Vous êtes sur la page 1sur 36
er ae ‘Si eres Ce rR que PRE CFD (i peparang f opesy soped ‘Titulo orginal: If You're an Egalitarian, How Come You're So Rich? ‘Paiblicado en inglés, en 2000, por Harvard University Pres, Cambridge (Mass) y Londres ‘Traduecisn de Luis Arenas Llopisy Oscar Arenas loi Cubiera de Mato Fskensx ‘Queda gurommente pric, i Ie auorzacin rade en dures del cpt, bjo Ite sanconer nblecids en nes la reproduc total o psc desta obra por calle mali oprocedmint, compen l reprogafia yl tratamiento infomico,yb ‘Gabucn de enlace de cl edit ager opto pblion (© 2000 by President and Fellows of Harvard allege © 2001 de la traduccién, Luis Arenas Llopis y Oscar Arenas Llopis (© 2001 de todas las ediciones en castellano, clones Paid Ibien, SA, Masao Cubi, 92 - 08024 Barcelona, y Editorial Paidés, SAICR, Defenss, 599 - Buenos Airas hesp/Avwrw.paidos com, ISBN £4-495.1093.8 ‘Depésito legal B28.508/2001 Impresoen Grifiques 2, SA. ‘Av, Can Sucatats,91 08191 Rub (Barcelona) mpreso en Espafia- Printed in Spain Con gratitud a mi amado hermano Michael SUMARIO. Prefacio eee eee feb cogs Introduccion. ee eee eae 1, Paradojas dela conviecién . . . « seas ae 2. Politica y religién en una infancia comunista y. judo en ia Montreal 3. El desarrollo del socialismo desde la utopfa a la ciencia : 4. Hegel en Marx: la metéfora obstétrica en la concepsion marxista dela revolucién 6... ee see El opio del pueblo: Dos en Hegel, Feuerbach y Marx... Tgualdad: del hecho ala norma . . 7) Sentidos en que lo malo puede ser bueno: una mirada sk ‘més li. sgeraal problema del mal. aaa Justicia, incentives yepoismo . . cee (Donde es la accién: en el lagar dela justia distributiva. | . (22) Filosofia politica y comportamiento personal. Epilogo .... . « Bibliografla so... Créditos . . Indice analitico y de nombres. u o 39, 6 3 109 37 197 199 181 201 243, 245 253, 235 Conferencia 6 IGUALDAD Del hecho a la norma ‘Somos nosotros los que arbamos las prada los que consra- (mos las cudades donde ellos comercian, Los que excavabamos las minasy construfamos los talleres, ilas Tsin fin de via férea colneads; bora, somos marginados y estamos hambrientos, en medio de (Das maravillas que hemos hecho, Razout Canis, Solidaridad pata siempres, ‘en Hille (comp), The People's Some Book En agosto de 1964, pasé dos semanas en Checoslovaquia, en concreto ‘en Praga, en casa de la hermana de mi padre, Jennie Freed, y su marido, Norman. Estaban alli porque Norman era en exe tiempo editor de World “Marxist Review, el desaparecido periédico testico con sede en Praya del también desaparecida movimiento comunista internacional. Por las ma- jianas deambulaba por Praga, hablando con cualquiera que se dirigiera a ti, Las tardes las pasaba con Jennie y Norman y de vex en cuando diseu- tiamos. Una tarde planteé una pregunta sobre larelacin entre la justicia 0, me- jor de forma més general, entre los principios morales y le prctica politica comunista, La pregunta provocé una respuesta sard6nica por parte del tio Noman, «No me hables de moralidad —dijo, con algo de desprecio—. No me interesa la moral» El tono y el contexto de sus palabras le dieron esta fuerza: uLa moralidad es puro cuento ideolégico: no tiene nada que ver con la lucha entre el capitalismo y el socialismo>. En contestacién a la frase de Norman de «no me hables de moralidad>, dlije: «Pero, tia Norman, eres un comunista de toda la vida, Seguro que tu ac- tividad politica refleja un fuerte compromiso moral «No tiene nada que ver con fa moral —replic6, elevando ahora el vol men de su vo2—. {Estoy luchando por mi clase!» Mis tarde pasamos del problema de la relacin entre la moral y a pol tica al problema de identificar Ia clase a la que Norman pertenecia. Nuestro debate sobre esto fue tormentaso, pero correré un tupido velo sobre cl asunto, puesto que no estérelacionado con mi tema 138 Sieces iguaitait, osm esque exes tan ico? Gon su desprecio por la moralidad, el tio Norman estaba expresando, ‘en roman paladino, cierta autoconcepeién marxista, una autoconcepcin ‘venerable, profunda y desastrosamente equivocada, Fabia varias zones de por qué se hizo'caso omiso de las cuestiones relacionadas con los principios ‘morales dentro de la tradicién marxista, Unas eran mejores que otras y al- ‘unas de las que podriamos considerar relativemente buenas estan aqui en las secciones 1-4 y 7. Pero la razén mis sigificativa era que, como hemos visto, desde sus comienzos el marxismo se presentaba a s{ mismo desde wna scusada conciencia de estar levando a cabo uns lucha en el mundo y no tan- to de ser un conjunto de ideales que se proponen al mundo y al que el pro- pio mundo debetia ajustarse. La conciencia de esa lucha en el mundo lleva- +f al propio mundo a consumar su kucha. Como también hemos visto, sa concepeién de la préctica aparecié en el pensamiento del propio Marx in- cluso antes de que se hiciera marxista, no importa exactamente cusndo se ptodujera esto, Recuerden, en particular, sus cartas de 1843, extractos de Jas cuales se presentaron artiba en la secci6n 4 de la Canferencia 4, 1 Por chocante que fuera su postura, cl tio Norman estaba siendo fil al ‘marxistno clisico.' La diferencia que el marxismo clésico establecia entre si mismo y aquello que condenaba como socialismo de los suefios estribaba en. su compromiso con el andlisis prictico hist6tico y econémico: estaba orgu- Iloso del carécter riguroso y féctico de sus afirmaciones centrales.” El titulo del libro de Engels Die Entwicklung des Sozialismus von der Utopie zur Wis. senscbaft («el desarrollo del socialismo de la utopia a la ciencia»)? articul ba ese motivo de la autointerpretacién marxista. El socislismo, surgido en su origen de una serie de ideatesetéreos, en Io sucesivo descansarfa sobre un fundamento féctico sélido. Habia sido ut6pico, pero ahora, como resultado Ae! trabsjo de Mars, se habia convertido en una ciencia. La heroica descripcién de si mismo que daba el marxismo estaba en par- te jusificada, Sus fandadores y seguidores se distingufan de los precursores 1. Elresto de est conferencia et una versén rvieda de parte del Introduce a Co hen, SlOunerhip, Freedom, and Equality. 