Vous êtes sur la page 1sur 22
— Sioa, FUNDACION INSTITUTO DE HISTORIA SOCIAL 2012 (I) N° 74 SUMARIO stuoi0s Clara E. Lida: Para repensar la Mano Negra. El anarquismo espafiol durante la clandestinidad Maximiliano Fuentes Codera: Hacia lo desconocido: Eugenio d’Ors en la crisis de la conciencia europea Francisco Sevillano: La politica del ‘combatismo’ en el ‘nuevo Estado discurso, proteccién y encuadramiento del excombatiente en la pos- guerra espariola (1939-1941) ‘Antonio Francisco Canales: Pemartin y la frustrada fascistizacion de a enseftanza media espariola de posguerra Jorge de Hoyos Puente: Pensando en el regreso. Las organizaciones politicas del exiio republicano en México frente al ocaso del franquis- mo y la transicién espafiola DOSSIER; FIESTAS Y PODER EN LA MONAROUA DE LOS AUSTRAS Presentacién, Doris Moreno Martinez Doris Moreno Martinez y Manuel Pefia Diaz: Cadalsos y Pelicanos. El poder de la imagen inquisitorial José Luis Betran: Celebraciones festivas en Catalufia por las canoni- zaciones de los jesuitas Ignacio de Loyola y Francisco Javier en 1622 Michele Olivari: Los discursos festivos en Barcelona tras la batalla de Lepanto: alcance e implicaciones de un gran acontecimiento senti- mental PERSPECTWAS HsToRIDGRAFOAS Pablo Montes: La dictadura de Primo de Rivera y la historiograffa. Una ccontrontacién metodolégica Restimenes/Abstracts Autores y autoras ww a us 1 ws 9 las revistas culturales en las bibliotecas ..también. Desde el mes de enero pasado, las bibliotecas publicas de nuestro pais han visto interrumpidas las suscripciones a las revistas culturales, que hasta ese momento eran asumidas por las administraciones publicas. La continuidad de las revistas culturales en las bibliotecas publicas es indispensable. Garantiza el acceso de los ciudadanos a los contenidos culturales de calidad. Y permite la difusién y preservacién de un patrimonio plural y diverso en esos espacios privilegiados que son las bibliotecas publicas. arce I Zurbano, 4 28010 Madrid «Tel. 34 91 308 60 66 - Info@arce.es - www.sevistasculturales.com Estudios PARA REPENSAR LA MANO NEGRA EL ANARQUISMO ESPANOL DURANTE LA CLANDESTINIDAD Clara E. Lida Desve ta publicacién en 1969 de mi estudio sobre la Mano Negra titulado “Agrarian Anarchism in Andalusia, Documents on the Mano Negra” (en adelante: AAA-MN).! en el que por primera vez se exploré el tema en profundidad y se dieron a Ia luz documentos hasta entonces solo conocidos de modo muy fragmentario, sorprende lo poco que se ha avanzado en nuevas investigaciones. Es cierto que en contraste con la historiografia ante- rior a 1969, desde entonces se ha vuelto usual referirse a la Mano Negra y a la represién de 1883. Sin embargo, salvo contadas excepciones de las que me ocuparé més adelante, esas referencias no aportan nuevos datos sobre esa “misteriosa asociacisn”, como se le ha Hamado, y en general se han mantenido apegadas a los lugares comunes del pasado segdin Ja opinién personal o la ideologia de cada autor, mas que basadas en una investigacién ri- gurosa, No es mi intencidn en estas paginas examinarlas individualmente; valga solo apuntar que la mayoria se divide entre las que. por un lado, consideran que la Mano Negra 8 un mito inventado por las autoridades y que los documentos Vinculados con el caso fue- ron una falsificacién policial para criminalizar y reprimir a victimas inocentes. 0 por otro, que esta fue una verdadera organizacién anarquista de caréeter criminal capaz. de cometer los peores delitos. ‘Mucho de lo escrito se instala, sin mayor reflexién, dentro del dmbito discursive del po- der, ya que al debatir si en 1882-1883 existid o no una asociacién secreta llamada la Mano ‘Negra se cae en la trampa tendida entonces por las propias autoridades cuyos motivos ulterio- res, como Veremos més adelante, eran propinar un golpe de gracia al dinamismo asociacioni ta de los trabajadores del campo, atribuyéndole un caricter criminal que se ejemplificaba con * Lida, 1969; traducido al espaiol en 1972b y al francés en 201 1a. Bl presente texto revisa y ampli lo ex puesto en Lida, 2011b, pp. 71-112: “La Mano Negra revisitée, L'anarchisme espagnol dans in clandestinis (as74-1881)" Historia Social, n? 74, 2012, pp.3-22. la Mano Negra, Al centrar la discusién en esos affos, se past por alto que desde finales de 1881 el anarquisino espafiol actuaba pablicamente, en plena legalidad, y que en muy poco tiempo la Federacién de Trabajadores de la Regién Espafiola (FTRE) recuperaba con éxito la actividad organizativa casi ocho atfos después de haber sido prohibida y podta presumir de {que al aiio siguiente alcanzaba poco menos de 60.000 asociados. En el caso conereto de los dieciséis acusados de pertenecer a la Mano Negra en el proceso de La Palla, todos negaron conocerla; en cambio, la gran mayorfa (al menos 12) declaré pertenecer a la federacién local de San José de! Valle.? Esta pequefia localidad agraria de la comarca jerezana contaba ya en 1882 con la mada deleznable suma de 110 asociados.* Parece un despropdsito seguir discutiendo si en el momento de mayor auge de la FRE existfa una mindscula sociedad secreta como la llamada Mano Negra, precisamente ‘cuando las secciones locales se multiplicaban organizada y piblicamente, sobre todo en el Sur agrario, Si acaso hubiera existido una asociacién anarquista como la Mano Negra no tendria razén de ser entonces. May Idgico seria que esta se hubiera constituide algunos alos antes, cuando la Internacional espafiola se habia replegado y reorganizado clandesti: namente en pequefios grupos para evadir la persecuciGn desatada a partir de su prohibicién en enero de 1874. Mas que seguir especulando si la Mano Negra existié no en 1882-1883, debemos remontarnos en el tiempo ¢ iluminar el casi desconocido periodo anterior: el de la clandes- tinidad anarquista. Solo asf podremos entender e6mo y porqué asociaciones de caracteris- ticas semejantes a las atribuidas a la Mano Negra y discursos violentos como los de los documentos aludidos en 1883 surgieron tanto en el escenario espaiiol como en el europeo, en el marco de Ia represidn instrumentada en los diversos paises después de la Comuna de Paris, y en Espaiia sobre todo a partir del candente verano de 1873 1. REPENSAR LOS PROBLEMAS Seria injustificable no seftalar que ha habido investigaciones que han generado nue- vos enfoques y temas. Uno de ellos es el anilisis de los procesos de 1883. Esto ha permi do examinar c6mo se Ilevaron a cabo las detenciones, los vejémenes, torturas, interrogato- ios, manipulaciones y abusos y su posterior condena a muerte. Lo anterior merece continuarse, pues es poco lo que se ha hecho desde el enfoque de la historia social en cuanto al estudio de la legislacién en esos afios y de los procedimientos judiciales abiertos para perseguir las Hamadas asociaciones iicitas. Respecto de la Mano Negra, Glen A. Waggoner (1972 y 1983) ha querido desvelar lo que él califica de “misterio”. Tanto é1 como Temma Kaplan (1977), han mostrado cémo la accidn judicial se convirtié en un jui cio politico contra el anarquismo gaditano; sin embargo, han arrojado poca luz sobre dieha sociedad clandestina en sf. Jacques Maurice, por su parte, realiz6 un atento andlisis de los procesos jerezanos en un articulo de 1982; en él muestra las argucias y manipulaciones utilizadas por la Guardia Civil y la fiscalfa para enfrentar a algunos de los acusados contra otros y delatar su filiacidn intemacionalista, para eventualmente escarmentar a los trabaja- dores agricolas que protestaban contra el statu quo laboral. En manos de las autoridades los procesos se convirtieron en instrumentos para golpear a la Internacional y frenar las demandas sociales y luborales de los trabajadores agricolas. * $7,934 federados, segin la est » Procesos, 1883, * Estadistica de la FTRE, en Congreso, 1882, p. 80. ica de In FTRE on septiombre de 1882, Congreso, 1882, p. 98, También se ha avanzado en otras direcciones. Jacques Maurice, en su libro de 1990 sobre el anarquismo andaluz, estudié en profundidad el desarrollo de la Unidn de Trabaja- dores del Campo (UTC). En este libro, y en el articulo ya citado, mostr6 edmo en 1883 las autoridades utilizaron el caso para desarticular las notables actividades organizativas anar- quistas que se habian logrado en la campifia gaditana después del regreso de la UTC de la clandestinidad en 1881. Valga recordar que al affo siguiente, la Unién informaba que tenia ‘ya poco mais de 20.000 afiliados.’ Por su parte, en 1986, Demetrio Castro Alfin publics un ‘minucioso e informado estudio sobre las condiciones socio-econdmicas en la campitia ga- ditana en el bienio inmediatamente anterior a la represién de la Mano Negra centrindose especialmente en la crisis agraria, la carestia y el paro que generaron severo malestar so- al en el Sur e incentivaron la movilizacién de los trabajadores de la tierra’ Sobre este tema han vuelto otros historiadores, notablemente Enrique Montafiés (1997) y Antonio Lépez Estudillo (2001). Examinar la larga crisis agraria durante la década de 1870 y co- mienzos de la de 1880 permite entender que la movilizacién en zonas rurales y agro-urba- nas se nutria de una larga tradicién de protesta contra la desigualdad y la injusticia social alimentadas, entre muchas otras causas. por pobreza y desempleo, Faltarfa proseguir el es- tudio del malestar de los trabajadores del campo dirigiendo la mirada mas en profundidad a las condiciones econémicas y de trabajo, los jornales miserables, incluso en compara- cidn con los de muchos trabajadores urbanos, 1a penosa situacién laboral, asf como la au- sencia de mecanismos de proteccién y negociacién ante los abusos de capataces, patrones, propietarios y autoridades. El andlisis del contexto laboral y material explicarfa més cabalmente la ya menciona- da energia asociacionista de la Unidn de Trabajadores del Campo. Ello permitiria com- prender por qué no fue casual que en 1882-1883, cuando la UTC gestaba en la camy gaditana la posibilidad de una huelga para mejorar las condiciones Taborales y los bajos jomales agricolas al augurarse una excelente cosecha después de varios afios criticos, las, autoridades se lanzarén a una amplia y severa represién contra el anarquismo alegando la existencia de sociedades secretas criminales. Esto le permitirfa matar dos pajaros de un tiro: desarticular el movimiento huelguistico que se desarrollaba en la campifia cerealera de CAdiz y golpear lo mas duramente posible al asociacionismo anarquista.” No puede sorprender que con el surgimiento legal y pablico de la Federacién de Tra- bajadores de la RegiGn Espaftola, a partir del otofio de 1881, muchos sectores moderados percibieran con temor que el anarquismo habja tenido una inesperada capacidad de resis- tencia ante la prohibicién y represisn oficiales, lo cual haefa resurgir el espectro de la Co- muna y de cambio social violento. La imaginacién publica, alimentada durante més de una > Bn la "Memoria de la Comisién Federal al Congreso de Sevilla, del 24 de septiembre de 1882 se preci sa que eran 20.915 federados: es decir. mas de la tercera parte de [os asociados a la FTRE, Congreso. 1882. pp, (68-69, La UTC se disolvis en 1873, cuando su sede estaba en Sans (Barcelona), y en noviembre de 1881 se organizé publicamente en Ubrique (Cédiz). Nada sabemos de ella durante los aos de clandestinidad, pero mo es dificil imaginar que estuviera activa wagrupdndose en secreto en las regiones agrarias del Sur. En su primera Circular del 14 de noviembre de 1881, el Consejo de la UTC insta “a todos Los trabajadores del campo” a adhe rirse a ella por medio de sus comisiones comarcales, lo cual sugeritfa una estrecha relacién de dicho Consejo con estas, “Cireular nimero 1: Del Consejo de la Unis de Trabajadores del Campo a las Secciones y Federa ciones de la Regitin Expaitola”, en Revista Social, ao I, mm, 25, 24 de noviembre 1881, Queda pendiente est diar esos alos de Vida clandestina para poder entender mejor el origen de su pujanza e impacto en las comareas andalizas, * Maurice. 1982, pp. 239-252. y 1990; Castro Alfin, 1986. En mis primeros estudios sobre el tema, yo misma busqué los orfgenes agrarios del malestar social andaluz. Lida, 1969 [1972b]. 1972a y 1988, En esta ‘misma linea véase Kaplan, 1977. * Sobre el uso preventivo de la violencia oficial ante Ia amenaza de Ia huelga agraria, wéase Lida, 1988, pp. 127-161 La Mano Negra. Cércel de Jerez, salida de una cuerda de presos década por el discurso del miedo generado por la prensa oficial y oficiosa, en 1883 oftect un terreno fértil para agitar el espectro de la Mano Negra ~y por extensién, el de la FTRE y la AIT- como encarnacién de la violencia criminal (aunque esta titima hubiera, de fac- to, desaparecido). La represin desatada en la provincia de Cédiz. a partir de febrero de 1883 y la sincronizacién de esta persecucién oficial con la gestacién de la huelga agricola en las comareas de Jerez, Arcos y alrededores no fue una inocente castalidad. Por el con- trario, fue el recurso al que acudieron terratenientes y autoridades para instrumentar una eficaz estrategia represiva que frustrara la presién que pretendfan ejercer en ese momento los trabajadores del campo por medio de la huelga agraria. Que las autoridades gaditanas en connivencia con los propietarios rurales desenterraran documentos conocidos varios aiios atras e invocaran la existencia y consecuente amenaza de un pequefio grupo ident cado con el anarquismo, era una clara maniobra precautoria para vulnerar la militancia de los trabajadores del campo, De hecho, durante el primer quinquenio de la Restauracién la existencia de grupos anarquistas secretos era bien conocida por las autoridades; ademds, la militancia anarquis- ta habia sido motivo de continua preocupacién y también de represi6n. Todavfa en 1883 la prensa local mencionaba, por ejemplo, que cinco afios antes en Jerez se habia abierto una causa contra asociaciones politicas ilicitas -criminalizadas por el Cédigo Penal-, en la cual se presentaron diversos documentos sobre sociedades secretas, entre las que se decfa que figuraba una llamada “Pobres honrados contra los ticos tiranos”.* La cercania con el subtitulo del documento que reproduje en 1969 en AAA-MN: “La Mano Negra. Reglamen- to de la Sociedad de Pobres contra sus ladrones y verdugos. Andalucfa” no puede menos que llamar la atencién y exigirfa analizar el discurso de la violencia y la confrontacién de clases que se desarrollaba en la época, como intentaremos mas adelante, * La Andalucia y Fl Guadalete, \ de marzo de 1883: EI Dia, 2 de febrero de 1883. La creencia reiterada de que esos textos fueron urdidos ad hoe por las autoridades. no ofrece mayor sustentacién; pasar por alto los testimonios documentales existentes sin rea- lizar nuevas aportaciones y haver caso omiso de lo que sf sabemos no es el mejor camino para avanzar en el tema. Es cierto que quienes sabemos de los abusos cometidos por las Hamadas fuerzas del orden en contextos represivos tenemos razén para desconfiar, en ge- neral, de Ios procedimientos policiales. Sin embargo, nada permite afirmar que los textos que se encuentran en el Archivo General de Palacio y en el Municipal de Jerez de la Fron- tera, al igual que otros semejantes que encierran un discurso de violencia y seereto, fueran una falsificacién de las autoridades espaitolas. Ese no solo fue el discurso que predoming piblica o secretamente durante todo el periodo de Ia clandestinidad sino que era el de la propia Comisidn Federal y el de la FRE, al menos desde fines de 1873, asf como el de a propia Asociacién Internacional de los Trabajadores (AIT) en sus congresos internacio- nales y el de diversas agrupaciones anarquistas y revolucionarias en distintos pafses. Pen- sar que las autoridades y 1a policfa del sigio xix necesitaban fabricar estatutos, reglamen- tos y documentos Varios para reprimir el internacionalismo anarquista tefleja un profundo desconocimiento del contexto coercitivo europeo y espaiiol, de los mecanismos de coac- cin que dichas autoridades posefan e, incluso, de éémo son los archivos de la represién. No podemos ignorar que las leyes y los decretos daban amplias facultades a Tas auto- ridades para perseguir toda accidn considerada perturbadora del orden y el statu quo. Es cierto, como se ha dicho tanto, que la Constitueidn de junio de 1876 garantizaba a todos los espafioles el derecho de reunidn, de asociacién, de la libre emisién de ideas, asi como Ia libertad de prensa y Ia inviolabilidad de la correspondencia Pero esto resulta engaioso, ya que en Ia prictica continuaban vigentes leyes y decretos previos que regian la ley fun- damental del Estado y acotaban las actividades de quienes habjan sido proscritos. Adem en el amplio abanico de delitos politicos comprendidos en el Cédigo Penal, vigente desde 1870, se prohibfan y criminalizaban no solo de jure. sino también de facto, las actividades de organizaciones y partidos reprobados por el régimen.? Esa duplicidad no era nueva, y se aprecia aun antes; en un Real Decreto del 18 de mayo de 1875 con predmbulo del Presidente del Consejo de Ministros, Antonio Cinovas del Castillo, en el que por un lado se otorgaba permiso para celebrar reuniones piblicas, pero por el otto se precisaba que esto seria asf solamente para “los partidos legales que lo soliciten”, con lo cual quedaban al margen todos aquellos que por oponerse a la forma de gobierno establecida estaban proscritos."” Otro ejemplo de doble discurso se refiere a la I bertad de prensa, ya que en ese mismo Real Decreto se autorizaba a “plantear y discutir" asuntos politicos, pero enseguida se determinaba que esto tinicamente seria permitido en caso de referirse a “cuestiones constitucionales”. Esto mismo se manifestaba, por ejemplo, en el articulo 181 del Codigo Penal, que castigaba a quienes preconizaran o excitaran a reemplazar la forma mondrquica por otras, ya fuera en discursos, impresos, lemas, etcétera. Precisamente a dicho Cédigo remite el informe del Coronel de la Guardia Civil, en ta carta que en noviembre de 1882 enviara a su superior para acompafar los documentos re- acionados con la Mano Negra reproducidos en AAA-MN. En ella afirma que “constante~ mente y con la mayor vigilancia me ocupo de ella, maxime por si algtin dia pudiera tener relacidn 0 connivencia con lo que acaeciendo esté en la vecina repiiblica de Francia”. Y ° Céadigo, 1890. vol. Tl, passin °© Bia el articule 190 de dicho Ceidigo se explicitaba que la solicitud de permiso para