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A pesar de que Charles Darwin ostenta el honor de haber elaborado esta teoría de
manera científica y rigurosa, existieron importantes antecedentes —puede
mencionarse en este sentido la aportación del propio abuelo de Darwin, Erasmo
Darwin— que establecieron las primeras pautas del interés científico por estos
temas. Sin duda, hay que destacar los estudios de Jean Baptiste de Monet,
caballero de Lamarck (1744-1829), que inauguraron una corriente de pensamiento
precursora en el estudio de la evolución de los seres vivos.
Durante los veinte años siguientes intentó aplicar estos datos a la formulación de
una explicación coherente sobre la diversidad observada. En 1858, Darwin se vio
obligado a Presentar sus trabajos, cuando recibió el manuscrito de un joven
naturalista, A. R. Wallace, que había llegado de manera independiente a ¡as
mismas conclusiones que él, es decir, a la idea de ¡a evolución por medio de ¡a
selección natural.
Tanto Darwin como Wallace habían tomado como base la obra de Malthus sobre el
crecimiento de la población, en la que se establece que, dicho factor tiende a ser
muy elevado, se mantiene constante dado que la disponibilidad de alimento y
espacio son limitados; a partir de esta premisa la idea de la competencia. Con esta
base argumental se pueden establece dos aspectos fundamentales que sustentan la
teoría de Darwin y Wallace. Ambos científicos dan por sentado que los seres vivos
pueden presentar clones.
Esta idea, junto con la noción de competencia establecida anterior por Malthus, les
lleva a establecer que estas variaciones pueden ser ventajas o no en el marco de
dicha competencia. Por otro lado, como resultado de la lucha tiene lugar una
selección natural que favorece a los individuos con variaciones ventajosas y tiende
a eliminar a los menos eficaces en la consecución de los recursos necesarios para la
vida. Sin embargo, existe un punto de discrepancia entre ambos. Wallace nunca
compartió la idea de la selección expresada por Darwin en su obra El origen del
hombre (1871). Según Darwin algunos caracteres son preservados sólo porque
permiten a los macho mayor eficacia en esta relación con las hembras.
Más adelante, E. Mayr desarrollará en sus obras Systematics and the origin of the
species (1942) y Animal species evolution (1963) dos conceptos muy importantes:
por un lado, el concepto biológico de especie; por otra parte, Mayr plantea que la
variación geográfica y las condiciones ambientales pueden llevar a la formación de
nuevas especies. De este modo, se pueden originar dos especies distintas como
consecuencia del aislamiento geográfico, o lo que es lo mismo, dando lugar, cuando
intentamos el cruzamiento de dos individuos de cada una de estas poblaciones, a
un descendiente no fértil. Atendiendo a las condiciones ambientales, en
consonancia con las ideas de Dobzhansky., la selección actuaría conservando los
alelos mejor adaptados a estas condiciones y eliminando los menos adaptados. En
1944 el paleontólogo G. G. Simpson publica la tercera obra clave para poder
comprender esta corriente de pensamiento: en Tempo and mode in evolution
establece la unión entre la paleontología y la genética de poblaciones.
Pruebas de la evolución
En relación a las pruebas embriológicas, hay que distinguir entre ontogenia —las
distintas fases del desarrollo embrionario— y filogenia, concepto que hace
referencia a las distintas formas evolutivas por las que han pasado los antecesores
de un individuo, es decir, su desarrollo evolutivo. En los vertebrados, cuanto más
cerca de la fase inicial se sitúan los embriones, más parecidos son; posteriormente,
se van diferenciando progresivamente cuanto más cerca de la fase de adulto
Terminal se encuentran.
Otra de las pruebas clásicas es el estudio de los fósiles. El análisis de los distintos
estratos geológicos demuestra la presencia de fósiles de invertebrados en los más
antiguos; gradualmente, van apareciendo en los más recientes peces primitivos, y,
finalmente, los fósiles correspondientes a los mamíferos y las aves.
ORIGEN DEL UNIVERSO
En el comienzo hubo una explosión. No como las que conocemos en la Tierra, que
parten de un centro definido y se expanden hasta abarcar una parte más o menos
grande del aire circundante, sino una explosión que se produjo simultáneamente en
todas partes, llenando desde el comienzo todo el espacio y en la que cada partícula
de materia se alejó rápidamente de toda otra partícula. “Todo el espacio”, en este
contexto, puede significar, o bien la totalidad de un Universo infinito, o bien la
totalidad de un Universo finito que se curva sobre sí mismo como la superficie de
una esfera. Ninguna de estas posibilidades es fácil de comprender, pero esto no
debe ser un obstáculo; en el Universo primitivo, importa poco que el espacio sea
finito o infinito.
