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HANNAH ARENDT. Entre el pasado y el futuro Ocho ejercicios sobre la reflexién politica “Traduccién de Ana Poljak Ediciones Peninsula Barcelona Publicado por primera vez en Estados Unidos con el titulo: Betwween Past and Future de Hannah Arendt © Hannah Arendt, 1954, 1956, 1957, 1958, 1960, 1961, blicado pe 93967-1968 Publicado por acuerdo éon Viking Penguin, dlvsion de Penguin Books USA Ine Quedan siguosamente probs, sin a auroras xen Slots dl soph ue es scones exible sles soc el oe esa abe culties medio procedimino, compres la repronraia Yeltetanin infomsaico ys cbse de seapies ‘clams alter resume public, scone, ivesporacon« mporacan de suo gemplars pa tiene un sonido perverso en politica; se habla de ceducacién, pero la meta verdadera es la coaccién sin el uso de la fuerza. El que de verdad quiera crear un orden politico nue- 188 vo a través de la educacién, 0 sea, ni por la fuerza y la coaccién ni por la persuasién, debe llegar a la temible conclusion plato- nica: hay que arrojar a todas las personas viejas del Estado que se procure fundar. Pero incluso a los nifios a los que se quiere educar para que sean ciudadanos de un mafana ut6pico, en rea lidad se les nicga su propio papel futuro en el campo politico porque, desde el punto de vista de los nuevos, por nuevo que sea el propuesto por los adultos, el mundo siempre sera mas Viejo que ellos. Es parte de la propia condicién humana que cada generacién crezca en un mundo viejo, de modo que pre- pararla para un nuevo mundo sdlo puede significar que se quiere quitar de las manos de los recién Hegados su propia oportunidad ante lo nuevo. Este no es de ninguna manera el caso de los Estados Uni- dos y por eso justamente resulta tan dificil juzgar estos asuntos en tétminos correctos. El papel politico que la edueacién de- sempefia en realidad en una tierra de inmigrantes, el hecho de que las escuelas no sélo sirvan para americanizat a los nifios sino que también afecten a los padres, el hecho de que se pro. teja un mundo viejo y se ayude a entrar en uno nuevo, da alas @ la dusién de que se construye un nuevo mundo a través de la ceducacién de los nifios. Por supuesto que la verdadera situa ; el supuesto bisico que es fundamento técito de todas las discusiones sobre este tema es que la cultura de ma: sas, l6gica ¢ inevitablemente, es la cultura de la sociedad de ‘masas. El hecho mas significativo de la breve historia de ambas expresioneses que, mientras hace unos pocos afios atin se usaban con un fuerte sentido reprobatorio —en el que estaba implicita la idea de que la sociedad de masas era una forma depravada de la sociedad y la cultura de masas una contradiccién en sus térmi- ‘nos—, hoy ya se han vuelto respetable tema de innuimeros estu: dios y proyectos de investigacin, cuyo principal efecto, como se- fialé Harold Rosenberg, es «afiadir a lo Asch una dimensién intelectual», Esta wintelectualizacién de lo kitscb se justifica di cienclo que, nos guste o no, la sociedad de masas va a seguir pre- sente en el fururo previsible ¥, por consiguiente, su «cultura, la cultura popular [no debe] abandonarse al populacho».’ Sin embargo, el problema consiste en silo que es verdad para la so- ciedad de masas también lo és para la cultura de masas 0, para decirlo de otra manera, sila relacién entre sociedad de masas y cultura sera, mutatis mutandis la misma que la relacién de la so- ‘iedad con la cultura que precedié a esta etapa, ‘La cuestin de la cultura de masas suscita ante todo un di lema distinto y fundamental: la muy problematica relacién de la sociedad y la cultura, Sélo se necesita recordar hasta que I nite todo el movimiento del arte moderno se inicié con una re- belién vehemente de los artistas contra la sociedad como tal (y 209

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