reunirse debva hacer: Se por escrito con 24 horas de antelacisn, y se dejaba implicito la autorizacida también debfa darse por escrito, Codigo, 1890, vol. I, p. 79. "Y Soguramente se refiere a los atentados en Montceav-les-Mines, de finales de 1882, y al subsecvente pro- ‘eso contra Kropotkin y otros anarguistas que tuvo lugar en Lyon, a eomieazos de. 1883. para subrayar su constancia sefala: “conservo relaciones nominales de los principales agentes instigadores [de la Internacional] de diferentes localidades, para poder en su dia darles el golpe merecido si nos lo permite el Cédigo y presentan bien las circunstancias”. No se trataba de violar las leyes, sino de valerse de eilas en cuanto las circunstancias fue- ran propicias para acabar con el anarquismo. Quienes opinan sin mayor comprobacién que los documentos publicados en AAA-MV fueron una fabricacién policial carecen de una nocidn exacta de la diversidad de elementos yy mecanismos represivos con que ademas contaba el Estado para coartar expresiones con- ‘arias a sus intereses. La laboriosa fabricacién de documentos estaba lejos de ser uno de ellos. Basta con revisar la legislacidn elaborada para criminalizar cualquier actividad mi tante contraria al régimen o explorar, aunque sea someramente, los archivos policiales y militares en los diversos paises para saber que las autoridades no necesitaban falsificar ela- borados documentos para reprimir toda manifestacién activa 0 discursiva que les fuera ad- versa, Por el contrario, con apego a a legislacidn y a las facultades que estas concedian como “causa justifieada”, se podia violar la correspondencia, confiscar impresos, censurar publicaciones, allanar locales, prohibir actos, imponer multas, encarcelar y, en fin, coartar de mil maneras las libertades individuales y piblicas. Asf. los archivos del orden estén re- pletos de documentos decomisados aquf y alld una y otra vez. Y esto sin contar con los in- formes de agentes del orden y de soplones infiltrados en las organizaciones opuestas al go- bierno, por cuyas manos pasaban documentos e impresos que fiicilmente eran copiados o remitidos en original a la autoridad superior. Por todo lo anterior importa examinar y comprender mejor el contexto restrictive en el que se insertaba el anarquismo espafiol en el decenio previo a 1882-1883. Para ello ahondaré en los afios de la clandestinidad, tomando como punto de partida la represisn de- satada a rafz de la Comuna de Paris (1871), cuyos efectos influyeron de modo decisive en el desarrollo del anarquismo europeo en general, incluyendo el espaiiol, asf como la que en la Peninsula siguié a la insurreccién de Alcoy y al cantonalismo del verano de 1873. En Espaita, durante ese bienio, la FRE supo formular estrategias y discursos nuevos, lo cual, a partir de enero de 1874 le permitirfa eludir la dura persecucidn ejercida desde el Estado. De hecho, sin esta profundizacién no se podré comprender plenamente la recuperacién or- ganizativa y numérica del anarquismo peninsular a partir de su regreso a la vida piblica a fines de 1881, ni el particular contexto que llev6 a la huelga agraria de 1883 y a la repre- sign so pretexto de la Mano Negra.!? En estas paginas no pretendo agotar el tema, y menos volver sobre las duras condi ciones sociales y econémicas en las provineias andaluzas, pero sf incursionar en otros pro- blemas y explorar algunas de sus miiltiples facets. Para ello examinaré los mecanismos de la reorganizacién secreta, la radicalizacién del discurso, y. finalmente, las redes intema- cionalistas y los cambios culturales y doctrinales que tuvieron lugar en esa década dentro y fuera de Espaiia, En primer lugar, tratemos de entender cémo la Federacién Regional Espafiola (FRE), aun antes de haber sido declarada ilegal en 1874, se preparé para escapar de Ia vigilancia de las autoridades propiciando Ia creacién de mintisculos grupos clandestinos, entre los que bien podria haberse formado uno llamado la Mano Negra. Para ello, deberemos recor- dar que desde la primavera de 1871, después de la Comuna de Paris y la represién en Francia y en otros paises, la FRE llamé a recumir al secreto cuando fuera necesario, y a la vez a ampliar la autonomia de sus federaciones y secciones. La onganizacisn secreta se acentué en 1873 después de las insurrecciones cantonalistas, de la huelga de Aleoy y de la " Lida, 1993, y Lida Tllades, 2001 consiguiente represién del internacionalisimo peninsular en lox meses finales de la Primera Repaiblica, Esta tendencia se intensifies y generalizé a partir de enero de 1874 a rafz del golpe del general Pavia, cuando la FRE fue proscrita, A partir de entonces se acentus el énfusis en la autonomia de los grupos y en que éstos se mantuvieran diminutos ¢ “inv sibles” para pasar desapercibidos y sobrevivir. Esta tdctica se fue expandiendo e intensi cando hasta 1881; sin embargo, peve a los esfuerzos de Ia Comisién Federal de mantener Tos vinculos activos, en Ia préctica se produjeron procesos organizativos desiguales, lo cual dio lugar al centrifugalismo de grupos auténomos de cuya diversidad a menudo ni la propia Comisién tenfa pleno conocimiento. Simulténeamente, Ia Comisin y sus seguidores elaboraron discursos cuya radi: dad fue en aumento a partir del otofio de 1873, aunque ya antes el discurso extremoso es tuviera presente en el bakuninismo aliancista ¢ incluso en otros movimientos previo como mostramos en AAA-MN. Esta violencia discursiva pervivid a lo largo de todo el pe- riodo de 1a clandestinidad, y alcanzé a los grupdsculos més remotos que sin duda hicieron suyos esos lenguajes con sus llamados a intensifier la militancia y la movilizacién, la lu- cha de clases y la accién revolucionaria, Algunos han querido ver en esta violencia discur- siva y en el llamado a ejecutar represalias ejemplos de terrorismo anarquista, Nada mis alejado de Ia realidad, pues mas que una exhortacién a ejecutar actos individuales © colec- tivos contra las personas, se apelaba a la resistencia contra la violencia ejercida por el po- der y sus partidarios. De hecho, las escasas veces en que la violencia se tradujo a la précti- ca, en “represalias”, no fue contra la integridad fisica de propietarios, patrones. y pataces, Sino para golpearlos en sus propiedades e intereses econdmicos. Esto queda muy claro en los Estatutos del Tribunal Popular, que reproduje en 1969, en los que se pre~ cisa que en caso de represalias, “los dafios se causan siempre en las haciendas, no habien- do proporcién de causarlos en las personas”. Solo se podria condenar a muerte al compa- fiero que rompiera el secreto y por su traicién amenazara la seguridad del grupo, pues “nunca pagaré bastante con la vida el que quiere perder la de muchos”. Algo semejante se dice en un Programa para los grupos revolucionarios de Espaiia, documento recogido por las autoridades militares en Cidiz posiblemente a finales de la década de 1870." En él se explica que se castigaria hasta con la muerte a cualquiera que revelara “la existencia [del] gftipo 0 manifest{ara] algunos de sus acuerdos y dejjara] de realizar el hecho a que se haya comprometido”. Aungue en los procesos contra 1a Mano Negra se pretendié culpar a los acusados de haber perpetrado actos semejantes, nada demuestra que los erfmenes descu- biertos fueran motivados por tales razones. En terver lugar, nada de lo anterior fue exclusivo de Espafta sino que tuvo dimensio- nes internacionales, ya que la represiGn posterior a la Comuna también las tuvo, Esto obl gaa conocer los nexos de los espafioles con grupos afines en otros paises. Como veremos mas adelante, no era raro que esos grupos revolucionarios ~anarquistas ono recurrieran al uso simbélico de nombres de guerra y de lucha, de caricter temible y vengador, 0 referi- dos a la explotacién, Nombres como la “Mano Negra”, “Los Desheredados” 0 “Los Pe- Taos” que en algtin momento aparecieron en Andalucia u otros lugares,'* no eran inusuales y sin duda pertenecfan a una tradicién simbélica que dotaba a los grupos de identidad pro- pia convirtiendo la connotacién peyorativa en un rasgo de distineién, Aunque debilitado Jos lazos internacionalistas nunca se suspendieron y los intercambios y relaciones se sostu- ® Documento sin fecha, con un sello que dice “Federacisn de Arcos de la Frontera”. copiado y enviado porla Comandancia de la provincia de Cadiz al Director General de la Guardia Civil, y por és al Ministro de Ia Guerra, AGM, Segovia, ° Sogiin recorte de Le Matin, 7 de marzo de 1892, en APP B a/1S11, en Manresa exi . 1984. pp, 107-108, recoze para 1891 nombres semejantes, ambien de grupos gaditanos. fan “Los Feroces", Bre 10 Vieron hasta 1881 aun en las condiciones y los momentos mas dificiles. lo cual permitirf ala FRE mantener redes solidarias, asf como conocer nievos discursos, lenguajes, pric: cas y discusiones doctrinales surgidos en el seno de la AIT, Ademds, los delegados espa- jloles que acudian a las reuniones que se celebraban en otros paises difundfan noticias de la Peninsula; esto permitid a la Asociacién Intemacional no dejar nunca de informar a otras federaciones sobre lo que ocurria en Espaiia. Como veremos may adelante. a este proceso contribuyé decididamente la publicacién y Ia difusién de una prensa e impresos anarquistas. que no solo se desempeiiaron como verdaderos vehiculos de informacién, sino que contribuyeron a transformar la cultura politica de los militantes. 