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ETNOHISTORIA DEL NOROESTE LA CULTURA ABORIGEN DE LOS INDIOS CAHITAS* PREFAGIO. Este trabajo procurard reconstruir hasta donde sea posible la cultura abori- gen de los pueblos cahitas de Sonora y Sinaloa, en México. Mas no se trata solo de un esfuerzo por reconstruir una cultura; es un experimento de mé- todo y de presentaci6n. Por ello resulta recomendable esbozar los objetivos y explicar los diversos enfoques utilizados. El conocimiento de las culturas antiguas de México es uno de los requi- sitos importantes para alcanzar una imagen mds 0 menos completa de las culturas nativas del hemisferio occidental. El conjunto de la etografia des- criptiva no s6lo requiere materiales adicionales de esta area, sino que nues- tro conocimiento del desarrollo de la cultura en América seguira siendo incompleto mientras no exista un acopio razonablemente cabal de informa- ci6n acerca de América Media. Ademas, el creciente interés por los estudios de aculturaci6n en el terreno de México brinda un incentivo adicional para la reconstruccién de las culturas aborigenes de ese pais. En lo que se refiere a ese requisito, los estudios de aculturacién y la etno- logfa hist6rica se aproximan mucho. Gon un enfoque restringido de las con- diciones “naturales” (es decir, con un minimo de cambio cultural obligado mpuesto por la presién de fuerzas externas organizadas, politicas 0 econé- micas), los grupos indios y semiindios [mestizos] de México estan experi- mentando rapidos cambios de su cultura. Este periodo de alteracion cultural acelerada hace que los procesos estén cerca de la superficie: muchas veces no hay mayor necesidad de sumergirse profundamente para observar los mecanismos de cambio social. No obstante, estos cambios contemporaneos no representan mas que una fase reciente de un movimiento que se inicié con la Conquista y continué, con muchas variaciones de ritmo, hasta el pre- sente. En un sentido mas amplio, los antecedentes de este movimiento son atin mas remotos, porque la historia del México precolombino parece ha- ber estado llena de similares series de cambios y alteraciones culturales. La historia cultural mexicana puede considerarse una aculturacién proyectada hacia el pasado. Por eso resulta esencial que los estudios de aculturacion * Publicado originalmente como The Aboriginal Culture of Cahita Indians, University of California Press, Iberoamericana Series, niim. 19, Berkeley, 1943, 93 pp. 195 actuales se vinculen con el pasado y que se reconozca que tratan con un continuo de procesos iniciados en la antigiiedad de México. Con el estimulo de ruinas impresionantes y de la existencia de descrip- ciones contemporaneas excepcionalmente detalladas de la época de la Con- quista, ahora se dispone de mucha informacién acerca de las culturas del valle de México y de Yucatan. A otros lugares de México no les ha ido tan bien. No tuvieron un Sahagtin ni un Landa. Los restos monumentales son menos impresionantes 0 no tan bien conocidos. Los documentos estan dis- persos y son poco claros, y las descripciones modernas suelen ser incomple- tas o inadecuada: Para la regi6n del norte de México el autor traté recientemente de reme- diar en parte la situacién compilando datos reunidos a partir de los docu- mentos mas accesibles ¢ indicando la distribucién de un gran numero de elementos culturales.” Desde entonces se ha reunido material adicional del mismo tipo. No obstante, las simples distribuciones constituyen sustitutos inadecuados de descripciones culturales mas individualizadas y completas. Este trabajo es un esfuerzo por brindar una descripcién de ese tipo en tér minos de la probable cultura precolombina de uno de los grupos més im- portantes del noroeste de México: los cahitas. Las fuentes de informaci6n para esta reconstruccién son diversas. La mas importante y explicita es la evidencia contenida en documentos escritos tras el periodo del primer contacto con los blancos, 6 poco después. Estos do- cumentes, escritos en su mayoria por misioneros, estan excepcionalmente libres de contradicciones y brindan un esqueleto bastante completo como para realizar la reconstrucci6n. También resultan titiles unas pocas descrip- ciones de periodos posteriores. Otros datos utilizados en la reconstruccién se obtuvieron con trabajo de campo entre los grupos cahitas sobrevivientes. La informacisn de este tipo resulta menos confiable porque existe la posi- bilidad de que rasgos que estén presentes ahora hubiesen sido adquiridos después del periodo de contacto con los blancos 0 se hubieran modificado materialmente desde entonces. Pero hay pocas objeciones para el uso re- zonable de estos datos. Por tiltimo, se adscriben a los cahitas ciertos rasgos sobre la base de presuntas evidencias que requieren cierta explicacién. Puede asumirse que los rasgos de distribucién amplia en el norte de México estaban presentes también entre los cahitas, en caso de que coinci- dan con los patrones conocidos de su cultura. Se considera que cuando el registro que atin sobrevive es inadecuado para explicar el funcionamiento de la cultura esta justificado cierto grado de interpolacién. Desde luego, el * Comparative Ethnology of Northern Mexico before 1750 (1932), (La version en espaiiol se incluye en este volumen], 196 (esuiaad ua) sysvouou ap pyfidionrsy uoumnjos [a U9 asnjput 9s jouedss U9 KOIDE CT STvad “T HaTva -saqettareur sojso op upperedaad yy vied vpuarsise ns vou! arodoid ‘uonenstrmapy ymox euONeN BI op oUr0d Ise ‘WONENsTURUpy sidal “Old YOM | Op “GEV Pepin “( 3 Jo oasoad jap jeuosiad [y “osavo.d [9 opor ayueanp sojqepaadeut ems vun 4 ofode un ‘ofumse un orp aw 4 orakoud [a o1SLp uomb ‘eruopyeg ap peprsiaatug vf ap “taqaory “| “¥ 20100p |e ‘oun 40d { ofode £ visoioo armaura|qetmeau uorepurrg aut anb ‘ourarxaur owarqos Tap samen £ sapexapay “sapereso ‘sapea0] soLeUOToUNy soso.roUMU so] v tod ap ofequn Jo ze7qeox ap peprumaodo vy] founog Yaawosoy peUONeN Te a2apesBe 9s UMJIUOD vaLg e GFT WNa[oq “Bopourpy uvsqowry jo nvoing ‘sumpuy vnyyy ap) fo aenyno Kimoquoquos ay 7, epejan ‘sousapout seuyL> so1q -ond soy ap mayduros wopduissop vun vsusad uo vaso anbiod pepaaaig vy> ap ofeqen Jap sayuapar0id soutapou sorep SO] -oixal jap jeuy je uediqn as sepuapns op uoDeuasaad 4 stsipar ‘seipuerayas sey sepor eIDEND9sI0> ug ‘orpoutord 10199] J9 vied pepyAN soxeut ap Pras ‘sePUAapHa sef ap TOD -enyesa ¢ sistque jap uofdrusaiu! ve] uls ‘enuNTEs torddisop vun onb ezop -8U09 og ‘oleqen aisa ap LeU] [9 UOPRIYdxa o1oMbat ugIqUIE 79 [RI suaSuoqe wes vIMTND yf v OSSeA UN TeUsISe ered aseq vorun yy uvjtasaidas opuens ojos ofeqe.n aysa Ua UasnpUT as UOINqUIsIp ap sop so] ‘Sopra, soprisy ap arsaozns [a { OOIXATY ap autou Jap sapeamjnd saUODYpaI se] ap UODLIOTEA vUN LOD sopeUOLDE|al sopeUO!IpE sorep Leayqnd oradsy ‘eUOINe TU ap (ZEGL) OSLI aP Sana ovNapy ap aicou jap vaynenducor niSopoua nT ua vA Opratqnd uey os soanesedwos sop sol op sounsTy “peprouray aqqezapisuos wun outs voter YL ap [raUas JEAN OUTOIUD [ap OpeNdape oquattDOUOD UN oVUR) aIoMbax osN Ng “voND FT sEIsoNdxa UAse aNb RD -uaiayuy aod sauopenpess oonpo.ur onb vs “es poad spl UOLRULIOJUL 199} -qo op pepriqisod eunsype asonsixo Is o[qipuayoput eT INSo4 OTUOLUUIPIV0Ad INTRODUCCION Los pueblos de habla cahita cran un grupo de tribus estrechamente rela- cionadas que ocuparon en una época la Hlanura costera y los cerros bajos contiguos, asi como las cuencas, del norte de Sinaloa y el sur de Sonora. EI territorio se extendia desde el valle del rio Sinaloa, o tal vez el Mocorito, hasta la parte baja del valle del rfo Yaqui.’ En la actualidad los cahitas s6lo estdn representados por los yaquis y los mayos modernos, pero en la época precolombina incluian a otros pueblos que ya se han extinguido 0 que han sido absorbidos por la poblacién mexi- cana 6, tal vez, por los mayos Estas tribus variaban considerablemente en tamanio e importancia. Sobre el rio Sinaloa (desde el océano hasta los cerros) estaban los guasaves, los nios (una wibu pequeia, posiblemente no cahita) y tres grupos mal definidos: los ogueras, los cahuametos y los chicoratos. Sobre el rio [arroyo] Ocoroni * Las fuentes clisieas sobre las tribus y lenguas de México son Orozco y Berra y Thomas y Swanton. 1éxico los datos han sido revisados por Sauer (“La distribucién de las tribus y las lenguas aborigenes del noroeste de México”, 1998, pp. 122-131 [1934, pp. 22-30]). En conjunto la descripeién que sigue a Sauer, aunque lo modifica lige como parte de un grupo cahita mais amplio sobre una evidencia que da la impresion zacla por Kroeber (ClosActecan languages, 1934). Los topénimos tahues se mencionan parecen cahitas. La presencia de pucblos hablantes de tahue en el rio Mocorito no c de la identidad lingiiistica con los cahitas. Aunque se indica repetid © Mocorito es el “primer #fo de ucnte a lo kirgo de los limites de grupos contiguos. La ta (Los titulos completos se encuentran en la Bibliografia.) Para el noroeste de hace en el presente trabajo amente por algunas referencias at las fuentes originales. $ neluye a los tal de ser eseasa y que ha sido a q es evidencia concluy nie alos”, y se lo incluyé en la mision eahii :1 bilingtiismo suele ser inte rupturat cultural entre los pueblos tahues y eahitas es testimonio de cierta diversidad lingtiistiea ste alejamiento parcial de los puntos de vista de Sauer no pretende near que, si contisemos con datos lingtiisticos adecuados, es posible que el tahue de Culiacdin resultase aproxi tarahumars-6pata que a otros grupos lingiisticos de la familia yutoazteca, (Par agrupamiento de los yutoastecas del no nse J. A. Mason, “The classifi languages", 1936; y Krocber, op. cit: ademas, entre algunas de las fi Alegre, La Compania de Jess en Nueva Espania (1841), vol. 1, p. 230; Pé santa fee (1992) [1645], pp. 38, 45; Memonias para la historia de = Aparentemente los grupos conocidos como ogiiers, cahuametos y chi Sauer junto con los comanitos. Yo los he separado porque con frecuencia se diferencias culturales. Tengo la impresion de que representan divisiones tribales, aunque es posible que Sauer esté en lo cierto cuando supone una afiliacién lingti : eran una subtribu tahue. Si eso es correcto, ‘ontrado con significado, Sumup: no cahita; en e: cua sun, ¥ nO Si arse mis al cahita- nilisis del jon of the Sonoran entes originales mas accesibles, tev ex de Ribas, Historia... de nuestra sinaloa, ratos fueron incluidos por nenciona que tienen ligeras ¢ los comanitos del s la tiniea palabra no es buena evidencia de las na frase probablemente comanito que ha ades con tos cal serfa haciréa, Sum, en cabita, se modifi las termin as, ya que es pint clones -to y -ato, tan comunes en los topdnimos del alto Sin. 198 se levantan a lo largo de los rios Sinaloa y Ocoroni se ubicaban los grupos de habla comanito y zoe; es probable que los primeros consistiesen en varias tri bus. Es posible que estuviesen vinculados muy cercanamente con los cahitas. Los grupos mencionados representan, sin duda alguna, tibus distintas, pero el idioma parece haber sido bastante similar en toda la region. Con la posible excepcién de los guasaves, los ocoronis y algunos de los grupos serranos, los dialectos solo diferian en detalles menores; es probable que la principal variacién fuese el acento 0 “tono” del habla, Esto ocurre sin dua con los grupos yaquis y mayos sobrevivientes, y las evidencias documentales indican una semejanza similar de la lengua entre los tehuecos, los zuaques, los cinaloas y los grupos del curso medio del rio Sinaloa.’ También la cultura diferfa s6lo en pequeiios detalles. Aparecen repetidas aseveraciones de que los cahitas son “todos un pueblo”. Para los fines de este trabz j0, por consiguiente, no parece arriesgado tratar a los cahita como un tinico gran grupo en el cual se producian variaciones menores. Los primeros contactos significatives de los cahitas con los blancos fucron con la parte de la expedicién de Guzman que penctro en 1533 hasta cl rio Yaqui. Los yaquis presentaron tanta resistencia que la partida se retiré a Cu- liacdn. Esta partida s6lo tuvo relaciones razonablemente amistosas con los vos. La tiniea visita previa de blancos fue la de una nave de Cortés, que naufrag6 en la costa cerca de la desembocadura del rio Fuerte; los sobre- vivientes fueron asesinados. Cabeza de Vaca regres6 por territorio cahita y se encontré con tratantes de esclavos al norte del rio Sinaloa. El primer po- blado espaitol del area fue fundado en 1564 por Ibarra sobre el rio Fuerte, no lejos del posterior fuerte de Montesclaros. Es probable que este tiltimo estuviese cerca de la moderna poblacién de El Fuerte. El pueblo de Ibarra se traslad6 después al rio Sinaloa, en el actual sitio de la villa de Sinaloa o v en sus inmediaciones. Cuando llegaron los primeros misioneros, el pueblo habia quedado reducido a cinco residentes espaiioles.