de Elvis Presley. Por fin pusieron uno y con la música del “Rock
de la cárcel” se marcharon.
Boby se fue el último, apagó las luces de su despacho, se
dirigió hacia los ascensores, cuando se paró en la planta baja, le
dio las buenas noches a los guardas que vigilaban el edificio,
decidió dejar el coche en el trabajo e irse paseando. La noche era
preciosa, las luces de la ciudad iluminaban su cara, andaba con
las manos metidas en los bolsillos y sin prisa, iba distraído,
disfrutando del paseo. A unos metros de donde se encontraba,
vio una tienda, donde vendían tabaco, licores, prensa, etcétera.
Entró en ella.
La puerta se abrió con una musiquita de campanillas, siempre
que se abría sonaba, como aviso de entrada y salida de clientes
al establecimiento. Se dirigió al dependiente y le pidió un
paquete de cigarrillos, mientras aguardaba, se dio una vuelta por
la tienda; era pequeña pero muy larga; los productos estaban
colocados de tal manera que los clientes daban una vuelta en
círculo y al final llegaban a la caja. La recorrió muy despacio y
tranquilo; pasó primero por los licores, después por los refrescos
y, pasando las bebidas, al fondo, tenían prensa. Se detuvo para
echar un vistazo, sin buscar nada en concreto, solamente mirar
por mirar.
Tenían prensa financiera, la prensa diaria, deportes, revistas,
pasatiempos, cuentos, etcétera. Se fijó en un periódico en
especial, no era la típica prensa que él solía leer, se llamaba UFO,
los temas que trataba eran de ovnis, marcianos, hombres lobo y
todas las historias atípicas imaginables. En primera pagina había
un titular que le llamó la atención: “Monstruo alado mata a dos
jóvenes en un bar.” Cogió el periódico y empezó a ojearlo. En la
portada, junto al titular, había un dibujo, parecía un águila
enorme con forma humana; mirándolo detenidamente observó
algo que le llamó la atención, las plumas de sus alas eran muy
largas. Rápidamente su mente lo asoció con la pluma que había
encontrado, pero no quería creerlo, él era una persona muy
racional y no daba crédito a esas tonterías. Volvió a dejar el
periódico en su sitio y se dirigió a la caja para pagar sus
cigarrillos.

Finalmente dio la vuelta, cogió el periódico, el tabaco y salió de


la tienda, dejando atrás el tintineo de campanillas que producía
el avisador de la puerta.
A unas manzanas de distancia se encontraba una boca de
metro. Decidió dar por concluído su paseo por la ciudad y
marcharse a casa en tren. Bajó las escaleras y sacó un billete en
la taquilla. El metro estaba solitario, no había nadie, solamente
se cruzaba de vez en cuando con algún viajero despistado. Los
pasillos eran largísimos; subió a una escalera mecánica, metió la
mano en su bolsillo derecho y sacó el paquete de tabaco; se
encendió un cigarrillo. En el brazo izquierdo, apretándolo con la
axila, llevaba el periódico enrollado.
De repente sintió un escalofrío, los pelos de los brazos se le
erizaron, sentía que alguien le seguía, miró hacia atrás en un
acto reflejo y no vio a nadie; estaba nervioso. En ese instante
una sombra pasó delante de él, pero no se percató de ello. Por
fin llegó al andén. La estación estaba completamente vacía,
solamente se encontraba el. El tren no había llegado aún, pero
tardaría en hacerlo.
Podía escuchar cómo se acercaba; se quedó de pie sin moverse y
esperó a que el tren parase. Antes de que lo hiciera vio, en el
andén de enfrente, a un hombre vestido con gabardina negra,
andaba muy despacio y tenía la mirada fija en él. El tren se
detuvo frente a él y perdió de vista a aquella persona.
Las puertas se abrieron y pasó al interior pero, antes de hacerlo,
el periódico que llevaba sujeto en el brazo izquierdo, se le cayó
fuera del vagón. Se agachó para cogerlo, y en ese instante vio al
extraño hombre frente a él con el periódico en la mano. Gabriel
levantó la mano muy despacio y se lo entregó.
−Muy interesante lo que cuentan. El señor Parker también
se interesaba por este tipo de lectura.
En ese momento las puertas del vagón se cerraron y el tren
se puso en marcha. Boby estaba aterrorizado, no dejaba de
mirarlo ni un instante. Las luces del tren se apagaron y se
encendieron; fue todo muy rápido, no duró más de un segundo
y, en ese instante, el ser desapareció. El tren se adentró en el
interior del túnel y Boby perdió de vista la estación.
Gabriel paseaba por los pasillos del tren, a su paso, una mujer
con su bebe en un carrito, se dirigía a la estación, su cara
denotaba preocupación por lo tarde de la noche, a esas horas no
era muy seguro caminar sola, justamente detrás de ella dos
jóvenes la seguían los pasos, sus intenciones no eran muy
buenas, ya en la estación, la mujer se encontraba impaciente por
que el tren llegase, en ese instante uno de los jóvenes se acercó
lentamente hacia ella, de su bolsillo sacó una navaja, la pobre
muchacha vio las intenciones de aquel individuo y se puso a
gritar, por detrás de ella se acercó el otro joven y la agarró
fuertemente tapándola la boca, el de la navaja se acercó a ella
colocando su arma en el cuello, la fue bajando poco a poco por
su camisa, a la vez que le iba rajando los botones, la pobre mujer
solo pensaba en su hija que se encontraba durmiendo en el
carro, cuando la mujer se encontraba medio desnuda, con el
sujetador a la vista, a lo lejos se apreciaba el ruido de unos
zapatos, Gabriel se encontraba delante de ellos, los dos
atracadores tiraron a la mujer hacia la pared de la estación,
mientra uno de ellos amenazaba a Gabriel con la navaja,
diciéndole que se marchase, que no pintaba nada allí, cada vez el
ángel se acercaba mas al ladrón, cuando se colocó a dos metros
de el, Gabriel le habló.
– Dejar a la mujer tranquila.-El atracador soltó una carcajada.-
– ¿Quien eres tu para mandarme algo?, el de la navaja soy yo,
yo doy las ordenes, yo digo que se hace o se deja de hacer,
marchate o te haremos mucho daño, solo queremos pasar un
buen rato con esta preciosa mujer.
La mujer estaba muy nerviosa, no paraba de temblar, el otro
atracador sacó un revolver del bolsillo y acercándose a Gabriel le
apuntaba amenazante, la imagen del ángel cambió,
transformándose por completo, al ver su imagen, uno de los
atracadores salió corriendo, mientras huía se le escuchaba rezar
el padre nuestro, el otro ladrón, temblando de miedo cogió la
navaja que llevaba empuñada en su mano e intentó clavársela,
los esfuerzos fueron inútiles, Gabriel lo cogió del cuello, sus
garras crecieron, mientras apretaba con fuerza la garganta, se
escuchó un chasquido seco, la soledad de la estación hizo
retumbar aquel sonido, le seccionó por completo la traquea,
después lo arrojó a las vías del tren, el ángel se acercó hacia la
mujer ofreciéndole su mano, a la vez que se transformaba en
humano, ella la aceptó y con fuerza la apretó, le rodeó con sus
brazos dándole las gracias, Gabriel se marchó por el pasillo,
dejando atrás a la mujer, cogió a su bebe, se acercó a las vías y
vio a su atracador allí tirado, desde el interior del túnel, la luz
cada vez se hacia mas intensa, el tren se paró en la estación, sin
que el conductor se percatase del cuerpo que yacía en las vías y
la mujer se montó en el vagón, su cara dibujó una sonrisa y unas
lagrimas le brotaban de los ojos.
A la mañana siguiente, Elvis y Julia entraron en el despacho de
Boby. Él ya llevaba un par de horas en el trabajo. Les indicó que
se sentasen y les preguntó si deseaban algo para tomar, un café
o cualquier otra bebida. Julia pidió un café y Elvis una Coca-cola.
Llamó a su secretaria y le pidió que, por favor, les trajese dos
cafés y una Coca-cola y que no le pasase ninguna llamada, que
nadie les molestara.
Julia empezó a hablar.
−Señor Carter.
−Por favor llámame Boby.
−Muy bien Señor Carter…, digo Boby. He buscado en
Internet lo que me pidió, pero no he encontrado nada
relacionado con meteoritos ni con pruebas militares, nada.
Bueno, realmente sí he encontrado algo, aunque es estúpido lo
que le voy a contar, es lo único que se sale de lo normal,
perdóneme por no haberle sido de más utilidad.

−Tranquila. Realmente no sabemos lo que buscamos, por


eso creo que cualquier cosa nos valdrá. Continúa sin miedo ¿Qué
encontraste?
−Todo ha ocurrido aquí, en New York, no muy lejos de la
Quinta Avenida. Dos hombres fueron asesinados en un bar;
según los testigos, un hombre entró en el bar, los dos hombres
asesinados estaban borrachos y ese ser misterioso, se
transformó en una especie de demonio; los agarró con una
especie de garras y los mató.
Cuenta el dueño del bar que le dispararon sin que le hicieran ni
el más mínimo rasguño las balas, lo que me llamó la atención, es
el montón de arena que encontraron junto a los cadáveres, me
pareció estar relacionado, con nuestras muestras.
– Hace tiempo, estuve saliendo con un chico, la cosa no salió
bien, pero quedamos como amigos, el trabaja en el anatómico
forense de New York, al ver que mi búsqueda no daba
resultados, le llamé, le pregunté si había pasado algo anormal en
la ciudad, su respuesta me sobrecogió, en estos días a recibido
cuatro cadáveres que están relacionados entre si, no por su
estatus social, ya que uno, era un hombre de negocios, de unos
35 años, otro un borracho de 50 años y los otros dos, unos
jóvenes de 22 y 23, delincuentes habituales de la policía, lo
asombroso es que cada uno de ellos tenían unas cicatrices muy
extrañas en su cuerpo, cada uno en diferentes partes del cuerpo,
esas cicatrices eran palabras, Efeso, Esmirna, Pergamo y Tiatira.
En ese instante Julia recibió una llamada de teléfono,
interrumpiendo la reunión, su amigo del anatómico, le comunicó
que otro cadáver acababa de entrar en el deposito, tenia los
mismos síntomas que los demás, esta vez la cicatriz ponía,
Sardis, justo en la pierna izquierda, Julia colgó el teléfono
agradeciéndole la información.- Continuo con su explicación-
Pidiendo disculpas.
– Me informé de esos nombres, la conclusión es que, Efeso,
fue en la antigüedad una localidad de Asia menor, en la
actualidad, Turquia, Esmirna fue fundada hace 3000 años a. C. es
una ciudad de Turquia, Pergamo fue fundada en el año 560 años
a. C. situada al noroeste de Asia mayor ( Turquia), Tiatira era una
ciudad de Turquia, ahora conocida como Akhisan, lo que no
comprendo es que hacen los nombres de ciudades Turcas,
cicatrizadas en el cuerpo de personas que han fallecido, Ahora
mismo, la llamada era referente al caso, otro cadáver a entrado
al deposito, con la palabra, Sardis , en la pierna izquierda.
Boby abrió el cajón de su mesa y sacó el periódico que
compró la noche anterior, lo puso encima de su mesa y les dijo:
−Tenemos que ir a ese bar.
Se levantó de su silla, cogió su chaqueta y se dirigió hacia la
puerta del despacho. Elvis y Julia lo siguieron. Seguidamente
subieron al ascensor y bajaron hasta el garaje para coger el
coche de Boby. Sin decir una palabra, se dirigieron al lugar donde
ocurrió todo. Al llegar vieron la puerta del local precintada; la
cinta estaba colocada en los marcos de la puerta, pero no estaba
cerrada, dentro se veía luz. Boby se agachó por debajo de la
cinta y abrió lentamente la puerta. Elvis y Julia le seguían
mientras, con voz contundente, comunicó que iba a entrar. Del
fondo surgió una voz autorizándoles la entrada y diciéndoles que
en unos segundos les atendería.
Se acercaron a la barra. Al fondo se apreciaba una silueta
que se acercaba hacia ellos, era Barnie; tenía en sus manos una
escoba y estaba recogiendo los restos de la pequeña batalla que
allí se había producido. Por fin llegó hacia ellos y les preguntó
qué deseaban.
−Buenos días, en qué puedo ayudarles.
−Buenos días. Mi nombre es Boby Carter, y éstos son mis
compañeros, Elvis y Julia, somos periodistas de la CNN.
−No son los primeros periodistas que se interesan por lo
sucedido. Un par de ellos ya han estado aquí, preguntando lo
que pasó, lo que me extraña es que la CNN se ocupe de estos
temas.
−¿Qué es lo que paso aquí? Sabemos que hubo una pelea y
que dos jóvenes fueron asesinados. ¿Usted vio lo que pasó?
−¿Que si lo vi? Nunca se me olvidará aquella cara. Pero, por
favor, siéntense.
Siento el desorden. He pensado mucho en lo sucedido y he
decidido venderlo todo y marcharme al campo a vivir, por eso
estoy limpiándolo todo. Hoy precisamente he quedado con un
grupo inversor que están interesados en el local, y con ese
dinero y con lo que tengo ahorrado, pienso pasar lo poco que me
quede de vida, disfrutando y lejos de aquí. Compraré una
pequeña embarcación y pasaré el tiempo pescando. Pensaba
que eran ustedes de la agencia.
−Cuéntenos qué pasó.
−Todo sucedió muy rápido. No puedo recordar como
empezó la pelea, pero lo que se quedó grabado en mi memoria
fue el aspecto de aquella cosa. Se me ponen los pelos de punta
cada vez que lo recuerdo.
−Continúe, por favor. ¿Cómo era?
−Al principio su aspecto era el de una persona normal,
vestía de negro y con gabardina, pero cuando agarró a los
jóvenes del cuello, su aspecto cambió. Sus manos se convirtieron
en unas garras brutales, sus brazos y sus piernas eran
musculosas y de su espalda salieron dos alas enormes, podrían
medir cinco, seis, ocho metros no lo sé. Lo que sí sé, es que eran
gigantescas. Uno de los chicos le disparó y ni se inmutó, como si
las balas fuesen de papel para él; los agarró del cuello y los
levantó dos metros del suelo, los chicos podrían pesar entre
ochenta y cien kilos, pero él los levantó como levanto esta taza
de café.
−Su cara, ¿cómo era su cara? ¿Qué aspecto tenía?
−No lo sé, sólo vi dos ojos rojos que destacaban en ella.
-Lo único que les puedo decir con certeza es algo que me
llamó la atención, cada vez que lo recuerdo se me ponen los
pelos de punta, cuando aquel individuo se marchó, me acerqué
para ver a los cadáveres, vi algo muy raro, sus ropas
desaparecieron, parecía brujería, sus pantalones, sus camisas,
todas su ropa desapareció, mientras eso ocurría de sus cuerpos
empezaron a salir una cicatrices, lo mas macabro es que eso
parecía significar algo, si no recuerdo mal, en uno de ellos se
podía leer la palabra Pergamo y en el otro joven la palabra
Tiatira.
Mientras Boby seguía charlando con Barnie, Gabriel continuaba
con su misión.
TIATIRA

