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Andrea Olson

Federico Jiménez

El hombre de papel (2010) de José Luis López Galván. Óleo sobre tela, 90 x 80 cm.
Jessica Mora

Carlos Armenta

Alondra Angélica Ramírez

Francisco Estrada

Lorena Flores

Gerardo Esparza

abril-junio 2010
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Visítanos en la red y descarga N u m e n N u m e n invita a colaborar con obra inédita en poesía y
www.myspace.com/numenpublicacion cuento a los estudiantes y egresados de la licenciatura en
LAS LETRAS ESTÁN AQUÍ Letras.
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En documento de Word, la extensión de los textos no deberá
rebasar las tres cuartillas a doble espacio, tipografía Times
New Roman, 12 puntos y márgenes de 2x2x2x2 cm.
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Cervantes 15 de junio de 2010.
El Aguaje
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La Selva Café Biblioteca CUCSH
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La Tetería Casa Julio Cortázar
Malasangre Casa Vallarta
Centro de Arte Audiovisual
Departamento de Letras Guadalajara y
Cd. Guzmán
Centro Cultural El Refugio
Museo de las Artes
Museo de las Artes de Zapopan
Patio de los Ángeles
5

Índice
LAS LETRAS ESTÁN AQUÍ
Monólogo de los que
no tenemos sombra
Andrea Olson / 3

Cuánto, cómo, dónde


Editorial Fe d e r i c o J i m é n e z / 5

Entre los que están hechos de maíz o de barro se insertan algu- Convengo que el
nos cuantos de papel, aquellos que se van zurciendo a sí mis- absurdo
mos con hojas de aquí y de allá, con las páginas de éste y de J e s s i c a M o ra / 6
aquél; así, ese ser se condena a reproducirse inevitablemente,
a crear por inercia más papel. N u m e n se reconoce a sí misma Horizonte de sucesos
como un producto de tan antiquísima cadena y ahora que re- Carlos Armenta / 7
gresa —mérito, en gran parte, del c u c s h y de su rector, el Mtro.
Pablo Arredondo—, aliviada esa resaca zozobrera, se habilita de Pupilas de alabastro
nuevo como una incubadora de niños-papiro. A l o n d ra A n g é l i c a
Publicar —o no—, desde aquí, se aborda como el complejo Ramírez / 9
fenómeno que es. Descalificado el muy gringo «publish or pe-
rish» por aburrido y estéril, N u m e n se toma esto en serio y reco- Luna
noce que, como arma de doble filo, la variante «…and perish» Francisco E strada / 10
—en una cláusula de letra pequeñita— le daría más validez a
la expresión. Fijar la palabra implica cuidar lo que se dice: el Recuerdo
hombre de papel pasa su mano, casi en broma, casi en serio, L o r e n a F l o r e s / 13
por una flama impredecible, arriesgándose a que cada una de
las letras estampadas, reguero deforme, sirva de camino a la Zenzontla
propia pólvora derramada que, de golpe y en movimientos esca- G e ra r d o E s p a r z a / 14
leroserpentiles, termine consumiéndolo. Y sin embargo, es esa
búsqueda/riesgo, que siempre van tan juntitas, lo que lo vuelve
Diseño original: Postof. Diagramación
e impresión: Editorial Página Seis
www.pagina6.com.mx
Universidad de
Guadalajara
D r. M a rc o A n t o n i o
Cortés Guardado
Rector General placentero y en donde, creemos, se fundamenta todo el acto.
Publicar como una necesidad y una apuesta.
D r. M i g u e l Á n g e l Talento jalisciense recién desempacado dentro y fuera de la
N ava r r o N ava r r o revista: José Luis López Galván, quien apenas este año acaba de
Vicerrector Ejecutivo ser develado con todo y cuadros en el ex Convento del Carmen,
saca a pasear El hombre de papel, obra que se dispara (como el
Lic. José Alfredo cuerpo de su protagonista) en muchas direcciones y que preci-
Pe ñ a R a m o s samente tú, lector numénico, sabrás (h)ojear a tu manera.
Secretario General
Ni Alondra, Carlos, Jessica, Andrea, ni todos los demás —
incluso los esta vez no publicados— se salvan de un sincero
Centro Universitario
agradecimiento por aceptar someter sus textos al criterio de tres
de Ciencias Sociales y
pelados y por permitir su aparición sin reparos. No queda más
Humanidades
M t r o . Pa b l o A r r e d o n d o
que esperar que estas dieciséis páginas se unan a ese gran pliego
Ramírez llamado Literatura y que, un día, de ellas germine otro poquito
Rector de Centro de papel.