2. li eomuninmo no es une dotting sino an rooimient; procede no dels principe sino de los bechor, Engel, «The Communists and Karl Heinzeno, pig, 303, 3. easel Conferencia 3, seein 2 Tpualdad 139 socialistas como Charles Fourier y Robert Owen en que renunciaron a una detallada representacién de sociedades imaginatiés pgffectas y dicron un gran salto hacia adelante en la senda de una comprensién realista de cémo ‘funciona el orden social. Peto esta autodescripcién que cl marxismo clisico favorecia era también en parte una bravata, Pues los valores de igualdad, comunidad y autorrealizacidn humana cran indudablemente pattes integran tes de Ia estructura de ereencias de cuio marxista, Todos los marxistas cli sicos ereian en algiin tipo de igualdad, por més que muchos se hubictan rnegado a admitilo y por mas que ninguno, quiz, hubiera formulado con precision ese principio de igualdad cn el que cre‘a. Sin embargo, alos marxistas no les preocupaban los principios de igual- dad, De hecho no les preocupaban valores o principios de ningrin tipo y por «eso nunca se interesaron por tomarlos en consideracién. En lugar de eso de- dicaron su energia intelectual al duro capatazén de hechos que todeaban sus valores, a las audaces tesis que explicaban la historia en general y el ca pitalismo en particular —tesis que le dicron al marxismo su autoridd do- ‘minante en el campo de la doctrina socialistae incluso, de hecho, su autori dad moral, en la medida que el considerable esfuerzo intelectual que habfa proyectado sobre cuestiones de la teoria histérica y econémica daban prue- ba de la profundidad de su compromiso politico, ‘Ahora cl marxismo ha perdido mucho o la mayor partede su caparazén, de esa dura concha supuestamente fictica. Apenas nadie lo defiende en la academia y en las oficinas del Partido Comunista no hay ningtin miembto del partido que crea que esta aplicdndolo hasta cl punto de que el matxismo que todavia sobrevive —y se podria decir que cierto tipo de marxismo so- brevive, por ejemplo, en la obra de eruditos como John Roemer en Estados Unidos y Philippe Van Paris en Bélgica—se presenta « sf mismo como un conjunto de valores y un conjunto de estrategias para realizar esos valotes. Ahora, por tanto, el marxismo es bastante menos diferente del socilismo ut6pico —del que tan orgullosamente queria mantener sus distancias— de Jp que en su momento pudo considerarse. Su concha esta cascada y hecha aficos, su punto débil ha quedado ala vista [Déjenme ilustrar la pérdida de ese caparazén féctico del marxismo, en particular con respecto al valor de la igualdad, Sea cual sea la opinién que tengamos acerca de la perspectiva obstétrica, en su forma marxiste, esta perspective presuponia ereencins objetivas sobre la igualdad que ya no son sostenibles, Los marsistas clisicos erefan que la igualdad material, la igualdad de ac ceso a los bienes y servicios era, por un lado, algo histéricamente inevitable 140 Sieres igualizaia, gem es que eres tn ico? ¥; Por otto, algo moralmente correcto, Lo primero lo eretan de forma total ‘mente consciente y lo segundo lo erefan de forma més o menos consciente, aunque se evadian en distinto grado cuando se les preguntabs si, en clecto, locreian, Fueen parte porque erefan que laigualdad era histéricamente ine. vitable por lo que los marxistas elésicos no dedicaron demasiedo tiempo a pensar por qué esa igualdad era moralmente correcta, qué era exactamente ‘Jo que Ia hacia obligatoria desde un punto de vista moral. La igualdad esta: ba en camino, exa biervenida y seria una pédida de tiempo teorizar sobre por qué habrfa de ser bienvenicla, en lugar de penser cémo hacerla llegar tan ripido y de un modo tan indoloro como fuera posible —pues la fecha pre- cia en la que se logearia la igualdad y el coste de aleanzara, a diferencia de Ja propia igualdad, no eran inevitables y la sabidutia obstétrica encontraria, pot tanto, su aplicacién aqui Dos tendencias historicas supuestamente irsefzenables que ttubajaban en comin garantizaban la futura igualdad material, Una era el ascenso de tana clase trabajadora organizada, cuya situacién social, hasta que llegara l cercano final dela desigualdad, se movia a favor de la igualdad. Fl mo- vimiento de los trabujadores crecer‘a en niimera y fuerza, hasta que tuvie- 1a el poder de abolit la sociedad desigual que habia alimentado su creci- siento. La otra tendencia que ayudaria a asegurar la igualdad eventual era l desarrollo de las fuerzas productivas, el continuo incremento del poder hhumano de transformar Ia naturaleza para el beneficio del hombre, Ese crecimiento daria como resultado una abundancia material tan grande ‘que cualquier cosa que alguien necesitase para desaerollar una vida satis- factoria podsfa tomarlo de la tienda sin coste alguno para nadie. La sbun- dancia futura que se garabtizaba servia como un instancia para refutar la sospecha de que la desigualdad puciera emerger de nucvo, bajo una nuc- va forma, después de la revolucin —pacifica 0 sangtienta, legal o ilegal, ripida o lenta— que el proletariado podsfa realizar y realizaria, Tras esa revolucién, habsia un interin de desigualdad limitade: aunque la divisién de clases dejara de existt para siempre, la gente més productiva serfa me- jot recompensada que los menos productives. Pera, cuando «todos los ma- nantiales de la riqueza cooperativa legasen] a fluir de forma mas abun- dante»," incluso esa desigualdad limitads desapareceria, porque todos podrian tener cualquier cosa que pudieran (con toda prudencia) querer tener. 