* pifieativo que pueda traducir todavia menos nombres de los que da Alegre (sol 1 p. nediaciones de la villa ygua) en Baboria y mata 1). Esto ocurre en 230), yde los que aparecen en las Memorias (p. 23), para los asenta ade las raices hu (3 lise nuevamente una terminacion nah ave) en Cubii, ba de Sinaloa, aparte de sefalar la prese (metate) en Matapan (advi a region en la que sin duda se hablaba cabita propiamente dicho. Alegre (lor. cit.) registra incluso que a los ioneros se los Hamaba yoris, ss correct la mbre cahita tinico y universal para designar a Jos blancos, Sin dud tas. Algunos de los apellides '3) [1934, p. 31] siguen siendo comunes tanto entre los mavos con clasificacién que que cita (op. cit, p. * La wibu de los cinaloas se ubic confusién en los nombres se debi6 a un antiguo error geognifico por el ena se alte * Véanse, por ejemplo, Ales aplicacién de un hombre comuin, en época antigua Petat © Algunos de los definida con referencia a fa antigua vil cencontraban: Baboria, ce Sauer de Conieari, Tepahue y Macoyahui como ca iba sobre el rio Fuerte, no sobre el moderno rio Sinaloa, Esta nombre del rio. (lor. cil.) y Memorias. La unidad cultural de regiGn se expres en la ‘ugar de petates”), y mas tarde Sinaloa. fo Sinaloa pueden ubicarse de manera bastante ipe y Santiago (Sina pin y Ocoroni — 1Opapasye ap eiyp vum ap oid ua ommaumngie ja opyos seat oN $9 anb OauD "Your jp ered MPYINDAL9 UOKNIGod | 9p ajqnonpaust 9 oMpos¢” OMALUZLU Jo $9 PepNUED eIs9 anb oar “QU 6 2P OMI] UN v sway 9[qHsod dura anb ey anb equ ey ap orpouord fo vwred vfeg spun esp wun ezAN 9s seAREULONE 91 FL RUIOL 96 Is “onb Apap aiseg “ouarpuadopuy wiaueU ap Ox 20! sonp soared woroeyqod ej ap soneg aoey anb owworunen oydur [op “eapxptr en vidord mr 4 soppeU UaDAL ap soLusMEG p olusamssiity saequn sauopeayisep, ayduua HO Sop OULOD [VI Is Uy, MD}Ip SL] SAUDE) sent rjqod eum gsnqzne af 1 jap aqued ¥ SouOPoaLi6d so9ey guUDIEE IONS (Z pound watiouopp vp ap sesnea sopedioutid srry “seaustat $y Hos se Duar apnd ou anb sei v smuany semen seun ozyn som “soiuiany Sef ap VALE? osopepIND UN seA OYPoY OWINPUE O|ND|ED IU ZT AUdUEpLLNOLde 10d nrodns eaq eis “QUOZEL BEM] 98.4 peUr Oss ‘ouELI9s ojqond un asmei9pIsuoD UeLioGap svO|EUD so} U9IqLUT ‘sv>qeBoo8 soseq WOD O44] 9S 15 [BAMHI rasta ap ond jp apsap ajqistiaudutosur mynso1 O1sg “OxNyY A o11aNg SOLA So] ap sHUNLADS snqu PY "000 18 so] anb wiapistio) as 16 -ayqisod 61] S661 “O2B9IY ap as9oI0U Jap US LOG HODEIGod E,) LONE , “spuoweyy Se] § ( dd) raing upquier sues “(GLI pata er[Nsau (1108 °[ PRT] SPN¢L 198 oLIO SEY OZOGSD UN. tARg ap eouristp rj anb ejeass 2s sajna sey ua “(43 “d) aor ap ou uowsn as (| ssonuamsis sey 498 anb se ap epioseur vf ‘osaoae eg ep an sens ap e101 jo ‘sodna8 souanbad sors oousniuy Sey anua snyrsooeur ¢ se os ions upset pinpouy tome aso 51 P ryesay9 “ELL ROL-L01 169 "99 “dd se] peodso us asun9A) eUORDEPSAES a pun sos unsesayy yauon, ayy fo Cosy) yorsueg 2p sini] sips 9p tio voUUPEy raseyy [YOTEMIG ap] EPA VS ed uo Souaul fe “Uasany Zo194 ap feussuo ayuany ef anb ayqeqoad sg “(Lb “d) 2943 anb uppdunssp vy] wo upPoayiod e| # UoproUoD sapeMDe se: fl YURONBOHY UP $3 “(gb -d“7aing) ofeqn ou urqennuosus as souanbad seut sa) ore uosop Hy suomagy’ se oo seanypraizene sey ‘oxeur opeyqod benz soy 9p omar 9 ‘urtusig ‘owsens “(rund anbad ost jedunid [3 un sa eioye anb ‘aus BP aiqos * yastedase uaqap sey sms —snqin seuns}r op sosopepmo sas taza anb sostiaa wadnyout a— ou -o1ua 10d asrepeasap onb urSuai soraworstur so] op souODEIAI Se] aN sous YW ‘SOUL]TUTS SaTPIMDTGUIY soUOIIPUOD TOD {Ms [a LILY "YPLITgN vI9ISO09 LoL [pp ¥] Owo9 vsuap ULI UOLsY|God UN UedIpUT so” OU ‘sBAIsaoNa LadaIRd UP -ond sv.yio seisa oyuamoW sourttd un ua anbuny “900 01 $0.00 Uva sopnoyPo sns unSas anb ‘saarsenS soy ¥ amput UIs QOO ELL 2p YD vf B a1UaUTDUIDOT opesoy, ey sones “Q000ZL £00006 20a ap [RIEL UN Yp ‘seIAqo soUOIDEIA8 -Uxd sv] AeUTUN[D sen ‘soUOLdysap sesouMd set 10d sorstrord sorep so} op oquonumen sambpeny ‘opus’ aiuvaseg vio wityL vary [ap Uo|L|qod wy] ONIX O[BIS op penur VUAN|N YL easeY se 1 -21U0W se] ap 21590 |e souENdas souredsTY soruoHUEIUAsE sov0d OGN} “OZIL ua ‘opin spur sour arais smbex sop & TOT Wa SOLaUOISTUL UOLAIGIDAL sos sory ouong je ounf urquIss opAM se SOUR adaL] “~LOPRUIG OL Jap OSIND Jo opuomfis *16¢T Ho MUR OMOEA Te UOAeSo.ABUL seAMsof SorOTOISHU SOT] CONDICIONES AMBIENTALES La mayor parte del territorio de los cahitas es una llanura de semiarida a drida que da al golfo de California. Los cerros y las montaiias bajas que se ubican al este de esa planicie también tenfan ocupacién humana. El 4rea compren- de la mayor parte del tercio meridional del moderno estado mexicano de Sonora, asi como el tercio septentrional del de Sinaloa. Coincide aproxima- damente con Ia provincia colonial de Sinaloa 0, en fecha posterior, con las provincias de Sinaloa y Ostimuri. Estas se extendian desde las inmediaciones del rio Mocorito hasta justo al norte de la desembocadura del rio Yaqui, area que media aproximadamente 350 kilémetros de longitud y 120 de ancho. La regién es atravesada por varios rios que fluyen en direccién general este-oeste, cruzando las estribaciones montaiiosas que hay hacia el este en Angulos casi perpendiculares, formando por lo general profundas barran- cas. Sin embargo los principales wibutarios suelen correr paralelos a las montafias. De sur a norte los principales rios son el Sinaloa, el [arroyo] Ocoroni (que confluye con el Sinaloa cerca del mar), el Fuerte, el Mayo y el Yaqui. El Mocorito, al sur del Sinaloa, se considera en ocasiones como el primer rio de la antigua provincia de Sinaloa. Dentro de las montaiias bajas los tributarios principales son el Alamos que fluye hacia el sur hasta confluir con el Fuerte, y el Cedros, rama septentrional del Mayo. Estas son las tinicas siete u ocho corrientes permanentes. (Véase el mapa). Ademias de los principales rios, descienden de los cerros numerosos arro- yos de distinto tamaiio. Pocos de ellos Ilegan hasta el mar 0, si su canal desemboca en el océano, raras veces contienen agua, excepto después de Iuyias muy intensas. Estos no parecen haber tenido importancia para los aborigenes. Las montaiias que se encuentran dentro del area cahita son en s 1 mayo- ria elevaciones empinadas y escabrosas, aunque no muy altas, que corren paralelas a la costa, encerrando varias grandes cuencas de suelo fértil. Sin embargo el area habitada, tanto aqui como en la planicie costera, pareci6 ubicarse sobre todo a lo largo del curso de las corrientes. En Ia planicie costera se presentan pequeiios grupos aislados de cerros empinados, sobre todo cerca de la desembocadura del rio Fuerte. Inmediatamente al este del territorio cahita se elevan las altas estribaciones de la cordillera occidental. A lo largo de la zona mas occidental y formando parte de la planicie cos- tera, hay una franja o terraza (de ancho variable), de suelo con grava. Este 202 0 25 50 nee Milla Territorio cahita aborigen (Adaptado de C. ©. Sauer, “La distribucién de las tribus y las lenguas aborigenes en el noroeste de Mexico”, 1998 (1934) 205 terreno, relativamente fértil con irrigacién, desempeiié un papel poco im- portante en la economia aborigen. Donde los rios emergen de las montaiias se han abierto canales que atraviesan este suelo pedregoso, dejando a am- bos lados “mesas” 0 bancos. Entre las mesas suele haber un ancho sector en forma de V de rica tierra aluvial, que se expande hacia el mar para formar una franja costera de aluvién casi continua y de ancho variable. En pocos lugares cl tipo de suelo de las mesas llega al océano. Las areas aluviales de la costa, y sobre todo los valles de los rios, constitu- yen los distritos agricolas mas importantes de las poblaciones tanto moder nas como antiguas. Dentro del aluvién los rios tienen bancos bajos cortados por el agua, que miden entre cinco y diez metros de altura. Debido a la naturaleza del suelo y a la ligera gradiente de la planicie costera, los cana- les son bastante inestables; existen numerosos canales viejos, algunos de los cuales forman estanques de considerable longitud. Recientemente se ha drenado la mayoria de los mismos y se han separado del rio mediante diques. Lejos de los rfos hay numerosos lagos pequeitos o estanques alimen- tados por arroyos o por el desbordamiento de los rios. Pocos sirven como fuentes permanentes de aprovisionamiento de agua. A lo largo de la costa suele haber una franja de playa, dunas de arena, lagunas salobres, pantanos y vastos Ikanos alcalinos. Vistas desde lejos, tanto la planicie costera como las mesas dan la impre- sién de ser planas. En realidad son desiguales y tienen lomas en muchos lugares; sobre todo cerca de las montafias las mesas o tierras con grava se re- suelven, vistas en detalle, en una serie de cuencas amplias y poco profundas, cada una de las cuales tiene un arroyo en el fondo. Con frecuencia éstos son pequeiiisimos, pero las cuencas pueden medir desde unos cuantos cientos de metros hasta un kilémetro y medio de ancho. Con excepcién de algunos lugares con pasto y de los Ianos alcalinos préximos a la costa, toda cl rea esta densamente cubierta de matorrales. El mezquite representa el elemento mas conspicuo de la vegetacion, tanto en los cerros como en las planicies costeras. El palo blanco, gran arbol cadu- cifolio, es bastante comin en los cerros, sobre todo en las elevaciones con buen drenaje. Hay pocos lugares en los que su sombra crea algo similar a un bosque abierto. Junto a los arroyos y manantiales de los cerros, 0 en sus cer can‘as, crecen palmas, aunque no son frecuentes. Casi por doquier hay un matorral de arbustos entre los que predomina el mezquite (huipa).! En la "Los térm os nativos son los que se registran modernamente entre los yaquis y los mayos. Todas las palabras cahitas se encuentran entre paréntesis. Las palabras en espafiol estén entre comillas, a menos que hayan entrado ya al uso habitual. Los términos hispanos que utilizan actualmente los cahitas también estin entre comillas, a menos que haya habido una alteraci6n fonética; en ese caso aparecen, igual que los términos cahitas, entre paréntesis, 204 Sox uy oiso woo asiv7} aIsIXD OL EIOYE anb 9oIp ag ‘SOpIpUaY SozLLIED 9p seLAY_ TEALISA anb < seseo sey tied urqusn as anb suas ruoptom (9 -d) srany ap 79194 ‘AMMO ON “AMLIO & somiad sopempe so wo “vued 2p uasany (,stiosa ap anfin},) urpetg ap puso o1quoU ns uO YL uoratp aj anb ‘s 1 Anu sep anb ayquqoud sa “20.1109 sa UO_DEDyNNApL WIs9 Ig “sonsnue Shu somounsop ua uENKANDUa as anb so7LMD So] E SeDUALAFOA SoIuANda4y Se] ap EIS U9 aruapuardios rynsau orgy “watrptiodso gtsjos 98 mbr anb MIpaIK [OP worsar F[ ap RaKU aPadso ‘xMnop opuney 9 miso roynuapt (2.11 -d “[9g61] SIpMIy WOpIOH] UO ‘orM]NoUBE Mbeg,) AM1peYPME “VA 5 “unutoo seu aoaued onb uppepunuosd e] ¥ vyjeato1o yy OpeZURpUEISA MH] 9s wDUDNDAN) too sepeqinn seagried wy -uopepPUNuoLd YL Ud ~NPEIPUT UOHLEES eySMUL oso a8 jeIDUDH Uy “sftur na anb somp souad umynsar arduois Sopros Sosy “ONpIAIpUL OMISE Fo w|ety OpULND osMpUT “ENO W un ap tso110g aajana 2s uoDEUNUOAd r] eNO Uo 7 yf 44 Py UDUIEAEP UoNBuNSIp 9s seaqeped seuD!9 Wy, optuos jap uopesiuojord vun muasoudas “[e909 kun op sgndsop operaya owund | audns [2 “o(duiaf> 10g “auaumaep sepey (| OU SostD so] ap ante 1044 u pnd onb eneu wavs wantin aysa sepe DIL MY ap UQISNIDO HI UY. sop oJ9s ur ous « fosind [9 u9 “ysapeng no wun yoS1a\uIOD KUN ap LUOW 1ODOP [y “OK & Jaqjaory ‘Mose UNsos (Mop UoISMpO MUN MUDsadon , “ys YL ap je aes Stat opL0s un aeiuissoidas ered won as anb 9 ¥f ap uo1sdaoxa 09 ‘s9}8ur U9 OMIOD URKDUNUOAM as SaILTEMLOSKIOD St] “ypeiios vun ap opttios [a aeussoidax vurd “sroypasodn souoze1 sod “zn as KIS wD WODBUIQWOD rv ab oy 10d ordaaxa ‘aiuarpuadapuy eraue ap asiepU mds sxpoy, Jourdsa ua omos ueDunuosd os sop90% Sr] ears (ap ayduns oruouneatneyaa v9) IS [9 MOD OpsaNo” ap UaqLOSo as sHIITED SOURED SPIO 80] Spo]. 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Dic. Estacion Ene, Feb. Mar. Abril May. Jun. Jul, Agos. Sept. Oct. Media anual Sinaloa 19,1 26.5 30,1 28,6 28,7 22,1 19,6 24,8 Mocorito 19,2 25,8 2 279 27,8 21; 18,8 El Fuerte 18,0 26,3 32,3 28,0 25,0 205 18,3 Choix 19,7 27,5 29,4 28,3 28,4 21,3 19,2 Guaymas 21,2 28,3 32,0 31,3 33,8 22,8 19,3 * Datos del Allas Termopluviométrico de la Repiblica Mexicana (1924). CUADRO 2 PRECIPITACION (en milimetros) LUVIAL PROMEDIO EN EL TERRITORIO CAHITA DESDE 1906 HASTA 1910 INCLUSIVE* Estacion | Ene. Feb. Mar, Abril May. Jun, Jul. Agos. Sept. Oct. Nov. Dic. | Media anual Sinaloa 0,06, 0,0 0,0 16,7 198,9 196,7 104.5 36,4 3,0 375 611A Mocorito | 1,9 0,0 29 17,0 150,7 1800 120,7 516 20 27.5 566.9 EIF 0.0 00° 00 46 1522 1387 63,7 114 2 31,1 3 Choix 07 00° 591 216.4 14,0 185 10.9 542 6 Guaymas | 25 00 0.0 84 24,9 22.0 71 29 160,3 * Datos del Atlas Termopluviométrico de la Repiiblica Mexicana (1924) que cada ramita y manch6n de tierra por encima del agua estaba cubierto por una masa de ciempiés de 25 a 30 centimetros de largo, grandes tarintu- las y alacranes. Numerosas serpientes de cascabel buscan refugio en los mis- mos lugares. El viaje por las tierras inundadas es francamente desagradable y acampar lejos de las viviendas humanas implica cierto riesgo. as aves que mas abundan son las codornices (subéhui) y las palomas sil- vestres. En los higares en los que hay agua se presentan por millares. Patos y gansos se apiiian en invierno en los arroyos y lagos, y en dicha temporada pasan por la region grandes cantidades de cenzontles, cardenales, tangaras y muchas otras aves. En verano cnormes bandadas de loritos son una plaga para los cultivos de mai, pre estan presentes dos variedades de zopilotes, asi como halcones, Aguilas anican en los cactus etchos y en los érganos. Siem- y lechuzas, que son depredadores comunes. En los rios escasean ahora los peces, pero el golfo de California y las la- gunas costeras estin repletos de ellos. Los mariscos, en particular ostras de gran tamaiio y sabor excelente, abundan a lo largo de la costa. No s6lo se las encuentra en los bancos de lodo de las lagunas, sino que muchas veces se dan en grandes cantidades en las 1 pantanos adyacentes a las lagunas caracteristicas predominantes del paisaje en la época aborigen cran la aridez de la regin que se ubica entre los rios y la permanencia del agua ents -es de los manglares que crecen cn los principales corrientes. Pese al actual uso de pozos, presas y sistemas se hasta cuarenta kiléme- prehispanica las areas sittuadas SOrre de irrigacion, en la estacién seca pueden re tos sin encontrar agua potable. En la époc: entre los rios estaban practicamente deshabitadas. Eran visitadas en su ma- yorfa por cazadores 0 cuando fallaban las cosechas y la poblacién ribereiia tenfa que recurrir a los mezquites no muy présperos de las mesas.* Solo en el sur y a lo largo de Ia costa parece haber habido una utiliza- n permanente de las areas ubicadas entre los ios, La zona de Guasave, en general, da la impresién de haber sido de cultura algo inferior y haber incluido grupos de pueblos no agricolas, cazadores y pescadores. Algunos de los mayos y de los yaquis también vivian primordialmente de la pesca cn la desembocadura de los rios. No obstante, el principal conjunto de la poblacion parece haber vivido en todos lados a lo largo de los rios 0 cerca de ellos, en pequefas aldeas o rancherias. Eran las tinicas areas en las que Los datos incluidos se hasan sobre todo en observacién y en versiones de los informantes, Lat 1 de la geog wastante similar que hay al sur véase Sauer zoologia, botanica, yeologia y geogratia de la regién han sido poco estudiadas. Ac vease Satter, “Lat ruta de Cibola”, 1998 [1982], y para la regiGn y Brand [*Aztathin: frontera prebispanica m 1998 [1982]. Los ntilopes [berrendos] son mencionados por Mecham (Francisca de Ibarra... 2005 [1992} [1927], p.