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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE

Facultad de Ciencias Sociales


Escuela de Psicología
Programa de Doctorado en Psicología

TESIS DOCTORAL:

CUERPO Y SELF: NARRATIVAS DE SUJETOS QUE SE HAN


HECHO CIRUGÍA PLÁSTICA

Por

MACARENA SOLEDAD DOMINGUEZ LAZCANO

Diciembre, 2009
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE
Facultad de Ciencias Sociales
Escuela de Psicología
Programa de Doctorado en Psicología

CUERPO Y SELF: NARRATIVAS DE SUJETOS QUE SE HAN


HECHO CIRUGÍA PLÁSTICA

Tesis presentada a la Pontificia Universidad Católica de Chile como parte de los


requisitos para optar al grado de Doctor en Psicología

Por

MACARENA SOLEDAD DOMINGUEZ LAZCANO

Director de Tesis: Mauricio García Peñafiel

Comisión de Tesis: Andrés Haye


Alejandro Reinoso
Jean-Luc Brackelaire

Diciembre, 2009
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE
Facultad de Ciencias Sociales
Escuela de Psicología
Programa de Doctorado en Psicología

La defensa final de la tesis doctoral titulada:

CUERPO Y SELF: NARRATIVAS DE SUJETOS QUE SE HAN


HECHO CIRUGÍA PLÁSTICA
Presentada con fecha de hoy por la candidata a Doctora
MACARENA SOLEDAD DOMINGUEZ LAZCANO

Ha sido aprobada por el Comité de Tesis, constituido por los profesores abajo
firmantes, calificándose el trabajo realizado, el manuscrito evaluado y las defensas
orales con nota _______

Dr. Pedro Morandé Dr. Antonio Mladinic


Decano Director
Facultad de Ciencias Sociales, UC Escuela de Psicología, UC
Facultad de Ciencias Sociales, UC

Dr. Patricio Cumsille Dr. Ricardo Rosas


Subdirector de Investigación y Postgrado Jefe Programa de Doctorado
Escuela de Psicología, UC Escuela de Psicología, UC
Facultad de Ciencias Sociales, UC Facultad de Ciencias Sociales, UC

Dr. Mauricio García Dr. Andrés Haye


Director de Tesis Miembro Comisión de Tesis
Escuela de Psicología, UC Escuela de Psicología, UC
Facultés Universitaires Saint-Louis, Bélgica Facultad de Ciencias Sociales, UC

Dr. Alejandro Reinoso Dr. Jean-Luc Brackelaire


Miembro Comisión de Tesis Miembro Comisión de Tesis
Escuela de Psicología, UC Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación
Facultad de Ciencias Sociales, UC Universidad Católica de Lovaina
Santiago de Chile, 1º diciembre 2009
AGRADECIMIENTOS

Agradezco la colaboración en la elaboración de este trabajo a Andrés Haye, Alejandra


Straub y Elisa Domínguez, y el apoyo incondicional de Pilar Lazcano, Consuelo
Domínguez y Raimundo Correa.

IV
INDICE

Pg.
Introducción 1
Antecedentes teóricos y empíricos 7
Sí mismo 8
Sí mismo múltiple 10
Sí mismo narrativo 11
Sí mismo dialógico 12
El carácter social y la constricción cultural del sí mismo 13
Sí mismo y cuerpo 15
La cuestión mente-cuerpo y la herencia dualista cartesiana 15
Desde un sí mismo descorporeizado hacia un sí mismo en un cuerpo 17
Sí mismo y cuerpo, más allá del dualismo 19
Sí mismo y cuerpo desde el punto de vista de la experiencia subjetiva 24
Sí mismo, cuerpo y cirugía plástica 26
Objetivos 29
Objetivo General 30
Objetivos específicos 30
Preguntas directrices 31
Metodología 32
Aproximarse al objeto de estudio mediante un enfoque narrativo 35
Diseño 37
Muestra 39
Recolección de datos 40
Análisis de datos 41
Resultados 45
Resultados descriptivos 46
Cuerpo 47
Cirugía plástica 71
Formas de hablar en el relato de la cirugía 94
Resultados relacionales 101
La relación con el cuerpo: una relación de tensión y control 101
El bienestar psicológico 104
El mercado 106
La tradición dualista 109
El holismo 113
El cuerpo en diálogo y las estrategias de “re-subjetivación” 116
El cuerpo en diálogo: cuatro discursos del cuerpo y la cirugía 103
El proceso de una cirugía estética: un mecanismo de descompresión 128
Sí mismo, cuerpo y cirugía en la experiencia subjetiva: una narración 131
clásica, plagada de variabilidad

V
Discusión 134
La teoría sobre el cuerpo en contraste con la experiencia del cuerpo 135
Estudios empíricos acerca del cuerpo en contraste con los resultados 136
Estudios empíricos acerca de la cirugía en contraste con los resultados 138
La perspectiva feminista de la cirugía plástica: dos miradas en conflicto 138
Cirugía plástica, agencia y autonomía 143
Cirugía plástica y otras formas de Modificación Corporal 145
Conclusiones 158
Referencias 171
Post Scriptum: pensamientos finales 179

FIGURAS

Diagrama nº 1: Relación con el cuerpo 102


Diagrama nº 2: El bienestar psicológico 104
Diagrama nº 3: El mercado 107
Diagrama nº 4: La tradición dualista 109
Diagrama nº 5: El holismo 113
Diagrama nº 6 a: El cuerpo en diálogo 125
Diagrama nº 6 b: Estrategias de resubjetivación 127

VI
RESUMEN

El siguiente es un estudio acerca de las vivencias del cuerpo, el self y la cirugía plástica,
mediante la exploración de las narraciones de hombres y mujeres operados. Se buscó
indagar en los relatos la forma en que aparecen el cuerpo, el sí mismo y la cirugía y la
conexión entre ellos. La metodología es cualitativa, centrada en 11 entrevistas en
profundidad. Los datos fueron analizados usando dos métodos de interpretación:
primordialmente Grounded-Theory, pero complementariamente se realizó un Análisis de
Discurso.
Los resultados muestran que la relación entre sí mismo y cuerpo está constituida por la
tensión. Esta tensión se caracteriza por la polifonía de voces (en el sentido Bakhtiniano)
que encarnan diferentes posiciones respecto a lo que el cuerpo es, debiera ser, su valor y su
destino. La experiencia cotidiana del cuerpo y de la relación con él, está plagada de
imágenes y representaciones que dialogan entre sí, transformándose mutuamente. El juicio
propio y ajeno, real e imaginado, las demandas sociales y los modelos ideales de cuerpo, así
como representaciones discursivas más abstractas acerca de lo que el cuerpo es (objeto,
don, lastre, etc) componen voces siempre dispuestas a encontrarse en un diálogo. El sí
mismo manifiesta un deseo de control sobre el cuerpo que expresa en técnicas y rutinas de
moldeamiento y modelación. La idea del cuerpo como algo dado es lejana a la experiencia
cotidiana, muy por el contrario, en la vivencia del cuerpo la ajenidad es medular. El
esfuerzo del sí mismo, radica en domar este otro ajeno, intentando recuperarlo. La cirugía
aparece como una acción de descompresión, una forma de resolución que pretende resolver
esta tensión, silenciar las voces que asedian al sujeto, triunfar sobre lo dado y readueñarse
de algo que ha sido experimentado como extraño.

VI
Introducción

1
Cuando esta tesis comenzó a gestarse, Nip Tuck del canal Fox y Extreme Make
Over 1 del canal Sony se encontraban entre las series más populares del momento en la
televisión por cable y en la televisión abierta encontrábamos la versión nacional: Cirugía
de Cuerpo y Alma del canal Mega (que hoy pasa de su sexta temporada). El
protagonismo de la cirugía estética en la televisión ha seguido aumentando. Nip Tuck va
en su sexta temporada y se transmite también por TVN. En la televisión nacional
encontramos otros programas relativos a la cirugía plástica o que se centraron en ella
durante el 2007: “Doctor Vidal: cirugías que curan” (canal 13), “Diagnóstico” (canal
13), “Vida: radiografía de un cambio” (canal 7) y en el cable hemos visto “Hazme una
cara famosa” en MTV, “The Swan” en A&E, “Cirugía cosmética: Antes y después” en
Discovery Home & Health y “Dr. 90210” En E! y la lista continúa.
En Chile, no existen estadísticas acerca de la cantidad de cirugías estéticas
anuales realizadas (la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica no tiene registro estadístico),
sin embargo es evidente que la cirugía plástica 2 es una realidad cada vez más extendida
en el mundo (Bordo, 1993; Shilling, 1993).
Según la American Society For Aesthetic Plastic Surgery, ASAPS,
(www.surgery.org), en Estados Unidos el 2007 se realizaron 11.7 millones de
procedimientos cosméticos, el 18% de ellos quirúrgicos (más dos millones). Entre 1997
y el 2007 hubo un incremento del 457% en el número total de procedimientos
cosméticos; un crecimiento del 114% en los procedimientos quirúrgicos y del 754% en
los no quirúrgicos. Los estadounidenses gastaron más de $13 billones de dólares en
procedimientos cosméticos; $8.4 billones en procedimientos quirúrgicos y $4.7 billones
en procedimientos no quirúrgicos.

1
Extreme Make Over era un reality show, que consistía en la selección de dos participantes cada
semana, un hombre y una mujer, que eran trasladados a una capital de los EEUU por dos meses, donde
eran sometidos a un cambio de imagen completo. Este cambio de apariencia, incluía varias cirugías
durante la misma sesión (casi siempre: liposucción, rinoplastia, estiramiento facial, levantamiento de
cejas, implante de silicona en mamas o glúteos...), teñido y corte de pelo, dieta y entrenamiento físico
diario por más de 3 horas. De allí su nombre: la transformación era extrema.
2
Cirugía plástica, estética o cosmética se usan aquí como sinónimos, y refieren a tratamientos
quirúrgicos, con finalidad de mejora estética corporal, facial o capilar (Sociedad Española de Medicina
Estética, http://www.seme.org/profesionales/textos/txtCientifico.php?id=56).

2
Los 5 procedimientos quirúrgicos más frecuentes en el 2007

fueron:

Lipoplastía (liposucción) 456.828

Aumento de mamas 399.440

Cirugía de párpados (blefaroplastía) 240.763

Abdominoplastía 185.335

Reducción de mamas femenina 153.087

Los procedimientos hechos a mujeres corresponden al 91% del total de


procedimientos cosméticos del 2007. Entre 1997 y 2007, los procedimientos quirúrgicos
en las mujeres aumentaron en 142% y los no quirúrgicos en 743%.

Los 5 procedimientos quirúrgicos más frecuentes en MUJERES



en el 2007 fueron:

Aumento de mamas 399.440

Lipoplastía 398.848

Cirugía de párpados (blefaroplastía) 208.199

Abdominoplastía 180.457

Reducción de mamas 153.087

El número de procedimientos cosméticos hechos en hombres constituyeron el


9% del total de procedimientos del 2007, más de un millón. Estos aumentaron 17% entre
el 2006 y el 2007 (5% aumentaron los procedimientos quirúrgicos). Aunque salta a la
vista la diferente magnitud de las cifras, el Presidente de la Aesthetic Society, Foad
Nahai, MD, afirmaque las estadísticas confirman que la cirugía estética no se define por

3
la raza (el 22% de los procedimientos se efectuaron en minorías raciales), ni por el
género (http://www.cosmeticplasticsurgerystatistics.com/statistics.html).
Con el abaratamiento de sus costos, cada vez más mujeres y hombres se
intervienen. Nunca había sido más posible que hoy transformarse físicamente (Le
Breton, 1990): si se tiene dinero, el cuerpo ya no es lo que era: si no le gusta, lo puede
cambiar. Agrandar, reducir, cambiar de forma, eliminar, sumar.
Incluso dibujar, quemar, perforar, teñir, generarle relieves. La cirugía cosmética
no es la única tecnología de transformación del cuerpo, también existen todas las
técnicas agrupadas en lo que se llama Modificación Corporal, un conjunto de prácticas
de transformación del cuerpo definitivas y más bien radicales, que en general implican
dolor y/o sangramiento: piercing, tatuaje, escarificación, branding, la inserción de
implantes, etc.
En EEUU, estas prácticas se originaron en comunidades underground de los ‘70s
y ‘80s. En los noventa se expandieron como un movimiento subcultural, marginal y
subversivo, que promueve adornos corporales, rituales y performances tomados de una
mixtura de prácticas indígenas, estilos sado-masoquistas y performance art (Pitts, 1998,
1999).
Estas prácticas han sido analizadas -incluso el concepto mismo de Body
Modification, ha sido acuñado- por estudios desde la perspectiva crítica, usualmente
desde la perspectiva feminista, y han sido teóricamente emparentadas con la cirugía
plástica. Si ellas son prácticas similares o no desde la perspectiva de quienes las llevan a
cabo, si sus significados son parecidos o diferentes, es una pregunta que se abre en el
contexto actual, en el que la relación sí mismo-cuerpo está bajo observación.
En los últimos años la Modificación Corporal ha sido absorbida por la corriente
dominante (mainstream) como un producto o tecnología de consumo más (Jeffreys,
2000), ligado a la expresión personal y a la insubordinación juvenil (Pitts, 1998). Sin
embargo, no todas las prácticas han sido asimiladas por la cultura masiva de igual modo.
La escarificación, el branding y las modificaciones más radicales no son aceptadas por
la cultura dominante. Lo contrario a la cirugía estética que gana más y más aceptación.
Según una encuesta hecha por la misma ASAPS en febrero de 2007 a 1000 hogares, el
63% de las mujeres y el 61% de los hombres dijo aprobar la cirugía plástica, el 34% de

4
las mujeres y el 18% de los hombres dijo considerar la cirugía estética para ellos
mismos, y el 83% de las mujeres y el 78% de los hombres dijo que no les avergonzaría
hacerse una cirugía.
Agrado, el inolvidable travestido de “Todo sobre mi madre”, la película de Pedro
Almodóvar, relata ante el público de un teatro la serie de operaciones de cirugía plástica
a las que se ha sometido y el precio de cada parte de su cuerpo. Su monólogo termina
diciendo: "¡Cuesta mucho ser auténtica, señora! Pero con esto no hay que ser tacaña.
Una es más auténtica cuando más se parece a lo que ha soñado de sí misma..." Este
trozo de guión es intrigante. ¿Quiere decir que con la cirugía cosmética el cuerpo es el
que se ajusta a la forma en que es vivido el sí mismo? ¿Cómo viven, quienes se
intervienen quirúrgicamente, la relación entre cuerpo y sí mismo? ¿Qué papel juega la
cirugía en esta relación? ¿Cómo es la experiencia de someterse a una cirugía estética
desde el punto de vista del sujeto? ¿Tiene alguna similitud o por el contrario, es
completamente diferente a otras formas de modificación corporal?
El cuerpo que se tiene ya no depende exclusivamente de la información genética
heredada, de los hábitos alimenticios, ni de la actividad física, sino del poder adquisitivo
y de la serie de decisiones que cada sujeto tome al respecto (Giddens, 1991). Esta tesis
pretende explorar la experiencia de aquellos que se han sometido a alguna cirugía
estética en este nuevo contexto de cuerpos transformables. No se aspira aquí a discutir la
adecuación teórica de los conceptos de cuerpo, self, corporalidad o identidad para
proponer una construcción teórica distinta, más bien, se pretende observar, en un estudio
con carácter exploratorio, un conjunto de experiencias contemporáneas de la relación
self-cuerpo.
Este problema se abordó mediante la exploración de las narraciones de sujetos,
hombres y mujeres, que se han sometido a cirugía plástica. Se buscó indagar en los
relatos la forma en que aparecen el cuerpo, el sí mismo y la cirugía y la conexión entre
ellos, así como la relación entre estas narrativas y otros discursos, imágenes o modelos
culturalmente disponibles respecto a la relación cuerpo/sí mismo. La metodología que se
usó es cualitativa, centrada en entrevistas en profundidad. Los datos recolectados fueron
analizados usando dos métodos de interpretación diferentes: primordialmente los
métodos de análisis de la Grounded-Theory, pero complementariamente se realizó un

5
Análisis de discurso (desde la escuela francesa de la Teoría de la Enunciación inspirada
por Mikhail Bakhtin) a un caso prototípico que alimentó la primera aproximación.
Vivimos en un mundo que invita a la transformación del cuerpo y desarrolla cada
vez más tecnologías para modificarlo, repararlo y suplantarlo. Hace pocos años fuimos
testigos de los primeros trasplantes de cara en Francia y China. El 2009 un equipo de la
Universidad de Bautista Forest (Carolina Del Norte, EEUU) produjo en laboratorio y
trasplantó el primer pene con función eréctil. ¿Qué puede esperarse para el futuro? La
psicología deberá enfrentarse a esta realidad de cuerpos maleables, más temprano que
tarde, y dar respuesta a preguntas y conflictos nuevos. Se espera que la siguiente tesis,
colabore con conocimientos para ello, ayudando a iluminar algunos aspectos novedosos
de la relación entre el sí mismo y el cuerpo, entre identidad y corporalidad. Y más allá,
se espera abrir la pregunta por la forma de ser sujetos en nuestro tiempo, en este
contexto que propone cambios a un ritmo vertiginoso.

6
Antecedentes teóricos y empíricos

7
I. Sí mismo

En este proyecto de tesis se usará sí mismo y self como sinónimos. El concepto


de sí mismo (self) parece un constructo simple, sin embargo, es esquivo y ha suscitado
innumerables contraposiciones en los investigadores (Jussim, Ashmore & Wilder,
2001).
Se ha dicho, que el concepto self alude a la vivencia subjetiva de “mismidad” y
continuidad de la persona (Baumeister, 1998). Por otro lado, Paranjpe (1987) dice que el
self es el que conoce, el que goza o sufre y el que hace. Y Kunda (1999) agrega que el
self es el centro de mis pensamientos, sentimientos, deseos y acciones; es la parte de mí
que intenta controlar mis pensamientos, sentimientos, comportamientos y circunstancias
así como la impresión que otras personas tienen de mí. Asimismo, que el self es el
agente que se forma impresiones y toma decisiones, recuerda el pasado y estimula el
futuro, es impulsado por la motivación y es sujeto de la emoción (Kunda).
Como se puede apreciar hay varios aspectos del self que son relevados en cada
definición. Por una parte, al entenderlo como centro de las vivencias, se alude a una
determinada experiencia del sujeto: que tras todas las percepciones de objeto, las
acciones, las enunciaciones, hay algo común: que es a él a quien le pasan. Este centro es,
asimismo, la condición de posibilidad de la enunciación, ya que para decir algo hay que
hacerlo desde alguna posición. Si se lo trata como identidad, se alude a una
generalización posterior a la experiencia subjetiva anterior, al hecho de que el sujeto
sienta que “al que le pasan” los eventos, es siempre uno y el mismo. Cuando en la
definición de self se subraya la agencia, se alude al yo como causa u origen de la
actividad, algo que no es necesario para el self en cuanto centro de las vivencias (puede
ser un centro pasivo). Además, la línea teórica en la que se enmarca esta tesis propone
que el self es complejo y puede estar constituido por múltiples identidades, posiciones o
voces. Si los aspectos anteriores del self -centro, identidad y agencia- están superpuestos
en un grado considerable con el concepto de yo (es decir, pueden ser considerados como
sinónimos en determinados casos), ver al self como múltiples identidades transforma self
y yo en conceptos semánticamente incompatibles.

8
No es pretensión de esta tesis esclarecer esta vaguedad conceptual, sin embargo,
vale la pena hacerla notar. Lo que sí es muy importante subrayar es que el concepto de
self alude a experiencias privadas desde el punto de vista subjetivo (en primera persona)
y en ese sentido, el sí mismo no es el objeto de estudio de este proyecto. Aquí se
propone indagar lo que se enuncia del self en la experiencia de los sujetos que se hacen
cirugía plástica, mediante las narrativas que generan al respecto, por lo tanto no se
pretende observar directamente el self tal como está siendo definido. Hay una distancia
entre la experiencia del sí mismo y la narrativa de una persona acerca de sí misma y de
su cuerpo en respuesta a una entrevista.
No obstante la aclaración anterior, el concepto de sí mismo sigue siendo central
para el desarrollo de esta investigación. Esta tesis parte de una línea teórica en la cual el
self es visto como complejo, dialógico, y narrativo. Autores como Sarbin, Hermans y
otros (Ricoeur, 1999; White, 1997), han venido promoviendo esta mirada acerca del sí
mismo que contrasta fuertemente respecto a líneas de investigación enmarcadas en la
tradición de la Cognición Social, teorías que utilizan conceptos como esquemas, auto-
concepto, representaciones, categorías, en las cuales se transparenta la noción de self
como un sistema o entidad formalizable, que procesa información, que tiene diferentes
representaciones acerca de sí mismo y que las manipula de acuerdo a reglas 3 . En el
desarrollo de la Cognición Social se ha intentado investigar empíricamente aquello que
experimentamos como el “inner centredness” de nuestras vivencias (Harré, 1987),
traduciendo a leyes universales la interacción entre distintos aspectos del self y
reduciendo las propiedades narrativas y reflexivas del self a operaciones lógicas o
funciones.
Por el contrario, la línea teórica en la que se enmarca esta tesis (self múltiple,
dialógico, narrativo) procura acercarse al conocimiento del sí mismo desde una
perspectiva diferente: buscando una comprensión del fenómeno más cercana a la
fenomenología y a la hermenéutica que al intento de explicarlo mediante reglas
universales y trascendentes. En algún sentido también, se pretende aquì validar la

3
Ejemplos de reglas según las cual opera son: Self Evaluation Maintenance de Tesser, Crepaz, Collins,
Cornell & Beach (2000); Downward comparison de Wills (en Wood et al., 2000); The Selective priming
model de Wheeler & Miyake; Wood, Giordano- Beech, Taylor, Michela & Gaus, (en Wood et al. 2000).

9
aproximación en primera persona a la subjetividad humana (Barresi & Juckes, 1997),
legitimando el relato que los propios sujetos generan para referirse a sí mismos.
Generalmente, esta perspectiva ha sido asociada a los movimientos
postestructuralistas y socioconstruccionistas nacidos dentro de lo que se ha llamado la
posmodernidad. Goodson (2001) subraya que con el advenimiento de la corriente
posmodernista y postestructuralista, se ha cuestionado “la noción de un self esencial,
singular y susceptible de conocimiento (...) en favor de una visión de la subjetividad más
múltiple y disruptiva” (p.137). A continuación se abordarán las principales
características del sí mismo, en la línea teórica que se mencionó con anterioridad.

Sí mismo múltiple
Mc Adams (1985) considera al self como un conjunto de imagoes (personajes).
Un imago es una imagen idealizada y personificada del self que funciona como un
personaje central en la historia de vida de un adulto.
Hermans (1992) propone que el self sería una multiplicidad dinámica de
posiciones, relativamente autónomas, que se mueven en un espacio imaginario. El yo
podría moverse de una posición a otra de acuerdo a los cambios temporales y espaciales,
y estas posiciones podrían incluso ser contrapuestas generando interacciones,
argumentaciones y negociaciones al interior del self.
Desde un punto de vista más sociológico se ha dicho que, dado el aumento actual
de las ofertas socioculturales para la constitución de identidades, junto con los cambios
en las pertenencias grupales (cada vez menos adscritas y más adquiridas, más diversas,
extensas y más cambiantes en el tiempo), quienes están más integrados al contexto
posmoderno, poseen selves complejos (Baumeister en Krause, 2001). Gergen (1991)
propone que en la posmodernidad las personas nos vemos enfrentadas a la saturación de
la demanda por establecer contactos sociales con un número creciente de personas cada
vez más diferentes entre sí (de lugares remotos, con diferentes culturas) y a la caída de
los principios regidores de la modernidad: progreso, racionalidad, verdad objetiva. En
este escenario, en vez de identidades coherentes y unitarias nos encontraremos con
subjetividades cada vez más “multifrénicas”, formadas por múltiples selves, no
necesariamente coherentes entre sí, que estarían disponibles para interactuar de acuerdo

10
a las demandas del entorno. Nuestras identidades serían como un collage compuesto de
muchos trozos, los cuales reflejarían las “ofertas” para la construcción de identidad
socialmente disponibles en cada contexto específico (Gergen, 1991; Lipovetsky, 1986).
La persona activaría diferentes “trozos” de ella en distintas situaciones, dependiendo su
identidad particular de sus interacciones y tareas de cada momento específico (Gergen;
Lipovetsky).

Sí mismo narrativo
Mancuso y Sarbin (1983; Sarbin, 1986) proponen que el self está constituido por
un observador que es autor de una narración imaginada y un observado que es
protagonista del relato. Tal construcción narrativa es posible ya que el Yo como autor
puede imaginar el futuro, reconstruir el pasado y describirse a sí mismo como un actor.
Más aún, la construcción narrativa es un modo de organizar los episodios, las acciones y
la evaluación de aquellas acciones (Sarbin).
Según Barresi y Juckes (1997), “Nos experimentamos a nosotros mismos y a
nuestras vidas como una estructura narrativa en curso (ongoing storylike structure), el
significado de la cual se transforma a sí misma constantemente, siendo más evidente
para nosotros a lo largo del tiempo. A pesar de que no estamos constantemente narrando
la historia de nuestras vidas, estamos siempre en el medio de transformaciones de
naturaleza narrativa en la estructura de nuestra experiencia y de nuestras actividades,
reinterpretando el pasado y anticipando futuros desarrollos en un relato en el cual nos
vemos a nosotros mismos como figuras centrales” (p.694).
En la teoría de los guiones de Tomkins (1987, en Barresi & Juckes, 1997) el sí
mismo es visto como un agente activo, un “dramaturgo” que va construyendo guiones (y
escogiéndolos de los relatos de ficción, los mitos, las vidas de otros) a partir de los
cuales vive la vida en el futuro y por medio de los cuales desarrolla una interpretación
narrativa de su vida y de la de otros.
Según Mc Adams (1995) las personas somos storytellers, narradores de relatos
quienes narramos nuestra vida mientras la vivimos. En la adolescencia tardía usamos
una narrativa verbal para organizar una identidad a lo largo del desarrollo de un “mito
personal” que, en períodos posteriores de la vida, es refinado, más desarrollado y

11
posiblemente cambiado. Muchos de los “episodios nucleares” que son incorporados en
el mito personal son seleccionados de eventos recordados, con el propósito de definir y
valorizar el self o la identidad que es construida. “Comenzando en la adolescencia
nosotros escogemos en el presente recordar el pasado de una determinada manera” (Mc
Adams, 1990, p.169). La persona, en la propuesta de Mc Adams, continuamente trata de
construir una identidad con un propósito unificado y un significado, y es por ello que
gran parte del esfuerzo en la formación de identidad involucra darle sentido al hecho de
que una pura persona puede ser la variedad de personajes que participan en la historia
del self y que deben ser integrados en el relato de vida en la adultez madura.
Según Barresi y Juckes (1997), el relato de una vida como narrativa
autoconciente es de hecho un mito personal que mientras guía la vida hacia el futuro no
unifica del todo el pasado. La naturaleza narrativa de la experiencia y la narración
acerca de nosotros mismos tienen un rol crucial en el proceso de llegar a tener y
mantener una identidad personal. Barresi y Juckes dicen que la naturaleza narrativa
(storied) de la experiencia es la que provee la continuidad entre el self pasado y el futuro
mediante la experiencia presente y situada del self. La naturaleza narrativa de la
experiencia hace posible la conexión, a lo largo del tiempo, de aquellas experiencias que
son reunidas para formar y mantener un self.

Sí mismo dialógico
Concurrentemente con la teoría de un self narrativo, encontramos la teoría de
Hermans y Kempen acerca de un self dialógico (Hermans & Kempen, 1993; Hermans,
1996). Según estos autores, hay múltiples voces representadas en la imaginación de cada
persona que hablan por otros –figuras significativas o grupos- con los cuales la persona
está en una relación de diálogo. Algunos de estos otros influencian a la persona a través
de su voz que es usada en su imaginación como un monitor de sus actividades. El sí
mismo sería el resultado de un intercambio de información, de acuerdos y desacuerdos,
preguntas y respuestas entre las diferentes posiciones (Hermans, Kempen & Van Loon,
1992) o voces (Hermans & Kempen), por lo tanto, sería un self estructurado de un
modo complejo y narrativo. Las voces que constituyen al self funcionan como

12
personajes interactuantes en un relato (Hermans, 1996). Cada una de ellas tiene una
historia que contar acerca de sus propias experiencias desde su propio punto de vista.
En la noción del self dialógico, cada persona está comprometida, según Barresi y
Juckes, (1997) en relaciones sociales de distinto tipo con una gran variedad de
individuos, grupos sociales y culturas, tanto directamente como a través de la
imaginación. Cada individuo, grupo y cultura tiene su propia voz lista para involucrarse
en un diálogo con los otros. El individuo experimenta esta misma división internamente,
como un diálogo entre las diferentes identificaciones que la persona ha hecho y ha
asimilado en su identidad. Cada uno de estos subselves tiene una voz que dialoga con
otros subselves que tienen un punto de vista diferente, “tironeando” a la persona en una
dirección u otra. El individuo común, entonces, sería una persona descentrada y
dividida, con lealtades hacia otros múltiples y conflictivas, y con versiones narrativas
alternativas de su self.

El carácter social y la constricción cultural del sí mismo


En relación con el carácter social del self entendido como la “participación” de
múltiples personajes, figuras y grupos en el sí mismo, Baldwin y Holmes (1987, en
Hermans, 1996) plantean que experimentamos nuestro self en relación a una audiencia:
personas presentes o imaginadas, específicas o generalizadas, reales o fantaseadas. Esta
audiencia privada sería una referencia con respecto a la cual evaluar el propio self, es
decir, la mayoría de nosotros en diferentes momentos está respondiendo a diversos otros
significativos. Este y otros estudios (Baldwin, Carrell & López, 1990; Andersen & Cole,
1990, ambos en Hermans, 1996) sugieren que los otros significativos forman
representaciones internas ricas, únicas y accesibles que funcionan como una audiencia
privada que observa y escucha al sujeto y que le responde con evaluaciones cargadas
afectivamente.
Desde el punto de vista de la formación del sí mismo, la persona aprende quién y
qué es de otras personas; la identidad se construye en un proceso dialógico de
interacción con otros (Keupp en Krause, 2001). Con respecto a la identificación con
grupos sociales en la constitución del self, los individuos necesitan de un grado óptimo

13
de validación y similitud con un grupo, por un lado, y de diferenciación, unicidad e
individuación, por el otro (Brewer, 1991).
Otra forma de advertir el carácter social del self es verlo como un producto
cultural que se genera, tanto a través del lenguaje como a través de las prácticas o
“tecnologías del self” (Foucault, 1990). Según Rom Harré (1987), el “inner
centredness”, que llamamos self, es una característica de la organización de la
experiencia impuesta a través del poder de ciertos modelos gramaticales. Según Gergen
(1991), la construcción del self depende del lenguaje disponible para hacer distinciones
y categorizar al yo. Michel Foucault, por su parte, subraya que las prácticas relativas al
self que están imbricadas en el quehacer de una cultura (por ejemplo las confesiones, el
llevar un diario, etc.) son tan constitutivas de la subjetividad como el lenguaje mismo
(Foucault, 1990).
Sin embargo, en la constitución del sí mismo no habría un total determinismo
cultural, sino más bien un proceso dinámico y dialéctico entre determinismo cultural y
agencia del sujeto. El sí mismo sería tanto un producto cultural como un productor de
cultura: “El reconocimiento de esta co-constitución de la psyque y la cultura es la que
suscita el estudio de los ‘selves culturalmente constituidos’ dentro de la psicología
cultural. En el estudio de los selves culturalmente constituidos, los individuos son
entendidos como agentes que utilizan prácticas y símbolos culturales, compartidos y
disponibles para todos, para la construcción de sentido (meaning-making). Como
resultado de ello, la variación individual y subcultural dentro de las comunidades
culturales son interesantes y significativas. Pero sería un error, sin embargo, asumir que
los individuos pueden desviarse de las convenciones culturales de maneras infinitas.
Más bien, una premisa esencial de la psicología cultural es que la acción individual está
constreñida por la cultura tanto como está posibilitada por ella. (...) Los discursos
culturales existentes constriñen la variación en la acción individual dentro de una
comunidad cultural particular, mientras, simultáneamente los agentes individuales dan
forma, alteran y reproducen esos discursos con vistas a la acción presente y futura.”
(Gone, Miller & Rappaport, 1999, p.372).
¿El carácter dialógico y narrativo del self se refleja en su relación con el cuerpo
con las mismas carácterísticas? ¿Mantiene el sí mismo distintas perspectivas respecto al

14
cuerpo y a la cirugía plástica, producto de las cuales se darían diálogos, negociaciones,
reflexiones? ¿Cómo se presenta la cultura en estos relatos? ¿Cómo se da el diálogo entre
lo que propone la cultura con respecto al cuerpo y a la cirugía y lo que propone, vive o
experimenta el sujeto? Estas y otras peguntas son abordadas por la presente tesis.

II. Sí mismo y cuerpo

En esta sección abordaremos el tema de la relación entre el sí mismo y el cuerpo.


Al referirnos a este tópico, inevitablemente nos acercamos al viejo problema mente-
cuerpo. Reflexionar en torno a este asunto excede las posibilidades de este estudio, sin
embargo, se hará una pequeña reseña con el fin de mostrar la herencia filosófica y
epistemológica que subyace tras las teorías respecto al self y al cuerpo.

La cuestión mente-cuerpo y la herencia dualista cartesiana


La psicología tradicionalmente ha asumido el supuesto dualista cartesiano
(Arancibia, 1994). En la tesis de Descartes, la “res cogitans” y la “res extensa” son dos
tipos distintos de substancias que implican dos modos de ser. La mente, es inextensa y
es esencial a nuestra identidad. El cuerpo es, de algún modo, un accidente, un accesorio
prescindible. Dice Descartes: “...conocí por ello que yo era una substancia cuya total
esencia o naturaleza es pensar, y que no necesita, para ser, de lugar alguno ni depende
de ninguna cosa material. De manera que este yo, es decir, el alma, por la cual soy lo
que soy, es enteramente distinta del cuerpo y hasta es más fácil de conocer que él, y
aunque el cuerpo no fuese, el alma no dejaría de ser cuanto es” (Descartes, 1944, p.65).
Como consecuencia del dualismo cartesiano, la civilización occidental ha
tendido ha ver al ser humano como un alma encerrada en un cuerpo o como un “yo”
aislado dentro del cuerpo, ha valorado más el trabajo intelectual que el manual, ha
desarrollado ciencias separadas para las enfermedades psicológicas y físicas (Berman,
1989; Arancibia, 1994). Pero esto no siempre ha sido así. Cada sociedad construye, al
interior de su visión singular del mundo, un saber sobre el cuerpo y le otorga sentido y
valor. Las concepciones del cuerpo son dependientes de las concepciones de persona.

15
Según Morris Berman (1989) y David Le Breton (1990) esta concepción del
cuerpo en las sociedades occidentales es propia de la Modernidad y nace a partir del
Renacimiento. Para Berman está asociada con la des-sacralización (o secularización) del
mundo, con la Reforma y la Revolución Puritana, con el surgimiento de la filosofía
mecanicista y la revolución científica e industrial, con el nacimiento de la nación-estado
y, finalmente, con la manufactura y distribución de espejos que popularizó la posibilidad
de mirar el propio reflejo. Para Le Breton, está relacionada con el desarrollo de una
estructura social individualista, con la emergencia de un pensamiento racional positivo y
laico sobre la naturaleza, con la regresión de las tradiciones populares locales y,
también, con el desarrollo de la medicina que representa, desde entonces, el saber oficial
sobre el cuerpo.
Le Breton (1990) afirma que las sociedades tradicionales o comunitarias, no
distinguen entre cuerpo y persona, tampoco entre individuo y comunidad o grupo, ni
entre cuerpo-persona y naturaleza, de hecho, las materias primas por las que está
constituido el cuerpo son las mismas que le dan consistencia al cosmos. Entre el
hombre, el mundo y los otros, existe un solo tejido, con motivos y colores diferentes,
pero que no rompen la trama común. El cuerpo de la modernidad, en cambio, es un
elemento aislable del hombre, funciona como un límite fronterizo que delimita, ante los
otros, la presencia del sujeto. Esta cosmovisión es factor de individuación e implica la
separación del sujeto de los otros (una estructura social de tipo individualista), del
cosmos (el cuerpo ya no tiene ninguna referencia en la naturaleza, las materias primas
que lo forman no tienen correspondencia en otra parte) y de sí mismo (poseer un cuerpo
más que ser un cuerpo). El cuerpo, factor de individuación en el plano social y en el de
las representaciones, está disociado del sujeto y es percibido como uno de sus atributos.
Las sociedades occidentales hicieron del cuerpo una posesión más que una “cepa de
identidad” (Le Breton, 1990, p.23).
El dualismo cartesiano se ha expresado también a lo largo de la historia de la
psicología (Arancibia, 1994). Por ejemplo, en el área de la psicología cognitiva el debate
se ha articulado de manera importante en torno a la relación entre conciencia (auto-

16
conciencia) y cerebro, pensamiento y sistema nervioso, percepción y cuerpo,
suponiendo una oposición esencial entre ambos 4 ,

Desde un sí mismo descorporeizado hacia un sí mismo en un cuerpo


La radical abstracción del cuerpo en la consideración del sí mismo es una
corriente que se ha ido debilitando hacia finales del siglo XX en las ciencias sociales y
humanas. Hoy podemos encontrar variantes de la conceptualización del sí mismo y del
cuerpo que se despegan del dualismo cartesiano, pero que aún no lo superan. Entre estas
concepciones encontramos aquellas que conciben al sí mismo poseyendo al cuerpo, así
como habitando en él.
Por ejemplo, en las siguientes palabras de Paul Ricoeur se aprecia una
integración del cuerpo y la mente en un sólo self, sin embargo, el cuerpo se sigue
entendiendo como algo que se posee.: “(...) hablo de ideas, de acciones, de sentimientos

4
En concordancia con estas interrogaciones, la teoría más popular de la psicología cognitiva: la
llamada teoría computacional representacional de la mente plantea que la mente es un sistema que
computa, manipula signos y que, por lo tanto, pensar es calcular o procesar información (Freeman &
Nuñez, 1999). Este modelo de mente supone la división, típicamente cartesiana, entre un mundo externo
que se conoce indirectamente y un mundo interno que lo conoce a través de representaciones de él
(Cornejo, 2004). La mente ha sido entendida como una instancia descorporeizada y se la ha pretendido
describir y explicar en términos funcionales sin importar su materialidad (Descombes, 2001), ni el
contexto en el que se despliega (Freeman & Nuñez, 1999).
En las últimas décadas, sin embargo, comienza a percibirse un cambio en el desarrollo científico
de esta área. Nuevas teorías dentro de la psicología cognitiva han adquirido relevancia. Ellas buscan
comprender la mente integrando aspectos como el cuerpo (la teoría de embodied mind) y la cultura. Desde
estas teorías la mente no sería un aparato modular que procesa información de un mundo externo del que
está esencialmente separado, ni un “programa” que opera en un cuerpo que la sostiene pero que no
depende de él (Lakoff & Johnson, 1999). Tampoco un procesador racional, literal y trascendental que no
depende del contexto en que se manifiesta (Lakoff & Johnson). Esta nueva corriente de la psicología
cognitiva aprecia la dependencia de la mente de aspectos culturales (Tomasello, 1999) y su dependencia
del cuerpo, de la existencia corporeizada en el mundo (Lakoff & Johnson). Del mismo modo, integra la
emoción y la acción como aspectos fundamentales de lo que sería el pensamiento (Damasio, 2000;
Freeman & Núñez, 1999). Esta mirada más comprensiva de la mente humana, es concurrente con los
nuevos desarrollos en el estudio de la identidad y del sí mismo.

17
y los remito a mi cuerpo con el que mantengo una relación de posesión, de pertenencia.
Así puedo decir que mis manos, mis pies etc. son mis órganos en el sentido de que
camino con mis pies o cojo las cosas con mis manos; pero remite a lo vivido y no es
preciso encerrarme en una ontología del alma para hablar así” (Changeux & Ricoeur,
1998, p.22).
Los estudios de Goffman (1971) se encuentran también en esta línea. Ellos
muestran un sujeto que ejerce un control completo, ilimitado y estricto respecto a su
cuerpo, los gestos corporales, la expresión del rostro y la mirada en todas las
condiciones de interacción social y siguiendo pautas o convenciones sociales. En su
modelo aparece el self como un homúnculo dentro de un cuerpo que es manejado por él,
tal como lo hacen los individuos que operan aparatos tecnológicos como robots o
aviones.
Anthony Giddens (1991), en el ámbito de la sociología, es otro ejemplo de los
teóricos que están a medio camino en este cambio hacia una concepción unificada entre
sí mismo y cuerpo. Giddens dice que “el yo, naturalmente, está corporeizado” (Giddens,
1991, p.76). En su teoría, el cuerpo tiene una importancia central con respecto a la
relación entre agencia (agency) y estructuras sociales ya que, el control regular y el
monitoreo reflexivo del cuerpo por medio del agente, es una condición necesaria para la
acción de éste. Para Giddens, en el contexto de la modernidad reciente 5 , la reflexividad
se ha exacerbado hasta tal punto que el cuerpo, que antaño fue un aspecto dado de la
naturaleza, se convierte en un proyecto progresivamente abierto a la intervención
humana para ser colonizado y continuamente revisado: “El cuerpo solía considerarse un
aspecto de la naturaleza, regido fundamentalmente por procesos sometidos sólo
incidentalmente a la intervención humana. El cuerpo era algo ‘dado’, la sede del yo, con
frecuencia incómoda e inadecuada. Todo esto se vio alterado por la progresiva invasión
del cuerpo por sistemas abstractos. El cuerpo, al igual que el yo, pasa a ser un lugar de
interacción, apropiación y reapropiación, que enlaza procesos reflexivamente
organizados y conocimiento experto sistemáticamente ordenado. El cuerpo mismo se ha

5
Giddens le llama modernidad reciente al mismo orden social postradicional que otros autores designan
como modernidad tardía, hipermodernidad o posmodernidad.

18
emancipado, como condición para su reestructuración reflexiva. Si al principio se creyó
que era el lugar del alma y, más tarde, el centro de necesidades oscuras y perversas, el
cuerpo es ahora plenamente susceptible de ser ‘trabajado’ por las influencias de la
modernidad reciente” (Giddens, 1991, p.275).
Shelley Budgeon (2003) critica a Giddens y a esta perspectiva de la relación
cuerpo-sí mismo argumentando que se trata del establecimiento de una relación binaria
y del privilegio de la mente sobre el cuerpo. El dualismo mente/cuerpo impone una
limitación significativa a la comprensión de la “manera en que las experiencias y las
respuestas de las personas a las estructuras sociales son moldeadas por sus selves
sensoriales y sensuales” plantea Budgeon citando a Shilling y Mellor (1996, p.2, en
Budgeon, 2003). Esta limitación binaria coarta la posibilidad de una consideración más
profunda del modo como el cuerpo está implicado en la formación de la identidad. En la
teoría de Giddens, las personas son esencialmente entendidas como mentes, porque la
reflexividad es privilegiada como la forma primaria de relación con el mundo. A través
del involucramiento de las personas con las opciones y las elecciones ofrecidas
socialmente, el cuerpo se convierte en la materia sobre la cual la mente actúa y,
poniendo el cuerpo “afuera” del actor, el actor se convierte esencialmente en un agente
pensante y que hace elecciones pero no es visto como un agente que siente y que existe.
El énfasis excesivo en el proceso de reflexividad produce un actor social cuya mente
domina el cuerpo. El individuo es un self reflexivo pero no un self corporeizado, es una
conciencia descorporeizada (Turner, 1992).

Sí mismo y cuerpo, más allá del dualismo


Al hablar del cuerpo, pudiera parecer que se hace referencia a una entidad
objetiva del mundo “extenso”. Sin embargo, como bien lo expresa Bryan Turner, “El
cuerpo es, al mismo tiempo, la cosa más sólida, elusiva, ilusoria, concreta, metafórica,
siempre presente y siempre distante, un lugar, un instrumento, un ambiente, una
singularidad y una multiplicidad (Turner, 1984).
En las últimas décadas, como se ha visto, ha habido un giro importante en las
ciencias sociales y en la filosofía en el sentido de ver al sujeto humano como un ser
corporeizado (Ozawa-De silva, 2002). Un ejemplo de ello son los trabajos de Bernard

19
Williams (1986) en los que afirma que si bien es cierto “(L)a identidad corporal no es
una condición suficiente, cuando menos, de la identidad personal, y se han de invocar
otras consideraciones: las características personales y, sobretodo la memoria, (...) la
identidad corporal es siempre una condición necesaria de la identidad personal” (p.11).
Como lo expresa Paul Ricoeur (1998) “Debemos, pues, evitar transformar un
dualismo de referentes en un dualismo de substancias. El rechazo de esta extrapolación
de lo semántico a lo ontológico tiene como consecuencia que, en el plano
fenomenológico donde yo me mantengo, el término mental no se equipara al término
inmaterial, es decir, no corporal” (Changeux & Ricoeur, 1998, p.22).
Un punto de vista más radical en la dirección de unificar cuerpo y sí mismo lo
representan teóricos japoneses como Ichikawa (1991 en Ozawa-De Silva 2002) y
Nagatomo (1992 en Ozawa-De Silva, 2002).
Nagatomo usa el término japonés Shutai para referirse al sujeto humano, pero
aclara que este término, en vez de referirse a un sujeto descorporeizado, enfocado
principalmente en la racionalidad y el intelecto, conlleva el sentido de un sujeto
encarnado o corporeizado que al mismo tiempo es el centro epistemológico de la
conciencia. Para Ichikawa (1991, en Ozawa-De Silva 2002), los seres humanos somos
una existencia física, y no podemos existir separados del “cuerpo vivido” (Nagatomo,
1992 en Ozawa-De Silva, 2002).
Ichikawa (1991, en Ozawa-De Silva, 2002) no considera al cuerpo y la mente
como dos entidades ontológicamente separadas. Afirma que ambos conceptos “cuerpo”
y “espíritu”, son conceptos abstractos que representan polos extremos que son usados
como claves para entender la vida. Pero la mayor parte de nuestra vida concreta la
pasamos dentro de una estructura que no puede ser reducida ni al espíritu ni al cuerpo.
Por lo tanto, es incorrecto ver al espíritu y al cuerpo como dos principios existenciales, y
entender la realidad a partir de su intersección o su separación. Más bien, podríamos
considerar esta única estructura como fundamental en sí misma, en tanto que el espíritu
y el cuerpo como aspectos abstraídos de ella.
Ichikawa (1991, en Ozawa-De Silva, 2002) desarrolla un análisis sistemático del
cuerpo y lo divide en 1) el “cuerpo como fenómeno” y 2) el “cuerpo como estructura”.
Cada una de estas dos categorías tiene varias subcategorías. El “cuerpo como

20
fenómeno”, que es el cuerpo como aparece en la conciencia cotidiana tiene 7 categorías,
pero aquí sólo se hará referencia a aquellas que pueden resultar de utilidad para abordar
el tema de la relación entre el sí mismo y el cuerpo en la experiencia de quienes se han
hecho cirugía plástica: el “cuerpo-sujeto”, el “cuerpo-objeto” y el “cuerpo que percibo
como mi cuerpo percibido por otros”. Todos los cuerpos que forman el cuerpo como
fenómeno (excepto el cuerpo Implexe) funcionan como una unidad inseparable.
El “cuerpo-sujeto” es aquél que captamos en la inmediatez, lo vivimos desde
adentro. Este cuerpo es la base de nuestra acción. Está siempre presente con nosotros,
aun cuando no estemos dándonos cuenta o atendiendo a él. En este sentido, no tenemos
un cuerpo sino que somos un cuerpo. La pérdida de este cuerpo es la pérdida de la
capacidad de conocer o pensar (cogito) ya que constituye una condición necesaria para
ello. El “cuerpo-objeto” es el cuerpo que tenemos. Mientras existimos como cuerpo-
sujeto, la separación entre nosotros mismos y nuestro cuerpo está solo potencialmente
presente, porque nuestro cuerpo no está objetivado. El cuerpo-objeto divide nuestro self
y nuestro cuerpo dándole a nuestro cuerpo un sentido de exterioridad, sin embargo,
somos ambas cosas, el sujeto que toca y el cuerpo que es tocado. El “cuerpo que percibo
como mi cuerpo percibido por otros” es una forma de aprehender nuestro cuerpo a
través de la mediación de los otros. Es el cuerpo que percibimos cuando atendemos al
cuerpo que los otros ven en nosotros. Para Ichikawa (1991, en Ozawa-De Silva, 2002),
el cuerpo no es una entidad sino más bien algo que existe en la relación entre el self y el
otro.
Ichikawa (1991, en Ozawa-De Silva, 2002) propone, además, la idea del cuerpo
como Mi: un todo potencial. En japonés mi es un equivalente al cuerpo, pero mi tiene
muchas más “capas” o connotaciones que la palabra cuerpo. Primero, mi expresa la
dinámica de nuestro cuerpo vivido. Segundo, mi tiene la posibilidad de superar la
dicotomía mente/cuerpo. Ichikawa considera la palabra “cuerpo” como limitada a un
significado de un solo estrato: un objeto o el cuerpo objetivo. En contraste, la palabra
mi, según Ichikawa propone, tiene 14 significados: Mi como fruta (e.g. una planta viva);
mi como carne muerta (e.g. un animal muerto); mi como carne viva (e.g. un animal
vivo); mi como un cuerpo entero (de una persona); mi como la manera particular de un
cuerpo; mi como las vestiduras sobre un cuerpo (e.g. todas las pertenencias de una

21
persona); mi como vida; mi como el sentido de lo social; mi como self; mi como
múltiples selves individuales (por ejemplo, el mío, el tuyo, el nuestro); mi como un self
socializado; mi como estatus social, posición social; mi como corazón; mi como la
existencia entera.
La clave aquí es el cambio gradual desde mi como carne hacia mi como el self, el
corazón, y finalmente la existencia como un todo. Ichikawa (1991, en Ozawa-De Silva,
2002) entiende el concepto mi como “existencia natural” y “existencia espiritual” al
mismo tiempo, asimismo como “existencia individual” (self existence) y “existencia
social”. Muy cercano a lo que David Breton (1990) describe como la manera de ver el
cuerpo de las sociedades tradicionales.
Por otro lado, desde la sociología postestructuralista y los movimientos
feministas usualmente el cuerpo ha sido entendido como una realidad objetiva en la que
se inscriben las construcciones culturales de significado, es decir como una construcción
simbólica. En oposición a lo anterior, algunos sociólogos intentan trascender el
dualismo mente/cuerpo, sujeto/objeto, cultura/naturaleza que conlleva esta postura
(Budgeon, 2003). De acuerdo a esto McNay (1999, en Budgeon, 2003) argumenta:
“Como un punto de superposición entre lo físico, lo simbólico y lo sociológico, el
cuerpo es una frontera dinámica y mutable. El cuerpo es el umbral a través del cual la
experiencia viva del sujeto respecto al mundo es incorporada y realizada, y en tanto tal,
no es ni puro objeto ni puro sujeto. No es puramente objeto porque es el lugar del propio
involucramiento con el mundo. Ni es puramente sujeto en el sentido de que siempre
existe un residuo material que ejerce resistencia contra la incorporación en esquemas
simbólicos dominantes” (McNay, 1999, p.98, en Budgeon, 2003).
El cuerpo no es simplemente un continente semiótico, no está sólo constituido
por su capacidad de ser un signo (Budgeon, 2003). El cuerpo no es un objeto completo,
primigenio y pleno que, subsecuentemente, es identificado y organizado mediante
representaciones normativas. Las representaciones no son negaciones que se imponen
sobre cuerpos que, de no ser así, serían fluidos. Las imágenes, representaciones y
significados tanto como los cuerpos son dos aspectos de las prácticas continuas de
negociación, reformación y encuentro (Bray & Colebrook, 1998). El cuerpo es un lugar
de prácticas, comportamientos y articulaciones en disputa (Bray & Colebrook).

