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DEPARTAMENTO DE HISTORIA CONTEMPORÁNEA

ESPAÑA Y LA APERTURA DE LA CUESTIÓN MARROQUÍ


(1897-1904).

FRANCISCO MANUEL PASTOR GARRIGUES

UNIVERSITAT DE VALENCIA
Servei de Publicacions
2006
Aquesta Tesi Doctoral va ser presentada a Valencia el dia 20 de
Setembre de 2005 davant un tribunal format per:

- D. Juan Bautista Vilar Ramírez


- Dª. Rosario de la Torre del Río
- D. Antonio Niño Rodríguez
- D. Fernando García Sanz
- D. Albert Girona Albuixech

Va ser dirigida per:


Dra. Teresa Carnero Arbat
D. Víctor Morales Lezcano

©Copyright: Servei de Publicacions


Francisco Manuel Pastor Garrigues

Depòsit legal:
I.S.B.N.:978-84-370-6580-9
Edita: Universitat de València
Servei de Publicacions
C/ Artes Gráficas, 13 bajo
46010 València
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Telèfon: 963864115
UNIVERSITAT DE VALENCIA

FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA

Departamento de Historia Contemporánea

TESIS DOCTORAL

ESPAÑA Y LA APERTURA DE
LA CUESTIÓN MARROQUÍ

(1897-1904)

PRESENTADA POR:

Francisco Manuel Pastor Garrigues

DIRIGIDA POR:

Dra. Teresa Carnero Arbat


Dr. Víctor Morales Lezcano

VALENCIA, 2005

1
2
INTRODUCCIÓN

EL TEMA, EL ESTADO DE LA CUESTIÓN, LA HIPÓTESIS DE TRABAJO

Y LAS FUENTES

a) El tema. El estado de la cuestión

Existe en la Historia de la Diplomacia de la España Contemporánea un período al que

podemos designar anteponiéndole propiamente el calificativo de “oscuro“: aquél que abarcaría los

años 1895-1902 en las relaciones hispano-marroquíes. Se trata de una etapa que no ha merecido

hasta el momento presente ningún estudio historiográfico en el campo de la historia de la política

exterior de la Restauración. Esta carencia de trabajos realizados con unas bases críticas y científicas

nos ha dado un panorama actual marcado por la existencia de un tema que hasta hoy si no

permanece totalmente ignorado, cuando ha merecido alguna digresión o referencia lo ha sido desde

un punto de vista muy superficial, de forma marginal. Desconocíamos pues como se desarrollaba el

proceso definitivo de imbricación de España en la cuestión de Marruecos, marco de algunas de las

crisis que jalonan el panorama de las tensiones internacionales en la década anterior a la I Guerra

Mundial. Desentrañarlo es el objetivo principal de este estudio; una dinámica que está

necesariamente relacionada con el desarrollo de las relaciones hispano-marroquíes en este

momento.

Sin pretender una relación exhaustiva de los estudios en torno a las relaciones entre la

monarquía española y el Sultanato de Marruecos, hemos de señalar que los períodos más

estudiados han sido aquellos que se extenderían a partir de 1902, y más propiamente a partir de

1907. El período correspondiente al siglo XIX y a la primera etapa del régimen de la Restauración

ha merecido también la atención de diversos estudios de carácter meticuloso y concienzudo.

3
Citaremos en primer lugar los de Manuel Fernández Rodríguez,1 M.C. Lécuyer y Carlos Serrano2,

Bernabé López García,3 Jesús Martínez Milán,4 Sebastián Balfour,5 Federico Curato,6 V. Morales

Lezcano,7 del equipo de investigadores catalanes que pivota en torno a Eloy Martín Corrales 8

compuesto por Albert García Balañà,9 Omar Rodríguez Esteller 10 y Martín Rodrigo y Alharilla 11 y

por último, por su extensión más breve, las aportaciones de James A. Chandler,12 Luís Alvarez

Gutierrez,13 María Dolores Domingo Acebrón,14 Alejandro R. Díez Torre,15 Mª del Carmen

1
Cfr. Fernández Rodríguez , M.: España y Marruecos en los primeros años de la Restauración (1875- 1894), Madrid,
C.S.I.C. , 1985
2
Cfr. Lécuyer, M.C y Serrano, C.: La guerre d´Afrique et ses répercussions en Espagne. Idéologies et colonialisme en
Espagne, 1859-1904, París, Presses Universitaires de France, 1976.
3
Cfr. López García, B.: “La cruz y la espada“, en Historia-16. Extra IX. “España en África. Un siglo de fracaso
colonial“, pp. 35-48.
4
Cfr. Martínez Milán, J.: “Un discurso relativo a la frontera sur del reino de Marruecos entre el reinado de Muley
Hasan I y el establecimiento del protectorado hispano-francés (1874-1912), en Awraq, Vol.XVII, 1996, pp.243- 255.
5
Cfr. Balfour, S.: Abrazo mortal. De la guerra colonial a la guerra civil en España y Marruecos (1909-1939),
Barcelona, Ediciones Península, 2002. Se trata de un excelente estudio que abarca un marco cronológico que excede al
del presente trabajo. En la etapa restauracionista, Balfour pasa revista a acontecimientos como la guerra de Melilla,
ocasionada por la irritación de algunas cabilas fronterizas a la ciudad española ante la profanación involuntaria de una
tumba sagrada en las afueras de Melilla por unos trabajadores, lo que costó la vida a un nutrido número de militares
españoles y a su comandante el general Margallo. En realidad, el libro es un denso estudio global sobre la influencia
que las guerras de Marruecos tuvieron en la historia española del siglo XX y, en especial, en el desencadenamiento y
desarrollo de la guerra civil de 1936-1939. Aunque la temática tratada no carezca de literatura previa, el mayor acierto
de la obra de Balfour reside en dos aspectos distintos pero concurrentes. Por un lado, su bien trabada exposición se
apoya en muy novedosas fuentes informativas, tanto españolas – archivos privados, testimonios de soldados y oficiales
partícipes en las campañas coloniales – como extranjeras – archivos militares y diplomáticos franceses y británicos. Por
otro, la explicación ofrecida tiene la virtud de incardinar el fenómeno español en el contexto de las colonizaciones
europeas del período, con ilustrativos excursos comparativos con las experiencias coloniales africanas de Francia y
Gran Bretaña.
6
Cfr. Curato, F.: La questione marocchina e gli accordi mediterranei italo-spagnoli del 1887 e del 1891. 2 vols,
Milán, Edizioni di Comunita, 1961-1964.
7
Cfr. Morales, V.: “La cuestión fronteriza argelo-marroquí (1845-1912). Su repercusión en España“, en el libro de
este autor: Las fronteras de la Península Ibérica en los siglos XVIII y XIX. Esbozo histórico de algunos conflictos
franco-hispano-magrebíes, con Gran Bretaña interpuesta, Madrid, UNED, 2000. De este mismo autor, se debe
consultar asimismo: “Marruecos. del conflicto diplomático al protectorado“, en Historia Universal del Siglo XX de
Historia-16. Vol. 3: Los Imperios frente a frente, pp. 81-96.
8
Cfr. Martín Corrales, E. (ed): Marruecos y el colonialismo español (1859-1912). De la guerra de África a la
“penetración pacífica“. Barcelona, Edicions Bellaterra, 2002; del mismo autor véase: “Intereses catalanes en la
expansión colonial española en el Norte de África (1860-1912), en Díez Torre, A. R. (ed): Ciencia y Memoria de
África. Actas de las III Jornadas sobre ‘Expediciones científicas y africanismo español. 1898-1998’, Madrid, Ateneo
de Madrid / Universidad de Alcalá, 2002, pp. 91- 107.
9
Cfr. García Balañà, A.: “Patria, plebe y política en la España isabelina: la guerra de África en Cataluña (1859-1860“,
en Martín Corrales, E.: op. cit, pp. 13-77.
10
Cfr. Rodríguez Esteller, O.: “La intervención española de las aduanas marroquíes (1862-1865)”, en Martín Corrales,
E.: op. cit, pp. 79- 131.
11
Cfr. Rodrigo y Alharilla, M.: “Una avanzadilla española en África: el grupo empresarial Comillas“, en Martín
Corrales, E.: op. cit, pp. 133- 165.
12
Cfr. Chandler, J. A.: “Spain and her Moroccan Protectorate 1898-1927 “, en Journal of Contemporary History, Vol.
10, 1975, pp. 301-322.
13
Cfr. Álvarez Gutiérrez, L.: “Tánger en la guerra hispano-norteamericana de 1898 «, en Boletín de la Real Academia
de la Historia, CXCV / I, 1998, pp. 81-131; del mismo autor véase también: ¿“Un proyecto de reparto de Marruecos
entre España y Francia a finales de los años 1880? “, en Díez Torre, A. R. (ed): Ciencia y Memoria de África ... op.cit,
pp. 145-194.

4
González Velilla y Mª Berta Pacios González- Loureiro,16 L. García de Obeso, 17 Ramón Lourido18,
19
Henry Marchat, José Luis Martinez Sanz,20 Adnan Mechbal, 21
Cristóbal Robles,22 Agustín R.
23
Rodríguez González y Vicente García Franco.24 La mayoría de estas obras se detienen en la

frontera cronológica de 1894, es decir la delimitada por la muerte del Sultán Mawlay Hassan, la

ascensión al trono de su hijo Mawlay Abd al- Aziz y las consecuencias inmediatas de la guerra de

Melilla. Sin embargo para lo que ocurre a partir de ese momento histórico hasta 1902 no hay

ninguna aportación historiográfica notable. Otros autores como los citados Chandler, García de

Obeso o Álvarez Gutiérrez empiezan sus investigaciones a partir de la emblemática fecha de 1898.

Es asimismo el caso del primer estudio de Morales Lezcano sobre la cuestión marroquí.25

Tendremos que remontarnos al libro del diplomático José María de Campoamor, escrito en la ya

14
Cfr. Domingo Acebrón, M. D.: “Rafael María de Labra ante la cuestión de Marruecos, 1898”, en: Díez Torre, A. R.
(ed): Ciencia y Memoria de África..., op. cit, pp. 229- 240.
15
Cfr. Díez Torre, A. R: “África y el africanismo del iberista Gonzalo de Reparaz “, en Díez Torre, A. R. (ed), Ciencia
y Memoria de África ..., op. cit, pp. 243-274.
16
Cfr. González Velilla, M. Del C. y Pacios González-Loureiro, Mª B.: “La crisis de Melilla de 1893-1894 “, en Fusi,
J.P. y Niño, A (eds.): Antes del ‘desastre’: Orígenes y antecedentes de la crisis del 98, Madrid, Universidad
Complutense de Madrid, 1996, pp. 323-336.
17
Cfr. García de Obeso, L.: “Marruecos, tierra de rebeldes. Cuando vino Bu-Hamara “, en Historia y Vida, no.33,
1970, pp.118-129.
18
Cfr. Lourido, R.: « José Lerchundi y las relaciones culturales hispano-marroquíes de finales del XIX “, en Hesperis-
Tamuda, Vol. XXX, 1992, pp. 39-66.
19
Cfr. Marchat, H.: “Les origines diplomatiques du ‘Maroc espagnol‘ (1880-1912) “, en Revue de l´Occident
Musulman et de la Méditerranée no. 7, 1970, pp. 101- 170.
20
Cfr. Martínez Sanz, J. L.: “Ciencia y colonialismo español en el Magreb: el estudio científico de las colonias
españolas y sus posibilidades económicas “, en Estudios Africanos, Vol. VI, 1991-92, pág. 109-139.
21
Cfr. Mechbal, A.: “El Noroeste de Marruecos ante la ocupación peninsular: reacción regional y dimensión nacional“,
en Awraq, Tomo XII, 1991, pp. 135- 159.
22
Cfr. Robles, C.: “España y Marruecos: Antecedentes de los acuerdos con Francia (1898-1904)”, en Díez Torre, A. R.
(ed): Ciencia y Memoria de África ...op. cit, pp. 197- 225.
23
Cfr. Rodríguez González, A.: “El conflicto de Melilla en 1893 “, en Hispania, no. 171, 1989, pp. 235-266.
24
Cfr. García Franco, V.: “Orígenes contemporáneos de la política exterior española en Marruecos, 1800-1845 (Esbozo
y apuntes para un estudio)“, en Awraq, vol. IX, 1988, pp. 37-66; del mismo autor, el trabajo inédito depositado en la
Biblioteca de Estudios Islámicos adscrita al Ministerio de Asuntos Exteriores español y sita en Moncloa (Madrid): “Los
límites de Ceuta, la crisis hispano-marroquí del ultimátum ( 1844-45 ) y el nacimiento de Marruecos como problema de
la política exterior de la España del siglo XIX “. Del mismo autor: “El Norte de África y la política exterior de España
(1900- 1927) “, en Proserpina. Especial monográfico diciembre de 1984: Relaciones internacionales de España en el
siglo XX.
25
Cfr. Morales, V.: El colonialismo hispanofrancés en Marruecos (1898-1927), Madrid, Siglo XXI, 1976.(Hay una
segunda edición de esta obra, editada por la Universidad de Granada en 2001). Interesa en particular el comienzo de la
obra con el estudio que hace este investigador de la ‘década de penetración pacífica‘(1900-1910) y sus postulados para
proseguir con un análisis de dicha penetración en lo financiero, minero (Rif) y lo comercial, en posteriores capítulos. El
sistema de exposición mantenido por el autor consiste siempre en articular ese colonialismo “pacífico“ con la situación
española del momento, de la que son fruto las tesis de ’recogimiento’ y ‘regeneracionismo‘ equilibradamente
dosificadas.

5
lejana fecha de 1951 para encontrar las primeras referencias a acontecimientos ocurridos en 1900.26

Sin embargo este estudio presenta diversos fallos de orientación y metodología que lo hacen poco

inmune a las críticas. Cuando se refiere al Sultanato marroquí, utiliza una terminología de carácter

absolutamente colonialista, plagada de tópicos y errores, que se inspira en las obras del viajero y

agente galo Charles Foucauld. 27 Además, el juicio sobre la política española relativa al Sultanato se

resuelve en una crítica dura que arrastra en sus acusaciones a los estadistas que la impulsaron. En

este sentido es cáustica con aquellos –como Silvela o Abarzuza- que se negaron a firmar el tratado

de reparto de Marruecos con Francia en 1902; esta formulación simplista de la acción diplomática

española durante el período correspondiente al final del siglo XIX y a los inicios del siglo XX se

hace extensiva, en términos generales a los otros gobiernos restauracionistas que precedieron al de

Silvela, caso del de Sagasta, porque no supieron poner las bases para una acción en el Sultanato o

no supieron pergeñar una defensa exterior de España que imbricase la cuestión de la seguridad

nacional con la proyección colonial en el Norte de África, buscando aliados poderosos en Europa.

Estas tesis recogen algunas ideas del historiador del régimen restauracionista, Melchor Fernández

Almagro que llevado de sus simpatías por Silvela, acusa erróneamente a los liberales de Sagasta de

pasividad en la cuestión marroquí. 28

Con todo, de la lectura del libro extraemos la conclusión de que el período 1900-1902 apenas

está tratado. Campoamor no lleva a cabo un análisis riguroso y sistemático de las relaciones

hispano-marroquíes y sólo se ocupa de lo ocurrido a partir de 1903. Por lo tanto, el período 1895-

1902 se nos seguía presentando hasta hoy como una etapa de siete años en los que la diplomacia

hispana parecía estar ausente por completo de la cuestión marroquí, y precisamente en una época en

que las relaciones entre los países que asediaban al Sultanato y las asechanzas imperialistas en el

mismo alcanzaban una extensión y una complejidad extraordinarias.

26
Cfr. Campoamor, J. M.: La actitud de España ante la cuestión de Marruecos (1900- 1904), Madrid, C.S.I.C, 1951.
27
Cfr. Foucauld, C.: Viaje a Marruecos (1883-1884), Madrid, B & T Publicaciones, 1993.
28
Cfr. Fernández Almagro, M.: “Silvela y Marruecos“, en España, 5-III- 1947. Biblioteca Nacional. Sección de
África. Miscelánea García Figueras. Tomo LXIV, pág. 477.

6
Entre los estudios recientes sobre las relaciones hispano-marroquíes, es loable el esfuerzo

realizado por la investigadora María Rosa de Madariaga, España y el Rif. Crónica de una historia

casi olvidada. 29 Se trata de un notable esfuerzo historiográfico, uno de los libros más meditados y

con mejor base documental que se han escrito en nuestro país sobre el Rif. Estructurado en diversas

partes, desarrolla en primer lugar una minuciosa exploración del marco territorial rifeño, y realiza

un comentario sobre las presuntas riquezas mineras de la región, que todavía en 1917 era

considerada como un nuevo Eldorado; incide en la pobreza agrícola del lugar, con apenas 10.000

hectáreas cultivables sobre 23.000 kilómetros cuadrados de territorio. En segundo lugar desarrolla

una cala sobre los habitantes de la región, sobre la estructura familiar o clánica del poder y sus

relaciones con el Estado central marroquí. La historiadora realiza esta profunda investigación sobre

la estructura económica y antropológica del territorio sólo como primer paso para perfilar –palmo a

palmo- el complejo proceso de inserción del imperialismo español en el territorio. Sin embargo,

tras enmarcar de forma detallada y precisa la guerra de Melilla, se queda ahí. Deja el hueco del

período 1895-1907 sin estudiar, con lo que no podemos tener conocimiento no sólo de las

escaramuzas y fricciones que se produjeron en este marco cronológico entre la guarnición de

Melilla y las cabilas fronterizas –lo cual tampoco es muy preocupante, puesto que estos

enfrentamientos disminuyeron en intensidad e importancia –, sino de lo que es más importante, del

cambio en la relación de la guarnición de Melilla con el entorno circundante a partir de 1894. El

libro adolece de basarse en gran medida en la documentación consignada en Libros Rojos, o

colecciones documentales oficiales y haber obviado la consulta de la Miscelánea García Figueras o

de los archivos militares españoles, ambos fondos con nutrida documentación primaria.

Entre las escasas publicaciones que cubrían el período 1894-1904 contábamos así mismo con

un libro de Germain Ayache30 que, bien fundamentado en fuentes francesas, inglesas y marroquíes

29
Cfr. Madariaga, M. R. de: España y el Rif. Crónica de una historia casi olvidada. Melilla, Ciudad Autónoma de
Melilla / UNED- Centro Asociado de Melilla, 1999.
30
Al que habría que añadir tres artículos, dos de ellos relativos a la primera etapa de la Restauración y el último
referido a la ofensiva de Silvela en 1900 para apoderarse de Tarfaya y la Sakia al Hamra. Cfr. Ayache, G.: “ Aspects de
la crise financière au Maroc après l´expédition espagnole de 1860 «, en Etudes d´histoire marocaine, Rabat, SMER,

7
utiliza poco las españolas: sólo las depositadas en el Servicio Histórico Militar de Madrid, dejando

sin consultar el vasto bagaje documental existente en Alcalá de Henares.31 La tesis doctoral de

Carlos Tessainer cubre todo el período que estudiamos, pero este autor está interesado

fundamentalmente en componer un estudio sobre el Raisuni, y analiza todo el marco cronológico en

virtud del objetivo que se ha planteado, sin profundizar en muchos detalles de las relaciones

hispano-marroquíes. No trata aquellos aspectos de la cuestión marroquí que no están en relación

con el tema de su tesis.32 Su visión del Raisuni como un caudillo nacionalista marroquí opuesto a

las injerencias imperialistas ha merecido algunas puntualizaciones por parte de Abdelaziz Khallouk

Temsamani.33

En este orden de cosas, la tesis doctoral de Rosario de la Torre34 fue un libro que en el

momento de su publicación cubrió un vacío importante. Este trabajo, serio, meditado, muy bien

confeccionado, aportó documentación fiable y de garantía en un campo, el de la investigación de la

involucración de España en la apertura de la cuestión marroquí, huérfano de ella. En el desolado

páramo -hasta de la Torre- de la investigación española en la imbricación de nuestro país en un

tema tan relevante de las cuestiones internacionales de la primera década del siglo XX, donde

escaseaban los materiales y las fuentes de información, esta historiadora –discípula de Jover-

aporta datos muy sugerentes. Señala, de manera muy pertinente, la importancia del complejo

devenir de las relaciones franco-británicas en la inserción de España en la cuestión de Marruecos, a

la vez que aportó una explicación concluyente sobre el intento del gobierno Sagasta en 1898 para

establecer –con el gabinete británico- una acción conjunta para mantener el ‘statu quo’ en

1979, pp. 97- 138; del mismo autor : « Beliounech et le destin de Ceuta entre le maroc et l´Espagne«, en Etudes
d´histoire marocaine, Rabat, SMER, 1979, pp. 307- 338 ; id: «Les visées sahariennes de l´Espagne en 1900. La
question de la Saquia El Hamra «, en Etudes d´histoire marocaine, Rabat, SMER, 1979, pp. 339-347.
31
Cfr. Ayache, G : Les origines de la guerre du Rif, París, S.M.E.R / Publications de la Sorbonne, 1981.
32
Cfr. Tessainer y Tomasich, C.: El Raisuni, aliado y enemigo de España. Madrid, Editorial de la Universidad
Complutense, 1992. Del mismo autor: “Los últimos años de la independencia marroquí: El- Raisuni, gobernador de
Tánger y el Fahs (1904-1906), en Awraq, Vol. XIV, 1993, pp. 105- 123. Véase asimismo, Tessainer, C.: “El Raisuni,
secuestrador de extranjeros “, en Estudios Africanos, Vol. IV, enero-junio de 1989, pp. 25-34.
33
Cfr. Khallouk, A.: País Yebala: Majzén, España y Ahmed Raisúni, Granada, Universidad de Granada / Diputación
Provincial de Granada, 1999.
3434
Torre, R. de la: Inglaterra y España en 1898. Prólogo de José María Jover, Madrid, Eudema, 1988, 351 págs.,
mapas.

8
Marruecos, frente a Francia y cómo los conservadores de Silvela no respaldaron la iniciativa en

1899, ya que consideraban muy arriesgadas estas posturas.

Un hito importante en el campo de la bibliografía española sobre el Sultanato es asimismo la

tesis doctoral de F. García Sanz.35 Este notable libro ensaya una visión totalizadora de un fenómeno

histórico, el de las relaciones hispano-italianas en el período final del régimen restauracionista, y no

lo hace sólo en forma de ensayo erudito o de relación histórica. Su misión autoimpuesta es la de

proporcionar un punto de partida para profundizaciones posteriores; García Sanz convoca una

amplia serie de temas que no se limitan a las relaciones diplomáticas, sino que incluyen también los

aspectos económicos o de otros ámbitos; con la información manejada, el historiador realizó un

denso proceso de reconversión. García Sanz fraccionó las aportaciones documentales que manejó,

las re-montó, las cosió a su antojo; de esta forma el conjunto final le permite entrar en terrenos

mucho más sutiles, más prometedores y menos frecuentados en la historiografía de las relaciones

internacionales. En este sentido es notable su aportación cuando señala como a partir de 1900, el

factor neutral que en la cuestión marroquí había sido Italia desde 1880, desaparece y como ello ha

dado pie a que los historiadores posteriores necesiten realizar reflexiones y jerarquizaciones de los

ámbitos de la cuestión marroquí, a partir de tan importante contribución.

Una aportación reciente que tiende a cubrir, en mínima parte, el vacío de conocimientos en

torno a esta época objeto de nuestro análisis es la tesis doctoral de Javier Ramiro de la Mata,

Origen y dinámica del colonialismo español en Marruecos36. Se trata de una obra llamada a marcar

un nuevo jalón en los estudios de las relaciones hispano-marroquíes, y cuya discusión y debate

ayudará a profundizar en la siempre inconclusa tarea de los historiadores. Está planteada como un

estudio de carácter global que abarca desde 1900 hasta la conclusión de las campañas contra Ibn

Abd al- Krim, que actualiza el estado de nuestros conocimientos, recogiendo las aportaciones

efectuadas en los últimos años y completándolas con el estudio de nuevas fuentes. Sin embargo hay

35
Cfr. García Sanz, F.: Historia de las relaciones entre España e Italia. Imágenes, Comercio y Política Exterior (1890-
1914), Madrid, C.S.I.C, 1994.
36
Cfr. de la Mata, J.: Origen y dinámica del colonialismo español en Marruecos, Ceuta, Ciudad Autónoma de Ceuta,
2001.

9
que echarle en cara que en contraposición al espacio dedicado a la figura de Ibn Abd al- Krim y al

significado del movimiento anti-imperialista encabezado por el líder rifeño, hay un tratamiento

relativamente pobre del período 1900-1906. La tesis doctoral de Jesús Mª Martínez Milán, España

en el Sáhara Occidental y en la zona sur del Protectorado en Marruecos, 1885-194537se revela

asimismo como una investigación profunda y rigurosa, imprescindible para cualquier estudioso de

la penetración colonial española en el marco de los márgenes meridionales del Imperio jerifiano.

Apoyado en una sólida base documental consultada en archivos españoles y franceses, la obra de

este investigador canario se centra en el contexto geográfico del Trâb El- Bidân, el extenso

territorio comprendido desde el río Draa hasta la frontera sur de la actual Mauritania, desglosando

las características económicas y sociales de la región antes de la llegada de los colonialistas

europeos. A continuación pergeña el largo camino de la penetración militar y de la ocupación del

territorio por los españoles.

Los trabajos de Rafael Sánchez Mantero y Alfonso de la Serna cubren el campo de la alta

divulgación: no son trabajos de investigación donde se hayan utilizado fuentes primarias.38

Resalta también muy nítidamente el escaso esfuerzo divulgador de T. García Figueras, autor

de un estudio clásico sobre la acción española en el Imperio jerifiano a partir de 1898.39 Este

investigador posee a nivel personal un amplio conocimiento del período 1895-1904. Lo confirma

la existencia en la Miscelánea García Figueras de la Biblioteca Nacional de Madrid de una serie

muy importante de publicaciones documentales, recortes de periódicos, artículos –algunos de ellos

utilizando fuentes novedosas de la Historia como la encuesta oral -, y apuntes personales del propio

autor. En éstos da noticia entre otras cuestiones relevantes de la variación de la política llevada a

cabo por España con respecto a las cabilas fronterizas de Melilla a partir de 1894, procurando

terminar con una serie de incidentes fronterizos provocados por las fuerzas armadas hispanas con la

37
Cfr. Martínez Milán, J.: España en el Sáhara Occidental y en la zona sur del Protectorado en Marruecos, 1885-
1945, Madrid, UNED, 2003.
38
Cfr. Sánchez Mantero, R.: “Las guerras españolas en el patrio trasero “, en La aventura de la Historia. Nº 50, 2002,
pp. 42- 47; de la Serna, A: Al sur de Tarifa. Marruecos- España: Un malentendido histórico. Madrid, Marcial Pons,
2001.
39
Cfr. García Figueras, T.: La acción africana de España en torno al 98. Madrid, C.S.I.C, 2 vols.

10
intención de presionar sobre el Sultán y obtener como reclamación la ampliación del hinterland

defensivo de la plaza. Sin embargo, a pesar de manejar datos tan novedosos, cuando redacta su

obra, dedica un espacio mínimo en el texto al período 1895-1904 y oculta sistemáticamente aquello

no conocido por el público lector, es decir lo que no estaba ya divulgado por otros autores. Hemos

de valernos, si cabe para obtener una visión parcial – que no completa – de este período de la obra

clásica de Jerónimo Becker, que requiere sin embargo diversas matizaciones.40

La falta de conocimiento sobre este período no hay que imputarla, con todo, exclusivamente

a la dejadez de los historiadores españoles o marroquíes. Hay que achacarla al hecho de que el

Archivo General de la Administración -de una enorme riqueza para los que pretendan bucear en

las intrincadas y a veces inexploradas aguas de las relaciones hispano-marroquíes- estaba siendo

bastante poco frecuentado por los historiadores. Hay que señalar asimismo que otros archivos

públicos españoles, como el del Palacio Real o el del Servicio Histórico Militar siguen conteniendo

aportes de gran valor y trascendencia para rellenar las lagunas antes apuntadas. En este sentido,

hemos procedido a una revisión meticulosa de documentos guardados fundamentalmente en estos

tres archivos y atinentes al período cronológico estudiado ( 1896-1904) que ha permitido aflorar a

la superficie no sólo documentos de los que no se tenía constancia alguna, por ejemplo la

documentación generada por Silvela durante el paso de este estadista por la presidencia del

gobierno español tras el desastre de 1898, sino también otros que contrarrestan versiones –hasta

ahora admitidas sin crítica por la historiografía española o francesa– sobre el fracaso del convenio

de reparto de Marruecos de 1902. Al respecto, existía un acuerdo unánime en creer la versión de

Fernando León y Castillo, Embajador de España en París, el cual en el tomo segundo de su

autobiografía41 recalcaba que en ningún momento el gabinete liberal de Sagasta le remitió el

telegrama con la palabra clave convenida “Guadalajara“ para que procediese a la firma del tratado

junto con T. Delcassé, el titular de Exteriores galo. A fin de dotar a nuestro trabajo de más base

40
Cfr. Becker, J.: Historia de Marruecos. Apuntes para la Historia de la penetración europea, y principalmente de la
española, en el Norte de África. Madrid, Establecimiento tipográfico de Jaime Ratés, 1915.
41
Cfr. León y Castillo, F.: Mis Tiempos. 2 Tomos. Las Palmas, Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria, 1978.

11
documental, no nos hemos limitado al estudio de los fondos de África del Archivo de Alcalá de

Henares atinentes al non-nato convenio de reparto de Marruecos de 1902. En 1905 se reunieron por

quienes en ellas participaron y en un solo cuerpo, Las negociaciones hispanofrancesas para el

Convenio sobre Marruecos, un enorme conjunto de documentos ordenados cronológicamente de

octubre de 1901 a octubre de 1904 (copia mecanografiada de más de 500 folios). Esta

documentación fue manejada selectivamente, no en su conjunto por Campoamor. Decidimos con

tal de completar el estudio acudir a la consulta de la Sección de Asuntos Exteriores del Archivo de

Alcalá. Manejamos con sumo cuidado las cajas de las Embajadas de España en Londres y París del

período 1895- 1904, documentación inédita hasta el momento presente que hemos incorporado al

conjunto del trabajo y encontramos en la correspondiente a París, un nutrido legajo correspondiente

a la correspondencia –oficial y confidencial– del Embajador León y Castillo con el Duque de

Almodóvar del Río, Ministro de Estado (1901-1902) del gabinete Sagasta. En la voluminosa

correspondencia nos aparecieron tres pruebas: desde el telegrama con la palabra “Guadalajara”

(que supuestamente León y Castillo nunca recibió) hasta una carta confidencial de Almodóvar y

una Real Orden del ministerio de Estado, con la aprobación de la Jefatura del Estado, que

ratificaban que el gobierno Sagasta ordenó la firma del tratado. Hemos tenido que rehacer todas las

hipótesis que se han dado para justificar la no suscripción del acuerdo y aventuramos la idea de que

los franceses habían estudiado desde tiempo atrás la fórmula de que la única vía de penetración por

el interior del Sultanato desde Argelia de la pretendida línea férrea que deseaban construir hasta el

Atlántico sólo podía construirse cerca de Fez. Al quedar esta ciudad fuera de la esfera francesa, y

en el momento en que – pluma en ristre- Delcassé y el diplomático español se disponían a firmar, el

titular del Quai d´Orsay oralmente insistió ante León y Castillo de la necesidad de que el ferrocarril

francés pasase por la esfera de influencia hispana y cerca de Fez. El exceso de celo de León y

Castillo le llevó, a pesar de haber podido firmar en ese momento –pues reconoció por escrito a

Almodóvar que esa indicación no tenía gran trascendencia – a querer consultar previamente con el

Ministerio de Estado, en el momento en que se producía la caída del gobierno liberal y con los

12
conservadores en el poder se abría una dinámica nueva en las negociaciones sobre Marruecos. Sin

embargo, al redactar sus Memorias, León y Castillo mintió y ocultó su responsabilidad personal en

la no consecución del tratado. La lectura de este fondo importante de la Sección de Exteriores nos

permite corregir a Fernández Almagro señalando cómo Sagasta, preocupado por las cuestiones de

seguridad nacional, quiso imbricar la firma de un tratado de reparto sobre Marruecos a que las

fuerzas armadas de la III República garantizaran la integridad territorial española.

El tema de esta investigación se enmarca en el contexto historiográfico sintetizado y pretende

poner de manifiesto el entramado de las relaciones hispano- marroquíes de 1895 a 1904, junto con

las consecuencias y repercusiones que tienen para la posición de España en el marco de la política

europea y para las relaciones del país con las principales potencias europeas.

La importancia del marco cronológico acotado viene determinada porque señala la apertura

definitiva de la cuestión marroquí en el escenario internacional. La partición en 1904 de Marruecos

en dos esferas de influencia vino precedida de un largo proceso de implicación imperialista europea

en el Sultanato. Ésta había empezado con una penetración informal,42 pero pronto se transformó en

una larga pugna política y diplomática, que trascendería del marco de la rivalidad colonial anglo-

francesa y del trasfondo de la partición de África para pasar a insertarse en el de la concurrencia


43
entre Francia y Alemania. Estos años son cruciales porque España debe insertarse en el nuevo

marco, de “inversión“, si no de alianzas (porque la Gran Bretaña nunca se adhirió formalmente a la

Tríplice, a pesar de estar cerca diplomáticamente de ella), sí al menos de antagonismos, a

consecuencia de la revolución diplomática que tendría lugar en 1904, y que se conoce como

Entente Cordiale, por la cual Inglaterra se aproximaría a Francia en la subsiguiente pugna con

Alemania. En el marco cronológico que estudiamos, los gobiernos restauracionistas tuvieron que

afrontar lo que había sido el obstáculo, el inconveniente de la política exterior española de finales

42
Cfr. Ben Srhir, K : Le Maroc et la Grande-Bretagne au XIX ème siècle (1856-1886), Casablanca, Ed. Wallada,
1990; del mismo autor: Morocco in the British Archives. The Correspondence of John Drummond Hay (1846-1886),
Casablanca, Wallada, 1992.
43
Cfr. “ Les intérêts allemand et les vues de l´Allemagne sur le Maroc « en B.C.A.F., no. 12, diciembre de 1901, pág.
415; véase también: Guillen, P.: «L ´Allemagne et le marche marocain a la fin du XIXe siecle. Les efforts de
penetration commerciale «, en Hesperis-Tamuda, Vol. IV, 1963, pp. 373-413.

13
del siglo XIX: el no poder sintonizar diplomáticamente con Francia y Gran Bretaña, entre otras

cosas por estar enfrentadas éstas entre sí por el valle del Nilo. Esta sintonía fue la orientación básica

de la política española en el período 1895-1904, si bien no se consiguió hasta un largo proceso

negociador, en el curso del cual se dieron bandazos tan significativos como fueron desde los dos

intentos de Silvela de que España ingresara en la Dúplice Alianza francorusa, con el fin de que ésta

garantizara la seguridad territorial de España, hasta la búsqueda por parte de este mismo estadista

conservador, F. Silvela de un acercamiento al gobierno británico de Lord Salisbury en los asuntos

marroquíes y de su respaldo para edificar un glacis defensivo- estratégico de Canarias en Tarfaya-

Sakia al Hamra. Pasando por la supeditación de la diplomacia española a la francesa durante el

bienio 1901-1902, período en el que hemos descubierto una documentación inédita que resalta el

intento liberal de que Francia garantizara el Imperio marroquí de España y la seguridad territorial

del territorio nacional.

El marco cronológico de nuestro estudio viene fijado, lógicamente por el camino tortuoso

emprendido por la diplomacia española para insertarse en las órbitas de París y Londres. Tortuosa

trayectoria por la falta de continuidad y unidad que se advierte en el desarrollo de la política

internacional de 1895 a 1904, debida a dos causas fundamentales. En primer lugar por el nuevo

sistema de relaciones internacionales que se crea, que ya no es un sistema de relaciones europeas

sino un sistema con varios centros de poder a escala mundial con potencias emergentes, donde se

desdibujan las condiciones en que se habían desenvuelto las relaciones europeas desde la

terminación de la guerra francoprusiana. En segundo lugar, por el ritmo de las relaciones entre

Francia y Gran Bretaña. Estas pasan por dos etapas. Una primera de tensión transcurre de 1895 a

1902. Los motivos de esa tensión son la expedición francesa a Fashoda y la falta de un arreglo en la

cuestión egipcia; etapa culminada con la demostración naval franco-rusa de abril de 1902 en las

costas de Marruecos. Rusia evidencia sus deseos de ayudar militarmente a su aliada la República

francesa en caso de un enfrentamiento con Inglaterra por la cuestión marroquí. Gran Bretaña hace

diversos intentos de aproximación diplomática al II Reich. La segunda etapa (1902-1904),

14
caracterizada por la revolución diplomática que da lugar a la Entente Cordiale, es una fase de

distensión y aproximación, que le permite a España maniobrar e insertarse cómodamente en la

proximidad de Londres y París ( 1904), adquiriendo asimismo una plaza en el futuro de Marruecos.

A. Maura culminará esa aproximación consiguiendo una garantía para la seguridad nacional en los

acuerdos de Cartagena. (1907).

Un tema como el presente, de relativa extensión cronológica exige rigurosas limitaciones en

diversos aspectos. Será la primera la reducción estricta a la política marroquí y europea practicada

por España, apartándonos deliberadamente de la consideración de un problema básico de la etapa

1895-98 como es el concerniente a Cuba y Filipinas. Si a él aludimos ocasionalmente siempre es

con la finalidad de observar, a su través, las relaciones de España con las grandes potencias del

viejo continente y las repercusiones del tema cubano y filipino en Marruecos: léase en la falta de

medios militares para intensificar la presión en el Imperio jerifiano.

En segundo lugar, aunque nuestro tema son las relaciones hispano-marroquíes no nos hemos

olvidado de los actores principales de la cuestión marroquí, Inglaterra y Francia. Hemos atendido

los problemas en torno a los que se enzarzan tanto con el Sultanato como entre sí o con España: de

protección de súbditos marroquíes, problemas militares, fronterizos, de intereses aduaneros. Hemos

sin embargo, desdeñado el profundizar en el papel jugado por potencias secundarias como Italia.

En tercer lugar, todo problema internacional o meramente diplomático que abordamos, queda

también visto a la luz de esa finalidad primaria que son las relaciones hispano-marroquíes. Si nos

ocupamos con cierto detenimiento de los problemas del Imperio jerifiano, en lo tocante a la

invasión del Tuat y la trascendencia de este territorio para el Sultanato, es porque se trata de un

factor determinante que al alterar la estabilidad del ‘statu quo’ del Imperio, abre la cuestión

marroquí, un tema que no podía desinteresar a los gobiernos restauracionistas, y porque es un

factor determinante de las relaciones entre Marruecos y España. No es nuestro objeto tampoco un

estudio sistemático de la “historia del Sultanato“, por más que este elemento primordial de

15
referencia de la política exterior española atraiga considerablemente, como es lógico, nuestra

atención.

Hemos procurado que no perdiera unidad el conjunto de la evolución de las relaciones

hispano- marroquíes en la época estudiada, y aunque nos ocupamos con preferencia de aquellos

aspectos hasta ahora menos tratados o conocidos, incorporamos igualmente y en la medida

necesaria las conclusiones válidas de diversas obras historiográficas, a fin de lograr una visión y

comprensión adecuadas de todo el proceso internacional que nos ocupa.

Un estudio en el que se aborden las relaciones entre España y el Sultanato marroquí nos

puede ofrecer un balance multilateral, de conjunto, que nos permita obtener dos resultados

inmediatos. Se trataría por un lado de valorar de forma global los principios que orientaron las

relaciones (por parte española), la proyección de la influencia hispana en el Imperio jerifiano, los

resultados de esa proyección y los obstáculos para su consecución. Por otro lado consistiría en

comparar el balance resultante con el que podemos encontrar en los medios de actuación de otros

estados protagonistas en la apertura de la cuestión marroquí, es decir de las líneas seguidas por los

asediadores del Imperio. Es la línea, la de los asediadores, la que hemos seguido y no la de los

asediados, por nuestro desconocimiento del idioma árabe y de las fuentes en este idioma existentes

en Marruecos, a las que por esas razones no hemos podido acceder. No nos hemos olvidado sin

embargo, de contextualizar que este marco cronológico es el período de crisis de las instituciones

majzeníes, tanto por razones internas del Sultanato, como por acoso externo. Hemos intentado

resaltar los factores de descomposición interna del Imperio. Y no hemos olvidado nunca referirnos

tanto al ataque francés (en tres frentes: en el Sus, es decir en el Atlántico; en el Rif, es decir en el

Mediterráneo; y por el este) como al español, fundamentalmente por el Norte del Sultanato. Como

tema de fondo, hemos tomado en consideración la crisis del trono que se vive en Marruecos, con

sus posibles causas y consecuencias, utilizando bibliografía europea, norteamericana y marroquí

(en lengua francesa) e intentando conjugar en todo momento los problemas interiores de Marruecos

con el trasfondo internacional.

16
En este marco de fondo, los diferentes gobiernos restauracionistas españoles actuaron sobre

el Sultanato de forma desigual y con medios también diversos, pero con unas pautas que pueden ser

expresadas de esta manera. En el período 1875- 1895 se dan dos líneas superpuestas y entrelazadas.

Una consistió en la aplicación de unos objetivos de conservación y moderada difusión de los

intereses españoles en Marruecos; una estrategia diseñada a largo plazo y en muchos casos con

fines poco concretos. La otra línea de actuación se evidencia en 1887, en 1889 y en 1891, años en

los que se aplicaron unos objetivos de expansión, como medios y fines en sí mismos. Con ellos se

pretendía adquirir prestigio en un doble ámbito: en el seno del Sultanato, y de cara a Europa,

intentando demostrar que si Marruecos debía de dejar de ser independiente alguna vez, debía

transformarse en un protectorado español. Además se aspiraba a competir en el panorama

internacional entre las potencias concurrentes que querían controlar el Sultanato (Inglaterra,

Francia, Italia...). En vísperas del desastre de 1898, se vuelve a una posición más conservadora y

pacífica. Solamente en momentos muy concretos, a partir de finales de siglo reaparecen los

objetivos expansivos y dinámicos, eso sí con unos medios muy restringidos para su consecución.

La elaboración de esos objetivos se asentaría más que nada en el pensamiento político de los

estadistas de la Restauración ( puesto en práctica a espaldas de la nación española, en el contexto de

un régimen – el restauracionista- con un fuerte déficit democrático), aunque lógicamente estaría

influida por el entramado político – ideológico creado por los africanistas españoles.44 En este

contexto, encontraremos desde la perspectiva española la elaboración y puesta en práctica de tres

teorías, cuyos resultados analizaremos a continuación, que se aplican con desigual balance en el

Imperio jerifiano. Las tres con un fin preciso: convertir a España en una potencia destacada y

privilegiada en el extremo noroccidental de África, con deseos más o menos públicos de adquirir el

status de potencia colonizadora del territorio.

44
Cfr. Pedraz Marcos, A.: Quimeras de África. La Sociedad Española de Africanistas y Colonistas. El colonialismo
español de finales del siglo XIX. Madrid, Ediciones Polifemo, 2000; Nogué, J y Villanova, J.L.: España en Marruecos.
Discursos geográficos e intervención territorial. Lleida, Editorial Milenio, 1999; Rodríguez Esteban, José A.
Geografía y colonialismo. La Sociedad Geográfica de Madrid (1876-1936). Madrid, Ediciones de la Universidad
Autónoma de Madrid, 1996.

17
La primera de estas teorías es la teoría de la mediación en los conflictos del Sultanato con

Francia. En efecto, uno de los resultados de carácter multilateral más significativo fue el papel que

tuvo España desde 1887 en la resolución de conflictos suscitados en el desierto oriental marroquí

entre el Imperio jerifiano y Francia. No suficientemente resaltado por los historiadores, se puede

afirmar que por los datos de los que disponemos la importancia de España en este aspecto fue

relevante, evitando tensiones en 1887 y en 1891 al suscitarse la amenaza gala respectivamente

sobre Figuig y Tuat, aunque fracasando a finales del siglo, cuando no se pudo evitar la irrupción

gala en el Sahara oriental marroquí que alteraría definitivamente la situación del ‘statu quo‘ del

Imperio. Los principales estudiosos de este tema han sido Manuel Fernández y Federico Curato que

abordan con detalle los tipos de conflictos francomarroquíes en los que España participó junto a

Italia e Inglaterra.

La segunda teoría complementaria de la anterior sería la de la presión militar, cristalizada en

la diplomacia de las cañoneras, estudiada por M. Fernández, F. Curato, A. Rodríguez y C. Ferrera;

una acción decidida que se observa contundentemente en 1887, 1889 y 1890. Se complementa con

el desplazamiento esporádico de unidades navales españolas a las costas del Sultanato para vigilar

el contrabando y la introducción de armas europeas en Marruecos. Con todo, no hay una

continuidad en estas políticas. El gasto militar era reducido y no se podía disparar por esas acciones

de policía colonial.

La tercera teoría es la de la penetración pacífica española en el Sultanato a través de la

intensificación de las relaciones comerciales entre España y el Sultanato. El período 1875-1904,

nos habla de un reducido papel de estas transacciones mercantiles que no actúa como un factor

dinamizador de la economía española e incluso se ve intercalado por etapas de fuerte

desaceleración económica. Situación esta última provocada en este período por los cambios en la

estructura económica mundial y por la pérdida de competitividad de la economía española. No hay

que olvidar además las posibles consecuencias aislacionistas derivadas del abandono del patrón –

oro. Para intentar combatir este balance negativo, se puso en marcha la denominada “vía

18
nacionalista del capitalismo español“, adoptándose medidas proteccionistas como fueron el Real

Decreto de 24 de diciembre de 1890 por el que se suspendía la base quinta del Arancel Figuerola.

Poco tiempo después el arancel de 1891 aumentaba considerablemente los derechos de

importación, lo que si por un lado reservaba el mercado nacional para los productos españoles,

generaba tensiones inflacionistas. De todas formas los productos españoles cuando llegaban al

Sultanato no podían competir con los franceses o alemanes, por ser éstos bastante más baratos.

b) La hipótesis de trabajo

En la realidad histórica concreta objeto de nuestra investigación, la consulta de la

documentación oficial y privada y de los testimonios y memorias nos ha permitido crear un

“modelo” de explicación sobre la forma en que se produjo la imbricación de España en la cuestión

marroquí. Estamos hablando de un proceso donde no hay una evolución lineal; falta esa solución

de continuidad porque estamos hablando de un proceso con recovecos, en zigzag, con bandazos y

giros bruscos al tener los gobiernos restauracionistas que adecuarse a un dilema. Al producirse la

desaparición del Antiguo Régimen, hay un hecho que no ha llamado en especial la atención de los

historiadores. Mucho se ha hablado de la intervención de las Brigadas Internacionales o de diversas

potencias extranjeras – las nazi-fascistas – durante la guerra civil de 1936-1939, y sin embargo la

que tuvo lugar durante la primera guerra carlista permanece casi olvidada, a pesar de lo que

afirmara el marqués de Olivart a finales del siglo XIX, cuando señaló que el tratado de la España

liberal con Portugal, Reino Unido y Francia, dando lugar a la Cuádruple Alianza, base jurídica de la

citada intervención, ‘es el más importante, políticamente hablando, no sólo de los concluidos en la

primera época del reinado de Isabel II, sino de toda la historia diplomática contemporánea de

nuestra patria’. 45 La definición de la política exterior española del siglo XIX iba, así, a encontrar su

45
Cfr. Marqués de Olivart, Colección de los tratados, convenios y documentos internacionales celebrados por
nuestros gobiernos con los estados extranjeros desde el reinado de doña Isabel II hasta nuestros días. Notas histórico-
críticas, Madrid, El Progreso Editorial, 1892, pág. 14.

19
primer camino, a partir de 1834, con la muerte del rey Fernando VII, en la conjunción con otros

factores, dentro del proceso histórico general, de la crisis del sistema imperial español. Esta es

inseparable de las repercusiones de la Revolución francesa, del intento hegemónico en Europa del

Emperador Napoleón Bonaparte, de la guerra de la Independencia española, del triunfo de

Inglaterra y Rusia sobre la Francia napoleónica y de la emancipación de las colonias americanas -,

y es consecuencia asimismo del desarrollo en la península ibérica en la década de los años treinta,

de un claro antagonismo entre las grandes potencias occidentales (liberal-parlamentarias)

–Inglaterra y Francia- y las grandes potencias orientales –Rusia, Prusia y Austria–, como

consecuencia de la afirmación del liberalismo doctrinario en Francia e Inglaterra y de las graves

dificultades que estaba encontrando esta ideología, en España y Portugal frente al absolutismo

(carlismo y miguelismo ).

En aquella difícil coyuntura, los liberales doctrinarios españoles comprendieron que ya no

tenía sentido mantener una política exterior condicionada por la defensa de América y seguir,

como habían hecho los Borbones desde mediados del siglo XVIII buscando el apoyo de Francia –

o de Rusia- para frenar a Inglaterra. El nuevo régimen liberal que se estableció en lucha con los

absolutistas –carlistas acuñará entonces un nuevo y duradero principio sobre el que asentar su

acción exterior: ‘cuando Inglaterra y Francia estén de acuerdo, marchar con ellas; cuando no lo

estén, abstenerse‘. Sobre esta base, la España liberal se integró en un cuadrilátero, cuyo perímetro

se consolidará a lo largo del siglo XIX: Londres, París, Lisboa y Madrid. Un cuadrilátero que tenía

al sur la zona de intereses comunes y encontrados: la región del Estrecho, con sus archipiélagos

(Canarias y Azores), con sus enclaves (Gibraltar, Ceuta y Melilla), con las Baleares en el punto

donde se cruzaban el eje francés que unía Marsella con Argel y el eje británico Gibraltar- Hong

Kong, y con la inconcreta y común expectativa sobre Marruecos, en donde confluían intereses

españoles, franceses y británicos.

Aunque la competición entre los intereses de los gobiernos de París y de Londres causase

algunos quebraderos de cabeza al gobierno de Madrid, la doble influencia de franceses y británicos

20
fue compatible entre sí y permitió la consolidación del liberalismo doctrinario español sin excesivos

costes internacionales. España se integró en el sistema internacional europeo desde su condición de

pequeña potencia mediatizada por las grandes, se aventuró a realizar una política de prestigio en el

marco de la seguridad del entendimiento franco-británico y conservó los restos de su viejo Imperio

colonial gracias, no a la existencia de una garantía explícita de Francia e Inglaterra, sino

exclusivamente a la fortaleza del ‘statu quo’ que , hasta la década de los 70 , disfrutaron las zonas

estratégicas en las que se encontraban esos restos coloniales. Pero el sistema internacional se

transformó como consecuencia de los resultados de la guerra de Crimea, de la unidad italiana y de

la unidad alemana. En 1871, la formación del II Reich alemán y la contundente derrota de Francia

cambiaron el equilibrio de poder en el continente europeo. A partir de entonces, las consecuencias

de la segunda revolución industrial marcaron el cambio del equilibrio mundial con el ascenso a la

categoría de grandes potencias de Alemania, Estados Unidos y Japón, con la mundialización de los

intereses de todos los grandes –viejos y nuevos–, y con el proceso de reparto de las tierras, los

mercados y los negocios de un mundo globalizado.

No era fácil que las élites españoles se hicieran cargo de lo que estaba empezando a pasar y

que sacaran consecuencias inteligentes a la hora de pensar la política exterior que convenía

emprender. Serán Canovas del Castillo y Sagasta quienes desde la estabilidad del régimen político

que sostienen, tengan que reconstruir una nueva política exterior en la discontinuidad con la que

realizaron los gobiernos de la época isabelina.

La percepción de la nueva situación internacional creada en 1870-71 con la derrota de la

Francia de Napoleón III y el encumbramiento del II Reich, la fuerza del sistema bismarckiano, la

conciencia de la debilidad del régimen restaurado y los temores que suscitó en España una Francia

primero legitimista y después republicana, condujeron, más allá de la retórica canovista sobre la

necesidad de una política de ‘recogimiento’ y la retórica liberal sobre la necesidad de una política

de ejecución , a una política exterior real y concreta que, en defensa del principio monárquico, giró

alrededor de Alemania. Al mismo tiempo, la diplomacia restauracionista debía mantenerse ojo

21
avizor sobre todo lo relativo a Marruecos si quería evitar un reparto del Imperio jerifiano que, sin

duda, colocaría en el sur de la península a un vecino más molesto que el débil Estado marroquí; y

no podía perder de vista que la cuestión de Marruecos afectaba de manera directa a la seguridad del

Gibraltar británico.

Ahora bien si el problema en Europa de la política exterior restauracionista era encontrar el

apoyo diplomático en Alemania necesario para defenderse de Francia y los gobiernos del turno

podían, con ese apoyo diplomático, frenar los peligros franceses derivados tanto del legitimismo

como del republicanismo, en la cuestión marroquí la actuación exterior española va a venir

caracterizada por una cierta discontinuidad, una falta de coherencia derivada de la falta de apoyo

diplomático alemán para frenar el expansionismo de la III República en Marruecos. Y España no

podía encontrar ese apoyo porque el papel internacional que jugaba el II Reich alemán en el

continente europeo no tenía nada que ver con el que quiso y pudo jugar aquellos años en el norte de

África.

Sin embargo, sostenemos la tesis de que la desorientación de la política exterior

restauracionista hay que ponerla más bien en relación con el enfrentamiento surgido en el

continente europeo entre las dos principales potencias liberales a finales de la década de los 70. La

pugna por Egipto iba a romper a comienzos de la década de 1880 la entente francobritánica. Los

británicos, han señalado Robinson y Gallagher, quedaron en una situación difícil en ese país, pues

no pudieron retirarse de él – en contra de los deseos de Gladstone46–, y además ante el peligro de

que el régimen egipcio que deseaban disciplinar y recomponer se derrumbara ante el surgimiento

en el Sudán de un movimiento milenarista, la Mahdiyya, se vieron obligados a consolidar su

dominio sobre el valle del Nilo. A partir de 1889 el protectorado velado que ejercieron en Egipto se

convirtió en una necesidad para la seguridad del Imperio británico en el mundo. Para los franceses,

este velado protectorado británico era la peor humillación que se les hubiera podido infligir. El

46
Cfr. Robinson, R.E. y Gallagher, J.: “El reparto de África“, en Historia del Mundo Moderno de la Universidad de
Cambridge. Tomo XI: El progreso material y los problemas mundiales. 1870-1898“. Barcelona, Editorial Ramón
Sopena, 1980, pag. 427.

22
canal de Suez y el país al que habían criado desde el legendario desembarco de Napoleón, les

habían sido arrebatados. Esto rompió la “entente liberal francoinglesa“ y mantuvo al Reino Unido

y a la III República enfrentados durante veinte años. Por otra parte, para consolidar su dominio en

Egipto, Inglaterra pasó a ser sumamente vulnerable ante la diplomacia continental europea. Para

mantener en orden las finanzas egipcias, necesitaría el apoyo alemán contra los vetos franceses en

la Comisión de la Deuda.

Este hecho dinamitó la orientación exterior de la política española también en lo tocante a los

asuntos del Sultanato. Mantenemos la tesis de que ello desorientó completamente a los políticos

restauracionistas españoles que en la cuestión marroquí se vieron obligados a buscar apoyos

alternativamente en una potencia contra la otra, dando constantes virajes y bandazos a la política

marroquista, que no se podía ajustar a unos cauces de estabilidad o de continuidad. Esos cauces de

estabilidad o permanencia sólo se conseguirían a partir de 1903, conduciendo a los acuerdos de

Cartagena de 1907.

Esta desorientación en los asuntos marroquíes de la política exterior española empieza a ser

palpable entre 1877 y 1878, cuando los intereses hispanos se encuentran doblemente enfrentados

con los británicos y franceses –a la vez opuestos entre sí- y sin contar con el respaldo alemán. Los

gobiernos restauracionistas intentarán paliar esa desorientación hasta 1903, enfrentándose ante el

dilema de su doble recelo respecto a las políticas marroquistas de Londres y París, a la vez opuestas

entre sí, teniendo que apoyarse en una u otra según las circunstancias. Esta será una constante en la

política exterior española: el seguimiento de una línea zizgagueante, llena de virajes, de

aproximaciones ora a Gran Bretaña ora a Francia, pero nunca simultáneamente a las dos. La

primera vía , la aproximación a Inglaterra culmina en la Conferencia de Madrid de 1880, que busca

apuntalar el mantenimiento del ‘statu quo’ en Marruecos. Esta política es abandonada pocos años

después por el gobierno canovista que opta por la opción de aproximarse a Francia, opción

bendecida por el II Reich que busca de Jules Ferry que desvíe las energías de la III República a la

consecución de un vasto imperio colonial africano.

23
No era fácil entender y resolver el problema de la desorientación de la política marroquí.

Recelosos de las intenciones del gobierno de París, y con la cuestión de Gibraltar envenenando el

menor acercamiento a la Inglaterra de la ‘splendid isolation’ que se mostraba por entonces

especialmente poco interesada en los asuntos de la política continental europea, los gobiernos

posteriores de la Restauración se vieron obligados a salirse del marco de la política isabelina –

conjunción simultánea con las potencias liberales – y a buscar su seguridad en el fortalecimiento de

su relación con Alemania y esta es una realidad ya vivida incluso en los últimos años del reinado de

Alfonso XII . Al salirse de este marco se entra en una dinámica, como hemos dicho de

desorientación de la política española en Marruecos, agudizada tras la ofensiva del diplomático

D´Ordega que intenta convertir el Imperio jerifiano en un protectorado de la III República. Esta

desorientación se corrige a partir de 1887 coincidiendo con la llegada al Ministerio de Estado de

Segismundo Moret, uno de los mayores expertos en la cuestión marroquí de la política

restauracionista. Moret, miembro destacado del partido liberal de Sagasta pone en marcha una

política de acuerdos mediterráneos con Italia en el marco más amplio de una ‘política de

ejecución’, que lleva a la política exterior española a la opción de fortalecer sus lazos con Alemania

y con la Triple Alianza en general, próxima a su vez a Inglaterra, que necesita del apoyo alemán en

El Cairo, en el marco de sus disputas con Francia. El bloque hispano-italiano-británico planta cara a

los intentos de la III República de infiltración en Figuig, extremo oriental del Sultanato de

Marruecos y consigue con su política de respaldo al Sultán Mawlay Hassan, preservar la

independencia del Imperio jerifiano. Sostenemos la idea de que la política exterior española entra

en un contexto, entonces, de relativa estabilidad que se prolongará hasta finales de la década de los

80. El cambio a la década de los 90 marca el comienzo de una nueva coyuntura. A pesar de la

renovación en 1891 de los acuerdos mediterráneos con Italia por parte del gobierno de Cánovas

hay diversos momentos que propician un cambio en los derroteros de la política exterior española.

El primero de ellos es la ofensiva o empeño personal del Ministro Plenipotenciario británico en

Tánger, E. Smith de convertir el Imperio jerifiano en un protectorado informal de Inglaterra. A

24
nuestro juicio, sin embargo, el hecho más relevante que modifica el balance de fuerzas en la

cuestión marroquí es que el gabinete de Lord Salisbury pretende asegurar definitivamente su

control sobre la antigua provincia turca de Egipto, ofertando a Francia compensaciones territoriales

en el África Occidental. La cuestión egipcia se convierte en el termómetro que marcará las

aproximaciones o desencuentros de las diplomacias francesa y británica, y como consecuencia de

ello, las posibilidades de entendimiento de estos dos países en la cuestión marroquí. Se abre así un

período de cinco-seis años en que Londres y París entierran el hacha de guerra y parecen dispuestas

a zanjar sus diferencias coloniales africanas. Sobre todo después del fracaso de la misión de E.

Smith. Paralelamente, España se va desengañando de sus compromisos con la Tríplice: en agosto

de 1891 se produce la negativa del Emperador alemán Guillermo II a que España protagonizara y

capitaneara una intervención europea en defensa de la monarquía portuguesa. Al mismo tiempo, los

gobiernos restauracionistas del turno experimentan una serie de recelos hacia la joven monarquía

saboyana: Italia refuerza su penetración en el Sultanato, creando una fábrica de armas en Fez,

realizando una serie de hábiles maniobras diplomáticas, vendiendo modernos buques de guerra al

Majzén . Todos estos hechos ilustran los estrechos límites del apoyo diplomático alemán hacia la

Monarquía borbónica española y pueden ser interpretados como la constatación del fracaso de toda

la orientación de la política exterior restauracionista apoyada fundamentalmente en la defensa del

principio monárquico. El desarrollo de los contactos diplomáticos que suscitó la crisis portuguesa

del Ultimátum no dejó lugar a dudas sobre la fragilidad de los apoyos diplomáticos con los que

podía contar. Rosario de la Torre ha señalado acertadamente que “en 1893, la crisis de Melilla y la

visita de la flota rusa a la base francesa de Toulon pusieron de manifiesto que las grandes

potencias no estaban dispuestas a permitir que España modificara el ‘statu quo’ de Marruecos ,

que el acercamiento franco-ruso había puesto fin a veinte años de aislamiento francés y que el

antagonismo franco-británico podía incrementarse como consecuencia de las iniciativas coloniales

de una Francia que se sentía más segura “.47 A juicio de esta historiadora, esta nueva coyuntura

47
Cfr. De la Torre del Río, R.: “Una crisis que rectificó la orientación de la política exterior “, en Revista de

25
internacional llevó a los gobiernos del turno a un acercamiento diplomático a Inglaterra. Otros

historiadores, a su vez, han completado esta visión; así cuando Manuel Fernández redactó su

extenso trabajo sobre las relaciones entre España y el Sultanato marroquí en los primeros decenios

de la Restauración, fue capaz de intuir el nuevo giro de la política exterior española hacia

Marruecos tras la guerra de Melilla, aunque no fue capaz de explicarlo porque detiene su trabajo

precisamente con la muerte del Sultán Mawlay Hassan en 1894. Hay que señalar que cualquier

historiador que se enfrente al estudio de los años 1894-95 en lo que se refiere a la imbricación de

España en la cuestión marroquí, ha de tener que afrontar una relativa carencia documental. Sin

embargo, es posible paliarla en parte acudiendo a los Fondos de Asuntos Exteriores de Alcalá de

Henares. El concienzudo examen de la documentación de las Embajadas de España en Londres y

París nos permite elaborar una hipótesis, más en la línea de Robinson y Gallagher que recalcan la
48
distensión en los problemas coloniales franco-británicos en África hasta 1895-1896. Señalamos

un modelo de explicación insistiendo en que la Restauración aprovechó esta circunstancia; que la

diplomacia española encontró la ocasión de intentar de nuevo ajustar sus actuaciones en Marruecos

a una aproximación simultánea a Londres y París, dinámica donde la política exterior

restauracionista se movía cómodamente. Si en 1891, estando en vigor los antiguos lazos con Italia y

con un Reino Unido todavía en la órbita de la Tríplice, españoles, británicos e italianos se habían

opuesto a las amenazas galas sobre el Tuat, en 1895 las cosas han cambiado radicalmente. No lo

han hecho sin embargo del lado francés: la III República sigue obsesionada con sus tendencias de

expansión sahariana, deseosa y anhelante de invadir el Tuat. Sin embargo ahora se vive una

dinámica de alejamiento de Inglaterra de la órbita de la Tríplice y parece viable una negociación

sobre Egipto que consolide el dominio inglés a cambio de ofertar el Sahara a la III República. En

ese marco, el Ministro Plenipotenciario español en Tánger, Emilio de Ojeda ha recibido

instrucciones de no oponerse a los deseos expansionistas galos y de buscar una conjunción en la

cuestión marroquí con franceses y británicos. Julio Salom ha señalado al respecto que Moret en

Occidente, nos. 202-203, 1998, pp. 175-176.


48
Cfr. Robinson, R.E. y Gallagher, J.: “El reparto de África ..., op. cit “, pág. 443.

26
1893 no sólo había buscado una aproximación a Inglaterra (lo cual hizo, evidentemente, al

comienzo de su ejercicio en el Ministerio de Estado), sino que intentó la superación del

antagonismo colonial anglo-francés mediante la elaboración de un proyecto de protectorado

tripartito en el Sultanato, donde España se insertaría con tranquilidad. 49 La consulta de los fondos

inéditos de la Embajada de Londres correspondientes al año 1895 nos permite afirmar que Gran

Bretaña no quiso apoyar con consistencia a la diplomacia restauracionista en el empeño de esta

última de instalar un consulado en Fez. Tal vez ello se debiera a los temores del Reino Unido de

que la Restauración intentase aprovechar las consecuencias de la guerra de Melilla para obtener

ventajas en el Sultanato.

Sin embargo, la ruptura de esa conjunción con Londres y París hay que explicarla de nuevo

en el contexto de la cuestión egipcia. A finales del siglo XIX, la III República acaricia materializar

un proyecto largamente soñado: llevar desde el Atlántico una expedición militar al sur del Sudán y

conseguir el dominio de una franja territorial interoceánica que llegue hasta el extremo Oriental de

África. En ese contexto, se diluyen las posibilidades de acuerdo sobre Egipto. De nuevo volverá la

desorientación a la política exterior española en la cuestión marroquí al encresparse la relación

franco-británica. Coincidirá esta desorientación con la ruptura de los lazos que unían a España con

la Tríplice y con el aislamiento internacional del régimen de la Restauración, en vísperas del

enfrentamiento militar con los Estados Unidos. Desde el mismo momento en que estalló la

insurrección cubana de 1895 y, sobre todo, desde que se hizo evidente que el enfrentamiento, largo

y destructivo, podía ser una ocasión que propiciara la intervención directa de los Estados Unidos, la

defensa de la soberanía española de Cuba se convirtió en el principal objetivo de una nueva política

exterior restauracionista que, presentando la intervención norteamericana en la isla como algo

contrario a los intereses europeos en América e identificando el mantenimiento de la soberanía

española en la Gran Antilla con la defensa del principio monárquico , buscó de manera decidida un

compromiso diplomático con la Triple Alianza y /o con Inglaterra que frenara la intervención de los

49
Cfr. Salom, J.: “Del recogimiento al aislamiento (1890- 1896)“ en Fusi, J.P y Niño, A.: Vísperas del 98. Orígenes y
antecedentes de la crisis del 98. Madrid, Biblioteca Nueva, 1997, pág. 209.

27
Estados Unidos, a cambio de los beneficios que proporcionaría a sus posibles socios la utilización

de las costas y puertos españoles en tiempo de guerra. La diplomacia española – tanto la del partido

conservador como la del liberal – no lo consiguió. No se trata fundamentalmente de un problema de

incompetencia profesional, sino que se conjugan varias realidades: España no estaba siendo capaz

de terminar con una guerra que perjudicaba intereses norteamericanos, los insurrectos no hicieron

nada para buscar un compromiso que impidiera la intervención norteamericana y las grandes

potencias europeas tenían muy poco que ganar y sí mucho que perder con una intervención que

Estados Unidos rechazaba por principio.

En Marruecos, la diplomacia española en vísperas del 98 había consolidado unas posiciones

de prestigio , basadas en la constancia de su apoyo a la integridad territorial marroquí – en 1887 y

en 1891-, en una presencia militar intermitente en las costas del Sultanato, consistente en la

diplomacia de las cañoneras, y en el éxito del servicio de espionaje español organizado por el

consulado en Mogador que entró en guerra con los servicios de inteligencia galos en 1887,

frustrando un desembarco de armas que iba a servir para potenciar los intentos independentistas del

Sus .

Sin embargo, a finales del siglo XIX hay un marco nuevo de referencia que introduce

variantes sustanciales para España en la cuestión marroquí. Lo que estaba en juego ahora era una

amenaza inminente para la seguridad nacional. Sostenemos la idea de que tanto liberales como

conservadores entendían que el Rif era una región de interés geoestratégico vital en la defensa de la

Península. Y el control del Rif empieza a serle cuestionado al Majzén por las injerencias

imperialistas francesas. Los acontecimientos tienen un origen fortuito, y se ven originados por el

contrabando que practican algunos miembros de la cabila de Bocoya. Estafados por los europeos

con los que trafican, asaltan algunos buques que navegan cerca de la costa y toman como rehenes a

sus tripulantes. Es lo que se ha denominado indebidamente como la conversión en piratas de los

Bocoyas. La diplomacia gala forja proyectos de intervención a gran escala: desplaza a un

diplomático, el argelino Si Al.lal que intenta convertir el Rif central en un protectorado galo.

28
Por lo tanto ya tenemos otro elemento, además de las desavenencias en la cuestión egipcia

entre Londres y París, que propicia el que la diplomacia española quede absolutamente

desorientada en sus actuaciones en Marruecos: un Rif central en manos de Francia es como un

puñal apuntando directamente al corazón estratégico de la defensa española. El tema del

contrabando Bocoya ha devenido en un problema de primera magnitud para la estrategia operativa

restauracionista en Marruecos. Qué hacer en tales circunstancias es el dilema ante el que se van a

enfrentar de nuevo los liberales y conservadores; el mismo problema que se venía arrastrando

desde 1877. La solución será la ya conocida: los bandazos, los giros y los saltos en el aire

aproximándose un día a Londres y al día siguiente a París, ya que no se puede dar una

aproximación simultánea a los dos.

Por si fuera poco, la situación que a lo largo del siglo XIX permitió que se mantuviera el

respeto al llamado ‘statu quo’50 en Marruecos, es decir el estado de independencia relativa del

Sultanato, se iba a quebrar con el cambio de siglo al producirse una variación notable en la política

gala con respecto al Imperio jerifiano, mostrándose a partir de ahora particularmente agresiva. Ante

los inicios de la agresión imperialista europea- conquista militar del territorio del Tuat -, los

métodos practicados por el Sultán Mawlay Hassan para preservar la integridad de su reino, se

revelan como ineficaces, comenzando la descomposición de Marruecos.

Desde los inicios de la etapa restauracionista, los gobiernos del turno habían practicado

constantemente con relación a Marruecos una política de respeto – más o menos escrupuloso – al

mantenimiento del ‘statu quo’, dado que las condiciones militares del país no le permitían cumplir

su añorado sueño de expansionarse por el norte de África, territorio que en virtud de designios

50
El más grave de los problemas que habían pesado en las relaciones euro-marroquíes durante el siglo XIX era el de
las protecciones, ya que suponía una verdadera trasferencia –hacia las potencias imperialistas– de una parte de la
soberanía del Majzén. Pretendiendo resolver ese problema se convocó una conferencia internacional en Madrid entre
mayo y julio de 1880. Pero lejos de terminar con la protección, se acabó por extenderla, convirtiendo –a su vez– los
asuntos marroquíes en interés de las potencias , garantes de que ningún cambio podría establecerse en Marruecos sin
su consentimiento. Es el nacimiento del ‘statu quo‘ en Marruecos, y también ciertamente, el fin de su independencia.
Aunque el’statu quo’ tenía otras lecturas, entre otras la del africanista español Joaquín Costa, que lo definía así: “Lo que
a España interesa, lo que España necesita, no es sojuzgar el Mogreb, no es llevar sus armas hasta el Atlas; lo que a
España interesa es que el Mogreb no sea jamás una colonia europea; es que al otro lado del Estrecho se constituya
una nación viril, independiente y culta, aliada natural de España, unida a nosotros por los vínculos del interés común,
como lo está por los vínculos de la vecindad y por los de la Historia “.

29
históricos y de una presencia en el pasado, creía reservado para su exclusivo dominio. Ello no había

sido óbice para que algunos gobiernos del período patrocinaran la puesta en marcha de la

‘penetración pacífica‘ en el Imperio, a la vez que se desarrollaba una activa política diplomática

para asegurar los intereses de España en la zona.

La ruptura del ‘statu quo’ en el Sultanato se produjo cuando el país acababa de sufrir una seria

embestida con los acontecimientos del 98, que determinaron la pérdida de los últimos restos de su

imperio colonial y revelaron a las claras cuál era la situación internacional de la nación: rotas en el

decenio anterior las tenues ligaduras que le unían a la Triple Alianza, España no sólo era un país

débil militarmente, sino aislado y muy dependiente de la actitud de las grandes potencias.

La guerra de 1898 provocó en España un exagerado despliegue de entusiasmo patriotero y la

derrota hundió a la opinión pública en una desmesurada depresión. Si bien no acabó con la

existencia del régimen político imperante, el sistema de la Restauración, una monarquía

parlamentaria con una base carente de legitimidad democrática pues se basaba en un combate

electoral, en gran medida ficticio entre los dos partidos de las oligarquías terrateniente y financiera.

Con todo, el fin de siglo asistió al surgimiento de movimientos sociales y económicos opuestos al

régimen. A pesar del sentido catastrofista que se impuso en España, el desastre de 1898 no fue un

acontecimiento aislado, sino que formó parte de un proceso global de redistribución colonial en

una nueva fase de expansionismo, nacida en la década de 1870.51 Japón, los Estados Unidos y

Alemania se habían impuesto hacía poco como potencias mundiales y no sólo estaban penetrando

en antiguas esferas de influencia de otras potencias coloniales sino que pretendían colonizar

aquellas partes del globo a las que no había llegado aún el colonialismo. El resultado fue que el

equilibrio de poder entonces dominante comenzó a desestabilizarse. En pocos años, asistimos a una

serie de revueltas anticoloniales, en China, Cuba y Filipinas, al fracaso de la ocupación italiana de

Etiopía y al fracaso, asimismo, de los franceses en su intento de establecerse al sur del Sudán, y por

último a la rebelión bóer en Sudáfrica. En ese proceso, las potencias europeas más débiles –España,

51
Cfr. Balfour, S.: “España y las grandes potencias y los efectos del desastre de 1898“, en Balfour, S. y Preston, P.
(eds ) : España y las grandes potencias en el siglo XX, Barcelona, Crítica, 2002 , pág. 1

30
Portugal e Italia- se vieron obligadas a ceder colonias y refrenar sus ambiciones o dirigirlas en otra

dirección.

Ahora, Marruecos se va a convertir en un nudo de tensiones entre las potencias. La causa era,

por una parte, su situación estratégica desde la que se dominaba la entrada y la salida del

Mediterráneo, y por otra, la creciente rivalidad comercial entre Francia y Alemania en el noroeste

de África. La expansión francesa en ese rincón de África planteaba una amenaza potencial no sólo

a los intereses comerciales de Gran Bretaña y Alemania sino también a la seguridad estratégica de

los ingleses. Londres no aceptaba la penetración francesa hasta la orilla mediterránea de Marruecos

por el riesgo que ello implicaba sobre la seguridad de Gibraltar y el control de los Estrechos. En el

transcurso de la guerra de España contra los Estados Unidos, Gran Bretaña había practicado una

neutralidad puramente formal. Sus verdaderas simpatías iban hacia Estados Unidos. Además los

británicos habían aprovisionado de carbón a los barcos americanos y al mismo tiempo habían

presionado a las autoridades egipcias para que no permitieran a la flota española del Mediterráneo

que navegaba hacia Filipinas que se abasteciera de combustible. La flota conseguiría llegar al mar

Rojo, pero fue reclamada de vuelta a España después del desastre del primero de mayo de 1898.

Como consecuencia, el resentimiento español contra Gran Bretaña tras el desastre se unió a

los estrechos lazos que se desarrollaron entre Francia y España (a pesar de la competencia que las

enfrentaba en Marruecos), lo que hizo aumentar los miedos británicos de que Francia pudiera

conseguir ciertas ventajas territoriales en la península. Estos miedos se engarzan con el problema

derivado de las fortificaciones británicas en Gibraltar y de la creación de un anillo defensivo

español en sus proximidades, dando lugar a un panorama bastante complejo a finales de 1898 en la

cuestión marroquí, donde los bandazos diplomáticos españoles vuelven a ser tan intensos que a

veces aproximaciones alternativas a Londres y París se suceden sin solución de continuidad en el

intervalo de breves semanas. Así, el gobierno liberal de Sagasta buscó una aproximación al

británico en la cuestión de Marruecos como fórmula para rebajar la tensión propiciada por el

problema de Gibraltar. Pero es que temeroso Sagasta de que los británicos, enfrentados a los

31
franceses en el valle del Nilo (crisis de Fashoda), quisieran cerrar el Mediterráneo a la flota de

guerra gala dando un golpe de mano en Marruecos y apoderándose de Tánger o de la costa

mediterránea del Imperio jerifiano, buscó – casi a la vez que se producía el acercamiento a Londres

- el apoyo diplomático de Francia, Rusia y Alemania, intentando que se forjara una coalición

continental antibritánica. Todo ello en el marco de una cuestión, la del Norte de Africa, donde el

Sultán, sabedor de la debilidad militar de España, pretenderá poco después cuestionar la presencia

colonial española. De esta manera, la acción diplomática española respecto al Imperio queda con

tanto vaivén carente de continuidad a finales de 1898. El Ministro Plenipotenciario en Tánger,

Emilio de Ojeda, asistirá desconcertado a la ruptura de la coyuntural conjunción con el Reino

Unido, y al rechazo de sus propuestas hechas a María Cristina, la reina regente y al Ministerio de

Estado de procurar la neutralización del Sultanato, como fórmula de prevención ante los intentos

expansionistas de Francia. Las órdenes que le remitía el gobierno de Madrid insistieron en el

mantenimiento del ‘statu quo’, pero no diseñaron ni previeron estrategia alguna que contribuyese a

afianzarlo.

La diplomacia española va a actuar a partir de ahora buscando una respuesta al fuerte grado

de inseguridad que tiene el régimen restauracionista, en tanto éste teme que la redistribución

colonial no se termine con la pérdida de las posesiones en el Pacífico y Caribe. Además, la derrota

en la guerra hispano- norteamericana dejaba descarnadamente al descubierto la falta de preparación

militar para defender el pequeño y disperso imperio que restaba. También había revelado el

aislamiento diplomático en el que había caído. La política exterior española en los primeros años

del nuevo siglo se iba a ver condicionada sobre todo por la preocupación de garantizar la defensa de

la Península y sus islas en el nuevo y volátil contexto del imperialismo competitivo. Los estadistas

liberales y conservadores – sin diferencias entre ellos – tradicionalmente habían considerado la

posesión de un imperio en Marruecos como estratégicamente necesario para la defensa de península

y archipiélago canario. En el estudio esbozamos algunas de las ideas de los expertos conservadores

– como F. Silvela – en la lógica del imperialismo y sostenemos la hipótesis de que la fuerza

32
impulsora del colonialismo español a principios del siglo XX sería la búsqueda de garantías

externas a la integridad territorial del país pero también el deseo de crear glacis defensivos en

Marruecos, y esa política tenía sus raíces en la inseguridad estratégica producida por el desastre de

1898. La política fue claramente expresada por el Embajador español en Francia, F. León y

Castillo: “Marruecos es para nosotros no sólo una cuestión de honor, sino una cuestión de frontera

y de seguridad nacional “. Sebastián Balfour defiende la idea de que tras el 98 había importantes

diferencias sobre política exterior entre los conservadores y los liberales. Según el historiador

anglosajón, a estos últimos les interesaba más la integración española en el nuevo sistema de

relaciones internacionales que a los primeros, cuyos instintos tradicionales les llevaban a mantener

el ‘statu quo‘ en Marruecos.52 Esta tesis hay que matizarla:

A) La política exterior practicada por Silvela entre 1899 y 1900 es tan rica en bandazos y en

giros bruscos y alternativos como lo había sido la practicada por Sagasta en el contexto de 1898.

B) Silvela no buscó apuntalar el ‘statu quo’ en Marruecos sino dinamitarlo, aprovechando el

empuje francés sobre el Tuat. Además, el estadista conservador intentó dos veces – en 1899 y en

1903 – romper el aislamiento internacional de España y entrar como miembro de una alianza

continental, es decir quiso ingresar en la Dúplice francorusa.

Se ha repetido hasta la saciedad que Francisco Silvela fue un estadista profrancés y que su

política exterior pivota sobre la necesidad de una aproximación diplomática a Francia. Ni que decir

tiene que no se puede corregir esta afirmación, teniendo las evidencias de que en las dos ocasiones

señaladas, buscó una alianza militar con París, que garantizara la soberanía e integridad de España.

Ahora bien, el estudio sistemático de fuentes totalmente inéditas, los papeles de Silvela y de su

Ministro, Aguilar de Campoo guardados en Alcalá de Henares nos han permitido elaborar otro

modelo de explicación de la política exterior de los conservadores en el bienio 1899-1900 que

matiza o complementa las anteriores afirmaciones. Fracasado el intento de ingresar en la Dúplice en

1899, Silvela se encuentra con un problema en Marruecos de cierta trascendencia: el Majzén quiere

52
Cfr. Balfour, S.: “España y las grandes potencias y los efectos del desastre de 1898 “, en Balfour, S. y Preston, P,
eds: España y las grandes potencias en el siglo XX, Barcelona, Crítica, 2002, pág. 7.

33
evitar la navegación de buques extranjeros por las costas septentrionales del país. ¿Cómo reacciona

el estadista conservador?. Silvela entiende que la medida emprendida por el gobierno marroquí es

positiva para los intereses españoles y se muestra partidario de respaldarla. Ahora bien, lo

verdaderamente original de su actitud es la selección que hace de sus aliados. ¿Se mostrará

proclive, digamos a obrar de acuerdo a una política coherente, de estabilidad, acorde con sus

primeras actuaciones al frente del gobierno, es decir buscando el apoyo diplomático de su

‘supuesto’ aliado natural, la III República para respaldar los deseos del gobierno marroquí?. No.

Silvela no podía soslayar una realidad: Francia era a la vez la aliada natural de España, pero su

enemiga en Marruecos. No se podía buscar su apoyo. Y de nuevo tenemos los vaivenes, los

bandazos de la diplomacia española en la cuestión marroquí: se va a buscar el apoyo de Lord

Salisbury. Meses después, queda claro tras la delimitación de la frontera del territorio colonial de

Río de Oro, que el Quai d´Orsay había mudado su parecer sobre cuál era la delimitación de la

frontera meridional del Sultanato marroquí. ¿ Por qué decimos esto?. Pues porque en el verano de

1891 se habían producido unas conversaciones en Madrid entre el Embajador francés, Paul

Cambon y el duque de Tetuán, ministro de Estado canovista. En el transcurso de estas

conversaciones, Cambon había admitido expresamente que Tarfaya formaba parte del Imperio

jerifiano. Sin embargo, en 1900, el Quai d´Orsay muda su opinión: Tarfaya y la Sakia al – Hamra, o

sea la vasta región al sur del Uad Draa y al norte de Río de Oro no pertenece a Marruecos. A

Silvela le entra una gran preocupación, compartida por Emilio de Ojeda, representante diplomático

español en Tánger y de marcadas tendencias pro-británicas: ¿No pretenderán los franceses

apoderarse de este territorio, clave para la seguridad estratégica de Canarias?. Silvela no se lo

piensa dos veces y actúa, según las sugerencias de Ojeda. Lo que va a proponer es simplemente, en

un momento de crisis del Sultanato – que sufre una embestida militar formidable por parte de

Francia en el Tuat- dinamitar el ‘statu quo’, pero le da igual. Nuestra tesis es corroborar la intuición

de Víctor Morales Lezcano que llegó a argumentar que el colonialismo español en Marruecos

obedece – entre otras razones- a las preocupaciones defensivas por los archipiélagos balear y

34
canario53. Y olvidándose de sus anteriores deseos de ingresar en la Dúplice, Silvela va a apelar al

Foreign Office para conseguir sus propósitos: edificar un imperio en el Sahara.

Otra de las razones por las que apuntamos la hipótesis de que Silvela no hizo nada por

apuntalar el ‘statu quo’ del Imperio, está en su intento de sacar partido del estado de alarma y

desconcierto causado en el Majzén por la invasión gala del extremo suroriental del país, para

obtener del Sultán importantes concesiones jurídicas como el derecho de patrullar los buques de

guerra españoles por las costas del Sus, lo que por un lado aseguraría la defensa de las islas

Canarias y, por otro lado, permitiría actuar en esta región utilizándola a modo de plataforma para

un posterior avance sobre el corazón del Sultanato. Esta estrategia propia de Silvela en materia de

política colonial, una ofensiva imperialista, se prolongará hasta fines de 1900. No se trata sino de la

vertiente en política exterior de lo que constituía el ‘regeneracionismo’ aplicado por el jefe de los

conservadores en la política interior: una actuación conducente a adaptarse a las prácticas

imperialistas vigentes, desarrollando una acción expansiva ambiciosa y de grandes pretensiones,

que devolviese a España la categoría de potencia y le permitiese obtener un Imperio colonial de

recambio al perdido en las Antillas y en el Extremo Oriente. Incluso estará tentado de emprender

una política de castigo contra Marruecos cuando, aprovechando la debilidad militar española

subsiguiente al 98, las autoridades marroquíes intentaron expulsar al mar a los hispanos en las

costas del Rif. Es el bloqueo de las plazas de Alhucemas y Peñón de Vélez de la Gomera, que se

prolongará durante seis meses, y que constituye un tema inédito en la historiografía española. Ni

siquiera Jerónimo Becker lo recoge en sus estudios; aunque repasando la prensa española de la

época, se comprende esta omisión puesto que los medios formadores de la opinión pública no

dieron especial relevancia a este hecho.

53
En 1979 este investigador recalcaba que la ocupación española del norte de Marruecos consolidaba geográfica y
estratégicamente el dominio sobre las Baleares y reforzaba la capacidad de diálogo de los gobiernos restauracionistas
con Londres, a efectos de una negociación sobre Gibraltar; Morales señaló además que en cuanto a la zona sur del
Imperio marroquí (el Marruecos sahariano) era “necesaria para guardar las espaldas a las islas Camarias“, tal como
comentó el conde de Romanones en una intervención parlamentaria el año 1904. Cfr. Morales, V.: “La aventura
económica“, en Historia –16. Extra IX, 1979, pág. 19.

35
Producido el rechazo británico a las peticiones de ayuda de Silvela, al entender los analistas

del Foreign Office que la ocupación del Sahara occidental por parte española acabaría por quebrar

definitivamente el ‘statu quo’ en Marruecos, se produce otro bandazo de los habituales en la

política marroquista del régimen de la Restauración. Es ahora un gobierno interino de

conservadores presidido por el general Azcárraga el que se enfrenta al dilema de cómo actuar en

Marruecos. La solución es plantear al Quai d´Orsay las pretensiones españolas sobre Tarfaya y el

deseo de establecer en la región un dominio colonial. Todo ello, cabe preguntarse, ¿ por qué no ha

sido conocido hasta ahora por los historiadores?. ¿ Porque ha sido necesario descubrir unos

documentos inéditos en legajos olvidados?. Hay que discernir un poco sobre el silencio

historiográfico en torno a estos hechos y en particular en torno a por qué ha sido ignorada la

ofensiva diplomática de F. Silvela en el verano de 1900 buscando el control del Sahara occidental.

La respuesta está en el sorprendente grado que alcanzó la insensibilidad de la política exterior

española, al menos en esta etapa restauracionista que centra nuestro estudio, ante los diversos

grupos de presión de cualquier signo. Todas estas negociaciones se hacían bajo las condiciones de

la diplomacia secreta característica del período anterior a la Primera Guerra Mundial: eran hechos

que solamente conocían la Reina Regente María Cristina, un puñado de diplomáticos miembros del

Ministerio de Estado, los jefes de gobierno y los ministros. Y nadie más. Esta relativa

impermeabilidad de la diplomacia secreta deriva también de lo peculiar del sistema político del

régimen de la Restauración. Los dos partidos dominantes, conservadores y liberales, no eran

partidos modernos que articulasen los intereses económicos reales de España, sino facciones

políticas de notables que representaban, de modo imperfecto, a las oligarquías terratenientes y

financieras cuyo poder se basaba en el clientelismo y en el fraude electoral administrado por los

jefes locales o caciques. Lo reducido de su representación proporcionaba a los gobiernos un cierto

grado de autonomía en la formulación de la política, especialmente en la política exterior, porque

afectaba intereses de limitado alcance en la política interior. De hecho, cuando durante el período

de gobierno de Sagasta a finales del siglo XIX el Ministerio de Estado se planteó crear partidos

36
proespañoles en el Rif, el modelo de esas agrupaciones de indígenas fue el clientelar, trasunto de

los partidos del turno, es decir un modelo de grupos formados por notables indígenas afectos a la

causa hispana y comprados mediante subvenciones económicas.

Sostenemos la hipótesis de que la aproximación a Francia en el otoño de 1900 con el objeto

de buscar el apoyo del Quai d´Orsay a las aspiraciones sobre Tarfaya marca el último de los virajes

de la diplomacia restauracionista en el período que estudiamos. Asistimos a una supeditación a

Francia de la política española en la cuestión marroquí. En ese orden de cosas, la diplomacia

española no ayuda nada al Majzén para que prospere la reforma fiscal introducida por el gobierno

marroquí – actitud seguida por Francia – y en otro orden de cosas, el probritánico Emilio de Ojeda

es relevado al frente de la Legación en Tánger por el disciplinado Cólogan que obedecerá

escrupulosamente los dictados del palacio de Santa Cruz. En la primavera de 1901 se inician las

conversaciones de París sobre el reparto de Marruecos. Se trata de un tema historiográfico debatido

hasta la saciedad, con el común denominador de la creencia por parte de los historiadores que han

buceado en el complejo proceso de negociación de este tratado ‘non-nato’, en la visión que da León

y Castillo de cómo se frustró el pacto.54 ¿ Por qué esta creencia?. No se había tenido acceso por

parte de estos historiadores a los documentos inéditos depositados en los fondos de la Embajada

española en París y guardados en Alcalá de Henares. También hay que señalar que otros

documentos clave para la negociación se encuentran dispersos y ha habido necesidad de buscarlos

en el Archivo del Palacio Real o en la Miscelánea García Figueras de la Biblioteca Nacional, sin

que en su totalidad hayan aparecido. Hemos reconstruido – con el material descubierto – las

negociaciones y estos descubrimientos nos permiten avanzar la hipótesis de que primero, el

gobierno liberal de Sagasta intentó ligar el reparto territorial de Marruecos con la formación de un

bloque continental franco-ruso-alemán dirigido contra Inglaterra. Es decir, se intentó resucitar el

proyecto de 1898. Posteriormente, el Duque de Almodóvar, Ministro de Estado del gobierno

liberal, intentó vincular la firma del tratado sobre Marruecos a que las fuerzas armadas republicanas
54
Véase por ejemplo Pilapil, V, R.: “Las negociaciones franco-españolas sobre Marruecos, 1901-1903“, en Arbor, no.
389, 1978, pp. 29-48.

37
garantizaran la seguridad de España ante posibles ataques extranjeros. Documentos inéditos

encontrados en el Archivo del Palacio Real nos permiten señalar que Francia no deseaba este tipo

de vínculos con España ; es más, desconfiaba de su potencia militar, y lo que anhelaba – en caso de

un conflicto europeo- era una neutralización de España. París también intentó utilizar la relativa

debilidad de España para conseguir ventajas estratégicas sobre Gran Bretaña en la sensible zona de

África del norte y el Estrecho de Gibraltar,55 y aunque el gobierno de Sagasta temía que Gran

Bretaña se opusiera a una alianza puramente franco-española sobre Marruecos en la que

prevalecieran los intereses estratégicos galos sobre los británicos, se decidió a firmar en noviembre

de 1902 el acuerdo de reparto del Sultanato. La firma del tratado se vio frustrada por el exceso de

celo del Embajador León y Castillo, reticente en aceptar – sin consultar previamente a Madrid – los

deseos galos de construir un ferrocarril que pasase cerca de Fez, en la esfera de influencia española

en el Sultanato. Caído el gobierno liberal, los conservadores llegan al poder a finales de 1902. El

acuerdo con Francia sobre el reparto de Marruecos no se refrendará. Silvela desea que este tratado

cuente con el respaldo de la Dúplice franco-rusa y que esta alianza sea la que garantice la seguridad

y la integridad territorial de España, dejando asimismo la puerta abierta para una hipotética entrada

de la nación en el futuro en este bloque militar. Dentro del gabinete surgen figuras como la del

Ministro Buenaventura Abarzuza, proclive personalmente a consultar a Gran Bretaña, negociar con

ella e incluso establecer un compromiso estable con los británicos en torno a la cuestión marroquí.

Con el transcurso de las semanas, se evidencia que se ha entrado ya en una etapa de

estabilidad en la política exterior española y que los bandazos del régimen restauracionista han

terminado. En la cuestión marroquí, el gabinete Silvela desea ajustarse a las políticas de Londres y

París; se atisba ya la conjunción francohispanobritánica de 1904 que conducirá a los acuerdos de

Cartagena de 1907. Las tres naciones se comprometen mutuamente en no intervenir militarmente

en el Imperio jerifiano, cuando se produce el estallido de la rebelión del Rogui. Este acuerdo se

intenta trasplantar al terreno económico, cuando España intenta penetrar financieramente en el

55
Cfr. “ Note sur la question marocaine«, 15 de julio de 1902, Documents Diplomatiques Français (1871-1914),
segunda serie, vol. 2, Doc. 33, pp. 398-399.

38
Sultanato, realizando un empréstito al Majzén, al igual que están haciendo Gran Bretaña y Francia.

Sin embargo, Francia pelea por ser la única acreedora del Sultán. Más significativo del ajuste de la

política exterior española a las de Francia e Inglaterra, son los sucesos de Cartagena, cuando se

atisba el gran bloque militar enfrentado a las potencias Centrales de la primera Guerra Mundial:

unidades navales rusas, inglesas y francesas acuden a la vez a homenajear a Alfonso XIII. Estas

potencias muestran así su compromiso de amistad hacia España. Decae la tensión colonial entre

Francia e Inglaterra la cual había llegado a su punto culminante en abril de 1902. Es el momento

de reanudar las negociaciones de París entre Francia y España para el reparto de Marruecos. Cabe

preguntarse: ¿ qué buscan los políticos españoles en Marruecos?. ¿Es para ellos un tema

relacionado con la restauración del honor nacional, supuestamente mancillado con el desastre de

1898?. ¿ Es Marruecos, en el clima caracterizado por el triunfante imperialismo europeo, percibido

como una tierra de promisión: un Eldorado económico para grupos interesados en la explotación de

los recursos marroquíes que se creían fabulosos?. ¿ Es percibido el territorio marroquí como una

válvula de escape de la emigración exterior española?. Sostenemos la hipótesis de que tanto Silvela

como A. Maura vieron en el Sultanato un hinterland defensivo de España. Estos estadistas

conservadores creían que la seguridad estratégica de España exigía su presencia en Marruecos. Así

Silvela declararía:

“... debemos desterrar de entre nuestras preocupaciones la de que la situación de


Marruecos ... sea beneficio y riqueza para nosotros, cuando, por el contrario, es motivo de
pobreza, de esterilidad y de estancamiento para España, y lo aceptamos y lo debemos
mantener tan sólo por evitar males mayores de orden político e internacional “.56

Sostenemos asimismo tanto sobre la base de sus actuaciones en la cuestión marroquí (sobre

todo en 1909) como en la de sus intervenciones públicas y discursos políticos, que la preocupación

principal de A. Maura fue igualmente la de crear un espacio en Marruecos de carácter defensivo y

estratégico para España. ¿ No le preocuparon a Maura los intereses económicos españoles en el

56
Cfr. Silvela, F.: Artículos, discursos, conferencias y cartas, Madrid, Mateu Artes Gráficas, 1922-1923, vol. III, pág.
115.

39
Sultanato?. Sí, pero nunca hasta el extremo de perder por esta causa el control estratégico de las

zonas sensibles para los intereses nacionales en Marruecos. De hecho, la guerra de 1909 estallará

cuando en Melilla se rompa la estrategia diseñada en 1894 por el Ministerio de Estado, consistente

en evitar los incidentes fronterizos con las cabilas próximas y practicar una política de buena

vecindad con el Rif. En el estudio se hace un detallado seguimiento –que queda fuera en los

estudios de M. Rosa de Madariaga- de este período histórico y de cómo la diplomacia española va

capeando el clima de intranquilidad e inquietud existente en el Rif. Cuando en 1902-03 algunas

cabilas del Rif aceptan al Rogui y se levantan contra el Majzén poniendo al gobierno español en

una difícil situación, ello va a exigir pulir aún más la política de evitar cualquier conflicto con las

cabilas. Al producirse enfrentamientos entre los propios marroquíes, se puso en marcha una política

de neutralidad, ribeteada de actos de violación de la misma, a favor de los dos bandos

contendientes. Cuando el conflicto se generalice, y dado que el Sultán mantuvo durante años

apoyos en el Rif, como los combates se libraron a las puertas de la ciudad, el gobierno español tan

pronto apoyó a las fuerzas imperiales de Muley Amrani, entregándoles cartuchos, como por otra

parte se negó con contundencia a que las tropas del Sultán utilizaran Melilla como un lugar

estratégico desde donde atacar y derrotar a los partidarios del Rogui. Cuando cesen los combates y

surja en el Rif un poder relativamente consolidado y fuerte, que parece que va a controlar

firmemente el territorio, el Gobierno español no hará nada por auxiliar a las tropas derrotadas de un

soberano amigo de España, es decir el Sultán. Se producirán gestos para congraciarse de alguna

manera con la nueva autoridad en el Rif: es una suerte de política que hemos bautizado en nuestro

trabajo como “a amigo que huye, puente de plata“. El gobierno español –y esto lo sabemos por

documentación inédita del Servicio Histórico Militar– no quiere a los vencidos soldados del

Majzén refugiados en Melilla, y los expulsa, porque lo que se quiere es seguir negociando

comercialmente con los cabileños de los alrededores y congraciarse con el Rogui . Se sientan así las

bases para una penetración económica más efectiva en el Rif. Sin embargo, Maura sólo irá a la

40
guerra cuando los intereses económicos galos amenacen con apoderarse de la estratégica región del

Rif. No buscará la guerra como forma de respaldar la infiltración económica española.

En última instancia se señala que la consecución de una plaza para España en el reparto del

Imperio marroquí y la inserción de España en la red de la Entente Cordiale no se debió a la hábil

capacidad de manipulación de los gobiernos restauracionistas de las rivalidades existentes entre

Francia, Gran Bretaña y Alemania, como sugieren ciertos escritos históricos.57 Es más bien un

hecho ligado al modelo establecido por Lenin de imperios coloniales que surgen de la sutura y

cierre de fricciones entre grandes potencias imperialistas. Lo que propició el consenso franco-

británico sobre el noroeste de África, con la inclusión de España, fueron las crecientes ambiciones

comerciales y militares de Alemania. Por un lado, Francia deseaba trazar los límites de las zonas de

influencia en África del noroeste para que Alemania no pudiera hacer exhibiciones de fuerza allí

donde las fronteras resultaban borrosas. Por ello se apresuró en 1900 a firmar un tratado con

España, por el que se confirmaba la propiedad española de Río Muni y parte del Sahara, lo cual

representaba una garantía estratégica tanto para las islas Canarias como para la industria pesquera

española en la costa atlántica. Pero es que el gobierno británico deseaba vivamente conseguir un

equilibrio de poder en el Estrecho de Gibraltar: al cerrar sus fricciones coloniales con París sobre

Egipto y otros territorios, puso especial empeño en que se le asignara una esfera de influencia a

España en el septentrión marroquí porque esto contribuiría a contener la expansión francesa en

Marruecos y evitar que ejerciera amenazas sobre el Estrecho.

57
Por ejemplo: Rosas Ledesma, E.: “Las “Declaraciones de Cartagena” (1907): Significación en la política exterior de
España y repercusiones internacionales “, en Cuadernos de Historia moderna y contemporánea, no. 2, 1981, pp. 213-
229.

41
c) El metodo

Es evidente que al desarrollo de la política exterior española contribuyeron, junto con las

fuerzas genuinamente hispanas, las derivadas de la situación europea, en general. Resulta imposible

formular diagnósticos – como se ha hecho en ocasiones – sobre la base única de la apatía y del

pesimismo de los estadistas españoles como Silvela o Sagasta o sobre la apatía del pueblo que

estaba tras ellos. Para entender el sentido de la relación hispano-marroquí había que atender,

forzosamente a ambos términos de la misma, es decir las condiciones en que Marruecos dirigido

por el Sultán Abd al- Aziz luchaba por preservar su independencia y las condiciones imperantes en

las relaciones internacionales en Europa y cómo estas influían en las actuaciones hispanas.

Esa es la razón de que hayamos dedicado algunas páginas de nuestro trabajo a las vicisitudes

de la política marroquí, a la acción de Abd al- Aziz. Hemos procurado asimismo hacer preceder o

acompañar a un buen número de capítulos con comentarios sobre la evolución de las relaciones

internacionales en Europa y sobre la dinámica de apertura de la cuestión marroquí. En este terreno

nos hemos servido tanto de la documentación diplomática francesa publicada como de la

bibliografía que sobre la materia existe, en considerable abundancia y de estimable valor.

Del mismo modo que la extensión cronológica nos impuso una limitación temática, nos

impone una semejante limitación metodológica. Nos reducimos a considerar el juego de las fuerzas

políticas en las relaciones entre los Estados europeos, sin entrar en el estudio de los fundamentos

sociológicos o económicos de esas mismas fuerzas. Sólo se han comentado las características

económicas de las relaciones de los países imperialistas con el Sultanato. Procurando descubrir las

causas, periodificar los procesos y sistematizar las consecuencias del sector político objeto de

nuestra atención, hemos intentado profundizar en el relato de las negociaciones o episodios

diplomáticos – siempre que éstos fueran ignotos o desconocidos hasta ahora por la historiografía

española. Si hemos seguido ese método es por el sentido revelador de la diplomacia secreta anterior

a la I Guerra Mundial, donde la política internacional no se ajustaba a moldes democráticos, y

42
porque las negociaciones nos daban pistas respecto al pensamiento directivo de los hombres que la

inspiraban. Si bien hemos obviado los factores sociales, económicos o sentimentales que

determinan en último término también, toda política exterior, no hemos hecho lo mismo con los

factores geopolíticos, en la medida que sostenemos la tesis de que en el pensamiento de los

conservadores españoles, desde Silvela hasta Antonio Maura prima antes que la necesidad de

expansión de una lógica capitalista económica, en la búsqueda de un Imperio en Marruecos el tema

de la seguridad estratégica de Canarias o de la Península.

Otra razón nos aconsejaba la adopción de ese método. Una determinación sistemática de los

factores que influyen en la política exterior española, hubiera sido, fundamental y forzosamente, la

de aquellos que son propios del régimen restauracionista y que conforman los aspectos socio-

económicos y de política interior, dando a nuestro trabajo el carácter de una obra de proporciones

incalculables, o a la realización de la tesis un carácter completamente distinto. Nuestras referencias

a estos aspectos son, por tanto, limitadas. No dejamos sin embargo de apuntar las razones de orden

ideológico o estratégico que pesaban en la minoría gobernante durante la Restauración; pero nos

centramos en las realidades políticas que aquellos elementos determinan, sin profundizar ni

sistematizar en ellos a fin de no incurrir en una desviación de la consideración global de la

evolución política diplomática.

Hemos cultivado asimismo la microhistoria para las regiones del Sus (1887) y para la del Rif

(1898 en adelante), no en la idea de lanzarse alegremente a una tarea de investigación puntual y sin

un marco teórico. Bien al contrario: compartimos con J. Fontana el convencimiento de la

importancia de la microhistoria para ponerla en relación con hechos más genéricos como los que

suceden en el Sultanato en los años antes apuntados.58 No queríamos en este sentido limitarnos a la

anécdota, sino usar la microhistoria para iluminar la macrohistoria del Imperio jerifiano y sus

relaciones con Europa. La consulta exhaustiva de los archivos (1886-1896) del consulado de

58
Cfr. Fontana, J.: “La burguesía com a instrument d´anàlisi històric: burguesia i revolució en l´Espanya del segle
XIX“, en VVAA.: Ponencias del Seminario “Las burguesías en el mundo contemporáneo“ celebrado en la UIMP de
Valencia del 21 al 24 de septiembre de 1992. Tomo II, pág. 17.

43
Mogador nos ha permitido descubrir la existencia de una red de espionaje hispana en el Sus, que

entró en combate con los agentes secretos franceses y frustró los intentos de la III República de

establecer un protectorado en el territorio. Por otra parte , la consulta de los archivos militares

españoles nos permite edificar una gran construcción –la historia de las relaciones con las cabilas

fronterizas de los presidios españoles– a partir de elementos muy pequeños, confeccionados como

diría Walter Benjamín con la precisión y la limpieza de observar lo que ocurre cada día en Melilla,

cómo España quiere intervenir en la política local rifeña, cómo crea pequeños partidos de notables

prohispanos, como abandona a su suerte a la causa del Sultán cuando se produce el estallido de la

sublevación de Bu- Hamra.

Por último hemos intentado situar nuestra síntesis en relación con las aportaciones e

investigaciones llevadas a cabo en España en materia de la Historia de las relaciones

internacionales durante los últimos años. Una promoción de jóvenes historiadores renovó, en este

sentido el panorama de la historiografía española sobre las relaciones internacionales a partir de

1974-75, años que pueden tomarse como punto de referencia válido para el arranque de una nueva

etapa. Habría que citar aquí las obras de Víctor Morales Lezcano, Manuel Espadas Burgos, Juan

Bautista Vilar, María Victoria López Cordón, J.U. Martínez Carreras, E. Hernández Sandoica,

Rosario de la Torre, Juan Carlos Pereira, Hipólito de la Torre o Angel Viñas entre otros. La

pluralidad temática y metodológica de que hizo gala este grupo heteróclito y bastante prolífico de

investigadores revela una decidida vocación de acercamiento a los nuevos planteamientos que se

habían abierto paso en la historiografía europea de las relaciones internacionales. En esa dirección,

los trabajos realizados muestran la existencia de un gran abanico de preocupaciones en torno a los

grandes ejes de la política exterior de la España contemporánea, con tendencia creciente a desplazar

el centro de atención de sus investigaciones desde el siglo XIX hacia el XX. Varios factores

contribuyeron al despuntar de esta nueva historiografía española sobre relaciones internacionales.

El más importante de todos fue, sin duda, el cambio sustancial que se produjo en la situación

internacional de España con el restablecimiento de la democracia. Al proceso de normalización

44
constitucional siguió la plena inserción del Estado en el entramado de intereses económicos y

político-defensivos del mundo occidental, concretada en la integración en la Comunidad Europea y

la Alianza Atlántica. La nueva política exterior española puso fin a los reflejos aislacionistas de

etapas anteriores y acercó a la sociedad española, y también a sus universitarios, a las

preocupaciones colectivas de los europeos, contribuyendo a incrementar el interés de la opinión

pública y de los ambientes académicos por las cuestiones que rebasaban las fronteras nacionales.

Hemos estructurado la tesis en tantos capítulos como años abarca el marco cronológico

analizado. En el primer capítulo comenzamos haciendo una breve panorámica de cómo se fue

perfilando y construyendo la política exterior española en relación al Sultanato de Marruecos

durante el último cuarto del siglo XIX para analizar, a continuación, en el segundo capítulo, los

cambios de todo orden acaecidos en el Imperio jerifiano durante todo el novecientos a medida que

el país experimentaba la presión creciente de las potencias colonialistas europeas. La razón de este

segundo capítulo estriba en que los años de investigación que hemos dedicado al estudio de la

acción diplomática española en el contexto de la apertura de la cuestión marroquí, nos han

demostrado la necesidad de conocer bien los entresijos y la evolución de una sociedad en aquellos

momentos diferente a la occidental, que vio, además, alterado su sistema de funcionamiento por la

irrupción de la colonización europea.

Los capítulos tercero, cuarto, quinto y sexto abordan el estudio de los años 1895, 1896,

1897 y 1898 que contemplarán la frustración del intento español de concertar y ajustar su acción

colonial en Marruecos a un entendimiento simultáneo con Francia y Gran Bretaña. Las

discrepancias coloniales entre estos dos últimos países por el control del valle del Nilo

determinaron el fracaso de las iniciativas españolas en el Imperio jerifiano. Por ejemplo podemos

indicar que los gobiernos hispanos buscaban en este contexto establecer una representación

consular en Fez y este propósito se vio malogrado por la falta de respaldo internacional. No sólo los

ingleses se negarían a ayudar al régimen restauracionista creando problemas a la actuación española

en el Norte de África; los franceses amenazaban con invadir el extremo suroriental del Imperio, y

45
ello introducía un clima de incertidumbre en el devenir de la política marroquista practicada desde

Madrid. Los años 1896-97 y 98 son años de estancamiento colonial hispano. La diplomacia

restauracionista deja de actuar en Marruecos con los tintes de agresividad de 1887 o de comienzos

de la década de 1890 y pasa a ser meramente defensiva. Cuando estalla el conflicto suscitado por

los asaltos de piratas Bocoyas a buques europeos en las costas limítrofes al Rif central, la actuación

del gobierno español es muy activa, pero se limita a replicar a las iniciativas galas de crear un

protectorado de la III República en este territorio marroquí. Los diplomáticos españoles dejan de

ejercer actuaciones relevantes en el Sultanato; y es que los intereses de la nación radican en Cuba,

donde la insurrección amenaza este último rescoldo del Imperio hispano en América.

El capítulo sexto, dedicado a 1898 finaliza con el giro que da el gobierno Sagasta a la

política marroquí, buscando un acercamiento a Londres con el fin de superar el antagonismo que

enfrenta a británicos y españoles por las fortificaciones que estos últimos están levantando en torno

a Gibraltar.

El capítulo séptimo, dedicado a 1899 está dedicado al análisis de la primera experiencia

gubernamental del nuevo lider conservador, F. Silvela. Con celeridad solucionará el contencioso

con el Reino Unido en la zona del Estrecho e intentará una aproximación diplomática a la Dúplice

franco-rusa. En los asuntos marroquíes, Silvela ha de hacer frente a una situación que amenaza las

posiciones españolas en el Rif Central. Éstas han sido bloqueadas por órdenes del Gran Visir Bu

Ahmed, que quiere aprovechar la debilidad militar de los españoles subsiguiente a la derrota frente

a los Estados Unidos, para liquidar la presencia colonial hispana. Silvela volverá a corregir el

rumbo de la política marroquí y repetirá la estrategia practicada por Sagasta durante el año

anterior, intentando un nuevo acercamiento al Reino Unido. Esta continuidad con la política

sagastina la volveremos a encontrar meses después.

En los capítulos octavo y décimo, dedicados a 1900 se ha realizado un estudio preferente de

lo que hemos llamado ‘la ofensiva diplomática de Silvela’ tendente a aprovechar la debilidad del

Sultanato, sometido a una fuerte embestida militar francesa en el desierto suroriental del Imperio,

46
para arrancar al soberano marroquí Mawlay Abd al- Aziz una serie de concesiones: el derecho para

los buques de la Armada española a patrullar la costa africana frontera a Canarias o la propiedad de

los territorios de Tarfaya y la Sakia al- Hamra. Desarrollamos en este apartado algunas cuestiones

hasta ahora insuficientemente tratadas o desconocidas por la historiografía española, como fue el

caso de la búsqueda por parte de Silvela – meses después de haber buscado la alianza militar con el

rival de Inglaterra, Francia – de una ayuda por parte del Reino Unido para que éste respaldase la

configuración de un glacis defensivo del archipiélago canario en las costas del sur de Marruecos.

El fracaso de estas tentativas nos llevan a los capítulos undécimo y decimosegundo

dedicados a los años 1901 y 1902; años de continuidad en el eje definitorio de la acción diplomática

española y caracterizados por una búsqueda de la concertación con el gobierno de la III República,

una supeditación de la política hispana en el Sultanato a la gala y como consecuencia de ese

acercamiento a París, el desarrollo de un largo proceso negociador hispano-francés en el que en

secreto se discute el reparto de Marruecos.

El capítulo decimotercero, correspondiente al año 1903 está dedicado a la segunda

experiencia gubernamental de Silvela y se estudia el fracaso de las negociaciones franco-españolas

sobre Marruecos. Silvela, al igual que en 1899, sigue interesado en sacar a España del aislamiento

internacional, y vuelve a retomar su viejo proyecto de ingresar en la Dúplice franco-rusa, de

insertar a España en el marco de una alianza continental, que asegurara la tan ansiada garantía del

territorio peninsular e insular y de las posesiones africanas. En el último capítulo dedicado a 1904

se analiza cómo caído el gobierno de Silvela, los sucesivos gabinetes conservadores – de Villaverde

y Maura - se aprovecharán del nuevo contexto internacional en el que Londres y París se hallan

inmersos en un proceso de acercamiento progresivo, para ajustar su política marroquí a la de

aquellas potencias. Un acuerdo de reparto de Marruecos será finalmente firmado entre Francia y

España a finales de 1904, pero la falta de un resuelto apoyo británico a las pretensiones españolas

determinará que prevalezcan los intereses coloniales de la III República.

47
d) Las fuentes

En contraposición con el relativamente pobre estado de nuestros conocimientos sobre las

relaciones hispanomarroquíes en el período que estudiamos, hay que señalar que las fuentes

disponibles para el estudio son bastante amplias. Con anterioridad al inicio de la búsqueda

documental decidimos asimismo aprovechar las ventajas de la informática e Internet para elaborar

una bibliografía sobre artículos y revistas que tratasen sobre la apertura de la cuestión marroquí.

Hemos procedido a consultar gran número de libros, artículos de prensa y estudios de revistas que

se indican en la bibliografía, procurando prestar atención a las fuentes contemporáneas de los

sucesos estudiados, para darnos no tanto la idea de lo que fue el Marruecos de 1900, como la idea

que de aquel Marruecos se tenía en Europa por tales fechas. Asimismo se han consultado gran

cantidad de textos de carácter historiográfico y fecha ulterior.

Posteriormente, puesto que no existen prácticamente en España colecciones documentales

de carácter diplomático, hemos tenido que utilizar dos vías. La primera ha sido la de acudir a las

referencias a la política española o marroquí de las colecciones extranjeras como la francesa y en

menor medida, la británica. La segunda vía en nuestra labor de investigación ha sido la de los

archivos del Estado español. En menor medida, el recurso de Internet nos ha permitido realizar

alguna cala concreta y específica en los Archivos Diplomáticos de Nantes, pudiendo imprimir

algún documento de sus colecciones volcado en la red. Es posible encontrar también en Internet los

listados completos, a partir de unos archivos históricos elaborados por un especialista anglosajón en

la Historia de Marruecos, el profesor C.R. Pennell de la National University of Singapore, de los

cuerpos diplomáticos francés y español destacados en Marruecos a lo largo de los siglos XIX y XX.

Planteada sistemáticamente esa investigación, lógicamente acudimos en primer lugar al

Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores. Aunque la información obtenida ha sido sumamente

valiosa para nuestro trabajo, no debemos dejar de señalar el serio obstáculo que representa para el

48
investigador la notable ausencia en este archivo de un gran número de documentos de carácter

decisivo, por explicarse en ellos los puntos de vista de los dirigentes de la política exterior española

y las directrices por ellos marcados a los representantes en el extranjero. Es una consecuencia de la

costumbre de cruzarse ‘cartas particulares‘ y confidenciales, al margen de los despachos oficiales,

entre los Ministros de Estado y los diplomáticos destacados en ciudades extranjeras, las cuales, por

ese mismo carácter de correspondencia privada –falso carácter, desde luego, ya que tratan y

resuelven negocios públicos– salieron del Ministerio de Estado con el ministro de turno o quedaron

entre los papeles de los embajadores. Este fenómeno es un obstáculo para cualquier historiador que

desee investigar este período, que debe acudir a otros archivos complementarios.

Pese a ello, los fondos de este Archivo poseen, como es lógico, un valor incuestionable; ahora

bien, esas ausencias concretas nos ha obligado a una labor minuciosa de derivar indagaciones y

rastrear y seguir la evolución de problemas y negociaciones, y comprender así el rumbo de las

relaciones entre los Estados, a través de los numerosos documentos a que se hace referencia en las

notas. Destacar en particular de los fondos del palacio de Santa Cruz dos aspectos: 1 ) el hallazgo

de la correspondencia particular sostenida por los Ministros de Estado liberal, Duque de Almodóvar

y conservador, Buenaventura Abarzuza con los diplomáticos destacados en Londres, París y Tánger

(Duque de Mandas, León y Castillo y Ojeda y Cólogan) ; 2) el gran número de despachos oficiales

contenidos en la veintena de legajos que corresponden a la Legación española en Tánger y a los

consulados de Alcazarquivir, Arzila, Casablanca, Fez, Larache, Mazagán, Mogador, Rabat, Tánger,

Tetuán y Uxda que cubren la segunda mitad del siglo XIX y los primeros veinte años de la

siguiente centuria; han sido fundamentales para detectar y entender el carácter de la insurrección de

Bou- Hamra, el Rogui, en 1902, descartar los adjetivos de ‘guerra civil’ que alegremente se

asignaron en la España contemporánea a estos hechos, así como el posicionamiento de la

diplomacia española ante estos acontecimientos.

Distinto es el carácter de otro importante Archivo que ha sido el marco de nuestra tarea: el

Archivo del Palacio Real, con fondos selectos. De él proceden nuestras informaciones sobre

49
algunos de los puntos más importantes en la historia diplomática española de 1887 o de 1902. En

concreto, un legajo bien nutrido nos informa sobre el ofrecimiento de reparto de Marruecos

realizado por el Embajador francés en Madrid, Paul Cambon a la Reina Regente María Cristina y

al Ministro de Estado, Segismundo Moret en la primera de las fechas. Este ofrecimiento –que como

ha resaltado Carlos Ferrera en su tesis doctoral sobre el político liberal– sí existió aunque, en la

praxis se centró en una serie de conversaciones carentes de importancia. Paul Cambon conocía la

debilidad militar española, por habérsela confesado personalmente Moret y por ello vino a ofrecer a

España un territorio que el ejército hispano no era capaz de conquistarlo, por el mero hecho de que

en Marruecos estaba gobernando el Sultán Mawlay Hassan que dominaba fuertemente el territorio,

y al que en absoluto hubieran sido capaces de vencer los españoles.

Por otro lado, los legajos correspondientes a 1902 nos hablan de la inviabilidad militar

española de resucitar la política de cañoneras en el momento en que estalle la insurrección del

Rogui y de cómo el Quai d´Orsay se niega a aceptar las pretensiones de Sagasta / Almodóvar de

querer ligar la firma de un tratado de reparto de Marruecos con la garantía de la integridad

territorial española por parte de Francia. Asimismo, el archivo nos ofrece la posibilidad de

consultar los memorándums que periódicamente el Ministro Plenipotenciario español en Tánger,

Emilio de Ojeda, remitía a la Jefatura del Estado para informar personalmente sobre la evolución de

la cuestión marroquí.

Quisimos completar estas informaciones con un conocimiento acabado de la política marroquí

de los gobiernos españoles, tal y como se trasluce, sin duda, en la correspondencia oficial cursada

entre los Ministros de Estado y la Legación española en Tánger. Nuestra gestión en este sentido

tuvo bastante éxito. El Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares nos abrió

completamente la posibilidad de bucear sistemática y minuciosamente en la época estudiada. No

solamente pudimos consultar la correspondencia oficial sino también la documentación privada de

Silvela, Aguilar de Campóo y Rodríguez San Pedro a su paso por el Ministerio de Estado. No era

nuestro propósito limitar la consulta a la correspondencia habida entre los titulares de Estado y la

50
Legación de Tánger. Hemos rastreado sistemáticamente no sólo los documentos agrupados en las

secciones histórica y política de Marruecos del Archivo General, sino que además hemos

consultado los fondos documentales de la sección de Asuntos Exteriores en lo concerniente a los

legajos de las Embajadas de Londres y París. En este caso, los archiveros han agrupado los

documentos generados por estos centros o recibidos por ellos no en riguroso orden cronológico,

sino por temas. Hay, por lo tanto, legajos específicos dedicados enteramente a la apertura de la

cuestión marroquí. Ello nos permitió sondear y seguir paso a paso los intentos de Silvela en 1900

de constituir un Imperio en Tarfaya y la Sakia al- Hamra de cara a defender estratégicamente el

archipiélago canario. Por último, hemos consultado un gran número de legajos correspondientes a

los consulados españoles establecidos en el Sultanato y en Argel. Vienen a ser la continuación

documental, más bien el complemento, de los que se encuentran en el palacio de Santa Cruz. El

carácter de la información de estos documentos es exhaustivo: hemos consultado cientos de

páginas, concentrándonos fundamentalmente en los correspondientes al consulado de Mogador y al

de Tetuán, lo que nos ha permitido hacer calas de microhistoria en los territorios del Sus y del Rif.

Asimismo para tener un conocimiento objetivo de las relaciones de la ciudad de Melilla o del

conjunto de las guarniciones españolas destacadas en el norte de Marruecos y las cabilas

circundantes no basta consultar la bibliografía existente o las crónicas publicadas. Es necesario

utilizar otras vías que se ofrecen al historiador. La secuencia documental bastante completa para la

recuperación de estas relaciones la encontramos complementando los fondos existentes en tres

archivos: la Miscelánea García Figueras –depositada en la Biblioteca Nacional de Madrid--, los

fondos del Servicio Histórico Militar de Madrid y los fondos de naturaleza militar que aparecen

completando el ángulo de los intereses civiles en el Archivo General de la Administración de

Alcalá de Henares. A partir de su consulta, hemos colegido que la sublevación del Rogui plantea al

gobierno español la posibilidad de la intervención o la neutralidad y abstención en los asuntos

rifeños, respaldando la causa imperial o abandonándola a su suerte. La visión táctica hispana desde

1894 es la de no perder la buena vecindad con las cabilas próximas a Melilla; es decir consiste en el

51
cumplimiento de unos criterios civilistas de penetración pacífica en el Rif, en la creencia de que la

conquista del territorio y el sometimiento de la población, ‘manu militari’, implicaba tanto un gasto

económico como una servidumbre de esfuerzos y bajas humanas que, probablemente, no serían

rentables para el país, ni comprendidos por la prensa española. No había que dejarse llevar, por

tanto, del espíritu guerrero a ultranza sino sólo cuando fuese necesario. Esta visión táctica supone

no apoyar al Sultán en su lucha contra los rifeños leales al Rogui. La exhaustiva documentación

militar nos ha permitido reconstruir estos avatares.

La existencia de archivos privados que completan de algún modo el conocimiento histórico

respecto a nuestro tema ha sido también muy importante. Citaremos en primer lugar, el Archivo de

la Fundación Maura, aunque parte de los fondos que se encuentran en él se solapan y se repiten con

los de Alcalá de Henares y en segundo lugar, la Biblioteca de la Real Academia de la Historia,

donde se encuentran agrupados sistemáticamente los del embajador conde de Benomar, el máximo

experto en los asuntos marroquíes de la España de finales del siglo XIX.

52
CAPÍTULO 1

LA POLÍTICA EXTERIOR ESPAÑOLA EN


LA ETAPA RESTAURACIONISTA: LA CUESTIÓN MARROQUÍ

1.1. Los orígenes del ‘statu quo’ marroquí

A partir de mediados del siglo XIX el Sultanato de Marruecos entraba en un lento, pero

paulatino proceso de acoso y asedio por parte de las potencias imperialistas europeas, que a la

postre determinaría su desintegración y descomposición. El Imperio jerifiano constituía una entidad

estatal que conservaba una serie de instituciones político-administrativas de carácter tradicional,59

asentadas sobre un territorio que no era homogéneo, geográficamente hablando, y que se

encontraba todavía en transición, hacia su constitución como un Estado moderno y unitario. Estas
60
arcaicas y complejas estructuras político-administrativas y un ejército ineficaz y anticuado- a

pesar de los continuos esfuerzos de reforma llevados a cabo por los sultanes-,61 van a ser incapaces

59
Cfr. Ben Mlih, A.: Structures politiques du Maroc colonial, París, Éditions l´Harmattan, 1990; también: Cherifi, R.:
Le Makhzen politique au Maroc – hier et aujourd´hui- . Casablanca, Afrique Orient, 1988.
60
Sus particularidades son tales que nos facultan para hablar en la estructuración política y social de Marruecos de un
modelo particular que si bien comparte aspectos similares con la de otros países musulmanes parangonables al Imperio
jerifiano como Irán o Turquía no permiten, sin embargo, asimilarlos totalmente. De la misma manera, tampoco se
puede aceptar la comparación o la similitud histórica entre el Marruecos pre-colonial y el modelo feudal o el
despotismo oriental, ya que estas tesis historiográficas pecan al aislar un aspecto comprobado en el sistema social de
Marruecos, de sobrestimar en demasía su papel. Por ejemplo, a finales del siglo XIX si nos encontramos en algunos
textos geográficos redactados por viajeros y exploradores europeos que recorrían el país, con algunas descripciones que
sugieren un paisaje feudal, hay que reconocer que no han sido todavía suficientemente estudiadas, e incluso de ser
ciertas, serían todavía marginales. Por otro lado, aspectos fundamentales del feudalismo no los encontramos reflejados
en el Sultanato: las ciudades estaban directamente administradas por el soberano; no había, por ende, ni en teoría ni de
hecho, ninguna delegación general de los derechos de regalías, ninguna pirámide de poderes y vasallajes, ningún
estatuto general de señorío (organismo- tipo del Antiguo Régimen feudal, que resume lo característico de las relaciones
sociales de la España anterior a la revolución burguesa). Véase Laroui, A.: Orígenes sociales y culturales del
nacionalismo marroquí, Madrid, Mapfre, 1997, pp. 77-139.
61
Bahija Simou ha puesto de relieve recientemente como es a partir de 1830, con la toma de Argel por las tropas
francesas, cuando se suscita en Marruecos como tema preferente de atención por parte del Majzén, la cuestión de la
modernización de las estructuras militares del Estado. Para el Sultán, esta remodelación de las fuerzas armadas
marroquíes se englobaba en un conjunto de reformas cuyo significado último era la reevaluación de las propias
instituciones del Estado como medio para un mejor asentamiento de la autoridad del Emperador, tanto en el interior del

53
de hacer frente a los deseos de expansión colonialista de las potencias occidentales. Aunque frágil,

la organización estatal marroquí y su pasado esplendor, tenían la suficiente entidad y pesaron lo

necesario como para que las mencionadas potencias observaran con cierto respeto al Imperio y se

abstuvieran de emprender contra él un definitivo asalto final.

En plena época de euforia colonialista, del reparto de África y del establecimiento en este

continente de zonas de influencia económica por parte de los países imperialistas, intensificada tras

la conferencia de Berlín (1884/85), Marruecos va a mantener su independencia política,

permaneciendo libre de la presencia europea. En todo caso, este fenómeno no se va a deber en

exclusiva sólo al respeto hacia el que bien pudiera calificarse -a los ávidos ojos del imperialismo

decimonónico- como “enfermo de Occidente”,62 sino también al continuo recelo entre las potencias

porque alguna de ellas tomase la iniciativa en la penetración efectiva en el territorio marroquí. Ello

hizo que hasta principios del siglo XX se mantuviera la ficción de respetar el “statu quo”, el estado

de independencia relativa de Marruecos: si todas las partes interesadas en la penetración colonial

en el Sultanato se comprometían a respetarlo, no solamente se aseguraba el que ninguna potencia

pudiese tomar la iniciativa e invadir el Imperio, por su cuenta y riesgo, adelantándose a las demás,

sino que se va a consolidar la creencia de que con el mantenimiento del “statu quo”, se evitaría en

el futuro la posibilidad de cualquier confrontación armada entre los países que se disputaban el

dominio del territorio, caso de que alguno intentase alterar la mencionada situación.

Por lo que respecta a España, sus relaciones con Marruecos - ya desde el reinado de Isabel

II- van a girar en torno a la idea de evitar que otra nación europea se asentara en aquel Imperio. Los

recelos y la preocupación españoles sólo pueden ser comprendidos dentro de las aspiraciones

país como de cara al exterior. Estas reformas aparentemente persiguen dos objetivos: a) la preservación de la
independencia y la integridad del país y b) la salvaguardia de la identidad islámica; pero en el caso concreto de la
reforma militar, a lo que se asistió - al fin y al cabo- fue a una auténtica competición encarnizada por parte de las
potencias europeas para disputarse una serie de contratos ventajosos y asegurarse, cada cual para sí, una parte en el
negocio de "la modernización del ejército marroquí", extendiendo su influencia sobre el Imperio al mismo tiempo.
Véase al respecto Simou, Bahija: Les Réformes militaires au Maroc de 1844 à 1912, Rabat, Université Mohamed V,
1995; Cfr. también: Berrada, Touria : L´armée marocaine et son évolution au XIXème siècle. Contribution à l´étude des
' réformes' militaires, Mémoire de D.E.S., Rabat, Faculté des Lettres et des Sciences Humaines, 1984.
62
Al menos, esa es la expresión habitualmente empleada para calificar a Marruecos entre la prensa y la publicística
españolas de la época.

54
hispanas a recuperar el norte africano, del que la Monarquía hispánica había sido expulsada hacía

siglos; dichas aspiraciones, con el paso del tiempo, habían terminado por forjar la creencia de que

cualquier asunto relacionado con la zona septentrional de aquel continente y sobre todo de

Marruecos, eran competencia y casi privilegio único y exclusivo de España. De este modo, a pesar

de evidencias tales como la penetración militar y comercial francesa e inglesa en el Magreb,63

España hasta bien entrado el siglo XIX siguió considerando el Sultanato como campo de acción

propio a la espera de encontrar el momento oportuno -momento que, por otra parte, nunca llegó-

para realizar en él su ansiada expansión, y porque creyó amenazada su existencia como nación si

otra potencia se instalaba frente a sus costas meridionales y en torno a sus plazas africanas. Por

todo ello los intentos imperialistas europeos de poner el pie sobre aquel estratégico territorio eran

algo que no podía ni debía consentir. Sin embargo el largo período de duración y consolidación de

la revolución burguesa durante el siglo XIX, proceso que conllevó hasta tres guerras civiles en el

lapso de cuarenta años, llevadas a cabo contra los partidarios del retorno al absolutismo y al

Antiguo Régimen feudal, que mantienen al ejército español fijado en tareas internas de

afianzamiento del nuevo Estado liberal, privaron a España de campo y oportunidades en el exterior

para llevar a cabo una empresa colonial, salvo en el breve interludio correspondiente al gobierno de

la Unión Liberal.64 En consecuencia, ante la imposibilidad de emprender una expansión territorial

en el Magreb, cuyas raíces históricas se hundían a finales del siglo XV, imposibilidad -por otro

lado - que venía dada tanto por su mismo potencial como por el rechazo que ello encontraría en las

63
De una de ellas, la británica, inaugurada por el "Tratado General" y el "Convenio de Comercio y Navegación",
firmados en Tánger en diciembre de 1856, obra personal y pieza maestra de la labor desempeñada en Marruecos por el
representante diplomático de Su Majestad en el Imperio, John Hay Drummond Hay, ha escrito Morales Lezcano que
puede entenderse como auténtico "modelo de penetración pacífica" europea en el Sultanato. En opinión de este
historiador, estos pactos son "un exponente precoz y eficaz en su género, del proceso de erosión de la vieja sociedad
Jerifiana y de la autoridad del Majzen por el cerco de Europa". Véase Morales Lezcano, V.: España y el Norte de
África: El Protectorado en Marruecos (1912-1956), Madrid, UNED, 1986, pág. 47; cfr. también Azzuz Hakim,
Mohammed Ibn: Compendio de los pactos internacionales de Marruecos, Tetuán, Editora Marroquí, 1949, pág. 37;
Bensrhir, Khalid: "A Document advocating the introduction of economic liberalism in Morocco", en Hesperis-Tamuda,
vol. XXX, Fasc. 2,1992, pp. 75-98.
64
Asimismo, tal como señala Togores Sánchez, las deficiencias en la Armada y el Ejército, pese a las mejoras
introducidas en el equipamiento del último y la construcción - durante el periodo isabelino- de una escuadra de buques
de hélice, llevarían a los diferentes gobiernos madrileños a no realizar una decidida acción exterior.Véase Togores
Sánchez, Luís E.: Extremo Oriente en la Política Exterior de España (1830-1885), Madrid, Prensa y Ediciones
Iberoamericanas S.L., 1997, pág. 28.

55
naciones europeas, España optó en sus relaciones con Marruecos por el afianzamiento -a ultranza-

del ‘statu quo’, y por evitar que este país cayese bajo la influencia o en manos de otra potencia

europea. Para ello nada mejor que impedir la desintegración del Sultanato, consiguiendo inclusive

un reforzamiento del mismo: era el método idóneo para garantizar el ‘statu quo’ marroquí, evitando

con ello además la génesis de disputas entre las potencias europeas implicadas en el tema. 65

A medida que iba transcurriendo el siglo, y sobre todo, a partir de la guerra hispano-marroquí

de 1859-60, el Imperio jerifiano se fue abriendo cada vez más al exterior. A ello contribuyó en gran

medida la paz concertada con España. Para pagar la indemnización de guerra fijada en

cuatrocientos millones de reales,66 Marruecos tuvo que entregar parte de las recaudaciones de sus

aduanas a Gran Bretaña y España, siendo controlado por funcionarios de estas nacionalidades.67

Junto a esto, la presencia de cónsules y vicecónsules en los principales puertos marroquíes y el que

los cónsules de las principales potencias destacados en la residencia del cuerpo diplomático en el

Imperio, Tánger, fuesen elevados a la categoría de ministros, hicieron más palpable y más evidente

la influencia y la intromisión europeas en el país.68

Marruecos se encontraba, a partir de ahora, en el centro de varios fuegos cruzados. No

solamente se trataba de presiones diplomáticas; a ello había que unir los efectos causados en el país

por la firma de los tres tratados de comercio suscritos sucesivamente con las potencias europeas

que se disputaban el control del Imperio (Gran Bretaña, España y Francia), que comportaron

-siguiendo el esquema trazado por Edmund Burke III- la introducción del capitalismo y del

liberalismo económico en el país, lo que determinaría la dislocación de las estructuras tradicionales

65
Cfr. Castel, Jorge: La actividad de España en Marruecos desde principios del siglo XIX hasta la paz de Tetuán de
1860, Madrid, Cuadernos de Historia de las Relaciones Internacionales y Política Exterior de España, 1954.
66
Cfr. Cagigas, Isidro de las: Tratados y convenios referentes a Marruecos, Madrid, Instituto de Estudios Africanos,
1952, pág. 41 y ss.
67
Véase al respecto Laroui, A.: Marruecos: Islam y Nacionalismo, Madrid, Mapfre, 1994, pp. 69, 77 y 84.
68
Cfr. Laroui, A.: Marruecos: Islam y Nacionalismo... op. cit., pp. 77 y 82.

56
de la sociedad marroquí, agudizaría la lucha de clases en su seno y supondría la inserción del

Imperio en la ‘periferia’ del sistema económico mundial 69.

La respuesta por parte del Sultanato ante la presión ejercida sobre el país por la enorme

deuda contraída y el aumento de la injerencia europea, fue propiciar una serie de reformas de

carácter económico: era preciso favorecer la instalación de una serie de industrias que fuesen

reduciendo la absoluta dependencia que el país tenía del exterior. Con todo, las reformas - no sólo

las económicas - emprendidas por los emperadores Muhammad IV y Mawlay Hassan I, van a

recibir el respaldo de las potencias europeas que las creen necesarias para sacar a Marruecos de su

postración y posibilitar el mantenimiento del “statu quo” lo cual evitaría cualquier posible

enfrentamiento por el reparto del territorio. No obstante, las reformas serán utilizadas como una

forma más de manipulación imperialista en los intereses del país magrebí.

En España, por ende, tras la consolidación del régimen restauracionista, junto con la idea de

mantener estrictamente el ‘statu quo’, apoyando en todo momento al Sultán para garantizar de esta

forma la integridad territorial del Imperio, va a tomar cuerpo el plan de iniciar una penetración en el

mismo por la vía pacífica, en la que el desarrollo del comercio hispano-marroquí iba a desempeñar

un papel preponderante. Así, la intervención de los españoles en negocios relacionados con el

Imperio jerifiano, adelantándose a ciudadanos europeos de otras nacionalidades, era considerada

como una especie de avanzada que situaría a España en clara ventaja sobre las otras potencias y que

en un futuro podría resultar beneficiosa para cualquier posible acción militar que se ejerciese sobre

aquel país. En el marco de esta política tendente a aumentar la influencia española por métodos

pacíficos, cabe destacar también la fundación de la Sociedad Española de Africanistas y Colonistas

en 1884; 70 la creación de la Cámara de Comercio española de Tánger, con sucursales en distintos

69
Cfr. Burke III, Edmund: Prelude to protectorate in Morocco. Precolonial protest and Resistance, 1860-1912.
Chicago-Londres, University of Chicago Press, 1976, pp. 19-40; id: "La Hafidiya (Aout 1907- Janvier 1908). Enjeux
sociaux et luttes populaires". Hesperis-Tamuda, Vol. XXXI, 1993, pp. 102-103. Un estudio muy detallado desde el
punto de vista de la historiografía marroquí sobre el impacto del comercio europeo en las estructuras del Imperio se
encuentra en Laroui, Abdallah: Orígenes sociales y culturales..., op. cit., pp. 273-279.
70
El < africanismo >, corriente de opinión que pensaba en el continente africano como el territorio donde estaba el
porvenir de España, vive en los años de la década de los ochenta un período de intensa actividad. Esbozado su ideario a

57
puertos marroquíes para fomentar las comunicaciones marítimas entre ambos países; el

establecimiento de misiones franciscanas en Marruecos con una contribución fundamental en la

extensión del castellano entre los habitantes del Imperio, o el fomento de la emigración de familias

españolas hacia las ciudades marroquíes, planteada como la base de la creación de una “quinta

columna” en el caso de una futura intervención de España en aquel país, sobre todo teniendo en
71
cuenta que esta colonia española era ya muy superior a la de otras nacionalidades europeas. Se

postulaba esta vía pacífica porque no se podía utilizar otra. Pero en la mente del gobierno siempre
72
planeaba la idea de una hipotética invasión. Se ayudaba al Sultán porque no se tenían fuerzas

lo largo de las cuatro décadas anteriores, concreta su programa doctrinal de actuación amoldándolo al nuevo
planteamiento de la política exterior. Defensora del < statu quo > en Marruecos, considerará cualquier agresión a la
integridad y soberanía del Imperio como una amenaza directa a la propia integridad y soberanía nacionales. Sin
embargo, a través de sus canales normales de expresión, no dejará de llamar la atención del régimen restauracionista
hacia aquellos medios que creía debían ponerse para facilitar la acción civilizadora que España, por derechos históricos
y por imperativos geográficos, estaba llamada a ejercer. (El lema doctrinal que forjaron los marroquistas españoles
durante estos años era el siguiente: "El ministerio de España en Marruecos es pacífico y civilizador y tiene por fórmula:
statu-quo político; progreso administrativo y social"). Cfr. López García, B.: " 'España en África': Génesis y
significación de la decana de la prensa africanista del siglo XX ", en Almenara, no. 4, 1973, pág. 33; véase también
Morales Lezcano, V.: "Marroquistas españoles: 1884-1912. Un grupo de presión político ", en Almenara, no. 10, 1976-
1977, pp. 84 y 86. Del mismo autor, "El africanismo español (1860-1975)", en España y el Norte de África..., op.cit.,
passim; id: "El africanismo español del Ochocientos (Semblanza histórica y Balance profesional", en Congreso
Internacional El Estrecho de Gibraltar, Madrid, UNED, 1988, Tomo III, pp. 287-308. Vid. Bogard, Robert Candler:
Africanismo and Morocco: 1830-1912, Austin, Universidad de Texas, 1975. También García Figueras, T.:
"Consideraciones generales sobre el africanismo español", en La acción africana de España en torno al 98 (1860-
1912), Madrid, C.S.I.C., 1966, Vol. II, pp. 19-28.
71
A partir de la década de los 70, la fuerte emigración levantina y andaluza expulsa hacia el otro lado del Estrecho a lo
que en 1880 forma aproximadamente un 65-70 % de la colonia extranjera en tierras marroquíes; véase Hernández
Sandoica, Elena: Pensamiento burgués y problemas coloniales en la España de la Restauración (1875-1887), Madrid,
Universidad Complutense, pág. 569.
72
Es la idea que en 1887 va a barajar el gobierno liberal, encabezado entonces por Práxedes Mateo Sagasta, siendo el
Ministro de Estado Segismundo Moret su propulsor más destacado. En septiembre de este año se conoce en España la
grave enfermedad que padecía Mawlay Hassan, y temiendo que su fallecimiento provocase en el Sultanato graves
disturbios e incluso el estallido de una guerra civil, el Gobierno español se va a apresurar a concentrar tropas en
Andalucía para enviarlas después a Ceuta y Melilla con el fin de reforzar sus guarniciones, en el caso de que éstas
sufrieran un ataque. El comportamiento belicoso del gobierno de Sagasta provocó una fuerte impresión en Europa,
llegando a manejarse la idea de que España quería aprovecharse de la situación especial que estaba viviendo
Marruecos para agredirla, cosa que el ministro Moret se apresuró en desmentir con una circular remitida, con fecha 5 de
octubre, a los representantes diplomáticos españoles acreditados en las Cancillerías europeas en la cual, tras explicar los
motivos de este despliegue armado justificándolos con la situación coyuntural del Imperio jerifiano, confirmaba el
deseo español de preservación y mantenimiento del "statu quo" y la necesidad de introducir en Marruecos todas
aquellas reformas que los intereses de la civilización reclamaban, siempre que pudiesen implantarse sin perjuicio para
las creencias y el modo de ser del pueblo marroquí. Es indudable que el comportamiento y el lenguaje del gobierno
español realzaron el prestigio de la nación en todas partes : en Europa, donde nadie se atrevió a criticar al gobierno de
Madrid por prepararse ante eventuales ataques a sus presidios , y también en Marruecos, donde habiéndose restablecido
el Sultán, pasaron a ser inútiles las precauciones tomadas, pero la postura de fuerza y el lenguaje del Ministro de
Estado contribuyeron a aumentar el sentido de la confianza y un cierto temor reverencial en las relaciones con España.
Esto respondía perfectamente a lo que Moret se había propuesto desde el momento en que había asumido la dirección
del Ministerio de Estado pues su idea básica era que " en Marruecos no debía ocurrir nada sin el consentimiento de
España". Véase al respecto Canals, S., " A propósito de Marruecos", en Nuestro tiempo. Revista Mensual Ilustrada.
Madrid, num. 9, septiembre de 1901, pp. 291-292; un estudio más detallado en: Becker, J.: Historia de Marruecos.

58
suficientes para acabar con su soberanía y ante ello, se prefería mantenerlo en el trono frente al

riesgo que suponía la apertura definitiva de la cuestión marroquí; la diplomacia española, dadas las

carencias manifiestas que imposibilitaban materialmente al país para emprender una acción militar

a gran escala en Marruecos, optaba por esta vía a pesar del peligro que suponía que la inacción

militar hispana diera pie en el futuro a la invasión por parte de otra nación europea de aquel

territorio.73

Pero, conforme España desarrollaba estos planes de penetración pacífica, las demás

potencias no abandonaron la pugna por conseguir la mayor influencia posible cerca del Sultán. A

medida que las presiones imperialistas se hacían más evidentes, se menoscababa la autoridad del

soberano y se daba un paso hacia adelante en la descomposición del Imperio. Cada potencia quería

conseguir como mínimo lo mismo que otra hubiera obtenido, complicando aún más la difícil

situación marroquí.74

Mawlay Hassan I, conocedor de la realidad de su país, partidario de un proceso de reformas

moderadas que no supusieran un trauma significativo para su pueblo y convencido de la

imposibilidad de enfrentarse a los intentos de penetración imperialista en el Sultanato, trató por una

Apuntes para la Historia de la penetración europea, y principalmente de la española, en el Norte de África, Madrid,
Tipografía de Jaime Ratés, 1915, pp. 359-361. Veáse también: Fernández Rodríguez, M.: España y Marruecos en los
primeros años de la Restauración (1875-1894), Madrid., C.S.I.C., 1986, pp. 202-203. Por último, también son
importantes los pasajes dedicados a este episodio histórico en: Curato, Federico: La questione marocchina e gli accordi
mediterranei italo-spagnoli del 1887 e del 1891. Volumen I. Fino alla caduta del ministro Moret (14 giugno 1888),
Milán, Edizioni di Comunità, 1961, pp. 228-230.
73
Que el Sultán Mawlay Hassan era totalmente consciente de los objetivos últimos de la política española en relación a
su Imperio, y que la invasión del país se produciría indefectiblemente en el caso de llegarse a un acuerdo al respecto
entre Francia y España, lo demuestra una conversación que tiene en el mes de junio de 1888 con el canciller de la
Legación Italiana en Tánger, Gentile Gianatelli, en la que tras espetarle que los franceses eran sus peores enemigos,
añadía con tonos proféticos:”Checché faccia la Spagna essa non riescirà mai a persuaderci della sincerità del suo
disinteressamento nella questione marocchina; le sue aspirazioni non possono non esserci note. Essa è obbligata alla
inazione per deficienza di mezzi; date certe contingenze, però, la Spagna potrebbe decidersi ad intendersi direttamente
con la Francia. Noi quindi dobbiamo fare assegnamento sulle Grandi Potenze (y con este término el Sultán designaba
a Italia, al Imperio Austro-Húngaro, Alemania y Gran Bretaña) e pensare ad armarci". (Curato, Federico: La questione
marocchina...op. cit, pág. 233).
74
La cuestión de Marruecos se crispa en particular a partir de 1880, revelándose como uno de los puntos neurálgicos de
mayor potencialidad explosiva en el concierto internacional hasta 1912. Debilitada progresivamente - por el acoso
europeo - la soberanía del Sultán, únicamente las rivalidades existentes entre los aspirantes al reparto del país
salvaguardaban en precario la continuidad de su existencia. Si bien Francia aducía la proximidad argelina en favor de
unas pretensiones de prioridad, Inglaterra sabía sacar partido de las ventajas que el tratado comercial de 1856 y la
posesión de Gibraltar le conferían: el té y los algodones de Lancashire llegaban a los puertos marroquíes prácticamente
en régimen de monopolio. España tuvo que reaccionar ante este doble reto, poniendo en marcha su acción de
"penetración pacífica " en el Imperio.

59
parte, de otorgar solamente aquellas concesiones que resultase imposible soslayar. Además, siendo

un hábil gobernante y conociendo las fricciones lacerantes que su país generaba entre las potencias

europeas, intentó por otra parte enfrentarlas en lo relativo a Marruecos para conseguir así

neutralizar sus acciones y en todo caso equilibrar sus influencias en el país. 75

1.2. Los derroteros de la política exterior española en la primera etapa restauracionista

El análisis de la política exterior española durante la extensa fase del primer periodo

restauracionista comprendida entre 1875 y 1902, se puede a su vez enmarcar en el contexto de la

limitada realidad que condiciona y determina las relaciones internacionales de la España

Contemporánea expuesto por el profesor José María Jover al analizar los caracteres de la política

exterior de España durante todo el siglo XIX. 76 Los factores determinantes serían :

a) la condición de España como pequeña potencia mundial, arrastrando una crónica debilidad

bidimensional, es decir política y militar;

b) la marginalidad territorial de la Península Ibérica en relación con los centros de gravedad, que

concentran las capacidades de decisión y constituyen los lugares donde está radicado el

poder de la política mundial;

c) la pasividad político-internacional como talante colectivo-social, en contraste con la actividad

desplegada durante los tres siglos precedentes 77 y

75
El publicista español Genaro Alas relataba en 1901 la siguiente anécdota que corrobora fehacientemente el acierto y
perspectiva histórica del Emperador: Alas atribuía a Mawlay Hassan el comentario efectuado a un diplomático europeo,
en el sentido de que "Marruecos era una doncella, cuya posesión se disputaban varios pretendientes; pero que los
celos de todos impedían, gracias a Alah, que ninguno lograra sus malos propósitos". Véase al respecto Alas, Genaro:
"La cuestión de Marruecos", en Nuestro Tiempo. Revista mensual ilustrada, num 9,1901, pág. 615. Un profundo
análisis de la política de reformas puestas en marcha por el Majzén en el Marruecos del siglo XIX se encuentra en:
Laroui, A.: Orígenes sociales y culturales..., op. cit., pp. 287-330. Véase también: Benjelloun, T: Visages de la
diplomatie marocaine depuis 1844, Casablanca, Editions Edif., 1991.
76
Jover Zamora, J. M.: "Caracteres de la política exterior de España en el siglo XIX", en Política, diplomacia y
humanismo popular en la España del siglo XIX, Madrid, Turner, 1976, pp. 83-138.
77
Después de trescientos años de presencia constante de la Monarquía hispánica en todos los conflictos bélicos de
cierta trascendencia que habían ensangrentado el solar europeo, y situada al nivel de otras potencias continentales como
Austria, Inglaterra o Francia, tras el fin del ciclo de las guerras napoleónicas el país se encierra en un aconchamiento

60
d) la proyección de la situación interior, con la carencia de un Estado sólidamente establecido y

consolidado regido por unas minorías identificadas con los intereses permanentes del pueblo

al que deben representar, debido a la larga duración del proceso revolucionario burgués

español, que arranca en 1808 para no consolidarse definitivamente hasta 1875; proceso

interrumpido en dos ocasiones por la restauración de la sociedad feudal (y un intento -a la

par- por parte del monarca Fernando VII de restaurar a ultranza entre 1.814 y 1820 por un

lado, y entre 1823 y 1833 por otro, las relaciones sociales feudales de producción) y del

Estado absolutista.78

En efecto, teniendo en cuenta los factores citados, España es en el marco general de la política

mundial del último tercio del siglo XIX, y lo seguirá siendo durante el primero del siglo XX, una

pequeña potencia situada por un lado en una situación periférica, y no sólo desde el punto de vista

geográfico, sino también político y militar, en relación con los pueblos protagonistas y con los

Estados que son los nuevos centros del poder mundial, y por otro tan radicalmente introvertida que

neutraliza con una pasividad internacional casi total la actividad y tensiones exteriores precedentes.

En los sistemas europeos que jalonan la tradicional historia diplomática del continente en la

época contemporánea, la política exterior española es un elemento secundario que apenas matiza el

total, deja de contar como potencia europea y se abstiene de participar en cualquiera de los conflictos que jalonan el
agitado siglo XIX.
78
En este sentido, tal como señaló Juan Sisinio Pérez Garzón en su contribución al X Coloquio de Pau, la
historiografía marxista española ha aportado suficientes investigaciones como para demostrar que la realidad española
cambia en un proceso muy lento a lo largo del siglo XIX, mutación o proceso de cambio que en lo sustancial se produjo
entre el final del siglo XVIII y los años setenta de la siguiente centuria, y que, en segundo lugar, la Revolución
burguesa española entendida como una revolución social, se inicia ya a fines del Antiguo Régimen, y se prolonga hasta
el sexenio revolucionario, atravesando por una serie de la etapas (siendo la etapa esencial desde el punto de vista
política la comprendida entre 1.833 y 1840, es decir la correspondiente a la Revolución liberal tras la muerte de
Fernando VII, revolución liberal que no se agota en este período, sino que se prolonga a lo largo del siglo XIX en el
bienio progresista y en la Gloriosa de 1868), etapas que van cambiando la realidad social, aunque estos cambios se
produzcan poco a poco. (Hay que tener en cuenta - en este sentido - que los períodos posteriores a la revolución liberal
lo que hacen es ir ampliando la base social del régimen, permitiendo un tipo de desarrollo capitalista que no es propio
de los países colonizados, pero tampoco es el característico de los países industrializados de la Europa Occidental -
Reino Unido, Francia, etc). En este sentido, Gonzalo Pasamar ha escrito: "El llamado 'problema de la revolución
burguesa española', (...) que había sido planteado de modo tácito y disperso por los historiadores estudiosos del
liberalismo español desde la época de Vicens, alcanzó algunos de sus más lucidos análisis y sistematizaciones con
motivo de los Coloquios de Pau. (Hasta entonces, y salvo excepciones, los autores dudaban bastante de que hubiese
existido ' una revolución burguesa ' española). En esencia, fueron esas reuniones, y la aplicación expresa de la teoría
marxista, las que actuaron de catalizadores para pronunciarse en un sentido favorable."Véase Pasamar, Gonzalo: La
Historia contemporánea. Aspectos teóricos e historiográficos, Madrid, Síntesis. 2.000, pág. 240.

61
juego decisivo y resuelto de las grandes potencias. En orden a la mejor comprensión de esa

debilidad de la política internacional hispánica hay que considerar y valorar debidamente que

España se encontraba asentada territorialmente, al comienzo y durante parte de este período, en

cuatro áreas políticas mundiales y heterogéneas, con heterogeneidad también en cuanto al carácter

y valoración de sus intereses en cada una de estas áreas geopolíticas, que son : a) el Norte de África

y el Mediterráneo occidental; b ) el Mar de las Antillas y el Caribe; c) el África occidental y el

golfo de Guinea; d) el Extremo Oriente y el Mar de China meridional.

1.2.1 La política internacional de la Restauración desde 1875 hasta 1895

La política exterior de la Restauración entre 1875 y 1895 la debemos considerar en relación

con la situación internacional europea.

Es preciso tener en cuenta el papel de España en la llamada < Europa de Bismarck>,

estudiado por Julio Salom.79 Los datos fundamentales de esa Europa son los siguientes. Primero, la

nueva configuración del continente europeo tras la guerra franco-alemana, con la paulatina

formación de dos bloques de potencias: de una parte las monarquías autoritarias de Europa Central

y Oriental como son el II Reich alemán, el Imperio austro-húngaro y el Imperio zarista - después

integrado en el otro bloque rival -, y de otra parte los Estados liberales de la Europa Occidental que

son Gran Bretaña, Francia e Italia. Segundo, la política mundial de esas potencias que desembocan

por rivalidades entre sí en dos principales focos de conflicto debido a su expansionismo

imperialista sobre base capitalista y militarista: los Balcanes, cuestión regulada por el Congreso de

Berlín (1878), y el reparto colonial de África tratado en la Conferencia de Berlín (1884-85).

Tercero, el predominio continental de Alemania y el despliegue de la política internacional de

Bismarck, que regula los conflictos antes citados y tiende a ordenar a los Estados europeos en

79
Vid. Salom Costa, J.: España en la Europa de Bismarck. La política exterior de Cánovas (1871-1881), Madrid,
C.S.I.C., 1967.

62
bloques de alianzas bajo la hegemonía y la dirección alemana. Es el modelo de “balanza de

poderes” continental y el llamado sistema político internacional de Bismarck con el nacimiento y

formación de la Europa bismarckiana en la que se conforman dos conjuntos de alianzas, mientras

Gran Bretaña se mantiene en su “espléndido aislamiento” : la Triple Alianza, integrada por el II

Reich, el Imperio Austro-húngaro y la Monarquía Italiana - que también ha cambiado de bloque -, y

la Dúplice Alianza, formada por la República francesa y el Imperio zarista, a la que se unirá más

tarde el Reino Unido para configurar la Triple Entente.

En este complejo entramado político internacional europeo, con proyecciones más allá de

nuestro continente, la política exterior de España siguió las líneas directrices siguientes:

• en primer lugar, hay que señalar dos principios o cuestiones de fondo: España no debe

comprometerse en alianzas con grandes potencias extranjeras capaces de obligar al país a

intervenir en problemas extraños a la nación, y España no debe abandonar ni una pulgada de

territorio sobre el que ejerza derechos de soberanía.

• en segundo lugar, España durante este período va a cubrir las siguientes fases de su política

exterior: desde 1875 y por parte de Cánovas y de su gobierno conservador, se intenta lograr

el reconocimiento y apoyo internacional para la monarquía de la Restauración y se va a

seguir la política llamada de ‘recogimiento‘ canovista que se caracteriza fundamentalmente

por la diferenciación entre recogimiento y aislamiento. Significando el recogimiento la

participación y la presencia internacionales de España aunque con una serie de limitaciones,

como son el no a las alianzas, el no a la neutralidad y el no al aislamiento.80

80
La política de recogimiento propugnada por Cánovas del Castillo, responde a una orientación pragmática del
estadista conservador en el sentido de establecer buenas relaciones con todos los países europeos, aunque a veces se
desplegará a la sombra de Alemania. El ideario de Cánovas, partiendo o hundiendo sus raíces en una visión
extremadamente pesimista de la esfera internacional donde, dentro de lo que él consideraba como la decadencia y el
general abatimiento de la raza latina, se insertaba un país de las características de España con graves problemas internos
y una estructura territorial que la señalaban como una potencia mundial sin fuerzas para mantener tal status, buscaba
conseguir - en lo que se refería a la política internacional española - unas formas de decoro y de responsabilidad en un
marco europeo, dominado por las potencias germánicas, señalando Jover que suponía al menos desde el punto de vista
teórico, por la situación de España y por las motivaciones que la impulsan, " la primera formulación consciente de la
política europea de España en la época del imperialismo : la neutralidad ".(Cfr. Jover Zamora,José María: "Los
caracteres de la política exterior de España en el s. XIX" en Política, diplomacia y humanismo popular...,op. cit., pp.

63
A partir de 1887 se registra la tendencia de acercamiento hacia la Triple Alianza propiciada

por los liberales en el poder. Esa tendencia se materializa en esa fecha con el acuerdo secreto con

Italia que inclina a España hacia el citado bloque de Estados, y de 1888 es la formulación de

Segismundo Moret, Ministro de Estado en el Gobierno de Sagasta, contenida en su “Memoria

sobre política internacional “, en la que se advierte sobre las necesidades de una política exterior

basada en el conjunto de sus intereses, en la situación geográfica, y en la distribución de los

territorios españoles por el mundo. Al mismo tiempo se manifiesta una cierta preocupación por los
81
problemas coloniales que afectan a España, y también por Marruecos; e igualmente se va a

tomar posición sobre algunas cuestiones internacionales, como es el movimiento sionista. 82

Pero en 1895 no hay renovación ni reactivación de la anterior política y se produce de hecho

el aislamiento internacional español que desemboca en la crisis de 1898.

El primer marco internacional en el que se desarrolla la política exterior restauracionista es el

‘sistema continental europeo ‘83 extendido de 1871 a 1890. Es la época definida por la hegemonía

de Alemania en el continente y por la preponderancia de Gran Bretaña en el ámbito marítimo-

colonial. Esta doble hegemonía no destruye, sin embargo, el mecanismo tradicional – propio del

período anterior de la Historia de Europa- de un sistema pentárquico, en el cual cinco grandes

potencias (Gran Bretaña, Francia, Prusia -luego Alemania-, Austria -luego Monarquía Dual,

131-132. Para un tratamiento extenso tanto del planteamiento teórico del 'recogimiento', como de los críticos hacia esta
política desde el inicio de la Restauración, véase Julio Salom: España en la Europa de Bismarck..., op. cit., en especial
el capítulo VII, "Teoría y práctica del 'recogimiento' ", pp. 381-418. También Morales Lezcano, V., León y Castillo,
Embajador (1887-1918). Un estudio sobre la política exterior de España, s.l., Ediciones del Excmo. Cabildo Insular
de la Gran Canaria, 1975. Hay segunda edición de 1998). Con todo, la política canovista era presa, sin embargo, de una
evidente contradicción: alejamiento de toda alianza, término que se entendía equivalente a peligros difícilmente
mesurables, y, al mismo tiempo, mantenimiento del ' statu quo' territorial de la monarquía. (García Sanz, F.: Historia de
las relaciones entre España e Italia. Imágenes, comercio y política exterior (1.890-1914), Madrid, C.S.I.C., 1993,
pág. 88.).
81
Curato, F.: La questione marocchina e gli accordi mediterranei italo-spagnoli del 1887 e del 1891. Volumen I: Sino
alla caduta del ministro Moret (14 giugno 1888); id: Volumen II: Dal giugno 1888 all´agosto 1896, Milán, Edizioni di
Comunità, 1961 / 1964. ; véase también: Hernández Sandoica, E.: Pensamiento burgués y problemas coloniales, op.
cit, passim; Fernández Rodríguez, Manuel: España y Marruecos en los primeros años de la Restauración ... op. cit.
82
Véase González García, I.: La cuestión judía y los orígenes del sionismo (1881-1905). España ante el problema
judío, Universidad Complutense de Madrid, Tesis Doctoral, 1982; y “España y el problema judío en la Europa del siglo
XIX “, en Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea, Madrid, no. 7, 1986.
83
Cfr. Salom, J.: “La política exterior y ultramarina de Cánovas “, en Bullón, A. y Togores, L (eds): Canovas y su
época. Tomo II, Madrid, Fundación Canovas del Castillo, 1999, pág. 1108.

64
Austria- Hungría- y Rusia, con la incorporación de Italia en los años 80) cuentan con un medio de

regulación de las relaciones internacionales como es el llamado ‘concierto de Europa‘ para estudiar

conjuntamente los grandes problemas internacionales según sus conveniencias y en torno a la idea

general pero variable del equilibrio. España ha sido excluida de este concierto pentárquico desde

principios de siglo quedando reducida a la equívoca calificación de ‘pequeña potencia‘, que los

trastornos civiles del sexenio revolucionario parecen confirmar, y es con esa percepción por parte

de las cancillerías que se integra en el sistema europeo en 1875.

Para caracterizar la posición general de España en este sistema europeo interesa destacar

sobre todo el rasgo principal de éste y que le da nombre : su continentalismo, que proviene de la

política que lo domina, es decir, la del estado hegemónico desde 1871, el segundo Reich ( Imperio)

alemán, el cual mantiene esa hegemonía durante los veinte años siguientes gracias a las complejas

redes de alianzas elaboradas por Bismarck con Austria- Hungría, Rusia e Italia, y también,

mediante unas buenas relaciones, salvo en alguna etapa, con Inglaterra a la que respeta su primacía

en la esfera marítima . Respecto a la permanente querella con Francia, el canciller germano ensaya

su ambiciosa “política de reconciliación“, estimulando la expansión colonial de la República con la

esperanza de que olvide la reivindicación de Alsacia- Lorena. Y aunque en la segunda mitad de los

años 80 desarrolle una interesante política colonial, la base y los elementos esenciales de su

política siguen estando en el continente. Estos dos hechos –la hegemonía de Alemania, el

continentalismo de su política– afectan ya notablemente a la política española. La imposición de

aquella hegemonía parece poder cambiar los tradicionales parámetros de posibilidades para la

acción exterior española, que estaba secularmente sujeta al peso de Francia y Gran Bretaña,

coordinadas o en competencia. La relación con Alemania adquiere ahora una especial significación,

definiéndose por una serie de aspectos y condiciones.

Primero, enfrentada la política española, por lo general, con la francesa y la británica en la

cuestión de Marruecos, dada la permanente disputa franco-alemana desde 1871 y teniendo en

65
cuenta la situación geográfica de las tres naciones, el acuerdo entre España y Alemania aparecía, en

el plano puramente teórico, como una ‘alianza natural’ según los dictados geopolíticos. Segundo,

junto a esta aparente coincidencia de intereses geoestratégicos, existía un real alejamiento entre las

orientaciones de la política alemana, centradas en el continente, y las exigencias de la política

española, forzosamente centradas en el mundo mediterráneo, ultramarino y colonial. Incluso

cuando la política alemana se oriente hacia este último, el alejamiento se convierte en conflicto, en

razón de errores diplomáticos y de cálculos políticos. Pero lo que conviene sobre todo señalar, en

tercer lugar, es que la anulación del mito de la alianza natural proviene fundamentalmente de la

propia debilidad política y militar del Estado español que, al limitar su capacidad de iniciativa y

compromiso, origina una creciente desvalorización por parte de Bismarck y de sus sucesores de

España como pieza utilizable en la política europea. El inicio del proceso se descubre en los

tiempos precedentes a la Restauración, en el asunto de la candidatura ‘Hohenzollern’ a la corona

española, tras la caída de Isabel II , que dio origen a la guerra franco-prusiana en 1870. Bismarck,

que había considerado entonces ciertamente ese valor geoestratégico para el caso de una previsible

guerra con Francia, quedó decepcionado e irritado por el hecho de que España no participara en la

contienda cuando ésta sobrevino. Se dio en él desde entonces una desconfianza pronunciada hacia

la posibilidad de un acuerdo con España, que otros hechos – el conflicto de las Carolinas, sobre

todo – incrementarían. Consideraba a sus gobiernos incapaces de enfrentarse con Francia, y sólo

con la Restauración puso su confianza en un fortalecimiento de España por obra de la monarquía

borbónica, que le fuese ventajoso mediante la amistad dinástica. Por parte española, en cambio, la

amistad e incluso la alianza con Alemania fue deseada por los gobernantes restauracionistas que

mayor importancia tuvieron en la acción exterior en aquella época: Cánovas, Moret o el mismo rey

Alfonso XII. Pero la mayoría de la clase política y de la prensa miraban esa idea con recelo,

inclinándose hacia el neutralismo o la amistad con Francia. De ahí que los pactos con la Triple

Alianza se mantuvieran en el más absoluto hermetismo.84

84
Cfr. Salom, J.: “La política exterior y ultramarina de Cánovas ...“, op. cit, pág. 110.

66
Las condiciones generales del sistema continental europeo y esta particular significación de

la preponderancia alemana, imprimieron su huella en las relaciones de España con las demás

potencias. Así, la relación con Francia estaba fuertemente influida por la posibilidad del acuerdo

hispano- alemán, lo que suscitaba en los franceses una suspicacia constante desde los tiempos de la

“candidatura Hohenzollern“. A esta suspicacia francesa correspondía otra española respecto a los

propósitos y actuación de los gobiernos de París en Marruecos, unida a sus actitudes ante la

conspiración de los emigrados políticos (carlistas y republicanos). Estos elementos negativos en la

relación francoespañola se veían, sin embargo, contrarrestados en gran parte a través de la

importante influencia ideológica ejercida por Francia en España, a través del dominio que aquélla

tenía en las agencias de información –Havas, Fabra– y en la prensa; a ello hay que añadir el gran

peso de los vínculos económicos, financieros y comerciales, no faltos tampoco de roces a causa del

proteccionismo. Todo ello atestigua la complejidad de la relación hispano- francesa, pero de la que

subrayaremos la gran importancia que se concedía en París a que España no llegase a una alianza

con Alemania ni tampoco con Inglaterra. La consideración geopolítica de evitar estas posibilidades

provocando la enemistad de nuestro país se revelan elocuentemente en la primera mitad de la

década de los 90 cuando Gran Bretaña está dispuesta a llegar a un acuerdo con Francia en el África

Occidental a cambio de tener las manos libres en Egipto. A esta razón obedece la frase que el

ministro de Exteriores galo, Ribot, escribiría el 4 de julio de 1892 en momentos críticos de manejos

diplomáticos sobre Marruecos en los que Inglaterra quiso llegar a un acuerdo con Francia

haciéndole concesiones a cambio de obtener Tánger y marginando a España. Ribot rechazó esta

propuesta no sólo por su oposición rotunda al control británico de Tánger sino también porque,

según dijo, “no queremos, ni incluso para adquirir Marruecos, hacer un enemigo de España“.85

Esta declaración, realmente trascendente por la penetración geopolítica que revela, testimonia una

situación que no parece fuese convenientemente apreciada y eficazmente aprovechada por la

diplomacia española.

85
Cfr. Salom, J.: “La política exterior y ultramarina de Cánovas... “, op. cit, pág. 1111.

67
En cuanto a la relación con Gran Bretaña, su amistad e incluso su alianza fue deseada por

Cánovas, consciente de la relevancia que tenía el Reino Unido para el problema de Cuba y los

restantes asuntos coloniales, siendo la aproximación a ella un motivo importante del acuerdo con la

Triple Alianza. Pero esta aspiración se veía contrarrestada por un recelo recíproco en la cuestión de

Marruecos y por la frialdad con que los gobiernos de Londres se atenían a sus objetivos en lo que

afectaba a España: el mantenimiento de su posición predominante en el Estrecho, al que estaba

ligada su política marroquí en torno a Tánger, y el logro de unas relaciones comerciales favorables.

Las relaciones con las otras grandes potencias europeas quedaban determinadas en gran

medida por ésas que se habían creado con las anteriores en virtud de las condiciones generales del

sistema. Rusia tenía una esfera de intereses alejada de los de España, pero es en los sentimientos de

los zares donde encontraban los gobiernos españoles en ocasiones un apoyo más sincero y seguro

para la monarquía frente a la conspiración republicana. Con Austria- Hungría existían lazos

dinásticos importantes, pero también estaban lejos sus intereses de los españoles, y Viena se guiaba

casi siempre por los dictados de Berlín. En cuanto a Italia, se va a convertir, de modo algo

sorprendente, en un estado de gran interés para las relaciones exteriores de España convirtiéndose

en el vínculo con la Triple Alianza a través de los pactos de 1887 y 1891; pero esta relación- en la

que no faltaron tampoco roces por la cuestión romana e incluso por la marroquí – estaba

demasiado condicionada por los propios lazos entre Italia y sus aliadas, Alemania y Austria, y su

casi aliada Inglaterra.

Antes de la Restauración ya se había definido la cuestión de Marruecos por una triple

rivalidad entre España, Gran Bretaña y Francia, las tres luchando por imponer su influencia en el

Imperio marroquí y en su soberano ; pero en los años 70 también se hacen presentes, aunque con

menor fuerza, las diplomacias de Alemania y de Italia.Con este marco internacional, el régimen

restaurador español partía en 1875 de un retroceso pronunciado de la influencia española en el

Sultanato con motivo de la falta de continuidad diplomática impuesta por las alteraciones del

68
Sexenio Revolucionario, lo que fue aprovechado por el hábil agente británico en Tánger, John

Drummond Hay, para perseguir mejor los objetivos fundamentales del Reino Unido, que eran el

puerto de Tánger, ventajas comerciales en Marruecos y ciertas reformas limitadas del Imperio que

reforzasen la subsistencia de éste en beneficio británico. El avance de la influencia de Inglaterra se

había visto también favorecido por un temporal retroceso de la de Francia con motivo de su derrota

en la guerra franco-prusiana, pero a mediados de los 70 ya la política de la Tercera República se

mostraba activa en Marruecos tanto en la presión sobre la frontera argelina como en la penetración

económica, al tiempo que desarrollaba una coyuntural colaboración con la británica. Italia, por su

parte, se interesaba por los asuntos de Marruecos con una finalidad de trueque diplomático, y

Alemania, aunque inspiraba extendidos recelos sobre sus propósitos, apoyó primero a Inglaterra y

luego a Francia en virtud de su política europea general.

Éste fue el difícil panorama diplomático con el que Cánovas tuvo que enfrentarse al

comienzo del período de la Restauración; un dirigente, de quien es conocida por otra parte su

temprana preocupación africanista mostrada en sus obras juveniles en las que expuso ya el

fundamento geopolítico que la cuestión poseía para España. 86 Pero también es conocida su opinión

favorable a la aceptación de la paz de Wad-Ras de 1860 ante las dificultades internas e

internacionales que la imponían, y su posterior evolución en sentido cada vez más pragmático y

realista y de abandono de sus ideales de juventud sobre una intervención española de gran alcance

en Marruecos. Esto no destruyó, sin embargo, el planteamiento geopolítico que le hacía mirar

siempre como un agudo peligro la instalación de una potencia europea en el litoral norteafricano del

Estrecho y, en particular, la que pudiera realizar Francia bloqueando así las fronteras españolas por

el Norte y por el Sur.

86
Ese interés geopolítico se expresará en sus frases de que “en el Atlas está nuestra frontera natural, que no en el canal
estrecho que junta el Mediterráneo con el Atlántico; es lección de la antigua Roma“, y de que “el pueblo conquistador
que llegue a dominar ... en una de las orillas del estrecho de Gibraltar, antes de mucho tiempo dominará la orilla
opuesta “.

69
Ahora bien, a lo que tuvieron que hacer frente los primeros gobiernos de la Restauración fue

a dificultades más inmediatas suscitadas por una concertación diplomática de las grandes potencias

- Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia – para una eventual presión sobre el gobierno español

con el fin de evitar una supuesta intención de intervención militar en Marruecos. El origen de todo

ello se encuentra en la alarma provocada en los ingleses por unos incidentes que tuvieron lugar en

Ceuta a principios de 1876, y que les hacían pensar que el gobierno español quería aprovechar la

ocasión de un momento en que la atención de todas las cancillerías se concentraba en la cuestión de

Oriente, para llevar a cabo algún tipo de intervención en el Imperio marroquí. Nada demuestra que

ello fuese cierto a juicio de J. Salom, 87 pero el recelo de británicos y franceses se mantuvo durante

la primavera y el verano de aquel año, consiguiendo al fin los primeros que el gobierno alemán

prometiese unirse, llegado el caso, a una presión colectiva en el sentido apuntado. La diplomacia

española procuró disipar una alarma probablemente injustificada pero que constituía una elocuente

advertencia sobre su mala situación – sola y sin aliados – en la cuestión marroquí.

Más justificada estaba, en realidad, la alarma que se suscitó en España con motivo del

proyecto del súbdito británico Donald Mackenzie, apoyado –aunque no oficialmente– por su

gobierno, para crear una factoría en la zona de Cabo Juby (Tarfaya), frente a Canarias, rica en

pesca, y en la cual España tenía “derechos“ sobre el indeterminado lugar de Santa Cruz de Mar

Pequeña concedido en el tratado de Wad- Ras. A esa alarma se unía el hecho del propio interés que

se había suscitado en ciertos sectores españoles por la explotación comercial de aquellos territorios,
88
en los cuales también fijaba su atención el naciente movimiento africanista español. La

consecuencia de todo ello fue la reanimación por el gobierno de Cánovas del asunto de Santa Cruz,

87
Cfr. Salom, J.: op. cit., pág. 1104.
88
Tras la Restauración, distintas entidades se habían dirigido al gobierno pidiendo protección para fundar
establecimientos en la costa occidental de África ( Bécker, J .: España y Marruecos. Sus relaciones diplomáticas
durante el siglo XIX, Madrid, Tipolitografía Raoul Péant, 1903, pp. 159-160) y la orientación se reforzó con el
comienzo del movimiento africanista español: nacimiento en 1876 de la Real Sociedad Geográfica, con un inicial
programa de acciones exploratorias y colonizadoras, y de la Asociación Española para la Exploración y Civilización
del África Central como rama de la Asociación creada por Leopoldo II de Bélgica. En la primera sesión de la segunda
de las citadas, el 16 de febrero de 1877, se acordó que los geógrafos Coello e Ibáñez hicieran un estudio previo a la
exploración de la costa africana situada frente a Canarias.

70
que estaba prácticamente abandonado desde 1863, consiguiéndose ahora del Sultán que una

comisión mixta tratase de localizar su situación, cosa que se hizo mediante la expedición del barco

Blasco de Garay a principios de 1878.

Estas medidas reavivaron automáticamente los recelos de los británicos, que procedieron a

adiestrar militarmente a jóvenes marroquíes en Gibraltar y a asesorar a los marroquíes en la

fortificación de Tánger. El gobierno español no tuvo que contar sólo con esta agudización del

antagonismo con Inglaterra. Al mismo tiempo la estabilidad y la integridad del Imperio jerifiano

sufrían duros golpes como consecuencia del abusivo empleo por las potencias, y especialmente por

Francia, del llamado ‘derecho de protección’, por el cual muchos marroquíes escapaban a la

jurisdicción de su soberano. Ante la gravedad que había alcanzado el problema, el gobierno

británico y el propio Sultán lograron que se reuniera en Tánger una conferencia diplomática (julio

de 1877) para estudiar medidas restrictivas del pretendido “derecho “. La conferencia fracasó en ese

propósito, poniéndose allí abiertamente de manifiesto los antagonismos entre las potencias. El

representante británico chocó fuertemente con el español, pero también con el francés y el italiano,

en tanto que contó con el apoyo del delegado de Alemania y los de otros países. El resultado de ese

fracaso fue que la crisis interna que vivía Marruecos se agravó, entrándose en el año 1878 con una

situación inquietante en la que los abusos extranjeros, las malas cosechas, la crisis económica, las

epidemias y las reacciones antiextranjeras, parecían establecer las condiciones para una temida (por

España) intervención de las potencias y para la descomposición del Imperio.

Así se definía la cuestión de Marruecos ante la diplomacia española en 1877 y 1878. Con un

doble enfrentamiento con las principales potencias, Gran Bretaña y Francia, a su vez enfrentadas

entre sí – cuestión ésta de primera importancia para toda la orientación de la política española en lo

sucesivo- y sin contar con ningún otro respaldo. Y ante ella la perspectiva de la posible apertura de

la crisis definitiva de la cuestión de Marruecos, crisis a la que España llegaría con una

potencialidad evidentemente inferior a la de sus rivales.

71
A partir de estos dos años y hasta 1880, etapa en la que el ‘sistema continental europeo’

enmarca el gobierno de Cánovas durante el reinado de Alfonso XII, las decisiones más importantes

de política internacional afectan a las áreas de la defensa del régimen restauracionista y a la

“cuestión de Marruecos“. En el primer caso, tenemos un intento de acuerdo o alianza con

Alemania; en el segundo, tras la adopción de la política de defensa del ‘statu quo’, tentativas apenas

conocidas de acuerdos mayores con Inglaterra y Francia.

El intento de pacto con Alemania hay que unirlo a las circunstancias internacionales del año

1877, crítico para la “defensa exterior de la Restauración“:89 la evolución de la política francesa

hace pensar que se va a llegar a soluciones radicales, que repercutirán gravemente sobre la aún no

consolidada monarquía peninsular. Ante todo, Cánovas aplicará siempre una orientación

pragmática a su política exterior, tratando de establecer buenas relaciones con todos los países

europeos, pero la defensa de la institución monárquica le llevará a desplegarse a la sombra de

Alemania , manteniendo unas formas de decoro y de responsabilidad para la política exterior

española en ese marco europeo, dominado por las potencias germánicas y sin emprender en esta

primera etapa de la historia de la Restauración, movimientos significativos de expansión

colonialista.

Cánovas tratará de salvaguardar al régimen restauracionista del riesgo que representaba la

imprevisible actitud que los partidos republicanos que llegaron al poder en Francia en 1877

pudieran adoptar respecto a la actividad conspiratoria de los republicanos españoles emigrados en

ese país. Y se partía de la creencia en una teórica coincidencia de intereses motivada por la

preocupación del gobierno español en ese punto y por la supuesta inquietud que pudiese haber en el

alemán respecto a la imposición de un radicalismo revanchista y belicista en Francia.

Es sobre esta base que Cánovas se decidió a realizar en octubre de 1877 unos avances a los

alemanes hablando a su Ministro Plenipotenciario en Madrid de la posibilidad de un acuerdo que

89
Cfr. Salom, J.: España en la Europa de Bismarck. La política exterior de Canovas, Madrid, C.S.I.C., 1967, pág. 420.

72
ofreciese garantías de apoyo militar mutuo, posiblemente por demostraciones fronterizas de

fuerzas, en caso de que surgiese la amenaza radical en Francia. Ahora bien, esos avances

–constituyesen o no una propuesta formal de alianza militar – encontraron el inmediato y rotundo

rechazo de Bismarck, expresándose así la desvalorización casi completa que ya por entonces se

daba en su pensamiento respecto a un posible acuerdo político con España. La negativa del

canciller alemán se debía a su convencimiento de que la monarquía española, como consecuencia

de su situación interna, sería incapaz de cumplir cualquier compromiso que la llevara a enfrentarse

con Francia, al tiempo que calculaba que aún sin compromiso alguno, Alemania siempre procuraría

apoyar a la monarquía española, en la cual veía el mejor medio de fortalecer el Estado peninsular y

poder contar con él en alguna medida. Debemos pensar que en un repudio que incluía el de medidas

aparentes de acercamiento hispano- alemán pudo jugar también el deseo de no perturbar su

intentada política ‘ de reconciliación’ con Francia . El resultado fue que la propuesta española sólo

logró un acuerdo de principio y preventivo con Alemania sobre las futuras eventualidades a que

pudiese conducir la solución de la crisis francesa. Julio Salom lo califica de una “leve declaración

de eventuales contactos futuros de valor prácticamente nulo“.90 Con todo, los liberales

continuarían, años después, la orientación germanófila de Cánovas acentuándola. De hecho en los

años siguientes – ya bajo gobiernos liberales – la relación hispano- alemana se estrechaba mediante

la política personal de la Corona.

En lo tocante a la cuestión de Marruecos, se llegaba a una situación delicada en los años 1877

y 1878, pudiendo preverse su próxima “apertura “, es decir, una intervención europea a la que

España llegaría en mala situación, enfrentada tanto con Francia como con Inglaterra y sin apoyo

alguno de Alemania que, centrada en su continentalismo, favorecía primero a ingleses y luego a los

franceses. Se imponía, por tanto, una reacción precautoria y ésta es la que llevó a cabo Cánovas

mediante una doble acción. Primeramente, de modo público y formal, dio un giro a la política

española consistente en la adopción de la llamada del ‘statu quo’ y en la simultánea iniciación de

90
Cfr. Salom, J.: “La política exterior ...” op. cit, pág. 1126.

73
una colaboración diplomática con Inglaterra para sostener al Imperio marroquí. Pero, por otro lado,

realizaba diversos sondeos secretos, tanto con esa potencia como con Francia, en busca de

seguridades para el caso de la futura intervención europea en el Sultanato.

La primera vía condujo a la Conferencia de Madrid sobre Marruecos; de la segunda

solamente tenemos indicios por leves referencias. Así, la insinuación de Cánovas al representante

diplomático británico en Madrid (19 de febrero de 1880) de poder llegar, más allá de la política del

‘statu quo‘, a un “cordial entendimiento entre los dos Gobiernos en el caso de que surgieran

ciertas eventualidades que pudieran requerir una acción combinada“. 91 No parece que los ingleses

recogieran la idea, como tampoco parece que tuvieran eco insinuaciones hechas a los franceses por

las mismas fechas en sentido semejante.

En realidad los gobiernos españoles se encontraban ante el problema de que no podían ajustar

su política en Marruecos de forma combinada y simultánea a las de Londres y París. De hecho no lo

podrían intentar hasta 1894-95 y de forma definitiva ese ajuste no se podría hacer sino a partir de

1903. La situación de la diplomacia hispana a comienzos de la década de 1880 era la de un dilema:

su doble recelo respecto a las políticas marroquíes de Londres y París, a la vez opuestas entre sí,

teniendo que apoyarse en una u otra según las circunstancias. Cuando Cánovas después del período

de gobiernos liberales – 1881 a 1883 – volvió al poder en 1884, tuvo que reforzar el acuerdo con

Inglaterra ante la intensificación de la actividad francesa en el Sultanato (etapa de D´Ordega) pero,

detenida ésta, llegó a un pacto de colaboración diplomática con Jules Ferry (mayo- junio de 1884)

tan estrecho que ha hecho pensar que pudieron haber propuestas de mayor alcance.92 De hecho,

D.K. Fieldhouse señala que Ferry tenía el apoyo claro aunque velado de Bismarck, que estaba

entonces preocupado por establecer una alianza con Francia y dispuesto a fomentar las ambiciones

francesas en Marruecos, como distracción del problema Alsacia- Lorena. En mayo de 1884

Bismarck dijo al embajador francés en Berlín que el mejor paso para Francia en Marruecos sería

91
Cita recogida en Salom, J.: “La política exterior … “, op. cit, pág. 1128.
92
Cfr. Salom: Ibid.

74
93
llegar a un acuerdo con España. Tampoco en este caso tendrían éxito los intentos de Cánovas.

Los franceses, aún respaldados en su acción colonial por el II Reich, y detectando el aislamiento

español, no aceptaron la sugerencia de Bismarck – deseoso de compaginar aquel respaldo con sus

medidos lazos de amistad con España – para un acuerdo con los españoles de eventual reparto o de

distribución de zonas de influencia en Marruecos. La diplomacia española argüiría posteriormente

que el compromiso de 1884 al que se llega con París no fue más que un acuerdo especial para

detener a D´Ordega, Ministro de Francia en Tánger que por esas fechas tomó bajo la protección

diplomática gala al jerife de Wazzán y preparó descaradamente el protectorado de Francia en

Marruecos. Manuel Silvela, Embajador en París asistido por el experto en cuestiones marroquíes

Diosdado acudió al Quai d´Orsay con el fin de llegar a un compromiso con Francia para paralizar la

acción de D´Ordega. El acuerdo consistió en que los Ministros de España y Francia en Tánger

recibiesen instrucciones idénticas para mantener el ‘statu quo ‘. Si esta versión es cierta, Francia no

hizo caso del compromiso y siguió conspirando en el Sus y con el jerife de Wazzán.94

En plena época de expansión colonialista, ese cierto distanciamiento de Francia e Inglaterra,

la política de recogimiento exterior canovista y la falta de alianzas fundamentales iban a representar

para España el no poder sentar – momentáneamente – sobre bases sólidas su proyección colonial en

el norte de África. El ministro de Estado, S. Moret, en los siguientes gobiernos sagastinos intentaría

salvar estos escollos, que por otra parte también Alfonso XII pretendía afrontar, aproximándose a

las potencias Centrales (Alemania y Austria- Hungría). Moret, por su parte, pretenderá vincular los

derroteros de la política internacional española a los de la Tríplice y a los de Inglaterra. La

adhesión de España a la Triple Alianza no será en pie de igualdad, sino a través de intermediarios,

de segundos países, no traduciéndose en la inserción en una red de aliados estable.

93
Cfr. Fieldhouse, D. K.: Economía e Imperio. La expansión de Europa (1830-1914), Madrid, Siglo XXI Editores,
1990, pág. 323.
94
Véase al respecto: Carta sin numerar del conde de Benomar al Ministro de Estado, S. Moret. 17 de Octubre de 1887.
Archivo General del Palacio Real. Secretaría particular de S.M. Cajón 13 / Ex. no. 2.

75
La actuación española en Marruecos, en líneas generales, tras la consolidación del régimen

restauracionista, se había comprometido, pues, estrictamente con el mantenimiento del ‘statu quo’,

confiando que llegara el momento oportuno en que el país (España) se encontrara con las

suficientes fuerzas como para emprender una acción definitiva en el Sultanato que condujese a

asegurar el control permanente del territorio marroquí, o por lo menos, de una vasta extensión del

mismo. La implantación y el mantenimiento de la política del ‘statu quo’ era, ante todo, una

maniobra defensiva frente al peligro de una ‘apertura’ de la cuestión marroquí que, dada la

situación de España, se resolvería en su perjuicio. Mientras tanto y dado que se consideraba que no

se habían alcanzado todavía las condiciones requeridas para emprender una actuación ofensiva, la

acción diplomática de la monarquía se centraba – por razones de orden estratégico vinculadas a la

seguridad nacional – ante todo en que ninguna otra potencia se asentara en el otro lado del Estrecho

o frente al archipiélago canario. Con la llegada del partido liberal de Sagasta al poder en octubre de

1886, a la muerte de Alfonso XII, y con el nombramiento de Segismundo Moret como Ministro de

Estado, la diplomacia española, a través de la acción de este político, va a tratar de salir del relativo

aislamiento internacional en que se movía el régimen restauracionista. Para salir de este

aislamiento, Moret vio sólo un camino útil y esta vía no le fue contestada por sus colegas de partido

ya que este, como tal, no tenía su propio programa de política exterior. La vía elegida era el ingreso

en la Triple Alianza tanto para defender la institución monárquica – lo cual era en ese momento

para la clase política restauracionista una garantía de tranquilidad interna en el país contra las

inquietudes y desórdenes fomentados por los carlistas y, sobre todo por las diversas corrientes

republicanas – como porque la aproximación a la Tríplice significaba la posibilidad de defenderse

de las intrigas francesas en la política interior española , pero sobre todo defenderse de las

aspiraciones galas en Marruecos. El tándem Sagasta / Moret entendió que la conquista del

Sultanato por parte de la Tercera República, dado el recelo con el que la prensa española observaba

al Imperio jerifiano, significaría la caída de la Regencia de María Cristina.95 Motivos de política

95
Cfr. Curato, F.: La questione marocchina e gli accordi mediterranei italo-spagnoli del 1887 e del 1891. Vol II: Dal

76
interior y de política internacional se entrelazan finamente para empujar a Moret a seguir este

camino.

Pero las potencias de la Triple Alianza no tenían muchos deseos de asociar a España a su

bloque. Despreciaban su debilidad militar y temían que una vez asociada a la Tríplice asumiese

imprudentemente una serie de acciones provocadoras en sus relaciones con Francia, llevando a toda

la alianza a una guerra con la Tercera República que no deseaban. Temían también que las

cláusulas secretas de la Tríplice, una vez desveladas a España, fueran conocidas por otros gobiernos

europeos dada la inestabilidad de los gabinetes ministeriales españoles; las periódicas crisis de

gobierno provocan relevos continuos en el Ministerio de Estado y en este contexto, se podían

producir filtraciones de los secretos. Por lo tanto rechazaron la posibilidad de ingreso de España.

El canciller del II Reich Otto von Bismarck, su hijo Herbert, secretario de Asuntos

Exteriores alemán, el conde de Robilant, Ministro de Asuntos Exteriores italiano y Alberto Blanc,

Ministro plenipotenciario de la monarquía saboyana en Madrid no estaban dispuestos a afrontar, en

tales condiciones, el ingreso de España en la Tríplice y por ello dilataron las negociaciones durante

varios meses utilizando diversos pretextos. Esta estrategia exasperó al Ministro Moret: en un cierto

momento, éste perdió la paciencia y amenazó con dimitir. La amenaza surtió su efecto: la dimisión

de Moret podía suponer la llegada al Ministerio de Estado del gobierno Sagasta de otro político

liberal orientado en sentido francófilo, el cual podría aceptar las tesis del gobierno de París, que

pacientemente alternaba las amenazas con las promesas - realizadas desde hacía tiempo- a Madrid

en el sentido de que la cuestión marroquí atañía sólo a Francia y España, por lo que estas dos

naciones debían unirse y colaborar : una fórmula que significaba el reparto de Marruecos. Es en

este momento con la caída del ministro de Robilant y el traslado de Blanc, al cual sucede C.A.

Maffei, cuando se logra finalmente la solución al problema. España no va a incorporarse como un

igual a la Tríplice, sino simplemente va a firmar un acuerdo con Italia, similar al ya existente entre

Italia y Gran Bretaña, que contará con la adhesión de Alemania y Austria-Hungría. En sus

giugno 1888 all´agosto 1896, Milán, Edizioni di Comunità, 1964, pág. 595.

77
cláusulas, firmadas el 4 de mayo de 1887 con el beneplácito inglés, los participantes se

comprometían a defender el principio monárquico y la paz, a no aproximarse a Francia, a mantener

el ‘statu quo’ en el África septentrional, con el compromiso de poner en práctica una política no

provocativa y por lo tanto, pacífica. Además se obligaban a consultarse recíprocamente en los

problemas del Mediterráneo que eran comunes para las dos naciones. Al adherirse la Monarquía

Dual y el II Reich al acuerdo, España quedaba ligada con hilos sutiles a la Tríplice, sin haber visto

el tratado de la alianza: justo lo que los tres miembros de la misma deseaban.

El tándem Sagasta / Moret va a actuar en Marruecos – siguiendo a Carlos Ferrera 96 - en un

doble frente:

1- Incrementar la penetración pacífica española en el Sultanato, llevando a la práctica parte

del programa de penetración comercial demandado por los africanistas. Así se va a crear

la Cámara de Comercio de Tánger en diciembre de 1886 y en mayo de 1887 el gobierno

contrató con la Compañía Trasatlántica del Marqués de Comillas en régimen de

monopolio la realización de doce viajes anuales entre Cádiz y aquella ciudad.

2- Hacer frente al expansionismo francés en Marruecos. La respuesta de Moret combinó un

incremento de los gastos del Ministerio de la Guerra, con la realización en Marruecos de

ciertos gestos de fuerza, propios de una gran potencia. Estos gestos tenían un límite: el

aumento de los gastos militares - significativo en el período de gobierno liberal - no iba a

ser capaz, sin embargo, de contrarrestar la debilidad española en este ámbito. Por ello las

respuestas a los franceses en Marruecos tenían que venir determinadas por la búsqueda de

apoyos en especial de Inglaterra, lo cual marcó en gran medida los límites de las

decisiones de Moret y de las potencias de la Triple Alianza.

En el bienio 1883-1884 las asechanzas galas en el Sultanato dieron la impresión de que París

estaba intentando establecer un protectorado, aunque en realidad ello obedecía a la iniciativa

96
Cfr. Ferrera, C.: La frontera democrática del liberalismo: Segismundo Moret (1883-1913), Madrid, Biblioteca
Nueva / Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid, 2002, pág. 92.

78
personal del Ministro francés en Tánger, Ladislas d´Ordega. Años antes, en 1880 el gobierno

republicano bajo la presión de los intereses coloniales argelinos y animado por la preponderancia

temporal de la influencia gala en Fez , adoptó una política de penetración pacífica en Marruecos

con diversos objetivos, como la construcción de un ferrocarril desde Argelia a Uxda, luego a Fez y

por último a Senegal; la construcción de un telégrafo de Argelia a Marruecos; el establecimiento de

empresas agrícolas en parte para proporcionar tierra a los colonos franceses en el superpoblado

Orán, y la apropiación de tierras en el extremo oriental del Sultanato. Ladislas d´Ordega, nombrado

Ministro Plenipotenciario en Tánger en 1881 tenía objetivos diferentes. Deseoso de convertir, al

igual que había ocurrido en Túnez, a Marruecos en un protectorado galo gestionó un acuerdo entre

un empresario francés, el conde de Chavagnac y Sidi Abdesselam, jerife de Wazzan y jefe de la

cofradía islámica de Taibbiyya, por el que el jerife concedía una gran parte de sus vastas haciendas

junto con derechos mineros a cambio de dinero para pagar sus deudas. En diciembre de 1883 el

jerife pidió además la protección francesa contra el Sultán, que desaprobaba enérgicamente estas

concesiones.

A pesar de que estaba en el poder Jules Ferry, uno de los propulsores del colonialismo galo,

éste no respaldó a d´Ordega. El estadista evaluó que Gran Bretaña, Italia y España se opondrían sin

duda a la intervención francesa, e Italia estaba trabajando activamente para impedir una repetición

del protectorado tunecino. Además en 1884, Francia estaba ya en malas relaciones con Gran

Bretaña por causa de Egipto. Ferry no se decidió a la acción por considerar políticamente peligroso

tanto la ocupación unilateral del Sultanato por Francia como el reparto no oficial del Imperio
97
jerifiano con España, que llegó a considerar. Así es que relevó a d´Ordega y mutó la acción en

Marruecos por una presión más ralentizada.

En su tesis doctoral sobre S. Moret, Carlos Ferrera señala algunos de los elementos de esta

presión a lo largo de 1887, en todo caso introduciendo algunos detalles que conviene matizar. Cita

97
Cfr. Fieldhouse, D. K.: Economía e Imperio. .. op. cit, pág. 322.

79
en concreto la ocupación por parte francesa de los ríos Sus y Muluya, en la primavera de este año.98

Conviene señalar: 1º) Que los franceses no llevaron a cabo ninguna ocupación del río Muluya.

Cierto es que se rumoreó que el Sultán iba a ceder a Francia el territorio al este del Muluya a lo

largo del invierno de 1887. Más tarde se supo que la consignada ‘cesión’ del territorio se reducía al

nombramiento por parte del Sultán como gobernador de aquella zona de Sidi – Beld – Ahmed,

protegido de Francia.99 2º) Que los franceses tampoco se apoderaron del Sus. Simplemente

querían incitar una rebelión de las cabilas de la región con el fin de que ésta se independizara de los

dominios del Sultán, para posteriormente, implantar en el territorio el protectorado de Francia. 3º)

La presión francesa se completa en los márgenes orientales del Sultanato, consiguiendo el permiso

del Sultán Mawlay- Hassan – como señala F. Curato100 – para construir una serie de puestos

fortificados a lo largo de la frontera argelino-marroquí y posteriormente la cesión de la soberanía

sobre Genan Borzig, lo cual posicionaba al ejército galo en la relativa vecindad de Figuig.

A juicio de Moret, Francia estaba llevando a cabo una maniobra de cerco del Imperio

jerifiano partiendo desde Argelia y desde el Océano, maniobra que tendría como resultado final la

descomposición del Sultanato o su sumisión a Francia. Sin embargo, el respaldo que recibió el

Sultán por parte de las tres potencias amigas – Italia, Gran Bretaña y España – actuará como freno

de los movimientos expansivos galos. El apoyo de los tres países a Marruecos iba a determinar la

paralización de las iniciativas republicanas en el este del país, aunque no en el Sus. El 11 de marzo

de 1887 las tres naciones enviaban al Gran Visir Garnit una nota colectiva en la cual mostraban su

apoyo al mantenimiento de la independencia y de la integridad territorial del Imperio jerifiano;

solicitaban en consecuencia del Sultán una promesa formal de que no cedería o vendería a Francia

ninguna parte del territorio imperial sin el permiso previo de ellas.101 El Sultán contestó a las tres

naciones pidiendo que proclamaran la neutralidad de Marruecos y que garantizasen su integridad

98
Cfr. Ferrera, C.: op. cit, pág. 93.
99
Cfr. Curato, F.: La questione marocchina e gli accordi mediterranei italo- spagnoli del 1887 e del 1891. Vol I.
Milán, Edizioni di Comunita, 1961, pág. 141.
100
Cfr. Curato, F.: op. cit, Vol. I, pág. 139.
101
Cfr. Curato, F.: op. cit, Vol. I, pág. 145.

80
territorial. Moret pensó entonces convocar de nuevo una Conferencia internacional sobre

Marruecos en Madrid: esta conferencia con la aparente finalidad de tratar la cuestión del ‘régimen

de protección’ debía tener como objetivo real dar las garantías exigidas por el Sultán. Sin embargo

no se llevó a cabo por las dificultades que planteó Francia para su realización.

Las necesidades de defensa de Canarias impusieron la creación en el consulado español de

Mogador a partir de mediados de los años 80 y hasta principios de la década de 1890, de un

servicio secreto dotado de una capilaridad y de una organización vastas e impecables en los

territorios del sur del Imperio. Este servicio tenía como puntales máximos al intérprete Cristóbal

Benítez102 y al agente indígena El- Morabet; este último es un personaje desconocido por los

investigadores y al que la documentación existente en Alcalá de Henares revela como el azote de

los planes de hegemonía galos en los confines meridionales del Sultanato. Los servicios de

información españoles se aprovecharon de una red comercial existente en el Sus, en manos de

mercaderes judíos captados para la causa hispana y no dudaron en entrar en guerra con los

servicios secretos franceses que aspiraban, según se deduce de las cartas interceptadas por el

servicio de información español, a incitar una sublevación general de las tribus del Sus, la

estratégica región meridional del Sultanato, para posteriormente implantar el protectorado galo en

el lugar. El Ministerio de Estado no tenía recursos monetarios suficientes para sufragar una red tan

extensa como la establecida, pero aún así esta fue capaz de dar grandes golpes a Francia durante

102
Benitez era un individuo de gran cultura, ingenio despierto y ánimo aventurero, que poseía reconocida autoridad en
cuestiones referentes a Marruecos, por ser uno de los pocos europeos que hasta entonces habían viajado por el interior
del país. Dominaba correctamente el árabe vulgar y el chelja bereber. Además tenía un conocimiento muy profundo de
la religión, costumbres y psicología musulmanas. En 1879 había acompañado al doctor Lenz, geólogo alemán de origen
austriaco en un viaje prácticamente mítico que les llevó a atravesar Marruecos y el Sahara Occidental hasta alcanzar
Tombuctú, la semilegendaria metrópoli sudanesa, tras visitar primero Tinduf. La misión Lenz- Benítez tuvo enorme
resonancia en Europa. Aparte de la hazaña geográfica que suponía el que por vez primera unos occidentales
reconocieran el oeste africano entre el estrecho de Gibraltar y el codo del Níger, Lenz llevó a cabo con sus estudios,
publicados por los africanistas alemanes, pero traducidos rápidamente al francés, notables aportaciones a la geología,
climatología y geografía física en relación con el dilatado sector visitado. Cfr.Vilar, J. B.: “El viaje de Cristóbal
Benitez“, en Historia-16, no. 95, 1984, pp. 118-121; también: Benítez, C.: Mi viaje por el interior del África, Tánger,
Imprenta Hispano-arábiga de la Misión católico-española, 1899. Asimismo: “Lenz a Illigh“. Biblioteca Nacional.
Madrid. Sección de África. Miscelánea García Figueras. Tomo LXIV, pág. 339.

81
varios meses.103 En un envite como el que se jugaba en 1886-1887, la lucha por el dominio de

Marruecos se sustentaba tanto en la diplomacia como en los servicios de espionaje y

contraespionaje. Los peligrosos combates de agentes secretos fueron implacables duelos en la

sombra. En 1886 el Sus se revelaría como uno de los puntos del globo donde los choques de esos

combatientes sin gloria, fueron de lo más rudos.

La labor de la inteligencia española no se basó sólo en la interceptación de las misivas entre

los agentes franceses y los líderes de la supuesta sublevación anti-majzeniana. El gobierno liberal

español mantendría en todo momento informados tanto al Gobierno marroquí como a las naciones

consideradas “aliadas“, los países de la Tríplice, y a Gran Bretaña, por estar próxima

diplomáticamente a estos últimos. En Diciembre de 1886, el Ministro de Estado, Segismundo

Moret remitiría al Foreign Office una larguísima misiva, poniendo en conocimiento del gobierno

británico los manejos galos en el Sus. 104

La necesidad de defender las islas Canarias, amenazadas en el caso de que Francia se

estableciese en las regiones del Sus y del Nun, llevaba al gobierno sagastino a actuar rápidamente.

Esta contingencia no se creía imposible, dado que se conocía el estado de rebelión en que se

encontraban las tribus de estas regiones,105 lo que hacía prever la posibilidad de que éstas

solicitaran ayuda al gobierno republicano, cayendo así bajo el protectorado de esta nación. Los

informes del consulado español en Mogador eran remitidos asimismo por el conde de Benomar,

entonces Ministro plenipotenciario en Berlín al conde Edoardo de Launay, embajador de la

monarquía italiana en la misma ciudad; la diplomacia española hacía de correa de transmisión hacia

los países que consideraba como sus ‘aliados‘ y amigos de las intrigas que Francia estaba llevando

desde tiempo atrás en las provincias del Sus y del Nun. Estos manejos eran antiguos: en 1840 un

103
Carta particular de 7 de Marzo de 1887 del cónsul de España en Mogador, Antonio Fierro dirigida a José Diosdado,
Ministro Plenipotenciario de España en Tánger. (A)rchivo (G)eneral de la (A)dministración. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 61 / Ex. no. 3.
104
Despacho no. 220, reservado del Ministro de Estado, Segismundo Moret al Ministro Plenipotenciario de España en
Londres. 6 de Diciembre de 1886. (A)rchivo (G)eneral de la (A)dministración. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada
de España en Londres. Caja 7.021 / Legajo no. 198.
105
Cfr. Naimi, M : “ Le pouvoir Makhzen dans le Souss “, en Revue Maroc- Europe, no. 6, 1994, Hassan I, pp. 85-94.

82
oficial de la Marina francesa, el comandante Bouet, había recalado en estas costas con el bergantín

Malouine, concluyendo un tratado de amistad con el jeque M´barek ben Abdallah el Uadnuni, en el

cual éste se obligaba a construir un puerto en Asaka, que permitiría a los franceses desembarcar y

comerciar con los naturales de la región. Similares tratados fueron también concluidos en épocas

más recientes, hacia el comienzo de la década de 1880, por agentes que el gobierno galo envió con

el pretexto de exploraciones científicas, pero el gabinete de París, no creyendo que fuese todavía el

momento propicio para intervenir en el sur del Imperio, no dio continuidad a tales acciones. Las

intrigas no resurgieron hasta 1884 cuando se nombró a D´Ordega como representante de la

República en Tánger. Éste llevó a cabo una serie de actuaciones. Así el consulado francés de

Mogador entró en contacto durante bastantes años con el viejo Sidi Husseim, hijo del famoso Sidi

Hashem, de la casa comercial de Illigh; un agente secreto galo fue enviado a esta zona tras el

acuerdo entre el jerife de Wazzan y D´Ordega para fomentar la sublevación en el sur del Imperio

jerifiano. De hecho algunas tribus del territorio se rebelaron, siendo la insurrección dominada con

grandes dificultades por las tropas del Sultán. A pesar de que D´Ordega fue relevado y Sidi Muley

El Hussein Ben- Hashem falleció, no cesaron las relaciones secretas que Francia mantenía con

estas regiones, a través fundamentalmente de Jacquetty, canciller del consulado galo en Mogador.

Este diplomático entabló una activa correspondencia con el hijo de sidi Hussein, el jerife Muley

Mohammed; diversas cartas de esta correspondencia fueron interceptadas por los agentes españoles

a lo largo de 1886 y 1887, demostrando la intensidad de las intrigas. La misiva remitida a Londres

en diciembre de 1886 por S. Moret, se refería en concreto a la posible aprobación que daría en el

futuro la diplomacia francesa a las condiciones que el hijo de Hussein había presentado al Quai

d´Orsay para someter el Sus a un protectorado galo. Inmediatamente, la red de espías españoles se

dedicó a la misión de esclarecer todas las maquinaciones de los servicios diplomáticos galos,

interceptando toda la correspondencia entre rebeldes y franceses. La aprobación de las condiciones

de Muley Mohammed había sido aplazada en tanto el Ministro Plenipotenciario francés en Tánger

no se trasladara a París a conferenciar con su gobierno. Se preveía una intensa ofensiva gala sobre

83
el Sultanato, que no sólo afectaría al Sus, sino que paralelamente supondría una presión en la zona

del Muluya, todo ello respondiendo a un plan combinado.

Los órganos diplomáticos españoles remitieron dos de estas cartas al Sultán. Se denunciaron

los hechos ante Feraud, el Ministro plenipotenciario de Francia en Tánger, el cual se desentendió

del contenido de las misivas que le fueron presentadas. Diosdado, Ministro Plenipotenciario de

España en Marruecos, seguiría exhortando al consulado en Mogador para que siguiese

interceptando la correspondencia entre el Vicecónsul francés en esta localidad y los jefes rebeldes

del Sus; con estas pruebas escritas de la trama de sublevación urdida por Francia, Moret se

encargaría de seguir alertando tanto al Sultán como a los tres países de la Tríplice y a Inglaterra.

Las intrigas francesas seguían una trayectoria gradual, intentando que la autoridad del Sultán

Mawlay- Hassan se resquebrajara aun más en aquellos territorios. Las autoridades galas partían de

la hipótesis de que estas tribus eran independientes, por lo que podían tratar con ellas directamente,

sin necesidad de recurrir a la intermediación del Sultán. Con el paso del tiempo, los agentes

franceses acabaron por comprender que el servicio de inteligencia español estaba entorpeciendo el

desarrollo de sus planes, y que su correspondencia con el Sus estaba interceptada por el cónsul

hispano en Mogador, Antonio Fierro. La correspondencia secreta del consulado galo de Mogador

denunciaba ante Muley Mohammed ibn Hussein que en el territorio del Sus los servicios de

espionaje español habían desplazado a un activo y hábil agente, el cual buscaba atraerse las

simpatías de algunas cabilas hostiles a M.Mohammed y propiciar un establecimiento español en la

zona y la creación de una factoría. Se aconsejaba al jerife que se pusiera en guardia contra él y

contra sus intrigas. Por ello se daban instrucciones aconsejando la ejecución de el- Morabet. A la

vez se le animaba a sublevarse contra el Sultán y se le prometía el apoyo militar galo, así como

armas, dinero, soldados.106 Estas consignas encontraron su eco en noviembre de 1886, comenzando

la agitación de los elementos rebeldes. ¿ Hay que entender estos hechos como una rebelión abierta

106
Despacho no. 451 (XL) confidencial de 13 de abril de 1887 de la Legación italiana en Tánger al Ministro de
Asuntos Exteriores italiano. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. no. 1.

84
contra el Sultán ¿. Martínez Milán ha puntualizado expresamente que eran un punto de presión

utilizado por el jerife M. Mohammed en sus negociaciones con el Imperio.107 En concreto, la casa

de Illigh estaba exigiendo del Sultán Mawlay Hassan la apertura de un nuevo puerto en Asaka,

destinado al comercio exterior.

En el Ministerio de Estado no podía dejar de preocupar el expansionismo francés que, desde

Argelia, pretendía ampliar su dominio hacia Marruecos, mediante una estrategia de

desestabilización del Sultanato – fomento de rebeliones internas – que minasen la autoridad del

Sultán Mawlay Hassan. Se consideraba que esta estrategia no desembocaría en un definitivo

empuje militar francés. Más bien, las intrigas galas buscarían agravar la situación del Sultanato,

para que éste solicitase a la República auxilio armado a fin de hacer frente a las cabilas rebeldes. La

intervención gala daría paso a la dominación permanente del territorio.

Las primeras informaciones que manejó –a partir de mediados de 1886-- el servicio de

inteligencia del consulado de Mogador parecían conducir a pensar que el hijo de Sidi Hussein

intentaba apoderarse de la mayor parte del Sus y conseguir una salida al Atlántico.108 Ocupar un

puerto, hacerse fuerte en él, y esperar allí el resultado de sus negociaciones con los franceses. Sin

embargo, en enero de 1887, las noticias del Sus parecían apuntar a que el plan del jerife era aún

más extenso. No se limitaría a dominar a la mayor parte de las cabilas de la región, sino que

pretendía ocuparla por completo, auxiliado por tribus árabes del desierto, cuyo apoyo tenía gracias

a que habían sido compradas con subvenciones francesas. Solamente la ciudad de Tiznit, la cabila

de Ait-Bu- Bekker y las de Estuca permanecían libres de la hegemonía del jerife. Por ello se

rumoreó que el Sultán iba a desplazarse en la primavera al territorio con un considerable ejército
109
para revertir la situación en la región y volverla a la calma. Los servicios de inteligencia

107
Martínez Milán, J.: “Un discurso relativo a la frontera sur del reino de Marruecos entre el reinado de Mulay Hasan I
y el establecimiento del protectorado hispano- francés (1874- 1912)“, en Awraq. Estudios sobre el mundo árabe e
islámico contemporáneo. Vol. XVII, 1996, pág. 244.
108
Cfr. Ennaji, M. y Pascon P.: Le Makhzen et le Sous al- Aqsa. La correspondance politique de la maison d´Iligh
(1821-1894), Casablanca / París, Editions du CNRS / Editions Toubkal, 1988.
109
Despacho sin numerar, reservado de Antonio Fierro, cónsul de España en Mogador al Ministro Plenipotenciario
español en Tánger. 21 de Enero de 1887. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 61 / Ex. no. 3.

85
españoles, aún planteándose la necesidad de un cambio en su estrategia contra Francia siguieron

utilizando sus procedimientos habituales: obstaculizar las acciones de la Legación republicana en

Tánger y del consulado en Mogador, atajar a los mensajeros portadores de las misivas al Sus,

quedarse con las cartas, pero sin matar a los mensajeros. Esto suponía que al destinatario, el jerife

M. Mohammed, llegaba el contenido de las instrucciones contenidas en las misivas interceptadas.

Por otra parte, los agentes galos empezaron a utilizar los servicios de la Misión Militar francesa en

el Sultanato110 o la escolta de soldados imperiales para contrarrestar las iniciativas españolas. 111 Al

mismo tiempo, el jerife comenzó a comunicarse con el centro de las intrigas galas, el consulado en

Mogador, a través de la ciudad de Tarudant. El jerife tenía un ‘topo’ en la corte del Emperador, que

a la vez se encargó de remitirle un pliego del Ministro Plenipotenciario francés en Tánger,

aceptando las condiciones que M. Mohammed había impuesto a cambio del protectorado francés.

A pesar de ello, sus planes salieron mal: el eficaz servicio hispano no perdía la ocasión de tener en

jaque a los franceses y de nuevo se volvieron a interceptar las cartas. En esta ocasión, el-Morabet

sobornó a los correos del jerife con dinero a cambio de las misivas. Tan pronto como los

sobornados recibieron el dinero, salieron huyendo al Sudán. Los servicios españoles entendieron

que si el Sultán no se decidía a visitar las regionales meridionales del Imperio para asegurar la paz
112
con su presencia, se produciría la revuelta en el Sus. La posición del jerife no era tan buena y

empezó a tener ciertas dificultades al no contar con suficientes fuerzas permanentes. Algunas

cabilas se volvían contra él, pues no aceptaban su poder y le combatían. Entonces las promesas

galas empezaron a cumplirse, remitiendo el consulado en Mogador importantes cantidades de

dinero y numerosas armas.

“Las armas- escribía el cónsul español en Mogador el 14 de septiembre de 1887 – son


conducidas por los vapores franceses y su introducción (en Marruecos) se verifica por este

110
Cfr. “La premiere misión militaire française au Maroc de 1878 a 1906“, en Biblioteca Nacional. Madrid. Sección de
África. Miscelánea García Figueras. Tomo XVII, pág. 431.
111
Despacho reservado sin número de Antonio Fierro a José Diosdado. 4 de abril de 1887. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 61 / Ex. no. 3.
112
Despacho reservado sin numerar del cónsul de España en Mogador a José Diosdado. 2 de junio de 1887. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 61 / Ex. no. 3.

86
puerto y por el de Saffi sin que (...) se hayan apercibido de ello los administradores de
ambas aduanas “. 113

En cuanto a la oferta de soldados hecha al jerife, se pensaba que vendría a través de un

desembarco en las costas del Sus. El contingente desembarcado se internaría en Marruecos para

apoderarse y defender los escasos pasos del Atlas que daban acceso a la región. Mientras el jerife

quedaba encargado de preparar la insurrección combatiendo a aquellas cabilas que como Ait Bou-

Amara no se le sometían y comprando a las demás con los donativos franceses. Y aún se llegó a

sospechar que la sublevación del jerife coincidiría con otra en el norte, por parte del protegido

francés, el jerife de Wazzan, que se proclamaría Emperador de Marruecos.114 El Sultán no

permanecía con los brazos cruzados: los agentes del cónsul francés en Mogador, Butaleb – un

argelino que había acompañado al doctor alemán Lentz en los viajes de éste al Sudán - y Levy

Cohen, redactor del Revoil du Maroc, tuvieron que afrontar numerosas dificultades cuando se

trasladaron a Agadir para contactar con los enviados de M. Mohammed. Estuvieron a punto de ser

detenidos por el gobernador y tuvieron que salir huyendo. El contacto era fundamental puesto que

tenía que fijar las condiciones para un desembarco masivo de armas francesas en las costas susíes.

Se sospechaba que previamente el jerife entregaría a los enviados franceses un convenio firmado
115
por él, aceptando el protectorado francés. La guerra de espías devino entonces en una guerra

estratégica: la red de inteligencia española alertó al Sultán Mawlay Hassan de la inminencia de un

desembarco clandestino de armas en las costas imperiales, y quedó pendiente de vigilar todo el

litoral susí. Idéntica medida ordenó Mawlay a sus agentes en esta zona. Cuando el gobierno de la

República intentó el desembarco a gran escala de armas para abastecer a los sublevados susíes, el

gobierno marroquí conocía previamente lo que iba a ocurrir por haber sido alertado y había previsto

– con la mayor reserva- el envío a la costa atlántica de una mehal.la o fuerza expedicionaria

imperial que frustró e inutilizó el desembarco. De este conflicto con Francia el gobierno hispano

113
Despacho reservado sin numerar de Antonio Fierro a José Diosdado. 14 de Septiembre de 1887. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 61 / Ex. no. 3.
114
Ibidem.
115
Despacho reservado sin numerar de Antonio Fierro a José Diosdado. 30 de Septiembre de 1887. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 61 / Ex. no. 3.

87
saldría reforzando su prestigio ante el Majzén, por haber contribuido de una manera tan destacada a

la preservación de la unidad territorial de Marruecos. 116

En los primeros días de octubre de 1887, el presidente del gobierno y ministro de Exteriores

italiano, Crispi visitaría en Friedrichruhe al canciller Bismarck y a su hijo, secretario de Estado de

Asuntos Exteriores, asistiendo al encuentro el conde de Launay, Embajador italiano en Berlín. Tras

la reunión informaron al diplomático español acreditado en Berlín, conde de Benomar que en sus

reuniones se había tratado de la cuestión marroquí, conviniendo Bismarck y Crispi en apoyar

resueltamente a España en el mantenimiento de la integridad territorial de Marruecos, amenazada

por Francia. 117

El gobierno de la República adoptaría una estrategia con respecto a España tendente a

desplazarla fuera de la órbita de la Tríplice y de Gran Bretaña. Aunque Curato duda de la

importancia de la misma,118 la maniobra del gobierno de la Tercera República buscaba aislar a

España, tal como nos lo prueba una serie de documentos guardados en el Archivo del Palacio Real.

La propuesta la hizo el Embajador francés en Madrid, Paul Cambon, a la Reina Regente María

Cristina y al Ministro de Estado, Moret. Consistía en el reparto de Marruecos entre España y

Francia “tomando España la costa norte y Francia el interior del Sultanato“.119 Así, España

tendría toda la parte norte de Marruecos hasta el Atlántico y Francia toda la parte meridional,

siguiendo la frontera el río Muluya y las vertientes septentrionales del Atlas, también hasta el

Atlántico, zona en la que, según afirmó Cambon, Francia tenía el mayor interés en poseer un

116
En octubre de 1887 un vapor francés con cinco faroles encendidos se presentó entre Sidi Mohammed Ben Abdallah
e Ifni, marchándose al día siguiente al no encontrar a los hombres del jerife. En tierra los habitantes de Ait-Bou- Amara
y los askaris imperiales permanecían de guardia para impedir un desembarco. Los servicios de inteligencia franceses
reaccionaron llenos de exasperación, siendo atacado uno de los correos del consulado español en Mogador, Muley Alí,
cuando cumplía una misión. También era atacado El- Morabet. Despacho reservado sin numerar de Antonio Fierro a
José Diosdado. 12 de octubre de 1887. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 61 / Ex. no. 3.
117
Carta sin numerar del conde de Benomar, Embajador de España en Berlín al Ministro de Estado, S. Moret. 12 de
octubre de 1887. (A) rchivo (G)eneral del (P)alacio ( R ) eal . Secretaría particular de S.M. Caja 13 / Ex. no. 2.
118
Curato señala textualmente que Cambon había propuesto a Moret “in tono scherzoso” el reparto de Marruecos. Cfr.
Curato, F.: La questione marocchina e gli accordi mediterranei ..., op. cit, Vol. I, pág. 248.
119
Carta particular sin numerar del Ministro de Estado Moret al conde de Benomar. 16 de octubre de 1887. A.G.P.R.
Secretaría particular de S / M. Cajón 13 / Ex. no. 2.

88
puerto. La franja francesa comprendería también el oasis de Figuig. 120 Además desde el Ministerio

de Asuntos Exteriores francés filtraron a la prensa gala la noticia de que el acuerdo se había

alcanzado ya, o estaba a punto de serlo. Moret replicaría rechazando el reparto y presentando a

P.Cambon tres proposiciones : a) la posibilidad de llegar a un compromiso francoespañol para

respetar el mantenimiento del ‘statu quo’ territorial y político en Marruecos ; b ) el acuerdo para

obrar ambas partes (España y Francia) en esa dirección, sin necesidad de acuerdos previos y

especiales, lo cual venía a anular el acuerdo contraído por Silvela en París en 1884 y c) la consulta

previa entre las dos diplomacias ante cualquier cambio o acción importante que unilateralmente una
121
de ellas decidiera adoptar y que por su trascendencia requiriese un acuerdo previo. Moret

defendió su actuación ante los países de la Tríplice señalando que, de esta manera iba a hacer

desistir a la Tercera República de su idea de consolidar un protectorado en el Imperio jerifiano. La

correspondencia mantenida a lo largo del mes de octubre entre Moret y el embajador español en

Berlín, conde de Benomar, revela cómo el proyecto, que obligó a tranquilizar las suspicacias de los

titulares de exteriores de la Tríplice, fue pronto desechado por los costes militares y económicos de

una ocupación a esa escala, y por el temor a un engaño francés, llevando a Moret a sugerir la idea

de que Francia quería, en realidad, indisponer a España con Europa para quedarse sola con ella en

Marruecos y asegurar así su hegemonía. Por tanto, tras dar largas, Moret respondió a Cambon

reafirmándose con la defensa del ‘statu quo’ vigente y con la voluntad de obrar siempre de acuerdo

con Italia e Inglaterra. Al respecto, la diplomacia española andaba en tratos con la italiana y la

británica con el fin de redactar una terminante declaración colectiva de garantía territorial de

Marruecos, ya en forma de nota, ya en forma de convenio con el Sultán.122 De las tres potencias,

Inglaterra era la más reticente a asegurar la neutralidad del Sultanato.

120
Carta particular sin numerar de S. Moret al conde de Rascón, Embajador de España en Roma. 25 de Octubre de
1887. A.G.P.R. Secretaría particular de S/M. Cajón 13 / Ex. no. 2.
121
Carta particular sin numerar del conde de Benomar al Ministro de Estado, S. Moret. 18 de Octubre de 1887.
A.G.P.R. Secretaría particular de S.M. Caja 13 / Ex. no. 2.
122
Carta particular sin numerar del conde de Benomar al Ministro de Estado, Moret. 20 de Octubre de 1887. A.G.P.R.
Secretaría particular de S.M. Caja 13 / Ex. no. 2.

89
Moret combinó la diplomacia en los asuntos marroquíes con pautados gestos de fuerza. Su

idea era que en Marruecos no podía suceder nada que escapara o fuera en contra de los intereses de

España. Los gestos más destacados de presión colonial en el Sultanato fueron:

1- El envío de unos 2.500 soldados a Andalucía y de dos cruceros a Tánger en octubre de

1887 durante una enfermedad que sufre Mawlay Hassan, justificado en nota a los

representantes diplomáticos españoles en el exterior como una medida disuasoria frente a

posibles cabilas belicosas y frente a tentaciones expansionistas de los franceses. Carlos

Ferrera señala que Moret realizó este gesto, aprobado por Inglaterra, destinado a

satisfacer los sentimientos nacionalistas de parte de la prensa española, que tampoco

obligaba a más.123

2- El incidente de isla de Perejil, que resultó menos afortunado. En este pequeño islote,

enclavado entre Tánger y Ceuta, los españoles acotaron un terreno para construir un faro

con estacas y una plancha con la bandera nacional, utensilios de los que se apropiaron los

marroquíes. La petición de represalias por este hecho partió de alguna prensa defensora

de la soberanía sobre el islote; a ésta se opusieron artículos, como el del diario francés Le

Temps que avisaba sobre el valor estratégico del lugar y reservaba la posesión del islote a

Marruecos. Tras una breve tensión, Moret negó en el Congreso de los Diputados

cualquier intención anexionista en la zona y reconoció la soberanía marroquí del islote.124

Carlos Ferrera señala que, sin embargo es probable que Moret no dijera la verdad en el

Parlamento y que sólo la reacción a la medida anexionista – de preocupación en Francia e

Inglaterra- le empujase a negarla; así Paul Cambon escribió que el titular de Estado

español le había reconocido la existencia de un veto británico a un posible desembarco

123
Cfr Ferrera, C.: op. cit, pág. 94.
124
El reconocimiento de la soberanía marroquí en (D)iario de (S)esiones del (C) ongreso de los (D)iputados, 3- XII-
1887.

90
español en el islote por sus hipotéticas consecuencias sobre la navegación en el

Estrecho.125

El compromiso italoespañol de 1887 creó un obstáculo –aunque tenue- a la invasión francesa

del Imperio marroquí, si bien no redujo las tensiones existentes entre las dos monarquías

peninsulares en lo tocante al control del territorio. La unión italoespañola era más bien la unión de

dos débiles contra el más fuerte (Francia), aunque ninguno de los débiles estaba interesado

realmente en la independencia de Marruecos, pues tanto uno como el otro tienen aspiraciones –

más vastas en el caso español - sobre el territorio y estas aspiraciones constituyen el límite del

pacto. Las dos potencias unidas son rivales, concurrentes en el Sultanato, celosas una de la otra y

cada una observa con sospechas cualquier iniciativa que la otra tome. Así, en 1889 se desata la

alarma sobre las diligencias que el gobierno Sagasta ha emprendido en Fez con motivo de obtener

la cesión del territorio de Santa Cruz de Mar Pequeña.126 La alarma tenía su fundamento: el

gabinete liberal pretendía mejorar sus posiciones en el Sultanato y a tal efecto, a imitación de los

franceses, instaló en el Sultanato una Comisión Militar compuesta del Capitán de Ingenieros José

Vallejo y del oficial de Infantería Venancio Álvarez Cabrera. En cuanto a Santa Cruz, la idea del

gabinete era levantar el plano del territorio de Cabo de Agua, fronterizo a las Islas Chafarinas con

el objeto de gestionar un cambio de este punto por Santa Cruz.

Por parte española se producen recelos ante la actitud de Italia consistente en crear una

fábrica de armas en Fez,127 vender naves al Sultán, ganándose en última instancia la confianza de

éste gracias a la hábil actuación del Ministro Plenipotenciario italiano en Tánger, Cantagalli y del

intérprete Gianatelli Gentile. A su vez España también suscita profundas desconfianzas en Italia y

125
Cfr. Ferrera, C.: op. cit, pág. 94.
126
La decisión alarma a la vez tanto a Inglaterra como a Francia y también a Italia. Los británicos plantearon este
hecho como una modificación del ‘statu quo’ en el Mediterráneo, y como una violación del compromiso firmado por
España, Inglaterra e Italia el 12 de marzo de 1887 para abstenerse de procurar cesiones o alteraciones territoriales que
modificasen la integridad del Imperio marroquí. Los británicos temían que roto ese compromiso, España se hubiese
puesto de acuerdo con los franceses para apoderarse de la costa del Rif, dejando a la Tercera República el extremo
oriental del Imperio jerifiano. Cfr. Despacho no. 207 de José Fernández y Jiménez, subsecretario del Ministerio de
Estado a Francisco R. Figuera, Ministro Plenipotenciario de España. 25 de diciembre de 1889. A.G.P.R. Secretaría
particular de S.M. Cajón 13 / Ex. no. 2.
127
Cfr. Curato, F.: La questione marocchina e gli accordi mediterranei ...,op. cit, Vol. II, pág. 597.

91
en los países de la Tríplice o amigos como Inglaterra cuando lleva a cabo movimientos que son

interpretados como un abandono de la posición defensiva hispana en Marruecos y una orientación

hacia las tesis francesas de reparto del territorio. Este deslizamiento hispano hacia Francia, que

venía polémicamente siendo atribuido a la actitud ambigua del sucesor de Moret al frente del

Ministerio de Estado, el marqués de la Vega de Armijo (que era calificado como progalo),

encontraba sin embargo una justificación objetiva: parecía que Italia, y a partir de un cierto

momento Alemania, no obstante sus repetidas declaraciones de desinterés sobre el Sultanato,

apuntaban hacia una clara penetración en Marruecos, ya fuese a través de la ocupación de una

localidad portuaria, o bien a través del incremento de las actividades comerciales. No es facil

comprender cuáles de estos rumores que corrían por España a finales de la década de 1880

correspondían a las reales intenciones alemanas y cuáles habían sido difundidos por los franceses

para provocar una habilísima guerra de nervios con el fin de que España se apartara de la órbita

triplista. Con todo, los rumores quedaron en el aire y los alemanes, con sus bruscos modales

diplomáticos hacia la monarquía española no consiguieron convencer a esta última de su

despreocupación hacia Marruecos.

Las condiciones generales del sistema continental europeo se extienden hasta 1890. A partir

de este año se hacen notar las exigencias de un nuevo sistema europeo y las impuestas por el

nacimiento de la Dúplice Alianza franco-rusa. Se trata de un nuevo equilibrio europeo del que

resaltaremos solamente tres aspectos de interés para España. El primero es la constatación de que,

si bien la reestructuración del poder realizada por la nueva presencia de dos coaliciones

equiparables y enfrentadas origina una cristalización de los conflictos en el continente, la expansión

colonial europea llega ahora a sus años culminantes originando nuevos y peligrosos

enfrentamientos entre las potencias.

En segundo lugar, es importante el hecho de que Inglaterra, como consecuencia de esta nueva

situación en la esfera colonial, comience a cuestionarse la tradicional fórmula del ‘espléndido

92
aislamiento’ desarrollando una política de acercamiento a la Triple Alianza, aunque sin llegar

nunca a compromisos de alianza. En tercer y último lugar, la extensión del proteccionismo en la

política comercial de los países europeos, y entre ellos España, introduce un nuevo factor de

complicación en las relaciones entre los Estados.

Una reseña rápida de los efectos que estos elementos del nuevo sistema europeo tuvieron

particularmente para España obligaría a señalar la incidencia de la conflictividad colonial, sobre

todo en el caso de la crisis colonial anglo- portuguesa de 1890- 1891, que reaviva la preocupación

por la seguridad del régimen, y también en el de una nueva agudización de la cuestión de

Marruecos en el orden diplomático que cobra especial importancia ante el surgimiento del conflicto

de Melilla. La política española, que encuentra ahora dificultades por el desarrollo del

proteccionismo en sus relaciones comerciales con Francia y Alemania, tantea una reorientación

para tratar de adaptarse al nuevo equilibrio europeo, pero no llega a conseguirlo, llegando así en

mala situación a la nueva fase caracterizada por el predominio de la mayor de las dificultades, la de

Cuba.

El nuevo sistema europeo que se perfila desde 1890 coincide en su iniciación con el primer

gobierno de Cánovas de la Regencia de María Cristina – formado el 5 de julio de 1890, llegará

hasta el 7 de diciembre de 1892 – en el cual vamos a encontrar una de sus decisiones más

significativas en política exterior: la renovación del pacto secreto con Italia y, a través de éste, con

la Triple Alianza –hecho por Moret el 4 de mayo de 1887– que tuvo lugar el 4 de mayo de 1891. En

la toma de esa decisión confluyen objetivos que actúan en tres campos de la acción exterior

española : a) en el de la defensa de la institución monárquica -y con carácter posiblemente

decisivo– la pretensión es salir al paso del peligro que se produciría en el caso de acaecer una

revolución en Portugal derivada de la crisis colonial anglo- portuguesa; b) en el de la cuestión

marroquí, se perseguía el propósito de renovar la coordinación con Inglaterra e Italia frente a la

93
política francesa y c) en el ámbito colonial, en sentido amplio, se buscaba el logro de una

aproximación a Gran Bretaña que aparecía estrechamente unida a la Triple Alianza.128

Ahora bien, la afirmación de esta orientación mediante la renovación del pacto del 4 de mayo

tiene lugar precisamente cuando se está iniciando el proceso de reequilibrio europeo que hará nacer

el nuevo escenario de la “Europa de Tres“(Triple Alianza, Dúplice franco- rusa y Gran Bretaña).

Para entender bien este hecho debemos pensar en la forma relativamente lenta con que tuvo lugar

aquella configuración definida por el nacimiento de la alianza franco- rusa, y en la evidencia en

1890 de la intimidad anglo- alemana. Mientras ésta se manifestaba claramente (por el tratado sobre

Heligoland y el África Oriental, entre otros hechos), el entendimiento entre París y San Petersburgo

era entonces una posibilidad que muchos creían irrealizable en vista de las hondas diferencias

institucionales existentes entre los dos Estados; no fue hasta julio de 1891 cuando la aproximación

franco- rusa se exteriorizó públicamente por la visita de una escuadra francesa a la base naval rusa

de Kronstadt. Pero esta aproximación había sido impulsada precisamente por la renovación

anticipada de la Tríplice que había tenido lugar el 6 de mayo de aquel año, y que fue acompañada

de rumores –interesados, de inspiración italiana– de incorporación de Gran Bretaña a la misma. Es

decir, que cuando se firma la renovación del pacto hispano- italiano -el 4 de mayo–, Cánovas pudo

contemplar un cuadro europeo en el que la Triple Alianza se reforzaba con la unión a Gran Bretaña.

Lo decisivo en la renovación del pacto fue el surgimiento de problemas inmediatos que,

teniendo en cuenta aquel panorama internacional aconsejaron su firma. Ante todo, una amenaza se

cernía sobre la monarquía portuguesa como consecuencia de la agitación provocada por la crisis del

‘ultimatum’ británico de enero de 1890. Tanto el anterior gobierno liberal de Sagasta como el

nuevo conservador de Cánovas temieron las consecuencias que para España podría tener una crisis

que los republicanos estaban encauzando hábilmente en beneficio propio. Cuando se produjo en

enero de 1891 la sublevación de algunas fuerzas armadas en Oporto, haciendo temer una extensión

revolucionaria, los gobernantes españoles estudiaron la posibilidad de una intervención militar para
128
Cfr. Salom, J.: “La política exterior y ultramarina de Cánovas... “, op. cit, pp. 1128-1129.

94
sostener a la monarquía lusa, aunque siempre que ello pudiera hacerse con la aquiescencia de las

grandes potencias e incluso como mandataria de ellas. La importancia del problema portugués

como causa de la renovación del pacto del 4 de mayo es evidente, debiéndose recordar también el

carácter que éste pretendía tener como instrumento de solidaridad entre las monarquías.

Otra de las razones que influyeron en la renovación fue el deseo de incrementar las

relaciones con Inglaterra. Esta finalidad general tenía una aplicación concreta en otra de las

motivaciones ya que, frente a la reactivación de la penetración de la influencia francesa en

Marruecos (y en concreto en el Sahara oriental marroquí; en el oasis del Tuat), se pretendía

resucitar el frente diplomático hispano- anglo- italiano que había actuado en años anteriores,

salvaguardando la independencia del Sultanato. En este sentido hay una continuidad de la política

exterior de los conservadores con la practicada por Moret en 1887.

En todas estas negociaciones Cánovas actuó con gran prudencia, condicionando la eventual

intervención en Portugal al acuerdo con las potencias y, en lo referente a la renovación del pacto,

no aceptando la insinuación del jefe de gobierno italiano Crispi para ampliar su contenido y,

mejorando, en cambio, sus cláusulas relativas al ‘statu quo’ marroquí. Y pronto se vio que esa

prudencia estaba justificada pues los objetivos perseguidos no se alcanzaron. En lo relativo a la

cuestión portuguesa – que aún dio motivos de alarma en el verano de 1891 originando contactos

especialmente por la vía de testas coronadas -, los proyectos españoles para una intervención militar

o una demostración naval chocaron con la oposición de Alemania que arrastró las de Austria e

Inglaterra. Si esto demostraba el escaso valor efectivo del acuerdo con la Tríplice, tampoco se

consiguió una colaboración sincera con Inglaterra en la cuestión de Marruecos en la cual el primer

ministro británico, Salisbury, intentó un arreglo directo con Francia, a espaldas del gobierno

español. Aunque el intento fracasó, su existencia nos muestra que no se había logrado la aspiración

española de mayor aproximación a Gran Bretaña.129

129
Cfr. Salom, J.: “La política exterior y ultramarina de Cánovas... “, op. cit, pág. 1131.

95
Con la llegada al poder de los conservadores en España y la caída de Crispi en Italia, de

hecho se entró en un período de distensión en las relaciones de la monarquía borbónica con los

países de la Tríplice:130 Italia no asume iniciativas nuevas en el Sultanato, aunque no abandone las

viejas y demuestra una mayor comprensión de la susceptibilidad española. Por otra parte, la

agresiva actitud de los franceses en el Sultanato reestablece la solidaridad de los dos ‘débiles’

contra el más fuerte, y es en esta atmósfera en la que se renueva en mayo de 1891 el pacto italo-

español, recogiendo también las reivindicaciones españolas sobre Santa Cruz de Mar Pequeña, por

lo que el ‘statu quo ‘garantizado de Marruecos es de ‘iure’ y no el ‘de facto’-. El acuerdo

italoespañol detiene de nuevo las amenazas francesas sobre los vastos territorios orientales del

Imperio jerifiano. La Tercera República tiene su mirada puesta en el oasis del Tuat,131 desde que

Lord Salisbury se había mostrado conforme a un acuerdo con Francia que dejara a los británicos las

manos libres sobre Egipto. Los dos países habían firmado una convención el 5 de agosto de 1890,

por la que Gran Bretaña atribuía el Sáhara a Francia, para controlar los caminos que llegaban allí

desde el sur de Argelia, que así podría unirse a las posesiones del Níger.132 En el otoño de 1890,

Francia proyectó una expedición y se ocupó el punto de El Golea.

El Duque de Tetuán, Ministro de Estado conservador echó mano del apoyo de la Tríplice y

de Inglaterra, apoyo que volvió a funcionar como lo había hecho en 1887. Italia, España e

Inglaterra presentaron una serie de notas al Sultán el 21 de diciembre de 1891 respaldando a

Mawlay Hassan y sosteniendo la integridad del Imperio marroquí.133 La amenaza francesa quedó

paralizada. España entraba en la década de los 90 con una posición relativamente prestigiada en la

130
Cfr. Curato, F.: La questione marocchina e gli accordi mediterranei ... op. cit, Vol. II, pp. 597-598.
131
Véase al respecto: Fernández Rodríguez, M.: España y Marruecos en los primeros años de la Restauración (1875-
1894), C.S.I.C, Madrid, 1985, pág. 268.
132
La política británica en la primera mitad de los años 90 en lo que se refiere al Sultanato de Marruecos tiene dos
caras: el convenio firmado el 5 de agosto de 1890 entre Londres y París que permite a París tener las manos libres en el
Sahara para unir sus posesiones del Magreb y del África subsahariana, a través del lago Chad. La prioridad inglesa en
África tenía por objetivo la protección de su posición en Egipto y, con la esperanza de apaciguar las tensiones con
Francia en torno a este territorio, Salisbury no vio ningún perjuicio en ofrecer una posibilidad de compensaciones a
Francia en el África Occidental, entre 1889 y 1891. Cfr. Robinson, R.E. y Gallagher, J.: “El reparto de África“, en
Historia del Mundo Moderno de la Universidad de Cambridge. Tomo XI: El progreso material y los problemas
mundiales. 1870-1898“, Barcelona, Editorial Ramón Sopena, 1980, pág. 433. Sin embargo, en 1892, en el Sultanato el
Ministro Plenipotenciario británico Ewan Smith intentó establecer una hegemonía inglesa no oficial en el país.
133
Cfr. Fernández Rodríguez, M.: España y Marruecos... op. cit, pág. 270.

96
cuestión marroquí. Esto se debía a diversas razones: 1º) la política de cañoneras que había

practicado en las costas del Imperio en 1889-1890; 2º) las posturas de fuerza tomadas por el

Ministro de Estado liberal Moret , cuando se temió en Europa por la vida del Sultán; 3º) la

actuación de los servicios secretos que contribuyeron a frenar los deseos de hegemonía y lo que es

más importante, las maniobras efectivas en el Sus, de Francia ; y 4º) a las sucesivas actuaciones de

la diplomacia española respaldando la integridad del Sultanato. Cuando en vísperas del desastre

colonial de 1898, de nuevo se percibían los deseos expansionistas galos en el Tuat, el Sultán Abd

al- Aziz reconocería implícitamente el prestigio adquirido por la diplomacia española en el Imperio

cuando intentó aprovecharlo –con la típica táctica de los Sultanes de enfrentar entre sí a las

potencias imperialistas que tenían pretensiones sobre Marruecos– para frenar las apetencias de la

Tercera República.

Sin embargo, la tranquilidad que daba a España la aproximación a Inglaterra e Italia dura

poco. Hacia 1891 se perfila con fuerza una amenaza nueva en Marruecos: Gran Bretaña. En mayo-

julio de 1892 el Ministro plenipotenciario británico en Tánger, Ewan Smith, hizo algunas

peticiones al Sultán que habrían dado a Gran Bretaña la primacía efectiva en Marruecos. Por el lado

económico pidió que se permitiera a los intereses británicos construir y explotar un telégrafo de

Tánger a Mogador, un ferrocarril de Tánger a Fez, un abastecimiento de agua en Tánger, y el

establecimiento de un banco de Estado. También se propiciaría que Marruecos firmara un nuevo

tratado comercial que redujera los derechos de exportación sobre el trigo, permitiera la exportación

de ganado, abriera el comercio costero a los barcos británicos y permitiera a los extranjeros adquirir

tierras libremente. La esclavitud sería abolida. En compensación Gran Bretaña desistiría de su

derecho a excluir a los súbditos marroquíes “protegidos“ de la jurisdicción marroquí y aceptaría

tribunales mixtos para juzgar a los súbditos británicos. A estas demandas, el Sultán respondió con

evasivas. 134 Si Gran Bretaña hubiera sido la única potencia directamente implicada habría llegado a

134
Cfr. Fieldhouse, D. K.: op. cit, pág. 316.

97
ceder; pero Smith se enfrentó con los agentes franceses en Fez que prometieron al Sultán el apoyo

de Francia si se oponía a las demandas británicas.

Las desconfianzas españolas hacia Gran Bretaña se extendieron también hacia Italia, de la

cual Inglaterra era fiel amiga, mientras que se reforzaba la orientación progala en la diplomacia

española. La Tercera República conocedora de la situación a través de su hábil agente en Fez, el

doctor Linares, consiguió desbaratar las maniobras inglesas. La diplomacia española estaba

perpleja: ¿había que confiar o no en los amigos de la Tríplice y en su amiga, Gran Bretaña?. Es

Moret al frente del Ministerio de Estado en 1893, el que ha de hacer frente al dilema. Los liberales

han de hacer frente asimismo al problema creado con el conflicto de Melilla, 135 que revelaría una

vez más la falta de unidad de acción del “pacto mediterráneo“.136 A partir de aquí, Moret, temiendo

la apertura del problema marroquí en unas condiciones que podían resultar embarazosas para

España, buscó sucesivamente nuevas y diversas orientaciones. Ensayó la aproximación a Inglaterra

y también la superación del antagonismo anglo- francés, mediante un proyecto de protectorado

tripartito francohispanoinglés sobre Marruecos; por último, ante la reactivación del problema de

Gibraltar por las iniciativas defensivas británicas originadas por los cambios europeos, intentó un

acercamiento a Francia, aceptando algunos objetivos de ésta en Marruecos. Es sustancial señalar

que Moret abrirá, así la puerta a la idea de ajustar simultáneamente la política exterior española en

el Sultanato a las de Francia e Inglaterra. Esta política se mantendrá – como una constante entre los

gobiernos restauracionistas – hasta 1895 y primeros meses de 1896. De hecho no cuajará por

diversas circunstancias : 1) Por el rechazo británico a prestar apoyo a España cuando los gobiernos

del turno pretendieron imponer al Sultán Mawlay Abd al- Aziz el establecimiento de un consulado

español en Fez; 2) por las circunstancias de la política internacional: Robinson y Gallagher han

señalado que a partir de 1895 los franceses no están tan dispuestos a renunciar a sus intereses en el

valle del Nilo a base de obtener compensaciones británicas en el África Occidental. No existía una

135
Cfr. Rodríguez González, A: “El conflicto de Melilla en 1893 “, Hispania, no. 171, 1989, pp. 235-266.
136
Cfr. Salom, J.: “Del recogimiento al aislamiento (1890-1896)“, en Fusi, J. P. y Niño, A (eds): Visperas del 98.
Orígenes y antecedentes de la crisis del 98, Madrid, Biblioteca Nueva, 1997, pág.209.

98
base segura para establecer un pacto entre Londres y París. Por ello la disputa sobre Egipto y el

Nilo que se había mantenido hasta entonces en un nivel diplomático, ahora iba a convertirse en una

pugna de conquista y ocupación. Los franceses, en consecuencia, prepararon una expedición militar

que debía cruzar el continente africano, alcanzar el río Nilo al sur de Khartum y tomar posesión del

territorio, adelantándose a los británicos. El camino que debía llevar a la tensión por el control de

Fashoda comenzaba a andarse.137 3) Porque a finales de siglo se patentizan por otra parte los

deseos galos de penetrar en el Sultanato, pero no en el Tuat –donde los intereses españoles eran

nulos– sino en el extremo norte del Sultanato. Los actos piráticos de algunos Bocoyas, cabila del

Rif central, contra buques europeos dieron lugar a la captura de una serie de marineros de diversas

nacionalidades –lusos, franceses, griegos– los cuales quedan presos de los miembros de la cabila.

Estos actos dieron lugar a una intervención mediadora de la diplomacia española. Pero fue

saboteada por los agentes franceses, en particular por Si Allal, el argelino Vice-cónsul de la III

República en Tetuán y los chorfa (= plural de jerife, descendiente del Profeta Mahoma) de Wazzán,

protegidos de Francia. Finalmente la diplomacia española consiguió solucionar el problema, ante la

perspectiva alarmante de que se produjese una intervención militar – francesa o conjunta europea –

en el Rif, cosa que los gobiernos del turno deseaban evitar a todo trance, porque consideraban el Rif

como un coto cerrado de importancia estratégica para la seguridad nacional, donde no tenía ninguna

potencia (salvo España) derecho de injerencia e intervención. El Rif era visto como una salida

hipotética y futura a una posible expansión militar a partir de las plazas y presidios de Ceuta,

Melilla y Alhucemas. Documentación absolutamente inédita depositada en Alcalá de Henares

demuestra como los intentos de infiltración franceses llegan en el año 1898 a unos límites

intolerables para España ... y para el Majzén, cuando Si Allal pretende en el Rif convertir a toda la

cabila Bocoya y a otras próximas en una “ quinta columna francesa “ en el territorio, poniéndolas

en su globalidad bajo la protección francesa. Con ese propósito, de manera absolutamente abierta y

a la luz del día, un buque de guerra galo transporta hasta el Rif y desembarca en el territorio

137
Cfr. Robinson y Gallagher: op. cit, pág. 441.

99
Bocoya a zuavos franceses de nacionalidad rifeña, que hacen pública ostentación de su uniforme,

de las ventajas de estar bajo el patrocinio republicano e intentan convencer a sus compatriotas de la

necesidad de aceptar un protectorado francés. ¿ Cómo podía subsistir, en estas condiciones, la triple

conjunción francohispanoinglesa en Marruecos?.

Pero no nos precipitemos. Volvamos al pasado. En el ínterin, graves acontecimientos

ocurrieron en Europa en el período 1893- 95. Francia revelaba la existencia de su alianza con Rusia

y la presencia de la flota zarista en Tolón era un síntoma claro e inquietante. Gran Bretaña

gobernada por los liberales intentaba la fórmula de ajustes coloniales con Francia para evitar

tensiones, lo cual trasluce tanto en el Siam como en Marruecos. El II Reich e Inglaterra se

observaban con desconfianza. Un incidente en Centroáfrica, en el Congo es un dato elocuente de

esta tensión. Italia, donde Crispi con la colaboración de Blanc rige de nuevo la suerte del país,

contemplaba con desconfianza y con sospecha a España a la que acusaba, una vez más, de

inclinarse hacia Francia.138

Y efectivamente España se inclinará hacia Francia, no por voluntad de traicionar a la Triple

Alianza ni a Italia, sino únicamente para no tenerla como nación hostil, sobre todo durante la grave

crisis de la “guerra de Melilla “. Es a partir de este conflicto, y en el marco de la distensión colonial

francobritánica, cuando España intentará ajustar su política en Marruecos a las de París y Londres.

138
Cfr. Curato, F: La questione marocchina e gli accordi mediterranei..., op. cit, Vol. II, pág. 598.

100
CAPÍTULO 2

MARRUECOS (1800-1900)

2. 1. Marruecos a comienzos del siglo XIX

La historia marroquí del siglo XIX corre paralela a la de la penetración comercial más que

político-militar de los países europeos en su territorio. Penetración más lenta que la que afecta a sus

vecinos magrebíes, pero no sólo por factores internos sino debido al no entendimiento entre las

potencias, que no se deciden a conceder a un solo país el derecho a intervenir.

Entrando en detalles, señalaremos que el período comprendido entre 1790 y 1825 constituye

una etapa fundamental que precede al comienzo de una nueva era de la historia marroquí como país

colonizado. Esta fase es consecuencia directa de una coyuntura histórica iniciada con la muerte del

Sultán Mawlay Ismail en 1727 y que vino seguida de cuarenta años de anarquía que sumergieron al

país en un estado de desolación sin parangón en toda su historia; un período que arruinó su

economía, desequilibró su estructura social y destruyó su ejército. 139 Por ello el objetivo del nuevo

Sultán Sidi Muhammad ibn ´Abd Allah, Muhammad III (1757- 1790) pasó a ser ambicioso y

difícil: sentar las bases de un Estado “moderno“140 y la recuperación de la dignidad real ultrajada

por el ejército de los ‘bujari‘(= cuerpo de esclavos negros sin ataduras sociales con los grupos que

constituían la sociedad marroquí). Su proyecto pasaba por la aplicación de una política totalmente

diferente a la de sus predecesores. Al restaurar el poder de la dinastía alauí, reivindicó la cualidad

de jefe religioso, cabeza del Islam para el Sultán, lo que facilitó la adhesión de las jefaturas locales

(reconocidas por el nuevo monarca). La finalidad era preservar las finanzas del Estado al margen

139
Cfr. Chegraoui, K.: “La imagen de Marruecos entre los viajeros europeos de 1790 a 1825“, en Alí Bei, un pelegrí
catalá per terres de l´Islam, Barcelona, Edicions Proa, 1996, pág. 295.
140
Cfr. Laroui, A.: Marruecos: Islam y nacionalismo, Madrid, Editorial Mapfre, 1994, pág. 65.

101
de cualquier dependencia social, climática (intentando evitar que los años de malas cosechas

disminuyeran los ingresos del Estado) o de cualquier otro tipo. Para conseguirlo desarrolló el

comercio exterior, desmarcándose así de unos dudosos impuestos sobre el trabajo agrícola,

caracterizados por una recaudación problemática a menudo acompañada de revueltas. En este

sentido, el Sultán firmó en 1757 un tratado con Dinamarca, país lejano que resultaba poco

peligroso pues no tenía pretensiones colonialistas en el Sultanato y no se hallaba implicado en los

antagonismos mediterráneos.

Su apertura hacia Europa, aunque de signo liberal, fue de hecho muy juiciosa. Asumió el

control del comercio transahariano del sur del país a través del cual el Sultanato se relacionaba con

el Sudán, y que representaba el principal activo de las exportaciones marroquíes, aunque se hallaba

en manos de poderes locales (los Bairuk de Goulimin, la familia Beni- Hashem de la zauia

Tazerualt de Illigh). El objetivo era limitar la presencia europea en Marruecos –cónsules,

negociantes, comerciantes--, razón por la que construyó el puerto de Mogador (Sawira)

convirtiéndose en ruta marítima obligatoria para las transacciones de importación / exportación en

el sur del país. Por todo ello, el historiador Abdallah Laroui considera a Muhammad III el

verdadero arquitecto del Marruecos moderno.

A partir del momento en que consolidó el poder alauí y confirmó su carácter religioso – en

ocasiones, incluso teocrático-, el Sultán se opuso a las fuerzas socio- religiosas (los morabitos, las

cofradías religiosas) que formaban parte del necesario equilibrio en la regularización de un poder

que estaba entre lo temporal y lo sagrado.

Su sucesor, Mawlay Soleimán (1792-1822), que asumió el poder tras un breve reinado de

Mawlay Yazid (1790-1792), planteó una política diferente, fundamentada en su adscripción

religiosa, cercana al wahhabismo. Canalizó a los morabitos hacia otros ámbitos geográficos: la

provincia de Orán y el África occidental subsahariana. Mawlay Soleimán debía encarar un

problema verdaderamente espinoso, a saber, el comercio y la presencia de europeos en suelo

marroquí. Para hacerle frente creó un Ministerio de Asuntos Exteriores –Wazir al Bahr– para

102
organizar las negociaciones políticas y comerciales con Europa. Además, como el Estado marroquí

dependía de los impuestos que gravaban el comercio exterior, aplicó una renovación de la

administración fiscal marroquí, los Mohtasib.

A pesar de esas medidas Marruecos entró tal como señala Henri L. Wesseling,141 en esa

época en una fase de aislamiento comparable a la de Japón antes del período Meijí, aunque sin

obtener los mismos resultados. Había pocos exploradores que recorrieran el Sultanato. A

comienzos del siglo XIX, Marruecos era todavía un país desconocido e inaccesible para los
142 143
europeos. En este aspecto, un escritor comparó a Marruecos con el Tíbet. Marruecos, el

Magreb (el Occidente árabe) colmaba las inquietudes tanto de un cierto romanticismo colonial

como de los grupos de presión económicos que intentaban abrir el Imperio jerifiano a los intereses

europeos.144 La intensificación de las relaciones con Europa fue la consecuencia directa de la

injerencia europea en los asuntos internos del Sultanato. A partir de entonces el número de viajeros

extranjeros en el país así como su producción literaria no dejarán de crecer. A pesar de la

personalidad aparentemente fuerte del Sultán, su poder era más bien débil. La tendencia a negociar

tanto con los extranjeros como con los poderes locales se acentuó cada vez más, y dejó el uso de la

fuerza como último recurso, sólo con la intención de acelerar las negociaciones. El poder alauí

experimentaba por esas fechas una suerte de dualidad interna, una yuxtaposición de múltiples

formas: la imperial, la militar y la religiosa.

141
Cfr. Wesseling, H: Divide y vencerás. El reparto de África (1880-1914), Barcelona, Ediciones Península, 1999,
pág. 412.
142
Retengamos unos de los pocos tomos sobre el Sultanato editado en España en este contexto. Cfr. de Comín, T.:
Ligera ojeada o breve idea del Imperio de Marruecos en 1822 (Cartas a D. Manuel José Quintana), Barcelona,
Imprenta de Juan Francisco Piferrer, 1825. Hemos manejado la edición facsímil de Ediciones Hiperión, Madrid, 1985.
143
Abundan los ejemplos literarios de la época sobre la impenetrabilidad que presentaba el Imperio jerifiano. Entre los
muchos que se podrían citar destacaría por su enorme difusión la obra de Pierre Loti que resume las experiencias del
escritor francés del viaje que en 1889 efectuó por el interior de Marruecos. Véase también: Laamiri, M.: “ De certains
aspects de l´image du Maroc chez les voyageurs anglais du XIXè siecle“, en Revue Maroc- Europe, nº 3, Regards
croisés (Identité- Altérité), 1992, pp. 55-77.
144
Marruecos es, en este sentido, a ojos de los europeos, especialmente de franceses y españoles, el Otro más próximo,
más cercano, y, al mismo tiempo, más desconocido. Es el espejo que refleja la propia imagen invertida y que guarda el
secreto profundo y hermético de un pasado a la vez remoto, que se querría olvidar, y esplendoroso. Marruecos es, más
que cualquier otro país árabe, la prueba fehaciente de un pasado árabe europeo o ibérico. Marruecos es el Otro al que
hay que doblegar para vencerse a uno mismo y para vencer al pasado aunque sea siglos más tarde.

103
Pero todos los esfuerzos para instaurar la paz interna fueron inútiles. El juego político en el

Imperio estaría siempre condicionado por las injerencias extranjeras, cosa fácil de entender si

pensamos que el capitalismo colonizador se encontraba en plena expansión. La dependencia del

extranjero se hizo cada vez más aguda para una economía débil y basada en la búsqueda de la

estabilidad y del equilibrio social.

Con todo B. López señala145 que durante el primer cuarto del siglo XIX las potencias

europeas se desentendieron relativamente de Marruecos, al estar demasiado ocupado el continente

por los problemas derivados del ciclo de las revoluciones burguesas: las consecuencias de la

revolución francesa, expansión napoleónica, etc. Este período se corresponde con una etapa de

inestabilidad política en el Imperio jerifiano. La reorganización de Marruecos puesta en marcha por

Muhammad III se había llevado a cabo sobre bases restrictivas: determinados grupos que gozaban

de los privilegios del Majzén (= en sentido literal del término tesoro. Por extensión, gobierno y

administración de Marruecos) quedaron marginados y naturalmente intentaron volver a ocupar su


146
lugar, recurriendo a la rebelión, si era preciso. Los intercambios económicos sufrieron incluso

una baja, cerrándose algunos puertos a los europeos y limitándose la representación diplomática y

consular a la ciudad abierta de Tánger, emplazada estratégicamente en el estrecho de Gibraltar,

puerta del Mediterráneo.

En el Sultanato de Mawlay Abderrahmán (1822-1859) el país recupera una cierta acción

exterior. Entre 1823 y 1825 se inician una serie de convenios con países como Portugal, Inglaterra

y Francia, pero la conquista de Argelia va a obligar a un cierto repliegue. El país entrará en guerra

con su nuevo vecino en Argelia, Francia, sintiendo ya a partir de ahora Marruecos el acoso colonial

de forma muy directa. El enfrentamiento con Francia se saldará con una derrota en la batalla de Isly

(1844). A pesar de que el Sultanato no cae en manos de ninguna potencia colonizadora, las

relaciones comerciales con el exterior se reactivan. Inglaterra busca abrir mercados en el país,

145
Cfr. López García, B, El mundo arabo-islámico contemporáneo. Una historia política, Madrid, Editorial Síntesis,
1997, pág. 87 y siguientes.
146
Laroui, A.: op. cit, pág. 66.

104
además de una vía de penetración en otros países del África árabe o subsahariana.147 Francia pone

sus ojos en la región oriental de Marruecos, como extensión lógica de su presencia en Argelia, pero

le interesa también como granero a buen precio. Las potencias europeas buscan además

intermediarios con la sociedad marroquí, y una minoría bien arraigada en el Sultanato pero

diferenciada, los judíos, se prestarán en tanto que ‘protegidos’ a desempeñar un oficio que

procurará la triplicación del comercio marroquí entre 1830 y 1840. Sin embargo Marruecos no

ocupaba todavía un lugar destacado en los intercambios de Europa, a pesar de que sus rutas

caravaneras permanecían activas, tanto los ejes claves de Fez-Tafilalt (vertical) como los de

Marrakesh-Sawiraq (Mogador) (horizontal).

La relativa apertura hacia Europa llevada a cabo por Mawlay Abderrahmán pretendía al

mismo tiempo, como en sultanatos anteriores, mantener el control sobre el comercio, impidiendo el

desarrollo de la colonia de extranjeros. Perseguía evidentemente que el Majzén no perdiese las

ventajas económicas que el comercio pudiese reportarle. Instituiría pues, lo que se conoce como el

Sistema Imperial,148 que suponía un estricto control sobre las actividades comerciales. Monopolio o

vigilancia del comercio privado le procurarían, desde mediados de siglo, unos impuestos sin los que

no era posible afrontar unos procesos de reforma que el propio incremento de las relaciones con los

países europeos le obligaba a llevar a cabo. Pero le exigen también un montaje administrativo

complejo con sus repercusiones sobre el erario público.

Por otra parte, dicho monopolio chocaba con los intereses de los comerciantes europeos

interesados en el comercio con Marruecos, que ejercerán presiones sobre sus gobiernos para que

se estableciesen y se respetasen tratados más favorables. Tratados como el de 1767 con Francia, el

de 1799 con España o el de 1801 con Gran Bretaña, apenas afectaban a lo económico, y además las

cláusulas en las que se fijaba la igualdad comercial (1801) o se marcaba un porcentaje de impuesto

sobre el valor (1799), no fueron respetadas. Para no ceder a las presiones europeas el Majzén

147
Cfr. Bensrhir, K.: “A Document advocating the introduction of economic liberalism in Morocco“, en Hesperis-
Tamuda, Vol. XXX, 1992, pp. 75-98.
148
Cfr. Kenbib, M.: “Systeme imperial et bourgeoisie compradore au Maroc au XIXème siecle «, en Revue d´histoire
maghrebine, nos. 41-42, 1986.

105
recurría a un juego de equilibrio sobre las rivalidades inter-imperialistas. Sin embargo desde 1853

se produce un alineamiento franco- español con Inglaterra, que abrirá el camino para el tratado

británico- marroquí de 1856, el cual impone la libertad comercial, traba los monopolios, establece

un 10 % de tasa a las importaciones y concede a los súbditos británicos ventajas tales como los

derechos de propiedad y de una jurisdicción particular.

Francia y España, conscientes de que el tratado consagraba el predominio británico en

Marruecos, buscarían las condiciones para firmar tratados más ventajosos.

2.2. Cambios económicos y sociales en el Marruecos de la segunda mitad del siglo XIX

(1860-1900).

Es difícil entender la espectacular desintegración de la economía marroquí y de la

administración imperial después de 1900, o los esfuerzos hechos para resistir la intrusión francesa,

sin hacer referencia a los resultados o consecuencias de los cambios que Marruecos experimentó

durante la última mitad del siglo XIX. La imagen popular que se tenía en Europa sobre el

Marruecos de 1900 era la de un Estado musulmán medieval que era inmutable; esta imagen estaba

asumida también por muchos de los estadistas europeos.149 Sin embargo, como las investigaciones
150
de Jean- Louis Miège han establecido convincentemente, Marruecos en el siglo XIX estaba

experimentando una serie de transformaciones políticas, económicas y sociales muy significativas y

estaba – de hecho – muy lejos de ser el país inmutable, que a menudo las imágenes románticas y

exóticas presentaban. Muchos de los relatos históricos existentes sobre la ‘crisis marroquí‘

posterior a 1900, omiten completamente la herencia del siglo XIX y basan su explicación en la

149
Esta imagen de Marruecos es detectable, por ejemplo, en los títulos de numerosos libros del momento: E. Ashmead-
Bartlett, The Passing of the Shereefian Empire; W.B. Harris, Morocco That Was; y F. Weisgerber, Au seuil du Maroc
moderne.
150
Cfr. Miège, Jean- Louis, Le Maroc et l´Europe, 1830-1894. 4 vols, París, Presses Universitaires de France, 1961-
1963.

106
debilidad e incompetencia del joven Sultán, Mawlay Abd al- Aziz. Estas aproximaciones dejan

muchas cuestiones sobre los orígenes de la crisis sin resolver y son claramente insatisfactorias.

Antes de 1860 Marruecos estaba todavía poco afectado por las influencias europeas. Las

relaciones económicas con Occidente, como hemos apuntado arriba, eran relativamente poco

importantes y no se sometían a las demandas del mercado sino a la complacencia de los Sultanes

para permitir el comercio de artículos específicos. La economía marroquí, en cualquier caso, no

estaba orientada hacia los negocios o las relaciones comerciales con Occidente, sino a satisfacer las

modestas necesidades de una población que trabajaba una agricultura prácticamente tradicional y

de una pequeña pero activa burguesía urbana y del artesanado. La presencia de pequeñas colonias

de mercaderes marroquíes en puertos europeos y del Oriente Próximo –Manchester, Marsella,

Alejandría– testifican un cierto vigor en el comercio exterior. Sin embargo el margen de los

beneficios de esas operaciones estaba siendo canalizado hacia Europa. Por otra parte, los contactos

diplomáticos entre Marruecos y las potencias estaban nítidamente restringidos, y la reducida

comunidad europea residente en Marruecos estaba sometida a una variedad de regulaciones

discriminatorias que se ocupaban de limitar el lugar donde podían vivir, dónde podían adquirir

tierras, y bajo qué condiciones podían desarrollar sus negocios.

La invasión francesa de Argelia en 1830 había puesto en marcha una serie de

acontecimientos que a finales de siglo conducirían al socavamiento del sistema tradicional de

gobierno y de estructuración de la sociedad y al nacimiento de un nuevo Marruecos, el precolonial.

Las consecuencias de la presencia francesa en Argelia durante un largo tiempo no fueron

entendidas por la elite marroquí. Incluso la victoria francesa en la batalla de Isly en 1844 sobre un

Ejército marroquí al mando de Muhammad IV produjo escasos ecos en los círculos del Majzén.

Hasta el desastre ocurrido en el extremo oriental del Imperio y sólo de manera limitada, dado que

Francia se refrenó para no completar su victoria, los marroquíes no llegaron a reconocer el grado

elevado de su inferioridad militar. Después de la batalla de Isly, la penetración comercial europea

107
en Marruecos empezó a incrementarse,151 y los primeros tratados comerciales propios de una

economía precolonial, aparecieron. Desde esta época, los comerciantes e industriales europeos y los

especuladores adoptaron una actitud agresiva en la afirmación de sus derechos; la balanza

comercial comenzó a cambiar y a ser negativa para Marruecos, y la situación monetaria y

financiera del Majzén, a ser cada vez más precaria. Al producirse la guerra hispano-marroquí de

1859-1860, la estabilidad económica del país estaba ya en peligro, y los primeros signos de

decadencia de las viejas estructuras eran ya visibles a los agudos ojos de los europeos.

La guerra de 1859-60 entre España y Marruecos ha sido vista por los historiadores del
152
período como uno de los ejes divisorios de la Historia marroquí del siglo XIX. Allí donde la

victoria francesa en Isly produjo efectos poco permanentes, Edmund Burke III153 señala que el

shock de la derrota a manos de una potencia europea menor en 1860 forzó a la elite marroquí a

enfrentarse por primera vez ante la evidencia del creciente atraso del Sultanato y a considerar la

necesidad de reformas. Desde este punto, se puede trazar el desarrollo de una intensa y polifacética

crisis económica y política de mayores dimensiones, que al final del siglo XIX había conducido al

tradicional sistema de gobierno marroquí al colapso. Una de las más importantes repercusiones de

la guerra fue el agravamiento de una ya precaria situación monetaria y financiera. Los términos del

tratado de paz con España establecían que el Imperio jerifiano debía pagar una indemnización de

151
Cfr. Benaboud, M : Le pays Takna, commerce, histoire et structure , Thèse de Doctorat d´Etat, Rabat, Faculté de
Droit, 1987 . Recensión de la misma en : Revue d´histoire maghrebine, nos. 49-50, 1988, pp. 109- 117 ; véase también:
Naïmi, M : “La politique des chefs de la confederation tekna face a l´expansionnisme comercial europeen«, en Revue
d´histoire maghrebine, nos. 35-36, 1984, pags. 153-173.
152
La importancia de la guerra de 1859-60 ha sido resaltada por Germain Ayache en su artículo “ Aspects de la crise
financière au Maroc après l´expédition espagnole de 1860 “, en Revue Historique, 220, 1958, pp. 271-310. Germain
Ayache culpó al pago de la indemnización de guerra a España y a la posterior intervención de las aduanas de la serie de
desastres que llevaron al gobierno marroquí a la pérdida de su soberanía en 1912. Recientes estudios basados en fuentes
españolas cambian esta visión unilateral del colonialismo, vista bajo el prisma de un historiador marroquí, y a entender
mejor la complejidad del fenómeno del acoso imperialista a Marruecos. Omar Rodríguez Esteller ha señalado que la
intervención de funcionarios europeos fiscalizando las aduanas marroquíes al término de la guerra provocó un aumento
del comercio de Marruecos con el exterior, lo que hizo que la recaudación de las aduanas imperiales también se
incrementase. Este investigador cree entender que el proceso revertiría en una mejora de la situación financiera de las
arcas del Sultán, lo cual contradiría las tesis de Germain Ayache según las cuales la guerra hispano-marroquí llevó
directamente a la pérdida de soberanía marroquí a favor de las potencias europeas. Cfr. Rodríguez Esteller, O.: “La
intervención española de las aduanas marroquíes (1862-1885) “, en Martín Corrales, E.: Marruecos y el colonialismo
español (1859-1912). De la guerra de África a la ‘penetración pacífica, Barcelona, Edicions Bellaterra, 2002, pág. 99.
153
Cfr. Burke III, E.: Prelude to protectorate in Morocco. Precolonial protest and Resistance, 1860-1912, Londres-
Chicago, University of Chicago Press, 1976, pág. 20.

108
100 millones de pesetas, no admitiéndose el pago en moneda devaluada de Marruecos. Como

resultado, el Tesoro marroquí se vio privado de sus recursos en oro y plata y de una gran cuota de

sus ingresos en concepto de derechos de aduana – la principal fuente de ingresos del Fisco que

proporcionaban los intercambios comerciales con el exterior -, destinada durante 25 años para

pagar el coste de la indemnización demandada por España.154 La masiva hemorragia de las reservas

de metales preciosos del Tesoro condujo a la rápida depreciación de la moneda en circulación y a

una aguda elevación de los precios en el interior del Sultanato. La relativa estabilidad económica de

la que había gozado Marruecos quedó entonces destruida por el impacto de la crisis monetaria.

La moneda básica de cuenta marroquí en 1860 era el dirham de plata. Por esa fecha, pocos

dirhams estaban en circulación; sin embargo, la mayoría de los que todavía existían fueron usados

para pagar la indemnización española. Entonces, las monedas europeas, especialmente la pieza

francesa de 5 francos y el duro español – o pieza de 5 pesetas – circularon como monedas de

cambio y ocuparon el lugar central en la economía marroquí. Todas las transacciones con

mercaderes extranjeros se establecían sobre moneda gala o hispana. 155 Sin embargo, las piezas gala

y española eran inferiores en peso al supuestamente equivalente en valor ‘dirham’. Desde 1860,

cuando el comercio europeo con Marruecos adquirió más importancia, los especuladores jugaron

sobre esa diferencia y tuvieron buen éxito drenando del país lo que quedaba de buena plata

marroquí.156 En 1890, la moneda española experimentó una severa inflación debido al descenso del

precio de la plata en el mercado mundial. Los intentos del Sultán Mawlay al- Hassan buscaron

remediar la situación creando un nuevo ‘dirham’ basado en el tradicional modelo. Pero fracasaron

bajo la presión del ‘duro’.157 Otros intentos del Majzén para equilibrar su compleja situación

monetaria y resolver esta crisis fracasaron igualmente. Estas medidas incluyeron la proclamación

de tasas oficiales de cambio (que el Majzén no pudo incluso respetar en sus propios negocios), la

154
Cfr. Ayache, G : “ Aspects de la crise financière … «, op. cit, pp. 273-278.
155
Cfr. Miège, Le Maroc, op. cit, Tomo 3, pp. 97-99.
156
Cfr. Miège, Le Maroc, op. cit, Tomo 3, pp. 99-106 ; 135-144.
157
Cfr. Miège, Le Maroc, op. cit, Tomo 4, pp. 113-120.

109
acuñación de más “dirhams” a fin de estabilizar la galopante inflación, y la retirada de circulación

de grandes partidas de moneda devaluada. 158

Paralelos a los complicados problemas monetarios que afectaron al ‘dirham’, fueron los de la

inflación que afectó a la moneda de bronce marroquí, los ‘fils’.159 Era peculiar en Marruecos un

bimetalismo de plata y bronce, en el cual la moneda de bronce poseía un intrínseco valor por sí

mismo y además era la moneda más cómodamente usada como moneda de intercambio en el

comercio interior. La relación entre el ‘dirham’ y los ‘fils’ evolucionó a lo largo del siglo XIX

constantemente en contra del bronce. Los esfuerzos de especuladores y falsificadores y la

actuación del gobierno intentando detraer de la economía el bronce sin valor, empeoraron la

situación. La inflación del bronce, junto con la depreciación y el declinar de la plata, reforzaron la

existente crisis monetaria.

160
Germain Ayache señala que una consecuencia fue que el precio del trigo se multiplicó

por cuatro en diez años desde 1859 y continuó aumentando durante el resto del siglo. Otros muchos

precios de los artículos de consumo sufrieron una evolución similar. Mientras las tasas e impuestos

experimentaban un alza, los salarios tendieron a permanecer más estables. Aquellos que vivían de

rentas fijas tales como las rentas procedentes del hubus (= rentas destinadas a fines religiosos) y

aquellos que vivían en las ciudades portuarias o en las proximidades de las mismas, donde la crisis

era más intensa, sufrieron en consecuencia.161 La inflación afectó también al sistema fiscal. Se

tuvieron que aumentar las cargas fiscales a la población modificando los dos impuestos coránicos

tradicionales sobre bienes agrícolas y ganaderos. Los impuestos tradicionales marroquíes, el zakah

158
Cfr. Ayache, G : “ Aspects de la crise financière “, op. cit., pp. 303-309. Véase también Miège, “Le Maroc”, op. cit,
Tomo 4, pp. 113-115. El propósito español era que se conservase la moneda española en el Sultanato a todo precio y
que no fuese desalojada ni sustituida por el franco ni por las monedas nacionales mandadas acuñar por el Sultán en
países europeos. Cfr. Ministerio de Estado: Informe confidencial no. 15. Circulación de la plata española en Marruecos.
15 de abril de 1903. (A)rchivo del (M)inisterio de (A)suntos (E)xteriores. Legajo H-2738. Circulares sobre Marruecos.
159
Cfr. Ayache,G., “Aspects de la crise financière …», op. cit., pp. 297-298. Ayache fue el primer investigador en dar
gran relevancia a la importancia que tenía el bronce en el sistema monetario marroquí y en estudiar el impacto de la
inflación en el bronce en el siglo XIX. Véase también, Miège, J.: « Le Maroc «, op. cit, Tomo 3, pp. 100-101.
160
Cfr. Ayache, G.: “ La crise financière… », op. cit, pág. 304. Véase también Miège, « Le Maroc “, op. cit, Tomo 3,
pp. 104-105.
161
Cfr. Miège : Le Maroc, op. cit, Tomo 4, pp. 120-123.

110
y el ‘achar’, siendo tasas sobre la agricultura (generalmente pagables en especie) eran incapaces de

producir suficientes rentas como para ayudar al Tesoro, aunque fueron convertidos en pagos en

moneda. Para reformar el sistema fiscal, ampliando los impuestos fundamentales, un nuevo

impuesto sobre las mercancías que entraban en las ciudades, el ‘maks’ fue instituido (el Sultán

Muhammad ibn Abdallah ya había recurrido a él) y se mantendría hasta el reinado de Mawlay

Hassan (1874-1894) que lo retiró por su impopularidad; en consecuencia, alcanzaba a las

poblaciones urbanas que estaban exentas del impuesto agrícola, o ‘achar’.162 Los campesinos que

anteriormente habían pagado sus tasas en especie se encontraron en serias dificultades cuando el

pago pasó a ser monetario, y muchos perdieron su tierra en manos de prestamistas urbanos durante
163
este período. La modificación de la tradición coránica referida a la fiscalidad motivó el

descontento entre la población por el aumento de las cargas impositivas, pero también entre los

doctores de la ley, los ulemas, que cuestionaban el respeto a la ‘sharia’, ley islámica, por parte del

Sultán. Estos hechos deslegitimaban al máximo representante del poder y la autoridad ante sus

súbditos, los cuales eran considerados la comunidad de los creyentes, ya que aceleraban la

percepción por parte de la sociedad marroquí de los cambios sufridos a causa de la injerencia

extranjera y la pérdida de los fundamentos ideológicos del poder. Así, se incentivaban reacciones

adversas a la autoridad, ya fuesen la revuelta popular o el intento realizado por ciertos individuos de

rehuir la administración del Sultán.164

La crisis monetaria coincidió con otra sacudida económica, la crisis en la balanza comercial

marroquí, como describe J. L. Miège, a partir del estudio de las exportaciones de Marruecos a

Marsella.165 Las principales exportaciones de Marruecos a Francia (lana, cuero, pieles, trigo y

dátiles) experimentaron una disminución constante durante la segunda mitad del siglo XIX

162
E. Michaux- Bellaire, « Les impôts marocains «, Archives Marocaines, no. 1, 1904, pp. 56-96, explica la dinámica
y funcionamiento del sistema de impuestos. El término ‘maks‘ era usado en un sentido general para referirse a todos los
impuestos no-coránicos. Véase también Michaux- Bellaire, “L´organisation des finances au Maroc«, en Archives
Marocaines, no. 11, 1908, pp. 171-251.
163
Cfr. Ayache, G.: “ La crise financière « … op. cit, pp. 285-91.
164
Estas tesis son las que sostienen historiadores marroquíes como Abdallah Laroui y Germain Ayache.
165
Cfr. Ayache, G.: op. cit, pp. 367-69.

111
conforme la apertura del canal de Suez, la introducción de los barcos de vapor y la inauguración de

los ferrocarriles transcontinentales facilitaron la llegada del trigo americano y ruso y de la lana

australiana a los mercados europeos a precios muy reducidos.166 A la vez aumentó la competencia

comercial entre las potencias por exportar a Marruecos, lo que encontró su ejemplo en la política
167
alemana del dumping invadiendo Marruecos de mercancías baratas desde 1890. Ello provocó

como consecuencia que las importaciones marroquíes se incrementaran notablemente a la vez que

sus principales exportaciones a los mercados europeos se reducían. Lo brusco de estos cambios

económicos produjo violentas dislocaciones sociales, que afectaron primero a la región costera y

luego, gradualmente al interior de Marruecos.

Las crisis monetaria y financiera vinieron a recrudecerse con una serie de desastrosos años

agrícolas que fomentaron la destrucción de cualquier capacidad de reacción que pudiera existir en

el sistema tradicional. La primera hambruna se prolongó de 1867 a 1869, tras una serie de malas

cosechas en todo el país y dio paso al éxodo rural a las ciudades. 168 Después de una recuperación,

sobrevinieron siete años más de hambre severa, muy difundida que extirparon cualquier esperanza

de que Marruecos –de alguna manera- pudiera mantener un equilibrio entre producción y

necesidades alimenticias. Desde 1878 a 1884, una hambruna de las más prolongadas e intensas que

conociera el país, dominó la escena.169 Las epidemias de viruela y cólera hicieron estragos y

diezmaron las ya desarboladas poblaciones rurales. Las familias buscaron obtener unas medidas de

socorro en las ciudades portuarias,170 pero los esfuerzos caritativos de las comunidades europeas

residentes no pudieron ayudar a todo el mundo. Estimaciones contemporáneas resaltan que la

166
Cfr. Ayache, G. : op. cit, pp. 370-374.
167
Cfr. Ayache, G.: “La première amitié Germano-Marocaine .1885-1894 «, en Etudes d´histoire marocaine, Rabat,
SMER, 1979, pp. 229-247 ; del mismo autor : « La crise des relations germano-marocaines (1894-1897), en Etudes
…op. cit., pp. 249-291; id: «Sur les rapports entre l´Allemagne et le Maroc de 1870 a 1905. Un livre de Pierre Guillen«,
en Etudes …op. cit, pp. 293- 305. Cfr. también Guillen, P, L ´Allemagne et le Maroc, 1870-1905, París, Presses
Universitaires de France, 1967, pp. 440-446, 477-478, recalca y discute la importancia de la ofensiva comercial
alemana en Marruecos a partir de 1890.
168
Sobre la crisis agrícola de 1867-1869 y sus efectos, véase Miège, Le Maroc, op. cit, Tomo 3, pp. 145-159.
169
Cfr. Miège, J. L., Le Maroc, Tomo 3, pp. 375-467.
170
En otro nivel las crisis demográficas son en parte inducidas por la presión fiscal y provocan una gran tensión social
que se manifiesta entre otras consecuencias, en el bandidismo y en la hostilidad de los habitantes del campo contra las
poblaciones urbanas.

112
incidencia de la mortalidad alcanzó a una proporción de 1/ 4 a 1/3 parte del total de la población

rural. Miège acepta cifras más reducidas: un 15 % de mortalidad en las ciudades de la costa y una

tasa sustancialmente más alta en el interior.171 Como era usual en estas circunstancias, la población

rural y los más pobres se vieron desproporcionadamente golpeados. Las consecuencias

demográficas de la crisis de 1878-84 hicieron de este uno de los acontecimientos capitales en la

historia social de Marruecos. 172 Sólo aquellos que ya poseían una posición económica privilegiada

por su condición de protegidos de naciones europeas o porque gozaban de privilegios emanados

del Majzén, emergieron de la prolongada depresión con una posición cómoda.173

En 1856 el gobierno marroquí concluyó un tratado comercial con Inglaterra, distinguiéndola

como ‘nación más favorecida‘. Este tratado serviría como modelo para sucesivos acuerdos con

Francia, España y otras potencias europeas. El resultado inevitable de la intensificación de

relaciones con empresas europeas fue la apertura del mercado marroquí a un conjunto numeroso de

manufacturas y al declive del artesanado marroquí. Por ejemplo, en 1830, la ciudad de Salé era

capaz de albergar a centenares de pequeños talleres textiles de paños de algodón y lana. En 1880,

como resultado de la importación de los paños más baratos de algodón de Lancashire, muchos

artesanos quedaron sin empleo.174 Una historia similar ocurriría en otras ciudades de Marruecos.

Aunque no todos los oficios artesanales fueron afectados de manera uniforme, la segunda mitad del

siglo asiste al hundimiento de los talleres artesanales como un sector vital de la economía marroquí.

171
Cfr. Miège, J. L, Le Maroc, op. cit, Tomo 3, pp.443-446.
172
El período 1890-1896 también está marcado por calamidades. La sequía de 1891 sucede en un contexto marcado
por las exportaciones de cereales autorizadas a favor de Alemania a pesar de la escasez de la cosecha. Estas crisis de
hambre del siglo XIX producen una serie de grandes transformaciones: generan una situación de ruptura del equilibrio
socio-económico existente en el Sultanato, y paralelamente están en relación con un acrecentamiento de los
intercambios marítimos con el exterior, con un inicio de la penetración financiera europea y con las dificultades
monetarias. Las calamidades contribuyen a acentuar los diferentes procesos ligados a la ‘apertura’ al exterior, y a las
modalidades de reacción a la misma de la sociedad y del Estado. Es el caso de la diferenciación social creciente, a favor
de los protegidos, de la burguesía urbana, de las elites majzenianas y religiosas.
173
Sobre el tema de la protección véase: Kenbib, M.: “ Structures traditionnelles et protections etrangeres au Maroc au
XIX e siecle “, en Hespéris- Tamuda, Vol. XXII, 1984, pp. 79-101. Del mismo autor: « Proteges et brigands dans le
Maroc du XIXe siecle et debut du XXe«, en Hesperis-Tamuda, Vol. XXIX , Fasc. 2,1991, pp. 227-248. Véase también
Miège, J. L, Le Maroc, op. cit, Tomo 3, pp. 449-458.
174
Cfr. Miège, J- L : “ Coton et cotonnades au Maroc au XIXe siècle «, en Hespéris, Tomo XLVII, 1959, pp. 219-
238.

113
La difusión de los productos europeos es otra importante señal de los nuevos tiempos; desde

mitad de siglo, velas, bujías, paños de algodón, aceite y especialmente té y azúcar vieron decrecer

sus precios a causa de la disminución en los costes de producción y transporte. Las importaciones

marroquíes de estos productos ascendieron espectacularmente, en función de su precio barato y de

la rapidez de transporte, y gracias también a las ventajas crediticias y a las facilidades de compra

dadas por las firmas europeas: Miège ha examinado el impacto de la difusión de los nuevos

productos en los hábitos de consumo marroquíes. El caso de la difusión del té y del azúcar es

espectacular. Para poder adquirir los artículos, gran número de marroquíes se endeudan. 175

La inserción de Marruecos en el sistema internacional, va a producir un importante desarrollo

urbano con la expansión de una burguesía de negocios con presencia incluso fuera del país. De esta

época data también un primer proceso de desarraigo de la población rural, afectada por los cambios

y que iniciará un éxodo hacia las ciudades que culminará con la colonización. Serán las ciudades

costeras con grandes puertos como Tánger –entre 1856 y 1900 pasará de 10.000 a 45.000

habitantes- y Casablanca -esta última duplicará su población entre 1850 y 1900, totalizando en esa

última fecha los 21.000 habitantes, de ellos unos 600 europeos– las que sufran mayor

transformación, sin olvidar el auge de la capital, Fez, que cuenta también en ese año 1900 con

95.000 habitantes y que acusa especialmente estos cambios. En general, las ciudades del interior

tienden a languidecer. Una economía orientada a la exportación gradualmente abierta al mundo,

reemplazará a la vieja orientada al mercado local y doméstico.

Por otro lado, la sociedad marroquí tradicional se estructuraba en torno a la coexistencia de

tres elementos indispensables: el clan, las hermandades o cofradías religiosas y el Majzén. Cada

uno aseguraba una esfera básica: organización de la producción, sociabilidad y orden político.

Incluso cuando alguno de ellos había intentado prescindir de los otros, una reacción del cuerpo

175
Cfr. J.L. Miège, Le Maroc, op. cit, Tomo 4, pp. 391-394. Véase también su artículo, “Origine et développement de
la consommation du thé au Maroc«, en Bulletin Economique et Sociale du Maroc, 1957, pp. 377-398. F. Olivier,
escribiendo sobre el decenio de 1930, señaló que el 30 % del presupuesto ordinario de la familia se dedicaba a la
compra de azúcar y té. La cita se encuentra en: Burke III, E.: Prelude to protectorate in Morocco. Precolonial protest
and resístanse, 1860-1912, Chicago-Londres, The University of Chicago Press, 1976, pág. 229.

114
social había llevado a retornar a la coexistencia, como se vio en el intento frustrado de la

oficialización de la ideología wahhabí durante el Sultanato de Mawlay Soleiman. Pero este

equilibrio iba a sufrir un duro golpe merced a la presión extranjera a todo lo largo del siglo XIX,

produciendo el dislocamiento del sistema. Los extranjeros actuarán de catalizador de una reacción

en cadena que pondrá al Sultán ante la obligación de efectuar concesiones que suscitarán, por su

parte, la aparición de una oposición, que tendrá incluso sus manifestaciones en toda una literatura

crítica. Los otros actores, ulemas y personal religioso, comerciantes, jeques de las cofradías y

caídes de tribus, encontrarán fórmulas particulares de una protesta inorgánica de cuya articulación

dialéctica surgirá el embrión del nacionalismo marroquí del siglo XX.

Junto al desarrollo de las ciudades, el período pre-colonial viene acompañado de la

consolidación de ciertos poderes locales en regiones apartadas, pero claves para el comercio.

Familias comerciantes como los Ulad Beyruk de Gulimin o la casa de Iligh –los Banu Hachim- en

Tazerualt, minarán el control del poder central, desafiado también por grandes caidatos rurales

como los Mtuga en el oeste, los Gundafa en el centro y los Glaua en el este. La envergadura de

estos pequeños ‘imperios’ locales, controlada durante el Sultanato de Mawlay Hassan, crecerá con

sus sucesores. A la disidencia de ciertas grandes familias va a sumarse la emergencia de otros

poderes locales, sean estos de origen religioso, las cofradías, focos de poder político y económico,

árbitros inter-tribales a escala local, o político- religiosos como el principado morabítico de los

chorfa de Wazzan, en el norte, sean revueltas de carácter urbano o rural, protagonizadas por

corporaciones, cofradías o tribus.

Otro de los aspectos al que más referencia se hace en estudios sobre la sociedad marroquí en

la época precolonial es el de la distinción en el Sultanato de dos realidades: el bled majzén (= tierra

dominada por el Gobierno) y el bled siba (= tierra en rebeldía que no acata las órdenes del Sultán).

Es el problema de la supuesta dicotomía del Sultanato como circunstancia representativa de la

fragmentación territorial marroquí en dos áreas. Como recuerda Michele Brondino, el antagonismo

115
árabe- bereber, personificado en la contraposición bled majzén ( territorio fiel al poder central,

territorio árabe) – bled siba (territorio rebelde; territorio bereber, que permanecía en rebeldía frente

al poder, que se hallaba poco islamizado y que tenía un concepto democrático extremado y poco

propicio a reconocer autoridades más allá del marco tribal en que se movía), ha sido ampliamente

resaltado por los colonizadores, fieles al principio “divide y vencerás“. Esto supone ignorar

deliberadamente que la inicial resistencia armada al colonialismo europeo fue muy importante en

todo el norte de África y que esta resistencia no parece haberse organizado de manera diferente en

el majzén y en el siba.176 Sin embargo, este esquema se convertirá en un cliché clásico,177 en un

estereotipo en manos del colonialismo francés, que llegó a delimitar geográfica y étnicamente los

espacios que correspondían a cada uno de los conceptos. El Bled- Majzén estaría constituido,

principalmente, por las grandes llanuras atlánticas y orientales, de población árabe; y el Bled siba,

por las regiones montañosas de población bereber. No sólo servía este esquema teórico a una

política de fragmentación territorial de Marruecos que facilitaba la ocupación militar y

administrativa, sino que servía también a una ‘política beréber’ por parte del Protectorado; a un

intento de atraerse a la población de ese origen étnico, creando incluso el mito del ‘buen beréber’,

con el que el diálogo colonialista era más fácil y al que los ideólogos del Protectorado presentarían

como la base humana en que apoyar su ‘acción civilizadora’ frente al ‘perverso árabe’, un

instrumento con el propósito de dividir no sólo el territorio sino también a sus habitantes.

El problema del estudio de estos dos territorios surge cuando se intenta analizar la historia de

Marruecos a partir de unas categorías conceptuales, la noción de Estado y de frontera, válidas para

Europa, pero difícilmente trasladables al Magreb precolonial. En este sentido habría que reevaluar

la importancia de una de las características del Marruecos precolonial, que parece bien establecida

desde siglos antes : la diferenciación entre una zona realmente sometida al gobierno del Sultán, el

bled-majzén, donde éste recaudaba regularmente impuestos, que suministraba contingentes de tropa

176
Cfr. Brondino, M.: Il Grande Maghreb: Mito e realtà, Milán, Franco Angeli, 1988, pp. 47 y ss.
177
Como recuerda Alfonso de la Serna. Cfr. Serna, A. de la: Al sur de Tarifa. Marruecos- España: un malentendido
histórico, Madrid, Marcial Pons, 2001, pág. 157.

116
y donde era aceptada de manera permanente la administración imperial (caídes, funcionarios, etc);

y otra zona, el bled- siba, también de dominio del Sultán, pero donde su autoridad y administración

había de ejercerse muchas veces en forma de detracciones no regulares. Esto no implica, sin

embargo, como pretendieron los autores de ideología colonialista, la existencia de dos identidades,

de dos pueblos –árabes sedentarios y beréberes nómadas– históricamente enfrentados.178 En

definitiva, el dominio del Sultán a través del ‘bled-siba’ podía alcanzar territorios muy alejados de

la corte. Así, por ejemplo, después de la expedición de 1724 los habitantes de los emiratos

mauritanos de Trarza y Brakna reconocían a Mawlay Ismail como su jefe espiritual y, hasta cierto

punto, temporal. En consecuencia, tampoco la noción de frontera tiene las mismas connotaciones

que en Europa.179 La frontera, hasta las artificiales fijaciones coloniales, era una amplia franja,

caracterizada por su fluidez, donde, progresivamente, se diluía la autoridad del Sultán o entraba en

colisión con el reconocimiento de otras autoridades. Era, al mismo tiempo, una franja

178
Sobre este planteamiento y sobre la crítica a las tesis que exageran la importancia de la ‘siba’ véase Brown, K:
“Excursus sur l´insoumission siba “, en VVAA: Rivages et déseserts. Hommage à Jacques Berque, París, Sindbad,
1988, pp. 99-109. Para Brown un análisis semántico e histórico – historia de las revueltas- demuestra que el término
‘siba’ tiene diferentes significados y aplicaciones y que, incluso, se utiliza para referirse a las revueltas urbanas. Según
Brown, de manera general, podríamos definir también ‘siba’ como sinónimo de ‘barbarie‘: “El complemento de la
barbarie es la insumisión a la ley. Como el Islam y la civilización son el contrario de la barbarie, sus complementos
obligados son la ley y la autoridad: hukm. En el contexto marroquí, el lugar de la ley y de la autoridad y también su
forma se denominan ‘makzén’. Dicho de otra manera, el makzen es la particular estructura del aparato del estado en
Marruecos“(cita en la pág. 109). Sobre la relación entre Majzén y siba en Marruecos y sobre el papel del Sultán en estas
relaciones véase Laroui, A. Orígenes sociales y culturales del nacionalismo marroquí (1830-1912), Madrid, Editorial
Mapfre, 1997, pp. 141-209. Novedosos planteamientos sobre el poder de la tribu (bereber casi siempre) y el Majzén en
Marruecos en, Joffre, E.G. y Pennell, C.R. (eds): Tribe and State. Essays in honour of D.M. Hart, Londres, Middle
East and North African Studies Press Cambridge, 1991.
179
Daniel Nordman ha afirmado que es en torno a la mitad del siglo XIX cuando una cierta noción geopolítica de la
frontera, de naturaleza europea, pasa al Magreb. Es el tratado franco-marroquí de 1845 tras la derrota marroquí en Isly
o tratado de Lalla Magnia, primer tratado de límites de la época colonial en África del Norte, el que establecía tres
modalidades de partición de los territorios – topográfica, tribal y ‘res nullius‘ para el caso del Sahara-, que fijados a
principios de la ocupación francesa de Argelia, serían utilizados por las potencias colonizadoras como punto de
referencia para las futuras delimitaciones en el Magreb. Que se impusiera una concepción territorial europea para
definir las fronteras, no quiere decir que la noción de territorio y frontera no tuviera una existencia bastante anterior en
el norte de África. Cfr. Norman, D : “ Problematique historique : des frontieres de l´Europe aux frontieres du Maghreb
(19 siècle) “, en Problèmes de frontieres dans le tiers-monde, París, L´Harmattan, Pluriel- Débat, 1982, pp. 17-29. Uno
de los principales argumentos utilizados por Allal el Fasi y por el partido nacionalista Istiqal a la hora de proclamar la
marroquinidad de Río de Oro y de la Sakia al- Hamra, se fundamentó precisamente en una concepción de territorio
diferente: la musulmana. Ligado al concepto socio-religioso del pueblo musulmán, la umma, la comunidad de
creyentes, el espacio territorial musulmán o Dar el Islam no se define en función de un poder político que se ejerce en
el interior de ciertas fronteras, sino en función de datos religiosos. Como afirma Maurice Flory, el territorio musulmán
no está fundado ni sobre un ‘jus loci’, ni sobre un ‘jus sanguinis ‘, sino sobre un ‘jus religionis’. Crece o decrece en
virtud de las conquistas del Islam. Cfr. Flory, M, “La notion de territoire arabe et son application au probleme del
Sahara“, en Annuaire Français du Droit Internationale, 1957, pág. 76 y ss.. Ahora bien, que Dar el Islam sea un
espacio geográfico movil en el cual vive esa comunidad de creyentes que es la Umma, no significa que sea un espacio
organizado (política, económica y socialmente) de una manera homogénea.

117
extremadamente móvil que avanzaba o retrocedía según las posibilidades que tenía el Sultán para

hacer efectivo su dominio en un determinado momento. De ahí surgen los problemas postcoloniales

de reivindicación de territorios que en un momento dado formaron parte del siba. En el caso de

Marruecos podríamos incluso diferenciar un siba permanente, determinadas regiones poco

accesibles del Atlas y del Rif, que siempre ha formado parte de Marruecos y así ha sido reconocido

por los países vecinos, y un siba coyuntural o exterior, fruto de las expediciones marroquíes al

margen septentrional del río Senegal.180 Es este segundo siba el que ha impulsado el proyecto

180
Elbaki Hermassi, Abdallah Laroui y Edmund Burke III, principalmente, han explicado el problema con claridad.
Según estos autores, habría un « siba« espacial y otra temporal (Hermassi) o, en otras palabras, una «siba« estructural
y otra coyuntural (Laroui). La espacial o estructural se produce cuando las condiciones del territorio en ciertas regiones
del país- zonas montañosas, desiertos, etc- hacen difíciles las comunicaciones; o los hábitos de la población –
nomadismo- causan oscilaciones de la misma y determinan unas formas de vida que la alejan del ámbito del poder
central. Esta ‘siba’ espacial o estructural determina que la administración y el poder se ejerzan indirectamente, a través
de las propias autoridades locales – jeques- u organismos también locales – cofradías o hermandades religiosas-. No
hay, en estos casos, pago regular de impuestos; existe un cierto régimen de autonomía; pero todo ello no quiere decir
que se produzca un vacío de soberanía, ni fraccionamiento del país frente al posible agresor o el invasor extranjero. La
idea de nación como territorio sigue en pie. La “siba“ temporal o coyuntural puede aparecer cuando en una ocasión
concreta de crisis del Imperio surge un vacío temporal de poder que es llenado por la autoadministración de la
comunidad en situación de “siba “ . Diríamos que un ‘horror vacui’ provocaría el levantamiento de un espacio ‘siba ‘
dentro del cual podrían surgir personajes episódicos , pero no por ello menos inquietantes, porque podían discutir la
autoridad del Sultán, o la del Majzén , y hasta abrigar propósitos más o menos secretos, más o menos expresos, de
erigirse ellos mismos en cabeza de la comunidad marroquí. Ahora bien, ni la ‘siba’ espacial o estructural, ni la temporal
o coyuntural, como situaciones circunstanciales, eliminan aquella realidad profunda determinada por la posición del
Sultán como ‘imán’ supremo, como ‘emir de los creyentes ‘, uniendo a la autoridad política, civil, emanada del pacto
de la ‘baia’ con la comunidad marroquí, la autoridad religiosa, la preeminencia espiritual que procede de su condición
casi sagrada y, en el caso concreto de Marruecos, su condición de ‘jerife’, descendiente de la familia del profeta , y
portador de la ‘baraka’. En cualquier situación de ‘siba‘, subsistía el hecho de que el Sultán era la suprema autoridad
religiosa, el guardián de la ‘sharia’ o ley islámica, y ambas, autoridad y ‘sharia’, son elementos inseparables del poder
soberano que encarna en lo político el monarca. Quedaba vigente la figura del Sultán hasta tal punto que si caía
prisionero de alguna revuelta política era custodiado con el respeto que corresponde al imán supremo. Caso extremo,
este último, al final de una cadena de realidades políticas que nos hacen ver lo errado de la dicotomía expuesta por la
interpretación occidental. A pesar de la ‘siba’, se mantenía siempre una relación sutil con el monarca lejano por parte
del territorio sublevado que se materializaba, por ejemplo, en el envío de ‘embajadas’ ; en el suministro eventual de
tropas cuando llegaba una crisis por causa de amenaza exterior; en donativos al soberano con ocasión de festividades;
en la aceptación del arbitraje del Sultán en los conflictos tribales; en el ejercicio de la función de gobernadores por
personalidades cuya autoridad se apoyaba en el respaldo del distante monarca , en la existencia de ‘alcazabas’
dependientes de aquél. Hasta la más alejada tribu en ‘siba’ guardaba alguna clase de relación con el monarca. Lo que
ocurría, simplemente, era que el distanciamiento físico de ciertos grupos de población les llevaba a la situación de
autogobierno característica de la ‘siba’, pero no a romper su vínculo profundo con quien era la cabeza de la comunidad
y ocupaba en la ‘umma’ islámica el lugar histórico preeminente que durante siglos han ocupado los sultanes
marroquíes.
La noción europea de imperio territorial, con líneas abstractas de frontera, con espacios geográficos bien delimitados y
con un gobierno efectivo hasta el último rincón del Estado, era ajena a la sociedad marroquí, y en general a la sociedad
islámica, en la que priman mucho más el vínculo personal, la sumisión a un guía espiritual, que la identificación exacta
con un territorio minuciosamente descrito.Por eso sería absurdo, como ha dicho E. Burke , pretender trazar un mapa
exacto de los territorios ‘majzén’ o de los ‘siba’ cuando lo que había en realidad era una situación de descentralización
temporal o espacial, según los casos, pero no un país dividido, despiezado ante el máximo representante de la soberanía
política y de la autoridad religiosa : las dos caras de la misma moneda de la tradicional sociedad islámica. Eludiendo,
pues toda simplificación, concluyamos que la ‘siba’ no era una separación radical.

118
nacionalista del Gran Marruecos y el que, evidentemente, ha provocado la oposición de mauritanos

y saharauis.

La relación entre Majzén y siba fue, históricamente, mucho más fluida de lo que ha

pretendido la historiografía colonial. Para Charles- André Julien, el Majzén designaba inicialmente

al Tesoro (almacén, depósito de la Hacienda del Sultán), pero este término acabó por referirse a

todo el conjunto del personal del gobierno y a la Administración central, que ejecutaba las

decisiones del Sultán, que era el único principio de autoridad reconocido por todos los

marroquíes.181 El poder del Sultán se ejercía de manera efectiva y plena sobre aproximadamente la

mitad del territorio del actual Marruecos. De aquí se pasó, según Julien, a oponer sistemáticamente

el Bled es Majzén, que comprendería esencialmente las llanuras atlánticas y orientales, donde las

poblaciones de civilización árabe pagaban regularmente los impuestos y suministraban los

contingentes que garantizaban la estabilidad del régimen, y el Bled es Siba, “región de las revueltas

y la anarquía“, superficialmente islamizada, según se afirmaba, rebelde al poder temporal del

Sultán, con tendencias democráticas, pero sin capacidad para formar un bloque rebelde a causa de

las rivalidades de las fracciones de tribu, tribales, etc. La situación, era en realidad, mucho más

fluida y compleja. Josep Lluís Mateo Dieste ha señalado, al respecto, que cualquier separación

apriorística entre árabes y bereberes en el Marruecos de 1900 es una falacia por el hecho de que se

produjo, desde la llegada de los invasores árabes al Magreb una fusión de elementos entre ambos

pueblos: la islamización y la permanencia de ciertos factores comunes como el marabutismo que se

pueden encontrar tanto entre arabo-hablantes como entre bereberohablantes son ejemplos de esta

mezcla de sociedades. 182 Este investigador catalán, junto con Edmund Burke III señala 183 incluso

que la distinción entre bed-majzén y bled- siba no fue tampoco definida de la misma manera a lo

largo del tiempo por los autores europeos y por los ideólogos coloniales. El mito del ‘bled-es- siba‘

181
Cfr. Julien, Charles- André, Le Maroc face aux impérialismes, 1415-1956, París, Éditions Jeune-Afrique, 1978, pp.
96-99.
182
Cfr. Mateo Diesde, J.: El ‘moro’ entre los primitivos. El caso del Protectorado español en Marruecos, Barcelona,
Fundación ‘La Caixa’, 1997, pág. 107.
183
Cfr. Burke, Edmund III: “The image of the Moroccan State in French Ethnological Literature“, en Gellner, E. y
Micaud, C.: Arabs and Berbers From Tribe to Nation in North Africa, 1972, Londres, Duckworth, 1972, pp. 175-199.

119
creado por los antropólogos colonizadores surgió en los momentos de mayor resistencia local. Sin

embargo, esta imagen de división de Marruecos no había sido siempre la misma. Las obras

literarias de principios de siglo (Edmon Doutté, con sus misiones de estudio en el Marruecos de

1900-1901 y Eugène Aubin, con su Le Maroc d´aujourd´hui, editada en 1903) no otorgaron un

significado importante a estas dicotomías. El aparente desorden político era entendido en realidad

como una forma de orden, como una fórmula política de equilibrios dentro del Imperio jerifiano. La

distinción árabe- bereber era una más, pero no la que articulaba la sociedad marroquí, o más bien,

como dirían los colonialistas, la desestructuraba. Para Doutté, por ejemplo, existía el bilingüismo y

se podían encontrar nómadas árabes como bereberes.

Como nos recuerda Charles-André Julien, no existía tampoco un límite “preciso y rígido“

entre los dos bleds. Las exigencias económicas mantenían y reforzaban los contactos entre las

tribus de las regiones siba y las ciudades del Majzén. De hecho, el ‘siba’ no cuestionaba la

legitimidad del poder del Sultán, sino que intentaba sustraerse a la autoridad del Majzén. No

podemos, sin embargo, reducir el fenómeno del ‘siba’ sólo a la voluntad de escapar a las cargas

fiscales impuestas por el Majzén y a la defensa de la autonomía local. 184 En todo caso, habría que

añadir que contribuyó a mantener las instituciones tradicionales y a reafirmarlas contra los abusos

y las debilidades del Majzén, sobre todo, cuando, como sucedió en el período colonial, éste se

comprometía o subordinaba a los poderes extranjeros.

El análisis de las funciones institucionales de los dos ‘bleds’ en el Marruecos anterior al

colonialismo refuerza todavía más el carácter fluido y complementario de sus relaciones.185 Según

Abdelatif Agnouche, la organización central del Majzén comprendía dos grandes servicios: el

servicio de la Casa del Sultán y el servicio del Estado. El primero se ocupaba de todo lo

relacionado con la corte y de su funcionamiento. El segundo, encabezado por los visires, que

dependían directamente del Sultán – única fuente de poder - , tenía como funciones participar en las

184
Cfr. Segura, A.: El Magreb: del colonialismo al islamismo, Barcelona, Publicacions de la Universitat de Barcelona,
1994, pág. 83.
185
Véase al respecto Agnouche, A.: Histoire politique du Maroc, Casablanca, Afrique Orient, 1987, pp. 218- 223.

120
decisiones del Sultán, transmitir sus órdenes y controlar su ejecución y cumplimiento por parte de

las autoridades subalternas. Entre los visires destacaban el Gran Visir, encargado de vigilar y

coordinar a los agentes de la autoridad, el Visir del Mar, que se ocupaba de las reclamaciones de las

delegaciones europeas (su puesto como Ministro de Asuntos Exteriores se complementaba con la

función desempeñada por un Jalifa del Sultán que residía en Tánger) , el Al´Allaf el Kebir, que era

el encargado de la intendencia (avituallamiento, sueldos) del ejército, y el Amin al Umana, el

equivalente a un ministro de Economía y Finanzas, que hacía de tesorero general y se encargaba del

control de los agentes fiscales y de llevar las cuentas del Estado. La administración del Majzén se

completaba con una verdadera burocracia de secretarios (katib-s) que, a finales del siglo XIX,

creció considerablemente debido al incremento de los contactos políticos y comerciales 186con los

europeos y a la política de reformas fiscales de Mawlay Hassan, y que se caracterizaba por su

carácter formalista y meticuloso y por su poca agilidad en tramitar rápidamente los asuntos de su

competencia.

La administración local no se encontraba unificada en el sistema marroquí anterior al

colonialismo. Aquí es donde nos reaparece la distinción entre Majzén y siba. En el Majzén, el

Sultán y el aparato político tenían una representación orgánica encargada de aplicar sus decisiones

fiscales, penales, y a veces, comerciales. Marruecos se dividía en tres grandes provincias, Fez,

Marrakesh y Tafilalt, al mando cada una de ellas de un representante del Sultán, el Jalifa, que

disponía de una delegación total de poderes para todo aquello que afectaba a su provincia. Los

gobernadores o Bajaes ejercían la autoridad en las ciudades, mientras los caídes lo hacían en las

zonas rurales. Todos estos cargos eran de nominación y, en consecuencia, la fuente del poder era

delegada, con el fin de garantizar la unidad del poder del Sultán en el Majzén. Sin embargo, con el

186
Cfr. Miege, J. L.: “ Economie et societe a Mogador. Les papiers d´ Hubert Giraud (1889-1892) «, en Revue Maroc-
Europe, Vol. 8, 1995, «Economies marocaines « , pp. 51-88; del mismo autor : « Entre desert et Ocean. L´espace
economique d´Essaouira au XIX e siecle «, en Revue Maroc- Europe, no. 4, 1993, « Espaces et régions«, pp. 45-60;
también véase : Smaili, M. A : «Echanges commerciaux et societe oujdie a la fin du XIXe siecle«, en Revue Maroc-
Europe , Vol. 8 , 1995, « Economies marocaines « , pp. 89-108.

121
paso del tiempo, estos cargos se convirtieron a veces en hereditarios con lo cual los lazos de

subordinación se volvieron aleatorios.

En el siba, la administración local correspondía a las tribus que se organizaban a través de

instituciones seculares como las asambleas de notables. A menudo, el Sultán nombraba caíd a uno

de estos notables. Las tribus reconocían en el caíd la autoridad religiosa del Sultán, pero, no el

poder fiscal y administrativo del Majzén. De esta clara distinción entre poder temporal (rechazado

por el siba) y poder espiritual (aceptado por el siba) se derivaban considerables ventajas para el

Sultán, que se convertía en símbolo de una unidad comunitaria difícilmente contestable. El Sultán

podía aprovechar así en beneficio propio los conflictos intertribales ya que él, como máxima

autoridad religiosa, era el único que podía arbitrar en estos conflictos y sus decisiones no podían ser

discutidas. Como señala Abdelatif Agnouche, “la unidad entre los diferentes grupos étnicos

marroquíes no es de carácter nacional en el sentido occidental (sociedad sometida a un poder

omnipotente y omnipresente), sino más bien comunitaria (sobre la base de unos vínculos religiosos

y bajo la benevolencia de un símbolo: el Sultán), y puede resultar eficaz frente a un enemigo

común“.187 Esto es justamente lo que nunca ha sido capaz de comprender la historiografía colonial

que, a menudo, se ha empeñado en contraponer una población autóctona (beréber) a una población

sobrevenida (árabe). Para Michele Brondino, esta insistencia en presentar a los árabes como los

invasores y a los beréberes como las víctimas , y de considerar a Marruecos, a pesar de la

continuidad secular de las dinastías saadí y alauí – esta última todavía al frente del Estado -, como

“ una amalgama de tribus , precariamente unificadas por el elemento religioso, que lo único que

tienen en común es un país unido por un sistema económico secular y milenario “, responde a unos

claros objetivos y a unos intereses inconfesables : “ justificar y legitimar la colonización francesa

como necesaria para civilizar el país“. 188

187
Cfr. Agnouche, A.: op. cit, pág.223.
188
Cfr. Brondino, M.: op. cit, pp. 32-38 (cita de la pág. 38 ).

122
El capital comercial se consolidó en Marruecos interviniendo en la esfera de la producción de

las tribus del interior del país gracias a la presión que hacían comerciantes y firmas europeas desde

los puertos. Hasta entonces las cabilas se basaban en una economía de subsistencia cuyos lazos con

el exterior pasaban sólo por la entrega de excedentes de pequeñas dimensiones a comerciantes

autóctonos y la mediación ejercida por los jeques en el ámbito legal e impositivo. Sin embargo, el

establecimiento de una especialización productiva en Europa centrada cada vez más en el sector

secundario implicaba la necesidad de importar materias primas, que en el caso de Marruecos –

hasta la llegada de los cereales ruso y extraeuropeo y la lana australiana – se concretaban sobre todo

en los cereales panificables y la lana. Es así como las tribus del interior del país sufren cambios

básicos en sus modos de vida y trabajo al especializarse en ciertas exportaciones e intensificar su

producción.

Esto último nos lleva a otra forma de injerencia europea en Marruecos, el tema de los agentes

autóctonos que facilitaban los intercambios comerciales entre europeos y marroquíes, es decir los

‘protegidos’189. El estatuto de protección en Marruecos apareció con el tratado comercial franco-

marroquí de 1767. Hasta aproximadamente 1857, el sistema parece haber funcionado bastante bien,

sin abusos, pero el importante incremento en el volumen del comercio con Europa y el incremento

de la comunidad europea residente en el Sultanato determinó la derivación del sistema de

protección a todo tipo de abusos. En sus relaciones con el Sultán las potencias europeas fueron

socavando parte de su soberanía con el derecho a declarar súbditos marroquíes como protegidos.

Esta figura jurídica permitía a los europeos contratar indígenas en los cuerpos consulares, pero

también en empresas comerciales y productivas, en las cuales actuaban como intermediarios. El

marroquí obtenía como beneficios la exención de impuestos y se libraba de la jurisdicción arbitraria

de los caídes y jeques de las tribus. Esto no sólo minaba por otra vía la Hacienda sultaniana, sino

también su construcción de una economía comercial basada en la concesión de ciertos privilegios a

189
Cfr. Zaki, M.: “ La protection : Listes des marocains protegés neerlandais établies par le consulta general des Pays-
Bas a Tánger (1881- 1906)“, en Revue Maroc-Europe, no. 8, 1995, « Economies marocaines «, pp. 195-218.

123
algunas familias, entre las cuales los judíos tenían un peso notable. Durante el siglo XIX, la táctica

comercial de los sultanes se basó en mantener su monopolio sobre el comercio y conceder algunas

áreas a familias elegidas por el soberano. La irrupción europea, especialmente con el abuso en el

régimen de protección lo que propició la aparición de una burguesía, al margen del Emperador de

Marruecos, rompió con esta construcción de una ‘economía moral’, en la cual el Sultán era el

garante ante la comunidad de los creyentes de la lucha contra el infiel, de la administración de los

recursos que permitiesen subsistir a la población y de controlar la emergencia de burguesías

explotadoras que rompiesen la igualdad y el equilibrio entre los individuos de las tribus.

Finalmente, este sistema se iría resquebrajando con la llegada del colonialismo europeo.

Hubo un intento de reformar el ‘status’ de protección en la conferencia de Tánger de 1863 y

en la conferencia de Madrid de 1880 donde se restringió el número de agentes comerciales o

semsares. Cada empresa comercial sólo podía tener dos agentes en cada puerto marroquí donde

operara. Las condiciones eran las mismas para el empleo de los agentes agrícolas, conocidos como

hojalatas.190 Gracias a su privilegiada posición, los protegidos marroquíes se convirtieron en una

nueva burguesía que difería de la indígena en importantes aspectos, sobre todo en la seguridad y el

tamaño de sus fortunas así como en sus posibilidades de acceso al mercado monetario europeo.

