Vous êtes sur la page 1sur 11
EN TEORIA por Teresa Colomer* Uno de los problemas que afecta a la actual literatura infantil y juvenil es, segiin Colomer, el debilitamiento de la dimension metaforica y simbélica de las obras, la pérdida de peso de la palabra y la escasa Suerza de las imagenes evocadas, en favor de otros elementos como la intriga argumental, la identificacién del mundo creado con el del lector y el desplazamiento de la experiencia estética hacia la parte ilustrada del libro. Para paliar esto, la autora sefala la necesidad de atender la dimension evocadora y connotativa del texto. Porque en una sociedad «de Ja imagen», las imagenes formadas por el lenguaje en nuestra mente continian ofreciendo su cualidad mas intrinsecamente humana. 7 — CLIJT30 ‘lliteratura infantil y juvenil tiene ‘en cuenta —de forma deliberada, or experiencia social o por azar, tanto da ahora— las posibilidades de recepcion de la experiencia literaria durante la etapa de la infancia y la ado- lesceneia, Este tipo de textos permiten que nifios, nifias y adolescentes se in- corporen al uso poético de la palabra fen nuestra sociedad. Una incorporacién ‘wen presente» para los receptores, pues to que pueden participar de la comuni- cacién literaria desde un inicio tan tem- ano como, pongamos por ejemplo, las canciones de cua que se les dirigen; y ‘una incorporacién «en futuro», ya que los libros infantiles van abriendo un iti- nerario de formas que amplian su cono- cimiento de los géneros, los recursos, los t6picos o las figuras estilisticas que con- figuran el conjunto del corpus literario dsarrollado en su cultura EN TEORIA Uno de los clementos asociados al lenguaje literario es su capacidad de evocacién y connotacion a través del uso de imagenes y simbolos, su posibilidad de apartarse de la exposicién logica de Jos concepios para apelar a una comuni- cacién mis global que atafe a miitiples niveles de la persona, Los sents, la in- la identificacién afeetiva, la wginativa o la conmoeion emotiva son invocados por el texto lite- rario en proporcidin e intensidad vari ble y por ello constituyen un tipo espe cial de comunicacién humana, Recordar estos aspectos viene a cuen- to para reflexionar sobre uno de los pro- blemas que, en mi opinién, afectan tan- toa la produccién como a ia valoracién actual de libros infantiles y juveniles: el debilitamiento de su dimension metafo- rica y simbolica, la pérdida de peso de la resonaneia de la palabra y la escasa fuer- 8 —= CLIJ130 za de las imigenes evocadas, en favor de otros elementos como fa intriga argu- menial, Ia identificacién directa del ‘mundo creado con el del lector —Io cual ineluye la teproduccién de las formas conversacionales del lenguaje— y el desplazamiento de la experiencia est ca hacia la parte ilustrada de los libros. Las causas de esta situacién se hallan probablemente en una concepeién de la Tectura de ficcién como objeto de con- sumo, enel deseo de atraer a los lectores, con textos que parecen de lectura mis simple yen la vocacién moralizadora de los libros dirigidos a los jovenes. El texto devorado En el caso de los sloumes infantiles, ef desarrollo de la ilustracién como len- guaje artistico offece en la actualidad tuna gran riqueza de imagenes que een- tran Ia atencién del lector —y del com- prador—y que tiende a relegara la som- bra tanto la entidad de las historias que contienen como el lenguaje con el que se cuentan. Son muy a menudo y literal- mente «libros para mirar», donide ka po- tencia de las imagenes, més que eolabo- rar con el texto, pricticamente lo devora Es dificil pensar que los nifios y nifias que se deettan ante esas imigenes sien- tan interés por emprender el esfuerzo que requiere la lectura. Oir la lectura del texto no les ha servido para pensar que el texto tiene el poder de construir una historia, ya sea asociado con la imagen, ya sca de forma auténoma, puesto