GERARDO F.
SANTAMARÍA/Psicólogo
“Todos los humanos aplicamos inconscientemente extinciones,
recompensas y castigos, más o menos implícitos”
JAVIER SALVADOR
Psicólogo y psicoterapeuta de orientación psicodinámica, Gerardo Fernández Santamaría nos
habla abiertamente sobre el conductismo, teoría en la cual nos centramos. Actualmente, nuestro
entrevistado es el tutor de las prácticas psiconalistas formativas de la Universidad de Valencia.
Pregunta: Centrándonos en nuestro
tema, ¿Cree en el conductismo como
(orientación psicológica) válido(a) y
apto(a) para el aprendizaje en
humanos?
Respuesta: Si empleamos el
término “aprendizaje”, sin duda la
terapia de conducta sería la
orientación más aconsejable. De
hecho, a mi entender la
administración de refuerzos ha
demostrado ser una herramienta muy
eficaz, por ejemplo, en la educación
infantil temprana. Esto no quita para
que, por sí sola (sin el apoyo de
técnicas más cognitivas, o de tercera
generación), el conductismo se
acerque más al “entrenamiento” o al
“adiestramiento” que al propio ámbito
educacional.
P: Entonces, ¿Está usted de acuerdo
con la aplicación de terapias de rasgos
conductistas en personas?
R: ¿Por qué no? Aunque no
olvidemos que (pese al inicial
desconocimiento) es el propio
paciente quién elige al terapeuta y
a la orientación que le sirve de
base clínica. Conozco a mucha
gente que le ha ayudado una
terapia de corte conductista,
conozco a mucha otra que le ha
parecido fría e ineficaz… Las
orientaciones (más allá del
paradigma que impere en una
década en cuestión) no son más
que formas de aproximarnos al
problema o a la sintomatología
(conjunto de síntomas de una
enfermedad) del paciente.
P: Entre las principales críticas
recibidas a esta corriente
(conductismo) recogemos:
a. Ignora la consciencia,
los sentimientos y
estados de la mente.
b. Descuida la dotación
innata y el papel del
sistema nervioso.
¿Está de acuerdo en ambas?
R: No, no estoy de acuerdo con
que el conductismo ignore la
consciencia (de hecho lo que
rechaza es el ámbito
inconsciente), y tampoco quiero
creer que ningún buen terapeuta
de conducta subestime el ámbito
afectivo de su cliente.
En cuanto a la dotación innata y al
papel del sistema nervioso,
paradójicamente es precisamente
el conductismo quién mejor ha
sabido hermanarse a las corrientes
biologicistas. Pese a ello, bien es
cierto que Watson, por citar un
ejemplo paradigmático, confiaba
quizá en exceso en la ontogénesis
(proceso evolutivo dentro de una
especie) y en el aprendizaje o
extinción de conductas por
métodos manipulativos:
P: ¿Aplica algún tipo de terapia
que tenga relación con el
conductismo en sus pacientes?
R: En casos muy puntuales, como
herramienta coadyuvante a algún
incidente relacionado con estrés
post-traumático (por poner un
ejemplo), sí aplico alguna técnica
relacionada con la
desensibilización sistemática. En
cualquier caso, debo admitir que
mi orientación teórica dista
sobremanera del enfoque
conductista clásico.
P: En caso afirmativo, ¿Lo realiza
de forma íntegra o parcial?
R: Siempre de un modo muy
puntual.
P: ¿Tiene usted constancia de la
aplicación de alguna de estas
terapias anteriormente nombradas
por parte de la psicología actual
en rasgos generales?
 R: Sí, aún existen numerosas
escuelas de profesionales que
aplican terapias de modificación
de conducta, basadas en
extinciones, refuerzos, sistemas de
puntos y recompensas (economía
de fichas, etc.…)
P: Habitualmente los experimentos
conductistas se realizan sobre
humanos de poca edad, ¿Influye la
edad del paciente a la hora de
condicionar una conducta?