Consejo Editorial N u m e n
Samuel Bernal
Joel Castillo
F ra n c i s c o E s t ra d a
Corrección
D a n i e l B a r ra g á n

Portada:
El hombre de papel (2010) de
José Luis López Galván.
Óleo sobre tela.
90 x 80 cm.
 N umen 5 / abril - junio 2010
Monólogo de los que no tenemos sombra

Andrea Olson

Soledad tu cara
no es de una sola máscara
hemos tomado en nuestras manos
tu pulso y encontramos: el corazón,
la hiedra, los alacranes,
tu cuerpo de niña.
Rodolfo Quintero

Los mendigos coleccionamos siluetas


Lo nuestro es la lluvia,
ese lenguaje que sólo entienden los tristes,
Por voluntad del radiante y (por
los que saben que los pájaros son el color del aire qué no) carismático Helios, 1985
corría con gracia y sin contra-
y las sonrisas, adelfas quietas en los labios
tiempos. Andrea aparecía en-
tonces sobre tierras tapatías: ¡y
cómo negar la intervención de
Ellos, los tristes, se parecen a nosotros:
Hestia en este enjuague! Bien
Buscan un contrabando de murmullos, podría decirse que esta niña
creció bajo los murmullos de al-
la algarabía de los huesos
gunos dioses metiches antiguos:
que se confabulan con sus semejantes, Apolo fue de los más obstinados,
¡estará contento ahora que nos la
por un instinto rebelde al silencio
maleó! Pero, para insistentes, las
palabras de Brigid que marcaron
hondamente a la pobre Andrea:
Los mendigos burlamos la leyenda de otras voces,
nomás aferrada a las páginas
los relatos de otro cuerpo, manoseadas de libros y libros de
pura sensiblería. Y sí: desde 2008
porque nos entregan a la desgracia de las manos vacías
le dio por estudiar Letras. ¡Por
Dagda! ¡qué pena, de veras!

N umen 5 / abril - junio 2010 


Lo nuestro no tiene réplica en cualquier sombra:
Somos niños que no comparten sus latidos

Los mendigos tenemos nombres de humo


(breves prólogos de nostalgia)
Somos ventrílocuos de la palabra en singular
y coleccionamos siluetas, murmullos y nombres
para que algo acompañe a nuestros huesos en su soledad

 N umen 5 / abril - junio 2010


Cuánto, cómo, dónde

Fe d e r i c o J i m é n e z

Todos soñaban cuánto, cómo, dónde.


Una noche, el búho, que es más sabio, aburrido de los sue-
ños del hombre, decidió tomar una siesta de cien años. Ron-
caba, y roncó tanto que, además de que no dejaba dormir a la
gente, la sabiduría le salía por el pico y comenzó a caerle a los
perdidos transeúntes que pasaban por debajo; éstos volteaban
asombrados aunque después sus rostros se tornaban soberbios
y altivos. Creían saberlo todo. En cien años el hombre no soñó.
Al despertar, el búho miró asombrado el espectáculo de peleas
políticas, problemas sociales y dramas familiares. Interminables
riñas por ver quién era más sabio. Ahora todos sabían cuánto,
cómo y dónde.
Un día, el búho subió al edificio más alto, miró a las gentes
que también lo voltearon a ver y les dijo: qué. Un silencio abra-
zó a la ciudad desde los drenajes hasta los pisos más altos de los Se sabe que Federico nació en el
intenso verano tapatío de 1983,
edificios. Las caras pasmadas reflejaban el retorno del hombre
y que su decisión de enrolarse
a lo primitivo. en el universo literario se originó
por el contacto con los garaño-
nes de la ficción. Con el paso de
los años no se arrepiente. Para
él, siempre importa cuánto se
puede descubrir en una re-lec-
tura de Paz, Borges, Galeano o
Valadés. Son las artes plásticas el
filtro para entender cómo se ve la
realidad. Sobre dónde ha publi-
cado, se responde que en Antes
de dormir, Apócrifa y Papalotzi,
entre otras.