que, con mucha frecuencia, el texto se limita a reproducir de forma redundante la in- formacién de la imagen o incluso oftece simplemente una especie de esquema ar- gumental que sirve de soporte al des- pliegue artistico de fa ilustracion, La pobreza del texto tampoco ha ofte- cido ninguna garantia de que la palabra proporeione nuevas emociones y place res en si misma. Si ante una impresio ante manada de lobos ilustrados el texto se limita a informar de que el per- sonaje se enconiré ante unos lobos, 0 si frente a unas imgenes rebosantes de de- talles humoristicos el texto desarrolla tuna plana historia cotidiana, zpara qué intentar adentrarse en las lineas progre- sivamente crecientes de un texto que ca- da vez exigen mis del lector, que re- quiere habilidad técnica, rapidez 0 con- Centracién para imaginar un mundo construido @ partir de las palabras? El texto reducido En cuanto a las narraciones para nifos y nas, y atin mis en las dirigidas a los adolescentes, parece que su produceion 6 seleccién parte, en primer lugar, de la premisa de que un lenguaje estandariza- do, un vocabulario reducido y una lectu- ra univoca faciitarin la lectura —y la venta—de los libros. Incluso se da el ca- so de que algunas editoriales recomien- ddan a los autores una reduccion del léxi- co y la complejidad literaria. Pan para hoy y hambre para mafiana, al menos en el scctor de poblacién del que puede es- perarse una continuidad en la lectura de calidad. Otra cosa distinta es que la lite- ratura diversifique sus niveles de calidad ¥y exigencia para ofrecer distintos tipos de produccin literaria a diferentes ela- ses de lectores, al igual que lo hace en la literatura adulia. Pero esta evidencia del ‘mercado cultural no atafe en este caso a la tarea educativa que intenta construir tuna experiencia literaria de calidad du- rante la infancia y adolescencia, Con esta situacién se relaciona tam- big la influencia de la fiecién audiovi- sual en la fieci6n literaria, Muchas obras juveniles tienden a convertirse en guio- nes cinematograficos sin espesor escrito La vor del narrador adopta un tono deli- beradamente notarial para informarnos estrictamente de lo que aparece en la es- cena y para permitirnos conocer los movimientos de los personajes, a los que cede la palabra para que oigamos directamente sus conversaciones, Sin du- da son obras que se ajustan al gusto mo- «demo por la elipsis, la rapidez y la eon- cision, frente al ritmo lento y ala demora eel detalle propo de ora Spoces Pero la sintaxis de frases simples y yuxta puestas y el lenguaje denotativo que rei- nan en éllas, més que al servicio de una condensacién narrativa de depurada sim- plicidad se sitian en la uniformizacién y banalidad de las obras de género menor. En segundo lugar, parece que se contia en que situar el mundo de ficcién en con- Jextos homogéneos los mundos de Vida de los lectores atraer su atencién porque si los personajes, os problemas y el len- ‘guaje son idénticos a los propios, el pro- eso de proyeccién se tornara inmediato. Enel mismo sentido de «refleo literal», parece que el propésito de orientar mo- ralmente alos leciores se basaen la creen- cia de que la exposicion directa y explici- ta de las situaciones conflictivas y de las elecciones de los personajes sobre Ia con- ducta a seguir son més efectivas que las formas indirectas e implicitas de modela- cién cultural propias de la literatura En consecuencia, el texto literario se reduce con frecuencia a una maquina productora de argumentos que se agotan en si mismos o que se hallan al servicio de una exposicién de conceptos morales GE PCs ASTD ELAS ES ALAS, EGOS GENOS MAACO. ELECTS 20, —x CLIJ130 dirigidos a la inteligencia del lector a través del débil revestimiento de la me- diacién del personaje. La importancia de las imagenes Pero ya hace mucho tiempo que sabe- ‘mos que cualquier argumento puede de- sembocar