R: No debería, pero a mi entender
sí lo hace. Particularmente los niños,
y por extensión los jóvenes y
adolescentes, son mucho más
susceptibles de ser condicionados.
Los tiempos de Watson y el
“Pequeño Albert” han quedado
relegados en la historia, pese a
que una parte de la sociedad
aún nos cree capaces de
manipular al más puro estilo de
“la naranja mecánica”
P: ¿Tiene un efecto distinto una
prueba de estas características en un
animal a un ser humano? ¿A qué se
debe?
R: A un nivel clásico
(recompensa-castigo), el
comportamiento de animales y
humanos resulta incómodamente
similar (en lo referente a patrones de
estímulo-respuesta), si bien es cierto
que en los humanos el procesamiento
de la información entre dicho E y la
consecuente R está mediado por toda
una serie de variables cognitivas
difícilmente reductibles.
P: ¿Son para usted las aplicaciones de
“castigos” y “Refuerzos” eficaces a la
hora de moldear una conducta?
R: Como ya he comentado antes,
en clínica infantil difícilmente se
puede incidir en ciertos cambios
sin hacer uso de refuerzos o
incluso de distintas variaciones de
castigo. Pese a ello, abusar de
estas técnicas (muy eficientes a
corto plazo), o incluso de las
recompensas que conlleva un
desempeño extraordinario, aboca
al niño a centrarse más en el
resultado que en el proceso, lo
que es un grave hándicap en el
terreno del aprendizaje.
P: Hay gente que afirma que los
experimentos psicológicos sobre
los humanos son inmorales, ¿hasta
qué grado influye la moralidad de
un psicólogo en estos?
R: Hoy por hoy no se hablaría
tanto de inmoralidad como de
ilegalidad. Los tiempos de Watson
y el “pequeño Albert” han
quedado relegados en la historia,
pese a que una parte de la
sociedad aún nos cree capaces de
manipular al más puro estilo de
“la naranja mecánica”.
Afortunadamente, existe un
código deontológico
PERFIL
Gerardo F. Santamría es
experto en psicodiagnóstico
rorschárico. Actualmente,
compagina su cargo de tutor
de prácticas formativas de la
Universitat de Valencia, la
Universitat Oberta de
Catalunya y la Cámara de
Comercio de Valencia, con el
de profesor de seminarios de
orientación psicoanalítica
desde el año 2003.
.P: ¿Hasta qué grado puede una
persona moldear la conducta del
otro mediante estímulos externos?
R: Objetivamente, sí resulta
relativamente sencillo modelar
una conducta. De hecho, todos
los humanos (no solamente los
psicoterapeutas o psiquiatras),
inconscientemente aplicamos
extinciones, recompensas y
castigos, más o menos implícitos.
Esto no quita que el tópico del
hipnotizador, induciendo
mediante técnicas herméticas
doblegar la mente ajena, no deja
de ser falsa, exagerada. En todos
los casos se necesita del
beneplácito (ya sea consciente o
inconsciente) del sujeto para
poder acceder a dichas
modificaciones conductuales.
El conductismo por sí
solo se acerca más al
“entrenamiento” o al
“adiestramiento” que el
propio ámbito
educacional
P: Pavlov, Watson, Skinner…
¿Cuál cree que es el autor que al
que ves como el verdadero
“creador” de la corriente
conductista? Asimismo, ¿Quién es
el máximo exponente para usted?
R: Bebiendo de corrientes
anteriores, como la reflexología
rusa y los experimentos de Iván
Pavlov y Thorndike, a mi
entender fue Watson el padre del
conductismo como orientación
psicológica. Skinner, por su
parte, amplió su funcionalidad
contemplando el
condicionamiento operante… A
nivel personal, no obstante, me
decanto por las generaciones
posteriores de psicólogos de
conducta, como Charles
Osgood o Albert Bandura, que
servirían de puente entre el
conductismo y el cognitivismo.
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