22
Estos sociólogos proponen hablar de un cuerpo vivido. El cuerpo vivido es el
cuerpo como proceso múltiple y continuo (Budgeon, 2003) y se comprende
principalmente en relación con la pregunta de “¿Qué puede hacer este cuerpo?” más que
mediante la pregunta “¿Qué significa este cuerpo?”. Budgeon, propone que los cuerpos
pueden ser pensados como eventos que están continuamente en el proceso de llegar a ser
(process of becoming), como multiplicidades que nunca se encuentran allí dadas, sino
que se hacen y rehacen constantemente. Éste sería un proceso fluido de cambio, un
proceso de conexiones, extensiones y reformaciones. Por lo tanto, el cuerpo no sería un
mero efecto resultante de la represión de una esencia original por parte de las
representaciones, sino también una fuerza activa y productiva.
Paul Ricoeur, también se refiere a un cuerpo vivido: “Lo mental vivido implica
lo corporal, pero en un sentido del término cuerpo irreductible al cuerpo objetivo tal
como se conoce en las ciencias objetivas. Al cuerpo-objeto se opone semánticamente el
cuerpo vivido, el cuerpo propio, mi cuerpo (desde el que hablo), tu cuerpo (a ti a quien
me dirijo), su cuerpo (a él o a ella, a quienes cuento la historia). Así pues, el cuerpo
figura dos veces en el discurso, como cuerpo-objeto y como cuerpo-sujeto o, mejor,
cuerpo propio. Prefiero la expresión cuerpo propio a cuerpo-sujeto, pues el cuerpo es
también el de los otros y no solamente el mío. Por lo tanto: cuerpo como parte del
mundo, y cuerpo desde donde yo (tú, él, ella) aprehendo el mundo para orientarme y
vivir en él” (Changeux & Ricoeur, 1998, p.22).
En síntesis, en lo que a la relación entre sí mismo y cuerpo se refiere,
encontramos tres grandes perspectivas, en una, el cuerpo y el sí mismo son dos
substancias ontológicamente distintas y el cuerpo es más bien un accidente en la
constitución del self; en otra, ambas entidades son sólo distinguibles a nivel semántico,
pues no tienen existencia ontológica separada. En esta segunda perspectiva, el cuerpo se
conceptualiza no solamente como un objeto externo a la conciencia, sino como “cuerpo
vivido” o cuerpo-sujeto, que es consustancial a la existencia de la autoconciencia y del
sí mismo. Entre ambas perspectivas se puede hallar una tercera perspectiva, intermedia o
híbrida, que ve al self de forma corporeizada, pero que considera al cuerpo como una
posesión del sí mismo.

23
En esta tesis se ha optado por indagar en la forma en que es vivido el sí mismo
mediante las narrativas que ofrecen -en respuesta a una entrevista- los sujetos que se han
hecho al menos una cirugía cosmética. Esto implica que la pregunta por la relación
self/cuerpo se aborda en el sentido de la relación que aparece en el relato, explícita e
implícitamente, pero mediada por el lenguaje y muchas veces por la reflexión. Cabe
subrayar, entonces, que la dimensión epistemológica de la pregunta por el cuerpo, la
experiencia directa, inmediata y primaria del cuerpo en el conocer y sentir (en el ser-en-
el-mundo) está fuera de los límites de este estudio. Para profundizar acerca del cuerpo-
sujeto como centro epistemológico de la conciencia, desde el punto de vista cognitivo,
pueden verse: Damasio, 2000; Freeman & Núñez, 1999; Lakoff & Johnson, 1999.

Sí mismo y cuerpo desde el punto de vista de la experiencia subjetiva


Desde el punto de vista de la experiencia subjetiva de la relación entre sí mismo
y cuerpo, se ha descrito cómo se vive en primera persona la herencia representacional
del dualismo cartesiano. Se ha dicho que los seres humanos experimentamos procesos
de desintegración y/o disociación entre ellos, así como de problematización del cuerpo.
Respecto a la desintegración entre cuerpo y sí mismo, se pueden encontrar diversas
fuentes teóricas: el trabajo de los psicólogos clínicos de la corriente humanista o
gestáltica (Laing, 1965; Schnake, 1995), de los sexólogos o investigadores en sexualidad
(Rodó, 1985, 1987; Rodó, Sharim, Silva, 1993), de educadores (Dropsy, 1982),
historiadores (Berman, 1989) y sociólogos (Giddens, 1991). En general, estos trabajos
han hecho ver la extensa sintomatología (dificultades motoras, dolencias físicas,
sufrimiento psicológico, disfunciones sexuales, anorexia nerviosa, bulimia, diversas
enfermedades psicosomáticas, etc.) que habla del distanciamiento del yo del cuerpo, la
incapacidad de los sujetos de advertir e identificarse con las señales que el cuerpo les
provee, la brecha entre la identidad del yo y la imagen corporal, etc. No interesa, para
efectos de este estudio, analizar la manifestación clínica de la disociación entre sí mismo
y cuerpo, simplemente, es de valor subrayar que hay una campo de conocimiento
abundante sobre ello y que todo parece indicar que el dualismo cartesiano – una forma
de entender la relación entre cuerpo y sí mismo sustentada en el desencuentro entre ellos
dada su diferencia esencial- no es sólo una cuestión académica o teórica, sino que este

24
desencuentro ha traspasado las fronteras de la experiencia subjetiva, llegando a
constituir la subjetividad contemporánea, incluso en su expresión más psicopatológica.
Por otro lado, se ha dicho que en los años sesenta y setenta surgió un nuevo
imaginario acerca del cuerpo. “El hombre occidental descubre que tiene un cuerpo y la
noticia se difunde y genera discursos y prácticas marcados con el aura de los medios
masivos de comunicación. El dualismo contemporáneo opone el hombre y el cuerpo.
Las aventuras modernas del hombre y de su doble hicieron del cuerpo una especie de
alter ego. Lugar privilegiado del bienestar (la forma), del buen parecer (las formas,
body-building, cosméticos, productos dietéticos, etc.), pasión por el esfuerzo (maratón,
jogging, windsurf) o por el riesgo (andinismo, “la aventura”, etc.)” (Le Breton, 1990,
p.9). Luego de un tiempo de discreción y de represión, el cuerpo se impone, hoy, como
un tema predilecto del discurso social (masajes, yoga, artes marciales, etc). En él a
menudo se escucha hablar de la “liberación del cuerpo” o del “retorno al cuerpo”, sin
embargo, contrariamente a como se podría suponer, según Le Breton, estás nuevas
prácticas no superan el paradigma dualista moderno, sino más bien son una expresión
más insólita, indeterminada, disfrazada y atemperada de los rituales modernos de
borramiento ritualizado del cuerpo. Estos rituales son las prácticas que hacen
desaparecer el cuerpo de la conciencia en la vida cotidiana: evitar toda manifestación de
vida orgánica (e.g. eructar), prevenir entrar en contacto físico con otra persona (a menos
que se tenga un vínculo íntimo con ella en cuyo caso el contacto físico se restringe a
determinadas circunstancias y lugares), adecuarse a la interacción física con los otros
estimada conveniente, evitar entrar en contacto con enfermos, minusválidos y viejos,
etc. Las nuevas prácticas de gimnasia, autocuidado y crecimiento personal (shiatsu, bio-
energía, danza, etc) son sólo paréntesis de esta cotidianeidad, en los que se da un cierto
relajo de este borramiento. Pero en la vida diaria, la regla es la ausencia de carne,
sensibilidad y uso del cuerpo (Le Breton, 1990).
“Si hay un ‘cuerpo liberado’ es el cuerpo joven, hermoso, sin problemas físicos.
En este sentido, sólo habrá ‘liberación del cuerpo’ cuando haya desaparecido la
preocupación por el cuerpo. Y estamos muy lejos de esto” (Le Breton, 1990, p.10)
La relación entre cuerpo y sí mismo es a nivel conceptual y teórico
tradicionalmente compleja, sin embargo, no es interés de esta investigación indagarla en

25
este plano. Lo que interesa aquí es el punto de vista del sujeto, de su experiencia del
cuerpo. Ella es en estos tiempos, aparentemente, problemática, por lo que en este estudio
interesa aprehender las posibles tensiones entre el sí mismo y el cuerpo que aparecen en
la narración. ¿Cómo aparece el cuerpo en los relatos de los sujetos que se sometieron a
una cirugía? ¿Es el cuerpo un elemento de construcción reflexiva? ¿Cuáles son los
conflictos entre cuerpo y sí mismo que pueden identificarse tanto antes como después de
la cirugía? ¿Qué imágenes y modelos propuestos culturalmente aparecen en relación con
el cuerpo? ¿Cuál es el papel de las representaciones culturales dominantes? ¿Cómo se
relaciona el sujeto con ellas? ¿Juegan los medios de comunicación algún papel en la
relación de los sujetos con su cuerpo?

III. Sí mismo, cuerpo y cirugía plástica

Como se adelantó en la introducción, en este proyecto se usan los términos


cirugía plástica, cirugía estética y cirugía cosmética como sinónimos, y refieren a
tratamientos quirúrgicos, con finalidad de mejora estética corporal, facial o capilar
(Sociedad Española de Medicina Estética,
http://www.seme.org/profesionales/textos/txtCientifico.php?id=56). La prevalencia de la
cirugía plástica va en aumento (Bordo, 1993; Shilling, 1993) tal como se pudo ver en las
estadísticas presentadas en la introducción de esta tesis. Esto nos enfrenta al problema
de la relación entre sí mismo y cuerpo en la medida en que, cada vez más, el cuerpo
parece modificable de acuerdo al poder adquisitivo y las decisiones personales de los
individuos.
El tema de la relación entre el sí mismo, el cuerpo y la cirugía plástica ha sido
abordado principalmente desde la sociología y la antropología. La perspectiva
socioantropológica está representada por autores como Giddens, Le Breton, Lipovetsky,
y otros. En estos autores se subraya la interpretación de la cirugía plástica como una
práctica de la modernidad imbricada en las prácticas y discursos propios del
individualismo contemporáneo.

26
Gilles Lipovetsky (1986), por ejemplo, plantea que la sociedad posmoderna 6 se
caracteriza por la seducción continua, un proceso sistemático de personalización -
atomización del mundo social- que consiste esencialmente en la multiplicación y
diversificación de la oferta. En este contexto, los individuos crean existencias “a la
carta” guiados exclusivamente por sus deseos y preferencias personales. La cirugía
plástica (junto a la moda, la explosión del sexo y la pornografía, la cultura psi, etc.) sería
una más de las expresiones de este narcisismo moderno (Lipovetsky, 1986).
Giddens (1991) plantea que la agudización del carácter reflexivo del yo y (por
ello) de la construcción vital, es un rasgo esencial que asume la identidad individual en
el contexto contemporáneo. La influencia que ejercía la tradición y las definiciones
sociales en las elecciones vitales, hábitos, escenarios y tipos de vínculos que el sujeto
establecía, cede paso a un mayor ejercicio de autodeterminación. El desvanecimiento de
los límites entre lo dado y lo que está abierto a elección significa que el self puede ser
liberado de su determinación corporal. Mediante el desarrollo de tecnologías como la
ingeniería genética, las tecnologías reproductivas, la cirugía plástica, las dietas y los
regímenes, el cuerpo no sólo se convierte en objeto de administración y reconfiguración
por parte del ser humano sino que se ha convertido en parte central de su identidad.
Como otros aspectos de la identidad, es responsabilidad del individuo cultivar y
reestructurar su cuerpo mediante el seguimiento de hábitos o rutinas elegidas entre un
diverso rango de opciones de estilos de vida.
Otro grupo, dentro de las ciencias sociales y humanas, que ha abordado el tema
de la cirugía estética ha sido el feminista. Concentrado en la relación entre las mujeres,
su identidad y la cirugía plástica, esta última ha sido vista como una tecnología opresiva
que coloniza los cuerpos de las mujeres e interviene directamente el cuerpo para
amoldarlo de acuerdo a los ideales dominantes de belleza femenina. Las mujeres que se
someten a cirugía por razones puramente estéticas, han sido vistas como víctimas de la
ideología patriarcal en la cual, la autoestima de la mujeres depende de manera
preponderante de su apariencia física. El crecimiento en el uso de la cirugía plástica ha

6
Lipovetsky en “La era del vacío” habla de posmodernidad, más adelante , en “El imperio de lo efímero”,
echa pie atrás y se refiere al orden social actual como hipermodernidad, en cuanto se trataría más que de
un cambio, de la exacerbación de la lógica de la modernidad.

27
sido visto como un signo sintomático del permanente sentimiento de insatisfacción que
la mayoría de las mujeres tiene con respecto a su apariencia física, producto del
bombardeo de imágenes de perfección por parte de los medios de comunicación.
(Negrin, 2002).

¿Cómo es el proceso de someterse a una cirugía plástica desde el punto de vista


de los pacientes? ¿Cómo es el proceso de tomar la decisión? ¿Cuáles son las principales
motivaciones que mueven a estas personas a operarse? ¿Experimentan algún tipo de
presión proveniente del entorno social? Estas y otras preguntas son el interés de esta
tesis.

28
Objetivos

29
Objetivo General:

Describir cómo aparece el cuerpo, el sí mismo y la cirugía estética en las


narrativas de sujetos que se han sometido a ella, cómo aparecen vinculados, y la relación
entre estas narrativas y discursos, imágenes o modelos culturalmente disponibles.

Objetivos específicos:

 Describir qué se dice acerca del cuerpo en el relato -explícitamente e


implícitamente- y cómo es el discurso acerca de su relación con el self.
 Explorar si existen discursos, imágenes y modelos culturalmente disponibles
relativos al self y al cuerpo y a la relación entre ambos, a los cuales recurren los
narradores.
 Aprehender las posibles tensiones que aparecen en la narración, entre el sí mismo y
el cuerpo, tanto antes de la cirugía plástica como después.
 Describir qué se dice acerca de la cirugía cosmética en el relato -explícitamente e
implícitamente- y el discurso en torno a la relación entre cuerpo, sí mismo y cirugía
plástica.
 Describir las motivaciones que refieren en su relato los informantes del estudio, que
los llevaron a someterse a una cirugía plástica.
 Describir la relación entre, por un lado, estas motivaciones y, por otro, demandas y
ofertas culturales hacia el self y hacia el cuerpo (por ejemplo, ser atractivo, tener buen
estado físico, etc.) que aparecen en las narraciones.
 Recoger la narrativa de los informantes acerca de las transformaciones en su sí
mismo y en su cuerpo y acerca de las consecuencias de estas transformaciones.
 Rastrear las diferentes voces -discursos internalizados- que hablan en la narración de
los participantes respecto al cuerpo, al sí mismo y a la cirugía.

30
Preguntas Directrices:

 ¿Qué dicen los entrevistados de su cuerpo? ¿Cómo hablan los sujetos que se han
hecho cirugía plástica de sí mismos, de su cuerpo y de la relación entre ambos? ¿Qué
imágenes y modelos propuestos culturalmente aparecen en relación con el cuerpo?
¿Juegan los medios de comunicación algún papel en la relación de los sujetos con su
cuerpo?
 ¿En la narración aparece problematizada la relación entre el sí mismo y el cuerpo?
¿Qué tensiones en esa relación aparecen en el relato de vida de los sujetos tanto antes
como después de la cirugía?
 ¿Qué dicen de la cirugía plástica (la suya tanto como la cirugía en general)? ¿Qué
motiva a los protagonistas a someterse a una cirugía plástica? ¿Cómo se construye esa
motivación? ¿Cómo se relaciona esa motivación con demandas culturales? ¿En que
escenarios o situaciones cotidianas se experimentan dichas demandas? ¿Cómo se
relaciona esa motivación con las ofertas culturalmente disponibles para satisfacerla?
 ¿Cómo es el proceso de someterse a una cirugía plástica desde el punto de vista de
los pacientes? ¿Cómo es el proceso de tomar la decisión? ¿Experimentan algún tipo de
presión proveniente del entorno social?
 ¿Cuáles y cómo son los cambios que relatan experimentar luego de una cirugía
plástica? ¿Cuál es su relación con las transformaciones percibidas en su sí mismo y en
su cuerpo? ¿Cuáles son las consecuencias de todos estos cambios que aparecen en la
narración?
 ¿Cómo se expresa la dialogicidad o multivocalidad en el relato de estos sujetos?
¿Qué voces pueden distinguirse en la narración de los informantes después de la cirugía
plástica (familia, clase social, grupo etareo, etc.)? ¿Hay voces explícitas e implícitas que
hablan a través de su narración? ¿Existen diferentes perspectivas en el mismo sujeto
respecto a su cuerpo y a la cirugía plástica, producto de las cuales se darían diálogos,
negociaciones, reflexiones? ¿Cómo son?

31
Metodología

32
Esta tesis se desarrolló con un enfoque narrativo, pues, como ya se dijo, nos
experimentamos a nosotros mismos y a nuestras vidas como una estructura narrativa en
curso, por lo tanto, narratividad y sí mismo son temas que están íntimamente ligados.
Además, el enfoque narrativo constituye la perspectiva más coherente con el concepto
de sí mismo -narrativo, dialógico, múltiple- adoptado en este proyecto de tesis. En el
primer acápite de los antecedentes teóricos, se revisó el concepto de sí mismo y sus
características desde el enfoque teórico que asume esta tesis, entre ellas su naturaleza
narrativa. En esta sección se revisará, desde la perspectiva de la psicología cultural, la
relación entre narratividad y self, poniendo en el foco la narratividad, y la utilidad de
aproximarse a la investigación sobre el sí mismo desde esta perspectiva.
Aprendemos a convertirnos en el narrador y el héroe de nuestra propia historia.
(Ricoeur, 1991). Las narrativas son formas de hablar (y escribir, registrar, etc.) acerca de
los hechos. Las narrativas no son formas discursivamente neutras de presentar “eventos
reales”, sino que en ellas, cuidadosamente se seleccionan y organizan los hechos, aún
más, ellas revelan el estatus ontológico y la visión de mundo de los narradores.
(Bandlamudi, 1999).
Para hablar de self y narración un concepto central es el de narrativas del sí
mismo (self-narratives). Polkinghorne (1991) así define self-narratives: “...el modo en
que los individuos construyen historias privadas y personales, enlazando diversos
eventos de sus vidas en un todo unificado y comprensible. Estas son historias sobre el
self. Son la base de la identidad personal y de la auto comprensión y proveen respuestas
a la pregunta ‘¿quién soy?’” (Polkinghorne, 1991, p.135). Sin embargo, advierte, este es
un proceso indeterminado y continuo. De hecho, el tema de la completitud y coherencia
de la narrativa del sí mismo es polémico. El relato que une diferentes eventos de la vida
en un todo inteligible, es siempre más que una simple enumeración sucesiva o serial de
hechos. Incluso, los individuos pueden atravesar períodos oscuros respecto a su
identidad en los cuales no experimentan un sentido de permanencia identitaria (Ricoeur,
1991). Asimismo, no todos los individuos pueden en todo momento presentarse a sí
mismos como sujetos completos y coherentes de un relato narrativo (Byrne, 2003).
En este sentido, Byrne argumenta que no hay una esencia verdadera o un self
para ser descubierto, sino más bien, un proceso de creación y re-invención que se lleva a

33
cabo a partir de recursos disponibles, entre ellos, la narrativa (Byrne, 2003). Nunca
dejamos de reinterpretar la identidad narrativa que nos constituye, a la luz de las
narrativas que nuestra cultura nos propone. (Ricoeur, 1991). Además, la negociación
entre el self del presente y el/los self/selves del pasado es una parte fundamental de
relatar la propia historia de vida (Byrne).
Las personas cotidianamente se involucran en construcciones narrativas de
naturaleza personal en un amplio rango de interacciones sociales (Gergen & Gergen,
1988; McAdams, 1990). Por ende, las narrativas pueden ser caracterizadas como
productos del intercambio social (i.e. construcciones sociales). En ellas, los eventos
relevantes para cada cual son unidos en secuencias temporales en un esfuerzo por
establecer una coherencia significativa en pos de variados propósitos instrumentales
dentro de la interacción (Gone, Miller & Rappaport, 1999). Más aún, estas narrativas
pueden ser sometidas a continuas alteraciones en el contexto de la interacción social en
el que son usadas. Así, en el contexto de la interacción interpersonal (y no sólo en la
reflexión intrapsíquica), las narrativas personales pasadas constituyen un recurso
disponible para una variada clase de actividades de construcción de sentido. (Gone,
Miller & Rappaport). Entonces, una apreciación compleja de la identidad de un
individuo puede ser especialmente accesible a través del análisis de la narrativa personal
pasada ofrecida en respuesta a una entrevista u otros estímulos provocados por un
investigador (Gone, Miller & Rappaport).
Cuando se habla de la narración del propio pasado, se hace referencia de un
modo u otro a la memoria autobiográfica. Bruner (1994) y Wang y Brockmeier (2002)
han propuesto que al tratar con el recuerdo autobiográfico tratamos con formas y
modelos narrativos que son moldeados culturalmente. En este proceso de construcción
de sentido, el self del narrador no sólo está siendo articulado sino también examinado,
transformado y reafirmado.
Wang & Brockmeier (2002), dicen que parece de sentido común en la cultura
occidental, que cuando los individuos cuentan el relato de su vida personal, hablan
acerca de su self, o de su autoconcepto o identidad (como otros prefieren llamarlo),
sobre lo que los ha hecho ser quienes son, en lo que se han convertido y en lo que se
están convirtiendo. Pero, tal como estos autores hacen notar, lo mismo se aplica al revés:

34
cuando los individuos hablan de sí mismos, parecen referirse a sus historias de vida, sus
éxitos y fracasos, logros y pérdidas, miedos y esperanzas. Desde esta mirada, la idea que
uno tiene de su self presente, es todo menos periférico respecto a la idea que uno tiene
del propio pasado (Wang & Brockmeier). Existe una interacción íntima, una
determinación mutua -en la constitución, mantenimiento y embellecimiento mutuo-
entre el self y la historia personal propia, a sí como entre la memoria autobiográfica y el
self (Bruner, 1994; Wang & Brockmeier, 2002). Estos últimos serían construcciones de
significado interconectadas, dos aspectos dinámicos del mismo sistema cultural.
Así concebidas, la memoria autobiográfica y la narración son construcciones
culturales imbricadas en un flujo social de diálogos que son negociados no sólo entre un
individuo y su ambiente social inmediato (padres, pares, otros significativos) sino que,
de manera igualmente importante, entre el individuo y el entorno cultural más amplio.
(Wang & Brockmeier, 2002).

Aproximarse al objeto de estudio mediante un enfoque narrativo


En el dominio de la psicología cultural, los investigadores han hecho notar la
habilidad singular de la narrativa para representar la naturaleza temporal y desplegada
de la experiencia humana (Gone, Miller & Rappaport, 1999).
Asimismo, aproximarse a procesos de construcción subjetiva a través del análisis
narrativo tiene la ventaja de reconocer la naturaleza constructiva, flexible y ficcionada
del proceso de dar cuenta del sí mismo. La ficción de un self completo o de un self
coherente puede ser creada en el proceso de narrar el self, y también puede ser arruinada
en el proceso del relato. Desde un punto de vista Foucaultiano, además, las “narrativas
probablemente ofrecen una puerta de entrada a las ‘tecnologías’ o ‘prácticas’ del self”
(Byrne, 2003).
El enfoque narrativo está siendo reconocido como un medio para examinar los
modos en que los individuos construyen un sentido respecto a sus propias vidas (make
sense of their lives) dentro de un contexto sociohistórico cambiante, es más, las
narrativas individuales pueden arrojar luz sobre procesos que son difíciles de capturar a
nivel de grupo (Phinney, 2000). Según Barresi y Juckes (1997), precisamente, porque
las vidas están estructuradas mediante la experiencia de un modo narrativo es que el

35
estudio de las vidas toma esa forma. La naturaleza temporal de la experiencia hace
difícil para los seres humanos no atribuir orden, dirección y propósito a la experiencia
(Barresi & Juckes). Tanto las narrativas en primera persona de los individuos mismos
como las narrativas en tercera persona de los otros, muestran la vida como el desarrollo
más o menos complejo de un relato. Debido a que los sujetos experimentan sus vidas
como una estructura narrativa acerca de la cual pueden proveer narraciones en cualquier
momento, es natural que aquellos científicos que estudian a las personas lo hagan en
términos de estructuras narrativas, incluso en tercera persona (Barresi & Juckes). La
narrativa es el modo natural de expresión que se ajusta a la estructura inherente de la
experiencia personal. Por ende, no sólo las narrativas en primera persona como fuente
de información acerca de un sujeto, y las narrativas en tercera persona como
descripciones sintéticas de una vida, sino que las estructuras narrativas en sí mismas
pueden ser usadas como herramientas teóricas para formular interpretaciones científicas
y explicaciones acerca de las vidas de los sujetos. (Barresi & Juckes).
Volviendo atrás, el marco teórico asumido por esta tesis reconoce al self como
una entidad dialógica. Uno debe preguntarse entonces, ¿Que voces -en el sentido de
Bakhtin (2002) - hablan cuando el hablante relata su vida? ¿Quién habla a través de él?
Las respuestas a estas preguntas son múltiples y variadas. El que habla puede ser un otro
–como un homúnculo- fuera de la conciencia del hablante (para el psicoanalista, por
ejemplo), o bien, puede ser una comunidad, un pueblo, una clase social, una ideología,
un partido político, una categoría social, una época, una generación (para el sociólogo o
el psicólogo social). Desde el marco teórico asumido aquí, se supone que cuando el
hablante habla, habla un conjunto de voces, a veces todas al mismo tiempo, a veces se
alternan.
Las voces que hablan por la voz del personaje se conocen de diferentes modos.
En primer lugar, se pueden conocer las voces o posiciones que el narrador decide incluir
en el relato, ya sea como otros personajes que interactúan con el protagonista o como
diferentes opiniones, perspectivas o facetas de éste último. En segundo lugar, se pueden

36
conocer otras voces que no están tan explícitas en el relato a través de la interpretación
hermenéutica de la narración (Larrain y Medina, 2006) 7 .
Asimismo, desde una perspectiva más sociológica puede tratarse de develar
quién habla tras el discurso del sujeto, qué fuerzas sociales se expresan, qué grupos, qué
poderes, qué ideologías están exponiendo su discurso a través del relato de esa vida.
En síntesis, el objeto que se propone investigar en esta tesis, no es el self
directamente, tal como ha sido definido en la introducción del capítulo sobre sí mismo,
es decir, como identidad, como agencia o como centro de las vivencias, sino que la
experiencia de someterse a una cirugía cosmética mediada por las narrativas que
generan sobre sí mismos, su identidad y su cuerpo, los sujetos que se han hecho cirugía
plástica.
Con respecto al tema de la agencia en el proceso de someterse a una cirugía
plástica, que es un aspecto relevante tanto en la definición de sí mismo como en los
estudios que se han hecho sobre self y cirugía, se puede decir que elicitar estas narrativas
solamente permite apreciar la agencia del personaje –que es una construcción narrativa-
y la agencia del hablante (la persona) en el presente, en el momento de la narración, en
el acto de narrar. Aunque no es interés de este proyecto conviene aclarar que, este
método posibilita ser testigo de la serie de decisiones que va tomando el hablante para
narrar su vida tal como lo hace (cómo se convierte en narrador). Sin embargo, recoger
los relatos de la cirugía, no permite conocer la agencia de la persona, del sí mismo que
enuncia más allá de la acción de narrar, y tampoco permite aprehender la experiencia
subjetiva de “mismidad” del sujeto.

Diseño
En el estudio se utilizó un diseño metodológico cualitativo y flexible siguiendo
los procedimientos estipulados por la Grounded Theory (Corbin & Strauss, 1990;
Strauss & Corbin, 2002). Esto se traduce en que las etapas de selección de la muestra,
recolección de datos y análisis de éstos son ejecutadas en forma simultánea, lo que

7
Para más detalles sobre la interpretación discursiva desde la Teoría de la Enunciación refiérase al anexo
nº5

37
permite la retroalimentación entre ellas. Se optó por este tipo de metodología flexible
por cuanto se ha dicho que este tipo de métodos es apropiado cuando el objeto a indagar
está poco explorado y cuando se busca generar modelos comprensivos de fenómenos en
los que la visión de los sujetos participantes es la que interesa (Krause, 1994).
Las metodologías cualitativas permiten captar el punto de vista de quienes
producen y viven la realidad social y cultural, asumiendo que el acceso al conocimiento
de lo específicamente humano se relaciona con un tipo de realidad epistémica cuya
existencia transcurre en los planos de lo subjetivo y lo intersubjetivo y no solo de lo
objetivo. Todo lo anterior se traduce en la necesidad de adoptar una postura
metodológica de carácter dialógico en la que las creencias, las mentalidades, los mitos,
los prejuicios y los sentimientos, entre otros, son aceptados como elementos de análisis
para producir conocimiento sobre la realidad humana (Sandoval, 1996).
La indagación es guiada por lo que algunos llaman un diseño emergente, que se
estructura a partir de los sucesivos hallazgos que se van realizando durante el transcurso
de la investigación, es decir, sobre la plena marcha, de ésta. La validación de las
conclusiones obtenidas se hace aquí a través del diálogo, la interacción y la vivencia; las
que se van concretando mediante consensos nacidos del ejercicio sostenido de los
procesos de observación, reflexión, diálogo, construcción de sentido compartido y
sistematización (Sandoval, 1996).
Son tres las condiciones más importantes para producir conocimiento, que
muestran las alternativas de investigación cualitativa: a) la recuperación de la
subjetividad como espacio de construcción de la vida humana, b) la reinvindicación de
la vida cotidiana como escenario básico para comprender la realidad socio-cultural y c)
la intersubjetividad y el consenso, como vehículos para acceder al conocimiento válido
de la realidad humana (Sandoval, 1996).
De este modo, los criterios de calidad de la investigación cualitativa se centran
en el uso de técnicas múltiples e intensivas (Martínez, 2006), en la profundidad de sus
análisis y el descubrimiento o producción de significados densos (Geertz, 1987; Harré,
2004), en la especificidad e intensidad de sus estudios y la profundidad reflexiva de sus
interpretaciones y conclusiones (Harré, 2004), y por último, en la accesibilidad y
coherencia de sus resultados (Parker, 2004).

38
Muestra
En este estudio se empleó Muestreo Teórico, un tipo de selección muestral
intencionada, pues maximiza las ventajas de la simultaneidad de la selección de casos, la
recolección de datos y el análisis de los mismos, además, permite el descubrimiento de
nuevos procesos y dinámicas o modelos (Krause, 1994).
El muestreo teórico es un proceso de selección de datos que es guiado y
controlado por el modelo teórico emergente, es decir, la muestra no se define al
principio, sino que se va definiendo a medida que avanza el estudio; el análisis de la
información da origen a criterios adicionales a los establecidos en un inicio para la
selección de los participantes y permite delinear énfasis para la recolección de los
futuros antecedentes. La muestra se selecciona mediante la utilización de una “estrategia
sucesiva” que va variando determinados factores asociados al fenómeno en estudio.
En un comienzo, se decidió variar los siguientes factores:
A. Edad
B. Sexo
C. Tipo de cirugía plástica (rinoplastia, liposucción, implantes de silicona, etc.) y
zona donde se realizó (rostro o cuerpo).
Durante el desarrollo de la investigación se descubrió que más importante que la
edad del entrevistado al momento de participar del estudio, era la edad a la que se había
hecho la cirugía. Se decidió, entonces, considerar en el muestreo el momento del ciclo
vital en que se realizaba la cirugía: cirugías cercanas a la adolescencia o juventud, antes
de los 30 años (cirugías que podía pensarse iban más orientadas hacia “constuirse” o
“llegar a ser”) versus cirugías en la adultez o tercera edad (cirugías más cercanas a la
“mantención” o al “volver a ser”).
Entre otras estrategias de contacto, se usó la intermediación de un cirujano
plástico -que se mantendrá en el anonimato- para contactar participantes (pacientes
suyos), sin embargo, esta táctica mostró una debilidad importante: el cirujano le
solicitaba participar a quienes había operado recientemente, por lo tanto, estos
potenciales participantes todavía ni siquiera habían visto el resultado definitivo de sus
cirugías, tampoco experimentado todas las consecuencias que ella había traído consigo.

39
En consecuencia, solo uno de los entrevistados proviene de dicha fuente.
Convenientemente, la mayoría de los participantes fueron apareciendo de manera
espontánea a medida que la investigadora hacía difusión del tema de tesis, por contactos
cara a cara con ellos o con algún conocido de ellos (técnica cercana al muestreo en
cadena). Los entrevistados fueron invitados a participar anónima y voluntariamente; se
los ubicó telefónicamente y las entrevistas se realizaron en los lugares que ellos
eligieron para tal fin.
La composición final de la muestra se resume en el cuadro a continuación.

Seudónimo Sexo Edad Edad de la Zona de la Cirugía


operación operación
1 Valentina M 29 24 Cara Rinoplastía
2 Natalia M 27 19 Cuerpo Aumento de mamas
(implantes de silicona)
3 Virginia M 47 21 y 45 Cuerpo y Reducción de mamas,
Cara Blefaroplastía (párpados)
4 Andrea M 65 63 Cara Blefaroplastía (párpados)
5 Alonso H 37 37 Cuerpo Liposucción
6 Pía M 26 22 Cuerpo Liposucción
7 Carlos H 30 19 Cara Rinoplastía
8 Bernardita M 29 22 Cara Rinoplastía
9 Pablo H 24 18 Cara Rinoplastía
10 Carla M 26 24 Cuerpo Aumento de mamas
(implantes de silicona)
11 Oscar H 42 23 Cara Rinoplastía

Las operaciones que se habían hecho los entrevistados se encuentran entre las 5
más frecuentes según la American Society for Aesthetic Plastic Surgery (ASAPS, 2007).
En el Anexo Nº 1 puede encontrar un resumen de los casos: para cada sujeto
entrevistado se hizo una descripción de sus características personales junto con una
biografía que incluye los episodios que aparecieron durante la entrevista; su lectura
permite hacerse una idea de la persona que es y la historia de vida de cada caso.

Recolección de datos
Las entrevistas fueron la fuente más importante de recolección de datos en este
estudio, por cuanto, como se dijo anteriormente, para apreciar de un modo complejo la

40
identidad de un individuo, el análisis de la narrativa personal pasada ofrecida en
respuesta a una entrevista u otros estímulos provocados por un investigador constituye
una puerta de entrada fundamental (Gone, Miller & Rappaport, 1999).
Se realizaron 11 entrevistas semi-estructuradas con guión temático. Cuando
el foco de indagación era más específico, y el raport establecido en las entrevistas lo
permitió, se utilizaron elementos de entrevista activa. En este caso, a modo de estímulo
se enfrentó a los entrevistados a afirmaciones acerca de experiencias relativas a la
cirugía plástica y luego se indagó cómo (si es que) éstas se viven en lo personal por los
participantes. Esto permitió confrontar a los entrevistados con alternativas de opinión o
interpretación relativas al tema y, que estos adoptaran, discutieran o cuestionaran una
postura.
La última versión del guión usado en las entrevistas se encuentra en el Anexo n°
2 y la trascripción de las entrevistas constituye el Anexo nº 3.
Se realizaron observaciones durante tres jornadas del Primer Salón
Internacional de Cirugía Estética, Reconstructiva y Cosmetología “Cuerpos y
Caras”, realizado entre el 16 y el 18 de Noviembre de 2006, en Espacio Riesco, un sitio
enorme especialmente diseñado para albergar eventos, fiestas, ferias, muestras,
showroom, y todo tipo de programas de marketing o celebración de empresas. Las notas
de campo de dicha observación, que incluyen las imágenes de algunos de los folletos,
instructivos y panfletos repartidos en esa instancia, se hallan en el Anexo nº 4.
Por último para asegurar la triangulación de los datos, tres entrevistas fueron
analizadas por dos grupos de 60 alumnos de Sociología de la Universidad Católica, los
resultados descriptivos fueron discutidos con dos representantes del comité de tesis y un
ayudante de investigación.

Análisis de datos
En este estudio se llevaron a cabo fundamentalmente dos tipos de análisis. El
primero, se realizó según los métodos especificados por la Grounded Theory (Corbin &
Strauss, 1990; Strauss & Corbin, 2002). Mediante la comparación permanente entre las
narraciones de los diferentes participantes, se generan resultados descriptivos del

41
fenómeno estudiado y se establecen modelos teóricos que plasmen tanto las relaciones
entre los componentes del fenómeno, como aspectos procesuales.
En cuanto a su implementación, el primer paso es la codificación de los datos
obtenidos, procedimiento que contempla la fragmentación, conceptualización y luego
articulación analítica de los datos. Los conceptos y categorías generados a través de la
codificación, operan como hipótesis que son contrastadas en momentos posteriores del
análisis, resultando en nuevos conceptos que tal como se mencionó anteriormente,
pueden usarse para la continuación del muestreo, la recolección de datos y su análisis.
Este procedimiento es empleado hasta lograr la saturación teórica de las categorías
conceptuales generadas a través del análisis, es decir, hasta que los nuevos datos no
agregan información nueva. Este procedimiento de análisis contempla dos momentos: el
análisis descriptivo y el análisis relacional.
El análisis de datos descriptivo (codificación abierta) es un proceso inductivo
que consiste en construir categorías generales a partir de datos particulares. A través de
este análisis, se representa el abanico de contenidos o significados implicados en el
objeto de este estudio. Asimismo, este análisis permite identificar los principales
componentes y organizar los contenidos jerárquicamente (Strauss & Corbin, 2002).
El análisis relacional tiene como objetivo establecer relaciones o conexiones
entre los diferentes contenidos que arrojan los resultados descriptivos (Krause, 1994).
Este análisis incluye dos etapas sucesivas: la codificación axial y la codificación
selectiva. En la primera etapa el objetivo es generar diversos modelos comprensivos
sobre diferentes aspectos que se destacan en los resultados. En cambio, en la segunda se
construye un modelo comprensivo general, que articula los aspectos esenciales de los
resultados en torno a un fenómeno central. Este último constituye el eje articulador más
significativo del modelo teórico emergente.
El segundo tipo de análisis que se llevó a cabo fue un análisis de discurso,
iluminado por la Teoría de la Enunciación, tal como proponen Larrain y Medina (2006)
autoras que integran los postulados de Bakhtin, Benveniste, Ducrot y Kerbrat-
Orecchioni.
Se optó por aproximarse a esta problemática desde esta teoría, en primer lugar,
porque ella se funda en el trabajo de Mikhail Bakhtin (2002) que está en total

42
consonancia con el marco teórico de la tesis al ser coherente con el concepto de self
dialógico y narrativo, y es un aporte fundamental porque ayuda a distinguir las voces
que hablan a través/con/en el entrevistado. Este autor, desde el ámbito de la lingüística,
escribió sobre la autoría, los géneros discursivos y la literatura, elaborando una reflexión
significativa que es aplicable tanto a la psicología como, en términos más generales, a la
investigación realizada desde la perspectiva narrativa, especialmente, la biográfica. Esta
reflexión dice relación con su concepto de sujeto y de subjetividad que subyace al
lenguaje como “palabra viva” (lenguaje en uso, contextualizado, histórico, ideológico y
dialógico, habla concreta, actualizada y en acción).
Como afirman Larrain y Medina (2006) la Teoría de la enunciación
“enfatiza el carácter esencialmente dialógico de toda actividad discursiva,
rescatando su carácter de proceso social e ideológico, y su relación con la subjetividad
del hablante. En este sentido, es un tipo de análisis que permite a la vez que avanzar en
la comprensión misma del discurso, estudiar la subjetividad en su dimensión discursiva.
(Linell, 2004; Voloshinov, 1992; Vygotski, 2001; Rommetveit, 1992; Markova, 2003;
Fernyhough, 1996)”.
Lo que más vale clarificar aquí es que, como dicen Larraín y Medina (2006), “la
tarea del Análisis de Enunciación es estudiar los planos subjetivos presentes en el
enunciado para entender el discurso mismo. Ahora, las nociones de subjetividad que
sustentan este tipo de análisis, varían según los distintos acercamientos”, siendo las más
importantes: la de Ducrot (1986) y la de Kerbrat-Orecchioni (1993). Las autoras
chilenas, proponen una integración de los diferentes elementos (niveles) descritos en el
sujeto de discurso (Sujeto de la Enunciación, Sujeto del Enunciado, Locutores,
Enunciadores, Sujeto Discursivo) y esa integración conceptual es la que se usó en este
trabajo. Para más detalles respecto a los fundamentos teóricos y herramientas
metodológicas de este análisis de discurso vea el Anexo nº 5.
Como este análisis resulta complicado y extremadamente exhaustivo, una sola
entrevista -elegida por la alta complejidad de su discurso y la alta aparición de
multivocalidad- fue analizada con este método (el informe completo de resultados puede
ser visto en el mismo Anexo nº 5). Este momento del análisis de datos, tuvo sus propias
preguntas guías, que son las siguientes:

43
Preguntas que guiaron el análisis de la Enunciación:
 ¿Cómo habla esta persona de su cuerpo y del cuerpo en general? ¿Qué dice,
explícita e implícitamente, de él?
 ¿Cómo aparece la relación entre el self y el cuerpo en este discurso?
 ¿Cómo habla de su cirugía cosmética y de la cirugía plástica en general? ¿Qué
dice, explícita e implícitamente, de ella?
 ¿Qué voces pueden distinguirse en esta narrativa con respecto al tema del
cuerpo, a cómo se relaciona con el self y respecto a la cirugía plástica? ¿Cuál es
su procedencia? ¿Cuán generalizadas son?
 ¿Cómo se relaciona el sujeto con estas voces (más o menos generalizadas)?
¿Cómo se posiciona?
 ¿Qué lugar ocupa el otro en el relato?

Los hallazgos más importantes de este segundo método de exploración fueron


usados para un tercer momento del análisis de datos del estudio: el retorno a la
codificación abierta con los métodos de la Teoría Fundada. Las distinciones que
emergieron como más importantes, novedosas y aportadoras para una teoría
comprensiva del fenómeno en cuestión, se usaron para la construcción de códigos,
categorías y nuevos conceptos. Se volvió a codificar las 11 entrevistas. Particular
enriquecimiento mostraron las codificaciones relativas a las formas de hablar (del
cuerpo y de la cirugía), de la dialogicidad o multivocalidad que muestran.

44
Resultados

45
Resultados Descriptivos8
En primer lugar se expondrán los resultados descriptivos de la tesis que
resultaron del análisis de todo el corpus constituido por las 11 entrevistas y la
observación del Salón Internacional de Cirugía Estética. Fueron organizados en tres
grandes ejes temáticos: 1) Cuerpo, 2) Cirugía y 3) Formas de hablar en el relato de la
cirugía. Aun cuando se intentó distinguir los resultados según estos ámbitos, en algunos
momentos resultarán algo redundantes o recursivos, puesto que su diferenciación es
resultado del proceso analítico y no de la forma en que éstos se presentan. En el discurso
los contenidos referentes a los distintos ejes se encuentran íntimamente ligados,
imbricados en el relato.
Los dos primeros ejes temáticos constituyen conjuntos de conceptos y categorías
relativos a los contenidos de lo dicho. En otras palabras, corresponden al qué se dijo,
aun cuando este qué se dijo esté contenido en el cómo se dijo. El tercer ámbito es
diferente por cuanto no se refiere a contenidos de los relatos sino a la forma que
presentan, al modo de expresarse de los entrevistados en la acción de narrar el proceso
de su cirugía, es decir, exclusivamente al cómo. Este último ámbito nace
fundamentalmente inspirado por el análisis de una entrevista con un método basado en
la escuela francesa de Teoría de la Enunciación heredera de los postulados de Mihail
Bahktin 9 .

8
Para facilitar la lectura de los resultados, los árboles y esquemas jerárquicos se han conservado
en los anexos 6 al 9. Se sugiere leer este apartado con los árboles del anexo nº9 a la vista.
9
Para más detalle vea el apartado sobre Metodología y el Anexo nº 5.

46
I. Cuerpo
Los contenidos que aparecieron en el relato y que versan acerca del cuerpo se
refieren a veces al cuerpo en general, y otras veces al propio cuerpo. En cualquier caso,
estos contenidos se codificaron como imágenes o modelos del cuerpo, sin hacer
referencia a la percepción que cada entrevistado tenía de su propio cuerpo. Para tener un
panorama amplio de los códigos que emergieron del análisis, refiérase al anexo nº 6. En
primer lugar, se codificaron representaciones e imágenes asociadas al cuerpo.

1. Imágenes del cuerpo.


A lo largo de las entrevistas, aparecieron expresiones que mostraban la aparición
de imágenes o representaciones del cuerpo. En algunos casos estas imágenes o
representaciones se expresan en contenido explícito (declaraciones) y otras, vienen
imbricadas en la forma de expresarse acerca del cuerpo, en el modo de hablar acerca de
él.
Estas imágenes o representaciones –que no se refieren necesariamente al propio
cuerpo, al cuerpo vivido o experienciado- se dividen en unas de carácter general que
muestran una idea más abstracta de lo que es el cuerpo en el discurso y otras más
específicas, que describen el cuerpo de diferentes maneras, según la etapa del ciclo vital
(ej. vejez) o del estado (ej. atlético) en que se encuentra. Estas últimas, más declarativas
y explícitas, iban acompañadas de juicios de valor que mostraban aprecio o desprecio
por esos estados.
Se excluyeron del análisis las imágenes o representaciones del propio cuerpo de
los entrevistados, pues ellas son particulares de cada caso y aparte de alimentar las
imágenes que se tienen del cuerpo en general, poco pueden aportar al logro de los
objetivos del estudio: “siempre me encuentro gorda” (III, 38), “soy muy alta” (VI, 278),
“me encuentro bonita” (VIII, 183), “tengo un físico súper bueno” (V, 88), “¡me encanta
mi cuello!” (I, 84).

47
General
La forma de hablar acerca del cuerpo encierra una forma de entenderlo y de
apreciarlo. Por ejemplo, la cantidad de distinciones que somos capaces de hacer en el
lenguaje. En primer lugar, evidentemente podemos distinguir a “nosotros mismos” de
nuestro cuerpo, y hablar de él como de un otro (I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X,
XI), con el que podemos establecer una relación. Este tercero es visto
predominantemente como un objeto (como un cuerpo-objeto) , que a “uno le toca” (I)
, con el que se aprende a vivir, que se va asumiendo (I, III, IV, VII, VIII, X, XI), que
se posee (IV), que molesta (I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI), se puede moldear
y ajustar ya sea mediante hábitos o rutinas como mediante la cirugía (I, II, III, IV, V,
VI, VII, VIII, IX, X, XI). Este cuerpo-objeto es visto como “lo externo”, es un objeto
valorado, valioso y fuente de constantes preocupaciones (I, II, III, IV, V, VI, VII,
VIII, IX, X, XI).
M: ¿Y qué motivaba... cuál era la motivación que lleva a tratar de superar ese miedo? ¿O enfrentar el
riesgo?
A: Ehh, tenía como la certeza de que iba a quedar bien, ¿me entiende? Ehh, tenía, tenía confianza en la
persona, y por otro lado, sentía que psicológicamente, yo no me la podía más con eso a cuesta ya, me
pesaba mucho, ¿me entendís?; era como andar con una joroba, como cojear, ¿me entiende? O sea, me
jodía mucho.
M: ¿En qué se notaba en la vida cotidiana eso?
A: Se notaba en que tenía menos punch –bueno, yo todavía trabajo-, y en que... en que pa mí es
importante verse bien, ¿me entendís?, o sea, yo le doy un espacio en mi vida, digamos, a arreglarme, a
sentirme, a sentirme que soy yo misma. O sea, yo no tenía problema con tener las arrugas, ¿me
entiende?, si hubiesen sido solo arrugas, pero eso de tener esas tremendas bolsas y ese aspecto de cara
cansada, y... eso me jodía. Porque, pucha...
M: ¿Porque usted no se sentía así de cansada?
A: No, poh, yo no me sentía.
M: Pero, sin embargo, con el tiempo usted fue, parece, como sintiéndose más deprimida con la...
A: Claro, me empezó a joder mucho, me jodió tanto, que dije: “Estoy cagá de susto, pero me tengo que
atrever”. Porque yo decía: “Si me gasto estos dos millones de pesos que me va a costar la operación en
un viaje, claro, lo voy a pasar súper bien en el viaje, pero voy a llegar cagá igual, poh”, ¿entiende? “¿Y
por qué no me lo puedo permitir?: Es mi cuerpo. O sea, ehh... mucha gente puede pensar que es una...
una egolatría, ¿me entiende? U otra gente me decía: “Es que no se te nota ni tanto”. “Si no es tanto,
pero pa mí -decía yo-, lo importante es cómo yo me siento por dentro”. Si no importa que mucha gente
no se dé ni cuenta, yo no me sentía bien, desde mirarme al espejo en la mañana. Y... (IV, 19-26)

Como se puede apreciar, esta entrevistada siente una molestia enorme con su
aspecto físico, siente que su cuerpo es una carga, que le produce cierta invalidez (y una
subsecuente depresión). Hay momentos en que expresa más identificación con él, es
decir, como se propone más adelante, expresa una representación del cuerpo como
cuerpo-sujeto (“pa mí es importante verse bien, ¿me entendís?, o sea, yo le doy un

48
espacio en mi vida, digamos, a arreglarme, a sentirme, a sentirme que soy yo”.), pero al
mismo tiempo, su cuerpo es algo externo que posee (“¿Y por qué no me lo puedo
permitir?: Es mi cuerpo”.) , que afecta su vida anímica, y que desea modificar. El
extracto que se muestra a continuación, por el contrario, muestra una disposición a
aceptar progresivamente el cuerpo que a uno “le toca”.
M: ¿Cuán lejos o cerca sentís tú que estai con tu propio cuerpo? ¿O sea eeh tu cuerpo eres tú dirías tú o
o o habitas en él o o es un accidente que te tocara este?
V: bueno yo creo que igual es lo que tocó no más está en uno como viva con su cuerpo o no. Eeeh
M: ¿eso es natural o se aprende?
V: Yo creo es un proceso, como de, de aceptarte, la gente quizás nunca se lo cuestione y sea feliz así la
gente que yo creo que sí, que tení que adaptarte y según si como en mi caso si estai bien si te sentí bien,
eeeh… si podí hacer las cosas que te gustan, y no tener como limitaciones cachai?, eeeh.., yo estoy feliz
o sea tengo un cuerpo normal cachai? puedo hacer lo que quiero, ehhh… tengo limi tengo limitaciones
ponte porque tengo hueás en la espalda, o sea ponte me estar mucho rato parada no lo aguanto me duele
cachai? ese es como el único problema físico grave cachai? que podría decirse que tengo pero en el
fondo aprendí a vivir con eso, o sea sabí que no podí estar parada una hora, cachai? tampoco no puedo
recorrer mucho el mall porque me duele la espalda, pero ya ya lo asimilé y en el fondo me carga ir al
mall y recorrerlo de un lado pa’otro emmm no, como que bueno igual tú acondicionai tú vida según tu
cuerpo cachai? (…) (I, 211-214)

El dispositivo de la entrevista, orientada a relatar el proceso de intervenirse


quirúrgicamente, obliga al entrevistado a hablar del cuerpo como otro, y ello hace difícil
apreciar en el relato algo así como un Cuerpo-sujeto, o bien un cuerpo-yo. A pesar de
ello, en algunos pasajes, cuando el sujeto se refiere a sí mismo como yo, y habla de su
cuerpo (de su físico), podría pensarse que se está refiriendo a un cuerpo-sujeto (III, VI,
VII, VIII, IX, X, XI), que no distingue entre sí mismo y cuerpo.
M: Emm. Y cuál es tu recuerdo más temprano asociado al cuerpo? A tu relación con el cuerpo?
P: Emm...
M: O el recuerdo más temprano que tienes respecto a tu propio cuerpo?
P: Más o menos debe haber sido como a la misma edad.
M: Qué edad es eso?
P: No dije edad... Emm, a ver, lo de “Pegajoso” debe haber sido como a los 4, y lo otro, como a los 6
años me acuerdo que, emm, mi mamá tenía un mueble súper grande con un espejo típico como de
tocador, cachái?, para sentarse y arreglarse; me acuerdo que me miré y dije: “Oh, que soy bonita”.
(VI, 9-14)

M: (…) Y ¿cuál es tu recuerdo más temprano en relación a tu propio cuerpo?