2:18 Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el


que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce
bruñido
LA CASA DE DIOS
Gabriel paseaba tranquilamente por la Quinta Avenida. A la
altura de la calle Queen había una iglesia; su arquitectura era de
piedra, una enorme puerta de madera, con remaches negros a
los lados y dos cruces a cada lado de los portones, destacaban y
realzaban la majestuosidad de aquel lugar, se detuvo delante de
ella y subió las escaleras que llagaban a la puerta, la abrió de par
en par, golpeando fuertemente con una pila bautismal, la cual se
partió por la mitad, cayendo todo su contenido, por el suelo,
siguió caminando y entró. Al fondo se veía una imagen de Jesús
crucificado, de madera, majestuosa; rodeando el crucifijo había
muchos cuadros de imágenes religiosas, debajo de él, una
enorme mesa con todos los utensilios que se utilizan para
cualquier ceremonia religiosa, y el salón lleno de bancos para la
oración. Gabriel caminaba despacio hacia el Cristo. En los bancos
había unos pocos feligreses y, al fondo, se hallaba el párroco.
Mientras Gabriel se dirigía hacia él, los bancos de la sala se
iban partiendo por la mitad, a medida que avanzaba, un ruido
seco los iba seccionando. Los feligreses se levantaban asustados.
Un hombre se dirigió hacia Gabriel para que no llegase hasta el
párroco. Éste lo asió del cuello y lo lanzó encima de la mesa de
ceremonias. Él seguía avanzando y los bancos seguían
rompiéndose. A medida que proseguía su inexorable
acercamiento, el ángel se iba trasformando. Desplegó sus
enormes alas y en ese instante todos los presentes se quedaron
petrificados. Al llegar a la altura del párroco le cogió la mano,
éste enmudeció al sentir como aquellas garras agarraban su
mano, le colocó una piedra en la mano derecha y le dijo:
−Cuando caiga el último grano de arena, serás juzgado. No
eres digno de hablar en nombre de Dios.
Gabriel se dio la vuelta dirigiéndose hacia la salida.
El párroco arrodillado entre sollozos pedía perdón a Dios. De
repente las velas de la mesa se encendieron. Los cuadros
empezaron a arder. Los cristales de las vitrinas estallaron en mil
pedazos; todo el interior de la iglesia comenzó a inflamarse.
Mientras Gabriel andaba muy despacio, todo se convirtió en un
mar de fuego; abrió la puerta y miró hacia el párroco. Éste abrió
la mano donde le depositó la piedra y vio como caía el último
grano de arena, en ese instante miró a Gabriel, el ángel,
transformado ya en persona, cerró la puerta; al hacerlo, la iglesia
saltó por los aires. Una inmensa bola de fuego ocupaba el lugar
donde estaba el edificio, el caos era tremendo, los cristales
llegaron a la carretera y el tráfico tuvo que ser cortado.
Gabriel, mientras tanto, bajaba las escaleras muy tranquilo.
Un coche de policía, que pasaba por allí, divisó en primera
persona aquella explosión, se detuvo frente a él. Dos policías,
apuntándole con sus armas, le dieron el alto, conminándole a
que levantara los brazos, se pusiera de rodillas y colocase las
manos en la nuca. Gabriel, con una sonrisa en su cara, obedeció
en silencio y se puso de rodillas. Mientras un policía le seguía
apuntando con su arma, el otro le colocó las esposas, lo puso de
pie y se lo llevó al coche. Mientras lo hacía el policía que
apuntaba a Gabriel llamaba a los bomberos y pedía refuerzos.

El estruendo de la explosión fue enorme; el ruido se


escuchó a varias manzanas de allí; el estruendo llegó al bar
donde se encontraba Boby. Todos los presentes en el bar se
asustaron por el ruido ensordecedor. Rápidamente el periodista
reaccionó ordenándole a Elvis que cogiese la cámara y se
dirigieran al lugar de la explosión. Como un rayo fueron hacia la
puerta; la abrió y miró en todas direcciones, repitió el gesto,
pero no podía apreciar nada hasta que, al fondo, divisó una
enorme columna de humo.
Salieron corriendo en esa dirección, sorteando los coches y la
gente que pasaba por allí. Al llegar al lugar de la explosión, se
quedaron petrificados. El destrozo era enorme. La iglesia había
quedado hecha añicos; el lugar que ocupaba era un amasijo de
escombros; lo único que había quedado intacto era la imagen del
Cristo de madera que no tenía ni un arañazo, ni tan siquiera
estaba quemado. Era sorprendente ver aquella imagen de pie,
intacta, impoluta, en medio de aquel destrozo, parecía como si
alguien hubiese destrozado el edificio y seguidamente, colocada
la imagen.
Elvis empezó a grabar todo lo que estaba pasando; la calle
cortada por la policía; los bomberos sofocando el incendio y
ambulancias esperando para recoger heridos o cadáveres. Nadie
sabía aún la magnitud de lo que allí había ocurrido. Una multitud
de curiosos se acercaban a mirar; la policía acordonaba la calle y
daban paso a más coches de bomberos, la magnitud del incendio
era espectacular.
Los bomberos empezaron a sofocar el incendio, los cascotes
cubrían todo el lugar, un bombero se percato que al lado de la
cruz había un cuerpo, rápidamente se dirigió con valor hacia el,
sorteando el fuego, amasijos de hierro y demás desperfectos, al
llegar junto al cuerpo, comprobó que se trataba del párroco,
yacía muerto, a los pies del cristo, el bombero lo cogió en sus
brazos, lo llevó a la carretera , colocándole una bolsa negra,
cubriéndole el cuerpo.
Boby miró a los coches patrulla que se encontraban cerca
del incendio y descubrió algo que le hizo estremecerse: dentro
de uno de ellos se encontraba Gabriel. Rápidamente ordenó a
Elvis que dejara de grabar el incendio y que dirigiera la cámara
hacia la persona que tenía retenida la policía en el coche. El
chico sin pensarlo se puso a grabar todo lo que ocurría en el
interior del coche patrulla.
−Jefe, qué ocurre. ¿Por qué quiere que grabe al individuo
que está dentro del coche? ¿Cree que pudo ser él el que quemó
la iglesia?
−No lo sé, puede ser. No dejes de grabar. Lo que más me
llama la atención es que estoy seguro de haber visto a esa
persona antes. Su rostro me es muy familiar.
En ese momento el coche patrulla arrancó y se dirigió
lentamente a comisaria. Elvis seguía grabando y Boby no dejaba
de mirar a la persona que se encontraba dentro del vehículo.
Cuando el coche llegó a la altura de los periodistas, Gabriel
levantó la cabeza, que la llevaba un poco reclinada y miró a Boby
directamente a los ojos, en una décima de segundo la imagen de
Gabriel se transfiguró en el ángel que era, la visión de sus ojos
era aterradora. Boby, al verlo, se quedó petrificado. Reaccionó a
los pocos segundos. Tenía la cara pálida y de su frente manaba
un sudor frío.

−Boby, ¿se encuentra bien? Está pálido, parece que haya


visto un fantasma −se interesó Elvis.
−Sí estoy bien. ¿Lo has grabado todo? ¿Has grabado el
interior del coche patrulla? ¿Has visto lo que ha ocurrido dentro
del coche?
−No se preocupe jefe, todo lo tengo grabado.
Boby se acercó al escenario de la catástrofe, el caos era
grandioso, con mucho sigilo atravesó el cordón policial,
escondido entre los coches de policía y de bomberos, consiguió
acercarse al cuerpo que se encontraba tapado con una lona
negra, se agachó ante él y muy despacio fue descubriendo el
cuerpo, aparentemente no tenia ninguna herida visible, sus
ropas estaban quemadas, pero su cuerpo no sufría ninguna
quemadura, la ropa la tenia desgarrada, una herida cerca del
pecho le llamo la atención, en el costado derecho tenia una
cicatriz, la cual se percibía el nombre de Laodicea, Boby se quedó
petrificado.
El coche patrulla tardó diez minutos en llegar a comisaría.
Con Gabriel esposado entraron en el interior por la puerta de
atrás y lo encerraron en una pequeña celda, donde lo encerraron
junto a un violador, que esperaba el traslado a los juzgados.
−No tengo mucho tiempo caballeros, debo irme lo antes
posible −dijo Gabriel muy tranquilo.
−Calla la boca pirómano, o te la tendré que cerrar yo −le
amenazó uno de los policias.
−Muy bien señor agente, o puedo llamarle Scott. Por cierto,
¿qué tal están
Mandy, su esposa, y su pequeño Eliot?
−Cállate chalado, jodido loco. ¿Cómo sabes mi nombre y el
de mi familia?
−Todo a su debido tiempo.

El policía, fuera de sí, sacó su porra y con rabia golpeo en los


barrotes, ordenándole que se sentara. Gabriel muy despacio
caminó hacia el banco que tenía la celda y se sentó. El violador
se acercó hacia el, pidiéndole que le entregase sus zapatos y su
gabardina, que le gustaban mucho, en ese instante Gabriel se
levantó, se acercó lentamente hacia el, colocándole la mano
sobre su cabeza, sus garras comenzaron a crecer, giró
bruscamente su mano, su cabeza sonó fuertemente, lo recostó
sobre un banco de madera y le colocó la chaqueta en el cuello
que llevaba puesta aquel individuo, pareciendo que se
encontraba durmiendo.
El inspector-jefe ordenó que le tomasen las huellas, y que le
hiciesen las fotos de rigor. Scott se encargó de llevarle a la toma
de huellas.
−Pon las manos donde las pueda ver. Tengo que quitarte las
esposas y no quiero problemas, o te las verás conmigo −le
conminó el policia.
−Tú mandas, Scott; pero dentro de muy poco me tengo que
marchar.
−Deja de llamarme por mi nombre. Creo que estás muy
equivocado, aquí te quedarás una larga temporada, amigo.
−Creo que tienes que llamar a tu mujer.
−Cállate.
−Eliot, te necesita.
−Te he dicho que te calles, jodido loco −y a la vez que le
insultaba, le propinó un puñetazo en la cara. Gabriel ni se
inmutó.
Scott llamó a un compañero y le pidió que si podía llevar a
Gabriel para tomarle las huellas, que tenía que llamar
urgentemente a su mujer; que ya no se fiaba de aquel loco. Scott
llamó a Mandy. El pequeño Eliot se había tragado una pieza de
un juguete y tenía que llevarlo a urgencias, su esposa estaba
muy asustada. Gabriel tenía razón. Scott salió corriendo para su
casa, pero antes de irse, le dijo al ángel que cuando volviese
arreglarían cuentas. Éste lo miró y le dijo:
−No te preocupes, son cosas de niños. Para cuando vuelvas,
Scott, yo me habré marchado.
El compañero de Scott empujó a Gabriel y lo llevó a tomarle
las huellas. Entraron en un despacho, le colocaron en una pared
blanca, con distintas medidas de altura y le tomaron varias fotos.
Después le acercaron a una mesa y le tomaron las huellas. Todo
fue muy extraño, cuando le untaron la tinta en los dedos y los
presionaron en el papel, no dejaron ninguna huella, lo
intentaron una y otra vez con el mismo resultado. Todos se
extrañaron.
De repente las manos de Gabriel empezaron a transformarse en
garras. El policía que le sujetaba soltó la mano sobresaltado y se
quedó boquiabierto. Los presentes retrocedían asustados no
dando crédito a lo que estaba sucediendo. Gabriel se transformó
completamente en ángel y se dirigió hacia los que se
encontraban en la sala.
−Ahora me marcharé y no quiero que nadie me lo impida;
no por mí, sino por vosotros. Más tarde me ocuparé de todos.
Se colocó frente a la pared y la golpeó abriendo un gran
agujero. Salió a un callejón y, desplegando sus alas, miró hacia el
cielo y se alejó volando. Mientras lo hacía, sus garras arañaban
las paredes de los edificios haciendo brotar chispas de ellas,
como si estuviera cortando hierro.
Los policías se quedaron petrificados. El aire que provocó el
movimiento de sus alas hizo que la foto que le habían tomado
cayera a los pies de éstos. Un policía con las manos temblorosas,
cogió la foto y vio que no aparecía ninguna imagen y, mirando a
sus compañeros, les dijo:
−Creo que me cogeré unos días libres.
Boby, que se encontraba en la iglesia, ordenó a Elvis que
fuera a por el coche, dejando la cámara en el suelo se dirigió
hacia el bar donde tuvieron la entrevista con Barnie, sorteando a
la gente, corría como loco, cuando llegó a el, no acertaba a
introducir las llaves en la cerradura, se encontraba muy nervioso,
cuando lo logró, se introdujo en el, arrancó el motor, metió
primera y haciendo ruedas, salió volando, dejando un surco de
neumáticos sobre la carretera, dejando un olor a goma quemada
en el ambiente, conducía a gran velocidad, sorteando los coches,
subiéndose sobre las aceras, cuando se acercó a Boby, cogió el
freno de mano y realizo un trompo delante de el, Boby levantó la
mano derecha con el pulgar hacia arriba, seguidamente Elvis
salió del coche, dejando el asiento libre a su jefe, cogió la cámara
del suelo y se sentó en el asiento del copiloto, Boby ordenó a
Julia que se subiesen al coche, tenían que ir a la comisaría.
Mientras conducía, Boby le pidió al chico que le enseñase la
grabación, éste cogió su cámara, rebobinó la cinta y le mostró el
contenido, el incendio, la explosión, todo. Lo sorprendente es
que cuando llegaron a la imagen del coche patrulla que llevaba
detenido a Gabriel, dentro del vehículo no se veía a nadie. Sólo
aparecía la imagen de los dos policías y ningún rastro del extraño
ser.

