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PENSAMIENTO CRITICOIPENSAMIENTO UTOPICO Michel Serres Coleccion dirigida por José M. Ortega 91 LA COMUNICACION Hermes I [Al ANEHROPO VAA\ corroniat bet nomane “a comunicacin Homes 1/ Michel Sere; aden de Roxana Pen Barcelona Aniopes, 1996 ‘$0 p20 cm. —(Pensamiento Cro /Pensamieto Utépco: 91) Bugg tgs a cmmanaton 1, Comuniccin-Floua_2. Hermes (Dh rings) - Cia, Integral, 1 Poet Roxane Th hoki Soke a ‘Titulo original: Hermes 1. La communication (Paris, Minuit) Traduccién cedida por Editorial Almagesto, Buenos hive, Primera elisén en Editorial Anthwopun: 1990 © Baitorial Anthropes, 1996 Edita Editorial Anthropos ISBN: 84-7658.428-8 Depesito legal: B. 16.375.1996 Disefo,realizacion y coordinacién: PLURAL, Servicios Editorales (Narino, SL), Rubt Tey Fax (93) 697 22 96 Impresin: Elim, S.CCLL, Badajoz, 147. Barcelona Impreso en Espana - Printed in Spain Para Maurice y Suzanne Capul INTRODUCCION La red de comunicacién: Penélope ‘Antes de ser seducida por Zeus bajo el aspecto de serpiente y de concebir asf a Dionisos, Perséfone, abandonada por Démeter en la gruta de Cyane, habia ‘comenzado un tejido en el que repre- sentaria el universo entero. (Segiin relatos érficos) Imaginemos, dibujado en un espacio de representacién, ‘un diagrama en red, En un instante dado (porque veremos ‘ampliamente que representa un estado cualquiera de una situacién movil), est4 conformado por una pluralidad de puntos (cimas) unidos por una pluralidad de ramificaciones {caminos), Cada punto representa, ya una tesis, ya un elemento efectivamente definible de un conjunto empirico determinado. ‘Cada camino es representativo de un contacto 0 relacién centre dos o varias tesie, 0 de un flujo de determinacién’ entre dos o varios elementos de esa situacién empirica. Por defini- ‘cin, ningiin punto se privilegia con respecto a otro, ninguno ‘se subordina univocamente a tal o cual; cada uno tiene su propio poder (eventualmente variable en el curso del tiempo), fu zona de irradiacién y también su fuerza determinante original. Como consecuencia, aunque algunos puedan ser {dénticos entre ellos, en general son todos diferentes. ‘Lo mismo sucede con los caminos que respectivamente \ Cuando hablamos de daterminacién, entendemos por ella relacign o accién en general: puede ser una analogia, una deduccién, Ge influencia, una oposicion, una reaccién y asf sucesivamente, 0 __ icin serres transportan flujos de determinaciones diferentes, y varia- bles en el tiempo. Por ultimo, existo una reciprocidad profunda entre las cimas y los eaminos o, si se quiere, cierta dualidad. Una cima puede ser considerada como la inter- seccién de dos o mas caminos (una tesis pude constituirse como la interseccién de una multiplicidad de relaciones oun elemento situacional nacer, de golpe, de Ia confluencia de varias determinaciones). Correlativamente, un camino puede ser considerado como una determinacién constituida 2 partir de una correspondencia entre dos cimas precon- cebidas (cualquier relacién entre dos tesis, interaccién de dos situaciones, etcétera) Se trata, entonces, de una red en Ja que se maximiza a voluntad la diferenciacién interna de un diagrama tan irregular como posible, Una red regular de cimas idénticas y de caminos concurrentes, paralelos, o normales entre ellos y equivalentes serfa un easo particular de esta red “escalena’”*0, si se quiere, dada una red regular, hasta diferenciar sus eimas y sus eatuines, hacerios variar como sea necesario para obtener el model tanta cs io para obtener el modelo que pro- Por otra parte, pensamos que la re tacién formal de ua situaciin movil es decin gee senna globalmente en el curso del tiempo; por ejemplo, que un Punto o cima de la red cambia bruscamente de lugar (como una pieza de determinada importancia —rey, dama, alfl eteétera— sobre un tablero), y el conjunto de la red se transforma en una nueva red donde la situacién respectiva de los puntos es diferente, asi como In variedad de los caminos, Razonemos ahora de manera abstracta sobre este modelo y, en cada estadio del razonamiento, comparémoslo con el argumento dialéetico tradicional: 1-Dadas dos tesis, o dos elementos de situacién, es decir, “cx ew FF — compte a iL dos cimas, el argumento dialéetico plantea que existe un ‘camino y Sélo uno para ir de una a la otra; ese camino es “Jégicamente” necesario y pasa por el punto tinico de la antitesis de la situacién opuesta. En este sentido, el razonamiento dialéctico es unilineal y se caracteriza por la unicidad y la simplicidad de la via, por la univocidad del flujo de determinacién que transporta. Al contrario, el modelo precedente se caracteriza por la pluralidad y la complejidad de las vias de mediacin: es evidente que existen si no tantos caminos como se quieran para ir de una cima a otra, al menos una gran cantidad, proporcional al miimero de cimas. Bfectivamente, est claro que la marcha puede pasar por tantos puntos como se quiera y, en par- ticular, por todos. No hay ninguno que sea légicamente necesario: el mds corto, es decir, el circuito més corto entre Jos dos puntos en cuestién, puede eventualmente ser més dificil o menos interesante (menos practicable) que otro més largo, pero puede transportar més determinacién, y abrirse momentaneamente por tales o cuales razones.’ Desde en- tonces, el camino tinico (0 el conjunto de los caminos se- eccionados) que eligen la teorfa, la decisién, la historia — © cualquier evolucién dada de una situacion mévil— es seleccionado entre otros posibles, determinado entre una distribueion que puede ser aleatoria. El necesitarismo rigido de una mediacién tinica se sustituye por la seleccién de una, mediacion entre otras. Es una ventaja notable, es decir, una aproximacién m4s fina a las situaciones reales, cuya com- plejidad con frecuencia tiene gran cantidad de mediaciones practicables por derecho. Y esa ventaja se debe a la su- perioridad de un modelo tabular sobre un modelo lineal 0, més atin, al hecho de que un razonamiento con muchas entradas y conexiones muiltiples es mas rico y més flexible que un encadenamiento lineal de razones, cualquiera sea el motor de ese encadenamiento: deduccién, determinacién, 9 Esa indeterminacién del camino es la eondicién de Ia astucia. 2 MICHEL SERRES oposicién, eteétera. En particular, el argumento dialé deviens en eso restringido de esa red tabular yoncra gare encontrarlo, es suficiente homogencizar la red y cortar sobre ella una secuencia tinica con flujo determinante fijo, o tam. bién, proyectarlo sobre una linea tiniea. En todos los easos, Toencontramos como caso particular, como proyeccién desde un punto de vista restringido, Por lo tanto, hay pluralizacin y generalizacién de la secuencia dialéctica, por un pasaje a nivel del modelo formal, de la Iinea al espacio: el modelo cambia de dimensién; mientras que el argumento dialéctico creia haber flexibilizado y generalizado todo razonamiento anterior haciendo de la Linea recta una linea quebrada: por més quebrada que sea la linea, y por més que lo sea ‘umerosas veces, no obstante permanece en su dimensiGn,¢ . 