-M). Los datos climatolégicos son del Atlas termoplicvionétrica (1924). Véase también Holden (p. 9) oamericana en [a costa cel Pac 209 podia mantenerse una poblacién relativamente densa. Los rios no solo eran la tinica fuente significativa de agua permanente, sino que la agricultura de los cahitas dependia casi por entero de las inundaciones estacionales de las principales corrientes. Es posible que en el sur los asentamientos fueran més grandes que en el norte, pero las evidencias no son concluyentes. A los yaquis se les atribuyen 80 poblaciones, mientras que las tierras inundables del rio Sinaloa tenfan entre 20 y 25.4 * Para el rio Sinaloa, Obregén (Obregén’s history [1928], p. 85) menciona de 20 a 25 rancherias de entre 100 y 200 casas. La “Segunda relacién anénima de la expedicién de Guzman” (Garcia leazbalccta, Coleeciin [en adelante citado como Ieaz.], vol. 2, p. 298, menciona de 20 a 25 rancherias de entre 100 y 300 casas para el Cinaloa (es probable que se refiera al rio, no a la tribu). Respecto a los yaqutis, véanse Pérez (p. 284), y las Memorias (pp. 580, 582). Esta tiltima fuente afirma que a dos leguas del mar, el rfo se partia en dos bravos, formando una isla en la cual vivia la mayor parte de la poblaci6n. ¥ también, “La poblacién de este rfo comienza con el pueblo de Tesano, que esta « unas 14 leguas del mar, aunque si se fuese directamente, sin seguir las curvas del rio, no serfan mas de 10. Toda la regién poblada esta en las as no se disponen en el orden de un pueblo sino de ocho en ocho y de seis en seis. Los parientes agrupan sus casas cerca de sus campos”, Para el area que se ubica inmediatamente hacia el sur comparense los 30 “pueblos” (no “rancherias") que menciona Pérez (p. 54) para el valle de Culiacan, nntre el asentamiento espanol y el mar, y los 35 pueblos de indios cristianos en la misma regién que se mencionan en el Anua de 1596 (Memorias, p. 102). En el Anua de 1610 el mimero de pueblos que se sefiala es s6lo de 16 (Mrmorias, p. 415) margenes, y 210 EL ABASTO DE ALIMENTOS, Agricultura Los cahitas eran un pueblo predominantemente agricultor que obtenia de sus campos su principal sustento. El cultivo mas importante era el maiz (baci). Es probable que se utilizasen distintas variedades, incluyendo una cantidad de variantes de color, pero no se sabe si estaban segregadas. El drea cahita es ideal para el cultivo de maiz, ya que tiene algunas de las tierras mas fértiles de México y cuenta con periodos de humedad relativamente clevada, en especial durante la temporada de cultivo veraniega. Se dice que el rendimiento aborigen era de alrededor de 100 a 1, Se sembraban frijoles comunes (sini), probablemente frijoles tepari (serd wi), distintas varieda- des de calabazas (ha-mam), guajes, tabaco (maktico), algod6n (cénim), una planta de aiil y “otras simientes” no especificadas en los relatos misioneros. Es probable que en ocasiones se transplantaran agaves a sitios préximos a las viviendas, pero evidentemente no se cultivaban de manera sistematica. Los chiles, los tomates (jitomates), las guayabas y otras plantas que se cultivaban mas al sur no eran conocidas entre los cahitas. A lo largo del rio Sinaloa y en las cuencas de las montaiias mas bajas ubicadas al este, donde las precipitaciones pluviales hacfan posible la agri- cultura lejos de los rios, habia probablemente algo similar a la horticultura de milpa de gran parte del centro de México. Las parcelas (wésa, también bwiya, waspo) se desmontaban y se abandonaban después de uno, dos o tres aos, de acuerdo con la fertilidad del suelo. En el fondo de los valles la mayoria de los cahitas, sin embargo, deben de haber plantado los mismos campos durante muchos aiios consecutivos. En las tierras anegables el pro- fundo suelo aluvial es de una fertilidad casi inagotable, y en las condiciones de la época aborigen volvia a ser fertilizado una o dos veces al aiio por las inundaciones. E] desbordamiento de los rios era la clave de la estructura econémica ca- hita. Casi sin excepcidn, rebalsan sus margenes dos veces al ano o mas, una en invierno, una 0 varias en verano. Ocasionalmente la inundacién invernal puede fallar o ser escasa, pero practicamente nunca dejan de presentarse las inundaciones veraniegas. Pérez de Ribas dice que lo largo de unas 30 leguas (alrededor de 120 kilémetros) el rio Fuerte se desbordaba por encima de sus margenes en una extensi6n de dos a tres leguas a cada lado. Si se referfa, aun como es probable, a la antigua legua terrestre espaiola usada por lo general cn México, estaria hablando de 8.5 a 12.5 kilémetros, lo que debia crear un drea anegada de mas de 4100 kilémetros cuadrados. Excepcién hecha de islotes aislados, la zona se convertia en un gran lago poco profundo. En cuanto retrocedan las aguas y la tierra se secaba lo suficiente como para trabajarla, los cahitas sembraban. Por lo general, la humedad retenida en el suelo bastaba para que un cultivo alcanzase la madurez. El clima calido hacia posible cosechar tres meses después de plantar. Los cahitas podian aio (a veces tres, en el sur). No obstante, los principales cultivos parecen haberse basado en la humedad in- vernal y la siembra primaveral, para concluir la cosecha antes de las intensas luvias del mes de julio. En estas tierras fértiles hasta la horticultura mas sencilla brinda generosos rendimientos. Los cahitas desmontaban los campos en las temporadas de secas, cortando un anillo alrededor del tronco de los drboles mas grandes para que se secasen y quemasen posteriormente pero sin tocar el jito, el gua- miichil y cl érgano, ni los mezquites mas grandes. Con excepcidn del jito, que al parecer tenia un caracter semisagrado, estos dirboles proporcionaban productos silvestres muy apreciados. contar con tener una cosecha dos vec Después de las inundaciones se sembraba los campos usando el palo ca- vador (huska). Nila ban hasta después de la luna lena, porque se crefa que sembrar en cuarto creciente haefa que las plantas “se fueran en tallo”, en cuyo caso no rendian bien, problema comin dcl area incluso con métodos agricolas modernos. Para cultivar los campos y controlar las malas hierbas se usaba un trozo de madera dura aplanada, con un borde alilado, muy parecido a un peine de telar, Para utilizarla se arrodi- Haban en cl suelo, Debe de haber sido bastante dificil mantencr controladas las hierbas con este instrumento, pero si no se deshicrbaba cuidadosamente los cultivos se hubiesen visto as pueden aleanzar ent Muvia o una inunda siembran ni la cosecha se inic ixiados. Abundan las plantas silvestres que 2.y 3 metros de altura pocas semanas después de una ” Aparte de las hierbas, los agricultores cahitas tenfan que enfrentarse a muchas plagas. Chapulines, pericos, posiblemente cuervos (aunque ahora son escasos), tuzas, Mapaches, zorros, coyotes, venados y otros animales ata- caban cl maiz en diversos momentos de su crecimiento. Se utilizaban wam- pas contra los animales, pero no ha quedado registrado cémo se combatia a los saltamontes. Aunque muchas veces el maiz se desgranaba a mano, es posible que tam- bién se haya golpeado con una maza. Tal vez se haya empleado también una pala de madera con distintos fines, como arrojar el grano al aire para limpiarlo de las pequenas impurezas. zig Las semillas se conservaban todo un ano; es decir, las simientes de las co- sechas de otoiio no se plantaban en primavera sino que se guardaban hasta el siguiente. Es muy probable que en la siembra de primavera y la de otono estuviesen representadas diferentes variedades. Los cultivos eran responsabilidad de los hombres, pero a veces las muje- res colaboraban en la siembra y la cosecha. La propiedad de la tierra parece haber sido comunal, con derechos de uso establecidos. Es posible que las parcelas fuesen asignadas por el jefe de la aldea, 0 éste por lo menos tenfa que ser informado de la intencién de utilizarlas. Una vez que el suelo estaba siendo cultivado, probablemente se reconocia la propiedad mientras siguiese usdndose esa extensién. Un indi- cador de ello es el hecho de que la invasién de los campos era mal vista.! Puede plantearse con bastante certeza la existencia de rituales de siembra y cosecha, estos tiltimos con ofrenda de los primeros frutos del campo, pero carecemos de informacién especifica al respecto. Animales domésticos El pavo definitivamente no fue domesticado por los cahitas, y el tinico ani- mal doméstico fue el perro (cd’u). A veces se conservaban en cautiverio loritos locales, cenzonues, aguilas y posiblemente otras aves. Es probable que una boa pequefia, de 2 a 3 metros de longitud, la corua (kuni-esi), se albergase en los graneros 0 cerca de las casas para atvapar ratas y ratones, tal como se hace en la actualidad. Otros diversos animales, incluyendo el ja- guar, cl puma y algunos mas pequefios, probablemente se mantenfan como mascotas mientras eran jovenes. En las casas se criaban aves para aprovechar sus plumas.® * Gran parte de la informacién sobre los cultivos se basa en inferencias a partir de los métodos modernos, complementadas con otra proveniente de entrevistas de campo. Los datos acerca del uso de métodos de inundacién a partir del rio y la posibilidad de Mevar a cabo cultivos exclusivamente de temporal en la parte sur del sirea cahita provienen de fuentes hispanas (en especial Pérez, p. 142: Memorias, pp. 4, 16, 580). La falta de irrigaci6n es sugerida por la mencidn frecuente en las fuentes de su presencia cn otras areas y la ausencia de referencias a la misma para Los cabiitas en las mismas fuentes {datos sintetizados en Beals, La etiologia comparative del norte dle México [1932], véase cuadro 6) Existen muchas fuentes acerca de los métodos utilizados, las plantas cultivadas, la divisién del trabajo, 1e7, pp. 6, 12, 200, 987, 242, 184; Icaz., vol. 2, p. 303: Alegre, vol. 1, pp. 232, 252; Obregén, pp. 78, 79, 87, 102, 257; Memorias, pp. 6. , 580; Beals, Kinologia comparativa, cuadros 10, 11, 13 y 14). Las Memorias (p. 25) mencio plantas nativas los “melones y badias, © sandias"). Es probable, sin embargo, que se obuuvies primeros exploradores. * Beals (Kinologia comparativa, cuadros 28, 135 y 136). Acerca de loros ¥ halcones en Sinaloa véase Ieaz., vol. 2, p. 451. La erfa de aves para obtener sus plumas se menciona en las Memorias, p. 27, Los datos comparativos sugicren otros animales. los implementos y la posible invasién de los campos como un erimen (Pe como de los 213 Utilizacién de plantas silvestres Aunque entre los yaquis podria hacerse un estudio emobotanico bastante confiable,’ en general los cahitas s6lo siguen usando las plantas alimenticias y medicinales mas obvias. Escasean mucho los datos sobre épocas anterio- res, En la antigtiedad la planta de mayor importancia era el mezquite, que brindaba un bienvenido cambio de dieta y representaba un recurso valio- so cuando escaseaban las cosechas. Las vainas se recogfan en cestas que se transportaban con ayuda de un mecapal. En agosto se recolectaban con entusiasmo los frutos de la pitahaya (dki fruta madura: dki pottan) y las tunas (ndbo). Las pitahayas se recogian con una larga caiia que tenia en el extremo una punta de madera de mezquite 0 palo fierro. En la punta se amarraba un tramo perpendicular que servia como gancho o para impedir que penetrase demasiado en la fruta. No es muy distinto del gancho para saguaros que se encuentra entre los pimas y los maricopas. La fruta se colocaba en un recipiente cilindrico especial lla- mado wakal (cf. el nahuatl huacal, recipiente en forma de caja que se lleva a la espalda), que colgaba de un hombro mediante una correa. La parte cilindrica se hacia con tiritas de cafas entretejidas con corteza de mezquite; el fondo era de franjas entretejidas de la misma corteza. Los yaquis, y posiblemente los otros cahitas, usaban también la fruta de los etchos, cuyo interior se extraia durante la recoleccién para colo s silvestres empleados inclufan una raiz —salas (sayamme)—, semillas de palo fierro, la nuez del jito, vainas de r la pulpa en un recipiente, Otros producto guamitichil, hojas de plantas terrestres (baluém) y acuaticas (we’) y el agave. Caza Para la cacerfa se utilizaban el arco y las flechas. Se empleaban trampas hechas de cuerda para los venados y probablemente también para otros animales. Un método comtin de caza consistia en incendiar los matorrales. Casi todos los animales se cazaban ya fuese por su carne 6 por su piel. Los mas importantes desde el punto de vista alimentario eran el venado, el pe- . los Conejos, tejones, mapaches ¢ iguanas. Se comian un tipo de vibor Véase David Yo nan y Thomas. van Devender (cds.), Mayo kihnobotany. Land History and Traditional Knowledge in Northaest Mévico, University of California Press, Berkeley, 2002 Basado en las practicas contemporineas y en unas pocas referencias a la dependencia del mer durante las hambrunas: Alegre, vol. 1, p. 232%; Pérez, p. 5; Memorias, p. 6. Beals (Etnologia companation, cuadros 19 ¥ 21) ofrecen datos comparitivos. Para el gancho que usan los pimas pars el saguaro véase Russell. The Pima (1904-1905), p. 103; para los maricopas, Spier, Vieman trabes (1933), p. 56, Aparte de las . Velasco, Noticias (1850), una pla Ia fruta del gar tc moderna, enlista (p. 72) una rair— mbullo (:Cormeus sp.2) [Myrtillocactus geometrizans| (saka'deim) y ratas de monte (térim). Pumas, jaguares, zorros y lobos (¢ eran buscados primordialmente por sus pieles. No solia cazarse el coyote; se pensaba que era un animal sobrenatural.! . Por lo general, los animales grandes se cazaban de manera cooperativa: en ocasiones hasta 20 0 30 hombres integraban un grupo armado con arcos y flechas, asf como lanzas. Los grupos grandes solicitaban el permiso del jefe de la aldea, quien enviaba mensajeros para informar a las aldeas vecinas a fin de que no se molestase a los cazadores. Al regresar éstos, el jefe dividia la carne entre todos los aldeanos.” Cuando se incendiaban los matorrales a veces cooperaban dos o tres ran- cherias. Se creaba un anillo de fuego alrededor de una seccién del bosque y los cazadores seguian el incendio a medida que avanzaba hacia el centro, matando a los animales que irrumpian fuera del circulo. No sélo se cazaban mamiferos sino también aves y serpientes. Se usaban con frecuencia flechas envenenadas, que daban por resultado la muerte del animal en el término de 24 horas pero no afectaban su carne. Al dfa siguiente se observaba a los zopilotes para localizar a los animales heridos que hubiesen podido escapar." ‘Tras una caceria exitosa, ya fuese individual 0 grupal, toda la carne se consumia de inmediato. Un cazador solitario amaba a sus parientes y veci- nos para compartir el festin; un poblado que habia tenido un éxito extraor- dinario en un esfuerzo comunitario podia invitar a una aldea cercana para que ayudase a comerse toda la carne. Al parecer ésta no se secaba, a pesar de que era la tinica manera de conservarla durante mas de uno o dos dias en ese clima caluroso.” El animal de caza mas importante era el venado (maso), y los cazadores de este animal tenfan un nombre especial: amuléo. La caza de cualquier presa grande era hasta cierto punto una especialidad y por lo general la llevaban a cabo varios hombres. Implicaba viajar lejos. Las mujeres nunca formaban parte de las partidas de caza. Habitualmente los yenados eran cazados por no menos de tres hombres. Al frente de un grupo grande iba un hombre considerado el mejor cazador y rastreador, el go-k masoléo (“hombre pie ve- nado”). Lo ayudaban el mejor arquero (wikoyéi), el que tenfa mejor vista (mekabicame), y el de mejor oido (mekahicame). Estos cuatro eran los que mas sabfan de los secretos del venado, y cuando la partida era grande protegian a los demas cazadores y llevaban al animal hacia ellos. Cuando una partida de caza grande se separaba, siempre se establecia un lugar y un momento de reunion, Cuando mataban un venado los cazadores hacian fuego y asaban ‘Datos modernos. También Pérez, pp. 13, 14; Obregén, p. 259; Albieuri, p. 49, Esta prictica es descrita por informantes ancianos contempéraneos. © Pérez, pp. 13-14, : ? Versi6n tradicional de informantes modernos; ambién Pérez, pp. 13, 14. 