2, REUNIRSE “HASTA A LAS BARBAS DEL BURGUES™ Desde su fundacién en 1870, hasta fa celebracién del Tercer Congreso Obrero en Cérdoba a finales de 1872, la Federacién Regional Espafiola (FRE) logré cohesionar a nu- merosos seguidores. En dos afios el internacionalismo espaifol podia presumir que contaba con unos 30.000 afiliados. Ello no solo muestra un crecimiento continuo, sino que también informa de una extensa distribucién geogrifica en federaciones regionales y secciones lo- cales, sobre todo en las ciudades del Mediterrineo, asi como en Madrid, y en menor grado en los principales centros urbanos andaluces, por no mencionar otros puntos dispersos en la Peninsula. Esta expansién se reflejé también en ef desarrollo de una cultura politica propia. Por tun lado, la conviecién de que la alfabetizacién y 1a educacién no debian ser patrimonio ex- clusivo de otros impuls6 el desarrollo de diversos mecanismos formales e informales para ensefiar las primeras letras y otros conocimientos basicos, desde centros y escuelas para obreros, hasta tertulias, veladas y otros espacios de sociabilidad. Por otro, la creacién de mas de una docena de periédicos anarquistas, numerosos folletos. libros y otras publica- ciones revela un significativo nivel de lectura individual o en voz alta entre sus seguidores. Se trataba de compartir e impartir actitudes, valores, doctrina y précticas organizativas que dieran homogeneidad a los miembros de una misma comunidad politica y social, de orien- tarloy hacia los objetivos deseados y de articular sus necesidades. La meta era que los in- ternacionalistas espafioles construyeran una cultura politica propia y opusieran su propio discurso al discurso entonces dominante y desarrollaran instrumentos de comunicacién elaborados por y para ellos, a la vez que ampliaran la difusidn ideolégica para llegar a un paiblico cada vez mis numeroso. Este optimismo se vio empafiado por sacudimientos generados més alld de las fronte- ras pero que influyeron en la Peninsula, Recordemos brevemente que en la primavera de 1871, una vez ahogada la resistencia de la Comuna parisina, el gobiemo francés inicis la criminalizacién de la Comuna, del radicalismo republicano y de la Asociacién Internacio- nal de los Trabajadores y forjé la representacién aterradora de sus partidarios como pro- motores de la violencia. Se iniciaron entonces acuerdos con otros gobiemos europeos para actuar contra Ia AIT, asf como contra sus seguidores y posibles aliados.' Aunque Espafia no queds al margen, los altibajos politicos dificultaron implementar una represiGn intensa y sostenida como en Francia, También a diferencia de esta dltima, en 1871 la FRE lejos de ‘desmayar pudo tomar medidas para protegerse de la persecucién y se aprest6 a trabajar la sombra” y a organizarse en secreto en caso de ser declarada fuera de la ley. La Federa- cién planteé dos caminos organizativos complementarios segiin lo permitieran las circuns- 'S Un desarrollo mas amplio en Lida, 2003, pp. 49-64 tancias: el ptiblico, mientras fuera legal, y el clandestino, en caso de quedar prohibida. Esta dualidad, que evocaba claramente las técticas de la Alianza bakuninista introducida en Espafia en 1868" dejaba claro que para los anarquistas se trataba de continuar aetivos “con la ley 0 a pesar de ella”."” Con la proclamacién de la Primera Reptiblica en febrero de 1873, y més atin con la de una Reptiblica federal en junio, se produjeron nuevos desarrollos. A partir de julio, cuando explotaron Ia violencia cantonalista del sur y la huelga obrera y la insurreccién en Alcoy. los sucesivos gobiernos republicanos respondieron con severidad ereciente contra los grupos politicos que habjan participado en los levantamientos, en particular contra los anarquistas y los republicanoy intransigentes y recurrieron a procedimientos. militares o apelando a las leyes y decretos comprendidos en el Cédigo Penal vigente desde 1870, que como ya se dijo criminalizaba un amplio abanico de acciones politicas. A partir de sep- tiembre, ante la persecucidn, el encarcelamiento e incluso la deportacidn a los presidios en Africa y el Pacifico Sur, ya con Emilio Castelar como presidente ef lenguaje de la Federa- cién se tomé parentorio: los federados debian onganizarse en secreto para no ser detectados y “sino se permite reunirse a la luz del sol, deben reunirse a la sombra 0 por otros me- dios” en pequeiios grupos secrets de no més de ocho o diez personas."* En adelante, estas consignas se repetirian insistentemente, con variantes minimas. Por un lado, se reiteraba la férmula de reunirse en secreto, “en las tinieblas” de no ser posible hacerlo en paiblico; por otro, se insistia en consolidar la pequeftez de los grupos allf donde la represiGn fuera ma- yor, como en diversas localidades de andaluefa donde las organizaciones militantes eran especialmente vulnerables, “si no os fuese permitido reuniros en Asambleas ptiblicas ha- cedlas secretas [...] en grupos de diez individuos que pueden reunirse en cualquier parte, hasta a las barbas del burgués...".!” Como complemento de lo anterior, también se urgia re- currir al disimulo y burlar a Tas autoridades solicitando que, segtin lo autorizabya la ley, los Ayuntamientos aprobaran un reglamento para abrir casinos 0 ateneos obreros que sirvieran “de pantalla” para poder continuar asociados.2" A partir del oto de 1873, es decir antes de su prohibicién en enero de 1874, la Fe- deraciGn espafola formuls de manera detallada y espeeifica las tdeticas de la reorganiza- cién secreta en mingsculas células como una respuesta razonada contra la represién. No debe extrafiar que los pequefios grupos surgieran ocultamente en lugares donde la activ dad piiblica conllevaba enorme peligro, ni que Andalucia escenario de muchas de las in- surrecciones durante el cantonalismo- fuera una regién especialmente sefialada en este sentido. Con base en estas recomendaciones de pequefiez y secreto se construirian en ade~ ante los mecanismos de supervivencia a partir de los cuales el anarquismo espaol, aun- que fuertemente vulnerado, lograria permanecer activo hasta el otofio de 1881, cuando el regreso de la vida clandestina le permitid resurgir con fuerza renovada como Federacién de Trabajadores de la Regin Espaiiola, °8 Vase Netlau, 1925. También Lida, 1972 7 “Protesta de Consejo Federal de la Regisn Espaiiola (1871): A todos los tabajadores y a todos los hom: rados del mundo”, reproducido en Lida, 1973, p. 201. Cf. Netlau, 1969, p. 104, " “Circular 30", 12 de septiembre de 1873, en AIT, Cartas, 1979, vol. V, pp. 314-320. Ver en idem. pp. 213 y 217: 26 y 27 de agosto de 1873; y pp. 252y 268: 8 y 15 de septiembre de 1873. Ver ademés la comunica ign de 10 de octubre de 1873,en AIT, Cartas, s{..vol. VI. p.43.y pp.48 y 129. Un estudio de los mecanis mos clandestinos, en Lida, 1993, AIT, Cartas, 1979. vol. V. p. 299: 23 de septiembre de 1873. Es interesante anotar que este giro se usa ria varios aos después, en 1879, en Forli Italia, donde en enero los anarquistas se reunieron “in barba della sfaciata polizia' (en as barsas de la desvergonzada policfa). Véase La Federazione, 1963, pp. 197-199, ® AIT, Cartas, 1979, vol. V, p. 285: 17 de septiembre de 1873 Con frecuencia aparecen en los documen: {ns emanados de la Comision Federal durante estos meses referencias a la organizacidn secreta " 1? Mas adelante veremos que a partir de 1876, en el contexto de minisculos “grupos de aceidn revolucionaria”, la propia FRE instrufa a cada seccién federal a nombrar una “Co- misidn ejecutiva” que asegurara el Secreto mas absoluto, y castigara severamente a “ene- migos y traidores” que lo rompieran. Este seria un mecanismo de defensa del grupo, que por medio del amedrentamiento evitarfa 1a posible indiscrecién de cualquiera de sus miembros: Su funcién se asemeja mucho a la del denominado Tribunal Popular. mencio- nado en los documentos reproducidos en AAA-MN. Si bien los pequefios grupos debian garantizar la invisibilidad, es evidente que ello no era conducente a mantener una afiliacién numéricamente importante. A esto se fue suman- do el impacto de Ia crisis econémica en campo y ciudad que hacia que para los federados fuera cada vez més dificil pagar las cuotas que exigia la FRE. que entre mediados de 1874 yel verano de 1880 habfan pasado de 10 a 30 céntimos. De hecho, pese a los esfuerzos de jos revolucionarios més fervientes, a medida que avanzaban los afios sabemos que la FRE se reducfa aceleradamente, ya que de las 190 federaciones locales registradas a mediados de 1874 con afiliados que pagaban cuotas, al afio siguiente solo existian 112. En 1877 las federaciones locales se habian reducido a 73, quedando solo 13 federaciones en Barcelo- na, frente a 10 en cada una en las comarcas de Andaluefa del Este y de Extremadura, y 21 en la Comarca de Andalucia del Oeste, especialmente en Sevilla y Cédiz.” Para mediados de 1881 la contraccién era ya dramitica y el niimero de federaciones locales habfa dismi: nuido a 48 con decidido predominio andaluz, seguido de Cataluiia2* La represién, el mie~ do, el seereto y la crisis diezmaban a los federados y solo la tenacidad de mindiseulos ni cleos de activos militantes en Ia sombra salvaba al anarquismo de desaparecer y hacia “de la acci6n el aprendizaje de Ta accién™, segtin las acertadas palabras de J. A. de Seixas> Podemos afirmar que si la FRE sobrevivia, era también en parte gracias al énfasis que el ‘anarquismo puso en que sus seguidores y grupos se imbricaran estrechamente con sus co- munidades para estar al cobijo en ellas. Si esos nicleos pudieron mantener vivas las ideas internacionalistas, lo hicieron dentro de un indudable centrifugalismo organizativo, con consiguientes excentricidades producidas por una autonomia extrema. 