Utilizando los recursos diplomáticos y encomendándose a la protección europea, convirtiéndose

con ello en mojalatas, muchos notables del agro marroquí consolidaron sus antes precarias fortunas.

Combinaron agricultura con aventuras comerciales, convirtiéndose en vendedores de productos

europeos que ofertaban con pagos a plazos. Al mismo tiempo dejaron de pagar impuestos al

Majzén (éste era un privilegio de los ‘protegidos‘). Al Majzén se le privó así de los impuestos de
191
los protegidos en un momento en el que necesitaba un incremento de los ingresos. Además de

no tener que pagar los impuestos, los protegidos disfrutaban de la inmunidad en el cumplimiento de

190
Sobre el sistema de protección, véase también Earl F. Cruickshank, Morocco at the Parting of the Ways (Filadelfia,
1935).
191
Cfr. Michaux- Bellaire, “Les impôts marocains« , op. cit, pág. 29 ; y P. Guillen, L´Allemagne et le Maroc, op. cit,
pág. 503.

124
192
las leyes marroquíes y estaban bajo la jurisdicción legal de los cónsules europeos. Algunos

utilizaban su situación como protegidos para evadirse de las obligaciones de aportar hombres o

formar parte personalmente de la local haraka (= fuerzas de seguridad locales, reclutadas por los

notables de cada región y encabezadas por el caíd o gobernador local), lo que tenía como efecto

debilitar la seguridad rural. En la práctica, el ‘status’ de protegido era hereditario y se extendía a

toda la familia del protegido, incluyendo a sus criados. Muchos de los comerciantes europeos

menos escrupulosos no vacilaron en vender las boletas de protección al mejor postor.193

2.3. La penetración europea en el Imperio jerifiano y la respuesta marroquí (1860-1900).

La manifestación más visible del cambio en el equilibrio de fuerzas entre Marruecos y el

Occidente europeo fue el incremento de la agresividad hacia el Sultanato, incluso por parte de las

potencias europeas secundarias. La guerra de África (1859-60) hizo que aumentara la acción

policial gala en la vecindad de la ciudad marroquí de Uxda en 1860.194 Aunque hasta la década

siguiente no hubo ningún desafío militar serio por parte de las potencias imperialistas, los sultanes

marroquíes tuvieron cierta dificultad en poner en marcha otra vez antiguas fórmulas diplomáticas,

que se basaban en buscar el fuerte apoyo británico para garantizar la independencia del Imperio.195

En cuanto a la expansión comercial a partir de 1860, las potencias estaban cada vez más

interesadas en mejorar su posición en Marruecos y en plantear una serie de demandas gradualmente

más agresivas. Al menos en estos años se dan tres causas de roces entre las potencias y el gobierno

192
Cfr. Miège, J. L : Le Maroc, op. cit, Tomo 2, pp. 405-406 ; véase también Cruickshank , Morocco…op. cit, pp. 180-
181.
193
Véase al respecto, L. Martín, “Le régime de la protection au Maroc“, en Archives Marocaines, no. 15, pp. 16-17.
Para una descripción gráfica de la evolución del sistema de abusos generado por la protección, véase Ion Perdicaris,
Mohamed Benani. A Story of Today, Londres, 1887.
194
Sobre la incursión francesa en Marruecos para combatir a los cabileños de Beni Snassen, véase Augustin Bernard,
Les confins Algéro-Marocains, París, 1911, pp. 144-147.
195
El apoyo británico a la independencia del Sultanato marroquí fue garantizado a través de la influencia de su
Ministro Plenipotenciario en Tánger desde 1844 a 1886, Sir John Drummond Hay.

125
marroquí: 1) el ‘status’ de los protegidos; 2) los privilegios comerciales y 3) los incidentes

fronterizos entre cabileños marroquíes y las tropas francesas y españolas.196

La protección y el tema de los privilegios comerciales se pueden considerar unidos.

Básicamente ambos temas están relacionados con el grado de autonomía que el gobierno marroquí

quería garantizar a los mercaderes extranjeros residentes en el Sultanato. Algunas de las

consecuencias derivadas del privilegio de la extraterritorialidad de los comerciantes europeos 197 y

de la extensión de estos privilegios a los ciudadanos marroquíes con la patente de la protección

quedan ya apuntadas: el desarrollo en los puertos de una agresiva burguesía marroquí que no

pagaba impuestos y era inmune a la jurisdicción legal de Marruecos; la flagrante venta de boletas

de protección por parte de diplomáticos y comerciantes extranjeros sin escrúpulos; y el deterioro de

la autoridad del Majzén en las zonas costeras que se estaban convirtiendo en enclaves europeos

autónomos . Desde 1860 las principales presiones diplomáticas sobre Marruecos se centraron en

los siguientes aspectos: a) el número de puertos en los que a los europeos se les permitía residir; b)

el derecho de éstos a gozar de sus propiedades; c) la facultad de hacer respetar las regulaciones

sanitarias que impusieran en los puertos; d) la libre exportación de cereales panificables y e) el

tema del aumento de los privilegios comerciales de las potencias. Más tarde, algunas potencias

creyeron tener incluso derechos a introducir una gama amplia de reformas en Marruecos.

Considerando la gran cantidad de privilegios que ya tenían y los que ahora deseaban las

196
Jean-Louis Miege añade que los bancos pesqueros marroquíes son esquilmados por buques pesqueros de las
naciones europeas. Cfr. Miege, J. L.: “Des peches traditionnelles a la peche moderne “, en Revue Maroc- Europe, no. 9,
1996, «Les peches maritimes«, pp. 17-45.Sobre el mismo tema, consúltese : Benjelloun, A.: «Le role des peches
maritimes dans l´occupation du Sahara par l´Espagne«, en Revue Maroc- Europe, no. 9,1996, « Les peches maritimes«,
pp. 69- 83.
197
Marruecos , como el Imperio otomano, había prontamente ideado una suerte de relación con el pequeño grupo de
mercaderes europeos, empresarios y comerciantes que vivían en los puertos, merced al cual les era garantizada la
exención fiscal y les eran otorgadas inmunidades, así como podían gozar de la jurisdicción de sus respectivos
consulados. Conocidos como los “tratados de capitulación“, estos acuerdos habían sido originalmente acordados como
un privilegio gracioso dado por los Sultanes. En Marruecos, las capitulaciones habían sido muy restringidas y muy
controladas por el Majzén que las limitaba a la comunidad europea residente en los puertos de Tánger y Sawira
(Mogador), y para los extranjeros que recorrían montados a caballo, las tierras del Imperio. En las condiciones
cambiantes de finales del siglo XIX, estas capitulaciones fueron objeto de continuos abusos y dieron lugar a la
formación de colonias de arrogantes europeos que menospreciaban a Marruecos como un Imperio feudal en declive, un
decante estado musulmán. Durante la primera mitad del siglo XIX, cuando la población europea residente en
Marruecos permaneció estable, los casos de fricción con las autoridades marroquíes fueron pocos. A finales del siglo,
se incrementaron notablemente.

126
comunidades europeas residentes y el efecto corrosivo que tenían en las viejas instituciones

marroquíes, no es de sorprender que los Sultanes las viesen como un peligro para la soberanía del

Estado.198

Los protegidos pedían la ayuda de los consules y éstos se la prestaban, aunque ofendiesen al

Majzén. Mawlay Hassan intentó promover en 1887 una conferencia internacional para resolver el

problema.199 En general, los británicos con su Ministro plenipotenciario en Tánger a la cabeza, sir

John Hay Drummond Hay tendieron a dirigir el movimiento para la reforma de la protección, pero

cuando en 1886 parecía que se iban a conseguir progresos, lo que en realidad sobrevino fue un

cambio hacia mayores abusos. Como resultado de las conferencias de Tánger y Madrid, lo que se

confirmó es el mantenimiento del ‘statu quo’ del Imperio y la internacionalización de la cuestión

marroquí.200

En cuanto a la concesión de derechos comerciales y la introducción de un programa de

reformas, estos asuntos no se abordaron seriamente hasta después de 1880, cuando primero los

franceses y más tarde los británicos lanzaron ofensivas diplomáticas para conseguir una posición

hegemónica en Marruecos, incluyendo el derecho a patrocinar una serie de reformas y mejoras en

el interior del Sultanato. El primer intento tuvo lugar en 1884 cuando Ordega, el Ministro

Plenipotenciario galo en Tánger , provocó deliberadamente una crisis con la intención de utilizar al

jerife de Wazzan – que se había convertido en protegido de la República francesa en 1883 – para

forzar una serie de reformas en el Imperio marroquí bajo el protectorado francés. Este hecho, junto

con el establecimiento de un protectorado francés en Túnez (1880) alarmó al Sultán Mawlay-

Hassan. A muchas potencias europeas les pareció que se trataba de una imitación de las tácticas

agresivas utilizadas por los franceses en Túnez. Por ello protestaron y solicitaron al gobierno

republicano que abandonase el proyecto. Ordega fue sustituido por un representante menos activo

198
Cfr. G. Ayache, “Le sentiment national dans le Maroc du XIXe siècle « , en Revue Historique, 1969 , pp. 403- 407.
199
Cfr. Rassam, A. y Miller, S.: “Moroccan reaction to European penetration during the late nineteenth century: the
view from the court “, en R.O.M.M., no. 36, 1983, pp. 51- 63. Véase también Miège, J. : Le Maroc ..., op. cit, Tomo 4,
pp. 155-157.
200
Cfr. Miège, J. L. : Le Maroc,… op. cit, Tomo 3, pp. 272-292.

127
y provocador y la posición francesa en Marruecos entró en un proceso de declive temporal.201 Una

década más tarde, los británicos llevaron a cabo su propia ofensiva: sir Charles Ewan Smith, su

Ministro en Tánger desde marzo de 1891 hasta enero de 1893, intentó establecer el protectorado

británico en el Sultanato. Previamente, Smith había desempeñado un papel importante en la

adquisición de Zanzíbar por parte de Gran Bretaña y él buscaba duplicar su éxito presentando una

serie de fuertes demandas a Mawlay- Hassan en el transcurso de una misión diplomática a Fez.

Estas reformas hubieran convertido virtualmente a Marruecos en un protectorado británico. Cuando

Mawlay- Hassan rechazó sus demandas y recibió apoyo de Francia, Smith fracasado se vio

obligado a retirarse. El edificio diplomático que Drummond Hay había laboriosamente construido

para Gran Bretaña – este diplomático buscó crear durante su larga estancia en Tánger la imagen de

que el Reino Unido era el desinteresado amigo, el apoyo fiel del Sultán - estaba herido

seriamente.202 Mawlay- Hassan había rechazado las ofensivas diplomáticas de Ordega y Smith que

hubieran convertido a Marruecos en un protectorado de potencias europeas. Ninguna de las dos

tuvo éxito, porque el Sultán fue capaz de reunir a tiempo el apoyo suficiente; en ambos casos, los

Ministros plenipotenciarios europeos actuaban por su propia iniciativa y al no tener éxito, sus

iniciativas fueron oficialmente rechazadas siendo destituidos por sus gobiernos. Con todo, estos

esfuerzos mostraban que: 1 ) la cuestión marroquí no era tan fácil de resolver; 2 ) Francia, por ser la

más persistente en sus presiones , poseía las mejores bazas para establecer un protectorado; 3 ) sería

necesaria una intensa y prolongada campaña diplomática francesa para que todas las partes

interesadas en el control de Marruecos desistieran de sus propósitos.

Los propósitos de los franceses y británicos preocupaban seriamente a los sultanes. Existía

un peligro inmediato , por la posibilidad de choque entre las tribus marroquíes y los puestos

franceses y españoles ubicados en las fronteras del Sultanato, lo que podría servir como pretexto

para una expedición pacificadora y la consiguiente pérdida de la independencia marroquí. La


201
Sobre el período de Ordega, véase Miège, J.L.: Le Maroc,..., op. cit, Tomo 4, pp. 44-81. Para estudiar la actitud de
Alemania, véase P. Guillén, L´Allemagne et le Maroc...op. cit, pp. 106-115.
202
La misión de Ewan Smith fue descrita por un americano participante. Cfr. Stephen Bonsal, Morocco As It Is
(Londres y Nueva York, 1893).

128
victoria francesa sobre el ejército marroquí en la batalla de Isly (1844) fue un ejemplo temprano

del peligro que suponía para el Majzén apoyar a las tribus fronterizas que hostilizaban a los galos

de Argelia.203 Solamente las intervenciones diplomáticas de Gran Bretaña a favor del Sultán y la

ausencia – hacia 1850 – de serios deseos en París de ocupar Marruecos evitaron consecuencias

negativas para la soberanía sultaniana.204

A partir de la batalla de Isly, continuaron los incidentes fronterizos; entre los más

importantes se pueden destacar la guerra de África contra los españoles y la expedición francesa de

1859 contra los Beni-Snassen (Ait – Snassen), expedición esta última que hizo creer a los gobiernos

isabelinos españoles que Francia deseaba ocupar el Sultanato. El primero informó al Majzén de la

debilidad del Imperio y de la necesidad de reformas del ejército marroquí, basado hasta entonces en

la recluta de continentes ‘jaysh’ ante la frecuencia de contiendas en las que los marroquíes eran

derrotados incluso contra fuerzas europeas tan débiles como las españolas de Prim y O´Donnell. En

1864, la revuelta de la tribu argelina de los Oulad Sidi Cheikh en el sur de Orán involucró a

muchas de las tribus marroquíes a lo largo de la frontera suroriental del Imperio ( Doui-Menia,

Oulad Yerir, Beni Guil ) y ello provocó en 1870 una importante expedición francesa al valle de

Guir , al mando del general De Wimpffen. Sólo las restrictivas instrucciones de París y el estallido

de la guerra franco-prusiana evitó que las tropas de Napoleón III alcanzaran el oasis de Tafilalt. Por

un momento, el sultán entonces reinante, Sidi Muhammad creyó que las tropas francesas iban a

anexionarse el territorio marroquí, y las tribus que se encontraban a lo largo de la frontera formaron

una harka (= contingente militar) para resistir la futura invasión gala. Pero los franceses, después de

su derrota ante los alemanes no estaban dispuestos a aventuras militares coloniales y durante una

década (1871-1881) las continuas disputas a lo largo de la frontera argelomarroquí fueron


205
solucionadas por procedimientos diplomáticos. En 1881 tuvo lugar otra revuelta tribal

203
Cfr. Kenbib, M : « The impact of the French conquest of Algeria on Morocco ( 1830-1912 ), en Hesperis-Tamuda,
Vol. XXIX, 1991, Fasc 1, pp. 47-60.
204
Sobre la batalla de Isly y los hechos siguientes a la misma, véase el texto de Charles-André Julien, Histoire de
l´Algérie contemporaine, vol. I, Conquête et Colonisation, París, 1964, pp. 195- 200.
205
Cfr. Augustin Bernard, Les confins Algéro-Marocains …op. cit, pp. 147-150.

129
importante en el sur de Orán, encabezada por el famoso Bou Amama, un morabito de Oulad Sidi

Cheik. Una vez más las tribus marroquíes a lo largo de la frontera entraron en efervescencia,

incitando a una expedición francesa pacificadora. En Ain Sefra se creó un puesto militar francés,

hasta donde llegaba una vía férrea militar construida en 1887, que a finales del siglo atrajo como un

imán a la mayoría del comercio que en un principio había ido de Tafilalt a Fez.206 Como

consecuencia de las injerencias francesas, tanto el contexto económico como la situación política

del sudeste de la frontera marroquí se estaban transformando. Un jeque Darkaua (= cofradía

religiosa con gran número de seguidores en Marruecos) local, Si al- Arbi, que poseía una

considerable influencia sobre las tribus del área fronteriza, preocupado por el rápido avance

francés, empezó una serie de prédicas, alarmado por la aparente debilidad de la respuesta de

Mawlay- Hassan. A comienzos de la década de 1880, Si al- Arbi llamó a las tribus de la zona a

lanzar una “yihad” (= guerra santa) contra Francia, en el sur de Orán. A causa de su creciente

prestigio, adquirió fuertes apoyos. Su ambición empezó a crecer y en 1888 desafió al Majzén a

emprender acciones contra los franceses, fracasando finalmente en su intento de armar a las tribus y

conducirlas él mismo contra los infieles. Durante un cierto número de años la situación en la

frontera fue tensa y el Majzén temió el posible incremento del poder de Si al- Arbi, pero la muerte

del morabito (= hombre santo) en 1892 y la visita del Sultán Mawlay – Hassan a Tafilalt restableció

un precario orden en la región. Desde 1893 y con el fin de reafirmar su soberanía en el sudeste de

la zona fronteriza, Hassan I mantuvo un representante personal en la zona. 207

Sin embargo, a pesar de la fuerte presión francesa, los dos conflictos militares más

importantes durante la segunda mitad del siglo XIX fueron con España. El primero, ya mencionado,

la guerra de África (1859-60) costó al Majzén cien millones de pesetas en indemnizaciones. En

1893 empezaron de nuevo las hostilidades contra España. Esta vez se trató de un conflicto entre la

guarnición española de Melilla y las tribus vecinas, las rifeñas. Las provocaciones españolas,

206
Sobre la revuelta de Bou Amama, véase el libro del comandante Graulle, L´insurrection de Bou Amama, París,
1905.
207
Cfr. Burke III, E.: Prelude to protectorate..., op. cit, pág. 29.

130
ocupando parte del territorio fronterizo iniciaron una pequeña guerra santa contra el invasor, a

escala local. Mawlay- Hassan, preocupado, contuvo sus ímpetus iniciales de ayudar con su ejército

recientemente modernizado a los rifeños y en lugar de esto trató de buscar una solución

diplomática a la crisis. Los términos en que se consiguió la paz resultaron muy costosos al Majzén.

Marruecos tuvo que pagar 20 millones de pesetas en indemnizaciones. 208

En general, la estrategia de los sultanes marroquíes en los conflictos fronterizos fue la de

evitar la participación directa militar del Majzén y alentar a las tribus para que cesasen las acciones

precipitadas de respuesta a los imperialistas, mientras que se buscaba una solución diplomática. El

ejemplo de Túnez , donde la presunta violación de la frontera argelina por parte de las tribus

tunecinas sirvió como pretexto para una ‘acción policial francesa’ y llevó a la creación del

protectorado, fue entendido como una advertencia de los peligros de crear una ‘frontera caliente’

con las naciones colonialistas. Por otro lado, el Sultán estaba obligado a demostrar su deseo de

defender el territorio marroquí, el Dar el- Islam, porque si no lo hacía se arriesgaba a perder su

poder político. Era una posición difícil. Incluso Hassan I no fue capaz de encontrar una solución al

problema. Su expedición a Tafilalt en 1893-94 tenía como propósito reafirmar la autoridad del

Sultán en el área, pero a su muerte, el hecho de que los franceses tuviesen una actitud cada vez más

agresiva en la frontera, y los deseos de poner en marcha una política más activa en Marruecos, tanto

desde París como desde Argel, hicieron que el ‘statu quo’ fuese cada vez más frágil en el área. Las

consecuencias de esta nueva situación se estudian con detalle en los siguientes capítulos.

A finales del siglo XIX se observó un acrecentamiento de la actitud intolerante de los

musulmanes hacia los europeos –una actitud más de defensa que de intolerancia– y como

consecuencia, creció la determinación de los musulmanes a resistir las conquistas imperialistas.

Este fenómeno, conocido como la crisis general del Islam, se caracterizó por la tendencia de los

países musulmanes a estrechar relaciones entre sí. Una indicación de este acercamiento en

Marruecos fue la penetración de las ideas religiosas procedentes del Cercano Oriente a lo largo del
208
La guerra de Melilla es estudiada en Miège, J.: Le Maroc, op. cit, Tomo 4, pp. 223-224.

131
siglo XIX. Otro ejemplo es la política exterior de Hassan I. Mientras continuaban los esfuerzos

diplomáticos del Sultán por hacer frente a las injerencias imperialistas y por mantener el ‘statu

quo’, Hassan I buscaba salvaguardar la frontera del desierto, reafirmando la soberanía marroquí

sobre el Sahara central (incluyendo el conjunto de oasis del Tuat), territorios al sur de Tarfaya y

partes del Sudán occidental (incluyendo la ciudad musulmana de Tombuctú).209 Con este propósito

invistió como gobernadores locales en todas estas regiones a una serie de funcionarios marroquíes,

manteniendo una activa correspondencia con ellos, recibiendo delegaciones de cada uno de estos

lugares a la corte imperial, y suministrando armas y municiones a líderes selectos. Las elites

locales, por su parte, estaban ansiosas de buscar de manera activa el apoyo marroquí.

Mientras que la unión de Marruecos con las fronteras del Sahara se estaba fortaleciendo, sus

relaciones con el Imperio Otomano y el Oriente Próximo experimentaban una lenta pero no menos

importante evolución. Los sultanes marroquíes clamaban por sus derechos sobre la comunidad

musulmana por su condición de chorfa (= plural de jerife, descendiente directo de Mahoma),

descendientes jerifianos del Profeta Mahoma, y de los históricos califas del Islam. Así, los

soberanos marroquíes pretendían desafiar teóricamente la legitimidad de la hegemonía otomana

sobre el Dar al- Islam, desde que los sultanes turcos no podían probar esos orígenes tan puros.

Mientras el Majzén refrendaba la defensa de estos derechos, eliminaba cualquier relación directa
210
con la Sublime Puerta. Antes de 1900, los otomanos intentaron al menos en tres ocasiones,

entrar en relación con el Majzén pero siempre teniendo como intermediarios a los alemanes.211

Además de los contactos informales, agentes pan-islamistas circularon a lo largo del Imperio, y

existieron fuertes simpatías en el Sultanato alauí por la Mahdiya anti-británica del Sudán. Desde

1900 y con la intensificación de las presiones europeas sobre Marruecos, diversos notables

209
Véase al respecto Miège, J. L.: Le Maroc...op. cit, Tomo 3, pp. 343-372; Tomo 4, pp. 249-254. También en el libro
de A.G.P. Martín, Quatre siècles d´histoire marocaine, París, Felix Alcan, 1923, se insiste en las especialmente buenas
relaciones marroquíes con el Tuat y los confines meridionales y orientales del Imperio jerifiano.
210
Cfr. Miège en: Le Maroc …,op. cit, Tomo 4, pp. 173-179, estudia la cuestión de las relaciones turco-marroquíes.
211
Para un seguimiento de las tentativas otomanas para iniciar relaciones diplomáticas con Marruecos durante el siglo
XIX, véase P. Guillén, L´Allemagne et le Maroc, op. cit, pp. 181-189.

132
reformistas y funcionarios del Majzén empezaron a instar al Sultán a que reforzara sus relaciones

con el imperio turco-otomano.

2. 4. Corrientes de reforma en Marruecos

Un tema recurrente desde 1860 fueron los intentos de los Sultanes de modernizar el Ejército

marroquí. Se trataba de dejar en un segundo plano el sistema de reclutamiento tradicional, a base de

las tribus ‘jaysh‘, base del antiguo ejército marroquí, sustituyéndolo por nuevas unidades, el

cuerpo de elite de infantería – el askar-, una guardia nacional de las tribus que pagaban impuestos,

los ‘nuaib’, una sección de artillería moderna e incluso un cuerpo de ingenieros o ‘muhandis’.212

Los contingentes de los viejos ‘jaysh’ asumieron gradualmente el papel de policías rurales y

también el de una fuerza de policía urbana, o cesaron de cumplir todas sus funciones. Para adiestrar

este nuevo ejército, en un principio los sultanes utilizaron a renegados europeos como instructores,

para más tarde enviar a unos pocos marroquíes a Gibraltar o a escuelas militares en Europa. Pero

finalmente decidieron pedir consejeros militares a algunas de las potencias.213 Mawlay- Hassan

tenía un interés especial en las reformas militares y su política estaba dirigida a evitar la confianza

exclusiva en una o dos potencias europeas como fuente de suministros de instructores, armas y

municiones. Utilizó como un arma el juego diplomático, intentando equilibrar las concesiones que

hacía a los distintos países, con el fin de que ninguno adquiriese demasiadas ventajas en Marruecos.

Como resultado de esta política adquirió una gran variedad de armamentos, provocando una falta

de patrones standard en los arsenales militares del Estado y generando, además, un incremento de

gastos. Por otra parte, el adiestramiento europeo de los cuadros de mando marroquíes les hacía

212
Sobre las reformas militares, véase Jules Erckmann, Le Maroc moderne, París, 1885, pp. 252-267 ; Louis Arnaud ,
Au Temps des mehallas ou le Maroc de 1860 à 1912, Casablanca, 1952 , pp. 9-13 ; y J.L. Miège, Le Maroc…op. cit,
Tomo 3, pp. 224- 234 ; y Tomo 4, pp. 104-109.
213
Sobre los jóvenes marroquíes formados en Europa, cfr. Jacques Caillé, “Les Marocains à l´École de Gene de
Montpellier “, en Hesperis, no. 41, 1954, pp. 131- 145.

133
perder a éstos mucha efectividad, cuando oficiales de un mismo ejército eran adiestrados siguiendo

tres o cuatro modelos distintos. Además, el gasto del gobierno en cañones, fusiles, munición,

uniformes y la financiación de las expediciones militares contra las tribus rebeldes hizo que se

debilitase todavía más el tesoro imperial marroquí.214

La adquisición de modernas armas por las tribus, especialmente después de 1880 cuando se

produjo una expansión de su venta a las poblaciones rurales del interior, minó la efectividad de las

reformas militares del Sultanato. Las adquiridas por las cabilas procedían fundamentalmente del

contrabando, y las grandes potencias europeas no eran capaces de frenar este lucrativo negocio.

Incluso, el armamento desaparecía de los arsenales del Estado y aparecía en manos de las tribus.

En parte esto se debía a la corrupción de los oficiales del Majzén que querían obtener beneficios y

también en parte era el resultado de una política intencionada, consentida por el gobierno. De

hecho, Mawlay- Hassan adoptó una política de armar a algunos de los grandes caídes del oeste del

Alto Atlas con fusiles de repetición y cañones Krupp en aras a conseguir su apoyo; un hecho que

ayudaría a explicar la rápida expansión de la importancia de estos grandes caídes en los años

posteriores a 1890.215 Cualquier viajero hubiera podido consignar que entre los esfuerzos de los

oficiales del Majzén y los del contrabando, no existía escasez de armas modernas entre las tribus de

Marruecos central, aunque muchas zonas aisladas estaban peor equipadas. La mayoría de los fusiles

adquiridos por las tribus eran modelos viejos –franceses Chasspots y los Gras de 1884. Pero,

alrededor de 1900 los lideres tribales estaban bien surtidos con fusiles de repetición Remington y

Winchester. Como no recibían suficiente suministro de munición, se desarrolló un sistema rural

doméstico de fabricación de municiones.

El hecho de que existiese una gran disponibilidad de armamento moderno provocó diversas

consecuencias. La razón por la que Abd al- Aziz no tuvo el mismo éxito militar que su padre, para

214
Las expediciones más importantes de Mawlay- Hassan fueron las llevadas a cabo en 1882 y 1886 al Sus, la de 1888
contra los Ait Njild, y la de 1893 al Tafilalt. Sobre los resultados de las reformas militareas, véase Miège, J.L.: Le
Maroc...op. cit, Tomo 4, pp. 104-111.
215
Para analizar el surgimiento del poder e influencia de los grandes caídes unido a su control de una superioridad
militar, véase Robert Montagne, Les berbères et la makhzen dans le sud du Maroc, París, 1930, pp. 326- 364.

134
pacificar el país fue que las tribus tenían una mayor proporción de fusiles de repetición modernos y

esto era algo que previamente había sido un monopolio del Majzén. De esta manera los sultanes

perdían una de las grandes ventajas que hasta entonces habían tenido sobre la población local,

concretamente una superioridad en el arsenal. Otra consecuencia fue el incremento de la mortalidad

debido a las contiendas en el campo: era más facil acertar a un hombre con un Winchester que con

un viejo y enorme Bouchfer. Parece ser que la disponibilidad de armamento moderno tenía un

impacto considerable en la relación de poder y en los conflictos entre tribus y entre fracciones de

cabilas. El equilibrio de poder entre el Majzén y las tribus empezó a inclinarse a favor de las

segundas durante la segunda mitad del siglo XIX. En este contexto deben situarse los movimientos

de resistencia rural, desde 1900 y la sublevación del Rogui.

En el Oriente Medio, el ejército constituyó una fuerza importante para el cambio durante la

etapa protonacionalista. Desde los sectores más modernizados del ejército turco-otomano o egipcio

surgieron los defensores de unas políticas reformistas más radicales como por ejemplo el coronel

Arabí Pashá, Enver Pashá. En contraste, en Marruecos no existieron intentos de reforma

propiciados por el ejército y por tanto tampoco hubo oficiales que defendieran la existencia de tales

reformas. Al no existir un ejército moderno, el gobierno marroquí era incapaz de convencer a sus

oficiales sobre la necesidad de un programa de centralización. En su lugar, fueron los equivalentes

marroquíes a los ‘derebey-s‘ turcos (= señores del valle) los encargados de promover políticas

nacionalistas y asumir un papel similar al que tuvo el ejército en Oriente Medio en la reforma del

Estado. Fueron los “señores del Atlas“, los grandes caídes de este territorio y no el ejército, los que

apoyaron la revolución Hafiziya en Marruecos, la revuelta anti-nacionalista que propugnaba a

Mawlay Hafiz como Sultán de Marruecos sustituyendo a su hermano, Abd al- Aziz. En

consecuencia fueron los intereses de los grandes caídes, y no los del ejército, los que se vieron

representados en los intentos por cambiar la estructura política, policial y militar del Estado.

135
Al igual que el Ejército, la administración marroquí experimentó una serie de reformas

durante el siglo XIX debido a la necesidad de un gobierno más eficiente. La administración rural,

que había sido limitada a 18 grandes caidatos por Sidi Muhammad, más tarde fue modernizada por

Mawlay- Hassan. En un esfuerzo por reducir la posibilidad de que los caídes se agrupasen para

oponerse a él, este sultán creó una administración rural fraccionada de 330 gobiernos tribales.216 En

estos acuerdos también pudieron haber tenido importancia las consideraciones fiscales. Esta

política basada en la división de la autoridad en un número grande de unidades pequeñas estaba en

contradicción con la simultánea creación de un nuevo grupo de grandes caídes en el Oeste del Alto

Atlas.217 Mientras vivió Mawlay- Hassan, con su política firme y unificadora, mantuvo a los

grandes caídes bajo su control y divididos entre ellos. El Gran Visir Bu Ahmad ibn Musa, que

regentaba el país durante la juventud de Abd al- Aziz después de la muerte de Mawlay Hassan,

carecía de la energía necesaria y la habilidad para continuar con la misma política. El equilibrio de

poder entre el Majzén y las tribus empezó como consecuencia, a inclinarse a favor de las segundas.

Las necesidades del Majzén de recaudar impuestos se incrementaban; por esta razón, la

administración rural progresivamente fue convirtiéndose en más estricta y más exigente a la hora de

recaudar los tributos. Aparecieron con más frecuencia los movimientos de disidencia rural y la

seguridad en las provincias fue cada vez menor.

La administración financiera se reorganizó también durante el siglo XIX, debido al aumento

en el intercambio comercial con los mercaderes europeos que pedían unos métodos de contabilidad

más sofisticados que los toscos del Majzén. Se creó un grupo especial de oficiales de aduana, los

umana (plural de amin = agente, administrador) para revisar la valoración y recaudación de los

derechos de aduana, durante el reinado del Sultán Mawlay al- Soleiman (1792- 1822). Extraídos del

grupo de comerciantes principales de las ciudades de Fez, Tetuán, Rabat y Salé (la mayor parte de

ellos de extracción andalusí), los umana sirvieron como banqueros locales del Majzén y como
216
Cfr. Erckmann, Le Maroc…op. cit, pp. 221-222.
217
La contradicción de esta política no fue evidente durante la vida del Sultán Mawlay Hassan porque fue capaz de
mantener a los grandes caídes divididos continuamente entre sí. Su gran expansión comenzó en realidad entre 1894 y
1902.

136
agentes financieros del gobierno.218 Más tarde a los oficiales de aduana se les pagó un salario para

evitar la corrupción, y de esta forma el sistema aduanero funcionó con un cierto grado de

efectividad. Entre las familias de los ‘umana’ empezó a emerger a finales del siglo XIX una nueva

burguesía, privilegiada por sus contactos con el Majzén y los intereses comerciales europeos.219

Este grupo, relacionado por matrimonios y por lazos patrón- cliente con los ulemas y con los

notables urbanos y rurales, adquirirá gran importancia política en los años siguientes. Apostando

por las reformas en el Majzén y abiertos a las ideas reformistas del Oriente medio, de entre los

umana surgieron algunos de los líderes del protonacionalismo a partir de 1900, aunque como

estaban comprometidos con los intereses del comercio europeo, muchos de ellos acabaron

apoyando fervientemente al protectorado.

Como Marruecos estaba cada vez más integrado en el sistema económico mundial y sus

problemas financieros se hacían más complejos, se crearon otros puestos especializados en la

Administración. Cuando se impusieron los maks –impuesto de portazgo urbano- después de la

guerra de África se creó el cargo de amin al-mustafad para recaudar este impuesto y otros tributos

indirectos en las ciudades. El tesoro real desarrolló una administración más compleja y

especializada durante este período y se creó el puesto de Wazir al – maliya (o, aproximadamente,

Ministro de Finanzas). 220 Debido a sus especiales habilidades en finanzas y en administración, los

comerciantes y los ulemas (sobre todo los de Fez) cubrieron un número desproporcionado de estos

puestos. Se nombraron oficiales para supervisar la recaudación de impuestos en zonas rurales con

el propósito de eliminar los antiguos y menos eficaces sistemas por los cuales los caídes recaudaban

los impuestos. Con la misión de controlar a los caídes, se creó el puesto de amin al-khirs. Este

oficial tenía que determinar la cantidad de la cosecha y calcular el impuesto que tenía que pagar

cada familia. Sin embargo, al no existir ningún tipo de sanción efectiva contra los caídes, el amin

al-khirs poco podía hacer para evitar los viejos abusos. Así pues, esta innovación que debería haber

218
Cfr. G. Salmon, « L administration marocaine à Tanger “, en Archives Marocaines, 1, pp. 15-17.
219
Ibidem, pág. 15.
220
Cfr. Mohamed Lahbabi, Le gouvernement marocain à l´aube du XXe siècle, Rabat, 1958, pp. 157- 158.

137
llevado el caótico estado de las finanzas marroquíes a una recuperación a finales del siglo XIX,

quedó en desuso. Después de 1900 se revitalizaría con Abd al- Aziz. Antes de que acabara el siglo

XIX, a partir de 1880 y en el marco de las soluciones al tema de la protección contempladas en la

conferencia de Madrid, se creó un nuevo impuesto. El tertib, como fue llamado, que gravaba la

agricultura y la ganadería, estaba inspirado ligeramente en los impuestos británicos, aunque sus

similitudes con los impuestos franceses de la época del Antiguo Régimen era grande. No había

exenciones acordadas para su pago: lo debían pagar los protegidos y los privilegiados chorfa. Sin

embargo este impuesto no prosperaría. En su lugar, continuó el sistema tributario viejo,

caracterizado por abusos y por las sistemáticas extorsiones a los marroquíes por parte de los

oficiales del gobierno. Las rebeliones contra los impuestos fueron cada vez más frecuentes sobre

todo después de la muerte de Hassan en 1894, y también se intensificaron las protestas de las

potencias y las peticiones de compensación por los altercados suscitados por los rebeldes contra los

protegidos.

El campo de la educación fue uno de los sectores clave en la reforma del pensamiento de la

elite del imperio otomano durante el siglo XIX. La introducción de la educación laica y la

introducción de libros occidentales fue de vital importancia para el surgimiento de un ejército

moderno dotado de mandos y oficiales bien entrenados, y también para la aparición de una

burocracia moderna y preparada de una manera eficiente. Por el contrario, en Marruecos se hizo

muy poco por el cambio en la educación de la elite. Con la falta de un ambiente intelectual, los

pocos estudiantes marroquíes educados en el extranjero languidecían o pronto olvidaban lo que

habían aprendido. En Marruecos no existía un movimiento de traducción y el sistema educativo se

basaba en la tradicional enseñanza religiosa musulmana fundamentada en el aprendizaje de los

textos sagrados. La Universidad de la mezquita de Quarawiyín en Fez continuaba teniendo un

cierto vigor intelectual aunque hacía mucho tiempo que había pasado su período de grandeza. Las

ideas reformistas se filtraron en Marruecos a lo largo del siglo XIX a partir de la península arábiga,

propiciando que a finales de la centuria Fez experimentase algo parecido a un renacimiento

138
221
intelectual. Es mucho más difícil encontrar evidencias de influencias occidentales procedentes

de Occidente. Con Muhammad IV (1859-1873) se creó una academia de formación de

administradores en Fez, donde se preparaba a personal cualificado para la reforma del Majzén. Este

palacio-escuela o madraza dar al- Majzén, fue el único esfuerzo en torno a un modelo de educación

no tradicional, aunque la enseñanza era muy rudimentaria. Se basaba en materias laicas, aunque no

se produjo una identificación con el segmento modernizador de la elite. 222 La ausencia de un grupo

de funcionarios del Estado formado en procedimientos occidentales paralizó las esperanzas de un

movimiento reformista. Cuando las ideas de reforma empezaron a tener una base sólida entre la

elite marroquí, lo hicieron a través de los escritos llegados de Oriente Próximo.

La población judía de Marruecos tenía acceso a la educación occidental a través de las

escuelas establecidas bajo los auspicios de la Alianza Israelí Universal. A principios de 1862, con

la fundación de escuelas para jóvenes en Tánger, la Alianza estableció una red de colegios en los

principales puertos marroquíes. La educación se daba en francés y en hebreo para materias

tradicionales y modernas. Hasta 1880 las escuelas de la Alianza no tuvieron demasiado éxito

debido a la oposición de los círculos tradicionales religiosos. Después tuvieron un papel importante

en la formación de un grupo de judíos francoparlantes que serían los representantes comerciales

locales de las empresas europeas, cuando a finales de siglo empezó la concienzuda penetración

económica en Marruecos. En los puertos se empezó a desarrollar una burguesía judía adinerada con

fuertes lazos con Francia. Esta burguesía era utilizada como intermediaria de los intereses europeos,

empezando a suscitar la envidia de la población musulmana. 223

221
Sobre la Universidad de Qarawiyin durante el siglo XIX, véase Jacques Berque, “ Ville et Université: Aperçu sur
l´histoire de l´Ecole de Fès«, en Revue historique de droit française et étranger, 1949, pp. 64- 117. Véase también E.
Levi- Provençal, Les Historiens des Chorfa, París, 1922, para un breve análisis del tradicional sistema de educación,
pp. 6-16. En la página 349 Lévi- Provençal habla de un renacimiento de la literatura musulmana durante el reinado de
Mawlay-Hassan I.
222
Para una descripción minuciosa del sistema educacional marroquí antes del Protectorado, véase E. Michaux-
Bellaire, “L´enseignement indigène au Maroc “, en Revue du Monde Musulman, no. 15, 1911, pp. 422-452.
223
Sobre el papel de la Alianza Israelí, véaseAndré Lecocq, “Les écoles israélites au Maroc“, Questions diplomatiques
et coloniales, no. 31, 1911, pág. 682.

139
Mientras los reformistas marroquíes dirigían sus miradas hacia el ejército y la administración,

hubo otras tentativas en otras direcciones que, aunque no fueron seguidas inmediatamente,

sirvieron de base a ulteriores dinámicas. Una de estas fue la filtración de interpretaciones más

fundamentalistas del Islam, derivadas del erudito árabe del siglo XIX Ibn Taymiyah, e inspiradas

por la doctrina del puritano grupo wahhabita de Arabia. Con los sultanes Sidi Muhammad ibn

Abdullah (1757-1790), y especialmente con su hijo Mawlay Soleiman (1792- 1822), se dio un

nuevo ímpetu a la teología tradicional, intentando eliminar de Marruecos las influencias religiosas

heterodoxas. Mawlay Soleiman lanzó una campaña contra las cofradías sufíes y contra el culto a los

santos locales y peleó por evitar que los santuarios religiosos concedieran protección a los

refugiados de la justicia del Majzén. Las bases del sufismo fueron tachadas de decadentes y

propensas a los excesos. Pero este hecho hizo que se crearan focos locales de poder contra las ideas

centralizadoras del Majzén, basados en estas mismas cofradías. Después de la muerte de Mawlay

Soleiman, la corriente modernista islámica apareció, aunque tras un breve período se fue

debilitando. En 1870 revivió esta corriente con el nombramiento de Abdullah ibn Idris al- Sanusi

como consejero real de Mawlay- Hassan después de la vuelta de al- Sanusi de un viaje por Oriente

Medio. En sus viajes al- Sanusi fue influenciado fuertemente por las modernas teologías de Al-

Azhar. Al volver a Marruecos propuso estas ideas, aunque el Sultán acabó por dar la espalda al

criticismo agudo contra algunos elementos tradicionales de la religión. Debido a la presión fue

forzado a dejar Marruecos y se exilió al Oriente Medio. No volvió hasta después de la muerte de

Mawlay- Hassan, cuando después de 1900 surgió una actitud más receptiva hacia las ideas
224
reformistas. Más tarde el modernismo islámico, con el apoyo de la monarquía, se convirtió en

una de las principales corrientes de la resistencia marroquí hacia el imperialismo y el motor del

movimiento para potenciar un Majzén más centralizador.

224
Cfr. Jamil Abun-Nasr, «The Salafiyya Movement in Morocco: The Religious Bases of the Moroccan Nationalist
Movement”, en St. Antony´s Papers, no. 16 , Londres, 1963 , pp. 92-97 . Es una buena introducción a las primitivas
tendencias hacia la reforma del Islam en Marruecos antes de 1900.

140
En cuanto al mundo de las costumbres, las nuevas y complejas corrientes de cambio que

envolvían el país después de 1860 se percibían como una ruptura con la experiencia de las

generaciones anteriores.225 El historiador al- Nasirí, al igual que muchos de sus contemporáneos de

la elite educada, veía los cambios económicos, especialmente la inflación ruinosa de esa época,

como símbolo de un nuevo período. Contemplaba el poder occidental, sobre todo los efectos de la

penetración comercial europea en las ciudades portuarias,226 con gran alarma. Así parecía que

surgían el vicio, la inmoralidad e incluso que aumentaba el alcoholismo y la adicción a las drogas.

Tánger, el mayor puerto marroquí y el centro de contactos entre Marruecos y el Occidente, era

percibida como una ciudad contaminada por la presencia de un gran número de residentes

europeos. Esta realidad surgía ante los piadosos y educados marroquíes como una fuente de

iniquidad e injusticia, y las influencias occidentales eran denostadas en versos pesimistas.227

Incluso, los más píos consideraban que beber té –moda impuesta por los extranjeros– era

subversivo. El jerife Muhammad ibn Abd al- Kabir al- Kattani estaba tan alarmado por el aumento

del consumo de té que se lo prohibió a los seguidores de su cofradía religiosa. Creía que la

importación y venta de grandes cantidades de ese producto y de azúcar era el inicio de una etapa en

la que la economía marroquí caería en manos de los europeos, un preludio de la colonización.228

Una característica de este período y de las ideas de los ulemas era la preocupación por la

independencia económica de Marruecos.

La debilidad del ejército marroquí y el crecimiento del poder occidental hizo ver a los

marroquíes el peligro que corrían. Las derrotas militares ante Francia y España y el colapso

económico abrieron los ojos de la élite marroquí provocando un fuerte impacto que les llevó a

reconocer la necesidad de reformas militares y de transformar y fortalecer el Estado. Al- Nassiri

225
Véase al respecto : Benjelloun, M : “ La culture comme terrain de resistance face a la pression europeenne dans le
Maroc d´avant le Protectorat «, en Revue Maroc- Europe, no. 3, Regards croisés (Identité- Altérité), 1992, pp. 191-201.
226
Cfr. Schroeter, D.: Merchants of Essaouira: Urban Society and Imperialism in Southwestern Morocco, 1844-1886,
Cambridge, Cambridge University Press, 1988.
227
Véase, por ejemplo, el poema anónimo en “La corruption des moeurs à Tangier “, (P. Paquignon, traductor) en
Revue du Monde Musulman, no. 7, 1909, pp. 23-38.
228
Cfr. Burke III, E.: Prelude to protectorate...op. cit, pág. 38.

141
aparece como el que mejor expresa el dilema de los marroquíes: las reformas para él, eran

necesarias, pero rechazables porque suponían más contactos con la cristiandad. En referencia a los

nuevos cadetes militares que estudiaban en Europa decía: “ellos quieren aprender a luchar para

proteger el alma, pero pierden el alma en el proceso de aprendizaje“.229 Frente a los tradicionalistas,

los marroquíes reformistas parecen haber percibido todo lo que se jugaba el Estado con la

modernización importada y favorecieron la continuidad de la política en la que Marruecos sacaba

provecho de las rivalidades entre las diferentes potencias, oponiendo a unas a otras. A finales de

siglo XIX, fue evidente la imposibilidad de continuar esta política.

Las habilidades y la energía de Mawlay- Hassan evitarán que la mayoría de los observadores

europeos se percatasen de la debilidad de esta vieja sociedad. Después de la muerte de Hassan I en

1894 y hasta 1900, el destino de Marruecos descansó en las manos del gran Visir y Regente, Ba

Ahmad ibn Musa, continuando con la política de su maestro. A su muerte, cuando en 1900 Abd al-

Aziz asumió el poder personalmente, toda la debilidad del viejo régimen salió a la luz. 230

Si contrastamos los inicios de la modernización de Marruecos con la experiencia de otros

territorios del Oriente Medio, podemos observar contrastes: para empezar existían unas fuerzas

externas en juego, la penetración del comercio europeo y la presión militar y diplomática de

diversas potencias – cada una interesada – en obtener la hegemonía en la región. En el Imperio

Otomano, en Egipto e Irán, la presión militar se sintió desde principios del siglo XIX (véase por

ejemplo la presión sobre Turquía por parte de Rusia) y luego continuó siendo un hecho constante.

Sin embargo, en Marruecos la presión militar europea fue inconstante, por lo que no supuso

bastante aliciente para emprender reformas. La victoria francesa en Isly no las desencadenó; fue la

guerra de África la que acabaría mostrando la debilidad del ejército.

La penetración del comercio europeo fue más tardía. Hasta después de 1850 Marruecos no

pasó a formar parte de la órbita económica de Europa; durante muchos años, lo hizo de forma

229
La cita en Burke, E.: op. cit, pág. 38.
230
Cfr. Burke, E.: op. cit, pág. 39.

142
incompleta. En contraste con Egipto, Marruecos – a pesar de su posición estratégica – no resultaba

atractivo para los inversores potenciales. No se conocían reservas naturales de minerales o materias

primas de importancia, las condiciones de los puertos eran deficientes y Marruecos tenía fama de

ser un país hermético e impenetrable. Como consecuencia, a principios del siglo XX, Marruecos

estaba por detrás de algunos lugares de Oriente Medio en procesos modernizadores a pesar de su

proximidad a Europa y de haber iniciado algunos cambios, que en todo caso fueron significativos a

lo largo de la costa pero mucho menores en el interior. La modernización en Oriente Medio llevó

consigo importantes reformas en la burocracia y el ejército. Este cambio tan drástico no se notó en

Marruecos. Sin embargo, al igual que en Oriente Medio, las reformas militares fueron muy

vulnerables a la manipulación de las potencias europeas y suscitaron críticas de los grupos

tradicionales de la elite. Mawlay- Hassan estuvo acertado al desmantelar el sistema militar ‘jaysh’

aunque no logró articular un nuevo ejército que le sirviese con efectividad. A pesar de los esfuerzos

del Majzén, tampoco se consiguió crear una burocracia coherente en el Imperio y hasta después de

1900 las familias tradicionales que se repartían esferas de poder en el Majzén continuaban copando

los altos cargos como funcionarios del Estado. Los cuarenta años después de la guerra de Tetuán

fueron desaprovechados, al no tener que hacer frente a nuevas embestidas militares de Occidente,

para evaluar el significado de las reformas. A principios del siglo XX, Marruecos sólo tenía un

pequeño grupo de su elite socio-política favorable a las reformas y un sistema tradicional de

gobierno a punto de ser cuestionado severamente.

143
2.5. El Marruecos de 1900

La subida al trono del Sultán Abd al- Aziz en junio de 1894 vino acompañada por un relevo

en el grupo gobernante. El Hajib (= chambelán) Ba Ahmed ibn Musa aprovecharía la muerte de

Mawlay- Hassan en el transcurso de una campaña en la región de Tadla para, al apostar por el hijo

más joven del Sultán, encumbrarse a sí mismo como regente. La familia que controlaba el Majzén,

la familia Yama´i, enemigos del nuevo regente, eran desplazados del poder y el vacío quedó

ocupado por la familia de Ibn Musa. La subida de Abd al- Aziz no fue vista con buenos ojos por

sectores relevantes de Marruecos. Muchos de los ulemas sintieron que se había manipulado la

proclamación del nuevo Sultán y que se les enfrentaba con un hecho consumado, antes de

permitirles dar su libre consentimiento al nuevo monarca. Sólo después de una serie de

enfrentamientos, se firmó el compromiso de la ‘bay’ a‘(= sometimiento) adhiriéndose a la elección

del joven Abd al- Aziz. Sin embargo, existían otros hijos de Hassan con pretensiones al trono y

apoyos entre la población; sobre todo Muley Mohammed y Muley Bilgith. Este último era el

mayor de los hijos del último Sultán.231 Poseía algún apoyo entre las tribus de la Chauia, pero una

revuelta a su favor fue reprimida rápidamente por el nuevo gobierno. Por otro lado, Muley

Mohammed representaba la verdadera amenaza para los planes de Ba Ahmed, porque era un lider

vigoroso y no sólo un gobernante, por lo que tenía un gran apoyo entre las tribus y un gran bloque

de ulemas. Una de las primeras decisiones de Ba Ahmed, después de que Abd al- Aziz hubiese sido

proclamado sultán, fue poner bajo arresto a Muley Mohammed en uno de los palacios de Meknés.

Durante el reinado de Abd al- Aziz, estuvo allí, vigilado muy de cerca por los sirvientes de

confianza del Majzén e impedido de ponerse en contacto con los que le apoyaban. Las revueltas de

231
Véase A.G.P. Martín, “ Quatre siècles …op. cit, pp. 370-371.

144
las tribus que periódicamente estallaron en los años siguientes declararon su apoyo a Muley

Mohammed, pero nunca intentó escapar, y al final aquéllas fueron eliminadas.232

En 1900 la situación política interna en Marruecos era menos segura de lo que parecía

exteriormente. Tres años de campañas cerealícolas desastrosas entre 1894 y 1897 habían llevado a

las tribus a la revuelta, forzando que la Corte se trasladase a Marrakesh. Mientras la corte imperial

estaba en el sur, las tribus del septentrión del Imperio, en las proximidades de Fez aprovecharon su

ausencia y adoptaron un status semiautónomo. Las tribus ‘jaysh’ del norte vieron crecer

enormemente sus privilegios sin tener en contrapartida que asumir sus obligaciones militares. 233 En

el sur, la presencia de la corte en Marrakesh durante cinco años permitió a los ambiciosos caídes

del Alto-Atlas Occidental aumentar el número de tribus bajo su control, a cambio de prestar

servicios al Majzén. Entre estos caídes ganaría gran notoriedad al- Faqih Madani al- Glaui al

suministrar tropas al Majzén para sus expediciones en el valle del Sus y en otros lugares. 234 Como

parte del esfuerzo para controlar la situación en el Tafilalt después de la caída del Tuat en 1900,

cuando las tribus desarrollaban una acción autónoma de resistencia contra los puestos fronterizos

franceses, se envió una fuerza de un millar de hombres al mando de Madani al- Glaui para prevenir

las acciones que incitasen represalias francesas.235 Así como otros grandes caídes habían recibido

vastas extensiones y el control sobre nuevas tribus para recompensar servicios similares, el Sultán

recompensó de la misma forma al Glaui. Ello incluía concesiones de privilegios en la recaudación

de impuestos agrícolas en algunas de las tribus más ricas de la llanura de Marrakesh. Algunos

impuestos cobrados a las tribus del siba podían quedar en manos de los grandes caídes. La creación

de un número reducido de gobernadores muy poderosos contradecía directamente la política de

Mawlay- Hassan de dividir el gobierno tribal entre un gran número de autoridades de poco poder.

Ello hizo que el Majzén dependiera fuertemente de los grandes caídes en la administración de

grandes territorios del sur y le hacía vulnerable a las presiones de los mismos.
232
Ibidem.
233
Cfr. Aubin, Eugene (en realidad Descos), Le Maroc d´aujord hui, 8ª edición, París, A. Colin, 1913, pp. 191-192.
234
Cfr. Montagne, R : Les Berbères et le Makhzen dans le Sud du Maroc, París, 1930, pp. 334-337.
235
Cfr. R. Pinon, L´empire de la Méditerranée, París, 1904, pp. 155, 239.

145
Debido a la gran habilidad que tenía Ba Ahmad ibn Musa para aprovechar las discordias

entre las tribus y grandes caídes, y para utilizar a unos contra otros para conseguir sus fines, parecía

que existía una cierta estabilidad en el Imperio. Aunque descuidó la atención sobre las tribus del

norte de Marruecos y las de la región fronteriza de Argelia, hasta 1900 no apareció ninguna fractura

en el edificio legado por Mawlay- Hassan. Muerto el Gran visir, sus sucesores continuaron la

mayor parte de las políticas seguidas por Ba Ahmed, pero sin la habilidad de aquél. Las tribus

fronterizas del norte y del este empezaron a asumir posiciones de más autonomía –buscando

acercamientos a España o a Francia – y los grandes caídes continuaron expandiendo sus dominios

sin control.

Una de las políticas de Ba Ahmed continuada por sus sucesores y que tuvo importantes

repercusiones fue el debilitar continuamente a las hermandades o cofradías religiosas como poder

regional. Ba Ahmed había intentado básicamente recortar atribuciones del poder temporal de las

cofradías religiosas y de los santuarios eclesiásticos tales como el derecho a poseer sus propias

extensiones de tierra y de pastos y el derecho a conceder refugio a los que estaban acusados de un

crimen.236 El movimiento contra las cofradías religiosas y el culto a los santos locales tenía sus

orígenes en las tradiciones de la dinastía alauí – que naturalmente buscaba incrementar sus poderes

a expensas de los focos de poder regional – y en la influencia de ideas del modernismo islámico de

Arabia Oriental.237

La mayor diferencia del nuevo Majzén con respecto a las prácticas políticas de Ba Ahmed,

fue la actitud proclive de ciertos grupos hacia la adopción de un programa de reformas internas

administrativas. Ahmed ibn Musa había sido uno de los principales oponentes a las reformas,

desterradas en su período por considerarlas inviables y comprometidas para Marruecos.238

236
Cfr. Edmond Doutté, En tribu, París, P. Geuthner, 1914, pág. 348, menciona esta tendencia de Abd al- Aziz.
237
Sobre la influencia de la doctrina wahhabita y el movimiento Salafiya en Marruecos, véase el artículo de J. Abun
Nasr, “The Salafiyya Movement in Morocco”, op. cit., pp. 92-98.
238
Al Moghreb al Aksa (Tánger), 26 de mayo, 1900. Véase también P. Guillén, L´Allemagne et le Maroc, op. cit, pág.
317.

146
En lo que respecta a las relaciones internacionales, la política general de Ba Ahmed fue

evitar que cualquier potencia europea ganase una influencia desproporcionada en el país. Limitó los

contactos con los países occidentales, aunque esta política aislacionista no se pudo aplicar a

rajatabla. La frontera marroquí estaba amenazada en dos puntos por la penetración militar francesa:

desde el sur, donde existía el peligro de una invasión gala desde Senegal, y en el este donde los

oasis de Tuat, Figuig y Tafilalt eran zonas que invitaban al expansionismo del Ejército francés. El

gobierno marroquí quería mantener en estos territorios la política general de reforzamiento de su

autoridad que habían seguido Mawlay- Hassan y luego, Ba Ahmed.239 Sin embargo, el contexto

diplomático internacional hizo que estos esfuerzos se debilitaran conforme finalizaba el siglo XIX.

Por una parte, el estallido de la guerra anglo-boer en octubre de 1899 tenía temporalmente al Reino

Unido con la atención fija en Sudáfrica, no pudiendo intervenir ni apoyar al Sultán. Por otra parte,

la insurrección en Cuba y Filipinas obligó al gobierno español a desentenderse por primera vez de

la suerte del Tuat, permitiendo que fuera ocupado por los franceses. Sólo en el sur del Imperio,

donde el gobierno marroquí consiguió apoyar las acciones de resistencia a la expansión gala, esta

política tuvo éxito, pero sólo temporalmente porque a la larga el poder y la influencia francesa

trastocaron la situación.

A lo largo de la frontera oriental con Argelia, la política del gran visir Ba Ahmed fracasó

incluso antes de su muerte. A finales de la década de 1880, los círculos políticos y comerciales

franceses en Argelia habían empezado a expandirse hacia el sur. Se barajaron diferentes proyectos

para la creación de una vía férrea a través del Sáhara. En 1890, los intereses de expansión franceses

se dirigían claramente hacia el conjunto de oasis del Tuat, y conjuntamente hacia los de su ruta de

acceso lateral, el valle Saura.240 Este interés renovado por el Sahara se vio reflejado en la aparición

de una cierta inquietud en las tribus fronterizas a lo largo de la frontera. Después de la muerte de

239
A.G.P. Martín, Quatre siècles, pp. 368-369 analiza la importante trascendencia negativa que tiene para el Sultanato
la conquista del Tuat por los franceses y señala al respecto que existía una complementariedad entre los territorios del
Tuat y la Sakia al- Hamra.
240
Para ampliar conocimientos sobre los intereses expansionistas franceses en el Tuat, véase también Christopher
Andrew, Théophile Delcassé and the Making of the Entente Cordiale, Londres, 1968, pp. 153-157.

147
Sid Muhammad al- Darbi al- Darkaui en 1892, que eliminó de escena a uno de los defensores más

vigorosos de la yihad y tras la visita de Mawlay Hassan a Tafilalt en 1893, las tensiones

desaparecieron parcialmente. En un esfuerzo por resolver las tensiones con París, un embajador del

Majzén, Muhammad ibn Musa- hermano del gran visir – fue enviado a la capital francesa para

tratar directamente con el gobierno republicano el tema del Tuat. A pesar de que fue bien recibido,

se le informó que si quería discutir problemas de los territorios marroquíes en el Sahara, debía

hacerlo no con el gobierno de la República sino con los oficiales franceses en Argelia. 241

En Enero de 1900 llegaron a Marrakesh noticias de que una columna militar francesa había

invadido Tuat y que todos los oasis del lugar estaban en sus manos. Informes posteriores

aseguraron que los movimientos de las tropas republicanas a lo largo de la frontera amenazaban el

oasis de Igli y la unión de los valles de Saura y Guir. 242 Las tribus entre Figuig y Tafilalt pidieron

represalias militares. Aunque los miembros del Majzén deseaban una respuesta de este estilo, Ba

Ahmed, que conocía muy bien la verdadera debilidad del Estado marroquí, decidió seguir los

canales diplomáticos y solicitar apoyo diplomático internacional. El cadí de Marrakesh, Si al- Arbi

al- Mani, fue enviado a Tánger como enviado especial para presentar a las potencias una protesta

formal del gobierno marroquí. También debía sondear su respuesta a la iniciativa marroquí de que

fueran las potencias las que garantizasen la integridad del Imperio jerifiano. Debido a la vaguedad

de las respuestas de los gobiernos europeos, la idea de una conferencia internacional sobre

Marruecos murió antes de haberse gestado, pero este concepto permaneció activo, como una

aspiración en círculos gubernamentales marroquíes. 243

El tema de la defensa de la frontera se convirtió en uno de los objetivos principales donde se

dirigieron los esfuerzos de los contrarios a las reformas del Majzén. Los ulemas de las principales

ciudades y los partidarios de una actitud más firme empezaron a presionar por la consecución de

241
Cfr. A.G.P. Martín, Quatre siècles…, op. cit, pág. 388.
242
Cfr. Véase el artículo de Robert de Caix, “La Marche vers le Touat“, Bulletin du Comité de l´Afrique Française
(1900), pp. 125-135, en el que revisa las circunstancias de la ofensiva colonial francesa en el sureste del Sultanato en
1899 y 1900.
243
Documents Diplomatiques Frannçaises, 1ª serie, Vol. 16, no. 134.

148
una campaña militar que preservase la “Morada del Islam” de las profanaciones cristianas. Otros

grupos del Majzén vieron la lección de la pérdida del Tuat como un acicate que obligaba a reformar

y reforzar el Estado. La batalla dentro de la élite marroquí entre los partidarios de la ‘yihad’ –grupo

formado por los notables rurales y una parte de los ulemas– y aquellos que defendían un extenso

programa de reformas que revitalizase al Estado –fundamentalmente los oficiales del Majzén y

otro sector de los ulemas– se asociaría desde ese momento al tema de la defensa del Imperio.

Ba Ahmed, siguiendo el camino trazado por Mawlay- Hassan en el sur del Sultanato, quería

una política de orden militar apoyando a los movimientos de resistencia que surgían al sur de

Tarfaya contra los franceses, dirigidos por el jeque Maa al- Aynin ibn Muhammad Fadil y su

numerosa familia. Maa al- Aynin había sido recibido en la corte de Mawlay- Hassan, y gozaba en

Marruecos de una fuerte reputación por su piedad y sus doctrinas religiosas. Ba Ahmed utilizó esta

simpatía religiosa de la que gozaba el jeque para ayudar a Maa al- Aynin y a las actividades de

resistencia en la Sakia al- Hamra y el sur de Marruecos.244 La nueva política determinó que el

contrabando de armas para reforzar a las tribus del extremo meridional del Imperio recibiera la

bendición del Majzén. Después de la muerte de Ba Ahmed, esta alianza se reforzó y Maa al- Aynin

hizo varias visitas a la corte.245 Se abrieron varias casas de la cofradía Fâdeliyya en Marrakesh y

Fez, que ganó muchos adeptos entre el Majzén.

244
Véase también Caratini, S.: “Ismael Ould Bardi, héros de la résistance saharienne“, en R.O.M.M., nos. 41-42, 1986,
pp. 158-166.
245
Al- Moutabassir, “ Ma el Ainin Ech Changuity “, en Revue du Monde Musulman, no. 1, pág. 348.

149
2.6. El Sultán Abd al- Aziz y el Majzén

Cuando Abd al- Aziz comenzó a gobernar personalmente en 1900 tras la muerte del gran

visir Ba Ahmed, sólo tenía 19 años y había empleado la mayor parte de su joven vida en el interior

del harén real . Su madre era Lalla Rakia, una hermosa e inteligente esclava circasiana que había

sido la esposa preferida de Mawlay – Hassan durante los últimos años de su vida. A la muerte de

Hassan I unió a una serie de fuerzas y de apoyos para asegurar la proclamación de su hijo, y así

continuó teniendo una considerable influencia en sus decisiones hasta su propia muerte en 1902.246

La educación de Abd al- Aziz fue supervisada por el Gran Visir, enfatizando en las materias

religiosas tanto como en la dirección de los asuntos de gobierno. Los europeos que estuvieron en

contacto con Abd al- Aziz se impresionaron por el deseo que tenía de ser un buen gobernante. Su

inteligencia – una característica de la dinastía alauí- también fue remarcada. Como se demostraría

más tarde, podría ser firme en sus decisiones, aunque careciese de habilidad política. Inicialmente,

el mayor impedimento que tenía era su inexperiencia, una cierta falta de sensibilidad para valorar

las funciones religiosas y ceremoniosas de su posición y la poca habilidad para prestar atención

durante mucho tiempo en temas de Estado. 247Con el paso del tiempo maduró y después de 1903 no

volvió a cometer los mismos errores de sus primeros años. Adquirió el hábito de tomar las

decisiones de Estado junto con un grupo informal de consejeros, y esto le supuso evitar futuros

errores. Desafortunadamente, desde 1903, Marruecos no volvería a poseer mucha capacidad ni

espacio para maniobrar diplomática y económicamente.

Abd al- Aziz, después de la muerte de Si Ahmad ibn Musa y sus dos hermanos, que también

eran visires, dio paso a un nuevo Majzén, en el que el balance de fuerzas favorecía a aquellos que

deseaban un programa de reformas como el mejor modo para preservar la independencia de

Marruecos. Inicialmente, un pariente de Ba Ahmed, al- Hach Mukhtar ibn Abdallah fue nombrado
246
A.G.P. Martín, Quatre siècles…, op. cit, pág. 370, y Gabriel Veyre, Au Maroc dans l´intimité du Sultan, París,
1905, pp. 152-154.
247
Cfr. Burke III, E.: Prelude to protectorate...,op. cit, pág. 48.

150
gran visir, con el fin de garantizar una cierta continuidad con el período anterior, pero fue pronto

sustituido por Muhammad al- Mufaddal ibn Muhammad Gharnit, un veterano oficial del Majzén de

origen andalusí. El visir al- Bahr (o ministro de Asuntos Exteriores) era Sid Abd al- Krim ibn

Sliman, defensor de las reformas, y el Ministro de Finanzas, Si Abdesselam Tazi, opuesto a ellas.

Sin embargo, la figura más importante del gobierno, el favorito del Sultán, el Allaf al- Kabir

(=Ministro de la Guerra) era Si al- Mahdi ibn – al Arabi al- Mennebbhi que apoyaba las ideas de

reformar y reforzar la administración. El- Mennebbhi tenía conexiones familiares con el- Glaui y

mostró una habilidad especial para forjar alianzas a lo largo de su carrera. Tenía una fuerte

personalidad y un buen sentido del humor, era joven y vigoroso. Esta combinación de cualidades le

hizo ganarse la confianza de Abd al- Aziz. Fue gracias a su intervención, por lo que se nombró

Gran Visir a Garnit y también fue a través de él cómo el agente británico Harry MacLean tuvo gran

influencia en el Sultán. Fue durante el corto período de su supremacía en la Corte (1900-1903),

aunque sólo parcialmente debido a su influencia, cuando Marruecos se embarcó en un programa de

reformas burocráticas y mejoras internas.

Los tiempos no eran favorables para propiciar dichas reformas. En primer lugar, el respeto al

‘statu quo’ marroquí que había prevalecido entre las potencias al menos durante los últimos veinte

años estaba empezando a mostrar signos de debilidad.248 Aunque Gran Bretaña estaba embarcada

en una guerra costosa en Sudáfrica, todavía buscaba a través de su representante en Tánger, sir

Arthur Nicolson, ganar una cierta predominancia en Marruecos, propiciando las reformas del

Majzén. La presencia de dos influyentes ciudadanos británicos en la corte –Egbert Verdon, un

médico y el “caid “ Harry Mac Lean, instructor militar británico del Ejército imperial– hizo que

Nicolson tuviese un acceso privilegiado al Sultán y a sus oficiales.249 Mientras tanto, Francia, el

otro contendiente importante en la cuestión marroquí, empezaba a apuntar agresivos designios

contra el Sultanato, tras el amargo y prolongado conflicto por el ‘affaire Dreyfus‘. En el

248
Ibidem, pág. 49.
249
Véase Saint- René-Taillandier, G., Les origines du Maroc français, París, Plon, 1930, pp. 21-23, sobre Mac Lean.
Véase P. Guillén, L´Allemagne et le Maroc…op. cit, pág. 609, sobre Verdon.

151
Parlamento, el grupo colonialista quería reforzar al Imperio francés con una nueva adquisición.

Marruecos, la principal pieza bajo los intereses del grupo colonial en la Cámara de Diputados –

especial objeto de interés de los intereses comerciales y militares argelinos- podía cumplir

perfectamente esta función. Los franceses también tenían representantes influyentes en la corte en

Marrakesh: el Dr. Ferdinand Linares que había estado al servicio de Mawlay- Hassan durante

muchos años, y el doctor Felix Weisgerber, que había entrado al servicio del Majzén en diciembre

de 1897 cuando le llamaron para tratar una enfermedad del Gran Visir. Los franceses sostenían

asimismo una misión militar en Marruecos, aunque de escasa influencia: hasta 1901 estuvo dirigida

por el mayor Burckhardt, y después por el teniente coronel de Saint-Julien. El renovado interés en

Marruecos por parte de las dos potencias evidenciaba la fragilidad de la posición diplomática del

Imperio jerifiano. Aun así, los diplomáticos marroquíes intentaron aprovechar los conflictos de

intereses de las potencias para evitar tener el mismo destino de Egipto, Túnez y la mayor parte del

resto de Africa. Pero esto dependía de que Inglaterra y Francia no fuesen capaces de resolver sus

diferencias. En 1900 esto todavía era posible, pero a finales de 1902, los cambios diplomáticos

tendentes a una ‘entente’ entre París y Londres ya se estaban dando.

152
2.7. Reformas en Marruecos, 1901- 1903

El primer golpe en el frágil edificio que había mantenido tan cuidadosamente Ba Ahmed no

tardó en aparecer. En marzo de 1901, el gobierno marroquí decidió adoptar un programa de

reformas para su sistema provincial administrativo y fiscal y decidió pedir ayuda a los británicos en

esta tarea. Las circunstancias que rodearon esta decisión no quedaron claras. A pesar de las

alegaciones francesas de que estas reformas fueron originadas por un deseo inglés, es probable que

el impulso se originase en el Majzén y que la participación británica sólo se solicitase más tarde. Se

sabe que hubo numerosos defensores de las reformas en el seno del Majzén. Sus miembros estaban

alarmados por el crecimiento de la debilidad marroquí y creían que el programa de reformas al

estilo ‘tanzimat’ y a imitación del modelo turco-otomano, era el único modo de eliminar las

injerencias europeas. Este programa de reformas se ganó el apoyo de sir Arthur Nicolson y del caíd

Mac Lean, por lo que se utilizaron sus servicios para pedir apoyo al Foreign Office.250 En Londres

se comprendió bien pronto que se necesitaban fuertes recursos financieros para asegurar el éxito de

la reforma. Por ello el Foreign Office aconsejó al Sultán no encarar abiertamente el riesgo de la

reforma, si antes el Imperio marroquí no resolvía sus disputas diplomáticas y obtenía la

aquiescencia francesa.

Durante los meses de junio y julio de 1901, se enviaron dos misiones diplomáticas a Europa.

La primera estaba dirigida por el favorito del Sultán, el- Mennebhi, y acudió a Londres y Berlín a

examinar más de cerca las posibilidades de ayuda financiera europea. En ningún lugar fue recibido

con entusiasmo. A nivel oficial, el gobierno del II Reich fue reacio en ese momento a prestar

apoyos al Majzén, aunque los fabricantes de armas alemanes vieron la oportunidad de hacer

algunas ventas.251 Los británicos estaban ocupados con la guerra de los boers y los sucesos en el

250
Cfr. Burke III, E.: Prelude to protectorate…op. cit, pág. 50.
251
P. Guillen, L´Allemagne et le Maroc…op. cit, pp. 598-602, se explaya sobre las misiones diplomáticas marroquíes
de 1901.

153
extremo oriente asiático, por lo que no prestaron su pleno apoyo a los marroquíes.252 La otra

misión, dirigida por el Ministro de Exteriores Ben Sliman, fue enviada a París y Berlín. En París la

delegación de Ben Sliman comenzó las negociaciones para resolver el problema fronterizo entre

Argelia y Marruecos y poder prevenir así los estallidos de violencia. El 20 de julio se llegó a un

acuerdo que resolvió temporalmente la situación. Sin embargo, el gobierno francés se abstenía de

comprometerse con el programa de reforma marroquí. Después de una visita puramente ceremonial

a San Petersburgo, la misión de Ben Sliman volvió a Marruecos.

Durante los dos meses que el Mennebhi estuvo en el extranjero, los elementos

antireformistas en la corte liderados por el gran Visir Muhammad Garnit convencieron al Sultán

para que abandonase a su favorito y con él, el programa de reformas. Sin embargo con una

maniobra inteligente el Mennebhi fue capaz de hacerle cambiar de idea y devolverle al Sultán el

ardor por las reformas. Un mes después de la vuelta del Mennebhi, un consejo estableció el

programa reformista. Lo integraban el Garnit, el Mennebhi, Ben Sliman, el caíd Mac Lean, otros

dos visires y dos notables que habían vivido durante un cierto número de años en Egipto y

conocían las reformas desarrolladas en este territorio.253 Este grupo pronto realizó un plan completo

de cambios que el Sultán respaldó. En lugar de establecer su rápida ejecución, se decidió que

primero se aplicaría de forma experimental en el área de Marrakesh, y varias tribus (incluyendo a

los Rhamma) fueron seleccionadas con este propósito.254

Las reformas consistieron en dos procesos diferentes pero interrelacionados. El primero era

una reestructuración de la administración marroquí, especialmente de la administración rural. En la

reforma, la función de los umana era servir y ayudar a los caídes rurales y evitar abusos en la

recaudación de impuestos locales. Ambos, caídes y umana recibirían salarios lo suficientemente

altos como para evitar la corrupción puesto que las extorsiones eran características del sistema

252
Sobre el impacto de la guerra boer en la cuestión marroquí véase E. Anderson, The First Moroccan Crisis, 1904-
1906, Chicago, 1930, pp. 66-67.
253
Cfr. Burke III, E.: op. cit, pág. 50.
254
Al Moghreb al Aksa, 14 de Septiembre de 1901.

154
tradicional. Los umana fiscalizarían la recaudación de todos los impuestos y tendrían poderes para

recomendar el castigo de los codiciosos caídes. Los gobernadores de las tribus, por su parte, tenían

prohibido incrementar los impuestos extraordinarios u otras recaudaciones excepcionales y en

adelante, nadie gozaría de exención fiscal. Tampoco los tradicionales grupos privilegiados, los

chorfa, los protegidos de las empresas comerciales europeas, las tribus jaysh y ciertas cofradías

religiosas.255 Este esquema representaba una renovación y racionalización de las reformas

propuestas bajo el reinado de Mawlay- Hassan, pero que nunca se llevaron a cabo.

Una de las innovaciones más importantes, en cuanto a la reforma administrativa, fue la

sustitución de las viejas tasas coránicas por un impuesto sobre el ganado y la agricultura, el ‘tertib’,

que tenía también sus antecedentes en el reinado de Hassan I en el también llamado ‘tertib’ del

artículo 13 de la resolución de la conferencia de Madrid de 1880. El nuevo tertib difería de su

predecesor en que había roto claramente con los antiguos impuestos del Corán. Las tradicionales

contribuciones, el ‘achar’ y la ‘zakah’, se abolieron definitivamente. El nuevo y único impuesto

dependía de la tasación que los umana hicieran de las riquezas agrícolas y ganaderas de cada

marroquí. Los umanas registrarían el número de animales que poseía cada familia y el tamaño de

la cabaña ganadera y el impuesto se establecería en proporción a la tasación. Los impuestos se

fijarían relativamente bajos para mantener la tranquilidad en el agro marroquí. Debido a que la

exención de impuestos había terminado, los reformistas esperaban que las rentas públicas se

incrementaran, aunque se mantuviese un bajo coeficiente de imposición fiscal. Se esperaba que

disminuyesen los disturbios rurales dado que la causa principal de los mismos, los abusos en las

recaudaciones, habrían sido eliminados.

Desde que el tertib supuso la abolición de todas las exenciones fiscales, incluyendo las

disfrutadas por los protegidos marroquíes de las potencias europeas, algunas de éstas estuvieron

interesadas en boicotear su aplicación. Francia, en particular estaba preocupada por la forma en

cómo sus protegidos y sus intereses se verían afectados por las nuevas medidas. La conferencia de
255
Cfr. Aubin : Le Maroc... , op. cit, pp. 254-255.

155
Madrid había proporcionado a las potencias la posibilidad de ratificar las reformas marroquíes a fin

de que sus intereses no pudieran resultar perjudicados. Con la convicción de que el tertib de 1901

estaba dirigido directamente contra los chorfa de Wazzan, protegidos franceses, Francia impuso un

veto temporal al proyecto hasta que no recibió una serie de garantías por parte del Majzén.256

Desde que el Majzén anunció las reformas, junto con la abolición de los antiguos impuestos,

el retraso en obtener la ratificación francesa significó que muchos distritos del Imperio podían

escapar a los impuestos. Algunas tribus, en particular las de la provincia de Chauia, no pagaron

impuestos hasta 1903, en que se garantizó la ratificación formal del tertib.257 Estas tribus fueron

capaces de acumular riquezas cuando el gobierno carecía de ingresos y buscaba otros caminos para

financiar el ambicioso programa de reformas y el desarrollo interno. Eliminando las tradicionales

exenciones, los reformistas buscaban un cambio en la alineación de intereses en el Imperio: las

tribus ‘jaysh, las cofradías religiosas, los funcionarios del gobierno, los chorfa y todos los

protegidos poseían un poder y una riqueza considerable y tradicionalmente todos habían estado

exentos de pagar impuestos. Tenían miedo a perder sus privilegios y empezaron a agitarse bajo la

bandera religiosa ortodoxa contra las reformas ‘cristianas’ del Sultán. Alegaban para ello que los

impuestos establecidos por el Corán no podían ser alterados por nadie, incluyendo al Sultán.

Algunos se apresuraron a adquirir el status de ‘protegidos’ para preservar sus fortunas, mientras que

otros iniciaban escarceos de intrigas políticas contra el régimen.258

Las reformas se pusieron primero en marcha en la región de Marrakesh; cuando la corte se

trasladó a Rabat en diciembre de 1901 se extendieron a la Chauia. Se llamó a los oficiales de

aduanas y a importantes mercaderes de los puertos del norte para que aconsejaran al Majzén en la

realización de nuevas reformas. Un vasto programa de reformas internas fue el resultado: incluían

256
Cfr. E. Michaux- Bellaire, «Les impôts marocains«, op. cit, pp. 81-82. Los franceses temían especialmente que el
inicio de las reformas realizadas bajo el patrocinio británico hundirían seriamente y pondrían en peligro su posición
como potencia con claras pretensiones colonizadoras en el Sultanato.
257
Cfr. Burke III, E.: op. cit, pág. 52.
258
Algunas de las repercusiones de las reformas se pueden ver en: Aubin, Le Maroc, op. cit, pp. 255-256; y en A.G.P.
Martín, Quatre siècles, op. cit, pp. 395-396.

156
la modernización de los servicios portuarios y la construcción de caminos, puentes y telégrafos.

Fue solicitada la colaboración de las empresas europeas interesadas. A la vez se llamó a los

gobernadores provinciales a Rabat y se les hizo jurar sobre el Corán que no darían ni recibirían

favores y que frenarían la extorsión de los “impuestos extraordinarios“.259 Para reducir las

tentaciones, se anunció que todos los oficiales del gobierno tendrían un salario.

Pero al no conseguir el apoyo de diferentes potencias europeas, los reformistas cometieron un

serio error. Tampoco explicaron el contenido de las reformas a las tribus y no solicitaron las

recomendaciones de los ulemas. Como resultado, el gobierno marroquí tuvo que encarar un período

en el que sus gastos se incrementaban rápidamente y ello les llevaba de forma inevitable a la

bancarrota. Si las reformas se hubieran aplicado con éxito, los resultados habrían sido

prácticamente los de una revolución social radical, sobre todo por la eliminación de los grupos

privilegiados y de poderes locales como las cofradías, por la disminución de la influencia de la elite

religiosa y por la transformación de un sistema administrativo codicioso hacia una burocracia

responsable basada en modelos de eficacia y honestidad. Sin embargo las potencias europeas

acabarían por no tolerar un Estado marroquí regenerado, sin su influencia.

259
Cfr. Burke III, E.: op. cit, pág. 52.

157
2.8. El colapso de la economía marroquí.

La rapidez con que se produjo el colapso de la economía marroquí a partir de 1900 no tuvo

parangón. En un período de cuatro años, Marruecos pasó de ser un país con un tesoro

sustancialmente saneado y sin problemas, a estar endeudado en más de 100 millones de francos,

cargando con una enorme deuda internacional.

Alrededor de 1900, la economía marroquí estaba ya inmersa en un proceso de

transformación. Las proporciones de este cambio se incrementaron, provocando diferentes

consecuencias: una de ellas, fueron las dimensiones del déficit en la balanza comercial del Imperio.

Entre 1878 y 1900, el promedio del déficit comercial era de 4 millones de francos al año, y desde

1902 a 1909 superó los 14 millones de francos anuales.260 A la muerte del Gran Visir el Tesoro

Imperial tenía un conjunto de 60 millones de pesetas en moneda marroquí, hassani.261 Dos años

después vinieron los primeros préstamos exteriores, el acoso financiero de Occidente comenzó y

otros dos años después los ingresos de las aduanas marroquíes estaban controlados por una

comisión francesa. No se sabe qué proporción de las importaciones marroquíes durante este período

eran debidas a los gastos públicos. Se sabe que el consumo privado se incrementó como resultado

de un aumento de las rentas de muchas poblaciones rurales debido al período en que no se

cobraron impuestos. Pero lo que es seguro es que la mayoría del déficit se generó por los gastos del

gobierno. Y los gastos de la corte venían a representar un 10 por ciento del total del gasto público.

Hay que concluir que el incremento del déficit comercial se debe a la aplicación del programa de

reformas.

La mayoría de las explicaciones sobre el colapso de la economía marroquí se basaban en el

papel asumido por los gastos del Sultán. Se dice que Abd al- Aziz había vivido de una forma

260
Las estadísticas están extraidas de: Bulletin du Comité de l´Afrique Française (1911), pp. 57-63, y de
Renseignements Coloniaux, suplemento del Bulletin de l´Afrique Française (1906), pp. 64-75.
261
Cfr. Burke, E.: op. cit, pág. 54.

158
relativamente protegida en la corte hasta 1900 y por lo tanto no estaba preparado para las presiones

que debía afrontar. También sentía curiosidad por la tecnología e invenciones europeas. Los

viajantes y comerciantes europeos se aprovecharon de esta debilidad: pronto todo tipo de objetos

extraños y curiosos llenaron el palacio de Marrakesh, desde un auténtico taxi de Londres hasta una

cámara fotográfica de oro.262 Desde 1901, Abd al- Aziz empezó a rodearse de europeos capaces de

distraerle y entretenerle con todo tipo de juegos nuevos e invenciones. De entrada, este séquito

estaba formado por ingleses que le habían sido presentados por Mac Lean. Más tarde, cuando la

corte se trasladó al norte, fue común la presencia de comerciantes de todas las nacionalidades.

Con todo, los entusiasmos “consumistas“ del Sultán, aunque fuesen caros, eran insuficientes

para explicar la hemorragia del Tesoro Real. Se necesitaba una gran cantidad de dinero para

financiar el programa de reformas internas. En los momentos en que las compras del Majzén eran

asumidas como gastos de la corte, lo que ocurrió hasta 1901-1902, la posibilidad de que la mayoría

de los bancos e intereses comerciales europeos penetraran financieramente en Marruecos era

escasa. Pero cuando a partir de 1902 se aceptó la necesidad de aceptar ofertas para construcciones

portuarias, apareció inmediatamente la figura del “viajante“, del negociante en busca de

oportunidades en el Sultanato. Cerraron en sus tratos compromisos e intereses con asociados

marroquíes, oficiales o servidores de la corte. Muchos de los visires que más se identificaban con

las reformas se relacionaron también con diferentes casas empresariales europeas. Así El-

Mennebhi era considerado el representante de los intereses germanos y británicos. Obtuvo pingües

beneficios a base de sobornos y de recibir comisiones en la compra por el Majzén de armas

británicas y alemanas.263 Ben Sliman estaba identificado con Francia. También se vio favorecido

económicamente por favorecer los contratos de empresas galas con el Majzén. Esto se suma a los

sobornos de los que fue objeto mientras negociaba el acuerdo fronterizo en París en 1902.264 La

lista se podía extender. En todo caso, debemos subrayar el punto esencial que jugaron los oficiales
262
Sobre este período, véase Harris, Walter B., Morocco That Was, Edimburgo-Londres, W. Blackwood and Sons,
1921,
263
Cfr. P. Guillen, L´Allemagne et le Maroc …op. cit, pp. 602-606.
264
Ibidem, pág. 611.

159
y funcionarios marroquíes en la elaboración de los esquemas de infiltración financiera europea y

los grandes beneficios que obtenían de estos servicios. Cuando la ofensiva colonialista gala se

recrudeció a partir de 1903, los partidarios de las reformas se encontraron seriamente

comprometidos a los ojos de los ulemas por su corrupción y por haber allanado, al aceptar los

empréstitos galos, el camino a un protectorado de la República francesa.

Entre las firmas que con más éxito se vincularon con sus contratos al Majzén están la

francesa Gautsch, una filial de la Compañía Schneider, que más tarde formaría parte de la

Compagnie marocaine’. Gautsch poseía fuertes conexiones con la corte a través de la amistad de

Fabarez, un yerno de Gautsch y al Ja-i, el principal secretario del Mennebhi. Fabarez fue ayudado

por su compatriota Gabriel Veyre, fotógrafo de la corte, que tenía una buena relación con Abd al-

Aziz debido al interés de éste último por la fotografía. Por supuesto, el caíd Mac Lean fue el

representante de los intereses británicos. Cuando el gobierno marroquí tuvo que abordar su primer

crédito internacional, en 1902, Mac Lean realizó un viaje especial a Londres para intentar evitar

que ese préstamo fuese dado por un consorcio bancario francés. A pesar del esfuerzo, el viaje fue

inútil y el empréstito fue a parar a Francia.265 Los gastos del Majzén durante el bienio 1902-1903

fueron extraordinarios: el importe total fue de 62 millones de francos.266 En febrero de 1903

Gautsch estimó que él sólo había vendido 20 millones de francos en mercancías, frente a los 5 ó 6

millones de francos de Mac Lean y los británicos. 267 Las ventas de la empresa francesa Brunschwig

y Compañía, el mayor rival de Gautsch en Marruecos, aunque desconocidas, fueron sustanciales.

En 1901 Marruecos tenía tantas deudas que fue necesario un préstamo extranjero. Después de

numerosas negociaciones, el Majzén y el Banco de París y de los Países Bajos firmaron un acuerdo

265
Mac Lean acababa de enterarse de las primeras conversaciones mantenidas entre el titular de Exteriores británico,
Lord Lansdowne y el Embajador francés en Londres, Cambon sobre Marruecos. El objeto de su misión a Londres,
además de intentar evitar la consumación de un préstamo de la Banca francesa al Sultanato, fue obtener seguridades de
que un compromiso entre ingleses y alemanes garantizaría la integridad territorial de Marruecos. Véase P. Guillén,
L´Allemagne et le Maroc…, op. cit, pág. 620.
266
Renseignements Coloniaux (1906), pp. 64-75, presenta estadísticas sobre los cuatro años precedentes en lo relativo
a las importaciones y exportaciones habidas entre Marruecos y Europa.
267
Cfr. Guillén, P.: “L´implantation de Schneider, les débuts de la Compagnie marocaine (1902-1906)«, en Revue
d´Histoire Diplomatique, 1965, pág. 122.

160
por siete millones y medio de francos, a devolver con un interés del 6 por cien, el 31 de diciembre

de 1901.268 Los bancos franceses y el Quai d´Orsay consideraron este primer préstamo como la

apertura de un largo proceso que permitiría poner la economía marroquí completamente en manos

de las finanzas francesas. Por esta razón, los términos de este préstamo por parte gala no fueron

particularmente duros y el Majzén no estaba obligado a proporcionar a los prestamistas grandes

seguridades. Acuerdos ulteriores condujeron a otros préstamos de bancos españoles y británicos,

por la misma cantidad y sustancialmente en los mismos términos que el empréstito francés.

Marruecos iba a descubrir, al igual que lo había hecho Egipto o el Imperio turco-otomano, lo

peligroso que era vivir debiendo dinero.

A los dos años, el Majzén se encontró con dificultades económicas mayores. Mientras que

Marruecos perdía autonomía económica para maniobrar debido a las dificultades fiscales, la crisis

terminaría afectando a la vida de la mayoría de los marroquíes. Las mismas dificultades monetarias

del pasado volverían a aparecer. Los mismos mecanismos que habían operado en perjuicio del

dirham durante el siglo XIX y los mismos errores en la política monetaria del Majzén volvieron a

actuar. Paralela a la crisis monetaria de los años 1900-1905 hubo una segunda y no menos severa

crisis inflacionista. Entre 1896 y 1906 los precios de una lista de 50 artículos de consumo común

preparada por J.M. Macleod, vicecónsul británico en Fez experimentaron un incremento del 300

por ciento, una vez deducido el porcentaje correspondiente a la devaluación de la moneda

marroquí.269 Sin embargo esto no nos da una descripción amplia y completa del índice de inflación,

porque este sufría variaciones tanto regionales como estacionales muy importantes teniendo en

cuenta que no existía un mercado interior articulado puesto que las comunicaciones internas eran

deficientes y difíciles. La subida de los precios no fue constante, durante algunos años el

crecimiento fue más intenso que en otros. Para captar esta grave realidad no hay que perder de vista

que desde 1900 Marruecos sufrió una serie de anormales años de malas cosechas agrícolas:

268
El proceso de negociación del empréstito es explicado en P. Guillén: “L´implantation...op. cit, pág. 129; y en Saint-
René- Taillandier, Les origines...op. cit, pp. 96-97.
269
Cfr. Burke III, E.: op. cit, pág. 57.

161
particularmente deficientes fueron las cosechas de 1901-1902 en algunas zonas del país, y entre

1904-05 se produjo una hambruna severa y generalizada que afectó a todo el país.270 En vísperas de

la primera crisis marroquí, la que concluyó con la conferencia de Algeciras, el precio del grano

había alcanzado cinco veces su valor habitual. En general, las ciudades del interior sufrieron efectos

inflacionistas más duros que las portuarias debido a las deficientes condiciones del transporte.

El impacto de esta devastadora crisis se veía reflejado con más intensidad en aquellos que no

podían afrontarla, artesanos, jornaleros, empleados modestos del Majzén y en aquellos sectores que

vivían de ingresos fijos, como por ejemplo, los ingresos procedentes de obras pías. Su miseria se

incrementaba a la vez que aumentaban las riquezas de los comerciantes más poderosos y oficiales

de rango superior del Majzén que sacaban partido de la escasez de comida, acaparándola,

especulando con el grano y manipulando los precios en el mercado. Esta riqueza servía para

preservar sus posesiones, incrementarlas y competir con clara ventaja con otro tipo de comerciantes

que no gozaban de los privilegios de estos especuladores, que acabaron por ser protegidos de firmas

europeas. Este período en el que la situación económica había empeorado sirvió para crear

resentimientos muy fuertes entre la población marroquí, surgió el bandidismo a lo largo de los

principales caminos; los comerciantes aumentaron por ello los precios para compensar sus pérdidas,

y esto agravaría aun más la situación. Cuanto más se prolongaba en el tiempo la crisis, más factores

nuevos se añadían a ella. Lo que había empezado como una crisis económica, hacia 1905 se

convirtió en una crisis general de la sociedad marroquí.

270
Cfr. Budgett Meakin, Life in Morocco, Londres, 1905, pág. 277.

162
CAPÍTULO 3

1895:
La paralización de la actuación española en Marruecos.

3.1. Un año sin grandes acontecimientos relevantes. Crisis monetaria en Marruecos.


Agitación social en Dukkala. Sublevación de los Rhamma. Movimientos militares del Sultán. La
“economía moral” del Imperio marroquí.

Aparentemente fue un año tranquilo en las relaciones hispano-marroquíes sin

acontecimientos muy llamativos.

El Sultán Abd al- Aziz había decidido, tras el término de la guerra de Melilla, retirar de la

circulación gran parte de la moneda española existente en el Sultanato, la de origen isabelino y la

ordinaria de Filipinas.271

La moneda llamada “hassania“, de curso legal en el país y mandada acuñar por el Sultán

Mawlay Hassan no tenía gran aceptación y de hecho, el Majzén no acostumbraba a admitirla en los

puertos para el pago de los derechos de aduana. Un segundo tipo de moneda –entre las que

circulaban por Marruecos- estaba constituida por aquellas que los marroquíes acostumbraban

agujerear con objeto de hacerse brazaletes y collares, poniéndola en circulación cuando se

encontraban escasos de recursos. Por último estaba muy difundida la moneda isabelina y la filipina

que fue declarada de curso ilegal, lo cual causó una cierta contracción en el circuito comercial.

Esta medida había provocado particulares trastornos en Mazagán y en la región de Dukkala

desencadenando una crisis monetaria, que vino a unirse a la falta de granos por las malas cosechas

y a una cierta desorganización política y administrativa en esa zona de la parte oeste del Imperio.

La reducción de numerario en el contexto de una disminución de la oferta de granos se completaba


271
El Sultán Abd al- Aziz dispuso que en los puertos marroquíes, los empleados de las Aduanas imperiales debían
abrir, en el momento de su desembarco, las cajas que transportaban al país moneda metálica, por si traían monedas de
curso ilegal en el Sultanato, o sea, la filipina, los duros isabelinos y la moneda agujereada para devolverlas
inmediatamente. Cfr. Carta del Bajá de Mazagán dirigida al cónsul de España en la ciudad. 14 de marzo de 1895.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1. Esta medida fue rechazada por la Legación
española en Marruecos por considerarla vejatoria para los intereses españoles.

163
con un aumento de los precios de los artículos de subsistencia.272Los problemas económicos se

tradujeron en una agitación social creciente. No eran fenómenos nuevos en la Historia de

Marruecos: las algaradas organizadas por las tribus eran una respuesta coyuntural a las necesidades

de una sociedad, la tribal, que no admitía esperas y que forzaría al Sultán, ante la falta de cereal, a

autorizar la libre importación de granos extranjeros.

El deseo de conciliar los derechos de su pueblo especialmente el más acuciante, el de la

alimentación, con las exigencias sociales, económicas y políticas de reforma, fue un problema

candente a lo largo del reinado de Mawlay Abd al- Aziz. Éste intentó resolverlo, a partir de finales

del siglo XIX pero no lo consiguió. La creciente injerencia imperialista coadyuvaría al fracaso de

estas tentativas. La reacción de la sociedad marroquí a esa desilusión produjo el conflicto suscitado

por la sublevación roguista, enquistado en el extremo norte del Imperio, y posteriormente el

desplazamiento del Sultán del poder por parte de su hermano Mawlay Hafiz. Aceptado por la

sociedad marroquí como un soberano nacionalista, este último no pudo resolver sin embargo esa

tensión entre tradición y renovación / reforma; en definitiva no logró transformar al país para que

pudiera hacer frente al reto del colonialismo.

Los altercados en Mazagán comenzaron cuando diversas fracciones de cabila se sublevaron

contra su gobernador. Los enfrentamientos fueron sangrientos; cuando se difundieron las noticias

en torno a ellos vinieron acompañadas de otras que hablaban de una creciente efervescencia entre

los Rhamma, agitación que estaba cobrando grandes proporciones.273 Las fórmulas empleadas por

los delegados del Majzén para solucionar la tensión social no dejan de hacernos reflexionar sobre el

modo marroquí de arbitrio de los problemas. Se basaron en el diálogo, evitando el conflicto y la

violencia, sobre todo en el contexto de un Imperio donde está arraigado el concepto de ‘economía

moral’ y donde no se está dispuesto a admitir la mala administración de los asuntos públicos.

Estamos en el marco de unas revueltas “morales“ ante la subida de los precios de los productos de

272
Despacho no. 2 del cónsul de España en Mazagán, Enrique de Vedia al Ministro Plenipotenciario de España en
Marruecos. (A)rchivo (G)eneral de la (A)dministración. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 376 /Ex. no. 1.
273
Despacho no. 4 del cónsul en Mazagán, Enrique de Védia al Ministro Plenipotenciario de España. 9 de febrero de
1895. A.G.A. Africa. Sección Histórica (Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.

164
subsistencia, que reclaman la suspensión en el pago de los impuestos y reivindican un precio justo.

No van tanto en contra de la monarquía como en contra de los acaparadores. Se pretendía que la

monarquía alauí siguiese siendo paternalista, que organizara repartos de trigo entre la población o

supervisara la venta del cereal a un precio justo. Un precio moralmente admisible no estaba siendo

determinado por los resortes del mercado, es decir por las reglas de funcionamiento de la economía

capitalista. Contra esta tendencia alcista de los precios se rebelan las cabilas que no pueden

comprar trigo en los mercados, y lo hacen en nombre de una ‘economía moral de la multitud’. En

este comportamiento tradicional encontramos en Marruecos la plasmación de los parámetros de

los que habla el historiador británico E.Palmer Thompson en sus escritos sobre la economía de

clase y las revueltas en las sociedades tradicionales europeas. En este mismo sentido se ha

pronunciado al respecto O. Rodríguez Esteller.274 Este investigador recalca la necesidad de

entender el funcionamiento de la economía marroquí del período que tratamos como un sistema de

economía moral. Es decir, el sistema productivo de las tribus de Marruecos dependía del papel del

Sultán como figura que garantizaba una cierta justicia social y gobernaba desde el respeto a la

religión. Esto debía llevarse a cabo prácticamente por medio de un justo reparto de los bienes y los

impuestos.

La tensión propició en Dukkala un claro movimiento del Majzén por aproximarse y

escuchar a los cabileños: el Gobernador Uld el- Felah pidió primero refuerzos a las cabilas leales

pero no inició una expedición de castigo contra los rebeldes. No se empleó contra estos la violencia

de entrada: el Bajá de Mazagán se dirigió al territorio en conflicto de los Ulad- Hossein, con la

intención de apaciguar los ánimos en esa parte de Dukkala. Convocó a todos los Bajaes del

territorio para deliberar con ellos acerca de las reclamaciones de los habitantes del territorio y trata

de resolverlas en primera instancia sin tener que apelar a la autoridad suprema del Sultán; es una

mecánica de negociación que los estudios locales nos demuestran que se da prácticamente en todo

274
Cfr. Rodríguez Esteller, O.: “La intervención española de las aduanas marroquíes (1862-1885)“, en Martín
Corrales, E.(ed): Marruecos y el colonialismo español (1859-1912). De la guerra de África a la ‘penetración pacífica‘,
Barcelona, Ediciones Bellaterra, 2002, pág. 116.

165
el Imperio. La negociación impuesta por el Bajá templó los ánimos y solucionó el conflicto. La

prudencia y tacto de Uld el – Felah pusieron felíz término a las algaradas. Calmó las exigencias de

los cabileños, basadas en su negativa al pago de los impuestos en una coyuntura de crisis

económica. 275 En este mar de fondo de tensión social, hábilmente capeada por el Majzén, la acción

distorsionadora no provenía tan sólo de la carestía y del hambre ocasionadas por las malas

condiciones meteorológicas de aquellos años; el agente consular de los Estados Unidos intervenía

económica y socialmente en el territorio, sustrayendo de la jurisdicción sultaniana a diversos

marroquíes (otorgándoles el estatuto de ‘protegidos‘) que se habían enfrentado con los Bajaes de

Dukkala, vejándoles y atropellándoles.276 Cabe por lo tanto resaltar la rapidez y delicadeza del

Majzén para apaciguar socialmente el territorio, de manera urgente, teniendo siempre que realizar

unas funciones de auténtico equilibrista: posicionándose en difícil armonía entre el mantenimiento

de las tradiciones del viejo Marruecos (respeto de la economía moral, del pacto, de la negociación

como fórmulas de contactar con la población) y la necesidad de una apertura exterior que venía

impuesta por las potencias europeas. Una comisión de los Rhamma llegaba el 2 de marzo a

Mazagán a negociar con el Bajá. Atendidas sus reclamaciones, las caravanas que atravesaban su

territorio camino de Marrakesh podían ahora circular libremente. Al acuerdo se llegó porque no

había discrepancias graves con el Majzén, porque la población marroquí no había llegado a una

toma de conciencia en torno a la falta de respeto a la tradición y a los usos ancestrales de gobernar

por parte del Sultán. El acuerdo amistoso se cerró rápidamente, por la voluntad de las dos partes –

delegados del Majzén y cabilas– de llegar a una solución.277 Sólo cuando se constató que el acuerdo

se había cerrado en falso y rebrotaba la tensión entre las cabilas, el gobierno central, aún sin optar

por la violencia, apostaría por reforzar su presencia en el territorio. Por esa razón el vapor marroquí

275
Despacho no. 5-bis de Enrique de Védia al Ministro Plenipotenciario de España en Marruecos. 15 de febrero de
1895. A.G.A. Africa. Sección Histórica (Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.
276
Despacho no. 9 de Enrique de Vedia al Ministro Plenipotenciario de España en Marruecos. 2 de marzo de 1895.
A.G.A. Africa. Sección Histórica (Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.
277
Despacho no. 10 de Enrique de Védia al Ministro Plenipotenciario de España. 2 de marzo de 1895. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.

166
Hassani, se desplazó hacia Mogador con el fin de desembarcar a dos centenares de askaris. 278 Abd

al- Aziz ordenó al jerife Al- Amrani que se trasladase inmediatamente al territorio de los Rhamma

para apaciguar a éstos nuevamente sublevados. No contento con estas medidas, Abd al- Aziz se

trasladó en diciembre al territorio Rhamma consiguiendo la pacificación completa, sin necesidad

de disparar un solo tiro, pero eso sí imponiéndoles una fuerte contribución en metálico y en

caballos.279

Los meses finales del año registraron la actividad viajera del Sultán dirigiéndose a Rabat y

sometiendo a los levantiscos Zemmures que atacaron la retaguardia de sus tropas, pretendiendo

apoderarse de un convoy con municiones de guerra.280 Las operaciones de las tropas del Sultán se

prolongaron por el Bajalato de Salé, con una mecánica prácticamente regular, llegar, ver y vencer.

En el caso de las cabilas recalcitrantes que constantemente se sublevaban, los soldados del Sultán

procedían a la dinámica de saquearlas.281 El Sultán permanecería en Rabat varias semanas

completando las tareas de pacificación. La actuación del Sultán es la de un hombre heredero de las

costumbres y tradiciones del Imperio, sin más formación intelectual que aquella que ha sabido

procurarse él mismo o le han proporcionado sus consejeros. Directo, franco, exigente de los demás

como lo era de sí. Honesto, generoso en el perdón de las ofensas, moderado en la victoria, dispuesto

siempre a la reconciliación con las cabilas sometidas. Cuando en noviembre de 1895 visita la

ciudad de Rabat, su comportamiento como guardián de las tradiciones islámicas es impecable: se

mueve hábil y brillantemente. Se dirige a visitar los sepulcros de los morabitos y hombres santos

enterrados en la ciudad y se da cuenta en seguida de la degradación que están experimentando las

costumbres islámicas a causa de la presión colonial, es consciente de las deficiencias y necesidades

de su pueblo, y de que tiene que preservar la pureza del Islam para no enajenarse el apoyo de sus

278
Despacho no. 18 de Enrique de Védia al Ministro Plenipotenciario de España en Marruecos.22 de abril de 1895.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.
279
Despacho no. 65 de José Teixidor, cónsul de España en Mazagán al Ministro Plenipotenciario de España. 30 de
Diciembre de 1895. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.
280
Despacho no. 47 de José Meana, cónsul en Rabat dirigido al Ministro Plenipotenciario de España. 20 de Octubre de
1895. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.
281
Despacho no. 48 de José Meana al Ministro Plenipotenciario de España. 21 de octubre de 1895. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.

167
súbditos y de los creyentes. El 25 de Noviembre ordena pregonar una orden, mandando cerrar

todos los establecimientos de bebidas y de café. En la citada orden, se censura la conducta del

gobernador de Rabat por haber permitido que se abriesen esas tiendas “cuyas bebidas son la

corrupción de los habitantes de la ciudad“.282 Pero también hijo de su tiempo, mostraría sus

limitaciones cuando se intensificara la presión imperialista, lo que le hizo incapaz de dirigir el

laberinto artificial en el que se convirtió el Sultanato, acosado por Francia.

A finales de 1895, nos lo encontramos remitiendo a nuevas unidades del ejército en

dirección a Safi, con objeto de castigar a las cabilas sublevadas en las cercanías de aquella

ciudad.283 Ahora bien, sometidas las cabilas rebeldes, el Sultán frecuentemente en su posición de

árbitro entre sus súbditos y los delegados del Majzén, atiende las reivindicaciones de los

sublevados, destituyendo, castigando y deteniendo a la postre a aquellas autoridades locales,

gobernadores de las cabilas o de ciudades, que han cometido exacciones arbitrarias, se han

corrompido, o injustamente han subido la presión fiscal sobre los cabileños en aras a conseguir una

fortuna personal. Abd al- Aziz, a pesar de la parafernalia militar de las expediciones que manda

contra los rebeldes, acaba por apelar siempre a los medios pacíficos para someterlos, llevando a

cabo una política de atracción de las cabilas sublevadas. De esta manera la pacificación total no

termina con el sometimiento de los rebeldes a sangre y fuego, sino que sus peticiones son en cierto

modo atendidas. De todas formas, el proceso de pacificación de los Rhamma fue muy complicado.

El agente confidencial español, doctor Cortés informaba a Madrid en marzo de 1896 que el Sultán

estaba reuniendo un potente ejército en las proximidades de Marrakesh,284 y a las orillas del río

Tansift en espera de articular un nuevo plan de operaciones contra las cabilas que habían tomado

una parte destacada en las insurrecciones del año anterior.

282
Despacho no. 64 de José Meana, cónsul de España en Rabat al Ministro Plenipotenciario de España en Tánger,
Emilio de Ojeda. 25 de Noviembre de 1895. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.
283
Despacho reservado no. 60 de José Meana al Ministro Plenipotenciario de España. 10 de noviembre de 1895.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 376 /Ex. no. 1.
284
El cónsul en Rabat, José Meana llegó a aventurar que el ejército imperial estaba compuesto por 35.000 hombres.
Despacho no. 68 de José Meana a Emilio de Ojeda. 5 de Diciembre de 1895. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.

168
3.2. Disquisiciones de Benomar sobre la cuestión marroquí. El memorándum secreto de mayo

de 1895.

En el campo del análisis sobre la proyección colonial española en Marruecos destaca en

mayo de 1895 la tarea del conde de Benomar, entonces el máximo experto de la diplomacia

restauracionista en los asuntos marroquíes, junto con Segismundo Moret. El diplomático redactó

una ambiciosa memoria secreta sobre la cuestión marroquí. El documento partía de una premisa

que luego sólo se cumpliría en parte. Señalaba que los agresivos movimientos militares de Francia

en el Tuat no se iban a detener, y que serían seguidos por la ocupación de Figuig. Ello se producía

paralelamente a una infiltración gala en Uxda. Por ello el estudio daba por iniciada la invasión de

Marruecos por parte de Francia, a la que señalaba con intenciones de ocupar posteriormente el resto

del Sultanato y luego volcarse hacia la provincia turco-otomana de Tripolitania. Asimismo se

vaticinaba que la iniciativa militar gala penetraría hacia el Sudán, siguiendo la línea marcada por

los palmerales y oasis escalonados desde el Tuat a las tierras subsaharianas. El único límite de su

expansión sería Egipto.

La acción combinada de las diplomacias española, italiana e inglesa, ejercida de acuerdo con

el Sultán y a demanda de éste a comienzos de la década de los 90 no había sido suficiente para

detener a Francia. Los embajadores de estas tres naciones acudieron a señalar al Quai d´Orsay que

Figuig y Tuat estaban situadas en territorio del Sultanato, y a gran distancia de los límites de

Argelia. Poco después el titular de Exteriores galo declaró al Embajador británico en París,

Frederick Temple Hamilton- Temple, Marqués de Dufferin and Ava, que las cuestiones de Figuig

y Tuat eran meramente atinentes a la seguridad de Argelia y que “Francia no consentiría que

Marruecos interviniese en ellas“.285 Benomar entendía que no se había respaldado con suficiente

energía al Sultán y que el gabinete de Sagasta, posteriormente, se había desentendido del asunto.

285
Cfr. Conde de Benomar: “Memoria secreta sobre la cuestión marroquí y modo de resolverla “. ®eal (A)cademia de
la (H)historia. Colección Benomar Legajo 9 / 7398.

169
Ante la inercia de los gobiernos europeos, la desaparición de Marruecos a manos francesas era vista

como un hecho consumado. Es más: Benomar llegaba a vislumbrar que Francia y Reino Unido

solventarían sus disputas coloniales, poniéndose de acuerdo en el contencioso de Egipto. A

continuación señalaba que la consumación de un protectorado francés sobre Marruecos podía

suponer un duro golpe para la monarquía borbónica española.

Benomar caía en el tópico imperialista de caracterizar la situación del Sultanato como de

plena anarquía, con un sultán incapaz de controlar la situación, y carente de recursos monetarios,

teniendo asimismo que afrontar el pago de veinte millones de pesetas a España, estipulado en el

tratado de Marrakesh. Este pago acabaría de arruinar al “caduco“ Sultanato. Éste no estaba en

condiciones de resistir con sus propias fuerzas la invasión francesa. Otros errores de análisis

cometidos por Benomar iban en la línea de señalar la incapacidad de Abd al- Aziz para someter al

Rif y a los rifeños. Ello haría subsistir el peligro de nuevos y más graves conflictos en Melilla,
286
susceptibles de plantear definitivamente la cuestión marroquí, en el momento más inoportuno,

puesto que el 24 de febrero se había reanudado la insurrección en Cuba.

El levantamiento cubano, que tuvo su primer foco en el este de la isla, se había extendido

con relativa facilidad y antes de que la insurrección cumpliera un año, los rebeldes estaban

luchando en las cercanías de La Habana. La insurrección y las dificultades para atajarla de manera

inmediata, provocaron la caída del gobierno Sagasta que fue sustituido por el gobierno Cánovas en

marzo. Inmediatamente se enviaron refuerzos a la isla. El Ejército y la Marina no podían atender,

en esta tesitura, un conflicto en el Rif. Benomar pergeñaba un intento de solución para la cuestión

marroquí pensado para detener las ambiciones francesas, que descartaba la conquista militar del

territorio por parte de España e intentaba armonizar “la realización de sus aspiraciones (las

españolas en el Sultanato) con los intereses políticos y materiales de las grandes potencias, con

286
De las complicaciones derivadas de la cuestión marroquí en la política internacional, podemos señalar que Lord
Salisbury había declarado en 1888: “Es en Marruecos donde puede nacer una conflagración europea “.

170
cuyo concurso solamente sería posible resolver tan ardua cuestión“.287 La solución que proponía

era someter en secreto a juicio y consideración de los gobiernos alemán, austro-húngaro, italiano,

inglés y francés un proyecto de tratado, contradictorio en algunos de sus artículos, que se impondría

posteriormente al Sultán y que supondría la constitución de una parte del Sultanato en protectorado
288
español. El tratado partía del reconocimiento de la neutralización de Marruecos y del teórico

respeto a la integridad de su territorio. La primera cláusula era una garantía dada al Reino Unido

para que no entendiera el documento como la vía a una unión territorial de Marruecos y España que

cerrase el estrecho de Gibraltar a la flota británica. Por ello, Tánger sería declarada puerto neutral.

A continuación, el tratado con el subterfugio de fijar los límites del Imperio marroquí, contendría

otra clausula que establecería de hecho un reparto del Sultanato entre España y Francia, lo cual

entraba en contradicción con la fórmula de respeto de la unidad del Sultanato.

En el estudio de Benomar se valoraba negativamente la propuesta de reparto de Marruecos

entre Francia y España efectuada por el Embajador de la República en Madrid, Cambon, al

gabinete Sagasta en 1887, por delimitar aquella una esfera territorial más extensa para Francia. Se

rechazaba el trazado de la frontera coincidente con el río Muluya.

La fórmula de protectorado respetaría teóricamente al gobierno indígena del Imperio, pero

un Residente General de España se encargaría de marcar las directrices de la política exterior

marroquí, enunciadas y dictadas por la metrópoli y de organizar la vida interior del territorio. Se

establecía la posibilidad de que contingentes militares españoles ocupasen temporalmente algunas

partes del país. Por último se proclamaría el libre comercio y el régimen de puertas abiertas a los

capitales europeos que buscasen invertir en Marruecos.

A la negociación con Francia sobre el futuro del Sultanato no se podría llegar sin antes

buscar el apoyo de los ‘aliados’ de España hasta 1895: los países miembros de la Tríplice. Si éstos

287
Cfr. Conde de Benomar: “Memoria secreta sobre la cuestión marroquí y modo de resolverla “. ®eal (A)cademia de
la (H)historia. Colección Benomar Legajo 9 / 7398.
288
Existía un precedente. Benomar señalaba en su memoria secreta que el anterior Sultán, Mawlay Hassan había
propuesto a José Diosdado, secretario de la Legación española en Tánger , y en el transcurso de la misión de Martínez
Campos a Marrakesh, un tratado de alianza y unión entre Marruecos y España que no “llegaba hasta el protectorado,
pero que no lo excluía “.

171
se resistieran a dar dicho apoyo, España debía desistir de sus propósitos en Marruecos. “Sin su

concurso resuelto, nada puede realmente hacerse “.289 Si se lograse el apoyo de la Tríplice, a

continuación habría que entrar en negociaciones secretas con el Reino Unido, con idéntico motivo.

3. 3. Los franceses amenazan los confines sur-orientales del Imperio marroquí.

Por lo que se refiere a la política exterior española en Marruecos, 1895 se inscribe como el

último año en que la diplomacia española intentó ajustar sus actuaciones en el Sultanato

simultáneamente a las políticas francesa e inglesa. Desde septiembre de 1894 circulaban rumores

de que se iba a producir una embestida militar francesa en el Tuat.290 La muerte de Mawlay Hassan

sin embargo, no fue aprovechada por los franceses para suscitar un conflicto en el extremo

suroriental del Sultanato. Los franceses apostaban por mantener aparentemente incólume la

organización política del Sultanato, para llevar a cabo una tarea de zapa en el Tuat consistente en la

potenciación de la tribalización interna del territorio, buscando aliados, quintacolumnistas en la

región que les ayudasen en sus tareas de penetración y manipulación externa del país. El 21 de

Septiembre de 1894, Hanotaux, el Ministro de Asuntos Exteriores de la República francesa, citaba

en el Quai d´Orsay al Encargado de negocios de la Embajada española en París, Novallas para

desmentirle que una columna francesa marchase sobre el Tuat. En lugar de ello, le notificó que un

convoy con víveres de las tropas coloniales francesas había sido sorprendido por indígenas en el

Sur del Oranesado, siendo necesario el envío de algunas fuerzas para hacer frente a los rebeldes. El

desmentido de las operaciones del Tuat venía acompañado por una declaración oficial del Quai

289
Cfr. Conde de Benomar: “Memoria secreta sobre la cuestión marroquí y modo de resolverla “. ®eal (A)cademia de
la (H)historia. Colección Benomar Legajo 9 / 7398.
290
Telegrama del Ministro de Estado español al Encargado de Negocios de la Embajada de España en París, Novallas.
20 de septiembre de 1894. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 / Ex. no. 2.

172
d´Orsay, asegurando que Francia no estaba dispuesta a alterar el ‘statu quo’ del Imperio

marroquí.291

A nivel diplomático el gobierno español tras la guerra de Melilla se había decantado por

mantener al máximo nivel sus compromisos políticos de ajuste de los derroteros de su política

exterior con las políticas francesa e inglesa. Estos dos años de ajuste de la política exterior española

a Londres y París simultáneamente marcan el inicio de un período de dura adaptación a lo largo de

diez años que terminará en 1904 con la firma del tratado sobre Marruecos con Francia, con la

aquiescencia británica. La política exterior española quedaba así resituada en la órbita

francoinglesa, algo que culminaría posteriormente con los acuerdos de Cartagena de 1907. En

medio quedarán diez años de diversas pruebas en la orientación diplomática española, con dos

intentos protagonizados por Silvela de ingresar en la Dúplice alianza franco-rusa; fueron años

asimismo de supeditación a la política francesa, en la época de Sagasta (1901-1902), que

igualmente buscó que la República francesa garantizara militarmente la seguridad territorial de

España, y fueron años finalmente en los que se dieron unos bandazos formidables en materia de

acciones diplomáticas en aras a conseguir un imperio colonial en el Sahara. Estos bandazos

llevaron al Gabinete español a buscar la ayuda británica, justo cuando por motivos de la

fortificación por parte hispana de los alrededores de Gibraltar, se había llegado casi a un

enfrentamiento militar con el Reino Unido.

El ajuste de la diplomacia española a Francia y Londres en 1894-1895, era lógico en el

contexto del paralelo distanciamiento que se realizaba con los países de la Tríplice. La última vez

que se da esta concordancia con París y Londres es en Noviembre de 1895. El Sultán de Marruecos

había mandado algunas tropas al oasis de Figuig con objeto de castigar una agresión por parte de

los habitantes del territorio de la que habían sido víctimas algunos viajeros que se desplazaban entre

Tafilalt y Marrakesh. Esta reafirmación de la soberanía imperial sobre los oasis le pareció

intolerable a la Legación francesa en Tánger que remitió una nota al Majzén, rogándole que

291
Telegrama del Encargado de Negocios de la Embajada de España en París, Novallas al Ministro de Estado español,
21 de Septiembre de 1894. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 / Ex. no. 2.

173
retirase dichas tropas. Inmediatamente el Sultán reaccionaría presentando una reclamación ante el

Reino Unido. Las inminentes operaciones francesas sobre el Tuat hacían muy difícil el

mantenimiento de la postura española. De hecho, a partir de 1896 esta política de ajuste

diplomático a Londres y París se rompería por los movimientos galos de infiltración política en el

Rif. Por parte española, se intentó resolver el problema aconsejando al Majzén moderación: que no

provocase las iras francesas, porque de provocar los marroquíes a los galos, este hecho conllevaría

una expedición militar de castigo, cuya consecuencia sería la anexión inmediata del Tuat a la

colonia argelina. Tal vez la cuestión del Tuat suscitaría problemas a nivel internacional, que debían

evitarse toda costa. En consecuencia, la diplomacia restauracionista no podía exhortar al Sultán a

luchar ni a hacer una apelación a la guerra santa, contra el metódico ejército colonial galo, que

amenazaba con engullir el territorio completo sahariano en su avance hacia el Atlántico. Se

entendía que la presencia francesa en el Sahara rompía los límites fronterizos del Imperio jerifiano.

Ahora bien, Francia siempre había manifestado sus reservas a aceptar esos lindes fronterizos, y por

otra parte en los acuerdos firmados en la localidad de Lalla Marnia, el denominado Tratado de

Delimitación fronterizo entre Francia y Marruecos el 18 de marzo de 1845, no estaba establecida

una fijación clara de los límites territoriales en el desierto del Sáhara. En su artículo nº 6 se

señalaba “en lo que concierne al país situado al sur de los alcázares que son de soberanía francesa

y marroquí, puesto que no tienen agua, son territorios inhabitables y constituyen el desierto

propiamente dicho, la delimitación está de más“. Francia se sentía con suficientes derechos para

apoderarse del Tuat sin suscitar los temores a una intervención de las potencias europeas. Lejos

quedaban los tiempos en que España y el Reino Unido habían hecho causa común frente a Francia,

en los que la política exterior española giraba en torno a los países de la Tríplice, para hacer frente a

los anhelos expansionistas de la República francesa en el Imperio marroquí.

174
3.4. Marco internacional en el que se desarrolla la cuestión marroquí. Compensaciones

británicas a Francia en el África Occidental. España se aproxima a Francia y Gran Bretaña.

El Reino Unido ensayaba en aquel momento una política de reconciliación de sus intereses

en el África occidental con los de Francia, a cambio de que ésta no cuestionara su posición en el

África Oriental, en Egipto. R.E. Robinson y J. Gallagher292 han resaltado cómo a pesar de que la

cuestión de Egipto había enfriado a partir de 1880 las relaciones francobritánicas, después de casi

cincuenta años de colaboración de los dos países (incluyendo ese acuerdo como hitos más

significativos el apoyo a los regímenes liberales en la península Ibérica o la guerra de Crimea),

como contrapunto la primera mitad de la década final del siglo XIX había marcado una etapa de

distensión. Los franceses estaban ocupando todo el Sudán occidental. La idea del Quai d´Orsay era

claramente la de configurar una unidad en el África francesa, donde el Senegal y Argelia se unirían

con los territorios del interior de la Guinea, Costa de Marfil y Dahomey, y éstos a su vez con el

Congo francés en las orillas del lago Chad. Los ingleses aprobaron esta acción francesa. Lord

Salisbury tenía como única prioridad en África la protección de su posición en Egipto, y desde

1889 el cierre del valle del Nilo con este propósito. Con la esperanza de apaciguar la disputa

suscitada por Egipto entre Londres y París, Salisbury entre 1889 y 1891 no vio ningún perjuicio en

ofrecer una posibilidad de compensaciones a Francia en el África Occidental. Esta generosidad no

les costaba nada a los británicos y París la aceptó. El territorio del interior de Gambia fue asignado

al Senegal francés y el de Sierra Leona a la Guinea francesa. Pero fue el convenio de agosto de

1890 el que proporcionó mayores ventajas a los franceses. Para compensar a París por el tratado de

Heligoland- Zanzíbar de 1890, en el que los alemanes le habían dado mano libre en Zanzíbar y el

Nilo, Salisbury entregó gozosamente a Francia las “tierras ligeras“ del Sahara y el Sudán occidental

entre Argelia, el Senegal y la línea Say-Barruwa que pasaba por el lago Chad. Con la distensión

292
Cfr. Robinson, R.E. y Gallagher, J.: “El reparto de África “, en Historia del Mundo Moderno de la Universidad de
Cambridge. Tomo XI. El progreso material y los problemas mundiales. 1870-1898, Barcelona, Editorial Ramón
Sopena, 1980, pág. 433.

175
entre franceses y británicos, los españoles pudieron ajustar su política exterior en Marruecos a las

de las dos grandes potencias europeas. La resolución de las contradicciones francobritánicas fue

aprovechada por España para resituarse en la órbita de Londres y París.293 El acuerdo mediterráneo

con Italia que vinculaba a España con la política de la Triple Alianza no se renovó en 1895. En ese

momento estaban en juego las relaciones comerciales de España con los miembros de la Triple

Alianza .Se estaban poniendo las bases del viraje proteccionista español, entendido por José María

Jover no sólo como un reflejo defensivo de la economía nacional ante la competencia externa,

sino como la consecuencia de la relación de España con un contexto internacional presidido por el

despegue del gran capitalismo, por la creciente concurrencia entre las grandes potencias industriales

y por la marcha hacia el nuevo imperialismo.294 El viraje proteccionista español coincidía con un

momento en el que la política comercial proteccionista estaba siendo adoptada por la mayor parte

293
Existía también en el Ministerio de Estado una cierta prevención a la consolidación de la influencia germánica en
Marruecos.Alemania había conseguido una posición económica firme en un momento en que el movimiento comercial
del Imperio jerifiano se desarrollaba a un ritmo acelerado. Así, las tarifas arancelarias de 1892 habían reducido al 5 %
los derechos sobre la importación de ciertos bienes de procedencia francesa principalmente – vinos, sedas, orfebrería -
al Sultanato, mientras que el 13 de marzo de 1891 era sancionado el convenio germano-marroquí que aunque no se
plegaba completamente a los intereses mercantiles alemanes, representaba un elemento fundamental en la penetración
económica de Alemania en el Sultanato. Ello obligaría a Inglaterra, Francia y España a nuevos esfuerzos para, a su vez,
obtener más ventajas comerciales del Sultanato. La política oficial del II Reich tras la caída de Bismarck había sido en
lo tocante a la cuestión marroquí, el respeto al ‘statu quo’ político y a la independencia de Marruecos, en la medida en
que sólo ello permitiría a los comerciales e industriales germánicos impulsar allí sus actividades. La acción del
gobierno se veía secundada, por tanto, por las iniciativas de sociedades geográficas y mercantiles: citaremos aquí la
expedición comercial germana emprendida en 1886 por la Sociedad Geográfica Comercial de Berlín, y el
establecimiento de una línea directa de vapores alemanes, la línea del Atlas, que dio a la política de penetración
económica alemana, un enérgico impulso. El comercio germano-marroquí se desarrolló en términos tales, desde 1888
que desde ese año las exportaciones de Hamburgo al Sultanato pasaron de 460.500 kilogramos a 730.000 en 1889 y
1.530.000 en 1890, de los cuales correspondieron 678.210 a la línea del Atlas. La publicística germana secundaba estas
ideas desde 1892, abandonando toda pretensión de protectorado o anexión del Sultanato al II Reich. En febrero de 1893
la Embajada española en Berlín remitía al Ministerio de Estado un detallado informe sobre un folleto publicado en la
capital del II Reich, destinado a crear un ambiente favorable a la potenciación – aún mayor si cabe – de las empresas
económicas germánicas en el Sultanato, Marruecos y los intereses alemanes, redactado por el doctor G. Diercks. Se
esperaba que la publicación pudiera distribuirse profusamente por todo el Imperio alemán. El documento consignaba en
líneas generales la historia de Marruecos, su administración y su forma de gobierno, para luego valorar la situación del
Sultanato desde el punto de vista político. Se reclamaban en él enérgicas reformas políticas y económicas: apertura al
comercio exterior de los puertos imperiales, construcción de infraestructuras, faros en las costas, telégrafos, permitir el
libre desplazamiento de los europeos por el territorio. Se recalcaba que el suelo del Imperio era muy fértil, y que la
producción de Marruecos era de gran utilidad para Alemania; los productos marroquíes – aceites, almendras, maíz,
comino, alantro - llegaban a Hamburgo, encontrando buena aceptación en el mercado alemán. La publicación abogaba
por presionar al Sultán y obtener una drástica reducción de los derechos aduaneros que gravaban la importación y
exportación de otros productos – lanas, habas, guisantes, legumbres – así como eliminar las prohibiciones del Sultán a
la exportación de los cereales. Cfr. Despacho no. 22 de Ricardo Lario, Encargado de Negocios interino de la Embajada
Española en Berlín al Ministro de Estado. 20 de febrero de 1893. A.G.A. África. Asuntos Exteriores (Marruecos). Caja
60 / Ex. no. 1.
294
Cfr. Jover Zamora, J.M., “La época de la Restauración. Panorama político-social, 1875-1902“, en Revolución
burguesa, oligarquía y constitucionalismo (1834-1923) , vol. VIII de la Historia de España dirigida por Manuel Tuñón
de Lara, Barcelona, Labor, 1981, pp. 269-406 y pág. 345.

176
de las grandes potencias industriales y en el que proliferaban las guerras aduaneras. Las nuevas

tarifas aduaneras eran, en el espíritu de sus promotores, un “arma de combate “ y las negociaciones

comerciales de estos años ocuparán un lugar muy importante en la acción diplomática de todos los

Estados; sobre todo cuando la diplomacia vincule las negociaciones comerciales con las

negociaciones políticas, cosa que ocurrió en el caso español.295 Entre los años 1891-1893 España

negoció con Francia un nuevo tratado comercial como consecuencia de la denuncia francesa del

tratado vigente hasta febrero de 1892. Tras un proceso complicado, el gobierno Sagasta condujo

las negociaciones con Francia hacia un acuerdo limitado al año 1894 en el que España aceptaba

posiciones galas que el gabinete Canovas había rechazado con anterioridad. Paralelamente se

fueron frustrando los tratados comerciales con los miembros de la Triple Alianza. A mediados de

1893 con los liberales en el poder, las relaciones comerciales hispano-alemanas se deterioraron

todavía más con la decisión del Kaiser de imponer a los productos españoles su tarifa general; la

respuesta española, aplicando a los productos alemanes su tarifa máxima puso en marcha una

‘guerra aduanera’ que se extendió hasta julio de 1896. Rosario de la Torre recalca que Roma y

Berlín entenderán que la actitud española respecto a las negociaciones comerciales era una muestra

clara de su inclinación progresiva hacia Francia. A lo largo de 1894 el Gobierno italiano ya había

acusado a Moret de una posición ambigua hacia la Triple y la recelosa actitud de Alemania hacia

España facilitaría el viraje de la diplomacia restauracionista hacia Inglaterra y Francia.

Cuando, en marzo de 1895, Canovas retomó el poder en su última etapa de gobierno las

principales iniciativas de su actuación exterior correspondieron, como era lógico, al gran problema

de Cuba, que borraba todos los demás. Las orientaciones o rectificaciones que imprime a sus

relaciones con las potencias europeas estaban guiadas por aquel problema máximo resultando

insuficientes en el cuadro del nuevo sistema policéntrico mundial que se estaba dibujando. En esta

295
Cfr. De la Torre del Río, R.: “La situación internacional de los años 90 y la política exterior española“, en Fusi, J.P.
y Niño, A (eds): Visperas del 98. Orígenes y antecedentes de la crisis del 98, Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 1997,
pág. 178.

177
etapa, Cánovas reafirma su idea de ‘recogimiento internacional’ si bien orientado ahora

especialmente a lograr apoyos de Gran Bretaña y Francia.

3. 5. El gobierno conservador español se desliga de su acuerdo con Italia.

La primera decisión básica de su política internacional sería la de poner fin a la anterior

política del pacto secreto con la Triple Alianza sobre el ‘statu quo’ mediterráneo buscando así

suprimir posibles obstáculos para lograr lo que ahora resultaba prioritario, es decir, el apoyo de
296
Francia y Gran Bretaña en la cuestión cubana. Cánovas y su ministro de Estado, el duque de

Tetuán, tenían que contar con la nueva situación europea creada por la consolidación de la Dúplice

alianza franco-rusa y por el enfriamiento de las relaciones entre Inglaterra y Alemania. La política

anterior, de apoyarse en el bloque de la Tríplice y en Inglaterra, aparte de haberse revelado

inoperante, podía perjudicar la relación con Francia, cuyo apoyo -especialmente financiero – era

deseado para el conflicto cubano; en cuanto al aún más importante de Gran Bretaña se esperaba

lograrlo sin la intercesión de la Triple Alianza. La amistad de Gran Bretaña era particularmente

necesaria en el orden de la política internacional, ante la gravedad creciente del conflicto cubano.

También lo era en el orden comercial y financiero, así como en el de mediación para participar en

las negociaciones de las grandes potencias con el Japón al término de la guerra chino-japonesa y

obtener, con ello, seguridades sobre Filipinas.

“La amistad con Francia - señala Julio Salom – se quiere hacer compatible con el
mantenimiento de la política del ‘statu quo’ en Marruecos, superando en esta área la
inicial falta de continuidad respecto a los compromisos contraídos anteriormente por Moret
en París. A pesar de ello, los franceses pudieron percibir que el ministro de Estado, Duque
de Tetuán, denotaba, dentro de su postura general de evitar acuerdos de mayor alcance con
cualquier potencia, una inclinación preferente hacia Inglaterra. La acción diplomática
española en este período insiste especialmente, en efecto, en reforzar la relación amistosa

296
Cfr. Salom Costa, J.: “La política exterior y ultramarina de Cánovas “, en Bullón de Mendoza, A. y Togores, Luís E
(coord.): Cánovas y su época. Tomo II, Madrid, Fundación Cánovas del Castillo, 1999, pág. 1132.

178
con Gran Bretaña, consiguiéndose crear una situación que hizo posible el que Tetuán
escribiese repetidamente que las relaciones con el Reino Unido “no pueden ser más íntimas
ni más cordiales “. 297

En contraste con estas relaciones relativas a las dos potencias occidentales, persistía la

deliberada frialdad de Alemania por la cuestión comercial, y se mantenía también la postura crítica

y exigente del ministro italiano del Exterior del gobierno presidido por Crispi, Blanc, que había

visto con recelo los gestos de Moret de apertura hacia Francia y consideraba inútil un pacto secreto

con España. Deseaba que se hiciera público cuando se renovara. Según J. Salom el gobierno

español, en cambio, era partidario en principio de la renovación, lo que siempre significaría la

existencia de unos lazos potencialmente útiles con potencias monárquicas, pero haciéndolo del

mismo modo que se había hecho en 1891, o sea sin ampliar su contenido y manteniendo el secreto;

dado su alcance limitado, no se consideraba que fuese incompatible con la amistad sin alianza

formal sostenida con Londres y París. En consecuencia, envió de nuevo a Roma con el fin de

preparar la renovación del pacto, superando las quejas y pretensiones de Blanc, al anterior

embajador en Berlín y Roma, el experto en cuestiones marroquíes conde de Benomar, el más

decidido partidario de la vinculación española con la Triple Alianza. No lo iba a tener fácil.

En ese contexto, a nivel de la acción de las Legaciones europeas en Tánger, el 28 de Junio de

1895 se suscitaba una fuerte disensión en el Sultanato, cuando Emilio de Ojeda, el Ministro

plenipotenciario hispano rechazaba la idea de la monarquía italiana de vender un buque construido

en Livorno, que estaría al mando de un oficial de esta nacionalidad, al Sultán Abd al- Aziz. La

Legación italiana advirtió a su gobierno que existía, supuestamente una alianza coyuntural de

Francia y España para impedir la venta del barco. 298

En las negociaciones de Roma para renovar el pacto hispano-italiano los esfuerzos de

Benomar chocaban una y otra vez con las suspicacias y críticas del italiano Blanc, que no quería

297
Cfr. Salom Costa, J, “Del recogimiento al aislamiento (1890-1896)“, en Fusi, J.P. y Niño, A (eds): Vísperas del 98.
Orígenes y antecedentes de la crisis del 98, Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 1997, pág. 210.
298
Carta particular no. 14 del conde de Benomar, embajador de España en Roma al Ministro de Estado, Duque de
Tetuán. 4 de julio de 1895. R.A.H. Colección Benomar. Legajo 9 / 7398.

179
comprender la necesidad del secreto para el gobierno español. Por parte hispana se justificaba esta

necesidad aludiendo a la posibilidad de reacciones hostiles por parte de Francia al conocer el

compromiso sin que, llegado el caso, pudiera contar España con un respaldo garantizado por las

potencias de la Tríplice, tal como correspondía a Italia dentro de esta alianza. Por otra parte no

menos importante debió ser el temor ante las previsibles reacciones de la opinión pública española

si fuese conocido el pacto secreto. Blanc presentó además el 3 de Julio un memorial redactado por

los servicios del Ministerio de Asuntos Exteriores de la monarquía saboyana donde se enumeraban

una serie de puntos en los que España estaba obrando en contra de los intereses de Italia y la

Tríplice. Una lista de quejas sobre la conducta española que era , en opinión de F. Curato 299 “una

mezcla de la verdad y la deformación de la verdad “, pero en la que cabe descubrir la desconfianza

italiana hacia la anterior política de Moret respecto a Francia ( buscando una aproximación a la

Tercera República). Además del asunto del barco de Livorno, se citaba el hecho de que los avances

militares franceses hacia el Tuat y el Figuig300 podían contar con la aquiescencia del gobierno

español. No faltaban las críticas a los asuntos del establecimiento de los consulados europeos en

Fez301 y al relativo a las protecciones políticas otorgadas a algunos poderosos caídes por parte de

diversas potencias, asuntos en los que se echaba en cara a los gobiernos del turno restauracionista

que actuaban al dictado de los intereses galos y en contra de los ingleses e italianos (que buscaban

recortar los abusos). Se criticaba del gobierno de Madrid que constantemente sostenía que los temas

concernientes a la independencia y a la integridad de Marruecos interesaban solamente a Francia y

España. Se aseguraba que en las conversaciones que pusieron fin al conflicto de Melilla, el

299
Cfr. Curato, F., La questione marocchina e gli accordi italo-spagnoli dal 1887 e dal 1891, Milán, Edizioni di
Comunità, 1964, volumen II, págs. 196 y sigs.
300
El Duque de Tetuán señaló al respecto que había alertado a Francia de que España no podría en ningún caso prestar
su conformidad a la ocupación del Tuat, mientras el Sultán no reconociera expresamente que estos territorios no
estaban bajo su soberanía. Ocupar Francia la región sin esta condición suponía una infracción del ‘statu quo’ La
protesta oficial de los gobiernos inglés, español e italiano el 21 de diciembre de 1891, de hecho, paralizó la ejecución
de las empresas francesas en el Tuat.
301
El Duque de Tetuán se defendería señalando que en este asunto los gobiernos inglés y francés habían actuado al
unísono y España había buscado su conjunción con los dos. Cfr. Carta particular del Duque de Tetuán al conde de
Benomar, embajador de España en Londres. 2 de Agosto de 1895. R.A.H. Colección Benomar. Legajo 9 / 7398. Con
respecto al tema de la protección, el Duque de Tetuán recalcaría que el gabinete Crispi se había puesto en contacto con
el galo para concertarse con él, pero no con el español. Ni Italia ni Alemania le habían notificado al gabinete Canovas
el envío de buques de guerra a Tánger cuando habían puesto en marcha la ‘diplomacia de las cañoneras’ en las costas
marroquíes.

180
gobierno español se había mostrado muy accesible a combinaciones político-financieras en el

Sultanato con los Bancos franceses y con el Quai d´Orsay, a despecho de Roma y Londres. En lo

que respecta al contrabando de armas a favor de las tribus rebeldes y a la piratería que volvía a

darse en las costas próximas a sus presidios, España no mostraba ningún interés por llegar a un

acuerdo con Inglaterra e Italia.302 Por último se señalaban que las tentativas de exclusivismo

comercial de España en Marruecos contribuían a hacer más difícil la buena inteligencia política

entre Italia y España. 303

Mientras que Benomar ofertaba el compromiso español en el mantenimiento del ‘statu quo’

de Marruecos, Blanc insistía en incluir en las conversaciones temas como la protección a súbditos

marroquíes y la vigilancia de las costas del Rif. Asimismo el Embajador se mostraba abierto a una

inteligencia de España con Inglaterra, pues era “la base de la actual política hispana hacia los

asuntos del Sultanato”. Las semanas transcurrían, y Benomar advertía a Tetuán que muchas de las

garantías que exigía Blanc para la renovación del tratado no partían del gabinete Crispi, sino que

respondían a presiones alemanas. 304Ante la persistencia de esa actitud, el Duque de Tetuán terminó

por adoptar otra de reserva. Ordenó a su embajador que dejara pasar deliberadamente varios meses,

y el 30 de agosto ya se mostró contrario personalmente a la renovación, escribiendo que “ para

entendernos con Inglaterra no necesitamos ciertamente del intermedio de Italia y si lo que esta

pretende es un enfriamiento entre España y Francia , á nosotros no nos conviene y mucho menos

en las actuales circunstancias “ (ayuda económica gala a España ante el conflicto de Cuba),

cuidando de precisar: “sin que por ello se entienda que tengamos contraído, pretendamos ni nos

convenga contraer ningún genero de compromisos políticos en Europa ni en Marruecos con el

gobierno francés“.305 En lo que tocaba a Inglaterra, una coordinación con ella en Marruecos

implicaba ya la coordinación con Italia si se tenía en cuenta la estrecha unión entre ambas

302
El Duque de Tetuán se defendería expresando su deseo de que España fuese la mandataria de Europa y recibiese el
derecho exclusivo de vigilar y patrullar las costas rifeñas.
303
R.A.H. Colección Benomar. Legajo 9/ 7398.
304
Carta particular no. 25 del conde de Benomar, embajador de España en Roma al Duque de Tetuán. 3 de agosto de
1895. R.A.H. Colección Benomar. Legajo 9 / 7398.
305
Cfr. Carta no. 25 del Duque de Tetuán al conde de Benomar. R.A.H. Colección Benomar. Legajo 9 /7398.

181
potencias. “Tenga Vd. en cuenta – recalcaba Tetuán a Benomar – que por mucho que nos interese

en las cuestiones de Marruecos marchar de acuerdo con Italia y Alemania, nos interesan más

Inglaterra y Francia “.

Como han documentado F. García Sanz306 y J.Salom Costa,307 el 8 de octubre de 1895, el

Duque de Tetuán envió al embajador de España en Roma unas instrucciones que no dejaban lugar a

dudas sobre la posición hispana. Así el ministro consideraba que, en primer lugar, las relaciones

con Francia y con Inglaterra iban siendo progresivamente más cordiales (Londres ayudaba ‘con

verdadero interés’ en la cuestión de Cuba; Francia había abierto la Bolsa de París a valores

españoles y facilitaba una gran operación bancaria que permitiría disponer de hasta 1.500 millones

de pesetas en oro para hacer frente a las necesidades de la guerra en el Caribe) y el acuerdo con la

Triple Alianza parecía innecesario. En segundo lugar, el tratado con Italia no había servido para

evitar los problemas con Alemania y no parecía necesario para entenderse con Inglaterra mientras

que, por el contrario, de renovarse con publicidad, Francia podría tomar represalias cerrando su

mercado financiero y alentando a los republicanos. España debía desligarse de la Triple sin

brusquedades, reiterándole su amistad y su garantía de que no entraría en ninguna otra coalición

internacional.

En consecuencia, se dejó morir el convenio secreto hispano-italiano (sustituido el 29 de

octubre de 1895 por un inefectivo pacto verbal) y también se eludieron las ocasiones que surgieron

posteriormente para resucitarlo. Al acuerdo escrito italo-español, caduco el 4 de mayo de 1895,

siguió, pues, entre Madrid y Roma un “ gentlemen´s agreement’, un acuerdo verbal de amistad que

ligaba a los dos gobiernos. Todavía la historia del acercamiento español a la Tríplice no termina

aquí. El Imperio austro-húngaro, que permanecía hasta el momento en la sombra, ante la nueva

situación creada por el conflicto anglo-alemán (del cual el telegrama de Guillermo II al presidente

boer Krüger felicitándole por haber rechazado una incursión imperialista británica es un episodio

306
Cfr. García Sanz, F., Historia de las relaciones entre España e Italia. Imágenes, comercio y política exterior (1890-
1914), Madrid, CSIC, 1993, pp. 47-83.
307
Cfr. Salom Costa, J, Del recogimiento al aislamiento (1890-1896), en Fusi, J.P. y Niño, A (eds), Vísperas del 98.
Orígenes y antecedentes de la crisis del 98, Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 1997, pág. 211.

182
clamoroso), y alarmado ante un posible acercamiento diplomático anglo- ruso, después de la caida

de Crispi (5 de marzo de 1896) hizo nuevas tentativas para que resurgiese el convenio de 1887.

Esta vez el obstáculo procedió de España: la cuestión que fundamentalmente preocupaba a la clase

política restauracionista no era ya Marruecos –donde la penetración francesa sufría un parón

temporal – sino Cuba. En efecto, el Duque de Tetuán exigió la garantía del dominio español sobre

la isla que ninguna de las potencias de la Tríplice estaba dispuesta a darle porque ninguna deseaba

verse envuelta en un conflicto con Estados Unidos. Es sobre este obstáculo donde naufragó

definitivamente el acuerdo italo- español. En realidad, un pacto centrado exclusivamente en las

cuestiones mediterráneas no tenía para España valor alguno respecto al problema de Cuba, y menos

con la actitud casi hostil que Alemania adoptaba entonces hacia España por cuestiones comerciales

(lo que conllevaba represalias en el terreno político). Federico Curato señala que no está claro, y

probablemente ni siquiera lo estaba para los mismos dirigentes del II Reich, cuál era el motivo de la

actitud alemana: ¿ querían abandonar España a la influencia francesa para impresionar a Inglaterra,

cuya posición mediterránea quedaría muy debilitada y obligar a esta última a entrar en la Tríplice, o

querían solamente presionar a España para que se adhiriese a las condiciones de Blanc de renovar

el acuerdo de 1891 a la luz del sol y obligarla así, a conducir abiertamente una política

antifrancesa?. 308 Pero además el pacto con Italia no se coordinaba sino que más bien perjudicaba el

plan de acción del Gobierno español consistente en promover una acción colectiva de las grandes

potencias europeas que previniese la intervención de Estados Unidos en el conflicto de Cuba. Este

plan no pudo llevarse a efecto, y todos los intentos posteriores por valerse de un “Concierto

europeo“ moribundo revelaron que esos medios ya no correspondían a la nueva política mundial.

Por otra parte, la situación internacional a finales de 1895 y a comienzos de 1896 era

completamente diferente de la de 1887 cuando se firmó el pacto. En 1887 junto a una sólida

Triplice estaba su amiga, Inglaterra (el tratado germano-ruso todavía no había sido firmado, pero no

obstante el conflicto ruso-austriaco, las relaciones entre el II Reich y el Imperio zarista eran

308
Cfr. Curato, F.: op. cit, pág. 599.

183
buenas); Francia seguía en Marruecos una política agresiva y chantajeaba a España apoyando a

Ruíz Zorrilla y a los exiliados republicanos. España con el pacto del 4 de mayo de 1887 aislaba por

completo a Francia y podía defender sus aspiraciones marroquíes.

Sin embargo en 1895-96 la situación había cambiado por completo en el panorama

internacional: sobre todo, Francia no estaba aislada, sino aliada con Rusia; en Marruecos perseguía

una política poco activa; y lejos de presionar a España, favoreciendo a la subversión interna –

carlistas, republicanos – le hacía halagüeñas proposiciones de colaboración. La Tríplice, por otra

parte, no se encontraba en buenos términos con Inglaterra. Esta última, además de situarse en una

posición de confrontación con Alemania, se había disgustado con Italia por controversias en África

oriental, donde había obstaculizado la expansión italiana en el Harrar y había impedido un

desembarco en Zeila que habría amenazado al soberano abisinio, Menelik, por el flanco meridional.

Además el Reino Unido parecía aproximarse a Rusia. Es precisamente al conjunto de las tres

potencias que formarán, en la década siguiente la Triple Entente (Inglaterra, Francia y Rusia) al que

quiere aproximarse el Duque de Tetuán309 –entendiendo esta aproximación dentro de la fórmula

guía del recogimiento canovista, el no compromiso, lo que se traduciría en buscar amigos pero no

entablar alianzas, es decir eran aproximaciones que no implicaban acuerdo o compromiso concreto

alguno-, al tiempo que se abandonaba la estela de la Tríplice. Esta aproximación a Inglaterra y

Francia y consecuentemente a Rusia era un eje en torno al cual va a girar los diez siguientes años

de la diplomacia española ; no se alcanzará conseguir este anhelo hasta la firma del tratado de

reparto de Marruecos, en octubre de 1904, y hasta los acuerdos de Cartagena de 1907, suscritos por

el gabinete conservador de A. Maura, que definitivamente sitúan a España en la nebulosa de los

países enfrentados al bloque de los Imperios centrales y Turquía en la Primera Guerra Mundial. Se

supera así la fase “protohistórica“ de acercamiento a Francia e Inglaterra, inaugurada por

Segismundo Moret en 1894 y luego continuada por Cánovas / Tetuán en 1895, todavía con el lastre

de la orientación canovista de no llegar a compromisos de alto nivel con otras potencias, para entre

309
Resaltado por Salom Costa. Cfr. Salom Costa, J.: “Del recogimiento al aislamiento...”, op. cit, pág. 217.

184
1904-1907 insertarse en una política de acuerdos mediterráneos con los países de la Entente

Cordiale, que se comprometen a prestar una protección diplomática y territorial a España,

garantizando su integridad territorial y alejando cualquier fantasma de pérdida de nuevos territorios.

3.6. ¿ Era viable la aproximación española a Francia e Inglaterra?.

En consecuencia, al plantearse en el Sultanato el problema del Sahara oriental marroquí

amenazado por la Tercera República francesa, el Ministro Plenipotenciario español en Tánger,

Emilio de Ojeda, recogiendo las nuevas exigencias emanadas del Ministerio de Estado en materia

de orientación de la política internacional española, aconsejó no decantarse por una posición a

favor del apoyo a Marruecos en la cuestión del Tuat. Este hecho “se aviene mal con nuestros

intereses en este Imperio y con la perfecta inteligencia que nos conviene mantener entre todas las

potencias y muy especialmente entre Inglaterra, Francia y España“.310

Con todo, la aproximación de los conservadores a Francia e Inglaterra tenía un reverso

desventajoso para la diplomacia española, que ha resaltado Julio Salom.311 Francia en su

acercamiento a España no fue más allá de la petición de que se cumpliesen las promesas de Moret

en 1894 al Quai d´Orsay de imponer el dominio francoespañol, o francobritánico español en el

Sultanato; pero al mismo tiempo la ausencia de una alianza o de compromisos concretos con la

monarquía hispana le permitía una gran libertad de acción en Marruecos, contando además con

medios para influir en la política española, empezando por la prensa y las agencias de información ,

y terminando por el temor de la Reina Regente y los gobiernos españoles a que se diese mayor

libertad de acción a los carlistas y a los revolucionarios exiliados. Menos seguridad podía ofrecer,

por otra parte, la futura política de Inglaterra a pesar de “la inmejorable amistad “ hispanobritánica

de que hablaba Tetuán a Benomar en sus cartas, ya que el titular de Estado reconocía que el nuevo

310
Despacho no. 243 de Emilio de Ojeda, Ministro Plenipotenciario de España en Marruecos dirigido al Ministro de
Estado. 6 de noviembre de 1895. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 / Ex. no. 2.
311
Cfr. Salom Costa, J.: “Del recogimiento al aislamiento... “, op. cit, pág. 211.

185
gobierno Salisbury no tenía “todavía bien trazadas las líneas de su política internacional“,

habiéndose integrado en él liberales unionistas, como Joseph Chamberlain, de tendencia

imperialista.

Robinson y Gallagher señalan además que los años finales del siglo XIX marcaron un

nuevo enfriamiento en las relaciones entre Gran Bretaña y Francia, por motivos coloniales. Con

esta falta de ajuste entre británicos y franceses, difícilmente podía España aspirar a insertarse en la

órbita de estos países. Archibald Philip Primrose, conde de Rosebery, Ministro de Asuntos

Exteriores británico y luego primer ministro, se había visto obligado a entablar negociaciones

directas con París con tal de resolver el problema suscitado por la gradual expansión británica en el

valle del Nilo, sobre la base de ofertar a los franceses compensaciones en el resto de África. Se

esperaba que, como antes había hecho Salisbury, fuese en África occidental en donde diera rienda

suelta a su generosidad. Los territorios del interior de la Costa de Oro y las tierras fronterizas entre

las esferas francesas y británicas en el bajo Níger podían ser entregados a cambio de obtener de

París garantías de seguridad para la presencia británica en Egipto. Pero como también los franceses

consideraban de mucho más valor Egipto que la costa occidental, no existía base para establecer un

pacto. De este modo los intercambios entre el Nilo y el Níger y los acuerdos anglofranceses sobre

Marruecos se fueron haciendo más difíciles, hasta que en marzo de 1895 Edward Grey,

subsecretario británico de Asuntos Exteriores avisó públicamente a los franceses que cualquier

avance por el valle del Nilo sería considerado como “una acción no amistosa“. Los sables

comenzaban a dejar oír su sonido. Sonarían con fuerza en Fashoda. Un acuerdo sobre Marruecos

entre Londres y París sería inviable hasta finales de 1902, ante la tensión creciente por el control de

Egipto. 312

312
Cfr. Robinson, R.E. y Gallagher, J.: op. cit, pág. 443.

186
3. 7. Nueva estrategia española en relación a las cabilas fronterizas en Melilla.

En lo que respecta a la tensa frontera de Melilla, los años 1894-1895 marcan el inicio de una

estrategia española, novedosa, basada en buscar la buena vecindad y la amistad de las tribus

fronterizas. Esta estrategia sólo se romperá en 1909, cuando en contra de la voluntad de las cabilas,

el gabinete de A. Maura pretenda penetrar económicamente en la región.

El origen de esta estrategia podemos rastrearlo en una serie de textos inéditos, no publicados

de T. García Figueras que se encuentran depositados en la Biblioteca Nacional de Madrid: en ellos

se señala que en junio de 1894, el general Cuezo, Comandante General de Melilla, dio cuenta al

gabinete Sagasta de una agresión cabileña al fuerte Purísima Concepción y de una serie de medidas,

de cariz muy belicista, que a su modo de ver se debían tomar. El Ministro de Estado liberal,

Segismundo Moret no se mostró conforme con ellas y sentó las bases de una política nueva, de

buena vecindad, llamando la atención de Cueto sobre la conducta que debían seguir los jefes

militares españoles con las tribus fronterizas. Nada de agresiones, nada de arriesgadas aventuras,

nada de provocaciones.313 Moret hablaba de transformar la manera de comportarse de España en

África, cambiando por completo la línea de conducta seguida con los cabileños. En lugar de buscar

conflictos con ellos, propugnaba una política de atracción “fundada en la superioridad de la raza y

cultura hispana“, lo que debería complementarse con una política de inteligencia con el Sultán.

Además insinuó la conveniencia de atraer a una o dos cabilas completas al servicio de España,

encuadrarlas en el Ejército español y tener así la base de un ejército colonial al modo de los

313
Aunque éstas seguirían, como García Figueras reconoce más adelante: una suerte de antecedentes del incidente del
puente de Marco Polo, cuando entrado el siglo XX, las fuerzas niponas provocaban incidentes fronterizos con China.
Prueba de ello es la agresión del 27 de abril de 1896 por parte de una patrulla de caballería de la guarnición de Melilla a
pastores marroquíes. Agresiones que servían de base a ulteriores reclamaciones diplomáticas al Sultán en las que se
reclamaba la adquisición para España de una zona de terreno en el límite fronterizo de Melilla que permitiese aumentar
el hinterland defensivo de la plaza y que hiciese más difícil las posibles irrupciones y ataques de las cabilas . Cfr. “Julio
de 1900. Embajada española en Marruecos“. Biblioteca Nacional. Sección de África. Miscelánea García Figueras.
Tomo CXLIII, pág. 7.

187
“cipayos“ hindúes, para poder emplear a estas tribus contra las cabilas que fueran levantiscas y

hostiles.314

3.8. Las relaciones españolas con el Majzén. Prudencia española en el tema de los protegidos.

En lo que respecta a las relaciones con el Majzén, los gobiernos restauracionistas afrontaban

una etapa donde la praxis venía determinada por la tendencia a evitar grandes enfrentamientos con

las autoridades marroquíes; ni tan siquiera los diplomáticos españoles estaban dispuestos a dar

cobertura y justificación a los súbditos marroquíes protegidos de la nación española que tenían

algún enfrentamiento con el gobierno marroquí. Cuando en octubre de este año se planteó un

conflicto entre el protegido español al- Hasch Ahmed El Terak y el gobierno marroquí, la

diplomacia española declinó cualquier intervención en el asunto, sin responder a las apelaciones del

protegido. Los informes remitidos a Madrid indicaron que el gobierno marroquí no iba a proceder

de manera ni arbitraria ni despótica; simplemente iba a hacer justicia, y por lo tanto era al Majzén a

quien le correspondía mediar en el problema suscitado entre El Terak y un delegado del gobierno

jerifiano y aún castigar a esta autoridad si había obrado injustamente. El gobierno español no podía

entrometerse en asuntos de Derecho entre el Majzén y uno de sus súbditos, por más que éste fuese

un protegido hispano. La diplomacia española, atenta a los asuntos del Caribe y de Filipinas, no

quería involucrarse en discusiones menores con las autoridades del Imperio alauí. Años más tarde,

las autoridades españolas no tendrían ningún recato en inmiscuirse en los asuntos internos del

Sultanato, en las disputas entre delegados del Majzén y cabileños sublevados. Sin embargo, ahora,

la necesidad de acudir a otros frentes ‘calientes’ en la diplomacia exterior se convertía en el caso de

Marruecos, en virtud. Los servicios diplomáticos establecidos en Tánger hicieron una investigación

confidencial de las reclamaciones del protegido y llegaron a la conclusión de que, en justicia, las

palabras de El Terak eran deficitarias de la verdad y que el protegido reclamaba al Majzén de

314
Sección de África. Biblioteca Nacional de Madrid. Miscelánea García Figueras. Tomo XXVII, pág. 215.

188
manera abusiva unas cantidades que no correspondía abonar al gobierno marroquí. Se impuso la

norma de actuar con cautela y respeto al Majzén. Nada de acciones directas, ni presiones fuera de

lugar, ante reclamaciones exageradas.315 Al respecto los gobiernos restauracionistas mantenían

firmemente una política de pocas aspiraciones en Marruecos. Y quizás por esa razón, y por el hecho

de que en el inmediato pasado, los gobiernos españoles habían salido en defensa de la

independencia del Imperio jerifiano y de la integridad territorial del mismo, los conflictos de

España en el ámbito territorial marroquí menguaron. Para los estrategas del Majzén la cuestión era

nítida: querían ante todo acabar con la amenaza del gobierno francés, como parte de un diseño más

amplio de mantenimiento de la independencia del país. La actitud nada agresiva de los gobiernos

restauracionistas encajaba bastante bien con los esquemas del gobierno marroquí. España era

simplemente un país “amigo “ a la fuerza, a quien se toleraba una cierta acción en el Sultanato,

porque ésta era de poca intensidad y por lo tanto suscitaba una mínima confianza ... pero a quien

había que controlar y en su momento, como hizo el Gran visir Ba Ahmed, intentar eliminar si fuera

posible ( bloqueo de los presidios españoles establecidos en el Rif ). Por parte española, no puede

afirmarse que existiese un programa de acción colonial muy concreto para este año. Tampoco la

iniciativa privada ejercía intervenciones muy destacadas en el Sultanato.

315
Despacho no. 19 del Ministro Plenipotenciario de España en Marruecos dirigido al cónsul de España en Rabat, José
Meana. 12 de Noviembre de 1895. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.

189
3.9. Intentos marroquíes de prohibir la circulación de viajeros en el interior del Imperio.

Éxitos iniciales de la diplomacia española para contrarrestarlos.

Los dos temas más relevantes en las relaciones entre el Majzén y el gobierno español a lo

largo del año giraron en torno a la pretensión hispana de abrir un consulado en Fez, y en torno a la

disposición del Sultán – alegando el estado de guerra en que vivía el distrito de Marrakesh-- de

prohibir absoluta y terminantemente por un tiempo indefinido la circulación y los viajes de los

extranjeros por el interior del Imperio.316 Además se pretendía que los viajeros quedasen obligados,

una vez pacificado el territorio marroquí, a viajar únicamente por él contando con la escolta de

soldados imperiales. De hecho, la iniciativa en las relaciones diplomáticas hispano-marroquíes

durante este año, como parece desprenderse de estos dos temas, corresponde a Marruecos,

desempeñando por lo tanto la política oficial restauracionista una actuación falta de vigor y a

remolque de los hechos consumados. El Gobierno del Sultán pretendía declinar toda

responsabilidad por los accidentes o perjuicios que pudieran afectar a los extranjeros en el caso de

no someterse a las disposiciones del Majzén. Desde el Ministerio de Estado se entendió que la

disposición imperial equivalía, en la práctica a una clausura completa del Imperio durante un

período de tiempo que el Sultán podría ampliar a su antojo y repetir siempre según las necesidades

de la política interna marroquí o en el caso de suscitarse rebeliones internas como las que

acontecían durante aquellos meses. Con un empleo tópico de fórmulas colonialistas, se insistía en

que el Sultanato vivía preso “del desconcierto y la anarquía“ originados casi exclusivamente por “la

apatía y la inercia de sus gobernantes “.

El gabinete de Canovas del Castillo estaba absolutamente desconcertado por una medida que

ni siquiera se había atrevido a aplicar el anterior Sultán, Mawlay Hassan, que había sido el

prototipo de monarca nacionalista, defensor de las tradiciones y del Islam. Aquel acto daría pie al

gobierno restauracionista a reafirmar los derechos de los españoles a circular por el Sultanato.

316
Carta del Delegado del Sultán en Tánger, Mohammed Torres al Ministro de España, Emilio de Ojeda. 29 de mayo
de 1895. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 /Ex. no. 2.

190
Ahora bien, la negociación diplomática con el Majzén aunque se llevó a cabo en un tono de

firmeza, transcurrió también por los cauces de la corrección. En el plano político las cosas estaban

claras: Canovas no poseía el argumento irrebatible de germanos, franceses o británicos, cual era la

potencia militar de la nación para respaldar sus argumentos. Frente a ello, Canovas sólo podía

aducir derechos históricos y diplomáticos, derivados de los tratados firmados con Marruecos.317

Ante la situación de debilidad militar- diplomática del país, la Legación española en Tánger

promovió la reunión del cuerpo diplomático internacional acreditado en la ciudad marroquí con el

objetivo de llegar a una postura común ante las disposiciones del Majzén. El éxito de la gestión

española se tradujo en el rechazo de los diplomáticos ante lo que consideraban un acto claramente

atentatorio contra la libertad comercial en el interior del Sultanato. Este éxito bastaría para hacer

reflexionar a Canovas y a los políticos restauracionistas interesados en la cuestión marroquí y que

estos creyeran que las apelaciones a un acuerdo internacional podían ser una baza de primer orden

en su política marroquí. En consecuencia, no debía de abandonarse la política de conjunción con

Londres y París, es más, había que hacerla extensiva al resto de potencias europeas. Los antiguos

deseos intervencionistas en Marruecos, de finales de la década de los ochenta, puestos en marcha

por el tándem Sagasta /Moret, en el sentido de que nada importante podría ocurrir en el Sultanato

sin el asentimiento y la aprobación de España, se habían disipado conforme se complicaban los

asuntos de Cuba y Filipinas. En la vorágine de unos acontecimientos que terminarían en conflicto

abierto en el Caribe y en el Pacífico, la posición española en Marruecos parecía abocada a un

‘impasse’ de cierta decadencia. El Ministro de Estado, el conservador Duque de Tetuán, remitió

largas instrucciones a la Legación de España en Tánger, aconsejando prudencia y moderación,

rechazando las pretensiones del Sultán, y recomendando el acomodar las actuaciones diplomáticas

futuras a las de aquellos gobiernos más interesados en la cuestión marroquí.

La reunión del cuerpo diplomático acreditado en Tánger, celebrada el 1 de julio, condujo al

acuerdo de redacción de un breve texto rechazando las pretensiones del Majzén de no permitir la

317
El artículo 4º del tratado de 1861 establecía que los españoles podían viajar, residir y establecerse libremente en los
dominios del Sultán de Marruecos, sin necesidad de estar acompañados de soldados.

191
libre circulación de personas y el tráfico comercial en el interior del Imperio. En esta reunión,

Emilio de Ojeda, el Ministro plenipotenciario español, asumió un protagonismo que le llevó a

imponer su voluntad al conjunto de sus colegas. La fórmula encontrada por Ojeda para evitar la

decadencia de la influencia hispana en el Sultanato era sencilla: el cuerpo diplomático internacional

debía estar al servicio de las aspiraciones españolas. Debía ser utilizado por España como un cauce,

como un poderoso elemento para intentar mantener una suerte de influencia en el Sultanato. Ojeda

había valorado y evaluado la proyección de la influencia hispana en el Imperio jerifiano y su

análisis era demoledor. La diplomacia restauracionista había llegado al cénit de su capacidad de

irradiar una influencia notable en Marruecos. A partir de ese punto, fechado en la década de los 90,

y debido a que la atención del esfuerzo nacional se dirigía al Caribe y al Pacífico, la acción en

Marruecos iba a seguir una trayectoria descendente en intensidad. Posiblemente y en contrapartida

las asechanzas imperialistas de otros países concurrentes en el Sultanato serían mayores. Era

imposible mantener un alto grado de influencia en el Imperio jerifiano con los mecanismos

diplomáticos y militares de los que podía disponer la España restauracionista en el Mediterráneo

Occidental, por lo que había que buscar otra suerte de instrumentos. La apelación y la utilización

del concierto internacional pasaban a primer plano. He aquí la solución hallada por el diplomático

español. Hacer que las tesis de España fueran asumidas como propias por el cuerpo diplomático

presente en Tánger. La proposición era realmente revolucionaria. Ponía a España en primera línea

de protagonismo en la cuestión marroquí. De ahí que Ojeda se empleara a fondo en el debate para

que sus propuestas fueran incorporadas en el documento que el cuerpo diplomático tenía que

redactar. Al final consiguió ser designado para confeccionarlo. ¿Cuáles eran sus líneas directrices?.

Primero, que el cierre del mercado marroquí iba a causar un daño sensible a diversas industrias

europeas. Segundo, los diplomáticos europeos debían limitarse a acusar recibo de la circular,

entregada por el delegado del Majzén ante las potencias extranjeras, Mohammed Torres,

advirtiendo seriamente al gobierno marroquí de la gravedad de las disposiciones planteadas en el

texto. Tercero, se aceptaba el principio de limitar el tráfico mercantil pero no el de clausurarlo en el

192
distrito en rebeldía de Marrakesh , así como se asumía la conveniencia de recalcar a europeos y

protegidos de las potencias la oportunidad de abstenerse en acudir a fiestas religiosas, donde el

contacto con los más radicales defensores de la pureza islámica que rechazaban las injerencias

extranjeras en Marruecos podía suscitar conflictos, y se señalaba además “que los actos de barbarie

y los numerosos atropellos y (...) excesos cometidos en las demás regiones del Imperio (...) eran

actos de piratería y de bandolerismo originados por la punible negligencia del Gobierno

marroquí“. Se acusaba en cuarto lugar al Sultán de vivir encastillado en la seguridad de Fez, de

haber imprudentemente disuelto el ejército de Mawlay Hassan, y de contemplar con indiferencia

los repetidos atentados realizados contra las vidas y propiedades de los cristianos. Se planteó

asimismo la conveniencia de recortar una parte de la soberanía imperial, interviniendo en el futuro

el cuerpo diplomático en la designación de los distritos clausurados al tráfico comercial en el

Imperio. Por último, en lo tocante al asunto referente a la obligación de los extranjeros de circular

por el Sultanato escoltados aún en tiempo de paz, en sus viajes al interior, el cuerpo diplomático –

entendía Ojeda - debía rechazar la pretensión del Majzén de que este servicio de policía fuera

remunerado por los viajeros. En el caso de ser elevada esta remuneración, excluiría de los mercados

del interior al pequeño comerciante. Esta última exigencia no puede desligarse de una realidad

muy concreta, del hecho de que se cobraban elevadas cuotas a los viajeros por cada soldado de los

que les acompañaban. Solamente las poderosas casas comerciales británicas y los agentes

mercantiles de esta nacionalidad espléndidamente remunerados eran capaces de asumir unos gastos

que abrumaban a los españoles. La disposición del Sultán tendía a anular a estos últimos,

alejándolos del mercado marroquí. Se trataba mayoritariamente de pequeños industriales y

comerciantes al por menor que recorrían constantemente el país.

El cuerpo diplomático atendió la queja de España,318 solicitando del Majzén que el servicio

de policía fuera gratuito, para aquellos que no pudieran sufragarlo, y que fuese el gobierno

318
Existían fuertes reticencias de las Legaciones de Italia y Reino Unido que alegaban que el servicio de escolta estaba
recogido como una obligación a asumir por los europeos en los tratados comerciales suscritos por Marruecos con las

193
marroquí el que asumiese la responsabilidad de asegurar por sus propios medios, la tranquilidad de

los viajeros. Con ese fin el Majzén debía contraer el compromiso de organizar periódicamente

caravanas entre los principales centros económicos del Imperio, escoltadas por las tropas del

Sultán, a las que podrían unirse los viajeros que no pudiesen pagar los crecidos gastos de una

guardia particular. 319

3. 10. Se impone la necesidad de supeditarse a Londres.

Por su parte el Duque de Tetuán, no deseando desairar ni a franceses ni a británicos, y

considerando que el ajuste con Londres y París era la vía más adecuada para la defensa de los

intereses hispanos en el Sultanato, no se limitó a dejar hacer a Emilio de Ojeda. Solicitó un informe

a la Sección de Política de África del Ministerio de Estado y asumió personalmente el llevar a cabo

unos contactos en Madrid con las Embajadas gala, británica (particularmente intensas fueron sus

conversaciones con el Embajador del Reino Unido, sir Henry Drummond Wolf) y posteriormente

con la alemana. Tanto el Quai d´Orsay como el Foreign Office señalaron al titular de Estado la

conveniencia de obrar con moderación, sin provocar las susceptibilidades de los marroquíes. El

Encargado de Negocios de la Embajada alemana en Madrid, por ende, llamó la atención del Duque

de Tetuán acerca de la conveniencia de evitar que apareciesen divididas las opiniones de las

potencias europeas, en un asunto de tanta importancia como el suscitado por el gobierno marroquí,

cuya naturaleza aconsejaba una respuesta idéntica por parte de todas las diplomacias acreditadas en

Tánger.320 En el Foreign Office estaba creando alarma la actitud extremadamente rígida y

exigente de Emilio de Ojeda, el cual intentaba dar a un documento, que los diplomáticos pretendían

presentar al Majzén, un caríz casi de enfrentamiento con las autoridades marroquíes. En efecto

potencias europeas. Tampoco querían imponer al Majzén la obligación de organizar caravanas; los ingleses pensaban
que éstas debían ser organizadas por la iniciativa privada y posteriormente el Majzén asumir la tarea de escoltarlas.
319
Despacho no. 110 de Emilio de Ojeda dirigido al Ministro de Estado, Carlos O´Donnell y Abreu, Duque de Tetuán.
2 de Junio de 1895. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 / Ex. no. 2.
320
Real Orden de Ministerio de Estado de 1 de Agosto de 1895 dirigida al Embajador de España en Berlín. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 / Ex. no. 2.

194
Ojeda reclamaba para los extranjeros el derecho de viajar sin restricciones por Marruecos, incluso

en las regiones más levantiscas, descargando sobre el gobierno marroquí la responsabilidad de su

protección. Por esa razón, el Foreign Office pretendía desmarcarse de la postura de Ojeda,

sugiriendo una nueva redacción para el texto por la cual los gobiernos europeos debían aceptar la

necesidad de escolta marroquí sólo en aquellos viajes en los que los extranjeros se internaban en el
321
continente, a una cierta distancia de la costa. La importante ventaja inicial que había obtenido

Ojeda al convertirse en el redactor de la nota que el cuerpo internacional debía presentar al Majzén

quedaba disipada, puesto que la postura británica sería apoyada por Francia y Alemania. El Foreign

Office solicitaría oficialmente al Duque de Tetuán que la actuación de la Legación española en

Tánger se ajustase a la británica. El Duque de Tetuán no estaba dispuesto a poner en peligro la

concertación con Inglaterra bajo ningún pretexto, por lo que el 26 de Julio telegrafió a Ojeda: “Las

relaciones amistosas que en la actualidad unen á España con Inglaterra y los servicios que nos

presta nos obligan a apreciar con toda consideración sus deseos. Recomiendo por lo tanto a V.E.

que procure (...) llegar a un acuerdo con el Representante inglés sin abandono de nuestros

intereses (...). Probablemente Ministro de Francia habrá recibido o recibirá instrucciones

parecidas a estas “.322 Ante todo, debía prevalecer la concertación o ajuste simultáneo con Londres

y París. La decisión de aproximarse a Inglaterra suponía, por lo tanto, para la diplomacia

restauracionista el comprometer el desarrollo de los intereses españoles en Marruecos al dictado del

Reino Unido. Pero además a los gobiernos del turno les interesaba manejar la baza de la cuestión

marroquí como un instrumento de la política exterior española (cediendo a los designios ingleses,

acoplándose a los mismos, etc) que se brindaba a los británicos a fin de encontrar una

compensación de estos en otros ámbitos. Así como Sagasta pretendió solventar a finales de 1898 la

situación de tensión con el Reino Unido planteada por las fortificaciones españolas en las

proximidades de Gibraltar que despertaban el recelo británico, llevando a cabo una aproximación

321
Nota verbal dirigida por la Embajada británica en Madrid al Ministro de Estado. 25 de julio de 1895. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 / Ex. no. 2.
322
Telegrama del Ministro de Estado, Duque de Tetuán a Emilio de Ojeda. 26 de julio de 1895. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 / Ex. no. 2.

195
diplomática a Gran Bretaña en los asuntos marroquíes, de forma similar el Duque de Tetuán dibujó

un escenario geopolítico de la aproximación española a Londres alrededor de un par de ideas claras:

era necesario para España, ante el problema suscitado por la insurrección de Cuba, la aproximación

a una nación lo indiscutiblemente fuerte para que ayudase en el Caribe. La nación elegida era Gran

Bretaña. A cambio de ello, España debía relegar sus veleidades de imponerse unilateralmente en la

cuestión marroquí y organizar por lo tanto una política que sintonizara con los intereses del Imperio

británico. Este era el tono de las instrucciones que el Duque de Tetuán remitía al Embajador

español en Londres el 1 de Agosto de 1895.323 Y no sólo Ojeda debía ceder ante las presiones de la

Legación británica en Tánger, sino que además debía emprender conversaciones con franceses y

alemanes, a fin de evitar el aparecer en divergencia con todas las potencias que tenían intereses en

el Imperio marroquí.324 En el gobierno canovista se había impuesto, pues, el criterio de la

moderación, máxime cuando diversos informes detectaban cierta excitación en las cabilas próximas

a Melilla. Ésta era una situación que imponía obrar con diligencia y tacto. En contrapartida, el

Duque de Tetuán también entendió la necesidad de hacer compatible la búsqueda del apoyo de

Inglaterra – intentando conseguir el respaldo de ésta en Cuba – con la realización de una apelación

al Foreign Office en el sentido de que el planteamiento del Majzén constituía una verdadera

modificación no sólo del tratado comercial de España con Marruecos limitando los derechos

españoles, sino de los suscritos con todas aquellas potencias que gozaban en sus relaciones con el

Sultanato de la cláusula de ‘nación más favorecida‘. Las apelaciones al Foreign Office325 buscaron

llamar la atención de los ingleses sobre el hecho de que la redacción del texto propuesto por la

Legación británica en Tánger para que el cuerpo diplomático contestase al Majzén podría ser

utilizada por el Sultán no sólo para dificultar sensiblemente el comercio con el interior del territorio

323
Real Orden del Ministerio de Estado de 1 de Agosto de 1895 dirigida al Embajador de España en Londres. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 / Ex. no. 2.
324
R.O. del Ministerio de Estado de 28 de Julio dirigida a Emilio de Ojeda. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 73 / Ex. no. 2.
325
Despacho no. 119 del Duque de Tetuán al Embajador de España en Londres, Conde de Casa-Valencia. 1 de agosto
de 1895. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7.003.

196
marroquí con perjuicio de los intereses europeos, sino también la penetración de todo viajero

extranjero que no tuviera medios bastantes para el pago de la escolta que le debía de acompañar.

Los acontecimientos posteriores no respondieron a las expectativas hispanas. El consenso

con Inglaterra quedó en suspenso, cuando a pesar de haber recibido Ojeda instrucciones de

ajustarse a las disposiciones de la Legación británica y buscar una respuesta colectiva – y

consensuada – del cuerpo diplomático a la nota de Mohammed Torres, los Encargados de Negocios

de Inglaterra e Italia mandaron – por su parte – una respuesta particular al delegado del Majzén, sin

consensuarla con otras Legaciones. En vista de ello, las Legaciones española y alemana decidieron

hacer frente común y redactar una nota de respuesta en términos similares.326 En vista de la política

de hechos consumados decidida por Londres, el Duque de Tetuán ordenaría a la Embajada en la

capital británica suspender las gestiones ante el Foreign Office, y a Ojeda que la carta presentada a

Torres se ajustase a las promesas hechas al gobierno inglés. 327

3. 11. El establecimiento de un consulado español en Fez.

El otro gran pivote sobre el que giran las relaciones españolas con el Majzén a lo largo del

año es el tema del establecimiento de un consulado hispano en Fez. El asunto tiene sus orígenes en

1894, y se suscitó a raíz de los propósitos del nuevo Sultán, Mawlay Abd al- Aziz, hijo de Mawlay

326
Telegrama de Emilio de Ojeda al Duque de Tetuán. 7 de Agosto dee 1895. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 73 / Ex. no., 2.
327
El documento español fue presentado el 11 de Agosto. Rechazaba la prohibición del Majzén del acceso al interior
del país por parte de los extranjeros, porque paralizaría el tráfico comercial. Exigía del gobierno marroquí el
restablecimiento del orden en los distritos sublevados, y le acusaba de declararse impotente para asegurar la
tranquilidad en el Sultanato. Sin embargo, asumía para la Legación española la posibilidad de recomendar a sus
nacionales la abstención de viajar por las regiones en conflicto, aunque dejando claro que “si a pesar de esto se
internase algún súbdito español y sufriese algún daño, el gobierno del Sultán estaría obligado a descubrir y castigar a
los culpables y a recuperar los perdidos bienes del extranjero “. El gobierno español se reafirmaba en exigir la libertad
de desplazamiento en todas las regiones donde no hubiese insurrecciones. Era una competencia de los diplomáticos
españoles en Marruecos decidir cuales eran o no los distritos que sus nacionales podían recorrer, después de haber
solicitado del correspondiente gobernador marroquí la escolta que se considerase suficiente para su seguridad. Se
estipulaba que la escolta no era necesaria para aquellos extranjeros que explorasen el territorio, bien por placer o bien
en misión de reconocimiento comercial. Lord Salisbury se encargaría, a través del Embajador británico en Madrid,
Drummond Wolf de dar explicaciones al Duque de Tetuán por la precipitación del Encargado de Negocios inglés en
Tánger. Cfr. Carta del Ministro de Estado, Duque de Tetuán al Embajador en Londres, Conde Casa- Valencia. 19 de
agosto de 1895. A.G.A. Fondo de asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7.003.

197
Hassan, de comenzar su reinado realizando profundas reformas en los aspectos atinentes a las

relaciones internacionales del Sultanato y al organigrama de la administración pública. A tal fin, el

soberano nombró una Junta encargada de estudiar la cuestión de los ‘protegidos’ regulares e

irregulares de las potencias extranjeras con intereses en Marruecos, y de los abusos cometidos

contra la soberanía imperial. El sistema de ‘súbditos protegidos‘ colocaba fuera de la jurisdicción

del Majzén a un creciente número de marroquíes que trabajaban para los cónsules y los agentes

consulares o que estaban asociados con colonos europeos. La Junta iba a estar presidida por Sid

Mohammed Amrani (tío del soberano) y su formación obedecía a los deseos de atajar los abusos

provocados por las protecciones irregulares, condenadas por el convenio internacional firmado en

1880 en Madrid (en su artículo XVI), pero que aún así seguían realizándose. La junta debía

proceder a un minucioso estudio de todas las protecciones irregulares 328 para intentar suprimirlas,

puesto que prácticamente privaban al soberano de Marruecos de la jurisdicción sobre regiones

enteras bien pobladas, privando al tesoro imperial de grandes recursos. La diplomacia

restauracionista reconocería que España había sido de las naciones que más habían abusado del

concurso de los procedimientos irregulares de protección, pues aún siendo muy pocos los agentes

corredores de comercio hispanos destacados en el Sultanato, éstos tenían asociados ilegalmente

desde los años finales de la década de los 80, y muchas veces sin el conocimiento de la Legación en

Tánger a un gran número de protegidos marroquíes – mojalatas-.329 El Ministerio de Estado estaba

dispuesto a recortar el número de protegidos ilegales de España a cambio de una concesión paralela

del Sultán: la posibilidad de establecer una representación consular en Fez. De hecho, la diplomacia

restauracionista quería continuar el camino emprendido por Gran Bretaña y Francia. La primera

había nombrado cónsul en la ciudad imperial a un comerciante, MacLeod. Por su parte, la

República francesa había nombrado el suyo para proteger a los numerosos argelinos residentes en

328
Algo que el Majzén ya había comunicado al general Martínez Campos cuando éste había acudido en enero de 1894
a Marrakesh como embajador extraordinario de España para negociar directamente con el Sultán Mawlay Hassan las
condiciones que ponían término a los recientes incidentes armados en Melilla.
329
R.Orden no. 308 de carácter reservado del Ministerio de Estado de 18 de agosto de 1894 dirigida al Embajador de
España en París, León y Castillo. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de París. Caja 5.816.

198
Fez. Abd al- Aziz, cuando le fueron planteados los deseos de España, no dejó de obrar como había

hecho su padre ante el general Martínez Campos: negarse a que una nueva representación consular

extranjera se instalase junto a la Corte imperial.330 Desde siempre, la autoridad imperial había

deseado alejar a la diplomacia europea del contacto con la Corte, pues su presencia podría causar

tensiones entre la población marroquí, máxime teniendo en cuenta que Fez era una ciudad visitada

con frecuencia por cabilas procedentes de zonas montañosas e inaccesibles del Imperio, que se

mostraban muy celosas ante la presencia de extranjeros. Abd al- Aziz temía que en el caso de

permitir la apertura de consulados en Fez, los montañeses o bereberes cometiesen algún tipo de

desmanes contra los intereses extranjeros, dejando la responsabilidad al Majzén que nada tendría

que ver en el conflicto. Es más: el sultán deseaba acumular argumentos con el fin de obligar a las

potencias a dar un paso atrás en sus propósitos políticos de infiltrarse en Marruecos. Deseaba que

fueran suprimidos los consulados de Francia y Reino Unido en Fez.

Fracasado el intento español, y carente el país de los medios militares o diplomáticos

inmediatos para imponer sus designios a la fuerza al Majzén, a finales de agosto de 1894 el

Ministro de Estado del gobierno liberal, Segismundo Moret hizo un primer intento de aproximación

a la diplomacia francesa encargándoselo al Embajador en París, su compañero de partido F. de

León y Castillo. Intento tibio, puesto que todavía se utilizaba por parte del titular de Estado una

terminología bastante agresiva; máxime cuando la diplomacia restauracionista deseaba evitar

complicaciones en el Sultanato – ya habían bastantes en el Caribe y en el Pacífico- en unos

momentos en que comenzaba el reinado de un nuevo Sultán y por lo tanto se vivía en Marruecos un

período de inestabilidad política. Los designios de Moret eran los de proceder en la cuestión

330
Segismundo Moret escribiría F. León y Castillo una carta confidencial señalando que cuando el general Martínez
Campos discutió la cuestión del consulado en Fez durante las negociaciones de Marrakesh, Mawlay Hassan aceptó que
se nombrasen dos agentes consulares españoles, pero recayendo el nombramiento en indígenas. El procedimiento fue
aceptado por Moret entendiéndolo como una fórmula de transición y como una fórmula transaccional, permitiendo que
el Sultán eligiese el personal del consulado entre una lista que le presentaría el Ministerio de Estado español. De esta
manera se lograban vencer las dificultades y escrúpulos del Sultán y España conseguía su objetivo. Quedaba la puerta
abierta a la posibilidad de que la diplomacia restauracionista cambiase sus agentes consulares por vicecónsules de
carrera en pocos años. Moret estaba dispuesto a conceder al Sultán, a cambio, una restricción en el número de
protegidos españoles. Moret deseaba que se reuniese una nueva conferencia en Madrid para deliberar sobre los abusos
de la protección.

199
marroquí ‘de acuerdo con las demás potencias europeas‘, pero éstas debían asimismo tener en

cuenta los intereses españoles en el Sultanato. Y además España se reservaba, en todo caso la

‘libertad de acción’, si los intereses de las otras potencias no se acomodaban a los hispanos.331 Los

primeros contactos diplomáticos con el Quai d´Orsay no condujeron a nada firme: Hanotaux, el

titular de Exteriores galo se limitó a señalar que no se iba a suprimir el consulado de la República

en Fez y que en la cuestión de los consulados el “gobierno republicano deseaba marchar de

completo acuerdo con España“.332 Los contactos con el Foreign Office evidenciaban a su vez los

deseos de Inglaterra de marchar de acuerdo con Francia en los temas del África occidental, incluida

Marruecos, a cambio de que la República le dejara las manos libres en Egipto.

En Marruecos, es decir en el ámbito donde la triple conjunción hispano-franco-inglesa debía

cuajar y funcionar sin obstáculos , tal como desearon los gobiernos restauracionistas desde el fin

del conflicto de Melilla , empezó a ser evidente que algo fallaba y que las pretensiones españolas

estaban fundadas sobre bases débiles, más bien sobre deseos e hipótesis que se revelaban falaces.

Un agente secreto francés destacado junto al Sultán, el doctor Linares, había influido en el ánimo

de Mawlay Hassan con el objeto de obstaculizar los propósitos españoles de incrementar su

influencia en Marruecos cuando se negociaba el tratado de Marrakesh después de la Guerra de

Melilla. Apartado temporalmente de la Corte imperial, en septiembre de 1894 regresaba a ella. Su

vuelta tenía mucho de mortificante para España, puesto que mientras el Quai d´Orsay daba al

gabinete Sagasta toda clase de seguridades y promesas de querer marchar junto a España y en

completa inteligencia con ella en los asuntos de Marruecos, por otro lado volvía a la Corte del

Sultán un agente que se dedicaba a denostar frecuentemente a España. 333 El Marqués de Novallas,

Encargado de Negocios de la Embajada española en París, se encargaría de inquirir a Hanotaux el

motivo al que obedecía la nueva actitud del gabinete francés. Hanotaux tenía un firme propósito:

331
Real Orden no. 333 del Ministerio de Estado dirigida al Embajador de España en Londres. 29 de Agosto de 1894.
A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de París. Caja 5.816.
332
Despacho reservado sin numerar de Fernando León y Castillo a Segismundo Moret, Ministro de Estado. 6 de
Septiembre de 1894. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de París. Caja 5.816.
333
Carta confidencial de F. León y Castillo al Encargado de Negocios de la Embajada de España en París, Marqués de
Novallas. 7 de Septiembre de 1894. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de París. Caja 5.816.

200
romper la aproximación diplomática existente entre España e Italia y a ello se aplicó. Respondió

señalando que el gabinete Sagasta no debía mostrarse tan receloso y procuró tranquilizarlo,

descartando que el regreso de Linares a la corte sultaniana, establecida en Marrakesh, obedeciese a

algún fin político contrario a España. Es más, descartó todas las noticias que circulaban por Europa

y que tenían como origen a Italia, refiriéndose a inmediatos proyectos de conquista de Marruecos

por las fuerzas armadas republicanas (el 20 de septiembre circuló en París la noticia de que una

columna francesa marchaba sobre el Tuat, luego se demostró que era falsa).334 En una nueva

conferencia entre Novallas y Hanotaux, celebrada la noche del 15 de septiembre, este último

aseguró haber remitido órdenes estrictas a Linares de no protagonizar ni organizar asechanzas

políticas contrarias a los intereses españoles. 335 Moret manejó entonces la posibilidad de convocar

una nueva conferencia internacional para regular la situación del régimen jurídico de ‘protección’

en Marruecos, pues entendió que la resistencia del Majzén a recibir cónsules en el interior del

Sultanato obedecía a su rechazo de los abusos del régimen de protección .En el marco de esta

conferencia, el titular de Estado buscaba consolidar los intereses españoles en el Sultanato y las

ventajas arrancadas a éste tras la guerra de Melilla, como era el caso de la representación consular

en Fez. Todo ello en el marco del acuerdo a dos bandas, con Londres y París.336 Esta conjunción era

problemática: Hanotaux no deseaba reunir una conferencia internacional sobre asuntos

marroquíes.337 Más complicado aún era el deseado movimiento de aproximación a Londres.

Consultado el Foreign Office sobre la pretensión española de nombrar cónsules en Fez, la respuesta

del gabinete británico fue que el momento no era el más oportuno, puesto que al comienzo del

nuevo reinado, la posición del Majzén no era ni firme, ni sólida, ni segura, y por ello no era

conveniente dar paso alguno que excitase la oposición de sus súbditos contra Abd al- Aziz. Nuevos

334
Carta del Marqués de Novallas, a F. León y Castillo. 11 de Septiembre de 1894. A.G.A. Fondo de Asuntos
Exteriores. Embajada de París. Caja 5.816.
335
Telegrama cifrado del Marqués de Novallas al Ministro de Estado, Segismundo Moret. 16 de septiembre de 1894.
A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de París. Caja 5.816.
336
Carta particular de Segismundo Moret a Fernando León y Castillo. 17 de Septiembre de 1894. A.G. A. Fondo de
Asuntos Exteriores. Embajada de París. Caja 5.816.
337
Telegrama cifrado del Marqués de Novallas al Ministro de Estado, Moret. 20 de septiembre de 1894. A.G.A. Fondo
de Asuntos Exteriores. Embajada de París. Caja 5.816.

201
nombramientos de cónsules podían ser interpretados como una tentativa de aumento de la

intervención europea en los asuntos marroquíes. Sin embargo Francia y Gran Bretaña sí que se

pusieron de acuerdo, al margen de España, para no retirar sus vicecónsules de Fez, pretensión

esgrimida por el Sultán; ahora bien, ese acuerdo excluía de momento la posibilidad de apoyar a
338
España. El gobierno Sagasta no había conseguido en primera instancia sus objetivos. Sin

suficiente capacidad de presión directa sobre el Sultán Abd al- Aziz, quedaba a la espera –para

actuar– de las conversaciones que los Ministros Plenipotenciarios francés y británico iban a

celebrar con el gobierno marroquí, en cuanto éste se trasladase desde Marrakesh a Fez. A ello hay

que unir que Hanotaux mostraría sus recelos de que la diplomacia española actuase en Marruecos

al margen del entendimiento con el Quai d´Orsay, intentando imponer sus propios criterios, por lo

que el 6 de Octubre solicitaría formalmente al gabinete Sagasta que no hiciese acción alguna en el

Sultanato que infringiese los compromisos de acuerdo en ese territorio.339 En el fondo, Hanotaux

estaba receloso porque no conocía el alcance de las concesiones obtenidas por Martínez Campos en

Marrakesh.

Moret no abandonó, con todo, su propósito de crear una agencia consular en la ciudad

imperial con súbditos marroquíes al cargo de la representación diplomática española, alejando así

todo motivo de recelo del Sultán para luego proceder a su sustitución por funcionarios de carrera.

Tampoco abandonó su idea de mantener un acuerdo sobre la cuestión marroquí con Inglaterra y

Francia. Aun más, salió en defensa del gobierno republicano cuando corrieron rumores acusando a

Francia de invadir el Tuat, publicando una nota oficial – transmitida a toda Europa – rectificando

las noticias.340 Por otro lado, siguió presionando en busca del anhelado apoyo del Foreign Office y

del Quai d´Orsay, para que el silencio de sus diplomacias frente al Majzén al no respaldar la

postura española de creación de un consulado en Fez no fuera interpretado por el gobierno

338
Documento dirigido por Kimberley, Foreign Office al señor Del Mazo, Embajada de España en Londres. 15 de
Septiembre de 1894. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de París. Caja 5.816.
339
Telegrama del Marqués de Novallas a Segismundo Moret. 6 de octubre de 1894. A.G.A. Fondo de Asuntos
Exteriores. Embajada de París. Caja 5.816.
340
Carta particular de Segismundo Moret a F. León y Castillo. 25 de septiembre de 1894. A.G.A. Fondo de Asuntos
Exteriores. Embajada de París. Caja 5. 816.

202
marroquí como una señal de indiferencia a la causa española.341 Ahora bien, Inglaterra tenía su

dinámica propia en la cuestión marroquí: cuando su enviado diplomático, Satow, iba a partir a la

Corte imperial, anunció a las Legaciones española y francesa en Tánger que el Foreign Office iba

unilateralmente a limitar sus facultades en lo concerniente a los protegidos británicos en el

Sultanato. Las acusaciones de la Legación española fueron inmediatas: el Reino Unido no podía

ceder al Majzén en el asunto de las protecciones sin antes concertarse con Francia y España, porque

de otra manera comprometía la acción de estas dos naciones. En este sentido, se intentó forzar a

Satow para que hiciera marcha atrás y para que el Foreign Office cambiara impresiones con los

gabinetes de Madrid y París, con el fin de conseguir un acuerdo para una acción común.342 Con

todo, a partir de 1895, la cuestión que preocupaba fundamentalmente tanto al gobierno

restauracionista como a la opinión pública española no era Marruecos (donde la penetración

francesa había experimentado una interrupción, y no se reactivará hasta el ’affaire de los piratas de

Bocoya ‘), sino Cuba. En este orden de cosas, el tema del consulado español en Fez quedaría

aparcado en la órbita de los intereses del Ministerio de Estado. Desde Noviembre de 1894, Moret

fue sustituido por Alejandro Groizard que dejó pendiente de resolución la cuestión. Cuando en

marzo de 1895, Canovas volvió a formar gobierno con los conservadores, se ocuparía del

Ministerio de Estado Carlos O´Donnell y Abreu, Duque de Tetuán, más atento por buscar, entre los

miembros de la Tríplice a la hora de renovar el acuerdo mediterráneo con Italia, como requisito

fundamental que estos países garantizasen plenamente la soberanía española sobre Cuba; garantía

que ninguna de las dos potencias del bloque estaba dispuesta a darle, porque ninguna de ellas

deseaba encontrarse en un conflicto con los Estados Unidos, motivado por el apoyo a los intereses

españoles. En 1895, Marruecos dejaba de preocupar al Ministerio de Estado.

341
Minuta de F. León y Castillo remitida al Ministro de Exteriores francés, Hanotaux. 22 de Octubre de 1894. A.G.A.
Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de París. Caja 5.816.
342
R.Orden no. 405 del Ministerio de Estado dirigida a Fernando León y Castillo. 10 de Octubre de 1894. A.G.A.
Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de París. Caja 5. 816.

203
3.12. Tensión en el Sur del Sultanato.

En lo que respecta al sur del Imperio, el año 1895 vino marcado por una persistente

efervescencia. Los primeros acontecimientos luctuosos se fechan en la primavera: a Tánger llegan

noticias de la ciudad de Marrakesh que hablan del inicio de la sublevación de las Rhamma, cuyos

ataques llegaban a las puertas de la ciudad imperial teniendo que ser rechazados por los habitantes

de la villa ayudados por las cabilas leales al Majzén. Los combates, a pesar de las habituales

exageraciones sobre el número de víctimas, fueron bastante sangrientos. Con el transcurso de los

días, se prolongaron emboscadas y combates en un extraño conflicto en el que el terreno no se

conquistaba, sino que se utilizaba para aprisionar al enemigo primero y rendirlo después. Un

conflicto en el que sólo podía vencer quien mejor se adaptara al medio o el que a la postre contara

con más efectivos. El príncipe imperial El Amrani tuvo que trasladarse a la capital con objeto de

poner término a las incursiones, acompañado de dos mil jinetes, que se aplicaron inmediatamente a

la tarea de llevar la paz a los caminos.343 Con todo, esta tranquilidad no vino impuesta sólo “manu

militari“. Los caídes (= gobernadores) de la provincia de Dukkala, siguiendo las costumbres

tradicionales de relación Majzén- gobernados, entablaron negociaciones con los rebeldes , dándoles

un plazo para que volvieran a la obediencia del Sultán. Las tropas pasaron a estar dirigidas por un

hábil comandante de caballería, al- Hash Alí, al que años más tarde se encomendarían también

acciones clave en el conflicto con los roguistas. Finalmente el 21 de mayo, transcurrido el plazo

dado para su sometimiento, varios miles de combatientes imperiales salieron de Marrakesh en


344
busca de los insurrectos, sin que las operaciones se tradujeran en un éxito rápido. Tampoco, a

pesar de la gran cuantía de las fuerzas imperiales, parece que éstas se emplearan a fondo,

prorrogando el tiempo concedido a los rebeldes para que recapacitaran. ¿Cómo entender de otra

manera que a partir del 23 de Mayo las operaciones se suspendieran, cuando el Majzén no tenía

343
Despacho no. 20 del cónsul de España en Mogador, Luís Marinas dirigido a Emilio de Ojeda. 12 de Mayo de 1895.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.
344
Despacho no. 26 de Luis Marinas dirigido a Emilio de Ojeda. 26 de Mayo de 1895. A.G.A. África. Sección
Histórica ( Marruecos ). Caja 376 / Ex. no. 1.

204
déficit de fuerzas en el territorio?. En Marrakesh se habían congregado efectivos de 35 cabilas

luchando a favor del Emperador, que bien podrían haber maniobrado desde el primer día de su

concentración y haber sometido a los rebeldes. 345

El consulado de Mogador, experimentado en la tarea de valorar y evaluar el grado de la

proyección imperialista gala en la región sur del Imperio, y cuyo alto nivel de eficacia y análisis

llevó a evitar la entrega de armas francesas a cabilas rebeldes tiempo atrás, estaba procediendo a

una ágil remodelación de los servicios de espionaje en el Sus, donde la causa española contaba con

algunos de los agentes más hábiles y brillantes que hasta el momento presente han tenido los

servicios de inteligencia hispanos. El Ministerio de Estado había habilitado un fondo de 300

pesetas346 trimestrales para atender los gastos secretos del consulado y para organizar las redes de

inteligencia en los confines meridionales del Imperio.347 La sequía de los territorios saharianos de

Tarfaya y Sakia al- Hamra había impuesto una serie de movimientos migratorios de los nómadas de

la región en dirección al Uad Nun, situado al norte. Al mismo tiempo, las complicaciones

meteorológicas habían provocado de nuevo la aparición de una cierta agitación social. El problema

era que esta situación fuese aprovechada por potencias europeas, Francia en concreto, para intentar

desgajar el territorio del Sultanato y establecer un protectorado sobre el mismo. Así, los confidentes

españoles en el Sus citaban que el hijo de Sidi Husein b.Hachem tras reunir jinetes de varias

cabilas había atacado Tiznit, apoderándose de algún ganado. Circulaban rumores de que este

caudillo había remitido misivas a las cabilas de Uad-Nun y Ait Bou –Amra para que acudiesen en

su auxilio contra la ciudad de Tiznit. Si conseguían tomar la ciudad se rumoreaba que marcharían

345
Despacho no. 27 de Luis Marinas dirigido a Emilio de Ojeda. 2 de junio de 1895. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.
346
Además de esto, Marinas jugaba con instrumentos psicológicos para intentar captarse a la población nativa del
territorio. Era el caso del médico Mayor del cuerpo de Sanidad Militar, Enrique de Rebolledo, agregado al consulado.
El doctor era afable, se desvelaba con sus enfermos, era desinteresado; su carácter y su intachable conducta habían
llevado a que durante los seis meses en que había servido en Sawira (= Mogador), pudiera captarse la simpatía de la
población marroquí a la que había asistido. Hasta musulmanes de las cabilas acudían a verlo. Tal era la confianza que
les había inspirado. Había llevado a cabo varias operaciones con éxito, sin exigir retribuciones “haciendo constar que
España lo había enviado a Mogador para ser útil a los marroquíes “. Despacho no. 42 de Luís Marinas a Emilio de
Ojeda. 26 de Septiembre de 1895. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 376 /Ex. no. 1.
347
Despacho no. 39 de Luis Marinas dirigido a Emilio de Ojeda. 13 de Septiembre de 1895. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.

205
348
sobre Agadir. Las noticias parecían tan graves que se alertó inmediatamente a Madrid: se

señalaba que podría producirse una destitución del Sultán, puesto que los Rhamma iban a

proclamar Emperador a su hermano mayor, Muley Mohammed, y que esta proclamación podría ser

secundada por los sediciosos del Sus y Nun. Sin embargo, el espectro de un conflicto que

empobrecería el país se disipó. Las fuerzas del hijo de Hussein se dispersaron, regresando a sus

cabilas y desistiendo de atacar Tiznit. 349

Los confidentes españoles enviaron igualmente a Madrid informes sobre las posibilidades

económicas de cabo Juby y de Tarfaya, y acerca de la posibilidad de establecer un puerto en la zona

abierto al mercado exterior. Se percibía esta posibilidad como inviable, pues se describía el lugar

como un territorio deshabitado, sin lugares donde establecer zocos, depósitos o almacenes de

productos y sin tan siquiera agua con la que vivir. Se postulaba en cambio la opción de establecer

un puerto en Ait-Bou- Amara o en Aglú, por donde se pudiera dar salida al mar a los productos del

Sus. Se puntualizaba asimismo que los artículos del Sudán no iban a llegar a Tarfaya y escasearían

incluso en el Sus, dado que los franceses habían ocupado militarmente Tombuctú y yugulado en

cierta medida las relaciones del África negra con el Sultanato.350

Jesús Martínez Milán ha puntualizado que se ha exagerado mucho en torno al “mito“ de

unas regiones, el Sus y el Nun, en rebeldía contra el Sultán a lo largo del siglo XIX y aspirando a

constituirse en estados independientes. Hay que examinar esta “rebeldía“ en relación a las

injerencias imperialistas francesas en el territorio y sus deseos de establecer relaciones mercantiles

con los jefes de las casas comerciales más poderosas de las dos regiones. Se trataba de Sidi Husein

b. Hachem de la “casa de Iligh“ y de la familia Beiruk interesados respectivamente en escapar del

control que el Majzén venía ejerciendo sobre el comercio exterior desde finales del siglo XVIII, al

canalizar las entradas y salidas de mercancías en el Imperio jerifiano por el puerto de Sawira

348
Despacho no. 24 de Luis Marinas, dirigido a Emilio de Ojeda. 16 de Mayo de 1895. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.
349
Despacho no. 32 de Luis Marinas dirigido al Ministro de Estado. 18 de junio de 1895. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.
350
Despacho no. 38 de Luis Marinas dirigido a Emilio de Ojeda. 19 de Agosto de 1895.A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.

206
(Mogador) . Sin quitar importancia al grado de rebeldía de la población de estos territorios y a los

repetidos intentos de Sidi Husein b. Hachem y de la familia Bairuk de entrar en contacto con las

potencias europeas para establecer relaciones comerciales directas, lo cierto es que ambos

mantenían estrechas relaciones con el Majzén y utilizaban sus contactos con los europeos como

medio de presión para obtener del Sultán exenciones fiscales en el puerto de Sawira. 351

Al producirse el acuerdo anglo-marroquí de 13 de marzo de 1895, por el cual el Majzén

adquiría la factoría británica establecida por Mackenzie en cabo Juby, se había llevado a término la

toma de posesión del territorio por parte del Sultán, y estaba en el aire la finalidad reservada al

lugar y si se iba a abrir al comercio (instalando una aduana imperial). De hecho, cuando las cabilas

del Sus se reunieron con el hijo de Hussein con ocasión del zoco anual de Sid- Hamed de Musa, no

se decidió ninguna operación de ataque a Tiznit. El caíd Dahamman Bairuk había ido a visitar al

Sultán para tratar de la apertura de un puerto al sur del país 352 y este asunto era el determinante; su

resolución marcaría la actuación futura de los susíes. En el ínterin, mientras no se concluían las

negociaciones con el Sultán, circulaban noticias que actuaban como fórmula de presión frente al

Majzén: señalaban que algunos morabitos y zauias animaban al hijo de Hussein a que mantuviese

encendida la antorcha de la rebelión contra el Sultán y a que se proclamase a sí mismo gobernante

de un estado independiente, al sur de Marruecos, desgajando el territorio de la soberanía

imperial.353 En el mismo sentido, otros rumores señalaban la posibilidad de que en Cabo Juby

(Tarfaya) se abriese finalmente un puerto. Los más interesados en ello era la familia Bairuk, y se

insistía en que estos deseaban asimismo que no se levantase ninguna aduana imperial en el

lugar.354 Mientras tanto, el hijo de Hussein tras reunir de nuevo fuerzas procedentes de diferentes

351
Cfr. Pascon, P. y Ennaji, M.: Le Makhzen et le Sous Al-Aqsa. La correspondance politique de la maison d´Iligh
(1821-1894), Paris / Casablanca, CNRS / Ed. Toubkal, 1988. Y Martínez Milán, J.: “Un discurso relativo a la frontera
sur del reino de Marruecos entre el reinado de Mulay Hasan I y el establecimiento del protectorado hispano-francés
(1874-1912) “, en Awraq, vol. XVII, 1996, pp. 244-245.
352
Despacho no. 219 del Ministro Plenipotenciario español en Tánger, Emilio de Ojeda al Ministro de Estado. 3 de
octubre de 1895. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 66 / Ex. no. 2.
353
Despacho no. 40 de Luis Marinas a Emilio de Ojeda. 24 de Septiembre de 1895. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.
354
Despacho no. 41 de Luis Marinas dirigido al Ministro de Estado. 26 de septiembre de 1895. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.

207
tribus se trasladaba a Estuca con el fin de implantar una red de caídes afecta a su causa. En este

sentido, quería imponer a los de Estuca a su antiguo gobernador, Hussain ben Dlimi, circunstancia

que se produjo en el otoño. Los disturbios, a partir de ese momento, irían en aumento, hasta el

punto que los enfrentamientos serían habituales en la región: el hijo de Sidi Hussein y el del Dlimi

uniendo sus fuerzas atacaron a las cabilas que se resistían a su hegemonía. En tales circunstancias la

secuencia constante iba a ser la de combates, muerte de los caídes opuestos, saqueos, robo de los

granos y ganados y destrucción de poblados. No se trataba de una rebeldía abierta contra la

autoridad del Sultán. Así, con respecto a la “casa de Iligh“, P. Pascon y M. Naji han afirmado que

“Iligh podía a la vez manifestar su juramento de fidelidad (allégeance) político y espiritual al trono

alauí y soñar en volverse materialmente independientes“.355 El hijo de Hussein, en este sentido, se

presentaba como un Bajá nombrado por el del Sultán, proclamando que sometía a las tribus (Ait

Bou-Amara, Estuca, etc...) en nombre de la soberanía imperial.356

A lo largo del mes de Octubre, las reuniones de los miembros de la cabila de Ait Bou-

Amara en el zoco eran aprovechadas por el hijo de Hussein para intentar convencer a los saharianos

y a las tribus del Anti-Atlas de la conveniencia de su ayuda para consolidar su dominio sobre las

cabilas del Sus. Estas prédicas no conseguían, sin embargo, atraer a todos los nativos del territorio,

más atentos a las tareas agrícolas y nada deseosos de posicionarse contra el Sultán, máxime en un

momento en que los emisarios mandados a Fez a entrevistarse con Abd al- Aziz, no habían

regresado con la respuesta definitiva de éste acerca del futuro comercial de cabo Juby. Con todo, la

intranquilidad no desaparecería ya del territorio. Tampoco desaparecería la desestabilización de

esta parte del Sultanato, puesto que Hussein con aquellos partidarios que le siguieron de Ait- Bou-

Amara atacó y cercó la ciudad de Tiznit durante tres días, y también combatió a la cabila de

Hawara. Los combates se iniciaron con una severa derrota de Hussain, que tuvo que retirarse

abandonando gran parte del ganado del que se había apoderado previamente. Sin embargo, la

355
Cfr. Pascon, P. y Ennaji, M ., op. cit, pág. 20.
356
Despacho no. 47 de Luis Marinas a Emilio de Ojeda. 21 de Octubre de 1895. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.

208
rebelión no terminó puesto que las cabilas sublevadas estaban muy interesadas en abrirse

comercialmente al exterior, rompiendo el rígido sistema de economía restringida que sostenía el

Sultán, al canalizar los intercambios comerciales por Sawira. Los servicios secretos españoles en la

región alertaron a Madrid que eran previsibles nuevos ataques tanto contra Hawara como contra

Tiznit y que “hacía muchos años que no estaba tan revuelta la situación del país “. 357 El control de

Tiznit devenía fundamental: el anterior Sultán, Mawlay Hassan la había construido y amurallado

con objeto de evitar los enfrentamientos entre las cabilas del territorio. La presión de los sublevados

se volvió constante: cabilas rebeldes se aproximaron a Tarudant, combatiendo a los Hawara.358 Al

tiempo, el hijo de Hussain volvía a atacar Tiznit a mediados de noviembre.359 Además en un

momento determinado, la violencia se ejercería también contra los agentes españoles, previamente

detectados por los rebeldes, pues estos agentes desarrollaban una acción intensísima que no se

limitaba a dar cuenta de la marcha de los acontecimientos, sino que además vigilaban todo el tramo

de la costa susí, por si se llevaban a cabo actividades ilegales de tráfico de armas que surtieran a los

rebeldes.

357
Despacho no. 48 de Luis Marinas a Emilio de Ojeda. 30 de octubre de 1895. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.
358
Los servicios secretos españoles alertaron que si no fuera por la existencia de cabilas que se oponían al hijo de
Hussain, éste se hubiera declarado ya jefe independiente de todo el Sus. Despacho no. 49 de Luis Marinas a Emilio de
Ojeda. 7 de noviembre de 1895. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 376 / Ex. no. 1.
359
Los confidentes españoles, alarmados notificaron al Ministerio de Estado que si el Sultán no enviaba una fuerte
expedición a Agadir para posteriormente desplegarse las fuerzas por el Sus, se corría el peligro de que el Sus se
independizara. Estas noticias tendrían en vilo a los círculos del Ministerio de Estado, sobre todo desde el momento en
que las cabilas de Estuca al mando del hijo del Dlimi acabaron por derrotar y someter a los de Hawara, una cabila de
origen árabe que por primera vez en su historia era derrotada por sus vecinos bereberes. El camino quedaba libre para
una unión de las cabilas rebeldes que podían controlar férreamente los accesos a Tiznit y cercarla o asaltarla. Despacho
no. 54 de Luis Marinas a Emilio de Ojeda. 17 de diciembre de 1895. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos).Caja 376 / Ex. no. 1. Todo el país desde Agadir hasta Tarudant, desde Masssa hasta el Uad-El- Gass estaba
siendo depredado y saqueado, provocando la huida de la región de todos los notables que no querían sumarse a la
insurrección. Las casas de los caídes y gobernadores afectos a la causa del Sultán eran destruidas. Tiznit parecía aislada
y a punto de sufrir una seria embestida. El hijo de Hussein recibía refuerzos constantemente con objeto de tomar la
ciudad. Con todo, los confidentes también recalcaban que la sublevación podía responder a un doble juego, no tanto
debido a las ambiciones independentistas del hijo de Hussein sino por su deseo de negociar con el Sultán, con una serie
de triunfos en la mano, para presionar más. Como por ejemplo, el que había conseguido asumir el control del país
entero.

209
RESUMEN

A lo largo del año 1895, la cuestión marroquí adquiere para la diplomacia española un

carácter especulativo, no operativo, más cercano a pergeñar complicadas fórmulas estratégicas que

a realizar una actuación efectiva o expeditiva. El máximo experto de la diplomacia restauracionista

en los asuntos del Sultanato, el conde de Benomar propone una nueva óptica en la que las

expediciones militares, la presión diplomática o económica, los mecanismos de infiltración en el

Imperio jerifiano desaparecen o adquieren una relevancia menor en beneficio del papel de fórmulas

imaginativas, basadas en complicadas maniobras de aproximación a la Tríplice y al Reino Unido.

Ante el temor a que las operaciones militares galas en Marruecos no se detuviesen con la conquista

del Tuat y fueran completadas con la ocupación de Figuig, Benomar elabora una memoria secreta

en la que recomienda al gobierno español la consecución de un plan que establezca el protectorado

hispano sobre una parte del Sultanato, procediendo a repartir el territorio marroquí con Francia.

Las fórmulas de Benomar marcan la transición a una etapa en la que en lugar de presionar

militarmente al Sultán Abd al- Aziz, tal como hace Francia, los diplomáticos hispanos teorizan

sobre la cuestión marroquí, deducen, inmovilizando mucho la participación española en los asuntos

del Sultanato, reduciendo el tema de Marruecos a una especulación intelectual, es decir a un plano

casi abstracto.

El año no viene marcado por acontecimientos relevantes en las relaciones hispano-

marroquíes. En el interior del Imperio jerifiano asistimos a una agitación social de cierta relevancia,

en las zonas de Mazagán y Dukkala. Las algaradas organizadas por las tribus son una respuesta

ante la tendencia alcista de los precios de los productos de subsistencia y reclaman la intervención

del Majzén para que éste, utilizando los mecanismos de la economía moral, garantice el suministro

de la población a unos precios justos.

210
Los movimientos militares franceses en el Sahara no terminan por cristalizar en una invasión

del territorio imperial. La falta de actuaciones militares galas facilita que a lo largo del año, el

gobierno restauracionista pudiera intentar ajustar sus actuaciones en el Sultanato simultáneamente

a las de las diplomacias británica y francesa. El gobierno conservador canovista dejará expirar, sin

renovar, el acuerdo mediterráneo que ligaba a España con Italia y con la Tríplice. Los países de

esta Alianza no se muestran dispuestos a ayudar a España en su contencioso en el Caribe con los

Estados Unidos y Cánovas entendió que la distensión existente en África entre franceses y

británicos podía ser aprovechada por España para situarse, como lo había hecho tras la muerte de

Fernando VII, en la órbita de Londres y París. Esta aproximación no llega a cristalizar en la

cuestión marroquí: los británicos no prestaron ningún respaldo a la diplomacia restauracionista

cuando ésta trató de hacer frente a las pretensiones del Majzén que pretendía restringir la libre

circulación de los extranjeros y el tráfico comercial europeo en el interior del Sultanato. Además ni

franceses ni británicos estaban dispuestos a prestar apoyo a las pretensiones españolas de

establecer un consulado en Fez.

El año iba a terminar con una creciente agitación en las tierras del sur del Sultanato.

211
212
CAPÍTULO 4

1896:

El fracaso de la aproximación conjunta de la diplomacia española a Francia y


Reino Unido en la cuestión marroquí y los inicios de la proyección francesa en el Rif.

4.1. Ante un sistema policéntrico mundial: política imperialista y política de alianzas. Los

ejes de la política imperialista.

Los elementos que configuraron el panorama internacional de la época fueron múltiples y

variados. Entre los factores que más contribuyeron a su diseño, se pueden señalar los siguientes:

1) Por un lado, el peso creciente que adquieren las rivalidades imperialistas en el juego de

intereses entre las grandes potencias, con graves consecuencias para el equilibrio interno europeo.

2) Por otro lado, la entrada en la escena mundial de dos potencias extraeuropeas, Japón y

Estados Unidos, hace que los clásicos esquemas diplomáticos decimonónicos, de carácter

eurocéntrico, se vean superados y sustituidos por un nuevo esquema policéntrico de reparto del

poder a escala internacional, complicando aún más el reajuste de acuerdos o alianzas.

3) Otro factor, que no suele destacarse lo suficiente, fueron las relaciones comerciales y

financieras. Los tratados comerciales, la concesión de préstamos y la suscripción de emisiones

tienen cada vez más peso en las relaciones entre los Estados y constituyen punto de inicio o

complemento de los pactos, alianzas, convenios y restantes maniobras diplomáticas. Estas

relaciones comerciales están muy condicionadas por la política crecientemente proteccionista

aplicada por todos los países. Política que se plasmaba en elevadas tarifas arancelarias, de las que

fueron buen ejemplo la llamada Tarifa McKinley, de 1890, con elevación de los aranceles

estadounidenses a un 49,58 % de media; y la ultra-proteccionista Tarifa Dingley , aprobada por el

Congreso norteamericano en julio de 1897, que elevaba los derechos de aduanas hasta un 57 %.

Fue ratificada inmediatamente por el presidente McKinley, promotor, siendo senador, de la que

213
lleva su nombre. Leyes tarifarias que provocaron fuertes tensiones a ambos lados del Atlántico, y

amenazaron con desembocar en una guerra comercial de varios países europeos, principalmente

Alemania, con los Estados Unidos. La facultad, otorgada en las mismas al presidente para concertar

acuerdos con otros Estados, que incluyeran reducciones recíprocas de tarifas, ponía en sus manos

una poderosa arma de presión diplomática. La consecuencia fue que, en aquella época, los tratados

comerciales alcanzaron gran importancia como instrumento en las relaciones internacionales.

4) También debe tenerse en cuenta, en la configuración de un nuevo orden internacional, la

opinión pública manifestada a través de los debates parlamentarios y, de modo especial, mediante

la prensa. Unas veces, actúa ésta como portavoz de los contrapuestos intereses o puntos de vista en

política exterior para presionar a los gobiernos en una determinada dirección. Otras veces, quizás

las más, es instrumentalizada por los propios gobiernos para hacer calar sus designios en el gran

público. Un recurso, profusamente utilizado entonces, para hacer participar e involucrar a la

opinión pública en la acción exterior, consistió en los intercambios de visitas oficiales de altos

dignatarios y de escuadras navales a los puertos del otro país. En unos casos, estos actos servían

para preparar un ambiente propicio a la iniciación de negociaciones formales para llegar a

eventuales acuerdos; en otros, para dar a conocer a propios y extraños la existencia de alianzas,

aunque manteniendo en secreto las cláusulas más delicadas de las mismas.

5) Uno de los rasgos más definitorios del último decenio del siglo XIX, en el plano

internacional, fue que el esquema de relaciones de poder entre las grandes potencias experimentó

cambios acelerados. El sofisticado edificio diplomático o "sistema bismarckiano", la red de alianzas

internacionales, que tan trabajosamente había elaborado el canciller alemán, Otto von Bismarck

entre 1870 y 1890 y que había dado cobertura a las relaciones intra-europeas durante los últimos

lustros, entra en crisis. Paralelamente, es sustituido por una serie de ejes bilaterales, de los cuales, a

la altura de 1897-1898, unos estaban consolidados, como el eje que unía al Segundo Reich con la

Monarquía dual austro-húngara, otros estaban buscando su ajuste definitivo, como el eje París-San

Petersburgo, y también los había que estaban en fase de iniciación o gestación.

214
Como consecuencia de todo ello se entra en una fase de gran fluidez, abierta a múltiples

combinaciones e, incluso a inversiones de alianzas, en contraste con la estabilidad y equilibrio de la

etapa anterior. En aquellos años, década de los noventa del siglo XIX, se asiste a un apasionante

juego diplomático entre las cancillerías europeas, para adaptarse a la cambiante realidad del

momento y no quedarse descolgados en el nuevo sistema de relaciones internacionales, que se

estaba configurando, y que, a principios del siglo XX, cristalizará en la formación de bloques

rivales, con la Triple Entente en contraposición a la ya existente Triple Alianza.

Un primer cambio, de gran calado, que desencadena otros posteriores no menos importantes,

se produce en 1890, cuando no se procedió a la renovación del tratado del Reaseguro entre

Alemania y Rusia, piedra angular de todo el complejo y, por tanto, frágil del "tercer sistema

bismarckiano".360 La decisión de los sucesores de los Bismarck en la Cancillería y en el

Auswärtiges Amt, Leo von Caprivi y Adolf Marschall von Bieberstein, causó profunda irritación en

los dirigentes zaristas, que habían hecho todo lo posible para que el mencionado acuerdo siguiera

en vigor, incluso rebajando sus exigencias y pretensiones. Irritación, que venía a sumarse al

descontento ruso por la política proteccionista emprendida por Alemania desde mediados de los

años ochenta, que dañó gravemente a la economía rusa, muy dependiente, sobre todo para las

exportaciones agrarias, del mercado alemán.

La reacción zarista no se hizo esperar, ante el peligro de quedarse diplomáticamente aislados,

enfrentados, sin el respaldo alemán, a Gran Bretaña. Entre británicos y rusos existían tensiones en

Asia Central a punto de ebullición por el reciente conflicto de Afganistán. Asimismo la diplomacia

rusa estaba enfrentada a las pretensiones austriacas de expansión en los Balcanes. Por último, Rusia

estaba confrontada tanto con Gran Bretaña como con Austria-Hungría y con otras potencias en

relación con las ambiciones zaristas de ampliar su esfera de influencia en el Oriente Próximo. En

360
El tercer sistema bismarckiano lo componían los tratados del año 1887: en torno a estas fechas se suscriben dos
series de alianzas que conseguirán el total aislamiento de Francia: a) El tratado ultra-secreto de Alemania con Rusia,
llamado de "reaseguro", obra cumbre del genio bismarckiano (Junio) y b) los acuerdos para defender el 'statu quo' del
Mediterráneo, propiciados por Bismarck, y consistentes en un acuerdo inicial entre Inglaterra e Italia (Febrero) y la
adhesión posterior de Austria-Hungria y España.

215
tales circunstancias, la diplomacia rusa aceleró el acercamiento político a Francia, con la que ya

mantenía importantes vinculaciones financieras. En situación similar se encontraba Francia,

enfrentada a Italia por la cuestión tunecina y en tensión creciente con Gran Bretaña por la cuestión

egipcia y por rivalidades coloniales en África Occidental y en el Sudán a causa de los propósitos

británicos de tener vía libre desde Egipto hasta África del Sur; tensión que alcanza su punto

máximo en la crisis de Fashoda en 1898.

La consecuencia fue la formación del eje Francia-Rusia. Fueron varios los hitos, que jalonan

este acercamiento. Se inicia con la colocación de una nueva emisión de deuda rusa al 3 % en los

mercados de valores franceses, con el respaldo del gobierno galo, punto de partida de una creciente

implicación de las finanzas francesas en el proceso de industrialización ruso y la construcción de su

red ferroviaria. Toma impulso con la visita de una escuadra francesa, en 1891, a la base naval de

Kronstadt, donde fue recibida con gran entusiasmo. Lo mismo ocurre con la subsiguiente

devolución de la visita por parte de una escuadra rusa al puerto de Tolón. El eje comienza a

configurarse con la firma de una convención militar en 1892; y se formaliza con el tratado de 1894.

Alcanza su mayoría de edad con la visita de Nicolás II a París, en 1896, la del Ministro de Asuntos

exteriores zarista Muravieff, en enero de 1897, y, sobre todo, con la del presidente Faure a San

Petersburgo, a finales de agosto del mismo año. Con este motivo, se procede en Kronstadt a la

solemne presentación en sociedad de la alianza franco-rusa.

Por su parte, Alemania , en sustitución de los expirados acuerdos con Rusia y, para hacer

frente a cualquier eventual peligro de guerra en dos frentes, que pudiera derivarse del eje París-San

Petersburgo, se propone potenciar al máximo el eje Berlín-Viena y la Triple Alianza, como clave de

bóveda del nuevo sistema alemán de alianzas. Con estos objetivos a la vista, la diplomacia germana

intensifica las relaciones bilaterales con Austria-Hungría; y, a instancias de Italia, se refuerza el

significado y alcance de la Tríplice.

En efecto, Italia, que quiere su parte de protagonismo en el juego diplomático en curso,

reclamaba el apoyo alemán ante la decisión gala, manifestada en 1890, de imponer, a la muerte del

216
Bey de Túnez, un protectorado formal sobre aquel territorio, lo que perjudicaba sobremanera a sus

aspiraciones coloniales en África del Norte. En este sentido, la diplomacia italiana ejerció presiones

sobre el II Reich y sobre Gran Bretaña, para que respaldaran una eventual ocupación italiana de

Trípoli, como compensación por la robustecida presencia de Francia en Túnez. Alemania accede a

la solicitud italiana, formulada por Francesco Crispi, de dar mayor concreción y fuerza a los pactos

que les unían con Alemania y Austria-Hungría. Se aprovecha la renovación de la Tríplice (1891),

que adopta la forma de un auténtico tratado a tres, para potenciar y ampliar el contenido de la

alianza. Pasa de ser meramente defensiva a adquirir carácter imperialista, con previsiones de

participar en eventuales repartos del Imperio Otomano en los Balcanes y con el compromiso de

apoyar diplomáticamente las aspiraciones italianas en el norte de África, exceptuando Marruecos.

De este modo se evitaba el riesgo de que Italia cayera en la tentación de entenderse con Francia

sobre la cuestión africana y otros contenciosos entre ambos países, y de alejarse, en consecuencia,

de los imperios centrales. Otra ventaja añadida, que Alemania esperaba obtener de la consolidación

de la Tríplice, era que Italia pudiera servir de enlace para estrechar las relaciones con Gran Bretaña.

Porque otro de los objetivos de la diplomacia alemana, en los comienzos de la nueva etapa,

era ampliar al máximo las posibilidades de hacer frente a la amenaza potencial del eje franco-ruso.

Con este fin se reanudan los esfuerzos, ya intentados por Bismarck, de atraerse a Gran Bretaña

hacia los planteamientos diplomáticos de la Tríplice sobre la base de los acuerdos mediterráneos. El

propósito era profundizar en esta línea, con vistas a establecer acuerdos formales, incluida una

eventual alianza entre Alemania y Gran Bretaña, que viniera a reforzar la posición internacional de

los imperios centrales.

Las primeras aproximaciones hechas por Caprivi son acogidas positivamente por el primer

ministro, Lord Salisbury, aunque sin asumir ningún compromiso formal. No tuvo mayores

consecuencias, salvo algún acuerdo puntual, que condujo a la cesión de la isla de Helgoland al

Imperio alemán a cambio de concesiones alemanas en Zanzibar (1 de julio de 1890). La llegada del

partido liberal al poder, en 1892, con Gladstone, como "premier", y el conde de Rosebery al frente

217
del Foreign Office puso punto final a esta aproximación. Gran Bretaña sigue enrocada en su

espléndido aislamiento; no quiere inmiscuirse en los complicados problemas continentales y

prefiere tener las manos libres, para proseguir su política expansionista en ultramar, de la que

Archibald Primrose, conde de Rosebery, es caracterizado representante. La vuelta de los

conservadores al gobierno, en 1895, no trajo, de momento, ningún cambio sustancial en esta

situación.

Frustradas las expectativas de formar un eje Londres-Berlín, que constituía una pieza

fundamental en el esquema de relaciones exteriores elaborado por la Wilhelmstrasse, se inicia un

nuevo movimiento táctico por parte de la diplomacia alemana. Se perfila un acercamiento entre

Alemania y Rusia, que podía conducir a una nueva alianza entre los dos imperios. Esta maniobra,

tendente a recomponer las relaciones germano-rusas, tiene su primera manifestación en el campo

económico. En 1893 se inician las negociaciones para concertar un tratado comercial, que se

concluye en 1894. Fue un primer paso destinado a superar los obstáculos de carácter económico,

que dificultaban la aproximación entre los dos países. La amistad y los frecuentes contactos

personales entre Guillermo II y Nicolás II contribuyen poderosamente a crear una atmósfera

propicia a la posibilidad de un nuevo eje bilateral entre Berlín y San Petersburgo, que vendría a

sustituir, con ventaja, al antiguo tratado de Reaseguro. Rusia se encargaría de frenar los propósitos

revanchistas franceses respecto al Imperio alemán. Éste, por su parte, se ocuparía de poner sordina

a las rivalidades entre Rusia y la monarquía Dual en los Balcanes.

Es más, en un determinado momento, Guillermo II pretende convertir los dos ejes, París-San

Petersburgo y Berlín-San Petersburgo, en núcleo de un bloque continental europeo, para hacer

frente a la política expansionista y proteccionista de las dos potencias anglo-sajonas a ambos lados

del Atlántico, que iniciaban entonces el entendimiento entre ellas, preludio de un posterior eje

bilateral transatlántico, que desempeñará un papel decisivo en las dos guerras mundiales del siglo

XX.

218
La idea de una coalición continental europea aparece, inicialmente, en la famosa

conversación del emperador germano con el agregado militar británico en Berlín, coronel Leopoldo

Swaine (20 de diciembre de 1895). En ella el kaiser, llevado de su carácter impulsivo, dio rienda

suelta a sus prevenciones contra el Reino Unido, entre las que aparece la sospecha de connivencia,

tácita o expresa, entre Londres y Washington. Diversos sucesos ocurridos posteriormente vinieron a

echar leña al fuego de las mutuas divergencias. Uno de los más graves se produce con motivo de la

expedición contra el Transvaal, emprendida por Jameson, en colaboración con Cecil Rhodes, y que

se creía respaldada secretamente por Londres. El célebre telegrama de Guillermo II al presidente

bóer Krüger, a principios de 1896, para felicitarle por el éxito contra aquella acción, provocó una

campaña de prensa británica contra Alemania y su emperador, con la consiguiente réplica por parte

de la prensa alemana. Agravó la situación la denuncia por parte de Londres del tratado comercial

con Alemania -también denunció el vigente con Bélgica-. Este hecho, ocurrido a finales de julio

de 1897, junto con la reciente aprobación, por el legislativo norteamericano, de unas tarifas

altamente proteccionistas -la llamada tarifa Dengley- acentuó la ojeriza de los dirigentes alemanes

hacia estadounidenses y británicos.

La propuesta de formar un bloque continental europeo toma cuerpo definitivamente, cuando

el contencioso hispano-estadounidense por la cuestión cubana, se agrava, por momentos, a partir de

septiembre de 1897. Es entonces, cuando Guillermo II da forma a las ideas que bullían en su

cabeza, desde hacía algún tiempo, y sobre las que ya había deliberado frecuentemente con sus

colegas de Rusia y Austria. Propone una acción conjunta de los imperios europeos, con el apoyo de

Francia, para acudir en socorro de la soberana española, cuya suerte podía verse seriamente

amenazada en el caso de que España se viera obligada a abandonar las Antillas.

Este proyecto no llegó a tomar cuerpo. Con todo, aunque el peligro de un bloque continental

europeo era más hipotético que real, Gran Bretaña no quiere correr riesgo alguno y decide

precaverse ante cualquier contingencia, buscando aliados.

219
1895 es asimismo -tal como señala Julio Salom 361- el momento de surgimiento de un nuevo

sistema mundial, policéntrico, en el que es patente, por un lado, la aparición de nuevas grandes

potencias, de naturaleza diversa a las europeas en muchos aspectos, como eran Japón y Estados

Unidos, y por otro la transformación del área y de los focos de interacciones y de conflictividad así

como de los medios de relación, que son fruto de los grandes avances tecnológicos. No parece

necesario indicar cuáles de estos aspectos incidían más directamente sobre España cuyas

posesiones coloniales, con todos sus riesgos de dispersión y de falta de protección naval y

diplomática, le creaban las mayores posibilidades de sufrir el empuje de los nuevos imperialismos

por parte de las potencias emergentes. El avance del Japón tras su victoria sobre China en la guerra

de 1894-95 ya despierta la inquietud española, pero el gran problema va a ser, lógicamente, el de la

política de Estados Unidos ligada a la Guerra de Cuba.

Pero existen otros puntos dignos de tenerse en cuenta en la incidencia del sistema mundial

sobre la política española. Uno de ellos es que los nuevos problemas centrados en zonas del mundo

alejadas de Europa rebasan ya claramente las posibilidades de regulación internacional del viejo

mecanismo que era el Concierto Europeo. Como ha señalado R. Langhorne,362 se asiste realmente a

su final, por más que los gobiernos españoles traten todavía de invocarlo con motivo del conflicto

de Cuba.

No será, por último, de menor interés para España en relación precisamente con ese conflicto

el que la transformación internacional termine por decidir la reorientación de la política de Gran

Bretaña, cuya búsqueda de amigos o aliados la llevará, tras la etapa de aproximación a la Triple

Alianza y de ocasionales acercamientos a Francia y Rusia, hacia Estados Unidos.

Cuando, en marzo de 1895, Cánovas retomó el poder en su última y más dramática etapa de

gobierno las principales iniciativas de su acción exterior correspondieron, como es lógico, al

problema de Cuba, que borró todos los demás. Las orientaciones o rectificaciones que imprimió a

361
Salom Costa, J.: "La política exterior y ultramarina de Cánovas", en Bullón de Mendoza, A. y Togores, Luis E.
(coord): Cánovas y su época, Madrid, Fundación Cánovas del Castillo, 1999, pag. 1113.
362
Cfr. Langhorne, R.: The collapse of the concert of Europe. International Politics, 1890-1914, Nueva York, 1981
recogido a su vez en Salom Costa, J.: op. cit, pag. 1114.

220
sus relaciones con las potencias europeas estaban guiadas por aquel problema máximo resultando

insuficientes en el cuadro del nuevo sistema mundial:

1. La primera de las direcciones en que se dan aquellas decisiones básicas es la de poner fin

a la anterior política del pacto secreto con la Triple Alianza sobre el statu quo mediterráneo

buscando así suprimir posibles obstáculos para lograr lo que ahora resultaba prioritario, es decir, el

apoyo de Francia, Rusia y Gran Bretaña en la cuestión cubana. 363 Cánovas y su ministro de Estado,

el duque de Tetuán, tenían que contar con la nueva situación europea creada por la alianza franco-

rusa y la menor amistad anglo-germana. La anterior política de aproximación a los Imperios

centrales e Italia, aparte de haberse revelado inoperante para hacer frente a las amenazas de pérdida

de las colonias, podía perjudicar la relación con Francia, cuyo apoyo -especialmente financiero-

era deseado para el conflicto cubano; en cuanto al aún más importante de Gran Bretaña se esperaba

lograrlo sin la intervención de la Tríplice.

En consecuencia, se dejó morir el convenio secreto hispano-italiano (sustituido el 29 de

octubre de 1895 por un inefectivo pacto verbal), y también se eludieron las ocasiones que surgieron

posteriormente para resucitarlo. 364 En realidad, un pacto centrado exclusivamente en las cuestiones

mediterráneas no tenía valor alguno para el problema de Cuba, y menos aún con la actitud casi

hostil que Alemania adoptaba hacia España por cuestiones comerciales; pero además no se

coordinaba sino que más bien perjudicaba el plan de acción del Gobierno español, consistente en

promover una acción colectiva de las grandes potencias que previniese la intervención de Estados

Unidos en el conflicto. Este plan no pudo llevarse a efecto, y todos los intentos posteriores por

valerse de un "Concierto Europeo" moribundo revelaron que esos medios ya no correspondían a la

nueva política mundial.

2) El segundo eje de la acción canovista que podemos observar es el de sus propias

actitudes ante un conflicto colonial cada vez más definido por la amenaza de intervención

363
Cartas del Duque de Tetuán, Ministro de Estado español al conde de Benomar, Embajador en Roma. (A)rchivo de
la (R)eal (A)cademia de la (H)istoria. Madrid. Colección Benomar. Legajo 9 /7399.
364
Salom Costa, J.: "Del recogimiento al aislamiento (1890-1896)", en Fusi, J.P. y Niño, A. (eds): Vísperas del 98.
Orígenes y antecedentes de la crisis del 98, Madrid, Biblioteca Nueva, 1997,pp. 205-219.

221
estadounidense. El peso creciente de este factor llevó a un momento crucial con la presentación al

Gobierno español -el 4 de abril de 1896- de la llamada Nota Olney por la cual el Gobierno

norteamericano ofrecía sus buenos oficios para mediar en la cuestión antillana y llegar al fin del

conflicto, mediante la concesión por parte del gobierno español a Cuba de una amplia autonomía,

aun conservando España sus derechos de soberanía. Tras una serie de sondeos en el orden

internacional, Cánovas declinó el ofrecimiento, cerrando la vía a esa solución, aunque el ulterior

empeoramiento progresivo de la situación le llevó en lo sucesivo a flexibilizar su posición contraria

a la concesión de reformas sin haber dominado previamente la insurrección.

El mantenimiento de estas trascendentes posturas respecto a las relaciones con Estados

Unidos y a la guerra misma, deben relacionarse con las adoptadas en sus intentos por encontrar el

apoyo de las potencias europeas frente al intervencionismo norteamericano. Es aquí donde Cánovas

hizo el esfuerzo máximo en el único punto en el que ese apoyo podría ser tal vez más eficaz, o sea

el de la posición de Gran Bretaña, que llegó a considerarse posiblemente favorable en razón del

equívoco creado por la actitud simpática a la causa española del embajador británico y que no

correspondía, ciertamente, con la reserva de los gobernantes de Londres.365 Probablemente debido a

ello, e indudablemente por lo desesperado de la situación, fue entonces cuando se lanzó Cánovas

más decididamente por la vía del compromiso exterior, con una propuesta de alianza a Inglaterra

mediante ofertas de abrir las costas y puertos españoles a la Royal Navy en caso de guerra europea,

lo que se ha podido interpretar como un intento de ligar " la garantía internacional de Cuba con la

posibilidad de una alianza hispano-británica que fortaleciese el Gibraltar británico".366 Sin

embargo, esta arriesgada y extrema iniciativa de la política secreta canovista resultó inútil, pues no

encontró acogida en Salisbury, como tampoco tendrían éxito, ni entonces ni más adelante, otras

365
La posición de Gran Bretaña en la crisis colonial del 98 ha sido muy bien estudiada por Rosario de la Torre en su
obra Inglaterra y España en 1898, Madrid, Eudema, 1988, y más concreta y detenidamente en el período previo a la
guerra con Estados Unidos en su artículo "1895-1898: Inglaterra y la búsqueda de un compromiso internacional" en
Hispania, vol. LVII / 2, no. 196, mayo-agosto 1997, pp. 514-549.
366
Torre, Rosario de la: "1895-1898: Inglaterra..., op. cit, pág. 531.

222
tentativas españolas para lograr un respaldo colectivo eficaz de las potencias europeas frente a la

política norteamericana.

4.2. La muerte de El-Morabet y la desarticulación del servicio de información español al

Sur del Imperio. Agitación en el Sus.

1895 había sido un año, marcado como venía siendo ya una constante desde la década

anterior, en los territorios de la costa atlántica y del Sur del Imperio, por una efervescencia

continua, uno de cuyos primeros testimonios habían sido los enfrentamientos habidos en la comarca

de Safi entre el gobernador de la provincia de Abda, Aixa ibn Umar y algunos grupos opuestos a su

autoridad. Las dimensiones de los combates llegaron a alarmar al Ministro Plenipotenciario español

en Tánger, Emilio de Ojeda, quien en un despacho con fecha 28 de octubre informaba al gobierno

de la necesidad de que un buque de guerra patrullara periódicamente por las costas próximas, en

previsión de tener que hacer frente a eventualidades como aquella, que amenazaba con poner en

peligro las vidas de los ciudadanos europeos instalados en la vecindad del lugar del conflicto. La
367
solicitud no fue atendida desde Madrid, pero en contrapartida, el gobierno español decidiría

reactivar el servicio de información en el Sus que tan buenos frutos había rendido en el pasado. Las

perspectivas de futuras complicaciones se derivaban del hecho de que el Sultán podía negarse a la

petición que los jefes de las casas comerciales más fuertes de las regiones del Sus y del Nun, el

hijo de Sidi Husein ibn Hachem y el caíd Dohman Beiruk, le estaban presentando de abrir al sur de

Sawira ( Mogador), y en pleno territorio susí, un puerto que les permitiera entrar en contacto más

directo con las potencias europeas, y establecer con ellas unas provechosas relaciones comerciales.

Ojeda advertía de la posibilidad de que el territorio susí se pusiera -de nuevo- en estado de rebelión

367
Emilio de Ojeda, Ministro Plenipotenciario de España en Tánger al Ministro de Estado, Duque de Tetuán.28 de
Octubre de 1.895. Despacho número 233. (A)rchivo (G)eneral de la (A)dministración. Alcalá de Henares. África
(Marruecos). Sección Histórica. Caja 66 / Ex. 2

223
contra Abd - al- Aziz, y que esta dinámica condujera -de facto- a una situación de independencia

del Sus con respecto a Marruecos, bajo el control del hijo de Sidi Husein, Mûhammad ibn Hussein.

De hecho, tal como resaltan Mohammed Ennaji y Paul Pascon, lo que estaba ocurriendo en

el territorio es que el equilibrio político inestable establecido previamente por iniciativa

majzeniana, estaba resquebrajándose y saltando, tras la muerte de Mawlay Hassan, al encadenarse

una serie de revueltas contra las autoridades caidales establecidas por el Sultán.368 Comenzado el

otoño, las hostilidades se iniciaban cuando Mûhammad ibn Hussein intentaba imponer su

hegemonía en la cabila de Estuca, situando a su frente a su aliado, el caíd Husein ibn Dlimi. Los

informadores españoles relataban como este primer paso había sido sucedido por otros, seguidos

todos ellos por los rebeldes con cautela, pues no se enarbolaba abiertamente la bandera de la

independencia. El hijo de Sidi Hussain se limitaba a unir las cabilas en torno suyo, mientras que en

sus prédicas constantemente repetía que actuaba en nombre del Sultán, y que él expresamente había

sido designado por Abd- al- Aziz para gobernarlas. El Morabet, el espía, cabeza del servicio de

información español en el territorio había tenido noticia directa de estos hechos, cuando las huestes

de Mûhammad ibn Hussein habían llegado al lugar donde habitaba. En noviembre, una parte

importante de las fracciones de la cabila de Ait-Bu- Amara habían pasado a depender de él, y sus

movimientos apuntaban a un previsible ataque contra Tiznit, aunque El Morabet juzgaba que dado

el carácter amurallado de la población y el esmero con que Mawlay Hassan la había fortificado, su

propósito de apoderarse del lugar no se iba a cumplir. Los combates se prolongaban día tras día, a

pesar del tiempo lluvioso, y era notable la dificultad para encontrar víveres y suministros por parte

de los combatientes, pues las luchas habían interrumpido momentáneamente las tareas de labranza.

Los acontecimientos de Safi acabarían con un auténtico baño de sangre, con la derrota total

de los rebeldes y el fusilamiento de once de sus cabecillas lo que permitió consolidar

definitivamente el poder del Majzén en el área, pero en el Sus, se complicarían cuando el caíd

368
Véase al respecto, Pascon, P. y Ennaji, M.: Le Makhzen et le Sous Al-Aqsa. La correspondance politique de la
maison d´Iligh (1821-1894), París/ Casablanca, CNRS / Ed. Toubkal, 1988, pag. 26.

224
Husein ibn Dlimi atacaba a las fracciones de la cabila de Estuca que se le seguían oponiendo,

derrotándolas, mientras que Ibn Husein peleaba duramente en Tiznit, asediándola y hostigándola

constantemente. Se barajaba la posibilidad de que una expedición majzení compuesta de mil askaris

se trasladara desde Agadir ante la gravedad de las circunstancias.369

Comenzado ya el año 1896, los intereses españoles en el Sus recibirían un golpe durísimo

cuando su servicio de información quedó –temporalmente- desarbolado y desarticulado, al

producirse la muerte del principal agente hispano, al- Hach Abd Al-lah El- Morabet, por secuaces

del Dlimi.370 Los grandes servicios que este personaje, de nacionalidad española, había llevado a

cabo en los últimos diez años, teniendo al corriente a la Legación hispana en Tánger de todos los

asuntos trascendentales concernientes a la estratégica región vecina a Canarias y sede de una

permanente inquietud, y al mismo tiempo contribuyendo a anular los intentos de la República

francesa de apoderarse del territorio, habían terminado. Con él, se iba a la tumba el genio ejecutor

de los planes anti-galos de la diplomacia española en Mogador durante la década anterior, haciendo

frente -con éxito- y frustrando los intentos de la República de establecer un protectorado en el Sus.

Por su parte, el gobierno español además de iniciar una serie de gestiones encaminadas a esclarecer

las circunstancias del crimen y a buscar a sus autores, exigiendo del gobierno del Sultán su castigo,

debería reconstruir de nuevo su servicio de información.

Llegada la primavera, las gestiones españolas empezaron a tener respuesta. El caíd Sidi Dris

ibn Sacur, gobernador de Sawira (Mogador) recibía comunicación escrita de al- Hussein ibn

Brahim, caíd de Dlimi, en la que este último de manera extremadamente escueta le relataba las

circunstancias de la muerte del agente español atribuyéndola a una intervención desafortunada de

al-Morabet en las disputas internas de los habitantes de Estuca.371 Recogiendo las informaciones

369
Emilio de Ojeda al Ministro de Estado español, Duque de Tetuán. 20 de Noviembre de 1.895. Despacho número
257. A.G. A. África (Marruecos). Sección Histórica. Caja 66 / Ex. 2.
370
Luis Marinas, cónsul de España en Mogador a Emilio de Ojeda. 16 de Enero de 1.896. Despacho número 2. A.G.A.
África (Marruecos). Sección Histórica. Caja 21 / Expediente 2.
371
Ojeda al Ministro de Estado español, Duque de Tetuán. 16 de Abril de 1.896. Despacho número 69. A.G.A. África
(Marruecos). Sección Histórica. Caja 68. / expediente 3.

225
que, a través del cónsul en Mogador, le aportaba el propio hijo del fallecido, Ojeda escribía a

Madrid calificando las palabras del Dlimi como de un vano intento de encontrar un pretexto falso

que ocultase su intervención personal en el asesinato. El hijo del Dlimi, gobernador de la cabila

donde había sido asesinado El Morabet, era el responsable último de su seguridad, y las propias

circunstancias del crimen que quedaban cada vez más desveladas permitían hablar - a las claras- de

una celada o de una añagaza, pues no se había tratado de una muerte en combate en el curso de una

escaramuza o de una refriega de las que habían sido habituales en el territorio. Ojeda sospechaba

por ello de la responsabilidad directa del hijo del Dlimi como inductor del crimen, aunque le

faltaran pruebas directas para respaldar su hipótesis. Con todo, en la Legación de España existían

previamente una serie de informes que venían a redundar en que en primer lugar, el-Morabet era

conocido por su actividad pro-española y por su pasado en la guerra que había enfrentado a los

servicios de información españoles con los franceses en la región en el decenio anterior y en

segundo lugar, que se sospechaba en el Sus que seguía en aquellos momentos ejerciendo su

actividad como informante habitual, confidente al servicio del Consulado español en Mogador.

Evidentemente, no habían pruebas de la intervención de agentes de la República en la muerte, pero

sí la certeza de que el hijo del Dlimi - desde hacía meses- andaba tras los pasos de al-Morabet, con

la intención de eliminarlo. De hecho, en una época anterior, ya había intentado asesinarlo,

atrayéndolo a Sawira (Mogador) y manteniéndolo retenido en esa localidad. Bajo ningún concepto,

este caíd podía tolerar o permitir que en el territorio susí la red de información española tuviera

destacado un agente tan activo, que informara al gobierno de Madrid no sólo de todos los sucesos

que allí acaecían, sino también de todos los movimientos que los rebeldes ponían en marcha.

Descartado -de momento- desde Marrakesh el envío de una mehal.la expedicionaria a la región, el

gobierno español quedaba a la espera de solicitar al Majzén el pago de una indemnización

pecuniaria, al hacerlo responsable subsidiario de la muerte de su agente.372

372
Luis Marinas a Emilio de Ojeda. 9 de Abril de 1.896. Despacho número 4. A.G.A. África (Marruecos). Sección
Histórica. Caja 21 / Expediente 2

226
Con todo, quedaba patente por primera vez desde el final de las hostilidades de Melilla, un

hecho que todavía trascendería más sobre el escenario marroquí en 1898, a raíz del desastre en la

guerra contra los Estados Unidos: la debilidad de las fuerzas españolas en Marruecos. Se puede

decir que la crisis terminaba "en falso", sin ningún movimiento apreciablemente significativo de

España: no se había producido un envío de tropas expedicionarias, ni la reanudación de la "política

de cañoneras" que se hubiera podido traducir en la presencia de algún buque de guerra español en

la zona, ni habían tenido lugar consultas con otras potencias, ni se había puesto en marcha una

presión diplomática sobre el Majzén más decidida, más firme, más "segura", contando con el

respaldo que suponía la amenaza de la violencia. España se limitaría a rehacer los sutiles hilos de su

red de espionaje en el Sus, tarea que no le iba a suponer en principio grandes esfuerzos, pues se

iba a hacer prácticamente sobre la base de la familia del finado espía, pero en el campo de la

diplomacia activa, a la luz del día las gestiones se acabaron en ese punto, así como las peticiones de

castigo de los culpables. Los despachos diplomáticos dan la visión de una provincia, el Sus, en

estado de "anarquía permanente", donde por otra parte, el Gobierno del Sultán no iba a poder

recuperar el control de la situación, pues se hablaba a las claras de un desgajamiento de la región de

la autoridad imperial. En esas circunstancias, insistir en grandilocuentes peticiones ante Abd -al-

Aziz era absolutamente inutil: era una política carente de sentido. Sólo un gran esfuerzo militar por

parte del Gobierno imperial conseguiría restablecer, a juicio español, el orden, la tranquilidad, la

paz y la seguridad en el territorio.

Conocidas ya las circunstancias del crimen, era evidente el carácter de vil emboscada que

había tenido: en los últimos días de diciembre de 1895, unos susíes se habían presentado en la casa

del espía español. Le habían engañado, manifestándole primero que se iban a trasladar a Sawira,

donde residían la mujer y el hijo de al-Morabet, y le habían preguntado si tenía alguna carta que

remitir a su familia, a lo cual el confidente les había contestado afirmativamente; pretextando que

tenían mucha prisa y que se ponían en camino de inmediato, le indicaron que no había tiempo para

redactar nada por escrito, invitándole a que les trasmitiera el recado verbalmente, para lo cual debía

227
de salir de su morada. Engañado de este modo Abd- al.lah, salió a hablar con los susíes, siendo

acometido por éstos -ya fuera de su hogar- y literalmente cosido a puñaladas; a continuación, los

supuestos enviados del hijo del Dlimi habían penetrado en su casa, la habían registrado de cabo a

rabo, y tras saquearla, se habían marchado del lugar con todo lo que habían podido sustraer.

Finalmente, a mediados de abril se elevaría una nota de protesta formal ante Mohammed Torres,

el Delegado del Sultán en Tánger, exigiendo el castigo de los culpables y responsabilizando

directamente al hijo del Dlimi como inductor y promotor del crimen, reclamación que las

autoridades marroquíes simplemente no atenderían y de la que se limitarían a hacer acuse de

recibo.373

4.3. El final de la inteligencia franco-española. La cuestión del Tuat.

En los círculos franceses en Argel, la prensa se hacía eco del buen clima diplomático

existente entre España y Francia, hasta tal punto que durante el verano de 1896, un número del

periódico Le Sud Oranais de Sidi-Bel-Abbes, recogía la impresión de que las afinidades existentes

entre Francia y España, forjadas con posterioridad al conflicto de Melilla, cristalizarían en la

consecución de una amplia alianza de carácter militar tanto ofensiva como defensiva entre los dos

países. Con todo, el Marqués del Pedroso, cónsul de España en Orán, matizaba en su comunicación

a Madrid que esta opinión de Le Sud Oranais no respondía a la de la generalidad de los periódicos

franceses, ni mucho menos a la de la opinión pública de la mayor parte de franceses habitantes de la

colonia argelina, que tendían a ver Marruecos como el escenario de una pugna; un lugar donde

existía claramente una dualidad latente de intereses, los franceses y españoles, claramente

diferenciados, que se traducían incluso en Argel en el recelo con que se contemplaba a los

numerosos emigrantes hispanos residentes en la colonia gala. El futuro de Marruecos iba a ser un

373
Ibidem. Nota de reclamación presentada por la Legación española en Tánger a Sidi Mohammed Torres, delegado
del Sultán en la ciudad. 16 de Abril de 1896.

228
problema de difícil solución, que iba a enfrentar no sólo a dos países, sino también a las dos

comunidades europeas instaladas en Argelia.374

De hecho, en la primavera de 1896, se iba a suscitar de nuevo (más bien se trataba de un

replanteamiento) la cuestión del Tuat, el Sáhara oriental marroquí, puesto que se atisban desde la

Legación española en Tánger una serie de indicios de que una resolución inmediata se iba a

producir. El Gobierno tenía instalado en Marraquesh, junto a la Corte del Sultán, a un agente

confidencial, el doctor Cortés que seguía al ejército imperial, acampado a una cierta distancia de la

capital y en la orilla del río Tansift, en campaña contra algunos cabileños de las cercanías que

habían protagonizado una reciente insurrección. Lo que en principio no se trataba más que una serie

de rutinarios encuentros bélicos que se decantaban del lado de Mawlay Abd- al- Aziz,

contribuyendo a reforzar su prestigio, devendría en una serie de complicaciones que llegaron a

preocupar hondamente al ánimo de los gobernantes españoles: en plena campaña llegaba al

campamento del Sultán otro agente confidencial, el médico francés F. Linares,375 portador de una

serie de pliegos de su Legación, reivindicando para el gobierno de la República el enorme territorio

del Tuat. La reacción del Majzén que no cedió a las peticiones francesas fue remitir un enviado a

Tánger con el fin de conferenciar con todo el cuerpo diplomático allí acreditado, y en particular con

los representantes de España, Alemania, Reino Unido e Italia. El Gobierno jerifiano no descartaba

enviar a continuación a París una Embajada presidida por un miembro del Majzén, Mohammed ibn

Soliman. ¿Por qué se precipitaban las intenciones francesas conducentes a la anexión por el

gobierno galo del Tuat que habían permanecido calmadas, adormecidas desde prácticamente el

final del conflicto de Melilla?. La Legación española en Tánger entendía que, de todas maneras, no

era previsible una inminente invasión, pero que en todo caso la apertura de la cuestión había tenido

374
Marqués del Pedroso, cónsul de España en Orán al Ministro de Estado español, Duque de Tetuán. 8 de Agosto de
1896. Despacho número 98. A. G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de París. Caja 5.825.
375
Jean Léon François Ferdinand Linarès fue el médico francés adscrito a la Legación gala en Tánger y agente oficioso
del Gobierno de la República en la Corte del Sultán desde 1.888 a 1.901. Véase Curato, F.: La questione marocchina e
gli accordi mediterranei italo-spagnoli del 1887 e del 1891. Volumen II : Dal giugno 1888 all´agosto 1896, Milán,
Edizioni di Comunità, 1964, pp 280,285,327,396,399,405,406,407,408,409,441,598.

229
paradójicamente su origen en un movimiento marroquí, al reafirmarse la soberanía del Majzen en la

región mediante una serie de medidas políticas y administrativas.376

Los franceses se habían fijado como una de sus prioridades en la acción política sobre

Marruecos encontrar aliados en el Tuat, que facilitaran su penetración en el territorio: la

consolidación de la autoridad republicana en Argelia, el interés creciente en reafirmar el control

europeo sobre todo el Sáhara y la posición privilegiada del Tuat en las relaciones comerciales

caravaneras inter-saharianas, estuvieron en el origen del problema de los oasis del Sáhara oriental

marroquí. Así, a comienzos de la década de los ochenta, el gobierno republicano tradujo esa

orientación a la acción política en el territorio sahariano a la forma de una "contra-agitación" en la

región, contando con el apoyo de los Oulad Sidi Cheikh - sometidos a Francia en 1882, después de

haber causado graves disgustos a la República en los quince años anteriores-, de la cofradía de

Wazzaniya (Taybiyya) y eventualmente de los Chaambas y de los Tuaregs, sacando provecho de

las disensiones entre las diferentes fracciones y cabilas del Sáhara; esta acción debía de tener como

resultado, el cuestionamiento de la soberanía marroquí sobre el Tuat en una primera fase, la

creación de un partido favorable a Francia entre los habitantes de los oasis en una segunda etapa, y

la intervención para una ocupación efectiva de la región en una última etapa.

Así, en 1880, la Comisión Superior encargada de elaborar el trazado del ferrocarril

transahariano, que debía unir las colonias francesas en el Norte de África con las situadas en la

costa atlántica, apelaba al gobierno de París para "que se abstuviera de todo acto que tuviera como

consecuencia implícita el reconocimiento del derecho de Marruecos sobre cuatro tribus no

mencionadas en el tratado de Lalla Maghnia (que en 1.845 había supuesto el fin del conflicto

franco-marroquí) y situadas al Sur de los treinta y dos grados y medio de latitud norte".377 Ordega,

el ministro plenipotenciario de la República en Tánger, había intentado de acuerdo con el jerife de

Wazzan, protegido galo, extender la protección francesa a todo el territorio marroquí entre 1882 y

376
Sayagh, S.: La France et les frontières Maroco-Algériennes. 1873-1902, París, Editions du Centre National de la
Recherche Scientifique, 1986, pp. 68-69.
377
Ibid, pag. 61.

230
1884. A pesar del fracaso de esta tentativa, el Gobierno general de Argel, así como la legación

francesa en Tánger, no renunciaron en ningún momento posterior a la utilización de la influencia

religiosa de la cofradía Wazzaniya (que disponía de numerosos seguidores en el Tuat) para

contrarrestar la autoridad del Sultán; así, desde 1892 se habían intensificado los envíos de emisarios

franceses a la región de los oasis.

Se contaba asimismo con la utilización de los Oulad Sidi Cheikh, tras su sumisión a Francia

en 1882; el año siguiente, el general Détrie, comandante de la división de Orán había propuesto a

París un proyecto en este sentido tendente a la incorporación del Tuat, que fue rechazado por el

Ministerio de Asuntos Exteriores. Un nuevo intento en 1889 fracasó asimismo; no pasó de ser un

ensayo de anexión, no llevado a la práctica. Finalmente, el plan del general Avezard -comandante

en jefe de la subdivisión de Mascara- se puso en marcha: Si Kaddour ibn Hamza fue encargado de

conducir un Miad (una delegación) al territorio tuatí, encargada de conseguir el reconocimiento de

la autoridad francesa sobre los oasis. Sin embargo, en 1892, el intento comenzó a quebrarse: al jefe

de los Oulad Sidi Cheikh se le impidió el acceso al alcázar (fortaleza) de Gourara, y un año más

tarde, los Aït Khebbach atacaban a la comitiva y la derrotaban a la entrada de los oasis.

Los Tuaregs representaban otro elemento importante en la dinámica de la política

expansionista sahariana de Francia. En este sentido, había sido ya firmado un tratado con los

Azguer (Tuaregs del Este) el 26 de noviembre de 1862: establecía que estos últimos protegerían el

recorrido de las caravanas argelinas que atravesaban el desierto siguiendo el llamado itinerario

oriental; sin embargo, los Hoggar que mantenían fuertes relaciones con el territorio del Tidikelt

marroquí, no pudieron ser captados en primera instancia para la política francesa. Para conseguir el

cumplimiento de ese fin, las autoridades argelinas habían recurrido a los Chaambas y a los

dignatarios de la cofradía Tiyaniyya. En julio de 1893, una delegación Hoggar llegaba a el -Oued,

231
en busca de un contacto directo con las autoridades republicanas: a partir de entonces se puede

hablar de un "acuerdo político" con los Tuaregs.378

Asimismo, en 1891 era creado oficialmente un Servicio de Información del Sáhara y el

Sudán. Se buscaba con ello la captación de informes, de noticias, de todo tipo de datos sobre los

personajes más influyentes de la región de los oasis; informes que en un primer momento en 1893

eran obtenidos de forma bastante dispersa, aunque posteriormente los agentes franceses

conseguirían entablar relación directa con algunos notables de los territorios: Khénafsa de Gourara,

Moulay al- Hassan ben el-Mahdi de Tuat y al-Mahdi ben Badjouda de Tidikelt.

El gobernador general de Argelia, Jules Cambon,379 poco a poco iba consiguiendo conjuntar

los diferentes elementos de su política sahariana, preparatoria de la anexión del territorio: las tribus,

las cofradías religiosas y los notables.

La resistencia marroquí a la penetración constante de la influencia gala por parte del nuevo

Sultán no hizo sino prolongar la tendencia ya iniciada por Mawlay Hassan de reforzamiento de la

soberanía imperial sobre los límites sur-orientales del Sultanato. De hecho, en el Tuat los efectos

del viaje histórico de Mawlay Hassan a Tafilete antes de su muerte persistían y se mantenían

todavía muy vivos: la seguridad, el orden y la tranquilidad reinaban en toda la región, la

convivencia entre los sedentarios habitantes de los alcázares y los nómadas era un hecho a pesar de

la persistente y creciente amenaza de intervención de las tropas galas. El difunto sultán había

puesto en guardia a los tuatíes contra las amenazas procedentes del norte, y tras advertirles sobre las

dificultades y los peligros de los tiempos que iban a venir, les había animado a una persistente

vigilancia que no podía tener ni un momento de reposo. Su muerte fue acogida con serenidad, y el

caid Ba-Hassoun había sido el encargado de transmitir a Fez los acuerdos de bai ´a de la región.380

378
Ibid, pag. 62.
379
Jules Cambon fue gobernador general de Argelia desde 1891 a 1897.
380
La bai ´a es el contrato de investidura entre el Sultán y los habitantes del Imperio jerifiano. Está deliberadamente
calcado del contrato por el que el profeta Mahoma fundó en Medina la primera sociedad política islámica. Como
contrato escrito que vinculaba al Sultán y a los distintos grupos de la población y como proceso de legitimación de la
autoridad política, que ya no se basaba únicamente en la fuerza, la bai ´a consolidó en los marroquíes el sentido de
pertenencia a una comunidad estatal intangible, más allá de las peripecias políticas y militares. Cada vez que cambiaba
el reinado, los jefes del ejército, los representantes de los grupos urbanos, los caídes y los cheijs de las cofradías

232
Sin embargo, un acontecimiento grave había afectado a Ba-Hassoun y a la delegación que le

acompañaba: un grupo de 120 jinetes de la tribu sahariana nómada de Ghananma, procedentes del

territorio de Saoura, había atacado a la comitiva, apoderándose de los acuerdos. La reacción del

Majzen había sido inmediata: Abd -al - Aziz había ordenado una leva de fuerzas en la propia

región, recluta encargada de la formación de un contingente armado que debía de tomar represalias

contra los atacantes; de esta manera, en el Tuat se constituyó una columna de 1.800 infantes y 205

jinetes, incluyendo a los Tuaregs de Sidi Ould el-Garradji. Una columna imperial comandada por

Ahmed ben Rezzouk reclutaba, sobre la marcha, jinetes entre los grupos bereberes y los Douï

Menia, una de las principales cabilas del Sureste del Sultanato; otra harka era formada en Tafilete,

pasando a estar dirigida por Si al- Hassan el-Oudghiri. El Sultán, a través de su delegado en Tánger,

informaba a las Legaciones extranjeras de la importancia de estas medidas punitivas, que tenían

como misión restablecer la tranquilidad en los confines del Imperio, " extirpando por completo las

raíces del mal",381 que amenazaban la seguridad y el orden de aquel territorio.

Los problemas con las autoridades francesas no iban sino a comenzar, en una sucesión de

acontecimientos que alcanzarían su fin tres años después con la invasión militar francesa. Las

operaciones de las tropas jerifianas y la captura por los soldados imperiales de varios notables

tuatíes que habían reconocido la soberanía francesa, suponían el final de una etapa en la que se

había mantenido un constante pero pacífico tira y afloja entre las dos partes que disputaban la

región -Francia y Marruecos-; una dialéctica o tensión en la que las armas habían callado, y la

primacía había sido siempre de los recursos diplomáticos. El gobierno de París reaccionó ante

aquellos actos, ejercicio de la soberanía efectiva del Sultán en el territorio, de manera prepotente y

estruendosa, llena de orgullo malherido, presentando ante el Majzén una serie de altaneras

reivindicaciones a las que el Sultán no cedió, buscando como un medio de defensa el apoyo

enviaban a la corte su juramento de fidelidad. Estos juramentos, que estaban redactados partiendo casi del mismo
modelo, definían los derechos y deberes del Sultán y de la población. El deber de aquel era doble: defender el territorio
marroquí contra el enemigo exterior y mantener la paz en el interior. Como contrapartida, los habitantes le debían
sumisión total mientras no transgrediera las prescripciones islámicas y los derechos consuetudinarios.
381
Sayagh, S.: op. cit, pág. 78.

233
diplomático europeo. Francia iba a dar por terminada la etapa del tira y afloja y en este sentido, su

Ministro en Tánger comunicaba al representante diplomático español su disposición a utilizar la

fuerza. La intención del gobierno republicano no era "aparentemente" la de romper definitivamente

o alterar considerablemente el respeto al "statu quo", a la independencia de Marruecos, mantenida a

trancas y barrancas durante los dos decenios anteriores. No se trataba de poner a todo Marruecos

bajo el control galo, ni de una operación militar a gran escala, o a realizar en diferentes frentes, pero

con su intervención el Majzén había convencido al gobierno de París de la necesidad de recurrir a la

violencia para llegar a la solución definitiva de la dilatada cuestión del Tuat. Francia no estaba

dispuesta a admitir ni a discutir más dilaciones ni a negociar la realidad - para ella irrenunciable- de

su derecho a ejercer el control sobre el amplio territorio de los oasis saharianos. La política de

apoyarse en los Oulad Sidi Cheikh y la cofradía Wazzaniyya, así como la búsqueda de aliados entre

los Tuatíes y los Tuaregs estaba a punto de llegar a su fin: para Francia, el Sáhara no era más que el

"hinterland" de todas sus posesiones mediterráneas, un lugar llamado a convertirse progresivamente

en una zona de influencia exclusiva de Argelia. Paralelamente, la prensa francesa se hacía eco de la

visita a París de Sid-Eddin, uno de los tres principales jefes de los Ouled-Sidi- Cheikh, como

representante de una de las tribus musulmanas más importantes que habitaban el territorio existente

entre Aïn-Sefra y el Tuat.382 Le Petit Journal, con fecha 14 de Agosto, anunciaba que en su reunión

del día anterior el Consejo de Ministros había estado estudiando una proposición del Ministerio de

la Guerra, tendente a la ocupación de In-Salah y del resto de oasis del Tuat y de Gourara. No se iba

a tratar de una mera expedición militar "de represalias" o conducente al restablecimiento de la paz

en el "Sur argelino".383 La operación iba a consistir en una serie de movimientos que tendrían como

finalidad la instalación en la región de una serie de jefes y notables indígenas encargados de poner

fin a la "anarquía" en el territorio, y representar a la soberanía francesa, es decir organizar la

dominación y ocupación efectiva por parte de Francia de las regiones saharianas del Tuat, Tidikelt

382
" Le Touat", en Le Petit Journal, 14 de Agosto de 1.896.
383
La prensa francesa tergiversa y distorsiona la realidad histórica. Nunca habla del Tuat como perteneciente al Imperio
marroquí, sino que se utiliza constantemente para referirse a él la expresión genérica "el Sur argelino".

234
y Gourara. El rotativo mencionaba la preparación de algunas compañías de infantería así como de

diversos escuadrones de caballería, que habían sido enviados a reforzar las guarniciones del sur de

la colonia argelina; también se hacía eco del interés del gobierno en solicitar a las Cámaras, a la

vuelta de las vacaciones parlamentarias, la votación de un crédito especial que cubriese los gastos

extraordinarios requeridos en las tareas de penetración en el desierto. De hecho, la operación militar

no se pondría en marcha hasta iniciado el otoño. La visita del jefe de los Ouled Sidi-Cheikh al Quai

d´Orsay había sido la primera piedra en la preparación de la obra sahariana: Si- Eddin había

presentado formalmente ante el Gobierno francés, la solicitud de protectorado del territorio. El

éxito de esta iniciativa era achacado por el rotativo a las habilidosas gestiones del Gobernador

general de Argelia, Cambon, terminando el artículo con una escueta valoración de lo que aportaba

el territorio de los oasis a Francia, cifrado en una población que oscilaba entre 600.000 y 1.000.000

de personas, y en la ampliación del hinterland argelino, abierto ahora a la posesión y control de la

ruta comercial transahariana que unía el Magreb con Tombuctú, a la vez que quedaba ya expedito

el camino para la construcción de un ferrocarril transahariano.

La respuesta española a estas noticias la podemos enmarcar, a la vez, en el recelo y en un

distanciamiento paulatino en lo que se refiere a los asuntos marroquíes con respecto al gobierno

francés, actitud acentuada posteriormente por los sucesos del Rif. El representante español en

Tánger, Emilio de Ojeda, no perdió el tiempo y, antes de que finalizara el verano, consultaba con el

Ministro plenipotenciario británico, Sir Arthur Nicolson; Nicolson y Ojeda convenían en el

diagnóstico sobre la gravedad del momento: los proyectos del Gobierno francés sobre el Tuat no

eran, como lo habían sido hasta entonces, una mera entelequia, una hipotética amenaza como la que

se había cernido sobre Marruecos a comienzos de la década de los noventa. No. Estos proyectos

formaban parte de un conjunto de operaciones, que había incluso trascendido a conocimiento

público, diseñado y aprobado por el Consejo de Ministros francés, y en cuya ejecución se

prescindía, definitivamente y por completo, de la exclusiva soberanía que hasta el momento había

ejercido sobre el Tuat el Sultán de Marruecos. La gravedad y relevancia de lo proyectado había

235
podido comprobarse en la rauda respuesta del Majzén: el antiguo Embajador en la corte de Madrid

Sid Abd el-Krim Brischa había sido llamado con celeridad a consultas por el Gran Visir Bu

Ahmed, aunque el carácter de las deliberaciones que se estaban celebrando en Marrakesch

permanecía en el más profundo de los secretos; al mismo tiempo Gianatelli Gentile, el primer

Secretario y Dragoman de la Legación de Italia permanecía en la Corte conversando con las

autoridades majzenianas, y dando pie a un sinfín de especulaciones sobre la posible reacción

italiana al movimiento francés.

Las conversaciones hispano-inglesas en Tánger a finales del verano acabarían por romper

completamente la actitud española propia del bienio anterior (1894-5) de aproximarse

conjuntamente a las dos grandes potencias, Gran Bretaña y Francia, cuya concertación en la

cuestión marroquí parecía ya inalcanzable. En definitiva, eran las pretensiones galas sobre el Tuat

las que estaban haciendo imposible, en aquel momento, una conjunción a tres bandas en la que se

pudiese insertar cómodamente el gobierno español, asegurándose un futuro colonial en el previsible

desmembramiento del Imperio jerifiano. La apertura de la cuestión marroquí estaba a punto de

iniciarse, fruto del movimiento de pieza francés, y ese movimiento iba a suponer el traslado de la

solución al problema del futuro de Marruecos a la órbita internacional. En estos inicios de la

partida, el gobierno español optó por desmarcarse de cualquier compromiso aislado con el gobierno

de la República, y se inició una aproximación o viraje diplomático hacia el Reino Unido que fue

gestado incluso antes de producirse la petición oficial por parte del gobierno marroquí a los

gobiernos de Londres y de Madrid de intermediación y gestión en la cuestión tuatí. En aquellos

momentos, Emilio de Ojeda gozaba de una cierta " libertad" de movimientos en sus tareas de

representación y gestión diplomática, y en tales circunstancias, Ojeda siempre buscaba, de manera

prácticamente automática, llegar a un acuerdo con Gran Bretaña; España, por sí sola, no estaba en

condiciones todavía de determinar el rumbo político de Marruecos, pero su fuerza añadida a la de

Gran Bretaña, se centuplicaba y ello permitía al gobierno español ganar tiempo, dilatar la

disolución del Imperio marroquí, y ese tiempo le suponía a Madrid el poder prepararse mejor, a fin

236
de que ese desenlace no le sorprendiera en una situación de inferioridad. Ojeda y Nicolson veían

como inevitable una apelación marroquí, acompañada por el envío de una misión diplomática, a

algunos gabinetes europeos susceptibles de prestar su apoyo al Majzen.384 Por otro lado, el

Ministerio de Estado no solamente se limitaba a dejar obrar con bastante libertad a Ojeda, sino que

durante el mes de octubre, remitió constantemente la información procedente de Tánger a la

Embajada de Londres, con el fin de sentar las bases de una posible consulta al gabinete británico.

Para entonces, los acontecimientos se estaban sucediendo con suma celeridad: la Legación española

en Tánger había ofrecido una recepción de gala, a la cual habían estado invitados varios miembros

del Majzen, entre los cuales figuraba Abd- al- Krim Brischa, de vuelta de la Corte imperial y a

punto de realizar una serie de gestiones en la capital diplomática marroquí; a raíz de este encuentro

protocolario, tres días después, se iniciaban una serie de actuaciones emprendidas por Brischa que

trataban de sondear la opinión española ante la previsible invasión del Sáhara oriental por las tropas

francesas.

Estos primeros movimientos vinieron marcados por la timidez y la prevención de los

consultantes marroquíes; en ellos no acababa de disiparse el recelo ante la política de concertación

con Francia que, en lo tocante a Marruecos, había caracterizado el pasado inmediatamente anterior

de la acción española. Brischa, individuo hábil y sagaz, no se mostraba dispuesto a comprometerse

en una petición oficial, en toda regla, de apoyo hasta no estar bien seguro de una respuesta

española, británica o italiana acorde a los intereses jerifianos; por eso, no acudió directamente a

consultar a Ojeda, sino que utilizó para sus contactos una vía indirecta, en forma de un antiguo

empleado de la Legación. Ojeda actuó, en consecuencia, procurando ganar la confianza del

diplomático marroquí: las instrucciones que había recibido del Gobierno español eran

esencialmente las de aconsejar al " Majzén la más estricta prudencia y la sumisión del asunto a las

384
Ojeda al Ministro de Estado español, Duque de Tetuán. 30 de Agosto de 1896. Despacho número 164. A. G. A.
África (Marruecos). Sección Histórica. Caja 73 / Ex. 2.

237
naciones europeas";385 el Sultán debía de abandonar toda pretensión de utilizar a sus fuerzas

armadas para oponerse a Francia y en todo caso, se le aconsejaba buscar un respaldo entre aquellas

potencias europeas amigas que pudiesen cerrar filas en torno suyo en esta ocasión, pero a la vez el

Sultán debía de ser advertido de

"los peligros que (en el sentir de España) encerraba (...) una confianza exagerada
en el apoyo de Europa contra las pretensiones francesas" .386

De hecho, esta desconfianza no radicaba en la percepción española de la disgregación del

sistema de conciertos y de equilibrios de poder entre potencias en Europa, y la apertura a una nueva

fase en la historia de las relaciones internacionales, marcada por la configuración de un "sistema

mundial" o " policéntrico", sino en el temor que en Gran Bretaña y España suscitaba el hecho de

que, encontrándose el Sultanato con un firme respaldo por parte de diversas potencias, la seguridad

de su posición le llevara a enfrentarse decididamente a la República francesa, y que el choque

inevitable de intereses suscitara la apertura inmediata de toda la cuestión marroquí, no circunscrita

a la región del Tuat como hasta el momento presente. En Tánger, los delegados del Sultán se

estaban oponiendo con inquebrantable firmeza a las pretensiones francesas y el enconamiento de la

postura marroquí podía precipitar a Francia a desencadenar una invasión de todo el Sultanato.

Los representantes diplomáticos español y británico actuaban en plena conjunción y

conformidad de intereses, con lo cual quedaba superada la anterior línea diplomática seguida por el

gobierno de Madrid desde el fin del conflicto de Melilla (intentando ajustarse a un acuerdo

simultáneo con Londres y París) y, por otra parte, parecía evidente un hecho que se iba a prolongar

constantemente por lo menos hasta la primavera de 1901: la falta de una continuidad en la acción

exterior española en la cuestión marroquí, entre 1894 y 1901.387 Ello fue fruto no sólo de la

385
Ibidem. Ojeda al Ministro de Estado español, Duque de Tetuán. 7 de Octubre de 1896. Despacho número 181.
386
Ibid.
387
Al menos, entre 1898 y 1899, la política exterior española oscilaba entre dos alternativas: a) tener en cuenta las
exigencias de Gran Bretaña y ponerse de acuerdo con ella, b) o buscar apoyo y defensa al lado de sus enemigos. Desde
agosto de 1898, se intentó la primera fórmula y a partir de abril de 1899, la segunda. Fracasado el intento de ingresar en
la Dúplice Alianza franco-rusa, Silvela dio un giro inesperado - a partir del verano de 1.900 - a la actuación española en
Marruecos, buscando el apoyo y concurso del gabinete británico en su ofensiva imperialista tendente a la ocupación de
Tarfaya y la Sakia al-Hamra. Lo hizo sin ofertar nada a cambio a Lord Salisbury.

238
ausencia de una voluntad política con metas claramente fijadas, sino de dos importantes carencias.

En primer lugar, de medios materiales, de personal y navales, de elementos de presión en

Marruecos de los que va a adolecer España hasta la llegada de Silvela al poder. Y en segundo lugar,

y con una mayor trascendencia, del hecho de que el país, no podía obrar en ningún momento por

iniciativa propia en la cuestión marroquí, no podía ejercitar una acción autónoma en el Sultanato y

de hecho hasta finales de siglo no lo intentaría y se vería obligado constantemente hasta entonces a

buscar apoyos o una conjunción de intereses con otra/s potencia/s; conjunción que le permitiera la

seguridad de obrar con una cierta libertad, sin temor a las represalias de una gran potencia.

Con todo, se había llegado en vísperas de la guerra con Estados Unidos a una suerte de

equilibrio: la presión ejercida por los sucesivos gobiernos españoles desde la segunda mitad de los

años ochenta en los asuntos del Sultanato había conseguido forjar una imagen de respeto hacia

España no sólo por parte de los marroquíes sino, lo que era más importante, por parte de las

restantes potencias comprometidas en el futuro del Imperio. España contaba en la cuestión

marroquí, era de hecho uno de los actores principales de la obra llamada a representarse y al que no

se podía despedir de su resolución. No iba, claro está, a llevar la voz cantante en dicha

representación, pero su papel no podía ser relegado ni suprimido; gozaba en vísperas de la

disolución del Imperio de una posición firme y prestigiosa que sólo se disolvería en parte, y

repentinamente, a raíz del desastre de 1898.

Establecido desde semanas antes el puntual acuerdo con Gran Bretaña, Ojeda relataba al

Ministro de Estado cómo había respondido ante el sondeo del Majzén:

"Decliné por tanto entrar en el fondo de la cuestión y me limité a seguir los pasos de
V.E, aconsejando al Maghzen la más extricta (sic) prudencia, la sumisión del asunto á las
naciones europeas y los peligros que en mi sentir encerraba para el Sultán una confianza
exagerada en el apoyo de Europa contra las pretensiones francesas, confianza que
alentaría al Maghzen a proseguir el curso de baladronadas y de violencias, que tan
vivamente habíamos reprobado el Representante de Inglaterra y yo en los consejos que
ambos dimos al Gobierno del Sultán con motivo de su reciente acción en el Touat, consejos

239
y opiniones que merecieron a la sazón la alta aprobación de los Gobiernos de S.M. y de
S.M. Británica". 388

Ojeda aconsejaba asimismo a Brischa, siguiendo las instrucciones gubernamentales, que

diversificara su petición de ayuda a las potencias europeas, rogándole que no acudiera sólo al

tándem Gran Bretaña / España, sino que visitara las Legaciones de las demás naciones europeas

con representación diplomática en Tánger o que, por lo menos, dentro de las europeas, a aquellas

más interesadas en la supervivencia del Imperio. Ahora bien, según el diplomático español, no se

trataba ni de mendigar ayudas, ni de una carrera desesperada por conquistar las simpatías de los

representantes de las potencias europeas, intentando arrancar de sus gobiernos declaraciones

oficiales más o menos vagas. A juicio de Ojeda, la acción marroquí se debía limitar a transmitir a

los respectivos gobiernos una serie de misivas personales, o bien de Abd al- Aziz o bien del Gran

Visir Bu Ahmed, exponiendo detalladamente la situación, y requiriendo de sus buenos oficios ante

la actuación francesa, si así lo estimaban oportuno. Con todo, era esta una medida que España

aconsejaba emprender sólo en último extremo, es decir cuando se hubieran agotado previamente

todos los medios conciliatorios con Francia:

( le rogué) "que no apelase el Maghzen a estos medios, sino después de haberse


cerciorado por una declaración explícita de Francia, que se habían agotado todos los
recursos de conciliación directa entre ambas naciones".389

El diplomático marroquí no hizo caso alguno de las insinuaciones españolas; poco después,

el Ministro Plenipotenciario de la Gran Bretaña informaba a Ojeda que ni Brischa, ni Mohammed

Torres, el representante imperial ante el cuerpo diplomático en Tánger le habían dicho

absolutamente nada sobre el asunto del Tuat. Es más, los delegados del Majzén no habían visitado a

ninguno de los diplomáticos extranjeros acreditados en la ciudad. De hecho, poco después, quedaba

suspendido el viaje anunciado tiempo antes de M. Torres a Tetuán, mientras llegaba a conocimiento

388
Ojeda al Ministro de Estado español, Duque de Tetuán. 7 de Octubre de 1896.Despacho no. 181.A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 73/ Ex. 2.
389
Ibid.

240
español, la noticia de un enfrentamiento de gravedad en el territorio tuatí entre las autoridades

argelinas y los delegados sultanianos en la región, a raíz del intento por parte de las primeras de

abrir unos pozos -en territorio del Imperio- junto a la ciudad de Timmimmum, intento frustrado por

la oposición de la autoridad imperial en el distrito. Frente a las reclamaciones de la Legación

francesa contra dicha oposición, el Majzén había respaldado la actuación de su funcionario.

Además, el día anterior, 6 de octubre, y sin conocimiento previo del Gobierno español, el delegado

Mohammed Torres, en lugar de desplazarse a Tetuán -como queda dicho- había remitido en Tánger

una Nota del Sultán Abd al- Aziz al Encargado de Negocios de la Legación francesa.

En el documento y en términos muy secos, casi cortantes, el Emperador ratificaba la

oposición del gobernador del distrito tuatí, invadido por los franceses, a las pretensiones

republicanas sobre un territorio que expresamente en la nota era aludido como una parte más del

Sultanato. Añadía a continuación que en el caso de persistir el gobierno de París en sus intenciones

de anexión sobre el Sáhara oriental, el Sultán había decidido someter el asunto a un arbitraje

internacional, y finalizaba en tono poco menos que amenazador, declinando toda responsabilidad

futura en el caso de que el Gobierno de la República no aceptase la solución que el Majzén

proponía. El Sultán declaraba hallarse dispuesto a arrostrar cualquier eventualidad antes que ceder

una pulgada más del territorio del Sultanato. Pero eso no era todo: Marruecos apostaba en su

confrontación con Francia por conseguir el apoyo español, aún sin haber llegado a un pleno

acuerdo con el Ministro Plenipotenciario Ojeda, ni tan siquiera haberlo discutido previamente. En

el documento se especificaba que, en el propuesto arbitraje sobre el territorio tuatí, se iba a dar un

papel preponderante, una mayor relevancia e importancia, a la voz de España sobre la de los demás

países europeos. El Majzén se apoyaba, decididamente, en el prestigio logrado en el Sultanato en el

decenio anterior por España, en su papel de potencia de peso en la cuestión marroquí, tal como años

después haría con Estados Unidos o con el II Reich, para preservar su soberanía e independencia y

su integridad territorial. 390

390
Ibid.

241
Marruecos jugaba fuerte, y esta jugada iba a conducirle al éxito. La respuesta francesa se

retrasó varias semanas. Ojeda llegaría a conocerla por medios estrictamente confidenciales, no

oficiales. Se trataba de una respuesta fría, templadísima en la forma y completamente evasiva en el

fondo de la cuestión. En dicho documento, Francia no alegaba razón alguna para apoyar sus

pretensiones sobre el Tuat; también es cierto que no rechazaba las que el Sultán había expuesto en

su Nota del 6 de octubre, limitándose a expresar el deseo de que reinase entre las cabilas

fronterizas a su colonia argelina la mayor concordia, y consignando su opinión de que el Sultán

podría contribuir especialmente a este apetecido resultado, ordenando que se retiraran de aquel

territorio algunas de sus autoridades. En cuanto al arbitraje de las naciones europeas sobre el Tuat

propuesto por el Sultán, el gobierno francés prefería ignorarlo por completo, no haciendo en su

contestación ni la más remota alusión al asunto.

El incidente había terminado. Incluso ante la perplejidad de los propios delegados imperiales,

Brischa y Mohammed Torres que no se lo acababan de creer, todo había concluido. Al menos, de

momento. Hasta 1899, las tropas francesas no invadirían el Imperio; de hecho, la proyectada

expedición militar al Tuat había quedado aplazada, y una consecuencia de estos acontecimientos

era la aproximación anglo-hispana. Ojeda y Nicolson seguirían en contacto durante todo el otoño y

fruto de sus conversaciones, llegarían al acuerdo de aconsejar al Sultán el insistir en la proposición

de arbitraje internacional, haciendo de esta manera recaer sobre Francia todas las responsabilidades

de su negativa a aceptarlo, robusteciendo así la validez de los derechos soberanistas de Abd al-

Aziz sobre este territorio.391

391
Ibidem. Ojeda al Ministro de Estado español, Duque de Tetuán. 21 de Noviembre de 1896. Despacho no. 212.

242
4.4. El papel económico de Melilla a finales del siglo XIX. La rivalidad comercial franco-

española.

Superada ya la fase de entendimiento con Francia, y habiendo entrado en una nueva etapa

marcada por el recelo, otra noticia contribuía a alarmar un poco más a las autoridades de Madrid

que veían como atentatorio a los intereses mercantiles españoles, y en concreto a los radicados en la

ciudad de Melilla, el futuro movimiento galo, hecho ahora en el extremo septentrional del Imperio.

Se abría ahora una fase de prácticamente dos años de duración, 1896-1898, en la que los

movimientos franceses parecían centrarse en el Rif.

Era ahora el cónsul en Tetuán -observatorio privilegiado para el gobierno de Madrid en lo

referente a la vigilancia de todo lo que acaecía en el territorio rifeño- quien alertaba a Ojeda, y éste

a su vez a Madrid sobre la existencia de un rumor entre los habitantes del territorio, que atribuía a

los franceses la intención de establecer un puerto franco de grandes dimensiones en Nemours

(Argelia), en la proximidad de la frontera marroquí, y que estaba llamado a anular mercantilmente

el creciente papel asumido en el Rif por Melilla, puesto que todos los productos de cualquier

procedencia en tránsito hacia el interior de Marruecos iban a ser objeto de unos ínfimos derechos

arancelarios a la entrada en Argelia. Nemours estaba destinada a conectarse comercialmente con

Uxda, y se rumoreaba incluso que el Sultán podía llegar al respecto a un convenio con el Gobierno

francés, de tal modo que en la ciudad marroquí se instalaría una Aduana con objeto de regular el

intenso tráfico que se esperaba. El objeto de esta determinación francesa era, evidentemente, anular

la importancia que para el comercio de la región montañesa septentrional de Marruecos, iba

adquiriendo Melilla. Teodoro de Cuevas, el cónsul español, remarcaba que, al propio tiempo, el

establecimiento del puerto franco redundaría en una intensificación del comercio de armas ya

243
existente -y que él juzgaba de "gran abundancia"- entre Marruecos y el interior de la colonia

argelina. 392

De hecho, desde finales de los ochenta - tal como ha indicado Francisco Saro 393 -el comercio

de Melilla se había ido extendiendo hacia el este y sur marroquí, y en el comienzo de la década

siguiente los productos procedentes del mercado melillense alcanzaban y sobrepasaban la zona de

Uxda, Beni Mathar y el Dahra por el este, prolongándose hacia el Figuig, y hacia Debdú y Taza

hacia el sur y sudoeste.394 El francés Gabriel Delbrel, posteriormente protagonista en los sucesos

iniciados en Taza a finales de 1902 y colaborador del Rogui en su levantamiento contra Abd al-

Aziz, en sus recorridos por la zona en los años 1891 y 1892, aseguraba años más tarde que en

aquella época gran parte de las mercancías procedían de Melilla. 395

Los franceses se quejaban de que Melilla acaparaba el comercio a la derecha del río Muluya,

mientras algunos españoles, por el contrario, pensaban que era Argelia quien monopolizaba dicho

comercio. Así, el que fuera gobernador del Peñón de Vélez entre 1886 y 1889, José Ruiz Cebollino,

destinado en la plaza de Melilla, aseguraba en el Congreso Africanista celebrado entre 1892 y 1893

en Granada que los beneficios del comercio con el Rif se los llevaban los argelinos.396

Las posibilidades de Melilla como puerto comercial no eran ignoradas totalmente en la

península. Su situación era espléndida. "Base de nuestro comercio en el porvenir"; eso sí, sin

392
Ojeda a Tetuán. Sin fecha. Despacho no. 96 de 1.896. (S)ervicio (H)istórico (M)ilitar. Marruecos. Comandancia
General de Melilla. Rollo 167.
393
Saro Gandarillas, F.: " Los orígenes de la campaña del Rif de 1.909 " en Aldaba no. 22, 1993: Estudios sobre la
presencia española en el Norte de África, pp. 97-129.
394
El 18 de mayo de 1863 había sido promulgada la ley por la que se declaraba a Melilla puerto franco (se convertía
"puerto franco a este puerto sin puerto", señala Francisco Saro .Vid Saro Gandarillas, F.: "Los orígenes de la campaña
..." op. cit, pag. 100), lo mismo que a Ceuta y Chafarinas, beneficio que se extendía en 1872 al Peñón de Vélez y
Alhucemas. Complemento indispensable a esta ley fueron las disposiciones por las que se permitía el acceso a Melilla a
todo tipo de población, incluso extranjera, que se dedicara al comercio. El primer resultado de la ley del puerto franco,
con su franquicia, fue el hundimiento del pequeño comercio que Francia efectuaba a través de la frontera con
Marruecos, acaparando Melilla en el transcurso del tiempo todo el comercio desde el Tafilalt, por el valle del Muluya,
hasta Uxda y el Dahra. Véase Dechaud, Ed.: Le commerce alger-marocain, Argel, 1906, pag. 16.
395
Delbrel, Gabriel: España en Marruecos. Intereses generales de España en Marruecos. Intereses generales de España
en el valle del Muluya, en el Rif Oriental y en el Garb, Melilla, 1909.
396
Revista de Geografía Comercial, número 117, mayo de 1893.

244
ignorar que " el avance francés monopolizará el comercio de aquella zona", escribía Luis Andrade

en 1891,397 si se le permitía adelantarse sobre la derecha del Muluya como ya pretendían.

El convenio de paz suscrito con Marruecos el 5 de marzo de 1894, por el que se ponía

término al conflicto de Melilla marcó el inicio de unas nuevas relaciones con las cabilas vecinas y

aunque no faltaron incidentes que recordaran los viejos tiempos de permanente rivalidad en los que

las tribus habían sido el garante de la independencia marroquí en el norte del Imperio, y sus

defensores frente a las avanzadillas españolas, las relaciones fueron más estrechas hasta el punto de

que Melilla vivió una de las épocas de mayor bonanza militar y económica de su historia. La vieja

ciudadela era ya "arteria comercial del Rif y cabilas interiores hasta Fez", según expresiva frase

del capitán de fragata Pedro Guarro González, en Melilla antes y durante la campaña de 1893.398

El final de esta campaña contempló un más que notable aumento de las transacciones

comerciales entre Melilla y Marruecos. La suspensión de los intercambios durante las operaciones

militares produjo cierta conmoción entre las cabilas del nordeste marroquí, ya habituadas a

considerar la ciudad española como centro comercial casi exclusivo de la zona. El escaso comercio

que aún se derivaba hacia Argelia fue captado por Melilla desde el momento en que los productos

entrados por este puerto eran comparativamente mucho más baratos, incluso los de procedencia

francesa.

Así lo explica Dechaud:

"Nuestros productos, gravados por derechos considerables de aduana, no podían ser


entregados al consumo más que con este enorme aumento; ahora bien, estos derechos
bastaban para que los marroquíes de Uxda tengan ventaja al comprar en Tánger y, sobre
todo, en Melilla". 399

Dechaud proponía como solución el establecer depósitos francos en la frontera argelo-

marroquí, e incluso tomaba en consideración la opinión de un comerciante de Orán, M´ Hammed

397
Andrade, L.: Tuat y Muluya, Memorial de Ingenieros, no. XV, 1891, recogida a su vez en Saro Gandarillas, F.:
"Los orígenes de la campaña del Rif de 1.909 ...", en op.cit., pág. 102.
398
Revista de Geografía Comercial, no. 133 y 134, septiembre-octubre de 1894.
399
Dechaud, Ed : Le commerce alger-marocain, Argel, 1906, pag. 18

245
ben Rahhalen, quien en 1893, además de postular el establecimiento de aquellos depósitos, no

dudaba en aconsejar la creación de una aduana marroquí dentro de las propias ciudades argelinas

de la frontera, como ocurría en Melilla, pues para el Majzen "con tal de que continúe ingresando

los derechos de aduana (en un principio un 10 % ad valorem) que toda mercancía que entre en sus

estados debe pagar a los amines, poco le importa que los perciba en Uxda o en Melilla. En rigor,

para facilitar esta operación, se le autorizaría a percibir en Marnia - ciudad argelina- (los

derechos) tal como los españoles lo toleran por Melilla".400

El problema para el rival comercio argelino no era sólo de derechos del tráfico comercial

franceses o marroquíes, sino también de costes de transporte, por lo que, en cualquier caso, de no

variar éstos siempre salían más favorecidas las mercancías entradas por la ciudad española.

Repatriadas las tropas llegadas a Melilla durante el aparatoso conflicto de Sidi Guriach en la

primavera de 1894, el comercio volvió por sus cauces anteriores pero ahora con mayor volumen,

una vez finalizado el estado de alarma entre las tribus cercanas a la ciudad, una situación que había

paralizado todo el movimiento comercial: "Como estos obstáculos han tenido en Melilla el carácter

de permanentes, claro es que sin ellos las transacciones mercantiles habrían sido mucho

mayores".401 Las expectativas eran optimistas y quienes no estaban obsesionados por otros

aspectos más llamativos de la ciudad así lo veían. Como José Boada y Romeu, periodista presente

en la plaza durante el conflicto. Así lo expresaba, "(Melilla) ... ciudad que tomará mucho

incremento si el comercio logra desarrollarse en la proporción que hay derecho a esperar de la

excelente situación que ocupa ".402 El buen hacer, tan poco frecuente en Melilla por parte de otros

gobernadores, del nuevo comandante general Rafael Cerero " normalizó la situación creada por la

campaña, suavizó las relaciones con los fronterizos y expulsó a gran parte de la gente maleante

400
Ibid, pag. 19.
401
Llanos y Alcaraz, A.: Melilla, Madrid, 1894, pag. 348. Adolfo Llanos estuvo de corresponsal en Melilla durante la
guerra de 1893 como enviado de La Ilustración Nacional.
402
Boada y Romeu, J.: Allende el estrecho, Barcelona, 1895, pag. 334: También José Boada estuvo de corresponsal en
la citada campaña.

246
que había acudido durante los sucesos". 403 La labor fue continuada con el mismo buen talante por

su sucesor el general Alcántara.

Ya en estos años el volumen del comercio alcanzaba la cifra optimista de los cinco millones

de pesetas de ventas a Marruecos, y 360.000 la de las compras; cantidades que ni los más

benevolentes de los candorosos africanistas participantes en el mitin del teatro de la Alhambra

hubiesen podido imaginar diez años antes, cuando abogaban por un incremento de las relaciones

hispanomarroquíes basado, sobre todo, en el comercio bilateral. Claro que lo que Coello, Azcárate,

Saavedra, Carvajal y Costa pretendían era más que nada el incremento de la penetración comercial

española y de las casas comerciales peninsulares. Pero, en este aspecto, se hubiesen sentido

enormemente frustrados, pues los productos procedentes de la península apenas contaban en el

global de las transacciones, por tres razones fundamentales:

a) El comercio de Melilla estaba casi en su totalidad en manos de casas comerciales hebreas,

la mayoría de cuyos miembros ni siquiera tenían la ciudadanía española.404 Es lamentación

continua de particulares y entidades de todo tipo durante el siglo XIX y principios del XX. Así, la

Comisión de Estado Mayor encargada de hacer una "Memoria descriptiva de Melilla" y su campo

por orden del general Martínez Campos, general en jefe de las tropas estacionadas en Melilla

durante la corta guerra de 1893, afirma en la misma: " Melilla es un puerto franco; su comercio,

casi exclusivamente, se encuentra en manos de hebreos, que obtienen por este medio pingües

403
Morales, G. de: Datos para la Historia de Melilla, 1908, pag. 331.
404
Una vez ratificado el Tratado de paz con Marruecos el 26 de Abril de 1860, y declarada la ciudad de Melilla puerto
franco, un gran número de nuevos residentes instalados en ella eran de origen hebreo, procedentes de la zona de Tetuán
y escapados de las esperadas represalias marroquíes tras la guerra de 1860 por su colaboración con las tropas
españolas.( Véase Sánchez de Valenzuela, M.: Una idea sobre el puerto de Melilla, 1904) Precisamente el hecho de
que fueran hebreos estos singulares inmigrantes fue causa inmediata para que Melilla tuviera otra faz y otras
características distintas de las casi exclusivamente militares que había tenido hasta entonces. Porque con amparo de la
nueva ley de puerto franco, los activos hebreos pusieron en marcha un mecanismo económico hasta entonces
inexistente: el comercio de importación y exportación. Dice Saro Gandarillas que " en las circunstancias que entonces
se daban en Melilla, esta clase de comercio no hubiese sido posible por manos de españoles por dos razones
fundamentales. Por su particularidad, pues se trataba de un mercado completamente diferente del habitual en España, y
por la manifiesta imposibilidad de acceder al territorio marroquí, puesta de manifiesto en el artículo 6º del Tratado por
el que se creó una Aduana marroquí en Melilla, y en el que se prohibía expresamente la entrada de los habitantes de
Melilla en el Rif. Esta prohibición era obviada por el elemento hebreo al tener libre acceso al territorio vecino, y en
todo caso, al disponer de intermediarios de su propia religión en el campo magrebí que actuaban como agentes
comerciales de las principales casas comerciales de la ciudad". Véase Saro Gandarillas, F.: "Los orígenes de la
campaña ... "op. cit, pág.127.

247
ganancias con los productos que venden, procedentes casi todos de Francia y Gibraltar".405

Confirma el marino Pedro Guarro el monopolio comercial a los hebreos, pero se opone a lo que

entonces solicitaban algunos al Gobierno: su expulsión de Melilla. El señor Guarro, bien al

contrario, estima que la forma de negociar de la minoritaria pero activa colonia hebrea debía más

bien constituir un ejemplo para todos, pues " en la mayoría de los casos empiezan con una simple

mesa o como mucho una pobre barraca y en pocos años se convierten en empresas con fuerte

capital. Los españoles no servimos para el negocio y nos quedamos atrás". 406

b) Los productos españoles en Marruecos no podían competir con los extranjeros, sobre todo

franceses, ingleses y alemanes, de precio muy inferior y adaptados, en su mayoría, al gusto de los

cabileños. Las casas comerciales españolas miraban con distancia al prometedor mercado magrebí,

y mientras agentes comerciales franceses e ingleses e incluso germanos se acercaban por Melilla

para estudiar el mercado, la presencia de agentes españoles era prácticamente nula.407

c) Las comunicaciones con la península eran escasas e inestables. Sin embargo, Francia e

Inglaterra mantenían líneas de vapores fijas procedentes de Argelia y Gibraltar con escalas en

Melilla y otros puertos y orientación predominantemente comercial, siendo los fletes

considerablemente más bajos que los establecidos por los vapores-correos españoles.

Aun en estas condiciones no puede negarse que el comercio español creció bastante desde

1893, siendo como había sido casi nulo en épocas anteriores.

Por eso la Revista de Geografía Comercial, en su número del tercer trimestre de 1895, daba

para Melilla, en las cifras correspondientes al comercio exterior de España, las siguientes:

* Exportación por Melilla, 2.109.769 pesetas.

* Importación por Melilla, 423.681 pesetas.

405
“Memoria descriptiva de Melilla y su campo exterior”, Melilla, 1894.
406
Revista de Geografía Comercial, no. 133 y 134, septiembre-octubre, 1894.
407
Vid: Marqués de la Vega de Armijo: “Marruecos y las potencias europeas”. Separata del Tomo XI de las Memorias
de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 1905, pp. 305-307.

248
Cifras que no reflejan quizás con exactitud el comercio hispano-marroquí, pues en su mayor

parte pertenecen a productos de consumo interno en la ciudad y a objetos y mobiliario destinados al

uso de la población melillense.

De forma muy genérica, y con gran variabilidad según los años, puede decirse que el

comercio por Melilla era en un 40 % procedente de Francia, un 35 % de Inglaterra, un 15 %

español y el resto de otros países incluido Marruecos.

A medida que Francia, a finales del siglo XIX, iba tomando confianza en su " extensa zona

de influencia " que existía al oeste de su colonia argelina, veía con mayor claridad el peligro que

contra sus intereses suponía la prosperidad comercial de Melilla; con tanta mayor razón cuanto que

desde siempre los franceses consideraban todo el territorio marroquí hasta el Muluya como

territorio argelino, siendo el Muluya, según ellos, su frontera natural. 408

Las pequeñas medidas adoptadas para contrarrestar la pujanza melillense no habían dado el

resultado apetecido.

A finales del siglo XIX, la expansión comercial de la plaza era tan pujante que Melilla

acaparaba todo el comercio desde el Tafilalt, a través del largo y ancho valle del Muluya y su

cuenca hidrográfica, del Garet y de la mayor parte del Rif, según Dechaud.409 La misma Uxda,

ciudad comercial rayana con la frontera argelo-marroquí, recibía la mayor parte de sus productos

desde Melilla. Los productos franceses estaban gravados por derechos de aduanas excesivos, hasta

tal punto que las cabilas cercanas a Argelia preferían dirigirse al mercado melillense pese a los

gastos que ocasionaban los largos viajes, incluidos los "zettat" obligados a pagar como peaje a

algunas de las cabilas por cuyo territorio transitaban. A Uxda llegaban las caravanas procedentes

del Figuig por lo que puede decirse que los productos de importación de Melilla llegaban hasta tan

408
M. Marcet. " Revue de Geographie". Cit. por Boletín de la Real Sociedad Geográfica, tomo XII, s.a.
409
Dechaud, op. cit., pág. 17. Confirmado por Gabriel Delbrel que en aquella época recorría la zona comisionado por
la Sociedad de Geografía Comercial de París. También por Albert Moulieras, Le Maroc Inconnu, 1895.

249
lejano punto de los confines argelomarroquíes. Los productos, en general, eran un 20 % más

baratos comprados en Melilla que en el mercado argelino. 410

Sin embargo, el gobierno de la República no iba a permanecer quieto ante el auge del

comercio melillense: un factor crucial - tal como señala Abdelkader Sid Ahmed411 - en la expansión

de los intercambios comerciales europeos con la región norteafricana -el Magreb en su conjunto-

fue el papel creciente de los Gobiernos, en particular el francés, en apoyo de los intereses

mercantiles de sus comerciantes. La presión de París para que las materias primas y gran número de

bienes manufacturados franceses quedaran exentos del pago de tasas aduaneras en las fronteras del

Sultanato acabó por tener sus frutos: el Majzén intentó hacer frente a esta tentativa, pero

finalmente, el gobierno republicano obtuvo un éxito parcial, cuando las tarifas de 1892 redujeron al

5 % los derechos aduaneros sobre ciertos bienes, de procedencia francesa principalmente: vinos,

sedas, orfebrería.

Asimismo, al año siguiente, 1893, hubo un intento de convertir la ciudad argelina de Marnia

en una nueva Melilla sin que se llegara adoptar ninguna medida, que sin duda de haberse tomado

hubiese supuesto un duro golpe para el comercio de esta ciudad.

Un decreto francés de diciembre de 1896 permitía una cierta franquicia para mercancías en

tránsito hacia Marruecos y los oasis saharianos, sobre todo para los azúcares, cafés, tés y alcoholes

para perfumería y farmacia, siempre que fueran a ciertos puertos argelinos. La disposición no dio el

resultado apetecido, debido a que los gastos de transporte seguían siendo muy elevados hasta el

punto de que aún en franquicia el coste total del producto era muy superior al mismo traído desde

Melilla.

410
El Telegrama del Rif, no. 2241. Delbrel, G.: España en la región del Muluya. El trabajo publicado por Delbrel en
el desaparecido diario constituye la mejor relación de los hechos acontecidos entre 1900 y 1.909, hechos descritos por
un observador excepcional presente en la zona, y cuyo criterio es posible que debió influir no poco en las autoridades
de Melilla y, por su conducto, en el gobierno español.
411
Sid Ahmed, Abdelkader: El Mediterráneo, de la integración a la fragmentación: los intercambios de la Antigüedad
a nuestros días, Barcelona, Icaria editorial, 1998, pag 35.

250
4.5. Proyectos españoles en las costas del Rif.

Tal como señala el investigador marroquí Mohamed Naciri, la enorme extensión del

Sultanato había sido un inconveniente para el nivel de organización administrativa y militar del

Majzén, lo que había favorecido la delegación del poder central, y la aparición de una autonomía de

hecho en las periferias del país, en ocasiones acompañada de la exención de impuestos, como

sucedió a finales del siglo XIX en el Tuat, Gourara y Tidikelt. Del mismo modo sucedía en el Rif,

el extremo septentrional del Imperio, donde la tradición de autonomía se basaba en la misión

defensiva de los Toukhoums, o fronteras periféricas, zona de continua confrontación con las
412
tentativas portuguesa y española, de establecerse en las costas mediterránea y atlántica. El

Majzén, en este sentido, había considerado siempre el Rif un "zagr", es decir, una región con

derecho a privilegios por sostener la lucha contra los españoles que ocupaban diversos enclaves del

litoral marroquí. Por ello, los rifeños habían mantenido siempre una actitud de suma obediencia al

Sultán, tal como señala el historiador Abdallah Laroui. Señalemos de pasada que el término "zagr"

es el utilizado por el historiador árabe Ahmed al-Râzî, en su descripción de al-Andalus, para

referirse a las tres "marcas" o fronteras que separaban la España musulmana de la España cristiana.

El Rif era pues considerado un territorio de dâr el-islam (perteneciente al mundo islámico)

fronterizo del dâr el-harb (perteneciente al mundo cristiano), y las cabilas rifeñas en contacto

directo con el enemigo cristiano debían forzosamente recibir un trato de favor puesto que

constituían la defensa contra el dâr el-harb. Sin embargo después de la guerra de Melilla, parecía

que había crecido la preocupación del Majzén por estos territorios, considerados secularmente

como pieza clave de la defensa del Imperio: el temor a que las cabilas fronterizas a las posiciones

españolas dejasen de cumplir su misión tradicional de garantes de la defensa del suelo nacional y

primera línea de avanzada en la lucha con los españoles parece que estaría en el origen de esta

412
Naciri, M.: "Estados unitarios y cuestiones territoriales en España y Marruecos", en Awraq. Estudios sobre el
mundo árabe e islámico contemporáneo. Vol. XVII, 1996, pag. 216.

251
preocupación. El Majzén no quería dejar ningún cabo suelto para asegurar el orden en el país: una

expedición militar, al mando del príncipe imperial Mawlay Arafa recorría desde 1895 la región

rifeña, procurando prevenir cualquier incidente que desatase un conflicto similar al conflicto de

Melilla. Con ello, el gobierno marroquí iniciaba una fase de constante presencia en el territorio,

supliendo la tarea tradicional de las cabilas que parecían desfallecer por momentos, ante la insidiosa

penetración imperialista europea. Esta expedición que había recurrido a la ayuda del gobernador

militar de Melilla había tenido otro cometido, amén de reforzar la presencia del gobierno central,

que había sido el de prevenir cualquier ataque piratesco de las cabilas costeras a buques europeos,

susceptible de provocar las iras de una gran potencia y determinar por ello el inicio de un nuevo

incidente diplomático, que Abd -al- Aziz pretendía soslayar. 413

Al tomar posesión de su cargo como nuevo gobernador militar de Melilla, el general José

Alcántara dio muestras de un gran realismo y sentido práctico al ordenar la elaboración de

diferentes estudios en aras a reforzar las condiciones de defensa de la plaza. Al mismo tiempo

procedió a recorrer personalmente el límite exterior y todos los fuertes a fin de contar con la

suficiente información como para remitir, como hizo finalmente el 21 de diciembre de 1895, un

exhaustivo memorándum al Ministro de la Guerra, general Azcárraga . El fin del conflicto de

Melilla había supuesto el compromiso diplomático, asumido por el Majzén de convenir con España

el deslinde de una zona neutral que debía separar el Imperio marroquí del territorio bajo soberanía

española. Alcántara señalaba la desventaja inicial, a la hora de defender la ciudad, motivada por

estar las posiciones españolas dominadas por el territorio rifeño, que se encontraba a mayor altura.

Si esta condición no resultaba fatal para Melilla era por la propia debilidad de las cabilas al no

disponer de cañones ni material moderno de guerra (además Alcántara enjuiciaba a los rifeños

como adversarios calificándolos de “gente selvática”, sin instrucción, sin organización y sin

disciplina, juzgándolos sólo como excelentes en la guerra de guerrillas). La existencia de un

413
Ojeda al Ministro de Estado español, Duque de Tetuán. 12 de Febrero de 1.896. Despacho número 33. A.G.A.
África (Marruecos). Sección Histórica. Caja 133 / Ex. 1.

252
teórico peligro por parte rifeña no había servido, sin embargo, para que fueran corregidas las

deficiencias en que se encontraban las líneas de defensa españolas, debidas a la carencia de

unidades de caballería. Las que existían no disponían de efectivos suficientes para cubrir las tareas

de vigilancia y patrulla de la línea fronteriza y para rechazar a los pastores marroquíes que

supuestamente violaban la misma y penetraban con su ganado en territorio melillense, teniendo que

ser complementadas por unidades de infantería. Los moros del Rey, es decir las unidades regulares

que guardaban la línea desde el lado marroquí habían hecho, a juicio de Alcántara, dejación

absoluta de sus obligaciones: de los 400 teóricamente destinados a la vigilancia y custodia de la

frontera de Melilla, sólo se encontraban en ella alrededor de 200, de los cuales sólo eran operativos

60 o 70. Su soldada se retrasaba constantemente, por lo que un gran número de ellos, sin desertar

completamente, abandonaban su unidad y se introducían desarmados en el territorio español en

busca de algún medio económico con el que subsistir y otros se entremezclaban con los vendedores

ambulantes. Alcántara juzgaba inútil la delimitación de una zona neutral: habría que expropiar de

sus propiedades por la fuerza a los dueños de las mismas, y mantenerlas luego bajo control militar

contra los rifeños mediante el empleo continuado de la violencia. Sin embargo el que el Ejército

ejerciese el control de una faja de terreno fronteriza más amplia no mejoraba notablemente las

condiciones defensivas de la plaza, pues Melilla seguiría estando dominada por las alturas

adyacentes. El Gobierno marroquí no mostraba ninguna voluntad de proceder a la delimitación y

las cabilas tampoco lo iban a consentir: sometían a vigilancia estrecha a la guarnición y estaban

perfectamente al tanto de las bajas constantes que se producían en la misma, a la vez que el

gobierno militar procedía al envío de efectivos y material de guerra a Cuba . El Batallón

Disciplinario, la unidad más temida por los rifeños, había visto muy menguadas sus fuerzas al ser

enviadas al Caribe para hacer frente a la sublevación de los independentistas cubanos. Dado que

consideraba inviable y contraproducente una política de enfrentamiento directo con las cabilas,

Alcántara sugirió a Azcárraga un giro en la estrategia de relaciones con el Rif:

253
“(...) Creo que á España, a Melilla y aún al Rif convendría mucho más que la Zona
neutral, la amplitud de comercio.
Hoy está cerrada para él la costa septentrional de Marruecos y sólo por la Aduana
establecida en esta Plaza, se permite la importación y exportación de limitado número de
artículos.
Los moros que ven esterilizarse por falta de salida el producto de su suelo y de su
trabajo, ansían esta concesión porque comprenden toda la utilidad que les ha de reportar.
La plaza encontraría en ella el medio de fomentar el tráfico, atraer capitales españoles y de
desligarse del monopolio de la Argelia y Gibraltar y las potencias europeas no se
opondrían con razón a esta ventaja porque siendo Melilla puerto franco, aquí podrían venir
a disfrutar de ella.
Desaparezcan las trabas que hoy limitan el comercio, hágase éste extensivo a cuanto
produce el Riff y a cuanto de fuera pueda necesitar sin otra excepción que del contrabando
de guerra y de aquellos artículos declarados de ilícito comercio en ambos países , reporten
los riffeños beneficios que hoy desconocen y cuando vean que con el aumento de sus
capitales aumenta su bienestar, se aficionarán al tráfico, modificarán su bárbara condición
y convencidos de lo mucho que les importa conservar la paz y mantener buenas relaciones
con los españoles, depondrán su actitud hostil y concluirán por ser verdaderos amigos “. 414

Se ponían así las bases de una política nueva, emanada desde Melilla y que buscaba la

apertura de la ciudad al Rif y la potenciación de las relaciones comerciales y de buena vecindad con

las cabilas próximas, que inexorablemente conduciría a una penetración económica española en la

región, a los acuerdos de las compañías mineras con el Rogui y a un desenlace final con la guerra

de 1909.

En los primeros meses de 1896 se estuvo barajando la posibilidad de reforzar las defensas de

Melilla en previsión de nuevos ataques de las cabilas vecinas. Una de las primeras ideas con las que

se especuló fue la de construir una carretera que uniese el fuerte "Reina Regente", con los situados

414
Informe dirigido por el gobernador militar de Melilla, José Alcantara al Ministro de la Guerra, Marcelo de
Azcárraga. 21 de Diciembre de 1895. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 160 / Ex. 1.