215 una parte. Si plancaban seguir cazando ocultaban la carne restante en un arbol alto, A esa coccion se la Ilamaba hisdbwa. Cuando un grupo pequeiio rastreaba todo el dia a un yenado y tenia la seguridad de llegar a matarlo, uno de los miembros decia “mécam (pierna)” y otro “paleta (hombro)”. Esto prosegufa hasta que se nombraban todas las partes del venado. Cuando se daba muerte a éste, cada hombre tomaba la porcién que habia mencionado. Alosyenados losacechaban ciertos cazadores—kéba masoléo (“jefes cazado- res de venado”)—que usaban una mascara y un disfraz de piel de este animal Una vara en una mano y el arco en Ia otra simulaban las patas delanteras. El cazador imitaba los movimientos del venado. Con frecuencia éste le hablaba, o alcanzaba a oir el habla de estos animales, con lo que aprendia sus secre- tos. “Este no es un yenado, es un traidor (yailowe)”, podia decir un venado al verlo, —* Yaitowe” no es cahita, sino una palabra del idioma de los venados en el lenguaje que usan los cantantes durante la danza del venado cuando can- tan acerca de los secretos del animal-. El importante grupo conocido como aba especialmente versado en esos secretos Gon frecuencia se utilizaban perros adiestrados para levantar la caza, so- es cazaban un pecari por su cuenta, haciendo que el animal fuese hacia la casa y acorrakin- dolo hasta que llegaba su amo, Esta caceria se lamaba cti’'u kawéta yécak, En ocasiones se usaba humo para hacer salir a los pecaries de sus guaridas en las rocas, tras lo cual se los mataba a mazazos; siempre er: de cazar. A las ardillas y otros roedores se les disparaba con flechas, sobre todo en la época de frio, cuando se asoleaban junto a sus madrigueras. Eran muy apreciadas las grandes ratas de monte. Se las hacfa salir con un palo 0 se los susudkame (ancianos) es! bre todo los venados y los pecaries. Los mejores perros a v n animales peligrosos quemaban los nidos (osdni) de espinas, chollas y ramitas. De la misma ma- nera se buscaban lagartos, serpientes y lombrices. Las iguanas (wikirim) eran muy estimadas y s¢ las cazaba con entusiasmo. ‘ra posible mantenerlas vivas durante unos cuantos dias en un arbol hueco. Eran comida “saludable”. Los hombres que tenian una vista especialmente aguda dedicaban mucho tiempo a buscar panales de abejas. Segufan la di- reccién del vuclo desde los lugares donde habja agua. Se consumfan tanto la miel como las larvas, asadas 0 tostadas.* La caceria del borrego cimarrén, si acaso se la emprendia, debe de ha- ber estado rodeada de extraordinarias precauciones magico-religiosas. Los wormantes modernos; tambi - p. 259. Atos bacavaches los I les (Pérer, p. 175). Péree, pp. 1314; Winship, Journey of Colorado (1909), p. 88; maban “cazarratas”, debido a que atrapaban una gran cantidad Obrege de estos ani 216 yaquis modernos, en cuyas montanas todavia se encuentran esos animales, se niegan a cazarlos. Se cree que algunos de ellos son magicos y embrujan a su atacante para que se vuelva loco y vague por los bosques huyendo de la humanidad. Las aves eran cazadas sobre todo por los niiios pequeiios. Pese a su abun- dancia, no parecen haber sido muy estimadas como alimento. Los niiios a partir de los 3 afos usaban arcos y flechas de punta roma para las aves. Procuraban correr para atrapar a las codornices que se empapaban cuando lovia mucho, pero por Io general no tenfan éxito debido a la densidad de los matorrales. Por las noches se em- Y Y pleaban antorchas para cazar pavos y y silvestres (céwis), pero no para otras 3 aves. No se promovia esta practica debido al riesgo de incendios duran- te la temporada de secas. Por la mis- ma raz6n, las fogatas de las partidas de caza tenfan que ser extinguidas con todo cuidado, sobre todo por- que se crefa que si se dejaba un fue- go los cuervos dispersaban las bra por el pasto.” curs 1. Trampa para wvas. Cono hueco de —_-~Es probable que en algiin tiempo arcilla con un surco por dentro del labio. Un se utilizase una diversidad de tram- extremo de un cordel (b) se dispone en ese sureo, pas, pero en Ia actualidad sélo se usa formando un lazo; el otro extremo se ataaun palo 7 . curvo sostenido con un cordel que sirve de gatilo ! trampa con un lazo de cuerda para (a), el cual pasa por una abertura del conoy luego las presas mas grandes y una singular trampa para las tuzas, que consiste sale por el lado opuesto (cl de abajo), donde se lo ata una ramita. Una hoja verde atada a la cuerda i fhe lunciona dle gailo sine como eebo. (Unix, 2 UN Cone hucco de arcilla con un Calif. Mus, Antrho., mim, 38217), surco dentro de la boca, al cual se adapta un lazo. La trampa se entie- rra en un sendero y el extremo libre del lazo se amarra a una vara verde doblada y sostenida por una cuerda que funciona como gatillo. Esta pasa por un hoyo del cono de arcilla y sale por una abertura del lado opuesto (que queda hacia abajo), para ser atada allf a una pequefia pieza transversal de madera. Dentro del cono se fija una hoja verde a la cuerda que funciona como gatillo para que la tuza corte la cuerda y asi el lazo caiga en torno al cuello del animal. (Figura 1). SSN CI Ss “Informacién moderna. Acerca de la cava aborigen de aves y presas pequefias por parte de los nifios, véase Pérez, pp. 217 A los cazadores de v. adios que utilizaban trampas se los denominaba wi- tecaléo, La trampa habitual era un lazo que rodeaba un agujero cuadrado, de 25 cm de profundidad y 20 de ancho. El extremo de la cuerda se amarraha a un arbolito inclinado. Una cuerda que funcionaba como gatillo pasaba en- tre dos varas sostenidas por dos estacas en forma de gancho, de manera tal que un yenado que pisase el agujero liberase la cuerda (ni la descripci6n ni los esfuerzos de un informante moderno por ilustrar el artefacto disparador resultaron totalmente comprensibles). Cuando era atrapado un venado, un murciélago (cicd) iba a avisarle a quien habfa colocado la trampa. No era posible capturar pecaries y coyotes porque cortaban las cuerdas. Es ble que es proba- se. stiesen otras trampas, pero han dejado de us Con base en la evidencia contemporanea y los datos comparativos, pue- den postularse algunas creencias y practicas rituales definidas. Se pensaba que todos los animales, y en especial los venados, tenfan jefes. En la actuali- dad los mayos Haman kambiihaal lider de estos animales; los yaquis emplean el término mé-lici. Ademas, algunos yaquis crefan que un enano negro so- brenatural (suswdka), asociado con el arco iris y las inundaciones, era de alguna manera jefe de todos los animales. Segtin otros, el jefe de todos los animales terrestres era el sapo cornudo (mécokol). Es de moyimientos lentos porque representa a la tierra misma. En este sentido la tierra es considerada aparentemente la “madre”. :| jefe de los venados podia aparecerse ante ciertas personas. Si no se pre- sentaba mala suerte, en adelante, dichas personas siempre tendrian cazar yenados. En 0¢ ‘xito al siones podian considerarse como chamanes y se bus- caba su ayuda para la caceria. No se casaban, con frecuencia dormian solos en los bosques, y en la época moderna se dice que el jefe de los venados les mandaba una “esposa” de su especie. Owo venado sobrenatural (so téla), en caso de que se disparase contra él 1 matarlo, podfa hacer que el cazador se llenara de gusanos, provocando asi su muerte. No era posible atrapar a ningtin animal sin el consentimiento de su jefe correspondiente. Ese permiso no se concedia si se arrojaban los huesos 0 la carne del venado a los perros o si se desperdiciaba la carne. Los huesos tenfan que quemarse. Las colas de los yenados debian colocarse en los at- boles o en el lado oriental de las casas. Se dirigfan plegarias al “jefe” de los Mientras estaba yenados pidiendo permiso para matar a uno de los suyos. " Informacién modema. Una trampa para tuzas muy semejante, con la salvedad de que el cono de arcilla se reemplua con un aro de madera, s¢ usa entre los tarahumaras (Benet y Zingg, The Tarabumara [1935], p. 117) 218 de caceria, un hombre no debia dejar que sus pensamientos divagasen o el mal podia caer sobre él. Sin duda se llevaba a cabo una ceremonia, que probablemente incluyese una forma de las modernas danzas del venado y tal vez del coyote, junto con canticos relacionados con las cacerfas, posiblemente tanto antes como después, Eso lo haria incluso un hombre que hubiese puesto una tampa. Podemos suponer formas rituales de evar venado a Ia casa. También se celebraban ceremonias para garantizar el bienestar de los animales de caza; es posible que parte de ellas fuesen danzas con mascaras y pantomimas de caceria. Las ceremonias de este tipo —en general reuniones de muchos ca- zadores—se denominan en la actualidad yodwa. Se conversa y se canta, pero las opiniones modernas se dividen en lo tocante a la danza. Las canciones se parecian a las de los pescadores (véase mas abajo), pero ninguno de mis informantes modernos sabia los cantos de caza, aunque probablemente el conocimiento de los mismos siga siendo bastante comin. Soplar sobre la comida para que se enfriase hacia que los cazadores tuvie- sen mala suerte, Eran dtiles los talismanes, sobre todo el bezoar, pero éste perdia su poder si se lo lavaba o limpiaba. Siempre era peligroso si no se conocian el cuidado y el ritual adecuados para el mismo. A cualquiera que llevase un bezoar en verano le caerfa un rayo. Los varones cuyas esposas estuviesen menstruando, los que hubiesen que- dado viudos poco tiempo antes y los que se ocupaban de los muertos, no podian pescar ni cazar.!! La actitud de los cahitas hacia los bosques y desiertos revela claramente que eran un pueblo de aldeas y fundamentalmente agricola. Incluso hoy yen las tierras inhabitadas como dominio de seres y fuerzas sobrenatura- les. El hombre que pasa voluntariamente la noche solo en los bosques es considerado de inmediato alguien dotado de poderes sobrenaturales, cuya ayuda es valiosa para el cazador. Esto se refleja en el hecho de que en la época aborigen era rara la caza individual y hoy es practicamente descono- cida. La mayor parte de la caceria se Hevaba y se sigue levando a cabo con partidas bastante grandes o por lo menos por grupos de tres 0 cuatro hom- Esta deseripeidn no va mucho més alld de las creencias, actuales 0 recordadas, de los yaquis y los mayos. Por inferencia resultaria posible ser mis especifico en vista de la estrecha se con los conceptos de los pueblo y, en particular, de los hopis. La danza del venado se practica o ha sido practicada en la actual generacién en relacién con Ia caza, La danza del coyote, en vista de sus ta ductosa como baile de cace Es probable que los danzantes pascolas (0 su antecedenie), posiblemente enmasearacios, practicasen ceremonias por el bienestar y el incremento de los animales. Los danzantes pascolas siguen iniciando y concluyendo muchos rituales cristianos con saludos a los animales del bosque, expresindo la esperanza modos, etcétera. En ese momento cl danzante esti cnmascarado y traza cruces en las cuatro direcciones en el suelo. Los pascolas y los danzantes del venado interpretan complejas pantomimas de caceria. La conversacion de los pascolas con frecuencia se refiere a la caceria. asociaciones guerreras de que estén sanos, ¢ 219 bres. Siempre estuvo rodeada de rituales, restricciones magico-religiosas, observancias y creencias, Pesca La pesca era una ocupacin importante. Muchos poblados cercanos al mar vivian esencial o enteramente de productos marinos, complementados por cl comercio con las aldeas agricolas. También tenfa importancia la pesca fluvial. Se mencionan como los peces mas comunes las rayas y un pescado grande parecido al besugo. Se usaban redes en el mar y los estuarios poco profundos a lo largo de la costa. En aguas someras se pescaba con arco y flecha. Se recogfan mejillones, ostiones y otros moluscos. Se apreciaban mu- cho los camarones. El pescado se salaba y secaba. En la actualidad Ia pesca con redes suele ser denominada hiatua. Los que recogen moluscos o peces son Ilamados kucaléo, La pesca con una red exten- dida en la boca de una laguna se conoce como hi-atome. Hitéun es una redeci- lla que parece de junco tejido y que se emplea detras de las redes y represas cuando la marea esta baja. Hat hitéim son las grandes redes que se emplean fijas o para hacer represas. El uso de redes arrojadizas con lastre (témeti hite, “red con plomada”), la pesca con linea y anzuelos y el uso de arpones, aun- que tienen importancia en Ja actualidad, son de dudosa antigiiedad. La pesca con redes puede haber sido una actividad comunitaria 0 grupal; en ese caso los peces eran distribuidos en la aldea, probablemente por parte del jefe. En ocaciones, peces de una especie cuyo nombre no se indica en- traban a la desembocadura del rio Fuerte en gran ntimero para desovar, mo- mento en el cual varios poblados ahomes cooperaban para enyenenarlos con una hierba. Ms arriba se mencionaron las restricciones aplicables a la pesca. Asi como los animales de tierra tenian un jefe, los peces y otros animales maritimos tenfan una “reina”: bawe hamyéra, “vieja del agua”. Regia sobre un grupo de grandes seres parecidos a los humanos, con dedos palmeados, que vivian en el mar. Sin su permiso no podian tomarse peces ni mariscos. Si las cosas del mar se desperdiciaban o si se les daba mal uso los seres marinos se enojaban. Cuando el océano estaba agitado y con oleaje era sefial de que béwe hamyéora se habia encolerizado. Igual que los cazadores, antes de salir los pescadores se reunfan en una casa para cantar y hablar. Los canticos modernos suelen empezar asi: Yazwe yoeme keica stia (yengan personas matar pez) Cikte yoéme ica stia (todas personas matar pez) Siime yoéme kiica sita (cada una persona matar pez) Esto se repetia tres veces y segufa con variaciones, como la siguiente: Elaposu té-beli tine (no dejar ninguna [variedad de peces]) Jiposu té-beli yapasali (no dejar nada [variedad de peces]) Cite yoeme huica stia (se repetia nuevamente) La cancién continuaba nombrando distintos tipos de animales del mar. El hombre que mas sabia de estas cosas hablaha advirtiéndoles a los dems que no debian desperdiciar ni destruir innece enojase la “madre océano”. Los informantes modernos compararon esos riamente para que no se servicios con los que desempeiia hoy el “maestro” en beneficio de Dios. El hecho de que la “madre océano” sea antigua lo atestigua su mencion en los primeros documentos; de ello puede inferirse que los conceptos son tan antiguos como los que se aplican a los animales terrestres. Anterior mente los “hechiceros” mayos y yaquis sacrificaban una especie de tabaco (piciete; | picietl en naéhuatl]) y nifios a la “madre” de los camarones, cuando: se iniciaha la temporada de pesca de los mismos."