Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Anacleto y Arquímedes
Historia de un descubrimiento pasado por agua
No, no es Bond, James Bond, sino Anacle-
to, el inclasificable agente secreto creado
por la imaginación de Manuel Vázquez. Tam-
poco está al servicio de Su Majestad, sino de los
lectores de tebeos. Y para sus aventuras no cuen-
ta con los ingenios de Q. Ni falta que le ha-
cen, porque cuando se trata de apañar una ayu-
dita de la ciencia, como es el caso, tiene al
mismísimo Arquímedes, y a su celebérrimo prin-
cipio, de su parte. Se ve que Anacleto sabe bus-
carse aliados.
“¡Eureka, eureka!” ¿Qué pasa?, ¿qué escándalo
es ese? Es el gran científico Arquímedes. ¿Lo
habéis visto?, va corriendo desnudo por la ca-
lle al tiempo que grita eureka, eureka. Pobre
Arqui, desde que el rey le encomendó esa mi-
sión ya no es el mismo, le puede la presión.
Apenas unos días antes, su majestad Herón II,
rey de Siracusa hizo llamar ante su presencia al
mayor sabio del reino, Arquímedes.
—¿Qué os preocupa Majestad?
—Verás, Arquímedes, hace poco encargué una
fastuosa corona, a un prestigioso joyero. Por su-
puesto, para ser digna de mí debía ser toda de
oro, por lo que le di cierta cantidad de tan va-
lioso metal y ahora sospecho que el canalla se
ha querido hacer "de oro" a mi costa. Creo que
el artista me ha engañado destinando sólo
una parte del oro, mezclado con otro metal me-
nos precioso, para la corona y guardándose el
resto para sí mismo pero, lamentablemente, no
sé cómo comprobarlo. Por ello recurro a ti, Ar-
químedes de Siracusa, y a tu gran genio cientí-
fico para que idees un método para desvelar
el embuste.
—Me siento muy honrado por su confianza Ma-
jestad, pero en estos momentos estoy muy lia-
do y no dispongo de tiempo suficiente.
—O lo haces o te mato, amigo Arqui.
—Para mí será un honor complacerle, Majes-
tad.
Habían pasado ya unos días y Arquímedes to- El sabio acababa de descubrir un método para al peso del volumen del fluido desalojado".
davía no había dado con un método adecuado comprobar la cantidad de oro de la corona. Un Preso de excitación y alegría, Arquímedes salió
para comprobar si era oro todo lo que relucía principio que la posteridad conocería como el de casa tal como Dios lo trajo al mundo y
en la corona. Como no se le ocurría nada deci- de Arquímedes y que él mismo formuló en los echó a corre por las calles de su ciudad al gri-
dió darse un baño con el fin de relajarse un po- siguientes, o parecidos términos: "Cualquier cuer- to de ¡eureka, eureka!
co. Y al meterse en la bañera..., “¡Eh! ¿pero que po total o parcialmente sumergido en un flui-
sucede? Ya está, ya lo tengo, ¡eureka, eureka!”. do es empujado hacia arriba por una fuerza igual > Miguel Barral