254
a la orilla derecha del río Oro (Camellos, Purísima Concepción, Alfonso XIII y Aguriach bajo). El

proyecto, tras ser estudiado por el Ministerio de la Guerra, quedó descartado.415

Con todo, la situación en las proximidades de Melilla no evolucionaba tan rápidamente en

sentido favorable para los intereses de España como deseaban las autoridades de la Península. En la

primavera de 1896, un incidente de cierta gravedad se producía cuando una patrulla de caballería

era hostigada por miembros de la cabila de Mazuza dentro de los límites del campo español, en las

proximidades del puente de Río Oro, resultando heridos de cierta gravedad un soldado y el sargento

al mando de la patrulla. El incidente se complicaba cuando otra pequeña unidad española intervenía

en auxilio de la atacada, dando lugar a una pequeña batalla al pie de una de las piezas del complejo

defensivo melillense, el fuerte de Camellos. El combate terminó con el despliegue de tropas

españolas que permanecieron en el campo durante varios días como un intento de disuadir a los

cabileños en sus intenciones hostiles. El Comandante General de Melilla remitía inmediatamente a

la máxima autoridad imperial en el territorio, el Bajá o gobernador del campo fronterizo de Melilla,

Mohammed Anflus, una durísima nota en la que le relataba escuetamente los hechos, y por último,

le amenazaba - en caso de persistir los cabileños en nuevas agresiones- con el empleo de una serie

de métodos expeditivos, que consistirían en el bombardeo sistemático y continuo por parte de las

piezas artilleras españolas de todos los poblados de la cabila de Mazuza, a su alcance. 416Al mismo

tiempo se le exigía que castigara a los responsables del hecho.

El Bajá contestó con suma premura, solicitando una entrevista con el gobernador militar

melillense, a la que acudió acompañado por representantes de las cabilas fronterizas de la plaza y

por los Administradores de la Aduana marroquí.417 Dos pastores marroquíes habían resultado

heridos, y uno de ellos estaba a punto de fallecer. Las pesquisas del funcionario imperial le llevaron

a averiguar que no habían sido ellos los agresores de los españoles. Una patrulla de caballería de la

415
R.O. de 17 de Marzo de 1896 del Ministerio de la Guerra dirigida al Comandante General de Melilla.(S)ervicio
(H)istórico (M)ilitar. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla, rollo 167.
416
Comandante General de Melilla al Bajá del Campo fronterizo. 27 de Abril de 1896. S.H.M. Archivo de la
Comandancia Militar de Melilla, rollo 167.
417
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 1 de mayo de 1896.S.H.M. Archivo de la
Comandancia Militar de Melilla, rollo 167.

255
plaza había cargado sobre los pastores, golpeándoles con sus sables y los marroquíes no habían

hecho uso de sus armas de fuego hasta no verse provocados. Al mismo tiempo, el gobernador se

quejaba de la continuas provocaciones de los militares españoles hacia los cabileños, a los que

golpeaban con frecuencia cuando éstos volvían a territorio marroquí tras hacer sus compras en

Melilla.418 El hecho motivaría finalmente una reclamación diplomática al Sultán. 419

En Tánger, el Ministro Plenipotenciario español Emilio de Ojeda presentaba una nota

oficial de protesta ante Mohammed Torres, el delegado imperial ante el cuerpo diplomático

internacional.

Años después, Tomás García Figueras tuvo ocasión de estudiar este incidente en el

expediente que sobre el mismo existía en el archivo de la "Comisión Histórica de las Campañas de

Marruecos", en el Ministerio de la Guerra (Madrid). García Figueras pudo averiguar que en el

origen, no existió una agresión de los cabileños; se trataba de un incidente fronterizo provocado por

las tropas españolas. Sin embargo prefirió callar y no publicar sus averiguaciones; simplemente las

dejó consignadas de forma mecanografiada en lo que constituye su "Miscelánea personal",

guardada hoy en día en la Biblioteca Nacional de Madrid.420

Se trataría por lo tanto de un motivo o pretexto buscado por los españoles (efectuado

unilateralmente o no por los militares destacados en Melilla; no podemos apreciar si se hizo con

conocimiento o no del gobierno restauracionista) para negociar con ventaja y realizar una serie de

exigencias cada vez más cuantiosas a los delegados del Sultán. Así, Ojeda confiesa el 1 de mayo al

comandante general de Melilla, su deseo de que " pueda España recobrar la libertad de acción que

le permita imponerse por sí sola a aquéllas insolentes kabilas".421 En su conferencia con Anflus y

los Administradores de la aduana marroquí, el comandante general de Melilla intentó convencer a

418
Nota del Bajá del Campo fronterizo al Comandante Militar de Melilla. 27 de Abril de 1896. S.H.M. Archivo de la
Comandancia Militar de Melilla, rollo 167.
419
"Noticias varias relativas al período 1884-1906 (Datos sobre el Rogui)". (B)iblioteca (N)acional. Madrid.
Miscelánea García Figueras. Tomo XXVII, pág. 218.
420
Ibidem.
421
Telegrama de Emilio de Ojeda al Comandante General de Melilla. 1 de mayo de 1898. S.H.M. Archivo de la
Comandancia Militar de Melilla. Rollo 167.

256
sus interlocutores de que toda la culpa de los incidentes fronterizos recaía sobre los ganaderos

marroquíes que, avanzada la noche, y amparados en la espesa niebla invadían el territorio español,

para utilizar unos pastos que no les pertenecían. Se estaban sentando las bases para reclamar del

Sultán una ampliación del territorio melillense.

En la otra plaza fuerte española, Ceuta, las autoridades marroquíes demostraban en aquel

momento una clara vocación de buena vecindad, entendiendo que gracias a ella se podían esperar

nuevas y mejores expectativas de coexistencia hispanomarroquí. El 19 de Junio el caíd de la línea

fronteriza, Abdessalam Saide, en una instancia dirigida al jefe del gobierno español señalaba que

iba a efectuar unas obras de reedificación en el serrallo marroquí ubicado en el campo neutral,

agregándole más habitaciones y para ello solicitaba la colaboración de presos confinados en la

ciudad española. La autoridad militar ceutí entendió que no debía accederse a la solicitud si ésta

comportaba el empleo de presos; ahora bien estaba dispuesto a reconsiderar esta actitud si se

arrancaba del Majzén una contraprestación cual era que el gobierno imperial concediese a Ceuta el

permiso para llevar a cabo la construcción de un acueducto o conducción de agua desde los

manantiales de Benzú hasta la ciudad española, carente frecuentemente de tan importante

suministro.422 Las indicaciones del general Correa fueron transmitidas a los servicios diplomáticos

(Legación de España en Tánger) formulándose la petición ante el Delegado del Sultán en Tánger,

Mohammed Torres. La realidad es que la administración marroquí se había apresurado, al conocer

los designios hispanos, a pedir informes a las cabilas vecinas de los manantiales, resultando de ellos

que dichas aguas regaban sus terrenos de cultivo y eran propiedad de algunos habitantes del lugar.

Por todo ello el Sultán no podía acceder a su expropiación ni a su cesión a España. Sin embargo las

autoridades españolas no aceptaron una negativa, y se esgrimió el permiso a las obras del serrallo

como elemento con función persuasiva para que el Sultán cediera y expropiara terrenos y

manantiales a sus legítimos propietarios. El Majzén utilizó como arma entonces la dilación en las

negociaciones para no acceder al chantaje español, mientras que la Legación en Tánger aconsejaba
422
Informe dirigido por el Comandante General de Ceuta, Rafael Correa al Ministro Plenipotenciario de España en
Tánger. 11 de Julio de 1896. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.

257
a la Comandancia de Ceuta que se utilizase con los tribeños el soborno; si no aceptaban

voluntariamente vender sus manantiales, había que comprar sus voluntades. 423

Paralelamente, el Gobierno español estaba gestando una operación a amplia escala

conducente a consolidar su presencia en el extremo norte marroquí. Para ello, y tal como haría el

conservador Silvela pocos años después, se intentaba instrumentalizar en beneficio propio la

inseguridad en las aguas que bañaban la costa norte del Imperio. Con el objetivo aparente de

perseguir las prácticas piráticas de los rifeños de la costa y de atajar el flujo contrabandista en un

momento en que el Majzén se veía imposibilitado de controlarlo, el Ministerio de Estado - a partir

de 1895 - llegó a manejar la posibilidad de que unidades navales españolas ejerciesen el derecho de

policía en la costa mediterránea marroquí. Las fuentes archivísticas nos permiten seguir con

bastante fidelidad los hechos. A este fin se le encargó un estudio al Embajador de España en Italia,

Francisco Merry y Colom, conde de Benomar, el diplomático sobre el que, al menos hasta el otoño

de 1888, los gobiernos liberales habían confiado buena parte del peso de la política exterior

española. Desde 1860 había sido el mayor experto español en la cuestión de Marruecos (ocupando

sucesivamente entre el 19 de junio de 1860 y el 29 de septiembre de 1872 los cargos de Encargado

de Negocios, luego Ministro Residente y Cónsul General y finalmente Enviado Extraordinario y

Ministro Plenipotenciario al frente siempre de la Legación española en Tánger) y, posteriormente,

desde la representación de España en Berlín, manejó los hilos del Pacto Secreto hispano-italiano, al

menos hasta su cese en la sede de Alemania en 1888. Fue quizás uno de los últimos valedores de

una política exterior que basada en el "Pacto Secreto", en clave antifrancesa, concibiese este

acuerdo sólo como punto de partida de una política de mayor compromiso y no como un fin en sí

mismo.

En su estudio conducente a refrendar el ejercicio del derecho de policía que España debía de

tener en la costa mediterránea marroquí, Benomar manifestaba, haciendo referencia a los artículos

25 y 26 del Tratado de 1861 entre España y Marruecos, que el Sultán había cedido a la Monarquía

423
Carta particular dirigida por el Ministro Plenipotenciario español en Tánger al Comandante General de Ceuta. 21 de
Julio de 1896. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.

258
española el derecho de ejercer la vigilancia marítima en las aguas que bañaban la costa marroquí

desde la desembocadura del río Martín en las proximidades de Tetuán hasta la frontera de Argelia,

y que, de hecho, España había ejercido este derecho notificando a los rifeños de la costa, por medio

de las autoridades imperiales en el territorio, que sus cárabos o buques pesqueros no podrían

navegar sin llevar un pasaporte especial expedido por uno de los consulados españoles en

Marruecos, o por cualquiera de los gobernadores militares de Ceuta, Melilla, Alhucemas, Peñón de

Vélez o Chafarinas.Un buque de guerra español había recorrido periódicamente las costas del Rif424

y había cumplido estrictamente con lo estipulado en el Tratado ; el informe concluía insistiendo en

los efectos positivos de estas medidas que acabaron con la piratería rifeña, la cual había vuelto a

manifestarse al dejar de patrullar aquellas aguas los navíos españoles.425

Los servicios de documentación del Ministerio de Estado español pergeñaron un amplío

estudio paralelo que recogía una larga lista con las infracciones al libre derecho de navegación

cometidas por los rifeños en los últimos veinticinco años,426 insistiendo en la conveniencia de

resucitar la práctica de la expedición de los pasaportes a los patrones de las embarcaciones rifeñas,

pero arguyendo la debilidad militar de Abd al- Aziz y su incapacidad para " ejercer de hecho su

soberanía sobre las kabilas rifeñas" ( a las que se dibujaba en el texto como propensas a los actos

424
A partir de Mayo de 1894, se había hablado con mucha insistencia en Melilla del contrabando de armas en las
costas del Rif. García Figueras, aunque no llegase a publicarlas, recoge algunas informaciones al respecto,
mecanografiadas en su Miscelánea, depositada hoy en día en la Biblioteca Nacional. Esta documentación procede de
las consultas que pudo realizar en los fondos del Ministerio de la Guerra español. Al respecto, señala que el tráfico
ilícito tenía un doble origen: Málaga y Gibraltar. A continuación, admite claramente que las armas las traían
contrabandistas españoles con sus faluchos, desde la Península. Por ello se encomendó la vigilancia de las costas
rifeñas al cañonero Vicente Yañez Pinzón. (Estos datos se pueden corroborar, asimismo en: " Vigilancia del cañonero
Vicente Yáñez Pinzón (1894)" en S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 165). García Figueras
concluye que la vigilancia naval española fue completamente ineficaz, al ser ejercida por un solo cañonero. El autor
añade que durante estos años Alemania se estaba deshaciendo de armamento como el Mauser modelo 1874, ya
anticuado, que junto con abundante munición estaba siendo distribuido desde 1893 en las costas atlánticas de África
(fundamentalmente en Camerún y Marruecos), siendo embarcado en Hamburgo. El Delegado del Sultán ante el cuerpo
diplomático en Tánger, Sid Mohammed Torres dirigió una nota al Ministro Plenipotenciario de Inglaterra para que
recomendase a los agentes a sus órdenes la mayor vigilancia. "Noticias varias relativas al período 1884-1906 (Datos
sobre el Rogui) ", en B.N. Madrid. Miscelánea García Figueras. Tomo XXVII, pág. 215.
425
Conde de Benomar, Embajador de España en Roma al Ministro de Estado español, Duque de Tetuán. 18 de Junio
de 1895. Despacho número 156. A. G. A. África (Marruecos). Sección Histórica. Caja 102 / Ex. 2.
426
Los expedientes que obraban en el Ministerio de Estado contradecían el informe de Benomar: desde 1860 hasta
1889 - período objeto de estudio- habían sido frecuentes los asaltos de buques mercantes por parte de cárabos rifeños,
el apresamiento de pescadores españoles por las tribus costeras así como la introducción ilegal de armas en el Rif y
otras actividades de contrabando a partir de Tánger. Tampoco constaba a nivel oficial la existencia de pasaportes
otorgados por las autoridades españolas en Marruecos, por lo que se concluía afirmando que si la práctica de provisión
de tales documentos existió, sólo fue efectiva y se cumplió durante un tiempo, cayendo muy pronto en desuso.

259
vandálicos, insumisas recalcitrantes al Majzén y prácticamente independientes con respecto al

poder central), se concluía en la necesidad - a fin de atajar la piratería- de la presencia constante de

varios buques de guerra españoles patrullando en las costas marroquíes. El Informe conclusivo del

Ministerio de Estado reconocía a su vez la impotencia de España a la hora de reanudar la política

de cañoneras; los conflictos coloniales en aguas caribeñas mantenían distraídas a las unidades

navales, cuya presencia era ahora necesaria en el escenario marroquí .España no podía disponer de

buques de guerra para desplazarlos a las aguas del Sultanato, reforzando su política de infiltración

en el territorio imperial. A la vez se reconocía textualmente que "solo la vigilancia de nuestros

barcos de guerra podrían hacer por la fuerza cumplimentar lo preceptuado en el Convenio de

1861 y en los demás vigentes".427

De hecho, iba a ser la total imposibilidad de desplazar buques de guerra a aguas marroquíes

la que frustraría momentáneamente este proyecto, que no fue tan siquiera presentado, para su

aceptación o estudio, ante el Majzén.

4.6. El Rif y las "prácticas piráticas". Los ataques al Prosper Corin y Sevilla.

La susceptibilidad del gobierno español era paralela a la de las autoridades militares de las

fortalezas y posiciones enclavadas a lo largo de la costa rifeña. Entre civiles y militares era una

opinión generalizada que había que evitar incidentes de gravedad que pudiesen llevar a una

repetición de los hechos que habían terminado con el conflicto de Melilla en 1893. Así, el ejército

español había procedido a una reestructuración del servicio de información de las plazas, formado

por confidentes nativos simpatizantes de la causa española, a los que se tenía buen cuidado en

mantener retribuidos puntualmente. El flujo de noticias que aportaban era utilizado para poner en

marcha una serie de medidas preventivas de cualquier altercado: ante todo, las relaciones españolas

427
Informe del Ministerio de Estado español sobre el derecho de vigilancia de la costa marroquí que tiene España.
Madrid, 3 de Julio de 1895. África (Marruecos). Sección Histórica. Caja 102 / Ex. 2.

260
con las cabilas fronterizas no debían de emponzoñarse ni ensombrecerse bajo ningún concepto.

Periódicamente, ciertas sensaciones de alarma corrían entre los responsables militares de las

diversas guarniciones. En julio de 1896, las confidencias llegadas al puesto del Peñón de Vélez de

la Gomera hablaban de un posible golpe de mano rifeño contra el lugar. Según dicha información,

varios cabileños que se habían desplazado desde Alhucemas estaban preparando el secuestro de uno

o varios militares o civiles de la plaza, con el fin de mantenerlos cautivos, hasta que el Gobierno

español pusiera en libertad a siete marroquíes que se encontraban presos en la guarnición, acusados

de prácticas piráticas.428

En septiembre, un incidente similar tenía como escenario Melilla. Deseosas las autoridades

militares españolas de consolidar la paz y de rehuir todo conflicto local, esta actitud les había

llevado a colaborar con la expedición imperial que había recorrido el Rif, y ahora se abría la

posibilidad de sentar las bases de una nueva etapa de convivencia, más proclive a los deseos

españoles. Sin embargo, se estaba gestando en las proximidades de Melilla un conflicto que

enfrentaría a los cabileños contra los delegados del Majzén. La alarma venía dada por una

confidencia llegada a la Comandancia Militar que hablaba de la existencia de un cargamento de

medio millón de cartuchos procedente de la ciudad argelina de Orán, y que tendría como destino a

las cabilas fronterizas de la plaza. Este hecho, enmarcable dentro del contrabando y constante

tráfico de armas y municiones que se daba en aquellos años en diversas partes del territorio

imperial (Sus, Nun, Rif) parecía tanto más grave, cuando no se sabía con exactitud cual era la

finalidad con la que se iban a usar estas municiones, pues se especulaba sobre su posible

utilización contra los españoles.429

Toda esta tensión estaba llamada a estallar aquel mismo año, a raíz de un episodio pirático

que pondrá en marcha una dinámica que se arrastrará hasta 1898, plagada de diversos hechos

concatenados entre sí, enmarcables sucesivamente a su vez en el choque de intereses imperialistas

428
Despacho del Gobernador de la Plaza del Peñón de Vélez de la Gomera al Comandante general de Melilla. 10 de
Julio de 1896. S.H.M. Archivo de la Comandancia de Melilla, rollo 167.
429
Oficio del general Azcárraga, Ministro de la Guerra dirigido al Marqués de Amposta, Subsecretario del Ministerio
de Estado. 3 de Septiembre de 1896. A.G.A. África (Marruecos). Sección Histórica. Caja 133 / Ex. 1

261
por el control del Rif entre Francia y España; choque que concluyó con la aparente victoria

española, y finalmente, con el reforzamiento en el territorio del poder majzení. El episodio que

inicia esta etapa ha estado, en realidad, mal estudiado hasta el momento en que fue objeto de

análisis por parte de Germain Ayache.430 Todavía en un trabajo de Mohamed Chtatou de 1996, es

posible encontrar algunas imprecisiones. Chtatou se refiere a este período de grandes trastornos en

la región rifeña, conocido más comúnmente como ripublik, y que se prolongaría desde 1895 a

1921, como una etapa en la que "el Rif fue el teatro de una intensa actividad política y militar

caracterizada por expediciones punitivas makhzanianas, rebeliones armadas contra el poder

central, conflictos inter e intra-tribales".431 Para este autor, la ripublik comenzaría cuando en torno

al año de 1890, los cabileños de Bocoya, pacíficos pescadores hasta el momento "se transformaron

en feroces piratas " que comenzaron a atacar buques franceses, italianos, portugueses y españoles a

lo largo de sus costas.

Tal y como se encargaría de explicitar Germain Ayache, hay que descartar esta explicación

simplista, trufada del influjo de la historiografía europea, de corte más o menos justificativo del

colonialismo. Los inicios de las prácticas piráticas en el Rif a partir de la década final del siglo XIX

conviene enmarcarlos correctamente relacionándolos con las injerencias imperialistas europeas en

la región. Ayache parte de la evidencia de que el comercio marítimo de Marruecos se circunscribía

a la costa atlántica casi exclusivamente, puesto que en la mediterránea, todos los puntos más

accesibles y susceptibles de potenciar las relaciones comerciales estaban desde hacía varios siglos

en manos de los españoles, o controlados por ellos. A este primer factor habría que añadir la

excentricidad geográfica del Rif, auténtico " cul de sac" del Imperio marroquí,432 un territorio cuya

complicada orografía y la pobreza de sus suelos, constituían las razones de su gran atraso

económico. Ahora bien, cuando a partir de 1860 se había avivado la concurrencia entre los diversos

430
Ayache, Germain : Les origines de la guerre du Rif, París-Rabat, Publications de la Sorbonne / S.M.E.R., 1981, pp.
107- 112.
431
Chtatou, M.: "Aspectos de la organización política en el Rif durante el reinado de Ben Abdel-Krim El-Khattabi" en
Fundamentos de Antropología, nos. 4 y 5, Granada, 1996, pag. 61.
432
Ayache, Germain : Les origines de la guerre ...op.cit., pag. 107.

262
países europeos compitiendo entre sí con la finalidad de acaparar y conquistar el mercado marroquí,

el Rif había iniciado una fase de relaciones estrechas con la provincia de Málaga y con la colonia

inglesa de Gibraltar, basadas en el comercio de contrabando. Sin tener que pagar los derechos de

aduanas al Majzén, la región se abría a un intenso tráfico de mercancías prohibidas por las

autoridades imperiales, sobre todo de importación de armas y de exportación de ganado. Las

prohibiciones del Sultán por lo que se refiere a este último artículo tenían como objeto paliar las

crisis de subsistencia en el territorio imperial, asegurando permanentemente en él la existencia de

reservas de carne. El contrabando entre las cabilas costeras iba a permitir una serie de connivencias

con españoles e ingleses que abrían la puerta a la infiltración política de las potencias europeas.

Asimismo para el Imperio además de una serie de repercusiones negativas para sus finanzas, su

Hacienda y su comercio que se veían desprovistos de unos cuantiosos ingresos, el contrabando

había generado una serie de problemas interiores que minaban el poder del Estado, y de incidentes

constantes que servían de pretexto a una creciente intervención europea en la región.

Alarmado el Sultán se dirigía repetidamente con apelaciones y misivas a los principales

Gobiernos europeos con el fin de que cesaran de amparar y permitir los movimientos de los

contrabandistas. Pero todas las acciones de Abd-al- Aziz habían sido en vano. Así el 9 de

noviembre de 1896, como señala Germain Ayache, el Sultán había dado instrucciones a

Mohammed Lebbadi, miembro de su Delegación en Tánger, para que comunicase al ministro

plenipotenciario de Gran Bretaña que gran parte del contrabando que recalaba en el Rif lo hacía a

partir de Gibraltar y, asimismo, para que rogase a las autoridades británicas que cooperasen en su

extinción. Nada hicieron los británicos en este sentido.433 Es más, España había intentado, a su vez,

sacar beneficio propio de la situación para consolidar su presencia en el territorio e ir arrancando

poco a poco jirones de la soberanía imperial en el Norte de Marruecos. Era sobre todo la bahía de

Alhucemas, la que se había consolidado como la base o centro de las más frecuentes operaciones

contrabandistas. Y eso que a poca distancia de la costa, existía una plaza española enclavada sobre

433
Ayache, Germain : op. cit., pag.108.

263
un islote. Bajo los ojos benévolos del Comandante, los navíos procedentes de Málaga o Gibraltar,

desembarcaban en el territorio rifeño petróleo, tejidos, fusiles, cartuchos, velas y candelas, etc. Las

mercancías eran recogidas y distribuidas en pequeños lotes, y transportadas a las playas por algunas

barcas pertenecientes a algunos miembros de la cabila de Bocoya, una docena de individuos en

total pertenecientes a la fracción Izemouren de esta pequeña cabila que monopolizaban el trafico

contrabandista.434

El origen de las acciones piráticas, por otra parte, no se debía a una iniciativa autónoma de

los Bocoyas. Hacia finales de siglo, comienzan los problemas cuando tras haber pagado

previamente el envío de un cargamento de mercancías de contrabando, no les es remitido.

Inmediatamente a continuación, un rifeño que se había desplazado al islote de Alhucemas a fin de

ajustar las cuentas de sus negocios con los agentes contrabandistas, es asesinado. Faltos los

Bocoyas de recursos legales a la hora de reclamar, se deciden a arreglar por ellos mismos sus

cuentas con los medios que se les ofrecen: la piratería. Para ellos, lo más cómodo era esperar la

oportunidad que se les presentaba cuando un pequeño velero europeo estuviera muy próximo a la

costa, retenido por la calma del viento, para abordarlo y tomar a algunos de los miembros de su

tripulación como rehenes para obtener algún tipo de reparaciones.

No hay ninguna conversión total de la cabila Bocoya a la piratería, y en todo caso el origen

de las tropelías que cometieron algunos rifeños, tal como apuntó el Sultán a uno de sus delegados

en la región, "residía exclusivamente en sus litigios con sus cómplices europeos en el

contrabando". 435

En la mañana del 7 de Octubre, el gobernador de Alhucemas recibía la noticia de que en la

Ensenada de la Cebadilla un barco fondeado había sido atacado por varias barcas rifeñas. Dado que

no existía ningún buque de guerra de patrulla por la zona que pudiera auxiliarlo, se tuvo que

recurrir a un barco mercante, el vapor-correo Sevilla que cubría usualmente la línea de navegación

434
Ibidem, pp. 108-110.
435
Carta del Sultán Mawlay Abd al- Aziz a su delegado, Mohammed Lebbadi de 9 de noviembre de 1896, recogida a
su vez en Ayache, G.: op.cit, pag. 109.

264
que unía Melilla con Alhucemas y el Peñón de Vélez de la Gomera. Como en esos instantes, el

Sevilla se encontraba precisamente en esa última posición, desde Alhucemas se telegrafió

inmediatamente al gobernador del Peñón, por si, en su camino de regreso a Melilla, el vapor podía

prestar algún tipo de socorro al buque atacado. Trasladado al lugar de los hechos, descubría a unas

veinte millas de la costa a un buque de vela francés - el Prosper Corin del que posteriormente se

sabría que estaba matriculado en Dieppe y que estaba cubriendo la línea entre Cádiz y Argelia436-

abandonado, desprovisto ya de su velamen, mientras varias pequeñas embarcaciones Bocoyas se

escapaban del buque hacia la costa, transportando prisionera a casi toda la tripulación. El Sevilla les

dio caza, consiguiendo rescatar a los rehenes y recuperando algunas de las armas y objetos robados

del barco. Como los marineros franceses les dieron cuenta de que todavía quedaban a bordo del

navío asaltado un marinero y el capitán, los españoles volvieron al lugar donde se encontraba a la

deriva el buque francés, siendo entonces atacados desde el mismo por varias descargas cerradas de

los Bocoyas que estaban parapetados esperándoles. A consecuencia del combate trabado, fallecían

uno de los rifeños capturado por los españoles del Sevilla al rescatar a la tripulación atacada y un

soldado del regimiento de África de guarnición en Alhucemas, a la par que resultaban heridos uno

de los marineros franceses rescatados, varios tripulantes del Sevilla y un revolucionario cubano,

Oscar de los Reyes, deportado a Alhucemas por su intervención en el movimiento independentista

caribeño y que se había prestado como voluntario para ayudar a las autoridades españolas durante

su confinamiento en África. El Sevilla retornaba a Alhucemas, llevándose consigo varios botes

rifeños y como presos a doce Bocoyas.437

Las autoridades militares españolas retuvieron en la plaza a los prisioneros, mientras se

nombraba a un instructor encargado de llevar a cabo las diligencias de la investigación. Por otra

parte, haciendo un evidente ejercicio de cinismo, el Comandante Militar de Melilla al relatar al

delegado imperial, Bajá del Campo fronterizo, las circunstancias del hecho, culpabilizaba del

436
Oficio del Ministerio de la Guerra dirigido al Ministerio de Estado.9 de Octubre de 1896. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 194 / Ex. 2
437
Telegrama del gobernador de la plaza de Alhucemas al Comandante Militar de Melilla. 7 de Octubre de 1.896.
S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla, rollo 791.

265
mismo al Majzén, por la " negligencia de las autoridades marroquíes " a la hora de evitar estos

sucesos y de garantizar la seguridad de las costas .438

Las averiguaciones del confidente nativo de la plaza de Alhucemas permitían informar al

gobierno que el capitán del buque atacado, José Aubet se hallaba preso en territorio Bocoya. En las

dependencias sanitarias de la plaza fallecían el deportado cubano y uno de los marineros españoles

herido en el combate, el fogonero del Sevilla Manuel Nebro, mientras que el marinero francés

Aubert Vicent sufría la amputación de parte del brazo izquierdo, falleciendo también horas después

de la operación quirúrgica.439

Los hechos conocidos en Francia eran magnificados como un grave ultraje, que no se podía

tolerar; precisamente, el eco de la noticia en el país vecino alentó a las autoridades españolas a

aprestarse en la consecución de la libertad de Aubet. El propio Ministro de la Guerra remitía

instrucciones al Comandante Militar de Melilla, urgiéndole a ello: lo que debía hacer el gobernador

de Melilla era gestionar a la mayor rapidez posible, la liberación del marinero francés, aún a costa

de tener que ceder ante el chantaje de los Bocoyas, que solicitaban el canje de Aubet por uno de los

rifeños que se encontraban prisioneros en la plaza española. Ahora bien, en la terminología o

nomenclatura oficial se habla de " prestar un servicio humanitario a una nación amiga ", pero hay

que vislumbrar detrás de estas palabras una realidad que se evidenciará aún más con el transcurso

de los días. Las autoridades españolas entienden que el territorio rifeño es un hinterland que les

pertenece en exclusiva por ser la salida natural a las plazas y posesiones en la región; al Rif se le ve

como parte imprescindible del futuro Marruecos español, la proyección lógica de la política

expansionista futura, un hinterland tan irrenunciable como lo era el Tuat para la expansión colonial

francesa a partir de Argelia. Por lo tanto la causa de la premura y la rapidez que se le solicitaban al

comandante militar de Melilla en tramitar la liberación de Aubet no estribaba en una actitud

desinteresada, amistosa de España; respondía a las prisas de querer concluir con el asunto antes de

438
Ibidem. Nota de protesta del Comandante Militar de Melilla al Bajá del Campo fronterizo. 8 de Octubre de 1.896.
439
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro Plenipotenciario de España en Tánger. 8 de Octubre de
1896. A.G.A.África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 194 / Ex. 2

266
que se pudiese producir la eventual injerencia de los agentes franceses.440 Es por ello por lo que el

Gobierno, que todavía prolongaba sus vacaciones estivales en San Sebastián, se decidió a actuar

rápidamente a fin de conjurar las iras francesas, previendo que de no hacerlo así, era muy probable

una intervención directa gala. A este fin, el Ministro de Estado, el conservador Duque de Tetuán

telegrafiaba de inmediato a la Legación en Tánger, instruyendo a Emilio de Ojeda para que

conversara con su colega francés y le diera aviso de la reclamación que España iba a formular ante

el Majzén, exigiendo reparaciones, una indemnización y un castigo ejemplar para los culpables, a la

par que una garantía expresa del gobierno imperial de que tal tipo de actos no iban a volver a

repetirse en las costas del Rif. El Duque de Tetuán pretendía barajar una fórmula que garantizase

para España el control absoluto en las gestiones diplomáticas que se habían iniciado en Tánger y en

Alhucemas con el fin de obtener la libertad del secuestrado: tal fórmula consistía en atribuir a

España en exclusividad la representación de los intereses europeos en el Rif. No cabía por lo tanto,

la gestión o intervención de otra potencia en las negociaciones.441

Por lo pronto, la autoridad imperial en el Rif no era muy receptiva a las demandas españolas.

El Gobernador militar de Alhucemas había intentado que el Bajá del campo fronterizo, el caid

Lahsem ejerciera sus funciones de delegado del Majzén y actuara de mediador en la negociación

del rescate. El caíd residía en la Alcazaba de Mustara, a cierta distancia del Peñón y los primeros

intentos de contactar con él habían fracasado.442 Mientras tanto, en Tánger, Ojeda llevaba a cabo

una actividad frenética: estaba pendiente en todo momento de los movimientos de la diplomacia

francesa allí representada; en contacto directo con la Legación de Francia, intentaba no solo vigilar

la acción del Encargado de Negocios de esta representación, sino que con sus constantes consejos

intentaba además encauzarle y disuadirle de llevar a cabo una actuación autónoma de la española.

Al mismo tiempo, visitaba al Delegado imperial, Mohammed Torres quien había prometido

440
Telegrama del Ministro de la Guerra, Marcelo Azcárraga al Comandante Militar de Melilla. 18 de Octubre de 1896.
S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla, rollo 791.
441
Telegrama del Ministro de Estado español, duque de Tetuán a Emilio de Ojeda, Ministro Plenipotenciario en Tánger.
8 de Octubre de 1896. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 194 / Ex. 2.
442
Telegrama del Gobernador de Alhucemas al Comandante general de Melilla. 18 de Octubre de 1896. S.H.M.
Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.

267
entregarle una serie de cartas para las autoridades del campo de Alhucemas y para los Bocoyas; sin

embargo, el representante español dada la actitud constante del Gran Visir, Bu Ahmed, de

inquebrantable resistencia a los deseos de las potencias extranjeras, auguraba como inminente una

acción expeditiva europea en Marruecos, ya fuera concertada, o únicamente llevada a cabo por el

ejército francés. La Delegación Imperial en Tanger barajaba también esa posibilidad, temida no

sólo por los marroquíes sino por el propio gobierno español, como atentatoria contra la propia

seguridad nacional. 443

Las primeras comunicaciones con el secuestrado se iniciaron cuando el capitán Aubet

escribía desde el lugar en el que le mantenían retenido sus captores. A iniciativa de éstos, el capitán

francés proponía al gobernador militar de Alhucemas su canje por un Bocoya de quince años,

Moham Hammedi, apresado por la tripulación del Sevilla.444 Consultado por el Ministerio de

Guerra, el Duque de Tetuán mostraba una actitud profundamente recelosa: en un telegrama cifrado

remitido desde San Sebastián, afirmaba que el canje hubiera sido admisible en el caso de haberse

realizado en el más absoluto de los secretos; tal práctica, no admitida por la normativa legal

vigente en España, no se podía poner en marcha, trascendiendo publicamente. El Ministerio de

Estado no podía autorizarla oficialmente, porque de esta manera, se establecía un precedente

contrario a los tratados en vigor con el Sultanato, con lo que la práctica de tomar rehenes se podría

convertir en un hábito entre las cabilas marroquíes con el fin de obtener en el futuro concesiones

del Sultán o de las potencias extranjeras.445 Empezaba a manifestarse la incapacidad española por

solucionar rápida y provechosamente para sus celosos intereses, el conflicto. Ahora, Tetuán admitía

verse impelido, antes de efectuar el siguiente movimiento, a consultar confidencialmente al

gobierno francés.446

443
Telegrama de Emilio de Ojeda al Duque de Tetuán. 9 de Octubre de 1896. A.G.A. África. Sección Histórica. Caja
194 / Ex. 2.
444
Ibidem. Telegrama del Comandante General de Melilla a la Legación española en Tánger. 9 de Octubre de 1896.
445
Ibidem .Telegrama del Ministro de Estado, Duque de Tetuán al general Azcárraga, Ministro de la Guerra. 9 de
Octubre de 1896.
446
Ibidem. Despacho sin numerar del Ministro de Estado español, Duque de Tetuán al Embajador de España en París.
10 de Octubre de 1896.

268
Por otra parte, en sus despachos desde Tánger, Ojeda daba cuenta al Ministerio de Estado de

sus recientes conversaciones con Mohammed Torres. El propio Delegado Imperial confesaba al

diplomático español su desconfianza respecto a que el Majzén actuara rápidamente en la gestión de

la liberación. En sus misivas, Ojeda cargaba las tintas contra el Gran Visir, presentándolo como un

ser soberbio, dotado de "desmedida ambición" y de " insaciable codicia", cuya única política es la

tendente a perpetuarse en el gobierno del país y a beneficiarse él y los suyos de ello: " (...) El

desgobierno y los excesos de todo género que de este estado de cosas se derivan le han de crear
447
frecuentes complicaciones con los Estados europeos". El diplomático español le juzgaba fiel

continuador de la política del Sultán Mawlay Hassan para preservar la independencia marroquí,

consistente en aprovecharse de las rivalidades y de los intereses encontrados de los diversos estados

europeos con intereses en Marruecos, y dispuesto siempre a mantener con ellos, un constante tira y

afloja; una dialéctica en el momento en el que estallaba cualquier conflicto diplomático, cediendo

únicamente en última instancia, cuando era ya ineludible una acción armada de castigo, mediante el

pago de las consabidas indemnizaciones pecuniarias. Juzgaba Ojeda por otra parte que era poco

menos que imposible que una gran expedición fuera organizada por el Majzén y dirigida contra los

Bocoyas; la patriótica resistencia de Bu Ahmed a las injerencias imperialistas en el Imperio, al ser

interpretada de esta forma por el diplomático español, le llevaba a éste a hacerse eco de los

vaticinios y rumores desatados en Tánger sobre una inminente acción armada sobre Marruecos:

"Estas son (....), a grandes rasgos, las razones que me impiden abrigar esperanza
alguna fundada de que el Maghzen trate de evitar en lo futuro sucesos como el reciente de
Alhucemas. En cuanto a mi creencia (...) en una acción inminente de Europa, básase en las
opiniones que he oido á todos mis colegas al hablar conmigo de este último atentado y en el
probable cambio de opiniones entre los Gabinetes de Europa sobre este asunto, que puede
ser su lógica consecuencia".448
De hecho, el incidente había llegado en un momento particularmente tenso en las relaciones

entre Marruecos y la República francesa, motivado por la altiva nota que los Delegados del Sultán

447
Ibidem. Ojeda a Tetuán. Despacho no. 182. 11 de Octubre de 1896.
448
Ibidem. Ojeda a Tetuán. Despacho no. 182. 11 de Octubre de 1896.

269
en Tánger habían entregado en la Legación gala rechazando las pretensiones de Francia sobre el

Tuat, hecho que había venido a coincidir en el tiempo con el asalto al Prosper Corin. En tales

circunstancias, concluía Ojeda, era prácticamente irremediable, dado el desinterés de Bu Ahmed en

reprimir a los Bocoyas, que se produjese una intervención armada gala, que estaba llamada a

socavar enteramente el prestigio del Sultán, y a dinamitar el mantenimiento del statu quo del

Imperio.449

Días después, el Prosper Corin era encontrado cerca de las costas españolas. Los rifeños lo

habían remolcado con sus cárabos hasta unas dos millas de las playas marroquíes, para luego

abandonarlo. Era entonces cuando el último miembro de la tripulación que se encontraba todavía a

bordo, cuya suerte era todavía desconocida y que al producirse el asalto de los buques por los

Bocoyas, se había escondido en la caja de herramientas y cadenas, consiguiendo salvarse del

cautiverio, al verse definitivamente solo, salía de su escondrijo y aprovechando una brisa marina

pudo desplegar algunas velas y condujo el barco hasta cerca de la costa española , siendo socorrido

por un vapor inglés, el S.Osewin que lo había remolcado hasta Almería, donde era puesto a

disposición del Consulado francés. En San Sebastián, miembros de la Embajada francesa

solicitaban formalmente de las autoridades españoles que consintieran el canje del capitán Aubet

por el joven Bocoya, con el fin de solucionar el conflicto, a lo cual el duque de Tetuán, resignado a

la pérdida de la iniciativa española en la gestión del tema, tuvo que ceder. Francia empezaba a

marcar la pauta en la resolución del incidente. 450

La preocupación llegó a adquirir un nivel muy elevado entre los responsables españoles de la

negociación. Había trascendido la noticia de que Francia, prescindiendo de la intervención

española, se aprestaba a llevar a cabo directamente, sin intermediarios, el rescate del capitán

secuestrado. Y eso era algo que el Gobierno español no estaba dispuesto a tolerar; no cabía la

intervención de otra potencia, fuera de España, en los asuntos del Rif. Este territorio era coto

449
Ibidem. Ojeda a Tetuán. Despacho no. 182, doc. ya citado.
450
Ibidem. Telegrama del Ministro de Estado español a la Legación en Tánger. 12 de Octubre de 1896.

270
cerrado y exclusivo para los intereses españoles, en el que no cabía cualquier otro tipo de

maniobras colonialistas.

El 19 de octubre, el Encargado de Negocios de la Legación francesa se ponía en contacto

con Emilio de Ojeda, manifestando los deseos del Gobierno de la República en contactar con los

captores del capitán Aubet, por mediación de un emisario de su protegido, el jerife de Wazzán que

un buque de guerra galo transportaría inmediatamente al Rif.451 A su vez, Ojeda -a quien no le

había quedado más remedio que mostrarse solícito colaborador de la acción francesa, entregando

una carta de recomendación al enviado francés para el gobernador militar de Alhucemas- notificó a

Melilla el hecho sin perder un solo instante. El Comandante General estimó que, de alguna manera

había que contrarrestar la medida francesa. Por ello la orden perentoria y breve que se remitía a

Alhucemas era de por sí muy elocuente: los franceses iban a enviar a las playas rifeñas al caza-

torpedero D´Iberville, y las instrucciones telegráficas expedidas a Alhucemas en este sentido desde

la Comandancia de Melilla - la máxima autoridad encargada por el Gobierno de la liberación de

Aubet- eran las de "lograr pronto rescate capitán al modo que sea procurando que se haga rescate

antes de llegada <D´Iberville>".452

La iniciativa española resultó absolutamente frustrada. En Tánger, Ojeda estaba totalmente

comprometido en su colaboración con los franceses. En un momento crucial como ése para

reafirmar el prestigio y la imagen nacional en el Imperio, cuando la intencionalidad fundamental de

la política española en el Rif era adelantarse a Francia y además dejar sentadas las bases de la

hegemonía hispana en el territorio, los problemas derivados de la carencia de medios navales o de

la imposibilidad de desplazarlos con rapidez a Marruecos, imposibilitaban por completo el

cumplimiento de estos fines. Y es en ese factor, que reconoce explícitamente Ojeda en uno de sus

telegramas dirigidos al Comandante General de Melilla, en el que hay que buscar el origen del

451
Telegrama de Emilio de Ojeda al Duque de Tetuán. 19 de Octubre de 1896. A. G. A. África.Sección Histórica
(Marruecos). Caja 102 / Ex. 2.
452
Telegrama del Comandante General de Melilla al Coronel Jefe de Estado Mayor de Alhucemas. 19 de Octubre de
1896. S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.

271
cambio de actitud del diplomático español destacado en Tánger, teniendo amargamente que

relegarse a la iniciativa gala, y limitándose a ser una comparsa de las maniobras republicanas. Al

mismo tiempo, Tetuán no había ordenado a Ojeda que siguiese las negociaciones de canje del

Bocoya por Aubet; se había limitado a indicarle que cooperase con la Legación francesa y que

iniciase el procedimiento rutinario de reclamar una indemnización por el ataque rifeño al Sevilla

con la consiguiente pérdida de vidas humanas. Estaba claro, por otro lado, que la iniciativa francesa

debía de tener un respaldo frente a las autoridades marroquíes, y ante la ausencia de buques de

guerra españoles (aunque se esperaba de un momento a otro la llegada del cañonero Destructor) en

la rada de Tánger, el diplomático se veía obligado a recomendar al Comandante General de Melilla

que facilitase el transporte de dichas autoridades acompañando a los negociadores franceses hasta

Alhucemas, a bordo del D´Iberville.453

Por otra parte, desde Melilla, el Comandante General en un último y desesperado esfuerzo

por ganar tiempo y obtener la liberación de Aubet trataba de evitar o por lo menos demorar la

partida desde Tánger del buque francés. Argüía que todavía no habían llegado las instrucciones

oportunas del Ministerio de Marina, bajo cuya jurisdicción se encontraba preso el joven Bocoya

Hammedi en Alhucemas, para proceder al canje. Al recibirlas debía de desistir de cualquier ulterior

intento. Los Bocoyas secuestradores habían roto todo tipo de comunicación con los militares del

islote; a pesar de los ruegos del gobernador de Melilla, el Bajá del campo fronterizo en esta plaza

no había desplazado efectivos militares hasta el lugar de los hechos, donde permanecía prisionero

Aubet, ni efectuado ninguna acción a fin de liberar al secuestrado. Por otra parte, el Bajá de

Alhucemas parecía, asimismo, indiferente a la suerte de Aubet. No había respondido a las continuas

gestiones verbales y escritas de los militares de la guarnición, ni tan siquiera se había mostrado

receptivo a la realización de una entrevista con los responsables de la plaza.454 En sus

comunicaciones telegráficas con Ojeda, la autoridad militar española concluía señalando que aún en

453
Telegrama de Emilio de Ojeda al Duque de Tetuán. 15 de Octubre de 1896. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 194 / Ex. 2.
454
Telegrama del Duque de Tetuán a Emilio de Ojeda. 19 de Octubre de 1896. A. G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 102 / Ex. 2.

272
el caso de encontrar buena voluntad entre los funcionarios majzeníes, éstos carecían por completo

de medios para imponer su autoridad en el territorio rifeño. De hecho, también llegaba a poner en

duda que Mohammed Torres hubiera remitido cartas conminatorias al Bajá de Alhucemas.455

El gobierno de París por su parte se movía con extrema celeridad. El caza-torpedero francés

llegaba a la plaza de Alhucemas aquel mismo día, 19 de octubre y la conversación que su

comandante mantenía con el gobernador militar español, permitía entrever la complejidad de la

maniobra gala que, al margen de España, iba a poner en marcha toda una batería de técnicas y

recursos sutiles con el fin de gestionar el canje. Los franceses habían transportado hasta Alhucemas

a un delegado personal de su protegido, el prestigioso jerife de Wazzan, un jerife rifeño llamado

Sid Abd al-Salán Uld Sid el Hach Tuhami al que ahora deseaban desembarcar, para que iniciara los

trámites de negociación con los captores.

La reacción española se limitó a no poner ningún tipo de trabas a los negociadores franceses.

El Comandante Militar de Melilla deseaba ahora que el rescate se lograra sin canje. Dado que los

franceses con una celeridad inusitada se habían anticipado a los españoles, había cambiado su

lenguaje y no estaba tan dispuesto a transigir con la ruptura o burla de la legislación hispana;

asimismo deseaba que una vez obtenida la liberación por la mediación del jerife, el marinero

francés no pisara suelo español, y fuera conducido directamente al caza-torpedero. La liberación y

el rescate, en este caso, se deberían hacer " fuera de las aguas de la Plaza", con lo cual quedaría

claro que la libertad de Aubet se habría obtenido única y exclusivamente por la gestión del

protegido francés. Sólo en caso de no seguirse este procedimiento, y tener que recurrir al canje de

Aubet por un prisionero Bocoya, la liberación habría de realizarse en Alhucemas "sin otra

intervención que la de la autoridad española", la cual por otra parte, habría de retardar la entrega

455
Telegrama del Comandante General de Melilla a la Legación Española en Tánger. 18 de Noviembre de 1896.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 194 / Ex. 2

273
del liberado al buque galo, hasta que no se hubiesen seguido las correspondientes exigencias

judiciales, y se le tomara declaración al capitán francés.456

Las negociaciones comenzaron. El jerife desembarcó en la playa, acompañado de otros dos

musulmanes, que en la documentación que obra en los archivos militares españoles aparecen

identificados también como chorfa (= plural de jerife), miembros de su familia que habían venido a

Alhucemas acompañándole en el torpedero. Posteriormente, las autoridades militares averiguaron

que esta primera impresión había sido falsa, y que en realidad eran dos agentes del cuerpo

diplomático francés en Marruecos .El confidente de la plaza se había podido informar previamente

del lugar en que se encontraba preso el marino y al día siguiente, 20, se recibía en el D´Iberville una

carta del propio Aubet en la que éste manifestaba que se encontraba bien atendido por sus captores

Bocoyas, y otra del jerife, expresando sus esperanzas de conseguir la inmediata liberación. Las

primeras gestiones permitían vislumbrar un feliz final del rescate, sin canje. Aquella noche, los

agentes franceses iban a pernoctar en el territorio Bocoya y se esperaba que a la mañana siguiente,

les fueran comunicadas definitivamente por los captores las condiciones completas del rescate.457

El Ministerio de Estado español dictaba sus instrucciones al de la Guerra y a la Legación en

Tánger: era necesario ayudar en todo lo posible a los franceses, prestar toda la cooperación al

delegado del jerife de Wazzan para conseguir el rescate cuanto antes. En todo lo demás, se

refrendaban las instrucciones previas del Comandante General de Melilla, en el sentido de no poner

ningún tipo de obstáculos a la negociación y liberación, si éstas se realizaban directamente por los

comisionados del buque de guerra galo. Ahora bien, si la liberación se hacía mediante canje, las

autoridades militares españolas debían de permitir la puesta en libertad de un preso marroquí, pero

la gestión debería hacerse en Alhucemas, y respetando la legislación del país. Sendos despachos

eran enviados, al conocer estas instrucciones, por el comandante del D´Iberville, capitán Víctor

456
Telegrama del Comandante General de Melilla al Jefe de Estado Mayor de Alhucemas. 19 de Octubre de 1896.
S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.
457
Ibidem .Telegrama del Coronel de Estado Mayor de Alhucemas al Comandante General de Melilla. 20 de Octubre
de 1896.

274
Inihoff a la Legación francesa en Tánger y al Ministerio de Marina en París, dando cuenta de la

solícita ayuda española.

El mal tiempo había interrumpido temporalmente las comunicaciones con el grupo de

agentes trasladados al territorio Bocoya, pero finalmente, el día 21 se producía la liberación: a las

cuatro de la tarde se presentaban en Alhucemas el comandante del torpedero junto con el delegado

del jerife de Wazzan y el liberado capitán Aubet. Los negociadores franceses comunicaban a las

autoridades militares españolas que al mediodía se había celebrado una asamblea de la cabila, a la

cual se había dirigido el jerife, apelando al enorme prestigio religioso de la familia de Wazzan, y

poco después, Aubet era liberado, sin mediar canje. Aubet pasaba a declarar ante el juez de

instrucción militar, y el jerife mientras tanto empezaba a mencionar con machacona insistencia la

conveniencia de que las autoridades españolas pusieran en libertad a todos los prisioneros rifeños

recluidos en Alhucemas para lograr la total pacificación y sumisión de la zona; el jerife relataba lo

dificultoso de su gestión, y que diversas familias de la cabila - todas las que tenían a alguno de sus

miembros, prisioneros de España - habían solicitado, en el curso de las negociaciones, la libertad de

sus parientes. Sólo se habían decidido finalmente a entregar a Aubet con la esperanza de que al

efectuar este gesto condescendiente, el Gobierno español tomaría en consideración la idea de poner

en libertad a todos los presos.

Si España cedía en este punto, el jerife creía posible el fin de la piratería en aquellas aguas,

que, en todo caso, respondía a " antiguas diferencias y engaños de negociantes españoles" a los

rifeños. 458

Pensar que los turbios negocios en la región iban a acabar, y suponer que iba a desaparecer

la oscura red de contrabandistas que tenía como objetivo final de sus movimientos las playas del

Rif eran puros deseos, formulaciones que se iban a revelar como entelequias. Lo demostró un

hecho del que tenemos constancia por los archivos militares españoles, y que se producía

inmediatamente a continuación de la liberación del capitán Aubet. El vapor-correo Sevilla volvía

458
Ibidem. Telegrama del Coronel de Estado Mayor de Alhucemas al Comandante General de Melilla. 21 de Octubre
de 1896.

275
pocos días después, siguiendo su recorrido habitual , a la guarnición de Alhucemas, y escondido

dentro de una gran canasta de frutas procedente de Málaga, era encontrado material de guerra de

contrabando, un saco de fulminantes que tenía como destinatario ¡al propio ordenanza encargado de

las Aduanas en aquella plaza¡, Benito Moreno. Interrogado el funcionario por el Interventor de

Aduanas de la plaza, Fernando Segovia, no se tomaron severas medidas contra él. Moreno

manifestó no conocer absolutamente nada del tema, y de hecho, atribuyó la causa del incidente a

una chiquillada y a la irresponsabilidad de su hijo Juan que se encontraba de viaje en aquellos días

en la provincia de Málaga, y a cuyo nombre venía consignada la canasta de frutas.459

El Comandante General de Melilla parecía tener otras preocupaciones que no eran por cierto

las de hacer todo lo posible por reprimir el contrabando español en el territorio. Con fecha 18 y 22

de octubre remitía dos despachos al Ministerio de la Guerra que a su vez los reexpedía al de Estado,

en los que la principal autoridad militar española en África hacía partícipes a sus superiores de las

mayores dificultades con que se estaba encontrando en aquellos momentos. Se daba cuenta así a

Madrid de una serie de conceptos, tópicos y arquetípicos de la terminología colonialista. En primer

lugar, para el autor, los males a los que debía de enfrentarse España en el Rif no radicaban en las

prácticas contrabandistas, no auspiciadas pero tampoco severamente reprimidas por las autoridades

españolas, sino en la indiferencia con que los delegados del Majzen en el Rif habían abordado el

asunto del ataque al Prosper Corin.460 En segundo lugar, las quejas iban dirigidas contra la actitud

pasiva y la falta de colaboración con España de los propios Bocoyas. El gobernador militar de

Melilla relataba cómo había enviado, ante la indiferencia de los delegados imperiales por actuar y

gestionar la liberación de Aubet, y con el fin de recortar en la negociación el protagonismo tan

grande que estaban acaparando los agentes franceses, a un buque de la Armada, el cañonero

Destructor, transportando a bordo al coronel Arturo González Gelpi, jefe de Estado Mayor de la

459
Telegrama del Comandante de la Plaza de Alhucemas al Comandante General de Melilla. 15 de Noviembre de 1896.
S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 167.
460
Durante todo el tiempo que duró la negociación, no aparecieron por Alhucemas ni dieron señales de aproximarse al
lugar los askaris, los soldados imperiales enviados por el Bajá del campo fronterizo de Melilla o por cualquier otra
autoridad imperial, mientras que el Bajá de Alhucemas se había limitado a enviar una única carta a la cabila
secuestradora.

276
Comandancia de Melilla, con instrucciones de apoyar las gestiones de liberación y hacer uso, si

llegara el caso, de la autorización que llevaba para canjear a Aubet por el Bocoya preso en

Alhucemas, Mohan Hammedi. En estos dos extensos despachos, el Comandante General relataba

con todo detalle las circunstancias de la liberación. En primer lugar, manifestaba su recelo

patriotero por la imagen de España que se había dado en el Rif. Francia en este sentido le había

ganado la partida, pues desplazó desde Tánger, una unidad naval, el caza-torpedero D´Iberville,

buque "de mucho mayor porte y condiciones" que el español. Al mismo tiempo, relataba un hecho

que,en un principio pasaba desapercibido en Madrid, pero que iba a tener una suma trascendencia

en el inmediato futuro del Rif, y que iba a desencadenar un año y medio después, una expedición

imperial de castigo a la región. Este hecho no era sino la inclusión dentro del cortejo del enviado

del jerife de Wazzan de " un moro argelino, empleado en la Legación francesa en Tánger, que

conocía el idioma francés y el castellano". Aunque todavía no resultara identificado, se trataba del

habilísimo Sid Al.lal, que había acabado de sentar las bases de una importante infiltración francesa

en el Rif. Por último, los despachos consignaban que al final del proceso negociador y cuando el

coronel González Gelpi se disponía a reembarcar hacia Melilla, fue visitado por varios

representantes de diversas fracciones de la cabila de Bocoya. Todos ellos insistían en que el

gobierno español no debía culpabilizar de los actos de piratería a toda la tribu, sino que se trataba

de un hecho de exclusiva responsabilidad de miembros de una sola fracción, a causa de "venganzas

por el mal comportamiento y engaños de algunos negociantes españoles". Gelpi no pudo

prometerles nada; se limitó a señalarles que pondría estas circunstancias en conocimiento de las

autoridades españolas. Finalmente, el gobernador militar de Melilla terminaba sus despachos de la

misma forma que los había iniciado: quejándose amargamente de la carencia de medios de la

Marina española en las costas del norte de Marruecos. La guarnición de Alhucemas sólo contaba

con una compañía de infantería de marina, reducida a ¡ quince hombres y una única lancha de

277
desembarco¡, insuficientes a todas luces para atender los servicios de dos barcos de guerra -el

español y el francés- que habían atracado en la plaza, en medio de un duro temporal. 461

A su vuelta a Tánger, al término de su misión en el Rif, acudieron a visitar la Legación

española el Encargado de Negocios francés, el comandante Inihoff,y el capitán Aubet. El motivo de

su presencia en la sede de la representación diplomática era agradecer calurosamente a las

autoridades marítimas, militares y diplomáticas españolas la cooperación prestada para el rescate.

El comandante Imhoff hizo una relación a Ojeda de las circunstancias en que éste se había

desarrollado, insistiendo en varios apartados:

1.- Las manifestaciones de afecto y amistad de los Bocoyas hacia Francia.

2.- La aclaración que le habían realizado de que los asaltantes del Prosper Corin desconocían

absolutamente la nacionalidad del barco agredido.

3.- La admisión por los Bocoyas del hecho de que el atropello realizado respondía a una

venganza que algunos cabileños habían planeado a raíz de un altercado con contrabandistas

españoles procedentes de Málaga, que les habían estafado una cantidad en torno a las veinticinco

mil pesetas que previamente los rifeños habían pagado, por el envío de un amplio cargamento de

armas que nunca llegó a territorio marroquí.

Las disquisiciones de los franceses acabaron por preocupar hondamente a Ojeda al

explayarse y atribuir a actos como éste el origen de un sentimiento generalizado de odio y recelos

entre los Bocoyas hacia España. Tanto el diplomático francés como Inihoff pretendieron

aprovecharse de la impresión causada en el español para convencerle de que en tales circunstancias,

un acto de clemencia del gobierno de Madrid con todos los Bocoyas presos en Alhucemas iba a

disipar ese sentimiento, constituyendo un hecho " de un alcance político de la mayor trascendencia

para el restablecimiento de las buenas relaciones entre las plazas españolas y sus vecinos y para la

supresión total de los actos de piratería". Ojeda no estaba autorizado a comprometerse en ningún

461
Despachos del Ministerio de la Guerra remitidos al Ministerio de Estado. 3 de Noviembre de 1896. A.G.A. Fondo
Histórico de Marruecos Caja 102 / Ex. 2.

278
sentido: su respuesta, llena de halagos a Francia y entreverada de comentarios racistas,

despreciando las – a su modo de ver– “bárbaras” costumbres de los nativos del Rif, 462 admitía que

había sido la acción de algunos contrabandistas españoles " tan desalmados como los rifeños" la

que -con sus actos reprobables- había provocado las iras de los Bocoyas. Sin embargo, en otros

conceptos no era capaz de profundizar tanto en las autocríticas. Repetidas veces el diplomático

había acusado al Majzén de dejadez de responsabilidad en el asunto del Prosper Corin. Sin

embargo el diplomático incurría en esta misma dejadez al afirmar que "difícilmente podía reprimir

y castigar España estos actos por ser todo ajenos a su jurisdicción". Ojeda pretendía a

continuación negar la trascendencia del fraude de los contrabandistas malagueños, calificándolo de

transacción privada y puramente personal entre Bocoyas y españoles y se defendía con argumentos

como los de atribuir la piratería a una práctica inmemorial entre los pueblos rifeños de la costa, de

la cual habían sido víctimas buques de todas las nacionalidades. De hecho, atribuía el éxito de la

liberación de Aubet a la influencia religiosa y al inmenso prestigio del jerife de Wazzan, más

fuerte que la astucia y avaricia rifeñas, y ante las reiterados argumentos franceses en favor de una

liberación de los detenidos en Alhucemas, el diplomático se mostraba más impenetrable que nunca:

descalificaba los argumentos de los Bocoyas y recalcaba que los astutos rifeños con sus peticiones a

los emisarios galos sólo habían buscado captar la amistad del jerife y de Francia, negándose en

redondo a tramitar ante el gobierno español la petición de liberación, ya que España no debía

ninguna deferencia a los Bocoyas y se había limitado a intervenir en el asunto de la liberación por

simples razones de humanitarismo y amistad hacia Francia. La justicia española debía de proceder,

sin restricciones, contra los piratas.

Tras la liberación del capitán Aubet, la situación de los intereses españoles en el Rif no era

particularmente halagüeña. Francia le había ganado la partida a España, negociando directamente

con los Bocoyas, su prestigio en la bahía de Alhucemas estaba en alza, y a ello había contribuido

462
"Les contesté diciendo que no me extrañaba el favorable concepto que formaran de aquellas tribus cuya
extraordinaria sagacidad, unida a la más honda barbarie forma un conjunto extraño que fácilmente engaña a los que
desconocen su natural doblez". Ojeda a Tetuán. Despacho no. 190. 22 de Octubre de 1896. A.G.A. África.Sección
Histórica (Marruecos).Caja 194 / Ex. 2.

279
decisivamente la presencia en el lugar del delegado del jerife de Wazzan. A la par, la presencia

junto al islote de los dos buques de guerra -el D´Iberville y el Destructor- había impresionado

severamente a los habitantes del lugar. Pese a la hostilidad secular marroquí a la ocupación de las

diversas plazas fuertes del litoral por España, las poblaciones fronterizas mantenían en general

contactos estrechos con sus ocupantes. El abastecimiento de estos últimos dependía en gran medida

de los poblados vecinos y, por ello, los intercambios comerciales con los rifeños eran muy

importantes para los españoles. La permanencia en Alhucemas de los dos buques de guerra había

asustado tanto a los Bocoyas y Urriagueles que durante unos días, la plaza había estado

desabastecida del aporte de los artículos alimenticios que aquellos traían cotidianamente a la

guarnición. Pero eso no era todo: de nuevo aparecían recelos y rumores sobre la presunta hostilidad

de los rifeños hacia la guarnición. En consecuencia, el Comandante General de Melilla decretaba el

estado de alerta en Alhucemas y comunicaba a la guarnición que en caso de ser nuevamente

agredido el vapor Sevilla al aproximarse a las plazas españolas o bien durante su permanencia en

ellas, las tropas españolas debían de repeler inmediatamente la agresión con la máxima

contundencia, rompiendo el fuego " contra los moros tan pronto suene el primer disparo que al

mencionado barco se dirija".463

463
Ibidem .Telegrama del Duque de Tetuán a Ojeda. 23 de Octubre de 1896. A. G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos).

280
RESUMEN

El año 1896 viene a ser la crónica del final de una vieja política seguida por los militares

españoles que guarnecían la ciudad de Melilla. Anteriormente, esta villa había sido una fortaleza

muerta, inhabilitada para una proyección colonial en Marruecos al estar rodeada y cercada por

cabilas hostiles a la presencia española en el Sultanato y hasta finales de la década de 1880 se

había visto incapacitada para convertirse en una plataforma comercial que proyectase una

expansión económica hacia el Imperio jerifiano. Los militares de la guarnición, teniendo al

enemigo permanentemente vigilante al otro lado de las fortificaciones, habían gozado de una gran

autonomía, que venía realzada también por la que disfrutaba el estamento militar en la España de la

Restauración. Allí confinados, los miembros de la guarnición vivían inmersos en un conjunto de

rituales, los propios de un grupo de hombres que sólo viven para sí mismos, para su concepto del

heroísmo y de la vida militar. Un buen número de ellos vivían esperando que llegase el día en que

por fin, en el límite fronterizo que rodeaba la guarnición, estallara un conflicto con las cabilas

marroquíes o con las fuerzas del Sultán. Sólo así justificarían su existencia; sólo así justificarían la

elección de la vida militar, su código del honor, su voluntario desplazamiento de una vida y de un

mundo que estaba sufriendo grandes transformaciones más allá de los muros y baluartes de una

ciudad situada en el confín septentrional de África. ¿Qué hacían los militares españoles mientras

esperaban ese ataque y ese conflicto que no llegó hasta 1909?. Realizar diversos planes para

reforzar las defensas de Melilla en previsión de ataques de las cabilas, patrullar, otear el horizonte

en busca de señales, atenerse a un férreo concepto de la disciplina, hacer ejercicios, guardias

inacabables y provocar a los pastores marroquíes a la mínima oportunidad que se les presentaba.

Cualquier excusa era válida para ello. En la primavera de 1896, se produce un incidente de cierta

gravedad cuando una patrulla de caballería se ve involucrada en un enfrentamiento con elementos

de la cabila de Mazuza. Este hecho marca el punto final de una serie de acontecimientos semejantes

que habían motivado la breve ‘guerra de Melilla’ años atrás. Los gobiernos restauracionistas

281
intentarán atajar esa política de provocaciones a los marroquíes, sabedores de la falta de sentido de

un nuevo conflicto militar en África cuando están produciéndose otros paralelos en Cuba y

Filipinas. Se ponen así las bases de una política nueva de relación de Melilla con el Rif, cuyas

directrices se deben tanto al Ministerio de Estado como al nuevo gobernador militar de la ciudad,

general José Alcantara. Consistirá en la apertura de la ciudad al Rif y la potenciación de las

relaciones comerciales y de buena vecindad con las cabilas próximas. Esta política conduciría,

andando el tiempo, a intensificar la penetración económica española en la región. Hasta tal punto

aumentaron las transacciones comerciales entre Melilla y Marruecos que este hecho acabaría por

alarmar profundamente a los franceses.

La efervescencia social se hizo presente en algunos territorios de la costa atlántica del

Sultanato, mientras que la existente en las regiones meridionales del Imperio se había ido

agravando, fruto de los deseos de los jefes de las casas comerciales más fuertes del Sus y Nun (el

hijo de Sidi Hussein ibn Hashem y el caíd Doman Beiruk) de establecer unas provechosas

relaciones comerciales directas con las potencias europeas, sin estar sometidos al control del

Majzén. En el Ministerio de Estado se barajó la posibilidad de que el Sus se independizara del resto

de Marruecos. El servicio de información hispano quedaría gravemente quebrantado con la muerte

de su principal agente en el territorio, al- Hach Abd Al-lah el Morabet.

Más que por una participación activa en la cuestión marroquí, las acciones de la diplomacia

española se siguen decantando por la reflexión política y por la interpretación del contexto

histórico en el que vive el Sultanato. Marruecos se encuentra seriamente amenazado por el

gobierno francés, que reivindica el control del enorme territorio del Tuat. En estas circunstancias

se revela inviable la fórmula ensayada por la diplomacia restauracionista durante el bienio anterior,

(1894-1895) consistente en una aproximación simultánea a Gran Bretaña y Francia. El Sultán hará

frente a las pretensiones galas, manifestando al gobierno de la República sus deseos de someter el

asunto a un arbitraje internacional y de contar con el respaldo español.

282
Además de barajar argumentos económicos con los que atraer comercialmente a los rifeños,

en el Ministerio de Estado se pergeñó un plan secreto, para consolidar la presencia española en el

extremo norte marroquí, en detrimento de la soberanía imperial. Se trataba de arrancar al Sultán la

facultad para los buques de guerra españoles de patrullar por las aguas cercanas al Rif. Este plan

sería descartado ante la imposibilidad práctica de desplazar unidades navales a Marruecos.

A comienzos de octubre, varias barcas rifeñas atacaban a un buque de vela galo, el Prosper

Corin, en las cercanías de Alhucemas, capturando a su capitán. Entendiendo que el Rif era un

hinterland que pertenecía en exclusiva a España, las autoridades diplomáticas españolas intentaron

rescatar al secuestrado antes de que llegaran a la región agentes negociadores galos, o de que se

produjera una acción de castigo europea. Finalmente los franceses intervinieron mandando a un

delegado personal del jerife de Wazzan, protegido de la República y situando en la región a algunos

agentes políticos, que consiguieron la liberación del marino.

283
284
CAPÍTULO 5

1897:

El planteamiento del problema del Rif

5.1. Tensiones en el campo fronterizo de Melilla.

Durante el otoño de 1896, el escenario de los problemas en el norte de Marruecos se iba a

trasladar a las proximidades de Melilla. Fruto del mayor deseo del Majzén de ejercer su control y

autoridad sobre el territorio rifeño, iban a desencadenarse una serie de conflictos que iban a

enfrentar al delegado del Gobierno marroquí, el Caíd o Bajá del campo fronterizo, El Mokhtar

Erraga y algunas de las cabilas circundantes a la plaza española. El día 21 de Octubre, es decir

cuando se estaban produciendo las gestiones francesas conducentes a la liberación del capitán

Aubet, el delegado del Sultán ante las potencias extranjeras en Tánger, Mohammed Torres

solicitaba en nota oficial a la Legación española, un permiso para que con destino al Caíd de

Melilla se permitiera desembarcar en la plaza dos cañones con su correspondiente munición,

destinados a reforzar los efectivos de la mehal.la imperial situada junto a la ciudad.464 El

Ministerio de Estado se limitaba a poner el hecho en conocimiento de las autoridades militares, la

melillense y el Ministerio de la Guerra, quienes reaccionaron con la más rotunda negativa a

permitir el desembarco de los cañones y las municiones en la guarnición norte-africana.

En este orden de cosas, la documentación civil y militar, que nos proporcionan en la

actualidad dos archivos madrileños, el Servicio Histórico Militar y el General de la Administración

de Alcalá de Henares, nos permiten cubrir una laguna en los estudios de las relaciones entre

Melilla y el Rif, puesto que la tesis doctoral de María Rosa de Madariaga no analiza el período de

464
Telegrama de Ojeda al Ministro de Estado español, Duque de Tetuán. 21 de Octubre de 1896. A.G.A.África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.

285
finales del siglo XIX.465 En este sentido, es comprobable como ante la serie de problemas que

paulatinamente se van creando entre las cabilas fronterizas a la ciudad y las autoridades majzeníes

allí destacadas (los Administradores de la Aduana marroquí establecida en el interior de Melilla y el

Bajá del campo fronterizo) España adoptará en principio una actitud, compartida por autoridades

civiles y militares, que posteriormente se volverá a repetir a comienzos del siglo XX : lo que desea

el Gobierno español ante todo es procurar evitar que se vuelvan a repetir incidentes fronterizos con

las cabilas próximas a la ciudad, de forma que no se llegue a una situación como la que desembocó

en el conflicto de 1893-4. Para ello, la máxima será estar siempre buscando la amistad de quien

ejerza de facto un control permanente sobre el territorio próximo a Melilla, y en el caso de

suscitarse un conflicto entre los propios marroquíes (cabilas-Majzén), decantarse por una

neutralidad más o menos estricta. Ante todo, las autoridades de Melilla no podían ni debían, bajo

ningún concepto, enemistarse con las tribus circundantes.

5.2. Reconstitución del servicio de espionaje español en el Sus.

1897 iba a comenzar con un reforzamiento de la acción española en las provincias del sur del

Sultanato, y en concreto en el estratégico -por su vecindad a Canarias- territorio del Sus. La

actividad en ese sector había quedado interrumpida durante el año anterior por el asesinato del espía

español el Morabet. Pero este cortocircuito fue rápidamente resuelto, cuando la familia del finado

permaneció fiel a la causa de España, lo cual permitiría al cónsul en Mogador reconstruir en breve

lapso de tiempo la dañada red de información, la cual reanudará sus actuaciones a finales de

Enero. El principal informante del consulado de Mogador era ahora Brahim el Boamrani, yerno de

El-Morabet, que se había desplazado al territorio de Ait Bu Amara, donde tenía fuertes contactos

con un grupo liderado por otro agente español, el Mokadem Hammed-Bel-Hassen. Las

465
Madariaga, M. R. de: España y el Rif. Crónica de una historia casi olvidada, Melilla, U.N.E.D. / Ciudad
Autónoma de Melilla, 1999.

286
informaciones a las que tuvo acceso El Boamrani se centraban en el hecho de que los disturbios

habían cesado momentáneamente en el Sus, por la intervención pacificadora - a instancias del

Sultán- del santón ash-Shaykh Mâ´al- ´Aynîn, quien había utilizado su notable prestigio religioso y

político para conseguir la instauración de la paz en el territorio.

Sin embargo, los enfrentamientos en el Sus no iban a terminar totalmente: las noticias

aportadas por los agentes españoles vinieron a revelar un recrudecimiento de las hostilidades. El

hijo de Sidi Hussein mantenía una actitud ambivalente: en apariencia, permanecía fiel a la causa del

Sultán, pero reservadamente repartía dádivas y dinero entre todas las cabilas que querían servir a su

causa.466 A mediados de Marzo, y dado que las prédicas pacíficas de Shaykh Mâ´al- ´Aynîn no

habían tenido un éxito completo, Abd al- Aziz se decidió finalmente a recurrir a la violencia,

repitiendo siempre la gradación y la jerarquización, de pasos muy pautados, que mantenían los

Sultanes en sus relaciones con sus súbditos rebeldes. Nunca se utilizaba con ellos la violencia o la

fuerza como primera opción, sino que ésta era una última medida, precedida por todo un conjunto

de negociaciones en las que intervenían los ulemas, los santones o los chorfa, hombres santos y

sabios con gran prestigio que estaban al margen de las luchas de honor intertribales, y que eran

claves para calmar los ánimos y permitir que se alcanzara una solución pactada, sin grandes

derramamientos de sangre. Una expedición imperial estaba atacando a los rebeldes en Estuca, y de

hecho, las protestas españolas parecían en esta ocasión haber encontrado eco entre el Majzén, pues

se estaba persiguiendo a los asesinos de al-Morabet. Sin embargo, las prédicas de los rebeldes

buscaban una insurrección generalizada de todas las tribus del Sus a las que llamaban a congregarse

en torno al río Massa. Tanto el caíd de las tropas imperiales, El Guillul como su contrincante, el

hijo de Hussein intentaban comprar voluntades utilizando el mismo procedimiento: el reparto de

dinero entre los miembros de las cabilas.

466
Vicente Samaniego, primer Secretario de la Legación española en Tánger al Ministro de Estado español, Duque de
Tetuán. Despacho no. 27. 1 de Marzo de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 66 / Ex. 2.

287
Las siguientes misivas remitidas a Ojeda por el consulado en Mogador relataban como la

tropa imperial parecía consolidar su control sobre el terreno y había destruido la casa del asesino

del agente español, un individuo llamado Hammed Ben Abdellah.467 Sin embargo, los recursos

económicos empleados por el hijo de Hussein parecían no tener fin, y el caso era que la sublevación

no hacía sino acrecentarse, poniendo en graves apuros a las fuerzas del Sultán y cortando las

comunicaciones entre Agadir y Massa.468 A comienzos de Abril, el consulado de España en

Mogador dibujaba un panorama desalentador: los informantes españoles comunicaban que la mayor

parte de los habitantes del Sus estaban sublevados contra la autoridad del Sultán; se había

producido la formación de un potente ejército rebelde en los márgenes del río Massa y parecía

inevitable un enfrentamiento definitivo con las tropas imperiales. La situación crítica había

impulsado al Majzén a proclamar y pregonar por todos los zocos del territorio, la exención total de

impuestos por parte del Sultán a toda la población de la región, así como la condonación de todas

las deudas y deberes contraídos con el gobierno marroquí. El Sultán por otra parte seguía la

política de repartir grandes cantidades de dinero entre las cabilas como la de Ait Bu Amara que

todavía no se le habían opuesto directamente.469 La gota que empezó a colmar el vaso de la

paciencia española fue la evidencia de que ciertos intereses mercantiles ingleses se interesaban

seriamente en asentarse en el territorio. En efecto, la Legación en Tánger llegó al conocimiento de

que poco antes, el representante de una compañía comercial británica (un coronel retirado del

ejército) había llegado a Tánger de paso en su camino hacia la Corte Imperial, donde se proponía

tratar con el gobierno marroquí la concesión para su empresa de ciertos privilegios en régimen

monopolístico en lo tocante a la explotación de los territorios del Sus y Nun.470 Para lograr sus

467
Ibidem. Vicente Samaniego al Ministro de Estado español, Duque de Tetuán. Despacho no. 30. 12 de Marzo de
1897.
468
Ibidem .Emilio de Ojeda a Tetuán Despacho no. 36. 19 de Marzo de 1897.
469
Ibidem .Emilio de Ojeda a Tetuán. Despacho no. 52. 21 de Abril de 1897.
470
Véanse los intentos de las Sus and North African Trading Company Limited y The Globe Venture Syndicated
Limited por monopolizar todo el comercio que se hacía en el Sus, así como el proyecto de explotación minera de la
Sakia al-Hamra por parte de la compañía The North West African Mineral Concessions Limited, en T. García Figueras,
“España en el Sur de Marruecos y en el África Occidental”, África, Revista de Tropas Coloniales, Ceuta, 1934, pp.
189-196.

288
propósitos esta compañía estaba dispuesta a sobornar y comprar la voluntad de los personajes más

influyentes del Majzén, intención que por otra parte no ocultaba en demasía. Sir Arthur Nicolson, el

Ministro Plenipotenciario británico intentó calmar los ánimos españoles. Con todo, el gran Visir,

Ba Ahmed, opuesto intransigentemente a cualquier intento de penetración imperialista en el país se

negó a estudiar el tema, dada su postura habitual de rechazar terminantemente todo género de

concesiones a las potencias europeas. De hecho, Nicolson refirió a Ojeda en el curso de sus

conversaciones la existencia de un documento en forma de carta oficial dirigida por el Gran Visir a

la legación Británica anunciando la resolución del Gobierno jerifiano de oponerse, incluso

mediante el uso de la fuerza, si era necesario, al establecimiento en el Sus de colonias o

establecimientos comerciales de cualquier género.471 A mediados de Mayo, sin embargo, las

noticias que llegaban del Sus no hablaban de que se afianzara la autoridad imperial, ni de que se

entrara en una dinámica distinta: un gran número de cabilas entre el Wad-Nun y el Wad-Massa se

habían sublevado contra el Majzén; únicamente aquellas que habían recibido dádivas imperiales,

permanecían en sus poblados, sin unirse a la sublevación.472 A pesar de lo contradictorio de los

rumores que circulaban sobre la real trascendencia de los hechos, se daba una circunstancia que

reforzaba la creencia en la gravedad de los mismos y era el cese del tráfico comercial entre Sawira

(Mogador) y los territorios del Sus y Nun. El mercado de Mogador llevaba desabastecido semanas

enteras de todos los artículos y productos procedentes de estas dos regiones. Sin embargo, cuando

más pesimistas eran los informes para la causa del Sultán, el comienzo del verano coincidió con el

triunfo del ejército imperial desplazado al territorio. A Tánger llegaba procedente de Mogador la

noticia de la victoria de los askaris, acompañada de la certeza de que el hijo de Hussein Ibn

Hashem, el principal instigador y promotor de la revuelta se encontraba cercado por las tropas del

471
Emilio de Ojeda al Ministro de Estado español, Duque de Tetuán. Despacho no. 61. 4 de Mayo de 1897. A. G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 66 / Ex. 2.
472
Ibidem .Emilio de Ojeda a Tetuán. Despacho no. 65. 12 de Mayo de 1897.

289
Sultán, creyéndose muy probable su captura, con la cual la rebelión estaba llamada a sufrir un

colapso total. Ello significaba la tan deseada pacificación de todo el territorio. 473

España iba a seguir manteniendo sus recelos y una atención plena sobre la región, sobre la

que tantos esfuerzos, costosos y prolongados estaba vertiendo. El contrabando de armas desde

Canarias teniendo como meta de destino las costas susíes no iba a cesar, ni tampoco los intereses

británicos en penetrar en el territorio. Es por ello que, dos años y medio después, en el curso de su

ofensiva imperialista sobre Marruecos, el gobierno de Silvela pretenderá aprovechar la debilidad

del Majzén y su incapacidad para cortar el tráfico de armas desde las playas canarias para ganar la

partida al Reino Unido y, en menoscabo de la soberanía marroquí, conseguir que le fuera otorgado

a la Marina de guerra española, el derecho de patrullar en las aguas susíes.

5.3. Se reanudan los problemas en Melilla.

En el otro extremo del país, se vivían momentos de tensión, que venían a coincidir con el

empuje de la penetración extranjera en la región. Las autoridades militares de Melilla a comienzos

de año presagiaban el surgimiento de problemas, cuya responsabilidad achacaban, como venía

siendo tradicional, a la dejadez de los delegados imperiales.474 Ciertos movimientos sospechosos de

algunos cabileños junto al río Oro durante la noche del 8 de Enero habían alarmado al gobernador

militar, y se traducían inevitablemente en una protesta de la Legación española ante el Delegado del

Sultán en Tánger, Mohammed Torres, insistiéndole para que ejerciera presión sobre el Bajá del

campo fronterizo y reiterándole la necesidad del cumplimiento de las tareas de vigilancia que los

askaris debían de ejercer durante las noches en los límites fronterizos del territorio marroquí a fin

473
Ibidem. Emilio de Ojeda a Tetuán. Despacho no. 100. 30 de Junio de 1897.
474
En Enero de 1897, el Teniente de Ingenieros, Nicomedes Alcayde (autor en 1896 del proyecto de construcción de
una carretera que debía unir los baluartes defensivos de Melilla; proyecto descartado por el Ministerio de la Guerra)
estaba elaborando por encargo de la Comandancia Militar de Melilla nuevos proyectos para proteger los barrios de
Santiago y el Polígono, previendo nuevos ataques de las cabilas circundantes. Telegrama del Coronel de Ingenieros de
la Comandancia de Melilla al Comandante General de la Plaza. 4 de Enero de 1897. S.H.M. Archivo de la
Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.

290
de que ningún rifeño penetrara sigilosamente en el campo español.475 Sin embargo, no se trataba del

inicio de una acción hostil contra la plaza, como se había temido: ahora se estaba iniciando una fase

de hostilidad creciente entre algunos elementos de la cabila de Beni-Sicar y el Bajá, que alcanzaría

su momento culminante a mediados de Febrero. En telegrama del día 12, el Comandante General

notificaba a la Legación en Tánger, que el caíd del campo fronterizo había arrestado recientemente

a siete cabileños, lo cual había excitado notablemente los ánimos entre los miembros de esta tribu.

Los acontecimientos se precipitaron, involucrando a la autoridad española en Melilla cuando el 16

de Febrero diversos notables de Beni-Sicar y Kelaia dirigían una carta al comandante general de la

plaza protestando ante el hecho de que el Bajá del campo fronterizo efectuase detenciones de

algunos rifeños en el territorio español. 476

De todas maneras, casi de manera automática, se habían dado los primeros pasos tendentes a

evitar el estallido de la violencia. Se trataba de la puesta en marcha de una serie de instrumentos de

mediación propios de la sociedad tribal rifeña. Esta se hallaba caracterizada por la ausencia de una

estructura política centralizada, pero al mismo tiempo estaba dotada de elementos como los

santones, ulemas y chorfa, que reconocidos por sus virtudes ascéticas o místicas, por su erudición

o por un cierto carisma taumatúrgico mediaban entre los cabileños y evitaban los conflictos y los

episodios de violencia que algunos autores erróneamente -como es el caso de David Montgomery

Hart o D. Woolman 477- atribuyen a la sociedad rifeña.

En este caso había sido el santón Puntilla quien había calmado los ánimos de Beni-Sicar y

había prometido ejercer su influencia con el caíd a fin de obtener la libertad de los detenidos. Sin

embargo la resuelta negativa del caíd que, bajo escolta, trasladó a los presos al interior, acabó por

desautorizar la intervención del santón en el conflicto y provocó una abierta sublevación de la


475
Emilio de Ojeda a Tetuán. Despacho número 6. 12 de Enero de 1897.A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 133 / Ex. 1.
476
“Carta dirigida por los notables de Beni- Sicar y Guelaya al Comandante General de la Plaza de Melilla en orden a
si las autoridades marroquíes pueden hacer detenciones de moros en el campo de la plaza“. 16 de Febrero de 1897.
(S)ervicio (H)istórico (M)ilitar. Archivos de la Comandancia General de Melilla. Rollo 167.
477
Véase Hart, D.M.: The Aith Waryaghar of the Moroccan Rif: An Ethnography and a History,Tucson, The
University of Arizona Press, 1976; también: Woolmand , D. S.: Rebels in the Rif. Abd el Krim and the Rif Rebellion.
Stanford y Londres, California and Oxford University Press, 1969. Hay traducción al español en Ed. Península.

291
cabila, cuyos integrantes se negaron a seguir obedeciéndolo como delegado del Majzén, y tras la

reunión de la yemâ ´a, procedieron a elegir a otro caíd, quien en el futuro debía de representarles

ante el Gobernador militar de Melilla y ante la Plaza.

Vemos pues que no se trata de un movimiento secesionista o independentista, ni de una

ruptura con el poder central. Los Beni-Sicar siguen acatando la autoridad del Sultán y la del

gobierno marroquí. Su acción está desprovista de cualquier referencia política: no persigue un

proyecto más o menos decidido de recuperar su autonomía, de la que habían gozado desde el siglo

XVI cuando la presencia de portugueses y españoles en el Rif empieza a ser constante, y ante la

cual ellos habían ejercido la función histórica de ser los baluartes defensivos de Marruecos en la

lucha contra los invasores extranjeros. No es por lo tanto un rompimiento con el Majzén, sino que

en las raíces del levantamiento está la solidaridad familiar, rasgo muy acusado en esta sociedad, en

la que la familia, la sangre, las relaciones de parentesco son la fuente de la solidaridad comunitaria,

los órganos de expresión del Islam más importantes, y las instituciones que controlan todo el

entramado social.478 Con todo, el hecho de que sólo se levantaron en armas fracciones de la cabila y

no la globalidad de la misma lo demuestra el hecho de que entre los Beni-Sicar siguen existiendo

partidarios del caíd, cuyas casas son inmediatamente incendiadas y destruidas. Ante las

proporciones de la sublevación, el caíd se replegó a la Alcazaba o fortaleza de Frajana,

permaneciendo en ella a la defensiva , dotado de un cañón Plasencia y contando con el apoyo de los

soldados regulares imperiales, los askaris y de los cabileños de Mazuza y otras tribus próximas a la

fortaleza. Sin embargo, el contingente del Delegado imperial no parecía muy dispuesto a

contraatacar, y los dos bandos permanecían frente a frente, en actitud expectante, a punto de iniciar
479
la gradación pautada de negociaciones típica del funcionamiento social marroquí. La actuación

española se vino a moldear en torno a una única premisa: la paz de Melilla no debía verse alterada

478
Véase Aixelà Cabré, Y.: El Rif, el otro occidente: una cultura marroquí, Valencia, Museo de Etnología de la
Diputación, 1999, pág. 19.
479
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro Plenipotenciario de España, Emilio de Ojeda. 12 de
Febrero de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica. Caja 69 / Ex. 3; Emilio de Ojeda a Tetuán. 13 de Febrero de 1897.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 199 / Ex. 1.

292
por los enfrentamientos entre ciudadanos marroquíes. Sentada esa base, las protestas españolas ante

el Delegado imperial en Tánger, puesto que ocupaba eventualmente Mohammed Lebbadi, volvían a

insistir machaconamente en responsabilizar al Majzén de cualquier perjuicio que pudiera derivarse

para la plaza de la sublevación. Lebbadi se limitaría a tomar nota de la petición española; tanto él

como Mohammed Torres tenían que deliberar por si era necesario acudir al Comandante General de

Melilla a fin de que acogiera en la ciudad al caíd, en caso de tener que abandonar sus posiciones en

Frajana.

Dado que los mecanismos de intermediación no habían conseguido resolver el conflicto, éste

se agudizaba a mediados de Marzo. El día 18, la guarnición de Melilla advertía como se había

iniciado un intenso fuego de fusilería entre los Beni-Sicar y los defensores del Bajá. Los combates

tenían lugar en las inmediaciones de la plaza, a dos kilómetros de sus límites fronterizos, sin que en

modo alguno enturbiaran la vida de la ciudad española. La guarnición tenía estructurada su red

local de informantes nativos, que eran los portadores de las noticias que cada noche recibía el

Comandante General, por las que podía informar a Madrid con puntualidad de los acontecimientos.

Tales noticias venían a remarcar el carácter de conflicto muy localizado que tenía la revuelta: según

los confidentes, gran parte de las fracciones de la cabila permanecían en sus aduares, sin

inmiscuirse ni participar en los combates; tal hecho había facilitado las contrarazzias de los askaris

que habían quemado gran parte de las casas donde residían las fracciones en lucha contra el

gobernador. Además de ello, el apoyo a éste por parte de Mazuza y de las cabilas cercanas a

Frajana seguía siendo muy firme y no se preveía un resultado desfavorable para las tropas

imperiales. 480 El peligro para España parecía, momentáneamente, conjurado.

A mediados de Marzo, siguiendo las instrucciones remitidas desde la Corte, Sid Mohammed

Ben Mohammed Lebbadi, miembro de la Delegación Imperial en Tánger remitía una breve nota

oficial a la Legación española. En ella Lebbadi planteaba la necesidad de la colaboración española

para atajar las prácticas contrabandistas en las playas de Alhucemas. El Majzén solicitaba de las

480
Ibidem .Telegrama del Ministro de Estado español, Duque de Tetuán a Emilio de Ojeda. 19 de Marzo de 1897.

293
autoridades de la plaza que se prohibiera a las embarcaciones rifeñas acercarse al islote481 y cargar o

desembarcar mercancías en él.482 La nota quedaría sin respuesta española,483 por lo que el día 21,

Ben Mohammed Lebbadi volvía a la carga: las órdenes jerifianas que había recibido eran muy

estrictas, lo cual era una buena muestra de la voluntad de Abd al-Aziz de mantener la paz y el orden

en las costas del Imperio, y de evitar los incidentes diplomáticos que se sucedían a consecuencia del

fenómeno contrabandista. El Sultán estaba firmemente decidido a atajarlo, pues sabía que

haciéndolo, aseguraba la paz, la independencia y la soberanía de su nación. Al puerto de Tánger

acababa de llegar un vapor inglés procedente de Alhucemas, transportando hasta 250 rifeños, y

Lebbadi juzgaba peligroso que se produjera una afluencia tan masiva al tranquilo ámbito urbano

tangerino de unas gentes que con frecuencia llevaban abundante armamento oculto adquirido a

través del tráfico ilegal. Este ejemplo lo sacaba a colación el funcionario majzení para hacer entender

a España cómo la buena voluntad, los buenos deseos del Sultán chocaban irremediablemente con

una realidad no deseada, impuesta desde el exterior y que alteraba la seguridad y el orden de todo el

Imperio, no sólo de las recónditas playas rifeñas; podía trascender hasta territorios o zonas seguras,

controladas por el Majzén. Y todo ello debido a la excesiva proliferación del contrabando por parte

de los buques europeos. En su respuesta, Ojeda se limitó a hacer oídos sordos a las demandas

majzeníes: admitió la visita frecuente a las plazas españolas en el Rif de faluchos y cárabos rifeños

que desembarcaban y a la vez hacían en ellas acopio de mercancías, pero arguyó, a continuación,

que este comercio estaba regulado o sometido por las disposiciones aduaneras españolas, se ceñía a

unas ordenanzas legales y por lo tanto tenía un carácter de legitimidad que no se podía alterar. Es

más: negó con vehemencia que estas embarcaciones fueran susceptibles de entregarse a operaciones

481
Lebbadi argüía que chalupas y botes rifeños, notoriamente contrabandistas y sin documentación alguna, eran
admitidos en Alhucemas recogiendo en este puerto cargamentos ilícitos procedentes de Gibraltar u otros puntos.
482
Nota de Sid Mohammed Ben Mohammed Lebbadi dirigida a la Legación Española en Tánger, pidiendo en nombre
del Sultán la prohibición por el Gobernador de Alhucemas de que las embarcaciones rifeñas se aproximen a aquella
plaza.15 de Marzo de 1897 A.G.A.África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 194 / Ex. 2.
483
El Ministro Plenipotenciario español quedaría descargar la culpa de la práctica del contrabando en el gobierno
marroquí, señalando que le correspondía al Majzén extremar la vigilancia en la costa. En caso contrario, Ojeda ofertaba
la posibilidad de que unidades de la Marina española realizasen la correspondiente vigilancia. Incluso señaló la
conveniencia de que el Gobierno marroquí regularizara el tráfico comercial en el Rif central, instalando una aduana en
Alhucemas.

294
delictivas, dentro de los límites de la jurisdicción española. Ahora bien, existía un segundo tipo de

naves que buscaban refugio en las plazas españolas por motivos varios o que simplemente cruzaban

las aguas jurisdiccionales sin efectuar operaciones de embarque y desembarque, que naturalmente

estaban exentas de cualquier tipo de fiscalización, y en este caso era a los delegados imperiales en el

Rif a los que les correspondía ejercer el control y la vigilancia. Aprovechaba Ojeda esta

categorización en el tipo de buques que acudían a Alhucemas y a Vélez de la Gomera para dar

absolutamente la vuelta del revés a la discusión, y para acusar de impotencia al Gobierno de

Marruecos para remediar aquel estado de cosas:

"El Gobierno marroquí no se cuida de extirpar el tráfico ilícito, omitiendo la


necesaria vigilancia de sus costas y el establecimiento de una Aduana (en Alhucemas) que
como en Melilla podría fiscalizar las operaciones comerciales".484

Era al Majzén a quien le competía esforzarse por realizar una vigilancia estricta de las costas

rifeñas, aunque España -indicaba en su contestación el diplomático- estaba dispuesta a colaborar en

gran medida. Así, Ojeda abría la puerta para solicitar del Majzén el derecho para que el Ejército o

la Marina españoles pudiesen patrullar las playas o vigilar las aguas marroquíes, fuera de los límites

jurisdiccionales españoles. Por otro lado, se negaba rotundamente a que España fiscalizase en el

futuro el embarque desde Alhucemas de contingentes numerosos de rifeños, y el hecho de que este

embarque fuese susceptible de crear altercados y por consiguiente problemas entre los dos

países.485 Argüía Ojeda que en dicha guarnición, el puerto estaba separado de la plaza propiamente

dicha por fuertes puertas y murallas, y que los rifeños que se embarcaban en el lugar para

trasladarse a Tánger u otros lugares no debían de penetrar dentro del recinto fortificado.486 La

respuesta de Ojeda fue remitida a Madrid. Allí fue objeto de estudio y análisis por los servicios

respectivos de los Ministerios de Guerra y Estado. Consta documentalmente que en el primero de

484
. Nota de contestación de la Legación española dirigida a Sid Mohammed Ben Mohammed Lebbadi. 22 de Marzo de
1897. A.G.A.África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 194 / Ex. 2.
485
Ojeda remitió un informe al Ministerio de Estado señalando que la pretensión del Majzén era la de que el Gobierno
español prohibiese completamente el embarque en Alhucemas de los peregrinos a La Meca procedentes del Rif.
486
.Nota de contestación de la Legación española ...documento ya citado. A.G.A.África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 194 / Ex. 2.

295
ellos se hizo un encendido elogio de la actuación del Ministro Plenipotenciario, refrendando los

argumentos que había empleado para contestar a Mohammed Lebbadi. La Real Orden del Ministro

de la Guerra de 6 de Mayo, que recoge y sostiene las afirmaciones vertidas por el Comandante

General de Melilla en un informe dirigido a Madrid el 27 de Abril, añade textualmente al respecto:

"(...) tengo el honor de informar a V.E. (el Ministro de Estado a quien va dirigido el
documento) que encuentro muy conforme y oportuno cuanto dicho Excmo. Señor Ministro
Plenipotenciario ha manifestado, pudiendo V.E. abrigar la seguridad de que en la plaza de
Alhucemas y en las demás de esta Comandancia General se evita, en lo posible, todo
género de contrabando y contravención á los Tratados vigentes entre ambas naciones,
siendo por lo demás hasta dificultoso el apercibirse del que fuera de dicha plaza pueda
llevarse a cabo en este litoral o sus inmediaciones".487

A su vez estos informes, con el visto bueno del Gobierno, servían de base para una nueva

nota de contestación a Lebbadi que se remitía a la Delegación Imperial en Tánger el 30 de Mayo.

Con respecto al embarque masivo de rifeños procedentes de Alhucemas, las autoridades melillenses

habían averiguado que se trataba fundamentalmente de cabileños de Aït-Urriaguel, y que su viaje

en el vapor Gibraltaric había sido permitido, a instancias e iniciativa del Bajá del Campo fronterizo

de Melilla que insistentemente lo había venido solicitando al Comandante General. 488

La estación estival supuso una pausa en los combates en Melilla, pausa que el Majzén intentó

aprovechar incansablemente con paciente calma para intentar extirpar las causas originarias de los

últimos acontecimientos vividos en el Rif a causa del asalto del Prosper Corin y Sevilla. Germain

Ayache cita hasta tres cartas remitidas por el Sultán en el breve lapso de tiempo que media entre el

27 de Julio y el 5 de Septiembre, exhortando a sus Delegados en Tánger, Mohammed Torres y

Mohammed Lebbadi a retomar las conversaciones con los Ministros de España e Inglaterra sobre el

fin de la actividad contrabandista. Los archivos españoles nos permiten conocer asimismo la

presión continua , en el mismo sentido aunque en un grado inferior de los Administradores de la

487
Ibidem .R.O. de 14 de Mayo del Ministerio de Estado dirigida a la Legación Española en Tánger.
488
Ibidem. Nota de contestación de la Legación española dirigida a Sid Mohammed Ben Mohammed Lebbadi. 30 de
Mayo de 1897

296
Aduana marroquí de Melilla y de los Bajaes y caídes de los campos fronterizos de las islas

Chafarinas, Alhucemas y Peñón de Vélez de la Gomera, insistiendo ante el Ejército español, para

que éste tomara medidas conducentes a evitar la introducción en el Imperio jerifiano de todo tipo de

mercancías de contrabando, que no sólo se sustraían al pago de los consabidos derechos de aduana

a los Delegados majzeníes, sino que surtían con un flujo continuo de armas de diverso calibre y

municiones a los conatos de sublevación en el Rif. Las quejas marroquíes llegaban hasta el extremo

de solicitar de España la prohibición del desembarco en las plazas citadas de mercancías

susceptibles de ser introducidas ilegalmente en el Sultanato. En sus cartas a sus delegados en

Tánger, el Sultán señala que el contrabando había aumentado notablemente en las últimas semanas

y así citaba el hecho de que el 13 de julio un barco había llegado desde Gibraltar al islote de

Alhucemas, donde había desembarcado más de setecientos barriles de petróleo y una gran cantidad

de tejidos que habían desaparecido inmediatamente del recinto militar, siendo transbordados a las

embarcaciones rifeñas.489

La documentación española confirma este hecho, hasta ahora sólo datado en los archivos

marroquíes de la Niaba en Tánger - Delegación imperial ante las Potencias europeas- instalados en

la actualidad en Tetuán. Las fuentes españolas amplían el número de barcos contrabandistas

transitando aquellos días por las aguas rifeñas a dos, y citan la nacionalidad, española, y el nombre

de uno de los buques, el Benjamin Haynes, que también transportaba gran número de sacos de

harina que al igual que el petróleo y los tejidos habían sido desembarcados en el Peñón de Vélez y

Alhucemas. Este transporte respondía a un pedido efectuado por comerciantes establecidos en estas

dos plazas. Además de permitirnos entrever la estructura de funcionamiento del tráfico

contrabandista que tenía su base de operaciones en Alhucemas y que este tráfico, a pesar de ser

conocido por las autoridades españolas, no era reprimido ni atajado por las mismas, los documentos

nos permiten saber que el caíd del campo fronterizo de Melilla, Mohammed Anflus, al enterarse de

489
Ayache, G.: op. cit., pag. 108.

297
los hechos había protestado -en unión de los Administradores de la Aduana marroquí- siendo

absolutamente desatendida su petición por el Comandante General.490

Por su parte, las autoridades militares no estaban dispuestas a ceder un ápice ni a prestar su

colaboración para la extirpación del tráfico contrabandista. Lo mismo ocurría con el gobierno

español; tanto éste como el gobierno británico respondían a Mohammed Torres con buenos

consejos y apremiaban al Sultán para que por sus propios medios asumiera la vigilancia de la costa

marroquí.491

El Comandante General de Melilla argüía en sus respuestas viejos argumentos: eran los

delegados locales del Majzén en los respectivos campos fronterizos los que gozaban de la estricta

responsabilidad de la vigilancia y el control de playas y límites; era por lo tanto el incumplimiento

de sus funciones o un mal ejercicio de las mismas las que originaban el tráfico ilegal de mercancías.

Las plazas españolas eran por ley puertos francos y las autoridades militares no podían establecer

restricción o traba alguna a los buques que acudían a ellas semanalmente desembarcando

mercancías consignadas legalmente, las cuales tenían como destinatarios a comerciantes o

individuos establecidos en las plazas. Por otra parte, el Ejército no estaba facultado para

interponerse en el libre comercio llevado a cabo en el interior de las guarniciones; el liberalismo

económico era incompatible con una fiscalización militar, por lo que en definitiva se acababa por

admitir la propia incapacidad de los militares para supervisar los intercambios e interrumpir el

tráfico ilegal de mercancías.492 Sin embargo, Abd al- Aziz no se dio por vencido. En una de sus

cartas a Mohammed Torres fechada el 16 de Agosto, el joven Sultán insistía en las provocaciones

que cometían los contrabandistas españoles, desapareciendo sin servir los pedidos con el dinero

que les habían confiado como pago previo algunos notables rifeños. Ello propiciaba las ansias de

venganza de los habitantes del Rif y explicaba el ensañamiento con que en la última algarada

490
Nota de protesta del caíd del campo fronterizo de Melilla, Mohammed Anflus formulada ante el Comandante
General de Melilla, Alcantara. 12 de Julio de 1897. A. G. A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 199 / Ex. 1.
491
Ayache, G. : op. cit., pag. 108.
492
Informe de Juán Nuñoz y Vargas, Subsecretario del Ministerio de Guerra dirigido al Duque de Tetuán, Ministro de
Estado español. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 199 / Ex. 1.

298
"pirática" los Bocoyas habían combatido contra el vapor Sevilla, escondiéndose en el asaltado

Prosper Corin para de esta manera engañar a los españoles, emboscarlos y fusilar a quemarropa

tanto a la tripulación del correo como a los soldados del regimiento de África cuando confiados en

que el buque francés estaba abandonado y sin tripulantes, se habían aproximado a él para abordarlo

y conducirlo a Alhucemas. La carta de Abd al- Aziz contenía la relación de una serie de agravios y

de estafas cometidos contra ricos rifeños por capitanes de buques contrabandistas españoles, y

remarcaba la muerte de un acomodado cabileño, asesinado y despojado de sus bienes en territorio

español (en el recinto de la plaza de Alhucemas) sin que el gobernador militar hubiera instruido

diligencias, ni reparado el horrendo crimen, devolviendo lo robado a la familia de la víctima. El 5

de Septiembre, era el Gran Visir, Bu Ahmed Ben Moussa el encargado de escribir a Torres: le

recalcaba que los navíos contrabandistas desembarcaban con frecuencia sus mercancías, antes de

introducirlas en territorio marroquí, en la misma plaza de Alhucemas y le incitaba a acabar - de una

vez – ante el cuerpo diplomático con el viejo tópico de la " piratería rifeña", convenciéndole de la

falacia de este mito. Los rifeños no eran piratas; los Bocoyas escogían meticulosamente a sus

víctimas, ya que atacaban a buques pertenecientes a la/s nacionalidad/es a la/s que pertenecían sus

deudores. La prueba de que la finalidad de sus actos no era el saqueo o el robo sino la venganza, era

el hecho de que no tocaban los cargamentos o las mercancías de los bajeles asaltados,

contentándose con capturar como rehenes a un número determinado de sus ocupantes. Por último,

Bu Ahmed indicaba a Torres que los ministros de las potencias europeas representadas en Tánger

debían de aconsejar a sus buques nacionales el no dedicarse al contrabando en las costas

marroquíes, lo que evitaría cualquier enfrentamiento futuro. 493

El breve interludio pacífico que se vivió en el Rif durante el estío fue utilizado por el

Ministro Ojeda para poner de manifiesto la carencia de una fuerza naval española adecuada a los

intereses nacionales en el Imperio marroquí. Estas carencias no hacían -en opinión del diplomático-

sino rebajar el prestigio internacional de España y le impedían tomar eventuales posturas de fuerza

493
Ayache, Germain: op. cit, pag. 109.

299
necesarias en algunas fases de las negociaciones con el Sultán. Por ello, se unía a las peticiones de

la Comandancia de Melilla, destinadas a reforzar la dotación naval de esta plaza con el envío de dos

cañoneras aptas para el tipo de misión de patrulla colonial: navíos de poco calado, muy rápidos y

dotados de piezas ligeras y de tiro rápido. 494

El verano fue aprovechado también por la Legación española en Tánger para poner en

marcha el proceso de reclamación de indemnizaciones para las víctimas del ataque al vapor-correo

Sevilla. La diplomacia española no actuó de manera autónoma; parecía supeditada -desde el

incidente del Prosper Corin- a las iniciativas francesas.495 Por ese motivo procuró concentarse con

ellas a la hora de pedir al gobierno marroquí una suma de dinero como compensación a las cinco

víctimas españolas de los combates (los fallecidos Manuel Nebro, fogonero del vapor; el soldado

del regimiento de África Luis Puigcerver Pons y el abogado cubano -ciudadano español- Oscar de

los Reyes, deportado a las islas Chafarinas y dos marineros más de la tripulación del Sevilla,

Andres Ventura y Antonio Martín, que habían resultado severamente heridos). Antes de iniciar las

reclamaciones, Ojeda desde Tánger reclamó del Ministerio de Estado la conveniencia de

concertarse con Francia, pues el gobierno galo también iniciaba un proceso similar en espera de

obtener una indemnización por el marinero fallecido del Prosper Corin. La Embajada española en

París se encargó de los trámites no recibiendo una respuesta directa del Quai d´Orçay. Se le

contestó que las instrucciones del gobierno republicano estaban ya en la Legación de Francia en

Tánger y remitían a ese nivel diplomático para que Ojeda buscase un acuerdo directo con el

Ministro Plenipotenciario, Baylin de Monbel. La tramitación fue muy rápida, y el 7 de Julio, el

494
Telegrama de Ojeda al Duque de Tetuán. 28 de Agosto de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 102 / Ex. 2.
495
En un momento en que la penetración francesa en el septentrión marroquí se hacía más evidente. En un episodio
más del “scramble for the Riff“, la carrera por la penetración en la región el 20 de Agosto el Ministerio de Estado
remitía una comunicación al gobernador general de Melilla indicando la creación de los servicios regulares semanales
por parte de una línea de vapores francesa entre Nemours en Argelia y Tánger haciendo escala en Gibraltar, Melilla y
Tetuán , albergando la pretensión en el futuro de hacer igualmente escala en Ceuta y en algunos otros puntos del litoral
rifeño, para lo cual se hacían gestiones ante el Majzén. Esta línea de vapores debía hacer escala en Alhucemas y Peñón
de Vélez.

300
representante español remitía a Ben Mohammed Lebbadi una durísima nota de reclamación, 496 que

el Majzén no tuvo más remedio que admitir. Ahora bien, el Sultán no cejó en su intento de

apaciguar la región rifeña. Sabedor como era de las causas reales del ataque al buque español, y

capaz -con una mente fría, muy racional y aguda- de hacer una lectura analítica correcta de las

causas del descontento de los rifeños, quiso prevenir un ulterior movimiento de venganza de éstos.

Ello no haría sino empeorar la evolución de los acontecimientos y dar pie al surgimiento de nuevos

problemas, lesivos para los intereses del Imperio. Por ello, Abd al- Aziz presionó -a través de

Mohammed Torres- al gobierno español para que éste, mediante un acto de gracia, tomara una

medida definitiva para llevar la paz a la región. En la plaza de Alhucemas seguían presos los doce

rifeños Bocoyas capturados por los españoles durante los combates que siguieron al asalto del

Prosper Corin, cuando los cabileños conducían a la playa a los marineros franceses secuestrados.

Allí permanecían presos y en espera de juicio. El Sultán pedía ahora a España, su inmediata

liberación. Una deferencia española a un gesto, el marroquí, asumiendo rápidamente el pago de las
497
indemnizaciones de las víctimas de los combates. El gobierno liberal sagastino, que había

acabado de sustituir al conservador post-canovista presidido por el general Azcárraga, una vez

asesinado Cánovas, no varió un ápice la política de línea dura con el Majzén marcada por su

predecesor durante ese año: no se iba a efectuar una concesión de gracia que conllevase la

infracción o alteración de la legislación vigente en España contra la represión de la piratería. No por

ello, el Majzén rectificó su anterior actitud de comprometerse al rápido pago de las

indemnizaciones y a los pocos meses, el día 1 de Abril de 1898, Ojeda recibía de la Delegación

Imperial en Tánger la cantidad de 77.000 pesetas, importe de la reclamación formulada con motivo

del ataque al vapor Sevilla ( 25.000 pesetas en concepto de indemnización para las familias de cada

496
Nota oficial de reclamación por el ataque al vapor-correo Sevilla presentada por la Legación española en Tánger al
Delegado del Sultán, Sid Mohammed Lebbadi. 7 de Julio de 1897. A. G. A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 194 / Ex. 2.
497
Ibidem .Ojeda al Ministro de Estado español, Pío Gullón. Despacho número 173. 8 de Octubre de 1897.

301
una de las víctimas mortales y 1.000 pesetas para cada uno de los marineros del vapor-correo

heridos en el combate). 498

En el mes de Septiembre se reiniciaban las hostilidades en las proximidades de Melilla; una

reanudación de los combates con una particularidad nueva, como era la pérdida de apoyo social del

caíd Mohammed Anflus. Antes de que estallara de nuevo la rebelión, varios amghar-s o notables

rifeños vecinos de la plaza habían acudido a entrevistarse con el gobernador militar y le habían

planteado la imposibilidad de que Anflus continuara al frente del campo fronterizo.Según

manifestaron al general Alcántara, sus gestiones les habían llevado a ponerse en contacto directo

con la Corte, de la cual habían recibido varias cartas remitidas por el príncipe Muley Arafa,

apoyando sus pretensiones y en aquellos momentos se encontraban a la expectativa de una

resolución definitiva del Sultán. Las conversaciones de los notables rifeños con el general permitían

al gobierno español sacar varias deducciones bastante halagüeñas para la futura expansión

territorial en el Sultanato:

a) Los rifeños habían dejado de ser los fieros enemigos del pasado, los irreductibles

defensores de las marcas fronterizas del Norte del Imperio jerifiano. Los temores de los meses

pasados de que se estaban tejiendo movimientos extraños, hostiles en torno a la plaza se disipaban;

cada día que pasaba, calaba más hondo la idea de que la ciudad no iba a sufrir ningún asedio o

ataque por parte de las cabilas fronterizas. Estaban muy lejos las épocas del pasado, cuando

contingentes de cabileños del Rif participaron junto a las tropas del Majzen en todos los intentos de

los sultanes para recuperar las plazas ocupadas por España. También quedaba muy lejos el

momento en el que contingentes rifeños participaron aún junto a las tropas regulares del Sultán en

la guerra de 1859-1860 contra España, proporcionando graves quebraderos de cabeza a los

militares hispanos. Ahora, en el Rif se había producido una fractura social incipiente que España

podía explotar, ahondar, aumentar si quería en un futuro próximo apoderarse de todo el territorio.

498
Ibidem .Ojeda al Ministro de Estado español, J.M. Sánchez y Gutiérrez de Castro, Duque de Almodóvar del Río.
Despacho número 88. 22 de Junio de 1898.

302
b) Los rifeños o algunos notables rifeños empezaban a confiar en España, actitud de la cual

se podía sacar mucho partido. Se abría así la posibilidad de poner en marcha una política que

consiguiera desequilibrar la sociedad rifeña, granjeándose la amistad de los líderes locales. En este

sentido, era muy significativo el hecho de que los notables que acudían a Melilla a conferenciar con

Alcántara no lo hacían para negociar la base de un armisticio o de acuerdo de paz. Los rifeños

acudían a la plaza a solicitar consejo, a pedir ayuda, con el fin de que España orientara su acción

con respecto a Anflus, hasta que llegara la resolución definitiva de la Corte. Era difícil la decisión

de Alcántara ante estas muestras de confianza, y ante el optimista panorama que las conversaciones

con los rifeños permitían vislumbrar: daba la impresión de que la actuación del Gobernador del

campo fronterizo había exacerbado los ánimos de tal manera entre los rifeños que incluso aquellos

más fieles a la sumisión a la autoridad del poder central que él encarnaba, dudaban entre el deber de

sostener al máximo delegado del Majzén en el territorio, y la convicción de que Anflus no podía ni

debía continuar ocupando su puesto.

La actuación española vino, por lo tanto, marcada por una extrema prudencia. Alcántara hizo

una explícita declaración de neutralidad y aconsejó a los notables que procuraran evitar cualquier

tipo de enfrentamiento bélico con el Bajá, incitándoles a respaldar a Anflus hasta que se conociera

la resolución de Abd al- Aziz. Sin embargo hizo una concesión, un guiño a los rebeldes

manifestándoles que estaba dispuesto a acoger al caíd en territorio español, si éste solicitaba auxilio

y asilo en el mismo. 499

La prudencia que aconsejaba el gobernador de Melilla no iba a ser seguida por los cabileños.

Las conversaciones habían concluido con el ruego de los notables rifeños a las autoridades

españolas a fin de que éstas intervinieran ante el Majzén en favor de sus pretensiones urgentes; sin

embargo, a pesar de los conciliadores consejos del gobernador español, una asamblea celebrada en

Frajana había significado el reinicio de las hostilidades. Las palabras de los jefes y oficiales de los

499
Telegrama oficial cifrado del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 9 de Septiembre de 1897.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 199 / Ex. 1.

303
askaris imperiales allí acampados y del conjunto de notables llegados de Melilla no habían podido

convencer ni contener a las masas de cabileños reunidos que adquirían el control de la fortaleza, y

después de negar el respeto y su obediencia al caíd, habían pasado a despojarle de sus pertenencias

- que fueron repartidas entre los asaltantes de la alcazaba - y a poner en libertad a todos sus amigos

que Anflus mantenía presos en Frajana. El mismo caíd estuvo a punto de perecer en la algarada,

siendo salvado por el comandante de los askaris. Estos últimos no sólo no se habían opuesto a los

rebeldes, sino que habían confraternizado con ellos. Entre los líderes de la sublevación, la

documentación española comienza a citar a Mohammed el Chadly, de la cabila de Mazuza, llamado


500
a desempeñar en el período inmediatamente posterior un lugar destacado en la historia del Rif,

refiriéndose a él con términos como los de "hombre levantisco y de mucha acción".501 Aquellos

notables cabileños de las fracciones de Mazuza o de otras tribus del territorio de Kelaia, vecino a

Melilla y fieles todavía a Anflus decidieron ante la marcha de los acontecimientos, internarse en el

territorio de la cabila de Beni-Bu-Ifrur, buscando refugio en ella ante la imposibilidad de poder

sofocar la rebelión y su deseo de no sancionarla. Se vislumbraba el hecho de que los sediciosos

iban a nombrar un nuevo Bajá en la persona del comandante de los askaris y que, en este sentido,

habían enviado emisarios a la corte, establecida en Fez, para solicitar el refrendo de dicho acto.

Los telegramas procedentes de Melilla dibujan un paisaje en el campo marroquí marcado por

una anarquía absoluta, por una falta total de autoridad, mientras que Anflus seguía recluido en la

alcazaba de Frajana que seguía cercada y vigilada por diversos grupos de rifeños que le impedían

abandonarla. 502

500
Cuando en 1902 pasó el Muluya la noticia de la rebeldía del Rogui Bu Hamra, las cabilas fronterizas de Melilla se
agitaron peligrosamente a causa de las rivalidades de sus notables y líderes, de los que unos, como Mohammed el
Chadly, abrazaron su partido, tal vez para satisfacer viejos enconos, mientras otros defendieron la causa del Sultán.
Mohammed el Chadly pronto se convirtió en uno de los jefes de confianza del Pretendiente. Parece ser que estuvo entre
los que sitiaron la alcazaba de Frajana, a quinientos metros de Melilla, y la ocuparon el 13 de Abril de 1903.
Finalmente, Chadly abandonaría la causa del Rogui y se convirtió en el principal jefe de la oposicion rifeña a la
penetración imperialista de España en la región.
501
Telegrama oficial cifrado del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 9 de Septiembre de 1897.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 199 / Ex. 1.
502
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro Plenipotenciario de España en Tánger. 10 de
Septiembre de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.

304
La Corte española y el gobierno todavía estaban veraneando en San Sebastián. Los

telegramas que desde Tánger Ojeda remitía al Ministro de Estado urgían a la prudencia extrema en

la futura actuación española. Ojeda, de acuerdo con la acción ejercida ante los rebeldes por el

gobernador de Melilla, pedía al gobierno que España no se comprometiera en los conflictos

marroquíes más de lo necesario. En este sentido, solicitaba encarecidamente al Ministerio que no se

apoyasen las reivindicaciones y las pretensiones de las cabilas antes de averiguar la oportunidad de

dicha medida puesto que no se conocían en la Legación las causas verdaderas del conflicto,

atribuido en principio, según las apariencias al trato severo y a las acciones injustas que ejercía

sobre sus gobernados, el caíd Anflus.503 Y es que al respecto, la autoridad de Melilla se había

movido en el más absoluto de los despropósitos: 1) sus confidentes habían sido incapaces de

informarle de los motivos de la sublevación. Mientras que en la estratégica región del Sus, el

espionaje diplomático español había obrado -en el pasado- con gran acierto y éxito, en el territorio

rifeño las actividades de la inteligencia hispana no acababan de cuajar; 2) tal y como confesaba el

gobernador militar a Emilio de Ojeda, ni en sus conversaciones con el caíd ni con los notables

rifeños, había podido averiguar las causas que respaldaban las conductas de los dos bandos

enfrentados. De hecho, el gobernador de Melilla, con cierta obcecación y ofuscación quería

rechazar la responsabilidad de tener que estar bien informado sobre el origen o los motivos de los

conflictos que ocurrían en el territorio rifeño.504

La rebelión, en el interín, seguía su curso. Seis notables de diversas fracciones de la cabila

de Mazuza sublevados contra el caíd conferenciaban con las autoridades imperiales en el territorio

no cuestionadas en el conflicto por los rebeldes, es decir los Administradores de la Aduana de

Melilla. Al término de la reunión, estos últimos telegrafiaban a Mohammed Torres notificando el

estado de rebeldía contra Anflus, y el hecho de que éste se resistía a abandonar su puesto, dejando

503
Ibidem .Telegrama del Ministro Plenipotenciario de España en Tánger al Ministro de Estado, Duque de Tetuán. 10
de septiembre de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 69/Ex. 3.
504
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro Plenipotenciario de España en Tánger. 11 de Septiembre
de 1897.

305
la alcazaba, a la vez que solicitaban instrucciones del Majzén. Desde Melilla esta actitud era

interpretada por el gobernador militar como un abandono de la causa del caíd por parte de los

administradores, que aconsejaban a Anflus refugiarse en Melilla o en territorio de Beni-Sicar. La

rebelión cobraba, si cabe, más cuerpo al ponerse al parecer estas autoridades del lado de los

insurrectos.

Sin embargo, el gobernador de Melilla no quiso precipitarse. En este asunto no estaba

dispuesto a ejercer ni la más mínima iniciativa; se puso al dictado de las órdenes procedentes de la

autoridad civil (en este caso, de la Legación española), siendo Emilio de Ojeda, desde Tánger,

quien permanecía constantemente en contacto con San Sebastián.

De todas maneras, tal y como se desprende de los informes del gobernador, la más absoluta

tranquilidad reinaba en el entorno de la plaza. Recluido Anflús en Frajana, no había la más mínima

señal de empleo de la violencia. En el campo fronterizo marroquí no se notaba agitación ni

movimientos extraordinarios de gentes. La sublevación contra Anflus sólo había llevado a tomar las

armas a unas cuantas fracciones y no a toda la cabila de Mazuza. Por ello, el flujo de rifeños a la

plaza así como el intercambio de mercancías en el interior de Melilla continuaban con la más

absoluta normalidad. Las gestiones de los delegados imperiales o de los notables rifeños en torno a

la Comandancia de Melilla habían cesado, y el conflicto parecía reducido a extremos muy

localizados. Las vecinas cabilas de Beni-Sicar y Beni-Bu-Gafar, al norte y al Oeste respectivamente

de la guarnición permanecían inmersas en sus actividades cotidianas, y la paz parecía asegurada

hasta el extremo de que en el barrio del Polígono pernoctaban diversas caravanas a la espera de

recoger todas las mercancías que luego iban a transportar hasta diversas localidades del interior del

Imperio. 505

Desde San Sebastián, el Duque de Tetuán se ponía en contacto urgentemente con Tánger,

aprobando plenamente la actuación de Ojeda y explicitándole que España no debía inmiscuirse para

505
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 11 de Septiembre de 1897. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 199 / Ex. 1.

306
nada en los asuntos propios de las cabilas fronterizas, ni aún en el supuesto caso de que se

averiguase la justicia de sus acciones. En esta coyuntura, lo único que le interesaba a España era

asegurar la existencia de un poder fuerte y consolidado en las cercanías de la plaza, que garantizase

el orden y la tranquilidad y evitara cualquier posibilidad de incidente o conflicto. En aquellos

momentos en que se traslucía bastante claramente la evidencia de que no se trataba ni de una

revuelta generalizada, ni aún de que todos los cabileños de Mazuza apoyaban la algarada contra

Anflus, ni mucho menos de que se tratase de una revuelta secesionista, o desafiante de la autoridad

del Majzén lo único que urgía a los intereses españoles era, de acuerdo a los tratados vigentes con

Marruecos, el restablecimiento de la autoridad del Sultán en Melilla, " alguien con quien pueda

entenderse nuestro Comandante General, declinando la responsabilidad sobre el Gobierno

marroquí de cuanto pueda ocurrir". 506

El conflicto estaba llegando a su desenlace. El 12 de Septiembre, un askari - soldado regular

marroquí - entregaba al gobernador de Melilla una carta personal del caíd, escrita poco antes, en la

cual el funcionario marroquí rogaba encarecidamente de España que se le permitiese trasladarse a

la plaza en calidad de huésped, en espera de que llegase un buque que le llevase a Tánger.

Autorizado previamente por el Gobierno e informado puntualmente de ello por la plena

coordinación existente entre los Ministerios de Estado y Guerra y la Legación en Tánger, el

Comandante General accedió poniendo como única condición el que Anflus se trasladase a la

ciudad siempre que hubiese hecho dejación o renuncia previa de su cargo y acudiera a Melilla

como un simple particular. El caíd sería acogido en la plaza con su familia y servidumbre, siempre

que acudiesen desarmados. 507

El distanciamiento de los Administradores de la Aduana marroquí con respecto a Anflus se

hacía bien patente cuando, por la noche y en la forma convenida, llegaban a la plaza el caíd, sus

506
Telegrama del Duque de Tetuán a Emilio de Ojeda. 12 de Septiembre de 1897. A. G. A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.
507
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de Guerra. 12 de Septiembre de 1897. A. G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 199 /Ex. 1; Telegrama del Comandante General de Melilla a la Legación de
España en Tánger. 12 de Septiembre. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.

307
familiares y una pequeña escolta de servidores que transportaban las pertenencias personales que

habían podido sustraer de las iras de los insurrectos. Arguyendo que en los locales de la Aduana

carecían de espacio suficiente para la comitiva, los funcionarios del Majzén se negaron a cobijar al

caíd. Éste permanecía notablemente abatido, obedeciendo en todo momento las instrucciones

españolas; en conversación con diversos interlocutores de la guarnición, patentizaba su valentía y

entereza. No habiéndose producido su destitución formal por el Majzén, indicaba que había estado

dispuesto a permanecer indefectiblemente en la alcazaba de Frajana, pero la provincia de Kelaia

había acabado por volverle la espalda, permaneciendo indiferente a su suerte, aún después de haber

sido amenazado de muerte por algunos cabileños de Mazuza. De hecho, a pesar de haber contado

hasta pocas semanas antes con el pleno apoyo de varios notables de las fracciones de esta cabila, se

había visto abandonado por ellos sin razón aparente; los que constituían su apoyo más firme, ahora

le abandonaban, por lo que prefería marcharse del Rif a provocar un derramamiento de sangre.508

En el campo fronterizo, se había originado ahora un peligroso vacío de poder para España, pues no

quedaba más representante del Majzén que el comandante en jefe de los askaris establecidos en

Frajana. Sin embargo su autoridad era muy limitada, pues estaba enteramente mediatizada por la de

los notables de las fracciones de Mazuza que habían conseguido la huida del caíd al territorio

español. Se estaban experimentando las consecuencias de un fenómeno social nuevo en la historia

del Rif, que de hecho había tenido su arranque en la segunda mitad del siglo XIX: el surgimiento de

los "amghar-s" o notables, que trataban de imponerse como jefes a nivel de las fracciones de cabila

o de las cabilas en su conjunto, intentando hacer prevalecer su poder sobre las estructuras

comunitarias tradicionales.

Un primer síntoma de su papel preponderante era el de haber desafiado a Anflus a la luz del

día y conseguido, tras catalizar la tensión social existente en algunas fracciones de cabila, por vez

primera la eliminación de la autoridad delegada del poder central. Este hecho suponía en sí mismo

508
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 12 de Septiembre de 1897. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 199 / Ex. 1.

308
una desvertebración de la organización de la sociedad rifeña tradicional, basada en las tribus,

ampliamente distribuidas por todo el territorio, y que venía definida, en términos generales, por la

ausencia de una estructura política centralizada. La organización social se basaba en cuatro

agrupaciones superpuestas: el poblado, federación de aldeas cada una de las cuales incorporaba

varios hogares; el cantón o taqbilt que representa una federación de poblados o de aldeas, llamada

con frecuencia fracción de tribu; la tribu o cabila, federación de cantones; y por último, la

confederación de tribus.

El poblado, compuesto de varias aldeas, estaba gobernado por un jefe y una asamblea de

notables, la yemâ ´a; el cantón o fracción de tribu lo estaba, a su vez, por una asamblea compuesta

de jefes de aldeas. Aunque los cantones podían constituir tribus y éstas confederaciones, la

existencia de estas dos unidades más amplias tiene un carácter más bien temporal e inestable. La

tribu estaba con frecuencia fundada en tradiciones y la creencia en una ascendencia comunes; la

confederación de varias tribus surgía sobre todo para hacer frente a un peligro exterior.509 A

diferencia del poblado o del cantón (taqbilt), dotados de instituciones comunitarias muy vivas como

la yemâ ´a o el muqaddam (jefe), la tribu no poseía instituciones políticas precisas.

A nivel del poblado y del cantón, la yemâ ´a desempeñaba un papel muy importante como

órgano "democrático" encargado de administrar los asuntos relativos a la convivencia social y

solucionar los problemas de la comunidad, mientras que el muqqadam o jefe se limitaba a hacer

que se ejecutasen las decisiones adoptadas por la yemâ ´a. Si bien a escala del poblado o del cantón

el poder quedaba supeditado al de la asamblea, la tribu carecía de jefe. Teniendo en cuenta el poder

limitado del muqqadam a nivel del poblado y del cantón y la ausencia de jefe a nivel de tribu, la

impresión que los extraños sacaban del modo de organizarse los bereberes rifeños, es decir de su

"acefalia" política, era la de la anarquía, la de la falta de una estructura de poder clarificada.

Ahora que ya no tenían al caíd, se multiplicaban en el campo fronterizo las expresiones de

alegría entre los rifeños quienes afirmaban que "estaban en república" ("ripublik"), término que
509
Véase Julien, Charles-André: Le Maroc face aux impérialismes, 1415-1956, París, Ediciones J.A., 1978, pag. 166.

309
empleaban los nativos para referirse al período en el que se habían regido por las instituciones

políticas tradicionales, cuyos rasgos más salientes habían consistido en el papel preponderante

desempeñado por la yemâ ´a y la ausencia de un jefe único, especialmente a nivel de la cabila. A

ojos de los militares españoles, república equivalía a desorden, a anarquía y de ella se traslucía un

inmediato peligro para la seguridad de Melilla: por ello se entendía como objetivo primordial la

designación por el Majzén de una autoridad nueva que sustituyera al ex-caíd Anflus.

El Majzén, por su parte, había cedido a las pretensiones rifeñas. Mohammed Torres y

Mohammed Lebbadi, desde la Delegación imperial en Tánger, al recibir los telegramas remitidos

por Anflus y los Administradores de las Aduanas, instaron en un primer momento a los

Administradores de Aduanas a respetar y obedecer a Anflus, el cual debía mantenerse en su puesto

al frente del campo fronterizo, mientras no llegase una resolución definitiva de su destitución por

parte del Sultán. Los funcionarios marroquíes por su parte contestaron inmediatamente, informando

a la Delegación Imperial del abandono de Anflus de la Alcazaba y de su refugio en Melilla, ante la

actitud de los cabileños decididos a asesinarlo. Insistían en que toda violencia había quedado
510
exorcizada con la huida del ex-caíd. Mohammed Torres, entonces, presionado fuertemente por

Ojeda a fin de que se restableciera claramente la autoridad del poder central en las inmediaciones

de Melilla so pena de responsabilizar al Sultán de cualquier incidente que se produjera, se limitó a

refrendar la destitución de Anflus, remitiendo instrucciones telegráficas a Melilla, dirigidas a los

funcionarios de aduanas, ordenándoles que sustituyesen interinamente a Anflus, pasando a

representar ellos la autoridad del Sultán en sus relaciones con el gobernador militar de Melilla.511

La documentación española nos permite afirmar que tampoco se conocían en la Delegación del

Majzén en Tánger los motivos de la revuelta. En un telegrama, fechado el día 13 de Septiembre, y

remitido al Comandante General de Melilla desde la Legación española, Ojeda indicaba a la

510
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro Plenipotenciario español en Tánger. 12 de Septiembre de
1897. A. G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 69/ Ex. 3.
511
De hecho habían sido los propios funcionarios de aduanas los que habían acudido a la Alcazaba a visitar a Anflus y
a convencerle de que abandonara su tozuda actitud, marchándose cuanto antes a territorio español, y permitiendo así un
final - sin lucha - del conflicto

310
referida autoridad militar: " Confidencialmente ruegan los Delegados a V.E. diga a Caíd Anflus

con la mayor reserva que confíe a V.E. con toda franqueza las verdaderas causas del conflicto

para que V.E. se las trasmita, garantizando al caíd los Delegados que observarán la mayor

discreción".512 Esta vez la presión española había sido tan insistente que sus esfuerzos habían

culminado con un éxito notable: el período de desgobierno, de falta de un representante del poder

central en el campo fronterizo, garante de la seguridad del mismo había sido muy breve. El caíd

Anflus recibía instrucciones telegráficas de Mohammed Torres a fin de que permaneciese en

Melilla todo el tiempo necesario, hasta que se recibiesen las órdenes de la Corte.513 Las facultades

que recibían los administradores de la aduana eran muy limitadas: se circunscribían a representar al

Majzén ante el Comandante General de Melilla, pero no implicaban el gobierno de todo el territorio

de Kelaia.

Una unidad naval española, el destructor Furor, había sido remitida desde la península con

la finalidad de patrullar las costas rifeñas y su comandante hará las veces de intermediario entre

Ojeda y el Comandante General de Melilla. Al mismo tiempo, el capitán del Furor debía ejercer

las funciones de mensajero al servicio de Mohammed Torres, siendo utilizado por este último para

hacer llegar una larga carta a Anflus, en la que el Delegado Imperial requería del caíd sus buenos

oficios con el fin de que no encrespara más los ánimos de las cabilas de Kelaia. Para ello, Anflus

debía desactivar las redes de apoyo que tenía entre ellas e interrumpir la comunicación con las

mismas, así como abstenerse de ejercer cualquier acción que pudiera causar recelos o

complicaciones a los españoles. 514

Anflus, por su parte, no salía de la reserva que le caracterizaba desde su llegada a la

guarnición española, y seguía sin desvelar las causas que habían provocado el levantamiento de

Mazuza. Únicamente atribuía el hecho a su intento de ejercer la representación del poder central

512
Telegrama del Ministro Plenipotenciario español en Tánger, Emilio de Ojeda al Comandante General de Melilla.
13 de Septiembre de 1897. A. G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.
513
Ibidem .Telegrama del Comandante General de Melilla a la Legación española en Tánger. 14 de Septiembre de
1897.
514
Ibidem .Telegrama de Emilio de Ojeda al Comandante General de Melilla. 17 de Septiembre de 1897.

311
entre unas cabilas que habían perdido su secular autonomía, tras una larguísima etapa en la que sólo

habían sentido muy levemente cualquier principio de autoridad majzení. Asimismo achacaba su

destitución, a los perniciosos efectos que entre los Mazuza había ejercido el ejemplo de la rebelión

de los Angad, junto a la frontera argelina, las cuales se habían sublevado poco antes desafiando

abiertamente la autoridad del Amal ( Gobernador imperial) de Uxda. Sin embargo, ahora que su

seguridad y su vida estaban garantizadas, resultaba cada vez más evidente que su destitución se

debía simplemente a un "complot" de notables que habían visto en Anflus un obstáculo, el que se

oponía a su fin de acaparar más poder entre los cabileños. El ex-caíd, aunque se encontrase ahora

en tierra extraña, era todavía un personaje popular y querido entre sus antiguos gobernados que

acudían con gran frecuencia desde diversas partes de Kelaia a visitarle y a mostrarle sus respetos.515

Éste era un motivo más para preocupar al Comandante general, que fiel a la consigna compartida

por autoridades civiles y militares y cimentada en el período inmediatamente posterior a la guerra

de Melilla, cifraba toda la teoría de las relaciones que debía de mantener España con los cabileños

de Kelaia en el absoluto soslayamiento de todo motivo de conflicto o incidente que pudiera suponer

un reinicio de las hostilidades con las tribus vecinas a Melilla y la repetición de los hechos de 1893-

94 . Ahora estaba muy claro que frente a los notables de Mazuza que habían provocado su huida,

una amplia parte de la población rifeña de Kelaia seguía respaldando a Anflus y su presencia en

Melilla podía suscitar entre sus partidarios el deseo de que el ex-caíd fuera restituido en su cargo, y

esos partidarios de Anflus podían llegar al convencimiento de que cabía la opción de utilizar la

violencia para ello. Y eso no estaba dispuesto a tolerarlo el gobernador militar español. Por eso

cuando presintió que la presencia del ex-caíd le iba a causar problemas , telegrafió urgentemente a

Tánger insistiendo ante la Legación para que Ojeda presionase sobre Torres a fin de que la

Delegación Imperial reclamara ante su presencia al funcionario y que fuese en esta ciudad donde

esperase la resolución de Abd al-Aziz. Anflus debía desaparecer como fuese, de Melilla y del

515
Ibidem. Telegrama del Comandante General de Melilla a la Legación Española en Tánger. 16 de Septiembre de
1897.

312
contacto con sus partidarios. A pesar de que nunca durante el ejercicio de su cargo había

manifestado actitud hostil o inamistosa con España; a pesar de su carácter de funcionario majzení,

representante oficial en Melilla de una país como era Marruecos -oficialmente por lo menos-

considerado amigo de la Monarquía española; a pesar de no haber sido destituido por la única

autoridad facultada para ello, la del Sultán Abd al- Aziz, Anflus sobraba en Melilla, molestaba a las

autoridades militares españolas. Se inauguraba así una tradición política por parte española que se

volvería a repetir, pero a mayor escala, en 1903 cuando estallase la sublevación del Rogui y los

combates se trasladaran a los alrededores de Melilla. 516

A finales de Octubre de 1897, y en vista de que empezaban a ser frecuentes los robos y

altercados entre los propios marroquíes en el campo fronterizo, teniendo consecuencias

perjudiciales para los intereses españoles y puesto que no llegaba ni la resolución definitiva de

Mawlay Abd al-Aziz ni un nuevo caíd que sustituyera a Anflus, fue formulada una protesta oficial

ante los Administradores de las Aduanas por el Comandante General de Melilla, especificando los

abusos y desmanes realizados por los musulmanes, sobre los que se reclamaban al Gobierno

marroquí una serie de perjuicios e indemnizaciones y haciendo recaer en los Administradores

toda la responsabilidad de aquellos actos. Ojeda presentaba una nota paralela ante la Delegación

del Majzén en Tánger. 517

En noviembre se produjo finalmente la actuación del Sultán. Por un lado, Abd al- Aziz

buscaba el entendimiento con sus súbditos rifeños. Para aplacar los ánimos de los sublevados,

consintió en el relevo de Anflus. La tarde del día 15 embarcaban en el buque marroquí Hassani, en

Tánger con dirección a Melilla el nuevo caíd -llamado Bashir Esherqui- enviado a reemplazar al

depuesto, y doscientos cuarenta askaris bien pertrechados. Con ello el Sultán dejaba bien clara su

516
A finales de septiembre empiezan a apreciarse algunos disturbios en el campo fronterizo. La ausencia de una
autoridad fuerte en el territorio marroquí trae como consecuencia una sucesión de pequeños altercados y robos que
fuerzan al gobernador militar de Melilla a insistir telegraficamente a Ojeda con el fin de que éste consiga de
Mohammed Torres el envío de un sustituto de Anflus que devuelva la seguridad y el orden al límite fronterizo.
Telegrama del Comandante General de Melilla a la Legación española en Tánger. 19 de Septiembre de 1897. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.
517
Ibidem .Telegrama de Ojeda al Comandante General de Melilla. 22 de Octubre de 1897.

313
decisión de reforzar la autoridad majzení en el Rif. Con el correspondiente consentimiento

hispano, estas tropas desembarcaban en la plaza española desde donde se dirigían finalmente a

Frajana.518

5.4. Primeras tentativas francesas de ruptura del ‘statu quo’. Los disturbios fronterizos

argelino-marroquíes de 1897: los acontecimientos de Uxda.

La historiografía europea de corte colonialista ha venido a establecer como una verdad

acrisolada, casi irrefutable, que la descomposición de Marruecos a partir de 1900, el rápido

deterioro de su gobierno, y en definitiva la pérdida de la independencia, se debieron

fundamentalmente a la incompetencia del joven sultán, Mawlay Abd al- Aziz. La visión

predominante en este tipo de estudios nos retrataba a Abd al- Aziz como un mozalbete incauto,

caprichoso e inexperto, sin ningún tipo de preparación para el desempeño de su cargo que fue

sistemáticamente víctima de una serie de especuladores europeos faltos de escrúpulos y de sus

propios confidentes, que le indujeron a dilapidar el Tesoro marroquí en una variedad sin fin de

"chismes" y artilugios, cada cual más inútil que el anterior519. Esta imagen de Abd al- Aziz,

arrastrado por su debilidad y derrochando la herencia material legada por su padre, Mawlay Hassan

I, nos parece demasiado simplificada. En realidad, son las corrientes dominantes de la época -el

imperialismo, la expansión comercial europea, la rivalidad entre las potencias coloniales y la

influencia de las ideas reformistas en Marruecos520- las que explican mejor el colapso del Estado

marroquí desde 1900. El contexto histórico en el que se produce la ofensiva imperialista europea

518
Telegrama de Ojeda al Ministro de Estado, Pío Gullón. 19 de Noviembre de 1897. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 160 / Ex. 1; sobre la llegada del Hassani a Melilla: Telegrama del Comandante General de
Melilla al Ministro Plenipotenciario español en Tánger. 18 de Noviembre de 1897. A.G.A. África.Sección Histórica
(Marruecos). Caja 69/ Ex. 3.
519
Para una descripción llena de colorido del período de los "agentes comisionistas" europeos que se trasladaban
durante estos años a la Corte del Sultán con el objeto de conseguir pingües beneficios mediante las ventas de sus
artículos en el país, véase Harris, W.B., Morocco That Was, Londres, 1921.
520
Los hechos al respecto son bastante evidentes. El conjunto de reformas - tanto las militares como las educativas o las
fiscales - desarrollado por Mawlay Hassan y Abd al- Aziz no responden sino a un proyecto bastante elaborado de
edificar las bases de un Estado moderno, tal y como lo definen la sociología y la historia comparativa.

314
sobre el Norte de África ha sido estudiado recientemente en un libro de Mike Davis, Late victorian

holocausts; un trabajo construido sobre la base de unos conocimientos muy contemporáneos de la

ecología porque explica un conjunto de circunstancias desastrosas que se dan a finales del siglo

XIX a causa de una serie de cambios climáticos relacionados con las fluctuaciones del “Niño”, del

ENSO y de la “Niña”, y que afectan gravemente a toda una gran zona de lo que hoy es el mundo

subdesarrollado. Pero, al mismo tiempo, el libro analiza de que manera las potencias europeas

aprovechan esto para consolidar su dominio imperial sobre estas zonas.

De hecho, el statu quo en Marruecos se va a romper, en primer lugar, por el acoso militar y

económico francés que se produce con el cambio de siglo. A partir de este momento, Francia

cambia su política con respecto a Marruecos y se muestra agresivamente imperialista. Mantener el

statu quo no entraba ya dentro de los planes de su política internacional, y el Sultanato había

cobrado capital importancia en su nuevo plan colonizador.521 Desde ahora, su mayor interés se

centrará a corto plazo en acrecentar su influencia en el país y a largo plazo, en constituirse en

protectora del Imperio jerifiano. En primer lugar, lo que Francia anhelaba ahora era garantizar la

seguridad de su colonia argelina y como último objetivo, dominar todo el Magreb y hasta

conseguirlo, prevenir empresas de otras potencias en la zona. Emprender una acción directa y

enérgica para lograr este fin, aprovechándose de las constantes perturbaciones en la frontera

argelina era imposible, no solamente porque el Parlamento se oponía a ello,522 sino porque también

podían oponerse las grandes potencias (en particular Gran Bretaña) interesadas en el mantenimiento

del 'statu quo', que no hubieran aceptado la preponderancia francesa en Marruecos. El ministro

521
Cfr. Solé Romeo, G.: " La Conferencia de Algeciras de 1906: Una solución europea al conflicto marroquí y a la
crisis internacional de 1905", Revista de la Universidad Complutense, Madrid, no. 116, 1979, pág. 262 y ss.
522
D.K. Fieldhouse justifica de esta manera las vacilaciones considerables de la política oficial francesa en Marruecos
entre 1879 y 1904. Según este autor, la opinión francesa estaba muy dividida y dudaba sobre la viabilidad del propósito
francés de establecer su hegemonía en Marruecos. Ello explica por que el Quai d´Orsay y los ministros sucesivos de los
gobiernos republicanos se contentaban con mantener el "statu quo" hasta que un cambio en la actitud marroquí
ofreciera la ocasión para una intervención francesa más resuelta. La opinión parlamentaria era, por lo general,
indiferente y de hecho no existió ningún grupo de presión metropolitano, orientado a la incorporación de Marruecos al
Imperio francés, firmemente organizado antes de 1902. Véase al respecto: Fieldhouse, D.K: Economía e Imperio. La
expansión de Europa (1830-1914), Madrid, Siglo XXI, 1990, pp. 317-352.

315
francés de Asuntos Exteriores, Théophile Delcassé, sabedor de que se debía actuar con cautela

adoptó una política de doble filo, consistente en:

a) la penetración pacífica en el Imperio, procedimiento indirecto y práctico de someter al

Sultán a la influencia francesa, basado en la iniciativa del capital privado, es decir en las

inversiones llevadas a cabo por firmas de negocios para reforzar los derechos franceses y

contrarrestar las iniciativas de las otras potencias; pasando en una segunda fase a realizar

cuantiosos préstamos al Sultán con la garantía de los ingresos de las Aduanas del Sultanato

primero, de las contribuciones e impuestos después, y a reorganizar el ejército, la policía y la

administración jerifianas, con la excusa de velar por los intereses de los que habían efectuado los

empréstitos;523

b) y al mismo tiempo, iniciar una ofensiva diplomática para lograr la aceptación británica,

italiana y española de un eventual protectorado francés.

En los primeros compases de ejecución de este proyecto, Francia va a intentar ampliar sus

posesiones saharianas con una expansión hacia el Oeste, iniciando una lenta y progresiva ocupación

del sudeste de Marruecos como si se tratara de una simple extensión del territorio argelino. En este

sentido, y siguiendo a Saïd Sayagh, podemos establecer ese "giro copernicano" en la política

francesa que marca el estallido del 'statu quo' en 1899. 524 El 21 de marzo de ese año, el Embajador

francés en el Reino Unido, Paul Cambon y el primer ministro británico, Lord Salisbury, firmaban

en Londres la convención franco-inglesa que daba una solución al incidente de Fachoda y definía

523
En los primeros meses de 1901, Revoil, el Ministro Plenipotenciario de la República francesa en Tánger exponía a
las autoridades marroquíes la situación de Francia con respecto al Imperio, en los siguientes términos, que venían a
augurar la apertura de una nueva fase en las relaciones entre la República y el Sultanato: "Ninguna de las potencias
interesadas en Marruecos ha adquirido, en lo que concierne al mantenimiento del "statu quo", los títulos que podemos
invocar, ni ha hecho, en aras del respeto a sus públicos compromisos, los sacrificios que a diario consentimos. Siendo
casi los únicos vecinos de Marruecos por tierra ; estando en contacto con sus pobladores a lo largo de una dilatada
frontera ; teniendo desde 1845 un Tratado, violado constantemente por las tribus marroquíes y por el mismo
Marruecos, no sólamente no hemos abusado jamás de esta situación, sino que hemos descuidado sistemáticamente las
ocasiones más legítimas de ejercer represalias ó de adquirir ventajas con el Gobierno jerifiano, que otros no se
hubieran resignado tan facilmente a desdeñar. Tan constante lealtad, tan tenaz moderación, colocan a Francia, lo
mismo con respecto a Marruecos, como con respecto a las potencias, en una situación tan fuerte y tan franca,que
podrá afirmar su política con la mayor claridad el día en que lo exijan el mantenimiento de su prestigio y la defensa de
sus derechos". (D)ocuments (D)iplomatiques (F)rancaises.(A)ffaires du (M)aroc, 1901-1905, París, Ministère des
Affaires Étrangères,1905, n. 11 (Révoil a Delcassé, 17 de mayo de 1901 ).
524
Sayagh, Saïd : La France et les frontières Maroco-Algériennes ... op. cit., pp. 81-82.

316
con bastante precisión las esferas de influencia de cada una de las dos potencias en el continente

africano. Paradójicamente, esta convención que dejaba a Francia las manos libres sobre todo el

Sáhara central, era acogida fríamente entre la opinión pública gala por no haberse acordado

explícitamente en ella la concesión de ningún territorio a la República: ninguna zona que se

ajustase al engrandecimiento de su Imperio africano -al menos así lo entendieron ciertos medios

franceses- les había sido "reconocida virtualmente". Con todo, esta convención había otorgado

carta blanca, es decir el tácito permiso británico, para el inicio del asalto francés al imperio

jerifiano, y paralelamente la política aislacionista marroquí, buscando la preservación de la

integridad del país, se va a revelar inútil ante la penetración militar gala que tiene su punto de

partida en el Oranesado y que busca extenderse como una mancha de aceite, en una expansión

gradual a lo largo del Sureste del Sultanato.525 Por otro lado, aunque la conquista del Tuat no

comenzase hasta diciembre de ese mismo año, el gobierno de la República había venido preparando

su acción en el Sáhara desde junio de 1894, cuando la desaparición de Mawlay Hassan I ocasionó

un grave desequilibrio, tanto en el seno del Gobierno del Sultanato como en el conjunto de la

sociedad marroquí. En este sentido, los años que precedieron a la invasión estuvieron

caracterizados por una serie de incidentes y de ensayos de asalto al 'statu quo', que desvelaban la

inminencia de la intervención francesa.

Sin embargo, la reacción del Majzén de cara a preservar la independencia del país no tuvo la

fuerza y energía que habían caracterizado el reinado de Mawlay Hassan I. Cuando en 1895 es

nombrado Amal (Gobernador) del Tuat, el-Hadj Ahmed ben Rezzouk el-Boukhari, lo primero que

hace al llegar a este territorio es protestar por la construcción de un puesto francés entre Fort Mac-

Mahon y Gourara. A su vez, el representante diplomático de Francia en Tánger protesta contra este

nombramiento.526 Ello podría hacernos pensar que la situación no había cambiado nada en

Marruecos desde la muerte de Mawlay Hassan, ya que el nuevo Gobierno buscaba reafirmar su

525
Sueiro Seoane, S.: España en el Mediterráneo. Primo de Rivera y la "cuestión marroquí", 1923-1930, Madrid,
UNED, 1992, pp. 4-8.
526
Sayagh, S.: op. cit, pág. 78.

317
poder en la misma dirección trazada por este Emperador, y sobre los mismos caminos de energía y

consolidación de la soberanía real,527 contrarrestando las intrigas en el Tuat de manera sibilina

nombrando a dos gobernadores para los clanes locales opuestos de Ihamed y Sefiane, y haciendo

manifiesto el control del Majzén sobre una de las regiones más amenazadas por las pretensiones

expansionistas francesas. Pero, de manera absolutamente relevante, el Gobierno marroquí naufraga.

Cuando en 1897, Abd al- Aziz propone a Francia un arbitraje internacional sobre el Tuat, podemos

ver en este hecho un signo de que el Sultán ya no considera inalienables sus derechos sobre el

conjunto de oasis que componen este territorio. Como consecuencia, las sediciones locales, la

actitud hostil de las tribus en las regiones fronterizas del Imperio jerifiano más alejadas del poder

central, es decir la siba, no hacen sino recrudecerse, pero con unos parámetros muy distintos a los

que habían venido caracterizando a este fenómeno propio de la historia de Marruecos. Si hasta

entonces la siba no había sido la negación absoluta del Majzén, sino que había funcionado como un

contrapeso indispensable del mismo en la sociedad marroquí, al mismo tiempo había carecido de

una ideología explícita, situándose en palabras de Therese Benjelloun, "dentro de la textura misma

del gobierno de Marruecos, en tanto que suponía una potencialidad de resistencia, de contestación

'integrada' dentro del sistema, formando -incluso- parte del mismo".528 En este sentido, las

revueltas rurales habituales en los siglos XVIII y XIX habían sido un hecho "normal" que actuaba

como canalización de una reivindicación, aunque expresada indirectamente, de participación

popular, es decir que se podía entender como una forma de orden, como una fórmula política de

equilibrios. l Majzén como institución, no había corrido ningún peligro que amenazara su

existencia, y sin la intervención extranjera, la situación inestable que caracterizaba a Marruecos

desde hacía decenios se habría mantenido. Sin embargo, tal como ya han apuntado diversos

historiadores (Ibn Azzuz Hakim, Edmund Burke, Morales Lezcano, Abdallah Laroui, Carlos

Tessainer, o más recientemente Adnan Mechbal), diversos factores se conjugan a partir de la última

527
Ibidem., pp. 77-78.
528
Benjelloun, T.: Visages de la diplomatie marocaine depuis 1844, Casablanca, Eddif, 1991, pág. 94

318
década del siglo XIX para provocar una serie de respuestas violentas en Marruecos a la presión

imperialista; respuestas que a su vez determinarán un cambio en las características de la siba,

convirtiéndose ésta en un elemento desestabilizador del gobierno marroquí, pues suponen una

ruptura de su legitimidad política.

Cuatro factores son los más destacados. El primero consiste en la acentuación de las

contradicciones sociales motivadas por la rápida introducción en el país del liberalismo económico

y los hábitos consumistas que conlleva. El segundo es la aparición en el Imperio de la agricultura

comercial, a la vez que la pauperización de amplios sectores del campesinado - los grupos de

agricultores y jornaleros sin tierra- y la desarticulación de las redes de lazos de solidaridad entre

los notables y los grupos económicamente poderosos y sus clientes, que habían garantizado una

cierta redistribución de la riqueza en las zonas rurales hasta ese momento. El tercero, ligado

profundamente al anterior, la llegada periódica del hambre y de intermitentes crisis de subsistencia

y el alza generalizada de los precios en los artículos básicos de consumo, junto con la competencia

que supone la invasión masiva del país por parte de productos manufacturados importados

-tejidos, velas, cerillas- que desarticulan la artesanía local, columna vertebral de la vida urbana en

el Sultanato. A ello habría que unir el rápido enriquecimiento de los 'protegidos'.529 El cuarto, las

constantes crisis monetarias, por las sucesivas devaluaciones de la moneda y el aumento del gasto

529
El régimen de la " protección" generalizado tras la Conferencia de Madrid de 1880 no constituía sino un elemento
más de la presión europea sobre Marruecos ya que si por un lado suponía la creación de una serie de divisiones en el
seno del cuerpo social marroquí, por otro lado, sustraía al Tesoro marroquí de un porcentaje importante de ingresos por
vía de impuestos y recortaba la capacidad jurisprudente del país. En definitiva, venía a representar una verdadera
transferencia de la soberanía imperial en provecho de las potencias europeas y de los Estados Unidos. " Des Marocains,
remarca Albert Ayache, pouvaient être soustraits aux lois de leur pays et constituer, par suite de l´immunité dont ils
jouissaient, les agents de pénétration des puissances étrangères ". Habiendo sido convocada la Conferencia de Madrid
para reformar o tratar de abolir este régimen, los resultados habían sido los inversos , pues se había refrendado la
institucionalización del sistema de "puerta abierta" en Marruecos y la generalización de los privilegios capitulares
mayores entre los países signatarios del acuerdo ; este régimen venía caracterizado por : 1) el número elevado de los
protegidos marroquíes : dos por comerciante extranjero y por puerto, extendiéndose la protección a la familia del
protegido. Asimismo, los consulados y Legaciones podían tener un cierto número de protegidos marroquíes a su
servicio. Todos los protegidos se beneficiaban de la inmunidad diplomática y de la exención fiscal; 2) la extensión de
la competencia de las jurisdicciones consulares a todos los litigios donde el demandado era un extranjero o un
protegido. Véase Kenbib, M.: Les Protégés. Contribution à l´histoire contemporaine du Maroc, Rabat, Université
Mohammed V, 1996, passim. Cfr. también Ayache, A.: Le Maroc. Bilan d´une décolonisation, París, Ed. Sociales,
1956.

319
público,530 junto con el rechazo generalizado a las reformas introducidas por el Majzén, tanto más

odiosas para la población marroquí en cuanto son consideradas como impuestas por las potencias

europeas.531

De esta manera, la acción francesa en el Sud-este marroquí no podía dejar de suscitar una

viva tensión entre las tribus de la región. Ello se traducirá en un recrudecimiento de las hostilidades

entre ellas, lo que a su vez generó un importante tráfico de armas entre Melilla, Uxda y Figuig. Por

su parte el Gobierno General de Argelia no vaciló en ver detrás de estos acontecimientos "las

intrigas" del Majzén; incluso cuando el desorden procedía de tribus o individuos argelinos. Y si el

Gobierno marroquí se decidía a hacer una demostración de su autoridad, Argel la calificaba de

"irrelevante" y acusaba al Sultán de obrar sin vigor. Así ocurrió cuando el nombramiento de Si
532
Driss ben Yaïch el- Boukhari al frente del Amalato de Uxda detuvo los enfrentamientos entre

los Angad y los M´haya. Sin embargo, cuando entró en negociaciones con la capitanía francesa de

Marnia en el mes de Abril de 1896 sobre la cuestión de las reparaciones pecuniarias, los problemas

y los enfrentamientos resurgieron, pues las reclamaciones de las tribus marroquíes a las autoridades

republicanas no fueron tenidas en cuenta. El oficial francés, a cargo de las negociaciones,no

disimuló nada y confesó al gobernador general que el funcionario marroquí se había puesto un poco

en evidencia frente a sus administrados y aquello suponía el riesgo de provocar muy graves

recriminaciones por su parte. En efecto, un año más tarde el Sultán se ve obligado a destituir a ben

Yaïch y a enviar a Mawlay Abdessalam Lamrani para devolver la calma al Amalato en revuelta.

530
Sobre todo motivado por los gastos militares.
531
Cfr. Morales Lezcano, V.: León y Castillo, Embajador ... op. cit. pág. 82; Laroui, A.: Marruecos: Islam y
Nacionalismo... op. cit., pp. 80-96; id: Orígenes sociales y culturales... op. cit, pp. 141-209, 263-286 y 365-371;
Tessainer y Tomasich, C.F.: El Raisuni, aliado y enemigo de España, Madrid, Editorial de la Universidad
Complutense, 1992, pág. 51; Burke III, E.: Prelude to protectorate..., op. cit., pp. 58-61; id: "Mouvements sociaux et
mouvements de resistance au Maroc. La Grande Siba de la Chaouia, 1903-1907 " en Actes du Premier Congrès
d´Histoire et de la Civilisation du Maghre, Vol. II, Tunez, Centre d´Etudes et de Recherches Economiques et Sociales
de la Université de Tunis, 1979, pp. 183-194; Mechbal, A.: "Necesidad de una revisión historiográfica de la guerra del
Rif : El ejemplo de Germain Ayache", ponencia inédita presentada al Coloquio Internacional Si Abdelkrim Al Jatábi y
el Protectorado Hispano-francés en Marruecos celebrado en la Universidad euro-árabe de Granada del 10 al 12 de
nov. de 1993, pp. 12-13 y 15-16.
532
Sayad, S.: op. cit., pp. 79-80.

320
El caíd (gobernador) de Figuig, por su lado, protestaba ante el general en jefe de la división

de Orán de que el capitán al mando del puesto de Aïn Sefra hubiese penetrado con sus soldados en

uno de los poblados de Figuig sin prevenirle y le recalcaba que actitudes como aquella podrían

"ciertamente dar lugar a graves complicaciones entre los dos gobiernos".533

La misma emoción y las mismas inquietudes reinaban en el Sur-Oeste del Imperio jerifiano.

En 1897 el santón ash-Shaykh Mâ al- ´Aynîn se trasladaba a la residencia de la Corte Imperial,

Marrakesh, para departir con el Sultán y prevenir la acción francesa a partir del Senegal.

Los agentes diplomáticos y consulares españoles serán testigos de primera mano de estos

acontecimientos, llamados a suponer el inicio de la ruptura del "statu quo", los primeros conatos de

su desmoronamiento. Los datos llegarán al Ministerio de Estado español por dos conductos: el

Consulado en Orán y la Embajada en París. Las primeras noticias son un tanto vagas, difusas, y

pecan de un cierto desconocimiento de las nuevas variantes introducidas en el problema marroquí.

Las informaciones que se van conociendo en Madrid a lo largo del mes de Abril de 1897 hablan

únicamente de conflictos entre las propias tribus marroquíes colindantes a la frontera de Argelia; no

recogen o desconocen la "mano" de Francia. Así pues, se limitan a reflejar un estado de "revuelta

permanente", y de enfrentamientos intestinos entre los mismos marroquíes, y estos son

considerados habituales y constantes. Sin embargo, el carácter alarmante de los mismos viene

remarcado porque los combates son de gran intensidad y en ellos interviene incluso el contingente

imperial del Amal de Uxda que lucha contra los Angad y Beni- Isnassen al lado de los Mehaya. Se

resalta el gran número de muertos y heridos fruto del ardor de los combatientes, y como móviles de

este estado bélico se señalan la venganza, la lucha por las jefaturas tribales y el deseo de rapiña,

sentimientos intrínsecos a las tribus de la región, ahora enconados por el estado de miseria

generalizada causada por la pertinaz sequía que está sufriendo el territorio.534 En suma, sin atender

apenas a los verdaderos motivos de la violencia fronteriza, es decir la injerencia imperialista que

533
Ibidem, pag. 80.
534
Marqués del Pedroso, cónsul de España en Orán al Duque de Tetuán, Ministro de Estado. 12 de Abril de
1897.Despacho no. 45. A. G. A. África (Marruecos). Sección Histórica. Caja 144/ Ex. 1.

321
viene a agravar las consecuencias de los desastres climatológicos y los fenómenos naturales

adversos, se empieza a construir en estos despachos la base de un estereotipo o modelo inventado

de "lo marroquí", omnipresente en toda la diplomacia española del momento y luego repetida por

ciertos sectores de la publicística o la prensa. En la construcción de ese estereotipo, la traición

estaba relacionada con la violencia natural; por eso se hablaba de un estado de guerra continuo

entre cabilas y el Majzén. La siba, la rebelión es interpretada por los testigos españoles como una

forma constante e institucionalizada de anarquía, a diferencia del bandolerismo; era considerada

como una especie de espectro 'hobesiano' de violencia natural, en una guerra de todos contra

todos.535

Noticias de cariz más preocupante se conocen en Madrid en la segunda mitad del mes: las

salvajes prácticas de las tribus fronterizas han alcanzado cotas de un atrevimiento inusitado y están

a punto de iniciar un conflicto internacional de gran envergadura. Algo que descuella en los

siguientes despachos es la impresión de aparente impotencia de las autoridades imperiales para

hacer frente a los sublevados que llevados por su osadía y sin sufrir ninguna provocación previa,

han invadido el territorio argelino persiguiendo hasta las mismas avanzadillas francesas al

contingente imperial derrotado por ellas. Palpable muestra del desgobierno, del desorden y de la

intranquilidad absoluta que reinan en la zona y de la nulidad de medios del Majzén para controlar la

situación es el hecho de que el mismo Amal de Uxda ha solicitado ayuda y protección a las

autoridades francesas en la persona del Comandante Superior de Marnia. Encontramos de esta

manera perfectamente delimitados los dos hilos conductores de los primeros mensajes que llegan al

Ministerio de Estado, denotativos de un tono simplista y en general escasamente informado:

a) el carácter traidor y violento del marroquí, guiado únicamente "por la sed de sangre y de

venganza" que le lleva a la violación de las fronteras internacionales, contribuyendo a la

535
El estereotipo de la violencia de los marroquíes ya tenía antecedentes en la literatura geográfica europea de corte
colonialista, por lo que se refería al caso de los rifeños. Por ejemplo, Auguste Mouliéras (Le Maroc Inconnu.
Exploration du Rif, París, 1895) había expuesto una imagen de los rifeños de Kelaia como rudos, bárbaros y crueles,
con costumbres y leyes violentas.

322
consolidación de la situación de anarquía, desolación y desgobierno en que vive el Imperio

jerifiano,

b) la actitud expectante y tranquila de las autoridades coloniales francesas que se limitan a

atender a los heridos del contingente imperial, sin intervenir en la lucha; es decir, se trata de un

refrendo moral de la actuación superior de los colonizadores europeos valorativa de su juicio y

templanza, pues su labor en el territorio busca únicamente la consolidación de una seguridad

protectora de la población nativa.

No solamente no se alude en ningún pasaje a la injerencia colonialista en los orígenes de los

conflictos, sino que todo lo más, los informes del cónsul en Orán resaltan que España ha de tomar

una actitud precavida, de expectante preocupación. Algunos elementos conocidos por el cónsul

parecen apuntar a que se puede producir una definitiva intervención francesa, justificada por el
536
acoso desde el lado marroquí. Estas noticias contribuirán a crear una sensación de alarma en el

seno del gobierno canovista, el cual, sin embargo, no adoptará una posición al respecto. Las

sucesivas comunicaciones nos evidencian como la reacción española será poner en marcha las

actuaciones de un servicio de información y de confidentes que a estas alturas del siglo, estaba ya

articulado de manera muy eficaz en diversas partes del Imperio jerifiano.

La gravedad de los acontecimientos, así como el convencimiento por parte de la Embajada

en París y del Consulado en Orán de que el estado de agitación en los confines argelino-marroquíes

no tenderá a disiparse lentamente sino a recrudecerse, parecen apuntar que el gobierno republicano

está decidido a poner fin a la independencia del Sultanato. Tanto en la metrópoli como en Argelia,

536
A este respecto, el Marqués del Pedroso señala que el momento aparece como el más oportuno para una invasión
francesa de Uxda, y en este sentido resalta unas frases de la intervención de un general francés de inspección en Orán y
Marnia que insistían en la necesidad de rectificar los limites fronterizos argelinos-marroquíes sobre la base del
engrandecimiento de la colonia francesa, aprovechándose de la ocasión excepcional que supone la petición de ayuda
del Amal de Uxda, así como el que la guarnición fronteriza de Marnia hubiera procedido a desplegarse, siendo
reforzada por escuadrones de caballería, tanto de Cazadores de África como de Spahis. Marqués del Pedroso al Duque
de Tetuán. 16 de Abril de 1897. Despacho número 49. A.G.A. África (Marruecos). Sección Histórica. Caja 144/ Ex.1.

323
la prensa colonialista francesa había iniciado, al socaire de los conflictos fronterizos, una campaña

incitando a una invasión del Imperio.537

Además, los continuos movimientos y concentraciones de tropas en los límites de la colonia

argelina parecen indicar que el gobierno de París está firmemente convencido de su derecho a

imponer definitivamente su predominio en el Sultanato, derecho basado exclusivamente en su

vecindad con Argelia y en el cumplimiento de una función bienhechora, la del establecimiento de

las ventajas de la civilización y la modernización en el territorio marroquí, lo que augura un pronto

desenlace del conflicto .

De hecho, desde comienzos de la década final del siglo XIX - tal como evidencia la consulta

de los archivos militares franceses- los planes de intervención gala en el Marruecos oriental estaban

ya pergeñados. El Servicio Secreto francés, el Deuxième Bureau, había elaborado el 30 de

Diciembre de 1892 el texto de un "proyecto de operaciones contra Marruecos".538

El plan terminaba aconsejando que el cuerpo expedicionario invasor de Marruecos

podía seguir un itinerario principal que arrancase de Uxda, y que luego prosiguiese por Taza y el

valle del Inaouen hasta llegar a Fez. El valle del río Inaouen por su fertilidad relativa, se estimaba

que aseguraría los recursos suficientes para el suministro de una columna.

537
Ciertamente era desde Argelia, a la que la expansión sahariana había dado una serie de nuevas dimensiones y
abierto nuevos horizontes, donde se estaba preparando -fundamentalmente- el plan encaminado a la intervención
francesa en Marruecos, y en el Tuat en particular. Ya en Febrero de 1896, un comité de diputados del Grupo Colonial
de la Cámara (sección parlamentaria del partido colonial francés) había intentado convencer, mediante una serie de
visitas, a las autoridades de la República de que la cuestión del Tuat constituía ante todo "una cuestión de policía
argelina." (Sayagh, S.: op. cit., pág. 80). Sin embargo, el gobierno francés, probablemente con el fin de prevenir una
eventual acción militar sin su consentimiento propio, había previsto reducir a sólo 20.000 hombres el conjunto de
efectivos destacados en el extremo sur de Argelia. Este proyecto no se realizó, debido a las objeciones y a las presiones
colonialistas en Argel en el sentido de que toda reducción de efectivos conllevaba el riesgo de provocar conflictos y
problemas para la seguridad de la colonia. Al mismo tiempo, el Gobernador General de la colonia, Jules Cambon hacía
saber en el transcurso de un discurso al Consejo Superior de Argelia que " la colonización y la obra de penetración
sahariana continuaban gracias al progreso económico ", y para resaltar sus propósitos, comenzaba un viaje hacia el
sur del territorio que le conducía a El-Goléa. En un segundo discurso al mismo Consejo Superior en enero de 1897,
resaltaba las grandes directrices de su política sahariana e insistía sobre la importancia de la reciente creación de tres
mercados francos : Marnia, el-Aricha y Aïn-Sefra. En el mes de Abril efectuaba un viaje a la frontera con Marruecos y
se entrevistaba con el Amal de Uxda, Si Driss ben Yaích en Marnia, entrevista que más que para disipar las inquietudes
del funcionario jerifiano a raíz de los últimos incidentes ocurridos en la región, parece la señal de una inminente acción
militar contra Marruecos.
538
"Projet d´opèration contre le Maroc", 2e. Bureau, 30 Décembre, 1892, Archives du Ministère de la Guerre
(A.M.G.). Vincennes. Maroc, C 19.

324
Todas las indicaciones contenidas en este proyecto eran el resultado de más de dos siglos -
539
resalta Abderrahmane El Moudden - de viajes exploratorios del territorio imperial por parte de

agentes galos, desde el realizado en abril de 1666 por el explorador Roland Fréjus hasta el de De La

Martinière en julio de 1891.540

Días después, el carácter de los despachos llegados a Madrid sigue teniendo un tono bastante

alarmista, si bien es cierto que en ellos se van matizando los objetivos o finalidades de este primer

ensayo de penetración sistemática en el Imperio de las tropas francesas. Así, la inminente invasión

no trataría de apoderarse de todo el país, sino únicamente perseguiría la conquista de Uxda y la

rectificación de las fronteras argelino-marroquíes hasta el río Muluya. Con todo, se especula que la

República podría ensayar una suerte de combinación entre operaciones militares y penetración

económica, dado que se pretendería intensificar las relaciones mercantiles entre las tribus

marroquíes comprendidas entre el Muluya y la frontera argelina por un lado, y las compañías e

intereses comerciales franceses por otro, para posteriormente, en una segunda fase, y una vez

consolidada la libertad de circulación económica en toda esta zona, subrepticiamente imponer el

dominio colonial. 541

La siguiente comunicación digna de reseñar se produce el 22 de Abril, cuando comienzan a

llegar al consulado en Orán los resultados de las indagaciones sistemáticas efectuadas por los

confidentes enviados -con toda urgencia- por España al zoco dominical de Marnia. Dichas

indagaciones no plantean ya una solución tan catastrofista para los intereses de España, pues

tienden a rebajar el número y el contingente de las tropas francesas movilizadas en la frontera.

Además aunque se informa a Madrid que la moral intervencionista entre los efectivos coloniales es

muy alta, y de que éstos están deseosos de traspasar la frontera y de iniciar la acción conducente a

539
Véase El Moudden, A.: " Exploration et penetration : un siecle d´"itineraires" dans le couloir de Fes-Taza (1805-
1911) " en Hesperis-Tamuda, Vol. XXII, 1984, pag. 103.
540
Ibidem, pag. 107.
541
Marqués del Pedroso al Duque de Tetuán, 21 de Abril de 1897. Despacho no. 52; véase también Duque de
Mandas, Embajador de España en París al Duque de Tetuán, 21 de Abril de 1897. Despacho no. 127 (ambos en : AGA.
África (Marruecos).Sección Histórica .Caja 144/ Ex. 1)

325
apoderarse de Uxda y rectificar la frontera, se descarta ese posible movimiento francés. En

contrapartida, los confidentes aseguran a las autoridades españolas que si bien el espíritu de

agitación y lucha fratricida sigue reinando entre las tribus marroquíes fronterizas, éste se

volatilizaría en el mismo momento en que un soldado francés traspasara los límites del Imperio, y

se produciría una conjunción o alianza de los antiguos adversarios, ahora unidos en guerra santa

contra la intromisión extranjera. Es previsible pues que en el caso de iniciarse la invasión, ésta no

se limitaría a ser un paseo militar galo, sino que las tropas coloniales tendrían que combatir palmo a

palmo por la posesión del territorio. 542

Sin embargo, las dudas del Gobierno español no terminaban de disiparse: la agitación y los

combates continuaban casi a diario en la zona, y las noticias procedentes de los servicios de

información hispanos no hacían sino contribuir a reavivar los recelos y los miedos en el gabinete

de Madrid. Hacia finales del mes se entra de nuevo en una fase de reactivación de las hostilidades,

esta vez favorables a las huestes imperiales. A estas alturas, la sublevación ha adquirido un cariz

general en todas las cabilas comprendidas entre el Muluya y el río Kiss. Los morabitos predican

diariamente la guerra en todos los lugares contra el Majzén, y el aspecto que toma la situación es de

su derivación hacia un estallido de grandes repercusiones. Al mismo tiempo, se conocen en la

capital de España otros aspectos del conflicto, como son la distribución por las autoridades galas

entre las tribus argelinas fronterizas de armamento y municiones para repelar las razzias

procedentes de Marruecos, o los intensos contactos diarios entre la autoridad jerifiana en Uxda y el

General al mando de las tropas francesas de la frontera. La noticia de la llegada a la misma del

gobernador general de Argelia, Jules Cambon, de nuevo reabre la posibilidad de la intervención

francesa.543 Francia sólo buscaría una oportunidad, la que le proporcionaría un nuevo incidente, un

nuevo ataque o provocación por parte de las cabilas del otro lado del Kiss para tener un pretexto

que le permitiera aprovecharse del conflicto fronterizo e imponer el dominio de sus armas.

542
Ibidem .Marqués del Pedroso al Duque de Tetuán, 22 de Abril de 1897. Despacho no. 53 .
543
Ibidem. Duque de Mandas al Duque de Tetuán, 28 de Abril de 1897. Despacho no. 153.

326
Finalmente y comenzado el mes de Mayo, las noticias procedentes de la Legación española

en Tánger acabarían por tranquilizar de manera momentánea los ánimos no sólo de un gobierno,

sino los de un país, soliviantado por algunas informaciones de la prensa que habían tendido a

tergiversar y deformar la realidad de los acontecimientos. A juicio del Ministro Plenipotenciario

español, Emilio de Ojeda, ciertos temores no habían carecido de base, y conflictos como el de la

frontera argelino-marroquí, si se repetían con frecuencia, acabarían por suponer el fin del "statu

quo". El diplomático descartaba de momento la invasión del territorio del Sultanato por las tropas

francesas y criticaba las campañas de la prensa española que la habían anunciado con reiteración.

Ahora bien, ello no implicaba que la pervivencia del statu-quo no hubiese pasado por uno de sus

momentos más delicados y lo más inquietante era la sensación difundida entre el Cuerpo

diplomático internacional acreditado en Tánger de un cierto fatalismo mezclado de indiferencia por

la situación del Imperio, lo cual no dejaba de constituir sino la primera muestra o aviso del final de

la situación de equilibrio que había caracterizado la cuestión marroquí en los últimos veinte años.

Se generalizaba ya en los representantes diplomáticos europeos una creencia basada en el

convencimiento de la imposibilidad del Majzén de hacer frente a lo que se consideraba la anarquía

y el desorden endémicos en el interior del país. Es más, se daba por fracasado todo el esfuerzo

reformista de los Sultanes, sin ver que eran las intromisiones externas las que hipotecaban - de por

sí- el éxito de dichas reformas y los intentos del Majzén de consolidar un Estado unido y moderno.

En su lugar, se entendía que el gobierno marroquí actuaba combinando la apatía con las muestras

de impotencia, y que ello contribuía a agravar el malestar y el descontento entre la sociedad

marroquí. Como consecuencia de ello, allí donde no existía más que el reino del desorden, la

inseguridad y la violencia, se contemplaba como permisible y hasta disculpable la actitud de

Francia que, en caso de invadir el Imperio, no haría más que ejercer un derecho, el de defender sus

propios límites territoriales. La antigua aspiración de Francia de intromisión en los asuntos del

Sultanato se consideraba tolerable y la ocupación del extremo oriental del país, hasta la margen

327
izquierda del Muluya se percibía como una solución definitiva para implantar la civilización y el

orden. Los recelos de las distintas potencias hacia Francia no tenían ya razón de ser. 544

En esta coyuntura, el Consulado en Orán y la Embajada en París seguirían advirtiendo de

la desfavorable trascendencia para España de estos hechos, que se reinterpretaban en Madrid,

mezclados a la vez con suspicacias, temores ante un posible cataclismo del Imperio jerifiano e

intoxicaciones informativas de origen francés. Las diversas teorías contradictorias sobre los

acontecimientos que se estaban produciendo en territorio marroquí, llegaron a lo largo del mes de

Mayo al Ministerio de Estado, forzando una nueva intervención de los confidentes españoles en la

zona. Lejos de sofocarse la revuelta, el Consulado de Orán, reexpidiendo a Madrid los informes que

le proporciona el viceconsulado en Nemours, avisaba de un nuevo combate muy reñido, trabado el

día 5 junto a la frontera, que se tradujo de nuevo en una violación por parte de las tribus sublevadas

del territorio argelino, lo que les llevó a penetrar en el distrito militar de Marnia y a arrasar los

aduares de algunas cabilas de este territorio. La presencia de los confidentes en el lugar se tradujo

en un nuevo alud de noticias, cuyo conocimiento pareció dar ocasión otra vez a las sospechas sobre

el inicio de un conflicto de grandes dimensiones. Además en Madrid se conoció una versión de los

hechos claramente adulterada por fuentes francesas, y que arribó desde la Embajada en París, la

cual atribuía los orígenes de los disturbios en la frontera a la actitud cicatera y provocativa del

Majzén. Habría sido el Sultán, en última instancia, el culpable del inicio de los disturbios al querer

cobrar una serie de exacciones o tributos a las cabilas fronterizas, a través del Amal de Uxda; entre

sus planes se contaba premeditadamente con que estas tribus se resistieran y emplearan la violencia,

pues ello justificaría la intervención armada de las tropas imperiales para sojuzgar más duramente a

las cabilas, y al reimplantar el orden, someterlas aún a mayores contribuciones. Según esta versión,

la intervención francesa había sido meramente defensiva limitándose a proteger la frontera, y la

presencia del Gobernador Cambon en la misma no había tenido como objeto organizar un

544
Ibidem. Emilio de Ojeda, Ministro plenipotenciario de España en Tánger al Duque de Tetuán, 3 de Mayo de 1897.
Despacho no. 62.

328
contragolpe que llevara a las tropas francesas más allá del Kiss, sino restablecer la paz, cosa que se

había conseguido, cuando sin motivo aparente, los caídes de las cabilas y el mismo Amal de Uxda

se habían apresurado a presentarle su sumisión y habían solicitado la incorporación de sus

territorios a Argelia.545

Esta versión contrastaba con las de los servicios de información españoles desplegados en el

terreno. Según éstos, la raíz del rebrote del conflicto estaba en la actitud francesa al querer imponer

un pago a las tribus marroquíes de trescientos mil francos en concepto de indemnización por la

primera violación del territorio argelino, es decir la sobrevenida en Abril. La negativa de las cabilas

a sufrir esta humillación era, en realidad, la que había determinado un nuevo despliegue de los

efectivos franceses a lo largo de los límites fronterizos, y el hecho de que éstos hubieran sido

pertrechados con abundante munición, constituía una señal clara -según los confidentes del vice-

consulado en Nemours - de una inminente invasión de Marruecos. En consecuencia, el cónsul

español en Orán, marqués del Pedroso rogaba al Ministro de Estado, Duque de Tetuán que se

previese esta eventualidad. Por otro lado el Embajador en París, Duque de Mandas, haciendo

hincapié en el mismo sentido, estimaba que esta acción no se limitaría sólo a buscar una mera

rectificación de fronteras, es decir a un avance francés sobre el río Muluya, sino que sería la

antesala de un posterior despliegue sobre Fez, aprovechando el estallido de ulteriores revueltas en

el interior del Sultanato:

"Los conocedores de aquella región me dicen - escribía el Duque de Mandas con


fecha 11 de Mayo- que así como no tiene interés España en contrariar la aspiración
francesa de apoderarse del Tuat al Sur de Argelia, así esta tentativa de estenderse (sic)
hacia el poniente, no favorecerá nuestra posición en Melilla y quedarían anuladas ó con
poco valor las Chafarinas.
Ahora lo que falta es que Inglaterra se preste a este agrandamiento."546

545
Ibidem. Duque de Mandas al Duque de Tetuán, 11 de Mayo de 1897. Despacho no. 168.
546
Duque de Mandas al Duque de Tetuán, 11 de Mayo de 1897. Despacho no. 168, documento ya citado.

329
En esta carta remitida al Ministerio de Estado se encuentran ya perfilados algunos atisbos de

las líneas directrices de la política española en relación a Marruecos durante ese año y aún los

siguientes. Así en 1897, a pesar de la sólida posición detentada en el Sultanato y rotas desde dos

años antes, las ligaduras que le unían a la 'Triple Alianza',547 España había pasado en el concierto

internacional del desenvolvimiento y optimismo de la década anterior a la categoría de un país

débil, aislado y dependiente de las grandes potencias, abocado por otro lado a un doble conflicto

colonial en Cuba y Filipinas, y que con la guerra hispano-norteamericana, la pérdida de sus

posesiones antillanas, y la liquidación de los restos del Imperio en Extremo Oriente, tocará fondo
548
en cuanto concierne a su condición de gran potencia venida a menos, siendo incapaz de mover

un solo dedo para oponerse a la expansión gala en el Sureste del Sultanato. En los siguientes años,

España no iba a poder hacer valer derechos de ninguna clase sobre Marruecos sin el consentimiento

de las grandes potencias, y de ahí que creciera su desconfianza hacia los sospechosos movimientos

de Francia, su principal rival en el control del territorio. El giro dado por Cánovas en la política

exterior a partir de 1895, una vez que se dio por muerto el acuerdo de aproximación a Italia y sus

aliados de 1887, fiaba la actividad internacional de España en las máximas del repliegue y del

recogimiento (< amigos de todos, aliados de ninguno>). Esta actitud de aislamiento internacional y

carencia de aliados se iba a poner en evidencia en 1898, originando un cambio en los principios

teóricos que informarían en adelante la política exterior de España: la seguridad del territorio

nacional. Para ello la garantía de los intereses españoles en el Norte de África y en la cuestión de

Marruecos en particular se iba a presentar como una cuestión fundamental que se imbricaba, en

consecuencia, en la política de defensa. Finalmente ante la persistencia de las apetencias de la

547
Cfr. Salom Costa, J.: "Del recogimiento al aislamiento (1890-1896)", en Fusi, Juan Pablo y Niño, Antonio (eds):
Vísperas del 98. Orígenes y antecedentes de la crisis del 98, Madrid, Biblioteca Nueva, 1997.
548
Morales Lezcano, V.: España, de pequeña potencia a potencia media, Madrid, UNED, 1991, pág. 39. Tal como
señala Martínez Carreras, " en 1898, la posición internacional de España, la misma estructura territorial del Estado
español, experimenta una radical mudanza: después de 1898 cambian tanto la estructura territorial como la posición
internacional de España. Para nuestro país la crisis del 98 es la confirmación, en el plano internacional, de que, por lo
menos desde comienzos del siglo XIX, ha dejado de ser tenida en cuenta en la política mundial, habiéndose
transformado en una potencia de segundo orden". Véase al respecto Martínez Carreras, J.U.: "La política exterior
española durante la Restauración, 1875-1931", en Vilar, Juan Bautista (ed): Las relaciones internacionales en la
España contemporánea, Murcia, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia, 1989, pág. 85.

330
República sobre el resto del territorio marroquí, y sentada la premisa que supone la aceptación de la

incapacidad de combatirlas, la única esperanza para remontar su cada vez menor autonomía en la

política internacional y la impotencia de contemplar impasible la acción gala en el Sultanato, la iba

a cifrar el gobierno español en las actitudes que pudiese tomar ante las iniciativas francesas la

única potencia que estaba en condiciones de hacerlas frente: el Reino Unido. Sobre esta base,

entendido que el mantenimiento del aislamiento internacional de España marcaría su total exclusión

de la cuestión marroquí, quedaba abierta la posibilidad de realizar un acercamiento o aproximación

coyuntural a dicho país con el que hacer causa común en Marruecos para detener los deseos

imperialistas franceses. Todas las esperanzas de asegurar la independencia nacional y las

pretensiones españolas en Marruecos quedarían supeditadas a la necesaria conjunción de intereses

ajenos.549 Ésta será, al fin y a la postre, la política que pondrán en marcha en el invierno de 1899 el

gobierno liberal de Sagasta, y en 1900 el conservador de Silvela.

De hecho, la actividad francesa basada en hostilizar a unas tribus fronterizas contra otras, y a

todas contra los representantes del Gobierno marroquí se traduciría en un éxito casi completo al

cumplirse el propósito galo de minar la autoridad del Majzén en el territorio y por ende, ir sentando

las bases preparatorias de ulteriores acciones. La entrega de armamento moderno entre las tribus

fronterizas argelinas dio pie a que éstas a su vez contragolpearan sobre Marruecos con ocasión de

los siguientes incidentes habidos en la segunda mitad de Mayo. Por otro lado, la labor de

información de los confidentes españoles permitió con cierta mayor claridad conocer el origen
550
último del conflicto en las intrigas francesas. El objetivo de estas razzias promovidas por los

franceses era claramente agudizar más los efectos de la falta de víveres entre las cabilas

marroquíes. Cosechas y campos quedaban destruidos diariamente por la acción de los "goumiers"

procedentes de la colonia francesa, quienes tenían también especial empeño en privar a sus vecinos

549
Véase García Sanz, F. " Juan Pérez Caballero y Ferrer, ¿una nueva diplomacia en la estela del 98? “, en Historia
Contemporánea, nº 15 (1996). Monográfico < Nombres propios para una diplomacia>, Universidad del País Vasco,
pp. 57-58.
550
Marqués del Pedroso al Duque de Tetuán, 12 de Mayo de 1897. Despacho no. 66. A.G.A. África (Marruecos).
Sección Histórica. Caja 144 /Ex. 1.

331
de toda su riqueza ganadera. 551 La operación francesa vio casi alcanzados sus frutos: la penuria y el

hambre se recrudecieron, quedando la región presa repentinamente de un estado de revuelta

general, y el agravamiento de la situación se tradujo en la huida del Amal ante el propósito de las

tribus sublevadas de tomar al asalto Uxda, lo que forzó la intervención acelerada del Majzén para

restablecer la tranquilidad, quedando así frustrados los propósitos galos de aprovechar el vacío de

poder creado por la revuelta, para proceder a la invasión y ocupación definitiva del territorio. 552 La

maniobra francesa terminó con la salida de Cambon del Gobierno de Argelia y la marcha a París

de una embajada marroquí presidida por Si Mohammed ben Mousa (hermano del Gran Visir Bu

Ahmed), llevando una proposición de solución al litigio fronterizo consistente en su sometimiento

al arbitraje internacional.553

La pasividad del Gobierno español ante la evidencia de los movimientos galos que

desvelaban la clara intención del gobierno republicano de hacer tabla rasa de los compromisos

internacionales por él suscritos referentes al mantenimiento de la integridad del Imperio, queda

resaltada por su negativa a crear una cuña en la desembocadura del río Muluya que detuviese en

seco el avance francés. En 1884, el aventurero español Saturnino Jiménez , bajo los auspicios de

círculos geográficos de Madrid había establecido en este lugar una base para ulteriores

exploraciones,554 adquiriendo a continuación a los cabileños de Kebdana una franja costera de

alrededor de siete kilómetros de longitud comprendida entre el Cabo de Agua y la desembocadura

del río antes citado , frente a las islas Chafarinas , que al año siguiente vendía -mediante documento

notarial- a la barcelonesa Compañía Comercial Hispano-Africana . Diversos acontecimientos que

habían sucedido en el territorio como la epidemia de cólera de 1885, así como la falta de cobertura

y protección militar española habían determinado el abandono de esta posesión y la interrupción en

ella de cualquier actividad comercial. A pesar de que determinadas firmas extranjeras habían

551
Ibidem .Marqués del Pedroso al Duque de Tetuán, 13 de Mayo de 1897. Despacho no. 67.
552
Ibidem. Marqués del Pedroso al Duque de Tetuán, 14 y 17 de Mayo de 1897. Despachos no.69 y 70.
553
Véase al respecto Sayagh, Said: op. cit., pp. 80-81.
554
Véase al respecto Parsons, Frédérik V.: The origins of the Morocco question, 1880-1900, Londres, Duckworth,
1976, pág. 612.

332
querido a lo largo de los años adquirir los derechos de propiedad al empresario Ramón Cabrera

Barberán, que ante la sucesiva retirada de los demás socios miembros de la compañía, se había

convertido en el único titular de los mismos, a finales de 1896, éste se dirigía al gobierno canovista

solicitándole que concediera el protectorado de España sobre el territorio con el fin de resucitar la

sociedad mercantil e iniciar las actividades de explotación comercial, o en caso contrario,

ofreciendo la venta del mismo al Estado español. 555 La respuesta del gobierno conservador fue una

rotunda negativa, apelando a la imposibilidad de intervenir en un lugar formalmente bajo la

soberanía del Sultán.556 En suma, mientras Francia utilizaba la conflictividad en sus fronteras

argelinas para ganar nuevos territorios, y así incrementar su poder e influencia en la región, España

no se planteaba emprender una acción exterior agresiva, imperialista y expansiva, y prefería actuar

ante similares situaciones escondiendo la cabeza, cerrándose sobre sí misma, apelando de esta

manera a la legislación internacional, en lugar de atender sus intereses particulares y desgastándose

así inútilmente, demostrando unas posiciones de debilidad ante unos vecinos hambrientos de

nuevos territorios.

555
Instancia de D. Manuel Torreto Paniagua, apoderado de D. Ramón Cabrera Barberán, ante el Ministerio de Estado
solicitando el protectorado para unos terrenos de su propiedad frente a las islas Chafarinas. Madrid, 17 de Diciembre de
1896. A.G.A. África (Marruecos). Sección Histórica. Caja 325 / Ex. 1
556
Ibidem .Resolución del Ministro de Estado, Duque de Tetuán dirigida a D. Manuel Torreto. 9 de Enero de 1897.
Minuta.

333
5.5. De nuevo la piratería Bocoya. Los ataques a los buques Fiducia y Rosita. El affaire de los

cautivos. Tentativas francesas de expansionarse por el Rif (1896-97)

A finales de 1896, al ser atacado el buque mercante francés Prosper Corin en las costas del

Rif por varios miembros de la cabila de Bocoya, el vapor-correo español Sevilla había acudido

rápidamente en su socorro, y de resultas de la reyerta consiguiente entre los rifeños y la tripulación

armada del barco español, fueron hechos prisioneros doce integrantes de dicha cabila,

inmediatamente internados en la plaza de Alhucemas, donde esperaban ser juzgados por la

Autoridad militar marítima de Cádiz , bajo cuya jurisdicción se encontraba la plaza norteafricana.

Conseguida por la mediación del jerife de Wazzan la libertad del capitán francés del Prosper

Corin, J. Aubet en manos de los Bocoyas, desde el mes de Octubre de 1.896 se habían sucedido los

intentos del gobierno de la República por conseguir del de Madrid, la gracia con respecto a los

prisioneros rifeños.

En un primer momento, se dio un intento doble, en Tánger y en Madrid por conseguir un

acto de clemencia hacia los presos en manos de España a raíz de la agresión naval. El Gobierno

canovista entendiendo que de obrar así, claudicaba ante el marroquí, y creaba con ello un

peligroso precedente que se volvería en el futuro contra los intereses españoles, prefirió seguir una

política dura, sin concesiones, y el proceso judicial había seguido su curso. El 26 de Marzo de

1897, el gobierno francés presentaba por medio de su Embajada en Madrid (el encargado en

transmitirla era el Marqués de Reverseaux), una nota verbal reiterando la petición de gracia. 557 Esta

tercera petición francesa sería desestimada, como las dos anteriores. De momento, al gobierno

canovista lo único que le interesaba en materia de piratería era concertarse con el galo, sobre la

consecución de unos criterios semejantes a la hora de solicitar del Sultán una indemnización

pecuniaria para las víctimas españolas y francesa de los combates en aguas rifeñas. El Embajador

557
Nota verbal de la Embajada de Francia en Madrid presentada en el Ministerio de Estado. 26 de Marzo de 1897.
A.G.A. África. Sección Histórica.(Marruecos) Caja 103 /Ex. 2

334
de España en París, el Duque de Mandas, en un momento en que España no pretendía -en el tema

de las reclamaciones- ejercer una acción independiente de la francesa, sino más bien tendía a

supeditarse a las directrices que marcara el gobierno republicano, sacó el asunto a colación en una

conversación que mantuvo en el Quai d´Orsay con el Ministro de Asuntos Exteriores francés,

Hanotaux. Éste no quiso abordar el tema y postergó para mejor ocasión el dar una respuesta

definida a Mandas.

Hanotaux (en el tema del concierto con España sobre las indemnizaciones por los perjuicios

y daños causados a españoles y franceses en el Rif) rehuía constantemente el acuerdo. Pese a las

prisas del Duque de Tetuán, que remitía una Real Orden al Duque de Mandas el 14 de Abril,

apremiándole para que obtuviese una resolución del gobierno republicano, ésta no llegaba nunca a
558
causa del evidente desinterés francés. Tras visitar varias veces más el Quai d´Orsay, Mandas

sólo pudo obtener una respuesta evasiva de Hanotaux, descartando el entendimiento previo con

España, y manifestando el deseo francés de tratar el asunto directamente con una Embajada

Marroquí, cuya llegada a Francia ya le había sido anunciada por la Legación en Tánger.559 Por

último, en Julio, tras la reiterada insistencia española, Hanotaux comunicaba a Mandas que la

concertación debía de realizarse a posteriori de las negociaciones que Francia había emprendido

ya con el Majzén; de hecho, la Legación francesa en Tánger ya tenía las instrucciones del Quai

d´Orsay sobre las reclamaciones y en este sentido, no cabía para los diplomáticos españoles insistir

más en París. Si España deseaba un concierto, debía de ser Ojeda quien consultase a su colega

Baylin de Monbel en la capital diplomática marroquí.560

Por otra parte, en pleno verano otro suceso, cuyo escenario serían de nuevo las aguas rifeñas

estaba llamado a iniciar una nueva época de tensión entre las potencias europeas y Marruecos, a la

vez que serviría para reforzar las injerencias imperialistas en el norte del Imperio. El día 16 de

558
Ibidem. Duque de Mandas, Embajador de España en París a Duque de Tetuán. Despacho no. 133. 20 de Abril de
1897.
559
Ibidem .Mandas a Tetuán. Despacho no. 188. 24 de Mayo de 1897.
560
Ibidem .El Marqués de Novallas, Encargado de Negocios de la Embajada española en París, a Tetuán. Despacho no.
259. 19 de Julio de 1897.

335
Agosto, llegaba a la Legación española en Tánger un telegrama remitido por la Comandancia

General de Melilla: al mediodía del día 14, a la altura del Peñón de Vélez, dos pequeños botes

transportando a poco más de una docena de rifeños procedentes de la Cebadilla y pertenecientes a

la cabila de Bocoya, asaltaban una goleta italiana, la Fiducia que portaba un cargamento de madera

desde América a Marsella, y después de haber despojado a sus tripulantes de parte de sus

vestimentas y algo de dinero en metálico, se habían llevado hasta la costa, junto a los botes del

buque, al capitán Razetto (italiano), al contramaestre (de nacionalidad griega) y a un marinero

francés de la tripulación, logrando el resto de la misma conducir el buque hasta la seguridad de

Gibraltar. El telegrama continuaba señalando el lugar561 en el que, según los confidentes nativos de

las guarniciones del Peñón y Alhucemas, se encontraban retenidos los secuestrados. 562

Analizado con detenimiento el suceso, parece evidente que no se trata de una práctica

pirática, y de esta manera los razonamientos del Sultán Abd al- Aziz sobre los asaltos a buques por

parte de los Bocoyas cuando afirmaba que eran respuestas ‘naturales’ de unos despechados rifeños

ante los engaños de los contrabandistas europeos, parecen confirmados. Nos encontramos ante

meros secuestros utilizados por los cabileños no para lucrarse u obtener un beneficio crematístico.

Se trataba, como había quedado claro en el caso del Sevilla de unos actos esporádicos, concretos,

puntuales, de venganza tras una serie de afrentas que habían recibido los rifeños en el pasado, y

ahora resultaba claro que los lazos de solidaridad y las relaciones de parentesco rifeñas estaban en

el origen del asalto al buque italiano. Los Bocoyas cuando abordan el barco no lo someten a un

pillaje sistemático, no registran el bajel para llevarse toda la riqueza que puedan obtener. Es más,

561
Se trataba de la casa, en el poblado de Cebadilla, de los hermanos Aluch Mohammedi y Haddú Mohammedi. El 17
de Agosto el gobernador general de Melilla presentó una carta al gobernador del campo fronterizo solicitando su
colaboración en las tareas conducentes a obtener la libertad de los apresados, la devolución de los efectos robados y la
prevención de futuros incidentes de este tipo. Carta dirigida por el gobernador general de Melilla al Bajá del campo
fronterizo. Melilla. 17 de Agosto de 1897. S.H.M. Archivos de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 167. El Bajá
Mohammed Anflus contestó con diligencia el día 18 informando a la autoridad militar melillense que había enviado a
un representante personal al lugar de los hechos y al mismo tiempo escribía a los notables de Bocoya solicitando que
intercedieran para la puesta en libertad de los cautivos y la devolución de los efectos incautados. Carta de Mohammed
Anflus al gobernador militar de Melilla. 18 de Agosto de 1897. S.H.M. Rollo 167. Mohammed Torres telegrafió a
Anflus a Melilla, ordenando que recogiese personalmente a los secuestrados y los enviase inmediatamente a Tánger.
562
Telegrama del Comandante General de Melilla a la Legación española en Tánger. 16 de Agosto de 1897. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.

336
permanecen en él un tiempo concreto, limitado; además no le causan daños considerables ni lo

hunden; buscan quedarse en el buque durante el menor tiempo posible, con el fin de tomar rehenes

para luego canjearlos por sus primos y hermanos presos por España en Alhucemas. Así, el día 18,

se recibe en Tánger otro telegrama del gobernador militar de Melilla que informa sobre más

detalles. Una vez en la seguridad de la playa de Cebadilla, los Bocoyas secuestradores se ponen en

contacto con el rifeño confidente de la plaza de Alhucemas y le hacen entrega de un escrito,

dirigido al gobernador del islote. Se trata de una carta de puño y letra del capitán italiano

secuestrado, Razetto en la que éste expresaba la difícil situación del trío de rehenes; desde el

primer lugar de reclusión, habían sido transportados al hogar de Hach Ammar Ibnchaib, pariente

de varios de los presos de Alhucemas, en el aduar de Tiganimim, donde se encontraban muy mal

asistidos, hallándose además el contramaestre enfermo. El gobernador de Melilla ordenó al de

Alhucemas asistir a los desvalidos por mediación del confidente de la plaza, e iniciar la negociación

de manera inmediata para conseguir de alguna forma el rescate. A su vez requería de Anflus, el

Bajá del campo fronterizo que prestase toda su cooperación.563

También el activísimo Emilio de Ojeda iba a ser sometido a prueba de nuevo. La tarea del

representante español en Tánger pasó de circunscribirse en primer lugar a la proverbial queja a la

Delegación Imperial, a dar cuenta luego a la Legación italiana del asalto, para en último lugar,

hacer una valoración y un análisis de lo que había sucedido. Mohammed Torres, a su vez al ser

requerido por Ojeda, contactó telegráficamente con los dos Administradores de la Aduana

marroquí establecida en el interior de Melilla y les solicitó que Anflus negociara el rescate de los

secuestrados mediante el pago a los Bocoyas de una fuerte suma. En el interín y mientras se

llevaban a cabo estas gestiones, el Ministro Plenipotenciario italiano confesaba a Ojeda su total

escepticismo sobre un rápido y feliz desenlace, puesto que éste no sería posible hasta que no se

produjese la inmediata liberación de todos los rifeños retenidos en Alhucemas. Por primera vez,

Ojeda llegó a vislumbrar, a tener una certeza completa de lo que había sucedido meses antes en el
563
Ibidem.Telegrama del Comandante General de Melilla a la Legación española en Tánger. 18 de Agosto de 1897.

337
Rif durante el rescate de Aubet: el enviado del jerife de Wazzan que había conseguido liberarlo

había prometido solemnemente a los Bocoya antes de la liberación que en contrapartida uno de los

rifeños encausados en el islote sería devuelto a su hogar. El incumplimiento de esta promesa -

hecha por iniciativa personal del jerife y que éste no confesó nunca al gobernador de Alhucemas

durante el período en que permaneció en la guarnición- había causado tanta irritación entre los

cabileños que el propio jerife permanecía constantemente en Tetuán, temiendo represalias por parte

de los Bocoyas, sin atreverse a volver al Rif. Ojeda planteaba la necesidad de un acto de clemencia

del gobierno conservador que accediendo a la demanda de los rifeños salvara la vida de los

cautivos, pues juzgaba como inevitable una petición formal en ese sentido desde Roma.564

No sólo las gestiones emprendidas por las Legaciones italiana y española por conseguir la

libertad de los tres cautivos fracasaron sino que, además, el gobernador militar de Alhucemas

telegrafiaba al comandante general de Melilla señalando que los secuestradores de los tripulantes

del Fiducia habían prohibido toda comunicación por escrito de los cautivos con la plaza, siendo

imposible la continuación de las ayudas que el vecindario estaba prestando a los rehenes por

mediación del confidente nativo. 565 La situación se complicaba todavía más cuando era asaltado, el

24 de Agosto, en aguas rifeñas el balandro portugués Rosita, siendo capturada también parte de su
566
tripulación. El velero había partido de Orán con cargamento de esparto; cuatro botes

transportando a varios cabileños del aduar Bocoya de Tiganimim lo habían abordado a la altura de

la playa Cebadilla apoderándose de ropas, enseres de la tripulación y de una lancha del buque y

llevándose como rehenes al capitán Juan Rosendo y a cuatro marineros. El atribulado Ojeda juzgó

necesaria una reanudación inmediata de la política de cañoneras, abandonada anteriormente por los

gobiernos españoles, y telegrafió al duque de Tetuán, solicitando el envío urgente de dos buques de

guerra: 567

564
Ibidem .Telegrama de Emilio de Ojeda a Tetuán. 23 de Agosto de 1.897.
565
Telegrama del Gobernador de Alhucemas al gobernador militar de Melilla. 24 de Agosto de 1897. S.H.M. Rollo
167.
566
Ibidem .Telegrama de Emilio de Ojeda al Comandante General de Melilla. 27 de Agosto de 1897.
567
Ibidem .Telegrama de Emilio de Ojeda al Comandante General de Melilla. 28 de Agosto de 1897.

338
"(...) intereses humanitarios y de dignidad nacional aconsejan la presencia constante
en aguas de nuestras plazas de dos cañoneros de poco calado, mucha velocidad y piezas
ligeras de tiro rápido, para evitar en lo sucesivo tan escandalosos sucesos y entiendo que
de llevar a cabo el Gobierno de S.M. esta resolución ganará mucho nuestro prestigio entre
los moros y ante Europa." 568

En los Ministerios de Guerra y de Estado, ante las insistentes peticiones formuladas por

Ojeda569 y la Comandancia General de Melilla en lo tendente a revitalizar la presencia usual de la

Marina española en las costas del Imperio, se había llegado a una situación de desconfianza

absoluta en que las autoridades majzeníes lograran reconducir la situación, pacificar la zona y

acabar definitivamente con las actividades piráticas, a pesar de las machaconas exigencias

españolas. Los informes que se remitían para conocimiento del jefe del Gobierno, el general

Azcárraga que acababa de sustituir al asesinado Cánovas, y del de su ministro de Estado, el Duque

de Tetuán insistían en la carencia total de medios con los que ejercer las tareas de vigilancia naval

de las plazas norteafricanas y auxiliar a los buques mercantes asaltados por los rifeños. De hecho, el

ataque al Rosita se había producido aprovechando una ausencia temporal del vapor Sevilla de su

singladura habitual por aguas rifeñas. Una nación que aspiraba a apoderarse en un futuro más o

menos próximo de la costa norte de Marruecos, necesitaba empezar a contar algo en sus playas, a

hacer ondear por sus proximidades su bandera y enseñar a los habitantes del lugar a que la

respetaran. 570

568
Ibidem .Telegrama de Emilio de Ojeda a Tetuán. 28 de Agosto de 1897.
569
Ojeda solicitó al gobierno español el inmediato envío de dos cañoneros al Rif Central, petición que no se podía
satisfacer, ya que estas unidades navales eran más necesarias en Cuba y Filipinas. Telegrama de Emilio de Ojeda al
comandante general de Melilla. 28 de Agosto de 1897. S.H.M. Rollo 167.
570
R.O. del Ministerio de la Guerra dirigida al Ministerio de Estado. 27 de Agosto de 1897. A. G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 102 / Ex. 2.

339
5.6. La "gun-boat diplomacy "española en Marruecos

España había ejercido al menos entre 1884 y 1894 una activa política de prestigio en

Marruecos, que había llevado a la práctica de la " gun-boat diplomacy " por los sucesivos gobiernos

restauracionistas de ese período.

Nos encontramos en plena época imperialista, un momento histórico que está conociendo –

lo hará hasta 1914 – un punto álgido en la concurrencia de las potencias por obtener nuevos o

mayores espacios coloniales. Instrumentos de esta política serán las marinas de guerra, único

vehículo en este estado de desarrollo técnico capaz de transportar a ultramar la potencia militar de

un estado. Las flotas eran imprescindibles para conquistar y asegurar las nuevas posesiones, o para

proteger el creciente comercio marítimo.

Prestigio y colonias eran considerados en dicha época como una manifestación del vigor de

cada estado y de cada nación. De hecho, las consecuencias del ‘darwinismo social’ aplicado a las

diversas naciones y razas, dieron lugar a una cada vez más común y aceptada regla de que el

Derecho en las relaciones internacionales procedía de la fuerza, así como que en la historia de las

colectividades humanas, la primacía correspondía al más fuerte, único que debería sobrevivir.

Entre 1884 (Protectorado sobre el Sáhara) y 1894 (fin de la guerra de Melilla), los gobiernos

restauracionistas llevaron a cabo una activa política de expansión ultramarina y de prestigio

internacional, uno de cuyos escenarios principales de plasmación práctica fue Marruecos. Se

buscaba con esta acción decidida, amén de mantener alto el prestigio de España en la corte

jerifiana, obtener concesiones de uno u otro tipo. Instrumento de esta política fue la renacida

escuadra, encargada con anterioridad al plan naval de Rodríguez Arias en 1887. La concreción de

esta estrategia, por lo que se refiere al Sultanato, se halla muy cerca de lo que ha venido en

llamarse regularmente ‘política de cañoneras’, aprovechando y magnificando los reiterados

incidentes producidos en el contexto de la complicada situación interna de un país sometido a un

340
acoso colonialista permanente y en el centro de las apetencias imperiales de varias potencias

europeas. Las visitas de la escuadra o de buques aislados sirvieron repetidamente como refuerzo a

las reclamaciones diplomáticas y se prolongaron hasta el conflicto de Melilla (1893-94), llegando a

las hostilidades abiertas, en este último caso. Y esta presión naval la mantuvieron los gobiernos

restauracionistas, pese al incremento de la tensión en otras zonas (escenarios caribeño y asiático).

Esta política de presión utilizando a la Marina de guerra contribuyó a reforzar el prestigio

nacional en los asuntos marroquíes, si bien la continua demostración de poder naval ante la Corte

jerifiana no logró mayores éxitos debido al bloqueo internacional de la cuestión marroquí

provocado por la concurrencia de las potencias. 571

Esa política que desde 1894 había sido abandonada y sustituida por una fase de repliegue y

de interrupción de la "gun-boat diplomacy", era precisamente la que reclamaba ahora Ojeda.

A partir de 1894 por oposición a la fase anterior que podíamos calificar como "expansiva", el

último cuatrienio hasta el desastre del 98 se caracterizó por un repliegue y una sensación creciente

de inseguridad en el potencial militar del país. De un lado las sublevaciones en Cuba y Filipinas

crearon un motivo de ansiedad y preocupación, desplazando allí el interés y los medios de toda

índole, centrados ahora en la defensa, más que en la expansión en otras zonas. La resolución del

conflicto de Melilla se cerró en España con una amargura enorme. Se movilizó tarde y mal a las

fuerzas militares españolas dando una pobre impresión a las potencias cuya presión mantuvo

limitadas las dimensiones del conflicto y la represalia española contra los cabileños, hasta el punto

que tal debilidad diplomática y militar parece que alentó a los revolucionarios cubanos, que

pensaron que España sería de nuevo indecisa y débil en su reacción ante la secesión de la isla.572 La

sensación de fracaso generada tras la campaña no paró de acrecentarse, mientras nuevas amenazas

procedentes de otras potencias emergentes, sensiblemente los EEUU y Japón, parecían perfilarse

cada vez como más ominosas. En estas condiciones, la Marina española había dejado de ser

571
Véase Rodríguez González, A. R.: Política naval de la Restauración (1875-1898), Madrid, Editorial San Martín,
1988.
572
Véase Becker, J.: Historia de Marruecos... , op. cit, pags. 402 y ss.

341
operativa en Marruecos. Una memoria técnica del Ministerio de la Marina realizada aquel mismo

año, tras una serie de largos debates parlamentarios celebrados entre abril y noviembre sobre la

situación de la escuadra nos permite entender algunas de las razones del cese de esta política de

cañoneras; razones atribuibles a la precariedad de medios y al desajuste de los mismos para las

tareas de proyección en el norte de África. De los cuatro grandes tipos de buques que componían la

escuadra, dos de ellos estaban destinados principalmente para misiones propias de la "gun-boat

diplomacy" y misiones de policía colonial, no siendo aptas estas unidades para el combate de

escuadras. Sin embargo este tipo de buques tenían encomendadas una serie de acciones y de

misiones extensas y complejas que abarcaban no sólo la costa marroquí, sino también la atlántica

africana de Guinea al Sáhara, Filipinas, Marianas y Carolinas y el Caribe, por lo que su número

resultaba insuficiente, teniendo en cuenta que debían desempeñar una labor continua. Por otra

parte, si bien las inversiones hechas por los gobiernos liberales a partir de la Ley de enero de 1887

del almirante Rodríguez Arias (Ministro de Marina sagastino) habían incidido en este tipo de

buques, los incidentes de 1893 que habían desembocado en el conflicto de Melilla habían

demostrado la escasa capacidad del ejército y la Marina españolas para explotar la situación y

lograr la tan deseada expansión en el Sultanato; por ende, se había evidenciado cómo el ejército no

estaba bien preparado para una rápida movilización a diferencia de los ejércitos más operativos de

Europa como el alemán, ni se encontraba adecuadamente adiestrado y equipado.

La investigación parlamentaria de 1894 demostró palmariamente que el plan de construcción

de la escuadra de 1887 no se estaba cumpliendo enteramente: muchos buques iban muy retrasados

en sus obras o parecían defectuosos y el dinero del presupuesto estaba prácticamente agotado.

Además, los recortes en el presupuesto normal, debidos a la política de " presupuestos de la paz "

emprendida por los liberales ante la crisis económica finisecular, provocaron que los buques ya en

servicio no tuvieran el adecuado mantenimiento, pese a que operaban continuamente. En 1895 se

perdieron en accidentes tres o cuatro cruceros, entre ellos el Reina Regente, con toda su tripulación

de más de cuatrocientos hombres, hecho terrible pues la cifra superó la de los muertos en los

342
573
combates navales del 98. Los recortes presupuestarios provocaron además la reducción en los

efectivos de la infantería de marina, de doce a tres batallones, lo que significaba que se abandonaba

definitivamente el proyecto - acariciado en el pasado- de convertirla en un ejército colonial.

En el momento en que era más necesaria su presencia en los escenarios asiático, marroquí y

antillano, la práctica totalidad de los buques integrantes de la escuadra -señala Agustín R.

Rodríguez- o estaban en construcción, o en caso de estar en servicio, precisaban reparaciones o

modernizaciones si es que no las estaban sufriendo en ese momento. En efecto, del grupo de

cruceros sólo aptos para tareas coloniales y de representación, España contaba en 1895 con quince

unidades, todas ellas encargadas con anterioridad a la Ley del 87, y por tanto en servicio, aunque

sometidos la mayoría de ellas a considerables reparaciones. Dos de ellos se habían perdido por

accidente antes de la guerra de 1898, y del resto cabe señalar que al inicio del conflicto con Estados

Unidos, sólo cuatro podían navegar, aunque posteriormente pudo ponerse en funcionamiento algún

otro. Pese a sus declaradas escasas aptitudes para el combate, fueron estos buques los que

constituyeron la escuadra del almirante Montojo en Cavite.

Por último, del grupo de guardacostas y pequeños cañoneros de funciones policiales y

coloniales, algunos de ellos muy bien dotados, ejercían sus tareas fundamentalmente en los

escenarios asiático y antillano. 574

Tal como señala Rodríguez González, a partir de marzo de 1895, el ministro de Marina

canovista, almirante Beránguer, se había decidido a modernizar aceleradamente la flota de guerra y

con este fin, el Estado español se lanzó a una rápida carrera por comprar buques en el extranjero.

Los resultados habían sido bastante parcos.575

573
Sobre el hundimiento del crucero Reina Regente, véase: Juan Pando Despierto, "Una bofetada carísima" en La
aventura de la Historia, no. 22, 2.000, pp. 103-105.
574
Véase Rodríguez González, A.R. "La situación de la Armada en 1894 a través de los informes parlamentarios", en
Fusi, J.Pablo y Niño, A (ed): Antes del "desastre": orígenes y antecedentes de la crisis del 98, Madrid, Universidad
Complutense, 1996, pp. 199-209; id: El desastre naval de 1898, Madrid, Arco/ Libros, 1997.
575
Véase Rodríguez González, A. R.: "Las causas del desastre naval del 98 " en Historia-16, no. 83, 1983, pág. 38.

343
A la hora de hacer las adquisiciones, el no estar insertados en una alianza internacional le

privaba al gobierno canovista de contar con el derecho de preferencia. A la sazón, Chile, Argentina,

Japón, Brasil, Portugal, los Estados Unidos e incluso Marruecos estaban comprando rápidamente

barcos en astilleros europeos.

Uno de los miembros de la Tríplice, antiguo "asociado" de España, Italia, había desarrollado

una potente industria naval de gran éxito en el mercado internacional. Pero una vez rotos los sutiles

lazos que la vinculaban a España, el gobierno conservador cuando acudía a los astilleros italianos,

no podía competir con ventaja con otros compradores. Las adquisiciones en este país se limitaron al

crucero acorazado Colón, que fue adquirido sin su artillería pesada y a un precio muy alto. En otros

astilleros europeos, las demandas españolas no encontraron respuesta.

5.6. La carrera imperialista franco-española en las negociaciones de liberación de los

cautivos europeos. Las maniobras francesas en el Rif.

En esta ocasión, los delegados del Majzén en el Rif se habían movido con mucha

diligencia.576 Hacia finales de agosto, el secretario del Bajá del campo fronterizo de Melilla se

había desplazado al lugar del secuestro. Por parte española intervinieron en las negociaciones con

los rifeños captores el confidente indígena de la guarnición de Alhucemas y un rico hebreo, Isaac

Pinto, protegido español con residencia en Tetuán y fuertes intereses económicos en el Rif central.

Todas estas actuaciones consiguieron el 27 de Agosto el rescate de dos marineros portugueses del
577
asaltado Rosita, Joaquín Alcántara y Juan Paula Santos. Por su parte, Ojeda había conseguido

que en las negociaciones de liberación junto a los delegados del Majzén, España desempeñara un

importante papel secundario, con lo cual momentáneamente permanecía en pie la esperanza

española de que no se produjera ninguna intromisión extraña en los asuntos del Rif. El Ministro

576
Carta del Gobernador Militar de Melilla al Bajá del campo fronterizo, Mohammed Anflus. 25 de Agosto de 1897.
S.H.M. Rollo 167.
577
Telegrama del Gobernador de Alhucemas al Gobernador Militar de Melilla. 27 de Agosto de 1897. S.H.M. Rollo
167.

344
Plenipotenciario portugués, a pesar de su inquietud y nerviosismo, permanecía en Tánger sin hacer

nada que contribuyera a despertar los recelos de Ojeda. Conseguida la libertad de los dos marinos

lusos, éstos quedaban bajo la custodia del gobernador militar de Melilla; sin embargo, la liberación

de los tripulantes del Fiducia y del resto de tripulantes del Rosita permanecía en el aire.

Mohammed Torres se hallaba comprometido en la tarea, pero cada día que pasaba, resultaba más

evidente que no se iba a producir con la misma facilidad que en el caso de los secuestrados

portugueses. El Gobierno español se hallaba ciertamente contra las cuerdas, ante la conocida

promesa que el jerife rifeño (enviado del de Wazzan) había hecho el año anterior a los Bocoyas en

Alhucemas sobre la liberación de todos sus compatriotas presos en el islote español, a cambio de la

de Aubet, y esta promesa pesaba como una losa en el dialogo con los secuestradores, que insistían

en el canje de rehenes europeos por presos rifeños. Incluso, en un momento determinado los

Bocoyas iban aumentar su nivel de exigencias, realizando nuevas peticiones que elevaban el precio

del rescate de los cautivos.578 El 29 de Agosto llegaba al Peñón de Vélez el crucero luso Adamastor

desembarcando al confidente indígena de Alhucemas, a dos colaboradores del hebreo Pinto y a un

grupo de soldados imperiales.579 En Alhucemas el buque desembarcaba al propio Pinto. Este grupo

se internaba inmediatamente en territorio rifeño para continuar las gestiones de rescate de los

cautivos. 580

Con todo, la trascendencia de los asaltos a los dos buques europeos estaba provocando una

tensión internacional, que empezaba a preocupar a España; incluso, parecía esbozarse una

578
Telegrama de Emilio de Ojeda a Tetuán. 30 de Agosto de 1897. A. G. A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 69 / Ex. 3.
579
Telegrama del gobernador militar del Peñón al Comandante General de Melilla. 29 de Agosto de 1897. S.H.M.
Rollo 167.
580
Telegrama del gobernador de Alhucemas al comandante general de Melilla. 29 de Agosto de 1897. S.H.M. Rollo
167. El confidente de Alhucemas se pondría en comunicación el 30 de Agosto con la plaza para manifestar el contenido
de las peticiones efectuadas por el captor Aluch Mohammed que tenía en su poder al capitán del buque portugués, Juán
Rosendo Macarenha y a los marineros de la nave, José Vieira y Antonio Pedro : deseaba el canje de los cautivos por el
de su hijo, Amar Ben Aluch y su sobrino, Mohammed Ben Mohammed presos en la plaza de Alhucemas y sujetos a
procedimiento judicial por el asalto y robo del buque francés Prosper Corin, efectuado en octubre de 1896. Otro de los
secuestradores solicitaba el canje del capitán italiano Razzetto, el contramaestre griego y el marinero francés P. Peinen
del Fiducia por el de su sobrino Mohammed Bugava, también encarcelado en Alhucemas por los mismos conceptos.
Telegrama del gobernador de Alhucemas al Comandante General de Melilla. 30 de Agosto de 1897. S.H.M. Rollo 167.
Era una medida, el canje, a la que el Ministro de Estado no podía acceder por estar el sumario sobre el asalto al buque
francés bajo jurisdicción del Ministerio de Marina que instruía la causa pertinente y considerar que si se accedía a las
pretensiones rifeñas, ello iba en detrimento del prestigio español.

345
combinación de potencias - Italia, Francia, Portugal y Gran Bretaña-para perseguir la piratería

rifeña. De nuevo, se reanudaba a gran escala la " gun boat diplomacy" ejercida sobre Marruecos, y

numerosos buques europeos partían hacia las costas marroquíes. 581

Por lo pronto, Portugal que no quería dar muestras aparentes de debilidad con sus

actuaciones, inició la presencia naval de las potencias en las aguas del Rif. El Comandante general

de Melilla había dispuesto un plan para evacuar a los dos marineros lusos rescatados de los

Bocoyas que estaban siendo atendidos en la guarnición española de Alhucemas, consistente en su

remisión a Tánger a bordo del vapor Benjamín Haynes (perteneciente a la casa gibraltareña Massias

y Cía), sufragando los gastos el Gobierno portugués. De esta manera, las costas marroquíes se

verían libres de cualquier presencia naval europea siempre susceptible de provocar recelos y

sospechas en el Gobierno y ejército españoles. Ojeda secundó esta maniobra del Gobernador

Militar de Melilla, pudiéndose efectuar la evacuación de acuerdo al plan previsto por este último.582

Sin embargo, Portugal no podía dar por concluido el tema, dando muestras de debilidad. Debía de

dar testimonio y presencia en el Rif, hacer sentir su presencia como potencia colonial africana,

debía dar constancia de su prestigio, de su fuerza. Máxime teniendo en cuenta el agravante de que

el 1 de Septiembre el velero Rosita, atraído nuevamente por la marea hacia las playas rifeñas se vio

asaltado otra vez por los Bocoya, apoderándose éstos de un niño de catorce años, Sebastián

Rosendo Mascarenha, hermano del capitán y sustrayendo varias velas del bajel. El niño cautivo era

conducido tierra adentro a continuación.583 Para intentar conducir las negociaciones de liberación

en un marco controlable por las autoridades españolas, es decir en un marco puramente bilateral

entre delegados del Majzén y representantes hispanos, evitando con ello que se produjesen

581
Véase Rodríguez González, A. R.: Política naval... op. cit, pp. 388-389.
582
Telegrama del general Azcárraga, Jefe del Gobierno y Ministro de la Guerra Español al Duque de Tetuán, Ministro
de Estado. 31 de Agosto de 1897. A. G. A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 103 / Ex. 2.
583
Telegrama del Gobernador Militar de Alhucemas al Comandante General de Melilla. 1 de Septiembre de 1897,
S.H.M. Rollo 167.

346
intromisiones de otras naciones europeas, el día 2, el gobernador militar de Melilla entregaba un

pliego al Bajá del campo fronterizo solicitando su intervención en el proceso.584

Las intenciones españolas en aquel contexto histórico se cifraban en el mantenimiento de un

equilibrio geopolítico en la región rifeña, intentando evitar cualquier modificación en el mismo. La

estabilidad en la zona debía perdurar mientras las fuerzas españolas estuvieran ocupadas en

Filipinas y Cuba. Aunque la Armada no podía detraer fuerzas de estos escenarios coloniales para

remitirlas al Rif, el segundo asalto al Rosita provocó que el Ministerio de Marina expidiese al

cañonero Cuervo a las costas rifeñas con el fin de detener, por todos los medios a su alcance, la

sucesión de asaltos a buques europeos.585 En el lugar del secuestro, las cosas no parecían marchar

dulcemente por los tranquilos cauces de la diplomacia y la negociación y los cautivos del Fiducia y

Rosita no eran liberados. La amenaza de intervención de intermediarios europeos que intentasen

obtener lo que no lograban los españoles dibujaba su sombría silueta en un horizonte cercano; por

ello el gobernador militar de Alhucemas sugirió telegráficamente el 3 de Septiembre al Ministerio

de la Guerra suspender, como medida de presión, la entrada en la plaza de todos los cabileños de

Bocoya, manteniendo – eso sí- las relaciones amistosas con los Ait- Urriaguel, que asegurarían el

abastecimiento de víveres.586 El Ministerio de Guerra accedería a tal medida que sin embargo no se

tradujo en resultados positivos. En vista del peligroso sesgo que habían tomado los

acontecimientos, Portugal se había decidido a intervenir: el 4 de Septiembre se presentaba frente al

Peñón de Vélez el crucero de guerra luso Vasco de Gama con el pretexto de ayudar al atacado

Rosita y remolcarlo hasta Gibraltar.587 Cuando el 7 era liberado el hermano del capitán del Rosita,

debido a las intensas gestiones alentadas por el Comandante General de Melilla y a la labor

negociadora efectuada por el hebreo protegido Isaac Pinto,588 un cañonero portugués fondeado

584
Carta del Gobernador Militar de Melilla al Bajá del Campo fronterizo. 2 de Septiembre de 1897. S.H.M. Rollo 167.
585
Telegrama del Ministro de Marina al Comandante General de Melilla. 2 de Septiembre de 1897. S. H.M. Rollo 167.
586
Telegrama del Gobernador de Alhucemas al Comandante General de Melilla. 3 de Septiembre de 1897. S.H.M.
Rollo 167.
587
Telegrama del Gobernador militar del Peñón de Vélez al comandante general de Melilla. 4 de Septiembre de 1897.
S.H.M. Rollo 167.
588
Telegrama del Gobernador militar de Alhucemas al Comandante General de Melilla. 7 de Septiembre de 1897.
S.H.M. Rollo 167.

347
temporalmente en Tánger , salía en el transcurso de la tarde hacia Alhucemas para recoger al

marinero. 589

Sin embargo, la liberación del marinero portugués había constituido sólo un éxito parcial

para la diplomacia española. Al perder los gobiernos luso, francés e italiano las esperanzas en una

pronta puesta en libertad del resto de cautivos, se producirá una intervención de enviados de estos

países en el Rif, acompañada de una mayor presencia en las aguas del septentrión marroquí de

buques de guerra europeos, los dos factores que Madrid deseaba evitar. Tal como señala el

informe-resumen que sobre el incidente redactaría el marqués de González en Marzo de 1898 para

la Sección de Política de África del Ministerio de Estado, las siguientes tentativas de los diversos

gobiernos europeos (Francia, Portugal, Italia) para obtener el rescate de todos sus súbditos

apresados en el Rif fracasaron; eran totalmente ineficaces ante la inquebrantable firmeza bocoya.590

Los secuestradores no sólo solicitaban la liberación de todo el grupo de atacantes del Prosper Corin

sino que ahora habían añadido a sus anteriores exigencias, la de la puesta en libertad de varios

Bocoyas presos del Majzén, y recluidos en Tánger, 591 entre los que figuraba un rifeño encarcelado

desde dos años antes en la Alcazaba de esta ciudad por actos de piratería y agresión a un bajel

inglés. 592 Como una medida de presión, y al ver que el curso de las negociaciones no progresaba,

el Comandante General de Melilla el 4 de Septiembre decidía autorizar al gobernador de

Alhucemas a tomar una serie de medidas de represalia contra la cabila a la que pertenecían los

secuestradores, decretando la prohibición de entrada en el islote para todos los Bocoyas.593 La

reacción de las Legaciones italiana y portuguesa fue de una airada protesta ante una decisión

unilateral española que juzgaban sumamente peligrosa para la vida de los cautivos. En la carrera

589
Telegrama de Emilio de Ojeda al Comandante General de Melilla. 7 de Septiembre de 1897. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos).Caja 69 / Ex. 3.
590
Informe del Marqués de González: " Pro-memoria acerca de la negociación seguida por el Gobierno de S.M. para el
rescate de varios cristianos cautivos en Bocoya". Sección de Política de África del Ministerio de Estado. 5 de Marzo de
1898. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 103 / Ex. 2.
591
Telegrama de Emilio de Ojeda al Duque de Tetuán. 7 de Septiembre de 1897. A. G. A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.
592
Ibidem.Telegrama de Emilio de Ojeda al Duque de Tetuán, 9 de Septiembre de 1897.
593
R.O. del Ministerio de Estado dirigida al Ministro Plenipotenciario de España en Tánger. 7 de septiembre de 1897.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 69/ Ex. 3.

348
desatada por obtener el éxito final en las negociaciones, España no se quedaba atrás en la postura

de tomar medidas de fuerza; frente a las quejas de los representantes europeos, Ojeda defendió la

libertad de acción de las autoridades militares, y la prohibición de la entrada de rifeños al islote

como una medida oportuna, que no podía ser derogada, porque de hacerlo, explícitamente España

estaría haciendo pública muestra de su debilidad negociadora. Ojeda, en esta tesitura, sugirió al

Duque de Tetuán una serie de medidas extraordinarias a emplear por España, una de las cuales era

el envío de un agente especial al territorio de los Bocoya, una mezcla de espía con la misión tanto

de reconocer el terreno y estudiar in situ la situación como de actuar de negociador con poderes

excepcionales. Se trataba de un militar del ejército español que gozaba de toda la confianza de la

Legación, un sargento nativo miembro de la Comisión Militar de Estado Mayor encargada de hacer

el estudio topográfico del país, natural de aquella cabila, en la que podía activar -a través de sus

parientes y amigos- una red de contactos con los captores que condujeran a un feliz desenlace del

secuestro. Por otro lado, Gran Bretaña también jugaba sus bazas en este conflicto encubierto entre

las respectivas potencias europeas por mantener incólumes cada una de ellas la dignidad y el

orgullo nacionales y no dar muestra alguna de claudicación; cuando fue evidente que no se iba a

llegar a un rescate de los cautivos si no iba acompañado del canje por la casi treintena de rifeños

presos en Alhucemas y Tánger, que solicitaban los captores, los Ministros Plenipotenciarios en la

capital diplomática marroquí de Italia, Portugal y Francia solicitaron de la Legación británica el

permiso del Gobierno inglés para que el rifeño encerrado en Tánger por actos de piratería contra un

buque británico fuera canjeado por uno de los cautivos europeos del Rif, a lo que la representación

diplomática inglesa se negaría en primera instancia, admitiendo únicamente la posibilidad de

consultar a Londres.

España no cejaba en mantener el protagonismo de la negociación: el Duque de Tetuán

telegrafiaba desde San Sebastián a Ojeda aprobando sus acciones y ratificando la actuación del

gobernador militar de Alhucemas, a la vez que solicitaba del diplomático una prudencia extrema,

para que no se sobrepasase y no asumiese parcelas de responsabilidad en los incidentes acaecidos

349
que pertenecían exclusivamente al Sultán.594 Mientras en Tánger se barajaba la posibilidad de

utilizar los servicios como agente encubierto del sargento rifeño, el Comandante General de Melilla

en las conversaciones entabladas con los captores no se limitó a emplear sólo al confidente bocoya

de la guarnición de Alhucemas. Recurrió también a los protegidos españoles en el territorio y entre

ellos al más importante, al rico comerciante judío Isaac Pinto, del que se esperaba que utilizando

ciertos recursos económicos y sus dotes de hábil negociante, consiguiera ganarse la voluntad de los

secuestradores. La Legación de Portugal había vuelto a confiar de nuevo en la gestión española y

había detenido la acción de sus buques de guerra en el Rif. El protagonismo parecía retomado por

el gobierno español, el cual se apresuró a trasladar desde Málaga hasta Melilla al cañonero Cuervo,

prueba tangible del compromiso de España en liderar las negociaciones. Sin embargo, el buque

demostró unas carencias extraordinarias para operar en las aguas rifeñas, al carecer de la suficiente

estabilidad para arrostrar los temporales de la zona, lo que llevó -inmediatamente - a las autoridades

militares melillenses a desistir de la reanudación de la "gun-boat diplomacy" española, y a

reexpedir al buque de guerra a Málaga. El Cuervo en un principio debería haber recorrido el

conjunto de las costas rifeñas, desde las islas Chafarinas hasta el Peñón de Vélez mientras durase el

proceso negociador. Ahora bien se trataba de un buque completamente ineficaz para la acción

colonial que de él se requería, hasta el punto de que sólo hubiera podido fondear con seguridad en

las Chafarinas (como único punto seguro donde ponerse al abrigo de un temporal), que sin

embargo, si ofrecían una buena base de operaciones a la cañonera, carecían en cambio del agua

dulce y del carbón Cardiff que el buque necesitaba, restándole autonomía en su hipotética función

de patrullaje de la costa rifeña.595

Las gestiones emprendidas por Mohammed Torres actuando en nombre del Majzén se habían

revelado inútiles. Sus agentes en el Rif habían fracasado. Se inició entonces una nueva fase en la

594
Telegrama del Duque de Tetuán a Ojeda. 7 de Septiembre de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 102 /Ex. 2.
595
Telegrama del general Azcárraga, Jefe del Gobierno y Ministro de la Guerra al Ministro de Estado, Duque de
Tetuán. 8 de Septiembre de 1897. A. G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 103 / Ex. 2.

350
historia del secuestro, cuando los representantes diplomáticos de Italia, Francia y Portugal iniciaron

una gestión colectiva ante la Legación española, solicitando del gobierno conservador del general

Azcárraga la clemencia y la liberación de los presos en Alhucemas que reclamaban los rifeños. No

por ello Ojeda estaba dispuesto a aconsejar a Madrid el asentimiento y aprobación a estas

medidas.596 Una cosa era que se consintiera la liberación (reiteradamente solicitada por los

captores) del Bocoya preso en Tánger por actos de piratería contra un buque de pabellón británico,

que en definitiva se encontraba bajo jurisdicción marroquí, y otra muy distinta la de los presos en

Alhucemas, acusados de dar muerte a tres ciudadanos españoles. Tampoco el gobierno británico

estaba dispuesto a hacer la más mínima concesión: el 13 de Septiembre, el Encargado de Negocios

de la Legación británica comunicaba a Ojeda la respuesta negativa de su gobierno, que no había

accedido a la petición colectiva luso-italo-francesa para canjear al rifeño preso en Tánger por uno

de los cautivos europeos. 597 El día anterior, en San Sebastián, lugar de residencia estival de la corte

y del gobierno españoles, el Duque de Tetuán recibía la visita del Embajador de Italia, del

Encargado de Negocios de la Embajada Francesa y del Ministro Plenipotenciario luso para insistir

en el acto de magnanimidad que se esperaba de España en el asunto de los cautivos. Tetuán no

estaba dispuesto a seguir el camino solicitado por los tres diplomáticos y había intentado

disuadirles de la conveniencia de seguir insistiendo sobre ello. Sin embargo, a nivel absolutamente

confidencial, el Duque de Tetuán se comprometió a procurar activar el proceso judicial contra los

presos de Alhucemas, pero moviéndose siempre estrictamente dentro de los procedimientos de la

legislación española de cuyo cumplimiento no quería apartarse el Gobierno conservador y

sugiriendo que al final del proceso y a la mayor premura posible, el Consejo de Ministros se

596
Telegrama de Emilio de Ojeda al Duque de Tetuán. 12 de Septiembre de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 102 /Ex. 2.
597
Telegrama de Emilio de Ojeda al Duque de Tetuán. 13 de Septiembre de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.

351
reuniría para debatir las recomendaciones de los tres países y conceder la indulgencia solicitada por

ellos.598

A pesar de las peticiones del Duque de Tetuán para que los respectivos gobiernos guardaran

silencio sobre las intenciones del gobierno de Azcárraga, la noticia - aireada por la diplomacia gala-

saltó rápidamente desde el Quai d´Orsay hasta Tánger. Lo que había pretendido el gobierno de

Madrid era que la dinámica de las negociaciones prosiguiese todavía por la vía del rescate

pecuniario, la que estaban tanteando el Majzén y el protegido judío Isaac Pinto. La cesión de

Tetuán había tenido lugar en un último estadio de la conversación con los tres diplomáticos y

debía de haberse mantenido en secreto. Ahora sin embargo Francia la aireaba públicamente,

instrumentalizando la noticia como un éxito propio.599

Paralelamente un crucero italiano, el Lombardía, acababa de fondear en Tánger y se

aprestaba a dirigirse a Alhucemas el 17, transportando a bordo a los Vicecónsules de Italia y

Portugal y a un delegado del Majzén que tenían como objetivo reanudar las negociaciones con los

Bocoyas. El intento de liberación de los rehenes por parte de las autoridades marroquíes

contemplaba como método idóneo, el soborno de los cabileños con oro. Era el mismo

procedimiento utilizado por Pinto, obrando en favor de los intereses españoles.600 Al no conseguir

una pronta liberación de los cautivos, el 22 el crucero italiano trasladaba al Peñón de Vélez al

delegado del Majzén (un Jalifa del Bajá de Tánger), para continuar allí las negociaciones.
601
La diplomacia española comenzaba a sentirse desbordada. Por ese motivo, y ante el

fracaso de la misión del pequeño Cuervo, el Ministerio de Marina enviaba a Tánger al moderno

destructor Furor, barajándose incluso en Madrid la idea de enviar a las costas marroquíes a la

escuadra de instrucción. 602 El Gobierno conservador, consciente de que no se podía tener presencia

598
Ibidem. Telegrama del Duque de Tetuán a Emilio de Ojeda. 16 de septiembre de 1897.
599
Telegrama de Emilio de Ojeda al Duque de Tetuán. 15 de Septiembre de 1897. A. G. A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 102 / Ex. 2.
600
Telegrama de Emilio de Ojeda al Duque de Tetuán. 15 de Septiembre de 1897.A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.
601
Ibidem.Telegrama de Emilio de Ojeda al Comandante General de Melilla. 14 de Septiembre de 1897.
602
Ibidem. Telegrama de Emilio de Ojeda al Duque de Tetuán. 14 de Septiembre de 1897; véase en el mismo sentido:
Rodríguez González, A. R.: Política naval... op. cit, pp. 388-389.

352
en la cuestión marroquí, sin hacer pública ostentación y demostración de la potencia militar

española y de los recursos disponibles por la misma, juzgaba que debía de darse por terminado el

periodo de repliegue en la política de cañoneras ejercido en el Imperio jerifiano durante los tres

años anteriores. La Comandancia Militar de Melilla había advertido reiteradamente a Madrid de la

falta de elementos navales en las plazas del norte de África para vigilar las costas marroquíes,

reprimir los ataques de las cabilas costeras contra los buques mercantes, y acudir en auxilio de los

barcos asaltados. En definitiva para "pasear" el pabellón nacional como el de una nación con la que

inexcusablemente se habría de contar en el futuro. El Ministerio de Estado llegaba por lo tanto a la

conclusión de solicitar del de Guerra cuando terminase el incidente, el envío a las aguas

marroquíes de una lancha cañonera que sirviese permanentemente de refrendo a la acción

diplomática y económica del país en el Sultanato. 603

El día 23 el Lombardía regresaba de Alhucemas, mientras en el Peñón de Vélez permanecía

el Jalifa o representante del Bajá de Tánger, negociando el rescate. Las diplomacias portuguesa e

italiana habían coordinado sus esfuerzos que sin embargo no acababan de fructificar. Los

negociadores italianos de regreso del Rif se mostraban indignados ante los obstáculos que estaba

interponiendo Francia en el proceso de rescate de los rehenes. La acción francesa tenía dos caras.

Una era aparente y escénica: la de colaborar con el resto de representantes europeos en la liberación

de los cautivos. La otra, de más altos vuelos, secreta y que todavía no acababa de desvelarse,

consistente en penetrar en el Rif, captando las simpatías de las diversas cabilas de la bahía de

Alhucemas. Los franceses, que buscaban hacer fracasar la gestión del Lombardía, estaban

instigando a los Bocoyas a no aceptar pago alguno del rescate de los cautivos, ni por parte de Isaac

Pinto (España) ni por parte del Majzén y prometían que en pocos días, el Gobierno galo iba a

conseguir del de Madrid, la liberación inmediata de los atacantes del Sevilla. En definitiva, Francia

con ello pretendía realzar su prestigio en el Rif - del que inmediatamente iba a sacar partido-

603
R.O. del Ministerio de Estado dirigida al Ministerio de la Guerra. 16 de Septiembre de 1897. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.

353
cumpliendo la promesa del jerife rifeño, representante de su protegido el de Wazzan, cuando se

produjo la liberación del capitán Aubet. 604

El día 26 se producían una serie de conversaciones en San Sebastián entre el presidente del

Gobierno y ministro de la Guerra, general Azcárraga, el ministro de Estado, Duque de Tetuán y el

ministro de la Marina, vicealmirante Beránguer, en las que se decidió que el destructor Furor, de

acuerdo con las necesidades del momento que requerían una presencia constante de unidades

navales en las costas marroquíes, permaneciera indefinidamente en aguas del Rif, reforzado por la

presencia del caza-torpedero Destructor. Paralelamente se comenzaba a discutir la posibilidad de

establecer en el futuro un servicio regular de desplazamientos de varios cañoneros que uniesen las

costas andaluzas con la plaza de Melilla y las guarniciones repartidas a lo largo de la costa norte del

Imperio.605

Es en estas mismas fechas cuando otra serie de noticias del Rif, todavía más inquietantes

empiezan a llegar a Madrid procedentes del Consulado español en Tetuán. Este organismo con su

responsable a la cabeza (Teodoro de Cuevas) era el principal centro observador de los

acontecimientos trascendentales que se estaban dando en el Rif durante aquellas semanas. Teodoro

de Cuevas vive de cara al Rif, entiende el país, lo conoce, sopesa con exactitud cada noticia que le

llega; con las diversas informaciones que recibe, interpreta y medita hasta componer un puzzle que

desvela al gobierno español. Sus noticias están siempre caracterizadas por el marchamo de la

calidad, de haber sido contrastadas. La documentación evidencia que conoce hasta el último detalle

todo lo que acontece en el Rif, que lo analiza y lo enjuicia con rigor y previsión. El 24 de

Septiembre se decide por vez primera a escribir a Ojeda sobre el rescate de los cautivos, tema que a

él no le parece muy trascendental, sino fuera por tratarse de la pantalla que tapa las gigantescas

maquinaciones en el extremo norte del Imperio jerifiano de la República francesa, en un momento

en que el Amalato de Uxda está también en constante ebullición. Teodoro de Cuevas empieza

604
Ibidem .Telegrama de Emilio de Ojeda al Duque de Tetuán. 23 de Septiembre de 1897.
605
Ibidem.Telegrama del Duque de Tetuán a Emilio de Ojeda. 26 de Septiembre de 1897.

354
criticando en su despacho el absoluto desconocimiento por parte de la prensa europea de las

características del país (Marruecos) y a continuación revisa la gestión o mediación española en el

asunto de los rehenes. Lo primero que ve el diplomático es que la actuación de Isaac Pinto no está

sino complicando la liberación, haciéndola más difícil, al reducirla exclusivamente a una cuestión

económica. En sus contactos con los secuestradores juzga el cónsul que Isaac Pinto se mueve por

un interés personal, por la "mira codiciosa" de alguien que busca sacar un provecho particular,

beneficiándose particularmente, con parte del dinero del rescate. Es por ello que ha hecho derivar la

negociación a un callejón sin salida. El protegido español no había indagado entre los rifeños las

causas de los asaltos a los buques europeos, había desprovisto a la negociación con los Bocoyas de

todo cariz ideológico o político y se limitaba a hacer sucesivas pujas, ofreciendo tentadores

rescates de los cautivos con sumas cada vez más cuantiosas, "despertando --son palabras de

Teodoro de Cuevas-- en los rifeños vahos de codicia y convirtiendo en cuestión financiera lo que

debió haber sido por el momento para salvar a los cautivos, materia de un simple canje". El cónsul

español demuestra su rigor, su experiencia en el conocimiento del país, cuando hace frente y critica

la terminología imperialista de los periódicos que magnifican los hechos y convierten erróneamente

a toda la nación rifeña en un pueblo de horrendos piratas, sedientos de aventura, muerte y oro.

Incluso llega a afirmar, más tarde que en el entramado social rifeño, hay muy pocos partidarios del

tráfico ilegal de contrabando y de los ataques a buques europeos. La piratería (y el apoyo social

entre los rifeños a las prácticas piráticas) es un fenómeno muy localizado, muy puntual, circunscrito

a unas escasas familias:

"El delito que tanto afecta hoy á la pública opinión (europea) es indistintamente
achacado á la cabila de Bocoya y sin embargo es también errónea semejante creencia, toda
en absoluta. (...) la cabila mencionada abomina en su gran mayoría de tales actos que sólo
la envuelven en compromisos y peligros ; pero que existiendo una fracción de los Bocoya
compuesta de gente insumisa y aventurera, borrachos y pendencieros todos ellos, á esa
fracción son debidas tan desdichadas expediciones que van continuando á causa de la
libertad en que la deja la ausencia completa de todo buque de guerra español de estación
en Alhucemas no menos que el temor de las demás gentes de la cabila que sabiendo por

355
propia experiencia la serie de implacables venganzas á que cualquier conato de insumisión
en asuntos agenos (sic) da lugar en aquellas regiones , se limitan á no tomar participación
en el delito, sin hacer nada tampoco para evitarlo ". 606

A continuación, Teodoro de Cuevas advertía de cualquier veleidad de intervención armada

europea en el Rif, donde se tendría que luchar denodadamente contra los elementos naturales: un

embravecido mar que desaconsejaba cualquier envío de buques de guerra, y una orografía

escarpada, inhóspita y temible ante la que se estrellarían las tropas de desembarco allí enviadas que

además deberían de hacer frente a los bríos y a la valentía de sus habitantes. El cónsul

desaconsejaba vivamente al gobierno conservador cualquier ataque de represalia contra los

Bocoyas en el futuro, estimando que solo concernía al soberano marroquí su castigo, que por otra

parte no necesariamente debía de ser cruento y sanguinario. Incluso apuntaba que, por las razones

del inmenso prestigio del que gozaba el Sultán en la región, los Bocoya se iban a someter al Majzén

voluntariamente, sin hacer ningún movimiento de defensa. Las cabilas vecinas (Tensaman, Aït-

Urriaguel y Beni -Tuzin) se mostraban preocupadas y deploraban las prácticas piráticas de los

Bocoyas. Incluso la mayor parte de los Bocoyas, " la parte sana de la propia cabila de Bocoya", en

palabras textuales de Teodoro de Cuevas, se pondrían del lado del Majzén y con ello, acabarían

con la piratería.

A pesar de la trascendencia de lo señalado en los párrafos precedentes, el cuerpo central de

la carta iba destinado a llamar la atención del gobierno conservador sobre el sentimiento de

simpatía generalizada hacia Francia que empezaba a acentuarse entre los rifeños de la bahía de

Alhucemas.

El Rif marroquí (y en concreto, los territorios de Nador y de Alhucemas) habían sido el

origen, desde mediados del siglo XIX y ya en plena época colonial de una fuerte corriente

migratoria -que autores como Benedicto Pérez y más recientemente el estadounidense David M.

606
Ibidem. Teodoro de Cuevas, Cónsul de España en Tetuán a Emilio de Ojeda, Ministro Plenipotenciario de España
en Tánger. Despacho no. 55. 24 de Septiembre de 1897.

356
607
Hart designarían como " migración tipo golondrina" - que estaba orientada plenamente hacia la
608
Argelia francesa. En este sentido, D.M. Hart resume los motivos que impulsaron la emigración

rifeña al Oranesado argelino:

1º) La relativa superpoblación del Rif a partir de 1850 y un desequilibrio resultante entre el

número de sus habitantes y la cantidad de terreno cultivable disponible;

2º) La inestabilidad de la economía agrícola rifeña, ya que mucho terreno es infértil y sujeto

con frecuencia al impacto de la sequía, y

3º) El desequilibrio entre la mano de obra total potencial y la cantidad de trabajadores

disponibles, en cada momento histórico.609

Siendo la emigración rifeña a los terrenos más ricos y desarrollados del Oranesado un viejo

fenómeno pre-colonial que absorbía el exceso de energía de la región,610 la aceptación francesa fue

muy positiva. Los colonos de Argelia estaban entusiasmados con la mano de obra marroquí: era

más productiva y más laboriosa que la nativa argelina, ya que trabajaban duramente y siempre se

comportaban correctamente durante la temporada del trabajo que coincidía con los períodos de

menor actividad agrícola en el Rif, siendo la migración casi nula en el verano durante el tiempo de

la cosecha y en otoño durante el de la siembra, pero fuerte durante el resto del año:

"Cada año -dice Teodoro de Cuevas- van a ella ( a Argelia) millares de rifeños que
en su país jamás han tenido una peseta. Allí bajo el estímulo de un jornal abundante se
encuentran infatigables trabajadores, en la apertura de caminos, en la construcción de vías
férreas, en la siega, en la labranza, en las obras públicas. Donde hay algo que ganar por
medio del trabajo corporal allí se encuentra el rifeño. Gente esta que no come para no

607
Véase Benedicto Pérez, F.: "Trabajadores Rifeños en Argelia”, en Conferencias desarrolladas en la Academia de
interventores, 1948, Tetuán, Alta Comisaría de España en Marruecos, 1949, pp. 5-17; también en: Hart, David M, The
Aith Waryaghar of the Maroccan Rif: An Ethnography and History, Viking Fund Publications in anthropology, No.
55, Tucson: University of Arizona Press, 1976.
608
Véase Vilar, Juan Bautista y Martínez Navarro, Joaquín: "Melilla en las migraciones rifeñas a la Argelia
francesa: Siglo XIX ", en Olmedo Jiménez, Manuel, (ed): España y el Norte de África: Bases Históricas de una
relación fundamental (Aportaciones sobre Melilla), Actas del Primer Congreso Hispano- Africano de las Culturas
Mediterráneas " Fernando de los Ríos Ríos Urruti" (11 al 16 de junio de 1984), 2 Tomos, Granada, Universidad de
Granada, 1987, t. II, pp. 231-236.
609
Véase Hart, David M.: The Aith Waryaghar ... , op. cit, pp. 88-93.
610
Véase Hart, David M.: The Aith Waryaghar ..., op. cit., pp. 88-93. Véase también: Pennell, C.R.: A country with a
Government and a Flag. The Rif War in Morocco, 1921-1926, Londres, Middle East and North African Studies Press
Ltd. 1986, pág. 24.

357
gastar, ahorra la casi totalidad del salario y cuando tiene ya el individuo reunidos 400 o
500 francos regresa a su país en donde es objeto de envidia para sus paisanos y también de
estímulo toda vez que les anima a marchar en busca de los luises que aún quedan allende el
Muluya ".611
Los franceses, según el cónsul español, son envidiados por los rifeños por el aspecto

floreciente y próspero de su colonia argelina, de lo que se colige que, deslumbrados por el orden y

la seguridad que reinan en ella, por la abundancia de riqueza -en comparación con el pobre Rif -, y

por la fastuosidad y la belleza de las ciudades argelinas, estos factores provoquen la gestación de

proyectos, de esperanzas y de ilusiones entre las cabilas que llegan a soñar con el establecimiento

de un protectorado francés en el territorio que pueda reportar el mismo nivel de prosperidad

económica que goza el país vecino .

A finales de Septiembre de 1897, el gobernador militar de Melilla recibía un largo informe

sobre las condiciones en que vivían los cautivos de los Bocoya. Los vecinos de la plaza de

Alhucemas habían acudido solícitos desde un primer momento a atender a los tres cautivos del

velero Fiducia, carentes tanto de ropa como de comida. Semejante trato había sido dispensado

posteriormente a los marinos apresados del buque portugués Rosita; por otro lado, la autoridad

militar del islote había levantado las restricciones de entrada a la plaza decretadas contra los

Bocoyas durante los días posteriores a los asaltos. Se había conseguido así una mayor fluidez de

comunicaciones con los captores y secuestrados, aunque los esfuerzos del gobernador por conseguir

-con la ayuda de algunos rifeños, partidarios de España- la liberación de todos los cautivos

europeos habían sido infructuosos. 612 Desde Tánger y con el fin de prevenir cualquier movimiento

extraño de las naciones afectadas, Ojeda tuvo buen cuidado en remitir el informe con gran rapidez

a los representantes de Italia, Portugal y Francia; informe probatorio de que España no cejaba en su

intención de conseguir la libertad de los secuestrados, y de cómo las autoridades españolas no se

despreocupaban por su suerte y procuraban, en la medida de sus posibilidades, paliar las

611
Teodoro de Cuevas a Ojeda. Despacho no. 55. 24 de Septiembre de 1897, documento ya citado.
612
Informe del Comandante General de Melilla dirigido a la Legación española en Tánger. 30 de Septiembre de 1897.
A. G. A. Sección Histórica (Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.

358
dificultades de los infortunados. Había que hacer lo imposible por desactivar iniciativas que

escaparan al interés español en esta zona tan sensible como era el Rif. Con todo, años más tarde,

cuando Jerónimo Becker historió las relaciones entre España y el Imperio jerifiano, se ocuparía de

dar una visión absolutamente distorsionada y edulcorada de los hechos. De hecho, cuando escribe

sobre el asunto de los cautivos del Fiducia y del Rosita, le mueve un particular deseo por intentar

exculpar a España de la debilidad de negociar con unos sanguinarios piratas y en definitiva, de

plegarse a sus deseos, accediendo a liberar a los rifeños encarcelados en Alhucemas.

"Muy elogiada fué entonces esta negociación (dice Becker en su Historia de


Marruecos, refiriéndose al indulto que se otorgó el 9 de Febrero de 1898 a los piratas
rifeños, por entonces ya condenados en consejo de guerra, a cadena perpetua, a cambio de la
liberación de los cautivos de los Bocoyas); pero, á decir verdad, sus resultados no podían
contribuir á aumentar entre los cabileños el prestigio de las naciones europeas ni el del
Sultán, porque al cabo y al fin, lo que se hizo se asemejaba bastante, en el fondo, á un canje
de prisioneros, y éste envuelve siempre la idea de un reconocimiento de beligerancia.
España, sin embargo, no pudo hacer sino lo que hizo , y obrando á ruegos de las Potencias
y cumpliendo todos los trámites de su legislación, salvó su dignidad y realizó al propio
tiempo un acto humanitario, prestando un servicio á Francia, Italia y Portugal". 613

Estas palabras de Becker enmascaran lo realmente acontecido; por otra parte no pecan

precisamente de originalidad, puesto que la mayor parte de las veces el historiador copia,

reproduciendo textualmente informes del Ministerio de Estado; informes que transcribe

literalmente sin comentarlos ni analizarlos en su contexto histórico, como es el caso más arriba

citado cuando está repitiendo una memoria redactada en 1898 por el marqués de González para la

sección de Política ( de África) del ministerio de Estado. Esos informes señalan como motivos

fundamentales de la acción española, la "caridad", el humanitarismo, y la amistad correspondida

hacia otras potencias europeas a las que se les presta un favor especial. Estas bellas palabras

encubren y desfiguran la realidad. El Rif era considerado por el Gobierno español de una

613
Becker, Jerónimo: Historia de Marruecos... op. cit, pp. 409.

359
importancia estratégica clave de cara a la defensa nacional, pues se pensaba que, estando

enfrentado directamente a las costas meridionales españolas, estaba guardando las espaldas del

país. Durante este momento histórico, los actos piráticos de los Bocoyas al capturar a una serie de

marineros de diversas nacionalidades preocuparon hondamente y dieron pie a las activas gestiones

del Ejército y la diplomacia española. Al ser motivo de alarma, provocaron la reanudación de las

visitas de los buques de guerra españoles a las costas del Sultanato porque España deseaba cerrar

este problema cuanto antes, como había ocurrido en el caso del secuestro del Prosper Corin ante la
614
perspectiva de que se produjese una intervención militar conjunta europea, posibilidad que se

llegó a rumorear en Septiembre de 1897. Ello era algo que querían evitar a todo trance el Gobierno

conservador post-canovista del general Azcárraga y su sucesor, el liberal sagastino, a partir del mes

de Octubre. El Rif era visto por los estadistas de los dos partidos restauracionistas como un coto

cerrado que pertenecía a España, o mejor dicho que debía pertenecer; un territorio donde

absolutamente nadie más que la monarquía española tenía el derecho de injerencia e intervención y

al que se veía como una salida hipotética y futura a una posible, posterior y deseable expansión

militar a partir de las plazas y presidios de Alhucemas, Ceuta y Melilla.

Sin embargo a comienzos de Octubre, era evidente que Francia se había desmarcado de la

gestión conjunta con Portugal e Italia en el proceso de negociación y que en lo sucesivo iba a

ejercitar su acción independiente de las demás potencias. El 2 de Octubre, el cónsul español en

Tetuán, Teodoro de Cuevas, transmitía a la Legación en Tánger la noticia de la salida hacia las

costas del Rif de un crucero de guerra galo, el Cosmao, a bordo del cual viajaba Sid Al-lal Abdi, el

agente consular francés en la población tetuaní. De hecho, no era la primera vez que Al-lal

intervenía ante los cabileños de Bocoya en una gestión para la liberación de rehenes. Meses antes,

de manera más o menos encubierta, este agente diplomático -propagandista del imperialismo galo
614
El 29 de Septiembre de nuevo se hacía presente en las costas rifeñas el crucero Lombardía, fondeando en las aguas
del Peñón de Vélez. Traía a los Vicecónsules de Italia y Portugal que acudían a las playas rifeñas con ánimo de rescatar
a los cautivos. Telegrama del Gobernador militar del Peñón al Comandante General de Melilla. 29 de Septiembre de
1897. S.H.M. Rollo 167. El 7 de Octubre fondeaba en Alhucemas el crucero de Guerra portugués Adamastor con la
misma misión. Telegrama del gobernador militar de Alhucemas al Comandante general de Melilla. 7 de Octubre de
1897. S.H.M. Rollo 167. El buque recogería a los Vicecónsules luso e italiano y zarpó de regreso a Tánger el mismo
día.

360
en el Rif - había viajado en el caza-torpedero D´Iberville, acompañando al jerife rifeño, enviado del

de Wazzan, durante la negociación de la liberación del capitán Aubet. Al alertar a las autoridades

españolas de su viaje, Cuevas informaba que tenía como objeto exclusivo la gestión de la liberación

de los cautivos europeos, pero ignoraba sobre qué bases se iba a fijar el trato y que tipo de

ofrecimientos iba a hacer el comisionado francés. Únicamente podía apelar a los rumores de los

círculos de opinión tetuaníes, que señalaban que el gobierno de la República pretendía gestionar la

devolución a los Bocoyas de la totalidad de prisioneros (catorce) de esta cabila que se encontraban

por diversos motivos encerrados en Tánger. Con todo, Cuevas dudaba del éxito de la misión gala si

ésta no se remataba con la liberación en Alhucemas de los presos encarcelados por España. En

Tetuán se rumoreaba asimismo que Portugal iba también a romper el acuerdo de colaboración con

Italia y a gestionar la liberación de los cautivos del Rosita a cambio del pago de un fuerte rescate, y

por último, el cónsul terminaba alertando sobre la existencia entre los Bocoyas de un embrionario

“partido pro-francés", articulado en torno a dos aduares (= aldeas) de la tribu (Tafensah y Aduz),

donde residían dos protegidos de Francia (Sid Mohammadi ibn Mesaud Bukar y Amar Uld de

Maálem Hammed), cuyas familias podían movilizar un pequeño cuerpo armado de hasta cuarenta

fusiles y ponerlo al servicio de la causa gala. De todo lo referente al asunto de los cautivos, era este

punto el que le parecía al cónsul, el tema más lacerante y urgente para España: la rápida infiltración

de Francia en un territorio, como era el Rif, muy vulnerable para los intereses españoles, y para la

defensa nacional. 615

El Majzén, plenamente consciente desde hacía meses de la real trascendencia del

empecinamiento y ofuscación españoles al no querer liberar a los presos de Alhucemas, volvió a

intentar del gobierno liberal sagastino, el acto de magnanimidad que pondría fin al conflicto. Todas

las tentativas de su enviado al Rif, el Jalifa Ibn Abd-Essadak, de comprar, a cambio de bolsas de

oro, la libertad de los cautivos habían sido inútiles. Vanas habían sido también sus amenazas a los

Bocoya de hacerles sentir el poder del Majzén, inflingiéndoles un duro castigo. Toda negociación
615
Teodoro de Cuevas a Emilio de Ojeda. Despacho no. 59. 2 de Octubre de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.

361
fracasaba ante la petición por parte de los secuestradores de la libertad de los presos de Tánger y
616
Alhucemas. Era una petición que rechazaba invariablemente la diplomacia española. Similares

peticiones oficiales se habían hecho a la Legación británica en Tánger, para que accediese a la

liberación del prisionero por actos de piratería contra buques ingleses, recibiendo asimismo

rotundas negativas del Foreign Office.617 De hecho, ¿por qué no se había podido llegar a ningún

tipo de acuerdo, cuando tanto por parte marroquí (Ibn Abd- Essadak) como española (el protegido

Isaac Pinto) se había tentado la codicia de los captores Bocoyas, ofreciéndoles elevadas sumas?.

Una de las razones que se pueden apuntar claramente es la maniobra francesa, al querer aparecer

ante los ojos del Rif como la única potencia benefactora y amiga desinteresada de los habitantes del

territorio, hasta conseguir la vuelta a sus hogares de todos los encarcelados. Según las

informaciones telegráficas que desde Alhucemas remitía Ibn Abd-Essadak, Si Al-lal, el agente

francés en la región boicoteaba las negociaciones emprendidas por lusos, italianos y españoles,

aconsejando a los Bocoyas que no entregaran a los cautivos exclusivamente a cambio de dinero.

Los agentes de Italia y Portugal en la bahía notificaban a sus respectivas Legaciones que de nuevo

habían fracasado las negociaciones de rescate por metálico, debido a las intrigas del agente galo y a

las cartas del jerife de Wazzan dando seguridades a los cabileños de que España cedería ante la

influencia francesa, aviniéndose al canje de prisioneros.618 Los representantes luso e italiano en

Tánger protestarían ante el Encargado de Negocios francés, quien se limitaría a negar su

participación en las intrigas, pero no desautorizaría a sus agentes.

Ojeda, para paliar los movimientos del diplomático galo, y siempre receloso de la acción

francesa en Marruecos, dio un giro a su actuación hacia la postura que más cómoda le resultaba: el

acuerdo con la Legación Británica. Los representantes diplomáticos español y británico en Tánger

sabían que, entre los países involucrados en el conflicto, el Reino Unido y España eran los que
616
Ibidem. Nota de Sid Mohammed Torres, Delegado Imperial en Tánger a la Legación española solicitando la libertad
de los presos rifeños en Alhucemas a fin de que sean rescatados los cautivos que están en poder de los de la cabila de
Bocoya. 6 de Octubre de 1897.
617
Ibidem. Telegrama de Emilio de Ojeda a Pío Gullón, Ministro de Estado español. 7 de Octubre de 1897.
618
Telegrama de Ojeda a Tetuán. 3 de Octubre de 1897. A. G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 102 /Ex.
2.

362
debían dar su placet a la condición estipulada por los captores; por ello acordaron al comunicar las

peticiones del Majzén, sugerir a sus respectivos gobiernos, el desaconsejarlas por ser contrarias al

prestigio y a la imagen de las potencias europeas y a los principios de exigencia al Majzén del

castigo de los actos piráticos, y del mantenimiento del orden en las aguas del Rif. Nicolson y Ojeda

entendían la verdadera naturaleza del reto francés, y estimaban que de ceder ahora, la beneficiaria

exclusiva de aquellos acontecimientos iba a ser la influencia gala en el Rif.

Producido el magnicidio que había acabado el 8 de agosto en el balneario de Santa Agueda

con la vida del artífice del régimen restauracionista, las tareas de gobierno habían pasado a ser

desempeñadas desde Octubre de 1897 por el partido liberal, ejerciendo las tareas de Ministro de

Estado, Pío Gullón. Desconocedor éste de la naturaleza de los acontecimientos que se estaban

produciendo en el norte del Sultanato, el día 8, Emilio de Ojeda le remitía un larguísimo informe en

el que le exponía los antecedentes y la historia del conflicto, detallándole la particular gravedad que

estaban revistiendo los hechos, hasta el punto de enmarcarlos en el contexto de una auténtica crisis

internacional, que había puesto en evidencia los intereses encontrados de las diversas potencias

europeas en la disputa por Marruecos. Para Ojeda, la clave del punto muerto en que se se

encontraban las negociaciones se debía al proceso de liberación del capitán Aubet, un año antes. El

jerife rifeño mandado por el de Wazzan a instancias de la Legación francesa, había obtenido su

liberación no sólo a consecuencia del prestigio religioso, como se había creído de manera

generalizada en un primer momento, sino en virtud de una promesa solemne hecha a los captores

Bocoyas de que el gobierno de la República se comprometía a obtener del español, el canje de

Aubet por uno o varios de los prisioneros rifeños detenidos en Alhucemas. A continuación, Ojeda

exponía que en el mes de Abril, una delegación de la cabila se había trasladado a Tánger con objeto

de exigir del representante diplomático galo el cumplimiento de su promesa y advertirle, en caso

de no realizarse, de su propósito de tomar represalias. Ojeda entendía el proceso de negociación

como una lucha velada de intereses, una disputa por el Rif entre España y Francia, en el que se

estaba jugando no la vida de unos cautivos, sino qué potencia de las dos iba a salir reforzada, cual

363
iba a aumentar su presencia y su prestigio en el Rif. En esta lucha Francia, antes de enviar a las

playas del norte del Sultanato al Cosmao, había intentado diversas jugadas, atrayéndose y

manipulando a su conveniencia a los gobiernos luso e italiano. Había sido la firme posición del

anterior Ministro del Estado, Duque de Tetuán, al respaldar en San Sebastián la labor del

representante español en Tánger, quien había roto esa triple conjunción, y apartando de ella a

Portugal e Italia, las había conducido a que confiaran en la gestión del Majzén que intentaba la

compra de la libertad de los cautivos mediante el pago de fuertes sumas en oro. Asimismo, el

diplomático elogiaba la fortaleza del acuerdo hispano-británico, no plegándose al canje de los

rifeños presos por los cautivos y terminaba su carta, alertando a Gullón sobre los últimos

movimientos de la diplomacia francesa. En efecto, una vez fracasado el intento del gobierno de

París de concertarse con el luso e italiano para presionar sobre España y obtener su asentimiento al

rescate de los presos, y convencidos los agentes galos de que mientras siguiesen las negociaciones

emprendidas por el Jalifa -Ibn Abd- Essadak, actuando como Comisario del Gobierno jerifiano en

Alhucemas para el rescate pecuniario, no cederían ni España ni la Gran Bretaña, fueron esos

mismos agentes - el Encargado de Negocios de la Legación en Tánger y Sid Al-lal - los que

dedicaron todas sus energías y medios de acción para hacer fracasar el proceso. Recurrieron de

nuevo a su protegido, el jerife de Wazzan, Mawlay Ahmed,619 que por medio de agentes

encubiertos o secretos como el propio Sid Al-lal hizo llegar hasta los Bocoyas una serie de cartas

que se leyeron posteriormente en los zocos rurales animándoles a resistirse al rescate pecuniario y

renovando la promesa de que Francia obtendría por sí sola la liberación de todos sus parientes

detenidos. Por otro lado, las Legaciones portuguesa e italiana comprobaban la veracidad de estas

noticias a través de sus enviados negociadores destacados en Alhucemas junto al Comisario

jerifiano.

619
Una vez fallecido el jerife Mawlay `Abd al-Salam al-Wazzani, cabeza de la cofradía y de la casa de Wazzan ,en
1892 su sucesor había sido su hijo primogénito, Mawlay al-Arbi, el cual -sin embargo- permanecía prácticamente
confinado en su residencia afectado por una penosa enfermedad por lo que la dirección efectiva de la cofradía y de la
política familiar había pasado a las manos de tres jóvenes: su único hijo, Mawlay et-Tayeb y sus dos sobrinos,
Mawlay Alí y Mawlay Ahmed, hijos del segundo hijo de Abd al-Salam, llamado Sidi Mohammed. Para más
información, véase: Aubín, E.: Marruecos en nuestros días, Barcelona, Montaner y Simón Editores, 1908, pp. 333-360.

364
El Majzén no estaba dispuesto a contrarrestar las maniobras francesas. A pesar del

desconcierto causado en Tánger al conocerlas, el miedo a una hipotética intervención militar gala

paralizaba toda posibilidad marroquí de réplica. Mohammed Torres se limitaba a acudir a España y

Gran Bretaña en busca de clemencia y perdón. La negociación parecía quedar estancada

dramáticamente con el regreso a Tánger de un buque de guerra portugués que traía de vuelta a la

ciudad a los negociadores lusos e italianos.620 El acuerdo de pareceres hispano-británico continuaba

funcionando. Así, Nicolson y Ojeda estimaban de acuerdo a las informaciones que les remitía el

comisario marroquí, negociador ante los captores, que el canje de los secuestrados por dinero

estaría ya efectuado, sino lo hubiera hecho fracasar la gestión de Al-lal, aunque confiaban todavía

en poder lograr sus objetivos sin tener que recurrir al intercambio de prisioneros.

El proceso entraba en una nueva fase. No solamente Francia permaneció firme en su postura,

negándose el Encargado de Negocios de la Legación a variarla cuando italianos, portugueses y

españoles se lo solicitaron, sino que el día 10 se reanudaban los misteriosos movimientos del

Cosmao que zarpaba de Tánger hacia el Rif en misión secreta, llevando a bordo al argelino Si Al-

lal (" argelino redomado y reconocidamente poco escrupuloso" lo llama Ojeda en uno de sus

despachos), el alma de la conspiración gala para arrancar a los gobiernos de Inglaterra y España la

libertad de los rifeños, acompañado de Sid Dadi, otro agente galo encargado de hacer proselitismo

entre los Bocoyas . Horas después se conocían en Tánger parte de sus intrigas, merced a la labor de

ciertos agentes y espías que los diplomáticos italiano y portugués habían dejado entre los Bocoyas a

su partida del Rif y merced a la vigilancia conjunta del comandante del crucero italiano Lombardía

de regreso a Alhucemas, del gobernador militar de la plaza y del protegido hispano Isaac Pinto.

Según estas informaciones, Al-lal y Dadi se habían entrevistado con los cautivos europeos y

habían conseguido -aprovechándose de su dramática situación, y a base de amenazas- arrancarles

620
Emilio de Ojeda, Ministro Plenipotenciario de España en Tánger a Pío Gullón, Ministro de Estado español.
Despacho no. 173. 8 de Octubre de 1897. A. G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.

365
una carta que Francia iba a esgrimir como un arma decisiva ante los diversos gabinetes de Europa,

abogando con ella por la solución del canje de presos rifeños por cautivos europeos.

Durante unos días, pareció que la diplomacia española estaba contrarrestando las iniciativas

republicanas. Se había conseguido, a nivel local un acuerdo con Sir Arthur Nicolson, el Ministro

Plenipotenciario Británico que reforzaba la postura española de inflexibilidad ante las peticiones

rifeñas. Además, Portugal e Italia habían acabado por abandonar el acuerdo con Francia y

desveladas las intrigas de Sid Al-lal, parecía que los dos países, contrarios enteramente a los

procedimientos de éste, iban a caminar de nuevo de la mano de España. En la carrera, en la pugna

por conseguir la liberación de los rehenes, que escondía en realidad una descarada pugna

imperialista por conseguir mejores posiciones en el Sultanato, parecía que España estaba a la altura

del desafío galo.621 Por otra parte, Francia no estaba dispuesta a ceder tan fácilmente: el día 12, la

Embajada de la República en Madrid presentaba una nota dirigida al nuevo Ministro de Estado, Pío

Gullón, en la que de manera oficial Hanotaux, el Ministro de Asuntos Exteriores, solicitaba del

gobierno liberal una medida de clemencia hacia los rifeños presos en el islote de Alhucemas.622

A mediados de Octubre de 1897 se tenía conocimiento en Tetuán de una serie de rumores

directamente procedentes de Fez y que Teodoro de Cuevas va recogiendo paulatina y

pacientemente a través de diversas cartas que le llegan de la capital del Imperio. Estos rumores

aludían a que el Majzén se había decidido a poner término a los desordenes que habían afectado

durante los últimos meses a diversas regiones del territorio imperial. Con este fin se estaba

organizando la partida de una mehal.la o expedición militar, cuyo destino definitivo, en todo caso,

no parecía claro, pues no solamente la efervescencia se había manifestado en el Amalato de Uxda o

en el Rif. En efecto, en la costa atlántica, la Chauia comenzaba a estar revuelta y se hablaba de una

rebelión que empezaba a propagarse en torno a Dar el-Beida (Casablanca), en la que participaban

miles de sediciosos. Asimismo, se especulaba con que la tropa estaría a las órdenes del príncipe

621
Ibidem. Ojeda a Gullón. Despacho no. 175. 10 de Octubre de 1897.
622
Nota de la Embajada de la República francesa en España dirigida al Ministro de Estado, Pío Gullón. 12 de Octubre
de 1.897. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 103 / Ex. 2.

366
623
imperial Mawlay Arafa. En lo tocante al tema de los rehenes, el cónsul relataba a Ojeda el

contenido de una reciente entrevista con Isaac Pinto. El rico comerciante protegido de España le

había hecho partícipe de su convicción en torno a un rápido desenlace de la cuestión si las

negociaciones se hubieran mantenido en la estricta intimidad de un diálogo entre particulares. No

eran nada nuevas estas pretensiones del rico judío que esperaba sacar provecho en beneficio propio

del rescate, quedándose con una parte relevante del dinero empleado en el mismo. Ahora bien,

había sido, según el mercader, la rivalidad creada entre los diversos gobiernos europeos, la que

había acabado por frustrar el canje mediante dinero.

Previamente al envío de una mehal.la y al empleo de la fuerza, el Majzén intentaría

desactivar las maniobras francesas, no tanto preocupado sólo por la suerte de los rehenes europeos,

como por la contaminación imperialista que se estaba extendiendo como una mancha de aceite por

el Rif, al compás que pasaban los días y se sucedían las visitas del Cosmao a las playas rifeñas, y

las idas y venidas de los agentes galos. Por el momento, el Majzén se mantenía como era habitual

en él muy remiso al empleo de la violencia, porque éste era un recurso reservado siempre para ser

utilizado en último extremo, cuando se hubiera cerciorado definitivamente de que no cabía otra

medida alternativa. El día 21 de Octubre, el Gran Visir Ahmed Ben Musa Ben Hamed remitía una

misiva a la casa familiar de Wazzan, en la que tras hacer una breve sinopsis de los estragos a la

convivencia y a la paz en el Sultanato realizados por los Bocoyas, responsabilizaba a la casa de

Wazzan directamente de la suerte de los cautivos, pues los protegidos franceses estaban

aprovechando su inmenso prestigio espiritual en el Rif no para agilizar las gestiones de liberación

emprendidas por el Majzén, sino para distorsionarlas y hacerlas fracasar. A pesar de los

variadísimos recursos empleados por los agentes del Majzén, el Sultán no había obtenido de los

Bocoya la menor concesión, y el estupor de la Corte había ido en aumento, al descubrir que las

resistencias rifeñas no nacían de causas imputables a los mismos cabileños. Revestido por Francia

623
Teodoro de Cuevas a Emilio de Ojeda. Despacho no. 61. 14 de Octubre de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.

367
de plenos poderes, el argelino Sid Al-lal animaba en el mismo lugar del secuestro a los captores

para que no liberasen a los rehenes, poniéndolos bajo la custodia del Gobierno marroquí. Solamente

debían entregarlos a Francia. En esta labor, Al.lal era apoyado por la rama local de la cofradía de

Wazzan, ella misma protegida de Francia y devotamente puesta a su servicio:624

" De todas las acciones por ellos cometidos no se les inculpa precisamente a ellos
sino que la mayor responsabilidad recae en vosotros por la influencia que ejercéis sobre
ellos y los consejos que les dais, pues cuando les prohibís algo, no os desobedecen y si os
esforzaseis en apartarles de este camino llamándoles su atención sobre las consecuencias y
convenciéndoles de su criminal proceder, ciertamente se abstendrían de cometer estos actos
que suponen no han de perjudicarles, en los cuales no se han fijado por estar ya viciados en
su camino que destruye todos los pactos ".625

Bu Ahmed terminaba su misiva, anunciando la inmediata formación de un cuerpo

expedicionario a las ordenes del príncipe de la casa imperial Mawlay Abdeselam El-Amrani que

acompañado por otro personaje relevante de la Corte, el Hach Hammun al-Urishki, se dirigirían al

territorio Bocoya con el objetivo de poner en libertad a todos los rehenes y enviarlos

posteriormente a Tánger. El Gran Visir no sólo se limitaba a reconvenir amargamente la actitud de

punta de lanza del imperialismo galo que adoptaba la casa de Wazzan, sino que utilizaba las

fórmulas de la sumisión religiosa que los chorfa debían al Sultán para convencerles de que dejaran

de obstaculizar la acción majzení y colaboraran con el negociador al-Uriskhi. En suma Bu Ahmed

alarmado por la creciente intromisión e injerencia europea; es más, preocupado por las constantes

visitas de barcos de guerra europeos a la bahía de Alhucemas quería aprovechar el incidente del

asalto al Fiducia y Rosita para reforzar la seguridad de lo que constituía el bastión norte del

Imperio, y ello no era posible si la casa de Wazzan no llevaba a cabo un giro drástico en sus

actuaciones al servicio de los intereses franceses. Por ello, el Gran Visir intentaba atraerse a los

chorfa wazzaniyas, y lo hacía apelando al prestigio y gloria tradicional de la casa de Wazzan, y a

624
Ayache, G.: Les origines ..., op.cit., pág. 109.
625
Nota dirigida por el Gran Visir Ahmed Ben Musa Ben Hamed a la casa de Wazzan. 21 de Octubre de 1897. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.

368
lo que ésta había aportado al esplendor del Sultanato, y lo hacía con un lenguaje lleno de halagos,

de zalamerías , recalcándoles con exquisita cortesía que seguían gozando de las simpatías de Abd

al- Aziz, en un contexto en el que no se traducía amenaza alguna, sino sólo una invitación, la

aspiración que debía regir en el futuro a los chorfa a servir de nuevo a los intereses del Islam.626 En

el cumplimiento y en la defensa de los valores de la comunidad islámica estaba la salvación del

Imperio y éste era el camino adecuado a seguir por todos los habitantes del mismo; un rumbo que

iba a determinar que si los Bocoyas lo cumplían, iban a encontrar la salvación y la condonación del

castigo imperial.

La presencia imperialista en la zona no cesaba de acrecentarse y de multiplicarse en una

sucesión de acciones sospechosas para el Majzén y para España, que excedían el ámbito de la

simple gestión de una negociación de liberación de los secuestrados. El paciente observador

Teodoro de Cuevas informaba el 25 de Octubre de un nuevo viaje a la playa de Cebadilla


627
(Alhucemas) del crucero Cosmao transportando al agente argelino. Ahora bien, cuando la luz

del sol declinaba, en mitad del crepúsculo, un segundo buque de guerra francés había aparecido

ceremoniosa y silenciosamente en la bahía de Alhucemas, esperando a que las tinieblas se

condensaran para iniciar una serie de acciones misteriosas, reconociendo parsimoniosamente y

lentamente cada milímetro de la costa, estudiando el terreno, con un gran foco eléctrico encendido

y proyectado sobre la playa. 628

En Madrid la amenaza de un desembarco en el Rif de la infantería francesa empezaba a

vislumbrarse; sin embargo, los problemas en el Caribe y Filipinas estaban poniendo contra las

cuerdas a la Marina de Guerra española. Había habido que retirar a los buques Destructor y Furor

(de hecho, el primero de los dos había sufrido en su viaje al Sultanato una avería de consideración,

que había requerido su internamiento en un arsenal) y la gestión intermediaria de España en el Rif

626
Ibidem.
627
El crucero desembarcó en la playa de Cebadilla a un médico de la Armada francesa que visitaría al marino galo
cautivo de los Bocoya que se encontraba enfermo. El Comandante del buque gestionó – sin éxito alguno- la liberación
del secuestrado. Telegrama del Gobernador militar de Alhucemas al Comandante General de Melilla. 26 de Octubre de
1897. S.H.M. Rollo 167.
628
Ibidem. Teodoro de Cuevas a Emilio de Ojeda. 25 de octubre de 1897.

369
contaba a partir de ahora con un apoyo militar muy limitado: el del transporte de tropas General

Valdés, un tipo de buque incapaz de dar la imagen de prestigio y de potencia militar e inadecuado

para las funciones policiales y coloniales, y que tampoco estaba en condiciones de estar actuando

permanentemente en aguas marroquíes, pues otros compromisos del Ministerio de la Guerra le

distraían del escenario rifeño. En un despacho reservado que remitía a Ojeda el 26 de Octubre, el

nuevo ministro de Estado se lamentaba profundamente de la incapacidad de España para movilizar

una flota que sirviera de respaldo a las gestiones diplomáticas. No se podía trasladar al Rif ni a un

solo buque de guerra: en realidad, las insurrecciones en Cuba y Filipinas habían añadido nuevos

problemas a la Marina, pues no sólo hubo que destinar muchos buques de la escuadra a ultramar,

donde las continuas operaciones y el escaso mantenimiento pronto los dejarían inútiles, sino que

hicieron necesarios la presencia de docenas de pequeños cañoneros - detrayéndolos del escenario

marroquí - para la vigilancia de las costas cubanas y para apoyar las operaciones terrestres del

Ejército. Dada la urgencia en que estaba planteado el problema de los rehenes y el extremo peligro

que suponía dejar solos a sus anchas en el Rif a los franceses, se tuvo que despachar a Tánger al

transporte de guerra General Valdés cuyas condiciones naúticas no eran las mas adecuadas para las

tareas coloniales a las que iba destinado. Ojeda debía hacer de la necesidad, virtud: "V.E. procurará

de su presencia el mayor partido posible para el efecto moral, que es el que en primer término se

busca", le ordenaba Pío Gullón. Ello iba a obligar al buque español a suplir la falta de medios y de

otro tipo de unidades multiplicando sus viajes por las costas rifeñas, haciéndose omnipresente en

una coyuntura en la que era preciso no dar muestras de debilidad. Aun siendo España un Estado

aislado diplomáticamente, sin alianzas, en la carrera que se había planteado no tanto por la

liberación de los rehenes, cuanto por la lucha hegemónica por el Rif, no sólo había que jugar los

recursos diplomáticos de aproximación a Gran Bretaña y de acuerdos coyunturales con Italia y

Portugal. El momento exigía de un país que parecía no contar con recursos y capacidad suficientes

para gozar del prestigio formal de potencia internacional, el empleo del tesón, la imaginación y la

movilidad para seguir contando en el momento de la ruptura del statu-quo y de apertura de la

370
cuestión marroquí. Tal como K.J. Holsti señala, hay una serie de variables que en relaciones

internacionales afectan al ejercicio de la influencia de un país. Esas variables nos hacen comprender

la falta de relación adecuada en algunas ocasiones entre grandes capacidades e influencia efectiva,

siendo cierto que las capacidades no siempre presuponen un éxito en el ejercicio de la influencia.

Este autor recalca cómo ciertos factores -por ejemplo, la habilidad de un Estado en movilizar las

capacidades disponibles (aunque éstas sean limitadas) en apoyo de sus objetivos- son tan

importantes como la cantidad y calidad de capacidades a disposición de dicho Estado. 629

Tal como señalan las instrucciones de Gullón, llamadas a ser el punto de partida de las

actuaciones del gobierno sagastino en Marruecos, éste estaba dispuesto en el futuro a proseguir los

intentos del gobierno de Cánovas detrayendo de la soberanía del Majzén la facultad de intervenir

policialmente en las aguas del Rif. En esas mismas instrucciones remitidas a Ojeda, formulaba sus

planes de negociar con el Sultán el desarme total de los buques pesqueros rifeños, no

permitiéndoles el empleo de armas blancas, ni de armas de fuego obteniendo también de aquél el

derecho permanente de vigilancia de las aguas del Rif, lo que suponía asumir tareas de

fiscalización, control y registro de los cárabos y de detención de los que contraviniesen las

disposiciones de desarme. Todo esto Ojeda debía negociarlo en el más absoluto secreto, en virtud

de la relevancia que suponía el tema para la defensa y seguridad de las posiciones españolas en el

norte africano. No sólo eso, el gobierno liberal pensaba incrementar el prestigio y la influencia

española en la zona, mediante el ejercicio de las tareas de policía colonial en las aguas marroquíes

y además en Madrid se creía que ello era compatible “formalmente” con la preservación del ' statu

quo ' y el mantenimiento de la independencia teórica del Sultanato. A pesar de que ello se hacía en

detrimento de la soberanía imperial.630

629
Holsti, K.J.: International Politics: A Framework for Analysis. Englewood Cliff.1972.
630
La cuestión marroquí, había devenido claramente en una dialéctica continua que se había inaugurado con el firme
propósito republicano de ocupar el Tuat y que había alcanzado un climax con los acontecimientos del Rif y Uxda, que
evidenciaban la decisión francesa de llegar a un planteamiento abierto y definitivo de la cuestión marroquí, aunque ello
no se hiciera resueltamente sino arañando paulatinamente la soberanía del Sultán.

371
Frente a Francia, que pugnaba por ver conseguidas sus apetencias imperialistas e implantar

su dominio en el Sultanato, el gobierno sagastino no deseaba que España guardara estrictamente

una actitud aferrada al mantenimiento del viejo orden establecido, cristalizado en la perduración del

statu-quo. Tal como muestran las instrucciones reservadas de Gullón, el gobierno de Sagasta

barajaba aprovecharse de las tensiones en el Rif derivadas del contrabando y de los asaltos a

buques, y de ese tira y afloja, de la dialéctica entre Francia y el Majzén, obtener unas prerrogativas

que cortaran el paso a las acciones galas en el septentrión marroquí. Con todo, esas prerrogativas,

arrancadas del Majzén con el propósito de "evitar todo acto de piratería " no deberían desequilibrar

significativamente la situación marroquí. No había que forzar el fin de la independencia de

Marruecos, ni el establecimiento de un protectorado sobre el Sultanato, ni el reparto del país. De

hecho, Gullón encarecía reiteradamente a Ojeda para que fuera sutil: no había que despertar el más

mínimo temor de otras potencias (Gran Bretaña, Italia o el II Reich) ni romper las " relaciones

amistosas con el Sultán y su Gobierno". La labor de zapa de la soberanía imperial se había de

hacer, formalmente en el respeto al statu quo, sin realizar ningún planteamiento revisionista global

de la cuestión marroquí (verbigracia, forzando una Conferencia Internacional), y cuando fuera

evidente o cuando trascendiera, había que presentarla más bien como un acto que no alteraba la

situación anterior del Sultanato, es decir como algo meramente conducente a un reforzamiento de la

seguridad de las plazas españolas. Es por ello que había que desbloquear el punto muerto del

proceso de liberación de los cautivos. Y es que por encima de todo, el gobierno de Sagasta no

estaba dispuesto a tolerar que se produjese la tan rumoreada intervención militar europea conjunta

en el Rif:

"V.E. procurará gestionar este asunto con la debida circunspección, poniendo


siempre de manifiesto la necesidad que nos obliga a atender a la defensa y protección de
nuestras referidas plazas y presidios del norte de África; pero seguramente no se ocultará
al razonado juicio de V.E. la importancia que la obtención de dichas disposiciones o de
otras análogas había de tener para España y para su prestigio en aquella parte del
Mediterráneo, evitando así, además, los proyectos de la adopción de medidas

372
extraordinarias sobre este asunto, que, con razón o sin ella, se atribuyen a algunos
Gabinetes europeos y sobre las cuales fundadamente llama V.E mi atención ".631

La gran novedad en el asunto de los rehenes que planteaban las instrucciones de Gullón era,

la consideración por primera vez de que la puesta en libertad de los rifeños no se podía dilatar más

ante las constantes peticiones que Francia, Italia y Portugal estaban realizando ante el Gobierno y

ante la Reina regente.632

Desde Tetuán Teodoro de Cuevas había entablado una serie de contactos a través del Vice-

cónsul honorario español en esta localidad, el Hadi Ahmed Abeir con Sid el Moki Ben Brahem al-

Wazani, influyente jerife de la cabila de Bocoya, procurando reactivar la liberación de los rehenes,

mediante el pago de una cierta cantidad de oro. Al cónsul estas conversaciones le habían permitido

asimismo deducir la existencia entre los chorfa rifeños de un cierto resentimiento con el Majzén. La

desarticulación social en el Rif fruto de las acciones imperialistas, venía acompañada de un

desinterés, así lo entendían los afectados, del Sultán por los chorfa, hasta entonces poderoso

instrumento del ejercicio de su influencia entre el pueblo marroquí, por lo que éste reaccionaba

sustrayéndose en parte a su autoridad. En las palabras de al- Wazani, en sus reflexiones amargas

sobre el desamparo y desatención del poder central, se podía detectar una cierta simpatía y

aproximación hacia la causa española que la Legación en Tánger intentó aprovechar para ganar la

partida a Francia y conseguir del Majzén para el jerife Bocoya la condición de delegado imperial

ante los secuestradores. La mediación del Bocoya se frustró pues receloso el gobierno marroquí por

el papel "quinta-columnista" de Francia ejercido en el Sultanato por la cofradía Wazzaniya, a la


633
que pertenecía el Moki, desatendió las ofertas de éste. Por otra parte, no cabían ya más

dilaciones en la solución del problema: a finales del mes de Octubre, se conocía en Melilla la grave

631
Pío de Gullón a Ojeda. Despacho reservado, no. 164. 26 de Octubre de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.
632
Ibidem
633
Ibidem.Teodoro de Cuevas a Ojeda. Carta particular. 27 de Octubre de 1897.

373
enfermedad del cautivo francés,634 tripulante del Fiducia. 635
El Majzén había optado ya por

desestimar cualquier posibilidad de la compra de la vida de los rehenes por oro, y el día 30,

Mohammed Lebbadi, contando con el refrendo de los gobiernos luso e italiano, se presentaba en la

Legación de España, reiterándole a Emilio de Ojeda los deseos del Sultán de que España entregase

de manera inmediata a las autoridades imperiales a todos los rifeños presos. 636

Invocando las relaciones de amistad entre el Sultán y España, y como un acto de deferencia

hacia aquél, Ojeda imprimiría a su actuación el giro señalado por las nuevas instrucciones del

Gobierno sagastino, señalando la posibilidad de un futuro acto de clemencia en la vía de lo pedido

por el Majzen y ofertando una solución que pasaba porque los rifeños, en primera instancia,

espontáneamente y sin recibir de momento nada a cambio liberaran a todos los cautivos y los

pusieran en manos no del Gobierno marroquí sino de las autoridades españolas. Por su parte, el

gobierno de Sagasta -en la línea que previamente el duque de Tetuán había insinuado en sus

entrevistas con los representantes diplomáticos de las potencias afectadas- activaría en todo lo

posible los trámites legales con el objeto de poder una vez terminado el proceso judicial, conceder

la gracia a los rifeños. Ahora bien, frente a la urgente petición del Majzén de una liberación

inmediata de estos últimos, no iba a renunciar a "formalmente" castigar con todo el rigor de las

leyes españolas a los Bocoyas; había que someterlos a consejo de guerra sumarísimo. Es más, se

seguía insistiendo en que la impunidad con que se venían produciendo los actos de piratería en el

Rif era responsabilidad directa del Sultán. Es decir, que en ningún momento se abandonó -por parte

de España- la estrategia de la culpabilización del Gobierno jerifiano pues se veía en ella un

instrumento indispensable que serviría para legitimar en el futuro la reivindicación española de

ejercer las tareas de patrullaje en las costas del norte del Imperio. Además Ojeda estipulaba que la

634
A fin de evitar las injerencias de Francia, el gobernador militar de Alhucemas gestionaría que el enfermo fuera
tratado exclusivamente por el médico militar español de la guarnición.
635
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 26 de Octubre de 1897. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 / Ex. 2.
636
Telegrama de Ojeda a Gullón. 30 de Octubre de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica ( Marruecos ).Caja 69 / Ex.
3

374
liberación de los cautivos debía consistir en una entrega "espontánea hecha a España (de los

mismos) como acto de sumisión" de los cabileños. Esa era la solución que el diplomático entendía

como la mejor, pues no suponía la mengua del prestigio hispano en el Rif. En una segunda fase la

Reina María Cristiana y el gobierno español, agradecerían la confianza de los Bocoyas

respondiendo a la misma con la amnistía y perdón de los piratas; perdón que Ojeda se comprometía

en garantizar. Ante todo, la intención del Gobierno de Sagasta era encauzar el proceso negociador

en unos límites estrictamente bilaterales hispano-marroquíes: las gestiones de Francia, Italia y

Portugal debían ser soslayadas. A tal fin, sólo se permitirían en el futuro los viajes al Rif de un

representante diplomático español y de un comisario del Majzén. Al respecto, Ojeda recalcaría ante

Lebbadi lo perniciosas y contraproducentes que habían sido las actuaciones francesas. El

diplomático español usaba el pretexto de dar una muestra de la independencia y fortaleza del

gobierno marroquí (cuya debilidad en el pasado había permitido aquellas " injerencias extrañas y

hasta humillantes"), para conseguir que España saliese reforzada de la des-internacionalización del

'affaire de los cautivos'. Evidentemente, ello tendría que desembocar en que el éxito diplomático

conseguido con su liberación quedase en el haber exclusivo de España, y con la apariencia de

reforzar el prestigio del Majzén, solapadamente ello contribuiría a poner - por primera vez - al

gobierno marroquí bajo la protección del español. Evidentemente, Ojeda había pergeñado un plan

habilísimo. Había logrado articular a la perfección lo que le pedía Gullón: sustituir falta de medios

por habilidad e inteligencia, manejarse en el complicado tablero de la cuestión marroquí con la

pericia de un campeón de ajedrez. En telegrama del día 31, el Ministro de Estado notificaba al

diplomático su pleno respaldo a la solución; el único obstáculo era que no se podía poner en

libertad a los rifeños en un plazo breve, ya que no se había celebrado aún el consejo de guerra que

tenía que enjuiciarlos. Gullón se aprestó a presionar al Ministerio de Marina a fin de tener en poco

término una sentencia firme, que permitiera proceder al indulto. 637

637
Telegrama de Gullón a Ojeda. 31 de Octubre de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 102 /
Ex. 2.

375
Sin embargo, la respuesta de Lebbadi fue muy fría, apelando a su imposibilidad de aprobar el

plan de Ojeda sin someterlo a la ratificación de Mawlay Abd al-Aziz, y al hecho de que -según sus

noticias- la expedición militar de castigo al Rif estaba a punto de iniciarse. Con todo, Ojeda se

mostraba optimista, puesto que no creía en la viabilidad de los restantes planes vigentes; incluso,

llegó a proponer a Gullón la necesidad de proceder a la negociación con los Bocoyas,

prescindiendo del susodicho permiso sultaniano. Había que obrar con audacia. Era necesario

conseguir inmediatamente la liberación de los rehenes y adelantar definitivamente -en la carrera

por el control del Rif - a Francia, acrecentando la influencia de España en el norte del Sultanato. La

"importancia que para el prestigio español en el Imperio marroquí y en Europa tendría la entrega

por los Bocoya a España en actitud contrita y suplicante de los infelices cautivos que detienen"

exigían esa audacia y un riesgo. 638

Sin embargo, Francia no estaba dispuesta a ceder tan pronto. El día 30, al fondear en

Alhucemas el crucero Cosmao, el vice-cónsul Al-lal desembarcaba con rapidez en la playa de

Cebadilla y en cuestión de horas, conseguía el rescate del cautivo griego Jorge Pervilleist,
639
contramaestre del velero Fiducia. Sin embargo, por la tarde se conocía en la plaza española la

muerte de otro de los tripulantes del buque italiano, el marinero francés Pablo Pemen, víctima de la

grave enfermedad que arrastraba.640 Al-lal había aprovechado que el marinero griego se encontraba

también enfermo para gestionar su liberación, dejando como rehén a un soldado argelino del

ejército colonial galo, hasta que pudiera estar de vuelta en la bahía trayendo consigo a los rifeños

presos del Majzén en Tánger.

Los continuos viajes del Cosmao al Rif, las tenaces intrigas de los agentes franceses y en

particular del argelino Al-lal habían acabado por obtener su fruto: no solamente habían

638
Emilio de Ojeda a Pío Gullón. Despacho reservado no. 195. 30 de Octubre de 1897. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.
639
Ibidem .Telegrama de la Comandancia General de Melilla al Ministerio de la Guerra. 30 de Octubre de 1897.
640
Telegrama de la Comandancia General de Melilla al Ministerio de la Guerra. 30 de Octubre de 1897. A. G. A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 69 / Ex. 3; véase también: Ojeda a Pío Gullón. Despacho no. 196. 31 de
Octubre de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).Caja 73 /Ex. 2.

376
imposibilitado las iniciativas lusa, española o italiana, o las del mismo Majzén sino que como se iba

a ver a continuación, trastornarían y dislocarían por completo la posición estructural del Rif dentro

de la globalidad del Imperio jerifiano, y forzarían la hasta ese momento aplazada intervención

armada del Majzén. Por lo pronto, el gobierno portugués anuló las gestiones que uno de sus buques

de guerra debería haber hecho en el territorio bocoya: con la última intervención de Al-lal habían

recibido el golpe de gracia definitivo. Francia podía asegurar tanto al Gabinete español como al

resto de cancillerías europeas con mayor fundamento de lo que había venido haciendo hasta ese

momento, que era inútil pensar en redimir a los cautivos sin que España claudicase y procediese a

su canje por los rifeños. No era esa sin embargo la única causa que había motivado la visita de los

agentes galos al extremo norte del Imperio. La fuente española mejor informada sobre la región, el

consulado de Tetuán, alertaba a Madrid de que parecía que los movimientos de Al.lal en el Rif

buscaban granjearse la amistad de las poblaciones locales; los sentimientos pro-franceses habían

empezado a aflorar con fuerza en los naturales del territorio. La infiltración política había

encontrado eco entre algunas fracciones de las cabilas costeras que mostraban su deseo de

colocarse bajo la autoridad del gobierno de la República.

"Semejante estado de ánimo - advertía Teodoro de Cuevas - es artificiosamente


mantenido y excitado de diferentes maneras. Unas veces se apela (por parte de la acción
subversiva francesa) a la influencia religiosa de los cherifes de Uassan, y en otras a halagar
a los más influyentes particulares de las cabilas".641

Es decir, la desestructuración social que se gestaba en el Rif y que supondría una conmoción

en las estructuras tribales tradicionales, al socaire del empuje imperialista, con la aparición de

notables influyentes en el seno de la sociedad rifeña, era un factor retro-alimentario de las

tendencias de apropiación colonialista. Según Germain Ayache, uno de los elementos que favoreció

el surgimiento de jefes en las cabilas del Rif fue la aparición del fusil de guerra europeo que podía

obtenerse gracias al desarrollo intensivo del contrabando de armas en la región a partir de los años

641
Teodoro de Cuevas a Ojeda. Despacho reservado no. 67. 3 de Noviembre de 1897. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.

377
642
ochenta del siglo XIX. A pesar de la fama ancestral que tenían algunas de las poblaciones

costeras de dedicarse tradicionalmente a la piratería,643 las actividades piráticas o más bien de

contrabando del último cuarto del siglo XIX ya no eran sólo obra de los rifeños, pues estos últimos

actuaban constantemente -como han señalado entre otros J.L. Miège, Pierre Guillen, J.David

Seddon, Ross E. Dunn y Edmund Burke III644- en colaboración con europeos, sobre todo españoles,

642
Véase Ayache, G.: Les origines ...op. cit, pag. 111.
643
Incluso dentro de una misma cabila o dentro de las fracciones de cabila, habría que establecer una serie de
salvedades en lo que se refiere a las prácticas piráticas, que recalcarían el carácter esporádico y no tan generalizado de
las mismas entre las tribus costeras del Rif. Dentro de una misma cabila, había a la vez elementos que atacaban a
buques europeos, mientras que otros miembros de la tribu se aprestaban a solicitar la protección europea. Por
ejemplo,los archivos documentales bretones recogen un intercambio epistolar en mayo de 1855 entre la Legación
francesa y la Delegación Imperial en Tánger, en la que el Encargado de negocios Charles Jagerschmidt expresa sus
quejas y su indignación a Muhammad al-Hadary , sobre el asalto de un buque mercante galo por cabileños del poblado
de Azannu, cuando en el año anterior, la Legación había recibido a emisarios de este mismo aduar rifeño reclamando la
protección del gobierno de la República. Carta de Charles Jagerschmidt, Encargado de Negocios de Francia en Tánger
dirigida a Muhammad al-Hadary. 1 de Mayo de 1855. Archives Diplomatiques de Nantes. Tánger, A 115- a 15 /2.
"Correspondance de l´Agence Consulaire de Tétouan, 1849-1855".
644
J. David Seddon señala que desde la primera mitad del siglo XIX los rifeños se acostumbraron a mantener una
amplia y variada gama de actividades comerciales 'ilícitas' ligadas al negocio de contrabando, a lo largo de la costa
mediterránea, unas veces en colaboración con los europeos y, en otras ocasiones dirigidas contra ellos. (Véase Miège,
J.L.: Le Maroc et l´Europe, París, 1961-3, Vol. 2, pág. 294. En referencia a las actividades piráticas a lo largo de la
costa rifeña, vid. Miège, op. cit. Vol. 2, pp. 308, 326).En el período comprendido entre 1830 y 1850, los conflictos
entre Francia y las tribus argelinas, unidos a la ausencia de todo tipo de aduanas o puestos de control entre el territorio
ocupado por el ejército galo y el que retenían los argelinos, y entre la colonia francesa y el imperio marroquí,
propiciaron el desarrollo de una importante corriente comercial a través del Rif. (véase Miège, J.L., op. cit., Vol. 2, pp.
158-160.).Abdelkader, el lider de la resistencia anti-francesa en Argelia recibió suministros, incluyendo armas y
municiones, desde Inglaterra, vía Gibraltar y el nor-este de Marruecos. (Véase Seddon, David J.: "Local Politics and
State Intervention: Northeast Morocco from 1870 to 1970 ", en Gellner, E. y Micaud, Ch.: Arabs and Berbers. From
Tribe to Nation in North Africa, Londres, Duckworth, 1973, pp. 118-119) Tenía muchos contactos en el Rif oriental, y
dos gobernadores de Melilla fueron trasladados a la península, después de que su asociación con los agentes de
Abdelkader fue descubierta (véase Miège, op. cit., Vol. 2., pp. 160-161, 200, 202). Edmund Burke III señala en su
tesis doctoral que el hecho de que las tribus del Imperio adquirieran armamento moderno, especialmente después de
1880 cuando se produjo una verdadera eclosión o expansión de la venta de armas a las cabilas del interior del Sultanato,
acabaría por minar el éxito de las reformas militares emprendidas por los Sultanes. La mayoría de las armas se
adquirían por medio del contrabando y las grandes potencias no eran capaces, ni se mostraban muy dispuestas a frenar
este negocio. Este investigador concluye señalando que tiene la impresión de que a finales del siglo XIX, no existía
escasez de armas modernas entre las tribus del Marruecos central, aunque muchas zonas aisladas del Imperio
evidentemente estaban menos equipadas. La mayoría de los rifles adquiridos por las tribus eran antiguos modelos como
los Chasspots franceses y el modelo Gras de 1884. Pero alrededor de 1900, los notables cabileños - al menos- estaban
bien equipados con rifles de repetición Remington y Winchester. Como no recibían el suficiente suministro de
municiones, las armas con frecuencia eran recargadas y utilizadas con polvora casera y elementos fabricados por la
pequeña artesanía doméstica de fabricación de munición dispersa por el Imperio.Para el historiador norteamericano,
"the subject of contraband, especially the numbers and kinds of arms in the possession of different tribes, is of
considerable importance to the historian who aims at an understanding of the internal dynamics of rural Morocco ".
(véase Burke III, E.: Prelude to protectorate... op. cit., pp. 32 y 231 ). Sin embargo, no profundiza en el análisis del
fenómeno contrabandista, ni da relación detallada de los agentes europeos ligados al tráfico de armas.En cambio, P.
Guillen menciona a los buques mercantes alemanes pertenecientes a la firma Atlas Linie como especialmente activos
en el comercio de contrabando durante la década de 1890, operando fundamentalmente a través de los puertos de
Tánger, Dar-el-Beida (Casablanca) y Sawira (Mogador). Da la impresión, siguiendo a Guillen, que solamente las firmas
alemanas serían las responsables de haber suministrado cerca de 100000 rifles a las tribus marroquíes durante la
década. Sin embargo, siguiendo a Miège, hay que añadir los envíos de suministros y armamento que empresas
francesas, británicas y españolas realizaban a Marruecos, o bien vendían al Majzén para su ulterior distribución entre
las tribus. El instructor militar británico, el "caíd" Harry Mac-Lean era conocido por sus tareas de intermediación en

378
ingleses y franceses. De hecho, había sido éste el caso de algunos individuos de Izemmuren,

fracción de la cabila de Bocoya, cuya acción había desencadenado todo el affaire comentado en

párrafos precedentes, actuando en connivencia con españoles peninsulares y franceses de Argelia

para introducir en el Rif mercancías de contrabando, incluidas armas. 645 Fue así como aparecieron

en la región fusiles modernos europeos, que introdujeron importantes cambios en el seno mismo de

las tribus. En el Rif de antaño, como en otras partes de Marruecos, y en el interior de las cabilas,

todo individuo, todo hombre que tenía unos mínimos medios, estaba en posesión de su fusil. Pero

los viejos fusiles del pasado, con los sistemas de puntería viejos y degradados, que no permitían

hacer blanco sobre un adversario a veinte pasos, eran los idóneos para las prácticas rifeñas de la

razzia y de los conflictos intergrupos en los que se dirimía el honor, sin hacer correr la sangre. En

una sociedad tan dividida como la rifeña, eran bastante frecuentes las fricciones motivadas por el

honor, pues los grupos, celosos de su propia autonomía, convivían en un círculo de afrentas y

respuestas a esas afrentas. En este sentido, la razzia era el punto de partida de los intercambios

violentos y característicos de la sociedad rifeña. Cuando un grupo decidía realizar una incursión

contra el enemigo, la acción inicial consistía en un robo de cereales o de ganado, lo que producía la

réplica del grupo objeto de la razzia. Si estas escaramuzas no bastaban para tranquilizar a los

participantes, podía producirse una batalla decisiva.

En esas batallas, las actuaciones estaban muy pautadas: en primer lugar, eran los jóvenes los

que se enfrentaban verbalmente, para después arrojarse piedras y disparar al aire. La vetustez de

las armas permitía salvar el honor de los dos grupos sin que llegara a morir ningún hombre, y

este tipo de negocios. Véase Miège, Le Maroc. vol. 4, pp. 105-106. Ross E. Dunn en su trabajo sobre el Rogui señala
como a finales del siglo XIX llegaban especificamente a las costas del Rif cargamentos enteros de armas procedentes
de diversas ciudades europeas, siendo la más importante de ellas Lieja, que en los últimos años de la centuria había
pasado a desempeñar el liderazgo como centro de producción de armas para los mercados africanos. (Véase Dunn, Ross
E: " Bu Himara´s European connexion: The commercial relations of a Moroccan warlord" en Journal of African
History, 21, 1980, pag. 243). Entre los numerosos europeos involucrados en el comercio de contrabando, Dunn señala
que los hermanos Tosso de Gibraltar eran particularmente bien conocidos hacia 1903 por sus actividades de transporte
de armas al territorio de los bereberes Kebdana al este de Melilla y que aunque España oficialmente lo desmentía, no
hay duda de que oficiales militares y otros elementos -civiles residentes en Melilla- estaban involucrados en el tráfico
de armas con destino a las tribus rifeñas.
645
Véase Ayache, Germain : Les origines ..., op. cit., pag. 110.

379
permitía la entrada en el juego de los elementos conciliadores, principalmente los chorfa, hombres

santos que estaban al margen de las luchas de honor y que siempre llegaban a tiempo para calmar

los ánimos y permitir que se alcanzara una solución pactada. La batalla había sido, hasta entonces,

una especie de combate simulado en el que se escenificaban los valores más importantes de la

sociedad: la bravura, el honor, la obediencia familiar.

Ahora bien, la entrada a partir de los años ochenta, del moderno y preciso fusil de guerra

europeo dinamitará las viejas prácticas sociales, pues al adquirir estas armas, un individuo solo,

aislado, podía tener en jaque dentro de su grupo la voluntad colectiva. Sin embargo, cuando otros

fusiles aparezcan y estén bien repartidos el equilibrio estará restablecido. Pero se trata de un

equilibrio diferente. Germain Ayache insiste en que se trata de un equilibrio inestable, propio de

toda paz armada. Sin embargo en el Rif, por los precios elevados de estos artículos hacía falta ser

rico para poseer las nuevas armas modernas y adquirir suficientes municiones. Los riesgos de

conflicto estaban pues, bastante circunscritos. Ahora bien, la verdadera innovación social es que,

una vez fuertemente armados, los ricos minoritarios comprendieron que, en un mundo en el que se

mantenían las causas de disensión, a partir de ahora podrían imponerse sin excesivos riesgos a un

gran número de sus hermanos y compatriotas, mal armados o desarmados.646 Así pues, en la

sociedad rifeña aquellos notables con poder económico que podían poseer un número considerable

de armas se convertían en personajes más poderosos que los demás y conseguían más fácilmente

imponerse a sus semejantes.

Teodoro de Cuevas relataba cómo la infiltración francesa entre los naturales de Bocoya había

sido al principio muy limitada, actuando sólo sobre unos pocos notables, para extenderse luego a

grupos más amplios. Estos notables que habían recibido originariamente la cédula de protección

contaban con un grupo de cerca de cuarenta tiradores que estaban paulatinamente entrando en la

órbita francesa. Los agentes galos ya no trataban de captar sólo a individuos aislados, notables o

jefes locales ni tan siquiera a fracciones de cabila: aspiraban a poner a toda la cabila de Bocoya,

646
Ibidem, pag. 111.

380
fronteriza a la plaza de Alhucemas, bajo su control. De hecho la acción del rifeño Tuhammi
647
Saddek, amigo del cónsul y antiguo confidente de la guarnición española en el islote le había

permitido conocer que algunos notables de la cabila se encontraban en Tánger negociando con el

agente consular galo en Tetuán, Al.lal el Abdi, la protección para el conjunto de la tribu. Según

Saddek, una de las argucias empleadas por los agentes galos para atraerlos a la causa de la

República era convencerles de que por fin se les iba a hacer justicia, obligando a España a

entregarles a los presos que permanecían en Alhucemas y a indemnizarles tanto por la misteriosa

muerte de Almendro (el rico Bocoya asesinado tiempo atrás en la plaza) como por la estafa que en

Málaga habían sufrido por parte de contrabandistas españoles. La garantía de Francia llegaba al

compromiso de defender a toda la cabila ante los posibles ataques del Majzén; al parecer la

intención gala era seguir extendiendo su influencia por el territorio pensando en particular en la

pequeña cabila de Targuist que ocupaba un enclave fértil, y en la que la Tercera República ya

contaba con un protegido, el jerife Sid Ihya ibn Driush. 648

Sin embargo, España era impotente para frenar la actuación del vice-cónsul Al-lal y sus

compañeros. La Embajada de la República en Madrid presentaba una solicitud al Ministro de

Estado, Gullón, el 3 de Noviembre de 1897 en la que, con el pretexto de una causa humanitaria (el

rescate del cadáver del marinero francés del Fiducia muerto de tifus en el cautiverio rifeño y

conducido posteriormente a Alhucemas), solicitaba la colaboración de las autoridades militares

españolas para que el islote pudiera ser utilizado por Al-lal como base de sus gestiones de

repatriación de los restos.649

Dos días después, tres diplomáticos, el Marqués de Reverseaux, el Conde de Macedo y

Malaspina en representación de sus tres respectivos países ( Francia, Portugal e Italia) presentaban

647
Saddek presentaría poco después una solicitud para que se le concediera el status de protegido español, presentando
como aval sus largos años de servicios a la causa española que ya le habían valido en 1881 la cruz de primera clase de
la Orden del Mérito Militar, así como la circunstancia de haber servido por un espacio de más de ocho años en la
unidad de Tiradores del Rif en Ceuta, desde soldado raso hasta alcanzar el cargo de cabo primero.
648
Teodoro de Cuevas a Ojeda. Despacho reservado no. 67. 3 de Noviembre de 1897, documento ya citado.
649
Nota de la Embajada de la República francesa en España dirigida al Ministro de Estado, Pío Gullón. 3 de
Noviembre de 1897. A. G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 / Ex. 2.

381
en el Ministerio de Estado una larga nota colectiva en la que reconocían la inutilidad de las

gestiones entabladas hasta entonces para obtener la liberación de los cautivos y pedían oficialmente

al gobierno español un acto de clemencia de la Reina regente María Cristina con los procesados de

Alhucemas para cuando fuesen sentenciados, manifestando además que este perdón y el posible

apresuramiento de la sentencia judicial serían el mejor medio para salvar a los cautivos europeos.

Francia de nuevo adelantaba a España y conseguía aunar otra vez en torno a ella a Portugal e Italia,

recomponiendo la conjunción perdida tras haber sido desveladas las asechanzas de Al-lal en el

Rif.650

A pesar de la promesa formal que había hecho España a las cancillerías europeas de hacer

todo lo posible para liberar a los prisioneros, las gestiones realizadas se estaban derrumbando como

un castillo de naipes. Ese terreno vedado para España que debía ser el Rif estaba siendo

intensamente frecuentado por buques de guerra y agentes de hasta tres nacionalidades. El territorio,

donde la legítima influencia por razones de vecindad, históricas y geoestratégicas debiera de

corresponder a la nación española, se había convertido en el escenario de una serie de confusas y

complicadas negociaciones superpuestas unas a otras y donde, a río revuelto, estaba quedando

excluida España y Francia no dejaba de anotarse éxitos entre los habitantes de la región. Si España

había forjado la idea de actuar en el Rif, como única mandataria e intermediaria de los intereses de

las naciones afectadas por el asunto de los cautivos, debía de abandonar inmediatamente sus

propósitos.

No sabemos con todo cual hubiera sido la reacción de Sagasta y de Pío Gullón ante la

solicitud de gracia de las tres naciones europeas, si la nota que presentaron en el Ministerio de

Estado no hubiera venido acompañada en el tiempo con la recepción en Madrid de un despacho

reservado con fecha 30 de Octubre procedente de la Legación hispana en Tánger. En este informe

Ojeda alertaba al gobierno español sobre una noticia referente a que – desde Tánger- se estaba

650
Nota oficial de los Representantes Diplomáticos de Italia, Portugal y Francia en España dirigida al Ministro de
Estado, Pío Gullón. 5 de Noviembre de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 103 / Ex. 2.

382
fraguando la preparación de una acción militar conjunta europea para castigar a los piratas del Rif.

El diplomático expresaba sus temores acerca de las consecuencias que dicha intervención podría

suponer para las plazas españolas. Un acontecimiento de tal magnitud podría provocar acciones de

represalia por parte de los rifeños contra ellas, y como consecuencia suscitar el posicionamiento

internacional acerca de la resolución del problema marroquí y la apertura definitiva de los temas

que concernían al futuro inmediato del Imperio: pérdida de su independencia, ejercicio del

protectorado sobre él por parte de alguna/s potencia/s, reparto territorial del Sultanato en zonas de

influencia. Algo que España teniendo que afrontar una doble rebelión colonial, en las Antillas y en

el Extremo Oriente asiático, no podía asumir.