N umen 5 / abril - junio 2010 


Convengo que el absurdo

Jessica Mora

Convengo que el absurdo


es comparable con la coincidencia.
Convengo que el mañana
no es más que un trago del hoy,
un instante
camuflajeado por las horas,
no obstante
más briago
que el vodka ingerido anoche.

Casualidades,
finalmente meras casualidades,
retrógradas imágenes
Entraña lo entrañable: sin notar-
diluidas en la botella
lo apenas, en Jessica Mora (1986)
se fueron alojando de a poquito calcinadas
los desvergonzados de siempre,
por la resaca de hace cinco minutos.
comandados todos por Rayuela.
Le pasó lo que a muchos: nomás
empieza uno a leer las primeras
Amontonadas corcholatas de olvido,
líneas y los desfachatados se ins-
talan luego, luego y a ver quién extirpados corchos del ayer.
los mueve. Eso de andar con li-
bros en las entrañas cómodo no
es, por eso, tras prescripción mé-
dica, Jessica (octavo semestre)
los va sacando de la única forma
que hay: escribiendo. Su trata-
miento ha dejado, entre revistas
y blogs, publicaciones en la Perla
y el Puerto.

 N umen 5 / abril - junio 2010


Horizonte de sucesos

Carlos Armenta

“Not only does God play dice, but...


he sometimes throws them
where they cannot be seen.”
Stephen Hawkins

La trágica caída del lonche en sus pies. La cátsup desparramada


en sus zapatos de piel —casi como sangre de asesinato jolivu-
dense. Su cara, sus ojos pelones de máxima incredulidad, la
típica mueca del asombro puesta en su rostro. El físico se acerca
cauteloso, pies de puntitas, y luego no por aquello de que la
cátsup en el piso hace que la fricción se reduzca y todas esas
cosas de la inminente caída.
El entorno: cosa de ciencia ficción o, acaso, ¿veracidad?
Pero no y no porque, ¿cómo —tan de pronto— a medio parque?
¿Y las investigaciones en los costosos laboratorios? Quién sabe, Guadalajara, 1989, y… ¡pum!,
acercarse, lento, para aseverar el increíble fenómeno nunca an- Carlos entra en escena, éxito re-
dondito, conmoción de concu-
tes visto. ¿Einstein-Rosen dirá el lector? Habrá que lanzar una rrencia (sorbederas y pucheros
roca, una bola de papel aunque al final para qué, cómo saber. incluidos). ¡Zas! que ya llovió. Dos
años tac tuc, tac tuc en los pasi-
Pero la cosa es poder mirar al físico —corbatita con estam- llos-aulas de Letras. Y mientras el
pado horrible—, tremolando despacito, absorto, con la cabeza tac tac, sus meros moles: Zzzoñar,
el etsbots: tac toc tic frenético, pe-
repitiendo ecuaciones, montón de números y equis y yes. En lis en el Cineforo, Clifford Brown
las micas viejas de sus lentes, el reflejo: una ventana, la puerta y su tararí tararí… ¡Zap! y a callar:
María Félix y Dolores del Río lo
entre espacio-tiempo, jale y empuje y ¡puf! Veinte años después contemplan desde páginas ama-
—o antes— en un punto desconocido —o conocido porque la rillosas de antigüitas.

