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Trio eeoligico de nuestro planeta: cade ran, millones de toneladae de Insoctos. Los ecologi Coneideran como un esimonio dela sid y dol equate de ruestro mundo * Eltiempo ha hecho que las arafias se hayan diversificado con- lee especies para que puede inilarse en este tr * Este libro le haré descubrir la riqueza insospechada de! ‘mundo de las arafia, sus sorprendentes y, a veces, trgicos ftuales de apareamiento, la extraordinaria calidad de su seca, ‘su capacidad de mimetismo, Aprenderé a observaras, areco: nocerasy, por qué no, a crarias a 7 co 4 4 a Cy C4 nT SATS Nes -LAS-—— ARANAS clasificacién - morfologia - reproduccién - alimentacion en la naturaleza y en cautividad - vida social - costumbres —__CON 45 FICHAS TECNICAS__ GLOSARIO DE TERMINOS BASICOS ce) Ve area | Yves Masiac LAS ARANAS EDITORIAL DE VECCHI, S. A. © Editorial De Veechi, S.A, 1996 Querria agradecer al deparcamento de aracnologia del Museo de Historia Natural de Francia, y especialmente a Jacqueline Kovoor ¥y Christine Rollard, la pacienciay la gentileza con la que me han ‘aconsejado y han respondido a mis numerosas preguntas. Jacqueli- ine Kovoor ha puesto a mi disposcidn su coleccion personal de fo- tografias de microscopio de exploracién, producto de muchas aitos de investigacién cienfica, dela que el lector encontrard algunas Imuestras en est libro. ‘También deseo espresar mi mds profundo reconocimiento a Valérie ‘Chansigaud,redactora jefe de la revista Penélope y gran erudita en ‘materia de arahas, que me ha prodigado consejos muy tiles sobre ‘mi manuscrito dedicdndome gran parte de su tiempo. Finalmente, quisiera agradecer a Alain Canard, de la Facultad de Ciencias de Rennes la ayuda que me ha proporcionado, en particu: lar, dejdndome consular su coleccién personal de fotografia. Fm la cubierta, foto principal: Dolomedes fimbritus hace wna pequeha demostrcidn de eur. Suffe una dura siuacén pr la desaparcion {de lor ambientespantanosory hionedos. Foto de A. Canard. Enel rcuadr: Aculepira ropes de magnifics, colores Foo: A. Ca- Edo De eee BARCELONA Para Julien Mason Indice Introduccién Por qué un libro sobre arafias bore hd Observar las arafias inside Las araias en su medio natural. B La captura y el estudio de animales muertos 15 La crfa de arafias en cautividad. exci, Utilizar las asociaciones ......- aie 2 Las arafias en el reino animal 2 Honorables abuelas. a B Origenes poco conocidos ied nse Las arafias en la clasificacion sistematica. 25 Las principales categorias de araias agi | Morfologéa de las arafias ....... 30 El cefalot6rax 31 El abdomen 35 Los apéndices iene 38 Los érganos de los sentidos B Eltejido pee ee 41 Tejedoras ante todo 41 Seda... pero gpara hacer qué?.. 2.2.2... a Propiedades del hilo de seda ba 49 Las diferentes clases de hilo 31 ‘Técnica del tjido de telas orbiculares a La produccidn de seda 54 ‘Comer para vivir. Modo de alimentacién ‘Técnicas de caza..... ‘Atanas desprovistas de tel ‘Arafias que cazan desde su madriguera Arafias con telas irregulares ‘Aratias orbiculares (de telas regulares). Las originales : La reproduceién Encontrar pareja Galanteo y preliminares El acoplamiento : El bulbo genital i Los 6rganos genitales de la hembra Desarrollo de la fecundacién. La puesta y el sentido maternal. Dispersion: Ia tScnica del paracaidas ascendente . Defenderse de sus enemigos Los enemigos de las arafas, Medios de defensa El veneno El mimetismo - Las madrigueras La autonomia Algunas arafias importantes Arafias europeas Arafias exticas Glosario Bibliografia Asociaciones 118 121 124 126 Introduccién Por qué un libro sobre arafias Un defecto muy extendido, desgraciadamente, es el de intere- sase 0 sentir simpatfa por todo aquello que se nos parece, ¢ indiferencia hostil hacia aquello que nos es ajeno. Asi por ‘ejemplo, los mam{feros