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la eflesign de la historia condcionads pe Escuela cle Ranke y en haber rel “filossficamente-tas premisas tolipica d tankeano de la historia. La Flistirica sco como el primer eanon amplio de lak historia moderna. At mismo tiempo, esta obrs representa sin punto central en el desarrlly de la Filosofia de la historia después de Mey, a cuss aatento estudiantes, ich Meinecke. £1 peculiar Mexiones materiales y forinale loot dle a*hstora que cenenra; oo Tiley. “Este Tibro gpqtine lg Tectionés diciadas poe Provsen’e'ahsemetr de verano de 1857 ne e it fran pablicadas por R. 1a Su edicién en exstellan cositye un valnso porte wl Rondeimiento de un cetfoug especialmente “fecundo del pensamicato alemén. ANSGAR SETS ES sete seein on it 5 = g Q = £ 2 a po EB g s 8 Fu, cH bien eine ee O et Te ESTUDIOS ALEMANES dn ditigida por Ernesto Garzén Valdés Coleccion Wieet Gutieres Ciraraet : HISTORICA Lecciones sobre la Enciclopedia y metodologia de la historia Johann Gustav Droysen Versién castellana de Ernesto Garzén Valdés y Rafael Gutiérrez Girardot eM. eoranies 1) Chote sea abbey qiiaaatoed tsnanid surest Boel Histérica, Lecciones sobre la Enciclopedia ¥ metodologia de la historia so del original stein Titer Vresmgen es Enea nd clog der eschchte FR oienourg Verlag, Munich Viena 1977 © Editorial Alta, 5. A., 1989 Ison; H.r220729 Depésito legal: 0-28.252-963 Representante para Espata altril Lats, S.A Constituctén,| Barcelona-lé Impreso en: Nova-gréfik. Recaredo, 4, local 20, Barcelona Printed In Spain INTRODUCCION Advertencia EI titulo bajo el cual he antinciado el presente curso da solamente: una perifrasis apoximada .de lo ‘que me propongo hacer. | + ‘ S No deseo presentar a Ustedes un panorama-de'lasi diferentes disciplinas que suelen contarse entre las. ue pertenecen al estudio de la historia, ni tampoco, luna indicacién (hodogética) de cémo se. puede y.se tiene que organizar este estudio, de cémo hay «que, ascender de una a otra grada.-:, vs ‘Mi finalidad es diferente; es, en otro sentido,.mas, prictica. oe Pal En nuestros eximenes académicos y de Estado, la; historia ha sido reconocida como una materia espe, cial; y el niimero de ‘quienes estudian historia, como suele decirse, crece continuament : sais éQué significa pues:. estudiar historia? ¢Qué se da. entender cn los exsmenes con la materia historia? iniendo del colegio, no se entiende otra cosa sino ue los acontecimientos mas importantes de todos los: tempos, propiamente los politicos, constituyen la his- toria. Aproximadamente lo mismo, sélo que con ma. yor profundizacién y especializacién, es lo que ofte. cen los cursos de la Universidad y, junto a ello, un cierto método de cémo, investigando uno mismo las fuentes y ejerciendo critica de fuentes, se pueden obte. er nuevos resultados. Teniendo en cuenta la gran am. plitud que ya tienen estas investigaciones, uno se habi. ta cada vez mas a no abarcar todo el campo de la his. toria, sino a especializarse, por ejemplo, a estudiar 7 o sélo la historia antigua o solamente la historia de la Edad Media alemana como si éstas fueran clencias es- peciales. ¢En qué consiste entonces el cardcter cientifico de estos estudios? En qué relacién se encuentra con este aspecto su método? Me parece ser de interés para todos aquellos que se dedican a estos estudios poner en claro y pregun- tarse por la justificacién de estos estudios, por sus relaciones con otras formas y direcciones del cono- cimiento humano, por la peculiaridad de su tarea, por Ta fundamentacién de su procedimiento. Son preguntas que hasta ahora apenas han sido con- sideradas seriamente; mucho menos en los efrculos de los historiadores. De ahf proviene el fenémeno poco agradable de que las otras ciencias no saben bien en qué situacién se encuentran con respecto a la nuestra y qué es lo que cae bajo nuestra competencia. De ahi proviene el fenémeno no menos incdmodo de que las otras ciencias recurren o bien a esto o bien a aquéllo de nuestro campo y dicen del resto que lo que queda de la historia pertenece a la fantasia o es una sim- ple acumulacién de noticias casuales y externas, o se refieren a ella con juicios igualmente peyorati El fin de este curso es dilucidar las cuestiones alu- didas y ofrecer, con ello, un panorama de las tareas de las ciencias hist6ricas y del modo como ellas tienen que solucionarlas. ‘Ante todo, gcémo podemos Hegar a hablar de his- toria y de ciencia de la historia? I. LA HISTORIA ° 8817 i EI punto de partida Yace en la naturaleza de la cosa el le Ia cosa el que no tomem: prestado de otras ciencias la definicién de nuestra fieacia y las reglas de su procedimiento, Pues con’elo locarfamos bajo sus no de sus métodon, ns Y Gependeriamos Si quisiéramos —tal como se exi i fe exige en nuestro tiem: po con frecuencia— tratar Ja historia segin el imétodo as ciencias naturales y decir que ella serfa cientifica solamente en la medida en que refiere el mundo: his- t6rico a la mecénica de los étomos, la historia seria solamente una de las ciencias naturales, Las ciencias naturales reconocen que ellas no estan en modo alguno ¢2 condiciones de aclarar, con su mecdnica de los sto. , todo lo que cae en el Ambito de la investiga eae Jods ls nel dmbito de la investigacién Si tal es el caso, entonces hi eel , entonces hay que encontrar’ para fat5 testo, por grande o pequetio que pueda ser, otras formas de conocimiento, formas tales que correspon- dan ada pecllaridad de los fenémenos que caben en c tan de esta peculiaridad, Menen que ser adecuadas. ae ,, Empiricamente, tal como quiere serlo nuestra cien- cia, no podemos hacer otra cosa que encontrar y tomer ‘uestro punto de partida en forma empirica, ig EngOMtEAMoS en nuestra representacién la palabra istoria, La utilizamos con un sentimiento aproximado de su significacién. Observamos, de modo igual a como tomamos conciencia de nosotros mismos, que’ lleva. ‘mos en nosotros una cantidad inconmensurable de re. 7 presentaciones, intelecciones, recuerdos, experiencias y certidumbres, que se refieren'a cosas ya no existentes, cosas pasadas, no como otras representaciones de 10, que atin es y se puede percibir por los sentidos —repre- sentaciones y recuerdos, cuyo resumen y actualidad abarca y determina nuestro yo, es el drgano de nues- tro querer y de nuestro poder ser o hacer. Lo que asf tenemos ya no existe externamente y de acuerdo a la realidad; se encuentra, puesto que en su ser externo ha pasado, sélo comd:recuerdo. y:-repre- sentacién en nuestro espfritu, tiene vida solamente allt yeatpartirsdevallf opera y coopera constantemente. ti€on lalpalabra:historia-damos a entender la suma désJocque:Iia acontecido-em el decurso del tiempo en Jamedidavy-hasta donde puede llegar. nuestro. saber de ello —asi como analégicamente utilizamos. la pala- brainaturaleza para aprehender todo.lo que’se encuen- tia-de alguna manera en el espacio, en la medida y hasta donide.aleanza ‘nuestro:saber y ‘nuestra investigacion deltodorellow. sisi wees pickets i (ee-Espacioiy tiempo). En este lugar. debo: formular tunarobservaciéri que tiene significacién elemental para nuestraveuestién: Se refiere al modo de nuestra per- cepcién’sensible,-es decir, empfrica; por ello es nor- mativa para'el’ modo de nuestro conocimiento empiric co. Es la as{ llamada energia especifica de, nuestros nerviosisenséreos tal como la:ha explicado la-mas re- ciente ifisiologia-(Wundt,: Physiologische. Psychologie, A878) 109 “aps > qj ‘ yy Bstavensefia que las’ sensaciones' que pertenecen a lob:rdiferéntes:inérvios-sens6reos.como,, por ejemplo, azul, dulce, caliente, sonoro, forman circulos, comple. tarnenterseparddos:.Las.mismas'oscilaciones cn el’aire que'sienterel-ofdo como: tono, las siente, al menos en os tonos:mas bajos; In:piel como revoloteo, el ojo como vibracién'de la cuerda: Cada unovde estos sentidos sien- tbrelrmismo:fenémeno de:manera:diferente; ‘cada uno ‘arsusmdnera. Y; por’ otra parte:“¢ada uno de-nuestros sentidos;scualquiera que: sea el estimulo, siente s6lo en sti dftculor de:sensaciotes. Asi,:por ejemplo, el es- timulo del nervio'éptico; sedréster rovocadoxpor.eb| tos iluminados'o mediante la presibn sdbrevdiportan © por medio'de éortiente: eléctricdy‘produce|solamente, sensaciones de tuz;' I bjo mismorder pornst{ndidifereny en de a rast ‘han surgide,los. estimulos; niedigni, ‘cuales: tiene! estas-sensaciones, Igitals: Al olde, con et isto, Bern very Saar seh Ast? que:las .cosas,!no:son,enishazules, alee scr lentes? Sonoras,sino-que, to la son In janes Ty calcasionan el efectoyew el sentido.correspondientes, lo causante-no es azul,-caliente, dulce, eteéiers.,0,s¢q, que la sensacién no.esi en, nuestra,alma.una Teprpquc, cién-reflejo de lo que ha operado sobt ella. sing up, sie, no que el sentido, envia al.cerebro, una seal sel hori acontecido. Pues. una reproduccion-retlejy ieeat eh ejanza con el, objet reflejado” hae igno no necesit per nia stn lo. sir, que impresiones nos desigiales. |,” Por subjetivos ui’ puiedain’s cit, por pertenecientes qué sacién de los sentidos, no ‘ aad algo aie aconlece¥ en'Chanig ipaiec tote ne de efectos producen’ énéada tino’ de’ 168seritids bs! ‘Trespondientes los mismos signos de su Ambito; 3078 pite siempre el efecto de igualés itnpeesibries Seed Ine sentidos y, su transthisign 'al"eerebro ton! Mb iste comibinacién’‘de' los: cortéspondiehtes"8ignée'S ah aap fazno"maduro ha sidd sentide'y pertibideresiidh ‘pee! Pico pot el ojo;'éomd diilee-pbr lod'nerviosidel busty como) suave'‘por-el sentido ‘del tactoy entonc¥sl en? todil mitads posterior ‘de un! ditaztio-miadirdve-repitet tt nuestra alma la misma combindcién-de' sigiios) y dsta combinaciones se'repiten'a pattir Hellos! elemehtos' tar Factebisticos:de' la: maduréz'de'la frutat?Ast como be 9 orientamos en la oscuridad con las puntas de los dedos para saber si los objetos que hay allf son superficies o Cuerpos, altos o anchos, si estén juntos o separados, y para ello hacemos operar los dedos como brazos mo- vibles de un cfrculo téctil, as{ también tientan nues- tros sentidos en los objetos que estén fuera y en nues- tro derredor, para recibir de ellos efectos que recibe cada uno de los sentidos a su modo y que envia al alma, y luego son sumados para encontrar la combinacién de signos externos que de ahf resulta. En estos signos y en sus combinaciones no tenemos reproducciones de realidades, pero s{ un sistema de percepciones corres- pondiente a las realidades, que es lo suficientemente movible, variado y fino como para poder acommafiar y observar lo que se encuentra en torno nuestro y en permanente cambio en la correspondiente variable com- binacién de nuestros signos. Por poco que naturalisticamente teneamos concien- cia de ello, en nuestro mundo de signos, y primera- mente sélo en él, tenemos todo el mundo de lo que es y de lo que acontece fuera de nosotros, asi como en la imprenta el impresor tiene en las letras de sus caias las palabras, las frases v libros enteros. Y en el per- manente palvar y percibir de nuestros sentidos, y en el siempre nuevo control de los sistemas de siznos en nosotros obtenemos no una reproduccién refleio de lo que es y acontece, pero s{ una representacién de ello, Ja cual te amplia y complementa y corrige incansable- mente. Tal es el fundamento de toda empirie. No es el mundo de los fenémenos el que nos da los signos, sino que la naturaleza, especialmente constituida de nues- tros diversos nervios sens6reos y de nuestra actividad espontdnea y peculiar, hace de los efectos sobre nues- tros sentidos y con estos instrumentos aquello. que re- sulta de estos efectos. Excitada desde afuera constru- ye el infinito sistema de signos, en los que se nos pro- yecta el mundo de los fenémenos sobre nuestra alma y lo repite a nuestro modo. ¥ en esta su actividad pro- 10 | pia se desarrolla nuestra alma como fuerza esponté hea} se convierte en espiritu. : _. Todos los movimientos de afuera que nuestro espt- itu asf percibe y ha percibido, los recoge él, los tiene Presentes, los descompone y los une seguin sus variadas ‘modalidades, entre Jas cuales son las primeras y mas generales su sucesién temporal y su proximidad espa- cial, Estas dos formas no resultan de éstas o de aque- Ilas sensaciones especiales sino, por as{ decirlo, de nues- tra sensacién total sensérea, de la sensacién de que nosotros mismos nos encontramos en medio de las Tealidades infinitamente dispersas e incansablemente ‘méviles, que nos mueven com ellas,y que, sin embargo, somos ah{ algo concent ui i Somos ah alg ado y cerrado, un punto firme, EI espacio y el tiempo, asf como todas las demés modalidades o registras en nuestra concepcién y en‘el sistema de sus signos no estan en modo alguno en cuian- to tales en el mundo exterior; allf sélo hay la infati- gable diversidad y el movimiento, las vibraciones dife- Tenciadas de tal o cual manera, que perciben nuestros sentidos como colores, calor, tonos, el peso como mo- vimiento inhibido de cafda, etc; como color, calor, tono, como peso, como espacio y tiempo registra nues. tro espiritu solamente las impresiones sensoriales re. cibidas, y tan sélo gracias a estas impresiones senso. iales logramos las diferenciaciones er diversos cold. Tes, tonos, etc., para las categorias, vacias en af,:de color, calor, tono. Re: El que concibamos estos efectos de las realidadé’s sobre nosotros primeramente segiin el tiempo y el es. Pacio y el que descompongamos nuestro sistema ide signos semin ello en dos grandes campos, tiene si ra- z6n en el hecho de que estas dos formas o registros te han mostrado como los més generales, como aquellos en los que se pueden subsumir todos los demas como el calor, los tonos, los colores, el peso, etc. a Pues las dos intuiciones espacio y tiempo abarcan las més amplias alternativas, y més ain: resultan’ser correlativas de manera tal que todo cabe para noso- u tros‘esuceo'estoro lo otros, de-lo cual tomamos no- ticia en la percepeién, Espacio, y tiempo: se:relacionan comoila’permanencia y. 1o-incesante, como: la: trang lidad yslalurgencia, comd-la:medida y lo desmesurado, cdmovla materiavy la fuetza.;Todo-movimiento;consis- teren que elitiempo supera siempre de nuevo'el. espa- cio: irertery' coloca:todo: en; el rfo del devenir +—el es- pacio tiende siempre demuevo a obstaculizar el tiempo solaménte! fugaz: parn-que Hegue asda tranquilidad del ser, para’ éxtenderl6 alll.-Pero-estas)intuiciones..gene- -ralesl espacior yi tiempo son vactas mientrasyno.reciban sun diséreto: contenido al-Ilenarins y:determinarlas con Jaipréximidad yjla-sucesién-de.los detalles, Determinar ‘Tansifcesién; ysla/proximidad: significa diferenciar,los detalles en el espacio y en el tiempo; y significa. decir no:simplémebte quesellas sonysino que son ahi. : + (@isLavduplicidad-del.ser,humano).-Un segundo. re- sultado: surge delestas:consideraciones. 1-2. 