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ANTIFILOSOFIA Y MUJER: TONTERIA DE NIETZSCHE “Uno de ellos guio la conversacién al tema de las mujeres. Mas filoséfico hubiera sido no decir nada de eso; pero hay personas de ingenio que, después de haber bebido, no menosprecian las conversaciones triviales. Oyen al que habla como se oiria ‘iisica de baile”. Baudelaire, Poemas en Prosa Que la muerte de Dios haya traido aparejada la extincién del Hombre, ssignifica también que en esta barbara carambola de asesinatos haya que dar por interfecto al mentado Otro? Es asaz probable que el psicoanilisis -;hay eso?- le deba bastante mas de lo que desea a esto venido de Nietzsche; mas, a la fecha, que a lo que doné Schopenhauer a la doctrina freudiana del inconsciente, aun cuando Dios efectivamente no existe -traducido: no hay Gran Otro- pero es inconsciente—porque hay Otro-. No slo qué quiere una mujer -ésta- » qué quiere el otro, parece la gran pregunta del medio-sujeto que queda cuya respuesta no puede venir simplemente de su propio sistemita consciente, mas dado a contestar a ;qué quiero? ;Qué puedo hacer -qué puedo ser- con lo que quieren de mi? — sera esa una inquisicion mas afortunada?-. Mas cercana a la cuestién sartreana: ;qué puedo hacer con lo que hacen de mi?... Después de revisar las innumerables alusiones a la mujer en el texto nietzscheano, podria volver a avalarse aquello de que “no existe la mujer”. Mas parece: la pregunta por la mujer adquiere un rango inédito en la historia de la filosofia, la que en todo caso se consagré a brindar -en adendas y pies de paginas- unas pocas respuestas concisas que no parecian ni siquiera provenir de una pregunta. Como mucho los filésofos en sus ratos libres y desde antiguo, mientras deponian la pluma y dejaban descansar al papel, se preguntaban si debian casarse ono. La mujer que deja Nietzsche parece mas bien cerrar la filosofia, y hacer que se abra -y abrirse a- la antifilosofia. La mujer, si verdad, hace volar la metafisica, por mas que Heidegger se hiciera el sota. Es Ja tesis de los Espolones de Jacques Derrida? Bien, me atrevo a afirmar que yo tengo las orejas mds pequefias que existen. Esto interesa no poco a las mujercitas, me parece que se sienten comprendidas mejor por mi. Yo soy el antiasno par excellence y, por lo tanto, un monstruo en la historia del mundo; yo soy, dicho en griego, y no sélo en griego, el anticristo. (Anticristo) Delatar misoginia sin ver el golpe de martillo asestado al principio ontoteoteleofalogogico, parece un poco zonzo. Nietzsche aporta lo suyo a la visibn clasica del patriarca de Occidente, con una furia que asusta a los comedidos, pero a la vez logra penetrar lo femenino —el antidogmatismo- y ser penetrado por. El filésofo taurino -como dogmatico- es un semental estéril. Desflora pero prostituye, no da vida. La mujer tiene razones que la raz6n no conoce (Pessoa imputaba a Nietzsche el ser inviablemente el “Pascal del paganismo”). El filésofo artista no va a apafiar a las mujeres, menos cuando aparecen como la primera minoria machista, ya en la estrategia femenina - querer al macho-, ora en la estrategia feminista —querer serlo-. Evidentemente este es el Nietzsche que esta detras de Lacan cuando Ja verdad es no-toda. jSignifica que la via regia del conocimiento esta mas alla del goce falico, algo asi como la “critico-mistica” de Macedonio? Un sujeto nietzscheano—monstruo paradojal- no podria ser otra cosa que un andrégino, en el que guerrean y deponen armas lo femenino y lo masculino. Lo que recuerda la corriente del feminismo nietzscheano presente es que “no hay verdad sobre la mujer en si”. No hay cosa en si, la sensacion de profundidad que producen a veces ciertas mujeres —segtin afirma en El Crepusculo...