son los grandes «preferidos» del gran, ppiblico: podemos encontrar en la literatura inolvidables pa- ‘aes sobre el misterio de los felinos, la fidelidad de los pe- ‘tos, la gracia de los caballos y las bellezas de los unos y de los otros. Los péjaros, aunque un poco mAs alejados de noso- ‘ros, también nos resultan graciosos y despiertan nuestra ad- ‘miracién y curiosidad. Pero si pasamos a los animales de sangre fria —y en el caso de los invertebrados es peor todavia— Ia actitud que domina es el desagrado, incluso las fobias. Llegado el caso, hasta el ‘mayor «amigo de la naturaleza» saca su producto insecticida Las araiias son de los animales mas detestados entre los in- vertebrados: esta es su triste situacién, ‘Sin embargo, la arafias son casi inofensivas: tan s6lo se cono- ce una docena de especies que puedan ser peligrosas para el hombre (entre un total de decenas de miles), y ninguna de ellas puede encontrarse en Espafia. Respecto a las picaduras, sin negar su realidad, son bastante menos frecuentes de lo que se.eree, ya que son muchos los que atribuyen a una araia ima: sinaria toda picadura de insecto de origen desconocido. Se ° trata de picaduras que, generalmente, no presentan una gra- ‘edad considerable, y siempre son defensivas. aradojicamente, las abejas,responsables de varias muertes por ato en nuesto pais son infnitamente més populares que fas arafas, que, sin embargo, no provocan nunca la muerte Seguro que se nos diri que es debido a que las abejas son tti- Tes. Pero los ardenidos también lo son: en Espatia las arias ddevoran cada dia de verano mas de tescientos millones de to- neladas de insectos. Estamos ante un pesticida 100 % ecol6- ico y muy eficaz, del que los cultivos — principales vietmas de los insectos— aprecian su labor. ‘Ante ode, yes el motivo que justfia este libro, el universo 4e las arafas es de una riqueza extrardinaria. En primer lu- ‘ar, porque es inmenso: en la actualidad se conocen aprox madamente teita y cinco mil especies de araias,y existen ‘otras tanta por deseribir —cantidad mucho mayor ue la que hay de vertebrados (mamiferos, péjaros, reptiles, anibios y peces) en la terra. En segundo lugar, por su extraordinaria Variedad, Nuestras protagonists han eOnguistado todos los medio, desde las cuevas més oscuras hasta ls desiertos mis secos, pasando por los lagos, por las casas, por las copas de Jos érboles y por debajo de las piedras. Tan. slo faltan en la lista los ecosistemas marinos, desprovistos de inectos. Cada vez que ha sido necesario se han adaptado al medio mediante astuas estrategias y han modificado su fisiologia y su com- portamiento siempre y cuando ha sido imprescindible. ‘Apesar de responder todas a las mismas caractersticas gene- rales, camnivoras y provistas de érganos productores de sed, Jas arafas se han diversificado extraordinariamente en rela- cin con el tamaio, el color y los habites. unos ejemplos Son muestra de ell. Si la arafa rayada —denominada en Francia epeira rayada—,muy extendida en nuestrasregiones, teje telas que son verdaderos prodigios arquitect6nicos, otras especies se contentan con un batiburilo de hilos desordena- 0 dos, y la Lycosa tarentula (frecuentemente llamada tardntula) ccaza sin necesidad de seda, La sorprendente Argyroneta aquatica habita bajo la superfi- cie de aguas dulees. Al no estar provista de branquias (los arécnidos son principalmente un grupo terrestre), necesita respirar aire como nosotros. Se fabrica, en consecuencia, una burbuja subscudtica, fijada a una planta cualquiera, con la que respira y devora sus presas. © Mientras que la gran mayorfa de las arafias son eminente- ‘mente solitarias, ¢ incluso algunas de ellas errantes, existen especies llamadas «sociales» que forman colonias inmensas, de hasta diez mil individuos, unidas por relaciones sociales ‘complejas (Anelosimus eximius). Muchos