00 * -inmNuegtros$ertshurtiano,-la. condicién,de nuestro co- nbéer-yide-nuestrd saber, es-de una duplicidad clara- mente perfilada,-al.mismo tiempo sensitivo y espiritual, alrmismo tiempo colocada en medio.del mundo:incan- sablemente mdvil, y avla vez en_suespecie spiritual, ‘enssu, ser-Xo. recogido. y cerrado, frente,a dicha. du- Plicidadswirs. cams gin saat in ‘ueuBste ser-Yo mo es simplemente vida, tal como. tam- ign lastiene la, planta, no simplemente.alma sensitiva, -tal.como también la tienen los. animales, Por altamen- te dotados que puedan ser algunos animales, ningun Megaia.la altura det ser-Yo, hasta.el hablar, el pensar yotiingdn animal alcanza hasta-donde alcanzan nues- Sprasiobservacioness “in wenyinie i ot “ ‘Aristételes-dice (De. anima 11,,4.2)> el, animal pro- ‘duce, siempre un.animal, la planta, produce siempre una -planta,para que participen en el. siempre y en lo divino CGve 00, datjxal 206, Blow jerbxunt), Esto es que.en la con- tinuidad del, género, tienen, ellos su participacién: en\lo idivina y,en.lo eterno; el género es lo, duradero, la idea, qiue,sei fenomenaliza en el,animal y.en la. planta singu- ares, de tal manera que en todos estos fenémenos se repite eligénero.y decurre,periddicamente.,Aristiteles agrega: el animal y la planta, és deciryiel fendmeng gin; gular. individual, no-es un, «s{. mismo», sing,enciertg modo etx. airs, dé, oes, gict) no. segun,eli nimerg un uuno,,sino segiiny el géneroiun unos vin, avitozon w9 El género humano se caracteriza de manera.qnue% tay En-él domina: la tniBoous leas, stones, €lagrega constantemente un ctecimiento para s{,mismo)cgn cada nuevo _¢1 individual! fenémeno ,creanalgo.nuevouy:Un plus. El-hombce participa: en.loidivinoy ea loiaterng de un modo diferente a como;si.éL dejara animalmente s6lo. un elev aix6,.Pues lo humand: adquiere,-en,.cada nuevo individuo, una tniGonc, eg. aixs, x ellindividya.ey Por ¢so alguien dotado-de.propio valor, de:interés,indir vidual y:esencial tnsla:linea progresiva.del glesarzallo, Justamenté por eso-le es dado.la posibilidadde Jegatisu aixbrarev:en todo lo, que-rinde,yicrea, Ia, exprésion y la impresién, el reflejo de, su: mas.ipropio.sersi¥,-jus}a- mente su ser, creador y.récreadon de formas, pextenece a la consideracién histérica. También el hombra-posee un aspecto. creatural; pero.ellgenus: homo,no.les. sola- mente animal; éste su concepto naturalista:générico ‘no Ilena todo su ser como el de la planta o el animal; se podria decit que en vez del concepto de género le es propia la historia. ¥ los conocimientos1y:formnaiones del género humano, que se van sumando cada vez mds, sonisuicontenido.-. -in+, 2 srickrty utaugre mb perfilada duplicidad..deb sery.hu- mano fundamenta losigrandes, ambitos :de los cohoci- mientos cientificos que‘elabora:,el espititu:ihumano. Teniendo en: cuenta la: esencia .espiritual-sensdtea de huestro:yo, estos conocimientos! pueden tomax-su-pun- to de partida 0 bien:eniel,lado sensorialio bignelias- pecto espiritual; puedent ser. o! bien empiricos.ovbien especulativos, es: decir,.o bien.!de tal mmaneta: quen@l espiritd..se. dirige ,observando.einvestigahdo. hating mundo; exterior. 0. de:modo tal. que-el yd,pensante se aprehende’ y, se. profundiza.a.s{ mismo.en!la,plenitutl delicontenido.que ha.adquirido,No se;tratarporyciertp de una contraposicién de tipo objetivas, pued-en Jas 3 dos formas el yo cognoscenté es el mismo que actiia ¥ que es activo frente al mismo material, esto es, con los sistemas de signos que, producidos emptricamen- te, pero ordenados espiritualmente, estan combinados en nosotros como representaciones, palabras, pensa- ientos. ™Bneontrindose en medio del mundo de los fend: menos, el yo pensante puede aprehenderse y conocerse solamente en cuanto mantiene y desarrolla su contra- posicién con el mundo exterior, con el no-Yo. Y a su vez el yo pensante puede relacionarse em- piricamente con el mundo de los sentidos solamente porque se sabe espiritualmente uno y como totalidad y resume la variedad infinitamente dispersa de fuera como en un foco. Puede, a partir de este punto cen- tral, operar sobre el mundo exterior de modo conscien- te y finalista, al reaccionar segiin el mismo sistema de signos, que ha tomado de allf, mediante sus instrumen- tos senséreos, hasta donde ello es posible, extiende su periferia, 4 ‘As{ hemos logrado el punto de partida de nuestras consideraciones. Historia y naturaleza La pregunta decisiva es: zqué es lo que nos da la norma y por asf decir nos justifica resumir del ca0s, de las percepciones sensibles, las unas como historia y las otras como naturaleza? : Sabemos que todo lo que se encuentra en el espa- cio se encuentra simulténeamente en el tiémpo y vice- ‘versa, que las cosas no se dividen objetivamente fuera de nosotros en naturaleza ¢ historia, que tiempo y es- pacio solamente son las categorias mas generales se- gin las cuales descomponemos y podemos ordenar la suma de todos los fenémenos. Nuestra concepcién co Tocaré los fenémenos en una 0 en otra serie, segtin le parezca que lo mas importante es el momento:del tiem- po o el del espacio. 4 Sabemos muy bien que también el sol, la luna y las estrellas, que también la piedra, la planta, el animal: se encuentran en el tiempo; pero para la piedra, tal como ella es, el tiempo tiene, cuando més, la signifi- cacién de que la va desgastando. La planta y el animal tienen un decurso temporal, pero el trigo, sembrado en la tierra, se convierte mediante y a través de la es. piga, del florecimiento, en una repeticién de los mis: mos granos. Y de manera semejante acontece con el animal y con la vida toda de la tierra, con el mundo sideral, en el cual Jo esencial es su regular ascenso y descenso. El momento del tiempo se descompone en estas configuraciones en iguales y reiterados clreulos © perfodos, tal como los Hama el algebra. Para la vida individual del animal o de la planta no tenemos otra comprensién que la de los perfodos que se repiten en ella, que su materialidad, que las leyes fisicas y quimi- as que actiian en ellas. Nuestra investigacién sobre , tllos sélo busca la mecénica de los Atomos que los hace ser y llegar a ser como son. As{ pues, en los fenémenos de esta serie comprendemos solamente lo permanente, lo material en lo que se cumple el movimiento, la regla, la ley, segun la cual se cumple; buscamos lo igual en el cambio, lo que permanece en la modificabilidad. El momento del tiempo nos parece aqui secundario, Pero Ja inteleccién general del espacio adquiere aqui su con. tenido discreto, el de un ser que se extiende infinit mente; la totalidad de los fenémenos del ser que Ros aparecen de tal manera y Ia totalidad del devenir ue se mueve en cfrculo la concebimos como naturaleza, En otros fenémenos consideramos que lo més im. Portante es lo que se modifica en lo permanente, lo que cambia en lo igual. Pues ah{ vemos que en ei movie miento no se vuelve siempre a las mismas formas, sino que se configuran siempre nuevas y més desarrolladas formas, tan nuevas, que la materia en la que aparecen se convierten en un momento secundario. Aqui vemos lun permanente devenir de nuevas formaciones indivi. duales. Cada formacién nueva no es meramente dife. rente de Ja anterior, sino que parte de la anterior 5 yidsté'conidicibnada por'clla, de:modo que ella supone lastanteriores'y'llas'tiene: idealmente’en s{j'continuén- dolas'y"ent la continuacién,anticipando ya: la" subsi- siiente configuradign!) 0 61 6 oes Hat “Es tina’ continuidad ‘en la qué cada etapa’ se am- plia ¥-complemerita por la’posterior (EnlBoore tle airs), una continuidad en la que se suma toda la serie de con- iguraciones vividas'en resultados progresivos y en la ue'eada*una de*las' configuraciones vividas aparece comié‘unl’ momento dela suma en deveriir:* Enesta in- cansable sucésién, ‘en esta continuidad que va ascen- diendory'aumehtando'en s{ misma} logra'la inteleccién gefieral ‘deltiemipo' su contenido discreto, el de una se- rie’ inflnita’de devenit: progresivo. La totalidad de los fetlémenos'del-devenir y del progresar que’ se’ nos pre- sentartide'tal manera’ la concebimos'como historia. ‘También en’el 4mbité que concebimos como natura lezavvhay-'seres individuals,’ individualidades; es: posi ble due también para ellos haya un movimiento del pro- gtesary'una vida histérica, aunque desde un punto de vigta'que se’ ericutntra’Fucra’del campo de nuestro co- nocimiento’ humano:'En ta'medida en la ‘que humana: merlte'podemos'ver'y obéervar, sélo-el mundo huméno tidnd’ sta marca del desarrollo progresivo de Ia conti- nuidad-qué rece en si “Pues ‘asficomo:lo hacemos én‘nosotros: mismos) asf tambilri conocemos' en'todos'estds 4mbitos-huminos como''causa leficienteta’la'fuerzal-de'la ‘voluntad. ¥ la voluntad! tiefidé!é.un algo que tiene:que surgir prime- raménte} a’ una’ prodidcién: o:médificacién “que existe primero! sélo:de modo ideal:en nosotros; 'es decir, que ‘atin: nb existe shastat que: se hayaconvertido en hecho, es/decity que todo’acto de!voluntad’ tiende hacia el fur turo enicierto modo y-presuponeslo:presente y-lo’ pa sadojfun'acto de'voluntad que tiende a hacer que co- rresponda'al: pénsamientorur ser) enel cual’ él:tiene swrealidad’y sw verdad, para reacufiar el ser y:para re- cotifigurarlo de acuerdo con eite’pensdmiento, de modo’ qué! éste’Hegue a su verdad'en’el ser. Pues verdadero evel pensainiénto’al que'corresponde un set, yverda- 16 dero es un sor cuando corresponde’ al penisamiuntyp 2b Aqui lo que mueve'y opera no es la metaiica de‘loio Atomos, ‘sino la'voluntad ‘que’ emerge “del? ¥O2y.rqive €5 determinada por 41, y'la voluntad''codperanterde muichos, que tienen en cierto modo’en esta comtinidatl> en este espiritu'de familia en’ el’ espitritu coiticititariol ¥en el del pueblo, un Yo comiin; que se-compontit de manera andloga! ‘et % "0 ion tet no 9M Esto es lo que hace que el mundo huimanovseait mundo moral. Lo esencial del mundo moral es:laivos luntad y el querer, que es: individual, iestdves, dibre tal como es, debe ser un permanente tenderihacia lal perfeccién, un permanente progresar'y. que éstastans bien bajo:la.misma ley, aun!cuando. eb queret yilanvon luntad Ja dejen de lado y-la Violen:-is! jung tor sino El movimiento de este! mundo moral 16 tesiimimos, como historia. Y frente a los, fenémenos, que,,nuestra Percepcién empirica nos. proporciona desde estos.cany Pos, tenemos concepcionalmente una actitud, diferente, de Ja que tenemos frente a la naturaleza, yj... Cierto es que hay, también en, el émbito.de {a vida, humana elementos que son medibles, pondetaples cal culables, y éstos son justamente el substrato, oy 4s exactamente el material, en’ el qué’ s¢ ‘real lo guehacer humano hasta sus més altés, 96 jes pet mds, ates Scania Pues nosotros,’ los hombies;.n6"creattids" std Tor- mamos’y modelamos lo quie’ natural o histdrieanivnral devenido' encontramos® previainente dato!" Pet "estas circunstancias materialés’sori’las! Que 'mendé/agstaa'Tat estricia del mundo ‘moral! Ia que" metiod! dtansaro esclarecerla, 'y quien’ cree poder ‘dclaratlas'ton™ Ito! pierde de vista’o niega’lo eséheial: La'tiaderaytathio) alata de los'instrumentos;'la’'actisticd ‘de I0g"16ita'yt de los accrdes que se ‘producén edn dichés'instrunidlie tos;"no explican 'o, hacen’ inteligibletitia ‘ihforiierde Beethoven. El cdmpositor tiene estos''iedids ¥y ‘tated iales 'y' efectos’ acisti¢os para" producir’ uliifgon! qual no tiene analogia alguna en todo’ el ‘Ambito"'dé Tavera turaleza’ que, 'hacido ‘eh sur'alma, ‘prodtice'en ¢l'alma it de quienes lo escuchan con dedicacién aquellas sensa- ciones y representaciones que movian y Menaban su alma, Con estos tonos nos habla, lo entendemos en sus tonos y entendemos sus tonos a partir de Ia sensa- cién que expresaran en ellos y que provocan en todos los registros de nuestra alma la misma sensacién. Naturalmente —como se ha dicho— se puede te- ner en cuenta la modificabilidad y Ia serie de mo- ificaciones de las cosas que la concepcién expuesta designa como pertenecientes a la naturaleza, y conside- rarlas segiin el momento del tiempo; y asi se habla de Ja historia de la tierra, de Ia historia evolutiva de un animal, de la historia de los terremotos, de la historia natural. Pero sé podré decir que todo eso es sola- mente vel quasi historia; historia en sentido eminente es s6lo la del cosmos moral, la del mundo humano. Por otra parte el hombre singular vive solamente su tiempo y muere; considerado corporalmente tiene 41 también s6lo un ser periédico. ‘También el pueblo singular no sobrevive eternamen- te, sino que se transforma; asf como tiene su juventud, asf también envejece y muere. La vida en Ia historia no es solamente una vida pro- gresiva; la continuidad se muestra aqui y alli interrum- pida, saltando y, en algunos perfodos, regresiva. . Ciertamente; pero saltando sélo para proseguir all{ Jo que se ha comenzado aqui; regresiva sélo, para pe- netrar de-nuevo con doble fuerza. ¥ con frecuencia se muestra que un pueblo, en la tensién suprema de sus fuerzas intelectuales, se agota, como un campo de la- branza que ha sido agotado por cultivo exhaustivo, de modo semejante a lo que acontecié en Italia en las postrimerfas del perfodo imperial. Cuando entonces sobre el campo yermo surgen nuevas formaciones, que recubren las ruinas y los restos del viejo y los acogen, vuelve a restablecerse la continuidad; y el compren- der Jos hilos y el tiempo del campo yermo es también importante y seductor para la investigacién. Esto para indicar cémo la idea de la continuidad 18 también puede ser y es vélida para nosotros all{ don- de ella parece cesar, 9 En esta serie de cuestiones previas elementales me- Fece atencién otro punto. Las configuraciones y los movimientos del mundo moral a los cuales se dirige y aplica la empirie hist6- rica son comprensibles para nosotros, segin se ha dicho, y ademas son accesibles en grado creciente, y ‘mayor atin que las del mundo natural porque nosotros en cuanto percibimos no sélo recibimos signos, sino impresiones y expresiones del mismo sistema de sig- ‘nos con los que nosotros mismos trabajamos. Esta congenialidad, esta igualdad en los signos y en los registros con los que aprehendemos las percepcio- hes sensibles, en los reflejos y repercusiones con’ los que el Yo se manifiesta hacia afuera, es comin a todos los hombres y es lo peculiar del género humano. ¥ por €s0, lo que los hombres han hecho en todo tiempo y en todo lugar percibiendo, pensando y hablando, querien- do, actuando y creando, es una totalidad, una continui- dad, un haber comin, un permanente trlSors ale abcd, ¥ el motivo por el cual tenemos la necesidad de tomar sonciencia de esa continuidad es porque cada uno de flsotros tiene su parte en Ia misma, Cada uno en su lugar no es solamente la simple suma de lo que se ha vivido y elaborado hasta , sino un nuevo cosense de trabajo subsiguiente; y justamente por eso él es ecesarlo en el lugar que ocupa y es necesaria'y tiene valor y significacién su peculiaridad. Su valor y su, im. Portancia se determinan segiin la forma como él segin su peculiaridad, por amplia o estrecha que ella sea, si- gue