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Autolavado de cerebro

Me duele que seas tan indiferente. Me parte el alma confiar tanto en ti. Estoy c
ansada de
sentirme tan estúpida todo el tiempo.
Yo lastimo y pido perdón. Tú lastimas y... vuelves a lastimar.
Yo sola me metí en este juego, pero también soy conciente que decido cuándo se termina
. ¿Será que
me gusta sufrir?
¿A alguien puede gustarle sufrir?
Pues ya mismo se transforman estas líneas patéticas y melodramáticas. Ya me cansé de llo
rar,
así que ahora voy a reír. Ya me harté de tu indiferencia, así que de ahora en adelante s
erás la
persona más atenta del mundo. Serás el ejemplo de lo que se debe hacer y de cómo compo
rtarse.
Me harás sentir la persona más especial y sentiré que soy una reina. Me harás feliz con
cada
cosa que hagas, por mínima que esta sea. Volverás a hacerme creer en el amor y en to
do eso que
nos vende la sociedad.
Confiaré nuevamente en ti y creeré cada una de tus palabras, porque nunca me has men
tido ni lo
harías. Eres el hombre perfecto para mí. Serás el padre de mis hijos y te esperaré con l
a cena
lista cuando llegues del trabajo. Luego, me haré la sorda cuando nuestras amistade
s me comenten
que te vieron con otra. Seguro era alguien que se parecía a ti.
¡Qué felices seremos! Hasta que un día, ya de viejitos, despertaré a tu lado, pero tú nunc
a
despertarás. Estarás tan tieso como si hubieses muerto hace días... Habrá dado resultado
.
Maldito viejo, ¡cuánto deseé este momento!

Domingo 11 de julio de 2010.

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