4. Mars, The Critiaue of the Gota Programme, pig. 24 (trad cas Critic al programe ste Gotbe, Madi, Voss, 1991), Igualdad 141 La historia ha hecho tizas cada una de las predicciones que acaba de es bozar. Fl proletariado, durante un tiempo, crecié alo largo y a lo ancho, [pero nunca se convirti, como el Manifesto comunista presagiaba, en lain ‘mensa mayoria»’ y tiltimamente se ha visto reducido y dividido por la cre- ciente sofisticacién psicoligiea del proceso de produccién capitalista, que habia contado con seguit aumentando el tamafio del proletaciado e incre- ‘mentando, sin embargo, el poder de ese mismo capitalismo. ¥ el desarrollo de las fuerzas productivas ahora tropieza con una barrera de recursos. El conocimiento téenico no ha dejado de crecer y no dejar de hacerlo, pero el poder productive, que, considerado en términos gencrales, es la capacidad de transformar la naturaleza en valor de uso —es decir, en fuentes dela uti- lidad para los seres humanos— no puede expandirse pari passu con el cre- cimiento del conocimiento técnico porque el planeta Tierra se rebela: sus recursos resultan no ser lo suficientemente abundantes para que el continuo crecimiento del conocimiento tecnoldgico genere la expansin incesante del valor de uso, 2 Echemos un vistaz0 mas atento a las dos principales afirmaciones mar- xistas, presuntamente inevitables, que distingui més arriba 1La primera afirmacién es falsa porque el proletariado esté en proceso de desintegracién, en un sentido que trataré de precisat de forma breve. ‘Como consecuencia—y es una consecuencia muy desalentadora para aque- los de nosotros que seguims siendo igualitaristas—, la lucha por Ja igual- dad ya no es un movimiento reflejo por parte de un agente localizado en un punto estratégico dentro del proceso industrial capitalista;* los valores so- es imitil con respecto al presente e innecesario con respecto al futuro.” 21. Nose deduce que su optimismo en ese asunco fuera completamente eraional —es decir, causado slo por una aversin a Ta desiguadad El que Marx tambicn tiers bie is ravones para ceeren una abundancia furura noes algo que pedamosestablece sn wn studio mis profundo del ue yo he hecho acer desu critica de Iss pesinistas previsiones de la economia police sin 22. Véase la Conferenca 3, seein 1 23, La que Mars ams cel estado ms bajo del comunismow (que, siguend cl dscurso posterior de Mar, lamaré aqui escislismo») proporciona una objecion a esa afecidn, pero no une objec devastadors La objecin ex que el socialism aplies un principio de Aistibucion (ea ena cut sein sos concibucioness) que se puede represenat como una respuesta que los maraistas das ala pregunta de el es a forms corecta de dsb. Pera ‘sta objecion «I alieracin del texto noes devastadora por dos rzones, Primero, el soci lismo seve como una forma meramente de tasicéa ye principio que lo Rober se us fica como apeopiado para a terea que tiene ante sel socialise de prepara el camino para I comunismoabsoluto,snés que como ao exigible desde el punto de vista de Ie otic abs- tract, Segundo, marssmo considera que el principio socialista es mis © menos ineluc ble, en exe estado histrico; no considera ese principio como una eeceién que requiera la 156 Sires igus, cedmo esque eres tan rico? ‘Yano podemos creer en las premisas ficticas de aquellas conclusiones Conferencia 7 acerca de la {ir)relevancia prictica del estudio de las normas. No podemos compattit el optimismo de Marx sobre la posibilidad material, pero, por tan- to, tampoco pocemos compartir su pesimismo sobre la posibilidad social sideseamos mantener un compromise socialista. Bl optimismo de Marx le petmitié mantener un pesimismo que debemos abandonar porque debernos abandonar el optimismo que salvaguards ese pesimismo, 'No podemos confiar en que la tecnologia vaya a arreglar las cosas por nosotros; si pueden atreglarse, entonces nosotros tenemos que arreglatlas, pot medio del duro trabajo politico y teérico, El marxismo pensaba que In igualdad se nos concederia como resultado de Ia abundancia, pero tenemos «que buscar la igualdad en un contexto de escasez y, en consecuencia, tene- mos que tener mucho més claro de lo que lo tenfamos aquello que estamos ‘buscando, qué razones tenemos para buscatlo y por qué medios institucio- nales puede realizarse. Ese reconocimiento debe dirigir los esfuerzos fur 105 de los economistas y flésofos socialstas. * SENTIDOS EN QUE LO MALO PUEDE SER BUENO, ‘Una mirada algo mis ligera al problema del mal La Conferencia 7 no podia reproducirse aqué. La razin es que era un ejer- cicio multimedia: el piiblico acept6 rei invitacion para cantar conmigo, con el acompattamiento de las cintas, un grupo de canciones populares norteamerica- nas que ilustran cémo las cosas malas pueden ser buenas. Las personas fami- iarizadas con el béishol canocerin el morcento de la séptima entrada cuando se pide a la mltitud que se Ievante y cante «Take Me Out tothe Ball Gare», normalmente< los compases de wn brgano. Consideré que diez conferencias s- rian mas agotadoras que nueve entradas en el beisbol, en parte porgue son diez, pero sobre todo porque son conferencias. Asi gue pensé que mi pitblica . Mi rechizo de la premise socoligicasuponia un optim sabre la posblidad social «que Marx, en efecto, vtabs, pues desde u punta de visa slo abundancia materi podria reutralzar a tendencia hacia a desigualdad dela sociedad human , portato, nnguracase de esteuctura social como tal poeta hacerlo. Véas la Conferenls 6, econ 67, 6. Almenos, cuss a tavés de la apicacin de a coaceéa en un prado tan alto que sefa virtalmeste imposible organizal yccrtamcnte imposible confirms, Si es posible organi zat couceiin masiva neces, pero se rechaza la jgualdad porque es imposible coofinnat ‘6a coaccién maiva,entonces Iz defensa de la desigualdad no se converte ni ea algo pure mente objetivo ni (como yo entendo esta exiqueta aqui: was ara, pig. 160) en algo pura ‘mente anmmative. hors scfa ncesati defendeda pars evar volar valores primordia, i lato aun esto sea injusto. Ka os témines de Alber Hischavan, al defenst no dice que e proyecto de elimina a jgualdad se il, ino més ben cae pone en peligra valores na ct portantes (isto desde la esa adecuads), Véase Hirschman, The Rhetoric of Reaction Por supuesto, la coaecién masiva produce en culquie cso una desgualdad mative de poder porque (ounque esto no sea una cues permanente Kia) tal coaceiin no pede ali tse de forma democrivca, As! qu a objetiidad dela defense, al final, bartante spurs. 