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Dejando aparte todos los méritos o deméritos 1 cos que los dos “apéndices” puedan tener, cada tiene sus limitaciones mds cotidianas. Los datos to dos para “el censo, el mapa y el museo” proceden, in gramente, del sudeste de Asia. En ciertas maneras, region ofrece espléndidas oportunidades para las teq comparativas, ya que abarca zonas antes coloniz, por casi todas las grandes potencias imperiales (Ing terra, Francia, Holanda, Portugal, Espana y los Unidos) asi como el no colonizado Siam. Sin em| queda por ver si mi andlisis, aun si es verosimil para regién, puede aplicarse convincentemente a todo el bo. En el segundo apéndice, el material empirico quejado se relaciona casi exclusivamente con la E pa occidental y con el Nuevo Mundo, regiones sobre cuales mi conocimiento es muy superficial. Pero ahi d bia estar el enfoque, pues fue en estas zonas donde |; amnesias del nacionalismo fueron anunciadas por primera. BENEDICT A Febrero de 1991 I. INTRODUCCION yizd sin que lo notemos mucho todavia, vivirmos una transformacion fundamental en la historia del marxis- oy de los movimientos marxistas. Sus sefiales mas vi- Eples son las guerras recientes entre Vietnam, Camboya China. Estas guerras tienen una importancia histori- ca mundial porque son las primeras que ocurren entre regimenes de independencia y credenciales revolu- cionarias innegables, y porque ninguno de los belige- rantes ha hecho mas que esfuerzos superficiales para justificar el derrame de sangre desde el punto de vista ‘de una teoria mancista reconocible. Mientras que fue ape- nas posible interpretar los choques fronterizos sino-so- viéticos de 1969, y las intervenciones militares soviéticas en Alemania (1953), Hungria (1956), Checoslovaquia (1968) y Afganistan (1980) en funcién del “imperialis- mo social”, la “defensa del socialismo”, etc. —de acuer- do con los gustos— supongo que nadie creera seriamen- te que tales términos sean muy aplicables a lo que ha ocurrido en Camboya. Si la invasién y la ocupacién de Camboya por parte de los vietnamitas, en diciembre de 1978 y enero de 1979, representaban la primera guerra convencional en gran escala librada entre regimenes marxistas revolucio- narios,' el ataque perpetrado por China contra Viemam, en febrero, confirmé rapidamente el precedente. S6lo ' Se escoge esta formulacién sélo para destacar la escala y las con- diciones de la pelea, no para culpar a nadie. A fin de evitar posibles malentendidos, convendra aclarar que la invasién de diciembre de 17 los mas fieles se atreverian a apostar que, en los til anos de este siglo, todo estallido significativo de h dades interestatales pondra por fuerza ala URSS ya na —ya no digamos los Estados socialistas mas peq fios— del mismo lado. ;Quién puede estar seguro que Yugoslavia y Albania no Ilegaran a las manos dia? Los diversos grupos que pugnan por un retiro Ejército Rojo de sus campamentos en Europa ori debieran recordar el grado en que su presencia tante desde 1945 ha evitado el conflicto armado los regimenes marxistas de la region. p Tales consideraciones ponen de relieve el hecho que, desde la segunda Guerra Mundial, toda revo! triunfante se ha definido en términos nacionales: la publica Popular de China, la Reptblica Socialista Vietnam, etc. Yal hacerlo asi se ha arraigado firme te en un espacio territorial y social heredado del prerrevolucionario, Por otra parte, el que la Uni6n viética comparta con el Reino Unido de la Gran Bre! e Irlanda del Norte la rara distincién de ocultar lan cionalidad en su nombre sugiere que es tanto la leg: os Estados dinasticos prenacionales del siglo XIX ria de! ra de un orden internacionalista del si- ‘com Ia precurso glo®*!: -sbsbawm tiene toda la razén cuando afirma “Jos movimientos y los Estados marxistas han ten- a volverse nacionales no solo en la forma sino tam- ja sustancia, es decir, nacionalistas. Nada sugie- tendencia no continuara”.’ Y la tendencia se confina al mundo socialista. Las Naciones Unidas e iten nuevos miembros casi todos los anos. Y mu- “naciones antiguas”, que se creian plenamente con- solidadas, se ven desafiadas por “sub” nacionalismos dentro de sus fronteras, es decir, nacionalismos que na- quralmente suefian con desprenderse de ese sufijo “sub”, un buen dia. La realidad es evidente; el “fin de la era ~ del nacionalismo”, anunciado durante tanto empo, no i encuentra ni remotamente ala vista. En efecto, lana - cionalidad es el valor més universalmente legitimo en Ja vida politica de nuestro tiempo. rade pote Pero si los hechos estan claros, su explicacién sigue siendo motive de una prolongada disputa. La nacion, io 5 nacionalidad, el nacionalismo, son términos que han 1978 surgié de los choques armados que se venfan registrando resultado notoriamente dificiles de definir, ya no diga- Fo ieee de dnicior tio eee i la influencia inmen- 1971. Después de abril de 1977, los ataques fronterizos iniciados p de analizar. En contraste con los camboyanos, pero ripidamente repelidos por los viewamitas, que el nacionalismo ha ejercido sobre el mundo mo- mentaron en magnitud y alcance, hasta culminar en la gran i derno, una teoria verosimil acerca del nacionalismo es HGR petals ce, liciembes: de, 377, Sin embane, Ones aa claramente escasa. Hugh Seton-Watson, autor de un pial atari, ‘ pieicth ecard seals ry ae Zi o sobre el nacionalismo, que es con eas el ee las que participaron en diciembre de 1978. La controversia sobre y mas comprensivo en lengua inglesa, heredero ¢ causas de la guerra se libra con gran perspicacia en: Stephen P. He vasta tradicién de historiografia y de ciencia social der, “The Kampuchean-Vietnamese Conflict”, en David W. P, E comp., The Third Indochina Gonftict, pp. 21-67; Anthony Barnett, “I ter-Communist Conflices and Vieram", Bulletin of Concerned Asi Scholars, 11:4 (octubre-diciembre de 1979), pp. 2-9; y Laura S cual nacionalidad denota su nombre: zbritanico-irlandés? mers, “In Matters of War and Socialism Anthony Barnett would Shae Eric Hobsbawm, “Some Reflections on ‘The Break-up of Britain", me and Honour Kampuchea Too Much’, ibid. pp. 10-18. Left Review, 105 (septiembre-octubre de 1977), p. 13. q dido ién en re que esta chas * Quienquiera que tenga dudas acerca de las pretensiones del Rei- no Unido en Jo tocante a tal paridad con la URSS debiera preguntar- 18 19 eo eee liberal, observa con tristeza: “Me veo impulsado a cluir asi que no puede elaborarse ninguna ‘defini cientifica’ de la naci6n; pero el fendmeno ha existidg existe.* Tom Nairn, autor de una obra senera Break-up of Britain) y heredero de la no menos vasta q dicién de historiografia y ciencia social marxista, sey con franqueza: “La teoria del nacionalismo represen; el gran fracaso historico del marxismo.” Pero inch esta confesién es algo engafosa, ya que puede impli el resultado lamentable de una busqueda prolongada: consciente de la claridad teérica. Seria mas corre afirmar que el nacionalismo ha side una anomaliain moda para la teoria marxista y que, precisamente p esa razOn, se ha eludido en gran medida, antes que frontado. ¢Como entender de otro modo la incapaci del propio Marx para explicar el pronombre crucial su memorable formulacién de 1848: “El proletari de cada pais debe, por supuesto, arreglar cuentas a todo con su propia burguesia"?® ;Cémo considerar el durante mas de un siglo, del concepto de “burgu nacional” sin ningGin intento serio por justificar te camente la jerarquia del adjetivo? :Por qué es te mente importante esta segmentacién de la burgu una clase mundial en la medida en que se define en términos de las relaciones de produccién? Este libro trata de ofrecer algunas sugerencias te tivas para llegar a una interpretaci6n mas satisfac “Vase su Nations and States, p. 5. Sin cursivas en el original. * Véase su ensayo “The Modern Janus", New Left Review 94 viembre-diciembre de 1975), p. 3. Este ensayo se incluye si alteracion en The Break-up of Britain, como capitulo 9 (pp. 329-363: * Karl Marx y Friedrich Engels, The Communist Manifesto, en los. lected Works, I, p. 45, las cursivas son mias. En cualquier exégesis teé ca, las palabras “por supuesto" debieran encender sefiales de ala ante el lector transportado. 20 «,nomalia” del nacionalismo. Creo que, sobre este tanto la teoria marxista como la liberal se han es- a, en un tardio esfuerzo tolemaico por “salvar al ee eno”; y que se requiere con urgencia una reorien- on de perspectiva en un espiritu copernicano, por ee. asi. Mi punto de partida es la afirmacién de deci nacionalidad, o la “calidad de nacién” —como ance prefenir decirlo, en vista de las variadas sig- nificaciones de la primera palabra—, al igual que el na- jonalismo, son artefactos culturales de una clase parti- far. A fin de entenderlos adecuadamente, necesitamos onsiderar con cuidado como han llegado a ser en la Eistoria, en qué formas han cambiado sus significados através del tiempo y por qué, en la actualidad, tienen una legitimidad emocional tan profunda. Trataré de demostrar que Ja creacion de estos artefactos, a fines del siglo xvull,’ fue la destilacion espontinea de un “cru- ce” complejo de fuerzas histéricas discretas; pero que, una vez creados, se volvieron “modulares”, capaces de ser trasplantados, con grados variables de autoconcien- dela cia, a una gran diversidad de terrenos sociales, de mez- clarse con una diversidad correspondientemente am- plia de constelaciones politicas ¢ ideolégicas. También taré de explicar por qué estos artefactos culturales particulares han generado apegos tan profundos. 7 Como sefiala Aira Kemildinen, los dos “padres fundadores” de las investigaciones académicas sobre el nacionalismo, Hans Kohn y Car- leton Hayes, propusieron persuasivamente esta fecha. Me parece que conclusiones no han sido seriamente debatidas, excepto por ided- Jogos nacionalistas de paises particulares, Kemilainen observa tam- bién que la palabra “nacionalismo” solo conocié un uso generalizado fines del siglo xix. No se encuentra, por ejemplo, en muchos ‘Gonarios convencionales del aiglo XIX. $i Adam Smith hablé de la n- Queza de las “naciones”, s6lo se refcria a las “sociedades” o los “Esta- dos". Aira Kemilainen, Nationalism, pp. 10, 33 y 44-49. 21 CONCEPTOS Y DEFINICIONES Antes de examinar las cuestiones que acabamos q, plantear, parece conveniente que consideremos breve mente el concepto de “nacién” y obtengamos una deg. nicién operativa. Los teéricos del nacionalismo se ha: sentido a menudo desconcertados, por no decir el dos, ante estas tres paradojas: 7) La modernidad objet. va de las naciones a la vista del historiador, frente as antigiiedad subjetiva a la vista de los nacionalistas, 2 La universalidad formal de la nacionalidad como un concepto sociocultura! —en el mundo moderno, todos tienen y deben “tener” una nacionalidad, asi como tie. nen un sexo—, frente a la particularidad irremediable de sus manifestaciones concretas, de modo que, por definicién, la nacionalidad “griega” es sui géneris. 3) E] poder “politico” de los nacionalismos, frente asu breza y aun incoherencia filoséfica. En otras palabras, al revés de lo que ocurre con la mayoria de los “ismos”. el nacionalismo no ha producido Jamas sus propios grandes pensadores: no hay por él un Hobbes, ni un Tocqueville, ni un Marx o un Weber. Esta “vaciedad” produce facilmente cierta condescendencia entre los intelectuales cosmopolitas y multilingiies. Como Ger- trude Stein enfrente de Oakland, podemos concluir rapidamente que “no hay nada alli”. Resulta Caracte- ristico el hecho de que incluso un estudioso tan simpa- uzante del nacionalismo como Tom Nairn pueda es- cribir que el “nacionalismo” es la Patologia de la historia moderna del desarrollo, tan inevitable como la “neurosis” en el indi- viduo, con la misma ambigiiedad esencial que ésta, una capacidad semejante intrinseca para llevar a la demencia, arraigada en los dilemas de la impotencia que afectan a la 22 te del mundo (el equivalente del infantilismo ociedades), y en gran medida incurable.” Ja dificultad es que tendemos inconsciente- personificar la existencia del Nacionalismo iscula —como si escribiéramos Edad con y a clasificarla luego como una ideo- se que si todas tienen una edad, la Edad 16n analitica.) Me ce que se faci- —s trataramos el as auc en la a que el “parentesco” y la “religién”, no “jiberalismo” o el “fascismo”. con un espiritu antropolégico propongo la siguiente de la nacién: una comunidad politi como inherentemente limitada y soberana. porque aun los miembros de la nacién no conoceran jamas a la mayoria de sus as, no los veran ni oiran siquiera hablar de en la mente de cada uno vive la imagen de su . Renan se refirié a esta imagen, en su estilo te ambiguo, cuando escribid: “Or l'essence est que tous les individus aient beaucoup en commun, et aussi que tous aient oublié + Con cierta ferocidad, Gellner hace n semejante cuando sostiene que el “na- of Britain, p. 359. on, Nations and States, p. 5: “Salo puedo decir que existe cuando un nimero considerable de miembros consideran formar parte de una nacién, o se com- 10 si asi ocurriera.” Aqui podriamos traducir “consideran”™ Renan: “tout citoyen francais doit avoir oublié la Saint- f, les massacres du Midi au x0n* siéele. II n'y a pas en France qui puissent fournir la preuve d'une origine franque [...