N umen 5 / abril - junio 2010 


posibilidad también cabe— del universo. ¿Meter la punta del
pie? ¿Asomarse con la cabeza entera? El físico escupe a través
del agujero. Nada. Espera. Tiene miedo. Ya no. Mira para todos
lados. Quisiera que a su alrededor hubiera edificios increíbles,
ciudades construidas por arquitectos greñudos, despeinados
y atrozmente insensatos; palacios edificados por chiflados de
muecas horripilantes; casas de colores lacerantes a la vista que
no tuvieran una sola puerta ni una sola ventana. Pero no. La co-
tidianeidad, la estúpida realidad siempre tan normal: la pinche
vida.
Aceleración en el corazón en constante ascenso. Embebido
por el suceso que tenía delante, recuerda —a manera de con-
juro maldito— las palabras de Hawkins (tiempoyespaciosonfini-
tos; tiempoyespaciosonfinitos; tiempoyespaciosonfinitos). Ar-
riesgarse, no más.
Entonces puedo confiar la hermosa imagen de un destello
de color azul, suave y uniforme, que se aleja de manera lenta,
volviéndose pequeñamente imperceptible hasta que, sin saber
cómo, desaparece. Pero hasta ahí: el narrador —omnisciente-
mente cobarde— no tuvo el suficiente valor de cruzar el umbral
y seguir a su personaje hasta el fin de la travesía.

 N umen 5 / abril - junio 2010


Pupilas de alabastro

Alondra Angélica Ramírez

Él se comía las alhajas frías cuando en el parque no había


colores
podía besar con las retinas sin despegar los pies.

OjO

el mar dejó sus ojos en la orilla,


una niña pisó todo lo que la arena le lloraba
la espuma se la llevó de las greñas,
la niña salió sin parpados

OjO

espuma que construyó una bicicleta de pulmones fijos,


con ruedas buscando anteojos para reconocer ciudades Alondra (1981) nació por error
en Gualajara. A ella le tocaba
que él acosaba con su calendario maya
leerse Gog en italiano, y nos la
¿pudiste ver los desiertos azotar Guadalajara? tapatizaron; lo de ella era cantar
los Beatles sin las vibrrrantísimas
¿las parteras murieron porque no las miramos?
erres hispanas, y aquí nos la de-
crécele córneas que seduzcan jaron; tenía todo para escuchar
a Arvo Pärt en ondas estonianas
de veritas, para recitar el Corán
OjO de memoria, pero cayó entre
magueyes. Parada ahora desde
el español, su lengua, Alondra
Retazo de las calles que se salvaron de la inundación Ramírez (egresada en 2007)
amasa sus posibles escenarios
mar — volcán — laguna — tren
negados y los convierte en pala-
niña, no te acerques, es un reguero ciliar. bra e imagen.

N umen 5 / abril - junio 2010 


Luna

Fr a n c i s c o E s t r a d a

Clac. Se desprende el primer bloque y 5 ó 6


manos lo aseguran a la maquinaria que entra
despacito despacito para que ninguna de las le-
janas casas más cercanas los escuchen. La grúa
baja y pone en la plataforma del camión la pie-
dra del 1 marcado en rojo. Y clac clac toda la
noche.
Temporada baja. Los comerciantes abren
sus puestos y los vecinos se levantan en la ma-
ñana con media Luna. ¡Ah, chingá! ¿Y la otra
mitad? ¡Ésos, los de guantes! La gente se les va
acercando y rodea al guanterío; preguntan-re-
claman: ¿Qué están haciendo? ¡De esto vivi-
mos! No hay respuestas. Los de guantes se ale-
Con veintiuno —yastá grandote,
pues—, y Francisco no deja de jan (los corren) a empujones; su turno termina,
darle lata a las palabras que ni
otros vienen a terminar el trabajo. ¿Otro turno?
se llevan con él: tan tranquilitas
ellas. Son pocos los días en los ¡Ni madres!
que más de alguna no sale des-
Vecinos-comerciantes forman una barrer-
calabrada o como volada por
cuetes. No crean: a veces se cansa humana y envuelven la Luna. A ver quién es
de chiquear a la lengua. Enton-
el valiente dentre los segundos pares de guan-
ces, ocioso como es, recorre las
ciudades gastando suela o ha- tes que sigue con el clac clac. ¡Corran a cerrar
ciendo sudar a la imaginación, se
la entrada!; hoy nadie visitará la ciudad de los
revienta los oídos con música en
vivo o, simplemente, anda erráti- dioses. Pequeños grupos bloquean las entradas
co con un Boing en la diestra. Del
de la Calzada; esta vez ni los muertos se pasea-
2006 para acá también estudia la
licenciatura en Letras. rán por ahí.