? Prepavacién y almacenaje de los alimentos Habitualmente se consumian dos comidas, una por la mafana y la otra al caer el sol. Los productos basicos eran maiz, frijoles, calabazas y peces. Los alimentos hechos con maiz importantes de la dieta. La tortilla (taskari) puede ser aborigen. De serlo, el mafz se remojaba en agua con ce- ‘an los mas niza de madera, se molfa en un burdo metate de laja para formar una masa (posdri; posol en néhuatl) y se hacian con ella tortas muy delgadas que se co- cfan en un comal de ceramica. EF] maiz tostado (sdhi) se molia para obtener harina, que se disolvia en agua y se bebia como pinole (saknisi). Es posible que con maiz se hiciese también un pan delgado, parecido al pan de agua de los indios pueblo. Otro alimento hecho de maiz era el posorime o posoim, masa de maiz hervida con otras cosas, como carne o frijoles. Los frijoles sim- plemente hervidos podian Hamarse mun posdim, pero mas correctamente se denominaban mun bakim. Los tamales (ndxhi) se hacfan de masa de maiz asi como de pitahayas; estos tiltimos eran especialmente apreciados. Las semillas de mezquite eran molidas en el metate por todos los cd excepto por los hitas, ban un mortero de made: yaquis, que us: , aparato mis debe La importancia de la pesca y la presencia de pueblos exclus lores a lo antigua (Pé a ofrendas, a restrieciones en la participacién en kn ea7a y aamente pes costa es sefialadit ampliamente en la literat pp. 3.7: Memorias, pp. 25, 773). Em las |. se hacen referen Memorias (pp. 620, cen fa pesea y at la “madre” de los c ia (EE arte de te fengua cahita, 1989 [1891], p. 221) menciona el término ofe: “pescar con una hierba venenosa”. La pesca por envenenamiento se menciona para los ahomes (Péres, p. 143). Bu satisfactorio en vista de sus fibras. Se preparaba como atole (/iimam bannd- ri). El fruto del cactus cholla se preparaba de la misma forma y se llamaba 6a bon ‘m, Con los dos productos se elaboraha también una especie de tortas. La floracién del agave se horneaba en un hoyo leno de piedras calientes y cubierto con ramas y tierra. Se comia clote fresco tostado (avdrim sébua). La ba en tiras y se secaba para cons ¢ hervia. Las calabacitas verdes, lamadas kémam calabaza se cocia, se asaba 0 se cor rvarla; la calabaza seca siempre s lobo, eran muy apreciadas. Para muchas ceremonias 5 preparaban bebidas embriagantes fermenta- das, Con mayor frecuencia se hacia con cl coraz6n asado del agave macha- cado en agua, pero se utilizaban también tunas, pitahayas, maiz y semillas de mezquite, ya fuese molidas 6 tostadas, asi como otras plantas que no se especifican. Sin embargo, la bebida favorita se hacia con miel. Se dice que durante los tres meses en los que estaban maduros los frutos de los cactus, los guasaves estaban en constante estado de cbriedad. Se hacian bebidas dulces, denominadas aukési bani’um, que se preparaban igual que las fer- mentadas, salvo por el periodo de fermentacion. Lo que mas se usaba era la pulpa mas delgada del capullo floral asado del agave, la harina o masa de maiz o el pan hecho del cactus cholla. Un platillo muy apr (hima) que se preparaba asando el estémago del venado al que se Henaba de sangre, trocitos de carne y diversas hierbas como chiltipin (que en So- nora es un chile silvestre muy picante), ecbolla silvestre y tomate (jitomate) silvestre. Para esto se utilizaba el horno de tierra y la cocci6n duraba toda la noche. Por lo general los platos con carne eran guisados de distintos tipos con maiz. Un platillo sumamente apreciado, llamado (éri posdim, se hacia cociendo en una olla 20 0 30 de las grandes ratas de monte con maiz. Las mazor tapanco. También se guardaban en estructuras espe: terior 0 se dejaban sobre el techo de enramadas cubiertas de maleza. Por lo ciado hecho de carne era una especie de morcilla de maiz se almacenaban dentro de la casa, a veces en un iales hechas en el ex- general se lo desgranaba a medida que era necesario, pero en ocasiones se s de cerdmica cerradas con arcilla."* conservaba bajo tierra en vz " Machacar el mezquite en morteros de madera se mencion \s bebidas, alimentos y preparacidn de la comida se utilizaron datos modemos para complementar las deyeripeiones que apa +n Pérez, pp. 6,89; Alegre, vol. 1, p. 232 y Memorias, pp. 6, 25, 26, 86. Acerca del maiz almacenado en recipientes. véase Cabeza de Vaca, Relation, 1905, p. 170. en Pérez, p. 284. Por lo que se refiere La caracteristica mas sobresaliente de las casas cahitas era el uso de petat que le dio a la antigua provincia de Sinaloa su nombre original, Petatkin (en nahuatl, “lugar de petates”). Por lo menos en una parte del area se uti- lizaban casas redondas con techos en forma de domo y puertas muy bajas. Probablemente se parecfan mucho a las casas pimas. Se fijaban petates de hoja de palma o de caiias partidas sobre arcos de varas clavadas en el piso, con los extremos atados. No hay ninguna mencién del marco central que se milares de los pimas y los maricopas. Al frente de cada Sobre Tas cuales se almacenaba comida y bajo las que vivian los habitantes en la época encuentra en casas una de estas casas habia una o con mas frecuencia dos enramadas calurosa.! Se empleaban también, en cierta medida, casas rectangulares de varas cubiertas de barro, con techos planos. Para hacerlas se clavaban varas en cl piso y se entretejfan con ramas mas delgadas 0 con caitas; el conjunto se revestia de arcilla. Los techos de esas casas eran de madera y arcilla y proba- blemente tenian soportes hechos con horquetas de mezquite o de palo fie- rro y vigas de alamo o de madera de mezquite. Los tirantes eran de alamo 6 de esqueletos de érgano. Los murs de estas estructuras eran similares a las enramadas, sin embargo, probablemente se hacian muchas veces de petates m is que de varas y barro. En ocasiones los pescadores no utilizaban mas que paravientos de maleza clavados en la arena. La mencién de caias en los documentos sugiere que la casa moderna muy comin de los yaquis, hecha de caias, tiene antecedentes aborigenes. Ahora se utilizan dos formas de construccién de paredes. En una se colo- can las caitas verticalmente y se sostienen entre varios pares (tres, por lo general) de postes o caftas horizontales, que se atan con tiras de corteza de mezquite. No obstante, en ocasiones las canas verticales se entretejen entre tres tirantes horizontales, como si fuera la e: varas y barro, pero vertical. Cualquiera de los dos tipos puede estar cubierto de arcilla. Tal vez se utilizara cachanilla en lugar de canas. El techo se cons- wuye igual en todas las casas rectangulares.” ructura para hacer una casa de Datos de Obregén, p. 84: Alegre, vol. 1, p. 231: Pérez, pp. 6, 8. Memonias, p. 4: leaz.,. vol. 2. pp. 296, 445, y Albieuri, p. 49. * Pérez, pp. 6, 8; Alegre, vol. 1, p. Memorias, p. 4. La madera que se usaria para construir casas se cortaba después de la luna lena, porque entonces “el agua baja”, la madera esta seca y no se agusana. Tal vez se construyese una estructura temporal, como una especie de do- ble cobertizo, techada con cachanilla (véanse figura 2; y lamina I, c) Una viga ligera descansaba en dos varas terminadas en horquetas. Paralelas a ella habia otras dos viguetas con un sostén similar, pero a pocos centimetros del piso. Perpendiculares a ellas se ataban vigas ligeras que Hegaban hasta el piso. Se amarraban varas a las vigas en angulo recto para sostener un burdo techo cubierto de cachanilla, tallos de maiz 0 pasto, todo lo cual se sostenfa en su lugar con pértigas horizontales amarradas, atravesando esa maleza, a las vigas. Un extremo y la mitad del siguiente se cerraban con cachanilla colocada de forma vertical y amarrada entre varas horizontales. tructuras s6lo median lo suficiente para que en ellas pudies personas. Una estructura rectangular con extremos redondeados que se uti el bajo rio Fuerte puede ser un tipo aborigen. Las puertas se ubican en am- bos lados largos, por lo general no directamente una frente a la otra. Las paredes estin hechas de varas cubiertas de lodo o son de “empalizadas”, es decir, de maderos verticales clavados en el suelo que sdlo en ocasiones se cubren de barro. El techo es semitriangular y esta cubierto de paja. En el miseccién trans- versal de esas casas, con el extremo abierto total o parcialmente cubierto con construccién de varas y lodo. Las enramadas cerca 0 frente a las puertas son comunes, tal como ocurre con los otros tipos. za en mismo distrito se encuentran tipos que representan una s yee \) teh bs FIGURA 2. Vista frontal de una estructura temporal yaqui hecha de cachanilla y ramas. La mitad superior de la maleza dispuesta de forma vertical que cubre la mitad de la parte delantera esti cortada para mostrar la viga. Por lo general median alrededor de un metro de altura y cerca de dos de largo. 224 is probable que se usase hasta cierto punto el techo de hojas de palma en las montanas ba por ejemplo a lo largo del rio Cedros, y posiblemente se utilizase pasto a lo largo del bajo rio Fuerte, tal como ocurre en la actua- lidad. En la época aborigen, igual que ahora, los yaquis hacian las mejores . Los muros de los cahitas no se pintaban ni se blanqueaban, como se hacia tanto al norte como al sur de ellos. Las enramadas solian ser poco mas que parasoles con techo de o de cualquier maleza apropiada. Se construfan con postes vertic cada esquina y postes adicionales a lo largo de los costados, si el tamaiio de la estructura los requeria. Unas vigas bastante s6lidas conectaban la parte superior de los postes y sostenian tirantes sobre los cuales se colocaba cl material del techo; s6lo diferfan de la construcci6n normal de los techos por la ligereza de los materiales utilizados. Con frecuencia se levantaban sa, y en ambos lugares servfan para conservar alimentos y para proteger del sol. Por lo general no casa enramadas en los campos, asi como alrededor de la ¢: se hacfan murs, pero una enramada ubicada frente una casa podia tener en uno de sus lados un ligero paraviento de cachanilla 0 de petates. Las as se empleaban para almacenaje y para dormir en invierno, cuan- La mayoria de las ansar, tejer, elaborar do se encendia un fuego en el centro para obtener calc actividades domésticas, como dormir (en verano), de implementos y otras similares se realizaban debajo de las enramadas, Tam- bién podia cocinarse bajo una enramada comiin, que en este caso estaba parcialmente cerrada, aunque en general se hacia en una estructura espe- cial con techo de barro y paredes de cualquier matcrial conveniente. Se co- locaban caitas 6 cachanillas en posici6n vertical entre soportes horivontales con mas frecuencia, se instalaban armazones de cactus Grgano en posi- cién vertical, al estilo de una empalizada. Durante las inundaciones se cons- trufan en los drboles plataformas elevadas cubiertas de tierra para cocinar. Aunque al parecer en las montaiias empleaban estructuras de adobe, en- tre los cahitas fueron introducidas por los misioneros, Se registra una empa- lizada alrededor de una aldea, aunque esto no era general. E] amoblamiento de las casas era sencillo. La gente dormia en petates, preferentemente de palma, pero muchas veces de caiia, Se utiliza una almo- hada de madera. Puede haberse empleado, como hoy, una cama hecha de varillas flexibles amarradas a ambos extremos y en el centro con cordeles enuelazados. Por la noche los exwemos descansaban sobre dos troncos. Du- rante el dia la cama y los petates se enrollaban. Un jarro de agua (sétori) se oderna, Los detalles dle la construccién se inf uso aborige eren en gran medida de la priictica para cocinar, empalizadas y pintura de las casas, asi como Ia introducci6n de 211, 239: Ieaz., vol. 2, p. 302; Obregdn, pp. 82, 85, 154 de enramadas, plitaform: estructuras de adobe, aparecen en Pérez, pp. Alegre, vol. 1, p. 232; y Memorias, pp. 4. 2 apoyaba en la horqueta de un tronco colocado debajo de la enramada. Cer- ca colgaban un cucharén hecho de guaje (wéka) y dos o tres cantimploras del mismo material (bili), Los alimentos y los productos de valor se colga- ban o se depositaban en estantes colgantes hechos de varas amarradas a dos mas piezas transversales. En ocasiones los postes de las enramadas podian tener manojos de cactus cholla amarrados alrededor para que las ratas no se subiesen al techo. El equipo de cocina consistia en una variedad bastante numerosa de recipientes de ceramica burda, en especial el comal lenticular (wakéra), Podian usarse uno o mas fogones en forma de U para cocinar, un simple reborde de arcilla de unos 15 centimetros de altura, 0 el fuego podia star totalmente abierto. Los cuencos de madera y las cucharas de madera con hueco redondeado y manijas rectas pueden ser aborigenes. El metate (mda) era en forma de laja, sin terminar por la parte inferior. Se apoyaba en el piso o quiz, como en la actualidad, en las horquetas de un Arbol de mezquite cortado y clavado en Ia tierra. En este tiltimo caso, una horqueta mas pequeiia sostenia un cuenco de madera debajo del borde del metate. La mano (matakukdri) era de secein transversal cuadrada y no tan larga como el ancho del metate, de modo que éste se gastaba por el centro y dejaba dos elevaciones a los costados.* En vista del uso de techos y enramadas para almacenar, un articulo do- méstico importante debe de haber sido la escalera hecha con un tronco con muescas que se encuentra hoy por doquier. VEL amoblamiento de ta casa se inf indirectas; por ejemplo, ahora se utiliza el metate pa consiguiente es probable que también se emplease el metate. Una excepc petates de caita (Pérez, p. 6) y de la almohada de madera (Memorias, p. 26) Tal ver la eu de madera no fuese aborigen, pero arqueoligicamente se encuente Tunaulipas cucharas de barro de forma muy similar (Prieto, Historia [1873], pp. 24, 52, tambié 2. fig. 6). El cuenco de la euchara de los pimmas tiene forma ednica. Russell (pp. 100-101) afirms de la prictica moler el maiz; en esa epoca se usaba 1 mn es la mencion especit pimas aprendieron a hacer estas cucharas de los papagos, qu espanoles. Esta tranymision indirecta, asi como la atribuci6n del cuenco en forma e6nica a los e da qué pensar, Los maricopas tenia lango recto y cuenco en forma de cono como otra con cuenco redondo, al igual que cucharones de cerimica (Spier, Yuman tries, p. 130). Los yavapais tenia un cucharén de madera (Gilford, The Southern Yavapai [1982], p. 221). La cuchara de cuenco redondo es aborigen en Suclamériea (Nordenskid 1. paiioles, nto una cuchara de 1, Comparative ethnographic studies [1 pp. 88.90), Estos datos sugieren que hay que tener cautela al asumir un origen espanol de las cuch cahitas. 