3. LA RETORICA DE LA VIOLENCIA, A medida que arreciaban las acciones contra la Intemacional, ya anticipamos que al dis curso sobre la reorganizacién clandestina se sumaria otro que invocaba la violencia como un mecanismo legitimo de lucha contra la represién y quienes la promovian. EI 10 de noviembre de 1873 la Comisién Federal establecia en su Circular $4 que los exeesos del gobierno de Emi lio Castelar contra los internacionalistas los empujaban a una respuesta extrema: “a un estado de homies represalias ly a] la venganza personal”. Aunque ya en junio de 1871, a ratz de la represién de los comunalistas parisinos, algunos intemacionalistas espatioles habfan redactado tun Manifesto diigid “a los poderosos de la tierra, amenazdndolos con una “guerra a muerte; guerra del productor contra el pardsito y el explotador; guerra entre ricos y pobres”. el discur- sode la FRE no se habfa caracterizado por la violencia ret6rica aunque ésta hubiera aparecido esporidicamente antes, incluso entre los republicanos y otros, como sefialé en AAA-MN. Sin embargo, con la Circular 34, la Comisién Federal apuntaba los caminos de la violencia discur- siva que a partir de enero de 1874 seguiria el anarquismo en la clandestinidad, ® Lorenzo, 1974, T.Il.p. 380. ® Neitlan, 1969, p. 339. 2 Seixas, 2012; Navarro Navarro, 200 % Alvarez Juneo, 1971, p. 19 n, y Lida, 1972a, p. 189, ‘Tras el golpe de Pavia y el decreto de disolucidn de la Internacional del 10 de enero de 1874, ese discurso se volvid més apremiante. El dia 12, la Comisién Federal emitia su Circular nimero 38 en la que daba instruceiones precisas a toda la Federacién Regional Espafiola para que de inmediato “la organizacidn piiblica sea seereta” y que los anarquis- tas se defiendan en nombre de la justicia dentro o fuera “de la ley burguesa”. Por lo ante- rior, la Comisién recomendaba a las Federaciones locales poner “en lugar seguro los docu mentos y objetos de importancia” y reiteraba la necesidad de dividir las Secciones en gmupos pequeiios y secretos, “o adoptando la forma que cada Federacién en uso de su au- tonomfa considere mas acertada”. Adem, invocaba 1a accin violenta, ya que en vista de que el gobierno y sus instituciones “se sostienen por Ia fuerza, slo por la fuerza pueden ser derribadas”. En consecuencia, se hacfa un llamado a las Federaciones a “onganizar to- dos los grupos revolucionarios que les sea posible, a fin de estar apercibidos y dispuestos para la accién revolucionario-socialista del proletariado” 25 Tal vez esta Circular 38 sea la que més explicitamente marca el paso de un discurso, defensivo a uno de confrontacién e incluso de violencia como respuesta a la represi6n y persecucién oficiales. Esto se evidencia en términos francamente bélicos lamando a “la guerra social, la guerra de clases, la guerra entre pobres y ricos” ya que “tenemos la segu- ridad de que la Razén y la Justicia estén con nosotros y que el triunfo sera de los hijos del “Trabajo”. Variaciones sobre este tema se repiten en diversos documentos durante todo el periodo de vida seereta y mutatis mutandis, se recogen también en los documentos publi- cados como apéndice en AAA-MN. Sin embargo, como ya dijimos antes, nada prueba que mas alld del discurso y de epi sodios individuales aislados e1 anarquismo en Espaita pasara de la retérica inflamatoria a destruir vidas. Cuando al finalizar la década se produjeran dos atentados magnicidas con- tra Alfonso XH, siguiendo ejemplos semejantes de otros paises como Italia y Rusia, estos fueron casos aislados hasta la década de 1890. En cambio, lo que sf se manifestaron espo- ridicamente fueron tipicos actos de violencia tradicional contra la propiedad, tanto en aim- bitos urbanos ~sabotajes contra las mgquinas; petardos en fibricas y talleres; mensajes amenazadores, etc cuanto en los rurales -tala de Arboles, ataques al ganado, asaltos a graneros, destruccién de maquinaria agricola. Es decir, se trataba de que las represalias golpearan a los propietarios, patrones y capataces abusivos € injustos en las bases de su poder econémico. En junio de 1874 la FRE se reunié por vez primera en un Congreso clandestino en ‘Madrid. Alf se ratified 1a autonomia de los individuos y los grupos, se llamé a mantener tun estado de “conspiracién obligatoria”, se convoeé a aumentar la propaganda, a ejecutar represalias y a llevar a cabo actos considerados revolucionarios, burlando la vigilaneia off La Federacién también se reorganiz6 en diez unidades mas pequeitas y de cardcter auténomo denominadas comarcas que se debfan mantener en contacto con las federacio- nes y secciones locales de su regién y continuar las labores de proselitismo y onganizacién politica y socio-cultural de su territorio, Estas comarcas se reunirfan en conferencias secre~ tas en vez de los anteriores congresos pitblicos y en ellas estaria solo un representante de Ja Comisién Federal, Por su parte ésta, establecida clandestinamente en Barcelona, se limi- turfa a servir de “centro de correspondencia y estadistica”, asf como de enlace para toda Espaiia y con las secciones internacionalistas en otros paises."* Al mes siguiente, en julio del 74, un clandestine “Manifiesto a los trabajadores” ad- vertfa con retérica inflamatoria que todo explotador y pardsito seria aleanzado por las re~ % “Circular 38", 12 de ener de 1874,en AIT, Cartas, 1979, vol. VIL pp. 26-27. % Lorenzo, 1974, TI, pp. 351 ys. 13 4 presalias y que sus propiedades serfan consumidas por el fuego. Esto lo reiterarfa en sep- tiembre Rafael Farga Pellicer (delegado de la FRE al VII Congreso Internacional en Bru- selas, bajo el nombre falso de J. Gémez). quien afirmé, no sin exagerar que las propieda- des de Varios “infames explotadores” habfan sido arrasadas por el fuego y auguré que la ‘querra de clases” les seguiria costando cara, ya que aquellos tenfan mucho mas que per- der que los “pobres” y “desheredados” privados de todo.” En la primera conferencia comarcal de 1875 en Catalufia, el énfasis discursivo se puso en intensificar la “accién revolucionaria” y las “medidas précticas” para asegurar el triunfo de la Revolucién Social y la destruccién del Estado. Al aio siguiente, entre los acuerdos tomados por las conferencias destaca el llamado a crear grupos de vigilancia y de propaganda revolucionaria, asf como a nombrar “un comité revolucionario o de guerra” en cada comarca para Hevar & cabo la Revolucién. Esto se realizaria bajo la orientacién de cada seccidn federada que nombraria una “Comisisn ejecutiva” que estudiara los medios mas apropiados para desarrollar dicha Revolucién social y para “proporcionarse recursos, ‘armas, municiones y hacer represalias”. Segtin esos acuerdos, todas las actividades debian permanecer en el mds absoluto secreto, por lo que todos los documentos se redactarian en clave para no ser descifrados, priictica que también encontramos en los documentos de la ‘Mano Negra y otros en los que aparecen extraias abreviaturas.°* También el antes citado Programa para los grupos revolueionarios, encabezado por las iniciales C.D. R., instruye a los grupos cémo organizarse y establece un “Comité Bjecutivo” de cinco personas que, como en los documentos recogidos en APP-MN, propondré qué actos realizar y qué hacer con los traidores que seran juzgados por un Jurado “hasta conseguir su exterminio”? Por su parte, Anselmo Lorenzo reproduce la comunicacién publicada en periédico clandestino El Orden (ntim, 42, 1877) por una “Comisién de Propaganda” en Cadiz, que denuncia a un militar culpado por el asesinato y otras crueldades contra republicanos y anarquistas pre- sos alli. Puesto que dicho individuo vivia entonces en Madrid, los integrantes de dicha Co- (én precisaban que “lo recomendamos” al correspondiente “Nécleo Vengador Ejecuti vo". {Por qué pensar que micleos semejantes como el “Tribunal Popular” —que aparece en los documentos que se harfan piblicos en 1883 so pretexto de la Mano Negra~ fue un invento policial y no producto de las consignas y la Iégica organizativa secreta de esos aiios? Si la ComisiGn Federal estaba encargada de que resoluciones como las ya citadas llegaran a las diversas federaciones y secciones para darlas a conocer a los grupos y a sus miembros, nada sugiere que no se reprodujeran en términos ms 0 menos similares en di versos lugares, aunque en cada uno se interpretaran y ejecutaran de manera propia y auté- noma A partir de la primavera de 1878 la prensa publica daba noticias cada vez més abun- dantes sobre la “critica situacién que atraviesa Ia industria y los obreros™" en todas las provincias mediterraneas, asi como sobre las protestas por falta de alimentos y el aumento de Ia emigracién en busca de trabajo en las levantinas y andaluzas. En el invierno y la pri- mavera del 79, la crisis no solo se habia intensificado, sino que el paro se extendia a otras regiones mas septentrionales y el malestar social se generalizaba. © Compte-Rendu, 1875, * Citas de los acverdos en Lorenzo, 1974, t. Il, pp. 354-355 y ss. Bl anarquismo no es el nico que reeurre 2 fa comnnicacin era; machos de ls informes dela pie francesa y ota lean como firma un simbolo, tna letra o-un nimero pare protege la wentidad de los informanies, mocha veces infilirados en los Eropos, ‘tando no miembros de elles Ver supra ta 13. 