Las microondas que se detectan con igual intensidad en cualquier dirección en que se apunte
la antena, no pueden provenir de un cuerpo celeste en particular. Son propias del conjunto
del Universo y hacen suponer que en el pasado éste era denso y caliente.
Un tipo de partícula presente en gran cantidad era el electrón, partícula con carga
negativa que fluye por los cables transportadores de corriente eléctrica y constituye
las partes exteriores de todos los átomos y moléculas del Universo actual. Otro tipo
de partículas que abundaban en tiempos primitivos era el positrón, partícula de
carga positiva que tiene la misma masa que el electrón. En el Universo actual, sólo
se encuentran positrones en los laboratorios de altas energías, en algunas especies
de radiactividad y en los fenómenos astronómicos violentos, como los rayos
cósmicos y las supernovas; pero en el Universo primitivo el número de positrones
era casi exactamente igual al número de electrones. Además de los electrones y los
positrones, había cantidades similares de diversas clases de neutrinos, fantasmales
partículas que carecen de masa y carga eléctrica. Finalmente, el Universo estaba
lleno de fotones de luz. Estas partículas eran generadas continuamente a partir de
la energía pura, y después de una corta vida, eran aniquiladas nuevamente. Su
número, parlo tanto, no estaba prefijado, sino que lo determinaba el balance
entre los procesos de creación y de aniquilamiento. De este balance,
podemos inferir que la densidad de esta “sopa cósmica”, a una temperatura de
cien mil millones de grados, era cuatro mil millones (4. 10 a la 9) de veces
mayor que la del agua. Hubo también una pequeña contaminación de
partículas más pesadas, protones y neutrones, que en el mundo actual son los
constituyentes de los núcleos atómicas. Las proporciones eran más o menos de un
protón y un neutrón por cada mil millones de electrones, positrones, neutrinos
o fotones. A medida que la explosión continuaba, la temperatura fue disminuyendo,
hasta llegar a los treinta mil millones (3. 10 a la 10) de grados centígrados después
de undécimo de segundo, diez mil millones de grados después de un segundo y tres
mil millones de grados después de unos catorce segundos. Esta temperatura era
suficientemente baja como para que los electrones y positrones comenzaran a
aniquilarse más rápidamente de lo que podían ser recreados a partir de fotones y
los neutrinos. La energía liberada en este aniquilamiento de materia hizo disminuir
temporalmente la velocidad a la que se enfriaba el Universo, pero la temperatura
continuo disminuyendo, para llegar a los 1000 millones de grados al final de los tres
primeros minutos. Esta temperatura fue entonces suficiente para que los protones y
neutrones empezaran a formar núcleos complejos, comenzando con el núcleo del
hidrógeno pesado (o deuterio), que consiste en un protón y un neutrón. La
densidad era aún bastante elevada (un poco menor que la del agua), de modo que
estos núcleos ligeros pudieron unirse rápidamente en el núcleo más estable del
helio, que consiste en dos protones y dos neutrones.
ORIGEN DE LA VIDA
Todos los seres vivos organizados, desde el hombre a las formas más primitivas
comparten dos sustancias químicas fundamentales, los ácidos nucleicos proteínas.
Salvo en algunos virus, que se encuentran en la frontera entrE mas vivientes y no
vivientes, en el resto de organismos el ADN es el material hE tarjo, que transmite
las características de generación en generación. El ARN actúa en la traducción de
este material genético. Por otro lado, a pesar de los distintos grados de
complejidad, estas moléculas están formadas por unos elementos comunes veinte
aminoácidos, las cinco bases nitrogenadas y el ácido fosfórico. Esta uniformidad en
la composición química está presente de forma general en sus funciones, en la
mayoría de los organismos coinciden las reacciones metabólicas para obtener la
energía de los alimentos.