226 VESTIDO Y ORNAMENTOS, Existia mds variacién en el vestido que en otras fases de la cultura. En gene- ral, por lo menos entre los yaquis, los varones usaban poca ropa o ninguna. El taparrabos (wd ’him) que hoy usan los nitios era por lo general una tira de tela que se pasaba por encima de un cordén que rodeaba la cintura, de- jando colgar los extremos. Guando hacia frio se tapaban el cuerpo con una manta de tela de algodén o de pieles. Para ir a cazar se cubrian el cabello con una gorra de cuero. En ocasiones especiales se llevaban en el pelo plu- mas de loros y aves acuaticas. El pelo largo de los hombres solia estar confi- nado en circulos 6 coronas de hoja de palma. Se mencionan para los yaquis caracolas, conchas y cuentas como ornamentos, y una piedra “como una esmeralda” (-turquesa?) colgada de una perforacién del séptum nasal. Las orejas estaban perforadas en los bordes y decoradas con conchas amarradas con hilo azul. Casi todos usaban collares de cuenta En el vestido habia distinciones de clases. Los jefes de las partidas gue- rreras usaban una capa de algodén azul bordada con cuentas y ornamentos alrededor del cuello. Los “principales” de los yaquis levaban mantos de piel de yenado, puma 0 jaguar, o hechos de algodén, Un jefe de una partida de guerra yaqui tenia puesta una prenda negra parecida a un costal, “como un escapulario”, bordada con madreperla que formaba diseitos en forma de venados, perros, aves y otros animales, de modo que, al sol de la maiiana, “brillaba como la plata”. El vestido de las mujeres era igualmente variado. Desde edad muy tempra- na usaban algo que las cubriese. Habia una prenda de pieles 0 de algodén, llevada especialmente por las jvenes, que iba de la cintura hacia abajo y se pintaba con tierra’ roja formando disciios. Se mencionan mantas de algo- d6n y también una prenda hecha con dos pieles de venado curtidas cosidas entre siy usada debajo de los brazos. Hay una referencia ambigua a enaguas hechas de “jirones” que Iegaba hasta los tobillos “como un cinturén”. Se decfa que algunas mujeres no usaban mas que un paiuelo para cubrirse los genitales y que otras hacian lo mismo con pasto y hojas. Probablemente los niflos mas pequeiios, igual que hoy, anduviesen desnudos. Se hace una referencia mas especifica a las mujeres cinaloas que usaban una tela de algod6n alrededor de la cintura y una prenda de piel de venado curtida, Como ornamentos tenfan borlas de plumas, guirnaldas, cuentas, caracoles y madreperlas. Las mujeres ahomes usaban mantas de algod6n, 227 algunas de las cuales estaban decoradas. Entre los yaquis s6lo las esposas de los jefes portaban mantas de algodén. Las demas mujeres se cubrian de la cintura a las rodillas con “hierbas” o ramas con hojas entretejidas. Tal vez se trate de una mala observacién de la falda de corteza que utilizan en las inmediaciones del rio Gila y del bajo Colorado. Ambos sexos se dejaban el cabello largo; las mujeres suelto hasta la cintu- ra, los hombres trenzado 0 amarrado sobre los hombros y arreglado en una diversidad de peinados, frecuentemente con muchas plumas. La mencién de ornamentos para las orejas implica la perforacién de las mismas. Asimismo, se pintaban la cara y el cuerpo. Tanto los hombres como las mujeres se tatuaban el labio superior y el inferior usando un cuchillo y “tin- ta”. También se menciona el tatuaje de los brazos.' En ninguno de los documentos mas antiguos se hace referencia alguna a las sandalias, pero deben de haber sido usadas en los viajes o en las ex- algtin tipo de sandalia de cucro crudo para protegerse de las espinas, siempre presentes. Es probable que se amarrasen con un cordel 0 una con cursiones de caza. Se presume que exist acon un nudo debajo de la suela, que pasaba por un hoyo y se introducia entre el primer dedo y el segundo para unirse a otra correa sobre el empeine. Esta tltima pasaba por hoyos de la suela, debajo del tobillo, y se anudaba; otra seccién rodeaba el talén. Por lo menos asi ¢s el tipo moderno. "Esta versio de una diversidad de fuentes. se sintetiz6 9 pa isten aparentes contradicciones a tribales y de clase. Hay cierta vaguedad de los t¢ le que algunos relatos describan el vestide de guerra o ceremonial mais menos que se asuman distineion {nos utilizados por los autores espaiioles y es proba que el cotidiano, Poder proporci anta fusion de descripcin coherente requis ey mente imposible citarks de forma individus 08 2 Megre, vol. 1, pp. 232-233, 411; Cabeza de Vaca, p. 17; lea. vol. 2, pp. 296, 301, 304, Tlaveala, “Crist6bal Col6n” [1812]; Memorias, pp. 26-27; Albieuti, p. +H; Obregén, pp. 78-79. 86 Peres, pp. 10, 12, 146, 285-286. arias: tie por lo cual aqui nos de MANUFACTURAS Armas y herramientas El arma més importante era el arco (w/kori) y las flechas. El arco se hacia de garambullo (kwnbumtebwane), un arbolito poco mayor que un arbusto. La madera estaba trabajada en forma bastante burda. Si no tenfa cuerda el arco era practicamente recto; cuando la tenfa, la curva se observaba princi- palmente en los extremos. Media alrededor de un metro y medio de largo La cuerda se hacia de fibra de maguey 0 de tendones y se enganchaba en muescas que habia en cada extremo. Era posible ajustar un nudo poco usual en una de las puntas (figura 3, a, b; lamina Il, g). Por lo general las flechas se hacfan de la caia comtin (Phragmites com- munis), con una larga punta de madera dura (15-20 em), frecuentemente endurecida al fuego, insertada en la embocadura y con la unién reforzada con un tend6n enrollado alrededor. Las puntas de madera se envenenaban para la guerra y la caceria (figuras 3, ¢ 5, d lamina Il, a, /). | 1 pulgada FiGURA 3. « Método para fijar la cuerda hecha de fibra de maguey. J, Método para fijar la cuerda hecha de cucro crudo. ¢, Método para emplumar la flecha envolviendo con tendones (izquicrda), Enrollado mbre utilizada frecuentemente por los 3284), de tendones en una flecha de madera con embocadura de al cahitas modernos (derecha). (Univ. Calif, Mus. Anthro., mims.: a, 33278; b, 33240; c, 33225, 229 Albieuri observa que los venenos para las flechas se hacian con hierbas, y que estaban sobre todo bajo responsabilidad de las ancianas. Cabe dudar de su aseveracién de que debido a que respiraban el vapor de las hierbas que Sco cocfan su vida llegaba a su fin en unas pocas horas. Si el veneno era no tenia ningtin antidoto, asi que la muerte se producia poco después de haber recibido la herid: Solo para el alto rfo Sinaloa se mencionan puntas de flecha de picdra. No se emplumaban mas que las fechas para caza mayor y probablemente para la guerra. Se utilizaban tres plumas, que se partian y se recortaban pulera- mente con una brasa ardiente, para amarrarse después con tendones. Sélo se utilizaba un lado de la pluma. La longitud total de las flechas iba de 60a 90 centimetra El carcaj era corto en comparaci6n con las flechas. Estaba hecho de cuero jaba el pelo, que sin curtir de pecari 0 de algtin otro animal, al que se le di quedaba hacia el lado exterior y se levaba colgado del hombro derecho, probablemente con un cordel de fibra de maguey. En la muneca izquierda se usaba una proteccion de piel suave. La segunda arma en importancia era una maza con la cabeza redondeada oun “palo con cabeza de maza y manija redonda” hecho de madera pesada que se llevaba colgado del brazo con una correa y se empleaba para la lucha cuerpo a cuerpo. No se describe la forma, pero es posible sospechar que tenia similitudes con el tipo Yuma, por lo menos en la forma de uso. En la guerra los lideres levaban lanzas de madera dura (Figura 4). Se las utilizaba también para cazar pecaries. Se usaban escudos redondos u ovales como forma de defensa. En ocasiones iban decorados con plumas blancas y azules, rojas o verdes. También se empleaba con gran destreza el arco para desviar las flechas. Ademéas, habia quienes portaban algo similar aun casco.! 0 5 10 —— Escala en pulgadas aaa n esti reforzada con t rroura 4. Lanza de cafa con punta de madera dura. La ut (Univ, Calif. Mus. Anthy 237.) nim, 3 jer del arco, la flecha y el earcaj se deduce a partir de ejemplares modernos. La diversidad ev: Pérez, pp. 10, 13, 110; Icaz., vol. 2, p. 296; Obregon, pp. 82, 85- ¢ menciona en varias fuer pp. bet; Memorias, p. Hay otras herramientas que no se usan ya en la época moderna, y en las fuentes antiguas s6lo se mencionan cuchillos y hachas de piedra. Arqueolé- gicamente se encuentra un hacha pulida con una cintura que la rodea en tres cuartas partes. Es probable que hubiese otras herramientas de piedra, aunque los pocos sitios arqueolégicos observables no revelan implementos de piedra en las prospecciones de superficie. La metalurgia era desconocida. Encendido del fuego El fuego se encendia con un taladro ({dtce, “hacer fuego”). Cualquier made- ra dura servia como taladro, el hogar era de saguaro o de dos maderas no identificadas denominadas wataméto y sépo. Evidentemente el hogar tenia significacion ritual porque los modernos danzantes pascolas siguen hacien- do referencia a él. 1a del escaso uso de ropa tejida y de la pequena cantidad de algod6n que se cultivaba, es probable que el tejido no tuviese una gran importancia entre los cahitas aborigenes. En la actualidad no se hacen tejidos de algo- d6n, y al no haber referencias antiguas es imposible reconstruir el caracter de ese trabajo, aunque las Memorias hacen referencia a “muy buena ropa y telas de trama muy cerrada”. Como el tejido moderno se describe detallada- mente en The contemporary culture of the Cahita Indians [edicién en espanol en prensa], aqui se incluye una sintesis. La fibra de algod6n se golpeaba con una larga vara flexible para separar las semillas, proceso que se terminaba con los dedos. Es posible que el algo- d6n se “cardase” levantandolo con la cuerda de un arco pequeiio. Al hacerla vibrar, la cuerda recogia una cantidad de fibras que se quitaban con los dedos y se dejaban a un lado (figura 5, ¢). Luego se hilaba con un huso de madera (Jikuri) con un malacate también de madera; el extremo del huso se apoyaba en el suelo o en un fragmento de ceramica rota. El hilo obtenido se enrollaba en el huso y después se formaban ovillos 0, si se iba a tenir, se hacian madejas. Se utilizaban tintes vegetales, sobre todo indigo, que produ- cfa ‘diversos tonos de azul y de negro. Al hervir los tintes se empleaba orina como mordiente. Resulta de especial interés el telar, ya que es uno de los pocos casos de telares anchos que se encuentran en América. Se utilizaba una urdimbre circular, pero no de hilo continuo (es decir, cada hilo de la misma era inde- pendiente, y no se daba vuelta en espiral alrededor de los palos del telar), que pasaba alrededor de dos barras transversales. Estas se ubicaban en los 231 0 5 10 ——t Escala en pulgacdas FIGURA 5. a. Gi Sona je que se ustha como tambor haciéndolo flotar en agua (izquierds dle guiaje que muestra la 1 Resonador de guaje usado con una punta con mueseas (derechi). b pera de unirla al mango, ¢ Flu de ea de dos pies ps naa ele Tos pascokas que pernnite ve los orificios y la boquilla,d Flecha de madera con el extvemo de alanbs forma en que estan uniclas kas enrerdas. f. Tambor p arrollado del tendén, no, empleadla pa raves. ¢ Arco para eardar Lina o algodén que muestrs ki 1a la danza de los pascolas; vista lateral, que permite ver el anillo de madera y la unisn de las caberas (Ll b, 9-330: ¢, 332! Va) Calif, Mus, Amro., niims, 3207, 539% 29; 4, BB extremos opuestos (externos) de dos pares de postes paralelos clavados en el piso, con lo cual el telar quedaba casi horizontal. El area de trabajo de la tela se mantenia en la posici6n adecuada haciendo deslizarse la trama, a medida que avanzaba cl tejido, por el telar 0 por los palos del mismo; el tejedor se sentaba a un lado en el piso ligeramente mas abajo. Se insertaba una varilla de paso ligera entre hilos alternos de la urdimbre y se empleaban otros espacios para pasar la lanzadera, separandolos con hilo. Se usaba una espatula plana con extremos redondeados, hecha de madera de mezquite pulido, para separar atin mas los hilos y para apretar la trama. Los hilos de ésta se enrollaban en forma de ocho en una lanzadera, varita ligera de unos 40 centimetros de largo. Para asegurar que la tela tuviese un ancho unifor- me se colocaba una barra inmediatamente detras del borde que se trabaja- ba, y en ella se clavaba la tela con espinas de mezquite. Si en la época aborigen se hacian disenos tejidos, probablemente se tra- taba de patrones totalmente geométricos, a los cuales se aplicarian nombres tales como serpiente, ojo y flor de calabaza. Las telas se usaban para hacer delantales para las mujeres y mantos y prendas similares a una camisa (véase “Vestido y ornamentos”), Si acaso se hacian fajas, lo cual parece dudoso, probablemente se tejfan en un telar del mismo tipo, limitandose a reducir el ntimero de hilos de la trama. Tal vez el tejido de la fibra de maguey fuese similar, aunque la practica moderna es muy diferente, pues sdlo la trabajan los varones en un angosto telar de cintura de tipo mexicano. En la época aborigen todo el tejido lo realizaban las mujeres. Sin duda se hacian redes, ya que su uso se menciona en relacién con la pesca. No se sabe nada acerca de las técnicas. Cesteria Las canastas (wari) y los petates (hipata) de carrizos eran hechos por las mu- jeres; aparte de esto se carece de documentacién antigua Probablemente * La tinica menci6n antigua de los métodos de tejido es una referencia a los cuatro postes (Pérez, p. 12), No obstante, una descripcién bastante antigua y completa del tejido entre los Gpatas podria cambio alguno al moderno trabajo de los mayos (Doctunentos para la historia de México [185 10). Las Memorias (p. 26) mencionan un tejido muy cerrado de tela de algodén Sobre el cultivo de algodén véanse Icaz., vol. 2, p. 296; Obregén, p. 257; Pérez, pp. 12, 284. j6n con los cahitas, no se menciona especificamente el indigo como planta cultivada en la época aborigen, pero sise la senala entre los acaxces (Santarén, en Alegre, vol. 1, p. 401). Como el azul ico color que se menciona en las descripciones antiguas de los cahitas —por ejemplo “manta corra azul” y demas (Pérez, pp. 10, 226)—. y ya que actualmente el indigo crece silvestre en la region, existe la posibilidad de que su cultivo fuese aborigen. * Pérez, p. 200. 233 sen de forma similar a las actuales: un las canastas de caitas hendidas fu sjido que formaba un diseno en diagonal, con el fondo aproximadamen- te cuadrado pero la boca redonda; las dimensiones eran esencialmente las mismas, cualquiera que fuese el tamaiio de la canasta. Ni las cestas de caiias hendidas ni los petates llevaban decoracién. Las modernas canastas de mimbre hecha s de ramas de sauce peladas son totalmente (wata) pueden ser de técnica aborigen, aunque las forme curopeas. Los mejores petates eran sin duda los de tiras de hojas de palma tejidos con téenicas que formaban un diseno en diagonal, con alguna decoracién incluida semejante a la de los petates actuales. Estos tapetes, muy flexibles, podfan usarse para dormir. Tal vez. utilizasen también tiras de hojas de pal- ma para hacer una especie de canasta con tejido enrollado en espiral que ocasionalmente se elabora en la actualidad. Los sombreros de hoja de palma que se hacen actualmente emplean téc- nicas europeas, pero pueden haber tenido algunos antecedentes. Por lo me- nos empleaban el material como base de algunas de las coronas de plumas mencionadas en “Vestido y ornamentos”. Ceramica La ceramica era de formas y manufactura toscas, por lo general de textura burda y totalmente utilitaria. Se utilizaba una arcilla arenosa que por lo general no requerfa desengrasante, aunque tal vez se incorporase estiércol de conejo. La vasija se formaba toscamente a partir de un cono de arcilla, apretando y palmeando entre las manos; la forma final se obtenia raspando con un trozo de guaje. Por tiltimo, el recipiente se frotaba con una piedra lisa mojada en agua. Se desconocian las técnicas de paleta y yunque; el wra- bajo en espiral se cmpleaba s6lo para recipientes grandes, en los cuales se adherfa una gruesa espiral en el borde y se la trabajaba para formar el labio. 