}". , la esencia de una nacién esta en que todos los indi- = cionalismo no es el despertar de las naciones a la ay conciencia: inventa naciones donde no existen”,'! embargo, lo malo de esta formulacién es que Gellng esta tan ansioso por demostrar que el nacionalismo, disfraza con falsas pretensiones que equipara la “inye, cién” a la “fabricacion” y la “falsedad”, antes que q “imaginacion” y la “creacién”. En esta forma, da a ¢ tender que existen comunidades “verdaderas* que den yuxtaponerse con ventaja a las naciones. De cho, todas las comunidades mayores que las aldeg primordiales de contacto directo (y quiza incluso tas) son imaginadas. Las comunidades no deben dis guirse por su falsedad o legitimidad, sino por el con el que son imaginadas. Los aldeanos javaneses sabido siempre que estan conectados con personas qu jams han visto, pero esos lazos fueron imaginados a guna vez de manera particularisima, como redes i nitamente extensas de parentesco y clientela. Hasta muy poco tiempo, el idioma javanés no tenia ning palabra que significara la abstracciOn “sociedad”. Aho podemos pensar en la aristrocracia francesa del ana régime como una Clase; pero es seguro que s6lo mu tiempo después fue imaginada como tal.'* La respuest normal a esta pregunta: “:Quién es el conde de X?" m habria sido “un miembro de la aristrocracia”, sino “e senor de X”, “el tio del baron de Y”, o “un cliente del duque de 2”, La naci6n se imagina limitada porque incluso la viduos tengan muchas cosas en comin y también que todos olvidado muchas cosas, " Ernest Gellner, Thought and Change, p. 169. Las cursivas som '* Hobsbawm, por ejemplo, la “fija” diciendo que en 1789 h cerca de 400 000 aristocratas en una poblacién de 23 000 (10. su obra, The Age of Revolution, p. 78.) :Pero habria podido imag esta Tepresentacién estadistica de la nobleza en el ancien régime? 24 jlas. que alberga tal vez a mil millones de seres oo. tiene fronteras finitas, aunque elasticas, puman’ de las cuales se encuentran otras naciones. Nin- cjon se imagina con las dimensiones de la hu- guns oa Los nacionalistas mas mesianicos no suenian manidae bra un dia en que todos los miembros de la con que sad se uniran a su nacién, como en ciertas épo- Tee icron pensar los cristianos, por ejemplo, en un eo enteramente cristiano. re - Ge imagina soberana porque el concepto a ‘oca en que la Ilustracion y la Revoluci6n estaban des: endo la legitimidad del reino dinastico jerarquico, divinamente ordenado. Habiendo llegado a la madu- rez en una etapa de la historia humana enla que inclu: so los mas devotos fieles de cualquier religion universal afrontaban sin poder evitarlo el pluralismo vivo de tales religiones ¥ el alomorfismo entre las pretensiones on- toldgicas de cada fe y la extension territorial, las nacio- mes sucnan con ser libres y con serlo directamente en elreinado de Dios. La garantia y el emblema de esta li- bertad es el Estado soberano. F : Por tiltimo, se imagina como comunidad porque, inde pendientemente de la desigualdad y la explotacion que en efecto puedan prevalecer en cada caso, la nacin se concibe siempre como un compatierismo profundo, ho- rizontal, En Gltima instancia, es esta fraternidad la que ha permitido, durante los ultimos dos siglos, que tantos millones de personas maten y, sobre todo, estén dispues- tas a morir por imaginaciones tan limitadas. Estas muertes nos ponen stibitamente frente al pro- blema central planteado por el nacionalismo: 2Qué ha- ce que las imagenes contrahechas de la historia recien- te (escasamente mas de dos siglos) generen sacrificios tan colosales? Creo que el principio de una respuesta $e encuentra en las raices culturales del nacionalismo. pl 25 II. LAS RAICES CULTURALES No Hay emblemas de la cultura moderna del lismo mas. imponentes que los cenotafios y las tum de los Soldados Desconocidos. La reverencia nial publica otorgada a estos MOnuMeEntos, justo p estan deliberadamente vacios o nadie sabe quién yace alli, no tiene verdaderos precedentes en €pocas ante. riores.’ Para sentir la fuerza de esta modernidad, sélo tenemos que imaginar la reaccién general ante el inge- nioso que “descubrié” el nombre del Soldado Desco- nocido o insistié en llenar el cenotafio con ciertos hue. sos reales, {Un extraiio sacrilegio contempor4neo! Pero aunque estas tumbas estén vacias de restos mortales identificables o de almas inmortales, estan saturadas de imaginerias nacionales fantasmales.” (Por eso tantas na- ciones tienen tales tumbas sin sentir ninguna necesidad de especificar la nacionalidad de sus ausentes ocupan- tes. ¢Qué otra cosa podrian ser sino alemanes, nortea- meéricanos, argentinos [...]?) La significaci6n cultural de estos monumentos se vuel- ve mas clara aun si tratamos de imaginar, por ejemplo, : Los griegos antiguos tenian cenotafios, pero sdlo para individuos especificos, conocidos, cuyos. cuerpos no podian ser recuperados, por una Taz6n U otra, para su enterre regular, Debo esta informa- cian a mi colega bizantinista Judith Herrin, Considérensc, por ejemplo, estos tropos notables: J) "La larga li- nea gris no nos ha fallado jamas. Si lo hicieras, un millén de fantas mas en traje olivo, en caqui café, en azul y gris, sc levantarian de sus cruces blancas, §ritando estas palabras magicas: deber, honor, p= tria.” 2) “Mi estimacién [de los norteamericanos en armas] se formé 26 Naciong. ceremo. 4 del Marxista Desconocido o un cenotafio berales caidos. Es inevitable una sensacién ad? La raz6n es que ni el marxismo ni el li- se ocupan mucho de la muerte y la inmorta- Ja imagineria nacionalista se preocupa tanto esto sugiere una fuerte afinidad con imagine- En virtud de que esta afinidad no es for- 74 convenga empezar por una consideracién § culturales del nacionalismo, con la muerte dltima de toda una gama de fatalidades. yma €n que muere un hombre parece de ordi- raria, su mortalidad es inevitable. Las vidas s estan llenas de tales combinaciones de nece- . Todos estamos conscientes de la contin- Ja inevitabilidad de nuestra herencia genética , huestro sexo, Nuestra época, nuestras capa- , fisicas, nuestra lengua materna, etc. El gran las concepciones del mundo religiosas tradi- (que naturalmente deben distinguirse de su n la legitimizaci6n de sistemas especificos de y explotacién) ha sido su preocupacién por en-el-cosmos, el hombre como un ser de es- la contingencia de la vida. La supervivencia inaria, durante miles de anos del budismo, el 10 0 el islam, en docenas de formaciones sa- de batalla hace muchos anos, y nunca ha cambiado. Los ‘entonces, como los considero ahora, de las figuras mas Mundo; no sdlo de los personajes militares mas refinados, en de los ms inmaculados [sic] [...]. Pertenecen a la his- 9 ejemplos grandes del patriotismo exitoso [sic]. Pertene- idad como instructores de las generaciones futuras en. de libertad e independencia. Pertenecen al presente, a por sus virtudes y sus logros.” Douglas MacArthur, “Duty, ; Country”, discurso pronunciado en la Academia Militar de Unidos, West Point, 12 de mayo de 1962, cn su libro A , pp. B54 y 357. 27 ciales diferentes, revela su respuesta imaginatiy; carga aplastante del sufrimiento humano: mAietiee q d mutilacién, pena, edad y muerte. :Por qué nacj os zPor que esta mi mejor amigo paralitico? :Por qué a mi hija tarada? Las religiones tratan de explica 3 gran falla de todos los estilos de pensamiento a is vos/ progresistas, sin excluir al marxismo, es queen interrogates se contestan con un silencio impaci 3 tev Al mismo tiempo, en formas diferentes, ¢] Denil miento religioso responde también a oscuras promeai de inmortalidad, generalmente transformando la ny lidad en continuidad (karma, pecado original, etc.) L esta, forma, se ocupa de las conexiones entre los aa tos y quienes no han nacido todavia, el misterio de | reencarnacion. ¢Quién experimenta la concepcién & su hijo sin captar difusamente una combinacion de a nexion, azar y fatalidad en un lenguaje de “continyj- dad"? (De nuevo, la desventaja del pensamiento evoly- tive,/’ progresista es una hostilidad casi heracliteana ante toda idea de continuidad.) Hago estas observaciones, quiza simplistas, sobre todo 3 eee Cf Régis Debray, “Marxism and the National Question", Ne Review, 105 (septicmbre-octubre de 1977), p, 20 Candle altel un trabajo de campo en Indonesia, en los afios sesenta, me impresio- ES Ja tranquila negativa de muchos musulmanes a aceptar las ideas Darwin, Al Principio interpreté esta negativa como un oscurantis mo. Luego lo vi como un esfuerzo honorable por ser consistente: la doctrina de la evolucién era simplemente incompatible con las ense- fanzas del islam. sQué vamos a hacer con un materialismo centifico _ que acepta formalmente los hallazgos de la fisica acerca de la materia, Lair esfuerza tan poco por conectar estas hallazgos con la lucha ases, la revolucién, o lo que sea? {No oculta acaso, el abismo cxis tente entre los protones y el proletariado, una concepcién metafisica del hombre no reconocida? Sin embargo, véanse los textos refres- et eae eae eans On Materialism y The Freudian Slip: ¥ respuesta sensata de Raymond Williams en “Timpanaro’s Materialist Challenge”, Naw Left Review, 109 (mayo-junio de 1978), pp. 3-17. 28 J siglo xvi marca en Europa occidental no solo niento de la época del nacionalismo sino tam- piisculo de los modos de pensamiento reli- siglo de la Mustracién, del secularismo racio- ajo consigo su propia oscuridad moderna. Con de la creencia religiosa no desaparecié el su- que formaba parte de ella. La desintegracién o: nada hace a Ia fatalidad més arbitraria. El de la salvacién: nada hace mas necesario otro continuidad. Lo que se requeria entonces era formacion secular de la fatalidad en continui- Ja contingencia en significado. Como veremos te, pocas cosas eran (son) mas propicias para que una idea de nacién, Si se concede general- tae los estados nacionales son “nuevos” € “his- Jas naciones a las que dan una expresién polt- en siempre de un pasado inmemorial,* y futuro ilimitado, lo que es atin mas impor a magia del nacionalismo ¢s la conversién del destino. Podriamos decir como Debray: “Si, es amente accidental que yo haya nacido francés; ués de todo Francia es eterna.” tiesto, no estoy diciendo que la aparicién del mo, hacia el final del siglo xvi, haya sido “pro- 0 idente Sukarno hablé siempre con entera sinceri- 350 amos de colonialismo que su “Indonesia” habia pade- el concepto mismo de “Indonesia” es un invento del si- mayor parte de lo que es hoy Indonesia fue conquistada deses apenas entre 1850 y 1910. Entre los héroes nacio- Indonesia contemporinea destaca el principe Dipone- i incipios del siglo XIX en Java: aunque las pro- sorias del principe revelan que trataba de “conquistar [no ] de expulsar a “los holandeses”. En efecto, OD que ne tenia ningin c de “los holandeses” como WVéase Harry J. Benda y John A. Larkin, comps., The Southeast Asia, p. 158; y Ann Kumar, “Diponegoro (17782. 29 ducida” por la erosién de las certidumbres reli ni que esta erosion no requiera en si misma una cacién compleja. Tampoco estoy sugiriendo que cionalismo sauet ial Ocicamente ala religi Para nuestros fines actuales, sistemas les relevantes son la comunidad religiosa y el retina co, Estos dos sistemas eran en su apogeo marcos ferencia que se daban por sentados, como ocurre con la nacionalidad. Por lo tanto, es esencial consi qué dio a estos sistemas culturales su importanci: dente, al mismo tiempo que destacar ciertos elemeng claves de su descomposicion. ‘ LA COMUNIDAD RELIGIOSA Pocas cosas son mas impresionantes que el vasto torio del islam que se extiende desde Marruecos el archipiélago Suld, el de la cristiandad que va d Paraguay hasta Japon, y el del mundo budista de: Lanka hasta la peninsula coreana. Las grandes sagradas (y para nuestros fines actuales 1855)", Indonesia, 13 (abril de 1972), p. 103, Las cursivas son igual modo, Kemal Ataturk llamé a uno de sus bancos estatales Bank (Banco Hitita) y a otro el Banco Sumerio (Seton-Wa para dudar de que muchos turcos, quiza sin excluir al propio crefan seriamente, y siguen creyendo, que los hititas y los s eran sus antepasados turcos. Antes de estallar en carcajadas, mos recordar a Arturo y Boadicea, y reflexionar sobre el mercial de las mitografias de Tolkien. 30 SRIGEN DE LA CONCIENCIA "NACIONAL de la imprenta como una mercancia es meracion de ideas del todo nuevas de os encontramos simplemente en el pun- n posibles las comunidades del tipo ular, de tiempo transverso”. zPor qué se la nacién dentro de ese tipo? Los fac- en son desde luego complejos y di- demostrarse claramente la prima- yisto, en 1500 se habian impreso ya 000 000 de libros,’ lo que sefiala el ini- de la reproduccién mecanica” de Ben- imiento manuscrito cra algo escaso y imiento impreso sobrevivia por su ca- ccién y diseminacién.” Si, como tin, para 1600 se habian producido 000 de voliimenes, no es extraiio que creyera que la imprenta habia cambiado el estado del mundo”.’ las primeras formas de la empresa ca- dad editorial experimenté la busca in- nde la Europa donde se conocia entonces la impren- 60000 000. Febvre y Martin, The Coming of the Book, teristico El libro de Marco Polo, que permanecié en fran medida hasta su primera impresién en 1559. » “Some Conjectures”, p. 56. 63 -so de la humanidad era monolingie. La el grucso - r awe ahora -apitalismo significaba entonces que, pen del or itista del latin, legaria el mo- » el mercado elitista de! atin, llegar - Rae Jos mercados potencialmente oer ; ; las masas monolingtes. En realidad, la arreforma alenté un resurgimiento temporal de blicaciones en latin, pero ese movimiento esta- decadencia a mediados del siglo XVI, mientras as bibliotecas fervientemente catélicas estaban re- Mientras tanto, una escasez de dinero que afec- toda Europa hacia que los impresores pensaran ‘mas en la venta de ediciones baratas en lenguas P aso revolucionario de las lenguas vernaculas capitalismo se vio reforzado por tres factores ex- dos de los cuales contribuyeron directamente jiento de la conciencia nacional. El primero, y Ma instancia el menos importante, fue un cam- Mel caracter del latin mismo. Gracias a los esfuer- fos humanistas por revivir la abundante literatu- la Antigiiedad precristiana, y por difundirla por del mercado de las impresiones, una nueva apre- de los logros estilisticos refinados de los antiguos Bente entre la intelligentsia transeuropea. El latin Sntonces aspiraban a escribir se volvié cada vez mais lano y, por la misma razon, cada vez mas aleja- Vida eclesiastica y cotidiana. En esta forma, el adquirié un cardcter esotérico muy diferente del hia el latin eclesiastico de la época medieval. El 0 No era arcano por su tema o su estilo, sino mente porque estaba escrito, es decir, por su ca- ES fexto. Ahora se volvia arcano a causa de lo que *crito, a causa de la lengua misma. cesante de mercados. Los primeros editores ron sucursales por toda Europa: “en esta una verdadera ‘internacional’ de casas e pas6 por alto las fronteras nacionales L que el periodo de 1500 a 1550 fue de exee peridad en Europa, la actividad editorial auge general. “Mas que en cualquiera otra, “una gran industria bajo el control de ca Naturalmente, “los vendedores de [i tos, de modo que buscaban principalm que interesaban al mayor nimero posible temporaneos”.® EI mercado inicial fue la Europa alfab trato amplio pero delgado de lectores de racién de este mercado se Ilevé cerca de caracteristica determinante del latin racter sagrado— era que se trataba de un lingiies. Relativamente pocos nacian ha ) mos de imaginar que menos atin sofiaban siglo XvI era muy pequefia la proporcién dentro de la poblacién total de Europa; mente no era mayor que la proporcién en del mundo actual, y —a pesar del inte proletario— en los siglos venideros. “ Febwre y Martin, The Coming of the Book, p. 122. (St texto original simplemente habla de “par-dessus les fi rition, p. 184.) * fhid., p. 187. El texto original habla de “puissants™ antes que de capitalistas “rics”, L Apparition, p. 281. " “La introduccién de la imprenta fue asi, en este SC pa cn el camino hacia nuestra sociedad actual de ¢t de estandarizacién.” Jbid., pp. 259-260, (El texte “une civilisation de masse et de standarisation" cirse mejor por “una civilizacian masiva y estan tion, p. 394.) 64 » P. 195, El segundo factor fue la repercusién de la que al mismo tiempo debia gran parte de capitalismo impreso. Antes de la época de la «ica “batalla por la conciencia de los hombres”, eo ene anna siempre fundamentalmente a PP. 310.315, 66 67 El tercer factor fue la difusién lenta, geografi te dispareja, de lenguas vernaculas particulares , instrumentos de la centralizacién administratiya, 7 zada por ciertos aspirantes a monarcas absolutistas vilegiados. Aqui convendra recordar que la universal dad del latin en la Europa occidental del Medieyo y correspondié jamas a un sistema politico universal, | instructive el contraste con la China imperial, don coincidia en gran medida el aleance de la buro mandarina y el de los caracteres pintados. En efec fragmentacién politica de Europa occidental, tras lag cadencia del Imperio de Occidente significaba que ni gun soberano podria monopolizar el latin y convert en la lengua de Estado exclusiva, de modo que laa ridad religiosa del latin nunca tuvo una verdadera co traparte politica, El nacimiento de las lenguas vernaculas adminis vas antecedié a las revoluciones de la imprenta y la re gion del siglo xv1y por lo tanto debe considerarse (por lo menos inicialmente) como un factor independiente 1 en la erosién de la sacra comunidad imaginada. Al mie mo tiempo, nada sugiere que algan profundo impuls® ideoldgico, ya no digamos protonacional, se encom ra detras de esta difusién de la lenguas vernaculas dom de ocurrié, El caso de “Inglaterra” —en la periferia N@” roeste de la Europa latina— resulta aqui especialmemtt ilustrativo. Antes de la conquista normanda, la lengt™ de la corte, literaria y administrativa, era anglosajone Durante el siguiente siglo y medio, virtualmente tos los documentos reales se escribjan en latin. Entre 17" y 1350, este latin estatal fue remplazado por cl {rane normando. Mientras tanto, una lenta fusion de $4 a gua de una clase gobernante extranjera y ¢! anglosal de la poblacién sometida produjo el inglés antgu” fusién permitié que la lengua nueva tomara SU ce 68 q 2, como la lengua de las cortes, y para la Jamento. En 1382 siguié la Biblia me- a vernacula de Wycliffe.'? Es esencial J hecho de que esta secuencia fue una “estatales”, no “nacionales”; y que el Es- abarcaba en diversas épocas no sdlo a Gales de hoy, sino también algunas par- Escocia y Francia. Es obvio que grandes | poblaciones sometidas sabian poco o cés normando o inglés antiguo.'* Casi is de la entronizacién politica del inglés er de Londres fue expulsado de Francia”. | ocurrié un movimiento similar, aunque entitud. Como dice Bloch de pasada: “el puna lengua que, siendo considerada sim- mo una forma corrupta del latin, tard6 va- a elevarse a la dignidad literaria”,'* sdlo la lengua oficial de los tribunales de jus- , cuando Francisco I emitid el Edicto de réts.!° En otros reinos dinasticos, el latin so- ante un tiempo mucho mayor, bajo los Habs- a bien entrado el siglo x1x. En otros casos, vernaculas “extranjeras” se impusieron; en el Tas lenguas de la corte Romanov eran el fran- § los casos, la “eleccién” de la lengua es gra- Watson, Nations and States, pp. 28-29; Bloch, Feudal Society, I, debemos Suponer que la unificacién administrativa en len- 4 sc logré inmediatamente o en forma plena. Es impro- Guyana gobernada desde Londres hubiese sido acmi- mente cn inglés antiguo. Feudal Society, 1, p. 98. » Nations and States, p. 48. 69 dual, inconsciente, pragmatica, por no decir En consecuencia, fue algo totalmente difer politicas idiomaticas conscientes aplicadas nastias del siglo xIx que afrontaron el s hostiles nacionalismos lingiisticos popul mas adelante, capitulo vi.) Un signo claro de] cia es que las antiguas lenguas administrati tamente eso: lenguas usadas por los funcion propia conveniencia interna. No habia ning la imposici6n sistematica de la lengua a las di blaciones sometidas de las dinastias.'"” Sin elevacién de estas lenguas vernaculas a la lenguas del poder, cuando eran en cierto se petidoras del latin (el francés en Paris, el i guo] en Londres), hizo su propia contrib cadencia de la comunidad imaginada de la a1 En el fondo, es probable que el caracter es latin, la Reforma y el desarrollo caprichoso guas verndculas administrativas sean impo! este contexto, sobre todo en un sentido ne contribuciones al destronamiento del latin. E sible concebir el surgimiento de las nuevas nacionales imaginadas sin que ninguno de é de la fatalidad es esencial. Cualesquie- Bl eescn las hazanas sobrehumanas que pudiera el capitalismo, encontraba en la muerte y las = dos adversarios tenaces.”” Las lenguas particu- len morir o ser climinadas, pero no habia ni ninguna posibilidad de la unificacién lingilistica entre los hombres. Sin embargo, esta mutua dad de comprensién tenia apenas una impor historica ligera antes de que el capitalismo y la ta crearan grandes ptblicos de lectores mono- inque €s esencial tener en mente una idea de la fa- en el sentido de una condicién general de diver- linguistica irremediable, seria un error equiparar fatalidad con ese elemento comin de las ideolo- Macionalistas que destaca la fatalidad primordial de jes particulares y su asociacién con unidades terri- 85 particulares. Lo esencial es la interaccién entre la , la tecnologia y el capitalismo. En la Europa an- ala imprenta, y por supuesto en el resto del mun- diversidad de las lenguas habladas, esas lenguas S00 para quienes las hablan la trama y la urdimbre eS Vidas, era inmensa; tan inmensa, en efecto, que SI esté presente. Lo que, en un sentido positivo, italisrmo impreso hubiese tratado de explotar cada ginables a las comunidades nuevas era una interact Eo Potencial de lengua yernacula habria conser- semifortuita, pero explosiva, entre un sistema ee oeclas proporciones. Pero estos variados idio- duccién y de relaciones productivas (el cap! €Tan capaces de reunirse, dentro de limites defi- una tecnologia de las comunicaciones (la imp Kin la fatalidad de la diversidad lingiiistica humana. se pers Sin soso a ee : Betccts. Ptticie plana y suave del papel permitia la reproducciOn "7 Tenemos una confirmacién agradable de este punto el ¥dibujos, y esto no ocurrié durante los siguientes 75 afios. tad de Francisco I, quien, como hemos visto, prohibi hee cn © era un invento europeo. Provino de otra historia sin de libros en 1535, y cuatro afios mas tarde impuse 28. 50 i través del mundo isKimico. The Coming af the Book, como la lengua de sus wibunales. ; : ‘* No fue el primer “accidente” de esta clase. Febvre 9 feta 46 tenemos multinacionales gigantescas en el mundo falan que a fines del siglo x11 ya existia en Europa une rile, 70 71 inevitablemente “mas cerca” de cada lengua jm; dominaban sus formas finales. Sus primos en cans ciones menos yentajosas, todavia asimilables a jg gua impresa que surgia, perdieron terreno, sobre porque fracasaban (o s6lo triunfaban relativamen el esfuerzo por imponer su propia forma impresa, « aleman del noroeste”, oral en gran medida, se tié en el dialecto holandés considerado inferior era asimilable al aleman impreso en una forma ¢ no lo era el checo hablado en Bohemia. El alto ale el inglés del rey, y mas tarde el tai central, fueroi vados a su Vez a una nueva eminencia politica-cull (Asi se explican las luchas de fines del siglo xx e ropa, por las que ciertas “sub"nacionalidades tra! cambiar su posici6n subordinada irrumpiendo firm mente en la prensa y en la radio.) 4 Sélo falta destacar que, en su origen, la fijacidr las lenguas impresas y la diferenciacién de sus pose nes relativas eran procesos en gran parte inconscien resultantes de Ja interaccién explosiva entre el lismo, la tecnologia y la diversidad lingiistica humana: Pero como ocurre con tantas otras cosas en la hist@pa del nacionalismo, una vez Ilegadas a “ese punto”, BO drian convertirse en modelos formales por imital } cuando fuese posible, por explotarse conscientemenle con un éspiritu maquiavélico. Ahora, el gobiern? 4 desalienta activamente los esfuerzos de los mision®® extranjeros por proveer a sus tribus montanesas mine ritarias de sus propios sistemas de transcripciOM ¥ crear publicaciones en sus propias lenguas: el gobierno muestra una gran indiferencia por lo qn minorias hablan. La suerte de los pueblos de habla The ca en las zonas incorporadas a lo que son hoy 7 ya. i Bitrate ions rane os Iran, Irak y la URSS es especialmente ejemplar- re" dema, Beet cas uc taroe ociaaaal ™ familia de lenguajes hablados, que alguna vez on, Nations and States, p 317. a : , ¥ por ende comprensibles, den- ‘a arabiga, ha perdido esa unidad a wulaciones conscientes. A fin de elevar nal turca de Turquia a expensas de acion islamica mas amplia, Ataturk n del alfabeto latino en forma obli- es soviéticas lo imitaron, prime- rio antiislamico y antipersa del al- en los afios treinta con Stalin, con ‘0 del alfabeto cirilico rusificante.