tanto en un relato deleznable como en una obra maestra. También Mare Soriano advirtié que los estudios sobre estrategias de aprendizaje, publi- cidad o discursos politicos muestran que «los nifios y Ia mayor parte de los adul- tos no perciben de un texto mas que las, imagenes que evoca, particularmente a través de sus expresiones figiradas. Unicamente a partir de esas imagenes aleanzan, a menudo tras largos recor dos, la abstraccién y generalizacién de los conceptos». Y hace algu 's meses Ia prensa daba noticia de la existencia de un programa informatico, bautizado como Brutus 1, capaz de generar relatos literatios. Los especialisias en inteligencia artificial llevan un cuarto de siglo disefiando pro- sgramas para escribir relatos, pero ésta es Ta primera vez que se ha intentado pro- ducirlos a traves de caracteristicas li- terarias, Sus autores han seleccionado algunos elementos que les parecen es- pecialmente relevantes para que los tex- — CLIJ130 tos sean apreciados como literatura por parte de los lectores. El primero de ellos consiste, precisamente, en dedicar gran- des esfuerzos a generar imégenes en la ‘mente del lector. Segtin la noticia apare- ida, «una de las fuentes de inspiracién de los creadores de este programa han sido las obras de Victor Hugo, un autor ‘que, pese a la relativa simplicidad de su estilo, logré que ningimn lector de Los ‘miserables haya podido olvidar la ima- gen fisica de las escenas que transcurren en las cloacas parisinas>.” Ciertamente, es dificil para la mayorta de nosotros recordar el argumento com- pleto de una obra al cabo de un cierto tiempo, por mas que nos hayamos se do absolutamente arrastrados. por ella durante la lectura, En cambio la atmés- fera creada o el tono de la narracién se rmantienen de forma mucho mis estable en nuestra evocacion. Y sin duda, al re- cordar o hablar de las obras, partimos casi siempre de escenas y detalles que ‘nos impactaron especialmente La fuerza de las imagenes literarias, su capacidad de evocacién y connota- cidn, es, precisamente, lo que las incor- pora al imaginario colectivo, de tal for= ‘ma que mucha gente puede recordar la figura biblica de una zarza ardiendo sin consumirse, aunque no pueda precisar «en qué episodio de La Biblia aparece y para hablar con quién fue escogida como forma de aparicién divina, La fuerza de las imagenes y escenas es lo que rever- bera en la meite humana a través de las ‘generaciones y lo que hace que se reuti- Ticen y perpetiten los t6picos iterarios 0 Jos elementos miticos mas allé desu en- garce en relatos coneretos, Esta linea de transmisién continiia ‘ofreciéndose a los nifos y nifas através del folelore, El palacio de cristal, el eas- tillo de Iris y no Volverds, la reduccién a cenizas de las que se alza triunfante el ave fénix o Cenicienta, las inguietantes posibilidades de los espejos, los mundos, dormidos o pettfieados, las propiedades de los anillos, los lagos del olvido, la magia del niimero siete y un larguisimo eteétera de poderosas imagenes y sim- bolos pueblan los suerios infuntiles gra cias. su conocimiento del folctore. Ello les permite disfrutar de la reelaboracién yeel eco de esos elementos en la cultura actual. La intensidad del color rojo de Caperucita contra el fondo negro del bosque y del lobo prolonga la encarna- cidn de la inocencia en peligro tanto en cl abrigo rojo de la nifia que cruza el blanco y negro de La lista de Schindler ‘como en la nia pisoteada por Mr, Hide, una encarnacion de Ia maldad, en la no- che londinense de Ei misteriaso caso de Mr. Jeckill y Mr: Hide. Pero la literatura no solo reelabora, La ‘amplia difusin de los libros infantiles y juveniles a lo largo de generaciones ha ‘ncorporado un largo niimero de esce- nas, elementos ¢ imagenes al imaginario social. Asi, el Pais de Nunca Jamis de Barrie, la sonrisa del gato de Cheshire, Ja conversacidn oida desde un barril