0 en los grandes jarros de agua, cuyas dos terceras partes superiores estaban hechas con espirales cortas y gruesas, de alrededor de cuatro por veinte cen- timetros, enrolladas entre las palmas de las manos. Para esas vasijas podia agregarse, como desengrasante, una fina arena negra. Los recipientes pe- quenos, planos, parecidos a platos, se hacfan simplemente presionando un ozo plano de arcilla. Las vasijas grandes podian colocarse en un cuenco de madera 0 en un ozo de un recipiente de ceramica roto y hacérselas rotar para darles la forma definitiva. Se hacia algo de ceramica negra, pero la mayorfa de las piezas estaban ba- fadas con un engobe rojizo, posiblemente de la tierra ferruginosa que se en- cuentra sélo en los cerros. No habfa ninguna otra decoraci or de 34 la pieza solfa ser entre amarillo, anaranjado y rojo. Con frecuencia las vasijz pesadas estaban mal quemadas, lo que dejaba un centro negro en la pieza. La cerdmica se quemaba en una depresién poco profunda, probablemen- te con madera de mezquite. Eluso muy generalizado de ceramica, tanto ahora como en la antigiiedad, hace que resulte sorprendente la deprimente tosquedad y la falta de deco- racién de la alfarerfa cahita. Aunque Obregén pens6 que la gente que vivia en la desembocadura del rio Fuerte (probablemente ahomes) hacia buena ceramica, no hay evidencias arqueolégi is que sustenten esa opinién.* Curtiembre La frecuente mencién del uso de pieles para vestir sugiere que tenfa que ha- ber algunos métodos de curtido. El tinico actual que no es de origen euro- peo consiste en estirar el cuero en el piso sujetandolo con clavijas, rasparlo cuidadosamente, cubrirlo de cenizas y dejarlo secar. Instrumentos musicales Los tinicos instrumentos mencionados especificamente para los cahitas en las fuentes antiguas son flautas, trompetas, atabales y tambores hechos con tron- cos ahuecados (teponaxtles en ndhuatl).° Las formas y la existencia de otros tipos deben inferirse de las distribuciones y de los ejemplares modernos. La flauta que se usa en 1a actualidad para acompaiiar las danzas consiste en dos secciones de caiia que encajan una en otra. La seccién superior es un simple silbato con un trozo de caiia fijo en la boquilla (figura 5, ©). Al pa- recer éste no vibra. Cerca de la base de la seccion inferior hay tres orificios: dos en el lado de arriba y uno en el de abajo. Las secciones suelen amarrarse con tendones cerca de los extremos para reducir la posibilidad de que se rajen. Posiblemente se utilizaban tipos mas cortos para cantar de manera so- cial, y se hacfan silbatos sencillos, de construccién similar pero sin orificios. La trompeta puede haber sido una caracola, muy usada en México con ese fin. Los tambores 0 atabales pueden implicar un tambor hecho con un tron- co en posicion vertical y con un parche de piel. Ya que los términos pueden haberse usado sin mucha precision, en realidad tal vez fuese un tambor con * Obregén, p. 102. Gran parte de esta descripeién se infiere de los procesos modernos y de la comparacién de las ceri encontraron, La adicién de estiércol puede haber sido de estiéreol de conejo, que era el que empleaban los seris (Kroeber, The Seri [1981], p. 17). Hoy los mayos emplean estiércol de caballo y de burro. * Pérez, p. 384, nicas modemas con los pocos fragmentos aparentemente aborigenes que se 235 un solo parche, similar a los modernos tambores con parches en ambos extremos que se utilizan para las danzas y la guerra. Empero, ésios tiltimos ticnen una amplia distribuci6n. El tambor para las danzas de los yaquis y los mayos es un aro de madera de entre 7.5 y 10 em de profundidad y unos 35 de didmetro, con un agujero pequeno aun lado y parches de piel en ambos onido asombroso. El extremos. Se golpea con una baqueta y produce un s tambor de guerra es ligeramente mas gr: queta, otras con dos, Probablemente este tiltimo uso sea de origen europco (figura 5, /). En sentido estricto el teponaxtle deberia ser un tambor hecho con un tron- nde y se toca a veces con una ba- co hueco. Slo podemos suponer lo que era realmente. La vara con muescas © gitiro (hintkia) se tocaba haciendo descansar un extremo en un resonador que consistia en medio guaje colocado sobre el suelo. El gitiro se hacia de madera dura de mezquite y se raspaba con una varita delgada, también de madera dura. Se asociaba muy cercanamente con la danza del venado. Probablgmente se utilizaba una forma poco usual de tambor de agua he- cho con un guaje (osipsna); la mitad de un guaje grande (con decoraciones incisas de alacranes) se hacia flotar con el lado abierto hacia abajo en un gran recipiente de ceramica Ileno de agua. Se golpeaba con una varilla cuya punta estaba envuelta en fibra de maguey. Se obtenia un sonido extrano, bajo pero muy penetrante. En otra forma, se cortaba un hoyo de unos diez centimetros de didmetro en la parte superior de un guaje aplanado. Por medio de una cuerda unida a una guaje, el ambor se suspendfa parcialmente en el agua y se golpeaba con una baqueta forrada en piel (figura 5, @). in duda se utilizaban sonajas hechas de guajes, probablemente del tipo transversal que habia dentro del que usan los indios pueblo, en la cual la vara que sirve de mango atraviesa todo el guaje y se sujeta con un disco de madera pegado al mismo con goma de mezquite (figura 5, b). Frecuentemente se taladraban hoyitos en el guaje. Owos tipos de sonajas eran en realidad parte de los trajes usados para las danzas (véase infra p. 280). Si el arco musical es aborigen en América, era usado por los cahitas, aun- que la forma moderna, con una clavija de afinacién, probablemente sca espanola. Se usa exclusivamente con fines de entretenimiento: se tafe con suavidad la cuerda, mientras un extremo del arco se coloca dentro de la boca abierta, que funciona como resonador. Es posible lograr cierto cambio de tono modificando el tamaito de la camara de resonancia. En Ia actuali- dad el instrumento se hace con un trozo de catia a la que se le retira un secci6n longitudinal (Lamina IIL, b). 236 PORTE Y VIAJE EI viaje mayormente a pie y, con excepcidn de las partidas guerre- ras, se restringfa a los territories tibales. Las cargas se transportaban gene: ralmente en redes colgadas en los extremos de una pértiga que se Hevaba sobre los hombros. Este balancin de carga es una de las especializaciones mis interesantes de la costa occidental de México, y en Ia actualidad sigue siendo distintivo de la region Los cazadores que viajaban de noche en época de frio Hevaban una rama ardiente cerca del abdomen. El viaje por agua tenia relativamente poca importancia, Durante la ma- yor parte del aio los ries eran demasiado bajos para permitirlo, por lo que se cruvaban a pie. Es probable que, aunque no se mencionan, se utilizasen las modernas canoas monoxilas hechas con un tronco de alamo ahueca- do. También se empleaban en ocasiones balsas de madera amarrada con cuerdas. En la época moderna se ha observado el remo de muleta en el rio Yaqui, en cl alto Sinaloa y en Playa San Ignacio, un asentamiento mayo sobre la playa en una laguna costera al sur del rio Fuerte.' Conocimiento geogrifico probable que el conocimiento geografico de los cahitas se limitase al territorio de cada una de las tribus y al de sus vecinos inmediatos, que es hasta donde Hega ese conocimiento en la época moderna. Los mayos s6lo conocen a los tarahumaras y los yaquis. Los yaquis conocen en general a los mayos, tarahumaras, 6patas, pimas bajos, seris y guaicuras, a todos ellos con nombres hispanos modificados. Resulta interesante que siga habiendo conocimiento de los guaicuras de Baja California, ya que se supone que se extinguieron hace mucho tiempo. Los yaquis modernos también reclaman ciertas tierras de la peninsula, y algunos de ellos conocen a los pimas altos, los papagos y los apaches. nes (Pérez, pp. 8, 15). Las huy6 de una misin para volver tes Son "BE balancin para carga y el 1 en relacién con st porte de ramas ard balsas se mencion: Iso por parte de un grupo qi isla, a unos ocho kil6metros mar adentro, y se habla de botes pequeiios 5: Obregén, p. 86) su viejo asentamiento en Alto rio Fuerte (Pérez, p. I Posiblemente en alguna época hubo contactos con los navajos. La pri- mera referencia que hace Benavides? a este nombre es a los “apaches de Navajo”. Navojoa es un buen topénimo cahita; significa “lugar de tunas”. La expresién de Benavides querria decir “apaches del lugar de las tunas”. No obstante, el término “navajo” también puede ser dpata, lo que en conjunto parece representar la conjetura mas razonabl. Se reconocian en cierta medida las fronteras territoriales (véase el discur- so citado infra en la p. 247) y definitivamente pueden haber estado marca- das. Esto lo hacen los yaquis actuales. Casi cada punto del territorio cahita debe de haber tenido nombre. Aunque no se intenté obtener una lista completa de los nombres moder- nos, los siguientes, de los mayos, dan una idea de su estilo. Algunos han sido mexicanizados, en cuyo caso la forma mayo aparece entre par tesi Babukdwi (“montaiia de arcilla para hacer cerimic Bayajori (Baiydhuli), un cerro. Sin significado. Buwaisiakébe (“taparrabos intestinos come”) (dai, “taparrabos” nos"; kébe, “comer”), rancho. Navojoa (Navoliéa) (“lugar [us hogar] entre las tunas”), poblado. {chojoa (Eeohéa) (“lugar (u hogar] entre los etchos”), poblado. Hit-pari (“(lugar de] mezquite”), poblado. Huatabampo (Watabdmpo), (“sauce en el agua”), poblado. Chibubémpo™ (“planta de anil en el agua”), rancho. Chukari (“casa de los perros”), aldea. (Aqui vivian los perros magicos de los que se habla en una leyenda). Macochin (Makocintaweka) (“Arbol de guamiichil”), rancho, Chinotawéha (“concha” 6 “cubierta’), rancho. Tesia (Tesidiwi), poblado. Significado desconocido. Moroneati (Mo-onkéri) (“casa color plomo” [es decir casa de los caballos magicos color plomo de los que se habla en una leyenda), rancho. isiva (Sikilisiva) (*margen del rio de tierra roja”). distrito. Bacobampo (Bakobémpo) (“arbusto bajo en el agua”), aldea. Forma alterna: Bakotbémpo (“serpiente en el agua’). Bacame (Bakdme) (“¢ 0 “de las caiias”), rancho. Yemubdri (“comer tortilla”), lugar. Hitonwéha (“bosquecillo de arholes de jito”), Chichivu (“una raiz laxante” [usada como bebida en el parto)), rancho. Tobari (“dos acostados juntos”), rancho. a”), rancho. siwam, “intesti- ncho. * Benavides, Memorial of fray Alonso de Benavids (1916), p. U7 En la forma espaitolizada se conserva la ch (fonéticamente, ). JUEGOS Los cahitas practicaban dos juegos importantes. El primero, que al parecer no estaba muy difundido, se jugaba con una pelota de hule grande y pe- sada en una plaza bien barrida Hamada batei, igual que entre los acaxees. Participaban dos equipos de cuatro, seis u ocho hombres. La pelota sdlo podia tocarse con el hombro o con las caderas (“tronco”, dice Albieuri), de lo conrario se perdia un punto. A diferencia de la forma acaxee, en la que al parecer no habia porterfas, el juego cahita se ganaba cuando la pelota trasponia el limite del oponente. Se hacian apuestas y posiblemente, igual que entre los acaxees, habia elaboradas asociaciones ceremoniales y compe- tencias entre poblados, pero no se cuenta con datos al respecto. También era importante una carrera en la que se iba pateando algo. Ambos lados pateaban un trozo de madera pesa- da, de un palmo de longitud, al que se le habia recortado el centro para permitir meter los dedos del pie por debajo. No estaba permitido tocarlo con la mano, pero sf moverlo con una varilla o un bas- t6n que Hlevaba cada jugador. En la forma moderna se usa una pelota que se arroja con un palo en horquilla llamado heita ba- téyim teyéunaki (obsérvese el término “ba- tev’) (figura 6; lamina III, a). La carrera era hasta un lugar designado y de regre- so, con una longitud de 2, 3 o més leguas (entre 8 y 12 kilémetros). Ganaban los que llegaban antes al punto de partida. Los jugadores que se sentian demasiado acalorados podfan tirarse al rfo; por lo sous 6; Palos pars hearers pateando Nt, Posiblemente la pista corria a lo y pelota de madera de guayacin. Los largo de las corrientes de agua. Interve- cjemplares se encuentran en el Museo nian entre 100 y 200 jugadores, divididos Nacional de Mexico, Fl dibujo escortesiade en equipos opuestos. Los juegos solian csa institucin (nuims. de inventario 80, 81 . 