™* r las conclusiones que pueden sacarse estos hasta ahora diciendo que del capitalismo y la tecnologia impresa d del lenguaje humano hizo posi- de comunidad imaginada, que en basica preparé el escenario para la na- La extensiGn potencial de estas comu- forzosamente limitada y, al mismo tiem- ala relacién mas fortuita con las fronteras tentes (que eran las mas extensas que ha- los expansionismos dinasticos) . © que, mientras que ahora casi todas las demas de formacién propia —y también Nacionales— tienen “lenguas nacionales muchas de ellas tienen estas lenguas en co- ‘otras s6lo una pequefia fraccién de la pobla- Ta lengua nacional en la conversacién o por dos nacionales de la América espafola, ilia anglosajona”, son ejemplos conspi- 74 75 cuos del primer resultado; muchos antiguos F coloniales, sobre todo en Africa, son ejemp} Este gundo. En otras palabras, la formacién Soneal : Estados nacionales contemporaneos no €s en a guno isomorfa con el alcance determinadg de impresas particulares. Para explicar la discony, en la conexi6n entre las lenguas impresas, las ; cias nacionales y los Estados nacionales, (3 Ta examinar el gran conjunto de nuevas entida, cas que surgié en el hemisferio occidental entre I 1838; todas las cuales se definieron conscientemen si mismas como naciones y, con la interesante exe de Brasil, como republicas (no dinasticas). No g que fueron histéricamente los primeros de tales] dos que surgieron en el escenario mundial, de que inevitablemente proveyeron los primeros mo reales de lo que debian “parecer”, sino porque g mero y su nacimiento simultaneo ofrecen un ¢ fértil para la investigaci6n comparativa. OS PIONEROS CRIOLLOS Estados americanos de fines del siglo xvi del xix despiertan un interés desusacdo casi imposible explicarlos en términos que, tal vez porque pueden derivarse ios nacionalismos europeos de mediados ‘dominado gran parte del pensamiento del surgimiento del nacionalismo. “f lugar, ya pensemos en Brasil, en los Esta- antiguas colonias de Espana, la lengua ento que los diferenciara de sus respec- imperiales. Todos ellos, incluidos los . eran Estados criollos, formados y diri- as que compartian una lengua y una munes con aquellos contra quienes lu- to, debemos reconocer que la lengua iera un punto de controversia en estas s por la liberacion nacional. lugar, hay razones graves para dudar de id, en gran parte del hemisferio occiden- us Nairn, por lo demas persuasiva, en el hiento del nacionalismo, en un sentido distintiva- no, estaba ligado al bautismo politico de las -] Aunque a veces han sido hostiles a la de- ha de ascendencia europea pura (por lo menos en. ida en América (y por una extensiGn posterior, fuera de Europa). p of Britain, p. 41. 76 bird mocracia, los movimientos nacionalistas han f “secretario del Espiritu del Mundo”, como riablemente una perspectiva populista y han Hegel, conquisté a Espatia en 1808, privando asi a var a las clases bajas a la vida politica. En su y ~ -riollos del apoyo militar peninsular en caso de ur- tipica, esto adoptaba la forma de una clase med a.) En Perit estaban frescos todavia los recuerdos y una jefatura intelectual que trataban de ag an levantamiento encabezado por Tapac Amaru las energias de las clases populares en apoyo 1781).° En 1791, Toussaint L’Ouverture dirigié Foran. surreccién de esclavos negros que dio lugar en la segunda republica independiente del hemis- occidental, y que aterrorizé a los grandes hacenda- Javistas de Venezuela,’ En 1789, cuando Madrid go una nueva ley para los esclavos, mas huma- en la que se especificaba detalladamente los de- sy las obligaciones de amos y esclavos, “los crio- azaron la intervencién estatal alegando que vos eran propensos al vicio y la independencia €ran esenciales para la economia. En Venezuela realidad por todo el Caribe espanol—, los hacen- §se opusieron a la ley y buscaron su suspensién "El propio Libertador Bolivar opiné en algu- si6n que una rebelién negra era “mil veces peor a invasién espanola”.’ Tampoco deberiamos ol- que muchos dirigentes del movimiento de inde- Neila de las Trece Colonias eran magnates agrarios “tarios de esclavos. El mismo Thomas Jefferson © de los plantadores de Virginia que en el dece- 1770 se indignaron ante la proclama del gober- teal a la Corona que liberaba a los esclavos que Por lo menos en Sudamérica y Centroa “clases medias” de estilo europeo eran ficantes a fines del siglo xvim. Tampoco ha intelligentsia. Porque “en aquellos tranquile niales pocas lecturas interrumpian el ritmo ¢ snob de las vidas de los hombres”.* Como la primera novela hispanoamericana se pul en 1816, mucho tiempo después del estalli rras de independencia. La informacion di dica claramente que los grandes terra L nian el liderazgo, aliados a un mimero mucho comerciantes y a diversos tipos de profesio gados, militares, funcionarios locales y provil Lejos de tratar de “llevar a las clases bay politica”, uno de los factores decisivos que inicialmente el movimiento para la indepen! Madrid, en casos tan importantes como los zuela, México y Peri, era el temor a las mo politicas de la “clase baja”, como los levanta los indios o los esclavos negros.® (Este termor * Gerhard Masur, Simén Bolivar, p. 17. : tea digno de mencién ee en iathipkampmpertrnir Pes enero a eld ry expan lsu eure en proporciones derivaron del hecho de que las bs ios, pero tambié : y administrativas mis importantes estaban monopo! ira el cabal bien algunos Hino ety, Satine) ae pebe- medida por espanoles peninsulares, mientras que la pTOP® tierra estaba completamente abierta a los criotlos. * En este sentido, hay claras analogias con el naciom siglo mas tarde. 72 7 se rebelaran contra sus amos sediciosos,"" Resul tructivo el hecho de que una de las razones por lad Madrid tuvo un regreso triunfante a Venezuela od 1814 y 1816, y conserv6 al remoto Quito hasta jgs fue que obtuvo el apoyo de los esclavos en el Primer so, y el de los indios en el segundo, en la lucha cone Jos criollos insurgentes.'' Ademas, la prolongada 4, cién de la lucha continental contra Espajia, a |g una potencia europea de segundo orden, recién gg quistada también, sugiere cierta “delgadez social" estos movimientos independentistas latinoamerican, Sin embargo, fueron movirnientos de independ nacional. Bolivar cambié de opinién acerca de Igg clavos,"® y su compaiiero de lucha, San Martin, de en 182] que “en lo futuro, los aborigenes no seran mados indios ni nativos; son hijos y ciudadanos del Pe y seran conocidos como peruanos”."* (Podriamog dir: a pesar de que el capitalismo impreso no habia i gado todavia a estos analfabetos.) nces el enigma: ¢por qué fueron precisa- unidades criollas las que concibieron en nprana la idea de su nacionalidad, mucho mayor parte de Europa? :Por qué produjeron ncias coloniales, que de ordinario albergaban aciones de oprimidos que no hablaban es- ue conscientemente redefinian a estas en tantos sentidos, como aun enemigo ¢Por qué cl Imperio hispanoamericano, que do tranquilamente durante casi tres si- nto de repente en 18 Estados distintos? cores mas comimmente aducidos en la el fortalecimiento del control de Ma- de las ideas liberalizadoras de Ia Ilus- nda mitad del siglo xviu. No hay duda as aplicadas por el competente “dés- ” Carlos II (reiné de 1759 a 1788) frus- y alarmaron cada vez mas a las clases lo que se ha llamado a veces irénica- conquista de América, Madrid impu- nes, incrementé la eficiencia de su ‘© Edward S. Morgan, "The Heart of Jefferson”, The New Ye view of Books, 17 de agosto de 1978, p. 2. ; ‘ . " Masur, Bolivar p. 207; Lynch, The Spanish Amerco Rowson efectivos los monopolios comerciales "No si nos remilgos. Libero a sus propios bord restringié el comercio i éri Distal peek de independencia de Venezuela en 1810) ee ae intrahemisféri- i huyé a Haiti en 1816, obtuvo ayuda militar del presidente # ee centraliz6 as jerarquias ad- dre Pétion a cambio de la promesa de acabar con la esclavitud ent cee mevio una fuerte inmigracidn de pe- los territories liberados. La promesa se cumnpli6 en Caracas 0% por ejemplo, aportaba a la Corona, ro debe recordarse que los éxites de Madrid en Venezuela, siglo XVII, un ingreso anual cercano a ieron en parte a su cmancipacién de los Est : ease coe Boiler fas earls presidente de la Gran Col | de pesos. Pero a fines de ese siglo, la suma fi Granada y Ecuador), en 1821, pidié yon fs crt al erect a los hijos de los esclavos. a mo. En el siglo xvul, el término habitual era todavia bia pedido al Congreso que proscribicra la csclavitud re : )ne Espaiia. Seton-Watson, Nations and States, p. 53. ria incurrir en el resentimiento de los grandes terratenien! agresividad de la metrépoli se debia en parte a las Bolivar, pp. 125, 206-207, 329 y 388. cursivas 8) Hlustraci6n, a los problemas fiscales crénicos y, des ' Lynch, The Spanish-American Revolutions, p. 276. Las =e Inglaterra. Lynch, The Spanish-American mas. 80 81 casi se habia quintuplicado hasta legar a 14 999 dad de Madrid y el espirivu del libera- pesos, de los cuales se usaban sélo 4000 000 Para ea damentales para toda comprensién gar los costos de la administracion local."* Ey fo) Uh « resistencia en las Américas espafiolas, ralela, el nivel de la migracion peninsular era eH si mismos el] hecho de que entidades cenio de 1780-1790 cinco veces mayor que en ¢| peri ezuela y México fuesen posibles en el de 1710-1730." D onal y viables en el terreno politico;*” ni Tampoco hay duda de que el mejoramientg de e San Martin decretara que ciertos abo- comunicaciones trasatlanticas, y el hecho de que ka ’ en identificados con el neologismo de “pe- versas Américas compartieran lenguas y culturas con ‘Ep ultima instancia, tampoco explican los sa- respectivas metropolis, imponian una transmisign p, ‘efectivamente se hicieron. Porque si bien tivamente rapida y facil de las nuevas doctrinas ¢ s clases altas criollas, consideradas como for- micas y politicas que estaban apareciendo en & historicas, se beneficiaron inmensamente occidental. El éxito de la rebelion de las Trece Colg dencia a largo plazo, también lo es que a fines del decenio de 1770, y el estallido de la jembros de tales clases que vivieron entre 1808 cién francesa a fines del decenio de 1780, ejergj ‘ on en términos financieros, (Para to- una influencia poderosa. Nada confirma esta “reyg emplo: durante la contraofensiva desata- cién cultural” en mayor medida que el generalizado n 1814-1816, “mas de dos tercios de las publicanismo de las comunidades que se indepen ban." En ninguna parte, fuera de Brasil, se hacia gir : intento serio por recrear el principio dinastico en it and. aes ee Sa eae Américas; incluso en Brasil, es probable que tal reere factores mis Di rterdey rice 1) pikerences cién no hubiese sido posible sin la inmigracién, en I niras que “veintitrés universidades estaban disper- del propio monarca portugués que huia de Napol ian a ser trece diferentes paises” en la América (Permanecio alli por 13 afos, y al retornar a su nego sistematicamente a tolerar que se orga- hizo que su hijo fuese coronado localmente como FP ee cae dro I de Brasil.)'"* 4 sidad de Coimbra y hacia alld, ala madre pa- 1 ‘de Ja éliv criolla, que en su mayoria estudiaron 2) Las diferentes posibilidades que los crio- carrera, De Carvalho observa “la mucho mayor noles nacidos en América en los altos puestos ic]” Véase también Stuart B. Schwartz, “The For- Identity in Brazil", cap. 2, en Nicholas Canny y comps., Colonial Identity in the Atlantic World, 1500- de paso (p. 38), que “no hubo ni una sola impren- ires primeros siglos de la época colonial”. hilar podria decirse de la postura en Londres frente de la ideologia de la Revolucién de 1776. Ul 'S bid., p. 301. Cuatro millones subsidiaban la administractéml otras partes de a América espanola, mientras que 6 000 000 eram i ts iy Conediucién de la Primera Repsblica Venezolana (181) = copié en muchas partes, al pie de la letra, de fa Constivucion de Estados Unidos. Masur, Bolivar, p. 131. ad " Un soberbio ¢ intrincado anilisis de las razones estructuralest excepcionalismo brasileio puede encontrarse en José Murillo de 82 83 familias terratenientes de Venezuela sufrierop a confiscaciones”.)*' Y un namero semejante dig si tariamente su vida por la causa. Esta disposicign aa crificio de las clases acomodadas debiera hacen reflexionar. me ¢Qué concluiremos? El principio de una respuesta, se encuentra en el hecho notable de que “cada ung las nuevas repiblicas sudamericanas habia sido y unidad administrativa desde el siglo xvi hasta ¢| xv En este sentido, presagiaban a los nuevos Estadgs Africa y partes de Asia de mediados del siglo xx, y trastaban marcadamente con los nuevos Estados e peos de fines del siglo xIx y principios del siglo xx. Tg configuracién original de las unidades acministrativag americanas era hasta cierto punto arbitraria y formaigy : marcando los limites espaciales de conquistas militares particulares. Pero a través del tiempo desarrollaron realidad mas firme bajo la influencia de factores g graficos, politicos y econémicos. La misma vastedad imperio hispanoamericano, la diversidad enorme de suelos y sus climas, y sobre todo, la dificultad inm de las comunicaciones en una época preindustrial, te dian a dar a estas unidades un caracter auténomo. (En la época colonial, el viaje por mar de Buenos Airesa pulco tardaba cuatro meses, y el viaje de regreso, mai atin; el viaje por tierra de Buenos Aires a Santiago du raba normalmente dos meses, y a Cartagena nueve Ademiés, las politicas comerciales de Madrid conve tian las unidades administrativas en zonas economicas) separadas. “Toda competencia con la madre patria 7 jda para los americanos, y ni siquiera las nales del continente podian comerciar oductos americanos en ruta de un lado otro tenian que viajar primero a puertos marina mercante espanola tenia el me nercio con las colonias."