2 De la linealidad a la “tabularidad’, se enriquece el nimero de las modiaciones posibles, y estas ultimas se ilizan. Ya no hay un camino y s6lo uno, hay un aiimero dado de ellos o una distribucién probable. Pero, por otra parte, ademés de la sutileza de las diferenciaiones apor- tadas a las conoxiones entre dos o més tesis(o elementos le situacién real), el modelo propuesto ofrece la posibilidad de diferenciar, ya no el mimero, sino la naturaleza y la fuerza de esas coneriones. El argumento dialéctico, por ejemplo, no transporta a lo largo de su linealidad mas que Bn tipo uniooco de determinacin, negacia, oposicion, superacién, cnya fuerza existe, cicrtamente, ‘peru nv es evaluada.' Razén por Ia cual nuestro modelo no es, por “La mayorta de las vecos esa dmensi ¢] eran problema filoseico de i tradicioncligiea otamporalidace E'moddaagu anaivade quiet eau asain ane oo cuencia y la secuencia. e is conso- slobalmente como determinant por fe tani seeaere ‘aximizada grosramente, Yin embargo, la peronda met oe lente que existen umbrales por debajo de los cuales una fuera ponent no determina nada. La natraesn atin ela sis no bara; esto es sabido entre le pensedoresdilécicos LA COMUNICACION 13 derecho, de ninguna manera reductible a un tejido complejo de secuencias dialécticas miiltiples: ese tejido sélo es un caso particular. Efectivamente, no introduce, en la multif nealidad de sus vias, la plurivocidad de los tipos de rela~ ciones y a evaluacién de su fuerza respectiva, eventual- ‘mente diferenciada. Al contrario, cada camino, representan- do una relacién o correspondencia en general, transporta un flujo dado de una aceién o reaccién cualquiera: causalidad, deduccién, analogia, reversibilidad, influencia, contradic- cién, eteétera, cada una cuantificable en su tipo, al menos en derecho. Y, por otra parte, cada uno de esos flujos puede ejercer, eventual y reeiprocamente, su accién sobre un tinico camino, lo que no permite prever ninguna secuencia dialéctiea: dos cimas pueden mantener entre ellas relaciones de causalidad reeiproca, de influencia reversible, de accion y de reaccién equivalentes, 0 incluso de accién de retorno (el feed-back de les cibernéticos). En fin, una cima dada puede recibir muchas determinaciones a la vez (o ser su fuente), cada una de diferente naturaleza, cada una diferenciada por su fuerza o cartidad de accién. La univocidad de la oposicién queda sustituida entonces por la diferenciacién de los tipos y de las cantidades de determinacién, donde cada cima es Ja extremidad o el origen de una pluralidad. El argumento dialéctico se encuentra aqui generalizado en lo que con- ciene a su motor 0 su dinamismo de determinacién. 3- Y puesto que una cima puede ser plurideterminada (y, por variaciones cuantitativas, subdeterminada, sobredeterminada, eteétera), es decir, representable por una interseceién ¢ confluencia de lineas o de acciones todas diferentes, incluso opuestas, relativa o estrictamente (causalidad, independencia, condicién, contradiccién, ana- logia, alteridad, etcétera), no se podria plantear la equi- valencia —es decir, la equipotencia— de cada una de ellas, para ser consideradas como extremidad 0 como origen, en Ja recepcién c en la fuente. De manera que esa red es muy fécilmente comparable a una suerte de tablero: sobre él existen peones con un poder equivalente en derecho, pero cuyo poder actual es variable seguin su situacién reefpr en un momenta dado, de acuerdo a la disposiién Gel conjunto de las piezas y de su distribucién compleja con respecto a la red de juego opuesta; pero también existen en al tablero piezas con poder diferente (rey, dama, torre, afi... que son origen (o recepeiones) de determinaciones diferenciadas, por definicién o naturaleza, segun cam; dados (lineas, diagonales, columnas, recorridos quebra- dos...), cayo poder también depende (como el de los peones equipotentes) de su situacién y distribucién temporaria ‘minaciones diferenciadas por naturaleza, cantidad de fo, ireccién y, correlativamente, elementos determinantes (0 determinados) diferenciados ‘por naturaleza y_situacién, Todo sucede entonces como si cada red fuera un conjunto complicado y en evolucién constante, que representa una situacin inestablede poder con una stil distibacio de sus armas 0 argumentos en un espacio irregularmente El argumento dialéctico es entonces 0 singularmente restringdo de una lucha contnea Con ona direceién constante, aunque quebrada, entre dos peones \inicos y equipotentes, es decir, entre dos elementos sepa rados por una distancia dada y constante sein una di- reccién privilegiada, donde el conflicto abierto se produce en el momento determinado en el que uno de los dos lega a la ‘equipotencia por intermedio del trabajo y de la cultura (lo que curiosamente pono de manifesto que no se ve el ucgo el otro}; conflicto que se termina con la toma de posesién de un punto privilegiado (es un t To que quiebra la seeuencia lineal), ocupado por el predecesoryveneido, El caso es tan pobre que no se puede imaginar come paradigma més que en la generalidad de la vida bioldgica: el juego muscular de lucha a muerte entre dos adversarios, dominador jominado, en un momento igualmente fuertes e igualmente armados, momento elegido en el debilitamiento del primero para el crecimiento del segundo: el Amo y el Eselavo, Por Gwfocs _LACOMUNICACION 15 Jo general, en nuestro caso, una red diferenciada e inestable de poder se mezcla con otra red de poder inestable y dife- renciada (distancia abolida), en todas las direcciones del espacio. Una estrategia compleja, aye pluraliza a los combatientes, diferencia su fuerza (dos ‘MHaRe pueden més que dos Horacios, pero, por la astucia, un Horacio vale tres curieles), variando& situacion respectiva a través del tiempo y por lo tanto capaz de maximizar una potencia por variacién de la situacién (como el ultimo Horacio), reem- plaza la lucha biolégica a muerte; fa infinidad de astucias posibles reemplaza la tinica astucia del enfrentamiento mortal, la burda astucia de valentfa que gana la vida por haber simulado despreciar la muerte. '4- Pero antes de avanzar sobre este punto, observemos que el modelo en red traduce un nuevo elemento de situacién que escapa al argumento dialéctico. En efecto, la diferen- ciacién pluralista y la irregularidad de Ia distribucién es- pacial de las cimas y los caminos permiten concebir (y experimentar) asociaciones locales y momenténeas de puntos y contactos particulares que forman una familia muy definida de poder determinante original. En otras palabras, tes posiblettortar Ia totalidad de la red en subconjuntos restringidos, localmente bien organizados, tales que sus elementos sean mas naturalmente referibles a esa parte que al conjunto total (aunque en derecho sean siempre referibles ‘a éste). Organizandose por partes, esos elementos forman tuna familia de poder determinante local més fuerte que si se adicionara pura y simplemente su poder respective de _ determinacién, A través de ella, definimos agrupamientos locales fuertemente organizados que pueden coexistir con otros agrupamientos de ese tipo, e interferir de manera ‘complicada entre ellos, y se los distingue del conjunto total de la red. Esa distincién entre lo local y la totalidad, el conjunto y el subconjunto, es bastante evidente en los modelos de juego: damas, ajedrez o los simples juegos de cartas en los que tal distribucién conforma una jugada total, compuesta de elementos diferentes, tales y cuales de esos 16 _MICHEL SERRES elementos pueden eventualmente agruparse de a tres, cuatro 0 cinco... en asociaciones particulares (escalera, poker, full...) con poder de determinacién mas fuerte que la suma de los poderes de cada elemento. Por lo tanto, pueden existir totalidades locales en el seno del conjunto, de nuevo diferenciadas entre ellas, que mantengan entre si relaciones tan numerosas como los elementos mismos. En el espacio de las estrellas se pueden dibujar constelaciones locales, aso- ciaciones galécticas, sistemas