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BOCCHERINI

En el vasto proceso de revaluación musical del siglo pasado, es un caso aparte el de

Luigi Boccherini. Cuando hablamos de "revaluación musical", aludimos a todo ese

movimiento estético que ha devuelto a la luz la gloria inmensa de la música antigua,

y que, en lo que concierne a muchos compositores del siglo XVII por lo menos, ha

sustituido el veredicto anterior de "frialdad" y "frivolidad decorativa" por una real

apreciación de su estilo exaltado, de su dramática humanidad y de su nobilísima

discreción. Todo lo que los impulsivos espíritus del romántico siglo XIX detectaban

en el compositor de doscientos años atrás como ligereza, afectación y galantería,

se nos revela ahora como una enorme capacidad de invención, pureza de imaginación

y lucidez extraordinaria de discurso. El siglo XX fue la era a la cual le estaba

reservada la comprensión de los siglos XVI y XVII.

Pero aún con estos nuevos descubrimientos, el sino de Luigi Boccherini ha sido

bastante dificultoso. El éxito sólo mediano que conoció durante su vida, el hecho de

haber vivido tanto tiempo en España, un país donde no existían en aquella época

editores importantes ni organizaciones musicales regularmente establecidas, las

apreturas económicas que le atribularon, forzándolo a veces a realizar a toda prisa

infortunadas ventas de sus manuscritos, todo ello ha creado enorme confusión en

el repertorio del maestro. Las obras todavía inéditas de Boccherini deben ser casi

tan numerosas como las ajenas que le son atribuidas y, probablemente, como las

que se acreditan a otros no obstante ser en realidad de Boccherini.

Hasta la misma biografía del gran artista permanece en una relativa oscuridad.

Había nacido en Lucca el 19 de febrero de 1743, y murió en Madrid el 28 de mayo

de 1805, estudió violonchelo y composición en Roma, y a una edad muy temprana se

le reconocía ya la posesión de un talento excepcional de virtuoso y de genio como

compositor. Luego de una serie de giras de conciertos por el Norte de Italia,

Boccherini, que había trabado estrecha amistad con el violinista Manfredi, decidió
dejar la casa paterna para ir a probar fortuna en compañía de éste. En 1768, los

dos músicos lucenses se hallaban en París, donde se veían muy festejados por los

amantes a la música; muy poco tiempo después partían con rumbo a España. Y fue

allí donde Boccherini compuso la mayor parte de su gloriosa producción, donde

soportó también los mayores sufrimientos, y donde al cabo, concluyó sus días.

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