Llegaron a la comisaría al tiempo que se escuchó un ruido


tremendo. Estaban en la entrada, Boby se dirigió hacia la parte
trasera; llegó al callejón, bordeado de unos edificios, los cuales
en sus laterales, unas escaleras de incendios, medio oxidadas, se
elevaban hasta lo mas alto de sus paredes y, frenando
bruscamente, se detuvieron, al lado de unos cubos de basura,
frente a Gabriel. Elvis bajó del coche, abriendo la puerta con
mucho sigilo, con la cámara entre sus manos, Boby lo hizo muy
lentamente, seguido de Julia y observaron como el ser, en ese
instante, salía volando, levantando una gran ventolera, restos de
periódicos y papeles que se encontraban en el suelo, flotaban
por el estrecho callejón, los periodistas se quedaron petrificados
al ver aquel ser, sobrevolando sobre sus cabezas, a la vez que sus
bocas se abrieron de asombro. Gabriel, sobrevoló toda la
ciudad, toda la gente pudo divisar aquel ángel surcando los
cielos, se posó en lo más alto del puente de Manhatann y se
arrodilló. Se convirtió en piedra.
El cielo empezó a cambiar, su color cambió a un rojo anaranjado,
de repente se escuchó un ruido seco y tremendo. El movimiento
del mar se detuvo, los marineros que faenaban en sus barcos, se
quedaron perplejos, al ver estancado el agua, en el casco de sus
botes.
Una gran bola de fuego, con una estela anaranjada, procedente
del cielo impactó contra el fondo marino. Se hizo un vacío
tremendo. Visto desde el aire se observaba un enorme agujero;
se podía distinguir perfectamente el lecho marino. Una gran ola
empezó a aumentar de tamaño velozmente y se acercó en
dirección a la ciudad. En unos instantes, la ola que medía más de
cincuenta metros, destruyó el puente de Manhatann. Los
vehículos que se encontraban sobre él, fueron arrasados y
arrollados por la fuerza del agua. El puente se derrumbó,
quedando ante la vista de los absortos espectadores sólo una
columna en la que, en lo más alto, se encontraba Gabriel. Estaba
de pie con las alas desplegadas, su aspecto era el de una persona
normal.
Desde su atalaya podía ver como los vehículos caían al mar. El
ejército y la policía se vieron desbordados; nadie había
detectado la enorme bola que se dirigía a la tierra, por lo que la
población no pudo ser alertada. Las alarmas de la ciudad se
activaron. Los habitantes de la ciudad sólo pudieron ver
impotentes como la enorme masa de agua se dirigía hacia ellos.
Todo era un caos; la gente corría sin sentido, la policía era
incapaz de controlar a la muchedumbre aterrada; el atasco en las
calles era tremendo, los conductores abandonaban sus vehículos
y huían despavoridos. Los barcos, que se encontraban en el
puerto amarrados, cayeron al fondo; los tripulantes saltaban de
ellos para intentar llegar al puerto, los que se encontraban en los
muelles, corrían aterrorizados sin rumbo. Todos corrían hacia los
edificios más altos para intentar ponerse a salvo.
Boby, Elvis y Julia, al ver el impacto de la inmensa bola de
fuego, corrieron hacia un lugar seguro. Cerca de la comisaria
donde se encontraban, estaba la universidad donde el impartía
clases; era muy antigua y podrían resguardarse en la torre,
encima de su despacho, la cual se unía, por una escalera de
caracol, Su construcción era sólida, de materiales muy
resistentes y pensó que si algún edificio quedaba en pie cuando
pasase todo, ése sería uno de ellos.
Avanzaban con mucha dificultad porque el caos que reinaba
en la ciudad había alcanzado grados de locura colectiva; la gente,
aterrada, corría sin saber dónde dirigirse.
Tom Clem, el dueño de la cadena de televisión, amigo y jefe
de Boby, lo telefoneó, estaba muy asustado, en las noticias pudo
ver como aquel ángel volaba por la ciudad, como el puente se
destruía y no comprendía que pasaba. Boby le dijo que ordenara
a todos los empleados que subieran a lo más alto del edificio,
que una enorme ola se acercaba velozmente a la ciudad; para
intentar tranquilizarlo, bromeó dicíendole que si salían de ésta,
las cervezas correrían por su cuenta. Cuando llegaron a la
universidad, se dirigieron velozmente a la torre.
Allí se encontraba su lugar de trabajo y sus aparatos de medida.
Encendió todos los monitores y varios televisores. Las noticias
eran aterradoras; aquel caos era mundial, no sólo afectaba a
Estados Unidos. Enormes bolas de fuego estaban cayendo en
todas las ciudades del mundo.
La gran ola seguía su inexorable avance hacia la ciudad.
Gabriel, transformado en ángel, parecía cabalgar sobre ella.
La masa de agua había alcanzado los cien metros de altura. El
extraño ser sobrevoló la ciudad, a escasos metros de las cabezas
de los aterrados y perplejos habitantes. Lo que en un principio
parecía una catástrofe natural, ante la visión de ese enorme
pájaro ya no quedaba tan claro. Gabriel aminoró su vuelo y se
posó en lo más alto de la torre de la universidad, donde se
encontraban los periodistas. Boby, desde la ventana, vio como la
enorme ola arrasaba la ciudad a su paso y pensó que dentro de
muy poco les tocaría a ellos.
Gabriel se acercó a la ventana; su imagen era hermosa
levitando con las alas desplegadas. Boby, al verlo, retrocedió
asustado. El ángel entró por ella haciendo retroceder hasta la
pared aterrados a los allí presentes. Gabriel cambió su imagen y
se transformó en humano.
−Creo que así estaréis más cómodos con esta imagen.
−¿Quién eres? ¿Qué eres? ¿Qué quieres de nosotros? ¿Por
qué está pasando esto? −preguntaba Boby incrédulo ante lo que
veía.
−Tranquilo, Boby, todo a su debido tiempo.
En ese preciso instante, el rector de la universidad irrumpió
en la habitación preguntando qué estaba sucediendo.
−Quiero que os sentéis y no os preocupéis −dijo
pausadamente Gabriel.
−¿Quién es usted y por qué dice que nos sentemos? ¿Es
que no ve lo que está sucediendo? −balbuceaba el rector con
nerviosismo.
−Siéntate y obedécele. Si salimos de ésta te lo explicaré −le
dijo Boby.
Todos tomaron asiento como Gabriel les había pedido y, en
ese preciso instante, la enorme ola avanzó delante de ellos
cubriendo todo el edificio. Los periodistas se tiraron al suelo con
las manos en la cabeza, Boby se agarró fuertemente a una de las
columnas que había en el campanario, Julia tumbada en el suelo,
deslizó su mano por la tarima, agarrando a la mano temblorosa
de Elvis, se apretaron fuertemente las manos y cerraron los ojos.
Gabriel se mantenía de pie, delante de ellos, inmóvil, sus
pensamientos, eran de la vulnerabilidad de los seres humanos.
Una fuerte explosión se escuchó a lo lejos; otra enorme bola de
fuego había caído en el interior de la ciudad, creando una
enorme onda expansiva que, ante la sorpresa de todos, no
arrasaba indiscriminadamente edificios y personas, sino que lo
hacía de una manera muy selectiva.
Cuando la enorme ola pasó, pudieron comprobar que la
universidad apenas había sufrido daños; pero la onda expansiva
de la segunda bola de fuego removió los cimientos del antiguo
edificio, haciendo estallar todos los cristales que tan
heróicamente habían resistido el empuje del agua.
Seguidamente se pudo percibir un crujir grandioso, todos alzaron
su mirada a lo mas alto, se trataba de la viga de madera que
sujetaba la campana de la torre, se astilló por completo, dejando
caer la inmensa campana de una tonelada, que durante un siglo
permanecía impoluta en aquel lugar, su peso destrozó la escalera
de caracol, cuando se precipitó al despacho, lo atravesó, dejando
un socavón enorme, su gran peso, fue destrozando planta por
planta, cuando llegó a la planta baja, se detuvo, creando una
fuerte polvareda y con ella, un ruido estridente que la
acompañaba.
Una intensa luz blanca iluminó la habitación donde se
encontraban y, en un instante, el rector desapareció.
Fue como si su cuerpo se convirtiese en arena, sus moléculas se
desvanecieron de repente.
−¿Qué ha pasado? ¿Dónde está el rector? −preguntó Boby.
−Hace dos mil años se os dio una oportunidad y no supísteis
aprovecharla, ahora es tiempo de un cambio. Sólo la gente de
buen corazón tendrá la oportunidad de volver a empezar. Es la
última oportunidad que tendréis −sentenció Gabriel.
El ángel pidió a Boby que encendiese la televisión y que
sintonizase cualquier programa de noticias. Tras varios intentos
por encontrar un canal que continuara emitiendo, lo logró; la
señal no era muy buena pero se distinguía bien. Las noticias no
eran muy alentadoras. Comentaban que todo el país había sido
arrasado por numerosas bolas de fuego caídas del cielo, y que
Estados Unidos no era el único país que había sufrido tal daño,
se hablaba de que la catástrofe era planetaria, cientos de bolas
de fuego habían caído en Europa, Japón, África, Asia etcétera.
Ninguna parte del mundo se había salvado.
Boby, con una voz entrecortada, preguntó a Gabriel qué
estaba sucediendo.
−Tranquilos, esto que ha pasado no es obra nuestra, sino
vuestra. Se os dio una oportunidad para vivir en este planeta; se
os dieron recursos naturales, se os otorgó inteligencia, amén de
muchas otras cualidades, pero siempre escogíais las opciones
equivocadas. Vuestra historia está repleta de guerras civiles,
mundiales, muertes, odio, exterminio de especies. Todo esto
terminó. Hoy comienza una nueva vida para la especie humana.
Boby , quiero que me hagas un favor, quiero a través de la
televisión dirijas un mensaje a la población. Se han habilitado
unos hangares distribuidos por todo el país, todas las personas
tendrán que dirigirse a ellos, aunque siempre han estado allí,
vosotros no podíais verlos. En esta tierra que vosotros llamáis
América, han sobrevivido sólo doscientos cuarenta y tres
millones de personas, el resto ha fallecido.
Pensarás que no es justo, pero una gran parte de la gente que
falleció están en un lugar mejor que éste, mientras que el resto
lo están en un lugar donde vivirán una pesadilla eterna.
Cuando Gabriel finalizó de hablar, se volvió a transformar y
salió volando por la ventana. Boby estaba perplejo ante los
acontecimientos que acababa de vivir, el mundo que conocía ya
no existía y ante ellos se abría ahora un futuro incierto.

Pasado un tiempo, cuando estuvieron mas tranquilos, pensaron


lo que estaba pasando y resoplaron a la vez, el despacho estaba
destrozado, cientos de libros tirados por los suelos, cuadros,
trofeos, papeles y demás mobiliario se encontraban esparcidos
por todos los lugares, ademas del tremendo agujero que la
campana hizo en el suelo. - Boby empezó hablar.-
– Quiero que nos sentemos, donde podamos, nos relajemos
si podemos y empecemos a pensar, lo que estamos viviendo es
algo anormal, ilógico, en nuestra investigación queríamos saber,
que era aquel cráter, quien o que lo había producido, pues bien,
ahora lo sabemos, lo que tenemos que descubrir, es ¿por que?.
Juntaron todas las pistas que tenían, la pluma, la arena, los
nombres de Efeso, Esmirna, Pergamo, Tiatira y Sardis, Boby
comento que en el incendio de la iglesia, el hombre que sacaron
de los escombros, tenia grabada la palabra Laodicea, en el lugar
donde encontraron a su amigo, había escrita la palabra A, en un
montón de arena, igual a la encontrada en el cráter, donde en un
árbol, se encontraba grabado el símbolo de Omega.
Se pusieron todos manos a la obra, entre todos los libros que
había en el despacho, rebuscaron datos, probabilidades,
buscaban algo que tuviera sentido.
Pasadas unas horas, las pistas se hacían cada vez mas claras, las
pistas obviamente iban dirigidas a estudiar e investigar cosas
bíblicas, lo que sus ojo habían visto, no les dejaba ninguna duda,
que, normal no lo era.
1- La pluma, claramente era del ángel.
2- la letra A, significa Alfa.
3- El símbolo encontrado en el árbol, Omega.
Alfa y Omega se relacionan, en hebreo significa Alef y Tau.
Apocalipsis 1:8, Yo soy el Alfa y la Omega--dice el Señor Dios-- el
que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.

4- Efeso Apocalipsis 2:1-7 El que tiene las siete estrellas en su


diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro,
dice esto . “y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no,
vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te
hubieres arrepentido. Pero tienes esto, que aborreces las obras
de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco”.
Nicolaitas, Secta herética, pre-gnóstica, señalada en el
Apocalipsis como activa en algunas Iglesias del Asia Menor.
5- Esmirna, Apocalipsis 2:8-11 El primero y el postrero, el que
estuvo muerto y vivió, dice esto. Yo conozco tus obras, y tu
tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los
que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás”.
6- Pergamo, Apocalipsis 2:12-17 “El que tiene la espada aguda de
dos filos dice esto:”. En Hebreos 4:12 la espada de doble filo se
utiliza para describir la Palabra de Dios que es la fuente de la
Verdad.
7- Tiatira, Apocalipsis 2:18-29 “El Hijo de Dios, el que tiene ojos
como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice
esto:”. No podría ser más claro. Aunque nacido de una virgen,
Quien habla con fuego en los ojos debe de ser tratado como el
Hijo de Dios, no de María.
8- Sardis, Apocalipsis 3:1-6 El que tiene los siete espíritus de
Dios, y las siete estrellas, dice esto:” El Señor le recuerda a la
Iglesia en Sardis Quién es el que les escribe. El es el Dador del
Espíritu Santo, y del Guardián del ángel que los pastorea.
9- Laodicea, Apocalipsis 3:14-22 He aquí el Amén, el testigo fiel y
verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo
conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o
caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te
vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he
enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que
tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
10- La arena, Apocalipsis 13:1 Y yo me paré sobre la arena del
mar, y vi una bestia subir del mar, que tenía siete cabezas y diez
cuernos; y sobre sus cuernos diez diademas; y sobre las cabezas
de ella nombre de blasfemia.
Querían saber si el cambio de color del cielo significaba algo, el
color rojo anaranjado que todos contemplaron con estupor, el
significado seria este: Apocalipsis 12:3 Entonces apareció otra
señal en el cielo: he aquí, un gran dragón rojo que tenía siete
cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas había siete
diademas.
Sabían el nombre del ángel, Gabriel, ángel mensajero, es
definido de muchas formas, entre ellas como el ángel de la
anunciación, resurrección, misericordia, venganza y muerte.

Siempre se repetía el numero siete,una de las conclusiones, no


les cuadraban, los nombres que aparecieron en los cuerpos de
los cadáveres, eran los siete sellos, pero solo tenían 6, eso
significaba que cuando apareciese el séptimo, seria el fin de la
humanidad, la profecía del apocalipsis se realizaría, el ultimo
nombre era Filadelfia.
Filadelfia- Apocalipsis 3:7-13 Esto dice el Santo, el Verdadero, el
que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra
y ninguno abre: Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante
de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque
aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has
negado mi nombre. He aquí, yo entrego de la sinagoga de
Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que
mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y
reconozcan que yo te he amado. Al que venciere, yo lo haré
columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y
escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad
de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi
Dios, y mi nombre nuevo.” Gabriel el mensajero, anunciara,
vengara la muerte del todo poderoso, el séptimo sello, resurgirá
desde los muertos, agua, fuego, la tierra llorara ríos de sangre, la
oscuridad reinara el universo.
Las siete iglesias de Asia Menor, representan siete periodos de la
historia de la iglesia.
1. Efeso Iglesia Apostólica 30 - 100 d.C
2. Esmirna Iglesia Perseguida 100 - 313 d.C.
3. Pérgamo Iglesia Estatal 313 - 590 d.C.
4. Tiatira Iglesia Papal 590 - 1517 d.C.
5. Sardis Iglesia Reformada 1517 - 1790 d.C.
6. Filadelfia Iglesia Misionera 1590 - 1900 d.C.
7. Laodicea Iglesia Apóstata 1900 presente
Bili se quedo con la mirada perdida, tardo un tiempo en
reaccionar, cuando lo hizo, se dirigió a Julia.
– Quiero que me digas exactamente, donde estaban las
cicatrices de los fallecidos.- Julia cogió su libreta y muy despacio
las fue nombrando, con voz temblorosa.-
– La primera, es Efeso las cicatrices salieron del brazo
derecho, desde la muñeca hacia el bíceps, la segunda fue
Esmirna, en la frente, la tercera, Pergamo, en el brazo izquierdo,
desde la muñeca hacia el bíceps, la cuarta, Tiatira, en la pierna
derecha, desde los pies hacia la rodilla, la quinta Sardis, en la
pierna izquierda.
Boby interrumpió a julia, comentando:
– La sexta, Laudicea, en un costado, fue la cicatriz que vi en la
iglesia que salio ardiendo, ¿sabéis que significa esto?, No solo
son los brazos, las piernas y el resto.
Son las muñecas. Los pies, la frente y el costado, son las heridas
de Cristo en la cruz, esas señales marcan los clavos de sus
muñecas, los de sus pies, la corona de espinos sobre su cabeza y
la lanzada de un romano en el costado produciéndolo la muerte,
en 1974, el cielo también cambio de color, pero no paso nada,
han pasado 33 años y todo es diferente, 33 años, la edad en la
que Jesucristo murió.
– Lo que se me escapa a mi mente es, si cada nombre es una
señal del sufrimiento de cristo, que significa Filadelfia, el séptimo
sello, según todos los libros bíblicos, cristo tubo solo 6 heridas,
significativas. - Elvis respondió a Boby-
– Jefe, referente a lo que nos a comentado de las señales de
cristo, pienso que se equivoca, a Cristo lo crucificaron de los pies
y de las manos, de las palmas, en todas las iglesias, su figura esta
crucificado por las palmas de sus manos. - Rápidamente le
contesto.-
– Si sus manos hubieran sido clavadas por las palmas de las
manos, se abrían desgarrado, al clavarle en las muñecas, seria
diferente, La muñeca está formada por numerosos huesos, y es
el lugar donde se articulan la extremidad distal de los dos huesos
que forman el antebrazo el cubito y el radio con el carpo.
El carpo esta formado por 8 huesos pequeños que se disponen
en dos filas una proximal (la más cercana al cuerpo) que se
articula con el cubito y el radio y una fila distal que se articula
con los metacarpianos (huesos que forman la mano), gracias a
esos huesos, nunca se desprendería de la cruz, de ahí las
cicatrices desde las muñecas.
Absorto en estos pensamientos cogió el coche y se dirigió a la
cadena para cumplir las órdenes de Gabriel; junto a él, en el
coche, Elvis y Julia no eran capaces de articular palabra. Mientras
se acercaban a su destino pudieron observar la devastación de la
ciudad: casas derruidas, coches destrozados, todo era un caos,
pero no se veía ni un solo cadáver, sólo había gente caminando
sin rumbo, aún sin dar crédito a lo que había sucedido.
Dentro del caos, Boby, pudo observar mientras conducía, como
cientos de ángeles sobrevolaban sus cabezas.
A la vez que conducía, no dejaba de mirar las notas que habían
realizado, dando vueltas a la cabeza, una especie de frases le
parecía que tenia algo de sentido, paro rápidamente en la
calzada, los jóvenes se asustaron un poco, rápidamente miro
hacia los chicos y les explicó, lo que significaban aquellos datos
que tantas vueltas habían dado.
– Juntando las palabras Alfa, Omega, Efeso, Esmirna,
Pergamo, Tiatita, Sardis, Laudicea y Filadelfia, tenemos las
palabras y frases, Gabriel, las 7 señales, el no vivo, con sus
espadas de dos filos, el hijo de Dios con los ojos de fuego, el
ángel guardián, la humanidad, riquezas, pobres, la luz se
convertirá en oscuridad.
– Si todo lo unimos, la frase sera esta:
– El Angel guardian, Gabriel, el no vivo, el hijo de Dios, con
sus ojos de Fuego, con su espada de dos filos, creara las siete
señales, la humanidad que solo piensa en riquezas, morirá, la luz
se convertirá en oscuridad.
– Señores, el fin del mundo a comenzado.
SARDIS