trabajando. Ast él y cada uno y todos. No sola. mente lo pueden, sino que lo deben hacer, pues ésa es su esencia; cada uno es s6lo un Yo en la medida en la que él es ast y ast acta. Si no quisiera vivir segiin éste su deber, se mantendria en su esencia y en su profesién, se perderia, valdria slo como material y masa, no como un Yo pleno y concluso, como perso- iad. Podriamos decir: cada individuo es un resultado w histérleo. No-segiin suyaspecto creatural; segiin éste se encuentra en los contextos que hemos resumido bajo el concepto de naturaleza; al menos bajo este concepto, debe ser comprendido, tiene que serlo, por ejemplo, por unraédico, Pero,.desde el momento de su nacimiento, actiidn sobre él'factores imprevisibles de aquella gran edntinuidad de la:empirie histérica. Inconsciente atin, recibeuna.cantidad de influencias de sus padres, de susi-disposiciones espirituales y fisicas del ambiente del paisaje, climatico y etnogrAfico. ‘yisNace en lo ya.formado, en las realidades histéricas de su pueblo, de'su-lenguaje, de su religién, de su E: tado, de todos sus registros ya claborados y de su si tema: de: signos.con, los. que se concibe, se piensa y se! habla, en todas las nociones y representaciones ya desarrolladas que son\el fundamento, del querer, del quehacer:y, del configurar. Y tan sélo por el hecho de que el,novato.que-asi nace, aprende lo ya adquirido y ovinfinito’ y. sedo apropia, lo suma de nuevo y cons: truyevall{.su propio: Yo;,sti ser més interior y propio 4Sevencuentra muy. mezclado con lo devenido histéri mente en'su contorno; de esta manera, de modo seme- jantea como hace intervenir sus érganos y miembros, adquiere-asf una vida superior a la creatural y animal, adquiere'vida humana. «, ‘w:Con.sw nacimiento, no se encuentra ya en el pleno aqul y:ahora, en el presente vivo del ser humano. No ‘ee cegun. cu posibilidad; para ser un hombre tiene que Megat a serlo; y lo es sélo en la medida en la que entien- sda, cémo; llegar, a,serlo,y. cémo ser més hombre. Por 50, los-hifios .no' son adultos. diminutos, no’ se dife- réncin’ cuantitativamente de los adultos} un nifio es cualitativamente, algo diferente que el puber, que el ‘Notnbre: Este es un principio fundamental de Ja educa- cién,.y noshay, nada. més desafortunado que cuando rella lo olvida, como acontece con demasiada frecuenci: ‘ea:situaciones. de; supercultura. El nifio se mueve. pri merg hacia este contenido rico. del. presente, y ‘este presente es la suma de infinitas experiencias vitales shist6ricas. El nifio tiene que repetir interiormente esta "20 experiencia vital, y con.Ja-primera palabra que.apren- de'a oir-y. a.repetiricomienza esta. experiencia.y.esta repeticién de ella. very cretiys ond whine vojullot olde ‘4 Mediante-el hecho: de.que ‘cada uno, se.cologd.en el resultado de lo vivido por su familia, por su pueblo, Por su época, por siglos anteriores, por-lo.que ha,wi- vido la,humanidad mediante este hecho, trabaja,para ascender al nivel del presente devenido, mediante el hecho pues de que ¢l vive con conciencia la historia y Ia historia vive en su conciencia, justamente por eso se eleva desde la existencia meramente creatural a la existencia moral y espiritual que coloca al hombre por encima de la monotonia de la restante creacién y, en cierta forma, lo eleva del espacio hacia el tiempo, de Ja naturaleza hacia la historia, y lo convierte de en un tomo fugaz, situado en la simple periferia de los ava- tares del mundo fenoménico, en un punto central. Con buena razén los antiguos laman al ser hombre Ahumanitas, cultura. La cultura es de naturaleza absolu- tamente histérica, y el contenido de la historia es la humanitas en incansable devenir, la cultura progresiva, Con esto tenemos el punto que otorga a nuestra i su mAs propia significacién. La vemos ocupada con una tarea que pertenece especificamente a la natu- raleza humana, al ser del espiritu finito. El mundo hu- mano es de naturaleza absolutamente histérica, y en esto se diferencia especificamente del mundo natural. El mundo histérico es el mundo esencialmente humano; se encuentra entre el mundo natural y el sobrenatural, as{ como el hombre mismo participa de los dos por su esencia sensorial-espiritual Y de manera més determinada: el cogito ergo sum no es un principio, sino un hecho, el primero de la serie de los que estamos ciertos. Mediante este hecho y tan sélo por él tenemos certeza de los fenémenos del mundo exterior que percibimos sensorialmente y que reunimos ordendndolos en nuestras formas de pensa- miento. Sélo el mismo cogito ergo sum nos da la indi- cacién y la seguridad de que as{ como nuestro Yo sin- gular hay millones de iguales Yo que estén con no- a. sotros, que estaban antes de nosotros y que contindan trabajando en una gran_continuidad; s6lo ejemplos, sélo reflejos, s6lo las epifanias provisorias de una uni- dad permanente que opera siempre, que est fuera del espacio y del tiempo; continuidad del ser supremo, tal como nuestro espiritt trata de conocerlo con su pensa- miento, tal como él se’ sabe seguro de clla en su fe Il, EL METODO HISTORICO §§ 815 . GEsté esta esfera de fenémenos que reclamamos para la empirie histérica en condiciones de requerir tun método cient{fico especial? ¢¥ qué elementos ofre- ce para desarrollarlo? : Naturalmente, los fenémenos de esta esfera hari sido concebidos de acuerdo con su especie, en todos los tiempos. Pero ello ha sucedido en cierto modo facti- camente, instintivamente. La conciencia de que es una tarea cientifica In de concebirlos de tal manera, y que esta tarea tiene que solucionarse metédicamente des- perté sumamente tarde; de la misma manera como los hombres durante much{simo tiempo anduvieron, habla- on y pensaron antes de que tomaran conciencia de las leyes de la logica, de la estructura y de las reglas de su lenguaje, de la fisiologia de su marcha, etc. No se puede decir que Ia Antigiiedad clisica, por excelentes que hayan sido las obras histéricas que pro- dujo, haya tenido conciencia de que la investigacion historia puede y debe tener su propio método. Aun Aristételes, quien también realiz6 muchas investigacio- nes histéricas, no consideraba a la historia como una ciencia y pensaba (Poética 9), que la poesfa es més filo- séfica que la historia, pues la poesfa dice lo general, x4 xaté.ev, y la historia sélo algo singular, t& tharwev Mr, Con él —en los Problemata XVIII Soa nl gdodovlay § 9 y 10, se designan dos cuestiones como Pertenecientes a la historia— y mds aiin en el siglo erudito que le sigue surge la filologta, con la cual, del conjunto del material hist6rico s6lo los escritos’son objeto de la investigacién, y lo singular, th xab' Fxactov, es lo vinico que fascina la atencién. * B En todos'lo$ ‘tiempos, la espéculacién, tanto la teo- s6fica como la filos6fica! ha’ intentado llevar la. voz cantante en los campos que pertenccen a la historia, y no menos en los de la naturaleza, hasta que la vuelta a los estudios clasicos en el siglo xv y el espiritu mas libre de la Reforma abrieron otros caminos. Pero, ape- nas se habla liberado nuestra ciencia del dominio filo- s6fico y teoldgico —el gran mérito del siglo xvi1t— cuando aparecieron las ciencias naturales pretendien- doaptopiarse de'ella’y dirigirla. Asi-como hace 50 aftos Ta “filésoftal) todavia'con’ toda’ Ia soberbia del dominio absbluto)"'afitmabal'giie ‘sdlo ‘ella ‘era'‘cientifica 'y"que la historia lo era en la medida en ‘que ‘sabe'ser filo- sOficabs{ también ahora! apaiecen, las’ cieticias natu- rale¥y sosticnén’que cientificd'es s6lo lo'que sé mueve cén'di"'método' de las ciencias natttales,'y la’ llamada’ fildsofia de Comte y de Littré adhiere a ellas, y Thomas Biickle éécribe trés tomos' para elevar por ést tamino ala historia, cond lo'dice, al rango de ciencia’ » | “NLbY"inétodos ‘cientificos son como los érganos de mulestta'"percepcién sensible:' como’ éstos,’ "tienen su enérgia’éspecifica, su ambito determinado, para él cual son adecuados;'y se definén'en su modo y aplicabilidad segiin diclio mbito! Ciertamente que el ojo'es'un or- gario-construido’ maravillosamente’ para’ su’ finalida pet6, {quign ‘habra de'firctender que lo’ que sélo’ puede ofr$ef"Olerse''y'gustarse’ haya de’ser percibido por via stilar? Cietto es"quie én, las'vibraciones ‘de una cuerda Puede Saberse'cuat bajo es un tono, pero el tond mismo NG puede’ verse,’ sino sélo las vibraciones que prodiicen eltonds"pues'la'facultad de percibir estas vibraciones cOmbtono s6lo"fa‘tienc'el ofdo. Si la ciencia natural nov estf ent'condiciones: de'aprehendér todo’segtin su ids dv hacerlo; ello ino significa que se pucda conchiir que‘ lo"demAs'no puede aprehendetse' cientificamente, qiiel-lalfragancia de"una rosa,'los tonos:de"tn violin no'pitedan'ser percibidos porque no'se los pPuede'ver. ‘Se’tienéi"para'‘elld’ otros ‘sentidas.” Y-si en'el mundo de'To¥* feriémiénds lexisten! aquéllos ‘ue 'se ‘¢ornportan irracionalmente frente 'a'los 'métodos de-las'ciencias a naturales, entonces hay que encontrar, para,ellosicpor Pocos o. muchos que: sean, ‘otras vias. de congcimiento, pues de’ otro modo no- podriamos.saber; a, paling’ huostras percepciones ejercidas; instintivamientey, qu hay. fenémenos que exigen una,empirie diferent dada de las ciencias:naturales. vr; ici saunileomn uli net Lo que ‘habri de importar,en el método,:histéric que buscamos. son Jos siguientes tres. puntos: sanving ile El-material: que existe para la empigie, his erica. ersten FF sativeeneen ob obnuet ~<.2.. El procedimientoimediante el cual obtenemos sultados a partir de este material histéricovihnsiqe lal 3. -Los:resultados logrados por este-medigy su) ts, lacién: con: los: hechos. sobre los que buscamos, ilus- traciéme i! oitst = yr dat 1nd 29 dup of toredoup ue nav EL matetial de “Ia’ ‘esnpirte historic: we a3 : wate re ota obinyab 19% “Nuestro Yo que se representa y coneibe,elymundo de Jos fendmenos dividido en tiempo y.espacio, yeven $u derredor, ‘de acuerdo al espacio,» ja, naturaleza en inmensa extensién; segin el. tiempo, le pertengce, arg s6ld el momento, el Yo vive sélo.en’ el momentoyijras si,:el infinito vacio.de lo- que ha pasado, y,ante, s.¢) infinito vacto. de. lo que.vendr4. 4° yy) ty brbiliory «Pero este vaclo hacia atras,lo llena el {Yo,icon«las representaciones de! lo. que fue, con recuerdos, cuales Io pasado le “es .no pasado; -y el, vacio Haale adelante lo llena con las esperanzas y los planes las representaciones de lo que queriendo preiendeare4- lizar 0 espera que otros realicen, fiw otnnsanoq, i Aquellas representaciones.de'lo que, fue,y,pas6, las tenemos, por lo. pronto, a través.de lo que nosotros mismos herios co-realizado y co-vivido. y, més-hacin atrds, mediante los recuerdos, de otros,-de nuestra, a- milia, de. nuestros. pueblos; ademés las tenemgs.enila plenitud de cosas:y:.configuraciones que..nos,rodean, en-nuestro aprender, en ntiestro idioma mismo,.qug con sus: contenidos de palabras. y representaciones,.s@.u¢- ‘monta a.pasados.recénditosia-. yy whut Jutitiqea 25 Todo esto lo tenemos, por lo pronto, de modo in- consciente y en cierto modo inmediato. Nuestro con. tenido espiritual es una inmensa cantidad de restos del pasado que se encuentran recogidos en nosotros aqui y ahora como nuestro mundo de representaciones. Tan sélo mediante un acto de reflexion nuestro Yo toma conciencia de que este su mundo de represen- taciones ha devenido, que esta construido estrato tras, estrato, que es de naturaleza histérica; que en este mundo de representaciones el Yo encuentra su mayor Parte como dado previamente, heredado y a través del aprendizaje se lo apropia; que este nuestro Yo esta determinado por este mundo de representaciones en sus opiniones, juicios, aspiraciones, en sus nociones de lo que es bueno, justo, verdadero y bello, en su querer y en su quehacer; que nuestro Yo esté determinado en su ser y quehacer sensitivoespiritual por este su ser devenido, por este su contenido condicionado his- téricamente. 0 cuando Kant en su Critica de la razén ura, en su teorfa del conocimiento, lega al resultado de que el espiritu pensante no logra llegar al s{ de Jas cosas, a su certeza, en tanto que en la Critica de la razén prdctica, demuestra que nuestro querer libre est determinado por la certeza incondicional y por la realidad del conocimiento y que se conserva en el con- cepto del deber, es este contenido histérico de nuestro Yo, por ast decirlo, el que hace desaparecer esta apa- Fente contradiccién. Pues en el pensar de la razon pura el Yo hace caso omiso de este su contenido y trabaja sdlo como Ia fuerza Idgica de este individuo Pensante, mientras que en todo actuar entra en vigor el contenido total del Yo, tal como ha sido histérica- mente condicionado y devenido y a partir del cual queremos, obramos y operamos. Aquellas certidum- bres de la razén prictica son las elaboraciones de la historia, los resultados de la tnléoowr els ated, que con- vierte al mundo histérico en mundo moral, Précticamente vivimos, actuamos y creamos conti- nuamente a partir del contenido total de nuestro ser spiritual, y todo presente esté leno de cooperaciones y reelaboraciones de finalidades, de intereses y activi dades de inntimeros seres humanos igualmente movi- dos, cada uno de los cuales est4 determiriado en forma: andloga por el contenido devenido de su vida moral! espiritual. Y asf como hoy y ayer, ast también desde. hace siglos y milenios; y este movimiento del mundo humano ha proseguido en incansable continuidad has- ta el aqutf y el ahora. Si ahora el espiritu humano comienza a reflexionar gue su aqui y ahora, que todo lo que lo Ilena y todo Jo humano que lo rodea ha nacido en tal continuidad, ¢ intenta ponerse en claro todo lo que est4 en él yen su derredor, y para tomar conciencia y cerciorarse de ello emprende la tarea de investigar cémo ha llegado a ser, no puede a tal fin dirigirse a los pasados, pues éstos son justamente pasados. Solamente lo que de todo ello no es pasado en el aqui y en el ahora, cual. quiera que sea la forma que tenga, y lo que puede aprehenderse atin empiricamente, es io que le podré y deberd dar la informacién que busca, Este es el primer gran Principio fundamental de nuestra ciencia; lo que ella quicre conocer sobre los asados no ha de buscarlo en ellos, pues los pasados no existen ya en ninguna parte, sino solamente en lo que queda de ellos, cualquiera que sea su forma, y sélo asf es accesible a la percepcién empirica, Toda nuestra ciencia se basa en el hecho de que Rototres no construimus los pasados a partir de los materiales existentes, sino que fundamentamos nues- tras representaciones de ellos, las corregimos y las am- Pliamos mediante un procedimiento metédico que ‘se desarrolla a partir de este primer Principio. Inconscientemente, para cada caso, habitualmente, en todos los tiempos lo mismo que hoy, lleva a cabo cada uno lo que ha de convertirse en ciencia histé- rica. Pero, tan sélo mediante Ia inteleccién de 10 ‘que se trata adquiere la tarea no solamente su determiria- bilidad y su perfil, sino el tamafio inconmensurable que, al menos sumariamente, podrfamos designar con’ Ja expresién de que la historia abarca el devenir del a” mundo humano‘riortl. .E8t6:és, todo lo quie enéoitra- mos’previamtnte’ en- este cosmos del: mundo ‘moral, cadamomento’ individual y cada configuracién’ indivi. ditalvtiené: su'ser devenido y se encuentra en relacisn mis’¢ercana'o'més lejana con las demés configuracio- nesinSerfa!tuna lociray” algo diletanite: querer: creer queted posible aprehender la totalidad y abarcarla com- pletamente. Nuestra ciencia no es la:historia,-sino la lovopla, la investigacién, y con cada niseva’ invest gacién'se-amiplia y'se profundiza la historia, es decir, nuestro saber del cosmos del mundo moral, que luego Ja ética puede esquematizar y dogmatizar, con cada ntieva”grada, en configuracién mas ampl «'Bl-material de nuestra‘ investigacién es lo que de los pasados del mundo moral, del mundo humano, atin novhatpasadoss inch cube! gate tint ‘.