* Estas expe- n a explicar el hecho de que “uno de los os de la revolucién americana” fuese el js, por el que cada nacién habria de con- ei6n territorial de 1810, el ano en que se to de independencia”.™ No hay duda ncia contribuyé a la fragmentacién de ‘Colombia de Bolivar, y de las Provin- Rio de la Plata en sus antiguas partes ¢ ahora se conocen como Venezuela, ador, y Argentina, Uruguay, Paraguay y bargo, por si mismas, las zonas de mer- “naturales” geograficas o politico-admi- crean adeptos. *Quién moriria gustoso 0 por la CEE? ‘cémo las unidades administrativas pu- t concebidas a través del tiempo como o en las Américas sino también en otras , debemos examinar las formas en que Iministrativos crean un significado. ictor Turner ha escrito luminosamen- je”, entre épocas, posiciones y lugares, encia que crea significados.”” Todos 19. Desde luego, estas medidas sGlo eran par- a Rewolu 208; ef. Masur, Bolfeaty : y siempre hubo mucho contrabando. Lynch, The Spanish-American tions, p. 208; ef. * pp. 98-99 y 231. = Masur, Bolivar, p. 678. ; ® Lynch, The Spanish-American Revolutions, pp. 25-26. titulado The Forest of Symbols, Aspects of Ndembu Ri- hente cl capitulo “Betwixt and Between: The Liminal de Passage” Véase una presentacién posterior, mis 84 85 28 Fn una época anterior a la impren- Ja comunidad religiosa imaginada de- mente de innumerables e incesantes jmpresiona mas del cristianismo occi- oca de auge que el viaje voluntario de ntes d¢ toda Europa, a través de famosos ales” de ensefanza monastica a Roma. jnsticuciones de habla latina reunian a esos Viajes requieren una interpretacin ( el viaje del nacimiento a la muerte ha ori sas concepciones religiosas). Para nuestros propa actuales, el viaje por excelencia es la peregrinacige om es simplemente que en la mente de cristianos, m 3 manes o hindites fuesen las ciudades de Roma, LaM q o Benarés los centros de geografias sagradas, sing a q su centralidad se experimentaha y “realizaba” (en ¢] 1 i Se A tido teatral) por el paso constante de los peregringg rariamos tal vez como irlandeses, iban a ellas desde localidades remotas y sin ninguna da c 2 alemanes, etc., en comunidades relacién. En efecto, en cierto sentido se determinaban 4 sagrado se descifraba cada dia a partir los limites exteriores de las antiguas comunidades reli de sus miembros en el refectorio, giosas de la imaginacién por las peregrinaciones que se hicieran.*” Como ya vimos, la extrafia yuxtaposicign, fisica de malayos, persas, indios, beréberes y tureos oa La Meca es algo incomprensible si no se tiene una idea” de su comunidad en alguna forma. El beréber que encuentra al malayo ante la Kaaba debiera preguntarse algo como esto: “:Por qué esta este hombre haciend lo que yo hago, pronunciando las mismas palabras qui yo pronuncio, aunque no podemos entendernos?” Sala, hay una respuesta, una vez que la hemos aprendido; “Porque somos [...] musulmanes.” En realidad, habia’ siempre un doble aspecto en la coreografia de las gran- des peregrinaciones religiosas: una vasta horda de anak 7) [ analogias con los papeles respectivos de las inte- fabetos hablantes de lenguas vernaculas proveia la a sy los adores ¥ pesos ae medida sa realidad fisica del pasaje ceremonial, mientras que” la genesis de ciertos movimientos nacionalistas, antes un pequefio segmento de adeptos letrados bilingiies, Secs ipenoy se fart pam provenientes de cada una de las comunidades vernacte 77 ret tise era que apenas ponetaha'ls las, realizaba los ritos unificadores, interpretando para papel en Ja revolucién vietnamita y en la indone- sus respectivos seguidores el significado de su move ad mediados del siglo xx, ha secular” no debe tomarse simplemente como Sale se mostré irénico, pero también preci- eet te eenerde Leopoldo! POF ejeny ginade da explicable. eregrinaciones religiosas son probable- mas conmovedores y grandiosos de la in, ¥ tienen, duplicados seculares mas s." Para nuestros propésitos actua- mas importantes son los diferentes via- el ascenso de las monarquias absolutas los Estados imperiales, centrados en caban el mundo. El impulso interior era la creaci6n de un aparato de poder ado directamente por el gobernante compleja, en su Dramas, Fields, and Metaphors, Symbolic Action in Ae man Society, capitulos 5 (“Pilgrimages as Social Processes”) y 6 ("Passi ges, Margins, and Poverty: Religious Symbols of Communitas”)- © Véase Bloch, Feudal Society, I, p. 64. 86 87 —+¥ leal a él— contra una nobleza feudal descentralizada. La unificacién significal bio interno de hombres y documentos. a casa, porque no tiene ninguna casa jntrinseco. Y en su viaje de ascenso en tra como comparieros de viaje ansiosos Particular ba el inte, 7 La posibitig del intercambio de seres humanos se veia alentady funcionarios, provenientes de lugares y fa- el reclutamiento —naturalmente en medidas variable 4 apenas ha oido hablar y seguramente de homines novi que, justamente por esa razén, NO te; a ner que yisitar jamas. Pero al tenerlos como un poder propio independiente, de modo que nodal = viaje, surge una conciencia de conexion servir como emanaciones de los deseos de sys amos. I {...] aqui [...] juntos?"), sobre todo Los funcionarios absolutistas emprendian asj viajes s comparten una lengua de Estado, Lue- eran basicamente diferentes de los viajes de los: due nario A, proveniente de la provincia B, feudales. La diferencia puede representarse ¢ provincia C, mientras que el funcionario maticamente como sigue: En el viaje feudal tipicg ill te de la provincia C, administra la provin- heredero del noble A, al morir su padre, sube up pek i6n que el absolutismo empieza a ha- dafio para ocupar el lugar del padre. Este ascenso pe, -, esa experiencia de la posibilidad de in- quiere un viaje redondo, hacia el centro de la in jiere su propia explicacién: la ideologia , elaborada por los hombres nuevos y dura y luego de regreso a casa, a la heredad de antepasados, En cambio, las cosas son mas complej para el nuevo funcionario, El talento, no la mue traza su camino. Percibe delante de él una cima, any que un centro, Viaja por sus cornisas en una serie q arcos retorcidos que, segin espera, se haran mas p quenios y cerrados a medida que se acerque a la cima Enviado al pueblo A con el rango V, podra retornar a. la capital con el rango W, pasar a la provincia B con eb rango X, continuar al virreinato C con el rango Y, y ters minar su peregrinaje en la capital con el rango Z. Eq este viaje no hay ningiin lugar de descanso asegurada, todo reposo es provisional. Lo tiltimo que desea el fume del intercambio documental, que re- lidad del intercambio humano, se veia desarrollo de una lengua oficial de Es- lo demuestra la sucesi6n magnifica del an- tin, el normando y el inglés antiguo en el siglo xI hasta el siglo xIVv, cualquierlen- odria desermpenar esta funcidn en princi- que le otorgaran derechos monopolicos. podriamos argiir que cuando las lenguas nian el monopolio, y no el latin, se obte- funcién centralizadora limitando el des- de los funcionarios de un soberano por la burocratica de sus rivales: asegurando, por e los funcionarios peregrinos de Madrid A ser cambiados con los de Paris.) 0, la expansion extraeuropea de los gran- de comienzos de la Europa moderna debié fr extendido simplemente el modelo anterior ™ Especialmente cuando: a) la monogamia se hacia efectiva en te minos religiosos y legales; 6) la primogenitura era la regla; ¢) fos titue los no dindsticos eran heredables y conceptual y legalmente distinias del range de funcionario; es decir, cuando las aristocracias provine ciales tenian un poder independiente considerable: Inglaterra POF oposicién a Siam. 5! Véase Bloch, Feudal Society, I, pp. 422 ss. 88 a9 en sentido vertical. Si los funcionarios podian viajar de Zaragoza a Cartagena, 4 y de nuevo a Madrid, el criollo “mexica- ” servia unicamente en los territorios de ‘Chile coloniales: su movimiento lateral strenido como su ascenso vertical. En esta e de su ascenso en espiral, el mas ele- administrativo al que podria ser asignado, de la unidad administrativa imperial en la +5 Pero en este peregrinaje obstruido patieros de viaje que llegaban a sentir aderia sé basaba no sélo en esa peregri- sino en la fatalidad compartida del dantico. Aunque hubiese nacido a la acion de su padre, el accidente del Jas Américas lo condenaba a la subordi- en el desarrollo de grandes burocracias transcong tales. Pero esto no ocurrid en realidad. La racionail ne funcional del aparato absolutista —sobre toda sa dencia a reclutar y promover con base en e¢] pn; to— operaba sélo irregularmente mas alla de |; orientales del ‘Adlantico.* ie “Ostag, El patrén es evidente en las Américas. Por ejempy, de los 170 virreyes que habian gobernado en Ig Anca ca espanola antes de 1813, sdlo cuatro eran crioligg Ey tas cifras son mas sorprendentes atin si advertimos : en 1800, menos de 5% de los 3 200 000 criollos “bh cos” del Imperio occidental (impuestos sobre cereg de 13 700 000 indigenas) eran espanioles peninsulares, En visperas de la guerra de Independencia de México, silo. habia un obispo criollo, aunque los criollos del virrej. nato superaban en numero a los peninsulares en pra porcién de 70 a 1.2 por supuesto, casi no habiq a solo ejemplo de criollo que ascendiera a una posicigg de importancia oficial en Espana. Ademas, las pere. grinaciones de los funcionarios criollos no sélo esta Acimien,. él, “eran ricos, ociosos, y no contaban con el favor y el sentimiento de inferioridad que embarga- acerca de la madre patria estaban creando en revolucionarios". Bolfuar, pp. 41-47, y 469470 * Es obvio que no debiera exagerarse esta racionalidad. No es ini co el caso del Reino Unido, donde los catélicos quedaron excluidag _ de todo cargo hasta 1829, sPodriamos dudar de que esta prolongada, exclusién desempend un papel importante en la promocién del nacionalisme irlandés? * Lynch, ‘The Spanish-American Revolutions, pp. 18-19, 208. La mitad de casi 15 000 peninsulares eran soldados. q “En el primer decenio del siglo xix habia al parecer cerca de 400 sudamericanos residentes en Espana en un momento dado, Estan ine cluidos aqui el “argentino” San Martin, quien fue Ievado a Espatia cuando era pequeno, y pasé los siguientes 27 aiios en ese pals, ingre sando a la Real Academia para javenes nobles y desempefando um papel distinguido en la lucha armada contra Napoledn, antes de fe tornar a su patria cuando supo de su declaracion de independenei y Bolivar que durante algiin tiempo se hospedé en Madrid con Mie nuel Mello, amante “americano” de la reina Maria Luisa. Masur dice que Bolivar pertenecia (c. 1805) a un “grupo de jovencs sudamer 90 mpo, las peregrinaciones militares se volvieron o las civiles. “Espana no tenia ni el dinero mi los necesarios para el mantenimiento de grandes $ regulares en América, de modo que recurria coloniales, las que se expandieron y reorga- del siglo XVI" (ibid. p. 10). Estas milicias nente locales, no intercambiables, de un aparato tinental, Desempefiaron un papel caca vez mas de- | decenio de 1760, cuando se multiplicaron las in- El padre de Bolivar habia sido un prominente cia que defendié los puertos venezolanos con- propio Bolivar sirvid, cuando adolescente, en la Padre. (Masur, Bolivar, pp. 30 y 38.) En este senti- taba a los lideres nacionalistas de la primera ge- ntina, Venezuela y Chile. Véase Robert L. Gilmore, asm in Venexuda, 1810-1970, capitulos 6 (“The © Military"). 