de ‘manzanas d on, la transforma~ cin de un patito en cisne de Anderson 0 cl descubrimiento de una huella humana ‘en Ia arena de la desierta isla de un néu- frago de Defoe pertenecen hoy al comtin de nuestra cultura, Uno de los argumentos esgrimidos en favor de producir versiones de obras sicas para nifios radica, justamente, en el interés de este tipo de elementos, Contra la idea de que el espesor del len- guaje, la complejidad argumental o los eles de elaboraci6n del significado de estas obras no pueden simplificarse pa- ra hacerlas accesibles a la lectura infan= til o adolescente, los partidarios de | adaptaciones han resallado la permaner cia de escenas e imigenes de la obra ori- ginal en sus traslaciones, defendiendo el beneficio que reciben los lectores al des- cubrirlas ali. Le posibilidad de ineorpo- rarestos elementos. sus ensofiaciones 0 el conocimiento indeleble que de ellos aleanzan supondria asi una ventaja ma- yor que la de desplazarlos hacia una Tectura futura, siempre hipotética, si se iende a la imposibilidad de que los ni- ios y nifias reciban las obras con la com- plejidad propia de su destinacién adulta, Y¥ desde In perspectiva actual, no cabe dud de que la literatura infantil y juv nil continia offeciendo obras con ha- llazgos importantes a este nivel. Una na- rracién como Los hijos det vidriero, de Maria Gripe, ofrece un conjunto de genes muy notable en su. elaboracién alegorica de la Ciudad de Todos los De- se0s. El deambular de los nifios prota- ‘gonistas por los pesillos alfombrados hasta que sus imagenes desaparecen de los espejos, los usos simbélicos de los objetos de cristal o arcilla, las escenas de encuentro entre los nifios y los seiio- res que les adoptarin, el rapto en el ca- rruaje negro, etc, establecen un texto es pecialmente denso en su capacidad de Impacto emocional y simbslico mas alla <éc la comprensién literal o de la traduc- ‘id logica de sus significados, © bien un album como EI guardidn defolvido, de Joan Manuel Gisbert y Al- fonso Ruano, offece un texto a la altu- ra de la evocacién multiplicadora de sus bellas imagenes. ¥en otro bum re= 79 azul, podemos ver un gj plo de cémo una historia convencior aunque de resonancias foleléricas, eobra caricter a partir de un hallazgo tan ex presivo como afortunadamente inexpli- eado: la eualidad de azul del perro po- tenciada por la intensidad plastica de la imagen que lo recrea. En todos estos ejemplos nos hallamos — CLIJ130 ante imagenes que parten de un especial ceuidado respecio de la evocacién a tra- vés del impacto en los sentidos. Es lo que el critico literario David Lodge lla- ma fabricar «verdadero pan y verdadero vino antes de convertilos en simbolos». Y argumenta: «Si el pan y cl vino son in- troducidos en la historia tan sélo, y de- masiado obviamente, por su significado simbélico, ello tendera a sabotear la cre- ibilidad de la narracién en tanto que ac~ cién humana Lodge ejemplifica esta idea con el co- mentario de un fragmento de Mujeres ‘enamoradas, una obra DH. Lawrence, publicada en 1921. El fragmento descri be el esfuerzo de un persomaje por do- minar el terror de su cabalgadura ante el paso del tren, mientras la escena es con- templada por dos muchachas. Lodge muestra cOmo la descripcién sirve para simbolizar el chogue entre la industria rinera, impuesta al eampo por el poder z masculino y la voluntad capitalista, por tuna parte, y la naturaleza representada por la yegua, de la otra. Al mismo tiem po, a perspectiva de una de las mujeres, dentitieada con la yegua, sirve para cevocar un significado sexual de la esce- EN TEORIA na.a través de la fuerte impresién causa- ddapor el dominio del jinete e incluso ticipa la relacion que tend lugar mis adelante entre el jinete-propietario mi- nero y la muchacha afectada. Y Lodge sefala al respecto: «Ese denso caldo de 12 — CLI130 cultivo simbético seria, sin embargo, mucho