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Prlogo
En cambio, quien an sostenga que nuestros rganos sensoriales sirven a nuestro percibir y nuestros rganos de movimiento a
nuestro obrar no ver en los animales un mero ensamble mecnico, sino que descubrir tambin al maquinista que se encuentra
instalado en los rganos tal como nosotros mismos lo estamos
en nuestro cuerpo. En tal caso, empero, ya no abordar a los
animales como meros objetos, sino como sujetos cuya actividad
esencial consiste en percibir y obrar.
As queda abierta la puerta que conduce a los mundos circundantes, puesto que todo lo que un sujeto percibe se torna su
mundo perceptual, y todo su obrar se vuelve su mundo efectual.
Mundo perceptual y mundo efectual conforman juntos una
unidad cerrada: el mundo circundante.
Los mundos circundantes, que son tan mltiples como los
mismos animales, ofrecen a cada aficionado de la naturaleza
nuevas tierras de una riqueza y hermosura tales que bien vale
la pena recorrerlos, aun cuando no se ofrezcan a nuestros ojos
fsicos, sino tan solo a los espirituales.
No hay mejor modo de comenzar tal paseo que durante un
da soleado en un prado en flor, atravesado por el zumbido de los
escarabajos y el aleteo de las mariposas. Ahora, imaginaremos en
torno a cada uno de los animales que habitan el prado una burbuja de jabn que representa su mundo circundante y contiene
todos los signos accesibles al sujeto. No bien nosotros mismos
ingresemos a una burbuja semejante, el entorno desplegado ante
el sujeto se transmutar por completo. Muchas caractersticas
del colorido prado desaparecen por completo, otros pierden su
relacin mutua, y se tejen nuevas conexiones. Un nuevo mundo
surge en cada burbuja.
El lector del presente relato de viajes es invitado a realizar
una travesa por estos mundos. En la confeccin del libro, los
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