91 nacién, aunque en términos de lengua, religion, dencia o maneras fuese en gran medida indisti;,, del espaiol peninsular. No habia nada que haga pecto: mremediablemente era criollo. {Pero cuan j : debe de haber parecido su exclusién! Sin emba, una cultura completamente ajena una organizacién politica avanzada para ia los mismo en el caso de los criollos, Tracig : yirtualmente la misma relacién que los Eo, en cuanto a las armas, las enfermeda- taen lai i i contr ici : ee ae pls curopes En ots pale ates, vi Se ‘I Pe oe nticgg ee0, disponian en principio de los medios ee ot podla ser uy es y militares necesarios para hacerse ricano auténtico.” amen: Qué hacia aparecer racional la exclusion en Ja p tropoli? Sin duda la confluencia de un maquiaye) ie inveterado con el surgimiento de ideas de la con, a nacién biolégica y ecoldgica que acompaiié a la disp sin planetaria de los europeos y del poder europeg partir del siglo xvi. Desde el punto de vista del sah no, los criollos americanos, cuyo niimero crecia de gg e tinuo, al igual que su arraigo local con cada nueva gen racion, planteaban un problema politico sin preceden en la historia, Por primera ocasién, las metrépolig nian que afrontar un nimero enorme —para esa é ca— de “compatriotas europeos” (mas de 3 000 000 las Américas espafiolas para 1800) muy lejos de Europ Si los indigenas podian ser conquistados por las arm: y las enfermedades, y controlados por los misteriosd ismos. Constituian a la vez una comuni- 'y una clase privilegiada. Habrian de ser nte sometidos y explotados, pero también la estabilidad del imperio. Bajo esta advertir cierto paralelismo entre la posi- ates criollos y los barones feudales, in- el poder del soberano, pero tambien para tal poder. Asi pues, los peninsulares yirreyes y obispos desempenaban las mis- que los homines novi de las burocracias * Aunque el virrey fuese un grande aluza, aqui, a 8 000 kilametros de dis- sto a los criollos, era en efecto un Aomo ite dependiente de su amo metropoli- equilibrio entre el funcionario peninsu- criollo era asi una expresion de la an- e divide et impera en un nuevo contexto. l crecimiento de las comunidades criollas, las Américas, pero también en algunas _y Africa, dio lugar inevitablemente a la euroasiaticos, euroafricanos y euroameri- moO curiosidades ocasionales sino como visibles, Su aparicién origind el floreci- 4 9 Adviértanse las transformaciones provocadas por la indepeme dencia en los americanos; los inmigrantes de la primera generacton) ge convertian ahora en “los de mas baja condicién”, antes que “eno mas privilegiados”, es decir, en los mas contaminados por su fatal Ie gar de nacimiento. Ocurren inversiones similares como reaccién al” racismo. “La sangre negra” —"la mancha"— |legd a considerate) bajo el imperialismo, inevitablemente contaminante para cualquier” “blanco”. Ahora, por lo menos en los Estados Unidos, el “mulate ba entrado al museo. El mas pequeiio rastro de “sangre negra” nos hate hermosamente negros. Comparese esto con el optimista programa de Fermin para la mezcla de razas, y su despreocupacian por el de la progenic csperada. |marcado interés de Madrid por lograr que la admi- 5 colonias estuvicra en manos confiables, “cra axic- los altos puestos se llenaran exclusivamente con espatio- es’. Masur, Bolivar, p. 10. 92 93 4osa hizo su propia gran contribucién el de la esclavitud en gran escala (por pri- pa desde la Antigiedad), encabezado ede 1510. Ya en el decenio de 1550, 10% de Lisboa estaba constituido por escla- 0 habia cerca de 1 000 000 de esclavos en- ) habitantes de Brasil.’ nte, la Hustracion influyé también sobre de una distincion fatal entre los metro criollos. En el curso de sus 22 afos en el 1777), el autécrata ilustrado Pombal no a los jesuitas de los dominios portugueses 14 en. un delito el hecho de llamar a los lor” con nombres ofensivos, tales como mestigo [sic]. Pero justificé este decreto ci- f romanos acerca de la ciuda- 1, no las doctrinas de los philosophes® Mas an gran influencia las obras de Rous- miento de un estilo de pensamiento que se antic racismo moderno, Portugal, el primero de log oa tadores europeos del planeta, ilustra adecuadan’ el punto. En el iiltimo decenio del siglo xy, don Me I podria “resolver” su “cuestiOn judia” mediante conversion general forzada; quiza haya sido éste el % mo gobernante europeo a quien tal solucién pare wt la vez satisfactoria y “natural”. Pero menos de un f mas tarde, encontramos a Alessandro Valignano, el "glo, reorganizador de la misién jesuita en Asia, entre S74 1606, oponiéndose vehementemente a la admisi6n af los indios y eurindios al sacerdocio en estos términgg, Todas estas razas oscuras s0n muy estiipidas y viciosas, y nen el mas bajo de los espiritus [...]. En cuanto a los » y castigos, debemos recibir muy pocos o ningunos; mente en lo tocante a los mesfigas, ya que cuanto mag gre nativa tengan mis se asemejaran a los indios y menos estimados por los portugueses. er, quienes afirmaban que el clima y la in un efecto elemental sobre la cultura partir de ese punto se obtenia muy fa- ccién conveniente, vulgar, de que los os en un hemisferio salvaje, eran por na- ites de los metropolitanos e inferiores a le no estaban capacitados para ocupar (Sin embargo, Valignano alentaba la admisién de neses, coreanos, chinos ¢ “indochinos” al ministerio cerdotal, tal vez porque los mestizos eran todavia my escasos en esas zonas.) De igual modo, los francisca portugueses de Goa se opusieron resueltamente a laad misi6n de criollos a la orden alegando que “aunque hu biesen nacido de padres blancos puros, han sido a mantados por ayas indias en su infancia, de modo que su sangre se ha contaminado para toda la vida". xer sefala que las barreras y las exclusiones “raciales” aumentaron marcadamente durante los siglos XMITV XVIll en comparacién con la antigua practica. A esta ten The Portuguese Revolution and the Armed Forces Move: Portuguese Seaborne Empire, pp. 257-258. , Nationalism, pp. 72-73. do aqui las distinciones racistas establecidas entre los * Charles R. Boxer, The Portuguese Seahorne Empire, 1415-1825, P- 266, os criollos porque el tema principal que nos ocupa es hid, p.259, mento del nacionalismo criollo. No debe entenderse que se © Thid., p. 253, Har ¢l surgimiento paralelo del racismo criollo contra 94 5 Hasta aqui hemos centrado nu = Ambitos de los funcionarios de is Ame en | estratégicamente importantes, pero vodlavia : " Ademas, eran ambitos que, con sus conflictos 5 peninsulares y los criollos, precedieron a la apa entre | las conciencias nacionales americanas a fine. : xvill. Las peregrinaciones virreinales, llenas Scan : los, no tuvieron consecuencias decisivas mien oa cance territorial no pudiera imaginarse com, a cién, es decir, mientras no llegara el capitalleaaes a El uso de la imprenta se extendid muy pon Nueva Espana, pero durante dos siglos perineal el control estricto de la Corona y la Iglesia. T, a fines del siglo xvut sélo habia imprentas en la cid Mexico y en Lima, y su produccién era casi oxel mente eclesiastica. En Ja Norteamérica protestante ex no hubo ninguna imprenta en ese siglo. En el cu siglo XVIII, sin embargo, ocurrié una virtual revolue Entre 1691 y 1820 se publicaron no menos de 2 120 peel , 461 de los cuales sobrevivieron mas de La figura de Benjamin Franklin se asocia indis blemente al nacionalismo criollo en la América del te, Pero es posible que la importancia de su labor s menos evidente. De nuevo, Febvre y Martin son il al y el propio sistema de mercado. En tivos. Nos recuerdan que en realidad “la imprenta riddico de Caracas creé, en forma ente- se establecié en América [Estados Unidos] durante e a ly aun litica, una comunidad imag siglo XvuI mientras los impresores no descubrieron i Eeeneciiee de lectores a nets nueva fuente de ingresos: el periddico”.* Los imp barcos, bodas, obispos y ncaa Con res que ponian nuevas imprentas incluian siempre supuesto, era de esperarse que intervinie- ticos. fecundo de tales periédicos era siempre mo. Un criolle podria leer un periodico k ucciGn, al que contribuian siem- predominante o aun exclusiva. Asi pues, odista fue al principio un fenémeno orteamericano. Dado que el problema jmpresor-periodista era el de llegar a los “ici una alianza con el administrador de echa que a menudo se convertian en ‘e modo, la oficina del impresor surgié de las comunicaciones norteamericanas al comunitaria. En la América espa- hechos similares, aunque en forma mas ente, en la segunda mitad del siglo xvit, a las primeras imprentas locales.” las caracteristicas de los primeros pe- ricanos, ya fueran del Norte o del Sur? mente como apéndices del merca- revistas contenian —aparte de noticias li— noticias comerciales (cuando los barcos, cuales eran los precios en ciertos puertos), ademas de los iS cos coloniales, los matrimonios de n otras palabras, lo que reunia en Ia mis- imonio con aquel barco, este precio », era la estructura misma de la admi- los mestizos, los negros y los indios; ni la disposicién de una m poli libre de amenazas para proteger (hasta cierto punto) a cstos fortunados. ses y Martin, The Coming of the Book, pp. 208-211. f » p. 211. in Introduction, p. 28. 96 9o7 de Madrid si se le diera la oportunidad (pero e] dico no diria nada acerca de su mundo), pero oi " funcionarios peninsulares, viviendo en la Misma no leerian el periddico de Caracas si podian evita Esta era una situacin infinitamente repetible en , situaciones coloniales. Otro aspecto era el de la py a dad, Los periédicos hispanoamericanos que surgie li, hacia fines del siglo XVII se escnibian con pleng aa ciencia de los provincianos acerca de mundos sep pero lo harian por medio de periddi- jantes al suyo. Los lectores de periddico de la gq =a o del Rio de la Plata; y tales hechos apa- de México, Buenos Aires y Bogota, aunque no levee no “similares” a los sucesos de México, no los periédicos de las otras ciudades, estaban muy cope le ellos. o, la “incapacidad” de la experiencia cientes de su existencia. Asi se explicaba la conaga, duplicidad del temprano nacionalismo hispanoame para producir un nacionalismo pro- cano, su alternacién de gran alcance y su localis fleja el grado general de d lo particularista. El hecho de que los primeros nacio Ree tecn: fa.a fines del siglo xv, tas mexicanos escribieran refiriéndose a “nosotros BS “local” ee pitalismo y la tecnolo- americanos”, y a su pais como “nuestra América”, se h n relacion con la extension administra- interpretado como una revelacién de la vanidad de ‘(Es probable que la época de la histo- criollos locales que, debido a que México era con muct a que cl nacionalismo tenga.un sobre su alcance. {No ¢s el nacio- ”, en un mundo imaginado especifico ; y también como la importancia de jnada es una idea de simultanei- a través del tiempo. La extensién in- hispanoamericano, y el aislamiento lo formaban, hacian dificil imaginar ® Los criollos mexicanos podrian en- ecimientos de Buenos Aires varios la mas valiosa de las posesiones americanas de E: se sentian el centro del Nuevo Mundo.* En realidad Bet: ie ba unificacién del merca- habitantes de toda Hispanoamérica se consideraha avo colonial, és del Motin, por par- “americanos”, porque este término denotaba prects a occas cic: Jad potosiciaa mente la fatalidad compartida del nacimiento fue Espafia.” Al mismo tiempo, hemos visto que la concepcion ma del peridédico implica la refraccién, incluso de testantes de habla inglesa, en el Nor- ho mas favorablemente situados para la idea de “América”, y en efecto logra- mente el gentilicio comin de “ame- Colonias originales abarcaban un te- el de Venezuela, y apenas la tercera "Lynch, The Spanish-American Revolutions, p. 33. * “Lin pedn vino a quejarse de que el capataz espariol de 5 cia lo habia golpeado. San Martin estaba indignado, pet nacién era mas nacionalista que socialista. ‘;Qué te parec de tres afios de revalucién, jun maturrango [vulgarismo que €*} luna evocaci6n encantadora de la lejania y el aisa- espafol peninsular] se atreve a levantar la mano contra ur ‘ | ee fiafetiodiicticarias en ba pein Ghe no!" Ikid., p. 87. . del fabuloso Macondo en Cien aiias de soledad. % 99 este punto. Se trata menos de explicar - micas de la resistencia a la metro- aisferio occidental, digamos entre 1760 y discernir por qué la resistencia se conci- *,acionales”, plurales, y no en otras. Son ns los intereses econdmicos en juego, que tenfan una importancia fundamental. Elli- Jlustracién ejercieron claramente un efec- sobre todo proveyendo un arsenal de cri+ cas contra los imperiales anciens régimes. Lo sponiendo és que ni el interés economico, zno o la Ilustracion, podrian haber creado ola forma de la comunidad imagina- de defenderse contra las depredaciones enes; dicho de otro modo, ninguno de es- 6 el marco de una nueva concien- a de una imagen que apenas se distin- icién a los objetos centrales de su agrado ealizar esta tarea especifica, los funcio- 5 peregrinos y los impresores criollos pro- pefharon un papel histérico decisivo. parte de Argentina."! Unidas en lo geografica sua tros de mercado en Boston, Nueva York y Filadeifig ‘ 4 facilmente accesibles entre si, y sus poblaciones oa un tanto unidas por la imprenta y el comercig Los tados Unidos” pudieron multiplicar poco a poco él mero de sus habitantes durante los siguientes 135 a medida que las poblaciones antiguas y las y),, avanzaban hacia el Oeste dejando atras el antiguo cleo de la costa oriental. Pero incluso en el caso de Estados Unidos hay algunos elementos de “fra, comparativo o de contraccién, como la falta de j, gracién del Canada de habla inglesa y el decenio de berania independiente de Texas (1835-1846), Si en el glo xvi hubiese existido en California una comunidg, considerable de habla inglesa, zno es probable que biese surgido alli un Estado independiente para he el papel de Argentina y el Pert haciendo el de las T; Colonias? Incluso en los Estados Unidos, los lazog q tivos del nacionalismo eran bastante elasticos, co dos con la rapida expansion de la frontera occidenta las contradicciones entre las economias del Norte Sur, para desatar una guerra de secesién casi un sigh prués de la Declaracion de Independencia; guerra que re da ahora claramente a las que separaron a Venez y Ecuador de la Gran Colombia, y a Uruguay y Pa de las Provincias Unidas del Rio de la Plata.” Ja América espafiola, y ¢l guarani alcanzé la posicién presa. La expulsidn de los jesuitas de la América , Por orden de la Gorona, extendié el territorio has- Plata, pero ya muy tarde, y por poco mas de una gene Seton-Watson, Nations and States, pp. 200-201. Ivo el hecho de que la Declaracién de Independencia Nidos en 1776 hable sdlo de “el pucblo", mientras que "hace su presentacién apenas en la Constitucion nen, Nationalism, p. 105. A manera de conclusién provisional, convendria car de nuevo el contenido limitado y especifico dela El area total de las Treee Colonias era de 838 267 km’. Lade nezuela era de 912 050; la de Argentina, de 2 776 654; la de la Sud mérica hispana, de § 852 000 km*. 