7. Observen que no se trata def ainacin trivial de ques la gente es teriblemente ‘egofes, enzonceslaextrcturn no puede revert xe egolsmo, Se tata dea afrmaciéa 20 tr vial de quela estructura no puede, como alguna vers pensé que pod, expres I igualdad «pesar dees (iereverble) poss. Justicia, incentives yegoismo 163 zonablemente optimistas sobte los limites de la propia naturaleza humana, In historia capitalista nos habia arcojado a un callejonin salida del que no podriamos escapar para recuperar el camino del socialismo, 2 De acuerdo con mi cambio de actitud hacia la venerable doctrina segién fa cual a igualdad exige una considerable falta de egoismo, siento ahora me- nos desdén con respecto a otra vieja panacea, que no es (excepto, a veces, indirectamente) una apologia de la desigualdad, sino una receta para elimi narla, Fsta panacea dice que para que se supere la desigualdad, es necesario ‘que haya una revolucibn en el sentimiento 0 en la motivacin, en oposiciin a tuna (mera) revoluciin en la estructura econdmica. No creo ahora que es0 sea verdadero sin mas, pero creo que hay mds verdad on clo de lo que antes es tuve dispuesto a reconocer. Y la razdn que constituye a veces, segin dije, ‘una apologia indirecta de la desigualdad es quc, a no ser que hubiese un se ‘undo advenimiento de Jesuctisto o (si Cristo no era el Mesias) un primer advenimiento del Mesias, no babré nunca, podrian pensar muchos, el cam bio necesario en la motivacién, Mi creciente simpatfaen la actuslidad por la afirmacién de esa panacea ‘que he puesto en cursiva—que se podria denominat Ia panacea social cris tiana— se apoya en la reflexin del trabajo que he realizado en los tltimos afios sobre la justficacién cawlsiana de la desigualdad econémica, Rawls dice que la desigualdad esta justficada cuando tiene el efecto de que aque- llos que peot estin estén mejor de lo que estarfan si desapareciera la desi- gualdad. La desigualdad no sélo esta justificada, sino que es justa, para Ravls, cuando (y porque) es necesaria para ese fin, en virtud de la influen cia benigna que sobre la motivacién productiva tienen los incentivos mate riales asociados a la desigualdad econémica Ravi presenta eso como justificacién normativa de la desigualdad —es decir, el tipo de justfieacién que busea presentar (alguna forma de) la des: ‘gualdad como justa—. Pero, como argumentaré, una investigacién més pre cisa del mecenismo principal que verfica, cuando es verdad, que la desigual: dad econémiea beneficia alos que peor est, evela que el caso rawlsiano de {a desigualdad esta mejor caracterizado como una defensa metamente fcti ca de tal desigualdad. A pesar de lo que el propio Rawls dice, no muestra ‘que la desigualdad beseda en el incentive sea just, segin su propia con: cepeién de justica, sino, a lo sumo, que es lamentablemente inevitable, : 164 Sieresiguaiaistn, goémo es que exes tan rico? cuando no inevitable fout court, al menos si no queremos rebajar la condi- cin de cada uno.’ La defensa supuestamente normativa de Rawls de la de- sigualdad se presenta a sf misma, cuando se la interroga debidamente, como una defenss meramente fictica de tal desigualdad, Esto ¢s porque, como ve- remos, debe atribuirse a los més productivos un egoismo antiigualitarista, como parte de la explicacién de por qué la desigualdad es necesatia, hasta el punto de que sea de hecho necesatia, 3 Me gustaria comentar un cambio de formulacién de Rawls, a través de dos textos por lo demés sustancialmente idénticos —un cambio que es de gran importancia en relacién con el contraste entre la defensa de la desigualdad fictica y la normativa, En su antiguo ensayo «Justicia como equidad>, encontramos el siguien te parrafo, Si, como es muy posible, estas desigualdades operan como incentivos para conseguir mejores esfuerans, las miembros de era sociedad deben contemplarlos como eoncesiones «la naturleza bumane: ellos, como nosotros, pueden pensar ‘que idealmente le gente deberia quere serie alos dtm, Pero, como son mu tuamente egoistas, su aceptacion de estas desigualdaces es solamente la acepta y Pareto, respectvamente. 21, Vénse Cohen, «lncentives, pi. 266, nota 6, para las custo posiblesformlaciones el principio de Ia diferencia, que encuentran todas elas, de forma exzonada, spoyo ex A “Theory of ustice de Rawls, Creo que el argumento de as Conferencias 8 9s slidoab a 0 de todas las formulacones dl principio. Justicia incentives y egofamo 169 Ja sociedad estén mejor de lo que estarian de cualquier otra forma. No ten 4g0 nada que objetar sobre el principio de la diferenciffen si mismo,” pero estoy muy en desacuerdo con Rawls sobre el asunto de qué desigualdaces pasat el test que justifica la desigualdad segiin el principio y, por tanto, cuénta desigualdad admite ese test. En mi opinién apenas hay desigualdad alguna que verdaderemente lo sea que satisfaga la exigencia scBalada por el principio dela diferencia cuando se concibe, como el propio Rawls propo: ine que se conciba,” como regulador de los asuntos de una sociedad