-¥a.lovhemos' visto::acufiando,’ modelando, configu: rahdo; deja el hombre ‘en’cada manifestaciénuna ex: presién ‘de sw ser ms intimo y propio; ‘de su voluntad y de su pensamiento: También el 'sér humano se én- ctientra'eny medio de aquel ser: esp: bio’ de-inateria-de la naturaleza, y no'puede mantener- sevevindividualizarse de’ otro modo. quie en cuanto él toma de ella'lo que necesita y lo organiza, lo convierte en'un'trozo'de mundo, tal como la planta’ el animal: lo hacen cuando’se’alimentan, Pero entre los hombres acontebe eSto’eiv una’ diniensién, "con la libertad: que varimés all4°de laianalogia! con’ la" simple vexistencia creaturalj'acontece:con’un aumento'de la fuerza’ mo: deladora’que parece nd coriocer ni Mmite:ni medida Estevser huimano puede fijar lo'mds fugaz, la'onda'de™ luz, dominarla‘onda: del sonido, para exteriorizar el pensamiento':formado ‘en ‘sonido, y'para: imprimir! en, algdn material la'palabrar hablada. como imagen, 'como escrito; puede asf otorgar expresién; duracién y percep. tibiliddd'a Jo-meriunenté penssdo;'a lo meramenté sen: tido;rarcadar movimierito del alma, Puede ifnnorier’ su voliintad-arilos elementos, & las ‘fucrzas'de la’ riatura:’ leza, ‘avlds simaterialés, auscultando’'sus leyes: mi didnténconibinacionds' calculadas der'sus propiedades’ we Ide aquel cam.” materiales o'dindmicas, hacetlos trabajar emrmecanisty mos artificiales, ssegin ‘su ‘voluntad, y: para susjfinesd, Innumerables son las formas en'las que se désarrollay Ja fuerza modeladora del ser:huimano; y' mbdelandoiy acufiando, ‘combinando, en cada’ manifestacién;la'exisp tencia’ fugaz del individuo' convierte a! losmateriales en portadores de aquello mediante lo cual participa tar lo divino y eterno. eDeigiatiog ebmume ba ‘Todas estas formaciones son, por mucho que hayam: trabajado en ellas:razas y pueblos eriteros, edéndial- ‘mente de naturaleza individual’: puesto ‘(ue son:actoss de voluntad los’ que cooperando ‘entie’s{‘lograron: lar formacién, En’ estas formiaciones, ‘én Jo! mucho «quer de ellas existe; puede reconocerse lo:personal, lovindi vidual del modelador, pues ‘ein'Ia-formacién:didcunat expresién, y ast como ef sonido:de la’ palabra; los rdsil B05 de la escritura son individualés aunque!ya:cientos! y miles se hayan servido del mismo'signo para-niaiiv Festarse, as{ también una coristruccida: da: testimonio- de los actos individuales de voluntad'de-quienes-lay construyeron, aunque muchos’ hayan sido los:quelt¥ael bajaron en una gran obra. ¥ este sello humano es:de! naturaleza tan aguda y céustica que aunqué isélo gue. den restos y huellas se reconoce de inmediato-que-pro.! vienen ‘del esptritu y de la nmiano del'hombreysque'son] expresién e impresién del'ser ms {ntimo dé-quieniy> de quienes ast lo modelaroit.'» 1 -" in) rie smsiormqi ? “Esto nos leva al- segundo: puntd.~Pues' else interior ‘no es ‘completamente: idéitico: contcadal-unaz devestas_manifestaciones; ‘no! aparece tétaliyscoiichus yenteinente eh ella. Estas:manifestaciones: sony-seiaini_ €l tiempo, muchas y diferentés, péro:cadaunade alla ¢s una expresién de Ia misma interioridad, uh ejtmplal de ella, como un trozo de periferia en:relaciér)comielt Punto central, a partir del cual eéta manifestadidd se une hacia'y con otras; todos éstos trozos'de periferiay todas estas'impresiones y expresionés; indicanélnmis! mo centro; éste centro'esila fuerza’ qie:adquiereveaq récter-de fenémeno, que'emérge en’eadartina'de'esta manifestaciones: Esta fuerza modeladora'es:laquelhat de conocerse, de aprehenderse en sus manifestaciones; de lo que se trata es de reconstruirla a partir de ellas, por muchas © pocas que sean las que se tienen a la vista. Se trata de referir estas expresiones a lo que queria expresarse en ellas. Se trata de comprenderlas. Con Io cual tnemos Ja palabra designativa. Nuestro método consiste en comprender investignndo. Ese es el segundo principio fundamental (cfr. Resumen §§ 8 y 85.) El Yo singular, que se encuentra recogido en su cuerpo, cerrado en la plena y percibida contraposicién ante el mundo de los fenémenos exteriores, que decurre ‘como un punto solitario en el mundo de los fenémenos, este Yo exterioriza cada uno de sus procesos interio- res, obedeciendo a su doble naturaleza, a través de su lado sens6reo hacia e} sistema de signos que ha desarro- Mado, suscitados desde fuera por los sentidos; en estos Teflejos esponténeos y resonancias de las impresiones sens6reas recibidas y en las combinaciones de las mis- ‘mas, que realiza en s{ mismo, sale siempre de su so- Jedad y entra en contacto viviente con el mundo ex- terior. ¥ cuando este Yo con sus exteriorizaciones en ges- tos, en palabras, en actos de voluntad, tropieza con formaciones que le son afines y que tienen la misma complexién senséreo-espiritual, éstos reciben a su vez impresiones senséreas mediante sus expresiones, que en forma anéloga las suscitan y excitan. puesto que se relacionan con ellas de modo congenial. El ojo se amplia e hincha por el deseo y la ambicié me hace temblar, al terror sibito sigue el grito ahoga- do, Todo esto le sucede a los demas lo mismo que a mi. EL grito del miedo hace que quien lo oye perciba el miedo del que grita, En las mas inmediatas exteriorizaciones de su natu- raleza senséreo-espiritual se encuentra el hombre con los animales de las especies superiores. También el perro tiembla de miedo, también el caballo reacciona cuando oye la trompeta. La domesticacién de los ani males se basa on que comprendemos algo de su alma, a algunas reacciones suyas.’Cierto, lo que ya no com- Prendemos es por qué el toro del toreo espafiol se enfurece cuando ve un pafio rojo; el color rojo debe tener sobre él un efecto completamente diferente del que tiene sobre nosotros. Y menos atin comprendemos el alma de las plantas, cuando ellas, extraordinaria- mente sensitivas ante las vibraciones, que nosotros per- cibimos como luz, ante las sensaciones que percibi- ‘Mos como tono, parecen no tener sensacién alguna, Y¥ del sol, de la luna y las estrellas, en fin, no entende. ‘mos prcticamente nada o tan sélo que ellas se mueven segiin la misma regla que conocemos como la ley de la gravedad. El hombre sélo comprende totalmente al hombre. a Es pues una cuestién ahist6rica, para nosotros una pregunta totalmente ociosa, la de saber si el genus ‘homo se encontré alguna vez en el estado que nos mues- tran los animales mas altamente desarrollados. Y, sin embargo, esta pregunta deberia responderse histérica- mente, no sélo en sentido de Ia historia natural o base de hipétesis meramente prehist6ricas, si se quisi ra convalidar la conclusion general que Darwin y Haec- kel y otros, infieren de aqui. En la medida en que tenemos conocimiento del hombre, éste se encuentra mucho mas alld de los es- tados animales. No se trata tan sdlo de que él refle- yne sobre las impresiones sensoriales que recibe. de acuerdo con el modo peculiar de su especie; avanza desde las simples impresiones a su combinacién an{mi- ca, a su diferenciacién y comparacién, al juicio y a la conclusién, a la libre continuacién creativa del pensa- miento. Sélo en el ser humano se retine en una tota- Jidad la suma de las sensaciones; una totalidad que tiene en la fuerza unificante, en el yo, su lugar, su 6r- gano, su poder y querer peculiares y libres. En el Tenguaje emerge primeramente ésta, la més {ntima esencia, no s6lo en interjecciones como en los anima- les de especie superior, sino con toda la plenitud del diferenciar y comparar, del juzgar y del concluir, en donde se mueve nuestro espiritu. Nuestro lenguaje es OL nuestro, pensar, y.sélo.el pensar nos hace hablar. El animal,no, habla, porque no tiene nada que decir, pese altodos slos.monos antropoides. fi lof) Sobre todo en,el lenguaje tiene el hombre la posi- bilidad, de,salir, de su ser cerrado en st mismo, de su soledad..El;ser-Yo, el lindero absoluto, que separa el almardel alma, construye con el lenguaje el puente que,Joylleva fuera y que lo vuelve a levar adentro. rvElslenguaje, transmitido por el ofdo, es sélo una de)las,formas de exteriorizacién, en la que emerge la totalidad. del: ser-Yo, y por cierto lamas plena y pri- maria, Junto a ella hay otras y variadas. Ya el hecho We que;la.onda veloz de la palabra pueda ser transmi- tida al ojo por la escritura, aun al ojo més lejano en eltiempo y en el espacio, significa una inconmensurable ampliacién de la esfera del Yo. : vouPero, de, igual. modo a como describo en palabras Ja, imagen, aprehendida de personas o cosas, ast tam- én. la, puedo reproducir en colores, en la piedra, en el,metal.y, provisionalmente, como la protoimagen, puedo etemizar su reproduccién mientras dure la ma: teria en;la que est acufiada..Es mi concepcién de la protoimagen Ia que sobrevive a la misma. De igual ma- nera, ensefiando, trabajando, ordenando, puedo crear formacionesien,mi familia, en mi pueblo, que duran smés,allé.del corto,trecho de mi vida y que siguen ope- rando,,y;migntras,as{ sea, son testimonio de mi actua cidn..de mi.voluntad, de mi pensamiento; viviré en ellas,una vez que yo haya desaparecido hace tiempo. of Mas ain. El, Yo pensante construye,con el objeto de,aumentar Jos ambitos de sus instrumentos sensoria- les,y su, fuerza, con los materiales de la naturaleza y dg, sus) Jeyes conocidas, instrumentos de toda especie basta las.mds maravillosas maquinas; es-también un aspecto,del trans de,aivé, mientras que, hasta donde ‘se. sabe, ningin animal puede hacer ni iquiera aproxi- Jmadamente algo, semejante, con excepcién del nido uerconstruye. -€ i Bs tina continvaclon de lo dicho! cuando'se afirma que; también las.obras de la industria, la fundacién de a cludades, de fortalezas, la construccién de puertos, de gaminos y también el derecho, la ley, el Estado, la Tglesia, en pocas palabras, todas las formaciones ‘hur manas, aunque haya sido el querer comin el que las cred 0 las remodel6, son igualmente expresién del es. piritu humano y comprensibles al espfritu humano tal como le son perceptibles empiricamente. ; En pocas palabras: no hay nada que mueva al es- tu humano y que haya encontrado su expresién sensible que no pueda ser comprendido; no hay nada’ comprensible que no se encuentre en el Ambito de nues-* {ra congenialidad, que hemos conocido como pertene- lente a la empirie histérica, al ambito del mundo! moral, Pues ni en el campo de Ia especulacién ni en el de la naturaleza hay un comprender propiamente dicho, La especulacién filoséfica proporciona por cierto de. mostraciones de la existencia de Dios, pero ellas s6lo: demuestran que el pensar humano busca la X, lo ab. soluto y eterno, pero no lo alcanza, sino que sblo ve la direccién en la que tendria que estar. ¥ la especu. lacién teolégica, la, fe piadosa, conoce Ia divinidad sélo en la medida en que construye una imagen antro- Pomérfica de esta divinidad, la contempla como cul. minacién suprema, no sometida al espacio y al tiem. Po, de lo que es el yo humano en su existencia fugar, La una y Ia otra s6lo pueden sospechar lo eternamente encubiesto, sélo en cierto modo pueden conocerio, séle hasta un cierto grado. oo ¥ las cosas en el espacio que resumimos bajo el nombre de Naturaleza s6lo pueden ser compendidas en la medida en que practica o teéricamente las con: cebimos bajo las categorias y los registros de pensa: miento que son propios de nuestro yo. Las compren’ demos sélo segin la materia que contienen, come ma. terial para nuestros fines, segzin las fuerzas que llevan Patente o latentemente en sf, segun las reglas y leyes’ en las que se repite Ia circulacién de su ser. Lo indivi. dual, la vida propia que ellas tienen, nos son indiferen tes. Pues no lo comprendemos. Matamos al arbol vi. . a viente para utilizarlo como madera para el fuego, inte- rrumpimos la vida de las espigas de trigo para utilizar su grano maduro como alimento, utilizamos el incan- sable correr del arroyo para mover con la fuerza de su movimiento nuestros molinos. Penetramos en las ro- cas, para sacar vetas y arrojarlas trozo por trozo al horno y obtener ast hierro, cobre o plata ‘Nuestro comprender hist6rico es completamente el mismo con el que nos entendemos con quien nos ha- bla, No es meramente la palabra singular, la frase sin- gular lo que aprehendemos, sino que esta manifesta- cin singular es para nosotros una manifestacién de su interioridad; y 1a comprendemos como algo que da tes- timonio de esta interioridad, como un ejemplo, como una irradiacién de la fuerza central que, permaneciendo igual y la misma en s{, se presenta —asf suponemos— en cada una de sus manifestaciones. Lo singular se comprende en la totalidad, de donde emerge, y la tota- lidad se comprende en esta singularidad, en la que se expresa. El que comprende es, como él mismo un Yo, una totalidad’en si, lo mismo que aquél a quien com- prende, y complementa su totalidad a partir de Ia manifestacién singular y la manifestacién singular, a partir de su totalidad. El comprender es el conocer mds perfecto que nos es humanamente posible. Por eso se realiza inmediata stbitamente,.sin que tengamos conciencia del mecani mo légico que all( funciona. Por ello el acto de la comprensién es como una intuicién inmediata, como un acto creador, como una chispa de luz entre dos cuerpos electréforos, como un acto de la concepcién. En el comprender, la naturaleza espiritual-sensérea del hombre participa totalmente, dando y tomando a la vez, procreando y concibiendo al mismo tiempo. El comprender es el acto més humano del ser humano, y todo quehacer verdaderamente humano se basa en la comprensién, busca comprensién, encuentra com- prensién. El comprender es el lazo mis estrecho entre los hombres y la base de todo ser moral. También todo lo que es lejano en el espacio y en Eo al tiempo, todo lo que en'el pasado lejano y en el ms remoto fue deseado, hecho, creado, por Ids home bres puede aprehenderse como la palabra del hablante de aqui y ahora, Esta es Ia esencia del levortiy La tar rea del historiador es la de comprender investigando, 