3:1 Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete


espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus
obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.
ITALIA
Al otro extremo del planeta quinientos ángeles se posaban
en la Plaza de San Pedro en el Vaticano. Todos los turistas,
peregrinos y visitantes, se sorprendieron con temor, con la
masiva llegada de aquellos seres, un mar de gente corrían sin
rumbo, desperdigándose por todos los recovecos de la plaza, los
ángeles se posaron con fuerza, provocando enormes agujeros
bajos sus poderosas garras.
Los visitantes que se encontraban en el recinto intentaban entrar
en la basílica, pero las puertas estaban cerradas, la Guardia suiza,
al ver que el cielo se cubría de demonios y se posaban en la
plaza, bloquearon todas las puertas, prohibiendo el paso a todo
el mundo, por lo que no les quedaba otro remedio que intentar
resguardarse en la plaza como podían. Los ángeles formaron
impecablemente y permanecieron inmóviles; entonces llegó
Gabriel, y se situó al frente de ellos. La multitud rezaba asustada.
Un niño, de unos cuatro años, soltándose de su madre se acercó
a Gabriel, ante la mirada aterrorizada de la mujer.
La descomunal envergadura del ángel con sus alas
desplegadas contrastaba con la fragilidad del pequeño. Gabriel
se arrodilló ante el niño y, ocultando sus garras, le acarició la
cabeza mientras le decía:
−No tengas miedo Franchesco. Ve con tu madre y cuídala
mucho.
El niño se alejó corriendo hacia su madre abrazándola con
fuerza.
Gabriel, incorporándose, se dirigió a la puerta de la basílica.
Un sacerdote, corriendo hacia él, lo exorcizaba con un crucifijo
en la mano sin dejar de repetir:
−Aléjate de aquí, Satanás. En el nombre de Cristo.
Gabriel se detuvo y, mirándolo fijamente, le dijo:
−¿Satanás? ¿A qué te refieres, Piero. Piensas que soy el
anticristo? ¿Que vengo a destrozar la fe cristiana?
−En nombre de Dios te ordeno que te marches −prosiguió
el sacerdote.
−Vengo en nombre de Dios, y me parece que me quedo.
Sólo sabéis hablar y hablar. Te haré una pregunta Piero. ¿Por qué
la gente pobre y necesitada vive en las calles, pasando frío y
penalidades? Mi nombre es Gabriel y, ahora, vais a ser juzgados.
Levantó su brazo y señalando con un dedo hacia Piero, le
lanzó un rayo azul que le alcanzó el pecho y lo hizo retroceder
hasta la multitud. No le dañó pero lo dejó más aterrorizado de lo
que ya estaba.
En el interior del Vaticano los cardenales y obispos
contemplaban todo lo que sucedía en el exterior, por unos
ventanales. Estaban atónitos, algunos rezaban, otros corrían sin
saber hacia donde; la Guardia Suiza protegía los aposentos del
pontífice. Éste, en el interior, rezaba arrodillado con un crucifijo
entre sus manos. Los guardias, con sus armas dispuestas,
aguardaban la llegada del ser. Algunos temblaban sin poder
ocultar el miedo que le invadían, sin dar crédito a lo que estaba
sucediendo.
De repente, los ángeles rompieron la formación y
comenzaron a volar sobre las cabezas de los pobres incrédulos,
con sus garras iban cogiendo a la gente y se las llevaban volando,
a otros los cogían de los brazos, de las piernas, del cuello, de
todas las partes y los atravesaban con sus poderosas garras, la
policía intentaba detener a los ángeles, pero todos sus intentos
eran imposibles, a la vez que los disparaban, ellos racionaban
con mas agresividad, clavaban sus garras en los techos de los
coche patrulla y los lanzaban con virulencia contra las personas y
los edificios colindantes. Gabriel se dirigió hacia las puertas del
Vaticano que se encontraban cerradas; se detuvo delante de
ellas , puso su mano y, en un instante, las puertas se deshicieron
como si fuesen de papel.
En la entrada algunos guardias comenzaron a disparar hacia el
ángel, descargando sus cargadores. Gabriel, sin inmutarse,
continuó caminando hacia los aposentos del Papa, lentamente
andaba por los pasillos del Vaticano, subiendo por las escaleras
de mármol, se acercaba hacia su destino. El Santo Padre y su
escolta sentían cómo se acercaba aquel ser. Escuchaban
aterrorizados como los pasos se oían con más nitidez; de repente
dejaron de sonar, todo daba a entender que se encontraba
frente a la puerta.
En ese instante la guardia comenzó a disparar. Cientos de balas
se dirigieron hacia ella, las molduras empezaron a saltar, restos
de astillas se desconchaban de la puerta, decenas de impactos
de bala dibujaban la majestuosa puerta, hasta que los
cargadores quedaron vacíos. Todo quedó en silencio por unos
instantes, los guardias estaban seguros que ningún ser podía
haber soportado tal cantidad de disparos. La puerta de la
estancia papal, de repente, saltó de sus bisagras cayendo
estruendosamente. Allí, frente a ellos, se encontraba Gabriel
mirando a los guardias y al Papa.
Los policías, volviendo a colocar los cargadores en sus
armas, reanudaron la lluvia de fuego con el mismo resultado.
Algunos de ellos cayeron al suelo convertidos en arena mientras
que los restantes, al ver eso, corrían despavoridos.
Gabriel se quedó solo con el Papa. Se dirigió hacia él, su
santidad empezó a retroceder, llegando hasta una esquina de su
aposento, allí, cerró los ojos y comenzó a rezar, Gabriel lo cogió
del cuello con sus garras, lo levantó del suelo y acercándose a su
rostro le dijo:
−Nuestro Señor nunca tuvo riquezas. Habéis profanado la
palabra de Dios.
El Papa no pudo pronunciar palabra de lo asustado que
estaba, pero tubo fuerzas para poder sacarse de su cuello, un
cristo que tenia colgado, aquel cristo era de oro macizo y
terminaba en punta, lo agarró con fuerza, levantando el brazo ,
le clavó el cristo en el cuello, en ese momento, parecía que aquel
crucifijo había penetrado en la piel de Gabriel, la sorpresa fue,
que cuando impactó en su cuello, aquel abalorio de oro, se
partió por la mitad, Gabriel, apretó con fuerzas su mano,
partiendo el cuello. El Papa se convirtió en arena.
Caminando por los pasillos del Vaticano, se dirigió hacia las
catacumbas, el lugar era muy oscuro y húmedo, los escalones
estaban desgastados por la humedad, en los lados un canalón
bordeaba toda la escalera, el agua de las lluvias se filtraban por
las paredes y las ratas corrían a sus anchas por el lugar, bajando
las escaleras de piedra en forma de espiral, llegó a una puerta de
madera maciza, con unos cerrojos de forja negra, la abrió con
facilidad, siguió caminando, a los lados del pasillos centenares de
huesos, reposaban en paz, decenas de cuerpos se formaban en
unos habitáculos de unos cincuenta centímetros, inscripciones
en latín, decoraban el lugar, las ratas jugaban con los huesos, la
humedad se palpaba en el ambiente, el frió penetraba por las
grietas de las paredes, a unos doce metros una puerta blindada,
parecida a la de una caja fuerte de cualquier banco, destacaba
en aquel lugar, se colocó frente a ella, la puerta empezó a
derretirse, todo aquel acero se fue deshaciendo, a los pies de
Gabriel, sus pasos lentos, entraron en la habitación, aquel lugar
estaba completamente reformado, las paredes acolchadas, un
sistema de ventilación, purificaba el aire, sistemas de alarma
protegía la habitación, el lugar estaba repleto de libros, en el
fondo dos atriles de cristal, encima de ellos, la sabana santa,
enmarcada en un cristal de unos cinco centímetros de grosor, la
iglesia realizó una copia, mandándola a la capilla real de la
Catedral de San Juan Bautista, en Turín, también conocido como
la Síndone de Turín, la Sábana Santa o el Santo Sudario, debajo
de el, un atril, dentro un libro corroído por el tiempo, en sus
hojas se podía leer:
El primero, amarás a Dios sobre todas las cosas.
El segundo, no tomarás el nombre de Dios en vano.
El tercero, santificarás las fiestas.
El cuarto, honrarás a tu padre y a tu madre.
El quinto, no matarás.
El sexto, no cometerás actos impuros.
El séptimo, no robarás.
El octavo, no dirás falso testimonio ni mentirás.
El noveno, no consentirás pensamientos ni deseos impuros.
El décimo, no codiciarás los bienes ajenos.
Los diez mandamientos, tenían un lugar apropiado en esa
habitación.
En otro atril, solo se veía una pagina desgastada por el tiempo,
en ella se leía:

El señor, no quiere riquezas, ni templos de oración, coge un


tronco y allí estaré, levanta una piedra y contigo estaré, mi
palabra sera tu palabra, mi alma tu corazón, a los que blasfemen
mi voz, el Alfa y Omega, regresara, Filadelfia, sera el ultimo, siete
trompetas sonarán, la luz se convertirá en oscuridad.
Gabriel acercó su mano derecha hacia el atril, señalando con un
dedo, de el una de sus garras, empezó a crecer, la acercó al
cristal y empezó a rajarlo, se fue partiendo por la mitad, parecía
mantequilla, cogió las dos partes del cristal, las lanzó hacia las
paredes repletas de libros, recogió el contenido del interior y se
marchó lentamente, a la vez que salia por la puerta, el sudario
empezó a arder desde su interior, poco a poco, toda la
habitación, se cubrió de llamas.
Antes de salir, el sistema, de seguridad se puso en marcha, desde
la paredes unos cristales blindados iban cubriendo por completo
la habitación, los aspersores comenzaron a desprender agua , el
cometido de la seguridad, proteger todo el contenido que el
Vaticano, guardaba con tanto recelo, mientras todo esto sucedía,
desde las escaleras de caracol, un sacerdote bajaba con mucho
sigilo, acompañado de una biblia y un crucifijo en sus manos,
agazapado entre los escalones y las paredes, se acercó a Gabriel,
extendió el crucifijo y con la biblia acercándola al pecho empezó
a increparle oraciones y rezos en latín, Gabriel se acercó a el,
extendió su mano hacia su cabeza, posandola con las palmas
abiertas, el sacerdote dejó que aquel ser le tocase la cabeza,
durante diez segundos, Gabriel mantuvo su mano en aquella
posición, varios flash de imágenes, penetraron en la cabeza de
Gabriel, las imágenes no eran del agrado del ángel, podía ver con
claridad, como aquel sacerdote que con la biblia en la mano, el
crucifijo en la otra, le increpaba que se marchase en el nombre
de Dios, abusaba de niños, en aquella visión, veía al sacerdote
realizando tocamientos, a los monaguillos de su iglesia, aquel
personaje de unos 55 años abusaba de niños, diciéndoles que el
señor quería que nos amasemos los unos a los otros, los pobres
niños lloraban, pero aceptaban las condiciones de aquel párroco,
cuando las imágenes terminaron, Gabriel giró bruscamente su
cabeza, partiendole el cuello, el sonido del crujido retumbó en la
habitación, los aspersores se pararon, los cristales de seguridad
se rajaron y todo volvió arder.
La gente, aterrorizada en el exterior, esperaba una
respuesta a lo que estaba sucediendo, cuando una fuerte
explosión hizo volar por los aires el monasterio. Gabriel apareció
majestuoso de entre las ruinas y, extendiendo sus alas,
caminando lentamente sus pies apenas rozaban el empedrado
suelo, colocado en el centro de la plaza, los demás ángeles le
rodearon en formación, el suelo empezó a vibrar, trozos de arena
rebotaban en el empedrado, decenas de grietas salieron sin
rumbo desde sus pies, las dimensiones iban en aumento, a la vez
que los transeúntes caían sin cesar, la gente corría aterrada, pero
las enormes grietas iban sucumbiendo ante ellos, las columnatas
de la plaza hicieron un efecto domino, caían sin cesar, aplastando
a todos que se encontraban a su alrededor, la plaza se convirtió
en una enorme escombrera, las tuberías de agua estallaban, las
alcantarillas se elevaban por encima de sus cabezas, el fuego se
hizo eco de todo el lugar,la plaza de San Pedro desapareció ante
sus pies, una enorme bola de energía se formó alrededor de las
grietas, debajo de sus pies, un sonido seco y grave retumbo en la
inexistente plaza, tanto Gabriel como sus ángeles desaparecieron
en el cielo.
LAODICEA

3:19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso,
y arrepiéntete.
NEW YORK
En el otro lado del mundo Boby llegó a la cadena de
televisión donde trabajaba. Entró al despacho de su jefe y amigo
y le dijo:
−Tom , quiero que salgamos en antena. Tengo algo que
contar al mundo.
−¿Qué sabes? ¿Qué has descubierto?
−Lo sabrás al mismo tiempo que el resto de la gente.
Tom se puso manos a la obra y, en cuestión de minutos,
preparó un set para que Boby diese la noticia de lo que estaba
ocurriendo.
El profesor, delante de las cámaras, con el rostro sereno,
estaba preparado para informar a la población.
−Boby, conectamos en 5, 4, 3, 2, 1. Estamos dentro.
−Estimados conciudadanos, soy Boby Carter, normalmente
me dirijo a ustedes para comunicarles las noticias
meteorológicas. Hoy eso pasará a un segundo plano. Os estaréis
preguntando, como yo, qué está sucediendo. Realmente no lo
sé, lo único que puedo decirles es que en Estados Unidos hemos
sobrevivido algo más de doscientos millones de personas. Todos
nosotros tenemos que desplazarnos a unos hangares que han
sido habilitados; la ubicación exacta la desconozco, pero según
me han informado, los veremos con nitidez y sabremos dónde
nos tendremos que dirigir, lo que voy a contar os parecerá una
locura, pero creo que todos hemos visto, centenares de ángeles
volando por la ciudad, así que pienso, que no se tratara de algo
tan descabellado.
Lo que esta sucediendo, es el fin de la raza humana, hace unas
horas mantuve una conversación con aquel ser que durante este
tiempo aterrorizo la ciudad, su nombres es Gabriel, el arcángel
Gabriel, el mensaje que trae, es que el ser humano no ha
comprendido el mensaje de Dios, la iglesia oculto su mensaje y
construyeron algo que nunca quiso el señor, la fe se encuentra
en nosotros.
Muchas gracias por su atención y que Dios nos ayude.
−Corten. Estamos fuera de antena. ¿Qué hacemos? ¿Qué
significa esto? −preguntó Tom francamente preocupado.
−No lo sé Tom. Creo que deberíamos hacer lo que nos
digan.
En ese momento, la redacción se iluminó por completo.
Rápidamente se dirigieron a las ventanas para descubrir el
origen de esa extraña luz. Al fondo de la calle vislumbraron una
especie de bola brillante; de ella salían unos haces de luz en
forma de estrella señalando varias direcciones. Eran los
indicadores que la gente debía de seguir para llegar a sus lugares
de destino.