cuyos :ismos miembros aceptan ese principio. Si tengo razén, [a afirmacién del principio de la diferencia implica que la justicia exige (virtualmente)™ una igualdad incondicional, en oposicin alas «profundas desigualdades» en las ‘oportunidades de vida iniciales con las que Rawls piensa que la justicia es compatible.” Se piensa cominmente, por ejemplo Rawls lo hace, que el principio de Ja diferencia autoriza un argumento a favor de la desigualdad centrado en el recutso de los incentivos materiales. La idea es que la gente con talento pro- uciri mas de Lo que lo hatia si, y slo si, se les paga més del salario normal y parte del extra que produzcan puede darse alos que peor estén. La desi- gualdad que es consecuencia de los incentivos materiales diferenciales se justifica dentro de los términos del principio de la diferencia, pues esa desi- ‘pualdad —se dice— beneficia a los que peor estan: a desigualdad es nece- saria para que ellos alcancen la posicién que disfrutan, por muy insignifi- ‘ante que, sin embargo, pueda ser su posicién. Ahora bien, antes de presentar mi critica a este argumento, es necesa- tio hacer una advertencia con respecto @ los términos en los que se expre- sa, El atgumento se centra en una opcién que realiza gente bien situada 22. Tengo algunas ceservas sobre el principio, pero son irclevantessespect al argu mento actual Estoy de acuerdo, por ejemplo, con I exten de Ronald Dworkin de a-xin- sensibld de la ambicién» del principio dela diferencia; véase Dworkin, «Equity of Re sources, pig. 34. 23, «Propone que se conciban slao esta frase porque parte de la exitcs actual hacia Rewis es queno logra conceit, Es deci, que no recone is implicaciones de concer, 24, Creo que el requisio esque cada persoan rene el derecho de prseguir su propio interés hasta un punto ruzonable, Pero és es una justifieaién dela desigualdad bastante di ferene del que hace a jstificacin de os incentvos; vate Coben, acentivese, is. 302 303, S415, 25. Rav, A Theory of Justice, pg 7. 26, Esta es slo a fornia més esquemitca de conecta l pago superiors los que mejor ‘stn com beneficio para los que peor estén. La adopto aqui en arse de la simliidad de la exposicién 170 Sieres igualitaista,ec6ino es que exes a rico? ‘que tiene a su disposicién un salario alto en una economia de mercado: puede clegir trabajar més o menos y trabajar en lo que hace o en otta cosa, y para eve jefe en lugar de para aquel otro, sestin lo bien pagada que esté ‘Acesta gente bien situada, en la presentacion habitual del argumento que acabo de hacer, se les llama «los dotados de més talento» y, por razones ‘que daré ahora, les llamaré asi a lo largo de mi critica del argumento, Con todo, para que el argumento posea Ia fuerza que tiene, esta gente afortu: nada no tiene por qué considerarse dotada de mas talento en otro sentido que en el de poseer cierta capacidad para lograr unas ganancias significa tivas en el mercado. Todo lo que debe set cierto de ellos es que estan si- tuados en una posicion tal que, afortunadamente para ellos, tienen a su dis- posicion un salario alto y pueden wariar su productividad exactamente en funcién de lo alto que exe salario sea. Pero, hasta donde alcanza el argu- mento de os incentivos, esa afortunada posicién puede deberse a circuns- tancias que son totalmente acciclentales y que esti en relacién con cierta clase de dotacién que esos individuos posean, ya sea un producto natural © haya sido inducida socialmente. No es necesatio pensar que la dotacién media de fuerza, de aptitud, de ingenuidad, etc., de un lavaplatos cual quieca sea menor que le de la media del alto ejecutivo para aceptar el men. saje del argumento. Sin duda, uno necesita pensar algo de este estilo para estar de acuerdo con el argumento diferente que justfica recompensas para Ia gente bien situada en todo o en parte como un pago justo para que ponga en prictica esa inusual habilidad suya, pero Ia teoria de Rawls se construye a partir del rechazo de tales consideraciones. ¥ tampoco cree Rawls que el aumento en las recompensas se justfique porque las contri- buciones extras justifiquen recompensas extras en rezones de reciproci- dad estricta, Se justifican, segiin él, simplemente porque proporcionan un resultado mas productivo, Sin embargo, insisto en designar a estos individuos sefalados como «los dotados de mas talento» porque objetar que de hecho estos individuos en realidad no estén dotados de un talento especial en mingsin sentido es entear en ung consideracién empirica discutible y, en este contexto, engafiosa, puesto que daris la impresién de que tendria importancia para nucstza eva Iuacién del argumento de los incentivos el que la gente bien situada merezca la denominacién que se le asigna ono. La critica particular del argumento de Jos incentivos que desarrollaré se entiende mejor en su especificidad cuando ‘usamos la expresién «con talento», que aparentemente supone una conce: si6n; no indica una concesién a la pregunta féctica de cémo la geate que std en lo mis alto de la sociedad de mercado llepa a estar alli, Mi empleo Justicia, incentives y egotsmo 71 de los propios términos del argumento mucstre la fuerza de mi critica: la ctitica se sostiene incluso si concedemos generosimegte el modo en que la gente bien situada asegura sus posiciones de poderen el mercado. Ade- iis, resulta especialmente apropiado hacer tales concesiones aqul, pues- to quc el principio de la diferencia de Rawls es secundario, desde un punto de vista léxico, en relacién con su principio de que se ha de cumpli una justa igualdad de oportunidades en lo que se refiere a la obtencidn de las posiciones deseadss; si algo asegura que aquellos que las ocupan poseen tuna dotacién creativa superior es esto. (Lo cual no significa que de hecho lo asegure. Es compatible con una