P: No entiendo tu pregunta
M: No sé…como…un… un recuerdo de chico, el primero, quizás, donde, donde aparece tu cuerpo, por
ejemplo, no sé poh un…un…te viste al espejo o te caíste y te dolió o estabai enfermo y no sé qué…la
primera vez que aparece tu cuerpo en tu historia
P: Bueno, es que yo creo que el cuerpo siempre está, igual…pero, no sé…yo creo que parte de la
pubertad cuando uno empieza a descubrir su sexualidad y empezai a masturbarte…
M: Mmmm…
P: Sin saber que estai haciendo, ¿cachai?
M: Aha…

49
P: Como que yo creo que eso relacionado con el cuerpo, pero como de verme al espejo “Oh, y este es mi
cuerpo”, no. (IX, 13-20)

M: ¿Y cuál es tu primer recuerdo de tu cuerpo? …en relación a tu propio cuerpo.


BB: mm…mm... explícate…
M: ¿Cuál es tu recuerdo más temprano que tienes respecto a tu cuerpo?
BB: ¿Cómo de conocer mi cuerpo…de ver mi cuerpo?
M: Cualquiera…cualquier cosa…
BB: Pintando arriba del árbol, piluchas con calzones… (silencio) si…como de la agilidad del cuerpo, la
capacidad del cuerpo, el calor del cuerpo…si…creo que eso es de lo que más me acuerdo cuando era
chica, lo que hacíamos en general era pintar, pintábamos en calzones en la terraza y pintábamos con
todo el cuerpo (risas) (VIII, 17-22)

Este cuerpo-sujeto, integrado con el self, identificado con el yo, se plantea que
tiene la capacidad de irradiar algo más que su materialidad, es decir, que habría una
belleza que no depende del cuerpo material, objetivo, sino de elementos más
trascendentes, psicológicos o espirituales (III, 159; X, 284).
Con respecto a la imagen que se presenta del cuerpo en el relato, las personas
entrevistadas pueden distinguir al cuerpo como un todo (I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII,
IX, X, XI), pero además, distinguen partes del cuerpo, lo que podría verse como un
cuerpo segmentado (I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI). La distinción más
importante es entre la cara y el cuerpo. (I, II, III, IV, VI, VII, VIII, IX, X, XI) Y la
cara, tiene una preponderancia mucho mayor que el resto del cuerpo. Distinguen partes
de la cara: nariz, ojos, orejas (I, II, III, IV, VII, VIII, IX, X, XI); y también otras partes
del resto del cuerpo que entran al relato a jugar un papel: las pechugas, el poto, la
guata, los rollos, el pelo, el cuello (I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI). Y estas
partes pueden molestar por su forma o su volumen y se pueden también moldear.
Cuando las personas sienten que su cuerpo, o una parte de él, no les gusta, en
general lo experimentan como un desajuste entre sí mismos y su cuerpo y, tal como
Agrado el personaje de Almodóvar citado en la introducción de esta tesis, es el cuerpo el
que debe acomodarse o amoldarse a lo que ellos son (sienten que son) o aspiran a ser.

Específicas
Los sujetos a lo largo de las entrevistas se refieren también a ciertos estados del
cuerpo y expresan valoraciones asociadas a estas imágenes.

50
El cuerpo embarazado
Una mujer embarazada es también un cuerpo embarazado y es singular que su
panza sea considerada bonita y que el hecho de mostrarla sea apreciado. Esto llama la
atención, en contraste con el rechazo que los entrevistados experimentan hacia el cuerpo
gordo, poco atlético. La “guata” es despreciada, a menos que sea la “guata” de una
embarazada, lo que le da derecho incluso a mostrarla (I, 239).

El cuerpo viejo
Al contrario que el cuerpo embarazado, el cuerpo viejo no es apreciado (I, 255,
257; III, 58, 161; IV, 34, 72-95, 119-123). La única excepción es cuando la vejez va
acompañada de vitalidad y actividad, lo que habla del valor de la vitalidad (I, IV). El
cuerpo viejo es considerado feo. La vejez y su cuerpo, por ende, además está asociada a
determinadas características: arrugas, gordura, falta de sensualidad y coquetería,
falta de vida erótica, abandono de los hábitos de arreglarse (IV). Aun cuando esta
etapa se pueda “vivir bien” (IV, 79), ya sea porque el aspecto físico no interesa tanto o
por otros motivos (se aprecian otras características personales como la inteligencia o la
espiritualidad), según el discurso de una entrevistada las mujeres que se ven así se
valoran poco y reniegan de su sensualidad (IV, 121). En algunos casos estas
características hacen irreconocibles a las personas (IV, 72). En el extremo de esta
perspectiva la vejez puede resultar “asquerosa, fea, decadente, horrible; como que es el
castigo a los pecados que uno va cometiendo a través de la vida” (I, 58).

El cuerpo atlético
El cuerpo que tiene los músculos marcados, ya sea el de una mujer o el de un
hombre, es visto como un cuerpo atractivo (II, 271, 309; V, 18).

El cuerpo acicalado
Otra situación en que el cuerpo es valorado de un modo determinado es, en el
caso de las mujeres, cuando el cuerpo se ve acicalado, maquillado, arreglado (incluso
operado). Arreglarse es valorado positivamente (II, 199-205, IV, 121; VI; VIII) por los
entrevistados, sin embargo en algunos casos, los entrevistados refieren que es valorado

51
de modo ambivalente por los demás. Por ejemplo, la mujer arreglada es vista como
tonta (II, 199-205), es decir, un cuerpo arreglado está asociado en el sentido común con
incapacidad, falta de habilidades intelectuales o de otro tipo y, específicamente por parte
de los hombres, la mujer arreglada es vista como un objeto sexual, como una mujer
disponible eróticamente (II, 199-205). A diferencia de otras categorías, las
entrevistadas que se refieren a este tema, evidentemente, no se identifican con este
“prejuicio” (en sus palabras) o no adhieren a estas asociaciones, sino que por el
contrario las deslegitiman.

2. Modelos culturales disponibles en relación al cuerpo. Ideales.


Al escuchar las narraciones de los entrevistados resulta indudable que existirían
modelos culturales en relación al cuerpo. Estos modelos serían patrones con los cuáles el
sujeto se compara y evalúa. La persona –o más bien su cuerpo- se puede ajustar a un
modelo más o menos, o no ajustarse del todo. Habría modelos más o menos universales,
pero todos de algún modo serían Ideales, porque funcionan como un paradigma
corporal, un estándar ejemplar -valorado positivamente- al que las personas desean
acercarse.

Modelos Específicos o Particulares


Se pudo distinguir en el relato de los entrevistados ciertos modelos de cuerpo que
estaban asociados a ciertos grupos específicos, por ejemplo a una clase social o al
ámbito mediático, particularmente el televisivo. Que estos modelos correspondan a estos
grupos no significa que no sean cánones o ideales para ellos o para las personas en
general. Puede pensarse que dependiendo del grado de identificación de los sujetos con
estos grupos, se sentirían más llamados a parecerse a los cuerpos que representan el
ideal que les corresponde.
También aparecen modelos correspondientes a una época determinada, es decir,
que el ideal de cuerpo variaría con el tiempo y los cambios culturales.

52
De género
Existirían modelos correspondientes a cada género, especialmente claros en el
caso de lo que se considera el ideal para las mujeres (II): “lo más lindo, lo más
femenino que tiene una mujer, es tener unas pechugas grandes y bonitas” (III, 112)
N: (…)pero en ese tiempo era una hueá como de sentirme yo más femenina cachai? no de que si me
opero las pechugas le voy a gustar a mil hueones, no era una hueá mía así, onda yo me quería yo me
quería ver con pechugas, no que los demás me vieran asi cachai? una hueá de femenino así no una hueá
no pa gustar más, porque quizás, no sé po si pa gustarle a todos los hombre ya filo me hubiera puesto
relleno, cualquier hueá, pero no era como una hueá de de yo sentirme bien, no los demás (II, 56)

De clase social
En las entrevistas aparecen ciertas expresiones que hablan de la existencia de una
asociación entre ciertas formas corporales y el estrato social bajo. La gordura y los
pechos voluminosos son “rotos” u “ordinarios” (III, 42, 112; V, 42), lo que lo
constituiría –para los entrevistados- algo no deseable.
V: (…) había una tía mía me decía: “tú te debieras (?) operar -era mucho más vieja-, esas pechugas tan
grandes, tan ordinarias, de esas mujeres que salen en calendarios”, aquí y allá. (III, 112)

A: (…) Mira, yo a mi señora le mostraba el rollo del lado: “Mira qué ordinario” (V,42)

Por oposición, puede pensarse que existiría un modelo corporal relacionado a la


clase alta, que estaría caracterizado por la delgadez y la esbeltez, lo que estaría asociado
a aquello que es considerado elegante o fino.

De una época pasada (histórica y de la propia vida)


El modelo que el entorno cultural propone como ideal de cuerpo bello iría
cambiando históricamente. En el pasado por ejemplo, según el relato de una
entrevistada, no era valorado tener los pechos grandes, por el contrario, era considerado
ordinario y vulgar.
“porque en la época mía era como feo, como roto, como grotesco tener mucha pechuga” (III, 42)

Del mismo modo, el modelo o ideal de cuerpo cambia de acuerdo a la edad de


la persona y su etapa vital (III). Este modelo que se va ajustando de acuerdo al paso del
tiempo, opera de manera complicada. En algunos momentos, o algunas personas,
parecen ir acomodándose más fácilmente a los nuevos “estándares” que funcionarían
como el parámetro con el cual evaluar su propio estado físico, sin embargo, en otros

53
momentos, u otras personas, miran hacia su pasado con cierta nostalgia del cuerpo que
tuvieron. En este sentido, podría pensarse que un Ideal de Cuerpo Universal
caracterizado por la juventud y la delgadez es más gravitante en la propia autoimagen,
que un Modelo específico para la edad de la persona.
Otro aspecto característico de este modelo es que pareciera es propio de cada
sujeto, es individual. Es decir, los estándares con los que cada persona evalúa su cuerpo
dependerían de su propia historia, del pasado de su cuerpo (de lo que pesaba en la
juventud, de su estado físico en el pasado, de su belleza anterior, etc) (III, V).

De la televisión
La insistente aparición de “la tele” como punto de referencia, “las minas o la
gente de la tele”, “los actores” y “las modelos” en las narraciones de los entrevistados (I,
48, 124; II, 36, 44, 56; III, 56, 130; VI, 129-134; XI) habla de la existencia de un
modelo corporal socializado por los medios de comunicación masivos que se caracteriza
por los cuerpos exuberantes y curvilíneos de mujeres de programas para adultos (VI,
134), las narices “todas iguales” (I, 48), pechugas operadas (I, 124; II, 44) que
“quedan todas bien” (II, 56), y los cuerpos delgados (y también operados) de las
modelos de pasarela (I, 48, 124). Este modelo está fuertemente asociado con la cirugía
estética (“ahora yo creo que la mitad de las que se operan porque hueonas en la tele y
son todas son pechugonas y todas se operan o todas se han operado”, II, 56).
El siguiente entrevistado expresa muy bien la existencia de este modelo ideal de
cuerpo transmitido por este medio de comunicación, y más allá, se refiere a la
importancia de este cánon en la sociedad chilena.
M: oye, ¿tú diriai que hay algún tipo de cómo presión social que influya en la decisión de hacerse una
cirugía?
O: Síííí, absolutamente. En este momento tú veí que en televisión todas son modelos, todas flacas, el
prototipo. Las Barbies son todas flacas, ¿me entendí? Los hombres son todos musculosos. Ehe…todos
con unos tostados fascinantes, ¿cachai? Ese es como el prototipo, como el éxito. Todo eso es igual a
éxito. Hay mucho estímulo. Los niños están permanentemente viendo eso. Cada día hay más gente con
anorexia, más gente con anorexia, ¿cachai? Suicidios, en fin, porque hay un sobre estímulo. No creo que
seaa
M: Un sobre estímulo, ¿sería, algo así, como una excesiva presión sobre las personas para, para…?
O: Sí
M: Para como ajustarse a eseee
O: Exacto
M: Standard oooo

54
O: Claro, compre Bonella y aparece una tipa vestida de blanco, regia, ¿cachai? corriendo con un loco
al lado también vestido de blanco y en la playa, no sé…Bonella la margarina liviana, no sé, estoy
poniendo un ejemplo huevón, ¿me entendí?
M: Si
O: Pero es como el concepto, así como el éxito así “sea flaco, buen mozo, tostado”, ¿cachai? y “le va ir
bien” Y les va bien a los huevones, más encima, si eso es lo peor de todo, y les va bien (en tono irónico
la última frase)
M: (Risas)
O: Porque ese es el concepto
M: O sea, ¿le va mejor a alguien que efectivamente tiene ese cuerpo
O: Obviamente
M: Que a alguien que no
O: Obviamente, obviamente una persona bella, una persona bonita va a tener más éxito que una persona
que no es tan bonita, que no es tan agraciada, ¿me entendí? Que a lo mejor tiene otra belleza. Ah, pero
la gente se fija en eso. Como que se saltan procesos, la gente linda se salta procesos, sin querer. Porque
laa sociedad pak!, los agarra y les hace pasar por eso. En cambio la gente que no es tan bonita como
que le cuesta más llegar. Cuesta más llegar. Un actor, una actriz que no es muy bonita está destinada a
hacer papeles secundarios. Estoy hablando de televisión
M: Si
O: Salvo sea, no sé poh, no sé poh, están buscando al protagonista de unnn, no sé poh, un huevón feo, no
sé. Y por último agarran a un actor bonito, ¿me entendí?, y lo afean, ¿cachai o no?
M: Sí, claramente
O: Yo creo que la tele está la clave. La tele, la tele, la tele, la tele…todo el rato la tele
M: ¿Si?, ¿la tele sería un medio masificador de esee modelito?
O: Sí, sí
M: ¿De cuerpo?
O: Sí, absoluto. Toda la tele, te bombardean con cosas
M: ¿Y hay situaciones como de la vida cotidiana, de la vida concreta de las personas que también, en las
que también se sienta esta presión?
O: Obvio, cuando vas a buscar trabajo. A mí, mira, te voy a poner un ejemplo, yo hasta hace una
semana y media atrás tenía el pelo largo hasta acá, crespo, rizado
M: Me acuerdo
O: Te acuerdas. Yo salí a la calle a tomar un taxi y los taxis no me paraban. No me paraban, costaba
mucho que me pararan. Era como ponerme casi frente al taxi, “por favor, páreme, no soy un
delincuente”, ¿cachai? Por el pelo. Porque el pelo así en medio en oscuridad, así, da mal aspecto, ¿me
entendí? Ah, un hombre con pelo largo. “No, ese loco flaite”, no sé, cualquier cosa, lo peor. Me corté el
pelo. Ahora hago así en la calle y me paran dos taxis (XI, 200-227)

Este modelo penetra en las personas de forma interesante. Este patrón, aun
cuando es valorado positivamente y reconocido, por los entrevistados, como una presión
social, una demanda cultural hacia las personas (III, 130; VI, 129-134; XI, 200-227), no
siempre lo reconocen como una presión o demanda sobre sí mismos (I, XI). Asimismo,
no necesariamente se plantea como un modelo a seguir (I, 48). Cuando el valor de la
apariencia natural o de la originalidad es importante, no se valorarían los cuerpos
televisivos ya que ellos tienden a ser percibidos como más bien homogéneos o
artificiales.

55
Modelo Universal
Se puede hablar de un modelo universal de cuerpo deseable o bello presente en
las narrativas de los entrevistados. Que haya sido denominado universal, en este caso, no
se refiere tanto a que sea un grupo de características congruentes que son deseables, sino
más bien a que no está asociado a ningún grupo o ámbito particular (excepto a hombres
y mujeres, por la constitución física propia de cada sexo). Este modelo tiene muchas
características relativas tanto al cuerpo en general, como a sus partes: el cuerpo ideal es
alto (I, 169; III, 20), lindo (III, 72), atlético (II, 271; V, 18, 88-90), exuberante,
curvilíneo (II, 36, 60; VI, 134); coqueto, cuidado (IV, 78), joven, con el rostro
estirado, sin arrugas ni bolsas en los ojos (III, 72, 161), con las pechugas paradas y
chicas (I, 218; III, 44). Como se puede ver, en algunos casos el ideal de cuerpo para las
mujeres que aparece en el relato se caracteriza por los pechos abundantes y en otros
casos, por las mamas pequeñas y paradas.

Natural
Un aspecto deseable para el propio cuerpo, y valorado por los entrevistados o por
personas en su entorno, es la naturalidad (VIII, 120). Por ejemplo, es valorado poder
mantenerse joven de manera natural (III, 72). Aunque parezca contradictorio, las
personas que se operan usualmente quieren que sus partes operadas se vean naturales;
no quieren verse operados (I, 48, III, 122).

Delgado
El cuerpo admirado y deseado por hombres y mujeres es un cuerpo delgado (I,
167-169, 229; II, 216; III, 20, 26, 72; V, 90; VI, 34-48; VII, VIII, IX, X). Además, las
personas sienten una aprobación de parte del entorno cuando bajan de peso. Los demás
los piropean (VI, 48) lo que opera como un aliciente. La gordura para ambos géneros es
indeseable (I, 229; V, 18 VI, 34), pero como dice la entrevistada I, los parámetros
pueden ser personales y van a depender del peso en relación a la altura (I, 183). Cuán
delgado debe ser cada cual para sentirse bien es relativo, incluso puede ser
independiente la apreciación estética de cómo se sienta la persona (I, 183-185).

56
Por otro lado, en la madurez la gordura sería aceptable siempre que vaya de la
mano de prácticas de acicalamiento que demuestren preocupación, coquetería y no
abandono (“dejarse estar”) (IV, 72-78).

¿Cómo se relacionan estos diferentes modelos? ¿Cómo operan en la vida


cotidiana?
Adecuar el propio cuerpo al Modelo Ideal otorga una sensación de satisfacción y
felicidad. Sin embargo, no hay un Modelo o Ideal estático, rígido, único y omnipresente
que sea el parámetro exclusivo con el que el sujeto se compara. Por ejemplo, el modelo
universal comprende la exuberancia y voluptuosidad y también los pechos pequeños.
Entonces, cabría suponer que este es un ámbito donde existe cierta flexibilidad o
amplitud en el modelo.
Por otro lado, los diferentes modelos dialogan entre sí, aparecen y desaparecen
en diferentes momentos, se dan negociaciones, o bien oscilaciones entre la supremacía
de uno y otro.
Para ilustrar este punto se puede rescatar parte del análisis hecho al caso
prototípico de este estudio, el caso III. Aquí encontramos que el modelo o ideal de
cuerpo, a ratos aparece como universal (“a todas las mujeres nos gustaría estar más
estiradas y más lindas”) y a ratos aparece ligado a la clase social (“tú te debieras (?)
operar esas pechugas tan grandes, tan ordinarias, de esas mujeres que salen en
calendarios”), a los tiempos (“en la época mía era como feo, como roto, como grotesco
tener mucha pechuga”), al género (“lo más lindo, lo más femenino que tiene una mujer,
es tener unas pechugas grandes y bonitas”) e incluso al pasado de cada persona (“aquí
le quedó una cosita así, que yo ni cuando guagua tuve esa guata. (…) Uno se
acostumbra a verse de una forma y después no aceptái el cambio que te da la vida”).
El modelo de cuerpo expresado por esta mujer consiste, fundamentalmente, en
ser bella y delgada, y ello incluye “pechugas chicas y paradas”. Para su madre, los
pechos grandes son signos de feminidad, pero para ella son más bien un accesorio y un
estorbo. Sin embargo, el modelo particular de la entrevistada no es tan simple, por
ejemplo, para ella es preferible tener muchas pechugas que tenerlas caídas, es decir, hay
prioridades en el acercamiento/alejamiento al modelo.

57
En este sentido, una pregunta que queda abierta en este análisis es cómo se
tensan y cómo se resuelven los conflictos entre los distintos modelos (particulares y
universales). Por ejemplo en el caso de las pechugas, uno podría acercarse al modelo
para las mujeres (pechugas grandes) o bien al modelo para la clase alta (pechugas
chicas). Esta mujer opta por lo segundo.

3. Demandas sociales en relación al cuerpo


Por demandas sociales, entendemos aquellos requerimientos que los
entrevistados identifican de parte del entorno hacia el cuerpo. Estas exigencias no
siempre son sentidas en términos personales, es decir, los entrevistados no siempre
sienten que el medio ejerza una presión sobre ellos mismos para ajustarse a un modelo
determinado de cuerpo, sin embargo, sí reconocen que existe una presión social sobre
los demás (II. III, IV, VI, VII, VIII, IX, X, XI). Es decir, el sujeto se diferencia del
entorno y reconoce presiones sobre la personas en general, pero no sobre sí mismo. En
este sentido, se puede pensar que el entorno social es efectivo ya que la presión que se
ejerce sobre cada uno tiende a ser invisibilizada. La existencia de un modelo ideal de
cuerpo no siempre sería identificada como una demanda social. Esto lleva a cuestionarse
sobre la conciencia respecto a las fuerzas que entran en juego a la hora de someterse a
un procedimiento con fines estéticos, sobre la autonomía o alienación en el proceso de
vivenciar el propio cuerpo, valorarlo, juzgarlo y relacionarse con él (modificarlo,
controlarlo, cuidarlo, etc.).
Respecto a los modos de enfrentar la demanda los entrevistados plantean que
depende totalmente de la persona sentirse presionado o no (“pescar o no” en palabras
de uno de los entrevistados), darle importancia o no, sin embargo, no queda claro de qué
depende que uno pesque o no.

Sobre la gente en general


Las demandas sociales identificadas coinciden con el modelo ideal de cuerpo y
valoran la belleza y la “buena presencia” (III, 100; VIII, 120; IX; XI), los pechos
voluminosos (II, 55; VI) y los rasgos caucásicos (ojos claros, nariz respingada) (VIII,

58
158) y se propone que pueden influir sobre la probabilidad de que alguien se someta a
una cirugía plástica (II, 55; III, 130).
M: Y…y…no… ¿tú crees que exista algún tipo de presión social detrás de la…, que sé yo, de la decisión
de hacerse una cirugía?
B: ¿En general, dices tú, de la mayoría de la gente…o mía?
M: Porque tú me decís que no, pero…pero en general
B: O sea, existe la presión, absoluta presión social a ser más bonito, como que todo mundo tuviera que
embellecerse, como que…como que…o sea, yo en general, soy súper poco aplicada a embellecerme,
súper poco aplicada. Soy más aplicada como al…al tratar de ser natural…no sé, si siempre fue así, pero
por lo menos ahora (VIII, 117-120)

Estas demandas se describen como características de la sociedad chilena (IV,


XI), en la que existe un valor de la imagen exacerbado (IV, 38; VI, 130-134; VIII,
158), que se experimenta en el mundo laboral en el que existirían ventajas para quien
se ajuste mejor a esta demanda (VIII, 158; IX; XI). Los medios de comunicación
masiva, especialmente la televisión, tendrían un rol importante en la transmisión de esta
demanda o presión social, al presentar preferentemente cuerpos alineados con el modelo
(II, 55; VI, 134; XI, 201).

Sobre sí mismo
Algunos entrevistados reconocen demandas sociales sobre ellos mismos -y sus
cuerpos- (III, VI, VIII) y otros, en cambio, no perciben ninguna (II, V, VII, IX, X) por
eso se han denominado como demandas sentidas y demandas no sentidas, para expresar
esta propiedad. La fórmula utilizada, no obstante, tiene un problema lógico que no pudo
resolverse: si las demandas fueron diferenciadas del Modelo Ideal como requerimientos
que los sujetos identifican de parte del entorno, entonces, demandas sobre sí mismo no
sentidas, no pueden existir. Valga la aclaración de que se conservó la categoría para
subrayar esta propiedad de las demandas, para destacar que los sujetos no siempre se
sienten exigidos.

Sentidas
La presión sentida por los sujetos evidentemente va en la misma dirección de los
Modelos o Ideales de Cuerpo, de verse más bonito (III, VI, VIII), arreglarse, ser flaco
(VI) y “mantenerse regia” (III).

59
V: No... O esa, lo de más importancia, sentir que tú, tú no eres una persona tan interesante si no sigues
teniendo, o no sigues siendo esa persona que “¡Ay, qué estái regia! ¡Oye, no pasan los años por ti!” (III,
56).

Esta presión es reconocida aun cuando estas tres entrevistadas no reconozcan el


papel que ella tiene en la decisión de operarse.
No solo el entorno sociocultural más amplio expresado a través de la televisión,
presiona a las personas a parecerse a un tipo determinado de cuerpo, el entorno social
más cercano a los entrevistados también ejerce cierta presión sobre ellos (III; VI, 130-
132, 142), incluso de modos aparentemente inofensivos, en situaciones sociales
cotidianas (III, 99-102). Cuando las personas reconocen esta demanda sobre sí mismos,
generalmente, esta se ejerce entre los pares, ya sea por medio de estímulos (VI, VIII) o
incitaciones a verse más bello (a arreglarse por ejemplo) o de piropos, refuerzos o
elogios ante un ajuste o mantención del propio cuerpo de acuerdo al modelo valorado
(por ejemplo, adelgazar) (V, 219; VI, 54, 102).

No sentidas
Algunos entrevistados no sienten ningún tipo de demanda externa relación a sus
cuerpos, menos aún si se trata de su propia cirugía (I, 27-32, 218-229; II, 56; V, 77-82;
VII, 133, 140).
M: (…)Entonces, ¿tú nunca sentiste que hubiera una presión social o una demanda por…por ajustarse
a un determinado patrón?
C: No, no…pa’na…Yo tenía una oportunidad y la agarraba
M: Y ¿en el tema del resto del cuerpo, ponte tú…tampoco hay sentido esa demanda de…?
C: No, pa’na…no, pa’na… (risas)
M: ¿Por la pelà?
C: No, pa’na…
(VII, 133-138)

4. Relación con el propio cuerpo


Aquí se describen características del proceso de vivir la relación con el cuerpo.
Primero se describen las características y los determinantes de la relación de los
entrevistados con el cuerpo (sobre el grado de satisfacción versus molestia por ejemplo).
Se considera la relación con el cuerpo como proceso, porque hay algunos aspectos de la
relación que evolucionan, cambian con el tiempo.

60
Además, esta categoría expone los contenidos que tienen que ver con la
afectividad que los entrevistados tienen en relación con su propio cuerpo. Si bien estos
afectos fueron relatados en relación a diferentes momentos del ciclo vital (tanto en el
presente como en retrospectiva), solo se conservaron los conceptos alusivos a las
emociones.

Proceso
Los contenidos de las entrevistas con respecto a la relación con el propio cuerpo
se diferenciaron en características del proceso y en los determinantes de esa relación.

Características
Con respecto a las características, aquí se codificaron características abstractas
del proceso de relacionarse con el cuerpo y no de la relación que cada entrevistado tiene
con su cuerpo (por ejemplo, si se siente satisfecho, se siente armónico, conforme, le
gusta su cuello o estatura, no le gustan sus piernas, etc.).
En primer lugar, el cuerpo es algo que se asume (o no) (I, III, IV, VII, VIII, X,
XI). Los entrevistados hablan de ciertos aspectos de su cuerpo (“un lunar en mi
pierna”; X “el aspecto de cansancio”; IV, 93, 95, “la pelá”; VII, 142) como rasgos,
elementos o partes que se van asumiendo (en mayor o menor medida). Esto llama la
atención porque si el cuerpo fuera algo dado, como el hecho de tener dos piernas o dos
ojos, no cabría el hecho de ir asumiéndolo a lo largo de la vida (I, 214; VII, 142; VIII,
140-142), o bien, juzgar que no podemos asumir algún aspecto de él (IV, 93,95).
Otro aspecto de la relación con el cuerpo es que éste se cuida. Esta característica
evoluciona a lo largo de la vida, según el relato de los entrevistados: el autocuidado
aumenta o se transforma en una práctica más constante conforme se entra en la adultez.
Aun cuando la actividad física puede haber disminuido luego de la salida del colegio o
de la juventud, se dice que la preocupación por la alimentación, la salud, y por retomar
algún ejercicio va aumentando con los años (I, 230-235; VII, 203-207; VIII, 120-122).
En el mismo sentido, la relación con el cuerpo se caracteriza porque éste se
moldea, se controla, se modifica (I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI). La
necesidad o el deseo de controlarlo o modelarlo (como un todo o sus partes) muestra

61
cierta variación en su intensidad –entre sujetos y entre diferentes momentos en la vida
de una persona- y se puede apreciar a lo largo de todas las entrevistas ya que se trata de
personas que se han operado para llevar a cabo su deseo o para satisfacer esta necesidad.
De hecho, la mera existencia de la cirugía plástica como tecnología de modificación
corporal, en algunos casos, crea esta necesidad o deseo que a partir de la aparición de
la posibilidad de operarse “pasó a ser un tema” (VII, 66-70).
Ahora bien, a pesar incluso de someterse a una cirugía plástica, algunos
entrevistados reconocen que en ellos o en otras personas, queda una preocupación, un
problema o una carencia sin resolver (I, 299, 305; II, 206-212; VI, 230-256, 295-297,
340-361; VIII) que persiste.

Determinantes o intervinientes de la relación


Con respecto a los determinantes de la relación con el propio cuerpo, se han
codificado los fenómenos que inciden o intervienen en esta relación, si bien no en todas
las entrevistas se habla de ello de este modo. Se trata de una relación de determinación o
influencia que se muestra en el relato aún cuando no se haga referencia explícita.
Un determinante de la relación con el cuerpo es la forma en que el sujeto se
relaciona con las Demandas sociales y con los Modelos culturales (Ideales)
disponibles respecto al cuerpo. En otras palabras, la persona puede darles más o menos
importancia, “pescar” o “no pescar” (VII, VIII, X) las demandas y modelos, y
experimentarlos con diferente grado de intensidad o identificación.
M: Y, ¿tú sientes que hay algún tipo de presión social detrás de la…que sé yo, del querer verse mejor o
del querer operarse?
P: O sea, todavía algo queda de presión social, pero va por pescar o no. Es cosa de cada uno, yo por lo
general, nunca me ha importado lo que piense la gente de mí. Si soy vanidoso, si no soy, si soy gay o no
porque me operé, todas esas cosas en verdad me dan lo mismo. Porque soy yo el que vive con mi cuerpo,
con mi cara, soy yo el que me miro todos los días. (X, 92-93)

Además, la importancia que se le da a estas demandas y modelos depende de las


prioridades de la persona en cada momento de su vida. El peso de su propia imagen y
del problema de no ajustarse a un modelo o a una demanda social puede verse
disminuido cuando las responsabilidades aumentan, la vida se hace más compleja (por
ejemplo con el matrimonio y los hijos) y ante la diversidad de necesidades que requieren

62
ser satisfechas en la adultez. El aprendizaje o la capacidad de “ir asumiéndolo” -el
propio cuerpo y sus cambios- se juega en esta negociación permanente.
B: (…) Pero claro que existe la presión social para que uno ande bonito. Todo el mundo, mis
amigas…ene amigas que me dicen, “por qué no te arreglai, arréglate. Ponte más bonita, cómprate
ropa”, no sé poh…no tengo plata…
M: ¿Y cómo te llevai con eso…?
B: Me da lo mismo, no me enrolla…
(…)
M: ¿Y qué pasó que ahora no te arreglai…?
B: Me empezó a dar lo mismo, me empezó a dar lo mismo…y con Lucas también, es como que con un
hijo tenis menos tiempo, te dedicai menos…te importa menos, te importan otras cosas. Cuando quiero
salir, quiero salir rápido, entonces…(risas) salgo con lo que tengo puesto no más…con tal de salir, con
tanto entusiasmo (risas) por no quedarme el viernes en mi casa cuidando a mi hijo que ya no es guagua
y ahora como que feliz salgo. Entonces, es como que me da lo mismo. Además que probablemente en
estos dos últimos años de mi vida tengo una seguridad que antes no tenía, entonces es como que me
importa menos, me importa muchísimo menos salir muy arreglada. Ahora, de vez en cuando, cuando
tengo la oportunidad y tengo las ganas, me arreglo y me arreglo bonita y me gusta. Y me siento
muchísimo más bonita cuando salgo arreglada, me siento muchísimo más atractiva cuando salgo
arreglada. (VIII, 117-132)

Por otro lado, es evidente a lo largo de las entrevistas que la relación se articula
dependiendo de lo que se juzgue como bello, adecuado o normal. En consecuencia, otro
aspecto clave que influye sobre la relación con el cuerpo son las valoraciones, opiniones
o juicios con respecto al propio cuerpo y de dónde provienen. El juicio con respecto al
propio cuerpo puede ser positivo o negativo y puede venir del mismo sujeto –el que se
denominó juicio propio- o bien puede tratarse de un juicio ajeno, que la persona
experimenta como proveniente de otro, de un otro definido (una persona particular) o de
un otro indefinido (“los demás”, “la gente”). El juicio ajeno, a su vez, puede ser real
(“conocí a mi actual... a mi marido, y me dijo: “(...) te ves ridícula con esos pechos tan grandes”. III,
42) o bien imaginado, es decir, lo que el sujeto supone que el otro ve, aprecia u opina
cuando lo mira.
N: Nunca me había sentido insegura hasta que llegaba quizás a tener algo con un hueón, cachai? y era
como que yo decía “¡ah! este le va a ir a contar a los amigos: <<no esta hueona tiene relleno o la
hueona es más plana que la chucha>>” (II, 177).

Este juicio ajeno imaginado, puede tener relación con la aparición insistente del
espejo en el relato. En las entrevistas asoma muchas veces el hecho de mirarse al espejo,
lo que hace pensar que los sujetos en este acto de mirarse, no sólo están siendo objetos
para sí mismos, sino que están imaginando lo que ven, piensan, juzgan, valoran, sienten

63
los demás cuando los miran.; es decir, pueden estar tratando de ver al objeto que son
para los demás.
Este juicio ajeno (del otro), según la entrevistada siguiente, necesita ser
expresada en palabras, sino la hace sentir insegura.
249. M: Y tu pololo influye en eso?
250. N: sí yo creo que sí, porque no es como muy como que, como que si subo 5 kilos no me dice nada y
si bajo 10 tampoco entonces como que no, nunca me dice “no, si te veis bien” o “no, si te veís mal”
cachai? es como neutro. De hecho las peleas son por eso cachai onda “pero hueón, pero bajé como
cinco kilos y no me hai dicho nada, llevo como no sé cuantos años en el gimnasio y no me hai dicho
nada” cachai? no es como muy así, quizás si me dijera como todo el día “no, si estai flaca onda que
estupenda” quizás yo sería, ah ya onda me sentiría bacán, pero no, no es así poh entonces por eso
puede ser que por eso también me sienta medio insegura, y se lo he dicho po pero para él yo cacho que
es como tan sin importancia que no, no me lo dice po cachai? yo me encantaría que me lo dijera po
251. M: que te dijera más seguido que estai linda
252. N: sí po sí
253. M: o que te vei bien
254. N: sí po si yo igual súper de repente producida cuando salgo y el otro hueón no me dice nada, pa el
matrimonio de mi hermana no me dijo nada, no me dijo onda “oh, que te veís bien” nada. Y por lo
mismo de repente como que no, como que no, como que hubo un tiempo como que empezamos a no tener
tantas relaciones cachai? y ahí él me dijo ene hueás, de hecho me dijo “pero puta igual onda como que
hace tiempo que no, que una vez a la semana” y ya estaba preocupado y ahí le dije porque ya me
emputecí “la hueá es que tú nunca me decís ná y cómo querís que...”.
255. N: como que esa vez fue la primera vez que me entendió que pa mí onda que me dijeran onda que
estaba bonita y la hueá era mucho más excitante que me agarrara una teta o hueás así cachai? así
que ahí de hecho esa conversación fue hace como un mes cachai? como que de ahí igual ha cambiado,
ya ahora anda más cariñoso, pero yo creo que le cuesta, sí.
256. M: que divertido eso de que de que el el el reforzamiento de la palabra (risas) así verbal sea tan
importante
257. N: sí poh si pa mí es súper importante así
258. M: mmh
259. N: sí poh si es como que me siento yo digo así “estoy gorda” y no me dice nada y de hecho hay
veces en que he subido de peso y me ha dicho “onda uy estai como, estai como pesadita” yo y ahí ya es
emputecimiento ahí le digo “pero hueón he bajado de peso y no me decís nada y cuando estoy gorda al
tiro pero pa’ decir hueás bonitas nada” y me dice como “no, sí” yo cacho que los hombres no se dan
cuenta, yo estoy como segura que no, no sé como que pa ellos no es importante cachai? o quizás él es
como tan seguro de él que no, quizás como cree que a él no le hace falta que se lo digan como que cree
que a mí tampoco o pensará que yo soy como segura pero no pa’ nada, de hecho cuando yo no he ido al
gimnasio, cuando estoy en exámenes o cosas así, como que ya me empiezo a desesperar” no, me voy a
poner fláccida” (risas) y toda la hueá yo creo que es clave el gimnasio, si no puedo dejar de ir…

Podría pensarse que lo que hace necesaria la expresión en palabras del juicio
ajeno es disminuir el papel del juicio imaginado.
Otra variable que afecta la relación con el propio cuerpo es, la comparación y la
competencia. La comparación se da entre el cuerpo del sujeto (o sus partes) y los
cuerpos de otras personas, así como también entre el cuerpo del sujeto y el cuerpo que
tuvo en el pasado (II, V). La competencia se refiere a cuando esta comparación se da en

64
el contexto de pares que disputan la atención o atracción del sexo opuesto (II, 230; VIII,
122-130).
B: (…) Pero claro que existe la presión social para que uno ande bonito. Todo el mundo, mis
amigas…ene amigas que me dicen, “por qué no te arreglai, arréglate. Ponte más bonita, cómprate
ropa”, no sé poh…no tengo plata…
M: ¿Y cómo te llevai con eso…?
B: Me da lo mismo, no me enrolla…Obviamente si salgo y me doy cuenta que en realidad, me podría
haber arreglado un poquito, obviamente estoy, me veo fome, al lado de puras niñas que se
arreglaron…digo: “puta, que soy pava, por qué no me arreglo más de vez en cuando”
M: ¿Y eso te pasa como al…al mirarte en…?
B: En comparación a otras mujer…
M: ¿En comparación a otras mujeres?
B: Si, claro
(VIII, 117-123)

En el extracto siguiente, se puede ver la comparación que hace la entrevistada


entre ella y las mujeres de su entorno y la importancia que ello adquiere al competir con
ellas por la atención de los hombres.
N: (…)pero igual yo siempre he tenido rollos así como que, como que yo me siento bien pero siento que
las demás personas me ven fea así,
M: a ver
N: es como raro, yo conmigo me siento como conforme, voy al gimnasio y toda la hueá, como que me
siento bien pero igual me siento como que, como que soy como que más como que en el promedio pueden
haber minas que son como mucho más lindas que yo cachai? y como que si y si hay un hueón que me
gusta y hay varias minas más digo como que “ah, ya, filo” cachai ya, como que no tengo esa hueá como
“yo soy bacán” onda “me la puedo”, no onda, no es que me sienta así onda el hoyo del queque cachai?
Pa’ ná yo sé yo igual soy insegura de esa hueá así de hecho yo le he dicho a mi pololo así que, que igual
yo me siento súper insegura de que como, de que quizás, no me sienta tan bonita como, como algunas
gallas cachai? como que igual esa parte es como mi inseguridad pero con el resto cachai? porque yo,
como que yo vivo feliz conmigo hasta que me toca que quizás alguien me evalúe o que me diga no si o
como que piensen de mí cachai? como que yo siempre tiendo a pensar que quizás me encuentren no muy
bonita, o quizás me siento menos bonita que mis amigas.
M:O sea que es en comparación con otras mujeres
N: claro si poh
(II, 228-232)

Según esta entrevistada, la inseguridad se asocia al lugar en que ella se ubica con
respecto a las demás mujeres en lo que respecta a belleza. Ella se considera menos
bonita que las demás.

Afectos
Los afectos en relación al cuerpo se codificaron en dos polos: afectos distónicos o
molestos y afectos sintónicos (que son neutros, de conformidad o bien de gratificación).

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Afectos Distónicos
Los afectos distónicos fueron organizados según su origen y según la emoción o
sentimientos que específicamente se mencionan.
En relación con el origen de los afectos distónicos, ellos están asociados de
manera muy importante con la gordura o exceso de peso (II, 216-228; III, 18-20). La
preocupación constante por el peso (generalmente disminuir o mantener el peso, pero
en el caso de un hombre se trata de aumentarlo) es omnipresente y transversal a los
géneros y las edades (II, 240-248; III, 26; V; VI, 34-38); adquiere relevancia en la
adolescencia (I, 167-185; III, 22; VIII, 36, 42, 56-62) pero se mantiene a lo largo de las
etapas sucesivas de la vida (XI).
Otras fuentes de emociones negativas, molestia o disconformidad son: la forma
o tamaño de un rasgo, por ejemplo de la nariz (I; VIII, 38, 42, 48, 64); las limitaciones
físicas, por ejemplo, la falta de destreza (VIII, 32-34); y el deterioro del
envejecimiento (III, 46, 58-62; IV, 16).
En el caso de la molestia por el deterioro producto del envejecimiento, las
mujeres de mayor edad se sienten desencontradas de su propio cuerpo, sienten que su
imagen –la imagen que ven los demás o la que les devuelve el espejo- no es congruente
con su forma de sentir, con su identidad. Aquí también se puede establecer una
distinción según si la fuente de los sentimientos distónicos es el propio juicio (IV, 26;
III, 52; VI, 50) o el ajeno (II, 206, 228-232, 240-248, 249-259; III, 42-44; IV, 16; VI,
48, 54) sin embargo, como es evidente, esta distinción no separa a las personas en uno u
otro grupo. Una misma persona plantea la situación como centrada exclusivamente en su
experiencia interna y su opinión y, en otros momentos de su relato, aparece la
importancia de la mirada de los demás (real o imaginada) en su sensación de
inseguridad, vergüenza o molestia.
Por último, aparece como causa de malestar emocional, el asedio sexual (II, 163,
203; X, 33), que en este caso fue mencionado por dos mujeres con implantes de silicona
que sufrían con desagrado la mirada de los hombres hacia sus pechos.
(…) porque los hombres te miran las tetas todo el rato, pero ¡descaradamente!, yo nunca me imaginé
que podía ser tanto.
33. M: ¿Has notado la diferencia?
34. C: Sí, si ahora andar por la calle no te miran a la cara, te miran a las pechugas, ponte tú, pasa, y eso
no es agradable igual, eso incomoda

66
(X, 33-34)

(…) me ha pasado con profesores me están hablando, y como que miran pa abajo y pa arriba y uno es
como ay hueón poco desubicado así, pero antes nunca po cachai? es como lo único asqueroso de tener
más pechuga pero es como como quizás si hubiera nacido con pechugas nunca me hubiera dado cuenta,
(II, 163)

Los sentimientos que dominan en el ámbito de los afectos distónicos son: el


rechazo estético (encontrar feos ciertos aspectos en la propia apariencia), por ejemplo
por la forma o tamaño de la nariz o por la gordura (I; VIII, 38, 42, 48, 64), la
vergüenza (II, 42) y la inseguridad (I; II, III; VIII, 38-40, 96).
N:(…)igual me siento que pa mí es una hueá importante algo que no es, como algo que yo diga que,
como que pa mí es importante que me vean bien cachai? onda yo ni cagando voy a la universidad si no
me maquillo, igual que mi mamá cachai? no salgo de mi casa si no me pinto y si me encuentro con
alguna compañera y yo ando así con cara de poto yo digo “ay que vergüenza” así me muero yo cacho
que me da lata porque es una estupidez porque yo no creo que uno cambie mucho erís la misma persona
cachai? pero yo hueonamente si tuviera unos lentes yo cacho que me los pongo, pa puro saludar “ah,
hola, hola” y ya chao y cortito, así pa que no, pa evitar la cara de poto así, pero yo creo que es una
hueá totalmente así psicosis mía así (risas) mi hermana hueón mi hermana nunca se pinta o sea yo ando
onda “hueona píntate” y la hueona no está ni ahí así (II, 232)

Estos últimos, son sentimientos distónicos que aparecen en la adolescencia


asociados tanto al propio juicio (I; II, 56; VII; VIII, 64) como al juicio externo (la
mirada del otro) respecto al cuerpo (I, 4, 24-26; II, 177, 193); que muestran un carácter
negativo. En esta etapa en que comienza a adquirir significación la relación con el sexo
opuesto la forma en que la persona cree que es vista por el otro adquiere mayor
relevancia aún y esta experiencia de juicio negativo marca la manera en que valora su
corporalidad a lo largo de la vida. Los sentimientos negativos que se presentan en la
adultez también involucran la vergüenza y la disconformidad con el propio cuerpo o con
alguna de sus partes (II, 206-208; III, 26; IX, 22).

Afectos Sintónicos
Los afectos sintónicos en relación con el cuerpo también se han organizado de
acuerdo a su origen y a las emociones que involucran.
Algunos afectos positivos están asociados al valor de la propia apariencia
(belleza) (I, 42-46, 84, 167-169, 218, 267; II, 271; III, 11-17, 31-33; IV, 16, 92; VI, 1-
14; VII, 21-28, 135-140; IX, 22). En los relatos se presentan recuerdos positivos de la
etapa infantil, asociados al aprecio de la propia belleza. Aquí se mezcla el aprecio de
uno mismo con el aprecio de los demás.

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M: ¿Y cuál es tu recuerdo más temprano en relación a tu propio cuerpo?
V: ¡Ay! Lo linda que me encontraba cuando chica. Siempre me encontraba (...) me miraba todo el día al
espejo, pero...
M: ¿Y como a qué edad era eso?
V: Es que desde muy chica fui como la... como que “¡Venga!” –si éramos cinco hermanas- “¡Venga pa’
que la vean! Así que la vamos a presentar”, y todo. Y todos me miraban y decían que era preciosa. No
sé, 6 años, 7 años, por ahí. Y después...(III, 11-14)

También aparecen momentos felices asociados a lo que el cuerpo podía hacer


físicamente, al goce de la desnudez (VIII, 17-22).
Otros sentimientos positivos en relación al cuerpo se sustentan en lo que el
cuerpo puede hacer, por ejemplo, por su agilidad o sensualidad (I, 192-196, 214, 235;
IV, 123-133; VII, 29-34). Por último, aparecen situaciones donde a pesar de haber una
opinión o experiencia negativa sobre algún aspecto corporal, ésta no es significativa, no
se vive intensamente sino más bien neutral. El origen de estos sentimientos es la
desestimación del valor del cuerpo (como lo externo), declaran que “lo externo no es
lo más importante” (VII, 142).
M: ¿No?
C: O sea, te juro que…a mí me gusta…no sé, nunca me ha complicado…al contrario, como que me
distingo por una cosa distinta no más…
M: ¿Y por qué…de qué crees que depende que pa’ti no sea un tema y para otros hombres sí? Porque
demás que pa’otros hombres sea un rollo…
C: De cómo lo asumís, de lo contento que estai contigo, de que…ehem…que no sólo lo externo sea lo
más importante, ¿cachai? Si vai por la calle, la nariz…ok…pero da lo mismo, o sea…después hay todo
un tema detrás tuyo que si te conocen, bueno ahí descubrirán porque estoy pelao o no, ¿ cachai? (VII,
133-140)

Como se puede apreciar las emociones asociadas a los afectos sintónicos con el
cuerpo son aprecio o valoración e indiferencia.

5. Prácticas relativas al cuerpo


Las prácticas asociadas al cuerpo consisten en actividades que se llevan a cabo,
usualmente de manera rutinaria, principalmente con el fin de manejar, controlar,
moldear o embellecer el cuerpo de acuerdo a ciertos modelos.
En este ámbito de cosas llama la atención el uso de la palabra “cuidarse”.
Cuando los entrevistados se refieren a “cuidarse”, generalmente, están aludiendo al
cuidado que tienen con lo que comen, y a la rutina deportiva o actividad física que hacen
para mantener o reducir su peso. En otros casos también se refieren con ello a rutinas de

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aplicación de cremas y de hábitos de higiene para mantener sanos y bellos,
especialmente, los dientes, el pelo y la piel.
Se pudo distinguir dos tipos de prácticas, las primeras, más presentes, coinciden
con la definición que se acaba de entregar, ya que consisten en hábitos o actividades
rutinarias que se realizan con un fin extrínseco, como es el bajar de peso o mantenerlo.
Pero, por otro lado, aunque menos importantes, también aparecen ciertas actividades
realizadas por una motivación intrínseca a ellas, es decir, por el placer de realizarlas, por
la gratificación que implican.

Prácticas de moldeamiento y mantención (extrínsecas).


Un grupo importante de prácticas de moldeamiento dicen relación con la
mantención o baja de peso (y con el aumento de peso en el caso de un hombre).
Cuidar la dieta (I, II, 216, 244; III, V, 28; VIII, 58), hacer deporte o ir al gimnasio
(II, 259, 271; III, 31-38; V, 29-34; VI, 52, 54), incluso tomar pastillas para adelgazar
(III, 38), son algunas de las rutinas que siguen o han seguido los entrevistados. Como
dijimos, también el cuidado puede referirse a mantener la salud del cuerpo (VIII, 52,
120), especialmente del pelo y la piel, mediante hábitos de higiene (lavarse los
dientes), aplicación de crema y otros.
Un tercer grupo de hábitos o actividades rutinarias de moldeamiento
corresponden a rutinas de acicalamiento, como el “arreglarse”; en el caso de las
mujeres, maquillarse (II, 232; IV, 22; VI, 138) vestirse (II, 254; VI, 135-138), y en el
caso de los hombres, afeitarse (VII, 50) y peinarse o hacer algo con el pelo de la
cabeza (por ejemplo, afeitárselo también). Las mujeres varían en la periodicidad del
hábito de arreglarse, algunas se maquillan todo el tiempo (II, 232) y otras, en ocasiones
especiales (VIII, 120). Esto obedece a cuán importante es para la persona “andar
arreglada” (VIII, 132) y, a su vez, depende de otros factores contextuales, como tener
tiempo. Además, vestirse de un determinado modo está asociado al estado de ánimo y a
lo que uno quiere provocar en los demás (VI, 276-284). Otras rutinas de acicalamiento
son depilarse (I, 269, 271; II, 263-265; X) y tomar sol para broncearse (V, 24).

69
Prácticas de gratificación (intrínsecas).
Hacer deporte, habitualmente, está asociado en la narrativa de los entrevistados,
a las prácticas que se realizan para adelgazar, bajar de peso o mantenerlo. Sin embargo,
también se da que las personas hacen deporte, por una motivación intrínseca, es decir,
porque les resulta gratificante, sin considerar los resultados de la actividad (I, V, VII,
29-32, 202-213). En estos casos se trata con frecuencia de un deporte, individual o
colectivo (tenis, fútbol, karate, etc). Otra práctica asociada al cuerpo, que se realiza
porque brinda satisfacción, es decir, por una motivación intrínseca en lugar de
extrínseca, es bailar (II, 281; VII, 29-36).