menos eficaz si Lawrence no consiguiera al mismo tiempo que nos re- presentéramos la escena en todos sus v vidos, sensuales, detalles. Bl feo ruid el movimiento de los vagones cuando ef iren frena son registrados con una dic- cién yuna sintaxis onomatopés chocando mas cerea y més cerca en ate- rradores, estridentes golpes, seguidas ppor una elocuente imagen de la yegua, elegante incluso bajo el efecto del paini- eo: “La yegua abrié la boca y se alzé ‘espacio, como si la izara un viento de El silencio de la critica y la escuela Por contra, nos hallamos con que la valoracién critica de las obras infantiles ¥y juveniles o el trabajo escolar sobre ella, a través de fichas de lecturas, in- sisten una y otta vez en destacar ef ar- gwmento y los valores ttansmitidos por ladescripeién de los sentimientos y con- dductas de los personajes. Vista la repeticin de los esquemas narrativos de los cuentos populares ¥ la ausencia de entidad psicolégica de sus personajes, es evidente que éste no seria ‘un buen camino para analizar la literatu- ra de tradicion oral, por ejemplo. Sin ‘embargo, la huella de estos relatos en la imaginacién infantil es innegable. Y si se tratara de trasladar al lector los vallo- res «en bruto», como un simple reflejo meedinico tipo «valora la conducta» © «cgueé harias ta si fueras el personaje», sin duda estos cuentos nos Hevarian di- rectamente ala astucia, la falta de com- pasion o los valores patriareales. Este es precisamente el malentendido que ali- rment6 la critica ideolégica ejercida por Jos educadores sobre los cuentos popu- lares, una eritica que los mantuvo bajo sospecha durante décadas hasta que au- tores como el psicoanalista Bruno Be telheim empezaron a resaltar los valores, de fondo transmitidos por las imagens escenas y simbolos de este tipo de lit ratura Destacarel arzumento, deseribira los personajes y valorar sus conductas son ejercicios atrayentes para los educado- res, Son seneillos de corregir, ya que el argumento, por ejemplo, puede objeti- varse y los temas y valores favorecen el debate moral, o cual ofrece una oeasién muy propicia para la educacién de los nilios y nifias, No por casualidad ésa es tuna de las grandes ventajas.que los maes- tros ven en la presencia de la literatura infantil y juvenil en la escuela, de tal ‘manera que las lecturas recomendadas en Secundaria obedecen en gran parte al tema que tratan, Por el contrario,fijarse en las imige- nes nos lleva de leno a enfrentar la re- cepcién de las obras en los lectores, un tema mucho menos cémodo por su variabilidad. Atender a la re- cepeién no forma parte de la tra- dicién educativa de nuestra area cultural —cuando si que es un as- pecto mucho més presente en la iradici6n anglosajona, por ejem- plo—. Parecidas dificultades ha- cen que la formacién de imigenes ‘mentales sea también uno de los temas menos tratados por la inves- tigacién en lectura y el resultado de todo ello es que a escuela no ha creado y difundido de forma sufi- ciente pricticas capaces de aten- dera estos aspectos, Destacar la resonaneia percepti- z 2 va de un texto 0 la creacién de imagenes ‘y metiforas que contiene no es reducir- Toa aspectos de superficie, sino atender al placer de la seduecion que ha Hevado al lector a apropiarselo y a entenderio, Permitir que los alunos escojan las es- cenas ¢ imagenes que les han impactado, dar tiempo y ocasién a la expansion de la respuesta personal a través de activ dades de creacién que recojan estos ele~ mentos o fomentar el contraste y discu- in con los demas de las resonancias y ignificados evocados son caminos para ello que deberian traducirse en rutinas —a CLIJ130 tan presentes como Io son ahora las ac- tividades focalizadas en. estructuras 0 descripciones. Las falsas \agenes posticas Hemos destacado hasta aqui la direc- ta aridez de buena parte de los textos producidas por la literatura infantil y ju- venil, su