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Extracto del libro “Antropologia filosófica contemporánea” de Juan David

Garcia Bacca ( página 14)

“Cuenta la fábula que Prometeo fue a robar, a Minerva y a Vulcano, la


sabiduría, la técnica y el fuego; con esos dones robados vino a enriquecer al
hombre desarmado, desnudo y descalzo, dotándonos de ciencia, de técnica
y de fuego, con los que pudiéramos suplir todas las desventajas de nuestra
posición, de haber quedado pobres por haber repartido Epimeteo, con poco
talento, entre los demás animales, toda la provisión de dotes. Esas dotes: la
ciencia, a técnica y el fuego, las repartió entre los mortales a costa de los
dioses. Pero Júpiter no se dio por demasiado agraviado, y permitió que lo
que había sido latrocinio de Prometeo quedara en adelante como posesión
natural, intrínseca y permanente de los hombres.

Viendo Júpiter que tanto la sabiduría como la técnica y el fuego no servían


más que para destruirse los hombres unos a otros, compadecido, envió al
dios Mercurio, el mensajero por excelencia, a que viniera a regalarnos un
segundo tipo de dones, absolutamente gratuitos y benévolos:

Las virtudes políticas, que son, para Platón, tres fundamentalmente:


primera, la reverencia para con los dioses; segunda, la justicia; en tercer
lugar, el pundonor o la vergüenza.

Pero cuando se trató de repartir semejantes dotes, preguntó Mercurio a


Júpiter cómo las distribuiría; ¿ las distribuiré, le dijo, como las demás dotes,
que basta que las tenga uno para que sirvan para muchos?; como basta que
haya un médico para muchos enfermos, o un zapatero para toda una
colonia o todo un barrio de la ciudad. Júpiter le respondió: la virtud política
tiene que ser distribuida a todos y por igual; no basta que haya uno que la
practique por todos; no basta con que alguien practique la justicia, y que
todos los demás nos fiemos de él, como todos confiamos en nuestros
zapateros o médicos. Todos tiene que participar, según el don de Júpiter, de
las virtudes políticas fundamentales.

Este es el mito platónico “Protágoras”, despojado de belleza literaria”

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