planetarios y as{ sucesiva- mente. Esta muy claro que el argumento dialéctico es demasiado débil para practicar la segregacién entre lo local y lo global y, a fin de cuentas, no hace mas que promover totalidades muy dificiles de definir con rigor. En tanto que de ahora en més sabemos que una tesis (0 un elemento de situacién) puede tener tal o cual peso segiin se refiera a si misma, a tal o cual subconjunto local, o a la totalidad de la red en la que se inserta, el argumento dialéctico es incapaz de afinar su andlisis més all de la dicotomia totalidad- contradiccién, siendo una un momento de la otra y viceversa. En consecuencia, una vez més, refinando y complicando el modelo, nos aproximamos a la realidad, generalizando la técnica metédica. Podemos verificar a gusto que hay una mayor prosimidad a una situaién bistrien dada con una ‘ica que con otra, La nocién de pluralidad de subtotelidades originates evidentemente er esendal; da lugar a un enfoaue més sutil que las burdas tesis de To sontecional 0 de la legislacion global, del atomis a — 8+ El diagrama en Fgura una situacién —toérica oli? o real~ a través dala SEUURY canal y to dsrbucen BS de tosis 0 acontecimientos. En esa n el seno de la distribucién, intervienen intercambios de situacin, va- riaciones del gaudal de determinacién, agrupamientos de subeonjuntos locales, etoétera, intercambios, variaciones y agrupamientos que tuvieron lugar simulténeamente en el espacio (de ahi la diferenciacién de la red en un momento dado) y en el tiempo. Por lo tanto existe, me atrevo a decir, LA COMUNICACION 7 una transformacién, una evolucién global de la situacién en ‘un espacio-tiempo. De esa transformacién es posible afir- mar, por lo menos una cosa que, en general, escapa a cualquier otro método de aprehensién. Retomemos para esto el paradigma de la situacién de JUEGO. Sobre un tablero, asistimos a la lucha entre dos redes diferenciadas y diferen- tes con habil compenetracion entre ellas. En el espacio- tiempo del juego, hay transformacién por parte de cada red, cada una para si, y cada una segiin la transformacién de la otra, La situacién de conjunto resulta asi de una movilidad muy compleja, de una fluidez tal que es précticamente imposible prever lo que pasara después de dos turnos. Se dird entonces que es impensable plantear leyes prospectivas de evolucién de una situacién real, que se caracteriza por una fluidez todavia mayor que la que encontramos sobre el tablero. Responderemos que al menos es posible distinguir dos tipos de situacién que la red de juego pone en evidencia, asi como las situaciones hist6ricas en movimiento, y también Jas evoluciones de todos los tipos concernientes a las histo- rrias de los conocimientos. Efectivamente, existen situaciones globales preparatorias subdeterminadas (e incluso, Negado ‘un limite, indeterminadas) y situaciones globales decisivas sobredeterminadas (y también a veces, llegado un limite, totalmente determinadas). Durante un cierto ciclo temporal, hay una aproximacién lenta y probabilistica de una red hacia otra: ahi reinan la subdeterminacién y las reglas del azar; se podria llegar al limite de decir que en ciertos juegos es absolutamente indistinto (indeterminacién) empezar por el avance de uno u otro peén. A medida que el tiempo pasa, el espacio de compenetracién de los dos juegos se estructura de manera cada vez més fuerte, y todo sucede como si hubiera un desempefio progresivo del concepto de determi- nacién. Van a tener lugar ciertos movimientos de determi- nacién media en lo que concierne al conjunto, luego otros de determinacién cada vez mas fuerte, hasta la jugada abso- Tutamente decisiva en la que, en el seno de un subconjunto local PRINCIPAL, el asunto se liquide en jaque mate. 18 MICHEL SERRES Este tltimo movimiento es el limite superior sobredeterminaciGn, asi como el primero eta al Ieaive in, ferior de la subdeterminacién, El modelo propuesto permite entonces graduar la determinacién en un espacio-tiempo, del probable maximo a la necesidad univoca; pero, ademas de eso, también permite variar sobre el gradiente mismo de esa graduacién, En efecto, se puede ir de lo probable a lo decisivo, de lo preparatorio a la madurez, mas 0 menos répido: dados tales 0 cuales movimientos de partida, se puede llegar a “jaque mate” en cinco, cuatro, tres jugadas, Ei desempenio progesivo del concepto de determinacion puede ser fulminante, mds o menos acelerado, rapido, re- tardado, lens y beats nu: extn ess eos oe oe de la indeterminacién inicial a una nueva indeterminacién terminal, alo largo de una situacion global tan larga como se quiera y, ya dijimos, el resultado es nulo. En otras palabras, Ia propensidn del progreso histérico hacia una distribucién decisiva puede ser nula, media, fuerte asintética hacia la cima, y asi sucesivamente: més 0 menos rapido se llega a una crisis que reestructura localmente o, si es decisiva, globalmente, una situacién histérica 0 un conjunto de conocimientos. Para obtener el mismo resultado, podriamos haber tomado el ejemplo de una red eléctrica compleja que comprendiera resistencias variables, eapacito. ros, eter, todos diferentes y mostrar que es posible ‘anipolarla de n maneras hasta encontrar elcortoiruito Por lo tanto, lo que es interesante no es tanto la primera distineién entre dos tipos de situacén, preparatoria de cisiva, sino las multiples maneras por las que la situacién de conjunto pasa de una a la otra (o, a veces, no pasa). Nos parece tener dos extremos de una cadena rota hace tiempo por los filésofos de la historia; por un lado, hay imprevisibilidad esencial en el pluralismo infinito ‘de 10 agontecional; por otro, hay legislacién soberana y encade- namien’o rigurosos de momentos de una secuencia. Todo sucede como si, por un lado, una distribucién espacial LA COMUNICACION 19 compleja no llegara a movilizarse de manera organizada teniendo en cuenta el todo pero perdiéndose en las dife- renciaciones finas de la sincronfa; y, por otra parte, como si se obtuviera ley s6lo por seleccién arbitraria de los mo- mentos decisivos de una diacronfa, proyectada sobre una linea esquelética, que en un punto limite no Negara a tener en cuenta més que un minimo de cosas. Desde entonees, se permanece en una filosofia de lo aleatorio o se adseribe a leyes pobres de una determinacién univoca y fija. El juego entre esas dos “visiones” es tan infinito como sea posible: el pluralista hace buen juego cuando senala al dialéctico la pobreza de sus estructuras, el error siempre repetido de su prospectiva (y, si la historia de las ciencias pone algo de manifiesto, es eémo siempre termina desautorizado el anunciador 0 el dogmatico del porvenir, ya que, como las mateméticas muestran, no se puede prever mis alld de dos jugadas). ‘Hecha la experiencia y habiendo tragado la humillacién, el dialéctico transforma sus leyes en leyes de adaptacién. Es decir, acepta la transformacién como tal y se aplaca en lo acontecional a lo largo de la secuencia temporal, asi como el pluralista permanecfa en la distribucién especializada. ‘Tener los dos extremos de la cadena consiste en comprender cémo una transformacién dada va de la probabilidad a la sobredeterminacién: en lugar de elegir arbitrariamente una serie de determinaciones fijas y equipotentes, hay que abrir, a la izquierda, la determinacién fija a la pluralidad de subdeterminaciones posibles y, a la derecha, su univocidad por sobredeterminacién. A partir de entonces, un proceso real no podria desarrollarse de otra manera (salvo sutiles variaciones de esa ley) que entre dos limites (débil y fuerte) de determinacién, y, en el caso més simple, de la proba- bilidad a la sobredeterminacién, de un estado estadistica- mente distribuido a un nudo decisivo, de una situacién aleatoria de juego a un movimiento necesario y necesitado. O més bien, ésta es la ley del ciclo elemental de un proceso: esa ley elemental se apoya en que una situacién general se MICHEL SERRES transforme siempre de tal manera que vaya de la proba- bildad a la sobredeterminacin YS 12 Probe 6- Es indispensable abocarnos ahora a las nociones tradicionales de causa, condicién, efecto, eteétera, en re- sumen, a esa teoria tan frecuentemente analizada por los flgsotos lésicosy sabre aque los contemporancos esa an extrafamente silenciosos, la teoria de la causalidad. Con- sideremos un recorte cualquiera en nuestra red: vemos que un flujo cualquiera sobre un camino cualquiera (0 muchos) puede ir de una cima cualquiera a otra (o de muchas a muchas) en un tiempo cualquiera: esto depende de las demoras por las que ha de pasar.