El Embajador francés en Madrid se puso en contacto con Gullón y en una conversación

particular expresó sus deseos (conocidos por Hanotaux) de que cesaran en el Rif todas las acciones

o gestiones emprendidas por los consulados de la República en Tánger y Tetuán , con el fin de que

la acción española pudiera ser más libre y eficaz. 651

Frente a las opciones que se le presentaban, el gobierno liberal evitó cuidadosamente el

choque frontal con las potencias firmantes de la nota. No hacerles caso hubiera comportado el

riesgo de precipitar una intervención militar internacional, y en tales circunstancias, Sagasta optó

por ceder a sus peticiones a la vez que se procuraba preservar el mantenimiento del statu quo en el

Sultanato. Ello suponía ante todo adoptar una política conservadora y defensiva, valorando la

estabilidad por encima de la incertidumbre que hubiera supuesto el no plegarse a los deseos de las

potencias peticionarias, incertidumbre tras la que se vislumbraban profundos trastornos. Sin

embargo, el viejo político liberal, aún desechando la confrontación con los países redactores de la

nota, mantenía una cierta actitud aprensiva y recelosa con respecto a algo que España no podría

modelar a su favor y por ello pensó que se podía sacar partido de las negociaciones de liberación

y llegar a una resolución exitosa para los deseos hegemonistas hispanos en el Norte del Imperio.

651
Telegrama cifrado de Gullón a Ojeda. 5 de Noviembre de 1897. A. G. A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 102 / Ex. 2.

383
Por ello el Gobierno sagastino reaccionando con suma presteza, accedió a la solicitud

conjunta. En consecuencia en Madrid se activaron las gestiones para la rápida realización del juicio,

remitiéndose una nota de contestación a las tres Embajadas y representaciones diplomáticas, en la

que se accedía a la concesión del indulto de los rifeños en el mismo momento en que se conociera

la sentencia.652 Paralelamente, se ordenaba a Ojeda que gestionara en Marruecos la inmediata

liberación de los cautivos sobre la base del próximo indulto de los presos. El canje de prisioneros

-de eso se trataba en realidad- estaba servido. Inmediatamente, Ojeda consiguió la promesa de las

Legaciones italiana y lusa de cesar en todas sus gestiones particulares; igual promesa hizo la

Legación francesa, aunque su compromiso no era más que una añagaza y no estaba dispuesta a

cumplirlo. En Madrid, el encargado de Negocios de la Embajada francesa incluso llegaría a

comprometerse a retirar todos los buques de guerra de la Marina gala que recorrían en aquellos

momentos las costas del Rif. Unicamente el transporte de tropas español, el General Valdés

quedaba autorizado para trasladarse al lugar donde se negociaba con los captores. La Legación

británica en la capital diplomática marroquí aprobaba asimismo la liberación de los rifeños

detenidos en la alcazaba tangerina por asalto a buques ingleses; a ello accedía asimismo la

Delegación del Sultán en Tánger.

El plan de Ojeda refrendado por Gullón a finales de Octubre no se había cumplido a

rajatabla. Sin embargo, España aparecía como el árbitro de la suerte y libertad de todos los

presos:653 Ojeda conseguía la liberación de todos los rifeños prisioneros en Tánger con la

aprobación del Sultán y de Inglaterra y remitía al Rif a un agente confidencial indígena, un

sargento de los Tiradores del Rif miembro de la cabila de Bocoya, para que entrase en contacto con

los miembros de su tribu. Finalmente, el 9 de Noviembre zarpaba desde la rada de Tánger hacia el

islote de Alhucemas el buque español (el barco recogería en el Peñón de Vélez al Jalifa del Bajá de

652
Notas del Ministerio de Estado dirigidas a las Embajadas francesa e italiana y a la Legación portuguesa. 5 de
Noviembre de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 69 /Ex. 3.
653
Telegrama cifrado de Ojeda a Gullón. 6 de Noviembre de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos).Caja 102 /Ex. 2.

384
654
Tánger): transportaba bajo custodia de efectivos hispanos, a trece rifeños excarcelados, al

agente confidencial y al Primer Intérprete de la Legación, Manuel Saavedra. Tanto este último

como el comandante del General Valdés llevaban órdenes estrictas de Ojeda en una misión que se

consideraba trascendental para el mantenimiento del prestigio español en el Rif y ante el conjunto

de las potencias europeas. En este sentido se les indicaba que bajo ninguna circunstancia pusieran

en libertad a los trece rifeños hasta que no se encontrasen a bordo del buque o en el interior de la

plaza española los cautivos europeos y el militar argelino que Al-lal había dejado como rehén en el

territorio Bocoya. Al mismo tiempo, Saavedra debería intentar contrarrestar los anteriores

manejos del diplomático francés: primero, procurando obtener de los cabileños, la promesa

solemne de no volver a ejecutar actos de piratería; segundo, intentando limar las asperezas que el

contrabando había causado entre españoles y rifeños. Además, todo motivo de conflicto debía ser

disipado, y en tercer lugar se debía establecer las bases de una reconciliación afectiva entre España

y las cabilas de la bahía de Alhucemas. El recelo que sentían algunos rifeños hacia España había de

ser sustituido por los "sentimientos de cordialidad"; más adelante esta reconciliación afectiva

debería dar paso a una expansión de la influencia hegemónica española en las zonas vecinas al

Peñón de Vélez y Alhucemas.655

La lucha con los intereses franceses iba a ser muy dura: la promesa gala de que sus buques

de guerra no transitarían por las costas rifeñas fue inmediatamente olvidada, y Al-lal estuvo durante

las negociaciones de Saavedra permanentemente presente en Alhucemas. Sin embargo, en el juego

de argucias entre Francia y España constituido por el proceso de negociación y rescate de los

rehenes, que lo asemeja a una complicadísima partida de ajedrez que enfrentaba a dos rivales de

altísimo nivel, Ojeda intentó a su vez aprovecharse de la presencia del agente argelino en el

territorio Bocoya. Su intención, luego coronada por el éxito, consistía en que mientras Al-lal

654
Al mismo tiempo se ordenaría al judío protegido español Isaac Pinto que detuviera las gestiones que había
emprendido para liberar a los cautivos, por cuenta del diplomático galo Sid Al.lal. Telegrama cifrado de Emilio de
Ojeda al gobernador militar de Alhucemas. 8 de Noviembre de 1897. S.H.M. Rollo 167.
655
Instrucciones del Ministro Plenipotenciario de España en Tánger al Comandante del transporte de guerra General
Valdés. 6 de Noviembre de 1897. A.G.A. África.Sección Histórica (Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.|

385
gestionaba el embarque del cadaver del marinero francés, ayudase a la vez al comisionado español,

Saavedra, a fin de que España obtuviese de los notables Bocoyas un documento en el que los

rifeños abjurasen en el futuro de la piratería en un acto de pública contricción y enmienda ante las

potencias extranjeras acreditadas en Tánger. En definitiva, Ojeda quería conseguir un instrumento

que España pudiese esgrimir ante las cancillerías, evitando con ello el desastre que se cernía sobre

sus esperanzas en el Sultanato. Porque era necesario conjurar urgentemente un grave peligro: la

operación militar europea en el Rif. Al mismo tiempo, este documento sería un elemento que

permitiría legitimar internacionalmente la oportunidad de la actuación española en Marruecos.

Al-lal accedió a ayudar a España; pero a la vez intentó también sacar partido de su

colaboración con las autoridades hispanas y además no interrumpió su acción de agitación pro-

francesa en Alhucemas.656

Apenas fondeado en la bahía de Alhucemas el General Valdés el día 10, tras haber

recogido en el Peñón de Vélez al Jalifa o comisionado del Majzén, Ibn Abd-es- Salak, Saavedra -

tras entrevistarse con el gobernador militar- se había desplazado a la playa, y en una cueva llamada

"los ojos de la niña bonita" habilitada como lugar de reunión por los secuestradores, se había

reunido con cerca de ochenta Bocoyas armados hasta los dientes con modernos fusiles remington, a

los que había leído varias cartas, una procedente de la Legación española y otras dos de la

Delegación Imperial en Tánger. La tensión durante los primeros minutos fue disminuyendo

rápidamente hasta que por último los captores accedieron a entregar al enviado español a todos sus

prisioneros que fueron inmediatamente trasladados al islote.657 A continuación, fueron

desembarcados del transporte los trece rifeños que quedaban en libertad, " produciendo este acto -

656
Ibidem .Ojeda a Pío Gullón. Despacho no. 213. 21 de Noviembre de 1897.
657
Dentro de lo que podíamos considerar la "guerra psicológica" por conseguir el afecto de los rifeños, disputando a
los franceses la atracción de "los corazones y las mentes" de los habitantes de Alhucemas la misión también había sido
satisfactoria. Un informe posterior a los hechos nos relata cómo parte de la dotación y oficialidad del General Valdés
desembarcó -sin armas- en las playas rifeñas, internándose en el territorio marroquí y departiendo amigablemente con
los habitantes del lugar, intercambiando con ellos regalos y ofrecimientos, visitando algunas casas y siendo
obsequiados según las costumbres locales. A su regreso al buque, la oficialidad tuvo buen cuidado en venir
acompañada de varios cabileños a quienes hicieron visitar el barco y colmaron de agasajos. Informe de la Comandancia
del Transporte General Valdés dirigido al Ministro Plenipotenciario español en Tánger. 14 de Noviembre de
1897.A.G.A. África.Sección Histórica (Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.

386
relataría posteriormente Saavedra en un informe oficial- entre sus hermanos de tierra grandes

espansiones (sic) de júbilo y agradecimiento hacia España y espontáneas muestras de amistad y

afecto á nosotros, asegurándome que deseaban ver aumentados y que por parte de ellos no se
658
alterarían jamás". Una vez embarcados los antiguos rehenes659 en el General Valdés, éste se

hacía a la mar, y a su llegada a Tánger eran entregados por la delegación española a Mohammed

Torres. El incidente había terminado.

En el momento del canje, el Gobierno sagastino había mostrado una sagacidad y una

inteligencia más que notables; en la disputada carrera por la liberación de los rehenes, al final,

España había estado a igual altura que Francia. La satisfacción generalizada que provocó el éxito de

las gestiones de Ojeda y Saavedra hizo sentir a todos los actores de aquella competición que España

había resuelto favorablemente el divorcio existente entre el deber ser y el ser una potencia sacando

partido de los medios de que se disponía. Había estado a la altura de las circunstancias sustituyendo

la carencia de amplios recursos por una habilidad fuera de lo común. El gobierno español no había

tenido que recurrir a métodos extremos (el envío de una expedición armada para liberar a los

secuestrados; la presentación de un ultimatum al Sultán, siendo que las circunstancias bélicas en

Cuba y Filipinas desaconsejaban cualquier operación militar en el norte de África). Estaba claro

que la máxima de "hacer de la necesidad, virtud" se cumplía y que un Estado débil que sabía cómo

jugar con su relativa debilidad, se convertía en fuerte.

Una vez acordado por el ejecutivo liberal el indulto de los presos de Alhucemas, tras el reto

que había supuesto la nota conjunta de las tres naciones, la acción diplomática había tratado de

sacar para España todo el partido posible de las mismas circunstancias que aconsejaban conceder la

clemencia. Ello había sido posible gracias a la eficaz intervención de Ojeda en Tánger, cuyas

gestiones se habían encaminado desde aquel momento a conseguir que la entrega de los cautivos se

realizara por parte de los rifeños exclusivamente a España, sin que ésta empleara más medios que

658
Manuel Saavedra, " Informe sobre las gestiones de liberación de los cautivos en el Rif", anexo al despacho no. 205
de la Legación española en Tánger dirigido al Ministerio de Estado. 12 de Noviembre de 1897. A. G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 102 /Ex. 2.
659
El capitán del velero italiano Fiducia y el capitán y los dos marineros del portugués Rosita.

387
su prestigio entre aquellas tribus y la promesa del perdón que en principio estaba ya concedido por

el gobierno de Madrid. Éste había obtenido finalmente de Francia, Italia y Portugal la interrupción

de las negociaciones por ellas emprendidas y la retirada de sus agentes del suelo rifeño (o la

subordinación a la iniciativa española en caso de Al.lal que no abandonó la región) así como la de

sus buques de guerra de las costas adyacentes. Asimismo, el Gobierno español había conseguido la

entrega de los presos en la alcazaba tangerina por parte de los Gobiernos marroquí e inglés. Con

todo ello, Ojeda había logrado que España se quedara ¡por fin sola¡ en el Rif, obrando como

mandataria de los intereses europeos, subordinados a su actuación que terminaba con un éxito

completo. Por último, se había conseguido la promesa solemne de los cabileños de abandonar

definitivamente la piratería. Dos de los notables de la fracción Izemmuren de Bocoya, responsables

de los asaltos piráticos, Allush y Bugava se habían embarcado en el transporte General Valdés con

objeto de atender y cumplimentar uno de los objetivos de la misión que Ojeda había confiado

expresamente al intérprete Saavedra, cual era el de obtener en el Rif seguridades formales acerca

de la futura conducta de los Bocoyas respecto a España y las demás naciones. Ya en Tánger los dos

jefes de los captores se entrevistaban con Ojeda, al que agradecían encarecidamente las gestiones

de España en favor de la liberación de los presos de la alcazaba, pasando posteriormente a hacerle

entrega de una carta. En ella se hacía explícita la adhesión de un numeroso grupo de notables

Bocoyas a los deseos del gobierno español, solicitaban el perdón, expresaban arrepentimiento por

su pasado pirático, y prometían solemnemente no reincidir en sus acciones contra los buques
660
extranjeros que transitaban por las aguas del Rif. Se trataba de un nuevo argumento que el

Gobierno español emplearía ante las cancillerías europeas, esgrimiéndolo como un elemento

legitimador más en su estrategia de no permitir intervenciones ajenas en los asuntos del Rif. A

finales de noviembre, desde la Legación en Tánger se remitía tanto a la Delegación del Majzén

como a todo el cuerpo diplomático acreditado en la ciudad una circular, considerada por los

círculos gestores de la política española como el " oportuno y honroso epílogo " a la intervención

660
Ojeda a Pío Gullón. Despacho no. 205. 12 de Noviembre de 1897. A. G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 102 /Ex. 2.

388
de España en el asunto de los cautivos, en el que se aireaba grandilocuentemente el éxito que
661
suponía haber arrancado a los Bocoya un compromiso de futuro. Toda una campaña posterior

de los servicios diplomáticos españoles se encargaría de divulgar la existencia del documento,

orquestando una tarea de propaganda que debía redundar en beneficio exclusivo de los intereses del

país en el norte del Sultanato. Sin embargo, el triunfo completo de la acción diplomática española

en la cuestión de los cautivos no iba a disipar las amenazas de una expedición militar europea en el

Rif. Inmediatamente después de la puesta en libertad de los rehenes, comenzó a surgir en el ánimo

de los diversos representantes acreditados en Tánger un mal disimulado sentimiento de recelos,

envidias y suspicacias hacia España: empezó a verse cualquier actuación española como

sospechosa, tendente a extender aún más la influencia del país en Marruecos. Particularmente

irritada había resultado la Legación británica. Sir Arthur Nicolson, el Ministro Plenipotenciario

inglés en Tánger, opuesto desde un principio a toda transacción con los rifeños, y obligado a

aceptar a regañadientes la petición española de liberación de los presos en la alcazaba tangerina, se

mostraba ahora dispuesto a promover un escarmiento definitivo de los rifeños y de hecho había

iniciado una serie de actuaciones conducentes a convencer a las restantes potencias europeas de la

necesidad de una expedición de castigo. Ojeda juzgaba que era posible, incluso muy probable que

tal intervención se llevara a cabo en las siguientes semanas. De hecho, Nicolson le había

manifestado personalmente su deseo de aconsejar al Gobierno británico una inmediata intervención

armada, incluso asumiendo las consecuencias de que desencadenara el problema de la resolución


662
definitiva de la cuestión marroquí. Por otra parte, el Bocoya amigo de Teodoro de Cuevas

(Tuhammi) le comunicaba que la acción francesa en el Rif, lejos de cesar, tal y como se había

prometido a Ojeda desde la Legación gala en Tánger, se había acrecentado. El Cosmao había

permanecido en Alhucemas durante todo el proceso de canje de prisioneros, y Al-lal había


661
Ibidem .Ojeda a Pío Gullón. Despacho no. 216. 25 de Noviembre de 1897.
662
Nicolson pensaba defender la conveniencia de una acción armada contra la cabila de Bocoya, aunque ésta revistiese
un carácter unilateral, y fuese protagonizada exclusivamente por tropas inglesas. La firmeza de la decisión del
diplomático británico se manifiesta en su propósito de postular por la expedición militar ante el gabinete de Londres,
aunque la opinión del resto de sus colegas en Tánger no conviniese en la necesidad de una sangrienta represalia contra
los rifeños. Ojeda a Pío Gullón. Despacho reservado no. 206. 13 de Noviembre de 1897. A. G. A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.

389
intentado instrumentalizar entre los rifeños y en beneficio propio la llegada de los presos

procedentes de Tánger, haciendo correr entre algunas fracciones de la cabila captora el rumor de

que había sido el gobierno francés el que había obtenido del Sultán la liberación de los

excarcelados. Paralelamente, se había formado en el seno de la cabila un partido "pro-francés"

dedicado a realizar una activa labor de propaganda, el cual soliviantaba los ánimos de los

habitantes del territorio contra los españoles, a la par que aspiraba a la implantación del

protectorado republicano. Fruto de esas acciones El-Arbi Haddu Alí (el confidente de la guarnición

de Alhucemas) había tenido que abandonar su aduar de Tafensah y amenazado de muerte por sus

propios compatriotas, se había refugiado con toda su familia en el islote. Tuhammi concluía que

esas maniobras iban encaminadas a que el confidente español no pudiera dar cuenta al gobernador

militar de la plaza, Pablo Artal, de las intrigas que los franceses realizaban en el territorio. De

hecho, se rumoreaba que Al-lal había entrado en negociaciones con los cabileños con el fin de

adquirir para Francia la lengua de tierra conocida como "El Morro". Se trataba de un promontorio

saliente situado al Nor-oeste de Alhucemas, punto que constituía un buen fondeadero para los

buques de guerra y ofrecía terreno amplio y cómodo para el establecimiento de una guarnición. 663

Sin embargo, pese al cúmulo de amenazas que se cernían sobre sus intereses marroquistas, el

gobierno de Sagasta redondeó su anterior éxito con otro nuevo que reseñamos a continuación,

utilizando como método la habilidad negociadora.

De esta manera, España no daba muestras de impotencia o de incapacidad en los albores de

la apertura de la cuestión marroquí. Es cierto que carecía de recursos militares y de capacidad naval

para seguir ejerciendo acciones de presión similares a las de otras potencias colonialistas, pero por

otra parte, daba muestras suficientes de ser casi invulnerable a las coacciones que estaba sufriendo

(en concreto el riesgo que comportaban las asechanzas francesas o la presión de determinadas

potencias europeas que deseaban intervenir militarmente en el Rif). Demostraba en suma a los ojos

de Europa que era capaz de resistir las tensiones con una cierta capacidad y un desahogo que le

663
Ibidem. Teodoro de Cuevas a Ojeda. Despacho reservado no. 69.

390
permitían seguir aspirando en el futuro a representar un papel significativo en Marruecos. Ojeda se

apresuró antes de que terminara el mes de Noviembre en convocar una reunión de todo el cuerpo

diplomático internacional acreditado en Tánger. En ella tuvo que hacer gala de todas las dotes de

persuasión dialéctica y de habilidad negociadora que le caracterizaban convenciendo a sus colegas

de la inutilidad de una expedición de castigo contra los rifeños. Circunscribió los motivos de la

actuación española en relación con el rescate de los rehenes a causas humanitarias y de lógica

preocupación por la suerte de los mismos. Remarcó el carácter desinteresado de la acción por él

emprendida y en justa correspondencia por la confianza que los gobiernos europeos habían

depositado en él, había querido contentarles arrancando de los Bocoyas una promesa formal de

arrepentimiento y contrición que disipaba los posibles temores a nuevos asaltos a buques europeos.

Sin embargo, había que corresponder a la actitud de los rifeños con un acto de generosidad y

clemencia, sentando así las bases de una convivencia pacífica en el futuro en el septentrión

marroquí entre cabileños y europeos. De hecho, su enviado, Saavedra había conseguido de los

rifeños no sólo el compromiso de interrumpir sus ataques, sino el de auxiliar a todas las

tripulaciones naufragas o en peligro de zozobrar frente a las playas de Alhucemas. 664

Por su parte, el Gobierno británico desatendería las indicaciones de Sir A. Nicolson y

desestimó completamente la idea de una expedición punitiva.

Con su iniciativa, Ojeda logró conjurar todo proyecto de expedición de represalia. El temor a

una intervención europea en el Rif se esfumó repentinamente, por lo que el gobierno de Sagasta

pudo hacer frente con un mayor desahogo al cumplimiento de su promesa de liberación de los

Bocoyas. Las condiciones de prisión a las que habían estado sometidos éstos eran bastante duras,

por lo que se juzgó ahora conveniente modificarlas, no haciéndoles experimentar un trato tan

severo a los rifeños que esperaban el momento de ser juzgados. El 27 de noviembre, Gullón remitía

una nota al Ministro de Marina, almirante Bermejo solicitando de él que impulsara la marcha del

proceso. Durante la negociación con el Majzén, Ojeda había fijado un plazo de tres meses para la
664
Ibidem. Circular de la Legación Española en Tánger al cuerpo diplomático acreditado en la ciudad acerca de la
intervención del Gobierno de S.M. en la libertad de los cautivos de Bocoya. 24 de Noviembre de 1897.

391
terminación de la instrucción sumaria del proceso y la posterior liberación de los prisioneros y

existiendo un compromiso firme con el gobierno marroquí, Gullón deseaba cumplirlo en el término

estrictamente establecido. El prestigio obtenido ante el Majzén había que conservarlo, por encima

de todo, concluía el Ministro de Estado. 665

Por su parte, el gobierno marroquí seguía con preocupación los acontecimientos del Rif.

Frente a lo que es común advertir en la historiografía anglosajona (con autores como Hart) o

incluso en la marroquí (Germain Ayache y sus discípulos), que llegan a la conclusión de que el

Sultán obra de manera irresponsable haciendo partícipe a toda la cabila de Bocoya de los delitos

cometidos por una fracción de la misma, empeñándose en castigarla de manera cruel y sanguinaria

en su conjunto, la documentación accesible en los archivos españoles matiza en gran parte dichas

ideas. Lo que sí consta en ellos es la enorme preocupación del Sultán por asentar definitivamente la

paz en la región. Así una vez producido el canje de los cautivos, la primera acción de la Delegación

Imperial en Tánger está destinada a impedir definitivamente los motivos de posibles nuevos

enfrentamientos. En este sentido, Mohammed Lebbadi solicitaba de Ojeda el 30 de Noviembre, la

inmediata puesta en libertad y su entrega a los enviados del Sultán, de los rifeños presos en

Alhucemas. 666 Habiendo fracasado en su propósito, el Majzén intentaría un nuevo movimiento : si

la frontera defensiva rifeña empezaba a ser insegura y se tambaleaba ante las acometidas

extranjeras, si las cabilas sufrían una agitación continua producto de las injerencias coloniales

europeas, si la anterior estabilidad social saltaba dando lugar a la aparición de nuevos elementos y

de nuevas formas que venían a poner en tela de juicio las viejas estructuras comunitarias, el

gobierno marroquí buscaría la manera apropiada de hacer frente a estos retos, sin ejercitar la

violencia. Los planteamientos consistían en impermeabilizar la región frente a las injerencias

externas, reduciendo la cuantía e importancia de los contactos de los rifeños con los europeos y

solapado a lo anterior, había que acabar con el contrabando. El nuevo caíd del campo fronterizo de

665
Pío Gullón, Ministro de Estado a Segismundo Bermejo, Ministro de Marina. Carta sin numerar. 27 de Noviembre
de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 102 /Ex. 2
666
Telegrama de Ojeda a Gullón. 30 de Noviembre de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 69 /
Ex. 3.

392
Melilla ( Bashir Esherqui), se entrevistaba a finales de año con el comandante General de Melilla,

comunicándole que había recibido ordenes estrictas del Majzén, en el sentido de que efectuase una

petición a las autoridades militares melillenses para que en el futuro ninguna embarcación rifeña

fuese admitida en los puertos de las plazas españolas ni se les permitiese comunicarse o comerciar

con ellas si no se hallaban debidamente documentadas con los pasaportes o autorizaciones que los

delegados imperiales en el Rif iban a expedir entre las cabilas costeras. La orden jerifiana facultaba

a España para retener en las plazas a las embarcaciones rifeñas indocumentadas hasta que las

autoridades marroquíes se hiciesen cargo de ellas.667 La Sección de Política de África del

Ministerio de Estado confeccionaba un informe con fecha 5 de Enero de 1898 en el que tras

estudiar el documento imperial se indicaba que las disposiciones sultanianas favorecían a España en

tanto en cuanto contribuirían a dificultar las correrías poco lícitas de muchos de los cárabos rifeños.

Estos últimos amparados en el permiso tácito del que gozaban hasta entonces, se guarecían en las

plazas españolas con el pretexto de protegerse de los temporales para luego posteriormente zarpar

con la mayor facilidad, siguiendo de cerca a los buques mercantes que divisaban para darles caza y

atacarlos en alta mar. A continuación se señalaba lo ajustado del firmán (= decreto) jerifiano a lo

estipulado en el artículo 23 del Tratado de Comercio hispano-marroquí de 20 de Noviembre de

1861, que si por un lado permitía la libre circulación de buques de las dos nacionalidades entre los

puertos de los respectivos países, por otro lado estipulaba que las embarcaciones mercantes debían

de estar facultadas para sus operaciones de comercio con pasaportes y permisos expedidos por las

autoridades competentes. Si bien esta práctica había caído en desuso con el paso del tiempo, el

Sultán con sus instrucciones a su delegado en el campo fronterizo de Melilla no había hecho sino

rehabilitar las viejas normativas, por lo que al estar en plena conformidad con las disposiciones de

los tratados vigentes entre los dos países, era muy posible contar en el futuro con que -en

reciprocidad- el gobierno marroquí prohibiese a las embarcaciones españolas indocumentadas su

667
Oficio del Ministerio de la Guerra dirigido al Ministerio de Estado. 24 de Diciembre de 1897. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 199 /Ex. 1.

393
llegada a los puertos y playas del Imperio. ¿Era algo que había que contemplar como un perjuicio

para España?. No. Por primera vez, en la documentación diplomática española se reconocía

expresamente que existía un importante e intenso tráfico contrabandista entre diversas cabilas del

litoral rifeño y buques españoles, del que se derivaban unas consecuencias desfavorables para las

guarniciones de las plazas, ya que de este intercambio ilícito procedían la mayor parte de las armas

que las tribus utilizaban posteriormente para hostigarlas. El informe venía a indicar que el trasiego

de armas estaba dirigido fundamentalmente por contrabandistas españoles, casi en régimen de

monopolio. Por ello, aunque el Majzén aplicase la reciprocidad en las restricciones de circulación

de buques indocumentados, se trataba de una medida que al cortar en seco el desembarco en el

litoral marroquí, de armas que serían probablemente empleadas contra el ejército español, se

contemplaba con simpatía y por ello se aconsejaba que el gobierno debía expresar su

conformidad.668 En consecuencia, el gobierno de Sagasta otorgó su consentimiento a la resolución

jerifiana, que fue celebrada como muy oportuna, y transmitió una serie de instrucciones al

Ministerio de la Guerra, a fin de que la Comandancia General de Melilla procediera a su

cumplimiento. 669

668
Ibidem .Informe de la Sección de Política de África del Ministerio de Estado. 5 de Enero de 1898.
669
Ibidem. R.O. del Ministerio de Estado de 10 de Enero de 1898 dirigida al Ministerio de la Guerra.

394
RESUMEN

Durante este año van a surgir una serie de problemas entre el delegado del Majzén en el

campo fronterizo de Melilla y las cabilas vecinas a esta ciudad española. Esto motivó una solicitud

oficial de las autoridades imperiales para que se permitiera desembarcar en la plaza cañones y

municiones destinados a rearmar a los efectivos gubernamentales. Al sur del Imperio, continuará la

tensión y la agitación en el territorio del Sus, obligando al Majzén a desarrollar una intensa labor

para pacificar el territorio. La Delegación Imperial en Tánger planteará al gobierno español la

necesidad de que prestara su colaboración para atajar las prácticas contrabandistas en las cercanías

de Alhucemas. Esta petición será desestimada. Al llegar el verano, se reanudan los enfrentamientos

en las proximidades de Melilla, donde estalla una rebelión contra el Bajá del campo fronterizo,

Mohammed Anflus. Varios notables rifeños acudirán ante el gobernador militar español, general

Alcántara para que este apoye sus pretensiones conducentes a la destitución de Anflus. En el Rif se

asiste en estos momentos a un proceso de polarización social, con el surgimiento de los ‘amghar-s’

o notables que trataban de imponerse como jefes de las fracciones de cabila o de las cabilas en su

conjunto, intentando hacer prevalecer su poder sobre las estructuras comunitarias tradicionales, y

rechazando cualquier imposición por parte del Majzén de una estructura política centralizada. Por

ello se había producido un ‘complot’ de notables que rechazaban a Anflus por considerarlo un

obstáculo que les impedía acaparar más poder entre los cabileños. Cuando Anflus abandona el

territorio marroquí y se refugia en Melilla, se produce un vacío de poder en el campo fronterizo que

es interpretado como un peligro por las autoridades españolas, las cuales presionarán sobre el

Majzén para que solucione urgentemente el problema, y para que Anflus abandone la ciudad y

no cree problemas con los sublevados ya que sigue contando con bastantes partidarios en el

territorio. La política española ante los conflictos internos marroquíes es de oficial neutralidad,

395
pero a la vez se intentará evitar todo motivo de conflicto que pudiera suponer un reinicio de las

hostilidades con las tribus vecinas a Melilla.

Francia se muestra paulatinamente más agresiva con el Imperio jerifiano. El acoso a

Marruecos por parte de las potencias europeas se hace más intenso: se acentúan las contradicciones

sociales, motivadas por la rápida inmersión del país en el liberalismo económico y en los hábitos

consumistas; se hace más evidente la pauperización de amplios sectores del campesinado y la

desarticulación de las redes de solidaridad entre los notables y sus clientes; aparece periódicamente

el hambre, las crisis de subsistencias; se hace más intensa la crisis monetaria. En este contexto

surge un nuevo foco de tensión en Uxda, en el Noreste del Sultanato. En el Ministerio de Estado se

baraja la posibilidad de que sea aprovechada esta tensión para servir de base a un ensayo de

penetración sistemática en el Imperio jerifiano por parte de las tropas francesas. Para las

autoridades restauracionistas resulta evidente que el ‘statu quo’ de Marruecos es sólo inamovible,

porque Francia, la parte más interesada en acabar con él, no ha emprendido todavía una acción

resuelta. La diplomacia española es incapaz de mover un solo dedo para oponerse a la expansión

gala, a lo largo del Este del Sultanato; no se podía hacer valer derechos de ninguna clase sobre

Marruecos sin el consentimiento de las grandes potencias. El giro dado por Cánovas a la política

exterior a partir de 1895, una vez que se dio por muerto el acuerdo de aproximación a la Tríplice,

fiaba la actividad internacional de España en las máximas del repliegue y del recogimiento, lo que

en la práctica suponía un aislamiento internacional y una falta de aliados. Ello se tradujo en la falta

de operatividad de la diplomacia española en la cuestión marroquí. Mientras Francia utiliza la

conflictividad en sus fronteras argelinas para ganar posiciones en Marruecos y así incrementar su

poder e influencia en el Sultanato, la diplomacia restauracionista no se plantea emprender una

acción agresiva e imperialista: prefiere las situaciones de estabilidad, apelando al mantenimiento

del ‘statu quo’.

En el verano se reinician en las aguas del Rif los ataques a buques europeos. El portugués

Rosita y el italiano Fiducia son asaltados y parte de sus tripulaciones secuestradas. España en esas

396
condiciones no puede reanudar una política de presión militar en la zona, a través de la ejecución

de la ‘diplomacia de las cañoneras’. La Armada no podía detraer grandes fuerzas de Filipinas y

Cuba para remitirlas al Rif. Mientras tanto, los agentes franceses en la región a la vez que negocian

la liberación de los secuestrados, buscan facilitar la penetración republicana en el Rif, captando las

simpatías de las diversas cabilas de la bahía de Alhucemas. Un embrionario “partido pro-francés“

se forma entre los Bocoya. Posteriormente los agentes republicanos buscarían encontrar más

apoyos entre algunas fracciones de otras cabilas costeras. España tiene que hacer frente a esa

infiltración gala, que amenaza con dislocar totalmente la posición estructural del Rif dentro del

conjunto del Imperio jerifiano. Las medidas que tratará de poner en marcha el gobierno sagastino

son consecuentes con la política marroquista de Cánovas, presionando al Sultán para detraer de la

soberanía imperial la facultad de intervenir policialmente en aguas del Rif, consiguiendo esa

prerrogativa para las fuerzas navales españolas. Por otra parte la diplomacia española conseguiría

un éxito en las tareas de mediación para la liberación de los europeos secuestrados en el Rif. Los

captores Bocoya ponían como condición para poner en libertad a los cautivos la previa liberación

de un grupo de rifeños prisioneros del Majzén en Tánger. Sustituyendo la carencia de recursos por

una habilidad diplomática notable, los agentes españoles sin recurrir a métodos extremos,

consiguieron la liberación de los europeos presos de los Bocoya y arrancar a los captores una

promesa solemne de no reincidir en sus acciones contra buques extranjeros.

A finales de año, el Rif seguía agitándose al compás de las actividades del partido pro-

francés formado entre los Bocoya, dedicado a realizar una activa labor de propaganda,

soliviantando los ánimos de los habitantes del territorio contra los españoles. Los agentes franceses

aspiraban a la implantación del protectorado republicano en el Rif Central.

397
398
CAPÍTULO 6

1898:

Los deseos españoles de conformar un nuevo Imperio colonial en Marruecos.


La cuestión marroquí y la “nueva política” de Almodóvar del Río.

6.1. La prensa italiana arremete contra la actuación española en el Rif. Expedición imperial

contra los Bocoya en diciembre de 1897.

El éxito obtenido por España a finales de 1897, al conseguir la liberación de los marineros

europeos cautivos de los Bocoyas había suscitado fuertes recelos en Italia. El periódico romano,

L´Italia publicaba, con fecha 1 de Diciembre un artículo titulado " I Pirati del Riff ", en el que daba

cuenta de dos presuntos despachos enviados al Ministerio de Estado de la monarquía saboyana por

Malmusi, el ministro plenipotenciario italiano en Tánger. Supuestamente, el diplomático, en el

primero de ellos, abogaba por un acuerdo de carácter internacional entre varias cancillerías

europeas con el fin de tomar medidas concertadas para impedir la realización de nuevos actos de

piratería en las costas de Marruecos. En el segundo, aportaba nuevas informaciones sobre cómo se

había obtenido la liberación del capitán Razeto, del Fiducia: se señalaba que se había debido

simplemente al desembolso de 2,800 pesetas que el banquero Nahón, judío marroquí protegido de

Italia, había efectuado a los rifeños captores. Según el periódico, Italia era la que asimismo había

conseguido obtener del Sultán la libertad de los rifeños que se encontraban presos en la alcazaba de

Tánger. Es más, España no habría desempeñado ningún papel en las gestiones de liberación; todo lo

contrario, con su actuación habría tendido a obstaculizarla. 670

En carta particular a Pío Gullón, Ojeda aclaraba al Ministro de Estado que el comerciante

protegido español Isaac Pinto no había interrumpido nunca las negociaciones de rescate de los

670
Carta particular de Pío Gullón a Emilio de Ojeda.3 de Diciembre de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 102 /Ex. 2.

399
cautivos por dinero, ni incluso cuando se le ordenó telegráficamente que cesase en su empeño; es

decir en el momento en que Ojeda gestionaba en Tánger la devolución de los prisioneros europeos

mediante la promesa formal de indulto de los rifeños por parte del Gobierno español, cuando

terminase el proceso judicial de los Bocoyas encarcelados en Alhucemas. De hecho, Pinto había

seguido ofreciendo a los rifeños sumas cada vez más generosas para que le fueran entregados a él y

no a España los cautivos; incluso había llegado a ofertar hasta 75.000 pesetas, depositadas en la

guarnición de Alhucemas por Italia y Portugal. Las Legaciones de estos dos países -había

averiguado también Ojeda- no desistieron nunca de efectuar el rescate por sí solas, aunque acabaron

por aceptar la intervención de España como último recurso. Siempre habían confiado en que esta

última no sería necesaria. Por ello presionaban a Pinto, "codicioso de honores y de dinero", para

que siguiera ofreciendo dinero a los rifeños, a lo que el protegido español -que ambicionaba

manejar las crecidas sumas que se le habían confiado en el islote, con la esperanza de quedarse una

comisión- había respondido, negociando hasta el final. De hecho, el dinero señalado por L´Italia sí

que había llegado a ser abonado a los secuestradores, y los ofrecimientos de Pinto estuvieron a

punto de hacer fracasar la negociación de Ojeda, al deslumbrar a los Bocoyas con sus generosas

ofertas. Ojeda achacaba el origen del artículo al insano ambiente diplomático de Tánger lleno de

recelos, envidias y sospechas entre los representantes diplomáticos, siempre temerosos de que una

nación consiguiera sobre el Sultán más prerrogativas, que le otorgaran una posición de hegemonía

en el Sultanato. 671

Por otra parte, Ojeda había acudido a visitar a Malmusi para poner en conocimiento de su

colega el artículo del periódico romano. El italiano desmintió el contenido del mismo, afirmando

del modo más categórico que no había propuesto a Roma, acción común alguna europea en el Rif y

que, muy al contrario, aprobaba la propuesta española -que recientemente le había sido revelada- de

ejercer el derecho de vigilancia y patrulla por las costas septentrionales de Marruecos para evitar en

el futuro la comisión de actos de piratería o contrabando. Renegó del resto del artículo,

671
Ibidem .Carta particular no. 6 de Emilio de Ojeda a Pío Gullón. 6 de Diciembre de 1897.

400
calificándolo de lleno de infundios e inexactitudes y desmintió el que hubiera continuado dando

órdenes a Pinto después de haber accedido a paralizar sus actuaciones y subordinarlas a la española.

Con todo, en la primavera de 1898 el Gobierno italiano- a través de su Embajador en Madrid,

el barón de Renzis - cuestionó las bases jurídicas sobre las cuales se apoyaba España para que sus

tribunales instruyesen las diligencias en un asunto relativo a la agresión de un buque italiano, el

Fiducia, llevada a cabo en aguas marroquíes.672 Los servicios del Ministerio de Estado español

elaboraron un informe, en el que se argüía una doctrina tendente a reafirmar el derecho hispano a

intervenir en aguas territoriales del Sultanato en tanto en cuanto se indicaba que un Estado tenía

facultades para imperar en aguas de otra nación -imponiéndose a las intervenciones de otros países-

si era capaz de ejercer en ellas ciertos actos de soberanía, como las tareas de patrulla y vigilancia,

en beneficio de la seguridad y la paz internacional. Sobre estas bases se quería convencer a Italia de

la oportunidad de la intervención de la justicia española, remarcando que el Sultán no tenía vigilada

la costa ni con puestos fortificados, ni con baterías, ni con una escuadra, es decir no contaba con

instrumentos con los que pudiese demostrar su soberanía real sobre una parte de las aguas

jurisdiccionales marroquíes, que en la práctica se confundían con las de las posiciones españolas en

la costa norte de Marruecos. Este argumento era usado para luego explicar la intervención por

sentimientos de "humanidad" de los Gobernadores del Peñón y de Alhucemas cuando se había

producido el ataque al buque italiano, para lograr el pronto rescate de los cautivos y diligenciar el

esclarecimiento de las circunstancias del delito. Este mismo argumento es el que justificaría la

competencia e idoneidad de los tribunales españoles en la represión de la piratería.673 Se señalaba

asimismo que la ley orgánica de los Tribunales marítimos españoles establecía como jurisdicción

de los mismos, la instrucción de procesos y causas relativos a delitos de piratería,

independientemente del país al que pertenecieran los acusados. De hecho, se insistía en que este

delito era una violación directa, un ataque contundente al Derecho internacional, a la libertad de

672
Nota de la Embajada de Italia en Madrid presentada al Ministerio de Estado español. 9 de Mayo de 1898. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 103 /Ex.2.
673
Ibidem. Informe de la sección de Política de África del Ministerio de Estado, redactado por el Marqués de
González. 23 de Mayo de 1898.

401
circulación marítima y de navegación y al derecho de gentes; el que lo cometía estaba llevando a

cabo un crimen sancionado por el Derecho público internacional, que permitía la intervención y

represión por parte de los tribunales de cualquier nación.674

El siguiente movimiento en el Rif lo daría el Majzén. Las historiografías europea y marroquí

vienen a coincidir hasta el momento presente en que el Majzén se había decidido en la primavera de

1898 a realizar una sangrienta operación de castigo contra los piratas Bocoyas. Por ejemplo,

Mohamed Chtatou recalca cómo ante las protestas de las potencias europeas por las prácticas

piráticas de los Bocoyas, el Sultán Mawlay Abd al- Aziz había enviado a los rifeños mensajeros

intimidándoles para volver al orden y poner fin a dichas prácticas, sin obtener resultado alguno.

Comprometido con las potencias europeas en hacer un ejercicio de responsabilidad y de

mantenimiento de la paz en las costas del norte del Imperio, el Sultán puso en marcha una poderosa

mehal.la (fuerza expedicionaria) cuyo mando confió a uno de sus primos, el príncipe Mawlay Abu

Bakr, que tenía por lugarteniente a Bashir Ben Bushta al-Baghdadi, uno de los servidores más

competentes del Majzén. Gracias a su astucia, "Bushta al-Baghdadi, diezmó a la tribu de los

ibbucoyen y así, entró en la leyenda de la región como hombre político, jefe militar feroz y sin

escrúpulos ni honor".675

En términos similares se manifiesta el historiador Juan Pando en su trabajo, Historia secreta

de Annual (1999), cuando afirma:

"En 1898, los Bocoya habían recibido cruel visita de una Mehal-la (cuerpo militar del
sultán). La causa: diversas reclamaciones de las potencias europeas a sus desmanes. Los
beniurriagueles, pragmáticos, se unieron a los alauís." 676

La documentación española, fechada a finales de 1897, nos permite matizar parcialmente

estas tesis. La expedición de la primavera de 1898 no se produciría para castigar a los Bocoyas por

674
Ibidem. Nota de respuesta presentada a la Embajada italiana en Madrid por el Ministerio de Estado español. 6 de
Julio de 1898.
675
Chtatou, M.: "Aspectos de la organización política en el Rif durante el reinado de Ben Abdel-Krim El-Khattabi" en
Fundamentos de Antropología, nos. 4 y 5, Granada, 1996, pág. 62.
676
Véase Pando Despierto, J.: Historia secreta de Annual... op. cit, pag. 102.

402
su pasado pirático, sino para consolidar la defensa de la región rifeña cuando se está produciendo

una importante infiltración imperialista y los zuavos del ejército colonial francés se están llevando a

Argelia a un grupo numeroso de reclutas rifeños, desafiando la soberanía marroquí en el lugar. En

cambio, sí que tiene carácter de expedición punitiva la que tiene lugar a finales del año anterior en

la bahía de Alhucemas.

El día 22 de Diciembre, desde la guarnición española del Peñón de Vélez de la Gomera, el

agente argelino Al.lal que no había regresado al consulado francés de Tetuán, permaneciendo

indefectiblemente en el Rif y dedicado a sus tareas de proselitismo, remitía un telegrama a la

Legación de la República en Tánger en el que advertía del próximo ataque que los Bocoyas iban a

sufrir por parte de una pequeña fuerza expedicionaria enviada por el Sultán al Rif. 677

Al día siguiente, la tropa imperial se aproximaba al islote de Alhucemas. El Jalifa al-Hach

Hammed Lulich, comandante de la fuerza expedicionaria se ponía en contacto con el gobernador

militar español, solicitándole que le suministrara los víveres necesarios para permanecer en el

territorio y cumplir con su misión, que era la de castigar a los piratas de la cabila de Bocoya. El

comandante de la tropa imperial venía provisto de una serie de cartas jerifianas dirigidas a los

morabitos (= santones) y delegados del Majzén en la región, especificando el sentido de la misión

de la harka. Sin embargo, su presencia en el territorio había sido mantenida oculta a los españoles:

ningún comunicado oficial advirtiendo de la repentina correría de los soldados imperiales había
678
sido notificado al Comandante General de Melilla o a la Legación en Tánger. Por su parte el

Gobierno sagastino estaba negociando con los cabileños que éstos consintieran y no se opusieran al

traslado a España en el transporte General Valdés de sus compañeros, acusados de piratería y

presos en Alhucemas. Para lograrlo la autoridad española recurrió al vicecónsul Al.lal. La penuria

677
Telegrama del Vice-Consul de Francia en Tetuán, Al.lal a la Legación francesa en Tánger.22 de Diciembre de
1897. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.
678
Telegrama del General 2º Jefe de la Comandancia de Melilla al Ministro de la Guerra. 23 de Diciembre de 1897. A.
G. A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 102 / Ex. 2.

403
de medios no permitía coyunturalmente a la Legación en Tánger tener agentes confidenciales en

territorio rifeño, ni enviar un buque de guerra al territorio.

En Cádiz se tenía que reunir el Tribunal Marítimo que debía juzgar a los presos de

Alhucemas, y no se quería suscitar entre sus compatriotas del Rif ningún tipo de recelo. Si éstos se

dejaban llevar por el miedo a perder a sus allegados podían desencadenar un ataque contra las

guarniciones españolas en el territorio. La presencia de la tropa imperial en una expedición

punitiva, que se atribuía a la presión conjunta que Italia y Gran Bretaña habían ejercido sobre el

Sultán, venía a perturbar estas negociaciones cuando se acababa de conseguir el consentimiento de

los Bocoyas al traslado de los presos, confortados con la promesa de que el juicio iba a preceder a

su inmediata liberación.679 La ruptura de las hostilidades entre el Sultán y los cabileños creaba una

situación muy delicada para las relaciones entre la plaza de Alhucemas y el campo rifeño; las cartas

que Mawlay Abd al- Aziz había enviado a los Bocoyas les prometían solemnemente su perdón.

Otro tanto había hecho Ojeda, asegurándoles que los españoles no iban a tomar ningún tipo de

represalias.

Ahora, los combates en el Rif iban a suponer un grave perjuicio para los intereses españoles.

Un conflicto en la región sería de dimensiones incalculables, puesto que podría comportar

enfrentamientos posteriores entre los Bocoyas y las cabilas próximas que apoyaban al Majzén, y

sus consecuencias serían problemáticas para España, al comprometer notablemente el prestigio de

la nación en el Rif o crear complicaciones colaterales a las autoridades españolas, que se debían

evitar a todo trance. Ojeda, por tanto, se ocupó en remitir nuevas cartas a los Bocoyas reforzando

los compromisos de España, y reiterándoles su deseo de que accediesen al traslado temporal de sus

hermanos a Cádiz para ser juzgados. Se corría el peligro de que si la razzia de la harka imperial

tenía éxito y los Bocoyas resultaban severamente castigados, la liberación de los presos en

Alhucemas resultaría una acción completamente fuera de lugar e injustificable. De hecho, tanto la

679
Telegrama de Emilio de Ojeda a Pío Gullón, Ministro de Estado. 24 de Diciembre de 1897. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 69 / Ex. 3.

404
prensa como la opinión pública en Europa -especialmente la de los países instigadores de la

expedición- cargarían sus tintas contra la actuación española, denigrándola como un acto de

colaboración con los piratas. Por otro lado, si salían victoriosos los rebeldes rifeños, la entrega de

los presos por parte de España iba a parecer una consecuencia lógica de su triunfo, y perdería a los

ojos de los habitantes del territorio el carácter de generosa espontaneidad que quería imprimir el

gobierno.

Tan sobrepasado por los acontecimientos se llegó a sentir Ojeda que pidió del gobierno

liberal la inmediata puesta en libertad sin juicio de los presos de Alhucemas antes de que

estallasen las hostilidades.

El cronista Et- Tabyi recreó estos acontecimientos del Rif precolonial desde las páginas del

Diario de África, a comienzos de los años 50. Este autor reconstruye el itinerario de la harka

enviada por el Majzén, que atravesó Gueznaya, Beni Tuzin, Tafersit (Tizzi Aza) y Tensaman

(Yubel Kama) para desembocar en el valle del Nekor. Según Et-Tabyi, la cabila de Ait-Urriaguel

estaba por aquel entonces dividida: la fracción de Ait Abdelah, al mando de Amar Si Mohamed y la

de Beni Bu Ayast, al mando de al-Hach Mohamed Rabda, formaban un lef (alianza) con las cabilas

de Bocoya y Beni Iteft para hacer frente a las fracciones urriagueles de Ait Yusef u Alí y Beni

Hadifa. El comandante de la fuerza imperial tenía el encargo del Sultán de deshacer el lef y

conseguir el apoyo común de Ait Urriaguel frente a los Bocoyas. El cronista no señala que la

finalidad de la expedición fuera unicamente la de castigar a los responsables de los ataques

piráticos a los buques europeos, sino también obligarles "a pagar los impuestos coránicos que

llevaban muchos años sin pagar".680

Las operaciones militares comenzaron inmediatamente al atacar el día 24 de Diciembre el

Jalifa, apoyado por la cabila vecina de Aít-Urriaguel, a los Bocoyas. Los combates fueron de una

virulencia mínima: las fuerzas imperiales tras sufrir tres muertos y algunos heridos acabaron por

680
Véase Et-Tabyi: "La matanza de Bocoia (II)" en (B)iblioteca (N)acional. Madrid. Miscelánea García Figueras.
Tomo LXXIII, pag. 287.

405
retirarse inmediatamente.681 Mientras tanto, el Ministerio de la Guerra había acordado en un

principio atender la petición del comandante de la tropa expedicionaria, suministrándoles los

víveres requeridos. Sin embargo, la orden se anularía una vez que Ojeda aconsejase al Ministerio de

Estado que, previamente a la concesión de los alimentos y suministros que ya estaban preparados

en el islote, era preciso consultar al Majzén sobre las razones que habían motivado la expedición, y

que el Sultán se responsabilizase directamente de sus acciones en el Rif. 682 Desde Madrid, también

se seguía con mucha preocupación la inesperada actitud de Mawlay Abd al-Aziz y su Gobierno

interviniendo contra los rebeldes Bocoyas, y el Gobierno liberal presidido por Sagasta entendió que

lo único que cabía hacer era acortar la presencia sobre el terreno de la hueste imperial. 683 Por ello,

además de no suministrar los requeridos víveres, se procedió inmediatamente a la celebración del

consejo de guerra contra los rifeños, siendo absuelto uno de ellos y condenados los once restantes a

cadena perpetua por delitos de piratería y al pago de una indemnización de once millones de

pesetas. Posteriormente, el gobierno cumpliría su promesa y por real decreto de 9 de Febrero de

1898, aquellos serían indultados.

En cuanto a la expedición imperial, hay motivos para pensar que se trató de una operación de

imagen del Majzén: quería dar la impresión de que tras el 'affaire de los cautivos' estaba decidido a

actuar, procediendo a castigar a los responsables. Sin embargo, los datos que nos mueven a pensar

en la escasa importancia de la expedición serían el limitado número de integrantes (300 soldados

regulares) que la componían y el hecho de que pese a contar con el apoyo de los Urriagueles,

abandonaron inmediatamente el territorio, tras unas breves semanas de permanencia. A principios

de Enero de 1898, Ojeda informaba al Ministro de Estado, Pío Gullón de lo que él interpretaba

como completo fracaso de la expedición contra los Bocoyas, pues ningún revés militar serio había

sido infligido a los sediciosos. Tras unas pequeñas escaramuzas irrelevantes se había reanudado el

681
Telegrama de Ojeda a Gullón. 25 de Diciembre de 1897. A.G.A. África.Sección Histórica (Marruecos). Caja 69 /
Ex. 3.
682
Carta particular de Emilio de Ojeda a Pío Gullón, número 8. Sin fechar. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 102 /Ex. 2.
683
Ibidem. Carta particular de Pío Gullón a Emilio de Ojeda, sin numerar. 28 de Diciembre de 1.897.

406
circuito habitual y propio en la región, de negociaciones entre el Majzén y los Bocoyas, con la

intermediación de los elementos de prestigio en la zona, y la paz había quedado completamente

restablecida. Por otra parte empezaban a adquirir dimensiones preocupantes las intrigas galas con

objeto de adquirir territorios en la comarca e infiltrarse en ella poniendo bajo su protectorado a las

cabilas, estableciendo así un "quasi-protectorado" en Alhucemas. Ahora bien en contrapartida

desde mediados de 1897 e intensificándose este fenómeno a finales de año diversos notables de

Bocoya empezaron a frecuentar la Legación hispana en Tánger, solicitando en diversas ocasiones

el amparo de la misma con objeto de que les fuera tramitada la concesión de la nacionalidad

española, y que les fuera entregada una bandera rojigualda que desplegarían en sus aduares. Ojeda

empezó en un primer momento a ilusionarse con el proyecto de penetración española en el Rif a

partir de los presidios y llamó la atención del gobierno sagastino sobre la posibilidad de contar en el

futuro con una baza segura para apoderarse del Rif.

"Si esto conviniese ulteriormente a España -escribiría al Ministro de Estado el 19 de


Enero de 1898-, porque por ahora no hay que pensar en ello, sería facilísimo contar con la
alianza de casi todo el Riff aplicando a las relaciones con aquellas cabilas una política más
sensata que la que hasta ahora hemos puesto en práctica".684

Mientras el Rif vivía un breve interludio pacífico, de nuevo habían rebrotado los problemas

en el campo fronterizo de Melilla. Los ánimos no se habían calmado tras la rebelión contra Anflus

y la llegada a la zona del nuevo Bajá o gobernador del campo fronterizo. A finales de Febrero, un

telegrama remitido por el Comandante General avisaba al Ministerio de la Guerra de una serie de

deserciones protagonizadas por los askaris encargados de asegurar la paz en la raya fronteriza. Una

comunicación posterior venía a aclarar las circunstancias de este hecho. De nuevo un problema

interno marroquí repercutía en la vida de Melilla. Se trataba de las diferencias existentes entre los

askaris acampados en las proximidades y que no percibían sus soldadas desde hacia un mes, y los

administradores de la Aduana marroquí.

684
Emilio de Ojeda a Pío Gullón. Carta particular no. 11. 19 de Enero de 1898. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 103 / Ex. 2.

407
El nuevo Bajá del campo fronterizo acudía al gobernador militar español, en lugar de

dirigirse a la Delegación Imperial en Tánger, solicitando su intermediación ante los administradores

marroquíes de la aduana con el fin de obtener el pago de los haberes de los soldados. Era el impago

de las soldadas el motivo que había determinado la serie de deserciones detectadas días antes. La

situación llegó a ser tan delicada que incluso las autoridades militares melillenses llegaron a pensar

en una deserción en masa de toda la tropa imperial acantonada en la frontera y su huida a Melilla,

incluyendo a jefes y oficiales a las órdenes del Bajá. Lo que realmente alarmaba al gobernador

militar español era que al disolverse la hueste imperial desapareciera el orden y la tranquilidad

alrededor de la plaza, sacrosanta base para los intereses hispanos y piedra angular de la coexistencia

diaria entre españoles y marroquíes en las lindes de Melilla. No importaba tanto que el Majzén

tuviera problemas, sino el que una vez que se había conseguido -tras muchos años de solicitarlo el

gobierno español- el acantonamiento de fuerzas imperiales junto a la ciudad, los problemas del

Majzén se tradujeran en una vuelta a la intranquilidad producida por los roces y conflictos entre

cabileños y patrullas españolas que había caracterizado el período anterior a su llegada. En especial

preocupaba el hecho de que no se esperaba una buena cosecha y consecuentemente existía la

posibilidad de que el año entrante viniera marcado por la aparición de hambrunas y por una

agudización de la miseria en el Rif; sin fuerzas de choque que se interpusieran entre los

hambrientos rifeños y la rica ciudad de Melilla, el futuro devendría especialmente conflictivo.685 De

momento, la carencia de medios de subsistencia era algo que no se percibía sólo entre las cabilas

costeras y próximas a la guarnición española, sino incluso entre las que residían en el interior. La

inseguridad y los robos se habían hecho presentes en el medio rural rifeño, lo cual ya había

repercutido en el interior de la guarnición, donde acudían a robar algunos hambrientos rifeños. La

autoridad militar melillense actuó, en consecuencia, invadiendo las competencias del Majzén y

sustituyéndolo en las gestiones entre los Administradores de la Aduana y la descontenta tropa. Por

685
Telegrama del Comandante general de Melilla al Ministro de la Guerra. 24 de Febrero de 1898. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 199 /Ex. 1.

408
eso, ésta recibiría dos días después a cuenta de los atrasos cerca de dos mil novecientas pesetas

comprometiéndose además las autoridades majzeníes a saldar cuentas pagando puntualmente el

resto de la cantidad adeudada.686

6.2.Presiones francesas sobre el Tuat (Sáhara oriental marroquí). Importancia del Sáhara

para el Imperio jerifiano. La actuación española en la cuestión del Tuat.

Las presiones imperialistas francesas no se concentraban sólo en un punto concreto de la

frontera argelino-marroquí. Alternativamente el Gobierno de la República iba dirigiendo sus

pretensiones sobre Uxda, en el extremo noreste de Marruecos, o bien ponía en marcha una serie de

acciones militares en el desierto sahariano.

De hecho, desde la postrimerías de la década de 1880, los círculos comerciales y políticos

franceses de Argelia habían empezado a interesarse en una paulatina expansión hacia el sur que

amenazaba los confines saharianos del Imperio jerifiano, originando como réplica una vigorosa y

conjunta acción diplomática italo-anglo-española respaldando al Sultán en marzo de 1887.687 Sin

embargo, ello no había supuesto el fin de las pretensiones del Gobierno de París, sino simplemente

una dilación. Desde poco después de la guerra francoprusiana y en diversas ocasiones, se habían

barajado en los círculos republicanos varios proyectos sobre un ferrocarril transahariano, empresa

destinada a unir Argelia con Senegal y el territorio del Níger.

En la década de 1890, los intereses franceses dirigieron sus miras sobre el complejo de los

oasis del Tuat, conjuntamente con su ruta de acceso lateral, el valle de Saura, como específico

objetivo de su siguiente esfuerzo, aduciendo el carácter indeterminado e indefinido de las fronteras

de Marruecos con la colonia de Argelia. Así, el gobierno francés fue rechazando las sucesivas

686
Ibidem .Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 26 de Febrero de 1898.
687
Véase Curato, F.: La questione marocchina...Vol. 1, op. cit., pp. 139-151.

409
afirmaciones de Mawlay Hassan I, en el sentido de que el Tuat estaba enclavado en territorio

marroquí y replicando que la región debería pasar a control argelino.

Este territorio contribuía a evitar el aislamiento del Sureste del Imperio marroquí. Dos

importantes rutas en el sistema comercial transahariano atravesaban la región, y utilizaban en ella

una serie de almacenes-depósito, localizados en la franja norte del desierto. En estos mercados, las

mercancías eran transferidas constantemente de una caravana a otra y de un grupo de mercaderes a

otro, antes de ser reexpedidas al norte, a través de la costa atlántica o al sur, a través de los oasis del

desierto y del Sudán.


688
En este sentido, tal como señala L.N.J.Brunt, el Sáhara, contra lo que pueda parecer, no

separa las regiones de África del Norte de las del Sur o del centro del continente, sino que más bien

las une. El tránsito a través del desierto tenía un volumen importante.

Una de estas rutas caravaneras en sentido norte-sur atravesaba el oasis marroquí del Figuig,

que hasta 1830 fue un depósito-almacén muy utilizado en los márgenes del desierto, por las

caravanas que operaban entre las zonas occidentales de la provincia turco-otomana de Argelia y el

Sudán central y occidental. Durante la primera mitad del siglo XIX, caravanas originarias del Tuat,

o que incluso habían emprendido su camino en el propio Sudán, trasladaban mercancías del África

Occidental hasta Figuig a través de los valles, tras haberse aprovisionado de agua de Zousfana y

Saura. Desde Figuig, las rutas con dirección hacia el norte se separaban. Una de ellas se

encaminaba a Fez, siguiendo un recorrido a través de Debdou y Taza. Otra iba directamente hacia

el norte a través de Ras el- Aín, hasta llegar a Uxda. Una tercera alcanzaba Tlemcen y otras

ciudades del Tell argelino, siguiendo el camino de Aïn Sefra. Las importaciones del Sudán incluían

marfil, polvo de oro, goma, plumas de avestruz y esclavos negros. 689 Tras la ocupación francesa de

688
Véase Brunt, L.N.J.: " Los pueblos del África precolonial" en Historia Universal Salvat. Tomo 3: La Antigüedad:
Asia y África. Los primeros griegos, Salvat, 1999, pag. 108.
689
Véase Dunn, Ross E.: Resistance in the desert. Moroccan responses to French Imperialism, 1881-1912,
Londres/Wisconsin, Croom Helm Limited / The University of Wisconsin Press, 1977, pag. 107.

410
Argelia, Figuig experimentó un declive como centro comercial tran-sahariano, aunque todavía

retuvo su importancia como centro de un floreciente mercado regional a lo largo del siglo XIX.

Mucho más conocida en la historia africana que la ruta de Figuig era la que atravesando el

complejo de oasis del Tafilalt unía el África negra con los centros urbanos de Marruecos y Argelia.

Antes del siglo XIX, las rutas caravaneras que tenían tradicionalmente su origen en el inmenso

palmeral del Tafilalt, arrancaban de la ciudad de Sidjilmasa para luego proseguir al Tuat, y de allí a

las minas de sal de Taghaza, en pleno desierto, y posteriormente continuar por Taudeni hasta

Tombuctú, donde se recogía el oro que llegaba de las tropicales minas de Galam y Bambuk. Sal,

oro y esclavos habían sido durante siglos los productos claves de esta vía comercial.690 La posición

de Sidjilmasa se había ido gradualmente deteriorando desde el siglo XVII, aunque no fue

abandonada a la ruina hasta el siglo XIX. A comienzos de éste siglo había sido sustituida por un

centro próximo, Abou Am, que la había reemplazado como depósito del comercio transahariano y

principal mercado en el sur marroquí de los artículos procedentes del Sudán.691

Hasta la llegada de los franceses, el Tafilalt continuó desempeñando un reducido pero muy

significativo papel en el comercio sahariano. Lo que era más importante: el Tafilalt servía como el

principal mercado abastecedor del Marruecos central, especialmente de la imperial ciudad de

Fez.692

Abou Am, aunque estaba localizada solamente a 150 millas al suroeste de Figuig, tomó la

primacía del mercado de esclavos hasta fines del siglo XIX y continuó transfiriendo al norte de

África tanto esclavos subsaharianos como pequeñas cantidades de mercancías procedentes del oeste

del continente. Por lo menos, cuatro rutas principales unían Abou Am con el Sudán durante toda la

centuria. La primera de ellas seguía la cuenca baja del valle del Draa hasta Tata o Akka. Desde allí,

giraba directamente hacia el sur hasta llegar a Tinduf y desde este punto, atravesaba el desierto

690
Véase Morillas, J.: Sahara Occidental. Desarrollo y Subdesarrollo, Madrid, Prensa y Ediciones Iberoamericanas,
1995, pp. 21-22.
691
Véase Dunn, Ross E.: "Berber Imperialism: the Ait Atta Expansion in Southeast Morocco," en Gellner, E. y
Micaud, C., Arabs and Berbers. From tribe to nation in north Africa, Londres, Duckworth, 1973, pag. 90.
692
Véase Dunn, Ross E.: Resistance in the desert... op. cit., pp. 16-17.

411
hasta Taudeni (donde se localizaban las grandes minas de sal), Arawan y Tombuctú. La segunda

ruta iba también desde el Tafilalt hasta el valle del Draa, pero giraba bruscamente hacia el sur a

través del Erg Iguidi hasta Taudeni. La tercera ruta caravanera conducía desde el Tafilalt -a través

de Tabelbala- hasta Gourara, el distrito norteño de la región del Tuat. Desde el Tuat, las rutas se

dirigían a Tombuctú, Kano y otros puntos del Sudán. La cuarta ruta era una alternativa a la tercera,

siguiendo un curso ligeramente más hacia el Este: desde el Tafilalt conducía al valle del Saura, en

Igli. Allí se unía a la ruta Figuig-Tuat, pasando a través de Beni Abbès y Kerzaz hasta llegar a

Gourara.

El Tuat, y más concretamente la ciudad de In Salah en el distrito septentrional de Tidikelt,

era uno de los lugares más repetidamente transitado por el activo comercio que se efectuaba en el

Sáhara. Las rutas convergían en In Salah procedentes del Sudán central y occidental, no sólo en

dirección a Marruecos y Argelia sino hacia Túnez y Tripolitania. En Gourara, distrito septentrional

del Tuat, varios oasis, y en particular el de Timimoun, eran centros secundarios de relativa

importancia para el comercio con el Magreb occidental. Los esclavos pasaban usualmente de mano

de un mercader a otro en el Tuat. Comerciantes filali (procedentes del Tafilalt) adquirían allí

regularmente esclavos en compensación de las mercancías europeas y marroquíes que remitían al

Sur, aunque también era frecuente que acompañasen a las caravanas a lo largo de todo su recorrido

hasta el Sudán. Unos pocos mercaderes Filali vivían permanentemente en Tombuctú como agentes

comerciales de sus colegas marroquíes.693

Con el fin de anexionarse definitivamente el territorio del Tuat, el gobierno republicano

había intentado instrumentalizar en beneficio propio el dramático fin de la expedición militar que,

atravesando el Sáhara Central y bajo el mando del coronel Flatters debía haber llegado hasta

Tombuctú en 1881. Al respecto, lo utilizó como pretexto para penetrar en la región, arguyendo su

propósito de castigar a los culpables.

693
Tombuctú va a albergar también a un importante contingente de mercaderes Tekna. Véase Aouad, R.: "Les reseaux
marocains en Afrique sub-saharienne a l´epoque coloniale. Les Tekna de l´oued Noun; l´exemple de la famille
Benbarka. (1880-1930)", en Revue Maroc-Europe, no. 4, 1993, pp. 103-109.

412
En 1891, el entonces Ministro Plenipotenciario de Francia en Tánger, Jules Patenôtre,

solicitó formalmente al gobierno jerifiano una rectificación de la frontera argelino-marroquí en el

extremo suroriental del Imperio. Esta iniciativa no tuvo ninguna conclusión efectiva dada la ferrea

resistencia del Sultán. El Gobierno italiano por su parte entendiendo que la anexión del Tuat por

Francia suponía el final del "statu quo", emprendió una acción diplomática, respaldada por su

aliado el II Reich, que le llevó a contactar con el Reino Unido y España. El episodio concluiría con

la presentación ante el Gran Visir (Mohammed-el Mofdel Garnit) de tres notas diplomáticas de

respaldo al Sultanato, rechazando de plano las pretensiones francesas. 694

Frente a esta amenaza, la estrategia de los sultanes marroquíes en las disputas en torno a las

fronteras del Imperio siempre fue, en general, tendente a eludir cualquier compromiso militar

directo por parte del Majzén, mientras pudiera aplicarse una solución diplomática. El ejemplo de

Túnez, donde las violaciones del territorio argelino por las tribus tunecinas alegadas por el

gobierno de París sirvieron como pretexto para la "acción de policía francesa" que permitió la

creación del protectorado constituía una muestra patente de los peligros de una frontera "caliente" y

conflictiva. Pero también, por otra parte, un sultán estaba obligado ante su pueblo a demostrar

sobre todo su compromiso por defender el territorio marroquí, so pena de perder gran parte del

apoyo interno. Se trataba, en todo caso, de una política muy difícil de poner en práctica y que

incluso el Sultan Mawlay Hassan I nunca había sabido encauzar a la perfección. La muerte de

Mawlay Hassan el 6 de junio de 1894 llevó al gobierno francés a la convicción de que una

expedición militar preparada para invadir el Sureste marroquí y ocupar Figuig, debía de ser

temporalmente cancelada. Jean-Louis Miege apunta que el riesgo de provocar una crisis política de

grandes dimensiones que abriera prematuramente la cuestión de Marruecos importó mucho al Quai

694
Informe del Ministerio de Estado realizado por el Marqués de González. Madrid, 23 de noviembre de 1897. A.G.A.
África (Marruecos). Sección histórica. Caja 73 / Ex. 2; Informe sobre la expansión colonial de Francia en el Tuat.
(documento incompleto; sin fecha). A.G.A. África (Marruecos). Sección Histórica. Caja 62 / Ex. 1.

413
d´Orsay. Más que los deseos de apoderarse de la región de los oasis del Tuat y del territorio de

Figuig. 695

Sin embargo, al poco de comenzar el Sultanato de Abd al- Aziz, los acontecimientos

acabarían por precipitarse: los derroteros de la política francesa evidenciaron una actitud de

amenazante carácter agresivo a lo largo de toda la frontera del Imperio, y se consolidó una cierta

complacencia tanto en París como en Argel a una política de intervención más activa en el desierto,

con lo cual el statu-quo acabaría por naufragar en esta área. A la vez, los agentes oficiosos de la

República en Marrakesh -entre los que destacaría el médico particular del Sultán, Jean François

Linares696- se esforzaban por hacer creer al Emperador que Francia era la más desinteresada amiga

de Marruecos y que su compromiso con mantener la independencia del Imperio era firme e

inquebrantable. Además, la labor de los agentes franceses se centraba ante todo en una tarea de

zapa del prestigio que mantenía la monarquía española en el Imperio a finales de siglo, despertando

los recelos del Majzén contra España y presentándola como un mero instrumento de Gran Bretaña.

En Septiembre de 1894, apenas comenzado en Marruecos el reinado de Abd al- Aziz, el

Gobierno sagastino había tenido noticias de una próxima expedición militar francesa en marcha

hacia el Tuat. El Ministro de Estado, Segismundo Moret, se apresuró a recabar noticias de la

Embajada en París.697 En realidad no se trataba de una operación a gran escala; era simplemente la

manifestación de la efervescencia creciente en el desierto sahariano, en la frontera entre el

Oranesado argelino y el Imperio jerifiano. El ejército francés estaba llevando a cabo una serie de

misiones exploratorias coincidiendo con la muerte de Mawlay Hassan, que no se podían interpretar

ciertamente como indicativas de la decisión gala de ocupar el Tuat. Hanotaux, el ministro de

Asuntos Exteriores, no quería forzar la alteración del "statu quo", y de momento las tropas galas se

limitaban a avanzar tímidamente sus posiciones en el sur-oeste de la colonia argelina y a instalar

695
Véase Miege, J.L.: "Le Sud-est marocain et Moulay Hassan. Notes inedites sur Figuig (1894)", en Revue Maroc-
Europe, no. 6, 1994, pag. 70.
696
Véase Miège, J. L.: Le Maroc et l´Europe (1830-1894), París, Presses Universitaires de France, 1961-1964. Vol. III.
697
Telegrama de Segismundo Moret, Ministro de Estado español al Encargado de Negocios de la Embajada española
en París, Novallas. 20 de Septiembre de 1894. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 / Ex. 2.

414
puestos avanzados que había que abastecer con víveres periódicamente transportados por columnas

que sufrían los ataques esporádicos de algunas cabilas. Estos ataques daban pie a ulteriores

acciones francesas de contrarreplica, desplazando más tropas hacia el desierto. 698

En Noviembre de 1895, cuando de nuevo se suscitó el problema del Tuat, el gobierno

canovista creía firmemente tanto en la posibilidad de establecer un acuerdo diplomático con Gran

Bretaña y Francia, como en intentar una fórmula de conjunción de las políticas de los tres países en

la cuestión marroquí. Una vez expirado el pacto secreto con Italia que sutilmente unía los intereses

de España a los de la Tríplice, esta actitud era la lógica consecuencia de la política española de

aproximación a Francia e Inglaterra; países que debían respaldar el mantenimiento de la soberanía

en Cuba. El Delegado Imperial en Tánger, Mohammed Torres, recibió en esta coyuntura una carta

del Gran Visir Bu Ahmed, en la que le ordenaba la realización de una serie de consultas con la

Legación Británica. Pocos meses antes, el Sultán había desplazado algunos efectivos militares al

oasis del Tuat con objeto de castigar una agresión de la que habían sido víctimas algunos viajeros

en tránsito entre Tafilete y Marraquesh por parte de algunos de los habitantes del territorio. Francia,

que venía construyendo con lentitud y perseverancia una "quinta columna" de partidarios en la

región había respondido inmediatamente con una nota dirigida al Majzén, exhortándole a que

retirase dichas tropas cuanto antes.Sin embargo, la nota francesa no implicaba amenaza alguna.

Dadas la buenas relaciones que en lo tocante a los asuntos del Imperio se habían cimentado

entre España y Gran Bretaña desde el año anterior, el Ministro Plenipotenciario británico, sir A.

Nicolson puso el hecho en conocimiento de Emilio de Ojeda. 699 La respuesta española al problema,

en aquel momento, se hallaba supeditada a la política de entendimiento que durante el bienio 94-95

buscaron los Gobiernos restauracionistas con los intereses de Francia y Gran Bretaña, con las que

se creía que era posible caminar aunados. La diplomacia española solicitó del Foreign Office que se

procediese con la máxima cautela. Si al Sultán se le hacían las más leves indicaciones de que

contaba con el firme respaldo británico, él podría caer en la tentación de mostrarse intransigente en
698
Ibidem. Telegrama de Novallas a Moret. 21 de Septiembre de 1894.
699
Ibidem .Emilio de Ojeda al Duque de Tetuán. Despacho reservado no. 243. 6 de Noviembre de 1895.

415
su respuesta al Gobierno de la República, lo cual podría provocar no sólo la invasión del territorio

del Tuat por las tropas francesas de Argel, sino lo que era más grave: suscitar el planteamiento

definitivo de la cuestión marroquí, entrar plenamente en una dinámica inexorable que iba a

envolver a todas las potencias europeas con intereses en el Imperio. Eso era algo que el gobierno

canovista deseaba evitar a toda costa. No era el momento adecuado de plantear en un foro

internacional el futuro de Marruecos. Ya había suficientes preocupaciones en las Antillas como

para crearse problemas adicionales en el Norte de África.

Posteriormente el gobierno británico procedió a realizar más consultas al español, por medio

de Nicolson inquiriéndole sobre la cuestión de si España consideraría la ocupación del Tuat como

una violación del statu-quo marroquí. Ojeda respondería en sentido afirmativo, matizando sin

embargo que aunque España en este tema "era del todo favorable a los derechos del Sultán", la

cuestión se complicaba más teniendo en cuenta la decidida actitud del gobierno republicano que

había planteado una serie de protestas formales, reivindicando para sí el territorio como

perteneciente al antiguo imperio turco-otomano y constitutivo por lo tanto del Suroeste argelino.

El diplomático entendía que la terquedad de la posición francesa era un hecho a valorar así como la

falta de un arreglo explícito de los dos países (el Sultanato y la República) sobre los verdaderos

límites del Imperio marroquí. Todas estas circunstancias podían incitar a Francia a ocupar el Tuat,

argumentando que al tratarse de un ejercicio de soberanía ejercido en suelo anteriormente

otomano, ahora argelino, no violaba el statu-quo del Sultanato. Por ello, Ojeda estimaba que quizás

el gobierno republicano se creyera con suficientes derechos para apoderarse del territorio sahariano

en disputa, sin el temor a una posible interferencia de otras potencias europeas, que por otra parte

no tendrían una clara base jurídico-legal con la que oponerse a la iniciativa gala. Una intervención

del II Reich en la cuestión del Tuat podría dar pie a una complicación aun mayor del tema. Francia

-estimaba el diplomático español- no iba a cejar en sus propósitos, y el Reino Unido y

particularmente, España quedarían en una difícil tesitura:

416
" (...) la alternativa de tener Inglaterra y España que tomar una actitud ya sea á favor
de Marruecos o de Francia , que se aviene mal con nuestros intereses en este Imperio y con
la perfecta inteligencia que nos conviene mantener entre todas las Potencias y muy
especialmente entre Inglaterra, Francia y España ".700

Bajo ningún concepto se podía alterar el propósito pergeñado por Cánovas y el Duque de

Tetuán, al expirar el tratado con Italia, consistente en una triple aproximación a los tres países que

conformarían una década después la Triple Entente (Reino Unido, Imperio zarista y Francia); esta

aproximación era vista como la fuente que suministraría la esperada garantía internacional de la

soberanía española en el Caribe. Aunque el gobierno conservador tuviese que ceder temporalmente

en Marruecos. Incluso aunque hubiera que ceder ante la extirpación del Tuat del Sultanato.

Sin embargo, por el momento, los hechos no iban a derivar hacia la invasión del Sáhara

oriental marroquí. Un acontecimiento acontecido a finales de 1896 nos permite remarcar la

consolidación del prestigio de España en Marruecos y evidenciar, al mismo tiempo, las sólidas

bases de la influencia que había podido instaurar en aquel territorio la política española a través de

sus relaciones con el Imperio a lo largo del s. XIX. El episodio se produce cuando el Sultán,

reanudando las prácticas habituales de su padre de enfrentar entre a sí a las potencias deseosas de

acabar con la independencia de su país, solicita el apoyo de la Corona española para hacer frente a

las pretensiones francesas sobre el desierto sahariano.701 Así en Octubre de aquel año, el Majzén

pone en marcha una iniciativa que se traduce en las gestiones de Anibal Rinaldi, antiguo intérprete
700
Ibidem.
701
Edmund Burke resalta como los últimos años del siglo XIX vieron el nacimiento de una nueva y más intolerante
actitud en el mundo musulmán hacia los europeos y como consecuencia, la consolidación de una firme determinación
islámica a hacer frente a las conquistas imperialistas. Este fenómeno, que se conoce como la "crisis general del Islam",
vino marcado por la tendencia en diversos estados del mundo musulmán a estrechar las relaciones con otros Estados
islámicos vecinos o más o menos próximos. En Marruecos, la penetración de las ideas de reformismo religioso
procedentes del Próximo Oriente a lo largo del siglo XIX son una muestra de este acercamiento. La política exterior del
Sultán Mawlay Hassan I es otra e incluso más sustancial indicación en el mismo sentido. Mientras el Sultán se
esforzaba en salvaguardar la frontera en el desierto reafirmando la soberanía marroquí sobre gran parte del Sahara
central (incluyendo el complejo de oasis del Tuat), Mauritania y otras partes del Sudán occidental (incluyendo la ciudad
musulmana de Tombuctú) nombrando para las jefaturas locales en todas estas regiones a funcionarios extraídos de la
Administración marroquí, manteniendo una activa correspondencia con ellos, recibiendo delegaciones de cada una de
las partes del Imperio en la corte marroquí, y suministrando armamento y municiones a algunos líderes previamente
seleccionados, intentaba contrapesar y equilibrar el predominio y la influencia de las diversas potencias imperialistas
europeas procurando enfrentarlas unas con otras, dilatando de esta manera la apertura de la cuestión marroquí.(Véase
Burke III, E.: Prelude to protectorate... op cit., pp. 30-31).

417
de la Legación hispana en Marruecos, el cual por cuenta del Emperador acude al ministro

Plenipotenciario Emilio de Ojeda, en busca de ayuda y asimismo, del consejo español sobre la

actitud que frente a las amenazas francesas debía seguir el Majzén. Precisamente en aquellos días,

la tensión había hecho de nuevo su aparición en la frontera del Tuat, cuando las autoridades

francesas habían propiciado la penetración en el territorio de una columna militar que había

intentado abrir unos pozos junto a la ciudad marroquí de Timmimum, a lo que el delegado imperial

en el lugar se había opuesto con rotundidad.

La respuesta del gobierno canovista, hecha en el más estricto hermetismo y confidencialidad

venía a ser una buena muestra de la nueva situación de España en el concierto internacional. Esto

es: la de un país atenazado por la incertidumbre 702 creada por la posición de peligro que corrían sus

colonias, reacio a cualquier sacrificio, expectante y temeroso. Todo ello se debía claramente a la

imposibilidad de una acción de fuerza o de una maniobra diplomática en favor de Marruecos y en

este sentido, suponía un testimonio de la impotencia de España a la hora de defender la integridad

del país que había solicitado su consejo y protección. Por otro lado exponía al gobierno del

Sultanato con bastante franqueza no exenta de cautela la solución más idónea al conflicto, que no

contemplaba el uso de las armas: así, se aconsejaba al Majzén la prudencia y que evitase el

enfrentamiento directo con el Ejército de la República, para señalar luego, la conveniencia de

someter el asunto a un arbitraje internacional por parte de todas las potencias europeas. Sin

embargo, las instrucciones de Cánovas a Ojeda recalcaban un hecho que debía de ser expuesto con

toda claridad al Majzén: el que, a la larga, le resultaría contraproducente al Sultán el reincidir sobre

la vía del arbitraje internacional. Marruecos debía dejar de confiar de manera exagerada en el apoyo

de Europa y optar, por sí sola, con sus propias fuerzas a hacer frente a las pretensiones francesas.

España atravesaba por una situación de ausencia de aliados como consecuencia de la

política canovista de recogimiento y repliegue internacional, puesta en marcha tras el

702
Véase Revista Nuevo Tiempo, año II, núm. 17, mayo de 1902. Con este vocablo definía la situación el publicista
conservador Salvador Canals en su "Balance de la regencia", período 1890-1902.

418
rompimiento con la Triple Alianza, con lo que ello suponía de no renovar la activa política exterior

iniciada por los liberales en 1887. 703 Para los gobernantes ello no implicó, en un primer momento,

el nacimiento de un sentimiento de desconfianza contra el funcionamiento del llamado "concierto

europeo", que se creía todavía en vigor, y de hecho en 1898 el gobierno liberal de Sagasta acabaría

por apelar a él en una vana esperanza de detener la amenaza estadounidense sobre Cuba y

Filipinas.704 Sin embargo, la propia dinámica de los acontecimientos del desastre colonial acabaría

por evidenciar su inutilidad.705 Los años finales del siglo XIX son el gozne entre la vieja fórmula

de entendimiento de la postura internacional de España, que había venido caracterizando los

derroteros de los gobiernos restauracionistas (sin tomar grandes iniciativas colonialistas) y una

nueva opción representada por los planteamientos de Francisco Silvela, más proclives a practicar

una política internacional expansionista, acorde a las circunstancias históricas de la época

imperialista. A lo largo del siglo XIX España no se había incorporado plenamente al bloque de la

economía industrializada (no lo había hecho en la medida en que sí se habían integrado Reino

Unido, Francia o Alemania) que iba a hacer mucho más poderosas a viejas y nuevas naciones con

las cuales debía lidiar en defensa de sus intereses internacionales. Tampoco había utilizado
703
Cfr. Torre Gómez, Hipólito de la: "El destino de la < regeneración > internacional de España (1898-1918)” en
Proserpina, 1, Especial Monográfico "Relaciones Internacionales de España en el siglo XX", Mérida, UNED,
diciembre de 1984, pp. 9-10; véase también: Martínez Carreras, José U.: "La política exterior española durante la
Restauración, 1875-1931", ... op.cit, pág. 83.
704
Torre del Río, Rosario de la: " La situación internacional de los años 90 y la política exterior española " en Fusi,
Juan Pablo y Niño, Antonio (eds): Vísperas del 98...op.cit.,pág. 186 y siguientes.
705
En un mundo en el que las fronteras estaban estrechándose, los gobiernos de España - tal como señala Sebastian
Balfour - fracasaron a la hora de desarrollar políticas que afrontaran los potenciales cambios que afectaran a sus
colonias. (Véase Balfour, Sebastian: El fin del Imperio español (1898-1923), Barcelona, Crítica, 1997, pág. 16). En el
momento inmediatamente anterior al desastre, el Ministerio de Estado se empeñó en mantener una única línea de
conducta diplomática: la búsqueda de la acción de una o varias potencias para resolver los problemas presentados por
Estados Unidos o Gran Bretaña. El Gobierno español, tratando de convertir los problemas españoles en una cuestión
internacional, confió en un primer momento que el concierto europeo actuaría, y que Francia e Inglaterra tendrían
interés en detener a los Estados Unidos en las Antillas o en el Pacífico y que este interés, hipotéticamente compartido
con España, permitiría una intervención decidida de las potencias en los primeros momentos de la crisis. En una
segunda fase, el Gobierno sagastino llegó a considerar que estaba a punto de producirse un choque violento entre la
Dúplice franco-rusa y la alianza anglo-norteamericana (que se configuraba en aquel instante de resultas de las tensiones
imperialistas ruso-británicas por la penetración en China), y avivó los recelos que pudiesen sentir los gobiernos de París
y San Petersburgo buscando una acción decidida de sus Gobiernos frente a las exigencias británicas en el Estrecho de
Gibraltar basadas en el interés de Inglaterra en prevenirse contra la posibilidad de un ataque con artillería moderna
sobre el Peñón por parte de una potencia enemiga y desde el territorio español. (Torre del Río, Rosario de la:
Inglaterra y España en 1898, Madrid, EUDEMA, 1988, pp. 320-321). Pero el análisis de la situación internacional que
realizaba el Ministerio de Estado no era correcto; en 1898, los diplomáticos y los políticos españoles confiaban en un
equilibrio internacional de poderes que estaba empezando a desintegrarse De hecho ya no actuaba el concierto de
Europa, ni en el viejo continente, ni mucho menos en el Caribe o en el Pacífico.

419
suficientemente muchos de los nuevos medios técnicos existentes al servicio de los pueblos

colonialistas para defender e incrementar sus posiciones en la carrera imperialista por el reparto del

mundo (como por ejemplo, "la diplomacia de las cañoneras"). Por otro lado, si la relativa

autonomía y la no supeditación de la diplomacia española a ningún compromiso internacional de

alianzas le habían ganado la confianza, el prestigio y el respeto tanto del Majzén como de ciertos

sectores del pueblo marroquí, no es menos cierto que existía otra cara de la misma moneda. Los

gobiernos de Madrid no se integrarán en el sistema de seguridades colectivas de la época. España

puso, al respecto, su confianza en la solvencia de un 'statu quo' en el caso marroquí ya en plena

disolución. Tal era el sustrato de la política exterior española en el momento de la redistribución

colonial: basado en la creencia de que el < nomos internacional > vigente tenía sus guardianes y en

tal hecho iban a encontrar los dirigentes de la política exterior, una supuesta garantía que supliese el

peso internacional del que España carecía; suposición que a sus ojos hacía innecesaria una política

de alianzas firmes, estables, prefiriendo esperar tranquilamente a la sombra de las grandes potencias

el desarrollo de los acontecimientos.

El final de ese período de confianza en los mecanismos encargados de velar por la

estabilidad internacional no había llegado todavía en este momento histórico. Por inercia y por

costumbre, las autoridades restauracionistas apelaban a un concierto europeo en el que poco

después dejarían de creer y que de hecho, tal como apuntara Geoffrey Barraclough, ante el

despliegue explosivo de los imperialismos y la revolucionaria presencia de las nuevas grandes

potencias no europeas, Japón y Estados Unidos, tenía sus días contados. 706

706
Véase Henig, R., The Origins of the First World War, Londres-Nueva York, 1984, pag. 54. En realidad, desde
una perspectiva global, Europa desde la 'época de Bismarck' estaba sufriendo un proceso de 'enanización' en virtud del
crecimiento de las grandes potencias extraeuropeas, Japón, Rusia ( con un pie en Europa y otro en Asia) y los EE UU.
Si ya Pierre Renouvin calificó como "fecha esencial" en la evolución extremo-oriental la de 1894, que revelaba, con el
inicio de la guerra entre China y Japón, la nueva significación alcanzada por esta última nación, para Geoffrey
Barraclough la imposición del imperialismo norteamericano en 1898, seguida de la del japonés en 1905, fueron los
hechos que hicieron nacer "un sistema político mundial que terminó por desbancar el sistema europeo" y que marca, en
este sentido, el verdadero inicio de la era Contemporánea. (Vid. Barraclough, G.: Introducción a la Historia
Contemporánea, Madrid, 1965, pp. 130-131; id: Turning Points in World History , Tokio, 1977, pag. 15. La lª Guerra
Mundial aceleraría este proceso. Según Barraclough no es ninguna exageración afirmar que la entrada de los EE UU en
la guerra en 1917 fue un 'turning point' en la Historia ya que marcó la fase decisiva en la transición de la época
europea a la época de la política mundial.

420
Por otro lado, en esta coyuntura se entreveía ya la necesidad de un cambio, de salir de la

marginación autoimpuesta por el régimen restauracionista, de un aislamiento que no se había

revelado precisamente espléndido y de encauzar el rumbo de la política internacional por otros

derroteros. Un síntoma de este cambio había aparecido durante el debate del discurso de la Corona

llevado a cabo en el Congreso de Diputados en julio de 1896. Este acto parlamentario iba a servir

para evidenciar las distintas ideas sobre política exterior que, según los diferentes partidos políticos

integrados en la Cámara baja, debería haber tenido España y habría de seguir en el futuro.

En definitiva, la respuesta al Majzén venía a manifestar una postura, la del gobierno de

Madrid llena de ambigüedades e incluso contradicciones, siempre titubeando entre el deseo de no

quedarse atrás en Marruecos y la necesidad dadas las condiciones del país de no embarcarse en una

nueva aventura colonial. Ambigüedades y contradicciones que, en la línea apuntada por Hipólito de

la Torre,707 recogerían los dos polos de la dialéctica interna, consustancial a la política exterior

española del momento: la aspiración a un puesto de relevancia internacional, frente al dato objetivo

de un país con escasa potencialidad expansionista. El gobierno podía encontrarse plenamente

satisfecho de que fuera a él precisamente a quien acudiera el Majzén a pedir consejo y poco menos

que veladamente, a solicitar una garantía sobre la integridad territorial del Imperio.

Algo similar había ocurrido a finales de la década anterior, cuando los servicios de

inteligencia español y francés entraron en colisión en el territorio del Sus, cuya pertenencia al

Sultanato había quedado asegurada por la decidida actuación hispana al desarticular los planes

galos de fomentar una rebelión generalizada en la región que condujese a su escisión del Imperio,

avisando al Majzén de la llegada de los suministros de armas francesas destinadas a los sediciosos

susíes.

Sin embargo, ahora el país se hallaba comprometido en plena guerra colonial en el escenario

antillano: España no podía distraer muchas fuerzas para combatir el predominio francés en el

Imperio jerifiano. Por lo tanto, el Gobierno conservador, al hacer un análisis de la situación, cuando
707
Torre Gómez, Hipólito de la: " El destino de la < regeneración> internacional de España."..., op.cit, pág. 9.

421
recomendó prudencia extrema al gobierno marroquí en su respuesta a las pretensiones galas, y que

no se fiase demasiado del apoyo europeo, la naturaleza del consejo no se debía especialmente a

una desconfianza en la validez de ese sistema de garantía de la independencia marroquí. Todo lo

contrario: se pensaba en Madrid que si el Sultán se sentía suficientemente respaldado, si se daba

cuenta de que tenía tras de sí a todas las potencias europeas enfrentadas a los deseos expansionistas

de Francia, cabía la posibilidad de que respondiera de forma muy vigorosa y desafiante a la

República y provocara así por parte francesa una respuesta armada contundente que comportase la

invasión del Sultanato y la apertura definitiva de la cuestión marroquí. España no se encontraba en

ese momento en condiciones de afrontar ese riesgo. El inicio de la partida marroquí se debía aplazar

a la espera de mejores tiempos. De ahí el carácter de los consejos de la diplomacia española al

Sultán.

Mientras que la Legación francesa reclamaba de manera enérgica la destitución del

gobernador de Timmimum, el Gobierno imperial reveló en esta ocasión una capacidad de respuesta

comparable cuanto menos a la firmeza de los propósitos galos. Así, pocos días después el

representante del Sultán ante el cuerpo diplomático acreditado en Tánger, Mohammed Torres,

presentaba ante el Ministro de Francia una nota, en la que en términos rotundos y categóricos le

manifestaba que el Sultán había aprobado la conducta de su delegado en la localidad sahariana,

declarando a la vez que, en el caso de que el Gobierno de la República insistiese en sus

pretensiones sobre el Tuat, el Gobierno Imperial estaba decidido " a someter el asunto al arbitraje

de las naciones europeas y más particularmente a España ". 708

La respuesta francesa, sorprendida por el tono decidido de la reacción marroquí, adoptó un

carácter muy templado. Se limitó a recoger velas, negando que el gobierno de la República tuviese

intención alguna de apoderarse del territorio del Tuat, y expresó su deseo de que la perfecta

concordia reinase en la frontera entre los dos países, terminando por aconsejar al Majzén que en

708
Informe de la Sección de África del Ministerio de Estado redactado por el Marqués de González. Madrid, 23 de
noviembre de 1897. A.G.A. África (Marruecos). Sección histórica. Caja 73 /Ex. 2.

422
vistas a este objetivo, procediese a destituir a algunas autoridades locales que podían ser la fuente

de posibles discordias entre las cabilas fronterizas. Por otro lado, tal como ha señalado Fréderik

Parsons, las autoridades republicanas pensaban que éste no era el momento oportuno para iniciar

una acción militar. El propio gobernador general de Argelia, Jules Cambon, estimaba que la

cuestión del Tuat era irresoluble mientras que el contencioso con Gran Bretaña en torno a Egipto no

quedase cerrado definitivamente: se creía, al respecto, que la ocupación de los oasis ocasionaría a

Francia un sinnúmero de dificultades diplomáticas y provocaría la apertura de la cuestión marroquí.

Esta actitud es típica de la errónea capacidad de juicio gala, que si por un lado, había llegado al

convencimiento de que un movimiento sobre el Tuat provocaría consecuencias tan serias, por otro,

estimaba que la expedición de Marchand sobre el Sudán forzaría a Inglaterra a llevar la cuestión

egipcia a una conferencia internacional, donde la República contaría con el apoyo del II Reich.709

El recurso a la apelación y arbitraje español por parte del Gobierno del Sultán en el litigio

sobre el Tuat nos permiten señalar que, en vísperas de 1898, la situación de España en Marruecos

es la de una posición relativamente firme y consolidada con la que cuenta el Sultán para, al intentar

instrumentalizarla, hacer frente a las aspiraciones hegemónicas francesas en su territorio.

De hecho, los éxitos diplomáticos españoles durante los años que siguieron al conflicto de

Melilla de 1893-1894 se sucedieron prácticamente sin solución de continuidad hasta el final de

siglo, destacando entre ellos la intermediación de España en 1897 en el asunto del cautiverio de los

marineros europeos presos por la cabila de Bocoya o la creciente influencia española en el Rif

durante los primeros meses de 1898, como lo revela la solicitud por parte de varios notables tanto

de la cabila de Aït-Urriaguel como de la de Bocoya de la protección y la nacionalidad española. No

hay que olvidar asimismo que el período inmediatamente anterior al conflicto de Melilla había

estado marcado también por una serie de aciertos, conseguidos combinando las amenazas de

emplear la fuerza armada en la cuestión marroquí por parte del ministro Moret con la práctica

activa de la "gun-boat diplomacy" para crear una imagen de prestigio de la nación en el Imperio, y
709
Cfr. Parsons, Frédérik. V.: The origins of the Morocco question ... op.cit, pág. 591.

423
a ello se había unido una serie de intervenciones puntuales en favor del mantenimiento de la

independencia del Sultanato.

Dado que se juzgaba que todavía no se habían alcanzado las condiciones requeridas a escala

internacional y de reconstitución económica y de potencial del país para emprender una acción

definitiva en Marruecos que condujese a asegurar el control permanente del territorio por España, la

acción diplomática de la monarquía desde los años ochenta se había centrado -por razones de orden

estratégico vinculadas a la seguridad nacional- ante todo en que ninguna otra potencia se asentara

en el otro lado del Estrecho. Por ello, la agresiva política francesa en el Sultanato había llevado a

España en 1887 a la firma de un acuerdo de colaboración con Italia, que la vinculaba de manera

sutil con los países integrantes de la Triple Alianza. La actuación combinada de las dos monarquías

peninsulares junto con la del Reino Unido actuaría como freno, tanto a finales de la década de los

ochenta como a comienzos de la siguiente, de la expansión gala que amenazaba sucesivamente los

territorios de Figuig y del Tuat. En estas dos ocasiones, el respaldo de los tres países -Reino Unido,

España e Italia- al Sultán Mawlay Hassan I, determinará la paralización de las iniciativas francesas

de anexión. Al mismo tiempo, el servicio secreto español, dotado de una capilaridad y de una

organización vastas e impecables en los también amenazados territorios del sur del Imperio,

teniendo como puntales máximos al intérprete del consulado de Mogador,Cristobal Benitez y al

agente confidencial Morabet (verdadero azote de los planes de hegemonía gala en las costas

atlánticas del sur del Sultanato) y utilizando como medio de actuación, una amplia red comercial

que mercaderes judíos habían construido en el Sus, había entrado en guerra con Francia,

interceptando continuamente las cartas que los servicios diplomáticos franceses remitían a la

región, intentando promover una sublevación general de las tribus de este estratégico territorio

meridional del Imperio, para posteriormente implantar el protectorado galo en él. Ahora bien, la

labor de la inteligencia española no se basó sólo en la interceptación de las misivas entrecruzadas

entre los agentes galos y los líderes de la supuesta sublevación anti-majzeniana, sino que,

paralelamente el Gobierno español mantuvo en todo momento informados de las intenciones

424
francesas tanto al Gobierno marroquí como a los que consideraba "sus aliados": los países de la

Tríplice y Gran Bretaña. Es por ello que cuando el Gobierno de la República intentó un desembarco

a gran escala de armas en las costas del Sus para abastecer a los sublevados, como el Majzén

conocía previamente -por haber sido informado por Madrid- lo que iba a ocurrir, mandó a la costa

atlántica una mehal.la o fuerza expedicionaria que frustró e inutilizó el desembarco. Por ello, el

Gobierno español saldría de este conflicto con Francia, reforzando su prestigio ante el Majzén, por

haber contribuido de manera tan destacada y clave a la preservación de la unidad territorial de

Marruecos.

En este mismo sentido, podemos argumentar, que no es totalmente acertada la aseveración

de J.L. Miège cuando señala que la penetración pacífica de España en el Sultanato no había sido un

éxito.710 Y al mismo tiempo, es posible matizar las indicaciones que hace este conocido historiador

de que la impresión general dada tanto por el "africanismo" como por la acción española en

Marruecos es la de su frustración, jalonada -sólo en muy determinadas ocasiones- por aislados

triunfos. Si pensamos que el primer objetivo tanto del movimiento africanista como de la política

española en relación al Imperio desde el mismo día en que en 1847 Donoso Cortés enunciara sus
711
premisas básicas, fue el de prevenir que tanto Francia como cualquier otra potencia europea se

establecieran en la coste norte de Marruecos, advertiremos que las pretensiones españolas en el país

eran ante todo de carácter estratégico, y que éste era un asunto básico e irrenunciable para España.

Es cierto que en años sucesivos, los africanistas españoles se vieron alcanzados por la fiebre del

nuevo imperialismo finisecular, en un momento en el que la extensión de las posesiones coloniales

era una medida del poder e importancia del país colonizador y en que se consideraba que las

grandes naciones estaban predestinadas para ejercer la supremacía en el mundo a costa de los

pueblos inferiores. También es correcto señalar que los africanistas incorporaron ciertos aspectos de

710
Miège, J.L.: Le Maroc et l´Europe ... op.cit. , Tomo IV, pp. 224-231.
711
“Si asentar nuestra dominación en el África es para nosotros una cuestión de engrandecimiento, impedir la
dominación exclusiva de ningún otro pueblo en las costas africanas es para nosotros una cuestión de existencia". Cita
recogida por Morales Lezcano en: "El africanismo español del Ochocientos"..., op.cit., pág. 291.

425
esta nueva ideología a su corriente; sin embargo no debemos olvidar que todos los demás aspectos

concernientes a las pretensiones coloniales españolas sobre el Imperio jerifiano estaban supeditados

a ese objetivo estratégico, relacionado con la propia seguridad e independencia nacional. Y este

objetivo se había cumplido a rajatabla. La diplomacia española, oscilando entre las amenazas

intervencionistas de finales de la década de los ochenta y la intermediación en los asuntos del Rif a

finales de la de los noventa, había no sólo cimentado el prestigio de España en el Sultanato, sino

que incluso había conseguido una serie de éxitos desde una posición de autonomía y no

subordinación con respecto a ninguna otra potencia. Este último aspecto habría que matizarlo

indicando que también es cierto que la no subordinación con respecto a otros países vendría

derivada tanto de la falta de integración en un bloque de alianzas como pudiera ser la Tríplice

como de la incapacidad de llegar a acuerdos o compromisos estables con Inglaterra y Francia en los

asuntos de Marruecos.Thérèse Benjelloun resalta al respecto que los sultanes – tanto Mawlay

Hassan como Abd al- Aziz, atentos al juego de fuerzas internacional- utilizaban la diplomacia,

apelando al apoyo de una potencia u otra, como un medio para mantener una política de

indefinición con respecto a la presión de las potencias europeas. La finalidad era conservar su

independencia durante el máximo tiempo posible.712 La apelación a España a finales del siglo XIX

habría que situarla en este juego diplomático, entendiéndola como una de las vías de actuación que

tenía el Sultán, comparable a las apelaciones que haría paralela o posteriormente a Gran Bretaña,

Alemania o Estados Unidos. Con todo, y aun aceptado como algo distante a lo ideal, la pervivencia

del ‘statu-quo’ marroquí, que garantizaba la tranquilidad de España basada en una estabilidad

conservadora en el área del Estrecho ("quieta, non movere"), alejaba de momento cualquier

posibilidad de trastornos amenazantes en la zona y se contemplaba por todos los gobiernos

restauracionistas, tanto los canovistas como los sagastinos como el punto de referencia obligado de

la política española en Marruecos.

712
Cfr. Benjelloun, T., Visages de la diplomatie marocaine depuis 1844, Casablanca, Eddif, 1991.

426
6.3. El declive de la posición española en Marruecos

Sin embargo, esta cómoda posición de España en el territorio, labrada palmo a palmo desde

la guerra de 1859, acrisolada por la certidumbre de verse temida y respetada en el Imperio donde

mantenía todavía la sensación de ser una potencia influyente y determinante de la situación del

país, reafirmada ahora por la demostración palpable de que se tenía que contar indefectiblemente

con ella en una posible resolución del problema marroquí, a la vez era severamente cuestionada

durante esos mismos años. Grandes amenazas se cernían sobre ella. Los golpes de la República

francesa se abatían sobre las frágiles estructuras del Imperio jerifiano, poniendo en jaque su

independencia, su integridad territorial y en definitiva la pervivencia del statu-quo, y abriendo en el

edificio marroquí una serie de boquetes que la actuación de España era incapaz de prevenir o,

mucho menos, de suturar. Tales movimientos a pesar de ser paulatinos, y presentados por Francia

como conducentes a cumplir sólo objetivos expresos, limitados y legítimos, iban arañando

gradualmente ventajas sutiles en el Imperio y a lo que tendían ante todo era a frenar el camino a

posibles competidores y a fomentar el desorden en el Sultanato, pero no un desorden gratuito, sino

un desorden conducente a la implantación de un nuevo orden en Marruecos bajo la égida de París.

Incluso los éxitos diplomáticos españoles en 1898 como son la atracción de algunos notables de las

más importantes cabilas rifeñas costeras vecinas a los presidios menores, se lograron en constante

pugna con los intereses franceses. Cuando se consiguieron dichos éxitos el gobierno español los

obtuvo contando con el inconveniente de, por un lado, no poseer los suficientes medios materiales

para poder rentabilizarlos y, por otro lado, como lógica consecuencia de lo anterior, la incapacidad

material de explotarlos se traducía en la pérdida de oportunidades que hubiesen permitido sacar el

máximo provecho de la situación, teniendo, por el contrario, que aferrarse -oficialmente- a la

necesidad de mantener los compromisos internacionales contraídos con respecto al Imperio, entre

los cuales el fundamental era el respeto al statu-quo.

427
Una buena muestra de ello fue la actitud española al descartar el establecimiento de un

protectorado sobre los terrenos adyacentes a la desembocadura del Muluya.713 El Gobierno

canovista no supo, en ese momento, hacer una lectura correcta de las nuevas fuerzas históricas

dominantes en las relaciones internacionales y desaprovechó la ocasión de sacar partido a una

situación de ventaja en Marruecos, escudándose en el respeto a la soberanía marroquí y al Derecho

internacional, que sin embargo eran invalidados de hecho por la nueva dinámica histórica. Por ello

no se pudo llevar a cabo una política agresiva, acorde a las vigentes prácticas imperialistas, que

hubiera obstaculizado la presión francesa sobre el territorio. En su lugar, nos encontramos con la

pervivencia de prácticas coloniales y comerciales anticuadas (en contraste con la incisiva táctica

francesa y con el dinamismo de las empresas comerciales de países como Alemania que para

captar nuevos mercados en el territorio ensayaban novedosas técnicas y métodos mercantiles como

eran las facilidades de crédito, los precios baratos gracias a la práctica del dumping, la adaptación

de los productos a los gustos de los consumidores, el envío de misiones y agentes comerciales de

reconocimiento, el estudio metódico de los mercados a conquistar, etc), sin que quepa hablar de una

política colonialista coherente con los tiempos, sostenida y eficaz. En definitiva, aunque a España

aún le quedaban en la década de los noventa y en vísperas del desastre colonial, restos de su

esplendor colonial, desperdigados por medio mundo, ni siquiera en este aspecto de su política

colonial la aspiración generalizada iba más allá del mero conservadurismo, el mantenimiento de lo

que ya se tenía, sin ninguna ambición auténtica de participar en la carrera colonial en la que se

713
Éste era un viejo propósito del explorador y aventurero Saturnino Jiménez, miembro de la Sociedad Geográfica de
Madrid. A finales del siglo XIX y comisionado por la recién fundada Sociedad de Geografía Comercial de Barcelona,
efectuó un reconocimiento de las costas del Rif. Recorrió el curso inferior del Muluya, llegando por la orilla derecha a
Uxda y por la izquierda continuó hasta Melilla. En noviembre de 1884 instaló en las proximidades de la frontera
argelino-marroquí un depósito de material, necesario para sus viajes de exploración. Pronto se extendió el rumor de que
éste era el anticipo de la fundación de una base naval y que Jiménez que había estado durante algunos meses ewn
Leipzig y en Berlín, como corresponsal de La Época, actuaba al servicio de Alemania. De hecho se entrevistó con el
mismo Bismarck y con algunos representantes de las instituciones más interesadas en la apertura de Marruecos al
comercio europeo. Con el fin de ofrecer un obstáculo a Francia en su expansión por la frontera argelino-marroquí,
favoreciendo las aspiraciones españolas, proponía una acción mancomunada entre España y el Imperio Alemán y hasta
presionaba ante el Gobierno español para que cediese las islas Chafarinas a Alemania. Véase en Fernández Rodríguez,
M.: España y Marruecos en los primeros años de la Restauración (1875- 1894), Madrid, C.S.I.C, 1985, pp. 178- 179.
Azucena Pedraz en su tesis doctoral señala que esta propuesta de cesión de las Chafarinas a Alemania le costó a
Jiménez la expulsión de la Sociedad Geográfica madrileña. Véase Pedraz Marcos, A.: Quimeras de África. La Sociedad
Española de Africanistas y Colonistas. El colonialismo español de finales del Siglo XIX, Madrid, Ediciones Polifemo,
2000, pág. 287.

428
habían embarcado no ya sólo las grandes potencias, sino hasta países europeos de potencial

parecido al español, como Italia y Bélgica.714

Pero la relativa condición española de privilegio en Marruecos se vino literalmente abajo en

los dos años siguientes (1898-1899), cuando empezó a ser puesta en tela de juicio la posición

hispana en el Sultanato por parte del propio Majzén . Es en este momento cuando la mayor parte de

las lecciones de la guerra hispano-estadounidense hacen referencia a una situación preexistente,

pero que ahora el conflicto plantea de forma más evidente. España es un país débil (con una escasa

potencia militar), que no daba muestras de vitalidad expansionista, y con un grado reseñable de

atraso económico relativo con respecto a otros países de su entorno, en un momento en que el sur

latino ha cedido frente al norte sajón. Y esto era especialmente grave en la época del imperialismo,

en la cual "el derecho es la fuerza" y el socialdarwinismo aplicado a las razas y los países predicaba

la superioridad del más fuerte en la "lucha por la subsistencia"; una época en la que el débil debe

sucumbir, no tiene lugar en el concierto de los más aptos.

En 1898, la atención española va a estar plenamente orientada hacia los escenarios antillano y

filipino. La propia integridad del territorio nacional es vista en peligro ante el inminente conflicto

con los Estados Unidos.

En tales circunstancias, el gobierno francés vería el camino libre para reanudar su presión

sobre el Imperio jerifiano, alternando sus movimientos en el Sáhara oriental con los que realizaba

en el extremo nororiental de Marruecos. En esta nueva coyuntura, se iba a desvelar la otra imagen

de la posición hasta entonces aparentemente fuerte de España en sus relaciones con Marruecos.

España es un país débil militarmente, que está aislado y que además de fiscalmente recaudar poco

–lo cual determina negativamente las posibilidades de disponer de un ejército bien equipado y

entrenado, especializado en la mayoría de los aspectos de la ciencia militar y dotado de una clara

proyección colonialista-, ha dejado de practicar la política de cañoneras, no tiene ya medios

714
Incluso el africanismo español, que pareció despuntar tímidamente entre 1882 y 1885 por obra de un puñado de
intelectuales (Francisco Coello, Joaquín Costa, Angel Ganivet) no pasa de ser una actitud minoritaria, sin ninguna
trascendencia política.

429
materiales para realizarla, y que toca fondo en cuanto a su condición de potencia venida a menos;

su posición y prestigio en el Sultanato se van diluyendo -con la velocidad de un azucarillo en el

agua- a la par que se produce el desastre colonial.

Francisco Comín ha resaltado cómo los gastos bélicos, a pesar de su consideración de

ineludibles por parte de la clase gobernante restauracionista, aumentaban menos de lo que hubiera

sido preciso para mantener un ejército y una escuadra dignos de una potencia internacional de

rango mediano.715

CUADRO 1.

Estructura del gasto del Estado español en el Ministerio de la Guerra y en las tareas de

Defensa. ( 1874-1.923). Presupuestos generales.

Porcentajes con respecto al gasto total estatal.( %) Medias Anuales

Período Ministerio de Tareas de Defensa

la Guerra ( Guerra + Marina)

1874-1880.......................26................................................27

1880-1886.......................17............................................... 19

1886-1892.......................18............................................... 20

1892-1898.......................17............................................... 19

1898-1906.......................17............................................... 19

1906-1914.......................17............................................... 23

Fuente: Francisco Comín: Hacienda y economía en la España contemporánea (1800-1.936).


Madrid. Instituto de Estudios Fiscales, 1988. Vol. II, pág. 632.

715
Véase Comín, F.: Hacienda y economía en la España contemporánea (1.800- 1.936), Madrid, Instituto de Estudios
Fiscales, 1988, vol. II, pág. 642.

430
A partir de 1870 se produjo un fuerte crecimiento en los gastos de la Defensa nacional

(partidas presupuestarias destinadas a Guerra y Marina) que se mantuvo hasta 1881.716 Sin

embargo, pese a seguir absorbiendo los gastos de Defensa durante todo el período restauracionista

una parte considerable del gasto del Estado, fueron disminuyendo en porcentaje desde 1881, fecha

esta última en que se experimenta un fortísimo declive en los gastos militares españoles hasta 1907.

En los quinquenios inicial (1874-1880) y final (1919-1923) de la Restauración, el porcentaje de los

desembolsos en Defensa respecto a los gastos totales del Estado fue elevado: un 27 y un 28 por 100

respectivamente. Sin embargo en los sub-períodos intermedios el porcentaje de los desembolsos

como se aprecia en el cuadro 1 disminuye. Únicamente hay un leve crecimiento de los gastos en

Defensa entre 1887 y 1893, coincidiendo con la política agresiva que realizan los liberales con

relación a Marruecos y la puesta en práctica de una activa política de cañoneras ejercida sobre el

Imperio jerifiano. Sin embargo a partir de 1893 tal como resalta Comín los gastos en Defensa, en

lugar de seguir incrementándose, se reducen, volviendo a estar a la altura de los porcentajes de

1881, cifra en la que se moverán hasta 1907. Durante la década final del siglo XIX se podría haber

hecho una política más agresiva y constante sobre Marruecos, si se hubiera dedicado más

presupuesto a los Ministerios de Guerra y, sobre todo al de Marina.717 Parece existir una relación

mecánica entre la reducción de los gastos en Defensa a partir de 1893 y el cese de la 'gun boat

diplomacy' española; no se pudo mantener, en consecuencia, una línea moderada de presión sobre

el Sultanato. Fruto de esta falta de inversiones en la dotación del Ejército, era como señala Pablo La

Porte,718 una situación de desigualdad en equipamiento, dotación y disponibilidad de recursos y

materiales, entre el Ejército colonial francés y el español que reflejaba a su vez el diferente punto

de partida de ambas naciones en su empresa colonial en Marruecos. Los sangrientos combates de

716
Véase Francisco Comín: op. cit., vol. I, pág. 53.
717
Antonio Miguel Bernal y Antonio Parejo también han resaltado posteriormente como el gasto público por razones
militares era en España de baja intensidad comparado con el de otros Estados europeos, aunque sin duda porque los
gastos de las guerras de Cuba y Filipinas se computaron básicamente en los presupuestos coloniales. Véase Bernal,
A.M. y Parejo Barranco, A.: La España liberal (1868-1913). Economía, Editorial Síntesis, Madrid, 2001, pág. 107.
718
Véase La Porte, P.: La atracción del imán. El desastre de Annual y sus repercusiones en la política europea
(1.921-1.923), Madrid, Biblioteca Nueva, 2.001, pág. 78.|

431
1908 y el desastre de Annual en 1921 pondrían de manifiesto, en mayor medida que otros sucesos,

la gran distancia entre la competencia colonial francesa y la actuación colonial española en el norte

de África. Manifestaron también otros extremos, como el retraso evidente del Ejército español con

respecto a los avances estratégicos y tecnológicos que tuvieron lugar en los albores del siglo XX y

su fracaso para asumir un rol colonial moderno tras el desastre de 1898.

Los gastos en los servicios de espionaje patrocinados por el Ministerio de Estado eran

escasos e insuficientes también. Comín ha resaltado como los gastos en la Guardia Civil en este

período de la historia española eran entre 5 y 7 veces superiores a los de Asuntos Exteriores.719 Es

una evidencia que el número de espías y agentes de inteligencia ayuda a ganar las batallas.720 El

complejo español de observación estratégica y de recopilación de conocimientos e información

sobre Marruecos se iba a resentir asimismo de la falta de medios económicos.

La Porte añade también que el presupuesto militar en España padecía asimismo de un fuerte

desequilibrio, derivado del hecho de que la mayor parte de las partidas estaban orientadas desde

mucho tiempo antes a satisfacer los gastos de personal721 en mayor medida que los de material. 722

Sólo a partir de 1907, el nivel relativo de las consignaciones en Defensa fue más alto que el

existente previamente, como se advierte en el cuadro.

Aun así, el régimen restauracionista podía contar con una gama de posibilidades lo

suficientemente amplia como para poder oponerse, o cuanto menos, obstaculizar los deseos

coloniales franceses, imitando a su vez la política gala que no se cohibía en ningún momento en lo

tocante a la extensión del "régimen de protección" en el Imperio. Ello había quedado demostrado al

proteger París a los chorfa de Wazzan, o con los propósitos de poner bajo la tutela de la República

los extensos territorios del Sus o el Tuat. Seguir el ejemplo francés hubiera comportado al gobierno

719
Véase Comín, F.: op. cit., vol. II, pág. 636.
720
Véase Eddy Bauer: La Guerra secreta. Historia del espionaje, Tomo 1, s.l., Salvat Editores, 1987, pág. 33.
721
Con todo, el Ejército español, más que una institución pensada para la guerra, estaba organizado para las tareas de
guarnición y como gendarme social para el mantenimiento del orden público, y sus tropas, siempre mal dotadas, eran
soldados forzosos reclutados entre las clases pobres, mientras el numeroso cuerpo de oficiales se dedicaba, casi
exclusivamente, a la administración interna.Véase Balbé, M.: Orden público y militarismo en la España constitucional,
Madrid, Alianza Editorial, 1983.
722
Véase La Porte, P. : op. cit., pág. 78.

432
de Madrid, aceptar el protectorado de las fracciones o las cabilas que lo pedían en la coyuntura

finisecular. Sin embargo tanto el gobierno canovista en el bienio 1896-1897, como posteriormente

el sagastino en 1898 siguieron una política en Marruecos carente de ambiciones expansionistas, sin

la presión militar constante de la "gun-boat diplomacy" que seguían ejerciendo tanto Francia como

Estados Unidos, Alemania o el Reino Unido. Una política en suma caracterizada por la

desconfianza en las propias fuerzas, por el empleo sin sentido de las mismas (manifestado este

hecho por las serias deficiencias de los servicios de inteligencia españoles en el Rif o por la

timidez en el empleo durante la década de los noventa del 'régimen de protección' como

instrumento de penetración política en el Sultanato), así como por el desaprovechamiento de las

ocasiones existentes para contrarrestar las iniciativas francesas, quedando las posibilidades

colonialistas de España oscurecidas y minusvaloradas por los propios españoles.

Así, a comienzos de la década de 1890, el gobierno español había empezado a ser consciente

de la ofensiva diplomática francesa en materia de la extensión indiscriminada del régimen de

protección concedido a ciudadanos marroquíes. Desde el Vice-consulado de Larache, se atisbaron

los movimientos galos de infiltración por medio de este procedimiento en los territorios de Tuat,

Uad-Dra y Tarfaya.723 El gobierno canovista se limitó a tomar nota de las maniobras republicanas,

sin contrarrestarlas a pesar de llevarse a cabo en zonas estratégicamente sensibles para la seguridad

del archipiélago canario. Frente a la pretensión francesa de conceder la protección a colectividades

enteras, España se atuvo a las estipulaciones de la Conferencia de Madrid de 1880, que restringían

el derecho de concesión por lo que en esta ocasión dejó pasar el tiempo sin actuar. En 1892, el

gobierno republicano intentaba un segundo paso en esta dirección. Así, la Legación española en

Tánger alertaba al gobierno conservador sobre los rumores existentes en Marruecos que hablaban

de la acción de los agentes galos buscando extender la protección republicana al conjunto de la

cabila de Beni-Mesauar; un movimiento alarmante para los intereses españoles por la situación

723
Francisco R. Figuera, Enviado extraordinario y Ministro Plenipotenciario español en Tánger al Duque de Tetuán,
Ministro de Estado español. 9 de Julio de 1891. Despacho no. 173. A.G.A. África (Marruecos). Sección Histórica. Caja
125 /Ex. 2.

433
estratégica que ocupaba la tribu y por su cuantía numérica. La cofradía de Wazzan era el arma que

utilizaba la Legación francesa en su labor de zapa en el interior del Sultanato. 724

En el verano de 1893, el nuevo Ministro plenipotenciario español en Tánger, el Marqués de

Potestad-Fornari se decidió a reabrir el tema de las concesiones de la protección, planteándoselo al

gobierno sagastino. Durante los años 1860-1880, la protección había sido una de las fórmulas

empleadas con preferencia por el Estado español en sus tentativas de extender su hegemonía e

influencia en el interior del Imperio marroquí. El régimen se había concedido con suma

generosidad a un gran número de ciudadanos marroquíes, tanto de religión musulmana como judía,

que, por otra parte, como admiten los informes confidenciales del Ministerio de Estado no eran

individuos especialmente proclives o adictos convencidos a la causa española, sino más bien

comerciantes o productores que ante todo deseaban sustraerse a la autoridad majzeniana y al pago

de tributos, ventajas inherentes a su condición de protegidos. El gobierno español optó por retirarles

ese régimen jurídico que no comportaba grandes beneficios a las aspiraciones colonialistas. Por

otra parte, la Conferencia internacional de Madrid de 1880 había llegado al acuerdo de limitar el

número de los protegidos en Marruecos a doce por cada nación extranjera, disfrutando asimismo el

derecho de protección dos semsales por cada casa de comercio al por mayor que lo solicitase. Ello

supuso un recorte aún mayor en el número de protegidos españoles en el Sultanato.725 En cambio,

Francia no se atuvo al cumplimiento de los acuerdos y siguió utilizando el régimen jurídico como

un instrumento de ejercicio y extensión de su influencia.

A partir de 1880, por otra parte, el gobierno francés, bajo la presión de los intereses

coloniales gravitantes en Argelia y animado por la preponderancia temporal de la influencia

francesa en Fez (la corte sultaniana), adoptó una política de penetración pacífica en Marruecos.

724
El cónsul español en Larache comunicaba a la Legación en Tánger que Si al-Hach Abdeselam, el Jerife de Wazzan
había conseguido hasta el verano de 1892 - fecha en la que trascendió la noticia- que un número oscilante en torno a los
cuatrocientos Mesauar hubiesen aceptado la protección del gobierno Republicano. Francisco R. Figuera al Duque de
Tetuán. 5 de Agosto de 1892. Despacho número 169. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 125 /Ex. 2.
725
Ibidem. Informe del Ministerio de Estado -redactado por Luis del Arco- sobre el tema de la concesión del régimen de
protección a ciudadanos marroquíes. 20 de Julio de 1893.

434
En diciembre de 1883, la diplomacia francesa consiguió que el jerife de Wazzan, Si al- Hach

Abdeselam, cabeza de la hermandad islámica de Tayibiyya pidiera además la protección de la

República contra el sultán, que desaprobó enérgicamente esta concesión. Además, el gobierno

francés buscaría apoyarse en la floreciente comunidad judía marroquí, extendiendo el régimen de

protección entre los miembros de la Alianza Israelita de Tánger, promotora de una escuela donde

se difundía el idioma francés entre la juventud.

El ejemplo francés fue seguido por el conjunto de países europeos incluida España que

dejaron de observar y respetar los acuerdos y reglas preceptuados sobre la concesión de la

protección. Así Italia buscó también otorgar el régimen a comerciantes y ricos banqueros judíos de

Tánger, e Inglaterra extender su influencia entre los habitantes del Sus. Sin embargo, el gobierno

liberal español optaría a partir de 1893 por hacer marcha atrás y restringir la concesión de la calidad

de protegido a un número muy limitado de marroquíes, concesión que era efectuada siempre desde

entonces en casos circunscritos, puntuales y muy excepcionales.726 Prácticamente, hasta 1895 no

se pondría en marcha una ofensiva en el sentido de utilizar las concesiones como instrumento en el

proceso de penetración pacífica.

De la misma forma durante los meses que antecedieron al desastre colonial de 1898 se

descartó la posibilidad de constituir o ejercer un protectorado sobre el territorio del Rif, y como

queda apuntado, la de asentarse en la desembocadura del río Muluya donde el aventurero Saturnino

Jiménez había cedido a una empresa mercantil española los derechos de propiedad sobre un

territorio adquirido a los nativos.

Además la renuncia consciente al empleo de la fuerza (que no escatimaría Francia a finales

de 1899 cuando invadió el Tuat) o a una intervención más efectiva y decidida en Marruecos se

justificaban en el respeto al ordenamiento jurídico, al derecho internacional, y a la soberanía e

integridad de Marruecos, sobre la base del acatamiento de los tratados y compromisos

internacionales como era el caso de las resoluciones de la Conferencia de Madrid que habían

726
Ibidem. R.O. del Ministerio de Estado de 13 de Agosto de 1893 dirigida a la Legación española en Tánger.

435
garantizado la existencia del ' statu quo' y la independencia del Imperio marroquí. Sin embargo,

estos derechos no eran respetados por la República francesa, más consciente de la fuerza

propulsora de la nueva etapa histórica: el imperialismo, la expansión como fin permanente y

supremo de toda gran potencia.

Por otra parte hasta 1899 no va a haber ningún intento serio de realizar una tarea de

propaganda hispanófila en el Imperio, editando un periódico prohispano en Tánger, núcleo de una

colonia importante de emigrantes españoles.

A finales del siglo XIX la capital diplomática de Marruecos, Tánger, era una ciudad

cosmopolita con una serie de peculiaridades, determinadas por la existencia de numerosas colonias

extranjeras y una diversidad de culturas en forzada convivencia que, al mismo tiempo, se convertía

en el escenario de una cotidiana batalla publicística donde los diversos periódicos servían de

portavoces y medios de propaganda de los intereses colonialistas de las naciones que los

subvencionaban.

"Todos los Estados aquí representados727 -escribía Potestad-Fornari en 1893- tienen


órganos en la prensa local que van haciendo una activa propaganda en pró de sus ideales y
corresponsales bien pagados de los periódicos de la metrópoli respectiva que se inspiran
siempre en la Legación correspondiente; resultando de todo esto una acción común que
tiende a que en Marruecos no se sepa de esas naciones más que lo conveniente a la política
de sus representantes acreditados en Tánger". 728

727
En la batalla publicística en Tánger, Francia llevaba la ventaja. En 1889, el británico A.M. Francery había fundado
El Diario de Tánger, periódico subvencionado por la Legación gala, que era considerado por Potestad como el
principal “enemigo de España“en Tánger, aunque se publicaba en español. El rotativo subsistiría hasta 1894. En 1893,
un emigrante francés, V.A. Serph fundaba Le Maroc, un semanario dominical en francés. Aunque desapareció en 1895,
volvería a editarse en 1904. En 1883, un judío tangerino, Lévy Cohen, abogado, comerciante y periodista, fundaría Le
Réveil du Maroc, periódico también subvencionado por la Legación gala, y que en contrapartida, defendía los intereses
de la República y la cultura francesa. A partir de 1889 el director del periódico fue Vial de Kerdec. Éste visitaba
cotidianamente la Legación francesa, aportando informes y confidencias, y colaboró en las intrigas que Abdeselam, el
jerife de Wazzan llevaba a cabo para extender la influencia gala en el Sultanato. Por el lado inglés, señalaba Potestad, la
presencia del periódico El Eco Mauritano, que fundado en 1886, aunque se publicaba en castellano, seguía los dictados
de la Legación británica. Véase González Hidalgo, J.L.: “Aproximación a un catálogo de los principales periodistas,
corresponsales y colaboradores de prensa de Tánger“, en Estudios Africanos, vol IX, Madrid, 1995, números 16-17, pp.
115-138.
728
Marqués de Potestad-Fornari, Ministro Plenipotenciario en Tánger al Ministro de Estado español, Segismundo
Moret. 24 de Abril de 1893. Despacho no. 101. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 125 /Ex. 2.

436
A diferencia de los restantes países europeos involucrados en la cuestión marroquí, la

Legación española carecía de una publicación defensora de sus intereses. España estaba perdiendo

la guerra propagandística, a pesar de haberla iniciado ventajosamente, ya que como señala J.L.

Miège, en Tánger una de las primeras imprentas que se instalaron, a la par que una de las más

activas, fue la montada por los franciscanos españoles.729

Al mismo tiempo, Potestad se hacia eco de la falta en la Península de un ambiente favorable

a la intervención en el Sultanato, señalando la dificultad de proyectar una política internacional que

no contase con el respaldo suficiente de una opinión pública. Siendo ésta imprescindible para

sostener un determinado proyecto que pudiera denominarse nacional, no existía y era labor

imperiosa comenzar a formarla en cuestiones tan trascendentales para la vida de un país. Ese

desinterés por Marruecos se traducía en hechos tales como el que los pocos periódicos españoles

que tenían corresponsalía en Tánger, le daban un carácter marginal, retribuyendo escasamente a sus

empleados.

El discurso mayoritario en este tipo de prensa giraba siempre en torno a una serie de noticias

poco fidedignas e incluso falsas, priorizando el sensacionalismo, la noticia impactante. También era

frecuente que los rotativos españoles no siguieran una línea editorial propia cuando comentaban

algún acontecimiento sucedido en Marruecos o relativo al Sultanato, limitándose a reproducir

textualmente las noticias y comentarios de los periódicos anglófilos o francófilos de Tánger

.Algunos periódicos atendiendo a razones de partido o de oposición particular a la persona que

encarnaba temporalmente la representación diplomática española, emprendían campañas periódicas

contra la labor de la propia Legación. Por otra parte, la causa española era asimismo objeto de

sistemáticas campañas de denigración por la prensa internacional editada en la ciudad,

aprovechando la miseria en que vivía la emigración española, a la que achacaban todos los delitos o

crímenes y también el poseer una turbia moralidad. De hecho, el Marruecos presentado por los

africanistas decimonónicos como el sueño ideal o la tierra de promisión para el emigrante español,

729
Véase: Miège, J.L.: Expansión europea y descolonización ..,.op.cit., pág. 106.

437
de baja extracción social, pobre y sin recursos en la península, no había pasado de ser una

pintoresca falacia de la ensoñación africanista, tan tenaz como infundada. Los españoles,

mayoritariamente de procedencia andaluza -Cádiz y Málaga en particular- y canaria se arracimaban

por centenares en Tánger, dedicados a los oficios más humildes y en unas condiciones deprimentes

en lo tocante a la calidad de vida y residencia. Las ideas de "revolución social" promovidas por los

anarquistas habían encontrado un caldo de cultivo favorable en los núcleos obreros que constituían

la base de la emigración hispana.

"Todas las naciones -reseñaba también Potestad- buscan dentro del statu quo
territorial aumentar los intereses materiales para en un día dado intervenir en nombre de
esos mismos intereses en los sucesos que se presenten. Fomentar industrias, aumentar el
comercio, multiplicar los medios de comunicación reduciendo el franqueo, favorecer las
enérgicas iniciativas de sus naturales, pedir al Sultán de cuando en cuando privilegios de
explotaciones, tal es lo que hace Francia, Inglaterra, Alemania e Italia. De este modo estas
dos últimas han llegado a ser factores importantes en el problema marroquí, cuando hace
dieciocho años nada tenían, ni árabe alguno se ocupaba de ellas; pero sus órganos en la
prensa aumentan lo bueno, oscurecen y disculpan lo malo y de aquí nace su prestigio y
reputación que tan alto coloca su nombre ".730

Potestad proponía al Ministerio de Estado la creación de un periódico hispano en la ciudad,

dirigido por el joven médico Dr. Mayoral, corresponsal telegráfico de El Imparcial en Tánger y

redactado por escritores expresamente traídos desde la península, a propósito de la necesidad,

inherente a cualquier actuación política expansionista de España en Marruecos, de formar una

opinión pública concienciada.

Nada fue ejecutado en el sentido solicitado por el diplomático español. De hecho hasta el

giro imperialista en la política exterior del país que imprimiría Silvela, los gobiernos

restauracionistas no se preocuparon por favorecer la creación de un medio propagandístico propio

en el Sultanato.

730
Marqués de Potestad-Fornari al Ministro de Estado español, Segismundo Moret. 24 de Abril de 1893, documento ya
citado.

438
6.4. Características de la actuación española en Marruecos a lo largo de 1898.

1898 va a estar marcado en lo que concierne a la acción diplomática española en el

Sultanato por tres elementos:

En primer lugar, por las repercusiones en Marruecos del estallido de la guerra hispano-

estadounidense, que determinará drásticos cambios en la posición de España en el Imperio.

Además, durante gran parte del año, se vive en Madrid con el constante temor a una intervención

armada anglosajona, procedente de cualquiera de las dos partes del Oceano Atlántico (Estados

Unidos e Inglaterra), ya sea en el propio territorio español (Canarias, Cádiz, Baleares), ya sea en el

Sultanato. Estos temores acabarían por cristalizar en el firme convencimiento de la inminencia de

un posible golpe de mano de las escuadras norteamericana o británica sobre las costas del Imperio

jerifiano, convencimiento que se dilatará en el tiempo desde comienzos del mes de Mayo hasta el

inicio del otoño.

Ligado a este factor, en segundo lugar se percibe erróneamente por parte de las diplomacias

francesa y española la consolidación de una coyuntural hegemonía anglosajona en la Corte

marroquí, a la que se percibe como impulsora de la expedición militar jerifiana al Rif de la

primavera de ese año. Esta operación militar se iniciaba con el pretexto de dar un severo

escarmiento a la cabila de Bocoya, a la que se acusaba de haber cometido repetidos actos de

piratería en los años anteriores contra diversos buques europeos que navegaban por las costas

próximas. Sin embargo, en realidad tenía el doble fin de contrarrestar y acabar con las constantes

operaciones francesas en este territorio, y socavar de paso el creciente prestigio de España en la

zona, prestigio que está adquiriendo para el Majzén unos tintes alarmantes.

En tercer lugar, por el inicio de los movimientos franceses en los territorios del Figuig y del

Tuat. Esta nueva situación llevará al gobierno sagastino a una aproximación diplomática a Gran

439
Bretaña, con el fin de preservar el mantenimiento del "statu quo", y a la vez dar una solución a la

cuestión de Gibraltar.

Las primeras actuaciones de España en el año que ahora comenzaba, 1898, tendieron a

reforzar sus elementos de presión en la Corte del Imperio, junto a la figura del Sultán.

La Corte imperial se había convertido en un auténtico nido de intrigas, donde las diversas

potencias con intereses en el Imperio y con deseos de ejercer una influencia hegemónica en el

mismo, tenían desplegados a sus agentes confidenciales. En esta competición de potencias

imperialistas por ejercer una presión directa sobre la persona del soberano, quien había dado el

primer paso había sido la República francesa. Tras haber obtenido por parte de Mawlay Hassan I

la concesión de la presencia en el Sultanato de una comisión militar de observadores y estudiosos

(en realidad ejerciendo más de espías de la estructura y organización defensiva del Imperio que de

consejeros militares del Sultán), se había desplazado a Marruecos como miembro integrante de la

misma, el doctor F. Linares. El galeno había pasado a ocupar un lugar indispensable tanto en la

corte como en la Legación francesa de Tánger, cumpliendo las funciones de intrigante al servicio

del imperialismo galo, agente confidencial y espía; su acción eclipsaría incluso la de la misión

militar que el marqués de Segonzac calificaría como " impuissante, inutile, désolée, dépouillée de

son double rôle politique et militaire". Hasta tal punto había resultado potenciada su tarea que a

partir de 1894 el Ministerio de la Guerra, actuando conjuntamente con el de Asuntos Exteriores,

solicitaba del doctor que periódicamente remitiese a París informes, detalles y notas sobre su

misión .731

Sin embargo otras potencias imitaron bien pronto el ejemplo galo. Alemanes e italianos

instalaron a sus agentes, todos ellos militares, en Marruecos desde 1888. Un año después era el

turno de España y de Portugal a la hora de desplazar a sus agentes confidenciales. Gran Bretaña,

por su parte, se contentaba con mantener en la corte a su agente no-oficial Mac-Lean, del que se

decía que era más agente comercial con fines turbios que un político "gentleman".

731
Véase Sayagh, S.: La France et les ...op.cit, pag. 36.

440
En esta suerte de competición por introducir a espías y confidentes en la residencia imperial,

España había conseguido situar a un médico militar, el Doctor Don Joaquín Cortes y Bayona.

El problema se suscitaría a raíz del fallecimiento del doctor Cenarro en 1897, médico a su

vez de la Legación española en Tánger y miembro consultor del Consejo Sanitario que las

potencias habían instaurado en la ciudad para regular las cuestiones de salud e higiene pública en la

capital diplomática marroquí. El Consejo Sanitario se había convertido en un órgano de poder que

los países europeos habían arrancado al Majzén en cuestiones de higiene, usurpando funciones

propias de la soberanía marroquí, por lo que en su interior también se asistía a una encarnizada

lucha por ejercer el control y la presidencia. A la muerte de Cenarro, los gobiernos de Francia e

Inglaterra que contaban en Tánger, como integrantes de sus respectivas colonias de ciudadanos, con

diversos reputados médicos se prepararon a situar a uno de ellos en la plaza de Doctor consultor del

Consejo, que ahora había quedado vacante. Ojeda, teniendo que hacer frente a los deseos franco-

ingleses así como a las intrigas de otros países que aspiraban a menguar el papel de España en

Tánger, pretendió que fuera Joaquín Cortés quien sustituyera al finado en el organismo

internacional.732

Hechas las pertinentes consultas, el Ministro de Estado, Pío Gullón daba su consentimiento

a la candidatura española encarnada por Cortés, pero no dejaba de recalcar al Ministro en Tánger

una de las causas de la inacción o debilidad de la actuación en el Sultanato, cual era la falta de

relación que existía en el Imperio entre las autoridades militares de las plazas y guarniciones y el

círculo diplomático encarnado por la Legación en Tánger. Muchas veces, el Ejército ignoraba a

Ojeda. La Legación y la milicia tenían sus servicios de información paralelos, que nunca llegaban a

intercambiar informes ni confidencias, por lo que en Tánger, Ojeda estaba siempre carente de

noticias e información de los movimientos y acciones que se gestaban en las guarniciones. Esto era

algo de lo que Gullón responsabilizaba directamente al estamento militar a la vez que prometía a

Ojeda solucionarlo en breve, recordando al Ministro de la Guerra la obligación que tenía el Ejército
732
Emilio de Ojeda a Pío Gullón. Carta particular número 11. 19 de Enero de 1898. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 103 /Ex. 2.

441
de tener al tanto a la Legación de todas las informaciones de valor y trascendencia acerca de los

intereses españoles en Marruecos y de las relaciones de las plazas con el territorio colindante. 733

El problema era que, en modo alguno, se podía abandonar el elemento de presión junto al

Sultán y la fuente de información directa, de primera mano de las actividades del Majzén, que

suponía la plaza ocupada en la corte marroquí por el doctor Cortés como médico de la misma. 734

El 10 de Febrero se reunía en pleno el cuerpo diplomático acreditado en Tánger y se procedía a la

elección del nuevo médico-consultor del Consejo Sanitario; las intrigas españolas daban su fruto en

la enconada batalla que se trababa y por fin, tras una serie de largas deliberaciones, resultaba

triunfadora la candidatura del doctor Cortés, desplazando a las de sus rivales británico y francés. 735

Ojeda recomendaría, asimismo, a Madrid que Cortés continuara desempeñando su misión junto al

Sultán, como agente confidencial de España.

6.5. Intrigas francesas en el Rif. Pretensiones galas de establecer un quasi-protectorado en la

región.

En el Rif y como fruto de la acción propagandística desempeñada por el agente Si Al-lal, las

pretensiones y las maniobras francesas se habían traducido en el territorio Bocoya en un incremento

gradual del número de partidarios de la República.736

733
Ibidem. Pío Gullón a Emilio de Ojeda. Carta particular número 2. 22 de Enero de 1898.
734
Ibidem. Emilio de Ojeda a Pío Gullón. Carta particular no. 12. 26 de Enero de 1898.
735
Ibidem .Emilio de Ojeda a Pío Gullón. Despacho no. 29. 10 de Febrero de 1898.
736
La naturaleza de las relaciones hispano-francesas a propósito de la cuestión marroquí viene determinada por las
continuas dificultades a las que ha de hacer frente el Ministerio de Estado provocadas por la política del Quai d´Orsay
de estimular una infiltración política en el Sultanato. La prensa europea, y los rumores alentados por el círculo
diplomático internacional residente en Tánger hablaban continuamente de que la recientemente creada Legación del
Imperio ruso en esta ciudad marroquí no obedecía a otro propósito más que el de apoyar los planes de expansión gala
en el Sultanato y robustecer la influencia de Francia en Marruecos. Bacheracht, el Ministro plenipotenciario ruso
acudió a visitar a Emilio de Ojeda negando repetidas veces lo que calificó de rumores infundados. Todas estas
afirmaciones fueron realizadas en el plano confidencial. Vinieron acompañadas de otras justificaciones señalando que
para el gobierno de San Petersburgo, el Sultanato constituía una baraja o pieza más de los asuntos de la política
europea, y por ello el zar Nicolás II había dispuesto que convenía tener una presencia diplomática en el Imperio
jerifiano. Bacheracht prometió actuar en la cuestión marroquí de acuerdo siempre con los intereses españoles, además
de hacer partícipe a Ojeda de las simpatías de la política imperial rusa hacia la sostenida por España. Cfr. Despacho
reservado no. 70 de Emilio de Ojeda, Ministro Plenipotenciario de España en Tánger al Ministro de Estado. 15 de mayo
de 1898. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. no. 1.

442
Teodoro de Cuevas vislumbraba a comienzos de año dos posibles métodos de infiltración .El

primero era la recluta periódica de jovenes Bocoyas enrolados en el Rif para luego ser incorporados

al Ejército colonial francés en Argelia. A todos los reclutas se les ofrecía un considerable anticipo

de la paga, como un reclamo publicitario de los beneficios de la protección gala, lo que servía para

excitar la codicia de los cabileños. El cónsul español especulaba con la posibilidad de que las

reclutas de jóvenes tuvieran una continuidad temporal y afectaran a sucesivos contingentes que al

regresar al territorio rifeño habrían adquirido la nacionalidad francesa y estarían totalmente

impregnados de la cultura y civilización galas. El otro medio de infiltración era el económico .Se

especulaba con la importancia minera del Monte de las Palomas, el Yebel Hamman enclavado en

territorio rifeño, del que se suponía contaba con grandes yacimientos tanto de metales preciosos

(oro, plata) como de otros minerales (cobre, plomo, antimonio). Los franceses habían fijado sus

ojos en la riqueza de esta zona, en la cual el conde de Chavagnac había intentado iniciar la

explotación de una mina tiempo atrás, y se rumoreaba que los intereses de la República en el Rif

obedecían no sólo al deseo de apoderarse de las costas de Alhucemas -el promontorio del Morro-

sino también de las riquezas minerales que supuestamente albergaba.737

Días después Teodoro de Cuevas, informado por su confidente el rifeño Tuhammi Saddek,

avisaba a la Legación en Tánger de la llegada a Río Martín (en las proximidades de Tetuán) de tres

lanchas transportando alrededor de cuarenta jóvenes de Bocoya, pertenecientes a los aduares de

Tesemman y Tafensah, muy próximos a Alhucemas, que constituían el primer grupo de reclutas

que Francia iba a alistar en el Rif para luego transportar a Orán, donde cumplirían su servicio

militar de cuatro años.738 Al término del mismo Cuevas volvía a insistir en que serían declarados

protegidos franceses, y que la dinámica ahora puesta en marcha iba a proporcionar en el futuro

737
Teodoro de Cuevas a Ojeda. Despacho no. 2. 6 de Enero de 1898. A.G.A. África (Marruecos). Sección Histórica.
Caja 236 / Ex. 2.
738
El cronista Et-Tabyi señala que uno de los notables Bocoyas, originario del aduar de Tafensah, Sid Dadi Ben
Messaud, amigo del vice-cónsul francés en Tetuán, Si Al.lal y él mismo partidario de la penetración gala en el Rif
habría sido quien preparó el plan de reclutar a varias decenas de jóvenes de su tribu con el fin de remitirlos a Argelia.
Véase Et-Tabyi: "La matanza de Bocoia II)" en (B) iblioteca (N)acional. (M)adrid. Miscelánea García Figueras. Tomo
LXXIII, pág. 287.

443
grandes ventajas a la República, pues iba a llenar poco a poco de súbditos galos toda la región

rifeña. Con todo lo preocupante era que según crecientes rumores, también estaba empezando a

calar la propaganda pro-republicana entre la cabila vecina a los Bocoyas, la numerosa tribu de los

Ait-Urriaguel, entre los que comenzaban a oírse voces solicitando la protección y nacionalidad

francesas. Amén de la evidencia de estos hechos, se notaba cómo el cónsul español se estaba

dejando llevar por un gran sentimiento alarmista y por un recelo creciente, cuando advertía a

Madrid de que el nuevo Bajá que había tomado posesión del gobierno de Tetuán, antiguo Amal de

Uxda, era un quintacolumnista de la República, trasladado a la ciudad tetuaní en virtud de los

manejos e intrigas de Francia que lo había condecorado en secreto.739

Otros rumores de los que daba cuenta, se referían a una supuesta delegación que los notables

de la cabila de Bocoya habían enviado a la delegación Imperial en Tánger contando con la

colaboración de agentes galos. Esta comisión había elevado ante el Sultán sus quejas contra

España, por las estafas de que habían sido objeto los cabileños por parte de los contrabandistas

malagueños y por el asesinato y robo del rifeño apodado "Almendro". Se especulaba incluso con

que la última cláusula de una carta que la cabila había dirigido a Abd al- Aziz contenía una velada

amenaza de los Bocoyas anunciando su intención de no acatar la soberanía del Sultán y buscar la

protección de Francia, si no obtenían del Majzén que éste les atendiera y una reparación o

indemnización sobre sus quejas.740

Los motivos de esta sangría humana de efectivos jóvenes rifeños con destino al ejército

colonial francés los aclaraba en otros despachos el diplomático español: la cosecha se prometía

muy favorable en la región de Yebala, cuyas tierras eran más fértiles que las rifeñas. En cambio en

el Rif, las expectativas eran mucho peores, y el hambre motivada por las previsibles malas cosechas

potenciaba el exilio de Bocoyas y Urriagueles a las filas del ejército francés.

739
Teodoro de Cuevas a Ojeda. Despacho no. 6. 18 de Enero de 1898. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 236 / Ex. 2.
740
Ibidem .Teodoro de Cuevas a Ojeda. 21 de Febrero de 1898. Despacho no. 16.

444
Por otra parte era motivo de preocupación la evidencia de que la organización de la

inteligencia española en el Rif estaba haciendo aguas irremediablemente. Cada una de las

guarniciones hispanas tenía una pequeña red de espías, y contaba fundamentalmente con un

confidente "oficial" infiltrado en las cabilas más próximas. En el caso de Alhucemas, el confidente

Arbi Haddu Alí no solamente no había dado cuentas a las autoridades de la plaza de la recluta por

parte francesa de jóvenes Bocoyas, sino que además ahora trascendía la noticia de que hasta cuatro

parientes suyos se habían unido al contingente que se había trasladado a Tetuán, camino de

Argelia.741 Por otro lado, la Legación española en Tánger carecía de una red propia de confidentes

y agentes en el Rif; cuando Ojeda había tenido que llevar a cabo en el territorio misiones de

carácter secreto o confidencial, se había encontrado -ante la falta de elementos para ponerlas en

práctica- con la necesidad de requerir los servicios del sargento Bocoya, miembro de la Comisión

Militar española perteneciente al Estado Mayor que recorría el territorio marroquí haciendo trabajos

topográficos y de estudio, o bien de recurrir incluso al agente argelino Al.lal. Preocupado por las

noticias que le llegaban desde el consulado de Tetuán, envió al judío protegido, Isaac Pinto, a la

bahía de Alhucemas en busca de nuevos informes. Pinto se trasladó al territorio con el fin aparente

de recabar más datos, y con el real de aprovechar la cobertura legal que le ofrecía su misión oficial

para introducir contrabando en la región.742 Asimismo, se estaba especulando repetidamente con

que los agentes franceses no operaban sólo en el territorio del Rif, donde se habían ganado ya la

adhesión de hasta tres fracciones completas de la cabila de Bocoya y otras dos cabilas empezaban a

dar muestras de estar infectadas de la propaganda republicana. Ésta, al parecer se había extendido

fuera del Rif, al territorio de Gomara, colindante con el Bajalato de Tetuán, entre cuyos habitantes

eran cada vez más numerosas las concesiones del "status" de protegidos de Francia.743

741
Ibidem .Teodoro de Cuevas a Emilio de Ojeda. 17 de Febrero de 1898. Despacho no. 15.
742
Ojeda a Pío Gullón. Despacho reservado no. 35. A. G. A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 69 /Ex. 3.
743
Teodoro de Cuevas a Ojeda. 21 de Febrero de 1898. Despacho no. 16. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos).Caja 236 /Ex. 2.

445
El 7 de Febrero el cónsul T. De Cuevas desde Tetuán recapitulaba para la Legación hispana

toda la información que venía manejando y alertaba de las posibles consecuencias para España de

las intrigas francesas:

"Hasta hoy nos hemos creído asegurados por el propio interés de Europa contra
audacias y riesgos de extrangera (sic) procedencia y nos ha bastado con que aquellos
indígenas (los rifeños) se hayan mantenido inofensivos respecto de nosotros para desviar
nuestra atención y hablar de ellos como pudiéramos efectuarlo de los habitantes de la
Polinesia. Y así hemos continuado sosteniendo á gran coste esas fortalezas raquíticas,
minadas por el mar, carcomidas por su base y solo útiles en cuanto nos permiten mantener
enhiesta en ellas la gloriosa enseña de la patria; pero ruinosas bajo el punto de vista
económico e inútiles a nuestro comercio y a la civilización de las semi-salvajes hordas que
las circundan". 744

Teodoro de Cuevas acusaba a los gobiernos restauracionistas de haber olvidado por

completo al Rif. Siendo un experto en cuestiones económicas, se lamentaba de que unos posibles

instrumentos de penetración comercial en el Sultanato, como eran las plazas españolas en las costas

mediterráneas del Imperio, permanecían aletargados, de espaldas a cualquier actividad productiva.

En contraste, entendía que el Sultán no daba la espalda a la región. Las cartas de Teodoro de

Cuevas, buen conocedor de la realidad rifeña, sirven para contradecir la idea, con frecuencia

sostenida por historiadores que no han penetrado en un conocimiento profundo de la realidad del

territorio, de que las cabilas del Rif estuvieran en un estado de revuelta permanente contra el poder

central. No solamente el cónsul argumentaba que los rifeños prestaban juramento de fidelidad al

Majzén, sino que vivían "realmente sujetos al dominio de los Sultanes". Cuevas distinguía entre por

un lado la amplísima autonomía secular que cada aduar y cada cabila tenía para el autogobierno de

sus asuntos locales en una suerte de "democracia rifeña", y por otro lado, el real y efectivo

sometimiento al Sultán, quien sin embargo no se entrometía para nada ni en la ordenación de su

organización social, ni en la regulación de sus hábitos, costumbres o modo de vida. Si algunos

744
Teodoro de Cuevas a Ojeda. 7 de Febrero de 1898. Despacho no. 11. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 69 /Ex. 3.

446
problemas se producían periódicamente en la región, el cónsul los atribuía a cuestiones de índole

menor, cuales eran las pugnas entre las autoridades majzenianas -a menudo codiciosas y deseosas

de imponer exacciones pesadas a sus gobernados, parte de las cuales las detraían para su peculio

particular-, y la infranqueable resistencia que ante todo tipo de abusos presentaba el pueblo rifeño.

Eran discrepancias que nunca alcanzaban el grado de rebeliones generalizadas; no se convertían en

desafíos abiertos a la autoridad del Majzén, ni en intentos secesionistas de los cabileños. Le bastaba

al Sultán con esgrimir su prestigio religioso-político para disipar los tumultos. De hecho, los

Sultanes hasta entonces habían confiado plenamente en las tribus rifeñas, puesto que las veían

como un valladar que imposibilitaba, con su férrea y terrible resistencia, no sólo el avance de los

cristianos hacia el interior del país, sino también (hasta 1830) cualquier posible movimiento turco

desde la vecina Argelia tendente a extender los dominios de la Sublime Puerta de Constantinopla.

Con el paso del tiempo, y tras la guerra de Melilla, el cónsul estimaba que se había llegado a

una situación "ideal" de convivencia pacífica en el norte de Marruecos entre españoles y rifeños.

Estos últimos empezaban a ver sin grandes recelos a los primeros, aunque siempre con una cierta

prevención y la secreta convicción de que la presencia de las avanzadas hispanas en el Rif

constituía una amenaza constante a la independencia marroquí. La convivencia pacífica había

permitido la consolidación en la mentalidad o psicología de las cabilas de un pensamiento

ambivalente: se veía al español como invasor, pero en los momentos en que se habían producido

discrepancias severas con el Sultán, circunstancia que había ocurrido esporádicamente, diversos

aduares o incluso fracciones de cabila habían vuelto sus ojos a España, buscando su amistad. En

tales ocasiones, las reuniones asamblearias de los rifeños habían culminado con la formación de

diversas comisiones que habían marchado hacia las plazas españolas, encargadas por sus parientes

y amigos de negociar con el gobierno español, la concesión del protectorado. De haber admitido

esas proposiciones los gobiernos restauracionistas, España sería en 1898 dueña de una parte del

Rif. A juicio de Cuevas, se había obrado acertadamente, eludiendo la aceptación de ventajas que

comportaban peligros y responsabilidades: una expedición punitiva del Majzén, protestas de las

447
potencias europeas por una violación "clamorosa" del statu quo, etc... Ahora bien, Francia estaba

demostrando no tener tantos escrúpulos y se disponía abiertamente a intentar desgajar la totalidad o

una parte del Rif del Imperio con sus maniobras.

"Para nosotros es cuestión vital la de que el Rif no pertenezca a nadie más que a
Marruecos ya que desde el momento en que del Muluya a Tánger llegase a establecerse en
fuerza alguna potencia extrangera (sic), la independencia española se vería seriamente
amenazada". 745

La solución que aconsejaba Cuevas no era conducente a reafirmar la potencia militar o naval

de España en el territorio, sino tendente a desarrollar el tráfico comercial de las plazas de

Alhucemas y Peñón de Vélez con las cabilas próximas. En suma, abrir el Rif -un territorio en el

que el Sultán había puesto hasta el momento un cuidado exquisito en aislarlo del comercio europeo-

a la penetración económica. ¿Qué debía hacer España para sacar más beneficios de sus relaciones

con el Imperio marroquí?. El cónsul entendía cosas bastante diferentes frente a otros diplomáticos o

africanistas que pensaban que la colonización del Rif pasaba por una potenciación de la

"españolización del territorio", por difundir entre los cabileños la obediencia y el amor a España a

través de la disciplina militar, privilegiando la formación en Ceuta y Melilla de unidades militares

indígenas, integradas en el Ejército español. Repetidas veces había llamado la atención de sus

superiores sobre la intensificación durante el último decenio del tráfico mercantil europeo hacia

Marruecos. En particular, las etapas de hambruna en el Sultanato eran paliadas con la importación

masiva de harinas extranjeras, y en las partidas de importación, los cereales españoles apenas

estaban representados, cediendo ante el empuje de los procedentes del continente americano o de

Francia. Cuevas entendía que la producción de cereal era una rama de la actividad económica

nacional susceptible de alcanzar una amplia salida comercial en el Imperio.

"En tierra marroquí -señalaba en uno de sus primeros despachos de Enero de 1898-
los productos españoles se encuentran en el caso de tener que combatir abiertamente y

745
Ibidem. Teodoro de Cuevas a Ojeda. 7 de Febrero de 1898. Despacho no. 11, documento ya citado.

448
como quien dice pecho a pecho contra los similares extrangeros (sic). En las referidas
plazas (se refiere a Ceuta y Melilla) aun cuando sean puertos francos, el choque es
atenuado. Los habitantes y la Administración son españoles, de suerte que el producto
nacional no se mira allí escueto y abandonado al propio valer sino rodeado de un ambiente
de benévola parcialidad. ¡Ah¡, si en el mercado magrebino nos fuese posible mantener
francamente nuestras harinas contra las francesas y las americanas ¡746

La partida de los jóvenes reclutas Bocoyas desde Tetuán se retrasaba. Permanecían en la

ciudad, expresando públicamente sus intenciones, haciendo alarde de ellas, aireando su condición

de soldados de Francia: habían alterado el orden público y la tranquilidad tetuaní, mofándose de

algunos vecinos de la villa, participando incluso en tumultos y alborotos y moviéndose en todo

momento con una total impunidad. El Bajá de la ciudad no había hecho nada hasta el momento para

evitar su viaje a Argelia. 747 Tampoco se establecieron patrullas por la vecindad de la ciudad, ni los

askaris vigilaron detenidamente las costas, puesto que poco después, el 26 de Febrero, el falucho

inglés Angelito, fletado por el agente Si Al.lal, se encargaba de conducir al contingente de reclutas

a Orán. El contingente fue armado en la playa, antes de embarcarse, por los agentes franceses con

fusiles Remington y armas cortas. Era un claro desafío a la autoridad del Majzén; en el caso de que

en su recorrido por la costa rifeña se encontrasen con algunos cárabos tripulados por gentes afectas

al Sultán, su intención era abordarlos y derrotarlos.

Era un hito más en el largo camino de infiltración en el Imperio iniciado veinte años antes,

en vida del anterior Sultán, cuando la República había decidido aumentar indefinidamente el

número de sus protegidos en el país (semsares y mojalatas), sin que la reunión de la Conferencia de

Madrid viniese a perturbar sus propósitos. No solamente se había intentado sustraer del control del

Sultán a una gran cantidad de súbditos, sino que el gobierno de París había procurado también

elegir la "calidad" de los que naturalizaba como protegidos. En este sentido, un golpe de efecto

746
Teodoro de Cuevas a Ojeda.1 de Enero de 1898. Despacho no. 1. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 236 /Ex. 2.
747
Ibidem. Teodoro de Cuevas a Ojeda. 26 de Febrero de 1898. Despacho no. 18.

449
había supuesto la concesión del "status" a al-Hach Abdeselam, el gran jerife de Wazzan. Con esta

iniciativa el gobierno republicano había pasado a controlar a los devotos de la cofradía Wazzaniya,

a los que utilizaba en sus maniobras de infiltración en el Rif y Tuat.

A Teodoro de Cuevas no le preocupaba particularmente el hecho de que utilizando el sistema

de recluta de soldados cabileños, Francia iba a "colonizar" de protegidos el Rif, buscando controlar

toda la franja costera que se extendía desde Gomara (en los límites orientales del Bajalato de

Tetuán) hasta el promontorio del Morro en la bahía de Alhucemas. Lo mortificante era que el

Majzén no reaccionaba. Además el cónsul español estaba convencido de que el Bajá de Tetuán era

una simple "hechura" francesa. A pesar de que durante el día en que los rifeños se embarcaron,

había trascendido a toda la ciudad de Tetuán que aquella era la fecha convenida para la operación,

las autoridades imperiales no habían movido un dedo para oponerse a ella.

Teodoro de Cuevas interpretaba los hechos bajo el prisma de una escala nueva en la política

colonialista; unas formas novedosas de comportarse los países colonizadores que no se ajustaban a

las prácticas habituales empleadas por España, respetuosa en demasía con la soberanía imperial. De

hecho, el cónsul hacía en sus despachos a la Legación en Tánger un lúcido análisis de los nuevos

acontecimientos que estaban sacudiendo el mundo colonial a finales del siglo XIX

Y es que efectivamente España no había comprendido que la política continental europea y

la política ultramarina, a pesar de estar relacionadas, se jugaban con reglas distintas y a veces

contradictorias, y que, de hecho, en buena parte, la política internacional del último cuarto del siglo

XIX se preocupaba ante todo por el desarrollo de la expansión colonial bajo una óptica nueva, la

óptica imperialista.

Como remarca Luis E. Togores estos cambios en el panorama mundial no fueron

comprendidos en toda su trascendencia por la clase política española.748 Así, hombres con

reconocida capacidad como Antonio Cánovas o Segismundo Moret, no vislumbraron la

748
Véase Togores, L. E.: “La España de la Restauración ante el nuevo imperialismo“, en Bullón de Mendoza, A. y
Togores, L. E. (coord.): Cánovas y su época, Tomo II, Madrid, Fundación Cánovas del Castillo, 1999, pág. 1359.

450
importancia que tendría para España esta etapa final de la expansión colonial, en un mundo

aparentemente tranquilo e inmutable pero furiosamente competitivo y cambiante en ultramar.

En este sentido, Cuevas reprochaba a los gobiernos de Madrid que no habían sabido entender

la nueva filosofía del imperialismo, que había sustituido la legislación y el derecho internacionales

por la fuerza, la violencia, la agresión. En el nuevo mundo agresivamente competitivo que el

imperialismo estaba gestando, la razón cedía su paso a la decisión, al arrojo; sólo importaba la

supervivencia de una nación a costa de ensanchar el Imperio colonial poseído sin hacer caso alguno

del derecho internacional.

"Nunca habrá podido decirse con más razón que ahora que el éxito todo lo legitima.
Cuando una compañía de mercaderes ingleses da descaradamente por destronado de su
soberanía en Sus al Sultán de Marruecos, cuando una nación como Francia sustrae
arteramente a Muley Abdelaziz sus vasallos para devolvérselos disfrazados de súbditos de
la república y minar con su ayuda y derrocar la autoridad Cherifiana facilitando así la
invasión y el apoderamiento de sus estados, bien claro aparece que se está bogando a toda
prisa hacia el golpe brutal y decisivo que nos va a sobrecoger en el momento más crítico y
tal vez en circunstancias que no nos permitan hacer un simple disparo en vindicación de
nuestro derecho"749.

Paralelamente, otros peligros se cernían sobre los intereses españoles en el Rif. En efecto,

para contrarrestar de alguna manera la importancia mercantil de Melilla, el gobierno francés

alentado por las Cámaras de Comercio había concebido el proyecto de crear una serie de depósitos

comerciales "francos" en Marnia y Beni Unif, junto a la frontera del Sultanato y de adoptar una

serie de medidas en el puerto argelino de Nemours que favoreciesen los intercambios comerciales

con Marruecos. Como primer paso, se había negociado con el Sultán la apertura de una Aduana en

la ciudad marroquí de Uxda, con objeto de facilitar por aquel punto la entrada franca de los

productos procedentes de Francia. El proyecto, estancado y olvidado durante dos años, se

749
Teodoro de Cuevas a Ojeda. 1 de Marzo de 1898. Despacho número 21. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 236 /Ex. 2.

451
reactivaba ahora y la amenaza comercial francesa parecía ceñir con un dogal de acero a toda la

región rifeña, sustrayéndola del tráfico comercial procedente de Melilla y de la península ibérica.

El periódico madrileño El Imparcial daba cuenta con fecha 27 de Febrero de la noticia del

nombramiento por parte del Sultán de Sid Alí al-Selani como administrador de la nueva aduana

.Los comerciantes marroquíes -añadía el rotativo- empezaban a mostrar su interés por sustituir los

depósitos mercantiles de Melilla por los nuevos mercados de Argelia, con lo que ello suponía de

hundimiento de las transacciones que tenían su origen en la plaza española.

Por otra parte, en Tánger era objeto de intensos comentarios un artículo de Le Gaulouis

parisino que preveía para el futuro de Marruecos, su sumisión a las autoridades francesas tras un

amplio acuerdo de las dos potencias, Gran Bretaña y Francia. Estas resolverían sus discrepancias

coloniales, pasando el acuerdo primero por un reconocimiento -por el gobierno de París- de la

influencia inglesa en Egipto, para luego desembocar en el consentimiento británico a la eventual

ocupación del Imperio jerifiano por los franceses. Teodoro de Cuevas admitía como un hecho real

el que a cambio de mutuas concesiones, las dos potencias habían llegado a un común acuerdo, que

facultaría a Francia para apoderarse en el futuro – tal como estaba intentando hacer en ese momento

en el norte del Sultanato- de todo el litoral marroquí. 750 De ser cierto lo que comunicaba el cónsul a

Ojeda en un despacho fechado a comienzos de Marzo, el Rif entero se había convertido en un

verdadero "mercado persa" donde todo -las tierras de las cabilas, la recluta de jóvenes rifeños-

tenía un precio y se compraba y se vendía a plena luz del día, y donde la autoridad del Majzén

había desaparecido o bien era completamente ineficaz para oponerse a las crecientes y continuas

injerencias imperialistas. Su amigo y confidente, Tuhammi Saddek le comunicaba que el vice-

cónsul británico en Tetuán, Berwick, estaba iniciando la recluta de cincuenta jóvenes rifeños de

distintas cabilas entre aquellos que se mostraban proclives a servir a la causa del Reino Unido como

soldados, para lo que ofrecía mejores primas que las que los agentes franceses habían ofertado a los

750
Ibidem. Teodoro de Cuevas a Ojeda. 6 de Marzo de 1898. Despacho número 24.

452
Bocoyas.751 El norte de Marruecos había pasado a ser el centro de una serie de argucias

complicadas, donde los intereses de diversas potencias entraban en colisión buscando obtener una

influencia decisiva no sólo en Tetuán, sino por ende, en todo el Rif.

6.6. Las consecuencias de la guerra hispano-estadounidense sobre la posición española en

Marruecos.

Tras la crisis parcial que afecta al gobierno liberal de Sagasta en el mes de mayo de 1898 y la

remodelación del mismo, el Ministro Plenipotenciario español en Tánger remitía un largo despacho

reservado al nuevo Ministro de Estado, Duque de Almodóvar del Río. En él, el diplomático

español, tras el desastre naval de Cavite y el hundimiento del Ejército español en Filipinas, pasaba a

pergeñar los criterios que debían constituir las nuevas directrices de la política de la Monarquía ante

la ruptura de las hostilidades con los Estados Unidos, y sus repercusiones en la posición sustentada

por España en el Sultanato.752 Ojeda hacía un somero repaso de los resultados de su gestión

diplomática en Marruecos desde que había tomado posesión del cargo en Agosto de 1894,

resaltando que sus propósitos habían sido siempre los de asentar sobre sólidas bases la primacía de

los intereses hispanos en el Imperio jerifiano y la afirmación del derecho que tenía España a que se

contara con ella como factor indispensable en el momento en que se produjera la quiebra del país y

la ruptura del "statu quo". Dentro de los contratiempos e inconvenientes con los que se había tenido

que enfrentar durante todos estos años, reseñaba como el principal de ellos el aislamiento

internacional de la monarquía y por consiguiente, la carencia de aliados, lo que había comportado

un gravísimo riesgo: que en la cuestión marroquí, España hubiera podido acabar discriminada por

751
Ibidem. Teodoro de Cuevas a Ojeda. 8 de Marzo de 1898. Despacho número 25.
752
Ojeda al Duque de Almodóvar del Río, 23 de Mayo de 1898. Despacho reservado no. 73. A.G.A. África
(Marruecos).Sección histórica. Caja 103/Ex. 2.

453
los diversos bloques de alianzas internacionales que la habrían relegado a una postura

absolutamente marginal. Si ese aislamiento había supuesto no dar motivo de queja o de suspicacia

en el concierto internacional, conllevaba asimismo el riesgo de que España dejase de ser tenida en

cuenta en la resolución definitiva del tema marroquí, y que por ello se prescindiese totalmente de

sus intereses y pretensiones, a tenor de cómo se la juzgaba : "no se creía (a) España capaz de

aportar á la masa común de la solidaridad internacional las fuerzas y la energía que aquella exige

para el logro de ciertos y determinados objetivos".753

Para contrarrestar este aislamiento, la representación diplomática española, si bien sin adoptar

inclinaciones demasiado patentes, había ido decantándose alternativamente hacia aproximaciones

coyunturales con el Reino Unido o con Francia, siempre acomodando estas maniobras a los

intereses eventuales de la monarquía. Con ello, España había jugado un papel destacado que le

había llevado a estar presente en la lucha de influencias que tenían por escenario el territorio

marroquí. Sin embargo, el estallido de la guerra con Estados Unidos había tenido como

consecuencia inmediata la interrupción de esta dinámica y un enrarecimiento en las relaciones con

la Gran Bretaña.

De hecho, la representación diplomática en Marruecos estaba experimentando directamente


754
las consecuencias de lo que se ha dado en llamar 'la redistribución colonial' de 1898. Es decir,

los efectos de una nueva etapa de la historia de las relaciones internacionales, marcada por una

nueva fase en la evolución histórica del imperialismo colonial, y caracterizada por una sucesión de

tensiones coloniales que se irá prolongando hasta la Primera Guerra Mundial. De hecho, esta etapa

supondría, en primer lugar, la desaparición del concierto europeo, y junto a ello, la decadencia del

monopolio mundial de Gran Bretaña en los campos del comercio y de la banca. A ello hay que unir

el hecho de que la entrada en liza en el escenario mundial de nuevas potencias industriales como

Alemania, los Estados Unidos y el Japón, aceleraba la remodelación de las relaciones comerciales

753
Ibidem.
754
Jover Zamora, J.M.: 1898. Teoría y práctica de la redistribución colonial, Madrid, Fundación Universitaria
Española, 1979

454
en vigor y la redistribución de los mercados. Sobre ese escenario se redactaban las bases de un

nuevo derecho internacional imbuido de darwinismo político, a la par que se asistía a la frenética

carrera hacia un reparto del mundo en beneficio de las grandes potencias del momento. En el

Extremo Oriente asiático en concreto se despertaba en aquel momento un conflicto a propósito de

la penetración comercial y territorial europea en las costas de China; un conflicto cuyo punto de

partida fue la adquisición por el II Reich de Kiaochow y de Port Arthur por el Imperio zarista. El

enfrentamiento contra Rusia al no poder mantenerse un 'modus vivendi' en toda Asia entre

británicos y rusos, concienció a Gran Bretaña de su soledad, de la falta de aliados en materia de

política internacional, propiciada por el estricto cumplimiento de la 'splendid isolation' practicada

durante el reinado de la Emperatriz Victoria, y le impulsó para contrarrestar las presiones rusas

sobre China a buscar apoyos, que definitivamente encontraría en el Imperio japonés en 1902. Sin

embargo, durante 1898 Londres también realizó intentos de negociación con los Estados Unidos y

Alemania. El acercamiento entre Gran Bretaña y los EE.UU. fue visto por España como un peligro

potencial amenazando no sólo las colonias del Caribe y del Pacífico, sino la propia seguridad de la

península y de los archipiélagos balear o canario. Este peligro supuso un enfriamiento momentáneo

de las relaciones entre el Reino Unido y la monarquía española, y el comienzo de una etapa de

tiranteces y recelos que se prolongaría durante todo el año. Ojeda, en este sentido, se hacía eco de la

nueva situación de tirantez en sus relaciones con el representante británico tras las manifestaciones

recientes efectuadas tanto por el Primer Ministro del Reino Unido, Lord Salisbury como por el

Ministro de Colonias, Joseph Chamberlain.755

755
Lord Salisbury había pronunciado el 4 de mayo en el Albert Hall durante la reunión anual de la Primrose League,
una sociedad británica fundada en 1884 con el propósito explícito de propagar las ventajas del imperialismo, el discurso
que se conoce como el de 'las naciones moribundas'. Sin embargo, este discurso ( que hay que entender en el contexto
internacional del "scramble for China" iniciado en el otoño de 1897 , y los intentos titánicos de la diplomacia británica
de romper su tradicional aislamiento en un momento que el país ha de hacer frente a importantísimos cambios en el
'statu quo' del Lejano Oriente) , como casi todas las declaraciones que sobre política exterior pronuncian las autoridades
británicas a lo largo de 1898, no sólo expresaba una autorizada opinión sobre una posible alianza con los Estados
Unidos, lo que por sí sólo tenía que preocupar profundamente a la España que luchaba mientras tanto con esos mismos
Estados Unidos que podían verse inmediatamente reforzados con la alianza británica; este discurso expresaba también
una ideología justificativa y promotora del imperialismo norteamericano y del comportamiento británico durante la
guerra hispano-norteamericana, comportamiento que los españoles estaban juzgando unánimemente como hostil. Por
otro lado, si la figura de Lord Salisbury, premier y secretario del Foreign Office era más bien un símbolo de la vieja

455
De esta manera la Legación española en Tánger carecía de uno de los pilares básicos que

habían conformado su actuación en el pasado, como había sido la conjunción coyuntural con los

intereses británicos. Ésta había contribuido en señaladas ocasiones a detener los deseos

expansionistas franceses en el Sultanato. Por eso, la desorientación subsiguiente hacía presagiar a

Ojeda, en caso de no tomar la acción hispana en el Imperio una nueva estrategia, unas

consecuencias que podían ser de más vital y desastrosa trascendencia para España que la suerte de

los ejércitos en las Antillas y Filipinas, porque en Marruecos -a su modo de ver- se estaba jugando

la vida y la seguridad de la propia nación. El acercamiento anglonorteamericano hacía vislumbrar al

ministro plenipotenciario la posibilidad de un conflicto en Europa entre este bloque y el formado

por la Dúplice Alianza franco-rusa, en el que se encontraría involucrada España desde los primeros

instantes, ya que el escenario fundamental de los combates sería el Estrecho de Gibraltar, buscando

ambos contendientes su control. Al respecto, Ojeda recordaba como ya en 1896, ante la perspectiva

de que complicaciones internacionales motivaran el inicio de una guerra generalizada en Europa,

había abogado ante el gobierno de Cánovas por realizar a las potencias europeas la propuesta de un

proyecto de neutralización de toda la costa norte del Imperio jerifiano, garantizada por las naciones

más directamente interesadas en el mantenimiento del 'statu-quo. Con todo, esa neutralización - tal

como la entendía el diplomático- hubiera supuesto la ocupación y el control por parte de tropas y

buques de la Armada española tanto de Tánger como del resto de los principales puertos del norte

de Marruecos, con vistas a asegurar la libertad de circulación marítima por el Estrecho. Este

proyecto pretendía actuar a modo de antídoto contra una posible conflagración europea, al poner en

Inglaterra, y su política se identificaba con los tradicionales modos de dominio británico sobre gran parte del mundo,
Joseph Chamberlain, el liberal-unionista que está al frente del Ministerio de Colonias representará, mejor que ningún
otro político de la época, el nuevo imperialismo de finales del siglo XIX. En relación con la soledad internacional en la
que se encuentra Inglaterra cuando las transformaciones del Lejano Oriente plantean un reto a los intereses británicos
en esa zona del mundo, Chamberlain aparece como un decidido partidario de buscar en Washington y en Berlín la
alianza que él y algún otro miembro del gabinete juzgan imprescindible. Las manifestaciones que recoge Ojeda en el
despacho se refieren a unas declaraciones efectuadas en Birmingham donde Chamberlain había abogado - días antes -
por una solidaridad internacional anglo-sajona frente a la Dúplice Alianza franco-rusa. Cfr. Torre del Río, Rosario de
la: "La prensa madrileña y el discurso de Lord Salisbury sobre las "naciones moribundas" (Londres, Albert Hall, 4 de
mayo de 1898)", en Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea, VI /1985, Madrid, Edit. Univ. Complutense,
pp. 163- 180

456
manos de una nación neutral, una zona de influencia geoestratégica tan vital. Ahora, España había

perdido la condición básica que le servía como pretexto para protagonizar una intervención de esa

índole en Marruecos: de ser una nación eminentemente neutral y desinteresada en las cuestiones

europeas, había pasado a temer por su existencia. Su propia seguridad como nación y su integridad

territorial estaban amenazadas, ante la posible actuación de la temida alianza anglosajona que se

estaba perfilando durante esos días:

"Y para que resulte aún más inminente y grave para España el primer fogonazo
-señala Ojeda- de la posible conflagración, hay que tener muy en cuenta que parte la
amenaza de la nación que mas segura, rápida y eficazmente puede asestar a España el
golpe de muerte de su influencia en Marruecos.
Siempre he afirmado, Excmo. Señor, y hoy me ratifico aún más en esta certidumbre
que el primer acto de Inglaterra en una contienda con nación alguna continental sería el de
apoderarse de Tánger. Las razones que la moverían a ello son obvias y por lo conocidas y
notorias, creo inútil consignarlas en este Despacho. Pero, a mayor abundamiento serían
perentorias estas razones si figurase España entre sus adversarios. De ahí el que la nueva e
inesperada evolución del Gabinete de Saint James, cree a España un peligro ante el cual
puede calificarse de insignificante el de nuestra lucha actual con los Estados Unidos. En
las Antillas y en Filipinas combatimos por la honra nacional, aquí, Excmo. Señor, puestos
los pies del coloso británico en Gibraltar y en Tánger, habríamos de luchar por ese
sacrosanto derecho a la vida que, con tan brutal arrogancia, nos deniega el Primer
Ministro de S.M. Británica (Lord Salisbury)". 756

La defensa de la alianza anglosajona hecha por el ministro de Colonias británico

Chamberlain en un discurso pronunciado el día 13 de mayo en Birmingham había desatado los

rumores entre el cuerpo diplomático acreditado en el Imperio jerifiano: se consideraban inminentes

tanto la ruptura de relaciones entre el Reino Unido y Francia como un rapidísimo golpe de mano

británico en el Estrecho y especialmente en Tánger.

Ojeda a continuación pasaba revista a las posibles aproximaciones que podría buscar la

diplomacia española. Así, resaltaba el desinterés absoluto de Alemania por las cuestiones

756
Ojeda a Almodovar, 23 de Mayo de 1898, documento ya citado.

457
marroquíes y en todo caso, su oposición rotunda a que España se incorporase al círculo de la

alianza francorusa. Respecto a Italia, por un lado sus obligaciones con la Triple Alianza la

confinaban dentro de la órbita alemana, mientras que, por otro lado, mostraba cierta aproximación

en las cuestiones mediterráneas a Inglaterra que la convertirían, llegado el caso, en testigo mudo y

pasivo del derrumbamiento de los intereses españoles en el Sultanato. Quedaba asimismo

descartado el recurso de solicitar ayuda al Imperio ruso por ser éste, como mucho, proclive sólo a

una corriente de simpatía platónica hacia España. La atención del representante español se centraba

en la República francesa. 757 La confianza de Ojeda en llegar a un compromiso con Francia era muy

escasa, dada la carencia de medios de la República para mantener un conflicto a gran escala con el

Reino Unido. No sólo, a juicio del diplomático español, no estaba en condiciones de oponerse a los

ingleses en una guerra marítima, sino que incluso aun en el caso de solicitar la ayuda de su aliado,

el Imperio ruso, sería incapaz de mantener intactas sus propias colonias que acabarían bajo el

control de Gran Bretaña, y mucho menos de garantizar la integridad territorial de España y

contrarrestar el poderío anglosajón en el Estrecho. En consecuencia, el representante en Tánger

consideraba que había llegado la hora de un giro copernicano en la política internacional de España

y de que, abandonando su marginalidad y aislamiento, se debía inaugurar una etapa nueva "basada

en las afinidades y aproximaciones internacionales".

La correspondencia particular del diplomático español con el Duque de Almodóvar del Río

nos permite acabar de perfilar el alcance de las pretensiones de Ojeda. Próximo ya el momento de

la pérdida de las últimas colonias en el Caribe y el Pacífico, Marruecos iba a pasar a ser el único

objetivo de la política exterior del régimen restauracionista, y, además, el elemento que permitiría

la inclusión de la monarquía en un conjunto internacional de alianzas que garantizasen la seguridad

territorial del país y a la vez sus planes de no quedar excluida de la resolución de la cuestión

757
Así quedó patentizado en una comunicación anterior relativa a las conversaciones entre Ojeda y el representante
imperial ruso en Marruecos, Bacheracht. Ojeda al Ministro de Estado, Pío Gullón, 15 de Mayo de 1898. Despacho
reservado no. 70. A.G.A. África.(Marruecos).Sección Histórica. Caja 164/ Ex. 1 El apoyo ruso estaba formulado a nivel
meramente teórico, no estaba dispuesto a comprometerse en ningún pacto que tuviese como objetivo la defensa de los
intereses españoles en Marruecos.

458
planteada en torno al futuro del Sultanato. Así, aunque el representante diplomático español acabó

por, al recapacitar, sincerarse en el sentido de que frente a otras opiniones coetáneas, no

consideraba inminente un conflicto europeo, barajó dos posibles opciones a seguir:

a) La inserción de España en la Dúplice Alianza francorusa, como forma de encontrar un

respaldo seguro que defendiera al país frente a las codicias británicas. Ello podría reportar tres

ventajas. En primer lugar permitiría la fortificación de todo el entorno de Gibraltar (Tarifa, Sierra

Carbonera). En segundo lugar posibilitaría la conversión de la bahía de Algeciras en una base

naval para que torpederos y destructores españoles patrullaran constantemente por el Estrecho,

asegurando el control absoluto de España en este punto, y por último y unido a lo anterior, en un

menosprecio total de la soberanía marroquí, permitiría la ocupación unilateral por parte de las

tropas hispanas de Tánger, sin necesidad de contar con la aquiescencia del Sultán.

b) La aproximación a Gran Bretaña sobre la base del mantenimiento del statu-quo marroquí,

y sin suscribir con el Reino Unido ningún tratado de alianza, lo cual desligaría a España de

involucrarse en cualquier enfrentamiento británico con el resto de las potencias europeas. Se

trataría pues de un acuerdo circunscrito exclusivamente para garantizar "la intangibilidad del

Estrecho y de la costa marroquí".

Los sondeos exploratorios que Ojeda realizará en los últimos días de Mayo con los Ministros

Plenipotenciarios ruso y francés en Tánger, y en los que les planteaba -tras el discurso de

Chamberlain abogando por un entendimiento de las naciones anglosajonas- la posible realización

de un raid o golpe de mano británico conducente a apoderarse de Tánger le harán desistir de la

primera opción, y en sus próximas comunicaciones al Ministro de Estado, hechas de manera

totalmente confidencial, insistirá en la oportunidad de llegar a un compromiso con el Reino Unido,

solución que a la postre, acabará por aceptar Almodóvar del Río siete meses después:

"(.....) siendo Inglaterra la que mayor daño puede actualmente hacernos en


Marruecos, entiendo que una inteligencia con ella respecto de este asunto sería preferible a

459
cualquier otro curso, por ser el que menos peligros encierra y hacer así inútiles otros
compromisos que pueden llevarnos más lejos". 758

En un primer momento, sin embargo, Almodóvar reaccionaría ante las indicaciones del

diplomático, instruyéndole para que siguiera en intenso contacto con las Legaciones rusa y

francesa. Según el Ministro de Estado, cabía dentro de lo posible el estallido de un conflicto en

Europa, y en ese contexto, era posible una acción armada británica que buscase la ocupación de

Tánger. España no podría hacer frente con sus únicos recursos a tal contingencia. Ante tal

posibilidad, Almodóvar confesaba a Ojeda su propósito de propiciar la creación de un bloque de

potencias continentales que hiciese frente a las pretensiones inglesas.759 De hecho, cuando en 1901

se volvió a plantear la posibilidad de una acción armada del Reino Unido contra Marruecos,

Almodóvar volvió a barajar esa misma respuesta. Por último, recabó informaciones sobre las

posibles tareas de espionaje, estudio del país o agitación política que viajeros o residentes europeos

en el Imperio hicieran a favor del II Reich, Inglaterra o Francia.760

A comienzos de la primavera, el gobierno sagastino procedió a llevar a cabo una

concentración de tropas en torno a Gibraltar y a la fortificación de las alturas que dominaban la

colonia inglesa. Poco después, el embajador británico en Madrid, Henry Drummond Wolf informó

al Foreign Office de los movimientos de tropas españolas en la zona del Estrecho y de las

fortificaciones que se estaban construyendo en Sierra Carbonera, dirigiendo una nota al gobierno

español. Almodóvar del Río celebraría con él una entrevista el día 27 de Mayo, en la que

justificaría el reforzamiento militar de la zona del Estrecho, indicándole que las tropas estaban

compuestas de contingentes destinados a Filipinas. En cuanto a los buques, se trataba de un

refuerzo destinado a la escuadra de Cervera, sitiada en Santiago de Cuba.

758
Ojeda a Almodóvar del Río. 30 de Mayo de 1898, Carta no. 2, copia mecanografiada (A)rchivo (M)inisterio de
(A)suntos (E)xteriores. Archivo Histórico. Leg. 1263.
759
Almodóvar del Río a Ojeda. 3 de Junio de 1898. Carta partícular número 2, contenida en el apéndice de
Campoamor, J. M.: La actitud de España ante la cuestión de Marruecos (1900-1904), Madrid, Instituto de Estudios
Africanos, 1951, pág. 237.
760
Almodóvar del Río a Ojeda. 3 de Junio de 1898. Carta particular número 2. A.M.A.E. (H)istórico. Legajo 1263.

460
6.7. Rumores en Europa sobre un acuerdo hispano-francés.

La guerra hispano- norteamericana estaba acrecentando la importancia de Marruecos para el

equilibrio en el Mediterráneo. Durante el año anterior, había cristalizado en las cancillerías

europeas la idea de que urgía acabar con la piratería rifeña, ejercida a las puertas mismas de

Europa. La impresión generalizada era que la sociedad de Marruecos vivía en el desorden y la

anarquía y bajo un poder despótico, por lo que los estados europeos apenas podían proteger a sus

ciudadanos residentes allí.

Ahora bien esta situación no se arreglaba con el establecimiento de un dominio colonial. El

Estado que fuera dueño de Marruecos adquiriría la hegemonía en el Mediterráneo, pasando a

controlar el Estrecho de Gibraltar. En sus manos quedaría una vía importante para el comercio

mundial, especialmente el que se hacía con la India. Por esa razón las grandes potencias interesadas

en Marruecos, Inglaterra y Francia, eran las mismas que lo estaban en Egipto, por el canal de Suez,

el otro punto clave para el dominio del Mediterráneo y del camino hacia la India.

España, Italia y Portugal tenían intereses en Marruecos por motivos económicos, políticos e

históricos. De las tres naciones, sólo España, concurrente con Francia e Inglaterra, impidió el

predominio de las otras dos. De este modo se fijó en el último cuarto del siglo XIX el equilibrio

europeo en Marruecos. Era un punto neurálgico para las potencias todo lo que afectara a la

situación marroquí y a la posición internacional de España.

Entre 1894 y 1896, los gabinetes españoles habían ido de acuerdo con Inglaterra y Francia

sin inclinarse por ninguna de las dos. La guerra con Estados Unidos modificaría las cosas, ya que

Inglaterra simpatizaría abiertamente y se pondría claramente al lado del adversario de España.

Francia, con muchos ciudadanos titulares de valores españoles, simpatizaría por contra con la causa

española.

461
En este contexto, los discursos de Salisbury y Chamberlain a favor de una alianza anglo-

sajona, acrecentaron la desconfianza de España hacia Inglaterra, reforzada por la visita del Lord del

Almirantazgo, Goschen a Gibraltar. Sin embargo, aunque España aumentase el número de soldados

en los acuartelamientos de las ciudades cercanas a Marruecos y mejorase las defensas de los

puertos, en realidad ello no suponía un acto hostil hacia Gibraltar, salvo que se confirmara la

existencia de una alianza anglosajona. En ese clima se comprende que España buscara entenderse

con Francia, sacrificando incluso parte de sus intereses en Marruecos. Cristobal Robles entiende

que ese es el motivo que explicaría que el gobierno liberal enviase de nuevo al frente de la

Embajada de París al canario Fernando León y Castillo, proclive siempre a un entendimiento con la

República. 761

Los rumores en Europa se desataron en tales circunstancias. Nada se sabía en concreto, pero

se decía que existía una unión con Francia que vinculaba a España también con Rusia. Era una

Triple Alianza contra los ingleses. Otro rumor apuntaba a que España, a cambio de apoyos

financieros y diplomáticos, estaba dispuesta a sostener la pretensión de Francia en el Tuat y en la

costa del Mediterráneo hasta Melilla. Asimismo, este rumor poco verosímil señalaba que Ceuta se

convertiría en una gran base naval que, en caso de conflicto generalizado en Europa quedaría

abierta a Francia, a quien se cederían las Filipinas. Esta operación podría consumarse si el Reino

Unido abandonaba la neutralidad y los norteamericanos decidían apoderarse del archipiélago

filipino para entregarlo luego a los ingleses.

En cualquier caso, pareció evidente ante determinadas monarquías europeas - Alemania,

Italia - que, en la cuestión marroquí, España se alineaba a partir de este momento con Francia y

contra Inglaterra. Se consideraba que una derrota de los españoles ante los norteamericanos tendría

un peso enorme en la lucha por la hegemonía dentro del Mediterráneo y en las relaciones

761
Véase Robles Muñoz, C.: "El 98 español desde Roma", en Anales de Historia Contemporánea, no. 14, 1998, pag.
110.

462
francobritánicas, y que París aprovecharía la situación para reabrir la cuestión del Sáhara oriental,

pidiendo al Sultán la cesión del Tuat.

Si nos detenemos en un análisis del estado en que se hallaban las potencias concurrentes en el

Mediterráneo, Inglaterra era la más fuerte: con sus posesiones de Gibraltar, Malta, Egipto y Chipre.

Francia se esforzó en el último cuarto del siglo XIX por alcanzar a los británicos. Tenía en sus

puertos mediterráneos un punto de apoyo para su potencia naval, incrementado con la construcción

de otros en Túnez y Argelia. Al mismo tiempo, y en los últimos años, con motivo de la cuestión

oriental, Rusia se había ganado una posición fuerte al este del Mediterráneo. Su rivalidad con

Inglaterra derivaba del interés por la ruta hacia las Indias Orientales. Esta confrontación no sólo se

proyectaba hacia Oriente, se extendía también hacia Egipto. Con Francia compartía un interés en
762
Abisinia. Francia miraba, a su vez, con atención lo que sucedía en las regiones al sur del Nilo.

La confluencia de intereses entre las dos potencias explicaba que se hubiera concedido a los rusos

un puerto fortificado en Túnez.

Todo esto otorgaba a las relaciones de España con Francia un papel decisivo en el

Mediterráneo. Para cercar a los ingleses en Gibraltar, los franceses contaban con Argelia y

Marruecos. Por eso aspiraban al dominio del Tuat y últimamente del Rif. Iban lentamente, pero con

un plan bien trazado.

762
La alianza franco- rusa dio al gobierno de París la confianza suficiente para tratar de consolidar su posición en el
Mediterráneo Oriental. El gobierno francés, que no se había resignado a la pérdida definitiva de Egipto, advirtió a partir
de la década de los noventa, la aparición de nuevas posibilidades para su acción. Así, pensó que si lograba instalarse en
el Alto Nilo, podría seguir compitiendo por Egipto. En mayo de 1893, Carnot, presidente de la República francesa,
resucitó un antiguo plan de explorador Brazza y pensó en la posibilidad de enviar un contingente de tropas especiales
desde las posesiones galas en el África atlántica hacia el lago Chad; desde allí, la expedición se infiltraría hacia el Nilo,
al sur del país de los mahdistas, y buscaría la colaboración del Negus Menelik, que estaba muy interesado en los rifles
europeos que Francia pudiese proporcionarle a cambio de sus servicios; señala Rosario de la Torre que " unos pocos
franceses en el Nilo podían ser simplemente pintorescos -pensaba el gobierno de París-, pero unos franceses
acompañados por un ejército abisinio eran una cosa muy distinta ". Véase: de la Torre, Rosario: "Los noventa y ocho",
en Historia Universal del Siglo XX. Vol 1: La vispera de nuestro siglo. Historia-16, 1983, pag. 60. Hasta principios de
1896 la disputa franco-británica sobre Egipto y el Nilo se mantuvo en el terreno diplomático, pero la derrota de los
italianos en Adua a manos de los abisinios de Menelik transformó la política de la cuenca del Nilo: doce días después
de Adua, lord Salisbury, premier británico, ordenaba al ejército egipcio, al mando del general Kitchener, la invasión del
Sudán. Véase: Montanelli, I.: El fin de siglo. (La Italia de los notables).(1861-1900), Barcelona, Plaza y Janés, 1975,
pp. 227-232. El fortalecimiento de Abisinia hacía temible para Inglaterra la posibilidad de una alianza de París con
Menelik. La decisión británica de invadir el Sudán oriental llevó al gobierno francés a poner en marcha su plan: tres
meses después de que Kitchener partiera hacia Dongola, una expedición al mando de Marchand salía de Brazzaville
con dirección a Fashoda, y Lagarde regresaba a Addis-Abeba para afianzar la alianza con Menelik y, desde Abisinia,
marchar también hacia Fashoda, donde pensaba coincidir con la expedición de Marchand.

463
Desde Tánger quedaba en peligro Gibraltar. El descenso del valor estratégico de este puerto

apremió a los ingleses a convertirlo en una base naval. Pese a eso, un ataque desde tierra por parte

de los españoles podía poner en grave peligro el control británico de esa entrada del Mediterráneo.

No obstante, los ingleses en caso de conflicto podrían tener como aliada a Italia y, aunque de forma

mucho más problemática, a Austria y Grecia.

La conclusión era obvia: a Londres le convenía no modificar el "statu quo" mediterráneo más

que acogerse a una alianza anglosajona, cuyas ventajas no eran seguras. 763

La concentración de fuerzas españolas en Sierra Carbonera convirtió las proximidades de

Gibraltar en una especie de campo atrincherado. A la amistosa consulta del embajador inglés, el

gobierno de Sagasta respondió que las tropas estaban listas para embarcar en Cádiz y que las

fortificaciones eran una precaución ante un posible golpe de mano de los norteamericanos.

El contencioso hispanobritánico, profundamente estudiado por Rosario de la Torre en su tesis

doctoral, quedaba abierto.

6.8. La amenaza norteamericana sobre las costas de España y Marruecos.

Uno de los mayores quebraderos de cabeza que tuvo que afrontar el gabinete liberal de

Sagasta a lo largo del verano de 1898 fue el de las posibles acciones armadas estadounidenses que

afectaran al territorio peninsular o a los archipiélagos balear y canario. De hecho, tras la batalla de

Cavite -1 de mayo de 1898- el vencedor estadounidense Dewey, aun teniendo abierto el camino

para ocupar Manila, no lo haría hasta pasados tres meses y medio, el 13 de Agosto. Entre los

motivos que pudieron influir en el ánimo del militar norteamericano para posponer el asalto a la

ciudad figura el anuncio de que una escuadra de guerra española, procedente de la península, se

dirigía hacia las Filipinas.

763
Véase Álvarez Gutierrez, L.: "Tánger en la guerra hispano-norteamericana de 1.898", en Boletín de la Real
Academia de la Historia, CXCV / I, 1998, pag. 130.

464
Sobre las fuerzas navales estadounidenses apostadas en la bahía de Manila pendía la eventual

amenaza que podía representar la escuadra comandada por el contraalmirante Cámara. Aprestada

en la península, como escuadra de reserva, para acudir a cualquiera de los dos escenarios de la

guerra hispanonorteamericana, según lo exigieran las circunstancias, disponía de unidades, como

los cruceros-acorazados Pelayo y Carlos V, con más tonelaje, mayor poder de fuego y mejores

defensas que la mejor de las unidades a las órdenes de Dewey.

La escuadra española, compuesta por doce unidades y con 4.000 soldados a bordo de cinco

transportes, anteriores transatlánticos adaptados para la ocasión, abandonaba Cádiz el día 16 de

junio en dirección Este. Aunque no se había hecho público su lugar de destino, tenía todos los

visos de dirigirse a las Filipinas.


764
Los Estados Unidos, tal como ha estudiado Luis Álvarez Gutierrez planearon entonces

una maniobra diversiva consistente en amenazar a España con abrir un tercer frente en las costas de

la propia península y de los territorios adyacentes. Así, el 29 de junio, los estrategas del

Departamento de Marina cablegrafiaban a Dewey que una escuadra al mando del comodoro

Watson y compuesta por los acorazados Oregón e Iowa, los cruceros Yankee, Dixie, Newark,

Yosemite, y cuatro buques carboneros estaba preparada para partir hacia las costas españolas. El

telegrama contenía una significativa frase final, muy indicativa de cuales eran las intenciones de

Washington al hacer tales preparativos. Le decían a Dewey que "los españoles conocían esta

decisión".765La decisión fue hecha pública en Washington por el Departamento de Marina, al


766
mediodía del 27 de junio. El gobierno español tenía información de esta decisión en la mañana

del día siguiente por medio de un telegrama de Dubosc, desde Montreal. 767 A su vez, la noticia era

transmitida inmediatamente por el Ministerio de la Guerra al Comandante General de Melilla,

764
Véase Álvarez Gutierrez, L.: " Tánger en la guerra hispano-norteamericana ..." en op.cit. pp. 81- 131.
765
Ibidem, pag. 87.
766
Ibidem.
767
Telegrama cifrado, s/n, de Dubosc al Ministro de Estado español, Montreal, sin indicación de día y hora, recibido
en Madrid a las diez de la mañana, en A.M.A.E., Madrid., Archivo Histórico, Leg. 2425; Dubosc había sido secretario
en la Legación de España en Washington y fue encargado de negocios desde la salida de Dupuy de Löme hasta la
llegada de Polo de Bernabe; al producirse la ruptura de relaciones con Estados Unidos, se trasladó a Montreal con otro
personal de la antigua legación en la capitual estadounidense y adscrito al consulado español en la ciudad canadiense.

465
exhortándole a que extremara las medidas de vigilancia y preparase a la ciudad ante la perspectiva

de un peligro inminente.768

Reunida la Junta mixta de defensa de la ciudad, se acordó prepararla ante la eventualidad de

un ataque de la escuadra estadounidense. 769 Todo el parque de artillería de la plaza fue revisado; en

cuanto a las defensas del puerto, una resolución del Ministerio de la Guerra con fecha 6 de julio

acordó proceder al estudio de la instalación de una serie de defensas submarinas en diversos puertos

peninsulares (Bilbao, Santander, San Sebastián, Barcelona, Alicante, Almería, Valencia, etc.) e

insulares (Ibiza, Palma) , así como la colocación en ellos de una serie de torpedos mecánicos,

quedando expresamente excluido el puerto de Melilla, aunque desde la Comandancia General de la

ciudad se previó balizar la rada.770 Posteriormente, y en un lapso de tiempo muy breve, se

construirían cinco nuevas baterías de artillería.

Por otra parte el gobierno liberal adoptaría una serie de medidas para reforzar la defensa

dinámica de las costas españolas. Una de ellas fue formar una segunda escuadra de reserva con la

decena de unidades disponibles en la península que deberían concentrarse, lo más pronto posible,

en Cádiz. Al mismo tiempo, se impartían órdenes a Cámara para que regresara con su escuadra.

Una vez saldadas con sendas victorias estadounidenses las batallas navales de Cavite y de

Santiago de Cuba, a punto de capitular esta ciudad y de ser ocupada militarmente la isla de Puerto

Rico, y solventado el peligro que para Dewey representaba la escuadra de Cámara, no por ello

cesaron las amenazas de una acción directa norteamericana sobre la metrópoli española.

De hecho, el supuesto avistamiento en julio, en aguas cercanas de una flota norteamericana

que iba a invadir las Baleares, extendió el pánico en todo el territorio nacional durante tres días. 771

768
Telegrama del Ministro de la Guerra al Comandante General de Melilla.28 de Junio de 1898. S.H.M. Archivo de la
Comandancia de Melilla. Rollo 167.
769
Ibidem. Telegrama del Ministro de la Guerra al Comandante General de Melila. 1 de Julio de 1898.
770
Ibidem .Expediente del Ministerio de la Guerra de fecha 6 de Julio de 1898.
771
Durante los meses de mayo y junio la prensa nacional, reproduciendo las informaciones de la norteamericana,
asegura que se están ultimando en Estados Unidos, los preparativos para organizar una tercera escuadra, además de las
de Filipinas y Cuba, a fin de bombardear las costas españolas en una operación tendente a forzar la rendición. El 12 de
Julio, el Consejo de Ministros anunciaba la aprobación del traslado -con fines defensivos- de un importante contingente
de tropas destinado a las Canarias y las Baleares. La tensión iba aumentando cada día que pasaba. Los telegramas
recibidos daban por hecho que la flota estadounidense estaba a punto de llegar a aguas españolas e incluso, el 14 de

466
Palma de Mallorca quedaría prácticamente abandonada y el ejército, muy reforzado durante los

meses anteriores, se preparó para la defensa de las islas. En aquel momento, nadie dudaba en

España que una invasión del territorio nacional era posible. Desde la primavera, tanto el gobierno

de Madrid, como las instancias políticas insulares mallorquinas y canarias, como una buena parte

de las cancillerías europeas, se tomaban muy en serio la eventualidad de la invasión. Antes incluso

de que llegase la noticia desde Montreal de la salida de la escuadra del comodoro Watson, ya

existía desde hacía tiempo la creencia generalizada de que los norteamericanos podían armar una

flota para bombardear tanto los puertos atlánticos (Ferrol, Canarias...) como los mediterráneos

(Barcelona, Palma, Mahón) para obligar a España a la rendición; se sospechaba además que los

Estados Unidos habían llegado a un pacto secreto con Gran Bretaña con vistas a ocupar las

Baleares, y posteriormente, cederlas a los británicos, que, de esta manera, tendrían bajo su control

el eje Gibraltar-Baleares, lo cual les aseguraría una preeminencia mayor en el Mediterráneo. Los

Estados Unidos, en cambio, retendrían probablemente alguna base naval en estas islas, que les

aseguraría la presencia en el Mediterráneo, en un momento en que comenzaban a introducirse en

todo el mundo. Similares preocupaciones corrieron sobre la ocupación de alguna de las Canarias.

El temor suscitado ante esta previsible llegada hizo que se distribuyeran los torpederos de la

Armada entre Canarias, Baleares, y las tres principales bases marítimas peninsulares, se instalaran

cañones de costa y minas en varios puertos, se suprimieran faros y otras referencias para la

navegación, se trasladaran tropas, etc. En las amenazadas Canarias, se llegaría al total

oscurecimiento de las localidades portuarias, para evitar fueran visibles de noche para las escuadras

enemigas.772

Julio el periódico La Última Hora de Palma de Mallorca, citando al New York Herald , se explayaba en una serie de
detalles: se trataba de los cruceros Newark, Oregon y Massachusetts , y los cruceros auxiliares Dewie, Yankee,
Josemite y Yale, además de seis buques que transportaban carbón ; al frente de la expedición, se encontraba el
comodoro Watson y sus objetivos eran invadir primero las Canarias, y después, no se sabía bien. El 15 de Julio,
telegramas fechados en Sevilla aseguran que la flota ha sido vista en el Estrecho de Gibraltar. Más telegramas del
mismo día la sitúan en Tánger. El día 17, un telegrama de paternidad desconocida llega a Palma de Mallorca: unos
pescadores han visto la flota yanqui en el Mediterráneo, tomando rumbo hacia las Baleares. Es el pánico total.
772
Sobre esta potencial invasión de Canarias, véase la colección de artículos del profesor Morales Lezcano,
aparecidos con el título de Canarias en el 98 español, en la que se ha reeditado un trabajo antiguo suyo sobre los
designios navales de Estados Unidos en vísperas del estallido del conflicto armado con España. Véase: Morales

467
Los temores a una intervención anglosajona se vieron también trasplantados al escenario

marroquí. Por estas fechas, el ministro de Estado, el duque de Almodóvar comunicaba a Emilio de

Ojeda en Tánger su interés por no descuidar los asuntos marroquíes. Y lo hacía con estas palabras:

"...no pienso consentir que otros asuntos, por numerosos y apremiantes que sean,
absorban por completo mi atención distrayéndola de una nación cuyos destinos están
íntimamente ligados con los nuestros...", recordándole que con respecto a los intereses de
España en el Imperio: " ...es poca toda la vigilancia". 773

En los primeros días del mes de julio, las agencias telegráficas de información habían

difundido en Tánger la noticia de que la flota del comodoro Watson iba a utilizar el puerto

marroquí como base de operaciones, donde esperaría nuevas órdenes, para emprender los

proyectados ataques contra las costas españolas. Los rumores persistentes desencadenaron una

serie de movimientos de buques en la entrada occidental del Mediterráneo. Así, los ingleses

reforzarían Gibraltar con los cruceros Illustrious y Hannibal (desde la embajada de España en

Portugal, el diplomático marqués de Ayerbe había llegado al conocimiento de que Inglaterra se

oponía a la entrada de barcos norteamericanos en el Mediterráneo).774 España reforzaría con

artillería y tropas la bahía de Algeciras, desde Tarifa hasta la Línea de la Concepción. La medida

estaba relacionada con tres cuestiones: 1) prevenir el ataque norteamericano desde las costas

marroquíes, probablemente desde Tánger, 2) la sospecha de que Inglaterra estaba involucrada en la

operación, y 3) la necesidad de asegurar la neutralidad de Marruecos. Para garantizarla, se acudió a

las potencias europeas y Almodóvar del Río habló de este asunto con todos los embajadores

acreditados en Madrid, salvo con el británico.

Lezcano, V.: "Ideología y estrategia estadounidense: 1898", en Canarias en el 98 español, Las Palmas de Gran
Canaria, Editorial Regional Canaria (Edirca), 1999, pp. 81-98.
773
Almodóvar del Río, Ministro de Estado español a Emilio de Ojeda. Carta particular número 1. 29 de Mayo de
1898. A.M.A.E. español. Madrid. Archivo Histórico. Leg. 1263.
774
Marqués de Ayerbe a Almodóvar del Río .Despacho 136. 29 de junio de 1898. A.M.A.E. Archivo Histórico.
Legajo 2.425.

468
En Tánger, Emilio de Ojeda reaccionaría con presteza, realizando diversas gestiones para

afrontar la contingencia. En previsión de que Ceuta fuera uno de los principales objetivos de la

escuadra del comodoro Watson, según pronóstico generalizado en la ciudad, la primera

preocupación de Ojeda fue de abastecer de carne la plaza. Para ello recabó del gobierno marroquí la

oportuna autorización, a fin de exportar 6.000 cabezas de ganado vacuno. El siguiente paso fue

trasladarse a Madrid para deliberar con el Ministro de Estado, el duque de Almodóvar, sobre el

camino a seguir para impedir que los norteamericanos asentasen sus reales en la costa

norteafricana. Por otra parte, las amenazas estadounidenses en Marruecos no se reducían a su

presencia en el litoral mediterráneo o atlántico. De hecho, la primera evidencia de la presencia

norteamericana en el Sultanato demostraba que también había que temer por lo que ocurriera tierra

adentro. A pesar de la escasez documental en los archivos españoles, podemos reconstruir la

secuencia de los acontecimientos a partir del mes de Julio cuando a la vez que reinan en España el

pánico y la intranquilidad por las noticias que hablan de supuestos movimientos hostiles de la flota

estadounidense hacia el territorio nacional, llegan a las sedes del Ministerio de la Guerra y de

Estado una serie de comunicaciones que por medio del cónsul español en Tetuán, han sido

expedidas a Madrid por la Comandancia General de Ceuta, dando cuenta de que varios geómetras

norteamericanos estaban efectuando una serie de trabajos topográficos entre Tánger y Tetuán y en
775
las proximidades de Ceuta. Desde el Ministerio de Estado se urgió a la Legación en Tánger a

averiguar cuanto se pudiera sobre los progresos e índole de dichos trabajos y se ordenó al Primer

secretario al cargo de la representación diplomática -por ausencia temporal de Ojeda- presionar

sobre el Majzén con el fin de detenerlos, pretextando que no constituían sino una violación de la
776
neutralidad marroquí en el marco de la guerra hispano-americana. Pero la incapacidad de

España para defender sus intereses en el país y el declive de su prestigio en el Sultanato quedaron

resaltados ante la imposibilidad de poner en práctica esta medida de presión sobre el Emperador.

775
R.O. de 20 de Julio de 1898 del Ministerio de Guerra trasladando al Ministerio de Estado comunicación de
Teodoro de Cuevas, consul de España en Tetuán al Comandante General de Ceuta de 16 de Julio. A.G.A. África
(Marruecos). Sección Histórica. Caja 103 /Ex. 2.
776
Ibidem .R.O. de 27 de Julio de 1898 del Ministerio de Estado dirigida a la Legación española en Tánger.

469
Entre otras cosas se carecía de respaldo moral para iniciar la reclamación ante el Sultán, en tanto en

cuanto los norteamericanos no estaban sino repitiendo algo que con creces había llevado a cabo la

Comisión Topográfica de Marruecos, creada por el Cuerpo de Estado Mayor del Ejército español

en marzo de 1882.777 Sin embargo, no por ello cejaron los intentos del gobierno de Sagasta de

boicotear la labor norteamericana.778 Al estallar la guerra entre España y los Estados Unidos, el

Imperio jerifiano, al igual que otros muchos países, había proclamado su neutralidad. Pero ahora

ésta corría un evidente peligro, si se hacía realidad la rumoreada llegada a territorio del Sultanato de

las fuerzas navales estadounidenses.

El Delegado imperial ante las Potencias Mohammed Torres afirmó la voluntad de su país de

observar las leyes de neutralidad, y anunció al cuerpo diplomático acreditado en Tánger que la

escuadra al mando de Watson no podría permanecer más de veinticuatro horas en sus aguas
779
jurisdiccionales. Pero subsistieron las dudas, no acerca de la voluntad, sino de la capacidad de

Marruecos, para hacer respetar las normas de la neutralidad, si el comodoro Watson se mostraba

renuente a cumplirlas.780

Por una parte, no consta documentalmente en los archivos españoles que los geómetras

estadounidenses fueran obligados a abandonar el Sultanato, pero por otro lado, las noticias que

Emilio de Ojeda envió a Madrid, por aquellas mismas fechas, empezaron a ser muy

tranquilizadoras y parecían demostrar que sus gestiones ante el Majzén no habían sido infructuosas.

Mohammed Torres daba garantías al representante español de que Marruecos, si se producía el

indicado supuesto de la llegada de una flota yanqui, haría saber a los norteamericanos que el

gobierno jerifiano mantendría las reglas de la más estricta neutralidad y no toleraría ningún ataque a

777
Véase García Franco, V.: "El Norte de África y la política exterior de España (1900-1927)", en Proserpina, 1,
Especial Monográfico " Relaciones Internacionales de España en el siglo XX "...op. cit., pag. 95.
778
R.O. de 2 de Septiembre de 1898 del Ministerio de Estado dirigida a la Legación española en Tánger. A. G.A.
África (Marruecos). Sección Histórica. Caja 103 / Ex. 2.
779
Telegrama cifrado de Ojeda a Almodóvar del Río. 16 de Julio de 1.898. A.M.A.E.-H. Leg. 2425.
780
Véase Álvarez Gutierrez, L.: " Tánger en la guerra hispano-norteamericana ...", op. cit, pag. 118.

470
España desde su territorio. Al mismo tiempo, el Majzén concentraba fuerzas en las proximidades de

Ceuta y Melilla.781

Paralelamente, los rumores acerca de supuestas pretensiones norteamericanas sobre

Marruecos habían disparado a un ritmo febril la acción diplomática española. Así, el Ministro de

Estado se entrevistaba en Madrid a partir de la primera semana de Julio con la práctica totalidad

del cuerpo diplomático europeo acreditado en la capital de España. Estas iniciativas hay que

entenderlas asimismo en función -como recalca Rosario de la Torre 782- de la acción de Almodóvar

del Río que intenta utilizar el interés que las potencias europeas sienten por el futuro de Marruecos

en función de las necesidades de la diplomacia española, dentro del contexto de la guerra contra los

Estados Unidos. Así, el 3 de junio escribía a Ojeda "... nos conviene dirigir la vigilancia de las

demás potencias continentales hacia ese lado (Marruecos) con objeto de precavernos y

protegernos contra posibles desagradables contingencias, enfrente de las que no debemos quedar

por completo entregados á nuestros propios recursos".783 Este esfuerzo, inserto en la política

española a lo largo del año 1898 de utilizar una y otra vez el recurso a las potencias continentales

como un medio de paliar sus problemas coloniales, se plantea en el mes de julio buscando una

acción colectiva para neutralizar Tánger frente a la temida llegada a la zona del Estrecho de la

escuadra norteamericana. Pocas semanas después, en Octubre la recelosa mirada española se

detendría también en las intenciones de la política británica, temerosa de que los buques ingleses

desencadenaran un ataque de grandes dimensiones en la costa marroquí. 784

781
Ibidem, pp. 118-119.
782
Torre del Río, Rosario de la: Inglaterra y España en 1898... op. cit., pág. 279.
783
Almodóvar a Ojeda. 3 de junio de 1898 Minuta manuscrita número 2. A.M.A.E. Archivo Histórico. Leg. 1263.
784
Los temores durante el verano no se ciñen exclusivamente al riesgo de una invasión norteamericana. A finales del
mes de Julio llegaban a Madrid informaciones provenientes de Tánger y que supuestamente tenían como fuente al hijo
de Mohammed Torres, el representante del Emperador ante el Cuerpo diplomático; estas noticias hablaban de un plazo
de quince días durante el cual se produciría un desembarco de tropas británicas en las proximidades de la ciudad, para
iniciar posteriormente una acción envolvente sobre la misma. (Telegrama de Almodóvar a Ojeda. 23 de Julio de 1898.
A.G.A. África (Marruecos). Sección histórica. Caja 163 / Ex. 2). Estos rumores acabarían por disiparse a los pocos
días, dada su falsedad. Sin embargo, en Octubre la amenaza británica adquirió ya un cariz más preocupante. Tuvo su
origen en un incidente ocurrido el 4 de Julio cuando en el distrito de Safi las autoridades imperiales detuvieron y
encarcelaron a tres protegidos británicos (un semsar y dos mojalatas) con sus respectivas familias. Parece ser que el
Gobierno del Sultán pretendía con ello recortar el régimen de la protección que tanto minaba la independencia del país
y que aquel incidente sirviera de ejemplo y reafirmación del poder imperial ante toda la población de la región. Esto
parece explicar el hecho de que los protegidos británicos fueran objeto de mofa y maltrato público. La protesta del

471
Tal y como había sucedido en marzo y abril cuando se había apelado al concierto europeo

para detener las aspiraciones expansionistas estadounidenses en el mar Caribe, el intento del

gobierno sagastino era lograr un consenso en torno a la causa de España entre todas las potencias

europeas, que el ministro francés de Asuntos Exteriores, Delcassé llegó a concretar en la

formulación de una especie de "doctrina Monroe" europeista: no se consentiría que Estados Unidos
785
trasladara a Europa una guerra americana. Los gobiernos de Londres y Berlín, por su parte, no

creían que los temores de Madrid tuviesen base real. De hecho, Italia fue la única de las potencias

europeas en ordenar una serie de desplazamientos de su marina de guerra a las proximidades del

eventual teatro de operaciones de la escuadra al mando del comodoro Watson. Así, una de sus

mejores unidades, el acorazado Piamonte, llegaba a Lisboa en la mañana del día 17 de julio. Italia,

al igual que otros países europeos era contraria a que la marina estadounidense operara en aguas del

Mediterráneo. Inglaterra, evidentemente, no precisaba realizar tales operaciones. Desde su base

naval en Gibraltar, podía controlar fácilmente las eventuales operaciones de la escuadra americana

en la zona. Todas las potencias europeas -recalca Luis Álvarez- estaban convencidas de que Gran

Bretaña acudiría con sus fuerzas navales del Mediterráneo al menor asomo de crisis en la zona

Ministro Plenipotenciario británico, Sir Arthur Nicolson fue rechazada por el más absoluto de los desprecios. Ni
siquiera obtuvo contestación. Con este motivo, en Agosto empezaron a desatarse con creciente insistencia ciertos
rumores entre el cuerpo diplomático acreditado en Tánger que, acrecentándose, se trasladarían a la prensa que allí se
editaba: la presencia, en aquellos días, en el puerto de Tánger de uno de los más poderosos acorazados británicos y la
paralela concentración de la escuadra inglesa del Mediterráneo en Gibraltar, sólo eran el preludio de una acción de
castigo sobre Safi. Ojeda, siempre proclive al acuerdo con los británicos, tendía a quitar hierro a los rumores y negaba
ante Almodóvar cualquier posibilidad de ruptura del 'statu-quo' con este motivo. Sin embargo, en Septiembre fue
presentada al Majzén una nueva reclamación de tono más enérgico acompañada de una petición de indemnización. Las
autoridades marroquíes pretendieron seguir ignorando la reclamación británica, pues para ellas el castigo y detención
de los protegidos británicos tenía un carácter - ante todo- ejemplarizante: "aceptar (en esas condiciones) el pago de la
indemnización sería como dejar una puerta abierta para que todos los países de Europa se crean con derecho de
solicitar indemnizaciones". Sin embargo, la combativa respuesta inglesa dejó sin ninguna opción a la administración
marroquí. El día 20 de Octubre llegaban a Tánger dos buques de guerra británicos, zarpando al día siguiente en
dirección a Mazagán, donde presentaron al Majzén un ultimátum solicitando la destitución del caíd (gobernador) del
distrito de Safi y el pago inmediato de las indemnizaciones requeridas en las notas anteriores, conjuntamente con un
plazo límite de siete días, al cabo del cual de no ser satisfechas las reclamaciones comenzaría el bombardeo de los
puertos marroquíes de la costa atlántica y el inicio de acciones de fuerza. Las pretensiones británicas llenaron de
inquietud al cuerpo diplomático europeo, pero finalmente no se produjo ningún estallido de violencia. Puesto ante esta
tesitura, el Majzén cedió y accedió a cumplir el ultimátum. Ojeda a Almodóvar del Río. 11 de Agosto de 1898. Carta
número 7, copia mecanografiada, A.M.A.E. Archivo Histórico. Leg. 1263; Julián María de Arroyo, primer secretario
de la legación española en Tánger a Almodóvar del Río. 21 de Octubre de 1898, carta sin numerar, copia
mecanografiada. A.M.A.E., Archivo histórico. Leg. 1263; Telegramas de Julián María de Arroyo a Almodóvar del Río.
21 y 26 de Octubre de 1898. A.G.A. África (Marruecos). Sección histórica. Caja 163 /Ex. 2.
785
Véase Robles Muñoz, C.: " El 98 español ..." en op.cit , pag. 114.

472
septentrional de Marruecos. De todos modos, el marqués de Ayerbe, desde Lisboa, creía percibir

una mayor frecuencia en las idas y venidas de unidades navales británicas desde y hacia

Gibraltar.786 Francia tenía una situación similar con sus bases navales en ambas orillas del

Mediterráneo, próximas al eventual escenario de operaciones atribuido a la escuadra

norteamericana. También en este caso se decía en los círculos diplomáticos tangerinos que, si la

escuadra norteamericana hacía acto de presencia en aquél, Francia dispondría el envío de una

escuadra. 787

El Primer Ministro británico, Lord Salisbury sería también muy tajante en una conversación

con el embajador alemán en Londres: si se dirigiera a Tánger una flota extranjera, la inglesa

marcharía inmediatamente hacia aquel puerto. En sus comunicaciones con Berlín, Hatzfeldt

concluía que la suposición de una complicidad de Londres con los norteamericanos era "risible".788

A finales de julio, destruida ya la flota de Cervera en Cuba y perdida virtualmente y por

completo la guerra, los recelos contra Estados Unidos parecían multiplicarse en España. Así, el

aviso Giralda era enviado en misión de reconocimiento de la costa norte de Marruecos para

averiguar si era cierto que los Estados Unidos estaban armando y levantando a las cabilas en contra

de España. 789

Con todo, en el caso de que hubieran estado realmente previstas o decididas operaciones

navales contra la Península y Baleares y Canarias o en las costas marroquíes, no tuvieron lugar.

Iniciados a finales de julio los contactos con los Estados Unidos por parte de España para entablar

conversaciones de paz, los proyectos de una expedición naval norteamericana a las costas españolas

y su derivación (una eventual utilización de Tánger como base de operaciones), perdieron su razón

786
Véase Álvarez Gutierrez, L.: " Tánger en la guerra hispano-norteamericana ...", en op.cit, pp. 108-109.
787
En telegrama cifrado, Tánger, 16-Julio, 1898, Ojeda comunicaba al Ministro de Estado que tenía "fundados motivos
para creer que si apareciese aquí " (la escuadra de Watson) " acudiría inmediatamente una escuadra francesa y quizás
de otros países ", en A.M.A.E.-(H), Leg. 2425.
788
Véase Robles Muñoz, C.: " El 98 español ...", op. cit., pag. 114.
789
El Imparcial, 24 - Julio- 1898. En julio de 1897 fondearon en Tánger los cruceros estadounidenses San Francisco
y Raleigh para apoyar una serie de reivindicaciones norteamericanas ante el Sultán debidas a la agresión a súbditos de
esta nacionalidad. Tal vez ello explique el temor. Véase Rodríguez González, Agustín R.: Política naval ..., op. cit.,
pag. 389.

473
de ser. Se diluyeron en el olvido y dejaron de ser objeto de preocupación por parte del gobierno

español y de atención por parte de los círculos diplomáticos y las redacciones de los periódicos.

Para limar asperezas con el Reino Unido, Ojeda concertaría en Tánger una entrevista con el

Ministro Plenipotenciario británico, sir Arthur Nicolson. Frente a los recelos de éste por los

movimientos españoles en el campo de Gibraltar, Ojeda intentó transmitirle su confianza en que no

revestían un carácter hostil hacia los ingleses y que en realidad, eran una lógica consecuencia del

sentimiento de alarma que había invadido al Gobierno sagastino tras el desastre de Cavite y los

discursos de Lord Salisbury y Chamberlain. Nicolson agradecido por la confianza y franqueza de

Ojeda, quitó hierro al ultimo de ellos, indicando que no se refería en absoluto a la monarquía

española e hizo gala de las buenas disposiciones del gobierno inglés hacia España y "de su deseo

de asociarse a su política en Marruecos" en pro del mantenimiento del statu-quo. El pro-británico

Ojeda aprovecharía estos contactos para volver a solicitar del gobierno liberal, un giro en la política

marroquista, en el sentido de un estrechamiento intenso de las relaciones con el Reino Unido, y

entendió que dado que se estaban disipando, gracias a sus relaciones con Nicolson, las dudas

británicas sobre un posible acercamiento español a la Dúplice Alianza francorusa, era el momento

adecuado de dar el paso decisivo. Este podía ser al mismo tiempo muy útil a España en las

conversaciones de paz con los Estados Unidos, pues el gobierno británico podría cumplir las veces

de mediador y tutor-defensor de los intereses españoles en Filipinas y Caribe:

"(...) a Inglaterra no le conviene nuestra enemistad en general, y menos en


Marruecos.(...) Su agente en esta ( se refiere a Nicolson ) tenía el encargo de explorar mi
ánimo por si descubría en mi conversación síntomas de la alianza con Francia y Rusia que
no puede menos de preocuparla. (...) De todos modos creo que este temor puede llegar a ser
un elemento que debemos aprovechar y que empleado con eficacia y oportunidad podía
sernos útil no solamente para nuestra política en Marruecos sino para una solución, la
menos desfavorable posible, del conflicto con los Estados Unidos".790

790
Ojeda a Almodóvar del Río. Carta particular no. 3. 8 de Junio de 1.898. A.M.A.E.- (H). Leg. 1263

474
6.9. Los informes secretos del conde de Benomar sobre Marruecos.

Mientras tanto, se estaba forjando en Madrid la idea de alterar por completo el statu quo en el

Imperio jerifiano, y conseguir una permuta para España consistente en el intercambio de Marruecos

por Cuba, operación tendente a un reajuste de la grandeza patria y a un imprescindible rearme del

prestigio nacional.

La idea provenía del máximo experto en asuntos marroquíes de la diplomacia española, y

antiguo hombre de confianza de Segismundo Moret, el conde de Benomar (Francisco Merry y

Colom). Éste, el 26 de abril, al día siguiente de la declaración de guerra a España por el Gobierno

norteamericano y del comienzo del bloqueo de Cuba por la Marina de guerra estadounidense,

presentó a la Reina Regente María Cristina un informe de ocho páginas en el que sugería tan

espectacular trueque con "el amparo de las potencias". Benomar entendía que la pérdida de Cuba

era el irremediable fruto de un enfrentamiento directo con la potencia militar del otro lado del

Atlántico, y que asimismo los archipiélagos balear y canario quedaban irremediablemente

amenazados por la actitud del Reino Unido, deseosa de buscar aliados en política internacional y

proclive a encontrarlos en los Estados Unidos. Por ello proponía que tras las primeras escaramuzas

navales y terrestres que permitieran salvar la honra del Ejército español, el Gobierno sagastino

buscase por mediación de algún gobierno europeo amigo, la apertura de una conferencia

internacional de paz donde se reunirían las seis grandes potencias europeas -Reino Unido, Imperio

zarista, Francia, Italia, el II Reich, y la Monarquía Dual-, junto con las representaciones

estadounidense y española. Benomar proponía asimismo que la primera decisión conclusiva de esta

conferencia fuese la imposición de un armisticio a los dos países beligerantes, que vendría seguida

por la venta de Cuba a los norteamericanos por trescientos o cuatrocientos millones de dólares-oro.

Esta formidable inyección de recursos económicos permitiría a España enjugar una parte de su

deuda exterior, y obtener unos recursos cuantiosos que permitirían reforzar la escuadra con ocho o

475
diez nuevos acorazados de último diseño, construir una completa red ferroviaria en el archipiélago

filipino y estructurar una numerosa fuerza expedicionaria que debía ocupar Filipinas.

A continuación lo que estipulaba el diplomático era la reorientación de la política colonial

española que se debía dirigir a un nuevo escenario: a Marruecos; el camino por recorrer pasaba

primero por convencer a las seis grandes potencias europeas de que no convenía en modo alguno

socavar la posición internacional de España. Por ello, había que compensarla de la pérdida de Cuba.

Benomar señalaba que posteriormente había que conseguir que se reconociese en la conferencia la

concesión a España del protectorado sobre el Imperio marroquí, con la facultad añadida de ocupar

militarmente el país. En teoría subsistiría y actuaría un gobierno indígena con el Sultán a la cabeza,

que sería respetado formalmente por la administración española, la cual a su vez nombraría un

Plenipotenciario especial en Marruecos, cabeza de un gobierno paralelo impuesto al Majzén y

dominante en la práctica, que daría protección al país y lo representaría en el exterior. Debía de

ajustarse a un modelo similar al creado por los franceses en Túnez, en 1881. A la vez, Benomar

confiaba en hallar en el nuevo imperio colonial que conseguiría España una salida profesional para

los oficiales que tuvieran que dejar el Caribe puesto que encontrarían una ocupación fija como

jefes e instructores del nuevo ejército marroquí. Este sería reorganizado por España e integrado

plenamente dentro del ejército español.

Benomar, al producirse en 1887 la propuesta de la Embajada francesa en Madrid al gobierno

de Sagasta de reparto de Marruecos, había tenido conocimiento directo de ella. Había hecho

partícipe al propio Bismarck -por encargo del Ministro de Estado Moret- de las propuestas galas,

que adjudicaban a España gran parte del territorio imperial marroquí, teniendo el área de influencia

hispana como límite meridional las cumbres del Atlas. Posteriormente, al ocupar el cargo de

Embajador en Roma había seguido de cerca las vicisitudes marroquistas de los Gobiernos

restauracionistas y estaba convencido de poder obtener de París las mismas concesiones de once

años antes. Sin embargo aconsejaba a la reina Regente que hasta el momento mismo de la

476
celebración de la conferencia, el asunto debería permanecer en el más absoluto de los secretos, sin

que el Reino Unido llegara a sospechar de su existencia.791

El 1 de Junio, hundida ya la flota de Montojo en Cavite, Benomar presentaba en el Palacio

Real un segundo informe792 en el que replanteaba la cuestión de Marruecos, revisando su texto

anterior.

La patente soledad internacional inglesa, puesta de manifiesto en 1898, cuando Gran Bretaña

se enfrentaba a la presión rusa sobre China, a la presión francesa sobre Egipto y a la presión

alemana sobre las Filipinas, había llevado a algunos de los ministros del gabinete de Londres, sobre

todo al de Colonias, Joseph Chamberlain, a moverse, buscando aliados y a hacer declaraciones

públicas en favor de un acercamiento con Estados Unidos. Fracasado el intento de detener a Rusia

en China (en marzo de 1898 conseguía el arriendo por noventa y nueve años de Port Arthur),

Chamberlain intentaba una negociación muy difícil con Alemania, mientras procuraba atraerse a la

opinión pública norteamericana con una política de neutralidad durante la guerra de Estados Unidos

con España, que evitaba cualquier roce con los intereses de la Unión.

Gran Bretaña que seguía siendo la primera potencia colonial no deseaba controlar

políticamente nuevos territorios porque pensaba que ello sólo le reportaría problemas y que

agruparía a todos sus competidores contra ella; paralelamente, aspiraba a que el mercado filipino

siguiese abierto a sus productos y que el mercado chino no sufriese más asaltos.

Por ello, a partir del momento en que la derrota española fue evidente, Londres hizo saber a

Washington que sus intereses coincidían con los deseos del expansionismo norteamericano

(expresando su respeto por la libertad de comercio) y que se oponían a los intereses alemanes (el

II Reich habría reservado ese mercado para sus productos). De esta manera, Gran Bretaña, la

791
Informe muy secreto del Conde de Benomar: Proposición del conde de Benomar a la Reina Regente de venta de la
isla de Cuba a los Estados Unidos.26 de Abril de 1898. (A)rchivo (G)eneral del (P)alacio (R)eal. Madrid. Sección
Alfonso XIII. Cajón 18/ Expediente 6.
792
Juan Pando señala en su estudio sobre la batalla de Annual que Benomar presentó un solo informe a la reina
Regente María Cristina, de diecisiete folios el 1 de Junio de 1898. Comprobada la documentación, resultan dos
informes: uno primero, de 26 de Abril que consta de ocho folios, y un segundo, de 1 de Junio, matizando y revisando el
anterior, que consta de siete.

477
única potencia que hubiese podido limitar las exigencias de los Estados Unidos frente a España,

mostró su interés por la anexión norteamericana de todo el archipiélago filipino.

Por contra, la parcialidad inglesa durante la guerra hispano-norteamericana creó un

sentimiento antibritánico muy fuerte en la población y en los políticos españoles, plasmado en el

segundo informe de Benomar (por otra parte, éste juzgaba inminente una alianza militar anglo-

americana). El diplomático mostraba en el texto su desengaño también hacia Alemania, con la que

en principio se había llegado a confiar en España como un posible aliado para frenar la expansión

estadounidense en Filipinas y que sin embargo, llegado el momento decisivo de la guerra, nada

había hecho para ayudar al gobierno sagastino. Al mismo tiempo el concierto europeo, "lleno de

simpatías" hacia la causa española no había funcionado y las potencias del viejo continente habían

dejado sola a España ante la agresión del coloso norteamericano.

El análisis de la nueva situación le llevaba a Benomar a desaconsejar la celebración de la

conferencia internacional de paz propuesta en su primer informe. Ahora abogaba por un

entendimiento directo de España con Washington. Estimando el diplomático que una invasión

terrestre de la isla de Cuba sería una operación muy costosa para el ejército norteamericano,

entendía que esta baza era un instrumento que podía utilizar el gobierno liberal para comprometer

al norteamericano en la búsqueda de la paz. Las conversaciones debían celebrarse en Suiza y

llevarían aparejada la entrega de Cuba al gobierno americano, poniéndose por parte española dos

condiciones: la evacuación de las islas Filipinas con la retirada de la escuadra y del ejército

norteamericanos, y que la cesión de Cuba a EEUU debía de ser el preludio de una negociación con

Francia y las restantes potencias europeas sobre Marruecos, en el sentido fijado por su primer

informe.793

¿Qué trascendencia tuvieron los dos informes de Benomar de la primavera de 1898?.

¿Quedaron olvidados en los cajones del Palacio de Oriente ?. No. Juan Pando Despierto señala que

"a Benomar y a su informe ' muy secreto', diecisiete folios de sugerentes ideas, ningún caso le

793
Segundo proyecto muy secreto del Conde de Benomar. 1 de Junio de 1898. A.G.P.R. Sección Alfonso XIII. Cajón
18 / Ex. 6.

478
794
hicieron Sagasta ni la Reina Regente, poco dados a aventuras africanas". Sin embargo, lo que

hizo el gobierno liberal durante el verano de 1898, como han demostrado Cristobal Robles y Luis

Álvarez Gutiérrez, fue abrir a escala internacional el debate sobre el mantenimiento del 'statu quo'

en Marruecos, buscando compensar con la soñada expansión decimonónica en Marruecos, las

pérdidas experimentadas en las Antillas y Filipinas.795

En previsión de las consecuencias, que para su status de potencia colonial podría traer el

enfrentamiento con la emergente potencia norteamericana, España, por medio de Emilio de Ojeda,

su representante diplomático en Tánger, avanzó sus aspiraciones a obtener compensaciones en

Marruecos por las pérdidas que pudiera sufrir en sus posesiones del Caribe y del Extremo Oriente.

Fue uno de los temas de atención de los diplomáticos europeos, acreditados ante Abd al- Aziz, en

sus conversaciones estivales sobre la anunciada expedición naval a Marruecos de la escuadra del

comodoro Watson.

Es bien sabido que esta cuestión se convertirá en el eje fundamental de la política exterior de

España, una vez cedidas por imposición del tratado de paz de París a los Estados Unidos, o por

venta al Imperio Alemán, sus últimas posesiones en América y en el Pacífico. Suponía un cambio

radical en la política marroquí de Madrid, basada hasta entonces en el mantenimiento del statu quo

del imperio jerifiano. Es decir, España pretendía participar, aunque fuera de forma modesta, en el

gran reajuste territorial que se estaba operando en los dominios coloniales, con África como

escenario principal, y no perder su condición de país civilizador o colonial, según se prefiera, que

entonces constituía un signo del prestigio de un país.

Suscitado el tema por Emilio de Ojeda, fue objeto de debate entre sus colegas europeos.

Tanto el británico Nicolson, como el francés Monbel, hicieron saber que sus gobiernos jamás

aceptarían un cambio unilateral en el 'statu quo' de África del Norte en exclusivo beneficio de

España. Añadieron que sus países tenían bien delimitadas las respectivas esferas de influencia en

794
Véase Pando Despierto, J.: Historia secreta de Annual, Madrid, Temas de Hoy, 1999, pp. 60 y 372.
795
Véase Álvarez Gutierrez, L.: "Tánger en la guerra hispano-norteamericana de 1.898", en Boletín de la Real
Academia de la Historia, CXCV/I, 1998, pp. 127-130; Robles Muñoz, C.: El 98 spañol...op.cit., pp. 114-115.

479
Marruecos, a las que no estaban dispuestos a renunciar; y que, por tanto, la cuestión de un posible

reparto del norte de Marruecos, como consecuencia de las pretensiones españolas, debía tenerlas en

cuenta.

Las intenciones españolas de buscar compensaciones territoriales en el Imperio jerifiano,

que resarcieran de alguna manera aquellas previsibles pérdidas, produjeron no poca alarma en el

cuerpo diplomático europeo acreditado cerca del Sultán. No sólo los representantes de Inglaterra y

Francia, sino también los de Rusia e Italia consideraban inadmisible el proceder unilateral de

España. Igualmente, señala Luis Álvarez, el representante alemán se mostró decididamente

opuesto, aunque añadió que sería de desear que las potencias se pusieran de acuerdo para resolver

la cuestión del norte de Marruecos.796

Pero el debate estival entre los diplomáticos europeos acreditados en Tánger no se limitó al

problema planteado por el representante español. Sirvió de pretexto para extenderlo al conjunto de

la cuestión marroquí. Los temores se hacían extensivos a la actitud ya decididamente expansionista

de Francia, decidida a terminar con el statu quo: es por ello que se había reactivado la iniciativa

tendente a saldar en su favor la cuestión fronteriza de Argelia con el Sultanato. En Tlemcen se

observaba una gran actividad orientada a crear, en el Amalato de Uxda, unas condiciones, que

permitieran adelantar la frontera del territorio argelino hasta la desembocadura del Muluya.

Rumores infundados sobre avances de columnas francesas en dirección a Figuig circulaban por la

capital diplomática marroquí, considerándose en la Legación Británica que era inminente la

ocupación definitiva de estos importantes oasis, largamente ambicionados por Francia.

El Gobierno de Madrid estuvo temiendo también durante gran parte del año posibles

asechanzas o una intervención armada en Marruecos de origen británico. Durante el mes de Mayo

se sometió a vigilancia al Vicecónsul inglés en Rabat, sospechoso de colaborar con los Estados
797
Unidos. En el mes de Julio se rumoreó mucho sobre la posibilidad de un raid o golpe militar

796
Véase Álvarez Gutierrez, L.: " Tánger en la guerra ..." op.cit., pág. 129.
797
José Meana, cónsul de España en Rabat a Emilio de Ojeda. Despacho no. 21 (reservado). 13 de Mayo de 1898.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 236 /Ex. 2.

480
inglés en Tánger y finalmente en Octubre buques de la Marina de guerra británica llevaron a cabo

una impresionante demostración naval (en apoyo de unos protegidos) en los puertos de Tánger y

Mazagán.

En noviembre el consulado de España en Liverpool advertía al Ministerio de Estado de la

próxima arribada al puerto de Melilla del buque británico Pharos, llevando explosivos y

armamento a bordo. La noticia coincidía con otra idéntica que hablaba de que la misma compañía

comercial remitía otro vapor -en este caso español- a Ceuta con similar carga. Todo ello en el

intervalo de diez días. En las sospechas del cónsul latía el temor de que los británicos estuvieran

armando en secreto a las cabilas próximas a las plazas norteafricanas para lanzarlas contra ellas; el

miedo a que aprovechando la coyuntura del desastre frente a los estadounidenses, las tribus se

revolvieran contra España era muy grande.

Estos temores se contagiaron bien pronto a las autoridades de Madrid. Las instrucciones

dadas a Melilla fueron las de que el buque fuese minuciosamente registrado a su llegada al

puerto.798 Sin embargo se trataba de una falsa alarma. Las autoridades melillenses permitieron al

buque continuar rumbo a Malta.799 Una de las casas comerciales más acreditadas de Gibraltar,

Macías and Co. había establecido hacia años sucursales en Londres y Melilla, verificando un

intenso tráfico mercantil entre la capital británica y Gibraltar, por medio de los vapores de la casa

James Moss, a la que pertenecía el Pharos, y luego remitiendo sus géneros a Melilla a través de

buques franceses. Ciertas desavenencias mercantiles entre británicos y franceses llevaron a la casa

Macías a solicitar de la casa Moss que sus vapores en vez de terminar su carrera en Gibraltar la

prolongaran por el Mediterráneo con escala en Melilla. El vapor Pharos había hecho un viaje "de

tanteo" a Melilla, inaugurando el nuevo servicio que haría el recorrido Liverpool- Gibraltar-

Melilla-Malta- Constantinopla, admitiendo carga general para todas sus escalas.

798
R.O. del Ministerio de la Guerra dirigida al Comandante General de Melilla, de 19 de Noviembre de 1.898. S.H.M.
Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 168.
799
Informe de Pedro Nogueira Pavía, jefe de policía de Melilla. 18 de Noviembre de 1898. S.H.M. Archivo de la
Comandancia Militar de Melilla. Rollo 168.

481
La novedad del servicio había hecho nacer las sospechas españolas. La policía española

estimaba que los explosivos que se embarcaban regularmente en Liverpool iban destinados

exclusivamente para las obras del puerto de Gibraltar.800 A pesar de haberse comprobado lo

inverosímil de las sospechas, el Ministerio de la Guerra ordenó al comandante general de Melilla

seguir vigilando discretamente los cargamentos desembarcados por buques fletados por la Casa

Macías. Se tenía la certidumbre de que las casas comerciales hebreas asentadas en Melilla -

británicas o de otra nacionalidad - se dedicaban con profusión al contrabando.801

El Ministerio de Estado sospechaba, asimismo, que cartuchos Remington procedentes de una

fábrica sevillana se vendían en Tánger y Tetuán. El cónsul español en esta última localidad,

Teodoro de Cuevas estuvo investigando durante el mes de Agosto sin comprobar nada más salvo

que se había producido una fuerte mutación en las rutas de llegada de las armas y municiones de

contrabando. Anteriormente las rutas eran casi de dominio público: los contrabandistas conducían

los cartuchos desde Málaga hasta Gibraltar. Allí eran embarcados en faluchos ingleses que los

traían a Río Martín, en las proximidades de Tetuán, trasbordándolos en la proximidad de la costa

marroquí a los cárabos rifeños. Frecuentemente las municiones eran también llevadas a las costas

ocupadas por las cabilas compradoras. Sin embargo, desde pocos años antes, los cartuchos salían de

España por Algeciras y celosamente ocultos eran conducidos por los vapores-correos que de ella

salían hasta Ceuta, contando con la complicidad de alguno/s de los marineros de los buques. No

llegaban a ser desembarcados en Ceuta; eran transferidos a bordo de barquillas de pesca que luego

a su vez en alta mar o en la costa entregaban a otros barcos la carga cuyo destino final era el Rif.

Cuevas había conseguido averiguar también que los mismos soldados de la guarnición de Ceuta

vendían usualmente municiones a montañeses marroquíes. Únicamente en Tetuán, el Bajá (Dris ibn

Mohammed Yaisch) había tomado severas medidas para reprimir el tráfico ilegal multiplicando los

800
Informe sobre el viaje del vapor Pharos a la plaza de Melilla. S.H.M. Sin fecha. Archivo de la Comandancia
Militar de Melilla. Rollo 168.
801
R.O. del Ministerio de la Guerra de 22 de Diciembre de 1898 dirigida al Comandante General de Melilla. S.H.M.
Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 168.

482
controles militares con los askaris de que disponía y la venta de cartuchos había desaparecido. En el

mes de Diciembre, los askaris apresaban a la tripulación de la barca Santa Teresa, acusándola de

ejercer actividades de contrabando.802

6.10. La situación en el Rif a comienzos de 1898.

El 7 de Octubre de 1896 un buque francés, el Prosper Corin, que hacía el recorrido entre

Cádiz y Arzeu (Argelia), cuando se encontraba a la altura de las costas del Rif, había sido

abordado por varios miembros de la cabila de Bocoya, que tomaron como rehén a su capitán. El

incidente había continuado una hora después cuando se produjo la intervención del vapor español

Sevilla, que procedente del Peñón de Vélez de la Gomera acudía en ayuda del buque francés. Tras

una intensa lucha entablada entre la tripulación armada del barco español y los tripulantes de los

cárabos (barcas) rifeños, habían quedado en manos de los españoles doce miembros de esta cabila,

que inmediatamente fueron internados en la plaza de Alhucemas, donde tenían que esperar --

acusados de actos de piratería- su juicio por la Autoridad marítima de Cádiz, bajo cuya jurisdicción

administrativa se hallaba el puerto de Alhucemas.

Sin embargo, la cabila de Bocoya, lejos de terminar sus ataques contra los buques que

frecuentaban aquella zona, atacaba poco después nuevamente a dos buques, el italiano Fiducia y el

portugués Rosita, haciendo cautivos a varios marineros que los tripulaban.803

Las tentativas que los Gobiernos de Roma y Lisboa emprendieron para el rescate de sus

súbditos acabarían por resultar completamente ineficaces, hasta que se produjo la intervención

mediadora de la diplomacia española cuya finalidad era reforzar la vía de la penetración pacífica

de los intereses hispanos en el Imperio, y que iba a conseguir con esta acción uno de sus triunfos

más notables. Presentada por el gobierno de Madrid como una iniciativa motivada por un simple

802
Teodoro de Cuevas, cónsul de España en Tetuán a Emilio de Ojeda. Despacho no. 92. 16 de Agosto de 1898.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 236 / Ex. 2.
803
Becker, J.: Historia de Marruecos..., op.cit, pp. 408-409.

483
"sentimiento humanitario", la intervención española llevada a cabo fundamentalmente por Emilio

de Ojeda, consiguió la liberación de los cautivos europeos. La negociación dio pie a todo un juego

de argucias, motivado por los recelos de Francia, cuyos intereses de asentar su hegemonía

indiscutible en todo el Rif eran muy intensos. De hecho, la presión francesa contemplaba entonces

diversos escenarios en su acción en el Sultanato, que no debía quedar esencialmente constreñida a

la frontera oriental del Imperio. Así es que el consulado francés en Tetuán puso en marcha un

complejo plan para boicotear la mediación española y minar la autoridad moral que estaba

cimentando el Gobierno de Madrid entre las cabilas de la región. Un buque de guerra francés, el

Cosmao, desplazándose desde Argel, llegó a Alhucemas con el fin de desbaratar la acción española

y conseguir, por su cuenta y riesgo, la liberación de los marineros europeos prisioneros de los

Bocoyas. 804 Sin embargo, la diplomacia española pudo hacer frente y contrarrestar eficazmente la

maniobra francesa, ya que contaba con un elemento de presión del que carecía la diplomacia gala:

la condición fundamental que ponían los rifeños para acceder a la liberación de los cautivos era la

puesta en libertad de todos los Bocoyas presos en Alhucemas. Las negociaciones acabarían

dilatándose por los propios procedimientos de la legislación española: estando los Bocoyas

detenidos en un presidio español, se hallaban sometidos a un procedimiento sumarísimo, que no

podía ser obviado. Esta dificultad pudo ser zanjada finalmente por la promesa formulada por Ojeda

a los Bocoyas, en nombre del Gobierno español: en el plazo de tres meses los rifeños serían

liberados, bien fuese por absolución pronunciada por el consejo de guerra marítimo de Cádiz, o

bien por el indulto que la Reina Regente María Cristina les otorgaría, caso de ser condenados por

dicho tribunal, haciendo uso de una prerrogativa de la Corona. Así sucedió: celebrado el consejo de

guerra el 30 de diciembre de 1897, once de los rifeños eran condenados a cadena perpetua y a pagar

una indemnización de un millón de pesetas, pero antes de terminar el plazo señalado por Ojeda para

804
R.O. del Ministerio de la Guerra de 27 de Octubre de 1897 dirigida al Ministerio de Estado trasladando telegrama
de la Comandancia General de Melilla; Ojeda a Pío Gullón. 31 de Octubre de 1897. Despacho número 196. A.G.A.
África (Marruecos). Sección histórica. Caja 73 / Ex. 2.

484
el cumplimiento de la promesa efectuada por el Gobierno español, el 12 de febrero de 1898 los

once Bocoyas eran indultados e inmediatamente puestos en libertad.805

A pesar de unas débiles posiciones de partida en la costa rifeña, la acción diplomática

española, prescindiendo de cualquier instrumento basado en la fuerza y en los mismos momentos

en que se precipitaba el final de la presencia colonial en Ultramar, estaba a punto de conseguir uno

de los mayores éxitos en la historia de la actuación hispana en el Sultanato hasta ese momento. La

presión francesa había desplazado su interés desde el desierto sahariano a la costa del Rif. Las

intrigas republicanas se centraban ahora en adquirir el control de la mayor parte del territorio, y con

este fin los diplomáticos galos trataban de conceder la protección francesa a toda la cabila de

Bocoya. Sin embargo, sin que mediara iniciativa alguna por parte de España, salvo la relativa a la

mediación en el asunto de los marineros europeos cautivos, desde finales de 1897, varios notables

de la cabila acuden espontáneamente ante el Ministro Ojeda para solicitar la concesión de la

nacionalidad española y que se les permitiera enarbolar la insignia de esta nación en sus aduares.

En su comunicación al entonces Ministro de Estado del gobierno sagastino -Pío Gullón- Ojeda

venía a descartar solo momentáneamente la posibilidad de satisfacer la solicitud de los rifeños. Sin

embargo, el diplomático entendía la necesidad de dar un giro drástico a la política seguida por

España en aquella parte del Imperio jerifiano. Para ello se debía de abandonar la línea de acción

practicada hasta entonces, limitada a un confinamiento a ultranza en los presidios y posesiones de

la costa, y aceptar la propuesta rifeña, entrando en toda una red de alianzas y compromisos con las

cabilas ribereñas al Mediterráneo, lo que permitiría en pocos meses ejercer un control absoluto

sobre casi todo el territorio del Rif.806

Podemos entender el interés de los Bocoyas al solicitar la protección española en un intento

estratégico de sustraerse a un previsible castigo del Majzén, en un momento en que las

negociaciones para el rescate de los cautivos europeos estaban a punto de terminarse, con la

805
Memoria del Ministerio de Estado redactada por el Marqués de González. 5 de marzo de 1898. A.G.A. África
(Marruecos). Sección Histórica, Caja 103 /Ex. 2.
806
Ibidem. Ojeda a Pío Gullón. 19 de Enero de 1898. Carta número 11, manuscrita.

485
liberación en contrapartida de los once rifeños juzgados en Cádiz. 807 Se gestaba en el horizonte la

posibilidad del envío de un cuerpo de ejército imperial al Rif con objeto de realizar un vigoroso

castigo sobre la cabila a la que se juzgaba como responsable, entre los círculos diplomáticos

europeos, de diversos actos de piratería. Sin embargo, la documentación de la Legación en Tánger

nos permite matizar, en cierto modo, dicha hipótesis, dado que las solicitudes de protección no se

limitan sólo a ser realizadas por los rifeños víctimas potenciales de la represalia imperial, sino que

incluso se van a hacer extensivas a la vecina cabila de Ait-Urriaguel, que no solamente no será

objeto de agresión, sino que participará como parte integrante de la mehal-la (tropa o expedición)

enviada por el Majzén contra los Bocoya.

Un despacho oficial remitido a Madrid desde Tánger el 9 de marzo nos permite conocer la

llegada el día anterior a la Legación española de una comisión de notables de los Ait- Urriaguel

(integrada por el jerife Sid Ahmmed Ben Es-Sid Messod y otro rifeño). Los rifeños expusieron al

diplomático español las intrigas efectuadas entre los miembros de la cabila por los agentes políticos

franceses encabezados por el argelino Si Allal, cónsul de la República en Tetuán, que venían a ser

una continuación de las practicadas meses antes con los Bocoyas. Francia se había propuesto

consolidar su presencia hegemónica en el Rif, concertando también una alianza con los Ait-

Urriaguel y haciéndoles partícipes de la protección francesa. Reunida la cabila en consejo, se

habían discutido las proposiciones de los enviados galos pero

" en vista de las buenas relaciones de amistad que la cabila mantiene con la vecina e
inmediata plaza de Alhucemas, teniendo en cuenta los lazos tradicionales que los ligan a
España y los dictados de su propio interés, la Asamblea había decidido informar de todo
ello al Ministro de España en Tánger y solicitar oficialmente la protección de España que
les pusiera a cubierto de las asechanzas de Francia y de las exacciones del Sultán".808

807
De los doce rifeños enjuiciados originalmente, uno de ellos fue declarado expresamente no culpable siendo
decretada su liberación.
808
Ojeda a Pío Gullón. 9 de Marzo de 1898. Despacho reservado número 41. A.G.A. África (Marruecos). Sección
histórica. Caja 199 / Ex. 1.

486
El diplomático español intentó sondear y explorar las verdaderas intenciones de los

cabileños. Con ese fin, restó importancia a las maniobras de Al.lal y los agentes galos en

Alhucemas, para a continuación solicitarles pruebas de lo que consideraban los urriagueles que eran

las verdaderas intenciones francesas, es decir conseguir el control efectivo de Alhucemas.

Dos días después, un nuevo despacho informaba al Ministro de Estado de la llegada a la

Legación de una serie de cartas remitidas por notables tanto de la cabila de Bocoya como de la de

Ait-Urriaguel, alertando de nuevo de los manejos franceses en la zona, solicitando la mediación de

España ante el Majzén para contrarrestarlos y en definitiva, reiterándose en su deseo de convertirse

en súbditos de España, ofreciendo a Ojeda sus territorios y sus personas a cambio de la protección

de la bandera española. La remitida en particular por los que decían ser "principales notables" de

Bocoya no solamente se limitaba a consignar la relación de quejas habituales contra la conducta de

Al.lal, sino que solicitaba de Ojeda que ayudase a los rifeños ante el Majzén para convencer a éste

de que detuviera la dinámica imperialista en Alhucemas. Iba acompañada de una misiva, dirigida a

la Delegación Imperial en Tánger, que el Ministro español se encargó de trasladar rápidamente a

Mohammed Torres, así como también notificó las impresiones de los Urriagueles sobre las

injerencias francesas.809

Con todo, la reacción española fue de una pasividad inaudita. Se limitó a dar curso a la

petición de los rifeños relativa a la presentación de las quejas sobre la acción francesa en el

territorio ante el Delegado del Sultán en Tánger, y sin atender ninguna otra de las solicitudes, se

intentó ganar tiempo solicitando a los notables de las cabilas aclaraciones y pruebas del verdadero

carácter de la actuación francesa. Ojeda insinuó al respecto que bien podía tratarse simplemente de

un movimiento meramente episódico llamado a cubrir las necesidades de recluta entre las unidades

indígenas del Ejército colonial francés en Argelia, y que con este fin, los agentes galos estarían

buscando voluntarios para llenar las vacantes producidas entre sus efectivos. La respuesta rifeña

colmó ampliamente todas las necesidades de información de la diplomacia española: no se trataba

809
Ibidem .Ojeda a Pío Gullón. 9 de Marzo de 1898. Despacho número 43.

487
ahora de un mero reclutamiento de voluntarios, sino del ofrecimiento " de la protección efectiva e

incondicional de toda la Cabila ofrecida por el agente de Francia, y que daría a esta nación el más

completo predominio en la costa que circunda a Alhucemas".810

Sin embargo, a pesar de que las ofertas de los enviados de la República habían calado

hondamente en la opinión de una parte de los miembros de ambas cabilas (sobre todo, en la de

Bocoya), existían algunos sectores -incluso dentro de los notables de las mismas- que se decantaban

por rechazarlas y por realizar una aproximación a España. La diplomacia española rechazó esta

opción, invocando ante los rifeños que la Corona no podía violar un acuerdo como el relativo al

régimen de protección, estipulado por las cláusulas de la conferencia de Madrid en 1880, haciendo

extensiva la nacionalidad española a cabilas enteras. Sin embargo, aunque se invocaran

oficialmente estas razones o excusas, subyacían otros motivos más trascendentales. En efecto, la

constitución de una zona de influencia española a lo largo de la costa del Rif , aunque no hubiese

significado la ocupación inmediata del territorio o la instalación en él de parte de las fuerzas

armadas hispanas, suponía un ataque más directo a la soberanía del Sultán que las pretensiones de

los gobiernos republicanos sobre los confines surorientales del Imperio jerifiano, con lo cual se

hubiera planteado de manera definitiva, la apertura de la "cuestión marroquí", que era algo que no

interesaba en absoluto al gobierno de Madrid. Además, tal actitud representaba la intervención

directa de España en la zona del Estrecho, en un momento crucial de aislamiento diplomático del

país, huérfano de un apoyo efectivo entre las potencias europeas y abocado a un enfrentamiento

inmediato con los Estados Unidos. Esto venía a coincidir en el tiempo con la creciente tensión

anglo-francesa por el control del valle del Nilo y probablemente el gobierno de Sagasta entendió

que cualquier movimiento que contribuyese a alterar la situación en el Estrecho o que pudiese

afectar la seguridad de Gibraltar no iba a ser tolerado por Gran Bretaña, en un momento en que en

el Reino Unido se estaba contemplando con verdadero temor cualquier aproximación de España a

810
Ibidem.

488
Francia o a la Dúplice Alianza.811 Con todo, otras razones de peso no menos importantes que las

ya apuntadas se centrarían en la debilidad de las fuerzas materiales de la nación en el Rif, la falta

de iniciativa gubernamental, la descoordinación entre la diplomacia y las autoridades militares de

las plazas y presidios, o incluso las deficiencias de las redes de información de la Legación

tangerina en toda la región. 812

La amenaza francesa sobre el Rif era entendida como una daga apuntada de manera clara,

directa y ostensible a la propia seguridad nacional. En la jerarquía de los intereses españoles sobre

todo el Imperio, la intervención extranjera en la costa rifeña era algo que atentaba contra la
811
Ojeda a Almodóvar, 8 de Junio de 1898. Carta número 3, copia mecanografiada. A.M.A.E.Archivo Histórico.
Leg.1263. Desde 1704, el Reino Unido había venido considerando a Gibraltar como " ... one of the key positions in the
network of Imperial defence " ( Political and Strategic Interest of the United Kingdom. An Outline. By a Study Group
of the Royal Institute of International Affairs, Londres, 1940, pág. 108) La posesión del Peñón permitía a los británicos
controlar una de las entradas del Mediterráneo, y era un enclave fundamental en la ruta hacia el África oriental y la
India, y un puesto importante desde donde controlar las líneas de navegación hacia el África Occidental. Todo ello le
suponía al Reino Unido considerables ventajas de orden diplomático, militar y económico (Political and Strategic...,
op. cit., pp. 109-111). La relevancia que a lo largo del tiempo se diera a Gibraltar convirtió la imagen de su fortaleza en
una creencia popular. El inglés medio reconocía la importancia de Peñón en la salvaguarda de los intereses de su país y
creía que su defensa era segura. Sin embargo esta imagen carecía de fundamento. La guarnición británica difícilmente
podía hacer frente a un ataque efectuado con tecnología militar moderna desde España y, en menor medida, desde
Marruecos (Portero, F.:"Gibraltar en la política de seguridad británica" en Congreso internacional El Estrecho de
Gibraltar..., op. cit., pág. 589) Por este motivo,la seguridad de Gibraltar se había convertido en una constante de la
política exterior inglesa, especialmente a partir de los últimos años del siglo XIX, lo que daba lugar a constantes
comentarios de los políticos y de la prensa, tanto británica como española.Como bien había apuntado sir Charles Dilke,
miembro del Parlamento británico," los progresos de la artillería dejaban al Peñón a merced de un ataque desde tierra
si España se uniese al adversario de Inglaterra" ( Martínez Unciti, Ricardo: ¡ Inglaterra Señora del Mundo¡. Notas de
palpitante actualidad basadas en el estudio de la historia y del arte militar, Madrid, Librería de Leopoldo Martínez,
1899, pág. 101). Es por ello que el Gobierno británico, desde 1893 se decidió a conservar el valor estratégico y militar
de Gibraltar invirtiendo fuertes sumas en la construcción de tres diques secos, dos muelles y nuevos arsenales, obras
imprescindibles para los nuevos barcos acorazados de la Marina inglesa, y con las que se pensaba se podría neutralizar
la posible amenaza procedente de España (Torre del Río, Rosario de la: Inglaterra y España .. , op. cit., pp. 249-250).
812
La documentación diplomática contenida en los archivos oficiales españoles nos permite por un lado resaltar la
escasa coordinación entre el Ministro Plenipotenciario asentado en Tánger y las autoridades militares de Alhucemas,
Ceuta y Melilla. Las iniciativas emprendidas por estas últimas eran a veces completamente ignoradas por Ojeda; por
otro lado, algunas comunicaciones consulares relativas a asuntos trascendentales de la actuación española en el Imperio
inexplicablemente eran dirigidas a las Comandancias Generales de Ceuta y Melilla, sin conocimiento previo de la
Legación en Tánger. Así había ocurrido con el incidente de los topógrafos norteamericanos detectados en las
proximidades de Tetuán y Ceuta realizando trabajos de estudio del territorio. Habiéndose apercibido del hecho, la
autoridad consular española en Tetuán, las informaciones habían sido dirigidas a la autoridad militar de Ceuta y no a
Tánger. La muestra más palpable de esta descoordinación radica en el hecho de que cuando semanas después, el hecho
llega finalmente al conocimiento de la Legación, es únicamente a través del Ministerio de Estado, quien ya ha sido
apercibido con anterioridad por Ceuta. Por otro lado, otra evidencia del desorden existente en la acción española en el
Rif nos lo plantea el hecho de que si bien las tres plazas militares de Alhucemas, Ceuta y Melilla poseían servicios de
información propios entre las cabilas de los territorios próximos, esta red de confidentes era ignorada totalmente por
Ojeda, quien desconocía el número y la identidad de todos los confidentes nativos de las autoridades militares
españolas. Además la Legación en Tánger debía de enfrentarse a la intensa acción diplomática francesa en las costas
rifeñas ...¡ contando sólo con un confidente en la región¡, cuya identidad nos proporciona el diplomático español al
desvelarla en una carta a Almodóvar del Río, indicándole que se trata de un bocoya, ex-sargento del Ejército español,
donde ha servido durante veinte años en la Compañía de Tiradores del Rif. La carencia de información la tenía que
suplir, pues, bien acudiendo a sus compañeros del cuerpo diplomático, bien acudiendo a los rumores públicos de los
zocos de Tetuán y Tánger. (Ojeda a Almodóvar del Río, 10 de Junio de 1898. Carta número 4, copia mecanografiada.
A.M.A.E. Archivo histórico. Leg. 1263).

489
preservación y el mantenimiento de la integridad territorial de España, contra los intereses vitales

del propio pueblo español.

"La esfera de acción francesa - escribió Ojeda a Pío Gullón- que hasta ahora parecía
haber respetado tácitamente la irradiación legítima y natural de nuestra influencia cerca de
nuestras playas en África, parece querer ensancharse de día en día á expensas de
España".813

La angustia del diplomático quedó patentizada ante la incapacidad manifiesta de enfrentarse

a la acción desplegada por los agentes franceses y únicamente se aludía en sus indicaciones al

ministro como base de una futura línea diplomática a la posibilidad de vagas apelaciones al

concierto europeo, que por ende, eran las que gozaban de la confianza del gobierno de Sagasta para

detener a los Estados Unidos en el Caribe o en el Pacífico y que se revelaron nulas a todas luces. Al

mismo tiempo, los despachos de Ojeda evidenciaban la falta de colaboración por parte de las

autoridades militares de las plazas enclavadas a lo largo del Rif que la diplomacia española

acreditada en Tánger estaba experimentando. Ello no le permitía al diplomático conocer realmente

lo que estaba ocurriendo en las playas mediterráneas marroquíes y cual era el verdadero grado de
814
penetración del imperialismo francés en ellas. El estado de absoluto desconcierto en que se

encontraba era evidente cuando escribió poco después a Pio Gullón:

" Sin confidentes en el Riff ni medio alguno material con que atender a tan
imprescindible servicio, sin informes ni la más remota noticia por parte de nuestras
Autoridades militares que pudieran guiarme a través del dédalo de intrigas y del conflicto
de testimonios que revelan las adjuntas cartas, (se refiere a las que ha recibido de los
notables de Bocoya y Ait-Urriaguel) esta Legación se halla en realidad impotente para
ejercer en aquella comarca la acción que mejor conviene a nuestros intereses, y solo puede
señalar a V.E. los peligros de la fermentación que allí existe y la necesidad de estudiar a

813
Ojeda a Pío Gullón. 9 de marzo de 1898. Despacho número 41, reservado. A.G.A. África (Marruecos). Sección
histórica. Caja 199 / Ex. 1.
814
Torre del Río, R. de la: Inglaterra y España..., op. cit., pp. 320-321.

490
fondo sus causas para precavernos contra sus consecuencias o para sacar de los
acontecimientos el mejor provecho para España ".815

En estas circunstancias el consulado en Tetuán seguía siendo para los intereses españoles el

principal observatorio para la vigilancia de todo lo que acontecía en el Rif. A mediados de Marzo

Teodoro de Cuevas estaba en condiciones de desentrañar la verdadera complejidad de los

movimientos que se sucedían con la rapidez del rayo en las costas del septentrión marroquí. Por un

lado, parecía evidente que algunos notables de la cabila de Bocoya atraídos a la causa francesa,

estaban a punto de ceder a la República una parte de la costa de Alhucemas situada en el

promontorio de El Morro. Se hablaba incluso del otorgamiento a la República de una "tolba" o

documento escriturado de cesión de dichas tierras. Por otra parte, las averiguaciones del cónsul

hacían reflexionar al Ministerio de Estado sobre la sinceridad de los cabileños al solicitar la

protección de la Monarquía española; el cónsul tuvo conocimiento de que los Bocoyas habían

intentado instrumentalizar a la Legación hispana en sus gestiones ante Mohammed Torres para

escapar del castigo de una expedición punitiva enviada por el Sultán. Dando muestra de una

inteligencia aguda y sutil y de una rebuscadísima habilidad, habían intentado sustraerse del

inevitable castigo que se produciría cuando el Majzén conociese la naturaleza de los movimientos

franceses en el territorio.

Los Bocoyas en su misiva a Mohammed Torres culpabilizaban a las acciones galas y a la

actuación de los dos agentes confidenciales de la República en Alhucemas, Al.lal y Dadi, del

desorden y de los disturbios que pudieran ocurrir. También notificaban la partida de varias decenas

de jóvenes con rumbo a Argelia para servir en el cuerpo de zuavos o en los cuerpos irregulares del

ejército colonial francés, presentándola como una "fuga" de sus hogares sin contar con el

consentimiento de sus familias y acababan reafirmando su sumisión al Sultán. Además de reiterar

sus deseos de vivir en paz eterna con el Sultán y con España, descargaban la culpa de las intrigas
815
Ojeda a Pío Gullón, 11 de marzo de 1898. Despacho número 43. A.G.A. África (Marruecos). Sección histórica. Caja
199 / Ex. 1.

491
francesas en Alhucemas en sus vecinos, los urriagueles, y en la codicia de Francia por apoderarse

de las riquezas mineras de la montaña de Yebel Hammam, enclavada en el territorio urriaguel.

Paralelamente, habían "escenificado" su aparente disgusto hacia los "fugados" de Argelia,

realizando ruidosas protestas en toda la comarca, y además, enviados de los Bocoyas en los

diferentes zocos rurales del territorio habían proclamado sus estruendosas amenazas de perseguir a

sus parientes, quemar sus casas, arrasar sus campos y confiscar su ganado si no regresaban.

"(...) semejantes proclamaciones -escribía Teodoro de Cuevas a Ojeda- hechas con


tanto ruido y escándalo tenían el exclusivo fin de producir su efecto en la Corte del Sultán
cuya venganza se trataba así de conjurar. Obsérvase en apoyo de estos asertos que los
alistados se han marchado y que nada ha tenido lugar contra sus familias ni contra sus
propiedades".816

El cónsul, por otra parte, entendía que los movimientos de las cabilas rifeñas intentando

sustraerse de la autoridad del Sultán eran sinceros, y que ningún engaño se escondía detrás. Se

trataba de un proceso progresivo que paulatinamente se estaba dando en diversas tribus, y en este

sentido apuntaba que una gran parte de los Bocoyas se inclinaban por la aproximación a Francia,

mientras que los Aít Urriaguel lo hacían por España. Esta dinámica podía tener sus orígenes o bien

en un excesivo temor de los rifeños al Sultán, o bien en la expectativa de recuperar una autonomía

secular que se había ido perdiendo desde que se consolidó en el territorio la presencia del Majzén, a

través de sus delegados locales.

Cuevas, a mediados de marzo, fruto de las confidencias de algunos cabileños de Aít-

Urriaguel, informaba a Ojeda de las condiciones en que se había concretado la infiltración gala en

el territorio Bocoya: el conjunto de los habitantes de tres aldeas (Izemmuren, Tafensah y el Jeddan

816
Teodoro de Cuevas a Ojeda. 10 de Marzo de 1898. Despacho número 26. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 236 / Ex. 2. En el congreso " Abd el Krim et la république du Rif " que se celebró en París en 1973,
Jean-Louis-Miège llamó la atención acerca de la apertura de la sociedad rifeña hacia el exterior a comienzos del siglo
XX como un elemento contrario al pretendido aislamiento que tradicionalmente se le atribuye (Abd el Krim et la
république du Rif, París, 1976, pp. 57-58). Varias de sus afirmaciones fueron corroboradas por las obras posteriores de
Edmund Burke III, Prelude to Protectorate in Morocco. Precolonial protest and Resistance, 1860-1912, Chicago,
1976, véanse especialmente pp. 11-13; y David Seddon, Moroccan peasants, a century of change in the eastern Rif.
1870-1970, Kent, 1981, pp. 28-53.

492
de Aissa) había decidido aceptar la protección francesa. Entretanto, Berwick, el Vice-cónsul

británico en Tetuán, negociaba en el territorio urriaguel la concesión de unos terrenos metalíferos

en Yebel Hamman. Las intenciones británicas de hacerse con el control de las supuestamente ricas

minas del Rif Central se hacían evidentes.

Sin embargo a diferencia de Francia, los intentos de Gran Bretaña de infiltrarse en el Rif

parecían ser esporádicos. Con todo, el juego de argucias que se sucedían desde finales de 1896 en

torno al Rif Central, convertían al país en objeto de una serie de apetencias concurrentes, que

habían dado a la región el aspecto de un inmenso bazar donde el patrimonio rifeño era objeto

constante de pujas y ofertas varias, donde el mejor postor se iba a quedar con los lotes más

preciados.

Dentro de este "scramble for the Rif", el control de la cabila de Bocoya en el territorio de

Alhucemas se revelaba fundamental, dada la importancia dentro de ella de la fracción Izemuren.

Los excedentes agrarios de los años de buenas cosechas se guardaban en los graneros o silos.

Existía en Bocoya un silo común guardado en un lugar llamado “thyourin´Feuithe" (le lever du

soleil) en la fracción Izemuren. Si Francia pasaba a controlar este poblado, controlaría la

posibilidad de regular la alimentación de toda la cabila.

La acción imperialista francesa en el Rif no se había limitado sólo a ejercer su

influencia sobre esta cabila. Los agentes galos habían empezado a explorar las intenciones pro-

republicanas entre la cabila de Tensaman, situada al Este de la bahía de Alhucemas y junto al cabo

de Quilates, para inmediatamente después iniciar una activa campaña de propaganda. 817

A la vez que los franceses prometían a los Bocoyas el envío de un buque de guerra para

auxiliarles militarmente cuando una hipotética mehal.la imperial se aprestase a ejercer sobre ellos

cualquier tipo de castigo, diversas misivas eran despachadas a los Tensaman desde la Legación

francesa en Tánger. Sus destinatarios eran los santones, morabitos y notables de la cabila, y sus

817
Teodoro de Cuevas a Ojeda. 10 de Abril de 1898. Despacho no. 44. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 236 /Ex. 2

493
remitentes, los chorfa de Wazzan, protegidos franceses. La casa de Wazzan, cabeza asimismo de

una cofradía religiosa, era instrumentalizada por la acción francesa en sus deseos de infiltración en

el Rif. Los propósitos republicanos se resumían en el complot, con la ayuda de la casa de Wazzan,

para extender la protección gala sobre las cabilas de Tensaman y Urriaguel, e ir desgajando

paulatinamente el Rif de la soberanía marroquí. El sistema empleado era muy sutil y se trataba de

convencer a estas dos cabilas, mediante la agitación promovida por sus agentes, para que entrasen

en la rueda de levas y reclutas periódicas de jóvenes rifeños para así nutrir las filas del ejército

colonial argelino. Este procedimiento iría gradualmente llenando todo el Rif de protegidos,

naturalizados y ciudadanos franceses, a la par que lo dejaría libre de la presencia de elementos

adictos al Majzén. 818

En esta coyuntura, Teodoro de Cuevas juzgaba necesario e imprescindible que España

dejase su inacción de las últimas semanas. Una parte de los cabileños de Aït- Urriaguel habían

enviado una nueva comisión al consulado de Tetuán el 13 de marzo, solicitando otra vez la

concesión de la protección española. Con ellos traían una lista de más de cien miembros de la

cabila que expresaban manifiestamente su deseo de convertirse en españoles. Dado que la soberanía

imperial parecía haber desaparecido en el territorio y el Rif había pasado a ser un objeto de codicia

entre Inglaterra y Francia, España no podía quedarse atrás en las estrategias imperialistas. Tenía

que incorporarse a la carrera de la concesión de protecciones, contando como elemento favorable

para ganar simpatías en el Rif, con la existencia de vínculos estrechos entre los rifeños y

guarniciones españolas en Alhucemas.

Ocupados desde hacía siglos por España, los islotes de Alhucemas (Hajrat Nokour) y de

Vélez de la Gomara (Hajrat Badis) habían estado tradicionalmente asediados por las tribus rifeñas,

y sobre todo por los Ait-Urriaguel, los Bocoyas y los Beni-Iteft. Por lo tanto, prisioneras de los

rifeños, de espaldas al mar, asediadas, las guarniciones debían de solucionar la cuestión de su

818
Ibidem.Teodoro de Cuevas a Ojeda. 14 de Abril de 1898. Despacho no. 45.

494
aprovisionamiento, efectuándolo a partir de Melilla. La obsesión principal de las autoridades

militares españolas había sido por lo tanto encontrar una solución satisfactoria al problema del

avituallamiento de las plazas, utilizando la fórmula de presionar al Ministerio de Estado para que

éste, por medios diplomáticos obtuviera del Majzén la autorización para que los rifeños

transportasen sus alimentos y vituallas a las plazas ocupadas por España. Asimismo también se

había puesto en práctica la fórmula de atraer a los marroquíes vecinos de las guarniciones para

crear una dinámica de relaciones constantes con ellos. Había sido un proceso largo y difícil: el

gobierno marroquí se negó durante mucho tiempo a permitir a las gentes del Rif frecuentar los

islotes ocupados e introducir en ellos víveres. Por otra parte, el Majzén a finales del siglo XIX

procuró desplazar al territorio pequeños contingentes de tropas imperiales para que actuaran como

una guardia costera que evitase el avituallamiento de los presidios menores españoles y reprimiese

el contrabando realizado desde estos enclaves. Sin embargo, al final de la centuria la presión

marroquí se había relajado: los Urriagueles acudían frecuentemente a los islotes, comerciaban con

ellos y contribuían con sus ventas al abastecimiento y a la alimentación regular de las plazas.

Corrientes de simpatía hacia España habían empezado a crearse al potenciarse las relaciones de

convivencia pacífica entre españoles y rifeños. Los urriagueles habían sido objeto de un trato de

deferencia por parte de las autoridades de las plazas. Años más tarde, cuando desde las páginas del

Diario de África, el cronista Et-tabyi recopilase anécdotas y sucesos de este período precolonial del

Rif, subrayaría este hecho, 819 corroborado además por los estudios de María Rosa de Madariaga.820

Asimismo, cuando los urriagueles frecuentaban el consulado de Tetuán, eran atendidos por

Teodoro de Cuevas con exquisito tacto, corrección y amabilidad. De la misma forma, cuando

Emilio de Ojeda visitó la ciudad de Tetuán -durante el mes de Agosto de 1898- una amplia

819
Et-tabyi: "Mulay Bu Beker" en (B)iblioteca (N)acional. (M)adrid. Miscelánea García Figueras. Tomo LXXIII, pag.
294.
820
"España mantenía (...), buenas relaciones comerciales con algunas fracciones de Beni Urriaguel próximas a la costa,
particularmente con el poblado de Axdir, y el general Marina (gobernador militar de Melilla), se preocupaba por
preservar este buen entendimiento (la autora se refiere a 1.908) y proteger a los 'amigos de España' entre los que se
contaba Abd-el-Krim el Jatabi"; en Madariaga, M, R. de: España y el Rif : Crónica de una historia casi olvidada,
Melilla, U.N.E.D / Ciudad Autónoma de Melilla, 1999, pág. 322.

495
delegación de la cabila de Aït- Urriaguel acudió a saludarle calurosamente y agasajarle.821 Con el

paso del tiempo, parte de la cabila empezaba a mostrarse remisa a seguir obedeciendo al Sultán y

un sector de los urriagueles deseaba, en consonancia, que se intensificaran aún más las relaciones

con España. El cónsul interpretaba que los deseos de los urriagueles (que había que entender como

un intento de escapar de los tributos y de la mayor presencia en el territorio del poder central)

daban pie a que España entrase decididamente en el "scramble for the Rif", mediante una fórmula

legal que podía ser la solicitud de protección por parte de diversos notables de la cabila, llevada a

cabo con toda solemnidad ante adules y cadí, dando extensos poderes y facultades al consulado
822
español en Tetuán sobre el territorio de los Ait-Urriaguel. La respuesta de Ojeda se limitó a

acoger con cautela y recelo los ofrecimientos rifeños. Se valoraban como un instrumento útil en el

futuro, pero el problema estribaba en hasta qué punto se podía creer en las manifestaciones más o

menos sinceras y desinteresadas de amistad rifeña. Desde Tánger, el Ministro Plenipotenciario

entendía que la impaciencia de los urriagueles obedecía simplemente al temor que les producía el

ser objeto de un castigo por parte de una nueva expedición punitiva de las tropas imperiales a las

playas del Rif que se preveía como inminente en Fez. Por otro lado, se rechazó de plano la

petición de protección de la cabila de Bocoya, entendiendo en este caso que se trataba de una

maniobra rifeña con tal de sustraerse de las represalias del Majzén.

Por otra parte, ante el acercamiento de ciertos grupos dentro de la cabila de Ait-Urriaguel

solicitando la nacionalidad y protección española, el gobierno de Sagasta no accedería proteger a

cabilas enteras, pero iniciaría la práctica (posteriormente no limitada al caso de Urriaguel, sino

extendida al de Bocoya y otras tribus próximas) de crear en ellas "partidos españoles" o "pro-

españoles" con vistas a facilitar una posterior ocupación del territorio; política que se prolongará

durante las dos primeras décadas del siglo XX. Los gobiernos restauracionistas, tal como afirmaron

821
Teodoro de Cuevas al Primer Secretario de la Legación española en Tánger. 29 de Agosto de 1898. Despacho no.
94. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 236 /Ex. 2.
822
Teodoro de Cuevas a Ojeda. 13 de Marzo de 1898. Despacho no. 28. A.G. A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 236 /Ex. 2

496
Germain Ayache823 o el profesor C.R. Pennell 824 y ha corroborado posteriormente María Rosa de

Madariaga,825 escasos de recursos y conscientes quizás de la oposición popular en España a

cualquier aventura militar en Marruecos826 (oposición que acabaría desencadenando, en 1909, los

acontecimientos de la "Semana Trágica " de Barcelona) adoptaron, frente a los manejos franceses,

el compromiso de reforzar la política de penetración pacífica en Marruecos, inicialmente esbozada

en la década de 1880. Esta política, basada en otorgar y conceder sobornos y sueldos mensuales a

los notables y a los jeques, pretendía desequilibrar la sociedad rifeña y granjearse la amistad de los

líderes locales. Se pensaba así que las fuerzas españolas no encontrarían resistencia en su avance

por el territorio si se conseguía ablandar previamente a los rifeños.

En la sociedad rifeña, la unidad política y social era la cabila o tribu. Las cabilas eran de

diferente tamaño. Las más grandes, como la de Ait-Urriaguel, contaban con más de 40.000

habitantes, según las cifras que en sus estudios sobre el Rif cita M.Rosa de Madariaga.827 Las más

pequeñas no llegaban a contar ni con 10.000 personas.

A su vez cada cabila se dividía en fracciones. Éstas, a su vez, en comunidades locales. En

esta organización social, los jeques ejercían la autoridad y juntos integraban las asambleas o

yema´a, encargadas de tramitar los asuntos locales. Entre las funciones de las asambleas estaba

mantener la paz e impedir los delitos. Para ello habían instituido los jeques un sistema de multas

contra los infractores, que después se repartían entre ellos.

Las multas, llamadas "haqq" eran la única forma de mantener la paz y evitar enemistades y

peleas. Para que este sistema funcionase debía existir cooperación entre los jeques, de forma que la
823
Véase Ayache, G. : Les origines de la guerre…, op. cit., pp. 115-116.
824
Véase Pennell, C.R.: "Éxito y fracaso de Abd El-Krim", en Historia-16, no. 126, 1986, pag. 28; id: A country with
a government and a flag : The Rif war in Morocco. 1921-1926, Londres, Middle East and North African Studies Press
Limited, 1986.
825
Véase Madariaga, M.R. de: "Mohammed ben Abd el Krim el Jatabi y las ambivalencias del 'progreso' ", en
Fundamentos de Antropología, nos 4/5, 1996, pag. 14; Id: España y el Rif: Crónica de una historia casi olvidada,
Melilla, Ciudad Autónoma de Melilla/U.N.E.D, 1999, pag. 216 y 341-342.
826
Véanse sobre el sentimiento anti-colonialista del pueblo español, reacio a compromisos en Marruecos los trabajos de
Robert Candler Bogard o de Connelly Ullman.Cfr. Bogard, R. C.: Africanismo and Morocco: 1830-1912, Austin,
Universidad de Texas; 1986; y también, Ullman, J. C.: La Semana Trágica. Estudio sobre las causas socioeconómicas
del anticlericalismo en España (1898-1912), Ariel, Barcelona, 1972.
827
Véase Madariaga, M.R. de: España y el Rif .., op. cit, pag. 204.

497
táctica española de minar su solidaridad resultaba imprescindible para allanar la penetración

colonial en la zona.

Así es que, pese a la tradicional hostilidad de las poblaciones locales a la presencia extranjera

y sus ataques repetidos contra las plazas ocupadas por España, el tiempo iría creando un juego de

vínculos e intereses entre las cabilas fronterizas y las guarniciones de estos enclaves. El

abastecimiento de estos últimos dependía en gran medida de los poblados vecinos y, por ello, los

intercambios comerciales eran importantes. Muchos rifeños acudían diariamente y de manera

regular a las plazas ocupadas para vender sus productos y comprar otros. Con el transcurrir de los

años, muchos jefes de fracción o muchos notables llegarían a mantener buenas relaciones de

vecindad con los españoles, que éstos empezaron a potenciar con fuerza desde la primavera de

1898, surgiendo en la terminología colonialista la figura o el personaje del "moro amigo" - el "moro

de paz". Esto es: el que colaboraba con las autoridades de los presidios, frente al "moro enemigo" o

"moro rebelde", que no sólo atacaba a los españoles sino que también saqueaba los aduares de los

rifeños que colaboraban con ellos. Así es que, frente a la otra opción que quedó marginada -dar

protección a cabilas enteras-, España optó por crear en todo el Rif, particularmente en las tribus o

pueblos fronterizos de las plazas ocupadas, una red de agentes o de "moros amigos", a quienes, por

estar remunerados por España, se designaba también con el nombre de "moros pensionados".

Cuando se contaba con varios "moros amigos" en un pueblo, una fracción o una cabila, se

constituía lo que se llamaba un " partido español". En un primer momento, la misión de este

"partido" consistía fundamentalmente en informar a las autoridades españolas sobre el estado de

ánimo de las poblaciones rifeñas y en crear en ellas un clima favorable a la causa imperialista

hispana. Asimismo, los agentes españoles -diplomáticos o militares- al hacerse amigos entre

notables y jeques rifeños, buscaban instrumentos que les proporcionaran información y apoyo.

Además, querían también desequilibrar el sistema de multas, base de la paz social rifeña, y

provocar peleas entre los indígenas (vieja tesis del "dividir para vencer"). Suponían que de este

modo, alterando la tranquilidad y la paz social, sembrando la discordia y atizando las rivalidades

498
entre agrupaciones familiares y cabilas, imposibilitaban en el futuro cualquier tentativa de

resistencia antiespañola. 828

Las bases de todo este sistema de penetración imperialista español a partir de la costa se

pusieron en marcha a comienzos de la primavera de 1898:

"(...) descartando la comprometedora alternativa de proteger a toda la cabila o de


darla un desengaño enagenando (sic) así sus simpatías, ha determinado V.E. -escribía
Teodoro de Cuevas a Ojeda el 22 de marzo - que solo sean protegidos españoles seis de los
más principales de aquella región cuya lista se sirve incluir en su carta de anteayer que los
propios interesados han puesto en mis manos". 829

El Ministerio de Estado descartó la alternativa de proteger colectivamente a toda la cabila de

Aít-Urriaguel. Sagasta y Almodóvar del Río no se querían comprometer en la ruptura de esta

forma del "statu quo" marroquí, sin haber consultado previamente el parecer y haber obtenido el

pleno consentimiento del concierto europeo. ¿Era ello una muestra de debilidad ante la creciente

influencia francesa en el Rif.? Ciertamente así podemos creerlo si hacemos un análisis simplista de

los hechos. Sin embargo, si manejamos otras variables, nos damos cuenta que la diplomacia

hispana también actuó con suma prudencia. Las autoridades españolas no estaban totalmente

seguras de si sería bien vista por los cabileños una penetración a gran escala en la región. Por ello,

el gobierno sagastino entendió que había que ir con pies de plomo: quizás Teodoro de Cuevas

enfatizaba y exageraba en sus comunicaciones epistolares sobre la importancia del acercamiento

rifeño a España.

De hecho, Germain Ayache en Les origines de la guerre du Rif llega a la conclusión de que

los españoles antes de 1908, sólo tenían y sólo podían tener relaciones estrechas con una serie de

pequeñas oligarquías surgidas en el curso de los decenios precedentes entre las cabilas próximas a

828
Véase Ayache, G.: Les origines de la guerre… , op. cit, pag. 113.
829
Teodoro de Cuevas a Ojeda. 22 de Marzo de 1.898. Carta semi-oficial, sin numerar. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 69 /Ex. 3. Se trata de los siguientes miembros de la cabila: Xaib Hadj Mohammadi; Amar
Ibn Mohammed Azarkán; Rais Mohammed ibn Ali Azedod; Rais Messod Ibn Xaib el Mernisi; Mohammed Essedik
Utahtah y Haddu al-Hadj Xaib.

499
Alhucemas y Vélez de la Gomera. El surgimiento de estos grupos oligárquicos está unido en

algunos casos al contrabando y a las relaciones comerciales con las plazas españolas. En este

sentido, hay que entender como un éxito la circunstancia de haber arrebatado a Francia, el apoyo de

elementos de la fracción de Izemmuren (cabila de Bocoya), la cual en el invierno de 1898 se había

mostrado tan solícita, según consta en la documentación del consulado español en Tetuán, a aceptar

la protección y soberanía francesas. Pero, ¿las bases del apoyo español por parte de Bocoyas y

Urriagueles eran tan firmes , como podemos suponer leyendo a T. de Cuevas ?. Estas dos cabilas,

¿apoyaban en su conjunto la infiltración política española en la región ?.

Germain Ayache apunta una respuesta en sentido negativo. Estas pequeñas oligarquías,

formadas por algunos de los notables más ricos del territorio cercano a los presidios menores,

contaban con el apoyo de clientes y familiares que podían sumar varias decenas de personas, al

servicio de España, cosa que de hecho quedó manifiesta en 1907, cuando los exploradores Arqués

y Delbrel se adentraron en la región.830 Sin embargo no representaban la opinión unánime de sus

cabilas. Su aproximación a España se debe al hecho de que la infiltración española en el Rif abría

ante ellos importantes perspectivas económicas, por lo que se disputarán sus favores y pensiones,

ofreciéndose a cambio como diligentes servidores.

El historiador marroquí concluye que los españoles supieron pagarles, permitiendo que su

influencia en la región se fuera acrecentando, otorgándoles diversos privilegios, entre los cuales

figuraba el permitir que se procuraran un moderno armamento en España, y convirtiéndoles en los

intercesores o mediadores obligados entre ellos y las poblaciones rifeñas en las relaciones de

vecindad que poco a poco se desarrollaban e intensificaban.

"C´est entre ces notables, "hombres de prestigio" (sic en el original), que se


répartiront bientôt, en proportion de leur mérites, des pensions mensueelles, pour former le
parti des Amis de l´Espagne ". 831

830
Véase Arqués, E.: Tres sultanes a la porfía de un reinado (Del diario de un cautivo). Editora Marroquí, Tetuán,
1953.
831
Véase : Ayache, G.: Les origines de la guerre... op. cit., pag. 115.

500
Hay diversas evidencias que demuestran que de haber procedido con rapidez, a penetración

en el Rif central hubiera llevado a España a un desastre, dada la falta de un apoyo sólido a la

infiltración política. Los archivos documentales hispanos nos prueban la realización de secuestros

de ciudadanos españoles residentes en Alhucemas por parte de los Bocoyas en el período 1903-

1904. 832

Cuando uno de los más celebres africanistas españoles del momento, a la par que uno de los

mejores conocedores del Imperio marroquí, el geógrafo Gonzalo de Reparaz escribiera en 1907,

nueve años después de estos acontecimientos que relatamos, su exhaustivo estudio Política de

España en África, calificó a la cabila de Ait Urriaguel como una de las más belicosas enemigas de

la penetración europea en el Rif , para añadir a continuación que debían ser considerados como los

más feroces y celosos guardianes de la independencia de la región :

"Tienen siempre una guardia de 100 hombres en observación, para vigilar a los
españoles y oponerse á cualquier tentativa de desembarco, sin que nuestra completa
impotencia, probada en varios siglos de pasividad, haya bastado a tranquilizarlos".833

C. Richard Pennell señala asimismo cómo los rifeños construyeron junto al desaparecido

puerto de al- Muzimma y el moderno asentamiento de Axdir, una fortaleza para proteger la línea de

la costa de los españoles asentados en Alhucemas. Significativamente, a la qasba se le dio el

nombre de "Burj al-Muyahidin", la "Fortaleza de los Guardianes de la Fé",834 dado que la

resistencia a los europeos era un deber religioso. A finales del siglo XIX, la qasba consistía en un

gran edificio y en una mezquita, ocupados permanentemente por cien hombres armados que se

iban turnando entre los componentes de las diferentes fracciones de los Ait-Urriaguel, y que se

relevaban cada mes.

Germain Ayache se encargó de dar una ajustada respuesta a la cuestión de en qué medida la

cabila de Ait- Urriaguel apoyaba a los españoles, como sugirió en un momento determinado

832
Véase: "Noticias varias relativas al período 1884-1906 (Datos sobre el Rogui)" en (B)iblioteca (N)acional.Madrid.
Miscelánea García Figueras. Tomo XXVII, pag. 220.
833
Véase: Reparaz, G. de: Política de España en África, Barcelona, Imprenta Barcelonesa, 1907, pag. 125.
834
Véase: Hart, D.M.: The Aith Waryaghar..., op.cit., pp. 344-45.

501
Enrique Arqués cuando matiza el alcance de la penetración hispana, evidente sólo en las familias

más ricas e influyentes. Los cabileños sin recursos no tenían que esperar nada bueno de los

españoles, y constituían un conjunto ferozmente hostil a su dominación,835 proclive a resistir las

injerencias imperialistas cuando surgiese un nuevo jefe que aglutinase su combatividad. Así,

cuando en 1908, aparecieron líderes como Mohammed Mizzian y Chadly, cristalizará la conjura de

aquellos que recibieron el nombre de "partido de las pequeñas gentes", enfrentado al de los

"hombres de prestigio" españolistas. Los enfrentamientos armados contra España se iniciaron

inmediatamente, demostrando la escasa base de las argumentaciones de Teodoro de las Cuevas

cuando elucubraba sobre una hipotética y rápida penetración española en el Rif central.

Iniciar en los años finiseculares una penetración imperialista decidida y a gran escala

en el área del Rif Central hubiera comportado un conflicto contra los elementos tribales no

proclives a aceptar la presencia española; conflicto en el que la tecnología militar del ejército

español hubiera tenido un impacto menor, al tener lugar la lucha en un terreno muy montañoso. Tal

como habían experimentado las tropas británicas durante el transcurso de las dos guerras afganas

(1839-1842; 1878-1879),836 el asalto a las alturas habría revelado rápidamente a los españoles las

dificultades y peligros de la guerra en la montaña. El Rif, donde se alzaban las mayores montañas

del norte del Sultanato – con picos, como el de Tidiquín, de 2.300 metros de altitud - planteaba

grandes problemas, incluso para los ejércitos más modernos y mejor equipados. El espacio

normarroquí, en su conjunto, ha señalado Pando Despierto, “se elevaba sobre las tierras y mares

circundantes como lo que era: un espacio fortificado por la naturaleza y amurallado por la

resistencia de sus gentes. Tierra abarrancada por la erosión, batida por los vientos excepto en sus

recónditos valles de montaña, mostraba casi imposibles accesos por el mar en su zona central

(Rif), y, en general, ofrecía una convulsión orográfica permanente“.837 Un territorio que brindaba

835
Véase: Ayache, G.: Les origines de la guerre ..., op. cit., pag. 112.
836
Véase al respecto los capítulos: “ ‘Un viejo y ruinoso fuerte‘: Jelalabad, 1841-1842 “ y “Un sangriento campo de
batalla: Maiwand, 27 de julio de 1880“, en el libro de Bryan Perret: Contra todo pronóstico. Trece combates
desesperados, Salvat, Barcelona, 2001.
837
Véase Pando Despierto, J.: Historia secreta de Annual, Madrid, Editorial Temas de Hoy, 1999, pág. 26.

502
innumerables oportunidades para hostigar a las fuerzas regulares españolas mediante

francotiradores o emboscadas, sobre todo si se tiene en cuenta que los ejércitos equipados

convencionalmente suelen desplazarse por un número limitado de pasos o valles.

Tal como ocurrió en 1921, la guerra que hubiese enfrentado a españoles y rifeños no habría

sido una contienda de formaciones regulares organizadas para presentar una batalla clásica. Habría

sido por parte marroquí una guerra a escala reducida contra un ejército ocupante, una guerra de

guerrillas; un tipo de lucha en el que las posibilidades de éxito de una fuerza guerrillera son

manifiestos.

En resumen, podemos concluir resaltando que España abordó, al principio, con enorme

cautela la penetración colonial en el Rif. Se trató de una política bastante estable, clara y

pragmática, y al mismo tiempo inteligente; basada en la búsqueda de soluciones de entendimiento

con los líderes naturales del territorio, que era la única alternativa viable. El Estado español no

contaba con un ejército como el francés, ni mucho menos con el alemán para lograr una ocupación

territorial por medio de un simple despliegue de fuerzas.

Por ello se iba a potenciar la creación de núcleos de apoyo a España en la región. El modelo

elegido para su configuración es el elitista, clientelar, en forma de "partidos de notables", a

semejanza de la estructura de los partidos restauracionistas. 838 El nivel de adhesión a España entre

los grupos pagados era más fuerte que el que hubiera supuesto la concesión de la protección a

escala de toda una cabila, lo cual hubiera diluido más el apoyo a la penetración española.

El origen de esta política había sido responsabilidad directa del gobierno de Sagasta. Éste y

Almodóvar del Río no juzgaron oportuno desaprovechar totalmente la oportunidad que había

supuesto la maniobra de los urriagueles de aproximación a España. No se quiso optar por

abandonar sin más la ocasión propiciada por la reclamación de los urriagueles, desengañándolos y

perdiendo sus simpatías. Por ello las órdenes transmitidas a Ojeda desde Madrid fueron las de

potenciar una sutil infiltración política en el Rif, concediendo la protección española solamente a
838
Véase Dardé Morales, C.: “Sociología de los grupos liberales de la Restauración hasta 1890”, en Estudis d´història
contemporània del País Valencia, no. 6, pp. 196-197.

503
seis notables de la cabila , medida que debía de ser la base para ir acrecentando la influencia

española en el territorio. La medida se mantuvo oculta al Majzén.

Paralelamente no se dejó de lado a los Bocoyas, cuya petición de protección había sido

anteriormente rechazada. El Gobierno sagastino entendía que no por ello debía de interrumpirse la

acción política sobre ellos, puesto que se debía sustraerlos de las influencias galas y atraerlos a la

causa española de manera sincera y definitiva. Algo imprescindible era que las amistosas relaciones

entre las guarniciones hispanas y los Bocoyas en la zona de Alhucemas no se podían quebrar bajo

ningún concepto.

En la historiografía española son muy escasas las aportaciones al estudio del inicio de la

penetración en el Rif, mediante el pago de estipendios mensuales a los notables de la región.

Solamente el cronista Et- Tabyi se ocupó de ello, tergiversando la realidad cuando escribió hace

cincuenta años sobre este hecho histórico señalando que el gobierno sagastino nunca intentó minar

políticamente al Imperio marroquí. Según Et-Tabyi, Sagasta y Almodóvar buscaron, por el

contrario apuntalarlo e insuflarle vida por lo que renunciaron a otorgar a las cabilas de Bocoya y

Urriaguel, la protección española a la par que trataron de disuadir a los rifeños de que se

encomendaran a Francia. 839

El 3 de abril de 1898 llegaba a la plaza de Alhucemas un laúd británico, el Virgen de los

Angeles matriculado en Gibraltar. Su capitán, Francisco Alvarez, denunciaba haber sido asaltado

a la altura del Morro Viejo por un carabo tripulado por rifeños Bocoyas. 840 A consecuencia de ello,

Pablo Artal, el comandante de la guarnición española iniciaba una serie de diligencias que

comportaron la detención de dos de los "presuntos" piratas. Inmediatamente, una delegación de

notables de la cabila se presentaba en la guarnición haciendo entrega al comandante Artal de un

documento en el que se hacía una defensa de la inocencia de los dos detenidos, y se pedía su puesta

839
Véase Et- Tabyi: "La matanza de Bocoia" (II)", en (B)iblioteca (N)acional. (M)adrid. Miscelánea García Figueras.
Tomo LXXIII, pag. 287.
840
Informe del Comandante militar de la plaza de Alhucemas, Pablo Artal sobre el asalto al buque británico Virgen de
los Ángeles. 5 de Mayo de 1.898. A.G.A. África (Marruecos). Sección histórica. Caja 199 / Ex. 1

504
en libertad por las autoridades españolas. Dado que las relaciones entre Bocoyas y españoles habían

llegado a un cierto punto de buena vecindad, y valorando que, de consentir en su petición, esas

relaciones se iban a estrechar todavía más y permitirían facilitar la penetración hispana en el

territorio, Ojeda y Artal paralelamente solicitaron del presidente Sagasta, el sobreseimiento de la

causa incoada contra los dos rifeños y su liberación, a lo que llegado el otoño, el gobierno de

Madrid accedería. 841

6.11. Nuevas maniobras francesas en Marruecos.

El Gobierno español iba a sacar partido de manera inmediata de la nueva situación,

disponiendo de nuevas fuentes de información al calor del ambiente favorable a la causa española

que se estaba gestando en Alhucemas. A finales de marzo, se presentaba en el consulado español

en Tetuán el nuevo protegido de Urriaguel, Schaaib Hach Mohammadi Saaik, que sostuvo una

larga conversación con Teodoro de Cuevas pormenorizando la historia de la penetración gala en

Alhucemas. Había sido la cuestión de los marineros europeos cautivos por los Bocoya la que dio

origen a que llegaran por primera vez a las playas rifeñas una serie de agentes encubiertos

franceses, entre los que figuraba el activísimo Si Al.lal, el agente consular galo en la ciudad tetuaní.

Al mismo tiempo, las costas de Bocoya empezaron a ser visitadas frecuentemente por el buque de

guerra Cosmao, recalando al Oeste del promontorio del Morro, bajando sus oficiales a tierra, y así,

en una serie de deliberaciones que mantuvieron con notables Bocoya, fueron convenidas las bases

sobre las que la cabila quedaba colocada bajo la protección del gobierno de la República. Los

franceses se comprometieron a evitar por la fuerza toda tentativa del Sultán contra los nuevos

protegidos de la República y asimismo a gestionar las reclamaciones por estafas y asesinato que los

Bocoyas tenían contra España. El compromiso quedó sellado cuando posteriormente los notables

841
R.O. del Ministerio de Estado de 18 de Octubre de 1898 dirigida a la Legación Española en Tánger. A.G.A. África
(Marruecos). Sección histórica. Caja 199 / Ex. 1.

505
Bocoyas se trasladaron a la Legación gala en Tánger para suscribir el acuerdo de la extensión del

protectorado francés sobre sus poblados. Una vez reunidos con el Ministro Plenipotenciario

Monbel, éste les había exigido una prueba de su compromiso, entregando una serie de rehenes al

gobierno francés, rehenes que no serían literalmente prisioneros de Francia, sino soldados suyos,

empleados del gobierno republicano. Los Bocoyas debían reclutar entre sus familias a una

cincuentena de jóvenes aptos para las armas y enviar a este contingente a servir como integrantes

de las tropas coloniales argelinas durante un período determinado, al término del cual debían de ser

sustituidos por otras sucesivas levas de Bocoyas. Arguyendo Monbel que Francia no podía enviar -

para recoger a los reclutas - a " un buque de guerra a la costa no custodiada de una nación amiga

sobre la cual pesa un pacto europeo que obliga a los demás Estados a respetarla en su integridad",

ordenó a los notables que expidiesen a sus parientes a Tetuán , siendo el embarque a Argelia

cuidadosamente retardado por el gobierno francés con el fin de que la noticia trascendiera a la

opinión pública marroquí y europea, a fin de sondear y conocer las impresiones que causaba en la

corte jerifiana y las objeciones que pudiera inspirar la medida entre las potencias europeas. 842

El 17 de Abril se conocía en Tetuán la llegada (camino de Argelia) de un segundo

contingente de jóvenes Bocoyas, reclutados por los agentes confidenciales franceses en el Rif, cuya

impunidad y libertad de movimientos parecía total .843

Por otra parte, en el Rif oriental, las perspectivas para la economía española se presentaban

bastante adversas. Desde Nemours se estaba potenciando un intenso tráfico comercial de

exportación hacia Marruecos, vía Uxda, que gozaba a su salida de Argelia de una serie de

franquicias que aprovechaban artículos franceses o de otras nacionalidades, con el consiguiente

perjuicio económico para el tráfico mercantil que tenía su origen en Melilla. A principios de

Octubre de 1897, se habían intensificado las transacciones comerciales entre la ciudad argelina de

Marnia (Lalla Maghnia) y la marroquí de Uxda, básicamente compuestas de importaciones

842
Teodoro de Cuevas a Ojeda. 30 de Marzo de 1898. Despacho no. 38. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 236 / Ex. 2.
843
Ibidem .Teodoro de Cuevas a Ojeda. 17 de Abril de 1898. Despacho no. 46.

506
marroquíes de azúcar y velas traídas desde Marsella. Teodoro de Cuevas evaluaba en alrededor de

2.000 quintales métricos de azúcar y un volumen similar de bujías, el monto de lo importado en

Marruecos en el transcurso de seis meses. Además las mercancías introducidas en Uxda estaban

exentas del pago de arancel, ya fuese marroquí o francés, puesto que la Aduana marroquí todavía

no había sido instalada. Este éxito obtenido por las Cámaras de Comercio francesas era visto desde

Tetuán como complementario de una serie de medidas: la creación en Uxda de un Vice-consulado

de la Republica; el proyectado establecimiento de una línea postal francesa para crear un servicio

regular que uniese la argelina Marnia con las marroquíes Uxda, Tazza y Fez, y asimismo

complementario a la labor de zapa que se suponía estaban realizando agentes secretos franceses,

promoviendo disturbios en la zona fronteriza argelo-marroquí, con el fin de preparar el camino y

justificar la anexión de la ciudad de Uxda por las fuerzas militares republicanas. A fin de

contrarrestar la iniciativa gala, el Majzén había procurado devolver la paz al Amalato de Uxda,

instalando en la ciudad una Aduana que iba a entrar en funcionamiento inmediatamente, y en la que

se iban a percibir unos aranceles sobre los artículos de importación del 10 % de su valor respectivo,

similar al que se cobraba en la Aduana marroquí instalada en el interior de Melilla. 844

Desde el punto de vista monetario, amenazas galas se cernían también sobre la moneda

española, de libre circulación por el Imperio.

Desde el siglo XIX, Francia tenía un fuerte interés comercial en Marruecos. Sin embargo, la

resistencia de los sultanes a la penetración en el Sultanato del comercio europeo, había hecho que

Francia fuera incapaz de penetrar en la economía marroquí tan intensamente como hubieran

deseado los gobiernos de la República.

Pierre Guillen afirma que sólo había unos 780 residentes franceses en Marruecos en 1904 y

el número había ido disminuyendo desde la década de 1870.845 La mayoría de ellos vivían en

Tánger y Casablanca y estaban conectados con los respectivos consulados franceses, casas

844
Ibidem. Teodoro de Cuevas a Ojeda. 25 de Marzo de 1898. Despacho no. 36.
845
Véase Guillen, P : L ´Allemagne et le Maroc…, op. cit, París, P.U.F., pag. 479.

507
comerciales o pequeñas empresas de negocios. La inversión total de capital francés fue estimada

aproximadamente en 12 millones de francos en 1901 por el Bulletín del Comité Africain-Français.

Las propuestas francesas de construir un ferrocarril a través del Imperio que enlazase Orán con el

océano Atlántico habían sido rechazadas por el Majzén en la década de 1880.

Así, la fuerza real de la posición económica francesa en Marruecos estribaba en las

actividades de las firmas comerciales y los bancos. En 1880 se fundó en Tánger una sucursal de la

Société des Comptoirs Maritimes de Crédit Industriel et Commercial, y en 1882 fue adquirida ésta

por la Banque Transatlantique, que tenía representantes en la mayoría de los puertos marroquíes.

El Comptoir d´Escompte y la Banque de Paris et des Pays-Bas mostraron también un interés

creciente por Marruecos en el decenio de 1890, tentados por la esperanza de hacer provechosos

empréstitos al Sultán. En la década de los 80 y a comienzos de los años 90 el Comptoir

d´Escompte, apoyado por el gobierno francés y una casa alemana acuñaron algunos millones en

moneda de plata marroquí llamada "hassania", iniciándose a partir de entonces un proceso

especulativo culminado en 1898. La casa francesa buscó la depreciación de las monedas de plata

isabelina y alfonsina, de libre circulación en el mercado marroquí, con objeto de expulsarlas de

éste. Para ello, las casas comerciales francesas solo aceptaban la moneda de plata hassania en sus

operaciones, rechazando la acuñada en España (el duro de plata, ya que el movimiento especulativo

francés tendió también a retirar de la circulación acaparándola, la peseta sencilla, con el fin de

aumentar la perturbación monetaria en Marruecos). Con ello, creando una escasez artificial de

plata se buscaba que el Sultán optase por pedir al Comptoir la acuñación de mayores cantidades de

la hassania, operación que no sólo aumentaría la presencia económica francesa en el Sultanato, sino

los beneficios y ganancias de la compañía francesa.

Teodoro de Cuevas apuntaba que si se conseguía la prohibición por parte del Sultán de la

circulación de toda clase de moneda extranjera de plata en sus dominios (en este caso, las

depreciadas monedas isabelina y alfonsina españolas), los países que no contaban con amplias

508
reservas de oro para utilizarlas en sus transacciones comerciales con Marruecos, no iban a poder

seguir manteniendo estas últimas.

Según Cuevas, el acoso a Marruecos por parte de los intereses franceses estaba revistiendo

diversas formas: desde la operación por acuñar en exclusiva la moneda marroquí, eliminando de la

circulación por el Imperio la moneda española, hasta la petición que una Embajada francesa iba a

hacer a Abd al- Aziz en Marrakesh de creación de un Banco nacional marroquí, controlado por

agentes y economistas franceses, primer paso para hacer caer al Imperio en la espiral de la solicitud

de préstamos a la República. Esta medida se completaría con la emisión por este Banco nacional

marroquí de papel moneda, garantizado por las rentas de las aduanas imperiales, que quedarían

intervenidas asimismo por Francia.

Al mismo tiempo, Cuevas informaba a Madrid que el Comptoir estaba solicitando al Sultán,

en garantía de préstamos futuros, que le fuera hipotecada toda la región del Garb hasta la ciudad de

Rabat, territorio en el cual la Compañía francesa iba a implantar una serie de innovaciones en

materia de construcciones férreas, obras públicas y en el sector agrícola que pondrían la zona

enteramente bajo su dependencia. Suprimida de esta manera la moneda española del Sultanato, la

Península iba a quedar aislada mercantil y financieramente de Marruecos, y los buques españoles

no podrían ni atracar en los puertos marroquíes para adquirir grano (el metálico español no les iba a

ser aceptado, y si por otra parte se usaba el franco en las transacciones mercantiles, en su cambio

por pesetas había que pagar un precio desorbitado de éstas, por estar la moneda española muy

depreciada respecto a la francesa), ni podría transportarse el cereal marroquí a España (pues los

españoles en sus transacciones no podían aceptar la moneda hassania, que no tenía curso en

Europa).846 Por otra parte, los movimientos especuladores del Comptoir se habían trasladado desde

Marruecos a Europa. No solamente al retirar la moneda hassania de la circulación en el Sultanato,

se provocó artificialmente la carencia de moneda fraccionaria y la desmonetización del mercado

846
Teodoro de Cuevas a Ojeda. 4 de Abril de 1898. Despacho no. 41. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 236 / Ex. 2.

509
marroquí. En París, el valor de la moneda de plata española había descendido prácticamente al "de

una simple pasta metálica", y las sucursales del Credit Lyonnais en diversas ciudades españolas

-como era el caso de Madrid, Valencia, Barcelona y Zaragoza- habían emprendido una campaña

tendente a reforzar la especulación que se producía en Marruecos. Por otro lado, las casas

comerciales francesas ayudaban al Comptoir retirando súbitamente los créditos concedidos a los

comerciantes de Marruecos, para forzar aún más la escasez de numerario y de plata del país. Las

actividades comerciales en el Imperio jerifiano quedaron así colapsadas, pues los exportadores

europeos no conseguían vender sus artículos en el Sultanato, a la par que se encarecían los

artículos de subsistencia. 847 Al mismo tiempo, en Melilla se suscitaba ya lo que parecía el inicio de

una crisis comercial; establecida finalmente la aduana marroquí de Uxda, se intensificaban las

relaciones mercantiles entre el Rif y la argelina Nemours, en detrimento del que tenía su origen en

el puerto de Melilla.

6.12. La expedición imperial al Rif.

En lo tocante a la disputa franco-española por el control del Rif, sería sin embargo, la

actuación de un tercero en la discordia, el propio Majzén, la que acabaría por borrar los temores y

preocupaciones españoles, al aniquilar de raíz el germen de la penetración francesa en la región.

Desde hacía tiempo, el gobierno marroquí contemplaba con recelo pero sin efectuar un solo

movimiento para obstaculizarlas, las constantes idas y venidas en las playas del Rif de los agentes

de la República y en particular, los intentos del cónsul Si Allal por hacer efectiva la soberanía

francesa sobre Bocoyas y Urriagueles. Así en la primavera de 1898, y coincidiendo con el final de

la mediación española en el asunto de los marineros europeos cautivos en el territorio, se puso en

marcha una combinada expedición naval y terrestre la cual utilizando como pretexto el castigo a los

cabileños responsables de actos de piratería, buscaba en realidad anular la consolidación de los

847
Ibidem .Teodoro de Cuevas a Ojeda. 30 de abril de 1898. Despacho no. 50.

510
intereses imperialistas en el territorio, tanto los franceses como los españoles. Aunque temida y

esperada, se había gestado en el más profundo de los sigilos. A Melilla y Tetuán solo habían

llegado rumores desde la Corte instalada en aquellos días en la ciudad imperial de Marrakesh, que

hablaban de que solamente se iba a desplazar hacia el Rif un contingente muy limitado con la

misión exclusiva de sustituir a la tropa majzeniana de guarnición en el campo fronterizo melillense.

En cambio a comienzos del mes de Mayo, mientras unidades procedentes del corazón del Imperio

formando un conjunto de más de mil hombres avanzaban por tierra sobre el Rif, un contingente de

varios centenares de askaris (soldados) imperiales conducidos por el buque de guerra marroquí

Hassani desembarcaban en las proximidades de Melilla para converger con los anteriores sobre el

territorio ocupado por los Bocoyas.848 Mandaba la expedición el príncipe imperial, jerife Mulay

Abu Bakr, el cual al llegar a la zona habitada por los Ait Urriaguel, estableció su campamento en

los lindes fronterizos con el territorio Bocoya. Le acompañaban jeques y notables de las diversas

cabilas rifeñas a quienes había ido convocando a su encuentro. Frente a lo que tradicionalmente se

ha dicho del carácter exclusivamente punitivo de la expedición, las armas no hicieron acto de

presencia en un primer momento. El estudio de los despachos remitidos a la Legación en Tánger

por el consulado español de Tetuán, nos permite saber que llegado el príncipe al Rif, envió

emisarios a los Bocoyas para empezar el tradicional y pautado proceso de negociación. Antes de

que hablase la pólvora, la expedición imperial debía dar a los Bocoyas el tiempo suficiente para

arrepentirse de su orientación profrancesa y volver a acatar sumisamente la autoridad política de

Abd al-Aziz. Por ello los mensajeros se dirigieron a los aduares de Izemmuren, Tafensah y el

Jeddan de Aissa, solicitando de sus habitantes el acatamiento a la autoridad del Majzén y el pago

sin demora de las sumas que el Sultán había tenido que abonar a Francia, España y a las restantes

potencias europeas en concepto de indemnizaciones por los asaltos piráticos realizados por los

Bocoyas de estos tres poblados durante los dos años anteriores y por los daños causados en el

848
Comandante General de Melilla al general Miguel Correa, Ministro de la Guerra, 24 de marzo de 1898. Telegrama
oficial cifrado (emitido en Melilla a las 19,00 hs; recibido en Madrid el 25 de marzo a las 6hs. 36 minutos) . A.G.A.
África (Marruecos). Sección histórica. Caja 199 / Ex. 1.

511
transcurso de los ataques. Sin embargo, las fracciones Bocoyas se negaron a cumplimentar los actos

de obediencia y pago de los tributos exigidos. Manifestaron su deseo de resistir e impedir la

entrada de los askaris en su territorio, a la par que remitieron un enviado a Si Al.lal en Tetuán, en

demanda de una bandera francesa para izarla en la cabila. Por otro lado, la presencia de la mehal.la

no asustaba a los agentes franceses que seguían actuando en el territorio de Gomara, y entre las

cabilas rifeñas de Ketama, Beni-Hamed y Beni- Seddat, buscando ampliar su radio de acción. 849

Germain Ayache al estudiar la expedición militar jerifiana de la primavera de 1898, resalta su

sentido de punto de ruptura de una trayectoria dinámica de cooperación entre el Majzén y las

cabilas rifeñas; una cooperación que el poder central concluye de manera absurda, terminando el

Sultán con la tradición de autonomía del Rif y empleando la brutalidad para castigar a los "piratas"

Bocoyas, harto de las reclamaciones europeas motivadas por los asaltos constantes de los cabileños

a buques mercantes. A su vez las historiografías europea y estadounidense han ido forjando una

explicación simplista tanto para los acontecimientos que se vivían durante estos años en el extremo

norte del Imperio, como para calificar la organización social del mismo: se habla constantemente de

conceptos como "la anarquía rifeña", el descontrol, desorden, el desgobierno, etc... Así, es muy

frecuente encontrar a autores que van desde Mouliéras (1895) a Westermarck (1928) y a David M.