70
II. Cirugía Plástica
Las narraciones de los sujetos en respuesta a la entrevista dieron como resultado
la aparición de relatos en torno al proceso de realizarse la cirugía, las motivaciones que
los llevaron a someterse a este procedimiento, unas pocas estrategias que identifican
como alternativas a la cirugía para enfrentar la insatisfacción o incomodidad con algún
aspecto del propio cuerpo y las consecuencias que tiene una cirugía cosmética tanto en
sus propias vidas, como en las vidas de otros.
Además, al narrar sus historias los entrevistados dejaron entrever imágenes o
representaciones de la cirugía plástica y su valoración asociada. Para tener un panorama
amplio de los códigos que emergieron del análisis, refiérase al anexo nº 7.

1. Imágenes de la cirugía
Al hablar de su experiencia con la cirugía cosmética, los entrevistados
expresaban –explícita o implícitamente- ciertas formas en que veían la cirugía y el valor
que le daban de acuerdo a esta imagen.
Estas imágenes se categorizaron de acuerdo a si referían a la cirugía estética en
general o la propia. Esta distinción, sin embargo, se fundamenta más en la forma y el
contexto en el que fueron dichas estas expresiones (más explícitamente ligadas a la
propia cirugía en el segundo caso), que al objeto de referencia. Es de suponer que no
existe diferencia entre la percepción de la cirugía en abstracto y la propia, en particular,
no obstante como podría haberla, se optó por conservar la categoría.
Las valoraciones negativas y positivas se manifiestan con cualidades diferentes.
Por lo general, las valoraciones positivas son más explícitas que las valoraciones
negativas. Además, tienen una forma particular de aparecer en el discurso: se dan en
forma de respuestas a “voces” o discursos implícitos o bien con la aparición de la voz de
otros personajes del relato. Por otra parte, hay que hacer notar que, usualmente, la
misma persona expresa valoraciones positivas y negativas, por lo tanto, conviven en el
mismo sujeto discursos legitimadores y deslegitimadores de la cirugía cosmética.

71
En general
Algunas expresiones no se presentan asociadas a ninguna valoración explícita y
por eso han sido categorizadas como valoraciones neutras, por ejemplo, la cirugía
estética es vista como naturalizada (VII, IX), es decir como un fenómeno dado, al
modo en que lo es la naturaleza.
CA: No…cada uno tiene su comodidad, lo que es cómodo para uno es incómodo para otro. Uno puede
andar en pelota en la casa cuando llega de la pega, ¿me entendí?, y es lo más cómodo que hay
(carcajadas de ambos), ¿cachai?, pero para otros no. Entonces cada uno tiene que acomodarse a su
comodidad, yo creo. Entender al otro, como darle espacio para que sienta lo que debe sentir no más
M: Y si eso lo siente como…vive angustiado porque el rollo…la huevá…o el…
CA: Es que no podís andar preocupado del mundo, tampoco, ¿cachai?...entonces… (risas)… ¡qué le
vamos a hacer, poh…!
M: Qué le vamos a hacer…para eso existe la cirugía…
CA: Claro… (risas)(VII, 283-287)

En relación con el fenómeno de la naturalización, la cirugía es vista como un


fenómeno masivo (II, III, IX, XI), extendido. Podría estar relacionado con esto el
hecho de que en los últimos años ha aumentado dramáticamente la cantidad de
programas televisivos, reportajes, publicidad en revistas y otros registros en el espacio
público sobre cirugía plástica. Eso podría crear la sensación de que “todo el mundo se
opera” (II, 56).
P: (…) igual estamos en el 2006 está como el boom de la silicona y de las operaciones y ya es cada día
más normal. Si me hubiese operado, no sé, el 90 habría sido “Oh, ese se operó la nariz”, ¿cachai?
como Lucho Jara
M: (Risas)
P: Pero ya hoy día. Nadie pesca. Ahora si un hombre se opera ya no es gay, se opera porque se opera no
más, porque es normal
M: Mmmm Y ¿eso de alguna manera es cómodo…como que se vaya normalizando?
P: Si demasiado cómodo. Es cómodo porque podís conversar del tema sin pensar que están pensando
raro de ti o “el huevón que pretencioso”, ¿cachai?
M: Mmmm
P: Ya da lo mismo. A la gente de nuestra generación, yo siento que le da lo mismo y que te apoyan e
incluso te dicen “yo feliz me operaría”. Ya no existe el prejuicio contra las operaciones, solamente el
miedo de algunas personas (IX, 92-99)

Desde otro punto de vista, la cirugía aparece como un bien de consumo, como
un servicio que se compra, como cualquier otro (II, V, XI). En este mismo sentido, lo
que costó en términos económicos y en términos del sufrimiento y esfuerzo físico
adquiere mucha importancia en su valoración.

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La cirugía plástica también es vista como una forma de auto-mejoramiento
(self- enhacement) (III, IX). Este mejoramiento puede ser superficial, como mejorar la
imagen del self, o bien más profundo, involucrando lo psicológico y lo social.
La cirugía, para algunos entrevistados es una forma de acicalamiento (IV),
como lo es maquillarse o teñirse el pelo.
La cirugía es vista, a veces, como una técnica limitada, en dos sentidos: no
puede operarse todo (III, VIII) y en ese sentido, no puede ser totalmente efectiva para
evitar el deterioro del cuerpo, y no puede cambiarle la vida a alguien o la
personalidad (III, IV). En este último punto se pueden encontrar muchas divergencias:
en primer lugar, sí hay algunos entrevistados que piensan que sería posible que la
cirugía le cambie la personalidad a alguien (VI, VII, VIII, IX, X), y en segundo lugar,
cuando los entrevistado no lo creen posible, se plantean como excepciones los casos
extremos (personas con serias deformidades o que han sufrido accidentes) (II, III, VI).
P: Si, depende de la seguridad que uno tiene con uno mismo. Si eres una persona insegura y te operai y
esa operación te da seguridad, te vai a convertir después en la persona más segura y canchera del
mundo Pero, no sé, yo creo que depende de cada uno. Así que no podí meter a todos en el mismo saco.
(IX, 188)

En este sentido, se plantea que ciertas cirugías pueden tener más impacto que
otras, por ejemplo, la cirugía en la cara tendría más implicaciones que en el cuerpo (II,
IV) y es más fácil imaginarse cómo va a quedar uno que con un cambio facial.
En otros casos puede percibirse una valoración positiva (III, X) de la cirugía,
por ejemplo, esta se presenta como una forma de armonizar cuerpo y sí mismo, una
forma de ajustar el cuerpo a la imagen que uno siente debe proyectar de acuerdo a cómo
se siente “internamente” o cómo cree que es (III, IV, VIII), y en tanto tal, como una
forma de autoconstrucción (II, III, IV, VIII, IX), y como expresión del autocuidado
(IV). También es vista como antídoto contra la depresión (III, IV, VIII), como una
técnica que ayuda a relacionarse mejor con uno mismo y los demás (III, IV, VIII,
IX).
Cuando la cirugía plástica es vista de este modo es valorada positivamente, ya
sea tanto por los entrevistados como por las voces que son traídas por ellos al relato en
la forma de citas.

73
En tercer lugar, pueden distinguirse imágenes de la cirugía asociadas a
valoraciones negativas de ella, por ejemplo cuando se dice que la cirugía es un lujo,
un gasto suntuario (IV, V).
Asimismo, a veces se la valora negativamente cuando es vista como una lucha
contra la naturaleza (II, III, XI), especialmente cuando se trata de cirugías que
aminoran los signos de deterioro y en ese sentido representan una resistencia a asumir
la vejez (III, IV), una oposición a lo natural. Esto deriva en que pareciera que nadie
quiere verse operado (I, 48; III, 122; IX; X). Una buena cirugía, en este sentido es
aquella que no se nota (“Claro, yo encuentro que sus operaciones tampoco le quedaron
muy bien. La nariz se le nota operada y la pera también se le nota que es falsa”; IX,
163); incluso los cirujanos plásticos ofrecen operar y que pase inadvertido (“no se te va
a notar una vieja estirá: se te va notar que estás más renovada, más, más como fresca”;
III, 90). Cuando no molesta en lo personal que la propia cirugía se note, por ejemplo, en
el caso de los implantes mamarios, sí se cree que los otros pueden tener un juicio
negativo con respecto a la cirugía, condenarla porque precisamente existe una postura
anti-cirugía, ecológica o pro-naturalidad (II, 28,137; IV, 56-62). Esta imagen de la
cirugía como opuesta a la naturaleza no es necesariamente valorada de manera negativa,
solo lo será cuando además lo natural es valorado positivamente.
Otras imágenes negativas que aparecen de la cirugía son cuando es vista como
una expresión de vanidad y de la exacerbación del cuerpo (III, V, IX, XI), como
expresión de egolatría (IV), como una manifestación de falta de inteligencia (II),
como un sometimiento a la presión de los medios de comunicación y las imágenes
que imponen sobre el cuerpo (XI).

La propia
La propia cirugía es vista muchas veces tal cual es vista la cirugía en general,
como expresión de la autoconstrucción, como antídoto contra la depresión, como
una forma de relacionarse mejor con uno mismo, como expresión de vanidad, etc.
Una imagen de la cirugía que es muy prominente tanto en lo que respecta a la
propia como a la cirugía en general, pero que es más enfatizada cuando se habla de la
propia, es que ésta se ve como una cuestión íntima que depende de cada cual. Que no

74
sería algo que los demás puedan enjuiciar sino que cada sujeto debe juzgar, valorar y
decidir, y en ese sentido, se plantea como un acto personal y autónomo (I, II, III, IV,
V, VI, VII, VIII, IX, X). Sin embargo, una entrevistada asume que operarse está
influido por los más cercanos (III), comúnmente, por la pareja. (V, X).
V: (…) conocí a mi actual... a mi marido, y me dijo: “(...) ridícula con esos pechos tan grandes”. Y como
siempre he sido loca e impulsiva, junté plata...
M: ¿Él te dijo que te veías ridícula?
V: Sí. Me dijo: “Esos pechos son ridículos para tu estatura. Te podrías operar”. Y partí de vuelta a
España, (...) algo de plata, fui sola, y los famosos (...) me sacaron medio kilo de cada pechuga. (…)

V: (…) en el fondo el entorno te influye, pero lo que más te influye es la gente que tú quieres y la que está
al lado tuyo. Como soy celosa, soy insegura, me han puesto el gorro, todas esas cuestiones... pucha,
siempre uno trata de mantenerse lo mejor posible, cachái.
(III,43, 76)

Algunos contenidos más particulares que aparecen en relación a la propia cirugía


se pueden dividir en valorados negativamente, cuando es vista como un maltrato al
propio cuerpo (VI), o como un capricho (X, XI), y valorados positivamente, si es
vista como un hecho que le cambió la vida, mejorándola (I, II, VIII).

2. Condiciones para su valoración


Como las valoraciones positivas o negativas de la cirugía fueron expuestas en
relación a la imagen que se tiene de ella, aquí se exponen las condiciones de las que
depende la valoración.
Por un lado, se pueden reconocer condiciones que intervienen en la valoración
positiva de la cirugía plástica: cuando se ve natural (Observación, I, IX), no se nota, y
cuando sus resultados no son homogeneizantes, (no quede “la típica nariz”) (I).
“se ven tan naturales, no quedan como las de la Carla Ochoa, que es horrible! No quedan tan
marcadas” (Observación Salón Internacional de Cirugía Plástica).

M: Volvamos al momento...de... recién operada. Me dijiste que el primer momento en que te miraste la
nariz te dio nervio ¿podís describir más esa sensación?
V: Eh, es súper raro. Es como.... o sea ya es... Tenís que asumir que es una cuestión nueva pa’ ti, porque
es nuevo cachai? Entonces, como tratando de ver....cómo se armaba mi cara ahora, cachai? si era
armónica, si, cachai? entonces las primeras miradas al espejo, fue... como que lo analicé, media
proporcionalmente, no sé poh, debe ser como mi cuestión de arquitecto, y lo encontré bien, cachai? O
sea me encantó. Porque hay gente que se opera y no le gusta. Y lo que también... como que me no sé si
me tranquilizó, pero no sé, no vi una nariz operada, así de esas típicas que te dejan, las de los hueones
que salen en la tele, los actores, que te dejan todas las narices iguales cachai, como que se veía más
armoniosa con mi cara. O sea hay gente que me conoció después de la operación nunca se imagina que
me operé la nariz, cachai? a no ser que cache la cicatriz, hueás así. Eso. No sé qué más..... (I, 47-48))

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Por supuesto, en sentido contrario, se pueden rescatar condiciones que
intervienen en la valoración negativa de la cirugía cosmética: cuando se valora
positivamente lo natural (II, XI), cuando se toman en consideración los riesgos y
dolores postoperatorios (IV, V, VI), y fundamentalmente, cuando se consideran las
voces, opiniones de otros.
Un aspecto que se considera al evaluar la cirugía es el resultado y la distancia
entre éste y las expectativas previas. Ciertamente, si el resultado no ha sido el esperado
la cirugía es valorada negativamente (II, III, XI), pero este hecho no se extiende a la
cirugía en general.

3. Motivaciones para operarse


Una cirugía plástica, como está abordada en esta tesis, tiene por motivo,
evidentemente una mejora estética, es decir es un procedimiento de transformación que
busca un cambio cosmético de algún aspecto que no se considera apropiado. Sin
embargo, en el relato de los entrevistados puede distinguirse una diversidad de matices
dentro de esta misma lógica. Por supuesto que cada sujeto expresa sus motivaciones de
diversas maneras, y no necesariamente se encuentra incluido en solo una de estas
categorías.

Adecuar el cuerpo al sí mismo


Una forma de ver la motivación para operarse es el deseo de ajustar el cuerpo a
la forma en que el sujeto se ve a sí mismo, cómo piensa que él es o cómo se siente (III,
157-159; IV, 16, 22-26, 93-105; V; VIII) Esta motivación se puede ver mayormente en
la adultez o cuando la vejez ya empieza a notarse. Hay un desencuentro entre la imagen
de uno mismo y lo que muestra el espejo, un apego a la imagen o al cuerpo que se tuvo
en el pasado.

Responder a la carencia
Los motivos para someterse a una cirugía con fines cosméticos pueden ser
expresados en términos negativos como el deseo de superar una carencia. Cuando se
habla de superar un trauma, un complejo o una invalidez -existencial no una

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minusvalía física- (I, II, III, IV) o deshacerse de una carga (IV, 20; VIII, 154) en la que
se ha transformado el cuerpo (ya sea por su forma, su peso o su deterioro), de reforzar
la autoestima (IV, V) , de vencer la inseguridad (II, IV, VIII), la cirugía se posiciona
como una salida, una solución a un problema o la posibilidad de llenar el vacío (VI).

Construirse
Se puede decir que hay cirugías cuyo motor es la construcción (IX). Estas
personas lo que buscan es construirse a sí mismas de un determinado modo, ser de una
manera diferente, lograr una autoimagen deseada.
P: Ehem, mira, yo estoy conforme con el cuerpo que tengo. El cuerpo incluye todo…la cara, todo, todo,
pero siempre...ehe…. quise tener mi nariz, porque me miraba al espejo y encontraba que podía ser
mejor. Nunca tuve una nariz fea ni el hueso levantado, ni nada por el estilo, pero quería que estuviera
recta, recta, recta. Porque encontraba que así me veía…me iba a ver mejor, porque yo me miraba al
espejo y siempre me miraba la nariz…y me la tocaba, ¿cachai? y miraba, “Sí, así se va a ver mejor”,
veía fotos…
(…)
M: ¿Pero a qué edad empezó eso?
P: ¿El querer operarme?
M: O…sí…o el mirarte la nariz y encontrarte que podía ser mejor.
P: Yo creo que en la media…como en 2do medio, tercero…y ahí siempre dije que me la quería operar
(…) buscamos al mejor especialista en nariz. Y fui y le llevé todo la…le llevé unas fotos mías que yo me
había operado por fotoshop. Entonces para que me dejara la nariz que yo quería. Le dije: “Así soy yo
y así quiero quedar” y eso era solamente arreglar tabique y nada de hueso. Entonces, igual fue súper
rápido.
(IX, 22-30)

El afán de construirse puede asociarse al deseo de feminizarse o verse más


mujer (II, 36; VIII, 64-68), tener cuerpo de adulta y no de niña (II, 54-58), imitar el
cuerpo de otros personajes significativos (II, 42), sentirse más armónica o más
completa (II, 60, 163; III, 153; VIII), y, por último, ser objeto de deseo (III, 58, 76; V,
167- 186, 214- 223).
V: Eh, pero la gran mayoría de las mujeres, de mi edad, de mi estatus, y todo eso, es pura vanidad y
pura inseguridad; porque no tengo ningún trabajo en que presentar la cara, ni na... O sea... yo soy
enamorada eterna de mi marido, y me gusta verme bonita en el espejo,
V: (…) en el fondo el entorno te influye, pero lo que más te influye es la gente que tú quieres y la que está
al lado tuyo. Como soy celosa, soy insegura, me han puesto el gorro, todas esas cuestiones... pucha,
siempre uno trata de mantenerse lo mejor posible, cachái.
(III, 58, 76)

Se puede apreciar aquí (en el enunciado destacado) cómo la entrevistada asocia


los esfuerzos que hace para verse lo más atractiva posible (incluidas las cirugías
estéticas) con el amor que le tiene a su marido y la inseguridad que siente en torno a su

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infidelidad. Para esta entrevistada es de suma importancia seguir siendo un objeto de
deseo para su esposo.

M: Ehhh, ah, que, que, que como el reforzamiento de la autoestima quizás tiene que ver con, eh, tener
una autoimagen de objeto deseado, aunque no estís conquistando.
A: Sí, absolutamente.
M: O deseable.
A: Así como...
M: Constituir objeto de deseo para un mundo abstracto, pero...
A: Sí, sí. Ahora, primero que yo no soy el, no soy el (...) ni mucho menos, pero absolutamente sí. O sea,
si a mí una mujer me dice: "Sabís que te veís bien hoy día”, que sé yo, me siento la raja. Increíblemente,
me lo han dicho después de que me operé, me han dicho: “Que estái flaco”, y a mi señora le comentó
una mamá de un amigo en el colegio de mi hijo, le dijo: "Oye, tu marido se ve más flaco, se ve estupendo
hoy día”, una cuestión así, una cuestión así y me sentí la raja, y eso quiere decir que realmente hubo un
cambio, poh, entonces... Sí, tiene que ver absolutamente.
M: Tiene que ver absolutamente, entonces, la mirada de otros sí influye. No directamente, no es la
opinión emitida, pero...
A: Yo creo que la mirada de mis amigas, la mirada de mis amigos me da lo mismo, la mirada de una
mujer, sí me influye. Claro, si un amigo me echa una talla me importa un pucho, pero de una amiga o
de una mujer que yo... está más o menos me diga: "Oye, que estái guatón”, me carga.
M: Ah, claro.
A: O que un gallo de la oficina me diga, un par mío, me diga: ”Oye estái gordo”, me importa un pucho,
pero que una secretaria me diga: ”Oiga don Alejandro, está más guatón”, me influye. Sí,
(V, 214-223)

En este caso, no es constituir objeto de deseo para la esposa lo que se busca con
la cirugía, sino para cualquier (otra) mujer. Es la mirada y el elogio del sexo opuesto en
general, lo que se desea provocar.

Resistirse
La contra cara del deseo de construirse de una manera establecida es el de no
verse de un modo determinado que molesta. La imagen que se proyecta incomoda
porque la persona no se siente identificada con ella. Por ejemplo, relacionado con el
gran tamaño de sus pechos, una entrevistada dice verse rota, grotesca o ridícula (III).
Las bolsas y arrugas alrededor de los ojos, en otros casos, proyectan cansancio y
tristeza (III, IV), incluso un mal pasar (III), que son características con las que los
sujetos no se identifican. Del mismo modo, la vejez, el deterioro o que se note lo
vivido en el cuerpo (III, IV), cuando las personas se sienten aún muy vitales también
provocan rechazo y el deseo de oponerse o resistirse a esos procesos por medio de la
cirugía.

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Complacer
Al mismo tiempo que los deseos de ser de un modo determinado o de vencer una
molestia, aparece en algunos relatos la participación de terceros quienes demandan una
cirugía. Puede ser la pareja o alguien del entorno laboral si en él es importante la
apariencia. Se puede suponer, entonces, que de alguna manera el sujeto complace los
deseos de otro al operarse (III, V, X, XI).

Dejarse llevar por “anti valores” o por un capricho momentáneo


El motivo para operarse puede ser expresado todavía más negativamente: lo que
habría tras la operación es simple superficialidad (III). Esto es dicho directamente por
algunos entrevistados como la preocupación que sienten por el cuerpo, por algo
“externo” y no tan importante.
Otros lo expresan distinto. Plantean que lo que los motivó es –desde algún punto
de vista- insignificante o estúpido comparado con problemas más importantes o
significativos como la gente que tiene deformidades, o enfermedades serias (II, III).
Ellos simplemente quieren verse mejor (II, V, IX), y en ese mismo sentido, algunos
dicen haberse operado solo por vanidad (III, V, 191-200; IX; XI).
V: (…) la cirugía es, primero, una cuestión de inseguridad (...), y segundo, es exacerbar el cuerpo.
M: ¿En qué sentido?
V: No... O esa, lo de más importancia, sentir que tú, tú no eres una persona tan interesante si no sigues
teniendo, o no sigues siendo esa persona que “¡Ay, qué estái regia! ¡Oye, no pasan los años por ti!”, no
sé qué.. (…) Es como estar demasiado pendiente de lo externo (…)
(…)
V: Eh, pero la gran mayoría de las mujeres, de mi edad, de mi estatus, y todo eso, es pura vanidad y
pura inseguridad; porque no tengo ningún trabajo en que presentar la cara,
(…)
M: Entonces, entonces tiene algo como de adaptar el cuerpo a cómo uno se siente, también... Como a la
identidad que tiene, o a la personalidad que tiene, o a...
V: Sí, sí, sí. Y, y... pero sobre todo yo encuentro de... cuando no es dramático como los casos que (...), yo
encuentro de estar muy pendiente de eso, e inseguridad; de pensar que que tú este... seguir teniendo la
misma edad, aceptación, y todo el cuento, y siempre y cuando sigas siendo “la bonita”, ¿me entendís o
no?
(III,54-58, 164-165)

Además, hay personas que reconocen que una operación puede hacerse sólo por
capricho, es decir, sin que detrás haya existido una real necesidad o un deseo
largamente rumiado, sino como una decisión más bien repentina que aparece junto a la
posibilidad cierta de operarse (X, XI).

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4. Estrategias de enfrentamiento alternativas a la cirugía
Antes de operarse las personas despliegan un abanico de prácticas alternativas
para modelar su cuerpo, o manejar las molestias que él les produce. Una de ellas es
evidentemente controlar la ingesta de alimentos (dieta) y hacer ejercicio en el gimnasio
(IV, VIII). Otra práctica es la simulación (II), es decir, “burlar el ojo” ajeno con
trampas, por ejemplo: ponerse relleno en el sostén para verse más voluminosa. El
aspecto de cansancio que se manifiesta en los ojos en la madurez, tiende a ocultarse tras
los anteojos oscuros (III, IV).
Por otro lado, una entrevistada plantea espontáneamente que la alternativa a la
cirugía plástica es la terapia psicológica (VIII), pero que esta alternativa, no siempre da
resultado (no desaparece el problema de la molestia con el cuerpo) y que puede ser tan
cara como operarse. Aun así no deja de valorarla como un camino.

5. Proceso de operarse
Uno de los aspectos claves de la entrevista se relacionó con la descripción del
proceso mismo de operarse, desde la consulta al cirujano hasta el alta médica. Estas
descripciones intentaron codificarse dejando de lado los aspectos relativos al tipo de
cirugía (nariz, mamas, liposucción, etc.) y rescatando todos aquellos aspectos que
iluminaran la relación entre el sí mismo y el cuerpo, por ejemplo, el modo en que se
tomaba la decisión. Se dividieron los contenidos de los relatos en términos temporales
según si se referían al momento preoperatorio, al momento de la operación o al trance
postoperatorio.

Preoperatorio
Una primera característica que se puede rescatar del largo proceso previo a la
cirugía es la existencia de “un tema” que se impone (I, III, IV, VII, VIII). Es decir,
algunos entrevistados expresan que el problema o la molestia que se experimenta con el
cuerpo “es o era un tema” y, si han quedado satisfechos con su cirugía, muchas veces
dicen que “ya no es un tema”. Esto nos lleva a pensar que este proceso, para algunas
personas, tiene ciertas características que se han identificado con algún grado de
obsesividad: ideas sobrevaloradas o derechamente obsesivas, de carácter intrusivo y

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persistente, respecto a la apariencia corporal (Yaryura, Neziroglu, Pérez & Borda,
2003). Opuestamente a lo que podría pensarse, no se quiere decir con esto que se trate
de casos clínicos o de Trastorno Dismórfico Corporal, muy por el contrario, lo que se
quiere plantear es que quizás esta vivencia de ideas que se imponen respecto a la propia
apariencia o al propio cuerpo, es característica de nuestro tiempo, y tan generalizada
como lo son los tratamientos cosméticos.
B: ¿En mí? En mí…mmm….me puse a pololear (Risas) con L…sin ir más lejos…No sé, me sentí más
feliz, más contenta, más bonita, más…me sentí mucho más bonita, absolutamente más bonita. Me sentí
seguramente como…
M: Y eso te daba un…como un bienestar….
B: Me daba un bienestar, claro, no tenía que ver sólo como con la seguridad, sino que me sentía
como…era como un peso menos encima, era algo que ya no me molestaba, que no me iba a molestar
nunca más en mi vida, tenía como un peso menos encima, algo menos en que pensar, algo menos que me
complicaba la vida, algo menos que me hacía demorarme más cada vez que me miraba al espejo y decía
“chucha, cómo…” Ahora ya nunca más me pasó eso, ¿cachai? Al contrario era un placer, me miraba,
me encontraba bonita y aunque no estaba perfecta y aunque…pero me da lo mismo, o sea, como que
no…
(VIII, 152-154)

En relación con el periodo preoperatorio, algunos entrevistados describen una


fase en la que se hallan en un estado de obnubilación (II, 66; III; IV; VI) con respecto
al tema de la cirugía. La idea de operarse es recursiva y se ve como la única alternativa
para solucionar su problemática, de hecho es descrita con expresiones como “te empezai
a rayar”, “estaba ciega”, “estaba loca”, “era pa’psicólogo”, “empecé a
obsesionarme”, “empecé a trasmitir”, “uno no quiere escuchar razones”.
Por otro lado, otro tema muy importante en el periodo preoperatorio es el
proceso de tomar la decisión. En algunos casos se describe un periodo de años de
decaimiento anímico en los que aparece la idea de operarse (III; IV). Con respecto a las
características que adquiere este proceso, a pesar de que en algunos casos se piensa la
alternativa de operarse por un tiempo considerable (IV), se advierte una fuerte tendencia
a tomar una decisión de manera apresurada, impulsiva o desinformada (I, II, III, IV,
V, VI, VIII, X). En general, se reporta que pasa muy poco tiempo entre la consulta al
especialista y la decisión. De hecho, la decisión puede tomarse en el momento mismo de
consultar al médico.
M: Ya, y ahora cuéntame como fue el proceso de llegar a operarte. Tú me dices es, que fue fundamental
esta como... entrevista con el doctor.
A: Mira, yo a mi señora le mostraba el rollo del lado: “Mira qué ordinario”; entonces, después de que
se operó ella, me dijo: “¿Por qué no te hacís una lipo?”, entonces yo le dije...

81
M: Ella lo sugirió.
A: Sí. Le dije...
M: ¿A ti no se te había ocurrido?
A: No, no, yo estaba con el tema de la dieta, de ir al gimnasio, entonces dije: “Bueno, vamos a cachar
qué onda”, le pregunté al doctor qué era y cómo era... Sabís que te lo juro, no sé, no averigüé casi nada,
me dijo. “Mira, el efecto es que vai a disminuir...”, me mostró fotos de los pacientes, yo dije: “Ya,
vamos”, “¿Cuándo?”, “¿La próxima semana?”, ”Ok, listo”.
M: Ya, no hubo otros doctores, ni hubo...
A: Nada, nada, nada, cero.
M: ¿Sabíai algo de los riesgos?
A: No.
M: No, nada.
A: O sea, le dije: “¿No me voy a morir?”, me dijo: “No”, estaba con mi señora que íbamos de la mano:
“No, no te vai a morir, no te va a pasar nada”... (?) (...), y me acuerdo que después de que me lo hice
miré un programa de este de Cuerpo, no...
M: Cirugía de cuerpo y alma.
A: Y vi qué es lo que era, y dije “Si hubiera sabido que era así, no, gracias”, y después más encima
como me dolió, nica. Pero ahora estoy feliz.
M: Ya, pero, pero hay poca información previa. En tu caso.
A: Realmente, sí
(V, 41-56).

La información respecto a los riesgos que implica una cirugía es escasa y la


decisión es alentada por los especialistas (III) quienes proveen información
inespecífica y ponen el énfasis en los aspectos positivos de operarse (V, VI).
Comúnmente, no se consulta más de un médico o más de una opinión (I, II, III, V,
VI, VII, IX, XI) y cuando existen opiniones en contra de la cirugía, tanto de parientes
como de otros médicos, los entrevistados no las han considerado (III, IV, VI, X). A la
hora de decidirse, tampoco consideran la infraestructura de la clínica o consulta
donde se realizará la intervención y piensan en estos aspectos a posteriori (II, VI, X).
M: Ehhh, ¿sabías los riesgos?
V: Sí, pero es que los doctores son comerciantes, o sea te dicen: “Todas las operaciones tienen un
riesgo, pero tú eres la persona más indicada pa operarse: tenís 45 años, tenís una piel estupenda, tenís
unas cositas... te vai a operar y no se te va a notar una vieja estirá: se te va notar que estás más
renovada, más más como fresca; eres deportista, fumas poco... o sea, la candidata ideal para una
operación”, ¿cachái?
M: O sea, hay una cierta información, pero es súper ambigua...
V: Claro...
M: ¿O es específica? ¿Es así como: "los riesgos son los siguientes”?
V: No, no; él me hablaba más de las virtudes o de lo bueno que me iba a pasar
(III, 89-94)

Los entrevistados se refieren a la decisión como un acto personal y autónomo


(I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X), aunque algunos reconocen que está influido por
las personas más cercanas (III, V, X), comúnmente, por la pareja.

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En la narración de los entrevistados, pueden reconocerse varios facilitadores de
la cirugía plástica. Evidentemente, uno de ellos se relaciona con el financiamiento:
tener el poder adquisitivo para pagarla (I, III), que te la regalen (XI) o bien, que la
cubra la Isapre (I, VIII) por que los médicos la justifican por motivos funcionales
(tabique desviado, adenoides, etc). Otro facilitador es la existencia de casos cercanos –
amigos o familiares- que se han intervenido con buenos resultados, lo que opera como
una suerte de modeling positivo (II, III, V, VI, VIII). Además, no tenerle miedo al
quirófano (III, IX), la existencia en el entorno de opiniones favorables a la cirugía
(III, X), la escasa información sobre los riesgos, y el apoyo de familiares y amigos (I,
II, III, VIII, X), también funcionan como elementos que facilitan la decisión de hacerse
una cirugía cosmética. Asimismo, cuando en el entorno hay algunas ideas respecto a lo
que podría salir mal, se puede pensar que “a ella no le va a pasar” lo que también hace
más fácil la decisión (III).
Es menos relevante la aparición de obstaculizadores para decidir operarse, pero
aun así algunos surgen: uno puede encontrarse muy joven para operarse (III) y puede
tener miedo (III, IV), por ejemplo a las consecuencias imprevistas o no deseadas de una
operación (cicatrices, un cambio muy drástico, etc.).

Operatorio
El momento de la operación es descrito con más o menos detalle por los
entrevistados (momento, lugar, acompañantes, anestesia, etc.), sin embargo, por su
significado sólo dos elementos han querido rescatarse. Estos describen experiencias
aledañas a la intervención quirúrgica con una carga afectiva importante. Una de ellas es
el miedo experimentado momentos antes y durante la entrada al pabellón (II, IV, X) la
otra, es la experiencia de objetivación (VI, 152-174; XI) que se puede experimentar
durante los instantes en el médico raya el cuerpo o la cara de su paciente para delimitar
el procedimiento.
Los siguientes extractos describen los momentos previos a la operación y se
puede apreciar en ellos cómo los entrevistados intentan expresar la impresión que les dio
ser tratados como un objeto maleable por el cirujano.
P: Sí. Yo el día anterior me tenía que tomar medio... -qué era?, o era uno?-, uno de estos pastillitas... no
sé, algo como pa’ dormir.

83
M: Ahá.
P: Pa estar “ahhhh”, al otro día, cachái?
M: Ya.
P: Y en la mañana al despertar, me tenía que tomar con dos dedos de agua, la misma pastillita, otra. Y
estaba así bien “ohhhhh”.
M: Jajaja.
P: Lo pasé súper bien, de hecho. Y... llegué a la cuestión cagá de la risa... Bueno, lo que es re feo es eso
que llega el doctor después que estái todo con esta bata, en una pieza, acostá y todo –estaba mi mamá,
una enfermera-, y te empieza a rayar dónde te va a sacar: entonces de acá, y la cuestión... y me saca un
poco acá, acá (...) puntos (?)...
M: Y cómo te sentís en ese momento en que te raya?
P: Se ve feo, súper feo, porque más encima estái con un gran espejo frente tuyo y tú estái en pelota,
cachái?
M: Mhm.
P: El doctor se sienta atrás tuyo -o bueno en mi caso, porque estábamos viendo mi “neumático”
posterior-, y se ve feo; te hace ponerte de lado, y es como “huy!”
M: Pero qué huy: te da pudor, te da...?
P: No, pudor no; es como... ehh, ahora, recordando, en ese minuto no sé, yo creo que estaba... cagá de
la risa.
M: Estabai muy volá.
P: Sí, estaba muy volá; de hecho, yo me reí todo el día, jajaja; muy sensible, parece, a... Y... ahora sí,
acordándome que te hacen estas cuestiones que ellos no más entienden a veces (...) y no sé qué... Ay, es
como... no sé cómo expresarlo, en realidad; es como... que no sé, poh.
M: Claro.
P: Claro.
M: Te sentís como mucho más objeto que persona?
P: Exacto; iba a usar la palabra como: manipulable?, así de la... pedazo de carne -cachái?-, “y la
podemos dar vuelta y le podemos hacer esto, nanana, y le podemos hacer el corte...”, cachái?.
M: Ah, sí.
P: Eso; me entendís, más o menos? Ya.
M: Sí. Que es fuerte.
P: Sí
(VI, 152-174).

O: Después como te amasan la nariz, porque te la empiezan a amasar, ¿cachai? Como para darle la
forma. Él mide con la regla pa’llá, con la regla pa’cá, ¿cachai? pa’todos lados…ehe…. ¡es súper
invasooorrrr!, dolorosamente invasor, ¿cachai?
M: ¿Cómo? Describe más esa sensación
O: Es como… ¡Ahay! Yo sentía que me…hay una aspiradora que te está aspirando la sangre. Yo sentía
que con esa aspiradora que me estaban sacando los sesos, eso medio un poco de nerrrvio. Así era como
¡Ahay!, ¿cachai? Te mueven la cabeza pa’llá y la cabeza pa’cá, porque te ponen como una cosa así
como que te afirma, pero igual te mueven un poco…pa’llá, pa´cá…Y como que…ehe…me da la
sensación de que, tenía la sensación de que yo era greda
M: Ahaaa…ya perfecto
O: ¿Cachai? Y que estaban moldeando conmigo, así, ¿cachai? estaban haciendo
M: Como la sensación un poco de ser objeto
O: Absolutamente (silencio) Absolutamente (silencio) Y después de operao, me acuerdo, bueno, quedai
como que te hubiera atropellao un camión
(XI, 122-144)

Como se puede apreciar, el proceso es considerado por algunos como


profundamente invasivo (X, 238; XI, 138). Los médicos, de acuerdo al relato de algunos
entrevistados, proveen ansiolíticos para ser administrados la noche antes y el día de la

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operación (VI, XI). De este modo, se evitan algunas emociones de miedo y ansiedad
propias de un momento como ese, que podrían llevar a alguien a arrepentirse.

Post operatorio
El periodo postoperatorio inmediato es descrito por los entrevistados como
doloroso y molesto (I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, X, XI), aun cuando llama la atención
que esta experiencia, en general, no tiene tanto peso en el relato, no es afectivamente
muy importante. Por ejemplo, el dolor no tiene un lugar al momento de hablar de las
consecuencias de la operación y, exceptuando un caso, ningún entrevistado sopesa lo
doloroso que fue operarse para evaluar la posibilidad de volver a hacerlo.
En el relato de los entrevistados aparece que en los momentos sucesivos a la
cirugía se experimenta una fuerte ansiedad por el resultado (I, II, IV, XI) los sujetos
se preguntan cómo van a quedar.
Luego de recuperarse y ver los resultados, cuando estos son positivos, se
presenta una etapa de ánimo muy elevado (I, 49-55, 312- 317; II; III, 105-110; VI; VIII,
XI). Los entrevistados dicen sentirse dichosos, plenos, felices.
M: Y cómo fue mirarse al espejo más, después, no sólo en la consulta sino que ¿Cuánto tiempo no sé te
miraste con extrañeza o con sorpresa?
V: noooo, un par de días. Un par de días. Feliz! Después yo andaba así, sacándome fotos de perfil (hace
la mímica).
M y V: jajajajaja
M: Estabas orgullosa de tu nueva nariz
V: si. O sea no orgullosa! Pero estaba feliz! Cachai?
M: Qué rico.
V: Me cambió la vida!
(…)
M: ¿Y después cuando estabai en el primer tiempo después de la operación te sentiaí más así como
plena?
V: ah, sí
M: Hubo un período de plenitud post operatorio
V: Sí, sí
M: ¿Te sentiai como realizada así como completa no sé?
V: Sí sí, como que mirabai el mundo así con estrellitas y y corazoncitos. No, pero sí estaba así feliz, en
los meses después de la operación era siempre fui feliz
(I, 49-55, 312-317)

Este ánimo posterior a la cirugía es tan exaltado que se lo ha denominado


“éxtasis postoperatorio”.

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6. Consecuencias de operarse
En los relatos de los entrevistados se pueden distinguir consecuencias de haberse
operado que se relacionan con la misma cirugía y otras consecuencias de la operación
que están vinculadas consigo mismos y con su relación con los demás.

Consecuencias en relación a la cirugía


Las consecuencias en relación con la cirugía, se refieren a las secuelas que deja
la cirugía misma, por ejemplo las cicatrices (II, III, X, Observación). Nunca son
deseadas, y si existen problemas de cicatrización que deriven en efectos no deseados de
la cirugía, eso puede derivar incluso en una depresión por el resultado negativo de
operarse (III).
Por otro lado, puede reconocerse en las entrevistas un proceso de naturalización
de la cirugía (II, VII, IX, Observación), en el que comienza a ser vista como un
procedimiento muy normal, muy común y extendido (II, III, IX, XI). A los sujetos
entrevistados les parece “que todo el mundo se opera”. Y en ese mismo sentido, puede
haber un cierto “enviciamiento” (en las propias palabras de los entrevistados) con los
procedimientos cosméticos, por ejemplo, la chica que se puso implantes mamarios,
pronto quiere ponerse más relleno (II, Observación). No es raro que la personas que se
operan digan que, dado un escenario particular (poder pagarlo, sentirse deteriorados en
la vejez, etc), volverían a hacerlo (II, III, V).
Otras consecuencias en relación con la cirugía, se refieren a cómo la cirugía se
experimenta o vive a posteriori y a la posición que el sujeto adquiere con respecto a ella.
En algunos casos, la cirugía se integra, se asume (VII, 157-162), otras veces se olvida
(III, IV).
A: No, porque a mí lo que me pasó después con el tiempo, diría yo como que a los 6 meses, yo ya esto lo
incorporé como que nunca había tenido las bolsas, ¿me entiende? Entonces, ehh... yo después como que
no me acordaba que yo me había sometido a esta operación, ¿me entiende?, o sea... la vida... retomé la
vida, con más ímpetu.(IV, 66)

Lo que se olvida puede abarcar todo el sufrimiento del proceso de operarse (II,
III), las molestias y dolores post operatorios y también la propia imagen antes de
operarse, o la imagen que se tendría si no se hubiera operado (III, IV).

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V: Cuando uno se opera, eh, se olvida un poco de lo que pasó antes. O sea, a mí se me olvidó, ponte tú el
sufrimiento, el hueveo que yo tenía con las bolsas o que me miraba al espejo... se me olvidó, incluso, un
poco mi, mi aspecto, fíjate; porque no... tampoco he cambiado tanto; si, si la gente que yo me encuentro,
no me nota nadie que me operé, no me veo una vieja estirá, cachái..(III, 122)

Otra forma de vivir a posteriori, la cirugía y el cambio físico que conlleva, es que
ello no se integra totalmente. Por ejemplo, afectivamente, la operación o el cuerpo
transformado se experimentan como una novedad, no como algo dado, sino como algo
que es subrayado (y que puede ser gratificante o no, dependiendo de cuán conforme esté
la persona con los resultados de la cirugía).
M: Ya y ese tiempo después ¿cómo te acostumbras o te sorprendes o no te sorprendes de tu nuevo,
cuerpo?
N: es que sabís que nooo, imagínate, me operé el 2000 y todavía, puta si paso por el espejo, como que
me miro, como que no, no dejai de estar como feliz, cachai? cuando te vai a comprar ropa, toda la hueá,
cachai? como que siempre
M: en serio?
106. N: sí, como que siempre, como sabís que la tenís, así, no es como que me…como que lo, como que
mirarte otra cosa de tu cuerpo, como que siempre orgullosa de la hueá, que (risas) así que no
M: en serio ¿no sentís por tus pechugas de ahora la misma no sé la relación que con tu poto ponte tú,
como que te pone más feliz tenerlas?
N: sí, no, es como orgullo, así da orgullo (II, 103-108)

En el caso del aumento mamario, el implante de silicona puede sentirse


siempre como un ente ajeno (II, III, 103- 145; Observación).
N: (…) de hecho, si yo antes era buena, así, para pasearme en pelotas, ya después de que me operé, es
que es, como que, como que no, que no fueran tuyas, entonces, es como mostrar un sostén (risas) como
que me cagaron, quedé medio exhibicionista, es que es como que no fueran tuyas,
M: A ver cuéntame eso
N: porque es como que, como que, igual el implante va por debajo del músculo, pero es como que es
algo que no era tuyo, entonces, es como que no es tanto que te vean cachai? esa es la hueá como que
quedai, yo como que quedé media exhibicionista cachai? de hecho a mí me da medio lo mismo que siiii
M: que te vean las pechugas
N: sí. (II, 181-185)

Las mujeres con implantes mamarios, de acuerdo a lo visto y experimentado en


la recolección de datos, están dispuestas a mostrarlos o dejar que se los toquen con
muchísima más facilidad que una mujer que no los tiene. Incluso con un desconocido
(Observación). Además, las mujeres con implantes tienen ciertas imágenes o
representaciones acerca de cómo son (si se notan, no se notan, se ve naturales o no, etc.).
N: (…) todas mis amigas ahí (risas) tocándome las gomas así, es que algunas piensan que quedan como
duro po’
M: si po’
N: no po’ si quedan normal si mi pololo nunca se dio cuenta
M: ¿en serio?
N: le tuve que con, le tuve que decir, onda puta, no sé si tú te hai dado cuenta, pero yo me operé las
pechugas, porque yo dije (…) es que es diferente porque son más parás entonces

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M: son diferentes
N: sí se nota, sí se nota o sea de verlas se nota po’
M: ¿a la vista, solamente?
N: sí se nota
M: y al tacto ¿se notan?
N: … yo creo que es un poco más duro que una pechuga normal, porque ponte tú si yo ando con escote y
vai como caminando, como que no se mueven en cambio cuando es una mina pechugona así como
natural así como que van vibrando
M: Sí
N: O cuando saltan es como que las hueás le dan bote, no a mí no se me mueven mucho, aunque ande sin
sostén cachai? y por ejemplo si me pongo de espaldas a una mina normal puta se le van pa los lados no
po a mí me quedan parás cachai? y se nota como el, el contorno del implante po, no tanto pero igual se
nota, como que con algunas sombras de repente se nota más, que, pero, pero igual se nota, no es una
hueá que uno diga como que pasa piola…(II, 131-145)

Otra forma posible de convivir con la cirugía es escondiéndola. La mayoría de


los entrevistados dicen que la operación es una cuestión personal y que no es para
publicarla, sin embargo, sí pueden contar que se la hicieron si la situación lo amerita y
de hecho sus amigos o personas cercanas lo saben. Sin embargo, en algunos casos, la
cirugía es insistentemente ocultada (I, IV) y sólo unas pocas personas, cercanas al
entrevistado (elegidas por él) saben que se ha sometido a una operación cosmética. Este
ocultamiento transforma el tema de haberse operado en una suerte de tabú y, por ende,
su revelación, en una especie de confesión (I, II, IV). Aun cuando no hay ocultamiento
del procedimiento, como se dijo, ella se mantiene como un tema íntimo o privado, que
no cualquier persona puede saber, ni en cualquier circunstancia.
V: Ya, Ehhh… para el resto de la gente que me conoció antes con nariz fea y ahora con nariz bonita -
pa’mí- ya yo lo tenía súper asumido y con todos los amigos, cuando yo llegaba decía “mira, tengo nariz
nueva, tengo nariz nueva” Pero como que no sé qué pasó en mi cabecita loca, que pa’la gente que yo
conocí después de la operación, pa’ mi, era tema tabú en mi casa hablar de la operación, cachai?
Entonces, de hecho re poca gente sabe de mis amigos después de la nariz, que son el fondo el grupo de
amigos del Talo, eh, que yo me operé la nariz. Y yo ya llevo 8 años con el Talo. Cachai? Na’ poh,
entonces, cuando yo lo conocí, estábamos en Rapel y estábamos conversando y no sé por qué y salió el
tema de la operación de la nariz él dice “si, yo me operé la nariz porque tenía adenoides, no sé qué
huevá, nahahaá”…
M: ¿Él dice eso?
V: Él! Y tate éste es el minuto pa’ decirle así también, todo con naturalidad “Ah, mira tú, yo también me
operé la nariz, nanananá” y la huevona cobarde me quedé callá.
M: ¿Sentíai la necesidad de decirle?
V: No. No poh si, o sea yo dije ya, el que me conoció antes ya, bien, cachai? no tengo ni un drama “si,
me operé la nariz y la cuestión”. Pero ahora como era gente nueva, yo pa’mi esta era mi nariz nueva y
esa era yo, no tenía porqué estar hablando de que yo me había operado la nariz, cachai? Entonces, no
dije nada. Ya, dije, “bueno…”. Nunca pensé que me iba a poner a pololear con el Talo.
M: Todavía no eran pololos…
V: No. Nos pusimos a pololear y entonces vino la cuestión, ya…. Se hacía como recurrente, o sea, no
recurrente pero, siempre ponte hablando de alguna hueona que salía en la tele, que se había operado la
nariz o las pechugas, y yo a todo el mundo, a mi mamá, a mi papá, mi hermana, “nadie hable de la
operación a la nariz, aquí todos callados!” cachai? Porque empezaban a hablar y yo así [hace la
mímica].

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M: Les pegabai una mirada….
V: Si, fulminante
M: Un veto
V: Un veto. Si, heavy. Ya poh, y así fue, angustiante todo ese tiempo queeee… en el fondo que pa’ mi ,
pa’ mi adentro yo tenía oculta esta operación.
M: ¿Qué sentíai que era lo que estaba oculto?
V: ….no poh, me daba vergüenza que el Talo supiera,… en el fondo dijera “a ver muéstrame una foto
tuya con tu nariz vieja, con tu nariz fea” cachai?. Esa hueá ni cagando. Nunca, casi nunca le he
mostrado una foto de mí, con mi nariz vieja.
M: Eh, pero ¿qué es lo que te hace sentir?
V: No es plancha, no es plancha,
(…)
M: (…) es vergüenza respecto a cómo era tu cara antes…
V: si.
(…)
V: (…)Ya poh, entonces, siguió el pololeo (…) Hasta que un día, ya llevábamos un año(…), entonces él
me dice “¿te puedo hacer una pregunta?”, “Sí”, “¿Tú te operaste la nariz?”. Imagínate ese
momento….Yo así, iahj, helada, eh…
M: ¿dos años llevaban?
V: un año, un año y tanto. Eh, ya “te operaste la nariz?” y le dije, ya y yo miré pa’rriba y me reí, le dije
“sí, ¿por que?”. “Sí -me dijo- yo sabía desde un principio porque te caché la cicatriz. Como yo también
me operé, yo caché …” A él también le quedó pero menos. “Así que te tengo cachá desde el principio!”.
Y pa’mi fue así, pfffsss… …. se me alivió heavy no sé si la conciencia, no sé, pesaba mil kilos menos. Y
así fue nuestra discusión sobre… así fue como le conté que me había operado la nariz, porque EL me
encaró, en el fondo. Sino yo creo que hasta el día de hoy!
M: Tendrías el secreto?
V: tendría el secreto. Y así me ha pasado…
M: ¿Y seguiría siendo importante pa’ ti?
V: Yo creo que sí. Bueno, si por algo nunca más…no lo he comentado con nadie más de la gente como
del círculo de gente nueva, con muy poca gente. (…) o sea, yo creo que no es tema de la operación, sino
es el tema de Yo antes. Que me vean en una foto y digan “¡Puta que nariz más fea!”. Eso.
(I, 118-156)

Otra consecuencia posible de la cirugía es el arrepentimiento (VI, 214; IX, XI).


Las razones para arrepentirse son diversas, entre ellas, las nuevas molestias que produce
el cuerpo nuevo. Los implantes mamarios pueden estorbar para hacer deporte y pueden
provocar tal reacción de parte de los hombres que es intolerable para la mujer usar
escote y, por lo tanto, la forma de vestirse después de la cirugía, en lugar de ser más
sexy, es más recatada. En otros casos, el arrepentimiento se da por efecto de un cambio
valórico y de perspectiva. Después de años transcurridos de la cirugía, el sujeto lamenta
haberse borrado un rasgo muy propio de su familia (la forma de la nariz), sobre todo
porque lo hizo respondiendo a los requerimientos de otros (del lugar donde trabajaba).
Por último, también puede haber arrepentimiento luego de enterarse o ser testigo
(mediante los programas de televisión sobre cirugía) de cómo es la cirugía a la que se ha
sometido y experimentar un cambio en la valoración de este hecho.