Unos sesenta años después, los científicos A. Oparin y B. Haldane sugirió una teoría
de una larga «evolución molecular abiogénica» sobre la Tierra, a través de la cual
lentamente, se acumularon moléculas orgánicas hasta formar una «sopa
primordial” La atmósfera del planeta primitivo era reductora, y si había oxígeno
libre, éste se encontraba en muy reducidas concentraciones. Al no
existir una capa de ozono alrededor de la Tierra, las radiaciones
ultravioletas del Sol llegaban hasta ella con suma facilidad, Estas
radiaciones de gran intensidad, junto con las descargas eléctricas
rayos, determinaron el aporte energético necesario para la formación
de las primeras moléculas orgánicas a partir del hidrógeno, como el metano, el
amoniaco, el agua y el dióxido de carbono. La hipótesis de que esta energía podía
tener como origen nativo los choques de meteoritos que atravesaban la atmósfera
constituyó el centro del debate durante los años treinta y cuarenta del siglo XX.
En 1953, Stanley Miller, científico estadounidense, llevó a cabo, junto con Harold
Urey, uno de los primeros ensayos en tos cuales se demostraba que las teorías de
Opanin y Haldane podían tener fundamento científico. Miller construyó un aparato
que permitía la circulación de una mezcla de metano, hidrógeno, amoniaco y agua,
en el que, a su vez, existía una circulación de descargas eléctricas. El agua
contenida en un matraz se mantenía hirviendo constantemente, para la producción
continua de vapor que permitiera la circulación de los gases. Los productos que se
formaban como consecuencia de las descargas eléctricas —que actuaban como los
rayos de la primitiva atmósfera— se condensaban en un tubo en forma de U y en
otro matraz de agua —que desempeñaba un papel similar al de los antiguos
océanos existentes en nuestro planeta— Este sencillo sistema se mantuvo en
funcionamiento durante una semana, al cabo de la cual se analizaron los
compuestos que se habían originado. Los resultados fueron sorprendentes: se
detectaron cuatro aminoácidos, comunes en la mayoría de las proteínas, urea y
varios ácidos grasos simples. Habían surgido, por tanto, unas moléculas que se
encuentran comúnmente en los seres vivos. Las condiciones primitivas de la Tierra
no debieron de ser muy diferentes de las que este científico simuló en un
laboratorio.
Dispositivo semejante al ideado por Miller en 1953, gracias al cual el científico estadounidense pudo
reproducir en el laboratorio las condiciones de vida primitivas de la Tierra. El experimento demostró que
muchos compuestos que resultan esenciales para la vida se obtienen a partir de gases sencillos,
sometidos a la acción de descargas eléctricas y de calor
Las células son hoy en día sistemas complejos organizados, que poseen una serie
de reacciones mediadas por enzimas. Algunas de estas células son capaces de
captar la energía del Sol y transformarla en energía química, que se puede
almacenar en forma de glucosa, ATP y otras moléculas. Otras aprovechan la
energía acumulada en estos enlaces, para crecer, dividirse y mantener su
integridad. Todas las características de la vida, como la conversión de energía, la
asimilación, la secreción, la excreción, las respuestas a estímulos y la capacidad de
reproducción dependen totalmente de las complejas rutas del metabolismo de las
células actuales.
Los estudiosos del origen de la vida sostienen que los organismos primitivos eran
heterótrofos primarios —de aspecto semejante al género actual de bacterias
Clostridium— anaerobios —podían obtener todos sus alimentos directamente del
ambiente—. Estas características se mantuvieron hasta que el aporte de nutrientes
disponibles en la Tierra empezó a disminuir. A partir de este momento, los
organismos que desarrollaron la capacidad de sintetizar los compuestos esenciales
tomando como base otros compuestos accesibles adquirieron una serie de ventajas
fundamentales con respecto a los que no podían hacerlo. Para la consecución de
estas reacciones metabólicas es imprescindible el desarrollo de nuevas enzimas que
puedan mediar en las nuevas rutas.
Una vez agotados los nutrientes de la llamada sopa primordial, debido a la
proliferación de organismos, el siguiente paso en la evolución de la vida fue la
aparición de la fotosíntesis, la capacidad de aprovechar la energía solar para el
desarrollo. De esta manera, los organismos heterótrofos pasaron a estar en
desventaja frente a los nuevos autótrofos. De igual manera, la acumulación de
oxígeno en la atmósfera, orno consecuencia de la fotosíntesis, determinó la
aparición de un metabolismo aerobio u oxidativo. Los primitivos organismos de
aspecto de bacteria —procariotas— parecieron hace 3.000 millones de años, entre
ellas las cianobacterias, capaces de desprender oxígeno. Posteriormente
aparecieron los primeros eucariotas, organismos con núcleo. Según las más
avanzadas teorías, surgieron como consecuencia de la unión simbiótica de varios
procariotas. Entre ellos se encuentran las algas, los hongos, las plantas y los
animales. Su enorme éxito en la evolución puede estar, en gran medida, basado en
la variabilidad genética derivada de la reproducción sexual.