3. Queda atin la tercera pregunta. De qué género son los conocimientos logrados y en qué medida tienen caracter cientifico? Es claro: restaurar los hechos del pasado, los pa- sados mismos, es cosa que no puede ser Ja finalidad de nuestro método y menos atin su resultado. Ello es tan insensato como si se esperara de nosotros que ob- servaramos los hechos del pasado que pasaron defini. tivamente; y es igualmente equivocado esperar de no- Sotros que demos una imagen reproducida de éste 0 de aquel tiempo pasado. Pues no puede ser otra que tuna imagen de la fantasfa, ya que aquello que habria ue reproducir no existe ya, sino que sélo puede estar en nuestra representacién, . Nuestra tarea sélo puede consistir en comprender los recuerdos y tradiciones, los restos y monumentos de un pasado, de manera similar a como el oyente entiende al hablante, y en tratar de conocer investi. gando en los materiales existentes atin y que tenemos a la vista, lo que deseaban los que ast modelaban, actuaban y trabajaban, lo que movia su yo, y que ellos deseaban expresar en tales impresiones y manifestacio. nes de su ser. Los buscamos en los materiales, por defectuosos que sean, tratamos de conocer su querer y su quehacer, las condiciones de su querer y las con- Secuencias de sus acciones; tratamos, a partir de las manifestaciones y modelaciones singulares, que atin odemos aprehender, de reconstruir su yo 0, alll donde éste actuara y modelara en comiin con muchos otros, procuramos también reconstruir, lo que es comin, ef espfritu de familia, el espfritu del pueblo, el espiritu del tiempo, etc., de lo cual son ellos una parte, y bus. camos complementar a partir de los conocimientos ast adquiridos, la periferia destruida y difuminada y avan- tando ast, en la medida de lo posible, conocer y reco- cy nocer su lugar en el movimiento total de los pasados del género humano, en esta inmensa tors ele aixb, cuya suma efectivamente, si bien sélo parcialmente consciente, es nuestro presente y nosotros mismos estamos en ella. No se trata pues de constatar los pasados ni objeti- vamente ni en la plena amplitud de su presente de entonces —eso seria un sinsentido, como querer en- contrar la cuadratura del circulo— sino de ampliar nuestra, en un primer momento, estrecha, parcial, os- cura representacién de los pasados, ampliar nuestra comprensién de los mismos, complementarla, corregir Ja, aumentarla, segxin puntos de vista siempre nuevos: no se trata de esbozar imégenes o reproducciones de lo que hace tiempo pasé —los poetas y novelistas po- drén divertirse y divertir a otros con tales Fantasmas— sino de entiquecer y alimentar nuestro mundo intelec- tual con el conocimiento fundado de la continuidad del desarrollo moral humano, en cuya fila nos encon- tramos los que vivimos ahora, para asumirlo y conti- nuarlo en nuestra parte, con la comprensién de su contexto. Y con eso queda respondida la otra pregunta de si nuestro conocimiento y nuestra investigacién histéri- cas son y pueden ser una cienci La empirie de lo que acontece en el tiempo y de Jo que estd en el espacio, nos proporciona sdlo cues- tiones Facticas y singulares. Si ha de haber cicncia, debe entonces agregarse a lo individual y singular, que proporciona la empirie, algo general, de donde se ex- plique lo que es y acontece, por qué es y acontece —algo general y necesario que no se conozca bajo la forma de intuiciones sino mediante el pensamicnto. La esencia de la ciencia consiste en que-ella busca y obtiene verdad. Y, como se dijo antes, un ser al que se dirige nuestro pensamiento es para nosotros ver- dadero cuando coincide con el pensamiento, y verda- dero significa para nosotros el pensamiento que apre- hhende y expone un ser tal como es en su esencia. La verdad del ser tiene su control en el pensamiento, Ia 3 pare gel prssamatento tiene, evidentemente, su con- La empirie, que se ocupa de la natural observando los hechos naturales, en ‘sine hecoe ie ue se repite de igual manera, la regla de esta toecne cién yen el caso Feliz, la Jey que determina el ser mam terial segtin el nimero y Ia medida, en las necesidades tses y qulmicas ‘Lo general y'necesaria jer y el cambio en la natu este pensamiento encontrado, que expres Ie na. necesario en Jos hechos observados , empiric histérica se dirige a las realidade: lel mundo humano, es decir, del mundo moral sin soc eo alli pues lo general y lo necesario, en inde debemos resumir cientificamente los detalles? sta eS una pregunta que toca un pinto espe ‘mente importante, En el ambito del mundo moral, tod acontece en el presente y en la viva reciprocidad y come Egencia de los hombres; todo lo que ellos hacen esta leterminado por intreses momentineos, personaiec, avglicantes y los actos de voluntad que en ello opera obtienen de aqui su impulso, su medida y su limite, Se puede decir que todo presente decurre en la urmen: cia de negocios in itos y que cada uno de ellos 0s y €s condicionado por los foe seh, surge Ia historia pues a partir de estos’ Lo necesario y lo general en el movimiento vin. me zeal peeentas es decir, de la historia, a iado tipo. se encuentran Cc ¥ la Conatitucién, abt extn ls grandes eee normas de la economia, de Iglesia. de la poli : de la guerra, de In responsabilidad oficial y ten tica, de la produccién artistica, et prod ete. Para todas est: cosas hay ciencias que Jas tratan y fndamentan, ciew. una y la misma cosa ” ellas tienen que aprehenderlas segtin los momentos y eyes actuantes 0 condicionantes. Pero entre los momentos condicionantes de lo que existe prdcticamente en el presente se encuentra tam- bién el ser devenido de esta singularidad, de esta situa- cidn, de estos contextos, y también su pre-historia y lo que ayer fue presente y que es hoy ya parte de la pre- historia del hoy. Por ello, es indudablemente muy im- portante considerar los negocios humanos segin Ins condiciones previas de sus efectos hoy y ahora, segin su ser devenido, y ver en los negocios del presente slo, las cumbres diltimas, lo que se ve del pasado. Lo necesario y lo general de esta forma de conside- racién tiene su modo especial de ser, justamente por- que ella no aprehende la infinitamente mévil superfi- cie del presente de los negocios y del laborioso pre~ sente, sino que la coloca en otra dimensién y en cierto modo Ia profundiza, Y Ia consideracién histérica es insaciable en el perseguir cada vez més profundamente el ser devenido del presente y en comprobar de esta manera el progresar, el ascender, la txiBearg ele absé que hemos encontrado como lo caracteristico del mundo moral, del mundo humano. jCudn superticiales serfa- mos si sélo conociéramos el presente y sus negocios! Este presente, tal como es y asf también todo pre- sente anterior, se ha desarrollado en la continuidad de un largo devenir, ascendiendo constantemente, am- plidndose y construyéndose hacia arriba. Ia sido ela- borado por el género humano de generacién en gene- racién, y se sigue trabajando incansablemente en él, en un aspecto siempre nuevo, con fuerzas espirituales nuevas, para tareas cada vez més grandes y parece que en Ja naturaleza humana son posibles y existen latentemente aumentos inconmensurables, una vez que esta naturaleza humana ha despertado, 0 como dice el poeta: «Ald no necesita crear ya més, nosotros creamos su mundo!» cy luno en su especie su propio valor: otor mn v ga un val Continuidad no es desarrollo, pues si ast fuera se ene contrarian aht las series consecutivas en un germen preformado; lo que sucede mas bien es que con el tra, dominaba y estrechaba nuestro géne y Ambitos, lo obligamos a servir's nucsieg fees trabajar para ellos segin nuestras indicaciones. . 1 continuidad y aumento tiene el mundo {brio au verdad y su pensamiento,y nuestra ‘empie {abaja en explorar los detalles del pasado, en la te, la en que son empiricamente aprehendibles, pu Constatar en ellos cada vez mas de manera empirica $si8 continuidad y para presentar los miembros indi, Viduales en la cadena de este progresar, y por let € todas las direcciones del ser espiritual sensbree i 4a naturaleza humana, tanto en la alimentacion comes en los conocimientos, en el lenguaje y ew concen en Ia industria, en las artes, en el comercio, en la gee, iones politicas y sociales, negocio, como actividad y ocupachin,” S*TuTT® SOS Cada trozo de material que se ofrece a nuestra eme Pirie histérica ha de explorarse para ver si y céme mismos, nuestro pueblo, nuestr: » ra cultura, nuestros Es- tados son su suma, su re do. En este resultado acumul percerwos del trabajo histérieo eat ,y estos pasados comprueban, en Ia medi en que podemos explorarls, la verdad de eete mace miento, ¥ en cuanto nuestro presente, lo mismo que {odo presente antes de nosotros, partiendo de los tesa. dos acumulados de tiempos anteriores, que consti yen su contenido, busca avanzar, con la voluntad que x determina su quehacer, interviene en el mAs cercano futuro para ver realizada su voluntad, se prueba que el pensamiento de la continuidad progresiva, tal como ha tenido validez hasta ahora, es también el pulso pre- ciso de la vida moral, es decir, de la vida histérica. De qué género es esta continuidad del progresar, mo consume pueblos y céino eimergen portadores ‘nuevos para su trabajo, es algo de lo que se hablard en un contexto posterior, 40 LA METODICA La pregunta histérica §19 Tratemos de encontrar primeramente el punto en el cual tiene su punto de partida nuestra investigacién histérica, Debido al tipo de nuestra ciencia tendremos que encontrarlo emp{ricamente. : \Un nifio nada sabe por lo pronto acerca de los pa- sados; &prende, con el habla y las narraciones de quiie- nes lo rodean, lo més sencillo y lo mAs préximo y con cada afio més y mAs, preguntando incansablemente, complementando con viva fantas{a los contextos, lle. nando las lagunas, convirtiendo lo poco y pequefo en quién sabe cudntas cosas grandes, muchas y maravillo- sas, viendo desde su perspectiva, en cierto modo subje- tivamente. De modo semejante procede cada pucblo en au ju- ventud; de modo semejante opera el hombre en sus mas tempranos estadios. Con su mas cercana proxi. midad y con su més cercano recuerdo, colmando las la. gunas con la fantasfa y complementando los contex. tos, lena la humanidad la oscuridad de su pasado y lo que ella, viendo con fantasia y subjetivamente, ha Pensado como su propia prehistoria de modo rico y variado es lo que creen los hombres. Con lo cual tienen ellos un mundo de representaciones que es més una imagen de la direccién de sus sentidos, de su talento, de sus intereses actuales que lo que corresponde a cuan. to ellos creen. a Hay en el desarrollo del individuo y de los pueblos tun paso hacia adelante, de especial significacién, cuan- do interviene la reflexién, In duda en lo que se ha credo. Pues este contenido de nuestro yo, este mundo de facticidades creidas y de contextos, que rodean a nues- tro yo como su atmdsfera, como tn cfrculo de nicbla y que en cierto modo lo mantienen encapsulado, es pri- meramente sélo algo recibido, que se ha transmitido, que ha sido adquirido por la costumbre, es algo nucs- tro pero como si no lo fuera, nos tiene mas de lo que lo tenemos, nos domina. Pero de la totalidad de lo que asf tenemos 0 creemos tener, de nuestra concepcién y sentimiento en este nuestro contenido y de nuestra sensacién de nosotros mismos en él, se produce una nueva representacién de la totalidad, de una parte, de un momento singular. Nuestro yo, satisfecho as{ en cierto modo con esta cantidad de representaciones, en vez de recibirlas genuamente comienza a reaccionar contra ellas con el contenido que ya tiene y con la sensacién de st mismo que ha obtenido en dicho contenido, ‘¥ una vez comenzada, esta reaccién sigue trabajan- do. Con la duda, con la observacién de que esto no concuerda con aquella, de que hay allf bone fide con- tadicciones ¢ imposibilidades, con la reflexién de que ticne que examinarlo como algo inconscientemente de- venido en nosotros y como algo que de cualquier ma- nera ha sido legado, comenzamos a manejar y a domi- nar lo que hasta entonces nos posefa y dominab Goethe dijo una vez, con harta oscuridad: *Lo que has aprendido de tus padres, adquiérelo para poscerlo». En cierto sentido, el verso cabe en este contexto. As{ heredada y legada tenemos esta suma de represen- taciones, y asf como nuestra fantasia ba pintado y complementado con ellas el subsiguiente contexto de Jas cosas, asf también lo ha hecho nuestra represen- 4 tacién de la totalidad, de partes singulares de la tota- lidad, de momentos singulares de las partes, Aprehen- demos las cosas de tal manera, nos las representamos de tal modo, juzgamos de csta otra manera. Pero, gcon qué derecho y motivo? :Sobre qué bases? ;Tienen nues- tras concepciones, nuestros juicios algin contenido eal? Lo que teniamos y crefamos lo hablamos aceptado y nos lo habfan legado, lo tenlamos s6lo en cierto modo ex autoritate, no con la certeza de lo que se ha ad- quirido, fundamentado y justificado por si mismo. Lo primero habré de ser poner en tela de juicio lo que hasta entonces habiamos tenido y creido, para adqui rirlo de nuevo y seguramente mediante el examen y la’ fundamentaciéa, : El aspecto que aqui importa emerge con mayor 0 ‘menor claridad en el desarrollo de cada hombre, pero’ Ja mayoria se satisface en aplicarlo sélo a las circuns- tancias més préximas a ella, a las que mas le afectan, y, por lo demas, a vivir en la buena fe de que las gran- des y generales configuraciones del género humano son tal como ella las ha aprendido y como se ha acostum- brado a verlas. Y también aquellos cuya profesién cien- Aifica 0 prictica los leva en otras direcciones, el ju- rista, el cientifico de la naturaleza, el comerciante, se satisfacen por lo que respecta a sus representaciones de los pasados con Jo que les ha dado la escuela como parte de Ja cultura general. Con esta cultura general tenemos ciertamente ya una nocién miltiplemente corregida del pasado. Sa- demos de Lutero, de César, de Carlomagno; hemos reci- dido una nocién de lo que ellos hicieron, de las circuns- tancias en las que actuaron, de la significacién de sus: hechos para su pueblo, para su época, y nuestra fan tasfa ha contribuido a hacer esta imagen lo mas com- pleta y clara posible, ¢Fue realmente todo asi como: yo lo aprend{ 0 como lo he pensado? ¢Tuvo la actua cién de Lutero en Worms tan poderosa significacién? Y, epor qué la tuvo? ge qué cuestiones politicas, ecle- sidsticas, nacionales, se trataba en Worms como para’ 5 que Ja pertinacia de Lutero en lo que hizo se impusiera tan poderosamente? En este ejemplo se ve lo que se quiere decir con Ja expresi6n «la pregunta histéricas, Al preguntar asi ya sé yo algo de Lutero y de la Dieta Imperial en Worms, ‘conozco en general el hecho, su contexto, su significa. cién, al menos lo pienso asi. Y en mi pregunta deslindo ya aproximadamente lo que espero encontrar en cuanto trato de responderla; sospecho ya que hay algo mas importante y diferente