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O: Yo dije: “huevón, me opero”, ¿entendí? Me operé y para mala cueva mía, tenía un mes de operado,
estaba en un ensayo, me pegaron y me volvieron a enchuecar la nariz. Tuve que operarme de nuevo, dos
veces, Fue terrible eso. Y ya después de la segunda operación…porque a mí me vienen siempre las
cosas después, los arrepentimientos…Si tú en este momento de la vida, me decís; “¿te operarías la
nariz?”, teniendo la nariz que tenía, no lo hubiera hecho.
M: ¿En serio?
O: Mmm …
M: Y ¿por qué?
O: Mmm... no sé, porque pierde un poco de carácter el rostro, ¿cachai?...como la verdad, así como que
ocultai la verdad, en el fondo, ¿cachai? En el fondo a mí mi cara no me molestaba tanto, lo hice de
huevón no más. A mí me molestaba más mi flacura. Me encantaría estar como estoy ahora físicamente
así a mis 42 años con mi antigua nariz, ¿cachai? Con mi rostro antiguo, con mi rostro. Este lo compré,
¿cachai?, este lo pagué, me lo pagaron en realidad (risas), ¿cachai? Fue nada más que vanidad, nada
más que vanidad. Si, lo tengo súper asumido. Y, bueno, asumir mi cara ahora también…
(XI, 78-82)

Por último, puede apreciarse un proceso de resignificación de la cirugía (VI,


XI). Pasado tiempo después de operarse, los sujetos pueden no sólo arrepentirse sino
darle un nuevo significado al acto de la operación, no sólo como el deseo de verse
diferente o mejorar su aspecto físico.
O: Sí, me sentía como minoo, me sentía mino, mino, mino. Mino. Y efectivamente después de eso,
comencé a aparecer más en cámara, ¿cachai? Pero, bueno, ahí influyeron otras cosas después como
para arrepentirme, ¿entendí? Bueno ya está hecho, que saco con arrepentirme, ya lo hice ya, esto es y
como terminar por aceptarlo
M: pero ¿y qué son esas cosas que influyeron?
O: El ver la nariz de mis hermanas; ver la nariz de mi papá, ¿cachai? Es como que perdí rasgos de mi
familia. Un rasgo súper importante de mi familia, ¿cachai? Fue más que nada así como, es bien interno
lo que siento yo, es como que al operarme como que renegué de mi familia, ¿cachai? Es por eso que me
viene como el arrepentimiento. Digo yo, “Puta que lata, huevóónn. Si esa es mi familia, esa es la nariz
de los Inzúa, coños culeaos”, ¿cachai?
M: (Risas)
O: Que tienen narizota, poh huevón, no tienen carita de princesa, igual es con carácter, ¿cachai?
(XI, 158-162)

Como se puede ver en la cita anterior, este sujeto ve en su cirugía un acto de


separación y diferenciación de su familia de origen (XI). Esta es una interpretación
mucho más compleja y profunda del acto de operarse, que involucra procesos
psicológicos y sociales.
P: (…), si hubieran existido todos esos programas que se pusieron de moda, de Cuerpo y Alma, y... que
mostraban la operación y toda la cuestión... (CORTE) Ehh, bueno...
(…)
P: ...y fue súper... como que... (…) pero eso no, no estaba antes de que yo me operara; creo que nunca
había visto nada. Después cuando los vi, la primera vez en televisión, que la, la cuestión dije: “No
puede ser”.
M: Cómo, cómo es el procedimiento...
P: Sí.
M: Te dio asco.
P: Claro. Ehh, lo encontré... “Cómo le pude hacer eso a mis pobres, pobres rollitos, a mi cuerpito”.
M: Jajaja, chuta!

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P: Sí, me dio... Huuug! Sí, no me gustó na, porque... cachái cómo es la lipo o no?
M: Sí, como que meten una... como que van licuando...
P: Es un succionador...
M: ...como aspirando...
P: ...o sea, no tiene más ciencia que... o sea esa es la cien... la lógica de la cuestión: es una aspiradora,
y, y más encima la aspiradora no se enchufa uuuuufff y chupa; no poh: hay que hacerle succión, poh, y
es fuerte.
M: Hay que ir como moliendo la grasa, o algo así.
P: Claro. Y ahora que yo me acuerdo, por ejemplo, después de la operación, ya, habré dormido un rato
en la clínica...
M: Mhm.
(…)
P: (…)Y bueno, los días pasaban y los moretones eran más espantosos, espantosos.
M: Ah, quedabai morá.
P: No, horrible; es una hora... que yo debo haber estado en un estado de conciencia muy... idiota pa
haberme hecho esa cuestión. Más encima, después cuando vi la, la cuestión del...
M: Sí.
P: ...sacagrasa, me acordé de mis moretones y dije: “Pobre cuerpo!”; es como apalearse por las puras,
cachái? (VI, 176-193)

Por otro lado, esta persona después de informarse y ser testigo de las cirugías de
otros (por televisión), valora el procedimiento de una manera diferente y ve su cirugía
como un maltrato al propio cuerpo (VI).

Consecuencias en relación a Sí mismo y los demás


Las consecuencias de la cirugía en relación a sí mismo y los demás se han
categorizado en dos grupos. El primero de ellos reúne a las consecuencias relacionales
y conductuales, por ejemplo, reforzar las conductas de autocuidado como la dieta y
el gimnasio (V, VI). Esto aparece como efecto de la valoración de la cirugía como bien
de consumo a la que se hizo mención anteriormente, lo que hace sentir orgullo y hace
que se cuiden sus resultados.
Otras consecuencias dentro de este tipo son: que el cuerpo operado da mayores
posibilidades para vestirse (II, VI) y, en comparación con los cuerpos del mundo
circundante, permite tener ventajas en la competencia, lo que implica algo que se ha
llamado “subir en el ranking de cuerpos” (II). Esto permite, además aspirar a una
pareja físicamente más atractiva (II).
N: Yo creo, pero sabí que después de que me operé duramos como un año más y terminamos, yo cacho
que fue como que me sentía tan segura de mí que fue como yo estoy pa’ otra cosa[risas] es que el gallo
no era muy bonito, y de hecho era como, que yo con él me llevaba bien por como era pero nunca me
había gustado en su.. físicamente, entonces después de que me operé fue como que no mejor que no ya y
ahí parece que me di cuenta de todos sus defectos y ahí fue como que ya sabís que chaito no más, (…)
M: Ya

91
N: (…) yo creo igual es como maricón que lo diga pero puta yo cacho que donde me operé me dio más
confianza y dije ya filo puta igual puedo conseguirme un hueón que sea onda bacán en todo y no tener
que aguantar un hueón quizás onda absorbente y todo (II, 48-50)

Estos cambios percibidos por los operados se relacionan con que su nueva
imagen o su nuevo cuerpo (nariz, pechos, cintura, etc.), les da mayores posibilidades de
consumo, les permiten competir de mejor forma o bien les dan valor agregado a lo que
logran con su propio esfuerzo.
Un segundo tipo de consecuencias en relación a sí mismo y los demás, agrupa a
aquellas consecuencias psicológicas, es decir, las repercusiones positivas en el ámbito
afectivo de los cambios físicos que involucra la cirugía. Una de esas consecuencias
positivas es el aumento de la autoestima y la seguridad (I, II, III, IV, V, VI, VIII), a
veces de manera especial, en relación al sexo opuesto, lo que va ligado con sentirse más
atractivo (II, VI). Cuando es específicamente en el área sexual, puede ir acompañado de
la experiencia de sentirse más excitado y más sensible a raíz de las características del
cuerpo nuevo (ej. Las pechugas más grandes) (II).
La cirugía puede derivar en que la persona se sienta más alegre y con más
ímpetu (I, IV, VI) y que sienta que se sacó un peso de encima (IV, VII, VIII).
Cuando la diferencia entre el estado anímico previo y el posterior es importante,
el sujeto puede sentir cambios mayores, que podrían categorizarse como
transformaciones existenciales. Estos se expresan con énfasis: “me sentí otra”, “me
cambió la vida”, “me cambió la personalidad” (I, VIII). Este cambio se verá
manifestado en un cambio conductual que puede involucrar mayor extroversión (I), o,
por el contrario, mayor suavidad y dulzura (VIII). Sin embargo, en otros momentos las
personas dicen seguir siendo las mismas y no haber sufrido cambios importantes (o
“dramáticos”, como dice una entrevistada).
En el sentido opuesto, otros entrevistados al referirse a sí mismos y al referirse a
otras personas operadas, opinan que la cirugía plástica no transforma a la persona, si
no al contrario, permite seguir siendo uno mismo (IV), es decir, no implicaría una
transformación existencial o personal. El único caso en que admiten que eso es posible
es en el de personas “anormales”, es decir, excesivamente obesas, o que han sufrido
accidentes, que tienen malformaciones congénitas o enfermedades importantes.

92
7. Reacciones en el medio
El entorno del sujeto reacciona ante la cirugía y ante el cuerpo operado.
Las reacciones de la familia y los amigos más cercanos, en relación a la cirugía
son generalmente de aceptación y apoyo (I, II, III, IV, V, VII, VIII, IX, X, XI). Hay
algunos casos en que hay personas de la familia que no lo han aceptado (XI) o amigos
que reaccionan cuestionando la operación o con indiferencia (I, 30; VI; VIII, 64; IX)
En algunos casos la respuesta del entorno es de curiosidad y búsqueda de
información (II, X), usan a la recién operada como informante, haciéndole todo tipo de
preguntas. En otros casos, los entrevistados sintieron envidia de parte de sus amigas
(IV) o se dieron cuenta que comenzaban a producirse rumores respecto a la existencia
de la cirugía en el grupo de pares (II, IV).
Finalmente, es importante hacer notar que los entrevistados sienten que una gran
parte de los conocidos o del entorno menos íntimo, no se dio cuenta de la cirugía (I, II,
VIII, IX), es decir, no reconocen en ellos ninguna reacción especial.
Las reacciones que produce el nuevo cuerpo operado en el entorno involucran
una mayor atracción sobre el sexo opuesto (II, X), llegando -en el extremo- al asedio
sexual (II, X). Cabe aclarar que se trata de las reacciones que los entrevistados relatan,
es decir, es la percepción de los protagonistas respecto a lo que sucedió en el medio
posteriormente a su operación. Para una mujer, por ejemplo, hombres que nunca la
habían considerado sexual o románticamente, demuestran su interés por relacionarse en
este plano. Ella interpreta esta atracción como movida por el morbo y la curiosidad.

93
III. Formas de hablar en el relato de la cirugía
Una mirada que quiso incluirse en el análisis de los datos fue el “cómo” se habla
del cuerpo y de la cirugía. Luego de analizar una entrevista con un método de análisis
basado en la Escuela francesa de análisis dialógico del discurso (inspirado en la Teoría
de la Enunciación de Bahktin 10 ), se hizo evidente la necesidad de rescatar algunos
aspectos de la forma en que los entrevistados se expresan. Esta perspectiva de análisis se
expresó de dos modos: cuando el cómo (la forma) podía traducirse en qué se dice
respecto al cuerpo y a la cirugía (contenido) se incluyó estos resultados en los conceptos
y categorías correspondientes a cada contenido temático (cuerpo o cirugía). Cuando la
forma podía verse como una categoría por sí misma que tenía variabilidad en las
entrevistas, se rescató en un árbol aparte. Lo que viene a continuación es la descripción
de las tres categorías halladas en este tipo de análisis: el lugar del otro en el relato, la
agencia en el relato y las voces que aparecen.
Para tener un panorama amplio de los códigos que emergieron del análisis,
refiérase al anexo nº 8.

Lugar del otro en el relato


Lo primero que emergió como importante en este análisis fue el lugar que
ocupaba el otro en el relato. Esto se refiere al papel que desempeñan los demás
personajes en la narración de la historia de la cirugía plástica.
El otro, en el relato, aparece usualmente como una otredad que interpela desde la
demanda o el escrutinio.
V: (...) de repente, cuando te... dormís bien, o qué sé yo, no se te notan tanto las bolsas... Yo siempre
pensaba que la gente me decía así como pa... pa consolarme; pero yo como que siempre he planificado
(?), yo creo, esto. Y gracias a mi marido también, p’. Él me encuentra enorme, ponte tú...
M: ¡No!
V: Sí. Él siempre me dice... O sea, no enorme, pero me dice que estoy gorda.(III, 52-54)

A: Y hoy día estoy en un intermedio, en 82, pero decidí hacerme la lipo porque, porque el rollo del lado
me tenía chato. Y las pechugas, en serio, tenía más tetas que mi señora, entonces, mi señora me dijo:
“Oye, ¿te has visto tus pechugas?”, y yo le dije: “No”, y el doctor me sacó una foto cuando fuimos,
porque mi señora se puso pechugas, me sacó una foto y la verdad que me impac... yo no, no, no me había
visto que estaba, o sea, realmente, me sacó una foto por la espalda, que tenía el rollo pal lado así, y dije:

10
Para más detalle vea el apartado sobre Metodología y el anexo nº5

94
“No, no puede ser”, entonces ahora, lo hice, estoy, me siento mucho mejor, y estoy yendo al gimnasio de
nuevo, en fin.
(…)
A: Mira, yo a mi señora le mostraba el rollo del lado: “Mira qué ordinario”; entonces, después de que
se operó ella, me dijo: “¿Por qué no te hacís una lipo?”
(V, 22, 42)
De este modo, los personajes son espectadores, evaluadores o jueces: miran al
protagonista permanentemente (a él, su cuerpo, su aspecto), lo evalúan, lo juzgan o
califican, lo critican (I, II, III, IV. V, VI, VII, VIII, IX, X, XI).
A: (…) me sentía bien con el resto de mi cuerpo, salvo con mi cara, en ese momento; o sea, yo, ehh...,
tenía el, la, los párpados inferiores unas tremendas bolsas, y los párpados superiores estaban caídos, tan
caídos, que yo no me podía ni pintar, hacerme la raya por ejemplo, en esa época yo me pintaba los ojos,
usaba lentes; entonces yo, en la mañana, después de haber dormido mu... bien, como siempre, yo me
miraba al espejo, y tenía cara de cansada, por mis ojos, y me encontraba con gente que me decía: “Ah,
no dormiste bien anoche”, y yo había dormido estupendo. Mi cara, digamos, ehh... no me gustaba, esa
parte, la parte esta de los ojos; como que sentía que la vejez se me había plasmado en los ojos, los años.
(VI, 16)

Otra posición ocupada por el otro en el relato es el demandante (III, V, XI). Se


trata del que demanda al sujeto ajustarse a una norma (por ejemplo, adecuar su cuerpo a
un Modelo Ideal), incluso el que demanda explícitamente una cirugía plástica al
protagonista.
O: (…) Cuando comencé a trabajar en Televisión con este mismo coreógrafo, maestro que era un
poquitito…
M: “buena honda”…
O: …”súper buena honda” era él… (sonrisas)…ehe…un día me lo mencionó. Me dijo que por cámara
no se veía bien la nariz, yo también lo veía, que no resistía un plano de frente porque se veía chueca, de
lado estaba bien, pero de frente no se veía bien. Y...mmm….él, en el fondo me convenció, no te digo que
yo era un pollo de flaco…(risas)
M: Y ¿cuántos años tenías en ese momento?
O: Mmm…como 23 (silencio) 23 años, estaba chico, estaba un pendejo, 30 años atrás…no sé…
M: Y antes que él te lo dijera, ¿se te había ocurrido?
O: Nunca
M: ¿Nunca se te había ocurrido?
O: No (silencio) nunca
M: ¿O sea que nació un poco ligado a una huevada profesional? O sea, una motivación del ámbito
profesional…
O: Sí, profesional, pero de todas maneras fue vanidad, ¿me entendí? O sea…
M: ¿A ver?
O: Fue vanidad, ¿me entendí?, porque ya que te digan un defecto tuyo, que tenís la nariz chueca, se te
ve mal por televisión y te dan la posibilidad de operarte gratis. Porque a mí me pagó todo el canal…
M: Ah!...
O: Yo dije: “huevón, me opero”, ¿entendí? (XI, 64-78)

Por otro lado, existe otro tipo de roles que se pueden ver como una otredad que
interpela desde la vocación.
V: Sí... entre... no... entre la... entre lo preadolescencia y la juventud. Como que jamás he tenido el
sentido de envidia con mis amigas con buena facha... nada, sino que me encantaba, no más, o sea me
encantaba, “¡qué rico ser flaca como ellas, pero yo soy gorda!”(III, 20)

95
Desde este punto de vista, los personajes son modelos (II, III, VI), representan
ideales de belleza o atractivo a los que el protagonista quiere parecerse.
N: ya yo me acuerdo que porque mi mamá también se operó, se hizo lo mismo se operó las pechugas y
se, mi mamá lleva como ya 12 años desde que se operó y yo me acuerdo que era como yo nunca vi la
posibilidad porque no era muy común y fue como mi mamá. “Puta es que me quiero operar” pero era
chica onda en el colegio entonces mi mamá me dijo “no, no te vai a operar espérate un poco” fue como
“ya bueno ya”. Pasó un año y le dije “ya, yo me quiero operar” onda ya, “tú te operaste –onda-
quedaste bien” y me dijo “ya filo operate”
(..)
N: Ehh…. No porque igual era chica entonces justo calzó como a los 14 o 15 cuando mi mamá se operó
y ahí me di cuenta que puta ya no me iban a crecer más y ahí fue como puta voy a tener que esperar
onda para operarme es que pa mi era horrible feo cachai? y todas mis compañeras se desarrollaron
eran pechugonas y yo onda plana (II, 28, 42)

Estos modelos también pueden jugar el papel de la vanguardia en tanto llevan la


delantera en torno al acto de someterse a una cirugía, por lo tanto, se convierten en
ejemplos de intervenciones quirúrgicas “exitosas”.
V: Sí, sí. Y después, a los 45, o sea hace 2 años, empecé ya a obsesionarme con los 40 años, con las
bolsas de los ojos. (...), qué sé yo... (...). Porque, ponte tú, llegaba, y me hacía así en los ojos: “¿Cómo
estás?”. Yo decía: “Pucha, yo que había tratado de disimular las ojeras ese día...”. O me encontraba
con gente que me decía: “Pucha, ¿por qué estái tan cansá...” (...) y empezé a transmitir. Desde los 40, te
juro, o antes. Hasta que un amigo mío se operó, y quedó tan bien, tan bien, tan bien, y también tomé la
decisión igual que con las pechugas, de... fue un viernes, y el miércoles siguiente estaba operada (III,
46).

A: Aparte que mi señora quedó bien, con el tema de las pechugas, entonces me dio confianza el doctor;
(V, 70)

Los otros también pueden apoyar al protagonista en su proceso o en la cirugía


misma (I, II, III, IV, V, VII, VIII, IX, X, XI).
Por último, una tercera forma de aparición de los personajes en el relato, los
muestra como una otredad que interpela desde la veneración. Aunque esta forma de
aparición no es muy frecuente, es muy significativa en el contexto de los resultados
descriptivos. El otro aparece siendo un ostentador del cuerpo del protagonista (III),
exhibiéndolo tal como se hace con un bien suntuoso (como una joya).
M: ¿Y cuál es tu recuerdo más temprano en relación a tu propio cuerpo?
V: ¡Ay! Lo linda que me encontraba cuando chica. Siempre me encontraba (...) me miraba todo el día al
espejo, pero...
M: ¿Y como a qué edad era eso?
V: Es que desde muy chica fui como la... como que “¡Venga!” –si éramos cinco hermanas- “¡Venga pa
que la vean! Así que la vamos a presentar”, y todo. Y todos me miraban y decían que era preciosa. No
sé, 6 años, 7 años, por ahí.
(…)
M: ¿Y en qué situaciones cotidianas uno siente esa presión?

96
V: En una comida, en una fiesta; cuando te encontrái con gente que hace mucho que no ves, en la calle,
en las reuniones de negocios con tu marido, en todo. Es que yo, es que yo nunca he sido fea, entonces
nunca sé lo que es ser fea y tener un papel en la vida distinto, me entendís, por ejemplo, ser una súper
intelectual, o destacarme por cosas así, choras, porque... te fijái, no, no esto que es tan perecedero,
¿cachái? Yo te tengo que hablar de mí, no, no, no de los demás. Yo... hay feas que son brillantes y a uno
se le olvida que son feas, ¿cachái? Las ministras, ponte tú, y esa gente... son feísimas, pero son (mujeres
con) capacidades. Pero cuando estái de de... como joyita así... sentís la presión, aparte que la gente es
mucho más superficial de lo que aparenta ser, de todas maneras (III, 11-14, 101-102)

Se puede apreciar en las citas anteriores que en la infancia, la entrevistada era


exhibida por sus padres para ser admirada por su belleza y en la adultez, cumple el
mismo papel. Ella cree que su única cualidad es la belleza, por la cual puede ser
admirada o valorada por los demás. Es una “joyita”, que probablemente el marido
exhiba en su entorno social.
Desde el lado opuesto, el otro también puede convertirse en admirador del
protagonista y su aspecto y adularlo o piropearlo cuando considera que es bello (III, VI,
XI).

Agencia
Un segundo aspecto que quiso relevarse es el tema de la agencia, si acaso la
causa u origen de la actividad es el yo o es el otro (lo otro) y, por ende, el yo es objeto
de la acción de un tercero (específico o inespecífico, particular o generalizado) en lugar
de sujeto de su acción.
La distinción es conceptual y con ella se codificaron las entrevistas de acuerdo a
esta diferencia básica. Como no se podían codificar todas las acciones (marcadas
discursivamente en los verbos usados por los entrevistados al narrar) se tomaron
exclusivamente aquellas que estaban directamente relacionadas con el acto de operarse.
Lo que se encontró fue que la gran mayoría de los relatos alusivos a la operación
presentan la agencia puesta en el yo, es decir, el yo aparece como sujeto de la acción de
intervenirse.”Me puse pechugas”, “me saqué las bolsas de los ojos”, “me saqué los
rollitos”, son ejemplos de la forma en los sujetos se expresan para referirse a la acción
de operarse.
Esta forma de expresarlo no pareció significativa en un comienzo, por lo que se
buscó contrastarlo con otras fuentes. Se revisaron programas de televisión y prensa

97
escrita (periódicos y revistas): en todas ellas la forma predominante de hablar de una
cirugía estética era con la agencia en el yo: “yo me operé”.
Se revisaron entrevistas realizadas a personas que se habían sometido a cirugías
mayores por razones de salud (cáncer, problemas cardíacos y otros) y se encontró una
realidad muy diferente. La forma de expresarlo era siempre con la agencia puesta en los
otros, específicamente en el cuerpo médico: “me sacaron medio pulmón”, “me pusieron
unas prótesis”, etc.
A partir de ese momento, si comenzó a relevarse un asunto más significativo:
aparentemente, en el caso de los procedimientos cosméticos –sean menores o mayores,
quirúrgicos o no- las personas se expresan de ese modo, subrayando la agencia del yo,
quizás como una forma de recalcar la voluntad y autonomía del yo en el proceso de
operarse. Sin embargo, es curioso, puesto que tal como en las cirugías por motivos de
salud, es un equipo médico el que la ejecuta y los pacientes no dicen “me saqué medio
pulmón”, “me extirpé el intestino grueso”.
Tal parece que el papel de los médicos en el procedimiento cosmético aparece en
el relato (en el lenguaje) totalmente invisibilizado, o al menos, disminuido 11 .
Lo que se encontró después, también puede ser evidencia para ello. Los escasos
momentos en que en los relatos de las cirugías aparece la agencia puesta en el otro, y
por lo tanto, el yo como objeto de la acción de otros, son cuando se relatan aspectos más
técnicos del procedimiento, asociados a la narración de una cirugía mal hecha o a la
experiencia de objetivación en el momento previo a la operación, cuando el cuerpo es
rayado por el médico. Pareciera que la participación de los médicos es insignificante
hasta que algo sale mal, hasta que hacen sentir al sujeto como un objeto, hasta que se
hace evidente el protagonismo del otro en el procedimiento.
Por ejemplo en la cita siguiente, la entrevistada comienza diciendo “me
saqué…”, pero cuando describe la cantidad de masa extraída, dice “me sacaron”. Lo
mismo que cuando describe los problemas que sufrió con su segunda cirugía.
V: Me saqué... a los 21 años me saqué porque me acomplejaba, porque tenía muchas pechugas
(…)

11
Por lo tanto, esto indicaría que existe un discurso que deniega el procedimiento en virtud de
reafirmar la autoconstrucción, la necesidad de agencia, control y el deseo de “naturalidad”.

98
V: (…) Y partí, (junté) algo de plata, fui sola, y los famosos (doctores) me sacaron medio kilo de cada
pechuga.
(…)
V: Sí, sí. Y después, a los 45, o sea hace 2 años, empecé ya a obsesionarme con los 40 años, con las
bolsas de los ojos. (...),Y me operaron los párpados y me hicieron un (lifting) que levanta los párpados.
Bueno, y me quedó la cagá en un ojo, en este ojo, se me necrosó (III, 42-46)

Voces que aparecen (Locutores distintos al entrevistado)


El último aspecto que decidió analizarse es la aparición de voces en el relato,
cuestión que dice relación con un objetivo específico de esta tesis. Para rescatar de la
narración las “voces” de Bahktin, se usó la distinción de locutores de Larrain y Medina
(2006).
De acuerdo a la Teoría de la Enunciación, el sujeto del enunciado, en tanto
protagonista del relato, se relaciona con otros personajes, con quienes dialoga, con
quienes está de acuerdo o no, y en referencia a quienes se define. “Estos personajes que
aparecen son también aspectos subjetivos de otro orden que introducen alteridad y
polifonía explícita en el seno del sujeto del enunciado mismo” (Larrain y Medina, 2006,
p.22). Si estos personajes aparecen como responsables materiales de lo dicho (por
ejemplo: “mi mamá me dijo “¡¿estás loca?!””) se trata de locutores distintos al locutor
principal (que sería el mismo “yo” protagonista). El hablante trae a su relato a estos
personajes que expresan enunciadores a los que puede adherir o no.
Los locutores recogidos en el relato se han categorizado según su explicitación y
según su generalidad.

Según su explicitación
Considerando las citas y cambios de tono (más o menos formal, más o menos de
sentido común, etc) o estilo en el discurso, se pudo distinguir los personajes que son
responsables materiales de lo dicho.
Los locutores aparecen de modo explícito en el relato:
V: (…) conocí a mi actual... a mi marido, y me dijo: “te ves ridícula con esos pechos tan grandes”. Y
como siempre he sido loca e impulsiva, junté plata...
M: ¿Él te dijo que te veías ridícula?
V: Sí. Me dijo: “Esos pechos son ridículos para tu estatura. Te podrías operar”. (III, 42-44)

P: A ver; obviamente, mis papás no; después mi mamá me dijo: “Bueno, sabís qué? Si querís, hazlo. Yo
te acompaño...”, y toda la cuestión. Yo estuve todo el rato con mi mamá; ella me fue a dejar, porque no
podís manejar...
(…)

99
M: Ya, y qué decían?
P: Ehh, amigas decían: “Tonta, no lo hagái; pa qué, estái bien”, “Porque quiero”. Ehh, mi papá hasta
el día de hoy encuentra que es una estupidez; mi mamá encontraba que era una estupidez, después dijo:
“Ah!, qué tanto?”. Fue una amiga más, así pero una amiga que apoyaba la decisión. (VI, 116-126)

Y también, cuando no están nombrados en la narración, aparecen de modo


implícito:
V: No... O esa, lo de más importancia, sentir que tú, tú no eres una persona tan interesante si no sigues
teniendo, o no sigues siendo esa persona que “¡Ay, qué estái regia! ¡Oye, no pasan los años por
ti!”.(III, 56)

En esta cita se ve que existe un admirador que comenta el aspecto físico de la


entrevistada, posiblemente un amigo o conocido en algún encuentro social.

Según su generalidad
Los locutores pueden ser específicos (por ejemplo, “mi mamá”) o más
generalizados e inespecíficos (por ejemplo, “la gente”) y, por lo tanto, pueden
distinguirse en citas o en cambios de tono en el discurso (inclusión de fragmentos más
formales, de sentido común, de la cultura popular, etc).
Las voces específicas encontradas en los relatos, como se puede apreciar en las
citas hasta aquí, pertenecen a la pareja del entrevistado (marido, mujer o pololo), la
madre, los hijos, los hermanos, los amigos y los médicos.
Las voces inespecíficas –que aparecen mucho en la narración- representan a una
otredad más inaprensible: la gente, las personas 12 …

12
Las voces inespecíficas del análisis de Larrain & Medina, están en alguna medida
emparentadas con el concepto de “otro generalizado” de Berger y Luckmann (1972). Según estos autores,
“la socialización primaria crea en la conciencia del niño una abstracción progresiva que va de los ‘roles’ y
actitudes de otros específicos, a los ‘roles’ y actitudes en general. Por ejemplo, en la internalización de
normas existe una progresión que va desde ‘Mamá está enojada conmigo ahora’ hasta ‘Mamá está
enojada conmigo cada vez que derramo la sopa’. A medida que otros significantes adicionales (padre,
abuela, hermana mayor, etc.) apoyan la actitud negativa de la madre con respecto a derramar la sopa, la
generalidad de la norma se extiende subjetivamente. El paso decisivo viene cuando el niño reconoce que
todos se oponen a que derrame la sopa y la norma se generaliza como ‘Uno no debe derramar la sopa’, en
la que ‘uno’ es el mismo como parte de la generalidad que incluye, en principio, todo aquello de la

100
Resultados Relacionales
En este apartado, se ponen en relación los códigos más significativos que
emergieron en el análisis descriptivo. Se intenta construir modelos conceptuales
comprensivos de tres fenómenos centrales: 1) la relación de los sujetos con el cuerpo, 2)
los discursos en torno al cuerpo y la cirugía y 3) el proceso de someterse a una cirugía
plástica.

La relación con el cuerpo: una relación de tensión y control.


Como se vio en el capítulo descriptivo, existe una serie de fenómenos sociales
que caracterizan el contexto más general en el que se vive la relación del sujeto con su
propio cuerpo. En primer lugar, las representaciones existentes acerca del cuerpo,
particularmente del cuerpo como objeto, enmarcan las experiencias de las personas en
relación a su cuerpo. El cuerpo aparece como un objeto “externo”, segmentado, que se
posee o a uno le toca, que molesta, que se asume y que se moldea. También es parte del
contexto, la existencia de Modelos Ideales de Cuerpo tanto universales como específicos
para determinados grupos, que se transforman en demandas del entorno sobre los
sujetos, percibidas en los medios de comunicación masivos (particularmente la
televisión), en el mundo del trabajo y en la vida social. Además, la cirugía estética, cada
vez más popular y accesible, se presenta siempre como posibilidad. Este procedimiento
que comienza a ser naturalizado (“todo el mundo se opera”) es visto como una acción
potencial legitima, aceptable, viable, siempre presente.
Las demandas que se reconocen sobre las personas, de manera general, son
también experimentadas por el sujeto sobre sí mismo. Específicamente, los entrevistados
se sienten exigidos o compelidos a ser bellos, delgados, arreglarse y “mantenerse

sociedad que resulta significante para el niño. Esta abstracción de los ‘roles’ y actitudes de otros
significantes concretos se denomina el otro generalizado” (p.169).
Berger y Luckmann piensan que al establecerse este otro generalizado se internaliza la sociedad
en cuanto tal y “al mismo tiempo, el establecimiento subjetivo de una identidad coherente y continua”
(p.169). Esto no se verifica en esta tesis: hay un otro generalizado y al mismo tiempo multivocalidad, y
por tanto, incoherencia relativa, perpetua, “crónica” (Multifrenia para Gergen, Polifonía para Hermans).

101
regios”. Las demandas pueden ser experimentadas como no encarnadas en ninguna
persona en particular o, por el contrario, pueden provenir explícitamente de un personaje
significativo como la pareja.

Diagrama n°1: Relación con el cuerpo


Estas demandas forman parte del conjunto de condiciones intervinientes que
determinan la forma específica que tomará la relación con el cuerpo en cada caso. Si el
sujeto presta atención o no a las demandas (“pesca” o “no pesca”), la gravitación de las
comparaciones que hace el sujeto –entre su cuerpo actual y su cuerpo pasado, o entre su
cuerpo y el cuerpo de los demás-, el grado en que compite con otros y el juicio respecto
al propio cuerpo, tanto el juicio ajeno (real o imaginado) como propio y en términos
positivos tanto como negativos, van a definir que la relación con el cuerpo sea más o
menos positiva, más o menos centrada en los aspectos molestos, y en los afectos
distónicos.

102
Como patrón fundamental de la relación entre el sujeto y su cuerpo, encontramos
que el cuerpo se cuida (más o menos), se controla o moldea (más o menos) y /o se
asume (más o menos, mejor o peor).
La relación con el propio cuerpo a lo largo de la vida va cambiando, sin embargo
siempre conlleva sentimientos sintónicos y distónicos, y cuando está más marcada por
estos últimos, los procesos de control –siempre presentes- se vuelven un aspecto
sensible. Controlar, modelar, modificar, son prácticas comunes y cotidianas que se
encarnan en rutinas diarias de autocuidado y belleza. “Cuidarse”, cuidar la dieta, hacer
ejercicio, arreglarse son algunos de los hábitos o prácticas que dan forma a estos
procesos de control.
En síntesis, aquí se plantea que la característica fundamental de la relación con el
cuerpo es su tensión y una consecuencia de ello es el control y moldeamiento
permanente del cuerpo.

El cuerpo en diálogo: cuatro discursos del cuerpo y la cirugía.


En esta sección se propone que pueden distinguirse cuatro posiciones en el habla
de los entrevistados al narrar el proceso de sus cirugías. Estas posiciones pueden ser
vistas como cuatro discursos, construcciones sociales respecto al self y al cuerpo en el
sentido Bakhtiniano, a los que los sujetos adhieren o no cuando explican sus acciones,
argumentan a favor o en contra de la cirugía plástica o bien, simplemente, cuando
hablan de sí mismos. La existencia de dichas posiciones no implica necesariamente que
una persona esté en completa consonancia con los enunciados de una en particular, muy
por el contrario, la mayor parte de las veces, se puede apreciar cómo en cada sujeto
conviven, dialogan y negocian estas voces para generar el posicionamiento del sujeto
con respecto a su cuerpo, al cuerpo en general y a la cirugía plástica, en un momento
determinado.
Se les ha puesto nombres que intentan sintetizar el sentido de dichos discursos.

103
1. El bienestar psicológico: el cuerpo como dimensión de ser y la cirugía
como mejoramiento de uno mismo.

En el discurso del bienestar psicológico, el cuerpo sería considerado una


dimensión del ser, un ámbito del existir, y en concordancia con ello, el sí mismo se
querría y se cuidaría. La imagen del cuerpo más cercana a este discurso es aquella que lo
ve como un cuerpo-sujeto, identificado con el sí mismo. Algunas prácticas en las que se
expresaría este discurso son aquellas que están vinculadas a mantener la salud del
cuerpo, la higiene y el autocuidado. Además las prácticas que llevan aparejada la
sensación de bienestar, gratificación o placer por el solo hecho de realizarlas, como
bailar.

Diagrama nº 2: El bienestar psicológico

Los afectos predominantes que serían característicos de este posicionamiento


corresponden a sentimientos sintónicos en la relación entre el self y el cuerpo; la

104
valoración de la capacidad de éste último, de su apariencia o bien, la consideración de lo
externo como una dimensión no tan importante en contraste con dimensiones distintas a
lo físico que son igual o más significativas. Sin embargo, también se dan afectos
distónicos (molestia o rechazo asociados a la gordura, a la forma o tamaño de un rasgo,
al deterioro, a las limitaciones físicas), cuando el cuerpo no se ajusta al modo como la
persona siente que es o que debiera ser. En esta relación hay una evolución que tiene
que ver con ir asumiendo el cuerpo que se tiene, con cuidarlo cada vez más.
Desde este discurso, cuando la relación con el cuerpo no es la que se quisiera,
una alternativa a la cirugía sería la psicoterapia, por cuanto se comprende que existe un
problema en la relación entre la psiquis y el cuerpo que puede ser superada mediante
tratamiento o trabajo psicoterapéutico.
En este discurso, la cirugía estética sería vista como una forma de llegar a ser,
como una técnica de transformación o evolución que apunta al desarrollo de la persona
y, en tanto tal, se la valora positivamente. En la lógica del bienestar psicológico, lo que
motivaría a operarse es mejorar la autoestima; sentirse más armónica, más completa;
adecuar el cuerpo al sí mismo; ser más femenina, más mujer, más adulta. Puede
suponerse que todas estas motivaciones tienen a la base un deseo de ser mejor persona,
de construirse como un self más armónico y equilibrado. En consonancia, las
consecuencias de la cirugía que tendrían relación con este discurso son precisamente las
psicológicas, aquellas que apuntan a la integración, y al self enahcement, la mejoría de
uno mismo (aumentar la autoestima y la seguridad, experimentar más alegría e ímpetu, y
cambios positivos en la personalidad).
Desde este discurso la cirugía sería valorada negativamente cuando es vista
como un maltrato –en algún sentido injustificado- que se le hace al propio cuerpo, en los
casos en que ha habido una resignificación o bien un arrepentimiento.
V: Entonces es una cuestión bien, bien complicá. Bueno, y yo opino que la cirugía, si te hace sentir
mejor y si tú piensas que vas a tener una... una mejor relación contigo misma y con los demás y vas a
estar mejor, ¿por qué no? (...) (III, 137)

B: O sea, yo no me encontraba bonita, no me encontraba bonita, no me sentía bonita…sentía que, o más


bien sentía que lo que…que yo era…no me daba cuenta de la nariz, la nariz no era un tema, pero me
miraba al espejo y me daba cuenta que lo que había dentro de mí, no tenía que ver con esta cara que
yo sentía tan tosca. Que ca…después que yo me operé, todo el mundo me dijo, “¡hay, te ves igual!”. Hay
gente que me dijo que me veía igual, otra gente que notó…que notaba mucho la diferencia. Sin embargo,
yo creo que mi cara se fue adulzando con el tiempo, en la medida con que mi nariz era más acorde con
mi cara. Porque yo tengo la cabeza chica, soy de cabeza chica, soy de cara chica, tengo la boca chica,

105
los ojos chicos y tenía la nariz muy grande; o por lo menos, esa era mi imagen, esa era mi sensación.
Entonces, yo sentía que lo que yo era, lo que…yo trataba de ser, así…simpática, divertida, así como
menudita…no iba acorde con este cuerpo que era mucho más gordo de lo que yo sentía y que mi cara
era chica, pero muy tosca y grande. Yo sentía que…entonces como que mi personalidad se acomodó a
este cuerpo que era más violento, para mi gusto, y me generaba una actitud como de más defensa, más
violencia ante la vida, ¿me cachai?
M: mm…
B: Mi cuerpo era fuerte, por lo tanto yo tenía que ser fuerte.
M: ¿Cómo una masculinización?
B: Sí, claro como una masculinización, de alguna manera si, como una masculinización
M: Y…mm…
B: Además que llamarse Bárbara implica que uno no podís ser…como suavecita…Como que todo el
mundo era: “Bárbara” (cambia tono de voz y enfatiza las r) Y ahora de grande, ahora me dicen
Barbarita, todo el mundo me dice Barbarita, en todos lados: en mi oficina, en las pegas...”la Barbarita”,
y a mí me da risa porque yo no estoy (riéndose) jamás nunca en mi vida me dijeron Barbarita, nunca
nadie me dijo ni Barbie ni Baby ni nada. Siempre me dijeron Bárbara (con voz de seria)
M: mm… ¿Y erai como más atarantáaa?
B: Más atarantá…y era más brusscaa…y era más violentaa, no más violenta, más agresiva en mis
actuares en general. Y en estos últimos diez años, no sé, pasé de ser Bárbara a Barbarita, heavy, a
pesar de que soy más vieja y que soy menos Barbarita que antes (en tono jocoso), ¿cachai?...como
divertido (VIII, 64-72)

Como se puede apreciar, la perspectiva de la entrevistada acerca de su cirugía es


la de una mujer que busca feminizarse, que busca cambiar el cuerpo de acuerdo a como
ella cree que debiera ser, para transformarse psicológicamente.

2. El Mercado: el cuerpo como un bien poseído y la cirugía como el aumento


del valor de nuestras pertenencias.

Un segundo discurso que puede identificarse en las narrativas de los


entrevistados dice relación con la lógica del mercado. En la lógica del mercado el
cuerpo sería visto como un objeto, como un bien que se posee. En concordancia, el sí
mismo es quien posee un cuerpo (y sus partes), ostenta con él (o sus partes), lo moldea y
modifica, compite con los demás a través de su imagen, consume (productos, bienes y
servicios como prótesis, tratamientos, cirugías) y produce (sus propias condiciones).

106
Diagrama nº 3: El mercado
En este contexto las prácticas o hábitos propios de los procesos de control
(moldeamiento del cuerpo), como cuidar la dieta, ir al gimnasio, o arreglarse tendrían un
significado más cercano a la mejoría del cuerpo como objeto. Y las motivaciones para
someterse a una cirugía plástica también tendrían relación con construirse como un
mejor objeto (ser más atractivo, tener más músculos, etc), incluso, como objeto de
deseo.
A: A mí siempre en general, o sea no sé, bueno, filo, como que me fue bien con las mujeres, me
encantan las mujeres. Entonces, me acuerdo, no sé, desde ahí en adelante fui súper deportista, siempre
estuve bien marcado, hice 8 años karate, llegué a cinturón negro y me acuerdo que llegué al estadio
Israelita, y se me abrió un poco el kimono y tenía todo marcado, no sé, como que me creía la raja,
¿cachái? Y de ahí, te diría que eso duró, yo creo que es, es típico, hasta que me casé. Me casé a los 26, y
me dejé estar. (V, 18)
(…)
A: O sea, yo sabía que tenía... tengo un físico súper bueno.
M: ¿Y lo sabíai por qué?, o sea, ¿en referencia a qué?
A: Porque me lo decían, poh, me lo decían las mujeres con las que estaba, y onda me miraba al espejo
y me daba cuenta, o sea, no tenía un gramo de grasa, era puro músculo, entonces... o sea, bien, poh.
M: Y eso te hacía sentir bien.
A: Sí, súper bien. (V, 88-92)
(…)
A: Sí. Ahora por mientras, me dieron ganas de ir al gimnasio, al menos; no sé si ganas, pero es como:
“Compadre, cuida lo que hiciste”.
M: Sí, como un reforzamiento de las metas.
A: Sí, otra cosa es que cerré la boca.
M: Eso es dieta.
A: Sí, o sea, no, no iba a hacer lo hice pa’ seguir comiendo como cerdo, como estaba comiendo.

107
M: ¿Y "hacer lo que hice” tiene una valoración porque cuesta plata o porque cuesta dolor físico?
A: Las dos cosas. (V, 152-158)

La cirugía cosmética en este discurso sería vista como un bien de consumo como
cualquier otro, como un servicio más que se compra.
A: Claro, me empezó a joder mucho, me jodió tanto, que dije: “Estoy cagá de susto, pero me tengo que
atrever”. Porque yo decía: “Si me gasto estos dos millones de pesos que me va a costar la operación en
un viaje, claro, lo voy a pasar súper bien en el viaje, pero voy a llegar cagá igual, poh”, ¿entiende? “¿Y
por qué no me lo puedo permitir?: Es mi cuerpo. O sea, ehh... mucha gente puede pensar que es una...
una egolatría, ¿me entiende? U otra gente me decía: “Es que no se te nota ni tanto”. “Si no es tanto,
pero pa mí -decía yo-, lo importante es cómo yo me siento por dentro”. Si no importa que mucha gente
no se dé ni cuenta, yo no me sentía bien, desde mirarme al espejo en la mañana. Y... (IV, 26)

Como se puede ver, la entrevistada evalúa el gasto en una cirugía plástica


comparándola con un viaje, mostrando con ello cómo se trata de una conducta de
consumo similar a otras. Además, dice “¿Por qué no me lo puedo permitir?”, tal como
se dice con algunos placeres que se consumen, como la comida. A esto agrega “Es mi
cuerpo”, como queriendo decir: soy dueña de esto, puedo hacer con él lo que me plazca.
Las consecuencias de la cirugía, en total afinidad con la lógica de mercado, van
en la línea de aumentar las posibilidades de consumo (aumentar las posibilidades para
vestirse, por ejemplo), de competencia, hacer el consumo eficiente en términos de costo-
beneficio (por ejemplo hacer dieta e ir al gimnasio después de una liposucción para no
“botar la plata”) o mejorar como objeto para otros.
En una perspectiva de la cosas, en la que las personas nos ubicaríamos en algo
así como un ránking de cuerpos donde uno puede estar mejor o peor posicionado -lo que
determinaría entre otras cosas las parejas a las que podemos acceder- una cirugía exitosa
se traduciría en subir en este ránking y lograr ventajas en la competencia con los pares
(por ejemplo, al buscar pareja). Evidentemente, las reacciones del medio ante esta
acción serían de envidia o de atracción.
N: Yo creo, pero sabí que después de que me operé duramos como un año más y terminamos, yo cacho
que fue como que me sentía tan segura de mí que fue como yo estoy pa’ otra cosa[risas] es que el gallo
no era muy bonito, y de hecho era como, que yo con él me llevaba bien por como era pero nunca me
había gustado en su.. físicamente, entonces después de que me operé fue como que no mejor que no ya
y ahí parece que me di cuenta de todos sus defectos y ahí fue como que ya sabís que chaito no más, (…)
M: Ya
N: (…) yo creo igual es como maricón que lo diga pero puta yo cacho que donde me operé me dio más
confianza y dije ya filo puta igual puedo conseguirme un hueón que sea onda bacán en todo y no tener
que aguantar un hueón quizás onda absorbente y todo (II, 48-50)

108
En síntesis desde esta perspectiva, el self tiene un cuerpo, hace con él lo que
desea, en su relación con los demás compite con unos para ganar el deseo de otros
mediante su cuerpo, consume y cuida sus bienes, entre ellos su cuerpo y sus partes.

3. La tradición dualista: el cuerpo como lastre y la cirugía como pecado.

Diagrama nº 4: La tradición dualista


En las narraciones de las personas entrevistadas puede reconocerse un discurso
que hemos identificado como un discurso más tradicional, heredero del dualismo
cartesiano, en la que el cuerpo sería visto como un lastre, como un objeto “externo” no
tan importante como lo “interno”. En la relación del sujeto con su propio cuerpo, cuando
existen afectos distónicos, estos estarían marcados por la vergüenza que provoca la
propia imperfección o bien la intención de ocultarla.
N: (…)es que pa’ mi era horrible feo cachai? y todas mis compañeras se desarrollaron eran pechugonas
y yo onda plana, no no me gustaba onda así, de hecho onda ponerme bikini era ay yo decía ojalá
encuentre unos con relleno o algo así con bikini ya cagai ahí se ve todo era como chuta ya, igual a mi
me daba vergüenza era como una vez me acuerdo que atiné con un hueón y me dijo “como ya pero ¿pa’
qué te urgís tanto?” así porque se notaba que yo no quería que me que me tocaran o que me vieran
entonces era como ayy y más vergüenza que me dijeran que se me notaba que (risas) eso era lo peor de
todo, me acuerdo que cuando me operé no le dije a nadie, le dije a repocas compañeras y puta se dieron
todas cuenta después era como “hueona te operaste así se nota la diferencia” y yo era como “no, no me
he hecho nada” pero al final era “sí me operé”, yo cacho que al principio era como que es una hueá
tan tuya que que no quería que me imaginaran todas en pelotas con las tetas cachai? pero después me

109
dio lo mismo ya al final le dije a todas y si alguien me pregunta “¿te operaste?” Le digo “sí”, me
cachai? Ya como que pasé la etapa de la negación (risas)
(…)
N: (…) yo antes estaba preocupá de que fuera a volar el sostén con el relleno, (…) entonces fue como
puta decía “qué ganas de estar siempre con esa hueá” que era súper incómodo, de hecho una vez la
hueona se me se me ocurrió estaba enferma ¿ya? y fui al médico, porque estaba como amigdalitis y el
hueón me dijo “ya sácate la polera” yo fui como ya y después yyyyyy ando con estas hueás, el hueón
me va a decir que me saqué el sostén y las hueás van a volar (risas) y son unas hueás de plástico así
como una silicona pero con forma de pechuga cachai? y dije hay que vergüenza y me dijo “ya
desabróchate el sostén” y yo onda así apretándome con los brazos pa’ que las hueás no se me cayeran y
mi mamá mirándome con cara de cómo se te ocurre venir con esas hueás (risas) hueón, te juro que
nunca me había sentido tan mal en mi vida y fue como tan denigrante la hueá y después de hecho fue
como ya, qué vergüenza, te juro que estuve a punto de que se me cayera una al suelo qué vergüenza
así “permiso, se me cayó una pechuga!” (risas) (…) yo creo que el hueón se dio cuenta porque después
no me dijo nada de por qué yo estaba fucsia mi mamá estaba toda incómoda hueón (II, 42, 193)

En cambio, los afectos sintónicos estarían vinculados con desestimar el valor del
cuerpo como una dimensión poco importante de la existencia.
M: ¿Y por qué…de qué crees que depende que pa’ti no sea un tema y para otros hombres sí? (…)
C: De cómo lo asumís, de lo contento que estai contigo, de que…ehem…que no sólo lo externo sea lo
más importante, ¿cachai? Si vai por la calle, la nariz…ok…pero da lo mismo, o sea…después hay todo
un tema detrás tuyo que si te conocen, bueno ahí descubrirán porque estoy pelao o no, ¿ cachai? (VII,
133-140)

El sujeto cuando se preocupa de esta dimensión tan frívola, pecaría. Las


motivaciones que relatan las personas para someterse a una cirugía estética, que van en
la dirección de este discurso, son calificadas por ellos mismos como superficialidad y
exacerbación del cuerpo.
M: Claro. ¿Usted siente que existe algún tipo de presión social con respecto al tema de... verse bien o
verse lo mejor que uno pueda, o verse más joven?
A: Yo creo que la sociedad chilena le sigue dando bastante valor a eso. O sea, ehh... le da más valor
del que tiene, del que debiera tener. (IV, 37-38)

Además, cuando la motivación para operarse y para “cuidarse” se nombra como


“vanidad” o “ser pretencioso”, se transparenta una valoración negativa de ello, un juicio
negativo al modo de un pecado. A pesar de que en la vanidad y sus prácticas asociadas,
el cuerpo es muy valorado, pareciera que los sujetos lo consideraran malo y quisieran
tener motivaciones “más profundas”, más trascendentes o más importantes.
V: (…) (...) sabís qué, la cirugía... cuando yo llego a la consulta, de este doctor que me operó, yo hablé
con varias mujeres, ah, y de todos... de todos los perfiles, digamos: más jóvenes, de distintas clases
sociales, y todo... y la cirugía es, primero, una cuestión de inseguridad, y segundo, es exacerbar el
cuerpo.
M: ¿En qué sentido?
V: No... O esa, lo de más importancia, sentir que tú, tú no eres una persona tan interesante si no
sigues teniendo, o no sigues siendo esa persona que “¡Ay, qué estái regia! ¡Oye, no pasan los años por
ti!”, (…)Es como estar demasiado pendiente de lo externo; aunque hay personas que tengan
verdaderos problemas, que son casi impresentables: hay narices horrorosas....