Hart (1955) que reproducen el mito colonial de hablar de una región donde impera poco menos que

la barbarie, donde la violencia es la forma natural de expresarse y comunicarse sus habitantes, y

donde son frecuentes las venganzas y la ley del talión.

Germain Ayache demostró, después de un minucioso estudio de las condiciones económicas

y sociales de dieciocho tribus rifeñas, que el desorden es una cosa muy reciente y novedosa en la

historia del Rif y que sólo se produce en los años finales del siglo XIX; por lo tanto se trata de un

fenómeno no endémico en la región, como también matizó acertadamente Simon Levy,850 y ligado

849
Teodoro de Cuevas a Ojeda. 9 de Mayo de 1898. Despacho no. 55. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 236 /Ex. 2.
850
Véase Levy, S.: " 'Les origines de la guerre du Rif ' de Germain Ayache", en Hespéris-Tamuda , vol. XXII, 1984,
pag. 130.

512
851
directamente a la subversión desestabilizadora extranjera. Con documentación archivística, el

historiador marroquí desveló los mecanismos de la desestabilización de la región: a) el

contrabando de todo género, sobre todo a partir del peñasco de Nokour ( islote de Alhucemas), que

viola la prohibición jerifiana de exportación de ganado; b) los litigios y venganzas entre los

contrabandistas; c) las pensiones pagadas por España a notables de las cabilas costeras, verdadera

infiltración política que debía preparar el terreno a una ocupación ulterior; y d) la introducción de

fusiles modernos que rompían el equilibrio social en el Rif, en beneficio de los más ricos,

fenómeno paralelo y coincidente con el surgimiento de los grandes caídes en el Sur del Imperio.

La degradación de la armonía social rifeña comenzó después de la guerra de 1859-60,

cuando Marruecos tuvo que ceder a España una franja territorial en torno a Melilla. Los rifeños,

que acudieron raudamente a batirse en Tetuán contra el invasor cuerpo de ejército español, y que

habían contenido a España en los muros de sus presidios durante siglos, no podían comprender que

las fuerzas armadas del poder central les impusieran el abandono de las tierras que con sus propias

fuerzas habían defendido secularmente.

La misma operación se repitió en 1893-94. En el interludio, la frontera de Melilla había sido

abierta al comercio lo que facilitaba la manipulación de los notables, clientes de España. Según

Ayache, el prestigio del Majzén quedaría hundido, quebrantado con la "dragonada" de 1.898

protagonizada por Ben el Bagdadi, después del 'affaire' de los piratas Bocoyas. A pesar de que la

expedición imperial no consiguió capturar a los responsables de los asaltos a buques europeos

(fueron evacuados a Argelia por un navío francés), llevó a cabo una represión indiscriminada,

capturando a doscientos jefes de familia que no eran responsables de ninguna actividad pirática y

que acabarían con sus huesos en la prisión de Mogador.

"C´est à cette époque, -indica el historiador marroquí- précisément datée, que dans le Rif, la
mémoire populaire situe, depuis, la fin d´un monde et le début de grandes calamités ". 852

851
Véase Ayache, G.: Les origines de la guerre..., op. cit., notas 27, 28 y 29, de las páginas 108 y 109.
852
Ibidem, pag. 128.

513
Es el inicio de la "Ripublik", ese término tan querido para David M. Hart, que se revela no

como eterno en la historia social del Rif, sino simplemente como consecuencia de una situación

muy concreta. El Rif, que hasta entonces siempre había contado con el Majzén para arbitrar sus

problemas tribales y apoyarlo para frenar la expansión española a partir de los presidios de las

costas, se encuentra ahora en plena confusión: el poder interviene en provecho del enemigo, golpea

y castiga a los inocentes, humilla a los jefes de familia más respetados. La tradicional función

arbitral del Sultán queda descalificada. Por ello, desorientados, los rifeños efectuarán tantas

peticiones de protección a España y Francia, y es también consecuencia de esa quiebra, el apoyo de

los rifeños a la rebelión de Bu Hamra, tomándolo como heredero legítimo de Mawlay Hassan.

Ahora bien la tesis de Ayache hay que matizarla parcialmente en tanto en cuanto los

objetivos de la expedición punitiva del Majzén al territorio Bocoya en la primavera de 1898 no son

los de castigar a los piratas. Anteriormente a finales de 1897 se había emprendido una primera

expedición punitiva muy limitada en efectivos con ese objetivo; las fuerzas imperiales se habían

retirado de Alhucemas tras una serie de enfrentamientos de escasa importancia. Ayache cuando

visitó Madrid sólo consultó el archivo del Servicio Histórico Militar, no tuvo acceso a la

documentación militar y diplomática inédita, procedente del consulado español en Tetuán, de la

Legación española en Tánger o de la Comandancia de Melilla, que se encuentra en el Archivo

General de la Administración de Alcalá de Henares y en el Archivo del Ministerio de Asuntos

Exteriores español.

Es precisamente el estudio de la documentación consular tetuaní, principal ojo visor para los

intereses españoles de los acontecimientos tan trascendentales que se estaban dando en el Rif en

aquellos años, la que nos permite matizar a Ayache y entender que el objetivo fundamental de la

expedición al acabar con la autonomía rifeña y atacar a los Bocoya era precisamente sustituir a los

rifeños en el momento en que éstos flaqueaban en su misión histórica de ser la primera línea de

defensa, la vanguardia marroquí en la lucha contra las potencias coloniales que pretendían penetrar

en Marruecos. La expedición buscaba un objetivo directamente relacionado con la salvaguardia de

514
la seguridad nacional. Estudiando los documentos consulares comprobamos como el Majzén

conoce que en este año de 1898 la presión imperialista francesa llega a unos límites intolerables. En

efecto es cuando el agente argelino Si Al.lal pretende convertir en el Rif a toda la cabila Bocoya y a

otras próximas en una “quinta columna" francesa, poniéndolas en su globalidad bajo la protección

de la República. Con este propósito, de manera absolutamente descarada y a plena luz del día, los

agentes franceses en sus tareas de proselitismo se movían sin dificultades por el territorio Bocoya

haciendo venir al mismo -a través de Tetuán- a zuavos franceses de nacionalidad rifeña, que hacían

pública ostentación de su uniforme y de las ventajas de estar bajo el patrocinio republicano, en un

intento de convencer de ello a todos sus compatriotas. Por otra parte, la documentación militar

española nos permite corroborar esa tesis. Así el 22 de marzo, antes de que zarpase desde Tánger

hacia Melilla el vapor imperial Hassani trasladando al jerife Mulay Abu Bakr con un millar de

askaris, la Delegación Imperial solicitaba del gobierno sagastino el permiso para que esas tropas

pudieran desembarcar con sus armas y bagajes en el muelle militar de la ciudad española, con la

misión oficial de "castigar a los rebeldes del Rif y reestablecer en algunas de sus comarcas la

autoridad imperial".853
854
Sorpresivamente el buque imperial zarpó el 23 sin recibir la contestación de Madrid. El

Gobierno marroquí había reconsiderado la situación y deseaba ejercitar una acción de soberanía

prescindiendo del permiso español. El día 24, el buque imperial fondeaba a las afueras de la plaza

de Melilla, frente al Atalayón, en la zona ocupada por la cabila de Mazuza. El navío no cumplió

con las prácticas de cortesía internacional, omitiendo el saludo a la plaza española. Ni el

comandante del buque ni el príncipe imperial acudieron a visitar al general Alcántara.

El ordenado desembarco de los askaris al mando del jerife se produjo fuera del límite
855
fronterizo español y estuvo vigilado por los agentes y confidentes nativos de la guarnición. Al

853
Telegrama cifrado de Emilio de Ojeda a Pío Gullón. 22 de Marzo de 1898. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 199 /Ex. 1.
854
Telegrama del Ministro Plenipotenciario Ojeda al Comandante de Marina de Melilla. 24 de Marzo de 1898.
(S)ervicio (H)istórico (M)ilitar.África. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.
855
Telegrama del Comandante Militar de Melilla al Ministro Ojeda. 24 de Marzo de 1898. S.H.M.África. Rollo 791.

515
telegrafiar sus informes al Ministro de la Guerra, el comandante general de Melilla, Alcantara en un

primer momento, y recogiendo las confidencias recibidas de sus agentes, prescindía de señalar

cualquier objetivo de la mehal.la imperial referente a acciones de policía en el interior del país.

Resaltaba que la verdadera finalidad de la expedición era hacer frente a las pretensiones francesas

en el territorio Bocoya , cuyas intenciones abarcaban no sólo el ámbito estrictamente político (el

telegrama del día 24 dice explícitamente que la mehal.la va a oponerse a un desembarco que los

franceses van a efectuar en las playas de Bocoya) sino que ahondaban también en el económico,

pues la acción gala buscaba la donación por los rifeños al gobierno de la Republica de una serie de

concesiones mineras.856

856
Telegrama cifrado del Comandante General de Melilla dirigido al general Miguel Correa, Ministro de la Guerra. 24
de Marzo de 1898. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 199/Ex. 1. Las pretensiones francesas
relacionadas con intereses mineros en la región eran ya antiguas. En particular, sobre el Rif central, un territorio que
permanecía inexplorado y era mal conocido. (Cfr. al respecto: Codera, Francisco: "Marruecos desconocido" en Boletín
de la Real Academia de la Historia. t. XXX, cuaderno IV, abril de 1897, Madrid, pp. 305-314) - se poseían al respecto
escasas informaciones, casi todas ellas divulgadas en Melilla por los mismos habitantes del territorio. Pero, sobre él se
había elucubrado mucho: al respecto existía una vieja tradición procedente de los geógrafos árabes de la Edad Media
como el-Bekri (muerto en el año 1094 de la era cristiana) y de autores del siglo XVI como León el Africano. (Cfr.
Madariaga, María-Rosa de: L´Espagne et le Rif. Pénétration coloniale et résistances locales (1909-1926). Volumen I,
París, Université de París I- Panthéon- Sorbonne, 1987, pp. 161 y 250). Al final del siglo XIX algunos viajeros y
exploradores como el francés A. Mouliéras, en su obra Le Maroc Inconnu reemplazaban frecuentemente la falta de
información, sustituyéndola por la leyenda y el mito. Así, sobre el territorio de Aït Urriaguel, se recogía una vieja
leyenda que afirmaba que el Jebel Hamam (Monte de las Palomas) estaba repleto de oro y otros metales preciosos. A
este lugar, Jebel Hamam, se refiere Gonzalo de Reparaz en su Política de España en África cuando hace alusión a la
existencia de una montaña que se yergue en el interior del Rif, y en la que existe una mina de oro de gran riqueza.
(Reparaz, Gonzalo de: Política de España en África, Barcelona, Imprenta barcelonesa, 1907, pág. 125). En 1883 un
aristócrata francés, el conde de Chavagnac intentó adquirir en el Rif los derechos de explotación de una mina de plata.
Contando con el respaldo político del Ministro Plenipotenciario de la República en Tánger, Ladislas Ordega que veía
en el proyecto una vía más para conseguir sentar las bases de un protectorado francés en Marruecos, se puso en
contacto con miembros de la cabila de Bocoya y con Si Abdeslam, jerife de Wazzan, jefe de la hermandad islámica de
Taibiyya y protegido francés, trasladándose el 14 de Enero de 1884 a las costas rifeñas , donde pactó con un notable de
los Bocoya -El Hadj Haddú- la concesión de tales derechos en el Jebel Hamam. Sin embargo, la presencia de más de
mil habitantes del territorio - todos ellos armados-, pertenecientes a siete cabilas distintas, y reunidos con objeto de
impedir que penetrara en el Rif, le hizo desistir de sus propósitos. Tuvo que abandonar precipitadamente las playas
rifeñas, debiendo depositar todas las herramientas como palas, azadones, etc que llevaba preparadas en la guarnición
del Peñón de Vélez. ( Oficio del Comandante Militar y Gobernador del Peñón de Vélez de Gomera, Mariano Saldaña
dirigido al Gobierno Militar de Melilla. 8 de Noviembre de 1904 ; Despacho nº 308 y anexos de la Legación Española
en Tánger dirigidos al Ministerio de Estado. 19 de Octubre de 1904 . A.G.A. África (Marruecos). Sección histórica.
Caja 325 / Ex. 1. Sobre las actividades del conde de Chavagnac en Marruecos véase Fieldhouse, David K.: op. cit, pp.
320-324.Cfr. también Becker, J.: Historia de Marruecos... op. cit., pág. 353.

516
Enterado el gobierno sagastino, juzgó oportuno evitar cuidadosamente todo motivo de

confrontación directa con Francia. Ni tan siquiera se quiso provocar sus suspicacias. El día 26, el

Ministro de la Guerra telegrafiaba al general Alcántara, expresándole:

"Dada la cordialidad de nuestras relaciones con Francia y la conveniencia de


conservarlas, es preciso evitar a todo trance que parezcamos prestándonos siquiera, o sea
indirectamente a facilitar al Sultán medio de realizar propósito de que me da cuenta V.E.
en su cifrado del 24, y en este mismo sentido telegrafía Ministro Estado a nuestro
representante en Tánger".857

El desembarco de las fuerzas imperiales se vio dificultado por un temporal, el cual impidió

que las vituallas y los cañones transportados por el Hassani pudieran ser llevados a tierra, por lo

que su descarga tuvo que ser pospuesta para el día siguiente, para ser efectuada en Melilla,

permitiendo posteriormente las autoridades militares españolas el traslado del material hasta el

territorio Mazuza.858 En un informe posterior, fechado en Abril, el Comandante General de Melilla

empezó a cuestionarse la veracidad de las confidencias recibidas sobre la verdadera misión de la

expedición. El Bajá del Campo fronterizo no le había dado conocimiento oficial de la misma y la
859
llegada inmediata de tropas francesas al Rif le parecía un rumor sin fundamento. Por otro lado,

las autoridades militares de Melilla obedecieron escrupulosamente las órdenes del gobierno liberal

en lo tocante a no favorecer el curso de la expedición imperial. Cuando los vapores de la Marina

Imperial, Turqui y Hassani, regresaron días después a Melilla cargados de víveres para las fuerzas

del príncipe acampadas en las inmediaciones de la ciudad, procedieron a exigirles el pago de los

derechos de puerto, alegando que los consideraban como a cualquier otro buque que transportase

mercancías. A pesar de que los Administradores de la aduana marroquí recalcaron el hecho de que

857
Telegrama del Ministro de la Guerra al Comandante General de Melilla. 26 de Marzo de 1.898. S.H.M. África.
Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.
858
Telegrama cifrado del Comandante General de Melilla dirigido al general Miguel Correa, Ministro de Guerra. 24
de marzo de 1898. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 199 /Ex. 1.
859
Ibidem. Informe de la sección de Estado Mayor y Campaña del Ministerio de la Guerra dirigido al Ministerio de
Estado. 14 de Abril de 1898.

517
se trataba de buques realizando una misión militar, tuvieron que satisfacer el importe.860 El Majzén

presentó una reclamación oficial ante la Legación española en Tánger. Sus motivos eran que los

dos transportes habían adquirido el carácter de buques de guerra, y por ello solicitaba que le fueran

devueltas las cantidades abonadas.861

A pesar de haber llegado a territorio de los Urriaguel a comienzos de Mayo, mediado ese

mes, el príncipe Mulay Abu Bakr no había aún atacado a los díscolos Bocoyas. Debía darles

tiempo para recapacitar, salir de su error y volver a la obediencia al Sultán. Abu Bakr conferenciaba

todos los días con un santón y varios notables de la cabila, intentando convencerles y la única

novedad reseñable que se producía era la interrupción del circuito comercial entre los cabileños y la

plaza de Alhucemas, pues en cuanto llegó la tropa imperial, los Bocoyas dejaron de acudir a ella

para vender sus artículos. Temiendo un ataque del cuerpo expedicionario, remitían al interior del
862
Rif a sus mujeres e hijos, mientras seguían en tratos con Al.lal que permanecía en Tetuán.

Estaba claro que la mehal.la no había acudido al Rif solo a castigar a unos "díscolos y rebeldes

piratas". Su actuación, muy escalonada no comportaba inmediatamente una intervención violenta

directa, armada, golpeando y castigando a los sediciosos, sin permitirles reflexionar o enmendar su

conducta. Previamente a la actuación contundente había una serie de contactos, pláticas, peticiones

de sumisión, pago de tributos.

En los zocos rurales, el príncipe mandó leer una carta del Sultán exhortando a los Bocoya a la

obediencia y al pago de veinte mil duros en el plazo de ocho días. El cronista Et-Tabyi cuenta al

respecto que una vez instalada parte de la mehal.la cerca de Axdir, junto con las tiendas de

campaña, impedimenta y víveres que transportaba el Turqui, el jerife acampó en las inmediaciones

de Sidi bu Afid. Días después, Abu Bakr se dirigió con gran solemnidad y acompañado de

cincuenta jinetes, ricamente engalanados, al zoco de Had de Ruadi, el corazón comercial del

860
Nota del Delegado del Sultán en Tánger, Mohammed Torres al Ministro Plenipotenciario de España, Emilio Ojeda.
15 de Abril de 1.898. S.H.M. África. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.
861
Telegrama de Emilio de Ojeda al general Alcántara, gobernador Militar de Melilla. 16 de Abril de 1.898. S.H.M.
África. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.
862
Teodoro de Cuevas a Ojeda. 16 de Mayo de 1898. despacho no. 58. A. G. A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 236 / Ex.2.

518
territorio Bocoya. Allí, el Jalifa del príncipe, Ben Bushta al-Bagdadi leyó pausadamente la carta del

Sultán, conminando a los rifeños a acatar la soberanía imperial.863 La opinión entre los Bocoyas se

dividió: unos se mostraban dispuestos a obedecer al Majzén y a abonar los tributos, mientras que

los habitantes de los aduares bajo protección francesa proclamaban públicamente su negativa a

pagar y su intención de resistir, solicitando la ayuda gala.864 Así, Et.- Tabyi narra como varios

notables encargaron al cateb (= escribiente) El Kanaui que fuera haciendo un inventario o registro

de las cabezas de ganado y los enseres que iban a entregar al príncipe, a cambio del efectivo

metálico que se les exigía. Entretanto, Si Dadi Ben Messaud (actuando claramente como un agente

galo) y otro notable, al Hach Alí Loh, comprometidos con el gobierno de la República, se

trasladaron por mar hasta Río Martín, con el fin de visitar al argelino Si Al.lal y solicitarle ayuda y

consejo. El vicecónsul francés les contestó que la mehal.la tenía órdenes de no rebasar el límite de

la cabila de Bocoya y de no utilizar la violencia. El consejo que dio a los rifeños –recalca el

cronista- fue el de resistir a las tropas imperiales, si era preciso con las armas. En caso de que se

produjera la invasión del territorio por la mehal.la, Al.lal les hizo la promesa del envío de un barco

francés para que los principales resistentes a la autoridad del Majzén escaparan a las iras del

Sultán.865

En el interín el Ejército colonial de Argel remitía al Rif a través de Tánger y Tetuán a dos de

los jóvenes Bocoyas que se habían marchado a prestar servicio militar en la colonia francesa. Sin

ocultarse, vestían su uniforme de gala de zuavos dispuestos a continuar las tareas de proselitismo en

el territorio en favor de la República. Teodoro de Cuevas informaba a la Legación española que la

agitación francesa crecía hasta el punto que si las tropas republicanas hacían acto de presencia en

863
Véase Et: Tabyi: "La matanza de Bocoia (II)", en B.N.M. Miscelánea García Figueras. Tomo LXXIII, pág. 287.
864
Teodoro de Cuevas a Ojeda. 19 de Mayo de 1898. Despacho no. 61.A.G.A. África. Sección Histórica. Marruecos.
Caja 236 /Ex. 2.
865
Véase Et- Tabyi: "La matanza de Bocoia (III )" en B.N.M. Miscelánea García Figueras. Tomo LXXXIII. pág. 288.

519
el territorio en favor de la causa de los sediciosos Bocoyas, cabilas como la de Beni Iteft iban a

combatir también contra el Majzén.866

Sin embargo, a finales de mes el ejército imperial acabó por reaccionar. Los protegidos

españoles de la cabila de Ait- Uurriaguel trajeron a Tetuán la noticia de que había tenido lugar un

sangriento encuentro en el que la mehal.la imperial -asistida por contingentes de Tensaman, Beni

Tuzin, Beni Iteft y otras cabilas próximas- había derrotado a los rebeldes. En el encuentro habían

sucumbido, entre otros, tres notables de Ait Urriaguel que acompañaban a la mehal.la imperial

como mediadores de la misma ante los sediciosos, con la finalidad de evitar el derramamiento de

sangre. Ciento veintidós varones de la cabila de Bocoya habían quedado prisioneros de las huestes

imperiales, siendo inmediatamente embarcados en el vapor Turqui y trasladados a la prisión de

Mogador.867 Los supervivientes Bocoyas habían abandonado sus campos y aduares, trasladándose

en masa hacia otras comarcas del interior del Rif.868 A continuación, el príncipe Abu Bakr

procedería a completar la pacificación del territorio, imponiendo varias multas al jerife de Bocoya,

Si Abdalá, al notable de Beni-Iteft Mokhtib Afilal y a Mohammed Ben Messaod Tsara de Beni-

Bu-Frah y arrasando y quemando los aduares Bocoyas de Tiganimim, Tala Yusef, Izemmuren,

Tafensah, Tansat y el Jeddan de Aissa, a la vez que amenazaba a las fracciones de Beni-Iteft que se

habían mostrado receptivas a la influencia gala con entrar a sangre y fuego en su territorio si no

866
Teodoro de Cuevas a Ojeda. 31 de Mayo de 1898. Despacho no. 65. A.G.A. África. Sección Histórica. Marruecos.
Caja 236 /Ex. 2.
867
Ibidem .Teodoro de Cuevas a Ojeda. 1 de Junio de 1898. Despacho no. 67.
868
Enrique Arqués escribiría años después: "Las fuerzas imperiales tuvieron el apoyo decisivo de Beni Urriaguel,
propicia entonces a tomar represalia de su tribu vecina y arramblar con lo que pudiera de la razia en el asalto. El
Bagdadi cruzó libremente por Axdir y entró por el camino abierto de Igraiach, mientras los beniuriagueles, desde la
cuenca del Guis, que casi envuelve a Bokoia, atacaban por Ait Kamara, Ait Abdel´lah y Ait Hedifa. Entraron a saco en
la Kabila desamparada y todo fue pasado a sangre y fuego, arrasando campos y aduares, con una ferocidad sin
compasión de nadie ni respeto de nada. Fue como un huracán devastador que dejó la tierra asolada y sin rastro de vida.
Los kabileños, aterrorizados, huyeron en una desbandada enloquecida, buscando el refugio de los santos de Snada. No
les quedó otro camino libre para escapar. Y los que no se salvaron en la huída, fueron cargados de cadenas y
conducidos en la reata de los prisioneros a Fez. La brutalidad del saqueo llegó a excesos que no podrán imaginarse. Lo
más precioso del botín dió a la victoria el regocijo de la carne. Y luego, lo que era mucha carga para la caminata del
regreso, lo vendieron en los zocos de la travesía. Dicen, los que saben, que el despojo de la derrota se vendió en
muchos sitios a granel. (...) El territorio quedó casi desierto, desolado y ruinoso." En: Enrique Arqués: Tres sultanes a
la porfía de un reino (Del diario de un cautivo), Tetuán, Editora Marroquí, 1953, pág. 27.

520
acataban la autoridad majzení. 869 Es decir, significativamente no extiende el castigo a toda la cabila

Bocoya; reprime, castiga efectivamente a aquella fracción, Izemmuren, de donde habían surgido los

piratas que asaltaron en 1896-97 a buques europeos, pero el castigo aparece concentrado

fundamentalmente en aquellos aduares cuyos habitantes habían aceptado la protección del gobierno

republicano. El Rif tenía que ser -a los ojos del Majzén- el glacis defensivo inexpugnable del

Imperio marroquí, y si los rifeños habían dejado de cumplir su misión, tenían que ser relevados de

manera inmediata por el poder central. Por otra parte, sólo había que reprimir a aquellas fracciones

"insanas" de la cabila entregadas a Francia, arrancando de cuajo la presencia imperialista en la

región. Es por ello también que en los combates, las tropas imperiales mataron a un Bocoya,

protegido español, Amar ibn Mohammed Azarkan e importunaron a al-Arbi Hadduh Alí, el

confidente de la plaza de Alhucemas.

Et- Tabyi narra como los Bocoya desconcertados ofrecieron escasa resistencia hasta que

algunos de los mejores tiradores de la cabila que sobrevivieron y escaparon del primer choque con

la mehal.la, consiguieron agazaparse a lo largo del río Tausart, y allí consiguieron tener en jaque a

las fuerzas del Sultán. Su resistencia permitió la huida de gran número de familias. Algunos

Bocoyas -trescientos en total- buscaron refugio en el Peñón de Vélez; otros se dispersaron por Beni

Sedat y Metiua, mientras que algunos más observando cómo la hueste imperial saqueaba los

aduares de Asgar y Tiguidit, buscaron refugio en la zauia de Aduz, lugar considerado como

"sagrado" e “inviolable" en la región, por hallarse en ella enterrado el morabito Si Mohammed

Ben Hafsun.870 Sin embargo, las tropas de Ben Bushta al-Bagdadi profanaron la inmunidad del

lugar:

"(Allí) las mujeres apresadas eran pasadas de mano en mano y vendidas por unos
sueldos, los niños a veces estrellados contra el suelo, los varones blanco de los 'kelait'
constituyeron el empaste de tan vandálico cuadro”.871

869
Teodoro de Cuevas a Ojeda. 12 de Junio de 1898. Despacho no. 72. A.G.A. África. Sección Histórica. Marruecos.
Caja 236 /Ex. 2.
870
"Cartas son cartas", en B.N.M. Miscelánea García Figueras. Tomo CXXVI., pág. 6.
871
Et-Tabyi: "La matanza de Bocoia (III)", en B.N.M. Miscelánea García Figueras. Tomo LXXIII, pag. 288.

521
Finalmente, la ayuda francesa acabó por llegar. A los tres días de haberse refugiado los

trescientos Bocoyas en el Peñón de Vélez, apareció un barco de la compañía Touach que los

embarcó para Tánger. Allí pese a su condición de rebeldes al Sultán, fueron atendidos por la

Legación francesa, y posteriormente transportados a Orán, donde se les trató muy bien. Al cabo de

seis meses se les estableció en un campamento en la región de Mserda, junto a Ayerud (Port Say),

donde todavía permanecieron año y medio hasta que la diplomacia francesa consiguió de Mawlay

Abd al- Aziz el perdón de la cabila de Bocoya, lo que fue concedido por un oportuno dahir. Unos

volvieron al Rif en falucha y otros por sus propios medios, andando.

El éxito de la expedición militar imperial fue absoluto. 872 El significado y las consecuencias

de la expedición serán analizados por cartas remitidas por Ojeda al Ministro de Estado, Almodóvar

a lo largo de todo el mes de Junio. Ojeda fue relatando al Ministro de Estado tanto las impresiones

que iba cambiando con el Encargado de Negocios de la representación francesa, como las noticias

que le llegaban a través de su exiguo servicio de información en el Rif, del consulado de Tetuán o

de los rumores procedentes de los mentideros diplomáticos. A este respecto señalará como ante la

inminencia de la llegada de la mehal-la imperial, reforzada por efectivos de los Ait-Urriaguel,

algunos notables de la cabila de Bocoya se habían apresurado en reclamar la protección francesa

que les había prometido el agente consular de esta potencia en Tetuán. Las seguridades, que en un

primer momento recibieron los rifeños, emanadas de las más altas esferas de la República, eran de

un carácter amplísimo, incluyendo la solemne promesa de ejercer una presión tal sobre el Sultán

que éste no se atrevería a castigarlos. Incluso, los agentes de la República, días antes del inicio de

las hostilidades, habían llegado a prometer a los amenazados Bocoyas la llegada inminente a las

playas del Rif de un buque de guerra francés, encargado de vigilar los movimientos de la mehal-la

imperial y de abortar el proyectado ataque sobre la cabila. Sin embargo, a pesar de las consultas y

872
Ojeda a Almodóvar del Río. 4 de Junio de 1898. Despacho número 80. A.G.A. África (Marruecos). Sección
histórica. Caja 199 /Ex. 1.

522
peticiones que Al.lal hizo desde Tetuán, la Legación francesa en Tánger no se había atrevido en el

último instante a hacer efectivas las promesas de sus agentes. La sangrienta represión y la derrota

de los rifeños a manos de la expedición imperial habían sido la prueba evidente del abandono al que

quedaron expuestos al no cumplirse las promesas galas. De hecho, Ojeda señalaba que una sorda

irritación contra Francia se había extendido en la región, y que la desconfianza hacia los galos había

llevado a los Bocoyas a aproximarse a España, al entender que los franceses les iban a dejar

comprometidos en una situación muy peligrosa:

"Algo de esto debieron barruntar algunos de los mas significativos entre sus Jefes
puesto que hace dos meses me escribieron estos una carta ofreciéndose como súbditos
leales de España y ofreciéndome sus territorios y sus personas en cambio de la protección
de nuestra bandera. Excuso decir que rehuí tanta honra con un lujo de orientales
hipérboles y de halagüeñas palabras que si bien no podían fomentar en ellos esperanzas en
cuanto al presente, dejaban abierta la puerta en lo porvenir para el caso de que
concentrado el interés del Gobierno en Marruecos se estime convenir á España la
extensión de su prestigio y de su influencia en los distintos fronterizos á nuestras plazas
fuertes". 873

Sin embargo, la evolución de los acontecimientos había determinado la intervención de

España, cuando huyendo del castigo de la mehal-la imperial subsiguiente a los combates, cerca de

cuatrocientos rifeños Bocoyas -incluyendo algunos notables de la cabila- protegidos franceses, se

habían refugiado en la plaza española del Peñón de Vélez de la Gomera. Desde allí, se embarcarían

clandestinamente el 16 de Junio en el vapor francés Emir perteneciente a la Compañía Touach de

Marsella, que los trasladaría sin conocimiento del Bajá tetuaní a la playa Negron, situada a tres

horas de Tetuán. 874 El Encargado de negocios de la Legación francesa había acudido previamente a

visitar a Ojeda solicitando la colaboración del gobierno español para atender a estos refugiados.

Esta solicitud fue atendida y permitiría a un vapor francés embarcar rápidamente a los refugiados y

873
Ojeda a Almodóvar del Río. 10 de Junio de 1898. Carta particular número 4. A.M.A.E. (H). Leg. 1263.
874
Teodoro de Cuevas a Ojeda. 19 de Junio de 1898. Despacho no. 74. A. G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 236 / Ex. 2.

523
trasladarlos ante los mismos ojos de la tropa imperial desde Negrón a Tánger, sustrayéndolos así a

la autoridad majzeniana. La exitosa maniobra francesa se completaba cuando el mismo día de la

llegada de los fugitivos Bocoyas a Tánger, éstos eran reembarcados en otro buque y llevados con

toda urgencia a la seguridad de Argelia, mientras que el Delegado del Sultán, Mohammed Torres,

protestaba en vano contra esta nueva intromisión extranjera en los asuntos del país. Todavía la

diplomacia francesa intentó sacar un mayor partido a este pequeño éxito tras la decepción que había

supuesto la derrota de sus intereses en las costas rifeñas, al tratar que la Legación española se

asociase a una enérgica reclamación que, como protesta de lo ocurrido en el territorio Bocoya iba a

elevar a la administración imperial. Ojeda se supo sustraer del compromiso, arguyendo que el

Gobierno español sólo se asociaría a una gestión colectiva de protesta realizada por todo el cuerpo

diplomático acreditado en Tánger, pero nunca se uniría a la iniciativa de una potencia actuando en

solitario.875

En cuanto a los motivos que estaban en el origen de la expedición imperial ,aspecto sobre el

cual Almodóvar llamaba la atención particular del plenipotenciario español,876 éste contestaba

convencido de que la expedición había respondido antes que a la presión de Gran Bretaña sobre el

Majzén solicitando el castigo de los piratas Bocoyas, a una consecuencia de la política de

reforzamiento de la soberanía del Sultán, que se hizo tanto más necesaria cuando quedaron

manifiestas las artimañas de los agentes enviados desde la colonia francesa de Argelia o desde

Tetuán, destinadas a sustraer el Rif del dominio imperial. En este sentido, transmitía al Ministro de

Estado su impresión de que el verdadero aunque oculto motivo de la expedición había sido

“asestar un golpe al prestigio de Francia en el Riff ". Aparentemente, el promotor del envío de la

mehal.la expedicionaria había sido Gran Bretaña, catalizadora y portavoz de las quejas conjuntas

que las diplomacias europeas realizaban sobre la inseguridad de las playas rifeñas, por lo que

subsidiariamente en su correspondencia particular Ojeda incluía la impresión del círculo

875
Ojeda a Almodóvar del Río. 19 de Junio de 1898. Carta número 5, copia mecanografiada. A.M.A.E. Archivo
histórico. Leg. 1263.
876
Almodóvar del Río a Ojeda. 3 de Junio de 1898. Carta número 2, manuscrita, documento ya citado.

524
diplomático acreditado en Tánger de que los acontecimientos del verano de 1898 estaban llamados

a instaurar la hegemonía en la corte imperial877 de los intereses británicos o anglosajones en un

sentido más amplio.878

Una de las paradojas de los textos de Ojeda lo constituye la terminología empleada para

describir el alcance de unas hostilidades que, no lo olvidemos, no son más que la manifestación de

un acto de afirmación de la autoridad imperial. Esta terminología es un reflejo de la utilizada por

los tratadistas franceses de la época; es decir por la potencia que aparece como rival de primer

orden de España en el Imperio jerifiano. Lejos de trascender los tópicos colonialistas, las cartas de

Ojeda reproducen la imagen de la civilización europea con una superioridad inherente, que

construía la conciencia de un "yo" universal, actuando sobre seres primitivos e inferiores, inmersos

en sus bárbaras costumbres. Este argumento le servía para desautorizar la política del Majzén en el

Rif calificándola de "artera y cruel" y para fustigar todas las actuaciones de la Administración del

Imperio.879

En cuanto a las consecuencias inmediatas de la expedición, Ojeda resaltaba como el prestigio

de Francia en el Rif había quedado absolutamente arruinado.880 No solamente habían quedado

desbaratados sus planes de establecer su influencia hegemónica en el territorio, sino que a partir de

ahora entre los habitantes de la región reinaría el más absoluto desprecio y la desconfianza a la

877
Saïd Sayagh subraya que el año 1898 fue de una calma relativa en lo que concierne al acoso de Marruecos por
parte del imperialismo francés. Únicamente cita como relevantes el intento del grupo colonial argelino de crear un vice-
consulado francés en Uxda, y el replanteamiento de la polémica del ferrocarril tran-sahariano, como una consecuencia
del incidente de Fachoda. Véase Sayagh, S.: op. cit., pág. 81.
878
Saïd Sayagh, en este sentido, ha apuntado que uno de los elementos más desestabilizadores para la independencia
política de Marruecos durante aquel año fueron los acontecimientos de la política internacional que tenían repercusión
directa sobre el Sultanato, y entre ellos el más preocupante, el deseo de Estados Unidos de intervenir militarmente en el
Estrecho de Gibraltar, ocupando Tánger y convirtiéndola en una base naval que le permitiera bombardear una serie de
puertos españoles. Véase Sayagh, S.: La France et les frontieres ..., op.cit., pág. 81. La irrupción de Estados Unidos
como elemento determinante en la resolución del problema marroquí era también comentada en aquel momento por
Jerónimo Becker. Véase Becker, J.: España y Marruecos. Sus relaciones diplomáticas durante el siglo XIX, Madrid,
Tipolitografía Raoul Péant, 1903, pág. 5.
879
Ojeda a Almodóvar del Río. 19 de Junio de 1898. Carta número 5, copia mecanografiada, documento ya citado.
880
Palabras del diplomático español que habría que cuestionar teniendo en cuenta que la relación de los Bocoyas con
los agentes galos y los intercambios ligados al tráfico ilícito de artículos de contrabando habrían perdurado hasta
entrado el verano, si tenemos en cuenta lo que nos señala Germain Ayache. El 19 de Julio de 1.898 - cita el historiador
marroquí - el Sultán informaba en una carta a Mohammed Torres de un buque francés que, llegado de la costa rifeña,
había embarcado clandestinamente trescientas reses suministradas por los contrabandistas de la tribu Bocoya. Véase al
respecto Ayache, G.: Les origines... op. cit., pag. 108.

525
República por la soledad y el abandono a que habían quedado expuestos -ante la represalia del

Majzén- los Bocoyas. Con todo, Ojeda no acertaba a comprender que la operación había sido

dirigida también contra los intereses españoles en la región. Para el diplomático, todas las pistas

que apuntaban a este hecho quedaban borradas ante la brusca desaparición en el Rif central del

poderoso competidor de España en la carrera colonial que se libraba en el Sultanato. De hecho,

entendía que España había salido beneficiada:

"En cuanto a España (escribía a Almodóvar el 10 de Junio) entiendo que cuanto


contribuya a debilitar el prestigio de cualquier nación en el Rif, sin ingerencia (sic) alguna
directa que pueda comprometernos es provechoso para nuestra política" .881

Incluso creía entender que las bases para una futura acción española en el Rif quedaban

intactas. Las consideraba establecidas para iniciar una próxima expansión territorial, cuando

finalizado el conflicto colonial en el Caribe y Asia, la atención del gobierno se pudiera fijar

definitivamente en el engrandecimiento de las posiciones norteafricanas. Ojeda, asimismo, concluía

apuntando un riesgo que, en efecto, se iba a consumar al año siguiente. Entendía el representante en

Tánger, en dos de sus cartas, que, a pesar de los peligros que comportaba provocar un conflicto

abierto entre las potencias europeas con intereses en la zona, Francia no iba a permanecer quieta

tras la aniquilación de su presencia en el Rif, y auguraba la posibilidad de un golpe de fuerza en

otro de los confines del Imperio jerifiano, que actuase como compensación de los sinsabores recién

experimentados. 882 La ocupación de los oasis del Tuat estaba destinada a darle la razón.

A finales de Julio, se reanudaban las operaciones de la mehal.la expedicionaria en el Rif. A lo

largo del mes, el príncipe Abu Bakr había venido recibiendo refuerzos procedentes de Tánger, que

le permitirían establecer un cordón de vigilancia en torno al territorio Bocoya, impidiendo fugas

masivas o aisladas de los rifeños. Los combates se habían interrumpido, pero la permanencia de las

tropas imperiales en el territorio obedecía al propósito del Majzén de aislar e impermeabilizar el

881
Ojeda a Almodóvar del Río. 10 de Junio de 1898. Carta número 4, copia mecanografiada, documento ya citado.
882
Ojeda a Almodóvar del Río. 19 de Junio de 1898. Carta número 5, copia mecanografiada., documento ya citado.
A.M.A.E. Archivo histórico. Leg. 1263.

526
territorio de las influencias imperialistas franco-españolas. Los Bocoyas y las fracciones de Beni-

Iteft, que habían hecho causa común con aquellos esperando obtener la protección francesa, estaban

estrechamente vigilados. Se rumoreaba asimismo que el Majzén iba a organizar dos nuevos cuerpos

de ejército, uno destinado a la provincia de Kelaia, en la frontera con Melilla que operaría en

combinación con la división desplazada a Alhucemas, y el otro destinado a operar en el territorio de

los Hiaina, vecinos del Rif, a los que se les iba a solicitar la sumisión al Majzén y el pago de

impuestos.883

El 2 de Agosto, el Jalifa o lugarteniente de Abu Bakr, Ben Bushta el-Bagdadi desencadenaba

un nuevo ataque contra la cabila de Bocoya. Tras una breve escaramuza, doscientos cabileños eran

hechos prisioneros y transportados a la cárcel de Mogador. 884

Por la parte española los acontecimientos habían sido seguidos con mucha preocupación. El

vapor imperial Turki recorría constantemente las playas rifeñas vigilando los movimientos

cabileños, y procurando evitar la llegada de nuevos buques franceses en apoyo de los Bocoyas. En

la mañana del 4 de Agosto, cuando el navío había abandonado las proximidades de Vélez

dirigiéndose a Alhucemas, alrededor de ciento cincuenta rifeños fuertemente armados se

aproximaron hasta la playa. Fueron identificados como rebeldes al Sultán y durante algunas horas

se temió que iban a desencadenar un ataque contra la plaza. La guarnición tomó todo tipo de

precauciones a la espera de un asalto que finalmente no tuvo lugar. 885

La situación se estabilizó en los siguientes días. Una vez que Ben Bushta al-Bagdadi terminó

de raziar la cabila de Bocoya, pasó a Beni Iteft, acampando en la alcazaba de Snada. Desde allí, se

esforzó en consolidar la soberanía imperial en el Rif central. La tranquilidad volvía al territorio. 886

883
Teodoro de Cuevas a Ojeda. 26 de Julio de 1898. Despacho no. 84. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 236 /Ex. 2.
884
Ibidem. Teodoro de Cuevas a Ojeda. 5 de Agosto de 1898. Despacho no. 87.
885
Telegrama del Gobernador Militar de Melilla al Ministro de la Guerra. 4 de Agosto de 1.898. S.H.M. Archivo de la
Comandancia Militar de Melilla. Rollo 168.
886
Et-Tabyi: "El Bagdadi en Snada", en B.N.M. Miscelánea García Figueras. Tomo LXXIII, pág. 289.

527
Paralelamente durante todo el verano Teodoro de Cuevas inició una tarea encaminada a

reforzar el prestigio español en el norte de Marruecos. Era un hecho detectado por las autoridades

españolas, aunque nunca fue evitado ni reprimido, que las barquillas de los pescadores ceutíes se

dedicaban a un frenético contrabando entre la plaza española y las playas marroquíes de Gomara y

Negrón. Las mercancías transportadas comprendían un conjunto diverso que oscilaba desde las

vituallas y alimentos hasta las armas y municiones, pasando por cajas repletas de monedas de plata

(pesetas) españolas. El contrabando iba acompañado del tráfico ilegal de pasajeros: civiles

indocumentados, criminales evadidos de las prisiones españolas o soldados desertores. Desde el

consulado en Tetuán, Cuevas propuso al Ministerio de Estado un control exhaustivo y una

reglamentación por parte de la diplomacia española que pusiese fin a estas actividades. 887

Por otra parte, fue totalmente infructuosa la Embajada del Ministro plenipotenciario

francés, Monbel, a Marrakesh pretendiendo arrancar del Sultán una serie de concesiones

económicas. El Majzén rechazaría todos los proyectos referidos a la penetración económica de los

intereses franceses. Tales proyectos se condensaban en:

1) la instalación de un ferrocarril que enlazase Mequinez - vía Fez, Tazza y Uxda- con la

frontera argelina;

2) la concesión en monopolio para la sociedad Comptoir d´Escompte de la acuñación de

cien millones en moneda hassani de plata que el Sultán prefirió otorgar a una casa alemana;

3) la creación de un Banco Nacional marroquí bajo supervisión de París, emisor en el futuro

de la moneda nacional, en el que se concentrarían todos los recursos financieros del país y que

serviría de prestamista y fuente de recursos permanente para el gobierno jerifiano. Esta medida fue

presentada por Monbel como la medida arbitrista que acabaría con la crisis monetaria del país;

4) la hipoteca de las rentas de Aduanas o de ciertas partes del territorio Imperial.

887
Teodoro de Cuevas a Ojeda. 20 de Julio de 1898. Despacho no. 81. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 236 /Ex.2.

528
El Majlís, el Gran Consejo de sabios asesores del Sultán, rechazó de plano todas las

pretensiones francesas, salvo la que suponía la libertad de exportación de cereales. 888

Por otra parte, Almodóvar había informado al Consejo de Ministros sobre las graves

consecuencias que estaba teniendo la desmonetización del Imperio promovida por la operación

especulativa francesa. A pesar de que el gobierno había establecido la prohibición formal de

exportar plata al extranjero, Sagasta acordaría inyectar a partir de agosto moneda de plata española

(peseta, que también era objeto de acaparamientos) en el Sultanato por medio de la Agencia del

Banco de España existente en Ceuta.889 Sin embargo, el problema monetario marroquí terminaría

bruscamente, cuando cesó de la misma forma la operación especulativa que lo había originado.

Fracasados los intentos de la compañía Comptoir de obtener del Majzén el monopolio de la

acuñación de la moneda nacional y la creación de un Banco Nacional emisor, así como el proyecto

francés de oferta de empréstitos al Sultán, de manera inmediata el duro español dejó de verse

marginado y rechazado recuperando íntegramente su valor. Ello se produjo cuando la sucursal del

Comptoir en Tánger cesó de acaparar la moneda hassania y volvió a poner en circulación los

millones de plata que había acumulado hasta entonces.890

888
Ibidem. Teodoro de Cuevas a Ojeda. 2 de Junio de 1898. Despacho no. 69.
889
Almodóvar del Río a Ojeda. 23 de Agosto de 1898. Minuta manuscrita número 6. A.M.A.E. (H). Legajo 1263.
890
Teodoro de Cuevas a Ojeda. 30 de Junio de 1898. Despacho no. 76. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 236 /Ex. 2.

529
6.13. La aproximación española al Reino Unido.

Durante los meses siguientes el Ministro de Estado continuó pendiente de las noticias de

Marruecos procurando informarse lo mejor posible de la base económica de la presencia europea

en Marruecos; para lograrlo pidió a Ojeda que le enviase los datos del comercio que el Imperio

desarrollaba con España y las otras potencias y del grado de participación de españoles en las

actividades agrarias del Sultanato, y particularmente de las regiones costeras al Atlántico.891

Ojeda, por su parte, se esforzó en cumplir la tarea encomendada, y las siguientes

comunicaciones nos lo presentan realizando un amplio estudio de la actividad económica de España

en Marruecos, coordinando los trabajos de los cónsules en la zona892 y visitando personalmente las

plazas de soberanía o presencia española:

"Ahora más que nunca se nos impone una liquidación, o más bien una especie de
balance de nuestras existencias. Como nación europea no tenemos más conexión con los
altos intereses políticos que han de agitarse en breve, que nuestra situación en Marruecos.
Habremos de robustecer ésta de tal modo que no pueda dar Europa un paso ni adoptar una
decisión en la cuestión de Occidente, sin tener forzosamente que contar con España Para
ello tenemos factores importantísimos. Ceuta y Tarifa contra Inglaterra. Melilla y
Chafarinas contra Francia. Pero es indispensable que estos factores sean reales y efectivos
y a este objeto se encamina mi acción y el ruego de apoyarla que oportunamente dirigí a V.
Si las cosas permanecen en el estado en que hoy se hallan correremos el riesgo de que nos
ignore Europa, y con justa razón, cuando llegue para Marruecos y para España el
momento psicológico que ha de decidir de la existencia de ambas."893

El esfuerzo que realiza Ojeda para fortalecer la presencia española en Marruecos tiene su

principal punto de apoyo en sus buenas relaciones con el ministro del Reino Unido en Tánger, sir

Arthur Nicolson, con quien conversa a menudo y a quien intenta convencer de que la colaboración

891
Almodóvar del Río a Ojeda. 3 de junio de 1898. Minuta manuscrita número 2., documento ya citado.
892
Ojeda a Almodóvar del Río. 10 de Junio de 1898. Carta número 4, copia mecanografiada. documento ya citado.
893
Ojeda a Almodóvar del Río. 31 de Agosto de 1898. Carta número 9, copia mecanografiada. AMAE. Archivo
Histórico. Leg.1263. Ojeda ha visitado Melilla, Chafarinas, Alhucemas, el Peñón de la Gomera, Tetuán y Ceuta; el mal
tiempo le impide desembarcar en Tarifa.

530
hispano-británica en el mantenimiento del statu-quo marroquí podía ser beneficiosa para los dos

países. 894 Al informar de todo esto a Almodóvar, Ojeda señala su convencimiento de que Nicolson

está preocupado por los rumores de un acuerdo español con la Alianza franco-rusa y afirma que ese

temor “puede llegar a ser un elemento que debemos aprovechar y que empleado con eficacia y

oportunidad podía sernos útil no solamente para nuestra política en Marruecos sino para una

solución, la menos desfavorable posible, del conflicto con los Estados Unidos”.895

La actividad del diplomático español adquiere un grado febril durante todo el verano,

elucubrando sobre diversas vías que coadyuven a consolidar la influencia hispana en el Sultanato.

Así, por un lado realiza una aproximación con la Legación de Portugal intentando sentar las bases

de una alianza hispano-lusa,896 mientras que en otro orden de cosas sus conversaciones con el

cuerpo diplomático acreditado en Marruecos las va a usar para pergeñar un plan que remitirá a

Almodóvar y volverá a trasladar a consideración del Gobierno conservador de Silvela en 1899. Los

continuos incidentes en los que se ven envueltos los intereses de diversos países y que tienen como

escenario el territorio del Imperio (terminando indefectiblemente con la aparición amenazante de

buques de guerra de las más distintas nacionalidades en los puertos del Sultanato acompañando las

reivindicaciones y la presentación de ultimatums al Majzén), le dan pie para construir un vasto

programa con el fin de conseguir el apuntalamiento del statu-quo y la neutralización del Imperio,

frustrando al mismo tiempo lo que se consideraba en los medios diplomáticos como inercia o

prácticas dilatorias de la Administración marroquí. Ojeda llega a la conclusión de que las dilaciones

del Majzén lo que tratan es conseguir un cierto equilibrio entre las aspiraciones de los diversos

países con apetencias en el Imperio. A través de estos procedimientos, el gobierno del Sultán busca

aislar a sus potenciales enemigos con el fin de minimizar sus esfuerzos sobre el país; por ello la

satisfacción marroquí a las reclamaciones europeas sigue siempre unos tortuosos caminos que

llevan invariablemente a la amenaza del empleo de la fuerza y a lo que esto supone de riesgo de

894
Ojeda a Almodóvar del Río. 8 de junio de 1898. Carta número 3, copia mecanografiada, documento ya citado.
895
Ibidem.
896
Ibidem.

531
estallido de un conflicto. La manera adecuada de contrarrestar la política del Sultán la ve Ojeda

propiciando la conjunción de intereses de todas las potencias representadas en Marruecos, que

hiciese posible la creación en Tánger de un Consejo permanente integrado por los diplomáticos allí

acreditados, responsable en el futuro de la gestión de las quejas ante la Administración marroquí.

Éstas pasarían a realizarse de manera colectiva y solidaria, abandonando las actuaciones

individualizadas.

"La idea(...) puede ser muy fecunda en resultados prácticos. El menor, sería (...) el
de obtener justicia del Sultán merced a la mancomunidad de la acción europea en todos los
casos en que el areópago de los Representantes la estimase justa. El más trascendental y el
que nosotros debemos perseguir sin descanso, es el de anular las individualidades
nacionales más poderosas, sometiéndolas a la obligación de un concierto del que ninguna
podría sacar especiales ventajas ni prestigio ni preponderancia particulares, lo cual
tendría además la ventaja de ir encaminando paulatinamente la política de Europa hacia la
neutralidad de Marruecos, única salvaguardia de España en estos momentos apartando al
mismo tiempo del ánimo de estos Gobernantes el peligroso ejercicio del desdén con que
acoge nuestras gestiones y de la barbarie de sus procedimientos ocasionados a periódicos
conflictos que tanto nos interesa precaver y evitar ". 897

El entusiasmo con la idea forjada le lleva incluso a sondear a los Ministros de Francia y

Rusia en Tánger y al encontrar favorable acogida entre sus compañeros del cuerpo diplomático

solicita el permiso de Almodóvar para poner en ejecución su proyecto.

"El respiro que durante el futuro período de recogimiento y de concentración


nacional, ofrecería a España esta solución sería de incalculable trascendencia para
nuestros intereses y nos permitiría apercibirnos con tiempo y aguardar serenos y confiados
el inevitable momento psicológico del desmembramiento de Marruecos. El Cuerpo
Diplomático en Tánger, (...) realizaría en lo político, en lo comercial y en lo que á los mas
altos intereses de la civilización atañe, lo mismo que diariamente practica en el terreno
sanitario. Sus miembros irían de tres en tres meses turnándose en la presidencia del
areópago y (...), llevarían la voz de Europa entera y unida ante el Maghzen, examinarían ,

897
Ojeda a Almodóvar del Río. 19 de Agosto de 1898. Carta número 8, copia mecanografiada. AMAE. Archivo
Histórico. Leg. 1263.

532
aceptarían o rechazarían las reclamaciones de importancia de todas las nacionalidades,
adoptarían en pleno consejo las decisiones de caracter político u otro que hubiesen de ser
presentadas y ejecutadas en vista de resistencia o de negativa por parte de este Gobierno.
Según la nacionalidad eventual del Presidente, existirían en Tánger a sus órdenes uno o
más buques de su nación de guerra, encargados de ejecutar los decretos de Europa, y de
este modo solidarios todos, apartadas las contingencias peligrosas a que puede dar lugar la
barbarie de este pueblo, excluida toda acción aislada y perturbadora de cualquiera de las
grandes Potencias, correspondería a España, a sus tradiciones, tomando siempre una
iniciativa bienhechora en los asuntos de Marruecos, asumir el papel que le incumbe ante
las Naciones ".898

De hecho, las pretensiones de neutralización de Marruecos no constituían nada más que un

proyecto utópico, en tanto que la estratégica posición geográfica del Imperio, o su misma situación

de vecindad con una gran potencia, que determinaban las apetencias de varias potencias sobre él, no

favorecían las aspiraciones del diplomático español, ni las hacían factibles. Anteriormente ya se

había barajado esta posibilidad en los círculos del Ministerio de Estado, y siempre se había

descartado, por juzgarse que en caso de conflicto, ninguna potencia europea se iba a arriesgar a

defender la condición de neutralidad del Imperio. De la misma manera otras críticas apuntaban el

hecho de que la neutralización ataba de pies y manos la política de la penetración pacífica, alentada

por africanistas y gobierno a la par. También se temía que en el caso de conflicto generalizado en

Europa, la neutralización de Marruecos, hubiera conllevado asimismo la de las plazas fuertes

españolas en el Norte de África, mientras que Gran Bretaña mantendría plenamente operativa su

posición de Gibraltar Por ello el Ministro de Estado se limitó solamente a acusar recibo del

proyecto. En realidad, aunque a lo largo de aquellos meses Almodóvar se limitaba a alentar las

conversaciones de Ojeda con sus colegas en Tánger, debía valorar altamente la capacidad del

diplomático, pues cuando llegó la hora de negociar la paz con el Gobierno de Estados Unidos le

nombró secretario de la Comisión presidida por el presidente del Senado, Eugenio Montero Ríos.

898
Ibidem. Ojeda a Almodóvar del Río. 9 de Septiembre de 1898. Carta número 11, copia mecanografiada.

533
El trabajo de Ojeda en las negociaciones de París interrumpió su correspondencia sobre la cuestión

de Marruecos desde mediados de septiembre hasta comienzos de enero del año siguiente. Sin

embargo cuando en el mes de diciembre tras la firma del tratado de paz la situación internacional de

España entró en una nueva etapa, el ministro de Estado pondrá en práctica los consejos de Ojeda

para intentar empujar las difíciles relaciones con Inglaterra por el camino del apaciguamiento.

De hecho la necesidad española de defenderse ante la temida alianza anglosajona en el área

del Estrecho de Gibraltar, había llevado en la primavera al gobierno de Sagasta a instalar en

Algeciras, Sierra Carbonera y las proximidades del Peñón, un conjunto de piezas de artillería de

gran calibre (9 y 10 pulgadas) que no quedaban a más de 8.500 metros de la fortaleza inglesa y a

reforzar las defensas de la zona. La actitud española había suscitado el recelo británico y abierto un

litigio entre las dos naciones que no se disiparía hasta el año siguiente. 899 Meses antes y como un

medio instrumental para cerrar definitivamente la crisis motivada por las fortificaciones de la bahía

de Algeciras, Almodóvar propuso al gobierno de Londres una acción conjunta para mantener el

'statu quo' en Marruecos en un momento en que se estaban vislumbrando ya nuevos nubarrones en

el horizonte, pues Francia estaba poniendo en marcha nuevas iniciativas que iban a suponer su

ruptura definitiva.

En efecto los acontecimientos que se habían producido en el pequeño poblado sudanés de

Fachoda iban a relanzar en los medios coloniales franceses de Argel la polémica de la construcción

del ferrocarril transahariano, llamado a recorrer el territorio suroriental del Imperio jerifiano. A

finales de 1898, la Sociedad de Geografía de Argel emitía un comunicado en el que postulaba la

necesidad del establecimiento de un Protectorado francés sobre todo el territorio marroquí.

Mientras tanto el regreso a Madrid de la Comisión de Paz permitía a Ojeda entrevistarse


900
largamente con Almodóvar del Río antes de regresar a Tánger y reanudar la correspondencia

privada sobre el problema de Marruecos. En cualquier caso como señala Rosario de la Torre, de las

899
Véase al respecto Torre del Río, R. de la: Inglaterra y España..., op. cit., pp. 249-321.
900
Almodóvar del Río a Ojeda, 7 de Enero de 1899. Minuta manuscrita número 9. A.M.A.E. Archivo histórico. Leg.
1263. Dice el ministro de Estado: "No se me borra la impresión de nuestra conversación en vísperas de su regreso a
ésa ni pierdo de vista las importantes cuestiones que en ella tratamos".

534
901
entrevistas Almodóvar-Ojeda sale definida la nueva política del Ministerio de Estado. En este

sentido el conde de Rascón, embajador de España en Londres, se entrevistará el 11 de Enero de

1899 con el premier británico, Salisbury, y ofrecerá el apoyo de su gobierno para mantener el statu-

quo en Marruecos, incluso frente a los incipientes movimientos franceses en las cuencas del Figuig

y del Tuat, que en aquellos días preocupaban a la diplomacia británica.902

La iniciativa española tendrá en Tánger un segundo escenario, pues el día 7 de Enero, el

Ministro de Estado escribía a Ojeda: "En este momento creo que lo más acertado será que hable V.

hipotéticamente con Sir Arthur Nicolson, haciéndole ver nuestras buenas disposiciones y la

posibilidad de entenderse los dos Gobiernos, lo cual debe, a mi ver, probar al de la Gran Bretaña

la sinceridad de nuestras buenas intenciones en lo que al lado de acá del Estrecho se

refiere".903Aunque Ojeda tenía recientes sus conversaciones con Almodóvar, juzgando muy

imprecisas las instrucciones del Ministro, buscó primero la ratificación de sus ideas antes de

planteárselas a Nicolson. En ese sentido, le indicaba - con fecha 15 de Enero - que la base del

futuro acuerdo hispano-británico en Marruecos tenía que hacerse bajo " la renovación por parte del

Gobierno de S.M. de su compromiso formal de respetar y mantener en unión de la Gran Bretaña el

más estricto 'statu quo en Marruecos". Una vez conformes las dos naciones en su cumplimiento

podía utilizarse este comunidad de intereses para intentar poner punto final al litigio sobre las

fortificaciones españolas en el hinterland de Gibraltar; litigio que quedaría resuelto si España hacía

una manifestación convincente al Reino Unido de no desear integrarse en la Dúplice franco-rusa y

de respetar el mantenimiento de la libertad de circulación en el Estrecho.

"Sentiría - concluía el diplomático español - que mis sugestiones y el calor con que
recomiendo el curso que bosquejé a V.E, los interpretase como tendencia personal mía
hacia una alianza con la Gran Bretaña. Si los Gabinetes de Europa nos ofreciesen
garantías serias contra las amenazas de aquélla, cabría vacilar antes de acercarse a ella.

901
Cfr. Torre del Río, Rosario de la: Inglaterra y España ..., op. cit., pp. 281-282.
902
Jover Zamora, J. M.: "Gibraltar en la crisis internacional del 98", en Política, diplomacia y humanismo popular en
la España del siglo XIX, Madrid, Turner, 1976, pág. 480.
903
Almodóvar del Río a Ojeda, 7 de Enero de 1899, minuta manuscrita, número 9. AMAE. Archivo Histórico. Leg
1263.

535
Si existen o no esas garantías; si después de lo ocurrido en Fachoda cree V. que Europa
está dispuesta a arrostrar una guerra tan formidable para sostenernos y defendernos, son
puntos que V. mejor que nadie puede aquilatar y sobre los cuales no me toca pronunciarme.
Tampoco puedo, aunque presiento el peligro y lo adivino, juzgar de su naturaleza e
intensidad toda vez que ignoro las exigencias de Inglaterra y el espíritu en que están
convenidas".904

La respuesta de Almodóvar precisaba que aunque la gestión de Ojeda debía de constreñirse

al asunto marroquí sin mencionar el espinoso tema de Gibraltar, sus pretensiones no eran otras que

las de utilizar el interés británico en Marruecos para terminar con el contencioso del Peñón. 905 La

situación internacional se había modificado rápidamente pues la retirada de la expedición francesa

de Fashoda, el tratado anglo-egipcio de 19 de enero de 1899 y el acuerdo franco-británico de 21 de

marzo de ese mismo año, consolidarán la presencia de Inglaterra en el valle del Nilo y pondrá fin a

las desavenencias coloniales entre los gobiernos de Londres y París, iniciando el proceso de

acercamiento de las dos potencias que culminaría en abril de 1904 con la firma de la Entente

cordiale, en la que Marruecos será la compensación a la renuncia francesa del Nordeste de África.

En ese nuevo marco de relaciones franco-británicas, como ha señalado Rosario de la Torre, buscará

Almodóvar del Río reequilibrar la posición de España. 906 La situación de España en el Estrecho de

904
Ibidem. Ojeda a Almodóvar del Río. 15 de Enero de 1899. Carta número 2, manuscrita.
905
"¿No le parece a V.- escribe Almodóvar del Río a Ojeda el 23 de Enero de 1899 - que desde el momento en que
Inglaterra se convenza de la sinceridad de nuestro deseo de entendernos con ella en lo que al porvenir del Imperio
marroquí se refiere, desaparecerán de por sí sus recelos respecto a la Bahía de Algeciras, con lo cual saldríamos de una
situación poco agradable sin adquirir un compromiso quizás peligroso y en todo caso depresivo para nuestra dignidad
nacional dentro de la Península ?. Yo creo que sí: tanto que deseo evitar en las conversaciones con Nicholson toda
alusión a lo de Gibraltar localizándolo todo a Marruecos. Lo demás, como digo, vendrá de por sí". Almodóvar del Río a
Ojeda. 23 de Enero de 1899. Minuta manuscrita, número 10. A.M.A.E. (H). Leg. 1263.
906
Torre del Río, Rosario de la: Inglaterra y España...., op. cit., pp. 284 y 321."La distensión internacional -escribe
Jover Zamora- resultante de la progresiva normalización de relaciones entre Gran Bretaña y Francia, la progresiva
condensación de la atención internacional en torno a Marruecos, la política de <amortiguador y lubricante > tenazmente
seguida por Almodóvar, habían permitido al Gobierno español dar por remontada la crisis gibraltareña, esbozando una
nueva política dentro del criterio de <no compromiso > tan celosa y reiteradamente mantenido por Madrid. Se diría
que, en presencia de las nuevas circunstancias - firma del tratado de paz con los Estados Unidos, desaparición del
riesgo de confrontación franco-británica -, la política exterior de España se siente reinstalada en una normalidad que
aconseja el retorno al clásico aforismo de nuestra diplomacia ochocentista: " cuando Francia e Inglaterra marchen de
acuerdo, unirse a ellas; cuando se separen o estén en discordia, abstenerse". En tiempo de la máxima tensión entre
ambas, España se había visto obligada, por imperativo de la actitud asumida por Inglaterra en el proceso de
redistribución colonial que tuvo en 1898 uno de sus momentos críticos, no ya a abstenerse, sino a orientarse en sentido
profrancés. Ahora, de cara a la nueva situación internacional, se diría que España procura compensar la orientación
profrancesa de su política europea durante el 98 con una nueva orientación probritánica que no comporta <hostilidad

536
Gibraltar iba a cambiar drásticamente, ya que los intereses españoles en Marruecos podían ser para

Gran Bretaña una forma de limitar las pretensiones francesas sobre este territorio. Tal como ha

destacado Jóver, la práctica tradicional británica de utilizar limitaciones y contrapesos en el control

de áreas estratégicas y vitales para el Imperio iba a encontrar una aplicación en el área del Estrecho:

" Dejar en manos de pequeñas potencias - y no de eventuales competidores - los grandes accesos

marítimos en la medida en que estos últimos no pudiesen ser controlados de manera inmediata y

directa, era un principio lo suficientemente arraigado en la diplomacia británica como para que

no quedara olvidado en el planteamiento de la nueva coyuntura ".907

Mientras llegaba ese momento, la política del duque de Almodovar del Río iniciada con el

ofrecimiento al Reino Unido de la cooperación española para mantener el statu-quo marroquí,

rindió pronto sus primeros frutos.

Ojeda, cumpliendo fielmente las instrucciones de Almodóvar se esforzó durante el invierno

de 1899 en limar asperezas con la Legación Británica, para a continuación promover la

cristalización de una inteligencia entre las dos naciones tendente al mantenimiento del "statu quo"

marroquí. Nicolson, receloso por la propuesta formulada por Ojeda durante el verano que revelaba

los deseos del Gobierno sagastino de encontrar en Marruecos un imperio de recambio al perdido en

el Caribe y Filipinas, y asimismo temeroso de que España se encontrase en connivencia o bien con

la Dúplice Alianza franco-rusa o bien simplemente con el gobierno republicano francés, y que tales

acuerdos ofreciesen a España una promesa de engrandecimiento territorial en el Sultanato, mostró

su preocupación al plenipotenciario español de que la existencia de estos hipotéticos acuerdos

trajesen como consecuencia un apoyo incondicional de España a una liga continental antibritánica.

Sin embargo, merced a las gestiones emprendidas por el gobierno sagastino, se desvanecían los

temores del gobierno de Londres por una posible aproximación de España a Francia, como réplica

de la alianza anglo-norteamericana, contemplada con pavor en Madrid durante los meses de la

presunta > contra Francia, sino que va orientada a arbitrar recursos nuevos para el logro de una distensión". (Jover
Zamora, J.M.: "Gibraltar..." , op. cit., pp. 481-482.
907
Jóver Zamora, J.M.: "Gibraltar...", op. cit., pág. 478.

537
guerra contra los Estados Unidos (aproximación que hubiera colocado a España en la órbita política

de la República). Esto nos viene indicado por el cariz que adquieren las conversaciones entre

Nicolson y Ojeda a comienzos de febrero, cuando Ojeda ofrece su colaboración al diplomático

británico:

" Respondiendo a una insinuación que me hizo Sir Arthur (cuenta Ojeda a Almodóvar)
y que revelaba claramente la creencia por parte de su Gobierno, de que estaba España
dispuesta en cambio de ciertas promesas de engrandecimiento territorial en este Imperio ,
que le hubieran hecho ciertas naciones, a apoyar incondicionalmente la política de éstas en
contra de la Gran Bretaña, rechacé con calor semejante suposición y creí llegado el
momento de afirmarle en nombre del Gobierno de S.M. lo que V. me autorizó a repetirle
respecto de la sinceridad y firme propósito que le animan a cooperar siempre con
Inglaterra al mantenimiento del 'statu quo ' en Marruecos Entré aquí en ciertas
consideraciones que creo inútil repetir respecto de la conveniencia obvia para una y otra
nación de conservar a todo trance la integridad absoluta del Imperio ; declaré que los
compromisos contraídos por España con Europa no tenían otro objeto ; que nos
hallábamos no solamente desligados de todo pacto atentatorio de dicha integridad , sino
que repudiábamos de antemano semejante complicidad , estando dispuestos a dar
fehacientes muestras a Inglaterra de nuestra adhesión a toda política que tuviese por
objetivo oponerse a una modificación del statu quo en provecho de cualquier nación ". 908

Sin embargo, en el horizonte persistían las inquietudes británicas por los posibles

movimientos del ejército colonial francés en el Sáhara oriental marroquí. Nicolson se encargaría de

requerir de la Legación española en Tánger el sentido de la respuesta del gobierno sagastino a una

posible invasión de esta parte del Sultanato. La respuesta de Ojeda fue muy mesurada y prudente.

Se limitó a señalar que no había recibido instrucciones del gobierno sobre el carácter de la

respuesta española a un acontecimiento de esa índole, pero que en todo caso, personalmente

consideraba improbable y remota la posibilidad de que estallase un conflicto a gran escala entre

908
Ojeda a Almodóvar del Río .6 de Febrero de 1899. Carta sin numerar. A.G.A. África (Marruecos). Sección histórica.
Caja 103 / Ex. 2.

538
potencias colonialistas o entre Francia y Marruecos a causa de la irrupción gala " en una región en

que ninguna nación europea tiene interés directo, ni la perspectiva de poderlos crear".909

Este giro en la política de Almodóvar va a contribuir a conseguir una gran distensión en las

relaciones hispano-británicas y a que se fueran desvaneciendo los recelos y las desconfianzas que

habían surgido durante la crisis de 1898 entre Londres y Madrid, justamente en el momento en que

en Madrid se producía la apertura de las Cortes y el inicio del "debate parlamentario sobre las

responsabilidades" que pondría fin al Gobierno Sagasta. Tal como señala el ministro de Estado, el

12 de febrero, en su correspondencia con Ojeda:

"Hace ya varios días menudean los síntomas reveladores de una mejora en nuestras
relaciones con Inglaterra que prueban se va disipando la mala inteligencia surgida después
de la guerra con los Estados Unidos gracias a las exageraciones de Chamberlain y acaso
también a las suspicacias infundadas de algún funcionario.
Este satisfactorio resultado lo atribuyo en parte a su conversación preliminar con
Nicholson de cuyo tenor me he enterado con satisfacción viniendo a confirmarme en esta
opinión la actitud ya muy diferente de Wolff ( se refiere al Embajador británico en Madrid ) ,
a quien ha dado a conocer su Gobierno esa entrevista, según él mismo me ha manifestado.
Podemos, pues, estar convencidos de que han cesado por fin las desconfianzas inglesas
acerca de nuestra actitud".910

En lo tocante a la cuestión del Tuat, el duque de Almodóvar proclamaba la intención del

gobierno español de no pronunciarse públicamente sobre el tema. Sin embargo, en sus cartas a

Ojeda estimaba que la invasión de producirse constituía un atentado claro contra el "statu quo"

vigente en el Imperio, ya que una desmembración sustancial del Imperio marroquí, aunque se

tratase de la pérdida de las lejanas provincias saharianas conllevaba un ataque directo al prestigio

del Sultán, cuya función fundamental a los ojos de su pueblo era garantizar la unidad del país.

Sin embargo, la proyección en Marruecos de este nuevo rumbo pro-británico de la política

española va a adolecer de falta de continuidad. El 1 de marzo dimitía Sagasta, y, con su dimisión,

909
Ojeda a Almodóvar del Río. Carta número 3, sin fechar. A. M.A.E. (H). Leg. 1263.
910
Ibidem .Almodóvar del Río a Ojeda. 12 de Febrero de 1899. Minuta manuscrita número 3.

539
cesaba el duque de Almodóvar del Río como ministro de Estado; el 3 de marzo el partido

conservador formaba un gobierno en el que Francisco Silvela acumulará la cartera de Estado a la

Presidencia del Consejo de Ministros.

540
RESUMEN

A finales de 1897 el Majzén remitía una pequeña fuerza expedicionaria al Rif para

consolidar la defensa del territorio, amenazada por la infiltración política francesa, y para castigar a

los Bocoya que habían protagonizado diversos ataques contra buques mercantes extranjeros. El

Ministerio de Estado decidió no colaborar con las fuerzas imperiales. Desde la Legación española

en Tánger se estaban forjando proyectos para favorecer la penetración en el Rif a partir de las

guarniciones enclavadas en la región. Estos proyectos habían empezado a esbozarse a partir de

finales de 1897 cuando en diferentes ocasiones, diversos notables de Bocoya y Ait- Urriaguel

solicitaron que les fuera otorgada la nacionalidad española y que sus aduares pasaran a estar bajo el

protectorado hispano.

Al producirse un nuevo conflicto en las inmediaciones de Melilla, las autoridades militares

hispanas no tuvieron ningún inconveniente en entrometerse en las cuestiones interiores del

Sultanato, invadiendo las competencias del Majzén y sustituyéndolo en las gestiones de

intermediación entre la descontenta tropa de la raya fronteriza, que no percibía sus soldadas y los

Administradores de la Aduana marroquí.

El éxito diplomático hispano al solucionar el asunto del cautiverio de los marineros europeos

presos por la cabila de Bocoya es visto con recelo por algunas potencias europeas. España

mantiene, en vísperas del desastre colonial, la imagen de ser un país que goza de cierto peso y

relevancia en la cuestión marroquí. Sin embargo, esa sensación de estabilidad y de influencia

hispana sobre Marruecos vuela por los aires a partir de la derrota militar ante Estados Unidos, y lo

hace porque no tenía bases sólidas. Era una imagen condicionada a no insubordinarse a los

designios de Francia, y a no salirse de un estrecho margen de autonomía en la cuestión marroquí.

Los desastres militares de Cuba y Filipinas no hacen sino detonar fallos latentes de la actuación

española en el Sultanato: falta de medios militares en Marruecos para presionar sobre el Sultán,

falta de dinamismo colonial, de arriesgarse a tomar iniciativas agresivas, de seguir una política

541
colonialista coherente con los tiempos, sostenida y eficaz. España se revela como un país débil

militarmente, que está aislado internacionalmente y que fiscalmente recauda poco, lo cual

determina negativamente las posibilidades de disponer de un ejército bien equipado y entrenado y

dotado de una clara proyección colonialista. No practica la política de cañoneras, no tiene ya

medios para realizarla, ni tan siquiera realiza tareas de propaganda ideológica en Marruecos y toca

fondo en cuanto a su condición de potencia venida a menos. Su prestigio en el Sultanato se va

diluyendo a la par que se sufren las derrotas frente a los estadounidenses.

Y eso en un momento en el que la guerra hispano-norteamericana acrecentaba la importancia

de Marruecos por su gran relevancia en el equilibrio geoestratégico del Mediterráneo Occidental.

Quien controlase Marruecos, adquiriría una notable hegemonía en todo el Mediterráneo. España

venía adoptando posiciones en la cuestión marroquí cada vez más moderadas, de acuerdo con las

dificultades con que tropezaba en los escenarios antillano y filipino, que le impedían centrar su

atención en el Norte de África. Esta acomodación táctica culminará a finales del siglo XIX. A

diferencia de lo que había hecho en ocasiones anteriores haciendo frente a las reivindicaciones

galas sobre el Tuat, cuando la cuestión del Sahara oriental marroquí se vuelve a plantear, la

diplomacia española no puede apoyar expresamente al Sultán. En tales circunstancias, el gobierno

francés ve el camino libre para intensificar su presión sobre el Imperio jerifiano, alternando sus

movimientos en el Tuat con los que realiza en el extremo nororiental de Marruecos.

Si durante el bienio 1894-1895 los gobiernos de la Restauración habían tratado en los

asuntos marroquíes de ir de acuerdo con Inglaterra y Francia, ahora esta política es impracticable.

No sólo la presión gala en Marruecos dificulta la prosecución de esta dinámica. La guerra de

España con los Estados Unidos también modifica sensiblemente las cosas. Inglaterra se pone

claramente al lado del adversario de España, buscando entre otras cosas heredar la parte que le

correspondía a esta última en el norte de África. Sin embargo, a Francia, con muchos propietarios

de títulos de valores españoles, le convenía el progreso de España y se puso a su lado en la crisis de

1898. Además, durante gran parte del año, se vive en Madrid con el constante temor a una

542
intervención armada anglosajona, procedente de cualquiera de las dos partes del Océano Atlántico

(Estados Unidos e Inglaterra) ya sea en el propio territorio español ya sea en el Sultanato. Estos

temores acabarían por cristalizar en la creencia de un posible golpe de mano de las escuadras

estadounidense o británica sobre las costas del Imperio jerifiano. Erróneamente las diplomacias

francesa y española llegarán a creer en la consolidación de una coyuntural hegemonía anglosajona

en la Corte imperial, a la que se verá como impulsora de una expedición militar jerifiana al Rif,

llevada a cabo en la primavera.

Los discursos de lord Salisbury y Joseph Chamberlain reforzaron la desconfianza de España

hacia Inglaterra. A eso había que añadir el mal efecto, causado por el anuncio de la visita de

Goschen a Gibraltar. Por ello el gobierno de Sagasta aumentó el número de soldados en los

acuartelamientos de las ciudades cercanas a Marruecos y se pensó incluso en mejorar la defensa de

los puertos, aunque no se previó acto hostil alguno hacia Gibraltar. En ese clima, España buscaría

entenderse con Francia, sacrificando incluso sus intereses en Marruecos. Por esa razón se mantenía

al progalo León y Castillo como Embajador en París. Nada se sabía en concreto, pero en Europa se

llegó a rumorear que existía una unión con Francia que vinculaba a España también con Rusia. Era

una Triple Alianza contra los ingleses. Se decía que a cambio de apoyos financieros y

diplomáticos, España estaba dispuesta a sostener la expansión de Francia hacia el Tuat y a través de

Uxda, por la costa del Mediterráneo hasta Melilla. Se convertiría Ceuta en un gran puerto militar

abierto a Francia en caso de guerra. Se habló también de la cesión de las Filipinas a Francia.911

También fue evidente a partir de ahora que en la cuestión marroquí, España se alineaba al

lado de Francia y contra Inglaterra. Una derrota de los españoles ante los norteamericanos tendría

un peso enorme en la lucha por la hegemonía en el Mediterráneo y en las relaciones franco-

911
Esta operación podría consumarse si el Reino Unido abandonase la neutralidad y los norteamericanos decidiesen
apoderarse de las islas, para luego cederlas a los británicos. Cfr. Robles Muñoz, C., “España y Marruecos:
Antecedentes de los acuerdos con Francia (1898-1904)“, en Alejandro R. Díez Torre (ed), Ciencia y Memoria de
África. Actas de las III Jornadas sobre ‘Expediciones científicas y africanismo español, 1898-1998 “, Madrid, Ateneo
de Madrid / Universidad de Alcalá de Henares, 2002, pág. 201.

543
británicas. Durante ciertas semanas se rumoreó en Tánger que aun siendo aplastados los españoles,

París aprovecharía la coyuntura para pedir al Sultán la cesión del Tuat.

Las actuaciones diplomáticas españolas se centraron en reforzar sus elementos de presión en

la Corte marroquí. Paralelamente del Rif llegaron noticias sobre la acción propagandística del

agente galo, Si Al-lal, que pretendía convertir a la globalidad de los Bocoyas en protegidos de

Francia, y luego extender la influencia republicana sobre los Ait-Urriaguel y otras cabilas del Rif

Central. A pesar de esa amenaza, el Ministro de Estado del gobierno liberal, el Duque de

Almodóvar confesaba al titular de la Legación hispana en Tánger, Emilio de Ojeda su propósito de

propiciar la creación de un bloque de potencias continentales que hiciese frente a las pretensiones

inglesas sobre Marruecos. A comienzos de la primavera, el gobierno español procedió a llevar a

cabo una concentración de fuerzas en Sierra Carbonera que convirtió la zona contigua a la base

naval británica de Gibraltar en una especie de campo atrincherado. A la amistosa consulta del

Embajador británico en Madrid, el gobierno español respondió que las tropas estaban listas para

embarcar en Cádiz y que las fortificaciones construidas en torno a la base obedecían a una

preocupación razonable ante un posible golpe de mano de los norteamericanos. El mismo día en

que se firmó el protocolo de Washington, Drummond Wolf, Embajador inglés en Madrid presentó

un memorándum al Duque de Almodóvar señalando que habían desaparecido los motivos para

fortificar Sierra Carbonera. El gobierno británico esperaba que las construcciones serían demolidas.

El gobierno español entendió que las fortificaciones eran una cuestión de soberanía y que

afectaban a la defensa del propio territorio hispano, por lo que no se las desmanteló. Por ello el

gobierno británico pidió de nuevo explicaciones a España. La situación de enfrentamiento entre las

diplomacias española y británica llegó a un punto de gran tensión, pues ambas partes estaban

dispuestas a llegar hasta el final, sin descartar el uso de la fuerza.

En este contexto, el máximo experto en asuntos marroquíes de la diplomacia restauracionista,

conde de Benomar procedía a redactar un par de informes secretos en los que sugería a la Reina

Regente la necesidad de buscar un imperio colonial en Marruecos, de repuesto al perdido en Cuba.

544
De hecho el gabinete liberal español durante el verano de 1898, abrió a escala internacional un

debate sobre el mantenimiento del ‘statu quo’ marroquí, buscando compensar con la soñada

expansión decimonónica en Marruecos, las pérdidas experimentadas en las Antillas y Filipinas.

Ello suponía un cambio radical en la política marroquí de Madrid, basada, hasta entonces, en el

mantenimiento de la independencia del imperio jerifiano.

Ante el acercamiento de ciertos grupos dentro de las cabilas de Bocoya y de Ait-Urriaguel

solicitando la nacionalidad y la protección española, el gobierno de Sagasta no accedería a proteger

a cabilas enteras sino que iniciaría la práctica de crear en ellas “ partidos pro-españoles “. Por su

parte, el Majzén envió un contingente para someter a los Bocoya, entregados a la influencia

republicana. Esta fuerza expedicionaria haría desaparecer la presencia francesa en el territorio.

Una de las últimas actuaciones del gabinete Sagasta fue aproximarse al Reino Unido en la

cuestión marroquí como un método de superar el litigio motivado por las fortificaciones españolas

cercanas a Gibraltar.

545
546
CAPÍTULO 7

1899:

La aproximación diplomática del gobierno Silvela a la Dúplice franco-rusa y


el bloqueo de las guarniciones españolas en el septentrión marroquí.

7.1. Rumores de un desembarco alemán en las proximidades de Chafarinas. El Majzén inicia

el acoso de las posiciones españolas en el norte de Marruecos.

El año 1898 había terminado en el Rif con las mismas características que habían ido

marcando su transcurrir: con la amenaza pendiente de una intervención armada a gran escala de

una potencia europea que desestabilizara por completo la situación del Imperio marroquí y

supusiera una alteración notable en el estado de cosas imperante en él. A comienzos de diciembre el

Comandante General de Melilla notificaba a la Legación en Tánger un aviso recibido del gobierno

militar de las islas Chafarinas. Los dos marroquíes confidentes de dicha guarnición habían alertado

sobre un rumor existente entre las cabilas próximas, referente a la inminencia de un desembarco de

tropas alemanas en la alcazaba del Kiss, cerca de la guarnición hispana. Según las confidencias el

desembarco de los contingentes teutones contaba con el apoyo del Majzén, que estaba

concentrando tropas y material de guerra en las proximidades. El movimiento combinado germano-

marroquí parecía un intento de reforzar las defensas del río Kiss ante una previsible actuación

militar francesa. Por otra parte, los rumores inquietantes se completaban con la persistente

vigilancia que un vapor marroquí realizaba cubriendo el sector de costa mediterráneo hasta la

desembocadura del río Kiss.

Sin embargo, no hay que interpretar las maniobras militares marroquíes sólo como una

prevención frente a los movimientos franceses. El carácter de reafirmación del poder majzení en el

Rif, y su deseo de asumir en el futuro la tarea de defensa del territorio de forma más precisa se

revela en el hecho de que su soberanía se reafirmaba frente a todas las potencias imperialistas con

intereses en el territorio. Los confidentes de las guarniciones de Chafarinas y Melilla empezaban a

547
ser hostigados por los delegados del Majzén, que no estaban dispuestos a seguir tolerando las tareas

de espionaje y vigilancia que realizaban con total impunidad. El Bajá del campo fronterizo de

Melilla obligaba bajo amenazas a que los confidentes de la guarnición abandonaran el territorio

marroquí y se recluyeran en la plaza.

Al poner García Jove (el primer secretario de la Legación española que cubría temporalmente

las funciones de Ojeda, dedicado a la negociación del tratado de paz con los Estados Unidos en

París) los hechos en conocimiento del Delegado imperial en Tánger, Mohammed Torres desmintió

las noticias de un desembarco de tropas extranjeras en connivencia con el Majzén, y se limitó a

justificar las maniobras de las tropas imperiales y la presencia del vapor en tareas de patrulla en las

inmediaciones de las islas Chafarinas en virtud del cumplimiento de las tareas de vigilancia del

contrabando.912

Los acontecimientos del otoño de 1898 parecían indicar el deseo de las autoridades

marroquíes de acabar con las intenciones expansionistas de España a lo largo de la costa del Rif;

terminando con las redes de confidentes y con la fórmula puesta en práctica por el gobierno

sagastino de lenta infiltración política concediendo la protección española a una serie de notables

cabileños. Se estaba ensayando así una forma de contrarrestar la agitación españolista, bloqueando

e incomunicando las relaciones de las plazas militares con territorio marroquí; método que se

pondría en práctica de manera sistemática meses después y que pasaba previamente por la creación

en torno a los puestos españoles de "cordones sanitarios", integrados por tropas imperiales que

interrumpirían todo el tráfico comercial destinado a asegurar el avituallamiento de las plazas.

Después de la derrota de los Bocoyas, las tropas imperiales pasaron a desplegarse por la

bahía de Alhucemas en un movimiento similar al realizado en Chafarinas, acampando en el aduar

de Tiganim, frente a la guarnición española.913 Una vez barrida toda oposición cabileña favorable a

los intereses franceses, la acción de la mehal.la se volvería en contra de la otra nación europea con

912
Manuel García Jove, Secretario de la Legación Española en Tánger al Duque de Almodóvar del Río, Ministro de
Estado. 9 de Diciembre de 1898. Despacho no. 137. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 199 /Ex. 1.
913
Ibidem .El Gobernador-comandante de la Plaza de Alhucemas, Pablo Artal a la Legación española en Tánger.
Oficio de 27 de Enero de 1899.

548
aspiraciones de dominio en la zona. En Enero de 1899 los soldados imperiales, siguiendo las

órdenes del príncipe Abu Bakr empezaron a hostigar al naciente partido 'pro-español' de

Alhucemas, persiguiendo en primer lugar al rifeño Abdallah Bugava. Éste había cumplido -al

servicio del gobernador militar del islote- una tarea destacada de mediación y gestión ante los

captores Bocoyas durante el año 1897 en las negociaciones de liberación de los marineros europeos

cautivos procedentes de los veleros Fiducia y Rosita. En la primavera de 1898 al desplegarse en la

bahía de Alhucemas la mehal.la de Abu Bakr para castigar a los Bocoyas, Bugava solicitó de la

comandancia militar de la plaza española un certificado acreditativo de los servicios prestados,

siendo uno de los pocos notables Bocoyas que pudieron escapar a la acción represiva de la

expedición punitiva. Había huido a Orán donde permaneció cerca de un año. Al regresar al Rif

huyendo de la persecución del Jerife, hizo uso del documento para refugiarse en la guarnición

española.914 Inmediatamente el Majzén pidió su detención por parte de las autoridades militares

hispanas y su reclusión en el islote, hechos que se entendieron en España como actos previos a la

solicitud de extradición y entrega a las autoridades marroquíes.

Antes del envío de la mehal.la expedicionaria el Majzén había dado seguridades a los

Bocoyas de que si entregaban a los cautivos en su poder no habría castigo y de que gozarían del

perdón del Sultán. Desde la Legación española en Tánger Ojeda, utilizando un lenguaje

colonialista, plagado de tópicos, transmitía a Madrid constantes quejas sobre lo que él entendía

como una traición a los rifeños por parte del gobierno marroquí, el cual no había cumplido sus

promesas y había aplicado a la cabila un sangriento escarmiento censurado además colectivamente

por el cuerpo diplomático acreditado en la ciudad.

Sin embargo era una paradoja el hecho de que los representantes europeos se quejasen

constantemente de que el Majzén tenía abandonadas por completo las tareas de vigilancia de las

playas rifeñas y criticasen la inseguridad de la costa norte marroquí causada por los actos de pillaje

914
Carta particular del gobernador de la plaza de Alhucemas, comandante Pablo Artal dirigida al Ministro
Plenipotenciario de España en Tánger. 27 de Enero de 1899. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 122 /
Ex. 2.

549
y al mismo tiempo, cuando el gobierno marroquí se había decidido a realizar un acto de soberanía,

terminando con dicha inseguridad e instaurando la tranquilidad en el territorio, lloviesen las

reclamaciones censurando dicha actuación, lamentando la "ferocidad" y la "barbarie" con que

actuaban los representantes del Majzén, y la forma en que la cabila de Bocoya había sido víctima

de "los más crueles atropellos". En particular, Ojeda había sido encargado personalmente por el

gobierno marroquí de efectuar las promesas de perdón a los Bocoyas, y la violación de dicha

promesa se volvía ahora en contra del prestigio español, lo cual por otra parte era evidente que

deseaba el Sultán. Por ello, el diplomático sabiendo lo maltrecha que estaba empezando a quedar la

causa española como consecuencia de la expedición imperial, recomendaba al duque de Almodóvar

del Río que no se procediera a la extradición de Bugava, y que se le permitiera seguir gozando de

la seguridad de Alhucemas,

"(...) la posible entrega verificada hoy por nuestro Gobernador al Comandante


Sheriffiano, de un rifeño influyente acogido a la hospitalidad de nuestra plaza, sería el
golpe más funesto que podrían recibir nuestra influencia y nuestros intereses en una región
en que se impone a todo trance el mantener incólumes una y otros".915

El diplomático español no perdió la iniciativa en esta ocasión. Asumiendo claramente su

preeminencia sobre otras instancias para dilucidar la forma de actuar, dejó clara su autoridad sobre

el Comandante General de Melilla, remitiéndole un telegrama y una carta particular en la que le

ordenaba que supeditase su actuación a lo ordenado por la Legación, y que no procediera al

extrañamiento del Bocoya huésped de Alhucemas. En su opinión no había que dar ninguna muestra

más de debilidad al Majzén. Bugava, refugiado en Orán durante más de seis meses, había podido

circular y desplazarse por la colonia francesa, sin que las autoridades marroquíes solicitaran de

París su detención o extrañamiento. El Majzén sabía que el gobierno francés buscaba atraerse a los

Bocoyas, crear un "quasi-protectorado" en el territorio de la cabila, sustrayéndola a la autoridad del

915
Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. 5 de Febrero de 1899. Despacho no. 15. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 199 /Ex. 1.

550
poder central, y que por ello, en modo alguno estaba dispuesto a detener a Bugava. Si el Majzén

realizaba esta petición a las autoridades hispanas era porque, tras el desastre de 1898, la imagen de

prestigio y poder que España había mantenido en Marruecos se había derrumbado. España había

dejado de ser un peligro de primer orden para el gobierno marroquí; lo que ahora intentaba el

Majzén era dar el tiro de gracia al moribundo. Por ello sus movimientos buscaban aprovechar la

debilidad española tras la hecatombe colonial, para borrar todo rastro de su presencia en el Rif.

Esto justificaba el tono con el que Abu Bakr había solicitado a las autoridades de la plaza de

Alhucemas la detención de Bugava.

Las instrucciones que remitió Ojeda a Melilla insistían en el efecto desastroso que para el

prestigio español en el Rif podía producir la entrega al Sultán del bocoya y recalcaban el propósito

de la Legación de reforzar el papel de las guarniciones y plazas fuertes españolas como un

santuario inviolable por las injerencias marroquíes, donde los rifeños debían encontrar un asilo

seguro frente a las "arbitrariedades" y persecuciones de que eran objeto por parte de la mehal.la.

Ojeda abría así la puerta a un futuro de las guarniciones trasmutadas en núcleos en torno a los que

se articularían rebeldes y fugitivos del Majzén, alterando radicalmente la posición tradicional de las

plazas en el contexto geográfico marroquí. El Ministerio de Estado no se atrevió a corregir la

actuación del diplomático, y de Melilla fueron cursadas órdenes al comandante de la guarnición de

Alhucemas, Pablo Artal, en el sentido de no ceder a las presiones del Jerife. El ejército se limitaría

a retener temporalmente al bocoya en la plaza, impidiéndole su partida hacia Tánger. Este desafío

al gobierno marroquí iba a incidir más en el ambiente "antiespañol" que se estaba forjando en

Marrakesh -sede de la Corte Imperial-, e iba a reafirmar al Gran Visir, Bu Ahmed, en su línea de

conseguir la expulsión de los españoles del Rif. Con todo, el gobierno español aunque siguiese los

consejos de Ojeda no podía desafiar abiertamente la autoridad majzení y se imponía por lo tanto

una rectificación que mantuviese la posición de ' aparente neutralidad ' española en los conflictos

entre el Sultán y los rifeños rebeldes. Por esta razón el Gobierno sagastino no procedió al

extrañamiento ni a la entrega del bocoya a las autoridades marroquíes, y tras retener durante más

551
de cincuenta días al rifeño en Alhucemas, acabó accediendo a los deseos de éste de abandonar la

plaza, permitiendo su salida con rumbo a Tetuán. Sin embargo "oficialmente" se optó por presentar

su marcha como una "expulsión" dictada por el gobernador militar. 916

La presencia de contingentes imperiales en el Rif no detendría las actividades delictivas que

tenían como objetivo las playas de la región y que eran paralelas a la infiltración política franco-

española en el territorio. En el invierno de 1899 era detectada por parte del Viceconsulado español

en Nemours, la formación de una red de contrabando encargada de suministrar armamento,

municiones y pólvora a los habitantes de la provincia de Kelaia. A partir de febrero, la casa

comercial Macias y Cía, establecida en Gibraltar, utilizaba los servicios del vapor Oasis de la

compañía marsellesa Touach para transportar desde Argelia a los alrededores de Melilla materiales

destinados a la fabricación de pólvora. En junio un segundo envío de barriles de salitre y cajas de

azufre volvía a ser detectado; la intención de los contrabandistas era vender estos pertrechos de

guerra entre las tribus que rodeaban la ciudad española, efectuando el trasbordo a faluchos rifeños

que vendrían a recoger el material fuera de las aguas jurisdiccionales españolas.917 Se evidenciaba

así la persistencia de un intenso tráfico clandestino de armamento y material de guerra en el Rif,

tanto por vía terrestre a través de unas fronteras que las tropas imperiales no podían cubrir en su

totalidad, como por vía marítima en pequeñas embarcaciones que podían burlar con relativa

facilidad la vigilancia del buque marroquí de patrulla por la zona, refugiándose en los múltiples

abrigos seguros y ocultos de la costa.

916
Ibidem.Informe del Ministerio de Estado, dirigido al Ministerio de la Guerra. 16 de Febrero de 1989.
917
Marqués del Pedroso, cónsul de España en Orán al Comandante General de Melilla. 3 de Junio de 1899. Despacho
no. 149. S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 168.

552
7.2. Consecuencias del desastre de 1898.

El adiós a las últimas colonias se revistió de tragedia nacional, al ser considerada

consecuencia de la derrota ante una nación extranjera y no de una guerra entre españoles, como lo

fuera el desgarro americano de los años veinte del siglo XIX. Fruto de la desolación el fantasma de

nuevas sangrías referidas a Canarias, e incluso a Baleares, golpeó la España posterior al desastre.

El 12 de Agosto de 1898 se habían aceptado en Madrid a través de los buenos oficios de

Francia, las duras condiciones provisionales de paz impuestas por Washington, dejando, no

obstante, un resquicio respecto a la retención de las islas Filipinas. Entre el 1 de Octubre y el 10 de

Diciembre siguiente no sólo se enfrentaron en París las respectivas comisiones presididas por

Montero Ríos y Day. Lo hicieron además las viejas tradiciones diplomáticas ignoradas en los

nuevos rumbos de la política internacional con reglas desconocidas para los plenipotenciarios

españoles. En efecto, según éstas cabía rentabilizar una victoria militar rotunda exigiendo Cuba,

Puerto Rico, el archipiélago filipino y la isla de Guam en las Marianas ,y proponiendo asimismo

compensaciones económicas a cambio del derecho de amarre de un cable telegráfico en las

Canarias, el África española o la Península, entre otras peticiones que explican el estado de "La

España sin pulso" obligada a aceptar cualquier imposición " sin analizar ni discutir ninguna de sus
918
partes, todas igualmente injustas". De hecho el tratado de París de 10 de Diciembre de 1898

proporcionó a los norteamericanos una firme posición en el Caribe y el contacto a través del

Pacífico con Asia oriental.

La destrucción de la flotas en Cavite y en Santiago de Cuba determinaría además una

desconsoladora toma de conciencia de la insuficiencia y de la impotencia. El desastre se convertiría

así en tema de meditación para toda una generación, serviría de acicate para despertar energías

918
Véase Maura Gamazo, G.: Historia crítica del reinado de Alfonso XIII durante su minoridad bajo la Regencia de
su madre doña María Cristina de Austria, Barcelona, Montaner y Simón, 1925, pág. 58 al cap. XIV. "La España sin
pulso" de Francisco Silvela apareció sin firma en El Tiempo de 16 de agosto de 1898.

553
dormidas y hacer surgir nuevos esfuerzos, provocando un profundo deseo de cambio, y a partir de

él, fue como un slogan hablar de la regeneración de España.

En el trauma del desastre se desdibujaban los problemas internos e incluso la depuración de

responsabilidades porque el peligro inmediato venía del exterior y con el aviso de los Estados

Unidos mirando a la Península la impotencia española se fue a revolver contra Gran Bretaña, que

había impedido la mediación en el conflicto hispano-norteamericano y no había hecho frente a la

competencia del imperialismo de Washington , optando por unir a él sus fuerzas para contrarrestar

a los adversarios europeos.

En la trayectoria histórica de España, la derrota frente a los Estados Unidos y la pérdida de

las colonias ultramarinas provocaron toda una corriente de pesimismo político e intelectual que

hizo del ' 98 ' no sólo una fecha significativa que marcaba el final de una etapa en el régimen de la

Restauración, sino también un punto de confluencia donde se manifestaban dos tendencias

fundamentales de obligada referencia en el pensamiento y la cultura españoles contemporáneos: el

'regeneracionismo' y la llamada 'generación del 98'. Cada una de ellas --aunque esta última entró en

la historia bajo un signo literario--, a pesar de su heterogeneidad de tendencias e ideologías,

comparte la reflexión sobre el 'tema de España', su pasado y su futuro, así como el alcance político

de sus previsiones: reformismo, saneamiento, educación, democratización del Estado. En definitiva,

se trata de un amplio movimiento de revisión histórica, de ' rearme moral' vinculado a la crítica del

sistema político restauracionista, de sus prácticas caciquiles y de la misma estructura

socioeconómica que lo sustenta.

El 98 revelaría pues las limitaciones del régimen restauracionista y fijaría además parte

sustancial de la agenda de cuestiones que iban a interesar a los españoles durante buena parte del

siglo XX.

Con todo, el sistema de Cánovas superó bien la derrota del 98. La monarquía, por ejemplo,

no se desacreditó. Con Alfonso XIII (advino al trono el 17 de mayo de 1902), un hombre ni

intelectual ni culto, a menudo imprudente y algo frívolo, pero inteligente, popular y activo, la

554
monarquía pareció incluso renovarse y dinamizarse. Pese a la aparición de un nuevo

republicanismo (Partido Radical, de Lerroux, en 1908; Partido Reformista, de Melquiades Álvarez,

en 1912), pese a la alianza táctica del P.S.O.E. con los republicanos en 1909,919 los españoles no

parecieron hacer hasta los años veinte del cambio de régimen -sino en todo caso de la erradicación

del caciquismo y de la moralización de la política- la clave de la regeneración nacional.

Por supuesto el sistema parlamentario arrastraba un grave problema de representatividad, en

razón de su naturaleza oligárquica y caciquista y basada en el fraude electoral. El sistema canovista

había nacido con la pretensión de que el ejecutivo monopolizase el poder como mejor solución a las

crisis de gobernabilidad con las que se pretendía acabar. Así, el gobierno controlaba las Cortes ya

que había ‘fabricado’ el resultado de las elecciones, y gracias al papel arbitral de la Corona se

establecía un sistema de alternancia en el poder, el ‘turno’ del que sólo se beneficiaban los dos

partidos dinásticos. Con ello el legislativo se convertía en un fiel doméstico del gobierno con lo que

la confrontación política parlamentaria era más ficticia que real. Y esto satisfacía, lógicamente, las

ambiciones políticas y económicas de las elites gobernantes dinásticas920 que aceptaban la política

de pactos con el fin de mantener la exclusividad del poder y no verse perturbadas por la presión

política de los marginados.921 Lo que sí diferenciaba notablemente el sistema español del de otros

países europeos era, además del nivel de corrupción de los políticos de la Restauración, el enorme

919
Cfr. Robles, A.: “La conjunción republicano-socialista “, en Juliá, S.: El socialismo en España. Desde la fundación
del PSOE hasta 1975, Madrid, Editorial Pablo Iglesias, 1986, pp. 109-130; también en: Suárez, M.: “La división del
republicanismo histórico y la quiebra de la conjunción republicano-socialista “, en Juliá, S.: El socialismo en España...
op. cit, pág. 142. Señala Santos Juliá que: “la quiebra del turno pacífico entre los partidos liberal y conservador en
1909 alentó en las oposiciones republicana y socialista la expectativa de un cambio, no meramente en el sistema, sino
de sistema, y hasta de instauración de una república, y alentó una movilización política que empujó al partido obrero
al encuentro de los partidos republicanos, revitalizados tras una larga etapa de fragmentación y disensiones internas.
Los socialistas descubrieron entonces la democracia como territorio de encuentro con los republicanos; merecía la
pena arriesgar en una alianza política dirigida a la conquista de una meta intermedia, a un cambio de régimen
político, sobre todo porque con la monarquía, como las medidas represoras de alguien con un pasado liberal,
sedicentemente de izquierda, y anticlerical como Canalejas ponían de manifiesto, no había nada que hacer excepto
derribarla“. Cfr. Juliá, S., Los socialistas en la política española, 1879-1982, Madrid, Taurus, 1997, pág. 83.
920
Para el tema de los notables restauracionistas, el estudio de quiénes fueron los principales protagonistas del poder,
sus perfiles socio-profesionales y cuáles sus relaciones con los distintos sectores económicos locales, y cómo
consiguieron aquellos notables y caciques hacer efectiva su influencia en las elecciones, véase Valera Ortega, J. (dir.):
El poder de la influencia. Geografía del caciquismo en España (1875-1923), Madrid, Marcial Pons, 2001.
921
Cfr. Borja de Riquer: “Consideraciones sobre historiografía política de la Restauración“, en José Luis de la Granja,
Alberto Reig y Ricardo Miralles (ed.): Tuñón de Lara y la historiografía española, Madrid, Siglo XXI, 1999, pp. 130-
131.

555
fraude electoral organizado por los propios gobiernos. Lo del ‘encasillado’ gubernamental, con los

‘cuneros’ impuestos a los distritos y las actas ‘fabricadas’ por los gobernadores civiles realmente no

tenía parangón en la Europa liberal.

Por todo esto, el gran problema político que tendrá desde sus orígenes el régimen de la

Restauración será su enorme déficit de legitimación democrática, su reducida representatividad

social. Porque el sistema canovista impedía, o dificultaba notablemente, la participación ciudadana,

ya que bloqueaba el acceso a las instancias de poder municipal y provincial y de representación

política estatal a una parte sustancial de la sociedad española.

La cuestión a partir del 98 fue precisamente ver si el régimen restauracionista era o no capaz

de evolucionar gradualmente -como otras monarquías europeas- hacia un sistema constitucional y

parlamentario democrático. Visto lo sucedido -golpe militar de Primo de Rivera en 1923, caída de

la Monarquía en 1931-, cabría concluir que la evolución no se produjo; que la oligarquía

gobernante ni quiso ni pudo favorecer una sincera apertura política hacia la plena democratización

del orden político; que la crisis del parlamentarismo hizo inevitables tanto el golpe de 1923 como

luego el cambio de régimen de 1931. Por un lado, Teresa Carnero o Borja de Riquer han recalcado

que la larga pervivencia del sistema restauracionista fue debida a su relativa capacidad de

adaptación a los cambios socio-económicos.

“Pese al atraso relativo del país – señala T. Carnero- a comienzos de la década de


1920 en relación con las naciones-estado del Viejo Continente más avanzadas
económicamente y democráticas, las transformaciones (desde 1890) (...) fueron
destacables. Afectaron tanto a la base productiva y a la estructura social como a los
comportamientos colectivos. Y la materialización de estos últimos cambios estuvo muy
ligada con el crecimiento de la clase media, la consolidación organizativa del movimiento
obrero y la extensión igualitaria para el género masculino del derecho al voto. La
necesidad de consolidar la Monarquía borbónica fue un acicate significativo para que los
acuerdos entre conservadores y liberales incluyesen un avance tan importante como el fin

556
de las restricciones censitarias para votar los varones, aunque sin alterar paralelamente la
estructura caciquil del poder local “922.

Por otro lado, sin embargo esta historiadora ha resaltado la incapacidad tanto de Silvela como

de Maura, como en general de las élites restauracionistas para proseguir la democratización del

país, tal como demandaban desde fines del siglo XIX liderazgos individuales –Unamuno, Ortega y

Azaña, fundamentalmente- y sobre todo, otros de extendido alcance social, republicanos, socialistas

y liberales-demócratas. Estos sectores reclamaban unas exigencias centradas:

1- en la defensa de los derechos individuales;

2- en la transparencia del desarrollo de los comicios nacionales y locales con sufragio

universal masculino,

3- y en la concurrencia electoral, en igualdad de condiciones, de los candidatos de todos los

partidos.

La aceptación de estas aspiraciones por parte de los gobernantes dinásticos podría haber

favorecido dos resultados significativos. Frente al desprestigio progresivo y generalizado entre

los ciudadanos de las instituciones políticas desde comienzos del siglo XX, la legitimación

democrática del Parlamento y de sus integrantes. Y en lugar de la defensa endogámica y

patrimonial de las posiciones de poder, la integración gradual del conjunto de la oposición real

en la Monarquía de Alfonso XIII, a través de los cauces de la representación electoral fidedigna

y acorde con la incardinación social de aquélla. Precisamente lo que se produciría hacia 1914

en la Francia de la Tercera República, en la Italia de Giolitti y en la Inglaterra eduardiana.

Pero si del desastre del 98 se habían salvado la institución monárquica y el régimen de la

Restauración --primeras preocupaciones de los responsables políticos, lo que garantizaba una

continuidad esencial en las personas encargadas de conducir la política exterior tras la crisis-- otra

cosa era el cambio de posición español en el complejo entramado de las relaciones internacionales.

922
Cfr. Carnero, T. “Democratización limitada y deterioro político en España, 1874-1930“, en Corner, S. (coord.):
Democracia, elecciones y modernización en Europa. Siglos XIX y XX, Madrid, Cátedra / Instituto ‘Juan Gil-Albert‘,
1997, pág. 210.

557
En palabras de Leandro Prados de la Escosura, España había pasado "de imperio a nación". Esa fue

-recalca Morales Lezcano- la percepción europea del hecho del "desastre" español.923 Un desastre,

expresión del fracaso del sistema político y del régimen, del carácter obsoleto de las Fuerzas

Armadas y que evidenciaba las limitaciones de la España colonial decimonónica, y las debilidades

que presentó en el marco de las relaciones internacionales darwinistas en la época del imperialismo,

como han resaltado Luis Eugenio Togores, María Dolores Elizalde y Agustín R. Rodríguez

González entre otros. El cambio de la posición internacional de España fue tan grande que se puede

hablar con rotundidad de un antes y un después del 98. España comenzaba el nuevo siglo derrotada

militarmente, humillada diplomáticamente en las negociaciones de paz y completamente aislada en

el concierto de las naciones. Había cambiado la misma estructura territorial del Estado, que

quedaba ahora reducido a la península y a los archipiélagos balear y canario, más las plazas

africanas. Desaparecido el imperio ultramarino, España dejaba de tener intereses estratégicos en

América y el Pacífico, y pasaba a ser una potencia de muy segundo orden con intereses estratégicos

exclusivamente regionales, localizados en el Mediterráneo occidental y la zona del Estrecho de

Gibraltar. Por lo tanto, su situación geográfica y su debilidad militar le situaban en una posición

marginal respecto a las grandes cuestiones que se dirimían en el corazón del continente europeo.

Sin embargo, a pesar de tratarse de un país sin colonias y relativamente periférico, el nuevo

sistema de alianzas que se estaba ultimando entonces --basado en acuerdos coloniales-- tendía a

aumentar el valor de su posición estratégica y lo convertían en objeto de atención por parte de las

potencias europeas.924 En cualquier combinación de las que entonces se manejaban, España era

importante para controlar el dispositivo estratégico que iba de las Canarias a las Baleares y que

tenía su centro de gravedad en el Estrecho de Gibraltar. Por la región del Estrecho cruzaban rutas

que en esa época tenían una extraordinaria importancia. En primer lugar, la ruta Lisboa-Tánger-

Gibraltar-Malta-Chipre-Suez, que era vital para la comunicación de Gran Bretaña con su inmenso

923
Véase Morales Lezcano, V.: España, de pequeña potencia a potencia media, Madrid, U.N.E.D., 1991, pág. 39.
924
Seguimos en este punto las acertadas reflexiones de Antonio Niño. Cfr. Niño, A.: “Política de alianzas y
compromisos coloniales para la ‘regeneración’ internacional de España, 1898-1914”, en Tusell, J; Avilés, J. y Pardo, R
(eds): La política exterior de España en el siglo XX. U.N.E.D / Biblioteca Nueva. Madrid.2000, pp. 42-43.

558
imperio asiático. En segundo lugar, la ruta Marsella-Argel-Dakar, esencial para la comunicación de

la metrópoli francesa con sus colonias, en la cual las Baleares y las Canarias ocupaban una

importante posición. Por otro lado, los comienzos del siglo XX coinciden con la apertura definitiva

de la cuestión de Marruecos, desde cuyas costas se podía también controlar el paso por el Estrecho.

Todo ello convertía al eje formado por los dos archipiélagos españoles y el mar de Alborán en una

zona internacional muy problemática.

Se trataba además de una zona prácticamente indefensa. La derrota del 98 fue un duro golpe

para la Armada y el número de buques disminuyó desde entonces catastróficamente, "no tanto por

los combates, -señala Agustín R. Rodríguez González- como por la posterior liquidación de un gran

número de unidades, ya inútiles o de poco rentable operación". Las Baleares, Ceuta, Melilla, las

Canarias, Cádiz, Algeciras, Vigo eran puntos estratégicos que, por diversos motivos, se

encontraban expuestos a las iniciativas de la flota inglesa, la primera flota del mundo. Los

españoles no podían franquear el Estrecho, ni siquiera comunicarse con Ceuta sin el consentimiento

de los ingleses. Era pues un Estado expuesto, no tanto continental como marítimamente, a que las

grandes potencias pusieran en peligro la soberanía de sus costas peninsulares e insulares, o

interfirieran gravemente en las comunicaciones entre los distintos territorios.

En una coyuntura de intensa redistribución colonial y de acuerdos de reparto entre las

grandes potencias, cuando se hizo habitual el recurso al ultimátum y no se respetaba la soberanía

de los Estados débiles, era lógico que la cuestión de la garantía de la integridad territorial se

convirtiera en el problema más acuciante. España, interesada en mantener el statu quo a toda

costa, adoptó una actitud eminentemente defensiva y temerosa, pero no podía impedir que las

grandes potencias tomaran iniciativas en contra de sus intereses. El problema de la defensa de los

dos archipiélagos y las plazas de soberanía en la costa marroquí se convirtió en un problema

urgente y dramático al tratarse de territorios codiciados por las grandes potencias, pero que no

tenían un estatus colonial sino que pertenecían de pleno derecho al Estado-nación. Los dirigentes

españoles habían aprendido por experiencia propia que las relaciones de fuerza primaban de forma

559
descarnada sobre los derechos históricos, y eran conscientes de la indefensión del país, de la falta

de fuerza para rechazar la agresión de otra potencia.

El problema capital era por lo tanto cómo garantizar su seguridad contra una agresión

exterior no provocada. Para una nación desarmada, débil militarmente, con un atraso económico

relativo en comparación con los países vecinos de su entorno europeo925, con necesidad de

reorganizarse interiormente, y situada en una zona estratégica importante, sólo cabían dos opciones:

1) montar una organización militar y naval capaz de defender las costas peninsulares y el

territorio insular, lo que permitiría practicar una política exterior de neutralidad internacional o de

aislamiento;

2) buscar la seguridad en la protección de los poderosos, es decir, confiar en la garantía de la

flota británica, la primera flota de guerra de la época, o en una combinación de fuerzas capaz de

925
Sobre la supuesta 'debilidad económica' de España a finales del siglo XIX y el tema del fracaso de la
industrialización hispana, las nuevas concepciones historiográficas sobre la Revolución Industrial en general, y sobre
la industrialización británica en particular, han modificado también de forma significativa la visión sobre estos procesos
en nuestro propio marco de referencia. El destronamiento del modelo inglés de su posición de 'paradigma universal del
proceso de la industrialización' ha tenido como consecuencia que el desarrollo del capitalismo en España se haya
estudiado sin atenerse al rígido corsé que implicaban los análisis en boga en los años sesenta. Por un lado, es cierto que
la mayor parte de las conclusiones a las que habían llegado los trabajos desarrollados desde finales de esa década (como
los de Nicolás Sánchez Albornoz o Gabriel Tortella ), y al margen de las consabidas polémicas, siguen siendo válidas ;
el mejor ejemplo de ello es el éxito editorial del que sigue disfrutando el que puede considerarse como el trabajo
culminante de aquella visión, el libro de Jordi Nadal: El fracaso de la Revolución Industrial en España, publicado por
primera vez en 1975 y que hasta 1992 se había reimpreso en 12 ocasiones. Pero, por otro, es igualmente cierto que la
visión de "fracaso" ha sido considerablemente matizada y, sin llegar a desechar completamente ese calificativo para lo
que hoy en día pomposamente se denomina como "proceso de modernización" español (un concepto aparentemente
neutro, pero que en realidad se halla repleto de connotaciones ideológicas), se tiene una imagen mucho más amable y
menos negativa de él. No cabe ninguna duda que, junto a los factores ya señalados, la incorporación de España a la
Unión europea y la evolución económica experimentada en los últimos 25-30 años (que en algunos aspectos se ha
acercado al modelo europeo) han influido de forma determinante en la nueva conceptualización. De hecho, a pesar de
todos los problemas que ha sufrido el desarrollo español y que afectan aún en buena medida, España parece haberse
incorporado definitivamente al núcleo de los países ricos; por consiguiente, algunos aspectos positivos debía haber
tenido ese proceso. Por ejemplo, uno de los aspectos que más se ha revisado es el del papel desempeñado por la
agricultura. Aunque sigan siendo básicamente correctas las conclusiones de Jordi Nadal sobre la estrechez del mercado
interno y el escaso nivel de desarrollo del sector agrario como su principal responsable, también es cierto que los
estudios desarrollados por el 'Grupo de Estudios de Historia Rural' desde principios de la década de los ochenta y
algunos planteamientos de otros autores (directamente influidos por las tesis revisionistas) como L. Prados, han
introducido elementos de análisis que pueden modificar en parte la visión negativa. Así, por ejemplo, R. Garrabou ha
insistido en que las transformaciones de la agricultura española durante el siglo XIX no fueron tan diferentes de las que
ocurrieron en la mayor parte de los países europeos durante el mismo período. De forma parecida, la valoración que se
hace hoy en día sobre la industria es bastante menos pesimista, sobre todo cuando se analiza la contribución de los
sectores no-líderes. Las profundas transformaciones que produjo el largo y complejo proceso revolucionario liberal-
burgués, por lo tanto, tuvieron, en definitiva, unas consecuencias mucho menos negativas sobre el desarrollo
económico de lo que tradicionalmente se había creído. En definitiva, y quizás sea esta la conclusión más relevante,
aunque se admita generalmente que España sufrió un atraso relativo con respecto a otros países de su entorno, parece
evidente que es básicamente incorrecto asimilar su situación a la de un país subdesarrollado.

560
contrarrestar a Gran Bretaña si se consideraba que de allí vendría el peligro. Esta segunda opción

obligaba a buscar aliados y a participar por ello en el arriesgado juego de las alianzas

internacionales de la época.

Si se optaba por la primera opción, no bastaba con proclamar la neutralidad para garantizar

la integridad del territorio peninsular y de los archipiélagos, frente a las apetencias de los grandes

imperios de la época; había que estar dispuesto a hacerla respetar y disponer de los medios para

ello.

Si se optaba por la segunda opción, el país no podía aportar a la vida internacional ni

ejércitos ni escuadras, sólo el territorio, la posición en el mapa. De forma que las pretensiones a

una alianza limitada serían irrealizables mientras ésta no coincidiera exactamente con los

intereses de las grandes potencias que se debían obligar a garantizar nuestra seguridad, y esa

coincidencia de intereses se produjo solamente en torno al problema del Mediterráneo y la

cuestión de Marruecos. Por eso, estos dos temas, íntimamente relacionados entre sí, serían el

marco en el que se moviera la política española de todo el período siguiente.

Por una coincidencia histórica, a la pérdida de los últimos restos del imperio colonial se

superpuso prácticamente la apertura de la 'cuestión de Marruecos', entendida como el reparto del

territorio del Sultanato que el imperialismo galo había marcado como su próximo objetivo. De esta

forma, la trascendental cuestión de cómo conseguir la garantía exterior que necesitaba el país

coincidió en el tiempo con el planteamiento internacional de la cuestión marroquí, que tan graves

repercusiones podía tener para los intereses y para la propia seguridad española. La diplomacia

española tenía que intervenir en una cuestión que se había abierto en contra de su voluntad pero

que, como advertía el embajador en París, León y Castillo, "iba a resolverse con nosotros, sin

nosotros o contra nosotros". La cuestión de Marruecos se mezclaba indisolublemente con la

cuestión de la seguridad, pues abría la posibilidad de que el país quedara emparedado entre sus

fronteras de los Pirineos y las costas andaluzas, con un mismo y poderoso vecino en ambas. En

consecuencia, la política española respecto a Marruecos se concibió desde sus comienzos como

561
parte de la política de defensa del país. España, empeñada tradicionalmente en el mantenimiento

del statu quo en Marruecos, tenía que afrontar en ese momento un problema que intentó retrasar

cuanto pudo y que suponía un nuevo peligro en lo que ha sido históricamente su frontera

meridional. Los intereses españoles en el norte de África estaban ligados, efectivamente, a la

defensa de su frontera meridional, y en la cuestión que se abría ahora sólo quedaban dos

alternativas: o implicarse en una intervención en Marruecos de acuerdo con un arreglo

internacional, o no hacerlo y tener en las fronteras meridionales el mismo vecino que en los

Pirineos. Para complicar aún más las cosas, en la cuestión de Marruecos también estaban

comprometidos vitales intereses estratégicos británicos, pues no podía ser indiferente para los

dirigentes de Londres que una poderosa potencia europea se instalara a pocos kilómetros de

Gibraltar. Desde el punto de vista británico, Gibraltar y Marruecos formaban parte de una misma y

única cuestión: la seguridad del Estrecho.

Estas dos grandes cuestiones, la garantía exterior y el reparto de Marruecos, intrínsecamente

unidas entre sí, fueron las que marcaron la actuación de la política exterior española durante todo el

período siguiente. La primera alcanzaría una solución aceptable en 1907, después de numerosos

tanteos e indecisiones. La segunda sería parcialmente cerrada, al menos en sus aspectos

internacionales, mediante una serie de acuerdos que se escalonaron entre 1904 y 1912. En esos años

que median entre 1898 y 1907 se pusieron las bases de la orientación internacional que mantuvo el

país hasta 1936. Jover Zamora ha identificado precisamente esos primeros años como una fase

inicial de transición hacia lo que él mismo ha llamado el modelo de política exterior del reinado de

Alfonso XIII. Un modelo caracterizado por tres rasgos esenciales: el entendimiento conjunto con

Francia e Inglaterra, la atención preferente a la frontera meridional y la neutralidad en lo que se

refiere a los problemas continentales. Modelo que cubre todo el reinado de Alfonso XIII y que se

prolongaría, sin cambios sustanciales, hasta los inicios de la guerra civil.

Hipólito de la Torre, por su parte, señala también la ruptura que supuso 1898 y aplica el

calificativo de ‘regeneracionista’ a la política exterior del período que llega hasta la Primera Guerra

562
Mundial porque significó el final del aislamiento y la comprometida inserción en el juego de los

intereses exteriores. Pero dentro de este modelo regeneracionista distingue a su vez “dos etapas,

cuya cesura pasa por la fecha, moderadamente convencional de 1907. La primera, arrancando del

desastre, conduce a sus momentos diferenciales hasta ese punto cenital, con los llamados acuerdos

de Cartagena“.926 El regeneracionismo exterior de esta primera fase se caracteriza por ser

conservador, satisfecho y conformista. El país se había dotado de una política exterior --abandono

del aislamiento, inserción en el juego internacional dentro del bloque franco-británico--, pero

dominada por su carácter defensivo y pasivo, que se atiene al reconocimiento de la dependencia del

país, histórica dependencia ya, respecto a la acción preponderante franco-británica en el área

mediterráneo-occidental. Los objetivos externos eran básicamente negativos, pues se trataba de

garantizar lo que ya se poseía, y los pasos de la inserción internacional resultaron movidos por

coyunturas y estímulos exteriores.

La Reina Regente llevó a cabo consultas con generales -Martínez Campos, Azcárraga- y

políticos de los partidos del turno -Silvela, Pidal, Tetuán, Romero Robledo, Gamazo- , y con los

presidentes del Senado, Montero Ríos y Congreso, Marqués de la Vega de Armijo. María Cristina

vaciló ante la desunión de los proyectos regeneracionistas y barajó diversas fórmulas que iban

desde el mantenimiento de Sagasta en la jefatura del gobierno a partir de marzo de 1899, hasta un

gobierno liberal "sin Sagasta", o la de un hombre fuerte, el "Bismarck" que los partidos

restauracionistas creían necesitar, y que veían en Polavieja, el cual sin embargo no fue capaz de

cuajar un partido político. Finalmente se quedó con la opción de un gabinete conservador presidido

por Silvela, quien no ofrecía muchas esperanzas, por su respeto al régimen viciado no-democrático

de cumplimiento del turno de partidos restauracionistas -sistema no abierto a la democracia- y que

no apuntaba en sus propósitos hacia una verdadera renovación política en el sentido de

926
Véase de la Torre, H.: “El destino de la regeneración internacional de España (1898-1918)“, en Proserpina, 1 ,
1984 , pág. 11.

563
democratización del régimen, sino más bien hacia la consecución de unas reformas

administrativas.927

El programa del nuevo Gobierno había sido formulado por Silvela, aun antes de que la Reina

le otorgase su confianza, en el famoso discurso de enero en el Círculo conservador, resumiéndose

en una serie de aspiraciones fundamentales: la reforma económica que alejara la amenaza de

bancarrota como consecuencia de los inmensos gastos producidos por la guerra colonial, cuyas

deudas se intentaba salvar; la reforma y potenciación de medios de la Marina de guerra y Ejército

de tierra; las reformas administrativas y la potenciación de las fuentes de riqueza nacionales.

7.3. Preocupaciones de la Reina Regente en torno a la cuestión marroquí.

Por otra parte, el nuevo año se iniciaba con los atisbos de probables cambios en la

consideración del problema marroquí por parte española.

Hoy en día todavía sigue siendo difícil enfrentarnos al pensamiento, las líneas generales y

los planes de conservadores y liberales en torno a los asuntos de política exterior. En la prensa de

los meses inmediatamente siguientes al desastre se escribía bastante poco de estos temas. En el

Congreso de diputados se evitaban en la medida de lo posible los debates en torno a estas

cuestiones, y en fin, los pocos protagonistas que dejaron escritas sus Memorias abordan poco la

situación internacional de España y las alternativas que se podían ir presentando a una concreta

acción política. La política exterior seguía siendo considerada como algo inextricable, complicado

y peligroso (por las graves consecuencias que una decisión errónea podía acarrear al país) y sólo al

alcance de unos cuantos, muy pocos, verdaderamente expertos. Sobre las cuestiones

internacionales, escribiría Gabriel Maura, "no pueden aplicarse los procedimientos democráticos;

no ya las muchedumbres, los mismos parlamentos son ineptos para dirigir la política

927
Véase Lario, A.: El Rey, piloto sin brújula. La Corona y el sistema político de la Restauración (1875-1902),
Madrid, Editorial Biblioteca Nueva / U.N.E.D., 1999, pp. 376-381.

564
internacional".928 Dominaba, por lo tanto el convencimiento de que la política exterior, basada en

necesidades permanentes, materia compleja difícilmente accesible al profano, debía ser materia

reservada de gabinete, protegida del debate público y sin apenas control parlamentario.929 Se

pensaba por lo tanto que la dirección de la política exterior correspondía en exclusiva al "hombre de

Estado", esa figura emblemática capaz de encarnar la sustancia moral de la nación, ese individuo

que sólo obedece a una ética de la responsabilidad, que se eleva por encima de las masas y que

disfruta de una autonomía casi total. El hombre político de Estado tomaba sus decisiones de forma

solitaria, sin someterse a un proceso de discusión permanente, propio de las democracias liberales,

y sólo limitadamente a un proceso de comunicación con los otros actores políticos.

En esta tarea tenían un papel muy especial los grandes diplomáticos. Los diplomáticos eran

los especialistas y auténticos protagonistas de ese juego, reputado de complicado y peligroso por

las graves consecuencias que una decisión errónea podía acarrear al país. Aunque la política

exterior era una opción política de gobierno y la diplomacia sólo la vía necesaria para alcanzar los

objetivos designados por el Gabinete -y a veces, por el monarca- , los agentes diplomáticos no se

limitaban únicamente a desempeñar una función ejecutiva dependiente de las decisiones

previamente tomadas. Los grandes embajadores aconsejaban y proponían orientaciones de política

exterior que a menudo eran tenidas en cuenta por los gabinetes ministeriales. Por otro lado, la clave

de la diplomacia de la época eran las negociaciones que se desarrollaban entre esa selecta elite,

negociaciones basadas en la discreción.

Se ha dicho a menudo que la discontinuidad en el Ministerio de Estado español fue uno de

los principales obstáculos para desarrollar una política exterior coherente y activa. Cierto es que los

frecuentes cambios en el Gobierno obstaculizaron en ocasiones la conclusión de negociaciones

diplomáticas trascendentales, como ocurrió en 1902 con el proyecto de acuerdo con Francia sobre

928
Véase Maura Gamazo, G.: La cuestión de Marruecos desde el punto de vista español, Madrid, 1905, pag. 79.
929
A menudo ni siquiera los miembros del Gabinete estaban al corriente de importantes negociaciones diplomáticas.
Por otro lado, era frecuente el uso de la correspondencia privada para informar de los asuntos más delicados, evitando
así los despachos oficiales y las circulares ministeriales.

565
Marruecos y eran frecuentes las quejas de los diplomáticos extranjeros por la dificultad de

desarrollar las conversaciones políticas debido a los continuos cambios de personal. Entre 1898 y

1914, un período de 16 años, se sucedieron 25 gobiernos y 21 ministros de Estado. Además, las

frecuentes crisis de gobierno y los constantes relevos en el Ministerio de Estado contribuían a

reforzar aún más la imagen de debilidad que proyectaba el país en el exterior.930 Pero este frecuente

cambio de ministros se vio compensado, en parte, por la gran homogeneidad de la clase política de

la Restauración, por la costumbre de concertarse los líderes de los partidos conservador y liberal

cuando había que tomar decisiones trascendentales, y también por la mayor permanencia de los

embajadores en las grandes capitales europeas. Es el caso por ejemplo de León y Castillo, que

aunque no pertenecía a la "carrera", fue el inamovible embajador en París, donde permaneció

ininterrumpidamente entre 1897 y 1910, y donde volvería en 1916 hasta su muerte en 1918.

Fernando García Sanz señala también, como elemento de continuidad, la frecuente permanencia del

Subsecretario de Estado, al margen de los cambios de Gobierno y de ministro.931

Por otra parte, conocemos muy mal quienes eran "los cerebros" de la actuación

internacional de España; ni siquiera tenemos la certeza de que existieran, ni sabemos en qué medida

eran atendidos en sus consideraciones. Por lo que se refiere al partido liberal parece ser que el

Embajador de España en París, León y Castillo, fue el inspirador de una serie de iniciativas, unas

veces seguidas y otras no, con respecto a la política a seguir con Francia en relación a Marruecos.932

Conocemos también por alguna documentación fragmentaria, que Juan Pérez Caballero fue uno de

los diplomáticos más activos: fue primero el hombre de confianza de Moret (ministro de Estado con

él en dos fugaces ocasiones) y, posteriormente de Romanones. Y, conocemos también el particular

interés de Francisco Silvela por los asuntos internacionales; primero porque acumuló durante poco

930
Véase Niño, A.: " Política de alianzas y compromisos coloniales…”, op.cit., pág. 39.
931
Véase García Sanz, F.: Historia de las relaciones entre España e Italia. Imágenes, comercio y política exterior
(1890-1914), Madrid, C.SI.C., 1994, pág. 240.
932
Fernando León y Castillo es un caso atípico dentro de la diplomacia española. En primer lugar porque no
pertenecía a la Carrera y, en segundo lugar, porque a pesar de pertenecer al partido liberal "sobrevivió" también a
gobiernos conservadores. Por el tiempo que permaneció en París, llegó a ser considerado como el mejor conocedor de
las relaciones hispano-francesas y, por ende, de los asuntos que dirimían ambas potencias en Marruecos.

566
más de un año la cartera de Estado a la presidencia del Consejo de Ministros, y segundo, porque

después que cediera el Ministerio al marqués de Aguilar de Campóo, impartió instrucciones a

algunos embajadores de grandes potencias para que siguieran tratando los asuntos de "alguna

importancia" directamente con él. Muy poco fue lo que dejaron por escrito como para poder

obtener líneas de pensamiento definidas y posiciones o reacciones concretas ante los cambios de la

situación internacional. Afortunadamente, podemos suplir en parte estas carencias con la

documentación actualmente disponible en el Archivo General del Palacio Real y sobre todo en el

Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares. Se ha conservado en la sección

histórica de Marruecos de este último (fondos de África) gran parte de la correspondencia particular

con la Legación española en Tánger tanto de Silvela como de Aguilar de Campóo. Al mismo

tiempo en el fondo de Asuntos Exteriores de este mismo archivo, y entre los legajos de la embajada

española en Londres se ha conservado buena parte de la correspondencia mantenida por Silvela y

Aguilar de Campóo con el encargado de la representación diplomática en la capital británica

durante el ejercicio de la jefatura del gobierno por parte del líder conservador.

Las máximas de la política exterior española una vez que se hubo consumado el

desastre del 98 pasaban por un giro en la actitud hacia Marruecos, que ya se estaba advirtiendo

incluso antes de producirse la caída del gobierno liberal; ese cambio en todo caso pasaba en una

primera instancia por la aquiescencia de la Jefatura del Estado. Así, el conde de Benomar se había

dirigido durante la primavera del año anterior a la Reina Regente, buscando su apoyo para la

proyección de la nueva política imperialista española que el diplomático entendía se debía efectuar

sobre el Sultanato, abandonando enteramente la suerte de la isla de Cuba. El informe de Benomar

había sido la base de las gestiones que, durante el mes de Julio de 1898, Ojeda había llevado a cabo

en Tánger buscando una compensación en Marruecos a las importantes pérdidas territoriales que el

imperio colonial español estaba experimentando.

El siguiente movimiento hispano en la cuestión marroquí tuvo su iniciativa en el Palacio de

Oriente. Ojeda, tras su regreso de París (había formado parte de la comisión de paz española

567
presidida por Eugenio Montero Ríos que había participado en las deliberaciones de la conferencia

que puso fin al conflicto con Estados Unidos) había permanecido en Madrid varios días

entrevistándose con el Duque de Almodóvar del Río, y recibiendo instrucciones de éste sobre las

orientaciones pro-británicas de la política española en Marruecos, diseñadas por el Ministro de

Estado como una forma de aliviar la tensión entre el Reino Unido y España en el contencioso de

Gibraltar. Razones familiares habían impedido que Ojeda acudiera a entrevistarse con la Reina

María Cristina, como ésta había solicitado.

Sin embargo María Cristina tenía particular interés en recabar noticias directas del

diplomático sobre el proceso inminente de apertura de la cuestión marroquí, y solicitó que le fuera

remitido por el responsable de la Legación tangerina un estudio. Ojeda, a su vuelta de París,

procedió a redactarlo escrupulosamente, manifestando a la Jefa del Estado su convicción de que

España podía sacar partido en el futuro del nuevo sistema multipolar de poder a escala mundial,

realizando una aproximación a la potencia del otro lado del Atlántico, Estados Unidos. El

diplomático comentaba la posibilidad que se abría ante España de aprovechar la nueva pujanza de

los Estados Unidos para buscar una inteligencia con esta nación y así superar los desastres bélicos

del 98 y eliminar el aislamiento internacional del país, tras la ruptura de los lazos que lo ligaban a la

Tríplice. A continuación, Ojeda realizaba una severísima crítica tanto del presidente de la Comisión

española negociadora en París, como del gobierno sagastino entendiendo que obraban siempre en

materia de política exterior en virtud de intereses coyunturales, particulares, y desconocedores de la

dinámica de la política internacional, con unas miras y unos límites en su actuación muy ligados y

relacionados a los intereses de partido en la política interior del país, a la que quedaba supeditada la

exterior. De ello se desprendía la inacción diplomática, la "falta" de una política exterior definida y

activa. Así es que, a pesar de haber sugerido al gobierno liberal, la posibilidad de buscar un

acercamiento y/o una alianza con los Estados Unidos durante el transcurso de la Conferencia de

París, las posturas de Sagasta y de su enviado en la capital francesa, Montero Ríos, habían sido

totalmente refractarias a la propuesta.

568
España no había podido evitar la súbita revelación de su impotencia militar, política y

administrativa y no actuaba en África como un país con clara proyección imperialista y

expansionista. Más concretamente en Marruecos corría el riesgo de ser relegada, en una futura

desmembración y reparto del país, por los intereses de otras cancillerías europeas ante las que se

habían dado los ejemplos en Cuba y Filipinas de debilidad e incapacidad colonialista. Sin

embargo, pese a la amargura provocada por la decepcionante realidad, el diplomático entendía que

era en el Estrecho de Gibraltar y en Marruecos donde España podía volver a contar como una

potencia internacional digna de ser tenida en cuenta. Además, el país constituía uno de los

elementos y protagonistas incuestionables en el que se suponía el inminente planteamiento de una

'cuestión del Estrecho' que enfrentase a la Dúplice Alianza franco-rusa frente al Reino Unido.

A continuación, Ojeda hacía una breve historia de cual había sido su actuación al frente de la

representación de los intereses españoles en Tánger desde 1894 cuando fue nombrado para ocupar

el cargo de Ministro Plenipotenciario, tras una serie de contactos entre los dos partidos

restauracionistas. En ellos Cánovas y el Duque de Tetuán por un lado, y Segismundo Moret por

otro pergeñaron una línea de continuidad en los asuntos marroquíes que se prolongaría hasta

1897-8, años en los que la presión francesa sobre Marruecos acabaría por arruinarla. A pesar de que

la competición entre los intereses de los gobiernos de París y de Londres en los temas marroquíes

causase algunos quebraderos de cabeza a los gobiernos restauracionistas, éstos resucitaron de hecho

la vieja tendencia -iniciada por el régimen liberal cristino-isabelino, a partir de 1834- de buscar el

apoyo y caminar de la mano de Inglaterra y Francia (cristalizado en la vieja máxima decimonónica:

“cuando Francia e Inglaterra estén de acuerdo, marchar con ellas, cuando no lo estén, abstenerse“) .

En la medida de lo posible, Ojeda se había aventurado a realizar en Marruecos una política 'de

prestigio' en el marco de la seguridad de moverse en un "equilibrio" entre las dos grandes potencias,

siendo escrupulosamente neutral en los problemas que los habían enfrentado en el Imperio.

"Vuestra Majestad conoce de sobra los resultados de esta política, la situación


holgada y firme que merced á ella hemos podido conservar, la influencia real que España

569
ha venido ejerciendo aquí, y la importancia que ella nos conquistó en los Gabinetes de
Europa". 933

Como dos meses después haría con el nuevo jefe del gobierno, el conservador Silvela, el

diplomático ligaba el final de aquel período no a la presión francesa sobre el Tuat y el Rif sino a las

tensiones y enfrentamientos y a la dura competencia establecida entre las potencias imperialistas en

Extremo Oriente pugnando por el control de esa parte del mundo. Ojeda entendía que la

aparentemente 'hostil' actitud del Reino Unido frente a España durante el conflicto que había

enfrentado a ésta con Estados Unidos, se debía a las consecuencias lógicas de las necesidades de su

política exterior, tendentes a la búsqueda de aliados , no implicando por necesidad enemistad hacia

los intereses españoles. De todo ello el diplomático infería que hubiese sido necesario profundizar

en la aproximación diplomática al Reino Unido ante una posible y definitiva acometida gala en el

Sultanato. Los dos países, a iniciativa española, hubieran debido sentar las bases de un acuerdo

para apuntalar la conservación de la independencia marroquí, a la par que España ofrecería a Gran

Bretaña su concurso en la zona del Estrecho, y evitaría toda aproximación a sus posibles enemigos.

Estas indicaciones eran especialmente pertinentes en un momento en que el área del Estrecho

tenía un nuevo concurrente presencial: Rusia. El 30 de Julio de 1897, el Embajador imperial ruso

en Madrid, Schéuwitz había entregado una nota en el Ministerio de Estado informando al gobierno

conservador de la creación de un Consulado general de Rusia, bajo la dirección de un Ministro

residente en Tánger, puesto que recaería en el antiguo consejero de Estado B. Bacheracht, 934 y que

quedaría cubierto el 12 de Marzo de 1898.935 A los ojos del gobierno de Londres, la presencia de

Rusia en Marruecos no se debía a un interés directo en la cuestión del Estrecho, sino estaba más

bien encaminada a reforzar en él a su aliado francés.

933
Informe dirigido por Emilio de Ojeda a la Reina Regente sobre Marruecos. Tánger, 7 de Enero de 1.899. A.G.P.R.
Sección Alfonso XIII. Cajón 4 / Expediente 41.
934
Nota de la Embajada de Rusia en España presentada al Ministerio de Estado. 30 de Julio de 1897. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 103 /Ex. 2.
935
Ibidem. Ojeda a Pío Gullón. 13 de Mayo de 1898. Despacho no. 69.

570
Ojeda entendía que el gobierno español en lugar de buscar la conjunción con los británicos,

con su actuación había desatado la agresividad de los periódicos nacionales contra Inglaterra y la

exaltación de la opinión pública anglófoba, lo cual unido a los movimientos de tropas y la

fortificación española de Sierra Carbonera y los alrededores de Gibraltar, había provocado aún más

los recelos del gabinete de Lord Salisbury. Éste temiendo la aproximación de España a la liga

continental franco-rusa, había planteado el contencioso en torno a Gibraltar que preocupaba en

esos momentos al gobierno liberal. Además a juicio de Ojeda, el panorama internacional quedaba

ensombrecido ante la firme posibilidad de un conflicto franco-británico, después de los

acontecimientos de Fashoda, y en ese choque violento que se avecinaba los británicos tratarían en

primer lugar de apoderarse de todas las colonias francesas en el continente africano, rechazar

cualquier posible ayuda que le prestase el Imperio zarista a Francia, buscando para ello el apoyo

del II Reich e impedir una actuación española en favor de la Dúplice Alianza, ya fuese simplemente

mediante contundentes amenazas o por la vía armada, imposibilitando así que las costas

peninsulares sirviesen como base de aprovisionamiento de las escuadras rivales de Inglaterra.

A continuación, cargaba las tintas contra la excesiva orientación filofrancesa de la política

española durante el año anterior y como vía factible de superación del contencioso entre España y

el Reino Unido, abogaba por la fórmula de reactivar las conversaciones con los británicos con

vistas a un acuerdo.

"Propuse al Ministro -relata Ojeda a la Reina Regente- el evitar cuanto pudiera

tender a revestir del caracter de un compromiso general dicha inteligencia y le sugerí algo
tangible y práctico como lo sería una conferencia amistosa celebrada entre el Ministro de
la Gran Bretaña en Tánger y yo, en la cual valido de la cordialidad de relaciones que nos
une, de la comunidad de intereses que nos liga y del deseo que á ambos nos anima de
llevar al terreno de los hechos esta solidaridad tan provechosa, le hiciera ciertas
declaraciones en nombre del Gobierno de S.M. en que repudiase toda idea de
aproximación a Francia y Rusia en sentido hostil a la Gran Bretaña, le afirmase nuestro
deseo de permanecer alejados de los posibles rozamientos entre aquellos y ésta y le

571
expusiese nuestro leal propósito de coadyuvar con Inglaterra al mantenimiento estricto del
'statu quo' en el Estrecho y en este Imperio".936

7.4. La lectura de Silvela del proceso imperialista.

La llegada al poder de los conservadores iba a venir acompañada de un giro significativo en

la dirección de la política exterior. Silvela era un firme partidario de terminar con la "política de

aislamiento" que hasta entonces había llevado España. 937 Por otra parte, el desastre había originado

936
Informe dirigido por Emilio de Ojeda a la Reina Regente sobre Marruecos.Tánger, 7 de Enero de 1.899. A.G.P.R.
Sección Alfonso XIII. Cajón 4 / Expediente 41.
937
Silvela había venido postulando desde 1896 la necesidad de un giro fundamental en la política exterior española,
que permitiese al país no sólo pensar en futuras expansiones en África, sino conseguir en la dramática situación que se
vivía, la seguridad del propio territorio nacional, sobre todo en lo que se refería a los archipiélagos balear y canario
además de los territorios norteafricanos, mediante una garantía internacional, la que suponía el ingreso en la Dúplice
franco-rusa. En ese momento, en el que España estaba más necesitada de auxilios, de cualquier tipo y condición, había
perdido el único lazo internacional, más o menos fuerte, que durante ocho años hiciera proclamar con orgullo a los
ministros de Estado que, con él, España formaba parte del "concierto europeo". No cabe plantearse la hipótesis de lo
que hubiera sido el desarrollo de la guerra con los Estados Unidos si España hubiera mantenido e incluso incrementado
algún tipo de alianza europea. Rotos los lazos que sutilmente le unían a la Tríplice y rota la posibilidad de cimentar
sobre bases más sólidas una relación que, si bien con altibajos y no exenta de incidentes, había dado sus frutos en la
política marroquí, en palabras de García Sanz, el país "caminaba en solitario al encuentro del desastre" (Véase García
Sanz, F.: Historia de las relaciones entre España e Italia ..., op. cit, pág. 83). Mientras se esfumaba, así, toda una línea
diplomática que se había ocultado durante años a la opinión pública al tiempo que se predicaba a ésta el neutralismo y
la abstención, la sensación de peligro- ante las insurrecciones cubana y filipina y el futuro conflicto armado con los
Estados Unidos - había hecho brotar, en la prensa y en las Cortes, el debate abierto sobre política exterior del que
solamente había habido manifestaciones ocasionales anteriormente. En este sentido, el debate del discurso de la Corona
llevado a cabo en julio de 1896 serviría para poner de manifiesto las distintas concepciones de la política exterior que,
según los diversos grupos políticos integrantes de la Cámara baja, debería haber tenido España y habría de seguir en el
futuro. En particular llamó la atención el choque de posturas entre el jefe de gobierno, Cánovas y Silvela, que había
abandonado el partido conservador cuatro años antes. (Vid Portero Rodríguez, F.: "Francisco Silvela, jefe del
conservadurismo español", en Revista de Historia Contemporánea, nº 2,1983, Universidad de Sevilla, pág. 147)
Silvela partía de "la evidentísima necesidad de España (en el futuro) (...) de romper el aislamiento y el principio de
absoluta neutralidad que han sostenido hasta aquí sus Gobiernos como dogma de su política internacional ; que es
indispensable que una nación como la nuestra abandone esos derroteros y tome otros rumbos. ¿Quien puede
desconocer ya que un país que tiene importantes posesiones en el extremo Oriente, intereses considerables en África;
que un país que se halla en las condiciones que el nuestro, que está enlazado con todos los conflictos de la vida
europea y con todos los intereses que se han de debatir en todos esos mares y en todos esos continentes, no debe
permanecer aislado en medio de las luchas de los demás ?. No es de ahora, es de mucho tiempo este concepto mío
respecto de este particular, y es que de todas las aventuras en que nosotros pudiéramos embarcarnos no hay ninguna
seguramente que aventajara en temeridad á la de permanecer aislados". (Diario de Sesiones de las Cortes. Congreso
de Diputados - en adelante D.S.C.D-. 10 de Julio de 1896.). El jefe del partido conservador, contestándole, negaba el
hecho de que España permaneciera aislada del mundo: " No hemos estado aislados jamás del movimiento de Europa en
aquellas cosas en que hemos coincidido en interés con ésta ó con la otra nación. España no ha estado nunca aislada
en las cuestiones de Marruecos, y si se han presentado algunas otras que han ofrecido el mismo interés (...) España, no
ha tratado de estar aislada, ni lo ha estado" (D.S.C.D. 10 de Julio de 1896). Dentro del Parlamento, la opción de la
aproximación a Francia no sólo contaba con el respaldo de Silvela; en el grupo carlista, la mayoría de sus integrantes se
decantaban por una alianza unilateral con la reaccionaria Rusia Zarista (Vid. Diego, E. de: "La España de 1896" en
Diego, E. de (director): Hacia el 98. La España de la Restauración y la crisis colonial, 1895-1898), Cuadernos de la
Escuela Diplomática /12, Madrid, 1997, pág. 100 ), en tanto que el lider tradicionalista Vázquez de Mella lo hacía por
una - a la par- con los dos miembros de la Dúplice ( D.S.C.D. 11 de Julio de 1896). Frente a los que como el liberal

572
un cambio en los principios teóricos que informarían en adelante la política exterior de España: la

seguridad del territorio nacional. Para ello, la garantía de los intereses españoles en el norte de

África y en la cuestión de Marruecos en particular se presentaba como una cuestión fundamental

que se imbricaba, en consecuencia, en la política de defensa.

En lo tocante a la proyección colonialista, el político conservador era perfectamente

consciente de que el último tercio del siglo XIX había supuesto un cambio radical en las potencias

europeas en lo relativo a la percepción del hecho colonial.

El 28 de Octubre de 1897, Silvela pronunciaba una conferencia en la Asociación de la

Prensa de Madrid titulada "La expansión colonial en los pueblos modernos". El político

conservador realizaba una reflexión teórica sobre el fenómeno colonialista, y tras hacer una

advertencia sobre la confusión existente entre la clase política española ante los nuevos derroteros

que estaba experimentando el proceso colonial, propugnaba la necesidad urgente de formar una

opinión pública informada antes de decidir la alineación u orientación internacional de España y la

prosecución de su expansión colonial. Plenamente consciente el conferenciante de los nuevos

cambios históricos, se advertían en el discurso de Silvela influencias de autores contemporáneos. Es

León y Castillo le recriminaban a Cánovas el aislamiento internacional de España , el lider restauracionista espetaba la
inoportunidad de cualquier compromiso, y en ese sentido, venía a respaldarle Sagasta, cuando en un momento en que
arreciaban las presiones en busca de aliados, declaraba en El Correo ( 9-VIII-1896) que no veía fácil ninguna alianza
internacional : España no era apetecida como compañera de viaje por parte de los bloques existentes.( Véase Diego, E.
de: Ibidem). Cánovas volvió a hacer profesión de fe en su teoría del recogimiento y en la necesidad de neutralidad - a
ultranza- de la nación española en los grandes acontecimientos de política internacional, rechazando la posibilidad de
inscribirse como aliado en alguno de los sistemas: "Lo que yo no he hecho ni he querido hacer jamás, lo que he
combatido (con lo cual creo haber obtenido algún éxito á favor de los intereses permanentes de España), ha sido el
loco espíritu de aventuras...(...)...Nosotros no tenemos los medios normales que debe tener una Nación que quiera
intervenir en los intereses universales ; nosotros no tenemos sobrantes de rentas, ni baratura de crédito, ni medio
alguno para emprender sistemáticamente, en asuntos internacionales, caminos como el que ahora hemos tomado
respecto de la isla de Cuba; ese camino, que España ha podido tomar respecto de la isla de Cuba (...), no lo podría
tomar respecto de otro género de intereses. Así es que no me produce ninguna impresión en el ánimo el que se me diga
que soy partidario del aislamiento". (D.S.C.D. 10 de Julio de 1896). La debilidad tecnológica y militar, las limitaciones
de la expansión económica española aparecían así como los elementos determinantes de la no incorporación de España
a la carrera imperialista. Aun así, Silvela, a su vez, replicaba en el sentido de descartar también la política exterior
aventurera, pero reafirmándose en la necesidad de entablar una alianza internacional: "Que no queremos la política de
alianzas para las aventuras. Claro es que no. Loco, insensato, y criminal sería el que provocara alianzas para
engrandecimientos territoriales inoportunos e innecesarios, para aventuras é influencias en Europa, en Asia ó en
América, que no están en nuestros intereses ni en nuestros medios, pero para la defensa de lo que poseemos, para la
defensa de lo que es nuestro, para prepararnos á las eventualidades del porvenir que puedan amenazárnoslo y
disputárnoslo, para eso es imposible que niegue S.S. la conveniencia de tener un pensamiento definido de ponernos en
una relación constante, fija, preconcebida, con los intereses que puedan ser armónicos en esa defensa. ¿Cree S.S. que
tan sobrada de fuerzas está la Europa con sus grandes divisiones, que nuestro concurso y nuestra cooperación no
pesan nada en la dirección de esos intereses ? ". (D.S.C.D. 10 de Julio de 1896).

573
el caso del francés Lanessan, empedernido viajero y gobernador general de Indochina quien había

introducido en 1886, siguiendo el ejemplo del británico Seeley, una mezcla en el discurso

colonialista entre historia y antropología, en su obra L´expansion coloniale de la France.938 Así

Silvela, siguiendo la estela de este autor, distinguía entre "pueblos y razas inferiores", con una

función secundaria y pasiva en la Historia, y pueblos "superiores colonizadores y expansivos". La

misión fundamental de los segundos era la de cumplir una función dirigente y hegemónica

-“tutelar" la denomina Silvela- de los pueblos y razas que pertenecían a culturas más atrasadas, y

evidenciar su superioridad militar, administrativa, económica y también moral. Esta aceptación del

valor de las diferencias raciales se hacía sobre el trasfondo de una concepción del progreso

concebido como evolución; idea común en la Europa de la segunda mitad del siglo XIX incluso

compartida por teóricos anti-colonialistas como Robert Knox. Para Silvela la expansión colonial era

asimismo el signo de la superioridad y de la fuerza de un país:

"La expansión colonial es signo de superioridad y de fuerza, y la finalidad de esas


creaciones que la expansión colonial produce no es, no debe ser la emancipación y la
constitución de nacionalidades nuevas, sino la extensión de la nacionalidad de origen a
otros continentes por medio de la comunión y enlace de intereses, de ideas, por medio de la
representación eficaz y viva del genio nacional". 939

El proceso colonialista no era una actitud conducente a la tutela o al protectorado de las

poblaciones extraeuropeas para que determinados pueblos llegasen a madurar políticamente, a

evolucionar para en el futuro auto-determinarse y constituir naciones nuevas, gobernándose ellas

mismas. Simplemente era la expresión de la vitalidad nacional del país colonizador: "No es el

propio desenvolvimiento de la colonia – opinaba Silvela sobre lo que debe perseguir el

colonialismo - sino la extensión verdadera de la nacionalidad, compenetrándose sus intereses

938
Para Lanessan, la historia ayudada por la antropología, nos muestra las razas divididas en dos categorías, la de las
razas 'ascendentes' y la de las razas 'descendentes' o 'estacionarias' , a las que corresponden dos tipos de civilizaciones,
las primarias y secundarias. J.L. de Lanessan, L´expansion coloniale de la France, París, 1886, pp. III-XXIII.
939
Véase Silvela de le Velleuze, F.: " La expansión colonial en los pueblos modernos". Conferencia pronunciada en la
Asociación de la Prensa el 28 de octubre de 1897. en Francisco Silvela. Artículos, discursos, conferencias y cartas,
notas de Félix de Llanos y Torriglia, Madrid, Mateu, 1922-1923, Vol. II, pp. 412- 422.

574
materiales y morales con los de la patria de origen, y extendiendo esta noción, este sentimiento,

esta fuerza a través de los mares y de los continentes”. Pero Silvela no se limita a realizar la

justificación del colonialismo basada simplemente en el prestigio y el poder. La grandeza de un

Estado, y también su prosperidad económica y social estribaban en el máximo afianzamiento de la

comunidad de raza y de lengua entre las colonias y la metrópoli: un planteamiento que no era

original de Silvela, sino tomado de Seeley. Pero en la nueva situación de finales del siglo XIX,

perdido definitivamente el monopolio colonial británico, y en crisis el viejo sistema del "concierto

europeo" que dictaba la dinámica de la política internacional, las relaciones internacionales eran

percibidas sobre todo como rivalidades de colonialismos y lucha por esferas de influencia. El

colonialismo no era pues sino una variente más de la "lucha por la vida", aplicada a las relaciones

entre los Estados. Esto también se constataba en el discurso de Silvela: la carrera colonialista no es

percibida como una mera cuestión de dignidad nacional, sino de una "lucha por la existencia" entre

naciones, en la que la más pequeña cesión podría significar un paso hacia una irremediable

decadencia.

La posición de Silvela dentro del conservadurismo se vio reforzada considerablemente a partir

del verano de 1898. Él había advertido públicamente que la guerra de Cuba acabaría en un desastre

y que había que firmar la paz antes de que se produjera. El estallido de la "literatura

regeneracionista" revalorizará su ya antiguo programa político y convertirá su larga disidencia

frente a Cánovas en un acto de cordura y honradez. Al mismo tiempo era el único conservador

capaz de dar una nueva imagen pública al partido. Por último, sólo él supo valorar el riesgo que

suponían movimientos políticos, como el de las Cámaras de Comercio o el catalanismo y fue capaz

de reconducirlos hacia el conservadurismo, neutralizándolos y fortaleciendo el sistema político.

A principios de 1899 correspondía renovar la Junta Directiva del Círculo Conservador de

Madrid. Alejandro Pidal, presidente saliente optó por no presentarse a la reelección y propuso a

Silvela como nuevo responsable. Era al fin, el reconocimiento de su jefatura. Se iniciaba así una

nueva etapa del conservadurismo español que coincidirá, cronológicamente, con el reinado de

575
Alfonso XIII, teniendo como ideario político el programa "regeneracionista" que Silvela diseñó

durante la década de los años 80, y como figura política más representativa a Antonio Maura.

Próximo a ocupar la Jefatura del Gobierno, el 7 de Enero al asumir la presidencia del Círculo

conservador, Silvela realizaba un amplio discurso, que podemos establecer como ideario político

"regeneracionista" del nuevo gobierno que se iba a formar inmediatamente y donde su pensamiento

en materia de proyección colonial, y política exterior también tuvo cabida. Silvela anunciaba un

reforzamiento acelerado del Ejército de Tierra y de la Armada, renunciando a recortar el aumento

de los gastos militares ("No podemos prometer al país un presupuesto de paz") , para no volver a

asumir un repliegue en materia de política colonial. La defensa de las costas y de las fronteras sería

una de las preocupaciones básicas del nuevo gobierno, así como la sustitución del material de

guerra obsoleto y deficiente por nueva tecnología militar. Al mismo tiempo, Silvela señalaba la

posición privilegiada de España, a caballo entre el Mediterráneo y el Atlántico, y punta europea

propulsada sobre África como baza que había que aprovechar para reactivar la política exterior. No

olvidaría en esta ocasión nuevas referencias al darwinismo social, y alentó al país a nuevos

sacrificios para no renunciar a la expansión colonialista. Si no se seguía esta opción, España habría

de renunciar a su papel de nación independiente y prepararse "a ser un mero territorio explotado y
940
administrado por gerentes extranjeros". Tanto este discurso como el de 1897 contenían ya

indicaciones claras de cual iba a ser su actuación en la jefatura del gobierno.

Su primera preocupación, en materia de política exterior va a ser garantizar la plena

integridad del territorio nacional incluyendo las Baleares y Canarias. Sobre estas últimas Ojeda

desde la Legación en Tánger había advertido al gobierno sagastino durante el verano de 1898 y en

reiteradas ocasiones en relación con los hipotéticos movimientos ingleses tendentes a apoderarse

del archipiélago.

940
Véase Silvela de le Velleuze; F.: "En la Presidencia del Círculo Conservador: El programa (Discurso pronunciado
el 7 de Enero de 1899 ) “, en op. cit., pp. 510-511.

576
Tal y como ha indicado José María Jover la condensación de tensiones coloniales que

presenta la última década del siglo XIX es posible estudiarla bajo el prisma de primer intento serio

de redistribución colonial, parcialmente consumado con la particularidad de que los territorios

coloniales objeto de la redistribución no son todavía los poseídos ya por las grandes potencias

imperialistas, sino los poseídos por antiguas potencias coloniales que llevaron a cabo su expansión

mundial en etapas históricamente anteriores, y que comparecen en la época del imperialismo sin el

poderío material -desarrollo económico e industrial, ejércitos y armadas- necesario para mantener
941
su dominio sobre tales áreas en un momento en que otros son los dueños del mundo. Las dos

potencias coloniales que van a ver sus respectivos imperios sometidos, en 1898, a sendos planos de

reparto van a ser Portugal y España. Uno de estos proyectos -el relativo a Portugal- quedará en

amago, no exento, comenta Jover, de prolongadas consecuencias diplomáticas. El otro -relativo a

España- surgiría, sobre la marcha, a partir de unos movimientos emancipadores intervenidos por los

Estados Unidos, y tendría efectividad en beneficio de esta última potencia y de Alemania. La

situación en que iban a quedar aquellas dos viejas potencias coloniales tras las duras crisis de los

años noventa, plantearía el problema de una 'garantía' internacional que asegurase la continuidad

del status territorial de estos países en una fase histórica en que habían comenzado a escala

internacional a primar manifiestamente, las relaciones de fuerza. En los círculos diplomáticos se

expandía la idea de que la redistribución territorial podía afectar incluso al propio ámbito

peninsular e insular español. Era un reto que el gabinete conservador debía afrontar.

Una de las primeras decisiones de política exterior del nuevo gobierno conservador fue la de

terminar con el contencioso de las fortificaciones cercanas a Gibraltar. La iniciativa española se

materializó el 15 de marzo en una Nota formal presentada al gobierno de Londres; el gabinete

español renunciaba a las obras de fortificación por deferencia y amistad al Reino Unido sin

reconocer la existencia de ningún derecho británico que le obligase a hacerlo. Parece evidente que

941
Véase Jover Zamora, J.Mª.: "1.898. Teoría y práctica de la redistribución colonial", en Juliá, S.: Debates en torno
al 98: Estado, Sociedad y Política, Madrid, Consejería de Educación Comunidad de Madrid, 1998., pag. 21.

577
Silvela consideró que la actuación política emprendida por el tándem Sagasta/Almodóvar era

insuficiente para garantizar la seguridad española frente a los peligros de la política británica. El

Gobierno conservador prefirió buscar la normalización de las relaciones entre Madrid y Londres

renunciando a las fortificaciones a través de un procedimiento diplomático discreto, un intercambio

de Notas, en las que cada una de las partes declaraba formalmente sus intenciones. Aunque la

iniciativa de Silvela mejoró las relaciones hispano-británicas, la mejora fue relativa ya que ni la

opinión pública española olvidaba el comportamiento inamistoso del gobierno de Londres durante

la guerra hispanoestadounidense, ni tampoco el compromiso español de desmontar las

fortificaciones de la bahía de Algeciras se llevó a la práctica con la premura que hubiesen deseado

los británicos.

Y es que los recelos del gobierno conservador hacia las posibles amenazas que las

actuaciones del gabinete de Lord Salisbury pudieran suponer para el territorio nacional o el escaso

remanente colonial que le quedaba a España en África, vinieron incentivados cuando se produjo

una filtración del proceso negociador anglo-germano que debatía el reparto de las colonias

portuguesas en el continente africano. A pesar del hermetismo que rodeaba a las negociaciones,

propio de la diplomacia ultrasecreta del período anterior a la I Guerra Mundial, a finales de marzo

llegaba a Madrid desde Lisboa la noticia de una serie de conversaciones entre el II Reich y el

gabinete británico que comportaban planes y proyectos de reparto con respecto al imperio colonial

portugués. Las noticias que la Legación diplomática española en la capital lusa había recabado

insistían en el interés particular de Gran Bretaña sobre Lourenço Marques, en una coyuntura

especialmente difícil como era la que atravesaba Portugal desde el punto de vista financiero que

hacía previsible, si cuajaba el acuerdo anglo-germano, el desmembramiento de sus colonias

africanas. El Gobierno luso había tenido constancia de tales negociaciones, pero desconocía el

alcance de las mismas y si existía un texto resolutorio.942

942
R.O. del Ministerio de Estado de 11 de Abril de 1899 dirigida al Embajador de España en Londres, Conde de
Rascón. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada en Londres. Caja 7.021 / Leg. 198.

578
Sin embargo, no se llegó a una efectiva redistribución de las colonias portuguesas situadas al

sur del Ecuador. Siguieron adscritas a la formalmente indiscutida soberanía de Lisboa, aunque

sobre tal soberanía gravitase la tácita hipoteca de -siguiendo la terminología de Lord Salisbury en el

famoso discurso de la Primrose League- un acuerdo de principio entre dos "living nations".

Finalmente la monarquía lusa logró capear el peligro y recibir una garantía de seguridad nacional,

refrendando su secular dependencia con respecto a la Gran Bretaña, mediante la declaración secreta

anglo-portuguesa de 14 de Octubre de 1899: el "Tratado de Windsor".

Teniendo como referencia el caso contemporáneo de Portugal, y como fórmula de

prevención ante una dinámica que arrastrase a España a una situación similar, Silvela propuso en

abril a Francia una alianza continental, en la que debían entrar también Rusia y Alemania, destinada

a garantizar la integridad territorial de la península, islas y posesiones africanas, a cambio del

concurso militar de España " para una acción común en Europa y África".943 Sin embargo, ni las

posibilidades de solución de las tradicionales diferencias franco-alemanas eran tantas como podía

calcular el Gobierno español, ni los intereses de la Dúplice con España, aún excluyendo a

Alemania, eran suficientes como para suscribir un compromiso de semejante envergadura.944

Sospechando que el cambio de gobierno iba a alterar sustancialmente el rumbo de la

actuación española en Marruecos, nada más tomar posesión de su cargo el nuevo presidente de

gobierno y a la vez Ministro de Estado, Francisco Silvela, Ojeda le remitía una larga carta en la que

hacía balance de su gestión al frente de la Legación en Tánger durante los cuatro años y medio en

que había venido desempeñando el cargo, desde el 1 de Septiembre de 1894. Hacía hincapié en las

circunstancias de la nación, carente de una serie de recursos materiales para realizar una política

943
Las conversaciones de la primavera de 1899 entre los gobiernos de Francia y Alemania con vistas a integrar un
frente con Rusia para contrarrestar la preponderancia naval de Gran Bretaña fueron apuntadas hace ya más de cincuenta
años por William Langer, que también reseñaba la participación del gobierno español en la promoción de esta
estratagema política. Cfr. Langer, W.: The Diplomacy of Imperialism, 1890-1902, Nueva York, Alfred A. Knopf, 1951,
pág. 600. Véase asimismo Marín Castán, M. F.: "La política exterior española entre la crisis de 1898 y la dictadura de
Primo de Rivera", en VVAA: La política exterior española en el siglo XX, Madrid, Ediciones de las Ciencias Sociales,
1994, pág. 24.
944
Cfr. Torre del Río, R. de la: Inglaterra y España ..., op. cit., en particular el apartado "ruptura y continuidad en las
primeras iniciativa conservadoras ", pp. 286-292.

579
de proyección colonial en el Sultanato, agresiva, de altos vuelos, lo que había forzado a la

representación diplomática española a una acción realista y prudente, siguiendo siempre una línea

de conducta fija e inmutable, atenta a reforzar el prestigio de España en el Imperio jerifiano, pero

evitando el aventurerismo y las maniobras arriesgadas. Todo ello en consonancia con la situación

de España como potencia de segundo orden en el concierto internacional; tal orientación se había

traducido en una postura de constante contrapeso, de ser el elemento neutral en las tiranteces y

rivalidades que sostenían en suelo marroquí los intereses británico y francés. A continuación

resaltaba los éxitos que habían venido coronando tal actuación.

"(...) merced a la aplicación de dicha política, ha sido aquí más firme y holgada
que nunca la situación de España; (...) nuestra influencia local, si no ha crecido, se ha
mantenido intacta y (...) la consideración que ella nos ha merecido entre las Naciones de
Europa, ha ido en continuo aumento".945

En opinión del diplomático español, los hechos que habían venido a trastocar todo el

conjunto de esta acción política habían sido las disputas imperialistas por China, y el

enfrentamiento entre Inglaterra y el Imperio zarista al respecto. De hecho, la ocupación militar de

Port Arthur por los rusos la veía como causa determinante de la pérdida de las colonias españolas,

dado que motivó la toma de postura de Inglaterra frente a la Dúplice franco-rusa (en un momento

coyuntural en que se creyó que esta alianza iba a establecer algún tipo de acuerdo con el II Reich) y

la aproximación para hacerle frente a los Estados Unidos. Continuaba Ojeda indicando que esa era

la causa por la que Gran Bretaña había bloqueado cualquier iniciativa por parte de las potencias

945
Ojeda al Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de Estado, Francisco Silvela. . 8 de Marzo de 1899.
Carta número 1. A.G.A. África (Marruecos). Sección histórica. Caja 103 /Ex. 2. En el mismo sentido insistiría poco
después cuando en un despacho oficial señalaba: "(...) al estallar la guerra con los Estados Unidos, la posición que
ocupaba España en Marruecos correspondía en un todo a lo que dadas nuestras circunstancias, podía considerarse
por ahora como el colmo de nuestras aspiraciones. La sabiduría y moderación de nuestra política durante los cuatro
años que precedieron al desgraciado conflicto, el sagaz esmero con que procuramos hacernos necesarios a todos los
factores de la cuestión de Occidente sin comprometernos con ninguno, nos conquistaron la consideración de los
Gabinetes de Europa, y así como una indudable preponderancia en los consejos del cuerpo diplomático en Tánger".
(Ojeda a Silvela. 31 de Marzo de 1899. Despacho no. 36, reservado. A.G.A. África (Marruecos). Sección histórica.
Caja 103/Ex. 2).

580
europeas a favor de España en los meses anteriores al desastre. A cambio de ello, se aseguraba el

apoyo de los E.E.U.U. en su enfrentamiento con Rusia.

La consecuencia gravísima para España de estos acontecimientos la veía el autor de la carta

en la perdida de la autonomía que había venido gozando, de esa situación de "contrapeso"

equilibrante entre franceses e ingleses que había venido ostentando en los asuntos relativos al

Imperio jerifiano, planteándose en consecuencia la necesidad de aproximarse a una de las dos

potencias.

No escatimaba reproches tampoco el representante en Tánger para los gobiernos españoles y

para la representación diplomática en Londres, que no habían sabido, en aquellas circunstancias,

poner en práctica una política internacional más perspicaz e inteligente. No habían sabido dilucidar

que la actitud de aproximación del Reino Unido hacia los EEUU no suponía implícitamente,

hostilidad alguna o enemistad sistemática hacia España. Ojeda, favorable desde el año del desastre

hasta 1901 a un entendimiento en Marruecos con los intereses británicos, llegaba a apuntar que de

haberse realizado mucho antes la aproximación al Reino Unido en los asuntos relativos al Imperio

jerifiano y al Estrecho de Gibraltar, los resultados de la Conferencia de Paz de París no hubieran

sido tan adversos para los intereses nacionales y se hubieran retenido algunas de las colonias

perdidas en la misma En su lugar, se había dado motivo a los británicos para sospechar de España,

en el sentido de que ésta iba a abandonar su situación de neutralidad en el Estrecho de Gibraltar e

iba a buscar un acuerdo con Francia y el Imperio zarista, y se había causado su alarma fortificando

las inmediaciones del Peñón. Los contactos con el Gobierno de París los consideraba el diplomático

nefastos, teniendo en cuenta que la República constituía el máximo rival de la penetración española

en el Sultanato; además, juzgaba como simples engaños los supuestos ofrecimientos de arreglo en

Marruecos que durante toda la década la diplomacia francesa había venido haciendo a Madrid.

Terminaba comentando favorablemente la conjunción reciente con la Gran Bretaña y

suplicaba a Silvela que haciendo oídos sordos de la opinión pública española, la cual vivía

momentos de gran resentimiento hacia el Reino Unido, se prosiguiera en la línea marcada en

581
diciembre de 1898 por Almodóvar del Río en lo referente a la cuestión marroquí. Ojeda recalcaba

los peligros de los giros imprevistos de la actuación española, y de la "desorientación" en materia

de política internacional. En el momento previo a la ruptura del "statu- quo", lo trascendente era no

romper la línea de conducta por la que se venía encaminando la acción diplomática.

7.5 Nuevas amenazas francesas sobre Uxda

Y es que Ojeda percibía cómo la tenaza francesa apuntaba hacia Marruecos desde comienzos

de año en una doble dirección: el Tuat y Uxda. El día 10 de Abril, el Embajador en París, León y

Castillo, reexpidiendo a Madrid despachos procedentes del Consulado en Orán y del Vice-

consulado en Nemours informaba a Silvela de la presencia en Uxda, desde comienzos de Marzo,

de una comisión militar francesa integrada por seis oficiales, con la misión de cobrar del Majzén la

suma de cien mil francos, correspondientes a los gastos ocasionados por las tropas francesas en la

vigilancia de la frontera argelino-marroquí durante los disturbios de Abril y Mayo de 1897. Sin

embargo, ese no era más que el pretexto oficial que justificaba la presencia en suelo marroquí de

los oficiales galos. Según el cónsul en Orán,

"A ningún observador imparcial se oculta que la instalación de seis oficiales


franceses en Udjda, durante tanto tiempo y la nociva reclamación pecuniaria, es el
preámbulo de graves acontecimientos, o sea el avance de tropas tan deseado y tan
reiteradamente reclamado por la opinión pública francesa, con el fin de anexionarse pura
y simplemente todos los territorios delimitados hasta el Melonia (Muluya). Cuantos
disturbios acontecen actualmente en la frontera francesa, entre tribus marroquíes,
obedecen a un plan fomentado anticipadamente por la Comisión consabida". 946

A su vez el 20 era el turno del representante en Tánger a la hora de alertar al gobierno

conservador de lo que estaba ocurriendo en el Amalato, es decir las consecuencias de una vasta

"política conminatoria" del Gobierno francés.

946
León y Castillo, Embajador de España en París a Francisco Silvela. 10 de Abril de 1899. Despacho no. 146.
A.G.A. África (Marruecos). Sección histórica. Caja 73 /Ex. 2.

582
De hecho, situadas entre la montaña y la estepa, las tribus tanto bereberes como árabes que

lo ocupaban habían conseguido después de mucho tiempo un cierto equilibrio. Sin duda este

equilibrio era frágil, debido a la dialéctica entre dos fuerzas contrarias. Así de tiempo en tiempo,

las penurias, la falta de los artículos de primera necesidad, o las mismas contradicciones tribales

habían provocado algunas tensiones entre los Deyes de Argel y los Sultanes marroquíes, pero el

acontecimiento que había perturbado la existencia de las poblaciones del Amalato había sido la

conquista francesa de Argelia. Después del establecimiento de los franceses en Argel, todo se

trastornó a lo largo de la frontera argelino-marroquí. Así frente a lo que el gobierno de París

deploraba como "anarquía marroquí", Ojeda no ve más que la mano provocadora de la República,

la ejecución de una política de presión colonial cimentada desde hacía varias décadas. De hecho la

misión real de la comisión francesa en el Amalato era –para el diplomático hispano- fomentar la

insurrección entre las cabilas fronterizas, ejercer una presión sobre ellas, de manera que se

revolviesen contra el gobierno : las intenciones colonizadoras de París no eran otras que las de
947
empujar a las tribus contra el Majzén, y " aprovechar los disturbios allí creados (ya sea) para

intervenir en Marruecos cuando lo estime oportuno, ya sea para intimidar al Gobierno del Sultán

con reclamaciones" .948

La situación de hecho sería aprovechada por la prensa colonialista gala mediante la

proliferación de estereotipos referentes a la violencia salvaje de las cabilas del Amalato. Según el

Bulletin du Comité de l´Afrique française, las tribus enemigas de Angad y Mehaya se hostigaban,

en medio de un estado de guerra continuo, donde el Majzén no se esforzaba por emplear sus tropas

para separar a los contendientes e imponer la paz. Al contrario, era un elemento más participante en

la matanza, que era entendida como una forma de relación constante e institucionalizada entre los

947
Las "agresiones marroquíes" de las que da cuenta la propaganda colonial francesa no eran más que una simple
reacción de defensa contra las usurpaciones colonialistas. Tal es el caso de la lucha de los Beni Guil al Sur-este de la
provincia al haber sido despojados de sus territorios de pastoreo. La tensión generada en la frontera obligará al Majzén
- ante las indemnizaciones que le reclama el Gobierno francés por dichas "agresiones" - a recaudar los fondos pedidos
por París, entre las tribus y ello será motivo de nuevos conflictos, cuando se produzca la revuelta contra la carga fiscal
majzeniana convertida en insoportable .Véase Berrahab, O.: Shamal al maghrib ash- sharqi qabla al ihtilal al fraransi
1873-1903, Casablanca, Publicaciones de la Universidad Hassan II, 1989, passim.
948
Ojeda a Silvela. 20 de abril de 1899. Despacho no. 47, reservado. A.G.A. África (Marruecos). Sección histórica.
Caja 164 / Ex. 1.

583
marroquíes. La situación, así consentida por el Sultán, se había convertido en intolerable. Las

costumbres rudas, crueles y bárbaras de los marroquíes debían de ser anuladas al igual que el pillaje

y las batallas que interrumpían el tráfico comercial existente entre Uxda y la vecina Argelia,

colapsando la acción mercantil francesa.949

Por otra parte, de la capital de la colonia argelina llegaban noticias constantes a Madrid de un

reforzamiento de las defensas militares, sobre todo costeras y navales, en previsión de un posible

enfrentamiento a gran escala de las escuadras de la Dúplice Alianza franco-rusa con la británica y

ante la perspectiva de un ataque de la Marina de Guerra inglesa a territorio argelino. Nuevos fuertes

y emplazamientos de cañones de tiro rápido eran levantados en Argel, mientras que Orán, Bizerta,

Bona y Argel eran dotados de una poderosa flotilla de torpederos auxiliados por cañoneros y

guardacostas. A la par, las tropas de infantería realizaban ejercicios de maniobras y prácticas de

tiro. Desde el Consulado en Argel se advertía de la significación del ritmo de entrenamiento,

particularmente intenso entre las unidades argelinas indígenas, que excedía del ámbito de la

preparación de la defensa y podía interpretarse como el entrenamiento de una operación de invasión


950
a gran escala de los territorios vecinos. Otro elemento que contribuiría a reforzar la creciente

impresión en el Consulado español de Argel sobre la inminencia de un previsible despliegue de las

tropas francesas en Marruecos era la reciente celebración en la capital de la colonia de un Congreso

geográfico, al término del cual, el rotativo Le Télégramme Algérien, órgano del Gobierno General

francés había publicado un artículo, "Nos indes noires.Négociations à suivre". En él por una parte

se comentaban los posibles derroteros que en el futuro pudiera experimentar la cuestión marroquí,

apuntando a una conjunción diplomática franco-italiana que resolviera definitivamente los

desacuerdos en materia colonial de las dos naciones en los territorios del Norte de África, y por otra

parte se hacía abstracción completa de España y de sus "derechos históricos" sobre el Sultanato.951

949
" Dans l´amalat d´Oujda" en (B)ulletin du (C)omité de l´(A) frique (F)rançaise. no. 6 (Junio de 1.900), pag. 215.
950
Arturo Baldasano, Cónsul general de España en Argelia a Fernando León y Castillo. Despacho sin numerar. 15 de
Marzo de 1899. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 125 / Ex. 2.
951
Ibidem.Arturo Baldasano a Fernando León y Castillo. Despacho no. 12. 6 de Abril de 1899.

584
7.6 Los proyectos de Ojeda sobre la neutralización de Marruecos.

Aunque Silvela no había conseguido la integración de España en la Dúplice Alianza, su

postura en Marruecos en relación con Francia iba a ser la de evitar las suspicacias de este país. De

ahí el carácter de sus instrucciones a Ojeda que estimaban la ruptura de la conjunción coyuntural

con el Reino Unido y encarecían al diplomático a limitarse a mantener estrictamente el "statu -

quo" La actuación de España se orientará otra vez por los senderos del aislamiento, pero también

vendrá marcada por la aproximación de sus posturas a las de Francia, aunque sin pasar a una

subordinación completa en relación al gobierno republicano. Silvela procurará durante su mandato

que en la cuestión marroquí España no se convirtiera ni en un aliado incondicional ni en un satélite

de las pretensiones imperialistas francesas. Abogará por un marco de cordial aproximación entre

los dos países, de manera que a la política española le quedase el suficiente margen de autonomía

como para poder permitirse iniciativas y actuaciones de relevancia al margen de las pretensiones

francesas.

Viendo rechazadas de plano sus indicaciones de persistencia en la aproximación al Reino

Unido, Ojeda -que rehuye cualquier pacto o acercamiento a Francia- volverá de nuevo desde

finales de marzo a barajar la idea, perfilada y expuesta a Almodóvar durante el verano del año

anterior, de la neutralización del Imperio jerifiano como único modo de conseguir el mantenimiento

del 'statu quo'; entendiendo dicha neutralización como un compromiso que obligase a todas las

potencias a respetar la independencia de Marruecos. El interés primordial de España pasaba ante

todo por asegurar el mantenimiento de la tranquilidad en las tierras del Imperio; todas las

aspiraciones decimonónicas de conquista del Sultanato habían quedado completamente olvidadas

585
tras el desastre. "Hoy por hoy - afirma textualmente Ojeda en su propuesta a Almodóvar - somos

impotentes para realizarlas".952

Tal proyecto, siguiendo el plan trazado por el diplomático debería cristalizar en la formación

por parte de todos los representantes extranjeros acreditados en Tánger de un Consejo internacional

encargado de velar por la conservación del 'statu quo', de garantizar la integridad territorial del

Imperio y de ejercer la protección de los extranjeros residentes en el Sultanato. Los argumentos

esgrimidos para convencer a Silvela son sus temores de que en el estado de cosas que se arrastra en

el Sultanato, cualquier provocación imperialista suscitada por la política de cañoneras ,cualquier

injerencia extraña de las que sufre el país cotidianamente deshaga el "ficticio equilibrio" de la

cuestión marroquí, y el Imperio pase a convertirse en objeto de compensaciones territoriales en las

negociaciones entre las potencias imperialistas que dejen relegadas a la monarquía española, y sin

ninguna baza en el futuro del territorio. La gota que en cierto modo había venido a colmar la

paciencia del diplomático había sido la constatación de los manejos franceses en el Amalato de

Uxda. Ello había propiciado el que el Ojeda intentara resucitar el margen de actuación individual y

autónoma de la diplomacia española en el Sultanato durante el período inmediatamente anterior,

que había rendido eficaces frutos en el pasado y había consolidado el prestigio de la nación ante el

Majzén. Antes del desastre del 98, las consultas y peticiones de consejo y/o ayuda de los

representantes del Majzen en Tánger, Mohammed Torres o Abdelkrim Bricha a la Legación

Española, había revelado el relativo peso y trascendencia de la influencia española en Marruecos, a

la que el gobierno imperial veía con la suficiente entidad como para contrapesar la amenaza

francesa. Ojeda intenta ahora retomar esta vía. . Entrará en negociaciones secretas con el Gran Visir

Bu Ahmed por medio de un antiguo confidente del Sultán Mawlay Hassan, que llegado desde

Londres y camino de la Corte del Sultán, se detiene temporalmente en Tánger para entrevistarse

con el diplomático español y diseñará así una estratagema frente al movimiento galo. La estrategia

952
Ojeda a Silvela, 28 de marzo de 1899, Despacho no. 35, reservado. A.G.A. África (Marruecos). Sección histórica.
Caja 103 /Ex. 2.

586
consistiría en intentar separar a los dos países de la Dúplice Alianza en los asuntos marroquíes .
953
Para ello, Ojeda buscará el apoyo de Rusia a la propuesta que ha transmitido a Bu Ahmed : la

solicitud de ayuda por parte de Abd al - Aziz a la comunidad europea para que ésta intervenga de

manera colectiva en el Imperio respaldando al Sultán y frene las pretensiones francesas. Tal

intervención sentaría las bases para la inmediata neutralización del Imperio y la constitución del

Consejo Diplomático internacional encargado de velar por la independencia del país.954

Además de analizar sus conversaciones secretas con el Gran Visir y en otro orden de cosas,

Ojeda narra sus consultas confidenciales con los representantes del Imperio ruso, Francia, Italia,

Portugal, Austria e Inglaterra para la consecución de su objetivo: un pacto tácito suscrito por todas

estas potencias y por España que las comprometiese formalmente en el respeto a un Marruecos

neutral. Tal acuerdo vendría a ser la fórmula ideal para una España, debilitada de resultas del

desastre colonial y que se encuentra en las peores condiciones tanto para asegurar su independencia

nacional como para sacar algún provecho de una supuesta apertura definitiva de la cuestión

marroquí. De hecho, Ojeda resaltaba como ello supondría un balón de oxígeno para el país,

inmerso en una fase de recuperación, y en la necesidad de reequiparse en la paz. Con ello, pretendía

953
Ojeda había aprovechado la partida, el día 28 de marzo hacia Marrakesh, sede de la Corte del Sultán, del primer
Ministro Plenipotenciario del Imperio zarista en Tánger (hasta entonces los intereses imperiales rusos en el Sultanato
habían estado representados por la Legación española), Bacheracht, para mantener una larga conversación con este
último, exploratoria de los propósitos de la visita y de los consejos que iba a trasladar el diplomático zarista ante Abd
al - Aziz. En la comunicación en que relata a Silvela los pormenores de dicha entrevista, amén del lenguaje cargado de
tópicos colonialistas del plenipotenciario español hacia el Majzén, es de destacar la impresión que extrae de la
divergencia de intereses de los países de la Dúplice en sus relaciones con Marruecos. Ojeda transmite a Silvela su
convencimiento de que la política zarista en Marruecos no está supeditada a la de su aliada, Francia, y ello le anima en
su intención de estrechar relaciones con el Ministro ruso. Un síntoma del buen entendimiento de las políticas imperial
zarista y española en el Sultanato lo prueba el hecho de que durante la ausencia de Bacheracht de Tánger, los intereses
comerciales, económicos y diplomáticos de Rusia en Marruecos - frente a lo que esperaba todo el cuerpo diplomático -
los gestionará Ojeda, en lugar de hacerlo el representante francés. Finalmente, Ojeda insiste en la posibilidad de atraer
al Imperio zarista hacia una inteligencia sistemática con España, basada en razones fundamentalmente de orden
estratégico. Esta aproximación de España a Rusia llevaría a una disociación con respecto a los propósitos de Francia de
anexionarse todo Marruecos, de las aspiraciones del gobierno zarista. ¿Por qué?. Pues porque las aspiraciones rusas
eran contrarias a que área tan sensible como el Estrecho de Gibraltar estuviese controlada por una gran potencia.: " Sigo
creyendo , que aquí, como en todas partes, la política del Czar (sic), prosigue su objetivo esencialmente moscovita que
el engrandecimiento de la Francia en cuanto tienda a debilitar a Inglaterra y convenga a sus intereses propios
eventuales, será considerado por Rusia como factor indispensable de su política; pero así mismo abrigo la profunda
convicción de que el posible y permanente establecimiento de Francia en el Estrecho de Gibraltar, o el de cualquier
nación poderosa que pueda ser un día obstáculo a la libre comunicación entre el mar Báltico y el mar Negro, habrá de
hallar sistemática, y si necesario fuese violenta oposición, por parte de Rusia ". (Ojeda a Silvela, 28 de marzo de 1899,
Despacho no. 35, reservado. A.G.A. África( Marruecos). Sección histórica. Caja 103 /Ex. 2) .
954
Ojeda a Silvela, 20 de Abril de 1989, documento ya citado.

587
entroncar su proyecto con la idea impulsora del gobierno de Silvela, que deseaba dinamizar el

"regeneracionismo" dentro del sistema restauracionista.955

Según el representante diplomático español en el Sultanato, todos los contactos mantenidos

habían sido favorables con su proyecto a excepción del efectuado con el plenipotenciario francés,

quien había formulado una serie de críticas que Ojeda juzga como sospechosas de ocultar planes de

anexionarse el Imperio. Para el diplomático, Francia vería con cierto desagrado la consecución de

cualquier compromiso formal entre las potencias relativo al statu quo, porque lo consideraría como

un ataque o una limitación impuesta a sus ambiciones inmediatas sobre Uxda y sobre el extremo

suroriental del Imperio. Con todo, la insistencia del diplomático español había terminado por

obtener la aprobación del representante francés.

Destaca asimismo como pudo atraer finalmente la atención del representante británico: le

planteó la neutralización de Marruecos como la forma más efectiva de hacer frente a una eventual

amenaza franco-rusa en el Mediterráneo. Señala también como argumento esgrimido ante la

Legación del Reino Unido, que dicho compromiso abriría la puerta a serie de reformas

administrativas en el Imperio y facilitaría la irrupción económica europea en Marruecos:

"(...)me extendí acerca de las ventajas que de una inteligencia de las naciones
cristianas enfrente de la barbarie marroquí, reportarían el comercio, la civilización y la
humanidad, constándome lo accesible que es el cant (sic) británico a semejantes
consideraciones ".956

Ante la disposición unánime de sus colegas en Tánger, Ojeda veía factible llegar pronto a la

plasmación escrita del compromiso. Al efecto, había procedido a redactar un <proyecto de carta

955
Sobre el regeneracionismo conservador posterior al desastre del 98, se pueden consultar: Gallego, J.A.: Un 98
distinto. Restauración, desastre, regeneracionismo, y en particular el apartado IV, "El regeneracionismo conservador",
Madrid, Ediciones Encuentro / Universidad Católica de Ávila, 1998, pp. 253-259. Cfr. también: Seco Serrano, C.: "La
renovación política: el regeneracionismo" en Laín Entralgo, P. y Seco Serrano, C.: España en 1898. Las claves del
desastre, Barcelona, Galaxia Gutenberg/ Círculo de Lectores, 1998, especialmente el apartado "El Gobierno Silvela-
Polavieja de 1899-1900. Nuevos caminos", pp. 244-251; véase asimismo: Portero Rodríguez, F.: " Francisco Silvela,
jefe del conservadurismo español"... op. cit., pp. 146-163.
956
Ojeda a Silvela, 31 de marzo de 1899, documento ya citado.

588
confidencial> destinado a todo el cuerpo diplomático que habría de ser usado como introducción a

las deliberaciones tendentes al logro de un acuerdo general.

Junto con el despacho con el que daba cuenta del resultado de sus gestiones, el diplomático

remitía a Silvela el proyecto de carta para que el gobierno español procediese a su estudio y

aprobación. Según Ojeda, la neutralización de Marruecos era un asunto que debía debatirse

posteriormente en un foro amplio y público, no circunscrito únicamente al ámbito de las

Legaciones de Tánger. En consecuencia, el tema debía trasladarse a un espacio de deliberación

más amplio, como el de una nueva Conferencia Internacional sobre Marruecos a celebrar en

Madrid, o bien al marco de la Conferencia de la Paz que, promovida por el zar Nicolas II, se

celebraría semanas después en La Haya.

La respuesta de Silvela se demoraría un mes (tiene fecha 26 de Abril) y se limitó a acoger

con suma frialdad la pretensión de Ojeda. Las orientaciones pro-francesas del jefe de gobierno se

patentizan en la negativa a aceptar un acuerdo que suscitaría la oposición frontal de la República.

En aquellos mismos días, Silvela al entrevistarse con el Embajador francés en Madrid, Patenôtre,

había intentado disipar los posibles temores del diplomático sobre la existencia de un acuerdo

diplomático hispano-británico, y sólo cuatro días antes del envío de su respuesta a Ojeda, había

propuesto al Gobierno francés la apertura de negociaciones para insertar a España en la Dúplice

Alianza franco-rusa, o incluso, yendo más lejos, en una gran alianza de potencias continentales, que

abarcase también al II Reich y que garantizase las posiciones de España en el Mediterráneo, en

Marruecos y consecuentemente, la integridad territorial de la nación. Se comprende, pues, que no

tuviera interés en promover o suscribir un acuerdo de neutralización de Marruecos, el cual

constituía ante todo, una fórmula de prevención frente a los intentos expansionistas de la República

en el Sultanato. De esta manera, en términos corteses pero claramente desaprobatorios, Silvela

rechazó la propuesta del plenipotenciario español en Tánger. Para ello , el jefe de gobierno utilizaba

diversas excusas : hacía referencia a las rivalidades imperialistas del momento, y a los incidentes y

choques entre los diferentes Estados del continente europeo, por disputas de índole colonial en

589
diversas partes del mundo , arguyendo que en los momentos de expansionismo colonial consciente

y desenfrenado que se estaban viviendo, y cuando las principales potencias se lanzaban a una

carrera por el control del mayor número de territorios extranjeros disponibles, el continente

africano era objeto de las más encontradas disputas y tensiones y suscitar en aquellas

circunstancias la cuestión de Marruecos iba a servir para avivar las llamas de un conflicto todavía

embrionario. Es decir que, a juicio del jefe del gobierno español, podía darse la paradoja de que una

conferencia encaminada a aplazar indefinidamente la resolución de la cuestión marroquí, la

acelerase, por la imposibilidad - dado el presumible carácter divergente de las posturas enfrentadas-

de llegar a una solución de compromiso. 957Además, Silvela negaba la oportunidad de trasladar este

asunto al foro de la Conferencia Internacional de la Haya y acababa desmontando todos los

argumentos de la propuesta. A continuación pasaba a resaltar que los intereses de España en el

Imperio jerifiano, antes que relativos a pretensiones económicas, de búsqueda de nuevos mercados

comerciales o de una ocupación para la mano de obra excedentaria, eran fundamentalmente de

orden estratégico. Venía a retomar con ello el hilo conductor del africanismo español desde sus

arranques decimonónicos y establecía por último las líneas directrices que debían de articular la

actuación de la Legación en el Sultanato. Analizando dichas instrucciones, se podían interpretar

como: 1) directrices que acentuarían aún más el aislamiento internacional de España; 2) como una

restricción momentánea en la capacidad autónoma de maniobra en Marruecos. Sin embargo Silvela

veía más bien este período como un "impasse" hasta la plena incorporación española en un bloque

de alianzas, en el seno del cual, cabría la posibilidad de un arreglo definitivo de la cuestión

marroquí con Francia. Impasse que vendría determinado por la prolongación de las negociaciones

emprendidas por el gobierno conservador de cara al ingreso en la Dúplice. Estas negociaciones se

957
" No estima , sin embargo, el Gobierno de S.M. y en este punto se permite discutir del parecer de V.E. que sea esta
la ocasión oportuna para plantear ante las potencias de Europa el problema de Marruecos, porque los informes que ha
podido adquirir le han convencido de la imposibilidad de llegar a un acuerdo en tan delicada materia. Hoy más que
nunca se hallan encontrados los intereses de los principales factores del concierto europeo y por lo mismo que la pasión
colonial está más generalizada y sobreexcitada y que el continente africano ha venido a ser una aspiración casi
universal, sería peligroso poner sobre el tapete la suerte y porvenir de Marruecos." (R.O. del Ministerio de Estado
dirigida a la Legación de España en Tánger. 26 de Abril de 1899. A.G.A. África (Marruecos). Sección histórica. Caja
103 / Ex. 2.

590
dilatarían hasta finales de aquel año.958 Así de momento el jefe del Gobierno se limitaba a

establecer como elemento referencial de la actuación de Ojeda el mantenimiento del statu-quo, y el

aumento progresivo de la influencia española en el Imperio jerifiano, pero no articulaba ni

explicitaba ningún medio para lograrlo o afianzarlo; tan sólo algunas indicaciones vagas, poco

explícitas, de mantener la misma línea de acción de los momentos anteriores al desastre colonial.

7.7. El incidente del Chicago. La internacionalización y la apertura de la cuestión marroquí.

La aproximación diplomática franco-italiana.

La línea de acción de Ojeda va a quedar así carente de dinamismo. La diplomacia española

no protagonizará ya ninguna iniciativa de relevancia en Marruecos durante los siguientes meses.

Asistirá impasible a la consolidación de una cada vez más evidente influencia de los Estados

Unidos en el Imperio. Lo prueba el incidente del crucero Chicago en el mes de mayo, con motivo

de unas reclamaciones estadounidenses incumplidas por la administración marroquí. En lugar de

entablar los Estados Unidos un proceso de negociaciones con el Majzén como los que la diplomacia

imperial acostumbraba a prolongar durante meses para minimizar las influencias extranjeras en

Marruecos, el gobierno norteamericano adoptó rápidamente medidas drásticas: el día 6 fondeaba en

la rada de Tánger un buque de la Armada de guerra norteamericana. El comandante del buque

transmitía una nota conminatoria al representante del Sultán en Tánger, Mohammed Torres, quien

intentó resistirse aduciendo la carencia de instrucciones por parte del Gobierno para satisfacer las

exigencias norteamericanas y solicitó un plazo para comunicarse con el Gran Visir Bu Ahmed. La

negativa categórica del gobierno de Washington vino acompañada de la presentación de un

ultimátum, de obligado cumplimiento en un plazo de 24 horas, al término del cual se anunciaba el

inmediato desembarco de la infantería de marina estadounidense y el empleo de la violencia. El

conflicto quedó resuelto con la anuencia del Delegado del Sultán al cumplimiento de las

958
Véase al respecto Torre del Río, R. de la: Inglaterra y España ...op.cit., pp. 291-292.

591
condiciones contenidas en el ultimátum.959 La noticia preocupó hondamente en el Ministerio de

Estado, que tendía a considerar más preocupantes y alarmantes los movimientos anglosajones en el

Imperio que las evidencias de ruptura de la independencia marroquí protagonizadas por Francia, y

días después, se encarecía desde Madrid a Ojeda para que averiguara la trascendencia de la misión

del Chicago en las aguas marroquíes, y si podía ser precursora de alguna iniciativa de orden

político.960 La respuesta del representante español contribuiría a rebajar la preocupación del

gobierno: las reclamaciones estadounidenses que se referían a hechos ocurridos durante los dos

años anteriores, no sobrepasaban el límite de lo que se consideraba habitual entre las diplomacias

europeas, y en definitiva no eran sino las consecuencias de la reafirmación de la autoridad marroquí

sobre sus súbditos, a la que constantemente se escapaban los protegidos de las potencias

extranjeras. Sin embargo, en ciertas ocasiones éstos eran objeto de violencias por parte del gobierno

jerifiano, debido a los deseos del Majzén de reintegrarlos a su jurisdicción.961 Lo que Ojeda

señalaba como más preocupante era el grado de energía y determinación con que los Estados

Unidos habían presentado su nota conminatoria, aunque la cantidad estipulada en concepto de

reclamaciones no alcanzaba las cincuenta mil pesetas. Ojeda apuntaba que la intervención

norteamericana en la cuestión marroquí iba a suponer la irrupción de un elemento nuevo, dispuesto

a recurrir al empleo de la fuerza con tal de que se respetasen sus intereses, independientemente del

grado de provocación que se le hubiese inferido, o del carácter, relativamente modesto, de sus
962
pretensiones. A pesar de la reciente visita a todos sus consulados en la costa atlántica del

Representante norteamericano acreditado en Tánger, Ojeda no veía pretensiones expansionistas o

959
Ojeda a Silvela.10 de Mayo de 1899, Despacho nº 57. A.G.A. África (Marruecos). Sección histórica. Caja 164 /
Ex. 1.
960
Ibidem. R.O. del Ministerio de Estado a la Legación Española en Tánger. 7 de Junio de 1899.
961
Así Ojeda señala que tales reivindicaciones se referían "a los consuetudinarios y constantes atropellos de que son
victimas por parte de las Autoridades marroquíes los protegidos de las Naciones cristianas. Encarcelamiento ilegal,
malos tratos, heridas, robos de ganado, desconocimiento de legítimos créditos, falseamiento de las leyes locales,
infracciones de los tratados, arbitrariedades de los caídes". Ojeda a Silvela. 16 de Junio de 1899. Despacho no.
74.A.G.A. África (Marruecos). Sección histórica. Caja 164 / Ex. 1.
962
Un dato significativo de la mayor relevancia que adquieren los Estados Unidos en Marruecos a comienzos del siglo
XX es el hecho de que después de la conferencia de Algeciras, el Sultán Abd al- Aziz buscará en vano la ayuda del
presidente Theodore Roosevelt para hacer frente a las pretensiones franco-españolas y evitar así el reparto del Imperio
entre estos dos países. Vid. Berramdane, A.: Le Maroc et l´Occident (1800-1974), París, Editions Karthala, 1987, pág.
29.

592
de reclamación territorial en el Imperio por parte de los Estados Unidos, sino únicamente la

reafirmación del derecho, de ser respetado y el de conseguir en el Sultanato la apertura total al

comercio y a las inversiones extranjeras. 963

* * *

Hablar de la existencia de una cuestión marroquí en el marco de las relaciones

internacionales de las potencias europeas antes de 1880 no tiene mucho sentido. Fue la Conferencia

de Madrid celebrada aquel año la que introduciría al Imperio jerifiano en el escenario europeo,

aunque habrá que esperar hasta finales de 1898, año del incidente de Fashoda, para que la cuestión

marroquí se convirtiese en un asunto internacional de primera magnitud.964

La Conferencia de Madrid consiguió garantizar los intereses europeos en el Sultanato y un

cierto consenso para el mantenimiento del 'statu quo' en Marruecos, del cual Gran Bretaña era el

principal garante. Pero en los años siguientes este consenso se fue fracturando y debilitando a causa

de la descomposición del Imperio jerifiano, acosado por las injerencias franco-españolas en el Sus,

Tuat, y Rif, y poco a poco presa de la bancarrota, de las sublevaciones de las cabilas y de la

aparición del bandidismo, y en fin debilitado por la presión cada vez más insistente de las diversas

potencias, enfrentadas ya abiertamente en una carrera para conseguir el control del país (amén del

abuso en las concesiones del 'régimen de protección' entre los habitantes del Sultanato por parte de

las potencias). De todas las potencias acosadoras, Francia era la que tenía más interés y la que

estaba dispuesta a llegar más lejos. Francia estaba interesada en Marruecos para completar con él la

construcción de un gran imperio colonial norte-africano, formado hasta entonces por Argelia y

Túnez, ya que el incidente de Fashoda le había demostrado la inviabilidad de cualquier pretensión

963
Ibidem.
964
Se acostumbra a considerar el año 1900 como la fecha de apertura de la cuestión marroquí. A pesar de ello, estamos
de acuerdo con Víctor Morales en el hecho de tomar como punto de partida 1898, ya que nos permita una mejor
comprensión del affaire marroquí.

593
que pudiera seguir manteniendo sobre Egipto y le obligaba a limitar su expansión al Mediterráneo

occidental. El papel preponderante del 'lobby colonial' en la vida política francesa y la designación

como Ministro de Asuntos Exteriores -meses antes del incidente de Fashoda- de Théophile

Delcassé, destacado colonialista muy ligado al grupo industrial Schneider con importantes intereses

en Marruecos no hizo sino acelerar este interés, que serviría a Francia para recuperar el orgullo

nacional herido en 1898. Como podemos ver, el referente de Fashoda es constante. Y lo fue

también para Delcassé ya que en cierta medida se trató del referente indicativo de las acciones que

había que tomar en la cuestión marroquí convirtiéndose en el eje principal de la política exterior

francesa de los años siguientes. Delcassé entendió que no se podía basar como en el sur del Sudán

en emplear solamente la fuerza o la acción no respaldada por otro tipo de actuaciones: la acción

tenía que ser fruto también de una compleja negociación diplomática con todas las potencias

interesadas en el imperio jerifiano.

El primer movimiento de Delcassé en esta larga partida de ajedrez que fue la cuestión

marroquí consistió en negociar con la monarquía italiana, integrante de la Triple Alianza la cual

tras el fracaso en sus aspiraciones tunecinas y de la humillación en Abisinia, se oponía a cualquier

cambio en el statu quo marroquí. Aprovechando la difícil situación económica de Italia y

concediéndole la libertad de acción en las provincias turco-otomanas de Tripolitania-Cirenaica

(territorios reivindicados por el imperialismo italiano), Delcassé obtuvo tras un largo proceso de

diálogo gracias a un acuerdo secreto en julio de 1902, la aquiescencia italiana a las reivindicaciones

francesas sobre Marruecos y su neutralidad en el caso de una guerra franco-alemana. De esta forma,

Delcassé no sólo eliminaba a un contrincante, que si bien era secundario le podía resultar molesto,

sino que ponía la primera piedra de su política internacional fundamentada en contrarrestar la

amenaza de la Tríplice.965

965
Véase Girault, R.: Diplomatie europeenne et imperialismes, 1817-1914, París, Masson, 1979, pag. 195, habla del
"sistema Delcassé" en comparación al sistema "Bismark". Este sistema internacional se basaba en el intento de
contrarrestar y cambiar en lo posible, la preponderancia alemana en el continente europeo. El pacto con Italia, que - con
todo - no abandonó la Triple Alianza, representaba una fisura importante.

594
Del lado español, dentro del "impasse" marcado por los deseos de Silvela de incorporar

España a la Dúplice hay que contemplar la tranquilidad observada durante el verano de 1899

respecto a la aproximación diplomática franco-italiana. A pesar del carácter ultrasecreto de las

negociaciones, éstas fueron detectadas prontamente por los servicios diplomáticos españoles como

lo demuestran las fuentes documentales. Sin embargo no determinaron ninguna reacción inmediata

del gobierno Silvela. Éste estaba intentando ajustar el encaje de España dentro de una alianza

internacional que garantizase ante cualquier eventualidad tanto la integridad territorial del país

como los derechos de España sobre Marruecos. 966

La experiencia italiana de la guerra de Abisinia tras el sonoro desastre de Adua había servido

a los gobernantes de aquel país para comprender los errores de la concepción política exterior

dictada por Crispi. Italia descubrió entonces el auténtico valor de la Tríplice para los intereses de su

política exterior, además de comprender también hasta qué punto llegaba el apoyo de Gran Bretaña,

que había estado buscando durante los últimos años.967 Se vislumbró además el poco relevante

papel que jugaba Italia dentro de la Alianza para sus aliados; el resultado a que conducía mantener

el triplicismo a ultranza como norma de actuación inflexible de la monarquía saboyana; y, en

definitiva, el estrecho camino en el que con tal postura se encerraba a sí misma Italia. La política

exterior italiana de los años finales del siglo XIX, tiene, como punto de partida, esa serie de

reflexiones. Sin llevar a cabo una política conscientemente anti-triplicista, los gobiernos italianos

966
R.O. del Ministerio de Estado al conde de Benomar, embajador de España en Roma. 11 de julio de 1899. A.G.A.
África (Marruecos). Sección histórica. Caja 164 /Ex. 1. La aproximación franco-italiana servía de manera apropiada a
la política del ministro de Asuntos Exteriores de la República, Delcassé, de realizar todos los pasos diplomáticos
necesarios para fortalecer las pretensiones francesas de intervención en Marruecos. Las negociaciones entre el
Embajador de Francia y el Gabinete de Roma se dilatarían, sin embargo, a lo largo de muchos meses: comenzadas en
1899, sólo a finales de 1900 se llegaría por las dos partes a un principio de acuerdo que tomó la forma escrita de un
intercambio de cartas entre Barrère, embajador de Francia en Roma y el Marqués de Visconti Venosta, Ministro de
Asuntos Exteriores italianos los días 14-16 de diciembre. Este acuerdo sería seguido por otro posterior en 1902; ambos,
sin embargo permanecerían secretos, para evitar las susceptibilidades de ciertas potencias y particularmente de
Alemania. Las cartas intercambiadas por los dos Gobiernos contemplaban las dos propuestas siguientes: a) Italia
reconocía, de un modo general, la facultad de Francia para salvaguardar y hacer respetar en Marruecos sus derechos
especiales resultantes de la contigüidad, a lo largo de una vasta extensión, de Argelia y del Imperio jerifiano; b),
Francia, en sentido inverso, reconocía a Italia el derecho para extender su influencia en la provincia turco-otomana de
Tripolitania , en el caso en que "ella misma se viese obligada a modificar el estado territorial o político de Marruecos".
Véase El-Hajoui, Mohammed Omar: Histoire Diplomatique du Maroc (1900-1912), París, Librairie Orientale et
Américaine G.P. Maisonneuve, 1937, pp. 4-5. La carta del 16 de Diciembre de 1900 está recogida en el anexo II del
mismo, pág. 177.
967
Véase Curato, F.: La questione marocchina... op. cit.Vol. II, passim.

595
buscarán llegar a un acuerdo diplomático con Francia como garantía para poder iniciar una acción

sobre las posesiones turco-otomanas de Tripolitania y Cirenaica. El largo recorrido de la acción

diplomática italiana que culmina con la invasión de esas dos provincias y que originó un

replanteamiento de la política exterior desarrollada hasta entonces comenzaba a raíz del acuerdo

franco-inglés del 21 de marzo de 1899, que delimitaba las zonas de influencia respectivas en

África, como sanción de los sucesos de Fashoda, y que despertó la alarma en Roma. En efecto,

según aquel acuerdo le correspondía a Francia una zona del sur de Tripolitania que la monarquía

italiana consideraba incluida dentro del retropaís de este territorio. Fundamentalmente fue el temor

a que se repitiese una acción similar a la llevada a cabo por Francia en Túnez, lo que motivó a la

diplomacia italiana a través de su ministro de Asuntos Exteriores, Visconti Ventosa, a hacer saber

al Gobierno francés su firme interés por llegar a un acuerdo sobre el Norte de África, incluyendo el

futuro del Imperio marroquí. 968

Por otra parte la iniciativa de Silvela de unir los destinos de España a los de la Dúplice

franco-rusa fracasaría ante el rechazo francés .Sin embargo quedaba abierta la posibilidad de que

las manifestaciones de amistad del Embajador de la República en Madrid, Patenôtre hacia España

se tradujesen en algo efectivo si las relaciones hispano-británicas se deterioraban nuevamente,

como había sucedido el año del desastre, a la espera de que la evolución de la situación

internacional permitiese al Gobierno español encontrar la seguridad deseada para su integridad

territorial. En cualquier caso, los acontecimientos de 1899 no favorecerán los planes españoles, y a

pesar de que la alianza franco-rusa se fortalece con la firma del acuerdo de 9 de agosto, la posición

de París y San Petersburgo no cambia respecto a España: expresiones de simpatía y de buena

voluntad (visita, en el mes de julio, de dos escuadras francesas a puertos españoles; en el mes de

diciembre desplazamiento a España, del ex-ministro de Asuntos Exteriores republicano, Hanotaux),

pero ningún acuerdo ejecutivo. A comienzos de octubre se desatarían un gran número de

especulaciones sobre la posible incorporación de España a la Dúplice como consecuencia del

968
Cfr. García Sanz, F.: Historia de las relaciones entre España e Italia ..., op. cit, pp. 231-233.

596
desplazamiento que el conde Muraviev, ministro zarista de Asuntos Exteriores realizó a San

Sebastián para entrevistarse con María Cristina y Silvela.969 Como éste último explicó al

Embajador de España en San Petersburgo, el Ministro ruso no traía encargo de ningún genero,

pero estaba seguro de interpretar los sentimientos de Nicolas II al dar públicamente testimonio de

afecto y consideración hacia España. En la entrevista no se habló para nada de alianzas

internacionales, aunque Muraviev afirmó su confianza en que la integridad territorial española no

correría peligro mientras los británicos se encontrasen pendientes de África del Sur (la guerra de los

bóers), y se mostró conforme con la política española de mantenimiento del 'statu quo' en

Marruecos.970

Sin embargo estos contactos dieron pie a una campaña de la prensa británica, cargando las

tintas sobre los derroteros hostiles a Inglaterra que tomaba la política exterior española. En

particular, el liberal Charles Dilke se refería a ello, presentaba la actuación española como la causa

de fuertes perturbaciones en Europa al tiempo que hacía un elogio de las obras de transformación y

mejora de los muelles, diques y astilleros de Gibraltar que habían sido emprendidas en 1893 a fin

de conservar el valor estratégico y militar de la colonia inglesa, y recalcaba que la Marina británica

se había reforzado hasta contar en aguas del Peñón con doce acorazados de primera clase.

Publicaciones alemanas como La Pall Mall Gazette llegaban a hablar de próximas demostraciones

navales inglesas a realizar frente a las costas españolas con finalidad disuasoria (evitar que España

estableciera una alianza con Francia). Según indicaba el Embajador en París León y Castillo esta

campaña coincidía con un sentimiento bastante generalizado de odio en la opinión pública francesa

contra Gran Bretaña tras la humillación de Fashoda.971 La reacción inmediata de Silvela fue

desmentir la noticia de la aproximación hispana a la Tercera República a través de los

Embajadores españoles en Berlín, París y Londres, filtrando a los principales periódicos de estas

969
A.M.A.E. (H). Leg. 1728. Conde de Benomar, Embajador de España en Roma a Silvela. 8 de Octubre de 1899.
Despacho no. 149. Con numerosos recortes de periódico.
970
Ibidem. Minuta para Real Orden reservada y dirigida al Embajador de España en San Petersburgo. 10 de Octubre
de 1899. Se envía copia de este despacho a la Embajada de España en Roma.
971
Telegrama cifrado de Fernando León y Castillo, Embajador de España en París a Francisco Silvela. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 142 / Ex. 2.

597
capitales y a la agencia de noticias Havas la consideración de que España abogaba exclusivamente

por el mantenimiento de la paz, no deseaba adherirse a ninguna alianza ofensiva o defensiva, y lo

único que anhelaba era reorganizar su administración y buscar la amistad con todas las potencias

europeas, no deseando levantar ni reanudar la construcción de nuevas fortificaciones en torno a

Gibraltar.972 Por su parte, el primer ministro británico, Lord Salisbury saldría al paso públicamente

de los rumores, manifestando su total convencimiento de lo infundado de los temores anti-

españoles en el Reino Unido.

El 10 de Noviembre, un artículo del Daily Mail volvía de nuevo a la cuestión de la alianza

franco-rusa y su aproximación a España. El rotativo se hacía eco del decantamiento diplomático

de la monarquía española hacia la Dúplice, para a continuación afirmar que España estaba

negociando la cesión al Imperio zarista de Ceuta. 973

7.8. El "affaire del lazareto de Mogador".

En materia de higiene pública en el Sultanato el Consejo sanitario formado por los

representantes diplomáticos de las potencias acreditados en Tánger había solicitado del Majzén la

concesión de un espacio acotado en territorio marroquí con el fin de construir un lazareto. Este

serviría de albergue donde deberían pasar la cuarentena bajo control médico todos aquellos

peregrinos marroquíes que siguiendo la prescripción religiosa islámica, se desplazaban anualmente

al Imperio turco-otomano con el fin de visitar, en la Península Arábiga, los santos lugares de La

Meca.

Desde finales del siglo XVIII, el cuerpo consular se venía ocupando de las cuestiones

sanitarias marítimas en Marruecos. Sus miembros se encargaban de rechazar de los puertos

marroquíes a aquellos navíos que llevaban el pabellón de sus naciones respectivas y que

972
Ibidem .Telegrama cifrado de Francisco Silvela, Jefe del Gobierno y Ministro de Estado al Embajador de España
en París. 9 de Noviembre de 1899.
973
Ibidem. El conde de Rascón, Embajador de España en Londres a Silvela. 10 de Noviembre de 1899.

598
transportaban a bordo a enfermos sospechosos de expandir epidemias. De la misma forma

fiscalizaban los navíos encargados de traer de vuelta al Imperio desde Arabia a los peregrinos

musulmanes; las autoridades jerifianas no habían rechazado esta actuación y habían permitido estas

injerencias con una sola excepción, en 1818, cuando el gobernador de Tánger se opuso a una

decisión del cuerpo consular que había rechazado a un navío que transportaba a peregrinos

procedentes de Alejandría donde la peste hacía estragos. Como en aquella ocasión la enfermedad se

había propagado por Marruecos, el Majzén se había abstenido en lo sucesivo de obstaculizar las

acciones del cuerpo diplomático. La acción de éste tomó cuerpo legal, con un firman (=decreto

imperial) jerifiano que estableció los derechos sanitarios de los cónsules, hasta entonces regidos por

normas consuetudinarias. Así en 1840, el Sultán Mawlay Abd-ar-Raman integraba a los agentes de

las potencias en un consejo sanitario y les reconocía como encargados de la misión de velar por el

mantenimiento de la salud pública en el litoral de todo el Imperio, con la facultad de dotarse de sus

propios reglamentos, y de tomar todas las medidas necesarias para atender sus tareas. En 1878 el

Sultán Mawlay Hassan había confirmado mediante un dahir imperial esta delegación de la

soberanía marroquí a los miembros del cuerpo diplomático. 974

Durante años la tarea del Consejo sanitario fue ejercida sin la más mínima queja del Majzén.

Con ocasión de la epidemia de cólera de 1865 el Sultán había designado la isla próxima a Mogador

como punto de desembarco obligado de los peregrinos de todo navío, susceptible de encontrarse en

un estado sanitario sospechoso. Un lazareto fue creado allí mismo.

Años después, en 1897, el Majzén creyó oportuna la creación de una prisión de Estado en la

isla de Mogador y las dificultades comenzaron. El cuerpo diplomático exigió en primera instancia-

que la prisión fuera evacuada y la isla enteramente consagrada a un albergue o lazareto que debía

de ser levantado dándole una estructura permanente a lo que el Gran Visir, Bu Ahmed se negaría

terminantemente en repetidas ocasiones. El Majzén no quería reservar a las medidas sanitarias más

974
Véase Miège, J.L.: "La propriete inmobiliere a Tanger d´apres un plan du XIXè siecle", en Revue Maroc-Europe,
no. 1,1991, pag. 87.

599
que una parte de la isla, lo cual era juzgado como insuficiente por el cuerpo diplomático, ya que en

1898, el Consejo sanitario había decidido desviar a la isla a todo navío que regresase a Marruecos

transportando de vuelta a casa a los peregrinos procedentes del litoral del Hedjaz.

La corte imperial estaba firmemente decidida a sostener un pulso con las pretensiones

imperialistas tendentes a la ocupación total de Mogador, negándose terminantemente a admitirlas.

Así había propuesto al Consejo sanitario trasladar la ubicación del lazareto a otros lugares,

ofertando principalmente el islote de Perejil, en la costa sur del Estrecho de Gibraltar. Sin embargo,

el cuerpo diplomático se negó en redondo. 975

Entonces para oponerse a un adversario tenaz, el Majzén encontraría un argumento jurídico

especial. Manifestó que el cuerpo diplomático, es decir el conjunto de representantes de las

potencias en cuanto a tal, era incompetente legalmente de encargarse de velar por la salud pública

marroquí, ya que de cumplir esa tarea, ello iba a suponer un menoscabo de la autoridad imperial. Sí

podían hacerlo los miembros del cuerpo diplomático de manera individualizada, no

corporativamente; para ello pasarían a ser investidos de una delegación del poder del soberano de

Marruecos, lo que les convertiría en la práctica en una especie de simples agentes de la

Administración marroquí, revocables según los criterios y la voluntad de Su Majestad jerifiana.

Pero los miembros del Consejo Sanitario se irritaron hasta el punto de llegar a proponer a Europa la

conquista de la isla de Mogador. Arguyendo el peligro que suponía la transmisión de la peste

bubónica que podían propagar los peregrinos contagiados en Arabia (habían venido recibiéndose en

Tánger noticias alarmantes sobre la aparición de la enfermedad en Alejandría), el asunto había sido

objeto de debate durante la primavera de 1899 en diversos gabinetes europeos. Desde el mes de

Abril se estuvo barajando la posibilidad de que se produjese en Marruecos una acción armada

concertada entre diversas potencias europeas conducente a obtener del Sultán por la fuerza la

cesión de la isla de Mogador. El conciliabulo de diplomáticos acreditados en Tánger había

acordado someter a la consideración de las respectivas cancillerías la ejecución de la acción

975
"Les affaires du Maroc. Le Conseil sanitaire" en (B)ulletin du (C)omité de l´(A)frique (F)rançaise, no. 4. Abril de
1900, pag. 141.

600
coercitiva (la toma de la isla mediante el desembarco de fuerzas combinadas europeas), lo cual

volvió a desatar en Madrid los temores a que se plantease la cuestión marroquí en un momento

inapropiado para España.976 La impresión del cuerpo diplomático abundaba en la consideración de

que sólo con una presión enérgica, realizada por acuerdo unánime de las potencias europeas, podría

desbloquearse el 'impasse' impuesto por la firme resolución del Majzén de no ceder un ápice del

territorio nacional. Sin embargo, Lord Salisbury no estaba dispuesto a acceder a una acción militar

contra Marruecos, si antes no se precisaban de manera muy detallada y con una respuesta

satisfactoria para los intereses británicos, una serie de cuestiones, observaciones y objeciones que

formuló durante el mes de Mayo. Las inquietudes británicas eran las siguientes: el destino que se

iba a dar a los numerosos habitantes de la isla de Mogador en el caso de ser ocupada militarmente

por una expedición combinada; cómo se iba a proceder al avituallamiento de la tropa invasora una

vez ocupada la isla; si se trataría de una ocupación meramente coyuntural, o de un

desmembramiento efectivo del Sultanato marroquí, y en definitiva quien iba a sufragar los

numerosos costes que comportaría la acción. El gobierno inglés, que pocos meses antes, había

realizado una impresionante demostración naval de fuerza en las costas atlánticas como elemento

de presión en favor de unos protegidos de su Legación, se mostraba ahora muy remiso a la hora de

asociarse a la acción común,977 e incluso semanas después, se iba a oponer frontalmente a cualquier

acción conminatoria contra el Sultanato. 978

A principios del mes de Junio, llegó a Madrid la notificación de la postura italiana. El

gabinete de Roma como el británico desaprobaba la oportunidad de una demostración naval como

respaldo de las demandas del Consejo Sanitario y se pronunciaba, convencido en la creencia de que

aún no estaba agotada la totalidad de los medios diplomáticos recurribles para vencer la resistencia

del Sultán, sobre la oportunidad de remitir a la Corte imperial una comisión delegada del Consejo

976
Emilio de Ojeda a Francisco Silvela, Jefe del Gobierno y Ministro de Estado. Despacho no. 56. 8 de Mayo de
1899. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 103 / Ex. 2.
977
Emilio de Ojeda a Francisco Silvela .Despacho no. 62. 30 de Mayo de 1899. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 122 /Ex. 2.
978
Ibidem .R.O. del Ministerio de Estado de 8 de Junio de 1899 no. 62 dirigida a la Legación española en Tánger.

601
Sanitario que tratase directamente el tema con el Gran Visir, obteniendo de él -tras apelar a los

humanitarios propósitos de la medida- la concesión de la isla. El Gabinete conservador español se

dispuso a secundar, en este sentido, la iniciativa italiana.979

Antes de recibir las instrucciones de Silvela, Ojeda inclinado personalmente por la acción

naval concertada (por el riesgo que entrañaba el próximo regreso a las costas marroquíes de los

peregrinos a La Meca), al igual que todo el cuerpo diplomático acreditado en Tánger -con las

excepciones británica e italiana- actuando de manera totalmente autónoma, trabó contacto con el

judío tangerino Aflalo antes de que éste último se desplazara a la Corte en Marrakesh, donde había

sido requerida su presencia con toda urgencia para tratar con el Gran Visir. Aflalo estaba

naturalizado como ciudadano inglés y era consejero del Majzén en materia de relaciones

internacionales y asuntos financieros. Las disquisiciones hechas por Ojeda a Aflalo, llenas de

halagos y veladas amenazas sobre la proyectada demostración naval parecieron surtir efecto poco

después. 980Varios días más tarde, Ojeda remitía a Silvela un telegrama en el que le daba cuenta de

haber recibido notificación oficial de que el gobierno marroquí cedía, finalmente, la isla de

Mogador para el establecimiento permanente del lazareto. El Gran Visir comunicaba al cuerpo

diplomático que había formulado las órdenes oportunas conducentes a la evacuación inmediata la

isla, que pasaba a estar a disposición del Consejo sanitario. 981

Otorgada la concesión, el Ministerio Plenipotenciario de Austria redactó un memorandum y

un proyecto de convenio que debían de servir para regular en el futuro la organización y

funcionamiento del Consejo Sanitario. A su vez Ojeda consiguió que fuera designado supervisor de

las obras de construcción del lazareto el médico militar español Joaquín Cortés, asesor del

organismo internacional y agente confidencial del Ministerio de Estado. Una vez redactado el

convenio, éste debía de ser propuesto para su firma al gobierno jerifiano, con el fin de que fuera la

base que regulara todo el servicio sanitario en Marruecos. La idea perseguida por Ojeda era que

979
Ibidem. R.O. del Ministerio de Estado de 3 de Junio de 1899 no. 56 dirigida a la Legación española en Tánger.
980
Ibidem .Emilio de Ojeda a Francisco Silvela. Despacho no. 71. 11 de Junio de 1899.
981
Ibidem .Ojeda a Silvela. Despacho no. 75. 16 de Junio de 1899.

602
España debía de dar la imagen ante Europa de que con su colaboración y asumiendo la dirección de

las obras del hospital, sabía apuntalar el organismo necesario para velar por la salud pública en

todo el Imperio, y a la vez organizar las medidas higiénicas y profilácticas necesarias para combatir

las epidemias a lo largo del litoral del mismo. El convenio fue sometido a refrendo de las potencias

europeas acreditadas en Marruecos, y cuando naciones como Portugal, Bélgica, Rusia, Francia o el

Imperio austro-húngaro habían respondido ya en sentido positivo, dando su aprobación al texto, al

comenzar el otoño, el Gran Visir dio marcha atrás en su decisión y se reafirmó en su propósito de

no ceder a las potencias europeas, la isla de Mogador. En el interín, Ojeda se había esforzado por

encontrar el modo de convertir el pequeño establecimiento internacional de la isla en un hospital

español enclavado en pleno Imperio marroquí. De hecho el doctor Cortés había llegado a la isla con

un número considerable de obreros españoles, y comenzaba a tomar decisiones y a edificar como si

se encontrara en un país conquistado, despertando con ello el rechazo del Majzén. Los askaris

desembarcaron en el lugar, obligando al cese de las obras, cuya ejecución había comenzado

semanas antes y expulsaron al doctor Cortés. 982

A partir de este momento se iba a entrar por parte de la diplomacia española en una

constante mecánica de consultas a las potencias europeas, repetida luego por el gobierno Silvela

982
Las autoridades marroquíes no pusieron obstáculo alguno al funcionamiento de un lazareto en la isla de Mogador,
mientras estaban pasando la cuarentena en la isla los peregrinos procedentes de La Meca. Tan pronto como éstos
salieron de la isla, se negaron a permitir la construcción de edificios con carácter permanente y a consentir toda clase de
obras, destruyendo las ya construidas y obligando a salir por la fuerza al doctor Cortés, el comisionado del Consejo
Sanitario de Tánger para establecer el lazareto. El cambio de actitud del Majzén procedía, a juicio de Emilio de Ojeda,
de haberse enterado de la oposición de Inglaterra e Italia a la expedición naval proyectada para imponer la construcción
del lazareto. Una vez convencido el gobierno marroquí de que no existía unanimidad en el concierto europeo, aguardó
tan sólo que cumplieran los peregrinos la cuarentena para frustrar los propósitos del Consejo Sanitario. Cfr.Despacho
no. 372 del Ministerio de Estado dirigido al Embajador de España en Londres. 6 de Septiembre de 1899.A.G.A. Fondo
de Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7.003. Los miembros del cuerpo diplomático acreditado
en Tánger reaccionaron buscando afirmar la autonomía del Consejo Sanitario por ellos constituido con respecto a la
autoridad del Sultán. Para ello dirigieron a los gobiernos que representaban, un memorandum en el cual solicitaban la
autorización oportuna para proponer al gobierno jerifiano la firma de un convenio que permitiese aplicar un reglamento
análogo a los existentes en materia sanitaria en Turquía y Egipto. Este reglamento serviría para emancipar los acuerdos
del Consejo de la tutela del Sultán en los asuntos relativos a la higiene pública. Cfr. Despacho no. 379 del Ministerio de
Estado dirigido al Embajador de España en Londres. 12 de Septiembre de 1899. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores.
Embajada de España en Londres. Caja 7.003. La idea del cuerpo diplomático no fue acogida con gran interés por el
Quai d´Orsay, por considerar que era poco oportuna, y que podía dar pie al Majzén a aplazar indefinidamente la
construcción del lazareto de la isla de Mogador. Cfr. Despacho no. 374 del Primer Secretario y Encargado de la
Embajada española en París al Ministro de Estado. 20 de septiembre de 1899. A.G. A. Fondo de Asuntos Exteriores.
Embajada de París. Caja 5.816.

603
indefectiblemente siempre que se suscitaba algún tema de interés trascendental para España en la

cuestión marroquí. Si Silvela tenía algún deseo de emprender una política exterior de iniciativas

autónomas y solitarias que devolviesen a España una imagen de prestigio a escala internacional,

ello no se estaba cumpliendo. Su actuación en materia diplomática en la cuestión de Marruecos nos

demuestra cómo en los momentos claves durante los primeros meses de ejercicio de su gobierno,

no deseaba correr el riesgo de contrariar la voluntad de cualquier gran potencia y actuaba, por

consiguiente, con suma cautela.

El gobierno conservador, una vez descartado el empleo de la fuerza armada contra

Marruecos, debido al veto británico, empezó a llevar a cabo intensos contactos diplomáticos con

los gobiernos alemán, francés, británico, ruso e italiano con el fin de concertar una acción común

europea para obtener del Sultán la aprobación del convenio redactado por el Consejo sanitario,

desbloqueando así la situación de impasse creada tras el desmantelamiento de las obras del lazareto.

En las provincias del Sur del Sultanato, el Majzén había iniciado una ofensiva tendente a

evitar en lo posible, las prácticas contrabandistas y los suministros de armas y municiones a las

cabilas rebeldes de la región. Una de las bases de las operaciones de esta actividad de tráfico ilegal

eran las islas Canarias, utilizadas por una compañía británica, The Globe Venture Syndicated

Limited, cuyas actuaciones intentaban monopolizar todo el comercio que se hacía en el Sus.

Paralelamente el Majzén multiplicaba sus esfuerzos por terminar de pacificar el territorio y

consolidar la presencia del poder central.

Michael Brett señala como en 1896, un aventurero que se hacía llamar Abdul Kerim Bey (su

verdadero nombre era Geyling), se trasladó a Londres para reunir fondos y encontrar socios con el

fin de establecer relaciones comerciales con las costas del sur del Sultanato. En la capital del

Imperio británico contactó con un militar retirado, el mayor A.Gybbon Spilsbury y encontró un

respaldo económico en el Globe Venture Syndicate.

En Abril de 1897 Spilsbury había sido enviado a Tánger, Marrakesh y Mogador para

contactar con las autoridades consulares ingleses y negociar con varias cabilas del territorio susí la

604
venta de diversos artículos y armamento. A pesar de no recibir el consentimiento del Sultán, el ex-

militar marchó a Mogador entrando en contacto, por mediación de Pepe Ratto (un importante

miembro de la comunidad de comerciantes y hombres de negocios allí establecida), con varios

jeques de la región de Ifni, que vieron en él una forma de abastecerse de mercancías sin tener que

abonar tarifa aduanera alguna al Sultán. Es decir, la aspiración de estos notables era obtener una

autonomía económica con respecto al Majzén, en un momento en que el Sultán trataba de

consolidar su poder en el territorio utilizando sus caídes y sus efectivos militares (harkas). Aunque

el consulado británico en Las Palmas de Gran Canaria intentó disuadir a Spilsbury de su propósito,

este último consiguió fletar un buque y desde la ciudad española, acompañado de dos contactos

susíes se trasladó a Asaka (al sur de Ifni), donde fue bien recibido, prometiendo entonces regresar

tan pronto como le fuera posible con su propio barco y un cargamento de armas.

A partir de Enero de 1898 se iniciaban las actividades cuando el yate Tourmaline, fletado

por la compañía británica (Brett afirma que el Globe Venture creó una empresa como tapadera de

este tipo de operaciones, el Mauritania Syndicate, a la que Spilsbury se suscribió contribuyendo

con su propio buque, el yate, en el que se montó un cañón de tiro rápido como armamento

adecuado para hacer frente al imperial Hassani), transportaba café, arroz y 5.000 fusiles de

repetición, otras tantas bayonetas y medio millón de cartuchos, amén de tejidos de Manchester y

cajas de té desde Amberes a Canarias. Brett cita el hecho de que las autoridades españolas en el

archipiélago habían sido advertidas desde Madrid, y aunque no obstaculizaron su travesía ni

retuvieron el buque, ello demuestra que la naturaleza del viaje no era un secreto. Además era

conocida por los propios marroquíes. Una vez repletos sus depósitos de carbón, el buque inglés

salía desde Arrecife con rumbo a las costas occidentales del Imperio.983 Cuando arribó a éstas, se

983
La reconstrucción de los hechos se realiza a partir del relato que el rotativo El Anunciador hiciera de las sesiones
del juicio de Spilsbury, acusado ante un tribunal de Gibraltar de sedición y agresión a las fuerzas del Sultán de
Marruecos.12, 13, 17, 18 y 19 de Abril de 1899. Hemos utilizado también : Brett, M.: "Don Roberto and the
Tourmaline affair: British filibusters in the Canaries and Southern Morocco, 1875-1900, and the creation of the
Moroccan Protectorate, 1912" en II Aula Canarias y el Noroeste de África (1.986), Las Palmas de Gran Canaria,
Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria / Caja de Canarias, 1988, pp. 413- 421.

605
aprestó a descargar su contenido. Spilsbury había entrado en contacto en Mogador con los

emisarios de los Isbuya (fracción arabófona y trashumante de la confederación bereber Ait Bu

´Amra que mantenía lazos políticos con los Teknas). Sin embargo, ahora su propósito no era

venderles el cargamento de armas, aspiraba a utilizar Arksis como base de operaciones para

comerciar con el interior del Sultanato; con ese fin, deseaba encontrarse con los dos principales

jeques involucrados en el comercio caravanero entre Marruecos y el desierto sahariano, Ben

Hashem en Iligh y Ben Bairuk en Goulimime, ambos situados a cierta distancia tierra adentro. Sin

embargo sus huéspedes en aquel territorio, Arksis, donde había desembarcado deseaban

monopolizar el comercio contrabandista. Es más: deseaban que los británicos les entregasen dos

mil de los rifles que el yate había transportado (sin realizar pago alguno compensatorio), para

defenderse ellos y el nuevo puerto ante los previsibles ataques del Sultán. Cuando proseguían las

negociaciones, apareció el vapor imperial Hassani, destinado a tareas de vigilancia de las aguas

susíes y que cumplía la misión de desembarcar en Cabo Juby a un pequeño destacamento integrado

por askaris y funcionarios del Majzén, produciéndose a continuación un múltiple enfrentamiento

armado entre marroquíes y británicos por un lado, y entre los tripulantes del buque imperial y las

tribus de la costa por otro. En el curso del combate apareció la pequeña fuerza expedicionaria del

Sultán (la harka) bajo el mando del caid El Giluli, viéndose obligados los Isbuya a someterse, y

siendo atrapados por la tropa jerifiana, cinco marineros del yate (de nacionalidad británica y

germana). Llevados primero a Mogador y luego a Tánger, fueron puestos finalmente a disposición

de los cónsules del Reino Unido y del II Reich; enjuiciados ante las jurisdicciones consulares

respectivas por un delito cometido en suelo marroquí – el de haber introducido ilegalmente armas

y municiones en territorio del Imperio- recibieron un castigo de hasta cuatro meses de prisión. A

pesar de que la presión del Gobierno marroquí consiguió que el mayor Spilsbury (de vuelta a

Londres) fuera encausado por la justicia británica en Gibraltar en abril de 1899, el tribunal popular

606
determinaba un fallo favorable al ex-militar. Parecía evidente, pues, que el Majzén poco podía

esperar de las autoridades británicas, para reprimir las prácticas contrabandistas.984

A continuación el gobierno marroquí decidiría actuar presionando sobre el español.

Temiendo que el Sus volviera a ser escenario de una etapa de enfrentamientos y levantamientos, el

Gran Visir Bu Ahmed se dirigiría reiteradamente a la Legación española en Tánger exponiéndole

sus quejas sobre el hecho de que tanto el archipiélago canario como las posesiones españolas en

Río de Oro se habían convertido en dos centros de aprovisionamiento de armas y municiones para
985
las tribus hostiles al Sultán.

Por otra parte en marzo se había producido un nuevo incidente entre Marruecos y España

cuando naufragaba -a cuatrocientos metros de la costa del Sultanato - en la playa de Kara, cercana

al puerto de Larache, la polacra-goleta española Trinidad, falleciendo en medio del temporal varios

de sus tripulantes; diversos enseres pertenecientes al buque siniestrado habían sido recogidos por

los indígenas de la costa para ser posteriormente puestos en venta. Un miembro de la tripulación, el

marinero José Roig había sido víctima de vejaciones y malos tratos por los habitantes de un aduar

próximo a Kara, y las reclamaciones del capitán del buque ante el caíd al-Yahali habían sido

completamente desatendidas; asimismo, los representantes del Majzén en Larache no se habían

prestado a investigar si había habido efectivamente robo de las pertenencias del buque naufragado,

que luego habían aparecido a la venta en tiendas del zoco de la ciudad. En teoría se trataba de un

supuesto que infringía las estipulaciones del artículo 38 del Tratado de Comercio ajustado entre

España y Marruecos, en Madrid el 20 de noviembre de 1861. Éste establecía que cualquier buque o

embarcación español que naufragase en las costas del Sultanato sería respetado y auxiliado en todo

lo que necesitase. Aparentemente se trataba de un atropello grave del tratado. Por otra parte éste

984
El asunto del Tourmaline, en medio de la gran era del imperialismo, provocó un gran escándalo en la comunidad
británica de Marruecos, y también en Inglaterra. El gobierno del Reino Unido fue acusado de negligencia en el apoyo
de los súbditos ingleses y de los intereses del país: de los ciudadanos británicos, porque ellos habían sido tratados
brutalmente por un "gobierno bárbaro"; de los intereses británicos, porque debería haber respondido a la captura de los
marinos con una muestra de fortaleza y no de debilidad, consistiendo en que fueran juzgados por la jurisdicción
consular.
985
R.O: del Ministerio de Estado de 7 de Julio de 1899 dirigida a la Presidencia del Consejo de Ministros y a los
Ministros de Guerra y Marina. A. G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 354 / Ex. 3.

607
también estipulaba la obligación de las autoridades majzenianas de colaborar con los consulados

españoles en la instrucción e investigación de los expedientes abiertos con motivo de los

naufragios. Haciéndose eco de las quejas de los armadores y del capitán del buque, el Ministerio de

Estado promovió una exhaustiva investigación que le llevó a desistir de la presentación de una

reclamación y de una solicitud de indemnización. El resultado de las indagaciones que permaneció

en absoluto secreto y no ha trascendido hasta el momento actual a la investigación histórica, nos da

una serie de pistas oportunas que justificarían la no elevación de las protestas ante el Gobierno

marroquí. Señalaba el informe que los últimos acontecimientos desarrollados en Marruecos -desde

la pequeña guerra de Melilla en 1893-94 hasta los conflictos entre el Bajá del campo fronterizo de

esta localidad y algunos notables de la provincia de Kelaia, así como los sucesos de la bahía de

Alhucemas- tenían su origen último en las prácticas contrabandistas que nutrían a diversas cabilas

del litoral marroquí de armamento moderno, y que "la mayor parte de alijos clandestinos de armas

destinadas a dichas kábilas, han sido verificados, muy desgraciadamente, por contrabandistas

españoles dedicados exclusivamente a tan criminal como antipatriótico comercio".986 Sospechando

que la polacra Trinidad se dedicaba al tráfico ilícito de armas, el Ministerio de Estado no quiso dar

su apoyo implícito -con su protesta al Majzén- a tales prácticas, aunque tampoco se hicieran serios

esfuerzos por reprimir el contrabando desde los puertos españoles de origen.987

986
Informe de la Sección de Política de África del Ministerio de Estado -redactado por el Marqués de González sobre el
naufragio cerca de Larache del buque español Trinidad. 23 de Marzo de 1899. A. G. A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 160 / Ex. 1.
987
En el archivo del Servicio Histórico Militar (Madrid) hay un telegrama de 23 de Junio de 1897, alertando a las
autoridades militares de las plazas africanas para que ejercieran la mayor vigilancia sobre el buque Trini, sospechoso de
llevar a Marruecos un cargamento de armas. Según el Ministerio de la Gobernación, el buque había salido de Fiume el
18 de dicho mes con un cargamento de 34 vagones-cajas con destino a Argelia, declarando oficialmente que
transportaba máquinas desmontadas, pero se sospechaba que en realidad eran armas que debían ser desembarcadas en
el suelo del Sultanato. Telegrama del Ministro de la Gobernación a los Comandantes Generales de las plazas de África
(Alhucemas, Chafarinas y Peñón de Vélez). 23 de Junio de 1897. S.H.M. Archivos de la Comandancia Militar de
Melilla. Rollo 168.

608
7.9. Continúa el acoso del Majzén a la presencia española en el Rif. Los intentos de aislar la

costa norte de Marruecos a las injerencias imperialistas.

En pleno verano, el Majzén proseguiría su estrategia -apuntada anteriormente- de reforzar la

soberanía imperial en las costas rifeñas. El 18 de Agosto, Sid Ben Nassar Ghannam, funcionario

miembro de la Delegación Imperial en Tánger presentaba una nota circular a todos los

representantes extranjeros acreditados en la ciudad referida a las nuevas medidas que el Gobierno

Marroquí iba a adoptar con el fin de asegurar la definitiva instauración del orden en la región. Estas

medidas se justificaban formalmente como un intento del Sultán para evitar la reproducción de los

actos de piratería que tan frecuentemente habían asolado durante el siglo que acababa las costas

septentrionales del Imperio; un intento complementario a las medidas de policía tomadas con el

castigo de los piratas Bocoyas durante la primavera de 1898. En realidad era un paso más en la

estrategia de impermeabilizar todo el norte marroquí, sustrayéndolo de las influencias extranjeras,

de la penetración imperialista que venía de la mano del tráfico contrabandista y de la compra de

voluntades de los nativos, por el pago de subvenciones a los notables rifeños por parte de España o

de los intentos de naturalización y concesión de la protección en el caso francés. Con este propósito

el Majzén anunciaba su propósito de decretar la interrupción de todo tráfico comercial de cabotaje

por parte de las barcas o cárabos rifeños a lo largo de las costas del Rif y entre Tetuán y Tánger,

permitiendo además únicamente la actividad pesquera de los rifeños siempre que no traspasasen un

límite próximo a sus playas. Ahora bien, las medidas jerifianas contemplaban igualmente la

prohibición de la navegación por las costas rifeñas de todas las embarcaciones extranjeras. Era un

paso más del Majzén en su deseo progresivo de control absoluto del septentrión marroquí.

Decididamente no podía confiar más en la totalidad de las tribus rifeñas, en su papel de valedoras y

defensoras en primera línea de la independencia de la nación, y se había decidido por ello a

suplirlas, ejerciendo el poder central las misiones de vigilancia y defensa del perímetro defensivo

609
del Imperio. El Gobierno marroquí anunciaba la próxima llegada al lugar de un buque de guerra

que recorrería permanentemente las aguas rifeñas y se encargaría del cumplimiento y ejecución de

estas medidas, procediendo a reprimir asimismo la actuación de cualquier buque rifeño o

extranjero que las contraviniese. 988

En la Legación española la iniciativa majzeniana se recibió como un jarro de agua fría. Ojeda

escribiría a Silvela expresándole su convencimiento de que, presentada como una acción

encaminada a ganarse las simpatías de las naciones europeas por su carácter de represora de la

piratería, en realidad la iniciativa del Majzén respondía a los designios del Gran Visir Bu Ahmed de

aislar al Rif de todo contacto con Europa, clausurar en la región todo intercambio comercial de

importación/exportación, terminar con algunas de las cláusulas favorables para los intereses

mercantiles españoles que se contenían en los acuerdos comerciales hispano-marroquíes, e impedir

las relaciones que las guarniciones españolas, enclavadas a lo largo del Rif, mantenían con las

diversas cabilas del territorio. El Gran Visir esperaba, según Ojeda, dividir la opinión de las

naciones europeas sobre la base de atraer por una laudable causa la opinión de naciones como

Austria-Hungría o Rusia con intereses comerciales o políticos muy limitados en la zona mientras

que la finalidad evidente de impermeabilizar la región rifeña, era lesiva a los intereses galos y

españoles.

Tal como ha señalado Mohamed Ouhia, la nueva política de penetración "pacífica"

inaugurada por España a finales del siglo XIX y comienzos del XX al contravenir las disposiciones

tradicionales jerifianas tendentes a bloquear e interrumpir las comunicaciones entre el Rif y

presidios españoles, estaba buscando conseguir dos objetivos. En primer lugar atraer a los

marroquíes y entablar comunicaciones con ellos de un modo regular que permitieran el suministro

constante de alimentos para las plazas. En segundo lugar, crear a partir de los peñones de

Alhucemas y Vélez de la Gomera un circuito de relaciones comerciales con los habitantes de las

988
Nota circular que Sid Ben Nassar Ghannam dirige a los representantes extranjeros en Tánger, disponiendo que
queda terminantemente prohibido el tráfico comercial entre los puertos de Tánger y Tetuán y las costas del Rif. 18 de
Agosto de 1899. A. G. A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 122 / Ex. 2.

610
cabilas vecinas, Bocoya, Aït-Urriaguel, Beni Iteft y Beni-Bu-Frah. Muy pronto, los dos puestos

militares se iban a convertir en un foco de atracción para el capital español. Atraídos por la

posibilidad de obtener unos sustanciosos beneficios, diversos comerciantes españoles no titubearon

en entrar en relación con las fracciones costeras de estas tribus. En el interín el Majzén inquieto

por las injerencias crecientes de los españoles en la región, había formulado sus protestas ante

Emilio de Ojeda por medio del Delegado Imperial en Tánger, Mohammed Torres. La respuesta

española se reafirmaría en sus deseos de penetración en el territorio. 989

El gobierno de Madrid había apostado claramente por asegurar la penetración económica y

por ofrecer un soporte moral al capitalismo español en la zona norte de Marruecos. El Majzén en

consecuencia, intentaba aislar y frustrar los propósitos españoles contrarrestándolos con la

aprobación europea a sus supuestas medidas antipiráticas.

Sin embargo la nueva posición de España en el contexto internacional y por ende en

Marruecos, no era la de finales de la década de los ochenta, ni tan siquiera la de los primeros ocho

años de la de los noventa. La endeblez y debilidad de los recursos militares españoles había

quedado bien patente, ante los atentos ojos del Majzén, un año antes, en Cavite y Santiago de Cuba

.No se podía realizar una presión en solitario ante el Gran Visir, confiando en que fuera atendida,

para que revocara las medidas. Había que contar con un amplio respaldo internacional. Por eso

Ojeda intentó la vieja fórmula, ensayada sistemáticamente por conservadores y liberales a partir de

1894, de buscar acuerdos coyunturales con Gran Bretaña y Francia. Trató de convencer a sir A.

Nicolson, el representante británico en Tánger, del golpe definitivo que para la libre navegación en

el Rif suponía la medida, y a Baylin de Monbel, el representante galo, del deseo del Gran Visir de

aislar al Rif de Argelia, intentando excitar los recelos de ambos. Además el plenipotenciario

español convocó una reunión de sus colegas del cuerpo diplomático residente en Tánger en la que

les expuso una serie de observaciones contrarias a las disposiciones majzenianas, leyendo asimismo

989
Véase Ouhia, M.: " Le role des presides dans l´essor economique de l´Espagne a la veille du protectorat ", en
Revue Maroc-Europe. " Les peches maritimes", nº 9, 1996, pp. 217- 218.

611
una nota de réplica al proyecto jerifiano que el diplomático español había redactado personalmente.

Ojeda, consiguió finalmente que sus colegas la aprobaran por unanimidad. A continuación esta

nota fue remitida a las diversas capitales europeas para ser sometida a refrendo de los respectivos

gobiernos. El propósito de Ojeda era que las consultas concluyeran con el logro de un consorcio o

acuerdo entre los diplomáticos europeos que pudiera servir de base a una contestación colectiva que

se presentaría al Majzén, dado que éste había dejado un margen de seis meses antes de iniciar las

tareas de vigilancia y patrulla de las aguas del Rif.990 La iniciativa del Ministro español en Tánger

se ajustaba perfectamente al nuevo rumbo que estaba imprimiendo Silvela a las actuaciones

referidas al Imperio jerifiano. Se repetía el caso del 'lazareto de Mogador'; se supeditaba la

actuación individual y aislada de la monarquía española a la consecución de un acuerdo con todas

las potencias con representantes acreditados en Tánger, con el fin de dar una respuesta común al

gobierno marroquí que centuplicase así el rasgo conminatorio de la protesta y que sirviese para

alejar los fantasmas de la incomunicación en el futuro de las guarniciones españolas en el Rif, y de

la interrupción total del floreciente comercio generado a partir de ellas, cuyas bases se acababan de

sentar. La iniciativa española fue obteniendo sus frutos, y a partir del 23 de septiembre, empezaron

a llegar a Madrid las respuestas de países como Bélgica991 y Portugal 992


y el Imperio Austro-

Húngaro993 que daban su asentimiento a una acción encaminada a oponerse a las medidas

restrictivas para el comercio en el norte del Imperio. Sin embargo la iniciativa española no obtuvo

unanimidad de pareceres en toda Europa, lo que llevó al gobierno Silvela a desestimar el proseguir

con la actitud de oposición frontal al Majzén. En sus instrucciones personales a Ojeda, el Jefe del

gobierno haría un replanteamiento absoluto de la situación, ante la seria reticencia de países como

Italia a adherirse al proyecto de rechazo colectivo. Así, partiendo del hecho de que la prohibición

990
R.O. del Ministerio de Estado de 20 de Septiembre de 1899 dirigida a la Embajada española en Londres. A.G.A.
Asuntos Exteriores. Embajada en Londres. Caja 7.016 /Leg. 181-bis.
991
R.O. del Ministerio de Estado no. 135 de 23 de septiembre de 1899 dirigida a la Legación española en Tánger.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 122 /Ex. 2.
992
Ibidem. R.O. del Ministerio de Estado no. 140 de 25 de Octubre de 1899 dirigida a la Legación española en
Tánger.
993
Ibidem. R.O. del Ministerio de Estado no. 137 de 24 de Octubre de 1899 dirigida a la Legación española en Tánger.

612
de comerciar en el Rif no alcanzaba a la ciudad de Melilla, por encontrarse fuera de la jurisdicción

marroquí y por estar refrendada la situación de la plaza española de los mismos derechos y

privilegios atinentes al tráfico mercantil europeo con Marruecos, que tenía el conjunto de puertos

del Sultanato, Silvela entendía que se podía aprovechar para los intereses comerciales españoles el

cierre de toda costa rifeña al comercio directo con Europa, ya que éste quedaría desviado

exclusivamente en beneficio de Melilla, cuya importancia como centro distribuidor de mercancías

en el norte marroquí quedaría acrecentada. Melilla pasaría ser la vía indispensable de las relaciones

comerciales marroquíes con toda Europa. En caso contrario, de consolidarse la apertura de toda la

región rifeña al comercio europeo, y de aplicarse la libertad de navegación en el pleno sentido del

término, las posibilidades de penetración económica española quedaban anuladas. Algo que

preocupaba en particular a Silvela era la posible apertura de un puerto en el Rif que hiciera sombra

y anulara esa hegemonía comercial que se esperaba mantuviera Melilla en la región, a expensas
994
incluso de la creciente competencia procedente de Argelia. Por lo tanto, el jefe del gobierno

ordenaba a Ojeda la suspensión de todas las negociaciones emprendidas hasta el momento y su

abstención en las que pudieran surgir por iniciativa del cuerpo diplomático tangerino. España no

debía adquirir compromiso alguno en una cruzada europea contra la restricción comercial en el

Rif.

"Una acción colectiva -añadía Silvela- para conseguir el establecimiento de un


puerto comercial en la costa del Riff, con iguales derechos para todas las naciones
europeas, sería ciertamente favorable al comercio en general, pero indudablemente
perjudicial á nuestros intereses, tanto políticos , como comerciales, porque anularía ó por
lo menos disminuiría considerablemente la importancia de Melilla, que se halla
precisamente sostenida por la imposibilidad en que hoy se encuentran los demás países, de
comerciar directamente con Marruecos, en la zona del Riff ".995

994
Ibidem .Telegrama de Silvela a Ojeda. 4 de Noviembre de 1899.
995
Ibidem .R.O. del Ministerio de Estado no. 147 de 3 de Noviembre de 1899 dirigida a la Legación española en
Tánger.

613
En el interín la Legación británica en Tánger pretendía capitalizar en beneficio propio la

disparidad de pareceres de las potencias europeas sobre la restricción de la libertad comercial, para

imponer sus criterios en la confección de un documento de respuesta colectiva al Majzén. Sin

embargo, tampoco fue posible el acuerdo en esta ocasión. Alemania y la Monarquía Dual se

desligaron de la iniciativa inglesa y presentaron sus propias notas de respuesta al Gobierno

marroquí, rechazando la prohibición de comerciar por el mar con el Rif como una medida contraria

a los tratados vigentes entre Marruecos y las potencias europeas. De hecho esta actitud nada nueva

en la historia de la diplomacia tangerina revelaba la carencia crónica de unidad en las actuaciones

de las potencias europeas con respecto a Marruecos. A fin de poder seguir manteniendo incólume la

ilusión de una presunta unidad de pareceres de las diplomacias, ante la resuelta actitud del Majzén,

Ojeda escribiría a Silvela exponiéndole las razones por las que juzgaba oportuno que el resto del

cuerpo diplomático que aún no se había pronunciado al respecto, contestara al gobierno marroquí

en el mismo sentido en que lo habían hecho los dos Imperios centro-europeos. Por otra parte Ojeda

rebatía los argumentos de Silvela y exponía los motivos por los que entendía que la medida

jerifiana era un ataque directo contra el prestigio español y contra las posibilidades de expansión

comercial a partir de los presidios menores. Señalaba al respecto que a Melilla afluían caravanas de

diferentes partes del Imperio jerifiano, tanto del interior del mismo como de las lejanas provincias

del Sur-este y del Amalato de Uxda, al Noreste del Sultanato. Ahora bien, Melilla prácticamente no

mantenía contacto comercial con el territorio del Rif. Dadas las condiciones topográficas del Rif, su

relativa incomunicación con el resto del Imperio, debido a la configuración montañosa del terreno,

la carencia absoluta de caminos, y la consecuente escasez de medios de transporte, los intercambios

comerciales entre la región y Melilla tenían un carácter esencialmente marítimo. Los presidios

menores eran asimismo un medio de penetración comercial para los intereses mercantiles españoles

que deseaban vender sus mercancías en la escabrosa y estrecha franja litoral. Hasta el momento, las

relaciones entre Alhucemas y el Peñón y las cabilas próximas eran de escasa entidad limitándose

en principio al aprovisionamiento de las guarniciones y sólo en los últimos meses estaban

614
adquiriendo mayor trascendencia. Sin embargo otras cabilas más numerosas y más lejanas a las

posesiones españolas acostumbraban a mandar sus cárabos a ellas en demanda de artículos

europeos o para ofrecer los productos de su suelo. Por lo tanto el comercio por vía marítima había

alcanzado una relevancia importante y era la base fundamental de las relaciones de intercambio

entre el Rif y España. Si el Rif quedaba cerrado al tráfico marítimo, Melilla, Alhucemas y el Peñón

iban a ver anuladas gran parte de sus actividades y la importancia de los presidios menores

prácticamente se diluiría.

"Expuestas estas razones (...) coincidirá V.E. conmigo en considerar que la


proyectada prohibición de todo comercio marítimo con el Riff, más bien que un monopolio
996
para Melilla, constituye la anulación completa de sus transacciones con dicha región".

Sin embargo Ojeda trascendía este nivel de análisis y los sucesivos acontecimientos que se

produjeron en el Rif con el bloqueo y total incomunicación de Alhucemas y posteriormente del

Peñón de Vélez le llevaban a valorar el significado de este cúmulo de hechos como resultado de un

plan previamente establecido por Bu Ahmed, el Gran Visir, consistente en borrar de un plumazo el

prestigio español y aún la presencia militar de la nación en el Rif, mediante el aislamiento total de

la región, en la que España ocupaba una "posición tan prominente como aventajada". A este mismo

fin -deducía el diplomático- respondían las gestiones recientes del Bajá del campo fronterizo de

Melilla que deseaba imponer una serie de restricciones a los numerosos productos europeos que se

transportaban a Marruecos desde el barrio del Polígono por parte de caravanas que venían a

recogerlos, procedentes de diversas partes del Sultanato. El Bajá deseaba incrementar la fiscalidad

que se les aplicaba. Al intentar aumentar las tasas arancelarias cobradas por la Aduana marroquí

instalada en el interior de la plaza española, el delegado del Majzén buscaría restringir la intensa

actividad de importación en el Sultanato que tenía su origen en Melilla. Asimismo Ojeda explicaba

al jefe del gobierno que las pretensiones del gobierno jerifiano de que España impidiese la entrada

en Alhucemas de los cárabos rifeños eran muy antiguas y ahora se revelaban bien a las claras las

996
Ibidem. Ojeda a Silvela. Despacho no. 144. 8 de Noviembre de 1899.

615
expectativas de Bu Ahmed cuando se hacía más evidente que nunca la hostilidad del Gran Visir a la

plaza española, puesto que el Bajá del campo fronterizo la bloqueaba, incomunicándola del

territorio rifeño, impedía la venta de provisiones en el islote y al mismo tiempo, acosaba al

confidente del gobernador de la plaza.

"No se trata por tanto como en otras ocasiones de las veleidades inconexas y aisladas
de un mandón ensoberbecido ó tiránico, sino de un plan preconcebido por el gobierno
central con toda la perseverancia y astucia que le son características y para cuyo logro no
ha vacilado en aprovechar la actual situación de España ni el contar con las naciones
europeas cuyas simpatías creyó granjearse merced a la invocada necesidad de suprimir la
997
piratería".

Las autoridades majzeníes se oponían al creciente auge del comercio de importación en el Rif

realizado a través de los presidios menores, dado que se realizaba formalmente de manera

clandestina, al no abonar las mercancías procedentes de Alhucemas o del Peñón ninguna tasa

arancelaria al fisco jerifiano. Ojeda se mostraba favorable al establecimiento de una Aduana

imperial en la bahía de Alhucemas y a que ésta se convirtiese en el centro de vigilancia fiscal del

que había carecido siempre en el territorio, el Gobierno marroquí. Tal medida era contemplada con

aprobación por el cuerpo diplomático tangerino por considerarla como una vía más de penetración

de las mercancías europeas en un Imperio donde todas las costas no eran accesibles al tráfico

comercial procedente del exterior. Únicamente Francia se oponía a la pretensión de Ojeda ya que

supondría una catástrofe auténtica para las actividades comerciales realizadas con base en

Argelia.998 Ojeda aspiraba, como en el caso del lazareto de Mogador donde había intentado

capitalizar la construcción del establecimiento en beneficio de España, a que una posible apertura

generalizada del Rif al comercio europeo redundara en favor de los intereses nacionales,en caso de

instalarse la Aduana Imperial en el islote de Alhucemas o en el Peñón.

"Convertidos así nuestros presidios en emporios ó depósitos para el comercio legal


de exportación y de importación en el Riff, creo inútil encarecer a V.E. la importancia y el
997
Ibidem. Ojeda a Silvela. Despacho no. 144. 8 de Noviembre de 1899, documento ya citado.
998
Ibidem. Ojeda a Silvela. Despacho no. 144. 8 de Noviembre de 1899, documento ya citado

616
desarrollo que adquiriría y la pingüe compensación que recibiría España por lo que
pudiese menguar el tráfico de Melilla con la vecina costa".999

La respuesta de Silvela se demoraría hasta finales de año. Deseoso de tomar una actitud

prudente que tenía previamente que pasar por múltiples consultas con las cancillerías europeas, los

contactos con la monarquía italiana habían permitido al gabinete conservador conocer la favorable

actitud de aquel país a las pretensiones marroquíes, por considerarlas justas y pertinentes. En

consecuencia, Silvela informaría a Ojeda que el gabinete había estudiado detenidamente la nota de

Ghannam, y había llegado al convencimiento de que no perjudicaba expresamente a los intereses

nacionales. Invocaba a continuación el artículo 25 del tratado de comercio hispano-marroquí que

reconocía implícitamente al Sultán el derecho de permitir o restringir en las costas del norte del

Imperio la navegación de los cárabos rifeños, lo mismo que el derecho al ejercicio de la vigilancia

por parte de las unidades navales jerifianas sobre dichos cárabos, en el caso de que el Sultán

facultara la navegación. Silvela no entraba por tanto a discutir una potestad del Majzén y por el

contrario, manifestaba su propósito de ayudar a combatir la prácticas contrabandistas; en su

exposición, el jefe del gobierno argumentaba su creencia de que en el caso de ser rechazada por las

potencias la resolución contenida en la nota del Majzén, el tráfico ilegal quedaría implícitamente

autorizado en las costas del Rif, sin que paralelamente se adoptara ninguna precaución para

reprimirlo o para evitar que los cárabos rifeños siguiesen atacando a los buques europeos. Por otra

parte, si España violaba en el futuro las disposiciones restrictivas del Majzén, daría pie al estallido

de un conflicto grave con Marruecos, en el caso de que el Gobierno marroquí diese instrucciones al

comandante del moderno crucero imperial, el Bashir, encargado de la vigilancia de las costas

rifeñas, de que llevase a cabo una acción ejecutiva firme en la represión de los que contraviniesen

las normas establecidas en contra de la navegación en el Rif. Silvela prefería ponerse del lado del

Sultán en esta ocasión. También entendía que respetar la disposición imperial no iba en detrimento

de la tutela de la creciente expansión económica de los presidios menores:

999
Ibidem. Ojeda a Silvela. Despacho no. 144. 8 de Noviembre de 1899, documento ya citado.

617
"El interés de España no está en que los rifeños tengan un gran comercio, sino en que
el que se haga se efectúe necesariamente por nuestras plazas en beneficio de éstas y
1000
aumento de nuestro prestigio e influencia en aquellas bárbaras tribus".

Silvela descartaba como improbables las opiniones de Ojeda sobre la intención de Bu Ahmed

de aprovechar la debilidad de España en el concierto internacional, tras el desastre colonial, para

aislarla en el Rif, y expulsarla del mismo, y expresaba su convencimiento de que apoyando al

Sultán en todo lo que por derecho y por estar estipulado en los tratados vigentes le correspondía, en

contrapartida se podrían obtener posteriormente una serie de ventajosas concesiones por parte del

Gobierno marroquí. Sin embargo, la última parte de sus instrucciones no reflejaban tan buenos

auspicios para el Sultán: Silvela mostraba su deseo de oponerse con resolución, empleando incluso

la fuerza armada si el Majzén en el futuro optaba por tomar cualquier tipo de medida atentatoria o

vejatoria para los intereses nacionales, y rechazaba explícitamente uno de los puntos de la nota de

Ghannam, lo que en la práctica venía a ser un desafío a la soberanía imperial. Así, mientras el

Majzén estipulaba la facultad de que su crucero pudiera apresar y remolcar a los buques extranjeros

que sorprendiera realizando contrabando o intercambio comercial en la costa del Rif, el político

conservador expresaba su negativa rotunda a admitir este hecho en el futuro. 1001

Paralelamente el jefe del gobierno escribía el 20 de Diciembre al conde de Rascón,

Embajador en Londres, expresando idénticos deseos de acceder a los deseos del Majzén y de

aprovechar a su vez la prohibición al comercio marítimo en aguas rifeñas para canalizar todos los

intercambios mercantiles en la región a partir de las guarniciones españolas, que Silvela deseaba

ver convertidas en los mercados centrales del territorio. Confiando en poder hacer causa común en

el futuro con Italia y el Reino Unido, instruía a Rascón a fin de que intentara una aproximación

hacia Gran Bretaña, sin mencionar para nada los intereses españoles de capitalizar en beneficio

propio la disposición imperial, convenciendo al primer ministro británico y secretario del Foreign

1000
Ibidem. R.O. del Ministerio de Estado no. 171 de 20 de Diciembre de 1899 dirigida a la Legación española en
Tánger.
1001
Ibidem .R.O.del Ministerio de Estado no. 171 de 20 de Diciembre de 1899 dirigida a la Legación española en
Tánger, documento ya citado.

618
Office, Lord Salisbury de la oportunidad y pertinencia de las medidas majzenianas. De esta manera

el político conservador ensayaba una fórmula que repetiría al año siguiente, cuando intentaría

obtener del Reino Unido el apoyo necesario para poder arrancar al Sultán la concesión de Tarfaya y

la Sakia al-Hamra (Sagia el-Hamra). Eso suponía en los asuntos relativos a Marruecos por primera

vez introducir planteamientos novedosos en la práctica de la política exterior española de los

últimos años; cuando se encontraba ante el rechazo de buena parte de la comunidad internacional,

Silvela no desistía de sus propósitos y aún teniendo en cuenta sus deseos de integrar a España en la

Dúplice franco-rusa durante este año, éstos no eran obstáculo alguno para en las cuestiones

marroquíes, buscar franca y abiertamente el consorcio británico. 1002

En Tánger los miembros de la Dúplice, Francia y Rusia presentaban una nota de respuesta

no-conminatoria de rechazo a las medidas del Majzén. Pareció sin embargo que Lord Salisbury

aun sin dar una respuesta categórica a Rascón en el curso de su primera entrevista sobre el asunto

estaba dispuesto a hacer causa común con España e Italia, mostrándose favorable a las medidas que

el gobierno jerifiano se proponía tomar en el Rif. 1003 Por esa razón el 23 de Enero de 1900 el sub-

secretario del Ministerio de Estado, Dupuy de Lôme, ordenaba a Ojeda que entablara contacto con

White, el Encargado de Negocios de la Legación británica en Tánger y responsable de la misma en

ausencia de Nicolson, con el fin de consolidar la creación de un frente unido anglo-español que

respaldara al Sultán. 1004

Sin embargo, la conjunción anglo-española no fue posible. White alegó no poder proceder en

este sentido al no haber recibido ningún tipo de instrucciones de Londres, y cuando por fin éstas

llegaron, lo hicieron en sentido opuesto a las aspiraciones de Silvela. Lord Salisbury manifestaría

1002
R.O. no. 208 de 20 de Diciembre de 1899 dirigida a la Embajada de España en Londres. A.G.A. Asuntos
Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7.016 / Legajo 181-bis.
1003
Conde de Rascón, Embajador de España en Londres a Francisco Silvela., Jefe del Gobierno y Ministro de Estado.
Despacho no. 2. 11 de Enero de 1900. A.G.A. Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7.019. Legajo
196.
1004
R.O. no. 7 del Ministerio de Estado de 22 de Enero de 1900 dirigida a la Legación Española en Tánger .A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 122 /Ex. 2.

619
al conde de Rascón que no estaba dispuesto en modo alguno a oponerse al resto de cancillerías

europeas1005. ¿Por qué esta actitud errática del primer ministro británico?.

Lord Salisbury no era un experto en cuestiones marroquíes. Por ello cuando se le abordaba

por parte española, por primera vez, con algún tipo de petición recabando ayuda o apoyo británico

para los propósitos españoles en el Sultanato, el primer ministro contestaba indefectiblemente en

sentido favorable lo que hacía albergar muchas esperanzas al gabinete Silvela. ¡Por fin, se pensaba

en Madrid, se había logrado una conjunción hispano-británica¡. De la misma forma, cuando en el

verano de 1900 se solicitó de Salisbury que diera su aprobación a la ocupación española de Tarfaya

y Sakia al- Hamra, éste contestó favorablemente en primera instancia. Ahora bien, pasados los días,

Lord Salisbury entraba en contacto con los expertos del Foreign Office en asuntos marroquíes,

sobre todo con sir Arthur Nicolson que le aconsejaban desdecirse, y oponerse a las resoluciones

hispanas. El conde de Rascón sí consiguió, empero entablar con el Foreign Office un ambiente de

relación muy fluído, amigable, y hasta de franca confianza británica hacia su persona. En los

salones del Ministerio de Exteriores británico, Rascón podía llevar a cabo un intercambio de

opiniones ágil y rápido sobre las cuestiones marroquíes. Por ello pudo averiguar a través de

Sanderson, el Subsecretario permanente que Sir Arthur Nicolson había remitido a Lord Salisbury

desde Tánger varios despachos oponiéndose a las pretensiones españolas y juzgándolas

irrealizables por la oposición que a ellas hacían otras potencias europeas. En este apartado de las

relaciones europeo-marroquíes, Inglaterra iba a llevar a cabo una actuación semejante a la

francesa.1006

España se iba a quedar sola al lado del Sultán, sin apoyo alguno. Nicolson, a su vuelta de

Gran Bretaña, remitiría una Nota al Majzén copiada posteriormente por las Legaciones belga y lusa

en la que se negaba a sancionar las medidas del Gobierno marroquí, pero adoptaba asimismo una

actitud conciliadora, invitándole de un modo explícito a realizar nuevas proposiciones que

1005
Rascón a Silvela. Despacho no. 3. 11 de Enero de 1900. A.G.A. Asuntos Exteriores. Embajada de España en
Londres.Caja 7.016 / Leg. 181-bis.
1006
Rascón a Silvela. Despacho no. 40. 21 de Febrero de 1.900. A.G.A. Asuntos Exteriores. Caja 7.016 / Leg. 181-bis.

620
compatibilizasen los intereses del Sultán sobre la represión de la piratería y el contrabando, con el

mantenimiento de la libertad de navegación y la apertura al comercio europeo de las costas del

Rif. 1007 El gobierno italiano, que había enviado una misión diplomática a la corte jerifiana y que se

mostraba reticente a adoptar una postura contraria al Majzén, rectificaría a tiempo manifestando

sus deseos de coincidir con el Reino Unido, comunicando a su Ministro plenipotenciario en

Marrakesh, la oportunidad de dar al Sultán una respuesta similar a la sostenida por las principales

potencias interesadas en la cuestión marroquí. 1008 Las pretensiones del Majzén de aislar al Rif del

comercio europeo quedaban así frustradas ante el firme rechazo de todas las potencias.

En torno a los últimos años de la década de los ochenta las cancillerías europeas se habían

visto convulsionadas por una noticia procedente del Imperio jerifiano. Italia parecía haber

conseguido una preeminencia coyuntural de cierto relieve en la corte imperial, 1009 pues el Ministro

Plenipotenciario de la monarquía saboyana había obtenido sigilosamente del Sultán Mawlay

Hassan I el encargo para la construcción en los astilleros de la compañía Orlando, radicados en el

puerto toscano de Liorna, de un moderno crucero de guerra, de dimensiones reducidas. El círculo

diplomático tangerino consideró al ser divulgada la noticia que constituía una seria infracción del

1007
Ojeda a Silvela. Despacho no. 22. 20 de febrero de 1900.A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 122
/Ex. 2.
1008
Ibidem. R.O. del Ministerio de Estado no. 18 de 9 de Febrero de 1900 dirigida a la Legación española en Tánger.
1009 También preocupó bastante en el Ministerio de Estado español la noticia de que una misión belga, presidida por
el ingeniero Defasse acababa de regresar de Marruecos, donde había obtenido importantes concesiones: de construcción
de ferrocarriles, tranvías, traída de aguas, cremación de basuras, obras sanitarias y el establecimiento de oficinas de
exportación e importación. Real Orden del Ministerio de Estado de 14 de Octubre de 1899 dirigida a Emilio de Ojeda.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 329 / Ex. no. 1. Se le ordenó a Emilio de Ojeda en Tánger que
investigase la veracidad de tales informaciones. El diplomático cumplió diligentemente su misión, señalando que eran
inexactas: a finales de septiembre, efectivamente se había presentado en Tánger la misión belga de Defasse. Una
corporación comercial e industrial de Bélgica, poseedora de cuantiosos capitales, la había enviado con la intención de
explorar la viabilidad de emprender en Tánger diversos trabajos de saneamiento, así como de obtener del gobierno
jerifiano diversas concesiones. La Misión no tenía, por lo tanto objetivos políticos y los económicos eran de alcance
limitado, pero aún así estaban llamados al fracaso puesto que exigían una concesión especial del gobierno jerifiano, que
éste no estaba dispuesto a realizar, ni tan siquiera en lo relativo a la traída de aguas y saneamiento de Tánger. La razón
de la desconfianza española estribaba en la fuerte oposición y en los recelos que suscitaba entre las potencias
interesadas en la cuestión marroquí, cualquier iniciativa de grandes vuelos relativa a la penetración en el Sultanato,
incluso aquellas que como la belga parecían desprovistas de cualquier tendencia política. Despacho no. 140 de Emilio
de Ojeda dirigido al Ministro de Estado. 4 de noviembre de 1899. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
329 / Ex. no. 1. La misión devino pues en un simple ensayo de penetración y no se convirtió en la empresa seria que los
periódicos belgas habían indicado en un primer momento, sugiriendo que el gobierno del país refrendaba la iniciativa.
El gobierno belga se desentendía – por ahora – de lo que parecía una empresa aventurera y prematura: invertir en
Marruecos. Pero en el futuro podía cambiar actitud. El incidente era una señal de los tiempos nuevos que ahora
comenzaban, de que la cuestión marroquí llegaba a un pronto desenlace.

621
'statu quo'; los recelos consiguientes provocaron que lloviesen una serie de quejas y

recriminaciones sobre el Majzén. El Sultán Mawlay Hassan quedó cohibido por la hostil actitud de

las potencias europeas y por la exigencia formulada por alguna de ellas de obtener, en virtud de las

disposiciones de "nación más privilegiada" que figuraban como cláusula añadida en todos los

tratados y convenios comerciales firmados entre Marruecos y los principales países europeos con

intereses en el Sultanato, idénticas concesiones para sus respectivas naciones. Por ello el Sultán

acordó renunciar al encargo del crucero, cancelar su compromiso con Italia y pagar la

correspondiente indemnización a la casa Orlando, constructora del buque. Esto no fue aceptado por

el Gobierno italiano que, sumamente irritado por la oposición de las demás potencias, pretendió

hacer pagar caro al Sultán las consecuencias de su debilidad y le presentó una crecida suma en

concepto de indemnización, que el Majzén se resistió a satisfacer.

Mientras se prolongaba el proceso de negociaciones, el crucero quedó terminado, habiendo

transcurrido en 1899 un plazo de seis años desde que fuera botado, esperando su destino final, sin

que los marroquíes fueran a hacerse cargo de él. En el interín el Gran Visir Bu Ahmed acababa de

perfilar su plan para reforzar el perímetro defensivo marroquí en el flanco norte del Imperio,

aislando de la presencia colonial a todo el Rif; necesitando de un buque de guerra moderno para

realizar las funciones de guardacostas, se decidió a adquirir el crucero y a pagar por fin la

indemnización, renegociándola a la baja a lo que accedió el gobierno italiano. Si en un principio se

había dado por hecho que el buque de guerra iba a estar mandado y tripulado por oficialidad y

marinería pertenecientes a la escuadra real italiana -hecho que en la década anterior tanto alarmó a

las potencias europeas- , el Gran Visir obtuvo ahora de la monarquía saboyana que renunciara a ese

privilegio. El Bashir -así sería bautizado el buque- estaría tripulado exclusivamente por marinería

marroquí, reclutada entre los puertos atlánticos del Sultanato (fundamentalmente en Rabat),

mientras que el mando del buque y los puestos de maquinistas quedarían reservados a miembros de

la marina mercante italiana al no haber ningún marroquí con aptitudes para desempeñar estas

tareas. Una comisión mixta italo-marroquí integrada por diversos funcionarios del Majzén y el

622
intérprete de la Legación italiana, Gentile, se aprestaba a viajar a la Toscana para hacerse cargo del

buque. 1010

Silvela ordenaría al Embajador en Roma, conde de Benomar, contactar con el Ministro de

Asuntos Exteriores italiano, Marqués Visconti-Venosta, con instrucciones de hacer un seguimiento

preciso de las condiciones en que el buque pasaba a control marroquí. En vida todavía de Cánovas,

se había sugerido al Majzén -por indicaciones del entonces Ministro de Estado, Duque de Tetuán-

la conveniencia, para que España no objetase el proyecto de construcción del buque, de que éste

estuviera mandado por un capitán español. Benomar -entonces el máximo experto en asuntos

marroquíes con que contaba la diplomacia española- aconsejó a Silvela respaldar el propósito

italiano de que marinos mercantes de esa nacionalidad sirvieran en el Bashir, ya que a los intereses

españoles convenía excluir a británicos y franceses, máximos competidores de España en el

Imperio, y dado el hecho de que gran parte del contrabando en las costas del Rif tenía su origen en

Gibraltar, y era protagonizado por faluchos bajo la bandera británica. Cabía la posibilidad de que en

el futuro se produjeran incidentes entre el crucero marroquí y este tipo de buques que derivaran en

enfrentamientos armados, y en esta tesitura convenía alejar la posibilidad de que un capitán español

se viera involucrado en un incidente internacional, puesto que Inglaterra respaldaría a los buques

que ostentaban su pabellón, con lo que se entraría en la repetida espiral de reclamaciones, solicitud

de indemnizaciones y política de cañoneras.1011 El consejo del diplomático fue cumplido

escrupulosamente por el gabinete conservador. El día 27 de Octubre tras haber efectuado diversas

pruebas en el arsenal de la Spezia, el buque era entregado a la comisión marroquí.1012 El Bashir se

hacía a la mar inmediatamente y el 2 de Noviembre fondeaba en la bahía de Tánger.1013

1010
Ojeda a Silvela. Despacho no. 118. 20 de Septiembre de 1899. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 103 / Ex. 2.
1011
Ibidem.El Embajador de España en Roma, conde de Benomar a Francisco Silvela, jefe del gobierno y Ministro de
Estado. Despacho no. 167.22 de Octubre de 1899.
1012
Ibidem.Benomar a Francisco Silvela. Despacho no. 172. 27 de Octubre de 1899.
1013
Ibidem.Emilio de Ojeda a Francisco Silvela. Despacho no. 138. 3 de Noviembre de 1899.

623
Mientras tanto en los alrededores de Melilla habían comenzado con el otoño una serie de

combates que enfrentaban al Bajá del campo fronterizo con varias fracciones de cabilas

pertenecientes al territorio de Kelaia. La actitud de España buscaba ante todo procurar evitar la

repetición de incidentes fronterizos con las tribus próximas a la ciudad, para evitar que se creara

una situación como la que había desembocado en el conflicto de Melilla. Tal como volvería a

ocurrir en 1903 (con motivo de la insurrección del Rogui), la máxima del gobierno de Madrid sería

la de buscar siempre la amistad de quien ejerciera un control permanente y férreo sobre el territorio

próximo a Melilla; en el caso de suscitarse un conflicto interno entre los propios marroquíes,

decantarse por una neutralidad "aparente" que de hecho no excluía la posibilidad de ayudar a los

dos bandos en liza de forma puntual y circunscrita, ya fuese casi simultáneamente, o de forma

escalonada. Ante todo, las autoridades de Melilla no podían ni debían -bajo ningún concepto-

provocar la enemistad de las tribus circundantes.

La intervención española en el conflicto se inició cuando en Octubre el Bajá del campo

fronterizo solicitó del Comandante general de Melilla que le fuesen vendidos los cartuchos de fusil

Remington que necesitaba para municionar a su tropa. Consultada la Legación en Tánger, Ojeda

desaconsejaría la venta hasta que el Majzén no restableciese la comunicación entre la plaza de

Alhucemas y las playas rifeñas y pudiera ser reanudado el suministro de víveres a la guarnición,

interrumpido desde finales del verano por las autoridades imperiales.

A finales de Noviembre las operaciones militares continuaban en las proximidades de

Melilla adquiriendo un signo favorable para las tropas imperiales que, sin embargo, volvían a tener
1014
problemas de munición. Repetida la solicitud de compra de cincuenta mil cartuchos y a pesar

de la opinión favorable del comandante general de Melilla a acceder a la reiterada petición del Bajá,

Silvela - consultado por su ministro de la guerra, el general Azcárraga- juzgó oportuno antes de

1014
Telegrama del Ministro de la Guerra, general Azcárraga al Ministro de Estado y Jefe del Gobierno, Francisco
Silvela. 29 de Noviembre de 1899. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 199 / Ex. 1.

624
dar una respuesta definitiva, telegrafiar a Ojeda.1015 El diplomático disentía una vez más de la

oportunidad de la venta. Obsesionado por la idea de que el Gran Visir había pergeñado un plan

general, hostil a los intereses de España en el Rif y tendente a extirpar en lo posible la influencia e

incluso la presencia española en la región, creía que éste era el momento oportuno para chantajear

al Majzén, utilizando el conflicto de Kelaia como una forma de presión sobre el gobierno marroquí.

La fórmula que defendía era la de no proceder a la venta y que, en su lugar el Comandante general

de Melilla exigiese antes de la misma y como condición sine qua non para que tuviera lugar, que

fuese revocada inmediatamente la prohibición de traficar con las plazas españolas a las cabilas

vecinas de Alhucemas y Peñón de Vélez.1016 Silvela sin embargo demostró tener criterio propio y

en esta ocasión discrepó de la opción marcada por el representante en Tánger. Remitió órdenes al

general Azcárraga autorizando al comandante general de Melilla a que vendiese los cincuenta mil

cartuchos solicitados, haciendo paralelamente constancia al Bajá del campo fronterizo que España

deseaba de él un favor compensatorio al que se estaba prestando al Sultán, auxiliándole en la lucha

contra los sublevados de Kelaia. Lo que se pedía del Bajá era que presionara sobre Abd al-Aziz

para obtener del Sultán la inmediata revocación de la prohibición de circulación de mercancías

entre territorio marroquí y los presidios españoles en el Rif.1017 A Ojeda le telegrafiaría pidiéndole

que respaldara las gestiones del gobernador de Melilla, remitiendo una nota al Gran Visir, Bu

Ahmed. En dicho documento, el diplomático debía exponer la difícil situación del Bajá al estar

carente de munición y la amistosa conducta de España hacia Marruecos accediendo a la venta y,

por último, recabar de Bu Ahmed en contrapartida al favor prestado la derogación de las órdenes de

bloqueo. 1018

El 2 de Diciembre el gobernador de Melilla, general Venancio Hernández estimó oportuno

vender al Bajá sólo la mitad de la cantidad de cartuchos solicitada y al indicarle el importante

1015
Ibidem. Telegrama del Jefe del Gobierno y Ministro de Estado, Francisco Silvela a Emilio de Ojeda. 30 de
Noviembre de 1899.
1016
Ibidem .Telegrama cifrado de Ojeda a Silvela. 1 de Diciembre de 1899.
1017
Ibidem.Telegrama de Silvela al general Azcárraga, Ministro de la Guerra. 2 de Diciembre de 1899.
1018
Ibidem.Telegrama de Silvela a Ojeda. 2 de Diciembre de 1899.

625
servicio que como representante del Sultán recibía del gobierno español, le llamó la atención sobre

los problemas que atravesaban Alhucemas y el Peñón. El Bajá le espetó que su autoridad no

alcanzaba a las cabilas fronterizas de esas plazas españolas, pero se comprometió en escribir al

gobernador de aquel campo fronterizo, rogándole que procediera al levantamiento del bloqueo. 1019

La voluntad de la autoridad militar de Melilla de colaborar con el Bajá se probaría manifiestamente

cuando en Enero de 1900, este último se dirigía de nuevo repetidas veces a la plaza, manifestando

al comandante general que en los combates sostenidos con las cabilas rebeldes durante los días

anteriores, había agotado completamente los cartuchos que le habían sido proporcionados, por lo

que solicitaba la compra de otros veinticinco mil. Aún a sabiendas que el Bajá no había escrito

probablemente ni al Majzén ni al gobernador del campo fronterizo de Alhucemas, o de que, si lo

había hecho, no habían sido atendidas sus reclamaciones, el general Hernández optó por entregar

los cartuchos requeridos el 16 de Enero.1020

Durante el otoño el Majzén avanzaría más en sus propósitos de extirpar la presencia

española en el Rif, aprovechando los acontecimientos desastrosos para España del año anterior. El

confidente de la guarnición de Alhucemas y protegido español, el urriaguel Mohammed ibn Haddú

el Hach Er Rifí, comenzó a verse presionado por el gobernador del campo fronterizo, Sibuka

Mchaid, quien le conminó a no seguir sirviendo a los intereses españoles; al no obedecer el rifeño

estas instrucciones, contrarias al cumplimiento de sus actividades, Mchaid amenazó de muerte a

Haddú, el cual se vio obligado el 7 de Octubre a refugiarse en la plaza. Tras la reclusión de Haddú

en Alhucemas, su casa fue destruida, y confiscados sus bienes y pertenencias.1021 A pesar que desde

Tánger, Ojeda formuló una severa reclamación al Gran Visir acompañada de la solicitud de una

indemnización, ésta fue completamente desatendida por Bu Ahmed. Las amenazas y el acoso que

experimentó el protegido urriaguel se inscribían en la actitud abiertamente hostil del Majzén hacia

1019
Ibidem .Oficio del Comandante General de Melilla, general Venancio Hernández de 13 de Diciembre de 1899
dirigido al Ministerio de la Guerra.
1020
Oficio del Ministerio de la Guerra de 28 de Enero de 1900 dirigido al Ministerio de Estado. A. G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 84 /Ex. 1.
1021
Ibidem. Oficio del Gobernador Militar de Alhucemas, Anastasio Terrón de 21 de Octubre de 1899 dirigido al
Comandante General de Melilla.

626
España iniciada en Septiembre y que culminaría con el bloqueo de las guarniciones de Alhucemas y

Peñón de Vélez.

7.10. El bloqueo de Alhucemas y Vélez de la Gomera.

En las postrimerías del verano se va a plantear un problema desconocido totalmente hasta el

momento actual por la historiografía española, que pone contra las cuerdas al gobierno conservador

y le obliga, dentro de los márgenes de aproximación a Francia, a obrar ejerciendo sobre el Majzen

una iniciativa de presión autónoma y solitaria, sin contar con ningún tipo de alianzas exteriores,

ante un grave ‘casus belli’ que le coloca al borde del enfrentamiento armado con el Imperio. A

pesar de las iniciativas de Ojeda, el prestigio y la consideración ejercida hacia España hasta

entonces en Marruecos se habían visto profundamente arruinados de resultas del enfrentamiento

bélico con los Estados Unidos. Esta situación de extrema debilidad de la posición española va a ser

aprovechada por el Gobierno marroquí, si no para eliminar completamente a España de la lista de

potencias aspirantes al reparto del Imperio, sí por lo menos para hacer profunda mella en sus

pretensiones y anularla de tal modo que su presencia desapareciera del Rif. El procedimiento

empleado fue el bloqueo de las posesiones españolas de Alhucemas y Peñón de Vélez de la Gomera

y la negativa a que estas plazas fueran abastecidas desde territorio marroquí.

Realizada con éxito durante el año anterior la campaña punitiva contra la tribu de Bocoya, las

tropas imperiales habían permanecido desde entonces en el territorio del Rif y aunque en el calor de

los combates, los intereses de algunos "protegidos" españoles se habían visto afectados por la

actuación de los integrantes de la meha-la imperial, las relaciones entre el cuerpo expedicionario y

las autoridades españolas no habían pasado por ningún momento de tirantez. Las circunstancias

cambiaron drásticamente el 18 de Septiembre. Ese día se recibían informes en la guarnición de

Alhucemas sobre la promulgación de una orden por parte del gobernador del campo fronterizo que

afectaba a los cabileños próximos a la plaza española y que establecía una restricción severa en la

627
circulación de mercancías y artículos de primera necesidad desde el territorio marroquí hasta la

guarnición. Así mientras que el comercio cotidiano de artículos de subsistencia desde el campo

marroquí se cifraba en unas ventas diarias superiores a los mil huevos y al centenar de aves de

corral, las nuevas disposiciones restringían la entrada de dichos artículos en campo español a las

cotas mínimas de diez aves y un cajón de doscientos cincuenta huevos, cantidades insuficientes

para cubrir las necesidades de consumo de la guarnición y población civil. Las disposiciones venían

acompañadas de la prohibición expresa efectuada al confidente marroquí de la guarnición para que

visitase la plaza española. Las noticias llegadas a Tánger no explicitaban si la disposición había

partido directamente del Majzén o se trataba de una iniciativa personal del Comandante de la

mehal-la imperial acantonada en el territorio rifeño.1022

Alertado por las autoridades de la plaza, la energía habitual de Ojeda le llevó a entrevistarse

el 27 con el Delegado del Sultán, Mohammed Torres, solicitando que formulase las instrucciones

oportunas para que se restableciese la libertad de circulación de mercancías entre las cabilas y la

plaza. Como en el asunto del crucero norteamericano, la táctica de Mohammed Torres fue la

habitual en la diplomacia majzeniana. Esto es, la dilación, esperando conseguir el cansancio y el

agotamiento de las pretensiones imperialistas. El Delegado del Sultán se negó a emitir tales

disposiciones, pretextando que los gobernadores del territorio y la jefatura de la mehal-la no

dependían expresamente de él ni obedecían sus ordenes, por lo que aconsejaba a la representación

española dirigirse directamente al Majzén. Ante tal negativa, Ojeda redactaba una primera nota de

protesta, que presentaba ante Torres el mismo día, invocando como argumento el tratado de

comercio entre España y el Imperio jerifiano suscrito en Madrid el 20 de noviembre de 1861, que

establecía la libertad de circulación de artículos de primera necesidad entre las plazas españolas y el

territorio fronterizo. Comenzaba así una etapa del litigio hispano-marroquí que se iba a prolongar

durante un mes, de intercambio de notas de protesta por parte española y de notas de réplica por

1022
Anastasio Terrón, Gobernador Militar de la Plaza de Alhucemas a Ojeda. 22 de Septiembre de 1899. Oficio.
AGA. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 354 /Ex. 3

628
parte del Delegado del Sultán en Tánger. El modo de actuación de M. Torres tenía el objetivo de

ganar tiempo, lo que contribuiría a agravar el conflicto, a la vez que suscitaba un problema de

suministros de gran magnitud, que forzaba a las autoridades españolas a mantener a la población y

guarnición residentes en la plaza con vituallas y alimentos que llegaban estrictamente por vía

marítima.

La existencia de esta primera nota escrita motivó a Mohamed Torres a llevar a cabo un

cambio en sus planteamientos: su contestación es del día siguiente, el 28, e introducía nuevas

variantes en el litigio. Argüía el diplomático marroquí que si bien el artículo 45 del tratado de

comercio establecía la libertad total para la compra-venta -al por menor- de artículos textiles o

comestibles entre Ceuta y Melilla y los territorios marroquíes próximos, la interrupción del

comercio en Alhucemas por parte del Majzén había tenido su origen en el hecho de que gran parte

de las mercancías objeto de tráfico entre Alhucemas y el territorio del Sultanato excedían del

marco legal y comprendían otro tipo de artículos no incluidos en el convenio, es decir los

concernientes al ámbito del contrabando. Ello le llevaba a reafirmarse en su negativa a dar paso

alguno en el asunto y a insistir en su pretensión de que el levantamiento del desbloqueo sólo podía

ser precedido del acuerdo de España con el Majzén.

Por otra parte el 3 de Octubre quedaba ampliado el bloqueo de Alhucemas, al cerrar

totalmente el gobernador marroquí al transito la playa fronteriza y prohibir la entrada de personas

y de todo tipo de víveres en la plaza española. A corto plazo no había problemas de suministro

pues los comerciantes establecidos en el islote, al socaire de la recién estrenada política económica

de infiltración en el Rif, tenían almacenadas suficientes vituallas como para abastecer a las

necesidades de la población civil y militar y por ende, se contaba con las vituallas que llegarían de

Melilla.1023

La noticia del bloqueo de Alhucemas llegó a Madrid por vía doble: desde la Legación en

Tánger y desde la Comandancia General de Melilla y cuando se conocieron las circunstancias de

1023
Oficio del Comandante- Gobernador de la guarnición de Alhucemas dirigido al Comandante General de Melilla. 3
de Octubre de 1899. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 84 / Ex. 1.

629
aquél y de la prohibición de la entrada de los Urriagueles en los límites de Alhucemas se ordenó

inmediatamente la activación de las negociaciones con el Delegado del Sultán.1024 Las indagaciones

de las autoridades militares melillenses habían permitido saber que el gobernador del campo

fronterizo no obraba por iniciativa propia ni recibiendo ordenes directas del Majzén, sino que su

actuación respondía a instrucciones del propio Mohammed Torres, por lo que el Encargado de

Negocios de la Legación en Tánger, Manuel García Jove, máximo responsable de la misma al

producirse una breve ausencia temporal de Ojeda, envió a tratar con él al intérprete de la Legación,

Manuel Saavedra, para, al día siguiente (25 de Octubre) y ante la persistencia por parte del

marroquí en las mismas argucias dilatorias, remitirle una segunda nota de protesta en términos más

enérgicos. En este caso se invocaba asimismo el artículo 6º del convenio hispano-marroquí firmado

en Tetuán el 24 de agosto de 1859 por el que se acordaba la adopción de una serie de medidas

necesarias para la seguridad de los presidios menores españoles en la costa de Marruecos, y se

disponía, al respecto, no sólo la libre entrada de víveres y bebidas para las guarniciones de dichas

plazas, sino la permanencia junto a ellas de un caíd con tropa imperial suficiente como para

asegurar y garantizar el abastecimiento de las mismas. García Jove, en términos secos y

contundentes, volvía a solicitar el revocamiento de la prohibición de comerciar, el levantamiento

del bloqueo y exigía, asimismo, la libertad de circulación y tránsito de personas.1025

La respuesta de Mohammed Torres está fechada el mismo día, teniendo un carácter más

explícito que en ocasiones anteriores: sus enviados se habían entrevistado con el gobernador del

campo fronterizo de Alhucemas y éste les había manifestado que la orden para establecer el

bloqueo procedía directamente de Marrakesh, del propio Gobierno marroquí. Con ello el Delegado

del Sultán daba por concluida la negociación. El litigio entraba pues en una nueva fase, marcada

por la apelación española a una instancia superior. Así el 29, García Jove, cansado de las tácticas

1024
R.O. nº 132 del Ministerio de Estado a la Legación Española en Tánger. 19 de Octubre de 1899. AGA. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 354/ Ex. 3.
1025
Ibidem. Encargado de Negocios de la Legación de España en Tánger, Manuel García Jove al Ministro de Estado,
Francisco Silvela. 26 de Octubre de 1899. Despacho nº 134. .

630
dilatorias de Torres, elevaba una nueva nota de protesta, exigiendo el levantamiento del bloqueo,

pero esta vez ante el Gran Visir. El diplomático español hacía un somero repaso de los antecedentes

del conflicto, resaltando las sucesivas negativas verbales del Delegado del Sultán a aceptar la

responsabilidad del mismo, y adjuntando las dos notas de réplica remitidas a la Legación por

Torres. Se insistía en el texto asimismo en los convenios oficiales suscritos por España y Marruecos

que refrendaban la libertad de comercio en Alhucemas y en el hecho de que el bloqueo constituía

una flagrante violación de los mismos. Se solicitaba de Bu Ahmed que emprendiera las acciones

necesarias conducentes a la inmediata reanudación de relaciones entre Alhucemas y los

Urriagueles, y a asegurar el libre abastecimiento de la plaza, a la vez que sutilmente se incluía la

indicación de que la existencia de incidentes de aquel tipo no contribuía a mejorar en nada las

relaciones entre las dos monarquías. Con todo, García Jove no pretendía responsabilizar

directamente al Majzén del origen de la disputa, sino que pretendía hallar un culpable en el Bajá del

Campo fronterizo, poniendo así las bases para la posterior petición de su destitución.

La segunda fase del conflicto se iniciaría en el mes de Noviembre. La última nota de la

Legación española permanecía sin respuesta por parte del Gran Visir. A finales de dicho mes se

comenzaban a conocer otras noticias de tinte aun más alarmante provenientes del Rif. Meses antes,

Ojeda, atento a afianzar la presencia española en la zona, había reforzado su antaño precario

servicio de información en el territorio y fueron precisamente los confidentes de la Legación los

que dieron ahora noticia de que el bloqueo y la interrupción del suministro de víveres se había

trasladado asimismo al Peñón de Vélez de la Gomera.1026 Al igual que cuando ocurrieron los

sucesos de Uxda en la primavera de 1897, y aun teniendo Ojeda que moverse con gran rapidez para

solventar las deficiencias en materia de inteligencia y captación de noticias que al respecto

confesaba a Almodóvar del Río sólo un año antes, la construcción de una eficaz red de confidentes

iba a proporcionar a la diplomacia española las pistas necesarias para comprender los orígenes y

1026
El Gobernador del Peñón escribiría al Comandante General de Melilla indicándole la recepción del rumor de que
en la alcazaba de Snada se había leído a los cabileños una carta del Sultán prohibiendo la venta de vituallas a los
presidios menores españoles. Telegrama del Gobernador del Peñón de Vélez al Comandante General de Melilla.S.H.M.
Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.

631
causas del litigio. La información suministrada desde el Rif hablaba de constantes reuniones

celebradas entre el jefe de la expedición imperial, el caíd Mohammed Uld Bushta el Bugdadi 1027 y

varias cabilas del territorio, y la circunstancia de que el caíd "en esas reuniones después de ensalzar

el poderío del Sultán y sus propias hazañas, y de asegurarles que las influencias extranjeras se

desvanecían ante la majestad del solio sheriffiano como las nieblas matutinas ante los rayos del

sol, los ha amonestado para que eviten ante todo cualquier contacto con sus vecinos de las plazas

fuertes españolas, amenazándolos de lo contrario con la cólera de su Señor y advirtiéndoles que

cualquier cosa que oigan o crean, relativa al propósito de España de reivindicar sus derechos,

anulando la disposición por él adoptada, respecto de nuestro aislamiento, son consejos, veleidades

de una nación débil que se estrellarán contra la firme resolución y pujanza para mantener su

actitud que anima al Gobierno Sheriffiano ". 1028

El verdadero objetivo de la expedición imperial al territorio del Rif durante el año anterior

quedaba desvelado. No se trataba sólo de una operación de castigo para reprimir unos actos de

piratería que comportaban constantes reclamaciones y quejas ante el Majzén, litigios interminables

y pagos a las potencias afectadas por los ataques navales de indemnizaciones considerables que

enflaquecían el ya anémico tesoro sultaniano. Es que el Majzén, en un acto de plena determinación

de su soberanía ejercido sobre el territorio nacional, pretendía constituir en el Rif un glacis

defensivo que salvaguardara de cualquier agresión imperialista esta zona tan sensible del Imperio

jerifiano. Como han argumentado acertadamente Ibn Azzuz Hakim, Abdallah Laroui o Adnan

Mechbal, la resistencia a la penetración imperialista no se puede entender en Marruecos de forma

única y homogénea, sino que habría que hablar en ella de diversas formas o modalidades. Por esa

razón, cuando se producía el desaliento de una de ellas, por ejemplo la de las cabilas,

inmediatamente se producía su sustitución por otra, como la del propio Majzén, aunque todas ellas

1027
A quien Ojeda pinta en su despacho de 25 de Noviembre como un hombre de "notable crueldad y barbarie" y al que
juzga culpable de la sangrienta represión sufrida por los Bocoyas en el 98 y de haber acosado y perseguido a varios
protegidos españoles.
1028
Ojeda a Silvela. 25 de Noviembre de 1899. Despacho nº 155. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
354 / Ex. 3.

632
cumpliendo una misma misión histórica: garantizar la seguridad nacional, y la defensa de la

independencia y la integridad de Marruecos. 1029

De esta manera, Ojeda apuntaba a Silvela que estos acontecimientos (el bloqueo de

Alhucemas) eran previsibles desde el momento en que el Gobierno del Sultán había alertado con

anterioridad a las Legaciones de una serie de medidas que buscaban evitar cualquier presencia

extranjera en el Rif. Ahora resultaba evidente que lo sucedido iba dirigido directamente contra los

intereses españoles en el territorio.1030 El peso, el prestigio y la influencia españolas podían ser

borrados de un plumazo -así lo consideraba el Majzén- aprovechando la coyuntura de aislamiento

internacional y de postración material a que había conducido al país, el desastre colonial.

Corroborando las informaciones de los agentes confidenciales, el día 26 de noviembre, era

expedido desde Vélez de la Gomera hacia la Comandancia General de Melilla, un oficio que

relataba el inicio del bloqueo de esta posición española por las fuerzas imperiales situadas en las

inmediaciones. A pesar de que la mehal.la expedicionaria imperial destacada en el Rif se hallaba

acampada en la vecindad de la guarnición del Peñón al mando del jerife Abu Bakr y de

Mohammed Uld Bushta, hasta mediados del mes, afluían con normalidad a la plaza miembros de

las tribus próximas, asegurando el mantenimiento diario de la guarnición con las ventas que allí se

realizaban de verduras, huevos, gallinas e incluso algunos minerales como el carbón;

inopinadamente, sin embargo, surgieron una serie de rumores que hablaban de una misiva imperial

llegada de Marrakesh, que establecía el inicio del bloqueo. Poco después el jefe de la guarnición y

gobernador del Peñón, Mariano Saldaña, recibía la visita del caíd Mohammed Lahatin, jefe de la

guardia fronteriza marroquí para desmentir esa noticia, que él calificaba sólo de fábula sin

fundamento. Las mismas respuestas asegurándole la inexistencia de tal documento había recibido

1029
Azzuz Hakim, M.I.: El socialismo español y el nacionalismo marroquí (de 1900 a 1939), Tetuán, Imprenta
Minerva, s.d., pp. 16-17; véase también: Laroui, A.: Marruecos: Islam y Nacionalismo, Madrid, Editorial Mapfre,
1994, pp. 121-122 y sobre todo, la página 106; Mechbal, A.: "Necesidad de una revisión historiográfica de la guerra del
Rif: El ejemplo de Germain Ayache", ponencia inédita presentada al Coloquio Internacional Si Abdelkrim Al Jatábi y
el Protectorado Hispano-francés en Marruecos celebrado en la Universidad euro-árabe de Granada del 10 al 12 de
nov. de 1993.
1030
Ojeda llega a hablar - en términos dramáticos - de la existencia en el Imperio de "síntomas de una hostilidad
general hacia España". Ojeda a Silvela. 25 de Noviembre de 1899, documento ya citado.

633
asimismo del comandante de las tropas imperiales instaladas en las proximidades y del príncipe

Abu Bakr. Paralelamente, el tráfico de mercancías desde territorio marroquí se había suspendido.

También en este caso, el jefe de la guarnición, agotados los cauces legales, acudió a su servicio de

información, que informaba a la plaza poco después de que la suspensión de la llegada de

mercancías obedecía a un pavor generalizado entre los cabileños, que se negaban a reanudar el

tráfico comercial hacia la guarnición sin que previamente el comandante del contingente imperial

les facilitara una orden por escrito facultándoles para ello.

En el caso del Peñón la documentación nos permite desvelar que el enfrentamiento originado

entre las autoridades de la plaza y las marroquíes careció del tono dramático y de la tensión de

Alhucemas. En todo momento tanto el comandante de las tropas del Sultán como el jefe de la

guardia fronteriza manifestaron su postura aparentemente contraria al mantenimiento del bloqueo,

mantuvieron relación fluida con el gobernador Saldaña y evitaron en todo momento la tirantez y el

enfrentamiento, escudándose en el comportamiento extraño de las cabilas. Algo que Mohammed

Lahatin repetía constantemente en el Peñón era que únicamente algunos notables cabileños habían

hecho públicos pregones en los zocos rurales impidiendo el abastecimiento de las plazas,

soslayando cualquier participación del Majzén en la prohibición. Con todo, las tácticas dilatorias de

las autoridades marroquíes funcionaron aquí, como en Tánger, contribuyendo a agravar el

desabastecimiento y a prolongarlo, con el pretexto de que el sentimiento generalizado de los

cabileños sólo se podría atajar con una orden escrita del Majzén. Con este fin declararon a las

autoridades españoles haber enviado un correo a Tánger, solicitando a Mohammed Torres

instrucciones y aclaraciones sobre los artículos de los tratados comerciales concernientes al

abastecimiento de las plazas y mientras tanto permitieron que el bloqueo perdurase.

Al finalizar el año la situación permanecía inalterable en las dos plazas. Los síntomas de

preocupación empezaban a dibujarse entre las autoridades militares de Melilla, dado que las

condiciones del Peñón habían empeorado notablemente y era previsible que en un futuro inmediato

empezaran a notarse las consecuencias de la carestía de comestibles. Un oficio enviado a la

634
Legación española en Tánger por la Comandancia General de Melilla nos permite conocer como se

recurrió a toda clase de argucias para conseguir el levantamiento del bloqueo: en las proximidades

del Gurugú y junto a la ciudad de Melilla las desavenencias internas de los cabileños de Beni-Bu-

Ifrur habían determinado el inicio de una serie de hostilidades entre dos bandos, uno de los cuales

apoyaba al Bajá (Gobernador) del campo fronterizo; la derrota de este último supuso el comienzo

de una rebelión en la región contra la autoridad imperial, al unirse al bando vencedor la cabila

vecina de Beni-Sidel, por lo que el Bajá tuvo que solicitar ayuda española al verse sitiado en su

residencia de la Alcazaba de Frajana. La solicitud del delegado imperial se circunscribía a la venta

de cincuenta cajones de cartuchos Remington, solicitud que el Comandante general de Melilla

trasladaba el 28 de noviembre al Ministerio de la Guerra, quien tras consultar al Jefe del Gobierno y

Ministro de Estado, daba su aprobación en telegrama de 2 de diciembre. El placet del Gobierno

español venía acompañado del deseo de incardinar la operación de los cartuchos con el

levantamiento del aislamiento de las guarniciones en el Rif. Se esperaba que el apoyo prestado en

un momento de apuro a las tropas imperiales fuese premiado, en contrapartida, por la gestión del

agradecido Bajá ante el Sultán en favor del levantamiento de la prohibición del tráfico comercial.

El Gobernador marroquí se disculpó alegando su ignorancia de los hechos, y el hecho de que su

autoridad no alcanzaba a las cabilas fronterizas de las plazas, pero prometió su mediación ante las

autoridades de la zona y el Gobierno del Sultán.

Pronto esas medidas se revelarían tan ineficaces como la presión diplomática ante el

Majzén.1031 El 10 de Diciembre, el comandante general de Melilla Venancio Hernández escribía a

Emilio de Ojeda expresándole su convencimiento de que existía una carta remitida al Rif por el

Majzén conteniendo la orden del Sultán Mawlay Abd al- Aziz prohibiendo el suministro de los

presidios españoles. Hernández criticaba la actitud del Bajá del campo fronterizo de Melilla al

desentenderse éste de intervenir en el bloqueo, arguyendo lo dispuesto en el articulado del tratado

de 5 de Marzo de 1894 firmado en Marrakesh entre España y Marruecos, que indicaba que las

1031
Oficio del Estado Mayor de la Comandancia General de Melilla dirigido al Ministro Plenipotenciario español en
Tánger, Emilio de Ojeda. 13 de diciembre de 1899. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 354 / Ex. 3.

635
tierras situadas en las inmediaciones del Peñón, Alhucemas y Chafarinas entraban igualmente

dentro de la jurisdicción de dicha autoridad marroquí. El Bajá tenía potestad para intervenir en ellas

y mediar en el conflicto planteado. Al día siguiente, 11 de diciembre, Hernández remitía un breve

mensaje al Bajá, exhortándole para que mediase ante el Majzén y ante el príncipe Abu Bakr con

objeto de que fuera reanudado el tráfico de víveres entre el territorio marroquí y Alhucemas y

Vélez.1032 Como forma de presión, el comandante general hizo entrega solamente al Bajá de 25,000
1033
cartuchos remington en lugar de los 50.000 solicitados. El funcionario del Majzén prometió

escribir al Bajá del campo de Alhucemas interesándose por el asunto y aconsejando que se

permitiera la entrada en las plazas bloqueadas de los víveres necesarios. Asimismo prometió

escribir al Majzén. Hernández auguraba que aunque esas ofertas fuesen hechas de buena fe, se

revelarían pronto como ineficaces si existía una orden imperial exhortando a los cabileños a que

procediesen en la forma que habían hecho.

Por otra parte, la máxima autoridad militar de Melilla especulaba sobre los posibles motivos

económicos del bloqueo y transmitía a Ojeda su creencia de que el Majzén pretendía frenar por un

lado el intenso contrabando en la zona y por otro, el cada vez más importante tráfico comercial con

destino al Rif de artículos de consumo o manufacturados - telas, azúcar, té....- que se producía a

partir las plazas españolas, con lo que ello suponía de fraude para la Hacienda imperial, pues las

mercancías escapaban del pago de los derechos de aduanas, primera fuente de ingresos de las arcas

del Tesoro. Para anular ese motivo que podía prolongar aquella dinámica tan onerosa para España,

la Comandancia General trasladaba a los gobernadores de las plazas menores severísimas

instrucciones encaminadas a impedir la práctica del contrabando y comunicaba a Ojeda la

oportunidad de entablar negociaciones con el Majzén tendentes al establecimiento de aduanas

imperiales tanto en Alhucemas como en el Peñón.

1032
Carta del Comandante General de Melilla al Bajá del Campo fronterizo. 11 de Diciembre de 1898. S.H.M.
Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.
1033
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 13 de Diciembre de 1899. S.H.M.
Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.

636
Las comunicaciones realizadas por las autoridades de Melilla al gobierno español y a la

Legación en Tánger, fruto de la tensión que se acumulaba y de la preocupación por la agravada

situación entre las guarniciones de los presidios menores, debido a las dificultades que el

suministro marítimo conllevaba, aumentarán. El gobernador militar de Melilla intentará ejercer una

presión intensa para conseguir una rápida solución al problema, tanto sobre el Ministerio de la

Guerra como sobre la dirección de la diplomacia española. Mientras que Ojeda posee una visión

más global y acertada del conflicto porque ha desentrañado su verdadero origen político, los

análisis de la Comandancia de Melilla apenas son capaces de vislumbrar la razón económica del

bloqueo y entienden que éste puede ser desmantelado tomando una serie de medidas meramente de

orden administrativo y comercial. Así, como método de coacción al Sultán, sugerirá a Ojeda que,

en caso de seguir manteniendo el Majzén la interrupción del tráfico comercial, se traslade como

represalia la Aduana marroquí instalada dentro de la plaza de Melilla fuera de los límites de la

misma, con lo que el Tesoro Imperial experimentará una merma considerable de sus ingresos, al

suponer la nueva ubicación que al control de los aduaneros se escaparía gran parte del tráfico de

mercancías y víveres realizado entre Melilla y el territorio marroquí. Se jugaba asimismo con la

baza de que esa medida gozaría de una total aprobación y una excelente acogida por parte de todas

las cabilas circundantes a la plaza española, ya que de esta manera se podrían surtir libremente de

géneros y artículos en el mercado melillense, sustrayéndose al pago de cualquier impuesto de

aduanas. Las medidas coactivas barajadas por la Comandancia en definitiva planteaban enfrentar a

los cabileños contra el Majzén, y dejar a los representantes de éste en el territorio sin el apoyo

español. Tales medidas dada la tradicional escasa presencia de fuerzas armadas imperiales en la

región podían desembocar, en breve plazo, en la desaparición efectiva de la soberanía del Sultán en

el Rif y abrirían las puertas a una penetración española en el mismo. Con todo, Hernández -en carta

remitida a Ojeda el 13 de Diciembre- se replanteaba la oportunidad de tales medidas coactivas y

abogaba por reforzar la represión del contrabando, y por el establecimiento en los presidios

637
menores de una serie de sucursales de la Aduana marroquí de Melilla, a fin de regularizar en ellos

el intenso tráfico comercial entre cabileños y españoles.1034

El Ministerio de Estado tardará en reaccionar. Hasta el 19 de Diciembre no enviará

instrucciones a la Legación en Tánger. En ellas se resalta la gravedad de los acontecimientos del

Rif y se solicita de Ojeda que remita una nueva nota al Gobierno jerifiano "redactada en términos

apremiantes, si bien amistosos", manifestando la buena disposición del gobierno español hacia el

Imperial y los deseos de España de seguir conservando estrechas relaciones con Marruecos, pero

insistiendo al mismo tiempo en la necesidad de la inmediata derogación del bloqueo y solicitando

la aplicación de las disposiciones relativas al intercambio comercial contempladas en los tratados

hispano-marroquíes. Las exigencias españolas venían acompañadas de la responsabilización del

incidente en la persona del jefe de la mehal-la imperial, el Bugdadi, al que se acusaba de haber

emponzoñado el ambiente de cordialidad existente en aquel territorio entre Majzén y autoridades

españolas , y de provocar un conflicto de gravísima trascendencia, ante el que España no podía

permanecer impasible. Se solicitaba del Majzén, en resumidas cuentas, su destitución o la

presentación de excusas a los gobernadores de los presidios.

En definitiva, aunque en tono cortés, se requería al Sultán para que hiciese dejación de su

autoridad y se seguía la vieja práctica colonialista empleada también por Francia. Ésta consistía en

que ante los actos de reafirmación de la soberanía imperial y de vigilancia escrupulosa de la

seguridad nacional que realizaban los Delegados del Emperador en sitios tan dispares como Uxda o

la frontera sur-oriental del Imperio, en lugar de atacar directamente al gobierno marroquí, se

responsabilizaba a estos funcionarios del Majzén, de las dificultades que a cada paso encontraba su

penetración en el Sultanato. Es más, a esos funcionarios se los calificaba en términos despectivos:

1034
Carta particular del Comandante General de Melilla a Emilio Ojeda. 13 de Diciembre de 1899.S.H.M. Archivo de
la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.

638
se hablaba de ellos como "conflictivos", "crueles", y se les achacaba el uso de métodos "bárbaros y

arteros" como pretexto para solicitar su dimisión.1035

Ojeda, por su parte, respondía al Comandante General de Melilla por las notas en que éste

había urgido su intervención y por los oficios que separadamente había recibido en la Legación

procedentes del gobernador del Peñón. Así, le daba cuenta del fracaso de su gestión en Tánger,

frustrada por la actitud evasiva de Mohammed Torres que alegaba que el Bugdadi desconocía por

completo su autoridad y hacía constantemente caso omiso de sus instrucciones, por haberlas

recibido directamente del Majzen y desistía por ello de seguir entablando contactos con él.1036

Asimismo, Torres se negaba a escribir a los rifeños aconsejándoles que volviesen a vender sus

artículos en las plazas españolas. En otra comunicación paralela, Ojeda aprovechaba para

comentarle a la autoridad militar melillense su favorable disposición a toda suerte de represalias

pacíficas que se ejerciesen en el futuro sobre el Sultanato, como forma de alivio de la presión

angustiosa que el Majzén ejercía sobre las posiciones españolas en la costa del Rif. En este sentido

le desvelaba las averiguaciones que su servicio de información había conseguido, le exponía el

error que había supuesto la cesión de los cartuchos a la autoridad imperial por parte de la

guarnición de Melilla, siendo que él había abogado ante el Ministerio de Estado para que tal venta

no se llevara a cabo, hasta que no se derogasen las medidas adoptadas por la mehal.la imperial en el

Rif en perjuicio de Alhucemas y Vélez. Se había tratado, según Ojeda, de una ocasión propicia para

haber golpeado de modo contundente al Majzén y para haber ejercido una ejemplar acción coactiva

que hubiese permitido desarticular la acción del Sultán en el territorio, demostrando de una manera

práctica " a los consejeros de S.M. Sheriffiana cuan perjudicial a sus verdaderos intereses y cuan

1035
R.O. nº 168 del Ministerio de Estado dirigida a la Legación de España en Tánger.19 de Diciembre de 1899.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).Caja 354 / Ex. 3.
1036
Ibidem.Ojeda al Comandante General de Melilla. 29 de Diciembre de 1899. Despacho sin numerar, copia
manuscrita.