otros prodigios de las araftas merecerfan ser mencio- nados en esta breve introduccin: las extraordinarias calida- des de su seda, sus sorprendentes y a veces trigicos amores, ‘su capacidad de mimetismo y los extrafios «paracaidas» de seda gracias a los cuales se desplazan, Ectas eriaturas sofisticadas merecen, pues, algo més que el ‘miedo y el desagrado que inspiran con frecuencia. Nuestros conociinientos acerca de las arafias han aumentado conside- rablemente, a pesar de los escasos medios de Ios que dispo- nen los investigadores espafioles (la aracnologfa es, por otra parte, una de la raras ciencias que todavia cuenta con muchos: aficionados entre los especialistas). Todo tipo de mecanismes fascinantes han sido descubiertos: promoverlos contribuye a hhacer salir a las araftas de su gueto inmerecido Observar las arafias Dirigiéndome hace poco a un auditorio de adolescentes en principio mucho més interesados en las ttimas novedades ‘uisicales que en los esplendores de la naturaleza— tuve la suerte de darme cuenta de que en una esquina de la sala habia tuna tela absolutamente perfecta, una tela de «academia», en cl centro de Ia cual, de alguna manera, una pequetta argiope, ‘oxcura inmévil, acababa de colocarse. Hice buscar a mi auditorio de adolescentes un insecto comesti- ble («jcuidado, ch, vivito y coleando!») para ofrecerto a nues- two voraz objeto de estudio. Tras algunos momentos de agita- cién me trajeron una hormiga roja de aspecto bastante activo y descontento, que podia convertise en un adversario considera ble, siendo del mismo tamatio que la arafla y, como todo el ‘mundo sabe, armada de una nada despreciable picadura. Hice deslizar la hormiga por un tobogin hecho con una hoja de pa~ pel y la hormiga cay6 finalmente en los hilos de la telay Los espectadores se precipitaron a observar el drama inmi- nente, La arafia extendi6 sus patas y se precipit6 sobre la in- {usa; tras unos instantes de duda la agarr6 y la mordi6. Re- ccul6 un paso, dud6 un poco, y la mordié nuevamente. Ani- mada clamorosamente por el joven piblico, la argiope liber6 tentonces la hormiga de los hilos secundarios que la retenian, y empez6 a empaquetaria, haciéndola girar sobre ella misma ‘toda velocidad, al mismo tiempo que la cubria de seda. La a ddosgraciada hormiga roja, al margen de algunos sobresaltos, terminé su vida en un pequefo sare6fago de seda, ante un pi blico estupefacto ante un desenlace tan repentino. Digamos. para concluir que la siguiente hora se quedé corta para res- ponder a Ia avalancha de preguntas que Ia escena habia susci- {ado entre los jovenes. La observacisn de las araftas es, sin duda alguna, una activi- dad fascinante para todo aquel que tenga un minimo de pa- ciencia y sienta una cierta curiosidad por los seres vivos. Es ‘oportuno, sin embargo, tener algunos eonocimientos basicos {que permitan interpretar lo que se ha visto, El deseo del autor €, por supuesto, proporcionarlos en este libro. [Existen tres maneras de observar las araias, complement ris, pero bien diferentes entre ellas. La primera consiste en la «que ha sido explicada anteriormente: el estudio de los anima- Jes en su ambiente natural, sin intervencién humana alguna, ‘aunque a veces se autorice una pequetia «provocacién» de los fenmenos naturales, La segunda es el estudio de animales muertos y conservados cen alcohol que han sido capturados en su medio natural. Para realizar esta actividad es necesario el conocimiento de algu- nas téenicas. Y, por iltimo, la tercera es la observacidn de animales en cau- tividad. LAS ARANAS EN SU MEDIO NATURAL La observacién de las arafas en su medio es, segtin mi opi- nin, el mas desconocido y, a a ver, el mis rico de los dite rentes modos de aproximacion a estos animales. Puede cons- tatarse répidamente que el estudio del comportamiento de las arafias ha dispuesto, y