110
(…)Eh, pero la gran mayoría de las mujeres, de mi edad, de mi estatus, y todo eso, es pura vanidad y
pura inseguridad; porque no tengo ningún trabajo en que presentar la cara, ni na... O sea... yo soy
enamorada eterna de mi marido, y me gusta verme bonita en el espejo, y me da una lata horrible la
vejez, la encuentro asquerosa, fea, decadente, horrible; como que es el castigo a los pecados que uno
va cometiendo a través de la vida. (III, 54-58)

El sí mismo sería visto como carente, débil. La vejez, vista como un castigo a los
pecados cometidos a lo largo de la vida, sería un castigo, una condena. Y la cirugía sería
un pecado (Fue nada más que vanidad, nada más que vanidad. Si, lo tengo súper asumido. (XI, 82)),
en tanto puede implicar preocuparse de banalidades o bien, renegar o evitar el castigo de
la vejez.
A: (…) me sentía bien con el resto de mi cuerpo, salvo con mi cara, en ese momento; o sea, yo, ehh...,
tenía en los párpados inferiores unas tremendas bolsas, y los párpados superiores estaban caídos, (…)
yo me miraba al espejo, y tenía cara de cansada, por mis ojos, (…) Mi cara, digamos, ehh... no me
gustaba, esa parte, la parte esta de los ojos; como que sentía que la vejez se me había plasmado en los
ojos, los años, ah. Ehh... y... y entonces empecé a usar mucho lente oscuro,(…) ¿me entiende? Empecé
a esconder mis ojos detrás de los lentes. (IV, 15,16)

Una de las consecuencias de la cirugía concernientes a esta perspectiva dicen


relación con el ocultamiento de la cirugía y su posterior confesión.
M: ¿Y por qué no quería que supiera su familia de origen?
A: Porque son muy copuchentos; son, digamos... primero, mi madre, por la edad, le iba a contar a
cuanta persona le, digamos, se le cruzara por delante: ella ya no estaba en condiciones de guardar
secretos, entonces, yo no quería que anduvieran comentando. Mis dos hermanos, o sea, de mis, de mis
tres hermanas (...) incluido mi hermano hombre, yo, que era la feíta de la familia, yo en este, en ese
momento, y todavía, soy la que me mantengo mejor físicamente, ¿me entiende?, o sea, las otras ya
tienen todos los cuerpos deformes, etc., aquí, allá, tremenda de gorda, etc., entonces... yo sabía que iba
a suscitar una cierta envidia, o sea: “Esta, que se mantiene bien, más encima ahora está rayada –
porque yo sé cómo piensan-, ahora, ahora, ahora ya quiere más o menos ser perfecta, y quiere,
digamos, que no tener ni bolsas ni rastros de vejez ni nada”. Yo sabía que me iban a pelar; no les dije
nada por eso, (…) yo sabía que se iban a reír, ¿me entendís?, e iban a contarle a todo el primaje.,
“Mira la última gracia de esta...”... yo los conozco. Entonces los quise mantener al margen. (…)
Entonces nunca yo creo que sospechó. Ehh...
M: Hasta el día de hoy nadie, nadie...
A: De ese lado nadie sabe. (…) nunca más supieron. O sea sabe la gente que... que yo he querido que
sepa; y... (…) nunca nadie de los que no sabían me dijo: “Te hiciste algo en los ojos”, ¿me entendís?, o
sea, nunca; o sea, si alguien se dio cuenta, se lo guardó.(…) Yo asumo que uno va envejeciendo, que el
cuerpo va envejeciendo, que todo, digamos, que uno es más lenta, lo asumo; pero esa cuestión de
verme la cara cansada desde la mañana, eso ya me tenía harta; eso fue clave pa’ mí. Si, si, claro, si
hubiera sido una cosa, ponte tú, que tengo rollo, ya yo me pongo una faja y listo, ¿cierto? Lo arreglo.
Pero eso yo no lo podía arreglar con nada, salvo esconderme detrás de unos lentes. Y eso era lo que
estaba haciendo literalmente, pues: andar escondida detrás de esos lentes. (IV, 15-16, 33-36)

Las narraciones acerca del ocultamiento, hablan de una suerte de ambivalencia


entre la legitimación de la cirugía aparente en los demás discursos, y la condena de la
cirugía como un pecado. Solo se oculta aquello que provoca vergüenza.

111
Otra consecuencia sería el arrepentimiento, en el caso de quienes descubren una
verdad más profunda o más trascendente.
O: ¿Cómo siguió la historia? Ehe…Bueno, siguió la historia…fue como triste, porque en realidad fue
comoooo que me sentí un poco postergado por el hecho de ser más delgado; no tenía mucha fuerza
además. A veces había que hacer cosas en pareja con las chicas, y obviamente, yo por ser tan delgado
no tenía fuerza, no podía levantar a ninguna chica. Y el maestro que tenía en aquella época, tuvo, a lo
mejor, un poquito de culpa, en el sentido que siempre me hacía notar eso. Entonces, se produjo como
una especie de tranca, ¿cachai? Y yo dije: “No, yo tengo que terminar”
M: Como un estigma…así…
O: Claro, ¿me entendí? No…”hay que hacer lift, ya, Oscar, fuera”, ¿me entendí? Al tiro, ni siquiera me
lo dejaba intentar, nada, ¿cachai? Y yo no hacía nada, por eso. No hacía nada por superarme, ¿me
entendí? Estaba ahí, estancao. Me sentía estancao, estancao, estancao, estancao, estancao. Una
tontera, poh…Y, como te digo, en un determinado momento, me miré al espejo y me vi,
extremadamente flaco, estaba con una depre, estaba con problemas familiares, ¿cachai?, me acuerdo.
Y na’, fue eso, tocar fondo, mirarme al espejo y decir: “Huevón, estai… eris súper joven y te vei súper
acabado, así, ¡¿qué pasa?!”, ¿cachai? Como que “ya sal de todo esto” Y consulté a un nutricionista y,
me dijo, (…) “Mira, yo creo que la única solución, que puedes…que puedes, lo único que puedes hacer
es meterte a un gimnasio, hacerte asesorar por alguien”,(…). Así, llegué a cualquier gimnasio, me metí,
empecé de a poco, después empezó como culto al cuerpo, que se pasó pa’l otro lado, ¿me entendí? Que
no quiero una gota de grasa, quiero músculos, ¿cachai? Y me iba súper bien. Y después pasó el tiempo
y me di cuenta que era una lesera, ¿cachai?, estar tan preocupado eternamente del físico, sino que
tratar de mantener un peso y punto, ese era mi objetivo, finalmente. Se convirtió en eso (XI, 36-38)

O: (…)Yo creo que la belleza, ehe…si bien es cierto, uno de repente puede admirar a un hombre o a una
mujer decir “¡Oh, qué bello! ¡Oh, qué bella!, ¿cachai? porque hay parámetros de belleza, para todos
diferentes. Pero yo creo que es más importante lo que tenemos dentro, de verdad, así una frase cliché,
pero yo lo pienso así, sinceramente
(…)
O: Para sentirlo de verdad. Para darme cuenta [me tuvo que pasar todo lo que me pasó] qué huevón,
que, puta, con nariz operá, con cuerpo, huevón, así XXX, y todo, huevón, puta, estuve enamorao y,
nunca me pescaron, ¿cachai? Es porque yo no le gusté a esa persona interiormente, ¿cachai?
Entonces… ya, hay diferentes bellezas me puede gustar la tuya, me pueda gustar la de otra persona,
pero eso es más importante yo creo, la inteligencia emocional de las personas (XI, 234-240).

En este extracto se ve cómo el entrevistado, narra un cambio que tomó casi 20


años. En la veintena se siente menoscabado (un self carente, débil, como se dijo) por su
delgadez, y se deprime por ello, dice sentirse estancado en su trabajo y en la vida, hasta
que se decide a tomar acciones para remediarlo. Se obsesiona con “el culto al cuerpo”,
hasta darse cuenta de que era demasiado. La vida lo hizo cambiar de perspectiva y desde
un punto de vista valórico, le dio más importancia al “interior” (entendiendo por ello el
espíritu, la inteligencia emocional, etc) que al “exterior” (el cuerpo). Con ello, vino el
arrepentimiento respecto a su cirugía que califica de pura vanidad.
En este contexto, si la cirugía se valora negativamente ello se relaciona con que
es vista como una lucha contra la naturaleza (éticamente incorrecta) y resistencia contra

112
la vejez (oponerse a un castigo merecido), como expresión de vanidad y egolatría, como
exacerbación del cuerpo (lo externo, superficial) y como un lujo.

4. El holismo: el cuerpo como don y la cirugía como artificio.

Un cuarto discurso que puede identificarse podría ser relacionado con la


corriente del New Age, la psicología transpersonal y otras corrientes teóricas, místicas y
culturales (http://www.psicored.com.ar/psicored_psicologia_integral_vision.html), que aspiran a la
expansión de la conciencia, la integración del ser humano consigo mismo y con el
universo (Wilber, K.; 2004, 2007, 2008, Capra, F, 1996).

Diagrama nº 5: El Holismo
M: ¿Qué... este proceso como de descubrir tu propio cuerpo, como de escucharlo y eso... ehe... con qué
tendrá que ver ¿ ¿Por qué se habrá producido?
C: Mmm... no sé en qué minuto empezó, pero sí, ponte tú, hay cosas que lo potencian, por ejemplo, el
yoga. Una disciplina que te obliga a escuchar tu cuerpo, ¿cachai? Te obliga porque, porque es cuerpo,
¿cachai? Cuerpo y no es mente, totalmente conciencia de tu cuerpo, de tu postura, de tu, de que estai
sintiendo, ¿cachai? “¿Dónde está el dolor? Ya, y qué es y cómo lo sentí... y..” Y eso obligadamente te
conecta, ¿cachai? Y otras cosas también, como... como... no sé, ser libre en la sexualidad, ¿cachai? No
tener muchos tabúes mentales ni corporales con respecto al sexo, a tu propia sexualidad (…) (X, 271-
272)

En este discurso, que ha sido llamado “Holismo”, el cuerpo sería visto como un
don, cuyo Modelo Ideal sería el cuerpo natural.
B: O sea, existe la presión, absoluta presión social a ser más bonito, como que todo mundo tuviera que
embellecerse, como que…como que…o sea, yo en general, soy súper poco aplicada a embellecerme,
súper poco aplicada. Soy más aplicada como al…al tratar de ser natural…no sé, si siempre fue así,

113
pero por lo menos ahora….no recuerdo mucho cuando era más chica, pero hoy en día, me siento bonita.
Me siento una persona bonita por dentro y por fuera, por lo tanto me preocupa mucho más como estar
sana, comer rico, comer bien, estar contenta…que estar bonita, arreglarme mucho, ponte tú. O sea, si
yo salgo muy de vez en cuando me pinto y me hecho una arreglada, pero…pero no soy una persona
dedicada a la imagen, en general, creo. (…). (VIII, 120)

Los afectos sintónicos en relación al cuerpo tienen que ver con su capacidad de
hacer, con ser vehículo de la acción y la experiencia. Los sujetos en relación a su
cuerpo se sienten “conectados” con él, y se cuidan, pero de forma natural.
M: Mmm.. Ehemm…¿Cómo podrías describir, cómo describirías hoy la relación con tu propio cuerpo?
C: (Silencio) Hoy, cercana (silencio) La verdad es que los últimos años he empezado a descubrir mi
cuerpo como... como de... de saber, de sentir tu cuerpo, ¿cachai? Yo antes no sentía mi cuerpo, como
que hay veces, no sé poh, cuando uno está parado, no sabe cómo está parado, no sabe, tenis la pata
pa’llá, pa’cá como que uno no se preocupa, no anda mucho preocupado de, de escuchar a su cuerpo,
y lo he estado escuchando(…), así que súper cercana, súper bien con mi cuerpo. Cada día más bien
M: (Risas) ¿De qué crees que depende tener una relación así con el propio cuerpo? Como una relación
cercana o cómoda o...
C: Descubrirlo no más, porque uno no, no sé, quizás, era yo no más que no me miraba el cuerpo,
¿cachai? Y no... no sé, igual hay cosas que te ayudan, que te influencian, por ejemplo, el tipo de deportes
que hacís, ¿cachai? El tipo... si hacís meditación, 10 minutos de contacto con tu propio cuerpo, como
que esas cosas te van ayudando a contactarte con él. El sexo también..como... como, no sé poh, yo he
tenido que vivir súper, hartas trancas con mi cuerpo, con el pudor, entonces ahí uno tiene que
inevitablemente conectarse, ¿cachai? (X, 245-248)

La valoración del propio cuerpo, además, está vinculada con su unicidad y


originalidad, por lo tanto, la cirugía se valora solo en tanto se ve natural, si no deriva en
una imagen estereotipada, común o típica (“la típica nariz”, “la vieja estirá”).
M: Volvamos al momento...de... recién operada. Me dijiste que el primer momento en que te miraste la
nariz te dio nervio ¿podís describir más esa sensación?
V: Eh, es súper raro. Es como.... o sea ya es... Tenís que asumir que es una cuestión nueva pa’ ti, porque
es nuevo cachai? Entonces, como tratando de ver....cómo se armaba mi cara ahora, cachai? si era
armónica, si, cachai? entonces las primeras miradas al espejo, fue... como que lo analicé, media
proporcionalmente, no sé poh, debe ser como mi cuestión de arquitecto, y lo encontré bien, cachai? O
sea me encantó. Porque hay gente que se opera y no le gusta. Y lo que también... como que me no sé si
me tranquilizó, pero no sé, no vi una nariz operada, así de esas típicas que te dejan, las de los hueones
que salen en la tele, los actores, que te dejan todas las narices iguales cachai, como que se veía más
armoniosa con mi cara. O sea hay gente que me conoció después de la operación nunca se imagina que
me operé la nariz, cachai? a no ser que cache la cicatriz, hueás así. Eso. No sé qué más..... (I, 47-48)

B: O sea, yo creo…a mí…yo siento que a mí me cambió la vida, a mi me hizo la vida muchísimo más
simple, me la hizo más agradable y me la hizo más simple en cosas cotidianas…en el arreglarte, de no
entramparme en una búsqueda de…O sea, como que…me hizo sentirme más bonita, pero al mismo
tiempo, me quedó súper como…o yo he tratado de tener siempre la conciencia de que nadie, nada es
perfecto y que mi nariz, gracias a Dios, no quedó perfecta cuando me operaron, no quedó una nariz
que se nota que es operada…Y…y…en el fondo como saber que siempre la belleza no pasa por la
perfección, es algo como que yo trato de recordar cada vez que hablo del mismo tema, hablo del tema de
la operación, en particular conmigo. Pero sí siento que me cambió la vida, que me la hizo más
agradable, que me la hizo más simple, que me…me…me hizo sentirme más segura y sentirme más linda
(VIII, 186-189)

114
En concordancia, la cirugía es valorada negativamente cuando es vista como una
lucha contra la naturaleza (también cuando es vista como una resistencia a la vejez, que
es natural). De este modo, en este discurso la cirugía representa una farsa, un artificio,
una mentira.
O: (…) porque a mí me vienen siempre las cosas después, los arrepentimientos…Si tú en este momento
de la vida, me decís; “¿te operarías la nariz?”, teniendo la nariz que tenía, no lo hubiera hecho.
M: ¿En serio?
O: Mmm …
M: Y ¿por qué?
O: Mmm... no sé, porque pierde un poco de carácter el rostro, ¿cachai?...como la verdad, así como que
ocultai la verdad, en el fondo, ¿cachai? En el fondo a mí mi cara no me molestaba tanto, lo hice de
huevón no más. A mí me molestaba más mi flacura. Me encantaría estar como estoy ahora físicamente
así a mis 42 años con mi antigua nariz, ¿cachai? Con mi rostro antiguo, con mi rostro. Este lo
compré, ¿cachai?, este lo pagué, me lo pagaron en realidad (risas), ¿cachai? (XI, 78-82)

O: (…)al séptimo día, te sacan el yeso y…y…primero te miran, te ven, ¿entendí? Tú todavía no te ves. Él
primero que te ve es él, ¿cachai? Y te mira pa’llá. “Perfecto”, te dice, “¡Oh!, quedó bacán! sí, quedó
bien; a ver,” mira pa’rriba, mira pa’llá, mira pa’l lado, mira pa’l otro lado”, te sacan fotos y todo.
Entonces me dice: “Ya, está todo bien”, me dice “todavía no te doy de alta”, me dice, “pero si puedo
pasarte un espejo para que te mires” “¿Quieres mirarte?”, así como que te abre los ojos, así es como el
demonio (risas)
M: Un encantamiento
O: No sé
M: Un mago
O: No sé… “¿Quieres mirarte?” “Obvio”, le digo yo, “Obvio”. Y me pasa el espejo y yo con el espejo
estuve como un minuto con el espejo dado vuelta. No quería…quería mirarme, pero me daba mucho
nervio, porque me iba a encontrar con otra persona que no era yo. Tenía que acostumbrarme a mi, a
mi rostro nuevo, ¿cachai? Porque es increíble como te cambia la cara, increíble.(…) . Cuando lo vi me
encantóóó, me encantóóó.
M: Hiciste algo así como (exhalación profunda)
O: Fue raro, fue impactante porque vei, vei a otra persona. Mas que siempre quedan como, durante dos
meses como edemas, acá, ¿cachai?
M: Si
O: Queda un poquito hinchado, entonces es como que estaba más estirado, no sé. El labio como medio
tonto, torpe, así como rígido…Fue divertido. ¡Estaba chico, era un pendejo poh! Era un pendejo, tenía
puras reacciones de pendejo, salía a la calle y me creía la muerte, sentía que todo el mundo me
miraba…me sentía…
M: ¿Te sentías mino?
O: Sí, me sentía como minoo, me sentía mino, mino, mino. Mino. Y efectivamente después de eso,
comencé a aparecer más en cámara, ¿cachai? Pero, bueno, ahí influyeron otras cosas después como
para arrepentirme, ¿entendí? Bueno ya está hecho, que saco con arrepentirme, ya lo hice ya, esto es y
como terminar por aceptarlo
M: pero ¿y qué son esas cosas que influyeron?
O: El ver la nariz de mis hermanas; ver la nariz de mi papá, ¿cachai? Es como que perdí rasgos de mi
familia. Un rasgo súper importante de mi familia, ¿cachai? Fue más que nada así como, es bien interno
lo que siento yo, es como que al operarme como que renegué de mi familia, ¿cachai? Es por eso que me
viene como el arrepentimiento. Digo yo, “Puta que lata, huevóónn. Si esa es mi familia, esa es la nariz
de los Inzúa, coños culeaos”, ¿cachai?
M: (Risas)
O: Que tienen narizota, poh huevón, no tienen carita de princesa, igual es con carácter, ¿cachai?
(XI, 148-166)

115
O: Yo creo que uno al final de cuentas tiene que aceptarse tal cual nació, ¿cachai? tal cual es.
(XI,243)

Se puede ver en este extracto cómo la operación es vista como una ardid para
diferenciarse de la familia de origen, una mentira en tanto deja un rostro que no es el
propio, una farsa porque oculta los verdaderos conflictos y motivos por los que el sujeto
se siente deprimido y carente, un artificio porque es un truco de disimulación, falto de
naturalidad, hecho por un “diablo”, un “mago”, para producir un efecto artificial. Lo
único verdadero y obligatorio sería aceptarse tal cual uno nació, tal cual uno es.

5. El cuerpo en diálogo y las estrategias de “re-subjetivación”

La existencia de estos cuatro discursos en torno al cuerpo y por lo tanto, a las


tecnologías y prácticas para relacionarse con él, no implica que las personas se
identifiquen con uno solo y adhieran a él. Aunque puede suceder que determinados
sujetos se encuentren más cerca de uno o de otro, ello no impide que lo que suceda es
más bien que haya un diálogo entre ellos. Este diálogo puede ser más o menos intenso, y
puede realizarse mediante la voz de distintos personajes o bien del mismo sujeto. Cada
persona puede cambiar de punto de vista o bien puede adherir siempre a la misma
posición, pero estar definiéndola permanentemente en contraposición a las demás
(traidas al discurso mediante la voz de otros locutores) y, por lo tanto, estando sometida
a tensiones que generan movimiento y renovación en la posición asumida.
Los hallazgos del análisis muestran resultados muy en la línea de lo que
proponen Hermans, Kempen, Barresi y Juckes.
Como se dijo, Hermans (1992) propone que el self sería una multiplicidad
dinámica de posiciones, relativamente autónomas, que se mueven en un espacio
imaginario. El yo podría moverse de una posición a otra de acuerdo a los cambios
temporales y espaciales, y estas posiciones podrían incluso ser contrapuestas generando
interacciones, argumentaciones y negociaciones al interior del self.
Según Hermans y Kempen (Hermans & Kempen, 1993; Hermans, 1996), hay
múltiples voces representadas en la imaginación de cada persona que hablan por otros –
figuras significativas o grupos- con los cuales la persona está en una relación de diálogo.

116
El sí mismo sería el resultado de un intercambio de información, de acuerdos y
desacuerdos, preguntas y respuestas entre las diferentes posiciones (Hermans, Kempen
& Van Loon, 1992) o voces (Hermans & Kempen), por lo tanto, sería un self
estructurado de un modo complejo y narrativo. Las voces que constituyen al self
funcionan como personajes interactuantes en un relato (Hermans, 1996).
Según Barresi y Juckes, (1997), cada persona está comprometida, en relaciones
sociales de distinto tipo con una gran variedad de individuos, grupos sociales y culturas,
tanto directamente como a través de la imaginación. Cada individuo, grupo y cultura
tiene su propia voz lista para involucrarse en un diálogo con los otros. El individuo
experimenta esta misma división internamente, como un diálogo entre las diferentes
identificaciones que la persona ha hecho y ha asimilado en su identidad. Cada uno de
estos subselves tiene una voz que dialoga con otros subselves que tienen un punto de
vista diferente, “tironeando” a la persona en una dirección u otra. El individuo común,
entonces, sería una persona descentrada y dividida, con lealtades hacia otros múltiples y
conflictivas, y con versiones narrativas alternativas de su self.
Para ilustrar esta negociación, este diálogo encontrado en al análisis de las
entrevistas, se mostrará un extracto de entrevista del Caso III. Luego, en el texto de la
entrevista se destacarán con tipos de letras diferentes y paréntesis, las expresiones más
cercanas a una u otra formación discursiva. Se mostrará el extracto completo (III, 52-
76), pero fragmentado para intercalar comentarios del análisis.

Extracto de entrevista a Caso III


V: Porque me encontraba muy joven todavía; o sea, todos me decían, cuando tenía 40, ponte tú, “¿cómo
te vai a operar a los 40 años?”. Además, de repente, cuando te... dormís bien, o qué sé yo, no se te notan
tanto las bolsas... Yo siempre pensaba que la gente me decía así como pa... pa consolarme; pero yo
como que siempre he planificado (?), yo creo, esto. Y gracias a mi marido también, p’. Él me encuentra
enorme, ponte tú...
M: ¡No!
V: Sí. Él siempre me dice... O sea, no enorme, pero me dice que estoy gorda y (...) y yo me paso todo el
día (...). Pero (...) sabís qué, la cirugía... cuando yo llego a la consulta, de este doctor que me operó, yo
hablé con varias mujeres, ah, y de todos... de todos los perfiles, digamos: más jóvenes, de distintas clases
sociales, y todo... y la cirugía es, primero, una cuestión de inseguridad, y segundo, es exacerbar el
cuerpo.
M: ¿En qué sentido?
V: No... O esa, lo de más importancia, sentir que tú, tú no eres una persona tan interesante si no sigues
teniendo, o no sigues siendo esa persona que “¡Ay, qué estái regia! ¡Oye, no pasan los años por ti!”, no
sé qué... O la que tiene... la que... tú has visto a la Carla Ochoa, que tiene una facha espectacular, y se
saca, no sé, una cosa aquí, o tiene una punta así, se la ponen así... Es como estar demasiado pendiente
de lo externo; aunque hay personas que tengan verdaderos problemas, que son casi impresentables: hay

117
narices horrorosas... ¿Se te acabó la cinta?.
M: No, está bien.
V: Eh, pero la gran mayoría de las mujeres, de mi edad, de mi estatus, y todo eso, es pura vanidad y
pura inseguridad; porque no tengo ningún trabajo en que presentar la cara, ni na... O sea... yo soy
enamorada eterna de mi marido, y me gusta verme bonita en el espejo, y me da una lata horrible la
vejez, la encuentro asquerosa, fea, decadente, horrible; como que es el castigo a los pecados que uno va
cometiendo a través de la vida.
M: ¿Y qué pensái hacer?
V: No pienso hacer na’p, si ya uno va asumiendo otras cosas, porque ya no podís tener la guata de 15 ni
las piernas de 15 ni usar polleras cortas ni... no sé poh, andar con la ropa de las niñitas de 15 años;
pero dentro de tu edad, en vez de tener unos mofletes por acá y cosas de esas, prefiero tenerlos más...
más estéticos... que no digan: “Oh, pobre, lo pasa pésimo, me encontré con la (...)”. Jajajaja.
M: Jajajaja. O sea que... como tu postura desde ahora en adelante es verte lo mejor que te puedes ver...
V: No, siempre ha sido mi postura...
M: Ah, ya.
V: ...pero, pero... eh... y además nunca le tuve miedo al quirófano, cachái...
M: Ahá.
V: ...pese a las cosas que me han pasado.
M: ¿Y le seguís sin tener miedo?
V: Bueno, los ojos no me los tocaría, me da miedo. O sea, a menos que me aseguraran... que me viera
como pasa y me aseguraran así que... pero cien por ciento que no me va a pasar nada... me da mucho
miedo, mucho.
M: Ahá.
V: Pero... estirarme la cara, me daría lo mismo. O estirarme el cuello, que lo tengo como los pavos, y me
molesta... me da exactamente lo mismo. Ponte tú, la guata me la operaría, pero me da miedo.
M: ¿Por qué?
V: Puta, porque la operación de la guata es una operación súper fregá: es una cicatriz súper grande; yo
tengo mala cicatrización, y ya... no sé... mi marido siempre me dice, que lo haga... Mira, cómo será este
hueón... o sea, después de lo que pasé... después que estuve pero enferma, con psiquiatra –bueno, hasta
ahora voy al psiquiatra-, porque estuve enferma, no quería levantarme nunca más, ni nada, ni ver a
nadie, ni hablar con nadie; pasaba encerrada y todo, pa verme más bonita con la hueá del ojo... y ahora
me dice: “Tú te debieras hacer... hacer un retoque en los... en los pechos y te podrías hacer la (...)”.
Entonces también eso me da pica, porque también es luchar contra la naturaleza... Cómo... ¡te vai a
operar de los codos, te vai a operar de las rodillas, te vai a operar del alma...! Tampoco podís, ¿cachái?
Pero, hay g... ponte tú, mi hermana, mi hermana se conserva regia pero de puras cosas naturales: pesa
44 kilos, y qué sé yo... y me dice: “No te engañes, (...) a todas las mujeres nos gustaría estar más
estiradas y más lindas, pero pasa, por ejemplo yo no me atrevo a meterme al quirófano, y segundo no
tengo plata pa hacerlo. Si me lo regalaran, feliz me sacaría las arrugas, y me compraría las cremas más
caras, y qué sé yo”. Y hay otras personas que dicen que no, que no se harían nada, que no sé qué... sabís
que no sé... Las que dicen que sí, que están diciendo la verdad; de las otras hay muchas de las cuales
dudo, de su honestidad, digamos.
M: Estos... estos años en que lo pensabas, ¿cómo fueron? O sea, ¿quiénes influyeron...? Tu marido,
claramente, lo he entendido, pero ¿algunas otras personas?
V: No, no, porque mi entorno más directo influía al revés; o sea, ponte tú, mi hermana, mi mamá: se
murió hace como 3 años y me decía: “Tú estás loca, cómo se te puede ocurrir”. Ehh... No conozco a
nadie que me haya dicho “opérate”. Excepto un amigo mío gay, que tenía curiosidad de ver cómo
quedaba operá... Sí, era una cosa como morbosa, yo creo... da lo mismo. Ehhh, ¿quién más...? Una
amiga que se ha operado de muchas cosas, que ella es... partidaria de las cirugías, de arreglarse todo lo
que pueda. Pero el resto de la gente... la Laura me decía: “Estái loca, mamá”.
M: ¿Tu hija?
V: La Lucía, no... La Lucía... La Lucía cuando chica me decía: “opérate”. Claro, ella me debe ver
mucho más vieja de lo que me ve la Laura a mí, porque es más grande la Laura, cachái... Pero me decía:
“Eres tan bonita, pero si sacaras (...) esas bolsas...”. Jajajaja. Pero, no... Yo, soy yo la que tomo las
decisiones; en el fondo el entorno te influye, pero lo que más te influye es la gente que tú quieres y la que
está al lado tuyo. Como soy celosa, soy insegura, me han puesto el gorro, todas esas cuestiones... pucha,
siempre uno trata de mantenerse lo mejor posible, cachái.

118
Extracto comentado:
V: Porque me encontraba muy joven todavía; o sea, todos me decían, cuando tenía 40, ponte tú, “¿cómo
te vai a operar a los 40 años?”. Además, de repente, cuando te... dormís bien, o qué sé yo, no se te notan
tanto las bolsas... Yo siempre pensaba que la gente me decía así como pa’... pa’ consolarme; pero [yo
como que siempre he planificado, yo creo, esto (“El mercado”)]. Y gracias a mi marido también, p’.
Él me encuentra enorme, ponte tú...
M: ¡No!
V: Sí. Él siempre me dice... O sea, no enorme, pero me dice que estoy gorda y (...) y yo me paso todo el
día (...). Pero (...) sabís qué, la cirugía... cuando yo llego a la consulta, de este doctor que me operó, yo
hablé con varias mujeres, ah, y de todos... de todos los perfiles, digamos: más jóvenes, de distintas clases
sociales, y todo... y la cirugía es, primero, una cuestión de inseguridad, y segundo, [es exacerbar el
cuerpo (“La tradición dualista”)].

COMENTARIOS:
-yo como que siempre he planificado, yo creo, esto: muestra la imagen de un cuerpo
como proyecto que se construye y planifica, como un bien poseído que se va mejorando,
tal como se hace con una casa. (“El mercado”)
-es exacerbar el cuerpo: expresa un juicio de valor negativo, quiere decir que es

darle más importancia al cuerpo de la que debiera tener (“La tradición dualista”).

M: ¿En qué sentido?


V: No... O esa, lo de más importancia, [sentir que tú, tú no eres una persona tan interesante si no
sigues teniendo, o no sigues siendo esa persona que “¡Ay, qué estái regia! ¡Oye, no pasan los años
por ti!” (“El mercado”)], no sé qué... O la que tiene... la que... [tú has visto a la Carla Ochoa, que
tiene una facha espectacular, y se saca, no sé, una cosa aquí, o tiene una punta así, se la ponen así...
(“El mercado”)] [Es como estar demasiado pendiente de lo externo; aunque hay personas
que tengan verdaderos problemas (“La tradición dualista”)], que son casi impresentables: hay
narices horrorosas... .
Eh, pero la gran mayoría de las mujeres, de mi edad, de mi estatus, y todo eso, [es pura vanidad (“La
tradición dualista”)] y [pura inseguridad (“El bienestar psicológico”)]; porque no tengo
ningún trabajo en que presentar la cara, ni na... O sea... [yo soy enamorada eterna de mi marido, y
me gusta verme bonita en el espejo (“el mercado”)], y [me da una lata horrible la vejez, la
encuentro asquerosa, fea, decadente, horrible; como que es el castigo a los pecados
que uno va cometiendo a través de la vida(“La tradición dualista”)].

COMENTARIOS:
-sentir que tú, tú no eres una persona tan interesante si no sigues teniendo, o no sigues
siendo esa persona que “¡Ay, qué estái regia! ¡Oye, no pasan los años por ti!” … tú has visto a la
Carla Ochoa, que tiene una facha espectacular, y se saca, no sé, una cosa aquí, o tiene una punta así,
se la ponen así...: expresa que el valor de una persona radica en su imagen y en su

119
mantención inalterable. Pone de ejemplo a Carla Ochoa, una modelo de televisión con
variadas cirugías, una “mujer objeto”. (“El mercado”)
-Es como estar demasiado pendiente de lo externo; aunque hay personas que
tengan verdaderos problemas: expresa que “lo externo” es el cuerpo y no es tan

importante, a menos que se tengan “verdaderos problemas”. La mayoría de las mujeres


que se operan no tienen “verdaderos problemas”. (“La tradición dualista”)
-es pura vanidad: siguiendo con el argumento, la mayoría de las mujeres que se

operan no tienen “verdaderos problemas”, sino que es pura vanidad, es decir, es pura
presunción. Dejarse llevar por un pecado, por el orgullo por cosas que solamente sirven
para mostrar riqueza, lujo o poder y que carecen de valor moral. Demostrar valoración
por lo superficial y por la imagen, cuestiones que caducan. (“La tradición dualista”)
-pura inseguridad: la mayoría de las mujeres que se operan sienten inseguridad,
por lo tanto buscan en la cirugía una forma de superarla. (“El bienestar psicológico”)
-yo soy enamorada eterna de mi marido, y me gusta verme bonita en el espejo: expresa el
deseo de ser objeto de deseo para el marido, aun cuando él siempre le diga que está
gorda. (“el mercado”)
-me da una lata horrible la vejez, la encuentro asquerosa, fea, decadente, horrible;
como que es el castigo a los pecados que uno va cometiendo a través de la vida: muestra

una visión de depreciación de la vejez, como un castigo a los pecados de la vida (“La
tradición dualista”).

M: ¿Y qué pensái hacer?


V: [No pienso hacer na’p, si ya uno va asumiendo otras cosas (“El bienestar
psicológico”)], porque ya no podís tener la guata de 15 ni las piernas de 15 ni usar polleras cortas
ni... no sé poh, andar con la ropa de las niñitas de 15 años; [pero dentro de tu edad, en vez de tener
unos mofletes por acá y cosas de esas, prefiero tenerlos más... más estéticos... (“El mercado”)] [que
no digan: “Oh, pobre, lo pasa pésimo, me encontré con la (...)”. Jajajaja (“El
bienestar psicológico”)].
M: Jajajaja. [O sea que... como tu postura desde ahora en adelante es verte lo mejor que te puedes
ver...
V: No, siempre ha sido mi postura... (“El mercado”)]
M: Ah, ya.
V: ...pero, pero... eh... y además nunca le tuve miedo al quirófano, cachái...
M: Ahá.
V: ...pese a las cosas que me han pasado.
M: ¿Y le seguís sin tener miedo?

COMENTARIOS:

120
- No pienso hacer na’p, si ya uno va asumiendo otras cosas: expresa la
posibilidad de asumir los cambios que traen los años, asumir que ya no se tiene ni se
tendrá el cuerpo que se tuvo a los 15 años. (“El bienestar psicológico”)
- pero dentro de tu edad, en vez de tener unos mofletes por acá y cosas de esas, prefiero
tenerlos más... más estéticos...: demuestra que, dentro de ciertos límites (con expectativas

acordes a la edad que se tiene) se puede moldear el cuerpo de acuerdo a las preferencias
personales. Uno puede querer tener más o menos “estéticas” las distintas partes de su
cuerpo, como las distintas partes de su auto. (“El mercado”)
- que no digan: “Oh, pobre, lo pasa pésimo, me encontré con la (...)”: expresa
el deseo de mostrar que lo pasa bien, que lleva una buena vida, en el fondo asegurar una
imagen de calidad de vida, de bienestar. (“El bienestar psicológico”)
- M: O sea que... como tu postura desde ahora en adelante es verte lo mejor que te puedes
ver... V: No, siempre ha sido mi postura...: hace ver que el cuerpo es un proyecto de mejora

continua, como se lo puede tener con un objeto que se posee. (“El mercado”)

V: Bueno, [los ojos no me los tocaría, me da miedo. O sea, a menos que me aseguraran... que me
viera como pasa y me aseguraran así que... pero cien por ciento que no me va a pasar nada... (“El
mercado”)] me da mucho miedo, mucho.
M: Ahá.
V: Pero... estirarme la cara, me daría lo mismo. O estirarme el cuello, que lo tengo como los pavos, y me
molesta... me da exactamente lo mismo. Ponte tú, la guata me la operaría, pero me da miedo.
M: ¿Por qué?
V: Puta, porque la operación de la guata es una operación súper fregá: es una cicatriz súper grande; yo
tengo mala cicatrización, y ya... no sé... mi marido siempre me dice, que lo haga... Mira, cómo será este
hueón... o sea, [después de lo que pasé... después que estuve pero enferma, con
psiquiatra –bueno, hasta ahora voy al psiquiatra-, porque estuve enferma, no quería
levantarme nunca más, ni nada, ni ver a nadie, ni hablar con nadie; pasaba
encerrada (“El bienestar psicológico”)] y [todo, pa verme más bonita con la hueá del ojo... y
ahora me dice: “Tú te debieras hacer... hacer un retoque en los... en los pechos y te podrías hacer la
(...)”. (“El mercado”)] Entonces también [eso me da pica, porque también es luchar
contra la naturaleza... Cómo... ¡te vai a operar de los codos, te vai a operar
de las rodillas(“El holismo”)], [te vai a operar del alma...! (“La tradición
dualista”)]Tampoco podís, ¿cachái? [Pero, hay g... ponte tú, mi hermana, mi
hermana se conserva regia pero de puras cosas naturales (“El holismo”)]:
pesa 44 kilos, y qué sé yo... [y me dice: “No te engañes, (...) a todas las mujeres nos gustaría estar
más estiradas y más lindas, pero pasa, por ejemplo yo no me atrevo a meterme al quirófano, y
segundo no tengo plata pa hacerlo. Si me lo regalaran, feliz me sacaría las arrugas, y me compraría
las cremas más caras, y qué sé yo” (“El mercado”)]. [Y hay otras personas que dicen que no,
que no se harían nada, que no sé qué... sabís que no sé... Las que dicen que sí, que
están diciendo la verdad; de las otras hay muchas de las cuales dudo, de su honestidad,
digamos (“la tradición dualista”)].

121
COMENTARIOS:
- los ojos no me los tocaría, me da miedo. O sea, a menos que me aseguraran... que me viera
como pasa y me aseguraran así que... pero cien por ciento que no me va a pasar nada...: muestra

una lógica que se da en el mercado, en la que los oferentes aseguran 100% de


satisfacción con el producto o el servicio, sino “le devolvemos su dinero”. Esta lógica
claramente no puede existir en un procedimiento médico en el que es imposible
cumplirla ya que los riesgos de una cirugía son intrínsecos al procedimiento. (“El
mercado”)
- después de lo que pasé... después que estuve pero enferma, con psiquiatra -
bueno, hasta ahora voy al psiquiatra-, porque estuve enferma, no quería levantarme
nunca más, ni nada, ni ver a nadie, ni hablar con nadie; pasaba encerrada: muestra
que un resultado negativo o no esperado de una cirugía (cuestión que le pasó a la
entrevistada en un párpado) puede enfermar, deprimir, afectar la salud mental.
Demuestra la importancia del bienestar psíquico previo y posterior a la cirugía. (“El
bienestar psicológico”)
- todo, pa verme más bonita con la hueá del ojo... y ahora me dice: “Tú te debieras hacer...
hacer un retoque en los... en los pechos y te podrías hacer la (...)”: demuestra que verse bonita es

una motivación para operarse y que verse bonita tiene que ver con el deseo del marido
(“El mercado”).

- eso me da pica, porque también es luchar contra la naturaleza...


Cómo... ¡te vai a operar de los codos, te vai a operar de las rodillas!: expresa

que es natural el deterioro físico asociado a la edad. Plantea que la naturaleza es una
entidad contra la cual se puede luchar. Expresa un juicio valórico negativo hacia la lucha
contra la naturaleza (hay algo de malo o de poco legítimo al hacerlo) y reconoce que es
una misión imposible, que no todo se puede operar, que la cirugía plástica tiene límites.
La inclusión de la palabra también implica que hay dos posiciones en torno al tema,
dos afectos involucrados o dos valoraciones diferentes en relación con la cirugía
plástica. Es decir, está de acuerdo y también en desacuerdo con su marido. (“El
holismo”)
- te vai a operar del alma...!: enuncia que el alma no se puede operar y es allí
donde radica un límite de la cirugía. Expresa una disociación entre cuerpo y espíritu.

122
(“La tradición dualista”)
- Pero, hay g... ponte tú, mi hermana, mi hermana se conserva regia
pero de puras cosas naturales: expresa que conservarse regia es un ideal.

Conservarse regia de manera natural es diferente, probablemente opuesto, a operarse.


Esto está implicado en el uso de la palabra Pero. Sería posible luchar contra la
naturaleza -conservarse regia- sin acudir a métodos contra la naturaleza, es decir, luchar
contra la naturaleza con métodos naturales. Expresa una valoración positiva de lo
natural. (“El holismo”)
- y me dice: “No te engañes, (...) a todas las mujeres nos gustaría estar más estiradas y más
lindas, pero pasa, por ejemplo yo no me atrevo a meterme al quirófano, y segundo no tengo plata pa
hacerlo. Si me lo regalaran, feliz me sacaría las arrugas, y me compraría las cremas más caras, y
qué sé yo”: expresa que estar más estiradas y más lindas –conservarse regias- es un ideal

universal, que todas las mujeres desean, que los obstáculos para hacerlo son el miedo a
la intervención quirúrgica y la falta de poder adquisitivo. (“El mercado”)
- Y hay otras personas que dicen que no, que no se harían nada, que no sé qué...
sabís que no sé... Las que dicen que sí, que están diciendo la verdad; de las otras hay
muchas de las cuales dudo, de su honestidad, digamos: expresa que hay personas que

dicen negarse a la intervención quirúrgica para ser más lindas, estar más estiradas o
conservarse regias. Pero en su opinión, no es verdad, son deshonestas. Es decir, hay un
pecado involucrado en la no aceptación de lo que están dispuestas a hacer para ser
bellas, y sucumbir a su vanidad. (“la tradición dualista”)

Para observar cómo se relacionan las voces traídas al relato para definir una
posición respecto al tema de operarse (que no queda totalmente zanjada) se puede
analizar la organización del argumento. A modo de hipótesis, en este fragmento
comentado aquí, la organización argumental es la siguiente: el sujeto dice que no se
operaría porque tiene miedo y mencionar la posibilidad de que una cirugía le de 100%
de seguridad es para decir que es imposible y no lo haría, por lo tanto, el deseo tiene un
límite que son las cicatrices y efectos no deseados. Para afirmar su posición trae al
marido para representar la posición donde la cirugía (el deseo de verse bella
imperecederamente como el modelo ideal) no reconoce límites y ridiculiza esa posición
diciendo que es luchar contra la naturaleza. Por otro lado, trae a su hermana para decir

123
que es legítimo desear verse bella y encarnar el modelo ideal de cuerpo. En
consecuencia, ella esta argumentando en relación a que el deseo es legítimo pero tiene
un límite y no reconocerlo es ridículo. Sin embargo, se puede pensar que el acto de
operarse no está determinado por toda esta línea argumental, sino por el marido. Ella no
se hace cargo de su deseo, por eso hay una molestia. La razón de eso es que ella también
encuentra una posición de goce al hacer lo que el otro –el marido- dice. Porque goza y
sufre al luchar contra la naturaleza.

M: Estos... estos años en que lo pensabas, ¿cómo fueron? O sea, ¿quiénes influyeron...? Tu marido,
claramente, lo he entendido, pero ¿algunas otras personas?
V: No, no, porque mi entorno más directo influía al revés; o sea, ponte tú, mi hermana, mi mamá: se
murió hace como 3 años y me decía: [“Tú estás loca, cómo se te puede ocurrir” (“La tradición
dualista”)]. Ehh... No conozco a nadie que me haya dicho “opérate”. Excepto un amigo mío gay, que
tenía curiosidad de ver cómo quedaba operá... Sí, era una cosa como morbosa, yo creo... da lo mismo.
Ehhh, ¿quién más...? [Una amiga que se ha operado de muchas cosas, que ella es... partidaria de las
cirugías, de arreglarse todo lo que pueda (“El mercado”)]. Pero el resto de la gente... la Laura me
decía: “Estái loca, mamá”.
M: ¿Tu hija?
V: La Lucía, no... La Lucía... La Lucía cuando chica me decía: “opérate”. Claro, ella me debe ver
mucho más vieja de lo que me ve la Laura a mí, porque es más grande la Laura, cachái... Pero me decía:
“Eres tan bonita, pero si sacaras (...) esas bolsas...”. Jajajaja. Pero, no... Yo, soy yo la que tomo las
decisiones; en el fondo el entorno te influye, pero lo que más te influye es la gente que tú quieres y la que
está al lado tuyo. [Como soy celosa, soy insegura, me han puesto el gorro, todas esas cuestiones...
pucha, siempre uno trata de mantenerse lo mejor posible, cachái (·El mercado”)].

COMENTARIOS:
- “Tú estás loca, cómo se te puede ocurrir”: la voz de la madre traída al relato
expresa un juicio de valor negativo ante la sola idea de operarse, como si no fuera
moralmente legítimo, como si fuera una locura. (“La tradición dualista”)
- Una amiga que se ha operado de muchas cosas, que ella es... partidaria de las cirugías, de
arreglarse todo lo que pueda: la voz de la amiga expresa el deseo de arreglarse sin límites,

consumir todo lo que se pueda del servicio de mantención. (“El mercado”)


- Como soy celosa, soy insegura, me han puesto el gorro, todas esas cuestiones... pucha,
siempre uno trata de mantenerse lo mejor posible, cachái: muestra que detrás de una operación

puede existir el deseo de seguir siendo objeto de deseo para el marido, como una
defensa contra su infidelidad (“El mercado”)

124
De acuerdo a la teoría y como se puede apreciar en esta y otras entrevistas con
los sujetos del estudio, el self está habitado y siendo definido por un cúmulo de voces,
estas voces están permanentemente definiendo lo que el cuerpo es, como se lo valora, su
aprecio o rechazo, y el grado en que merece ser modificado. Estas voces van desde
voces específicas y conocidas: el marido, los hijos, la madre, hasta voces inespecíficas y
generalizadas: la gente, las personas o incluso discursos de sentido común o que están a
disposición de la mayoría de nosotros en occidente (“La lucha contra la naturaleza”, por
ejemplo). Estas voces expresan diferentes imágenes o representaciones de lo que el
cuerpo es, incluidos los modelos ideales de cuerpo, lo que el cuerpo “debería ser”. Estas
representaciones del cuerpo son diversas: van desde el cuerpo como lastre hasta el
cuerpo como don y la cirugía en este contexto es definida y valorada de acuerdo a las
representaciones del cuerpo que se presenten en este diálogo fluido. En consecuencia, el
cuerpo estaría permanentemente siendo definido en una negociación entre estas voces,
así como la cirugía. La experiencia de los entrevistados de que el cuerpo sea “un tema”,
precisamente nos habla de ello.
El cuerpo como objeto de diálogo, se puede entender, entonces, como un proceso
no acabado, en constante transcurrir.

Diagrama n° 6 a: El cuerpo en diálogo

125
¿Cómo se mantiene este proceso, este cuerpo en diálogo? Obviamente, las
personas son permeables a estas voces, las encarnan o se identifican con ellas, tanto las
específicas como las más generalizadas, en diferentes grados, y en diferentes momentos.
Una consecuencia de ello es lo que podría llamarse una intercambiabilidad o fluidez
entre el yo-objeto y el yo-sujeto: a ratos son objeto para si mismos (al mirarse al espejo
por ejemplo) o para los demás (cuando los otros los juzgan o los admiran) y a ratos son
sujetos (experimentan el cuerpo como “un tema”, pasan por la reflexión y negociación
de llegar a operarse, se operan, etc.).
Muy vinculado con lo anterior, en las entrevistas se aprecia una particular forma
de expresarse en relación a las operaciones. El proceso de someterse a una cirugía
cosmética implica posicionarse de manera importante como un objeto, tanto ante uno
mismo (para evaluar el propio cuerpo y decidir operarse) como ante otros (el otro que
desea, el equipo médico que opera). Sin embargo, uno se encuentra con que las personas
relatan todo el proceso con una expresión que llamó mucho la atención aún cuando está
muy difundida. Los entrevistados dicen “me saqué pechugas”, “me puse pechugas”,
“me saqué el rollo” 13 . Ello hizo pensar que esta manera de hablar de la cirugía plástica
poniendo la agencia de la acción en el yo como si uno fuera quien efectivamente se saca
la grasa o se implanta la bolsa de silicona, en contraste con las formas de hablar de la
cirugía en general en la que la agencia está en el equipo médico que realiza la operación,
era una suerte de estrategia de “resubjetivación”, es decir, una forma de volver a ser y
afirmar la propia subjetividad y la propia agencia en un escenario donde uno ha sido
objeto. 14

13
Cuando esta forma de expresarlo llamó la atención de la investigadora, se buscó evidencia
extra que permitiera hacer las comparaciones que el método de Grounded Theory indica; se leyeron,
escucharon y vieron otras entrevistas de personas que se habían hecho cirugías plásticas (en prensa,
televisión y en vivo) -todas se referían del mismo modo- y luego, se analizaron 4 entrevistas a personas
que se habían sometido a grandes cirugías por motivos de salud. Su forma de expresarse era “me sacaron
medio pulmón”, “me sacaron el colon”, “me pusieron válvulas de plástico”.

14
Esta “estrategia de re-subjetivación” tiene consecuencias en relación con la cirugía plástica que
pueden ser complejas: la acción del equipo médico tiende a ser invisibilizada, y solo aparece en el
discurso cuando los profesionales no logran el resultado esperado, se producen complicaciones o efectos

126
Diagrama nº 6 b: Estrategias de resubjetivación
Estos fenómenos derivan en que el cuerpo se constituya como un lugar en que se
encuentran estas voces, dialoguen, se opongan, se tensionen una y otra vez y no
terminen de definirlo, por lo tanto, se puede pensar en el cuerpo como indeterminado o
como pastiche, tal como Gergen piensa que es el self postmoderno (1991). La cirugía
sería resultado de un proceso de negociación semi invisible, en que el otro tiene un papel
fundamental. El sujeto quiere hacerse “a imagen y semejanza” del deseo del otro, el
Modelo Ideal, la demanda, los requerimientos de otro, tanto abstracto como
particularizado.

no deseados (por ejemplo relativos a las cicatrices), etc. Por lo tanto, en el momento en que la experiencia
y adecuación del equipo médico, así como la infraestructura y equipamiento del lugar deben ser
evaluados, esta forma de abordar la cirugía –en conjunto con la afectividad propia de ese momento-
hacen que este juicio aparezca como trivial.

127
El proceso de una cirugía estética: un mecanismo de
descompresión.

Diagrama n° 7: Proceso de someterse a una cirugía cosmética


En el mismo contexto descrito en el diagrama nº1, caracterizado por la existencia
de Representaciones e imágenes acerca del cuerpo, de Modelos de cuerpo, Demandas
hacia el cuerpo y la existencia de la cirugía, los sujetos viven el proceso de llegar a

128
operarse. Las Demandas sentidas sobre sí mismo tienen un papel en el proceso aun
cuando no siempre sean reconocidas como parte importante de los factores que llevan a
tomar la decisión.
Previo a la cirugía, cuando los afectos distónicos con respecto al propio cuerpo
son importantes, hay estrategias alternativas a ella que la anteceden: ocultarse (usar
anteojos oscuros, por ejemplo) y simular (usar aparatos que substituyan lo que
naturalmente no se tiene: sostenes con relleno, por ejemplo). Como alternativa a estos
procesos de control del cuerpo por parte del self, se propone asumir. Asumir el cuerpo
que se tiene, y/o su deterioro (la evidencia del paso del tiempo) en el caso de las
personas mayores. Para ello se plantea como estrategia diversa a la cirugía, la terapia
psicológica que ayudaría en este proceso.
Dado que estas estrategias son alternativas a la cirugía, se podría pensar que si
los sujetos se someten a una operación es porque no las han usado, o bien no han sido
suficientes o efectivas en relación a sus molestias y la preocupación por el cuerpo
persiste.
Hay cuatro elementos que configuran el escenario específico en el que llega a
tomarse la decisión de operarse: 1) Los afectos distónicos en relación con el propio
cuerpo (la insatisfacción) o el que haya algún aspecto o alguna parte que “sea un tema”,
es decir, que sea una fuente de constante molestia y preocupación que ocupa la
conciencia de la persona; 2) Cuando existen demandas sentidas sobre sí mismo,
especialmente si éstas están encarnadas en voces específicas cercanas al sujeto, la
demanda del marido, por ejemplo, situación en que los mismos entrevistados lo
reconocen como un factor preponderante; 3) La falla, ineficacia o lentitud de las
prácticas de moldeamiento para lograr el cuerpo deseado, y, finalmente; 4) la existencia
de facilitadores económicos (tener cómo pagar), relacionales (el apoyo y el modeling
por parte de otros) o personales (no tenerle miedo al quirófano).
En dos casos (X y XI) los entrevistados no refieren que antes de la cirugía haya
habido una molestia persistente (“un tema”) con respecto a la zona que se operó. En
estos casos encontramos una motivación emergente en el contexto específico en que la
cirugía aparece como posibilidad cierta (ad portas). Incluso llega a plantearse que la
operación puede aparecer como un “capricho” más que una necesidad previa. Sin

129
embargo, en la mayoría de los casos, los entrevistados pasaron por un periodo de
reflexión o incluso de rumiación, en el que la temática del cuerpo (lo que molesta del
cuerpo) se presenta de manera insistente, y comienza a anidarse el deseo de operarse o la
posibilidad de hacerlo. Más aún, los dos casos en los que ello no ha sido así, el cuerpo
igualmente es “un tema”.
Las motivaciones para operarse se articulan de maneras más positivas, como el
deseo de construirse de un determinado modo (por ejemplo, ser más femenina), o bien
un tanto negativas, como el responder a las propias carencias, el complacer a otros, el
resistirse a ser o verse de una determinada manera, o ser vanidoso.
El periodo inmediatamente previo a la realización de la cirugía se describe como
uno en que el sujeto se halla en un estado obnubilatorio, en el que ningún argumento o
situación puede hacerlo cambiar de idea. Todos estos antecedentes, de los más generales
a los más específicos y particulares de cada caso, van configurando un escenario de
tensión creciente que desemboca en el momento de tomar la decisión y define algunas
de sus características.
En la primera consulta al médico, generalmente la única antes de concretar la
idea, los mismos médicos alientan la decisión y colaboran con la escasa información que
los pacientes tienen respecto a los riesgos y a las características del proceso. Según el
testimonio de los entrevistados, la información que se da es muy general y vaga (“los
riesgos de toda cirugía”), lo que sumado al estado psicológico en el que se encuentran,
lleva a que la decisión sea desinformada y apresurada.
La tensión previa a la cirugía no desaparece de forma inmediata. Una vez
realizada la operación, los sujetos experimentan gran ansiedad por el resultado y recién,
luego de conocerlo (si este es positivo), experimentan una gran satisfacción y felicidad,
fenómeno que se ha denominado éxtasis postoperatorio. Este es el primer momento en
que la tensión disminuye.
El medio cercano reacciona apoyando o aceptando la cirugía y sus resultados,
pero en el entorno más lejano, los sujetos se encuentran no solo con apoyo, sino con
indiferencia, rechazo, curiosidad y morbo, envidia, rumores y asedio de parte de los
hombres hacia los pechos operados. También algunos experimentan una mayor
atracción hacia el sexo opuesto.