639
peligrosa para el Imperio es la conducta que respecto de España ha adoptado su primera

autoridad en el Rif". 1037

Por fin el 29 de diciembre el plenipotenciario español remitía una durísima nota al Gran

Visir, siguiendo las instrucciones del Ministerio de Estado. Reconvenía a Bu Ahmed por el silencio

que había seguido al envío de la anterior y que se prolongaba ya por segundo mes; achacaba al jefe

del gobierno marroquí la responsabilidad inmediata de la incomunicación y bloqueo de los dos

presidios y de la violación de todos los tratados comerciales, así como del desprecio sistemático de

las gestiones que tanto las autoridades militares como los medios diplomáticos españoles habían

venido realizando ante los Delegados del Majzén en el Rif y Tánger, contribuyendo a frustrarlas y

anularlas. Llegaba a acusarle de propiciar con sus ordenes el espíritu de confrontación, enemistad y

enfrentamiento con España propagado por el jefe de la mehal.la imperial en el territorio, de alentar

la hostilidad de los habitantes del Rif contra las guarniciones e ignorar los sucesivos atropellos de

los intereses españoles en la región, 1038 para después recordarle los múltiples servicios, que -según

Ojeda- demostrando la "amistosa disposición" y el "espíritu de cordialidad" hacia Marruecos

característico de los gobiernos restauracionistas habían prestado repetidas veces las autoridades

hispanas al Majzén, en los enfrentamientos ocurridos entre las levantiscas tribus del territorio y las

tropas imperiales. Este contraste de actitudes le servía al diplomático para, tras reconvenir

1037
Ibidem. Ojeda al Comandante General de Melilla. 29 de Diciembre de 1899. Carta particular sin numerar, copia
manuscrita.
1038
Ojeda hacía referencia en especial, a la actuación llevada a cabo en el Rif en Septiembre de 1898 por el Bugdadi
contra el comerciante y protegido español Isaac Pinto y sus asociados Rais Ali y David Bensaguen que además habían
visto como sus depósitos de género y mercancías habían sido confiscados por la mehal.la imperial, al ser acusados de
ejercer el contrabando. Asimismo, el caíd del campo fronterizo de Alhucemas, Sibuka Haddu M.chaid, en el transcurso
de las operaciones imperiales en el territorio, había amenazado reiteradamente con prisión y muerte al confidente
español de la plaza de Alhucemas Mohammed ben- Hadu el Hach ; por último, le había obligado, al perseguirle, a
refugiarse en la guarnición en Octubre de 1899, destruyendo la casa que ocupaba en territorio rifeño, y expropiándole
sus tierras y otras propiedades (en particular, las tropas imperiales tuvieron cuidado en despojarle de un bote que
utilizaba conjuntamente con un civil español de Alhucemas, Francisco de las Heras) (Oficio de la Sección de Estado
Mayor y Campaña del Ministerio de la Guerra dirigido al Ministro de Estado, Francisco Silvela. 15 de Diciembre de
1899. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 84 /Ex. 1). Al interpretar el plenipotenciario español que los
atropellos cometidos con el confidente de Alhucemas estaban íntimamente relacionados con la violación de los tratados
comerciales llevada a cabo por el Bugdadi, y que los dos hechos eran atribuibles a la actitud hostil que el Majzén y sus
funcionarios habían tomado contra España, Ojeda remitía a Bu Ahmed una segunda nota el 31 de Diciembre,
reclamando para Ben-Hadu una fuerte indemnización. Ojeda a Silvela. 30 de Diciembre de 1899. Despacho nº 170.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 84 / Ex. 1.

640
nuevamente la actitud marroquí en una segunda parte del texto, adoptar un tono más relajado y

armonizador, apelando a la buena voluntad del Gobierno jerifiano para el restablecimiento efectivo

de unas relaciones cordiales, y ya en tono conciliador, cargar las tintas sobre la actitud de el-

Bugdadi, al que se llegaba a atribuir la exclusiva responsabilidad de la violación de los tratados

comerciales y de las delicadas circunstancias que en consecuencia atravesaban las guarniciones

españolas. Por último, la nota de Ojeda apuntaba livianamente -de persistir la situación- a

hipotéticas consecuencias de cierta trascendencia, con la referencia puntual a un posible estallido

bélico sino era inmediatamente levantado el bloqueo y acababa solicitando la destitución del jefe

del cuerpo expedicionario. El diplomático hizo caso omiso de la fórmula de las excusas a los

gobernadores de las plazas, establecida por las disposiciones del Ministerio de Estado.

Transcurrieron varias semanas más de silencio desde Marrakesh. La mente de Ojeda barajaba

un plan con el fin de recuperar el prestigio que día tras día se hundía ante la firme voluntad del

Gran Visir de prolongar el bloqueo y forzar el abandono por las guarniciones españolas de sus

posiciones en el territorio rifeño. A tal efecto el diplomático había advertido al jefe del Gobierno,

Silvela, de la oportunidad de realizar un viaje a la sede de la Corte Imperial para llevar a cabo la

presentación formal de sus credenciales ante el Sultán, acto previsto desde su toma de posesión de

la Legación española en Tánger, seis años antes, pero repetidamente pospuesto. En la perspectiva

de Ojeda, este era el momento oportuno, ante las operaciones militares francesas en el Tuat, de

beneficiarse España de aquella ruptura del statu quo y comenzar una penetración hacia el interior

de Marruecos desde la costa atlántica del Imperio. Sin embargo, era obvio que el viaje del

plenipotenciario español no se podía realizar mientras seguía planteado sin visos de solución el

problema del bloqueo de las guarniciones españolas. A lo largo del mes de Enero de 1900, la

Comandancia de Melilla, siempre inquieta por la deficiente situación de aquellas, remitía un oficio

tras otro al Ministerio de Estado, requiriendo una solución urgente.1039 Esta vez la preocupación

1039
Oficio del Ministerio de la Guerra de 13 de Enero de 1900 dirigido al Ministerio de Estado. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 84 / Ex. 1.

641
militar por Alhucemas y el Peñón comportaba un nuevo temor que introducía un salto cualitativo

en el problema y que nos hace reflexionar sobre el grado de aceptación y el carácter de la influencia

española en la región. Los confidentes de las guarniciones habían ido confirmando las primeras

impresiones que se había forjado Ojeda: la actitud de las cabilas era debida principalmente a las

instrucciones que recibían por parte de el-Bagdadi, el jefe de las tropas imperiales acampadas en las

cercanías de Alhucemas y el Peñón. El representante majzení mantenía intensas relaciones con las

tribus, a las que les encarecía en su deber de obediencia al Sultán, les resaltaba la debilidad militar

y material de España y les animaba a mantener el bloqueo. La actuación de el-Bagdadi parecía

responder pues, a la nueva política del gobierno jerifiano tendente a aislar completamente de todo

contacto extranjero a la región rifeña y anular la importancia de las plazas españolas. En tales

circunstancias la posibilidad de utilizar a las fuerzas armadas y de reanudar la política de cañoneras,

se abría paso como la única solución factible que se empezaba a barajar en Madrid. En un informe

confidencial del Ministerio de Estado de fecha 30 de Enero de 1900 titulado El abastecimiento de

las plazas españolas del Rif, encargado por Silvela como base para encontrar una fórmula

resolutoria al problema, su autor Juan Pérez Caballero -a punto de ser nombrado en mayo de 1900

subsecretario del Ministerio -, escribía:

"En la perspectiva de que la última nota del Ministro de S.M. en Tánger sea también
ineficaz, procedería someter el asunto á la deliberación del Consejo de Ministros,
sugiriendo la idea de disponer lo necesario con objeto de que los buques que forman la
Escuadra se alistasen para trasladarse en un momento dado á Tánger y apoyar allí la
reclamación de nuestro Ministro. La gravedad que entraña para el porvenir político y
comercial de nuestras plazas en el Riff la situación actual, ofrece sobrado fundamento á
una acción extrema, ya que los medios ordinarios no bastan para asegurar el respeto á los
tratados y para conservar incólume el prestigio de España entre kábilas a las cuales solo
imponen respeto las manifestaciones de la fuerza".1040

1040
Ibidem .Informe del Ministerio de Estado de 30 de Enero de 1900, Abastecimiento de las plazas españolas del
Riff.

642
Analizando la documentación militar enviada a Madrid durante el mes de Enero de 1900, nos

es posible entender que antes de hablar de prestigio, hegemonía e influencia españoles en el

territorio, los términos que deberíamos citar son los de permisividad y tolerancia. Si las cabilas

rifeñas toleraban la presencia de guarniciones españolas en la región y las veían con buenos ojos,

no es porque aceptaran una penetración o mucho menos, un dominio colonial sobre la zona, sino

porque rentabilizaban la presencia española, confinada en la costa y podían sacar de ella un tangible

rendimiento económico, vía ingresos por el tráfico comercial cotidiano. La producción alimenticia

de la zona tenía una salida segura en los mercados españoles garantizando unos ingresos diarios a

los rifeños que de esta manera se beneficiaban de la presencia colonial. Ahora bien cuando se

rompan las relaciones comerciales entre el campo rifeño y los presidios, cuando los textos

españoles dicen que "se aflojan de modo considerable los lazos de amistad que unen a unos y

otros", hay que entenderlo, desde el lado marroquí, como el inicio de una nueva fase en su relación

con España donde perdido el beneficio inmediato, económico, queda palpable la realidad colonial.

Esto es, la presencia armada de unas fuerzas extranjeras en el territorio nacional, quedando pues la

puerta abierta a que, potenciada esa circunstancia por la actuación del Majzén, se canalizara la

situación hacia un choque similar al ocurrido en las afueras de Melilla en 1893, cuando las

pretensiones españolas de construir un fuerte en Sidi Guariach, complementando las fortificaciones

de la plaza, muy cerca del límite jurisdiccional español y en un lugar próximo a dos recintos

sagrados, una mezquita y un cementerio musulmanes, habían determinado el inicio de una serie de

ataques de los cabileños a las obras.1041

Silvela, profundamente preocupado por la remota aunque viable posibilidad de ataques

rifeños a Alhucemas y Vélez de la Gomera escribirá a Ojeda el 6 de Febrero. Su alarma ante el

deterioro de la situación que le es descrito desde Melilla y la caída del prestigio nacional en el Rif

1041
Cfr. Rodríguez González, A. R: " El conflicto de Melilla en 1893", en Hispania, XLIX/nº 171, 1989, pp. 235-266.

643
le fuerzan a dar un nuevo giro al asunto. "El Gobierno de S.M. está decidido a que cese semejante

estado de cosas, empleando para ello los medios y recursos que sean necesarios". 1042

El silencio y la indiferencia del Majzén ante las dos notas de la Legación es algo que el

mandatario español juzga tan intolerable como la violación de los convenios reguladores de las

relaciones hispano-marroquíes o el mismo mantenimiento del aislamiento de las guarniciones, por

lo que está decidido a emplear, en un plazo breve, si llegara el caso, la fuerza militar, aún con el

riesgo que ello supondría de suscitar a nivel internacional el planteamiento definitivo de la cuestión

marroquí. Ante todo, Silvela solicitaba a Ojeda para que se presentase de nuevo ante Mohammed

Torres e intentara de éste una última opción mediadora ante Marrakesh, antes de proceder a la

presentación de un ultimátum que daría por finalizada la fase diplomática de la negociación, y cuyo

incumplimiento por el gobierno Imperial determinaría la acción militar española para liberar a las

posiciones aisladas en la costa mediterránea de Marruecos. En el estadista español, por otro lado,

planeaba la duda a esas alturas del conflicto de la posible intervención de una potencia exterior que

estuviese presionando sobre el Majzén a fin de que se comportase como lo estaba haciendo.

Las gestiones de Ojeda se prolongarían varios días. Finalmente el 11 de febrero telegrafiaba a

Madrid el resultado de las mismas. A pesar del reiterado recurso majzeniano a la dilación, podía

presentar a Silvela alguna noticia esperanzadora: al entrevistarse con Torres le había comunicado el

cariz irreversible que estaba tomando la situación ante el persistente desconocimiento del Majzén

de las reivindicaciones hispanas y le subrayó el carácter de última tentativa amistosa que tenía

aquel encuentro. El Delegado del Sultán había procurado tranquilizarle e intentado disipar su

hipótesis de que el bloqueo respondiese a un plan de sistemática y firme enemistad a España,

atribuyéndolo meramente a la ignorancia por parte del Gobierno marroquí de las obligaciones

contraídas en los convenios. Asimismo M. Torres le había indicado que se había puesto en

contacto con la Corte y había aconsejado a Bu-Ahmed que accediera a los deseos de España.

1042
R.O. nº 17 del Ministerio de Estado dirigida a la Legación de España en Tánger. 6 de Febrero de 1900. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 354 / Ex.3.

644
Argumentaba para justificar el retraso en la contestación del Gran Visir a la última nota española

que ¡el Majzén desconocía por completo la cláusula relativa al abastecimiento de los presidios

españoles contenida en el convenio de agosto de 1859 sobre medidas relativas a la seguridad de

aquellos y que por ello, él había tenido que remitírsela por vía terrestre¡. Aseguraba, por último,

que el Gobierno, una vez convencido de la legitimidad del derecho de aprovisionamiento de las

guarniciones del Rif, se comprometería a respetar las prerrogativas comerciales de España; por

ello, ante la inminente llegada de la respuesta satisfactoria de Bu Ahmed, rogaba a Silvela que

demorase la entrega del ultimátum.

A título particular Ojeda advertía al jefe de Gobierno de la oportunidad de respetar la

petición de Torres, y trataba de convencerlo de la necesidad de minimizar el empleo de la fuerza,

que debería excluir el recurso a las unidades del Ejército de Tierra, y realizarse únicamente tras

una consulta previa a todas las potencias europeas. El recuerdo deplorable del conflicto de Melilla,

seis años antes, en el que los efectivos españoles habían tenido que combatir en muy difíciles

circunstancias y donde la situación comprometida de las tropas sólo se había remontado en sentido

favorable cuando los refuerzos afluyeron en número masivo desde la península, se evidenciaba en

los consejos del diplomático: 1043

"(...) debo ante todo declarar a V.E. que abrigo el convencimiento de que bastará la
amenaza, seguida del envío a estas aguas de una escuadra, para que el arrogante Gran
Visir deseche toda veleidad de resistencia a nuestras justas pretensiones. Tengo para
creerlo así muchísimas razones, entre las cuales citaré por de pronto la seguridad que
tengo de que no ha sido instigado por influencia alguna extraña a seguir una política hostil
a España, sino más bien por su deseo de anular el prestigio de España en el Riff que esta
Legación ha creído deber ir fomentando paulatinamente en los últimos años y cuyo
aumento, el Maghzen estima contrario a su secular política.

1043
Ibidem .Telegrama cifrado de Ojeda a Silvela. 11 de Febrero de 1900.; Ojeda a Silvela. 11 de Febrero de 1900.
Despacho nº 19.

645
Vuelvo por tanto a declarar a V.E. que bastaría una demostración naval en apoyo
de la nota-ultimátum, para hacer abortar los planes de engrandecimiento y de triunfos
políticos sobre España que nuestra supuesta debilidad ha podido sugerir al Gran Visir".1044

De hecho a pesar del inconveniente de no disponer el país de recursos y capacidad suficientes

para afrontar el reto de un nuevo conflicto militar, recién terminado el colonial, la decisión de

Silvela parece demostrar una voluntad firme de querer hacer representar a España un papel

internacional independiente y relevante haciendo valer sus intereses, sin ningún respaldo exterior,

hecho que vendría corroborado por la falta de constancia documental probatoria de que la acción

preparada contra Marruecos contaba con el apoyo previo o cuando menos la aprobación de las

potencias más próximas a la monarquía. Por el contrario, tal y como sucederá al año siguiente,

cuando en el transcurso de una maniobra diplomática de gran envergadura se intente la penetración

española en el territorio del Sus,1045 y la cesión completa por parte del Sultanato de las costas de

Tarfaya y la Saguia el- Hamra (sin realizar ningún tipo de consultas previas a Francia),1046 la

actuación de Silvela parece querer sorprender a la comunidad internacional, y en un momento en

que el país se replegaba sobre sí mismo tras el desastre, evidenciar como España mantenía una

cierta potencialidad militar y la suficiente fortaleza como para poner en ejecución una política

exterior con una cierta autonomía, libre de satelizaciones o clientelismos con respecto a la Dúplice

Alianza. Es cierto que a finales de siglo, España se veía abocada a la pérdida de su prestigio, de sus

posesiones e incluso veía en peligro su propia existencia, y que éste era un motivo de preocupación

de primer orden en los gobernantes españoles: garantizar la seguridad del suelo patrio. Pero en el

contexto del imperialismo finisecular sólo aquellas naciones que pudieron mantenerse como

grandes potencias mundiales y defender sus intereses con fuerza en todo el mundo, pudieron seguir

manteniendo su importancia en el contexto internacional, convirtiéndose los países que no

1044
Ibidem.
1045
Ojeda al Ministro de Estado, Marqués de Aguilar de Campóo. 2 de Agosto de 1900. Memoria relativa a la
gestión del Ministro Plenipotenciario español en la Embajada extraordinaria realizada a la Corte jerifiana. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 62 /Ex. 1.
1046
Aguilar de Campóo a Ojeda.23 de Junio de 1900. Carta particular nº 5. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 123 / Ex. 2.

646
comprendieron el sentido último de esta fuerza histórica en colonias o perdiéndolas. Sabedor de la

nueva dinámica histórica imperante, Silvela, en la medida en que pudo, atendiendo a las

posibilidades materiales del país, intentó también realizar -a escala reducida y en tono menor, pero

lo cierto es que la ensayó-, una acción exterior imperialista y expansiva, como la de otros países de

su entorno, en la manera en que se lo permitían las circunstancias de la época. Era, frente al

<recogimiento > y aislamiento propugnados por Cánovas, una nueva forma de entender la política

exterior, en realidad la proyección en ella del regeneracionismo aplicado en la vida interna del país.

Una nueva forma que había tenido su origen en el artículo "Sin pulso" que el nuevo líder del

partido conservador había publicado en agosto de 1898 y que expresaba en el fondo la sorpresa que

suscitaba la pasividad de los españoles ante la derrota, pues parecían querer la paz por encima de

todo, incluida -en este todo- la que otros consideraban dignidad nacional. Pero Silvela no se

conformaba con la pasividad y la derrota.1047 Desde entonces, se había forjado en su mente la

imperiosa necesidad de una recuperación internacional del país. La lección del 98 era bastante fácil

de aprender y mostraba cómo el país debía tomar conciencia de sus centros de interés; éste vendría

a ser uno de los principales factores explicativos -como señala Pro Ruíz 1048- del intento del jefe de

gobierno de dotar a España de un imperio colonial "de recambio" en el siglo XX, esta vez en

África, ya que en América no era posible. De hecho, este tipo de regeneracionismo - encarnado por

Silvela, como una tonalidad más en su proyecto de renovar el sistema político restauracionista

después del desastre- vio en la colonización de Marruecos la mejor vía para que España recuperara
1049
su "status" de potencia imperialista y el prestigio internacional perdido con la guerra de 1898.

1047
Gallego, J.A.: Un 98 distinto..., op. cit., pp. 259 y 294.
1048
Pro Ruíz, J.: "La política en tiempos del Desastre", en Pan-Montojo, J. (coord): Más se perdió en Cuba. España,
1898 y la crisis de fin de siglo, Madrid, Alianza Editorial, 1988, pp. 246-247.
1049
Como él mismo reconocería en una entrevista concedida al escritor Luis Morote poco después de dimitir como
jefe del Partido conservador, había intentado embarcar al país en una política de rearme y de expansión colonial hacia
Marruecos, y su retirada de la vida pública había venido motivada por la " incomprensión " que hallaron tales proyectos
imperialistas. Así se explica el resentimiento y hasta el desprecio con el que se refería a España poco antes de morir
como uno de aquellos pueblos decadentes, que " desechan como sugestiones de loco, o como impertinencias de
ambicioso inoportuno, todo lo que pueda referirse a su expansión en el territorio vecino y a su influencia legítima
sobre razas y nacionalidades que parecía estaban consagradas por la Historia para su natural influencia". (La cita,
en las conferencias del Ateneo de Madrid de 1904-1905 (reproducidas en Francisco Silvela, Artículos, discursos,

647
En este contexto, el colonialismo que buscaba sus objetivos en el Imperio jerifiano, era para la

España del cambio de siglo, un signo de identidad europea. Suponía el intento de ser el último de

los grandes, el más pequeño de los grandes. Figurar del lado de las grandes potencias europeas

imperialistas. Ser colonizador, aunque fuese sobre una base reducida, con el temor sino de ser

colonizado. De ahí, que las ideas africanistas de Silvela se entroncaran directamente con las

consecuencias de la derrota del 98: en un momento, en que tras la derrota frente a los Estados

Unidos la preocupación fundamental de la clase política era el miedo a perder las Baleares, las

Canarias ... incluso el Campo de Gibraltar, había que seguir siendo colonizadores, porque sino la

nación española se venía abajo como potencia europea.1050

Al mismo tiempo, podemos comprender tal postura -tal como sugiere Fernández Almagro-
1051
como una prevención ante la inminente apertura de la cuestión marroquí; como un intento de

tomar posiciones ventajosas en el Imperio en el momento anterior a su definitivo hundimiento (no

olvidemos que a finales del año anterior se había producido la irrupción militar francesa en el Tuat),

con el fin de que, de consumarse, no encontrara a España sin previamente tener bajo su control

directo (Tarfaya, Saguia al- Hamra) o influencia (Sus, Rif) amplias zonas del Sultanato. 1052

conferencias y cartas. Tomo III. (Años de 1892 a 1899), pág. 381. La entrevista de Luis Morote con Francisco Silvela
en el Heraldo de Madrid del 19-IX-1903 (también reproducida ibídem, pp. 239-256).
1050
Esta idea se remonta a los años sesenta del siglo XIX. Véase a Pedro Antonio de Alarcón.
1051
Cfr. Fernández Almagro, M.: Historia política de la España Contemporánea. Vol. III 1897-1902, Madrid,
Alianza Editorial, 1970, pág. 259.
1052
Las noticias que se recibían directamente de Francia o procedentes de otras fuentes sobre las intenciones
expansionistas galas tenían un carácter alarmante que no hacía sino aumentar las preocupaciones del jefe del gobierno
español. Semanas antes, el portavoz y lider indiscutible de los colonialistas franceses, ex- subsecretario de Estado y
diputado por Orán en el Parlamento francés Eugène Etienne, había realizado un encendido discurso en la Asamblea
Nacional defendiendo la necesaria expansión colonial en Marruecos y Siam. El encendido y vibrante discurso había
encontrado eco en la prensa francesa, siendo los periódicos Le Temps y Le Journal des Debats quienes habían cerrado
filas en su apoyo, y se habían declarado en favor de tomar tales indicaciones como base de la futura expansión
territorial de la República. Por otro lado, la prensa italiana, en particular el romano La Tribuna llamaba la atención
sobre el hecho de que no había que minimizar las palabras de Etienne como un simple discurso personalista, sino darles
su justo valor como reflejo de unos propósitos que eran los de casi todos los estadistas franceses. El periódico romano
recogía la disyuntiva en que se movía la actuación de la política exterior italiana: ceder a las evidentes pretensiones de
la República de conseguir la hegemonía en el Imperio jerifiano o desentenderse de cualquier compromiso o acuerdo
con Francia y hacer causa común con Inglaterra, Alemania y Rusia en la tarea de vigilancia del mantenimiento del
'statu-quo', frenando así las amenazas galas. (Conde de Benomar, Embajador de España en Italia al Presidente del
Consejo de Ministros y Ministro de Estado. 11 de Diciembre de 1899. Despacho nº 202. A.G.A. África. Sección
Histórica. (Marruecos). Caja 164 /Ex. 1).

648
El eje principal de las preocupaciones de Ojeda radicaba en el tipo de intervención armada

que podía emprender el gabinete de Silvela. Entendía el diplomático que una acción coercitiva

sobre el Imperio, si no se preparaba y estudiaba previamente con minuciosidad, podría revestir unas

consecuencias internacionales de suma gravedad para España. Bastaría la simple presencia de

unidades navales del país en las inmediaciones de la costa marroquí para provocar el nerviosismo y

la suspicacia de todos los gabinetes europeos, por lo que aconsejaba una <<acción ( diplomática

preparatoria) simultánea y uniforme ante los Gobiernos mantenedores del statu quo >>, en la que

se expusiera la historia de las negociaciones con el gobierno marroquí, los fundamentos jurídicos

internacionales de los derechos de España y la indolente actitud del Majzén. Paralelamente, se

ofrecía a realizar una tarea similar entre sus colegas del Cuerpo diplomático en Tánger. La acción

debería tener la misión fundamental de convencer a Europa del carácter ineludible de la acción

militar española y conseguir de ella su sanción. En caso contrario, se corría el riesgo de provocar

un conflicto de gran trascendencia, puesto que si bien es cierto que Ojeda entendía como

absolutamente descabellada la hipótesis de una presión externa alentando y determinando la

política anti-hispana del Gran Visir, en cambio sí que consideraba probable dada la evidente

aproximación de España hacia Francia, iniciada desde el momento de la llegada de los

conservadores al poder, que la operación española, en caso de producirse, fuera percibida

internacionalmente -al coincidir en el tiempo con la invasión del Tuat- como un intento conjunto

y concertado de los dos países con pretensiones más firmes en el Imperio para invadirlo y repartirse

el territorio.

Frente a la resolución del jefe del gobierno, resulta evidente la distinta inclinación del

plenipotenciario español, más mesurado y menos proclive a la utilización de la violencia. En un

momento en que la diplomacia de las cañoneras se había constituido como un sustitutivo de la

normativa del Derecho Internacional en las relaciones entre las potencias racialmente blancas y el

resto de pueblos de la tierra, como lo había probado en el año anterior el incidente en Tánger del

crucero Chicago, el diplomático se resistirá siempre al empleo por España de este tipo de medidas,

649
chocando indefectiblemente con las posturas de fuerza de los sucesivos gobiernos

restauracionistas.1053 Sus preocupaciones, fruto del agobio y de la tensión que experimentaba ante

lo dilatado del conflicto, le llevarían a escribir al día siguiente a Silvela reiterándole la necesidad de

acudir a la vía de solicitar un permiso de todas las naciones europeas antes de emprender las

hostilidades. A pesar de su expresa confianza en que Bu Ahmed acabaría cediendo y no sería tan

siquiera necesaria la presentación del ultimátum, Ojeda barajaba todas las posibilidades de una

futura acción española. En este sentido, defendiendo en último extremo la opción de una actuación

naval, realizaba un repaso histórico de las ocurridas en Marruecos desde 1844, y resaltaba como los

últimos cinco años habían sido testigos de una serie de acontecimientos, debidos " a la arrogancia

y al fanatismo que aquejan a los Gobernantes del Imperio" que habían motivado el envío

constante a las costas del país de escuadras o buques de diversas potencias, expediciones que jamás

habían desembocado en abierta hostilidad o en guerra declarada contra el Sultanato, por lo que por

los escasos riesgos que comportaba se decantaba por este procedimiento, que le parecía el menos

comprometedor para España, frente a los otros. A continuación Ojeda estudiaba las características

que podía tener esta intervención naval. Se abrían ante el gobierno español diferentes opciones: el

bloqueo de los puertos de la costa atlántica de Marruecos, el desembarco de fuerzas de infantería de

marina tendente a retener bajo control español las aduanas del Imperio, o un golpe de mano

conducente a tomar por asalto el crucero imperial Bashir, fondeado en la rada de Tánger.

En cuanto al modo de realizar la acción punitiva, Ojeda comentaba la posibilidad de

consultar previamente los informes que sobre las costas y puertos marroquíes suponía habrían sido

efectuados por los servicios de información correspondientes de los Ministerios de Guerra y

Marina. Paralelamente, la red de confidentes creada por Ojeda en el Imperio le había permitido

1053
Un incidente similar se produciría en 1901 entre Ojeda y el liberal Duque de Almodóvar, nuevamente Ministro de
Estado en el gobierno de Sagasta, cuando se produce el secuestro y asesinato de dos jóvenes españoles por algunos
cabileños en las proximidades de Arzila.

650
acumular también numerosos datos, cuyo envío anunciaba a Silvela, a fin de preparar los detalles

de la operación militar.1054

Sin embargo, el mayor quebradero de cabeza del diplomático lo constituía un hecho que, por

otro lado, es harto significativo del desarrollo de una conciencia nacional muy avanzada y de un

sentimiento patriótico profundamente enraizado en el pueblo marroquí que Ojeda sino es

plenamente consciente, sí alcanza a intuir. 1055 Su argumentación se basaba en la convicción de que

el enfrentamiento entre españoles y marroquíes, de producirse no revestiría los caracteres clásicos

de una guerra 'convencional' librada entre el Ejército español y las fuerzas regulares del Sultán. La

guerra que se desataría, en su opinión, iba a adquirir unas dimensiones tales que Ojeda entendía que

el jefe del Gobierno, por su desconocimiento del país, no lograba calibrar. Y es que el conflicto iba

a ser una guerra 'total' desde el punto de vista marroquí, una guerra librada por España contra toda

una sociedad y contra todo un pueblo. Una guerra que desataría los sentimientos de solidaridad e

independencia entre la población marroquí y que abarcaría diversos frentes y diversas modalidades.

Además una agresión militar española iba a revestir caracteres distintos a la de cualquier otro país,

dado que las posesiones de España limítrofes con el Imperio y los núcleos de emigrantes dispersos

por las ciudades de la costa atlántica1056 proporcionaban numerosos puntos de contacto con los

1054
Ojeda a Silvela. 12 de Febrero de 1900. Despacho nº 20, reservado. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 354 / Ex. 3.
1055
La conciencia de formar una nación, según autores como Abdallah Laroui o Germain Ayache, estaba ya
firmemente enraizada entre los habitantes del Marruecos finisecular. De hecho, Laroui resalta que " el marroquí es, y se
siente, diferente por su forma de vestir, de hablar y los límites que reconoce a un territorio que nombra y que dice
pertenecerle. Los hechos permiten incluso ir más lejos y sostener que, sin la presión europea en el siglo XIX, habría
habido cada vez menos confusión entre patria terrestre y patria espiritual. Un mundo musulmán que había
experimentado, desde hacía tiempo, una multiplicidad de poderes políticos no podría mantenerse eternamente ajeno a
una noción territorial". Las fuentes documentales que el historiador marroquí maneja y que van desde los textos de
periodistas y viajeros con resabios a etnógrafos hasta la correspondencia de los diplomáticos europeos muestran " la
evidencia de que (en el Imperio) no existía contradicción alguna entre juramento de fidelidad islámico, y juramento de
fidelidad territorial, que ningún elemento de la historia del Islam magrebí se resistía a una lenta diferenciación según
unas determinadas líneas etnológicas, económicas y lingüísticas, formando así el marco material de una afirmación
nacional.)" . Véase Laroui, A.: Orígenes sociales y culturales..., op.cit, pp. 33- 75. Cfr. también Ayache, G.: "Le
sentiment national dans le Maroc du XIXe siecle ", en Etudes d´histoire marocaine, Rabat, S.M.E.R., 1979, pp. 177-
198; vid. Azzuz Hakim, M. I.: El socialismo español y el nacionalismo marroquí...op.cit., pp. 15-17.
1056
A diferencia de lo que ocurría en la emigración española hacia tierras argelinas, el mayor contingente de
emigrados a Marruecos, desde un punto de vista laboral, no lo constituían los trabajadores agrícolas, sino los
relacionados con el comercio y transportes. Incluso desde los primeros años recogidos en las estadísticas oficiales, a
partir de 1882 representaban prácticamente la mitad del total de individuos con profesión conocida que se trasladaban
a Marruecos. En tales circunstancias, es lógico entender su asentamiento no en el agro, sino en las ciudades atlánticas

651
habitantes del Sultanato, que reaccionarían atacándolos. Ojeda entendía asimismo que al no tratarse

de un enfrentamiento puntual y localizado, sino de carácter generalizado, la que en principio había

sido pensada como expedición punitiva al rebasar ese marco provocaría consecuencias dentro de

España, al propiciar una explosión de sentimientos colectivos, difícilmente controlables por el

gobierno de Silvela. Estos acontecimientos demostraban, a su juicio, que toda futura acción militar

sobre Marruecos ofrecería serias dificultades, por lo que cualquier nación, antes de asumir

responsabilidades ante las demás de Europa sobre su participación en el futuro marroquí, debía

meditar detenidamente sus propósitos:

"El punto que merece especial atención por parte del Gobierno, por ser peculiar a
España y envolver trascendentales consecuencias, es el del estado de guerra entre España y
este Imperio que ha de originar lógicamente el rompimiento de las hostilidades en un
punto, por más remoto que sea, del Imperio marroquí. Porque, habiendo forzosamente de
ser el conflicto, cuya posibilidad consideramos ahora, no entre una guarnición española y
las cabilas fronterizas sino entre el Sultán y España no cabe admitir su localización en una
región determinada como sucedió en Melilla en 1893. Hay, por tanto que tener en cuenta el
choque probable entre españoles y marroquíes en todos aquellos puntos en que unos y otros
se hallen en inmediato contacto. Las demás naciones, al proyectar un escarmiento por
medio de bombardeos o de otras operaciones agresivas, han podido prescindir por entero
de este aspecto de la cuestión, porque ni tienen en las ciudades las numerosas colonias que
tiene España ni los mismos intereses esparcidos por el Imperio ni poseen como nosotros
plazas fuertes expuestas a agresiones, cuya mera mención provocaría en España una
explosión incontrastable del sentimiento nacional que fatalmente nos arrastraría a la
reproducción de la campaña de 1859". 1057

Silvela procuró calmar al atribulado diplomático, remitiéndole el 13 un telegrama en el

que notificaba a Ojeda la aceptación por el Gobierno del aplazamiento pedido por Torres para la

entrega de la nota conminatoria que supondría el ultimátum y diez días después enviaba a Tánger

un despacho reservado donde intentaba tranquilizar los ánimos del representante español,

donde existía un mayor nivel de desarrollo económico. Véase Bonmatí, J. F.: Españoles en el Magreb. Siglos XIX y XX,
Madrid, Mapfre, 1992, pp. 217-226.
1057
Ojeda a Silvela. 12 de febrero de 1900, documento ya citado.

652
manifestándole que el gobierno no tenía intención de utilizar aquel incidente para provocar una

guerra con Marruecos, "que en estos momentos -recalcaba- sería altamente perjudicial para los

intereses nacionales", sino simplemente, lograr mediante la amenaza del empleo de métodos de

fuerza la revocación de las ordenes imperiales, contrarias a lo estipulado en los convenios y el

levantamiento total del aislamiento de Alhucemas y Vélez de la Gomera. Sin embargo Silvela no se

recataba en anunciar que no le iba a temblar el pulso, en el caso de que se prolongara aquella

angustiante situación de bloqueo de los presidios para emplear los procedimientos violentos

restauradores del honor y de la dignidad de España comprometidos por el envite del Gran Visir.

Volviendo sobre la vía de presentar esa opción como muy lejana, le indicaba por primera vez su

intención, si llegaba el caso, de solicitar el concurso previo de otras potencias y de recurrir a todos

los medios diplomáticos a su alcance, utilizando modulaciones más enérgicas y sutiles si cabía

para forzar de manera pacífica al Majzén a cambiar de actitud.

Sin embargo las semanas transcurrían y la contestación de Bu Ahmed no llegaba. La

situación no mejoraba. El Gran Visir había decidido echar un pulso a la diplomacia española, a fin

de descubrir hasta donde estaba dispuesta a llegar, y por ende, este reto iba encaminado a conocer

el verdadero grado de la debilidad del país. Por ello, el 5 de marzo, Ojeda remitía al Ministerio de

Estado un telegrama en que expresaba a Silvela la necesidad de dirigir una tercera nota al Gran

Visir, pero en términos que no pudieran dar a entender que se trataba de un verdadero ultimátum.

En el documento se otorgaría al Majzén un último e improrrogable plazo de veinte días para hacer

efectivo el levantamiento del bloqueo, al cabo de los cuales el Gobierno español se reservaba plena

libertad de acción para obtener sus reivindicaciones. 1058 Obtenida la conformidad para el proyecto

del jefe de Gobierno, 1059 Ojeda presentaba el día siguiente a aprobación del mismo un texto que el

diplomático redactaba en los términos ya enunciados, haciendo especial hincapié en lo arbitrario de

una medida (el bloqueo) que no sólo suponía una muestra de descortesía hacia España y era

1058
Telegrama cifrado de Ojeda a Silvela.5 de Marzo de 1900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).Caja
354/Ex. 3.
1059
Ibidem .Telegrama cifrado de Silvela a Ojeda.6 de Marzo de 1900.

653
atentatoria de los compromisos con ella contraídos por parte de Marruecos, sino además constituía

un acto de aberrante inhumanidad, que había privado de los recursos básicos para su subsistencia a

las dos guarniciones españolas, condenándolas a la gravísima situación en que se hallaban. En el

documento se introducía, como nueva medida de presión, la amenaza de suspender definitivamente

el proyectado viaje oficial de Ojeda a Marrakesh con motivo de la presentación de las cartas

credenciales al Emperador.1060 Una vez aprobada la nota por Madrid, 1061


el día 8 era presentada

por el intérprete Saavedra al Delegado del Sultán. Al hacerlo, éste comunicaba a la Legación

española que la respuesta del Gran Visir a la nota anterior del Gobierno de Silvela ya obraba en su

poder. Al estudiarla, Ojeda pudo comprobar como el argumento principal utilizado por el primer

funcionario del Majzén para justificar la infracción de los tratados era la evidencia del contrabando

de mercancías que cotidianamente se producía entre las plazas españolas y el litoral marroquí,

auspiciado por los protegidos españoles en el territorio, mencionando especialmente al hebreo Isaac

Pinto, cuyos intereses ya se habían visto afectados por la acción de la mehal.la bajo las ordenes del

Bugdadi en octubre de 1898. Bu Ahmed exponía su desazón por la indiferencia con que las

autoridades españolas atendían las protestas del Majzén así como el escaso interés demostrado por

las guarniciones de las plazas en reforzar las medidas de vigilancia; las autoridades marroquíes

entendían que España se había despreocupado completamente de tomar dichas medidas, al

declararse ante el Gobierno del Sultán impotente para reformar los reglamentos de navegación y

comercio que regían en sus plazas y querer desentenderse del asunto, argumentando que el

contrabando se realizaba exclusivamente en un territorio fuera de su jurisdicción. Ante esto la

reacción de Ojeda, en las entrevistas que después de la lectura de la nota realizó con Mohammed

Torres, fue la de negar la realidad, pues tal y como evidencian las fuentes documentales

marroquíes, el contrabando desde todas las posiciones españolas generaba un intenso tráfico de

mercancías de todo tipo, incluyendo armamento y municiones hacia los puntos más diversos del

1060
Ibidem. Telegrama cifrado de Ojeda a Silvela. 6 de Marzo de 1900.
1061
Ibidem. Telegrama cifrado de Silvela a Ojeda. 8 de Marzo de 1900.

654
1062
Sultanato. Sin embargo, Ojeda exponía a Torres su negativa a aceptar como válidas y exactas

las exorbitantes proporciones del contrabando que indicaba el Majzén. En su lugar señalaba que

recientemente las autoridades militares españolas en el Rif habían redoblado sus esfuerzos para

combatirlo y que de hecho había desaparecido casi por completo. En este punto de la discusión,

Torres, aceptando el derecho de suministro de víveres a Alhucemas y Vélez de la Gomera, que los

convenios con España recogían y que de hecho se venía ejerciendo durante cuarenta años,

anunciaba el propósito del Majzén de levantar el bloqueo, pero sometiendo tal acto a una serie de

condiciones previas. El diplomático español en lugar de encontrarse satisfecho exponía más tarde a

Silvela la sensación de que si el Gobierno jerifiano realizaba tal acto, éste revestiría el carácter de

condescendencia del Majzén, otorgando una gracia, y no en consecuencia el del cumplimiento de

una obligación emanada de los tratados hispano-marroquíes que comportaba la aceptación de un

derecho español. En ese sentido ese acto de gracia se condicionaba al cumplimiento de una serie de

condiciones que, de facto, quería imponer el Majzén al gobierno de Madrid. Es decir era un claro

movimiento en la línea de seguir recortando los privilegios de España en el territorio. De hecho,

tales condiciones las contemplaba Ojeda como un sometimiento a la voluntad imperial, como

"atentorias por tanto a la dignidad nacional", y como tal, no encaminadas - así eran contempladas

desde el lado español- a resolver el problema, sino a refrendar los postulados e intenciones

defendidos por el gobierno del Sultanato: "(....) estas condiciones , son además de tal naturaleza,

que su aceptación por España que aparecería forzosamente ser la consecuencia del arrogante

1062
Asimismo, numerosos documentos procedentes tanto del archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores francés
como de archivos militares de este país atestiguan la complicidad española especialmente en el contrabando de armas.
Historiadores anglosajones como Ross E. Dunn indican, sin embargo, que esta documentación debe ser manejada con
precaución y cautela, teniendo en cuenta, sobre todo, la firme resolución francesa de oponerse a la influencia creciente
de España en el noreste marroquí. Con todo, la intervención española en el contrabando que se efectuaba a través de las
playas rifeñas fue un fenómeno observado por un numeroso conjunto de testigos europeos durante un largo período de
años. La abundancia de modernos fusiles, incluyendo gran número del modelo español Mauser de 1888 entre los
partidarios del Rogui Bu Hamara cuando estalle la rebelión por él encabezada a partir de 1902, es quizás la mejor
evidencia de la complicidad española en el contrabando. Cfr. Dunn, R. E.: " Bu Himara´s European connexion: The
commercial relations of a Moroccan Warlord " en Journal of African History, 21, 1980, pp. 235-253. Por otro lado, las
pruebas documentales que es factible encontrar hoy en día por parte de los investigadores que se acercan al Archivo
General de la Administración de Alcalá de Henares testifican indefectiblemente el protagonismo español en los
intercambios ilegales de contrabando y en el tráfico de armas. Véase: Informe de la Sección de Política (África) del
Ministerio de Estado. 5 de Enero de 1.898. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 199/Ex. 1.

655
proceder del Gobierno Sheriffiano envolvería seguramente, entre otras eventualidades aún más

temibles, el desmoronamiento inmediato de nuestro prestigio en África ". 1063

Las aludidas condiciones eran:

a) La prohibición en el futuro de que cualquiera de los habitantes de las dos plazas pudiera

trasladarse libremente a las costas rifeñas, con lo que ello suponía de anulación de las cláusulas de

los tratados y convenios de 1859, 1860 y 1861 que garantizaban a todos los súbditos de la

monarquía española la libertad de circulación y tránsito por todo el territorio del Imperio. Las

cláusulas de dichos convenios establecían que, según las circunstancias, y de acuerdo a sus

intereses, España podía restringir voluntariamente dicha libertad de circulación. Ahora se entendía

que la supresión de tales cláusulas supondría una imposición del gobierno marroquí. Disponiendo a

partir de ese momento de tal prerrogativa, el Majzén podía pretender –en el futuro- hacer extensiva

la prohibición de circulación por el Sultanato a todos los ciudadanos españoles que, en cualquier

circunstancia, quisiesen transitar por cualquier parte del territorio marroquí.

b) La segunda cláusula era vista como un ataque encaminado a recortar la soberanía de

España en sus plazas fuertes de Marruecos, puesto que pretendía eliminar la jurisdicción española

sobre los ciudadanos marroquíes en tránsito por los presidios. Tal pretensión partía del hecho de

que el Majzén consideraba a dichas posesiones españolas como parte irredenta del territorio

nacional marroquí, en la que se debían aplicar con la lógica de su criterio, las prescripciones legales

que regían en todo el resto del Imperio.1064

En realidad estas medidas aparte de las reivindicaciones de soberanía sobre los territorios en

manos de España, no venían a ser sino una continuación de la línea política seguida por Mawlay

Hassan I durante el siglo XIX, y que Bu Ahmed, el Gran Visir, no hizo sino retomar. Los Sultanes

habían acabado por no tener confianza en ningún Estado europeo, pues sabían que todos ellos en
1063
Ojeda a Silvela. 11 de Marzo de 1900. Despacho nº 33, reservado. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 354/ Ex.3.
1064
Los tratados entre Marruecos y España contemplaban en el apartado de las relaciones jurídicas que los súbditos
españoles acusados de cualquier infracción o delito en el Imperio serían juzgados por tribunales consulares, mientras
que los marroquíes involucrados en causas concernientes a intereses hispanos o a ciudadanos españoles quedarían
sometidos a los tribunales del país.

656
definitiva pretendían lo mismo de Marruecos; en este sentido, entendían perfectamente que a un

mayor desarrollo del comercio exterior, se estaba produciendo una mayor afluencia de europeos

residiendo o transitando por las tierras del Imperio, con lo que aumentaría la resistencia nacionalista

de sus habitantes, y se produciría un mayor número de incidentes. Los sultanes, guardianes de la

soberanía comunitaria, base de su legitimidad y responsables de la seguridad del territorio, debían

al mismo tiempo reforzar su ejército para contener el descontento popular y pagar las

indemnizaciones solicitadas por las potencias (en compensación por los incidentes que afectaban a

sus súbditos en el Imperio), unas cargas cada vez más pesadas. Así, cuanto más se iba abriendo el

país a la influencia y a la actividad europea, más se hundían en la ilegitimidad, y mayores motivos

justificaban la rebelión de las masas empobrecidas. Como Mawlay Hassan I, o Abd al- Aziz

durante este período, no podían resolver la situación, sólo les quedaba retrasar las consecuencias

del proceso: de ahí las tácticas dilatorias empleadas en todas las negociaciones diplomáticas por el

Majzén, los cambios frecuentes de la residencia imperial para evitar visitas inoportunas de los

diplomáticos europeos, y las prohibiciones a los europeos de circular por el país, de acudir a los

zocos rurales, de efectuar compras de inmuebles en las ciudades, o de perseguir a los ciudadanos

marroquíes morosos y deudores de casas comerciales extranjeras. El Majzén sabía que el comercio

europeo minaba la independencia marroquí y terminaría por eliminarla. Esta es la lógica marroquí

del litigio. Esta lógica venía a incidir en caminos anteriormente trazados por el propio Majzén, pues

poco antes, el Gran Visir había dirigido al cuerpo diplomático en Tánger una circular prohibiendo

totalmente el tráfico marítimo comercial de chalupas y embarcaciones europeas por las costas del

Rif, que Ojeda también había entendido como un golpe destinado exclusivamente a socavar la

posición de España en la región. 1065

Ojeda estimaba que la acción marroquí había llegado al límite en su intento de probar la

capacidad de resistencia y de reacción españolas. Asimismo llevado por los sentimientos de

superioridad racista, que afloran en toda su correspondencia y que ofuscan su comprensión de las

1065
Ojeda a Silvela. 11 de marzo de 1904, documento ya citado.

657
situaciones que analizaba, elaboraba una hipótesis en la que trataba de incardinar el litigio con una

maniobra supuestamente prevista por el Gran Visir de cara a contrarrestar su anunciada visita a

Marrakesh:

"(...) ha sido siempre práctica del Gobierno Sheriffiano el tratar por todos los medios
posibles de colocar a los Representantes que visitan al Sultán en una situación de relativa
inferioridad que a la vez que satisface la mórbida vanidad musulmana, tiene por objeto más
práctico, el de moderar las pretensiones y dar al traste con el vasto programa de
desagravios y reclamaciones que llevan generalmente dichas Embajadas extranjeras. No se
ha apartado de estas tradiciones el Maghzen en sus relaciones con España. (....) El
raciocinio del Gran Visir ante la perspectiva de mi Embajada, y dados los planes cuya
realización persigue, puede resumirse en pocas palabras."1066

Este plan de Bu Ahmed consistía, según Ojeda, en la pretensión de poner a España en la

tesitura de aceptar o rechazar de manera terminante las condiciones del Majzén. En el primer caso,

de aceptarlas el gobierno restauracionista, el bloqueo de Alhucemas y Vélez de la Gomera se habría

saldado con un éxito sin precedentes de la diplomacia marroquí y habría evidenciado la situación de

máxima debilidad española. En el segundo caso, de rechazarlas, el Gran Visir suponía que el

desbloqueo de las plazas monopolizaría el contenido de las negociaciones entre Ojeda y el

Gobierno jerifiano durante su próxima visita a la Corte, con lo cual quedarían relegadas a segundo

término u olvidadas, las múltiples quejas y reclamaciones hispanas pendientes de contestación por

el Majzén, así como las peticiones de cesiones territoriales que debía de llevar el plenipotenciario

español a Marrakesh.

Como conclusión consideraba el diplomático que dada la imposibilidad de aceptación por

parte de España de las condiciones, era el momento oportuno de redactar y presentar a Torres una

definitiva nota conminatoria en la que se rechazara la imposición de las disposiciones que

pretendía el Majzén, y se acusase al Gobierno jerifiano de infringir violentamente sus compromisos

internacionales; se le echaría en cara asimismo al Gran Visir el subordinar la vigilancia y represión

1066
Ibidem.

658
del contrabando por parte marroquí a la resolución del litigio. La nota -según Ojeda- tenía que

rechazar asimismo el intento de recorte de la soberanía española en sus plazas fuertes, y censurar en

definitiva la escasa atención con que el Gobierno Imperial había ido tratando las reivindicaciones

españolas, haciendo caso omiso de todas ellas, para acabar exigiendo el levantamiento inmediato e

incondicional del bloqueo de las dos guarniciones. El diplomático entendía que la nota no debía de

contemplar un plazo explícito para su aceptación. Discrepando notablemente de las intenciones más

expeditivas del jefe del Gobierno, sugería a Silvela que los siguientes pasos debían de ser la

consulta obligada a las cancillerías europeas, para posteriormente, y en caso de producirse un nuevo

incumplimiento de las exigencias españolas, darle a la acción que se iba a iniciar un carácter de

actuación colectiva de las potencias europeas evitando en todo momento y por encima de cualquier

circunstancia, la iniciativa armada aislada de España. El comportamiento de Ojeda mereció la

aprobación del gobierno, que no hizo ninguna modificación a la redacción del texto que elaboró el

diplomático. 1067

El incidente, sin embargo, estaba tocando a su fin. Trasladada la nota al Delegado del Sultán

en la mañana del día 17, al proceder a su lectura y conocer su contenido, Torres entregaba al

intérprete Saavedra una carta abierta para Ojeda que ya tenía preparada, en la que ordenaba

incondicionalmente al Bajá del campo fronterizo de Alhucemas el inmediato restablecimiento de la

situación anterior al litigio. La perspectiva de un serio conflicto había terminado con la política de

tanteo que Bu Ahmed venía ensayando con España. Se había estado muy cerca del comienzo de

una intervención armada española, pero la marcha atrás del Gobierno Imperial disipaba ya los

temores de Madrid: no había lugar ya para los pensamientos belicistas de Silvela que habían

contemplado la posibilidad de una expeditiva acción de fuerza, ni para los del más comedido y

temeroso Ojeda que había querido minimizar la trascendencia de la acción española, derivándola

hacia una actuación colectiva de las potencias europeas. Los meses siguientes sin embargo

siguieron contemplando la inquebrantable voluntad del jefe del Gobierno español por no quedar
1067
Telegrama cifrado de Silvela a Ojeda, 15 de marzo de 1900. A.G.A. África. Sección Histórica. (Marruecos). Caja
354 / Ex. 3.

659
descolgado en la carrera por el reparto de Marruecos. Silvela iba a agotar todas las vías pacíficas

para conseguir una penetración efectiva en el sur del país, con una finalidad ante todo estratégica,

de cara a la defensa de las Canarias, pero que a la vez sirviese como base para posteriores

maniobras que apuntasen hacia el corazón del Imperio.1068 Constituyeron la muestra de la firme

voluntad asimismo de incorporarse a la corriente del imperialismo dominante, en un momento en

que el ataque francés en el territorio del Tuat y la amenaza que suponían las pretensiones galas

sobre los territorios de Tarfaya, Sus y la Saguia el- Hamra, hacían peligrar toda la labor de España

en el Imperio jerifiano a lo largo de la centuria. Por último, los acontecimientos posteriores al

incidente de Alhucemas y Vélez sugieren la determinación de Silvela de actuar en política

internacional sin una subordinación a los intereses de Francia, es decir con un suficiente margen

autónomo de maniobra de cara a conseguir unas incorporaciones territoriales que fuesen rentables

para los intereses nacionales, si no económicamente, sí de cara a los intereses de la seguridad y la

defensa del territorio nacional.

El plenipotenciario español juzgó oportuno contestar a las pretensiones del Gran Visir,

remitiéndole una nueva nota con la intención de no alentar con su silencio las acusaciones

formuladas contra las autoridades militares de las plazas del Rif de consentir la existencia del

contrabando. Su idea era refutarlas y no pasarlas por alto, evitando dar al Majzén la impresión de

una aquiescencia tácita por parte de la diplomacia española de las pretensiones del Gobierno

Imperial.1069 El 21 de marzo un telegrama del jefe del Gobierno expresaba a la Legación española
1070
su satisfacción por los términos en que se había solucionado el conflicto y el Ministerio de

Marina ponía a disposición de Ojeda el cañonero-torpedero Martín Alonso Pinzón para trasladar el

documento redactado por la administración imperial desde Tánger hasta el islote de Alhucemas.1071

1068
Juan Pérez Caballero, Sub-Secretario de Estado al Ministro de Estado, marqués de Aguilar de Campóo.15 de
Agosto de 1900. Carta particular. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja M-62./ Ex. 1.
1069
Telegrama cifrado de Ojeda a Silvela. 17 de marzo de 1900; Ojeda a Silvela, 17 de marzo de 1900. Despacho nº
36. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 354 / Ex. 3.
1070
Ibidem. Telegrama cifrado de Silvela a Ojeda. 21 de marzo de 1900.
1071
Telegrama del gobernador militar de Melilla, general Hernández dirigido al gobernador militar del Peñón. 2 de
Abril de 1.901. S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.

660
El día 27 el cañonero llegaba a aguas rifeñas y transmitido el pliego imperial al Bajá del campo

fronterizo, quedaban inmediatamente restablecidas las comunicaciones entre la guarnición y las

cabilas vecinas. 1072 Con ello desaparecía el obstáculo que había venido retrasando el viaje de Ojeda

a Marrakesh. El diplomático, como acto de buena voluntad ante su visita a la Corte, y a petición de
1073
Torres, declinaba enviar su última nota a Bu Ahmed. El 3 de Abril el gobernador militar de

Alhucemas telegrafiaba al comandante general de Melilla que la orden para que se levantase el

bloqueo del Peñón de Vélez no había sido todavía impartida. La tenían que conducir los askaris que

iban a relevar a los que prestaban su servicio en la línea fronteriza. Sin embargo, algunos

marroquíes habían comenzado a acercarse a Vélez, trayendo víveres.1074

Aprovechando la debilidad española subsiguiente a la derrota en la guerra con Estados

Unidos, las autoridades marroquíes habían intentado borrar la presencia de España en las costas del

Rif, forzando el bloqueo de las plazas de Alhucemas y Peñón de Vélez de la Gomera, operación

que se había prolongado durante seis meses. El gobierno conservador había salvado este pulso del

Gran Visir y saldría de él, dispuesto a proseguir su política de infiltración económica y política en

la región. Por otra parte, llama la atención que el bloqueo no haya quedado registrado en los libros

de autores como G. Maura y Gamazo o J. Becker que historiaron esta etapa de las relaciones

hispano-marroquíes. Sin embargo, repasando la prensa española de la época se comprende esta

circunstancia: estos medios no dieron gran importancia a estos acontecimientos. Así la cuestión del

bloqueo sólo fue objeto de unas breves líneas en los principales periódicos madrileños. No fue una

cuestión tratada en los editoriales, ni presentada o esgrimida como un ‘casus belli’, o como un

incidente grave en materia de política internacional, digno de mención, de preocupación, una

oportunidad para exigir al gobierno conservador medidas de venganza frente a Marruecos.

1072
Telegrama cifrado del comandante de la guarnición de Alhucemas, Anastasio Terrón al Ministro Plenipotenciario
de España en Tánger. 27 de marzo de 1900. ; Oficio del comandante de la guarnición de Alhucemas a la Legación de
España en Tánger.A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 354 / Ex. 3.
1073
Ibidem .Telegrama cifrado de Ojeda a Silvela. 28 de marzo de 1900.
1074
Telegrama del Gobernador del Peñón al Comandante General de Melilla. 2 de Abril de 1.900/ Telegrama del
Gobernador militar de Alhucemas al Comandante General de Melilla. 3 de Abril de 1.900. S.H.M. Archivo de la
Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.

661
Únicamente muy posteriormente, a mediados del siglo XX el cronista Et-tabyi se ocupó del tema en

un artículo escrito en el Diario de África,1075 en el que atribuye el bloqueo que sufrieron los

Peñones a una decisión personal, más bien un capricho del príncipe Mulay Abu Beker. Según este

autor, la idea respondería a una acción de represalia de la autoridad marroquí ante el hecho de que

los españoles hubiesen recibido en Alhucemas y en Vélez a los fugitivos Bocoyas que escapaban

del ataque de la mehal.la jerifiana en 1898. Et- Tabyi extrae sus datos de un libro, Las efemerides y

curiosidades, de Gabriel de Morales al que presenta como modelo de veracidad y objetividad,

respaldando sus argumentos en que la obra fue escrita a base de documentación consultada en los

archivos oficiales y redactada en momentos muy cercanos a los hechos que se narraban.

1075
Et-tabyi: " Mulay Bu Beker ", en B. N. Madrid. Miscelánea García Figueras. Tomo LXXIII, pag. 294.

662
RESUMEN

Las fuerzas imperiales marroquíes desplegadas en el Rif comienzan a asumir directamente

las tareas de defensa del territorio, combatiendo las injerencias imperialistas europeas. No sólo

hacen frente a la infiltración francesa en la región, sino que intentan contrarrestar las actuaciones de

los confidentes de las guarniciones hispanas de Chafarinas y Melilla y la del naciente partido ‘pro-

español’ formado entre los habitantes de la bahía de Alhucemas. La llegada de los conservadores al

poder en España supone el final de la aproximación a Gran Bretaña en los asuntos marroquíes que

había ensayado el gobierno Sagasta durante los meses anteriores. Al formar gobierno, Silvela tiene

la pretensión de acabar con la política de confrontación con Inglaterra a propósito de las

fortificaciones de Gibraltar. Por ello entrega al Embajador británico en Madrid, Drummond Wolf

un documento en el que manifestaba su deseo de mantener el ‘statu quo’ en los territorios cercanos

a la base británica y aseguraba que no tenía intención de atacarla.

El estadista conservador es consciente de que hay que practicar una política imperialista en

África si la nación quiere seguir contando como potencia europea. Al mismo tiempo es consciente

de la necesidad de obtener una garantía de la integridad del territorio nacional y por ello ensayará la

vía de aproximación a la Dúplice francorusa. Y eso a pesar de que los franceses siguen con su labor

de zapa en el Sultanato, apuntando en sus movimientos expansionistas hacia las provincias

orientales de Marruecos. La postura del Ministerio de Estado español no es ya la de 1887 o la de

comienzos de la década de 1890. Ni hay un intento de contención de las tendencias imperialistas

galas, ni se busca poner freno a su expansión. Por otra parte la diplomacia española tampoco busca

disuadir al Quai d´Orsay de realizar cualquier acto hostil contra Marruecos. Al cesar la

aproximación al Reino Unido, y romperse con la línea de actuación seguida por los liberales, queda

en el Sultanato el campo abierto para los movimientos galos. La diplomacia hispana no

protagonizará ya ninguna iniciativa de relevancia en Marruecos durante los siguientes meses.

663
Silvela negociará a lo largo de 1899 la entrada de España en la Dúplice francorusa.

Fracasado un primer intento, cuando se produzca en el otoño la visita de Muravieff, el Ministro de

Exteriores del Imperio zarista a San Sebastián, Silvela aprovechará la ocasión para proponer la

entrada de España en una alianza continental con Alemania, Rusia y Francia.

A finales de año, el Majzén prosigue su estrategia de reforzar la soberanía imperial en las

costas rifeñas. Esta actuación culmina cuando las guarniciones españolas en Alhucemas y Vélez de

la Gomera quedan bloqueadas e interrumpido en ellas el suministro diario de víveres. Se inicia así

un conflicto incruento, limitado entre los gobiernos español y marroquí. El Majzén desea

aprovechar la debilidad militar española, subsiguiente a la derrota frente a los Estados Unidos, para

borrar la presencia de España del Rif. Tras semanas de intensas gestiones diplomáticas por parte del

Ministerio de Estado, el incidente termina cuando las fuerzas imperiales levantan el bloqueo.

664
CAPÍTULO 8

1900 (I):

La ruptura del statu quo marroquí. La invasión francesa del


Sultanato.

8.1. La ruptura del ‘statu quo’. Operaciones francesas en el Tuat.

Solucionado el incidente de Fachoda y monopolizada por otra parte la atención británica en

torno a la guerra contra los bóers, las autoridades francesas encontraron el camino libre para la

>fabricación > de un incidente fronterizo en el Sáhara que les sirviera como pretexto para iniciar la

ruptura del 'statu quo' marroquí y comenzar la invasión del Sur-este del Imperio. 1076

El gabinete de Lord Salisbury tenía a finales de 1899 preocupaciones más urgentes que las

derivadas de la violenta irrupción gala en los territorios saharianos del Imperio marroquí. A lo largo

del año una campaña periodística había ido excitando los ánimos de la opinión pública británica en

contra de los Estados bóers de Orange y Transvaal. A la vecina colonia de Natal habían comenzado

a llegar refuerzos militares (en torno a los 10.000 hombres) procedentes de la India; era una

consecuencia de la actitud del gobierno inglés, que había optado ya por la guerra como solución a

sus discrepancias con los bóers.

El día 9 de Octubre de 1899, ante tan críticas y amenazadoras circunstancias, el Gobierno del

Transvaal envió a la reina Victoria un ultimátum exigiendo la retirada de las tropas inglesas

establecidas en la frontera. Los británicos hicieron caso omiso del comunicado.

La guerra anglo-bóer estallaba el 11 de octubre de 1899. Al día siguiente, tropas bóers

cruzaban la frontera oriental de sus Estados, y entraban en la colonia de Natal; días después, se

enfrentaban a los ingleses en Talana Haill y Elandslaagte, lugares próximos a la población de

Ladysmith que quedaba cercada. A pesar de contar las fuerzas británicas con 22.000 hombres

1076
Cfr. Parsons, F.: op. cit., pág. 503.

665
procedentes de diversas partes del Imperio y 10.000 miembros de las milicias locales, el Ejército

inglés cosechaba derrota tras derrota.

La ofensiva bóer se dirigía también contra las ciudades de Mafeking y Kimberley, mientras

que tropas procedentes de Pretoria descendían hacia el sur, llegando hasta cerca de Colesbarg, en la

colonia de El Cabo. Aun con la ventaja de contar a principios de diciembre con la llegada de un

cuerpo expedicionario de 40.000 soldados, mandados por el general sir Redvers Buller, los

británicos eran estrepitosamente derrotados en Maggersfontein y Colenso, perdiendo 11 cañones y

2.200 hombres entre muertos y heridos.

Las noticias de las victorias bóers asombraron a Europa, que esperaba una campaña rápida y

fácil. El Gobierno de Lord Salisbury, en consecuencia, dejó de atender temporalmente los asuntos

de Marruecos y se apresuró en enderezar la situación en Sudáfrica, enviando a nuevos estrategas: el

feld mariscal Lord Roberts, y Lord Horacio Kitchener, reciente vencedor de la Mahdiya en el

Sudán.1077

* *

En el mes de Diciembre de 1.899 se habían advertido ya síntomas de una futura acción

ofensiva de Francia en el Imperio marroquí. Los colonialistas francesas multiplicaban sus

actuaciones.

El partido colonial francés, a cuyo poder y ambición, siempre en oposición a los intereses

españoles, se alude constantemente en España, fue, en efecto, uno de los más poderosos grupos de

presión de la Tercera República y su peso en la política exterior francesa fue decisivo durante más

de veinte años, a pesar de que era un grupo pequeño por lo que respecta al número de sus

componentes, y poco coherente en cuanto a su estructura.1078 Contaba con fieles adeptos dentro del

cuerpo diplomático y consular, así como en los ministerios, fundamentalmente en los de Negocios

1077
Véase Romero García, E.: "La epopeya de los bóers" en Historia-16, no. 93, 1984, pp. 86-88.
1078
Véase, Andrew & Kanya-Forstner, " The French Colonial Party : Its composition, aims and influence, 1885- 1914"
en The Historical Journal, I /1971, pp. 99- 128 ; y " The French Colonial Party and french colonial war aims, 1914-
1918 " en The Historical Journal, Cambridge, IV / 1974, pp. 79-106.

666
Extranjeros y Colonias. De esta manera, con ser importante la presión que ejercía públicamente,

desde fuera de la administración -en el Parlamento y la prensa, o recurriendo a la propaganda y la

publicidad- la labor más eficaz la desarrollaba desde dentro, de una forma más privada, secreta y

directa.1079 Su sección parlamentaria era el denominado 'groupe colonial de la Chambre'. Aunque

no tenía una organización unificada, ni un dirigente formalmente designado, su portavoz y líder

indiscutible era Eugène Etienne, diputado por Orán en el Parlamento y que ocuparía hasta su

muerte, en 1921, importantes cargos en el Ministerio de Colonias. De las múltiples sociedades que

componían el partido colonial, una de las más importantes era el Comité de l´ Afrique Française,

que tenía el reconocido objetivo de lograr un gran imperio africano francés unificado, y oponerse a

las ambiciones de las otras potencias europeas que amenazaban este proyecto. A principios del

siglo XX, África ocupaba el primer lugar en los intereses coloniales de Francia. El mito de que "el

Mediterráneo atraviesa Francia como el Sena atraviesa París" capturaba por entonces la

imaginación colonialista.

El Embajador de España en Roma y máximo experto en asuntos marroquíes durante el último

tercio del siglo XIX, conde de Benomar, advertía al gobierno conservador en un despacho fechado

el 11 de Diciembre de 1899 de los propósitos expansionistas galos. Era reciente un encendido

discurso de Etienne en el Parlamento galo recomendando la expansión colonial francesa en Asia y

en África, que había merecido particular atención en los periódicos Le Temps y Le Journal des

Debats; estos rotativos, al comentar el referido discurso puntualizaban que los territorios a los que

Etienne se había referido implícitamente eran Marruecos y Siam. La polémica había atravesado los

Alpes y la impresión que aquellas manifestaciones produjeron en Italia quedaron patentes con un

análisis que el periódico romano La Tribuna realizaba de las intenciones expansionistas francesas.

Se advertía en él sobre la agresividad y el carácter insidioso de los propósitos del grupo colonial

encabezado por Etienne. Se señalaba además que a pesar de la prudencia puesta en práctica por el

1079
Nada parecido al partido colonial francés existió en España. Aunque había un dinámico grupo de "africanistas" que
hacía campaña a favor de una política activa de España en Marruecos, carecía de la resolución y organización del
colonialismo francés.

667
Ministro Delcassé, la presión de colonialistas y nacionalistas franceses iba a determinar una pronta

acción resolutiva en la política exterior del gobierno republicano. Las ideas defendidas por Etienne

en la segunda parte de su discurso no eran una elaboración personal; constituían ya el propósito

principal de casi todos los estadistas francesas; Etienne había postulado por el concepto de una

Francia conquistadora y expansionista en búsqueda de nuevas regiones a ocupar en Asia y África.

Dado que el acercamiento diplomático franco-italiano no había trascendido aún a la opinión

pública, el rotativo romano se inclinaba por abandonar el Siam a las pretensiones imperialistas

galas, pero por otro lado aconsejaba al gobierno italiano oponerse a los deseos republicanos de

acrecentar la influencia y hegemonías francesas en Marruecos.

"Hay en Francia - proseguía La Tribuna - una numerosa escuela de hombres políticos


que niegan á Italia todo derecho de ingerencia (sic) en la cuestión marroquí. Este es un
error substancial que importa corregir. La cuestión marroquí que está directamente ligada
con la gran cuestión del desenvolvimiento futuro de la del Mediterráneo ha carecido de
importancia para nosotros desde el día en que la Francia llevó a cabo su golpe de mano
sobre Túnez. Podría Italia si no se encuentra preparada o si sigue una política de ciegos,
soportar una nueva lesión de sus intereses; pero ningún italiano de buen sentido podrá
adherirse a una teoría que excluye de la cuestión marroquí su nación eminentemente
mediterránea. No es malo que sepan esto los franceses (...).1080

Esta apelación patriótica llamando al pueblo italiano a estar alerta contra los deseos

imperialistas franceses se completaba con un análisis de los restantes actores con un papel a

desempeñar en la cuestión marroquí. Se entendía que las actuaciones de éstos limitarían la francesa.

Así, el Reino Unido nunca iba a consentir la instalación militar francesa en la costa meridional del

Estrecho de Gibraltar, a la par que defendería tenazmente sus intereses económicos en el Sultanato.

Alemania se opondría a las gestiones francesas, alegando asimismo poderosos intereses

económicos. Finalmente el rotativo anunciaba:

1080
Despacho no. 202 del Embajador de España en Roma, Conde de Benomar dirigido al Ministro de Estado, Francisco
Silvela. 11 de Diciembre de 1.899. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 /Ex. 1

668
"Toda acción dirigida á hacer aguda y urgente la cuestión marroquí sería peligrosa.
La solución de esta cuestión es realmente el problema más importante ante el cual se
encontrará algún día la diplomacia europea".1081

Como forma de penetración progresiva en el Sáhara, los medios oficiales franceses tomaron a

finales del siglo XIX la determinación de organizar, subvencionar y apoyar una serie de viajes de

exploración y de reconocimiento científico por el territorio. El profesor Flamand, docente en Argel,

era uno de esos exploradores que realizaban una serie de meticulosos estudios geológicos del

Sáhara y en particular de los oasis saharianos. Tras un primer viaje de reconocimiento y estudio de

los recursos acuíferos del Tuat y Saura en 1896, alentado por el Gobierno general de Argelia,

emprendió una segunda misión en 1897 y una tercera en 1899. Esta última, financiada por el

Ministerio de Instrucción Pública, se realizó en un momento oportuno para poder ser aprovechada

por las pretensiones expansionistas de la República, cuando las tensiones tribales en el Sur-este del

Imperio brindaban una ocasión idónea a la misma, pues los Oulad Dahhan de Gourara se

mostraban dispuestos a acoger en su territorio a los franceses, y al mismo tiempo el general al

mando de la división de Constantina se proponía la ocupación de Temassinine aprovechando el

conflicto local entre los Oulad-Ba- Hammou de Tidikelt y los tuaregs desde 1898. 1082

Con el fin en primer lugar de recorrer la meseta de Tademait y Tidikelt, de efectuar en

segundo lugar un reconocimiento de las vías comerciales de Tombuctú al Tuat y a Argelia, y de

estudiar por último los pozos artesianos de la región, escoltado por 100 jinetes (goumiers o spahis)

al mando del capitán Pein y fuerzas de infantería, Flamand partió de Ouargla hacia mediados de

diciembre de 1899, para llegar a las proximidades de In-Salah el 28 del mismo mes. Algunos días

antes, los habitantes del oasis, advertidos de la llegada de la tropa, le escribían una carta remitida a

Hassi-el-Moungar, señalando que éste era el límite fronterizo de la colonia francesa. Allí

1081
Ibidem.
1082
Cfr. Dunn, R. E. : Resistance in the Desert ... op. cit., pp. 137-203.; también se puede consultar: Sayagh, S.: La
France et les frontières ..., op. cit., pp. 81-91.

669
comenzaba el Sáhara y el Imperio marroquí.1083 La misiva era una advertencia para que Flamand

no traspasara tal línea y penetrara sin permiso del Majzén en el territorio del Sultanato. El inicio

del conflicto era inevitable.

Al amanecer del día siguiente a la recepción de la misiva de los saharianos, la columna

francesa penetraba en el interior del territorio de Marruecos camino de In-Salah y se producían los

primeros enfrentamientos. El caid el- Hach el-Mahdi Ould-Ba-Djouda se encontraba entre las

primeras víctimas. El 5 de Enero de 1.900 tenía lugar un mortífero combate en Deghamcha, el cual

motivó que el XIX Cuerpo de Ejército francés enviase a la columna un refuerzo de 150 tiradores

saharianos y 150 spahis, al mando del capitán Baumgarten. Sin embargo la autorización oficial para

remitir esta columna de refuerzo al Tuat no fue solicitada al Ministerio de la Guerra hasta el 6 de

Enero. Los combates se prolongarían a lo largo del mes, pasando a poder galo la zona de los oasis.

Hacia finales de mes, Baumgarten emprendía un primer asalto a In-Ghar a pesar de las

órdenes del Ministerio de la Guerra de limitar las operaciones expresamente a la ocupación de In-

Salah. En el interín, en Argel, los mensajes de felicitación al Gobernador General se sucedían sin

interrupción. Los primeros fueron los de la Cámara de Comercio de la ciudad, del Sindicato

Comercial Argelino y de la Sociedad de Geografía y Arqueología de Orán. Pocas semanas después,

el radio de operaciones se ampliaba y quedaba completada la ocupación del Tuat y Tidikelt.

Inmediatamente, de cara a asegurar el dominio de la región recién conquistada y garantizar su

comunicación directa con Argelia, el Ejército francés procedió a ocupar diversos puntos a lo largo

del Uad-Zousfana y del Uad Saura, pasando así a ejercer el control de una extensa franja de

territorio marroquí que se extendía inmediatamente al sur de Figuig. La invasión inicial había

penetrado en el Tuat a través de El Goléa, un puesto avanzado en la franja sur-este del Erg

Occidental. Sin embargo era evidente que la ruta a través de los valles de Zousfana y Saura, que

conectaba directamente Figuig y el sur-oranés con los oasis saharianos, era más apropiada por su

1083
La carta decía así : " La limite à partir de Hassi-el-Moungar et de la région environnante est formée par le Sahara.
Ne la dépassez point car vous empiéteriez sur le territoire appartenant au sultan notre seigneur et maiître Abdelaziz
que Dieu lui accorde la victoire. Si vous empiétez sur ce pays ne blâmez que vous-memês ". (véase Sayagh, S.: La
France et les frontières... op.cit., pág. 82).

670
abundancia en recursos hídricos y la ausencia de barreras naturales. La penetración francesa no

terminaba aquí. El tendido de la línea férrea de Orán alcanzaba hasta Djenien -Bou-Rezg en febrero

de 1900, con lo cual las tropas de la división oranesa podían ser transportadas con gran rapidez a

aquel lejano frente en el sur de la colonia francesa. 1084

El tema empezaría a suscitar la atención de la prensa española hacia finales de Enero de

1900. El 24, el republicano El Liberal daba cuenta de la ocupación de In-Salah por el ejército

colonial francés, augurando una rápida culminación del avance galo en el hinterland natural de

expansión de su colonia argelina.

En un primer momento, las informaciones de la prensa no revestían un carácter alarmista ni

consideraban las operaciones militares susceptibles de romper el 'statu quo' en Marruecos; los

comentarios recalcaban que se trataba de una mera "acción de policía" de las tropas francesas en

el interior del territorio de su colonia y resaltaban el valor estratégico de In-Salah, cabecera de la

región del Tuat al constituirse como punto de concentración de gran parte de las caravanas que

atravesaban el Sáhara ; la región, una vez incorporada al dominio colonial, estaba llamada a ser el

punto de enlace del Oranesado y de Tlemecen con las posesiones francesas en el Senegal .1085

En este contexto, las informaciones que comenzaron a llegar al Ministerio de Estado español

a partir de mediados de Febrero no evidenciaban ningún síntoma tranquilizador de que las

operaciones militares se fueran a detener, apuntaban más bien a la situación contraria. Un primer

telegrama, remitido por la agencia Havas desde la ciudad de Argel el día 13 aludía a la

concentración en Duveyrier de una fuerte columna, comprendiendo efectivos de infantería,

caballería y artillería que se disponían a emprender un empuje de gran intensidad sobre el territorio

imperial. 1086La noticia no mereció un especial seguimiento ni fue objeto de especial preocupación

por parte de la diplomacia española.

1084
Véase " Le Chemin de fer de Djenien-Bou-Rezg", en Bulletin du Comité de l´Afrique française. (Marzo de 1900),
pp. 91-94.
1085
"La ocupación de In-Salah" en El Liberal, 24 de Enero de 1900.
1086
Telegrama de la Agencia Havas fechado en Argel el 13 de Febrero de 1900. A.G.A. África (Marruecos). Caja 73 /
Ex. 2.

671
El gobierno de París, a pesar de haber ordenado explícitamente no extender las operaciones

de conquista más allá de In-Salah, había dado la autorización a Argel para formar una nueva

columna en El-Golea destinada a hacer frente a las posibles eventualidades. Era la <columna de

Tidikelt>, comandada por el Teniente Coronel d´Eu. Estaba constituida por dos compañías del 1ro.

de Tiradores Argelinos; una compañía del 2º Batallón de África; por un escuadrón del lro. de

Spahis argelinos; por una sección de artillería de montaña y por un destacamento de Ingenieros a

las órdenes del Teniente Voinot. Comprendía asimismo un convoy numeroso de víveres, vituallas y

material de guerra llevado a lomos de 1.700 camellos. Su partida de El-Goléa fue escalonada en

tres días: el 25, 26 y 27 de Febrero; su llegada a In-Salah se producía entre el 14 y el 16 de Marzo.

Desde este punto, la columna se dirigía a In- Ghar donde llegaba el 19 de marzo para participar en

uno de los combates más duros de los episodios de la conquista del Tuat. Las operaciones contra la

alcazaba defendida por el Bajá Si Driss Ben el-Kouri comenzaban al rayar el alba y se terminaban

tres horas después del mediodía con la rendición incondicional del funcionario jerifiano. Al

terminar los combates, se contabilizaron 9 muertos y 44 heridos del lado francés y entre 500 y 600

muertos, 100 heridos y 450 prisioneros - sin contar las mujeres y los niños - entre los tuatíes.

El Teniente Coronel d´Eu se ponía en marcha entonces, recorriendo y ocupando la región del

Aoulaf y el Akabli sin encontrar gran resistencia, antes de regresar a In-Salah. El informe del

Estado Mayor destinado al jefe del Gobierno afirmaba: "A cette datte nous pouvions nous dire les

maîtres du Tidikelt".

Pero la sumisión de los oasis no se podía obtener completamente sin la ocupación de los

valles de Saura y de Zousfana.

Los valles de Saura y de Zousfana ponían en comunicación Figuig y el Sur del Oranesado

con los oasis saharianos. Esta posición única impulsaba a los conocedores de la región a exigir su

ocupación, desde el inicio de las operaciones en Tidikelt. El general en jefe del XIX Cuerpo de

Ejército había sometido al Ministro de la Guerra, que las aprobó, las proposiciones siguientes : a)

reforzar las guarniciones de Aïn Sefra y de Djenien Bou-Rezg, b) establecer un puesto fortificado

672
en Zoubia (rebautizada Duveyrier) situada al oeste de Figuig, donde se crearía una posición

avanzada francesa, y c) poner en marcha una nueva operación de importancia secundaria, destinada

a consolidar la ocupación del valle de Zousfana, y que se completaría días después con el avance

desde el oasis de Zoubia hasta Ksar el- Azoudj de una columna francesa con la misión de proteger

las maniobras galas a lo largo del valle. Sin embargo, a pesar de las constantes precauciones

tomadas por las tropas en su invasión del Sultanato para proteger sus flancos y evitar sorpresas

desagradables, los ataques rápidos y mortíferos de las tribus de la región, sobre todo de los Douï

Menia se sucedían cotidianamente. En esas circunstancias, el Gobernador general de Argelia tenía

que ordenar la ocupación de Igli; las complicaciones que se presentaban a Francia en forma de una

resistencia por parte marroquí encarnizada e insospechada, comprometían la victoria reciente en el

Tuat y la eventual penetración en Marruecos.

Esta vez el seguimiento del conflicto por parte de los agentes diplomáticos y consulares

españoles fue muy deficiente. En su favor habría que citar únicamente la extrema lejanía de los

hechos que se estaban desarrollando a gran distancia del centro del Imperio jerifiano, y en un lugar

donde no sólo no había presencia consular sino en el que tampoco existía la eficaz red de

información característica de otras partes del territorio marroquí. El gabinete de Silvela estará

informado con un cierto retraso con respecto al momento en que se sucedan los acontecimientos y

su reacción frente a ellos será la de enfrentarse a unos hechos consumados que no había ya

posibilidad alguna de modificar. Con la rapidez del despliegue de sus tropas y la invasión

subsiguiente del Imperio, Francia había sorprendido a la comunidad internacional por su

determinación y resolución.

El 10 de marzo llegaban al Ministerio de Estado nuevas noticias sobre la reactivación de los

enfrentamientos militares en el Sahara, procedentes del consulado de Orán. En el despacho se daba

cuenta a Silvela de la rápida movilización de diversos efectivos de la guarnición de la localidad (el

2º Batallón del regimiento de zuavos, un batallón de la Legión extranjera, y unidades de artillería y

caballería) que habían de constituir una columna de abastecimiento y socorro que partiría en

673
dirección a In-Salah. El cónsul en Orán apuntaba también en su comunicación la salida coincidente

de otra columna desde Argel hacia el sur, y tras señalar la importancia excepcional de estos

movimientos militares, llevado por la carencia de noticias fidedignas, atribuía erróneamente los

preparativos bélicos franceses al rumor de que la expedición científica de Flamand estuviese

corriendo graves riesgos en In-Salah, sitiada por numerosas tribus del territorio, a las que se

suponía actuando instigadas por Inglaterra.1087 En realidad, terminados los combates, el científico

ya había regresado a El-Goléa desde donde remitiría al Ministerio de Instrucción Pública una

memoria con los resultados de la expedición.

Los días siguientes contemplarían los eficaces esfuerzos del cónsul, Marqués del Pedroso,

que en breve tiempo lograría disipar todas las dudas del gabinete Silvela y le informaría con plena

exactitud del verdadero alcance de los movimientos franceses. Los acontecimientos le habían

cogido desprevenido, pero había sido capaz de solventar rápidamente ese inconveniente y recuperar

con creces el tiempo perdido. Así, en su siguiente comunicación, el 28, informaba a Madrid que el

destino del despliegue de tropas que había detectado en Orán lo constituía únicamente la ocupación

de Igli. 1088 Tres días después, era el turno de relatar el encarnizado asalto de la casbah de In Ghar,

uno de los núcleos habitados más importantes del Tidikelt, situado al sur de In-Salah. Numerosas

fuerzas procedentes del Tuat se habían concentrado en este lugar bajo las órdenes del Bajá de

Timmi con el objeto de impedir la marcha de la columna de operaciones francesa. Sin embargo, la

artillería de campaña de la misma había permitido abrir una ancha brecha en el muro, lo que

facilitó el asalto de la ciudad que fue tomada tras un reñido combate. La caída en manos francesas

del Delegado imperial y el severo castigo que se había infligido a las fuerzas marroquíes permitían

a Pedroso vaticinar el término de la resistencia y el dominio efectivo por parte del ejército invasor

de todo el territorio. 1089 Efectivamente, las operaciones francesas culminarían el 5 de abril cuando

una columna de la Legión extranjera al mando del coronel Bertrand e integrada por 1773 hombres y

1087
Ibidem. Marqués del Pedroso a Silvela. 10 de Marzo de 1900. Despacho nº 26.
1088
Ibidem. Marqués del Pedroso a Silvela. 28 de Marzo de 1900. Despacho nº 34.
1089
Ibidem. Marqués del Pedroso a Silvela. 31 de Marzo de 1900. Despacho nº 35.

674
75 oficiales tomaba posesión de Igli.1090 Este "acto de autoridad" como lo definieron los medios

colonialistas de la República1091 sin embargo no supuso el final definitivo de las hostilidades; todo

lo contrario, lo que marcó fue el inicio de todo un larguísimo rosario de ataques y golpes de mano

contra las tropas francesas llevados a cabo por las diversas tribus marroquíes vecinas del territorio:

Aït Atta, Beni Guill, Aït Bou Ichaouen, Aït Khebbach, Douï Menia y Oulad Jérir. Más de una

treintena de ataques contra las líneas francesas se registrarían sin interrupción durante la primavera

y el verano de 1900.

Entre los diversos acontecimientos por los que atravesó Marruecos a principios del siglo XX,

los relativos a su integridad territorial fueron los asumidos con más profunda intensidad y los que

más grandes repercusiones alcanzaron en la opinión pública marroquí. La toma de In-Salah, en

diciembre de 1899, seguida por la conquista de todo el territorio de los oasis tuatíes -incluido Igli-

en 1900 por las tropas francesas se revelarían de una importancia capital para la historia del

Marruecos contemporáneo. Con la pérdida de los oasis (Tuat, Gourara, Tidikelt), del enorme

territorio que constituía el extremo sur de los confines fronterizos argelo-marroquíes, se daría paso
1092
posteriormente a la pérdida de zonas como las de Béchar y Kénadsa y por primera vez, una

vasta extensión del territorio nacional marroquí pasaba bajo el control de una nación extranjera,

cristiana y enemiga. Las relaciones antiguas, antiquísimas, los lazos afectivos, económicos y

políticos que habían hasta entonces existido entre los oasis y el resto del Imperio, y especialmente

con la provincia vecina, el Tafilalt, origen de la dinastía reinante en el Sultanato, quedaban rotos:

"Aussi loin que nous remontions dans l´histoire de ces régions, nous voyons qu´une sorte de

dépendance intime a toujours uni la haute Moulouya aux oasis sahariennes situées au Sud",

escribían La Martinière y Lacroix en 1894.1093 Las relaciones comerciales de Marruecos con la

1090
Ibidem. Marqués del Pedroso a Silvela. 9 de Abril de 1900. Despacho nº 44.
1091
La versión francesa de las operaciones militares en el Tuat se encuentra en: “Notre action dans le Sud oranais et les
affaires du Maroc “, en (B)ulletin du (C)omité de l´(A)frique Française , no. 6 (junio de 1900), pp. 205-207.
1092
A finales del siglo XIX el Sultanato ya se había resentido asimismo con la pérdida de Tombuctú a pesar de su
posición excéntrica, sentida sobre todo por los intereses caravaneros.
1093
Véase H.-M.-P. de la Martinière y N. Lacroix : Documents pour servir à l´étude du Nord-Ouest africain, Argel,
1894, Tomo III.

675
mayor parte de los territorios musulmanes del Sur y del Este quedaban definitivamente

comprometidas, y un obstáculo gigantesco surgía frente " aux mystérieuses relations que par le

désert et les oasis il (Marruecos) pouvait entretenir avec tout l´Islam africain".1094

Un observador dotado de una singular agudeza, Henri Descos, que llega a Fez en 1903, y a

quien se debe uno de los mejores estudios sobre el Marruecos de comienzos del siglo XX -Le

Maroc d´aujourd´hui1095- retrató con exactitud la gravedad de la conmoción causada por la pérdida

de los oasis en la sociedad marroquí, la cual se dio cuenta de la amenaza que se abría ante ella

como una sima, en un futuro inmediato.1096

La importancia de las repercusiones nos es confirmada por un cronista anónimo, alto

funcionario del Majzén muy probablemente, autor del al-Hulal al-bahiyya. Este observador, crítico

acertado e inteligente, lleno de amargura ante la conquista de los territorios saharianos por Francia,

recalca que los habitantes de las alcazabas (qçours = construcciones defensivas que engloban un

conjunto de casas rodeado de una muralla) saharianas eran miembros integrantes del Magreb al-

Aksa ( Marruecos), que existía un límite bien definido entre las dos naciones -Marruecos y el

antiguo territorio turco-otomano de Argelia, ahora colonia francesa-, y que el acuerdo de respetarlo

había sido mantenido durante largo tiempo entre los dos países, para después verter su profundo

rencor ante la política del Majzén, denunciando la debilidad del Sultán, que no había empleado la

fuerza en el momento oportuno, prefiriendo derivar la cuestión del Tuat hacia un arbitraje y una

mediación internacional, buscando el apoyo de potencias extranjeras frente a Francia.

1094
Véase Ed. Michaux- Bellaire, " Le Touat et les chorfa d´Ouazzan" en Memorial Henri-Basset, nouvelles études
africaines et orientales, Tomo II, pag. 140.
1095
Henri Descos era el primer secretario en la legación francesa en Tánger. Su obra fue publicada en 1904, bajo la
firma de Eugène Aubin, su seudónimo literario.
1096
Le Maroc d´aujourd hui, pag. 220. Minimizando la ruptura del equilibrio "material" en el Sultanato, Descos
insiste -por contra - en las repercusiones espirituales en las cuales él ve la causa de la tensión extrema que amenazaba
con poner en peligro la ligazón que unía a las tribus con el Sultán - responsable directo de la unidad del Imperio, y
origen asimismo de la decisión de Abd al- Aziz de efectuar unas reformas : " L ´ébranlement fut si profond, les gens du
makhzen ressentirent une telle impression de l´affaiblissement de l´Etat qu´ils furent unanimes à concevoir la nécessité
d´un noveau système et l´urgence de réformes indispensables, aptes à rétablir la situation compromise " ( pp. 220-
221).

676
Sin embargo, el Majzén no se había desinteresado jamás por la cuestión tuatí tras la muerte

de Mawlay Hassan I; había actuado, enviando frecuentemente mensajeros a la región y procurando

reafirmar la soberanía marroquí.

El gran visir, Ahmed ibn Mûsâ (Bu Ahmed) despachó a Tánger en cuanto tuvo noticia del

inicio de los combates a su secretario, el docto jurisconsulto Sî al- `Arbî al-Manî´î, para protestar
1097
ante la Legación francesa y ante otras potencias representadas en la ciudad. Sin embargo, la

causa marroquí estaba perdida. La lucha de los saharianos por escapar a la conquista se reveló inútil

e impotente ante la cohesión y el armamento moderno de las tropas francesas. En el Tidikelt, la

ocupación fue precedida de sangrientos combates que diezmaron a la población, suprimiendo al

mismo tiempo a todas sus autoridades, escribiría A.Le Chatelier.1098 De hecho, esa es la suerte de

casi la totalidad de la guarnición de In-Salah que fue masacrada, conjuntamente con sus caides, así

como la de la mayor parte de la de In- Ghar, refugiada en las mezquitas (es en el combate de In-

Ghar, cita el nacionalista marroquí Allal al- Fasi, donde Francia va a utilizar unos medios militares

potentísimos y desproporcionados, tan modernos y mortíferos que jamás habían sido vistos en el

1097
Vana protesta. Al- `Arbî al-Manî´î encontrará accidentalmente la muerte en el curso de su misión. Véase Cagne,
J.: "Essai sur le sentiment national dans les provinces sahariennes marocaines au debut du XXème siecle" en Revue
d´histoire maghrebine, nos. 41-42 /1986, pag. 17 ; G. Salmón: "Une opinion marocaine sur la conquête du Touat" en
Archives marocaines, I, 1904, pp. 422-423. Bu Ahmed muere poco después. El Sultán Mawlay Abd al- Aziz enviaría
entonces a su Ministro de Asuntos Extranjeros, `Abd al- Karim Benslîman, a Francia.De esta embajada surgirá el
protocolo de París de 20 de julio de 1901, precisado posteriormente por los acuerdos de Argel de 20 de abril y 7 de
mayo de 1902 ,¡ " en prenant pour base le respect et l´intégrité de l´Empire chérifien "¡. No hacían referencia alguna a
la cuestión de los oasis. Por los artículos 4 y 5 del protocolo, Marruecos reconocía el hecho dado de la conquista
francesa, pero solo para la región fronteriza situada entre Figuig y un punto a 15 Kilómetros al norte de Igli.
Sin embargo, abusivamente el Ministro republicano de Asuntos Exteriores, Delcassé escribía a Saint-René Taillandier,
Ministro Plenipotenciario de Francia en Tánger: "Pour résumer le travail diplomatique ainsi accompli, nous avons fait
reconnaitre par le Maroc la legitimité de notre installation dans les oasis ainsi que dans l´oued Zousfana et l´oued
Saoura", en France. Ministère des Affaires étrangères, (D)ocuments (D)iplomatiques (F)rancaises. (A)ffaires du Maroc,
1901-1905, París, 1905, documento no. 21, pp. 19-20. Y no menos abusivo es que Revoil, Gobernador general de
Argelia, se apoyara en el Protocolo para solicitar del gobierno de París no limitarse a su zona de acción y actuación en
el valle de Zousfana, y poder extenderse a la vertiente occidental del yebel Béchar, en D.D.F.A-M., documento 44, pag.
59. Es por lo que A.G.P. Martin, generalmente bien informado, escribirá al respecto de este mismo protocolo: "C´est
ici vraiment ' un tournant de l´histoire', car la coupure est nette entre le passé et le present : quelqu´extension qu´ait
eue jadis l´autorité des sultans maghrebins dans le sahara subalgérien, leur héritier a sectionné dans l´oued Guir, le
pédoncule par quoi dépendait de son empire la grappe touatienne, et il a consacré solennellement la soudure de celle-
ci par Igli et la Zousfana à l´Algerie" en Martin, A.G.P.: Quatre siècles d´histoire marocaine. Au Sahara de 1504 à
1902, Au Maroc de 1894 à 1912, París, 1923, pag. 366. De hecho, Mawlay Abd al- Aziz no sancionaría en absoluto el
abandono de los territorios saharianos : de ello no se hacía ninguna mención en los tratados.
1098
La cita la tomamos de Cagne, J.: op. cit., pag. 17.

677
Tuat 1099): el Bajá de esta última estaba erróneamente persuadido de que su cualidad de funcionario

jerifiano -de una nación, en paz con Francia- le iba a servir para contener la acción de las tropas

francesas.

Sin embargo en la voluntad de Francia de perseverar en sus propósitos de controlar el desierto

del Sáhara y de encontrar una vía de unión de sus colonias en África Occidental y Ecuatorial con la

argelina, primaban las consideraciones estratégicas y económicas sobre todas las demás, incluyendo
1100
las aspiraciones de los pueblos africanos a vivir en paz y libertad. Lejos los marroquíes de

resignarse, la honda conmoción provocada por la invasión del Tuat sirvió ante todo para

exteriorizar el florecimiento de un vastísimo sentimiento nacional que les llevaría a combatir a los

franceses en los mismos territorios que éstos acababan de conquistar, trasladándose incluso desde

muy lejanos lugares de procedencia. Así Le Chatelier escribiría en 1903: "La frontière a été

envahie du Touat central jusqu´à la hauteur de Méchéria par des bandes à gros effectifs qui sans

compter de nombreuses rencontres de détails, meurtrières, elles aussi, nous ont tué ou blessé une

trentaine d´hommes à Adrar, une cinquantaine à Thaghit et dans les environs; puis, en dernier lieu,

bien près d´une centaine lors de l´attaque du convoi d´El Moungar. Consécutivement à

l´occupation de Ben Zireg et à l´expedition de Béchar, nous n´avons pas eu loin de deux cents tués

et blessés dans les attaques principales ".1101

Sin embargo, la reacción de las tribus no se limitaría a las que habitaban la región fronteriza

del Sultanato con Argelia, es decir la zona a la que siguiendo el testimonio de las observaciones

que el viajero galo marqués de Segonzac hiciera en el curso de su viaje en 1901 se llamó el " pays

des Braber" donde las querellas internas ordinarias se complicaban con la guerra contra las

columnas francesas de ocupación del Tuat. En gran parte del Sultanato se realizaban predicaciones

1099
Cita recogida en Cagne, J.: op. cit., pag. 18.
1100
Véase J.L. Miège : Le Maroc et l´Europe, tomo II, pp. 158-159.
1101
Véase A. Le Chatelier: Sud-oranais et Maroc (1903), pp. 12-13; véase además: DDF.A-M. Tomo I: documentos
no. 1, pp. 1-2; no. 63, pag. 69; no. 68, pag. 72; no. 71, pag. 76; no. 73, pag. 79; nos. 113, 114, 115, pp. 102-103; no.
118, pp. 104-105.

678
de la guerra santa y se hablaba de llevar a cabo levas en masa para la Yihad.1102 El Jalifa del caid

de los Beni Mgild (en el medio Atlas, región de Azrou) predicaba con el ejemplo y el marqués

narra cómo se puso en marcha hacia el Tuat con gran parte de los hombres jóvenes del país. La

lucha contra los franceses iba a revestir el caracter de una verdadera guerra de guerrillas, con

ataques a convoyes, emboscadas y sorpresas a los soldados galos en las ocasiones más

insospechadas para éstos y asaltos nocturnos a las posiciones de la Legión Extranjera.1103

Montañeses del Atlas central, gentes del Tafilalt o de las regiones limítrofes, árabes o bereberes, se

unieron para atacar, la mayor parte de las veces en lugares muy lejanos de su hogar o de su punto

de origen, al invasor extranjero en el mismo territorio que éste trataba de conquistar. Su acción fue

ciertamente dictada por el espíritu de la Yihad, pero por encima de todo, por la voluntad de

preservar su independencia y la de un Estado del que como indica Jacques Cagne se sentían parte

integrante y al que veían cada vez más amenazado por la agresiva actitud del invasor francés. El

Majzén - en la medida de lo posible- los apoyará y respaldará su acción.1104

La invasión del Tuat, reglada definitivamente en detrimento de Marruecos -en los hechos

aunque no en los textos y tratados- y la consiguiente ruptura del statu quo por parte de Francia,

produjo el surgimiento de otro centro de resistencia a la penetración extranjera que se va a

manifestar en el Sáhara Occidental, lo que parece ciertamente lógico si se admite que la voluntad de

independencia de una población se exaspera cuando esta última se siente en un grave peligro de

perder su libertad. El héroe de esta gesta sahariana sería ash- Shaykh Mâ ´al- ´Aynin, uno de los

personajes más destacados de la época en el África Occidental. Hijo del fundador y jefe espiritual

1102
Véase Marqués de Segonzac, Voyages au Maroc (1899-1901), París, 1903, pag. 77.
1103
Ibidem, pag. 130. La participación de los contingentes bereberes en la lucha contra el Ejército colonial le fue
confirmada al autor por el testimonio de los chorfa de Tafilalt. Ibidem, pagina 149.
1104
D.D.F. A-M. Tomo I, documentos no. 125 y 126, pp. 108-110. Es bastante difícil evaluar el papel exacto del poder
central en la acción de las harkas combatientes puestas en pie para combatir en los territorios perdidos del Sahara. Sin
embargo, es constatable el papel activo llevado a cabo por Mawlay Rashid, gobernador del Tafilalt y tío del Sultán en
la organización de los combatientes anti-franceses, y el hecho de que el jefe de una de las más importantes
expediciones guerreras, Mustafa al-Hanafi perteneciera igualmente a la familia imperial. Hay que resaltar que jamás el
soberano marroquí envió ningún documento oficial, o carta jerifiana reprobando la acción de los combatientes, a pesar
de las promesas verbales hechas a la Legación francesa y de las presiones de París. Ello nos permite entrever la
complejidad de la diplomacia majzeniana puesta en marcha durante la época y que se basaba en solicitar el apoyo de
Francia en el Norte contra el Rogui , Bu Hamra, condenar "aparentemente" la acción de las tribus de la región de Figuig
y galvanizar y animar la resistencia en Zousfana,Saoura y los oasis.¡Y esto solamente en lo que se refiere a las fronteras
orientales de su Imperio¡.

679
1105 1106
en el corazón del Trâb el Bidân de una cofradía sufí, la Fadeliyya, teólogo y taumaturgo,

autor de 314 obras, peregrino y viajero incansable por el norte y noroeste africano, creador de

palmerales y excepcional camellero, aprovecharía su notable prestigio, su política hábil y su

predicación apasionada -como indica Sophie Caratini- para intentar reunir a las principales tribus

guerreras del territorio, desde finales del siglo XIX en una Yihad contra el infiel.1107

Su prestigio ante el Sultán Mawlay Abd al- Aziz había alcanzado tal nivel que le eran
1108
rendidos ciertos honores solamente reservados al soberano. Así el viajero francés marqués de

Segonzac señalaba en 1901 que el Shaykh Mâ ‘al ‘Aynîn regresaba al desierto, después de haber

1105
Los ‘moros’ (es decir los habitantes hasanófonos del Sáhara Occidental, la actual Mauritania y la antigua zona sur
del Protectorado español en Marruecos) denominan ‘Trâb El- Bidân ‘, tierra o país de los blancos al territorio que ellos
habitan y que comprende desde el Uad Draa al norte, hasta la frontera de la actual República Islámica de Mauritania
con Malí al sur. Cfr. Martínez Milán, J.: España en el Sáhara Occidental y en la zona sur del Protectorado en
Marruecos, 1885-1945, UNED, Madrid, 2003, pág. 25.
1106
La Fadeliyya era una vigorosa rama de la cofradía sufí qadirita. La hermandad sufí más famosa y extendida de
entre las primeras que aparecieron fue indudablemente la Qadiriyya, cuyo ancestro epónimo fue Ábd al-Qadir al Yilani
(m. 562 / 1166). Fue un predicador hanbali muy popular en Bagdad durante su vida, y su tumba en esta ciudad sigue
siendo hoy en día un lugar de peregrinación para los musulmanes, especialmente de la India y Pakistán hacia donde se
había extendido la hermandad a finales del siglo VIII / XIV. Más tarde, se establecieron logias qadiríes en Indonesia. A
`Abd al- Qadir se le conoció posteriormente como el qtub o Polo de Oriente, aunque de hecho, se podían encontrar
seguidores suyos en Occidente, incluyendo Marruecos, al mismo tiempo que la expansión del Islam en África
Occidental fue el resultado de la influencia de esta hermandad.Véase David Waines: El Islam, Barcelona, Cambridge
University Press, 1998, pag. 179.
1107
Véase Caratini, S.: "Ismael Ould Bardi, héros de la résistance saharienne" en R.O.M.M. nos. 41-42, 1986, pp. 158-
159. En vísperas del período colonial, en el inmenso territorio del Sahara nor-occidental, comprendido entre el Adrar
mauritano y el Sur marroquí, la población se dividía en unidades políticas autónomas, pastores nómadas unas o semi-
nómadas la mayor parte de ellas, las tribus, subdivididas - a su vez- en fracciones de tribu. Una tribu agrupa a las
familias que se consideran descendientes, en línea masculina, de un ancestro epónimo común. Tradicionalmente, las
tribus mantenían entre ellas una serie de relaciones de fuerza, en las que la clave principal consistía en conseguir el
control de los recursos pastoriles. Cada tribu guerrera dominaba - en consecuencia - un territorio cuyos límites variaban
en el curso de la Historia. Al norte de la Sakia al-Hamra se encontraba la potente confederación de los Tekna,
agrupando a diversas tribus, que se repartían entre los sedentarios y comerciantes del Uad Nun (frecuentemente
berberófonos) y los semi-nómadas y caravaneros del Uad Draa (arabófonos). Al sur, desde finales del siglo XIX, los
Ergueibat (arabófonos) son los dueños de un territorio inmenso que se extendía hasta los confines del Adrar mauritano
y de Mali y que incluía la región de Tinduf. La costa y las proximidades de Nouadhibou (Port-Étienne) eran
controlados por los Oulad Delim (arabófonos) que habían sido repelidos por los Ergueibat tras una serie de conflictos
locales. Otras tribus, de menor importancia, practicaban el nomadismo sobre los territorios, ya sea en calidad de
protegidos de las tribus guerreras, como es el caso de algunos grupos religiosos particularmente prestigiosos, ya sea con
un estatuto de tributarias. En general, los individuos y grupos de individuos que participaron en la lucha contra la
penetración colonial eran procedentes de tribus guerreras. Vid. a este respecto, Martínez Milán, J.M.: El colonialismo
español en la zona sur del protectorado español en Marruecos y en el Sáhara occidental (c. 1885- 1945). Tesis
Doctoral presentada en la UNED (Madrid).
1108
López Bargados señala que coincidiendo con su primer intento de sedentarización en 1871, cuando trató de fundar
una ciudad en pleno Sáhara, a medio camino entre el Uad Nun y el Atar mauritano ,Mâ al Aynîn empezó a intensificar
su actividad política, visitando al Sultán Mawlay Sidi Muhammed en Marrakesh para negociar entre otras cosas su
aprovisionamiento de esclavos negros. (López Bargados, A.: "El cheikh Ma el Ainin y la cultura sahariana: una
biografía privilegiada", en Studia Africana, no. 3 / 1992, pág. 158; véase también: Criado, R.: Sahara. Pasión y muerte
de un sueño colonial, París, Ediciones Ruedo Ibérico, 1977, pág. 19.) También formalizó su influencia en el Adrar
mauritano. Ramón Criado señala que fue nombrado jalifa del Sultán en el Sáhara y que a partir de entonces, Mâ al
Aynîn desplegó sus dotes diplomáticas para combatir fundamentalmente la presencia francesa, aprovisionándose para
ello de armas en Marrakesh en 1887.

680
1109
sido recibido en Marrakesh por el Majzén "avec des honneurs magnifiques". Según este autor,

la influencia de Mâ al- Aynîn había sido "voluntariamente exagerada" por el Sultán como una

forma de contrarrestar y hacer frente a la de la cofradía de Sidi Ahmad u Musa de Tazeroualt. De

hecho, la potencia y el poderío de ésta, ligada a las pretensiones francesas de convertir el Sus en un

protectorado de la República, habían menguado de forma muy considerable después de la muerte

del jerife Sidi al-Husseyn ou Hashim en 1886. El Sultán, Bu Ahmed, y gran parte de las

personalidades del Majzén se afiliaron a la Fadeliyya. La influencia de Shaykh Mâ al Aynîn llegó a

ser muy grande entre un pueblo que, sensibilizado a partir de 1900 por la pérdida de los oasis, puso

las esperanzas de revancha en su persona.

En su lucha, Mâ`al- Aynîn llegó a obtener del sultán todo el apoyo posible, actuando -dice

Abdallah Laroui1110- como una especie de virrey de Chinguetti. Su acción, multiforme, desbordó

largamente el territorio sahariano1111 y se extendió sobre todo Marruecos. Según Jacques Cagne,1112

los ingleses padecieron la acción de Mâ al- Aynîn que suscitaría numerosísimas trabas a sus

empresas comerciales en Cabo Juby (Port Victoria).1113 Los españoles igualmente quedaron

constreñidos y relegados a permanecer en el pequeño puesto de Villa Cisneros, en el extremo de la

península de Dakhla, después de que la misión encargada de tomar posesión de Río de Oro hubiera

de experimentar mil y una dificultades. Así, Ramón Criado señala que Mâ al Aynîn, a pesar de

combatir la progresiva influencia de los franceses en Mauritania, participaba igualmente en las

operaciones de disuasión contra la ocupación española en la costa de Río de Oro a partir de

1109
Véase Marqués de Segonzac: Voyages au Maroc, 1899-1901... op. cit., pag. 274.
1110
Véase Laroui, A.: Marruecos: Islam y Nacionalismo... op. cit, pag. 126.
1111
Jesús Martínez Milán señala que la influencia del jeque Mâ al- Ainîn era escasa entre las tribus del Sáhara
Occidental, y en especial entre los Ergueibat. Cfr. Martínez Milán, J.: España en el Sáhara Occidental y en la zona sur
del Protectorado en Marruecos, 1885-1945, Madrid, UNED, 2003, pág. 352. Como muy bien ha afirmado Vergniot, a
Mâ al- `Ainîn no se le puede considerar como el jefe incontestable del Sahara Occidental : “Más allá de sus discípulos
religiosos que le seguían voluntariamente, jamás una tribu ni mismamente una fracción participa en su conjunto en la
lucha dirigida por el seij. (...) El poder de Mâ al-Àinîn era, de hecho, bastante frágil “. Cita contenida en Martínez
Milán, J.: op. cit..., pág. 54.
1112
Véase Cagne; J. : « Essai sur le sentiment... « op. cit., pag. 21.
1113
Hasta que finalmente las instalaciones de la North West African Company, obra de Donald Mackenzie fueron
compradas por Mawlay Abd al- Aziz por la enorme suma de 50.000 libras en 1895.

681
1884.1114 Este mismo autor especifica que con el transcurso del tiempo, la actitud del jeque

morabito con respecto a los españoles pasó a ser ambigua: sin oponerse abiertamente a la presencia

española, incitaba a las tribus al pillaje de las expediciones que intentaban penetrar en el interior a

partir de Dakhla.1115 Autores como Julio Caro Baroja,1116 López Bargados1117 o Javier Morillas, por

contra, afirman que desde 1896, Mâ al-.Aynîn estaba en buenas relaciones con los españoles.1118

Instalado en el territorio de los Ergueibat, en la Sakia al-Hamra, desde 1898, Mâ al-`Aynîn,

gracias a los privilegios del Sultán y de su gobierno, hizo construir una importante kasbah, dar
1119
Smara, desde donde se esforzaría en unir a las tribus del Sáhara occidental para coordinar e

intensificar la lucha contra el avance francés.1120

1114
De él se conserva una carta intitulada “Guía de aquel a quien inquieta el problema de los cristianos”, en la que
trataba la presencia española en Dajla. En ella, Mâ al - `Ainîn muestra la posición que tienen que tomar los musulmanes
frente a los cristianos en general y a los españoles en particular. Para él, aquellos musulmanes que asesinaban españoles
y pillaban sus bienes actuaban en cumplimiento de lo escrito en el Corán. Al término de su análisis, el santón afirmaba
que los españoles habían sorprendido a los musulmanes entrando en sus tierras sin autorización de alguno o algunos de
ellos. Desde ese momento, combatirles era un deber para aquél que estuviera próximo a ellos. Cfr. Martínez Milán, J.:
op. cit, pp. 53-54.
1115
Véase: Criado, R.: Sahara... op.cit., pág. 19.
1116
Caro Baroja señala al respecto que, en gran medida, Mâ al Aynîn era el árbitro de la situación en el Sáhara
Occidental a partir de 1894: " Las cabilas del Sahel, aunque sin dejar sus antiguas rencillas y sin abandonar el sistema
de la depredación mutua, que él condenaba, le consideraban como una autoridad religiosa indiscutible. En el Adrar
seguía manteniendo su influencia. Los españoles le obsequiaban y el sultán de Marruecos y su gran visir estaban
dispuestos a apoyarle en todo lo que fuera organizar la vida del Sáhara de modo que fuera favorable al aumento de la
autoridad imperial". Véase Caro Baroja, J.: Estudios saharianos, Madrid, Ed. Júcar, 1990, pp. 305-306.
1117
Cita el hecho de que Mâ al Aynîn se había granjeado la confianza de los españoles al haber devuelto sin exigir
rescate a unos naufragos canarios que viajaban a bordo del buque Icod. Véase: López Bargados, A.: "El cheikh Ma el
Ainin y la cultura sahariana: una biografía privilegiada ", en Studia Africana. no. 3, febrero de 1992, pag 159.
1118
Morillas; J.: Sahara Occidental. desarrollo y subdesarrollo, Madrid, Prensa y Ediciones Iberoamericanas, 1995,
pag. 134; Caro Baroja, J.: Estudios saharianos... , op. cit, pag. 303 y ss.
1119
A pesar de la oposición de la confederación de tribus Ergueibat, conjunto de tribus dominante en el Sahara nor-
occidental en la antesala del período colonial, que consideraban que la creación de un centro habitado en el territorio
atraería los recelos y el interés de alguna de las naciones europeas y entrañaba, por lo tanto, los riesgos de dominación
extranjera. Al mismo tiempo, como ha señalado Rita Aouad, Smara no cumpliría la función de sustituir en las
relaciones comerciales entre Marruecos y el África negra, el puesto dejado por Tinduf. Aunque algunos comerciantes
Tekna comenzaron a frecuentar Smara, el clima existente entre Tekna y Mâ al- Aynîn parecía poco propicio para el
desarrollo de una actividad próspera centrada en la villa del jeque. Véase Rita Aouad, "Les reseaux marocains en
Afrique sub-saharienne a l´epoque coloniale. Les Tekna de l´oued Noun; l´exemple de la famille Benbarka. (1880-
1930), en Revue Maroc-Europe. no. 4, 1993, pag. 102.
1120
Habiendo fundado una nueva tribu, el Ahel Cheikh Ma el Ainin, el hecho de que el santón inaugurara una nueva
formación política en un momento de convulsiones políticas, derivadas de la presencia colonizadora en el territorio,
puede permitirnos contemplar el singular mecanismo de adaptación con el que la sociedad sahariana hacía frente al
desafío impuesto por naciones con una cohesión política mucho más elevada, máxime si consideramos que una
confederación tribal como la auspiciada por el jeque morabito era un hecho casi insólito en los anales de las sociedades
saharianas.

682
8.2. Repercusiones de la invasión del Tuat en la prensa y publicística española.

Conocedora la opinión pública española de la trascendencia de los hechos, los rotativos fueron

1tomando ante la invasión del Sultanato diversas posturas. Tras el desastre de 1898, el tema de

Marruecos no había aflorado con excesiva frecuencia en la prensa nacional. Algunos artículos muy

puntuales, tras la derrota de Santiago, habían incitado al gobierno sagastino a volcar las fuerzas

militares del país en el continente africano, aun a costa de entrar en colisión con los intereses

británicos. 1121 Era el caso de La Ilustración Española y Americana, que desde la guerra contra los

zulúes (1879) y la expedición británica a Egipto contra el movimiento nacionalista de Arabí Bey

(1882) venía lanzando con indudable hipocresía -como gran parte de la prensa nacional- invectivas

contra "la pérfida Albión" que parecen, vistas hoy en día, auténticas declaraciones de fe anti-

imperialistas. En realidad, sólo encubren la frustración del propio imperialismo ante la primera
1122
potencia del mundo, que se guarda las mejores tajadas del reparto colonial. Pero 1899 había

evidenciado ser un período de relativa calma en el que los periódicos habían dejado de ocuparse de

la cuestión marroquí, y los hechos relativos al bloqueo de Alhucemas y el Peñón de Vélez habíanse

visto con moderación y serenidad. En los años inmediatamente posteriores al desastre, la prensa

castrense asimismo había demostrado asimismo poco interés en difundir y alentar el expansionismo

español en Marruecos.1123 Incluso, con la sobriedad fruto de la derrota, El Ejército español

comentaba a finales de 1898: "No creemos, como esos políticos de café y comentaristas de

tertulias, que nuestro porvenir está en África; en la actualidad no está en ninguna parte...".

1121
Así La Ilustración Española y Americana de 8 de Agosto de 1.898 publicaba :
"- ¿ Qué importa que perdamos todo?. Nuestro porvenir está en África.
- ¿ Y la marina inglesa ?.
- Saltaremos el Estrecho con garrocha. "
1122
Véase Luis Reyes: " La lanza venció al fusil. El ejército zulú aniquiló a los ingleses en Isandhlwana" en Historia-
16, no. 65/ 1981, pag. 90; id: " La zarpa inglesa cae sobre Egipto. Primer centenario de la guerra que retrasó en medio
siglo la independencia egipcia" en Historia-16, no. 69/ 1982, pag. 18.
1123
Durante estos años hubo artículos ocasionales en la prensa militar instando a la acción en Marruecos, verbigracia El
Correo Militar, 3,5 y 19 de mayo de 1900; El Ejército Español, 12 de septiembre de 1899; La Correspondencia
Militar, 14 de febrero de 1902, pero las cuestiones profesionales y los problemas presupuestarios predominaban en sus
páginas.

683
Destinada en último término a regir Marruecos, según el articulista, España necesitaba reorganizar

sus fuerzas, aunque fuera para defender el territorio que ya controlaba.1124

Sin embargo, a comienzos de 1900 empezaría a reactivarse la disputa sobre el futuro

imperialista de España. Así, el republicano El Liberal advertía el 6 de Marzo en su editorial,

"Tengamos juicio " sobre lo descabellado de arriesgarse en nuevas aventuras coloniales así como

de la necesidad de profundizar en las relaciones con el Reino Unido, superando las

incomprensiones del pasado. Marruecos era presentado como un avispero, como una trampa para

quien intentara conquistarla. Durante Febrero y Marzo, el rotativo republicano presentaba

constantemente noticias en primera página sobre los combates en la provincia de Kelaia, donde

varias fracciones de cabila seguían discutiendo la autoridad del Bajá del campo fronterizo de

Melilla, sobre la rebelión en las proximidades de Fez y los intentos de asalto por parte de los

cabileños de la ciudad de Tetuán. En ese contexto, entendía el diario que una intervención colonial

española devendría inevitablemente en un conflicto sangriento, donde el gobierno además no iba a

obrar en beneficio exclusivo de la nación, sino que se iba a limitar a cumplir las funciones de la

punta de lanza de la penetración imperialista en el Sultanato, de la que otras potencias como

Francia, Alemania e Inglaterra iban a salir beneficiadas a expensas del sacrificio español que les

abriría el camino. Hasta la prensa se había filtrado la noticia de que Alemania e Inglaterra habían

negociado el futuro de las colonias sur-ecuatoriales portuguesas, y el ejemplo luso con sus

territorios coloniales amenazados, a pesar de la secular política exterior de Portugal basada en la

amistad y la alianza con el Reino Unido, le servía al rotativo para propugnar la resignación

colonialista y la conveniencia de no fiar en ningún compromiso internacional, la garantía de la


1125
unidad nacional. Al mismo tiempo, sugería la posibilidad de que la guerra de los bóers

experimentara una serie de complicaciones y diera pie a un enfrentamiento generalizado en Europa,

con las lógicas repercusiones en el Estrecho de Gibraltar. En última instancia el comentario de la

situación internacional le servía al diario para derivar sus críticas a la política interior y cargar las

1124
F.P. y E., "Pensemos en mañana", El Ejército Español, 10 de diciembre de 1898.
1125
"Inglaterra y Portugal ", en El Liberal, 6- abril- 1.900.

684
tintas contra los dos partidos del turno, y en especial con el conservador gobernante, al que se le

achacaba la responsabilidad de proseguir con todas las características de corrupción y de parquedad

democrática propias del régimen restauracionista, 1126 enajenándose el apoyo popular.

En la misma línea, el 29 de Marzo publicaba un editorial con el título " Manías Nacionales",

en el que recogía las opiniones de los británicos Standard y Morning Post que creían entender que

la clase política y la opinión pública españolas se movían en un ambiente de gran preocupación y

ansiedad motivado por la invasión francesa del Sultanato. Los rotativos británicos parecían insinuar

la conveniencia de un posicionamiento y toma de postura del gobierno de Madrid, a lo que se

oponía drásticamente El Liberal:

“Ninguna potencia de primer orden reconoce la prioridad de nuestro derecho y la


realidad de nuestra influencia histórica en el Norte de África, sino cuando tiene que
contrarrestar las ambiciones de otra potencia de igual categoría. En estos casos se repite
siempre la misma maniobra, con arreglo á diferentes turnos. O Francia nos azuza contra
Inglaterra, o Inglaterra contra Francia, o Alemania contra Francia é Inglaterra.
Nuestra política africana debe, pues, concretarse a dos modestos objetivos: a
conservar lo que moral y materialmente poseemos, y a no colocar los dedos entre el
martillo y el yunque.
Ninguna otra nos conviene en las demás relaciones internacionales. Para nada hay
que contar con la diplomacia, con las armas, ni siquiera con los consabidos vínculos
étnicos; a los cónsules por parte del Estado, y a las entidades mercantiles e industriales
por parte de la nación, corresponde el modesto pero incesante trabajo venidero.
Renunciemos a vanas ilusiones, que si antes eran quijotescas, hoy, caídos, destruidos
e inermes como estamos, son ridículas".1127

En su línea anticolonialista, el periódico apostaba claramente por potenciar las relaciones

económicas con los pueblos latino-americanos y dejar languidecer en el sueño al africanismo.

El periódico El Nacional, afecto a la línea del conservadurismo del viejo político

restauracionista Romero Robledo1128 aprovecharía la coyuntura para cargar las tintas sobre el

1126
"Europa en armas", en El Liberal, 19 de marzo de 1.900.
1127
"Manías nacionales", en El Liberal, 29- marzo de 1.900.

685
gobierno y sobre su órgano de expresión, el periódico La Época. Mientras que del primero

criticaba su inoperancia, la indiferencia con que asistía a la invasión del Imperio marroquí y el

desconocimiento que manifestaba del alcance de la operación gala ("suele -le acusaba- no

enterarse de lo que pasa más allá de Vallecas"), al segundo se le echaba en cara el querer ocultar a

la nación los acontecimientos y la verdadera intencionalidad del avance francés. Así se le censuraba

que sólo escuetamente se refiriese a la penetración en el sureste del Imperio presentándola

simplemente como una operación tendente a asegurar a Francia la posesión del territorio de

Tidikelt, cuando de hecho según el diario romerista, lo que se estaban poniendo, eran las bases

para un nuevo movimiento hacia el interior del Sultanato, conducente a la conquista del Tafilalt, ya

que el Tidikelt o el Tuat llevaban varias semanas bajo el dominio de las unidades francesas. En

este sentido El Nacional exageraba con tintes alarmistas las circunstancias de los enfrentamientos

y daba por hecha la próxima caída del Tafilalt ante la nula reacción frente a los acontecimientos por

parte de Gran Bretaña, inmersa en un conflicto abierto con los bóers en el Transvaal, y ante "la

impotencia de España":

"Estas operaciones que cínicamente realiza Francia y que van a poner en sus manos
todo el Sur del Mogreb, no sólo constituyen una violación irritante del 'statu quo', por la
cual queda copado el resto del Imperio, sino que además representa un despojo de las
posesiones en que España ejerce ya materialmente su soberanía. A poco que los franceses
avancen del Tuat y del Igli al Oeste, quedarán anulados nuestro dominio efectivo en Río de
Oro y nuestro derecho sobre los territorios adjuntos de Ifni, pendientes de entrega. Nos
ocurrirá como en el Muni: cuando quisimos hacer el hinterland, ya estábamos acorralados
en la costa. Francia, la nación hermana tan adulada por nosotros (...), es la que ha tomado
sobre sí la tarea caritativa de expulsarnos de África, aprovechando nuestra crisis dolorosa.
Por algo viene resistiendo la delimitación de Río de Oro". 1129

En resumen, el periódico intentaba llamar la atención sobre unos hechos que no hacían sino

-en su entender- responder a una iniciativa global de Francia en toda la región. Al respecto lo que
1128
No integrado en la Unión Conservadora, el partido gubernamental.
1129
"Sin Porvenir", El Nacional, 3- abril- 1900. Vid. Morales Lezcano, V.: "La question des frontières algéro-
marocaines et ses répercussions en Espagne (1845-1912), en Cahiers d´études pluridisciplinaires / International
Plurisdiciplinary Studies. L´ouest saharien /The Western Sahara. Vol. 2, 1999, pp. 103- 125.

686
buscaba la República era unir sus posesiones de Argelia con las de Senegal, procurando reducir a

la mínima expresión la presencia española en toda la costa atlántica africana. En este sentido, se

relacionaba la arremetida contra el Tuat con el proyecto de construcción del ferrocarril tran-

sahariano, que necesariamente circularía no sólo por los territorios marroquíes recién incorporados

al imperio colonial francés, sino también por los de Adrar e Iyil, en la región vecina a Río del Oro.

Precisamente estos últimos territorios eran los que que Francia se resistía a entregar a España en

las negociaciones que estaban teniendo lugar aquellos mismos días en París con vistas a la firma

de un convenio hispano-francés. Este tratado debía delimitar las respectivas posesiones (de Francia
1130
y España) en la costa occidental de África. El Nacional censuraba por último la torpeza y la

falta de reacción y sentido político del gobierno conservador y aconsejaba actuar en dos sentidos:

a)- por un lado, iniciar una aproximación al Reino Unido y formar con él un frente unido que

obligase al gobierno de la República a detener su invasión del Imperio y le forzase a la firma de un

compromiso que limitase sus conquistas en el Sur del Sultanato. Haciendo frente a las opiniones de

aquellos que argumentaban que el respeto al ‘statu-quo’ de Marruecos no era extensible a aquellos

territorios que, como los invadidos por Francia, se decía que no acataban la autoridad del

Emperador, el órgano de los partidarios de Romero Robledo argüía la falta de sentido de esta teoría

y que la invasión no era sino una burla de la independencia marroquí asegurada hasta entonces por

la comunidad internacional después de la Conferencia de Madrid. El statu quo, entendía el diario,

era extensible a todo el Magreb;

b)- en segundo lugar, el periódico abogaba por la entrega total a Francia del territorio de

Guinea y en contrapartida por procurar que el gobierno republicano se aviniese al inicio de una

nueva negociación sobre la zona de influencia española en Río del Oro, que asegurase al país una

ampliación de la misma con el control sobre la bahía del Galgo, la zona del Adrar y las salinas de

Iyil.

1130
Sobre el desarrollo de las negociaciones y la firma del Tratado Hispano-francés de 1900, véase Morales Lezcano,
V.: León y Castillo, Embajador ..., op. cit., especialmente el capítulo V, pp. 73-90. Cfr. también Martínez Milán, J.M.:
Las pesquerías canario-africanas (1800- 1914), Las Palmas de Gran Canaria, Caja de Canarias/Centro de Investigación
Económica y Social de Canarias, 1992, pp. 69-77.

687
El gubernamental La Época coincidía con el republicano El Liberal en presentar una

imagen anarquizante de Marruecos, donde resultaba muy fácil introducir armamento de todo tipo y

obtener cuantiosos beneficios con su venta a las cabilas hostiles al Sultán. 1131Ahora bien omitía el

hecho de que esas prácticas ilícitas tenían su origen en la propia península o en el archipiélago

canario, o bien en el territorio de Río del Oro, limitándose a denunciar las procedentes de

Gibraltar, presentándolas como sumamente desestabilizadoras para la tranquilidad y la paz del

Imperio, pues no se limitaban al suministro de municiones o armamento ligero, sino que

comprendían además componentes más cualificados, como las ametralladoras Maxim. En lo

relativo a la defensa nacional y a la integridad territorial, el rotativo intentaba contrarrestar la

anglofobia reinante en buena parte de la sociedad española tras el 98, pues ésta había considerado

inamistosa la actitud del gabinete británico durante la guerra con los Estados Unidos. El periódico

señalaba que no tenía sentido alguno obsesionarse con el "peligro inglés" y preocuparse por una

supuesta amenaza de España por parte de la escuadra británica. En cuanto a la apertura a escala

internacional del problema de Marruecos, el diario conservador consideraba que el statu-quo

marroquí todavía podía mantenerse y que era muy prematuro hacer elucubraciones sobre posibles

repartos del Sultanato. A continuación añadía que se podía considerar una gran ventaja para España

el que se dilatara la apertura de la cuestión marroquí, pues el país doblegado por los desastres del

98 no se encontraba en situación apropiada para hacer frente a otro supuesto. Si la situación variaba

indefectiblemente lo iba a hacer en detrimento de los intereses nacionales, pues iba a comportar la

instalación definitiva al otro lado del Estrecho y frente al archipiélago canario de una nación más

poderosa y amenazante que el Sultanato. Sin embargo, la concurrencia y competencia en el

Imperio jerifiano de los intereses comerciales y políticos de las cuatro principales potencias de la

Europa central y occidental, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia podía mantener la situación de

equilibrio del Imperio marroquí, aún desprovisto de una gran parte de su territorio.

1131
" Ametralladoras a Marruecos" , en La Época, 13- enero- 1.900

688
"No hay ahora señales de que vaya a alterarse esta situación, aunque la reciente
ocupación de In Salah por los franceses demuestra la constancia con que persiguen éstos el
engrandecimiento de su Imperio africano, cuya inmediata vecindad con Marruecos coloca
á Francia en circunstancias favorables, que no deja de aprovechar en cuantas ocasiones se
le presentan. "1132

Comentando las opiniones del rotativo británico pro-gubernamental Morning Post que

defendía frente a las amenazas francesas de la integridad territorial del Sultanato, la idea de la

'neutralización de Marruecos', el 23 de Marzo en el editorial " Política de España en Marruecos", La

Época volvía a hacer una ardorosa defensa de la conveniencia del mantenimiento del statu-quo,

respaldando las manifestaciones parlamentarias realizadas el día anterior por los políticos

conservadores Buanaventura Abarzuza y Francisco Silvela.

En el Senado se estaba discutiendo durante aquellos días un presupuesto extraordinario de

21.000 pesetas destinado a costear el viaje que el Ministro Plenipotenciario Ojeda iba a realizar a la

Corte imperial en Marrakesh para presentar sus cartas credenciales al Sultán días después, y en el

transcurso de las reuniones parlamentarias, el conservador Buenaventura Abarzuza, ex-Embajador

en París y futuro ministro de Estado, había abogado por la prudencia frente a los recelos que

pudiera infundir la acción militar de Francia y había recalcado su convicción de que el fin del statu-

quo no era algo inevitable .

Sobre la finalidad del viaje de Ojeda y el contenido de sus conversaciones próximas con el

Sultán, el presidente del gobierno Silvela en el transcurso de la misma sesión parlamentaria

declaraba que no iban a entrañar variación alguna en la política española en Marruecos: esta iba a

seguir siendo la del apuntalamiento del statu-quo, una política tendente a no crear ningún

obstáculo al gobierno del Sultán, y a reforzar en lo posible su autoridad. Sobre los propósitos de

Ojeda, Silvela los resumía en tres cuestiones esenciales: a) la potenciación del comercio español en

el Rif; b) la concesión del suministro de aguas para la ciudad de Ceuta desde el monte vecino de

1132
"La cuestión de Marruecos", en La Época, 31- enero-1.900.

689
Benzú, situado en territorio marroquí, y c) la delimitación definitiva del punto en el que había

estado enclavada en la costa atlántica la antigua posesión española de Santa Cruz de Mar Pequeña.

En cuanto al statu-quo, Silvela añadiría que, en su opinión, no peligraba y no entendía como

atentatorio a su estabilidad el avance militar francés. Es más, llegó a apuntar que no se rompería

hasta que no estuviese de acuerdo el conjunto de grandes potencias europeas. Cuando se refería a

los movimientos militares galos, el jefe del gobierno repetía la engañosa fórmula empleada por

París de referirse al Tuat, no como parte integrante del Sultanato, sino como constitutivo del sur de

Argelia; asimismo calificó las operaciones en el Sahara oriental marroquí de no atentatorias ni

opuestas a los intereses españoles. Es más, sus manifestaciones constituyeron un ejercicio que

parecía destinado a tranquilizar a la opinión pública cuando notificó a la Cámara Alta que los

progresos militares franceses se hacían con conocimiento previo del Sultán, y de acuerdo con él.

Sabemos sin embargo por las cartas que remitía al Ministro plenipotenciario Ojeda que era

plenamente consciente de la gravedad que suponían las agresiones francesas contra el Sultanato y

que creía que el planteamiento definitivo de la cuestión marroquí era inminente.

"El statu quo en Marruecos - concluía el editorial-, diremos por nuestra parte,
solamente un inconveniente ofrece, el de que no se guarde por todos con regla y haya una
Potencia fuerte y ambiciosa que rompa la tela de araña que contiene a los demás. Contra
ese riesgo, atenuado por las grandes dificultades que un país belicoso, mahometano y
extenso como Marruecos ofrece á la conquista europea, lo propio que a la colonización, el
nuestro poca resistencia podría oponer si las demás Potencias no procedieran
concertadamente. Por fortuna, eso no es el caso actual, según expresó el presidente del
Consejo, ninguna de aquéllas se propone destruir la autoridad del Sultán ni invadir su
territorio, haciéndose responsable de la lamentable y peligrosa anarquía que sobrevendría
en el Imperio.
Aprovechar la duración del 'statu quo' o del equilibrio entre las influencias de
Europa en el África del norte para mejorar y fomentar las posesiones que allí conservamos,
promoviendo el comercio, la navegación y las obras públicas es el plan que nos parece

690
indicado, y el modo de que el tiempo, que rápidamente transcurre, no se vuelva, al cabo, en
1133
contra de nuestro país y de sus intereses".

Las informaciones de La Época oscilaban entre la tergiversación y la deficiente calidad de las

noticias suministradas, muchas de ellas reproduciendo literalmente las de los periódicos y medios

de información franceses. Al comentar la batalla de Im Ghar, el periódico catalogaba al Tuat y

Tidikelt como territorios donde no era acatada la autoridad del Sultán y los igualaba a los territorios

del Rif y el Draa. La autonomía secular de los territorios era interpretada en términos de rebeldía

endémica, de barbarie y de hostilidad a la penetración europea. El periódico venía a refrendar así la

oportunidad y validez de la operación militar francesa ya que aportaba a la región orden,

tranquilidad y paz. Con todo, el editorial del 2 de Abril, "La Argelia completa" comenzaba a

cuestionar tímidamente la actitud del gobierno de Madrid, ante la perspectiva de una continuación

de la invasión francesa apuntando ya a las regiones interiores del Imperio. Por primera vez se

hablaba en el rotativo de apuntalar el statu quo con una declaración oficial por los países europeos

de la neutralización de Marruecos. Además se comentaban las posibles fórmulas de una reacción

española ante los sucesos acaecidos en Marruecos. Los españoles no podían permanecer incólumes,

contemplando estoicos el transcurso de los acontecimientos; debían imitar por vías pacíficas la

acción francesa, que era vista como enemiga de la extensión de la influencia española en el

Sultanato, pero a la vez paradójicamente como espejo donde cabía mirar e imitar instrumentos

como la penetración económica, la infiltración mediante la extensión de la concesión del derecho

de ciudadanía, etc.1134

En cuanto al contencioso colonial franco-británico en el valle del Nilo, La Época abogó por

la superación de la tensión provocada por el incidente de Fashoda. El 3 de Abril, el Ministro

republicano de Asuntos Exteriores, Delcassé, había pronunciado en el Palacio de Luxemburgo, en

París, un discurso en el que se había posicionado radicalmente en contra de un conflicto entre las

1133
"Política de España en Marruecos", en La Época, 23-marzo-1900.
1134
" La Argelia completa", en La Época, 2-abril-1.900.

691
dos grandes potencias. El rotativo conservador se hacía eco de él y a continuación se declaraba a

favor de un acuerdo entre los dos países que sentara las bases del fin de sus discrepancias coloniales

y que permitiera en el futuro una relación más cordial y amistosa. 1135

La ocupación de Igli por las columnas francesas que determinaría la estabilización del avance

galo fue contemplada con alivio por el periódico, que recogiendo las manifestaciones vertidas por

Delcassé en el curso de una sesión del Senado negando la posibilidad de más conquistas en

Marruecos, contemplaba con aprobación como se disipaban los temores ante una hipotética

invasión de los oasis de Figuig o de Tafilalt. No cabía ya dudar del carácter exclusivamente de

policía de la acción militar gala. La intoxicación informativa procedente de París -el periódico no

tenía corresponsales desplazados al sur-este del Imperio marroquí y reproducía y comentaba las

informaciones suministradas por Le Journal des Debats- se evidenciaba en la calidad y veracidad

de las lecturas que proporcionaba al público español: de creer lo que manifestaba el rotativo el 12

de Abril, el Sultán y su Gobierno permanecían absolutamente tranquilos por la suerte de su

Imperio, sin que las operaciones en el Tuat les preocupasen lo más mínimo. Las protestas de los

habitantes del Tuat días antes de que la expedición de Flamand se internara en el territorio

marroquí, las reclamaciones del Majzén ante Francia desde el momento en que comenzaron los

combates, la defensa en fín de la soberanía marroquí... estos temas han desaparecido, simplemente

no existen en las páginas del periódico. Se afirma incluso gratuitamente que el Majzén conoce los

verdaderos límites y propósitos de la expedición gala. La conclusión del periódico conservador era

muy evidente: ¿para qué preocuparse los españoles por la ruptura del statu quo, si los propios

interesados -los marroquíes- contemplaban con indiferencia los combates en el Sáhara, como algo

ajeno a ellos?. Era patente que Francia no deseaba terminar con la existencia del Sultanato; no

menos evidente era que el gobierno republicano no pensaba en modo alguno hacer caso omiso de

los derechos españoles sobre el Imperio jerifiano.

1135
" Relaciones diplomáticas entre Francia e Inglaterra " , en La Época, 7-abril-1.900.

692
"Mientras nuevos hechos no vengan a cambiar la situación, debemos aceptar como
buenas las protestas de sinceridad de los escritores y los políticos del país vecino, sobre
todo si vemos que dista mucho de alarmarnos con los primeros el Gobierno del
Imperio".1136

El monárquico La Correspondencia de España, al ocuparse del inicio de los enfrentamientos

entre marroquíes y franceses, adoptaba una actitud muy crítica: no cuestionaba la acción francesa

solamente por ver en ella una acción atentatoria contra el statu quo, sino que mostraba además su

temor porque podía estar en el origen de un conflicto generalizado que se podría extender a todo el

desierto sahariano. En el tema de Marruecos su articulista principal -firmaba con el seudónimo de

'Abd Al-lah'- era un destacado africanista militar, el capitán de caballería Álvarez Cabrera,

observador directo del Imperio jerifiano en comisión designada por el Ministerio de la Guerra, y

que por esas fechas ya había escrito dos tratados en torno a la futura 'acción ' militar española a

desplegar en Marruecos; obras en las que se solapaba el doble propósito que llevaba a España a

conquistar el Sultanato, preservar su propia independencia nacional y afirmar su personalidad

internacional con la conquista de territorios nuevos.1137

"Es posible que se ponga enfrente de Francia todo el Sáhara, - señalaba Abd Al-lah
/ Álvarez Cabrera el 13 de Enero de 1900 - tomando las armas en lucha suprema contra
un acto de absorción más ó menos justificado, por el ataque de aquellas tribus a la misión
Flamand. Dos aspectos presenta esta cuestión del Tuat, el diplomático y el militar.
En el terreno diplomático es de creer que deban y puedan descontar la protesta de
España, que considerando á Francia como amiga y natural aliada, ha de esperar en
compensación su ayuda cuando sea necesario para otros empeños en el Moghreb, más
convenientes para la defensa de nuestros actuales intereses en el Norte de África y en el
estrecho de Gibraltar.”

1136
" La ocupación del Tuat al Sur de Argelia", en La Época, 12-abril- 1900.
1137
Véase Morales Lezcano, Víctor: Africanismo y orientalismo español en el Siglo XIX, Madrid, U.N.E.D., 1989,
pp. 92-93.

693
Después de exponer su opinión de que Europa entera iba a contemplar la invasión del Sáhara

oriental marroquí con absoluta indiferencia y despreocupación, no eran tan tranquilizadores sus

augurios sobre las consecuencias regionales en el desierto sahariano de las operaciones.

" (...) In-Salah, por su posición geográfica y por la naturaleza de su comercio, casi
exclusivamente de esclavos, que le convierte en un nido de negreros, está en íntimas
relaciones con Tomboctu,con Ghadames y con todas las tribus nómadas del desierto y
unido á todos por grandes intereses de ese tráfico, que ha de desaparecer necesariamente
al contacto con los franceses. Por esta causa y por otras de influencia religiosa, nada
tendría de extraño la proclamación en aquellas regiones del 'Yehad' (sic) o guerra santa,
que pudiera llevar sobre los franceses todo el odio y todo el empuje de las masas
fanatizadas del Sáhara y del Tell más tarde, y entonces la empresa militar que empieza con
unos cientos de spahis, se convertiría en terrible guerra, cuyas complicaciones pudieran
sobrepujar á las que hoy se esperan y se temen por la cuestión del Transvaal".1138

Más adelante el rotativo aprobaría manifiestamente la postura del gobierno conservador, y la

defensa de la misma realizada por Silvela en marzo, en sesión parlamentaria del Senado; en esta

ocasión el presidente del gobierno se declararía favorable al mantenimiento del 'statu quo' en el

Imperio marroquí. El periódico respaldó esta postura pues la veía como una continuación de la

asumida por Cánovas en el pasado.1139

Semanas después Álvarez Cabrera se haría eco en un artículo de fondo, "Francia y España

en Marruecos", de las especulaciones de parte de la prensa británica que en la primavera de 1900

volvía a insistir sobre un acercamiento entre los dos países que derivaría en un ingreso de España

en la Dúplice franco-rusa y en un paralelo convenio de reparto de Marruecos. Incluso el

corresponsal del londinense Daily Mail en Tánger llegaba a apuntar el rumor de una inminente

acción combinada de los ejércitos galo y español en el Sultanato. Álvarez Cabrera se posicionaba

en contra de tal posibilidad y volcaba sus aceradas críticas contra la oportunidad del viaje que

Emilio de Ojeda había realizado a la Corte establecida en Marrakesh con el fin de entrevistarse con

1138
Abd Al-lah: " Marruecos. La ocupación de In-Saláh", en La Correspondencia de España, 13 de enero de 1.900.
1139
"Las Cortes siguen", en La Correspondencia de España, 24-marzo-1.900.

694
Abd al- Aziz y presentarle sus cartas credenciales; el momento -según el articulista- coincidiendo

con la invasión del Tuat no era el más propicio y aconsejable. Aun descartando que los rumores de

una futura invasión concertada franco-española del Imperio jerifiano fueran ciertos (los tildaba

simplemente de absurdos), el militar español preocupado por la gravedad de los acontecimientos

en el Sáhara marroquí, intentaba pergeñar una solución no traumática de la cuestión de Marruecos,

abogando por un acuerdo consensuado entre todas las potencias grandes y medianas con intereses

en el Imperio. De hecho, llegaba a admitir que a España y Francia legítimamente les estaba

permitida una expansión de sus influencias política, militar y comercial en el Imperio, pero su

conclusión era que esa solución no era viable todavía.

"(...) dadas las circunstancias, es de creer que Francia limite su acción empezada en
los confines meridionales de la Argelia a lo estrictamente indispensable para la seguridad
estratégica de la ocupación del Tuat; y en cuanto á España es muy posible que sus
próximas en Marrakex queden reducidas á tratar de fijar de manera estable los no bien
definidos límites de Ceuta y de Melilla, con solo el objeto de evitar disgustos en el porvenir
con las cabilas vecinas á ambas plazas.
Esto, considerado razonable, prudente y justo, no puede ni debe producir alarmas, ni
motivo de exageración, porque sobre todo á España le interesa mucho hoy el que se
conserve el 'statu quo' de Marruecos. Esta es su política tradicional en aquel imperio, y esto
así debe ser comprendido por todas las naciones que, desgraciadamente, no piensan ni
obran de igual modo".1140

Álvarez Cabrera se pronunciaba finalmente por conseguir la neutralización de Marruecos. Si

esto no era posible, juzgaba necesaria la preparación de España ante una nueva posibilidad de

alteración del 'statu quo', arrancando para ello nuevas concesiones del Sultán y concertándose con

Francia.

Meses más tarde, el 6 de septiembre, en un artículo titulado " El problema de Marruecos. Su

actualidad para España", juzgaba cómo el panorama internacional -marcado por la rebelión de los

boxers en China y su asedio de las Legaciones en Pekín durante 55 días a lo largo del verano,

1140
Abd Al-Alah : " Francia y España en Marruecos", en La Correspondencia de España, 5-mayo-1.900.

695
1141
asedio concluido el 14 de agosto por la llegada de una fuerza combinada internacional y

asimismo presidido todavía por la guerra en Sudáfrica- junto con la rivalidad creciente de las

grandes potencias imperialistas actuaban en favor de España, ya que quedaban anulados por su

inoportunidad los posibles planes existentes de intervención y desmembramiento del Sultanato.

Ello ayudaría a mantener in extremis el statu quo y permitiría la existencia de un paréntesis

temporal más o menos largo, del que el país (España) debía aprovecharse para reconstituir y

preparar sus fuerzas y entrar en un proceso de negociaciones con todos los países europeos. A

continuación el autor pasaba a hacer un balance de las diversas apetencias contempladas por las

naciones concurrentes en la cuestión marroquí. Francia deseando apoderarse del Amalato de Uxda

y del territorio regado por el Muluya, lo que le daría la llave de la ruta que uniría el Oranesado con

la ciudad de Taza, buscaba también controlar la cuenca del Uad-Draa y los oasis del Sáhara

marroquí, vecinos a su colonia de Argelia, lo que le iba a permitir tener las manos libres en el

Sáhara para unir sus posesiones del Magreb y del África subsahariana, a través del lago Chad con

un ferrocarril llamado a convertir las arenas del desierto en "emporio de civilizaciones y de

riqueza". Inglaterra aspirando a dominar un extenso territorio circundante a Tánger en el extremo

norte del país; también con intereses en parte de la costa atlántica, con los ojos puestos en convertir

Dar-el-Beida (Casablanca) en una inmensa factoría industrial y mercantil, y manteniendo

pretensiones asimismo sobre los territorios del Uad-Sus y Uad-Nun con sus minas de plata y cobre,

frente a las islas Canarias, -recalca el militar- que Gran Bretaña deseaba anular para luego

apoderarse de ellas. Alemania, atenta a reforzar su papel económico en el Imperio, y convertirlo en

un gigantesco mercado para sus industrias, deseosa de apoderarse de los puertos de Safi y Rabat.

Rusia, en su papel de nuevo protagonista recién aparecido en el escenario del Mediterráneo

Occidental, como escudera de Francia. Italia, con un papel menor, buscando una influencia decisiva

en la Corte imperial marroquí, ampliando el número de sus protegidos entre la rica población

israelita del Sultanato, impulsando su comercio y controlando la fábrica de armas y municiones que

1141
Togores Sánchez, L.E.: "La revuelta de los Boxer", en Historia 16, no. 142/ 1988, pp. 81-88; Benolessi, Guido:
La insurrección de los Boxers, Barcelona, Ediciones G.P., 1963.

696
había construido en Fez años antes. En España observaba una absoluta dejadez, y un desinterés de

la opinión pública por la cuestión marroquí, a la que sólo se hacía referencia cuando se suscitaban

los recelos por un inminente fin de la independencia del Sultanato.

"(...)con la rutina por pantalla, soñamos en lo que fuimos y á lo que aspiramos á


principios de siglo y rellenos de delirantes grandezas se trata de seguir en este asunto,
cuando rara vez sale á plaza, la política tradicional y quijotesca del ' perro del hortelano',
pensando solo en el statu quo por toda solución y encubriendo con él la apatía de unos, y la
ineptitud de otros, dejamos años y años de efectuar trabajos útiles en Marruecos,
olvidamos nuestras plazas de contacto convertidas en albergue de penados, sin ambientes
comerciales, sin puertos de refugio, y sin eficaz defensa al no dominar e influir, como se
debiera en las cabilas y bajalatos próximos. Adormecidos en suma, como los musulmanes,
en su habitual actitud contemplativa y esperando todo del destino, parece que guía en este
asunto aquel fatalismo del atraso que invoca el Korán (sic) al proclamar en sus doctrinas
la predestinación en la conocida fórmula de " Lo que está escrito, escrito está ".
Y así no se va á ninguna parte, ni al Moghreb, ni aún a colonizar las áridas tierras de
la Mancha con sus simbólicos molinos de viento".1142

La publicística africanista y los grupos ligados a la Sociedad Geográfica de Madrid

abordaron poco el hecho en sí de la violación de la independencia marroquí. En 1900 la Revista de

Geografía Colonial y Mercantil -su principal órgano de expresión- entablaría una dura disputa con

los círculos colonialistas franceses, cuya publicación el Bulletin du Comité de l´Afrique Française

realizó durante gran parte del año agrias críticas a los intereses españoles en el Sultanato. Así esta

última publicación en su número de abril y en un artículo titulado "Les affaires du Maroc. Le

Conseil sanitaire", partía de la premisa de que la pretensión de los diplomáticos acreditados en

Tánger de construir un lazareto en Mogador para los peregrinos que regresaban de su viaje a La

Meca constituía una injerencia en los asuntos internos de Marruecos que podía comprometer

seriamente el mantenimiento del statu-quo, pues suponía una fiscalización por parte de los

representantes de las potencias sobre los movimientos de buques en los puertos del Sultanato. A

1142
Véase Abd Al- Alah: "El problema de Marruecos. Su actualidad para España", en La Correspondencia de
España, 6-septiembre-1.900.

697
continuación atacaba duramente la actuación del doctor Cortés al frente de las obras del

establecimiento sanitario. 1143

En el número de Mayo, en un artículo titulado "Le prolétariat espagnol á Tanger", el

órgano de los colonialistas franceses, partía de la base de que la gran concurrencia de emigrantes

españoles en Marruecos y en particular en la ciudad de Tánger, constituía un grave obstáculo para

el desarrollo de la influencia de otros países y de la civilización occidental.

" Il est, d´ailleurs, menacé d´une façon bien plus directe par l´invasion extraordinaire
de Tanger por la racaille espagnole et le sans-gène avec lequel elle s´épanouit et ne se
prive d´aucune licence dans ce pays d´exterritorialité, où elle n´est par conséquent soumise
qu´à son autorité consulaire, qui ne manifeste pas un zèle excessif à la maintenir dans
l´ordre".1144

La organización y el control consular sobre los emigrados españoles era otro de los puntos de

los que se ocupaba el articulista galo, subrayando el hecho de que las autoridades hispanas parecían

complacerse con los desórdenes y abusos provocados su colonia: en el consulado español no se

exigía el requisito de la inscripción a los recién llegados a la ciudad, formalidad escrupulosamente

seguida en el resto de organismos consulares.

" On dirait que le gouvernement espagnol espère, en faissant régner au Maroc un tel
état de choses intolérable, et auquel il n´est pas de remède, sous le régime de
l´exterritorialité, si l´on a affaire à des autorités consulaires de mauvaise volonté, exercer
une sorte de chantage sur les nations étrangères et les obliguer à accepter dans l´empire
chérifien une autorité espagnole pour rétablir l ´ordre compromis par les sujets de
l´Espagne". 1145

La catadura moral y la actitud para el trabajo de los emigrados era otro punto que merecía las

críticas del órgano francés. Calificaba a los españoles residentes en Marruecos y en el Oranesado de

pobres peleles que huían del hambre existente en parte de la península, pero que no mostraban por

1143
"Les affaires du Maroc. La politique française" en: Bulletin du Comité de l´Afrique Française (marzo de 1900, pp.
91-94.
1144
"Les affaires du Maroc. Le prolétariat espagnol à Tanger", en B.C.A.F., no. 4, abril de 1.900, pp. 176-177.
1145
Ibidem.

698
otra parte la más mínima predisposición positiva para el trabajo en las colonias. Si se esforzaban

duramente en Argelia era debido a que en la colonia francesa, habían encontrado capataces,

técnicos y directivos galos aptos que sabían encauzarlos y dirigirles, y estableciendo sobre ellos

rígidos controles, conseguían motivarles y hacer que se esforzaran en trabajar para la prosperidad

del país. Por el contrario,

"(...) au Maroc, cette race incapable d´organisation et de direction ne se livre qu´à


d´infimes métiers, ou aux entremises et à la fainéantise des lazzarones. Quelques
Espagnols, à vrai dire, sont maraîchers; mais on les rencontre surtout dans la banlieue de
Tanger comme chevriers, comme bergers, ne différant en rien des indigènes, sinon en ce
qu´ils portent un chapeau et souvent gardent des cochons, animaux que le Coran interdit à
ses fidèles comme impurs. "1146

El artículo acababa afirmando que jamás Europa podría confiar el futuro de Marruecos a un

país como España que, si alcanzara el protectorado del Imperio, sería incapaz de llevar el progreso

a Marruecos y tampoco sabría organizar en el Sultanato un régimen administrativo eficaz. Buena

prueba de ello era que los españoles no habían conseguido desarrollar actividad alguna industrial,

comercial o de navegación de carácter relevante en el Sultanato. La suya era una situación de

atonía económica total. Los españoles llegaban a Tánger simplemente a tomar posesión de la

miseria, una miseria semejante a la de sus hogares de la península.

La Revista de Geografía Colonial y Mercantil entraría en polémica con la publicación

francesa, calificando al artículo como fruto de la imaginativa y rebuscada inventiva gala que movía

a risa con sus extravagancias y exabruptos. A juicio del articulista a cargo de la contrarréplica las

aseveraciones francesas contenidas en el Bulletin se apartaban completamente de la verdad y

buscaban claramente provocar el descrédito de la acción española en Marruecos. Entre la colonia

hispana de Tánger existían también activos comerciantes e industriales, aunque el autor reconocía

que la mayoría de ellos eran pobres desheredados, a los que en cambio no se podía negar su

laboriosidad; a sus habilidades artesanales se debían la construcción de numerosos hoteles, chalets

1146
Ibidem.

699
y casas particulares dotados de todo el lujo -nunca visto hasta entonces en el Imperio jerifiano- y el

confort moderno, construcciones que habían redimensionado enteramente la estructura urbana

tangerina.

"Con respecto á la conducta - añadía el articulista -, moralidad, laboriosidad y


respeto á sus legítimas autoridades, la colonia española de Tánger, por su número y
condiciones, puede servir de modelo á los pueblos más cultos y mejor organizados del
mundo. Es verdaderamente asombroso que en una población cosmopolita, compuesta de los
elementos más heterogéneos, con el continuo rozamiento y choque de caracteres y
aspiraciones opuestas, sin más medios de fuerza que tres soldados indígenas que se hallan
al servicio de la autoridad del Cónsul, un núcleo de 7.000 almas proporcione una
estadística criminal inconcebible por su exigua importancia, y que envidiarían los
moralistas más exigentes".1147

En lo tocante a las operaciones militares en el Sureste del Imperio el órgano colonialista

francés en su número de junio de 1900 se hacía eco de un breve debate habido en la Cámara de los

Comunes británica el 24 de mayo en el transcurso del cual el gobierno de Londres había

manifestado que los intereses del Reino Unido en el Sultanato no corrían ningún peligro tras la

invasión del Tuat, y reconocía haber recibido garantías de la República acerca del mantenimiento

del `statu quo´; en consecuencia, el Reino Unido no iba a inmiscuirse en la resolución del conflicto

en el Sahara. En su comentario, el Bulletin abogaba por la conservación del statu-quo, pero no por

tiempo indefinido. Se imponía, según la publicación colonialista, a corto plazo un acuerdo general

de los principales gobiernos europeos; acuerdo del que debía quedar excluido el español y que

tendería a dejar a Francia las manos libres en Marruecos. Se trataría del reconocimiento

consensuado por Europa de la plena influencia política y comercial gala en el Sultanato, con la

finalidad de acabar en este último con lo que la publicación llamaba la "anarquía" que vetaba la

acción civilizadora. Por ello, el statu-quo no podía ser mantenido a ultranza, permanentemente.1148

1147
"En defensa de la colonia española de Tánger" en (R)evista de (G)eografía (C)olonial y (M)ercantil, nº 4/1900, pp.
521-524.
1148
" Notre action dans le Sud oranais et les affaires du Maroc", en B.C.A.F., no. 6, junio de 1.900, pag. 206.

700
Ante las violaciones del statu-quo por parte francesa, la Revista de Geografía colonial y

mercantil se limitaba escuetamente a solicitar al gobierno conservador de Silvela que por vía

diplomática promoviera una serie de acciones encaminadas a apuntalarlo y a mejorar las relaciones

con la Gran Bretaña. Los círculos colonialistas españoles barajaban también la idea del estallido de

una gran guerra europea que enfrentaría a Gran Bretaña contra la Dúplice franco-rusa, con el

Estrecho de Gibraltar como campo de batalla naval entre los contendientes. Ante este horizonte, no

se aventuraban a recomendar el ingreso de España en una alianza internacional. Antes al contrario,

la postura que debía tomar el país era la de aportar su contribución pacificadora, para disipar los

negros nubarrones que se veían en el inmediato porvenir europeo. Para ello, el gobierno español

debía entrar en negociaciones con Francia, para intentar posteriormente convencerla de la necesidad

de blindar el mantenimiento del statu quo en Marruecos. 1149

No solamente la prensa peninsular se ocupaba del análisis de la invasión de Marruecos.

Dentro de la que se editaba en Tánger, el periódico en lengua española -El Eco Mauritano- se

hacía eco al respecto de una serie de reflexiones muy alarmistas para los intereses españoles en el

Sultanato y apelaba a la acción diplomática internacional por parte de las potencias interesadas en

defender la integridad de Marruecos como único medio para detener lo que se veía como

inminente desaparición del Imperio. 1150

La propia dinámica de los acontecimientos contribuyó a serenar rápidamente el ánimo de un

sector de la prensa que utilizaba las campañas militares francesas como pretexto para fustigar al

gobierno conservador. Pronto fue una evidencia el que no se iba a producir a corto plazo ningún

ataque ni contra Tafilalt ni contra Figuig. Las grandes operaciones militares galas habían

terminado. Las autoridades republicanas se empeñaban ahora en la tarea de consolidar el control de

los territorios conquistados; en este sentido, se procedía a establecer una embrionaria organización

de los territorios saharianos anexionados de In-Salah e Igli protegidos por guarniciones móviles que

pudiesen repeler rápidamente los ataques marroquíes. Se constituía así la llamada "columna de

1149
Véase R.G.C.M., no. 4, op. cit., pag. 524.
1150
“Francia en el Tuat. Detalles de la ocupación de Inhar ", El Eco Mauritano, 4-abril- 1900.

701
observación de Figuig", cuya actuación incluía también los valles del Guir y Zousfana con el fin

de vigilar los movimientos marroquíes. El XIX Cuerpo de Ejército consideraba asimismo la

posibilidad de la creación de tropas auxiliares, tarea que se debería realizar en Douï Menia. Sin

embargo las autoridades del Ministerio de Asuntos Exteriores de la República estimaron

conveniente dar un nuevo giro a las operaciones, marcado ahora por el hermetismo más absoluto,

evitando la llegada de nuevas informaciones a Europa. Se aplicará un silencio completo sobre los

movimientos y combates que se desarrollen en la región de los valles.

Con la apertura de esta nueva fase el gobierno español quedó de nuevo desprovisto de

cualquier tipo de información sobre lo que ocurría en los confines sur-orientales del Imperio

jerifiano. El nuevo Ministro de Estado -tras la reestructuración del gobierno que llevó a cabo

Silvela en Abril- Ventura García Sancho, marqués de Aguilar de Campoó, se encontró al llegar al

cargo con que la única fuente de noticias de que disponía consistía en las estimaciones de la prensa

inglesa, por lo que ante la falta de informaciones fiables se vio obligado constantemente a solicitar

informes tanto del Embajador en París, León y Castillo, como del cónsul en Orán, marqués del

Pedroso.1151 Los informes de este último darían noticia documentada no sólo del número de

efectivos franceses existentes en el Sureste del Imperio, sino que suministraron detalles de su

despliegue sobre el terreno, a la vez que daban conocimiento a Aguilar de Campoó de la salida

desde Argel y Constantina de nuevas tropas de refuerzo.

Quedaba así planteado el problema de la respuesta española a la ruptura "de facto" del statu

quo. A pesar de la petición de ayuda que efectuará el Majzén durante los próximos meses en dos

ocasiones distintas,1152 la diplomacia española no sólo hará oídos sordos a tales apelaciones, aun

cuando los medios gubernamentales entendían que con las operaciones militares Francia había roto

el compromiso internacional contraído veinte años antes en la Conferencia de Madrid para

1151
Telegrama cifrado del Ministro de Estado Ventura García Sancho, marqués de Aguilar de Campoó a Fernando
León y Castillo, Embajador de España en París. 1 de junio de 1900; Telegrama cifrado del marqués de Aguilar de
Campoó al marqués del Pedroso, consul de España en Orán. 1 de junio de 1900. A. G.A. África (Marruecos). Caja 73 /
Ex. 2.
1152
Ibidem .Ojeda a Aguilar de Campoó. 20 de junio de 1900. Despacho nº 75; Ojeda a a Aguilar de Campoó. 30 de
agosto de 1900. Despacho nº 99.

702
1153
garantizar la independencia e integridad de Marruecos, sino que demostrará, a su vez, sus

deseos de instrumentalizar el estado de debilidad en que se encontraba el Imperio jerifiano para

sacar provecho de él , en beneficio propio, 1154 remontando así la difícil situación en el Sultanato a

la que las consecuencias del desastre colonial le habían abocado: pérdida de prestigio e influencia,

peligro de perder sus posiciones en el Rif, etc. Las intenciones de Silvela, al fracasar la

incorporación de España a la Dúplice francorusa, serán las de cambiar drásticamente la estrategia

de la política exterior en los asuntos atinentes a Marruecos. Mientras que en 1899 se había

ensayado una fórmula prudente y moderada, la de la supeditación de la acción española a la previa

aceptación de la misma por parte de todas las naciones europeas representadas diplomáticamente en

el Sultanato, ahora se adoptaría una conducta más agresiva y descaradamente expansionista. Así

Silvela había renunciado a toda autonomía en la cuestión marroquí en dos ocasiones puntuales al

comienzo de su ejercicio de la jefatura del gobierno. La primera ocasión, cuando había entablado

contactos diplomáticos con diversas cancillerías con el fin de auspiciar la presentación ante el

Majzén de una nota conminatoria de rechazo a la actitud del Gobierno marroquí, interrumpiendo las

obras de construcción del lazareto de Mogador y expulsando al doctor Joaquín Cortés -encargado

de supervisar las obras por parte del Consejo sanitario tangerino- de la isla donde se iba a ubicar.

La segunda ocasión se había producido poco después, cuando el Majzén presentaba al círculo

diplomático acreditado en Tánger una orden jerifiana por la que se ponía fin -con el pretexto de

acabar con el contrabando y la piratería- a la libertad de navegación comercial por las aguas del Rif.

Ojeda, que había tomado nota desde la Legación española de la actitud de Silvela en el "affaire" del

lazareto, había promovido una acción similar a aquella, en la que España, perjudicada grandemente

por la disposición imperial, renunciaba a replicar en solitario ante el Sultán y apostaba claramente

por volver a subordinar sus acciones a la búsqueda de un respaldo de otras potencias y de una

1153
En este sentido se había manifestado a comienzos del año anterior, el duque de Almodóvar del Río cuando fue
preguntado al respecto por Ojeda: " En cuanto al Tuat ...(...) es indudable (...), que como tésis constituye un atentado al
'status quo' toda desmembración de Marruecos sea donde sea, aunque no fuera más que por el desprestigio
consiguiente para el Sultán, cuya personalidad está tan intimamente ligada a la existencia de su Imperio". Almodóvar
del Río a Ojeda. 12 de febrero de 1899. Carta nº 12, minuta manuscrita. A.M.A.E. Archivo Histórico. Leg. 1263.
1154
Ojeda a Aguilar de Campóo. 30 de agosto de 1900. Despacho nº 99.A.G.A. África (Marruecos). Caja 73 / Ex.2.

703
concertación con Europa. Sin embargo, Silvela ya había dado muestras en esta última ocasión de

querer escapar de esa dinámica de pactos a múltiples bandas y de acuerdos concertados con las

potencias europeas, de pérdida -en fin- de la autonomía diplomática. En un momento determinado

había mudado de parecer, había suspendido toda la actuación anterior y había apostado claramente

por realizar una aproximación al Reino Unido que respaldase la que él entendía como más

conveniente nueva posición española de consentimiento de las disposiciones imperiales. En 1900,

en un giro de su política marroquista ya abiertamente dirigida a derroteros imperialistas iba a

querer dar a entender al mundo entero que España seguía en pie, y que seguía contando con una

potencia conquistadora, susceptible de obtener nuevos territorios en África.

Silvela iba a querer demostrar en el verano de 1900 ante el concierto internacional, la

vitalidad de la nación, manteniendo para ello el grado de autonomía necesario en el marco de la

política exterior como para, sin tener que acudir al consabido y aireado por ciertos sectores de la

prensa necesario apoyo francés, forzar a Marruecos a realizar una serie de concesiones territoriales.

Ello mostraría a los ojos de todo el mundo la capacidad del país para practicar una serie de

maniobras expansivas que incorporaban a España plenamente a la carrera imperialista,

corroborando la vitalidad y potencialidad del régimen restauracionista. Estas maniobras permitirían

a la vez que se contrarrestaban las amenazas que se cernían sobre los intereses españoles en el

Imperio, abrir la puerta a una hipotética penetración posterior en el corazón del mismo, y al mismo

tiempo configurar un estratégico cinturón defensivo en la costa atlántica marroquí que guardase las

espaldas de Canarias.

El problema para los proyectos imperialistas de Silvela estribaba básicamente en dos

cuestiones:

a) La rápida obtención de la concesión por parte del Sultán de los territorios comprendidos

entre el cabo Bojador, límite norte del Río de Oro español, y el Uad Draa, es decir de las regiones

de Tarfaya y la Sakia al-Hamra.

704
b) La aceptación por parte de las potencias europeas del dominio español sobre estos

territorios, por lo que la diplomacia silvelista creyó oportuno cumplir los requisitos aprobados años

antes en la Conferencia de Berlín.

En 1884-1885, la Conferencia de Berlín había supuesto un hito significativo, aunque no tan

trascendente como la historiografía europea venía admitiendo- en el sentido en que acertadamente

ha matizado Simon Katzenellenbogen, pues en realidad se limitó a marcar una etapa relevante en
1155
un proceso iniciado mucho tiempo antes y que continuaría mucho tiempo después en la

creación de las fronteras coloniales en el continente africano. En esas fechas, las potencias europeas

llevaban ya muchos años apoderándose -como bien recalca este historiador- de regiones de África y

ya se habían establecido numerosas fronteras. La Conferencia se convocó en gran medida porque

Alemania quería tratar de someter el proceso a cierto grado de control internacional convenido y

limitar cualquier ulterior expansión británica. Cada uno de los participantes tenía unos objetivos

específicos, pero todos coincidían en tratar de asegurar que cualquier país que reclamara

oficialmente un área determinada, sería capaz de participar en su explotación económica.

Durante cierto tiempo se ha creído que la Conferencia estableció la norma de que la validez

de las pretensiones territoriales europeas debía basarse en el principio de la ocupación efectiva de

todo el territorio al que se aspiraba a poseer, tal como se expone en el Acta general de la

conferencia.1156 En realidad, el capítulo VI del Acta se refiere única y específicamente a la

ocupación efectiva de las costas, que habían sido divididas prácticamente en su totalidad entre las

potencias europeas antes incluso de que la conferencia se iniciara. Ciertamente Alemania tenía ante

todo la intención de lograr un acuerdo basado en firmes criterios respecto al reconocimiento,

mientras que Gran Bretaña se mostraba en contra de dicha medida. Alemania rectificaría su

posición en ese asunto, dándose cuenta en el transcurso de la conferencia, de que los intereses

británicos y alemanes en África eran en realidad, mucho más complementarios que opuestos. Al

1155
Katzenellenbogen, S.: "No ocurrió en Berlín: Política, economía e ignorancia en la creación de las fronteras
coloniales en África", en Nugent, P. y Asiwaju, A. I. (eds): Fronteras africanas. Barreras, canales y oportunidades,
Barcelona, Edicions Bellaterra, 1998, pp. 55-70.
1156
Véase, por ejemplo: Oliver, Roland: The African Experience, Londres, Pimlico, 1991, pag. 178.

705
limitar los requisitos para la ocupación efectiva de las costas, Alemania salió airosa, mientras que

Gran Bretaña aseguraba una eficaz inacción por su parte. Con todo, la Conferencia de Berlín

realmente solo tendría una gran significación en lo tocante al reconocimiento internacional del

Estado Independiente del Congo. El reconocimiento de las pretensiones territoriales de las

potencias europeas en África no se basó, a partir de Berlín, en los principios aprobados

internacionalmente que había solicitado Alemania, y la ocupación efectiva nunca se convirtió en el

factor determinante de ninguna frontera colonial ni se aplicó en numerosos casos de litigios

territoriales fronterizos. La adjudicación de los derechos de soberanía se basaría, por el contrario,

en acuerdos específicos negociados entre las potencias implicadas.

Ahora bien el artículo XXXIV del capítulo VI establecía que las potencias que en el futuro

tomaran posesión de un territorio en las costas del continente africano situado fuera de sus

posesiones, deberían remitir una notificación a todas las demás potencias signatarias del acuerdo de

Berlín.

Silvela, tal y como lo acredita una carta particular que su Ministro de Estado en 1900, el

marqués de Aguilar de Campóo remitió años más tarde al nuevo líder conservador, Antonio Maura

- y que se encuentra en el Archivo de la Fundación Maura (Madrid) - cumplió este requisito con

respecto a Tarfaya y la Sakia, cuando intentó ocuparlas a lo largo de aquel año.

Sin embargo la ocupación española de los territorios no llegó a consumarse. El Sultán se

negó a cederlos y Silvela volvió a confiar en Lord Salisbury y en Gran Bretaña, esta vez con la

pretensión de que el gabinete de Londres prestara su apoyo al renacer imperial de España. Era una

maniobra arriesgada, brillante y original que suponía una gran flexibilidad, un notable pragmatismo

en la dirección de la política exterior española y una cierta contradicción con los deseos de Silvela

en 1899 de ingresar en la Dúplice franco-rusa. De ahí que podamos señalar que la política del

estadista conservador en lo que respecta al norte de África muestra una cierta autonomía con

respecto a la República francesa. Esta maniobra al mismo tiempo comportaba la ruptura del statu-

quo por parte española -cuando oficialmente se estaba predicando en el Parlamento de Madrid la

706
conveniencia de su mantenimiento-, a la vez que ponía en las manos del Reino Unido, uno de los

"enemigos" de España en 1898, con el que se había llegado casi hasta el punto de entrar en un

conflicto armado por el tema de las fortificaciones de Gibraltar, la posibilidad del resurgir imperial.

Será el fracaso de esa maniobra -ante la encarnizada resistencia del Majzén a acceder a las

cesiones territoriales y ante la negativa de Lord Salisbury a apoyar a Silvela, después de una

primera fase negociadora en la que el primer ministro británico se había comprometido a respaldar

a España presionando al Majzén para que éste entregase Tarfaya y la Sakia- en el verano y otoño de

1900, el que acabará definitivamente con el margen de acción autónoma que en la cuestión

marroquí pretendía Silvela. La responsabilidad de éste y de su sucesor en la jefatura del gobierno,

el general Marcelo Azcárraga, sería cómo paliar las consecuencias del fracaso, dándose paso

entonces a la fórmula de realizar la aproximación a otra potencia, cuyo apoyo permitiese la

consecución de esas ambiciones territoriales. La disyuntiva para los gobiernos conservadores era a

quien dirigir las miras conducentes al logro de ese apoyo. La resolución de ese dilema iba a marcar

todo el futuro de la presencia española en Marruecos. La elegida iba a ser Francia.

8.3. Reanudación del Bloqueo de Alhucemas.

La llegada a la bahía de Alhucemas del cañonero Martín Alonso Pinzón el 27 de Marzo con

instrucciones procedentes de la Delegación Imperial en Tánger para el Bajá del campo fronterizo

había servido para levantar el bloqueo de la guarnición española y restablecer las comunicaciones

entre ella y el territorio marroquí. Parte de la oficialidad del Pinzón, en unión de otros oficiales y

vecinos de la plaza, se habían desplazado a la playa fronteriza, siendo recibidos con muestras

patentes de amistad por parte de los rifeños. Desde entonces, y a pesar de haber sido restablecida la

libertad de circulación de personas, los españoles no habían traspasado los límites fortificados del

recinto, a excepción del 10 de abril, fecha en la que un juez, un médico y diversos civiles y

militares habían acudido al levantamiento de un cadáver en la playa Cebadilla. El 25 de abril, el

707
Comandante General de Melilla daba instrucciones a los gobernadores militares de Alhucemas y el

Peñón, Anastasio Terrón y Mariano Saldaña, respectivamente, de que en el futuro quedaba

prohibido sin excepciones el desembarco de personal español en territorio marroquí.1157 Se trataba

de un serio intento por acabar de manera efectiva con las prácticas ilícitas de contrabando y una

muestra del deseo de congraciarse con las autoridades imperiales, no dando pie así a nuevas

reclamaciones del Majzén sobre la permisividad española con respecto al comercio ilegal. Sin

embargo el incidente diplomático hispano-marroquí no había terminado completamente. Había

entrado en una nueva etapa.

El 5 de abril se producía en las inmediaciones del Peñón de Vélez el relevo de los askaris

que constituían la guardia fronteriza. El gobernador Mariano Saldaña se entrevistaba con el caíd al

mando del contingente imperial que le notificaba que a su paso por Alhucemas, había recibido una

carta del Bajá del campo fronterizo de aquella posición para el responsable de la Alcazaba próxima

al Peñón, comunicando a este último la recepción de una orden redactada por Mohammed Torres

de una orden levantando la incomunicación de las dos guarniciones españolas. Leída por el

gobernador marroquí de la Alcazaba del Peñón, se negaría sin embargo en redondo a levantar el

bloqueo, indicando que necesitaba para hacerlo, recibir las instrucciones directamente del Delegado

Imperial en Tánger no bastándole con una misiva del Bajá de Alhucemas. Sin embargo se

consentiría que los cabileños trajeran a la plaza diversas vituallas, a excepción de carne y cereal.1158

El gobernador militar de Melilla, general Hernández reaccionó poniendo los hechos en

conocimiento de la Legación española en Tánger y solicitando de la misma que se obtuviera una

orden directa del Delegado del Sultán para que las cabilas cercanas al Peñón reanudaran

completamente sus relaciones con la plaza.1159 Enterado Mohammed Torres, no se negó a ello si

1157
Oficio no. 123 de 2 de mayo de 1900 del Gobernador de la plaza de Alhucemas, Anastasio Terrón dirigido a la
legación Española en Tánger; Oficio no. 79 de 2 de mayo de 1.900 del Gobernador de la Plaza del Peñón de Vélez
dirigido a la Legación Española en Tánger. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 235 /Ex. 1 y 2.
1158
Telegrama del Gobernador del Peñón, Mariano Saldaña dirigido al Comandante General de Melilla. 14 de abril de
1.900. S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.
1159
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 23 de abril de 1.900. S.H.M. Archivo de la
Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.

708
bien presentó una queja ante la Legación española en torno a las incursiones ilícitas que los
1160
habitantes de los presidios realizaban en territorio marroquí. Sin embargo, el Delegado del

Sultán se apresuró en remitir la carta pedida con instrucciones al caid de la línea fronteriza de

Vélez, Al.lal Ben El Mansuri.1161 El pliego le fue entregado a éste por el confidente de la plaza

española el 2 de mayo.1162 La orden, empero, no iba a surtir efecto práctico alguno; el bloqueo

persistió, justificándose la autoridad jerifiana con el argumento de que los notables de algunas

cabilas, con bastante influencia en el campo fronterizo, se oponían al levantamiento de aquel.

No solamente la comunicación entre Alhucemas y el Peñón quedó interrumpida, y persistió

el bloqueo de esta última plaza, sino que además el Comandante General de Melilla transmitiría

telegráficamente a Madrid la noticia de que el príncipe imperial Abu Bakr había notificado a las

cabilas nuevas órdenes que suponían a su vez el comienzo de la incomunicación de las islas

Chafarinas.1163 Días después, Alhucemas volvía a quedar nuevamente bloqueada, también

respondiendo a órdenes directas del jerife Abu Bakr. 1164

El 9 de Mayo el Comandante general de Melilla remitía una primera carta al príncipe

imperial al mando de las fuerzas jerifianas destacadas en el Rif en la que se le reprochaba la

reiterada situación de bloqueo e incomunicación de las plazas españolas en la región, inquiriéndole

sobre la naturaleza de las causas de la actitud marroquí. Por último rogaba a Abu Bakr que pusiera

fin a dicha incomunicación.1165 El príncipe rechazó la posibilidad de contactar con los españoles; no

1160
Telegrama de Manuel García Jove dirigido al Gobernador de la plaza de Alhucemas. 25 de abril de 1.900. S.H.M.
Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.
1161
Telegrama del Encargado de Negocios de la Legación en Tánger, Manuel García Jove dirigido al Comandante
General de Melilla. 27 de abril de 1.900. S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.
1162
Oficio del Gobernador del Peñón de Vélez, Mariano Saldaña dirigido al Comandante General de Melilla. 10 de
mayo de 1.900. S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.
1163
R.O. no. 52 del Ministerio de Estado de 11 de mayo de 1.900 dirigida a la Legación española en Tánger. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 235 / Ex. 1 y 2.
1164
Telegrama del Gobernador de Alhucemas dirigido al Comandante General de Melilla. 1 de mayo de 1.900. S.H.M.
Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.
1165
Carta del Comandante General de Melilla al Príncipe Abu Bakr. 9 de mayo de 1.900. S.H.M. Archivo de la
Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.

709
contestó a la comunicación y se dirigió con sus efectivos al territorio de los Beni-Sidel, acampando

en las cercanías de Melilla.1166

Al mismo tiempo el gobernador de Melilla remitió una extensa carta al general Azcárraga,

Ministro de la Guerra en la que sugería, para terminar con aquella situación que se prolongaba

interminablemente, la posibilidad de tomar represalias contra el Sultán. Su texto es encendido,

vibrante, resentido con las autoridades marroquíes en el Rif a las que acusa de infringir

abiertamente los tratados hispano-marroquíes en vigor, de desobedecer las órdenes de Mohammed

Torres y de mostrar una actitud no ya de falta de amistad, sino de franca hostilidad contra España .

Y eso que la reanudación del bloqueo de las posiciones españolas se realizaba en un contexto

marcado por el apoyo reciente del gobernador militar a las fuerzas imperiales, vendiendo cartuchos

al Bajá del campo fronterizo de Melilla, en ocasión muy crítica para las fuerzas jerifianas,

empeñadas en el combate con algunos elementos rebeldes. Esta conducta, a juicio del gobernador

lastimaba el decoro y la dignidad nacional y mermaba el prestigio de España ante los rifeños.

Habían sido recientes los enfrentamientos entre el gobernador militar y los funcionarios de la

Aduana imperial sita en el interior de la plaza española que pretendían que también abonaran

derechos a la Hacienda del Sultán, aquellos géneros que salieran del puerto hacia los barrios

periféricos de Melilla, aun no abandonando territorio español. El militar español achacaba a esta

pretensión la explicación del proceder de las fuerzas imperiales en el Rif, y estimaba que el

gobierno de Silvela podía contrarreplicar expulsando la Aduana marroquí hasta los límites de la

plaza, es decir hacia el territorio del Sultanato. Con ello, el Sultán iba a ver obstaculizada la labor

de sus funcionarios que tendrían que ejercer sus tareas a partir de ese momento reforzados por un

considerable contingente de tropas para protegerles, a pesar de lo cual era muy factible que
1167
disminuyeran los rendimientos de la Aduana. Convencido de los argumentos del gobernador

Hernández, el Ministro de la Guerra, Azcárraga le contestaría el 22 de Mayo aprobando la

1166
Oficio del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 10 de mayo de 1.900. S.H.M. Archivo de la
Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.
1167
Carta del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra, general Marcelo Azcárraga. 10 de mayo de
1.900. S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.

710
sugerencia de la supresión de la Aduana marroquí. Se trataba ésta de una medida que volvería a

reivindicar, posteriormente el general Valeriano Weyler, Ministro de la Guerra en el gabinete

Sagasta. En el texto de Azcárraga, empero, traslucíanse reflejos de los enfrentamientos habidos en

el seno del gobierno de Silvela en torno a la cuestión del bloqueo de las plazas del Rif, entre el

Ministerio de la Guerra, más partidario de medidas drásticas y métodos enérgicos para presionar

sobre el Sultán y el Ministerio de Estado, con unas técnicas más propicias a procedimientos de

templanza. 1168

El Ministro Plenipotenciario Ojeda había partido ya desde Tánger, rumbo a la Corte Imperial,

con objeto de presentar sus cartas credenciales al Sultán y en el interín se había quedado al frente

de la Legación el Encargado de Negocios, Manuel García Jove. Avisado con urgencia por el

gobernador militar de Melilla, el 11 de Mayo, Jove acudía a visitar al Delegado del Sultán en su

domicilio particular. Mohammed Torres se mostró sorprendido de la actitud del príncipe imperial

Abu Bakr a quien achacó un excesivo celo en el ejercicio de sus misiones de policía en el Rif. El

Delegado imperial descargando la responsabilidad del incidente exclusivamente en el jerife,

pretendió librar de toda culpa al Majzén, pero por otra parte prometió transmitir órdenes enérgicas

al Bajá del Peñón para restablecer la normalidad en el abastecimiento de víveres del mismo.1169

Ese mismo día, el comandante General de Melilla enviaba una nueva carta al príncipe Abu

Bakr. Se trataba de un documento muy breve en el que se denunciaba la actitud de los cabileños de

Kebdana que habían iniciado el bloqueo de las Chafarinas, invocando ante el gobernador español la
1170
excusa de que recibían órdenes expresas del jerife. Sin embargo, estas misivas no variaron un

ápice la actuación de las fuerzas imperiales que seguían su rutinaria tarea de hostilizar en silencio a

los españoles en el Rif, bloqueando la llegada de víveres a las plazas costeras. A las proximidades

1168
Carta del Ministro de la Guerra, Azcárraga dirigida al general Venancio Hernández, gobernador militar de Melilla.
22 de mayo de 1.900. S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.
1169
Telegrama del Comandante General de Melilla a la Legación Española en Tánger. 10 de mayo de 1900; Manuel
García Jove, Encargado de Negocios de la Legación a V. García Sancho, marqués de Aguilar de Campóo, Ministro de
Estado. Despacho no. 58. 11 de mayo de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 235 /Ex. 1 y 2.
1170
Carta del Comandante General de Melilla al príncipe Muley Abu Bakr. 11 de mayo de 1.901. S.H.M. Archivo de
la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.

711
de Melilla llegó un vapor desembarcando las soldadas de la tropa imperial, zarpando luego con

destino al Kiss. En la margen marroquí de este río realizaban tareas de vigilancia ochocientos

askaris para los cuales el buque llevaba víveres. Los objetivos de este contingente, a juicio del

comandante general de Melilla no eran tanto los de hostilizar a los españoles sino vigilar los

movimientos de Francia.1171

Al día siguiente, 11 de mayo, Mohammed Torres hacía entrega oficial a la Legación

española de la copia de varias cartas que había remitido tanto al príncipe Abu Bakr como a su jalifa,

Ben Bushta al-Bagdadi, reiterándoles con cierta energía la orden terminante de levantar la

prohibición del abastecimiento de las guarniciones españolas en el Rif y de restablecer las

comunicaciones de las mismas con territorio marroquí. 1172

Los delegados imperiales en la zona empero volvieron a utilizar las tácticas y mecanismos

dilatorios propios de la diplomacia marroquí. Las cartas del Delegado del Sultán se recibieron en

Melilla el día 16. El día 17 los correos del Gobierno militar de la plaza las trasladaban a manos del

príncipe Abu Bakr, quien tampoco en esta ocasión dio respuesta a las demandas españolas.1173

Las semanas iban transcurriendo y la situación excepcional que comportaba el bloqueo

pasaba a ser una rutina, prolongada ya durante casi un año. Desde el gobierno militar de Alhucemas

no se tenía noticia de que el comandante de la mehal.la imperial hubiese recibido alguna orden de

Mohammed Torres. De nuevo el problema de la carestía de alimentos se planteaba de manera

aguda, aunque paliado por los constantes viajes del vapor-correo Sevilla desde Melilla,

transportando comestibles y bebida. Interrogado, Mohammed Torres planteaba en Tánger a la

Legación española nuevas exigencias del Majzén para levantar la incomunicación: en el futuro,

civiles y militares españoles debían evitar alejarse de los límites de la plaza y penetrar en el

1171
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 11 de mayo de 1.900. S.H.M. Archivo de
la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.
1172
Telegrama de García Jove a Aguilar de Campóo. 12 de mayo de 1.900 .A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 235 / Ex. 1 y 2.
1173
Telegrama del Comandante General de Melilla, Venancio Hernández dirigido a Manuel García Jove, Encargado
de Negocios de la Legación en Tánger. 24 de mayo de 1.900. S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla.
Rollo 791.

712
territorio marroquí. Se desvelaban así las pretensiones del gobierno marroquí que entendía que

debían quedar cortadas radicalmente todas las posibilidades de infiltración política y comercial

española en el Rif. Debían desaparecer los embrionarios partidos 'pro-españoles' en las cabilas, a

cuya formación apuntaba la medida tomada por el gobierno sagastino (a partir de 1898) de

captación de notables rifeños que pasaban a ser protegidos para luego convertirse en

subvencionados del gobierno español.

García Jove acabaría accediendo a cursar estas peticiones y recomendó a las autoridades

militares de Alhucemas y el Peñón que se esforzaran por impedir las incursiones españolas en el

territorio imperial. Para ello invocaba las disposiciones del artículo VI del convenio hispano-

marroquí para el establecimiento de una Aduana Imperial en la frontera de Melilla, firmado en Fez

el 31 de julio de 1866 que vetaban expresamente las incursiones y viajes de españoles en el interior

del Rif. De hecho, esas medidas restrictivas ya habían sido empezadas a aplicar en las dos plazas.

En el futuro, España se comprometía a que ningún habitante, civil o militar de Alhucemas o el

Peñón, se internara en el territorio de las cabilas vecinas. 1174

El 26 de mayo el general Hernández, gobernador militar de Melilla hacía llegar una nueva

carta al príncipe Abu Bakr en la que insistía en la necesidad de que el jerife acatase las órdenes de

Torres.1175

Dado que Abu Bakr no deseaba rectificar su actitud, a instancias de Jove el gobierno

conservador decidió remitir desde Cádiz a Mazagán al buque de la Armada Destructor. Su viaje, el

25 de mayo, respondía al deseo de notificar de la reanudación del incidente a Ojeda -que se

encontraba en Marrakesh- y obtener de él, mediante la presión directa sobre el Sultán, la revocación

de las órdenes de inicio del bloqueo. 1176 Abu Bakr rehuía la entrevista con el Comandante General

1174
García Jove a Aguilar de Campóo. Despacho no. 62. 21 de mayo de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 235 / Ex. 1 y 2.
1175
Carta del Comandante General de Melilla al príncipe Abu Bakr. 26 de mayo de 1.900. S.H.M. Archivo de la
Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.
1176
Telegrama de García Jove al Capitán General del Departamento Marítimo de Cádiz. 25 de mayo de 1.900. A. G.
A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 235 / Ex. 1 y 2.

713
de Melilla, a pesar de las constantes peticiones que éste le formulaba por carta,1177 y permanecía en

el interior del Rif, desplazándose constantemente de un lugar a otro y conferenciando con los

notables y chorfa de las cabilas.1178 Sin embargo, la combinada presión española, desde tres puntos

acabaría por surtir efecto. Se trataba de los siguientes: Melilla, buscando contactar con el príncipe,

Marrakesh a través de las quejas al Sultán por parte de Ojeda y Tánger, con las reclamaciones

diarias de Jove ante Mohammed Torres. Tan pronto como Ojeda recibió en Marrakesh una carta de

García Jove, informándole de la nueva incomunicación de las plazas españolas en el Rif, mandó al

primer intérprete de la Legación -Manuel Saavedra-, que le había acompañado en su misión a la

Corte Imperial, a visitar al Ministro de Negocios Extranjeros del Sultán, Sid Abd al- Krim Ben

Sliman, notificándole lo sucedido y expresándole en términos enérgicos el disgusto del Gobierno

español. Ojeda amenazó al Ministro con retirarse de la Corte y dar por finalizada la Embajada

extraordinaria si el Majzén no reprobaba pública y categóricamente la conducta de sus funcionarios

y no dictaba inmediatamente las medidas conducentes a restablecer las comunicaciones de las

guarniciones, comprometiéndose firmemente a evitar en el futuro la reproducción de ese tipo de

actos.1179 Al día siguiente, Ojeda recibía la visita del Ministro marroquí que acudía a disculparse y

a notificar el envío por parte del Sultán de una carta personal dirigida a su delegado en Tánger,

Mohammed Torres, ordenando a este último el envío con toda urgencia de un vapor al Rif que

transportase el firman jerifiano dirigido a los gobernadores de los respectivos campos fronterizos

con las plazas españoles, amonestándoles por su conducta y ordenando el levantamiento del

bloqueo. Ben Sliman expresaba su confianza de que en diez días, el incidente estaría terminado y

las restricciones habrían desaparecido. El Gran Visir acababa de morir en la Corte y Ojeda estimaba

que con su desaparición se esfumaría asimismo el plan trazado para borrar la presencia española de

la costa septentrional del Sultanato. Incluso llegaba a aventurar a Silvela que si el incidente

1177
Telegrama del Comandante General de Melilla a García Jove. 1 de junio de 1.900. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 235 / Ex. 1 y 2.
1178
García Jove a Aguilar de Campóo. Despacho no. 63. 25 de mayo de 1.900. A. G. A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 235 / (Ex. 1 y 2.
1179
Ojeda al Marqués de Aguilar de Campóo. Despacho no. 10 de la Embajada Extraordinaria en Marrakesh. 22 de
mayo de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 84 / Ex. 1.

714
terminaba rápidamente ello podía redundar de modo muy favorable en la tramitación de las

peticiones y concesiones que esperaba obtener del Majzén, en el transcurso de su misión

diplomática extraordinaria ante Abd al- Aziz:

"(...) convencido como lo estoy de que el incidente no ha de provocar conflicto


alguno, no puedo menos de considerarlo más bien favorable que adverso al éxito de mi
misión, toda vez que me ha permitido antes de comenzar mis negociaciones ensayar el
efecto de la enérgica aunque afable y cortés actitud que entiendo debe caracterizar al
Representante de España en la actual delicada fase de sus relaciones y especialmente al
inaugurarse en este Imperio una nueva era política".1180

Al mismo tiempo, cumplida la misión del buque Destructor en Mazagán, Silvela creyó

oportuno no retirar al navío de aguas marroquíes, reforzando las peticiones diplomáticas españolas

con la presencia del buque de guerra. Según las instrucciones que el nuevo Ministro de Estado, el

marqués de Aguilar de Campóo remitía a Jove el 30 de mayo, el buque debía dejarse ver por aguas

del Rif y permanecer junto a Tánger.1181 Era una resurrección de la " gun-boat diplomacy ", que el

jefe del Gobierno deseaba hacer extensiva a la estratégica región del Sus, bombardeando con

peticiones de tal índole a Abd al-Aziz durante toda la primavera, a fin de arrancar del Sultanato la

potestad para los buques de guerra españoles de realizar tareas de patrulla y vigilancia de las costas

susíes. Un nuevo estilo de actuación española se había inaugurado en Marruecos.

Las presiones españolas consiguieron asimismo que desde Tánger, Mohammed Torres

remitiera una carta al príncipe Abu Bakr exhortándole al levantamiento del bloqueo.1182 El Jerife

permanecía acampado en el territorio de los Beni-Sidel, a dos jornadas de la ciudad de Melilla. De

nada servía que la Legación española utilizara los medios rápidos de transporte que le

proporcionaban los vapores mercantes que cubrían el recorrido Tánger-Melilla para llevar en pocas

horas la misiva de la Delegación Imperial a Melilla, puesto que el jefe del contingente imperial en

1180
Ibidem.
1181
Telegrama de Aguilar de Campóo a García Jove. 30 de mayo de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 235 / Ex. 1 y 2.
1182
Telegrama de García Jove a Aguilar de Campóo. 25 de mayo de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 84 / Ex. 1.

715
el Rif había cortado unilateralmente todas sus vías de comunicación con el Comandante general de

Melilla, deseando prolongar así indefinidamente la situación.

El gobernador militar de Melilla se sentía completamente desbordado. No sabía ya qué hacer

para acabar con un problema que se prolongaba desde hacía más de ocho meses:

"La conducta de las autoridades marroquíes -escribía al Ministerio de la Guerra- no


puede ser más extraña; infringen abiertamente los tratados vigentes incomunicando al
Peñón y Alhucemas; desobedecen unos, como el caid del campo del Peñón las órdenes del
Delegado del Sultán; derogan otros, como hace el Príncipe, las de este mismo Delegado y
demuestran todos una falta de amistad, hostilidad más bien podrá llamarse, contra
España". 1183

La táctica del Majzén evitaba cuidadosamente todo enfrentamiento directo con España. Las

autoridades marroquíes utilizaban como elementos preferidos de su acción la inacción, la supuesta

"indolencia", las tácticas dilatorias que exasperaban y desquiciaban a sus homólogos españoles, que

no encontraban forma alguna de contrarrestarlas. Exasperado, el general Hernández, estimaba

desde Melilla que era el momento oportuno de cambiar de estrategia y adoptar una conducta más

agresiva en relación al gobierno marroquí:

"(...) la conducta (del príncipe Abu Bakr) lastima nuestro decoro, merma nuestro
prestigio ante los riffeños y perjudica notablemente nuestros intereses y tal vez fuera
llegado el momento de pensar si no sería más conveniente para España cambiar de política
y dificultar en cuanto posible fuera la de Marruecos, a fin de hacer sentir a los Consejeros
y representantes del Sultán la necesidad de variar de conducta respecto a nosotros".1184

Silvela no creyó oportuno hacer caso a estas indicaciones. Remiso a cambiar de política

cuando la Embajada de Ojeda estaba negociando directamente con el Sultán en Marrakesh, pensaba

que las vías diplomáticas para resolver la cuestión del bloqueo de las posiciones españolas aún no

1183
Oficio del Ministerio de la Guerra de 28 de mayo de 1900 dirigido al Ministerio de Estado. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 84 /Ex.1.
1184
Ibidem.

716
estaban cerradas; así, García Jove consiguió de Mohammed Torres una nueva carta para Abu Bakr

que el día 29 salía expedida desde Tánger a Melilla.1185

El 31 de mayo Mohammed Torres comunicaba a la Legación española que había recibido

varias cartas del Sultán destinadas a los diversos gobernadores de los campos fronterizos a las

plazas españolas y al príncipe Abu Bakr, ordenando el inmediato levantamiento del bloqueo de las

guarniciones. Jove con la autorización de Torres dispuso que el vapor Yebel Musa las transportara

desde Tánger hasta Melilla, para que los administradores marroquíes de la Aduana las hicieran

llegar a sus respectivos destinos.1186Días después, y mientras proseguía inalterable el bloqueo,

Mohammed Torres presentaba un escrito ante la Legación española en el que volvía a poner sobre

el tapete la cuestión básica sobre la que giraba todo el incidente: la infiltración española en el Rif.

En la nota, Torres indicaba que había recabado información de los diversos Bajaes sobre los

motivos por los que habían persistido en su actitud de bloquear las guarniciones españoles. Los

gobernadores le contestaban que el bloqueo había sido levantado de manera efectiva a finales de

Marzo, y los víveres habían vuelto a venderse con total normalidad en las dos plazas. Ahora bien,

lo que no había cesado era el contrabando y las incursiones de españoles -fundamentalmente de

judíos protegidos y diversos comerciantes- en el territorio rifeño. Estas incursiones lo que habían

servido era para mantener lazos con los cabileños que contraviniendo las disposiciones del Majzén

se dedicaban a vender en las guarniciones reses y ovejas. Estas ventas estaban expresamente

prohibidas por el Sultán. La razón de ser de estas órdenes imperiales era garantizar la alimentación

de los rifeños y la existencia de reservas permanentes de vituallas que paliaran las crisis de

subsistencia en la región, y atajar las ventas de ganado a las plazas, consideradas por el Majzén

como transacciones de artículos de contrabando que no pagaban ninguna cuota al fisco

1185
Telegrama de García Jove a Aguilar de Campóo. 29 de mayo de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 84 / Ex. 1.
1186
Telegrama de Jove a Aguilar de Campóo. 31 de mayo de 1.900; Telegrama de Jove al Comandante General de
Melilla. 31 de mayo de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 235 / Ex. 1 y 2.

717
marroquí.1187 Los Bajaes argumentaban que su acción se reducía a impedir el tráfico ilícito que los

habitantes de las plazas realizaban en colaboración con los defraudadores del fisco marroquí y los

contrabandistas. García Jove escribiría inmediatamente a Aguilar de Campóo negando la veracidad

de tales afirmaciones, calificándolas como una fantasía, fruto del recelo excesivo y la desconfianza

del Majzén:

" (...) ya expuse a V.E. cual es la eterna fantasma ( sic) que constantemente persiguen
las autoridades marroquíes en el Rif hace ya mucho tiempo, sin que se pueda llevar á su
ánimo el convencimiento de que tales aserciones no son hijas más que de la cavilosidad y
desconfianza que constituyen siempre su modo de ser en todo. Y esta convicción es en mi
juicio patrimonio exclusivo de los magnates y autoridades marroquíes, pues las cabilas en
su mayoría gustan de vivir y de frecuentar las relaciones con nuestras plazas con la mayor
amplitud posible, viéndose hoy cohibidas sin acudir a éstas, por temor a aquéllos, haciendo
por lo tanto la situación de las plazas más dificultosa, como se viene observando hace ya
tiempo".1188

García Jove, al frente temporalmente de la Legación en Tánger, entendió que los argumentos

marroquíes no se podían dejar sin respuesta. Era necesaria una contrarréplica inmediata ante la

Delegación Imperial, exigiendo una pronta rectificación de las aseveraciones de los Bajaes rifeños

y echando sobre éstos toda la responsabilidad sobre el mantenimiento de la incomunicación de las

guarniciones. Desconocedor probablemente de la realidad de lo que acontecía en las plazas, e

impresionado quizás ante las promesas y compromisos de los gobernadores militares españoles de

reprimir el contrabando y terminar con los desplazamientos de los habitantes de los presidios a

territorio marroquí, Jove negaba la evidencia. Su actitud ante la Delegación imperial fue la de una

defensa cerrada de la causa española, calificando la actuación de los representantes del Majzén en

el Rif como un ataque directo a las autoridades militares de las plazas bloqueadas. Jove negó

1187
Nota de protesta del Delegado Imperial en Tánger Sid al-Hach Mohammed Ben El-Arbi Torres a la Legación
Española en Tánger. 13 de junio de 1900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 235 / Ex. 1 y 2.
1188
García Jove a Aguilar de Campóo. Despacho no. 71. 14 de junio de 1.900. A.G.A.África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 84 / Ex. 1.

718
asimismo las implícitas acusaciones marroquíes de permisividad y negligencia por parte de los

gobernadores de Alhucemas y Vélez en el ejercicio de sus funciones de represión del tráfico ilícito.

A mediados de junio se recibía en Melilla un oficio remitido por el gobernador del Peñón de

Vélez, Mariano Saldaña que comunicaba la persistencia del bloqueo. Se había entrevistado con el

Bajá del campo fronterizo, Sid Allal Ben Mansur, quien le informó de la recepción de la orden

imperial sobre el restablecimiento de las comunicaciones entre la plaza y las cabilas próximas. Sin

embargo el avituallamiento no había sido reanudado y los rifeños seguían sin visitar la guarnición

para ofrecer sus productos. El Bajá achacaba el mantenimiento del bloqueo a la actitud de las

cabilas (Beni Iteft, Mestasa y Beni Bu Frah) propicias a prolongar la incomunicación. Los Bocoya

se mostraban proclives, por el contrario, a comerciar con los españoles. Ben- Mansur no deseaba

enfrentarse a las tribus, por lo que a pesar de las órdenes recibidas no se mostraba dispuesto a

obedecerlas. 1189

La mecánica de ejercer presión directamente sobre el Sultán se volvería a repetir. El buque

Destructor volvió a desplazarse hasta Mazagán notificando a Ojeda que ninguna novedad favorable

se había producido. Las nuevas protestas españolas conseguirían que el 16 quedara definitivamente

levantado el bloqueo de Alhucemas.1190 El Peñón de Vélez y las Chafarinas seguirían

incomunicados unos días más. En la proximidad de estas últimas se hallaba ahora acantonada la

práctica totalidad del cuerpo de ejército expedicionario que el Majzén había desplazado dos años

antes al Rif. A su frente, el príncipe Abu Bakr permanecía insensible a las quejas y cartas del

gobernador de Melilla, habiendo rechazado incluso las procedentes de la Delegación Imperial en

Tánger. 1191

1189
Oficio del Comandante del Peñón de Vélez al Comandante General de Melilla. 14 de junio de 1.900. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 235 / Ex. 1 y 2.
1190
Telegrama del Comandante General de Melilla a García Jove. 16 de junio de 1.900. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 235 / Ex. 1 y 2.
1191
Oficio del Gobernador Militar de Melilla, general Venancio Hernández dirigido a la Legación española en Tánger.
22 de junio de 1.900. A.G.A. África. Seccción Histórica (Marruecos). Caja 235 / Ex. 1 y 2.

719
Finalmente el día 28 la Comandancia General de Melilla telegrafiaba al Ministerio de la

Guerra notificando que había quedado restablecida la comunicación del Peñón de Vélez con las

cabilas próximas, tras recibir el Bajá del campo fronterizo una orden terminante de Mohammed

Torres. 1192

El Ministerio de Estado ordenaría la apertura de una investigación sobre el contrabando y las

presuntas incursiones en territorio marroquí de las que el Majzén se quejaba reiteradamente.

A pesar de la promesa española de atajar el tráfico ilícito, en cuanto el Peñón de Vélez y

sobre todo Alhucemas salieron del forzoso aislamiento impuesto, reestablecieron con más fuerza

que antes un movimiento regular de transacciones comerciales con las tribus limítrofes. En

particular, el islote de Alhucemas se transformó en un polo de atracción económica y política. Los

cabileños que mejor aceptaron esta situación fueron los Bocoyas más o menos comprometidos

durante largo tiempo con el aprovisionamiento de Alhucemas; una vez que la mehal.la de Abu Bakr

y Ben Bushta al-Bagdadi desapareció del Rif, retomaron sus intensas actividades con la plaza.

En realidad eran los notables de las tribus costeras los que se asociaban con los comerciantes

españoles. Era el caso del confidente de la guarnición, Mohammed Haddu er-Rifi, que al trabar

amistad con un español, le cedió en alquiler su casa y su barca.

En todo caso este estado de cosas no era consecuencia solo de la permisividad de las

autoridades militares de la plaza. El que el peñón de Alhucemas desempeñase una función esencial

en la penetración económica y política española en el Rif central era un hecho promovido


1193
directamente desde Melilla. Como señala René- Leclerc a partir del cambio de siglo el tráfico

de Melilla más importante no va a ser ya el que tiene un itinerario terrestre sino marítimo, y se

hacía con los presidios menores como el de Alhucemas a causa de las grandes relaciones de esta

1192
R.O. no. 93 de 2 de julio de 1.900 del Ministerio de Estado dirigida a la Legación española en Tánger. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 235 / Ex. 1 y 2.
1193
Véase René-Leclerc, Charles: "Le Commerce de Melilla en 1.906", en Congrès de l´Afrique du Nord, tomo II,
París, 1909, pp. 758-787.

720
plaza con las regiones limítrofes, reforzado todo ello por el hecho de que a partir de la Real Orden

de 21 de junio de 1906, los presidios menores quedaban convertidos en plazas comerciales. 1194

Al mismo tiempo la penetración comercial iba a venir acompañada de la penetración política.

La táctica española consistía preferentemente en captar a las gentes más ricas y a los notables más

influyentes de cada tribu, ofreciéndoles a cambio unas pensiones mensuales considerables. En este

proceso los españoles de las guarniciones más cercanas a los Bocoya, es decir Alhucemas y el

Peñón, consiguirían crear una red de relaciones 'amistosas' con los 'grandes' de las fracciones

costeras, como los Izemmuren o Aït Youssef U Ali, facilitándoles la entrada en los recintos

fortificados. Paralelamente desde 1898 comenzó la captación de los Urriagueles. Así entre los

notables de Axdir que se aliaron a los españoles figuraban Hach Bu Baker, Hach Cheddi y el cadí

Si Abdelkrim. De ellos los dos primeros podían movilizar a varios centenares de hombres armados.

Bu Baker, antiguo encarnizado enemigo de España, señala Bernard Maurice, pasó a estar a su

1194
Mohamed Ouhia recoge algunas cifras aportadas por Adolfo Aragonés, relativas a los intercambios comerciales de
Alhucemas con las tribus costeras como las de Bocoya, Tensaman y Ait Urriaguel. El acierto de la política de
penetración pacífica española a partir de Alhucemas vendría marcado por el acrecentamiento de los intercambios
comerciales hispano-marroquíes; una prueba representativa de su importancia son los datos que Ohuia da para 1910.

CUADRO 2
El comercio de exportación e importación del peñón de Alhucemas
hacia 1.910.

a. Mercancias exportadas.

Mercancías exportadas en Kg. Valor aproximado en pesetas

Azucar 65.000 a 70.000 65.000


Jabón 20.000 a 30.000 25.000
Petróleo 3.000 a 4.000 18.000
Tejido 8.000 a 9.000 45.000
Lana y algodón ?

b. Mercancías importadas

Mercancias importadas Valor en pesetas


Almendras 5.000 a 6.000 10.000
Cera 1.500 a 2.000 6.000
Gallinas 2.500 a 3.000 4.000
Huevos 5.500 a 6.000 26.000
Pieles 15.000 a 20.000 20.000

Fuente : Mohamed Ouhia: "Le role des presides dans l´essor economique de l´Espagne a la veille du Protectorat", en
Revue Maroc-Europe, no. 9, 1996, pag. 219.

721
servicio mediante una soldada y al- Hach Cheddi se convirtió en protegido español.1195 A ellos se

podían añadir las figuras de Bou Salmane, Bel Hach Hachem y sobre todo, Mohand Abocoy.1196

En cuanto a los pensionados de la cabila Bocoya, podemos citar el caso de Dadi Ben

Massaoud de la yemaâ de Tafensah que hacia 1898 había trabajado intensamente en favor de la

penetración francesa en el Rif, antes de aliarse a los españoles hasta 1921, y el de " Rais" Massaoud

Ibn´Amar alias Cebera (o "Sivera") de la yemaâ de Tighanimine, fracción Izemmuren, definido por

las autoridades militares de Melilla como un hombre decidido, enérgico, influyente entre los

cabileños, antiguo pirata y rico propietario de tierras que había buscado la alianza de España para

aprovecharla y hacer una fortuna mayor.1197

Entre los restantes Bocoyas que entrarían al servicio de España, podemos citar a Ben Haddu

Ben Ali L´Arbi, cuya pensión anual se elevaba a 1.200 pesetas.

Sería en 1908, cuando comenzarían a funcionar las Oficinas de Asuntos Indígenas, con la

finalidad de encauzar las relaciones cotidianas con los indígenas y reforzar la política de lenta

infiltración en el seno de las tribus rifeñas.

Por otra parte, la prensa española comenzaba a llamar la atención de la opinión pública sobre

la intensidad del tráfico contrabandista en las costas del Rif. Lejos de cesar este comercio ilegal se

incrementaba. Así, el 29 de Diciembre de 1899 un lector anónimo escribía desde la Línea de la

Concepción a la dirección del periódico La Correspondencia de España señalando que

considerables cantidades de fusiles y municiones de guerra de todas clases eran remitidas desde

Gibraltar a Tánger. El comunicante aventuraba la posibilidad de que los británicos estuviesen

preparando un levantamiento indígena contra España, permitiendo así que las casas comerciales

gibraltareñas hicieran frecuentemente gran número de envíos de armas a las cabilas del Rif.

1195
Véase Bernard Maurice: Les Tribus de la zone nord et nord-ouest du Maroc, París, 1926, pag. 60.
1196
Véase Ayache, G.: Les origines... op. cit, pag. 154.
1197
Véase Ouhia, Mohamed: "Le rôle des presides dans l´essor economique de l´Espagne a la veille du protectorat ",
en Revue Maroc-Europe, no. 9, 1996, pag. 220.

722
También se relataba en la misiva que existía otro tipo de tráfico ilícito, protagonizado este último

por contrabandistas españoles y organizado en Cádiz y Algeciras, si bien de menor entidad.

El general Marcelo de Azcárraga, Ministro de la Guerra enviaba con fecha 8 de Enero de

1900 una carta al comandante general de Melilla, Venancio Hernández, rogándole que hiciese las

averiguaciones oportunas. 1198 En Río Martín (proximidades de Tetuán) acababa de ser sorprendida,

asimismo, una expedición de contrabando con gran acopio de armas y municiones con destino al

Rif.

Días después, el responsable de la policía de Melilla, Pedro Nogueira Pavía, estaba en

condiciones de suministrar al general Hernández un informe con los primeros resultados de sus

pesquisas. Se citaba en primer lugar a la casa comercial gibraltareña Macías y Cía, que en el curso

de los seis primeros meses de 1899 había mandado casi un centenar de barriles de salitre y otro

tanto de cajas de azufre a las inmediaciones de la frontera argelo-marroquí. Para hacerlo había

utilizado los servicios de los vapores Tell y Oasis de la compañía francesa Touach, que cumplía las

funciones de correo quincenal entre Gibraltar y Nemours. El cargamento de ambas expediciones

quedó depositado en la Aduana de Nemours, y desde dicho depósito salió posteriormente para ser

vendido en las cabilas rifeñas. Estas utilizaron el material para confeccionar pólvora con la que

recargar sus cartuchos. La introducción en el territorio rifeño de estos artículos de contrabando

había sido realizada a través de las costas y también por medio de caravanas. De hecho, Hernández

tenía noticias de sus confidentes rifeños de que gran parte de la cartuchería utilizada por los

Bocoyas procedía de Gibraltar o de Tánger.

Por otra parte, la balandra contrabandista Gaspar, usando a su conveniencia alternativamente

las banderas francesa, inglesa y española, siendo su dueño un español residente en Gibraltar, se

dedicaba cotidianamente al contrabando de guerra, vendiendo sus cargamentos en la costa rifeña.

1198
Carta particular del Ministro de la Guerra, general Azcárraga al Comandante General de Melilla, Venancio
Hernández. 8 de enero de 1.900. Rollo 169. S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla.

723
Asimismo Hernández en carta del día 16 de enero informó al general Azcárraga de los

turbios manejos de Isaac Pinto. Este comerciante hebreo establecido en Tetuán hacía uso de su

condición de protegido español para enriquecerse con el contrabando de fusiles y cartuchos en la

costa rifeña. En los archivos del Servicio Histórico Militar se hallan al respecto unas notas del

propio Hernández consignando que durante ese mes de enero, Pinto había introducido cien fusiles y

cartuchos, procedentes de Gibraltar y a través de Alhucemas, en el Rif. Los desembarcos se

producían, al parecer, también en el territorio comprendido entre el Peñón de Vélez y Tetuán.

Precisamente en los meses de enero y febrero, en que se habían intensificado junto a Melilla los

combates entre los cabileños de Mazuza y Beni-Sidel, los contrabandistas habían podido obtener

pingües beneficios, vendiendo munición a ambos bandos. Hernández recibió en su despacho a un

confidente que le hizo entrega de un cartucho recogido entre los despojos de un Beni-Sidel,

fallecido en los combates, que era de "procedencia inglesa o de Gibraltar". Los confidentes le

informaban de la existencia de numerosos cajones "de la misma procedencia" entre los

combatientes.

A la vez Hernández confesaba a Azcarraga su impotencia a la hora de detener el flujo

contrabandista frente a las costas de Alhucemas y Vélez:

" Estos alijos, (...) no es posible que los evitemos aquí, porque si se hacen son fuera de
nuestra jurisdicción y lejos de nuestra jurisdición (sic) y lejos de nuestra vista, en la costa
enemiga, y por consiguiente sin derecho a prohibirlo; por nuestra jurisdicción, que sabe V.
que es bien pequeña, casi puedo asegurarle que no entra un solo cartucho". 1199

Como prueba del celo ejercido por las fuerzas armadas españolas en la represión del tráfico

contrabandista, Hernández relataba a Azcárraga que los cartuchos estaban empezando a escasear

entre los cabileños vecinos a Melilla. De hecho, durante los choques que en aquellos días

1199
Carta manuscrita del Comandante General de Melilla al general Marcelo de Azcárraga, Ministro de la Guerra. 16
de enero de 1.900. Rollo 169. S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla.

724
enfrentaban a los cabileños de Beni-Sidel contra el Bajá y la cabila de Mazuza, la escasez de

munición llevaba a los primeros a combatir a pedradas.

Por otra parte el tráfico de armas en el Rif amenazaba con complicar el desarrollo de los

propios intereses españoles. Un fenómeno que experimentaba el territorio era el surgimiento de una

cierta polarización social, con la aparición de grupos de notables que formaban pequeños ejércitos

privados con sus familiares u hombres a su servicio a los que armaban. Desde los últimos meses de

1899 se estaban produciendo en las proximidades de Melilla enfrentamientos entre diversos

notables que involucraban al propio Bajá. Encontrándose este último en una situación de apuro,

había solicitado el auxilio de España. El general Venancio Hernández le vendió 50.000 cartuchos

Remington que el delegado del Majzén necesitaba para batir a la cabila insurrecta de Beni-Sidel.

Sin embargo los combates no cesaron, ni se decantaban del lado del Bajá. El general Hernández se

vio en la necesidad de averiguar las causas de la rebeldía contra el delegado del Sultán, preocupado

por la circunstancia de que el conflicto se extendiera a otras cabilas más próximas a Melilla, y por

el hecho de que cualquier incidente obligara a la autoridad española a intervenir de una u otra

forma. Sus temores no eran infundados: la cabila de Beni-Sicar, cuyo territorio lindaba con los

límites españoles junto a los fuertes de Cabrerizas Altas y Rostrogordo, presentaba el 24 de enero

de 1900 una breve carta al gobernador militar de Melilla, en la que se le informaba que la cabila se

negaba a acatar en el futuro la autoridad del Bajá. Los cabileños insurrectos nombraron un

delegado para hacer las funciones de intermediario con Melilla.1200

El motivo de las disputas estribaba en el apoyo que el Bajá prestaba a un notable de la cabila

de Mazuza, Mohammadi Azaruch Ibn Alí ("El Fraile").

"Indudablemente la influencia - notificaba Hernández al Ministro de la Guerra con


fecha 31 de Enero - de Mohammadi Ben Alí ( El Fraile ) en todo el territorio próximo es
grande, debido no solamente a su mayor ilustración y clara inteligencia que le hace
destacarse sobremanera de todos cuantos le rodean, sino a la amistad que hoy tiene con el

1200
Carta de los cabileños de Beni-Sicar dirigida al gobernador militar de Melilla. 24 de enero de 1900. Rollo 791.
S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla.

725
Sheik Ahmed - U-aas (sic), Cabo de Mazuza, el más rico y el que cuenta con mayor número
de hombres armados en estos alrededores y también a la protección moral y material que
se le ha dado por las autoridades de esta plaza y que yo he continuado sin variación
alguna. Su amistad con España parece ser sincera, no solo por haberla demostrado en
alguna ocasión, solventando satisfactoriamente con su intervención algunos pequeños
rozamientos sino por tener intereses de importancia dentro de la plaza que en modo alguno
puede convenirle perder".

No solamente pues el gobierno de Sagasta se había decantado por la irradiación de la

influencia española en Alhucemas en 1898. El germen de los partidos españolistas entre los

cabileños estaba también apareciendo en las proximidades de Melilla, debido no a siglos de

convivencia sino a la trabazón de fuertes vínculos comerciales entre españoles y notables rifeños.

De esta manera, había comenzado la penetración de España en el territorio de Mazuza; penetración

de influencias que había llevado a captar a algunos de los elementos más poderosos

económicamente, a los que se estaba dando una protección más o menos velada, aunque no oficial.

Por otra parte tras la guerra de 1893-94 España estaba muy atenta al juego de las relaciones

de poder en el Rif. Al inaugurar un período de penetración pacífica en las proximidades de Melilla,

se quería mantener a ultranza las buenas relaciones con las cabilas vecinas, captando para la causa

española y subvencionándolos posteriormente a una serie de notables. Esta política de penetración

requería un estado de orden y paz permanente en el Rif. ¿Qué hacer cuando esta tranquilidad se

quebraba?.

La actitud española ante los conflictos en las cercanías de Melilla entre las cabilas y el

Sultán, pasó a ser de una neutralidad aparentemente severa, pero en el fondo nada rigurosa, puesto

que se ayudaba o se prestaba algún tipo de apoyo o favor a los dos bandos en litigio, y esto se hacía

paralelamente, aunque implicase una contradicción aparente. Algunos ejemplos son muy

ilustrativos. Destaquemos solamente dos.

a) La neutralidad se rompe cuando el general Hernández ayuda a las fuerzas del Sultán,

vendiendo al Bajá los 50.000 cartuchos Remington. Asimismo cuando ocho días después de la

726
venta de la segunda partida de cartuchos al Bajá, los rebeldes de Beni-Sicar remiten una carta al

gobernador militar español expresando su deseo de no acatar más la autoridad del delegado del

Majzén, Hernández se niega taxativamente a negociar con los sediciosos, no contestando ni

siquiera a la misiva recibida y hace explícita su resolución de no reconocer otra autoridad en el

campo fronterizo que la representada por el delegado del Majzén, estando dispuesto a seguir

prestándole auxilio moral y material.

b) La neutralidad se vuelve a romper por parte de España, esta vez a favor de los cabileños

sublevados cuando el general Hernández se niega a extraditar a Marruecos a los rebeldes al

Majzén que se refugiaban en Melilla. Así el 27 de Enero el gobernador militar recibe una carta del

Bajá, llevada hasta la plaza por un grupo de askaris ("moros del Rey" en la documentación

española). El Bajá solicitaba de Hernández que detuviese a varios rebeldes cabileños de Beni-Sicar

que se encontraban en la plaza, para entregarlos a continuación a los askaris. Hernández se negó

terminantemente, pese a que el Bajá insistió reiteradamente mandándole una nueva carta y

entrevistándose personalmente con él para intentar convencerle. El Bajá argüía que los askaris

entregaban a las autoridades de la plaza a los desertores españoles del penal y del ejército. Sin

embargo, Hernández replicó en el sentido de que esta vez la petición del Bajá incidía en la

extradición de una serie de acusados de delitos políticos y esto era un supuesto no contemplado en

el convenio de 1866 entre España y Marruecos que regulaba las extradiciones entre ambos países.

Por ello, España no podía inmiscuirse en los conflictos interiores de Marruecos y detener a los

cabileños rebeldes al Majzén, que " venían tranquilos a la plaza (...) confiando en la seguridad

que siempre en ella habían tenido y en la buena acogida que se les ha dispensado siempre".

Mientras los rifeños estuvieran en la plaza no eran sino huéspedes de España.

Hernández sabía que con ello corría el riesgo de enajenarse el apoyo del naciente partido pro-

español de Mazuza, y que su proceder no iba a ser del agrado de Muhammadi ibn Alí, pues si bien

aparentemente la rebelión de las cabilas iba dirigida contra el Bajá, en el fondo no era tan sólo

contra él, circunstancia que los revoltosos no trataban por otra parte de enmascarar.

727
"Sé también que la amistad del Fraile es hoy por hoy la que más conviene a España,
pues por él y por los que con él están reune el mayor prestigio y las mejores fuerzas del
campo fronterizo. Más, ¿ conviene a España supeditarlo absolutamente todo a esta
amistad?. ¿Esta nueva condescendencia no podría dar origen a otras mayores e
1201
inadmisibles? “.

Hernández confiaba en no perder el apoyo del "Fraile", y su convicción se fundaba sobre

todo en los importantes intereses económicos que el notable tenía en la plaza y que no podía

abandonar. Si por el contrario el gobernador accedía a los deseos del Bajá y ordenaba la captura de

los notables de Beni-Sicar que acudían a Melilla, la ruptura de la cabila con España iba a ser

inmediata. Diariamente los miembros de esta cabila acudían a la plaza vendiendo carbón y

verduras. Este suministro quedaría inmediatamente interrumpido. Pero es que además, existía el

riesgo real de provocar algún tipo de manifestación hostil contra los fuertes o las tropas

españolas, que sería el inicio de un grave conflicto. Asimismo Hernández entendía que con la

fórmula de amparar de esta manera a los rebeldes se castigaba al Sultán por la falta de

cumplimiento de los tratados hispano-marroquíes que suponía el bloqueo de Alhucemas y Vélez de

la Gomera.

Esta política de neutralidad 'contradictoria' fue entendida y ratificada a finales de Enero tanto

por el Ministerio de Estado como por el de Guerra. La actuación de Hernández no mereció crítica

alguna, sólo elogios.1202

En febrero Mohammadi Azaruch se presentaba ante Hernández, solicitándole una

conferencia secreta. En el curso de ésta, le comunicó en nombre del Bajá la llegada en breve plazo

de una mehal.la imperial al mando del príncipe Abu Bakr, con el objetivo de proceder al castigo de

los rebeldes. El Bajá y Azaruch temían que al efectuarse la operación contra los sediciosos, el

1201
Despachos del general Venancio Hernández al Ministerio de la Guerra y al Ministro Plenipotenciario en Tánger.
31 de enero de 1.900. Rollo 791. S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla.
1202
R.O. del Ministerio de Estado dirigida al Comandante Militar de Melilla de 2 de marzo de 1900. Rollo 791.
S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla.

728
castigo por parte de la fuerza armada jerifiana, tratasen de acogerse a la seguridad de la plaza

española un número importante de cabileños, deseando escapar así de una muerte segura.

El propósito de Hernández era mantener la mejor armonía posible con las cabilas vecinas y

por ello usualmente siempre entendía que no procedía aprisionar o extraditar a Marruecos a

aquellos súbditos rebeldes al Emperador que se acogiesen a la seguridad de la plaza por delitos

políticos. Sin embargo ahora era evidente que no se trataba de un corto número de refugiados. Se

corría, por ende, el riesgo de injuriar a un príncipe imperial, así es que en tales circunstancias,

Hernández planteaba la posibilidad de una concertación con el Majzén sobre el asunto de la

extradición. La vecindad de Melilla iba a verse pacificada inmediatamente. Ya no iban a darse

ningún tipo de enfrentamientos. Existía ahora un cuerpo de ejército que representando al poder

central iba a instaurar la paz y el orden en el territorio. ¿No convendría ahora llevarse bien con el

poder que daba seguridad a los alrededores de la plaza?. ¿Había que abandonar la posición de

neutralidad que se había mantenido hasta entonces?. Hernández solicitaba instrucciones de Madrid

en respuesta a sus dudas. 1203

Hasta entonces, tal como relató el cronista Et-Tabyi (reconstruyó medio siglo después estos

acontecimientos, entrevistándose con los hijos y nietos de los protagonistas de estos hechos), Ben

Bushta al-Bagdadi y el príncipe Abu Bakr habían permanecido acuartelados con sus tropas en la

alcazaba de Snada, en el territorio de Beni-Iteft, ejerciendo el primero el cargo de "Amal"

(Gobernador) General del Rif. Tras pasar unos meses de inactividad,1204 las tropas se pusieron en

marcha con dirección hacia el este. El 5 de marzo, a las nueve de la mañana, según confirmaba el

comandante general del Peñón de Vélez, las tropas de Abu Bakr levantaban el campo en las
1205
inmediaciones de la guarnición española y se dirigían a Alhucemas. Al día siguiente, cerca de

1203
Carta sin numerar del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 2 de marzo de 1900. Rollo 791.
S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla.
1204
Et-Tabyi: "Mulay Bu Beker", en B.N., Madrid. Miscelánea García Figueras. Tomo LXXIII, pág. 294.
1205
Telegrama del Comandante General del Peñón de Vélez al gobernador militar de Melilla. 5 de marzo de 1.900.
Rollo 791. S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla.

729
2.000 askaris ("moros del rey) acampaban frente a esta guarnición, dirigiéndose el 7 hacia

Melilla.1206

España se plegará -como lo hará en 1903 ante el Rogui- cuando exista un poder fuerte

consolidado en las inmediaciones de Melilla a congraciarse con él. ¿Qué quería decir esto?. Pues

que a los gobiernos españoles les importaba muy poco quien gobernara el Rif -tanto si era el poder

central o un poder regional (el Rogui Bu Hamra)- con tal de que existiera el anhelado poder fuerte

que consolidase el orden y la paz permanentes en la región. Si existía conflictividad en el territorio,

problemas entre el Majzén y las cabilas en los alrededores de Melilla, España actuaba en el Rif,

practicando la más estricta neutralidad. Cuando se producían peticiones de ayuda de los

funcionarios majzeníes, no se les ayudaba en la medida en que estos deseaban. España nunca prestó

enteramente y de manera abierta y sincera su colaboración al gobierno de un país teóricamente

"amigo" como era el marroquí (en realidad "a abatir"), cuando este gobierno experimentó

complicaciones en el Rif. Hernández se había negado tradicionalmente a extraditar o a entregar a

los cabileños rebeldes cuando éstos pasaban a Melilla o cuando estaban en tránsito por ella. Sin

embargo, dado que a España sólo le interesaba estar en paz en la región rifeña, comerciar con las

cabilas circundantes y potenciar la penetración pacífica, cuando el Majzén desplegó fuerzas

considerables en la zona y decantó el control del territorio en manos del poder central, entonces

España no se negó a prestar abiertamente su ayuda al Sultán. Por razones exclusivamente de

conveniencia táctica.

Desde el Ministerio de la Guerra se ordenó a Hernández que, mientras continuasen las

buenas relaciones con el Sultán y éste estuviera en condiciones de mantener el orden en las cabilas

fronterizas, y de hacer frente a la responsabilidad y al pago de las indemnizaciones que se le

reclamaban por las algaradas o incidentes que se producían esporádicamente (provocados algunos

de ellos por los mismos españoles) con algunos rifeños ,las plazas españolas no debían convertirse

1206
Telegramas del Comandante General de Alhucemas al gobernador militar de Melilla. 6 y 7 de marzo de 1.900.
Rollo 791. S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla.

730
en santuarios y refugios para los rebeldes a la autoridad del Majzén. Por lo tanto el gobernador de

Melilla debía buscar el entendimiento con Abu Bakr como representante de un soberano amigo,

ayudándole en su misión y cerrando la plaza a fugitivos y rebeldes. El gobierno de Silvela estaba

dispuesto incluso a discutir con el gobierno marroquí la posibilidad de extraditar a los refugiados

políticos que se hallaban en la plaza. 1207

El presidente del gobierno, debido a algunas apremiantes consultas provenientes del general

Azcárraga a instancias del gobernador militar de Melilla, escribió el día 7 a Ojeda una carta en la

que percibimos como también las ideas racistas y eurocentristas han calado en el pensamiento de

Silvela. El jefe del gobierno no demuestra comprender el sentido de la estructura del poder en

Marruecos. Silvela entiende que el celo desplegado por ejército imperial para someter a los

sediciosos del Rif no es sino una muestra más de la barbarie y de la crueldad del Sultán. Aunque

Mawlay Abd al-Aziz había alegado que la mehal.la al mando de Abu Bakr actuaba -en función de

lo dispuesto en el convenio firmado en Marrakesh entre España y Marruecos el 5 de marzo de

1894, que ponía fin a la breve guerra de Melilla- en aras a asegurar el orden en torno a la ciudad

española, Silvela atribuía los movimientos armados de Abu Bakr al despotismo y a la fiereza del

Sultán, a su brutal y voraz ansia de castigar a los sublevados contra el Majzén, "un rastrero

pretexto para ejercer sus crueles venganzas sobre algunas tribus desafectas (...) al Kaid del

Sultán". Por último, el estadista conservador solicitaba de Ojeda que consiguiera de Mohammed

Torres la suspensión de las operaciones militares imperiales en el Rif.

Ojeda contestó a Silvela razonando sobre la escasa conveniencia para España de oponerse a

las pretensiones del Majzén de someter militarmente a los rebeldes de las proximidades de Melilla.

No era la primera vez que sus ideas chocaban con las del gabinete conservador. Tampoco iba a ser

la última. El tesón del diplomático, que estaba siempre fuera de toda duda, le llevaba incluso a

querer imponer sus ideas frente a las pretensiones de Silvela. Intentó revocar las instrucciones del

1207
R.O. del Ministerio de la Guerra dirigida al Comandante General de Melilla de 12 de marzo de 1.900. Rollo 791.
S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla.

731
jefe del gobierno acerca de la solicitud al Sultán de la suspensión de las operaciones militares en el

Rif. Ojeda señaló que había que aceptar el argumento empleado por el Majzén al invocar que la

finalidad de los movimientos de A.Bakr cerca de Melilla era cumplir los compromisos

anteriormente establecidos con España, garantizando la tranquilidad y el orden en los límites

fronterizos de la plaza española. Actuar en sentido contrario, oponerse a las decisiones del Sultán

que "en apariencia" obedecían a los ruegos que España tan solemnemente había exigido en

ocasiones pretéritas, era suministrar al Emperador nuevas armas que el Gran Visir Bu Ahmed

sabría esgrimir contra España "con toda la habilidad de su perversa astucia".1208 Por otra parte

Ojeda descartaba la posibilidad de obtener del Delegado del Sultán en Tánger, Mohammed Torres,

la suspensión de las operaciones militares en el Rif. Entendía que tales movimientos obedecían a

instrucciones personales del Gran Visir, y que Mohammed Torres no tenía capacidad ni poder

suficientes para influir en los acontecimientos. Era nada más que un autómata cuyas acciones regía

a su placer el Gran Visir. Se estaban viviendo los días tensos del bloqueo de las plazas de

Alhucemas y Vélez y, según el diplomático, toda actuación imperial en la zona se correspondía a

un plan predeterminado desde la Corte, que iba a ser difícil de contrarrestar. Torres no hacía nada

para acabar con la violenta situación que estaban atravesando las guarniciones españolas, cuando

hubiera bastado una simple orden suya para que aquella tensa espera terminase definitivamente.

Hasta tal punto llegaba a dudar Ojeda de la eficacia de acudir con reclamaciones al Delegado del

Sultán, que señalaba a Silvela que en aquel momento la independencia con que obraban en el Rif

los jefes de la mehal.la imperial era absoluta. Tanto el príncipe Abu Bakr como Ben Bushta el-

Bagdadi se atenían a las instrucciones recibidas directamente en Marrakesh, y en ellos no iba a

tener efecto ninguna orden opuesta a las impartidas por el Gran Visir. Ojeda, en cambio, había

pergeñado un plan personal para minimizar los efectos de la expedición militar jerifiana en el Rif y

reforzar la influencia española. Confiaba en lograrlo, solicitando del Sultán el perdón para los

1208
Carta particular número 1 de Emilio de Ojeda dirigida a Francisco Silvela, Presidente del Consejo de Ministros y
Ministro de Estado.12 de marzo de 1.900. Rollo 169. S.H.M. Archivo de la Comandancia de Melilla.

732
cabileños culpables de los acontecimientos que originaron la guerra de Melilla, medida hasta

entonces requerida por el gobierno de España al de Marruecos, desde el convenio de Marrakesh de

1894. Era una forma además de no enemistarse con las cabilas vecinas a la plaza, de conseguir su

amistad de forma definitiva.

Por ello, el diplomático recomendaba finalmente a Silvela que, si lo estimaba oportuno,

telegrafiase con urgencia al Gobernador militar de Melilla, ordenándole comunicar verbalmente al

caid de la línea fronteriza y al conjunto de cabilas de las proximidades por medio de la red de

agentes y confidentes españoles la decisión del gabinete de Madrid. Se debía repartir en el

territorio rifeño un número importante de textos redactados en árabe conteniendo un edicto firmado

por la Reina Regente María Cristina, en nombre de su hijo el príncipe Alfonso, en el que se

manifestara que como expresión de buena voluntad hacia el Sultán y hacia el pueblo marroquí en su

conjunto, ante la próxima Embajada extraordinaria de Ojeda a la Corte imperial, se disponía un

perdón o amnistía general para todos los rifeños complicados en la agresión a Melilla en 1894, y

notificando a las cabilas próximas a la guarnición que se desistía de exigir al Sultán el castigo de

los mismos. De llevarse a cabo este proyecto gestado por Ojeda hacía varios meses, entendía el

diplomático que ejercería un papel de primer orden al servicio de los intereses hispanos en el

Sultanato, pues una generosa España, con tal acto de clemencia y magnanimidad conjuraría los

peligros que sobre ella se cernían, derivados de los proyectos de Bu Ahmed. Era el momento de

conquistar los corazones y las mentes, la admiración de los rifeños.

Ojeda remitió confidencialmente al general Hernández copia de los consejos que había

enviado a Silvela.1209 No escatimaba el diplomático opiniones muy desfavorables hacia el

"Fraile", al que veía como un peón más en el Rif de la estrategia de acoso a la presencia española

emprendida por el Gran Visir. En su misiva rezumaba una enorme preocupación por la situación

prolongada de aislamiento que atravesaban las guarniciones españolas de Alhucemas y el Peñón,

1209
Carta particular de 15 de marzo de 1.900 de Emilio de Ojeda al general Venancio Hernández, Comandante
General de Melilla. Rollo 791. S.H.M. Archivo de la Comandancia de Melilla.

733
agravada conforme transcurría el tiempo e iban deteriorándose las relaciones entre la Legación

española en Tánger y el gobierno del Sultán, hasta el punto que llegaba a prever la posibilidad, sino

de un conflicto armado a gran escala, cuando menos de una acción conminatoria seria y efectiva

por parte del gobierno español. Para evitarlo, se había decidido a solicitar de Silvela su autorización

para la entrega al Gran Visir de un documento en forma de ultimátum, exigiéndole a este último el

cumplimiento y respeto de los acuerdos contraídos con España.

A su vez el general Hernández contestaría a Ojeda rechazando las medidas previstas y

formuladas por el diplomático, que no se llevaron finalmente a término. Consistían en la conversión

de Melilla en un santuario para los rebeldes al Majzén, si por huir de la persecución del príncipe Bu

Bakr, se refugiaban en esta plaza un número considerable de miembros de las cabilas vecinas a la

plaza. Sin embargo, la posibilidad de un conflicto en el linde fronterizo de esta plaza había

quedado conjurada. Los rifeños enfrentados a las fuerzas del Majzén habían renunciado a su

proyecto originario de refugiarse en Melilla, y los más comprometidos en actos de rebeldía se

habían limitado a huir a Argelia. La cabila de Beni-Sicar, la más levantisca y remisa a aceptar las

disposiciones de los funcionarios del Majzén, en cuanto se tuvo noticia de la llegada de las fuerzas

imperiales a las proximidades de la ciudad, se apresuró a enviar mensajeros con ofrendas en

metálico al príncipe como acto de sumisión, por lo que no se había producido enfrentamiento

armado alguno. Es más, tras recibir el sometimiento de la cabila y rodear el Gurugú, la mehal.la se

dirigía al territorio de Beni-Sidel y Beni Bu Ifrur, aplazando sine die su traslado hasta el territorio

más próximo a la plaza.

" Verdaderamente extraña es la actitud –escribía Hernández a Ojeda- en que se ha


colocado el Gobierno del Sultán respecto a España, demostrando claramente su deseo de
ponerle trabas y dificultades y violando descaradamente los tratados vigentes, actitud que
seguramente no habrá tomado por propia iniciativa sino instigado por alguna potencia
cuyo nombre no sería quizás muy difícil adivinar allí ". 1210

1210
Carta particular de 27 de marzo de 1.900 del general Hernández, gobernador militar de Melilla a Emilio de Ojeda.
Rollo 791. SH.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla.

734
CAPÍTULO 9

DEBILIDAD DE LA PRESENCIA ECONÓMICA ESPAÑOLA EN MARRUECOS

9.1. Reactivación de la actuación económica española en el Sultanato a partir de 1880

Tras el desastre colonial y la pérdida para la industria nacional del mercado cubano, algunos

círculos económicos españoles se plantearon la posibilidad de su sustitución por el mercado

marroquí, como un medio de resarcirse España de lo que había sido despojada en el 98. Si bien

existían factores que hacían hasta cierto punto factible esta idea, como la cercanía de Marruecos -

factor que permitía unas fáciles y fluidas relaciones mercantiles -, las enormes cifras del comercio

de importación marroquí, el hecho de que en Marruecos la moneda circulante fuese la peseta, y la

posibilidad de que los presidios existentes en el Sultanato pudiesen ser aprovechados como vía de

introducción de las mercancias españoles en el territorio imperial, no es menos cierto que otras

circunstancias iban en contra de tales propósitos.

Siguiendo los comentarios de E. Martín Corrales, 1211 después de un breve período de atonía

en lo que respecta a los intereses económicos españoles en Marruecos en el período 1860-1880, se

produjo un nuevo impulso como consecuencia de las crecientes dificultades para mantener el

dominio español en las colonias antillanas, lo que favoreció el traslado de iniciativas y capitales

hacia el litoral norteafricano, a partir de la década de los 80. Se inició entonces el período conocido

como la ‘penetración pacífica‘, un intento inútil de dominar Marruecos mediante el ejercicio de una

supremacía económica y política por encima de la militar. En este período hay que contextualizar la

conferencia de Madrid (1880), la revitalización del arabismo en España, la aparición del

1211
Cfr. Martín Corrales, E.: “Catalunya i el Marroc, un segle i mig de relació “, en L´Avenç, no. 256, 2001, pág. 19.

735
movimiento africanista, la creación de las sociedades geográficas y las numerosas expediciones y

viajes al África , entre las que cabe destacar las de Joaquín Gatell (el caíd Ismail) o José Boada

Romeu. La idea dominante fue la de imponer la influencia española en Marruecos mediante el

aumento de exportaciones de las regiones más industrializadas del país lo que, paralelamente,

permitiría obtener beneficios a las compañías navieras, a la Banca y al capital privado.1212 En este

contexto, el capital catalán jugó un papel destacado.


1213
Claudio López Bru, hijo de Antonio López y López y segundo marqués de Comillas

ejemplifica perfectamente la afirmación anterior, ya que estuvo muy interesado en los asuntos

africanos a partir de los años ochenta: viajó a Tánger y Argelia, acompañado por su cuñado Manuel

Arnús, por su suegro Climent Miralles y por Jacinto Verdaguer; en 1883 figuró como vocal

honorífico del Congreso Español de Geografía Colonial y Mercantil celebrado en Madrid;

contribuyó a financiar la expedición del explorador Iradier a las costas de Guinea; en 1886-87 la

compañía naviera de Claudio López, la Trasatlántica, se benefició de la firma de un contrato con el

Estado por el cual se establecían tres líneas de navegación a vapor que unieron Barcelona y otros

puertos peninsulares con diversos puertos de África, entre los que se puede destacar a Ceuta,
1214
Tánger, Larache, Rabat, Mazagán y Mogador. Paralelamente Claudio López se interesó por la

1212
Cfr.: Morales Lezcano, V.: El colonialismo hispano- francés en Marruecos (1898- 1927), Madrid, Siglo XXI,
1976.
1213
Este cántabro, indiano retornado de Cuba e instalado en Barcelona había sido quien ejemplificó mejor que nadie la
apuesta del capital privado español por la expansión colonial en las tierras de África. Se trata del primer marqués de
Comillas, el artífice que hizo posible el nacimiento del todopoderoso Grupo Comillas y que puso su compañía naviera
al servicio de las necesidades logísticas del ejército expedicionario español durante la guerra de 1859-60. El gobierno le
recompensó por sus servicios y le adjudicó el correo oficial entre Cuba y España y posteriormente, favoreció el
establecimiento de una línea marítima que unía Barcelona con los puertos marroquíes, canarios y guineanos. Cfr.
Rodrigo Alharilla, Empresa, política y sociedad en la Restauración: el grupo Comillas (1876- 1914), Barcelona, tesis
doctoral leída en la Universidad Autónoma de Barcelona, 2000.
1214
El contrato firmado en 1887 recogió efectivamente la creación de tres servicios que enlazaban la península y
África: una línea a la Guinea española con periodicidad trimestral, una segunda línea postal Cádiz- Tánger (con tres
servicios semanales) y una tercera línea, con veinticuatro servicios anuales, entre Málaga y Ceuta, Algeciras, Tánger y
Cádiz, de los que una tercera parte se prolongaban, además, a varios puertos de la costa atlántica marroquí (Larache,
Rabat, Mazagan y Mogador). El vapor Tánger fue el encargado de inaugurar dichos servicios, arribando al puerto
homónimo el primer día de diciembre de 1887. De hecho, dicha ciudad se convirtió desde ese momento en el verdadero
centro de operaciones de la naviera para el escenario norteafricano. La Compañía Trasatlántica decidió habilitar como
su delegado en Tánger al que era, probablemente, el empresario más destacado de la colonia mercantil española:
Francisco Torras Riera. Natural de Manresa, Torras abrió su casa de comercio en Tánger en 1847, tras haber girado
como comerciante en Gibraltar (1844) y Mogador (1845). Durante muchos años, Torras obtuvo el monopolio de la
pesca del coral, de los curtidos, de la explotación del corcho y de otros artículos, siendo el primer europeo que alcanzó
comisiones directas.

736
construcción de los puertos de Melilla y Chafarinas. La dedicación de la Compañía Trasatlántica a

las actividades comerciales, al transporte colectivo de viajeros, a la conducción de la

correspondencia oficial y a la prestación de servicios auxiliares de guerra fue subvencionada

generosamente. Además, la participación de la Compañía Trasatlántica -la nave capitana del

grupo Comillas y avanzadilla de la expansión colonial española en África – fue determinante1215 en

la creación de la Cámara de Comercio española en Tánger (Claudio López fue nombrado

presidente honorario en 1891, mientras que los catalanes Françesc Torras i Riera y Rudolf Vidal

representaban a la Compañía y a diversas firmas económicas del Principado) y del Centro


1216
Comercial español en esta ciudad (donde se inscribieron más de 25 empresas catalanas ). El

afán de la Trasatlántica era dinamizar las exportaciones españolas al Sultanato, lo cual debía

revertir en un aumento en la carga de sus buques; para ello contó con el apoyo de la Cámara de

Comercio Española en Tánger. De hecho, si en su reunión constitutiva celebrada en diciembre de

1886, Françesc Torras había sido elegido vicepresidente de la misma –lo que equivale a decir

presidente en ejercicio-, su yerno Rudolf Vidal había sido nombrado su primer secretario. La

proyección marroquí de la naviera se realizó con el apoyo explícito de la Cámara de Comercio

Española en Tánger, con la que la naviera estableció una relación de simbiosis.

1215
El cónsul español en Tetuán y miembro de la Sociedad Geográfica de Madrid, Teodoro de Cuevas se quejaba en
1897 de que el gobierno español tratase de fomentar el tráfico comercial con Marruecos, apostando sólo por
subvencionar a la Compañía Trasatlántica. El diplomático se quejaba de que este tráfico comercial se ceñía al
intercambio de productos marroquíes por numerario español (“Nos encontramos con que los hermosos vapores de la
Compañía se ven reducidos a hacer más en grande lo mismo que realizan las pequeñas faluchas, trayendo dinero (a
Marruecos) y algunas frioleras de España, y llevándose granos marroquíes cuando lo permiten los precios o la
cantidad de la cosecha“). Los pocos artículos españoles que llegaban a Tánger eran destinados al consumo de los
europeos allí residentes, no al de los indígenas. Teodoro de Cuevas reclamaba una política comercial más activa, en la
que las firmas españolas ensayaran nuevos métodos, como facilidades de crédito y precios baratos gracias a la práctica
del ‘dumping’, la adaptación de los productos españoles a los gustos de los consumidores indígenas, el envío de
misiones y agentes comerciales de reconocimiento, el estudio metódico de los mercados, la instalación en los
consulados españoles del Sultanato de muestrarios permanentes compuestos de piezas y catálogos. Así, se podía
propiciar la venta de azúcar, pañería de algodón, seda en rama y labrada, e instrumentos de hierro, cobre u otros
metales, a base de reducir también las tarifas aduaneras cobradas a las exportaciones españolas. Cfr. Teodoro de
Cuevas: “Medios de fomentar el comercio español en Marruecos“, en Revista de Geografía Colonial y Mercantil de la
Sociedad Geográfica de Madrid, tomo I, no. 4, 1897, pp. 57- 62.
1216
Se buscaba que el Centro comercial español en Tánger tuviese ramificaciones en todas las poblaciones
importantes del litoral y del interior marroquí. De hecho, dicho centro recogía la iniciativa de la recién creada Cámara
de Comercio Española en Tánger, que, en julio de 1887, había inaugurado una exposición permanente de productos
industriales españoles, básicamente catalanes. En mayo de 1888 eran ya más de veinticinco las empresas textiles que
habían enviado sus muestrarios a Tánger, entre ellas, La España Industrial, Viuda e Hijos de C. Marfá y Sala Baladia y
Cía.

737
Poco después del establecimiento de la denominada Factoría Española en Tánger, la

Trasatlántica financió la misión comercial de Francisco Ruíz, vocal de la Cámara, que durante

cuatro meses estuvo recorriendo el país en misión comercial por Tetuán, Alcazarquivir, Fez,

Meknés y puertos de la costa occidental. La naviera no necesitaba el mismo empeño en fomentar

las exportaciones marroquíes a la península: sus vapores regresaban a los puertos españoles con las

bodegas repletas de “maíz, garbanzos y habas (cargados) en los puertos de Casablanca y Mazagán

(...) (así como) de gallinas y huevos para Barcelona “.1217

La Compañía Trasatlántica supo utilizar a la Cámara de Comercio Española en Tánger

como un verdadero portavoz de sus intereses, a través de la cual vehiculó sus peticiones al

gobierno. Era intención de la naviera suprimir uno de los servicios africanos incluidos en el

Contrato de 1887 (la línea Cádiz-Tánger-Ceuta–Málaga), modificar el servicio que enlazaba Tánger

con los puertos del litoral atlántico marroquí para hacerlo partir de Barcelona, así como

independizar totalmente la línea de la Guinea Española de las líneas norteafricanas, propósitos que

consiguió, así como la supresión de la línea Málaga- Ceuta.

Con la extensión de la línea hasta Barcelona (en realidad, hasta Marsella), la Trasatlántica

buscaba recoger en sus buques parte del movimiento mercantil registrado entre Francia y el

Sultanato marroquí, cargando en el puerto galo las bodegas de sus vapores. Por otro lado, la naviera

de los Comillas habilitó como su agente en Mazagán a un súbdito británico, delegado de una casa

fabríl de Manchester para la venta de sus tejidos en Marruecos, desoyendo las múltiples peticiones

que le exhortaban a elegir alguna de las cinco casas españolas instaladas en ese puerto. De hecho, la

Trasatlántica intentaba hacer rentables sus servicios africanos en un contexto de fuerte

competencia con varias navieras francesas (N. Paquet Ainé et Cie y Compagnie Genérale

Transatlantique), inglesas (Forwood Brothers and Co.) y alemanas (Compañía de Vapores

Hamburgo- Mediterráneo), algunas de ellas igualmente subvencionadas por sus respectivos

gobiernos (la Trasatlántica lo estaba por el gobierno español).

1217
Revista de la Cámara de Comercio Española en Tánger, no. 17, diciembre de 1888, pp. 7-8.

738
Más allá del establecimiento de la Factoría Española en junio de 1890, y a partir de 1887, la

naviera catalana se asoció a la mayor parte de las iniciativas comerciales en dirección a Marruecos.

Así participó en la constitución de la sociedad colectiva Vidal y Cía. Con un capital de 125.000

pesetas, aportadas íntegramente por la Compañía Trasatlántica en forma de comandita, la nueva

sociedad tenía “por objeto dedicarse a los negocios de comisiones por cuenta ajena,

consignaciones, compras y ventas por cuenta propia y ajena, y en general a todos los negocios de

lícito comercio y preferentemente a aquellos que puedan contribuir al aumento de relaciones entre

España y Marruecos “.1218

Además, la Trasatlántica participó como accionista destacado en el Banco Hispano-

Colonial ( que subscribió el 25 % del préstamo solicitado por el Sultán de Marruecos a comienzos

del siglo XX, aunque finalmente se canceló un año después), tuvo una factoría y taller propios, creó

la primera empresa marroquí de iluminación pública en 1891,1219 se encargó del servicio de Cajas

del Banco de España, financió diversas expediciones comerciales como hemos indicado (de

Emilio Bonelli en 1887 y 1889; de Francisco Ruíz, en 1888). Amén de la promoción mercantil

(aunque como una manera más de fomentar la presencia española en Marruecos), la Compañía

Trasatlántica se dedicó igualmente a financiar diversas instituciones que intentaban extender el

culto católico en Marruecos, por lo que impulsó la creación de escuelas y la labor misionera (hizo a

Gaudí el encargado, aunque finalmente no se llevó a cabo, de erigir la sede de las misiones
1218
Entresacamos la cita de: Rodrigo y Alharilla, Martín: “Una avanzadilla española en África: el grupo empresarial
Comillas “, en Martín Corrales, E. (ed): Marruecos y el colonialismo español (1859-1912). De la guerra de África a la
¿penetración pacífica, Barcelona, Edicions Bellaterra, 2002, pág. 137.
1219
No obstante, desde su puesta en funcionamiento (1892) la fábrica de Tánger no pudo producir más que
quebraderos de cabeza a sus promotores: las pérdidas de explotación en 1894 alcanzaron las 20.000 pesetas. Por ese
motivo, Manuel Eizaguirre, desde la Delegación gaditana de la Trasatlántica, envió ese mismo año a Tánger a Eugenio
Agacino, con el objeto de que detectase los principales problemas del malogrado negocio. Agacino señaló que los
causantes de los nefastos resultados de la central eran su escasa idoneidad técnica, la competencia con el petróleo, así
como la falta de demanda solvente por los tangerinos. Dos años después, en julio de 1896, el ingeniero F. De
Arriganaga redactaba, por encargo de la naviera, otro informe sobre la fábrica, destacando el deplorable estado en que
se encontraba entonces el inmueble. En atención a sus observaciones y a las de Agacino, la naviera acordó efectuar
pequeñas reformas en la fábrica tangerina con el objetivo inmediato de alcanzar su autofinanciación (lo que
consiguieron claramente a partir de 1900) y con la finalidad última de “ceder el negocio a otros “cuando fuese posible.
En 1902, la casa Charles Gautsch et Cie, de Tánger, constituyó (con sede en París y de capital francés) la Société des
Établissements Gautsch a Tánger “con objeto de ampliar la fábrica de hielo, la sierra mecánica y el molino que
actualmente tienen funcionando (en Tánger) y montar además una fábrica de electricidad “. Poco después Charles
Gautsch se puso en contacto con la Compañía Trasatlántica para comprarles la fábrica tangerina; no obstante, las
300.000 pesetas en que la naviera tasó el negocio hicieron imposible el acuerdo; la sociedad francesa decidió construir
su propia central, compitiendo desde entonces con la Trasatlántica.

739
franciscanas en Tánger). Si el padre Lerchundi pudo, en 1888, culminar su proyectada imprenta

hispano- árabe en Marruecos fue merced al apoyo financiero del marqués de Comillas. No obstante,

la identificación de la naviera con la Cámara de Comercio Española en Tánger y el apoyo que le

brindó no sirvieron para que esta institución cumpliese en los años ulteriores sus objetivos. El

comerciante y publicista José Puigdollers afirmaba que, en 1906, la mayor parte de la actividad

mercantil desarrollada en Tánger estaba ya en manos de las otras colonias extranjeras, criticando

que “ ... todo este cúmulo de representaciones y entidades oficiales que allí tenemos, más sirven de

rémora que de estímulo al comerciante (...) Nuestra Cámara de Comercio es puramente nominal,

sostenida únicamente por una importante cuota mensual que le tiene asignada la Compañía

Trasatlántica, cuyo personal forma parte de la directiva de aquella Cámara , que apenas cuenta

una docena de socios en total “.1220

El horizonte africano de los Comillas trascendía el puerto de Tánger, como se puede apreciar

en los contenidos de la Revista de Navegación y Comercio. Con ese engañoso nombre, la

Trasatlántica creó en agosto de 1889 un órgano propio de prensa, dirigido por José Díaz de

Quijano. El equipo de redacción de la Revista estaba compuesto, además, por Eugenio Agacino

(inspector de buques de la compañía), por José Ricart y Giralt, Federico Montaldo y Gonzalo de

Reparaz, destacados activistas y propagandistas del africanismo español. José Ricart y Giralt

(capitán de la marina mercante, catedrático de Cosmografía, Navegación y Maniobras, y futuro

director de la Escuela Oficial de Náutica de Barcelona) había sido el impulsor y primer secretario

de la Sociedad de Geografía Comercial, creada en 1884 en Barcelona de manera paralela a la

Sociedad Española de Africanistas y Colonistas, de Madrid. La efímera vida de esta iniciativa no

fue óbice para que Ricart y Giralt mantuviese viva en Cataluña la llama del africanismo; no en vano

fue el corresponsal en Barcelona de la Sociedad Geográfica de Madrid, con la que colaboró

abundantemente. Por ese motivo, al echar a andar en 1896 la nueva Sociedad Geográfica de

Barcelona, Ricart y Giralt fue nombrado su primer presidente.


1220
Cita recogida en Rodrigo y Alharilla, Martín: “Una avanzadilla española en África: el grupo empresarial
Comillas“...op. cit, pág. 138.

740
Otros colaboradores de la Revista, publicando habitualmente artículos y opiniones a favor de

una acción –pública y privada– más decidida dirigida al continente africano, fueron Cesáreo

Fernández Duro y Emilio Bonelli. Este último, militar de profesión y profundo conocedor del

árabe, había visitado de joven Argelia, Marruecos, el golfo de Guinea y el Sáhara. Su colaboración

con la Trasatlántica fue más allá de su labor periodística en la Revista. Desde 1890 a Bonelli se le

encargó la expansión de la naviera en Guinea Ecuatorial. De hecho, si en Tánger la Compañía había

conseguido identificar a la Cámara de Comercio Española con sus intereses y actuaciones,

podemos decir que se produjo una simbiosis similar entre la proyección africana (en general) de la

naviera y el africanismo español.

La costa sahariana representaba uno de los puntos que focalizaban el interés tanto de los

africanistas como, finalmente, de la Compañía Trasatlántica. Ello se debió no sólo a la explotación

pesquera del banco canario-sahariano (destacando la actividad de la Sociedad Anónima de

Pesquerías Canario-Africanas, constituida en Madrid en 1880 con un capital de 2.500.000 pesetas),

sino especialmente al fomento de las relaciones comerciales con los saharauis. Para la Sociedad

Geográfica de Madrid, el protectorado español sobre Río de Oro debía servir para hacer llegar a sus

habitantes productos peninsulares a la vez que para abastecer a España de mercancías de la zona.

El principal instrumento para el intercambio debía ser la factoria comercial establecida en la futura

Villa Cisneros, gestionada desde 1886 por la cuestionada Compañía Hispano-Africana. Las

múltiples dificultades que debió afrontar – especialmente, los frecuentes ataques de los indígenas –

condujeron a dicha firma a abandonar el lugar. Ante la amenaza de que el único enclave español en

la zona se perdiese, la Trasatlántica no dudó en arrendar la factoría en 1892. La acción de la

naviera en la zona se extendió también a la actividad pesquera.

La actividad del grupo Comillas –canalizada especialmente a través de la Compañía

Trasatlántica, aunque también del Banco Hispano- Colonial y del Crédito Mercantil-, no fue un

hecho aislado en el ambiente de los negocios catalanes. A comienzos de los ochenta del siglo XIX,

y en sintonía con las conferencias de Madrid (1880) y Berlín (1885), surgió un buen número de

741
iniciativas coloniales catalanas que fraguó en uno de los grupos de presión más determinantes en lo

que a la expansión colonial norteafricana se refiere. En 1883 se constituyó en Barcelona la

Compañía Hispano- Africana, con el propósito de aumentar la influencia española en Marruecos: la

compañía pretendía crear tres líneas de navegación, establecer factorías y llevar a término

operaciones de crédito y banca. Las líneas de navegación, con origen en Barcelona, tenían que

hacer escala en diversos puertos valencianos, Argel, Orán, Gibraltar, Tánger, Larache, Rabat,

Casablanca, Mazagán, Safi, Mogador, Canarias, Santa Cruz de Mar Pequeña, el litoral sahariano y

Fernando Poo. Al poner en comunicación directa los puertos españoles con los norteafricanos, la

compañía esperaba abrir los mercados del Magreb a los productos hispanos, y ofreció su flota al

servicio de las actividades logísticas del despliegue colonial español, como también al transporte de

los misioneros que se dirigiesen al norte de África.

Por su parte, la recién fundada Sociedad de Geografía Comercial de Barcelona comisionó en

1884 a Saturnino Jiménez para que efectuase un reconocimiento de las costas del Rif. Eligió como

base de partida la frontera argelino-marroquí cerca de las islas Chafarinas, siguió el cauce del río

Muluya llegando hasta Uxda y desde allí a Melilla. Sorprendentemnente, pretendía que el gobierno

español cediese las citadas islas a Alemania para contrarrestar la hegemonía francesa. En 1886 se

constituyó la sociedad J. Esteva Berga i Cía (en la que participaba la naviera Nicolau Hermanos)

con el objetivo de dedicarse a la importación de trigo marroquí, por lo que se optó por fijar su

domicilio en Casablanca. Poco más tarde, en 1889, el Fomento del Trabajo Nacional financió la

expedición al norte de África de Benito Malvehy y siguió mostrando su interés por los asuntos de

Marruecos a lo largo del período citado.

En aquel año, 1889, el conde Carlos de Godó viajó a Tánger junto con otros dos catalanes,

José Boada y Romeu y Enrique Collaso, con una serie de proyectos para incrementar las relaciones

mercantiles hispano-marroquíes, para los que esperaban contar con la protección del marqués de

Comillas. En Tánger constituyeron una sociedad comanditaria con un capital considerable y

adquirieron unos extensos terrenos próximos al mar para edificar un barrio español (que debía

742
llamarse la Nueva España) e instalar unas fábricas de hilados y tejidos orientadas a cubrir las

necesidades del mercado marroquí. Paralamente, solicitaron la creación de una Cámara de

Comercio en Ceuta, hacia cuyo puerto debería canalizarse el comercio de Tánger y del norte de

Marruecos. Los hermanos Godó recabaron la protección del gobierno para sus proyectos, entre los

que se incluían su intervención ante el Sultán para que éste cediera terrenos en Fez y Alcazarquivir

para establecer dos hospederías, que serían construidas por la Sociedad Hispano- Marroquí y

regidas por los franciscanos, facilitando así el comercio en el interior de Marruecos. Los Godó

también intervinieron en la adquisición de algunas propiedades por parte de la congregación

vaticana responsable de la actividad misionera católica por todo el mundo, De Propaganda Fide, y

de los franciscanos, aunque con fondos del gobierno español.

9.2. Balance de la penetración económica española en el Imperio jerifiano a finales del siglo

XIX.

Las fuentes de estudio que podemos tomar como base para analizar la presencia económica

española en el Imperio jerifiano a principios del siglo XX son los informes que realizaba

periódicamente la Cámara de Comercio española en Tánger o los que remitían al Ministerio de

Estado anualmente los diversos consulados de España en el Sultanato. 1221 De su lectura, extraemos

la conclusión -plenamente asumida por los medios oficiales- de que España era un competidor muy

débil de los grandes países industrializados del norte y centro de Europa (Gran Bretaña, Francia y

Alemania), conservando a duras penas el cuarto puesto entre los países participantes en el comercio

1221
Así el cónsul de España en Mogador, Luis Marinas daba estas cifras: para el año de 1894, las mercancías
importadas a este puerto procedentes de España tenían un valor de 75.695 pesetas; para 1895, de 116.740. Las
exportaciones desde Mogador a España tenían un valor de 273.487 ptas. para 1894 y para 1895 de 152.800, habiéndose
registrado una sensible contracción. El tráfico comercial con España no tenía importancia alguna y ello lo atribuía
Marinas a la escasa capacidad de iniciativa de los industriales y comerciantes españoles que ni divulgaban sus artículos
ni tenían interés por introducirlos en el mercado marroquí. Cfr. Marinas, L.: “Comercio con España“, en Revista de
Geografía Colonial y Mercantil. Sociedad Geográfica de Madrid, tomo I, no. 5 / 1897, pp. 76- 77.

743
de Marruecos1222. Círculos africanistas como los vinculados a la Sociedad Geográfica de Madrid,

editora de la Revista de Geografía Colonial y Mercantil recurrían a frases tópicas de cara a llamar

la atención de la nación, acerca de la necesidad de cambiar esta realidad. Así en 1898, se señalaba

que " si hay alguna nación en el mundo que por sus antecedentes históricos, por su afinidad de

razas, por su situación geográfica, debe tener una influencia política y sobre todo mercantil en el
1223
Imperio, es España". Los informes consulares a lo largo de 1898 coincidieron en que la

producción española no se adecuaba a la demanda generada en el Sultanato, y en la necesidad de

que las exportaciones españolas alcanzaran cantidades cada vez mayores, iniciando la práctica del

dumping, o resaltando que el Estado debía intervenir al respecto, estableciendo tarifas

preferenciales para los productos españoles destinados a la exportación, y recomendando la

necesaria colaboración de los consulados establecidos en el Sultanato.1224 Se insistía además en el

envío de misiones de estudio al mercado marroquí, en el establecimiento de facilidades de pago a

los habitantes del Sultanato, y en la rebaja de los fletes por parte de las compañías de

1222
1897 fue el único año en el que coyunturalmente aumentaron las ventas españolas en Marruecos. Los principales
artículos vendidos durante aquel año habían sido paños de algodón de empresas barcelonesas, azulejos, paños de lana y
sedas. La Cámara de Comercio de Tánger en su informe económico correspondiente a este año, recomendaba la
introducción de más artículos textiles, de cordelería, calzado, guantes, quincalla, materiales de construcción, fósforos,
quesos, bujías y harinas como los más susceptibles de surtir al mercado marroquí. Las circunstancias que debían
favorecer la conquista económica del mercado marroquí las centraba esta entidad en la circulación de la moneda
española en el Sultanato, la proximidad de España que debía redundar en unos fletes competitivos, la baratura de la
mano de obra fabril en España. “El mejor modo de favorecer –concluía el estudio- el consumo de géneros
manufacturados españoles en Marruecos sería la formación en España de un Sindicato de productores que nombrara
en este país personas aptas é idóneas que, teniendo residencia fija en el Imperio, los representaran, informándolos de
los usos y costumbres establecidos para cada negocio, de los géneros de más consumo, de los compradores y demás
detalles necesarios, al propio tiempo que diera á conocer los productos de nuestra industria más apropiados al país ;
pues los viajantes por su activa manera de visitar el mercado, sólo se ocupan de trabajar los géneros del muestrario y
suelen no estudiar ni conocer la forma y condiciones en que deben presentarse los artículos; detalle muy especial que
suele dar ocasión al fracaso, aunque los géneros por su calidad y precio sean inmejorables“. Cfr: “Marruecos.
Desarrollo y porvenir del comercio español “, en Revista de Geografía Colonial y Mercantil. Sociedad Geográfica de
Madrid, 1898, tomo I, no. 13, pp. 252-254.
1223
(R)evista de (G)eografía (C)olonial y (M)ercantil, Madrid, tomo I, 1898, pág. 252.
1224
Asimismo se insistía en transformar la particularidad específica de guarniciones como la de Ceuta, convirtiéndola
en un área de influencia comercial. Los círculos africanistas resaltaban la idea de dotarla de un buen puerto y de un
depósito de carbón, promoviendo el establecimiento de una aduana marroquí en sus límites y convirtiendo la ciudad en
punto de escala de las líneas de las grandes compañías navieras para cargar cuanto Marruecos exportara.“La vida de
Ceuta cambiaría así notablemente, (...) convirtiéndose en puerta de salida de cuanto producen los feraces campos del
Moghreb; capitales inmensos acudirían a esa puerta del continente africano. (...) A la sombra de aquellos capitales,
nacería la industria (...) La fabril Cataluña llevaría sus tejidos para desparramarlos por el desmembrado Imperio;
haciéndole tributario de sus productos, y las demás provincias españolas tendrían también allí nuevo mercado para
cuanto sus industrias fabricasen “. “Lo que podría ser Ceuta “, en Revista de Geografía Colonial y Mercantil, tomo I,
1898, no. 15, pág. 283.

744
navegación.1225 Los escritos africanistas recogían además sentimientos de miedo. El interés

geoestratégico que ofrecían los dominios españoles en el Sultanato, así como los archipiélagos de

Canarias y Baleares en un momento en que el colonialismo europeo había cobrado un vigor

inusitado, hizo temer que el desastre del 98 no terminase sólo con la pérdida de Cuba, Puerto Rico

y Filipinas: llevó a pensar en la propia seguridad del territorio nacional. Otros textos trataban de

impulsar al gobierno a aumentar los límites del hinterland español en la costa sahariana. La

dificultad en este asunto había venido determinada por la negativa francesa a reconocer los

derechos españoles en la zona del Adrar –el – Tmarr. Los franceses se habían propuesto extender

sus dominios del Senegal, abarcando el Adrar y avanzando en dirección del Sahara argelino y

marroquí para establecer el contacto entre sus vastas posesiones del África nor-occidental,

completando el cerco con el que iban envolviendo al Imperio marroquí. 1226

Dentro de su programa de actuación en Marruecos, los gobiernos de la Restauración habían


1227
potenciado preferentemente -como señala García Franco - la exploración geográfica del país

con fines claramente militares, en previsión de cualquier acción armada que tuviesen que afrontar

en un futuro ante cualquier acrecentamiento de tensiones en el área. En la segunda mitad de la

década de los ochenta, los gobiernos liberales habían intentado compensar este predominio de los

criterios estratégicos-militares con el desarrollo de la acción civilista, y ante la insuficiencia de

capitales o de experiencia de la burguesía comercial del centro y sur de España, la burguesía

catalana, como queda indicado, había asumido la dirección de la política comercial colonial y de la
1228
penetración económica en Marruecos. A pesar de ello, los resultados no estuvieron a la altura

1225
Cfr. “Marruecos “, en Revista de Geografía Colonial y Mercantil, tomo I, no. 14, 1898, pp. 275-276.
1226
“África española. Sahara Occidental y Guinea “, en Revista de Geografía Colonial y Mercantil, tomo I, no. 29,
1900, pág. 541.
1227
Cfr. García Franco, V. " El Norte de África ...", op. cit, pág. 84. Desde que se fundara la <Sociedad Geográfica
de Madrid> en 1876, los marroquistas españoles venían proponiendo desde las páginas de su Boletín, la necesidad del
conocimiento geográfico del Imperio de Marruecos no sólo para favorecer el desarrollo del comercio sino para prevenir
cualquier intervención armada española en el mismo. Esta última reivindicación fue inmediatamente atendida por la
Restauración mediante la creación de la <Comisión de Marruecos> del Cuerpo de Estado Mayor del Ejército el 23 de
marzo de 1882.
1228
Cfr. Lécuyer, M.C. y Serrano, C.: La guerre d´Afrique et ses répercussions en Espagne. Idéologies et
colonialisme en Espagne. 1859-1904, París, Presses Universitaires de France, pp. 270-277.

745
de los esfuerzos realizados. Así, la Compañía Trasatlántica de Barcelona -"la más dinámica de

todas las sociedades mercantiles españolas que se interesaban en África " en palabras de Lecuyer

y Serrano- llegó a estar al borde de la quiebra en 1892, después de ser constantemente deficitaria en

sus servicios regulares con las costas del Imperio. Por otro lado, J.L. Miège estima que de una

cuarentena de millones de francos-oro que representaba el valor total de los capitales europeos

invertidos en Marruecos hacia 1896, solamente seis o siete millones serían españoles.1229 A

comienzos del siglo XX, España era la única nación de Europa, cuya balanza de pagos con

Marruecos era desfavorable:1230 importaba alimentos y materias primas por valor de 8 millones de

pesetas (bueyes, legumbres, sedas, huevos, cueros, frutas, cereales), mientras que el valor de sus

exportaciones (azulejos, cerámica, calzado, muebles, tejidos de algodón, petróleo) apenas se

aproximaba al millón trescientas mil pesetas.1231 En cuanto a las posesiones africanas como los

presidios, Fernando Poó, Elobey Chico y Río de Oro, su nota dominante era la falta de rentabilidad,

si atendemos al considerable número de artículos que tamizan las páginas del Boletín de la

Sociedad Geográfica madrileña y de la Revista de Geografía Colonial, denunciando el estado de

abandono en que se encontraban. 1232

Los informes que los servicios consulares y los grupos africanistas redactaron sobre las

condiciones en que se desarrollaba el comercio español en Tánger eran bastante lamentables. Se

1229
Miège, J.L. : op. cit., t. IV, pág. 346.
1230
El consulado de Tetuán se quejaba en 1898 de la escasa producción agrícola e industrial española que llegaba a
esta ciudad marroquí : solamente contadas partidas de aceite de Sevilla y Málaga transportadas por buques nacionales
y en buques extranjeros tela de colchones, géneros de punto catalanes, lana negra, calzado, hilo fino de oro.Es más, los
productos españoles empezaban a ser suplidos por otros europeos : “Antes Barcelona suministraba (a Tetuán) galón de
oro fino y damasco de seda, pero al presente tales artículos, en extremo baratos y falsos, proceden de Lyon y empiezan
a ser traidos de Alemania “
1231
Véase Campoamor, J.M.: La actitud de España ante la cuestión de Marruecos (1900-1904), Madrid, C.S.I.C.,
1951, pp. 115-116.
1232
Así en 1898, en el número 16 de la Revista de Geografía Colonial y Mercantil, aparece un artículo titulado < Lo
que podría ser Ceuta.Un sueño de El África, periódico local>, que venía a retomar todas las proposiciones formuladas
por los africanistas en los años iniciales de la Restauración: reforma del sistema aduanero español, construcción del
puerto de Ceuta, etc... Ello vendría a probar que en quince años no se había hecho casi nada para explotar
convenientemente el territorio. En cuanto a la actuación económica española en las costas del Sahara,el balance que
realiza Lucini de las actividades de la factoría establecida en Río de Oro no puede ser más negativo: "Casi ocho años
hace que el pabellón español ondea en la costa africana antes citada, y en este espacio de tiempo nada o casi nada se
ha hecho allí para asegurar nuestra dominación y obtener de ella el debido fruto.“ ( Boletín de la Sociedad Geográfica
de Madrid , t. XXXIII, 1892, pág. 88 ).

746
entendía que el mercado marroquí no podía compensar las transacciones mercantiles realizadas

hasta entonces con las colonias del Caribe, pero en cambio podía servir para que la industria

nacional se acoplara a nuevas dinámicas, orientándose a producir para la exportación, y

aprendiendo de las técnicas y métodos utilizados por otras naciones europeas para dominar el

mercado marroquí. Cabe indicar que Tánger era el puerto del Imperio más frecuentado por buques

europeos: a él se destinaban las mercancías que en gran medida se repartían luego por las

principales ciudades y por las poblaciones de menor tamaño. España conseguía situar en el mercado

tangerino partidas diversas de tejidos de algodón, de lana y de seda, aunque esta producción no se

destinaba a la población local. La pañería de Manchester, de Lyon o de Alemania más ajustada a

los gustos de la población marroquí había desplazado a la competencia española. En cuanto a

artículos alimenticios, el mercado de harinas estaba dominado por las procedentes de Marsella,1233

el de azúcares por los de la marca gala Saint-Louis.1234 Se hablaba también en medios hispanos de

potenciar la exportación de tabaco, para suplir al que era importado de Hamburgo. Por último se

entendía que era posible potenciar las ventas de vinos y licores entre la población europea, que era

básicamente la principal consumidora de alcohol en la ciudad. Los caldos de Valdepeñas y Jérez

eran vistos como los posibles competidores de las partidas de Burdeos, Oporto, Vermouth y

Champagne, o de los alcoholes alemanes que se venían consumiendo habitualmente. 1235

1233
Frente a esta competencia francesa, se aconsejaba que el Estado español concediera primas a la exportación de
cereales y que estableciese grandes depósitos de granos en la ciudad marroquí.
1234
En el caso del azúcar los informes resaltaban la necesidad de disminuir los derechos con los que el fisco español
gravaba las exportaciones de este producto, encareciéndolo notablemente. Otro procedimiento para hacer frente a la
competencia de azúcares belgas, alemanes y franceses en el Sultanato era favorecer las exportaciones con primas
determinadas.
1235
“Marruecos como mercado para la producción y la industria españolas“, en Revista de Geografía Colonial y
Mercantil, tomo I, no. 19, 1899, pp. 369- 373.

747
9.3. Estudios sobre los medios para desarrollar de manera eficaz una acción económica en

Marruecos.

La publicística africanista que quería consolidar la influencia económica española en el

Sultanato dirigía sus críticas tanto al abandono por parte del Estado de una política de certera

penetración mercantil como hacia los representantes y comerciantes, a los que reprochaba su

ignorancia de la lengua, las costumbres y las tradiciones locales, y también criticaba a los

intermediarios judíos. Por ello algunos artículos, aún partiendo del mismo punto que los restantes

(las lamentaciones por la pésima situación española en la ‘carrera’ por el control de Marruecos)

priorizaban la necesidad de iniciar una campaña de conocimiento del Islam, del mundo e idioma

árabes en España. Se señalaba al respecto que la creación de 25 cátedras de árabe por toda España

iba a tener una importancia extraordinaria para establecer sobre bases sólidas las relaciones

comerciales con Marruecos y otros países islámicos; el gran handicap que impedía este hecho era la

inexistencia de profesores en número suficiente para cubrir estas plazas. “Milo-Ben-Iloi“

(seudónimo) se lamentaba de que en todo el país apenas sí existían dos docenas de españoles que

reunían condiciones para ejercer esas tareas. 1236

Otros autores entendían que el campo de proyección ideal para la acción comercial española,

complementando al constituido por el puerto de Tánger, era el Bajalato de Tetuán. Es el caso del

cónsul Teodoro de Cuevas, que dedicó en 1897 un extenso estudio al territorio. Su interés se

focaliza en las esferas política y económica, a partir del conocimiento de los datos consulares sobre

las transacciones mercantiles entre la zona y España. Las costas, el comercio, la estructura

económica del territorio son sus principales objetos de investigación. Se trata de una serie de

informes de extrema importancia para los militares y diplomáticos, por eso pormenorizan los

detalles geográficos, con una relativa seguridad del espacio representado. La descripción que

Cuevas hace de las montañas y cabilas, de los fortines y las costas es muy significativa. El interés
1236
Cfr. Milo-Ben- Iloi: “Africa y España. Aspiraciones patrióticas “, en Revista de Geografía Colonial y Mercantil,
tomo I, no. 23, pp. 433- 435.

748
que muestra por determinados lugares como los uadis (ríos) y por sus posibilidades de

aprovechamiento supera en ocasiones, por su contenido, el carácter de informe comercial,

integrándose en una estrategia precolonial claramente definida. El contenido del texto demuestra

además un amplio conocimiento de la zona, de sus costumbres, de su comercio. En este sentido,

Cuevas trata de interesarse por todos los aspectos políticos, sociales, económicos y culturales, para

así poder bosquejar una imagen global del espacio en cuestión. 1237

El agente español destacado en Fez, el doctor Alfonso Cerdeira redactaría en 1903 una

extensísima memoria comercial sobre el mercado marroquí, que fue inmediatamente publicada por

los círculos africanistas. El estudio se centraba de una manera monográfica en las posibilidades de

conquista para la industria hispana del mercado de la ciudad de Fez y de su extensa área de

influencia comercial, es decir la región central del Imperio. Comenzaba explicando la importancia

de que comerciantes e industriales españoles adquiriesen muestras de artículos de la artesanía

marroquí y de la confección o de la industria europea utilizados en el Sultanato (especialmente los

alemanes), e iniciar una producción adaptada al gusto y a las necesidades de la población marroquí.

Imitar la producción artesanal, escribía Cerdeira, era el mejor sistema para dominar el mercado del

Sultanato. Para favorecer la introducción de artículos españoles en la capital del Imperio, el autor

advertía sobre las posibilidades que ofrecía el puerto de Larache, verdadera arteria comercial del

Sultanato, al que sin embargo las casas navieras españolas no prestaban atención. Asimismo, la

concesión de créditos comerciales era el problema capital que decidía en el mercado marroquí la

preponderancia de una potencia mercantil: así, las casas alemanas habían triunfado por las

facilidades de pago que brindaban, sirviendo los artículos hasta seis meses antes de emitir facturas

de las mercancías. El autor proporcionaba al Ministerio de Estado algunas pistas para potenciar la

divulgación de los artículos españoles, como la posibilidad de remitir muestras y catálogos

ilustrados al Imperio, buscar una aproximación a la Alianza Israelita Universal con el fin de captar

1237
Cfr. Teodoro de Cuevas y Espinach: “Colección de estudios referentes al Bajalato de Tetuán“, en Boletín de la
Sociedad Geográfica de Madrid, 1897, pp. 49-74.,

749
a los comerciantes hebreos,y por último clasificaba en varios grupos los artículos de mayor

aceptación en Fez.1238

Coyunturalmente, la guerra de independencia que estalló en Cuba, una circunstancia que

culminaría en el desastre de 1898, fue gradualmente distrayendo el interés, a finales del siglo XIX,

de los africanistas por Marruecos, incluso entre los más enfrascados en el interés por una

proyección colonial en este país. Cuando finalmente el cataclismo se produjo, la desesperación

entre los africanistas fue abismal, evidenciada por el hecho de que por primera vez desde la

fundación de la Sociedad Geográfica de Madrid, la anual “ Memoria sobre el progreso de los

trabajos geográficos “ no contenía absolutamente ninguna referencia a las ambiciones españolas en

África. En este sentido, Eusebio Jiménez habló acerbamente en la reunión del 14 de Junio de 1898:

“El déficit es constante, como es constante el número de calamidades que afligen a nuestro

país“.1239 El desánimo cundió entre los africanistas hispanos y entre los promotores de una

expansión colonial del país. Si cinco años antes del desastre, el número de socios inscritos en la

Sociedad Geográfica alcanzaba una cifra respetable, 226, la desilusión experimentada tras la

fulminante derrota ante los norteamericanos llevó a un número ciertamente significativo de los

miembros de la agrupación a pensar que el país debía abandonar toda pretensión imperialista. Ellos

predicaron con el ejemplo, abandonando la Sociedad. Esta situación continuó durante los años

siguientes, cuando el número de miembros cayó a 150.

1238
Muy pocos de estos artículos eran españoles. Los tejidos de algodón procedían exclusivamente de Alemania e
Inglaterra, llegando estos artículos desde Fez a remitirse al Senegal ; la pañería de lana, dominada por la producción
alemana que imitaba la producción artesanal local; mantas; colchas de algodón españolas; artículos de seda; toallas;
alfombras; hilo en carretes de procedencia inglesa; seda cruda no manufacturada, importada de Italia y Francia;
materias colorantes de Alemania y Francia; cristalería de Hamburgo; espejos y relojes de pared de Francia; platería;
ferretería; baterías de cocina; lámparas; colores, barnices; relojes de bolsillo; hojas de lata de Hamburgo; azúcar, te y
bujías (la trilogía fundamental de las importaciones de Marruecos, indispensables para la vida de los habitantes del
Imperio), traidos de Bélgica, Inglaterra y Francia; jabones; chocolates; perfumería; agua de rosas; esencias de azahar;
naipes de Marsella; loza, cristal y porcelana. Cfr. Alfonso Cerdeira: “Estudio comercial sobre Marruecos. El mercado
de Fez “, en Revista de Geografía Colonial y Mercantil, tomo II, 1904, no. 28, pp. 501- 512.
1239
Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid, tomo XL / 1898, pág. 131.

750
CUADRO 3

Número de socios de la Sociedad Geográfica de Madrid (1892- 1904)

Años Total de socios españoles

1892 ................ 224

1893 ..................226

1894 ..................215

1895 ............... 204

1896 . .............. 221

1897 ... ............. 212

1898 .... ............ 201

1899 ..... ............202

1900 ..................194

1901 ..................160

1902 ..................156

1903 ..................147

1904 ..................151

Fuente: Rodríguez Esteban, J. A.: Geografía y colonialismo. La Sociedad Geográfica de Madrid


(1876-1936), Madrid, Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid, 1996, pág. 331.

Este desinterés coyuntural por el africanismo se contrarresta comenzado el nuevo siglo con

los deseos por nuevas aventuras coloniales. Así, conforme va dejándose atrás el desastre del 98,

empiezan a aparecer en la publicística africanista los relatos o informes militares que demuestran

una preocupación estratégica ante una situación de crisis, motivada por la apertura definitiva de la

cuestión marroquí. Son informes muy poco científicos, que denotan la visión optimista que se tiene

751
ante una fácil conquista del territorio. En ellos básicamente destacan la importancia de Melilla,

como base de las operaciones para la conquista del Imperio y la necesidad de perfeccionar sus

fortificaciones; se describen características orográficas de la zona por la que discurriría el empuje

invasor, y se evalúan las necesidades de las tropas destinadas a esa tarea. Es decir, se dedica una

amplia parte de estos memoriales al aspecto técnico de la conquista: táctica militar, provisiones,

soldados, flota, período adecuado para materializar la empresa y el tiempo necesario para

efectuarla. Y sin mostrar ninguna preocupación porque estos textos tuvieran difusión y pudieran

llegar a conocimiento del Majzén.1240 Tal tipo de estudios son muy críticos con la situación de

mantenimiento del ‘statu quo’, al que se juzga como opuesto a los intereses de expansión española

y se aboga por una tarea previa de concienciación política del pueblo hispano sobre la necesidad de

una campaña militar. Los informes militares no redundan tanto en juicios elogiosos sobre la

fertilidad del suelo, la abundancia del agua, la salubridad del clima o la variedad de la producción

agrícola, que son más frecuentes en escritos de corte civilista. Se evalúa la capacidad guerrera de

las cabilas, cuantos varones las componen, cuantos jinetes pueden movilizar. La conquista de una

parte de Marruecos era un asunto de vital trascendencia estratégica, (se hablaba en concreto de

ocupar el Rif, Fez, el bajalato de Uxda, Taza, Alcazarquivir1241), ya que permitiría recortar la

proyección colonial gala sobre el Sultanato y posibilitaría tener acceso seguro y permanente a

ciertos recursos agrícolas de Marruecos, especialmente la producción de cereales.

Dentro de la actividad militar concerniente a Marruecos, cabe destacar en este contexto las

actuaciones de la Comisión Geográfica de Marruecos, bajo la dependencia del Depósito de la

Guerra, inicialmente formada por Ramón Jáudenes y Eduardo Álvarez Ardanuy. Ésta en 1904

1240
“Es en esta parte septentrional de África ( Melilla ) donde se ha de iniciar la acción , (...) desde donde hemos de
simular el movimiento de avance al interior, pero téngase en cuenta que la misión de esta plaza como base de
operaciones se concreta expresamente al objeto de amagar la línea de Teza-Fez, posesionándonos de la primera de
estas dos plazas ; pues la invasión decisiva, el ataque verdaderamente fructífero y provechoso ha de hacerse á la base
de Ceuta y sobre la desembocadura del río Martín ó en lugar próximo (...) o bien sobre la costa de Larache. (...) Sobre
tales extremos ha de ajustarse el plan general estratégico, bien acometiendo la empresa España por sí sola, siempre
que tuviera escuadra que le permitiera realizarlo, bien aliada con Francia, en cuyo caso, siempre Melilla representa
un factor poderoso para dirigir las fuerzas aliadas por aquella parte para dominar desde la Argelia en toda la cuenca
del Muluya“. Cfr. Francisco de Francisco y Díaz: “¡ Por España ¡“, en Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid,
tomo XLIII, 1901, pág. 121.
1241
No se hablaba tanto de destruir el Imperio marroquí sino de segregar del mismo esta parte.

752
completaba la realización de un mapa de la parte norte del Imperio que, además de las últimas

exploraciones conocidas sobre la zona, contenía los trabajos hechos por la Comisión. Ésta también

remitió dos croquis de las cabilas rifeñas de Beni- Itteft, Bocoya y Ait- Urriaguel. A los trabajos

gráficos mencionados, acompañaban Memorias explicativas. Los franceses no se quedaban atrás en

sus viajes geográficos por el norte del Imperio. En estos mismos años iniciales del siglo XX,

Lemoine había realizado reconocimientos geológicos en la zona de Safi, Mogador y Marrakesh,

zonas compuestas de calizas margosas, las tierras más fértiles del Imperio, productoras de trigo y

maíz. Brives entre 1901- 1903 recorrió varios territorios del Imperio, desde Tánger, Wazzán, Fez y

Larache, a Mogador, Safi y las montañas del Atlas, para posteriormente atravesar el Sus y llegar a

Agadir, Tiznit y Tarudant. E.D. Levat cumplió una misión geológica y minera en el sur de

Marruecos, cerca de Argelia. A fines de 1904 se ocupaba en reconocer los territorios situados al

norte del oasis de Figuig. El marqués de Segonzac, viejo explorador del Imperio marroquí se

pondría al frente de una expedición organizada por el Comité du Maroc. Los miembros de este

grupo al llegar a Mogador se separaron, visitando el Sus y el Gran Atlas.

Aunque los informes militares no sean numerosos en España, sin embargo desde 1900

empezaron a proliferar artículos que recalcaban que frente a la actividad desplegada por Francia en

África y concretamente en el Sáhara marroquí, la respuesta española estaba llena de desidia y

dejadez. Se censuraba que el empuje bélico galo no era contrarrestado suficientemente por la

diplomacia española. La toma de In-Salah, la ocupación de los oasis de Tuat y Tidikelt por la

columna del teniente coronel d´Eu, la toma al asalto de la alcazaba de In-Rhar, centro de

abastecimiento para las caravanas que se dirigían del Tuat al Sudán fueron observadas con alarma,

así como la posterior ocupación por el coronel Bertrand de Igli, llave del Uad Saura y de las vías de

comunicación del Tuat con Marruecos. Se alertaba al gobierno que las siguientes etapas de la

753
dominación francesa serían Figuig y el Tafilalt.1242 En este sentido, Agustín Sardá se quejaba en

1901 de las maniobras francesas en el Sahara, en estos términos:

“Nosotros hablamos con frecuencia de nuestra ‘misión histórica‘ en el Imperio


marroquí; pero ¿qué hacemos para justificarla y merecerla , y sobre todo, para estar
prevenidos?. Poco menos que nada. Mientras tanto, los franceses penetran en el territorio,
lo estudian y procuran conocerlo todo lo posible. Hacen más; quieren que lo conozca el
público en general, y á ese intento va encaminado el concurso de la Sociedad Geográfica
de Orán para tener una buena geografía del país. Si se cree, en España, que algún día
habremos de intentar algo en el mismo, lo que no discuto en este momento, ¿ por qué no
imitamos a nuestros vecinos, ya que no sabemos tener ideas e iniciativas propias?. (...)
(Nada se consigue en la penetración en Marruecos) (...) sin grandes esfuerzos, precedidos
de trabajos serios y estudios concienzudos“.1243

Los textos empezaron a resaltar – a veces con exageración- la debilidad de Marruecos para

así subrayar la facilidad con la que podía ser conquistado. Algunos apuntes se dedicaban a realzar

la fertilidad de la tierra en el Ksar (= alcazar) de Senaga (Figuig), dotado de jardines, y cultivos de

cítricos y árboles frutales, en general con un aprovechamiento intensivo en el riego. Sin embargo

estos retazos, claramente decantados a un detallismo acertado en la descripción del lugar, se

perdían luego en juicios de valor de corte claramente colonialista, desvirtuando la realidad histórica

de esta parte de los confines orientales del Sultanato:

“No hay (en Figuig) en rigor justicia ni autoridad, reina la anarquía y el desorden;
los agravios ó daños se arreglan por la lucha. La guerra es allí constante. Cuando un
individuo es muerto ó herido por otro, los suyos y sus aliados toman las armas y lo vengan.
El aprovechamiento del agua da lugar a frecuentes disturbios. Figuig es un nido de

1242
En: Boletín de la Real Sociedad Geográfica, 1902, pág. 453. Durante el imperio de Napoleón III se había
intentado la rectificación del tratado de Lalla- Marnia y el ensanchamiento de los límites de Argelia. La insurrección
de Bu-Amama se aprovechó en 1882 para comenzar la ejecución de un plan meditado con el fin de conquistar Figuig,
y si quedó paralizado después de las primeras escaramuzas, se debió a las reclamaciones de los embajadores de
Inglaterra y España en París. La ocupación del Tuat ,de In-Salah reanudó la empresa , que tocaba a su término en 1903:
la construcción del fuerte de Djenien-bu-Reszg, su unión por ferrocarril con Ain- Sefra, la concentración de
guarniciones numerosas y bien equipadas en estos puntos y en Duveyrier a la vista del palmeral de Figuig, la firma del
protocolo franco-marroquí de 20 de julio de 1901 se completó con el bombardeo de los aduares de Zenaga, la tribu más
belicosa de Figuig, realizado el 8 de junio de 1903.
1243
Cfr. Agustín Sardá: “Los franceses en Marruecos“, en Revista de Geografía Colonial y Mercantil, tomo II, 1901,
no. 6, pp. 94-95.

754
malhechores y refugio de gente perdida. Allí se instaló con sus secuaces Bu-Amema.
Frecuentemente cometen fechorías y hostilizan á los franceses sus moradores “. 1244

En el contexto político de 1902, las circunstancias internacionales cambiaron con respecto a

1900. Bajo la batuta del tándem Sagasta / Almodóvar la dirección de la política exterior española se

fue decantando hacia una aproximación a Francia, con la que se buscó un reparto del Sultanato.

Los estudios africanistas a lo largo de este año empezaron a hablar en relación al Figuig de una

misión civilizadora que Europa había confiado a Francia, con objeto de acabar con la inseguridad

introducida en el Tuat por los ataques procedentes del Imperio jerifiano y por la necesidad de

“anular la acción ofensiva de esta guarida de malhechores y salteadores (Figuig), cuyos atropellos

quedan impunes“, sin perjuicio del ‘statu quo‘ territorial del Imperio. Cesaron pues las críticas

ofensivas a Francia. Se decía ahora que los galos cumplían estrictamente el tratado que había

establecido los límites de Argelia con el Sultanato, firmado en 1845 en Lalla- Marnia. Sin embargo,

este tratado había fijado límites fronterizos sólo en la región cultivada, no habiéndose previsto el

reparto del desierto. Se alababa la acción diplomática del gobierno republicano que había apelado al

Majzén para establecer una frontera fija, tras el “considerable avance hacia el sur de la colonia

argelina “. Se escamoteaba al público lector español el que las conquistas de 1900-1901 se habían

hecho a expensas de arrebatar enormes territorios saharianos al Sultanato, y por último se brindaba

el protocolo del 27 de julio de 1901 establecido entre Marruecos y Francia como botón de muestra

del equilibrio y buen hacer de los diplomáticos franceses. Se señalaba como los franceses habían

pasado a controlar el territorio de los Dui- Menia y de los Ulad- Yerir y como habían podido

establecer un fuerte cerca de Figuig para vigilar el oasis, en el que se dice sólo existe la soberanía

nominal del Sultán: “Estableciendo la tranquilidad, dando seguridad a las caravanas, hoy

frecuentemente asaltadas y saqueadas (...), realizará una obra importante Francia en interés de la

civilización y con gran ventaja para su influencia “1245.

1244
Véase: Boletín de la Real Sociedad Geográfica, 1902 , pp. 583-584.
1245
Ibidem.

755
Conforme iban cristalizando las posibilidades de un acuerdo con Francia, las páginas de las

publicaciones africanistas españolas se abren a textos de autores franceses, llenos de aberraciones

que presentan visiones tergiversadas del Sultanato. Es el caso de la recensión del texto de René

Pinon, El Imperio del Mediterráneo (1903). El discurso de este libro incidía en la pérdida de

prestigio del Majzén, y se llegaba a acusar al Sultán incluso de no ser el representante indiscutible

de la ortodoxia musulmana en Marruecos. Las referencias de Pinon al Derecho conducían a la

conclusión de que había que borrar al Imperio de la lista de Estados formalmente constituidos. Es

más, la desintegración rápida de la autoridad del Majzén llevaba al autor a elucubrar sobre la

imposibilidad de convertir en un Estado con caracteres nacionales a lo que en realidad era una masa

social constituida por tribus feroces, desconocedoras de todo rudimento de patriotismo y de

moralidad. El Imperio en realidad era un ‘fantasma’ donde la soberanía del Sultán brillaba por su

ausencia. La ficción del Estado marroquí se mantenía en pie solamente por las rencillas y

rivalidades de las potencias europeas, que tenían su origen en el siglo XIX y que evitaban su

descomposición y desaparición. Por ello la cofradía de los Darkawa sostenía con su propaganda y

con el esfuerzo personal de sus adeptos la causa roguista. Pinon entendía lógica su actitud de

combate contra un Sultán al que no podían perdonar sus olvidos de los preceptos coránicos y su

distanciamiento de las costumbres tradicionales del Sultanato. La insurrección no había triunfado

pero tampoco estaba vencida, consolidándose una situación absolutamente anárquica en el Imperio

donde ninguna fuerza tomaba el control del poder. Pinon recalcaba en este contexto la necesidad

para Francia de ejercer su protección sobre el Sultanato, es decir iniciar la práctica de una política

de fomento económico del país, una política de ‘colaboración‘. Esto llevaba al autor a recordar que

el protocolo franco-marroquí de 20 de julio de 1901 había establecido la constitución de

‘comisiones mixtas‘, llamadas a adoptar medidas de carácter local, que permitieran a Francia

ejercer una eficaz policía de seguridad en las zonas fronterizas y facilitasen la circulación por ellas

de los productos comerciales de Marruecos y Argelia. Paralelamente la República había puesto en

marcha una política de penetración militar, destinada a perseguir a las tribus que hostilizaban su

756
avance en los confines del desierto, complemento de la anterior. En los límites fronterizos del

Sultanato, Francia aplicaba la política del ‘divide y vencerás‘, ganándose poco a poco y sin reparar

en sacrificios la voluntad y el interés de numerosas cabilas habitantes del llamado ‘Blad-es –siba’,

es decir de aquella parte del país en donde en teoría no se hacía sentir la acción permanente del

Sultán. Francia iba a proceder con respecto al Sultán y a las cabilas, según le conviniera,

apoyándose unas veces en un pivote y otras en el otro. La cuestión era simplemente completar el

dominio de Marruecos. De hecho el capitalismo galo había entrado en una fase de expansión en la

zona fronteriza con Argelia que revestía especial importancia en el sector comercial. Se preveía la

construcción desde Figuig a la desembocadura del Kiss de una serie de zocos permanentes, donde

las autoridades francesas aspiraban a cobrar por sí solas los derechos arancelarios correspondientes

a los dos países (entregando eso sí la parte que perteneciera al Tesoro Imperial de Marruecos).

Francia evitaba todo pretexto y sorteaba todo peligro que pudiera dar a la penetración la apariencia

de una acción de conquista. Penetrar pacíficamente en Marruecos era dominar por medio de las

artes de la paz.1246 Nada de expediciones militares, nada de guerra abierta, que traería como

resultado inmediato y cierto la unión de los marroquíes contra el ‘rumí‘ invasor, la guerra santa. La

penetración pacífica tendía, por lo tanto, a conquistar y a dominar a Marruecos sin las apariencias

de conquista y señorío. Era una guerra solapada. El comentarista del libro de Pinon, Manuel

Conrotte, se planteaba cómo la acción española, los medios capitalistas hispanos, podían salir

beneficiados de un Marruecos francés. Con el poder del Sultán muy quebrantado por la serie de

sucesivos asaltos imperialistas, con una serie de costosos empréstitos realizados a Abd al- Aziz que

habían institucionalizado en el Imperio jerifiano la injerencia extranjera, Marruecos se había

convertido en el objeto de un reparto en el que Francia era la principal negociadora. Se había

entablado una partida en la que los jugadores (Francia y España) eran cómplices, pero también a la

vez competidores. Conrotte constataba por último el fracaso de la política marroquista de España

1246
Para ello se habían sentado las bases de la cooperación financiera entre Marruecos y el Estado francés en esa
penetración pacífica. Además de facilitar la intervención del Paribás para atender los empréstitos del Majzén, el
gobierno galo consignaba anualmente en sus presupuestos partidas para ‘obras francesas en Marruecos‘, para
subvenciones o misiones científicas, para crear más plazas de agentes diplomáticos y conbsulares en el Sultanato.

757
desde 1860, con Ceuta y Melilla reducidas a excelentes posiciones estratégicas que de nada servían

en cuanto a puntas de lanza de una penetración comercial, máxime cuando en el caso de Melilla,

Francia se apoderaría del territorio comprendido entre el Kiss y el Muluya. Incluso el autor era muy

crítico con la única voz, la de la Sociedad de Africanistas y Colonistas que desde el miting del

teatro de la Alhambra en 1884 había intentado galvanizar sin éxito a la opinión pública española. Se

revelaba ahora que el respeto del statu quo no había servido para potenciar la política civilista, de

penetración pacífica. 1247

Otros sectores del africanismo español permanecieron aferrados a la idea del mantenimiento

del ‘statu quo‘ como única política conveniente para el desarrollo de los intereses españoles. Es el

caso de Bonelli que, sin negar su preocupación por el estado de desorden y falta de seguridad que

se vivía en el Sultanato, confiaba en que Mawlay Abd al- Aziz pudiese dominar las sublevaciones

de las cabilas. Subrayaba que las noticias transmitidas a Europa por los corresponsales extranjeros

en Marruecos exageraban considerablemente la peligrosidad de la situación. Con todo, destacaba

que la violencia en el Sultanato estaba entroncada con unos orígenes y unas características

exógenas al Imperio: los cabecillas principales del movimiento roguista procedían de Argelia, así

como sus abastecimientos, armas y municiones. España asimismo debería hacer frente a serios

peligros en el territorio: en el Imperio se difundían ideas xenófobas que rechazaban cualquier

penetración española; en gran medida señalaba Bonelli, estas ideas también tenían un origen

exógeno, y estaban difundidas por emisarios europeos encargados de fomentar una insurrección.

Además, España debía hacer frente a las pretensiones de Francia de ejercer una hegemonía en

Marruecos con menosprecio de los intereses hispanos, con el pretexto de buscar una cierta

tranquilidad para las fronteras argelinas. Sin embargo en sus ataques a Argelia, los marroquíes

“sólo obedecían (respondían) a las continuas incursiones y usurpaciones de terreno, que

sucesivamente se apropia Francia y que pertenecen a diversas tribus sometidas al Imperio de los

1247
Cfr. Conrotte, M.: “Un libro sobre cuestiones mediterráneas “ , en Boletín de la Real Sociedad Geográfica , tomo
XLVI , 1904, pp. 72-91.

758
Sherifes. No se les concedía a los marroquíes ni el derecho a defender su hogar, y se les

calumniaba“.1248

El senador republicano Rafael María de Labra dedicó también especial atención a la cuestión

marroquí en un meditado estudio, al que dio forma de conferencia el 16 de enero de 1904.

Calificaba al Sultanato como un imperio autocrático con escaso control efectivo de sus subditos,

que se negaba a modernizarse y suponía una tentación creciente para las ambiciones europeas. Ello

le convertía en un factor evidente de intranquilidad para la estabilidad política internacional. Labra

pasaba revista a las naciones interesadas en la cuestión marroquí y subrayaba las razones históricas,

geográficas y políticas que volcaban a España hacia el Magreb. Su intervención concluía con la

enumeración de las cuatro posibles soluciones al problema marroquí : 1ª) el mantenimiento del

‘statu quo’, vía imposible de practicar por seguir pujante en el Sultanato y sin dominar la

insurrección roguista y la acción perturbadora de Francia sobre la línea del Muluya y en Figuig; 2ª)

la conquista militar de Marruecos, que sería muy gravosa en bajas e inasumible para la población

francesa, que se decantaba por fórmulas de penetración política, defendidas por otra parte por los

colonialistas; 3ª) el reparto de Marruecos y su conversión en protectorado, siendo adjudicado a

varias potencias. Labra considera esta solución gravísima para España, porque podía quedar fuera

del reparto, aunque también deseaba que no le correspondiese a la esfera de influencia española, la

región de Fez, para cuyo gobierno y administración España no tenía ni medios políticos, ni

administrativos ni económicos; y 4ª) una intervención colectiva de todas las potencias europeas en

Marruecos para fortificar y regenerar al Majzén, occidentalizar el país y abrirlo al libre comercio: la

mejor solución para España. Labra se decantaba por desechar la realización de operaciones

militares ambiciosas y se mostraba proclive por concienciar a la opinión pública de la necesidad de

volcarse hacia la consecución de unos objetivos coloniales en el Sultanato. Modestamente se debía

desarrollar, una política de penetración e influencia pacíficas, esencialmente comercial adaptada a

las capacidades y recursos del país. El senador republicano cargaba las tintas contra el gobierno y

1248
Discurso de E. Bonelli en la Sociedad Geográfica de Madrid, en Revista de Geografía Colonial y Mercantil, tomo
II, 1903, no. 23, pp- 406-407.

759
los partidos del turno restauracionista, acusándoles de ser presa de una evidente desorientación en

política internacional desde 1895. Estas palabras se inscribían, por otra parte, en la postura más

común de muchos tratadistas sobre la cuestión marroquí: la queja hacia la pasividad de los

gobiernos restauracionistas que dejaban escapar oportunidades de ampliar la influencia hispana en

el Sultanato y no se molestaban en mantener la que ya se tenía. En cuanto a los medios de influir

en el Sultanato, Labra no era especialmente original y se identificaba con los consejos repetidos por

la pléyade de africanistas: acción diplomática y consular intensa en todo el Imperio jerifiano;

eliminación de los presidios; creación de una vida comercial y civil activa en ellos; convertir

Tánger en centro de irradiación de propaganda hispanista mediante una acción civilista llevada a

cabo por médicos e ingenieros españoles y materializada además por la organización de un cuerpo

de intérpretes que dominasen el árabe vulgar; traslado de la representación diplomática a Fez, para

tener un trato constante e inmediato con el Sultán; terminación de las obras del puerto de Melilla;

transformación de las Chafarinas en un gran puerto comercial y reforma aduanera de Melilla y

Ceuta para inaugurar una nueva etapa en sus relaciones con Marruecos. 1249

En realidad lo que estaba haciendo el gabinete Maura en aquellos momentos era una síntesis

de las posturas de los dos sectores de los africanistas que hemos resaltado: a) por un lado,

aproximación diplomática a Francia; b) pero por otro lado no inmiscuirse en aventuras militares en

el interior del Sultanato.

En este segundo grupo de africanistas estaban los miembros de la Cámara de comercio

española en Tánger que confiaban en que las fuerzas del Majzén acabarían con la rebelión del

Rogui. El ‘leiv-motiv’ del plan de esta corporación era convertir el Sultanato en un privilegiado

mercado para la producción española, imitando los usos comerciales alemanas. Aconsejaba la

creación en España de Sindicatos comerciales en aras de aunar empresas nacionales, y en

1249
Cfr. Labra, Rafael María de: “La cuestión de Marruecos“. Conferencia dada al inaugurar el curso de libre
propaganda del Círculo de la Unión Mercantil de Madrid de 1904, la noche del sábado 16 de enero de 1904, en Revista
de Geografía Colonial y Mercantil, tomo II , 1902, no. 26, pp. 452- 462.

760
particular para intensificar la venta de tejidos de Cataluña, de vinos y aceites andaluces, conservas

gallegas, harinas cántabras y material de construcción vasco. 1250

La Sociedad Geográfica de Madrid y especialmente su Sección de Geografía Colonial y

Mercantil, además de alentar a la opinión pública respecto a las cuestiones coloniales y

comerciales, y de organizar exploraciones y trabajos prácticos, se creyó en la obligación de orientar

la política gubernamental sobre estas cuestiones. De hecho se dedicó a exponer su opinión a las

Cortes y a los gobiernos restauracionistas en relación con el desarrollo de los acontecimientos.1251

Así, con motivo de la firma de la Declaración franco-inglesa del 8 de abril de 1904 respecto a

Egipto y Marruecos, por la que aquellos dos países concretaban su campo de acción en el norte de

África, la Real Sociedad Geográfica elevó al presidente del gobierno, A.Maura una “Exposición

sobre la cuestión de Marruecos“, fruto de las discusiones llevadas a cabo por los miembros de la

Junta directiva de este órgano entre el 14 y el 18 de abril de ese año, y motivada por un informe

solicitado por el conde de Romanones a la Sociedad sobre la actividad y los procedimientos más

1250
Cfr. “España en Marruecos, según la Cámara de Comercio española en Tánger “, en Revista de Geografía Colonial
y Mercantil, tomo II, 1903, nos. 17-20, pp. 295-298.
1251
Los africanistas también dieron cancha en sus publicaciones a la labor de la patronal catalana, el Fomento del
Trabajo Nacional de Barcelona, con la idea de que el pensamiento marroquista de los burgueses no alcanzara sólo las
ópticas del poder político o social, sino que tuviese un cierto grado de difusión entre las élites lectoras de sus
publicaciones , por lo que cabe deducir que no se buscaba el dedicar una atención preferencial a los canales de difusión
de las ideas colonialistas como forma de culturización de las masas. La obra del Fomento del Trabajo es lúcida,
equilibrada y reflexiva, con una evidente orientación pedagógica – sustentada en la claridad de ideas, precisión en los
conceptos, limpieza del lenguaje – aunque sin excluir el rigor ni la profundidad de los planteamientos. Venía a insistir
en que la deseada proyección mercantil en Marruecos debía ir acompañada de la supresión del presidio de Melilla y su
conversión en ciudad fabril, y colonia de poblamiento. A pesar de que desde 1893, la población de la ciudad se había
triplicado, el territorio no se convertía en un centro comercial, no registraba el desarrollo económico que era esperable
y no era un foco de difusión de la causa española. “Los marroquíes no acuden á Melilla para exportar sus productos, á
pesar de que esta población ocupa lugar privilegiado en la región oriental de Marruecos, siendo la que ofrece mejor
salida a los productos del Rif, comarca que producen abundancia la lana y la cera que exporta por otros puertos de la
costa occidental y de la Argelia, más distantes de los centros productores que Melilla “. Cfr. “Melilla. Su importancia
estratégica y comercial“, en Revista de Geografía Colonial y Mercantil, tomo II, 1902, nos. 9-12, pp. 169-173.Los
burgueses catalanes deseaban coadyuvar eficazmente al derribo de la estructura colonial que hasta entonces otorgaba a
Melilla el carácter de plaza fuerte para dar paso a una situación novedosa, con la construcción de un puerto, la atracción
de emigrantes que trabajasen en fábricas establecidas en el lugar, utilizando las materias primas que llegaran
aprovechando las franquicias del puerto que permitía tenerlas libres de derechos arancelarios, resaltando la oportunidad
de crear una industria harinera que exportase a Argelia y Egipto. Melilla debía abrirse así mismo al Rif. Ello debía
complementarse con un sistema tributario proteccionista, que favoreciese la llegada a la ciudad de artículos nacionales
que quedarían libres de derechos de importación, frutas secas, vinos, aceites, café, té, generos de punto, mientras que
los tejidos de algodón, paños, azúcar, velas y artículos extranjeros con los que la industria española no podía sostener
competencia, debían quedar gravados.

761
1252
convenientes para España en virtud de la Declaración mencionada. El texto de Romanones

asumía el abandono de la política del ‘statu quo’ por parte de Inglaterra, su más firme y poderoso

mantenedor hasta el momento, y recalcaba la gradual consolidación de la influencia francesa en el

Sultanato. Era un discurso pensado para suscitar una inmediata reacción entre los africanistas

convencidos. Alertaba sobre la apertura inmediata de la cuestión marroquí: “Marruecos en manos

francesas será una amenaza nueva contra la integridad territorial y aún contra el simple ejercicio

del albedrío de España, un competidor incontrastable de nuestros productos naturales en la

concurrencia internacional, un mercado futuro menos para nuestros capitales y nuestro comercio

(...) “ . Romanones se oponía a las tendencias de la diplomacia secreta y en contra de que la política

exterior fuese controlada exclusivamente por el gobierno, es decir, se mostraba favorable a una

mayor democratización de las prácticas diplomáticas.

La Exposición elevada al gobierno también retomaba el criterio emitido en anteriores

exposiciones formuladas a las Cortes el 8 y el 28 de junio de 1884, redundando en la necesidad de

mantener el ‘statu quo’ del Imperio y concretando las nuevas medidas necesarias para hacer

efectiva la penetración pacífica y estrechar las relaciones con Marruecos mediante la actividad

comercial.1253 Pero en este caso el texto transmitía la opinión de que si se llegara al momento de

tener que ‘velar por el orden en el país- Imperio marroquí’, no debía dudarse en ejercer una

‘acción tutelar civilizadora sobre el Imperio (...) por más que, compartida con otros, no satisfaga

1252
Cfr. Rodríguez Esteban, José A.: Geografía y colonialismo. La Sociedad Geográfica de Madrid (1876-1936),
Madrid, Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid, 1996, pág. 115.
1253
Ensanchando los límites territoriales de Ceuta; consolidando la libertad comercial en el Sultanato y penetrando en
la región oriental de Marruecos por procedimientos económicos. Así se hablaba de trazar una línea férrea desde Melilla
a Fez, que se debería enlazar con la que uniría Argelia y Uxda con Rabat, a través de Taza ; la construcción de
carreteras y caminos a partir de Melilla ; la fortificación de esta ciudad; la creación de un puerto en las Chafarinas;
permitir la libre exportación de productos marroquíes por Melilla, atrayendo hacia esta ciudad el flujo comercial
existente desde Marruecos hacia el Kiss y la frontera argelina; instalar una aduana marroquí en Ceuta, unir esta ciudad
con las corrientes del tráfico mercantil del septentrión marroquí y comunicarla – por carretera – con Tetuán y Tánger;
asegurar las comunicaciones de la península con Marruecos y las plazas españolas; hacer accesibles a los extranjeros
residentes en Marruecos los derechos de libertad de residencia, circulación, establecimiento, industria, comercio,
adquisición de tierras y casas; suprimir los presidios de Ceuta y Melilla, atrayendo capitales y población española;
convertir estas posiciones en emporios comerciales y fabriles; atrayendo la simpatía de la población musulmana
colindante a los puestos españoles; aumentar la dotación de las fuerzas militares indígenas, incorporadas al ejército
español; atracción de los marroquíes con la creación de escuelas, asilos, institutos de formación profesional, hospitales
y farmacias donde se les atendiera; difundiendo el conocimiento del árabe y tomando medidas de atracción comercial
similares a las que defendían otros círculos (los diplomáticos): envío de misiones mercantiles de estudio, etc. Cfr.
“Exposición de la cuestión de Marruecos“, en Boletín de la Real Sociedad Geográfica, tomo XLVI, 1904, pp. 149-263.

762
de modo completo las legítimas aspiraciones de España“. De hecho, la vía de la ‘penetración

pacífica‘ era la ideal para la Real Sociedad Geográfica. Se suponía que España y Francia debían

garantizar la soberanía del Sultán en todo el territorio imperial, velando ambas por el orden y la

seguridad pública y prestando apoyo en reformas administrativas, económicas, financieras y

militares al gobierno marroquí.

9.4. Estudios específicos sobre Río de Oro y Tarfaya.

El derecho de posesión de Santa Cruz de Mar Pequeña y el nulo desarrollo económico de Río

de Oro fueron también abordados en el contexto histórico posterior al desastre del 98. Lo hizo

sobre todo la clase política canaria en el Senado y en el Congreso de los Diputados. Así, en este

último órgano legislativo, el africanista Marqués de Villasegura planteó el 7 de diciembre de 1900

al Ministro de Estado la necesidad de que el gobierno procediera definitivamente a la ocupación de

Ifni (identificada con Mar Pequeña). El Ministro de Estado, el conservador Aguilar de Campóo

ocultó a los diputados que, a través de los mecanismos de la diplomacia secreta, se estaba

intentando permutar el control de Ifni por el de Tarfaya y para ello se había buscado el apoyo del

Foreign Office. El titular de Estado replicó que el Sultán accedía a la entrega de Ifni pero con

condiciones muy draconianas: la factoría o pesquería española debía estar rodeada de una muralla,

no se podría establecer relación con el territorio marroquí y cualquier español que quisiese traspasar

el muro moriría. Estas precauciones las justificaba el Sultán aludiendo al carácter indisciplinado de

las cabilas vecinas, por lo que consideraba un peligro la permanencia en el lugar de un

establecimiento europeo. El Gobierno español no aceptaba estas condiciones. 1254

1254
Cfr. “España en la costa occidental de Marruecos. Nuevas negociaciones para obtener el cumplimiento del tratado
de Guad- Ras” en Revista de Geografía Colonial y Mercantil, tomo II, 1901, pp. 4-7.