° Ese tiempo puede ser infinito, finito —muy largo, muy breve—, nulo llegado el caso. ¥ entonces es posible concebir una causa sin efecto — uuna comunicacion que se pierde, una causa perdida—o una causa contemporanea a su efecto.’ Pero la pluralidad de las conexiones que unen las cimas hace evidente la idea de una retroaccién, es decir, de una resonancia inmediata del efecto sobre la causa, digamos mas bien la retroaccién de la cima- recepcién sobre la cima-origen. El flujo causal ya no es tal, porque la causalidad ya no es irreversible: lo que quiere influenciar inmediatamente es influenciado por el resultado de su influencia. Para hablar seguin otros modelos, entre los dos polos de las corrientes hay induccién, histéresis, interferencia, por lo tanto, tiempos variables que pueden ser infinitamente breves, efectos de feed-back o alimentacién de retorno hacia la fuente. De manera que hay que aplicar la estructura de lo complicado en todas sus determinaciones sobre la nocién causalidad y definir tipos de causalidades semi-ciclicas, Esa teoria de la causalidad semi-ciclica tiene aplicaciones extremadamente numerosas y variadas. Tiene * Bea nosin de enor ana comunicacn es capital por ta part, gerd desarolinda independientementa, pele or To demas nua de sonnnicaron puede ser transitive 0 intransitivo. 7 Pee ‘ “ Ja ventaja de romper la irreversibilidad légiea de Ia con- secuencia y la irreversibilidad temporal de la secuencia: la fuente y la recepeién son al mismo tiempo efecto y causa. Hemos descrito rapidamente, las caracteristicas princi- pales una red tabular. No hay dificultad en ver que cons- tituye una estructura filoséfica abstracta de multiples modelos, Otorgéndole sus elementos, cimas, caminos, flujo de comunicacién, eteétera, tal contenido determinado, puede convertirse en un método efectivamente movilizable. Para convencerse, basta asegurarse de que su desemperio puede hacerse por medio de contenidos puros 0 por medio de contenidos empiricos: y, de hecho, en su limite de pureza, puede ser una matemitica, teoria de los grafos, topologia combinatoria, teorfa de esquemas; puede convertirse, llega- da una aplicacién extrema, en excelente drgano de compren- sién historica. Esto se vuelve posible porque rompe defi- nitivamente con la linealidad de los conceptos tradicionales: Ja complejidad ya no es un obstaculo para el conocimiento 6, peor, un juicio descriptivo, sino el mejor auxiliar del saber y de la experiencia Estructura e importacién: de las mateméticas a los mitos ‘Tenemos confusamente la idea de que el horizonte cultural se transforma ante nuestros ojos. Ya no tenemos los mismos sueflos que nuestros inmediatos predecesores, no pensamos ni eseribimos como ellos. El siglo XX hace su segunda revolucién, que consiste, me atrevo a decir, en digerir culturalmente la primera; y esa digestin no se préduce sin malestar. Este siglo ha sido el teatro de varias conmociones profundas en nuestras concepciones cientificas: revoluciones realizadas y otras por venir, apenas presen- tidas, que hacen girar bruscamente sobre su eje el universo teérico y, con la lentitud debida a su inereia, el mundo de Ja praxis y las conjunciones técnicas. Ya casi no habitamos 22 MICHEL SERRES de la misma manera el mismo mundo. Era que todo esto no fuera a tener un impacto preciso en nuestra manera de considerar la cultura, De manera que por todas partes y a cudl mejor, hay quienes se interrogan sobre ella, movidos por el sentimiento de una nueva urgencia. Ahora bien, una de las caracteristicas de esta nueva interrogacién es la utilizacién critica de una nocién importada de las teorias cultas, la nocién de estructura. Por otra parte, movidos por un sentimiento de inquietud ante su empleo masivo y los numerosos delirios que engendra —abi se localiza uno de los malestares de la digestién— tenemos la preocupacién de dar de ella una definicién normativa, catartica y purgativa. Lejos de ser Ia clave misteriosa que pueda abrir todas las puertas, no es mas que una clara nocién metédica, distinta y luminosa. Por lo tanto, es posible disipar las sombras con tres palabras. Una vez més, hay que partir de Bachelard, uno de los sxteaiios casos que supo disefiar una forma pura y a la vez dar sentido a la excesiva eapacidad de un contenido cultural. Sin embargo, en la distribucién de su obra distinguié los dos proyectos, los mantuvo en una relacién polémica, como si la satisfaceién por uno fuera (y recprocamente) la liberacién de los aciertos engendrados por el otro. Y como si el trabajo de liberacién de la forma permaneciera siempre inacabado, incoativo y préximo (ahi precisamente esta la apertura de su filosofia); su epistemologia resulta més impresionista que unitaria, y su critica literaria mas simbolista y arquetipica que formalista, Ahora bien, la idea contempordnea de la critica se define con bastante facilidad como transicin extrema fil inacabamiento bachelardiano. ‘Vamos a detenernos un instante en estas primeras nociones. No seria excesivo acordar que hay clasicismo donde las culturas son excluidas en beneficio de la razén, donde el sentido se ignora en beneficio de la verdad (a tal Punto que se prefiere despreciar la razén, antes que admitir tuna significacién racional cualquiera en los contenidos cul- turales, como lo vemos, por ejemplo, en Pascal). A través de LA COMUNICACION 23 la generalizacién de la idea clasica de lo verdadero y la admisién de Ia nocién de sentido, el romanticismo es una tentativa de asuncién y de promocién de los contenidos culturales como tales; introduce a través de ella ese pro- yecto, sobre el que todavia vivimos, de entender el plura- Vismo de las significaciones, de decodificar todos los len- guajes que no son forzosamente los de la raz6n pura. Para levar a cabo ese proyecto, el romanticism debié constituirse pacientemente un método, asf como el clasicismo lo tenia hecho en base a la busqueda de la verdad. Ahora bien, para hablar répido y no detenernos en estas precisiones preliminares, podemos acordar, también sin peligro excesivo, que la verdad metédica del romanticismo es la técnica de andlisis simbélico. Si el problema clasico es el de la verdad, y el campo de ese problema es la razén, el problema roméntico es el del sentido y su campo el conjunto histérico de las actitudes humanas; entonces el horizonte metédico del primero es el del orden (deducciones, temas, condiciones, eteétera), y el horizonte metédico del segundo es el del simbolo. Para ser fiel al ideal de orden, es necesario y suficiente que exista un