Todos comenzaron a hacerlo en silencio, familias enteras


con sus hijos, gente en solitario... Lo hacían sin preguntar, unos
con miedo, otros ilusionados, nadie se quedaba en casa. Era
como si una fuerza sobrenatural los obligase a dirigirse hacia el
lugar que tenían predestinado. La imagen era de todas las calles
llenas de gente, todos en una misma dirección, ricos, pobres,
blancos, negros, todos iguales, ahora nadie era diferente al resto
de la población.

En el lugar de donde provenía la luz, se alzaba una enorme


estructura de cristal de dimensiones iguales a la de una gran
ciudad.
Era majestuoso; su altura podría rondar los treinta kilómetros.
Esa megalítica estructura había surgido de repente de las
entrañas de la tierra.
Boby, al igual que el resto de personas, se dirigió hacia la
luz, acompañado por sus compañeros de trabajo. Según iban
caminando pudieron observar la devastación de la ciudad: calles
destrozadas, coches ardiendo, tiendas derruidas, viviendas
arrasadas… El caos era absoluto y había sido a nivel planetario.
Caminando por la ciudad, veían la devastación del lugar, lagunas
de agua se formaban en calles céntricas, producidas por las olas,
edificios derruidos o apunto de derrumbarse, los gases del
alcantarillado flotaba por la ciudad, la gente que había
sobrevivido se dirigía hacia la estructura, desde el aire se podía
observar miles de personas, unas detrás de otras, caminando
juntas.
Algunas tiendas eran saqueadas por vándalos, decena de
personas entraban a los locales, saliendo con ropa, televisores y
artículos de gran valor, la policía estaba desbordada, tenían que
controlar a la masa histérica, pero también se dirigían hacia la
estructura, el caos se apoderó de la ciudad, los ángeles poco a
poco tomaron el control de la ciudad, la gente que no se dirigía
hacia la luz, eran conducidos por ellos, sobrevolaban los cielos,
cogían de sus garras a las personas y se las llevaban volando, los
que intentaban resistirse, eran atacados y destruidos, cientos de
ángeles surcaban los cielos, otros se dirigían caminando por las
calles.
Mientras los ángeles caminaban por la ciudad, un joven de unos
30 años, se dirigió hacia una vivienda para esconderse, entró en
un portal, con una pistola entre sus manos, de una patada entró
en una vivienda, entrando en un cuarto se encontró a un niño de
unos 12 años, le apuntó con su arma, obligandole a decir donde
escondía el dinero, el niño estaba muy asustado, le comentó que
había perdido a su madre, que el no sabia nada, que tenia
mucho miedo y que solo quería encontrar a su madre, el ladrón
le dio una bofetada, tirandole al suelo, se puso a rebuscar entre
los cajones, tirando todo, descolocando la casa, un ruido de
crujir, se escuchó desde la habitación, alguien subía por las
escaleras, rápidamente, el ladrón agarró al niño del cuello
apuntándole con su arma, se cubrió en uno de los rincones de la
habitación, esperando que alguien entrase, aquel niño esperaba
que fuese su madre, que volvía a recogerle, en ese instante la
puerta se abrió, uno de los ángeles que andaba por las calles,
entró a la casa, se dirigió hacia la habitación, colocándose de
frente a ellos, desplegó sus alas y velozmente arrebató el arma al
ladrón, lo cogió del cuello y lo lanzó hacia una de las paredes,
chocó su cabeza sobre ella, partiéndose el cuello, luego se acercó
al niño, lo cogió de la mano y le comentó que no tuviera miedo,
su madre estaba en un sitio seguro, que no se preocupase que
dentro de unos minutos, podría abrazarla, que su madre no se
había olvidado de el, su madre le estaba esperando con los
brazos abiertos.
En ese mismo edificio, en la tercera planta, cinco jóvenes se
encontraban en el salón, sus edades comprendían desde los 18
hasta los 23, tres mujeres y dos hombres, la vivienda no era de
ninguno, gracias al caos, irrumpieron en la casa para poder
realizar una sesión de espiritismo, aquellos jóvenes estaban
encantados de lo que estaba sucediendo, vestidos con ropas
negras, maquillados con la tez pálida, habían dibujado un
pentagrama en el suelo del salón, con pintura blanca dibujaron
una estrella de cinco puntas, invertidas hacia abajo, para adorar
al diablo, rodeados de velas negras, con las ventanas tapadas,
para que la claridad no penetrase, empezaron a realizar rezos,
invocando al diablo, alrededor del pentagrama unieron sus
manos, cerraron los ojos y siguieron con sus oraciones.
En ese instante entre la oscuridad del salón se pudo apreciar el
ruido de unas pezuñas que se dirigía hacia ellos, un escalofrió les
invadió el cuerpo a todos, cada vez el ruido se sentía mas, sus
miradas se dirigieron al fondo del salón, de allí poco a poco se
fue materializando la imagen de Gabriel, completamente
transformado en ángel, se acercó a ellos, los jóvenes se soltaron
de las manos, una de las muchachas, se levantó y se dirigió hacia
Gabriel, diciéndole:
– Somos tus siervos, queremos recibir tu poder.-Gabriel, les
respondió.-
– Queridos, niños, con estas cosas no se juega, puede que lo
que veáis no os guste, esta sociedad piensa en el bien y en el
mal, vosotros adoráis el mal , ¿que significa para vosotros el
mal?, todo esta relacionado, ¿queréis ver al mal?, pues dejarme
que os lo enseñe.
En ese instante Gabriel desapareció, un ruido de aleteo se
escuchaba cada vez mas fuerte, los jóvenes lo escuchaban,
cuando aquel ruido se hizo mas intenso, las ventanas del salón,
saltaron por los aires, tres ángeles entraron por las ventanas,
esparciendo cristales por toda la casa, los jóvenes se asustaron,
se fueron arrastrando hacia las paredes de la habitación,
mientras temblaban de miedo, aquellos ángeles los agarraron
con sus garras y se los llevaron volando.
En la calle 216E con la 46 th st, a seis manzanas de Central Park,
se encuentra la iglesia Bautista, el Sagrado corazón, allí
centenares de feligreses, la mayoría de habla hispana, se
reunieron para rezar, cuando la iglesia estaba al completo, varios
feligreses fueron cerrando las puertas, el párroco se colocó en el
púlpito, empezando su responso diario, la iglesia estaba
abarrotada, los bancos de oración llenos, los pasillo repletos de
gente, apenas cabía un alfiler, desde los laterales, unos feligreses
empezaron a rociar la iglesia con gasolina, a la vez el párroco,
comentaba desde megafonia, que el diablo nunca atraparían sus
almas, estaban dispuestos a morir consumidos por las llamas,
antes de ser arrebatados por los ángeles demoníacos, que
habían llegado para derrotar la fe, del señor.
Todos los feligreses se abrazaban entre ellos, estaban dispuestos
a morir, hombres, mujeres con sus hijos, hermanos, vecinos,
familiares, todos querían que las llamas se llevasen sus almas,
que Dios bajaría desde los cielos para recogerlas.
Cuando terminaron de vaciar los bidones de gasolina que
esparcieron por toda la iglesia, el párroco cogió una vela, la
acercó hacia un tapiz con la figura de cristo, mientras comenzaba
arder, se santiguo, pidiendo al señor que protegiese a todas las
almas que se encontraban en el interior, rápidamente el fuego se
fue esparciendo por las paredes, el techo se trasformó en un
manto de llamas, los humos empezaron a cubrir toda la iglesia,
los feligreses aguantaban con fuerza, rezando y agarrándose
entre ellos, algunos de ellos perdieron la fe, e intentaron sin
éxito salir de aquel infierno, cuando el humo se hacia cada vez
mas intenso, las vidrieras con imágenes religiosas, estallaron, a la
vez que salían por los aires, decenas de ángeles entraron en el
interior, sobrevolando por encima de la gran condensación de
humo, los allí presentes, miraban con temor el vuelo de aquellos
ángeles, una luz blanca penetró desde una ventana que se
encontraba en lo mas alto del techo, su forma de cruz, dejo la
imagen de la ventana reflejada en el suelo, a los pies del cristo
que presidia la iglesia, desde lo alto, Gabriel se apareció ante
todos los allí congregados, transformado en ángel, desplegó sus
alas, se acercó hacia el cristo, arrancándolo de la base que le
sujetaba, aquel cristo mediría unos seis metros de alto y pesaría
alrededor de unos 300 kilos, una vez desencajado de su base, lo
lanzó con virulencia, hacia las puertas de la iglesia, abriéndolas,
dejando que el humo que se concentraba en el interior, saliese
hacia la calle, todos los que se habían encerrados, comenzaron a
salir hacia el exterior, el fuego empezó a desaparecer, mientras
los ángeles volaban por encima de sus cabezas, fueron
seleccionando a los niños mas pequeños, se lanzaban sobre ellos
y con sus garras los atrapaban, llevándoselos lejos de allí.
Una vez que la iglesia estuvo completamente sola, Gabriel se
dirigió hacia la puerta, se acercó al cristo, acariciándole la cara, a
la vez que decía:
– No se por que la gente adora a una madera, tu estas en
nuestro interior.
Desplegó sus alas y se perdió entre las nubes.
FILADELFIA