763
Con respecto a Río de Oro, en 1902 el Negociado de Asuntos Coloniales del Ministerio de

Estado, encargado de administrar la colonia, propuso una serie de medidas para contribuir a su

desarrollo.1255 Estas propuestas se basaban en los siguientes puntos:

a) Atraerse el comercio del Sudán, cuyas caravanas buscaban su salida por Mogador y

Senegal.

b) El estudio científico y la exploración del suelo colonial español, con la creación de oasis

en puntos estratégicos para atraer a las caravanas. Para llevarlo a cabo, se contaría con el concurso

del personal técnico del Ministerio de Agricultura.

c) Enfocar la emigración hacia la colonia, de tal manera que el litoral quedaría en manos

privadas y el interior en manos del gobierno, el cual crearía zonas de cultivo para atraer a los

colonos.

d) Potenciar la industria pesquera en el litoral sahariano y crear industrias derivadas, de

salazón o conserveras.

e) Estimular la iniciativa comercial para establecer una nueva factoría en el extremo norte del

territorio, por donde poder exportar los productos del territorio del Tekna y de la Sakia al-

Hamra.1256

Los estudios sobre Río de Oro se inscribían asimismo en la discusión entre proteccionistas y

librecambistas, presente ya desde la 2ª mitad del siglo XIX, ya que los detractores de la viabilidad

económica de la colonia española centraban sus críticas en que la actividad mercantil de la misma

estaba monopolizada por la Compañía Trasatlántica. Se declaraban por tanto en contra de los

monopolios que aprovechasen en exclusividad las riquezas económicas de las colonias africanas y

requerían un nuevo estatuto económico para el territorio que permitiese la competencia entre

diversas factorías a las que se quería dejar instalar en el lugar.

1255
Las compras realizadas por la factoría de la Compañía Trasatlántica en Río de Oro, en 1899, se limitaron a
pequeñas partidas de ganado caballar, asnar, lanar y caprino, y a la adquisición de pieles de camello, gacela, y lana. Por
lo que respecta al pequeño puerto de la colonia, en ese mismo año pasaron por él un total de 108 buques, de los cuales
91 eran barcos canarios dedicados a la pesca en sus aguas. Véase al respecto: Martínez Milán, Jesús M. Las pesquerías
canariocanario africanas (1800- 1914), Las Palmas de Gran Canaria, CIES /Caja de Canarias, 1992, pág. 78.
1256
Cfr. “Sáhara español “, en Revista de Geografía Colonial y Mercantil, vol. II , 1902, nos. 9-12 , pp. 153-158.

764
Los proyectos de colonización de Tarfaya y del interior del Sáhara también aparecieron, a

pesar de la existencia de fuertes lagunas de información sobre estos territorios. El desconocimiento

y la indiferencia con que la elite política restauracionista acogía las actividades científicas o el

estudio de la costa de Tarfaya y Sakia al- Hamra, eran un lugar común, aceptado con naturalidad

no sólo por la inmensa mayoría de políticos, sino por los medios de comunicación y en última

instancia, por la Administración. Esta falta de valoración provocó una absoluta indigencia

informativa, reconocida por los africanistas. El interés de este territorio para la elite gobernante se

centraba en que estaba enfrentado estratégicamente a Canarias; a pesar de ello, era una de las zonas

menos conocidas del continente africano. El interior de estas tierras había sido visitado por muy

pocos europeos; se suponía que las habitaban tribus nómadas fanáticas y de carácter indómito que

hacían imposible prácticamente penetrar a alguna distancia de la costa. Sólo Joaquín Gatell había

logrado internarse en el Uad Nun y Tekna en 1864-1865. Se resaltaba en particular la importancia

de los asentamientos de Tinduf, como enclave fundamental para las caravanas que unían Tombuctú

con el sur de Marruecos, y de Guelmin, centro comercial, capital del Uad Nun y puesto

intermediario entre los habitantes del Sus y las tribus saharianas. Este último era un feudo antiguo

de la familia Uld- Beyruch, que durante mucho tiempo había planteado iniciativas autonomistas

para controlar el territorio, prevaleciendo finalmente la decisión de Mawlay Hassan por hacer

efectiva su autoridad en el enclave, por lo que desde 1886 y sometida por completo al Sultán,

Guelmin tenía guarnición del Majzén. La publicación señalaba al territorio Tekna como una región

fértil, en la que se cosechaba bastante cebada y se criaba mucho ganado. 1257

1257
Cfr. Vera, V.: “Tierras africanas desconocidas “, en Revista de Geografía Colonial y Mercantil, vol. II, 1903, nos.
21.-22, pp.377-382.

765
9. 5. La batalla ideológica en Tánger. El escaso interés de los gobiernos restauracionistas en

financiar órganos de prensa en Marruecos.

El Estado español podría haber emprendido también una política de difusión ideológica de

sus puntos de vista colonialistas en el territorio imperial; esta política se debía haber desarrollado

fundamentalmente en la capital diplomática del Sultanato, en Tánger, la ciudad cosmopolita y

crisol de numerosas culturas y colonias en convivencia, donde los rotativos locales eran utilizados

como portavoces y órganos de propaganda por las Legaciones de las potencias europeas que los

subvencionaban ( Francia e Inglaterra ). Ni el último gobierno canovista (marzo 1895-agosto 1897),

ni el de Sagasta que coincide con el desastre de 1898 se decidieron a invertir en la promoción de la

causa española, fundando un periódico de tendencia hispanofila. Hubo que esperar al primer

gabinete de Francisco Silvela, para que éste – dotado de una mayor sensibilidad colonialista– se

decidiera a financiar el periódico El Porvenir, a partir de 1899. 1258 Larga espera de seis años desde

que el Ministro Plenipotenciario de España en Marruecos, el Marqués de Potestad- Fornari

advirtiera el 24 de abril de 1893 al marqués de la Vega de Armijo, Ministro de Estado del gabinete

Sagasta sobre la necesidad de la creación en Tánger de un órgano de prensa que se convirtiese en el

defensor de los intereses españoles y de las acciones emprendidas por la diplomacia hispana en

Marruecos, pues éstas eran combatidos sin tregua por los periódicos europeos de la prensa local

tangerina, interesados en el desprestigio de todo lo que se opusiera al logro de sus respectivos

intereses nacionales.Todas las grandes potencias representadas diplomáticamente en la ciudad

marroquí tenían órganos en la prensa local, activos propagandistas de sus objetivos. De la misma

forma estos países tenían desplazados al Sultanato a corresponsales bien pagados de los periódicos

metropolitanos. Estos últimos también seguían las directrices ideológicas de sus diplomacias,

resultando de ello una acción común, tendente a que en Marruecos no se supiera de esos países más

1258
Cfr. González Hidaldo, José L. “Aproximación a un catálogo de los principales periodistas ...” op.cit , pág. 131.

766
que lo conveniente a la política de sus representantes acreditados en Tánger. Periódicamente, se

producían campañas de prensa anti-españolas. Cuanto hecho punible, cuanto robo, o altercado

violento de actor desconocido se producía en Tánger era achacado por la prensa local a los

emigrantes españoles. Y además de ello, Potestad se quejaba de que los pocos corresponsales de la

prensa española desplazados en el Sultanato ejercían sus tareas en condiciones deplorables, estaban

mal retribuidos, y por lo tanto permanecían poco interesados en lo que veían: por ello daban

noticias poco fidedignas, desfiguradas, y de carácter sensacionalista, ávidos como estaban de

aumentar las tiradas. Aquellos periódicos españoles que no tenían corresponsales destacados en

Marruecos, tomaban sus noticias de los órganos franceses e ingleses de Tánger. Es el caso de por

ejemplo, El Diario de Tánger, periódico francés, aunque publicado en castellano,1259 enemigo de

los intereses españoles y con notable influjo para las publicaciones de la península. Sus textos de

cariz político eran revisados por la Legación francesa antes de ser editados; o también El Eco

Mauritano, también publicado en castellano pero de orientación anglófila. Tan necesaria para la

penetración económica española era aumentar el tráfico comercial con el Sultanato, solicitar del

Sultán privilegios para explotaciones en el Imperio, como ocuparse de los órganos de prensa, armas

ideológicas de los intereses hispanos. Potestad sugirió al gabinete Sagasta crear un periódico

netamente hispano, dirigido por el doctor Mayoral, corresponsal del Imparcial (adicto a la

Legación) y escrito por personas traidas de la península, gentes “instruidas y verdaderamente

reconocidas por su patriotismo y amor a España “. Preveía unos gastos de quinientas pesetas para

ponerlo en marcha, y una subvención mensual de 250. 1260

1259
La razón de que se publicara en castellano obedece a que una parte importante de la población de Tánger conocía el
idioma, especialmente los hebreos, comerciantes, manufactureros y banqueros. Sobre ellos procuraba actuar la prensa
anti-española.
1260
Despacho no. 101 del Marqués de Potestad- Fornari, Ministro Plenipotenciario de España en Marruecos al
Marqués de la Vega de Armijo. 24 de abril de 1893. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 60 / Ex. no. 1.

767
9.5. La emigración española hacia el Sultanato de Marruecos.

Por otra parte y al margen de Argelia, el continente africano atrajo escasamente la atención

de los emigrantes españoles. Marruecos tan sólo llegó a estar en momentos históricos muy

concretos en el punto de mira de los migrantes, sin que en ningún caso estos flujos lograran

consolidarse como alternativa de Argelia en el panorama de las migraciones exteriores españolas.

Hay que tener presente que Marruecos era un Estado con densa demografía (unos 3.500.000

habitantes en 1900) para sus limitados recursos económicos. Por tanto en modo alguno podía

convertirse en territorio de poblamiento europeo, no obstante su baja población relativa (8 h / km2

en 1917). La imagen de Marruecos como tierra de promisión para el emigrante español, no pasaba

de ser pintoresca falacia de los africanistas, tan tenaz como infundada. 1261

Desde 1860 en que España adquirió una cierta situación de preferencia en el país (Tratado de

Tetuán), y hasta 1900, el número de migrantes hispanos con Marruecos se cifra en el millar de

unidades anuales en ambas direcciones, registrándose saldos en torno a la centena y media, con un

máximo de 437 en 1887. Entre 1900 y 1904, el movimiento en ambos sentidos con el Sultanato

fluctuó entre los 1.000 y 1.500 migrantes anuales, pero los saldos netos de emigración continuaron

siendo bajos por ser bastante intensos los retornos. Con todo, B. López García señala: “Los

españoles constituían el 90 % de los europeos establecidos en el Sultanato a fines del siglo XIX.

Pero no era ése su peso real en el marco económico marroquí. Si la colonia europea había pasado

de 250 personas en 1832 a 1.300 en 1862, 2.800 en 1877 y 9.000 en 1894, (la colonia española)

crece sobre todo a partir de la guerra de 1860 y componen su mayoría emigrantes hispanos

pobres. Pero hay una minoría de comerciantes que se instala en las ciudades y otra de colonos

1261
Cfr. Vilar, J.B.; Vilar, M.J.: La emigración española al norte de África (1830-1999), Madrid, Arco Libros, 1999,
pp. 33-34.

768
agrícolas que comienza una explotación en las llanuras ricas del Garb, del Lukus, de la Chauía,

Dukkala y el Sus “.1262

Los españoles instalados en Marruecos eran mayoritariamente de procedencia andaluza

(provincias de Cádiz y Málaga en particular), seguidos de los oriundos de Canarias. Su

asentamiento preferente era Tánger (ciudad cosmopolita pero de aspecto y carácter muy hispánico),

Tetuán y algunas ciudades del litoral atlántico (Casablanca sobre todo). Si entre los inmigrantes

hispanos en territorio argelino predominaron siempre los adscritos al sector primario, en Marruecos

eran mayoría los relacionados con el terciario: comerciantes, transportistas, hosteleros y

profesionales diversos. Los agricultores sólo revestirían cierta entidad en los años 20 del siglo XX,

instalados en las fértiles planicies situadas entre la desembocadura del Sebú y Mazagán.

1262
Cfr. López García, B.: El mundo árabo-islámico contemporáneo.Una historia política, Madrid, Editorial Síntesis,
1997, pág. 90.

769
CUADRO 4

Movimiento de pasajeros de nacionalidad española con Marruecos (1895- 1904).

Año Entradas Salidas Saldo

1895 .................639 ..............................407 .................................232

1896 .......... .......852 ..............................764 ..................................88

1897 ..............................689 ..................................97


..................786
1898 ............................. 662 ..................................16
................ 678
1899 ............................. 741 ...............................-138
................603
1900 ............................. 616 ............................. .193
................809
1901 ..............................851 ............................... 199
................1050
1902 ........................... 1294 ......... ..................... 107
................1401
1903 ........................... 1164 ......... ...................... 57

1904
.................1221 ........................... 1270 ........... ...................-15
..................1255

Fuente: Vilar, J.B; Vilar, Mª J., La emigración española al norte de África ( 1830- 1999). Madrid,
Arco Libros, 1999, pág. 35.

El resultado del censo llevado a cabo por los diplomáticos hispanos establecidos en el

Sultanato a lo largo de 1905 permite calibrar la importancia global del fenómeno migratorio

español al Imperio a comienzos del siglo XX. La actividad se hizo de forma bastante minuciosa, al

servicio de un estudio que había puesto en marcha el Instituto Geográfico y Estadístico. El número

total no pasaba de 6. 838 españoles residentes en el Sultanato, de ellos 6.467 de origen y 371

naturalizados. El núcleo principal radicaba en Tánger, con 5.500 residentes, siendo la colonia

770
española en la ciudad – a juicio de los diplomáticos hispanos – la más numerosa de las extranjeras

residentes. Sin embargo por su composición, aptitudes y recursos era una población de extracción

social baja, o media- baja, de suerte que su influencia política y social era muy escasa; más que una

punta de lanza para una política de proyección colonial, era una carga para el Estado español. Las

escuelas españolas en Tánger llevaban una vida lánguida, poco floreciente. En consecuencia no

pocas familias españolas llevaban sus hijos a escuelas judías o francesas ante las deficiencias de las

de la Misión Católica española. Los locales habilitados, poco apropiados, apenas servían para

albergar a los párvulos durante unas pocas horas del día; por la calidad del profesorado, los

métodos de enseñanza y el tipo de locales, las escuelas de la Misión de Tánger figuraban entre las

peores de todas las extranjeras respondiendo esta realidad a las escasas inversiones que se habían

hecho en ellas durante el período 1900- 1905. En el resto del Imperio no existían otras escuelas o

centros de instrucción. Solamente en Alcazarquivir, existía una Escuela de Instrucción Primaria

dirigida por un español, subvencionada por las familias hebreas que querían instruir a sus hijos en

el idioma castellano.

771
CUADRO 5

Relación de los españoles de origen y naturalizados residentes en Marruecos a

principios de 1906.

( * ) Los datos de las poblaciones marcadas con un asterisco son oficiales. Los demás quedaban

sujetos a posibles rectificaciones

Localidades marroquíes Españoles de origen Españoles naturalizados Totales

Tánger ( * ) ...................... 5.359 ................................. 141 .........................5.500

Arzila ( * ) .............................. 1 ......................................1 ............................... 2

Tetuán ( * ) ............................350 ...................................130 .............................480

Larache ( * ) ............................121 .....................................27 .............................148

Alcazarquivir ..............................12 ...................................... 0 .............................. 12

Rabat ..............................19 ..................................... 1 .............................. 20

Casablanca ............................335 .....................................15 ..............................350

Mazagán ( * ) ............................205 .................................... 22 ..............................227

Saffi ............................. 40 .................................... 5 ............................... 45

Mogador .............................. 23 .................................... 27 ................................50

Fez .............................. 2 ..................................... 2 ..................................4

...................................

6.838

Fuente: Despacho no. 32. 18 de Enero de 1906. José Llabería, Ministro Plenipotenciario de España
en Marruecos al Ministro de Estado. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 93 / Ex.
no. 1.

772
9.7. Los protegidos españoles en el Imperio jerifiano.

Una de las manifestaciones más representativas del preludio de la era colonial en el

Sultanato fue una institución jurídica, nacida de la corriente comercial exterior, del choque de dos

civilizaciones diferentes con grados distintos de desarrollo, y símbolo claro de la mentalidad

imperialista de las potencias europeas : el llamado ‘derecho de protección‘. Este derecho tenía su

origen en el Tratado de 1750 entre Marruecos y la Gran Bretaña. En él se disponía que los cónsules

y otros súbditos ingleses residentes en Marruecos pudiesen contratar súbditos marroquíes o judíos

para servirse de ellos como intérpretes o agentes comerciales (courtiers) y que éstos quedasen

dispensados del pago de impuestos a la hacienda del Majzén, igual que lo estaba el personal de las

legaciones y consulados. El Tratado de 1767 entre Francia y Marruecos, en su artículo segundo,

precisó más aquel derecho, ampliando las exenciones legales a favor de los súbditos marroquíes

que se encontrasen al servicio de cónsules, intérpretes, agentes comerciales, etc. La práctica

derivada de estos principios jurídicos fue extendiendo la ‘protección’ a otros sectores de la

población marroquí. Por ejemplo, los protegidos bajo el ‘paraguas’ consular quedaban exentos

también del servicio militar cuando se encontraran en territorios de las tribus ‘guich‘, es decir, de

aquellas que proporcionaban sus reclutas al contingente de las tropas del Sultán. Además, la

protección que se aplicaba al sector comercial se amplió al sector agrícola y ganadero en el que

existían también súbditos marroquíes al servicio de intérpretes, agentes, empleados, etc., y que,

siendo propietarios de tierra o de rebaños, al colocarse bajo la protección europea se sustraían a la

autoridad del Majzén y al no pagar impuestos privaban a la Hacienda marroquí de importantes

ingresos.

Conforme las relaciones comerciales exteriores iban en aumento en los decenios finales del

XIX y la penetración económica occidental se incrementaba, crecía también la población

773
extranjera en Marruecos. Era mayor el personal de los consulados, más numerosos los intérpretes

de lenguas y los representantes comerciales y todo ello conllevaba un crecimiento en espiral de

aquella población marroquí, ‘parásita’ de las potencias extranjeras y sustraída a la acción de las

leyes propias del Sultanato. El abuso del derecho de protección se extendía más y más. Había

también los ‘protegidos de los protegidos‘, tribus enteras ‘subprotegidas’. Entre los cónsules

extranjeros se producía una verdadera lucha en el ejercicio de aquel derecho: a ver quien tenía más

protegidos, lo que era signo externo de poder, influencia y prestigio. El “derecho “ se ampliaba a

amigos y parientes, y se creaba en torno al titular primero de la protección una especie de

servidumbre, una ‘corte’ del protector. El abuso conducía al tráfico ilegal de ‘protecciones’ y se

formaban verdaderas colonias ficticias de personal bajo protección extranjera. Ocurría además que

estos protegidos eran generalmente las personas más ricas de la sociedad marroquí, lo que

eliminaba sectores enteros de la población más productiva que quedaban fuera de los intereses y la

acción de la economía nacional. La protección se convertía en hereditaria, de manera que familias

enteras integradas por padres, hijos y nietos pasaban a una situación real de extranjeros

privilegiados en su propia patria.

El derecho de protección llevaba al Sultán a consentir un desmembramiento de soberanía

infinitamente más grave que la renuncia al ejercicio de su poder sobre los extranjeros. La existencia

misma del Estado era puesta en tela de juicio, y un ejemplo de la inerme situación en la que se

encontraba el Majzén se daba en el caso, verdaderamente escandaloso, de las indemnizaciones que

debía pagar a los ‘protegidos’ –es decir, a los que legalmente eran sus propios súbditos – por los

daños que éstos sufrieran inferidos por la autoridad del reino, lo que, ya, en plena degradación del

sistema, era con frecuencia objeto de falsas reclamaciones por parte de los protegidos alegando

supuestos perjuicios para obtener esas indemnizaciones que, naturalmente, resultaban caras a la

Hacienda marroquí.

El problema llegó a convertirse en una cuestión fundamental; casi un asunto de vida o muerte

para el reino de Marruecos. A lo largo del siglo XIX, la situación se agravó de manera tan

774
alarmante que se planteó la necesidad de encontrar una urgente solución. Lo intentó la Convención

Béclard, del 19 de agosto de 1863, por la que se limitaba numéricamente el derecho de protección y

se fijaban unas “cuotas” por comerciante y puerto marítimo. Pero no hubo mejoras sustanciales, y

el caos jurídico-económico llegó a tal punto que fue convocada la Conferencia Internacional de

Madrid (1880), con la pretensión de resolver este problema que los propios gobiernos de las

potencias occidentales acabaron por considerar pernicioso.

Pero la Conferencia de Madrid tampoco lo solucionó. Aunque se lograron, ante las protestas

del gobierno del Sultán, algunas limitaciones de los abusos y de la corrupción, en cuanto a la

cuestión de fondo la conferencia fue un fracaso. De nada valió que el representante marroquí, Sidi

Mohammed Vargas afirmara ante la reunión que el problema de los protegidos (“ mojalatas o

semsares) era algo “mortal” para la existencia misma del reino, pues lo que se pretendía, que era la

supresión pura y simple del sistema no sólo no se alcanzó, sino que la conferencia –aunque

estableciera una reglamentación que comportaba algunos ‘recortes’ al famoso y debatido derecho

de protección– vino a consagrar éste, que quedó aceptado como principio.

El error de los gobiernos restauracionistas en la década final del siglo XIX fue no imitar a

Francia. El país vecino sostenía su derecho sin límites a tener protegidos en Marruecos,

simplemente como una consecuencia de su victoria sobre los ejércitos marroquíes en la batalla de

Isly, es decir en virtud del simple derecho de la fuerza. De esta forma, al no difundir el derecho de

protección entre un número cada vez mayor de súbditos del Sultán, los gobiernos españoles no

conseguían acelerar la penetración económica, base de la infiltración colonial en el Sultanato. Un

estudio de los datos del cuadro siguiente nos permite evidenciar como en líneas generales, sólo

existe un interés por utilizar la fórmula de la protección como vía de penetración colonial a partir de

1897 cuando se abre una etapa de más intensa concesión de las boletas de mojalata o semsar a

marroquíes. Así observamos que en algunos consulados de la costa atlántica (en Rabat y Salé) el

66% de las boletas son concedidas a partir de dicho año; en Larache, la cifra alcanza el 78 %; en

Tetuán, alcanza casi el 63 % y en el Rif, el 100 %. Conviene precisar además que en las cifras de la

775
tabla 6 no se incluyen las protecciones oficialmente concedidas por el gabinete Sagasta en 1898 a

notables del Rif central con el objeto de crear pequeños grupos de notables prohispanos en estas

áreas para así contrarrestar los intentos de penetración política francesa en el territorio (desde 1896)

tras el conflicto de los piratas de Bocoya. De hecho, si cotejamos los resultados del año 1899 al que

corresponden las cifras del cuadro siguiente y los del año 1906 del cuadro 7, nos daremos cuenta

de la parquedad en el crecimiento del número de protegidos por parte española. De un total de 363

protegidos se pasó a un total de 427. Apenas 60 protegidos más en el transcurso de siete años. Y

eso que estamos hablando de un período de expansión en la protección, aunque ésta se moviese en

unos límites muy moderados. En realidad, este lento crecimiento en el número de protegidos

españoles se basa en que el gobierno del general Azcárraga, gobierno del partido conservador, se

había encontrado en el otoño de 1900 con la aplicación por parte del Majzén de una serie de

medidas rigurosas y prohibitivas con el fin de limitar el número de los mojalatas y semsares de las

naciones extranjeras. Ante esta actitud del gobierno marroquí, el Ministerio de Estado dictó una

serie de órdenes en las cuales se establecía la necesidad de un escrupulo control en el número de

protegidos que podrían gozar a partir de ese momento del apoyo español. No solamente se iba a

limitar el número de protegidos en el futuro, sino que además se iba a proceder en todos los

consulados españoles del Imperio a una reglamentación y a una revisión de las boletas hasta

entonces concedidas.1263

1263
Circular de la Legación Española en Tánger dirigida a todos los consulados españoles en el Imperio marroquí. 12
de noviembre de 1900.A.G.A. África. Sección Histórica ( Marruecos ). Caja 235 / Ex. no. 1.

776
CUADRO 6

Protegidos españoles, mojalatas y semsares inscritos en los registros diplomáticos a

finales de 1899.

Territorio Número total de Número de protegidos % de protegidos a

protegidos a partir de 1897. partir de 1897 en

relación al total de los

mismos

Rif ................... ...... 5 (1) ......................... 5 ................100

Rabat y Salé .................. .......15 ........................10 ................ 66

Mazagán ................. ........59 ........................16 ................ 27,11

Casablanca ........................114 ....................... (2)

Saffi ........................ 15 (3)

Mogador ....................... 10 ......................... 3 ...................30

Tetuán ........................ 27 .................... .. 17 ...................62,96

Tánger ........................ 44 ..................... .18 ...................40,90

Larache ......................... 74 ........................58 ...................78,37

Total ...... ..................363

(1) Todos ellos concedidos al protegido español Isaac Pinto en 1898.


(2) No se especifica la antigüedad de la concesión de la protección. Tampoco se cumplen los
acuerdos de Madrid de conceder dos protegidos a cada comerciante. Hay 33 protegidos de
Domingo Atalaya.
(3) Más los criados del consulado que no se especifican.
Fuente: Reconstrucción propia a partir de datos consulares. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 122 / Ex. no. 1.

777
CUADRO 7

Relación de los protegidos semsares (= Agentes comerciales) y Mojalatas (=

Asociados agrícolas) que tiene España en Marruecos a principios de 1906.

Localidad marroquí Protegidos y semsares Mojalatas

Tánger ....................................................20 ..................................................8

Arzila .................................................... 1 ..................................................0

Tetuán ................................................... 12 ..................................................4

Larache ................................................... 18 ................................................ 21

Alcazarquivir .................................................... 0 ..................................................0

Rabat ..................................................... 7 .................................................36

Casablanca ....................................................39 .................................................91

Mazagán ....................................................15 .................................................59

Saffi ......................................................7 .................................................73

Mogador ......................................................9 ...................................................6

Fez ......................................................1 ...................................................0

Total........................................129 ...............................................298

Fuente: Despacho no. 32. 18 de Enero de 1906. José Llabería, Ministro Plenipotenciario de España
en Marruecos al Ministro de Estado. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 93 / Ex.
no. 1.

778
9.8. El fracaso de la penetración económica española en el Sultanato.

Tras el fin de la soberanía española sobre sus colonias caribeñas y el archipiélago filipino, se

puso de manifiesto la preocupación de los dos bancos presididos por el Marqués de Comillas (tanto

el Hispano-Colonial como el Crédito Mercantil), así como el interés de la Compañía Trasatlántica,

por incorporar plenamente el escenario norteafricano al horizonte de sus negocios. Así, estas tres

firmas de la corporación Comillas decidieron secundar uno de los objetivos prioritarios para la

política exterior española en el nuevo siglo: el incremento de la presencia y de los intereses

españoles en Marruecos.

Una pieza importante en la penetración pacífica llevada a cabo en la zona en el primer lustro

del siglo XX fue la operación de crédito al sultán marroquí por valor de 10 millones de pesetas, de

los que el Banco Hispano-Colonial suscribió el 25 por 100, es decir 2,5 millones de pesetas. Un

año después, sin embargo, el Sultán Abd al- Aziz negoció otro empréstito, de 62.500.000 francos,

con el Banco de París y de los Países Bajos, con el cual canceló el préstamo español. El gobierno

de Maura intentó que un nuevo empréstito español fuera suscrito en 1904, y además que este hecho

fuera consignado por escrito en el tratado de reparto de Marruecos negociado con Francia, pero la

oposición del Quai d´Orsay hizo desistir a los españoles de pugnar por este objetivo.

Con todo, más que en la actitud del Estado español, a nadie se le escapa que en la base del

fracaso de la penetración económica en el Imperio estaba la realidad socio-económica del país.1264

A esas alturas de finales del siglo XIX, el desarrollo del sistema capitalista impulsaba de forma

inexorable a todos los países del mundo a un proceso de integración económica, del que

difícilmente España se podía mantener al margen, y, en definitiva la formación de un mercado

europeo y mundial de productos agrarios e industriales era la causante del estado de postración de

1264
Por eso Morales Lezcano señala: " En los orígenes ochocentistas del colonialismo español en África, hubo más de
imperativo fronterizo y de africanismo teórico que de fuerzas excedentarias económico-financieras". Véase Morales
Lezcano, V.: España y el Norte de África....op. cit., pág. 68.

779
la presencia económica nacional en Marruecos. Esta debilidad resaltaba en particular en algunas

zonas de la costa atlántica del Imperio, hasta el punto que en puertos como Mogador1265 los

productos hispanos eran practicamente inexistentes; circunstancia bastante significativa del escaso

peso e importancia de las mercancías españolas en el Sultanato, dado que éste era un centro

comercial de primer orden por su condición de punto de llegada de los artículos que posteriormente

se destinaban a la ciudad imperial de Marrakesh.1266 En otros puertos como Tánger, los datos

manejados nos permiten conocer la identidad de los principales y exiguos artículos importados de

España: pañería de algodón catalana, paños de lana y sedas, azulejos y cerámica. Por ello no

sorprende que la Cámara de Comercio española recalcase el hecho de que la antaño existente

como notable presencia económica española en el territorio había desaparecido por completo,

sustituida por la inglesa, francesa y alemana. Los datos del consulado de Tetuán evidencian

asimismo esa decadencia. La marginalidad de las importaciones españolas se puede constatar en las

contadas mercancias que llegan a Yebala: reducidas partidas de aceite de Sevilla y Málaga, algunos

artículos de Cadiz que se quedan en Tetuán, y algunos productos de Torrevieja que se redistribuyen

por todo el Rif. Otras manufacturas como telas de colchón, géneros de punto catalanes, lana negra

de Granada y Antequera, picos de calzado de Elda, Valencia, Antequera y Málaga y algo de hilo

fino de oro barcelonés llegaban a la ciudad paradójicamente transportadas desde la Península en

buques ingleses procedentes de Gibraltar. Se señalaba asimismo que la competencia textil alemana

y lyonesa estaba sustituyendo y haciendo desaparecer artículos españoles con antigua aceptación

1265
Los artículos fundamentalmente importados por Mogador eran: a) el azúcar, tradicionalmente traido desde
Marsella. El establecimiento de dos líneas de vapores alemanes desde Hamburgo a Marruecos había hecho que el
azúcar belga, transportado por los germanos, compitiera con el francés; b) vestidos y paños de algodón británicos; c)
bujías de parafina inglesas y alemanas, de las que se traían importantes partidas; d) té verde procedente de Inglaterra; e)
hierro dulce inglés y alemán. Las exportaciones se componían principalmente de: 1) pieles de cabra destinadas a
Estados Unidos y Francia; 2) cueros de buey a Italia; 3) cera a Alemania; 4) almendras a Alemania e Inglaterra; 5) lana
a Francia, Inglaterra y Alemania; 6) goma a Alemania; 7) aceite de oliva; 8) maíz y habas, el único artículo que se
llevaba a España; 9) huevos a Inglaterra.
1266
Así lo señalaba el consul de España en Mogador, Luis Marinas al redactar su "Memoria comercial"
correspondiente al año 1895. Véase Marinas, L.: "Memoria comercial del consulado de España en Mogador
correspondiente a 1895", en (R)evista de la (C)ámara de (C)omercio (E)spañola en (T)ánger, Tánger, septiembre-
diciembre de 1897, pág. 21.

780
entre los marroquíes como el galón de oro fino y el damasco de seda.1267 Siendo el marroquí, un

pueblo consumidor sobre todo de cereal, artículo que era la base de su alimentación, las

aspiraciones forjadas en algún momento por la diplomacia española se centraron en la necesidad de

copar el mercado del Sultanato con cereales españoles. Era un sueño imposible. J. Palafox ha

resaltado la ausencia de un crecimiento sostenido y relevante de los rendimientos de producción de

cereal en España durante los 30 primeros años del siglo XX, lo que impidió una reducción de los

costes de producción lo suficientemente notable como para aumentar la oferta de alimentos a

precios decrecientes en un nivel semejante al de otras agriculturas europeas. El cereal español era

caro de producir, y por lo tanto gravoso para el consumidor. El Estado restauracionista puso en

marcha un aumento continuado de las barreras arancelarias a la entrada de granos extranjeros-

ruso, australiano, argentino, estadounidense– para evitar cualquier tipo de competencia en el

mercado interior español, y reducir el descenso en el precio del cereal, lo cual hubiera redundado

negativamente en los intereses de la oligarquía terrateniente triguera, que era uno de los puntales

del régimen restauracionista. Ahora bien, si esa oligarquía tenía reservado el mercado nacional, no

podía exportar a Larache, Tánger, Tetuán. Desde el momento en que el cereal salía de puerto

español, lo hacía a precios elevados, es decir no competitivos en Marruecos con otros granos

europeos o extraeuropeos. 1268 Era cierto que los marroquíes no recurrían al cereal de las grandes

regiones del mundo productoras de trigo (Rusia, India, Estados Unidos, Argentina, Uruguay). Su

grado de globalización o apertura al comercio exterior no era tan dinámico, por lo que los pedidos

de cereal se hacían a Francia, que había sabido apoderarse del tráfico de harinas y sémolas en

Marruecos, del mismo modo que había logrado tiempo atrás hacerse con el monopolio de los

azúcares, el artículo por excelencia importado por el Sultanato.1269 En el caso de Francia, los

servicios diplomáticos españoles habían constatado un incremento de la productividad cerealística

1267
R.G.C.M., Madrid, tomo I, 1898, pp. 275-276.
1268
Cfr. Palafox, J.: Atraso económico y democracia. La Segunda República y la economía española, 1892-1936,
Barcelona, Editorial Crítica, 1991.
1269
“Memoria comercial de 1897. Comercio de harinas extranjeras en Marruecos y en las plazas españolas del Norte de
África “, en revista de la Cámara de Comercio española en Tánger, no. 98, 1898, pp. 4-17.

781
ligado al incremento de las inversiones en el campo, a la práctica de una agricultura intensiva en

capitales y que utilizaba de forma notable los abonos químicos. Por ello las harinas francesas

invadían no sólo el Magreb, sino que habían inundado el Imperio turco-otomano e incluso el

territorio de Egipto. También circulaban con gran aceptación en la Europa atlántica. Solamente

habían resultado vanos los esfuerzos de los franceses en el mercado americano. “España no exporta

(en cambio) – señalan estas mismas fuentes en 1897 – para el extranjero ni un solo saco de harina.

Los únicos mercados de desahogo que tiene la industria harinera fuera de la península son (...) las

plazas africanas y las Antillas “. Incluso las harinas francesas compiten ventajosamente en Ceuta y

Melilla con las españolas, amenazando con sustituirlas. Los diagnósticos que se hacían por parte de

la diplomacia hispana sobre la postergación de los cerealeros españoles en Marruecos, por ende,

eran erróneos: “la inferioridad industrial de España es más bien debida al temor del fracaso que á

la inhabilidad ó la insuficiencia. El comerciante español cuyos productos jamás rebasaron la

frontera patria, siente á los principios una inquietud análoga á la que experimenta el soldado
1270
bisoño al ir á entrar en fuego la vez primera“. Los procedimientos para contrarrestar la

iniciativa gala en el campo de las harinas fueron bastante peregrinos. Es el caso por ejemplo de las

noticias difundidas por los diplomáticos en 1898 señalando que las harinas llegadas al Imperio

marroquí desde Francia estaban contaminadas por mezclas de sustancias nocivas, desde serrín de

madera hasta sulfatos y carbonatos y pedernal en polvo.

En buena medida, las aspiraciones diplomáticas se centraban en que perdidos para España los

mercados de las colonias antillanas y de Filipinas, los artículos españoles invadiesen el mercado

marroquí. Ni la premisa era cierta ni la esperanza fácil de cumplir. Decimos esto porque en los

primeros tiempos posteriores al desastre colonial, un buen número de factores se conciliaron a favor

de los fabricantes españoles que vendían en Cuba. Joseph Harrison cita el hecho de que en los

mercados de las antiguas colonias, las relaciones comerciales con los fabricantes españoles, con las

casas de exportación, con la clientela, gozaban de una tradición que impidió la ruptura total de la
1270
Cfr. “Memoria comercial de 1897. Consulado de España en Tetuán“, en Revista de la Cámara de Comercio
Española en Tánger, no. 98 , 1899 , pp. 8-15.

782
noche a la mañana y que además los industriales españoles conocían los gustos de estos mercados

mejor que nadie, mientras que a los nuevos competidores les tomó un largo tiempo adaptarse a
1271
ellos. En cuanto a la esperanza de invadir el mercado marroquí, la idea de competir en el

Sultanato cogía de sorpresa a los industriales españoles, que hubiesen tenido que plantearse un

esfuerzo para adaptarse al cambio de Marruecos por las Antillas sin perder el tren de la

modernidad. Y es que los géneros que necesitaba el Sultanato eran distintos a los consumidos en el

Caribe, y lo que es más importante, los gustos del público consumidor tampoco eran semejantes.1272

Así, un informe de la Cámara de Comercio española en Tánger redactado en 1900 ponía el dedo en

la llaga cuando decía: “Los ingleses, franceses y alemanes venden sus tejidos en Tánger, á plazo ó

en cuenta corriente con interés desde los 6 meses de la remesa, sirviendo el número de piezas que

cada comprador desea y fabricándolo ex profeso según las exigencias del mercado consumidor. En

Barcelona, que es sin disputa nuestro centro fabril más importante, no fabrican tejidos especiales

como no se asegure un consumo de cientos de piezas, no sirven los pedidos de percales, driles, etc.,

por piezas, sino que han de ser 200 o 300 metros como mínimum de cada dibujo y por último,

exigen provisión anticipada de fondos para entregar los géneros al pie de la fábrica “.1273

1271
Cfr. Joseph Harrison: Historia económica de la España contemporánea, Barcelona, Editorial Vicens, 1980, pág.
106.
1272
Cfr. “Marruecos como nuevo mercado “, en Revista de la Cámara de Comercio española en Tánger, no. 98, 1899,
pp. 1-8.
1273
Cfr. “El comercio hispano-marroquí “, en Revista de la Cámara de Comercio española en Tánger, no. 101, 1900,
pp. 9-10.

783
CUADRO 8

Valores de las mercancías importadas y exportadas en Tánger, clasificadas por países de

procedencia y destino durante los años 1896, 1897 y 1898.

IMPORTACIÓN

Procedencia Valor (1) 1896 1897 1898

Gran Bretaña (2 ) ..............5.566.680 ....................4.976.190 ............... 5.258.430

Francia (2) ..............2.904.030 ....................2.615.850 ............... 1.643.760

Alemania ..............1.289.760 ....................1.241.940 ............... 1.134.480

España (2) ................ 155.610 ...................... 256.200 .................. 493.440

Suecia ................ 267.840 .................... 69.900

Bélgica ...................222.900

Italia ........................23.160 .....................61.200

Holanda ...................59.280 ........................71.640 .....................55.230

Total..... 10.243.200 ....................9.184.980 ..................8.939.340

En el caso de las mercancías importadas desde España, los estudios de la Cámara de

Comercio Española en Tánger comentaron en sentido optimista que se había triplicado el valor de

las mismas desde 1896.1274 Estas cifras hicieron confiar a aquellos que pensaban que España podría

1274
Marruecos no tenía industria, sino de tapetes, babuchas y pocos artículos más, por lo que el consumo en el país de
productos manufacturados se basaba en las importaciones de Inglaterra, Francia, Alemania y España.

784
colocar sus productos en nuevos mercados.1275 Por otra parte, en los demás puertos marroquíes

existía la misma proporción de artículos en lo que respecta a las procedencias europeas, excepción

hecha de España, porque teniendo menos comunicaciones directas, las mercancías españolas

resultaban más caras y difíciles de adquirir.

EXPORTACIÓN

Destino Valor (1) 1896 1897 1898

Gran Bretaña (2) ..................... 73.826 .................. 66.459 .................... 76.156

España (2) .................... 103.859 .................. 39.920 .................... 67.947

Egipto (3) .................... 54.876 ................. 46.709 .....................49.523

Francia (2) .................... 18.536 ................ 20.724 .....................23.280

Italia ................... 3.104 ................. 6.036 ...................... 5.862

Alemania .................. 1.469 ................. 8.044 ..................... 5.637

Holanda ................... 293

Totales .................... ......................255.670 ................. 188.185 ................... 228.405

Fuente: Revista de la Cámara de Comercio española en Tánger, nº 100, junio-octubre 1899, pág. 7.
(1) = Pesetas.
(2) En las cantidades asignadas a la Gran Bretaña están incluidas las que corresponden a Gibraltar
y Malta; en las de Francia se han comprendido las de Argelia, Túnez y Dakar, y en las de España
las de Melilla.
(3) Se incluye también las cantidades correspondientes a la provincia turco-otomana de
Tripolitania.
El efectivo metálico no está incluido en este cuadro.

1275
Cfr. “El comercio de Tánger “, en Revista de la Cámara de Comercio española en Tánger, no. 100, 1899, pág. 4.

785
CUADRO 9

Valores de las mercancías y del efectivo metálico importado en Mogador, clasificados por

países de procedencia durante el año 1895

Procedencia Mercancía Efectivo Total

Inglaterra (2) ................4.031.870 ................. 39.050 ....................4.070.920

Francia .................1.225.400 ................ 200.100 ....................1.425.500

Bélgica .................. 631.690 ...................... 631.690

Costa marroquí (1) ................. 256.100 ................. 192.715 ..................... .448.815

España (2) ................. 116.740 ................. 200.000 .......................316.740

Alemania ................... 307.830 .......................307.830

Pesetas......... ................. 6.569.630 ................. 631.865 ......................7.201.495

Fuente: Revista de la Cámara de Comercio española en Tánger, nº 93, septiembre-diciembre 1897,


pág. 20
(1) Costa marroquí o sea cabotaje.
(2) En las cantidades asignadas a España, están comprendidas las de Canarias; en las
correspondientes a Gran Bretaña están incluidas las referidas a Gibraltar.

Hay que resaltar que en valor las mercancías españolas vendidas en el puerto de Mogador

ocupan el último lugar del conjunto de cinco países examinados. El balance de las ventas a

Mogador se equilibra un poco por parte española, si consignamos que las diferentes compañías de

vapores introdujeron en esta localidad a lo largo de 1895, 631.865 pesetas, exclusivamente en

moneda metálica isabelina, procedentes en su inmensa mayoría de Tánger y que algunos banqueros

de esta última localidad enviaron a Mogador para hacerlas circular en el interior del Sultanato. Los

marroquíes solicitaban mucho este tipo de moneda, por serles cómoda y fácil de manejar. Los

786
buques alemanes eran los que con mayor asiduidad visitaban el puerto de Mogador; asimismo eran

los que mayor tonelaje transportaban y desembarcaban. Se trataba de buques que hacían escala en

ese puerto en el trayecto Hamburgo- Suráfrica. A continuación figuraban, por tonelaje y número,

los buques españoles. Hasta 1894, sólo visitaban Mogador una vez al mes los vapores de la

Compañía Trasatlántica, hasta que con el fin de potenciar la penetración pacífica en Marruecos, la

diplomacia española consiguió que la casa Haynes de Cádiz estableciera un servicio entre Gibraltar

y Canarias, con escala en el litoral marroquí. Ya que no transportaban mercancías españoles, los

intereses de los diplomáticos estribaban en que en el futuro los vapores asumirían la función de

transportistas de los géneros ingleses.

CUADRO 10

Artículos de mayor importación en el puerto de Tánger durante el año 1897

ARTÍCULO VALOR ( 1 )

Algodones (2) .................... 3.522.600

Harinas .................... 1.046.130

Paños de lana .................... 383.700

Azúcar (3) .................... 366.540

Té .................... 330.480

Tabaco .................... 316.770

Vinos (4) .................... 290.610

Seda (5) .................... 279.600

Fuente: "Diplomatic and Consular Reports nº 2131- Foreign Office Junio de 1898 ", en Revista de
la Cámara de Comercio española en Tánger, nº 98, enero-marzo 1899, pág. 3
(1) = Pesetas.
(2) Tejidos de algodón.
(3) Azucar de pilón y polvo.
(4) Vinos y licores
(5) Seda hilada y manufacturada.

787
La información cuantitativa suministrada por diplomáticos y cónsules británicos

señalaba que los artículos importados en mayor cantidad por el puerto de Tánger no eran traídos de

España. Los tejidos de algodón procedían fundamentalmente de Manchester, las harinas eran

francesas, los paños provenían de Alemania y Francia, el azúcar en terrones y en polvo era francés.

Las mercancías desembarcadas en este puerto, el más frecuentado y seguro del Imperio se repartían

luego por el territorio imperial.

En 1897, el cónsul en Tetuán, Teodoro de Cuevas, convencido africanista y corresponsal en

la ciudad marroquí de la Sociedad Geográfica de Madrid, se quejaba amargamente de la escasa

relevancia de las transacciones comerciales hispano-marroquíes cuando señalaba: "El comercio de

Marruecos con España no ha pasado todavía del simple cambio de frutos del suelo moghrebino

por el metálico que a los puertos del Sultán traemos". 1276

Otros informes incidían en un análisis parecido al desglosar por partidas las importaciones

marroquíes, y señalar la procedencia de las mismas: las harinas eran enviadas desde Marsella, la

pañería de algodón estaba monopolizada por las industrias británicas, y el té verde, principal

bebida del país, tenía como país de origen también Inglaterra; el azúcar, hasta ese momento había

sido un monopolio marsellés, pero -con la creación de dos líneas de vapores alemanes que llegaban

a Marruecos, procedentes de Hamburgo y haciendo escala en Amberes-, estaba sufriendo la

competencia de los azucares belgas; las bujías de parafina, de gran consumo en todo el

Sultanato,eran abastecidas en su totalidad por el Reino Unido y Alemania; el hierro dulce, cortado

en barras para que su transporte por el Sultanato fuera más fácil, era suministrado por las

siderúrgicas inglesa y alemana; los tejidos de seda provenían de las fábricas lyonesas, la pañería de

lana era servida por industrias británicas y germánicas ... 1277 Un detallado estudio de 1900 sobre las

posibilidades de penetración económica en el mercado marroquí, concluía señalando que España no

iba a estar en condiciones de ofrecer competencia a los artículos de otras naciones: “( ...)

1276
Véase Cuevas, Teodoro de: "Medios de fomentar el comercio español en Marruecos", en R.C.C.E. T., número ya
citado, pág. 6.
1277
Véase Marinas, L.: "Memoria comercial...", ya citada, pp. 11-13.

788
Exceptuando los vinos y licores, algunos aceites, damascos y pañuelos de seda ; comestibles, como

arroz, frutas y hortalizas y pequeñas partidas de muebles, y paños para europeos, los demás

artículos se importan del extranjero a precios más arreglados y en condiciones mucho más

ventajosas “.1278

Las quejas sobre la marginación económica española venían acompañadas de algunas

teorías con suficiente rigor como para entender la raíz del problema. Durante el decenio de los

ochenta y principios del siguiente, se había vivido una coyuntura particularmente favorable al

desarrollo de una política colonial eficaz (iniciativas individuales, ayuda gubernamental en los

momentos en que el poder había estado ocupado por Sagasta, presencia de fuerzas económicas con

intereses en labrarse un mercado colonial). El país había gozado de una cierta prosperidad

económica sobre la cual se fundaban las aspiraciones expansionistas de la burguesía catalana. En

este sentido, la industria textil había conocido una actividad excepcional, que se explicaba por las

ventas en los mercados antillanos que le eran exclusivamente reservados. Sin embargo este sector,

el más moderno de España, no gozaba ni del equipamiento ni del rendimiento de sus rivales

europeos que les permitía rebajar los costes de producción. De esta manera, toda tentativa de

colonización económica del Sultanato estaba necesariamente condenada al fracaso: en un mercado

que no les estaba reservado en régimen de exclusivo monopolio, donde la competencia se podía

ejercer libremente -como era el caso de los mercados africanos que se disputaban las potencias

europeas- los productos españoles, por su precio elevado, no tenían oportunidad de imponerse y

desplazar a los demás. Por ello, algunos estudios apuntaban ya claramente a las verdaderas causas

de la escasa presencia industrial y comercial española en Marruecos, al señalar los elevados

precios de los artículos nacionales y lo escasamente que se adaptaban a los gustos de los habitantes

del país. En estas condiciones, incluso las sociedades comerciales, que disponían de suficientes

capitales como punto de partida -y ese era el caso de la Compañía Trasatlántica- no tenían razón

para existir, puesto que carecían de mercancias para transportar al Imperio.

1278
Cfr. Marco, Carlos: “El comercio hispano-marroquí “, en Revista de la Cámara de Comercio Española en Tánger,
no. 101, 1900, pág. 9.

789
"El comercio de Marruecos con España – podía leerse en uno de esos estudios
fechado a finales del siglo XIX- no ha pasado todavía del simple cambio de frutos del
suelo moghrebino por el metálico que a los puertos del Sultanato traemos. (...) Cierto es
también que el gobierno español ha tratado de alentar y fomentar nuestro tráfico con
Marruecos, al subvencionar generoso a la compañía Trasatlántica; más en nuestro
concepto, antes de crear el medio de transporte, era preciso haber hecho germinar la
mercancia que había de ser transportada, pues no existiendo esos artículos manufacturados
nuestros que desearíamos ver conducidos con bandera nacional a las puertas del Sultán,
nos encontramos con que los hermosos vapores de la compañía se ven reducidos a hacer
más en grande lo mismo que realizan las pequeñas faluchas, trayendo dinero y algunas
frioleras de España y llevándose granos marroquíes, cuando lo permiten los precios o la
cantidad de la cosecha".1279

Existía una evidencia, que era la falta de competitividad de la industria española en relación

a la del resto de Europa occidental, incluso en aquellos sectores donde existían posibilidades de

plantar cara a las manufacturas y productos extranjeros, caso del azucar, seda en rama o elaborada,

paños de algodón, máquinas y objetos de metal. Teodoro de Cuevas achacaba el poco dinamismo

de la exportación española al Sultanato al exceso de tributación (derechos de exportación) que

encarecía el precio del producto procedente de España. Los modernos modelos de venta alemanes

llamaban su atención, esto es, la venta a plazos, la imitación de los objetos artesanales marroquíes

por medios mecanizados en Alemania que luego había permitido al fabricante del II Reich invadir

los mercados del Imperio jerifiano con artículos de calidad y precio competitivos. Los artículos

hispanos se movían con desventaja, tal como ha resaltado encarecidamente el historiador


1280
económico Jordi Palafox y ya apuntaba Cuevas, pues eran producidos para “ser vendidos

tranquilamente dentro del perímetro de la protección“, en el ámbito del proteccionismo económico

imperante en España, vía nacionalista del capitalismo español. Es decir, que los comerciantes y los

capitalistas financieros españoles no se movían cómodamente en un espacio en el cual necesitasen

1279
Véase Cuevas, Teodoro de: " Medios de fomentar el comercio español en Marruecos" en R.C.C.E.T., número ya
citado, pág. 7.
1280
Cfr Palafox, J.: Atraso económico y democracia, op. cit. y especialmente el primer capítulo, “Atraso agrario y
adaptación industrial (1891- 1914) “.

790
a ultranza colocar su producción en mercados coloniales, donde obtendrían menores beneficios –

sus artículos eran caros y no competitivos- por lo que se conformaban con vender a altos precios

en el mercado nacional, que les estaba reservado por el Estado restauracionista. Las apelaciones de

T. de Cuevas eran precisas: imitar a los industriales germanos, estudiar los gustos de los

consumidores del Imperio jerifiano, producir en masa para la exportación a precios baratos para el

comprador, constituir Juntas de Comercio en los principales centros industriales que remitieran

catálogos de sus productos al Sultanato , exposiciones de tejidos españoles en los consulados, crear

un sistema de ventas a plazos1281 estaban llamadas al fracaso, dada la realidad económica de

España. Eran exhortaciones y consejos que sin embargo no prosperarían.

Por ello, la Cámara de Comercio española de Tánger llegaba a la conclusión de que

había que disipar el espejismo de sustituir al mercado antillano por el marroquí, pero cabía la

posibilidad de reconquistar una parte del terreno perdido, contribuyendo con ello a favorecer el

desarrollo de la economía nacional. En este sentido, se pensaba que España podría empezar a surtir

a Marruecos de artículos tales como tejidos de algodón, seda y lana, tejidos de punto, cordelería,

calzado, guantes, materiales de construcción, utensilios de hierro y cobre, quincalla, fósforos,

quesos, harinas y bujías.

El optimismo con respecto a un mayor desarrollo de las actividades económicas españolas

en el Sultanato empezaría a suscitarse cuando, recien comenzado el siglo XX, el Sultán Abd al-

Aziz, permitió la libre exportación de trigo y cebada.1282 No sólo potenciaría la navegación de

cabotaje a lo largo de las costas del Imperio permitiendo el abastecimiento en localidades habitadas

por españoles como Tánger y Tetuán, donde la campiña circundante producía cosechas de grano

limitadas,1283 sino que además, teniendo una buena salida en Europa, los granos marroquíes

1281
Cfr.Teodoro de las Cuevas: “Medios de fomentar el comercio español en Marruecos “, en Revista de la Cámara de
Comercio española en Tánger, no. 93, 1897, pp. 5- 10.
1282
Una petición constante en la Revista de la Cámara de Comercio española de Tánger, a partir de 1897.
1283
El consulado de España en Tetuán redactó una memoria amplísima al respecto en 1897. Marruecos, país agrícola
por antonomasia, se había regido al respecto por la obsesión de los Sultanes de que el país produjese lo necesario para
garantizar la subsistencia de los habitantes del Imperio. Hasta la guerra con España en 1859-60, se habían mostrado
muy reacios en abrir sus puertos a la exportación de trigo y cebada. Siendo el cereal la base de la alimentación del
pueblo marroquí, las plagas y la invasión de langosta llevarían a aceptar la llegada de harinas extranjeras de manera

791
surtirían más fácilmente el mercado español, lo cual redundaría en un mayor interés de los

campesinos del Sultanato por incrementar los rendimientos de las tierras cultivadas e incluso por

roturar tierras vírgenes. 1284

En el campo de la publicística africanista se esbozaron sugerencias por parte de Aurelio

Moretilla para una colonización económica de la provincia de Chauia. Se consideraba que este

territorio, uno de los más fértiles y ricos del Sultanato, permitiría la consolidación de una

agricultura intensiva, favorecida por la abundancia de agua. A su vez el abonado del suelo a través

de diversos tipos de fertilizantes permitiría no sólo el cultivo de cereales sino también la aparición

de una agricultura de huerta y el cultivo de árboles frutales; otro atractivo de la zona era la

abundancia de pastos en el interior de la provincia, capaz de sustentar la cría de ganado vacuno,

caprino y lanar, que suministraban pieles y lanas, uno de los principales artículos de exportación del

Sultanato. El territorio contaba con una significativa presencia europea: 530 colonos, de los cuales

303 eran españoles. Moratilla señalaba como lugares de destino de la futura emigración española,

los puertos de la provincia, el de Fedala y el de Dar-el-beida (Casablanca). Entrando en

ponderaciones sobre las riquezas del territorio, señalaba que las fuentes principales de ingresos eran

las exportaciones de granos, garbanzos, lanas, pieles y huevos, participando España en ese

comercio en muy escasa medida (algunas partidas de garbanzos a Barcelona, de maíz a Canarias, de

habas, de cueros vacunos). En lo que respecta a las importaciones, la presencia de artículos

españoles era ínfima. Copaban las partidas llegadas a Chauia los tejidos ingleses, franceses y

alemanes, habiendo resultado infructuosas las tentativas de algunos fabricantes de Béjar y Cataluña

para introducir paños y telas en la provincia. Lo mismo había sucedido con los intentos de

regularizada desde 1891, un comercio copado casi exclusivamente por Francia. Muy secundariamente, por Estados
Unidos. El consulado en Tetuán apelaba a la necesidad de romper el exclusivismo galo.
1284
“Marruecos. Exportación de cereales “, en Revista de Geografía Colonial y Mercantil, tomo II, no. 4, 1901, pp. 56-
57.

792
introducir en Chauia loza, vajilla, cemento y yeso, azúcar, maderas, artículos de ferretería, bujías y

cerillas.1285

Todos los testimonios venían a coincidir en que la industria española, en sus supuestos

esfuerzos de penetrar en el Sultanato, seguía una evolución pobre, que globalmente no llevaba a un

crecimiento espectacular. La razón radicaba en que el sistema industrial era poco innovador, carecía

del dinamismo suficiente para generar productos y procesos nuevos, que situasen a España en una

posición competitiva en el mercado internacional, y lógicamente en el mercado marroquí. La

industria española no se adecuaba ni en calidad ni en cantidad a las peticiones que hacía el consumo

de las familias del Sultanato; no era capaz de ofertar unos precios de sus productos competitivos, es

decir bajos; ni daba facilidades crediticias o de pago a los consumidores marroquíes.

Recapitulemos, los métodos insistentemente repetidos en todos los informes para afianzar las

exportaciones españolas al Imperio eran los siguientes:

a) La adopción por parte de las industrias y empresas comerciales españolas de nuevos

métodos comerciales, que ya habían ensayado con notable éxito en el Imperio alemanes o

británicos, como el estudio metódico de los mercados, el envío de misiones y agentes comerciales

de reconocimiento, que se dedicaran a estudiar los gustos, hábitos y preferencias de los marroquíes,

y los precios que los habitantes del Sultanato estaban dispuestos a pagar.

b) La colaboración de los consulados españoles en el Imperio en la tarea de propaganda de

los artículos industriales, organizando una serie de muestras y exposiciones de las manufacturas,

acompañadas de la presentación al público de catálogos que dieran a conocer a los consumidores

marroquíes la producción española. Los cónsules debían de actuar posteriormente de canalizadores

1285
Cfr. “La provincia de Chauia y el puerto de Casablanca en Marruecos. Extracto de la memoria comercial redactada
por el cónsul de España en Casablanca, Aurelio Moratilla “. Cfr. Revista de Geografía Colonial y Mercantil, tomo II,
1901, no. 5, pp. 76-82. A lo largo del año 1901 se registraron algunas mejoras relativas en lo que se refiere a la
intensificación de las transacciones comerciales entre España y el Sultanato, siendo más numerosos los casos en los que
las casas comerciales introdujeron géneros españoles en los mercados marroquíes. Cfr. “Marruecos“, en Revista de
Geografía Colonial y Mercantil. tomo II, 1902, nos. 13-16, pp. 258-259. Sin embargo, dos años después algunos
textos volvían a quejarse en torno a la noción de que había concluido todo un período de grandeza colonial en España,
de que el país necesitaba organizarse para progresar tecnológica y económicamente. El cónsul en Larache volvía a
quejarse de la apatía de los fabricantes catalanes, incapaces de hacer frente a la competencia de la pañería de
Manchester. Cfr.: “El comerciante español y el mercado de Marruecos“, en Revista de Geografía colonial y mercantil,
tomo II, 1903, nos. 21-22, pp. 366-368.

793
de todas las impresiones e informaciones recibidas sobre cada uno de los artículos expuestos,

remitiéndolas a España.

c) Conocidas las impresiones y los gustos marroquíes, la industria debía hacer un esfuerzo

para adaptarse al nuevo mercado, introduciendo -si era preciso– tecnología más moderna y

máquinaria más sofisticada que permitieran fabricar un nuevo tipo de artículos, orientados

exclusivamente a la exportación a Marruecos.

d) La colaboración del Estado, mediante el establecimiento de tarifas preferenciales para los

productos destinados a su exportación al Sultanato. El establecimiento de primas a la exportación

de productos agrícolas y manufacturas.

e) La adopción de métodos como las facilidades de crédito o la táctica de ofertar precios

baratos mediante la práctica del 'dumping'. La modificación del sistema de ventas de los

industriales y comerciantes españoles, sirviendo pedidos limitados y fabricando géneros

respondiendo a los gustos de los marroquíes.

f) La rebaja por las compañías de navegación de los fletes de mercancías.

g) El aumento de las relaciones marítimas entre Marruecos y España, propiciando la

interconexión entre las costa atlántica y mediterránea del Sultanato con Tenerife y Las Palmas por

un lado, y con Bilbao, Santander, Málaga, Barcelona y Valencia por otro. 1286

1286
Algunas de tales propuestas estaban fundamentadas claramente en una falta de base empírica. Por lo que se refiere
al trigo, y a los cereales en general, que se aspiraba que sustituyeran en el Imperio a las harinas francesas, los cultivos
en España se estaban viendo gravemente afectados por la formación de un mercado mundial, y la competencia en él de
los cereales ruso, argentino, australiano o estadounidense. De hecho, desde la penúltima década del siglo XIX, el cereal
español había dejado de exportarse a Europa, e incluso habían disminuido los envíos de harina a las Antillas,
incrementándose por contra las importaciones. Cfr. Tortella Casares, G.: El desarrollo de la España contemporánea.
Historia económica de los Siglos XIX y XX, Madrid, Alianza Editorial, 1995, pág. 62. También Garrabou, R., ed; La
crisis agraria de fines del siglo XIX, Barcelona, Crítica, 1988, pág. 8. Por otra parte, el programa que elaboraban los
círculos africanistas descansaba sobre una contradicción teórica fundamental que explicaba su fracaso: eran propuestas
que para resolver las dificultades económicas del país en Marruecos partían de que el origen del retraso español era de
orden exclusivamente cuantitativo y lo atribuían a la débil acción del comercio de exportación: si España llegaba a
vender más, se recuperaría de la situación de desventaja que arrastraba con respecto a otros países europeos. El
problema se resolvería pues aumentando los mercados, y las soluciones propuestas insisten en el establecimiento del
librecambismo, unido a la colonización como sinónimos de mercados nuevos. Es decir, estas ideas copian soluciones
propias del modelo económico empleado por países capitalistas avanzados, por lo que necesariamente se iban a revelar
como inaplicables, en un país que ni de lejos estaba en condiciones de llegar a ese grado de desarrollo. Véase Lecuyer y
Serrano: op. cit., pp. 283-292.

794
En definitiva, la debilidad de las bases económicas españolas en Marruecos iba a determinar

el carácter de la acción diplomática de Ojeda en su Embajada a Marrakesh en la primavera de 1900.

Consciente la diplomacia española de la imposibilidad de resolver ese problema, las concesiones

fundamentales que se intentarán arrancar al Sultán no serán de orden comercial, sino

fundamentalmente de aquél que, en la difícil coyuntura que atravesaba el país a finales del siglo

XIX, más se ajustaba a los intereses nacionales prioritarios: la defensa de la integridad territorial.

El pulso que se sostendrá con el Majzén estará orientado a lograr concesiones territoriales con fines

estratégicos, y el fracaso de ese envite determinará una elección trascendental de la diplomacia

española, susceptible de encauzar sus siguientes actuaciones en la cuestión marroquí.

Azucena Pedraz en su tesis doctoral sobre el colonialismo español de finales del siglo XIX

viene a resumir las causas de la proyección colonial española en Marruecos aduciendo motivos de

seguridad de las plazas hispanas en el septentrión marroquí, así como argumentos en boga entre los

ideólogos del imperialismo: el llevar a cabo una tarea de difusión de la civilización; la protección

dada al Sultán como la que se da a un hermano menor, la necesidad de mantener una política

exterior activa por parte del régimen restauracionista; la búsqueda de un imperio de recambio al

perdido en Ultramar.1287 Estas hipótesis hay que completarlas, realzando además la poderosa

propuesta intuida y esbozada brillantemente por el investigador V. Morales Lezcano, que tiene la

virtud de completar los postulados de Pedraz con un análisis contundente de la ideología

colonialista de los conservadores españoles. Lo interesante de la aportación del investigador canario

es la de haber sugerido que el trasfondo de la proyección imperialista en Marruecos responde, en el

contexto de la redistribución colonial de finales del XIX, a las necesidades de defensa de las islas

Canarias, y de la península Ibérica.1288 La fácil accesibilidad a los archivos de Alcalá de Henares y

de la Fundación Maura, y el relativamente nutrido abanico de fuentes documentales diplomáticas

1287
Cfr. Pedraz Marcos, A.: Quimeras de África. La Sociedad Española de Africanistas y Colonistas. El colonialismo
español de finales del siglo XIX, Madrid, Ediciones Polifemo, 2000, pág. 283.
1288
Estas argumentaciones valiosísimas, que no han tenido suficiente eco historiográfico, se hicieron en el marco de
una intervención de este historiador en un coloquio de las “Jornadas de estudio luso-españoles “, celebradas en Mérida
en 1991 bajo el título Portugal, España y África en los últimos cien años, y publicadas por la U.N.E.D. en 1992.

795
que hemos podido consultar nos permiten confirmar esta intuición y resaltar que en los

planteamientos de Silvela y su colaborador y amigo Maura priman las consideraciones estratégicas

sobre las restantes.

796
RESUMEN

Aún hoy se admite con demasiada despreocupación que el colonialismo español en el

noroeste de África se produjo como respuesta a la pérdida en 1898 de las colonias de Cuba, Puerto

Rico y Filipinas. A continuación se añade que los sectores más reaccionarios y conservadores, entre

los que el ejército estaría en primera fila, empujaron a España a una nueva aventura colonial en

África del Norte. Sin embargo esto es sólo una parte de la verdad. En realidad, la intuición de que

la pérdida de Cuba era inevitable comenzó a manifestarse hacia mediados del siglo XIX, un

sentimiento que se fortaleció tras la Guerra de los Diez Años (1868-1878). A partir de ese

momento, los esfuerzos coloniales españoles se dirigieron a buscar una alternativa a la previsible

y temida pérdida de la provechosa isla antillana. En un primer momento las miradas se volvieron

hacia Filipinas, cuya puesta en explotación se pensaba que podía compensar la separación cubana.

Sin embargo, no se dejó de prestar atención a otras zonas más cercanas a la península: el golfo de

Guinea, la costa sahariana y Marruecos. Hacia estos lugares se dirigieron en exclusiva las miras

colonialistas tras la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898.

Paralelamente, en la segunda mitad del siglo XIX se produjo en España el surgimiento del

africanismo, corriente que abogaba por la penetración pacífica en Marruecos basada en los

intercambios mercantiles. Dentro de este panorama es importante resaltar el papel de buque

insignia y de avanzadilla del colonialismo económico español en el Sultanato que jugó la

Compañía Trasatlántica, vinculada a la zona desde la guerra de África de 1859-1860. En 1886, la

compañía se benefició de la firma de un importante contrato con el Estado por el que se

establecieron tres líneas de navegación a vapor que unían diversos puertos peninsulares, entre ellos

Barcelona, con varios africanos, entre los cuales figuraban Tánger, Larache y Ceuta. Su dedicación

a las actividades comerciales, al transporte colectivo de viajeros, a la conducción de la

correspondencia oficial y a la prestación, en caso necesario, de servicios auxiliares de guerra fue

subvencionada generosamente. Los intereses de la Compañía fueron determinantes a la hora de la

797
creación, el mismo año, de la Cámara de Comercio Española en Tánger. Al año siguiente, la

Compañía creó el Centro Comercial español en la ciudad tangerina. Ambas instituciones contaron

con varias sucursales en diferentes ciudades marroquíes, siendo uno de sus objetivos el de dar a

conocer la producción catalana.

Desde 1887 la Trasatlántica se asoció a la mayor parte de las iniciativas comerciales

hispanas en dirección a Marruecos, incluida su participación en el Banco Hispano- Colonial. Contó

con factoria y taller en la ciudad de Tánger y en 1891 creó la primera empresa tangerina de

alumbrado público a través de la firma Vidal y Compañía. A comienzos del nuevo siglo, en un

departamento de la Compañía, y a su cuidado, estuvo el servicio de Cajas del Banco de España.

Asimismo, organizó diversas misiones comerciales, la creación de escuelas y la expansión

misionera como medios para fomentar la influencia española, apoyó ante la Corte marroquí el

proyecto de construcción en Tánger de un barrio europeo, de una banca marroquí y de una fábrica

textil.

Las esperanzas de los capitalistas españoles de que sus productos inundaran los mercados del

Sultanato acabaron por frustrarse. La producción española no se adecuaba a la demanda generada

en Marruecos y las manufacturas y materias primas hispanas eran mucho más caras que las

procedentes del Reino Unido, Alemania o Francia. La falta de competitividad de la agricultura y de

la industria españolas en relación a las del resto de la Europa Occidental se mostrarían decisivas a

la hora de no poder hacerse un hueco en el mercado marroquí.

798
CAPÍTULO 10

1900 (II):

Las pretensiones saharianas del gobierno Silvela

10.1. Prolegómenos de la Embajada española a Marrakesh. Sugerencias de Emilio de Ojeda a

Silvela.

Silvela, tras recibir la sugerencia del Ministro Plenipotenciario Ojeda, creyó oportuno

organizar en la primavera de 1900 el viaje del diplomático español a la entonces residencia de la

Corte Imperial, Marrakesh, con objeto de efectuar la presentación de sus cartas credenciales al

Sultán Abd al- Aziz, hecho varias veces pospuesto en años anteriores. Con todo, la finalidad más

importante de esta misión diplomática era de orden político. Ojeda, en un informe remitido al jefe

del gobierno el 15 de Enero entendía que tras la debacle que los desastres del 98 habían supuesto

para el prestigio hispano a los ojos del gobierno marroquí, se debía realizar una rápida iniciativa

conducente a realzar la influencia española en el Imperio. Hasta la guerra con los Estados Unidos

España había dado la impresión de tener una función relevante en la próxima apertura de la

cuestión marroquí; la impresión de un país que no carecía ni de recursos ni capacidad. El desastre

había venido a constituir la prueba del verdadero calibre de su potencial militar: había situado al

país en una posición de patente inferioridad, similar a la que gozaban en Marruecos países como

Bélgica y Portugal. Para el cumplimiento de su misión, entendía el diplomático que siendo

impotente la acción española para alcanzar el restablecimiento del prestigio perdido, cabía buscar

antes de iniciar el viaje a Marrakesh el apoyo o la colaboración de algunas naciones europeas.

A pesar de sus patentes simpatías hacia el Reino Unido, Ojeda era muy consciente del rumbo

que Silvela había impreso en la primavera del año anterior a la política exterior española. En abril

de 1899 se había solicitado el ingreso en la Dúplice franco-rusa; el gobierno Silvela había

799
marchado tras la estela de una posible coalición continental antibritánica. Posteriormente, los

intentos puntuales de concertación con Inglaterra en los asuntos marroquíes no habían cuajado. En

el tema de la prohibición de la navegación comercial por las costas del Rif pretendida por el Gran

Visir Bu Ahmed, Lord Salisbury, tras prometer al conde de Rascón su apoyo a la iniciativa

española de respaldo al Sultán, se había desmarcado de ella posteriormente tras escuchar a su

enviado a Tánger, sir A.Nicolson. Conocedor de las orientaciones francófilas del jefe del gobierno,

Ojeda le indicaba en una comunicación reservada:

"(...) me limitaré hoy a recordar a V.E. (...), que de todas las naciones aquí
representadas, es hoy día Francia la que mayores recelos inspira, la que concita, por tanto
mayores odios, pero la que por la misma razón mayores respetos obtiene y cuya influencia
es más real y decisiva en la corte Sheriffiana. (...), cualesquiera que sean los peligros y las
ventajas para España de las inteligencias o aproximaciones que acabo de indicar, es
indudable que el apoyo prestado a España en los asuntos de Marruecos, habrá de
robustecer nuestra situación en la corte sheriffiana y corregir los efectos del impotente
aislamiento en que aquí se nos supone".1289

Ojeda opinaba que en el escenario marroquí, España no podía representar el papel de una

potencia débil. El lugar que el país ocupaba en la estratificación internacional se podía mejorar

teniendo en cuenta la variable de la fluidez de dicho escenario, donde el prestigio de cada nación no

se otorgaba graciosamente ni se perdía o se enajenaba por capricho: se ganaba, se conservaba o se

perdía a pulso, por méritos propios. Lo que España no podía hacer era permanecer en el aislamiento

porque ese era el modo seguro de ser relegado en la futura solución del problema marroquí. Ojeda

creía que a mayor aislamiento internacional de España más se crecería el Majzén en sus

provocaciones: bloqueo de los presidios menores y la prohibición de la libertad de navegación en

el Rif.

1289
Ojeda a Silvela. Despacho reservado no. 5. 15 de Enero de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 62 /Ex. 1.

800
Amén del consorcio o inteligencia con otros gobiernos, Ojeda aconsejaba a Silvela la

posibilidad de atraerse sutilmente la amistad del Sultán, respaldando España al Majzén en las

actuaciones que hipotéticamente éste emprendiera en el futuro contra las abusivas injerencias

extranjeras en el Imperio, y en especial con el tema de las protecciones.

A continuación Ojeda sugería a Silvela la ejecución de un proyecto que, convenientemente

disfrazado de servicio español prestado al Majzén, implicaba un recorte drástico en el ejercicio de

las funciones de soberanía del Sultán sobre las aguas susíes. Haciéndose eco de las reiteradas

quejas formuladas por el Gran Visir a la Legación en Tánger respecto a la existencia de un intenso

tráfico de contrabando de armas y municiones desde Canarias o desde el enclave español de Río de

Oro, destinado a las tribus siempre inquietas de esta parte del Sur del Imperio,1290 Ojeda proponía a

Silvela una fórmula tendente a que pasaran a control de España las aguas costeras del Sáhara

Occidental. En su misión debía convencer a Bu Ahmed de la necesidad de sellar la vulnerable

frontera sur del Sultanato al tráfico ilegal. Dado que las fuerzas armadas imperiales no podían

ejercer las tareas de vigilancia del territorio, situado en los márgenes del Sultanato, España debía

suplirlas, bien fuese mediante la ocupación efectiva del territorio, o bien mediante la concesión por

parte del Majzén a los buques de guerra españoles de la facultad de tutela, vigilancia y custodia de

todas las costas meridionales del Atlántico marroquí.

En cuanto a las materias que debían de constituir el objeto de discusión o de reclamación con

el Gobierno marroquí durante su estancia en Marrakesh, Ojeda distinguía cuatro puntos

primordiales: a) la demarcación de la zona neutral en el perímetro exterior de Melilla, con una

ligera ampliación del territorio de soberanía española; b) el castigo de los rifeños autores del ataque

a las unidades militares españolas, que había iniciado el conflicto de 1893-94; c) la toma de

posesión- tantas veces aplazada- del antiguo enclave español de Santa Cruz de Mar Pequeña,

situado en la costa atlántica de Marruecos y d) el establecimiento de un consulado en Fez.

1290
R.O. de 7 de Julio de 1.899 del Ministerio de Estado dirigida a la Presidencia del Consejo de Ministros y a
los Ministros de Guerra y Marina. Caja 354 /Ex. 3.

801
Las dos primeras peticiones las consideraba el diplomático prescindibles. Ojeda juzgaba que

se debía renunciar a ellas tras las primeras conversaciones exploratorias con el Gran Visir.1291

Sin embargo quedaba la posibilidad de exigir un riguroso cumplimiento de estas solicitudes,

para luego al renunciar a ellas en beneficio del Majzén, solicitar una compensación en otro ámbito,

más ventajosa para los intereses nacionales.

En cuanto a la toma de posesión de Santa Cruz de Mar Pequeña, "oficialmente" enclavada en

Ifni, esperaba instrucciones del Jefe del gobierno con el fin de exigir el cumplimiento del antiguo

compromiso marroquí de cesión del enclave o su sustitución por el logro de otro objetivo. En

cuanto al derecho de España a nombrar representantes consulares en las ciudades imperiales de Fez

y Marraquesh, Ojeda entendía que se había cedido en este punto en el pasado en deferencia a las

susceptibilidades del Gobierno marroquí y a sus repetidos ruegos. Así en 1894, a la muerte de

Mawlay Hassan, Bu Ahmed había conseguido que España renunciara a su propósito de nombrar

cónsul en Fez; la insistente presión del Gran Visir obedecía a los deseos de escapar de las

coacciones y chantajes permanentes de las potencias europeas, a las que no quería ver

representadas en la Corte imperial. A su vez Bu Ahmed intentaría que España influyese en el

conjunto de gabinetes europeos, a fin de que imitasen su ejemplo las restantes naciones,

renunciando a sus pretensiones de crear consulados, en el lugar donde vivía el Sultán. Francia e

Inglaterra, sin embargo, nombraron funcionarios consulares en Fez, a la vez que mantenían agentes

confidenciales cerca del Sultán: el caíd escocés Harry MacLean, antiguo militar británico, por parte

del Reino Unido y el doctor F. Linares por parte de Francia. España hasta 1899 había mantenido a

un agente confidencial en la Corte, el doctor Joaquín Cortés, que había cesado en sus funciones al

ser reclamado por Ojeda para convertirse en supervisor de las obras de construcción del lazareto de

Mogador. El diplomático consideraba por lo tanto que la creación del consulado de Fez y la

sustitución de Cortés eran aspectos irrenunciables.

1291
Telegrama de Silvela a Ojeda. 3 de Marzo de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 62 /Ex.1.

802
Por otra parte, descartaba la posibilidad de solicitar cualquier tipo de ventajas comerciales de

carácter especial o privilegios económicos para España, en tanto en cuanto Marruecos tenía

concertada con las potencias europeas y en el marco de los convenios comerciales establecidos con

ellas, la cláusula de "nación más favorecida", que haría extensiva forzosamente a las demás

naciones todas las concesiones efectuadas en favor de los intereses españoles. Únicamente estimaba

que eran negociables pequeñas ventajas de cara a mejorar la calidad de vida en las plazas

españolas: por una parte, asegurar el abastecimiento de agua a Ceuta, por medio de la cesión o

venta a España de los manantiales existentes en la vertiente de Sierra Bullones orientada hacia la

bahía de Benzú, o por otra parte, el establecimiento de Aduanas marroquíes en Ceuta y Alhucemas.

Con todo preveía una fuerte resistencia por parte del Majzén.

Días después, Ojeda remitía a Silvela una serie de consideraciones que constituían el plan

general de su viaje a la corte jerifiana. Proponía, en primer lugar, que le acompañaran, el secretario

de la Legación Rafael Mitjana, y los intérpretes Manuel Saavedra y Asensi y Reginaldo Ruiz

Orsatti, además de tres miembros de la Comisión Topográfica del Estado Mayor del Ejército que

permanecían constantemente en Marruecos en misión de estudio y reconocimiento, entre ellos el

jefe de la misma, teniente coronel Alvarez Ardanuy.

En segundo lugar, jeda quería sustituir al antiguo agente confidencial en la Corte, el doctor

Cortés, que se había ganado las iras del Majzén por su actuación en Mogador como responsable de

la construcción del lazareto previsto por el Consejo sanitario tangerino. El médico militar español

había llegado a la isla como comisionado internacional encargado de la supervisión de las obras y

aleccionado por Ojeda había dado a la construcción del hospital un sello inequívocamente español.

Los obreros que acompañaban a Cortés en su mayoría eran emigrantes españoles. Al mismo

tiempo, el médico empezó a extralimitarse en sus funciones y a actuar como un conquistador, no

como un asesor sanitario, lo que le granjeó las iras de las autoridades marroquíes. Ojeda preveía

dejar instalado en Marrakesh al médico de la Armada, lemente Cerdeira, que permanecía en Tánger

en comisión de servicios agregado a la Legación. Cortés se quedaría en la capital diplomática del

803
Sultanato como jefe del servicio sanitario español y Director del Hospital que España había

construido años antes en la villa.

Para realzar aún más el prestigio nacional, Ojeda solicitaría coincidiendo con su

desplazamiento a la Corte el despliegue en aguas marroquíes de una pequeña escuadra española

integrada por las mejores unidades de la Armada,

"para recordar a este gobierno y á los Moros en general, que por muy abatido que
esté nuestro prestigio, no carecemos sin embargo de todo elemento; ni hemos llegado
tampoco al grado de postración militar y naval en que aquí nos suponen".1292

Silvela tomó nota de las indicaciones y a principios de Febrero solicitaba al Ministerio de la

Guerra un informe1293 sobre las consideraciones del diplomático. Ante la conciencia de la débil

posición del país en el contexto internacional, la obsesión del jefe de gobierno -al hacerse partícipe

de los temores de Ojeda– será la de impedir la marginación de España en la cuestión marroquí, y

tratar de evitar que otras potencias pudieran tomar decisiones respecto al área de sus intereses sin

que la nación española pudiera dejar oír su voz. En una posterior comunicación dirigida al Ministro

de la Guerra, Silvela notificaba al general Azcárraga que había acordado el envío de la Embajada

Extraordinaria a Marrakesh a principios de Abril, y que estaba decidido a renunciar tanto a la

nueva demarcación y evacuación por parte marroquí de la zona neutral de Melilla, como a la

exigencia al Majzén del castigo de los cabileños responsables de los ataques a las tropas españolas

en Octubre y Noviembre de 1893. Haciendo suyos argumentos de Ojeda, Silvela estimaba que una

posible ampliación de la superficie de la ciudad de Melilla a costa de ocupar las fuerzas armadas

españolas la zona neutral, no iba a compensar la hostilidad de los habitantes marroquíes desalojados

de sus hogares. La nueva política de relación con las cabilas vecinas a la guarnición puesta en

marcha tras el conflicto de 1894 buscando no provocar su animadversión contra España iba a

marcar un largo decenio que sólo concluiría en 1909, cuando como ha demostrado María Rosa de

1292
Ibidem. Ojeda a Silvela, despacho no. 11.
1293
Ibidem. R.O. del Ministerio de Estado de 5 de Febrero de 1.900 dirigida al Ministerio de la Guerra.

804
Madariaga, los intentos de penetración económica en el Rif - la construcción de un ferrocarril y las

obras mineras- en el territorio de los Beni-Bu-Ifrur se hicieron en contra de la opinión de las

cabilas.1294

El jefe del gobierno esperaba obtener el abastecimiento de agua a Ceuta, mediante la cesión

o venta de los manantiales próximos existentes en Sierra Bullones; el establecimiento de Aduanas

marroquíes en Ceuta y Alhucemas que el estadista valoraba que fomentarían la vida mercantil de

las plazas, y la concesión por el Sultán de la facultad de mantener junto a la Corte una Misión

militar española. 1295

Azcárraga no contestaría hasta finales de mes, tras tener completado un informe que en sus

conclusiones no contradecía ni las opiniones de Ojeda ni las previsiones de Silvela de cuáles tenían

que ser las peticiones fundamentales realizadas a Abd al- Aziz en el transcurso de la Embajada

Extraordinaria. Como prioridades básicas el Ministro de la Guerra citaba el abastecimiento de

aguas a Ceuta, y la necesidad de obtener del Gobierno marroquí el establecimiento tanto frente a

Ceuta como frente a los presidios menores del Rif de contingentes importantes de fuerzas regulares

cuya misión debía de ser garantizar el cumplimiento de las leyes y de los tratados hispano-

marroquíes entre las cabilas fronterizas. Esta medida debía ser completada con el reforzamiento de

las tropas acantonadas en la Alcazaba de Frajana frente a Melilla.

Por lo que se refiere a Ceuta los límites de la ciudad con el Sultanato fueron establecidos por

España y Marruecos a través de los diversos acuerdos de 1844, 1845 y 1860. Sin embargo, los

acuerdos de límites no incluían en el territorio ceutí a Sierra Bullones, enclave crucial por sus

manantiales de agua. Sin embargo, tal como señala Luis López Puerta, a los militares les interesaba

en especial el Yebel Musa (Monte de las Monas), el pico más alto de Sierra Bullones, porque

dominaba el territorio circundante y permitía un mayor control del Estrecho de Gibraltar. De no

1294
Madariaga, M.R. de: España y el Rif. Crónica de una historia casi olvidada, Melilla, U.N.E.D./Ciudad Autónoma
de Melilla, 1999, en especial el capítulo III: " La fiebre minera".
1295
R.O. del Ministerio de Estado de 14 de Febrero de 1.900 dirigida al Ministro de la Guerra. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 62 /Ex. 1.

805
conseguirlo la posesión de Ceuta nunca sería de gran valor para España. El tema del abastecimiento

del agua enmascaraba intereses de orden estratégico.1296

La segunda preocupación del militar era evitar incidentes similares a los del bloqueo de las

plazas del Rif. Estos acontecimientos interferían e interrumpían el suministro de víveres a las

guarniciones. Por último estimaba oportuno reubicar la localización de la Aduana imperial en

Melilla sacándola del interior de la plaza española y trasladándola al territorio marroquí. Azcárraga

consideraba que los artículos que salían cotidianamente de la ciudad no para dirigirse al interior del

Sultanato, sino para ser usados y consumidos en los aduares de las cercanías debían ser eximidos

del pago de aranceles, estableciéndose así la libre salida de las mercancías destinadas al campo

exterior, supervisando por último que no fueran desviadas hacia el contrabando por parte de los que

habitaban en él. Asimismo otorgaba su conformidad al proyecto español de creación de aduanas en

Ceuta y Alhucemas, a las que veía como instrumentos válidos para el desarrollo de la influencia

económica española en los territorios próximos y para la atracción de las cabilas rifeñas.

Finalmente aunque las finanzas no permitían atender cumplidamente los gastos que generase,

se decantaba en favor de la creación de una Misión Militar española en la corte jerifiana. Se tenía

que contrarrestar de alguna manera la presión que cerca del Sultán efectuaban los agentes

confidenciales galo (F.Linares) y británico (el caíd MacLean).1297

1296
Véase López Puerta, L.: " Gibraltar por Ceuta" en Historia-16, no. 135, pág. 28.
1297
Despacho del general Marcelo Azcárraga, Ministro de la Guerra dirigida al jefe del Gobierno y Ministro de
Estado, Francisco Silvela. 20 de Febrero de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 62 /Ex. 1.

806
10.2. Instrucciones de Silvela a Ojeda.

A principios de Abril, Silvela estaba en condiciones de redactar las instrucciones definitivas a

Ojeda (Real Orden del Ministerio de Estado de 2 de Abril). El incidente relativo al bloqueo de

Alhucemas y del Peñón parecía resuelto de manera definitiva y satisfactoria para España. La

prioridad básica para Ojeda en el cumplimiento de su misión era destruir la errónea visión sobre la

debilidad y la nula potencialidad de España forjada en el Sultanato tras la desastrosa derrota frente

a los Estados Unidos.

"El fin principal a que debe encaminar V.E. sus inteligentes gestiones es á llevar al
ánimo del Sultán y de los principales personajes de la Corte Sheriffiana el convencimiento
de que en nada ha sufrido el prestigio de España en sus relaciones con los demás Estados
del mundo y en que tampoco han experimentado quebranto sus medios y recursos ofensivos
y defensivos, muy especialmente en lo que afecta al problema marroquí”.

Ojeda debía pues convencer a los altos cargos de la administración marroquí de que España,

a pesar de su apariencia de estado aislado y sin alianzas, mantenía cordiales relaciones con todas

las grandes potencias europeas, y había llegado a una "comunidad de intereses " de singular alcance

en lo relativo a los asuntos marroquíes con Francia y Alemania. No olvidemos que el gobierno

conservador había buscado en la primavera del año anterior, 1899 la consecución de una alianza

continental europea que uniese a España con Francia, el Imperio zarista y el II Reich. Silvela

recalcaba al Ministro Plenipotenciario que España no rechazaba tampoco la posibilidad de llegar a

acuerdos y a una mejor inteligencia con Inglaterra e Italia. Ojeda debía convencer igualmente a los

dirigentes marroquíes de que España estaba en condiciones de disponer de un importante potencial

y de amplios recursos que le proporcionaban una vitalidad expansiva; de ello se derivaba que

habría que contar con ella en el problema marroquí. Ojeda tenía que presentarse al Sultán - además

- como el defensor de la integridad y de la existencia del Imperio. Por lo tanto, el mensaje a repetir

ante Abd al- Aziz era muy claro: España no abandonaba su política tradicional de defensa del statu

807
quo. Es decir, que se iba a proclamar bien alto que España estaba dispuesta a ayudar al Majzén

para procurar el acrecentamiento del prestigio y de la autoridad jerifianas, " siempre que éstas se

empléen (sic) de acuerdo con la amistad hacia España". Manifestaciones de buena fe y de amistad

entre España y Marruecos, que iban a enmascarar la política de Silvela en los siguientes meses

contribuyendo a dinamitar el statu quo, en favor de España.

Silvela ofrecía al Majzén la posibilidad de apoyar la política imperial de restricción de las

concesiones del régimen de protección (los gobiernos restauracionistas habían puesto en marcha

una política de acrecentamiento del número de protegidos en la segunda mitad de la década de los

noventa).

Existe una tendencia común entre los historiadores a criticar a Silvela, al enjuiciar su

política con relación a Marruecos echándole en cara su presunta 'pasividad'; esta tendencia es

perceptible incluso entre autores actuales. Así, por ejemplo Jesús Martínez Milán se refiere en un

artículo de 1998 a " la reticencia del gobierno conservador presidido por Silvela a alterar el statu

quo".1298 Es una tesis matizable. Si se enjuiciaba así a Silvela era por el hecho de que hasta ahora

permanecían inéditos los documentos de la correspondencia entre Silvela y Ojeda, que albergan el

Archivo de la Administración de Alcalá de Henares y en una proporción más pequeña, el Servicio

Histórico Militar (Madrid). También es cierto que se ha seguido a pies juntillas la versión dada por

el político liberal León y Castillo, Embajador en París, que en el tomo segundo de sus memorias

arremete contra el líder conservador, diciendo de él: " su opinión aferrábase a que 'en Marruecos

lo único que convenía era el statu quo', sin tener en cuenta que esa solución, tan conveniente, y

sobre todo tan cómoda era imposible". 1299 De ahí que se haya mantenido la tónica de considerar a

Silvela como opuesto a terminar con el statu quo y de presentarlo como receloso frente a la

posibilidad de abrir conversaciones con Francia sobre Marruecos. Silvela habría supuesto un

obstáculo para los deseos expansionistas españoles en el Sultanato.

1298
Véase Jesús Martínez Milán: “España en Tarfaya y en el Sáhara Occidental (Sagia el Hamra y Río de Oro), 1885-
1940“, en Hespéris- Tamuda, vol. XXXVI, 1998, pág. 73.
1299
Véase León y Castillo, Mis Tiempos, tomo II, Ediciones del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1978, pp.
201-202.

808
Esta interpretación, basada en una información determinada, la información disponible

(suministrada por León y Castillo) hasta la aparición de los 'papeles de Silvela' la podemos

complementar, cuando la analizamos críticamente a la luz de los documentos descubiertos,

permitiéndonos otros planteamientos interpretativos. Sostenemos la tesis de que los propósitos de

Silvela son desde la primavera de 1900 los tendentes a alterar la preservación del statu quo llevando

a cabo una ofensiva imperialista ciertamente pautada y graduada. Es cierto que los objetivos y las

acciones de esta política no eran pergeñados por el propio Silvela, sino elaborados y aconsejados al

jefe de Gobierno por el Ministro Plenipotenciario español en Tánger, Ojeda. Pero eran

posteriormente asumidos por el líder conservador que intentaba ejecutarlos con prontitud. En esos

intentos escalonados, el primer paso consistió en utilizar una demanda jerifiana de finales de 1899.

El Gobierno del Sultán había protestado oficialmente ante el español por el tráfico contrabandista

que se producía a lo largo de las costas del territorio del Sus, introduciendo armas en el Imperio

desde Canarias y Río de Oro. Silvela tomó nota y esta reclamación le sirvió para diseñar un primer

intento de acabar con la soberanía imperial al sur del Sultanato, en beneficio exclusivo de España.

En este sentido instruyó a Ojeda para solicitar al Sultán el derecho para la Marina de guerra

española del ejercicio de la vigilancia y patrulla "en las costas del Sahara occidental" (cabe indicar

que cuando utiliza estos términos, Silvela se está refiriendo a las costas del Sus y del Nun),

"asegurándole (al Sultán) que de encontrarse medio no dejaría de ponerla en


práctica (se refiere a la vigilancia) y recabando para ese caso la autorización necesaria y
en debida forma para que con ese exclusivo objeto pudiesen ejercer el derecho de visita (de
los buques que navegasen por la costa meridional marroquí) los buques de guerra
españoles en las aguas jurisdiccionales marroquíes. Decidido el Gobierno de S.M. á poner
en explotación los territorios comprendidos entre Cabo Bojador y Cabo Blanco, habría de
encontrar ocasión propicia de vigilar é impedir el contrabando de armas, si el Gobierno
del Sultán le concediera los poderes necesarios para, en su nombre, ejercer la conveniente
vigilancia en las costas del Sus y del Guad Nun".1300

1300
Carta reservada del Presidente del Gobierno y Ministro de Estado, Francisco Silvela a Emilio Ojeda. 2 de Abril de
1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 62 /Ex. 1

809
Los incidentes fronterizos en Melilla habían servido para solicitar del Sultán la creación y

delimitación de una zona neutral en los alrededores de la plaza; ésta es una cuestión que quedó

establecida tanto por el tratado de Marrakesh de marzo de 1894, como por el convenio adicional

referente a los sucesos de Melilla firmado en Madrid el 24 de febrero de 1895. Silvela estaba

dispuesto a renunciar a ella, a cambio de obtener otras concesiones compensatorias. Era la

culminación de una política que había abarcado años enteros y que había supuesto que el Ejército

español provocara conscientemente incidentes fronterizos con los pastores marroquíes o con los

habitantes del territorio vecino a Melilla con objeto de negociar posteriormente con ventaja sobre el

Sultán, exigiéndole constantemente reparaciones, compensaciones y responsabilidades por unos

hechos manipulados y gestados desde lado español. Por otro lado, Silvela renunciaba asimismo al

castigo de los cabileños 'responsables' de los sucesos de Melilla de 1893, como una baza que

alegando la supuesta 'clemencia' y generosidad de España le permitiese exigir al Majzén otro tipo

de prestaciones.

A lo que no se estaba dispuesto a renunciar era a la concesión de la vieja pesquería de Santa

Cruz de la Mar Pequeña. Al gobierno hispano se le había concedido, por el artículo octavo del

Tratado Hispano-Marroquí de 1860 (Wad-Ras), un espacio de terreno en la costa atlántica del

Imperio jerifiano, junto al antiguo lugar de Santa Cruz de Mar Pequeña, para el establecimiento de

una pesquería.

Independientemente de la polémica surgida en torno a la situación geográfica que ocupó la

Mar Pequeña; independientemente de la actitud del Sultán de Marruecos (tanto Mawlay Hassan

como su hijo), contrario a un establecimiento europeo entre Agadir y cabo Juby, e

independientemente de la actitud cuidadosa de los gobiernos restauracionistas, es importante

reseñar que a partir de 1870, como ha resaltado Jesús Martínez Milán, la burguesía canaria,

particularmente la de las Canarias Orientales, los grupos peninsulares promotores de los proyectos

de expansión colonial y los círculos africanistas madrileños presionaron al Gobierno de Madrid

para que exigiese a Marruecos la cesión definitiva del enclave donde estuvo situada la antigua

810
fortaleza.1301 Sin embargo este cúmulo de reclamaciones no tendrían una solución práctica, debido

a la negativa del Sultán por razones económicas --aunque oficialmente se aludía como causa para

posponer el cumplimiento de ese compromiso a las dificultades interiores del Imperio, es decir la

insurrección de las cabilas-- y debido también a la ausencia de una decidida voluntad expansionista

de los gobiernos restauracionistas.

Sin embargo la visita de Ojeda a la Corte del Sultán había despertado una gran expectación

en los círculos africanistas españoles. El Gobierno del Sultán parecía dispuesto a acceder a la

petición sobre la Mar Pequeña, aun cuando viniera esquivándola desde 1860.

Desde las páginas de La Correspondencia de España, el habitualmente bien informado José

Álvarez Cabrera (Abd- Al-lah) instaba al gobierno conservador a iniciar la penetración económica

en el Imperio a través, fundamentalmente de Ceuta1302 y de Tetuán y su bajalato.1303

Asimismo desde 1894 la clase política canaria había vuelto nuevamente a hacer hincapié en

la necesidad de que el gobierno fijara el emplazamiento de Mar Pequeña y procediera

definitivamente a su ocupación. En 1900 en el Congreso, el diputado García Guerra, interpelaba

una vez más al Presidente del Consejo de Ministros sobre las conversaciones con Mawlay Abd al-

Aziz referentes a la fortaleza, considerando que la Mar Pequeña era el lugar idóneo para

establecimientos pesqueros por estar situado más cerca del archipiélago canario que Río de Oro y

por el escaso tonelaje de los barcos isleños.1304 Las reclamaciones de los políticos canarios servían

en realidad de 'tapadera' para presionar al gobierno ante la 'amenaza' que se cernía sobre los

intereses españoles en el Sahara y en consecuencia sobre las espaldas de Canarias. Y ello como

consecuencia del interés que despertaba para determinadas potencias europeas, como Alemania y

1301
Jesús M. Martínez Milán: Las pesquerías canario-africanas (1800-1914), Las Palmas de Gran Canaria, C.I.E.S. /
Caja de Canarias, 1992, pág. 76.
1302
Álvarez Cabrera no era partidario de conseguir la cesión de Ifni. Véase "A la Corte del Sultán" en La
Correspondencia de España. 16-Febrero-1900.
1303
José Álvarez Cabrera: " España en Marruecos. Las próximas negociaciones", en La Correspondencia de España.
8- Marzo- 1900.
1304
Diario de Sesiones. Congreso de los Diputados. Legislatura 1899-1900. Sesiones 8 y 25 de enero de 1.900, págs
3.263-3.267 y 3.804-3.806.

811
Francia, la costa occidental africana y su hinterland, y en particular por el deseo de impedir que

Francia terminara controlando los territorios al sur del Imperio jerifiano.

Identificada a esas alturas (si bien sin hacerlo sobre argumentos o bases ciertas) Santa Cruz de

la Mar Pequeña con Ifni, Silvela anunciaba a Ojeda el propósito del gobierno español de tomar

posesión en breve plazo del puerto de Ifni y de los territorios vecinos al mismo. Era una decisión

irrevocable que Ojeda tenía que anunciar al Majzén edulcorándola con el argumento de que la

posesión de Ifni proporcionaría más medios a España para ejercer una vigilancia más activa,

evitando así el contrabando en las costas occidentales del Imperio. Sin embargo Silvela estaba

dispuesto a negociar la permuta de la entrega de Ifni por la de cualquier otro punto en la costa

atlántica marroquí, o en último extremo, recibir un rescate del derecho español conseguido en el

tratado de Wad-Ras, mediante una indemnización pecuniaria de varios millones de pesetas. En

caso de producirse el canje de Santa Cruz por otro territorio de la costa atlántica marroquí, el jefe

del gobierno apuntaba la necesidad de que se tratara de una parte de las regiones de Sus o Nun; el

establecimiento de los españoles debía hacerse de modo pacífico, por lo que se había de obtener del

Sultán el compromiso de que los habitantes del lugar no reaccionarían con violencia.

La consecución de este objetivo, base – si se lograba la concesión del territorio- de un nuevo

imperio colonial español en África era juzgada por Silvela como "el éxito más importante que

pudiera alcanzar el viaje " de Ojeda a la Corte.

Sin embargo, ¿por qué se daban a Ojeda estas instrucciones tan vacilantes o contradictorias?.

No se le especificaba claramente si lo que interesaba era el control de Ifni, la permuta del territorio

por otra zona costera atlántica del Sultanato o el reembolso del derecho español por una

contribución en metálico.

La respuesta nos la proporciona una carta particular que el 3 de Abril remitió a Ojeda el Jefe

de la Sección de Política del Ministerio de Estado, Juan Pérez Caballero. Éste explica que las

vacilaciones de Silvela con referencia a Ifni, se deben al hecho de que el jefe del gobierno había

tenido que ceder ante la presión de la clase política, contrayendo el compromiso en el Parlamento

812
de que Ojeda iba a tratar en su Embajada extraordinaria a Marrakesh el asunto de la cesión

definitiva de la Mar Pequeña. Con ello Silvela había querido tranquilizar a la clase política de la

misma manera que lo hizo cuando declaró públicamente que la invasión del Tuat no suponía una

“violación" del 'statu quo' marroquí. Personalmente pensaba todo lo contrario. Y estaba preocupado

por ello. Pero Silvela no tenía " un criterio fijo " sobre Ifni; la falta de decisión del jefe de Gobierno

se correspondía con una actitud similar existente en el Ministerio de Estado; Pérez Caballero

confiesa que la solución no es " posible improvisarla en vista de la divergencia de criterios que

reina entre los que han tratado el particular". Personalmente, Caballero duda y está "perplejo"

sobre el tema de Ifni. Dadas estas discrepancias, se solicitaba de Ojeda que hiciese una " propuesta

de orientación" sobre el tema, después de haberse entrevistado con el Sultán y sus ministros, para

que el Ministerio de Estado pudiese llegar a un "juicio definitivo" y resolutivo. 1305

Otros objetivos marcados en las instrucciones de Silvela eran conseguir el establecimiento de

un consulado en Fez y situar a un agente confidencial cerca de Abd al- Aziz que continuase los

trabajos anteriores de los doctores Ovilo y Cortés, equiparando en este aspecto la situación española

a la de Francia e Inglaterra. Además se señalaban otros fines a cumplir en Marrakesh:

a) La oportunidad de negociar la rectificación y ampliación de los límites de Ceuta para

asegurar la llegada del suministro de agua a la ciudad, mediante la cesión o venta de los

manantiales que existían en la vertiente de Sierra Bullones que desciende hasta la bahía de

Benzú.

b) La necesidad de llegar a un acuerdo sobre el establecimiento de Aduanas marroquíes en

Ceuta y Alhucemas, medida que permitiría convertir a estas dos plazas en importantes centros

comerciales y de irradiación de la influencia española en los territorios circundantes. Junto a

ello Ojeda debía prometer que España se comprometería más intensamente en la represión del

contrabando.

1305
Pérez Caballero en la misma carta expresa el deseo del Ministerio de Estado de que se siga manteniendo la
Aduana marroquí en Melilla. Carta particular del Jefe de la Sección de Política del Ministerio de Estado a Emilio de
Ojeda. 3 de Abril de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 123 / Ex. 2.

813
c) Negociar el restablecimiento de una Misión militar española en la Corte imperial.

d) Sondear el ánimo del Majén de cara a la puesta en marcha de una serie de proyectos

económicos españoles en el Sultanato. Se trataría de presionar al gobierno imperial para que éste

realizase una serie de concesiones a empresas mercantiles e industriales, que llevaban un tiempo

embarrancadas en las permanentes dilaciones de la administración marroquí.

En otro orden de cosas Silvela a pesar de haber querido tranquilizar a la opinión pública y a

la clase política con declaraciones templadas sobre los movimientos del Ejército francés en los

territorios saharianos del Imperio, era consciente de la extrema gravedad de los mismos. Habían

dinamitado la estabilidad del 'statu quo' y habían planteado abiertamente la cuestión de la

resolución del problema marroquí. Encargaba a Ojeda, por tanto, que en la Corte sondeara las

posibilidades de supervivencia del Sultanato y la forma en que los golpes militares franceses

repercutían en su estabilidad.

"El problema marroquí - concluía así sus instrucciones a Ojeda - de primordial


interés para España en todo tiempo, reviste hoy caracteres de extraordinaria y excepcional
gravedad, por ser aquel país campo de las encontradas aspiraciones de pueblos poderosos
y poder convertirse, en plazo tal vez no lejano, en lugar de contienda de las principales
potencias, donde se decida la suerte de la política mundial. A V. E. toca en su próximo
viaje, cerciorase del estado verdadero del Imperio mogrebino; apreciar la trascendencia
que puede tener para la política del statu quo la campaña agresiva emprendida y casi
llevada a cabo por Francia en el Tuat, e informar al Gobierno de S.M, sin perdonar detalle
de cuantos factores observe que influyen en el problema para que tengamos tiempo de
tomar las medidas necesarias que dejen a salvo los intereses nacionales".1306

El 3 de abril Silvela enviaba además una carta particular a Ojeda. En el texto se comprueba

que los planteamientos de Silvela eran relativamente modestos. Se insistía en la necesidad de

consolidar entre el gobierno marroquí la impresión de que España no desfallecía tras la pérdida de

la guerra con Estados Unidos y que sus medios y fuerza material no habían sufrido mengua. Silvela

1306
Carta reservada del Presidente del Gobierno y Ministro de Estado, Francisco Silvela a Emilio Ojeda. 2 de Abril de
1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 62 /Ex. 1.

814
admitía que la coyuntura era desfavorable para las negociaciones con el Majzén, y que pocos

medios podía utilizar el Estado en aquel momento para realzar su prestigio ante el Sultán. La

misión de Ojeda consistía en crear con su habilidad de diplomático de carrera una cortina de humo

que enmascarara la realidad.1307

El éxito de la Misión Extraordinaria a Marrakesh fue preparado con cuidado, buscando un

cierto respaldo internacional. Se remitieron instrucciones el 9 de Abril a las Embajadas en

Viena,1308 Roma,1309 Londres,1310 San Petersburgo,1311 Berlín1312 y París exponiendo el propósito

del gobierno Silvela de enviar una Embajada extraordinaria a Marrakesh, notificando la postura

española favorable en líneas generales al mantenimiento del 'statu quo' y anunciando la intención

del gobierno español de obtener la cesión de Ifni. Se apelaba a los gobiernos de las potencias

europeas con representación diplomática en el Sultanato a que respaldasen las iniciativas hispanas.

El examen de las reacciones a la notificación española resultó bastante alentador, respecto a

la actitud benévola de las grandes potencias europeas. Ninguna de ellas había protestado. Incluso

los más fríos -los italianos- que se limitaron a recibir las manifestaciones confidenciales sin

especiales comentarios, prometieron "secundar en cuanto les fuera posible los deseos del gabinete

de Madrid". La posición de Austria parecía más abierta, así como la expresada por el Imperio

alemán; el subsecretario de Estado del II Reich, Barón de Richtofen anunció que daría instrucciones

a los agentes del gobierno alemán en Tánger para que prestasen su enérgica ayuda a las gestiones

del Plenipotenciario español, haciendo " presente al gobierno magrebí, la amistad que le une con

España y la conveniencia de atenderla por ser una de las más interesadas en la suerte de aquel

1307
Carta particular número 2 de Francisco Silvela dirigida a Emilio de Ojeda. 3 de Abril de 1.900. A.G. A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 123 / Ex. 2.
1308
J.L. de Agüera (Embajador de España en Viena) al Ministro de Estado. Despacho no. 27. 18 de Abril de 1.900.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 62 /Ex. 1.
1309
Ibidem. Conde de Chacón (Embajador de España en Roma) al Ministro de Estado. Despacho no. 52. 19 de Abril
de 1900.
1310
Ibidem. Conde de Rascón (Embajador de España en Londres) al Ministro de Estado. Despacho no. 68. 16 de Abril
de 1900.
1311
Ibidem. Duque de Vistahermosa (Embajador de España en San Petersburgo) al Ministro de Estado. Despacho no.
49. 18 de Abril de 1.900.
1312
Ibidem. Felipe Méndez de Vigo (Embajador de España en Berlín) al Ministro de Estado. Despacho no. 40. 21 de
Abril de 1.900.

815
Imperio". Igual de calurosa fue la respuesta del Ministro de Exteriores zarista, Mouravieff, en favor

de España llegando al punto de contestar con una Nota en la que se comprometía a prestar toda la

ayuda posible en los asuntos de la Embajada extraordinaria a Ojeda.

En lo tocante al capítulo de regalos, se acordó obsequiar al Sultán con armas confeccionadas

en España: doce fusiles y doce carabinas Mauser fabricadas en Oviedo, dos alfanjes, dos gumías,

un sable de oficial y un " puñal de lujo de la Fábrica de Toledo".

10.3. El viaje de la Embajada española a Marrakesh. La llegada a la Corte imperial.

La partida de la Embajada se tendría que dilatar prácticamente un mes, desde el momento

señalado para su realización.1313 El problema del bloqueo de las guarniciones españolas en el Rif

no permitía el inicio de la misión.

En Tánger quedaría al frente de la Legación española García Jove quien tuvo que hacer

frente, en ausencia de Ojeda, a importantes asuntos como el relativo al nuevo emplazamiento del

lazareto para los peregrinos marroquíes que regresaban del viaje a La Meca. Se pensaba fijarlo en

Punta Malabata (Torre Blanquilla, Tánger). El tema se revelaba de nuevo como base de un

insidioso juego de influencias extranjeras en Marruecos: Francia, Italia e Inglaterra iban a enviar a

las reuniones previas a la constitución de la comisión encargada del estudio del emplazamiento a

eminentes profesores médicos y García Jove solicitaba del gobierno Silvela que no se quedara

atrás.1314

El Cuerpo diplomático acreditado en Tánger constituido como consejo sanitario había

intentado obtener del gobierno marroquí el establecimiento definitivo de un hospital para

peregrinos en la isla de Mogador. La resistencia del Gran Visir a las injerencias extranjeras y la

oposición al intento español de convertir el lazareto en una vía más de profundización de su

1313
Telegrama de Ojeda al Ministro de la Guerra. 16 de Marzo de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 123 / Ex. 2.
1314
García Jove, Encargado de Negocios de la Legación española en Tánger al Ministro de Estado, Aguilar de
Campoo. Despacho no. 49. 28 de Abril de 1.900. A.G. A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 235 /Ex. 2.

816
influencia en el Sultanato llevó a la frustración del proyecto. Faltó la cohesión en la actuación de

los miembros del cuerpo diplomático y el Majzén aprovechándose de ello se negó en rotundo al

proyecto, autorizando sólo interinamente el establecimiento de una estación para pasar la

cuarentena los peregrinos que durante 1900 regresaban de La Meca. En este sentido, García Jove

informaría a Aguilar de Campoo que, reunido el cuerpo diplomático a finales de abril, había

tomado la determinación de rechazar de los puertos marroquíes a todos aquellos barcos y vapores

que hubiesen tomado directamente peregrinos en Djeddad, no siendo tampoco admitidas, pero sí

enviadas al lazareto de Mogador, aquellas embarcaciones que conduciendo también peregrinos,

hubiesen pasado éstos cuarentena en el lazareto de Yor. El Consejo Sanitario seguía empeñado en

asumir funciones propias de la soberanía imperial, recortando poder al Emperador y manteniendo

un pulso tenso con el Majzén.1315 Éste propuso al cuerpo diplomático el traslado del lazareto a

Punta Malabata o a otros dos puntos del territorio marroquí, uno de los cuales era la isla del Perejil

y el otro la pequeña ensenada de Yedala. Dado que la decisión del gobierno jerifiano era

irrevocable, las potencias europeas no quisieron exigir por la fuerza la cesión de la isla de Mogador.

El emplazamiento en Sawira (Mogador) era asimismo desaconsejado utilizando argumentos

técnicos y otros de carácter general, como por ejemplo la distancia que mediaba con Tánger (sede

del Consejo Sanitario). Vetado por Ojeda el emplazamiento de Perejil y descartada Yedala, se optó

definitivamente por Punta Malabata, un promontorio en forma de estrecha península en las

proximidades de Tánger, un lugar por otra parte rico en agua, materiales de construcción y con

facilidades para el desembarque de los peregrinos.1316

De la Embajada a Marrakesh nos han quedado dos testimonios literarios. De ellos, sin duda

el relato más completo y que mejor representa la descripción exótica del Marruecos pre-colonial

visto a través de los ojos de un diplomático / viajero es el compuesto por Rafael Mitjana Gordón

(1869- 1921): En el Magreb-el- Aksa: Viaje a Marruecos (Valencia, 1905). El autor, Mitjana, había

1315
García Jove a Aguilar de Campoo. Despacho no. 51. 26 de Abril de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 164 /Ex. 1.
1316
Emilio de Ojeda al Ministro de Estado, Aguilar de Campoo. Despacho no. 129. 31 de Octubre de 1.900. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 235 /Ex. 2.

817
sido secretario de la Legación en Tánger, y consiguió agregarse a la Embajada que presidió Ojeda,

para realizar, así, " uno de los mayores deseos de mi vida ", el de visitar " un país tan extraño como

desconocido, tan interesante como curioso, en el extremo Occidente de los orientales, en el

Magreb-el-Aksa de las mil y una noches".1317

El otro texto es un pequeño opúsculo de título Recuerdos íntimos de la Embajada a la corte

Sheriffiana en 1900. Se trata de una serie de breves comentarios redactados por el joven Jaime de

Ojeda, hijo del Ministro Plenipotenciario.1318

El 14 de abril embarcaba Ojeda a bordo del crucero Carlos V con todos los miembros de la

Embajada dirigiéndose el buque rumbo a Mazagán, donde llegaría en la mañana del día siguiente.

El día 24, tras atravesar el río Tensif, arribaba la Embajada a las proximidades de Marrakesh

realizando la comitiva una solemne entrada en la ciudad imperial. El Gran Visir Bu Ahmed

padecía una grave enfermedad que impidió que la Embajada española iniciara sus gestiones.1319 El

doctor Cerdeira, oficial de la Armada que acompañaba a Ojeda fue llamado para asistir al enfermo.

Dado que Bu Ahmed había absorbido todas las funciones principales del Estado, su enfermedad

preocupaba hondamente tanto a los círculos diplomáticos extranjeros como a los funcionarios

majzeníes. La suspensión forzosa del despacho de los asuntos oficiales había sido la primera

consecuencia; además la recepción pública de la Embajada española en audiencia solemne por Bu

Ahmed había sido aplazada indefinidamente.1320 Con todo, Ojeda estaba dispuesto a aprovechar la

enfermedad de Bu Ahmed para reconducir las relaciones hispano-marroquíes a través de un camino

nuevo. Exigió que en el futuro su único interlocutor fuese el joven Mawlay Abd al- Aziz. Corrían

tiempos nuevos que requerían procedimientos diplomáticos novedosos; aprovechando ese mensaje,

1317
Véase Mitjana Gordón, R.: En el Magreb-el-Aksa. Viaje de la Embajada Española a la Corte del Sultán de
Marruecos, en el año 1.900, Valencia, F. Sempere y Compañía Editores, 1905, pág. VIII.
1318
Jaime de Ojeda: Recuerdos íntimos de la Embajada a la Corte Sheriffiana en 1.900, Tánger, Imprenta de la Misión
Católica, 1901.
1319
Emilio de Ojeda al Ministro de Estado, F. Silvela (lo despacharía el marqués de Aguilar de Campoo, nuevo
Ministro de Estado desde el 18 de Abril). Telegrama de 27 de Abril de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica.
Marruecos. Caja 62 /Ex. 1.
1320
Emilio de Ojeda al Ministro de Estado, F. Silvela (lo despacharía el marqués de Aguilar de Campoo). Despacho
no. 2 de la Embajada Extraordinaria a Marrakesh. 28 de Abril de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 62 /Ex. 1.

818
Ojeda esperaba arrancar concesiones del Sultán que Bu Ahmed no hubiera ni siquiera llegado a

considerar. Incluso llegó a amenazar con retirarse a la costa si no se le permitía este contacto

directo con el Emperador.

El autocrático desempeño de todas las funciones de Estado que había asumido personalmente

el Gran Visir era el pretexto para la interrupción de unas negociaciones bloqueadas antes de

comenzar. Pasaban los días y Ojeda no lograba entablar contacto con ningún miembro de la Corte.

El joven Sultán tampoco se decidía a tomar alguna resolución que terminara con esa situación

anómala y extraña, difícil de entender para los europeos.1321 Posteriormente cuando Ojeda redactó

una Memoria-resumen sobre la Embajada extraordinaria a la Corte del Sultán, achacaría a la

voluntad expresa de Bu Ahmed las dificultades experimentadas con anterioridad a la sesión

solemne de recepción del diplomático español (llegando a indicar que el Gran Visir había

practicado un secuestro efectivo de la persona del Sultán), en un momento en que éste pugnaba por

tener acceso directo a la persona de Abd al- Aziz, a quien aspiraba a convencer de la necesidad de

estrechar las relaciones con España.

El 3 de mayo Ojeda aprovechó la visita del caíd instructor de las tropas jerifianas, el británico

MacLean, para quejarse del anómalo retraso que sufría su presentación al Sultán, señalando que

una tardanza de tal calibre podría convertirse en motivo de desaire hacia España. Ojeda amenazó

con la posibilidad de retirarse de la Corte sino se le concedía la facultad de comunicarse

directamente con Abd al- Aziz y de tratar personalmente con él los asuntos cuya solución le había

sido encomendada por Silvela. Esta amenaza venía a producirse en un momento de especial tirantez

en las relaciones entre Marruecos y España debido al bloqueo de las plazas españolas en las costas

del Rif y podía traducirse en un estado de ruptura real de las relaciones entre los dos países.

MacLean hizo llegar a oidos del Sultán y del Gran Visir Bu-Ahmed el contenido de la

conversación y al día siguiente Abd el-Krim ben Sliman, el Ministro de Negocios Extranjeros

1321
Emilio de Ojeda al Ministro de Estado, F. Silvela (lo despacharía el marqués de Aguilar de Campoo). Despacho
no. 3 de la Embajada extraordinaria a Marrakesh. 3 de Mayo de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 62 /Ex. no. 1.

819
marroquí acudió a visitar a Ojeda, anunciándole que el Gran Visir había resuelto que la audiencia

pública tendría lugar finalmente el Lunes 7.

Conforme a las prescripciones de la etiqueta imperial acudieron a buscar a la Embajada en

nombre del Sultán el Kaid el-Meshuar, que reunía los cargos de Introductor de Embajadores y

Mayordomo mayor de Palacio y un piquete de soldados a caballo. El Sultán iba a recibir a Ojeda

aun sin contar con la presencia de Bu Ahmed.

Cuando Abd al- Aziz hizo acto de presencia, Ojeda dio lectura a un breve discurso. Acto

seguido el Sultán entregó el suyo para que lo leyera Abd el- Krim Ben Sliman que actuaba en

nombre del ausente Gran Visir; un texto redactado en amistosos términos y lleno de vaguedad que

revelaba a juicio de Ojeda la cautelosa prudencia con que el gobierno marroquí acogía a la

Embajada española. Según Ojeda las suspicacias de la prensa europea que había insistido

últimamente en las supuestas peticiones de concesiones territoriales por parte española al Sultán,

habían llevado al Majzén a una actitud de temeroso recelo. La parte ceremonial de la misión se

había salvado. Ahora había que empezar las conversaciones políticas. 1322

10.4. El fallecimiento del Gran Visir. Rumores antiespañoles de la prensa británica.

El Gran Visir acabaría falleciendo el 13 de Mayo.1323 El caíd Mac-Lean aconsejó a los

miembros de la delegación española que como medida de precaución se abstuvieran de deambular

por las calles y reforzó la guardia en el palacio donde residían. Sin embargo, a la agitación

producida en Marrakesh al saberse la noticia de la muerte de Bu Ahmed, le siguió la calma. Se vio

al Sultán asistir al entierro de su Visir y el orden más perfecto empezó a reinar en la ciudad: se

restableció la confianza y se evidenció un sentimiento de júbilo palpable en las conversaciones de

los habitantes de Marrakesh, causado por la desaparición de alguien que había regido el país con

1322
Emilio de Ojeda a Aguilar de Campoo. Despacho no. 4 de la Embajada extraordinaria a Marrakesh. 8 de mayo de
1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 62 /Ex. 1.
1323
Emilio de Ojeda a Aguilar de Campoo. Despacho no. 6 de la Embajada Extraordinaria a Marrakesh. 13 de mayo de
1900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 62/Ex. 1.

820
mano despótica, a la cabeza de una administración odiosa. Ojeda en sus despachos hablaba de una

intensa alegría en los marroquíes suscitada por las esperanzas de cambio cristalizadas en la figura

del monarca. Parecía como si el Sultán se propusiese imitar el ejemplo de su padre, el enérgico

Mawlay Hassan, al querer gobernar por sí solo. Su voluntad y sus tendencias autocráticas eran

recibidas con gran satisfacción por un pueblo que guardaba el grato recuerdo del reinado de su

progenitor. A Ojeda le agradaba en particular el hecho de que el Sultán personalmente tomó la

decisión de levantar apresuradamente el bloqueo de Alhucemas y Vélez sin contar con sus

ministros, en cuanto tuvo noticia de la reanudación del mismo.1324

El Sultán convocó en palacio a los Filali, los chorfa miembros de la familia imperial, y les

comunicó su deseo de gobernar personalmente, actuando como figura política más importante del

Majzén y no delegando su autoridad en un ministro de la categoría del finado Bu Ahmed. Abd- al-

Aziz se iba a sustraer en adelante de cualquier tutela. Procedió a cubrir los puestos de Gran Visir,

Gran Chambelán, Ministros de Guerra, Relaciones Exteriores, etc. pero manifestando que en el

futuro estos funcionarios serían simplemente auxiliares suyos. Uno de los escritores- testigos del

Marruecos precolonial, el doctor francés Weisgerber -, señaló que la muerte de Bu Ahmed marcó

el final de una época, el fin del viejo Marruecos. En este punto no se equivocaba. Aunque la mayor

parte de los altos cargos nombrados por el Sultán eran parientes y amigos de Bu Ahmed, las raíces

mismas del viejo sistema de gobierno habían desaparecido para siempre; incluso surgía una figura

descollante en el nuevo Marruecos, un nuevo Ministro de la Guerra, el joven Mehdi el- Mennebhi.

Durante todo el período en que había desempeñado su cargo, Bu Ahmed había representado la

última tentativa de aplicar las formas de gobierno de Mawlay Hassan, caracterizadas por el empleo

de la fuerza y las medidas enérgicas y de policía mezcladas con el patronazgo de diversas familias

destacadas en las que apoyarse para ejercer el poder. Según Richard Pennell, Mawlay Abd al- Aziz,

no tenía la energía, los recursos económicos, ni la habilidad de su padre para aplicar ese tipo de

1324
Carta particular no. 2 de Emilio de Ojeda al Marqués de Aguilar de Campoo. 22 de Mayo de 1.900. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 123 /Ex. 2

821
política y probablemente tampoco quería hacerlo.1325 El joven Sultán se dispuso a romper con el

pasado tanto política como personalmente.1326 Sus primeros nombramientos -recalcó- tenían un

carácter meramente provisional.

Se trataba de un ensayo de gobierno personal y era muy probable que el Sultán fuera

renovando los cargos según las exigencias de la situación política del país.

Aguilar de Campoo, el nuevo Ministro de Estado del remodelado gobierno conservador, se

apresuró a escribir a Marrakesh suministrando a Ojeda instrucciones ante los cambios producidos

en el imperio jerifiano. El gobierno español había estado preocupado por las insinuaciones de que

la enfermedad de Bu Ahmed había sido el resultado de un crimen (envenenamiento) y por las

complicaciones que para España hubiese suscitado una lucha por el poder al fallecer el Gran Visir.

Una ofensiva imperialista española sobre Marruecos no se iba a desencadenar de momento. El

Gobierno juzgaba que había que proceder con suma cautela, procurando evitar que se planteara la

cuestión del ' reparto de Marruecos' a escala internacional. Las pretensiones del gobierno de Silvela

eran mucho más moderadas que un mes después, cuando se iniciase el verano. Fue entonces cuando

el gabinete pretendió que España se estableciese firmemente en las costas saharianas del territorio

imperial. 1327

Momentáneamente el gabinete Silvela se decantaba por la defensa del 'statu quo' y

únicamente se iba a pretender arrancar al Majzén el permiso de patrulla por las aguas susíes. El

gobierno español recibía con alivio los nombramientos de los nuevos altos cargos de la

Administración marroquí y confiaba en que ello redundaría en beneficio de la tranquilidad del

Imperio y de su estabilidad política. Aguilar de Campoo telegrafiaba al Encargado de Negocios en

Tánger expresando su convencimiento de que la intención de todas las grandes potencias coincidía

en el decidido propósito de mantener el statu quo. El Ministro de Estado intentó calmar los ánimos

de la Legación, señalando que las operaciones emprendidas por las tropas francesas se

1325
Véase C.R. Pennell: Morocco since 1830. A History, Londres, Hurst & Company, 2000, pp. 121-122.
1326
Ibidem.
1327
Carta particular no. 1 del Ministro de Estado, Marqués de Aguilar de Campoo dirigida a Emilio de Ojeda. 11 de
Mayo de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 123 / Ex. 2.

822
circunscribían a los límites fronterizos entre Argelia y Marruecos, y que tales movimientos "no

suponían acto alguno de invasión" del Sultanato; se limitaban a constituir unas operaciones que

habían sido emprendidas por las autoridades francesas por "estimarlas necesarias para sus

proyectos del futuro ferrocarril transhariano (sic)".1328

Las circunstancias políticas marroquíes aconsejaban obrar con suma prudencia. La

desaparición de Bu Ahmed ben Musa marcó el inicio de un período breve de alarmas y de intrigas,

generando, en suma, un clima de expectativa y de ansiedad que no aconsejaba iniciar acción

alguna, hasta que se fuera despejando la situación. Además el luto de la Corte que decretó el Sultán

impedía toda tentativa española para dar comienzo a la misión de la Embajada. En el interín Ojeda

empezó una serie de visitas de rigor, comenzando por el Ministro de Asuntos exteriores, Abd el

Krim ben Sliman, con quien le ligaba una antigua amistad y a quien hizo un esbozo de los

principales objetivos de su misión. Ojeda tuvo que batallar para disipar la impresión del Majzén. En

un momento en que el territorio imperial se encontraba invadido por las fuerzas francesas, los

ánimos del gobierno y de los funcionarios marroquíes se hallaban extremadamente soliviantados y

suspicaces hacia un posible compromiso de ayuda de Francia hacia España por la campaña de la

prensa inglesa, que denunciaba 'los siniestros proyectos que (...) abrigaba la Embajada española

en conjunción con Francia'. Esta prensa, recogiendo algunos comentarios, artículos e

indiscreciones de la española insistía en que la Embajada de Ojeda a Marrakesh se producía como

consecuencia de una inteligencia y acción común pactada entre Francia y España. España de

acuerdo con el gobierno francés pretendía exigir una serie de territorios marroquíes costeros en la

zona del Estrecho de Gibraltar. Su actuación facilitaba la marcha invasora de Francia por el Sureste

del Imperio. Ambas naciones pretendían dar así inicio al reparto del Imperio, derribando el frágil

andamio sobre el que reposaba el "statu quo". La prensa británica apuntaba que desde el Tuat el

Ejército francés amenazaba ya el Tafilalt, mientras que España ejercería su acción invasora por el

1328
Telegrama conteniendo una R.O. del Ministerio de Estado de 18 de Mayo de 1.900 dirigida al Encargado de
Negocios de España en Tánger. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 62 / Ex. 1.

823
Estrecho y por el Rif, y exhortaba al pueblo marroquí a resistir las pretensiones españolas,

afirmando que para ello podía contar con las simpatías y el apoyo de Gran Bretaña. El corresponsal

del Daily Chronicle en Tánger llegó a telegrafiar a Londres que en Marrakesh la turba exaltada por

los sentimientos nacionalistas había llegado a apedrear e insultar a Ojeda.1329 Se trataba de una

noticia completamente infundada.

El 2 de Mayo, el Embajador de España en París, León y Castillo, había telegrafiado al

Ministro de Estado comunicándole el éxito total de sus gestiones encaminadas a conseguir del

gobierno francés que apoyara todas las gestiones emprendidas por Ojeda en Marrakesh.1330 Pocos

días después el diplomático español recibía en la Corte imperial sendas misivas de los Ministros de

Francia y Rusia en Tánger en las que le manifestaban las instrucciones de sus respectivos

gobiernos, encaminadas a presionar sobre el gobierno jerifiano para que éste diera pronto y

satisfactorio arreglo a las cuestiones pendientes entre España y el Imperio. Inmediatamente

después, el doctor Linares, agente confidencial de la República Francesa, se entrevistó con Ojeda

haciéndole partícipe del encargo de los países de la Dúplice Alianza de apoyar en todo lo posible

las gestiones españolas. Linares afirmaba haber cumplido cerca de Ben Sliman esta tarea. Deseoso

Ojeda de paliar el efecto del paso dado por el médico francés, algo que redundaba en el

convencimiento del Majzén de un entendimiento hispano-galo sobre el reparto del Imperio, tuvo

que entrevistarse a su vez con Ben Sliman. Derrochó argumentos sobre la lealtad de España y sus

deseos de no acabar con la independencia marroquí. Asimismo convenció a Linares para que en

sus nuevos encuentros con el ministro marroquí hiciera frente a las suspicacias del Majzén y

disipara las elucubraciones de la prensa inglesa acerca del supuesto acuerdo contra la integridad de

Marruecos. Ojeda tuvo que emplearse a fondo para demostrar lo que por otro lado era una

1329
Telegrama de Aguilar de Campoo al Encargado de Negocios de la Legación en Tánger, García Jove. 15 de Junio
de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 62 /Ex. 1.
1330
Telegrama del Embajador de España en París, León y Castillo dirigido al Ministro de Estado español. 2 de Mayo
de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 62 /Ex. 1.

824
evidencia: que no había compromiso político entre los países de la Dúplice Alianza con España.1331

En definitiva las gestiones del gobierno Silvela emprendidas en un contexto de debilidad

internacional de España y que buscaban únicamente el soporte de las grandes potencias para

arrancar al gobierno del Sultán unas modestas reivindicaciones acababan por ponerse en contra de

la causa española. Ojeda tendría ocasión de quejarse en carta particular dirigida al Ministro de

Estado de la iniciativa de Silvela al solicitar para España el apoyo de la Dúplice Alianza, apoyo

que efectivamente se había conseguido. Sin embargo Silvela no había advertido de sus gestiones en

San Petersburgo y París a la Legación en Tánger. Al desconocer estas actuaciones de la diplomacia

española en Europa, Ojeda se lamentaba por no haber podido utilizar convenientemente ese

elemento - el apoyo franco-ruso - en sus primeras entrevistas con las autoridades marroquíes.1332

Por otro lado la inacción minaba la moral del Plenipotenciario español. Un mes llevaba

prácticamente residiendo en Marrakesh y se desesperaba por no haber dado aún comienzo a su

misión política. La audiencia privada con el Sultán había sido aplazada a petición de éste. En sus

cartas particulares a Aguilar de Campoo Ojeda se quejaba de estar devorado por la impaciencia y

patentizaba su disgusto ante las dilaciones y demoras de la administración marroquí. Ojeda tuvo

también que ocuparse de otras tareas urgentes. Avisado por carta por el Encargado de Negocios de

la Legación en Tánger de haber sido de nuevo impuesta la incomunicación de las plazas de

Alhucemas y Vélez por orden de las autoridades jerifianas en el Rif, tuvo que ponerse en contacto

inmediatamente con Ben Sliman para informarle de lo sucedido y expresar en torno enérgico el

disgusto del gobierno español por la repetición de aquella situación. Nuevamente el diplomático

amenazó con retirarse de Marrakesh. El Ministro de Asuntos exteriores marroquí anunció por su

parte a Ojeda el envío por parte del Sultán de una carta personal dirigida a su delegado en Tánger,

Mohammed Torres, mandándole que fletase con toda urgencia un vapor que llevase al Rif un

1331
Emilio de Ojeda a Aguilar de Campoo. Despacho no. 8 de la Embajada Extraordinaria a Marrakesh. 20 de Mayo
de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 62 / Ex. 1.
1332
Carta particular no. 2 de Emilio de Ojeda dirigida al Marqués de Aguilar de Campoo. 22 de Mayo de 1.900. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 123 / Ex. 2.

825
decreto imperial ordenando a los jefes del cuerpo de ejército acantonado en aquella región que se

restableciesen de forma inmediata las comunicaciones normales entre el territorio marroquí y las

plazas españolas. Ojeda entendió la acción de Abd-al- Aziz como una victoria personal de gran

importancia. Había podido destruir los planes del Gran Visir de bloquear a los españoles en el Rif,

con el propósito último de echarlos al mar. Se podía proseguir ahora con la vía iniciada: presionar

sobre el Sultán, un Emperador joven, inexperto, sin formación importante en tareas de gobierno al

estar hasta entonces monopolizadas por el Gran Visir. Un joven Abd al- Aziz era fácilmente

manipulable, moldeable en función de los intereses de España, estimaba Ojeda. La intensificación

de las relaciones con Marruecos forzosamente pasaba por utilizar de manera exclusiva al Sultán

como negociador.

10.5. Se inician las negociaciones de Ojeda en Marrakesh.

El 30 de Mayo Ojeda era recibido en audiencia privada por el Sultán.1333 En el curso de la

entrevista el diplomático hacía entrega a Abd al- Aziz de un extenso memorándum, en el que

resumía los objetivos de su misión. Además Ojeda esbozó oralmente un extracto sucinto de lo que

el documento contenía. Éste había sido redactado personalmente por Ojeda, y del mismo había

remitido un esbozo a Madrid.1334

En el documento entregado al Emperador España era presentada como la defensora de la

soberanía marroquí. España se consideraba indefectiblemente unida al destino de Marruecos y

aspiraba a robustecer la autoridad, el prestigio y la fuerza del Sultán como mejor garantía ante un

destino que se revelaba sumamente incierto y problemático. Establecido el dialogo fluido con el

Emperador, sin la intermediación de ningún ministro, Ojeda hacía un elogio del gobierno español

1333
Carta particular no. 3 de Emilio de Ojeda dirigida al Marqués de Aguilar de Campóo. 30 de Mayo de 1.900.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 123 /Ex. 2.
1334
Carta particular no. 2 del Marqués de Aguilar de Campoo, Ministro de Estado dirigida a Emilio de Ojeda. 21 de
Mayo de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica. Marruecos. Caja 123 /Ex. 2.

826
señalándolo como firme y convencido defensor de la integridad del Sultanato y del mantenimiento

del 'statu quo'. Es más, arremetía contra el ejercicio del derecho de protección (reactivado sin

embargo por parte hispana en la segunda mitad de la década final del siglo) para pasar luego a

recalcar las últimas vicisitudes en las relaciones hispano-marroquíes en que el gobierno español se

había puesto al servicio del Majzén prestándole su ayuda. Era el caso de los conflictos entre los

rifeños de las inmediaciones de Melilla, cuando la autoridad militar española había suministrado

municiones a las tropas gubernamentales en lucha contra algunos rebeldes cabileños. Con ello

España no había vacilado en romper su 'neutralidad' de cara a los asuntos internos del Sultanato, y

al extremar sus deferencias hacia el Majzén había corrido el riesgo de enemistarse con las cabilas

que rodeaban la ciudad española. Asimismo se le recordaba al Sultán que España se había

abstenido de castigar con el envío de una expedición militar al Rif a los 'piratas' Bocoyas que

habían asaltado el vapor Sevilla.

Estaba clara la estrategia de Ojeda. El diplomático iba a buscar ganarse la confianza del

Sultán. Sus planteamientos eran machaconamente repetitivos: España era presentada como la

potencia europea con más interés en defender la integridad nacional marroquí, como el país que

hacía de ese interés la norma básica de su política internacional, y que al mismo tiempo era el

paladín dispuesto a defender sincera y desinteresadamente la causa del Majzén frente a los

'díscolos' súbditos de algunas cabilas, reacios a someterse a la autoridad imperial. Con tales

premisas se intentaba convencer a Abd al- Aziz de que robustecer la posición de España en

Marruecos significaba a la vez hacer más fuerte el poder del Sultán. Las fortalezas que España

poseía en el litoral rifeño no eran las dagas que en el pasado amenazaban al corazón del Imperio, no

eran refugio para los cabileños dispuestos a hostilizar al Majzén. Más bien eran un apoyo y una

garantía de la integridad del Imperio. Eran centinelas avanzadas en la defensa del Sultanato,

dispuestas en alerta contra las ambiciones de cualquier otra nación europea que aprovechándose de

los síntomas de debilidad en Marruecos, intentara satisfacer sus mal encubiertas codicias. Por ello

España nunca había tratado desde hacia siglos de extenderse por el Rif; se había mantenido siempre

827
en los presidios. Negando la evidencia que significaba la creación de embrionarios grupos

proespañoles entre los notables rifeños puesta en marcha por el gobierno liberal sagastino en 1898

en las inmediaciones de Alhucemas, Ojeda llegaba a afirmar que España jamás había aprovechado

su vecindad a las cabilas para hacer propaganda entre los rifeños circundantes a los presidios, ni

para crear dificultades al Majzén o suscitar intrigas en el Rif, ni menos aún para extender su

protección a ninguna cabila en su conjunto, a pesar de haberlo solicitado varias. El Ejército español

tampoco se había aprovechado de las provocaciones y de los frecuentes ataques de las cabilas

fronterizas para conquistar territorios marroquíes, cuando pudiera haberlo hecho invocando el

legítimo pretexto de castigarlas. Ojeda volvía a faltar a la verdad al omitir los incidentes

fronterizos en las afueras de Melilla provocados por el Ejército español para arrebatar concesiones

a Marruecos y negociar con ventaja con el Majzén.

Eran los argumentos utilizados por Ojeda para, aprovechando el canal abierto de

comunicación con el Sultán, hacer sugerencias a Abd al- Aziz. Se trataba de consejos

'aparentemente' bien intencionados y desinteresados, que permitirían demostrar que España quería

de verdad ayudarle en sus primeros pasos de gobierno personal en el Imperio. En realidad Ojeda

procedía a poner en práctica una ofensiva imperialista para restar aún mayor soberanía al Sultán en

el territorio nacional y cumplir así los pasos que había aconsejado llevar a cabo a Silvela. Las islas

Canarias y el territorio de Río de Oro guardaban las costas occidentales de Marruecos y la frontera

meridional del Imperio jerifiano. España estaba en condiciones de cerrar el paso a toda injerencia

perjudicial para los intereses de Abd al- Aziz en los inquietos territorios del Sus, Draa y Tekna.

Ojeda llegaba a apuntar que franceses e ingleses tenían intereses en establecerse en las fronteras

meridionales y sur-occidentales del Sultanato. Sin embargo Abd al- Aziz no tenía nada que temer

de España que le ofrecía una amistosa y pacífica relación. España no estaba comprometida en

alianza internacional alguna, por lo que se hallaba en las condiciones más favorables para

concentrar todas sus energías nacionales en el mantenimiento y la consolidación de la integridad de

la monarquía marroquí, a la que el diplomático presentaba como la única verdadera aspiración del

828
pueblo español. A continuación Ojeda exponía la necesidad de evitar en el futuro roces que

pudieran acarrear discrepancias y conflictos, como el que había amenazado las relaciones hispano-

marroquíes motivado por la infracción cometida por las tropas del Sultán con la cláusula del

Tratado de 1859 relativa al abastecimiento de Alhucemas y Vélez. Asimismo el diplomático

exponía el resto de las cuestiones que planteaba España, a saber : 1) La cesión inmediata del puerto

de Ifni y de los territorios vecinos al mismo, necesarios para el establecimiento de una pesquería; 2)

la demarcación de la zona neutral de Melilla ; 3) el establecimiento de un consulado español en la

residencia de la Corte jerifiana, bien en Fez o bien en Marrakesh con vistas a la creación de canales

de comunicación fluidos y rápidos con el Majzén, un derecho por otra parte ya ejercido por Francia

e Inglaterra; 4) la explotación de bosques y del corte de maderas en territorio imperial por parte de

empresas españolas, y 5) el castigo de los cabileños culpables de los acontecimientos de Melilla de

1893. No obstante Ojeda ponía de manifiesto la resolución del gobierno español de renunciar al

último apartado y al mismo tiempo el compromiso de apoyar al gobierno del Sultán en los

propósitos de este de restringir el derecho de protección y corregir algunos abusos de las grandes

potencias que contravenían los términos de la Conferencia de Madrid. Sin embargo algo

irrenunciable era el derecho de posesión de Ifni. Reconocido en 1883 para España el que se crease

el establecimiento de una pesquería a que hacía referencia el artículo 8º del Tratado de paz de 1860,

el gobierno de Madrid reivindicaba su irrevocable propósito de tomar posesión de Ifni de manera

inmediata. La medida iba edulcorada con la promesa de que la presencia de tropas y buques de

guerra españoles en Ifni sería la mejor garantía para el gobierno imperial contra las tentativas de

contrabando que periódicamente se producían en aquella región del Sultanato.

Por último Ojeda intentaba su maniobra más arriesgada. Buscaba obtener para España la

vigilancia de las costas del Sáhara Occidental (en realidad se trata de las costas del Sus y Nun), el

control marítimo de los límites meridionales del Imperio. Si el propósito del diplomático se

cumplía se habrían alcanzado al menos dos resultados importantes: uno político y otro militar.

Políticamente España podía salir consagrada como el "policía" de las costas occidentales del

829
Imperio, aceptado como tal al menos tácitamente por el Sultán que debería prestar a la acción de la

Marina española, la cobertura, más o menos ficticia, de que los buques de guerra hispanos actuarían

de acuerdo con el Majzén.

La ventaja militar era también valiosa. España tenía derecho a patrullar en un punto

estratégico de Marruecos, desde donde podría en el futuro intervenir con mayor rapidez en

cualquier otro lugar de la costa atlántica marroquí, cuando las circunstancias lo hicieran propicio.

El señuelo de esta maniobra era que la Marina imperial carecía de medios para evitar el

contrabando en las costas meridionales del Sultanato. Por ello Abd al- Aziz debía autorizar a la

Marina de guerra española para que pudiese ejercer el derecho de patrulla y vigilancia de buques

sospechosos "en las aguas jurisdiccionales marroquíes de aquella región". Según Ojeda el

gobierno conservador estaba decidido firmemente a poner en explotación y colonizar los territorios

comprendidos entre Cabo Bojador y Cabo Blanco; por lo tanto la presencia hispana iba a ser mucho

más intensa al sur del Imperio. Se presentaba la ocasión idónea para que el Majzén concediera al

gobierno de Madrid las facultades necesarias para ejercer en su nombre la vigilancia de las costas

del Sus y del Uad Nun, impidiendo así el contrabando de armas destinadas a las tribus levantiscas

de esta parte del territorio marroquí.

El que la ofensiva imperialista española de la primavera-verano de 1900 tenía como objetivo

único las zonas meridionales del Sultanato, viene corroborado por las persistentes indicaciones de

Ojeda en el Memorandum que dirigió al Sultán intentando calmarle sobre los propósitos españoles

relativos al territorio del Rif. Con ello el diplomático pretendía tranquilizar al Majzén disipando

los rumores que la prensa británica había propagado sobre las pretensiones de Silvela en el Rif. El

gobierno conservador estaba dispuesto a aceptar todas las observaciones marroquíes en lo tocante a

la persecución del contrabando entre Alhucemas y Vélez y el territorio imperial. Ojeda intentó

convencer definitivamente a Abd -el- Aziz de que en los asuntos marroquíes, España no obraba en

colaboración secreta con ningún gabinete europeo y llegó a comprometerse de que en el futuro no

830
celebraría " otros acuerdos con Nación alguna respecto a Marruecos que no (...) ( estuviesen)

basados sobre la intangibilidad absoluta de la Soberanía " del Sultán.1335

Del valor de estas promesas podemos reflexionar al socaire de los datos que nos aporta la

consulta de los archivos españoles. Poco menos de un año después, en la primavera de 1901 y a

instancias del gobierno galo, España y Francia se ponían a negociar en el más absoluto de los

secretos un proyecto de reparto del Imperio que cristalizaría a finales del año 1902, en un acuerdo

que Sagasta ordenaría a León y Castillo que firmase sin dilación alguna.

Con todo Ojeda no había desvelado ningún propósito de permutar la concesión de la

pesquería de Ifni por los territorios de Tarfaya y la Sakia al- Hamra (o una parte de los mismos). El

mismo se justificaría ante el Ministro de Estado cuando le escribió una carta particular, fechada el

30 de Mayo.1336

En otro orden de cosas Ojeda criticaba al gobierno de Madrid cómo su actitud represiva

contra el movimiento obrero influía en la cuestión marroquí. Tal como ha señalado recientemente

Pelai Pagès la pérdida de Cuba y Filipinas determinó una recesión en la industria textil catalana

mientras se buscaban nuevos mercados para colocar la producción industrial.1337 Esta pequeña

crisis industrial y las nuevas condiciones creadas en cuanto a la renovación tecnológica del textil

abocado inevitablemente a competir en el mercado mundial afectaron a los obreros que

experimentaron durante los años iniciales del siglo XX las secuelas tradicionales de incremento del

paro, descenso de los salarios, y empeoramiento de las condiciones de trabajo. Fueron unas

circunstancias que aprovecharon los anarquistas para un reinicio de sus actuaciones. El gobierno

Silvela había pretendido deportar a una serie de anarquistas a Liverpool, pero luego rectificó sus

designios y los remitió a Tánger. Ojeda veía en ello un gravísimo error del gabinete Silvela. Desde

hacía varios meses una serie de desórdenes sociales y tumultuosas huelgas habían estallado entre

1335
Emilio de Ojeda: Anexo número 1 de la Memoria relativa a su gestión en la Embajada Extraordinaria a la Corte
Xerifiana, dirigida al Ministro de Estado, Aguilar de Campoo. 2 de Agosto de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 62 / Ex. 1.
1336
Carta particular no. 3 de Emilio de Ojeda a Aguilar de Campoo, documento ya citado.
1337
Véase Pelai Pagès i Blanch: “Els primers anys del nou segle : la vaga general de 1902 “ en V.V.A.A.: Història del
moviment obrer als Països Catalans, Edicions del País Valencia, Valencia, 2001, pág. 68.

831
los emigrantes hispanos establecidos en esta ciudad, promovidos por libertarios que allí se habían

refugiado o emigrado. Ahora estos desórdenes podían complicarse con la llegada de nuevos

militantes obreristas. Según Ojeda, España estaba dando una humillante muestra de debilidad

internacional: Tánger se iba a convertir en un refugio de revolucionarios, cuyas acciones

menguarían la credibilidad y el prestigio de la nación. El gobierno español no era capaz de asegurar

el orden y la seguridad en la capital diplomática de Marruecos, atajando las manifestaciones y

reivindicaciones proletarias suscitadas por los libertarios y daba ante toda Europa una muestra de

impotencia por no poder controlar a sus ciudadanos. Cabía la posibilidad de un desembarco de

tropas por parte de cualquier potencia imperialista en la ciudad tangerina con el pretexto de

defender la vida y hacienda de sus nacionales.

El subsecretario de Estado Pérez Caballero contestaría a Ojeda admitiendo las desagradables

y peligrosas consecuencias que para la causa española en Marruecos iba a tener el aumento de

agitadores en Tánger. En realidad el gobierno Silvela no sabía qué hacer con los deportados, pues

diversas naciones europeas1338 se negaban a admitirlos. 1339

1338
La misma Gran Bretaña, a pesar de sus tradiciones liberales y de considerarse así misma como el natural asilo de
todos los perseguidos, había dirigido varias notas oficiales al gobierno español rechazando enérgicamente la intención
de deportar al Reino Unido a diversos anarquistas.
1339
Carta particular del subsecretario de Estado, Pérez Caballero dirigida a Emilio de Ojeda.9 de Junio de 1.900.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 123 /Ex. 2

832
10.6. Las negociaciones sobre la cesión de Ifni a España.

El Ministro de Estado contestaba a Ojeda en carta particular de fecha 31 de Mayo. Aguilar

de Campoo estimaba oportuno que Ojeda aprovechara las iniciativas políticas del joven Sultán,

entablando con él un canal directo de comunicación, obviando con frecuencia a los altos

funcionarios del Majzén. Pensaba que era posible con ello una negociación más fluida y rápida y

que comportaría más ventajas a España.

Paralelamente al envío de la Embajada extraordinaria a Marrakesh, el gobierno conservador

había entablado conversaciones en París con el de la República francesa en aras a la consecución de

un convenio que delimitara las posesiones franco-españolas en la costa occidental de África.

Cuando estas conversaciones se pusieron en marcha, el edificio colonial francés en el África

subsahariana estaba prácticamente terminado, habiéndose llevado a cabo la unión con sus

posesiones del Norte a través del lago Chad. No obstante todavía quedaba por llevar a cabo la

ocupación efectiva de los confines saharo-sahelianos y de las regiones forestales de Costa de Marfil

y del África ecuatorial, además del establecimiento del protectorado francés en Marruecos.

En febrero de ese año (1900), ambos países reanudaron las conversaciones interrumpidas en

1891, que desembocarían en la firma del tratado de delimitación el 27 de junio. Se fijaban ese día

las fronteras de los territorios saharianos que España declaró bajo su protección en diciembre de

1884, después del desembarco efectuado por Emilio Bonelli.

Respecto al Sáhara, España retuvo el tramo de costa comprendido entre cabo Bojador y la

bahía del Oeste (cabo Blanco), conservando la jurisdicción marítima sobre las aguas canario-

saharianas: en total, 190.000 kilómetros cuadrados de superficie.

Sin embargo perdió la bahía de Galgo y la zona del Adrar T´mar con las salinas de Iyyil, rico

enclave este último y centro neurálgico de comunicaciones entre el Sahara argelino y el Senegal.1340

1340
Sobre el desarrollo de las negociaciones y la firma del Tratado Hispano-Francés de 1.900, véase Morales Lezcano,
V.: León y Castillo, Embajador ..., op. cit., y especialmente el capítulo V, pp. 73-90.

833
La península de Cabo Blanco quedaba dividida por la mitad hasta alcanzar el paralelo 21º 20' de

latitud norte correspondiendo la parte oeste a España y la zona este a Francia.

La frontera continuaba después por el paralelo citado hasta alcanzar el meridiano 13º W de

Greenwich, seguía este meridiano y trazaba una amplia curva para dejar a Francia las salinas de

Iyyil. Desde el punto de encuentro de esta curva con el meridiano 13 º W, se dirigía hasta la

intersección del Trópico de Cáncer con el meridiano 12 º W y se prolongaba por este último

meridiano en dirección norte.

No se especificaba nada sobre el resto de la frontera y sobre la demarcación de los límites

septentrionales que serían objeto de tratados posteriores.

La correspondencia privada de Aguilar de Campoo nos permite afirmar que hacia finales de

mayo las negociaciones de París estaban marcando un cierto distanciamiento por parte de la

diplomacia española con respecto a Francia en torno al problema de la frontera meridional del

Imperio jerifiano. Este distanciamiento iba a servir de inicio para un movimiento español

conducente a apoderarse de los territorios de Tarfaya y la Sakia al-Hamra, que se iba a prolongar

hasta el otoño. Aguilar de Campoo llamaba la atención de Ojeda sobre el hecho de que el gobierno

francés se negaba admitir la pertenencia al Sultanato de la costa de Tarfaya y su hinterland en el

interior del continente.1341 Cabía la posibilidad por lo tanto de que el gobierno republicano

albergara las esperanzas o el deseo de apoderarse del territorio:

"Mucho nos conviene llamar la atención del Sultán sobre este punto, hacerle ver que
los franceses ponen en duda sus derechos sobre una comarca cuya soberanía fué
expresamente reconocida á su padre por la Gran Bretaña en 1895 con su cuenta y razón, y
despertar las suspicacias de otras Potencias. Ya que no tenemos escuadras, ni ejércitos
para imponernos, defendámonos con este juego de esgrima ó de ajedrez, como Vd. quiera
llamarlo, de los intereses contrarios. Semejante contestación "de hecho" será la mejor que

1341
En el verano de 1.891 el Ministro de Estado conservador, Duque de Tetuán y el embajador francés en Madrid, Paul
Cambon mantuvieron una serie de conversaciones sobre los límites fronterizos orientales del Sultanato. En el
transcurso de las mismas Cambon explicitó la postura oficial del gabinete republicano señalando que la soberanía
territorial del Sultán se extendía tanto como su soberanía religiosa, por lo que los territorios al sur del Uad Draa, y en
concreto Tarfaya y Cabo Juby formaban parte del Imperio jerifiano, dado que el sometimiento religioso de sus
habitantes al Sultán Mawlay Hassan era una realidad indiscutible. Véase Fernández Rodríguez: op. cit., pp. 268-269.

834
podamos oponer a las malévolas insinuaciones de la prensa extrangera (sic), a los amaños
y trabajos que seguramente nos prepara Francia, a pesar de sus alardes de amistad, en
estos momentos de ambición conquistadora".1342

Hay que buscar en esta desconfianza hacia los deseos expansionistas de Francia la

aproximación de Silvela al gobierno británico del verano de 1900, buscando contar con el apoyo de

Londres para apoderarse de las costas meridionales del Imperio. A pesar de la ampliación del

hinterland africano de las islas Canarias logrado con el Tratado del 27 de Junio, el Gobierno

español estimaba insuficiente la protección que para las islas proporcionaba lo conseguido en las

negociaciones de París.

Por lo tanto España no controlaba por entero el hinterland africano del archipiélago. A pesar

de los intentos realizados en el inmediato pasado de alianza y aproximación a la República

Francesa, se estimaba como muy peligroso el hecho de que Francia pudiera seguir incrementando

sus posesiones en el Noroeste de África a expensas del Sultanato, arrebatándole los territorios de

Tarfaya y la Sakia al-Hamra. Si Francia lograba consolidar o retener unas importantes extensiones

territoriales frente a las islas Canarias, ello suponía un motivo de temor para la seguridad nacional.

A pesar de contemplar en 1899 a Francia como la 'aliada natural' de España, Silvela se veía

obligado a una reconsideración de su política exterior, a un nuevo planteamiento de la misma para

garantizar los intereses de España y su seguridad territorial. Ello le llevaría -a sugerencias de

Ojeda- no a conformar una alianza con el Reino Unido, sino con un sentido muy pragmático a

intentar construir un imperio colonial en la costa suroccidental de Marruecos, buscando una

aproximación hacia el Gabinete de Lord Salisbury. Ya había ensayado anteriormente la política de

acercamiento a Inglaterra cuando intentó que el gobierno británico apoyara las medidas del Majzén

de interrumpir el tráfico comercial a lo largo de las costas del Rif.

1342
Carta particular no. 3 del Ministro de Estado, Marqués de Aguilar de Campoo a Emilio de Ojeda. 31 de Mayo de
1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 123 /Ex. 2.

835
La favorable impresión que en el ánimo del Sultán causaron los regalos que le entregaba la

Embajada española y las dos audiencias con Ojeda repercutió en los ámbitos del Majzén y en los de

toda la ciudad de Marrakesh con misteriosa rapidez. Apenas Ojeda empezó una serie de visitas a

los principales funcionarios de la Corte, éstos se apresuraron a reflejar en el trato con el español los

amistosos sentimientos de Abd al- Aziz, llenándolo de dádivas y agasajos. En un intervalo de tres

días, Ojeda acudió a entrevistarse con el nuevo Gran Visir y con el ministro de Asuntos Exteriores,

Abd el Krim Ben Sliman.

Ojeda estimaba que dadas las carencias en formación y aptitudes del Gran Visir, su

influencia en el gobierno del país iba a ser muy escasa. Los miembros del gobierno que estaban en

condiciones de imprimir un carácter propio a los asuntos de Estado eran: Abd el- Krim en lo

tocante a los asuntos exteriores y el joven Ministro de la Guerra, el Mennebhi en lo tocante a los

asuntos de política interior, conjuntamente con un consejero del Sultán, el anciano Tazi.1343

Es por ello que Ojeda se apresuró en visitar al Mennebhi. Ahora bien, ni en la visita que

efectuó al Gran Visir, ni en la que hizo al Ministro de la Guerra se trató ningún asunto relacionado

con la misión política de la Embajada. La discusión de los puntos contemplados por el

Memorandum entregado al Sultán no comenzó hasta el 11 de Junio, tras un nuevo aplazamiento

impuesto por el Sultán quien argüía la circunstancia de hallarse en la más completa ignorancia de

los tratados firmados entre el Imperio y las naciones extranjeras.

En primer lugar Ojeda reclamó la entrega de una pesquería en Santa Cruz de la Mar

Pequeña, tema que el Majzén venía esquivando desde 1860, en que contrajo esta obligación al

firmarse la paz. Era el tema más apremiante encargado en las instrucciones de Silvela al dar

comienzo la misión. Se pensaba asimismo que el momento era el más favorable para conseguir

unas concesiones de los marroquíes. Muerto Bu Ahmed, era más fácil jugar con la manipulación

del joven Sultán, sin experiencia y falto de consejo.

1343
Emilio de Ojeda a Aguilar de Campoo. Despacho no. 15 de la Embajada Extraordinaria en Marrakesh. 5 de Junio
de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 62 / Ex. 1

836
Ojeda quería que el gobierno imperial no abrigase dudas respecto del carácter irrevocable de

los propósitos del gobierno de Madrid. Por ello antes de marchar a Marrakesh había comunicado a

sus colegas del cuerpo diplomático sus instrucciones sobre este punto. Por otra parte Ojeda al llegar

a Marrakesh confirmó su intención tanto al doctor Linares como al caíd MacLean. Al resucitar la

cuestión de la pesquería, el diplomático esgrimió las promesas reiteradas de Mawlay Hassan y las

contenidas en una carta de su ministro Bargach; promesa repetida asimismo por la misión de Sidi

Hach el-Kerim Brisha a Madrid en 1895.

La primera reacción del Gobierno marroquí fue intentar eludir la reclamación española,

fundándose en que el artículo 8º del Tratado de 1860 no especificaba claramente la situación de

Santa Cruz. A continuación el Majzén afirmó su convicción de que Ifni no coincidía con el

emplazamiento de Santa Cruz. Arguyó ante la Embajada española que en 1883 había sido enviada a

la costa suroccidental del Imperio una comisión mixta hispano-marroquí. Los delegados

convinieron en que era Agadir el lugar correspondiente a la antigua pesquería.

Sin embargo los delegados españoles habían preferido la permuta de Agadir por Ifni, a lo que

el Majzén accedió. A tal efecto concedió cerca de Ifni un punto destinado al emplazamiento

español. Por lo tanto el establecimiento no podía crearse en el mismo puerto de Ifni y había de estar

circundado por muros construidos por las tropas marroquíes. Este muro carecería de salida por el

lado de tierra; el establecimiento español permanecería aislado y sólo se comunicaría con el

exterior por el mar. Se trataba de evitar todo intercambio comercial con las cabilas circundantes. El

Majzén declinaba asimismo toda responsabilidad en los posibles ataques que las cabilas vecinas

ejercieran contra los españoles. Sin embargo el Sultán Mawlay Hassan había demorado siempre la

entrega del lugar aduciendo los problemas que tenía con las cabilas vecinas. Ben Sliman señalaba

ahora que los obstáculos existentes para la instalación de los españoles entre las cabilas indómitas

de Ifni persistían tan poderosos como en el pasado.

La estrategia de Ojeda dado que Ben Sliman quería aplazar de nuevo la entrega del lugar fue

solicitar un documento en que el Sultán reconocía su impotencia a la hora de dar cumplimiento a lo

837
pactado con España y su aquiescencia a que España ejecutase por sí sola lo dispuesto en el Tratado

de paz de 1860. El Majzén debía asumir también las consecuencias de una hipotética toma de

posesión a mano armada por España del territorio y reconocer que había desaparecido la autoridad

del Sultán entre las cabilas. Ello suponía reconocer a España, en caso de encontrar oposición al

instalarse en la zona, la posibilidad de que en un estado de guerra pudiera conquistar no sólo lo

estipulado en el tratado sino todos los territorios cuyos moradores constituyesen una amenaza para

su establecimiento en la costa atlántica. Al hacer el Majzén dejación de su autoridad en los

territorios meridionales del Imperio, ello equivalía a abrir la puerta a las latentes ambiciones de

otras potencias europeas -Francia, Gran Bretaña- que podían aprovechar la situación para intentar

algún desembarco que amputara del Sultanato alguna de sus más ricas comarcas sureñas.

Ojeda y Ben Sliman celebraron alrededor de siete sesiones de conversaciones a lo largo del

mes de Junio en torno a la cuestión del establecimiento español en Ifni, al cabo de las cuales el

Ministro marroquí anunció al diplomático español la resolución de su gobierno de proceder a la

inmediata entrega del territorio. Puestos de acuerdo sobre este punto, comenzó otra negociación

agotadora sobre la formación de una comisión mixta de delegados y peritos españoles y marroquíes

que debían delimitar el emplazamiento del lugar. El Majzén persistía en su intención de evitar a los

nativos todo contacto comercial con los españoles. Al mismo tiempo otro punto que originó una

fuerte discusión fue el relativo a si el emplazamiento debía realizarse "junto al puerto de Ifni"

(postura española) o " cerca" de dicho puerto (postura marroquí).

En ningún momento de las negociaciones -- señala Ojeda en su Memoria de la Embajada --

los marroquíes aludieron a la posibilidad de rescatar el derecho español a establecerse en Ifni por el

pago de una compensación económica. Sin embargo a pesar de las diversas conferencias con

Sliman en las que se discutió ampliamente la cuestión del emplazamiento no se llegó a una solución

definitiva. Habiendo obtenido ya la concesión Ojeda creía que convenía a los intereses de España

dejar una puerta abierta por si el gobierno de Silvela juzgara oportuno dar un giro distinto a las

negociaciones con el Majzén.

838
El gobierno conservador observaba estas negociaciones sin acabar de decidirse por el objeto

último de sus reivindicaciones. Ya había advertido Pérez Caballero a Ojeda de la disparidad de

criterios sobre Ifni existente en el Ministerio de Estado. Con fecha 28 de junio se enviaba a

Marrakesh una Real Orden en la que se especificaba de manera explícita el apremiante deseo de

que la concesión debía coincidir con el puerto de Ifni y los territorios adyacentes. Era algo que

chocaba evidentemente con la inexistencia de cualquier derecho por parte de España, dado que

ningún documento o tratado, justificaba la identificación del lugar con la vieja pesquería española.

En todo caso era un problema que deberían dilucidar los comisionados de ambas partes

encargados de la delimitación. Ojeda se había curado en salud cuando previamente y en la Memoria

que entregó al Sultán tuvo el cuidado de insertar la petición expresa del puerto de Ifni. Sin embargo

esta petición fue rechazada de plano por el Majzén. El diplomático español personalmente se

mostraba contrario a la adquisición por España de ese puerto y en un despacho con fecha 11 de

Junio sugería al Ministerio de Estado la conveniencia de una permuta por otro territorio. Ojeda

consideraba gravísima la actitud de Francia al negarse a admitir el límite meridional del Imperio en

el cabo Bojador. Así es que tomó la iniciativa -sin esperar a recibir instrucciones de Madrid- de

infundir pavor entre los miembros del gobierno marroquí, amenazándoles con que Francia podría

intentar ocupar esta importante parte del territorio imperial. Al mismo tiempo aconsejó a Aguilar de

Campoo que cambiara impresiones y movilizara la atención de todos los gabinetes europeos

interesados en el mantenimiento del statu quo. El objetivo de esta maniobra era que fuesen

reconocidos por todos ellos los derechos del Sultán sobre las regiones de Tarfaya y la Sakia al-

Hamra, con lo que quedarían atajadas las hipotéticas intenciones expansionistas de Francia.

El Majzén se había comprometido a que sus delegados fijaran el establecimiento de la

pesquería en el momento en que Mohammed Torres les señalara desde Tánger: a) o bien "cerca de

Ifni"; b) o bien "en algún otro punto entre este puerto y Cabo Bojador". Excluía por tanto la cesión

del puerto de Ifni. Sin embargo ese hábil estratega bregador que era Ojeda consiguió introducir una

importante innovación en las negociaciones. Adujo ante Ben Sliman que Francia desconocía y no

839
admitía la soberanía del Sultán en los territorios comprendidos desde el río Draa a Cabo Bojador, y

sugirió la posibilidad de permutar la entrega de la pesquería en el territorio de Ifni por un punto o

varios situados en aquella costa y exigió además del Ministro marroquí la posibilidad de que esta

permuta se insertara en un acuerdo escrito. Al hacerlo obró por iniciativa propia sin permiso

expreso del gobierno de Silvela. Sus argumentos intentaban convencer a Ben Sliman de que

Marruecos no tenía nada que temer de España y en cambio sí mucho de la República. Era preferible

tener pues en la frontera sur como vecinos a los españoles que al mismo tiempo serían los

guardianes de esta frontera frente al peligro francés. Asimismo el 11 de Junio al escribir una carta

particular a Aguilar de Campóo, Ojeda sugería al Ministro de Estado la conveniencia de entablar

una estrecha inteligencia con el gabinete británico en lo tocante a Marruecos y en particular al

territorio de Tarfaya.

"Nuestro brillante Subsecretario -señalaba- contará a Vd. la historia de mis


esfuerzos en este sentido y estoy seguro que la reciente actitud de Francia convencerá a Vd.
de la exactitud de mis apreciaciones anteriores y actuales. En Marruecos (...) nuestros
intereses nos aconsejan una unión estrecha con Inglaterra. Los halagos que nos prodiga
Francia no tienen otro objeto que el de separarnos de aquella nación, (...), alucinarnos con
el espejismo de futuras compensaciones en Marruecos y en una palabra, su solicitud por
nosotros, se asemeja a la que nos inspira el pavo hacia la Nochebuena. Desea engordarnos
para comernos después".1344

Ojeda había conseguido al obtener la cesión de la pesquería el éxito más notable de su misión.

No ocurrió lo mismo en los otros temas de negociación. España pretendía exigir al Sultán que

cumpliera su obligación de mantener la seguridad y el orden en la vecindad de las plazas de

soberanía sobre todo en la de Melilla, donde se solicitaba una demarcación de la zona neutral

fronteriza entre el campo español y el marroquí. El Majzén pidió un aplazamiento de la discusión

anunciando la firme resolución de Abd al- Aziz de trasladar en breve su residencia a Fez y de

organizar desde allí una expedición al Rif con objeto de proceder en persona a la demarcación de la

1344
Carta particular no. 4 de Ojeda al Marqués de Aguilar de Campóo. 11 de Junio de 1.900. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 123 /Ex. 2.

840
zona neutral. Con respecto a la petición española de creación de consulados en Fez y Marrakesh, el

Majzén no se negó en redondo, aunque matizó que un agente consular en dichas ciudades no

tendría jamás acceso a la Corte del Sultán. Por otro lado el Ministerio de Estado llegó a la

conclusión de que la creación de nuevos consulados aumentaría enormemente los gastos

presupuestados para el departamento al tener lógicamente que aumentar el número de funcionarios

instalados en Marruecos. Por otro lado las necesidades del comercio español o de la colonia

instalada en Fez eran tan exiguas que no exigían la creación de dichos establecimientos

consulares.

Otra cosa era establecer cerca del Sultán a un agente político confidencial que prestase a

España los servicios que a Inglaterra y Francia prestaban el caíd MacLean, el Doctor Linares y

otros agentes indígenas de no menor relevancia. Sin embargo este proyecto se estrelló ante el

invencible obstáculo que le supuso a Ojeda la carencia de una persona idónea. Tuvo que recurrir a

dejar en Marrakesh al médico de la Armada Cerdeira, anteriormente destinado en el lazareto de

Mogador. Sin embargo Cerdeira desconocía por completo el árabe y esa era una dificultad que iba

a arrastrar.1345

En el curso de las negociaciones Ojeda desistió de un viejo derecho que los Tratados con

Marruecos otorgaban a España relativo a poder cortar maderas en los bosques del Sultanato para

proveer los arsenales peninsulares como estrategia con el fin de obtener concesiones en Ceuta. En

lo tocante al deseo español de ampliar los límites de Ceuta por la bahía de Benzú y de que le fueran

cedidos o vendidos a la ciudad los manantiales de agua existentes en la vertiente de Sierra Bullones,

el tema fue rechazado de plano por el Majzén, entablándose una negociación tan ardua y

complicada como la relativa a Ifni.

En las negociaciones Ojeda se dio cuenta que el control de la bahía no sería útil a España sin

la entera posesión de la imponente mole rocosa de Bullones, la cual otorgaba a su dueño una

1345
Emilio de Ojeda: "Memoria relativa a mi Embajada Extraordinaria cerca del Sultán Muley Abd El-Aziz, dirigida
al Excmo. Señor Marqués de Aguilar de Campoó, Ministro de Estado". 2 de Agosto de 1.900. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 62 /Ex. 1.

841
posición estratégica formidable. El hablar de una extensión territorial de Ceuta a partir de Benzú

suscitaba inmediatamente (las hubiera confirmado por entero) las suspicacias del Majzén, alarmado

por la campaña de prensa inglesa acerca del acuerdo secreto franco-hispano y del fin del statu quo,

evidenciado ahora por la mengua de territorio nacional marroquí que en las costas del Estrecho y

del Mediterráneo pretendía España. Inglaterra también se hubiera opuesto. Por ello Ojeda prefirió

ceñir el tema al apartado del abastecimiento de agua a la ciudad ceutí. Disipados parcialmente los

recelos del gobierno imperial respecto de la Embajada española a Marrakesh el ambiente caldeado

se enfrió y Ojeda recuperó parte de la confianza de Ben Sliman. La oposición del Majzén dio pie a

un período de reconsideración del tema: Ben Sliman advirtió al diplomático español que las cabilas

próximas a Ceuta no estaban dispuestas a permitir el abastecimiento de agua a la ciudad y

probablemente hostilizarían las obras de conducción. Finalmente Ojeda logró arrancar la promesa

al Ministro de que el Sultán comunicaría instrucciones a su Delegado en Tánger, Mohammed

Torres, con el fin de que diversos peritos marroquíes examinasen sobre el terreno el mejor medio de

aprovechar las aguas de Sierra Bullones que no eran absolutamente indispensables para Marruecos,

y que dichas aguas serían conducidas hasta los límites fronterizos ceutíes sufragando los gastos el

gobierno marroquí.

El Majzén no deseaba aumentar las relaciones comerciales del Imperio con las naciones

europeas ni intensificar y hacer más directo el contacto con los cristianos. Por ello se mostraba

reticente al establecimiento de Aduanas en Ceuta y en los presidios menores de España en el Rif.

Al abordar la negociación Ojeda argumentó a Ben Sliman que, si no se instalaban, no se iba - por

parte española- a conseguir nunca suprimir el contrabando procedente de la Península. Este iba a ir

progresivamente en aumento. Admitió que Alhucemas y Vélez eran auténticos depósitos para

introducir mercancías clandestinas en el Rif. El Ministro marroquí estudió la propuesta hispana y

convino en remitir instrucciones a los delegados majzeníes en Tánger, Torres y Gannam sugiriendo

a los funcionarios del Majzén la conveniencia de entablar conversaciones con Ojeda y llegar a un

842
acuerdo con él destinado a la supresión del contrabando. Quedaba con ello la puerta abierta al

establecimiento de aduanas marroquíes a título de ensayo en Alhucemas y Vélez.

Con respecto a la pretensión de Silvela (sugerida por Ojeda al jefe de Gobierno) de que la

Marina de guerra española patrullase la costa suroccidental del Sultanato limítrofe con las

posesiones españolas de Río de Oro, el gobierno jerifiano no admitió ningún recorte de su

soberanía y autoridad en aquellas aguas. Se limitó a dar acuse de recibo de la sugerencia para luego

rechazarla.1346

El tema del restablecimiento de una misión militar española junto a la Corte ni siquiera se

trató en los dos meses y medio de estancia de Ojeda en Marrakesh. Ojeda consideraba el

restablecimiento como un elemento innecesario y hasta perjudicial para los intereses españoles, si

se repetían los hechos que habían ocasionado su supresión. El diplomático estudió la situación de la

misión francesa establecida en aquellos días en Marrakesh. Ignorados por el gobierno marroquí,

considerados como los representantes tangibles de una odiosa imposición de la República sobre el

Imperio, el Majzén procuraba que pasaran los meses sin que vieran un solo soldado marroquí o

examinasen un solo fusil del Ejército imperial. Su papel era meramente el de "espías oficialmente

reconocidos", y como tales eran tratados y odiados. Su influencia en la Corte había llegado a ser

negativa para los intereses galos, que aspiraban a ejercer una influencia hegemónica en Marruecos.

Sus medios de información política habían quedado muy limitados por el vacío que a su alrededor

creaban los marroquíes. Su valor era nulo.

Todas las demandas de concesiones industriales o agrícolas o en solicitud de ciertos

privilegios económicos formuladas por súbditos españoles fueron rechazadas por el Majzén.

Cualquier concesión que se diese a España, en virtud de la cláusula de 'nación más favorecida'

1346
Emilio de Ojeda: "Copia sacada por el intérprete Señor Saavedra de las contestaciones definitivas que me
comunicó el Delegado ad hoc del Sultán, Sid Abd El- Krim Ben Sliman, relativa a las peticiones presentadas al Sultán
y que constituyen la base de las instrucciones que han sido dadas a Sid Mohammed Torres para la formalización
definitiva de los Convenios definitivos". 2 de Agosto de 1.900. A.G.A. Árica. Sección Histórica (Marruecos). Caja 62 /
Ex. 1.

843
incluida por Marruecos en todos sus convenios comerciales con países europeos, se había de hacer

extensiva.

Ojeda se abstuvo de gestionar estas concesiones, sabedor de que de otorgarlas el Majzén, las

tendría que ampliar a todos los países; quedaría así establecida la competencia con otras potencias

europeas que en idénticas condiciones legales en el Sultanato, tendrían unos beneficios mucho

mayores que los españoles, en relación con la potencialidad de su comercio y de su industria y en

consonancia con el mayor dinamismo de sus transacciones mercantiles. Inglaterra, Bélgica, Francia

y Alemania invertirían de manera acrecentada en el Sultanato y los modestos capitales y las tímidas

iniciativas industriales hispanas quedarían superados y marginados. Arrollada la penetración

económica española por la avalancha de capitales extranjeros, por la superioridad industrial y

manufacturera de otros países, Ojeda calculaba que en menos de cinco años habría desaparecido de

Marruecos todo vestigio de las concesiones que el gobierno Silvela pretendía solicitar. La causa

española habría quedado arruinada y el Imperio pasaría a ser una extensión de Argelia donde la

colonia española quedaría reducida como en el Oranesado a cumplir las tareas de braceros

agrícolas. "La prensa española -concluía Ojeda- que no se hace cargo de este peligro ni de otros

muchos contra los cuales debería precavernos un mero instinto de conservación, ha abierto sus

columnas á individuos interesados en alguna que otra de estas empresas (se refiere a los proyectos

económicos españoles en Marruecos), y ha abogado porque se robustezca nuestra influencia en

Marruecos merced a la protección de ciertos intereses". 1347

1347
Emilio de Ojeda, “Memoria relativa ...”, 2 de Agosto de 1900, documento ya citado.

844
10.7. La ofensiva imperialista española: las pretensiones del gabinete Silvela en Tarfaya y la

Sakia al- Hamra.

Sin embargo estaba en marcha una nueva fase, la segunda de la ofensiva imperialista

española, 1348 orientada a penetrar en las regiones meridionales del Sultanato. Dado que Francia no

había aceptado el establecimiento de la frontera meridional del reino alauí en cabo Bojador, el

propósito de Ojeda era conseguir para España el control de toda la costa de Tarfaya (entiéndase los

territorios colindantes de Tarfaya y la Sakia al-Hamra), cuya permuta por el enclave español en Ifni

había solicitado a finales de Junio el Ministro Plenipotenciario a Abd el-Krim Ben Sliman. La

oferta de trueque fue recibida con grandes reservas. No halló una favorable acogida en el Gobierno

jerifiano por lo que el propósito de Ojeda era presionar directamente sobre el Sultán para obtener la

concesión aprovechando la audiencia de despedida de la Embajada.1349

A pesar de ciertas dudas y vacilaciones el gobierno de Silvela estaba ya convencido a

comienzos del verano de la necesidad de esta ofensiva imperialista. Aguilar de Campóo remitiría

una extensa carta particular a Ojeda el 23 de Junio en la que se le felicitaba por la estrategia

empleada al asustar al gobierno marroquí en torno a una presunta ocupación francesa de Tarfaya.

Ahora bien el embarcarse en una arriesgada aventura cual era el conseguir el control de Tarfaya y la

Sakia no debía suponer ningún peligro para los intereses españoles, teniendo en cuenta que se había

obtenido la cesión de un establecimiento en el territorio de Ifni. El gobierno Silvela abrigaba el

temor a que al hacerse patente el cambio de criterio en las aspiraciones de España (permuta del

territorio de Ifni por toda la costa desde el río Draa a Cabo Bojador) ello diese lugar a que el

Majzén lo atribuyese a la debilidad española y anulase el carácter irrevocable de la promesa

realizada del inmediato cumplimiento del artículo 8º del Tratado de 1860.

1348
La primera se había centrado en exclusiva en lograr el control de las aguas que bañaban las costas sur-occidentales
del Imperio.
1349
Telegrama cifrado de Ojeda a Aguilar de Campoo. 29 de Junio de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 123 /Ex. 2. / Ojeda a Aguilar de Campoo. Despacho no. 18 de la Embajada Extraordinaria a
Marrakesh. 30 de Junio de 1.900. A.G.A. África. Fondo Histórico (Marruecos). Caja 62 /Ex. 1.

845
Tras puntualizar esto Aguilar ordenaba a Ojeda que intentase la cesión por parte del

gobierno marroquí de "la costa frente a Canarias, desde el paralelo 26º 8' hasta el río Draa y el

meridiano 14º 20 ' O. de París (12º O. de Greenwich)“. Cuando estuviese firmado por el Majzén el

convenio de cesión el gobierno español se ocuparía de notificar el hecho y obtener el refrendo del

mismo por parte de Inglaterra y las demás potencias europeas. Las mismas instrucciones se le

comunicaron por medio de una Real Orden y de un telegrama. Eran unas instrucciones precipitadas

que se hacían en un momento en que estaba finalizando la estancia de Ojeda en la ciudad imperial y

que iban a dejar al diplomático un margen muy reducido de maniobra, ya que luego se lamentaría

amargamente de no haber podido planificar, estudiar concienzudamente y preparar bien la

operación de obtención de Tarfaya. A todas luces, este carácter perentorio de las instrucciones, esta

impaciencia del gabinete Silvela nos está hablando de las prisas y de la improvisación con que se

impartieron las órdenes españolas. El construir un imperio colonial en Tarfaya y la Sakia no parece

haber sido premeditado con suficiente antelación por el gabinete Silvela; fue un problema suscitado

al socaire de las negociaciones que concluyeron en el convenio de 27 de Junio en París.

Con todo, Aguilar notificaba a Ojeda que se había entrevistado con el Embajador en París,

León y Castillo, el cual le había asegurado con rotundidad que Francia no tenía intenciones

expansionistas en Tarfaya ni en la Sakia. León y Castillo se había limitado a señalar que la invasión

del extremo sur-oriental del Imperio jerifiano por las fuerzas francesas sólo pretendía asegurar las

comunicaciones de Argelia con Gabón y el Senegal y que ningún peligro corrían los intereses

españoles o la soberanía imperial en la costa sur-occidental del Sultanato.

En sus instrucciones Aguilar preveía una oposición fulminante del Majzén a la ofensiva

española. En ese caso la Embajada no podía regresar a Tánger sin un triunfo notable, sin la prueba

de una expansión territorial. Era una operación de imagen de cara a la opinión pública. "Es preciso,

pues, no vuelva esa Embajada á la costa sin el convenio de permuta y sin haber conseguido la

entrega efectiva a España del territorio reclamado: conviene a saber el punto hoy denominado Ifni

y una faja de terreno suficiente para mantener con holgura la guarnición necesaria y proceder a

846
las operaciones secundarias de la pesca, como son la salazón, embalaje y almacenaje, además de

la construcción de viviendas para el personal dedicado á tan múltiples y diversas faenas . Con este

trofeo debe Vd. volver á Tanger ó dejar por lo menos, el asunto ya ultimado hasta el punto de

poder en cualquier momento proceder con el Delegado del Sultán al cange (sic) de los documentos

que asienten esta concesión como hecho consumado y convenido, para proceder a la

ocupación".1350

Eran unas instrucciones aparentemente contradictorias: se hablaba a la vez de la necesidad

de obtener Ifni y de la obtención del convenio de permuta de Ifni por la costa al sur del Draa. Y es

que el gabinete Silvela tenía prisas por conseguir como fruto de la Embajada a Marrakesh, un éxito

diplomático notable en forma de una concesión territorial. Cuando posteriormente en el ánimo de

Silvela y en el del Ministerio de Estado se consolide la idea de crear un glacis defensivo de

Canarias en las costas atlánticas marroquíes, la apuesta definitiva de la diplomacia española será

obtener el trueque de Ifni por Tarfaya.

Germain Ayache que estudió la ofensiva imperialista española del verano de 1900 comentó

acertadamente los pasos de la estrategia seguida por Ojeda. Así señala que el tratado de 27 de junio

fue un aldabonazo que despertó la alarma del gobierno español. Después de ocupar el Senegal y

gran parte de la región geográfica del Sudán, Francia se extendía progresivamente hacia el Norte. A

pesar de la concesión a España de todo el territorio al sur de Cabo Bojador, es decir de Río de Oro

(Oued ed Dahab), se había negado a entrar en negociación sobre la Sakia al- Hamra y Tarfaya.

Cualquiera que fuese el pretexto invocado en las negociaciones de París, la verdadera razón del

gobierno republicano para no reconocer la frontera meridional del Imperio en Cabo Bojador, era

que tenía aspiraciones de controlar la región. El gobierno español sabía que por sí solo no era

capaz de atajar, cortar y contrarrestar las intenciones francesas. De ahí la táctica en dos etapas del

gabinete Silvela consistente en primer lugar en intentar poner al Sultán en guardia contra Francia,

1350
Carta particular no. 5 del Ministro de Estado, Marqués de Aguilar de Campoo a Emilio de Ojeda. 23 de Junio de
1900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 123 /Ex. 2.

847
para luego demandar y pedir una cesión a los españoles de toda la costa desde el río Draa a cabo

Bojador, con el pretexto de un trueque por el enclave de Ifni.1351

Antes de la entrevista privada con el Sultán que ponía fin a la Embajada, Mawlay Abd al-

Aziz había solicitado de Ojeda que le manifestara sus impresiones sobre la situación del Imperio en

los planos interno e internacional y que le suministrara una serie de consejos.

En la carta que el 3 de julio entregó personalmente a Abd al- Aziz, Ojeda deslindó el asunto

del Tuat del mantenimiento del statu quo.1352 Tras señalar vagamente que existía un peligro para la

independencia de Marruecos debido a las ambiciones desmedidas de algunas potencias, el

diplomático pasaba a comentar que la invasión del Sahara oriental no suponía el fin del statu quo.

Las operaciones militares francesas suponían alteraciones que afectaban a territorios que no

interesaban directamente a las naciones dispuestas a sostener la autoridad del Sultán. Ni la invasión

del Tuat ni otras operaciones en regiones apartadas del corazón del Imperio podían provocar la

intervención de los europeos en favor del Sultán ni suscitar un conflicto internacional. La inclusión

de la expresión "regiones apartadas" no había sido hecha de manera gratuita, sino en aras a

propiciar la expansión territorial española. Efectivamente Ojeda pasaba a continuación a exponer

los peligros a que estaba sometido el territorio comprendido entre el Draa y Cabo Bojador. Ello le

llevaba a aconsejar al Sultán el envío inmediato a estas comarcas de contingentes militares,

autoridades y otros elementos para hacer efectiva la soberanía del Sultán, no reconocida por

algunas naciones (en alusión implícita a Francia). En una segunda fase, recomendaba a Abd al-

Aziz la conveniencia de interponer entre Marruecos y cualquier injerencia extranjera en el Draa, el

dominio de España. Quedaban sentadas las bases de una reclamación posterior de Tarfaya y la

Sakia al- Hamra.

1351
Véase Ayache, G.: "Les visees sahariennes de l´Espagne en 1900. La question de la Saquia El Hamra", en Etudes
d´histoire marocaine, Rabat, S.M.E.R, 1979, pág. 346.
1352
Anexo número 3 a la memoria dirigida por Emilio de Ojeda al Ministro de Estado, Marqués de Aguilar de
Campóo, sobre su gestión en la Embajada Extraordinaria a la Corte xerifiana. 2 de Agosto de 1900. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 62 /Ex. 1.

848
En otro orden de cosas aconsejaba al Sultán que evitase el propiciar la política de cañoneras

de la que tan frecuentemente eran testigos los puertos de la costa atlántica marroquí. Para ello hacía

falta no provocar las iras de los gobiernos europeos. Ojeda pasaba a arremeter contra la política del

difunto Gran Visir que había llevado a la incomunicación por las fuerzas marroquíes de los

presidios españoles en el Rif. España y Marruecos habían estado al borde de la guerra. Tales

peligros podían sin embargo conjurarse fácilmente si Abd al- Aziz se decidía a acabar con la

arbitrariedad, la crueldad y la corrupción de muchos funcionarios del Majzén y se comprometía a

cumplir estrictamente lo firmado en los Tratados suscritos con las potencias extranjeras.

Sin embargo, como reconoció más tarde en carta particular al Ministro de Estado, Ojeda tuvo

que abandonar Marrakesh sin haber arrancado tras su entrevista con el Sultán, la cesión de Tarfaya

encomendada por el gobierno Silvela. Se había tenido que conformar con la promesa formal de

Abd el- Krim Ben Sliman en nombre del Sultán de enviar instrucciones a Mohammed Torres para

que éste llegara a un acuerdo satisfactorio con él en las negociaciones relativas a la costa de

Tarfaya.1353 En el interín, el Ministro marroquí -a pesar de sus reticencias a aceptar un acuerdo que

suponía la entrega a España de un territorio mucho mayor que el comprendido por un simple

establecimiento pesquero1354- se comprometió a estudiar la proposición española.

Con todo Ojeda creía que las negociaciones entraban en una nueva etapa. Cuando regresara a

Tánger debía concretar con Mohammed Torres la resolución por escrito de los temas y concesiones

obtenidos en el transcurso de la Embajada Extraordinaria. Ojeda entendía que su misión había

quedado ciertamente deslucida con el último fracaso. Sin embargo no cabía vacilación alguna y en

1353
Informe de la Sección de Política del Ministerio de Estado sobre la misión del Ministro Plenipotenciario Emilio de
Ojeda a la corte imperial marroquí. 24 de agosto de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 62 / Ex.
1.
1354
El Marqués de Aguilar de Campoo al Duque de Mandas, Embajador de España en Londres. Despacho no. 185. 24
de Octubre de 1.900. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7.016. Legajo 181
bis.

849
la capital diplomática de Marruecos se iba a librar el segundo acto de la batalla por el control de

Tarfaya.1355

Ojeda el 16 de julio de vuelta a Tánger ya estaba negociando la entrega por parte de

Mohammed Torres de la transcripción de lo acordado en las conversaciones de Marrakesh.1356

10.8. Continúan las operaciones militares francesas en el Sureste del Sultanato.

El gobierno de Silvela no escatimaba esfuerzos por conocer los detalles de las operaciones

francesas en el Sureste del Sultanato. La columna de legionarios extranjeros del coronel Bertrand

había dado un importante golpe de efecto al tomar Igli a comienzos de la primavera, sin que

precediera al movimiento ningún enfrentamiento con los marroquíes. Sin embargo los habitantes

del ksar Taghirt habían mostrado hasta entonces sentimientos hostiles hacia los invasores.

Culminaba así una parte de la campaña en que los legionarios habían sufrido un sinfín de

calamidades.1357

Por su parte el gran Visir Bu Ahmed despachó a Tánger a su secretario, el docto

jurisconsulto Sî al- ' Arbî al-Manî' î, personaje influyente de la Corte imperial como comisionado

del Sultán para protestar ante el Ministro Plenipotenciario francés y ante las Legaciones de las

demás potencias por la ocupación de los oasis del Tuat y de Igli. Sin embargo cuando aún no había

podido comenzar su ardua tarea fallecía el 6 de mayo.1358 En esas fechas la actitud francesa seguía

inquietando al gobierno español, más éste no quería tomar ninguna iniciativa susceptible de crear

tensión entre París y Madrid sin antes haber desentrañado el objetivo último de la acometida sobre

el Sultanato. En el Ministerio de Estado se consideraba que la muerte de Bu Ahmed no iba a alterar

1355
Carta particular sin numerar de Emilio de Ojeda al Marqués de Aguilar de Campóo. 5 de Julio de 1.900. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 123 /Ex. 2.
1356
Telegrama de Ojeda a Aguilar de Campoo. 16 de Julio de 1.900.
1357
El marqués del Pedroso, cónsul de España en Orán al Ministro de Estado, Francisco Silvela. Despacho no. 44. 9 de
Abril de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 /Ex. 2.
1358
El Primer Secretario de la Legación de España en Tánger, Manuel García Jove al Ministro de Estado. Despacho
no. 56. 7 de Mayo de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 /Ex. 1

850
gravemente la situación del Imperio ni a provocar alteraciones graves anti-europeas entre la

población marroquí. Todas las grandes potencias seguían manifestando su decidido propósito de

mantener el statu quo; el gobierno francés, por su parte, reconocía su interés en imponer la

disciplina a las tribus nómadas fronterizas de su colonia argelina, algo necesario para la

construcción del ferrocarril transahariano y su intención de no proseguir las operaciones militares

hacia el interior de Marruecos.

La prensa inglesa estimaba en 27.000 los soldados franceses concentrados en el Tuat y en las

proximidades de la frontera de Marruecos, de los cuales 15.000 eran europeos.1359 Aguilar de

Campoo ordenaría al Embajador en París, León y Castillo y al cónsul en Orán, Marqués del

Pedroso comprobar la veracidad de estas noticias. Por otra parte los movimientos militares

franceses no cesaban en el área mediterráneo-occidental alcanzando una importante envergadura. A

finales de Junio la escuadra del Mediterráneo compuesta por tres divisiones navales y al mando del

almirante Gervais llegó a los puertos de Orán y Mers-el-Kebir.1360 El marqués del Pedroso se

apresuraría en cumplir las instrucciones gubernamentales y a lo largo del mes de junio fue

telegrafiando a Madrid las apreciaciones y los datos que iba recabando. Finalmente el 11 de junio

remitiría un extenso despacho a Aguilar de Campoo, notificándole los lugares donde estaban

desplegados los soldados franceses y la cuantía de los efectivos. Pedroso estimaba que la cifra de

quince mil soldados blancos citada por la prensa inglesa se aproximaba con bastante certeza a la

realidad.1361

Mientras las columnas francesas avanzaban en el interior del Sultanato, desbordando una fiera

resistencia, un corresponsal del rotativo británico Daily Mail telegrafiaba el 5 de mayo a Londres

asegurando a la dirección de su periódico que había conseguido averiguar de fuentes fidedignas que

1359
Telegrama del Ministro de Estado, Aguilar de Campoo al Embajador de España en París, León y Castillo. 1 de
Junio de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 /Ex. 2.
1360
El Marqués del Pedroso, cónsul de España en Orán a Aguilar de Campoo, Ministro de Estado. Despacho sin
numerar. 27 de Junio de 1.900. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de París. Caja 5.825.
1361
El Marqués del Pedroso, cónsul de España en Orán al Marqués de Aguilar de Campoo. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 73 /Ex. 2.

851
los gobiernos francés y español habían llegado a un completo acuerdo sobre la cuestión de

Marruecos y sobre el reparto del Imperio entre los dos países. En este sentido Ojeda había recibido

instrucciones del gobierno de Silvela de informar de ello al Sultán en Marrakesh.1362 El día 9 la

dirección del periódico publicaba un artículo sobre el porvenir del Sultanato, que a juicio del

Embajador español en Londres, conde de Rascón había sido en realidad redactado o cuando menos

influido por el Foreign Office. De hecho poco tiempo antes el Morning Post había publicado otro

prácticamente similar postulando la conveniencia de una conferencia internacional para tratar la

cuestión de Marruecos sobre la base del respeto a la integridad del Imperio. Esta era una idea

admitida por la Monarquía Dual, el II Reich, Estados Unidos e Italia, pero cuestionada por el

Imperio ruso, aliado de Francia y por España. Según el artículo, esta nación tenía serias

pretensiones de apoderarse de buena parte de Marruecos, pues lo consideraba una herencia

histórica.

La prensa británica creía que España debía contentarse con la posesión de Ceuta y Melilla

siempre que al no construir nuevas fortificaciones en la primera alterara la situación del Estrecho.

Por ello y para evitar complicaciones internacionales debía renunciar a cualquier ampliación de sus

plazas africanas. Por último se insistía en que el Sultán debía acometer reformas urgentes en el

gobierno del país para evitar que millares de sus súbditos pasasen a convertirse en protegidos de

España y Francia. En particular se le aconsejaba crear un organismo hacendístico que vigilase la

recaudación de los tributos, el control de la circulación y posesión de armas de fuego y por último

permitir la libre circulación de cereal por todo el Imperio.1363

El Marqués de Aguilar de Campoo tuvo que desmentir la noticia publicada por los pro-

gubernamentales periódicos británicos y dio instrucciones al Encargado de Negocios interino de la

Embajada en Londres, Pedro Jover y Tovar para que se dirigiera al Foreign Office y a los rotativos

1362
Telegrama del Embajador de España en Londres al Ministro de Estado. 5 de Mayo de 1.900. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 /Ex. 2.
1363
El Conde de Rascón, Embajador de España en Londres al Ministro de Estado. Despacho no. 79. 9 de Mayo de
1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 / Ex. 2.

852
ingleses, expresando la postura española conforme al mantenimiento del statu quo.1364 Jover se

apresuró en cumplir las órdenes del Gobierno. En ausencia de Lord Salisbury (además de primer

ministro, a la cabeza también del Foreign Office) se entrevistó con el Subsecretario ayudante del

Departamento, Francis Villiers, a quien expuso la indignación del gobierno español sobre las falsas

noticias referentes a pretendidos pactos secretos entre Francia y España sobre el reparto de

Marruecos. Villiers aseguró a Jover que el Foreign Office no había dado el menor crédito a tales

noticias, que no habían sido confirmadas por el representante británico en la Corte imperial ni por

el Ministro inglés en Tánger. A continuación presentó a Jover a Sir Martin Le M.N. Goselin, jefe

de sección del Ministerio encargado de la política en Marruecos, experto conocedor del Sultanato,

que daría al español las mismas seguridades de que los rumores no habían sido considerados por el

gobierno británico sino como una más de las noticias sensacionalistas publicadas por la prensa

europea sobre la ruptura del statu quo.1365

Al haber sido desposeído del Tuat el gobierno Marroquí intentó una maniobra diplomática

para captar el apoyo internacional, a comienzos del verano cuando el Delegado del Sultán en

Tánger, Mohammed Torres entregaba una carta a todos los representantes de las naciones allí

representadas. En el documento se hacía una exposición larga pero muy clara de los derechos del

Sultán sobre los territorios ahora perdidos, especificando que la región del Tuat formaba parte

desde hacía siglos de la nación marroquí, hecho constatado en diversos tratados históricos y mapas

geográficos europeos. A pesar de que los territorios fronterizos del Imperio gozaban secularmente

de una cierta autonomía, el dominio del Emperador en la región tuatí era algo indiscutible; las

órdenes imperiales se ejecutaban en ella con normalidad, así como tradicionalmente venía

funcionando con regularidad la administración integrada por los ulemas, cadíes y gobernadores

enviados por el Majzén. Los habitantes del Tuat satisfacían -según el documento- puntualmente las

1364
Telegrama de Aguilar de Campoo al Encargado de Negocios interino de la Embajada española en Londres, Pedro
Jover y Tovar. 27 de Mayo de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 /Ex.2.
1365
Pedro Jover y Tovar, Encargado de Negocios interino de la Embajada española en Londres al Marqués de Aguilar
de Campoo. Despacho no. 90. 28 de Mayo de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 /Ex. 2.

853
tributaciones exigidas, enviando periódicamente delegaciones a la Corte imperial que ofrecían

presentes y regalos al Sultán durante la celebración de las pascuas y otras solemnidades. La oración

se efectuaba por los tuatíes en nombre del Sultán, al igual que en todas las demás provincias del

Imperio.

Otras pruebas manifiestas de la marroquinidad del territorio eran, según el Majzén en primer

lugar el tratado de paz de Lalla Magnia (primer tratado de límites de la época colonial en África

del Norte) o tratado franco-marroquí de 1845. Este documento había puesto fin a la guerra entre las

dos naciones y delimitaba la frontera entre el Sultanato y la colonia argelina en lo que respecta al

Sahara oriental marroquí dejándola en el mismo estado en que se hallaba antes de haber

conquistado Francia el territorio de Argel. En este documento la región del Tuat era expresamente

reconocida como parte del Imperio. En segundo lugar en Francia se confeccionó en 1848 un mapa

que incluía la región del Tuat como territorio perteneciente a Marruecos.

Tras la exposición de sus derechos el gobierno jerifiano llamaba la atención de las potencias y

protestaba contra la flagrante invasión del territorio por las tropas francesas en los últimos días de

1899, resaltando en particular los sucesos de In-Salah y la ocupación de Igli. La invasión del Tuat,

se reconocía en el texto, había provocado una serie de conmociones internas muy graves en el

Imperio y se terminaba diciendo que en la imposibilidad de ceder un solo palmo más de su

territorio, se apelaba a la fórmula de poner el hecho en conocimiento de las diversas potencias

pidiéndoles una respuesta justa y equitativa para resolver el asunto. La carta recalcaba el hecho de

que sólo se había recurrido al extremo de acudir a la comunidad internacional cuando el Majzén

había apurado por la vía diplomática todos los medios existentes ante el gobierno francés para

conseguir una explicación de lo ocurrido, sin haber recibido una contestación justificada de la

violación de la independencia de Marruecos.1366

No apelar a las armas para defender el suelo nacional y recurrir a someter el asunto del Tuat a

un arbitraje internacional era una muestra de debilidad evidente del Sultán.

1366
Nota del Majzén protestando por la invasión francesa del Tuat. 19 de Junio de 1.900. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 73 / Ex. 2

854
En el interín España estaba prosiguiendo con su ofensiva para apoderarse de Tarfaya y de la

Sakia al- Hamra. La documentación diplomática española está bastante fragmentada, pero nos da a

entender que en la segunda mitad de julio, las pretensiones españolas no se centraban ya en la

consecución de un territorio en Ifni. Las negociaciones hispano-marroquíes se llevaban a cabo

ahora en Tánger, entre Ojeda y Mohammed Torres y habían entrado en una nueva fase que no se

relacionaba en realidad con las primitivas instrucciones que Silvela dio a principios de la primavera

a Ojeda cuando éste se trasladaba a Marrakesh y que el diplomático se había esmerado en

cumplir.1367 Decidido el gobierno Silvela a construir un imperio con los territorios comprendidos

entre el Uad Draa y cabo Bojador, las Reales Ordenes que fue recibiendo Ojeda a comienzos del

verano le autorizaban a ofrecer compensaciones al gobierno marroquí, dándole a entender que éstas

podían consistir en la cesión de uno o varios de los presidios menores (Alhucemas o Vélez)

situados a lo largo de las costas del Rif.

El encargado de mantener la correspondencia con Ojeda y suministrarle las nuevas

instrucciones era el sub-Secretario de Estado, Juan Pérez Caballero. Pérez Caballero pertenecía al

partido liberal, entonces en la oposición. Con el nombramiento de Pérez Caballero como Sub-

Secretario de Estado, Silvela había pretendido dar una continuidad a la política exterior española,

aceptada por los dos partidos del turno dinástico. Silvela se mostraba de acuerdo en cuidar y seguir

promocionando en la carrera diplomática a uno de los elementos más jóvenes y más prometedores

del partido liberal, sabiendo además, como era de dominio público en las esferas diplomáticas

española y extranjera, que era hombre de la mayor confianza de Moret.1368 Con ello alcanzaba

también Silvela un cierto consenso en su línea de impulsar la actividad de la política exterior de

España en sentido parecido al antiguo discurso liberal del tándem Sagasta / Moret a finales de la

1367
Párrafos de una carta de Emilio de Ojeda - sin fecha- al Sub-secretario del Ministro de Estado, Pérez Caballero,
encontrada entre la documentación particular de este último. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 62
/Ex. 1.
1368
Véase García Sanz, F.: "Juan Pérez Caballero y Ferrer, ¿una nueva diplomacia en la estela del 98?", en Historia
Contemporánea, no. 15, 1996: " Nombres propios para una diplomacia", Servicio Editorial de la Universidad del País
Vasco, pp. 53-76.

855
década de los 80 (una política exterior española más activa), como ya había tenido oportunidad de

exponer durante un vivo debate mantenido con Cánovas en el Congreso de los Diputados en julio

de 1896.

Germain Ayache, manejando documentación específicamente marroquí, señala como

retomadas las conversaciones en Tánger con Mohammed Torres, Ojeda había exigido en primer

lugar del Delegado del Sultán una especificación clara en la fórmula sobre la entrega del territorio

de Ifni antes de proceder a las firmas del documento. Así en lugar de constar que la pesquería le

sería entregada a España " en las proximidades de Ifni, o en otro punto situado entre Ifni y Cabo

Bojador " (fórmula propuesta por el Majzén), Ojeda mantenía la fórmula: "...en las proximidades

de Ifni, en dirección de Cabo Bojador". Consultada la Corte Imperial, Mawlay Abd al- Aziz se

apresuró a cumplir con las exigencias españolas. Germain Ayache resalta como el 7 de julio

escribía a Mohammed Torres, poniéndole al día minuciosamente de toda la negociación relativa a

la pesquería de Santa Cruz de la Mar Pequeña y terminando tras unas explicaciones embarazosas y

poco convincentes para el mismo Sultán, por dar su aprobación a la satisfacción de las

reclamaciones españolas, creyendo que las dos fórmulas discutidas eran idénticas, aunque la

primera detallaba implícitamente el lugar del establecimiento. Sin embargo estaba claro que el paso

de un texto a otro, hecho por presiones españolas no se producía por simple casualidad, sino

provocado por la ofensiva imperialista de Silvela/ Ojeda. De hecho los redactores pertenecientes a

los servicios del Majzén conocían bien el distinto sentido de los vocablos y al suscribir la fórmula

propuesta por los españoles, intuían el peligro, una trampa bien hilvanada. El Majzén intentó

sortearla. Pero fue en vano. La posibilidad de elección entre dos territorios a la hora de establecer la

pesquería y el enclave se había transformado en derecho. Y el derecho español de escoger la

ubicación del enclave disimulaba intenciones más profundas que no tardarían en desvelarse.

Cuando le fue remitido a Ojeda el texto corregido y revisado como él había deseado, el

Ministro español quiso, antes de firmarlo, un breve plazo de reflexión. Quince días más tarde se

volvía a reunir con Torres para discutir el problema, haciendo la observación de que a su modo de

856
ver, el documento mantenía todavía una falta de precisión. Ojeda señaló que el documento hablaba

de una elección entre el mismo Ifni y otro territorio en dirección a Cabo Bojador, pero no

especificaba donde debía comenzar ese otro territorio. Tras una complicada negociación que Torres

percibió llena de supuestas "incoherencias " del español, el marroquí pidió a Ojeda que fuera más

claro y que determinara cuales eran los límites de ese otro territorio deseado por España (uno de

ellos, el Cabo Bojador, ya era evidente). Efectivamente las cosas se aclararon: Ojeda precisó a

continuación que el otro territorio comenzaría en el Uad Draa, un poco al sur de Ifni. "¿Para

acabar dónde?". (M.Torres). "En Cabo Bojador, naturalmente" (Ojeda). Se había llegado por fin al

punto que deseaba el gobierno español. Se trataba del trueque entre un enclave de unos pocos

kilómetros por un país entero que reunía la provincia de Tarfaya, la Sakia al-Hamra en su

totalidad.1369

G. Ayache señala que Mohammed Torres alarmado ante las peticiones españolas se guardó

mucho de hacer patente su horror y de firmar un documento que comportase la cesión de tal

territorio. Así alegó que frente a la petición española de los territorios de Tarfaya y la Sakia al-

Hamra, por muy amplios que fueran los poderes con que estaba investido por el Majzén, no podía

en esa negociación más que expresar su opinión personal. Debía informar al Sultán pues no estaba

autorizado a aceptar el canje propuesto por España ni a sugerir cuales serían las compensaciones

exigibles al gobierno español sin haber recibido instrucciones expresas de su gobierno sobre el

particular.

Ojeda se lamentó a Pérez Caballero de que de haberse quedado en Marrakesh, hubiera

acontecido un retraso similar en las negociaciones pues el Majzén no se hubiera atrevido a decidir

tan importante canje de territorios (Ifni por Tarfaya y la Sakia al-Hamra) sin antes haber oído y

tenido en cuenta las opiniones de Mohammed Torres.

1369
Véase Ayache, G.: "Les visees sahariennes de l´Espagne en 1.900 ..." op. cit., pp. 343-344. Mientras que la
documentación marroquí no indica nada al respecto de lo siguiente, la diplomática española existente en el Archivo de
Alcalá de Henares resalta que el 27 de Julio Ojeda transmitió a Mohammed Torres una nota en nombre del gobierno
español en la que se solicitaba la permuta de Ifni por toda la costa de Tarfaya con su hinterland interior
correspondiente, mediante una serie de compensaciones entregadas al gobierno jerifiano.

857
A mediados de agosto Pérez Caballero remitía una carta particular a Aguilar de Campóo

informándole de la marcha de las negociaciones en Tánger, tras haber recibido esperanzadoras

noticias de Ojeda. Caballero confiaba en un rápido éxito de las mismas; pensaba que ofertando

como compensación al Sultán Vélez y /o Alhucemas -que en nada servían a los intereses españoles

en Marruecos, añadía- era posible obtener toda la costa comprendida desde el Uad Draa al Cabo

Bojador, para añadir luego:

"Si las ilusiones de Ojeda se realizaran y lográramos adquirir ese importante trozo de
costa marroquí, aun á trueque de dar algunas compensaciones, habríamos conseguido el
triunfo más importante á que puede aspirar España en el orden internacional, porque la
posesión del citado trozo de costa nos abriría el camino para penetrar hacia el interior de
Marruecos y haría decisiva nuestra necesaria influencia en aquel Imperio." 1370

Aunque las negociaciones estaban en tiempo muerto, Pérez Caballero valoraba como un éxito

que el Majzén hubiera tomado la determinación de considerar el asunto del trueque. Las

negociaciones podían verse aceleradas por la oferta española de realizar compensaciones

territoriales a Marruecos. El sub-Secretario creía por el contrario que sería un magro beneficio, para

España, la simple permuta de Ifni por Cabo Juby, posibilidad que había que aceptar como un mal

menor. Ello suponía la renuncia al control de toda la costa situada frente al archipiélago canario.

Pérez Caballero señalaba, además, como un paso urgente la aproximación al gabinete británico: el

nuevo Embajador español en Londres, el Duque de Mandas debía obtener de Lord Salisbury su

apoyo y protección para la obtención de Tarfaya y la Sakia al-Hamra. ¿Cómo conseguir el apoyo

inglés?. Había que manejar en la Corte británica el fantasma del peligro galo y la posibilidad de que

fuera Francia y no España la que se estableciera en las costas meridionales del Sultanato.

La Sección de Política del Ministerio de Estado preparó en el mes de agosto un documento

que analizaba cual debía ser el alcance real de las pretensiones españolas en el conjunto del

Sultanato. El documento insistía en la necesidad de obtener el suministro de aguas para Ceuta desde

1370
Carta particular del Sub-Secretario de Estado, Pérez Caballero al Marqués de Aguilar de Campóo. 15 de Agosto
de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 62 /Ex. 1.

858
suelo marroquí en un plazo máximo de dos años,1371 y recomendaba a Aguilar de Campoo la

prosecución de la ofensiva sobre el Majzén para obtener "la cesión total de la costa de

Tarfaya,desde Río Draa hasta Cabo Bojador", con su correspondiente hinterland en el interior del

continente ofreciendo las compensaciones ofertadas por Pérez Caballero y admitiendo en último

extremo la permuta del derecho reconocido en Ifni por una pequeña concesión territorial en cabo

Juby. Aguilar de Campoo estudiaría el texto a finales de mes y en sus anotaciones al documento

manifestaría su convencimiento de que las pretensiones españolas rompían el "statu quo" de

Marruecos "de forma material". Una negociación que comportaba la posibilidad de entrega a

España de una parte del sur del Imperio era una mengua territorial del mismo tan importante que el

statu quo lógicamente resultaba quebrantado. No alterarlo equivaldría a suspender las

negociaciones. Esa fórmula no estaba prevista por el gobierno Silvela. Por lo tanto cabía la

posibilidad de seguir fieles al mantenimiento del statu quo siempre que las potencias europeas

interesadas en él estuviesen de acuerdo en las cesiones territoriales que España quería arrancar al

Sultán y siempre que este estuviera de acuerdo con las compensaciones ofertadas.1372

1371
A finales de 1900 se producía un incidente entre los españoles de Ceuta y las cabilas de las montañas vecinas. Al
obtener la concesión Emilio de Ojeda , a raíz del viaje que hizo el Ministro Plenipotenciario español a la corte
imperial, de una fuente situada en territorio marroquí , para abastecer a Ceuta, los españoles quisieron canalizar las
aguas de esta fuente, oponiéndose los montañeses a que se realizara esta operación. Cfr. B.C.A.F., no. 12 (diciembre de
1900), pág. 398.
1372
Anotaciones del Ministro de Estado al Informe de la Sección de Política. 28 de Agosto de 1.900.

859
10.9. Siguen las operaciones militares galas en Marruecos. Repercusiones internacionales de

la invasión del Imperio jerifiano.

A finales de agosto la prensa española avisaba sobre el planteamiento inmediato de la

cuestión clave del futuro de Marruecos. Según ciertos rotativos la suerte del Imperio estaba echada

y la independencia del Sultanato iba a quedar determinada por la acción de Francia, que no se iba a

limitar con la posesión del Tuat.1373

El Ejército francés fue objeto de una serie de continuos ataques entre los meses de mayo y de

Septiembre de 1900. Un silencio completo se cernía sobre las operaciones militares que se

desarrollaban en la región de los valles de Saoura y Zousfana. 1374 Es el caso de los combates de El-

Moungar el 30 de julio de 1900 y el de Maazer el 10 de agosto, que justificarían la ocupación de

Taghit y de la montaña de los Beni Smir. Sin embargo la llegada de la época de los grandes calores,

las pérdidas sufridas y el aumento constante en el número de hombres y en el material utilizados en

las operaciones llevaron al gobierno francés a contemplar la evacuación completa de los oasis del

Tuat; pero en cambio no pensó nunca en evacuar el valle de la Zousfana. Finalmente se decidió la

formación de dos columnas que afrontaron la misión de conseguir la definitiva conquista y el

control del conjunto de los oasis. Estas dos columnas se tuvieron que enfrentar a una fuerte

resistencia tanto de los habitantes de los alcázares como de los nómadas.

Ante la reactivación de los combates en el Sahara oriental y los nuevos avances de las

tropas francesas, el Sultán volvió a recurrir al arbitraje internacional. El Delegado del Majzén en

Tánger, M. Torres remitió una nota en forma de circular a todo el cuerpo diplomático acreditado en

la ciudad. El documento precisaba que las operaciones militares francesas tenían lugar muy lejos de

los límites geográficos argelinos y se habían convertido en una amenaza contra el Sultanato. Las

1373
Telegrama de Emilio de Ojeda a Aguilar de Campoo. 29 de Agosto de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 73 /Ex. 2.
1374
Cfr. Sobre la versión francesa de las operaciones militares, “Algérie. Les affaires du Sud algérien«, en B.C.A.F.,
no. 3 (marzo de 1901, pp. 80-82; también : « Algérie. Les affaires de l´Extrême Sud «, en B.C.A.F., no. 4 (Abril de
1901), pp. 115- 117.

860
tropas coloniales, lejos de retirarse del Tuat, continuaban desplegándose por la región, amenazando

el interior del país. A pesar de que el Sultán se había apresurado en tomar medidas para evitar los

conflictos entre las cabilas de los territorios invadidos y las tropas coloniales, la invasión atentaba

contra la seguridad del Imperio. El Sultán solicitaba la intervención europea, una contestación a las

notas que dirigía a los gabinetes del Viejo continente.1375 Ojeda por su parte se había apresurado a

sondear los ánimos de sus colegas. Aún no habían llegado a Tánger las instrucciones de ningún

gabinete europeo relativas a la contestación del documento remitido por el Majzén. Sólo el

representante norteamericano había recibido órdenes de Washington relativas a la primera nota

redactada por el gobierno marroquí semanas antes, limitándose a encargarle el Departamento de

Estado que acusara recibo al Majzén de su nota de protesta. A pesar de la evidente importancia que

el Majzén concedía a la respuesta de los gabinetes europeos, hecho probado por la insistencia y por

las reiteradas preguntas que al cuerpo diplomático formulaban día tras día los funcionarios del

Sultán en Tánger, no había respuesta.

En realidad los movimientos galos parecían no alarmar a nadie. Richard Pennell ha insistido

en que el gobierno británico estaba muy preocupado por la guerra en Orange y Transvaal, y

acabaría indicando que no tenía interés en el Tuat.1376

La opinión reinante en el círculo diplomático internacional acreditado en Tánger rechazaba

los pesimistas vaticinios de la prensa española. Por el contrario el convencimiento de los

diplomáticos era que por el momento no se iba a suscitar la apertura de la cuestión marroquí, y que

las operaciones del Tuat no iban a generar ningún conflicto entre el Sultanato y Francia, o entre

países europeos que apoyaran al Sultanato y la República. Su impresión era que los diversos

gabinetes europeos se limitarían cortésmente a tomar nota de las protestas del Majzén,

1375
Nota circular del Delegado del Sultán en Tánger, Mohammed Torres dirigida al cuerpo diplomático internacional
protestando por la prosecución de las operaciones militares francesas en el Tuat. 19 de Agosto de 1.900. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 235 /Ex. 2.
1376
Véase C.R. Pennell: Morocco since 1830 ... op. cit, pág. 124. También: Frank E. Trout: Morocco´s Southern
Frontiers, Geneva, Droz, 1969, pág. 31.

861
aconsejándole confidencialmente que obrase con prudencia, tratando de llegar a un acuerdo con el

gobierno de París.

Ahora bien Ojeda creía que España debía explotar la debilidad del Majzén para obtener la

concesión de Tarfaya. Rechazando la posibilidad de prestar cualquier tipo de ayuda al gobierno

marroquí sus pretensiones consistían en iniciar un ataque sin reservas contra la integridad del

Sultanato. Las tensiones y el juego de fuerzas que se cernían sobre Marruecos a comienzos del siglo

XX eran muy claras. La estabilidad del Sultanato había sufrido un duro revés tras la ocupación gala

del Tuat. Teniendo esto en cuenta, Ojeda apuntaba la necesidad de que España abandonase la

postura de defensora a ultranza del mantenimiento del statu quo. Tampoco debía mantener una

posición de neutralidad benévola hacia Marruecos si una potencia agresora empezaba a

descomponer con sus golpes el edificio del Imperio. Sus consejos tenían un marcado carácter

antimarroquí aunque hay que recalcar que las pretensiones que manejaba de amputar al Sultanato

sus regiones meridionales pasaban por el empleo de métodos pacíficos.

"Por lo que hace á los intereses directos de España -escribía al Ministro de Estado el
30 de Agosto- , yo me inclino a creer que cuanto más palpable se haga a los ojos del
Maghzen el abandono de Europa y asuma por tanto más pavorosas proporciones el
fantasma francés hacia el Este y el Sur de este Imperio, mayores serán las probabilidades
de éxito de la proposición de cange (sic) de Ifni por el territorio de Tarfaia que con su
consuetudinaria lentitud y cautela estudia hoy el gobierno Sheriffiano (...) ". 1377

Ojeda apuntaba su convencimiento de que finalmente España conseguiría el control de esta

zona si proseguía su aproximación al Reino Unido, actuación que el gobierno Silvela había puesto

en práctica el 13 de Junio. Así Aguilar de Campóo, atendiendo las recomendaciones del sub-

secretario de Estado, Pérez Caballero,1378 ordenó a Ojeda que se limitase a acusar recibo ante el

Majzén del documento y que procurara seguir teniendo al corriente al Ministerio de Estado de

1377
Emilio de Ojeda al Marqués de Aguilar de Campóo. Despacho no 99. Tanger. 30 de Agosto de 1.900. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 /Ex. 2.
1378
Contestación de Pérez Caballero, Sub-Secretario de Estado a la segunda nota de protesta del Sultán de Marruecos
relativa a los movimientos de Francia en el Tuat. 5 de Septiembre de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 73 / Ex. 2.

862
cuanto pudiera averiguar en relación a la línea de conducta adoptada sobre el particular por las

demás potencias.1379 Por otra parte el gobierno español remitió una serie de despachos con copias

de la protesta marroquí a sus representantes acreditados en Berlín, Londres,1380 París, Viena,

Roma, San Petersburgo, Washington y Constantinopla1381 para averiguar lo que pensaban estos

gobiernos, que hasta entonces guardaban un respetuoso silencio sobre la invasión francesa de

Marruecos. Se buscaban elementos de juicio para adoptar a su vez el gobierno Silvela una

determinada línea de conducta.

C.Richard Pennell ha señalado al respecto que únicamente el gobierno alemán se atrevió a

protestar de la invasión del Sahara oriental marroquí, en términos muy mesurados porque deseaba

evitar conflictos con el gobierno de París. El gobierno alemán tardaría un tanto en tomar una

decisión porque estaba muy influido, como aclararía el Sub-Secretario de Asuntos Exteriores,

Barón de Richtofen al Embajador español en Berlín Ángel Ruata, por la actitud británica que

parecía dispuesta a ignorar lo que hiciese la República francesa en el Sáhara oriental, llevado por

sus deseos de evitar rozamientos y discusiones en un momento en que la atención británica estaba

volcada en lo que acontecía en los campos de batalla de Sudáfrica.1382 Por su parte el aliado del II

Reich, la monarquía italiana empezaba a considerar a Francia como un poder que emergía hasta

constituirse en la principal potencia indiscutida en el Norte de África y a entender que la única

manera de salvaguardar su posición e intereses en esta parte del continente era acercarse a ella.

Entre el 14 y el 16 de diciembre de 1900 el acercamiento franco-italiano culminaba con

un canje de notas entre el Ministro italiano de Asuntos Exteriores, marqués de Visconti, y el

Embajador francés en Roma, Camille Barrère. Este acuerdo secreto, que no fue hecho público

hasta diciembre de 1901 cuando el ministro Prinetti anunció en la Cámara de Diputados italiana que
1379
R.O. del Ministerio de Estado de 7 de Septiembre de 1.900 dirigida a la Legación española en Tánger. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 /Ex. 2.
1380
La actitud británica era un elemento primordial con el que jugaba la diplomacia española.
1381
R.O. del Ministerio de Estado de 7 de Septiembre de 1.900 dirigida a los Representantes del gobierno español
cerca de las grandes potencias en Berlín, Londres, Roma, Viena, París, Viena, San Petersburgo, Constantinopla y
Washington. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 / Ex. 2.
1382
Ángel Ruata, Embajador de España en Berlín al Marqués de Aguilar de Campoo. Despacho no. 132. 19 de
Septiembre de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 / Ex. 2.

863
se había llegado a un acuerdo con Francia sobre la cuestión del Norte de África, permitía a Italia la

actuación en los territorios turco-otomanos de Cirenaica y Tripolitania, al tiempo que dejaba a

Francia las manos libres sobre Marruecos.

En San Petersburgo, el conde Lamsdorff declinaría en un primer momento la respuesta a los

interrogantes del gabinete Silvela para a continuación remitir al Embajador español, Duque de

Vistahermosa un breve documento en el que se respaldaban las operaciones militares francesas en

el Tuat, arguyendo que Francia no había alterado la soberanía imperial marroquí. Únicamente había

realizado acciones de policía para resguardar sus fronteras, asegurar la pacificación completa de las

poblaciones saharianas vecinas de las tribus argelinas y permitir la libertad de los intercambios

comerciales dando seguridad a las rutas y caminos en el desierto. Estas actuaciones no significaban

la violación del Tratado de Lalla Maghnia. Según el Gobierno zarista, dicho tratado no contenía

ninguna estipulación sobre la propiedad de los oasis del Tuat; es más, la Legación Imperial rusa en

Tánger tenía el encargo de responder al gobierno jerifiano animándole a que procediese a mantener

en los territorios del Sultanato el orden y la paz que Francia imponía "manu militari" en el Tuat, así

como a que procurase establecer buenas relaciones de vecindad y armonía con el gobierno

republicano. El Imperio ruso no estaba dispuesto a abandonar a su aliada Francia y de todas las

respuestas que recibió el Sultán ésta era la más enojosa ya que le quitaba toda la razón de sus

protestas. 1383

En lo tocante al Imperio turco-otomano, la Sublime Puerta no mantenía relaciones

diplomáticas con Marruecos, por lo que los turcos no tenían aspiración de intervenir en los asuntos

de aquel Imperio. Cada uno de los dos emperadores no reconocía el poder religioso del otro, pues

ambos se consideraban como el único califa, rector espiritual de la comunidad de creyentes

islámica. Independientes y aún ignorándose entre sí, los dos soberanos regían sus vastos Estados

sin que aquella idea les permitiera mantener entre sí relaciones tan siquiera de cortesía. Por ello no

parecía que el Sultán de Turquía fuese a cambiar su indiferente actitud hacia Marruecos con motivo

1383
El Duque de Vistahermosa, Embajador de España en San Petersburgo al Marqués de Aguilar de Campoo.
Despacho no. 171. 17 /30 de Septiembre de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 /Ex. 2.

864
de los sucesos del Tuat. La actitud del gobierno otomano iba a ser por lo tanto de una total

neutralidad.1384 Por otro lado, tal como comunicó el Secretario de Estado norteamericano, Hay al

Ministro Plenipotenciario español en Washington, Arcos esa era la misma actitud que iba a tomar el

gobierno de los Estados Unidos.1385

Pero sin duda la opinión más relevante para el gobierno español era la de Londres. Unas notas

personales del Ministro de Estado guardadas en el Archivo de la Administración de Alcalá de

Henares nos permiten conocer que Aguilar de Campoo tuvo el conocimiento de que Inglaterra

había contestado a las peticiones de ayuda del Majzén, haciendo únicamente acuse de recibo de las

notas de Mohammed Torres. La respuesta británica entrañaba un deseo de no intervención en los

asuntos marroquíes; algo que únicamente se modificaría en el caso de que Francia aspirara a ocupar

una parte de las costas del Sultanato. Con este escenario de fondo, el gobierno Silvela se reafirmaba

en su deseo de continuar su ofensiva imperialista en el Imperio: conseguir la anuencia de todas las

potencias interesadas en el statu quo para la ocupación íntegra de la costa de Tarfaya, y si ello no se

lograba, pero sólo en última instancia, conseguir el trueque de los derechos de la pesquería en Ifni

por el control de otro punto costero comprendido entre el río Draa y cabo Bojador.1386

1384
El Marqués de Camposagrado, Ministro Plenipotenciario de España en Constantinopla y Atenas a Aguilar de
Campoo. Despacho no. 56. 26 de Septiembre de 1.900.A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 / Ex. 2.
1385
Arcos, Ministro de Plenipotenciario de España en Washington a Aguilar de Campoo. Despacho no. 174. 7 de
Noviembre de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 /Ex. 2.
1386
Anotaciones del Ministro de Estado sobre la violación del territorio marroquí por las tropas francesas. Sin fecha.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 / Ex. 2

865
10.10. El gobierno español busca apoyo del británico en su intento de apoderarse de Tarfaya

y la Sakia al- Hamra.

La historiografía española desconoce actualmente todas las vicisitudes de la ofensiva

imperialista del gabinete Silvela sobre el territorio de Tarfaya. En un momento como el actual en

que proliferan los estudios y las tesis doctorales sobre el devenir histórico del antiguo Sáhara

español y la zona Sur del Protectorado, ningún investigador ha reparado en este tema, ya aireado en

su día por Germain Ayache, si bien sobre documentación exclusivamente marroquí, compuesta

básicamente por las cartas que el Delegado del Sultán en Tánger, Mohammed Torres remitía a Abd

al- Aziz periódicamente indicándole las vicisitudes de sus conversaciones con Ojeda. Es por ello

que persisten una serie de interpretaciones sobre el supuesto inmovilismo de Silvela en la cuestión

marroquí y sobre sus deseos de mantener a ultranza el statu quo. Nada más alejado de la realidad.

Cabe insistir en este punto teniendo en cuenta que en los archivos diplomáticos españoles han

quedado muchos rastros de estos contactos y otro tanto puede decirse de los archivos marroquíes.

De la envergadura de esta ofensiva imperialista, podemos saber ahora mucho más gracias a

las facilidades que en materia de investigación histórica nos proporciona el Archivo de la

Administración española, enclavado en Alcalá de Henares. Su consulta nos permite conocer que

durante el verano de 1900, el Marqués de Aguilar de Campóo, el ministro de Estado del gabinete

conservador, estuvo presionando constantemente a lord Salisbury con el fin de que el gobierno

británico prestase su ayuda al español en el tema de Tarfaya, y presionando también sobre el Sultán

para que éste cediera a las pretensiones españolas de control del territorio. Y esto no se hizo por

parte del gabinete Silvela sólo en función de la tradicional influencia del gobierno británico en

Marruecos, sino por el hecho de que desde 1895 el Sultán no podía enajenar o ceder los territorios

meridionales del Suroeste del país sin consentimiento británico. Para entender esta situación hemos

de remontarnos brevemente en el tiempo.

866
Los intentos comerciales de ciudadanos británicos de establecerse al sur de la costa atlántica

del Sultanato habían creado malestar y recelos entre los diversos gobiernos españoles de la

Restauración. Es el caso, como J. Martínez Milán señala, del establecimiento de Donald

Mackenzie- auspiciado por el Secretario de Estado británico de Asuntos Extranjeros, John D. Hay-

en cabo Juby, en 1879, al firmar un tratado con el Sheik Mohammed Ben- Bairuk . Este documento

le otorgaba al británico " a perpetuidad la porción de terreno que deseaba adquirir (desde Cabo

Juby hasta las cercanías de cabo Bojador), y extendía la obligación de sus clausulas a los

herederos y sucesores de cada una de las partes contratantes".1387

El resultado inmediato de este convenio fue la constitución en Londres, a iniciativa de

Mackenzie, de la compañía The North West Africa Company Limited, que sería la encargada de

explotar la factoría que se construyó en Cabo Juby. El establecimiento inglés despertó cierta

preocupación en España tanto en los círculos gubernamentales como en los africanistas y también

en los grupos promotores de los proyectos de explotación del banco pesquero canario-sahariano, al

considerar que la factoría no sólo podía alterar el statu quo, sino amenazar sus intereses en la zona y

poner en peligro el monopolio que los isleños canarios ejercían sobre aquellas aguas.

El establecimiento de una segunda factoría inglesa, propiedad de la North West African

Mineral Concessions Limited, al sur de la desembocadura de la Sakia al- Hamra, en 1894, fue ya

interpretado en Madrid como una clara amenaza a la seguridad del archipiélago canario y de Río de

Oro. Sin embargo, un año más tarde, era una realidad el fracaso de este ulterior asentamiento

británico, y los gobiernos marroquí y del Reino Unido firmaron un acuerdo por el cual Marruecos

adquiría la factoría de cabo Juby a cambio de cincuenta mil libras. En contrapartida, el Sultán

adquiría el compromiso de no enajenar a ninguna nación o potencia extranjera parte o todo el

territorio comprendido entre el Uad Draa y cabo Bojador sin el consentimiento de Londres. Las

zonas de Tarfaya y la Sakia al-Hamra quedaban, desde entonces, de alguna manera ligadas a una

cierta tutela británica.

1387
Véase Jesús M. Martínez Milán: Las Pesquerías Canario-Africanas ... op. cit. , pág. 57.

867
Cuando el gobierno español aún no había forjado la pretensión de anexionarse estos

territorios y antes de que se iniciara la Embajada extraordinaria de Ojeda a Marrakesh, Silvela en su

calidad de Ministro de Estado había enviado un despacho al Embajador español en Londres, conde

Rascón, con una serie de instrucciones que conformarían la actuación del diplomático español ante

el Marqués de Salisbury y el Foreign Office en la cuestión marroquí. Se insistía en particular en el

hecho de que el cometido de la misión de Ojeda a Marrakesh pasaba por recuperar y reforzar el

prestigio español en la Corte Imperial, y por solucionar algunas de las reclamaciones pendientes

entre el Imperio marroquí y España relativas al cumplimiento de los tratados existentes entre los

dos países. Se apuntaba claramente, la consecución del artículo 8º del Tratado de 26 de abril de

1860 referente a la entrega a España de Santa Cruz de Mar Pequeña. Pero a la vez había que

tranquilizar a Gran Bretaña en el sentido de que se iba a respetar el statu quo, dado que España no

tenía la pretensión de quebrarlo. Sólo se iba a exigir un viejo derecho que databa de cuarenta años

atrás. Las gestiones de Ojeda iban a apuntar a la inmediata entrega de un establecimiento pesquero

en Ifni, pero nada más. Dado que se daban seguridades amplísimas a Salisbury de que los

propósitos españoles se ajustaban a la política de mantenimiento del statu quo, y que al respecto el

gabinete de Silvela no quería oponerse a los intereses de las principales potencias europeas en el

Noroeste de África, se recababa el apoyo de las mismas, y por supuesto el británico, ante el Sultán,

insinuando al gobierno de Londres la conveniencia de que presionara sobre Abd al- Aziz para que

éste atendiera las peticiones que Ojeda iba a realizar en el curso de la Embajada.1388

Esta petición encerraba en sí misma el reconocimiento de la debilidad española para arrancar

del Sultán, sin ningún tipo de ayudas foráneas, una serie de concesiones. El Gabinete de Silvela tal

vez preveía encontrar en Marrakesh ciertos obstáculos de importancia que le iban a impedir superar

las reticencias marroquíes a dichas concesiones. El Gran Visir había adoptado claramente una

1388
Real Orden no. 44 de 9 de Abril de 1.900 del Ministro de Estado, Francisco Silvela al conde de Rascón, Embajador
español en Londres. A.G.A. Sección de Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7.016 / Legajo no.
181-bis. / A.G.A. Seccion de Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7.021. Legajo no. 198. El
Conde de Rascón dio cuenta del encargo del gabinete Silvela al Marqués de Salisbury. Sin embargo no consta en los
archivos de la Embajada española en Londres, la contestación que recibió.

868
actitud anti-española, había apostado por la confrontación al forzar, mediante la actuación del

cuerpo de ejército desplazado al Rif, el bloqueo de los presidios menores en las costas

septentrionales del Imperio. Actuaba movido por su convencimiento en la falta de la potencialidad

militar de España tras la derrota en la guerra contra los Estados Unidos.

Por otro lado Silvela estaba poniendo en marcha desde que accedió a la jefatura del gobierno

la misma práctica constante de consultar una y otra vez a los gabinetes europeos cuando se tenía

que afrontar alguna decisión importante en la cuestión marroquí. Esta fórmula en parte quedó

soslayada en el curso de la ofensiva imperialista del verano de 1900, al intentar -sin conocimiento

previo de las potencias- obtener del Sultán la cesión de los territorios de Tarfaya y la Sakia al-

Hamra. Con todo esta pretensión que acabaría frustrándose por las reticencias y las tácticas

dilatorias del Majzén dio paso a que se reiniciara la formula de las consultas a las potencias, y a

medio plazo determinaría una aproximación al gobierno galo, que desembocaría en las

negociaciones sobre el reparto del Imperio marroquí de 1901-1902.

A mediados de junio de 1900 en el gobierno español cundió el desaliento cuando quedaron

claramente evidenciados los deseos franceses en las conversaciones previas a la firma del tratado de

delimitación de las respectivas áreas de influencia en las costas atlánticas africanas, de no aceptar la

"marroquinidad" de Tarfaya. El Marqués de Aguilar de Campóo se apresuró a escribir un

larguísimo despacho al nuevo Embajador en la Corte de Saint James, el Duque de Mandas,

exponiéndole la situación. Se le indicaba en particular el malestar del gobierno de Silvela ante el

hecho de que se habían tenido que realizar importantes sacrificios en la negociación con Francia,

renunciando a una de las orillas del río Muni (en las conversaciones para delimitar el territorio de

Guinea) y abandonando todas las pretensiones sobre el Adrar (Sáhara), territorio de gran

importancia comercial y política, que había sido recorrido a comienzos de la etapa restauracionista

por los exploradores españoles, estableciendo pactos con los nativos que luego el gobierno español

no había hecho públicos y no podía esgrimir frente a los derechos invocados por Francia. Sin

embargo la obsesión del gobierno conservador estribaba en el límite septentrional de las posesiones

869
españolas en el Sahara. El Ministerio de Asuntos Exteriores francés había pretendido desde un

principio que la frontera oriental de los citados territorios siguiera el meridiano 12º O, pero sólo

hasta su intersección con el paralelo 26 º 8´ latitud N (sin señalar expresamente que siguiera “hasta

su intersección con la frontera marroquí“); esta pretensión fue rechazada categóricamente por el

gobierno Silvela. A pesar de las veleidades pro-francesas de Silvela, a pesar de que el año anterior

se había visto a Francia como un aliado, el aliado "natural" de España frente a las ascendentes

potencias anglo-sajonas, ahora el temor hacía mella en los ánimos de los ministros conservadores.

Aguilar de Campoo reconocía expresamente el temor del gabinete español a que el no

reconocimiento de la marroquinidad de Tarfaya por Francia fuese un primer paso para iniciar una

operación posterior de gran envergadura. En el contexto de la agresión militar francesa al Imperio

que se prolongaba por sexto mes consecutivo, cabía la posibilidad de que si todo el territorio

costero comprendido entre el cabo Bojador y el río Draa quedaba considerado como "res nullius",

como territorio aún inocupado y no sometido a la soberanía del Sultán, ello supusiera el pretexto

para que Francia se instalara definitivamente en una zona neurálgica, clave, y vital, para la

seguridad de Canarias. Ante ello se borraban de un plumazo todas las antiguas veleidades pro-

galas; Silvela reconsideraba profundamente su política exterior en aras a garantizar los intereses de

España (cifrados en la defensa del archipiélago canario) y de su seguridad.

" La importancia que el Gobierno de S.M. dá á esa costa no depende tanto del valor
intrínseco de ella como de los peligros que para la seguridad de Canarias ofrecería su
ocupación por una potencia europea; y esa es la razón de que haya puesto gran empeño en
obtener del Gobierno francés la declaración de que el límite oriental de nuestras
posesiones del Sáhara sigue el meridiano 12º hasta su intersección con la frontera
marroquí (sic en el original), con lo cual se lograría que, al menos por parte de Francia,
quedara reconocido que, si la costa entre Cabo Bojador y Río Draá no pertenece al Sultán
de Marruecos, sólo puede ser ocupada por España ".1389

1389
Aguilar de Campoo, Ministro de Estado al Duque de Mandas, Embajador de España en Londres. Real Orden del
Ministerio de Estado no. 85. 13 de Junio de 1.900.A.G.A. Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja
7016 / Legajo no. 181-bis.

870
Es evidente que durante el último cuarto del siglo XIX tanto Gran Bretaña como España y

como Francia, al igual que harán otras potencias coloniales, fueron situando la frontera meridional

del reino alauí en aquel punto geográfico que sus intereses les dictaban, en función de una

concepción geopolítica de la frontera de naturaleza europea. Por otra parte también es claro que en

el seno de un mismo país, Francia, fueron mutando las apreciaciones sobre los límites meridionales

del Imperio jerifiano. Si en el siglo XIX, los gobiernos franceses habían admitido la pertenencia de

Tarfaya al Sultanato, ahora Delcassé, el Ministro de Exteriores galo, en virtud de unos intereses

geoestratégicos que habían cambiado, estaba insistiendo en considerar dichas costas como

"territorio nullius", cuya soberanía estaba por tanto a merced del primer ocupante. Es decir,

Delcassé no admitía el reconocimiento por Inglaterra (desde 1895) tras la firma del convenio anglo-

marroquí de que los dominios del Sultán llegaban hasta Cabo Bojador.

La férrea resistencia francesa a admitir otra cosa no pudo ser superada por el Embajador

español, León y Castillo. No obstante al final se llegó a una solución de compromiso, estipulándose

en el Tratado franco-español que el extremo norte del límite oriental del hinterland sahariano de

España quedaba por el momento indeterminado, merced al empleo de la frase "seguirá por el

meridiano 12º hacia el Norte".

Las manifestaciones posteriores de León y Castillo rebajaron la tensión existente en el seno

del gabinete conservador. Aguilar de Campoo reconoce que se había llegado al convencimiento de

que Francia no pretendía ocupar la costa comprendida entre cabo Bojador y Río Draa. Sin embargo

persistía la incertidumbre de cara al futuro. Era necesario ampliar el hinterland africano de las islas

Canarias. No cabía vacilación alguna. Se trataba de una región de suma importancia estratégica, a

pesar de su escasa valía económica; era algo así como el "bajo vientre " de las Canarias. Había que

prever todas las posibilidades; cabían dentro de lo previsible no sólo injerencias francesas, sino

también inglesas o de otras potencias... El problema de la seguridad territorial de Canarias no podía

quedar pospuesto. Por ello el gabinete de Silvela antes de iniciar su ofensiva imperialista para

controlar Tarfaya, se puso en contacto con Ojeda que llevaba a cabo su Embajada extraordinaria en

871
Marrakesh para que alertara a Abd al-Aziz sobre hipotéticos planes franceses para apoderarse en el

futuro de la costa al sur del Uad Draa. A la vez se le recomendaba al Sultán que enviara tropas a

Tarfaya y redoblara la vigilancia sobre aquellos territorios en peligro, remitiendo a agentes y

autoridades que diesen a su soberanía caracteres de efectividad. Al mismo tiempo era ya

evidenciable que se presagiaba el próximo movimiento de la diplomacia española: las pretensiones

de ocupación de Tarfaya -no pensadas directamente por Silvela o Aguilar de Campoo, sino

sugeridas por Ojeda y plenamente asumidas por el líder de los conservadores- eran una realidad.

Aguilar en sus instrucciones de 13 de junio al Duque de Mandas formulaba la postura española de

reconocimiento de la pertenencia al Imperio marroquí de Tarfaya y la Sakia al-Hamra, para luego

añadir que el Gabinete de Madrid

" estima que si todos ó alguno de estos ( se refiere a los gobiernos europeos) pusieran
en tela de juicio la soberanía del Sultán sobre dicha región y admitieran que cualquier
Potencia europea podía ocuparla, ninguna tendría para hacerlo más derecho y títulos que
España, toda vez que, (...) , está en ello comprometida la seguridad de las vecinas
Canarias".1390

Por último el Ministro de Estado apuntaba más alto y más lejos e informaba al Duque de

Mandas del propósito del Gabinete conservador de encargar a Ojeda la misión, si el Sultán deseara

renunciar a conservar una autoridad sobre Tarfaya que ejercía (recalcaba Aguilar) sólo de manera

nominal, de negociar la ocupación de la región por las fuerzas españolas, procediendo a la entrega a

Marruecos de una serie de compensaciones equitativas y cumpliendo con los requisitos aprobados

en la Conferencia de Berlín, avisando de la ocupación efectiva del territorio a las principales

potencias europeas. Es por ello que el gabinete Silvela deseaba respetar el Tratado de 1895

celebrado entre el Sultán y la Gran Bretaña: el Duque de Mandas quedaba obligado a ponerse en

contacto con lord Salisbury, procurando dar a sus conversaciones el carácter más estrictamente

reservado y secreto, sondeando la opinión del primer ministro británico sobre el tema.

1390
Ibidem.

872
Quedaba por lo tanto en el aire la posibilidad de que el Sultán no pudiese ejecutar los actos

de soberanía en Tarfaya que le pedía España; en realidad ello suponía someter la labor del Sultán a

un juicio llevado a cabo de manera subjetiva por parte de la diplomacia hispana que bien podía

determinar a la postre que tales acciones de soberanía imperial, aún en el caso de que Abd al Aziz

satisficiese los deseos del gobierno español y se esforzara por cumplirlos, no eran suficientes en

importancia, eficacia y número para tranquilizarla; es decir que no contrarrestaban debidamente los

deseos de ciertas potencias de apoderarse de esta parte del Sultanato, y que por lo tanto, suponían

una amenaza a la seguridad canaria.

"El Gobierno de la Gran Bretaña debe tener la seguridad de que nuestro propósito es
siempre conciliar los intereses de ambas naciones, en la inteligencia que para Inglaterra, animada
seguramente de iguales propósitos, no debe suscitar recelo alguno la ocupación por España de los
territorios que nos ocupan, mientras ésta tiene interés preferente en ocuparlos por su proximidad a
las islas Canarias".1391

La tarea de Mandas consistía en convencer a Salisbury para que Inglaterra no dificultase las

negociaciones que hipotéticamente Ojeda podría iniciar en Marruecos y que luego como señalamos

en otra parte del estudio, se llevaron a cabo.

Las gestiones del Embajador español en Londres venían a coincidir con un momento

particularmente intenso de actividad en la diplomacia europea. Así la diplomacia alemana se estaba

mostrando especialmente activa, sondeando en julio de 1899 y a lo largo de 1900 al gobierno

francés, proponiéndole un acuerdo sobre las cuestiones coloniales africanas. Por otra parte, desde

octubre de 1899, ingleses y boers luchaban en el Transvaal. En Pekín la sublevación nacionalista de

los bóxers mantenía encerrados en el barrio de las legaciones extranjeras a un puñado de soldados

de un contingente internacional que protegía a los representantes diplomáticos acreditados en el

país y a todos los blancos residentes en la ciudad. El Foreign Office hervía de actividad.

El Duque de Mandas señala en sus despachos secretos al gobierno Silvela cómo la opinión

pública y el gobierno británicos habían dirigido toda la atención hacia la guerra pendiente en
1391
Ibidem.

873
Sudáfrica y hacia los disturbios en China que comprometían los vitales intereses del Reino Unido

en el oriente asiático, pues podían tener graves repercusiones en la "joya del Imperio", la India.

Para Gran Bretaña, el levantamiento de los bóxers había supuesto una gravísima contrariedad, en

un momento en que se estaban haciendo gigantescos esfuerzos para enderezar la situación militar

en Sudáfrica. Todas las demás cuestiones de la política exterior habían quedado momentáneamente

paralizadas y aparcadas.

El Duque de Mandas estimaba necesario un respaldo mayor por parte del gobierno de Madrid

para reforzar su actuación ante el Foreign Office. Había sido Embajador de España en París.

Conocía las inclinaciones progalas de Silvela, sabía que la política exterior del gabinete

conservador, aún sin adoptar una dirección fija se había aproximado a Francia en 1899 y quería que

el gobierno conservador se desentendiera en el futuro de cualquier pacto secreto con Francia u otra

potencia a espaldas del Gabinete de Saint James. España había de aproximarse al Reino Unido con

lealtad y franqueza; los ingleses debían descartar la posibilidad de que en adelante los españoles

proyectasen una maniobra en contra suya. ¿Cabe suponer que en Londres se conocían los contactos

de 1899 del gobierno Silvela con Alemania y Francia, y las consultas de España intentando ingresar

en la Dúplice Alianza?. El Embajador se lamentaba de los recelos de algunos medios periodísticos

españoles respecto a los hipotéticos propósitos anti-hispánicos de los ingleses (cuando los

diplomáticos acreditados en la Corte de Saint James coincidían en que tales rumores no tenían un

fundamento verídico, pues Inglaterra no deseaba más conflictos, y no aspiraba a arrebatar a España

territorio alguno1392). Mandas se quejaba en particular de algunas opiniones vertidas en los

rotativos en el sentido de que Inglaterra cuando consiguiera doblegar a los bóers procuraría

consolidar su predominio en el continente africano, estableciéndose en unas islas próximas a la

costa que le permitiesen un enclave estratégico para la escala de sus buques en la navegación a lo
1393
largo de la costa atlántica. Era clara la alusión al archipiélago canario. Enrique Rosas ha

1392
El Gobierno inglés no se explicaba pues las prevenciones españolas contra Gran Bretaña.
1393
Sobre este extremo hay una bibliografía amplia. Véase Arribas Martín,T.: “El Estrecho de Gibraltar, los
archipiélagos españoles y los intereses británicos, 1898-1918“ en II Aula Canarias y el Noroeste de África (1986),

874
reseñado la hostilidad visceral, violenta y directa de gran número de diarios madrileños –con

excepción del republicano El Liberal– hacia Gran Bretaña, que dificultaba cualquier gestión

diplomática de acercamiento entre los dos gobiernos con carácter permanente y de largo

alcance.1394

El Duque de Mandas, sin embargo, llegaba hasta el extremo de suponer que existiese un

propósito recóndito de agresión a España en el ánimo de Lord Salisbury. En ese caso, no tenía

ningún valor- al contrario, era un error, una indiscreción- revelar al gabinete británico las

precauciones que estaba tomando España con respecto a la defensa de Canarias o presentar la

adquisición de Tarfaya como garante de la seguridad del archipiélago. Entendía que era mejor

esgrimir, tal como había hecho Ojeda ante el Sultán, la añagaza del miedo a Francia, el peligro o la

eventualidad de una ocupación de la región por las fuerzas francesas, con el riesgo de quedar

España rodeada al norte y al sur por territorios franceses.1395 Cuando se entrevistó con lord

Salisbury en una conferencia que tuvo el carácter más bien de sondear el terreno, pudo apreciar

cómo las agudas preocupaciones por los sucesos de Sudáfrica y Pekín no menguaban la atención

del premier británico por los asuntos del Sultanato. Tras reafirmar la posición de España favorable

al respeto de la Soberanía del Sultán, sibilínamente Mandas pasó a intentar convencer a Salisbury

de la oportunidad de lo que podemos calificar como el más grave quebranto de la misma que podía

diseñar el gobierno español. La fórmula, como hemos indicado, era la usada por Ojeda ante el

Majzén esgrimiendo la posibilidad de que Francia se apoderara del territorio de Tarfaya y la Sakia

al- Hamra arguyendo su característica de territorio "nullius", a partir de un rápido avance realizado

desde el interior del continente. Mandas daba por supuesta la apatía marroquí a la hora de defender

coordinación y prólogo de V.Morales Lezcano, Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1988,
pág. 430. Asimismo: Morales Lezcano,V.: Los ingleses en Canarias, Las Palmas, Edirca, 1986. Libro de viajes e
historias de vida, subtitula el autor a esta curiosa indagación de las peripecias corridas por los británicos que visitaron el
archipiélago canario en los últimos cien años. En una atmósfera de marcado acento colonial, con fotografías y grabados
de época, las islas se erigen en protagonistas. También: Ponce Marrero, F.: “Canarias en la política exterior española
tras el 98: la senda hacia Cartagena “en La Historia de las Relaciones internacionales: una visión desde España,
Madrid, Comisión Española de la Historia de Relaciones Internacionales, 1996, pp. 473-495.
1394
Véase Rosas Ledesma, E.: “Las relaciones hispano-británicas a comienzos del siglo XX: los caminos del
entendimiento“, en Revista de Estudios Internacionales, vol. 1, no. 3 , Madrid, julio-septiembre 1980, pp. 708-709.
1395
Duque de Mandas al Marqués de Aguilar de Campoo. Despacho cifrado y reservado no. 103. 20 de Junio de 1.900.
A.G.A. Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7016 / Legajo no. 181-bis.

875
la provincia en el caso de producirse la agresión y argüía el deseo del gobierno de Silvela de que

nadie se aprovechara de la indolencia del Majzén para perjudicar los intereses nacionales españoles.

España deseaba salir al encuentro de cualquier eventualidad perjudicial, llegando a un compromiso

escrito con el Sultán, haciendo más eficaz su influencia y su acción en esta parte del continente

africano, y estableciéndose en ella. En definitiva, ocupando Tarfaya antes de que lo hiciera el

ejército francés.

La primera respuesta de Salisbury fue poner reparos en un claro intento de posponer la

cuestión. La ocupación de Tarfaya por España era difícilmente compatible con las pretensiones

inglesas de ajustarse al mantenimiento del statu quo en la cuestión marroquí. Salisbury no era un

experto en cuestiones marroquíes. Sabemos que en el Foreign Office lo eran sir Arthur Nicolson y

Sir Martin Le M.N. Goselin, sus consejeros principales en los asuntos relativos al Sultanato.

Cuando Mandas lo abordó, el premier británico no sabía ubicar en un mapa del Imperio la costa de

Tarfaya, ni recordaba bien algunos antecedentes referentes al tema de las fronteras meridionales del

Sultanato y reconoció la necesidad de acudir a sus consejeros. No obstante la conversación dejó

insatisfecho a Mandas que se había empleado a fondo. Sin embargo, los propósitos españoles no

habían causado la irritación pero sí el recelo de Salisbury, quien se encastillaba en su postura de

respeto al `statu quo' y cifraba más sus esperanzas en torno al mantenimiento de la ' marroquinidad '

de Tarfaya frente a la eventualidad de una hipotética actuación francesa, en el convenio anglo-

marroquí de 1895. Una ocupación de la región por España le contrariaba. Era muy posible que el

gobierno británico desease dejar las cosas en el territorio tal como estaban, no descartando Mandas

que el Reino Unido intentase en el futuro ocuparlo, restando a España el control del hinterland

africano de Canarias. Mandas se hizo cargo asimismo del temor de Lord Salisbury a que el

gobierno imperial alemán pudiese tener también apetencias sobre Tarfaya. Salisbury parecía, al

respecto temer más al II Reich y mantener una cierta tranquilidad en cuanto a los proyectos y

876
designios de Francia en África.1396 Mientras los movimientos militares galos se realizasen en el

interior del Sultanato, era muy probable que Gran Bretaña dejase actuar al gobierno republicano,

con la esperanza de que Francia se desgastase en un conflicto muy dilatado venciendo la férrea y

tenaz resistencia de una tribu tras otra. Gran Bretaña -entendía Mandas, tras entrevistarse

posteriormente con el Barón de Renzis, Embajador de Italia en Londres, que le había tranquilizado

con respecto a los propósitos de Inglaterra- juzgaba a Francia incapacitada para acometer una

empresa de tan gran envergadura como la conquista de todo el Sultanato. Inglaterra sólamente

trataría de contener a Francia si esta última intentase el control de las costas.

A finales del mes de Junio Mandas realizaba una visita protocolaria a la reina Victoria en el

castillo de Windsor, mientras que las conversaciones hispano-británicas sobre Marruecos se

trasladaban temporalmente a Madrid. El Embajador británico en Madrid acudió a visitar al marqués

de Aguilar de Campoo, deseoso de conocer los detalles del convenio con Francia, que aún no había

sido firmado. Aguilar tranquilizó al diplomático arguyendo que no tenía intencionalidad contra el

Reino Unido y se limitaba a la delimitación de los territorios españoles en Río de Oro y golfo de

Guinea. Pero inmediatamente a continuación, Aguilar hizo partícipe a su visitante de la firme

determinación del gobierno conservador de conseguir el trueque de Ifni por la cesión de los

territorios comprendidos entre los cabos Bojador y Nun (¡), para lo cual iba a proceder de acuerdo

con Inglaterra reconociendo la validez y eficacia del tratado de 1895.

La determinación española en comenzar su ofensiva imperialista era patente. Era asimismo

evidenciable el giro copernicano que Silvela iba a imprimir a su política exterior. Si fallaba su

propósito de arrebatar Tarfaya a Marruecos; si España no podía sorprender a la comunidad

internacional, mostrando a los ojos del mundo su vitalidad expansionista, si Silvela no podía

cumplir sus designios geoestratégicos de reforzar el prestigio internacional de España

devolviéndole la categoría de potencia colonialista, actuando, en materia imperialista con una cierta

autonomía, con sus propias fuerzas, era necesario dar un giro de 180 º a la política internacional de

1396
Mandas expresaba su convencimiento de que ello era algo que podía explotar España.

877
España. Si en el pasado se había desconfiado del Reino Unido, ahora había que poner toda la

atención en conjuntar la acción exterior española con la británica en lo atinente a Marruecos,

buscando de esta manera el apoyo de la Corte de Saint James. A pesar de que en el primer sondeo,

Salisbury se había mostrado reticente, valían la pena nuevos intentos. Aguilar le transmitió al

Embajador británico un mensaje para el primer ministro, asegurándole que en ningún caso el

gabinete Silvela iba a iniciar acción alguna o a tomar una resolución contraria a Inglaterra; en todo

lo tocante a los asuntos marroquíes, se iba a buscar el acuerdo y la conjunción con el gobierno

británico. Por último se encargaba al Embajador que solicitara del primer ministro la opinión de si

Inglaterra consideraba la permuta de territorios de Ifni por Tarfaya como una alteración grave del

'statu quo'.1397

Y de repente ... ¡una noticia sorprendente llegó a conocimiento de Aguilar de Campoo y

Silvela¡. El 26 de Junio, Mandas telegrafió a Madrid notificando que había tenido una segunda

conversación con Lord Salisbury. Éste le había indicado que no veía inconveniente alguno en que

España procurase obtener de Marruecos la permuta de Ifni por Tarfaya. Incluso la noticia contenía

datos más esperanzadores para los designios españoles: Salisbury recomendaba a Silvela que era

mejor para España que el acuerdo de cesión se firmase cuanto antes.1398

Al día siguiente, Mandas remitiría un despacho cifrado y secreto a Madrid, dando cuenta de

manera exhaustiva de los detalles de la entrevista celebrada con el primer ministro. El documento

nos señala cómo la entrevista de Aguilar de Campoo con el Embajador británico no pudo llegar

más oportunamente para desbloquear la negociación sobre Tarfaya. La oferta española de

conjunción de su política marroquí con la de Gran Bretaña, así como el empleo del término

"permuta" de Ifni por Tarfaya había obrado el milagro. Pero Salisbury deseaba mayores

aclaraciones. Mandas iba preparado. Minuciosamente explicó al premier sobre un mapa de África

1397
Telegrama del Ministro de Estado dirigido al Duque de Mandas, Embajador de España en Londres. 25 de Junio de
1.900. A.G.A. Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7016 / Legajo no. 181-bis.
1398
Telegrama cifrado del Duque de Mandas dirigido a Aguilar de Campoo. 26 de Junio de 1900. A.G.A. Fondo de
Asuntos exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7.016 / Legajo no. 181-bis.

878
en que había consistido la delimitación de los territorios franco-españoles en Río de Oro y en el

Muni; se explayó asimismo sobre los deseos de trueque de Ifni, que pertenecía a España en virtud

del tratado que puso fin a la guerra con Marruecos en 1860, por la comarca objeto del convenio

británico-marroquí de 1895. Mandas reiteró sus argumentos de que el trueque no alteraba el

principio fundamental de mantenimiento del statu quo; que España estaba dispuesta a colaborar con

el Reino Unido para asegurar su supervivencia y en este sentido fue decisiva una parte de su

intervención en la que recalcó los peligros de que mientras Gran Bretaña permanecía con su interés

centrado exclusivamente en China y Sudáfrica y España se mantuviera inmersa en las tareas de

reconstitución después de la derrota en la guerra de 1898, otro país -no considerando a Tarfaya más

que como territorio "nullius"- se apresurase en ocuparla. Estos razonamientos habían convencido

finalmente a Salisbury y le habían llevado a otorgar finalmente el permiso británico a los propósitos

españoles.1399

La comunicación era recibida con una gran satisfacción por Silvela y Aguilar. A esas alturas

ya se habían notificado nuevas órdenes a Ojeda. Éste había conseguido ya el compromiso del

Majzén de la entrega de un territorio situado en Ifni y la promesa de un pronto nombramiento de

una comisión mixta que tenía que trasladarse a la zona sin pérdida de tiempo, para decidir sobre el

terreno, los límites, los detalles y la fecha de la cesión y entrega inmediata de la pesquería. Sin

embargo, Silvela varió las órdenes y se le encargaba a Ojeda que plantease al Majzén la renuncia de

España a Ifni y el deseo de permutar ese territorio por Cabo Juby para luego, gestionar ante el

Sultán la cesión de la costa entre el río Draa y Cabo Bojador, ofreciendo una serie de

compensaciones. Parecía, por otro lado que la urgencia que lord Salisbury recomendaba no se iba a

poder cumplir ante las técnicas dilatorias empleadas por los funcionarios marroquíes. Mientras

tanto, Aguilar se reunía de nuevo con el Embajador británico en Madrid, expresándole la gratitud

1399
Ibidem. Despacho cifrado y reservado no. 107. El Duque de Mandas a Aguilar de Campoo. 27 de Junio de 1.900.

879
del gobierno español y su propósito de proseguir en la política marroquí buscando el acuerdo de

Gran Bretaña.1400

En días posteriores la negociación por la búsqueda del apoyo británico iba a coincidir con el

tema de la primera circular marroquí protestando por las operaciones militares en el Tuat. Desde

Madrid se observaba con mucho detenimiento la actitud del gobierno de Londres.1401 Esta primera

nota no merecería especial atención de los ingleses.

El 7 de septiembre el Marqués de Aguilar de Campoo remitía al duque de Mandas

instrucciones con el propósito de reforzar los recién creados lazos anglo-hispanos. El Ministro de

Estado señalaba que Ojeda había hecho acuse de recibo de las dos notas de protesta formuladas por

el Majzén a lo largo del verano, sin dar respuesta a Mohammed Torres.1402 Lo que se pretendía

ahora era antes de notificar una contestación definitiva al Sultán, conocer cual iba a ser la actitud de

los diversos países europeos y en particular, la de la del Reino Unido. 1403

El 19 de septiembre el Duque de Mandas, cumpliendo la orden, se entrevistaba con lord

Salisbury. El tema de la entrevista era la nueva protesta del gobierno marroquí con motivo de la

expedición francesa al Tuat. El jefe del Foreign Office indicó que el Reino Unido se había limitado,

como España, a acusar la recepción del texto en términos muy corteses y que entendía que por el

momento no procedía hacer más. Los británicos no iban a hacer nada por el momento por evitar el

progreso militar galo en el Sáhara oriental marroquí. Sin embargo Salisbury confesó a Mandas la

necesidad de obrar de otra forma si las tropas francesas se aproximaban al Atlántico o al corazón

del Imperio. En el momento en que Francia intentara ocupar las costas occidentales del Sultanato,

el statu quo se podía dar por muerto, y la cuestión marroquí podía considerarse suscitada en su

integridad. En ese momento, Gran Bretaña dejaría de ser una espectadora pasiva y promovería la
1400
Ibidem. R.O. no. 99 de 28 de Junio de 1.900 del Ministerio de Estado dirigida al Duque de Mandas.
1401
Ibidem. R.O. no. 96 del Ministerio de Estado de 26 de Junio de 1.900, dirigida al Embajador de España en
Londres.
1402
R.O. no. 126 del Ministerio de Estado de 7 de Septiembre de 1.900 dirigida a Emilio de Ojeda. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 235 /Ex. 2. Con esta fecha, Aguilar de Campoo anunciaba el propósito del
gabinete español de no contestar de momento a la segunda nota de protesta jerifiana.
1403
Real Orden no. 155 de 7 de Septiembre de 1.900 del Ministerio de Estado dirigida a la Embajada de España en
Londres. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7.016. Legajo no. 183.

880
acción colectiva de varias potencias con el fin de detener el avance de las tropas galas. La

conjunción con España parecía factible: Salisbury aseguró a Mandas que su intención era avisar al

gobierno de Silvela de sus futuras actuaciones.1404

La pretensión de Silvela de galvanizar su política marroquista buscando el acuerdo con el

Reino Unido apuntaba ya como algo más que una posibilidad.

Los discretos sondeos iniciados por parte de España en Londres en torno a la cuestión de

Tarfaya estaban acabando por convertirse en contactos de cierta trascendencia. Aguilar de Campoo

y Silvela se mostraban muy favorables a profundizar en ellos. El gobierno conservador exultaba

optimismo por las manifestaciones de buena disposición de Lord Salisbury y se estaba

consolidando una cierta colaboración con los británicos.

Una Real Orden de 29 de agosto remitida a Tánger precisaba a Ojeda la posición del

gobierno conservador, reticente a aceptar la entrega de una pesquería en Ifni en condiciones

desfavorables a España, pues se suponía que el establecimiento iba a topar con la hostilidad de las

cabilas y además las exigencias señaladas por Marruecos para otorgar su consentimiento eran

inadmisibles. Se precisaba -del lado marroquí- que la pesquería debía estar totalmente

incomunicada del territorio imperial, y vetado cualquier contacto comercial con los habitantes del

Sultanato. Dadas estas circunstancias, Silvela barajaba la necesidad, no la posibilidad, del trueque

por la costa de Tarfaya1405 con su hinterland correspondiente en el interior y ante la resistencia

marroquí empezaba a pensar en que no tenía otra opción que reforzar aún más los lazos con el

Reino Unido, y conseguir de éste, que gozaba de un gran ascendiente sobre el Majzén, el ejercicio

de una fuerte presión sobre el gobierno marroquí, con el fin de que Abd al- Aziz accediera a tales

propósitos. ¿Cómo convencer a lord Salisbury de que apoyara desinteresadamente a España?. El

gabinete español no tenía nada que ofrecer al británico. No se pensó en llevar a cabo ninguna

1404
El Duque de Mandas a Aguilar de Campoo. Despacho no. 155. 19 de Septiembre de 1.900. A.G.A. Fondo de
Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7.016. Legajo 181-bis.
1405
Las negociaciones debían ser planteadas por Ojeda como un trueque del derecho adquirido sobre Ifni, por un
punto de la costa de Tarfaya, para luego pedir al Majzén la cesión de la totalidad de esta última región a cambio de unas
compensaciones a fijar de común acuerdo entre los gobiernos español y marroquí.

881
concesión territorial a Gran Bretaña, ni en otorgar a firmas británicas privilegios económicos.

Aguilar se limitó a aconsejar al Embajador, Duque de Mandas en un despacho enviado a Londres

el 25 de Septiembre que reanudara las conferencias con el premier inglés y en ellas volviera a

esgrimir la baza de la amenaza francesa sobre la costa comprendida entre cabo Bojador y el Uad

Draa. De consolidarse el predominio galo en las zonas meridionales del Imperio, su hegemonía iba

a ser total en la zona noroccidental de África; hegemonía que conseguiría en menoscabo de los

intereses geoestratégicos y de los propósitos de Inglaterra. El máximo interés del gabinete Silvela

en esta región explicaba, según Aguilar la insistencia del gobierno español en dejar sin delimitar

claramente en el tratado del 27 de Junio de París la parte norte de sus posesiones en el Sáhara,

"señalando como término (de las mismas) la frontera de Marruecos, pero sin especificar cual era

esta".1406 Silvela no iba a tolerar la interposición de ninguna potencia europea entre las posesiones

españolas de Río de Oro y el Imperio marroquí. Las cuestiones de la defensa y la seguridad

nacional, léase la seguridad del archipiélago canario, exigían el tesón y la persistencia en esta

ofensiva imperialista española que iba a pasar a una nueva fase. De manera explícita, Aguilar

anunciaba a Mandas que el Gabinete de Silvela iba a ampliar sus gestiones no restringiéndolas

exclusivamente al Reino Unido. Era necesario tratar el tema de la cesión por parte de Marruecos a

España de Tarfaya con otras potencias, incluida Francia, a las que se trataría también de convencer

para que ejercieran presión sobre el Majzén.1407

A comienzos de Octubre, Mandas se apresuró a cumplir el encargo. Lord Salisbury le recibió

en el Foreign Office y le notificó que había comunicado al Ministro Plenipotenciario británico en

Tánger el consentimiento de su gobierno al marroquí sobre la cesión de Tarfaya a España,

cumpliendo lo estipulado en el tratado de 1895. Sin embargo Mandas no se dio por satisfecho. En

virtud de las instrucciones recibidas, ya no se trataba solamente de que el Reino Unido diera su

1406
Aguilar de Campoo al Duque de Mandas. Despacho no. 167. 25 de Septiembre de 1.900.A.G.A. Fondo de
Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7.016. Legajo 181-bis.
1407
Ibidem. García Sancho, Marqués de Aguilar de Campoo al Duque de Mandas. Despacho no. 171. 8 de Octubre de
1.900.

882
'placet'; era necesario, dada la impotencia de los medios diplomáticos españoles de arrancar la

concesión a Abd al- Aziz, que el gobierno británico tomara parte activa en la negociación. Lord

Salisbury no rehusó la discusión de este apartado del tema, pero estimó necesario reconducir las

conversaciones con España a un nivel de análisis más profundo. Necesitaba examinar con el mayor

cuidado la posibilidad del apoyo británico a España. Comenzaría entonces una ronda de contactos

de Mandas con el Sub-secretario permanente del Foreign Office, Sir Thomas Sanderson y con el

Ministro Plenipotenciario inglés en Tánger, sir Arthur Nicolson que se encontraba en la capital

británica. Sanderson frustró pronto las expectativas españoles, señalando que Marruecos no era

favorable a la permuta de territorios .Sir Arthur Nicolson, en particular, arguyó haber realizado

varios sondeos en Marruecos antes de partir hacia Londres. Se había entrevistado con Ojeda, entre

otros, y sus contactos con los funcionarios del Majzén le reafirmaban en la convicción de que el

Sultán era totalmente contrario a la entrega de Tarfaya, por oponerse a toda cesión territorial que

supusiese desmembración o amputación del Imperio, y por los profundos temores de Abd al- Aziz

a que doblegarse a las peticiones españoles supondría un precedente que aprovecharía Francia para

imponerle condiciones aún más duras. Arthur Nicolson desmontó en el Foreign Office los

argumentos españoles que se basaban en hacer temer a Salisbury una ocupación de la costa

meridional del Imperio por Francia, señalando la pobreza de Tarfaya, y la presencia en el hinterland

continental de importantes tribus hostiles a la presencia extranjera. Mandas trató de rebatir las

afirmaciones de Nicolson. Señaló al respecto que si tan pobre era la zona de cabo Juby, tan árida y

tan inhóspita que a la escasa guarnición allí destacada por el Sultán había que suministrarles por vía

marítima el agua potable, o entendía las reticencias británicas para la entrega del territorio a

España, a cambio de Ifni; y apuntó el hecho de que en el caso de sufrir Francia una derrota en la

invasión del Tuat, podría buscar una revancha dando un golpe de mano en la costa. Sin embargo no

pudo convencer a sus interlocutores ni sacar a Salisbury de la situación de reserva a la que le había

llevado la consulta con los expertos en temas marroquíes del Foreign Office.1408

1408
Ibidem. Duque de Mandas a V.García Sancho, Marqués de Aguilar de Campoo. Despacho no. 167. 12 de Octubre

883
10. 11. Nuevos problemas para España en el Rif.

Mientras a nivel diplomático se buscaba el acuerdo con el gobierno británico, en Marruecos

se daban a veces manifestaciones por parte española de otro tipo de política totalmente diferente,

absolutamente desconfiada y recelosa de los ingleses. Durante el mes de Mayo, el cónsul de España

en Mazagán, Pedro Cavanilles, había espiado -utilizando los servicios de la compañía de

navegación española Trasatlántica- al consulado británico en Dar-el-Beida (Casablanca) ante

ciertos movimientos sospechosos de los funcionarios ingleses.1409

Tras el levantamiento del bloqueo de los presidios menores en el Rif, el verano de 1900

transcurrió con bastante normalidad en esta parte del Sultanato. Unicamente se dio un incidente de

cierta importancia a comienzos de julio, en lo que constituía un nuevo ataque del Majzén contra los

intereses españoles en la zona. En la mañana del 5, el comandante-gobernador de la plaza de

Alhucemas recibió la visita de una súbdita española allí domiciliada, Amalia Fernández Marfil,

viuda de Meco exponiéndole que habiendo alquilado un bote de su propiedad a un rifeño, Hammedi

Bu Azza (el motivo era que éste iba a conducir algunos víveres al islote), los askaris apostados en la

playa fronteriza habían incautado la embarcación. Efectuada la oportuna reclamación ante el

gobernador de la frontera, la embarcación no fue devuelta hasta que no se satisfizo el importe de

una multa. Una vez restituida, Amalia Fernández echó en falta una serie de materiales (banco, farol,

remos), que habían retenido en su poder los askaris marroquíes.

La reclamación española exigiendo la restitución del importe de la multa y el pago de los

desperfectos y hurtos sufridos por la empresaria española la gestionó Ojeda que dirigió una nota de

protesta a finales de agosto al Delegado del Sultán en Tánger, Mohammed Torres. Torres

contestaría el último día del mes, incidiendo en el hecho de que las relaciones de intercambio

de 1.900.
1409
Pedro Cavanilles, cónsul de España en Mazagán a Ojeda. Despacho no. 39. 5 de Mayo de 1.900. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 124 / Ex. 1.

884
comercial entre los habitantes de Alhucemas y los rifeños estaban prohibidas y que por lo tanto no

le estaba permitido a ningún marroquí, salvo con la autorización expresa del Majzén, acudir a la

plaza sino era para transportar únicamente víveres. El Delegado del Sultán protestaba a

continuación de que el gobernador español de Alhucemas permitiera las relaciones ilícitas que no

cesaban de crear dificultades al Majzén. Torres aconsejaba a Ojeda que España evitase en el futuro

todo tipo de conflictos con los marroquíes, por lo que el gobernador de Alhucemas debía evitar las

relaciones de los habitantes de los islotes hispanos con los del Rif.1410

Para Ojeda, la Nota de Mohammed Torres planteaba de nuevo la cuestión de la navegación

de buques extranjeros a lo largo de las costas del Rif, incidiendo otra vez en la situación que había

intentado instaurar el Majzén meses antes, cuando había dirigido al cuerpo diplomático acreditado

en Tánger una nota relativa a la incomunicación absoluta de las costas del Rif, expresando el deseo

del gobierno marroquí de interrumpir el tráfico comercial a lo largo de ellas de buques extranjeros y

cárabos rifeños (septiembre de 1899). En aquel entonces la nota del Delegado del Sultán, Sid Ben

Nassar Gannam había motivado la más enérgica resistencia por parte del cuerpo diplomático.

Ojeda, en particular, había entendido que se trataba de un golpe que el Gran Visir pretendía asestar

contra España, la única nación que poseía territorios en el Rif. El diplomático español había

intentado propiciar una acción colectiva europea que conjurase el peligro de aislamiento en que el

Majzén estaba dispuesto a condenar a los españoles, aprovechando los escasos intereses que en el

Rif poseían la mayor parte de potencias europeas. Silvela, sin embargo, se había desmarcado de la

opinión del Ministro Plenipotenciario; recordemos que había buscado la aproximación al Reino

Unido, no participando de los temores que las medidas del Majzén infundían a Ojeda. Ante el

rechazo conjunto de todas las potencias a tales medidas, Bu Ahmed puso en práctica el bloqueo de

Alhucemas y el Peñón, utilizando para su propósito al cuerpo de ejército desplazado al Rif. Tal

medida estuvo a punto de provocar un conflicto grave entre España y Marruecos, aunque tal

1410
Nota de contestación del Delegado del Sultán de Marruecos en Tánger, Mohammed Torres dirigida a Emilio de
Ojeda. 31 de Agosto de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 84 /Ex. 2.

885
posibilidad quedó conjurada tras la intensa presión diplomática y la enérgica actitud de Silvela,

dispuesto a llegar a la acción armada.

Según el Ministro Plenipotenciario, la nota de Torres pretendía presentar como irrebatible el

principio sostenido anteriormente por el Majzén de considerar ilegal y atentatorio a los derechos del

Sultán toda comunicación marítima europea con el Rif, así como el tráfico comercial de los cárabos

rifeños. Al ser tanto Alhucemas como Vélez islotes, no se podía soslayar la comunicación con la

costa vecina a través del mar. En tales circunstancias, prohibir el tráfico marítimo a los europeos y a

los rifeños equivalía a una reanudación del bloqueo efectivo de dichas plazas. Si esta disposición se

ponía en práctica, todo bote o nave española que pretendiese dedicarse al tráfico legítimo de víveres

entre la costa y las plazas no podría hacerlo. Asimismo Ojeda entendía que tal disposición iba a

contemplar como ilícita la navegación entre los dos puntos citados de los cárabos rifeños. El

abastecimiento de los presidios iba a quedar de nuevo colapsado en el caso de ceder a las

pretensiones marroquíes. Era algo a lo que no podía acceder el gobierno español. Por ello Ojeda

espetó a Torres que el conflicto suscitado en julio con la subsiguiente reclamación española estaba

causado no por los rifeños ni por los españoles, sino por las autoridades marroquíes en el Rif que

llevaban a cabo una infracción sistemática de los tratados que garantizaban el libre suministro de

los presidios. Es decir: del convenio con las disposiciones necesarias para la seguridad y

abastecimiento de los presidios menores de la costa de Marruecos, ajustado en Tetuán en agosto de

1859, donde se estipulaba la obligación del Sultán de cooperar en el libre abastecimiento de

Alhucemas y Vélez de Gomera; del artículo 25 del Tratado de Comercio hispano-marroquí de 20 de

noviembre de 1861, en el que se regulaba -no se prohibía- la navegación de los cárabos rifeños

sometiéndola solamente a ciertas medidas de vigilancia; del artículo 6º del convenio de 1866, por el

cual se comprometía España a no permitir que se internasen en el Rif los habitantes de Melilla, que

no fuesen súbditos del Sultán; y del artículo 4º del Tratado de comercio arriba citado que establecía

886
específicamente el derecho indiscutible de libre circulación por el Sultanato que tenía todo súbdito

español.1411

Los hechos de julio de 1900 nos permiten matizar las afirmaciones del profesor Pennell

cuando habla del joven Sultán como un Soberano carente de la energía de su padre. El secuestro del

bote de Amalia Fernández y el intento de interrumpir el flujo de botes dedicados al contrabando

entre Alhucemas y el Rif por parte de los askaris nos habla de una continuidad en las acciones de

firmeza por parte de las tropas destacadas en el septentrión marroquí con respecto a la decisión por

defender al Imperio que había caracterizado al período de gobierno del Gran Visir. Ya que los

rifeños flaqueaban en su labor secular defensiva del estrátegico septentrión del Sultanato, esta tarea

forzosamente tenía que ser asumida por las tropas imperiales. ¿Cabe preguntarse si hay

vacilaciones, si hay desfallecimiento en la asunción de esa tarea por parte de Abd al- Aziz?. Estos

hechos locales, propios de la microhistoria rifeña nos prueban que no hay ese desfallecimiento, y

que los askaris imperterritos siguen cumpliendo las tareas de defensa que les había encomendado el

finado Bu Ahmed.

La sección de Política del Ministerio de Estado español redactó un informe el 15 de

septiembre, entendiendo que el secuestro de la lancha era un hecho aislado y casual y que no tenía

una relación directa con la política hostil a España atribuida por Ojeda al gobierno jerifiano. En el

documento se consideraba que este incidente era una de las tantas arbitrariedades llevadas a cabo

por la codicia y el descaro de los corruptos funcionarios de la administración marroquí, deseosos de

apoderarse de una suma de dinero. No era expresión de las intenciones del gobierno imperial. El

informe quitaba hierro a la nota de Torres, señalando que no se quejaba expresamente (realmente

no hacía alusión directa a ello) de que los botes españoles fuesen a abastecerse de víveres a la costa,

sino de que las relaciones mercantiles entre los habitantes de Alhucemas y los rifeños no se

limitaban al aprovisionamiento de víveres y que ese era un hecho ilícito consentido por el

1411
Ojeda a Aguilar de Campoo. Despacho no. 101. 6 de Septiembre de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 84 /Ex. 2.

887
gobernador de la plaza. Esta interpretación venía confirmada por el hecho innegable de que el

gobierno jerifiano veía desde tiempo atrás con marcado disgusto la situación de las cosas en el Rif,

considerando que el Peñón de Vélez y Alhucemas eran centros de expediciones contrabandistas, y

que a la sombra del abastecimiento de las plazas se realizaban verdaderas operaciones comerciales

ilegales en detrimento del Tesoro marroquí y en contra de lo dispuesto por los tratados, según los

cuales la importación y exportación de artículos en el Sultanato sólo podía hacerse por los puertos

marroquíes abiertos al comercio.

El gobierno español se había comprometido en marzo de 1900 a tratar con el Majzén el tema

de la restricción del derecho de los españoles a la libre circulación por el Imperio. Sin embargo

hasta el momento nada se había negociado y se mantenía un compás de espera que beneficiaba los

intereses españoles. Por lo tanto, el informe recomendaba a Aguilar de Campoo que no se

reclamara de modo oficial, pues se corría el riesgo de que el Majzén quisiera tratar ahora el tema de

las restricciones, supeditando a su arreglo, la cuestión de la lancha de Amalia Fernández y otras

reclamaciones españolas.1412

El sub-secretario de Estado, tras analizar el documento, ordenó a Ojeda que contestase la

nota de Torres, limitándose a darse por enterado del criterio que en la misma expresaba el Majzén

acerca de las relaciones entre Alhucemas y las cabilas fronterizas, añadiendo que precisamente

porque según ese criterio, las relaciones para el aprovisionamiento de la plaza de Alhucemas eran

legítimas, protestaba del apresamiento puesto que con la lancha sólo se pretendía por parte española

adquirir víveres. Los askaris sólo tenían competencias para confiscar las mercaderías de

contrabando, pero nunca para apoderarse del bote o para exigir dinero por su devolución.1413

1412
Informe de la sección Política del Ministerio de Estado sobre el apresamiento de un bote, propiedad de Doña
Amalia Fernández. 15 de Septiembre de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 84 /Ex. 2.
1413
Ibidem. R.O. del Ministerio de Estado de 18 de Septiembre de 1.900 dirigida a Ojeda.

888
10.12. Prosiguen los intentos españoles para apoderarse de Tarfaya y la Sakia al- Hamra.

En Tánger la ofensiva imperialista española estaba quemando etapas con rapidez. El 24 de

septiembre el Sultán Abd al- Aziz escribió a Mohammed Torres. Las instrucciones que le daba

insistían en la necesidad de seguir negociando con los españoles e iban acompañadas de una

prohibición expresa de firmar cualquier cesión de la región de Tarfaya. Coincidiendo con la llegada

de la carta del soberano, Torres era apremiado por Ojeda mediante una nota en la que se

reafirmaban las peticiones españolas (lo que hemos dado en llamar "la ofensiva imperialista de

Silvela"). Es decir, el Ministro Plenipotenciario señalaba que conforme a los términos del acuerdo

con el Majzén, el gobierno español renunciaba al territorio próximo a Ifni, para solicitar de

Marruecos el cambio de aquél por toda la costa que se extendía desde la desembocadura del Uad

Draa hasta el cabo Bojador. Es decir aquello que Ojeda se había limitado a exigir oralmente, a

instancias de Torres, quedaba reiterado ahora por escrito.

Tras una nueva consulta de Torres a la Corte, el Sultán le respondió a su Delegado,

expresándole su grave preocupación por tan considerables demandas. Eran tan extraordinarias, tan

importantes, que no podía dar una rápida respuesta al gobierno español. El Majzén debía llevar a

cabo un profundo examen del tema y diversas consultas. Germain Ayache indica que en la práctica

ello era un rechazo a las peticiones de Silvela, posponiendo la respuesta sine die.1414

Era el fracaso total de las pretensiones españolas. El gabinete Silvela había contado con un

golpe de efecto en materia de política exterior que no iba a llegar. Se había contado primero con

conseguir Ifni antes de que las cortes reanudaran sus sesiones tras el verano. Todo se había ido al

traste. Si en un primer momento se habían dado instrucciones a Ojeda para que consiguiera primero

Tarfaya, para luego dar a conocer el hecho a la comunidad internacional, una vez firmado el

acuerdo de cesión con el Majzén, las tácticas dilatorias marroquíes obligaron a cambiar de

estrategia. El 30 de abril de 1904 Aguilar de Campoo, convertido en Presidente del Consejo de

1414
Véase Ayache, G.: " Les visees sahariennes... ", op. cit., pag. 345.

889
Estado enviaría una carta particular al nuevo líder conservador, Antonio Maura, explicándole los

cambios que siguió la estrategia del gabinete Silvela: antes de que Marruecos consintiera en ceder

Tarfaya, Aguilar comunicó a los Embajadores de Francia, Inglaterra, Italia, Rusia y Austria

acreditados en Madrid el propósito español de ocupar la costa marroquí frente a Canarias; de la

misma forma, a finales del verano dio instrucciones a los representantes diplomáticos españoles en

esos países para que comunicaran la noticia a los gobiernos respectivos. "La idea fue acogida

favorablemente, indica Aguilar, con la única condición de respetar el statu quo".1415 Sin embargo,

la falta del apoyo británico a España en las negociaciones que Ojeda llevaba a cabo con

Mohammed Torres en Tánger fue determinante para el fracaso de la iniciativa española. Silvela

había confiado en el renacer imperial español, apostando claramente por un compromiso con el

Reino Unido que esta nación eludía. Todavía Ojeda hizo un último esfuerzo tras la crisis del

gabinete Silvela y llegada de Azcárraga al poder, por tratar de convencer a sir Arthur Nicolson de la

necesidad de que el Reino Unido prestara su apoyo a España. Sus argumentos se resumen en la

necesidad para España de obtener Tarfaya para garantizar la defensa de su territorio nacional y en

los profundos recelos provocados por la actitud expansionista francesa en el Sultanato. Puso

especial empeño en convencer a su colega de que los deseos de Madrid no obedecían a una

ambición de engrandecimiento territorial, pues se aspiraba únicamente a una de las costas más

estériles e inhospitalarias del continente africano, lo cual suponía en realidad un sacrificio oneroso

para las arcas del Estado, justificado por la necesidad de prevenir cualquier posible ataque sobre el

archipiélago canario. Las razones de Ojeda no hicieron mella en Nicolson, quien expresaría su

absoluto convencimiento de que el Majzén no iba a consentir jamás la entrega de tan dilatada costa,

ni incluso aunque mediara una fuerte compensación económica. El representante diplomático

británico ante la petición urgente de ayuda española, acabaría negándose en rotundo.

1415
(A)rchivo de la (F)undación (M)aura. Carta particular del Presidente del Consejo de Estado, Marqués de Aguilar
de Campoo dirigida a Antonio Maura.30 de Abril de 1.904. Legajo 360 1/2.

890
"Sir Arthur - escribiría a finales de Octubre a Aguilar de Campoo- me declaró, que
en su sentir constituía esta cesión un precedente tan funesto para el mantenimiento del statu
quo, que no vacilaría en pronunciarse en contra y hasta en abrir los ojos del Gobierno
marroquí sobre las consecuencias de un acto tan imprudente".1416

Nicolson llegó a indicar incluso su propósito de advertir al gobierno marroquí sobre la

inoportunidad de la entrega de Tarfaya. A su parecer, era imposible situar la cuestión al margen del

mantenimiento del 'statu quo'. Este iba a quedar socavado definitivamente al suponer la cesión una

violación gravísima de la soberanía del Sultán y de la integridad de su Imperio, abriendo la puerta

indefectiblemente al inicio de la cuestión marroquí, que era lo que había que evitar a toda costa.

Carente España del firme apoyo de alguna gran potencia que presionase sobre el Sultán, no

contaba con la potencialidad, ni con el dinamismo suficiente para conseguir arrancar del Gobierno

marroquí la cesión de las tierras de Tarfaya. El margen de actuación de la política exterior española

era muy escaso, y dada la imposibilidad de lograr el apoyo británico, el gobierno de Madrid iba a

quedar constreñido a aproximarse a Francia.1417 A esto se le llama hacer virtud de la necesidad.

10. 13. El gobierno Azcárraga y el fracaso de la ofensiva imperialista española.

El gabinete Azcárraga recogería los postulados de la ofensiva imperialista del verano y

pretendió reactivarlos. Seguía ocupando la cartera de Estado V. García Sancho, el marqués de

Aguilar de Campoo. Como mal menor, se volvió a barajar en Madrid la posibilidad de

circunscribirse a la ocupación de un territorio en Ifni. La documentación del período es muy escasa,

fragmentada e incompleta. La disponible incide en el hecho de que España no disponía de medios

materiales durante el otoño, ni contaba con buques de guerra para lanzarse a una empresa de tal

envergadura, por lo que Aguilar optó por ganar tiempo y volver a insistir ante el Majzén en la

1416
Pérez Caballero, Subsecretario de Estado al Duque de Mandas. R.O. de 6 de noviembre de 1.900.A.G.A. Fondo
de Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7.016. Legajo 181-bis.
1417
Ibidem. El Sub-Secretario de Estado, Pérez Caballero al Duque de Mandas. R.Orden de 6 de Noviembre de 1.900,
documento ya citado.

891
permuta de Ifni por toda la costa de Tarfaya. A pesar de las respuestas negativas del Ministro

marroquí de Asuntos Extranjeros, Abd el-Krim Ben Sliman dadas a Ojeda en Marrakesh, a pesar de

las dilaciones de Torres pidiendo al Plenipotenciario español una interrupción tras otra de sus

conversaciones para solicitar consejo del Majzén, se insistía por parte española en la misma

petición. En caso de persistir el rechazo marroquí, Aguilar aconsejaba a Ojeda que lograse la

permuta de Ifni por una parte de la costa de Tarfaya. En todo caso, el deseo del gobierno español,

era que si se obtenía, al menos, una parte de la costa de Tarfaya debía ser bastante mayor que el

territorio dedicado al establecimiento de una pesquería en Ifni.1418 Sólo en último término y en caso

de no poder conseguir ninguno de los objetivos precitados, se debía limitar Ojeda a admitir la

entrega de Ifni. Aguilar acompañaba su despacho de un proyecto de nota a Mohammed Torres,

redactado por él personalmente, es decir no confiado al Plenipotenciario.1419 Por su parte el Majzén

ofertaba únicamente la entrega de un territorio cerca de Ifni, no en el mismo puerto, de una

extensión muy reducida, la estrictamente necesaria para el establecimiento de una pesquería, y

cerrado completamente por el lado de tierra por unos muros, tras los cuales existiría una zona

neutral. Medidas que buscaban una total incomunicación del lugar. El establecimiento sólo podría

comunicarse con el resto de posesiones hispanas por mar. Asimismo el Majzén declinaba toda

responsabilidad en los ataques o asesinatos de españoles que cometieran las cabilas vecinas contra

cualquier habitante del establecimiento que intentara traspasar los límites del mismo.1420 A finales

de Octubre el gabinete Azcárraga al igual que anteriormente el de Silvela, seguía barajando la idea

de conseguir la anuencia de todas las grandes potencias para el trueque de Ifni por Tarfaya, aunque

las esperanzas se diluían por momentos. Se había descartado ya la fórmula de sorprender a la

comunidad internacional con la noticia y ahora se estimaba como condición previa a la ocupación

1418
El Marqués de Aguilar de Campoo al Duque de Mandas. Despacho no. 175. 8 de Octubre de 1.900.A.G.A. Fondo
de Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7.016. Legajo 181-bis.
1419
R.O. (con caracter reservado) del Ministerio de Estado de 14 de Noviembre de 1.900 dirigida a Emilio de Ojeda.
Contiene un "Proyecto de Nota a Sid Mohammed Torres, Delegado del Sultán". A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 62 / Ex. 1.
1420
Marqués de Aguilar de Campoo. al Duque de Mandas. Despacho no. 181. 17 de Octubre de 1.900. A.G.A. Fondo
de Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7.016. Legajo 181-bis.

892
de la región, el permiso de las potencias, a las que se debía intentar convencer de que no suponía

peligro para la paz, ni alteración importante del 'statu quo'.

En el Reino Unido se había producido una remodelación ministerial. Lord Salisbury dejaba la

dirección del Foreign Office en manos de Lord Lansdowne. Era un cambio que desagradaba a

Mandas. Salisbury acostumbraba a dar respuestas definitivas ante gran parte de los requerimientos

que se le hacían y Lansdowne era más proclive a las técnicas dilatorias. Por ello, el Embajador

español hizo un último intento de entrevistarse a solas con Salisbury para hablar sobre Tarfaya,

intentando convencer al estadista británico de la necesidad de prestar su apoyo a las pretensiones

del gobierno Azcárraga. No fue posible por encontrarse momentáneamente el premier inglés lejos

de Londres y tuvo que conformarse con discutir el asunto con el Sub-Secretario permanente de

Asuntos Exteriores, sir Thomas Sanderson, al que intentó persuadir en vano de que la respuesta

favorable que diera Mawlay Abd al-Aziz a España iba a depender casi exclusivamente de la

opinión británica, recabando en consecuencia el apoyo del gabinete de Lord Salisbury.1421

Las negociaciones con Gran Bretaña habían llegado a una situación de fracaso absoluto para

España. Un despacho del Marqués de Aguilar de Campoo al Duque de Mandas con fecha 14 de

noviembre nos permite desvelar que a esas alturas el gobierno español había desistido ya de la

política de acercamiento al Reino Unido. Tampoco se iba a aceptar la propuesta del Majzén

consistente en la cesión de un limitado recinto amurallado en Ifni, pues no se quería arriesgar

inútilmente las vidas de los soldados que constituyeran la guarnición del lugar, ya que no podrían

tan siquiera "asomarse al muro" que deseaba construir el gobierno marroquí. Por otro lado se

pensaba que el Ministro de Asuntos Extranjeros del II Reich daría su aprobación a la ocupación de

Tarfaya, pero era indudable que el nuevo responsable del Foreign Office, Lansdowne era

totalmente contrario a ella.1422

1421
Ibidem. Duque de Mandas a García Sancho, Marqués de Aguilar de Campoo. Despacho cifrado y reservado no.
172. 7 de Noviembre de 1.900.
1422
Ibidem.El Marqués de Aguilar de Campoo al Duque de Mandas. Despacho no. 196. 14 de Noviembre de 1.900.

893
Hacia finales de año, la prensa británica empezó a mostrar inequívocas señales de

desconfianza hacia España. Se temían en particular los derroteros que pudiera experimentar en el

futuro la actuación política exterior del gabinete conservador presidido por Azcárraga. Se

rumoreaba en particular acerca de los movimientos del Embajador español en San Petersburgo,

Duque de Vistahermosa que se había trasladado repentinamente a Crimea. Según un rotativo

británico, The Standard, iba a entablar negociaciones con el gobierno imperial ruso con un objeto

político determinado, que podía ser la consecución de una alianza militar, el establecimiento de

alguna inteligencia con la Dúplice franco-rusa, o la cesión de Ceuta a Rusia. Paralelamente,

algunos sectores de la prensa española se hacían eco de estos rumores destacando que el Reino

Unido tenía puestas sus miras desde hacía tiempo en determinadas partes del territorio nacional

español, que pretendería ocupar para instalarse definitivamente en ellas.

El marqués de Aguilar de Campoo remitió una circular al Duque de Mandas previniéndole

contra la suspicacia de los rotativos británicos y transmitiéndole las correspondientes instrucciones

para que disipara las posibles dudas de Lansdowne.1423

El Ministro de Estado insistía en el hecho de que, desde que Silvela ocupara la presidencia

del gobierno, la máxima preocupación de los conservadores había sido garantizar la integridad

territorial de la península, islas y posesiones africanas, pero todavía no se había hallado una

solución al problema a través de la incardinación de España a algún compromiso o alianza militar.

En el interín, mientras esto no se lograse, la resolución que más convenía a los intereses nacionales

era el mantenimiento de buenas relaciones con todas las potencias.

En el curso de los dos años de gobierno de Silvela, éste había potenciado una política exterior

activa tendente a insertar a España en una situación de alianza internacional que robusteciera la

seguridad nacional. Sin embargo en 1899 ninguna cancillería europea había escuchado las llamadas

de España hacia una necesaria garantía para su integridad territorial, frente a las hipotéticas

aspiraciones británicas, debido a que la guerra anglo-bóer desterraba por el momento cualquier

1423
Ibidem. El Marqués de Aguilar de Campoo al Duque de Mandas. Circular no. 27. 17 de Diciembre de 1.900.

894
acción en este sentido. Había habido, eso sí, un acercamiento a Francia solventando algunas

cuestiones que desde tiempo atrás dividían los intereses de ambos Estados en África Occidental,

Guinea y Sáhara. Este acercamiento había dado pie a ciertos rumores en la prensa internacional

sobre la posible cesión de Ceuta a Rusia para ser utilizada como base naval por esta última en el

Mediterráneo Occidental que, sin embargo el tiempo contribuyó a disipar. F. García Sanz ha

señalado como Silvela, a principios de febrero de 1900 no tuvo inconveniente en comunicar al

embajador italiano en Madrid que España llevaba meses negociando con Francia la delimitación de

las respectivas posesiones en África occidental y no, como la prensa había hecho circular, la posible

cesión de territorios por parte de España.1424

Las negociaciones con Francia habían suscitado asimismo el temor a que el hinterland

africano fronterizo a Canarias cayese en manos del gobierno republicano o de cualquier otra

potencia. En un giro radical de su política exterior Silvela buscó a partir del verano de 1900 la

aproximación al Reino Unido sin conseguirla, dejando al gabinete Azcárraga una comprometida

herencia. El camino internacional que pudiera seguir España era en 1900 objeto de las mismas

especulaciones que en 1899. Algunos acontecimientos se encargaban de sacar el tema de nuevo a la

luz y al mismo tiempo de obligar al Gobierno español a poner de manifiesto el equilibrio que

necesariamente tenía que mantener entre la actitud ante la opinión pública, reacia a cualquier

compromiso internacional, y la necesidad de una garantía territorial para las posesiones españolas.

En octubre de 1900, una información del diario londinense The Standard1425 basada en un artículo

aparecido en la prensa rusa1426 en torno a la necesidad que tenía España de aliarse a Francia y

1424
Véase García Sanz, F.: Historia de las relaciones entre España e Italia. Imágenes, Comercio y Política Exterior
(1890- 1914), Madrid, C.S.I.C., 1993, pp. 245-246.
1425
Emilio de Ojeda al Marqués de Aguilar de Campoo. Despacho no. 146. 25 de Diciembre de 1900. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 /Ex. 1.
1426
El artículo de The Standard fechado el 19 de Octubre, se hacía eco de otro aparecido en un diario ruso de Odessa,
Rossia, el cual, volviendo a la vieja cuestión de la alianza hacia la que debería inclinarse España, destacaba las ventajas
que obtendría de hacerlo por la Dúplice franco-rusa. Estas dos potencias, seguía el artículo, garantizarían a España los
medios necesarios para la reconstrucción de sus finanzas y para mejorar el armamento terrestre y marítimo; al mismo
tiempo, garantizarían a España la seguridad de sus posesiones frente a la amenaza británica y, se atrevía decir el
articulista ruso, ante ciertas eventualidades podrían ayudar a España a recobrar Gibraltar; como compensación a tales
beneficios, España cedería a Francia la posesión de Ceuta que serviría también para quitar toda trascendencia a la
posesión británica de Gibraltar. El eco que esta noticia alcanzó en la prensa española obligó a Silvela a realizar las

895
Rusia para obtener una garantía territorial frente a las ambiciones de Gran Bretaña, fue contestada

en términos categóricos por Silvela en declaraciones a la prensa española. Fue también objeto de

una Real Orden circular del Ministro de Estado, marqués de Aguilar de Campoo, en la que, lejos de

descartar una posible alianza de España con otras potencias, remarcaba, sin embargo las

condiciones que impondría el Gobierno español a cualquier tipo de compromiso internacional:

"No estamos en una época en la que los gobiernos puedan dejarse guiar por afectos
ni sentimentalismos, y temerario sería para nuestro país confiar en ellos y mucho menos
celebrar ninguna clase de convenios que no le garantizasen, por lo menos, su completa
existencia. El Gobierno de S.M. no deja, pues, de preocuparse, como debe de estas
cuestiones, y podrá adoptar en el momento oportuno la resolución que más convenga a los
intereses de la Nación española".

Fracasada la posibilidad de un acuerdo o concertación de la política exterior de los

conservadores con la del gobierno británico en las cuestiones marroquíes, las gestiones

emprendidas por Silvela para obtener el reconocimiento y la aquiescencia de las potencias europeas

a la ocupación española de Tarfaya iban a abrir el camino para la siguiente etapa de la actividad

diplomática de los gobiernos restauracionistas: la aproximación a Francia. León y Castillo, el

Embajador en París, se había apresurado a cumplir fielmente las instrucciones de Aguilar de

Campóo entrevistándose repetidas veces, de manera confidencial, con el jefe de la diplomacia

francesa, Delcassé. Sin embargo las conversaciones excedieron inmediatamente el marco del

simple asentimiento republicano a la ocupación española del territorio marroquí situado entre cabo

Bojador y el río Draa. Se centraron en el tema del futuro de Marruecos. Este era un asunto que

Delcassé entendía que sólo concernía a España y Francia. Es más, el Ministro galo se mostró

favorable a los propósitos españoles en el sur del Sultanato, pero estimó a continuación que la

ocupación de Tarfaya era intrínsecamente un hecho tan relevante que supondría la apertura

inmediata de la cuestión marroquí. Delcassé añadió su sincero deseo de sentar las bases sobre las

oportunas aclaraciones: España no estaba en tratos con ninguna alianza; deseaba la amistad con todas las potencias y en
ningún caso sería capaz de ceder a otra potencia parte alguna del territorio nacional a cambio de hipotéticas garantías.

896
que podría iniciarse una discusión fructuosa que conllevaría el reparto de la integridad del Sultanato

entre los dos países. Era la culminación de una larga serie de sugerencias realizadas por Delcassé

desde hacía varios meses a León y Castillo que exteriorizaban la pretensión francesa de plantear el

inicio de una negociación secreta sobre Marruecos y zanjar definitivamente el tema del reparto del

Imperio.1427

En Marruecos los acontecimientos se sucedían con rapidez y parecían apuntar a un posible

agravamiento de los enfrentamientos en el Sáhara oriental. El Ministro Plenipotenciario alemán en

Tánger informaba oficialmente a principios de Octubre al cuerpo diplomático internacional, que el

gobierno germano había decidido que una Embajada extraordinaria se desplazase a Marrakesh en

los primeros días de Noviembre, con objeto de que el plenipotenciario del II Reich presentase sus

cartas credenciales al Sultán, a la par que se gestionaban algunas reclamaciones al Majzén

formuladas por los daños y perjuicios inferidos a varios súbditos alemanes o protegidos del II Reich

(semsares). Ojeda informaría a Aguilar de ciertos rumores procedentes de Fez respecto a la

aparición de un creciente sentimiento hostil al Mennebhi entre los notables y habitantes de la

ciudad imperial, donde el joven consejero del Sultán contaba con escasos partidarios. Por ello se

había pospuesto para 1901 el traslado del Sultán y la Corte Imperial a esta ciudad, procedentes de

Marrakkesh.

El Gobierno marroquí entretanto estaba procediendo a un rearme acelerado de sus tropas

adquiriendo armamento de tiro rápido tanto en el Reino Unido como en Alemania. A pesar de los

cuidados con que había procedido el Majzén, la noticia había trascendido y causado temor, cuando

no alarma entre el cuerpo diplomático internacional acreditado en Tánger, pues se llegó a especular

que las fuerzas regulares marroquíes, dotadas de este armamento moderno pasarían al territorio

invadido por las tropas galas, con objeto de enfrentarse a ellas y expulsarlas más allá de las

fronteras del Sultanato. Algunos rotativos europeos habían recogido estas impresiones y las habían

magnificado. Un conflicto de una gravedad y de una trascendencia incalculable se podía plantear en

1427
León y Castillo, Embajador de España en París al Marqués de Aguilar de Campoo, Ministro de Estado. Despacho
reservado no. 334. 25 de Octubre de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 73 /Ex. 2.

897
el caso de confirmarse estas suposiciones. Sin embargo Ojeda tranquilizó al gabinete español

insistiendo en que este armamento sólo iba a ser empleado en caso de necesidad contra las cabilas

que hostilizaran la comitiva del Sultán a lo largo del recorrido hasta Fez. Mawlay Abd al- Aziz

deseaba mostrarse ante los habitantes de su Imperio respaldado por una poderosa fuerza militar; en

cuanto a la cuestión del Tuat, el diplomático español aventuraba la posibilidad de que se llegara a

un acuerdo negociado entre el gobierno republicano y el marroquí, pues en la Corte imperial

predominaban los intereses pacifistas, que buscaban una conciliación, no el enfrentamiento abierto

con Francia. Por otra parte el Majzén mantenía durante los primeros compases del gobierno

personalista de Abd al- Aziz, características de una impronta similar a la de períodos anteriores de

la historia del Sultanato. El joven emperador marroquí no deseaba tener en la Corte, embajadas de

potencias extranjeras que permaneciesen junto a él largas temporadas. Para ello se imponía el

recurso de cambiar constantemente la residencia de la Corte pero al mismo tiempo se había

procedido a una reorganización de los cuerpos de la administración marroquí dotando de mayores

facultades a la Delegación Imperial en Tánger e instituyendo junto a Mohammed Torres, un

organismo consultivo de notables asesores con objeto de que todos los asuntos internacionales

fueran gestionados únicamente en Tánger. 1428

1428
Ojeda al Marqués de Aguilar de Campoo. Despacho no. 112. 9 de Octubre de 1.900.A,G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 164 /Ex. 1.

898
10.14. El problema del suministro de agua de Ceuta.

Ceuta carecía de agua corriente y sus habitantes se veían reducidos a beber la de los aljibes

quedando sometidos a los tormentos de la sed durante los años de sequía. Muy próximos a los

límites de Ceuta, en Benzú, vertiente de Sierra Bullones que desciende hacia el mar, existían unos

caudalosos manantiales a cuya propiedad aspiraba el gobierno español. Antes de la Embajada

extraordinaria a Marrakesh en abril de 1900 Ojeda había tratado el asunto con Mohammed Torres,

manifestando el delegado del Sultán al diplomático español que no habría inconveniente alguno en

que se aprovechasen estas aguas para el consumo de Ceuta. Algunos de los propietarios de los

manantiales se mostraban deseosos de venderlos a España, siempre que el Sultán les autorizase a

ello.1429

En el curso de la ofensiva imperialista del verano, Ojeda llegó a obsesionarse con la idea de

arrancar del Majzén la concesión de la llegada de agua a la ciudad ceutí procedente de los

manantiales de la bahía de Benzú. Las negociaciones sobre el tema en Marrakesh habían sido

complejas, accidentadas y espinosas, ya que Abd- el- Krim Ben Sliman sí las había entendido

como una añagaza española para adquirir nuevos territorios y extender su influencia sobre las

cabilas de Anyera. Tras un procedimiento negociador muy tortuoso, Ojeda había conseguido al fin

la promesa del Sultán de conducir hasta territorio español las aguas que no fueran indispensables

para la existencia de los marroquíes habitantes del campo vecino a Ceuta. Con todo el acuerdo no

figuró en los protocolos finales de la Embajada extraordinaria a Marrakesh, pero pudo ser

insertado en un acta que regulaba las discusiones que llevarían a cabo en Tánger el diplomático

español y Mohammed Torres.

1429
Petición oficial en torno a los manantiales de Benzú presentada al Sultán por el Ministro Plenipotenciario español,
Emilio de Ojeda. 20 de Junio de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 235 /Ex. 1.

899
Sin embargo a finales de agosto no se percibía ninguna inclinación por parte marroquí de

dar cumplimiento a la promesa de la conducción de aguas:1430 ni tan siquiera los funcionarios del

Majzén habían comenzado a gestionar entre los cabileños de las proximidades de Ceuta la cesión de

los manantiales de Benzú. Por ello Ojeda en una enérgica misiva remitida al comandante general

de Ceuta, le recomendaba la necesidad de que el Ejército se pusiera al servicio de la estrategia

diplomática.

Ojeda abiertamente proponía al militar el inicio de una campaña de presión sobre el gobierno

marroquí para obtener la concesión de las aguas, a la par que se hacía frente con ella a la

persecución que el Bajá de Tetuán estaba ejerciendo sobre un contrabandista español, al que había

incautado todas sus caballerías, sin haber notificado nada al consulado hispano en la ciudad. Es

decir el diplomático abogaba abiertamente porque la Administración militar amparase las prácticas

de comercio ilegal de los ciudadanos españoles.1431 Con todo hay que entender estas sugerencias

en el marco de las rivalidades geopolíticas y estratégicas suscitadas por los '98' y ver como en cierta

manera la enérgica presión por la que abogaba Ojeda se ideaba en un momento en que se estaba

pugnando por adquirir el hinterland africano de Canarias. El que dicho territorio cayera en otras

manos que no fuesen las españolas era el peligro más grande para España que vislumbraron los

gobiernos conservadores de Silvela y Azcárraga. El fracaso de Ojeda, en este caso, para obtener

Tarfaya le llevaba a sugerir una política más activa.

Sin embargo el general Manuel Aguilar era reticente a una política que comportase la

posibilidad de un enfrentamiento con Marruecos. Reafirmó el compromiso español en el

1430
Los estudios españoles sobre los manantiales de agua de Benzú proceden del 24 de agosto de 1896. El 13 de
Agosto de 1896 el Ministerio de Estado promulgó una real orden encargando al entonces Ministro Plenipotenciario de
España en Tánger que gestionase ante el Majzén la concesión de los manantiales para abastecer la plaza de Ceuta. El
Sultán se resistía creyendo que España pretendía aumentar sus territorios en el septentrión marroquí a expensas del
Sultanato o extender su influencia sobre las cabilas de Anyera. En junio de 1900 y ante las reticencias del Sultán a
permitir la llegada de las aguas a Ceuta, Ojeda escribió al comandante general de Ceuta, Aguilar preguntándole sobre
qué tipo de represalias se podrían tomar contra los marroquíes. Aguilar no deseaba llegar a tomar ese tipo de medidas.
Prefería potenciar las relaciones mercantiles con la zona marroquí, instalar una Aduana Imperial en la frontera, poner
en marcha medidas de atracción de los cabileños y no de confrontación. Además el militar entendía que el agua no les
sobraba a los marroquíes y les era muy difícil en consecuencia cederla.
1431
Carta confidencial de Emilio de Ojeda al Comandante General de Ceuta, Manuel Aguilar. 21 de Agosto de 1.900.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 235 /Ex. 1.

900
mantenimiento del statu quo, lo que necesariamente implicaba una actuación tendente a no herir las

susceptibilidades marroquíes. Se opuso a cualquier intento de arrebatar territorios y/o concesiones

de agua que pudieran ser interpretados por parte marroquí como una agresión; cuestionó mucho que

Ceuta estuviese en situación urgente de necesitar agua y juzgó como totalmente inoportuno el

momento para la iniciación de conversaciones con el Majzén sobre este espinoso asunto. Es más,

entendía que en el caso de producirse un conflicto armado con Marruecos o un asedio de la plaza

por parte de los marroquíes, éstos interrumpirían el suministro de aguas al tener lugar los primeros

síntomas de hostilidad. Aguilar llegaba a señalar implícitamente la pretensión de Ojeda como un sin

sentido dado que en el campo marroquí no sobraba agua y la que existía en los manantiales de

Benzú era necesaria para las tareas de regadío.

El Comandante General de Ceuta abogó por un entendimiento pacífico con Marruecos que

llevara aparejados la instalación de una Aduana imperial en el límite fronterizo y la mejora de los

caminos terrestres que conducían a Tetuán. El comercio entre Ceuta y el campo marroquí estaba

limitado a poco más de dos docenas de traficantes y mercaderes que surtían la plaza; este hecho se

debía en parte al mal estado de los caminos existentes desde el territorio marroquí a la frontera;

estos caminos exigían un acondicionamiento. Aguilar se opuso por lo tanto a respaldar las prácticas

contrabandistas y advirtió a Ojeda de las nefastas consecuencias de este hecho y de la

inoportunidad de forzar a Abd al- Aziz a construir las canalizaciones que aseguraran la conducción

del agua a Ceuta. Era un acto que podía ser interpretado como hostil por las cabilas marroquíes

fronterizas.1432

Sin embargo si el juicio sereno era el rasgo distintivo de Aguilar, había dejado de serlo en el

caso del Ministro Plenipotenciario español. Con sus presiones sobre el gobierno Silvela había

logrado que este -mediante Real orden- le encargara activar las negociaciones con el Majzén. A

finales de Septiembre, Ojeda incluso pretendió forzar una resolución firme del gabinete

1432
Ibidem. Manuel Aguilar, Comandante General de Ceuta a Emilio de Ojeda. Carta particular. 25 de Agosto de
1.900.

901
conservador que obligase al gobierno marroquí a claudicar y dar su permiso inmediato para el

inicio de las obras de canalización. Entendió que los temas de Tarfaya y de las aguas de Benzú no

podían poner al descubierto la debilidad española, pues cada vez que con posterioridad se

pretendiera repetir la presión sobre el Majzén, si ahora no se conseguía un éxito rápido, iba a

quedar bien resaltada la incapacidad del gabinete de Madrid. No había que descartar por ello

renunciar a la conducción del agua a Ceuta, pero exigiendo unas compensaciones. Estas

compensaciones hacían referencia a la pronta entrega por parte de Marruecos de Tarfaya,1433 si el

Majzén continuaba evitando el cumplimiento de sus promesas. No era una estratagema lo que

defendía Ojeda. Si durante el conflicto suscitado por el bloqueo de las plazas españolas en el Rif, se

había mostrado radicalmente en contra del empleo de la violencia, ahora Ojeda -el principal

"cerebro" gestor de la ofensiva imperialista española desatada en el verano de 1900- había

modificado radicalmente sus planteamientos para arrancar del gobierno marroquí el máximo de

concesiones.

Se había llegado a una situación de impasse y se estaba a la espera de que el Majzén se

pronunciara tanto en el tema de la costa de Tarfaya como en el relativo a las aguas de Benzú. El 19

de septiembre, Ojeda había remitido una Nota a Abd el- Krim Ben Sliman echándole en cara el

silencio, la inactividad y las dilaciones del Majzén para llevar a efecto la promesa del

abastecimiento de aguas a Ceuta. Se le recordaban las concesiones españolas al renunciar al

nombramiento de cónsules en las ciudades del interior del país, el aplazamiento de la demarcación

de la zona neutral de Melilla y la anulación del derecho español al corte de maderas en bosques del

Sultanato. En contrapartida, a pesar de que hacía más de dos meses que Ojeda había regresado de

Marrakesh, todavía Torres no había recibido las instrucciones del Sultán relativas a Ceuta.1434

Sin embargo el Ministerio de la Guerra español no estaba dispuesto a someterse a las

pretensiones de Ojeda, en su decisión de aumentar las exigencias sobre el Majzén, necesarias para

1433
Ibidem. Emilio de Ojeda a Aguilar de Campoo. Despacho no. 106. 21 de Septiembre de 1.900.
1434
Ibidem. Nota oficial sobre el abastecimiento de aguas a Ceuta dirigida a Abd el-Krim Ben Sliman, Ministro de
Negocios Extranjeros del Sultán. 19 de Septiembre de 1.900.

902
respaldar su ofensiva imperialista. El diplomático había llegado demasiado lejos y las sugerencias

del comandante general de Ceuta, claramente conciliatorias y moderadas, exigían cortarle las alas.

Aguilar había escrito a Madrid considerando que no eran necesarias las aguas de los manantiales de

Benzú para el abastecimiento de la plaza y sus palabras convencieron al Ministro de la Guerra, que

a su vez presionó sobre Aguilar de Campoo, consiguiendo que derogara las instrucciones remitidas

a Ojeda las cuales incidían en la necesidad de obtener la cesión de la conducción del agua.1435 La

fiebre imperialista se había desatado en el Ministro Plenipotenciario español. ¿Cómo acatar ,sin

rebelarse, unas disposiciones que iban frontalmente en contra de sus convicciones?. El 26 de

octubre remitió un amargo despacho oficial, echando en cara a Aguilar de Campoo la futilidad e

inutilidad del empeño que había puesto en cumplir las instrucciones del Ministerio de Estado.