2 Lorenzn, i974, Tipp. 382-384 J. Alvarez unco, editor de Lonenzn, anota que es ddosa la exstncia do semejante Niclo, ya que setn el a violencia so "fs agrarian. 45,461) *' El Imparcial, 18 de octubre de 1878 y 21 de julio; véanse las noticias a partir de abril de ese afio, En ese contexto, en una comunicacidn secreta de mayo de 1879, la Comisi6n Federal rectiminaba a sus seguidores por no realizar actos suficientemente revolucionarios nit le- vVantarse contra la injusticia y a favor del cambio social: [.J aegis poeo, Tenis el deber de hacer més. [..] Individual 0 coleetivamente guerra, guerra siempre hasta ue abran los ojos @ fa luz 0 hayamos triunfado, [La] concupiscente y obstinada burguesta-en cada uno de nues {ros actos, ler lena de terror los sacrosantos lemas: {El que quiera comer que trabaje! Los que trabajan y a cualquier titulo viven del pueblo, roban a los trabajadores! 380n ellos los ladronest iMneran las zénganos! AL agricullor la tierra! ,AL obero la falbrica! jAl menestral el taller! {Viva la Revoluciéa Social!” Ala siguiente, desde Suiza, Le Révolté sefialaba que en la campiia jerezana se ha lado la violencia; una violencia que, segiin el peridédico, asemejaba la de las “gue- nillas”. No puede sorprender que dado ese clima de malestar social el gobiemo recrude- ciera la vigilancia y Ia represién. Pero tampoco resulta extrafio que recurriera al Cédigo Penal para abrir diversas causas contra las “asociaciones politicas ilicitas”.* 4. VIOLENCIA SIMBOLICA Y PROPAGANDA POR EL HECHO Los cambios que tenfan lugar en Espafia no estaban al margen de los que se produ- fan en otros paises afectados también por la represién y el clima revolucionario de la €po- ca, En este contexto, los anarguistas espafioles se esforzaron por mantener contacto con sus pares europeos por medio de viajes, correspondencia y asistencia a diversos congresos Pidblicos 0 sectetos. Pese a los escasos recursos y a Tos obsticulos policiales, los delegados espaioles participaron en los Congresos Generales que la AIT celebrara en Suiza, Bélgi € Inglaterra y asistieron a congresos de la Federacién del Jura y a reuniones secretas en al- gunas ciudades francesay donde cinco aijos después de la Comuna las onganizaciones obreras comenzaban a resurgir clandestinamente. Esto exigia grandes esfuerzos, pues para los federados era cada vez més dificil pagar las cuotas extraordinarias que, como ya lo se~ flalamos, sus ntimeros y recursos se iban reduciendo por los efectos de la persecucién y las crisis. Ello también exigfa que los enviados pudieran burlar a las autoridades ocultos bajo nombres falsos o en el anonimato, lo cuall no siempre se lograba, especialmente a los ojos de la muy activa policfa francesa.”® En todo caso, el tesén de los espafioles por evitar que la PRE estuviera aislada internacionalmente queda de manifiesto. La prensa clandestina contribuyé también a mantener estos vinculos. Aunque en la mayorfa de Ios casos tuvo una existencia inregular y effmera y un formato modesto, no ® Circular, mayo de 1879, p. 2; original en IISG. entre los papeles de Max Nettlau, Reproducida completa en Lida, 1973, pp. 418-421 ® Le Révolté, 10 do julio de 1880, dice: “a petite guerre”, % Séez Domingo. 188 55 En a carta del 29 de octubre de 1878 dirigida a Francisco Porillo (pseudénimo de Trinidad Soriano) desde el Jura se dice en referencia a ls apoyos dados a la FRE: “Espatia es la que hasta abora le ha castado mis cary a muestra federacisa” (C'est Espagne qui, jusqu’® ce jour a couté le plus cher & notre Tédération). Copia textual on APP B 2/438, 5 Numerosos datos, por ejemplo, en APP B a/28; B a/115; APP Ba/416; B a/436; B 437; B al438; Ba 1477. entre muchos otros, 15 16 deja de sorprender su existencia en coyunturas tan dificiles. Subemos que para las autori- dades espaiolas prevenir su citculacién fue una consideracién mayor, pero si algunos de estos impresos sobrevivieron ha sido gracias a las argueias de los militantes para esconder- los 0, paraddjicamente, por el celo de empleados piiblicos y agentes del orden que acom- paflaban sus informes con ejemplares interceptados por el correo o en sorpresivas redadas. Conocemos una decena de titulos aparecidios entre 1874 y 1880, aunque posiblemente hu- biera otros hasta ahora perdidos.” Algunos no pasaban de ser una simple hoja de breve Vida impresa de una 0 ambas caras, pero también hubo otros de vida mas larga. Por ejem- plo, James Guillaume cita una carta de Espaiia que sefiala que en 1876 El orden se let cada vez. mis, por lo cual se procederfa a tirar 2.500 ejemplares, pese a los castos y a las dificultades de envio, y seftala que el primer nimero de La revoluecién popular lo saludaba como “el decano de la prensa revolucionaria clandestina”."* Todavia hay que agregar que en abril de 1881, Le Révolté de Ginebra, anunciaba la publicacién de El autonomista, Todo esto sin mencionar otros impresos, como folletos, libros, circulares, hojas sueltas y carteles generados por la FRE y sus federaciones locales. ‘Tanto los impresos espafioles como los europeos servian de vinculo entre las distintas federaciones, aun pese a las diferencias lingilisticas. Se trataba de que las actividades en diversas latitudes no se entendieran de manera aislada sino como vehiculos de informa- cidn, concientizacidn y accién que promovieran una cultura de participacién y compromi: soy se forjara asf una opinién publica internacionalista y solidaria.” Paradgjicamente, a pesar de las restriceiones a la libertad de imprenta, también en la prensa publica (El Acta, El Imparcial, etc.) aparecfa abundante informacién sobre los mo- vimientos revolucionarios que surcaban Europa. Destacaban sobre todo las noticias refer das a los populistas rusos (descalificados como “nihilistas por el zarismo y por la prensa general), con sus manifiestos contra la autocracia y en favor de la emancipacién de los siervos, sus conspiraciones y atentados magnicidas —al igual que sucedia en Alemania e Italia; las que trataban la violencia revolucionaria y agraria irlandesa contra la Gran Breta- jia encabezada por los integrantes de la Liga Agraria y del Irish Republican Brotherhood (lamados también “fenianos”), organizados en pequeiios circulos secretos." Presencia im- portante tuyo también Italia a partir de 1877, cuando se informé de “La guerra per bande” (guerra de partidas 0 guerrillas), organizada por anarquistas, con sus intentos de insurree~ cin rural (fatto insurrezionale)."' Ninguno de esos movimientos, con su potencial revolu- cionario en el émbito campesino pasé desapercibido para el anarquismo. Estas y otras manifestaciones de protesta violenta evocaban Io que entre los anarquis- tas se comenzaba a denominar la “propaganda por el hecho”, es decir, la aceiGn revolucio- naria directa, A falta de espacios asociativos legales para defender las reivindicaciones la- borales, esta se concebfa no solo como una respuesta a la persecucién, sino también como tun instrumento de negociacidn colectiva frente a propietarios y patrones a los que se pen- saba presionar por medio de amenazas o de acciones tales como la tradicional quema de cosechas 0 la destruccién de miiquinas y otros bienes. Por otra parte, si la teorfa no siem- pre fuera facilmente comprensible, la accidn directa serfa una suerte de pedagogta revolu- Las represalias (1875). A los obreros (1873). La revolucton popular (1877), La bandera social (1878). La comuma libre (1880), La solidaridad (1874-1876), Bl orden (1875-1878) La revolucion popular (I8TT)y EL msecipio libre (1879-1880), 4 Guillaume, 1985, t 4, cap, XV, p. 280, » En otras paginas he explorado algunos de estos aspectos de la prensa clandestina, Lida, 2012, © Sobre el republicanism radical ilandés véase Q"Broin, 1976. © Destacs especialmente el intento de insurreccisn campesina en el macizo del Matese, en la provincia de Benevento en abril de 1877, Serge Kravchinski (alias Stepniak o Rublev), un populista uso exiliado en Italia, cseribig unas Insirucciones para la ereacién de dichas “bandas”. Ver Masini. 1958 y 1968. cionaria para desarrollar la conciencia de clase mediante la lucha y los actos revoluciona- rios. Por otra parte, en los foros internacionales tenfan lugar discusiones sobre la propa ganda por el hecho que pretendian convertir el acto revolucionario en un principio doctr nal. Aunque esto no se logn’, los anarquistas se dividieron entre quienes rechazaban la violencia y los que la defendian como un modo préctico de concientizacién cuando el aso- ‘ionismo fuera perseguido. Asi, a finales de la década de los setenta, tanto en Europa como en la propia Espaita, la violencia se radicalizarfa aiin més en la préctica y en lo dis- cursivo y simbélico.