3:12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi


Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de
mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén,
la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.
LA DECISION
El presidente de los Estados Unidos se reunió con los demás
jefes de estado comunicándoles que todo el potencial militar
que poseían, tendrían que dirigirlos hacia los hangares y
comenzar una ofensiva definitiva contra los invasores. Todas las
bases militares del país se movilizaron; en las de la fuerza aérea
los aviones se abastecieron con su mortífera carga y se
prepararon para la gran ofensiva; las del ejercito de tierra
también estaban preparadas y en posición para el ataque; miles
de soldados, cientos de tanques, armamento pesado y grupos de
operaciones especiales, estaban a la espera de recibir la orden
directa del presidente.
La marina había desplegado todos sus efectivos; barcos de
combate, fragatas y portaaviones se encontraban en alerta,
preparados para la gran batalla.
En la Casa Blanca todo estaba dispuesto para la evacuación
del presidente. En el salón presidencial, los generales, ministros
y jefes de gabinete abandonaron el despacho dejando solo al
mandatario por petición expresa. Cogió una Biblia que tenía en
el cajón y, asomándose a la ventana, pronunció unas palabras
para sí mismo:
−Que Dios nos ayude.
La puerta se abrió y su secretario personal le indicó que el
Air Force One estaba preparado para llevarle a un lugar seguro;
debía de abandonar ya la Casa Blanca. Tomó asiento junto a su
esposa y a sus dos hijas en el avión y aguardó el despegue. Éste
fue tranquilo, rutinario, nada fuera de lo normal. Desde el avión,
el presidente, telefoneando a cada uno de los generales, les dio
luz verde para comenzar el ataque, mientras contemplaba la
dantesca panorama de la ciudad.
En ese instante el radar del Air Force One detectó un objeto
acercándose a gran velocidad, era Gabriel. Cuando llegó a la
altura del avión, se colocó en una de las puertas de emergencia y
la atravesó incorpóreamente. Se materializó dentro del avión y
se dirigió hacia donde estaba el presidente. Dos escoltas le
cortaron el paso disparando sobre él sus armas, vaciando varias
veces sus cargadores, pero sin éxito. Gabriel, cuando llegó a su
altura, puso las manos sobre sus cabezas haciendo que éstos se
desplomaran convertidos en arena.
El presidente, aterrado, corrió junto a su familia, que se
encontraba en otro camarote al otro extremo del pasillo.
Encontró a su esposa e hijas arrodilladas y abrazadas en un
rincón. Se acercó a ellas y quedaron unidos enlazando sus
manos.
Al otro lado de la puerta unos pasos se acercaban
inexorablemente hacia ellos. De repente el pomo de la puerta
giró, pero no se abrió; estaba cerrada con llave. Como hizo para
acceder al avión el ángel atravesó la entrada como si fuera
mantequilla, materializándose majestuosamente ante los
aterrados ojos de los presentes, quedando frente a ellos con
aspecto sereno. Se acercó a una silla y tomó asiento.
−No tengáis miedo, pequeñas; y tú tampoco Mila
−refiriéndose primera dama−. Sólo estaré un momento; tengo
mucho trabajo que hacer, sólo quiero decir a vuestro padre una
cosa: presidente, todo depende de vosotros, sólo reaccionáis, si
veis, pues aquí tenéis la respuesta.
Se incorporó de la silla y, transformándose en ángel,
desplegó sus alas y atravesó las paredes del avión.
Cuando Gabriel se marchó, dos ángeles se posicionaron en las
alas del Air Force One, sus garras se incrustaron en los motores,
seguidamente los pilotos perdieron todo control del aparato,
ahora estaban siendo dirigidos por aquellos seres, dos F-16 que
escoltaban al presidente intentaron deshacerse de los monstruos
alados, no sabían como, tanto los misiles como las
ametralladoras del calibre 50, destrozaría por completo el avión,
los pilotos hablaron con la base, ellos le comunicaron que
abriesen fuego a su señal, los militares armaron sus
ametralladoras, apuntaron hacia los ángeles, con las manos
colocadas en el botón de fuego, esperaban el Ok de la base, su
acción de fuego seria devastadora, 1200 disparos por minuto
impactarían sobre los ángeles, o lo que es peor, sobre el Air
Force One. Cuando los F-16 se colocaron en posición, con el
blanco en sus radares, del cielo surgieron otros dos ángeles, se
colocaron siguiendo su estela y como si fuesen de papel los
partieron por la mitad, una enorme explosión se formó en el
cielo.
El avión presidencial fue conducido al aeropuerto Ronald
Reagan, en Washington, las terminales A y C estaban destruidas,
decenas de aviones ardían, junto a ellos se apreciaba gente
caminando hacia la estructura, el Air Force One aterrizó en la
terminal B, una vez en tierra los dos ángeles entraron en el
interior, cogieron a la familia presidencial y a los pilotos, y
volando los llevaron hacia la estructura.
Una multitud enorme de gente que no sabia donde ir, vio como
el avión presidencial tomó tierra, vieron como aquellos ángeles
se llevaban a su presidente, el aeropuerto estaba destruido, al
ver que en una de las pistas se encontraba el Air Force One, se
dirigieron hacia el, sus intenciones eran de huir de allí, no sabían
donde, pues el planeta estaba completamente bajo el mando de
los ángeles, lo único que querían era huir, decenas de personas
se dirigieron al avión, uno de los pilotos del Ronald Reagan, que
se encontraba con varios compañeros, tomó la decisión de coger
aquel aparato y marcharse muy lejos, sus compañeros le
siguieron, una vez sorteado a la gente, entró en el interior del
aparato, se colocó en la cabina, comprobó si tenia algún
desperfecto o fallo, las condiciones eran casi perfectas, tenia
combustible, todo parecía perfecto, los sistemas de seguridad,
detectaron un fallo en las alas, justo al lado de los motores, esos
fallos eran unos desgarros que tenían las alas, a consecuencia de
los desgarros de los ángeles, pero eso no era ningún problema
para despegar, encendió los motores y se puso en marcha para
tomar pista, la gente corría alrededor del avión para subirse a el,
con las puertas abiertas se podía ver gente intentando trepar al
avión, el piloto accionó el botón de cierre de puertas, mientras el
avión circulaba por una de las pistas, la gente se iba cayendo
desde el, una vez cerradas, pudo divisar un trozo de pista que le
daba margen para coger velocidad y poder despegar, aquel avión
estaba repleto de gente, llevaba demasiado peso, pero eso daba
igual, lo único que querían era marcharse de aquel infierno.
Con todos los motores funcionando a todo rendimiento, el avión
fue acelerando cada vez mas, la velocidad era cada vez mas alta,
el pensamiento de los allí dentro eran de libertad, que pronto
estarían a salvo, desde el cielo se divisó Gabriel, se colocó al
fondo de la pista, desde la cabina del avión podían ver aquel ser
delante de ellos, pero el piloto estaba convencido que podría
elevarse, dejándolo atrás.
Gabriel veía como el avión se acercaba hacia el, desplegó sus
alas y se colocó de rodillas, el avión empezó a temblar, cada vez
era mas intenso, el piloto cogió con fuerza los mandos y empezó
a elevarlos, sus brazos vibraban junto a los mandos, antes que
las ruedas despegasen del suelo, toda la pista empezó a
desquebrajarse, inmensas grietas se fueron formando, por todos
los lados, de frente a Gabriel, un enorme cráter se formó a sus
pies, una de las ruedas del avión penetró en una de las grietas, el
piloto perdió el control, el aparato empezó a escorarse hacia un
lado, una de las alas chocó brutalmente contra el asfalto, los
depósitos estallaron y en una gran bola de fuego cubrió el avión,
en el interior los gritos se impregnaron junto al olor de
queroseno, cada vez se hacia menos soportable el olor, el calor
empezó a aumentar, el fuego penetró en todos los recovecos del
avión, sin control ninguno, se dirigía hacia Gabriel, cuando
quedaban escasos 100 metros, el cráter se partió por la mitad,
decenas de grietas, partieron la pista, el avión fue tragado por la
tierra, una inmensa bola de fuego cubrió la pista de aterrizaje.
LA ESTRUCTURA
EL ATAQUE
El primer ataque fue el de la marina. Toda la flota desplegó
sus misiles y con una asombrosa coordinación los lanzaron al
unísono contra la enorme estructura surgida de las
profundidades de la tierra. Las mortíferas armas silbaban
surcando el cielo hacia su objetivo. De repente y, sin saber de
donde, cientos de ángeles aparecieron de la nada y, a una
velocidad vertiginosa, chocaron contra los cohetes
destruyéndolos todos, sin sufrir ellos ni un solo rasguño.
Los generales, atónitos, sin dar crédito a lo que sucedía
dieron la orden de ataque a la fuerza aérea. Desde todas las
bases del país, cientos de aviones despegaron rumbo al objetivo
marcado. A medida que se acercaban a su objetivo rearmaron
los misiles y se prepararon para el ataque. Cuando todo parecía
preparado para ello, cientos de ángeles levitando se situaron
frente a ellos. Los aviones dispararon su carga de muerte y, en
ese instante, los ángeles en formación, desplegaron sus alas y
crearon una especie de bola de energía, brillante y de color
rojizo que, tras un seco estruendo, destruyeron todos los misiles.
El haz de luz siguió su camino destruyendo además a los aviones
que los habían lanzado, llenando el cielo de bolas de fuego
provocadas por las explosiones. En tierra la gente observaba el
desastre y se concienciaban de que cualquier acción por impedir
lo que tenía que suceder estaba abocada al fracaso.
La última oportunidad de los militares era el ejército
terrestre. Tras una orden ejecutoria cientos de tanques,
vehículos y personal militar se dirigieron a su destino. Los
ángeles desde el cielo observaban el despliegue militar y se
disponían a atacar. En formación realizaron un picado sobre los
atacantes y los rodearon. Comenzó el fuego; los ángeles
desplegaron sus garras y, como si de mantequilla se tratase, los
seccionaban por la mitad. Como era de esperar los disparos no
hicieron ninguna mella en el ejército alado. El espectáculo era
dantesco, miles de cadáveres se esparcían por el campo de
batalla. Gabriel se posó suavemente en el suelo frente a las
tropas; elevando su vista al cielo abrió los brazos desplegando
sus alas. De repente una luz brillante de color azul, lo cubrió
totalmente, formando a su alrededor una enorme bola de
energía.
Tenía los ojos cerrados en absoluta concentración. Abrió los ojos
y, desplegando sus alas hacia delante, lanzó la enorme bola de
energía contra los atacantes. Todo lo que había a su alrededor
fue destruido, incluidos máquinas y personas.
A varias millas de la estructura, 12 bombarderos Northrop
Grumman B-2 Spirit, cargados cada uno con, 6 bombas, 2 de
Uranio, 2 de Plutonio y 2 de Neutrones, se dirigían velozmente,
hacia una de las estructuras,era su ultima carta, la velocidad de
crucero que llevaban era de 720 km/h, su formación alineada
daba miedo, apenas se escuchaban sus motores, eran invisibles
para todo el mundo, uno de los pilotos, salió de formación, le
siguieron dos mas, aceleraron la velocidad, activaron sus radares
y fijaron su ataque a la estructura de cristal, que resurgió desde
las entrañas de la tierra, si funcionaba, irían por todo el país
destruyendo aquellas estructuras que aterrorizaban a todo el
mundo, a escasos seis kilómetros, sus radares se activaron, se
colocaron en formación y se situaron encima de la mega
estructura, los tres aviones sobrevolaban sin ver a ningún ángel,
les parecía muy extraño, pero eso no les iban a detener, con la
estructura a sus pies, abrieron las escotillas de las bombas y
comenzaron a soltarlas, 18 bombas empezaron a caer desde el
cielo, a los militares no les importaba que dentro de la estructura
y de sus alrededores, civiles estuviesen allí, para ellos lo mas
importante era acabar con aquellos seres.
Detrás de los 8 bombarderos, se encontraban una decenas de
ángeles, se aproximaron hacia ellos y con sus garras, de los pies y
de las manos, penetraron la coraza de los aviones, cuando los
pilotos perdieron el control de sus naves, los ángeles
desplegaron sus alas y se dirigieron hacia el espacio, velozmente
fueron tomando altura, fueron atravesando cada capa de la
atmósfera, a los 18 km pasaron la Troposfera, continuando la
velocidad pasaron a la Estratosfera, los pilotos perdieron el
control, cayendo desmallados, a unos 50 Km de altitud, la
velocidad cada vez era mas alta, los aviones empezaron a
temblar, la pintura que recubrían los aparatos, se fue
desconchando rápidamente, cuando llegaron a la Mesosfera la
temperatura bajo a -70º C, superando los 80 km, los ángeles
volaban a mas de 1900 km/h, sus alas se cubrieron con una fina
capa de hielo, atravesaron la Termosfera a unos 690 Km, dentro
de los aviones solamente quedaban trapos, el vació que se
produjo dentro de la cabina, junto las fuertes presiones, hizo que
los pilotos, reventasen por dentro, cuando llegaron a alcanzar los
3.500 Km/h, llegaron a la Exosfera, las bombas estaban apunto
de estallar, por los cambios de temperatura y de presión, cuando
superaron los 800Km, de altitud, soltaron a los aviones y
explosionaron, por la cantidad de bombas que almacenaban en
su interior, se pudo observar desde la tierra, como se iluminaba
el cielo, dejando una explosión de colores, parecía el cuadro de
un pintor, el ruido también se pudo percibir, cientos de Kilotones
explotaban en el inmenso mar de estrellas.
La gente que se encontraba en los alrededores de la estructura,
veían caer aquellas bombas, un silbido se escuchaba en el aire,
con una precisión absoluta, una a una fueron explosionando en
la estructura, inmensos hongos de humo y fuego se formaron en
lo mas alto, a su alrededor se formó una intensa concentración
de humo, en el suelo se pudo percibir, un temblor, la
muchedumbre, se arrojó al suelo, se cubrió la cabeza con las
manos, esperando que todo pasase, cuando aquella
condensación se disipó, tanto desde el aire, como desde la tierra,
pudieron comprobar que la magnifica estructura, no había
sufrido ningún daño, permanecía intacta, los pilotos se sentían
conmocionados por el resultado, dieron media vuelta,
marchándose a toda velocidad, descargados de sus potentes
bombas, remontaron el vuelo hasta llegar a 3.985 Km/h,
prácticamente casi superando los 4G, los ángeles que desde el
espacio veían a los aviones huir, retomaron el vuelo en caída
libre, sus cuerpos formaron una bola de fuego, se dirigieron
hacia ellos, e impactaron sobre sus aparatos, desintegrándose en
la majestuosidad del cielo, las opciones del ser humano había
desaparecido, nadie ni nada, podía acabar con aquella presencia
que estaba dispuesta a terminar con la raza humana.
GABRIEL REGRESA A LA TIERRA

1:7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que
le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación
por él. Sí, amén.
LA EST RUCT URA
El grueso de la batalla había tenido lugar cerca del edificio al
que se dirigían miles de personas, entre las que se encontraba
Boby; milagrosamente nadie resultó herido.
Gabriel, transformado en humano, se acercó a Boby y,
rodeándolo con el brazo, lo tranquilizó; todo iba transcurriendo
según los planes establecidos. Lo acompañó hacía la entrada de
la majestuosa estructura. Era cristalina de un color azul intenso,
su forma era piramidal, sobresalían, por los bordes, partes de
cristal en forma de diamante; era simplemente majestuosa.
Cuando penetró en el interior, tomó conciencia de lo gigantesca
que era. Mirase donde mirase, la inmensidad de la estructura era
brutal, no había pasillos ni recovecos, todo era diáfano. Las
paredes estaban cubiertas de pequeños habitáculos muy
parecidos a ataúdes, con forma de diamante; su color era igual
que el exterior: azul intenso. Lo que más le sorprendió fue que
en el interior de los cristales se encontraban seres humanos.
Había todo tipo de personas, niños, mujeres, ancianos... En la
inmensidad de la estructura se podía ver a la gente en fila.
Los ángeles volaban libremente y de vez en cuando
realizaban un picado y con sus garras segaban la vida, sin ningún
miramiento, a aquellos que estaban esperando temerosos la
muerte. Las personas estaban inmóviles; parecían muertos, pero
no lo estaban, tenían conciencia.
Mientras Gabriel continuaba hablando con Boby, los
ángeles que se encontraban en el interior de la estructura,
introducían a las personas en sus habitáculos correspondientes;
seguidamente, les tocó el turno a Elvis y a Julia, que fueron
acompañados por dos ángeles y encerrados en sus cámaras. Tras
un laborioso proceso de acomodo, todo concluyó, sólo quedaba
Boby por ocupar su lugar.
Gabriel le cogió del hombro y lo acompañó al lugar que le
correspondía.
−No tengas miedo; todo terminó; te prometo que nadie
sufrirá.
−Creo que te equivocas. Aquí dentro hay gente que no se
merece esto −comentó Boby.
−Hay tantas cosas que el ser humano no merece.
En ese momento Boby entró en su habitáculo; el cristal se
cerró quedando completamente inmóvil. Gabriel, frente a él,
colocando la palma de su mano en el cristal, le dijo:
−Espero que podáis pensar bien lo que habéis hecho.
Todo el planeta, se encontraba en silencio, el trafico, las fabricas,
el trasiego de gente, había desaparecido, el único sonido era el
de los animales caminando libremente ajenos a lo que pasaba, el
viento penetraba por las copas de los arboles, los ríos fluían
libremente por su caudal, las olas rompían contra los espigones,
la naturaleza había tomado el mando de la vida.
Dentro de las estructuras que resurgieron desde las entrañas de
la tierra, que se habían alzado por todos los rincones del
mundo , se empezó a escuchar un murmullo, iba en aumento, las
palabras se escuchaban en arameo.
PADRE PERDONALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN.
Cuando se escuchó esa frase, todos los que se encontraban en el
interior de los habitáculos, comenzaron a sangrar desde sus
espaldas, decenas de cicatrices se dibujaban en sus cuerpos,
eran muy profundas, las caras de los encerrados, gesticulaban,
arrugando sus facciones, el dolor que percibían era muy intenso,
brotándoles desde su cuerpo, ríos de sangre les iba resbalándo
por sus piernas. - El arameo siguió sonando.-
DE CIERTO TE DIGO, QUE HOY ESTARAS CONMIGO EN EL
PARAISO.
En esta segunda frase, los brazos por si solos se colocaron en
forma de cruz, los hombros crujieron, desencajandose de los
omóplatos, la acción del gesto fue muy rápido, un ruido
martilleante se escuchó en todo el recinto, fue seco, retumbando
el lugar, todos los presentes empezaron a sangrar por la muñeca
derecha, un gran agujero, se formó en su piel, atravesándola
totalmente. - Otra frase retumbo, la estructura.-
MUJER, HE AHI TU HIJO, HE AHI TU MADRE.
La muñeca izquierda, recibió el mismo castigo, comenzó a
sangrar, salpicando el habitáculo donde se encontraban
atrapados, por los antebrazos un reguero de sangre, fluía por
todo el costado, la cantidad de sangre que perdían se acumulaba
en el suelo.
DIOS MIO, DIOS MIO, ¿PORQUE ME HAS DESAMPARADO?.
Otro golpe martilleante se escuchó, retumbando la estructura,
los pies comenzaron a sangrar, los dos pies fueron atravesados
por algo que no se podía ver, pero unas enormes heridas, se
hicieron visibles, las sangre volvía a presidir, en aquel abitaculo.
TENGO SED.
Desde sus frentes, gotas de sangre se dirigían hacia sus caras,
cubriendo los ojos y el rostro, fue bajando hasta sus pechos,
impregnando la ropa por completo.
CONSUMADO ES.
Desde el costado derecho, empezó a brotar sangre, cayendo
hacia el suelo, toda la sangre se estancaba en el mismo sitio, la
imagen era dantesca, los cuerpos de todas las personas, llenas
de sangre, daba una visión horrible, el sufrimiento cada vez era
mayor y se retorcían de dolor, dentro de sus compartimentos.
PADRE EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPIRITU.
Todos los encerrados en sus habitáculos, dieron una bocanada
de aire, sentían como la boca se les llenaba de sangre, un sabor a
oxido corría por sus gargantas, el pecho empezó a contraerse,
buscando un poco de oxigeno, sentían como el alma se les iba
arrebatando poco a poco, a continuación, cerraron sus ojos, y
entraron en un sueño eterno.
Las heridas de cristo se plasmaron en todos los habitantes del
planeta, comprobaron por si mismos, aquel sufrimiento.

Los ángeles se colocaron en formación en el centro de la


estructura. Rodearon a Gabriel que aún tenía su forma humana;
en cuestión de segundos se transformó en ángel. Todos
desplegaron sus alas y se arrodillaron, después cubrieron todo su
cuerpo con ellas y su piel comenzó a convertirse en piedra.
La imagen de aquellos ángeles, convertidos en piedra, y la de
miles de personas a su alrededor, crucificadas, era tremenda.

Bajo los pies de Gabriel fue formándose una bola de luz color
rojizo que aumentaba su tamaño rápidamente, hasta llegar a
cubrir toda la impresionante estructura; la luz cambiaba de color,
del rojo al azul y en su interior se podían apreciar destellos de
rayos.
La esfera hizo explosión y su onda expansiva iba destrozando
todo lo que tocaba. En el resto de los países sucedía lo mismo.
Desde el espacio se podían observar cientos de explosiones; el
planeta estaba condenado.
De repente una descomunal explosión seccionó el planeta en
dos; el mundo tal como lo conocíamos había desaparecido.