dispone todavia, de menos adeptos que cl estudio de su aspecto y de sus formas. B Evidentemente, esto se expliea por razones objetivas. Las arafas, como ya hemos dicho, constituyen un universo muy vvasto y atin poco conocido, ya que se considera que el ni- mero de especies conocidas representa el 50 % del total de especies existentes. Pero, antes de interpretar y analizar, &s necesario haber acumulado conocimientos y haber realizado tun trabajo de clasificacién; es comprensible, por lo tanto, desde este punto de vista, que los aracnélogos se hayan con sagrado sobre todo al descubrimiento y a la descripcién de nuevas especies. Por otra part, se trata de animales en los que la observacién no es precisamente facil. Primero existen los problemas rela- tiyos al tamafo: un gran nimero de especies miden tan s6l0 algunos milimetros. De hecho, pueden observarse los princi- pales comportamientos (huida, caza, acoplamiento, tejido de latela.), pero més allé de un determinado detalle —o de una ddeterminada edad— Ia utilizacin de la lupa se hace necesa- Fi, y su manejo no es fil sino se quiere perturbar el objeto de estudio, Si desea observarse la puesta, el acoplamiento, el lugar de impacto de las garras, es conveniente encontrar pri- mero sujetos de estudio de un tamafio grande, y armarse de paciencia y de concentracién. Aste problema se afiade el hecho de que las araas son mie~ ddosas en su inmensa mayorfa y se esconden en cuanto se sienten amenazadas. A pesar de todo, gracias a su limitada vista, a veces es posible acercarse bastante, pero es siempre necesario ir con cuidado y ser precavido. Finalmente, si ‘Quieren efectuarse observaciones durante un perfodo prolon- _gado se corre el riesgo de que la araiia desaparezca, por una raz6n cualquiera, Por fortuna, la araias hembras son por Jo general sedentarias (los machos son normalmente errantes), Y permanecen cerca de su tela o de su madriguera; porlo tan- to, podemos esperar encontrarlas en el mismo lugar durante alain tiempo si no las molestamos. 4 Pero, a pesar de las dficultades, nuestras protagonistas son tn sujeto de observacién que puede proporcionar placeres, ‘memorables, A los reticentes —y a todo el mundo en gene~ ral— quiero recomendar la lectra de los trabajos de wn ex traordinario observador de insectos y de arias lamado Jean- Henri Fabre (1823-1915) que consigue maravillar y mantener en vilo al lector tan slo con historias de invertebrados, tal es su curiosidad y su talento como narrador. La naturaleza es rica en prodigios, enigmas y paradojas a los ue el aficionado menos erudito puede aproximarse con es- peranzas de descubrirlos. Una arta ignora una presa que ha , prima de Ta viuda negra) y un cierto n- ‘mero de pequefias migalas de la regién. En definitiva, para ser claros y precisos en lugar de decir tarintula diremos el nombre de la especie, es mucho més simple. 2% hhecho de que comprenden las especies de arafias més gran- des, que todo el mundo ha visto al menos una vez en el cine 0 en Ia television, La migala mds grande, Theraphosa leblondi, puede Negar a tener 20 em de envergadura (lo que mide un plato). Las migalas son las arafias que viven més tiempo (a menudo superan los cuatro afios), siendo el maximo, por el momento, los veinticinco atios. También tienen Ia propiedad de poder ayunar durante varios meses sin esultar afectadas por ello (la ‘mayoria de las arafias no resisten mas que algunas semanas). Contrariamente a Io que se cree, no son mas peligrosas que otras arafas, tan s6lo una de ellas representa un riesgo mortal para el hombre. El tamao no tiene nada que ver con la toxi- ciidad, y el principal problema con las grandes migalas pelu- das reside frecuentemente no tanto en su mordedura sino en Tos pelos urticantes que cubren su abdomen, El tercer y tiltimo suborden, el de os lifistiomorfos, también es