igualdad de oportunidades justa el he- cho de que Is principal caracteristica de In gente que esta en lo mas alto ‘posea una mayor astucia y/o una prodigiosa agresividad y no algo mas ad mirable.) ‘Ahora bien, por las siguientes tazones, ctco que el argumento de los in centivos para la desigualdad representa una aplicacién distorsionada del principio de la diferencia, incluso aunque sea su aplicacién mas esténdar y quizé incluso la mas convincente. La gente de especial talento o bien acep- ta al principio de la diferencia 0 bien no lo hace. Es decit, o ellos mismos creen que las desigualdades son injustas si no son necesarias para que me- joren los que no son pudientes o no creen que eso sea un dictado de la jus ticia. Sino lo creen, entonces su sociedad no es justa desde un punto de vis ta rawlsiano, puesto que una socieded es justa, segtin Rawls, sélo si sus propios miembros aceptan y manticnen los principios de Podria apelarse al principio de la diferencia como justificacién de cierta to lerancia o cierta promocién por partc del gobierno de la desigualded en ‘una sociedad en la que los dotados de talento no la aceptaran, pero enton- es ese principio justfica una politica piblica de desigualdad en una socic- dad en la que algunos miembros —los dotados de talento— no comparten la comunidad con el resto.” Sc toma su comportamiento como fijo 0 pate métrico, como un dato enfrentado aun principio que se le aplica desde fue ray no como responsable él mismo ante ese principio. Fsa no es a forma en ‘que los principios de la justicia operan en una sociedad justa, de acuerdo con el concepto que Rawls expone: dentro de sus té:minos, se puede dis- tinguir entre una sociedad justa y un gobierno justo —es decir, aquel que aplica principios justos a una sociedad cuyos miembros puede que no acep- ten esos principio. 27. De forma mis precisa, no comparten la comunidad jsificodora con el testo, ex €l scatdo ene que expect la fave en eusiva en wTneentvess, i 22 172 Siere igualiarita, somo ee que eres tn ico? ‘Asi que volvemos a la segunda y tinica posibilidad que nos queda: que Jos de ms talento sf acepten el principio de la diferencia —que, como dice Rewls, apliquen los principios de lajusticia en su vida diaria yadquieran del sentido de la justicia que supone obrar asi— Pero en ese caso se les pu de preguntar por qué, si ellos mismos creen en el principio, exigen un pago mayor del que obtienen aquellos menos dotados por un trabajo que, de he- cho, puede requeric un talento especial, pero que no es especialmente dese. sradable (pues ninguna consideracién de este tipo entra en la justificacion ravwlsiana de la desigualdad detivada de los incentivos). Se les puede pre ‘guntar a los de mas talento si el extra que obticnen es necesario para mejo- rarla posicién de los que peot estan, que es lo tnico, de acuerdo con el prin- cpio de ta diferencia, que podria justifcarlo, ¢Es necesatio tout court, es decir, independientemente de la voluntad humana y, por tanto, con toda la voluntad del mundo que la eliminacién de 1a desigualdad empeorara la si- tuacién de todo el mundo? ¢O es necesario sélo en tanto que los dotados de Ids talento decidiréan producit menos de lo que producen ahora o dejatian de ocupar los puestos que ahora se les pide que ocupen sila desigualdad de sapareciera (através, por ejemplo, del impuesto sobre la tenta que redistr- buye con un efecto totalmente igualitarista)?” La gente con talento que acepta el principio de la diferencia encontrar dificultades para contestar a estas preguntas. Pues no pueden invocar en de. fensa del principio de la diferencia, como autojustificacion, que sus elevadas recompensas son necesarias para mejorar la posicién de los que peor estén, puesto que en el caso més corriente son ellos mismos quienes bacen que sean necesatias esas recompensas con su actitud de no querer trabajar, a cambio de las recompensas habituales, con la misma productivided con que Jo hatfan a cambio de recompensas més elevadas y esa falta de disposicién por su parte es lo que asegura que los no especialmente dotados obtengan menos de lo que obtendrian en otro caso, Las recompensas elevadas son, 28, 0s ciudadanos en u vida dit firman y acta seg los primerosprinipios de jstcia» Acrian «sein esos principio como dicts setido de lajusticia , portato, «i ‘aturaleza como personas morales se selia cas completamente. (Cita exteaidas, respect vamente, de Raw, «Kantian Constrvctiviem in Moral Theory, pigs 321,528; idem, A Theory of ste, pig. 528) 29, Bsa forma de lograr a igualad presrv la funcisn del informa del mercado ‘ientrasextingue su funcién motivacional. Véase Joseph Caren, Equality, Moral Incentives, an the Market 30. Véase Cohen, «incentives, pig. 298 e cas, para lo que quiero dect cn wel caso Justicia, incentvos yegofma 173 por tanto, necesarias slo porque las opciones de los més datados no estén debidamente ajustadas al principio de la diferencia.” Por tanto, aparte de aquellos casos especiales en que los de mis talento literalmente no padrian —en oposicién a los casos normales donde ellos (sencillamente) no guerrian— actuar tan productivamente como lo hacen sin una remuneracién mas alta, el principio de la diferencia puede justificar Ja desigualdad s6lo en una sociedad donde no todos acepten ese principio. Por tanto, en sentido estrictamente rawlsiano, no se puede justficar la desi- ualdad. ‘Ahora bien, este conclusi6n sobre lo que significa aceptar yllevas a cabo el principio de la diferencia implica que la justicia de una sociedad no se da ‘exclusivamente en funcién de su estructura legisativa o de sus reglas impe- rativas de carter legal, sino que se da también en funcién de las opciones ‘que escoge la gente en el marco de esas reglas. La aplicacién rawlsiana con- vencional (y a mi parecer errénea) del