* Fue entonces cuando comenzaron a proliferar grupos vinculados con el anarquismo que adoptaban como sefias de identidad simbélica verdaderos nombres de guerra para det nir su cardcter revolucionario. Esta prictica, que como ya lo sefialamos al comienzo tuvo ugar en Eypafia a partir de 1878, abund6 en Francia a partir de la misma época. En Pari por ejemplo, se constituyeron “Los invencibles", “Los justicieros”, “La mano roja”, “El odio”, “Los iguales”, “El ladrén”, “La pantera de Batignolles”, “Los destructores”, “Los re- beldes italianos”, “Los insurrectos”, “Los parias”, “Los ateos”, “La nitroglicerina”, asi como un “Comité revolucionario ejecutivo”; en Beziers surgid “La plebe”; en Cette, “La Miseria”. y en Reims no faltaron los Circulos de estudios sociales “Los vengadores” y “Los Igualitarios”. También hay noticias de la existencia de otros grupos como “La hidra anar- quista”, “Los hambrientos”, “Los rebeldes” y “Los incendiarios”, as{ como de la creacién del “Partido de la liquidacién social”. No menos cierto, aunque tal vez menos abundante, fue el fendmeno en otros paises. En Italia, por ejemplo, aparecieron “Los mathechores”, “Los bribones”, “La plebe”, “La canalla, “El primer ladrén”, “El eyclavo blanco”, “Los inadaptados”, que en algtin caso también correspondieron a nombres de perid quistas.“* En Suiza sabemos también de una seceién de propaganda de Ginebra llamada (os desheredados” y de un grupo en La Chaux-des-Fond: sorprende, entonces, que en esos afios pudiera surgir en Espaiia un grupo denominado la “Mano Negra’ 0 mis tarde otros que mencionamos mas arriba®® No nos debiera sorpren- der si adems tomdramos en cuenta que en las Conferencias Comarcales de 1878, la federa- cidn aragonesa se pronuncié a favor de que los grupos se identificaran por medio de lemas, es decir, por medio de nombres, motes, contrasefias que distinguieran a unos de otros.” + No trataréagut otros cambios doctrinales que, como el anazco-comenismo,estuvo también impulsado a finales de la década de 1870. Al Congreso de Verviers (eptiembye de 1877) acudieron tes espafles all se dliscuieron por primera vez esas ideas lo cual dividis al Congreso. A pari de entonces cada federacin adopts fa auténomamente su propia posta. ste fue el timo de los Congresos Generales. pese un tino intento fen Londres, en 1881. Aungue muchas federaciones mantuvieron su orientacin colectivista,contaria 2 la ac cisin directa, a partir de entonces el anareo-comonismo y la propaganda por el hecho comencaron a difundirse por diversos paises. entre ellos Espaia, Véanse Lida, 2012: Miller, 1976; Cahm, 1989, Les Tavincibles”. “Les Justvies”, “La Maine Rouge”. “La Haine”, “Les Eganx”, “Le Volewt" “La - Batgnolles”, “Les Destrcteus”, “Les Revolt liens". “Les Tasurg’s”. “La Plthe™. “La Mist" Ceroles d'Etudes Sociales “Les Vengeurs” y “Les Egaliteurs".“L'Hydre Anarchiste™, “Les Affamnés™. “Les RE oli". “Les Inceniires" “Le Pat de la Liquidation Sociale”, “Paris”. “Athées", “Nitwo-alycéine™, "Cu {6 révointionnsireexéculit™ Abundan datos al especto en APP B 0/32; B a/39; B a/73 B a/199; B a/200: aldAl; Ba/IS11. También en peridicos como La Revolution Sociale, La Defense, Le Temps, Le Matin. ‘Maltaton”, “1 Faabutt. “La Plebe”, “La Canaplia”, “I Lado Primo”, “Lo Schiavo Bianco”, “Gl Sposttl. No sogprene que el 28 de diciembre de 1878, el mevo pontifce, Len XM en la Enciolica Quad aposiolci nuneris condenara explicitamente “Ia seta de quienes. eon nombres birbarosy diversos,s¢ aman sovalistas. i 45 “Les Deshrités", “Les Sauveurs", en APP B al 438 4 Vernota 14, supra, Estas pricticas se trasladaron tambign ala Argentina, al finaizar el siglo XI. Sura no, 2001, p42. También se dan en et Pert al comenzar el siguiente, Melgar Bao, 2012. © Lonenao, 1974, 1, pA, 7 18 Por otra parte, si en paises como Irlanda, donde el apoyo campesino habia sido im- prescindible para la movilizacién revolucionaria, y en Rusia, donde los populistas busca- ban terminar con la servidumbre agraria y que en ias comunas se desarrollara un campesi- nado independiente, ;por qué en Espafia no seria posible pensar en la radicalizacién de las poblaciones rurales teniendo estrategias sencillas y precisas que combinaran la propagan- da y la accién? Aunque ya hemos visto que la retérica de la violencia existia desde tiempo atris, “la propaganda por el hecho” adquirfa ahora una implicacién més amplia como un modo de coadyuvar a la concientizacién y estimular la militancia proletarias. Es cierto que en Espaiia, como ya lo sefialamos antes, este discurso tenfa su propio desarrollo, pero también se imbricarfa con el que se gestaba entonces en Europa y con una larga tradicién previa del recurso a simboloy alegsricos de violencia y castigo al traidor que violara la tradicién del secreto juramentado.® Asi, encontramos diversos documentos encabezados por sellos e insignias amenazadores. Un ejemplo es el clandestino Programa para los grupos revolucionarios de Expaiia mencionado mas arriba, encabezado en el din- ‘gulo superior izquierdo por un sello ovalado dentro del cual aparecen las iniciales C.D. R. y un puflal. En 1883, cuando ya la Federacién actuaba piblicamente. la Crénica de los Trabajadores de la Region Espanola informaba haber recibido “dos hojas timbradas con un sello que dice: Los Desheredados. Organizacién revolucionaria anarguista. Comité de guerra de a nacién espanola. En el fondo de dicho sello y en forma de cruz hay grabado tun pufal y una antorcha”.*? Ejemplos semejantes aparecen en el cartel de Lyon, “Mort aux volewrs!"" encabezado por una calavera, asi como en el largo puiial que apareefa en un cartel anarquista pegado en las paredes de Paris por el grupo simbslicamente llamado La Haine (El odio), en cuya empuitadora se lee “Mort aux exploiteurs”.' Por su parte, la prensa mencionaba la hoja populista rusa, Tierra y Libertad (Listok Zemli i Voli). en cuya cabecera aparecfa un sello en forma de circulo rojo, que encerraba un pistola, un puial y tun hacha.* Todos estos eran evidentes recursos simbdlicos que invocan al menos metafé- ricamente~ la muerte y el castigo y develan tradicionales representaciones alegsricas de la suerte que esperaba a todo enemigo y traidor:® Sin que los documentos de la llamada ‘Mano Negra publicados en AAA-MN muestren un pufal ni una antorcha, ;e6mo no ver tuna clara referencia a los mismos recursos simbdlicos cuando llaman a combatir a los ene- migos con “el fuego, el hierro, el veneno”? No es mi propdsito seguir abundando en ejemplos de e6mo los textos sobre la Mano ‘Negra que publiqué en 1969 solo se podrdn analizar a conciencia si se examinan en el con- texto en el que sin duda surgieron: el de la clandestinidad anarquista. Si bien no podemos constatar la existencia de esa sociedad, tampoco tenemos elementos que nos permitan ne- gar su existencia, Nuestra investigacién nos deja la certeza de que entre los mindsculos ‘grupos auténomos que se constituyeron entonces siguiendo lox exhortos de la Comisién Federal desde finales de 1873, bien pudo haber surgido en Andalucia una pequefia asoc cién secreta llamada la Mano Negra, con “un niicleo ejecutivo denominado Tribunal Po- pular”. Seguramente en distintos poblados, al igual que sucedié en otros paises, hubo va- riay de nombres diversos. Asociaciones secretas andlogas eran el resultado inevitable de la Teorganizacién en pequefios grupos invisibles a Tos ojos de las autoridades, y a veces incluso Esto lo desarrollé més extensamente en Lida, 1993 y 20118, © Crénica de los Trabajadores. libro 1, 61.1883, p. 25. % ADR. 4M. placards anarchistes. Tambin se encuentra en APP B a/198, * APP B «200. El mismo aparece también en Lyon, pero anénimo. Cf. ADR, 4M. placards anarchistes. © Esto ailtimo segin una noticia en £? Acta, Madrid, 7-VII-1879. Sobre el grupo populista secreto, Zemlia {volia y la publicacisn de esa hoja clandestina, véase Venturi, 1960, cap. 20, * "VerLida, 1993, pp. 63-74. invisibles para la propia Comisién Federal que habfa dado la consigna sobre la urgencia de ser tan pequefios que se pudicran reunir hasta en “las barbas del burgués” sin ser reconoci- dos. Es claro que no se podri profundizar en estos asuntos si no se aborda el estudio de la clandestinidad, ese periodo tan mal estudiado en la historiografia del anarquismo espaiol Si no penetramos en esos aiios y solo nos quedamos en los de la vida piiblica de ese movi- miento entre 1870 y 1874 y, luego, a partir de 1881, ignorarfamos un momento clave en la radicalizaci6n simbélica, discursiva y doctrinal, asi como en la reorganizacién de los gru- pisculos secretos, con su inevitable fragmentacién y centrifugalismo, Pese a la persecucién generalizada y aunque diezmados a lo largo de esos afios, los niicleos de militantes més fervientes lograron mantener vivo el anarquismo. Al volver a la luz pablica esos grupos pudieron resurgir en una vigorosa Federacién de Trabajadores que incorporaba masivamente en una nueva etapa combativa al proletariado rural del sur de Espaiia, No se nos puede escapar que los anarquistas mas comprometidos volvian a la vida piblica con un arraigado sentido de su autonomia a la vez. que de su propia capacidad de lucha y resistencia, Esto se revelarfa dolorosamente en el Congreso de Sevilla de 1882 y durante la represi6n de 1883, con la hostilidad manifiesta entre la Comisién Federal de la nueva Federacién de Trabajadores de la Regin Espaiiola y los militantes més radicaliza- dos de las provineias del sur, Desde su sede en Barcelona, la Comisién los ealificé de “ sidentes” y “perturbadores” cuando no de “fandticos (0 desequilibrados)”, y los descono- cié como anarquistas genuiinos.