-, se corresponde con esto: no tienen fondo, debajo de su velo de Maya aparece otro velo. Das Weib ist noch nicht einmal flach: la mujer ni siquiera es superficial. Paragrafo 63 de Gaya Ciencia: el poder y el encanto de la mujer, la magia y el efecto mas potente (Zauber y méichtigste Wirkung), es la accién a distancia (eine Wirkung in die Ferne): su efecto en la distancia (“hacer sentir su lejania”, escribe J. Derrida). Distancia que aplaca el ruido masculino con un lenitivo de silencio. La clave para seducir y no dejarse seducir -anota Derrida- es mantenerse a distancia de esa distancia, no sélo como amparo de su fascinacién sino cuanto fortaleza para experimentarla. En lo que se llama mujer esta el nticleo del fracaso de la identidad, eso separa y se separa de si. No esencia de la mujer, no verdad de la mujer, no verdad de la vida ni verdad de la verdad. “Mujer es un nombre de esta no-verdad de la verdad” (Derrida). Entre la mujer y el filsofo -como tonto “dogmatico” de acuerdo al prélogo de Ms Alld...- se ve que el ultimo llega a creer en la mujer como verdad, pero la mujer no cree en eso. La “condicién femenina” es ser esa verdad que no existe para ella. El filésofo de Nietzsche cree que la mujer es verdad pero la mujer de Nietzsche —que es verdad- sabe que no hay verdad. Es la irrelacién del crédulo y la escéptica: el malentendido. Es mujer en cuanto no cree en la verdad. Lo que prueba la mujer al advenir distancia es que todo lo que se dijo de ella era un malentendido (...sich schlecht auf Weiber verstanden...). La mujer de verdad es la que no se deja conquistar (ibid.), mas que el eterno femenino el sempiterno “continente negro” que declaré Freud. En su galimatias siempre afortunadamente pedante “este distanciamiento de la verdad que se sustrae a si misma” es para Derrida “la operacion femenina”. Si la verdad es el velo no hay verdad, es como impensada que aparece la mujer en cuanto distinta de si; su querer, su ser, son “en si” indecibibles, salvo cada vez, y cada vez erréneamente. El gran sujeto de la sospecha en Nietzsche son las viejas, cuyo escepticismo supera al de todos los hombres juntos (Gaya Ciencia 64). Skepsis des Weibes. Escepticismo y velado disimulo. Escepticismo ante la profundidad de quien sabe que no hay fondo alguno; disimulo de las que parecen profundas, justamente porque no se les encuentra el fondo jams. La mujer no es un discurso, como la vida no es un argumento, irrumpen con su diferencia de si donde se escapan de lo enunciado. Derrida anota que a la mujer no le concierne esa verdad, aquella con la que la circunscribe el discurso masculino, le resbala. ;Qué quiere el feminismo? Quiere la castracién jincluso en la mujer!, anota Derrida. “A las mujeres les interesan poco los hombres no egoistas u objetivos” (Nietzsche textual), salvo a las feministas, solteronas con afan de solterones. Quieren creer una verdad que no es mujer, o bien quieren la verdad de la mujer. He aqui el gran afeamiento (Verhdsslichung) occidental que nos toca in crescendo dia a dia. Y en verdad las mujeres feministas contra las que Nietzsche multiplica los sarcasmos, son los hombres. (...) El feminismo es la operacién por la que una mujer quiere asemejarse al hombre, al fil6sofo dogmético, reivindicando la verdad, la ciencia, la objetividad, es decir, con toda la ilusi6n viril, el efecto de castracién que conllevan. sQué quiere esta mujer? Aca Nietzsche se pierde con toda lucidez: quiere la Aufkldrungde y sobre si, o mas bien busca un nuevo adorno (Putz) con el que engalanarse pero en todo caso para meter miedo (Furcht)? Mas Alld... 232. Nuevo rulo u ornato de la mujer, en caso de que no quiera ser un castrato: quiere el dominio (Herrschaft) no la verdad (Wahrheit)... Al contrario la graciosa -delicada y tierna- tonteria (zarten Thorheiten) de la verdadera mujer - cuya gran preocupacion y arte son la belleza la apariencia, la mentira, Liige, Schein, Schénheit- empuja al hombre a dudar de su propia profundidad seriedad y gravedad: lo empuja a la verdad... y a la vida... Es esa Thorheiten —tonteria- de la verdadera mujer la que permite revelar esa misma