principio de la diferencia puede mo- delizarse de esta manera, Hay una economfa de mercado en la que todos los agentes buscan maximizar sus propias ganancias y hay un Estado rawlsiano ue selecciona una funcién impositiva sobre los ingresos que maximiza el retorno de ingresos a los que peor estén, dentro de la constriecién que su pone el que, a causa dela motivacién egoista de los mas dotados, un sistema impositivo que igualara totalmente a todas empeoratfa Ia situacién. de la gente més de lo que lo harfa uno que no fucra tan igualador. Pero este re torcido modelo para la realizacién del principio de la diferencia, con ciuda danos inspirados por la justicia y que apruchan una politica estaal que re presenta un juego impositive contra (algunos de) ellos en la medida que aparecen como agentes econémicos egoistas,esté en completo desacuerdo con la (lépica) exigencta rawlsiana de una sociedad justa en la que sus pro 31, Rawls permite « los ms dotados decir que sus clevadas secompensss ee jutfcan porque nccesitan hacer que ls bajasrecompensas de oe que peor ein no sean mis bajar de lo que ya son, Pero, como apunt® en la Parte 2 de «lncentives», eso pusde serve como justificacion de sus elevadasrecompensas cuando les més dotados habla de ello en rercera persona, pero no, de forma erica, cuando ella sismos se lo estinoftecendo alos pobres De manera andloga, tengo una bnens adn pata pagar sl secestrdor que se he levad @ In hij, pero él no puede, sabre esa bas, jstificar su exigenia para que le pag 0 puc de decit que ex jusificado para exigiela porque, sos cxmmplo a exigencia, on hijo valve 14, Los ticos mas dorados a0 son, por supuesto (en singin case), tan malos como loss cuestradoces, pero la jsiicain que dan pare exigic incentives fraceen tanto como le del secuesiridar cuando se expresa en téminos «yo-r0». Commo die ariba, la jasiicacin de os {ncenivos pare ellos funciona slo si se conciben como extras dentro de la sociedad en 174 Sieres iguana, cena que eves tan ico? pios ciudadanos se someten de buena gana al estindar de justcia encarna do en el principio de In diferencia, Una sociedad que es justa dentro de los téeminos del principio dela diferencia —podemos, pues, concluir—no exi- ge simplemente reglas coerctivas, sino también un ethos de justicia que con. tsibuye a dar forma a las opciones individuales. En ausencia de tal etbos, se producirin desigualdades que no serin necesarias para mejorar Ia condi- cidn delos que peor estén: el etbos requerido fomenta una distribucién mas justa de lo que las reglas del juego econémico pueden asegurar por si mis: mas. ¥ lo que se exige es, de hecho, un ethos, una estructura de respuesta situada en las motivaciones que orientan la vida diaria no sélo porque es imposible disefar las reglas para una eleccién econémica igualtarista con respecto a las cuales puedan ponerse a prucba siempre las motivaciones,” sino también porque comprometeria setiamente [a libertad si fuera necesa- rio consultar siempre ala gente tales regs, incluso suponiendo que se put iran formular las reglas aplicables y apropiadas.” Efectivamente, uno puede imaginar, en abstracto, un grupo de reglas coetcitivas tan bien pensadas que, de modo general, las opciones egoistas «que se atuvieran al marco de esas reglasllevaran a los que peor esti a una posicién tan alta como la que produciria cualquier otro modelo de opcio: ns, Alli donde ls regla coercitivas tuvieran ese carfcter (y se supiera que lo tienen), los agentes elegirian de forma egoista y estarian seguros de que los resultados de sus opciones satisfarian una interpretacién —inflexible, con raz6n— del principio de a diferencia, En ese (imaginario) caso, el nico et dos necesario para que fuera justo el principio de la diferencia seria la obe diencia voluntaria «las reglas bésicas, un ethos que Rawls exige expresa ‘mente. Pezo la amplia literatura econémica sobre la compatibilided de los incentivos nas enseia que no pueden disefiarse reglas de ese tipo perfecto gue hemos contemplado, Segiin esto y como de hecho son las cosas, tal como he argumentado, el etbos exigido debe guiar la opcién en el marco de las reglas y no solamente limitarse a obligar alos agentes @ que las obeder- can. (Por mi parte subrayaria que esto no es asi sélo porque sea cietto en ge neral que el objeto de las reglas que gobiernan une actividad debe ser acep- 32, Una taxén mis importante de por qué ninguna de ess reples «piblicas» podan dlisefarse es que o siempre es posible decir, incluso para a persona en cuestin, si sv exi- sencia de mt dinero com condlcién pate cambiarse aun empleo més deseable socialmen ‘exe jstiea como compensacin para cla carga especialy ono y, por tanto, se permite den- tro del marco dela igualdad, considerindolo todo gloalmente. Para mas detalles sobre a publicidad, véase el pivtafo final de la kina nota de a Conferencia 9. 38, Véase Cohen, clicentives, pi, 316. Justicia, incentives yepoismo 175 tado cuando el agente persigue esa actividad de buena fe. Cualquier depor- te competitive representa un contracjomplo a csta goficralizacidn. Pero mi argumento a favor de la conclusién citada més arriba no descansa sobre la falsa generalizacién que he sefalado,)* 6 Hay una objecién que los partidarios de la Teoria de la justia de Rawls planteatian contra el argumento con el que ctitico su aplicacién del princi pio dela diferencia, La objecién es que el hecho de que centre miinterés so bre la posicién de los productores mejor dotados en la vida ccondmica dia- tin es algo inapropiado, puesto que su compottamiento sucede dentro de (y no determina) la estructura basica de la sociedad y es silo a esto timo alo ue se aplica el principio de la diferencia.” Cualesquiere que puedan ser las opciones que la gente lleve @ cabo dentro de ella, la estructura basica