® Memorias inéditas de Eudaldo Canibell citadas por Nettlau, 1969, p. 430. Crénica de los Trabajadores, libro I, passim. El 13-I-1883, se refiere con sorna a “Los desheredados”y los Hama “Los desahuciados”. 19 20 Nada de esto se puede entender al margen de la clandestinidad. Esté claro que en 1883 la llamada Mano Negra fue un pretexto para reprimir la huelga agraria planeada para esa primavera ya que, como anunciara meses antes el Coronel Subinspector de la Guardia Civil, habja llegado el dia de “darles [a los anarquistas] el golpe de gracia merecido”. Que- rer dilucidar la existencia de esa sociedad secreta solo con base en las noticias periodisti cas del momento 0 en los Procesos judiciales de ese afio poco ayuda a iluminar el opaco y complejo camino por el cual transité el anarquismo espaol durante el largo y dificil pe- riodo de la clandestinidad, desde finales de la Primera Repiiblica hasta el comienzo de la década siguiente, Solo si repensamos el problema, primero en el contexto de la represién del internacionalismo europeo a raiz de la Comuna de Paris y luego en Espafta a comien- zos de la Restauracidn, podremos abandonar los lugares comunes que han prevalecido sin mayor sustento y, en cambio, reconocer la importancia de la reorganizacién clandestina, su vigoroso desarrollo al regresar a la vida pablica y entender mejor las causas de Ta repre~ sidn desatada nuevamente en 1883 invocando como pretexto los crimenes de la Mano Ne~ gra, REPERENCIAS Siglas y archivos AAA-MN: “Agrarian Anarchism in Andalusia. Documents on the Mano Negra!" (1968). ADR: Archives Départementales du Rhone. Lyon, AIr: Asociacién Taternacional de los Trabajadores. APP: Archives de la Préfecture de Police, Pars AGM: Archivo General Mi FRE: Federacién Regional Espafola FIRE: Federacidn de Trabajadomes de la Region Espaiiola, ISG: Intemationaal Institsut voor Sociale Geschiedenis, Amsterdam, UTC: Uni de Trabajadores det Campo, Libros articulos ATT, Actas, 1969: Actas de los Consejos y Comision Federal de la Region Espaftola (1870-1874), Carlos Seco ‘Serrano ed., Universidad de Barcelona, Barcelona, 1969, Cartas, 1979: Cartas, Comunicaciones y Circulares de ta Comision Federal de la Region Espaiiola, ‘Vol. V (juni-septiembre, 1873) Maria Teresa Martinez De Sas ed, Universitat de Barcelona, Barcelona Cartas, s{: Cartas, Comunicaciones y Circulares de ta Comision Federal de la Region Bspafola, Vol. ‘VI (octubre-diciembre, 1873). Transeripeién, estudio preliminar, notas e indices por Maria Teresa Mart nez De Sas, Universitat de Barcelona, Barcelona, Cartas, 1987: Cartas, Comunicaciones y Circulares de la Comision Federal de la Region Espafola, ‘Vol. VII (enero-abril, 1874), Transcripsisn, estodio preliminar, notes e indices por Maria Teresa Martinez. De Sas, Universitat de Barcelona, Barcelona, Alvarez Juneo, José, 1971: La Comuna en Espafia, Siglo XI Buitores, Madrid Brey, Gérard, 1984: “Crisis econsmica, anarquismo y sucesos de Jerez, 1886-1892", en AA.VV.., Seis estudios sobre el proletariado andaluz (1868-1929), Ayuntamiento de Cordoba, Cordoba. pp. 75-127 Cah, Caroline, 1988: Kroposkin and the Rise of Revolutionary Anarchism, 1872-1886, Cambridge University Press, Nueva York, Castro Alfin, Demetrio, 1986: Hambre en Andalucia. Antecedentes y circunstancias de La Mano Negra, Im- prenta San Pablo, Cérdoba. Céddige, 1890: Cédigo penal reformado dle 1870, con las variaciones intraducidas en el mismo por la Ley de 17 de julio de 1876.... comentado y coneordado por Salvador Viada y Vilaseca, Fernando Fe, Madrid Compte- Rend. \875: Compte-rendu officiel du septisme Congres général de l’Axsociation Internationale dex Travailleurs,tenu & Bruxellas du 7 au 13 septembre 1874, Imprimerie E. Coussard, Verviers. 1876: Compte-rendu officiel de VIE Congres Général tenu & Berne due 26 au 30 octobre 1876, sx. Berna. Congrese, 1882: Congreso de la Federaciin de Trabnjadores de la Reglin Espaftola, celebrado en Sevilla los ‘dias 24,25 26 de Setiembre. a Federacione, 1963: La Feleracione Haliana dell’ Associacione Internazionale dei Lavorator. Att ufilt 1871-1880, Per Carlo Masia ed, Edizioni Avant, Min Guillaume, James, 1985: L'tnernationale, Documents ee souvenirs, ts, Mare Vuilleomier ed, Editions Gérard Lebovici, Pri, 2 vols, Kaplan, Temma, 1977: Anarchists of Andalusia: 1869-1903, Princeton Critica, Barcelona, 1977]. Lida, Clara E, 1969: “Agrarian Anarchism in Andalusia, Documents on the Mano Negr”, International Re view of Social History. 3, XIV, pp. 315-352 9720: Anarquisino y revolucion, Siglo XX1 editors, Madd 1972b: La Mano Negra, Bd, ZYX, Mari "1973: Antecedentesy desarrollo de! movimiento obreroespafiol (1835-1888). Tetos y documents, Si glo XXI editors, Madrid 1988: “Del repartoagraro ala huelga anarguista de 1883", en VV. AA. El movimiento obrero en la historia de Cade, Dipuacisn Provincial, Cadiz pp. 127-161 1993: “Los discursos de In clandestnidad en el anarcuismo del XIx", en Historia Social mm, 17, ot fo, pp. 63-74 2008: “Hiacia la clandestnidad anarquist De la Comuna de Paris @ Aleoy, 1871-1874" Social, 46, pp. 49-64 Sani tee Le mano negra. Amarchiame rural sociétésclandestines et répression en Andatousie (1870 41888). Euions L’Behapée, Pars, 2011 2011b: “La Mano Negra revisige. L’anarei 201 La, pp. 71-112. . 2012: “Organizacién, cultura y prctieaspolieas del anarquismo en la clandestine” en Lida y Yan kelevich, comps. pp. 63-93. Lida, Clara Ey Carlos Maes, 2001: “El anarquism europeo y sus primerasinfluncias en México después de ia Comuna de Pars: 1871-1881", en Historia Mesicana, 201, julio-septiembre, pp. 103-149. Lida, Clara By Pablo Vankelevich (Comps,), 2012: Cultura’ pritica det anarquizmo ibero-americano, desde ‘sus origenes hasta la Primera Guerra mundial, El Colegio de México, México. Lépez Estuillo, Antonio, 2001: Republicanismo y anarquismo en Andalucia. Conflictividad social agraria y crisis fnisedar (1868-1900), Ayuntamiento de Cérdoba, Cordoba Lorenzo, Anselmo, 1974: Elprotetariado miltante ed, José Alvarez unco, Alianza Editorial, Madrid Masini, Pier Carlo, 1958: Gli internacionalsti. Le Banda del Matese (1876-1878), Faiioni Avani, Milén Roma 1969: Stor degt anarchic alin’ da Balun a Malatesta (1862-1892), Rizzoli Eliore, Min Maurice, Jacques, 1982: “Coaflicto agrario y mepresig preventva, Los grandes process de Ferez.en 1883", en Estudios de Historia Social, nim. 22-2, jodie. pp. 239-282 1990: El Anarquismo andaluc: campesinos ysiuicaisas, 1868-1936, Avel, Barcelona, ‘Melgar Bao, Ricardo: “El anarquisino y a cultura de las clases y minortassubalternas en el Pers", en Lida y ‘Yaakelevich comp. pp. 175-217 Miller, Martin A. 1976: Kroposkin, Chicago University Press, Chicago Monta, Enrique, 1997: Transformacion agricola y conflictvided campesina en Jeréc de la Frontera, Uni verdad de Cidi-Ayuntamiento de Ferez de la Frontera, Ci Navarry Navaro, Javier, 2004: "El ‘perfil moral” del militate en el anarguismo espaol (1951-1939)", en Spagna Contemporanea, mimen) 25, pp. 39-67 ewan, Max, 1925: Miguel Balun, la Internacional y la Alianen en Espaiia, 1868-1873, Bue Protea, (Reed. con nolas, Clara, Lida ed, Therana Pablishing Co, Nueva York, 1977) 960: Lat Premiére Internationale en Expagne, 1868-1888, Renée Lamberetéd, D. Reidel Publishing Co,, Dordrecht, O'Bmin, L., 1976: Revolutionary Underground, The Story ofthe Irish Republican Brotherhood, 1858-1924 Romen and Ltlfield, Dublin Procesos, 1883: Los procesos de la Mano Negra. I: Awdiencia de Jerec de le Frontera. Proceso contr {..} ‘por el asesinato del Blanco de Benaocaz. Sumario, Jucio orl, Sentencia,Inprenta de la Revsia de Le Eislacn, Madi ‘éez Domingo, Agustin, 1884: “Procesos célebres. Crnicas de tibunales expaioles, Cuaderna TX: Pracesos del Sala y la Mano Nepra recursos de cascin”en Revista de Legislacion, Maid pp. 65-232. Seixas, Jacy Alves de, 2012: "Acerca del militate anarquist:sensibilidad, cultura y ética potica, Sio Paulo y Rio de Janeiro, 1890-1920", en Clara E, Lida y Pablo Yankelovich, comps, pp, 297-324, Soriano, uan, 1999: Anarquistas, Cultura y politica libertaria en Buenos Aires, 1990-1910, Mnantial, Buenos ‘Aires cersity Press, Princeton, NJ. [rad en Historia ‘espagnol dans la clandestinité 1874-1881)", en Lida ws Ares, La a 22 ‘Venturi, Franco, 1960: Roots of Revolution. A History of the Populist anu Socialist Movements in Nineteenth Century Russia, Alfred A. Knopf. Nueva York. Woggoner, Glen A.. 1972: "The Black Hand Mystery: Rural Unrest and Social Violence in Southem Spain, 1881-1883", en Bezucha, Robert J ed_, Modern European Social History. D. C. Heath, Lexington, Massa- chusetts, 1983: “The Black Hand: Agrarian Anarchism in Southern Spain, 1881-1883", tesis doctoral, Universi- ‘dad of Columbia, Nueva York,

Vous aimerez peut-être aussi