achatamiento literario. Pero en este campo conviven también otto tipo de problemas. Nos referiremos ahora a los generados por la introduccion de dis tintas debilidades de Ia concepcién de ‘lo postico» cuando los autores intentan acercar est tipo de experiencia a 0s i fios y nifias. Creo que algunos de estos problemas pueden agruparse bajo los si- Buientes epigrafes: Los catilogos de la abundancia Allgunos textos se reclaman poéticos porque se construyen a partir de un apre~ tado nimero de imigenes. A menudo mezelan elementos de la tradicion oral con otros de nueva ereacién, Muchas ve- ces tratan deliberadamente de traspasar la herencia folelériea y de actualizarla api cando sus leyes a objetos y situaciones propios de las sociedades actuales. En es- te empefio, el problema reside en la ati culacién de los elementos. Si el autor no es lo bastante habil, los motivos y las imagenes literarias se offecerin como un conglomerado y no como mucios de fuer- za en un tejido, de forma que més que evocar, acabarsin saturando, El lector se ‘moverd dificilmente entre un montén de imagenes que embotan la recepcion y que terminan por esterilizarse unas a otras. En una variedad narrativa mais orde- nada, la sucesién de imagenes se pro- duce como resultado de la puesta en marcha de un procedimiento creativo concreto, La «casita de chocolate» fun- ciona como una imagen de ambivalencia entre atraccién y peligro en el cuento de los Grimm, pero la Titeratura actual pue- de situar a'unos personajes en un lugar donde visitan, una tras otra, pongamos Por caso, una casita de chocolate, otra dehelado, otra de cristal y otra de humo. En cada una de ellas la descripeién de la escena derivari de las caracteristicas es- pecificas del tipo de material escogido, Se entra aqui en la logica del «qué pasaria si...el mundo —o las casitas en la funcin particular que cumplieran en el relato— fuera de chocolate, de helado, et. Este es un recurso enormemente po- tenciado en los textos infantiles actuales que han adoptado muchos de las herra- mientas creativas difundidas por Gianni Rodari en la década de los 70. El extra- jhamiento, el cruce de catucteristicas 0 la extrapolacién de rasgos han producido obras configuradas directamente como Series 0 catalogos (dle cartas, camas, co- ‘metas 0 abanicos) 0 como capitulos su- EN TEORIA cesivos de aventuras, distintas solo en funcidn de la variacion de los escenarios ‘ode los personajes enfrentados. La ima- gen insdlita no funciona entonces por su poder de evocacién, sino que nos halla- ‘mos ante un desplazamiento del interés hacia la logica del mecanismo, hacia el placer de constatar las. consecuencias provocadas par el cambio introducido y {de aprobar la coherencia y la verosimili- ‘ud imaginativa conseguida. Con frecuencia ello responde a la bis queda de una complicidad humoristica con el lector, a una propuesta de juego ‘imaginativo compartido, que sin dada ha ‘obtenido resultados valiosos en obras de Sylvia Plath, los Ahlberg, Toles Sennell, Miquel Obiols o Joan Manuel Gisbert. ‘© La poética de las estereotipas Un grave problema de muchos libros dirigidos a la infancia es que acaban iden- tificando la cualidad poetica con la pre- seneia de determinados elementos que ‘nuestra cultura ha eonnotado tradicio- nalmente como bellos y sugerentes. ‘Mayoritariamente, estos elementos pue- den distribuirse en tres campos: en primer lugar, el de la naturaleza, con la mencion dle determinados animales como las mari- pposas, maples pai- Sajes Como los lagos asociados a la placi- dez u otros elemen- tos naturales como las nubes, las estre- las, la Luna o la ve- getacion —aunque abe constatar aqui ‘que la evocacién se mantiene habitual- mente en un gené- rico «pdjaros, «dr boles> 0 «flores», lo cual intensifica ain mis el lugar contin de Ia imagen—. En segundo término, el de actividades de fiesta y celebracién hu- ‘mana, con