82) ser entre poblados y se hacian apuestas. A 239 partir de las descripciones modernas puede deducirse que todas las apuestas se depositaban en manos de una especie de maestro de ceremonias, y que cada lado tenia un grupo de testigos para impedir que se cometiesen faltas. Los articulos que se apostaban en este juego y en otros inclusan mantas, ornamentos de concha, plumas, arcos, flechas, mazas de guerra, cuchillos de piedra y hachas de piedra. A juzgar por las analogias con los tarahumaras y los pueblo, pueden inferirse numerosas practicas magicas y ceremoniales Resulta significativo el hecho de que esa carrera sélo se jugase en época de frio. El hecho de que en Ia antigiiedad pudiese haberse utilizado una pelota en lugar de un palo es sugerido por la mencién que hace Buelna de ruruc- tiame (“bola de madera”). Un juego popular, que s6lo se practicaba en verano, era una forma de pa- toli o “quince”. Es probable que también tuviese asociaciones ceremoniales, ya que los hombres s6lo podian jugarlo después de haber pasado por su ini- ciaci6n (véase infra p. 280, nota 27). Muchas veces los juegos duraban desde que salia el sol y hasta que se ponfa, y nunca se usaban palabras iracundas. Aunque los jugadores perdiesen su ropa y tuviesen que ira su casa desnudos estaban “satisfechos”. El juego se practicaba con cuatro dados hechos de cana hendida —cada uno de los cuales tenia una marca diferente—, que se arrojaban contra una piedra; los puntos se asignaban de acuerdo con la for- ma en que caian. El marcador se raspaba en la tierra (no hay ninguna men- cin de que se moyiesen piezas en un tablero o siguiendo una trayectoria. Buelna apunta haate, “apostar en los juegos”; wlin, “pelota (cf. el nahua ule, “hule”) y catom, “pelota con la que juegan las mujeres”. De esto tiltimo podemos inferir que existfa un juego de pelota para las mujeres, tal vez una especie de croquet. Los informantes modernos recuerdan un juego similar que practicaban los hombres, con un palo curvo para cada jugador, una pelota y dos porterias. Algo que las fuentes antiguas no mencionan —pero que, pese a su es- tilo no europeo, merece ser descrito aqui—, es un juego llamado ahora “pelota”. Se juega con una pelota de goma, ligeramente mas pequena que x Ia que se emplea para el we, el tipo de juego de pelota mexicano que ha nicuea 7. Diagruma de un terreno pam el sobrevivido y que por lo general se juego de pelota. Mide alrededor de dos metros ¥ que por to 8 de ancho, Las cruces indica la posicién de los CONOCe de Jalisco hacia el sur. Se usa jugadores. una proteccién en el antebrazo de- recho y se considera falta si la pelota toca cualquier otra parte del cuerpo. Fl campo de juego esta marcado por dos lineas separadas entre si por unos dos metros. Una linea central divide las dos partes, pero no hay lineas en los extremos de los “campos”. La pelota 240 tiene que regresar dentro de los limites marcados, pero puede tocar el piso. Por lo general se atrapa al vuelo y se la hace rebotar sobre la tierra para de- volverla. Por cada laclo juegan de uno a cuatro hombres; si hay mas de uno se ubican uno detras del otro o en una formacién “intercalada” (Figura 7). Cada lado tiene un juez 0 “veedor” que Ileya la puntuacion ya sea rascando el piso con un palo o apuntando en un trozo de papel. Gana el juego el equi- po que logre totalizar veintiuno puntos, pero si el marcador esti empatado en wes puntos 0 en cualquier muliplo de ese ntimero, como seis o nueve, se borran las anotaciones y se empieza desde el principio. Por lo tanto lo acostumbrado es que los juegos empiecen al amanecer y no terminen antes del anochecer, si acaso. Lo que parece tencr significacién especial es que se llevan a cabo entre poblados y se cen fuertes apuestas. Se lo practica desde un poco mas arriba de Guasave, sobre el rio Sinaloa, hasta Culiacin, y es mas frecuente en las inmediaciones de Guasave, Nio, Bamoa, Mocorito y Tamazula. El senor Robinson, que tiene una cuarta parte de indio mayo, y que en sus viajes como representante de la Huasteca Oil Company ha vi do todos los rincones de México, nunca ha visto el juego fuera de esta area restringida, y hasta donde sé, ésta es la primera descripcién que se publica. Dentro de esta area lo juegan mayormente mexicanos pero, como seiiala el setor Robinson, todos los mexicanos de esta zona eran indios pocas ge- s atras. Yo s6lo presencié juegos de practica; es posible que en las competencias serias entre poblados haya mas formalidad.' neracion ‘Pérez, pp. 14-15: Albiew 9, E] material tocante a los acaxees se cita en Beals, The Araxre (1933), pp. 11-14 [en esta edicién pp. 171-1 pp. 177y ISL. En gens no “butei” fue introducide desde las Antillas por los espaoles, i, pp. A748: Memorias, pp. 2 3). Para los términos cahitas véase Buelna, ail, se supone que el te 24h TABACO Y FUMAR Probablemente en el periodo aborigen fumar era algo por entero ritual que estaba prohibido para los varones jévenes y para las mujeres. Lo prac- ticaban los curanderos 6 chamanes; se fumaba en los consejos y después de las danzas y ceremonias de la victoria. Cuando se enviaban mensajes a otras tribus solicitando una alianza se incluia tabaco, que también obsequiaban las embajadas que buscaban la paz. Puede ser que se lo exhalase hacia los puntos cardinales. Se cultivaba un tabaco de hoja pequeiia (maktico [cahita] vé-vam [yaqui]), que se enrollaba formando bolas y se envolvia en hojas de maiz. No est del todo claro si los cigarrillos envueltos en hojas de elote son aborigenes, aun- que su uso moderno se restringe casi por entero a ocasiones ceremoniales Se hace una referencia definida al acto de fumar en canas, “en gran medida como otros usan pipas”, y por lo general el tabaco que se entregaba a otra tribu se metia dentro de canias En la época actual se afirma que el tabaco pertencce a los coyotes. Una planta silvestre similar al tabaco se llama también “tabaco de coyo- te” (go'ivi-vam) 0 “tabaco de montana” (vé-vam huydpo [vi-vam huydpo awd'i vi-vam aléa, “propietario tabaco montaiia tabaco coyote” }). Nunca se fuma; lo volveria a uno “loco”. * Eluso antiguo lo sefalan Alegre, vol. 1, p. 332; Pérez, pp. 9, 18 y las Memorias, pp. 6, 7. El enrollado de tabaco para formar bolas lo reporta Velasco (p. 79) en el siglo x1¥. 242 CALCULO DEL TIEMPO Nila evidencia documental ni los datos existentes para los cahitas que atin so- breviven dan informacién alguna sobre los métodos para calcular el tiempo. Contar y registrar EI sistema que usan los cahitas para contar es una combinacién de princi- pios quinarios y vigesimales. El sistema tiende a ser quinario hasta 20, cifra a partir de la cual es claramente vigesimal. Resulta evidente que hay algunas diferencias wibales. Hernandez menciona la mayoria de las mismas, que segtin dice fueron tomadas de los papeles del padre Ot6n. Aqui presento, en forma de cuadro, las diferencias; el material de los mayos es mio y fue registrado en la época moderna. NUMERAL MAYO CAHITA (HERNANDEZ) YAQUI “OTRAS NACIONES” 1 hinépula sen 2 goyi uoi 3 biihim vahi 4 naiki naequi 5 mamni mamni sesavehere 6 buséini busani 7 goibusani uobusani 8 goinaiki uonaequi o uoniequi 9 baténi butani 10 gosmémni uomomni uosavehere sesavehere i hinépula gosmimni senu uomomni sesavehere aman senu 12 géyi gosmémni oi uomamni sesavehere uoi 15 vahivahere (3, 5) 20 senutukéu senutacaua senutacauao na equivehere uosersavehere 25 sesavehere 40 uoitacaua 100 mamnitacawa mamnitacaua 0 tacauavehere 243, En la actualidad es poco frecuente el conocimiento de los numerales na- tivos y se usan los términos en espaiiol. En las pocas ocasiones en que un cahita tenia que Hevar un registro es probable que utilizara un sistema de palitos para Hevar la cuenta 0 una es- pecie de quipu. A los misioneros les agrad6 ver que los mayos conversos Hevaban el control de sus pecados para ir a confesarse con palitos de colores diferentes, nudos en cordeles 0 con los dedos, el “método que usan para contar”. Los tehuecos usaban, con el mismo fin, cordeles con nudos.! Conocimiento de los astros Aunque en general se afirma que adoraban al sol y a la luna (véase “Religion y ceremonial”), en la actualidad los cahitas tienen un conocimiento muy somero de los astros, parte del cual se deriva de los espaiioles. No contamos con datos documentales y los siguientes que se representan a continuacién dan la impresidn de no ser hispanos. No se utilizan las estrellas para marcar las estaciones. La luna se considera femenina, el sol masculino. Se dice que las marcas de la luna son el rostro de una mujer (mayos) y un alamo (yaquis). La siembra, la cosecha y la tala de arboles se hacen en el cuarto menguante de la luna. “Metakytistu etnéate”, dicen los mayos cuando la luna esta vieja ¥ hay muchas estrellas fugaces en medio de la noche, “como Iluvia”, predicen una gran inundacién (mayos). Los nombres de algunos cuerpos celestes y ciertas expresiones son: 's momento de sembrar. Cuando. ta'a, sol mdci, luz de sol, luz de dia a, luna taprinsu, luna Mena cava meta, luna nueva mé-car, mala mé- me: m Oki, estrellas ba-tékorin (“un montén redondo de pasto que crece donde hay humedad”), las Pléyades watbusan cokim, siete estrellas (ztambién las Pléyades?) bai cohim, tres estr as. Posiblemente las Tres Mav ; para este grupo Buelna da el término hinuim. ; lucero de la bre), Buelna menciona buerochoqui. buéru coi; bivéu co) jana (al parecer el de la tarde no tiene nom- ‘ase Hernsindes, Las msas indigenas de Sonora (1902), p. 220. Sobre los registros, [8 y Memorias, pp. 544, 5 se Pérez, pp. Eclipses Habfa un gran temor ante los eclipses del sol 0 de luna, que se creia augu- raban muerte y enfermedad. Los cinaloas pensaban que los eclipses de luna se debian a que ésta era derrotada en una lucha continua que libraba con algtin adversario, Para ayudarla, se reunfan en las plazas, disparaban flechas hacia el cielo y arrancaban los petates de sus casas, Se decia que un eclipse de hina significaba muerte y enfermedad causada por ptias; para evitarlo los cinaloas rodeaban sus casas con plantas espinosas.? Los modernos yaquis dicen: id’a mala méca mu (“sol lana come), y los mayos creen que los eclipses lunares son resultado de que el sol se pelea con la luna o de que ésta se va a dormir. Es probable que, tal como ocurre hoy, los eclipses se combatiesen también gritando, tocando tambores, quemando malezas y basura y salpi- cando con agua o Henando un cuenco con ella. Para los eclipses solares se arrojan hacia el sol brasas ardientes 0 fuego. Los eclipses solares indican que el sol se est muriendo o que el mundo esté llegando a su fin. Segtin los mayos, las mujeres embarazadas no tienen que acostarse duran- te los eclipses, o la luna (?) se comerd al niio, a quien le faltara alguna parte del cuerpo al nacer. Para evitarlo la despiertan y le hacen dar tres vueltas ala casa en direccién opuesta a las manecillas del reloj. No obstante, los yaquis creen que las mujeres embarazadas no tienen que salir de la casa. * Pérez, p. 2 COMERCIO Y RIQUEZA No existen datos sobre el comercio aborigen. Sin duda tanto entonces como ahora la sal era, en el interior, un articulo comercial importante. Probable- mente se intercambiaban diversas conchas de animales marinos. Sabemos que los yaquis tuvieron control de sus salinas hasta époc bastante reciente, y que las mismas tenfan una importancia comercial suficiente como para provocar por lo menos una guerra civil local iniciada por los mexicanos que procuraban controlarlas. Suponemos que en la época aborigen uno de los articulos importantes que se obtenfan por intercambio con las montaiias cran las plumas del gran loro de esa regidn. Tal ver se trocaban también fibra de palma y pieles de animales serranos. Los pucblos cazadores y pes dores de la costa cambiaban con los pueblos agricultores pescado, animales de caza, ceramica y redes por maiz. de esclavos entre los cahitas consta por referencias hechas ae La presencit al pasar practicamente en todas las fuentes. No se dispone de datos respecto al cardcter de la esclavitud, pero el diccionario de Buelna (p. 237) da, cosa muy significativa, el término vuqui (“esclavo”), y su plural, vuquim, con el significado de “riqueza”. Esto hace probable, por lo menos, que los esclavos cahitas no fuesen simples cautivos de guerra, sino esclavos explotados en términos econdmicos, 0 por lo menos como indicadores de la posicién so- cial de suamo. Sugiere asimismo la posibilidad de que el trafico de esclaves del que hay registros para el bajo rio Colorado y el Gila tuviese antecedentes en épocas prehispanicas.' ' Acerea del comercio hist6rico v se Hernindez, p. 115; Velaseo, p. 72: para datos mis antiguos, Pérez, pp. 78: ¥ Memorias, p. 392. 246 GUERRA Y CANIBALISMO El tratamiento de la guerra y el canibalismo en una misma secci6n parece estar justificado por el estrecho vinculo que tenfan en la vida aborigen. De acuerdo con los misioneros, el canibalismo era consecuencia exclusivamen- te de la guerra, y al mismo tiempo era una causa frecuente de la misma, aunque tal vez pueda descartarse la interpretacién de que el ansia de comer care humana era un factor importante. E] canibalismo siempre parece ha- ber sido moderado y de naturaleza ceremonial. Métodos y organizacion La guerra y la paz se determinaban en consejos que se reunfan frente a la casa del varén principal de la aldea. El consejo se iniciaba fumando. Luego los principales iban hablando por turno, expresando a gritos sus opiniones mientras caminaban por la plaza. Con frecuencia la embriaguez generaliza- da marcaba estos consejos de guerra, y lo mismo ocurrfa con el dia en el cual salfa de la aldea una partida de guerra. Alegre da una parafrasis de un discurso guerrero incluido en una carta del padre Martin Pérez. Pérez dice que es animado y convincente, y que la expresi6n sencilla posee nobleza y belle: Los ahomes han entrado en nuestras tierras y se han divertido bailando alrededor de las cabezas de nuestros hermanos, nuestros guerreros mas valientes. Vean nues- tras casas abandonadas, nuestras mujeres viudas, nuestros pequefios huérfanos. Ha blen, hijos mios. :Qué queda por decir? Su desolaci6n, sus lagrimas, no claman venganza? :No les interesa el honor de los tehuecos? :Ticnen mejores arcos, flechas ¢No los hemos derrota do en tal y tal campaia? :No temen los ahomes a [el nombre de alguno de los mas valientes], no temen el arco de nuestro padre x, la maza de nuestro hermano ¥? Salgan a atacarlos, salgan a defender sus hogares y a darles seguridad a sus esposas ¢ hijos. Asegtirennos, con su valor, la posesién de este bello rio que riega nuestros campos y hace que nuestro hogar resulte tan deseable para nuestros enemigos. Me parece que veo ya clavadas en picas las cabezas y brazos de los que han causado tanto dai. En breve, si mi corazén y las expresiones de ustedes no me engaiian, pronto podré bailar y beber en este mismo lugar, mirando con placer y desprecio mas penetrantes, brazos mis fuertes, cuerpos mas robustos? sus cuerpos destruides. 247 gha soy ¥ asmsiso1 uvpod ugiquien < soronb.e souang ur OoIXaP ap Sarton -eqttios saxof>ur soy ues smbes soy anb ofip seuedums sns sepor ta S910) uo9 opeiss wiqey onb uruZNd op UTIpadxo yy ap OrquIoRU uA “souaHeG -Wo9 souNg ULB seUYLD sop anb ULID0UODaA sojouRdso so] PeIOUOS UT oanvaodo [2 vsStup & vip -wn8ria. vy] Us vqepanb as “eIPEIeG BI LqeIIUT 9s opuLNy opTeNDedvouT ved soorsrur sopemie eqeindal ‘oStuatta [a WoD soMOpESIAAIOD sy] OND T FARA of] aya ta joy Tq ‘opeumydura oprro1 um { -eyDTO9 ap soya V0 oprp1og— o189u woposyr op ‘ofy] ‘jepadso uodor un usiqure urqesn ayal ud soPPHYO sor] AMY Ou ap worYAyYCo ve] Masaym uReitod soy anb soy ap soundye onb ajquqoad sq «ans pe set oo1x94y Ud ueqesn 9s anb seiuedui0d sey ap serusisur o seursjquio soy ap opr Liop astoqey Uapond o ‘soueumns soy ap sepeumyduro seava sey U09 sopeuorH{a Opeso Jaqey, Uopand souorseq SOT “sosopmas sns ap eMBunstp soy onb vsoo ‘souorseq o sezur] URquSN sooPI] so] epnied ry vpor eqepueuod aonb jePYyo un wIqey sosopy] op odnaS uN vyud) souopenase o seiudur1o9 svsiaip sej ap vUN Yprd artdUTD|qrqoId “pepipiqeqo.d vs anua f seurnmg snqyn sey ante enstxa anb yy oto ‘sodna8 sosraatp soy 1eq 9 ueorpur soatrereduros sorep soy oxad ‘saaxere so] -e7qjnn anb sete sey uo uoTUMsTp vung pe asarqny anb ap sepuapia dey] ON syjnflar uap.o un vruaruett as eyDAeUT Vy aULANE “OCF U EFI BP S9uOIpeNdsa so] sountttoo seu opIs daquy uaraied o1ad ‘so.rqutoy Og UeIpuardwiod sejued -Uo9 svs9 svoTeUTD sO] ou “soluvASoIUL 9p Offy oAoUIU UN UOD seIMEdWOD ua urgezte810 9s souanequo soy anb op souoreoipur dey anbaod enyeo OMOILLAL JOp ANS [2 Ud o]quqosduny ada1ed Orso anbunv ‘sopepa sod vbw of op odn une opep asioqey apand souopeziueSi0 sviso ap wun vIqey O[Os opueng “Invquio ap pepa ta saiquioy so] sopor ueFIaUMLIAd anb sey eS -ynfor samnpur souope/tuesi0 svar o BUN Uasansixe anb afquqord o9010q “‘vmnjosqe wPpuatpago vqvisaad say os vans ry oueINg “od"I soAeu ap soaqutoy, soy tex sor.L19N8 sory] Soy aNb ap souOIeIDAdSE seUMsfe asod ‘souvauaUMaL10U soIpUT so] ap aud toxeUL PY a.nUD Jensn jBUOSiad O8ze19p

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