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No habrá seguridad verdadera hasta que no haya trabajo y salario digno para todos. No habrá
seguridad verdadera hasta que los que deben velar para que se cumplan las leyes dejen de ser
los que las violan. La policía represora, los políticos corruptos, la falta de trabajo digno para
todos, el futuro incierto para gran parte de la población, sobre todo los jóvenes, son solo partes de
un todo: una sociedad organizada injustamente para que solo un grupo de ella viva bien y
defendida por una policía asesina; y otra parte de la población sea excluida y destinada a las
orillas de las ciudades- Nadie quiere vivir en las orillas y sin dignidad laboral y social-
Solo hay dos caminos para lograr la verdadera seguridad: reprimir y hacer desaparecer a esta
parte de la población (consecuencia de un sistema social perverso, egoísta e injusto en su
organización) o políticas públicas de inclusión social y más justa distribución de la riqueza.
Quien se acuesta cansado de trabajar dignamente, o estudiar con la posibilidad de proyectar un
futuro de justicia social, no sale a delinquir.
La policía esta vez, aunque los funcionarios que disparan el gatillo por su ignorancia no puedan
darse cuenta, no hizo más que cumplir con el deber que esta sociedad de privilegiados y excluidos
les da: cuidar los intereses de los que más tienen, aunque esto signifique matar a niños y jóvenes.
Como maestros nos solidarizamos con las familias a las que les asesinaron hijos y decimos:
Seguirá habiendo policía asesina mientras haya pobreza y reclamos que callar y ocultar.
Justicia completa. Cárcel a los asesinos directos y a quienes diseñan, sostienen y defienden una
política represiva hacia los sectores más desprotegidos de la sociedad.
SI A LA VIDA, NO A LA MUERTE.
No hay excesos en una policía que solo hace lo que el sistema social imperante le
pide y determine que haga: reprimir la pobreza, reprimir y matar a los que también
merecen y reclaman un lugar en la sociedad.