de lo que hasta ahora sé; mi pregunta contiene ya mAs de lo que he aprendido, un: sospecha que surge de la totalidad de lo que yo he vivi- do y experimentado interiormente, Y justamente por eso puedo preguntar asi, En esta pregunta se contiene ya algo de lo que me es mAs propio; se trata ya de mi concepcién de estas circunstancias, de mi representacién de estas personas, de mi comprensién de estos procesos, con la necesidad de interpretarla, pues atin es algo embrionaria. En mi espiritu ha acontecido en cierto modo un acto de con- cepcién, € inmediatamente trabajan todas Jas fuerzas yy energfas para modelar y desarrollar lo asi concebido. Crece y deviene en mi; vive antes de nacer, en cierto modo en el seno materno, una cantidad de transfigura- ciones y refiguraciones, para devenir, poco a poco, ma- duro y capaz de vivir. Este es un largo y dificil camino. Con la pregunta histérica tenemos séio una posibilidad, un destello en nuestra alma, tna esperanza, De lo que se trata es de si realmente el asunto es as{ como lo presentimos al preguntar, si es posible demostrarlo. Y uno se lanzaré a buscar los materiales necesarios para trabajar en esta pregunta, para ver si el pensamiento resulta correcto, tal como lo presentiamos. Y a medida que se desarrolla més profundamente, a medida que se precisa mAs fina. ‘mente, va cambiando. Se corre el peligro de que se nos escape de las manos o de que se destroce; en la gran cantidad de lo especial y lo particular, parece desapa- recer; comenzamos a desesperarnos por no poder rea- lizar la tarea que tan confiadamente nos hablamos im- 6 puesto. «Mil veces», dice Montesquieu en la introduc- cign al Esprit des lois, «arrojé al viento lo logrado, la verdad encontrada, para luego perderla», Muchos se desalientan en este esfuerzo, se pierden en vias secun. avanzan mas en lo ancho que en lo profundo, se conforman con los placeres diletantes del erudito en sus horas de ocio. Es un asunto de cardcter el poder ‘mantener el rumbo y legar a la meta. En nuestro ambito stcede lo mismo que en todos Jos campos superiores de la vida espiritual; al pensador, al poeta, a todo investigador en los otros Ambitos cien. tificos, le sucede lo mismo, En cada nuevo trabajo se repite la misma concepcién del comienzo, el mismo esfuerzo y la misma tortura del trabajo. Cuanto mas Preparado es el esp{ritu que pregunta, tanto més rico es el contenido de la pregunta con la que comienza, Podrfa decirse que en la pregunta y en la formulacion de la pregunta se manifiesta la genialidad histérica, Ast cuando Niebuhr en su Rémische Geschichte estu. dia la cuestién de saber qué era ser plebeyo 0 patricio, © cuando Tocqueville, para comprender la Revolucion Frances, se Pregunta acerea de las condiciones eco- némicas y sociales de los estratos inferiores de la blacion en Francia, ete. eae Ya en lo dicho puede verse que la pregunta histé- rica, tal como aqui es definida, es de uk ee cite @ la curiosidad del nifio que pregunta. Falta mucho Para que cualquier ocurrencia pueda valer como una Pregunta histérica, tal como la entiende y la exige la yan ea aca i en la busca del material para responder a la pre- gunta, ni en la erftica de estos materales rt oc ce interpretacién —pues éstos son los tres estadios del trabajo metédico— resulta ya si la pregunta era ade- cuada al asunto, 0 vacta o sorda, pero s{ en el sector que trataré la exposicién, Pues la comprensién de los materiales adquirida en la erftica y en la interpretacién de los materiales Que tenemos que tratar para esta pregunta, exige hu. manamente la expresién de dicha comprensién adqui- a rida, y esta comprensién es, como ya lo vimos, algo completamente diferente de la fabricacién 0 construc- ciés del hecho objetivo o de Ia realidad externa de entonces, miles de contextos que son los que histéri- camente nos interesan, De los cientos de cuadros de una pinacoteca cada uno de ellos tiene su propio ser, ofrece cada uno de por sf al amigo del arte, al esteta, al artista en cier- nes, etc., nuevos y diferentes aspectos de contempla- cién. La historia del arte los coloca en un contexto, que ellos no tienen de por sf, para el cual no fueron pintados, pero del cual resulta una serie, una conti nuidad, bajo cuyo influjo se hallaron los pintores de estos cuadros, sin que tuvieran conciencia de ello, y permite diferenciar temporalmente por la eleccién de los objetos, por el modo de la composicién, aun por la técnica del dibujo y color, segiin tiempos y pa(ses, ordenando esta rica variedad. Cierto es que el historiador del arte que investiga tiene necesidad de estudiar criticamente, antes de co- menzar su exposicién, cada picza de esta coleccién que le ofrece el material para su planteamiento histé- ico, para convencerse de la autenticidad y de Ia de- signacién de cada pieza singular; y es necesario que haya interpretado cada pieza singular segin los aspec- tos que le afectan, técnica del color, del dibujo, de In composicién, de las escenas expuestas, etc, Entonces posec los resultados que necesita como historiador del arte, y los tiene juntos y puede exponerlos; su axdbakic nos muestra que ha formulado las preguntas justa y expertamente. Esta es Ia expresién que Herodoto uti- liza ya al comienzo de su obra: leveeing anbéakic, 1a ex- posicién de su investigacién. Si en cambio a un historiador se le ocurricra inves- tigar la mejor primera obra, por ejemplo, un palimp- sesto de Plauto, sobre el cual se escribié después una Jetanfa monacal, para ejercitar as{ su critica y su inter- pretacién, gqué sucederfa entonces? Puesto que él no desea utilizar la letanfa y el texto de Plauto escrito debajo de ella para preparar filolégicamente una edi- 8 cién, sino que desea investigar como historiador su axsbekic vendrfa a dar por resultado que en el mo- nasterio de Bobbio se borraron viejos manuscritos Para escribir sobre ellos otras cosas nuevas, Si el fin de Ia investigacién era sélo el de seguir Ia historia de este trozo de piel que fue escrito primero con algo de Plauto y luego en el siglo 1x con Ia letanta y que desde hace 80 afios ha sido tratado por éste y aquel erudito para palimpsesto, entonces muestra la apodei- xis que él ha formulado una pregunta que en sentido hist6rico merece ser calificada de falsa, Como se ve, la éxb8a8r es una verificacién, Pues la investigacién no esta librada a un encontrar casual, sino que busca algo. Debe saber lo que quiere buscar, tan sélo entonces encuentra algo. Cuando se sabe pre- guntar a las cosas, ellas dan la respuesta. La apodeixis muestra lo que se ha sabido buscar. La pregunta y la busqueda desde la pregunta: éste ¢ cl primer paso de la investigacién histérica. Nuestro Resumen ha utilizado para esta parte del método la palabra heuristica, zCémo debemos buscar? ¢Cémo comenzar a respon- der’a la pregunta? Cambiemos sencillamente de direccién: cémo vine a dar a esta pregunta? ¢De dénde me surgié esta ima- gen de aquéllo y, del proceso, de las personas y de sus circunstancias? ¢A partir de qué rasgos singulares ‘se me compuso este oaveazruxdy que quiero cxsminsr Y corregit? De dénde vienen estos rasgos singulares que retino de esta manera? De qué especie son?, gqué legitimacién tienen? En cierto modo es la reflexién, la pregunta a la pre- gunta. La heuristica descompone lo aparentemente sim- ple (que en verdad es diversamente transmitido y com- binado), de esta pregunta y lo descompone en sus ele- mentos, sigue tras esos elementos de los cuales se com- pone ésta, s Se tratara entonces de dos cosas: 1. ¢Cudles son en esta pregunta histérica los hilos \dividuiales que encuentro entrelazados en ella, y cémo 9 encuentro los materiales para perseguirlos hasta su origen, materiales que se entrelazan en mi represen- tacién y que, localizados en su origen, me permiten con- vencerme de si y hasta qué punto y cémo tienen un fun- damento firme? “ 2. gDe qué especie son estos materiales de los cua- les tengo que buscar para cada caso singular lo que me resulta necesario? ¢Son quiz4, por su diverso gé- nero, de diverso valor y de diverso peso? ¢Se encuen- tran todos en la misma relacién con las realidades pasadas de las que tienen que darme testimonio? I. LA HEURISTICA EI material histérico $§ 2021 Para el fin de nuestra elucidacién es recomendable trabajar primeramente la segunda pregunta, para orien. tarnos sobre las fuentes en general; luego vendré la Primera pregunta, para conocer las reglas y el métode Propios en cada caso singular. De acuerdo con la naturaleza empfrica de nuestra disciplina, el material de sus investigaciones tiene que ser empiricamente perceptible y estar disponible. El fuaterial puede provenir del pasado, pero s6lo por el hecho de que es aiin presente y accesible es adecuade Para nuestros fines. Pues con nuestra investigacion Queremos despertar de nuevo en nuestro espiritu, en Ye del vacio que yace tras nuestro hoy, una represen. tacién de lo que fue y es para siempre pasado. Se tiene la costumbre de designar tales materiales con el nombre de fuentes. Serd adecuado conserver también en el nombre la diferencia material que hay aqui, As{ como nuestro presente, todo presente anterior tuvo la misma necesidad, que intenté o supo satisfa: Cer a su manera. Lo que de ello ain nos queda, esto £3 Jo que ofrece la visién retrospectiva de tiempos anteriores hacia. su pasado; la representacién o el’ re, cuerdo fijados por escrito que se tiene de este pasado, lo lamamos fuentes. Que estas fuentes son, al mismo tiempo, restos del pasado en que surgieron, es algo que Por el momento tiene para nosotros eardcter marginal; esencial en ellas es para nosotros que aquellos de 5 quienes provienen tenfan el propésito de dar noticia de procesos o estados anteriores. Algo completamente diferente es cuando atin se conservan del pasado todo tipo de cosas y 0 bien se encuentran aiin en nuestro presente de manera varia- damente informe 0 como ruinas y, por ello son irreco- nocibles. Ast, por ejemplo, un edificio antiguo, o una vieja casa artesanal; nuestro lenguaje mismo es atin en buena parte pieza del pasado, si bien es aiin vivo y esta en pleno uso. Sélo el investigador los reconoce y utiliza como material de su investigacién en la medida en la que son, de modo mas 0 menos patente, restos actuales del pasado. Otras cosas que se desentierran 0 que se hhan conservado en los trastos y ruinas de viejas igle- sias o de castillos deshabitados desde hace tiempo son, puesto que se han quedado detenidas en el pensamiento de hace cien o trescientos afios, testigos tanto mis elo- cuentes de tiempos pasados. A’ toda esta categoria de materiales la lamamos restos. Entre las fuentes y los restos hay una tercera serie que participa simultineamente de las propiedades de Jos dos. Son los restos de un tiempo pasado, del que dan testimonio para generaciones venideras de un de- terminado suceso, que descan fijar la representacién del mismo. ¥ a esto lo Hamamos, a causa de su ca- récter monumental, monumentos, Los rests $22. a) Responde a la naturaleza de las cosas el que su cantidad sea imprevisible, pues cualquier cosa que Meve Ia huella del espiritu y de la mano del hombre puede ser utilizada como material de investigacién. Y hay una cantidad de conocimientos histéricos, concre- tamente de aquellos tiempos y sobre determinadas si tuaciones acerca de los cuales las fuentes, es decir, Ja tradicién escrita, poco o nada dice, que nacen de aque- Mos materiales. Toda Ia disciplina, que en tiempo reciente es lar mada prehistoria y tiene tanta popularidad entre los naturalistas historizantes, descansa en tales materiales. Ella comenz6 con los hallazgos en las excavaciones de la Europa Septentrional, con los cuchillos de piedra, las hhachas, picas, etc., y con los montones de restos de comidas animales y vegetales, de los que, al mismo ticmpo, se obtuvo informacién sobre las condiciones climaticas y naturales del periodo al que pertenecieron los hombres con tales armas ¢ instrumentos, por ejer- Plo, informacién sobre el hecho de que en la region de las costas occidentales y meridionales del Baltico en el tiempo de estos hombres no habla atin Arboles frondosos, sino simplemente coniferas, es decir que el clima de esas regiones no tenia aiin la temperatura ac- tual, sino que, como se supuso, las corrientes frias del mar helado del Norte que todavia no habiain sido cerradas por el constante ascenso de Finlandia (Archi- vario Lisch, en Schwerin). Se encontraron luego otras cuevas en estas regiones, en donde en vez de instru- mentos de piedra se hallaron instrumentos de bronce, Se vio por la tierra en la que se encontraron, que esta época de bronce era posterior a la era de piedra; ‘se encontraron los restos de una vegetacién que permite reconocer una temperatura mAs suave; que los hombres sabian y podian elaborar el cobre y que en los utensilios hechos de cobre grababan ciertos adornos, lo que pa- recié testimoniar un gran progreso cultural del que la tradicién histérica no tenia noticia alguna. Luego, cuan- do el agua de los lagos suizos descendié en 1854, se descubrieron las llamadas construcciones sobre pilares del Lago de Zurich con sus restos de utensilios, instru- ‘mentos y restos de plantas y animales (Prof. Ferdinand Keller, en Zurich). Resulté que estas colonias humanas se remontaban, en parte, aun hasta la época de los instrumentos de piedra, pero que fundamentalmente pertenecian ya a la época de bronce. Leyendo los in- formes de Herodoto sobre los peonios en el lago ker~ kiniano, lo mismo que las representaciones de las columnas de Trajano sobre la guerra dtakia de Tra- 83 Jano se reconocieron justamente esas construcciones, y se concluy6 entonces que ellas no pertenecian tanto a una época prehistérica sino mas bien a un grado del desarrollo cultural que en ciertos casos se habfan con. tinuado en siglos posteriores y que, evidentemente, por ejemplo, se conservan ain hoy entre los primeros pobladores de Borneo. Acerca de estos asuntos existe una considerable bibliografia, sobre la que no es del caso entrar en detalle, La investigacién cientifico-natii- ral tiene en esto una gran participacién porque los restos de huesos, de vegetales, de especies de piedra y Jas conelusiones que de all{ resultan sobre las condi- ciones teliiticas de su existencia en aquel entonces slo pueden conocerse y evaluarse con ayuda de los conock- mientos exactos de las ciencias naturales, Pero lo his- téricamente esencial es aqui que en estos restos se reconoce la huella del espiritu y de la mano del hom bre, y de lo que alli se encuentra como usado y con- sumido por el hombre se obtiene una nocién més o menos imprecisa de estaclos humanos de los que ellos dan testimonio. El punto central de Ia cuestién para el naturalista es si el hombre ya existia en la llamada era terciaria, que precede a las configuraciones dilu- viales. Algo similar ocurre cuando se vuelve a reconocer en los restos de grandes construcciones el sentido y la finalidad en que han sido fundadas. As‘, por ejemplo, la