3 ® Paraguay es un caso excepcionalmente interesante. Gracias dictadura reiativamente benévola establecida alli por los jesuit® principios del sigto xv1, los indigenas fueron mejor tratados que 100 101 des Volk ist Volk; es hat seine National ; Sprache”.’ Este concepto tan estrecha- » de la nacionalidad como algo ligado a piedad exclusiva, ejercié una amplia pre la Europa del siglo x1x y, mas precisa- el desarrollo teérico subsecuente acerca del nacionalismo. ;Cuales fueron los ilusién? Es muy probable que tales ori- waran en la profunda contraccion del 9, en el tiempo y el espacio, iniciada ya " y provocada al principio por las explora- humanistas y mas tarde, paraddjicamen- on de Europa por todo el planeta. expresa Auerbach:* V. LENGUAS ANTIGUAS, MODELOs NUEVOS EL FINAL de la época de los movimientos de liberg, nacional, exitosos en las Américas, coincidié mag nos con el comienzo de la época del nacionalisma 2 Europa. Si consideramos el caracter de estos nacign lismos nuevos que entre 1820 y 1920 cambiaron ¢| tro del Viejo Mundo, vemos que dos caracteristicas tables los separan de sus antecesores. Primero, en todos ellos las “lenguas nacionales impresas” tenjay importancia ideoldgica y politica fundamental, miep tras que el espanol y el inglés no fueron jamas un de controversia en las Américas revolucionarias, 1 do, todos pudieron funcionar con base en modelos ¥ sibles provistos por sus predecesores distantes, y no distantes después de las convulsiones de la Revoluci francesa. La “nacién” se convirtié asi en algo capaz d ser conscientemente deseado desde el principio del ceso, antes que en una visidn que se delinea lenta te. En efecto, como veremos mas adelante, la “naci resulté ser un invento para el que era imposible al ner una patente. Podia piratearse por manos muy ferentes y a veces inesperadas. En este capitulo, pork tanto, el analisis se centrara en la lengua impresa y pirateria. del humanismo, surgié una sensacién de scimientos de la historia y la leyenda clasicas, de la Biblia, no estaban separados del pre- una extensién de tiempo sino también por vida completamente diferentes. El humanismo, de renovacién de las formas y expresio- gua, crea una perspectiva historica con desconocida en cualquier época anterior: contemplan la Antigiedad en su profundi- , €n ese marco, las épocas oscuras de la Edad Esto imposibilits) el restablecimiento de la natural de la cultura antigua o la ingenui- siglos XI y XII. de lo que podriamos llamar “historia ndujo con el tiempo al concepto desco- 4 itonces de una “modernidad” explicita- Pasando alegremente por alto algunos hechos extract) ropeos obvios, el gran Johann Gottfried von Herder (17441803) habia declarado, hacia el final del sigh® oo p. 42. Las cursivas son mias, ivas son mias. 102 103 mente yuxtapuesta ala “Antighedad”, y Por gy sin ventaja para esta tiltima. La controversia se lib rozmente en la “Batalla de antiguos y moderng h domin6 la vida intelectual francesa del tlimo del siglo xvi." Citamos de nuevo a Auerbach: “E, pos de Luis XIV, los franceses tuvieron el valor a siderar su propia cultura como un modelo villa ts par de la cultura antigua, e impusieron su punto qo ta al resto de Europa.” de En el curso del siglo xvi, el “descubrimientg” parte de Europa de grandiosas civilizaciones hasta, ’ tonces apenas vagamente insinuadas —en Cy ina pon, el sudeste asiatico y el subcontinente indigo a todo desconocidas —el México de los aztecas yelp de los incas— sugeria un pluralismo humano irremeg; ble. La mayoria de estas civilizaciones habiase deg llado enteramente por separado en la historia cong da de Europa, la cristiandad y la Antigtiedad; en ef el hombre y sus genealogias se encontraban fuera, Jas instituciones sociales y politicas de Edén y no podian asimilarse a él. (Sdlo el tiempo época. En efecto, pudo pensarse que mogéneo, vacio, podria acomodarlas.) La reperg lo una de muchas civilizaciones, y no por de los “descubrimientos” puede juzgarse por las o la mejor.” to, el descubrimiento y la conquista una revolucion en las ideas euro- lenguas. Desde los primeros dias, 4 novedosa sobre todo porque se si- 9 Pacifico, La magnifica isla de los Swift (1726), aparecié con un mapa picacion en el Atlantico del Sur. (El sig- ambientes de estas obras podria acla- aramos cuan inimaginable seria ubicar . Platon en cualquier mapa, ficticio o 5 utopias fantasiosas, “inspiradas en des es, no s¢ describen como paraisos per- -sociedades contempordneas. Podria ar- ia que ser, ya que las utopias eran s contemporaneas, y los descu- acabado con la necesidad de buscar Antigtiedad desaparecida.” Tras los on las luminarias de la Iustracién: Vico, Voltaire y Rousseau, quienes en medida otaban la ausencia de una Europa “real” tuna andanada de escritos subversivos pretendia ser el relato de un marinero, encont por el autor en Amberes, que habia participado eff expedicion de 1497-1498 que Américo Vespucio ¢ bezara a las Américas. La New Atlantis (1626) de 9, hay un claro contraste entre los dos famosos mon- inglesa, El Tamburlaine the Great (1587-1588), * La batalla se inicié en 1689, cuando Charles Perrault, de 59m de edad, publica su pocma Sitele de Louis le Grand, donde que las artes y las ciencias habian alcanzado su pleno floreci €N Sl propia época y en su propio pais. 1676) representa aun emperador reinante con- que el imperialismo europeo imponia sus mo- ee es : 95 por todo el mundo, otras civilizaciones sufrian Mimesis, p. 343, Adviértase que Auerbach dice “cults confrontadas por pluralismos que aniquilaban sus gua”. También debiéramos cuidarnas de no confundir as, La marginacién del Reino Medio en el Lejano dad” con “su propia”. . 0 ristica de este proceso, 104 105 jgualdad ontologica con una variada de rivales yernaculas, én un movirnien- taba su degradacién anterior en el apitalismo impreso. Si todas las len- ahora una posicién (intra)mundana s eran en principio igualmente dig- dmiracién. Pero zpor quién? Loégica- ahora ninguna pertenecia a Dios, por tarios: los hablantes nativos y los lec- marineros, misioneros, comerciantes y so] gueses, holandeses y espanales habian peitres. fines practicos —navegacion, conversién guerra— ciertas listas de palabras de lengu peas que podian recopilarse en diccionarios send Pero fue solo a fines del siglo xvi cuando se injaat mente el estudio cientifico comparado de las ie La conquista de Bengala por los ingleses prodill primeras investigaciones del sanscrito hechas 4 lham Jones (1786), las que hicieron creer cada vez que la civilizacion indica era mucho mas antigua de Grecia o Judea. La expedicién egipcia de Na, dio lugar al desciframiento de los jeroglificos por Champollion (1855), lo que pluralizaba la Antio extraeuropea. Los avances en las investigaciones ticas minaban la idea de que los hebreos eran el mas antiguo o que tenian un origen divino, De n se estaban concibiendo genealogias que sdlo p acomodarse en el tiempo homogéneo, vacio. “La gua dejé de ser una continuidad entre un poder ex no y el hablante humano para convertirse en un po interno, creado y consumado por los usuarios Seo it uate que lengua entre si mismos.* De estos descubrimientos ge eaters que fuescn las rea- gi6 la filologia, con sus estudios de gramatica comp Eas externas, dentro de las cubiertas del da, clasificacion de las lenguas en familias y reconst fee somsnecheco las lenguasipe ciones dé las “protolenguas” sacadas del olvido por categoria, Los laboriosos visiona- pensamiento cientifico. Como observa atinadament afios a su compilacion tenian que Hobsbawm, ésta era “la primera ciencia que exami Bibliotecas de Europa, en parte ba la evolucién en su misma esencia”.? A partir de este punto, las antiguas lenguas sagra —latin, griego y hebreo— fueron obligadas a meaclar p borads Com, ¢ aS Nog gran provecho Seton-Watson, el uropa y sus cercanias, una edad de afos, dticos, filélogos y literatos dculas." Las actividades vigorosas de profesionales fueron el fundamento nacionalismos europeos del siglo bsoluto con la situacién de los paises 70 y 1830. Los diccionarios mono- compendios del tesoro impreso de de llevar (aunque a veces no tanto) a, de la oficina a la casa. Los diccio- Ta historia de la lengua suele mantenerse en ente aparte de la historia politica, econdémi- me ha parecido conveniente unirlas, aun a nto menos preciso.” Nations and States, p. 11. "Hobshawm, The Age af Revolution, p. 337. Bspectos mis valiosos del texto de Seton-Wat- * Edward Said, Orientalism, p. 136. 4 Su atencion a la historia del lenguaje, aunque * Hobsbawm, The Age of Revolution, p. 357. ; Fen desacuerdo con la forma en que la emplea. 106 107 cular las de las universidades. Y gran parte de tela inmediata era también, inevitablemente f estudiantes universitarios o de grados inferiorgs macion de Hobsbawm de que “el progreso qd. a universidades mide el progreso del nacionalis que las escuelas, y en especial las universidades ." virtieron en sus defensores mas conscientes” pe mente justa para la Europa del siglo x1x. ¢ otros tiempos y lugares.'! Asi pues, podemos localizar esta revolucién grafica como lo hariamos con el estruendo cate mayor de un arsenal en llamas, donde cada ex pequefa enciende otras, hasta que el iiltimo a convierte la noche en dia. Para mediados del siglo x01, los trabajos pr sos de investigadores alemanes, franceses e ingl sélo habian facilitado en cémodas ediciones Casi el material de los clasicos griegos, junto con los ne rios apéndices filolégicos y lexicagraficos, sing q docenas de libros estaban recreando una antigua lizacién helénica resplandeciente y firmemente na. En el iiltimo cuarto del siglo, este “pasado” se hi cada vez mas accesible a un pequeno niimero de stianos que hablaban griego, la ma- habia estudiado o viajado fuera de io otomano." Exaltados por la he- ns culturales de Europa occidental, emprendieron la “desbarbarizacion” ndernos, es decir, su transformacion Pericles y de Socrates." Simbolo de ‘conciencia son las siguientes palabras jovencs, Adamantios Koraes (jquien artio en un ardiente lexicégrafo!), di- io francés en Paris en 1803:"4 de la ‘SCyp ine g Ja nacion explora el horrible espectaculo jay tiemblz al medir con el ojo la distancia Ja gloria de sus antepasados, Pero este des- 9 no hunde a los griegos en la desespe- descendientes de griegos, se dijerom im- s tratar de ser de nuevo dignos de este Hlevarlo. XVIII aparecicron también gramati- historias de Rumania, acompanados , triunfante al principio en los reinos tarde en el otomano, en favor de la ‘i fabeto cirilico por el latino (lo que se- The Agt of Revolution, p. 166. Las instituciones académicas fae ci poco significativas para los nacionalismos americanos. El p Hobsbawin sefiala que habia 6 000 estudiantes cn Paris a la pero de hecho no desempefaron ningtin papel en Ia Revol francesa (p. 167). También nos recuerda que aunque la edu se difundié con rapidez en Ja primera mitad del siglo xr, el nl de adolescentes en las escuelas era todavia pequeiio para m mentalidad: apenas 19 000 estudiantes de Ipeée en Francia en 20 000 alumnos de secundaria en la poblacidn de 68 000 000 de bitantes de la Rusia imperial en 1850; probablemente 48 000 4 diantes universitarios en toda Europa en 1848, Pero en las revol nes de se ano, este grupo pequeiio pero importante desempen® papel decisivo (pp. 166-167). 35 periddicos en griego aparecieron en Viena en sociedad secreta que fuera en gran medida tamiento antiotomano de 1821, se fundé en y grande puerto ruso de Odessa, utilizado para el de Elie Kedourie en Nationalism in Asia Hi. Las cursivas son mias. El texto completo del en- he Present State of Civilization in Greece”, apare- 182. Contienc un analisis sorprendentemente mo- sociolégicas del nacionalismo griego. 