modelo en el que el orden sea el ideal perfectamente realizado: las ciencias rigurosas pro- veen ese modelo. El orden matemético, el de las ciencias exactas, etcétera, era el arquetipo.del método clasico, al que intentaba imitar: arquetipo, es decir, modelo eminente. Desde el momento en que se amplia el campo de las pre- guntas, desde el momento en que la oscuridad del sentido se debe asumir como tal, el arquetipo de referencia se encuentra desadaptado. El dominio del sentido ya no imita ningiin arquetipo riguroso u ordenado, ningun modelo na- cido de un armado de la pura razén. Se hace necesario entonces elegir un arquetipo en el dominio del sentido y proyectar sobre ese modelo toda la esencia del contenido cultural analizado, En lugar de hacer referencia a un ‘modelo ideal como a un indice normativo, se debe construir ‘un modelo conereto en el interior mismo del campo analizado ry hacer referencia a su contenido mas que a su orden, Dicho | ca MICHEL SERRES contenido ya no imita un modelo ideal, pero repite, conteni por contenido, un simbolo universal y eoncresn, Be mello ép0¢a, los simbolos descienden del cielo a la tierra; pero no completamente, porque sélo descienden del cielo ideas sobre la tierra o la historia de los mitos.* En ese sentido, la téenica de los andlisis de Hegel, Nietzsche y Freud es simbolica y arquetipica: todo el problema es saber dénde elegir el ar- quetipo, a qué conjunto simbélico acudir. En lineas gene- rales, los andlisis simbélicos del siglo XIX eligen sus modelos en la historia mética: asi Apolo, Dionisos, Ariadna, Zaratustra, Electra, Edipo, oteétera, representan eminen. temente (simbolizan) la totalidad de’la esencia de un con. tenido cultural de significacién.* B} sentido de ese contenido se comprende y asume desde que se pone de manifiesto que Tecomienza, que reitera el arquetipo, que lo realiza de nuevo, au To.hace pasar del mito a la historia, de lo eterno a lo evolutivo. Del contenido a su simbolo, hay correspondencia sent Por sentido, y esa correspondencia engendra la historia del eterno retorno, de tal manera que la técnica del andlisis simbélico esta ligada a la concepeién de la historia inversamente, las tipologias historicas son engendradas por el conjunto de arquetipos elegido. Asi se comprende lo que significa el andlisis simbélico: proyeccién de una compacidad de sentido en un tinico arquetipo compacto, ubicado en el origen historico mas remoto (mas arcaico) posible: a partir de entonces el conjunto de los modelos elegidos es la historia ver aoa y singular. eae histone ema scam ia comprendey 1 pele any ars decent de a are proc ny ne ne aa mh cierta historia es el mito mismo. a LA COMUNICACION _ 25 mitica, porque el mito no es sélo simbolo, sino origen limite. ‘Del clasicismo al romanticismo, la nocién de modelo pasa de Jo claro a lo oscuro (es decir, en el campo de los problemas, de lo verdadero a lo significante), de lo normativo a lo simbélico, de lo ¢rascendente a lo original."” En lo que con- cierne al hombre, el dominio de referencia pasa de lo ra- cional a la totalidad de las funciones significantes. Este andlisis rapido es para poner en evidencia las nociones con las que vivimos hasta ayer: problema det sentido y del signo, simbolismo y lenguajes, arquetipos historia, comprensién de contenidos culturales oscuros, fas- cinacién de lo original y de lo originario, y asi sucesivamen- te. Pero lo que hace falta subrayar, es /a variacion de los ‘modelos elegidos, de lo que no se ha tenido conciencia, pero ‘que de ahora en més para nosotros es claro como el agua: variando nuestros problemas han variado nuestras refe- rencias. El andlisis simbélico del romanticismo no es un milagro metédico original, sino la etapa de una variaci6n. Planteando el problema de lo verdadero, no se obtendrén més que las matematicas como borrador limite, planteando el problema de la experiencia, se obtendré s6lo la mecénica, la fisica 0 la filosofia de la naturaleza, planteando, por liltimo, el de la significacién de las culturas, se obtendra solamente el conjunto de los arquetipos proporcionados por Ja memoria inmemorial de la humanidad. La naturaleza y Ia funcién del modelo varian, pero lo que nos interesa es la Byidentemente, habria que precisar estas observaciones demasiado amplias. Por ejemplo, en la época clisica, un filésofo como Leibniz practica ya esos pasajes de la verdad al sentido, de Toclaro alocscuro, de lo normative alosimbélico, delo trascendente alo original, En él encontramos consecuentemente un método cld- sico, un métedo simbdlico, y —ya entonces—un método estructural. Permanece como clasico, pero se interesa en los contenidos cultur les (literatura, historia, filologia, etestera); conserva el ideal de claridad y de distincién, pero desea asumir lo oscuro como tal. 26 ‘MICHEL SERRES variacién. Se deberdn disculpar estos atajos, pero se trata de Bachelard. Teniendo en cuenta ese movimiento, su critica literaria es todavia un momento de esa variacién, pero el ultimo momento. En tal sentido, es el ultimo analista sim- bilico, el ultimo eritico “romantico”. Por la sencilla razén de que Ilevé aa cabo la tiltima variacién en la eleceién posible do los arquetipos de referencia. Tierra, fuego, aire y agua substituyen a Apolo y a Edipo, el arquetipo elemento r emplaza al arquetipo héroe. Y si Empédocles y Ofelia aparecen a veces en sus escritos, es de una manera subor- dinada: Empédocles ya no es mas que una especie del género fuego y Ofelia una especie del género acuatieo. La tipologia engendrada por la historia mitica est subordinada a la tipologia engendrada por la historia natural mética," nuevo conjunto donde Bachelard elige sus arquetipos. Y, a través de un cortocireuito cegador, ese conjunto de eleccién se dibuja (segtin un diagrama en quiasmo) como el original de os modelos cientificos claros, mediante un psicoandlisis del conocimiento objetivo, y el original de los arquetipos sim- boticos culturales, a través de un psicoandlisis de la ima- ginacién material significante."* Entonces hay dos razones Para el agotamiento de la variacién: una es que Bachelard 1} Beta hietoria co todavia mds natural que Ia que relate la Megada de los dioses y de los héroes. 8 Ese cortocireuito explica de manera inaudita, por qué Bachelard nunea hablé, como Baudelaire, de los suefios artificiales, nnunea escribié libros titulados El hachis y los suerios, El Betel y los suerios.. Es que el opio, la amapola, la belladona o la mesealina san cuerpos de una quimica no mftica, de una quimica no arquetipica, A una falsa (y original) alquimia corresponden los verdaderos suefos, a una verdadera (y actual) quimica corresponden las falsas imagenes: Io que vemos en Sartre. y entonces el Sécrates de El dorigen de la tregedia no puede ser ol Sécrates historico: el andlisis simbélico necesita de un Socrates mitieo para permanecer en la verdad. Ese resultado es absolutamente general. {Lo verdadero del alma serta lo falso del esptritu y a la inversa? Rsto aclararia la LA COMUNICACION 21 cligié sus arquetipos en el dltimo mito de la tltima ciencia, (por eso es el Gltimo roméntico); la otra es que reunié en una audaz confluencia Ia claridad de la forma a otorgar y la compacidad del contenido a comprender (por eso es el primer neoclésico).” De esta manera, Bachelard cambia de simbolo, pero sigue siendo un simbolista en la gran tradicién del siglo xix. ‘Asi como ese siglo dio a luz arquetipos, el nuestro, convertido en formalista, intenta engendrar estructuras, En el primer caso, el modelo es la esencia (la realiza de un modo