serie de estupas de Hydaspes hasta las grandes cue. vas de Bamiassan en el paso de Bukra, tal como se sabe por los informes de budistas chinos peregrinos: son monumentos budistas en recuerdo de Buda y de sus feligreses y se encuentran alli monedas desde la época de Alejandro hasta la del fin de los Sasanidas. Asi también las grandes murallas de los romanos desde el Rin hasta el Danubio, en cl Norte de Inglaterra, la muralla de Trajano en la Dobrudscha: en especial las dos murallas inglesas con una profusién de restos de ‘campamentos romanos, con innumerables y fascinantes antigliedades. Toda Ja vida militar de los romanos y sus campamentos sale allf por as{ decirlo, al encuentro 4 de la investigacién. Por ejemplo, en los llamados «ani- Moss en las regiones entre los Riesengebirge y el mar, sean eslavos o alemanes. Y¥ también las mesetas en la cercanfa de Munich y de Ulm, amplias superficies con cultivos paralelos de 40' a 60’ de ancho y 3’ a $’ de alto, en los que se ha crefdo reconocer la agricultura germana primitiva, en tanto que las piedras que mar- ‘can los linderos de la via romana, que los cruza, mues- tran que estos campos ya existfan antes del aho 201 después de Cristo, cuando los germanos no habfan pe- netrado atin al sur del Danubio. Mientras més rica y variadamente se encuentre con: servado gracias a la casualidad un material semejante, tanto mds vivamente se nos presenta el pasado. Nada ms fascinante que cuando los viejos sepuleros de Egip- to, los hipogeos con sus miles de reproducciones y guras de las ocupaciones cotidianas nos muestran toda la vida doméstica, econémica y cultural de la regién del Nilo en la época de la 18. Dinastia, y hasta de la 12, 2.000 afios antes de Cristo, o cuando de las excavacio. nes de Pompeya emerge una ciudad romana de la pi ‘mera época imperial en toda la amplitud de su vida diaria, tal como qued6 detenida en el momento de la terrible erupcién. Tgualmente en el lado sur de la desembocadura del Garone se presenta la vieja ciudad de Coulac, que estaba enterrada por las arenas de las dunas desde el siglo xvt, y también los viejos sepulcros reales esquiticos en el sur de Rusia con sus variados estos de técnica helenistica y menesteres barbaros, ¥ as{ también miles de casos semejantes. La infinita variedad de cosas que se comprenden bajo el concepto de restos puede clasificarse de di. verso modo. Para nuestros fines basta el siguiente. En primer lugar, se nos ofrece aqu{ un punto de vista a partir del cual se ha desarrollado un rasgo caracterfstico de la época moderna. Son las colecciones ‘con interés cientifico y especialmente histérico, Ya hay algo de este tipo en Ia época final de Grecia, Ai {teles fue quiz el primero en componer colecciones de cosas naturales y de escritos y documentos (5ixaigiara), 55 Su escuela y luego Jas instituciones cientificas en Ale- jandria, Antioquia, Pérgamo, etc., formaron grandes colecciones, no s6lo de tipo literatio y al catalogarlas les dieron un valor més alto ain. La opulencia del mundo romano se guié por estos modelos. Concretamente, se desarrollé entre los roma nos la aficién de reunir estatuas, pinturas, piedras la- bradas, recipientes hermosos, y de adornar con ellos sus palacios y sus villas; no se pensaba aqutf en el inte- rés cientifico. ¥ el mundo medieval de Oriente y Occi- dente tampoco fue més all4 cuando los conventos con- servaron, como las iglesias, reliquias, piedras preciosas, gemas, recipientes valiosos, alfombras, etc.; lo hicieron por un interés muy diferente al histérico. Eran intere- ses de piedad y de solemnidad eclesisticas, de modo semejante a como ya la Acrépolis de Atenas, los tem- plos en Dodona, Deifos y Olmpia, etc., habfan adornado sus recintos con regalos sagrados, con reliquias, con ar- mas de botines, ete, El interés renovado en la Antigtiedad Clisica lev6 desde Petrarca (1350), especialmente en Italia, a colcc- nar los restos de ese mundo con fervor apasionado: monedas, obras de arte de toda especie, inscripciones, manuscritos, ete. Y aqu{ y allf siguieron haciéndolo, especialmente desde Carlos el Temerario y desde el em: perador Maximiliano, de este lado de los Alpes, las cor- tes principescas y los patricios ricos; se convirtié cada vez més en moda de la gente distinguida el coleccionar esto 9 aquello como adorno, como riqueza 0 como cu- riosidad, Las muchas cAmaras de arte, las colecciones de rarezas en Inglaterra, la llamada coleccién de Am- bras del Archiduque Ferdinand hacia 1560, la casa Prin- ¢ Moriz en La Haya y mucho mAs, dan testimonio de ello. Los coleccionisias no tenian otro interés his- térico como no fuera el de poser, por ejemplo, las armaduras de un guerrero conocido, el recado de escri- bir de algun famoso poeta, cl cuchillo de caza de aquel emperador, la daga de un rey. Aquf tiene interés el ver cémo se ha desarrollado, aso a paso, hace unos cien afios, una concepcién dis- 6 tinta de las cosas, cémo se ha legado a la conviccién de que a esa acumulacién de cosas curiosas se puede Arrancar otro aspecto. Primeramente, la necesidad de orden llevé a esto, Se posefan en Viena, en Paris, en Berlin, miles de monedas, Ja mayoria antiguas. Con tantas piezas valiosas de oro y plata era ya necesatio, para levar un control, orde- narlas y registrarlas a fin de poder tener una rdpida visién del depésito. Se intents esto y aquéllo; y luego, el jesuita Eckhel inventé en Viena, a finales del si glo xvutt, el sistema simple histérico-geografico, segin el cual cada moneda se ordenaba por Ia regién y la Ciudad y segiin su cronologia. As{ surgié una cantidad de investigaciones sobre el origen de cada moneda, so- bre su cronologia, que s6lo podria determinarse segin el estilo y la técnica, Este sistema, extendido a las monedas del Oriente, de la Edad Media y Moderna, se se ha convertido en el fundamento de las colecciones numismaticas. Con lo cual ellas se complementan re- ciprocamente, y juntas constituyen un gran corpus ni mismatum, que implicitamente contiene toda Ia histo- ria de la moneda y muchas cosas més. El comercio con las ‘monedas indujo a que el més grande negociante en monedas de la primera mitad de nuestro siglo, Mion. net (Paris) ordenara su catélogo segin el mismo sis: tema, agregando los precios, y presentando toda la cantidad de monedas corrientes, raras y rarisimas en su lugar sistematico, Inmenso es el beneficiy que han obtenido los estudios numismatico-histéricos con esta feliz fundamentacién. Se aplicé més 0 menos el mismo principio a las grandes colecciones de pinturas que se reunieron en Dresde, Munich, a partir de los muchos castillos, en Florencia en cl Palazzo Pitti a partir de iglesias y con- ventos, en Paris bajo Napoleén como resultado de las muchas conquistas. Tan s6lo poco a poco se aprendié a diferenciarlas desde el punto de vista de la historia del arte; se las ordend por escuclas, es decir, segiin su desarrollo histérico-artistico y, dentro de las mismas, en la medida oportuna, segiin su cronologia: y los télogos de las grandes colecciones ofrecen al investi- gador el panorama ordenado de la historia de la pintura, Casi de manera automética resulté as{ un principio para las colecciones, gracias al cual las piezas reuni- das adquirieron un interés completamente nuevo. Lo que antes habfan recogido In opulencia principesca y la aficién, esto es, antigtiedades, mayélicas, armas, re- i Indes de toda especie, comenz6 a con- siderarse bajo este nuevo punto de vista y a ordenarse en colecciones tecnoldgicas, etnograficas, bélicas, etc. Las miles de porcelanas japonesas, chinas, francesas, etcétera, que se conservan en Dresde, las infinitas pie- zas de antigiiedades nérdicas en Copenhague, las armas y utensilios de campamentos romanos recogidos por Lindenschmit en Maguncia, muestran cémo una ade- cuada ordenacién da a cada una de las piezas, a veces mfnimas, una significacién y un valor que antes no hubiera podido imaginarse. Las secularizaciones a par- tir de 1789 en Francia, luego desde 1803 en Alemania, en Espafia, en Italia, etc., arrojaron de sus viejas sedes en las manos de los coleccionistas tesoros inmensos de trabajos en madera, miniaturas, tapices, gemas, obje- tos de orfebreria, etc. Poco a poco encontraron su ca. mino hacia las grandes colecciones piblicas y se or- denaron en el sistema histérico-geografico que es para todos andlogo. Tan s6lo sobre esta base ha sido posible estudiar la historia de la técnica artistica y artesanal, y su produccién, El pensamiento, una vez adquirido, se muestra sus- citador y fecundo en todas direcciones. Se tuvo pre- sente el punto de vista de la Antigiiedad comenzé a organizar colecciones en este sentido. Con ello se obtuvieron informaciones de la vida cristiana de los primeros siglos, de las que nada dejan sospechar las fuentes histéricas. Las catacumbas romanas nos Proporcionan la més curiosa informacién sobre la pri- mera comunidad cristiana en Roma, que se remonta hasta la familia imperial de los Flavios. En estas cuevas se repite muchas veces la alegoria de Orfeo, cuyo canto todo lo conmueve, del Buen Pastor, cuyo modelo es 8 Ja estatua de Hermes que Ileva al cordero sobre sus hombros; en las ropas y tiinicas para la misa se en- cuentra la alegorfa de los salmos, cémo el siervo busca agua Fresca, etc. . Siguiendo la misma orientacién, se retinen sistemé- ticamente en colecciones, los instrumentos de la agri- cultura, del comercio, las colecciones de maquinas, de tejidos, etc., de los utensilios del correo, del arte de la artillerfa y se considera el desarrollo histérico de la tecnologfa, de la agricultura, ete. Se ve que en torlas estas colecciones se trata de objetos de creacién artistica y técnica del espfritu hu- mano, creacién que en estos restos de obras e instru mentos se nos presenta a nuestros ojos y que en las series casi completas ofrece el material para el conoci- miento de la continuidad del desarrollo en las diversas ramas. Naturalmente que no para que se las vuelva a con- templar como curiosidad. El coleccionar es sdlo el co- mienzo; luego viene la necesidad de apropiarse histé. ricamente de lo coleccionado. El catdlogo es In base para ello, no sélo un inventario de lo que se reiine en ste 0 aque! lugar segiin nimeros y localizacién, y tam- Poco es una guia para el visitante ocasional. Cada una de las piezas requiere mas o menos un examen critico yuna adecuada interpretacién. Tan s6lo paulatinamen- te se elevaron los catalogos a esta altura de su significa. cin; los primeros pasos para ello se encuentran espe. cialmente en el campo de la numismatica y en el catdlogo de las esculturas berlinesas de Friedrich. b) Como una segunda serie podemos designar los restos de formaciones u érdenes en los que encontraron su expresiém y su comprobacién las comunidades his- t6rico-morales, tales como el pueblo, la comunidad, el Estado, la sociedad, la Iglesia, ete., sus propias confi- Buraciones, de modo que logramos con ellas una vi si6n de los estudios de la sociedad humana de tiempos tempranos y anteriores: las Constituciones de los Es- tados, las leyes, las ordenaciones eclesidsticas o bur- 59 guesas, as relaciones jurfdicas y econémicas de toda especie. En parte, estas situaciones nos han sido legadas lite- rariamente en la forma de los cédigos de leyes y esta- tutos que les servian de norma, Pero éstos son no menos significativos cuando a ellos no les correspondieron configuraciones practicamente vivas. La coleccién de las Hamadas leges barbarorum, los cédigos de los bur- gundos, de los godos, de la Ley silica, etc. nos introdu- cen éptimamente en los comienzos de los Estados ger- ménicos. En esta regulacién de las relaciones juridicas, en estos mandamientos y prohibiciones, en esia norma cidn del erescate de la sangre», etc., vemos las sittia- ciones para cuya regulacién estaban destinadas las decisiones jurfdicas. Asi las Capitulare de villis de Car- lomagno, ordenanzas econémicas destinadas a regular los dominios imperiales, en las que se reconoce el fun- cionamiento de la jardinerfa y del cultivo del campo, del servicio de los siervos, de la industria doméstica, tal como Carlomagno los hizo transplantar a sus do. inios alemanes siguiendo al modelo romano. El libro hindi de las leyes de Mand, el islandés de las Grigis del siglo x11, nos dan una viva visién de las situaciones y desarrollos sociales acerca de los cuales poco o nada nos dicen los libros de historia. Pero, muchas veces, estos restos de situaciones an- teriores siguen-existiendo atin en la actualidad, si bien desgastados o sofacados por configuraciones posterio- res. A lo largo de toda la Alemania del Norte se mues- tran esporddicamente peculiares instituciones juridicas que se designan como flamencas. Investigindolas y compardndolas con otros hechos se obtiene mucho més gue Ia historia de estas instituciones juridicas: fanegas flamencas, la feligresfa flamenca, lo flamenco en las cercanfas de Berlin, una calle flamenca en muchas ciudades més acd del Elba, que se presentan como restos de fundaciones que tras grandes inundaciones en los Pafses Bajos fueron realizadas por emigrantes de allf, colonizaciones urbanas y campesinas que Ile- gan hasta el Weichsel (Histoire des colonies belges, 6 1865, de de Brochgrave). Y cuando se lee en las crénicas de las ciudades y en documentos diversos aquf y alli sobre el derecho urbano de Liibisch, de Magdeburgo, de Soest, se acquiere con el estudio de este derecho urbano peculiar y altamente articulado—que, por ejem- plo, segufa en parte siendo valido, aun hacia 1848 en las ciudades de Schleswig-Holstein y de Mecklenbur- go— una nocién de la vida urbana desde el siglo xt, de la que las crénicas urbanas no permiten sospechar nada. Muy poco podria decirse de la significacién de Erfurt, si no se viera en el derecho de aguas de Er- furt, en cierto modo, la base de toda la peculiar cul- tura de jardineria y de las plantas colorantes y de co- mercio, que fuera importada desde Maguncia. ¥ el que en Erfurt se siga practicando en parte esta jardinerfa en forma de cultivos acuaticos, etc., aclara, de manera plastica, lo que se Jega en los viejos estatutos' juri- dicos. El prado comunitario de los pueblos en Alemania, tal como hoy existe o al menos como existia hace una Bencracién, es un trozo vivo de historia. Cuando se puede investigar lo suficientemente hacia el pasado, se encuentra que la misma reparticién de la tierra se re. ‘monta hasta las primetas colonizaciones 0 que en é- tas se puede reconocer, al menos, su primer fundamen. to. ¥ de alli resultan las diferencias caracteristicas de la disposicién del pueblo y de los poderes de las viejas regiones de Hesse, Suabia y Fresen en el Bajo Saale, en relacién con las regiones vecinas de Turingia, de un lado y con las sajonas, del otro, asf como también en el oriente de Saale y del Elba los pueblos alemanes y los eslavos se difcrencian a primera vista, en cuanto los Primeros estan construidos a lo largo de In calle cen. tral del pueblo y los eslavos, en cambio, en