108 109 en 1784, desde el pequeiio pueblo _ de lo que habria de ser la Univer- Su primera expresion politica fue en el decenio de 1780 de la nobleza jatina ante la decisidn del emperador el latin por el aleman como lengua Iministracion imperial.” de resultas de la obra se formaron tres len- en el norte de los Balcanes: el ay el bilgaro. En el decenio de mente que los “bilgaros” forma- la misma nacién que los serbios y los habian icipado en el movimien- 8 surgia un Estado nacional bilgaro 5 XVill apenas se toleraba el ucrania- campesinos. Pero en 1798 escribio ‘Aeneid, un poema satirico de la vida de enorme popularidad. En 1804 rsidad de Jarkov y pronto se convirtié auge de la literatura ucraniana. En jmera gramatica ucraniana, solo 17 tica oficial rusa. Yen el dece- feron las obras de Taras Shevchen- Seton-Watson que “la formacion de ucraniana aceptada le debe mas o individuo. El uso de esta lengua de la formacién de una conciencia *"® Poco tiempo después, en 1846, paraba drasticamente a Rumani ortodoxos).' Entre 1789 y 1794, ho modelo fue la Academia Francesa, cshie Rusa, nario ruso de seis voliimenes, seguido de a a oficial en 1802. Ambas obras representabart : de la lengua vernacula sobre el eslavo eclesaiea que el checo fue hasta el siglo xvin sélo | a s los campesinos de Bohemia (la nobleza y las oe dias que estaban apareciendo hablaban ale: Clases cerdote catélico Josef Dobrovsky (1753-1829) ,urnet 1792 su Geschichte der tihmischen Sprache tnd ilte, a tur, la primera historia sistemAtica de la len, aa ratura checas. De 1835 a 1839 aparecié el ial 4 nario de checo-aleman, en cinco voliimenes. ra por Josef Jungmann." = Dice Ignotus que el nacimiento del nacionalism, garo es un evento“tan reciente que puede datarsea el afio de publicacién de algunas obras ilegibles delp lifacético autor hingaro Gydrgy Bessenyei al saz6n residia en Viena y servia en la quardia dal Teresa [...]. Las magna opera de Bessenyei trataban probar que la lengua hungara era apropiada { género literario mas elevado”."” Un nuevo stimula “ vino de las extensas publicaciones de Ferenc Kazi 7 (1759-1831), “el padre de la literatura hingara” Cinos 5 ‘Como no tengo ningiin conocimiento prof 1 rt indo sobre central y oriental, he recurrido en gran medida a Seton-Watson ok ae Por lo que toca a Rumania, véase Nations and Si i, pp. 150-153, Ignows, Hungary, p. 44. “Lo probé, acid ! , pero su posician mica era mas convincente que el valor estético de los ejemplos expuso, ‘Quiza convenga senialar que este pasaje aparece en una don Gtulada “Lainw in de la nacién hiingara”, que se int esta frase: ‘Una nacién nace cuando unas cuantas personas que asi debe ser.” Nations and States, pp. 158-161, La reaccién fue asu sucesor, Leopoldo II (reinado 1790- ir el latin, Véase también infra, capitulo v1. Resul- ar que Kazinczy se solidarizé politicamente con Mo. (Ignowus, Hungary, p. 48.) States, p. 187. Por supuesto, el zarismo los traté dura- 110 111 clases que alcanzaron la solidaridad esencialm as lenguas vernaculas de Estado ad- base en la imaginacion. Pero en una Euro al a is poder y categoria en un proceso nénica, donde el latin habia sido derrotade I . al principio, era en gran medida im- pitalismo impreso verndculo durante cerca a Tele y és eché al gaélico de la mayor parte glos, esta solidaridad tenia un alcance sélo limit.” ances arrincond al bretén, el castellano la posibilidad de leer en lenguas vernaculas, no na la marginacion. En los reinos como otro modo, podemos dormir con cualquiera, ‘che Francia, donde por razones enteramen- podemos leer las palabras de algunas person. mediados de siglo, una coinci- Los nobles, los grandes terratenientes, Jog pr p f te clevada entre la lengua de Estado nales, los funcionarios y los comerciantes eran g." poblacién,"” la interpretacién mencio- ces los consumidores potenciales de la revolucién efectos politicos profundos. (Estos casos gica. Pero tal clientela no se formaba en su to a los paises de América.) En muchos casi en ninguna parte, y las combinaciones de ep Jos que Austria-Hungria es tal vez el midores efectivos variaban considerablemente dey las consecuencias fueron inevitable- zona a otra. Para entender la razén de esta sin En su dominio enorme, heteréclito, tenemos que recordar el contraste basico estab da vez mas alfabetizado, la sustitu- antes entre Europa y los paises de América. En cualquier lengua vernacula, a media- bia un isomorfismo casi perfecto entre la exte: netia grandes ventajas para aque- los diversos imperios y la de sus lenguas vernac itos que ya usaban esa lengua impresa, Europa, en cambio, tales coincidencias eran raras, yj mdientemente amenazadora para imperios dinasticos intraeuropeos eran basicamente Subrayo la palabra cualquiera por- tilingtes. En otras palabras, el poder y la lengua i en mayor detalle mas adelante, la sa abarcaban reinos diferentes, an por la corte de los Habsburgo a El crecimiento general de la alfabetizacién, el com lo XIX, por alemana que fuese dicha cio, la industria, las comunicaciones y las buro da que ver con el nacionalismo ale- estatales que caracterizaron al siglo x1x crearon m unstancias, seria de esperarse que impulsos poderosos para la unificacién de las le ismo consciente en cada reino di- vernaculas dentro de cada reino dinastico. El latin a instancia, entre los lectores nativos de sistié como una lengua de Estado en Austria-Hi oficial. Y los hechos histéricos co- hasta principios del decenio de 1840, pero desapare i$ expectalivas.) casi inmediatamente después. Podia ser una lengua@s : J 4 Estado, pero en el siglo xIx ya no podia ser la le : See 0 cartier verméculo de fos lengms de los negocios, las ciencias, la prensa o la literatura : Bee cise mh Sapa hana Se jiento militar ache a pi bre todo en un mundo en el que las lenguas s¢ €@ Ja hambruna del decenio de 1840, fueron fac- mezclaban de continuo. 116 117 En términos de las clientelas de NUestros Jeg: fos, no es asi sorprendente que haya diferente. tos de clientes de acuerdo con diferentes co, 4 politicas. Por ejemplo en Hungria, donde vir no existia ninguna burguesia magiar, pero unas ocho pretendia tener cierta posicién aristocray parapetos del hiingaro impreso fueron defe nid tra la marea alemana por ciertos segmentos de Ia quena nobleza y por los grandes terrateniente, la brecidos.” Algo muy semejante podria decirge j lectores polacas. Pero era mas comin una coaliel terratenientes menores, académicos, Profesion; ; negociantes, donde los primeros daban a mepyg dirigentes de “categoria” mientras que los sepun los terceros aportaban los mitos, la poesia, los Perig cos y las declaraciones ideolégicas, ¥ los ultim, dinero y las facilidades de la comercializacién, EL ble Koraes nos ofrece una excelente vificta de la tela inicial del nacionalismo griego, donde predomi ban los intelectuales y los empresarios:™ jncluso de las ciencias que ensenan en $ patrocinan la impresion de libros o, el francés, el aleman y el inglés; en- ensas suyas, a jovenes ansiosos de apren- una educacién mejor, sin exceptuar a ctores, cuyo interés abarcaba desde asta en griego, también fueron crea- entral y oriental, y en el Cercano el siglo.” Naturalmente, variaba mu- de las masas urbanas y rurales en ades vernaculas imaginadas. Mu- relacién entre estas masas y los mi- o. En un extremo, tal vez po- anda, donde los clérigos catdlicos ado y ligacos a él desempenaron ital. En el otro extremo, como lo oironico de Hobsbawm, a “los cam- que en 1846 se oponian a los revo- a pesar de que éstos proclamaban cién de la servidumbre, prefiriendo ros y confiar en los funcionarios del en todas partes, a medida que au- acion, se facilitaba la obtencién del do las masas descubrian una nue- Tas lenguas que ellos habian habla- toda la vida alcanzaban la condicién En los pueblos menos pobres, donde habia algunos tantes acomodados y unas cuantas escuelas, o sea alp individuos que por lo menos sabian leer y podian e der a los escritores antiguos, la revolucidn se ini temprano y pudo avanzar de manera mas ripida y a da, En algunos de estos pueblos ya se estan ampliand escuelas, y se esta introduciendo en ellas el estudio dele * Hobshawm, The Age of Revolution, p. 165. Véase una excelent posicién detallada en Ignotus, Hungery, pp. 44-56; también Jas, Dissofution, pp. 224-225, ® Kedourie, Nationalism in Asia and Africa, p. 170. Las cursivas : mias, Todo aqui cs ejemplar. Si Koraes mira a “Europa”, Io have : jemplos en Seton-Watsen, Nations and States, encima del hombro; él tiene enfrente a Constantinopla. El ote! nadia), 145 (Bulgaria), 155 (Bohemia) y 432 (Eslovaquia); no es todavia una lengua éxtranjera. Las futuras amas de cast pp. 83 (Egipto) y 103 (Persia). entrando al mercado de las publicaciones. z , » p. Leg, nto, ¢5 justa la declaracién contunden- ‘ueva inielligenisia nacionalista de cla- 118 119 se media tenia que invitar a las masas a eny toria; y la invitacién tenia que escribirse en que ellas entendieran.”"' “ng Pero resulta dificil entender por qué la invi g0 a parecer tan atractiva, y por qué alianzas rentes pudieron emitirla (la intelligentsia clase de Nairn no era en modo alguno la tnica angi a menos que volvamos finalmente a la piratertd Observa Hobsbawm: “La Revolucidn francesg : hecha o encabezada por un partido o un man formado en el sentido moderno, ni por hombres trataran de implantar un programa sistematico, a produjo ‘dirigentes’ de la clase a la que nos ha tumbrado las revoluciones del siglo xx, antes an miento de la figura de Napoledn después de la cién. Pero una vez ocurrida, aproveché la m acumulada por los textos impresos. La conca abrumadora y desconcertante de los sucesos mentada por sus forjadores y sus victimas se cony én una “cosa” dotada de nombre propio: La Revol ‘1 francesa. Como una gran roca informe que se con te en una pena redonda por la accion de incontg gotas de agua, la experiencia se forjé por millone palabras impresas hasta convertirse en un “cone de la pagina impresa y, con el tiempo, en un med Por qué surgié, qué buscaba, por qué triunfé o fi \ ese modelo, fueron temas de una polémica int nable entre amigos y enemigos; pero de su esencia ma nadie dudaria en adelante. . Bi Bretaia antes de la palabra. Los socialisias En una forma muy parecida, los movimicntos @ Ne ee ee ee aie 5 as z ae m apenas en el decenio de 1820, probable- dependencia en los paises de América se convirt! la revolucion politica de Francia.” fbid., p. 45. Sonne of Britain, p. 340 correcta decir que el modelo era una combina- ® The Age of Revolution, p. 80, ementos franceses y norteamericanos. Pero la Compéarese este pasaje: “El nombre mismo de la Revolttci en Francia, hasta después de 1870, era la de las dustrial refleja su influencia relativamente tardia sobre Europis ee nintastiao sucedinen del sobrino nieto 120 {bid al respecto, en “conceptos”, id en “proyectos originales”. En or que asaltaba a Bolivar sobre las . negros, y el llamado que hizo San para que se unieran a la perua- | caos. Pero las palabras impresas diato con los temores de Bolivar, an como una anomalia sin impor- recordados. La confusién america- es imaginacas: Fstados nacionales, plicanas, ciudadanias comunes, sobe- ras ¢ himnos nacionales, etc., asi de sus opuestos conceptuales: Im- tinuciones monarquicas, absolutis- noblezas heredadas, servidumbre, més extrano, en este contexto, que esclavitud generalizada al “modo” de s del siglo XIX, y de la lengua compar- Jas repOblicas sudamericanas.) Ade- Ta posibilidad de una generalizacion jginal se confirmaron indudablemente los Estados independientes. el segundo decenio del siglo xix, si stia un “modelo” “del” Estado nacio- que podia piratearse.™ (Los prime- hicieron fueron los circulos margi- acula y en ellos se ha centraco este Taren jg 121 capitulo.) Pero precisamente Porque para era un modelo conocido, imponia ciertas pe las que no podian permitirse desviaciones t notorias. Incluso los terratenientes atrasados y 5 narios de Hungria y Polonia se veian en dificyija 4" no “invitar” a sus compatriotas oprimidos (aun a a fuese a la mesa). Podria decirse que Operaba Ig de la peruanizacién de San Martin. Si los “¢ merecian un Estado nacional, eso significahg o. ® la inclusién de todos los hiingaros;* significabg y tado cuya depositaria final de la soberania teng ser la colectividad de hablantes y lectores de han y, con el tiempo, la liquidacion de la seryidyp promocién de la educacién popular, la expansig, sufragio, etc. Asipues, el caracter “populista” q meros nacionalismos europeos era mas profu en los paises de América, aun cuando estuvie bedados, demagégicamente, por los grupos soci atrasados: la servidumbre fenfa que desaparecer, clavitud legal era inimaginable, sobre todo po modelo conceptual estaba en un lugar inexpugng * Esto no estaba del todo claro. La mitad de los subditosd de Hungria no eran magiares. Sdlo un tercio de los siervos magiar, A principios del siglo xrx, la alta aristocracia maglar 1 francés o aleman; la nobleza media ¢ inferior “conversaba eM) tin vulgar mezclado con magiar, pero también con expresial a vacas, serbias y rumanas, asi como con un aleman vernacula- tus, Hunger, pp. 45-46 y 81. 7 122

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