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Buscó una hoja blanca y comenzó a escribir una carta, que sin duda por esos
quejidos de los tiempos, por las horas que en determinados momentos
quieren salir de sus condenas para salvar a las horas que están por venir,
estarían siendo testigo de todo aquello
Querida Loly.
No sabes cuanto me alegra saber que me dices que si. Ahora vuelvo al
recuerdo de aquellos días en que te ví pasar por mi lado sin tener la valentía
para levantar una mano y saludarte. Me alegro de quien soy en este hora,
decirte que me gustas es poco, posiblemente mañana podré sentir la forma
de tu mano y jugar con tus dedos, y delicados y finos.
Reinaldo
Fue extraño lo que pasó, era una cosa como si un soplido vestido con un
humo delgado intentara arroparlo. Reinaldo sonreía eso hizo que todo pasara
al olvido en ese instante, así me lo contaría años después el buen profesor
Luís Aguila. Los dos caminaron juntos por varias cuadras y se fueron
hablando de aquel día, de aquellos tiempos, y de aquellas horas, quedé tan
asombrado de él me comentó, el convencimiento en sus ideas, de lo concreto
en su forma de pensar, no habían pasado tantos años en que Reinaldo corría
detrás de una pelota de plástico en los patios de la escuela mientras yo los
miraba. Sin duda eso me ayudó también a mi, con eso logré vivir tantos y
tantos años en tierras lejanas, tratando de aprenderme otros rostros y de
memorizar otras canciones, sin olvidar las que ya conocía, en esos años de
exilio cada día veía cruzar a Reinaldo el puente Rahue con sus pasos
rápidos.
Las horas que siguieron fueron confusas, cada minuto traía una verdad y
una mentira, cada rostro tenía sus limitaciones y sus pasiones, cada uno
sabía hasta donde podía estar, pero con los que estaban con las horas en la
palma de las manos, esos eran los de más largo aliento
Esa mañana no sonó la campana del Liceo, nadie quería que hablara, podía
ser para estar o irse. Son esos momentos en que las miradas comienzan a
jugar un rol determinante, son los ojos los que de forma desesperada buscan
y buscan en libros de todos los tiempos explicaciones, respuestas porque sin
duda al día siguiente ya será demasiado tarde para tratar de terminar lo que
aquella mañana si era pedido de manera urgente.
Reinaldo se acordó, sabía que llevaba aquella carta que necesitaba que
fuera leída, era también aquello una cosa extremadamente importante en su
vida, Reinaldo caminaba en sus dieciocho años….y Loly también.
Hay que de defenderse le dijo una voz al pasar, Reinaldo lo miró y movió la
cabeza de manera afirmativa, cruzo nuevamente el patio del Liceo, vio detrás
de los cristales de la sala de profesores, el rostro serio de María Eugenia.
Años después por esas casualidades en el libro de clases del Cuarto C, ella
había escrito “Reinaldo se tomó en serio ese cuento y el destino de aquellos,
y de todos los hombres”
Luís Aguila volvió de su exilio, así supimos que la Loly recibió ese beso que
iba en aquella carta. Tenía razón cuando nos contó que a Reinaldo lo había
visto rápido cruzar el puente.