10 N umen 5 / abril - junio 2010


Las noticias vuelan, y en chinga. Tele, radio,
periódicos. ¿Qué está pasando? ¡Nos mocharon
la Luna, los canijos! Montoncitos de turistas, los
que siempre visitan el lugar en marzo vestiditos
de mantablanca, y los curiosos, afuera: ¡Quere-
mos saver! El sol se pone justamente arriba del
Sol y aún no pasa nada, no pasa nadie.
El Gobierno también vuela pero en heli-
cóptero. Tras las nubes se figura una figura que,
quién se figura-ría, viene a apaciguar el relajo.
Desciende verticalmente y se planta sobre lo
que sobra de la Luna —media, cuasimenguan-
te— como la Inmaculada en la morisca: lunas
y lotras aplastadas. Conmoción expectante. Se
abre la portezuela y un traje con un hombre
aparece de un saltito agraciado.
¡Paz! Y paz proclama el megáfono del traje
con hombre. Silencio, mucho. Se anuncia: ¡La
oferta del respetable Herr Sauerbier —y de sus
aún más respetables euros— ha sido acepta-
da!: la Luna se va a Europa central. ¡¿Queque-
qué…?! Desencaje, furia, impotencia, gritos,
frustración, cacareos versus dema—siada—go-
gia perfecta: ¡El nuevo Plan de Promoción y
Difusión del Patrimonio, aprobado por el Sena-

N umen 5 / abril - junio 2010 11


do, traerá desarrollo y expansión al país! Más
turismo, eso seguro: la Luna los traerá al Sol.
Más presupuesto para una remodelación y res-
tructuración del lugar; los dioses por fin vivirán
en un sitio a su altura. Más préstamos para los
nanochangarros. Más trabajo. Más dinero. Ade-
más, la Luna es un monumento menor. ¡Pero,
claro! Porras, porras y no porrazos para el traje
con hombre que se aleja solemnemente hacia
arriba, hacia el Sol. ¡Eso es visión, carajo!

12 N umen 5 / abril - junio 2010


Recuerdo

Lorena Flores

Recuerdo esa tarde con sueño, la boca pálida, los dientes de


puño, ojeras grandes y profundas: ojos marrones. Recuerdo esa
tarde con sol y los ojos marrones mirando sin mirar, vacíos, si-
guiendo como dementes los rayos absurdos del sol.
Recuerdo esa tarde envuelta en sudor, en calor que inun-
daba la espalda, las sienes, tarde del ojo marrón acariciando
las cabezas ajenas. La tarde de los brazos flacos y desgarbados,
con manchas coloridas, dolientes; axilas sin vellos, sin pudor,
sin marcas.
Recuerdo los asientos sin gente, las monedas sucias pasan-
do de mano en mano, de ojo en ojo que las contemplaba, en
la vista apagada de alguna oruga dormida, de alguna boca mal-
tratada. Recuerdo las tardes con olor a rojo, a hoja machucada
El talento viene en empaques
y hoja muerta, a polvo de hojarasca que tiembla mientras la diversos: hay quien puede co-
convierten en escena mítica, en paisaje oculto. mer pinole y chiflar entonado al
mismo tiempo, quien sabe matar
Esta tarde se hizo para festejar todas las tardes sin manos pulgas con otro dedo que no sea
guardadas, ocultas dentro de un pantalón que dialoga con su el ideado para tal faena, quien es
capaz de ver estrellas fugaces en
modelo anatómico, que cantan y nos aseguran que en ninguna las noches nubladas… Lorena
parte hay permanencia. Recuerdo un lugar sin lugar. (Guadalajara, 1986) asevera que
está en facultades de explotar su
mayor talento: vivir. En el ejerci-
cio de su competencia hasta se
da el lujo de preparar una tesis
sobre Roberto Arlt y de darse sus
escapadillas: cine, música y más
literatura. Por si fuera poco, perti-
naz aparte, el año pasado egresó
de la licenciatura en Letras.