Desde ese instante en el sistema solar faltaba un planeta. La


Tierra.
El sufrir de cristo
LA CUENTA AT RAS
Seis de la mañana. Un despertador suena. Boby se
despierta sobresaltado y, a continuación, desconecta el
insistente zumbido. Se sentía aturdido; no comprendía qué
pasaba; se sentó en la cama y, pasados unos segundos, llegó a la
conclusión de que todo había sido un sueño. Comenzó a reír y
dio gracias a Dios; todo le había parecido tan real que aún
temblaba. Se acercó a la ventana, la levantó dejándola a media
altura, sacando la cabeza, observó que todo estaba en su sitio,
cerró los ojos, respiró fuertemente, inhalando el aire de la
madrugada, sintió como la frescura le penetraban los pulmones
y respiró aliviado. Más calmado, fue a la cocina para prepararse
un café. Con la taza en la mano se dirigió al salón. Se acomodó
en su sillón favorito y al tomar un sorbo de café, vio algo que no
debía de estar allí. En una silla sentado se encontraba Gabriel; no
se le apreciaba bien el rostro. El salón estaba en penumbra, la
madrugada era muy cerrada y solamente una lamparita
alumbraba la sala.
−¿Cómo estás Boby?
−Confundido. Yo presencié todo lo que pasó; todo acabó
destruido. Vosotros nos encerrásteis, acabásteis con la raza
humana.
−Todo lo que pasó podría ser real, ningún ser humano
puede derrotar al Señor, quiero entregarte esto.
Gabriel, se levantó de la silla, extendió su mano, entregándole
una hoja, el manuscrito que cogió del Vaticano, se lo entregó a
Boby.
Con las manos temblorosas, cogió aquel papel, y comenzó a
leerlo.
El señor, no quiere riquezas, ni templos de oración, coge un
tronco y allí estaré, levanta una piedra y contigo estaré, mi
palabra sera tu palabra, mi alma tu corazón, a los que blasfemen
mi voz, el Alfa y Omega, regresara, Filadelfia, sera el ultimo, siete
trompetas sonaran, la luz se convertirá en oscuridad.
Al terminar de leer, Boby quiso saber todas las dudas, que tenia.
– Tengo muchas preguntas que hacerte, ¿lo que paso, es
real?, ¿tenemos tiempo para cambiar, la historia?, ¿que significa,
Filadelfia?.- Gabriel, le respondió.-
– En 1974, se abrió el quinto sello, Tiatira, pasados 33 años,
se abrió el sexto, Sardis, cuando se abra el séptimo, no habrá
marcha atrás.- Boby, le respondió-.
– Si Efeso, Pergamo, son las heridas de cristo en las muñecas,
Tiatira, Sardis las heridas de los pies, Esmirna, la herida de la
frente, por la corona de espinos, Laodicea, la lanza que recibió
en el costado,¿ Filadelfia, no tiene sentido?

– Los condenados a crucifixión eran flagelados habitualmente


durante el trayecto que había entre el lugar donde se dictaba la
sentencia y el del suplicio. El instrumento utilizado para la
flagelación, fue el flagrum taxillatum, que se componía de un
mango corto de madera, al que estaban fijos tres correas de
cuero de unos 50 cms., en cuyas puntas tenían dos bolas de
plomo alargadas, unidas por una estrechez entre ellas; Jesús fue
flagelado por los romanos, recibió 39 latigazos,
Filadelfia, es la señal de aquellas heridas, Las bolas de plomo,
caídas con fuerza sobre el cuerpo de Jesús, hicieron toda clase
de heridas: contusiones, irritaciones cutáneas, escoriaciones y
llagas.
– ¿Cuando veremos, la séptima señal?
– Si nada cambia, la séptima señal, la veréis muy pronto, el
eje de la Tierra al Polo Norte apunta a la estrella Polaris, la cual
vosotros la llamáis estrella polar, Pero hace 5,000 años, el polo
norte celestial se alineaba a la estrella llamada Alfa, creo que te
suena ese nombre, la tierra y la mayoría de los planetas de
vuestro sistema se alinearan con un agujero negro en el centro
de la vía láctea, si el cambio no sucede, el séptimo sello se
abrirá. Todo depende de vosotros.

Quiero que me acompañes, tengo algo que enseñarte.


Boby cogió el coche y se dirigieron hacia el centro de la
ciudad.
El día era como otro cualquiera. La gente se dirigía hacia sus
trabajos; en las calles se producían los atascos de siempre, todo
era cotidiano y rutinario, el mundo no sabía lo que había pasado.
Cuando llegaron a la altura de Central Park, Gabriel le pidió
que se detuviera. Bajaron del auto y comenzaron a pasear
conversando animadamente. La gente, amontonada, comentaba
algo mirando hacia un lugar específico. El ángel pidió a Boby que
atendiera a lo que le iba a decir y que después no volvería a
verlo más.
−Boby, quiero que cuentes todo, quiero que seas el nuevo
Mesías; quiero que hagas comprender a la gente que la vida sólo
se vive una vez y que hay que ser bueno y tener el corazón
limpio. Si nos volvemos a ver, todo lo que has vivido y que tú
sólo recuerdas, sucederá y esta vez no habrá una segunda
oportunidad. El tiempo corre inexorablemente; cuando el reloj
se detenga, volveremos y terminaremos lo que empezamos,
mucha suerte. Lo que tarde en detenerse ese reloj depende de
vosotros.
Gabriel, extendió su mano, entregándole una caja de madera,
dentro de ella, había una pequeña bola de cristal, en su interior
un árbol, Boby removió la bola, comenzando a caer copos de
nieve, cuando se depositaron en la base, un nombre había en su
interior, Filadelfia.

En ese momento Gabriel desapareció.


Boby se dirigió hacia donde la gente miraba, mezclándose
con ellos. El objeto de las curiosas miradas de los paseantes era
una estátua de piedra con forma de ángel; su imagen era
bellísima, de pie, con las alas desplegadas, alcanzando una altura
similar a la de cuatro pisos.

Boby se quedó paralizado y empezó a comprendedlo todo.


En los pies del ángel había una especie de reloj digital, con los
números en rojo. Los dígitos del reloj estaban formados por unos
extraños símbolos ininteligibles, en total había siete y cada uno
se movía de forma diferente y sin sentido.
Para los curiosos observadores aquello no tenía sentido.
No comprendían que al ser humano se le había dado otra
oportunidad.
¿Volveremos a estropearlo todo? ¿Comprenderemos al fin por
qué estamos aquí? ¿Conseguiremos aprender de nuestros
errores? ¿Aprovecharemos el tiempo que se nos dio para
cambiar?
Nadie puede saberlo.
Sólo Dios tiene las respuestas a esas preguntas.
Fin del planeta
APOCALIPSIS
Capítulo 1
La revelación de Jesucristo

1:1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a


sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró
enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan,
1:2 que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del
testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.
1:3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de
esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el
tiempo está cerca.

Salutaciones a las siete iglesias

1:4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a
vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete
espíritus que están delante de su trono;
1:5 y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos,
y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó
de nuestros pecados con su sangre,
1:6 y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea
gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.
1:7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que
le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación
por él. Sí, amén.
1:8 Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que
es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.
Una visión del Hijo del Hombre

1:9 Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la


tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en
la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el
testimonio de Jesucristo.
1:10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí
una gran voz como de trompeta,

1:11 que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último.


Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que
están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis,
Filadelfia y Laodicea.
1:12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi
siete candeleros de oro,
1:13 y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo
del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y
ceñido por el pecho con un cinto de oro.
1:14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana,
como nieve; sus ojos como llama de fuego;
1:15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como
en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.
1:16 Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una
espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando
resplandece en su fuerza.
1:17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su
diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el
último;
1:18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los
siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del
Hades.
1:19 Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han
de ser después de estas.
1:20 El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra,
y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los
ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto,
son las siete iglesias.
Capítulo 2
Mensajes a las siete iglesias: El mensaje a Efeso

2:1 Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete


estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete
candeleros de oro, dice esto:
2:2 Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que
no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen
ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos;
2:3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado
arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado.
2:4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.
2:5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y
haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré
tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.
2:6 Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las
cuales yo también aborrezco.
2:7 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al
que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en
medio del paraíso de Dios.

El mensaje a Esmirna

2:8 Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el


postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto:
2:9 Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú
eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo
son, sino sinagoga de Satanás.
2:10 No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo
echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis
probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la
muerte, y yo te daré la corona de la vida.
2:11 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El
que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte.

El mensaje a Pérgamo

2:12 Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la


espada aguda de dos filos dice esto:
2:13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono
de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni
aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre
vosotros, donde mora Satanás.
2:14 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los
que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a
poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas
sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación.
2:15 Y también tienes a los que retienen la doctrina de los
nicolaítas, la que yo aborrezco.
2:16 Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y
pelearé contra ellos con la espada de mi boca.

2:17 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al
que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una
piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el
cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.
El mensaje a Tiatira

2:18 Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el


que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce
bruñido, dice esto:
2:19 Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia,
y que tus obras postreras son más que las primeras.
2:20 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa
mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis
siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos.
2:21 Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere
arrepentirse de su fornicación.
2:22 He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los
que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella.
2:23 Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán
que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a
cada uno según vuestras obras.
2:24 Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a
cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos
llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré
otra carga;
2:25 pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga.
2:26 Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré
autoridad sobre las naciones,
2:27 y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso
de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre;
2:28 y le daré la estrella de la mañana.
2:29 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Capítulo 3
El mensaje a Sardis

3:1 Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete


espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus
obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.
3:2 Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir;
porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios.
3:3 Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y
arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no
sabrás a qué hora vendré sobre ti.
3:4 Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han
manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras
blancas, porque son dignas.
3:5 El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no
borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre
delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.
3:6 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

El mensaje a Filadelfia

3:7 Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo,


el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y
ninguno cierra, y cierra y ninguno abre:
3:8 Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una
puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes
poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi
nombre.
3:9 He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se
dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré
que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he
amado.
3:10 Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo
también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir
sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la
tierra.
3:11 He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que
ninguno tome tu corona.

3:12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi


Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de
mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén,
la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.
3:13 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

El mensaje a Laodicea
3:14 Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el
Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de
Dios, dice esto:
3:15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá
fueses frío o caliente!
3:16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré
de mi boca.
3:17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de
ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un
desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
3:18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado
en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y
que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos
con colirio, para que veas.
3:19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso,
y arrepiéntete.
3:20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y
abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
3:21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono,
así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su
trono.
3:22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Capítulo 4
La adoración celestial

4:1 Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el


cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando
conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que
sucederán después de estas.
4:2 Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono
establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado.

4:3 Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra


de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris,
semejante en aspecto a la esmeralda.
4:4 Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados
en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas,
con coronas de oro en sus cabezas.
4:5 Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante
del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete
espíritus de Dios.
4:6 Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante
al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro seres
vivientes llenos de ojos delante y detrás.
4:7 El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo
era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de
hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando.
4:8 Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y
alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y
noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios
Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir.
4:9 Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y
acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por
los siglos de los siglos,
4:10 los veinticuatro ancianos se postran delante del que está
sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los
siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo:
4:11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder;
porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y
fueron creadas.
Capítulo 5
El rollo y el Cordero

5:1 Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono


un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
5:2 Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es
digno de abrir el libro y desatar sus sellos?
5:3 Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra,
podía abrir el libro, ni aun mirarlo.
5:4 Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno
digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
5:5 Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León
de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro
y desatar sus siete sellos.
5:6 Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres
vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero
como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales
son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
5:7 Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba
sentado en el trono.
5:8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y
los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero;
todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las
oraciones de los santos;
5:9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar
el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu
sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y
pueblo y nación;
5:10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y
reinaremos sobre la tierra.
5:11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y
de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era
millones de millones,
5:12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es
digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la
honra, la gloria y la alabanza.
5:13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y
debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos
hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la
alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.
5:14 Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro
ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive
por los siglos de los siglos.
Capítulo 6
Los sellos

6:1 Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los


cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira.
6:2 Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía
un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para
vencer.
6:3 Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente,
que decía: Ven y mira.
6:4 Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado
poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a
otros; y se le dio una gran espada.
6:5 Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que
decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo
montaba tenía una balanza en la mano.
6:6 Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que
decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada
por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino.
6:7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente,
que decía: Ven y mira.
6:8 Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía
por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad
sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con
hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra.
6:9 Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los
que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el
testimonio que tenían.
6:10 Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor,
santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que
moran en la tierra?
6:11 Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que
descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se
completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que
también habían de ser muertos como ellos.
6:12 Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran
terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se
volvió toda como sangre;
6:13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la
higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte
viento.
6:14 Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla;
y todo monte y toda isla se removió de su lugar.
6:15 Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes,
los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las
cuevas y entre las peñas de los montes;
6:16 y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y
escondernos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono,
y de la ira del Cordero;
6:17 porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá
sostenerse en pie?
Capítulo 7
Los 144,000 sellados

7:1 Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro


ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra,
para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el
mar, ni sobre ningún árbol.
7:2 Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y
tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro
ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la
tierra y al mar,
7:3 diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los
árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos
de nuestro Dios.
7:4 Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil
sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.
7:5 De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén,
doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados.
7:6 De la tribu de Aser, doce mil sellados. De la tribu de Neftalí,
doce mil sellados. De la tribu de Manasés, doce mil sellados.
7:7 De la tribu de Simeón, doce mil sellados. De la tribu de Leví,
doce mil sellados. De la tribu de Isacar, doce mil sellados.
7:8 De la tribu de Zabulón, doce mil sellados. De la tribu de José,
doce mil sellados. De la tribu de Benjamín, doce mil sellados.
La multitud vestida de ropas blancas
7:9 Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual
nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y
lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del
Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;
7:10 y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a
nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.
7:11 Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de
los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre
sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios,
7:12 diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la
acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a
nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
7:13 Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que
están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han
venido?
7:14 Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que
han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las
han emblanquecido en la sangre del Cordero.
7:15 Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y
noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono
extenderá su tabernáculo sobre ellos.
7:16 Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre
ellos, ni calor alguno;
7:17 porque el Cordero que está en medio del trono los
pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios
enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.
Capítulo 8
El séptimo sello

8:1 Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo


como por media hora.
8:2 Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les
dieron siete trompetas.
8:3 Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un
incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las
oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba
delante del trono.
8:4 Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo
del incienso con las oraciones de los santos.
8:5 Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y
lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un
terremoto.

Las trompetas

8:6 Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se


dispusieron a tocarlas.
8:7 El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego
mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la
tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba
verde.
8:8 El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran
montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la
tercera parte del mar se convirtió en sangre.
8:9 Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en
el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida.
8:10 El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran
estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera
parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas.
8:11 Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las
aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a
causa de esas aguas, porque se hicieron amargas.
8:12 El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera
parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de
las estrellas, para que se oscureciese la tercera parte de ellos, y
no hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la
noche.
8:13 Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo
a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de
los otros toques de trompeta que están para sonar los tres
ángeles!
Capítulo 9

9:1 El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó


del cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo.
9:2 Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como
humo de un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el
humo del pozo.
9:3 Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio
poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra.
9:4 Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a
cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los
hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes.
9:5 Y les fue dado, no que los matasen, sino que los
atormentasen cinco meses; y su tormento era como tormento de
escorpión cuando hiere al hombre.
9:6 Y en aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no
la hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos.
9:7 El aspecto de las langostas era semejante a caballos
preparados para la guerra; en las cabezas tenían como coronas
de oro; sus caras eran como caras humanas;
9:8 tenían cabello como cabello de mujer; sus dientes eran como
de leones;

9:9 tenían corazas como corazas de hierro; el ruido de sus alas


era como el estruendo de muchos carros de caballos corriendo a
la batalla;
9:10 tenían colas como de escorpiones, y también aguijones; y
en sus colas tenían poder para dañar a los hombres durante
cinco meses.
9:11 Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo
nombre en hebreo es Abadón, y en griego, Apolión.
9:12 El primer ay pasó; he aquí, vienen aún dos ayes después de
esto.
9:13 El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre los
cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios,
9:14 diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los
cuatro ángeles que están atados junto al gran río Eufrates.
9:15 Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban
preparados para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la
tercera parte de los hombres.
9:16 Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos
millones. Yo oí su número.
9:17 Así vi en visión los caballos y a sus jinetes, los cuales tenían
corazas de fuego, de zafiro y de azufre. Y las cabezas de los
caballos eran como cabezas de leones; y de su boca salían fuego,
humo y azufre.
9:18 Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los
hombres; por el fuego, el humo y el azufre que salían de su boca.
9:19 Pues el poder de los caballos estaba en su boca y en sus
colas; porque sus colas, semejantes a serpientes, tenían cabezas,
y con ellas dañaban.
9:20 Y los otros hombres que no fueron muertos con estas
plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni
dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de
plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden
ver, ni oír, ni andar;
9:21 y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus
hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos.
Capítulo 10
El ángel con el librito

10:1 Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una


nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol,
y sus pies como columnas de fuego.
10:2 Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho
sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;
10:3 y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo
clamado, siete truenos emitieron sus voces.
10:4 Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba
a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas
que los siete truenos han dicho, y no las escribas.
10:5 Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra,
levantó su mano al cielo,
10:6 y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el
cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están
en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no
sería más,
10:7 sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él
comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará,
como él lo anunció a sus siervos los profetas.
10:8 La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y
toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en
pie sobre el mar y sobre la tierra.
10:9 Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me
dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca
será dulce como la miel.
10:10 Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y
era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido,
amargó mi vientre.
10:11 Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre
muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.
Capítulo 11
Los dos testigos

11:1 Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de


medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el
altar, y a los que adoran en él.
11:2 Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no
lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán
la ciudad santa cuarenta y dos meses.
11:3 Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos
sesenta días, vestidos de cilicio.
11:4 Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que
están en pie delante del Dios de la tierra.
11:5 Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y
devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe
morir él de la misma manera.
11:6 Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no
llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas
para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga,
cuantas veces quieran.
11:7 Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube
del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará.
11:8 Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que
en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también
nuestro Señor fue crucificado.
11:9 Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus
cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean
sepultados.
11:10 Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se
alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos
profetas habían atormentado a los moradores de la tierra.
11:11 Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu
de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó
gran temor sobre los que los vieron.
11:12 Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y
subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron.
11:13 En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte
de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto murieron en
número de siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y
dieron gloria al Dios del cielo.
11:14 El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto.