La excavación arqueológica:
Luego de realizar investigaciones
bibliográficas y sobre el terreno, el
arqueólogo llega al sitio donde supone que
hallará restos materiales de culturas
desaparecidas. Siglos, milenios de vida
humana descansan bajo algunos metros de
tierra. "Toda la historia no escrita de la
humanidad se encierra en las hojas
superpuestas del libro de la tierra, y la
técnica de la excavación tiene como primer
objetivo asegurar su lectura correcta", dijo
un arqueólogo contemporáneo. Por esto, la
tarea del arqueólogo consiste en ir abriendo
ese libro, hoja por hoja, cuidando de no
dejar que desaparezca una sola palabra, porque se corre el riesgo de hacer quizás
incomprensible el texto. Para lograrlo, se deben registrar con la mayor precisión
posible las características de cada hallazgo (medirlo, dibujarlo, fotografiarlo); y
establecer con exactitud el orden de sucesión de las distintas capas de tierra que
contienen los restos.
Los homínidos
Se llama así a una de las dos familias de monos
en que se dividió el grupo de los primates.
Mientras que en la familia del orangután, del
gorila y del chimpancé no hubo cambios, hace
15 millones de años en la familia de los
homínidos comenzó la evolución hasta el
hombre actual.
Los primeros homínidos y el largo camino hacia el
hombre
Homo sapiens sapiens: Sus características físicas son las mismas que las del
hombre actual. Su capacidad cerebral es de alrededor de 1400 centímetros cúbi-
cos. Se cree que apareció en Europa hace alrededor de 40.000 años. El homo
sapiens sapiens es el que protagonizó, a partir del año 10.000 a.C., cambios muy
importantes en la organización económica y social, como las primeras formas de
agricultura y domesticación de animales, y la vida en ciudades.
EVOLUCION DEL CRANEO:
APARICION DE LA VIDA
Trazar el camino que siguió la humanidad durante este prolongado lapso de tiempo
es el reto al que se enfrentan los paleo-antropólogos, los científicos que estudian
nuestros orígenes. Su desafío, no obstante, es tan apasionante como quijotesco,
puesto que, de un proceso tan dilatado y complejo como es el de la hominización,
hoy sólo se conservan unos cuantos restos de herramientas y huesos fosilizados
que, pese a su innegable valor documental, resultan insuficientes para completar el
árbol de la evolución humana.
Pero lo que hoy sabemos sobre nuestros antepasados es mucho más de lo que
hace sólo unas décadas los prehistoriadores llegaron a imaginar. El desarrollo de la
genética, por ejemplo, ha permitido que algunas teorías existentes hayan sido
confirmadas o descartadas y, en un futuro no muy lejano, probablemente, la
tecnología dará respuesta a aquellas preguntas sobre la evolución humana que
permanecen sin contestar. La investigación, mientras tanto, continúa.
Durante este proceso, que duró unos mil millones de años, la influencia de la
gravedad provocó que los materiales pesados se fueran depositando en el interior
del globo, mientras que los más ligeros permanecieron en la superficie. Así se
formó la corteza terrestre. Al mismo tiempo, las erupciones volcánicas generaron la
salida de vapores y gases, y la consiguiente aparición de una atmósfera primitiva,
compuesta de hidrógeno, helio, anhídrido carbónico y vapor de agua.
Tuvieron que pasar unos 700 millones de años más, no obstante, para que estas
primigenias formas de vida evolucionaran hasta convertirse en algas unicelulares
capaces de realizar la fotosíntesis y expulsar oxígeno. Con la incorporación de este
último elemento a la atmósfera, hace unos 1500 millones de años, aparecieron las
primeras células eucariotas —con núcleo diferenciado— y, unos 500 millones de
años más tarde, la evolución de éstas permitiría el desarrollo de seres capaces de
intercambiar información genética entre sí —es decir, de reproducir-se sexualmente
—.