N umen 5 / abril - junio 2010 13


Zenzontla

Gerardo Esparza

Arrepentirse...de nada.
El tiempo se acaba.
Y aún siento, lo sé porque tengo frio.
Sonia Santillán Contreras

Experimentó la paz de los vencidos, y salió.


Elmer Mendoza

Bebe de a poco, con calma; sorbo a sorbo va


pensando en ella, en su cuerpo que es lumbre,
en su necesidad de apaciguar los ardientes ti-
La mejor fórmula para encontrar
el goce es, como dice Gabriel zones que son sus piernas. El licor sosiega la
Zaid, “Leer en bicicleta”, conse-
necesidad de ir a buscarla, gritar lo que piensa,
jo que Gerardo Esparza Rivas
(Bellavista de Acatlán de Juárez, lo que quiere. El eco del viento y la noche es-
Jalisco, 1983) sigue al pie de la
tremecen su cabeza. La mujer ajena también.
letra: dejó los Estudios Políticos
y de Gobierno para cursar ahora Parsimonioso, se levanta del comedor. Se
el sexto semestre de Letras. Ri-
escucha por toda la casa su caminar farragoso,
guroso lector y crítico de la lite-
ratura mexicana contemporánea el rumor de los muertos retumba en este va-
además de la realidad social de
cío. El comedor es un islote ante la ausencia
un país deshecho por la eterna
crisis, ve en la difusión de la li- de muebles. Una vela, un ilógico faro que no
teratura infantil una luz al final
guía a ningún lugar. Sirve un trago más. El licor
del túnel. Claro, el camino es me-
nos sinuoso si se hace en bírula recorre la garganta, cae de golpe al estómago,
acompañado de una buena rima
a los pensamientos.
y estridentes loops de hip hop.

14 N umen 5 / abril - junio 2010


Piensa en ella. Piensa en su hermano, en lo
irracional de la idea: caminar días bajo el sol de
marzo para pedir un milagro, una cura. Dormir
a la deriva del camino, al lado de ella, buscan-
do su calor para después seguir caminando sin
calma y llegar adonde la virgen.
Inútil y ridícula idea. No, no duda del po-
der milagroso de la virgen; duda de la fuerza de
su hermano llagoso, enfermo: un bulto. Él no lo
cargara durante tanto tiempo, tantos días entre
páramos absurdos.
Vuelve al comedor. Las sombras van po-
blando su casa, su mente. Un trago más. El ter-
cero. Bebe con ansia. Vista nublada, tempera-
mento melancólico. Va al espejo. Reflejo reple-
to de oscuridad, deforme, pesado. Se agolpan
milenios en la mirada de Caín que le devuelven
sus ojos.
No, no irá: no servirá de animal de carga,
de buen samaritano. Ya no. Ha estado a su lado
desde las ampollas moradas. Estuvo ahí cuan-
do las ampollas se convirtieron en llagas por
donde sólo salía pus. Cuando las ámpulas es-
currían dolor. No, no caminará ni hará caminar

N umen 5 / abril - junio 2010 15


al achacoso de su hermano. No resistiría. No
merece morir así, a mitad de la nada. Que ella
acepte caminar días con sus noches lo entien-
de. Aún es la mujer de su hermano. Aún.
Piensa en ella. Piensa en Natalia, en su
cuerpo que es lumbre. Piensa en él: no acce-
derá al fratricidio de caminar en busca de un
milagro.
Último trago. La botella, vacía; la luz, au-
sente. Los pensamientos de a poco también se
van.
La noche invade todo. Botella se quiebra.
Reflejo de frío metal. Toma su pistola. Corta
cartucho. No irá a Talpa.

16 N umen 5 / abril - junio 2010

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