Thorheiten —locura- del macho dogmatico y crédulo, La tonteria de los encantos femeninos, advienen epifanicos, previenen al varén de su locura (“la locura del ser” llamaria Macedonio) ontoteoldgica o falocéntrica, a la que ensefia a no darle crédito, de la que deberia aprender a sacar rédito, que es otra cosa. Pero hete aqui el gran usufructo histérico que la mujer —la verdadera- encuentra en el discurso feminista —mas alla de la linealidad idiota de la castrada dogmatica-: ejercer un poder, meter miedo. Rédito que -la experiencia parece probarlo con la inundacién de desesperadas y deprimidas- se le vuelve ruina en cualquier abrir y cerrar de ojos. El transito histérico de la modernidad es un paso del “Furcht vor dem Manne’, el miedo al varon, al propinarle miedo. Demasiados rodeos dio Freud, y es posible imaginar la risa postuma de Fritz. Ya ahora se alzan voces femeninas que, jpor San Aristéfanes!, hacen temblar, se nos amenaza con decirnos con claridad médica qué es lo que la mujer quiere ante todo y sobre todo del varén (was zuerst und zuletzt das Weib vom Manne will). ;No es de pésimo gusto que la mujer se disponga asi a volverse cientifica? Hasta ahora, por fortuna, el explicar las cosas era asunto de varones, don de varones (Ménner-Sache, Méinner-Gabe) - con ello éstos permanecian «por debajo de si mismos»; y, en tiltima instancia, con respecto a todo lo que las mujeres escriban sobre «la mujer» (was Weiber iiber "das Weib" schreiben) es licito reservarse una gran desconfianza acerca de si la mujer quiere propiamente aclaracién sobre si misma (ob das Weib iiber sich selbst eigentlich Aufklérung will) - y puede quererla (und wollen kann). Ese torpe cientificismo de la feminidad quiere un Selbst-Entbléfung, una auto-exposicién, auto-desnudamiento a la luz de todo. “3Es tal vez la verdad una mujer que tiene razones para no dejar ver sus razones?” —Gaya Ciencia- “;La verdad? jOh, usted no conoce la verdad! ;No es ella un atentado a todos nuestros pudeurs?” — Creptisculo-. Lesiones de falosofia, se conoce este cuento socarrén y freudo-lacano: Ich, Plato, bin die Wahrheit: “Yo, Platon, soy la verdad”; asi arranca el derrotero del mundo verdadero y de la idea, en el famoso libelo del Creptisculo —u Ocaso-; pero la idea se vuelve mujer y se vuelve cristiana, después de Platén la castracién, “la operacién femenina”, que “es una operacién de la mujer contra la mujer, no menos que de cada sexo contra si mismo y contra el otro”, educa J. Derrida. El filésofo larga la idea pero la verdad feminizada se Je escabulle ligera y artera en la distancia. La metafisica no es mas que la pornografia teorética, la saga del malogro de los imptidicos, de los violadores fallidos. Adorno, mentira, disimulo, arte: das Weib ist so artistisch. Los actores, los judios, los especialistas,... las mujeres (GC, 362)... también entra la mujer en esta serie, el eterno lumpen mas bien, martires de la comedia universal, pobristas astutos, el imperio moderno de la bajeza y la estupidez: la democracia, el capitalismo, el socialismo. En efecto el filésofo-artista -sofista 0 antifilésofo- debe “devenir mujer”... aunque no devenir histérica (= “falsedad instintiva, el placer de mentir por mentir”). Pero entre los artistas y entre las mujeres, hay que distinguir entre histridnicos -afirmativos- e histéricos -reactivos-. Se dice ahora —contra la tradicién freudiana- que hay mas histéricas entre los varones que entre las mujeres (Colette Soler en Lo que Lacan dijo de las Mujeres). Arracima histéricas y mujeres su comun remisién al Otro, pero mientras unas gozan con devenir el falo de, las otras hacen lo propio con devenir el sintoma de. Nietzsche denuncia: la histérica acaba hipnotizando al sabio, al médico. El filésofo hace de la mujer una histérica. Ella le insemina un dogma, que es un embarazo psicolégico. Si se quiere: metafisico. Es menester el sofista para ponerla en perspectiva como sintoma, para partir en