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Macias
El Cadillac del General Aguirre (y los dems autos que se mencionan en
la novela) se convierte en un personaje mas de la historia se presenta
en el fino corcel de raza pura que solo un hombre del nivel del Ministro
poda tener.
Esta transfiguracin de un automvil a un animal, Martn Luis Guzmn
hace un ajuste de temporalidad en una Ciudad de Mxico moderna
donde andar a caballo ya no era lo mas prctico o eficiente, por eso
hace esta trasfiguracin del caballo al automvil que a lo largo de la
historia la simbiosis del hombre y del caballo ha sido signo de poder,
amistad, compaerismo, virilidad, prestigio, estatus, hombra, etc. las
siguientes citas ilustran un poco esta idea:
El Cadillac empez entonces a rodar; avanz hasta la esquina de la
avenida Veracruz, y, virando all rumbo al Hipdromo se lanz a toda
carrera.1 El autor al hacer mencin del Hipdromo tambin alude a la
carrera del caballo.
Y sinti, conforme se acercaba, un transporte vital, algo
impulsivo, arrebatado, que de su cuerpo se comunic al
Cadillac y que el coche expres pronto [] que conoca a
su amo, leg hasta el lugar preciso, para que el auto se
detuviera all emulando la dinmica viril, aparatosa- del
caballo que el jinete raya en la culminacin de la carrera2
Axkan y Aguirre, amigos inseparables platicaban dentro del Cadillac,
Axkan el poltico civil, y Aguirre el poltico militar, Martn Luis Guzmn
les da a cada uno el carcter que distingue a los polticos de la poca, el
poltico militar autoritario, de carcter fuerte, agresivo, siempre
imponiendo respeto o miedo, en cambio el poltico civil con carcter mas
pasivo, reflexivo, hasta cierto punto intelectual, que confa en la
democracia, de buenas costumbres, sin dejarlo ver como un cobarde o
manipulable, firme de convicciones.
Al final de su discusin Axkan le hace prometer al ministro que no se
va involucrar con Rosario mas all de una amistad a lo que Aguirre
responde:
-Mira, te prometo una cosa: yo no pondr nada de mi parte
para conseguir lo que sospechas. Ahora si el asunto
viene solo, me lavo las manos.
-El asunto no vendr solo.
-Muy bien. Basta entonces con mi promesa.
-No lo creo.
-S, hombre s. En este caso te lo prometo de veras.
1 Martn Guzmn, La sombra del caudillo (Mxico: SEP,1998),13.
2 Guzmn, La sombra del caudillo, 14.