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Por fin la lluvia

El olvido lleg una maana cualquiera. Se present casi sin


avisar diluyendo poco a poco setenta aos de vida en una
nebulosa de recuerdos. Rafael remontaba el camino hacia
su casa como hacia cada da desde que haba dejado atrs
los grises aos en la fbrica. Se haba despertado
temprano, sin hacer apenas ruido. Un suave y tembloroso
beso en la frente para no despertarla. Muchos das
permaneca en silencio junto a la cama contemplndola.
Recorriendo con sus ya vidriosos ojos cada pliegue de su
piel, su rostro dibujado de arrugas, repasando en cada una
todo lo vivido junto a ella. El largo noviazgo, los primeros
aos de matrimonio, el nacimiento de los nios, la pelea
dura en aquellos momentos tan difciles. Sus primeros
viajes, y luego un larga convivencia que les haba llevado
cincuenta aos despus a compartir sus das de vejez.
La cafetera protest al amanecer y pronto la casa se inund
de olor a caf recin hecho. Le prepar el suyo como cada
da y dej la taza humeante sobre la mesilla al lado de la
cama. Cerr con suavidad la puerta al salir de la casa y
calle arriba comenzaba la rutina que tanto le gustaba. Otro
caf, peridico y visita al mercado. Ese da haba decidido
sorprenderla. Flores frescas para el jarrn del saln, pan
recin hecho y un poco de ese queso que tanto le gustaba a
los dos. Entonces fue cuando el olvido comenz a abrirse
paso. Rafael apenas se dio cuenta. Fue un pequeo instante
de desconcierto. En algn punto del camino, de regreso a
casa, no fue capaz de recordar cmo llegar. Miraba un poco
desconcertado los comercios, algn vecino que le saludaba
al pasar. Desorientado y confuso. Pronto, volvi a la
realidad. Haban sido solo unos pocos segundos, o al menos
eso le haba parecido. Pero el olvido ya haba empezado a
abrirse paso en sus recuerdos.

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