130
Las consecuencias de la cirugía se dan en relación a la misma cirugía y en
relación a sí mismo y los demás. Las consecuencias en relación con la cirugía, más
importantes, se refieren a cómo se relaciona el sujeto con la operación realizada y sus
resultados. En algunos casos, la cirugía se integra, se asume, en otros casos, se olvida el
sufrimiento del proceso de operarse, las molestias y dolores post operatorios y también
la propia imagen antes de operarse, o la imagen que se tendría si no se hubiera operado.
En otros casos, la cirugía y el cambio físico que conlleva no se integra
totalmente, en el sentido de que está siempre presente, siempre se destaca. El caso
prototípico es el del aumento mamario. Después de este cirugía, el implante de silicona
puede sentirse siempre como un ente ajeno.
En algunos casos, la cirugía es ocultada, lo que transforma el tema de haberse
operado en una suerte de tabú y, por ende, su revelación en una especie de confesión.
Otra consecuencia posible de la cirugía es el arrepentimiento.
Las consecuencias de la cirugía hacia sí mismo, más importantes, son aumento
de la autoestima y la seguridad, sentirse más atractivo, “subir en el ranking de cuerpos”,
sentirse más alegre y con más ímpetu, sentir que se sacó un peso de encima, que “dejó
de ser un tema”.

Sí mismo, cuerpo y cirugía en la experiencia subjetiva: una


narración clásica, plagada de variabilidad.
Aquí se intentará hacer una lectura más interpretativa de los resultados hasta aquí
presentados, para proponer una forma de comprender la experiencia subjetiva del cuerpo
actual, un aspecto de la subjetividad moderna.
En primer lugar, se puede decir que la experiencia del cuerpo se da como un
espacio de tensión, en que el cuerpo es “un tema”. Múltiples discursos en torno a lo que
el cuerpo es dialogan entre sí, además, el cuerpo se vive en distintos momentos como
cuerpo-objeto -para sí mismo y/o para los demás- y como cuerpo sujeto. El juicio propio
y el juicio ajeno, real e imaginado, las demandas sociales en relación al cuerpo y los
modelos ideales de cuerpo, encarnados en voces específicas tanto como generalizadas, y
mediatizados por los medios de comunicación de masas, particularmente la televisión,
se conjugan para constituir un diálogo permanente que asedia al sujeto, en el que el

131
cuerpo y las prácticas asociadas a él son permanentemente definidos, reflexionados y
transformados.
En este escenario de tensión se despliega el deseo de control del self, que se
manifiesta en variadas prácticas de moldeamiento y modelación del cuerpo.
Tradicionalmente, el cuerpo es algo dado, y a ratos se experimenta como tal, sin
embargo, predomina una resistencia a ello. Incluso cuando los entrevistados plantean
que es parte de la vida asumirlo, ello no significa que lo experimenten realmente como
algo dado, ya que lo dado, no requiere de un esfuerzo o trabajo para ser asumido. No
hay que asumir que se tienen dos piernas, dos ojos o una nariz. Esos son aspectos
vividos como dados, no susceptibles a la resistencia. Sin embargo, el tamaño, la forma,
el volumen del cuerpo o sus partes, en tanto se ajustan más o menos al modelo ideal o
bien a lo que el sujeto piensa y siente que es o que quiere ser, son objeto de molestia,
conflicto y diálogo y no se experimentan como algo dado. O se asumen o se modifican,
mediante hábitos y rutinas, mediante estrategias alternativas a la cirugía o mediante la
intervención quirúrgica.
Hay una zona de lo que entendemos y vivimos como nuestro cuerpo que se vive
como dada y otra zona, que se resiste a ello.
Esta rebeldía ante lo dado se asocia a un extrañamiento, a una ajenidad
experimentada en relación al cuerpo, su valor y su destino: entre el sí mismo y el cuerpo
se da un conflicto de poder, en que el primero intenta imponer su deseo (que puede ser
el deseo del otro, en el sentido más amplio).
La tensión permanente asociada al cuerpo en esta resistencia a lo dado, en
determinados contextos se agudiza y la cirugía aparece como una forma de resolución,
como una salida, un silenciamiento de las voces que polifónicamente asedian al sujeto.
El carácter repentino e impulsivo de la decisión de operarse y el éxtasis postoperatorio
hablan de esta faz resolutiva de la cirugía plástica en la que opera como una acción de
descompresión, una descarga, que aspira a resolver esta tensión, a triunfar sobre lo dado
y volver a adueñarse de algo de sí que ha sido experimentado como extraño. De este
modo, el éxito o fracaso de la cirugía se puede entender en relación a su capacidad de
resolver el conflicto mediante la reapropiación de lo ajeno. En este sentido, la
persistencia de lo ajeno en cirugías como la implantación de prótesis de silicona en los

132
pechos, se puede entender como un fracaso. En la cirugía existe una fantasía de
autenticidad y de originalidad, que se manifiesta en la valoración de sus resultados y en
el desprecio de las cicatrices.
De esta forma, en el relato de esta experiencia se puede apreciar una estructura
narrativa clásica épica, de rebeldía y lucha contra lo dado y triunfo final (aunque sea
temporal). Esta actitud subjetiva de rebeldía es propia de la modernidad y, como se
puede apreciar, también caracteriza la vivencia del cuerpo actual. La cirugía es una
operación que resuelve la tensión afectivamente, no la soluciona desde el punto de vista
cognitivo o zanja las diversas opiniones al respecto. No define una sola posición, sino
solo silencia –al menos momentáneamente- las voces, otorgando una vivencia afectiva
de éxito, de triunfo, una experiencia de resolución.
Ahora bien, esta estructura clásica de la narración no determina la homogeneidad
de la experiencia. No se puede hablar de una pura situación de la cirugía en el mundo
contemporáneo. Muy por el contrario, este estudio muestra que opuestamente a lo que
podría pensarse considerando la teoría, la experiencia subjetiva del cuerpo en nuestros
días está plagada de variabilidad y escapa a una explicación total desde el marco
existente. Las imágenes del cuerpo en general y del propio, son variadas; las demandas
sociales sentidas en relación al cuerpo son variadas (y a veces son sentidas en lo
personal, otras veces no); los modelos ideales son variados (y plásticos); las
motivaciones para operarse son variadas y las formas de ver y valorar la cirugía estética
son variadas. Hay múltiples puntos de partida y múltiples puntos de llegada en
trayectorias vitales que comparten la tensión, el deseo de control, la intención de
resolverla y la experiencia de resolución.

133
Discusión

134
Discusión teórica de los resultados de la tesis

La teoría sobre el cuerpo en contraste con la experiencia del


cuerpo
¿De qué manera los resultados de esta tesis ayudan a comprender la experiencia
subjetiva del cuerpo y de su relación con el self en nuestros días?
Haciendo una abstracción gruesa, las elaboraciones teóricas acerca del tema
proponen, tres formas de relación: el dualismo que propone un sí mismo que posee un
cuerpo como un accesorio prescindible, el integracionismo que propone una concepción
unificada, un self en un cuerpo, pero un cuerpo comandado por un self superior
reflexivo, y el monismo que propone que no existe distinción ontológica entre self y
cuerpo.
Como puede apreciarse, la teoría no alcanza a explicar la experiencia de los
individuos respecto a su cuerpo. Esta no responde a uno u otro modelo, sino que varía
entre uno y otro, más aún, está plagada de imágenes y representaciones del cuerpo que
dialogan entre sí, transformándose mutuamente. Además, múltiples voces (en el sentido
Bakhtiniano) respecto a lo que el cuerpo es, y a lo que debiera ser, habitan la conciencia
del sujeto. Voces mucho más específicas y particulares, contextualizadas, históricas,
dependientes de la situación concreta, del aquí y ahora.
Del mismo modo, en la experiencia subjetiva del cuerpo, la otredad y la ajenidad
juegan un papel fundamental. Los medios de comunicación masivos y los modelos de
cuerpo que proponen y difunden; las relaciones sociales más amplias que trasmiten una
demanda social en relación al cuerpo en escenarios tales como la búsqueda de trabajo, y
la búsqueda del éxito; la mirada real de la pareja, del amigo, de la gente, sus palabras,
sus comentarios al pasar, y sus juicios respecto al propio cuerpo, los piropos, las
demandas, las condenas; en conjunto con un otro imaginario, introyectado, que habla a
través de la imagen del espejo, configuran la existencia del cuerpo como un otro, como
un objeto y a ratos, como un objeto ajeno.
Este escenario hace de la relación entre sí mismo y el cuerpo, una relación de
tensión, en la que el self intenta permanentemente controlar el cuerpo, moldearlo,

135
modificarlo. Se resiste a algunos aspectos de lo dado del cuerpo, a aquello que se vuelve
ajeno y busca mediante prácticas, hábitos y acciones más drásticas triunfar sobre ello,
imponer su voluntad, reapropiarse de lo que ha perdido.
Esta propuesta es concordante con la noción de un self dialógico, múltiple,
complejo y narrativo, particularmente con lo expresado por Barresi y Juckes, (1997),
respecto al compromiso del sí mismo con voces que representan una gran variedad de
individuos, grupos y culturas, que dialogan entre sí, dividiendo internamente y
“tironeando” al sujeto en múltiples direcciones. Asimismo, coincide con las propuestas
de Giddens (1991) acerca de la reflexividad del self, y su agencia en el proceso de
control, dominio y moldeamiento del cuerpo, sin embargo, hay que destacar que se trata
de una observación de la experiencia subjetiva mediada por la narración en respuesta a
una entrevista, lo que puede acentuar el carácter reflexivo y la agencia expresada en el
relato.
Los dichos de McNay (1999, en Budgeon, 2003) acerca de que el cuerpo no es ni
puro objeto, ni puro sujeto hacen sentido con los resultados de este estudio, sin embargo,
habría que agregar que “los esquemas simbólicos dominantes” que se incorporan a él en
tanto objeto y las representaciones normativas, no son representaciones simples
unidireccionales y consistentes entre sí. Más bien como afirman Bray & Colebrook
(1998), las imágenes, representaciones y significados tanto como los cuerpos son dos
aspectos de las prácticas continuas de negociación, reformación y encuentro. El cuerpo
es un lugar de prácticas, comportamientos y articulaciones en disputa (Bray &
Colebrook). Uno agregaría, que es un lugar en el que se disputan definiciones de lo que
es, lo que vale y cuál es su destino.

Estudios empíricos acerca del cuerpo en contraste con los


resultados
En lo que respecta a estudios empíricos acerca de la experiencia subjetiva del
cuerpo, Shelley Budgeon (2003) llevó a cabo un estudio en el norte de Inglaterra sobre
la relación entre corporeidad (embodiment) e identidad mediante entrevistas a mujeres
jóvenes (de entre 16 y 20 años). Ella encontró que las experiencias del cuerpo de estas
jóvenes eran fluidas e indeterminadas, que había un papel central de la imagen y el estilo

136
en la experiencia del cuerpo, y que, en general, existía un nivel importante de
problematización del cuerpo, una sensación de insatisfacción y una necesidad de
modificarlo. Budgeon indica que el cuerpo que experimentamos siempre es mediado por
constructos, asociaciones e imágenes construidas culturalmente, que operan imponiendo
una relación particular entre self y cuerpo y que, en el caso de las mujeres, esto se
relaciona con la representación patriarcal del cuerpo femenino. Las mujeres
entrevistadas, expresaban su deseo de transformar un aspecto de su self corporal
revelando cómo el cuerpo es vivido, parcialmente al menos, a partir de la definición que
hacen de él fuerzas normativas que prescriben imágenes corporales idealizadas. Se les
preguntó a las entrevistadas acerca de cuáles creían que eran las fuentes de la
problematización de su cuerpo. Las respuestas de las jóvenes hablaban de presiones
sociales de parte de sus pares, padres y de la sociedad en general, pero más que nada
indicaban a los medios de comunicación y el modo en que las representaciones de estos
medios organizan tanto sus propias ideas como las de los demás acerca de cómo
deberían verse sus cuerpos, como una fuerza predominante que frecuentemente les hacía
sentir disminuida su autoconfianza y su habilidad para sentirse bien consigo mismas.
Estas jóvenes mujeres mostraban una clara conciencia de la mediación, por parte del
imaginario de los medios, de su relación con su propio cuerpo y con los demás e
identificaban la naturaleza normativa de esta mediación. Sin embargo, Budgeon se
resiste a entender la experiencia del cuerpo exclusivamente desde el prisma de la
influencia de las representaciones culturales dominantes, como un efecto del consumo
pasivo de imágenes prescritas. De hecho, argumenta, las respuestas de sus entrevistadas
muestran que estas imágenes no determinan por completo su experiencia de sí mismas,
sino más bien parecen ser capaces de relacionarse con estas representaciones y con sus
propios cuerpos de maneras críticas y subversivas, ejerciendo una resistencia contra
ellas.
Los resultados de esta tesis son consistentes con lo planteado por Budgeon
acerca de la problematización del cuerpo, de la presión social y la relevancia de su
imagen (aquí se precisa de qué manera se da esta molestia). Sin embargo, dos aspectos
pueden ser discutidos. El primero dice relación con el papel de los medios de
comunicación. Si bien tienen un papel en el relato de los entrevistados, la aparición de lo

137
social y de la otredad va mucho más allá, es más compleja y más poblada de voces, no
siempre coherentes entre sí (por ejemplo, las prescripciones no son unívocas). El
segundo aspecto se refiere a la “construcción patriarcal del cuerpo femenino”. Aun
cuando puede seguirse argumentando que la imposición de imágenes acerca del cuerpo
proviene de una cultura patriarcal, esta no se dirige exclusivamente a los cuerpos de las
mujeres, también involucra al cuerpo masculino y, al cuerpo humano en general.
Otro hallazgo de Budgeon (2003), dice relación con que las respuestas de las
entrevistadas desafían la propuesta de Anthony Giddens del cuerpo como un material
modificable de acuerdo a los selves en construcción. Budgeon, argumenta, que ni el
cuerpo ni el sí mismo pueden ser elegidos o transformados a elección porque son
frecuentemente vividos como dados. El self ya es el cuerpo y el cuerpo ya es el self.
En el presente estudio, se plantea que si bien hay aspectos dados del cuerpo,
estos no forman parte de la experiencia de insatisfacción con el propio cuerpo. Incluso
podría pensarse que no forman parte de la vivencia conciente del cuerpo. Aun cuando
hay características o partes del cuerpo que no se desee modificar, o que se piense que
deban ser asumidas, esto no significa que se experimenten como dadas y que no sean
vistas como modificables.

Estudios empíricos acerca de la cirugía en contraste con los


resultados
El tema de la cirugía plástica ha sido abordado primordialmente por un grupo de
investigadoras de la corriente feminista que difieren en puntos fundamentales de su
comprensión conformando dos posturas relativamente opuestas. Antes de discutirlas en
relación a los resultados de este estudio, se revisarán ambas posiciones.

La perspectiva feminista de la cirugía plástica: dos miradas en


conflicto
La perspectiva feminista sobre la cirugía plástica, así como sobre otras prácticas
de modificación corporal, se enmarca dentro del construccionismo social, en una mirada
crítica hereditaria del trabajo de Michel Foucault (1979), según el cual, los mecanismos
disciplinarios de nuestras sociedades producen “cuerpos dóciles”. Las mujeres en

138
particular, estarían más propensas a esta “docilidad”. Según Budgeon (2003), las
mujeres, que siempre han estado más cercanas a lo corporal que los hombres (more
embodied) debido a la asociación entre feminidad y cuerpo, han estado desde antaño
atentas a la forma y apariencia de su cuerpo y pendientes de la responsabilidad de crear
una superficie acorde a las imágenes e ideales culturales. El contenido de dichos ideales
no sería arbitrario sino al revés, estaría dominado por iconografías de género, de clase,
de raza, etc. (Bordo, 1993). El significado social del cuerpo en general, así como las
imágenes e ideales, culturalmente dominantes, en torno al cuerpo femenino, estarían
construidas por representaciones falocéntricas.
En este intento feminista de comprender la cirugía plástica llevada a cabo por
mujeres, se pueden identificar dos tendencias: una ubica a la mujer en un papel pasivo,
mientras que la otra aboga por un papel activo de la mujer en relación con su propio
cuerpo y su identidad.
En la perspectiva de la “mujer dócil”, encontramos autoras como Jeffreys,
Negrin y Harrison. Harrison (1997) plantea que las mujeres en la cultura occidental son
enseñadas a transformar sus cuerpos para ajustarse a las expectativas de belleza. La
cultura de la supremacía masculina, ella explica, crea la relación hostil que las mujeres
tienen con su cuerpo. Los medios de comunicación de masas, en sus palabras, “nos han
instruido a deshacernos de las partes del cuerpo indeseadas través de la exterminación
de la celulitis, la eliminación del pelo no deseado, etc. El principio según el cual ‘para
ser bella hay que ver estrellas’ nos demanda alterar o modificar nuestros cuerpos por
medio de la cirugía cosmética, las dietas o la liposucción” (Harrison, 1997, p.438).
Jeffreys (2000), en esta misma línea de argumentación, ve las prácticas de belleza como
una forma de mutilación, e incluso llama “automutilación by proxy” a una amplia gama
de prácticas en las cuales otra persona es usada para realizar la mutilación deseada por la
víctima, en este caso el cirujano plástico.
En la perspectiva que ve a la mujer como un agente (y no como una víctima) en
la transformación de su propio cuerpo, podemos encontrar el trabajo de Davis, Budgeon,
Morgan y Balsamo. Morgan (1991) y Balsamo (1996) plantean que la cirugía estética ha
sido usada, frecuentemente, para producir cuerpos dentro de la concepción tradicional
(patriarcal) de género, sin embargo, la cirugía plástica también tiene el potencial de ser

139
usada como un vehículo para la organización de identidades culturales diferentes. Muy
cercano al trabajo de la artista performista francesa Orlan, quien se ha sometido a
diversas cirugías para modificar su rostro y cuerpo contraviniendo las normas
establecidas sobre la belleza de la mujer, Balsamo propone que la cirugía podría ser
usada como una herramienta para subvertir los cánones patriarcales dominantes de
belleza femenina. Morgan, por su parte, ve en la cirugía cosmética un potencial
liberador tanto en cuanto puede ser usada para desestabilizar la noción de un sujeto fijo
e inmutable.
Shelley Budgeon (2003), en el mismo estudio anteriormente citado, les pidió a
las jóvenes que imaginaran el escenario de decidir hacerse o no una cirugía cosmética.
Las respuestas se dividieron en partes iguales entre quienes aceptarían una cirugía,
quienes no, y quienes dieron argumentos ambivalentes, ambiguos o contradictorios. Sin
embargo, la mayoría de las mujeres definió el dilema en relación con la construcción de
identidad. El énfasis de los argumentos no era puesto en los ideales dominantes, sino
más bien en intenciones, necesidades y deseos individuales y en la evaluación de la
cirugía en términos de si podría incrementar su autoconfianza -un modo de ser en el
mundo. Las entrevistadas que abogaban por la cirugía esgrimían argumentos en el
sentido de cambiar el modo en que el cuerpo era vivido y no la forma en que se veía.
Cambiar el cuerpo podría posibilitar al self involucrarse en situaciones con una
sensación de autoeficacia elevada, en ese sentido, la transformación busca aumentar el
sentido de agencia cambiando, por ende, el modo en que el self se relaciona con el
mundo.
En la misma dirección, Kathy Davis (1995) expone una defensa de la cirugía
estética como una estrategia que posibilita a las mujeres ejercer un grado de control
sobre sus vidas, un acto que conlleva una cuota de auto afirmación y que incluso se lleva
a cabo a pesar de la oposición de otros (incluso los maridos de las pacientes). Señala que
las mujeres que se hacen cirugía plástica no se someten ciegamente a los dictados de la
ideología patriarcal sino, más bien, están activamente comprometidas en ella y están
concientes de sus costos tanto como de sus beneficios. Para la autora, en circunstancias
en que la cirugía trae consigo una autoestima y poder fortalecidos, se trataría más de una
práctica de empoderamiento que de opresión.

140
Davis (1995) dice que la postura tradicional de las feministas sobre la cirugía
estética ha fallado en no tomar en cuenta la relación viva y activa que las mujeres tienen
con sus propios cuerpos. Las mujeres intervenidas, afirma Davis, han sido tratadas como
robots descorporeizados quienes pasivamente se someten a los ideales patriarcales de
belleza femenina sin ningún tipo de reflexión o crítica. Davis realizó entrevistas a
mujeres que habían decidido operarse y encontró que ellas estaban razonablemente bien
informadas de los riesgos involucrados y que estaban concientes de los dilemas morales
que involucraba esta práctica. Muchas eran muy críticas del culto a la belleza femenina
en la cultura occidental contemporánea, y del rol que ha jugado la cirugía plástica al
reforzar dicha valoración del atractivo físico. Davis encontró que las mujeres
entrevistadas no se sometían a cirugía plástica para adaptarse a los ideales patriarcales
de belleza, sino más bien para reformar sus cuerpos de manera que estuvieran en
concordancia con la forma en que ellas se veían a sí mismas. Como se puede apreciar,
aquí aparece el tema específico de la relación entre cirugía y sí mismo en las mujeres
que se operan.
Las mujeres que decidían intervenirse quirúrgicamente lo hacían porque sentían
un profundo extrañamiento respecto a sus propios cuerpos; para ellas la operación
permitía el logro de un sentido de self más corporeizado (more embodied sense of self)
donde el self físico y psíquico estuvieran más integrados. “La cirugía cosmética era
presentada como parte de la lucha de una mujer por sentirse en casa en su propio cuerpo
- un sujeto con un cuerpo en lugar de sólo un cuerpo. Paradójicamente, la cirugía
cosmética posibilitó a estas mujeres convertirse en sujetos corporeizados en vez de ser
cuerpos objetivados” (Davis, 1995, p.161) En esta cita se puede leer el profundo
dualismo que subyace a la vivencia disociada de identidad y cuerpo en las mujeres
entrevistadas. Davis continua: más que ver a estas mujeres sometiéndose a los designios
patriarcales, sería más preciso verlas negociando activamente con la práctica de la
cirugía estética de modo de obtener un beneficio. “La cirugía cosmética no tiene que ver
con la belleza sino con la identidad. Para una mujer que se siente atrapada en un cuerpo
que no se adecua al sentido que ella tiene de quién es, la cirugía cosmética se convierte
en una forma de renegociar la identidad a través del cuerpo. La cirugía cosmética se
relaciona con ejercer poder bajo condiciones que escapan al dominio de la propia

141
acción. En un contexto de posibilidades limitadas de acción, la cirugía cosmética puede
ser el modo en que una mujer le da forma a su vida cambiando la forma de su cuerpo”
(Davis, 1995, p.163).
Negrin (2002) advierte, respecto al trabajo de autoras como Davis, que éstas
dejan oscurecidas las causas, el origen cultural de la disconformidad de las mujeres con
su cuerpo, individualizando el problema de la identidad femenina, en lugar de reconocer
su raigambre social. Negrin cree que mientras las mujeres encuentren en la cirugía
estética una solución a sus problemas de identidad del yo (self-identity), la probabilidad
de que se opongan y enfrenten los factores sociales y culturales responsables de la
experiencia de alienación de sus propios cuerpos es bajísima, por lo tanto, la cirugía
plástica opera como una práctica conservadora.
Hasta aquí pareciera que las autoras se debaten en una discusión acerca del grado
en que las mujeres son víctimas o agentes de sus propias modificaciones corporales. Lo
primero que puede discutirse desde este estudio es que este tema tenga relevancia
exclusiva para las mujeres. Aunque la expresión quirúrgica o conductual asociada a la
disconformidad con el propio cuerpo entre hombres y mujeres, son cuantitativamente
incomparables, los hombres también experimentan lo que Susie Orbach (2009) llama
Bodie distress. Esto hace preguntarse hasta qué punto se trata de un tema únicamente
ligado al género y no más bien un aspecto de la cultura hipermoderna o posmoderna que
se trasmite principalmente a las mujeres, pero no con exclusividad. En segundo lugar,
pareciera que la vivencia del cuerpo, su representación y su valoración está, tal como
dice Davis en permanente negociación y los sujetos experimentan un “tironeo”
permanente, un desgarro en relación al cuerpo. Sin embargo, desde las narraciones de
estos sujetos no se puede suponer que se trata solo de un asunto de apariencia, o por el
contrario, solo de construcción de identidad. ¡Es ambas cosas a la vez! Las personas
experimentan y reconocen la existencia de presiones sociales, la imagen del cuerpo tiene
una gravitación enorme en vida cotidiana (la imagen imaginada, la imagen real, la que
devuelve el espejo, la que devuelve el marido, la amiga, “la gente”, la televisión), lo que
sienten que son se desencuentra de la imagen que tienen de su cuerpo y éste termina
siendo un extraño, un otro que debe ser domado.

142
Sin duda, son los individuos los que están personalmente involucrados en estas
dinámicas y hacen cálculos de “costo-beneficio” al decidir operarse. Nadie se opera
obligado, con una pistola en el pecho. No obstante, ello no significa como afirma Davis,
que esto sea evidencia de una falta de alienación. Desde los resultados de este estudio el
tema de la agencia y de la autonomía, parece mucho más complejo que un asunto de
docilidad alienada en un extremo, y agencia y libertad en el otro.

Cirugía Plástica, Agencia y autonomía


Uno de los temas relevados por el debate acerca de la cirugía estética es el de la
agencia del sujeto que se opera. Shelley Eriksen y Sara Goering (2003) han puesto
atención en este aspecto del problema de la cirugía plástica en su artículo “I’m Doing It
For Me!”. Las autoras tratan el concepto de autonomía desde el marco de la literatura
filosófica feminista representado por el trabajo de Sherwin (1998, en Eriksen y Goering,
2003) y MacKenzie & Stoljar (2000, en Eriksen y Goering, 2003) intentando hacer
frente a las ideas de Kathy Davis (1995) y otras autoras de la perspectiva acerca de la
mujer agente que entienden la cirugía como una decisión libre, una elección razonable
en el contexto de un mundo injusto. Toman de este marco la idea de autonomía
relacional, buscando comprender como las situaciones sociales y las relaciones
interpersonales de los sujetos pueden sustentar o bien debilitar la autonomía,
independiente de lo que los agentes puedan declarar (e. g. haber tomado una decisión
libre y sin ningún tipo de presión). La pregunta de estas investigadoras es si estas
mujeres son realmente autónomas al elegir operarse.
En el concepto tradicional de autonomía, según Eriksen y Goering (2003), los
individuos deben ser capaces de reflexionar acerca de sus deseos, y de cambiarlos en
respuesta a esa reflexión. Por ejemplo, uno debe ser capaz de tener voliciones de
segundo orden, es decir, de querer querer lo que se quiere (un adicto, por lo tanto, no
sería autónomo en tanto aunque desea drogarse no quiere desearlo). En este marco, es
evidente que las mujeres que se operan pueden aparecer como autónomas sin embargo,
el concepto tradicional de autonomía no considera las condiciones contextuales injustas
que influencian el autoconcepto de las mujeres criadas en una sociedad sexista, haciendo
que deseen operarse. Según las autoras, las condiciones opresivas pueden hacer que las

143
injustas normas de belleza sean internalizadas por ellas y consideradas como propias,
que ayuden a formar su autoconcepto y por ende, sus voliciones de segundo orden.
De acuerdo al concepto de autonomía relacional de Friedman (1999 en Eriksen y
Goering, 2003), la reflexión de una persona acerca de sus deseos de primer orden debe
ser relativamente libre de las diversas formas de interferencia que impiden el logro de la
autonomía, incluyendo relaciones opresivas o coercitivas. Por ejemplo, un esclavo que
desarrolla una estrecha relación afectiva hacia su amo puede desear ayudarlo en lugar de
desear su propia libertad, sin embargo, no se puede afirmar que en ello sea
completamente autónomo en tanto la formación de su deseo y de su reflexión crítica
acerca de él, ocurre bajo las condiciones de opresión de la esclavitud. En otras palabras,
para las autoras, una elección razonable dentro de un contexto opresivo no es
necesariamente una decisión autónoma. De modo similar, una mujer que desarrolla un
deseo de someterse a una cirugía estética (y reflexivamente acepta ese deseo) en una
sociedad que restringe severamente las oportunidades de las mujeres de acuerdo a su
capacidad de lucir jóvenes, delgadas y con pechos abundantes (una sociedad sexista), no
se puede considerar completamente autónoma al realizar su deseo.
Otro modelo de autonomía relacional citado por Eriksen y Goering, se enfoca
además en las competencias individuales relacionadas con la formación de las
voliciones de segundo orden. Por ejemplo, para ser autónomo uno debe tener la
capacidad de auto definirse y auto conocerse. Meyers (1999 en Eriksen y Goering,
2003), argumenta que cuando pensamos en la autonomía pensamos en “ser fiel a uno
mismo” o en “saber lo que uno realmente quiere”, y para ello debemos estar concientes
de cómo nuestro autoconcepto es moldeado por sistemas sociales de dominación y
sumisión. Agrega que “mientras (las personas) fallen en hacer estas conexiones, sus auto
conceptos estarán incompletos y posiblemente distorsionados”. En este sentido, según el
artículo, si encontramos que las mujeres que desean cirugía estética no están
completamente concientes de cómo las condiciones contextuales injustas influencian su
deseo (y más bien insisten en afirmar “¡lo hago por mi!”), podríamos argumentar
correctamente que sus decisiones no son completamente autónomas, porque su
autoconcepto es inadecuado. Asimismo, si hallamos que estas mujeres sí están
concientes de este contexto, pero creen que hacerse una cirugía es la única cosa que

144
pueden hacer para mejorar su situación individual, entonces, podríamos acertadamente
decir que son agentes, pero no agentes autónomos.
El problema de la agencia, de la autonomía y de la alienación no alcanza a
desarrollarse ni resolverse en esta tesis, sin embargo, se puede pensar que la
aproximación de estas autoras es más acertada que la dicotomía mostrada anteriormente.
Pareciera que juzgar si un autoconcepto es adecuado o inadecuado, si alguien se conoce
suficientemente o no, escapa a las posibilidades de una investigación de este tipo, sin
embargo, se puede decir, que la conciencia que se tiene de las presiones sociales y del
contexto “injusto” no disminuye la sensación de pérdida o desencuentro con el propio
cuerpo. Al contrario, incluso, podría pensarse que provoca más tensión, más disonancia,
más argumentaciones y multivocalidad.
La situación de la cirugía plástica, en todo caso, es una forma más, entre otras
muchas, de moldeamiento y reforma corporal. Desde el maquillaje y la depilación hasta
la implantación de volúmenes de silicona, el intento es similar. Queda por pensar si las
Modificaciones corporales como el tatuaje y el piercing son similares también con estas
prácticas de “domadura corporal”. ¿De qué manera la cirugía plástica está emparentada
con estas otras técnicas de modificación corporal? ¿Constituyen manifestaciones del
mismo fenómeno o se pueden distinguir diferencias importantes?

Cirugía plástica y otras formas de Modificación Corporal


Dentro de la perspectiva crítica (y usualmente también desde la perspectiva
feminista), encontramos los estudios sobre Modificación Corporal, la cual ha sido
teóricamente emparentada con la cirugía plástica. Como se trata de un grupo de
prácticas contemporáneas de transformación del cuerpo que han tendido a aumentar, se
cree que serían expresiones similares de la subjetividad posmoderna.
Como se explicó en la introducción de esta tesis, la llamada Modificación
Corporal constituye un conjunto de prácticas de transformación del cuerpo definitivas y
radicales, que en general implican dolor y/o sangramiento: piercing (la perforación de la
piel u órganos para introducir aros, adornos, extensiones, etc), tatuaje, escarificación (la
creación de cicatrices por medio de cortes y remoción de piel con escalpelo), branding
(la marca en la piel por medio de quemaduras hechas con metal caliente), la inserción de

145
implantes (piezas tridimensionales de materiales como silicona, teflón o acero de
implantación insertas bajo la piel para lograr un efecto de relieve), etc.
En EEUU, estas prácticas se originaron en comunidades underground de la costa
oeste (particularmente San Francisco) y en New York, especialmente grupos sexuales
(homosexuales, lesbianas, transexuales, sado-masoquistas, fetichistas, etc) y neo-tribales
de los ‘70s y ‘80s. En los noventa se expandieron como un movimiento subcultural,
marginal y subversivo, que promueve adornos corporales, rituales y performances
tomados de una mixtura de prácticas indígenas, estilos sado-masoquistas y performance
art (Pitts, 1998, 1999).
En los últimos años la Modificación Corporal ha sido absorbida por la corriente
dominante 15 como un producto o tecnología de consumo más (Jeffreys, 2000), ligado a
la expresión personal y a la insubordinación juvenil (Pitts, 1998), lo cual ha sido visto
por las culturas marginales de dos modos: como una apropiación no bienvenida tanto
como un reconocimiento de su vanguardismo (Gardner, 1997 en Pitts, 1998). Sin
embargo, no todas las prácticas han sido asimiladas por la cultura masiva de igual modo.
Mientras el tatuaje y el piercing son ya populares, reconocidos como una moda, la
escarificación, el branding y las modificaciones más radicales o extremas siguen siendo
consideradas como prácticas contraculturales, altamente marginales, y que provocan
repulsión y resentimiento en la sociedad dominante. Lo contrario a la cirugía estética
que gana más y más adeptos.
Según Pitts, las escarificaciones son usualmente, realizadas en el seno de una
comunidad (por ejemplo, grupos solo de mujeres, o entre miembros de comunidades
trasgresoras del género 16 ) que provee “espacios seguros”, en rituales que involucran
automarginación auto-conciente, un sentido de solidaridad, un espíritu de seriedad, el
desarrollo de discursos compartidos y el uso de espacios sociales underground
(Musafar, 1996; Myers, 1992; Vale and Juno, 1989, en Pitts, 1999), donde la mujer es
marcada por una amiga o una profesional. A veces cuentan con la presencia de amigas

15
Mainstream en el original.
16
Gender-transgressive communities en el original.

146
como testigos, una audiencia que provee soporte emocional y apoyo durante el ritual de
escarificación.
En su artículo de 1998, Victoria Pitts analiza entrevistas a seis mujeres que se
habían hecho escarificaciones, desde varios puntos de vista. Pitts (1998) comienza su
análisis de estas experiencias desde el punto de vista de la teoría del Cuerpo Grotesco de
Bakhtin.
El cuerpo grotesco medieval era prominente en reliquias, leyendas, en la
comedia, la medicina, el carnaval, y en toda la cultura folclórica y, según Bakhtin
todavía existe en el lenguaje coloquial moderno, especialmente en las imágenes
corporales de las groserías. El cuerpo grotesco es el cuerpo que come y bebe, el cuerpo
de orificios abiertos, el cuerpo vulgar que bosteza, que tiene hipo, se suena la nariz,
eructa, escupe, vocifera (Bakhtin, 1981 en Pitts 1998). El cuerpo vulgar se yuxtapone
con el cuerpo espiritual, etéreo, llevando así a cabo el privilegio del cuerpo superior -
especialmente la cabeza- a lo sagrado, y el abandono del mundo profano.
El realismo grotesco involucra trasgresiones a esta división superior/inferior, por
ejemplo privilegiando el cuerpo inferior y degradando el etéreo por medio de imágenes
de su materialización en el cuerpo y sus partes. Las festividades medievales dibujan una
línea entre el mundo oficial y el no oficial, burlándose del mundo ritual y ceremonial.
Payasos, juglares, bufones, enanos, gigantes e idiotas eran todos personajes grotescos;
representaban “la otra vida del pueblo” –el mundo fuera de las serias ceremonias
oficiales, eclesiásticas, feudales, y políticas (Bakhtin, 1984, en Pitts, 1998). La
vulgaridad del cuerpo grotesco reside en su apertura al mundo – además de los hábitos
enumerados más arriba, el imaginario grotesco puede encontrarse en la preñez, la
defecación, la copulación, el desmembramiento, la sudoración, el estornudo, etc. La
comedia medieval explotó estas imágenes. (Bakhtin, 1981 en Pitts 1998).
El cuerpo moderno de la cultura dominante ha privatizado los orificios, ha
cerrado la envoltura del cuerpo, ennobleciendo el cuerpo suave, puro y prístino. El
cuerpo occidental contemporáneo es normalmente cerrado e impenetrable, evita su
sangramiento y su proliferación mediante cicatrices y machucones; no se quiebra, ni se
abre.

147
El modo de representación corporal elegido por las/los modificadores corporales
se desvía de las normas corporales contemporáneas occidentales en su uso de límites
corporales fluidos, su desorden, su carácter carnavalesco. La belleza y falta de
vergüenza del cuerpo auto-escarificado son creadas a partir del cuerpo hecho grotesco,
el que ha transgredido las fronteras corporales y ha sido abierto. Las mutilaciones del
cuerpo son grotescas pues abren la envoltura del cuerpo, le hacen punciones,
hendiduras, protuberancias, lo hacen sobresalir y redefinen su forma. Rompen la
suavidad del cuerpo prístino al hacerle relieves y esto sería un acto de subversión.
En contraste con lo narrado por los entrevistados de esta tesis, esta descripción
de la modificación corporal la constituiría en un acto muy diferente, por cuanto, aquellos
que se hacen escarificación, incluso tatuaje, valoran positivamente la cicatriz, la marca,
la hendidura, la herida. No así, la cirugía plástica. Aquellos que se operan deprecian las
cicatrices de la cirugía cosmética. Una Modificación corporal como las descritas se ve,
se nota, una buena cirugía plástica no se ve, no se nota.
Pitts (1998) también analiza las entrevistas de estas 6 mujeres, desde el punto de
vista de la reivindicación. Afirma que en ellas existe un discurso reivindicativo 17
compartido al describir sus experiencias. Este discurso presenta el cuerpo como un
potencial lugar de resistencia simbólica a la opresión. La ideología reivindicativa o de
resistencia 18 implica que las inscripciones sociales en el cuerpo pueden ser reescritas, y
el cuerpo –especialmente los órganos genitales y los pechos –puede ser recuperado o
reclamado para sí. Varias de las mujeres afirman que la escarificación puede revertir un
sentido de enajenación del cuerpo que ha sido impuesta por el abuso sexual o doméstico.
Otras mujeres describen un intento de revertir un sentido de fealdad impuesto por los
imperativos sociales acerca de la belleza de las mujeres. Las escarificaciones se
describen como rituales planificados y autodirigidos, encaminados a alcanzar una
transformación de la relación de uno mismo con su cuerpo en respuesta a una situación
específica de opresión corporal.

17
Reclaimative en el original.
18
Reclaiming or resistance ideology en el original.

148
La vinculación que encuentra Pitts entre modificación corporal y abuso sexual o
doméstico, no puede establecerse en los casos estudiados en esta tesis. Tampoco podría
leerse un discurso reivindicativo o de resistencia en los operados, muy por el contrario,
aun cuando existen discursos críticos con respecto a la corriente dominante que valora el
cuerpo bello y joven, se encuentra más bien una acomodación a esta presión social. Sin
embargo, podría encontrarse un parentesco entre ambas prácticas, en el intento de
revertir un sentido de enajenación del propio cuerpo y de reapropiación, tal como se
plantea en los resultados.
Pitts (1998) describe tres características centrales del discurso reivindicativo de
estas mujeres que emergen en las narrativas: la noción de la autoridad sobre el cuerpo,
que puede ser recuperada; la imagen holística de la integridad sí mismo-cuerpo, que
puede ser reconciliada; y la naturaleza electiva de la identidad, que puede ser reescrita.
Para las mujeres que usan el discurso reivindicativo para describir sus
escarificaciones, la degradación grotesca del cuerpo es un proceso ritual orientado hacia
la resistencia, lo que representa la muerte de representaciones antiguas (miedos,
traumas, conflictos relacionados con experiencias pasadas de abuso sexual, violencia,
abandono, etc. y que están relacionados con el cuerpo o sus partes) y el renacimiento de
representaciones nuevas.
El discurso reivindicativo presenta el cuerpo femenino como en necesidad de
reapropiación; necesidad cuya naturaleza está profundamente ligada al género y que está
dirigida a la opresión corporal, especialmente en el área de la sexualidad.
Según Pitts (1998) los cuerpos son lugares de representación, no solo físicos sino
comunicativos. La desfiguración y reconfiguración de la superficie física del cuerpo es
una reconfiguración de su cuerpo comunicativo. La modificación prominente de su
apariencia remueve el ideal normativo de belleza de toda posibilidad. Algunas mujeres
escarificadas presentan la creación de cicatrices como una resistencia contra una vida de
mensajes normativos acerca de la necesidad de alcanzar este ideal de belleza. Tanto
como la reapropiación producto de la sensación de extrañamiento del propio cuerpo y la
renegociación de la sexualidad, la belleza también es objeto de reclamación.
De acuerdo a esta tesis, aun cuando existe la similitud mencionada
anteriormente, respecto al significado “privado” de la cirugía y la modificación corporal

149
como reapropiación, las estrategias o técnicas implementadas para hacerlo serían
simbólicamente opuestas, en el sentido más “público” del acto. Es decir, si se mira sólo
la relación entre el cuerpo y el self, la cirugía plástica y la modificación corporal pueden
ser lo mismo: una forma de autoconstruirse, de hacerse a voluntad. Pero si se los mira en
relación a los cánones culturales (y las subculturas) son una manifestación opuesta, por
ejemplo, con respecto al ideal de belleza y de feminidad/sexualidad femenina. La cirugía
constituiría una adecuación o adaptación, y la modificación corporal una resistencia.
Victoria Pitts habla del carácter “liminal” de la escarificación. Toma la idea de
Victor Turner (1967, en Pitts, 1998) acerca de los ritos de pasaje como escenarios o
periodos liminales para compararlos con los ritos de escarificación. La “liminalidad”19
se refiere al punto de transición en el ritual: el estado intermedio entre niño y hombre,
no socializado y socializado, puro y marcado. El macho es un liminal-persona, un
sujeto transicional que reside en los márgenes. La “liminalidad” es el espacio temporal y
físico de la ambigüedad. El ritual de escarificación conlleva la liminalidad a través de su
apertura de los límites del cuerpo. Las transiciones entre estados son reconocidas en
estos ritos de pasaje mediante el posicionamiento del individuo en un lugar de
marginalidad, en el que ya no pertenece a una categoría y al mismo tiempo aún no es
recategorizado. Aun cuando la marginalidad es siempre vista como corrompida o sucia,
la posición marginal de la persona liminal es necesaria para la realidad social de la
transformación.
Pitts (1998) dice que tal como es descrita por las entrevistadas, en estos rituales
quien hace la escarificación y/o la persona o la comunidad que acompaña son
protectores quienes hacen posible la ambigüedad ante la presencia simultanea de signos
de vida y muerte, sangramiento y sanación. Esta liminalidad promueve un sentido de
“communitas"; una experiencia socialmente unificante (Shields, 1991 en Pitts, 1998). La
actividad liminal es una ocasión para la realización de acuerdos sociales alternativos,
puesto que provee de una experiencia o visión de la sociedad como inestructurada o
poco estructurada, lo que proporciona un espacio nuevo para la comunidad o incluso
para la comunión.

19
Liminality en el original.

150
Según Pitts (1998), los teóricos postmodernos, postestructuralistas y feministas
han reconocido al sujeto liminal y heterogéneo como subversivo porque resiste la
invención de la identidad unificada y estable, reforzada por categorías normativas
asociadas a la subjetividad de género. El sujeto liminal es un sujeto en movimiento que
invoca la inversión, la paradoja, la parodia, la fluidez, la desnaturalización, y la auto-
subversión, para obtener, temporalmente, la libertad para cambiar su forma y su
ubicación a voluntad. El cuerpo femenino liminal de la mujer auto-escarificada es self-
made, des- y re- ensamblado. Esta acción indisciplinada, excesiva (desde el punto de
vista normativo) y trasgresora, desafía la producción de un self de género normativo. El
cuerpo femenino reensamblado y reivindicativo lleva a cabo una performance de cambio
identitario que desestabiliza muchas de nuestras nociones preconcebidas acerca de la
belleza, la identidad, y el cuerpo femenino (Davis, 1997, en Pitts 1998). Las prácticas
corporales trasgresoras femeninas constituyen a las mujeres como sujetos, quienes usan
sus cuerpos femeninos como lugares para la acción y la protesta en lugar de ser objetos
de la disciplina y normalización, la regulación y la estandarización.
En relación con lo que se ha expuesto en esta tesis, se pueden comentar algunas
propuestas de Victoria Pitts. En primer lugar, parece evidente que algunas prácticas de
Modificación Corporal, como la escarificación, tienen un sentido social muy diferente
de lo que se puede apreciar en los relatos de los entrevistados. Pareciera que la
escarificación al realizarse en el seno de una comunidad, aspira a algún tipo de
comunión y encuentro con otros. La cirugía plástica, en oposición, se hace en privado,
incluso en secreto, se oculta de la vista de los demás. Esto podría hacerlas parecer muy
opuestas entre sí, sin embargo, uno podría preguntarse si no hay un deseo de pertenencia
en ambas prácticas: en la escarificación un deseo de pertenencia a una comunidad
“subversiva” (en las palabras de Pitts), a una subcultura; en la cirugía plástica a la
corriente dominante y masiva, porque como dice una entrevistada “todos se operan”.
Otra cuestión que podría plantearse es la cualidad trasgresora y subversiva del
acto. En las modificaciones corporales, efectivamente puede reconocerse una gama de
prácticas radicales que contravienen el canon o ideal de cuerpo dominante,
particularmente el femenino. Es, en este sentido indisciplinado. La cirugía plástica
también tiene esa capacidad. Tal como lo hace la artista Orlan, y lo hacen algunos

151
sujetos sin fines artísticos que se operan hasta llegar a parecer gatos, muñecas inflables,
y otros “personajes” inverosímiles, (Taschen, 2008) la intervención quirúrgica también
puede ser excesiva, radical, marginal, trasgresora y por ende, indisciplinada. Sin
embargo, son la excepción de las cirugías plásticas, la inmensa mayoría de ellas busca
ajustarse a un modelo de cuerpo que constituye una demanda social. Cabría preguntarse
cuán representativas de las modificaciones corporales, son aquellas que tienen este
sentido subversivo tan marcado y no son solo una versión rebuscada del adorno
corporal.
En 1999, Pitts publicó otro artículo sobre Modificación Corporal, en el que
analiza 35 artículos de la prensa escrita. Plantea que la mayoría de ellos muestran la
Modificación Corporal como un problema social. Los modificadores son descritos no
solo como miembros de una subcultura quienes han creado sus propios adornos
corporales desviados, desafiantes o chocantes, sino como potenciales automutiladores,
que se odian a sí mismos, enfermos y fuera de control. La construcción mediática de la
Modificación Corporal como un asunto de salud mental, se lleva a cabo mediante la
aparición de especialistas del área –psicólogos y psiquiatras- que la emparientan con la
anorexia, la bulimia, las adicciones y con el síndrome de auto-daño delicado 20 , y las
describen como conductas adictivas, dañinas y que van en escalada. El mensaje del
argumento es que los modificadores corporales, como otras personas que sufren
desórdenes mentales, no eligen sus prácticas sino que son movidos por impulsos
patológicos, razones que ellos mismos no comprenden: la necesidad o el deseo de
expresar rabia, odio hacia sí mismos, que su cuerpo es victimizado a través de la
modificación corporal y que ella constituye un desorden relacionado con el cuerpo
(body-oriented disorder).
En estos artículos de prensa, Pitts también encontró que la problematización de
la Modificación Corporal estaba ligada fuertemente al género. Aun cuando ningún
artículo afirmaba que había más mujeres modificadoras que hombres, en varios de ellos
se la describía como especialmente problemática para las mujeres y las niñas sin ofrecer

20
Delicate self-harm sindrome: la conducta de cortarse la piel o rasgarse los brazos que es
adictiva, repetitiva, no decorativa y llevada a cabo de forma escondida.

152
ninguna explicación al respecto. Una razón empírica para este vínculo radica en que las
enfermedades con las que se la compara –anorexia, síndrome de auto-daño delicado-
tienen mayor prevalencia entre mujeres que entre hombres, por lo tanto al hacerlo,
también se la considera relacionada con el género. Dice el Boston Globe:
“(W)omen particularly are pushing the envelope of body decoration, and the
question is why – is it body enhancement or body dissatisfaction?’ asks Hesse-Biber,
author of ‘Am I Thin Enough Yet?’ ‘Maybe they are making a political statement with
their bodies, or maybe this is just one more tool, like plastic surgery, in the box of being
beautiful”. (Leonard, 1998)
Según Pitts (1999), nunca se explicita porqué las mujeres, especialmente, “están
empujando las cosas demasiado lejos”, si es porque lo hacen más seguido, porque sus
modificaciones corporales son más extremas, o porque como mujeres, su uso de estas
prácticas es más problemático que para los hombres. Dados los otros problemas sociales
mencionados en el pasaje, -anorexia, cirugía cosmética y presiones sociales sobre la
belleza femenina- y que Hesse-Biber es una experta en anorexia, para Pitts es posible
interpretar que la modificación corporal femenina es inherentemente más perniciosa que
la masculina.
En los artículos también se expone la interpretación que los modificadores hacen
de sus acciones: afirmaciones de autocontrol sobre su cuerpo, ser capaces de definirse a
sí mismos, expresar que pueden hacer lo que quieran con su cuerpo. Este tipo de
declaraciones sugieren que la modificación corporal puede usarse como un vehículo
para poner en escena identidades culturales (Balsamo, 1996, en Pitts, 1999). Las
modificaciones corporales son presentadas en textos subculturales como prácticas
atractivas para grupos de personas socialmente alienados, que quieren re-empoderizarse
mediante la toma de control sobre sus cuerpos y sus creencias (Musafar, 1995, en Pitts
1999). Las mujeres modificadoras, en particular, han expresado que están redefiniendo
la belleza y recuperando sus cuerpos de la cultura patriarcal. La película Stigmata, sobre
modificación corporal en mujeres underground, plantea que esta práctica es una
resistencia al modo en que los hombres imponen su voluntad y sus ideas acerca de cómo
deberían verse las mujeres (Gladsjo, 1991, en Pitts, 1999).