la presencia de la feria, el circo 6 los juguctes tridicionales. V, en tercer lugar, el dela cultura humanistica —en su sentido de cletras» y no de «ciencias y tecnologgian— con la evocacién positiva de museos, libros, poemas, pinturas y canciones. El andlisis de la narrativa infantil actual 14 —= CLIJ130 revela que esen los cuentos dirigidos a los lectores a partir de los 8 aftos cuando se introducen mayoritariamente estos ele- ‘mentos. Lo hacen desplazando otros ima- ‘inarios positives ofrecidos a los lectores mis pequefios, que se centraban en el bie~ nestar fisico de los personajes (comer, dormir, abrigarse, ser abrazadis, ete) Pa- rece funcionar, pues, el supuesto de que hacia los 8 afios los nifios deben, o pue- den, conocer imaginarios mis connotados culturalmente que los derivadios de su ex- periencia propia y més cercana. ; ‘Nada que objetar a ello. Pero de ahi no tiene por qué derivarse esa repetitiva uilizacion de los colores, los payasos y Jos espantapijaros, esa insistencia en la ensonacién producida por la Luna que leva a calificar de postico cualquier tex- to que debilite Ia accién en favor de la ‘morosa contemplacién de elementos co- ‘mo los citados 0 que enumere por ené- sima vez los heterogéneos objetos con- tenidos, por ejemplo, en el bolsillo del protagonista y que previsiblemente va a contar con una canica y una pluma azul, © sus equivalentes. El uso t6pivo de este tipo de imagina- rio forma parte tambien de la endeblez ccon que se expone el discurso ecol6gico cen [os libros infantiles: gris contra colo- res; ciudad contra naturaleza;industrias y ‘trabajo contra ocio y relaciones persona: les. Las carencias ideoligicas del diseur- so se traducen en una simple mencin de flores y arco iis, bien lejos de la fuerza creativa de imagenes como, por ejemplo, ‘los hombres grises> de Momo, persona- jes inquietantes por su penetracién in- Visible, su capacidad de seduceién y su cia innegable a partir de la simple imagen de cartera, bombin y cigarro gris de humo, una voz dtona y cenicienta y luna clara indiferenciacién personal Sin duda es en este apartado donde se sitian muchos de los problemas de la pproduceién de poesia moderna para niios ¥y nifias, De su lectura se desprende que fos mejores autores saben adaptarse ala ‘experiencia limitada de los destinatarios al usar un lenguaje préximo al suyo, res- ‘ponder asus intereses tematicos, aura referentes concretos, abundar en cl hue mor y en el predominio de determinados recursos expresivos, como la metifora, ¥ fascina a Ja infancia sin que los nifos y nitias par- ticipen de las variadas polémicas © in- terpretaciones de este mito moderno que hhan llenado innumerables paginas de bi- afia De hecho, la educacion literaria en la escucla se basa en ofrecer una ayuda mediada para la interpretacion de los textos, Se explicitan entonces algunos significados, pero siempre bajo la idea EN TEORIA == de que no es la «traducciém de! texto i- terario a un texto que exponga el signi- ficado lo que permite su disfrute, sino la relectura posterior de la obra, 0 st ple evoeacién, con mayor capacidad pa- ri apreciarla. En el ejemplo de Lodge, entender la fuerza del jinete que impone 16 — CLIJ130 Ia presencia del tren a la yegua 0 su lec tura en clave de acto sexual afade y ex plicita nuevos significados de la escena, pero sigue siendo el texto de Lawrence y no el de Lodge el que nos impacta. El peligro de pensar que un simbolo 0 uuna imagen se reducen a su explicacion (cy por qué no decirlo asi, pues, si se en- tiende mejor?) es lo que Ilev6 a proscri- birel uso de la parafrasis en la escuela a partir de la difusién de las teorias es- ‘ructuralistas. «Es imposible separar el fondo de la forma» y «el texto literario no puede decirse de otra manera» fueron frases muy reiteradas a partir de los 70, si bien en la actualidad la parafrasis ha regresado triunfante a la escuela