dos. En cuanto a la mujer de Nietzsche, Derrida extrae —para su molino y el del publico presente- conclusiones tajantes que insatisfacen a los que se consuelan con el mito escolar del martillero miségino. El Ewig- Weiblichen o eterno femenino esta ahi pero no hay la "Weib an sich" -respetando las comillas nietzscheanas-. En suspenso —pone el argelino- el quid de qué es la mujer. En adelante no podra ya buscarse la mujer, la feminidad de la mujer o la sexualidad femenina. Al menos no podrén encontrarse mediante una modalidad conocida del concepto 0 del saber, incluso en el caso en que no se pueda dejar de buscarlas... No hay, por lo tanto, verdad en si de la diferencia sexual en sf, del hombre o de la mujer en sf; por el contrario toda la ontologia presupone, recela esta indecibilidad de la que es efecto de reconocimiento, de apropiacién, de identificacion, de verificacion y de identidad. sTantos feminismos como mujeres? Repasando: un feminismo que pide ser castrada, otro que quiere volver a castrar al var6n y un tercero que es la seduccién inconsolable de las marimachos castradas prometiendo a la mujer de sus desvelos lo que el varén quiere retacearle. Las mujeres deberian callar sobre las mujeres, sobre su “verdad”, eso ensefia Nietzsche tanto como dice que “sobre la mujer se debe hablar tan sélo a varones”. De manera que escribir sobre las mil verdades de la mujer exotéricamente, abierto al publico las 24 horas, y no para un circulo cerrado de condottieri cultivados, conlleva un despropdsito e infortunio que el propio autor padecié. Los folletos feministas con aspiraciones a ser nietzscheanos que proliferan con el mundo estan siempre al borde del chasco. Con el varén puede pasar lo propio, pero es claro que la verdadera mujer nietzscheana, no necesita hacer uso de Nietzsche. “Cuanto més mujer es la mujer, tanto més se defiende con manos y pies contra los derechos en general: el estado natural, la guerra eterna entre los sexos, le otorga con mucho el primer puesto”. La mujer actual puede servirse por igual de su servidumbre empoderada y de su castrada emancipacién -sacada de la boca o de las idiotas o de las homosexuales que quieren arrastrarlas para si sacandolas del redil masculino-: helas por todos lados cocoritas y prepotentes... y sin embargo, helas también convertidas en un hombre débil 0 en una fémina frustrada. Al elevarse a si misma como «mujer en sf», como «mujer superior», como «mujer idealista», quiere rebajar el nivel general de la mujer; ningtin medio mas seguro para esto que estudiar bachillerato, llevar pantalones y tener los derechos politicos del animal electoral. (Ecce Homo) Si la verdad y la vida son mujeres, entonces la filosofia, puede tranquilamente volver a su origen erdtico-sexual, aunque mas no fuere como antifilosofia. Podria aparecer como un saber faire con la mujer valido para vaginicos y pénicos, ya que ambos tienen que vérselas con ello. 3Dénde la mujer? Como la Eterna de Macedonio: en ninguna parte. Suen sies el trasmundo—la muerta-. Los alucinados por el trasmundo son los que ven como se les escapa la chica en su empuyje al otro. La fantasmofisica del asombro sigue su juego de preguntas y respuestas. Perspectivismo de la castracién en cada caso en cada instancia? La verdad es una ladilla, un picor de la sexualidad masculina: la metafisica o falosofia, enfermedad venérea. La sexualidad femenina cultiva la epoché. Morir de sifilis es, paradoja del perspectivismo, una muerte filos6fica pura, parabola. Lo que concibe el grave metafisico gravido no es mas que un concepto. El concepto es el hijo del fildsofo -prédigo o bobo- pero la verdad no es un concepto. Derrida reduce el asunto a la eterna rueca del estilo -es el hombre- y la escritura — mujer-. Entre el hombre y la mujer existe la relacién textual, que es la no-relacién sexual. La verdad, la mujer, la vida, no cesan de no escribirse.

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