La séptima trompeta
11:15 El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces
en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de
nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los
siglos.
11:16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante
de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron
a Dios,
11:17 diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el
que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu
gran poder, y has reinado.
11:18 Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de
juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los
profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los
pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la
tierra.
11:19 Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su
pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos,
un terremoto y grande granizo.
Capítulo 12
La mujer y el dragón

12:1 Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del
sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona
de doce estrellas.
12:2 Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la
angustia del alumbramiento.
12:3 También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran
dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus
cabezas siete diademas;
12:4 y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo,
y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer
que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto
como naciese.
12:5 Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a
todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su
trono.
12:6 Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado
por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta
días.
12:7 Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguely sus
ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus
ángeles;
12:8 pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el
cielo.
12:9 Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que
se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue
arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.
12:10 Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha
venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la
autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador
de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro
Dios día y noche.
12:11 Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero
y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus
vidas hasta la muerte.
12:12 Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay
de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha
descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco
tiempo.
12:13 Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra,
persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón.
12:14 Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para
que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar,
donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un
tiempo.
12:15 Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como
un río, para que fuese arrastrada por el río.
12:16 Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca
y tragó el río que el dragón había echado de su boca.
12:17 Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue
a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que
guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de
Jesucristo.
Capítulo 13
Las dos bestias

13:1 Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una
bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos
diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo.
13:2 Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies
como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su
poder y su trono, y grande autoridad.
13:3 Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su
herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de
la bestia,
13:4 y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y
adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién
podrá luchar contra ella?
13:5 También se le dio boca que hablaba grandes cosas y
blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos
meses.
13:6 Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar
de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo.
13:7 Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos.
También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y
nación.
13:8 Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos
nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero
que fue inmolado desde el principio del mundo.
13:9 Si alguno tiene oído, oiga.
13:10 Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno
mata a espada, a espada debe ser muerto.
Aquí está la paciencia y la fe de los santos.
13:11 Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos
cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como
dragón.
13:12 Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en
presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella
adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada.
13:13 También hace grandes señales, de tal manera que aun
hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los
hombres.
13:14 Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que
se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a
los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que
tiene la herida de espada, y vivió.
13:15 Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia,
para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la
adorase.
13:16 Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres,
libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o
en la frente;
13:17 y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que
tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su
nombre.
13:18 Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el
número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es
seiscientos sesenta y seis.
Capítulo 14
El cántico de los 144,000

14:1 Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el


monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían
el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente.
14:2 Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y
como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de
arpistas que tocaban sus arpas.
14:3 Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de
los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía
aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil
que fueron redimidos de entre los de la tierra.
14:4 Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues
son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por
dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los
hombres como primicias para Dios y para el Cordero;
14:5 y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha
delante del trono de Dios.

El mensaje de los tres ángeles

14:6 Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el
evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a
toda nación, tribu, lengua y pueblo,
14:7 diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la
hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y
la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.
14:8 Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia,
la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del
vino del furor de su fornicación.
14:9 Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno
adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o
en su mano,
14:10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido
vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego
y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero;
14:11 y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos.
Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia
y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.

14:12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
14:13 Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe:
Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren
en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos,
porque sus obras con ellos siguen.

La tierra es segada

14:14 Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno


sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza
una corona de oro, y en la mano una hoz aguda.
14:15 Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que
estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la
hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura.
14:16 Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la
tierra, y la tierra fue segada.
14:17 Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo
también una hoz aguda.
14:18 Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego,
y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu
hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas
están maduras.
14:19 Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de
la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios.
14:20 Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió
sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos
estadios.
Capítulo 15
Los ángeles con las siete postreras plagas

15:1 Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles


que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se
consumaba la ira de Dios.
15:2 Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a
los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen,
y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de
vidrio, con las arpas de Dios.
15:3 Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del
Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor
Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de
los santos.
15:4 ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre?
pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y
te adorarán, porque tus juicios se han manifestado.
15:5 Después de estas cosas miré, y he aquí fue abierto en el
cielo el templo del tabernáculo del testimonio;
15:6 y del templo salieron los siete ángeles que tenían las siete
plagas, vestidos de lino limpio y resplandeciente, y ceñidos
alrededor del pecho con cintos de oro.
15:7 Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles
siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, que vive por los siglos
de los siglos.
15:8 Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y por su
poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que se hubiesen
cumplido las siete plagas de los siete ángeles.
Capítulo 16
Las copas de ira

16:1 Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete
ángeles: Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de
Dios.
16:2 Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino
una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la
marca de la bestia, y que adoraban su imagen.
16:3 El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se
convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que
había en el mar.
16:4 El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las
fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre.
16:5 Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor,
el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas.
16:6 Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los
profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo
merecen.
16:7 También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente,
Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.
16:8 El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue
dado quemar a los hombres con fuego.
16:9 Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron
el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se
arrepintieron para darle gloria.
16:10 El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la
bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus
lenguas,
16:11 y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por
sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras.
16:12 El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Eufrates;
y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el
camino a los reyes del oriente.
16:13 Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y
de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de
ranas;
16:14 pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van
a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la
batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso.
16:15 He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que
vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su
vergüenza.
16:16 Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama
Armagedón.
16:17 El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una
gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está.
16:18 Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran
temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo
jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra.
16:19 Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades
de las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria
delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira.
16:20 Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados.
16:21 Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo
como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra
Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera
grande.
Capítulo 17
Condenación de la gran ramera
17:1 Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete
copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la
sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre
muchas aguas;
17:2 con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los
moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su
fornicación.
17:3 Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer
sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de
blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos.
17:4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada
de oro de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un
cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su
fornicación;
17:5 y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA
LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS
ABOMINACIONES DE LA TIERRA.
17:6 Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre
de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con
gran asombro.
17:7 Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el
misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene las
siete cabezas y los diez cuernos.
17:8 La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del
abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos
cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo
en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y
no es, y será.
17:9 Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas
son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer,
17:10 y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el
otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure
breve tiempo.
17:11 La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de
entre los siete, y va a la perdición.
17:12 Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún
no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad
como reyes juntamente con la bestia.
17:13 Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y
su autoridad a la bestia.
17:14 Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá,
porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están
con él son llamados y elegidos y fieles.
17:15 Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera
se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas.
17:16 Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán
a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus
carnes, y la quemarán con fuego;
17:17 porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que
él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta
que se cumplan las palabras de Dios.
17:18 Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre
los reyes de la tierra.
Capítulo 18
La caída de Babilonia

18:1 Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con


gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria.
18:2 Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la
gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida
de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y
aborrecible.
18:3 Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de
su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y
los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de
sus deleites.
18:4 Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío,
para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de
sus plagas;
18:5 porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha
acordado de sus maldades.
18:6 Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según
sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a
ella el doble.
18:7 Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto
dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy
sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto;
18:8 por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto
y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios
el Señor, que la juzga.
18:9 Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella
han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella,
cuando vean el humo de su incendio,
18:10 parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo:
¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque
en una hora vino tu juicio!
18:11 Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación
sobre ella, porque ninguno compra más sus mercaderías;
18:12 mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de
perlas, de lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata, de toda
madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo objeto de
madera preciosa, de cobre, de hierro y de mármol;
18:13 y canela, especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano,
vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos y
carros, y esclavos, almas de hombres.
18:14 Los frutos codiciados por tu alma se apartaron de ti, y
todas las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca
más las hallarás.
18:15 Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a
costa de ella, se pararán lejos por el temor de su tormento,
llorando y lamentando,
18:16 y diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida
de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro,
de piedras preciosas y de perlas!
18:17 Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas.
Y todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros, y
todos los que trabajan en el mar, se pararon lejos;
18:18 y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo:
¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad?
18:19 Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces,
llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en la
cual todos los que tenían naves en el mar se habían enriquecido
de sus riquezas; pues en una hora ha sido desolada!
18:20 Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y
profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella.
18:21 Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran
piedra de molino, y la arrojó en el mar, diciendo: Con el mismo
ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más
será hallada.
18:22 Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de
trompeteros no se oirá más en ti; y ningún artífice de oficio
alguno se hallará más en ti, ni ruido de molino se oirá más en ti.
18:23 Luz de lámpara no alumbrará más en ti, ni voz de esposo y
de esposa se oirá más en ti; porque tus mercaderes eran los
grandes de la tierra; pues por tus hechicerías fueron engañadas
todas las naciones.
18:24 Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y
de todos los que han sido muertos en la tierra.
Capítulo 19
Alabanzas en el cielo

19:1 Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el


cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son
del Señor Dios nuestro;
19:2 porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado
a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su
fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de
ella.
19:3 Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los
siglos de los siglos.
19:4 Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se
postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en el
trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya!
19:5 Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios
todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como
grandes.
19:6 Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo
de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía:
¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!
19:7 Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han
llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.
19:8 Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y
resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los
santos.
La cena de las bodas del Cordero

19:9 Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son


llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son
palabras verdaderas de Dios.
19:10 Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira,
no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que
retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el
testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.

El jinete del caballo blanco

19:11 Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y


el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia
juzga y pelea.

19:12 Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza


muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno
conocía sino él mismo.
19:13 Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre
es: EL VERBO DE DIOS.
19:14 Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco
y limpio, le seguían en caballos blancos.
19:15 De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las
naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del
vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.
19:16 Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre:
REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.
19:17 Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran
voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo:
Venid, y congregaos a la gran cena de Dios,
19:18 para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes
de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos,
libres y esclavos, pequeños y grandes.
19:19 Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos,
reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y
contra su ejército.
19:20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que
había hecho delante de ella las señales con las cuales había
engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían
adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de
un lago de fuego que arde con azufre.
19:21 Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la
boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de
las carnes de ellos.
Capítulo 20
Los mil años

20:1 Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del


abismo, y una gran cadena en la mano.
20:2 Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y
Satanás, y lo ató por mil años;
20:3 y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él,
para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen
cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un
poco de tiempo.
20:4 Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron
facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del
testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían
adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca
en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo
mil años.
20:5 Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se
cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.
20:6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera
resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos,
sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él
mil años.
20:7 Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su
prisión,
20:8 y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro
ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la
batalla; el número de los cuales es como la arena del mar.
20:9 Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el
campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios
descendió fuego del cielo, y los consumió.
20:10 Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de
fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán
atormentados día y noche por los siglos de los siglos.

El juicio ante el gran trono blanco

20:11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de


delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se
encontró para ellos.
20:12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y
los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el
libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que
estaban escritas en los libros, según sus obras.
20:13 Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte
y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron
juzgados cada uno según sus obras.
20:14 Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego.
Esta es la muerte segunda.
20:15 Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue
lanzado al lago de fuego.
Capítulo 21
Cielo nuevo y tierra nueva

21:1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo


y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
21:2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender
del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su
marido.
21:3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo
de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su
pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.
21:4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no
habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las
primeras cosas pasaron.
21:5 Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago
nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras
son fieles y verdaderas.
21:6 Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio
y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente
del agua de la vida.
21:7 El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios,
y él será mi hijo.
21:8 Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y
homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los
mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y
azufre, que es la muerte segunda.
La nueva Jerusalén

21:9 Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las
siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo,
diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del
Cordero.
21:10 Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me
mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del
cielo, de Dios,
21:11 teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de
una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el
cristal.
21:12 Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las
puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las
doce tribus de los hijos de Israel;
21:13 al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres
puertas; al occidente tres puertas.
21:14 Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos
los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
21:15 El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro,
para medir la ciudad, sus puertas y su muro.
21:16 La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es
igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil
estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales.
21:17 Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de
medida de hombre, la cual es de ángel.
21:18 El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de
oro puro, semejante al vidrio limpio;
21:19 y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados
con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el
segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda;
21:20 el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el
octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el
undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista.
21:21 Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas
era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro,
transparente como vidrio.
21:22 Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso
es el templo de ella, y el Cordero.
21:23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen
en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su
lumbrera.
21:24 Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de
ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.
21:25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no
habrá noche.
21:26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.
21:27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace
abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos
en el libro de la vida del Cordero.
Capítulo 22

22:1 Después me mostró un río limpio de agua de vida,


resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del
Cordero.
22:2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río,
estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada
mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las
naciones.
22:3 Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero
estará en ella, y sus siervos le servirán,
22:4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.
22:5 No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de
lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y
reinarán por los siglos de los siglos.

La venida de Cristo está cerca

22:6 Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor,


el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para
mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.
22:7 ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las
palabras de la profecía de este libro.
22:8 Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las
hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que
me mostraba estas cosas.
22:9 Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo
tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las
palabras de este libro. Adora a Dios.
22:10 Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este
libro, porque el tiempo está cerca.
22:11 El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo,
sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia
todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.
22:12 He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para
recompensar a cada uno según sea su obra.
22:13 Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y
el último.

22:14 Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener


derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la
ciudad.
22:15 Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los
fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y
hace mentira.
22:16 Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de
estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la
estrella resplandeciente de la mañana.
22:17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven.
Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la
vida gratuitamente.
22:18 Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía
de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre
él las plagas que están escritas en este libro.
22:19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta
profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa
ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.
22:20 El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente
vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.
22:21 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos
vosotros. Amén.
Apocalíptico
Índice

1974 …...................................................... 4
2007 …...................................................... 14
La llegada …............................................... 24
El poder del Ángel ….................................. 34
La pluma …................................................. 41
La casa de Dios …........................................ 58
Italia …......................................................... 79
New york ….................................................. 87
La decisión …................................................ 95
El ataque …...................................................101
La estructura ….............................................106
La cuenta atrás …..........................................112
Apocalipsis …................................................117
SINOPSIS

NARRATIVA: Fantasía y Ciencia-Ficción.

El ángel Gabriel regresa a la tierra para abrir los siete sellos, en el


año 1974 el quinto sello fue abierto, en el 2007 se abrió el sexto
sello, puede que en este mismo año se complete el círculo y las
siete trompetas retumben en el firmamento, la raza humana
tiene la última palabra, el Apocalipsis regresa, las heridas de
Cristo destruirán la Tierra.

Según el apocalipsis, cuando las siete trompetas suenen en el


firmamento y los siete sellos sean abiertos, la raza humana será
aniquilada, el fin está cerca, muy cerca.

LA IRA DE GABRIEL

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