ortognato, No comprende més que un reducido nimero de especies, presentes exclusivamente en Asia tropical, y su in- terés principal es que aporta algunas indicaciones sobre cémo podrian ser las primeras araflas —es un grupo esencialmente {osil—. En particular, se trata del grupo de arafias que pre~ sentan un abxlomen segmentado, es decir, donde se ven las, ‘marcas de una especie de anillos, parecido al abdomen de los, cescorpiones. Morfologia de las arafias Este capitulo corre el riesgo de parecer a algunos un poco ddenso, ya que sobre todo es descriptivo y contiene un cierto, riimero de términos poco atractivos. De hecho, estos térmi- nos tienen una légica que uno acaba encontrando ficilmente; asi, por ejemplo, prosoma y opistosoma derivan del griego soma que quiere decir «cuerpo», y pro y opistosignifican de~ lnte y detras, respectivamente, Se trata simplemente de la parte anterior y posterior del cuerpo. Sin embargo, es necesa- rio describir las partes de una arafia utilizando los nombres exactos para, a continuacién, poder hablar libremente de sus costumbres, de sus comportamientos y de sus técnicas. Por ‘tra parte, estos términos también se emplean en otras publi- caciones, por lo que deberdn ser conocidos por aquellos que uieran saber mas sobre las arafias. Esta es la causa por la cual pedimos un poco de paciencia y de atencién del lector para este capitulo indispensable. Las araas, como los otros miembros de Ia clase de los aréni- dos, tienen el cuerpo dividido en dos partes: delante se en- cuentra el cefalotérax (0 prosoma) y, detris, unido a este por tun estrecho pediinculo, se encuentra el abdomen (u opistoso- ‘ma). Como su nombre indica, el cefalotérax es el producto de launi6n de la cabeza y el tronco, mientras que estas dos partes, en algunos grupos como el de los insectos, por ejemplo, estin bien diferenciadas. En realidad, a pesar de las diferencias de ta- ‘mafio, de color y de forma, la estructura de las aafias es bas- 30 tante homogénea,y Ia siguiente descripeién puede aplicarse a la totalidad de ellas, con la excepcidn de algunas variaciones. EL CEFALOTORAX El cofalotérax es la parte que Hleva todos los apéndices ex: cepto las hileras. La boca, delante, es un simple orificio ui do a.un buche que sirve de bomba y permite la succién de I- 4quidos alimenticios y la espiracién de enzimas digestivas. La ‘boca esti rodeada de varios apéndices de los que hablaremos mas adelante. En la parte dorsal, el cefalotérax esta protegido por una gruesa capa de un material duro, secretado por la epidermis, amado 4uitina. La quitina, en realidad, cubre Ia totalidad de la epider- ‘mis del animal, pero puede ser de grosor variable, situindose las ‘capas més finas en las artculaciones, mientras que en la zona, cerebral presenta su méximo grosor. Este «escudo» dorsal pre- ‘Senta unos orficios situados justo bajo los ojos que permiten la conexisn, a través de los nervios tiltimos, con el cerebro. El cerebro de las araias, a pesar de estar constituido por dos 6bulos en lugar de tres, como en los insectos por ejemplo, parece ser mis concentrado y, por lo tanto, més sofisticado {que el de Ia mayoria de los ottos artrépodos. Ademis, el ce- ebro de los artropodos siempre esti atravesado por el es6a- ‘20, hecho que impide su desarrollo. El es6fago de las aratias es muy reducido debido a que su alimentaciOn es exclusiva- mente liquida, y tan solo deja pasar particulas de un didmetro inferior a 1 micra (una milésima de milimetro). Esta pati laridad, por lo tanto, confiere al cerebro de las arafias posibi- lidades de las que no disponen los demas artr6podos. En el interior del cefalotérax, ademis del cerebro, encontra- ‘mos los potentes misculos que unen el cuerpo y ponen en ‘movimiento as patas y os otros artejos o partes. También en- 31 Se ee

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