153
Pitts (1999) afirma que la aparición de la Modificación Corporal en los
periódicos ha operado como un medio para que sus conocimientos alcancen a una
comunidad mucho más amplia de interlocutores. Sin embargo, al ser asociada con la
enfermedad mental, los noticieros desacreditan los conocimientos alternativos de los
modificadores corporales poniendo en cuestión la agencia del actor. El argumento de la
enfermedad mental sitúa a los modificadores fuera de la esfera social legítima,
enmudeciendo sus demandas y silenciando su conocimiento. Este discurso de la salud
mental y de la mutilación asociado al tema de la modificación corporal tiene la
particular habilidad de impedir la legitimidad de los argumentos, quejas y demandas, de
los modificadores. Desde el punto de vista de la prensa se trata de automutiladores fuera
de control, que no pueden comprender ni manejar las motivaciones para sus actos. El
argumento respecto a su agencia, es tratado como racionalización del deseo de auto
inflingirse daño. Si los modificadores están enfermos, después de todo, sus razones son
modos de negación (Jeffries, 1994 en Pitts, 1999).
No obstante, entre las mismas teóricas feministas existe esta controversia. Sheila
Jeffreys (2000) plantea algo contrario a Victoria Pitts (1999): argumenta que la mayoría
de la clientela de la industria de la modificación corporal está compuesta de jóvenes
aproblemados que se automutilan de manera regular. La industria de la auto-mutilación
prefiere llamar a estas prácticas “decoración corporal”, “arte corporal” o “modificación
corporal”. Y los profesionales que profitan de ellas usan teoría posmoderna de moda
para proveer una racionalidad a la mutilación en términos de reinscribir y transgredir los
límites del cuerpo. Las representan como una forma de resistencia política en un
lenguaje atractivo para los jóvenes usuarios. Jeffreys señala que contrariamente, ella
debe ser entendida como resultado de -más que la resistencia a- la ocupación de un
estatus social degradado bajo el dominio masculino. Los grupos despreciados bajo el
dominio masculino con la tendencia a la automutilación son mujeres y niñas (quienes
aun son empujadas a odiar sus cuerpos o a moldearlos de acuerdo a los requerimientos
de la cultura sexual masculina), jóvenes lesbianas, y hombres gay, quienes sufren daños
severos en su autoestima a partir de la discriminación y el abuso sufrido en la cultura
heteropatriarcal, y aquellos, la mayoría mujeres pero también algunos hombres, que han
sufrido violencia sexual de parte de hombres en su infancia o adultez.

154
Such practices of self-mutilation need to be included in our understanding of
those harmful western cultural practices that tend to be excused under the rubrics of
‘choice’, ‘fashion’ or ‘beauty’, such as cosmetic surgery, transsexual surgery, dieting
and high-heel shoes (Jeffreys, 2000, p 410).
Jeffreys (2000), como dijimos anteriormente, llama automutilación by proxy a las
prácticas de modificación que son llevadas a cabo por otros: un profesional, un experto,
un médico, un cirujano plástico. La automutilación by proxy y la automutilación en
privado están unidas por el hecho de que son practicadas mayoritariamente por grupos
con acceso desigual al poder o la influencia en la sociedad, como resultado de su sexo,
su sexualidad o su discapacidad.
La relación de este debate con el de la cirugía plástica nos devuelve al asunto de
la agencia, la autonomía y la alienación, cuestión que no está ni cercana a dilucidarse
aquí. Dos aportes pueden agregarse al debate. El primero, es el cuestionamiento de las
ideas de David Le Breton. El segundo, las de Lipovetsky.
Para Le Breton (1990) el cuerpo ha sido culturalmente borrado en occidente y
estas prácticas son solo formas radicales y aberrantes de expresión de ese borramiento.
Desde esta tesis se puede estar de acuerdo con sus ideas acerca de que no existe tal cosa
como la “liberación del cuerpo”, que el cuerpo, en la experiencia cotidiana, es el centro
de un conjunto de preocupaciones más o menos estresantes. En la vida diaria, como dice
él “la regla es la ausencia de carne, sensibilidad y uso del cuerpo” (Le Breton, 1990), sin
embargo, este cuerpo que desaparece de la conciencia en la vida cotidiana es el cuerpo
como centro ontológico, el cuerpo sensible, el que hace. El cuerpo que es imagen, tanto
el propio como el de los otros, y que está listo para operarse o modificarse, está no sólo
no borrado sino que permanentemente subrayado.
Y en el sentido que el cuerpo- imagen es el que reina en la vivencia del cuerpo y
que no hay imagen sin reflejo (en la mirada de otro, en el espejo, en las fotografías, en la
televisión), no hay imagen sin mirada (mía, tuya, la del otro), es que se puede cuestionar
que la cirugía plástica y también las modificaciones corporales, sean expresión del
narcisismo moderno, como afirma Lipovetsky (1986). No son los deseos y preferencias
exclusivamente personales, los que guían este tipo de prácticas, para construirse vidas “a
la carta”, como dice el autor. Por un lado, en la mayoría de los casos, las posibilidades

155
de modificación no son tan amplias como para ser autodefinidas, tienen un espectro
restringido. Y por otro, la otredad, el otro específico, (el marido, los amigos), e
inespecífico (“la gente”), tienen un papel fundamental en el proceso de llegar a operarse.
Como demanda, como deseo de encarnar el deseo del otro, como juicio y como
condena, la mirada del otro penetra en cada quien encarnando una voz de las tantas que
dialogan en el incesante devenir del cuerpo en la experiencia.
La importancia del cuerpo-imagen se puede comparar con la importancia de las
vitrinas, de los productos de supermercado expuestos en las góndolas. Esta podría ser
una perspectiva de la relación con el cuerpo en nuestros tiempos. En consonancia, David
Le Breton afirma que la cirugía plástica, tal como otras formas de modificación
corporal, es una manifestación de la mercantilización del cuerpo en nuestros tiempos
(Le Breton, D, comunicación personal, 18 de Agosto, 2008, en Universidad ARCIS, en
el marco del Seminario “El cuerpo y la danza en los diferentes campos”).
Michel Houellebecq (2005) tiene una novela que se llama “Ampliación del
campo de batalla” (“Extension du domaine de la lutte”, en el original), es decir,
extensión del dominio de la lucha. Con este título alude a que desde la lucha de clases,
en la vida moderna, en la sociedad neoliberal, la ley del mercado extiende la lucha a las
relaciones entre los sexos, a todas las clases, a todas las edades. Desde esta tesis se
puede agregar que también la extiende al cuerpo y a la relación con él, contagiada de la
lógica mercantil, en que los sujetos se diferencian ubicándose en una escala de mayor a
menor valoración de acuerdo a cuán cerca están del Modelo de Cuerpo Ideal (valorado)
y compiten por ganar la atención, el amor, el deseo de los otros. La dimensión del afecto
y las relaciones sociales se regiría, entre otros factores, por la posición que los sujetos
ocupan en este escalafón. El cuerpo es hoy, espacialmente, parte de este campo de
batalla.
Los sujetos, no solo su cuerpo, también se transforman en este contexto en
objetos de intercambio mercantil. Por ende, la construcción de los sujetos 21 , desde su
personalidad (“tener más autoestima”, “ser más seguro”), su inteligencia (“estudiar una

21
Esta construcción es referida por los entrevistados como una autoconstrucción, sin embargo, cuanto
tiene de auto o de hetero construcción, es una tema de discusión.

156
carrera”), su afectividad (“no ser amargado”) hasta su cuerpo, es una preocupación
permanente que implica transformarse, ser o mantenerse como objeto de deseo.
Esta es una tesis exploratoria, queda mucho por investigar, desde una perspectiva
narrativa o cualitativa, pero también con muestras más grandes y métodos cuantitativos.
Preguntarse cómo se tensan y cómo se resuelven los conflictos entre los distintos
modelos de cuerpo, por ejemplo, la voluptuosidad versus la delgadez, de qué depende
que los sujetos “pesquen o no” y se sientan llamados a satisfacer estas demandas o no.
Describir con más detalle las argumentaciones en torno a los procesos de llegar a
operarse, o tatuarse, escarificarse. Son campos de investigación que quedan abiertos.

157
Conclusiones

158
“Al pasar frente a El Alambre de Oro me miré en las vitrinas iluminadas y no me vi como me sentía, sino
más viejo y peor vestido.”
“Es que me estoy volviendo viejo, le dije. Ya lo estamos, suspiró ella. Lo que pasa es que uno no lo siente
por dentro, pero desde fuera todo el mundo lo ve.”

Gabriel García Márquez, Memorias de mis putitas tristes.

"¡Cuesta mucho ser auténtica, señora! Pero con esto no hay que ser tacaña. Una es más auténtica
cuando más se parece a lo que ha soñado de sí misma..."

Pedro Almodóvar, Agrado en Todo sobre mi madre.

“La situación en lo que atañe al amor corresponde, inevitablemente, al carácter social del hombre
moderno. Los autómatas no pueden amar, pueden intercambiar su ‘bagaje de personalidad’ y confiar en
que la transacción sea equitativa”

Erich Fromm, El arte de amar.

“(…) Definitivamente, me decía no hay duda de que en nuestra sociedad el sexo representa un segundo
sistema de diferenciación, con completa independencia del dinero; y se comporta como un sistema de
diferenciación tan implacable, al menos, como éste. Por otra parte los efectos de ambos sistemas son
estrictamente equivalentes. Igual que el liberalismo económico desenfrenado, y por motivos análogos, el
liberalismo sexual produce fenómenos de empobrecimiento absoluto. Algunos hacen el amor todos los
días; otros cinco o seis veces en su vida, o nunca. Algunos hacen el amor con docenas de mujeres; otros
con ninguna. Es lo que se llama la ‘ley del mercado’. En un sistema económico que prohíbe el despido
libre, cada cual consigue, más o menos, encontrar su hueco. En un sistema sexual que prohíbe el
adulterio cada cual se la arregla, más o menos, para encontrar su compañero de cama. En un sistema
económico perfectamente liberal, algunos acumulan considerables fortunas; otros se hunden en el paro
y la miseria. En un sistema sexual perfectamente liberal, algunos tienen una vida erótica variada y
excitante; otros se ven reducidos a la masturbación y a la soledad. El liberalismo económico es la
ampliación del campo de batalla, su extensión a todas las edades de la vida y a todas las clases de la
sociedad. A nivel económico, Raphael Tisserand está en el campo de los vencedores; a nivel sexual, en el
de los vencidos. Algunos ganan en ambos tableros; otros pierden en los dos. Las empresas se pelean por
algunos jóvenes diplomados; las mujeres se pelean por algunos jóvenes; los hombres se pelean por
algunas jóvenes; hay mucha confusión, mucha agitación”

Michel Houellebecq, Ampliación del campo de batalla.

Las conclusiones de este estudio transitan desde lo psicológico a lo social, de lo


sociológico a lo cultural. La relación entre sí mismo y cuerpo se juega en todas estas
dimensiones y en ninguna está exenta de conflictos. En cada una aparece la otredad: el
cuerpo ajeno, que no se reconoce como propio, el otro que demanda explícitamente o en
silencio un ajuste a una norma, un cuerpo social que difunde y exige ciertos modelos
ideales y que presenta una necesidad de intercambios equitativos entre los sujetos y sus
cuerpos, una cultura polifónica o en transformación que exige posicionarse en torno a
distintos discursos acerca de lo que el cuerpo es y cuál es su destino.

159
¿Qué dicen los entrevistados de su cuerpo? ¿Cómo hablan los sujetos que se
han hecho cirugía plástica de sí mismos, de su cuerpo y de la relación entre ambos?
Los relatos de la cirugía permiten apreciar diferentes imágenes y
representaciones acerca del cuerpo, tanto del cuerpo en general, como del propio cuerpo.
Conviven en el discurso, representaciones abstractas del cuerpo como cuerpo-sujeto,
cuerpo-objeto, como totalidad y cuerpo segmentado. Asimismo, se pueden apreciar
representaciones del cuerpo constituidas por las valoraciones que se hacen de él: el
cuerpo como dimensión del ser, el cuerpo como un bien que se posee, el cuerpo como
lastre, el cuerpo como don. Cada una de estas posiciones acerca de lo que el cuerpo es,
se relaciona (en una mutua determinación), con prácticas, valoraciones, formas de
relacionarse con él y con las demandas sociales hacia el cuerpo, y por ende, con las
ideas que se tienen acerca de la cirugía.
Estas imágenes, no son solo elaboraciones racionales o intelectuales acerca del
cuerpo, sino que caracterizan la experiencia, el cuerpo vivido. En distintos momentos, el
cuerpo se vive como cuerpo-objeto -para sí mismo y/o para los demás- y como cuerpo
sujeto, como un todo, como un conjunto de partes, como un lastre…
El habla acerca de sí mismos y de su cuerpo en los entrevistados es fluida. A
ratos cuerpo y sí mismo, son una sola cosa, aunque la mayor parte de las veces el
discurso presenta el cuerpo como otro, dada la disposición a una entrevista sobre cirugía
plástica que obliga a presentar una narración de lo que el cuerpo ha sido, de las
molestias que ha ocasionado, a presentarlo como un elemento o personaje más del
relato. Las conclusiones del estudio responden de manera compleja estas preguntas.
En general, la teoría no alcanza a explicar la experiencia de los individuos
respecto a su cuerpo, ni a su relación con él. Esta no responde a ninguno de los modelos
teóricos propuestos (dualismo, integracionismo o monismo), sino la vivencia varía entre
uno y otro. Asimismo, la experiencia cotidiana del cuerpo y de la relación con él, está
plagada de imágenes y representaciones que dialogan entre sí, transformándose
mutuamente. Múltiples voces (en el sentido Bakhtiniano) respecto a lo que el cuerpo es,
y a lo que debiera ser, habitan al sujeto. Voces específicas y particulares, generalizadas,
contextualizadas, históricas, y, además, dependientes de la situación concreta, del aquí y
ahora.

160
¿Qué imágenes y modelos propuestos culturalmente aparecen en relación
con el cuerpo? ¿Juegan los medios de comunicación algún papel en la relación de
los sujetos con su cuerpo?
Claramente, se puede apreciar en las entrevistas la aparición de modelos ideales
de cuerpo –formas del cuerpo valoradas culturalmente como bellas- que se constituyen
en demandas sociales en relación al cuerpo, tanto de los entrevistados como de la gente
en general. Además de estos modelos, puede verse que existen al menos cuatro
discursos acerca de lo que el cuerpo es (una dimensión del ser, un bien, un lastre, un
don) que también son modelos propuestos por la cultura que constriñen y posibilitan las
experiencias y el discurso personal en relación con el cuerpo, las prácticas y la cirugía
plástica.
La aparición de los cuerpos de la televisión (cuerpos de modelos, de mujeres de
programas para adultos, de actores) es reiterativa, especialmente en las mujeres. Estos
cuerpos aparecen en algunos momentos como un modelo contra el cual se compara el
propio cuerpo, en otros simplemente como un referente de los modelos culturalmente
valorados para el cuerpo: cuerpos exuberantes, curvilíneos, operados, con implantes de
silicona, con narices todas iguales, etc. Estos cuerpos, o el modelo ideal de cuerpo
propuesto por los medios es valorado en algunos casos positivamente –como un cuerpo
atractivo- y en otros casos es valorado negativamente, por ejemplo cuando se desprecia
por su uniformidad u homogeneidad.
¿En la narración aparece problematizada la relación entre el sí mismo y el
cuerpo? ¿Qué tensiones en esa relación aparecen en el relato de vida de los sujetos
tanto antes como después de la cirugía?
Evidentemente, la relación entre self y cuerpo está problematizada en las
narraciones de los entrevistados, fundamentalmente al modo de un desajuste de este
último. En algunos casos se trata de un desajuste entre lo que el sujeto espera ser (o
cómo espera verse) y lo que el cuerpo es (cómo se ve), y en otros casos se refiere a un
desajuste entre lo que el sujeto es (siente que es, piensa que es) y lo que el cuerpo
muestra o refleja, tanto desde su propia perspectiva como desde la perspectiva ajena
(siempre mediada por la propia mirada). El primer caso podría pensarse como un
proyecto de construcción que mira hacia delante y, el segundo caso, como un proceso de

161
mantención, sostenimiento y reacondicionamiento que mira hacia atrás (movido por la
nostalgia). En cualquiera de los casos, “el cuerpo que yo creo que los otros ven” es
central.
Las tensiones entre self y cuerpo se inauguran en la adolescencia y luego siguen
trayectorias diversas, dependiendo de muchísimos factores. Las molestias que motivan
la cirugía, en algunos casos, remiten por completo con ella, en otros persisten de un
modo diferente: como la nariz que se tuvo, el cuerpo o la cara que se tendría sin la
operación, etc. Este “fantasma” que constituye al cuerpo pasado convive con el cuerpo
presente y la misma existencia de la cirugía, en algunos casos, se transforma en un
secreto que se debe esconder o confesar.
Una preocupación atraviesa los géneros y las edades: la cuestión del peso y el
volumen. Ser o estar gordo o flaco es una preocupación constante a lo largo de la vida.
Numerosas “tecnologías del cuerpo” –parafraseando a Foucault- se realizan
cotidianamente para conllevar esta preocupación: “cuidarse”, hacer dieta, ir al
gimnasio…
Más allá de las tensiones cotidianas y molestias particulares de cada caso, lo que
esta tesis plantea es que la relación entre el sí mismo y el cuerpo en nuestros días, está
constituida por la tensión. Esta tensión se caracteriza y promueve por la polifonía de
voces que encarnan diferentes posiciones respecto a lo que el cuerpo es, debiera ser,
vale, y debería hacerse con él. Esta multivocalidad produce que, independiente del grado
de las molestias, insatisfacciones o preocupaciones de cada cual o de cada momento, el
cuerpo sea “un tema” y es así como se experimenta.
El juicio propio y ajeno, real e imaginado, las demandas sociales en relación al
cuerpo y los modelos ideales de cuerpo, así como representaciones discursivas más
abstractas acerca de lo que el cuerpo es (objeto, don, lastre, etc) componen voces
siempre dispuestas a encontrarse en un diálogo. Estas posiciones se encarnan en voces
específicas tanto como generalizadas, y algunas están mediatizadas por los medios de
comunicación de masas.
La polifonía permanente mantiene la tensión, asediando al sujeto de modo que el
cuerpo y las prácticas asociadas a él son continuamente definidos, reflexionados y
transformados.

162
El sí mismo, en este escenario, manifiesta un deseo de control sobre el cuerpo
que expresa en variadas técnicas y rutinas de moldeamiento y modelación. La idea del
cuerpo como algo dado es lejana a la experiencia cotidiana. Algunos aspectos se viven
como tal (tener dos piernas, dos ojos y una nariz), sin embargo, en general el tamaño, la
forma y el volumen del cuerpo o sus partes, no se experimentan como algo dado. Estas
características en tanto se ajustan más o menos al modelo ideal o bien a lo que el sujeto
piensa y siente que es o que quiere ser, son objeto de molestia, conflicto y diálogo. Se
asumen o se modifican, mediante hábitos y rutinas o mediante la cirugía. Por ello, se
puede decir que la experiencia moderna del cuerpo es de resistencia a lo dado. Esta
indocilidad ante lo dado, está vinculada con una experiencia central y compartida por
todos en relación al cuerpo, cual es la de la ajenidad.
En la vivencia del cuerpo, la ajenidad es medular. Los medios de comunicación,
particularmente la televisión, proponen y difunden ciertos modelos de cuerpo; los
individuos hacen propios estos modelos y/u otros, y los trasmiten a través de las
relaciones sociales. En el contacto social se comunica una demanda en relación al
cuerpo, en situaciones tan diversas como la búsqueda de trabajo, y la búsqueda del
amor. De este modo, la otredad se transforma en un aspecto cardinal. La mirada real del
otro, de la pareja, de amigos, o de “la gente”, sus palabras al pasar, y sus juicios respecto
al propio cuerpo (expresados como piropos, como requerimientos, como opiniones,
como condenas); más una mirada imaginaria, un otro introyectado, lo que el sujeto cree
que los otros sienten, opinan, juzgan, así como la imagen del espejo vista por él mismo
(que es la imagen que él cree ven los demás), configuran la existencia del cuerpo como
un otro, y como un objeto. Y como este objeto, muchas veces no corresponde con el
modelo, o no corresponde con lo que el sujeto siente que es o que debiera ser, se
experimenta como un otro ajeno.
El esfuerzo del sí mismo, entonces, expresado en las técnicas de moldeamiento,
modificación y control, radica en domar este otro ajeno, intentando recuperarlo. El self
se resiste a lo dado, a aquello que se vuelve ajeno (a la ajenidad experimentada en
relación al cuerpo, su valor y su destino) y busca imponer su voluntad, intenta imponer
su deseo, que es al mismo tiempo el deseo del otro, pretende reapropiarse de lo que ha
perdido, triunfar sobre lo dado.

163
¿Qué dicen de la cirugía plástica (la suya tanto como la cirugía en general)?
Lo dicho por los entrevistados acerca de la cirugía se entrelaza y se completa con
lo no dicho, con las voces implícitas a las que los sujetos responden al hablar de la
cirugía. La cirugía se presenta, entonces, como una práctica ambivalente que condensa
variadas posiciones respecto a lo que el cuerpo es y, por lo tanto, a cómo se lo puede
vivir, considerar, valorar, tratar, moldear, intervenir. Desde una perspectiva en que la
cirugía se constituye como un práctica natural de construcción del cuerpo (y de uno
mismo por añadidura), o de auto mejoramiento o self enhacement homóloga a otras
técnicas como el maquillaje, el fitness, el “autocuidado”, el desarrollo personal, hasta
una perspectiva donde la cirugía es vista como un castigo al cuerpo, una expresión de
vanidad (un pecado por ende) o superficialidad, un bien de consumo, un lujo.
Aún cuando los procesos de toma de decisión y los motivos para operarse son
variados y complejos, la cirugía es vista como una cuestión personal, mediada por la
posibilidad económica de acceder a ella, es decir, predominantemente aparece como un
asunto pertinente a la voluntad personal y al consumo.
En un contexto más amplio, la tensión asociada al cuerpo cuando es aguda hace
aparecer la cirugía como una forma de resolución, como una salida. La forma que
adquiere la decisión de operarse, repentina e impulsiva, y el éxtasis postoperatorio
hablan de este carácter resolutivo de la cirugía plástica en la que opera como una acción
de descompresión, que pretende resolver esta tensión, silenciar las voces que asedian al
sujeto, triunfar sobre lo dado y readueñarse de algo de si que ha sido experimentado
como extraño. La cirugía es una operación que resuelve la tensión afectivamente, no la
soluciona desde el punto de vista cognitivo o zanja las diversas opiniones al respecto.
No define una sola posición, sino solo silencia –al menos momentáneamente- las voces,
otorgando una vivencia afectiva de éxito, de triunfo, una experiencia de resolución.
¿Qué motiva a los protagonistas a someterse a una cirugía plástica? ¿Cómo
se construye esa motivación? ¿Cómo se relaciona esa motivación con demandas
culturales? ¿En que escenarios o situaciones cotidianas se experimentan dichas
demandas? ¿Cómo se relaciona esa motivación con las ofertas culturalmente
disponibles para satisfacerla?

164
No se puede hablar de una sola situación de cirugía plástica. Este estudio muestra
que la experiencia subjetiva del cuerpo en nuestros días está plagada de variabilidad y
escapa a una explicación total desde el marco existente. Los modelos ideales son
variados (y plásticos), las imágenes del cuerpo, en general y del propio, son también
variadas, las demandas sociales sentidas en relación al cuerpo, las motivaciones para
operarse, las formas de ver y valorar la cirugía estética. Todas son variadas. Hay
múltiples puntos de partida y múltiples puntos de llegada en trayectorias vitales que
comparten la tensión, el deseo de control, la intención de resolverla y la experiencia de
resolución. Los significados y las vivencias son diversos. No obstante, se pueden extraer
varias conclusiones respecto a las motivaciones para operarse.
Para comenzar, la sola existencia de la cirugía plástica (una oferta cultural)
contribuye a la construcción de la motivación para operarse: como si la existencia de la
solución creara el problema (o la necesidad o deseo de operarse). Podría pensarse que
así es también, con otras prácticas (ir al gimnasio, hacer dieta, “cuidarse”) que
constituyen ofertas culturales para moldear el cuerpo mediante la voluntad y el hábito.
Las motivaciones que aluden los entrevistados en sus relatos son diversas, sin
embargo, se pueden sintetizar en el deseo de ajustar el cuerpo a cómo el self desea ser o
siente que es. Esta “macro motivación” puede ser presentada en términos más o menos
positivos, y asociada a valoraciones más o menos positivas. En un polo se encuentra la
motivación de construirse a uno mismo (para ser más mujer, por ejemplo) o resistirse al
deterioro, en el otro polo se puede encontrar motivaciones como responder a las propias
carencias (inseguridad, baja autoestima), complacer a otros o dejarse llevar por la
vanidad o la superficialidad.
En el trayecto desde la molestia con el propio cuerpo hasta la decisión de
operarse varios elementos van jugando su respectivo papel. Cada caso es particular, sin
embargo, se puede apreciar la influencia de las demandas sociales para ajustarse al
modelo ideal de cuerpo.
Las demandas hacia el cuerpo aparecen asociadas a los medios de comunicación
de masas, particularmente la televisión. Pero con mayor énfasis, aparecen asociadas a
entornos íntimos (la pareja, los hijos), micro sociales o cercanos (los amigos), y sociales
más lejanos (conocidos, el ámbito laboral, la vida social). En estos escenarios la

165
demanda se hace sentir explícitamente en la conversación (incluso a través de los
piropos), y a través de la mirada o juicio ajeno (real o imaginado). En el ámbito laboral
se experimenta como una ventaja de aquellos que se acercan al modelo ideal.
Cada sujeto se relaciona de manera diferente con estas demandas –puede pescar
o no pescar- así como se relaciona de modos diferentes con el propio cuerpo a lo largo
de la vida (puede ir asumiéndolo, por ejemplo, o moldeándolo mediante prácticas). En
esta historia, el propio juicio y el juicio ajeno (real o imaginado) son gravitantes
respecto a cómo el propio cuerpo es apreciado, también la forma en que cada cual se
compara con el resto y compite con los demás.
Como se dijo, la motivación a operarse se relaciona con la forma en que cada
individuo se relaciona con las demandas y con el (los) modelo (s) ideal (es) de cuerpo.
En muchos casos, no obstante, aun cuando se reconoce la existencia de demandas
sociales hacia “la gente”, los sujetos no las sienten sobre ellos mismos. Más aún, pueden
sentir las demandas y no reconocer la relación entre ellas y la decisión de operarse. Es
decir, la decisión de someterse a una cirugía estética se sostiene siempre como un asunto
de la mayor independencia, como una decisión autónoma, libre y de índole personal que
podría sintetizarse en la expresión “yo me opero porque yo quiero”.
La cuestión de la autonomía y de la agencia en relación a la cirugía plástica es de
suma relevancia y fue abordado en la discusión, sin embargo, está lejos de esclarecerse
en esta tesis. Es evidente que no porque los sujetos digan “lo hago yo”, “lo hago por
mi”, “nadie influye en mi decisión”, están libres de influencia. Como se vio, la otredad y
la ajenidad juegan un papel fundamental en la relación con el propio cuerpo y, por ende,
en la cirugía estética. Si estas circunstancias son de alienación o no, escapa a las
posibilidades de esta tesis afirmarlo, aunque queda claro que el problema es mucho más
complejo de lo que autoras como Davis han planteado: no se trata tan solo de un asunto
de polaridades, con la “docilidad alienada” en un extremo, y la agencia y libertad, en el
otro.
¿Cómo es el proceso de someterse a una cirugía plástica desde el punto de
vista de los pacientes? ¿Cómo es el proceso de tomar la decisión? ¿Experimentan
algún tipo de presión proveniente del entorno social?

166
El proceso de “incubación” o “gestación” de una cirugía –por llamarlo de algún
modo- es, en general, largo pues involucra toda la trayectoria y los procesos reflexivos
en torno a la molestia con el cuerpo. Este proceso es, además, profundamente complejo,
multivocal y dialógico, pues en él se hacen presentes voces o posiciones del más diverso
tipo: voces materiales e imaginarias, voces específicas (de familiares, personas cercanas
y no tan cercanas, de personas apenas conocidas) y voces inespecíficas, más o menos
generalizadas, discursos disímiles acerca del cuerpo y de la posibilidad de intervernirlo.
En este trayecto se produce un diálogo o negociación entre estas voces o discursos, un
proceso de argumentación y contraargumentación, que bien puede ser llevado a cabo
materialmente, entre el entrevistado y algunos sujetos que lo rodean, o bien puede ser
predominantemente un proceso dialógico “interno” o “a solas”, consigo mismo y las
voces que lo habitan.
El proceso de tomar la decisión, por el contrario, es de acuerdo a los relatos
recogidos en este estudio, más bien apresurado, irreflexivo e impulsivo. Muchas veces
desinformado respecto a cuestiones de riesgos, condiciones de seguridad, de salud, etc.
Podría pensarse que este paso tiene estas características precisamente por la
multivocalidad del proceso que le antecede, como si fuera una suerte de “¡shhhhhht!”,
como si el sujeto necesitara hacer callar la multitud de voces con un solo gesto, una sola
palabra.
El tránsito por la cirugía es descrito de manera detallada por los entrevistados y
cada cual expone sus propias experiencias, sin embargo en la mayoría, la narración
carece de carga afectiva importante. Algunos aspectos que se pueden relevar de los
relatos son los siguientes. Inmediatamente antes de la operación, en algunos casos, las
personas experimentan miedo, pero él no es motivo suficiente para cambiar de opinión y
arrepentirse de someterse a ella. Durante la operación, el momento en que el cirujano
raya o manipula el cuerpo para saber dónde cortar, dónde rebajar, dónde succionar, etc.
aparece como una experiencia negativa, chocante incluso, en que el sujeto se impresiona
de la objetivación de su propio cuerpo, de la visión de sí mismo como un simple
“pedazo de carne”. Después de la operación los relatos giran en torno a las molestias
físicas o la ansiedad que provoca conocer el resultado. Llama la atención la poca
importancia que tiene el dolor en el relato. Salvo en el caso en que la operación era

167
reciente, los entrevistados, en general, no se refieren de manera significativa al dolor
físico que experimentan al despertar de la anestesia o incluso semanas después. No hay
que tener imaginación para darse cuenta que estas operaciones duelen y mucho. Basta
ver el estado en que queda el cuerpo inmediatamente después de cualquiera de estas
intervenciones 22 : inflamado, morado, deformado; o conocer en qué consiste cualquiera
de ellas (quebrar hueso y limarlo, cortar cartílago, separar la piel de los músculos, tirar
de los músculos y recogerlos hacia atrás, cortar y coser piel, moler grasa que está
endurecida e incrustada sometiéndola a golpes continuos para separarla de la piel y de
los músculos, licuarla y succionarla, etc.). Cuesta comprender que esta experiencia tenga
tan poco protagonismo en la narración. Podría pensarse, entones, que sufre algún tipo de
“borramiento” (como los procesos de borramiento del cuerpo de Le Breton) o bien que
se vuelve insignificante en contraste a la ganancia que trae la cirugía.
Sería interesante en el futuro ahondar, investigando clínica y teóricamente, en el
estatuto psíquico de este borramiento, incluso en el olvido de la cirugía misma, de sus
consecuencias físicas, la imagen del cuerpo pasada o la que se tendría sin haberse
sometido a una intervención.
¿Cuáles y cómo son los cambios que relatan experimentar luego de una
cirugía plástica? ¿Cuál es su relación con las transformaciones percibidas en su sí
mismo y en su cuerpo? ¿Cuáles son las consecuencias de todos estos cambios que
aparecen en la narración?
La cirugía trae cambios en el cuerpo, obviamente, y según los sujetos del estudio
estos cambios generan cambios psicológicos o emocionales. Los cambios van desde que
le cambie la personalidad, sentirse otra persona (más extrovertida, o más dulce), hasta
simplemente, el aumento de la autoestima y la seguridad, lo que va ligado con sentirse
más atractivo. La cirugía puede derivar en que la persona se sienta más alegre y con más
ímpetu y que sienta que se sacó un peso de encima.
En el relato de los entrevistados, la operación también trae consecuencias
relacionales y conductuales: refuerza las conductas de autocuidado, permite tener
ventajas en la competencia en comparación con los cuerpos del mundo circundante, lo

22
Puede hacerlo viendo cualquiera de los programas de televisión sobre cirugía.

168
que implica “subir en el ranking de cuerpos”, lo que a su vez permite, además, aspirar a
una pareja físicamente más atractiva.
La cirugía por si sola genera reacciones en los demás, desde la aceptación y el
apoyo, hasta la curiosidad y la envidia. Las reacciones que produce el nuevo cuerpo
operado en el entorno involucran una mayor atracción sobre el sexo opuesto, llegando
en el extremo al asedio sexual. Cabe aclarar que se trata de las reacciones que los
entrevistados relatan, es decir, es la percepción de los protagonistas respecto a lo que
sucedió en el medio posteriormente a su operación.
En los relatos de los entrevistados se pueden distinguir consecuencias de haberse
operado que se relacionan con la misma cirugía, por ejemplo, secuelas como las
cicatrices. Otras consecuencias en relación con la cirugía, se refieren a cómo la cirugía
se experimenta o vive a posteriori, y a la posición que el sujeto adquiere con respecto a
ella. En algunos casos, la cirugía se integra, se asume, incluso se olvida, en otros, la
cirugía no se integra totalmente, muy por el contrario, por ejemplo en el caso del
aumento mamario el implante de silicona puede sentirse siempre como un ente ajeno. La
cirugía también puede ser ocultada, lo que transforma el tema de haberse operado en un
tabú y, por ende, su revelación, en una especie de confesión.
Otra consecuencia posible de la cirugía es el arrepentimiento. Las razones para
arrepentirse son diversas. La más sencilla es que el cuerpo nuevo produce nuevas
molestias. Razones más profundas y complejas se relacionan con un proceso de
resignificación de la cirugía, luego del cual el arrepentimiento se da por efecto de un
cambio valórico y de perspectiva.
Por último, puede reconocerse en las entrevistas como consecuencia de la
cirugía, un proceso de naturalización de la cirugía, en el que comienza a ser vista como
un procedimiento muy normal, muy común y extendido. Y en ese mismo sentido, puede
haber un cierto “enviciamiento” (en las propias palabras de los entrevistados) con los
procedimientos cosméticos. No es raro que la personas que se operan digan que, dado un
escenario particular (poder pagarlo, sentirse deteriorados en la vejez, etc), volverían a
hacerlo.
¿Cómo se expresa la dialogicidad o multivocalidad en el relato de estos
sujetos? ¿Qué voces pueden distinguirse en la narración de los informantes después

169
de la cirugía plástica (familia, clase social, grupo etareo, etc.)? ¿Hay voces
explícitas e implícitas que hablan a través de su narración? ¿Existen diferentes
perspectivas en el mismo sujeto respecto a su cuerpo y a la cirugía plástica,
producto de las cuales se darían diálogos, negociaciones, reflexiones? ¿Cómo son?
En términos generales, la dialogicidad descrita para el sí mismo se expresa aquí a
través de la presencia de diferentes tipos de voces que son articuladas para expresar
posiciones diversas con respecto al cuerpo y a la cirugía, demandas sociales, etc. Hay
múltiples voces que pueden distinguirse en los relatos. Ellas van desde voces explícitas:
la pareja, los hijos, los amigos, la gente, hasta voces implícitas que acarrean imágenes y
discursos relativos al cuerpo. Estas voces también varían en su grado de generalización
o especificidad, desde las más específicas (“mi marido dice…”), hasta las más
inespecíficas (“dicen…”; “la gente dice…”), variando con ello el grado de ajenidad,
cuando se incorporan voces más cercanas al sentido común, al cliché (“luchar contra la
naturaleza”; “la buena presencia”).
Evidentemente, hay puntos de vista diversos dialogando en cada sujeto – aún
después de operarse- respecto a lo que el cuerpo es, a cómo se vive, a lo que es la
cirugía, a lo correcto/incorrecto, legítimo/ilegítimo, válido/no válido de operarse. En
algunos casos, las voces ajenas son traídas a los relatos para encarnar alguna posición
divergente a la del entrevistado, otras veces son usadas para afirmar el propio punto de
vista.

Nuevas formas de relación y prácticas corporales han ido proliferando a los largo
de los siglos XX y XXI. Ciber-cuerpos, super trasplantes (¡trasplantes de cara!),
modificaciones corporales y cirugías cada vez más desafiantes de los límites de lo dado
aparecen, se instalan, se debaten y se naturalizan. Se esperaría que la investigación
acerca de estas nuevas expresiones de lo humano vaya aumentando y complejizando sus
métodos y hallazgos. Esta es solo una puerta de entrada a un escenario que -ante
nuestros ojos- crece a pasos agigantados.

170
Referencias

171
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PostScriptum: pensamientos finales

179
La cirugía estética ¿una práctica médica?

Desde que comencé a hacer esta tesis me he puesto en contacto con el tema de la
cirugía cosmética y me he visto obligada a leer los artículos de revistas populares, a
poner atención en las caras y cuerpos de los demás, escuchar historias de personas, de
sus parientes, de sus amigos.

Después de varios años, me pregunto qué lugar ocupa la cirugía plástica como
práctica en nuestra sociedad. Claramente no el lugar de una práctica médica. Hay
muchas diferencias entre la práctica médica común y la cirugía estética, que se reflejan
en el lenguaje y también en las conductas.

Desde el punto de vista de la definición académica ya encontramos diferencias.

Los doctores Jorge Quintana, Jorge Flores, y María Acosta (2003) 23 nos
recuerdan algunas definiciones de medicina: la de Hipócrates del siglo V a.c. como el
“Arte de curar las enfermedades por su contrario y de seguir el camino por el cual cura
espontáneamente la naturaleza”; la del Diccionario terminológico de ciencias médicas
(Salvat, 1976) como el “Arte y ciencia de tratar las enfermedades especialmente las
internas”.

El Dr. Raúl León-Barúa 24 agrega que contribuciones más recientes (Bernard, C.


1944) 25 relevan dos objetivos de la medicina "conservar la salud y curar las

23
Quintana J., Flores J. , Acosta M. (2003) ¿Por qué resulta útil una buena definición de
medicina?. Humanidades Médicas, Vol 3, No 8, Mayo- Agosto del 2003
http://www.revistahm.sld.cu/numeros/2003/n8/art/06.htm
24
León-Barúa, B.(2002) Revista Diagnóstico, vol 41, n°2, marzo-abril 2002
http://www.fihu-diagnostico.org.pe/revista/numeros/2002/marabr02/80-82.html
25
Bernard, C (1944). Introducción al estudio de la medicina experimental. Versión de J.J.
Izquierdo. Buenos Aires. Emecé Editores, S.A; 1944:11.

180
enfermedades" y él mismo afirma que “la medicina debe buscar no sólo prevenir las
enfermedades sino conservar y hacer más completa y radiante la salud de los seres
humanos”. Y añade que en el caso de las enfermedades que la medicina no puede curar
radicalmente, como es lo ideal, debe por lo menos intentar aliviar y hacer más tolerables
los síntomas que ellas conllevan. Considerando lo anterior, propone una definición
corregida para la medicina como "la disciplina y actividad que busca conservar y
enriquecer la salud y curar o aliviar las enfermedades". Quintana, Flores y Acosta
(2003) coinciden y proponen como la definición más acertada la del Dr. Arturo Sánchez
Hernández, especialista de primer grado en MGI, como la “Ciencia y arte de curar,
prevenir y aliviar enfermedades, así como promover la salud”.

Y ¿cuál es la definición de Cirugía Plástica?

Según la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica, Reconstructiva y Estética


(SCCPRE), “la Medicina tiene por objetivo, no solo preservar la vida, sino también
aliviar el sufrimiento y mejorar la calidad de esa vida”. Definen la Cirugía Plástica
como “la especialidad de la Medicina, que trata los defectos que afectan la apariencia
del individuo y comprometen también la función del segmento corporal afectado. Su
función es completar lo que la naturaleza omitió, por causas que, muchas veces,
permanecen en los misterios de la genética; y así mismo, reparar las deformidades
resultantes de un accidente, de una enfermedad o de sus tratamientos”. Ella reconoce
dentro de la Cirugía Plástica, dos grandes áreas:
1.-La Cirugía Reparadora o Reconstructiva, que trata deformidades congénitas o
adquiridas de cierta magnitud o grado patológico, y que generalmente producen
limitaciones funcionales (labio leporino, secuelas cicatrizales de quemadura, pérdidas de
sustancia por resección de tumores o accidentes, malformaciones auriculares). La
Cirugía Reparadora procura restablecer la normalidad ausente.
2.-La Cirugía Estética o Cosmética, se ocupa de corregir defectos más sutiles, ya
sea constitucionales (jiba nasal) o producto de procesos naturales (envejecimiento facial,
calvicie). La Cirugía Estética pretende sobrepasar la normalidad presente, para acercarse
a la belleza y la perfección.

181
En resumen la medicina, es un arte, una ciencia y una disciplina que:
-cura, previene y alivia enfermedades
-promueve la salud

Según la SCCPRE:
-alivia el sufrimiento y mejora la calidad de vida
Y su rama de Cirugía Plástica:
-trata los defectos que afectan la apariencia y/o comprometen la funcionalidad.

En la Cirugía Plástica Reconstructiva, es evidente que en la mayoría de los casos


como está comprometida la funcionalidad de un órgano o segmento corporal, una
intervención previene nuevas enfermedades, repara deformidades, restaura las
funciones.

La Cirugía Plástica Estética (exclusivamente cosmética), no obstante, no solo no


cura enfermedades sino que tampoco trata con los defectos (en el sentido de daño,
carencia o falla), ni con la anormalidad (en el sentido de la irregularidad, la anomalía).
Es normal envejecer, es normal tener una nariz protuberante, es normal tener un poco de
panza después de cierta edad y de celulitis…Sin embargo, como muestra el registro de
la observación del Salón Internacional de Cirugía Estética, Reconstructiva y
Cosmetología, procesos de transformación normales, esperables, que les suceden a todas
las personas, son tratadas como anormalidades, como alteraciones, como enfermedades.

Cito algunos extractos de las palabras de un connotado cirujano en la segunda


conferencia a la que asistí que trataba sobre Lifting facial, subrayando lo que me parece
destacable:

1.- “Este procedimiento sirve para elevar la piel caída, que les pasa a todas las
personas. Se pierde turgencia.”

182
2. - “Hay que ir a estructuras más profundas [los músculos] para producir un
gran cambio”
3.- “Técnicas mínimamente invasivas o conservadores no bastan. Si hay
cambios profundos hay que hacer intervenciones a nivel profundo [se refiere a tirar los
músculos y no solo retraer la piel]”.
4.- “Hay que hacer…”. “No basta con hilos tensores, no basta con bótox,
después de los 45 años, hay que [operar]…”.
5.- “(…) estos cambios [los que suceden en la cara después de los 45 años] son
consecuencias de alteraciones en el tejido profundo, por la gravedad, el aumento de la
grasa…”.
6.- “Los pacientes de más de 45 años tienen alteraciones anatómicas mayores,
cambios estructurales”
7.- “La gravedad [la fuerza de gravedad] produce trastornos y los trastornos
hay que tratarlos”

Esta forma de hablar acerca de los cambios que suceden en el rostro con la edad
me parece objeto de análisis. En la primera expresión, el cirujano dice que la pérdida de
turgencia y la caída de la piel es algo que les pasa a todas las personas, es decir, algo
normal, esperable. Sin embargo, en las expresiones 5, 6 y 7, las llama alteraciones y
trastornos, palabras que usamos para aludir a enfermedades, anormalidades, daños. En
las expresiones 2, 3 y 4, se refiere al Lifting facial (la retracción de la piel y
levantamiento de los músculos de la cara) como algo que hay que hacer para
contrarrestar estas alteraciones anatómicas mayores (6), como si fuera perentorio, como
lo son las cirugías para extraer un cáncer.

Probablemente otros casos como tener pechos pequeños o la nariz


tremendamente grande, sean calificados por los médicos de la misma manera, con
palabras que denominan esos hechos como si fueran una alteración. Y claramente no lo
son.

183
Siguiendo con el análisis discursivo, ¿cómo nos referimos al hecho de
someternos a una cirugía plástica? Decimos “me arreglé la nariz”, “me puse
pechugas”, “me saqué los rollos”. Nadie se refiere así a otro tipo de procedimiento
médico, nadie dice “me saqué un tumor”, o “me puse una prótesis de cadera”. Es una
forma de expresarnos que invisibiliza la acción del cuerpo médico en el proceso y
deposita la agencia en el Self. Y los datos de esta tesis sugieren que la única excepción a
dicha forma de hablar se da cuando se describen aspecto mecánicos o técnicos o cuando
la cirugía sale mal, en cuyo caso volvemos a la forma usual de “me pusieron mal los
implantes” ya que la acción médica adquiere relevancia.

Esto se relaciona con una tercera diferencia entre medicina y cirugía estética,
cuando un paciente va al doctor lo hace por que tiene una molestia, un dolor, porque
observa que algo no funciona como debiera. Hasta aquí pacientes de cirugía cosmética y
medicina general no difieren. Una vez que están en la consulta, el paciente común hace
eso, CONSULTA al médico qué es lo que tiene, qué le pasa y luego, qué debe hacer
para sanarse. Es decir, deposita en el médico el saber experto respecto al diagnóstico y a
la prescripción, por eso es llamado paciente, porque delega en otro la responsabilidad (lo
que no siempre es muy recomendable, pero eso es materia para otra reflexión). El
paciente del cirujano plástico, por el contrario, no es paciente, es agente. Viene a
demandar un servicio, a solicitar una intervención particular (“Me molestan los rollos.
Quiero hacerme una liposucción”, “Quiero operarme la nariz”, “Me quiero poner
pechugas”). Usualmente no le interesa la opinión del médico, más que en aspectos
menores (la talla del implante, por ejemplo), y si el doctor no estuviera de acuerdo con
hacer el procedimiento simplemente acudiría a otro que sí estuviera dispuesto a operar.
El paciente de una cirugía estética es agente de su operación, él decide y en el proceso,
el papel del médico es invisibilizado. El paciente de una cirugía mayor por motivos de
salud no está enfermo por su propia voluntad y experimenta su intervención quirúrgica
como imperativa, sin embargo, operarse también pasa por su propia decisión,
perfectamente podría negarse a hacerlo. En este caso el proceso es al revés, la decisión
del paciente es invisible.

184
Una cuarta diferencia se refiere a la difusión. Durante mucho tiempo miré las
revistas para mujeres que traen dos de los principales diarios de Chile: Mujer y Ya. Un
porcentaje muy importante de su publicidad (posiblemente más de la mitad) es de
cosmética y cirugía plástica. Avisos de un tercio, media y una página entera que
promocionan centros o clínicas donde hacerse procedimientos quirúrgicos y no
quirúrgicos, con fines estéticos. A nadie le sorprende, es una realidad totalmente
naturalizada en nuestros días, pero también es material de análisis. ¿Se imagina abrir
una revista y encontrarse con una aviso que dijera “¿Tiene cáncer? ¡Venga, opérese con
nosotros!” o “Curamos la bronquitis más rápido que nadie” o “Si su cadera se quiebra
¡tenemos las mejores prótesis!” Es impensable. Sin embargo, sí nos encontramos con
esa realidad, cuando las clínicas de cirugía estética se promocionan en las revistas para
mujeres.
Estos son algunos de los avisos que se encuentran en las revistas:

185
Por último, y quizás el aspecto más confuso,
es el énfasis que se pone en lo Natural. A mi padre le
operaron las válvulas del corazón para que
cumplieran mejor su función y nadie le dijo que
quedarían igual que naturales. No obstante, en la publicidad de centros de cirugía
estética y en el discurso de los cirujanos es central la promesa de que el resultado de la
operación será natural. Que la cirugía no se notará.

Lo señalado hasta aquí habla por si solo. Nos habla de dos lógicas distintas, de
dos discursos diferentes, de dos prácticas sociales que ocupan lugares totalmente
diversos en el mundo social. Y la falta de límites y de distinciones conlleva bastante
confusión, y acarrea problemas para pacientes y para médicos.

¿La cirugía plástica ayuda a las personas? Muchas veces sí. ¿El problema de esas
personas es una enfermedad, es un problema físico? No. Su sufrimiento se debe a la
relación con su propio cuerpo, no a que este tenga una disfunción o deformidad. Su
malestar se debe a los sentimientos de disconformidad respecto a su apariencia, a los

186
pensamientos intrusivos y persistentes respecto a aquello que ven como el origen de sus
problemas. A los problemas en las relaciones sociales que esto les acarrea. A una forma
de ver la vida en que las personas valen y merecen amor según su capacidad para ganar
la competencia de rostros y cuerpos en referencia a un Modelo Ideal. ¿Es incorrecto o
antiético modificar el cuerpo o alguna de sus partes para ayudarlos a quererse más, a
estar más contentos consigo mismos? No lo creo. Por eso creo que la cirugía plástica va
más en la línea de las prácticas de mejoramiento del sí mismo como lo son la autoayuda,
los talleres de crecimiento personal, las consultas de asesoría de imagen, etc. Lo que
creo es que esa alternativa debe ir de la mano con una evaluación y un tratamiento
psicológico, ya que es en la psique donde está el problema, no en el cuerpo.

Según la misma Sociedad Chilena de Cirugía Plástica, Reconstructiva y Estética


“Muchos defectos de la apariencia tienen repercusión psicológica y emocional de tal
magnitud que cobra mayor relevancia que el mismo defecto”. Por lo tanto, los pacientes
deberían ser evaluados para discriminar las personas que sufren de Trastornos
Dismórfico Corporal, Depresiones y Trastornos Obsesivos, para saber si sus
expectativas son razonables, para distinguir los casos en que la cirugía ayudaría de los
que no (en los que el malestar pasaría de una cosa a otra). Y deberían ser atendidos
psicológicamente, porque no todos los conflictos se acaban con la operación –aun
cuando resulte bien- y a veces los cambios pueden ser profundos, por lo tanto se
requiere de acompañamiento y asesoría profesional.

En muchos campos la psicología trabaja de la mano con la medicina. Incluso en


campos como la traumatología la psicología ha probado ser importante para tratar dolor
crónico y otras molestias. ¿Por qué no en éste donde parece tan obvio? Probablemente,
los médicos estén protegiendo su negocio, sin embargo, se encontrarían con menos
quejas de pacientes insatisfechos y con menos demandas.

Por último, creo importante apuntar a las características que tiene la toma de
decisión de una cirugía plástica. En general, se trata de un proceso desinformado,
apresurado e impulsivo, que incluso puede llegar a suceder en la misma primera

187
consulta. Es inducida por el médico que plantea las virtudes de una intervención y que
no explicita en detalle de los riesgos que implica. Me pregunto: si no existe ningún
apuro en realizarla y es una operación irreversible ¿por qué no tomarse el tiempo para
explicar con detenimiento de qué se trata el procedimiento, cómo es el postoperatorio, y
cuáles son los riesgos (no simplemente decir “los de toda cirugía”)? ¿Por qué no darle al
paciente un tiempo de espera y una aproximación a la experiencia de otros operados
para que tome una decisión más responsable?

188

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