eminente),en el segundo, el modelo es el paradigma (realiza, de-un modo ejemplar la estructura). Para uno el modelo esta primero, para el otro, est después; 0 es la referencia que texpliead fhds bien, lo'que hace comprender, o es el objeto mismo que se explica. Ahora bien, para pasar del simbolismo al formalismo, es decir, del modelo como fin del método al modelo como problema, hay que verificar que la variacién de los conjuntos en los que se pueden olegir arquetipos simbélicos esta agotada, Para decidirse a vaciar todo sim- bolo de su sentido y pasar a lo formal, hay que verificar que el mundo de los simbolos fue recorrido exhaustivamente. Es ‘en este sentido preciso que designamos a Bachelard como el ultimo de los simbolistas: efectivamente, el conjunto en el que elige sus arquetipos es el todo de la naturaleza, sin, extension imaginable, y el original de la naturaleza, sin precesién imaginable, Asimiemo os el iltimo “psicoanalista”, vinculacién secreta, dentro de la filosoffa romantica, entre el mé- todo simbdlico y el iryacionalismo. O, para acusar menos la para- doja, lo verdadero del hombre reside en lo marginal de la razén (ese limite, comprendido temporalmente, es origen, comprendido légi- camente, es oscuridad). ™ Hay una tercera raz6n: ningtin mito precede al mito de los elementos. De este lado ya no hay nada como mito del origen. Esto tes lo que relatan Hestodo y Aristéfanes. Entonces lo original de la constitucién del mundo precede a lo original de la historia. De este lado, ya no hay mito comprensivo. Cualquier mitologfa esta su- bordinada a una eosmogonia. 28 MICHEL SERRES LA COMUNICACION 29 porque escribe un psicoandlisis generalizado (sin generali- zacién ulterior posible), donde el inconsciente-cuerpo es reemplazado por el inconsciente-naturaleza, donde la histo- ria mitica del mundo reemplaza la historia mitica del hom- bre y la domina, es decir, eseribiendo un fisio-andlisis. Y como en este fisio-andlisis vienen a confluir todos los en- sayos anteriores —psicoanélisis, socioandlisis, etestera—no queda més que convertirse —o reconvertirse, pero con un nuevo sentido— en logoanalistas. El método estructura- lista contempordneo se define bastante bien como un logoandlisis. Desde entonces, cualquier cuestién metédica o eritica gira en torno a la nocién de sentido; me atrevo a decir, en torno a su cuantificacién. es decir, una forma cualquiera a Ja que queremos asignar una funcién metédica cualquiera. Supongamos que la llenamos de sentido, que la cargamos y sobrecargamos de significaciones: materiales, historicas, humanas, existenciales, hasta legar a la precisién de su singularidad. Esa forma so convierte entonees en arquetipo, © sea, en referencia de un andlisis simbélico: el lenguaje del sentido no posee como términos mas que arquetipos, el Tenguaje del sentido sélo es decible en ideogramas. No podemos hablarlo en letras indefinidas en cuanto a su contenido o relaciones posibles, s6lo podemos dibujar cua- dros sintéticos, imagenes sobrecargadas. Y entonces mientras mas simbélica devieno una forma, mas dificil es pensarla formalmente, El arquetipo es un maximo de sobre- carga significante, ya sea dios, héroe o elemento (en este sentido, Edipo —nombre propio vuelto no comiin— es un ideograma que permite hablar el lenguaje sin lenguaje del ineonsciente) y es muy necesario para que el anélisis sim- bélico encuentre en él la totalidad de una esencia eminen- temente realizada. El arquetipo es una forma de saturacién del sentido. Ahora bien, Bachelard parece haber echado ‘mano de arquetipos sobresaturados (de contenido signif cativo maximum maximorum), miticamente 0 mente iniciales sin predecesores posibles en el conjunto itico y elegidos en un conjunto que no tiene andlogos. Por eso, después de él, 1a variacién esta cerrada y el andlisis simbélico consumado, es decir, terminado. Es el fin del ideal romantico, por cerrazén del campo de los simbolos imaginables y saturacién limite de los arquetipos. Es pre~ ciso, entonces, poner en practica un andlisis 0 una critica inversa al anélisis simbélico: vaciar la forma de la totalidad de su sentido, de todos sus sentidos posibles, es decir, pensarla formalmente, pasar una vez mas de la escritura ideogréfica del andlisis simbélico al lenguaje abstracto del andlisis estructural. Pero, cosa sorprendente, es vaciando la forma de su sentido como mejor se dominan los problemas del sentido. Esel fin de una época. Ya no dibujaremos constelaciones en el cielo, cuya claridad diga a los hombres lo que son. Bachelard recorté la tltima y abi también terminé nuestro mundo, ¢Pero qué mundo comienza, qué aurora hace des- aparecer esos tramados simbélicos, el Minotauro, Argos, el Cisne, la Osa Mayor? ‘A’ Bachelard le levé toda su vida definir un nuevo espiritu cientifico y una nueva critica. Por lo demas, intenté constituir un equilibrio nuevo entre esos dos esfuerzos, en adelante y gracias a él indisociables. Ya no se puede olvidar esa leccién: histéricamente, es capital, porque abre un nuevo clasicismo en el que la razén ya no da vuelta la espalda a los contenidos eulturales, on el que no busca més entender los a través de la mediacién de arquetipos simbélicos, sino directamente, por medio de sus propias armas. Una razén que busca poner en evidencia el rigor estructural dela. amontoramiento cultural: por eso hablamos de Logoandlisis. Desaparecido Bachelard, la ciencia sigue su camino y el andlisis cultural el suyo, pero en adelante sus destinos estén Tigados. ¥ aunque esos caminos, viéndolos de cerca, no sean. bachelardianos (como él lo hubiera admitido), la confluencia permanece, tanto de lo formal como de lo cultural, confluen- cia que él habfa oscuramente dibujado 0, si se quiere, 30. MICHEL SERRES realizado en acto. Desaparecido Bachelard, queda por eseri- bir un Nuevo espiritu cientifico que tenga en cuenta la revolucién matemética, que ha seguido su marcha, bastante mal denominada matematica moderna, y el avance de las otras ciencias exactas; eso estd por hacerse. Queda por escribir una Nueva critica, lo que ya se esta haciendo. Se hhace con malestar por la simple razén de que la susodicha epistemologia también esta por hacerse. De manera que ese nuevo clasicismo, el de las sutilezas de la geometria y de las geometrias de la sutileza, el que —Ilegado a un extremo— intenta pasar por alto la inconclusién bachelardiana, la liberacién de la forma, aquél que quiere reintegrar el sentido a la razén privandose de la compacidad de los simbolos, y restituir a los contenidos culturales un fino orden sintctico, tiene dificultad en establecerse por falta de una aprehensién clara y distinta, de una evaluacién precisa de esa nocién metédica de forma a otorgar, de forma para aislar, en suma: de estructura. Para ser claro y preciso, basta con evitar cualquier desviacién y cualquier ambigdedad, cuando se importa la idea de estructura de las teorias cientificas en general al campo de la critica cultural. En algebra, por ejemplo, esa idea esta desprovista de todo misterio; cuando Lévi Strauss la lleva al campo de la etnologia, 0 Dumézil al de la historia de las religiones, se hace sin retorcimiento ni oscuridad: sus anélisis con auténticamente estructurales. Eso se hace menos evidente con Gueroult, por ejemplo, en cuya pro- duccién esa idea desemperia un papel més amplio y menos metédico, salvo tal vez en sus trabajos sobre Descartes en los que efectivamente se puede aislar una estructura. Esto es lo que lamamos importacién. A un concepto metédico definido con precisién y claridad en un campo