forma de herradura. Si bien es cierto que Nissen (Das Templum, 1869) no tiene razén cuando afirma que en las ciuda: des romanas de Italia puede reconocerse siempre la misma orientacién hacia el cardo y el decumanus como en los campamentos romanos, lo cierto es que ciuda- a des como Turin, que nacié de la castra stativa, mues- tran justamente esta forma basica. Se sabe que hay muchos usos y costumbres que has- tal dia de hoy, al menos aqu{ y all, estin aun en uso y que se remontan a la época pagana; la fogata de San Juan, el agua pascual, el ganso de San Martin, cos- tumbres navidefas, etc. Desde que Grimm Hamé la atencién sobre ello en su mitologia alemana, se han redescubierto en Alemania, en Inglaterra, en Francia, estas viejas referencias; se ha reconocide que la cos- tumbre popular contiene una cantidad de material his- térico con respecto a los tiempos viejos y a los mis remotos. ©) Esto nos lleva a una tercera categoria de restos. Las mismas investigaciones germanisticas han mostra. do que en los cuentos infantiles de Blancanieves, del cazador de ratas, etc., se han conservado nociones de la paganidad germénica. El Cristianismo las recubrié, pero no pudo destruirlas. Se han mantenido con tanta pertinacia que hasta sobrevivieron la invasién eslava en las regiones entre el Elba y el Baltico, en donde una, vez dominaron los longobardos y los semones. Paulus Disconus dice en la Gesta Long. 1,9 sobre los longobar- dos: Wodan, quem adjecta litera Gwodan dixerunt, y esta forma se ha mantenido en las regiones desde el Havel hasta Bardowyk, en el cuento de la Frau Gaude (W. Schwartz, Der heutige Volksglaube und das alte Hei- dentum, 2 ed. 1862). Asf, reinterpretada y malentendl da, lega una nocién de la paganidad hasta el pre. sente. Es una situacién semejante a la de la antigua Grecia, en donde siempre los ecos turbios de tiempos ya supe- rados, las figuras oscuras de los viejos dioses, como las lama Esquilo, emergen en cl claro miindo de los dioses olfmpicos, y sélo casi en sus mitologemas y en sus transformaciones se reconoce el movimiento de su desarrollo histérico hasta la época en que, al Indo del epos que Hega a su plenitud, comienzan las preca- rias noticias de Ia historia extern ¥ as{ como las religiosas, asf también las refigura- 2 clones y configuraciones lingiifsticas en los griegos y en todo pueblo, La lengua, tal como es o como la tenemos fija en las grandes literaturas, es un trozo vivo de historia, y lo es linguisticamente, es decir, se- giin sus relaciones gramaticales y etimol6gicas, lo mis. ‘mo que en sus intuiciones y en sus metéforas. «No confio en la paz» es una frase que tiene su origen en el tiempo de los ensayos de paz entre las regiones, pese a los cuales el comerciante no se atrevia a ir con sus mercancias a la feria o al mercado de la ciudad vecina. Diccionarios como el aleman de Grimm o el francés de Littré tienen el mérito de haber mostrado el tesoro del Jenguaje como la més grande encarnacién de la historia viva y de las concepciones de diversos tiempos ¥ pueblos. Se sabe a qué resultados con respecto a Ja historia de los pueblos, que va més alld de cualquier recuerdo, ha conducido la lingtiistica comparada, tal como, por ejemplo, puede demostrarse a partir de las mismas designaciones para animales domésticos, los instrumen- tos de labranza, las ocupaciones vitales elementales, etc. y los estados de cultura de los pueblos indogerma. nos antes de su separacién, No menos importantes es cémo Ia lingiifstica ha Puesto de manifiesto la gran inteleccién de que el len- guaje, en cuanto es la expresién del espiritu del pue- blo, es también su limite. La cultura china se pudo comprender tau s6lo cuando se tuvo el conocimiento de que Ja lengua de los chinos no es fonética, sino Por asf decirlo, oftdlmica, es decir que ellos piensan en principio de manera diferente de los otros pueblos, esto es, no a base de tonos audibles, sino de signos vi- sibles, de modo que su escritura puede ser lefda y comprendida en otros lenguajes diferentes del chino, fs una pasigraffa con la que los 200 millones del Ce. leste Imperio, por lejanos que se encuentren etnogré- fica y lingifsticamente, pueden entenderse entre si. Cuando designo la tercera serie de restos, después de las obras y de las situaciones, como la de la expre- sign en el lenguaje, ello ha de entenderse en el sen- 6 tido de que a esto pertenecen infinitamente més la li- teratura de los pueblos, sus trabajos cientificos, las visiones totales filoséficas y religiosas, los complejos de pensamiento de cada época, en la medida en que existan en exposiciones escritas, Una obra como Ia Di- vina Comedia de Dante no es para el historiador ins- tructiva solamente por las innumerables noticias his- t6ricas que contiene: por su concepcién moral, reli giosa y politica; es ante todo un documento precioso de su época, y no conozco nada que dé una visién mas clara del siglo x1v en sus comienzos, mas grandiosa y profunda que esta obra. De Ia vida espiritual de los tres siglos antes de Cristo sabemos relativamente poco, pero cuando se examinan como merecen los escritos apocalipticos de los judios, entre ellos el Libro de Da- niel y los ordculos sibilinos, el Libro de Enoch y junto a ellos toda la literatura hibrida, la literatura alejan- drina erudita que marcha paralelamente, emerge en- tonces ahi un mundo de pensamiento que vuelve com- le la nostalgia que abrié el camino al Cristia- smo inicial, d) Finalmente los restos del decurso escrito de los distintos negocios, tanto piblicos como privados, tal como se encuentran en los legajos de los archivos, en los informes, peritajes, correspondencias, cuentas, etc. Lo caracteristico de estos materiales es que cllos eran momentos de un negocio en cumplimiento, que ellos, casual y parcialmente, son momentos conservados de Ja continuidad de los negocios, cierto que no los nego- cios mismos y tampoco todos pues frecuentemente lo més importante se acordé oralmente, no por escrito. La correspondencia diplomdtica en una época agitada informa s6lo sumarialmente de lo que se habl6, las cuentas de un Estado o de un municipio, por ordena- das que ellas sean, son para la investigacién histérica sélo hasta un cierio grado satisfactorias, porque per- segufan una finalidad diferente, la del negocio, Es claro que nuestra investigacién no puede desear nada mejor que semejantes restos de negocios, por di- ficil y laborioso que sea el utilizarlos para la investiga a ciGn, Tales materiales se remontan en algunos frag: mentos hasta la época prehistorica, Entre los pape hierdticos de los sepuleros egipcios, se encuenting con tratos, Grdenes, noticias del segundo y hasta del tercey siglo antes de nuestra Era, Entre las tablas de bance Que se conservan ain de Ia biblioteca de Asurbanipal en Ninive, hay, fuera de apuntes eruditos e historiees, también escritos, contratos, cuentas que pertenceen al Siglo vatt. Entre los cilindros de barro cocidos que s¢ Secomtraron en Babilonia y sus cercanias hay cuentas de una casa de comercio escritas en escritura de Io comienzos de la época de los seléucidas. : Los originales mds viejos son luego los papiros gre: Coreeipcios, que contienen mucho acerca de negocios, {ales como contratos de compraventa, controle. face, les; los legajos de Hermias (Amadeo Peyron), tods an Proceso civil, en total unas 200 piezas. De la Antigic. dad romana, unas tablas en parte de Pompeya, en parte de las provincias, De la época medieval comienzan, haciendo caso omi: 80 de los documentos y escritos de negoci ya, cn primer lugar aquellos que Fentos y a iglesias en Italia, Francia, Inglaterra, Muy Pronto comenzaron los obispos en Roma a elabovar iy. dices de las piezas y legajos conservados. Ya ea 49 dice el Papa Bonifacio I: ue scrinii nostri monimenty declarant y, antes de Gregorio I (590.604) se encuentran regesta que fueron editadas en 1702 por los benedian 70s. El archivo siguiente en antigtiedad es el de la Torre de Londres que, aunque no desde la conquista normanda si desde Enrique II (1150), contiene ininte: trumpidamente todo y naturalmente mucho de la Eps: &@ anglosajona; y luego el inolvidable libro de Domes. fy de 1086, un libro catastral estadistico laborado rox los funcionarios del rey, semejante al libro eatasal del emperador Carlos IV’ para Brandenburgo, de 1374, luego puede venir el Archivo de Venecia que en 1300 se hallaba en pleno funcionamiento, Es evidente que siempre se ha tratado de mantener Juntos los papeles de negocios, al menos los del be: , 6 tado, para tenerlos a mano cuando se los necesita, En Atenas sirvié para ello el unreaws, que tan sélo fue construido por Fidias. Y en Roma el llamado Tabula- rium, que ahora lena toda la subida desde el Capito- lio hasta el Foro, fue fundado por Sila para reunir allf todos los archivos y crear, al mismo tiempo, despachos para todas las auioridades oficiales. El Estado alemén del perfodo inicial de la Edad Media no estuvo durante mucho tiempo ligado a una residencia fija, no tuvo una sede central fija y dura- dera del gobierno, y al canciller le resultaba dificil y hasta imposible, mantener orden. Con el emperador Enrique VII siguié toda la Cancilleria del Imperio ha- cia Italia, y después de su muerte violenta, en 1313, ca- balgaron todos los alemanes de su corte a su patria y dejaron alli todos los papeles del Imperio. Estos se dispersaron; una parte de ellos se encuentra hoy en el Archivo de la ciudad de Pisa. Era obvio que ciudades tan ordenadas como Li beck, Florencia, Venecia, que administraciones mode- los como las de la Orden Teuténica en Prusia, cuidaran con esmero sus documentos, lo mismo que lo habjan hecho las iglesias y los conventos. También en las cor- tes comenz6, hacia fines del siglo xrv, el interés por el orden de los archivos y a partir del siglo xv se encuen- tran en masa correspondencias politicas, informes de los oratores y ambassiatores, hay apuntes oficiales so- bre las negociaciones del Concilio de Constanza, del de Basilea, apuntes especiales sobre negociaciones de los estamentos del Imperio. En Ia época de la Reforma se agregan las actas de los coloquios y disputaciones, los informes y las cartas de los tedlogos a sus autoridades. Bajo Carlos V y Felipe It se forma un tipo completa- mente moderno de la gestién escrita de los astintos. Se lo puede ver ya, por ejemplo, en los papeles del Cardenal Granvella, que se conservan en 82 tomos en folio, en Besanzén, y de los cuales el gobierno francés a iniciativa de Guizot hizo publicar una seleccién en 9 tomos en cuarto, No solamente la historia politica de los tiltimos si- Blos esta librada on realidad a los tesoros de los ar- chivos. Casi en grado mayor lo est el estudio de leg situaciones internas, del comercio, la industria, los ime Puestos y el ejército, Con respecto a los estudios de los archivos nos en- fentramos apenas en los comienzos. Ellos son tan di, ficiles porque se hallan precariamente ordenados, ninguno ha sido trabajad: ide para \jado y vuelto evidente c “mo Tegio de haber sido tratados con cuidate Ot PME Cierto es que ya en los siglos xvir lo y XVII se traté fobre esta importante cuestién (ast Wenker) y en Ie ita de la idea, fue una c ‘ente nueva cuando Napoleén 1, a propueea ae Cee do, se propuso Fundar la Ecole de chartes, que luego nacié en 1821 pero con una tendencia archivista menor ¥, mds bien con el acento puesto en los estudios hie, ticos. Lo omitido allf traté de Fecuperarse en Bélgica; Por orden del Rey Leopoldo I se emprendié la resras. nizacién de los archivos belgas y se encomends al excelente Gerhard esta Bran tare: archiviste général du royaume, Con ello se abvié ae amplia via y en otros paises, al menos, se realizaron los Primeros intentos de hacer lo mismo Los monumentos §23 Los monumentos se hallan entre los rest. » nm los y las fuentes. Desean dar testimonio del tiempo, de sures © gestiones en general, de los cuales son restos, fijar- tos para el recuerdo y, por cierto, en una detersainetg 6 forma de la concepcién de lo sucedido y de su contexto; en esto son similares a las fuentes, a) En sentido pleno caben aqui los documentos, que no solamente concluyen un negocio, al que ellos pertenecen, sino que desean atestiguar este negocio para gestiones venideras, No deja de tener especial in- terés para la utilizacién de los documentos el tomar conciencia de este punto de vista. Hay varios géneros de documentos. Pues también los testamentos, las letras de cambio o certificados de deuda, los poderes, las acciones, son en cierto sentido documentos, y finalmente uno se ha acostumbrado a utilizar la palabra en forma muy general. En el verda- dero sentido son documentos solamente los testimo- s solemnes de contratos concluidos y de negocios juridicos con inclusién de documentos sobre donacio- nes, amnistlas, documentos de nobleza y otros di plomas. Naturalmente que al ofr la palabra «documento» pensamos inmediata y primeramente en las piezas es. critas medievales, que han sido editadas en nuestro tiempo en, numerosas colecciones. Documentos de pa. pas, de iglesias y conventos, de emperadores, reyes, Principes, ciudades, etc. El motivo por el cual se ha aplicado tanto esfuerzo en estas publicaciones es el de que carecemos o tene- mos material poco satisfactorio junto a las fuentes para este perfodo hasta la Reforma, momento en que los demas papeles del archivo comienzan a scr mas frecuentes, y al hecho de que, al mismo tiempo, en los documentos se encuentra apoyo seguro para el cono- cimiento de innumerables situaciones juridicas y de otro tipo. Estos documentos comicnzan en Ia época dle los merovingios y longobardos, adquieren poco a poco una forma constante en la que se manifiesta justamente el cardcter solemne de su otorgamiento, Junto al documento hav el breve, dirigido a per sonas singulares, con cl sello de mano. por ejemplo el anillo con pez del Papa. Luego las placita, resoluciones de asambleas estamentales como decisiones de tales asambleas cuando proceden como tribunal. En el fervor por los documentos mediovales se ha elvidado casi que los documentos de género muy se mejante en los negocios privados y estatales hasta el dia de hoy tienen, al menos en parte, un gran interés ara la investigacién histérica. sere! estudio de estos documentos de los siglos re. Gientes se encuentra ain en situacién precaria, Ello gs tan dificil porque sélo a partir del conocimicnte exacto de las negociaciones pre veces de larga duracién, se puede conocer un par de articulos ¢ te Palabras a causa de las cuales se difirié Ia negociacién 7, {an s6lo cuando se los conoce se tiene la clave para la comprensién de todo el documento. Asf en el Lar Storgar la corona, o el principe elector puede Tealivar un acto soberano, con respecto al cual se pide el rece, focimiento del emperador como de cualquier otro so. berano. A esto se agrega la dificultad de la fecha. En los acuerdos estatales se trata no meramente de la con.

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