En el Carbonífero, las especies vegetales, como los helechos y los gigantescas. Fue
en este momento, además, cuando crecieron las primeras coníferas, dando lugar a
espesas selvas que, enterradas bajo los aluviones en épocas posteriores, serian
responsables de la formación del carbón mineral. La existencia de un clima
pantanoso, húmedo y cálido, por otra parte, favoreció la multiplicación de familias y
especies de insectos —tanto terrestres como voladores— y de anfibios. De un grupo
de éstos, precisamente, evolucionarían los reptiles, los primeros seres que pusieron
sus huevos fuera del agua y que, gracias a desarrollar una articulación occipital,
pudieran mover la cabeza.
Durante el Pérmico, el período que pone fin al Paleozoico, los desiertos y las
montañas sustituyeron progresivamente a los húmedos bosques y pantanos del
hemisferio Norte. Este cambio climático y ambiental provocó el retroceso de los
animales que dependían del agua, como los anfibios, y benefició a aquellos que, por
su evolución fisiológica y reproductiva, mejor se habían adaptado a la vida
terrestre: los insectos y los reptiles.
De entre los grupos de reptiles surgidos a finales de la Era Primaria destacan los
terápsidos, los antepasados de los mamíferos. Se trataba en su mayoría de
animales terrestres, con grupos tanto de carnívoros como de herbívoros, que, a
diferencia del resto de reptiles, desarrollaron poco a poco la capacidad de regular la
temperatura interna de su cuerpo. A finales del Pérmico, no obstante, algún tipo de
catástrofe acabó con numerosas especies vegetales y animales del planeta, y, junto
a éstas, se extinguieron la mayor parte de terápsidos.
El Paleozoico dio paso al Mesozoico o Era Secundaria, que se inició hace unos 250
millones de años. El primero de los tres períodos geológicos en que se divide éste,
el Triásico, estuvo caracterizado en sus últimos momentos por una nueva extinción
masiva de especies y por la aparición de los saurios, que pronto se diversificaron y,
gracias a su capacidad de adaptación, comenzaron a dominar el planeta.
Mientras los dinosaurios fueron amos y señores de la Tierra, lo que ocurrió durante
el Jurásico y el Cretácico —hasta hace unos 65 millones de años—, los mamíferos
fueron pequeños e insignificantes. A la sombra de los gigantescos reptiles, no
obstante, los descendientes de los terápsidos lograron diversificarse y
evolucionaron lentamente. En este período, por ejemplo, aparecieron los primeros
monotremas —parientes lejanos del ornitorrinco—, así como los ancestros de los
marsupiales y de los placentarios. Sin embargo, de todos los grupos de mamíferos
del Mesozoico, el más destacado tite el de los multituberculados, diminutos
animales de aspecto parecido a los roedores que se extinguieron hace 30 millones
de años. En el Jurásico, por su parte, también aparecieron las aves, evolucionando
a partir de un grupo de reptiles voladores.
La desaparición de los grandes reptiles dio paso a la Era Terciaria —que, junto con
la Cuaternaria, forman el llamado Cenozoico—.
Durante ésta, los mamíferos, aprovechando el vacío dejado por los saurios, se
multiplicaron y diversificaron, imponiendo su dominio sobre el resto de vertebrados.
De las 10 familias que existían al iniciarse el primer periodo de la Era Terciaria, el
Paleoceno, se pasó a casi 80 en el Eoceno —tras sólo 10 millones de años de
evolución—. Muchas familias de mamíferos modernos, por su parte, datan del
Oligoceno —es decir, de hace entre 35 y24 millones de años—, y fue en el Mioceno
—hace entre 24 y 5 millones de años- cuando se registró la mayor diversidad de
especies. En este último período aparecieron los primeros y más primitivos
hominoides, como los Procónsul, Diyopithecus y Rarnapithecus.
Desde La antigüedad, el origen del cosmos, que precede a la formación del Sistema Solar y,
consecuentemente, a la aparición de la vida en este planeta, ha sido objeto de todo tipo de
explicaciones. En nuestros días, la teoría que se considera más verosímil es la que los científicos
denominan “Big-Bang”. Ésta propone que el universo nació y se expandió tras la explosión de un punto
sin volumen, donde no existía ni el tiempo ni el espacio, yen el que todo estaba condensado. Esto habría
sucedido hace entre 20y 15 mil millones de años. Según esta teoría, además, el universo sigue en
continua expansión