determinado, que se ha impuesto satisfactoriamente (un método sélo puede y debe ser juzgado por sus resultados), se lo intenta trasladar a porfia hacia otros eampos del saber, la critica, eteétera. Esto ya sucedia con la nocién metédica de simbolo: si el andlisis simbélico era propio de lo que LA COMUNICACION _ Tamamos en Ineas generales la critica romantica, todo el decimonénico saber cientifico, matemético, fisico, eteétera, practicaba ese tipo de pensamiento, de célculo simbélico, de modelos fisicos, econémicos, etcétera. Merleau-Ponty, en Leil et UEsprit, comprendié ese tipo de traslacién de los, procedimientos metadicos, pero debilité su generalidad, alegando la moda y dando sélo el ejemplo poco significativo del gradiente. De hecho, sélo hay verdaderamente moda cuando entra en juego una cierta ley de entropfa en la serie de las importaciones sucesivas y, en un punto dado de esa serie, la aceptacién rigurosa del concepto se pierde en parte y en totalidad, y sélo se lo menciona de oidas, como un nino prueba las palabras de los adultos. Para evitar esa confu- sién, ese oscurecimiento progresivo, ese ruido, basta con remontar la cadena informacional que dibuja la importacién hasta su fuente, Es decir, hasta el punto en el que el contenido del concepto es el mas veridico.'* Por otra parte, ese punto en general no se indica de antemano: no hay polo ‘Remontar en sentido contrario una cadena de informacion, para evitar las pérdidas sucesivas de ésta ditima define también lo {que se podria denominar la duda historica, Ira la fuente, ideal del historiador y del erttico, implica una reciprocidad a la que nadie, ami entender, ha prestado una atencién suficiente: un contenido hhistdtieo, por ejemplo una idea (en lo que hace a la historia de la filosofia), se pierde, se debilita, decae y se mezcla. El vector cronolégice de la historia oa portadar dela disgragacin progresiva Ge la idea. Bsa diegregacin no es un olvido puro y simple (geémo Gefinir ese olvido?), sino un debilitamienta continuo de la idea por ‘comunicaciones sucesivas. La historia de las ideas es ese juego del teléfono que da al final una informacion tanto mas deformada cuanto més larga ha sido la cadena. (Desde entonces, la nocién bachelardiana de recurrencia histériea puede concebirse como Tenguaje de la teorfa de las comunicaciones; la nocién bergsoniana de movimiento retrégrado de lo verdadero es concebible en términos de procesos aleatorios; la historia va de la probabilidad a la de- terminacién.) El ideal histérieo de volver a la fuente puede ser comprendido rigurosamente como un remonte continuo por la ea- dena de las comunicaciones, sélo si se admite: 1) que efectivamente hay una pérdida de informacién alolargo 32. MICHELSERRES _ nico a partir del que cualquier verdad es importada en todos los aspectos; esa seria la idea clasica, que se apoyaba en el predominio de una ciencia; es evidente que en una época de pluralismo epistemolégico ya no ocurre lo mismo. En lo que concierne a la nocién de estructura, ese punto es, como vimos, el algebra. No significa que los matematticos hayan sido los primeros en utilizarla: sélo fueron los pri- meros en darle el sentido preciso y codificado que resulta novedoso para los métodos actuales. Efectivamente, desde el de la historia sobre una idea filossfica dada, que hay una ley de fentropfa referida a esa idea y que ast una verdad puede perderse. 2) por Io tanta, que la historia no transporta invariables las ideas. Esencialmente, comportan poderes de interferencia, o de rruido, que deforman fa trasmisién de un mensaje filosdfico dado. Determinar ese ruido es una de las funciones mas importantes de los métodos histéricns recurrentes que busean remontar la e0- rriente entrépica. Hay un ruido cultural. ‘De donde —y en rigor, momento desde el cual— se sigue que la historia de las ciencias, en la medida en que ex puramente una historia de la verdad (y no mds que oxo) sélo puede ser tna historia recurrente, y que un estado dado de esa historia esta siempre en la teadena de la comunieacisn, en el punto més praximo a su origen. Es tuna historia cerrada. Si Pericles esta infinitamente lejos de Clemenceau, Thales es uno de Ins mas cercanos a Poincaré: es lo que significa la anémnesis del Mendn. ‘Todo esto ayuda a entender Tas nociones cualitativas de enve- jecimiento, eafda an dasisn n pérdida de una idea. Estas nociones: hho significan forzasamente que una idea muera porque es vieja, incompleta o poco rigurosa, o bien porque est demasiado encasi Mada en cireunstancias sometidas a conmocién; no juzgan la idea ‘como tal, su insereién en el mareo de la moda o en el espiritu de la 4poca. En realidad, aproximan esa idea precisa (que es en sf misma tl indice dela articulaeién histérica del pensamiento) sogin la que la historia de las ideas es la historia de la difusion, de la propa- gacién de la comunicacién de las ideas, Ahora bien, difundir, Propagar, etvestera, implica someterse a las leyes de hierro de la omunieaeién y de la pérdida en la cadena. Borel demostraba que fan generaciones de distancia Ia probabilidad para que un eromosoma de un genitor dado se encuentre con su descendencia tiende répidamente a cero; demostracién idéntica a la de la ruina siglo XVII se utiliza ese término en su acepeién latina de construccién 0 arquitectura. Leibniz, por ejemplo, habla de Ja estructura de los animales, de las plantas, para indicar el plan general de su organizacién, el trazado, el disefio arquitecténico de su constitucién. La estructura es la ma nora en que algo est construido, el agenciamiento espacial de miembros y de érganos. Cuando se olvida el sentido nuevo del término, se cae rapidamente en el viejo sentido, Por ejemplo, en el andlisis tecnolégico de los sistemas, Gueroult utiliza el término estructura en esta acepcién.'* Con un Gel jugador. El pensador es exe jugador oese genitor quese trasmite fn la cadena historiea de los elementos. La pérdida seria absolu- tamente segura en un término dado si el historiador nointerviniera. Yon eonsecuencia, parece matemticamente correct decir que 1a fiosoffa no existirfa sin su propia historia, Mas generalmente, el historiador es aquél que hace de la cultura una creacién continua La historia combate la entropfa cultural. Andlogamente, saber e= acordaree. Socrates pone al pequeo esclavo del Mendn en com hhicacién directa con el origen. En lineas mas generales todavia, la historia no se coneibe mas que sobre el modelo de mezcla aleatoria: Cifo baraja indefinidamente las cartas, donde el pensador haba Gistinguido los trfos y los falls. El historiador busea en el juego en Gesorden los trfos mezclados. El historiador busca el orden en Ta ‘Gistrdbucién aleatoria actual; el pensador lo busca en la distribucién fatura, De manera que un pensador puede ocultar a otro, Newton pfieid de ruido impidiendo la trasmision del mensaje leibniziano, por ejemplo, y Deccartos el da la Rdad Media, eteétera. Ast, un pensamiento puede ser tomado por el historiador ya comoorden, ya cama rude. ‘Por eso el pensador no puede més que tener una visién tragica de la historia —el estropicio del olvido, la mezcla aleatoria de las fdeas—y el historiador tna vision animosa: recoger las esquirlas do una idea dispersa en mil fragmentos cubiertos eon los aluviones del diluvio, Estamos caracterizando una conceptuacién andloga que no se refiere ya a la historia en sf, sino a un movimiento, freeuentemente thistérico, de traslacién, de comunicacién de los conceptos de un campo problemético a otro, Nuestro fin es entonces restablecer la ‘comunicacin directa entre la erftica y laidea precisa de estructura, sentido més abstracto, se utiliza estructura (por ejemplo, eeonomistas a fines del siglo XIN) para designar el cen de leyes de organizacién de un fenémeno dado. Y, nueva. mente, se vuelve a caer fécilmente en esa acepcién, sino se remonta al sentido indicado por el algebra; y, mas innoblemente todavia, con sentidos muy vagos y despajados, De manera que la amplitud espacial de la mada es estri. tamente proporcional a la amplitud del sentido exacto. Nos damos perfecta cuenta de que es temerario importar la nocién de estructura a otros campos como el de la biologia, cuando ahi el término conserva el sentido adquirido en ef siglo XVI: efectivamente, sélo se pueden importar libre- mente conceptos altamente formalizados. Bsa es la razon or la que ol nuevo concepto de estructura estilo bastante Nore como para importa. Porque es formal. De abi que hayamos partido del anélisis simbslico. Simbolos o arque- tipos reenvian a un sentido y dinicamente son Ia clave de un método, porque deseriben un campo seméntico preciso. La Sipologia psicoanalitica es una galeria de simbolos donde Gada une remite a un cuadr clinic definible por lementas je sentido, Lo mismo pasa con las tipologias de Nietzsche, Kierkegaard, Bachelard, eteétera. Lo singular ahi deviene ‘modelo, por completud seméntica, por sobrecarga de senti- as cuneate anole re mine {er lena ae mets sora cme cnet dn proce tees reeanes ra ir ro ain Aces earns my eg cabo alent Soi ga aman eva 8 ong nen como das Bus hs még por ignovar lo que e, pds ory debe seit ne ane foe ai Rasen ga tcl cs ts ne re LACOMUNICACION 85 do. Simbolizar es establecer correspondencias previsas entre no particular y un contenido semédntico. Formalizar, por el contrario, no tiene nada que ver con ese método. Mientras las matematicas clasicas generalmente son simbélicas (un signo remite a un sentido especifico), las matematicas modernas son formales. En un sistema formal no hay ninguna preocupacién por el sentido, nunca se remite, ni explicita ni implicitamente, a un contenido sig- nificativo. Sélo se estudia la serie de formaciones precisas de objetos (indefinidos) entre ellas, dando por entendido que en el punto de partida estan planteadas reglas de buena formacién. Por un lado, no hay simbolo sin semantica sub- ‘yacente y un anilisis simbélico es esa economia de pensa- miento que sustituye, al orden del sentido (complejo), por el orden del signo (claro, facil, rapido); pero el verdadero orden, el que sostiene el conjunto del andlisis, es el orden del sentido. E] orden del signo no dice nada nuevo con respecto a él, aunque permite la lectura. Por el contrario, un agrupa- miento de nociones formales no tiene ninguna seméntica subyacente: el verdadero orden es el de esas mismas no- ciones. Analizar simbélicamente consiste en ¢raducir un contenido de sentido en signos, en codificar y decodificar un Jenguaje. Analizar formalmente consiste en conformar un enguaje desarrollado por sus propias reglas. Sélo después es posible traducirlo en contenidos, en modelos. O se parte del sentido, 0 se lo encuentra (0 se lo produce’. Dicho esto, la nocidn de estructura es una nocién formal. Insistimos en su definicién con respecto a los aspectos generalmente controvertidos: una estructura es un conjunto operacional con significacién indefinida (mientras que un arquetipo es un conjumto concreto con significacién sobredefinida), que agrupa elementos, en ntimero cualquiera, de los que no se especifica el contenido, y relaciones, de nuimero finito, de las que no se especifica a naturaleza, pero de las que se define la funcion y ciertos resultados relativos a Los elementos. Suponiendo entonces que se especifique, de una manera determinada, el contenido de los elementos y 36 _____ reve serres la naturaleza de las relaciones, se obtiene un modelo (un paradigma) de esa estructura: por lo tanto, ésta dltima es el andlogo formal de todos los modelos concretos que or. ganiza. En lugar de simbolizar un contenido, un modelo “realiza” una estructura, El término estructura tiene esta definicion, clara y distintiva y no otra. La tinica forma de entender los delirios que engendra es por el juego del teléfono descompuesto, que degrada progresivamente la informacién a través del rumor. ¥ entonces, dado un contenido cultural —Dios, mesa 0 W.c—, un analisis es estructural (y solo estructural) s6lo cuando aparece ese contenido como modelo en el sentido Precisado mds arriba. Es decir, cuando puede aislar un conjunto formal de elementos y de relaciones, sobre el que es posible razonar sin apelar a la significacién del contenido dado. El andlisis estructural genera asi un nuevo cardcter metédico, una profunda revolucién en la cuestién del sen- tido. La relacién univoca entre la que simboliza y lo que es simbolizado de los andilisis romanticos es sustituida, en la critica estructuralista, por la pluralidad de las relaciones de la estructura (pura, formal, vacia de sentido) con sus mo- delos, cada uno Hleno de un sentido singular y diferente, De ahi la nueva capacidad de clasificacién y de tipologia. En lugar de generar familias agrupadas en torno al arquetipo or similitudes de sentido, se generan familias de modelos con contenido significativo distintivo, que tienen en comin luna estructura formal andloga; y, abstraidos todos los con. tenidos, aquella tiltima es la invariante operacional que las organiza. De tal modo que, una vez aislada la estructura como tal (elementos y relaciones abstractos), es posible encontrar todos los modelos imaginables que genera, en otras palabra, es posible construir un existente cultural Wenando de sentido una forma, Bl sentido ya no es lo que esta dado y de lo que hay que comprender el oscuro lenguaje Por el contrario, es lo que se da a la estructura para constituir un modelo. Si se quiere, el andlisis simbélico estaba aplastado por el sentido, se situaba por debajo de él; LA COMUNICACION a7 el andlisis estructural se sitéa por encima, lo domina, lo construe y lo da. Por eso su tipologia et indiferente Ia significacion, mientras que la tipologfa que engendraba el anilisis simbélico estaba condicionado por ella. Librarse del sentido y dominarlo, dejar de asumirlo y encontrarle un lenguaje autéctono, engendrar un existente a partir de un andlogo formal, poner de manifiesto la cadena de consecuencias puras de una estructura dada y designar a voluntad tal o cual estado de ese encadenamiento, tal 0 cual modelo, todo esto define con precisién lo que es un andli sis estructural. No hay duda de que ese método es aplicable en otros ambitos, ademas de serlo en el de las matematicas: nada impide su importacién a todos los campos problemati- cos en Tos que, hasta Bachelad, el andlisi simbsic tiun critica historica, literaria, filoséfica (ob povedad del toda verde en que el snail, por primera ver desde la época clisica, vuelve a tener confianza en lo que podriamos designar grosso modo como abstraccién. En este sentido, podemos hablar de un nuevo clasicismo. ‘Antes parecia imposible la comprension de un elemento cultural sin proyeetarlo a un conjunto de constelaciones miticas sobrecargadas, que implicaban oscuramente una esencia, un sentido, una existeneia singular, una historia y un origen, Para comprender un lenguaje que no era el de la razén, parecia indispensable agrupar todos sus balbuceos ‘en una forma compacta cuya sobreexistencia mitica, asegu- aba, al parecer, la perennidad. Los simbolos miticos eran “

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