como instrumento de comprensién y como presencia de una actividad absolltamen- te habitual en el uso social dela literatu ra, en el debate y la discusion comparti- da de los significados por parte de los lectores, El recurso a la alegoria EL uso de imagenes y simbolos al ser- vicio de la valoracién moral halla su cauce literario en la alegoria que ha constituido las paribolas religiosas, Ias fibulas didacticas y satiricas... y muchos textos dirigidos a la educacién infantil En estos relatos no se sugiere signifi- cado mas alla del sentido literal, sino que el texto debe ser leido en una clave ue remite constantemente a otro signi ficado no mencionado. Asi, el desarrollo narrativo de la alegoria se corresponde paso a paso y univocamente al significa do implicito que discurre en paralelo, El placer receptor de la alegoria reside en la conciencia del lector de «saber des- cifrar» los elementos que la componen estableciendo su significado paralelo, fen su apreciacién de la coherencia conse- ‘guida por las analogias utilizadas por el autor y en el «plus» de comicidad, terror Togrado a partir del extrafiamiento de las conductas descritas que las traslada desde su aceptacién habitual hasta un lu gar donde se evidencian los problemas, efectos 0 prejuicios que conlleva Algunos textos infantiles aetuales pue- den leerse en clave alegérica, Otros, los mis, s6lo hacen un uso parcial de ello, 0 bien de forma intermitente o bien inter- cealando un suefio, un texto leido por el personaje, etc., que puede oftecer una clave de lectura afiadida al cuento, Feral y las cigitenias de Fernando Alonso, La piedra arde, de Eduardo Galeano: 6 £1 castillo de las tres murattas, de Martin Gaite, serian ejemplos de clo En cualquier caso, es preciso que la narracién no explicite su mensaje ya que hacerlo lo convierte en obvio y aula la cficacia del recurso. ¥ también es preci- so que el relato no resulte exeesivamen te previsible una vez entendida su clave (0 que en lugar de «deslizarse» limpia- ‘mente por la alegoria, se enrede en la mis rocambolesca artificiosidad en su esfuerza por conseguir que todo cus dre» en referencia al significado oculto. De todos estos defectos tenemos, des sgraciadamente, abundantes ejemplos en fa literatura para nitios. Conclusion Los problemas expuestos hasta aqui responden al deseo de sefalar la necesi dad de atender a un aspecio del texto li- terario especialmente importante para formacién de los lectores. La dimension evocadora y connotativa del texto a par- tir de imagenes y escenas configuran de manera imborrable la experiencia ltera- fia desde las primeras edades y son la mejor garantia de una gratifieacién que provoca la continuidad de la lectura, El debilitamiento que sufren en la produc- cidn y la escasa atencin que reeiben en Ja valoracion de los libros requieren de una aeciGn compensadora: por una parte el eercicio de una ertica que establez jerarquias basadas en la calidad del eor- ‘pus y no on su accesbilidadlectora 0 en Su oportunidad temética y, por otra, la ampliacin y divesificacion de las rti- nas escolarés sobre comprensin y di frute de las obras. En definitiva, porque ‘en una sociedad ade la imagen, las imi genes formadas por el lenguaje en nue: tra mente contintan offeciendo su cuali- dad mis intinsecamente humana, * Teresa Colome ‘Autonoma de B 3 profesora en la Universitat elon Notas ‘Soriano, M., «De la mage du texte au texte de imagen, en La Reve des Lives pour Enfants 6-164 pp. 47-50, 1995, 2. EL Pais X18, ‘ge, DF arte del fc insula, 199. A Thid nota Colomer, La formaciin del lector htraro Narrativa infant yen acto, Madr Fu daciin German Scher Reipere2, 1998 Barcelona: Pe 17 = CLIJ130 PW me ae Mejia Lequerica, 12 Dery a eee 28004 MADRID NOVEDADES: prea — Een red ee et eas ery aceon) ra PEM) rd rete scolar Pros ere Jacke feretenr Peers Pree Lr Dea eee Pair) Poorer

Vous aimerez peut-être aussi