garan- tiza que se satisfacen los dos principios de la justicia, Electivamente, como Rawls reconoce, las opciones pot las que se inclina la gente pueden valorar- se como justas 6 injustas desde diversos puntos de vista. Asf, por ejemplo, nombtar de manera caprichosa al candidato A en lugar de al candidato B para un puesto cualquiera puede juzgarse como injusto, incluso si esto se da cn el marco de unas teglas que tengan una estructura basics justa (puesto «que esas reglas no podrian disefiarse de forma que proseribieran de hecho la variedad de los posibles caprichos que podsian arse). Pero ese tipo de “4, Habla que Burs quel siguiente tice del argumento dels incentives pe ade sigualdad nose enfoca contr «todo lo que podria lamars incentvo, sino sélo cont los in- cencvos que producen le desiguldad y que se dice que se justin porque mejorun last tute de los que peor es, No planteo ninguna objecién conta les incentivos discos pra eliminar un foco de pobreze © para induc la gente a encargarse de trabajos par culmmente poco agradables. No ex constivativo de aquellos inentivos que producen In de- sigualdad. Mi objetivo son los incentivos que otongan clevadas recompensas ala gente de talento que de otra forma no tabsjarian como esas recompensas le inducen ahacetlow.(Co- hen, alncentives, pg. 272). Los incentivos tolerados aqutjustifican Je desigualdad de ga ‘naness, pero no justfcan In desgualdad como tal, Por el contrati, son necesris par fo ‘mentar a jquldad, consider ndolo todo plobalmenc 35, Para una decaracién tpica de esta restrccia, wase Rawls, Political Liberalism, is. 282-283 36, Veo la primera frase de In secin 2 de Rawls, Theory of astice (The Subject of| Jstoes;aDe muchos tipos ditntos de cosas se dice que son juste injsts: nos las ye le iantuciones y los sistemas sociales, sino también las diversas aciones particulates, 176 Sires igunlaarit,cedeno es que ove tan ico? injusticia en la cleccién no es la clase de injusticia que los prineipios rawl- sianos estén disefiados para condenar. Puesto que, ex bypothest, esa opcién seda dentro de una estructura basica establecida, no puede afectar a la jus- ticia de la propis éstructurs bisiea, que es lo que, de acuerdo con Rawls, los dos principios gobiernan, De forma similar, las eleeciones que se refieren al trabajo y ala remuneracién que los mas dotados realizan tampoco deberian someterse a juicio para defender el principio de la diferencia. Ast que juzgar esas elecciones es aplicar el principio a un aspect equivocado. Bl principio de la diferencia es un «principio de justicia para las instituciones».”” Go- bierna la opcisin que toman las instituciones, no las que se llevan a cabo den. tro de ellas. Segtin esto, el desarrollo de Ia segunda parte del argumento di lemaitico de la secciin 5 terpiversa la exigencia rawlsiana de que los ciudadanos de una sociedad justa aprucben los principios que la hacen justa. En vie tud del alcance que se da al principio de la diferencia, se cuenta con que Jos mejor dotados lo defienden con fidelidad, en la medida que se ajusten a las reglas econémicas que prevalecen porgue ese principio requiere esas reglas. Llamen a eso «la objecién de la estructura biisicay. Ahora bien, antes de que lo desarrolle mas por extenso y luego conteste a 4, me gustaria sea Tar que hay una ambigtiedad importante en el concepto de la estructura bis ,ecoacci Iga, ee Donde et la seein 185 que Rawls entiende por «estructura bisica» de una sociedad, esa estructura puede leerse en las disposiciones de su constitucién, gp una legislacién es pecifica tal que pueda exigirse para incrementar esas disposiciones y en la Jegislacién y In politica futuras que, siendo de importancia capital, se resis tap a ser formuladas en la propia constitucién.” La estructura bisica, en esta primera comprensién que se tiene de ella, podria decirse que es el per Ail coercitivo en sentido amplio de una sociedad, que determina de una for ‘ma relativamente ajustada y general lo que la gente puede y debe hacer, an ticipdindose ala legislacién que es opcional, en relacién con los principios de la justicia, y que se desentiende de la limitaciones y las oportunidades crea das e impedidas por las elecciones que leva a cabo la gente dentro de la es tructura bisica dada entendida en ese sentido. Sin embargo, no est nada claro que la estructura basica sea compren dida siempre asi, en términos exclusivamente coercitivos, en los textos raw! sianos, Rawls dice a menudo que la estructura bsica consiste en las ins tituciones sociales mas importantes y no pone un énfasis particular en la coercién cuando anuncia esa especificacién dea estructura basica."* En esta 1B, Asie principio del diferencia, aunque pesepuido a cavés de usa politica statal (sostenida coeriivamente), no puede, como Rawls piensa, insribirse de maneen apt eo le onstnnidn de wna sociedad. Vase Raws,Polical Liberalism, pgs, 27-230 14, Conederen, por ejemplo, l pase de A Throng of asic, pigs. 7-8, en donde se pre senta el concept de la estuctora bis: «eNuesteo tema [J ee del juste socal Para nosotros ef sujeto primar del just cin la estuetutabicica de a sociedad , mas exactament, la forma en que is instiuciones sociales mayors dststbuyen los derechos y deberesfundamentalesy determinan J visi cde lc ventas de la cooperacin socal. Por insiuciones mayores eniendo la consttucioa politica ylos principale auerdosecondeicosy sociales. Asfla protecién legal de libertad cde pensumiento y de concicaia,los mereados competes, la propiedad privada en tem: nas de preduecidn a familia mandgama son ejemplos de instiniinies sociales mayores No consieraré la justicin de as nstiucions y las prcticas sociales en general [.] [Lox dos principi dejuticia] puede ser que-nefuncionen para las regs as pctias dels 280

Vous aimerez peut-être aussi