Estas órdenes ahora eran anuladas repentinamente. Si el abastecimiento de agua había sido un

anhelo constante por parte de las autoridades militares españolas desde que Ceuta pasó a manos de

España, ¿cómo se borraba ahora de un plumazo, un deseo secular?. ¿Para eso tanto esfuerzo y

tantos sinsabores en Marrakesh, empleados en arrancar del Majzén la promesa de atender la

reivindicación española?. Ojeda no estaba dispuesto a acatar las nuevas órdenes sin luchar antes

ante el Ministerio, entendiendo que su renuncia a conseguir la canalización del agua significaba

admitir implícitamente ante el Majzén la debilidad de España. Junto a la petición de una nueva

oportunidad para proseguir su esfuerzo, Ojeda informaba a Aguilar de Campoo que el gobierno

jerifiano estaba tomando ya medidas conducentes a la formalización práctica del acuerdo pactado

con el diplomático en Marrakesh. Sin embargo era previsible que antes de cumplir su promesa,

adoptara otras tácticas que evitasen la ejecución final del proyecto, como soliviantar a las cabilas

fronterizas para que mostrasen su oposición a las obras. También podía darse el caso de que las

cabilas hostilizaran la llegada del agua a Ceuta, aun sin ser arengadas por los funcionarios del

Majzén. Serían pretextos argumentados por el Sultán para solicitar de España el desistimiento en

1435
Ibidem. R.O. no. 139 de 9 de Octubre de 1.900 del Ministerio de Estado dirigida a Emilio de Ojeda.

903
la empresa.1436 Sin embargo a España le quedaba entonces la baza de exigir del Sultán las

compensaciones que estimara más convenientes. A juicio de Ojeda se estaba jugando en aquel

momento algo tan crucial como el futuro de la influencia y de los intereses españoles en el África

noroccidental. No cabía un paso atrás. El prestigio español en el Sultanato saldría renacido o

fenecería. No había términos medios. Por lo tanto Silvela y Aguilar no podían ceder a las presiones

del Ministerio de la Guerra. Un Marruecos español no existiría nunca si se implantaba el gobierno

de los indecisos y vacilantes.

A pesar de que Aguilar de Campoo le insistió para que desistiera de sus pretensiones (si bien

introduciendo la fórmula para convencer a Ojeda de que buscara las oportunas compensaciones por

parte del Gobierno marroquí ante la renuncia española a la traída del agua),1437 señalándole que el

Ministerio de la Guerra no apoyaría sus gestiones y podría en algún modo boicotearlas, Ojeda

actuó con cierta libertad en sus negociaciones con M. Torres, desoyendo al Ministerio de Estado, a

fin de instrumentalizar la negociación de la conducción del agua para lograr un beneficio en la

paralela sobre Tarfaya. A mediados de Noviembre era convocado el intérprete de la Legación,

Reginaldo Ruíz (en realidad el joven de Lenguas, pues el primer intérprete, Manuel Saavedra

seguía en Marrakesh, negociando entre otras cuestiones la permuta de Ifni por Tarfaya) a una

conferencia con Mohammed Torres en Dar-el-Majzén (el viejo palacio real situado en el corazón

de la alcazaba de Tánger), con objeto de llegar a un acuerdo final que resolviese todos los cabos

sueltos en el tema de las aguas. Mohammed Torres había recibido órdenes de Abd al- Aziz con el

fin de que se constituyese una comisión integrada por el ingeniero marroquí al Zobeir y cuatro

funcionarios del Majzén que junto al caíd (= gobernador) de la línea fronteriza de Ceuta

procedieran al estudio preliminar sobre el terreno del aprovechamiento y de la traída de aguas a la

plaza española, remitiendo posteriormente un informe al Emperador. Era un triunfo personal de la

terquedad de Ojeda.1438 Ruíz fue conducido hasta el órgano consultivo que asesoraba a Torres,

1436
Ibidem.Ojeda a Aguilar de Campoo. Despacho no. 123. 26 de Octubre de 1.900.
1437
Ibidem. R.O. no. 149 de 8 de Noviembre de 1.900 del Ministerio de Estado dirigida a Emilio de Ojeda.
1438
Ibidem.Ojeda a Aguilar de Campoo. Despacho no. 136. 19 de Noviembre de 1.900.

904
formado por un número importante de ulemas y notables que le felicitaron por el logro de las

aspiraciones españolas. Con esta baza en su favor, Ojeda escribió el 19 de Noviembre a Aguilar de

Campoo, solicitando que el Ministerio de la Guerra abandonara sus reticencias.1439 Él mismo envió

un telegrama al comandante general de Ceuta rogándole que no se opusiera a las ventajas

adquiridas, pues si en el inmediato futuro se planteaban dificultades por parte marroquí a la traída

del agua, la renuncia española a la misma sería una baza poderosísima en manos de Ojeda.1440

Estaba claro que Ojeda contaba con que el Sultán admitiría la impotencia de su gobierno para

efectuar las tareas de canalización; en tales circunstancias, desistir España previamente del derecho

a la traída del agua a Ceuta era una inoportunidad diplomática. Como único medio de obtener una

ventajosa compensación ulterior (trascendental cesión a España de Tarfaya) era necesario aparentar

un gran interés en la realización de este proyecto.

La terquedad de Ojeda era contrarrestada por la decisión del comandante general de Ceuta,

Manuel Aguilar, de influir para que los trabajos de la comisión marroquí no se llevaran a cabo.

Telegrafió a Ojeda el 23 de Noviembre sobre la existencia de rumores en Ceuta en torno a la

posibilidad de que los anyerinos se opusieran a tales procedimientos. El militar señalaba asimismo

que la noticia de la llegada de la comisión había provocado alarma en el campo fronterizo, de la

que se había resentido el mercado ceutí, disminuyendo la cuantía de víveres que los marroquíes

traían a la ciudad. Se estaba a las puertas de un conflicto grave. Incluso se hablaba claramente de

que las cabilas iban a interrumpir la llegada de provisiones a la plaza.

Por ello el Ministerio de Estado decretó órdenes urgentes, precisas y tajantes. Dado que no se

deseaban alteraciones del orden en las inmediaciones de Ceuta, el general Aguilar y Ojeda no

podían seguir trayectorias separadas. Debían confluir, ponerse de acuerdo y concertarse con el fin

de encontrar el momento adecuado para renunciar a la pretensión sobre el suministro de agua.1441

1439
Ibidem. Ojeda a Aguilar de Campoo. Despacho no. 136. 19 de Noviembre de 1.900. / Véase también Telegrama
cifrado de Ojeda a Aguilar de Campoo. 22 de Noviembre de 1.900.
1440
Ibidem.Telegrama cifrado de Emilio de Ojeda al Comandante general de Ceuta.
1441
Ibidem. Telegrama cifrado del Ministro de Estado, Aguilar de Campoo dirigido a Ojeda. 24 de Noviembre de
1.900.

905
Eran órdenes categóricas que no admitían vacilación alguna en su cumplimiento y que Ojeda tuvo

que acatar a rajatabla.1442 El Gabinete Azcárraga descartaba pues la utilización de las aguas de

Benzú como instrumento negociador en las conversaciones sobre Tarfaya.1443

Sin embargo Ojeda pudo darse por satisfecho imponiendo finalmente su voluntad sobre la

administración militar. Apeló a Mohammed Torres quien le autorizó a tranquilizar al general

Aguilar, quitando toda importancia a la actuación de los cabileños fronterizos a la plaza española.

Arrancó el compromiso del Delegado del Sultán de dictar órdenes severas para evitar la posible

agitación en el límite entre Ceuta y el Sultanato. Rentabilizó en beneficio propio las órdenes

conducentes a que aunasen sus esfuerzos la diplomacia y la milicia, para que el Ministerio de

Estado le permitiese una mayor preeminencia en la gestión de las negociaciones y luchó

incansablemente por obtener un aplazamiento en el desistimiento español a la tarea de conducción

del agua.1444 Cuando llegó una orden tajante de Aguilar de Campoo para que cesase

inmediatamente la reclamación de la traída de aguas la tarde-noche del 28 de noviembre, no la

acató y remitió un vibrante despacho al Ministro de Estado, defendiendo su actuación y

cuestionando las directrices ministeriales, indicando al mismo tiempo su imposibilidad de faltar al

plan previsto, ya aprobado incluso por el Ministerio de la Guerra. ¡ Ojeda seguía imponiendo su

parecer¡.

El Comandante general de Ceuta le telegrafió señalando que había cesado repentinamente el

retraimiento que habían observado los cabileños fronterizos en días anteriores al dejar de abastecer

1442
Ibidem. Telegrama cifrado de Emilio de Ojeda dirigido al Comandante General de Ceuta, Manuel Aguilar. 24 de
Noviembre de 1.900.
1443
Dos telegramas de Aguilar de Campoo, de 23 y 28 de Noviembre y una Real orden del Ministerio de Estado
expedida por el Sub-secretario Pérez Caballero encarecían a Ojeda, además sobre la conveniencia de poner término
inmediato al asunto de la concesión del uso de las aguas de Benzú, como medio más eficaz de evitar todo pretexto de
conflicto con Marruecos que con este motivo se pudiera suscitar. Posteriormente, en la sesión del Congreso de
Diputados de la tarde del 28 de Noviembre, el diputado Duque de Bivona formuló al gabinete Azcárraga una pregunta
relativa al particular, a la que contestaría Aguilar de Campoo señalando que siendo de tan escasa importancia la
concesión obtenida, el gobierno español había renunciado a ella con el fin de no provocar dificultad alguna al Majzén.
Real Orden no. 176 del Ministerio de Estado de 28 de Noviembre de 1.900 dirigida a Emilio de Ojeda. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 235/Ex.1.
1444
Ibidem.Ojeda a Aguilar de Campoo. Despacho no. 138. 30 de Noviembre de 1.900.

906
la plaza, reanudándose el suministro ordinario.1445 Asimismo expuso al diplomático sus deseos de

colaborar con él, de facilitar sus gestiones y ayudarle, con lo que la pugna entre la estrategia

diplomática de Ojeda y los deseos del ejército contrarios a cualquier cambio en las inmediaciones

de Ceuta que supusiese la posibilidad de un conflicto quedaba decantada del lado de la primera.1446

Mohammed Torres anunciaba a Ojeda la salida desde Tánger a bordo del vapor Pielago de la

comisión marroquí, que desembarcaría en Ceuta. La presidía Ben Said, gobernador de Salé,

consejero del Sultán, personaje importante en la Corte, que tendría a sus órdenes al gobernador de

la línea fronteriza de Ceuta, y a su Jalifa, además de al ingeniero y a otros ordenanzas, funcionarios

y criados.1447

La comisión llegaba a Ceuta a principios de diciembre alojándose en la Comandancia

general. Allí permanecería unos días, trabajando en territorio marroquí hasta el día 9, fecha en la

que regresó a Tánger en el vapor Virgen de África.1448 Las noticias de una perfecta inteligencia

entre el general Aguilar y Ojeda (que el diplomático se apresuró a comunicar a Aguilar de Campoo)

y las seguridades dadas por Mohammed Torres que desmentían las noticias de días anteriores

anunciando graves conflictos en la raya fronteriza de Ceuta, llevaron al gabinete español a dar un

nuevo margen de confianza al diplomático autorizándole a que continuase las gestiones.1449

Sin embargo en el seno del gabinete Azcárraga existían divergencias en cuanto a la

proyección de los intereses españoles en el Sultanato. El Ministro de la Guerra, Arsenio Linares

entendía que lo que podría pedirse al gobierno jerifiano, al retirar la demanda de las aguas de

Benzú, era la exención del impuesto de 25 pesetas que la Aduana marroquí de Melilla cobraba por

cada cabeza de ganado vacuno entrada en esta última, aduciendo que en los tratados de 1859 y

1445
Ojeda había conseguido que el Ministerio de Estado presionara sobre el de Guerra de tal manera que éste remitió
severas instrucciones al general Aguilar instruyendo para que se plegara a los deseos del diplomático español,
demostrando el máximo interés de la ciudad de Ceuta por el aprovisionamiento de las aguas de Benzú.
1446
Telegrama cifrado de Manuel Aguilar, Comandante General de Ceuta dirigido a Emilio de Ojeda. 27 de
Noviembre de 1.900. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 235/Ex.1.
1447
Ibidem. Telegrama cifrado de Emilio de Ojeda a Manuel Aguilar. 27 de Noviembre de 1.900.
1448
Ibidem. Telegrama cifrado del Comandante General de Ceuta, Manuel Aguilar dirigido a Emilio de Ojeda. 9 de
Diciembre de 1.900.
1449
Telegrama cifrado de Aguilar de Campoo a Emilio de Ojeda. 3 de Diciembre de 1.900.

907
1861 se estipulaba que no serían gravados los víveres y bebidas introducidas para la guarnición y

vecindario. Asimismo Linares exigía que la Aduana Imperial permitiese la exportación desde el

Sultanato a España de productos como el esparto (muy abundante como otras plantas xerófilas en el

Rif), los cereales y otros artículos comerciales cuya transacción vetaba el Sultán. También

solicitaba la posibilidad de introducir cereal marroquí en Ceuta, dado que sí existía el permiso para

introducir reses.1450 Con todo, tras el regreso de la comisión a Tánger, parecía no existir dificultad

en obtener la concesión de las aguas. El marqués de Aguilar estimaba necesario que España

obtuviera la posesión del terreno donde brotaban los manantiales o, que al menos, fuera incluida

dentro de los límites jurisdiccionales españoles de Ceuta la cordillera que dominaba el territorio

donde estaban situados.1451 El único problema importante en el futuro estribaba en conocer cuál

sería la actitud de los habitantes del Imperio, dado que no existían importantes fuerzas regulares

marroquíes establecidas de modo permanente en la frontera.

1450
Ibidem. Carta del Ministro de la Guerra, general Arsenio Linares dirigida al Ministro de Estado, Aguilar de
Campoo. 3 de Diciembre de 1.900.
1451
Ibidem. Telegrama cifrado de Aguilar de Campoo a Ojeda. 11 de Diciembre de 1.900.

908
RESUMEN

El Gobierno francés inicia la invasión del Sahara oriental marroquí, aprovechando que la

atención británica está puesta en Sudáfrica. Por el contrario, la diplomacia española mantiene una

posición de absoluta pasividad en la cuestión de Marruecos, siendo el tema del Sultanato

únicamente objeto de controversias ideológicas en los periódicos, o de reflexiones teóricas sin

ninguna concreción práctica. Las únicas innovaciones al respecto vendrán marcadas por la

actuación de Silvela que llegará a barajar la posibilidad de llevar a cabo una expedición armada en

Marruecos, cuando se suscite el conflicto generado por el bloqueo de las plazas españolas en el Rif

Central. Con todo, el jefe del gobierno español renunció a adoptar una política autónoma en la

cuestión marroquí al comienzo de su ejercicio del poder. Por el contrario ensayó una fórmula

prudente y moderada: la de la supeditación de la acción española a su aceptación por parte de todas

las naciones europeas representadas diplomáticamente en el Sultanato. El Ministerio de Estado

entablará contactos con diversas cancillerías con el fin de auspiciar la presentación ante el Majzén

de una nota conminatoria de rechazo a la actitud del gobierno marroquí, que acababa de interrumpir

las obras de construcción de un lazareto en Mogador, expulsando además de la isla donde se iba a

levantar al doctor español Joaquín Cortés, encargado de supervisar las obras.

Ante la ruptura -de hecho- del statu quo por parte francesa, Silvela no atenderá las peticiones

de ayuda que efectúa el Majzén en dos ocasiones distintas. Sabedor de la dinámica histórica

imperante, el agresivo imperialismo, el jefe del gobierno español, a sugerencia del representante

diplomático español en Tánger perfiló una actuación autónoma en el Sultanato, que suponía huir de

la satelización de España con respecto a los intereses galos. Primero buscó que el Majzén otorgara a

la Marina de Guerra española el permiso para poder patrullar en las aguas próximas al Sus, es decir

aquellas que permitían una mejor defensa militar del archipiélago canario. Al fracasar este intento,

intentó que el Gobierno marroquí cediera a España los territorios de Tarfaya y la Sakia al- Hamra.

Silvela dio a conocer sus propósitos a las principales cancillerías europeas. Al no tener éxito las

negociaciones emprendidas en aras a ocupar la costa sahariana al norte de Río de Oro, el gabinete

909
español buscó la aproximación al Reino Unido. Para ello se intentó alarmar al primer ministro

británico señalando al respecto que las costas saharianas podían ser ocupadas por Francia. Aunque

el apoyo británico fue prometido en un primer momento, cuando el Foreign Office procedió a un

análisis más exhaustivo y detenido de las pretensiones de Silvela, vino la negativa. La diplomacia

británica entendía que si la extensa región meridional del Imperio jerifiano, Tarfaya y la Sakia

pasaba a manos españolas, el statu quo marroquí quedaría definitivamente alterado. La frustrada

experiencia de Silvela de aproximación al Reino Unido marcará el signo de la política española en

relación a la cuestión marroquí. El gabinete Azcárraga buscará iniciar conversaciones con el

francés con el objeto de lograr un apoyo que Londres no ha proporcionado. Cuando en París, el

Embajador español, León y Castillo inicia las conversaciones sobre Tarfaya, el Ministro de

Exteriores, galo, Delcassé propondrá que el diálogo franco-español se extienda al futuro de todo el

Imperio marroquí.

910
CAPÍTULO 11

1901:

Las negociaciones franco-españolas sobre el


reparto de Marruecos

11.1. La aproximación diplomática italo-francesa.

El año 1901 comenzó por parte francesa con una frenética actividad diplomática en los

asuntos relacionados con la cuestión marroquí. El 29 de Diciembre de 1900, Barrère, el Embajador

galo en Roma remitía un telegrama al ministro de Asuntos Exteriores, Delcassé notificando que tras

haber reanudado sus conversaciones con el ministro italiano Visconti-Venosta sobre Marruecos y la

Tripolitania habían llegado a un comienzo de acuerdo que sometería posteriormente a la aprobación

del gobierno de París.1452

Desde 1898 Delcassé, ayudado por Camille Barrère, hábil negociador y pieza

fundamental de la diplomacia francesa (contribuyó desde su cargo de Embajador ante la monarquía

saboyana al giro de la política italiana en el sentido de una aproximación a la República

francesa),1453 deseó alcanzar un verdadero acercamiento político con Roma. Su proyecto

descansaba en un compromiso colonial y en el recurso al sistema de compensaciones. Barrère,

basándose en instrucciones redactadas por el propio Delcassé, consiguió que Italia se desentendiera

de Marruecos a cambio de que Francia cediese a Italia el territorio turco-otomano de Tripolitania y

Cirenaica. Pero la cesión francesa no debe precipitar la acción exterior italiana, pues sólo podrá

intervenir en Tripolitania una vez cumplida una condición, es decir, afianzada la influencia de

Francia en Marruecos. De hecho los servicios diplomáticos españoles en Roma detectaron ya en

1452
Telegrama de Barrère, Embajador de Francia en Roma a Delcassé, Ministro francés de Asuntos Exteriores. 29 de
Diciembre de 1.900. (D)ocuments (D)iplomatiques (F)rançais. 1874-1914. 2ª serie. Tomo I (1.901).
1453
Charles Zorgbibe: Historia de las relaciones internacionales, 1. De la Europa de Bismarck hasta el final de la
Segunda Guerra Mundial, Madrid, Alianza Editorial, 1997, pág. 200.

911
1899 las negociaciones secretas italo-francesas relativas a Marruecos, dando cuenta al gobierno de

Madrid en un despacho fechado el 15 de junio de ese año.1454

El acuerdo entre París y Roma se plasmó en sendas cartas, firmadas el 14 y el 16 de

Diciembre de 1900 e intercambiadas el 4 de Enero de 1901. Posteriormente, el 30 de junio de 1902,

ese acercamiento se consolidó mediante un convenio secreto que confirmaba y precisaba los

acuerdos coloniales de 1900, dando libertad a los firmantes para desarrollar su acción en la propia

esfera de influencia. Italia se desentendería de Marruecos y además se mantendría neutral en el caso

de que Francia entrara en guerra. El acuerdo franco-italiano era para Delcassé una etapa más en la

realización de su programa marroquí, pues con él Italia abandonaba Marruecos a la influencia

francesa, y con ello desaparecía uno de los sostenes más firmes del statu quo del Sultanato. Como

ha observado Jover Zamora, existe una "unidad de designio en los acuerdos franco-italianos y en

las negociaciones (de Francia a lo largo de 1901 y 1902) con España -entendimiento con los

vecinos, preparación diplomática del proyecto marroquí, relaciones amistosas con las naciones

latinas - que presta unidad en estos primeros años del siglo XX a la política italiana y a la política

española de Delcassé".1455 Francia lanzaba así una ofensiva diplomática para garantizarse, con el

apoyo de las potencias latinas, una posición fuerte y preponderante frente a Gran Bretaña, al mismo

tiempo que minaba los compromisos existentes entre los socios de la Triple Alianza. La ofensiva

diplomática francesa para despejar el camino de Marruecos continuaría en España durante los años

siguientes, pero no culminaría hasta la firma de la Entente cordiale con Gran Bretaña en 1904.

1454
R.O. de 11 de Julio de 1.899 del Ministerio de Estado dirigida al Embajador de España en Italia. A.G.A., África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 /Ex. 1.
1455
Véase: José María Jover Zamora, " Introducción. Después del 98. Horizonte internacional de la España de Alfonso
XIII ", en La España de Alfonso XIII. El Estado y la política (1902-1931), vol. I. De los comienzos del reinado a los
problemas de la posguerra, 1902-1922, tomo XXXVIII de la Historia de España Menéndez Pidal, Madrid, Espasa-
Calpe, 1995, pág. XLVIII.

912
11.2. Operaciones francesas en el Tuat.

En los territorios invadidos del Sáhara oriental marroquí continuaban los combates. El 3 de

marzo, Delcassé notificaba a Révoil, el Ministro Plenipotenciario de la República en Tánger el

ataque nocturno sufrido por las tropas acantonadas en Timmimoun y llevado a cabo por un millar

de bereberes venidos del Tafilalt. Delcassé indicaba además que los bereberes habían formado la

columna de ataque en territorio del Sultanato, con la total complacencia de las autoridades locales

marroquíes. Es decir se apuntaba directamente a Abd al- Aziz como responsable de los hechos

acusándolo de ser incapaz para imponer la menor disciplina a las tribus nómadas fronterizas. Era el

momento de actuar para la diplomacia republicana, puesto que sus servicios de información habían

detectado la formación de una nueva columna que se preparaba para marchar sobre el cuerpo

expedicionario francés, mientras que se multiplicaban los ataques en la región de Djenayen Eddâr,

y las tribus de las cercanías de Téniet Essasssi se apresuraban a entrar en acción.1456

El día 23 de marzo Révoil cumpliendo las instrucciones remitidas por París, presentaba una

nota oficial de protesta al Delegado del Sultán en Tánger; nota de protesta que tenía como

destinatario al Ministro de Asuntos Exteriores del Sultán, Ben Sliman. Por su parte, el agente

confidencial de la República en la Corte, doctor Linares, recibía órdenes de completar la protesta

acusando de complicidad en el ataque a Timmimoun a los funcionarios del Majzén que apoyaban a

los resistentes en el Tuat.1457

El gobierno español seguía expectante la marcha de los acontecimientos, pero sin actuar. La

preocupación causada por las continuas operaciones francesas en Marruecos queda patente en las

confidencias del Embajador de España en Roma al ministro de Asuntos Exteriores de la monarquía

italiana.1458 Sin embargo, la aproximación del gobierno de la República a Italia estaba dando

1456
Telegrama de Delcassé a Révoil, Ministro Plenipotenciario de la República francesa en Tánger. 3 de Marzo de
1.901. (D)ocuments (D)iplomatiques (F)rançais. (A)ffaires du (M)aroc. 1901, pag. 1.
1457
Révoil a Delcassé. 23 de marzo de 1.901. D.D.F. A.M., pag. 2.
1458
Telegrama de Barrère a Delcassé. 21 de Marzo de 1.901. D.D.F, Tomo I, pág. 191.

913
buenos frutos. Prinetti se limitó a tranquilizar al diplomático español, aconsejando luego a Barrère

que aprovechara la ocasión para resolver el problema de la frontera argelino-marroquí en función

de los intereses de la República. Según Prinetti, la oposición del II Reich a un reajuste de fronteras

en el este del Sultanato iba a ser mínima, e Inglaterra no iba a ofrecer reticencias significativas con

la opinión pública todavía pendiente de la guerra contra los bóers.

En Tánger, el Ministro Plenipotenciario Ojeda al informarse sobre la realización de debates

sobre Gibraltar en el parlamento británico, transmitía al Ministro de Estado del gobierno de

Sagasta, Almodóvar su convencimiento de que la solución del problema marroquí quedaría ligada a

la resolución del problema del Estrecho de Gibraltar. Por ello aconsejaba al gabinete Sagasta una

reconsideración completa de las relaciones internacionales españolas, insistiendo en la vía ensayada

durante el verano de 1900: la aproximación al Reino Unido; aproximación que planteaba como una

"necesidad vital e inaplazable"1459 para los intereses de la nación, si ésta deseaba contar algo en

Marruecos. Se trataría de ofertar a Gran Bretaña la posibilidad de concertar una alianza estrecha

con España.

11.3. La muerte de Pouzet. Presiones francesas en Marruecos.

Las principales complicaciones para el gobierno francés en lo referente a los asuntos

marroquíes iban a derivarse de un incidente acaecido al comienzo de la primavera en las costas del

Rif, la primera línea secular en la defensa del Sultanato contra las injerencias imperialistas.1460 El

día 3 de Abril de 1901, el comandante general de Melilla telegrafiaba con toda urgencia al Ministro

Plenipotenciario español en Tánger. El gobernador militar de la guarnición de Chafarinas le

1459
Carta particular No. 11 de Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar. 20 de Junio de 1.901. A.M.A.E. Archivo
Histórico. Legajo H-1263.
1460
La actuación del Sultán en el Rif, su preocupación por reforzar la línea de defensa de la vertiente norte del Imperio
seguía siendo muy intensa en 1.901. En los archivos diplomáticos españoles consta una solicitud que el Delegado del
Sultán en Tánger realiza el 29 de Mayo de 1.901 a la Legación española en Tánger solicitando que se permitiera el
desembarco en Melilla de diecisiete individuos que cumpliendo instrucciones de Abd al- Aziz se dirigían a cumplir una
misión cerca de las tropas jerifianas en el Rif. Nota oficial del Delegado del Sultán en Tánger solicitando permiso para
el paso por Melilla de diecisiete individuos que van a incorporarse a las fuerzas sheriffianas en el Riff, 29 de Mayo de
1.901. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 315 / Ex. 2.

914
acababa de avisar de la llegada al puerto de esta última de un bote de recreo galo, Joven Ana,

matriculado en Orán que procedente del Kiss estaba navegando por las proximidades. Al parecer se

trataba de un viaje de placer, en el que participaba un oficial de la Marina de Guerra francesa en la

reserva, Louis Say, residente en el Kiss que acompañaba al propietario del bote, Jules Pouzet que

llegaba herido de bala. Los cabileños hicieron fuego sobre el bote en Cabo de Agua, resultando

herido el propietario, dirigiéndose apresuradamente los tripulantes de la barca a la guarnición

española, e ingresando a Pouzet en su hospital.1461 A pesar de las atenciones recibidas, el francés

acabaría falleciendo.1462

¿Cómo analizar estos hechos?. ¿Eran simple casualidad fatal?. No. Sabemos que en la

coyuntura de finales del siglo XIX y comienzos del XX, la preocupación fundamental de algunos

sectores de la población marroquí y del propio Majzén era intentar obstaculizar las incursiones

europeas en el territorio imperial. Sabemos, en efecto como señalara acertadamente en su tesis

doctoral Abdelaziz Kallouk Temsamani,1463 que desde mediados de la centuria del XIX el Estado

marroquí ponía el problema de la penetración extranjera en el centro de sus preocupaciones. Su

legislación obligaba a los extranjeros a no dejar los puertos abiertos al comercio para instalarse en

el interior del país. Pero éstos despreciaban leyes y convenciones y practicaban la política del

desafío y del menosprecio de los derechos marroquíes. Durante 1898, España y Francia habían

mantenido un enconado duelo por reforzar su influencia en el Rif y por encontrar apoyos entre las

cabilas de la región; este duelo se había saldado con la intervención del cuerpo expedicionario de

Bu Bakr y de Ben Bushta el-Bagdadi que había devuelto el territorio a control del Estado marroquí.

Inmediatamente después, los intereses extranjeros en la región iban a sufrir la réplica de las fuerzas

del Sultán o de los sectores nacionalistas de la población que se oponían a las injerencias

imperialistas. Asimismo, hemos de contextualizar la época: este es un momento de pauperización


1461
Telegrama del Comandante General de Melilla dirigido al Ministro Plenipotenciario español en Tánger. 3 de Abril
de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 199 /Ex. 1.
1462
Telegrama del Comandante General de Melilla dirigido al Ministro Plenipotenciario de España en Tánger. 4 de
Abril de 1.901. Véase además: Telegrama de Patenôtre, Embajador de la República Francesa en Madrid a Delcassé. 6
de Abril de 1.901. D.D.F. A.M, pág. 4.
1463
Véase Abdelaziz Khallouk Temsamani: País Yebala: Majzen, España y Ahmed Raisúni, Granada, Universidad de
Granada / Diputación Provincial de Granada, 1999, pag. 32.

915
general en el Sultanato. Un momento de situación explosiva en Marruecos. En abril de 1901, el

zoco de Meknes (Mequínez) era atacado por los habitantes de los alrededores porque el Majzén

reparaba la carretera de Fez a Mequínez -primer paso, según ellos, hacia el dominio de los europeos

en el país- y porque -decían- querían liberar a Mawlay Mohammed, hijo primogénito del fallecido

Sultán Mawlay Hassan y prisionero de su hermano.1464

El incidente Pouzet iba a brindar el pretexto a Francia para presentar un ultimátum y obtener

el envío de una embajada marroquí a París que acabó por aceptar el hecho consumado de la

invasión gala en el Tuat.

El teniente coronel Pablo Artal, jefe de la guarnición de Chafarinas consiguió averiguar que la

lancha ( llamada la San Miguel ) tripulada por unos Bocoyas que acompañaban a Pouzet había sido

vendida por un español a un ciudadano marroquí, preso posteriormente por las tropas del Sultán por

su colaboración con las potencias extranjeras que deseaban infiltrarse en el Sultanato.1465 La

preocupación fundamental de las autoridades militares españolas estribaba en el hecho de si había

habido afrenta o violación de la enseña nacional y de la dignidad de España. En el momento de

producirse la venta de la barquilla en marzo de 1900, no se habían cumplido todos los trámites

legales, al no darse la aprobación correspondiente de la transacción por parte de las autoridades de

la Marina y esta transacción no tenía validez. Por lo tanto el bote seguía siendo propiedad de un

súbdito español. Encargadas de la instrucción del expediente informativo1466 las autoridades de la

Armada de Guerra, se tuvo que tomar declaración a algunos de los europeos testigos del hecho. Sin

embargo, no había motivo para la preocupación. Los asaltantes de la San Miguel no habían tenido

la menor intención de molestar a España en ningún sentido. Los disparos no se habían hecho con

ánimo hostil a España. Las buenas relaciones existentes en la raya fronteriza no habían quedado

alteradas y el golpe de mano había sido dirigido como un acto de venganza únicamente contra el

1464
(B)ulletin du (C)omité de l´(A)frique (F)rançaise. 1902, pp. 351 y 362.
1465
Informe del Ministerio de la Guerra dirigido al Ministerio de Estado. 23 de Abril de 1.901. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 199 /Ex. 1.
1466
Lleno de prejuicios y términos de corte racista acordes con el lenguaje colonialista achacando al Sultanato el
encontrarse en una situación de absoluto atraso y barbarie.

916
ciudadano marroquí por colaborar con las fuerzas imperialistas.

El gobierno liberal de Sagasta no quiso cometer ningún desliz en Marruecos. No deseaba

sacar provecho del estado de postergación y debilidad en que empezaba a encontrarse el Sultanato y

no quiso rentabilizar el incidente. No intentó sacar partido de él para iniciar reivindicación alguna.

Sin embargo, el Gobierno francés iba a reaccionar con dureza, recurriendo de nuevo a la política de

presión mediante el envío de buques de guerra a puertos marroquíes. Révoil, el ministro

Plenipotenciario francés en Tánger comunicaba el 15 de mayo a Ojeda que Francia había

considerado aquellos actos de una gravedad excepcional y juzgaba como máximo responsable de

los mismos al caíd (= gobernador) de la raya fronteriza en Cabo de Agua. El gobierno de la

República no estaba dispuesto a tolerar una actitud pasiva del Majzén y había decidido enviar a

Tánger dos buques de guerra para exigir el arresto y castigo del caíd ( al que se le achacaba ser

cómplice del atentado1467) y del jeque de los Kebdana que debían ser trasladados a la alcazaba de

Tánger donde debían permanecer hasta que las autoridades galas los juzgaran.También iban a ser

exigidas una indemnización pecuniaria para la familia del finado y la entrega a Francia de unos

Bocoyas al servicio del teniente Say que tripulaban el bote (atrapados durante el incidente por

askaris imperiales) amén de las más amplias excusas oficiales. Francia estaba dispuesta a desplegar

la más extraordinaria energía.1468

La impresionante demostración naval francesa culminaba el 17 de mayo cuando los buques

de guerra Pothuau (acorazado de 5.350 toneladas, 14 cañones) y Du Chayla (crucero de 3.982

toneladas, 26 cañones) fondeaban en la rada de Tánger. Ojeda creía que era un paso más en la

ruptura francesa del 'statu quo'. Ignorante de que en París habían comenzado las conversaciones

entre Delcassé y el Embajador León y Castillo sobre el reparto del Sultanato, escribía al Ministro de

Estado, duque de Almodóvar del Río:

1467
Révoil a Delcassé. 2 de Mayo de 1.901. D.D.F. A.M., pp. 5 y 6.
1468
Telegrama de Emilio de Ojeda dirigido al Ministro de Estado, Duque de Almodóvar del Río. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 199 /Ex. 1.

917
"El Gobierno de la república cumple así el programa que se ha trazado últimamente,
imprimiendo a su política en Marruecos un carácter de insólita y (...) innecesaria y
peligrosa energía". 1469

El anuncio que Révoil hizo a sus colegas del cuerpo diplomático internacional del giro dado

por París a la reclamación por el asesinato de Mr. Pouzet causó en ellos la más honda sorpresa y

motivó comentarios bien poco favorables a la acción de Francia. La amenaza gala de una

intervención armada en la costa septentrional del Imperio era evidente y nadie se llamaba a engaño.

El envío de una división naval a aguas tangerinas para proteger a los residentes franceses en el

Imperio jerifiano, respaldar los importantes intereses de la República y exigir una satisfacción

rápida por la muerte de Pouzet era valorado por los diplomáticos como un intento de suscitar la

apertura definitiva del problema de Marruecos. Francia demostraba ahora tener grandes

aspiraciones en el Imperio que no dejaban de provocar una irritación que la cortesía natural de los

Ministros plenipotenciarios de las potencias no conseguía disimular. No había habido indecisión en

el Quai d´Orsay. La iniciativa gala era susceptible de crear una grave tensión entre los gobiernos

republicano y marroquí, pues no se habían agotado, ni tan siquiera cubierto, los recursos que

ofrecía la diplomacia para tal suerte de reclamaciones. Francia no se ajustaba a los procedimientos

y formas corrientes en tales casos. Révoil no había entablado ninguna negociación, ni planteado

reclamación previa a Mohammed Torres. No se había dado conocimiento al Majzén de las

demandas de Francia, ni permitido por lo tanto al gobierno jerifiano que las tomara en

consideración. De forma expeditiva, Delcassé, decidido a emplear la fuerza, optó por el ultimátum

que suponía la presencia de los dos buques de guerra. Tal acto era entendido como un hecho

vejatorio y atentatorio que minaba el prestigio del Sultán y equivalía a un reto. Dado el estado de

crispación hacia Francia, de exaltación nacionalista por la invasión del Tuat, el ultimátum podría

derivar en un conflicto generalizado. Ojeda, independientemente de las prevenciones que abrigó

1469
Ojeda al Ministro de Estado, Duque de Almodóvar del Río. Despacho no. 59. 17 de Mayo de 1.901. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 199 /Ex. 1

918
contra Francia, durante todo el período de su permanencia en Tánger,1470 difería de los vaticinios

pesimistas de sus colegas porque no percibía tan inminente el peligro de una guerra franco-

marroquí.1471 A su juicio, no le convenía a ninguna nación europea provocar un estallido bélico,

alentando al Sultán a la resistencia. Una acción armada de Francia podía despertar el espíritu de la

'guerra santa' entre los habitantes del Imperio, una sublevación religiosa que haría derivar la

reivindicación por la muerte de Pouzet en un conflicto incontrolado. Asimismo, la ocupación de

territorio marroquí por parte de Francia excediendo los límites del Sáhara iba a suponer el fin

definitivo del 'statu quo'; algunas potencias europeas (léase el Reino Unido) no iban a permanecer

impasibles ante operaciones francesas en el Estrecho de Gibraltar, y ello sería la chispa que haría

saltar un conflicto europeo, donde a juicio del Ministro Plenipotenciario, muy difícilmente Francia

iba a poder arrostrar y conseguir el apoyo de su aliada Rusia.1472 Ojeda creía que, con excepción de

Francia, a todas las potencias representadas diplomáticamente en Tánger les convenía evitar la

alteración del statu quo.1473 Por último el diplomático tendía a considerar funesta la actuación de

Francia y totalmente opuesta a los usos internacionales aplicados hasta ese momento en la cuestión

marroquí. La valoraba como un presagio de ulteriores acciones expansionistas del gobierno

republicano que obligarían a toda Europa a estar en guardia.

La división naval gala salía el 19 de mayo1474 rumbo a Mazagán llevando a bordo al primer

intérprete de la Legación gala, encargado de presentar al Majzén la demanda de Francia y el

ultimátum. Se dejaba al Sultán un término de ocho días para contestar, pasado el cual, Révoil

dejaría obrar libremente al Almirante al mando de la división naval si la respuesta no fuera

1470
El 3 de Mayo remitía una carta particular al Ministro de Estado manifestando su incertidumbre sobre la verdadera
finalidad de la expedición de Pouzet al Rif y el escaso interés del gobierno galo en esclarecerla. Carta particular no. 7
de Emilio de Ojeda a Almodóvar del Río. 3 de Mayo de 1.901. A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H- 1263.
1471
Entre el círculo diplomático acreditado en Tánger y en algunas cancillerías europeas se entreveía el peligro
inminente de un conflicto de pavorosas consecuencias. Se especulaba en torno a un golpe de mano francés cuyo
pretexto sería la reclamación formulada por la muerte de Pouzet; en este sentido, se hablaba de que las tropas galas se
dirigirían a la conquista del oasis de Tafilalt o a la del valle del Muluya.
1472
Carta particular no. 8 de Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. (Copia mecanografiada). 19-20 de
Mayo de 1.901. A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1473
Ojeda aventuraba que el gobierno del Sultán, carente de apoyo internacional y reducido a sus propias fuerzas, muy
probablemente instado a la paz por el Reino Unido y la Tríplice acabaría accediendo como en otras ocasiones a las
imposiciones por la fuerza y Francia lograría un nuevo y resonante triunfo en Marruecos.
1474
Véase "Marruecos en 1.900. El almirante Lacaze " en Miscelánea García Figueras. Biblioteca Nacional. Tomo
XLVI, pág. 131.

919
satisfactoria.1475 Años después, uno de los participantes en esta maniobra militar, el almirante

Lacaze declararía que la misión tenía la intención de defender ante todo el prestigio francés. El

gobierno republicano tenía la pretensión de acabar con lo que se calificaba de "hoguera de intrigas"

anti-francesas en el Sultanato y hacer sentir ostensiblemente su mano sobre el Sultán, en un

momento en que éste iba a enviar una misión diplomática solicitando ayuda a Alemania e

Inglaterra. De ahí la oportunidad de la misión naval francesa, con el fin de hacer explícita la

potencia militar de Francia en Tánger, Rabat, Casablanca, Mazagán, Mogador y Safi, puertos todos

ellos visitados por los buques de guerra galos.

En el momento de la presentación del ultimátum, los navíos franceses no dejaron de

exteriorizar señales de guerra. En el interín, los diplomáticos galos presionaban sobre el Majzén,

dirigiéndose a Marrakesh.1476

La actuación gala, haciendo alarde de una potente fuerza naval, parece desproporcionada y

excede del marco de la 'política de cañoneras' practicada por los países europeos durante la época

colonial. Cabe preguntarse el por qué de esta sobreactuación de los medios militares franceses. Una

explicación más insidiosa de la reacción gala ante el incidente Pouzet nos la proporciona la consulta

de los documentos diplomáticos franceses. Hay que ver el desplazamiento de la división naval en el

contexto del año 1901, cuando se dibujan atisbos de confrontación entre el Reino Unido y Francia

en torno a Marruecos. Lamentablemente la dinámica de este enfrentamiento no ha sido analizada

por la historiografía europea, pese a los abundantes rastros documentales. Delcassé entendió que

Francia tenía que plantar cara al Reino Unido y librar una batalla de prestigio en Marruecos, que

pasaba por contrarrestar el efecto psicológico causado en el Sultanato por el paso el 13 de abril de

1901 de la Home Fleet (la escuadra inglesa del Canal) cerca de Tánger durante unas maniobras

navales. Había que enarbolar el pabellón nacional francés en las costas marroquíes en condiciones

1475
Telegrama de Ojeda a Almodóvar del Río. 20 de Mayo de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 199 /Ex. 1.
1476
Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. Despacho no. 64. 23 de Mayo de 1.901. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 199/Ex.1.

920
análogas a las que habían llevado a cabo los británicos.1477 Era un momento de suspicacia y

desconfianza en París hacia las intenciones del Majzén que estaba dispuesto al envío de una

Embajada extraordinaria a Londres y Berlín, cuyos objetivos últimos los servicios diplomáticos

galos no acababan de desentrañar.1478

La decisión y la energía empleadas por Francia dieron su fruto. El 26 de mayo Rèvoil

comunicaba confidencialmente a Ojeda que el incidente estaba zanjado, accediendo el gobierno

marroquí a todas las peticiones francesas. El caíd de Kebdana, culpable según los franceses de la

agresión a Pouzet, fue detenido y quedó pendiente de juicio; los bocoyas compañeros de Say y

Pouzet liberados y convenido el importe total de la indemnización marroquí. El Ministro de la

Guerra, Mennebhi abandonaba la Corte mientras que el Delegado del Sultán en Tánger era llamado

a presencia de Abd al- Aziz.1479 Se estaba gestando el envío de dos misiones extraordinarias

marroquíes, destinadas a Londres y París.1480 Se afirmaba que la de París iba a ir presidida por el

Ministro de Asuntos Exteriores marroquí Ben Sliman, que iría acompañado por Révoil y que el

Imperio zarista había presionado para que la Embajada marroquí visitara posteriormente San

Petersburgo. 1481

1477
Despacho no. 46 de Delcassé a Révoil. 7 de Mayo de 1.901. D.D.F., t. I, pág. 264.
1478
Telegrama de Révoil a Delcassé. 27 de Abril de 1.901. D.D.F., t. I, pp. 251-252.
1479
Telegrama de Emilio de Ojeda a Almodóvar del Río. 26 de Mayo de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 199 /Ex. 1.
1480
El Gobernador Militar de Melilla notificaba al Ministerio de la Guerra la llegada al puerto español de un crucero-
acorazado francés y del buque de guerra marroquí Bashir que enviaron varios botes a territorio marroquí para recoger
al caíd de la línea fronteriza en Kebdana, detenido días antes por el Bajá del campo fronterizo de Melilla, respondiendo
a las presiones galas. Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 8 de Junio de 1.901.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 199 /Ex. 1. Los dos buques regresaron a Tánger procedentes del
Rif el día 9, conduciendo a bordo al detenido y a los Bocoyas liberados.
1481
La visión gala de las Misiones marroquíes a Europa en: “Les ambassades marocaines et la situation extérieure“, en
B.C.A.F., no. 7 (Julio de 1901), pp. 237- 239; también en: “A propos des missions marocaines“, en B.C.A.F., no. 8
(agosto de 1901), pp. 258-260; asimismo: “Les affaires du Maroc “, en B.C.A.F, no. 9 (septiembre de 1901), pp. 292-
295.

921
11.4. Propósitos iniciales del Gabinete Sagasta sobre Marruecos.

Desde el lado español se seguían con expectación los movimientos galos. Recién llegado al

Ministerio de Estado, el Duque de Almodóvar del Río iba a centrar su acción en lo tocante a la

cuestión marroquí en cuatro apartados básicos:

1) Averiguar la índole exacta de las actuaciones francesas en el Sultanato. Informado de que

la comisión militar gala en Marruecos integrada por oficiales del Estado Mayor1482 estaba

realizando estudios topográficos en diversos puntos de Marruecos, encargó a Ojeda un informe

detallado acerca de los mismos.1483 Almodóvar había sondeado las opiniones del cuerpo

diplomático residente en Madrid y había encontrado desasosiego e inquietud entre los Embajadores

sobre la suerte del Imperio. Se trataba del temor a la pérdida de prestigio de Abd al-Aziz, a la

debilidad del Sultán para hacer frente a algunas sublevaciones, y a las sistemáticas y crecientes

agresiones cometidas contra ciudadanos extranjeros en el Sultanato, las cuales más que

manifestaciones de xenofobia entre la población marroquí eran fruto de un constante rechazo a la

penetración europea.1484 Una de estas provocaciones a ciudadanos podría dar pie a una intervención

extranjera y a una ocupación militar de parte del país por alguna gran potencia imperialista. Los

rotativos franceses e ingleses discutían con apasionamiento el tema, provocando las suspicacias del

Ministerio de Estado español.1485 Por otra parte, la prensa gala había llegado a descubrir la

inteligencia secreta establecida entre Francia e Italia respecto al Norte de África. En marzo de 1901

1482
Destacaba en particular el activo capitán Larraz que emprendía continuos viajes de observación por el interior del
Sultanato.
1483
Carta particular manuscrita no. 1 de 19 de Marzo de 1.901 del Duque de Almodóvar del Río dirigida a Emilio de
Ojeda. A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1484
Estas agresiones las podemos seguir fácilmente hojeando las páginas del Bulletin du Comité de l´Afrique Française
de los años 1900 y 1901: asesinato en Fez del ciudadano norteamericano Marcos Essagin, director en esta ciudad de la
sucursal de una firma comercial francesa tras un altercado con una autoridad religiosa. B.C.A.F. no. 8 (agosto de
1.900), pág. 288; incidente en Ceuta entre las autoridades españolas y las cabilas de las montañas vecinas (diciembre de
1.900), que se niegan a que se ponga en práctica la concesión que el Ministro Plenipotenciario español, Emilio Ojeda
había obtenido del Majzén en la primavera de ese mismo año en el transcurso de la visita efectuada por el diplomático
español a la corte jerifiana, y consistente en el otorgamiento por parte del Sultán a las autoridades hispanas de una
fuente o manantial, situado en territorio marroquí, que garantizase el suministro continuo de agua a Ceuta. El intento
español de canalizar las aguas del manantial había determinado la agitación de los anyerinos y su resuelta oposición.
B.C.A.F. no. 12 (Diciembre de 1.900), pág. 398.|
1485
Carta particular manuscrita no. 3 de Almodóvar del Río dirigida a Ojeda. 13 de Abril de 1.901. A.M.A.E. Archivo
Histórico. Legajo H-1263.

922
Le Gaulois publicaba un artículo de su corresponsal en San Petersburgo advirtiendo de la firma de

un acuerdo entre las dos naciones que posibilitaba la anexión de Marruecos por Francia y de la

Tripolitania por Italia. Inglaterra se avendría a tal acuerdo, reteniendo la posesión de Tánger y el II

Reich también prestaría su consentimiento.

2) Proceder a una reestructuración completa de la policía española destacada en Tánger, con

objeto de conseguir un mayor control de los núcleos obreristas.

3) Formular un planteamiento nuevo en las relaciones económicas entre Melilla y el Rif a

petición del Ministro de la Guerra. El general Valeriano Weyler le había remitido una carta el 19 de

marzo que suponía en la práctica una petición de: a) la eliminación de la Aduana Marroquí de

Melilla y b) la implantación del libre comercio entre esta ciudad y el territorio marroquí

circundante. Hasta ese momento la plaza importaba del Rif muchos alimentos para el consumo de

la guarnición, especialmente reses (en virtud de un firmán -decreto- imperial no debían exceder la

cifra de seis mil anuales las reses marroquíes vendidas en Melilla1486) y cereales que eran remitidos

también a la península, amén de materias primas industriales como el esparto, muy abundante en el

litoral norte del Imperio jerifiano.1487

4) El estudio del emplazamiento de un lazareto en Punta Malabata, en las proximidades de

Tánger. El gobierno de Sagasta debía nombrar un delegado sanitario para Marruecos con tareas de

asesoramiento de Ojeda cuando éste participara en las sesiones del Consejo sanitario internacional.

Dentro del gabinete español existían posturas divergentes sobre la forma de apoyar este

proyecto.1488

Las averiguaciones de Ojeda permitieron al diplomático informar a Almodóvar que los

estudios geodésicos y de topografía del Sultanato que realizaba la Misión militar francesa no

diferían mucho de los de la Comisión de Estado Mayor española destacada en Marruecos. Se


1486
De ellas sólo mil quedaban en Melilla para el consumo de la población, otras mil eran comercializadas por la
Compañía Trasatlántica y las tres mil quinientas restantes eran destinadas a determinados comerciantes asentados en
Canarias.
1487
Carta particular manuscrita no. 2 del Duque de Almodóvar del Río dirigida a Ojeda. 23 de Marzo de 1.901.
A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1488
Carta particular manuscrita no. 5 de Almodóvar del Río a Ojeda. 4 de Junio de 1.901. A.M.A.E. Archivo Histórico.
Legajo H-1263.

923
trataba de labores de espionaje nada encubiertas que tenían una finalidad estratégica; en aquel

contexto estaban provocando mayores recelos por haber coincidido su reactivación con la

ocupación gala del Tuat.1489 A juicio del Ministro plenipotenciario español, no había motivo que

pudiera justificar en Europa una preocupación de mayor alcance respecto a la futura suerte del

Imperio.

En otro orden de cosas, en los despachos que remitía al Ministerio de Estado, Ojeda cargaba

las tintas contra el joven Sultán, al que acusaba de ejercer una autoridad débil que no iba más allá

del territorio ocupado por sus tropas o de los suburbios de las grandes ciudades del Imperio.

Describía a Abd al- Aziz como un gobernante carente de dotes especiales y de aptitudes políticas,

que no se asemejaba en nada a su padre y que se había enajenado las simpatías de su pueblo. Sin

embargo el panorama que dibujaba sobre el futuro de Marruecos no pecaba de tintes tétricos,

puesto que creía en el mantenimiento del 'statu quo'. Dentro de unos análisis que demostraban sus

fuertes carencias en el conocimiento de la organización social del Imperio, sí que alcanzaba a

vislumbrar que las sublevaciones periódicas -la siba- que se producían en distintas regiones no

tenían un carácter político o de oposición al Majzén. Más bien respondían a motivaciones

puramente locales. "La palanca única -escribía al Ministro de Estado el 19 de abril- y poderosa

que podría conmover á este pueblo y levantarlo en masa ha sido, es y será siempre, la religión. El

día que se anuncie la aparición de cualquier iluminado, de un Mahdi mogrebino, que predique la

guerra santa ó revele la voluntad de Dios contraria a los Filalis, ese día puede temblar la actual

dinastía y con ella los Cancilleres de Europa. Mientras tanto nada hay que temer en el órden

interno".1490

Ojeda negó cualquier validez a las informaciones de Le Gaulois, estimando que se trataba de

un rumor lanzado deliberadamente por la diplomacia francesa para pulsar la opinión de Europa

1489
Ibidem.Carta particular no. 2 (copia mecanografiada) de Ojeda a Almodóvar del Río. 26 de Marzo de 1.901.
1490
Ibidem. Carta particular no. 5 (copia mecanografiada) de Ojeda a Almodóvar del Río. 19 de Abril de 1.901. Luego
añadía : " Me consta que los males que aquejan á este Imperio proceden del virus orgánico incurable que lleva consigo
por doquier el Islamismo; (...) es vana ilusión creer que puede renacer y rejuvenecerse un cuerpo social sin savia, que
no responde a ningún ideal moderno y que solamente reanima como á un cadaver, la aplicación galvánica del
fanatismo."

924
sobre Marruecos. Tras reafirmarse en su creencia sobre el hecho de que el 'statu quo' no corría

ningún riesgo, sin embargo la habitual desconfianza del diplomático hacia Francia y su orientación

pro-británica, unida a la lógica alarma causada por la insidiosa política agresiva gala, le llevarían a

aconsejar encarecidamente al gabinete Sagasta una aproximación al Reino Unido. Su beligerante

actitud de oposición al predominio de los intereses franceses en el Sultanato le llevaba a

contemplar con nerviosismo la instalación de un cable telegráfico galo entre Orán y Tánger en

clara competencia con los ya existentes (inglés y español) en la ciudad marroquí.1491

11.5. Agitación social en Marruecos.

Una muestra de la atenta vigilancia que ejercía el gabinete Sagasta en lo referente a los

asuntos de Marruecos fue la promulgación de una circular con fecha 26 de abril que encarecía a

los diversos cónsules españoles acreditados a lo largo del Imperio de la necesidad de informar

periódicamente a la Legación en Tánger sobre la situación política en los distritos a los que estaban

adscritos. Así, durante la primavera de 1901 mereció especial seguimiento desde el consulado en

Casablanca la sublevación del caíd Aissa ben Omar en la provincia de Abda.1492 El Majzén tomó

medidas inmediatas para sofocar la rebelión convocando a los gobernadores de la provincia de

Chauia en Mazagán con el propósito de impartirles instrucciones.1493

Sin embargo la pauperización era un fenómeno no circunscrito al territorio de la Chauia;

tenía un alcance generalizado en el Marruecos de 1900-1901 tal como señala Abdallah Laroui.1494

Al morir Mawlay Hassan I, el Majzén aún debía catorce millones de francos de los veinte

comprometidos con España tras los incidentes de Melilla. En 1896 tuvo que desembolsar 50.000

libras (1.3000.000 francos) para adquirir la factoría edificada por el británico Donald Mackenzie en

1491
"Le cáble d´Oran a Tanger " en B.C.A.F., no. 5 (Mayo de 1.901), pag. 158.
1492
B.C.A.F., no. 2 (Febrero de 1.901), pág. 48.
1493
Aurelio Moratilla, cónsul de España en Casablanca a Emilio de Ojeda. Despacho no. 37. 1 de Junio de 1.901.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 46 /Ex. 1.
1494
Véase Laroui, A.: Orígenes sociales y culturales del nacionalismo marroquí ... op. cit., pp. 368- 371.

925
Tarfaya. A esto había que añadir diversas indemnizaciones que los representantes de las potencias

reclamaban continuamente. Estas exigencias financieras, cada vez más agobiantes, agravaban los

males que venían afectando al cuerpo social marroquí: explotación despiadada de la población por

parte de los caídes y gobernadores que buscaban con tales actos un lucro y un beneficio personal,

soborno a los hombres situados en el poder, feroz represión de las revueltas; con el agravante de

que las expediciones punitivas se desarrollaban ahora ante la mirada de los periodistas europeos. La

represión de los Rehamna, la de los `Ach`ach, sobre todo, la describieron aquellos con intención de

desprestigiar un régimen que se inclinaba por semejantes crueldades.

Ni el Estado marroquí ni los individuos que formaban el cuerpo social se libraron de la

pauperización y su corolario: el endeudamiento. Cuanto más se endeudaba el Majzén, la cúspide

social, más se empobrecía la base y viceversa.

Si en 1882 el gasto público se estimaba en seis millones de francos, en 1893 alcanzaba veinte

millones y cuarenta en 1900. Más de la mitad de esta cantidad se desembolsaba fuera del país para

pagar las indemnizaciones solicitadas por los países europeos en compensación a los ultrajes

sufridos por sus ciudadanos y protegidos en el Sultanato, comprar armas y algunos productos de la

industria europea. A todos estos gastos improductivos se añadían anualmente 14 millones de

déficit comercial. La masa monetaria disminuía de año en año y los recursos del Tesoro seguían la

misma tendencia. En efecto, la recaudación aduanera era la única que se mantenía estable, pero al

estar mal controlada enriquecía más bien al gremio de los amines (=recaudadores). Los demás

recursos económicos --maks, azaque, diezmo, indemnizaciones impuestas a las tribus sublevadas,

confiscación de los bienes de los funcionarios destituidos-- eran irregulares y, a menudo,

improductivos.

Las protestas sociales eran una respuesta a este empobrecimiento y a la invasión militar

extranjera. En 1901 seguía la agitación en el Tafilalt a causa del avance del ejército francés por la

cuenca de Zusfana. En mayo le era preciso al Sultán organizar una expedición contra los Zemmur y

los Zaer para despejar la carretera de Rabat, pues Abd al- Aziz pensaba establecerse en esta ciudad

926
algún tiempo. Así, en la tarde del día 12 llegaba a Rabat procedente del Garb el príncipe Muley

Abdelmalk, tío del Sultán que se proponía reclutar soldados entre las cabilas de Chauia y del Garb

con el fin de derrotar a la cabila de los Zaiars (Zaer) y cobrarles los diversos tributos que debían al

Majzén.1495 La sensación de inseguridad e intranquilidad en los caminos que comunicaban

Mazagán con Rabat empezaba a ser creciente debido a los grupos de salteadores. Entre los

habitantes de Rabat existía un malestar general ante la serie de destituciones recientes, destierros y

confiscaciones de bienes de varios miembros del Majzén que ocupaban altos cargos al lado del

Emperador, fruto de los conflictos internos surgidos en el interior de la administración al

producirse el encumbramiento de Al-Mennebhi. A ello se unía el disgusto causado por el avance

continuo de las tropas francesas en el Sultanato.1496 También el cónsul español en Rabat notificaba

a Ojeda el 30 de junio que la población de esta localidad imputaba directamente al Sultán las causas

de las desgracias del Imperio.1497 Sin embargo, los rumores, el malestar y las críticas contra Abd al-

Aziz quedarían acallados cuando a finales de año, el Sultán abandonó Marrakesh y se estableció

temporalmente en Rabat.1498

El 3 de julio aparecieron en las cercanías de Rabat, llegando incluso hasta las mismas puertas

de la ciudad, alrededor de cien cabileños Zaiars que aterrorizaron el territorio.1499 Desde este

momento iban a ser una constante estos ataques de los Zaiars.

En pleno verano los movimientos en Rabat que sugerían que se estaba consolidando la

influencia británica en el Sultanato eran claros y manifiestos. El 1 de agosto llegaba desde la Corte

imperial un pliego urgente para el Vice-Cónsul británico con una serie de misteriosos documentos

remitidos por el Majzén. Los rumores que desató este hecho tenían su origen en ciertos temores

existentes entre los notables del país en relación a la conversión de Marruecos en un protectorado

1495
José Meana y Martínez, Cónsul de España en Rabat a Emilio de Ojeda. Despacho no. 26. 12 de Mayo de 1.901.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 46 /Ex. 1.
1496
José Meana y Martínez, Cónsul de España en Rabat a Emilio de Ojeda. Despacho no. 30. 31 de Mayo de 1.901.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 46 /Ex. 1
1497
Ibidem. José Meana y Martínez, Cónsul de España en Rabat a Ojeda. Despacho no. 39. 30 de Junio de 1.901.
1498
Ibidem. José Meana y Martínez a Ojeda. Despacho no. 88. 31 de Diciembre de 1.901.
1499
Ibidem.José Meana y Martínez a Ojeda. Despacho no. 41. 4 de Julio de 1.901.

927
británico. Se había hablado mucho de un movimiento contra Al-Mennebhi gestado durante el mes

de julio por elementos destacados del Majzén opuestos al joven favorito del Sultán. Ojeda se haría

partícipe de estos rumores, y señalaría cómo el joven Ministro de la Guerra había perdido su

influencia ante el Sultán a su vuelta de Londres, en vez de recuperarla. Incluso era posible que

perdiese la vida, puesto que estaba siendo estrechamente vigilado. Se hablaba de una abierta lucha

por el poder en la Corte, del enfrentamiento entre el Gran Visir El Garnit -cabeza de los intereses

más tradicionalistas y anti-reformistas en el Majzén- y el Ministro de la Guerra, de la destitución

de este último,1500 y ahora se apuntaba que los ingleses jugaban en su favor exigiendo a Abd al-

Aziz que lo restituyera en el cargo, respaldando su advertencia con la amenaza del envío de una

escuadra a las costas del Imperio. La intriga urdida por Sid Feddul -el-Garnit para arrebatar al

Ministro de la Guerra del Sultán la confianza y el afecto de éste, fue deshecha, al parecer por obra

del agente confidencial británico, Doctor Vernon, quien, para lograrlo, hubo de invocar el

argumento de la gran ofensa que el Majzén haría a su patria si el Embajador enviado a ella era

depuesto. El Sultán se había visto obligado a dar marcha atrás, a reponer a su joven favorito, por lo

que el caíd Mac Lean daba instrucciones a Tánger respecto a la inoportunidad del envío de la

flota.1501

En otro orden de cosas, la intensificación de las exportaciones de Marruecos a España de

alimentos y materias primas era inviable con la legislación existente en el Sultanato. La venta de

ganado estuvo en un principio rigurosamente prohibida en todos los tratados comerciales firmados

por Marruecos con las potencias europeas. Sin embargo Gran Bretaña y España consiguieron

romper esta normativa para conseguir un suministro regular (6.000 cabezas de ganado vacuno por

cada nación) para Gibraltar y las plazas fuertes españolas. Posteriormente los demás países

representados diplomáticamente en Marruecos obtuvieron el mismo privilegio, en virtud de la

1500
Es cierto que Meana reconocería en un despacho de 31 de Octubre que le era muy difícil conocer con certeza la
situación política del país. Era una tarea que se desvelaba poco menos que imposible, puesto que muchas de las
informaciones que manejaba eran completamente infundadas y otras, simples bulos y exageraciones.
1501
José Meana y Martínez a Ojeda. Despacho no. 53. 2 de Agosto de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 56 / Ex. 1.

928
cláusula de 'nación más favorecida' introducida en los convenios comerciales firmados por el Sultán

con todas ellas. Ojeda se veía constreñido a no plantear una ampliación en la cifra de reses

introducidas en Melilla, dado que la situación vigente era fruto de una tolerancia especial hacia

España por parte del Majzén. El Gobierno marroquí había permitido hasta el momento el

abastecimiento directo a Melilla cuando el resto de las reses vendidas por Marruecos forzosamente

se exportaban a través del puerto de Tánger. Tal situación podía ser cuestionada por el Sultán en

cualquier momento en contra de los intereses españoles.

La exportación de cereales estaba rigurosamente prohibida por el Sultán de acuerdo con las

nociones de economía social que caracterizaban al Majzén, buscando así evitar las hambrunas a

base de acumular y ahorrar sistemáticamente durante los años de buenas cosechas. Sólo en los años

en que las cosechas eran muy abundantes, el Majzén permitía la exportación de cereal en

cantidades pequeñas, resistiéndose continuamente a las exigencias del cuerpo diplomático y de los

comerciantes europeos en materia de ampliar la exportación y de permitir el comercio de cabotaje

de los cereales entre las ciudades marroquíes.1502

Únicamente el Comandante General de Melilla tendría vía libre para incrementar las compras

de esparto.

11.6. Giro en el Gobierno británico respecto a la actuación a seguir en el Sultanato.

Almodóvar del Río enviaba una carta el 23 de abril al Embajador en París, León y Castillo,

en la que le mostraba su viva preocupación por los comentarios que entre algunos miembros del

cuerpo diplomático acreditado en Madrid había provocado un artículo que el Marqués de Castellane

1502
Ojeda, desconocedor de las costumbres islámicas, de la mentalidad del país y de la estructura del poder cargaba las
tintas con el empleo de una terminología racista contra las medidas del Sultán. "Al Sultán, en efecto, no solamente no le
complace, sino que le contraría, que sus pueblos se enriquezcan. Desea más bien su rebajamiento y su impotencia á fin
de dominarlos más facilmente. Pero es aun mayor su repugnancia á que prosperen mediante su comercio con los
cristianos, que supone un contacto muy peligroso para su autoridad y complicaciones internacionales que desea evitar
a todo trance. Sus recelos por este concepto, son aún mayores por lo que respecta al Riff que á cualquier otra región“.
Carta particular (copia mecanografiada) no. 4 de Ojeda a Almodóvar del Río. 8 de Abril de 1901.A.M.A.E. Archivo
Histórico. Legajo H-1263.

929
había publicado en el Gaulois sobre la cuestión marroquí y las operaciones militares galas en el

Tuat. Paralelamente, el gabinete liberal había iniciado un acercamiento al gobierno republicano que

iba a ser una de las prioridades en su gestión de la política exterior. Delcassé estaba a punto de salir

hacia San Petersburgo con el fin de activar unas negociaciones que reforzaran la Dúplice Alianza, y

que debían incluir conversaciones sobre el Mediterráneo. Antes de partir indicó a León y Castillo

que ni el Embajador británico ni el italiano en París le habían hecho ninguna indicación sobre la

política de Francia en Marruecos. Incluso llegó a reseñar que cuando el Sultán se había dirigido al

gobierno de Londres para llamar su atención sobre los movimientos galos en el Sáhara oriental

marroquí y quejarse de ellos, se le había contestado indicando que debía tratar ese asunto

exclusivamente con el gobierno republicano. León y Castillo llegaba a la conclusión de que con

esta respuesta, el Reino Unido se desinteresaba completamente de la cuestión fronteriza argelino-

marroquí, dejándola en manos de Francia.1503

Esa visión sin embargo contrastaba con la del propio Ministro de Estado. Éste había sido

objeto de ciertas insinuaciones y quejas por parte del Embajador británico en Madrid expresándole

su inquietud por dichas operaciones militares. Tras negarse a apoyar a Silvela en sus pretensiones

sobre Tarfaya, la diplomacia inglesa tanteaba al gabinete de Sagasta, deseoso de conocer su actitud

ante las maniobras republicanas. El 24 de abril el Marqués de Lansdowe citaba en el Foreign Office

al Embajador español, Duque de Mandas para hacerle partícipe de la preocupación del Reino Unido

sobre las intenciones próximas de Francia en Marruecos, a raíz de la muerte de Pouzet. Una

preocupación agudizada porque algunos rotativos galos hacían hincapié en que el gobierno

republicano aprovecharía la circunstancia de esta muerte para obtener concesiones en el Imperio

que equivaldrían prácticamente a colocar a este en una situación de completo sometimiento a

Francia. El jefe de la diplomacia británica ordenaría a sir Mortimer Durand, Embajador en Madrid

que se entrevistara con toda urgencia con el Ministro de Estado, exponiendo la postura inglesa

1503
Carta particular no. 4 del Embajador de España en París, León y Castillo al Ministro de Estado, Duque de
Almodóvar del Río. 23 de Abril de 1901. (A)rchivo del (M)inisterio de (A)suntos (E)xteriores. Archivo Histórico.
Legajo H-1263.

930
favorable a que no se alterara el estatuto político marroquí.1504 Los movimientos navales españoles,

desplazando un crucero a la zona1505 habían hecho sospechar a lord Lansdowne que franceses y

españoles actuaban en connivencia en los asuntos del Sultanato.

Almodóvar deducía que en las últimas semanas, el gobierno inglés había cambiado de

dirección en su política marroquí; era evidente, a su juicio, que se proponía adoptar a partir de

entonces una actitud cuanto menos vigilante, haciéndolo saber a los países interesados en el

Imperio.

En el marco de una cierta aproximación diplomática germano-británica, un rotativo alemán,

el Deutsche Tageszeitung publicaba el 26 de abril una información procedente de Madrid en el

sentido de que la visita de Delcassé a San Petersburgo no buscaba sólo estrechar los lazos que

fundamentaban la amistad y alianza franco-rusa. Se iba a debatir en la capital imperial la cuestión

de Marruecos, pues en las últimas semanas se había llegado a establecer un acuerdo entre los

gobiernos ruso, francés y español que constituía un reparto de intereses de las tres potencias en el

Sultanato.1506 El 6 de mayo La Gaceta de Colonia insistía en este tipo de noticias, señalando la

gran inquietud provocada en Londres por la publicación por el periódico ruso Soviet de una noticia

que resaltaba el deseo de España de aproximarse a Francia ante el temor de un ataque inglés. Se

especulaba sobre la cesión de Ceuta al Imperio ruso. Estando Ceuta en manos de Rusia, Gibraltar

iba a perder por completo su importancia como base naval de primer orden. Se llegaba a afirmar

1504
Telegrama del Embajador de España en Londres, Duque de Mandas dirigido al Duque de Almodóvar. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 / Ex. 1. Sir Mortimer Durand se había dirigido a Almodóvar
manifestando la inquietud británica por la situación en Marruecos. El Foreign Office entendía que la autoridad del
Sultán estaba siendo severamente cuestionada por los movimientos galos, y que una reacción nacionalista marroquí
podía provocar el riesgo de una vigorosa acometida militar francesa contra el interior del Sultanato, poniendo en
peligro la independencia y unidad de éste.
1505
El 11de Mayo llegaría también a Tánger el cañonero Nueva España transportando al general Bargés. Telegrama de
Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. 11 de Mayo de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163
/Ex. 2. Era un reflejo de las fuertes preocupaciones españolas en torno a Canarias, al hinterland africano de las mismas
y a la situación de las plazas fuertes españolas en el Sultanato. El general Valeriano Weyler, Ministro de la Guerra en el
gabinete Sagasta envió al general Bargés, el presidente de la Junta Consultiva de Guerra a inspeccionar Ceuta y Melilla.
Hay que tener en cuenta que Bargés había sido previamente gobernador militar de las islas Canarias, poniendo un
especial empeño en reactivar la defensa de las mismas. El Comandante de Cornulier- Lucinière, Agregado Militar de la
Embajada francesa en Madrid al General André, Ministro de la Guerra. Despacho no. 184. 8 de Mayo de 1.901. D.D.F.,
vol. I, pp. 269-270.
1506
Angel Ruata, Embajador de España en Berlín al Duque de Almodóvar del Río. Despacho no. 100. 26 de Abril de
1.901. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.

931
que si el Reino Unido no se hallase involucrado en la guerra contra los boers, atacaría a España,

pero había optado por proponer la permuta de Gibraltar por Ceuta.1507

El 30 de mayo la Gaceta de Colonia al hacerse cargo de una nota de la agencia de noticias

Havas en la que se reseñaba que Delcassé supeditaba la recepción de la Embajada extraordinaria

marroquí que se proponía ir a París, a la completa aceptación del ultimátum francés en el asunto

Pouzet, manifestaba que Francia tenía interés en obtener algo más que una simple indemnización

por el asesinato del comerciante. El periódico germano añadía que Rusia trataba de moderar las

intenciones agresivas de Francia en Marruecos, pero desde las filas de los nacionalistas galos se

entendía que éste era el momento más favorable para la conquista de Marruecos, por lo que

invitaban al gobierno republicano a obrar inmediatamente con energía, aprovechando el estado

comprometido de Inglaterra enfrascada todavía en su conflicto con los granjeros bóers. Sin

embargo, la situación de Argelia era delicada: una acometida militar contra Marruecos podía

suscitar un levantamiento general de la sojuzgada población musulmana de la colonia francesa en

apoyo del Sultanato. Por ello se estimaba que Delcassé reaccionaría paralizando la invasión del

Imperio jerifiano. En caso de producirse dicha invasión, el enfrentamiento armado franco-británico

era inevitable.1508 A finales de junio la Gaceta de Colonia y el Post, rotativos germánicos que eran

portavoces oficiosos del Gobierno alemán, publicaban dos artículos relativos a las cuestiones de

Marruecos y Gibraltar. Según el primero, el gobierno de Lord Salisbury estaba buscando una

aproximación con Madrid, tratando de comprometer a España contra Francia. Madrid era el

escenario de grandes intrigas donde se disputaba la suerte de un Imperio, mientras el Majzén y

Gran Bretaña firmaban un acuerdo secreto en el que participaría también España. El Post

anunciaba que tras el fin del conflicto en Sudáfrica, Alemania iba a abordar la resolución definitiva

de la cuestión de Marruecos. Ante el reforzamiento de los lazos que unían a la Dúplice franco-rusa,

el gobierno británico iba a intentar una aproximación a Madrid, ante el temor de que España se

1507
Ibidem.Angel Ruata al Duque de Almodóvar del Río. Despacho no. 112. 6 de Mayo de 1.901.
1508
Ibidem. Angel Ruata al Duque de Almodóvar del Río. Despacho no. 135. 30 de Mayo de 1.901.

932
aliase a Francia y convirtiese sus puntos fortificados en el Estrecho de Gibraltar en un factor

poderosísimo en una hipotética guerra entre galos y británicos.1509

Almodóvar especulaba con el motivo explicativo de la actitud inglesa, dirigiéndose en primer

lugar a sondear, dentro del conjunto de naciones europeas, a España y lo encontraba en el recelo

que pudiera experimentar el gabinete de Lord Salisbury con respecto a la posibilidad de que España

pudiera aproximarse a Francia, llegando a un compromiso con ella sobre Marruecos.1510 Por su

parte, contribuyó aún más a acentuar los recelos del Reino Unido, pues hizo un elogio y una

defensa de la acción francesa en el Sultanato, exponiendo a Sir Mortimer Durand, Embajador

inglés en Madrid que el gobierno republicano había actuado en sus incursiones fronterizas

comunicando siempre sus propósitos y obteniendo el consentimiento de otras potencias,

aprovechando en fin la pasividad absoluta de todas ellas sobre los asuntos saharianos. Estas

afirmaciones de Almodóvar dieron pie a un diálogo encrespado pues Sir Mortimer le replicó que no

había habido tal acuerdo europeo dando permiso a Francia para que actuara en el Sahara oriental

marroquí ni tan siquiera notificación de las intenciones francesas al gobierno de Lord Salisbury.

Francia se había limitado a aprovecharse de una actitud pasiva: la británica enfrascada en los

asuntos de África del Sur. Finalmente Almodóvar trató de serenar los ánimos del Embajador,

ratificando su compromiso inalterable en el mantenimiento del 'statu quo'. Es decir que aunque se

estaba entrando en una órbita de sustentar las posturas francesas, y en París, León y Castillo y

Delcassé, forjaban el futuro reparto de Marruecos, cuando este país perdiera su independencia, el

Ministro de Estado no se posicionaba frontalmente frente a Gran Bretaña. El apoyo dado a Francia

era un apoyo velado; la debilidad militar española era tan manifiesta que el gabinete Sagasta vivía

obsesionado (como confesaría Almodóvar en una carta particular a León y Castillo, que se conserva

en Alcalá de Henares) con los temores de represalias navales inglesas sobre las costas peninsulares,

y, en tales circunstancias, Almodóvar no podía entrar en una confrontación abierta con las tesis

1509
Ibidem. Angel Ruata al Duque de Almodóvar del Río. Despacho no. 160. 26 de Junio de 1.901.
1510
Carta particular no. 4 del Duque de Almodóvar del Río dirigida a León y Castillo (Copia mecanografiada). 27 de
Abril de 1.901.A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263

933
británicas. Aunque se tratase meramente de una confrontación o una pugna dialéctica, es decir sólo

de pareceres y opiniones, sin llegar al extremo de un enfrentamiento bélico. De ahí las continuas

afirmaciones del Ministro de Estado al gobierno de Londres dándole seguridades de que España no

intentaría otra política distinta a la seguida hasta ese momento en Marruecos y resaltando que el

gobierno de Sagasta deseaba encarecidamente que se mantuviera el equilibrio existente durante el

máximo tiempo posible.1511

11.7. Contrabando en el Rif.

Abd al- Aziz no cejaba en el propósito de forjar un cinturón defensivo en el Rif. Esto nos

permite cuestionar una vez más las tesis tradicionales de un Sultán débil, claudicante ante las

potencias extranjeras. El 26 de mayo el gobernador militar del Peñón de Vélez, el comandante de

Estado Mayor Mariano Saldaña telegrafiaba al comandante general de Melilla informándole que

dos buques españoles habían sido detenidos por varios botes tripulados por askaris, los cuales

según las órdenes de su caíd querían registrar las embarcaciones que recorrían la zona para atajar el

contrabando de armas y municiones de guerra. 1512

Las órdenes impartidas por el Majzén al gobernador de la alcazaba próxima a Vélez eran

muy estrictas y le obligaban a detener todos los barcos marroquíes que transitaran por la costa

transportando contrabando.1513 Se rumoreaba que en estos barcos viajaban ciudadanos europeos.

En el Peñón de Vélez la guarnición española permanecía a la expectativa. Al día siguiente, el

jerife Sid Hamed y un oficial de los " moros del Rey" (= askaris) acantonados en las proximidades

avisaban al gobernador del Peñón de la presencia de un barco sospechoso carente de bandera

fondeado en la isla Lirio a una legua de la plaza. Estaba vigilado por las tropas regulares. El caíd no
1511
Telegrama del Duque de Almodóvar del Río dirigido al Duque de Mandas. 25 de Abril de 1.901. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.
1512
Telegrama del Comandante General de Melilla dirigido al Ministro de la Guerra. 28 de Mayo de 1.901. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 199 /Ex. 1.
1513
Telegrama dirigido el 26 de Mayo de 1.901 al Comandante Militar de Melilla por el gobernador militar del Peñón.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 84/Ex. 2. Véase también en: S.H.M. Archivo de la Comandancia
Militar de Melilla. Rollo 791.

934
había querido apresarlo por haber ciudadanos europeos a bordo, y por ello dio noticia a la

guarnición.1514 La infantería de marina española se dirigió desde Vélez1515 hasta el lugar donde

estaba retenido el buque, tomando posesión del mismo. Resultó ser el laúd británico, matriculado

en Gibraltar Joven Perico, patroneado por José Tosso y despachado en forma legal hacia Tetuán y

Orán conduciendo gran cantidad de salitre, azufre y plomo. Las autoridades españolas permitieron

que reanudara inmediatamente su trayecto.1516 Sin embargo, cuando el buque se aprestaba a

abandonar Vélez y continuar su viaje, aparecieron repentinamente en la playa fronteriza askaris y

Bocoyas armados para impedírselo, aunque no llegaron a abrir fuego. El Jalifa (= lugarteniente) del

gobernador marroquí de la alcazaba acudiría a la guarnición inmediatamente pidiendo la entrega del

laúd, por conceptuar como contrabando el salitre, el azufre y el plomo que tenía a bordo.1517 Se

acababa de iniciar un nuevo incidente fronterizo con las autoridades marroquíes que acusaban a los

españoles de amparar a los contrabandistas. El gobernador militar del Peñón entendió que era

posible un conflicto armado si dejaba partir al buque y los askaris tiroteaban al laúd en el momento

de zarpar. Por ello solicitó una entrevista con el gobernador de la alcazaba.

El militar español intentó convencer a este último de que España no podía retener y apresar a

un buque británico que navegaba con documentación legal. Es más, si el buque era atacado por las

fuerzas regulares marroquíes en las inmediaciones de Vélez, el gobernador de la alcazaba se iba a

ganar las iras de España e Inglaterra que pedirían su castigo ante el Sultán. Desde Melilla se ordenó

al gobernador militar español que no se anduviese con contemplaciones y respondiese con toda su

potencia de fuego a cualquier ataque marroquí. El Joven Perico debía abandonar inmediatamente

Vélez, escoltado por fuerzas de la infantería de marina en un bote enarbolando pabellón español.1518

1514
Telegrama del 27 de Mayo de 1.901 al Comandante General de Melilla por el Gobernador Militar del Peñón.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 84/Ex. 2.
1515
Telegrama de 27 de Mayo de 1.901 dirigido por el Comandante General de Melilla, Venancio Hernández al
gobernador militar del Peñón. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 84/Ex. 2.
1516
Telegrama del Comandante General de Melilla dirigido al Ministro de la Guerra.28 de mayo de 1.901. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 84/Ex. 2.
1517
Telegrama del Gobernador militar del Peñón dirigido al general Venancio Hernández. 28 de mayo de 1.901. S.H.M.
Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.
1518
Telegrama del Ayudante de Marina de Melilla al Subdelegado de Marina en el Peñón de Vélez. 28 de Mayo de
1.901. S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 791.

935
Nuevas negociaciones con el gobernador de la alcazaba fronteriza sirvieron para desbloquear la

situación. El representante del Majzén autorizó la salida nocturna del laúd, impresionado por la

firme determinación española.1519

El comandante general de Melilla, una vez concluido el incidente se dedicó a redactar

algunas conclusiones que remitió en un informe reservado al Ministerio de la Guerra con fecha 31

de mayo. Era un análisis profundo acerca de la política de relaciones existente en el Rif entre las

guarniciones militares españolas y el territorio marroquí vecino. Es de resaltar que el general

Hernández había movilizado los servicios de información que el Ejército tenía en la zona. Las

confidencias suministradas por los agentes españoles le llevaban a concluir que las aguas rifeñas

eran objeto de las incursiones de numerosos barcos de contrabando y que el laúd inglés no era sino

uno más de los buques dedicados a la venta ilegal de contrabando de guerra en aguas marroquíes,

practicándolo muchas veces casi a la vista de las plazas españolas. Esta confesión le daba pie al

gobernador para ahondar en la petición de ayuda material al gobierno de Sagasta. Es decir, las

conclusiones que se extraían no redundaban en beneficio del Sultanato. Eran conducentes a

incrementar la presencia militar española en la zona, puesto que se ponía de relieve la necesidad de

que diversos buques de la Armada española fuesen destinados de modo permanente en las aguas

rifeñas, constituyendo esta demanda una clara violación de la soberanía marroquí sobre las aguas

jurisdiccionales del Imperio con el pretexto de suprimir el tráfico contrabandista. Además, lo que

preocupaba a Hernández del incidente es que hubiese podido quedar rebajado el prestigio español

en el Rif, si los askaris y Bocoyas hubieran bloqueado al falucho en Vélez. España no hubiera

podido evitar la humillación por la absoluta carencia de medios con que contaba para oponerse a tal

acción. Incluso la infantería de marina destacada en la guarnición carecía de medios adecuados para

entrar en combate o perseguir a un buque contrabandista.1520

1519
Telegrama de 29 de Mayo de 1.901 del gobernador Militar del Peñón dirigido al general Venancio Hernández.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 84 /Ex. 2.
1520
R.O. de 14 de Junio de 1.901 del Ministerio de la Guerra dirigida al Ministerio de Estado. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 84 / Ex. 2.

936
El general Hernández remitió una copia del informe a Ojeda quien le contestó el 8 de junio,

reconociendo que conocía la existencia de diversos faluchos españoles que procedentes de

Torrevieja introducían armamento y contrabando de guerra en el Rif. Tras reflexionar sobre la

carencia de medios de la Armada española para vigilar las costas septentrionales del Sultanato,

señaló como ejemplo el que el gobierno español se había visto obligado tres años antes a destinar al

Rif un buque no adecuado para las funciones de policía colonial, el transporte de tropas General

Valdés, que había sido utilizado para las negociaciones de liberación de los cautivos europeos de

los Bocoyas. Posteriormente las necesidades de la guerra en Cuba y Filipinas incapacitaron a la

Armada para seguir enviando buques a Marruecos. Desde 1898 ningún buque de guerra había

vuelto a ser destinado a patrullar las aguas del Rif.1521 Los limitados recursos de la Marina española

se convertían en una dificultad adicional para el desarrollo de la influencia española en el territorio.

Por parte marroquí, el Majzén no estaba dispuesto a bajar la guardia en su lucha por evitar la

penetración de la influencia imperialista española. En este sentido, hay solución de continuidad

con la línea marcada por el Gran Visir Bu Ahmed. El 19 de junio, fue presentada una queja en la

Legación española de Tánger contra el judío Isaac Pinto, protegido hispano. Se pedía una

limitación de sus actividades en las costas del Rif y se acusaba a dos de sus mojalatas (= asociados)

marroquíes de ejercer el contrabando. Los intereses de Pinto ya habían salido perjudicados

previamente por la intervención del cuerpo de ejército imperial establecido en el territorio desde

1898. La actuación del Majzén era ahora un refrendo de lo iniciado por la mehal.la al margen de la

expedición contra los Bocoyas. Quedaba aún más evidenciado el hecho de que la campaña de

castigo en el Rif central no había sido llevada a cabo contra unos díscolos piratas, sino para atajar la

infiltración colonialista en el área.1522 A pesar de que existían confidencias en la Comandancia

General de Melilla que evidenciaban los negocios turbios del protegido español, la Legación lo
1521
Carta de Ojeda al Comandante General de Melilla. 8 de Junio de 1.901. S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar
de Melilla. Rollo 791.
1522
Nota del Delegado del Sultán a la Legación española, pidiendo que Isaac Pinto retire sus intereses de poder de sus
mojalatas que en ésta se expresan en el Riff á causa del contrabando que hacen en aquellas costas. 19 de Junio de 1.901.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 315 /Ex. 2. Hay que resaltar asimismo en el marco de las
actuaciones contra los españoles en el Rif, el asesinato del padre del Sargento Tirador del Rif Mohammed Ben Tuhami
Er-Riffi.

937
amparó, argumentando que el Majzén no podía esgrimir pruebas materiales que respaldasen las

acusaciones contra Pinto.1523

En otro orden de cosas, a principios de mayo se conocía la destitución del Gran Visir al-Hadj

Moktar, elevado a esta dignidad en la primavera de 1900, a la muerte de su primo hermano Bu

Ahmed Ben Musa. Su llegada al poder no le supuso una gran influencia en los asuntos públicos

pues su nombramiento respondió al deseo del Sultán de conseguir el apoyo y la simpatía de la

poderosa familia de los Ben Musa y de un importante grupo de chorfa proclive a un entendimiento

con la misma. La poderosa personalidad del Ministro de la guerra, el joven Mennebhi, había ido

paulatinamente anulando la autoridad del Gran Visir, quedando reducida su significación dentro del

Majzén a la de un personaje decorativo representante de ciertas tradiciones de respetabilidad

religiosa y gubernativa. Sin embargo, Moktar no aceptaría con resignación su caída. Se opuso a la

creciente influencia de A-Mennebhi y su actitud crítica con respecto a éste fue aunando voluntades

y descontentos de funcionarios del Majzén y de algunas familias poderosas con respecto a la

actuación política del Ministro de la Guerra, que envolvían una directa censura de la política del

Sultán. Moktar fue entonces detenido y desterrado, como fruto de esta intriga palaciega. Iba a

ocupar el cargo de Gran Visir un antiguo colaborador de Mawlay Hassan, ex-ministro de

Relaciones exteriores, Sid Feddul el Garnit. 1524

1523
Nota de contestación de Emilio de Ojeda al Delegado del Sultán. 25 de Junio de 1.901. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 315 /Ex. 2.
1524
Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. Despacho no. 53. 2 de Mayo de 1.901. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.

938
11.8. Las Embajadas marroquíes a Europa: Preocupaciones españolas.

Otro de los temas que suscitaría la atención del gobierno español en la primavera de 1901

sería el relativo a las Embajadas extraordinarias mandadas por el Majzén a diversas capitales

europeas. Así el 24 de abril el Ministro Plenipotenciario británico en Tánger, Sir Arthur Nicolson

acudía a visitar a Ojeda y confidencialmente le avisó de la intención del Sultán de mandar una

Misión extraordinaria a Londres con objeto de felicitar al Rey-Emperador Eduardo VII con motivo

de su advenimiento al trono. Ojeda vislumbró bien pronto que la Embajada rebasaba el marco de la

cortesía para circunscribirse al político, puesto que quien la iba a encabezar iba a ser Sid Abd el-

Krim Ben Sliman, Ministro de Asuntos Exteriores y uno de los personajes más influyentes de la

Corte. Desde que en la década final del siglo XIX el Ministro Plenipotenciario británico en Tánger

Sir Ewan Smith fracasara estrepitosamente en su intento de convertir Marruecos en un protectorado

británico, el gobierno de Londres se había negado a recibir a embajador alguno del Sultanato.

Nicolson iba a acompañar a la Embajada que se desplazaría hasta Inglaterra en un buque de guerra

británico. Ojeda avisaría a Almodóvar de sus sospechas respecto a que Ben Sliman pretendía sacar

partido del desasosiego causado en Europa, en el propio Reino Unido, por la irrupción armada gala

en el Tuat. Este convencimiento llevaría al diplomático español a insistir en la necesidad de

revitalizar el acercamiento de España hacia Gran Bretaña en los asuntos marroquíes que Sagasta

había intentado tras la derrota frente a Estados Unidos:

"Creo que no solamente á nuestros intereses más obvios, sino que también á nuestro
prestigio y á nuestra influencia en la Corte Sheriffiana convendría que no fuésemos ajenos
a lo que pase en Londres abrigando como yo abrigo la convicción de que en el Foreign
Office es donde vá á recibir su orientación el Enviado Marroquí y donde vá á darsele la
clave de la situación respectiva de las naciones europeas en el problema marroquí. " 1525

1525
Carta particular no. 6 de Ojeda a Almodóvar del Río. 24 de Abril de 1.901. (Copia mecanografiada). A.M.A.E.
Archivo Histórico. Legajo H-1263

939
Almodóvar no perdió el tiempo en elucubraciones. El mensaje de Ojeda sobre una misión

secreta de la Embajada de Abd el- Krim, mucho más importante que la aparente de congratular al

soberano británico, le llevó a escribir inmediatamente al Embajador en Londres, Duque de Mandas,

exponiéndole sus preocupaciones. Sus conocimientos de la cuestión marroquí distaban de ser

completos. Sin embargo el Ministro de Estado no estaba exento de una cierta perspicacia que le

llevaba a vislumbrar la honda trascendencia que los movimientos franceses en el Tuat habían

provocado en el Imperio.1526 Habían estallado ciertos disturbios en la colonia de Argel, y

Almodóvar tendía a explicarlos en virtud de una exaltación del sentimiento religioso entre todos los

musulmanes del Norte de África (heridos " en sus sentimientos religiosos y fanáticos") en respuesta

a la acción francesa. En particular, el Ministro de Estado veía detrás de esta agitación la actuación

de la poderosa cofradía religiosa de los Taybiyya, alarmada por las reiniciadas operaciones de

algunas columnas francesas en el Tuat que se dirigían al oasis de Figuig. Su cabeza eran los chorfa

de Wazzan,1527 siendo su presencia muy numerosa no sólo entre los habitantes del Sultanato sino

también en Argelia.

El gabinete Sagasta había iniciado ya los primeros contactos con el Quai d´Orsay para

procurar llegar a un acuerdo sobre el reparto de Marruecos en dos áreas de influencia. Las

conversaciones se iban a prolongar interminablemente hasta noviembre de 1902. Mientras no se

llegaba al acuerdo el temor en el Ministerio de Estado estribaba en que el Sultán para salvaguardar

la existencia de su Imperio y para detener las agresiones francesas en la parte oriental del mismo,

solicitara el apoyo británico, poniendo fin esta medida, en caso de producirse una intervención

inglesa, a todas las pretensiones españolas sobre el Sultanato. Almodóvar estaba dispuesto, si

llegaba al caso, a presionar sobre la corte de Saint James exigiendo el respeto por parte del Reino

1526
La terminología utilizada para referirse a la irrupción francesa en el Sultanato es equívoca, parcial y haciendo el
juego a los intereses galos. Almodóvar del Río emplea la expresión "movimientos de los franceses en el Oeste de la
provincia de Orán"; no llega nunca a señalar la pertenencia real de los territorios invadidos al Imperio jerifiano. Carta
particular (reservada) manuscrita no. 6 de Almodóvar del Río al Duque de Mandas. 30 de Abril de 1.901. A.M.A.E.
Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1527
Sin embargo, los chorfa de Wazzan eran protegidos de Francia.

940
Unido de sus compromisos sobre el mantenimiento del 'statu quo' en Marruecos y en el estrecho de

Gibraltar.

La actuación de la diplomacia española en lo tocante a los asuntos de Marruecos no podía

ajustarse a un acuerdo simultáneo con las intenciones francesas y británicas, dado que éstas

empezaban a ser abiertamente discrepantes y estas divergencias entre Francia e Inglaterra

quedaban más realzadas ahora con las demostraciones navales en las costas del Sultanato. En un

momento en que España se estaba comprometiendo con Francia, Sagasta no se podía aventurar a

movimientos arriesgados sin antes conocer cual iba a ser el desarrollo de la acción británica,

máxime cuando desde la llegada al poder de los liberales en marzo de 1901, el Embajador de Gran

Bretaña en Madrid, Sir Mortimer Durand y el Marqués de Lansdowne, nuevo máximo responsable

del Foreign Office en sustitución de Lord Salisbury, se estaban dedicando a hacer continuas

sugerencias al gobierno español de que Gran Bretaña estaba recelosa de la actitud francesa con

respecto a Marruecos. El Foreign Office tuvo mucho cuidado asimismo de formular una

declaración categórica ante el Ministro de Estado, señalando que tampoco Gran Bretaña y Francia

habían tratado cuestiones relativas al tema marroquí a espaldas de España.1528

Almodóvar había deducido que los ingleses estaban firmemente resueltos a frustrar las

iniciativas republicanas, y en este contexto, España debía quedar momentáneamente a la

expectativa, no involucrarse en un posible conflicto franco-británico. Sin embargo, utilizando los

mecanismos de la diplomacia secreta, el gobierno de Sagasta había iniciado negociaciones sobre

Marruecos con el Quai d´Orsay y se estaba entrando en la órbita de una supeditación con respecto

a la política francesa; este sometimiento se reforzaría más con el transcurso de los meses. El

gobierno Sagasta pretendía llegar a un compromiso con el gobierno republicano, que en la práctica

se convertiría en un acuerdo entre dos partes no iguales. Al tratarse de un pacto suscrito sobre la

base de la desigualdad, España entraría en un régimen de dependencia con respecto al gobierno

1528
Carta particular no. 4 del Duque de Almodóvar a León y Castillo.27 de Abril de 1.901, documento ya citado.
A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263

941
francés que le llevaría a solicitar el respaldo militar galo para garantizar la seguridad nacional.

Sagasta entendería que con el acuerdo de reparto de Marruecos negociado con Francia estaba

provocando a Gran Bretaña y que ésta podría reaccionar llevando a cabo una acción de represalia

sobre España; posibilidad que trataría de prevenir, buscando no una alianza pero sí un compromiso

de defensa del territorio nacional por parte de la República francesa que querría incluir anexo al

tratado que dividía el Imperio jerifiano. En los largos meses de negociaciones que precedieron al

acuerdo de noviembre de 1902, transcurrió un dilatado proceso de ajuste y colaboración con

Francia, salpicado de diversos incidentes en Marruecos, que marcaron la actuación política

española en el Sultanato, restándole margen de maniobra. Esta política fue oscilando desde un

tímido intento de Sagasta por revitalizar una política autónoma en el Imperio, pergeñando al mismo

tiempo el envío de una fuerza expedicionaria, hasta una cada vez más decidida colaboración con el

gobierno galo en un momento en que éste libraba una terrible lucha en las costas de Marruecos para

defender su prestigio como gran potencia colonizadora haciendo impresionantes alardes militares

para los cuales tenía que recurrir al apoyo de su aliado, el Imperio zarista.

Almodóvar estudiaba todas las variables del problema marroquí antes de llegar a un mayor

compromiso de acuerdo con Francia. A principios de Mayo recurrió al Duque de Mandas y a León

y Castillo para que ambos le remitiesen todos los libros recién editados en Inglaterra y en Francia

sobre la cuestión marroquí.1529 Asimismo dio instrucciones al Duque de Mandas para que se

entrevistara con Lord Lansdowne e intentara obtener de él información vital relativa al alcance

político de la Embajada marroquí a la corte de Saint James y sobre las intenciones inmediatas del

Foreign Office en la cuestión marroquí.

El Duque de Mandas coincidía con Almodóvar en su apreciación de que el final del 'statu quo'

no iba a ser propiciado sólo por la actuación armada gala en el Tuat, sino también por una

hipotética acción inglesa declarando Marruecos bajo protectorado del Imperio británico. Ni una

1529
Carta particular manuscrita no. 7 del Duque de Almodóvar del Río dirigida al Duque de Mandas. 9 de Mayo de
1.901. Véase también: Carta particular mecanografiada no. 5 del Duque de Almodóvar del Río dirigida a León y
Castillo. A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.

942
potencia ni la otra en caso de quedarse con el control del Imperio jerifiano, cedería una parte del

mismo al gobierno español. Sin embargo el diplomático entendía que, a pesar de la inmensa

superioridad del poder naval y militar británico, que le permitiría en caso de entrar en conflicto

armado con Francia, cortar las comunicaciones navales entre ésta y África, era imprevisible una

acción decisiva de Gran Bretaña. El sentimiento anti-belicista era muy intenso entre la población de

la isla tras varios meses de durísimos combates en Orange y Transvaal y la opinión pública

británica difícilmente iba a aceptar una nueva y onerosa empresa colonial que implicara sacrificios

graves.1530

Lord Lansdowne ratificó el compromiso de Inglaterra en el mantenimiento del 'statu quo'.

Mandas se entrevistó también con una de las "personas más influyentes" de la política exterior

británica "muy escuchado por Lord Salisbury y Lord Lansdowne“(no cita en su comunicación a

Almodóvar el nombre del personaje aludido), que le expresó su opinión escéptica respecto al

propósito francés de apoderarse de Marruecos. Como venía siendo una constante en este momento

(encontramos repetida esta idea en los textos de Ojeda y Almodóvar), también este personaje

centraba su análisis sobre la situación marroquí insistiendo en la exacerbación religiosa que se vivía

en el Noroeste de África, en respuesta a las injerencias coloniales, encubriéndola de tópicos como

el del "fanatismo musulmán". Los lazos de fraternidad religiosa habían conducido a algunos grupos

de nativos de Argelia a rebelarse contra los franceses con el fin de que éstos no pudieran completar

sus operaciones en el Sáhara oriental marroquí. Las complicaciones galas en el interior de Argelia

iban a suponer un freno para la continuación de sus acciones en Marruecos.

En cuanto al fin secreto de la Embajada marroquí a Londres, en medios diplomáticos

británicos se especulaba con que se trataría de la petición de un empréstito o la solicitud de apoyo

frente a Francia. El interlocutor de Mandas le explicitó que no era intención británica suministrar

dicho apoyo ni involucrarse profundamente en cuestiones marroquíes. Iban a aconsejar a la

1530
Carta particular sin numerar del Duque de Mandas dirigida al Duque de Almodóvar (copia mecanografiada). 9 de
Mayo de 1.901. A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.

943
Embajada simplemente que los marroquíes dilucidaran sus problemas fronterizos con Francia de

modo sosegado y consensuado.1531

Tras las consultas realizadas por el Embajador en Londres, sabemos que Almodóvar del Río,

una vez descartada la sospecha de una participación decisiva de Inglaterra en lo tocante al futuro

del Imperio marroquí, se decidió a entrevistarse con todos los representantes de las grandes

potencias acreditados en Madrid, exponiéndoles la posición oficial del gobierno de Sagasta ante la

posible apertura de la cuestión marroquí.

Almodóvar recalcaría que España no iba a tolerar una alteración sustancial de la cuestión

marroquí, sin ser previamente consultada y advertida. Aun estimando que la independencia y la

estabilidad política del Sultanato podían mantenerse invariablemente, los enfrentamientos

fronterizos entre grupos de resistentes marroquíes y las columnas galas podían devenir en una

invasión a gran escala de la parte oriental del Imperio. Dado que era el único país europeo que

poseía territorios enclavados en Marruecos sobre los cuales ejercía una soberanía efectiva,

cualquier eventual modificación del 'statu quo' o de las fronteras del Imperio (dado que todo

cambio influiría indefectiblemente en la situación de los presidios y guarniciones españolas) pasaba

indefectiblemente por un acuerdo previo con España.1532 Mientras tanto el gabinete Sagasta iba a

persistir en una actitud de vigilancia expectante ante cualquier intento de penetración militar en

Marruecos. 1533

En Tánger el Ministro Plenipotenciario francés, Révoil, mantenía a su vez una actitud

recelosa hacia Alemania. El Gobierno del II Reich acababa de enviar una Embajada extraordinaria

a Marrakesh, preparada previamente por el agente confidencial británico Mac Lean. Ello venía a

coincidir con el anuncio de que la Embajada marroquí encargada de visitar Londres, se trasladaría

1531
Ibidem.
1532
Era una idea aceptada por algunos rotativos británicos como el Daily Graphic .Duque de Mandas a Almodóvar
del Río. Despacho no. 65. 12 de Junio de 1.901. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres.
Caja 7.022. Legajo 200. Almodóvar encargó a Mandas al leer el artículo que averiguara si respondía a la inspiración de
medios oficiales británicos (Telegrama de Almodóvar del Río al Duque de Mandas. 10 de Junio de 1.901. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.
1533
Carta particular mecanografiada no. 8 del Duque de Almodóvar del Río dirigida al Duque de Mandas. 18 de Mayo
de 1.901. A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.

944
posteriormente a Berlín; la diplomacia francesa empezó a ver en estos hechos los indicios de una

cierta entente o aproximación entre Inglaterra y Alemania sobre la cuestión marroquí. Incluso

Révoil llegó a apuntar la posibilidad de que Alemania pediría al Sultán la concesión de un territorio

en la costa atlántica marroquí.1534 A principios de junio, en el momento del embarque en Mazagán

de la Embajada extraordinaria que mandaba Abd al- Aziz a Londres, se había rumoreado

insistentemente acerca de la creación de una alianza o inteligencia anglo- germana que de hecho

convertiría Marruecos en un protectorado británico, aunque manteniendo las apariencias de la

conservación del gobierno local, y de respeto al 'statu quo'.1535

El temor a la formación de una entente anglo-germana iba a conducir al gobierno republicano

a estrechar progresivamente sus lazos con España,1536 acelerando las conversaciones secretas que

mantenían sobre el Imperio. La diplomacia española hasta el momento había recibido invitaciones

sucesivas para llevar a cabo conversaciones sobre Marruecos tanto por parte de Londres como de

París, tomándose estas invitaciones con cierta desconfianza. El Duque de Mandas comentaba, por

ejemplo, amargamente la situación de España como comodín francés para contener a Inglaterra, y

como comodín de Inglaterra para detener a Francia, sin que todo ello se tradujera en un aumento de

la influencia española en el Sultanato. La idea de que los ofrecimientos puntuales británicos no eran

muy válidos y sinceros empezaba a calar en el ánimo de Almodóvar. Por lo tanto, no merecía la

pena iniciar un acercamiento hacia el Reino Unido, tal como había intentado Silvela.

De hecho, la Legación alemana en Tánger apoyaba la gestión del Ministro plenipotenciario

inglés, Sir Arthur Nicolson (de la misma manera en que Edward Grey señala en sus Memorias que

los británicos recibían el sostén de Alemania, respaldando su dominio sobre Egipto, frente a la

oposición franco-rusa) como parte de la política de von Bülow de intentar seducir a Gran Bretaña

1534
Révoil a Delcassé. Despacho no. 37. 11 de Mayo de 1.901. D.D.F., t. I, pág. 277.
1535
Pedro Cavanilles, cónsul de España en Mazagán a Emilio de Ojeda. Despacho no. 47. 2 de Junio de 1.901. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 46 /Ex.1.
1536
Durante el período en que el Duque de Mandas ocupó el cargo de Embajador español en París diversos ministros
de los gobiernos republicanos, desde Ribot a Hanotaux le hicieron constantes invitaciones a una aproximación
diplomática franco-hispana sobre la cuestión marroquí.

945
para que entrase a formar parte de la Tríplice. Este acercamiento anglo-alemán había culminado en

Enero de 1901 en la famosa reunión de Chatsworth (Reino Unido) entre Chamberlein y

Eckardstein (miembro de la Embajada alemana en Londres) en la que se acordó --según declaración

de Eckardstein-- un principio de acuerdo sobre el reparto de Marruecos entre las potencias

europeas, tomando Gran Bretaña Tánger, Alemania la costa atlántica y Francia la región oriental.

En noviembre, el Berliner Tageblatt publicaba un artículo, " Los intereses de Alemania en

Marruecos", describiendo la mala administración del país, cuya disolución profetizaba. Los

intereses alemanes eran muy importantes en el comercio realizado a través de Mogador, por lo que

para el caso previsto por el articulista de disolución del Sultanato, el rotativo proclamaba la

necesidad de que Alemania estuviera a la expectativa. El final del 'statu quo' debía ir acompañado

de la inmediata toma de posesión por parte de las fuerzas alemanas de un punto en la costa atlántica

del Sultanato, aventurándose la posibilidad de que se tratase de Agadir, puerto de relativa

importancia ya que estaba situado en un mar cerrado por el archipiélago canario. Para alarma del

gabinete español, el articulista comentaba la posibilidad de que las Canarias dejasen de pertenecer a

España, lo que cambiaría profundamente la situación geoestratégica de esta parte del Sultanato.1537

Sin embargo, hay que apuntar a favor de la perspicacia de la diplomacia española, el haber

sabido adivinar la constitución de la Triple Entente, mucho antes que se produjera. La prueba la

tenemos en una carta particular que el Duque de Mandas, Embajador de España en Londres remitió

al Ministro de Estado, Almodóvar, el 30 de Noviembre de 1901. Mandas insistía en ella en la

posibilidad de un acuerdo inglés con Estados Unidos, y de una aproximación paralela a la Dúplice

Alianza franco-rusa, que supondría implícitamente la consecución definitiva de un arreglo relativo

a Marruecos entre Londres y París, que marginaría a España, aun cuando dejase Tánger fuera de la

órbita gala.1538 De la misma forma, la diplomacia alemana advirtió también pronto la posibilidad de

un acercamiento diplomático franco-británico. Así, Metternich, Embajador del II Reich en Londres

1537
Angel Ruata al Duque de Almodóvar. Despacho no. 238. 2 de Noviembre de 1.901. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.
1538
Carta particular sin numerar de 30 de Noviembre de 1.901 del Duque de Mandas a Almodóvar del Río. A.M.A.E.
Archivo Histórico. Legajo H-1263.

946
advertía a Berlín el 30 de Enero de 1902 que la siguiente tentativa de Chamberlain en materia de

política internacional podía ser llegar a una regulación con Francia de las cuestiones coloniales en

litigio entre las dos potencias, desde la egipcia hasta la marroquí. Por ello, Mentzingen

representante del Imperio Alemán en Marruecos recibía instrucciones de poner a Mawlay Abd al-

Aziz en guardia contra todo lo que pudiera representar una provocación francesa.1539 Asimismo, el

líder del grupo colonialista francés, Étienne pronunciaría un discurso el 21 de Enero de 1902

invitando al gobierno de la República a ponerse de acuerdo con el británico en las cuestiones

coloniales, en Siam, Marruecos, Centroáfrica, Terranova y Nuevas Hébridas.

Con todo, los deseos de un entendimiento diplomático franco-británico son más antiguos en

el tiempo. Así en 1899, en plena guerra del Transvaal, en un despacho oficial del que se hizo eco el

Parlamento y la prensa galas, el cónsul general de Inglaterra en Túnez, sir Henry Johnston,

realizaba un elogio del protectorado francés, admitiendo la necesidad de la extensión de la

influencia republicana a Marruecos, aunque respetando dos condiciones: a) la neutralización de

Tánger y b) el principio de libertad comercial o de puertas abiertas en Marruecos. Incluso en las

elecciones inglesas de 1900, todavía en pleno conflicto bóer las plataformas de candidatos más

imperialistas preconizaban la defensa de una "entente" con Francia y señalaban a Marruecos como

la necesaria compensación a las concesiones que el gobierno republicano podía hacer al de Londres

en el valle del Nilo.1540

1539
Telegrama de Saint-René- Taillandier a Delcassé. 20 de Enero de 1902, D.D.F., t. II (1902), pp. 47-48.
1540
Véase " Quatre Ans de Politique Extérieure", en Revue Politique et Parlementaire. 10 de Octubre de 1902, pag. 25.

947
11.9. Las Embajadas marroquíes a Europa: Al- Menebhi en Londres

La llegada de la Embajada marroquí a Londres1541 fue objeto de especial atención por parte

de las diplomacias francesa1542 y española.1543 En Tánger se había desatado una auténtica oleada de

rumores sobre los acontecimientos que se sucedían frenéticamente:

a) La resolución adoptada por el Majzén de remitir una Misión diplomática a Berlín,

inmediatamente después de la finalización de sus gestiones en Londres, encabezada por el ministro

de la guerra, Menebbhi; misión que dio lugar a múltiples especulaciones injustificadas.1544 Se

hablaba de solicitudes de protectorado realizadas al Imperio británico, al II Reich, de alianzas

pedidas por el Gobierno marroquí a estas dos grandes potencias.1545

b) Las largas conversaciones que el Delegado del Sultán, llamado con urgencia a Marrakesh

había llevado a cabo con Abd el- Aziz precediendo al envío de la misión diplomática. Torres

permanecería a partir de Mayo en la corte imperial, encargado de suplir al Menebbhi en las tareas

fundamentales de ejercicio del poder y de dar consejo al Sultán. En la Corte la figura del Menebbhi

empezaba a causar recelos y fuertes oposiciones, era cuestionado abiertamente entre algunas

familias influyentes sobre las cuales se apoyaba tradicionalmente el Sultán para gobernar el país.

1541
El 1º de Junio de 1901, Pedro Cavanilles, cónsul de España en Mazagán notificaba a Ojeda la llegada a este puerto
marroquí del Ministro de la Guerra, acompañado de un gran numero de Bajaes. Pedro Cavanilles, cónsul de España en
Mazagán a Emilio de Ojeda. Despacho no. 45. 1 de Junio de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
46 /Ex. 1. Al día siguiente, Al- Mennebhi embarcaba en el crucero británico Diadem que lo esperaba para transportarlo
a Inglaterra.
1542
Paul Cambon, Embajador de Francia en Londres, escribió a Delcassé el 11 de Junio un despacho señalando la
existencia de repetidas conversaciones en Londres y Berlín entre políticos británicos y del II Reich, que versaban sobre
Marruecos, para acabar minusvalorando el acercamiento anglo-germano, e indicando que el gobierno británico que
vigilaba constantemente los movimientos franceses en el Sultanato no iba a concertar acuerdo práctico alguno con el
Imperio Alemán porque experimentaba una cierta desconfianza hacia él. Paul Cambon, Embajador de Francia en
Londres a Delcassé. Despacho no. 148. 11 de Junio de 1.901. DDF. v. I, pp. 322-323.
1543
Carta particular no. 10, manuscrita de Almodóvar del Río al Duque de Mandas. 9 de Junio de 1.901. A.M.A.E.
Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1544
Ojeda habla del ambiente que rodea al círculo diplomático de Tánger cargado de "susceptibilidades
verdaderamente mórbidas, (...) recelos pueriles, (...) mezquinas envidias". Carta particular no. 10 de Ojeda a
Almodóvar del Río. 8 de Junio de 1901, doc. ya citado.
1545
Desde el consulado español en Rabat se estuvo al tanto de todos los movimientos extraños de la diplomacia
marroquí. Así el 19 de Junio José Meana informaba a Ojeda de la llegada, procedente de Londres, del vapor inglés
Morocco, del que habían desembarcado cuatro funcionarios marroquíes miembros de la Embajada que había marchado
a la capital británica y que regresaban trayendo una serie de pliegos urgentes, lacrados y reservados para el Sultán. José
de Meana, cónsul de España en Rabat a Emilio de Ojeda. Despacho no. 37. 19 de Junio de 1901. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 46 /Ex. 1.

948
Torres tenía la tarea de conseguir la tranquilidad definitiva y apaciguar los ánimos antes del regreso

del Ministro de la Guerra.

c) Las consecuencias de la impresionante demostración naval francesa en las costas del

Sultanato. Delcassé estaba recibiendo indicaciones constantes de los servicios diplomáticos galos

en Marruecos incitándole a ejercer una mayor presión sobre Marruecos. Se especulaba con que la

oposición inglesa a las pretensiones francesas sería más bien testimonial,1546 y que España no

protestaría, teniendo en cuenta que los emigrantes españoles podrían establecerse en tierras

marroquíes bajo bandera francesa y llevar a cabo las mismas tareas que desempeñaban en el

Oranesado.1547 El pueblo marroquí, tras el despliegue naval francés permanecía a la expectativa,

con una mezcla de recelo a ser pronto invadidos, de miedo, sorpresa y odio. La impresión general

entre buen número de nativos y entre los europeos residentes en el Sultanato, causada por la

actuación gala era que por fin Francia se había decidido a intervenir en la cuestión marroquí. Por

ello, el Majzén se había aprestado a buscar aliados contra los franceses, y ello explicaba el envío de

la misión a Londres y Berlín.1548

Desde la Legación española en Tánger el análisis realizado del envío de la misión marroquí a

Londres y Berlín se circunscribía a entender que respondía a una sencilla petición de mediación

entre las potencias europeas frente a Francia que iba a realizar el Menebhi, para conseguir

posteriormente del gobierno republicano un arreglo definitivo y favorable para Marruecos de la

cuestión de sus fronteras en el Sáhara. La irrupción gala en el Sultanato amenazaba a Abd al- Aziz

con desposeerle de sus dominios de Tafilete y con socavar su prestigio espiritual en el Imperio.

1546
Eran recientes las manifestaciones de Hooker, presidente de la Sociedad Real o del escritor Meakin que recalcaban
la inexorabilidad de la ocupación francesa de Marruecos.
1547
Desde la Embajada francesa en Madrid las apreciaciones no eran tan optimistas. Se desconfiaba del nuevo
Ministro de la Guerra español, el general Valeriano Weyler a quien se le juzgaba capaz de ejercer presión sobre Sagasta
para ejercitar una acción más decisiva en Marruecos. Se entendía que Weyler era el protector del comandante de
Caballería Alvarez Cabrera, destacado a finales del siglo XIX en Marruecos para el cumplimiento de una misión tras la
cual había redactado un libro y escribía en La Correspondencia de España con el seudónimo de 'Abd-Allah'
numerosos artículos críticos y desconfiados con la acción francesa en cuestiones africanas. El Agregado Militar francés
Cornulier-Lucinière recomendaría a Delcassé que Révoil se ganara la voluntad y confianza del militar español cuando
éste se trasladara a Tánger. Comandante de Cornulier-Lucinière, Agregado Militar en Madrid al general André,
Ministro de la Guerra. Despacho no. 184. 8 de Mayo de 1.901. D.D.F., t. I, pp. 269- 270.
1548
Leriche, Vice-consul de Francia en Rabat a Delcassé. Despacho sin numerar. 12 de Julio de 1.901. D.D.F., t. I,
pág. 385.

949
Ojeda era muy desconfiado ante la posibilidad de que el joven el-Menebbhi pudiera captar el

interés de británicos y alemanes;1549 a su juicio solamente iba a provocar e irritar a Francia,

incitándola a que diese un golpe de fuerza en Marruecos aún mayor que el de la demostración naval

tras la muerte de Pouzet. Ojeda entendía que este era el verdadero peligro que socavaría y pondría

fin a la independencia del Imperio; su objetivo era advertir al Menebhi y Abd el -Krim Ben Sliman

cuando éstos llegaran a Tánger camino de Europa.1550

Por otro lado el Ministro de Relaciones Exteriores Ben Sliman se disponía a conducir otra

Embajada extraordinaria a Francia y Rusia. A principios de Junio tanto Ben Sliman como el

Menebbhi llegaban a Mazagán con objeto de embarcarse rumbo a Tánger. En Mazagán

conferenciaron con Mohammed Torres y aprovecharon para concluir con Révoil las negociaciones

relativas a las indemnizaciones del asunto Pouzet. 1551

A sugerencia de Sir Arthur Nicolson, El Menebbhi embarcó el 2 de Junio en el buque de

guerra británico que debía llevarle a Southampton, mientras que Ben Sliman seguía conferenciando

con Révoil.

Ante la llegada de la Embajada marroquí a Londres, el Ministerio de Estado instruiría en

especial al Duque de Mandas para que no apartara su atención en torno a la actitud que observara

en el gobierno de Lord Salisbury en todo lo relacionado con los asuntos marroquíes.1552 A su vez,

1549
El cónsul español en Casablanca había advertido a la legación en Tánger en mayo sobre la desconfianza que
engendraban en la Chauia los repetidos viajes de una misión exploradora alemana que tomaba apuntes y realizaba
minuciosas observaciones en sus recorridos por distintas provincias del Imperio, dando pábulo a rumores de que se
trataban de trabajos preliminares a la construcción de un ferrocarril. Cfr. Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 57.
12 de mayo de 1901. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 165/ Ex. 1.
1550
Carta particular no. 9 de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. 29 de Mayo de 1901. A.M.A.E. Archivo
Histórico. Legajo H-1263.
1551
El 5 de Junio, el cónsul de España en Mazagán, Pedro Cavanilles notificaba a Ojeda la salida con destino a Francia
y Rusia de la Embajada extraordinaria marroquí presidida por Ben Sliman, en la que figuraba uno de los
administradores de la Aduana de Mazagán, Al-Hach Mohammed Ben Chikron. La Embajada embarcó en el crucero
marroquí Bashir, haciendo escala posteriormente en Tánger. Pedro Cavanilles a Emilio de Ojeda. Despacho no. 49. 5
de Junio de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 46 /Ex. 1.
1552
Los recelos de Almodóvar se dirigen hacia todos los actores que intervienen en la representación de la cuestión
marroquí: le preocupa la aparente reserva que muestran en los asuntos relacionados con el Sultanato, Rusia y el II
Reich, pero asimismo la firme determinación británica de asentarse cómodamente en el continente africano, sojuzgando
Orange y Transvaal y controlando el valle alto del Nilo. Está obsesionado por una explosión religiosa de los habitantes
del Sultanato contra las injerencias imperialistas y por la aparente debilidad del gobierno de Abd al- Aziz. Tiene
asimismo en mente la agresiva política expansionista gala en las fronteras occidentales de África. Carta particular
(manuscrita) no. 10 del Duque de Almodóvar dirigida al Duque de Mandas. 9 de Junio de 1.901. A.M.A.E. Archivo

950
Paul Cambon, el Embajador de Francia iba a ejercer una tarea de impecable vigilancia de todas las

acciones de Lord Lansdowne, intentando escudriñar si el nuevo jefe del Foreign Office iba a ejercer

una política más activa en Marruecos, susceptible de crear dificultades a los intereses galos.1553 Los

movimientos alemanes en el Sultanato también eran objeto de interés por parte de la diplomacia

gala, en una coyuntura histórica en que se estaba fortaleciendo el desarrollo comercial germano-

marroquí en la costa atlántica del Sultanato. Paralelamente Alemania acababa de establecer un

correo regular entre Mazagán y Marrakesh, a la par que fundaban oficinas postales en Fez,

Mequinez y Alcazar, y geógrafos y exploradores alemanes como el Dr. Fischer recorrían el

Imperio.1554

El Duque de Mandas escribió a Almodóvar el 12 de Junio, exponiéndole su opinión de que la

cuestión marroquí se había estancado en un punto muerto, y que no cabían giros trascendentales en

las próximas semanas. De nuevo se había entrevistado con el "influyente consejero" de Salisbury y

Lansdowne, quien le había expresado la satisfacción británica por el hecho de que el asunto Pouzet

estuviera finalmente resuelto, y el alivio porque hubieran desaparecido todos los síntomas de

alarma. Francia había obtenido una satisfacción del Gobierno jerifiano y no pretendía más

concesiones. No se había consolidado el establecimiento de un protectorado galo sobre el Sultanato,

y se dudaba asimismo de que el gobierno republicano deseara una ampliación sustancial de su

colonia argelina a costa de una rectificación de la frontera oriental marroquí. Sin embargo la

vigilancia británica no iba a disminuir. No iban a desaparecer por completo las inquietudes del

Foreign Office en cuanto a las injerencias galas en Marruecos, por temerse una reacción religioso-

nacionalista entre la población musulmana contra todos los cristianos.1555 El interlocutor de Mandas

desveló que la posición del Reino Unido seguía siendo la del compromiso en el mantenimiento del

Histórico. Legajo H-1263.


1553
Paul Cambon, Embajador de Francia en Londres a Delcassé. Despacho no. 176. 10 de Julio de 1.901. D.D.F., t. I,
pp. 382-383.
1554
Leriche, Vicecónsul de Francia en Rabat a Delcassé. Despacho sin numerar. 12 de Julio de 1.901. D.D.F., t. I, pp.
383-386.
1555
Telegrama del Duque de Mandas a Almodóvar del Río. 12 de Junio de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.

951
'statu quo' y sus aspiraciones no contemplaban la concesión del protectorado sobre el Sultán,

aunque era posible la concesión de un empréstito al Majzén; la postura británica se iba a ceñir a

recomendar a los marroquíes la necesidad de llevar a cabo reformas urgentes en el gobierno y en la

administración, implantando una relación más fluida y menos 'despótica' del Majzén con los

habitantes del Imperio.1556

Tras una serie de reuniones meramente formales, de cortesía y de visitas sucesivas a centros

industriales del Reino Unido, días después comenzaban las negociaciones en torno a los apartados

políticos de la misión marroquí a Londres. Finalmente Ben Sliman había sido desplazado de la

dirección de la Embajada y ésta iba encabezada por el joven Mahdi al-Menebbhi, el ministro de la

guerra, convencido de la necesidad de modernizar Marruecos y de contar con apoyo político y

financiero en el Reino Unido. Franceses y rusos se sentían indignados al saber que el favorito del

Sultán y primer personaje del Imperio marchara a Londres y Berlín, mientras que una simple

'comparsa', el Ministro Ben Sliman era el destinado a visitar San Petersburgo y París. La noticia al

ser conocida en la Legación gala en Tánger cayó como una bomba. Se veía en este trueque

precipitado a última hora de Embajadores una maniobra exitosa de la diplomacia británica.

El Embajador español, Duque de Mandas, partía de una carencia casi absoluta de medios de

información relevantes en Londres. La tarea encomendada por el gabinete Sagasta consistente en

averiguar la realidad de todo lo que acontecía en las conversaciones anglo-marroquíes, era un

designio tan homérico como el de Don Quijote cargando contra los molinos, dado el absoluto

secretismo que rodeaba lo que acontecía en el interior del Foreign Office. El Duque de Mandas

aventuró, al socaire del inicio de las conversaciones políticas, que tal vez los británicos

pretendieran establecer un 'protectorado informal' sobre Marruecos, sin necesidad de ocupar

militarmente el país e incorporarlo al imperio. Para lograrlo se trataría de buscar en el Sultanato

algún tipo de consenso o de colaboración de algunos sectores nativos con la Gran Bretaña.

Siguiendo las conocidas tesis de Robinson y Gallagher, se trataría de un 'colonialismo informal',


1556
Duque de Mandas al Duque de Almodóvar del Río. Despacho no. 65. 12 de Junio de 1.901. A.G.A. Fondo de
Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7.022. Legajo 200.

952
que evitaría la vinculación directa con la metrópoli: Marruecos mantendría la independencia

nacional y las formas ancestrales de su gobierno, y se forjaría una colaboración con las elites

dirigentes y los comerciantes locales. En la medida en que la colaboración y los pactos favorecieran

los intereses económicos de Gran Bretaña, se permitiría a los marroquíes mantener las estructuras

tradicionales del Imperio jerifiano, manteniéndose por parte del Reino Unido sólo un control

'informal' del Sultanato. Marruecos pasaría a convertirse en una pieza semejante a Turquía para el

II Reich, dentro del engranaje imperial británico. Con ello el gabinete de Lord Salisbury trataría de

evitar "provocar -en palabras del Duque de Mandas - la más grave de todas las complicaciones

europeas",1557 en un momento de fuerte rivalidad política y estratégica en el Estrecho de Gibraltar

con Francia. Prueba de que la tensión entre Francia y el Reino Unido no sólo no cesaba, sino que

iba en aumento era el anuncio de una nueva demostración de fuerza y prestigio que iban a realizar

las dos naciones en la proximidad de Marruecos.1558

11.10. Tensiones franco-británicas. Las maniobras navales francesas del verano de 1901.

Las autoridades republicanas habían decidido replicar a la manifestación naval del Reino

Unido llevada a cabo a comienzos de la primavera, para lo que se convino el proyecto de reunir en

el Estrecho y en las costas de Marruecos a las dos escuadras francesas, la atlántica y la

mediterránea. Las maniobras galas reuniendo una formidable escuadra fueron interpretadas como

un desafío a la Gran Bretaña, que no permanecería impasible. El gabinete de Lord Salisbury decidió

poner en marcha otras gigantescas maniobras. El Duque de Connaught (posteriormente Sub-

Secretario permanente del Foreign Office) anunció que a finales de agosto se reunirían en las aguas

1557
Duque de Mandas al Duque de Almodóvar del Río. Carta particular (copia mecanografiada). 15 de Junio de
1.901.A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1558
A principios de Julio, Lord Lansdowne remitía a Paul Cambon, Embajador de Francia en Londres un
memorándum en el que se resumía el resultado de sus entrevistas con los representantes del Sultán. Aparentemente el
Gobierno británico no se había esforzado por obtener ventaja particular alguna, limitándose a señalar la necesidad de
llevar a cabo en el Sultanato una serie de mejoras administrativas y económicas. Lord Lansdowne añadió que Al-
Mennebhi le había hecho partícipe de los temores que al Majzén le inspiraba la política de Francia. Paul Cambon a
Delcassé. Despacho no. 172. 4 de Julio de 1.901. D.D.F., t. I, pp. 374-375.

953
de Cádiz la Home Fleet y las unidades que patrullaban por el Mediterráneo. La crispación y tensión

causadas por esta escalada de maniobras navales de franceses y británicos alcanzó su momento

culminante en los comienzos del verano, cuando se hizo público en la corte de Saint James el

anuncio de que el XIX Cuerpo de ejército francés iba a celebrar maniobras en Octubre junto a la

frontera marroquí, cerca del río Muluya y de Melilla.

A comienzos de julio, fondeaba durante dos días en Tánger la escuadra francesa del Norte

que debía reunirse con la mediterránea para la realización de las maniobras anunciadas. El

despliegue de impresionantes fuerzas navales galas frente a las costas de Marruecos era el colofón

de la 'diplomacia de las cañoneras' suscitada tras la muerte de Pouzet, y a la vez un paso más en la

amplia gama de signos prebélicos que Francia esgrimía ante el Reino Unido. El gobierno

republicano estaba decidido a no ceder en la política de presión y fuerza, atento siempre a no dejar

escapar Marruecos. Desde finales del siglo XIX, desde el comienzo de una etapa que arrancaría en

el pueblo sudanés de Fashoda, Delcassé era partidario de adoptar una postura firme en Marruecos,

para contrarrestar la ignominia sufrida frente a las tropas anglo-egipcias de Kitchener. En mayo de

1900, al producirse la muerte del Gran Visir Bu Ahmed, comentó que "si Francia debe buscar un

complemento a su Imperio argelo-tunecino, éste está en el oeste. Allí pueden hallarse trabajadores,

agua y un subsuelo tan rico como el suelo y quizá aún más rico que éste". Pero Delcassé reconocía

que Francia debía actuar con cautela. Desde 1898 sus designios diplomáticos eran en general

terminar con el aislamiento francés en Europa Occidental y en particular mejorar las relaciones con

Gran Bretaña e Italia. Parecía seguro que Gran Bretaña se opondría al control francés unilateral en

Marruecos e Italia había obtenido en 1887 una garantía secreta de sus aliados en la Triple Alianza

de que se mantendría el 'statu quo' en África del Norte. El problema fue subrayado en 1900 cuando

Alemania insistió en la retirada de las tropas francesas de los oasis de Tuat, ocupados según el

gobierno francés en respuesta a los desórdenes acaecidos en la frontera oriental del Sultanato. A

partir de 1901, como queda indicado, Gran Bretaña se unió a Alemania en su malestar y en sus

críticas a las operaciones militares francesas. Sin embargo, Delcassé estaba decidido a no conceder

954
la primacía política en Marruecos a ninguna otra potencia, adoptando una política de doble filo: a)

penetración pacífica en Marruecos por medio de empresas de negocios para reforzar los derechos

franceses a la primacía y contrarrestar las iniciativas en este sentido de las otras potencias; b) y al

mismo tiempo diplomacia para lograr la aceptación británica, italiana y española de un eventual

protectorado francés. Mientras tanto estaba decidido a no dejarse llevar a una acción precipitada por

ningún interés privado francés. En 1899 le había dicho a Schneider, de la firma Creusot, que "la

diplomacia francesa... no está al servicio de los intereses privados, pero es capaz de coordinarlos y

disciplinarlos como instrumento subordinado a las exigencias de la política nacional".

La política oficial francesa consistía en obtener la primacía en Marruecos, si era posible por

anexión, principalmente porque, una vez que Marruecos dejó de ser un Estado viable (como Estado

independiente al aumentar el acoso imperialista) después de 1900, la posibilidad de un control

político por algún otro Estado europeo era igualmente inaceptable para París y las autoridades

coloniales en Argelia. Por eso Marruecos vino a ser considerado como un interés nacional francés

de primera clase que justificaba una determinada diplomacia, e incluso los alardes de fuerza hasta

el punto de una guerra. Aunque los medios variaron según las exigencias tácticas y los cambios

políticos de París, este objetivo esencial no cambió nunca entre 1900 y 1911.

Delcassé a estas alturas del verano de 1901 ya había dado algunos pasos diplomáticos para

fortalecer las pretensiones francesas de intervención en Marruecos. Italia reconoció la

preponderancia gala en la zona en diciembre de 1900 a cambio de que Francia aceptara la libertad

de acción de la monarquía saboyana en Tripolitania y Cirenaica. Unas prolongadas negociaciones

secretas con España se habían iniciado en la primavera, respondiendo a los deseos de Sagasta y

Almodóvar de llegar a un reparto de Marruecos; estas negociaciones demostraban la decisión de los

franceses de conceder la región norte del Sultanato a España antes de permitir a los británicos

controlarla. Refiere D.K. Fieldhouse que en junio de 1901 Delcassé negoció también con los

alemanes, ofreciendo Tánger y concesiones en otros países -posiblemente Madagascar- a cambio de

tener carta blanca en Marruecos. Estas conversaciones no fructificaron, pero en julio de 1901

955
Delcassé anunció oficialmente que Francia se opondría a las intrusiones extranjeras en Marruecos si

no contaban con su conformidad.1559

Ojeda había tenido ocasión de conferenciar con el almirante-jefe de la escuadra atlántica

francesa, Menard, quien le había revelado el nuevo plan de acción del gobierno galo, dispuesto a

llegar a la guerra incluso por defender sus derechos a la primacía en Marruecos.

"Nada de escuadras en el Norte ni en la Mancha, me dijo. Allí serán siempre


más poderosos los ingleses que nosotros y como no han de desembarcar en nuestras
costas ningún peligro tememos. Limitaremos nuestras fuerzas en el Norte a algunos
cruceros para la defensa del comercio. Pero en el Mediterráneo ya es otra cosa.
Aquí pretendemos combatir la influencia inglesa con todas nuestras fuerzas y luchar
por nuestra preponderancia definitiva. En el Mediterráneo está la suerte marítima
de Francia. La defensa de Túnez, Argelia, Marruecos y el Estrecho, el ataque á
Egipto; éste es nuestro programa y las maniobras que vamos a ensayar y las que
seguirán a éstas no tendrán más objetivo. Nuestro porvenir está aquí y así lo
entienden el Gobierno y la Nación".1560

La Martinière, Encargado de Negocios de la Legación francesa en Tánger, resaltaría en un

despacho remitido a Delcassé el 3 de Julio, el fuerte impacto psicológico que había causado en la

población marroquí y en el cuerpo diplomático, el despliegue de tan importante fuerza naval. En el

interín, la escuadra británica después de haber recorrido la costa marroquí frente a Tetuán,

permanecía en Gibraltar. Franceses e ingleses se vigilaban constantemente mientras realizaban sus

ejercicios navales.1561

Los británicos reaccionarían de manera inmediata organizando unas gigantescas maniobras

de sus flotas combinadas. Primero la Home Fleet debía permanecer en el canal de San Jorge

haciendo simulacros de combates y ejercicios diversos para luego unirse a la flota mediterránea y

1559
Véase Fieldhouse, D.K.: Economía e Imperio. La expansión de Europa (1830-1914), Siglo XXI, Madrid, 1990,
pág. 340.
1560
Carta particular y reservada no. 12 de Ojeda a Almodóvar del Río (copia mecanografiada). 4 de Julio de 1.901.
A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1561
La Martinière, Encargado de Negocios de Francia en Tánger a Delcassé. Despacho no. 60. 3 de Julio de 1.901.
D.D.F. t. I, pág. 373.

956
visitar las costas de España, Portugal y Marruecos.1562 Así, el Embajador de Inglaterra en España

informaría al Ministerio de Estado a comienzos de agosto que el Almirantazgo británico se

preparaba a combinar las escuadras del Mediterráneo y del Canal a finales de mes para hacer

maniobras en el Atlántico. Durante dos semanas los buques británicos tenían previsto hacer escala

en diversos puntos de Galicia (Vigo, bahía de Arosa, etc).

La Martinière escribiría poco después a Delcassé alarmado por las noticias que recibía de

Marrakesh. El personal de la Misión Militar gala acreditada en la Corte, según señalaba el jefe de la

misma - el comandante Burckhardt -, se encontraba aislado, sin poder tener relación con el Sultán.

Por el contrario Abd al- Aziz se rodeaba de agentes ingleses que gozaban de una influencia cada

vez mayor.1563 En la Corte imperial se había planteado una guerra de intrigas que no era sino una

prolongación de la que tenía lugar a escala psicológica en las aguas mediterráneas y atlánticas. La

Martinière, en este contexto, juzgaba necesaria una reorganización de la misión militar francesa,

que hiciera menos evidente las tareas de espionaje que realizaba, limitando su actuación a la de

instructores de las tropas imperiales. Era el caso del capitán Larras, cuyo celo le llevaba a

protagonizar largas misiones en solitario en las que estudiaba los territorios del Imperio,

planificando las mejores rutas para una invasión, y levantaba planos topográficos y geodésicos,

provocando una serie de consecuencias políticas -desconfianza hacia Francia- motivadas por el

recelo y el odio de los funcionarios del Gobierno marroquí. Por contra los agentes británicos

estaban llevando una acción diplomática más sutil, más activa, e inteligente, intentando

compenetrarse con los marroquíes.

La profusión de los ejercicios navales británicos, la frecuencia con la que se realizaban, los

ingentes medios materiales utilizados por el Reino Unido para demostrar su energía y su

determinación eran un paso más en una no disimulada escalada pre-bélica frente a Francia que no

suele mencionarse en la bibliografía de la historia de las relaciones europeas. La unión de las dos

1562
Carta particular sin numerar del Duque de Mandas a Almodóvar del Río. 22 de Julio de 1.901. A.M.A.E. Archivo
Histórico. Legajo H-1263.
1563
La Martinière a Delcassé. Despacho no. 63, confidencial. 8 de Julio de 1.901. D.D.F., t. I, pag. 379. -380.

957
flotas británicas estaba directamente encaminada a presionar a Francia, a demostrar el inmenso

poderío naval del Reino Unido ante la opinión pública francesa. Los países interesados en el

mantenimiento del 'statu quo' marroquí contemplaban con aprensión y recelo la sucesión de

maniobras galas y británicas. Se temía la posibilidad de un estallido bélico.1564 El Duque de

Almodóvar opinaba que tanto el conjunto del partido conservador, como la mayoría de diputados

del partido liberal del Reino Unido coincidían en la necesidad de revitalizar una política de

expansión imperialista, preconizada por Chamberlain. En tales circunstancias un choque con la

Francia republicana era más que probable.

Hacia finales de Junio, Almodóvar creía ya disipado cualquier riesgo de que el Imperio

marroquí se convirtiera en un protectorado británico.1565 Tal como señala D.K. Fieldhouse, el nuevo

ministro de Asuntos Exteriores, Lansdowne, se negó a dar al Menebbhi garantías de que Gran

Bretaña apoyaría al Sultán frente a las exigencias francesas.1566 Dentro de las esferas oficiales, se

repetía constantemente que Inglaterra no deseaba establecer vínculos formales con el Sultanato, a

pesar de oponerse a la expansión francesa. Por ello, Almodóvar daba por seguro que los enviados

de Abd al- Aziz a Londres negociaban con el gobierno británico la concesión de un empréstito. Éste

iba a ser interpretado en sentido negativo por el Quai d´Orsay, considerándolo un obstáculo

prácticamente infranqueable al desarrollo de la influencia francesa en el Sultanato.1567

Las semanas siguientes acabarían por aclarar definitivamente la línea de conducta inglesa.

Como Fieldhouse ha señalado, entre mayo de 1900 y los primeros meses de 1902, pareció muy

probable que los ingleses intentaran establecer una primacía no oficial en Marruecos. Nunca existió

en el Reino Unido un deseo serio de ocupación oficial del Sultanato y el gobierno no actuó bajo

1564
Carta particular manuscrita no. 14 de Almodóvar del Río al Duque de Mandas. 25 de Julio de 1.901.A.M.A.E.
Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1565
La prensa francesa reaccionaba, en líneas generales con tintes indignados a los anuncios de un pretendido
protectorado británico ejercido sobre el Imperio jerifiano. El nacionalista La Patrie demandaba del Gobierno de París
que solicitara explicaciones al de Londres sobre el alcance de la Misión marroquí a la capital británica y auguraba que
en caso de alterarse el 'statu quo' en beneficio británico, Francia invadiría inmediatamente Marruecos.
1566
Véase Fieldhouse, D.K: Economía e Imperio...op. cit., pág. 340.
1567
Carta particular manuscrita no. 11 de Almodóvar del Río dirigida al Duque de Mandas. 21 de Junio de 1.901.
A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.

958
ninguna fuerte presión por parte de los círculos imperialistas o de la opinión pública, más

preocupada por los acontecimientos en África del Sur. Pero los intereses mercantiles deseaban

proteger y aumentar las oportunidades económicas en Marruecos, y tanto el Almirantazgo como el

Ministerio de la Guerra estaban decididos a impedir que Francia y Alemania adquirieran en dicho

país una base naval. En estas condiciones, la política obvia y aparentemente factible consistía en

establecer una influencia no oficial pero efectiva sobre el gobierno del Sultán, instalado ahora en

Fez, y así lo intentó Sir Arthur Nicolson, Ministro Plenipotenciario británico. Durante 1900 y 1901

tuvo considerable éxito. Nicolson contaba con el apoyo alemán y con los deseos de Al-Menebbhi,

que estaba dispuesto a aceptar el consejo y la asistencia financiera británica para desarrollar la

economía marroquí y esperaba apoyo de Gran Bretaña contra la clara amenaza de usurpación

francesa en la frontera oriental. A finales de Junio se hablaba en Londres de que la Embajada

extraordinaria marroquí había debatido la colaboración inglesa1568 para la introducción de una serie

de mejoras (red telegráfica y de transportes terrestres). Estas noticias no dejaban de alarmar al

habitualmente pro-británico Ojeda. Éste en una carta particular remitida a Almodóvar el 4 de julio,

expresaba sus dudas de que el Majzén quisiese caer en la espiral del endeudamiento exterior que

habían contraído las Haciendas de Egipto y el Sultanato turco. La política del Majzén había sido

siempre refractaria a la obtención de créditos en Europa. Únicamente el Estado marroquí se había

visto forzado a contraer uno con el Reino Unido tras el fin de la guerra contra España en 1860. Las

autoridades británicas presionaron entonces sobre el Majzén para que solicitara un préstamo,

temerosas de que el gobierno español en caso de no abonar Marruecos la indemnización de guerra

solicitada ordenase la ocupación indefinida de Tetuán y otros puntos del Sultanato. A juicio de

Ojeda, más que el establecimiento de un protectorado británico en Marruecos, lo que había de

temer España como resultado de la visita de Al-Menebbhi a Londres era la implantación de la

hegemonía económica inglesa en el Sultanato. El joven ministro de la Guerra, favorito de Abd al-

Aziz, era sumamente favorable a la concesión de mayores ventajas en el Imperio a comerciantes y


1568
Carta particular sin número del Duque de Mandas a Almodóvar del Río. 27 de Junio de 1.901. A.M.A.E. Archivo
Histórico. Legajo H-1263.

959
burguesía industrial británica. El Gobierno jerifiano, respondiendo a las iniciativas del joven

Ministro de la Guerra estaba dispuesto a promover el establecimiento en los puertos abiertos al

comercio internacional de agentes fiscales ingleses que reorganizarían la administración y gestión

de las aduanas, la distribución y recaudación de contribuciones e impuestos, y la implantación de

un nuevo sistema fiscal y administrativo en el Imperio jerifiano. A juicio de Ojeda, ello significaría

en caso de tener éxito, que el Imperio caería bajo la órbita británica, o en caso contrario si a la

reforma se oponía el pueblo marroquí guiado por sentimientos religiosos opuestos a todo tipo de

cambios, el país caería en la anarquía, la guerra santa contra los cristianos y ello significaría el

derrocamiento de Al-Menebbhi y del Sultán, perspectivas igualmente temibles para los intereses

españoles.1569

En París se daba por sentado que Marruecos concedería a empresas británicas el monopolio

de la construcción de vías férreas en el interior del Sultanato; era una noticia que iba a reforzar en el

gobierno republicano la creencia en la necesidad de seguir en la política de demostraciones de

fuerza y de batallar hasta el fin por la obtención de la hegemonía en el Imperio.1570 Delcassé había

recibido estas confidencias de uno de los miembros de la Embajada marroquí a París, que había

viajado urgentemente a la capital británica para enterarse de cuales eran los resultados de las

negociaciones allí entabladas entre el gobierno inglés y los representantes del Sultán. Al parecer,

las concesiones ferroviarias habían sido solicitadas no por el gabinete de Lord Salisbury sino por

sectores capitalistas londinenses. Por otro lado, La Martinière remitiría un telegrama desde Tánger

a Delcassé lamentando la circunstancia de que Inglaterra saliese reforzada en la cuestión marroquí

tras la visita de la Embajada imperial a Londres. Se había convertido en la consejera y protectora

del Sultán. La Legación británica y sus agentes, como el caíd Mac Lean, quedaban dueños

absolutos del campo en la guerra de intrigas entre Francia y Gran Bretaña que se libraba en la

Corte, pudiendo imponer plenamente sus influencias. Incluso el diplomático llegó a acusar al

1569
Carta particular y reservada no. 12 de Ojeda a Almodóvar del Río. 4 de Julio de 1.901 (copia
mecanografiada).AMAE. Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1570
Carta particular no 13 de Almodóvar del Río al Duque de Mandas. 9 de Julio de 1.901.A.M.A.E. Archivo
Histórico. Legajo H-1263.

960
Mennebhi de haberse convertido en un agente más al servicio de Inglaterra.1571

En este contexto, la diplomacia española consiguió un pequeño éxito al introducir un agente

confidencial en la ciudad de Fez.1572 Se trataba de Omar Barrada que posteriormente, cuando se

produjera en 1902 la sublevación del Rogui Bu-Hamra realizaría para España tareas de acopio

información en la ciudad, convertida en la sede de la Corte imperial.1573

Almodóvar había escrito a Mandas el 25 de Junio una carta particular en la que afirmaba que,

tras la derrota en la guerra contra Estados Unidos, no cabía otra opción política en el exterior que la

más estricta neutralidad española. Por ello no tenía sentido suscitar el inicio de la cuestión

marroquí. Había que permanecer apartados de cuantos conflictos se pudiesen provocar en Europa, y

no contraer compromisos embarazosos. España podía aproximarse a Inglaterra y Francia cuando

permanecían unidas, aliadas, pero éste no era el caso en el verano de 1901. 1574

El 11 de Julio Sir Arthur Nicolson, el Ministro plenipotenciario británico, de regreso a

Tánger desmentía a Ojeda que se hubiese establecido con el Menebbhi algún tipo de tratado o

convenio político o comercial. Los británicos habían conseguido la autorización por parte del

gobierno marroquí del comercio basado en la navegación de cabotaje, hasta entonces estrictamente

prohibido, y el permiso para la exportación de patatas, tomates, bananas y otros frutos del

1571
La Martinière, Encargado de Negocios de Francia en Tánger a Delcassé. Telegrama no. 64. 15 de Julio de 1.901.
D.D.F., t. I, pág. 388.
1572
Con todo, aunque es un hecho poco conocido historiográficamente, el médico militar africanista Felipe Ovilo y
Ojeda habían conseguido introducir a otro agente menor en Fez. Se trataba del jerife Sid Hach al-Machdubi, que se
encontraba a la cabeza de una zauia en un santuario situado a tres horas de Fez, en un territorio pobre donde ejercía la
caridad con los campesinos, protegiéndolos de las exacciones de los gobernadores. Perseguido por el Gran Visir Bu-
Ahmed había pasado a Tánger y allí fue captado por Ovilo y Ojeda, otorgándosele protección española y siendo
nombrado agente de la Compañía Trasatlántica en Fez, logrando gracias a ello la devolución por parte del Majzén de
algunos terrenos de cultivo y arrozales que le habían sido confiscados. Sin embargo su aportación de informes
confidenciales a la Legación española en Tánger era muy escasa. Por su calidad de jerife y cabeza de un santuario,
deseaba pasar desapercibido y no quería figurar públicamente como protegido de los europeos. Las informaciones que
transmitió a Cólogan, el sucesor de Ojeda, en 1904 fueron muy limitadas. Se limitaron a repetir tópicos, ya conocidos
por los españoles: el infantilismo del Sultán, la indolencia y la escasa eficacia del Majzén y el hecho de que el Gobierno
estaba acaparado por tres miembros de la familia Tazzi, uno de ellos Ministro de Hacienda, otro jefe superior de
Palacio y otro que recorría Europa en misiones de Embajada. Bernardo de Cólogan, Ministro Plenipotenciario de
España en Tánger al Ministro de Estado, Faustino Rodríguez San Pedro. Despacho no. 366. 29 de noviembre de 1904.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 160/Ex.1.
1573
Carta remitida por el Delegado del Sultán en Tánger al Ministro Plenipotenciario de España, Ojeda remitiendo una
carta para el Gobernador de Fez para que Aomar Barrada sea reconocido siempre como Agente oficioso de España.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 315 /Ex. 2.
1574
Carta particular (sin numerar) del Duque de Mandas a Almodóvar del Río. (Copia mecanografiada). 2 de Julio de
1.901. A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.

961
Sultanato. El Majzén daría mayores facilidades al comercio extranjero, mejorando los puertos,

aumentando el número de depósitos y almacenes, de remolcadores y barcazas para el embarque y

desembarco de mercancías. Por último Al-Menebbhi se había comprometido en mejorar las vías de

comunicación, construir puentes y reformar la administración del país. A pesar de que el asunto de

las fronteras argelo-marroquíes y de los oasis del Tuat había suscitado la preocupación del gabinete

de Lord Salisbury, los británicos se habían limitado a escuchar cortésmente a los enviados del

Sultán sin darles su apoyo en esta cuestión.1575 Nicolson negaría asimismo que agentes fiscales

ingleses pudieran acudir al Imperio a ayudar al Majzén en la implantación de reformas.1576

Almodóvar reaccionó aliviado ante estas noticias, tranquilizado por el hecho de que no se hubiera

aceptado desde Londres una intervención directa administrativa en el régimen interior del Imperio.

Esta prudente actitud británica evitaba las preocupaciones de las cancillerías europeas y la

transformación de la cuestión marroquí en un conflicto complejo y de difícil solución.

11.11. Tensiones franco-británicas: La lucha por el predominio en el Sultanato

Sin embargo, a finales de octubre, el gobierno de Sagasta llegaría a entrever como las

conversaciones de Londres habían excedido del marco de los asuntos económicos. El consulado de

España en Gibraltar informaba al Ministerio de Estado de la inminente salida de tres sargentos

ingleses hacia Marruecos con el fin de instruir al Ejército imperial.1577 La Martinière, Encargado de

Negocios de Francia en Tánger telegrafió en tono más alarmista a Delcassé insinuando que esos

tres sargentos eran simplemente una avanzadilla y que numerosos ingleses estaban de camino hacia

la Corte imperial. Unos eran oficiales del ejército, encargados de instruir a las tropas marroquíes,

mientras que otros constituirían una misión financiera junto al Sultán encargada de asesorar y

1575
Ibidem. Carta particular no. 13 de Ojeda a Almodóvar del Río (copia mecanografiada). 11 de Julio de 1.901.
1576
Ibidem. Carta particular no. 14 de Ojeda a Almodóvar del Río (copia mecanografiada). 12 de Julio de 1.901.
1577
Francisco Martí, Cónsul de España en Gibraltar al Duque de Alomodóvar del Río. Despacho no. 115. 25 de
Octubre de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica.Caja 163 /Ex. 2.

962
dirigir en los asuntos económicos del Imperio jerifiano.1578 Pero ahí no acababan las intrigas

británicas. La situación económica del Majzén era particularmente grave, dado que los ingresos

regulares de las aduanas no eran suficientes para atender los gastos del Estado. Tampoco bastaban

los tributos que percibía el gobierno de las tribus. Así pues, la llegada de los británicos respondía

también a una serie de ofertas de capitales que le iban a ser formuladas al Sultán y que permitirían a

Abd al- Aziz emprender con garantías de éxito la primera serie de reformas administrativas

referidas a la percepción de impuestos y al funcionamiento del servicio de Aduanas.1579 Se corría el

riesgo para Francia de que se repitiera lo ocurrido en Egipto, donde la expansión financiera inglesa

y los créditos británicos habían terminado por hipotecar a la Hacienda egipcia, y donde el control

financiero del país había dado paso al control político por parte de Londres. Esta idea se vería

reforzada poco después en el transcurso de una conversación que el comandante Burkhardt, jefe de

la Misión Militar francesa en Marruecos tendría con el Sultán y en la que Abd al- Aziz le

mencionó su propósito de establecer una red de vías férreas a lo largo de las grandes rutas y

caminos naturales del Imperio. Se trataría de un proyecto con un costo estimado en 6 millones de

francos, en combinación con las sugerencias financieras realizadas al Sultán por los agentes

ingleses y respaldadas por el Mennebhi.1580 Las similares proposiciones realizadas tiempo atrás por

empresas francesas a través de Fabarez, agente de Creusot, quedaban relegadas. A fines de 1901

quedaba abierto un nuevo frente en la lucha franco-británica por la hegemonía en Marruecos: la

batalla por las obras públicas y por ende, por la dirección y el asesoramiento de las reformas que

iba a emprender el Sultán.

Muy determinante en la decisión francesa a lo largo de 1902 de plantar cara con mucha

energía al órdago planteado por el Reino Unido en Marruecos, fue un largo despacho confidencial

remitido por La Martinière a Delcassé el último día de 1901. Las intrigas británicas por ejercer el

predominio en la Corte del Majzén alcanzaban su culminación en diciembre, tal como denunciaban

1578
La Martinière a Delcassé. Telegrama de 2 de Noviembre de 1.901. D.D.F., t. I, pág, 632.
1579
Telegrama de La Martinière a Delcassé. 2 de Diciembre de 1.901. D.D.F. t. I, pp. 647-648.
1580
Telegrama de La Martinière a Delcassé. 29 de Diciembre de 1.901. D.D.F. t. I, pp. 688-689.

963
el comandante Burckhardt y el médico de la misión militar francesa, Zumbiehl. El Ministro

Plenipotenciario de Inglaterra preparaba una visita a Rabat, donde se encontraba el Sultán, sugerida

por Al- Mennebhi y por el caíd Mac Lean, en la que se iba a gestar el diseño de las reformas

administrativas del Imperio. El Times de Londres presentaba, con tintes apasionados, a Mawlay

Abd al- Aziz como un hábil soberano, promotor de profundos cambios y comprometido con la

mejora de su Estado. Una mejora tutelada por Sir Arthur Nicolson y por Gran Bretaña.

La diplomacia francesa estimaba que se había llegado a un punto en la cuestión marroquí

donde los acontecimientos amenazaban con precipitarse en contra de los intereses de la República.

Se pensaba que si se perdía el Imperio jerifiano, quedaban amenazados todos los dominios

franceses en el Norte de África. De llevarse a cabo las reformas en el Sultanato, era inviable a los

ojos del Quai d´Orsay que no se hicieran más que bajo el patronazgo francés. Francia no podía

tolerar a otros europeos a la cabeza del Ejército marroquí, ni en la realización de infraestructuras,

ni podía aceptar quedar excluida de la inversión de capitales en el Sultanato. Otra vez se hablaba

con insistencia no sólo de un fuerte empréstito británico para financiar el establecimiento de las

redes ferroviarias en Marruecos, sino de la inmediata posibilidad de que su consecuencia fuera la

solicitud de un protectorado inglés.1581

Algunos sectores industriales españoles entendieron que la nueva era de reformas que se

abría en Marruecos favorecería sus intereses, por lo que presionaron sobre el gabinete Sagasta en

busca de la obtención de un beneficio. Así lo hizo la Asociación Mercantil e Industrial de Melilla,

reclamando que se obtuviera permiso del Sultán para la exportación de cereales a través del puerto

español. Las expectativas eran optimistas. El Majzén iba a implantar una orden permitiendo la libre

1581
La Martinière, Encargado de Negocios de Francia en Tánger a Delcassé. Despacho no. 137, confidencial. 31 de
Diciembre de 1.901. D.D.F., t. I, pp. 693-695. En contrapartida, Ojeda hablaba a finales de año del triunfo de los
elementos conservadores y tradicionalistas en la corte representados por el Gran Visir el-Garnit y de la caída del
Mennebhi, que iba a suponer el fracaso de las iniciativas modernizadoras y reformistas que buscaban la regeneración
del Imperio y la introducción de una serie de reformas bajo la tutela británica. Ojeda las daba por conclusas e insistía en
que la naturaleza del país era refractaria a las mismas y a la civilización. Sólo una intervención armada las podría
imponer. Carta particular no. 23 de Emilio de Ojeda a Almodóvar del Río. 8 de Octubre de 1.901. A.M.A. E. Archivo
Histórico. Legajo H-1263.

964
exportación de trigo y cebada durante un período de ocho meses, a partir del 8 de agosto.1582

Asimismo se entendía desde el Ministerio de Estado que las ventajas comerciales que Marruecos

otorgaba a Inglaterra adquirirían un carácter general, no limitándose a la Gran Bretaña, y

extendiéndose a las demás potencias europeas. Además la libertad de cabotaje iba a redundar

positivamente en los intereses españoles.

León y Castillo seguía en contacto estrecho con Delcassé, mientras las conversaciones

secretas sobre el reparto de Marruecos se dilataban en el tiempo sin llegar a un compromiso firme.

Las tensiones franco-británicas con las sucesivas demostraciones de fuerza en el área del Estrecho

de Gibraltar impulsaron a Almódovar a intentar desvelar si los propósitos franceses en el inmediato

futuro pasaban por la liquidación del 'statu quo'. A pesar de las promesas formales de respetarlo

realizadas por Delcassé, León y Castillo, habitualmente mesurado, y siempre progalo en lo tocante

a la dirección de la política exterior española alertaba el 27 de Junio a Almodóvar del máximo

peligro que se cernía sobre el Imperio marroquí. El Embajador detectaba en París numerosos

síntomas que auguraban un conflicto armado franco-marroquí ante el cual España debía tomar

medidas. París se movía sólo en el estadio de las manifestaciones y los alardes de fuerza, pero era

unánime la opinión entre el círculo diplomático internacional acreditado en la capital de Francia

que una embestida seria contra el Sultanato ocurriría en breve.1583 La trascendencia de las noticias

de las que era partícipe forzó al Embajador a solicitar permiso urgente para abandonar París y

trasladarse a España para entrevistarse con Almodóvar, puesto que no juzgaba ni el correo ni el

telégrafo medios idóneos para intercambiar impresiones en esa coyuntura excepcional. Almodóvar

le rogó mantenerse en el puesto, remitiendo a Madrid a una persona de confianza que transmitiera

verbalmente las confidencias.

1582
Carta particular (sin numerar) de Emilio de Ojeda a Almodóvar del Río. 17 de julio de 1.901. A.M.A.E. Archivo
Histórico. Legajo H- 1263.
1583
Telegrama de 27 de Junio de 1.901 de León y Castillo dirigido a Almodóvar del Río. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.

965
11.12. La Embajada marroquí a París.

A principios de julio comenzaron en el Quai d´Orsay las negociaciones políticas entre la

Embajada marroquí, presidida por Ben Sliman y Delcassé. Las informaciones que se filtraban no

hablaban sólo de la rectificación de las fronteras y de las garantías exigidas por Francia al Majzén

para que no se repitiesen las incursiones de las tribus fronterizas, sino de la solicitud por parte

republicana de concesiones comerciales, análogas a las que los representantes del Sultán estaban

haciendo a Gran Bretaña y Alemania.1584

Las negociaciones de la Embajada marroquí en París se planteaban, según los términos de la

diplomacia francesa, como un intento de poner fin a los problemas de seguridad planteados en el

suroeste de Argelia, cuyos territorios se veían continuamente devastados por bandas llegadas de

Marruecos.1585 En realidad estas bandas eran grupos de resistentes marroquíes que trataban de

oponerse a la ocupación del suelo del Sultanato por las tropas galas. Delcassé buscaba por tanto

legalizar mediante un acuerdo con el Majzén las conquistas efectuadas a lo largo de 1900 y 1901

en Tuat, Tidikelt y Gourara. Después de la toma de Igli, las tribus del Tafilalt se habían declarado

en estado de guerra y durante toda la campaña en los valles de Zousfana-Saoura, bandas llegadas de

Djebel Bechar y de Figuig habían hostigado con sus ataques los puestos fortificados y los convoyes

de los invasores. La delegación del Sultán en Francia se componía, además del Ministro Si Abdel

Krim Ben Sliman, del Delegado del Sultán en Tánger Sid Ben Nasser Ghannam y de Mohammed

Guebbas. En París, los Delegados del Sultán rindieron visita al Presidente de la República en una

ceremonia oficial dotada de gran resonancia. La misión de la Embajada era la de completar el

tratado de paz de Lalla Marnia de 1845; se trataba de un acuerdo político entre el gobierno jerifiano

y París destinado a resolver el problema de la seguridad de los franceses. En las negociaciones,

1584
Carta particular no. 14 de León y Castillo a Almodóvar del Río (copia mecanografiada). 13 de Julio de
1.901.A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1585
Véase Bergheaud, E.: "¿Morir por Agadir? ", en V.V.A.A.: Los grandes enigmas de la belle époque. Tomo I,
Círculo de Amigos de la Historia, Madrid, 1968, pág. 217.

966
indica Mohammed Omar El- Hajoui,1586 al lado de Delcassé figuraba Révoil, el Plenipotenciario

francés en Tánger. Finalmente el 20 de Julio se firmaba un primer acuerdo, llamado el 'protocolo de

París'. Éste, a juicio de Charles- André Julien1587 otorgaba una amplia gama de ventajas al gobierno

republicano, pues bajo la fórmula de una organización en común del control de las zonas en litigio

en la frontera argelo-marroquí, la solución ofrecía la doble ventaja, para Francia de mantener,

aunque fuese ficticiamente, la presencia del Majzén en la frontera, y de hacerle admitir

implícitamente al gobierno imperial la ocupación de los oasis del Tuat y de su mejor vía de acceso,

el Uad Zousfana prolongado por el Uad Saoura. Así el gobierno de la República podía hacer pasar

sus vías ferreas por Igli, continuarlas luego por el Tuat, y establecer así la unión con Tombuctú y el

Senegal. El protocolo no solamente precisaba las zonas de influencia gala y marroquí, sino que

además incluía dentro del territorio francés ciertas zonas de pasto: los territorios de pasto de los

Ulad Jerir y de los Daoui- Menia sobre las dos vertientes del Djebel Bechar. A estas tribus se les

daba la libertad de poder elegir la autoridad bajo la que querían permanecer, pero en el caso de

querer seguir perteneciendo a Marruecos debían abandonar sus territorios, y ser instaladas por el

Majzén en otra parte del Sultanato. Amén de ello, Delcassé juzgaría necesario que el Ministro de

Relaciones Exteriores marroquí le presentase un documento asegurando para Francia los mismos

privilegios de orden comercial que había obtenido el gabinete de Londres. De hecho, la firma del

protocolo franco-marroquí en París vino acompañada de una invitación al Sultán Abd al- Aziz a

solicitar de los financieros franceses los empréstitos que le hiciesen falta. De esta forma, Francia

trataba de reforzar sus intereses en Marruecos para eliminar las competencias inglesa, alemana y

española, estableciendo su soberanía en el territorio con el pretexto de garantizar mejor la

“seguridad“ de Argelia.1588

1586
Véase Mohammed Omar el- Hajoui: Histoire diplomatique du Maroc (1900-1912), G.P. Maisonneuve, París,
1937, pág. 6.
1587
Véase Charles André Julien: Le Maroc face aux impérialismes, 1415-1956, Editions J.A., París, 1978, pag. 41.
1588
Véase Ferro, Marc (dir.): La Historia. Tomo II. De 1871 a 1971: Los hechos. Bilbao. Ediciones Mensajero.1976,
pág. 125.

967
11.13. Silvela y el fin del “statu quo”. Debates parlamentarios sobre la política exterior

española.

A finales del mes de Julio llegaba a Mazagán Sid El- Mehdi Al-Menebbhi de regreso de

Alemania, dirigiéndose de forma inmediata a la Corte Imperial, que aún no había abandonado

Marrakesh.1589 Se rumoreaba que la urgencia del viaje se debía a que el joven Ministro de la Guerra

tenía que reprimir con su presencia ciertos desórdenes en Mequinez, en el Sus y hasta en la misma

corte imperial. Las noticias de las insurrecciones contra la autoridad del Sultán se revelaron falsas,

si bien era cierto que en la Corte se estaba gestando un descontento que cuajó en un complot contra

Al-Menebbhi. Entre los conjurados contra el Ministro de la Guerra, Ojeda señaló como participante

al Gran Visir El-Garnit, quien había perseguido durante la ausencia de Al-Menebbhi a varios de sus

colaboradores más destacados.1590

A finales de Agosto, un artículo publicado por el líder de la oposición conservadora, Silvela

en pro de un cambio en la política exterior española iba a incomodar notablemente la actuación del

gobierno Sagasta de evitar el recelo inglés. Silvela denostaba la actitud de aislamiento o repliegue

táctico de España en materia de política internacional. Abogaba por una vuelta del país al escenario

internacional, en el único marco en que la nación podía aspirar a un reconocimiento: las relaciones

mediterráneas. Hablar de éstas era hablar de Marruecos. ¿Cómo resucitar el rango de nación

imperialista para España?. Silvela se decantaba por una aproximación a Francia. Era la natural

consecuencia del portazo que Lord Salisbury había dado a España en el verano de 1900 cuando se

había solicitado el apoyo británico a la ocupación de Tarfaya. Ahora bien, el artículo de Silvela se

publicaba en un momento de enrarecimiento agudo de las relaciones franco-británicas a propósito

de la cuestión marroquí. Se vivía un momento particularmente crítico que había puesto de relieve la

1589
Al- Mennebhi llegó a bordo de un buque alemán de los que hacían la carrera hasta el Brasil. Su recibimiento por
parte de las autoridades indígenas fue especialmente frío, en contraste con la brillante despedida de la que fue objeto al
iniciar su misión. Pedro Cavanilles a Emilio de Ojeda. Despacho no. 81. 26 de Julio de 1.901. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 46 /Ex. 1.
1590
Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 86. 23 de Julio de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 163 /Ex. 2.

968
inestabilidad del 'statu quo'. A juicio de Almodóvar y Sagasta, no era el momento de desvelar

abiertamente ni la orientación progala del gobierno ni los apasionamientos a favor de Francia en la

clase política española. Sabemos que el gobierno negociaba en secreto con Delcassé, pero pretendía

ante todo dar una imagen de estricta neutralidad de España en el enfrentamiento franco-británico.

El artículo influiría negativamente en el ámbito del Foreign Office y Almodóvar juzgó oportuno

que Mandas contrapesara dicho efecto acudiendo a visitar a Lansdowne, reiterando el carácter

invariable de la política exterior española.

"No es otro sino mantener nuestras relaciones internacionales muy cordiales con
todas las potencias, dentro de la más estricta neutralidad, de la cual ninguna cuestión
pendiente aconseja apartarse, iniciando inteligencias prematuras sobre cuestiones faltas de
madurez".1591

El artículo de Silvela colocó a Ojeda también en una difícil situación. Había incidido

negativamente en los círculos populares e intelectuales que se movían en torno al zoco tangerino.

Pero sobre todo el círculo diplomático acreditado en la ciudad de Tánger juzgaba las opiniones del

líder conservador español inoportunas e incompatibles con la categoría política de su autor,

previsible jefe del Gobierno cuando se produjera el consabido turno de partidos del régimen

restauracionista. El mismo Ministro Plenipotenciario francés, lejos de sentirse halagado lo calificó

de falsa maniobra para añadir luego que "hay cosas que se hacen, pero nunca se dicen".1592 Uno de

los periódicos locales, El Eco Mauritano cargaba sus tintas contra el artículo de Silvela en La

Lectura, calificándolo de craso error. Silvela aparecía como un inoportuno aventurero que

arruinaba las gestiones de la Legación española en Tánger, o como poco las entorpecía al

pronunciarse por la ruptura del statu quo.

A mediados de julio, el senador republicano Rafael María de Labra había sacado a colación

en la Cámara Alta la necesidad de una nueva política internacional. Debía acabarse con la

1591
Carta particular no. 17 manuscrita de Almodóvar del Río al Duqe de Mandas. 22 de Agosto de 1.901. A.M.A.E.
Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1592
Carta particular no. 16 de Ojeda a Almodóvar del Río. 28 de Agosto de 1.901. A.M.A.E. Archivo Histórico.
Legajo H-1263.

969
sensación de desorientación en la política exterior.1593 En un tono casi profético, prácticamente

apocalíptico, Labra anunció su convencimiento de que España estaba abocada a participar en el

conflicto que iba a suscitarse en el Mediterráneo Occidental en plazo muy breve, provocado por la

apertura de la cuestión marroquí. Las continuas maniobras de las escuadras francesa y británica en

aguas mediterráneas no eran sino su anuncio. Otro presagio del conflicto era la competencia

económica y política de los dos países en la obtención de ventajas en el Sultanato.

Le respondió el antiguo Ministro de Estado de los gobiernos Silvela y Azcárraga, el Marqués

de Aguilar de Campoo quien reflexionó sobre la conveniencia de que una decisión tan trascendental

y delicada no se tomara tan precipitadamente. A juicio del partido conservador no había llegado

todavía el momento de concertar alianzas, lo cual no cerraba el camino a posteriores

reconsideraciones del tema, siempre que se hicieran en condiciones ventajosas para el país.1594 En

el interín, los conservadores se ofrecían a consensuar con los liberales las decisiones fundamentales

en materia de política exterior.

El Duque de Almodóvar intervendría a continuación para reafirmar la política del gabinete

Sagasta proclive al mantenimiento del 'statu quo' marroquí, y tras negar la existencia de razones

para temer una ruptura del mismo, se mostraba contrario a la posibilidad de un conflicto próximo

en el Mediterráneo Occidental.1595 El Ministro de Estado tranquilizó a la clase política indicando

los propósitos del gabinete de garantizar la integridad territorial nacional (de hecho se solicitaría en

este sentido un compromiso secreto de Francia), reafirmó la idea de neutralidad española y apoyó la

propuesta defendida por Aguilar de consensuar liberales y conservadores una continuidad en la

dirección de la política exterior española.1596

A principios de Septiembre, el Duque de Mandas había dado por concluida su misión. Tras

unas pequeñas dificultades, consiguió contactar con Lord Lansdowne, entrevistarse con él y

reafirmar el estatuto de neutralidad internacional de España. La sensación que el diplomático

1593
(D)iario de (S)esiones del (S)enado. 17 de Julio de 1.901, pág. 414.
1594
D. S. S. 18 de Julio de 1.901, pág. 447.
1595
D.S. S. 18 de Julio de 1.901, pág. 449.
1596
Ibidem.

970
transmitió a Almodóvar fue la de que la publicación del artículo de Silvela no había producido una

especial impresión en el Gobierno británico y el tacto mostrado por Almodóvar en su intervención

en el Senado y remitiendo un mensaje confidencial tranquilizador para Lansdowne había surtido

efecto, disipando los recelos que pudiera haber causado el texto del dirigente conservador.

A principios de noviembre, empero, Silvela volvió a ratificar la necesidad de suscribir una

alianza o un acuerdo político con Francia. Lo hizo en una intervención parlamentaria en la que

abordó la posición internacional de España: después de manifestar que el 'statu quo' marroquí era

imposible de sostener, señaló que la actitud de neutralidad de los gobiernos españoles también se

iba a mostrar difícilmente sostenible en un futuro próximo y que ante esa realidad sólo cabían tres

alternativas:

La primera, continuar dejando en el estado de indefensión en que se encontraban los puertos,

las islas y las posesiones españolas;1597

La segunda, que el Estado procediera a su defensa, teniendo en cuenta el enorme gasto a

realizar para obtener una seguridad más que dudosa.

Y como tercera alternativa, ejercer una acción por la que manifiestamente se inclinaba,

suscribir un acuerdo con "algún gobierno" sobre la base de la defensa recíproca de las dos naciones

signatarias.

Sagasta se mostró muy parco en su discurso de contestación a Silvela. Se refirió, por un lado,

a la prudencia que exigía el tratamiento de toda cuestión internacional y, por otro lado, puso una

serie de ejemplos históricos con los que intentaba demostrar el negativo resultado que siempre

había obtenido España con sus alianzas internacionales. El miedo a una incursión de la Armada

británica en las costas nacionales se patentizaba en estas manifestaciones. Significativamente, eran

ejemplos en los que prevalecía la idea de que una alianza hispano-francesa había provocado

1597
A acentuar estos extremos se dirigieron las palabras de Antonio Maura, en la sesión del Congreso de Diputados del
5 de diciembre: "Estamos a fines de 1.901; (...) Estamos en una absoluta indefensión; con barcos de pesca se nos
puede bloquear; se puede interceptar la comunicación con nuestras islas, se puede esterilizar una gran parte del
esfuerzo del ejército terrestre. Nada; no solo no tenemos nada, sino que tenemos una cosa que estorba y que urge
demoler". Véase Maura, A.: Treinta y cinco años de vida pública. Ideas políticas, doctrinas de Gobierno y campañas
parlamentarias, recopiladas por José Ruíz Castello, Madrid, Biblioteca Nueva, 1953, pág. 129.

971
constantemente la guerra contra Inglaterra, en detrimento siempre de los intereses y las posesiones

españolas.

Al menos estas manifestaciones ponen al descubierto que había un claro paralelismo entre el

pensamiento en materia de política exterior del líder de la oposición conservadora y las actuaciones

ultra-secretas del Ministro de Estado, Almodóvar. Éste estaba gestando la búsqueda de un

compromiso internacional con Francia, basado en dos condiciones fundamentales: la satisfacción

de los intereses de España en Marruecos y obtener la seguridad y defensa del territorio español,

peninsular e insular por parte de las fuerzas armadas republicanas, en caso de amenaza externa.

El 25 de Agosto llegaba a Tánger a bordo de un crucero francés Sid Abd el-Krim Ben

Sliman, el Ministro marroquí de Asuntos Exteriores, de regreso de su Embajada en París y en San

Petersburgo. Ojeda tuvo ocasión de entrevistarse con él y de recomendarle que rectificara la

conducta del Sultán. Abd al- Aziz tenía la pretensión de romper con el pasado, tanto desde el punto

de vista personal como político.1598 Celebró el fin de la forzada tutela que sobre él ejercía el Gran

Visir, organizando una serie de espectaculares fuegos artificiales en Marrakesh. Tales frivolidades

dieron lugar a reportajes sensacionalistas de la prensa europea que se centraron en dar la imagen de

un pueril, inmaduro, aniñado Sultán que derrochaba a manos llenas las reservas económicas del

Estado. Ese símbolo de la civilización europea que tanto había aterrado a Bu Ahmed, la bicicleta,

fue introducida de repente en el palacio imperial. La imagen frívola de Abd al- Aziz se completaba

cuando el Sultán y Al-Mennebhi, jugaban al tenis o se embarcaban en un pequeño velero junto al

corresponsal de The Times, Walter Harris, al que introdujeron en las zonas del palacio reservadas al

Emperador. Numerosos productos europeos llegaban a Marrakesh, desde grandes pianos hasta

carruajes pasando por órganos. Muchos de ellos ni siquiera eran usados, permaneciendo

empaquetados. Semejantes informaciones causaron sensación en círculos europeos y molestaron a

muchos marroquíes, aunque muchos de estos rumores eran infundados, otros exageraban y todos

ellos ocultaban la voluntad reformista de Mawlay Abd al- Aziz. Ciertamente él era joven, pero no

1598
Cfr. Pennell, C.R.: Morocco since 1830. A History. Londres. Hurst & Company. 2000, pág. 122.

972
un aniñado tonto: había recibido una completa educación por parte de sabios y ulemas imbuidos en

ideas reformistas del Islam y deseaba sinceramente reestructurar el país. Por ello puso en marcha un

nuevo Majzén, donde no dominaba la figura destacada de un Gran Visir, sino en el que convivían

diversas personalidades fuertes que contrapesaban su influencia. El Gran Visir era el veterano Visir

Feddoul Garnit, con una experiencia aquilatada. No obstante el Ministerio de Hacienda y el de

Relaciones Exteriores sufrieron una remodelación y en definitiva, se trataba de un Gobierno donde

el Ministro de la Guerra Al-Mennebhi significaba un peso influyente, e iba a ser el encargado de

poner en marcha las ideas reformistas del Sultán.

Ojeda no acertaba a apercibir la trascendencia de estos cambios e insistía a Ben Sliman en la

dolorosa impresión que causaba en el cuerpo diplomático internacional los rumores de las recientes

veleidades del Sultán, los rumores de su infantil existencia, causa del descontento general que

reinaba en el Imperio.1599

11.14. El secuestro de los hermanos Montes.

El día 12 de Mayo tendría lugar en Marruecos un incidente grave que estaría a punto de

forzar el envío de una expedición armada española. El súbdito hispano Manuel Montes se

encontraba con su familia en las inmediaciones de Arzila cuando todos ellos fueron sorprendidos

por un grupo de cabileños que secuestraron a su hijo y a su ahijada, después de darle una fuerte

paliza y robarle. El agente consular español, L. Bencheton remitió diferentes correos a distintos

puntos del distrito para averiguar el paradero de los cautivos y conseguir su liberación. Todo ello

resultó fallido.1600

En realidad si analizamos esta información con un conocimiento superficial de los hechos,

parece un acto de salvajismo cometido por unos bandoleros. Abdallah Laroui se ha referido a la

1599
Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 107. 28 de Agosto de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 163 /Ex. 1.
1600
Oficio del Agente Consular de España en Arzila Isaac L. Bencheton dirigido a Emilio de Ojeda. 13 de Mayo de
1.901. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 300 /Ex. 1.

973
proliferación de un pujante bandolerismo en Marruecos a partir de 1900.1601 Sin embargo, las

motivaciones de los agresores son bien distintas y los captores pasan a ser ofendidos si

completamos el estudio de los hechos con otras evidencias. Tal como señaló el francés

Cochelet,1602 ya a principios del siglo XIX en el Sultanato existía un problema de seguridad para

los europeos, y los cristianos se exponían a diario a los riesgos de agresión o robo. No obstante, el

problema no empeoró hasta la segunda mitad de siglo cuando creció el número de los europeos que

venían a instalarse en ciudades como Tánger. Tal como han señalado Mohammed Daoud y

Khallouk Temsamani,1603 estos emigrantes ignoraban encontrarse en un país que no era el suyo y

que vivían entre una gente diferente a ellos por su raza, su lengua, su religión, su ética y sus

costumbres. De modo que impusieron sus propias reglas y se otorgaron derechos y libertades que

los demás -los marroquíes- no tenían. De las manifestaciones de esta mentalidad cabe destacar que

los europeos introdujeron en el país sus propias costumbres abriendo tabernas dentro y fuera de las

ciudades, se pusieron a criar puercos que dejaban vagar por las calles causando así pérdidas en las

huertas e incluso en los cementerios musulmanes. Además de esto, la mayoría de ellos, y en

particular los españoles, o eran aventureros o eran personas de escasos recursos que sólo subsistían

gracias al robo o del tráfico ilegal. Surge así un nuevo enfoque del conflicto: Montes como un

transgresor de las costumbres musulmanas, alguien que había sido denunciado ante los funcionarios

del Majzén por cometer abusos contra la mentalidad y el modo de vida de la población marroquí.

¿Por qué decimos esto?. Escudriñando en la documentación existente en Alcalá de Henares aparece

formulada una queja fechada el 26 de Diciembre de 1896 por el Consulado de España en Tetuán

frente al Bajá de esta localidad, Mohammed Ibn Hach Hamed Abeir Selami. El hecho denunciado

1601
La frecuencia de agresiones contra ciudadanos europeos residentes en el Sultanato hay que estudiarla en relación
con un creciente sentimiento de hostilidad hacia los mismos, suscitada en un momento en que las actitudes
nacionalistas de la población marroquí se exacerban contra las cada vez mayores imposiciones en Marruecos de las
potencias europeas. El 24 de Julio de 1.901, Emilio de Ojeda informaba al duque de Almodóvar del Río de una
agresión cometida el día 18 contra el Vice-cónsul alemán en Rabat, cometida por varios askaris de la guarnición al
mando del caíd al-Hach Alí. Véase Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 87. 24 de Julio de 1.901. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 296 / Ex. 2.
1602
Véase Khallouk Temsamani: País Yebala: Majzén, España y Ahmed Raisúni, Editorial Universidad de Granada /
Diputación Provincial de Granada, Granada, 1999, pág. 15.
1603
Ibidem.

974
es la matanza de once cerdos, propiedad de Manuel Montes, llevada a cabo en el cuartel de los

askaris de la guarnición. Montes vivía entonces en Tetuán y su piara constituía la base de una

actividad económica, que sin embargo les iba a causar fuertes quebraderos de cabeza. A Montes se

le había advertido en reiteradas ocasiones por parte de las autoridades marroquíes que sus cerdos,

sin pastor, causaban daños, destrozando terrenos sembrados y huertas, haciendo siempre caso

omiso.1604 Por ello el Bajá harto de las reclamaciones de sus gobernados, mandó conducirlos al

cuartel y matarlos.1605

No por ello Montes abandonó sus actividades. Un mes antes de producirse el secuestro de sus

hijos, en la capital diplomática marroquí el Delegado del Sultán, Mohammed Torres presentó una

queja oficial del Majzén contra varios ciudadanos españoles de Arzila. Dicha queja consta en los

archivos diplomáticos españoles y no ha sido esgrimida nunca por los autores que como

Campoamor trataron superficialmente el tema, dando una visión sesgada del mismo. Se trataba de

una protesta del Gobernador de Arzila por la aparición en las cercanías de la ciudad de varios

españoles (entre ellos Montes) con una piara de cerdos que causaban daños en las propiedades de

los marroquíes. Algunos de estos se habían quejado ante el Bajá de los diversos perjuicios que

dichas actuaciones les provocaban. En consecuencia, el Bajá había solicitado cortésmente a Ojeda

que los españoles y sus cerdos se alejasen de Arzila en el espacio de veinte días.1606

Seis días después del secuestro de los hermanos Montes, Bencheton se dirigía a Ojeda

asegurándole que los raptores eran montañeses que pertenecían al aduar de Elakba, de la cabila de

Sahel. Bencheton había contactado con algunos notables y cabileños influyentes de las montañas

que le aseguraron la posibilidad de rescatar a los jóvenes mediante el pago de un rescate en

1604
Expediente relativo al atropello de una piara y matanza de cerdos pertenecientes a Manuel Montes y a Manuel
Martínez, ordenados por el Bajá de Tetuán., Tetuán, Enero de 1897. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 194 /Ex. 2.
1605
En 1894 se había convenido entre el Naib del Sultán y el cuerpo diplomático un reglamento sobre la cría de cerdos
en Marruecos , en la que se estipulaba la obligación del pago de multas por parte de aquellos dueños de piaras, cuyos
gorrinos deambularan o pastaran sueltos, amén de sufragar el importe de los gastos que los animales ocasionasen.
1606
Nota oficial de Sid Mohammed Torres presentada ante la Legación Española en Tánger trasladando una queja del
Gobernador de Arcila sobre la aparición por aquellas cercanías de varios españoles con una piara de cerdos, e invita a
que se alejen de allí en el espacio de veinte días. 18 de Abril de 1.901. A. G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 315 / Ex. 2. El agente consular Isaac L. Bencheton contestaría a Ojeda indicándole que en realidad los cerdos a los
que se refería el Bajá pertenecían a un súbdito austriaco.

975
metálico.1607 Ojeda instruyó al agente consular para que dispusiera de todas las sumas necesarias de

los fondos de la Legación.

Ojeda se había puesto en contacto con Mohammed Torres inmediatamente después de

conocidos los sucesos en Tánger; ambos enviaron diversos correos para activar las gestiones.

Torres afirmaría al diplomático que había dado instrucciones concretas a sus agentes confidenciales

para que verificasen el rescate, sea cual fuere el precio exigido.1608 No se optó por parte española

por ejercer una presión oficial directa sobre el Majzén y no se convirtió el secuestro en un 'casus

belli', en atención a que se estimaba que la disidencia reinaba en el distrito donde ocurrieron los

hechos, y que era muy escasa la autoridad que sobre sus habitantes ejercía el Sultán, factores ambos

que podían poner en peligro la vida de los jóvenes.

Puestos de acuerdo el Bajá (= Gobernador) de Arzila y el agente consular español de esta

localidad decidieron ofrecer una suma de quinientos duros por el rescate. En la villa se rumoreaba

que los captores habían trasladado a los cautivos a un lugar inhóspito.1609

Desde mediados de junio el Ministerio de Estado ordenó a los diversos consulados hispanos

repartidos por el Imperio que se impartieran instrucciones a los españoles y nativos protegidos de

España (mojalatas y semsares) con el fin de que evitaran viajar de noche por las tierras del

Sultanato y al objeto de que no se aproximasen ni hicieran alto en apeaderos y sitios de peligro.

Debían ante todo resguardarse en las emsalas o lugares seguros.1610 En el Sultanato eran cada vez

más frecuentes los ataques contra los bienes e intereses de los europeos y de sus protegidos, y los

atentados contra las personas. Buena prueba de ello sería la muerte del súbdito portugués Aaron

Zagury, acomodado comerciante hebreo residente en Dar-el-Beida (Casablanca) tras regresar de la

1607
Oficio del Agente Consular de España en Arzila Isaac L. Bencheton dirigido a Emilio de Ojeda. 19 de Mayo de
1.901.A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 315/Ex.2.
1608
Posteriormente Torres mandaría varias cartas personales a diferentes notables de Wazzan, Alcazarquivir y otros
puntos de las inmediaciones de Arzila exhortándoles a que redoblasen su autoridad y esfuerzos para conseguir bajo
cualquier precio conocimientos sobre el paradero de los dos españoles y obtener su rescate.
1609
Oficio del Agente Consular de España en Arzila Bencheton dirigido a Emilio de Ojeda. 21 de Mayo de
1.901.A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 315/Ex.2.
1610
Pedro Cavanilles a Emilio de Ojeda. Despacho no. 54. 13 de Junio de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 46 /Ex. 1.; Aurelio Moratilla, cónsul de España en Casablanca a Emilio de Ojeda. Despacho no. 38.
1 de Junio de 1.901.; José Meana, cónsul de España en Rabat a Emilio de Ojeda. Despacho no. 33. 3 de Junio de 1.901.

976
alcazaba de Ulad Jeris, donde había acudido a recibir el importe de varios préstamos. La Chauia, tal

y como han puesto de relieve los estudios de Edmund Burke III, era un territorio que a principios

del siglo XX estaba experimentando una fuerte efervescencia social, fruto directo de la injerencia

imperialista. Esta efervescencia, ligada a la desvertebración de la sociedad tradicional causada por

el fuerte impacto que provocaba en la costa atlántica marroquí la inmersión en el sistema

económico capitalista era el resultado de una aguda polarización social y del empobrecimiento de

importantes grupos sociales del territorio.1611

A finales del mes de Mayo Bencheton remitiría un oficio a Ojeda asegurando que los

cautivos se encontraban en el aduar de Taraddant, en la cabila de Beni-Aros. Se trataba de un lugar

donde la autoridad del Sultán era escasa en aquel momento. El agente consular en Arzila y el Bajá

de esta localidad habían enviado al lugar a algunos vecinos para realizar averiguaciones y

comprar el rescate.1612

11.15. Intervención de los chorfa de Wazzan en los intentos de liberación de los hermanos

Montes.

Al comenzar el mes de Junio y dado que las gestiones de las autoridades marroquíes no

lograban resultado positivo, Ojeda se dirigió a los chorfa de Wazzan, dispuesto a movilizar en favor

de los españoles secuestrados todas las influencias que pudiera. El prestigio religioso de la casa de

Wazzan era grande entre las cabilas más belicosas, combativas y rebeldes a las injerencias europeas

del interior del Sultanato.

La Legación española presionó sobre la Delegación del Sultán en Tánger para que sin
1611
Enrique Ruíz a Emilio de Ojeda. Despacho no. 67. 29 de Octubre de 1.901.A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 46/Ex. 1 El 7 de noviembre el Viceconsul de Portugal en Casablanca comunicaba a los agentes
diplomáticos españoles que el instigador del asesinato era un miembro de la cabila de Ulad Zian, mojalata americano
que debía al hebreo una fuerte suma, amenazado días atrás por el agente consular estadounidense con ser encarcelado y
perder la cédula de protección si no pagaba inmediatamente su deuda. El asesino era un hermano del deudor, mojalata
francés a su vez. A su vez también estaban complicados en el crimen dos mojalatas británicos. Enrique Ruíz a Emilio
de Ojeda. Despacho no. 71. 7 de Noviembre de 1.901.A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 46/Ex.1.
1612
Oficio del Agente consular de España en Arzila Bencheton dirigido a Emilio de Ojeda. 26 de Mayo de 1.901.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 315/Ex.2.

977
pérdida de tiempo se tomasen las disposiciones urgentes a fin de que el rescate fuera verificado sin

más dilación. Apremiado, Mohammed Torres, contestó prometiendo que en breve saldría un fuerte

contingente de caballería hacia el lugar donde se encontraban los cautivos, prometiendo que en

cuatro o cinco días éstos serían rescatados. La tropa partiría con una fuerte suma de dinero y las

instrucciones más amplias para rescatar a toda costa a los cautivos.

Ojeda descartaba cualquier acción armada de las tropas españolas pues sólo serviría para

hacer peligrar la vida de los hermanastros Montes. Tenía sin embargo que hacer frente todos los

días a la falta de noticias, a la impotencia del gobierno jerifiano para dar con los secuestrados y las

disculpas de las autoridades locales que pretendían eximirse de toda responsabilidad.1613 Había

puesto en juego la acción confidencial de una serie de agentes locales que habían fracasado. Por

ello ahora utilizaría la cooperación de la Legación de Francia y de la casa de Wazzan. El

diplomático mantenía lazos de amistad con uno de los jóvenes chorfa de Wazzan, Muley Ahmed.

El hermano de éste, el jerife Muley Alí gozaba de un fuerte prestiguio religioso pues era guía

político-espiritual (conjuntamente con su primo Muley et-Tayeb) de aquella región. Su valiosa

intervención en favor de la liberación de los Montes había sido conseguida por Ojeda a través de la

acción directa del Encargado de Negocios de la Legación de Francia (pues era protegido galo).

La Martinière, Encargado de Negocios de la Legación francesa visitaba a Ojeda el 18 de

Junio entregándole una carta del jerife de Wazzan en la que éste manifestaba su vivo deseo de

servir a España, añadiendo que los cautivos habían sido trasladados de Beni-Aros con el fin de

desorientar a las autoridades imperiales y conducidos a Beni-Mesara, cabila bajo el mecenazgo de

la casa de Wazzan. Sin embargo el rescate ofrecía dificultades y exigiría mucho tiempo por ser muy

exageradas las pretensiones de los captores, y por el hecho de que éstos solicitaban del Sultán una

solemne promesa de no ser castigados tras la liberación de los cautivos.

1613
Sin embargo en carta particular a Almodóvar redactada el 20 de Junio reconoce textualmente que las autoridades
marroquíes han hecho y hacen todo lo que pueden. Carta particular no. 11 de Ojeda a Almodóvar del Río. 20 de Junio
de 1.901 (Copia mecanografiada). A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.

978
El Majzén prometió a su vez satisfacer las sumas necesarias para rescatar a los cautivos.1614

El temor a que si se enviaba una expedición armada a Beni-Mesara ello causaría la muerte de los

muchachos coaccionaba la tarea del Delegado del Sultán en Tánger. Mohammed Torres recurrió,

por lo tanto, a la negociación enviando a Beni-Mesara a un agente confidencial con amplios

poderes y provisto de una fuerte suma de dinero para rescatar a los jóvenes. Esta actuación entró

competencia con la de los chorfa de Wazzan. Los enviados de éstos tras celebrar varias entrevistas

con el agente de Torres le aconsejaron que no interviniese en la negociación. La casa de Wazzan

pretendía monopolizar las negociaciones del rescate para luego sacar un beneficio tanto de la

hipotética liberación de los mismos como del prestigio que de ello redundase.

Transcurrió un mes más sin saber noticias de los Montes. El jerife de Wazzan proseguía en su

tarea de constantes gestiones cerca de los Beni-Messara. Solicitaba prudencia en la actuación del

Majzén evitando cualquier acción conminatoria sobre los captores que provocase el sacrificio de los

españoles como represalia. Dado que no se advertía señal esperanzadora alguna las Legaciones

española y francesa decidieron estimular aún más el celo del jerife, requiriendo los servicios de un

hombre de confianza de la familia, administrador y tutor de los hijos habidos del matrimonio del ya

fallecido jerife Sidi al-Hach Abdesselam (el primero de los chorfa de Wazzan que se decidió a

ponerse bajo la protección de Francia) con la institutriz británica Emily Keene, Muley Alí y Muley

Ahmed.1615 Este personaje fue enviado a Wazzan con nuevas cartas para los chorfa. La apelación al

gran jerife de Wazzan era el último recurso en manos de Ojeda, que se había decidido a utilizarlo al

agotar toda su confianza tanto en las gestiones oficiales del Majzén como en las oficiosas. Ojeda

albergaba al utilizar esta vía, la esperanza de un éxito completo.

Las colonias extranjeras residentes en Tánger seguían con interés las noticias del cautiverio,

propagándose sin cesar rumores sensacionalistas sobre la suerte de los españoles. Mohammed

Torres intentó tranquilizar a la Legación española, asegurando que había recibido órdenes explícitas

1614
Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 76. 19 de Junio de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 315 /Ex. 2.
1615
El mayor de los hijos del jerife y la británica Emily Keene, después de terminar sus estudios en el Liceo de Argel,
consiguió graduarse como oficial de Caballería en el Ejército galo.

979
del Sultán, facultándole no solamente para ofrecer el perdón a los que mantuvieran en su poder a

los cautivos, sino para entregarles una fuerte suma y un documento oficial en el que se hiciera

constar el agradecimiento imperial y una recomendación a los funcionarios del Majzén para que no

fuesen objeto de venganza. Torres señaló que provistos sus agentes de tan importantes documentos

habían marchado al territorio de las cabilas en las que se sospechaba pudieran hallarse los hermanos

Montes.1616

A finales de Julio dado que no se vislumbraba una solución al incidente, el periódico El

Liberal inició una campaña tratando de soliviantar a la opinión pública en contra de la actuación de

la diplomacia española y del gabinete Sagasta, invocando el manido argumento del patriotismo.

Uno de sus promotores era su corresponsal en Tánger, el judío Pinhas Assayag, que llegó a colocar

al gobierno Sagasta en una situación embarazosa, utilizando un lenguaje belicoso y provocativo que

promovía una intervención armada española en el Sultanato conducente a obtener el rescate de los

Montes. Ojeda escribiría a Almodóvar del Río señalando que había que hacer frente a los

alarmismos que suscitaba esta campaña, con más motivo cuanto que era absolutamente inoportuno

e ineficaz iniciar una campaña de presiones sobre el Gobierno del Sultán, similares a las puestas en

práctica por el gobierno francés tras la muerte de Pouzet. El empleo de medios violentos de

coacción pondría en grave riesgo la vida de los rehenes y daría origen a serias complicaciones de

carácter internacional. Ojeda establecía un paralelismo entre la crisis motivada por el cautiverio de

los Montes y la situación planteada en el Rif cuando los Bocoyas habían mantenido secuestrados

años antes a diversos ciudadanos europeos1617 al asaltar diversos buques, incidente que había

propiciado la presencia de varias unidades navales de hasta tres países europeos en las costas del

septentrión marroquí. Nada se había logrado entonces y la diplomacia de las cañoneras no había

conseguido doblegar la voluntad de los captores pertenecientes a una cabila costera. Menos sentido

tenía ahora una intervención militar española, cuando los secuestradores pertenecían a una tribu de

1616
Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 97. 12 de Agosto de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 300 /Ex. 1.
1617
Un francés, dos italianos, dos portugueses y un griego protegido de Francia.

980
las montañas del interior. El exacerbado sentimiento nacionalista marroquí, exaltado más aún por la

extrema tensión generada por la presencia de fuerzas armadas extranjeras, incluso por los rumores

de una intervención en el Sultanato daría pie a una multiplicación de los incidentes que podían

provocar consecuencias alarmantes en las inmediaciones de las guarniciones españolas, el inicio de

una guerra santa que se volvería contra la causa hispana. Para España una actuación militar en

Marruecos devendría en una guerra abierta, al estar enclavadas en territorio marroquí varias plazas

fuertes, a las que se reconocía acechadas por tribus hostiles que se lanzarían contra ellas a los

primeros signos de un combate. España no podía actuar, por ello, como un país colonialista más,

circunscribiendo el conflicto a las zonas donde le conviniese. Tampoco las grandes potencias iban

permitir una intervención que resultaría sumamente atentatoria contra la estabilidad política del

Imperio.1618

Por lo tanto, el rasgo central que nos permite comprender mejor el comportamiento y las

ideas de Ojeda no es otro que su conciencia de la debilidad de los recursos militares nacionales.

Esto explicaría la índole de los consejos transmitidos a Almodóvar del Río, absolutamente opuestos

a un conflicto con el Sultanato. Por ello, la respuesta española al incidente fue bastante moderada

en comparación a la dada por el gabinete de París a la muerte de Pouzet. Cuando se tomó la

determinación de dar una respuesta más contundente, la decisión era ya tardía. Aunque el gobierno

liberal respondía a una estructura de poder alejada claramente de la voluntad democratizadora, es

evidente que en el planteamiento de cualquier opción armada para lograr la liberación de los

cultivos, sopesaba en cierta medida, amén de la falta de preparación militar del país, el rechazo

popular a una nueva guerra en el margen de tres años de terminada la última contra

independentistas cubanos y filipinos y sus aliados norteamericanos.

A la campaña periodística de El Liberal iban a seguir las más contradictorias e infundadas

noticias y rumores, anunciando que la muchacha había sido asesinada y que el chico había sido

convertido al Islam.
1618
Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 91. 29 de Julio de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 300 /Ex. 1.

981
Las negociaciones en el asunto de los cautivos mostraban una faceta más del cambio

completo en la fisonomía de las relaciones diplomáticas franco-españolas en los asuntos atinentes a

Marruecos. Delcassé y León y Castillo habían iniciado ya las gestiones en aras a concertar el

reparto del Sultanato y eso se traducía en Tánger en una franca colaboración de las respectivas

Legaciones.

El Gobierno Sagasta no se iba a apartar temporalmente de la moderada conducta adoptada

desde comienzos del incidente. No se iba a incurrir en riesgos exagerados. Para contrarrestar la

campaña de El Liberal no se recurrió a los rotativos afines ideológicamente al gobierno, sino que

se optó por la fórmula de utilizar periódicos de la oposición conservadora. Se escogió La Época,

consiguiendo que recogiera las inspiraciones directas del Ministerio de Estado, descartando en esta

ocasión la utilización de los órganos de prensa afines al Ministerio como era El Correo.1619 En una

de sus cartas a Ojeda, Almodóvar confesaba que la opinión pública española estaba sumamente

excitada con las noticias exageradas y contradictorias que sobre el incidente propagaban los

periódicos antigubernamentales. En el Congreso de los Diputados, un diputado había intentado

explotar el incidente para formular acusaciones contra el gobierno, aunque gracias al control que en

el régimen restauracionista ejercía el poder ejecutivo sobre el legislativo, tal iniciativa había sido

detenida.1620 Ojeda, desde Tánger, también comentó en varias ocasiones a Almodóvar la necesidad

de poner fin a los exabruptos y al tono belicoso de ciertos sectores de la prensa nacional. Máxime

cuando el diplomático no se recataba en afirmar que no había motivos para dudar de la buena

voluntad del Majzén ni de las energías de la mayoría de sus funcionarios.1621

1619
Carta particular manuscrita no. 9 de Almodóvar a Ojeda. 9 de Agosto de 1.901. A.M.A.E. Archivo Histórico.
Legajo H-1263.
1620
Carta particular manuscrita no. 8 de Almodóvar a Ojeda.30 de julio de 1.901. A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo
H-1263.
1621
Carta particular no. 15 de Emilio de Ojeda dirigida a Almodóvar del Río. 31de Julio de 1.901. A.M.A.E. Archivo
Histórico. Legajo H-1263.

982
11.16. El gabinete Sagasta endurece su postura en el asunto de los cautivos. Exigencias al

Majzén.

Sin llegar a medios propiamente conminatorios el gabinete liberal estimó oportuna la

conveniencia de exigir del Majzén que se involucrara más en el rescate. Argumentando las

penalidades sufridas por los cautivos, la angustia atravesada por su familia y la inquietud causada

en la opinión pública española, se transmitieron a Ojeda instrucciones conducentes a exigir al

gobierno marroquí una indemnización cifrada en cien pesetas por cada uno de los días de secuestro

ya transcurridos y una suma elevada por cada uno de los que transcurrieran hasta la liberación.1622

Ojeda, en el interín, estaba explorando cual podía ser la reacción del cuerpo diplomático

acreditado en Tánger ante un endurecimiento de la postura española frente al Majzén. Quería evitar

las suspicacias hacia España y buscar el apoyo del conjunto de las potencias europeas, presentando

el secuestro como un hecho de naturaleza gravísima que constituía una seria amenaza contra la

seguridad de todos los habitantes cristianos del Imperio. La resolución favorable del cautiverio

debía conseguirse en función del interés general de Europa. En el caso de resistirse el gobierno

jerifiano a concederle las satisfacciones y compensaciones exigidas, el gobierno de España actuaría

como un mandatario de Europa, de la causa de la Humanidad y de la civilización. Por otro lado,

pidió a Almodóvar moderación y una rebaja leve de las sumas exigidas al gobierno marroquí.1623 El

Ministerio de Estado aceptó esas indicaciones y telegrafió a Tánger el 14 de Agosto con nuevas

instrucciones: Ojeda debía fijar el plazo de un mes al gobierno marroquí para conseguir el rescate,

durante el cual se le exigirían al Majzén cinco mil pesetas diarias, y el gobierno español se

reservaba la libertad de adoptar otras acciones si transcurrido ese plazo (que quedaría fijado hasta el

1622
R.O. no. 86 del Ministerio de Estado de 8 de Agosto de 1.901 dirigida a Emilio de Ojeda.A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 300 / Ex. 1.
1623
Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 98. 13 de Agosto de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos).Caja 300 / 1. También: Telegrama de Ojeda a Almodóvar del Río. 13 de Agosto de 1.901. A.G.A. África.
Sección política (Marruecos). Caja 85 /Ex. 2.

983
12 de Septiembre) no estuviesen en libertad los cautivos.1624 Ese mismo día, el Ministro

Plenipotenciario español presentaba una Nota oficial al Delegado del Sultán en la que el gobierno

español hacía responsable al marroquí de la suerte de los Montes, apelaba al Majzén para que

ejercitase inmediatamente todos los medios de actuación conducentes al rescate de los cautivos y

finalmente se imponían las indemnizaciones pecuniarias ya apuntadas.1625

Mohammed Torres transmitió el contenido de la nota a Marrakesh. Con anterioridad a ello el

gobierno imperial había procedido a dictar a los Gobernadores de las provincias limítrofes al

Bajalato de Arzila órdenes perentorias encaminadas a obtener con urgencia el rescate de los

cautivos. Ojeda informaba a Almodóvar el 19 de Agosto que varios de estos caídes o sus Jalifas

estaban recorriendo sus respectivos distritos, proclamando en ellos el perdón y las recompensas

prometidas por el Sultán a los que entregasen a los cautivos.1626 Por otra parte los rumores en

sentido esperanzador se sucedían sin solución de continuidad con los que anunciaban desenlaces

trágicos. A finales de agosto Ojeda remitió a un agente confidencial, al-Hach Abdelkader Lajbar1627

a Beni- Messara para que llevara a cabo personalmente el rescate. Se trataba de un individuo de

dudosa catadura moral, un aventurero ávido del logro de un beneficio crematístico por su

intervención en la liberación.1628

A pesar de los términos apremiantes exigidos por España, las gestiones emprendidas por el

Majzén resultaron completamente infructuosas. El 28 de Agosto, Mohammed Torres confesaba al

diplomático español que las autoridades imperiales en Tánger y en los distritos próximos al lugar

del secuestro habían agotado ya todos los recursos de que disponían.1629 Ojeda consideraba

1624
Telegrama del Subsecretario de Estado, Pérez Caballero a Ojeda. 14 de Agosto de 1.901. A.G.A. África. Sección
política (Marruecos). Caja 85 /Ex. 2.
1625
Nota oficial de la Legación española presentada a Sid Mohammed Torres, Delegado del Sultán en Tánger. 14 de
Agosto de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 300 /Ex. 1 .
1626
Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 101. 19 de Agosto de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 300 /Ex. 1.
1627
Telegrama de Ojeda dirigido al Duque de Almodóvar del Río. 22 de Agosto de 1.901. A.G.A. África. Sección
política (Marruecos). Caja 85 /Ex. 2.
1628
Carta particular no. 17 de Ojeda a Almodóvar del Río. 4 de septiembre de 1.901. A.M.A.E. Archivo Histórico.
Legajo H-1263.
1629
Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 106. 28 de Agosto de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica

984
inaplazable la exigencia al gobierno jerifiano de un castigo ejemplar sobre las cabilas culpables del

secuestro y de la retención de los jóvenes, que alcanzara repercusión internacional.

Al estudiar el tema del secuestro de los hermanos Montes, Sagasta y su Ministro de Estado

no se esforzaron en galvanizar la opinión pública española, y aprovechar el cautiverio para

provocar un conflicto en aras a conseguir objetivos geoestratégicos de amplio nivel en Marruecos.

Al menos, antes de septiembre no se llegó a barajar la posibilidad de mandar al Sultanato una

expedición punitiva, y esto ocurría en un momento en que una lucha sorda -en forma de maniobras

navales continuas- se estaba llevando a cabo en las costas del Imperio jerifiano, interviniendo en

ella unidades militares británicas y francesas. España no entraba en esa lucha de prestigios

concurrentes. Estaba supeditando su política exterior en lo tocante al Sultanato a buscar el acuerdo

con Francia. Las vicisitudes del año anterior habían demostrado la inutilidad de una política

marroquista autónoma por parte de España, al no poder arrancar el gabinete Silvela del Majzén la

cesión de Tarfaya. Se había fracasado rotundamente en un objetivo determinante para la defensa de

las islas Canarias. Ahora ante la confrontación entre británicos y franceses, España paulatinamente

iría cediendo ante una Francia que estaba imponiendo irremediablemente su hegemonía en el

Sultanato, ya sea utilizando la fuerza militar (Tuat), la presión de la 'diplomacia de las cañoneras'

(asunto Pouzet) o a nivel diplomático, arrancando concesiones territoriales de la Embajada que el

Majzén envió a París. Aún así, Sagasta en primera instancia volvió a repetir la formula silvelista de

conseguir un apoyo internacional a gran escala en asuntos trascendentales relativos a Marruecos.

Por ello ordenó a Almodóvar que sondeara ante los Embajadores acreditados en Madrid la

posibilidad de una gestión diplomática colectiva de las potencias europeas en apoyo de España. El

Ministro de Estado se apresuró a llevar a cabo estos contactos confidenciales, consiguiendo

rápidamente el asentimiento del II Reich,1630 Italia, Francia,1631 Rusia,1632 Austria-Hungría1633 y

(Marruecos). Caja 300 /Ex. 1.


1630
Telegrama de Almodóvar del Río a Ojeda. 30 de Agosto de 1.901. A.G.A. África. Sección política (Marruecos).
Caja 85 /Ex. 2. Al Moghreb Al- Aksa, órgano de expresión de los intereses británicos en Tánger publicaba un breve
artículo a finales de Agosto respaldando la actuación hispana en el asunto de los cautivos.
1631
Telegrama de Ojeda a Almodóvar del Río. 5 de Septiembre de 1.901.A.G.A. África. Sección política (Marruecos).

985
del gobierno británico.1634

A juicio de Sagasta, había llegado el momento de emplear algún tipo de procedimiento

coactivo con el Gobierno marroquí para solucionar el conflicto. Habían transcurrido tres meses y

medio desde el inicio del secuestro sin noticias, sin resultados. Se entendía que era el momento de

cerrar el período de las gestiones confidenciales y comenzar una acción más oficial, aunque

conduciéndola con prudencia. Así es que previendo las eventuales dificultades que podrían

derivarse del ejercicio en solitario de una presión vigorosa sobre el Sultán, Almodóvar se entrevistó

primero con Radowitz, el Embajador alemán y luego con el británico, Sir Mortimer Durand. Días

después, el Ministro de Estado conferenciaba con el resto de Embajadores de las grandes potencias.

Sabemos por las cartas particulares de Almodóvar a Mandas que la aceptación por éstas de los

planes españoles fue recibida con alborozo por el gabinete liberal. Sagasta y Almodóvar la

entendieron como un cheque en blanco que los respaldaba plenamente en una delicada coyuntura.

Los propósitos del gabinete empezaban a ser bastante discrepantes con las inclinaciones moderadas

y pacíficas de Ojeda. El 6 de Septiembre Almodóvar escribía a Londres indicando que el Ministerio

de Estado preparaba una circular destinada a todos los Embajadores y jefes de Misión españoles

acreditados en Europa una vez transcurrido el día 12, fecha en la que terminaba el plazo dado al

Majzén para que consiguiera la libertad de los hermanos Montes. En dicho documento se iban a

notificar los cauces a seguir por España en el futuro. ¿Qué métodos iba a utilizar el gabinete

liberal?. Sabemos su orientación por la documentación existente en la actualidad en el Archivo del

Ministerio de Asuntos Exteriores: el día 7 de Septiembre Almodóvar remitía una carta a Ojeda en la

que le notificaba que los servicios del Ministerio de Estado preparaban un proyecto de circular a los

gabinetes europeos, para a continuación referirse a la posibilidad (a corto o medio plazo) de una

Caja 85 /Ex. 2.
1632
Telegrama de Pío de Saboya, Embajador de España en San Petersburgo a Almodóvar del Río. 9 de Septiembre de
1.901. A.G.A. África. Sección política (Marruecos). Caja 85 /Ex. 2.
1633
Telegrama de Gutiérrez de Agüera, Embajador de España en Viena a Almodóvar del Río. 6 de Septiembre de
1.901. A.G.A. África. Sección política (Marruecos). Caja 85 /Ex. 2.
1634
Telegrama de Almodóvar del Río a Ojeda. 2 de Septiembre de 1.901. A.G.A. África. Sección política (Marruecos).
Caja 85 / Ex. 2.

986
intervención armada de España en el Imperio.1635 Durante los meses que habían transcurrido desde

su llegada al poder, Sagasta y Almodóvar habían apostado claramente por la vía de una

aproximación diplomática hacia la República francesa; este movimiento había tenido sus

precedentes en el ofrecimiento que Delcassé hiciera a León y Castillo en el otoño de 1900 de

negociar los dos países el reparto de Marruecos. Sin embargo ahora Sagasta se decidía a realizar un

despliegue de recursos militares en el Sultanato y a iniciar una actuación armada, que rompía con

esa trayectoria. Así como el Gobierno Silvela había buscado ejercer durante un breve lapso de

tiempo una actuación autónoma en materia de política marroquí, en el verano de 1901 Sagasta

intentaba repetir esta fórmula1636 que sin embargo no cuajará (el Ministro Plenipotenciario francés

en Tánger Saint-René Taillandier manifestó enérgicamente su discrepancia con la posibilidad de

una intervención armada española).1637 La simple insinuación de la intervención militar marcará el

inicio de una fuerte discrepancia entre Almodóvar y Ojeda. Para este último, ninguna nación

europea debía abrir con una expedición armada la caja de Pandora de la cuestión marroquí.1638

A finales de agosto Ojeda recibía en Tánger las visitas de los diplomáticos alemanes,

italianos e ingleses que le informaban de que sus gobiernos les habían facultado para respaldar las

gestiones entabladas por la diplomacia española.1639 Los propósitos de Ojeda no contemplaban una

intervención militar en Marruecos. Así pues señaló a los tres diplomáticos que no trataba de obtener

un respaldo material a una acción armada. Sólo deseaba justificar sus gestiones a los ojos de

1635
Carta particular no. 18 de Emilio de Ojeda a Almodóvar del Río. 11 de Septiembre de 1.901. A.M.A.E. Archivo
Histórico. Legajo H-1263.
1636
“Nosotros mismos- declararía el Jefe del gobierno español Sagasta al Heraldo de Madrid- podríamos incluso
ocupar una plaza fuerte (marroquí) hasta la obtención de una satisfacción completa, sin motivar – por ello- las
suspicacias o los recelos de las potencias”. (Cfr. Declaraciones realizadas por el Jefe del Gobierno Español, Práxedes
Mateo Sagasta al Heraldo de Madrid sobre el secuestro y cautiverio de los hermanos Montes tal como aparecieron
reflejadas en el Bulletin du Comité de l´Afrique Francaise, no. 10, octubre de 1901, pág. 349).
1637
Carta particular no. 17 de Emilio de Ojeda a Almodóvar del Río. 4 de Septiembre de 1.901. A.M.A.E. Archivo
Histórico. Legajo H-1263.
1638
No era el momento de respaldar - a juicio de Ojeda- con las armas las aspiraciones españolas en el Imperio, pues
ello conllevaba el riesgo de provocar un conflicto internacional. Las precauciones del Ministro Plenipotenciario le
llevaban a aconsejar, en el caso de un desembarco de fuerzas españolas, que éstas se circunscribieran a actuar de
manera simbólica o testimonial, limitando sus operaciones de tal forma que no se disparara un solo tiro, ni se corriese el
riesgo de provocar una guerra santa en respuesta ,ni de suscitar las inquietudes españolas. Carta particular no. 18 de
Emilio de Ojeda a Almodóvar del Río. 11 de Septiembre de 1.901. A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1639
Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 111. 2 de Septiembre de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 300/ Ex. 1.

987
Europa y resaltar el carácter de misión humanitaria y civilizadora de dichas actuaciones. El

diplomático español pretendía exigir al gobierno del Sultán el pago de una indemnización y el

envío de un cuerpo de ejército al distrito en que se encontraban los jóvenes para liberarlos. Ojeda

dejó claro a sus colegas que todas las medidas exigidas al Majzén encaminadas a conseguir la

liberación de los hermanos Montes eran cuestiones que no pensaba imponer unilateralmente, sino

de acuerdo con el cuerpo diplomático.

Marruecos era un territorio donde entraban en colisión intereses ajenos que dirimían

conflictos que no estaban, en parte relacionados con las tierras del Imperio y sus gentes. Años atrás,

los británicos habían logrado consolidar su hegemonía en Egipto frente a la oposición francesa y

rusa, dependiendo para ello en gran parte del sostén de Alemania, tal como se encargaría de resaltar

Sir Edward Grey en sus Memorias, tituladas Twenty-five years, publicadas en 1925.1640 El incidente

de Fashoda había reavivado la rivalidad imperialista entre Gran Bretaña y Francia por el control del

valle del Nilo. Ahora las rivalidades geopolíticas y estratégicas entre las dos potencias se

trasladaban al Mediterráneo Occidental, tras las sucesivas demostraciones de potencialidad naval

que protagonizaron sus flotas en las costas de Marruecos o en sus proximidades durante la

primavera de 1901. Antes de poner fin en 1904 a esa rivalidad con la formación de la Entente

Cordiale británicos y franceses volverían a traslucir sus rivalidades en el Sultanato.

Con este telón de fondo, Ojeda propulsaba el papel de España como mandataria o

representante de los intereses generales europeos en el Sultanato. Según el diplomático la acción

española debía asemejarse a la de un rompeolas: ser un obstáculo frente a los "avances de la

barbarie musulmana, alentada (...) por las rivalidades de las naciones".1641 Es decir, el papel de

un país que ejercería de árbitro en Marruecos evitando el choque en el Sultanato de intereses

imperialistas contrapuestos y aseguraría la paz. La imagen que quería el diplomático difundir de

España era la de una nación que frente a la política de hechos consumados que practicaban las

1640
Vizconde Grey of Fallodon: Twenty-five years (1892-1916). Nueva York, F.A. Stokes, 1925.
1641
Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 111. 2 de Septiembre de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 300/ Ex. 1.

988
potencias con una dinámica más acusadamente expansionista (no olvidemos que el Plenipotenciario

francés no estaba en la reunión, por lo que Ojeda en su discurso implícitamente se permitió el lujo

de criticarlo), no recurría a la diplomacia de las cañoneras en sus conflictos con el Sultán sino que

optaba por la mesura, por la práctica del diálogo y del consenso entre los europeos para solucionar

los problemas marroquíes. El objetivo último de Ojeda es que España finalmente se convirtiese,

siguiendo esta fórmula, en el representante general de los intereses del continente blanco en el

Imperio, en el “tutor“ informal del mismo. Frente a lo que el diplomático llamaba una política

aventurera, representada por las opciones militares que practicaban otros, se trataba de apelar por

parte española a la legitimidad del mantenimiento eficaz y duradero del 'statu quo', como medio de

no provocar tensiones entre los países europeos.

En el caso hipotético de tener que abordar España una cuestión de tanta trascendencia como

la apelación a la fuerza para vengar su dignidad herida si el Majzén no cumpliera las exigencias que

se le hacían, Ojeda se decantaba en sus cartas particulares al Ministro de Estado por esperar a que

se consumara el plazo dado al Majzén para obtener la liberación, y circunscribir la operación a un

movimiento limitado, dada la escasa capacidad militar de España. Esta apelación a la fuerza debía

realizarse sólo después de haber sido precedida de una serie de precauciones para minimizar su

impacto en las cancillerías europeas. España no podía, por otro lado, dar la impresión de estar

proyectando una política de expansión colonial en Marruecos ni la de estar manipulada por los

intereses de otra potencia.1642

El plazo de un mes dado al gobierno marroquí para conseguir la liberación de los Montes

expiraba. El Gabinete Sagasta no podía prolongar su transigencia, dado que ello asestaría el último

golpe al prestigio español en Marruecos, socavado tras la derrota frente a las tropas

norteamericanas y el bloqueo de los presidios en el Rif. Se imponía una acción decidida no tanto

para salvar la vida de los jóvenes, sino de cara a mejorar la imagen de incapacidad e ineptitud de

toda una nación. Las belicistas campañas de prensa de El Liberal estaban enturbiando la calma de
1642
Carta particular no. 16 de Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. (Copia mecanografiada). 28 de Agosto
de 1.901. A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.

989
la opinión pública española, que como quedó dicho no era especialmente proclive a nuevas

aventuras coloniales. Era la hora de tomar decisiones para salvar el honor y el prestigio del

gobierno. No sólo de cara a la opinión pública española sino también ante las naciones europeas.1643

Ojeda se decantaba por exigir al Majzén un castigo contundente contra las cabilas culpables del

secuestro, dentro de un plazo fijado por España de acuerdo con los gobiernos europeos. Tras la

insinuación de algunos miembros del cuerpo diplomático, Ojeda recomendó a Almodóvar

solicitar1644 la destitución de los Bajaes de Arzila y de Tánger, responsabilizando al primero de

negligencia en el ejercicio de sus funciones y al segundo por haber sido efectuado el secuestro por

gentes de Beni- Aros, que dependían de su Bajalato y por haber sido en dicha cabila escondidos y

vendidos a los pocos días los cautivos. Tales medidas debían ser pregonadas en las mezquitas del

Imperio por medio de un edicto jerifiano.1645 El Ministro Plenipotenciario español preveía una

oposición formidable del Majzén al cumplimiento de las exigencias españolas, lo cual hacia todavía

más preciso un acuerdo general con las naciones europeas. De hecho las opciones políticas

españolas eran muy limitadas: no se podía ejercitar presión sobre el gobierno marroquí sin haberla

consensuado previamente con las principales potencias de Europa. Ojeda confiaba seriamente en

obtener este respaldo con el fin de resucitar el prestigio español en el Imperio.

Antes de que expirara el plazo otorgado por España al Majzén y con fecha 30 de Agosto, Al-

Mennebhi, el Ministro de la Guerra remitió una carta particular1646 a Ojeda, implorando un

aplazamiento en el cumplimiento de las condiciones exigidas por España en el asunto de los

1643
Ojeda escribía en este sentido a Almodóvar del Río el 3 de Septiembre en un despacho oficial: "La conciencia
nacional se impone en estos momentos á los temperamentos puramente sentimentales, que sabría aprovechar el
Gobierno Sheriffiano, para seguir aplazando la debida satisfacción, y si, expirados estos cuatro meses, se antepusiera a
la justa vindicta de los sagrados intereses de la nación, el temor de que fueran sacrificados nuestros nacionales, se
prolongaría indefinidamente una situación que, sin garantizarnos ni remotamente tan siquiera la conservación de la
existencia de aquellos, asestaría el último golpe a nuestro prestigio en Marruecos". Ojeda a Almodóvar del Río.
Despacho no. 112. 3 de Septiembre de 1.901. A.G.A. África. Sección política (Marruecos). Caja 85 /Ex. 2.
1644
Ojeda señala que el Ministro Plenipotenciario Británico, Sir Arthur Nicolson le había insistido especialmente en
las dificultades que iba a encontrar el Sultán para ejercer un castigo rápido y efectivo sobre las tribus de Beni-Arós o
Beni-Messara, por lo que con el asentimiento de sus colegas del cuerpo diplomático prefirió solicitar la destitución de
los bajaes de Arzila y de Tánger.
1645
Ojeda a Almodóvar del Río.Despacho no. 112. 3 de Septiembre de 1.901.A.G.A. África. Sección política
(Marruecos). Caja 85/Ex. 2.
1646
Carta de El Mehdi Ben Larbi Al- Mennebhi, Ministro de la Guerra dirigida a Emilio de Ojeda. 30 de Agosto de
1.901. A. G.A. África. Sección política (Marruecos). Caja 85 /Ex. 2.

990
cautivos. En la misiva el favorito del Sultán resaltaba que los gobernadores de Arzila y Tánger se

afanaban en las gestiones necesarias para obtener la liberación de los Montes. Sin embargo Al-

Mennebhi se reconocía impotente para imponer el orden y la sumisión al Majzén entre las cabilas

montañesas autoras del secuestro, y argumentaba que el no haber enviado un cuerpo expedicionario

para conseguir el rescate obedecía al temor de que el resultado de esa medida fuese provocar la

ejecución de los jóvenes.

A juicio de Almodóvar la misiva de Al-Mennebhi no era sino una estratagema para ganar

tiempo y sondear cual era el grado de resolución de España.1647 El Gobierno de Sagasta se había

decantado porque Ojeda de acuerdo con sus colegas de Tánger fijara un plazo para que el Sultán

castigara con medios militares a las cabilas rebeldes. En consecuencia, el 6 de septiembre Ojeda

envió una carta de contestación al Ministro de la Guerra en la que, por primera vez, se empleaban

por parte española en la negociación términos muy duros. Se acusaba al Majzén de la escasa

solicitud que había prestado al tema de los cautivos y de indolencia e incompetencia a los Bajaes de

Tánger y de Arzila. A continuación el Ministro Plenipotenciario recalcaba que la consecuencia

directa de la indolencia de las autoridades marroquíes era la deplorable anarquía que reinaba en la

parte nor-occidental del Imperio, donde había desaparecido el orden y donde hordas de salvajes y

malvados se permitían el atrevimiento de secuestrar a súbditos europeos a la vista de las murallas

de Arzila. Se echaba en cara al Majzén su indiferencia ante la suerte de los cautivos; se le

responsabilizaba de no velar por la seguridad de los ciudadanos españoles en el Imperio, de no

ceñirse al cumplimiento de los tratados y compromisos internacionales del Sultanato;1648 de

despreocuparse por la tranquilidad pública; de ser insincero e inhumano y por último de ser

incapaz para hacer respetar las propias leyes marroquíes. Las acusaciones llegaban al extremo de

plantear abiertamente el profundo malestar del gobierno español por el hecho de que las diversas

1647
Telegrama del Duque de Almodóvar a Emilio de Ojeda. 7 de Septiembre de 1.901. A.G.A. África. Sección política
(Marruecos). Caja 85/Ex.2.
1648
Ojeda señalaba al respecto: "Los súbditos españoles son incesantemente víctimas de injusticias y atropellos por
parte de vuestras autoridades que ni tan siquiera contestan a las cartas que se les dirigen". Carta de Emilio de Ojeda al
Ministro de la Guerra marroquí, El Mehdi Ben Larbi Al- Mennebhi. 6 de Septiembre de 1.901. A.G.A. África. Sección
Política (Marruecos). Caja 85 /Ex. 2.

991
cuestiones discutidas por Ojeda con el Gobierno marroquí en el transcurso de su viaje a Marrakesh

en la primavera de 1900 estaban todavía, al cabo de más de un año, pendientes de resolución

satisfactoria. En ninguna de ellas España había conseguido alcanzar sus objetivos. Así se

recalcaban entre otras cosas: la oposición de los anserinos que había determinado que Ceuta

estuviera aguardando todavía la canalización de las aguas procedentes del Benzú, y el hecho de que

el tema de la cesión de Tarfaya a España estaba absolutamente empantanado. Además, el Majzén

todavía no había dado respuesta concreta al gabinete de Sagasta, como no lo había hecho al de

Azcárraga ni al de Sivela, declarando si se decidía a entregar un puerto en Ifni, o Tarfaya.

España no estaba dispuesta, por lo tanto a dar más margen de confianza al Sultán. No se iban

a admitir más dilaciones.

El día 11 de Septiembre el Duque de Almodóvar telegrafiaba a Ojeda las instrucciones

oficiales del gabinete para el día siguiente, fin del plazo fijado por España. El gobierno Sagasta

había decidido por fin presentar tres tipos de reclamaciones al Majzén:

1. Exigir en un plazo prudencial el castigo de las cabilas responsables del secuestro por las

tropas imperiales.

2. La destitución inmediata de los Bajaes de Tánger y Arzila, con las solemnidades indicadas

en las sugerencias de Ojeda.

3. La entrega sin demora de una indemnización en metálico ajustada a lo establecido en la

nota presentada al Sultán en Agosto.

A pesar de las indicaciones de ciertos sectores de la prensa española que señalaban que

buques de guerra enviados al Sultanato respaldarían tales reclamaciones, Sagasta había estimado

oportuno descartar momentáneamente esta medida.1649 En Tánger, sin embargo, Ojeda vivía presa

de enormes preocupaciones. Las instrucciones que las potencias habían remitido a sus diplomáticos

acreditados en la ciudad marroquí en apoyo de España eran muy limitadas. Los gabinetes europeos

se habían ceñido a dar a España su apoyo formal. Equivalía a un apoyo vago, genérico, sin entrar en
1649
Telegrama del Duque de Almodóvar del Río a Ojeda. 11 de Septiembre de 1.901. A.G.A. África. Sección Política
(Marruecos). Caja 85 /Ex. 2.

992
concreciones, a las gestiones de Ojeda para rescatar a los cautivos. Los diplomáticos acreditados en

Tánger se veían imposibilitados de llegar a un acuerdo con el español sobre los medios de lograr el

castigo de los captores y la satisfacción a España, por no mencionar estos puntos sus instrucciones.

Así no se decía nada de respaldar las condiciones impuestas por España al Sultán a partir del 12 de

Septiembre ni de aconsejar a Ojeda o concertar con él, aunque fuese hipotéticamente el castigo de

los cabileños secuestradores, la exigencia al Sultán del envío de fuerzas militares contra aquellos, ni

tampoco se mencionaba el plazo prudencial para efectuar esto último.1650 Hay que tener en cuenta

que Ojeda llevaba un mes intentando el respaldo de Europa, y que ésta dejase un cierto margen de

acción en Marruecos a España. Ojeda buscaba dar la impresión de que las diferentes fases por las

que pasaba la reivindicación de la libertad de los Montes estaban absolutamente subordinadas a un

acuerdo entre sus colegas y él. Esperaba que el asentimiento de sus compañeros a las posiciones de

mayor dureza que gradualmente iría tomando España respecto al Gobierno marroquí llevaría

inevitablemente a los gobiernos de Europa a aprobar lo que en último término determinara el

gabinete Sagasta. Esta posibilidad se había truncado ahora, por lo que el diplomático optó por

aconsejar al Ministro de Estado que el gobierno se limitase a dirigir una nota al Majzén

exigiéndole en tonos enérgicos la aplicación de medidas más vigorosas para obtener la liberación

de los cautivos en un plazo de un mes y sin solicitar explícitamente ni reparaciones pecuniarias ni

un castigo de los captores. Entendía que con argumentos moderados era muy factible conseguir el

apoyo de sus colegas destacados en Tánger. Al mismo tiempo recomendaba que la nota del

gobierno español debía trasladarla el primer intérprete de la Legación, Saavedra directamente a la

corte, siendo transportado hasta Mazagán por un buque de guerra, amén de sugerir que las unidades

de la flota de guerra española se concentrasen en Cádiz. La proximidad de este puerto a Tánger sin

crear amenazas directas sobre Marruecos o sobre la pervivencia del 'statu quo' bastaría para calmar

a una soliviantada opinión pública española y para influir en la decisión del Majzén, impulsándole a

dar una respuesta favorable a España.


1650
Telegrama de Emilio de Ojeda a Almodóvar del Río. 12 de Septiembre de 1.901. A.G.A. África. Sección Política
(Marruecos). Caja 85 /Ex. 2.

993
Almodóvar ordenaría horas después a Ojeda que convocase una reunión del cuerpo

diplomático en Tánger con el fin de hacer pública la posición española. En aras a obtener el apoyo

unánime de sus homólogos, se le ordenaba a Ojeda rebajar el tono de las pretensiones españolas.1651

Así se le indicaba que suprimiera en la nota que se debía entregar al Majzén la referencia al castigo

de los captores y la exigencia de reparaciones pecuniarias.1652 Así pues Ojeda debía instar al Sultán

simplemente al empleo de medios coercitivos para lograr la liberación de los Montes. Ojeda

propuso otra actuación aceptada por Almodóvar1653 consistente en que al entregar en Marrakesh el

Primer Intérprete Saavedra la nota española, quedaría facultado para fijar con el gobierno marroquí

el plazo dentro del cual el Sultán debía constituir un cuerpo de ejército para liberar a los cautivos.

Ojeda maniobró con destreza. Reunió al cuerpo diplomático y expuso a sus colegas los

puntos básicos que luego iba a plasmar en el texto que remitiría al Majzén. Una vez obtenido el

apoyo unánime de sus compañeros procedió a redactar la nota en francés. En el texto, Ojeda

recapitulaba las razones del gobierno español para haber dirigido una nota en agosto al Sultán, para

a continuación deplorar que la benevolencia con que España había confiado en el Majzén había

quedado frustrada. El Gobierno marroquí había reaccionado con indiferencia ante la suerte de los

cautivos, lo que generaba la indignación del español. En vista de ello Ojeda exigía al gobierno

jerifiano que respondiera al salvaje atentado con un acto de soberanía, enviando al distrito donde

permanecían retenidos los cautivos un contingente armado de la suficiente entidad como para

liberarlos de inmediato y hacer saber a las cabilas el compromiso del Sultán de respetar los tratados

internacionales firmados con las potencias. Siguiendo las instrucciones de Madrid se postergaba la

fijación del plazo para el envío de las tropas a un acuerdo entre Saavedra y Ben Sliman, el Ministro

de Negocios Extranjeros marroquí. La nota concluía resaltando que la única aspiración española era

la liberación de los Montes, quedando el problema de las compensaciones monetarias y de la

1651
Telegrama de Almodóvar a Ojeda. 11 de Septiembre de 1.901. A.G.A. África. Sección política (Marruecos). Caja
85 /Ex. 2.
1652
Telegrama de Almodóvar a Ojeda. 12 de Septiembre de 1.901.A.G.A. África. Sección Política (Marruecos). Caja
85/Ex. 2.
1653
Ibidem. Telegrama de Almodóvar del Río al Sub-Secretario de Estado, Pérez Caballero. 14 de Septiembre de 1.901.

994
exigencia de responsabilidades y perjuicios, aparcado momentáneamente aunque no excluido del

curso de las venideras reclamaciones que pudiera efectuar el gobierno español.1654

Por su parte el gabinete Sagasta puso en marcha otra vez la política de 'diplomacia de las

cañoneras', olvidada por los gobiernos restauracionistas durante los últimos años del siglo XIX. El

Duque de Almodóvar telegrafió al subsecretario de Estado, Pérez Caballero, notificándole que en la

bahía de Cádiz quedarían fondeadas a la expectativa de los acontecimientos dos unidades de la

Armada, el Vitoria y el Numancia, y que el crucero Infanta Isabel marcharía inmediatamente a

Tánger para ponerse a disposición de Ojeda, y embarcar al Primer Intérprete Saavedra.1655 El 18 de

septiembre el buque de guerra fondeaba en la rada de Tánger.1656

Por su parte, ciertos sectores de la prensa española habían emprendido una campaña agitando

e intentando movilizar a la opinión pública, enfatizando la necesidad de una intervención militar en

el Sultanato. Los artículos contemplaban posibilidades que iban desde las demostraciones navales

en las aguas del Sultanato, hasta la notificación al Majzén de un exigente ultimátum, pasando por el

envío de un cuerpo expedicionario a Tánger. Los devaneos belicistas de la prensa no contribuían a

calmar los recelos de los diplomáticos y de las potencias europeas; más bien suscitaban inquietud y

contribuían a entorpecer la acción de Ojeda.1657 Sagasta y Almodóvar habían visto arruinado su

plan de ejercer una acción autónoma en el Sultanato. Antes incluso de que este plan se pudiera

poner en marcha. En una carta reservada dirigida a Ojeda, Almodóvar confesaba su frustración y

las razones que habían llevado al gobierno liberal a echarse atrás en su propósito de enviar una

expedición militar a Marruecos. Había sido el carácter de las instrucciones que habían recibido los

diplomáticos acreditados en Tánger por sus respectivos gobiernos los que habían arruinado los

planes gubernamentales. Al no contar la acción española con un respaldo colectivo por parte de

Europa apoyando las exigencias que en un principio se pensaban plantear al Sultán, Sagasta y

1654
Ibidem. Telegrama de Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. 16 de Septiembre de 1.901.
1655
Ibidem. Telegrama de Almodóvar del Río a Pérez Caballero. 16 de Septiembre de 1.901.
1656
Ibidem. Telegrama de Emilio de Ojeda a Almodóvar del Río. 18 de Septiembre de 1.901.
1657
Carta particular no. 19 de Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. 17 de Septiembre de 1.901. A.M.A.E.
Archivo Histórico. Legajo H-1263.

995
Almodóvar cambiaron de propósito. Cualquier expedición militar, cualquier acto de presión

enérgica era considerado inapropiado en esas circunstancias. Almodóvar juzgaba necesario, por

contra "caminar con pie seguro, sin despertar suspicacias o recelos", de manera que la actuación

española no corroborase el ambiente alarmista que las campañas de la prensa nacional (se refería

fundamentalmente a la beligerante actuación de El Liberal incitando al gobierno sagastino a

adoptar severas medidas de fuerza en el asunto de los cautivos) habían causado en las cancillerías

europeas. Por ello el gobierno liberal se había abstenido de remitir la circular que venía preparando

días antes, ávido ahora de dar una imagen de prudencia y mesura. Almodóvar se apresuró a

tranquilizar a Ojeda, asegurándole que en el futuro la gestión española se iba a mantener por cauces

estrictamente diplomáticos y que estaba descartado momentáneamente el empleo de la fuerza. 1658

11.17. Reclamación española en la Corte imperial.

Sin embargo, las discrepancias entre el Ministro y el diplomático acerca del modo en que se

estaban llevando a cabo las negociaciones acabarían por estallar y se evidenciaron en un despacho

que Almodóvar remitió a la Legación el 28 de septiembre. Ojeda había intentado canalizar y

protagonizar todas las gestiones conducentes a encontrar un respaldo exterior a la reivindicación

española. Para ello se había puesto en contacto, de manera particular, con cada uno de los

representantes diplomáticos europeos acreditados en Tánger. Almodóvar, por su parte, había

llevado a cabo una actuación más amplia que buscaba en definitiva un respaldo de los gobiernos

europeos a las operaciones militares que se habían concebido como modo de presión sobre el

Sultán. Ahora Ojeda le echaba en cara que sus gestiones perjudicaban su tarea en Tánger. Era algo

que no iba a tolerar el Ministro de Estado que amonestó severamente al diplomático, poniendo en

tela de juicio la eficacia de sus gestiones con el cuerpo diplomático de Tánger, para a continuación

defender la que había llevado a cabo de modo oficial desde el Ministerio, sobre la base de afirmar

1658
Ibidem. Carta particular y reservada no. 11, manuscrita de Almodóvar del Río a Ojeda. 17 de Septiembre de 1.901.

996
que constituía un apoyo más seguro para la futura actuación española.1659

En la mañana del 16 de Septiembre Ojeda volvió a convocar en la Legación en Tánger a todo

el cuerpo diplomático. Intentó evitar las suspicacias de los allí presentes, recalcando la lealtad de

los propósitos del gobierno Sagasta en el mantenimiento del 'statu quo' y reafirmando el

compromiso español de revestir todos sus actos en Marruecos de la previa sanción europea que

consideraba indispensable para afianzar la estabilidad política del Imperio. Tras ello dio lectura a la

nota, que fue aceptada por los presentes los cuales se comprometieron en recomendar al gobierno

jerifiano que tomase en cuenta las exigencias españolas. En lugar de remitir el cuerpo diplomático

al Majzén una nota colectiva de refrendo a la acción hispana, se optó por la fórmula alternativa de

enviar diversas notas por separado, una por cada potencia representada en Tánger, al Ministro de

Negocios Extranjeros del Sultán, que le serían entregadas por Manuel Saavedra, al mismo tiempo

que la de España. Únicamente el Encargado de Negocios de los Estados Unidos no respaldaría a

Ojeda por carecer de instrucciones específicas por parte de su gobierno.1660

El 19 de septiembre zarpaba el buque de guerra español hacia Mazagán conduciendo al

Intérprete Manuel Saavedra portador de la nota española y de cartas particulares de Ojeda para Ben

Sliman1661 y Al- Mennebhi.1662 Ojeda dispuso que el crucero esperaría en el puerto marroquí para

traer a Tánger la contestación del gobierno jerifiano.1663 La presencia de un buque de guerra en las

proximidades de la corte imperial sería un elemento más de presión ante el Majzén y ante la

población marroquí en la negociación que comenzaría en Marrakesh. En sus instrucciones a

Saavedra Ojeda se limitó a señalar la conveniencia de exigir al Majzén el cumplimiento de lo

expresado en la nota y convenido con el cuerpo diplomático: es decir el ejercicio de la soberanía

1659
R.O. no. 111 de 28 de Septiembre de 1.901 del Ministerio de Estado dirigida a Emilio de Ojeda. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 300 /Ex. 1.
1660
Ibidem. Emilio de Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 117. 16 de Septiembre de 1.901.
1661
Ojeda era amigo de Ben Sliman. Pretendía ahora aprovechar los lazos afectuosos existentes con el Ministro de
Asuntos Extranjeros del Sultán para conseguir el rápido éxito de la misión de Saavedra. Así el diplomático entendió
que se podría soslayar el riesgo de un conflicto abierto entre Marruecos y España.
1662
Emilio de Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho. no. 119. 19 de Septiembre de 1.901. A.G.A. África. Sección
Política (Marruecos). Caja 85 /Ex. 2.
1663
Telegrama de Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. 19 de septiembre de 1.901. A.G.A. África.
Sección política (Marruecos). Caja 85 /Ex. 2.

997
imperial en favor de los cautivos. Hasta que Saavedra no hubiera conseguido este punto no debía

iniciar la segunda parte de las negociaciones, no concertadas con los diplomáticos, es decir las

exigencias del castigo de los secuestradores y del pago de reparaciones.1664

Tan pronto llegara a Marrakesh Saavedra tenía instrucciones de solicitar de manera inmediata

una audiencia privada a Sid Abd el- Krim Ben Sliman. Tras relatarle los hechos acaecidos debía

insistir en acusar al Majzén de indiferencia hacia la suerte de los cautivos y hacia las advertencias

de España, para por último exigir al Sultán el cumplimiento de las demandas formuladas en las

notas de 14 de Agosto y 18 de Septiembre. A Ben- Sliman había que mantenerle asimismo

engañado de que España hubiese solicitado el apoyo de las naciones europeas. Ojeda se guardaba

mucho de dar una imagen de debilidad ante el Gobierno marroquí, pues las instrucciones dadas a

Saavedra eran muy claras en lo relativo a especificar que España no precisaba ni respaldo ni una

intervención extraña que mediatizase sus relaciones con Marruecos; es más, Saavedra debía recurrir

a veladas amenazas de invasión o intervención armada, si el Gobierno marroquí no satisfacía

rápidamente las condiciones estipuladas por España. Por último, el intérprete debía a la vista de sus

apreciaciones sobre los obstáculos que se interpusiesen al envío inmediato de una mehal.la al

rescate de los jóvenes, establecer un plazo de entre uno a tres meses para la realización de las

operaciones y la liberación de los cautivos; plazo que debía quedar estipulado por escrito mediante

un acuerdo con el Ministro marroquí. Un militar español debía acompañar como observador a la

fuerza jerifiana en campaña, para cerciorarse de la solicitud del Sultán en favor de los cautivos y de

la eficacia del castigo impuesto a los raptores. Debía tratarse del teniente coronel Eduardo Álvarez

Ardanuy, jefe de la Comisión Topográfica de Estado Mayor del ejército español que recorría el

territorio marroquí espiando, levantando planos y realizando informes que permitiesen un mayor

conocimiento del Imperio y facilitasen la actuación de las tropas españolas en el momento en que

se decidiera una intervención militar en el Sultanato. Saavedra no podía admitir más dilaciones por

parte del Majzén. Si éste no deseaba o no podía buscar a los cautivos, el enviado español debía

1664
Ibidem.

998
exigir expresamente una contestación por escrito en la que estuviera explícitamente consignada la

negativa marroquí. Por el contrario, en caso de cumplirse las aspiraciones españolas, Ojeda no

estaba dispuesto a pasar por alto otro tipo de reivindicaciones que no estaban estipuladas en el

previo acuerdo con el cuerpo diplomático. Saavedra debía preparar el terreno para la ulterior

petición de satisfacciones económicas y a título reservado, solicitar la destitución de los Bajaes de

Tánger y Arzila. La imagen que España debía mantener ante los ojos de Europa era la de

moderación y prudencia; sabiendo cuál había sido el propósito de Sagasta y Almodóvar, Ojeda no

descartaba una acción enérgica en el futuro, pero entendía que había de quedar circunscrita a un

ámbito muy localizado y permanecer oculta al conocimiento de las potencias mientras no se

iniciase.1665

Ojeda estaba discutiendo por carta con Almodóvar las modalidades de esa acción armada

española, pues el diplomático juzgaba que debía de revestírsele de todas las garantías relativas a un

mantenimiento 'formal' del 'statu quo'.

"Hace siete años - escribía a Almodóvar el 25 de Septiembre- que vengo estudiando


el problema (…). Dada la necesidad imprescindible para España en estos momentos de
mantener el statu-quo, y la obligación, no menos atendible é imperativa, de proteger
nuestros intereses y de conservar y aumentar nuestro prestigio en Marruecos, ¿de qué
modo puede España, sin comprometer aquél, ni quebrantar éste, salir airosa de las
situaciones difíciles en que el desgobierno, la barbarie y las arrogancias marroquíes nos
colocan periódicamente.?

Ojeda señalaba cómo durante el período en que había estado al frente de la Legación, se

habían sucedido diversos incidentes entre el Sultanato y Alemania, Inglaterra y Francia, en el

transcurso de los cuales había tenido conocimiento de diversos planes manejados por las potencias

y consistentes en bombardeos de zonas costeras, desembarcos de tropas, ocupación de aduanas y

confiscación de los barcos de la flota jerifiana fondeados en Tánger. Estos planes eran los que

analizaba ahora, sopesando la carencia por parte de España de los cuantiosos recursos militares de
1665
Instrucciones comunicadas al Primer Intérprete de la Legación, Manuel Saavedra. 18 de Septiembre de 1.901.
A.G.A. África. Sección Política (Marruecos). Caja 85 /Ex. 2.

999
aquellas potencias y el carácter de guerra generalizada que provocaría una intervención española en

Marruecos dada la vecindad de los dos países, la existencia de presidios y plazas fuertes enclavados

en territorio marroquí, de la importante colonia emigrante establecida en el Sultanato y de los

importantes intereses españolas allí radicados, amén de la sobreexcitación que produciría ese

conflicto en la opinión española y la reacción de las potencias europeas.

Ojeda fue descartando las diversas posibilidades, incluidas las de un avance hacia el interior

del Imperio desde Melilla y Ceuta (esta última la juzgaba útil estratégicamente pues permitiría

apoderarse de Sierra Bullones y con ello dominar todo el Estrecho, pues esta posición bien artillada

pondría en jaque la base de Gibraltar aunque lógicamente provocaría la animadversión británica),

para decantarse por una acción muy limitada. Se trataba de la conducente a la ocupación de la isla

de Mogador, la misma en la que el Consejo Sanitario internacional había querido instalar un

lazareto para los peregrinos marroquíes de regreso de los Santos Lugares de Arabia.1666 Ojeda había

podido inspeccionarla y estudiar todos los detalles relativos a una hipotética ocupación española en

un viaje efectuado en Septiembre de 1898. Las ventajas que ofrecía radicaban en su ubicación, a

dos millas escasas de la ciudad, constituyendo el fondeadero de Mogador, y en su débil guarnición

de askaris, dotados sólo de unas pocas piezas de artillería obsoletas, siendo su asalto factible por

una pequeña escuadra. Las fuerzas españolas no avanzarían hacia el interior del país, ni deberían

desembarcar en la costa; el territorio de la isla les garantizaba el suficiente espacio para maniobrar

y aprovisionarse sin agobios. El Sultán carecía de marina de guerra para hacer frente a la española,

por lo que la tranquilidad de las fuerzas de ocupación españolas estaría garantizada contra todo

ataque por mar o por tierra. No existiría contacto físico alguno entre los soldados españoles y las

cabilas y askaris que el Sultán podría movilizar, ni tampoco con el pueblo marroquí. La operación

no requeriría fuerzas de desembarco, sino únicamente la utilización de un destacamento de infantes

1666
Ante los problemas suscitados por el rechazo marroquí a la creación de un lazareto en Sawira (Mogador), el cuerpo
diplomático internacional entendió la necesidad de trasladarlo a Punta Malabata, cerca de Tánger. Como miembro
español de una comisión técnica que debía estudiar el nuevo emplazamiento fue designado el médico africanista Felipe
Ovilo y Canales. Cfr. R.O. no. 53 del Ministerio de Estado dirigida a Emilio de Ojeda. 11 de mayo de 1901. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 235/Ex. No. 2.

1000
de marina. El Sultán quedaría imposibilitado de desalojarles de la isla, por no disponer de

suficientes botes con los que transportar hasta la misma a una fuerza armada que combatiera a los

españoles; al mismo tiempo quedaría asegurada la libre comunicación entre la guarnición y los

buques de guerra españoles, lo que permitiría el regular aprovisionamiento de aquella y de la

escuadra desde el puerto de Cádiz. La acción española quedaba circunscrita a los estrechos límites

de la isla, dando la impresión a los gabinetes europeos de que España no tenía intención alguna en

alterar el 'statu quo'.1667

"La posible contingencia de que Europa nos obligue a soltar prenda sin que
nos haga justicia el Sultán, la considero como del todo improbable y remota. En
primer lugar porque de la diversidad de intereses (entre las potencias) (...) surgirá
la diversidad de pareceres que harán imposible una acción colectiva (en contra de
España) y en segundo, porque las dos Naciones predominantes en Marruecos,
Inglaterra y Francia, verán en el apoyo que en momento tan verdaderamente
psicológico, presten á España, el medio de atraerse las simpatías de su pueblo hoy
vacilante entre una ú otra alianza. Además hay que tener muy en cuenta (y aquí es
donde estriba en mi sentir la conveniencia del acuerdo sucesivo y previo con mis
colegas que yo he venido practicando) que la acción de España no constituiría una
sorpresa para nadie, sino el modus operandi. Todas (las potencias) (...) sabrán que
la situación no dejaba a España otra alternativa que la de ejercer un acto de fuerza
perfectamente justificado ...".1668

A juicio de Ojeda el problema del cautiverio de los Montes señalaba el momento decisivo

que iba a ratificar el hecho de si España quedaba eliminada de la cuestión marroquí o se

incorporaba plenamente a ella. Tras una intensa preparación de la opinión pública (en principio

poco favorable a empresas excesivamente aventuradas) de un clima belicista por parte de algunos

sectores de la prensa, el gabinete Sagasta había barajado como solución el inicio de una serie de

operaciones militares, pero ahora éstas iban a quedar aplazadas 'sine die'. En todo caso, la Hacienda

hubiera tenido que hacer frente a los graves inconvenientes de una intervención militar en
1667
Carta particular confidencial y reservada no. 21 de Ojeda a Almodóvar del Río. 25 de septiembre de 1.901.
A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1668
Ibidem.

1001
Marruecos; ello hubiera supuesto un gasto sustancial. Además esa posibilidad iba ligada al riesgo

de que España se viera envuelta en una larga crisis susceptible de degenerar en complicaciones

internacionales, amén de que la carencia de recursos materiales (militares) para llevar a cabo una

operación era también evidente. Al Sultanato se remitió un buque, el Infanta Isabel, que pronto

demostró su incompatibilidad con el ejercicio de las funciones de policía colonial. Esta unidad de la

Marina tenía constantemente que regresar a Cádiz para proveerse de hulla y alcanzaba poca

velocidad, amén de que tenía que refugiarse periódicamente ante los embates del océano, que no

podía sobrellevar en alta mar.1669

11.18. Respuesta del Majzén a las exigencias españolas.

El Gobierno marroquí acabó aceptando las peticiones españolas. Para salvar las reticencias -

iniciales- de Abd el-Krim Ben Sliman, Saavedra no tuvo reparo en amenazar con el empleo de la

fuerza armada por parte hispana.1670

Ben-Sliman al entrevistarse en Marrakesh con Saavedra le manifestó el propósito del Majzén

de satisfacer plenamente los deseos españoles, extremo que fue luego confirmado por el Gran Visir.

Saavedra no se recató en exigir un castigo de los raptores, además del rescate de los cautivos, si

bien tuvo que ejercer una fuerte presión para conseguir el permiso de Sliman a la presencia de un

oficial español en las operaciones.

Al- Mennebhi se reunía el día 25 con Ben Sliman, acordando a continuación el envío

inmediato de una mehal.la expedicionaria contra las cabilas que mantenían a los secuestrados. La

expedición estaría al mando del príncipe Muley Abd-Selam el Amrani.1671 El gobierno marroquí

1669
Carta particular no. 22 de Ojeda a Almodóvar del Río. 2 de Octubre de 1.901. A.M.A.E. Archivo Histórico.
Legajo H-1263.
1670
Relación de Saavedra como memorándum de su estancia en Marrakesh. 14 de Noviembre de 1.901. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 300 /Ex. 1.
1671
Ojeda escribiría una carta particular a Almodóvar el 8 de Octubre notificándole que según sus averiguaciones la
expedición iba a constar de cinco mil soldados regulares, y en ella figurarían algunos Bajaes, militares de prestigio. A
este contingente se sumaría en el Gharb el de las cabilas vecinas a las montañas donde iban a operar las tropas. Carta

1002
solicitó un plazo de cincuenta días a España para que las fuerzas imperiales destacadas pudieran

averiguar la suerte de los cautivos;1672 la proposición fue aceptada por Almodóvar.

Ojeda remitió nuevas instrucciones a Saavedra que el Intérprete se apresuró en hacer

efectivas, remitiendo una nota a Ben-Sliman.1673 En el texto se planteaban de un modo definitivo

las demandas españolas: se procedía a reclamar del Majzén la destitución de los Bajaes de Tánger y

Arzila; una reivindicación que excedía del marco de lo admitido por el cuerpo diplomático

internacional. Al gobernador de Tánger se le acusaba de conducta equívoca con respecto a la suerte

de los cautivos desde el momento en que supo que estaban en un territorio bajo su jurisdicción. No

solamente no salió de la ciudad al frente de sus tropas, sino que se le achacaba el limitarse a mandar

a Beni-Arós un soldado que aconsejó a los notables de la cabila que se desprendiesen

inmediatamente de los cautivos a fin de librar a su señor de la responsabilidad que le incumbía.

Acto y seguido, los captores procedieron a enviar a los Montes al interior del territorio. A la par se

pedía al Majzén una compensación económica, el pago de la indemnización y de la multa exigida

en la nota presentada por España el 14 de agosto.1674

El Majzén no tuvo inconveniente en asumir por escrito esta última petición española,

aceptándola en un texto que Sid Ben Nassar Gannam entregaría al intérprete anunciando el pago

inmediato de la indemnización.1675 Sin embargo, se opondría ferozmente a la destitución de los

Bajaes, por considerarla improcedente. La respuesta vino acompañada de una disquisición en la

que se notificaba a España el empeño en que estaba inmerso el Majzén de introducir reformas que

cambiasen por completo el sistema administrativo marroquí, y la forma de relación de los

gobernadores con sus súbditos. Sin embargo en este caso concreto, las noticias que había recabado

particular de Ojeda a Almodóvar del Río no. 23. 8 de Octubre de 1.901. A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1672
Telegrama de Ojeda a Almodóvar del Río. 29 de Septiembre de 1.901. A.G.A. África. Sección Política
(Marruecos). Caja 85 /Ex. 2.
1673
Nota oficial presentada en nombre del Gobierno de España a Sid Abd el-Krim Ben Sliman, Ministro de Negocios
Extranjeros del Sultán. 6 de Octubre de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 300 /Ex. 1.
1674
Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 124. 2 de Octubre de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 300 /Ex. 1.
1675
Nota del Majzén contestando favorablemente a la nota dirigida por Saavedra, cediendo a las condiciones exigidas
por el Gobierno de S.M. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 300 /Ex. 1.

1003
el Majzén afirmaban que la conducta de ambos Gobernadores había sido recta e intachable dentro

de los escasos medios que disponían y se habían aprestado a enviar sus efectivos y a sus agentes

para averiguar el paradero de los cautivos, ofreciendo dinero por su rescate. El Majzén negó

firmemente la acusación española de que un soldado imperial hubiese aconsejado a los captores que

alejasen a los cautivos de Beni-Arós y de la costa, y achacó la noticia a falsos rumores propagados

por enemigos personales del Bajá de Tánger.1676 El Majzén demostraba que se desvelaba por

resistir las injerencias imperialistas, siendo refractario a las satisfacciones exigidas que rebajaban su

prestigio entre sus propios funcionarios. Salvo en el caso de que estas exigencias viniesen

respaldadas por amenazas claras de intervención militar, como había sucedido en el asunto Pouzet.

Almodóvar telegrafió a Tánger dando la aprobación del Gobierno español al texto y solicitó

de Ojeda que sustituyera la petición de destitución de los Bajaes por el ofrecimiento público de

excusas a la Legación por parte del gobierno marroquí. Asimismo le ordenó introducir en las

negociaciones una innovación sobre un tema que no tenía nada que ver con el asunto de los

rehenes. Saavedra había dejado la puerta abierta a ulteriores reclamaciones económicas españolas,

una vez efectuado el pago de las indemnizaciones contempladas en la Nota del 14 de Agosto.

Ahora Almodóvar, recogiendo las demandas del Ministro de la Guerra, Valeriano Weyler, proponía

a Ojeda que se sugiriera al Majzén un trueque. El gobierno español se comprometía a no solicitar

nuevos desembolsos de la Hacienda marroquí a cuenta del asunto de los cautivos y solicitaba en

compensación: a) la supresión definitiva de la Aduana establecida por el Majzén en Melilla; o b) la

implantación del libre comercio en Melilla. Es decir, demandaba el que se permitiese la libre

entrada -gozando de franquicia- de determinadas mercancías desde el Imperio a este puerto

español, con el fin de contrarrestar el impacto económico provocado por la apertura del puerto

francés de Kiss, el cual había quitado a la plaza española una parte sustancial del tráfico que Melilla

mantenía con las cabilas del Sultanato.1677 Estas indicaciones habían partido de una sugerencia del

1676
Carta no. 1 del Primer Intérprete de la Legación Española en Tánger, Manuel Saavedra dirigida a Emilio de
Ojeda. 8 de Octubre de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 300/Ex. 1.
1677
Telegrama del Duque de Almodóvar del Río a Emilio de Ojeda. 14 de Octubre de 1.901. A.G.A. África. Sección

1004
Ministerio de la Guerra y venían respaldadas por intereses comerciales de la burguesía

melillense.1678

A mediados de octubre, el gobierno liberal estaba dispuesto a moderar su presión sobre el

Majzén. No solamente se había descartado el envío de una expedición militar al Sultanato, por las

consecuencias inmediatas que traería consigo en cuanto a que supondría el fin del 'statu quo', sino

que incluso medidas menores como la aconsejada por Ojeda --la ocupación temporal a título de

prenda de isla de Mogador en tanto el Sultán no se prestara a conseguir el rescate de los rehenes--

quedaban olvidadas, por entender que constituían también un riesgo. Todo iba a ir bien mientras el

Gobierno liberal buscase para España un lugar al sol de Marruecos sólo por medios pacíficos. Si

esta búsqueda implicaba una aventura militar, no se iba a contar con el consentimiento europeo.

Se pensaba asimismo dejar de seguir sangrando al gobierno imperial, arrancándole

trabajosamente miles de duros para, solicitar del Sultán la apertura de negociaciones en aras a

obtener en determinados puertos atlánticos cesiones de territorio en régimen de arrendamiento o de

censo con el fin de instalar en estas tierras a agricultores y emigrantes españoles que marchaban

hasta entonces a Argelia. Se podía asimismo, y era otra posibilidad que barajaba Almodóvar,

conseguir la explotación de alcornocales próximos a lugares habitados y cercanos al mar. Sin

embargo había un inconveniente importante para optar por esta solución y era la falta de capital

para invertir en explotaciones agrícolas en la costa atlántica del Imperio. Por otra parte se entendía

que si la estrella del Mennebhi proclive a la inversión extranjera en el Sultanato decaía y triunfaba

en la Corte imperial el grupo tradicionalista encabezado por el Gran Visir el Garnit, ello iba a

suponer un importante obstáculo a la realización de tales proyectos, aunque en el Ministerio de

Estado se contaba con la posibilidad de sobornarle (a este último) ofreciéndole una participación

económica en los negocios creados por iniciativa española.1679

Política (Marruecos). Caja 85 /Ex. 2.


1678
Carta particular no. 13 de Almodóvar del Río a Ojeda. 5 de Noviembre de 1.901. A.M.A.E. Archivo Histórico.
Legajo H-1263.
1679
Carta particular no. 12 de Almodóvar del Río a Ojeda. 13 de Octubre de 1.901. A.M.A.E. Archivo Histórico.
Legajo H-1263.

1005
Eran sin embargo reivindicaciones que obedecían a un interés por instrumentalizar la

negociación en sentido favorable a los intereses económicos españoles, pero que no se ajustaban al

criterio de los gabinetes europeos manifestado a Emilio de Ojeda en la cuestión del rescate.

Saavedra permanecería, empero, varios días más en Marrakesh, aprovechando la terminación

de las negociaciones sobre los cautivos de Arzila para gestionar otras reclamaciones de particulares

españoles, pendientes desde 1900. Por ejemplo, el Majzén se negaba a dar cumplimiento a las

reivindicaciones económicas formuladas por el protegido español Isaac Pinto, comerciante y

contrabandista, cuyos intereses económicos habían resultado perjudicados en el Rif tras la

expedición de la mehal.la de Abu Bakr.

Sin embargo el Majzén iba a dar un giro repentino a la negociación de los cautivos

solicitando a su vez la intervención de las potencias europeas. Al dar respuesta a las notas remitidas

por las distintas Legaciones radicadas en Tánger el gobierno marroquí intentó averiguar el grado de

apoyo europeo a las demandas formuladas por España, sondeando así la posibilidad de rechazar

alguna de ellas. Ello significaba un peligro para la actuación hispana que se estaba excediendo en

sus reivindicaciones respecto a las aprobadas por el cuerpo diplomático internacional. Por ello

Ojeda tuvo que remitir nuevas instrucciones a Saavedra, desistiendo tanto de la exigencia de la

deposición de los Bajaes de Arzila y Tánger como de la concesión de ventajas económicas en el

Imperio (supresión de la aduana de Melilla y libre exportación de productos marroquíes hacia

Melilla).1680 Era tiempo de dar por concluido el incidente y la negociación. Saavedra abandonaría

Marrakesh el 27 de Octubre.

Ojeda comentaría en carta particular a Almodóvar del Río los inconvenientes que se oponían

a la penetración económica de España. Tal como había hecho durante el verano con ocasión de las

ventajas comerciales que supuestamente la Embajada de Al- Mennebhi había otorgado al gabinete

1680
Se trataba de una negociación sin visos algunos de fructificar. El propósito del Sultán no era el de facilitar el
comercio del Imperio con Melilla, sino restringirlo. Así en 1895 el Sultán había denunciado el convenio hispano-
marroquí de julio de 1866 para el establecimiento de una aduana en la frontera de Melilla. Sin embargo la presión
española impidió que en tal ocasión las ideas del Majzén se llevasen a término. Telegrama de Emilio de Ojeda al Duque
de Almodóvar del Río. 15 de Octubre de 1.901.

1006
de Lord Salisbury, Delcassé no iba a permanecer con las manos quietas. Si el Sultán hubiera

otorgado franquicias comerciales a Melilla, Francia hubiera exigido inmediatamente igual trato y

solicitado la supresión de la aduana de Uxda y de las demás que existían en la frontera argelino-

marroquí. Todas las naciones europeas con tratados comerciales con Marruecos hubieran invocado

la cláusula de "nación más favorecida" incluida en ellos para combatir la penetración económica

española, o para exigir compensaciones. Todos los comerciantes extranjeros establecidos en Tánger

y en todos los puertos de la costa atlántica reaccionarían solicitando iguales franquicias para los

puertos donde traficaban. Si el comercio internacional de Marruecos se hubiera encauzado hacia

Melilla merced a la concesión de las franquicias, los restantes puertos atlánticos se hubieran visto

arruinados y exhaustas las arcas del Sultán, al no existir recaudación de aduanas.

Tampoco Melilla estaba preparada para convertirse en la monopolizadora del comercio

marroquí, dada la insuficiente adecuación de su puerto. Sin embargo Ojeda no descartaba en el

futuro negociar con el Majzén la cesión de territorios y planes de colonización.1681

De hecho, algunos de los representantes de las grandes potencias estaban empezando a

mostrar severas reticencias respecto a España,1682 encontrando excesivas las ventajas obtenidas en

una negociación, que en un principio creyeron se iba a limitar a la simple liberación de los

cautivos.1683 Era el caso del Reino Unido, cuyo gobierno- informaría Almodóvar a Ojeda - temía el

alcance de la expedición militar que se iba a emprender contra las tribus montañesas, entendiendo

que debía circunscribir su alcance al rescate de los Montes. El gabinete británico había advertido a

Abd al- Aziz de los importantes riesgos de provocar un grave conflicto por lo que presionaba para

minimizar la importancia de las operaciones.1684 Incluso el propio Lord Lansdowne el 6 de

1681
Carta particular sin numerar de Ojeda a Almodóvar del Río. 18 de Octubre de 1.901. A.M.A.E. Archivo Histórico.
Legajo H-1263.
1682
Ibidem: "Mucho tendría que decir á V. sobre las miserias internas de este Cuerpo Diplomático y acerca de los
obstáculos que en Marrakesh y aquí han opuesto a mi acción. Ha habido uno de mis colegas que ha llegado hasta el
punto de afirmar que hubiera aconsejado la abstención de sus buenos oficios a su Gobierno, si hubiera sospechado que
España iba a obtener lo que ha conseguido".
1683
Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. Despacho reservado no. 132. 18 de Octubre de 1.901. A.G.A.
África. Sección Política (Marruecos). Caja 85 /Ex. 2.
1684
Telegrama del Duque de Almodóvar a Emilio de Ojeda. 19 de Octubre de 1.901. A.G.A. África. Sección Política

1007
Noviembre advertiría al Embajador español en Londres, Duque de Mandas, que era previsible un

fracaso de la expedición al tratarse de tropas poco experimentadas y aguerridas las que el Majzén

iba a lanzar contra los montañeses.1685

En Tánger Ojeda convocó una reunión del cuerpo diplomático en la sede de la Legación

española. En el transcurso del acto el Ministro Plenipotenciario británico --como ya le había

advertido Almodóvar -- expresó públicamente a Ojeda y también al resto de colegas sus temores

ante el anuncio del envío de la mehal.la. Paralelamente, el Embajador de Gran Bretaña en Madrid

expresaba sus reticencias al Duque de Almodóvar, alarmado por la inoportunidad de la expedición

militar imperial.1686

OjedaI trató de hacer frente a las observaciones inglesas estimando que el cuerpo

diplomático no debería limitar las actuaciones realizadas por el Sultán en orden a garantizar la

seguridad pública en el interior del Imperio, tanto más cuanto que de hacer caso a las reticencias

inglesas el Sultán podría desistir de ejercer la acción solicitada por España de rescatar a los Montes,

alegando que se oponía Europa. La maniobra británica quedó frenada, cuando se le argumentó al

diplomático inglés que precisamente su país había sido años antes quien más exigente se había

mostrado para hacer efectivo un castigo sobre los piratas bocoyas.1687

Las negociaciones con el Majzén en torno a la cuestión del rescate de los cautivos Montes

habían terminado en el otoño de 1901. El gobierno jerifiano se esforzaba por cumplir los

compromisos suscritos abonando a Ojeda la cantidad reclamada en la nota española del 14 de

agosto en concepto de multa y de indemnización a la familia Montes.1688

(Marruecos). Caja 85 /Ex. 2.


1685
Carta particular sin numerar del Duque de Mandas al Duque de Almodóvar del Río. 6 de Noviembre de
1.901.A.M.A. E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1686
Carta particular no. 13 de Almodóvar del Río a León y Castillo. 5 de Noviembre de 1.901. A.M.A.E. Archivo
Histórico. Legajo H-1263.
1687
Telegrama de Ojeda al Duque de Almodóvar. 20 de Octubre de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 300 /Ex. 1.
1688
Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. Despacho no. 139. 13 de Noviembre de 1.901. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 300 / Ex. 1.

1008
El 14 de octubre el Delegado del Sultán había dirigido una circular1689 a todos los países

representados diplomáticamente en Tánger, anunciando el inmediato envío de una mehal.la

expedicionaria que iba a emprender una operación de castigo contra las cabilas montañesas

responsables del secuestro de los hermanos Montes, en el curso de la cual se iban a cobrar

indemnizaciones y el importe de los impuestos que las tribus no satisfacían al Majzén. Se requería

también de las potencias que procediesen a avisar a comerciantes y mercaderes para que se

marchasen del lugar de las operaciones, con el riesgo si no lo hacían de sufrir las repercusiones

sobre sus intereses.1690

El 19 de octubre, alarmado el cuerpo diplomático por estas disposiciones se reunió en la

Legación española. Las comunicaciones del Majzén eran bastante vagas en torno a los distritos y

territorios donde iban a operar las tropas y se entendía esta medida como una amenaza directa a la

penetración comercial europea en el Sultanato. En el fondo, en este tipo de operaciones de las

tropas jerifianas subyacían los deseos de oponerse a algunas extralimitaciones de las prácticas

imperialistas en Marruecos. Por un lado el sistema jurídico que habían impuesto las potencias a los

Sultanes y que éstos no cejaban en intentar suprimir y cuestionar, revestía espantosas

complicaciones al Majzén al subsistir la justicia consular, es decir, aquella que permitía a los

residentes extranjeros beneficiarse del derecho de extraterritorialidad como en Turquía, China o

Egipto; lo cual se avenía especialmente mal con el solemne reconocimiento de la independencia y

soberanía marroquí. Pero unido a ello, las potencias habían introducido el sistema de “súbditos

protegidos”, o sea, aquel que permitía encontrarse fuera de la jurisdicción jerifiana a aquellos

marroquíes que “trabajaran para los cónsules y los agentes consulares, o los que se hallaren

asociados -mojalatas y semsares- con los colonos europeos“. El Majzén aprovechaba

invariablemente las ocasiones en que sus tropas debían emprender operaciones de guerra en

cualquier distrito del país para acabar con la siba, el desorden o para castigar a alguna cabila,
1689
Circular dirigida por el Delegado de S.M. Jerifiana en Tánger al cuerpo diplomático acreditado en Tánger.14 de
Octubre de 1.902. A.G.A. África. Sección Política (Marruecos). Caja 85 / Ex. 2.
1690
Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. Despacho no. 133. 20 de Octubre de 1.901. A.G.A. África.
Sección política (Marruecos). Caja 85 /Ex. 2.

1009
intentando al mismo tiempo sacudirse las trabas que le imponía el régimen de la protección y hacer

frente a las injerencias imperialistas. Para ello se había declarado con anterioridad a las operaciones

exento de responsabilidades por los daños que en el transcurso de las mismas pudieran sufrir en sus

bienes o en sus personas mojalatas, semsares, protegidos y hasta los súbditos extranjeros residentes

o transeúntes.

Por iniciativa española, el cuerpo diplomático acordaría no admitir el principio de

irresponsabilidad del Majzén en los daños causados a ciudadanos o protegidos de Europa en el

transcurso de las operaciones que iba a emprender la fuerza expedicionaria.

La mehal.la imperial se ponía en marcha1691 y el acuerdo sobre los cautivos entre España y

Marruecos era firme, por lo que Ojeda podía declararse satisfecho. En una carta particular llena de

cinismo que Ojeda remitió a Almodóvar el 14 de febrero de 1902, el diplomático comentaba que sin

medios materiales, sin desplegar un destacamento en suelo marroquí, sin necesidad de resucitar la

política de cañoneras, España había obtenido un éxito bastante completo, “sacándole los cuartos“ al

Majzén, llevándolo a tratar a súbditos y protegidos españoles con refinado miramiento, obligándole

a poner en marcha a todo un cuerpo de ejército y forzándole a “aceptar reclamaciones a todas luces

injustificadas “ como las suscitadas por el asunto de los cautivos.1692

El regreso de Saavedra desde Marrakesh aportó conocimientos nuevos a Ojeda que le

permitieron remitir un informe al Ministro de Estado en el que se resaltaba la lucha mantenida en la

Corte imperial entre los sectores más modernizadores del Majzén encarnados por Al-Mennebhi y

los sectores tradicionalistas encarnados por el Gran Visir al-Garnit . Este conflicto era interpretado

en clave muy simplista, y con un lenguaje colonialista, que tendía a entender las tensiones

cortesanas como fruto del espíritu pueril que reinaba entre los miembros del Majzén, los cuales

1691
Enrique Ruíz, el cónsul de España en Casablanca remitía el 23 de noviembre un despacho a Ojeda señalando que a
la ciudad acababa de llegar procedente de Marrakesh un contingente compuesto por tres mil hombres que enviaba el
Majzén contra las cabilas acusadas de retener a los dos españoles cautivos. Enrique Ruíz, cónsul en Casablanca a
Emilio de Ojeda. Despacho no. 79. 23 de Noviembre de 1901. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 46 /
Ex. No. 1.
1692
Carta particular no. 30 de Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. 14 de Febrero de 1.902. A.M.A.E.
Archivo Histórico. Legajo H- 1263.

1010
daban salida a sus egoístas pasiones en forma de sordas intrigas que buscaban alcanzar el favor del

Sultán. Lucha agravada por el antagonismo entre Francia e Inglaterra, que se llevaba a cabo “en un

ambiente corrompido (la Corte Imperial) lleno de parásitos y especuladores”.1693

El primero de ellos, Al- Mennebbhi era descrito como un individuo dotado de energía y

talento; el segundo, al-Garnit como astuto y experimentado pero sin las cualidades de un hombre de

acción. Ojeda entendía que la solución adecuada para el mantenimiento del frágil andamio del ‘statu

quo’ era la toma del poder por una personalidad fuerte, que realizara las funciones de un

‘Mayordomo de Palacio’ de la monarquía franca pre-carolingia, una especie de Carlos Martel que

tenía que aunar talento, inteligencia, respetabilidad entre los creyentes y el prestigio de sus hazañas

militares; esa era la única forma de asegurar la independencia del país y aplazar así una revolución

general que diese al traste con la monarquía alauí. En todo caso, el análisis pecaba de simplicidad,

aferrándose a la reproducción de unos estereotipos que conformaban un mito creado por los

colonizadores, el cual adolecía de una falta de comprensión de la figura de Abd al- Aziz. Se le

presentaba como un monarca carente de dignidad, despótico, con un comportamiento arbitrario

unido a un carácter infantil y veleidoso; Ojeda ofrece la imagen de un Sultán muy apartado de los

asuntos de Estado y rodeado de agentes comisionistas, industriales y “parásitos” europeos que

fomentan sus excentricidades y caprichos. A juicio de Saavedra, Mawlay Abd al- Aziz no tenía otra

preocupación cotidiana que jugar al billar, realizar continuos paseos en bicicleta, manejar

marionetas y regodearse con la fotografía y el manejo de toda suerte de aparatos eléctricos

instalados en su harén. De cuando en cuando, se dedicaba a aprender la realización de ejercicios

acrobáticos con los niños de una compañía de circo española instalada en Marrakesh.1694

1693
“Inglaterra alienta abiertamente al Menebhi y empuja al Sultán en el camino de las reformas y de la civilización.
Francia, por su parte, sostiene al Garnit y se opone á toda mejora del actual estado de cosas, no porque vea en las
reformas un peligro para el Imperio, sino porque llevadas a cabo éstas por Inglaterra, teme que su implantación
aumente la influencia de Gran Bretaña en perjuicio de la omnímoda y exclusiva que ella pretende ejercer “.
1694
Carta particular no. 24 de Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. 5 de Noviembre de 1.901. A.M.A.E.
Archivo Histórico. Legajo H-1263.

1011
Otro error cometido por Ojeda es magnificar la trascendencia de la “siba“, interpretada como

una serie de zonas donde perduraba la anarquía, las guerras tribales y la insumisión al Sultán. Sin

embargo, otras obras y otros testigos del Marruecos de principios de siglo estaban interpretando

mejor la situación del Imperio. Así Edmond Doutté, con sus misiones de estudio en las zonas rurales

y Eugène Aubin, en su obra Le Maroc d´aujourd´hui (1903) no otorgaron un significado

determinante a la “siba”, percibiendo el aparente desorden político marroquí como una forma de

orden, como una fórmula política de equilibrios.

Ojeda, por el contrario, resalta demasiado la intranquilidad de las regiones del Sur del

Imperio, que califica como endémica y tiende a sobrevalorar el descontento contra el Sultán de los

habitantes de Fez.

11. 19. Incidente en Tetuán

Nuevos motivos de inquietud para la diplomacia española se sumarían a la cuestión de los

cautivos a finales de noviembre de 1901.

El 28 de noviembre el periódico El Liberal recibía un telegrama desde Tánger, comunicando

que un nutrido grupo de cabileños de Beni-Hassan, alrededor de setecientos, llegado a Tetuán había

atacado el consulado de España, apedreándolo y poniendo en peligro a la familia del representante

español. Tras destrozar los cristales del edificio, había irrumpido en el barrio judío donde habían

continuado sus desmanes.

La noticia provocó en España una nueva oleada de artículos y editoriales denunciando la

actitud agresiva e intolerante, la xenofobia del pueblo marroquí. Se pedía venganza para el honor

nacional afrentado. Se hablaba de una injustificada agresión contra la dignidad nacional llevada a

cabo por salvajes montañeses.

1012
El Gobierno tuvo que hacer frente en el Congreso de Diputados a una interpelación del

diputado Seguí el 10 de Diciembre de 1901, en la que se exponía que no solamente habían resultado

heridos dos de los hijos del cónsul, pues los atropellos se habían hecho extensivos a varios súbditos

españoles, uno de los cuales había sufrido la destrucción de su casa y enseres.1695 Seguí cargó las

tintas sobre el incidente calificándolo como un hecho de gravedad extrema, que el gobierno Sagasta

no había sabido abordar, pues no había conseguido ni la destitución del Bajá de Tetuán ni el castigo

de los autores de aquellos hechos.

Los artículos de prensa que Seguí utilizaba se basaban en un informe tendencioso y

tergiversado del cónsul Castro sobre el incidente, que hablaba de una invasión de la ciudad,

protagonizada por los Beni-Hassan. Éstos habían generado un reino de caos, anarquía y desenfreno,

y habían sometido la ciudad al más completo salvajismo y barbarie, culminados con amenazas

hechas con espingardas a los españoles, y con la agresión que sufrieron la hija del cónsul, y dos

criados marroquíes del consulado.

Sabemos que el territorio marroquí conocía una serie de erupciones nacionalistas de carácter

antiimperialista que prácticamente llegaban a todos los rincones del Imperio. Al principio la

violencia se canalizó a través de la resistencia anti-francesa en el Tuat, aunque muy pronto fue

tomando proporciones desconocidas hasta entonces. Diversos ciudadanos europeos empezaron a

tener problemas de convivencia con la población marroquí, y algunos de ellos ( Marcos Essagin,

Pouzet, los hermanos Montes, etc1696...) resultaron muertos; pronto, a la reacción antiimperialista se

añadió la protesta social por el empobrecimiento de la población marroquí y con el tiempo empezó a

ser normal la existencia, en un lugar u otro del territorio, de jefes rebeldes, poderes locales, santones

exaltados o simplemente bandidos afortunados, que aterrorizaban una región en beneficio propio y

de sus leales. En 1901 empiezan a producirse simultáneamente todos estos fenómenos y sus

1695
D.S.C.D. 10 de Diciembre de 1.901.
1696
En el verano de 1.901 tres europeos eran objeto de una agresión en el gran Zoco de Tánger por parte de una masa
sobreexcitada por las fiestas de la Pascua del Mouloud. B.C.A.F., septiembre de 1.901, pág. 314.

1013
protagonistas llegan a unos niveles de audacia que sólo se pueden explicar por la convicción de que

la autoridad del Sultán estaba al borde del colapso.

Y sin embargo de la misma manera que el secuestro de los Montes no había sido un hecho

gratuito pues había respondido a una provocación del padre de la familia, al violentar las

costumbres marroquíes, en el ataque al consulado de Tetuán, no ocurrió nada que no se justificase

en virtud de una provocación española.

Sin embargo las primeras informaciones remitidas desde Tánger a Madrid tergiversaban los

hechos, pues hablaban de que quienes iniciaron el ataque fueron los cabileños, arrojando una piedra

que hirió a la hija del cónsul Felipe de Castro, lo que llevó a su hermano a arrojar otra a los

marroquíes, contestándole los musulmanes con un apedreamiento general del edificio. El cónsul de

inmediato había presentado una reclamación al Bajá Abdelkader Belgazi,1697 quien mandó a su

Jalifa a disculparse, tras haber supuestamente realizado varias detenciones. Sin embargo el Jalifa

achacó la responsabilidad del incidente al hijo del cónsul. No se le hizo caso, cuando decía la verdad

y el asunto trascendió al ámbito de la Legación que presentó una reclamación oficial a Mohammed

Torres, el cual repetiría la versión marroquí sobre el origen del incidente.1698 Por parte española se

solicitaba un castigo ejemplar del Bajá, al que se consideraba responsable por la alteración del orden

que había puesto en peligro la vida de españoles, así como el castigo de los Beni-Hassan culpables.

Torres se escudó inquebrantablemente en las declaraciones del Bajá, y debido a las discordancias

entre éstas y las del cónsul Castro, el Encargado de Negocios de la Legación, García Jove, acabó

por enviar a un funcionario, Reginaldo Ruíz a Tetuán para que procediera a investigar los

pormenores del suceso.1699 Ruíz se apresuró a instruir un amplio y minucioso expediente sobre lo

1697
Al parecer los montañeses Beni-Hassen habían atacado también el Vice-consulado británico haciendo fuego con
cartuchos de fogueo sobre las puertas del edificio.
1698
Telegrama de García Jove al Duque de Almodóvar del Río. 29 de Noviembre de 1.901. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 79 / Ex. 1.
1699
Manuel García Jove, Encargado de Negocios de la Legación española en Tánger al Duque de Almodóvar del Río.
Despacho no. 157. 30 de Noviembre de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 79 / Ex. 1.

1014
ocurrido, que ratificaba la versión marroquí. No procedía, por lo tanto proseguir con las

reclamaciones.1700

En aquellas partes más ‘sensibles‘ de la frontera hispano-marroquí se reiteraron las órdenes

más estrictas para que militares y civiles españoles no provocaran las iras de los marroquíes. Un

incidente habido en Melilla el 1 de Octubre sirvió para reforzar si cabe los lazos con un balbuciente

partido pro-español formado entre los rifeños que moraban en las cercanías de Melilla. Uno de sus

elementos más destacados, el conocido como “el Fraile” acudió a visitar al Comandante General y

le expresó su convicción de que el Imperio jerifiano se desmoronaba irremisiblemente, por lo que

estaba intentando valerse de su enorme influencia entre los cabileños para ganarlos a la causa de

España. “El Fraile” argumentó que los rifeños no estaban preparados aún para gobernarse a sí

mismos y en tales circunstancias era irremediable la aproximación a España, prometiendo que aun

en el caso de un enfrentamiento abierto entre españoles y fuerzas regulares marroquíes, los

cabileños no se decantarían del lado del Sultán.1701

1700
El día 6 de Enero de 1.898 había ocurrido en Tetuán un incidente similar con motivo de la llegada a la ciudad de
multitud de montañeses Beni-Hassan para felicitar al nuevo Bajá. Más de mil hombres armados con espingardas
penetraron en la ciudad. En la plaza del Jeddán hicieron vistosas evoluciones en medio de un fuego graneado rápido e
incesante; posteriormente muchos de ellos se dirigieron a otras calles y plazuelas para seguir ‘corriendo la pólvora’,
teniendo lugar diversos incidentes con algunos españoles que llevaron al cónsul Teodoro de Cuevas a presentar una
solicitud de indemnización al gobernador marroquí cifrada en más de doscientas pesetas. Teodoro de Cuevas a Emilio
de Ojeda. despacho no. 3. 10 de Enero de 1.898. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Legajo 236 / Ex. 2.;
Telegrama del Duque de Almodóvar del Río a Manuel García Jove. 5 de Diciembre de 1.901.
1701
Informe del Subsecretario del Ministerio de la Guerra dirigido al Duque de Almodóvar. 30 de Septiembre de
1.901. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 160 /Ex-1.

1015
11.20. Competencia económica francesa al puerto de Melilla: Las playas de Kiss. Reformas

en el Imperio marroquí.

En 1899 las Cámaras de Comercio de Argel y Orán dieron la voz de alarma viendo el

crecimiento inquietante del comercio melillense. Desde varios años atrás aparecían por la vieja

ciudad española exploradores franceses, algunos de éstos comisionados por el Residente General en

Argelia, para observar detenidamente el movimiento generado por las nuevas circunstancias de la

zona tras cuatro siglos de inmovilismo y apatía. Duveyrier, Moulieras, Segonzac, René- Leclerc y

otros tienen ocasión de comprobar “in situ” que Melilla ya no es la fortaleza olvidada, el presidio

inútil que siempre los franceses creyeron que fue. Pese al evidente desprecio que hacia Melilla y

España se observa en las notas dejadas por estos viajeros,1702 no cabe duda que sus informes en

Argelia dejaron huella, y prueba de ello es la Memoria que las citadas Cámaras de comercio

argelinas dirigieron al Gobernador del territorio impulsándole a contrarrestar la supremacía

comercial de Melilla en el nordeste marroquí. La reacción no se hizo esperar y a principios de

octubre de 1901 el Marqués del Pedroso, cónsul de España en Orán, advertía del riesgo que suponía

para Melilla la apertura al tráfico comercial de las playas argelinas del Kiss. A pesar de la oposición

de los intereses mercantiles ligados a otros puertos de la costa argelina, en especial el de Némours,

era un hecho la apertura de un establecimiento a las orillas del Kiss (Uad Kiss, que constituía la

línea fronteriza entre Argelia y Marruecos) para la importación y exportación de toda clase de

mercancías. Hasta entonces la exportación de mercancías por las playas del Kiss estaba prohibida

por una disposición gala en beneficio del puerto de Némours. El proyecto respondía a una iniciativa

de Louis Say, antiguo oficial de la Marina de Guerra francesa establecido en el lugar desde hacía

cierto tiempo que, aprovechando el impacto causado por la muerte de Mr. Pouzet por las tribus de

1702
La mayor parte de estos viajeros pretendía hacer creer que el principal comercio de Melilla era el contrabando de
armas. Cfr. Segonzac, Marqués de: Voyages au Maroc (1899-1.901), París, 1.903, pág. 44; René-Leclerc: Le Maroc
septentrional. 1904; Rezzouk: Notes sur le Rif, 1.906, pag. 401. Es posible que tomaran la idea obsesiva del explorador
Duveyrier, puesto que cuando este francés estuvo en Melilla en 1899 la venta de armamento a los rifeños estaba
autorizada. Poco después fue prohibida.

1016
Kebdana, había gestionado con el apoyo de un número importante de armadores franceses, y

obtenido del nuevo Gobernador General de Argelia (antiguo Ministro Plenipotenciario en Tánger)

Révoil el permiso para la apertura de un puerto en Kiss. Este establecimiento debía servir de base

para la exportación de artículos europeos hacia todo el Rif, en detrimento de Melilla. Desde ese

momento los terrenos de Kiss habían adquirido un gran valor, recibiendo la nueva factoría el

nombre de su fundador, Port Say. Al mismo tiempo se había establecido una línea telegráfica entre

Port Say y Némours.

Durante las primeras semanas la actividad había distado mucho de ser frenética. Pedroso la

cifraba en la acción de un solo vapor que había llevado a cabo diversos viajes, transportando hasta

4.000 toneladas de cereales. Sin embargo se estimaba que en las próximas semanas las cabilas

próximas a Némours aprovecharían sus viajes al Kiss donde acudían a vender cereal, para surtirse

de artículos de importación europea. Esta eventualidad era muy peligrosa para los intereses

españoles, pues no estaba permitida por el Majzén la venta de cereal marroquí en Melilla. Port Say

iba a tener sobre la ciudad española una gran ventaja: al acudir al puerto francés y efectuar sus

ventas, los rifeños tenían una liquidez inmediata que les permitía abonar inmediatamente sus

adquisiciones de artículos europeos. En Melilla los rifeños no tenían compensación económica

alguna por las compras que efectuaban; no iban a poder disponer de más dinero que el que hubiesen

podido transportar desde su lugar de origen.1703

La noticia provocó una discusión en el Congreso de los Diputados el día 22 de noviembre,1704

cuando el diputado Bergamín presentó una interpelación al Ministro de la Guerra solicitando una

transformación radical en la organización de la economía y sociedad melillense.

El Ministro de la Guerra, Weyler, saldría al paso indicando que Melilla debía seguir

manteniendo su carácter excepcional de plaza de guerra, necesario para su defensa militar y que se

1703
El Marqués del Pedroso, cónsul de España en Orán al Duque de Almodóvar del Río. Despacho no. 126. 8 de
Octubre de 1.901. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 198 /Ex. 2.
1704
D.S.C.D. 22- Noviembre-1.901, pag. 1729 y siguientes.

1017
había hecho ya un esfuerzo por fomentar el comercio de la población, eximiéndola del pago de los

‘derechos de consumos’, no pagando impuestos más que los artículos de tránsito. De todo ello

resultaba que en una población de diez mil personas, apenas si se recaudaban tres pesetas anuales

por habitante, cifra ridícula en comparación con las pagadas en concepto de impuestos por los

peninsulares. Por otro lado, Weyler indicaría que la Junta de arbitrios de Melilla no tenía intención

de introducir nuevos tributos sin el consentimiento previo del Ministerio de la Guerra.

En Melilla se solapaban dos problemas diferentes: el primero era el relativo a la subsistencia

de la población y de la guarnición, y el segundo, el del desarrollo económico de la ciudad. Las

intervenciones del Ministerio de la Guerra se estaban centrando más en el primero de ellos,

buscando una supresión de la Aduana marroquí (establecida cuando en 1866 se había permitido el

comercio de la plaza con el territorio del Sultanato) que permitiera la libre entrada de reses desde el

Sultanato.

Unida a la anterior estaba la presión de círculos burgueses como los agrupados en la

Asociación Mercantil, Industrial y de Propietarios de Melilla, alarmados ante la competencia

económica de Argelia. Los franceses habían puesto buen cuidado en contrarrestar la supremacía

comercial de Melilla en el nordeste marroquí; hacia 1901 las Cámaras de Comercio argelinas

estaban aprovechándose para ello de la creación de los llamados ‘depósitos francos’ de Marnia y

Beni Unif, primer paso hacia un desplazamiento del comercio en favor de los intereses galos. Las

mercancías entradas por Orán y Nemours con destino a Uxda (por Marnia) y Figuig (por Beni Unif)

, quedaban libres de todo derecho, pagando sólo almacenaje y escolta.1705

La frontera argelo-marroquí era el destino, asimismo, de una intensa corriente de exportación

de toda clase de productos del Imperio, siendo notabilísima en lo referente al ganado lanar y

vacuno, hasta el punto que los comerciantes de Melilla evaluaban que sólo en el zoco semanal que

se celebraba en Marnia se vendían de seis a ocho mil carneros. Gran parte de este ganado procedía

1705
Véase Dechaud, E.: op. cit, pág. 26.

1018
de las cabilas más próximas a Melilla que no podían venderlo en el puerto español, dada la

oposición de los Administradores de la Aduana Marroquí. De aquí surgieron peticiones que se

unieron a la de los militares para obtener del Sultán la libre exportación de ganado por la plaza.1706

Otra cuestión era la relativa a la potenciación económica de Melilla. La amenaza francesa fue

ignorada por las autoridades españolas que rechazaron la posibilidad de actuar de forma inmediata,

reduciendo o eliminando los derechos de arbitrios percibidos por la Junta Municipal por aquellas

mercancías entradas en Melilla y en tránsito hacia Marruecos.

En el transcurso del primer semestre del año 1900, los tres hermanos Ibn Musa

desaparecieron uno, tras otro del gobierno marroquí. El joven Sultán ‘Abd al- Aziz mantuvo durante

un tiempo la ficción de la continuidad, al nombrar Gran Visir a un primo del difunto regente Bu

Ahmed y Chambelán a un hermano del fallecido. Era, sin embargo, evidente, señala Abdallah

Laroui que no podía continuar con la política tiránica de este último ni restablecer el Majzén de

Mawlay Hassan I. Dejó pasar el tiempo necesario para evaluar y posteriormente vender la inmensa

fortuna que el regente se había cuidado de legarle en su totalidad, al nombrarle tutor de sus hijos; a

continuación, constituyó un Majzén completamente nuevo. El joven Sultán, bajo la influencia de su

madre, Lalla Raquia, esclava de origen ruso (circasiana) educada en Turquía y de sus consejeros

británicos -el comandante Harry Mac Lean y el médico Verdon, y con el estímulo discreto del

Ministro británico en Tánger, Arthur Nicolson-, estaba decidido a transformar su gobierno y a dotar

una nueva administración. Sus intenciones eran excelentes pero este nuevo Majzén no consiguió

fundar una nueva legitimidad a los ojos del pueblo marroquí. Los historiógrafos contemporáneos

marroquíes (Ibn Zaidan) tuvieron conciencia de este corte.

En sólo unos meses, las reformas que los ingleses habían intentado en vano conseguir que

aceptasen los Sultanes Mawlay Muhammad IV y Mawlay Hassan I fueron adoptadas y aplicadas

1706
“Exportación de ganado. Solicitud de la “Asociación Mercantil, Industrial y de Propietarios de Melilla para que se
consiga la exportación de reses por ese puerto“, dirigida al Ministerio de estado. 28 de Diciembre de 1.901. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 198 /Ex. 2.

1019
con entusiasmo bastante ingenuo, pues el Majzén creía poder obtener fácilmente la ayuda y el apoyo

de las potencias europeas. Inglaterra fue el único país que siguió con aparente simpatía la

experiencia. Tras el regreso en el verano de 1901 de las dos misiones enviadas a Europa para

sondear las intenciones de las potencias, dirigidas por Mahdi Al-Mennebhi y Abd al-Krim Ben

Sliman, el gobierno marroquí estudió una serie de ideas reformistas que fueron discutidas y

aplicadas en septiembre. En lo esencial, retomaban los principales puntos del programa de

modernización presentado al Sultanato en el siglo XIX por John Drummond Hay, antiguo

Plenipotenciario Británico, que resumidos serían los siguientes según Abdallah Laroui:1707

1. Se trataba, primeramente, de formar un auténtico gobierno; las disposiciones legislativas y

las decisiones políticas no podían tomarse más que en Consejo de Ministros, que se reuniría todos

los días a una hora determinada, tras una discusión libre y general de todos sus miembros.

2. Para acabar con la venalidad de la administración, se asignaron unos salarios a los

funcionarios, que, en caso de ser destituidos, ya no tenían que temer ser encarcelados o desposeídos

de sus bienes, pero, en contrapartida, al ser nombrados, debían prestar juramento de no aceptar

regalos ni medio alguno de corrupción.1708

3. La experiencia del impuesto llamado ‘tertib’ introducido en 1881 fue retomada y mejorada;

los caídes y gobernadores ya no se encargaban de percibir el impuesto sobre bienes raíces, que fue

confiado, a partir de entonces, a unos amines especializados que debían informar de la suma que

debía cada propietario, bien por adelantado bien aplicando un baremo fijo.

4. Por último, un embrión de Asamblea Consultiva, formada en gran parte por funcionarios y

comerciantes, se reunió en Rabat en diciembre de 1901, para discutir los proyectos de equipamiento

a los que los ingleses concedían gran importancia.

1707
Véase Laroui, A.: Orígenes sociales y culturales ..., op. cit., pag. 373.
1708
Bulletin du Comité de l´Afrique française, no. 5 (Mayo de 1.902), pág. 188.

1020
El programa reformista patrocinado en Marruecos por los británicos desde 1860 era por fin

aplicado. Sin embargo, las circunstancias no se presentaban ahora más favorables que en el siglo

XIX. Los resultados fueron sistemáticamente negativos, según el testimonio unánime de los

contemporáneos, marroquíes y extranjeros. El Consejo de Gobierno, dividido en dos clanes

antagonistas, no adoptaba ninguna decisión; los caídes, gobernadores y jefes del ejército estaban

también divididos en dos campos enemigos; los funcionarios, al no tener ningún estímulo,

cumplían cada vez peor con sus tareas; la consulta de los notables fue percibida por las poblaciones

como una muestra de debilidad e indecisión; el ‘tertib’, por último, más leve, comparado con los

impuestos irregulares recaudados por los gobernadores, se consideraba, sin embargo, excesivamente

gravoso respecto de los impuestos coránicos tradicionales, que eran los únicos impuestos

considerados legales.

11.21. Recapitulación sobre la política exterior española en el período anterior.

Negociaciones secretas franco-españolas en torno al reparto de Marruecos.

La política exterior de Silvela durante el bienio 1899-1900 podía ser interpretada a simple

vista como muy errática. Tras la derrota frente a Estados Unidos, que había puesto de relieve la

precariedad de la política internacional del régimen restauracionista en 1899, había buscado primero

una alianza con Francia, para en el verano de 1900, echarse en brazos de Inglaterra, confiando en el

respaldo del gobierno británico para constituir un nuevo imperio colonial en el continente africano.

Sin embargo estos bandazos en las orientaciones exteriores esconden que, en definitiva, Silvela se

movía siempre en virtud de la búsqueda de una garantía internacional para la integridad territorial de

España, o de un apoyo exterior que permitiese la constitución de un hinterland defensivo de la

península y del archipiélago canario, sito en el nor-oeste del continente africano. El líder

conservador había concentrado todos sus esfuerzos en luchar contra el aislamiento exterior de

España, bien ‘moviéndose’ con el objetivo de encontrar apoyos internacionales, alianzas, de buscar

1021
solidaridades, bien inclinándose hacia el reforzamiento de las estructuras militares nacionales,

intentando la construcción de un pequeño imperio no tanto buscando su explotación económica,

sino más bien una mejor estructuración de la defensa del país. Si había querido que España

ingresase en la Dúplice franco-rusa había sido con ese propósito; si había intentado apoderarse de

Tarfaya y la Sakia al-Hamra era con el mismo objetivo: conseguir un estratégico glacis o zona de

seguridad en la costa occidental de Marruecos que permitiese una mejor defensa militar del

archipiélago canario.

Por lo tanto sus actuaciones difieren mucho de la consideración de diplomacia insegura,

vacilante. Sabedor de la dinámica histórica imperante, el agresivo imperialismo, Silvela, a

sugerencia de Ojeda procuró huir de la satelización de España con respecto a los intereses galos, e

intentó a finales de la primavera de 1900 sorprender a la comunidad internacional con una maniobra

diplomática repentina e inesperada que devolviese al país su condición de colonizador y una

posición de prestigio respetada por toda Europa. Esta maniobra no la llevó a cabo de manera

completamente abierta, apoyándose en una influyente opinión pública nacional que respaldase su

actuación: su intento se inscribió más bien en la política hermética, de diplomacia secreta, propia del

continente europeo en el período anterior a la Primera Guerra Mundial, intentando repetir la fórmula

francesa -modelo a imitar- de jugar con hechos consumados en la cuestión marroquí. La

información y el debate quedaron excluidos, pues, del Parlamento. Para ello el gabinete español

negoció directamente con el Majzén en un primer momento sin dar cuenta de sus gestiones a ningún

país. De hecho, tal maniobra se frustró por la oposición del Sultán a la cesión de Tarfaya, y en una

segunda etapa, Silvela, dio a conocer sus propósitos a las principales cancillerías europeas. A lo

largo del verano, todas las negociaciones intentadas por el gabinete conservador en Marruecos en

aras a la ocupación de la costa sahariana al norte de Río de Oro no tendrán éxito. La documentación

diplomática española nos evidencia cómo el gobierno deseaba obtener la ocupación de Tarfaya y la

Sakia por miedo a que la región pasara a estar controlada por el Reino Unido o Francia; sobre todo

por parte de los franceses. El miedo al ‘peligro francés’ es usado como un instrumento por los

1022
españoles ante el Sultán con el fin de forzar la concesión. Las tácticas dilatorias del Majzén

frustrarán la acción diplomática española y obligarán a los conservadores a decantarse por la

búsqueda de apoyos exteriores que permitiesen la consecución de esas pretenciosas e importantes

ambiciones territoriales. Un año después del conflicto diplomático suscitado por el asunto de

Gibraltar y en un claro bandazo de sus inclinaciones exteriores, Silvela buscó en el Reino Unido el

apoyo necesario para construir un imperio colonial en el noroeste de África. El Gobierno

conservador, utilizando el manido recurso de esgrimir la posibilidad de la ocupación de Tarfaya-

Sakia por parte de Francia, intentó que lord Salisbury se convirtiese en la llave apropiada para

intentar abrir o romper la cerrazón del Sultán. Este apoyo fue prometido por parte británica en un

primer momento, y posteriormente negado tras un estudio exhaustivo de lo que significaba por parte

del Foreign Office, y coincidiendo con la llegada a este departamento ministerial del nuevo

responsable, lord Lansdowne, por considerarlo claramente atentatorio al mantenimiento de la

independencia de Marruecos y a la pervivencia del statu quo. El rechazo inglés llevará a los

gobiernos conservadores a sondear a Francia, en otro giro de los que marcan la aparentemente

errática política exterior española. La documentación de la Embajada española en París patentiza

que en octubre de 1900, manifiesto ya el rechazo británico, el gobierno de Madrid se dirige al

Ministro francés Delcassé buscando el apoyo de la República para sus pretensiones sobre el sur del

Imperio. Estas charlas entre León y Castillo y Delcassé son el prefacio inmediato de las

negociaciones franco-españolas sobre el reparto de todo el Sultanato que se iniciarán en la

primavera de 1901. Era el fin de una trayectoria iniciada a comienzos de año. Con ella Silvela no

había conseguido potenciar la trayectoria expansionista del país, ni afirmar las pretensiones

españolas en Marruecos, ni siquiera ganarse la voluntad francesa o británica en aras a garantizar la

seguridad nacional sin olvidar que se iba constatando la creciente potencialidad bélica de Francia,

instalada ya en ciertas partes del Sultanato, no enormemente peligrosas para la sensibilidad

española o europea en general, pero apuntando a ulteriores movimientos expansionistas. Atendiendo

1023
al marco teórico descrito por Roberto Mesa1709 cuando distingue entre las grandes potencias cuya

política es de irradiación mundial, de aquellas medianas que ejercen un importante función

protagonista, aunque nunca hegemónica, en un radio de acción limitado, concretamente regional,

Silvela había buscado en 1900 que España se moviera u obrara dentro de los parámetros de esta

última categoría, la definida por un país con una política internacional propia, es decir, adecuada a

sus proposiciones y eficaz en cuanto a sus objetivos.

La frustrada experiencia de Silvela de aproximación al Reino Unido va a marcar la política

española con respecto a la cuestión marroquí. El inmediato gobierno liberal va a abandonar toda

veleidad de desarrollar un ejercicio de política autónoma -dado que sólo llegará a vislumbrar la

posibilidad de enviar una expedición armada limitada al Sultanato durante el verano de 1901,

opción sin embargo rápidamente descartada- y renunciará a ejercer iniciativa alguna relevante en el

Imperio. El máximo representante diplomático español en el Sultanato, Ojeda es sustituido por el

canario Cólogan, menos díscolo a aceptar las instrucciones del Gobierno y nada proclive a ejercer

en el Sultanato una actuación diferente de la emanada de las órdenes de Madrid .

Llegados al poder los liberales el 6 de marzo de 1901, Sagasta va a subordinar su política en

Marruecos a la necesidad de llegar a un acuerdo con Francia, olvidándose de las veleidades pro-

británicas de la última etapa de gobierno de los conservadores. Se trata de una reformulación

estratégica de la política española en la cuestión marroquí que supone la elaboración y asunción de

una alternativa materializada en el compromiso con Francia, y una reconsideración acerca de la

utilidad de las acciones armadas españolas en el Sultanato, que quedan descartadas como

inconvenientes.1710 Las conversaciones con Delcassé, tras su precedente en otoño de 1900, son

retomadas inmediatamente y durante todo ese año (1901) y el siguiente asistiremos a un

1709
Véase Mesa, R.: Democracia y política exterior en España, Madrid, Eudema, 1988, pág. 17.
1710
El general Gómez Jordana había redactado en la década final del siglo XIX un informe para el gobierno español en
el que expresaba su convicción de que si las circunstancias llevaban a España a intervenir militarmente en Marruecos,
habría que afrontar una cruenta campaña, para la que habrían de movilizarse en los comienzos, cien mil hombres.
Véase Teniente General Francisco Gómez-Jordana Souza: La tramoya de nuestra actuación en Marruecos, Madrid,
Editora Nacional, pág. 27.

1024
interminable tira y afloja entre las dos partes negociadoras. En cuanto al mantenimiento del statu

quo, el gobierno liberal opta por su defensa, intentando eludir la llegada de un punto crítico en el

problema de Marruecos que determinase la implicación de las fuerzas armadas españolas. Por ello

Sagasta y Almodóvar intentarán como había hecho Silvela subsanar las deficiencias anteriores de la

política internacional española, abandonar el aislamiento de los años finales del siglo XIX, y

preparar al país ante la apertura de la cuestión marroquí, alineándose decididamente con Francia,

pero conjurando el peligro de que ello supusiese un compromiso belicista.

Los estudios dedicados a la política exterior practicada por los liberales durante el bienio

1901-1902 no siempre han dado el suficiente relieve a la tendencia continuista de Sagasta con

respecto a las líneas orientadoras de la delimitada por Silvela. El estudio de la labor diplomática del

grupo dirigente restauracionista -entendiendo en su globalidad a liberales y conservadores- a lo

largo de un tiempo determinado (1899-1902) ha de mostrar la evolución y el dinamismo que tiene

ese mismo grupo a la hora de plantear y resolver las principales cuestiones internacionales

pendientes, siendo incorrecto juzgar su comportamiento en función sólo de una de las etapas.

Cuando se comete este error, no se perciben las contradicciones, las vacilaciones, los avances y

retrocesos, pero tampoco las líneas de continuidad que experimenta el indicado grupo. Para no caer

en esta falsedad historiográfica, vamos a diferenciar tres etapas en la dinámica diplomática de los

gobiernos restauracionistas en este período:

1.- Una primera (1899) en la que se lleva a cabo una redefinición de la política exterior

española por parte de Silvela, que le lleva a intentar insertar a España en el marco de la Dúplice

Alianza franco-rusa, o en el más amplio de una coalición continental anti-británica, que englobase

al II Reich, y que diese una garantía internacional a la seguridad nacional y a la integridad territorial

española, amenazada por el ciclo de la redistribución colonial de finales del siglo XIX.

2.- Una segunda (1900) vendría a ser el intento de proyección material del sueño de Silvela

de reconstituir un imperio colonial español, edificado en el Noroeste de África (Tarfaya- Sakia al-

1025
Hamra), para lo cual Silvela adoptó una estrategia similar a la que había utilizado en los meses

anteriores (cuando el político conservador se decantó por apoyar la resolución majzeniana de cerrar

a la navegación internacional las costas rifeñas) consistente en contar con la colaboración del Reino

Unido para obtener el control de un territorio que contribuyese a reforzar la seguridad nacional (en

este caso de las islas Canarias).

3.- Una tercera (1901-1902) que coincide con el fracaso de la estrategia de Silvela y con la

llegada al gobierno de Sagasta que intentó hacer compatible la aproximación diplomática a

Francia1711 con la dilatación de la apertura de la cuestión marroquí, y con el mantenimiento de la

imagen internacional de España como país ‘neutral’, procurando no desatar los recelos británicos.

En realidad, en este período se da una verdadera coincidencia entre liberales y conservadores en

cuanto a la estrategia de prudencia y moderación que España ha de mantener en los asuntos

marroquíes, y en el planteamiento de la seguridad territorial española como eje básico de la

actuación diplomática. Así Sagasta y su ministro de Estado, Almodóvar intentarán ligar1712 la firma

de un tratado de reparto de Marruecos con el compromiso francés de defensa de la integridad

territorial española, a lo que el gobierno republicano se opondrá.

En este sentido, el estudio del convenio de reparto de Marruecos con Francia en dos esferas

de influencia ofrece una perspectiva ideal para conocer mejor las directrices de la acción

internacional del gobierno de Sagasta. El gobierno liberal marcará las primeras pautas de su

actuación en el momento mismo de su constitución: frente a quienes habían defendido en el pasado

el retraimiento internacional de España, se adoptará una clara opción por el acuerdo con Francia,

con la estrategia consecuente que defendía llegar a un compromiso de reparto del Sultanato.

Hasta el momento actual contábamos con una fuente básica para el estudio del convenio non-

nato de 1902 entre Francia y España sobre el reparto en dos esferas de influencia de las tierras del

1711
Sin embargo Javier Tusell y Genoveva García Queipo de Llano en su estudio, Alfonso XIII. El rey polémico
resaltan que la característica básica de la política exterior española de la época consistió en una aproximación al Reino
Unido, buscando la prolongación de la existencia del Imperio marroquí. Cfr. Tusell, J. y García Queipo de Llano, G.:
Alfonso XIII. El rey polémico, Madrid, Taurus, 2001, pág. 112.
1712
Utilizando en sus gestiones en París al Embajador español en la capital francesa, León y Castillo.

1026
Imperio marroquí. Esa fuente es la conocida desde 1950, la utilizada por José María Campoamor

como documentación de su estudio La actitud de España ante la cuestión de Marruecos (1900-

1904).1713 Señala este autor cómo pudo averiguar que en 1905 quienes participaron en las

negociaciones reunieron cartas y despachos que formaron un solo cuerpo de más de quinientos

folios (en copia mecanografiada) titulado Las negociaciones hispano-francesas para el Convenio

sobre Marruecos (celebradas entre octubre de 1901 y el 11 de octubre de 1904). Esta

documentación fue transferida por el Ministerio de Estado a la Dirección General de Marruecos y

Colonias, y se halla en la actualidad en el Archivo General de la Administración de Alcalá de

Henares. Con ser importante su consulta, más lo es el hallazgo de toda una documentación inédita

que recoge hasta las más mínimas vicisitudes de la negociación, a lo largo prácticamente de dos

años, entre los gobiernos de París y Madrid. Se trataría de los fondos de la Embajada de España en

París, custodiados también en Alcalá, donde aparece no sólo la documentación original, manuscrita,

de las cartas de León y Castillo y Almodóvar, sino lo que es más importante: los borradores de las

cartas que León y Castillo rehacía y enviaba a Almodóvar, cuyo texto definitivo es el que

únicamente manejó Campoamor. Surgen ahora desveladas muchas respuestas clave a problemas

hasta ahora no bien entendidos: ¿cuándo empezaron exactamente las negociaciones?, ¿por qué su

larga duración?, ¿cuál fue la tarea en la negociación de la Reina Regente María Cristina de

Habsburgo?. Pero también surge una evidencia: y es que León y Castillo mintió en sus Memorias,

redactadas años más tarde, cuando ocultó el verdadero motivo por el que no se firmó el acuerdo. A

la luz de estos documentos inéditos, se demuestra como León y Castillo recibió hasta tres órdenes

1713
Hasta entonces la principal fuente de información del lado español sobre las negociaciones en torno a Marruecos
celebradas entre Francia y España (1901-1903) eran las memorias de León y Castillo, aunque cronológicamente sean
imprecisas y no rara vez inducen a confusión. León y Castillo falseó su biografía en este punto para darle más lustre.
Los libros de memorias – que siempre han gozado de poca fama en cuanto a su objetividad histórica- arrojan en este
caso una luz débil y mortecina sobre los orígenes y el desarrollo de las negociaciones francoespañolas. Víctor Morales
Lezcano en su libro, León y Castillo, embajador, no arroja ninguna luz sobre estas conversaciones. En el lado francés,
señala Vicente R. Pilapil (“Las negociaciones franco-españolas sobre Marruecos, 1901-1903“, en Arbor, no. 389, mayo
de 1978, pág. 35) existe una laguna importante de documentos oficiales al respecto. Delcassé dirigió personalmente las
negociaciones con el embajador español rodeándolas de un secreto bastante hermético. Ni siquiera informaba al
embajador de Francia en Madrid ni a otros altos cargos de su departamento. “Patenôtre, en Madrid, fue marginado
virtualmente (...). Es significativo que en los dos volúmenes de sus Memorias, en los que Patenôtre hace un relato
completo del conjunto de su carrera diplomática, omita totalmente los seis años que estuvo de embajador en Madrid “.
(Cfr. Christopher Andrew, Théophile Delcassé and the Making of the Entente Cordiale, Londres, MacMillan and Co.
Ltd., 1968, pág. 150).

1027
sucesivas de Sagasta para que firmara el tratado, y como una leve discrepancia verbal en el

momento de la firma con Delcassé evitó que el acuerdo cristalizara definitivamente. La versión

posterior que él da en sus Memorias de que el gabinete de Sagasta no le telegrafió la palabra en

clave convenida, “Guadalajara”, para la firma del tratado, es absolutamente falsa, al hacer su

aparición entre los papeles de la Embajada, dicho documento inédito, matasellado por los telégrafos

parisinos que lo recibieron a finales de noviembre de 1902.

11.22. Evolución de la actuación de los liberales con respecto a Marruecos entre 1898 y

1901.

Aunque la política oficial de los partidos del turno restauracionista era prolongar la

conservación del ‘statu quo’ en Marruecos mientras fuese posible y ganar tiempo de esta manera,1714

percatado el gobierno liberal sagastino de que Gran Bretaña no tenía apetencias territoriales en

Marruecos y ostentaba la rectoría de las potencias partidarias del principio de mantenimiento del

‘statu quo’, decidió en 1898 cerrar filas con ese país, meses después –incluso- de haber manejado la

posibilidad de llegar a una concertación continental contra el Reino Unido. Pese a la actitud

inamistosa y perjudicial de Inglaterra para con España durante la guerra hispano-americana y el

continuado recelo de Gran Bretaña,1715 España hubo de admitir que Inglaterra era su aliado natural

en lo que a la cuestión marroquí se refería. El 11 de enero de 1899, el Embajador de España en

Londres fue a entrevistarse con el titular del Foreign Office y “se pronunció muy seriamente“1716 a

favor de que España y Gran Bretaña practicasen una política concertada con miras a mantener el

‘statu quo’ en Marruecos. Lord Salisbury le dio la alentadora respuesta de que también su gobierno

1714
Esto ocurrió en líneas generales sólo hasta 1901, año en el que hay una cierta supeditación española a la política
francesa en Marruecos.
1715
Por razones que no están claras, el gobierno español daba por seguro que, en el caso de que las deterioradas
relaciones entre Francia y Gran Bretaña – recién superada la crisis de Fashoda – hubieran dado lugar a un conflicto, el
segundo de estos países habría tratado de ocupar algunos puertos de mar españoles. El intento de obtener el apoyo
francés, ruso y alemán contra la eventualidad de una agresión británica no dio resultados. Cfr. Pilapil, V. R.: “Las
negociaciones franco-españolas sobre Marruecos, 1901-1903 “, en Arbor, no. 389, 1978, pág. 32.
1716
Salisbury a Wolf, 11 de enero de 1899 ; G.P. Gooch y Harold Temperley (eds ), British Documents on the Origins
of the War, 1898-1914, Londres , His Majesty’ s Sationery Office, 1927, II , pág. 255.

1028
deseaba actuar conjuntamente con España en la medida de lo posible y que, por cuanto ambos

gobiernos se proponían idéntica política en el Sultanato, debían estar en condiciones de actuar

armoniosamente.1717 Sin embargo, cuando el gobierno de Silvela pretendió la ayuda inglesa para

constituir un colchón defensivo de Canarias en Tarfaya, Londres se negaría alegando que ello

rompía el mantenimiento del ‘statu quo’. El rechazo británico canalizó las aspiraciones de los

conservadores españoles a entenderse con Théophile Delcassé, quien en junio de 1898 había sido

nombrado Ministro de Asuntos Exteriores de Francia. Uno de los principales objetivos de Delcassé,

como más tarde expondría ante la Cámara de Diputados durante la primera crisis de Marruecos, era

hacerse con una parte sustancial de aquel país. “La visión imperial que habría de dominar el

desarrollo de su política exterior –señala C. Andrew- era la de una Gran Francia construida en

torno a las costas del Mediterráneo con un hinterland africano que se prolongaría hacia el sur

hasta el Congo“.1718 La adquisición de una parte importante de Marruecos era condición esencial de

ese programa. Delcassé propugnaba su consecución mediante la obtención de acuerdos con España

e Italia, y el posterior respaldo alemán para los mismos a cambio de compensaciones territoriales a

esta nación en otras regiones de África. Delcassé creía a la sazón que Inglaterra se opondría a las

ambiciones francesas en Marruecos y que sería preciso forzarla a asociarse a las mismas si aquéllas

se basaban en acuerdos con Italia y España respaldados por la aquiescencia de Alemania.1719 Al

verse Gran Bretaña envuelta en la guerra de los bóers, este hecho proporcionó al titular de

Exteriores galo la anhelada oportunidad de llevar adelante sus planes: se iniciaron conversaciones

con Italia y España.

La persona que más intensamente presionó al gobierno español para que aceptase la oferta de

Delcassé de entablar negociaciones sobre Marruecos fue el Embajador en París, León y Castillo.

1717
Con el fin de reforzar los lazos con Gran Bretaña, el gobierno español decidió (en el momento de asumir el poder
Silvela) unilateralmente suspender la construcción de fortificaciones y posiciones -iniciada durante la guerra de España
y Estados Unidos en la costa de Algeciras– que podían estar dirigidas contra Gibraltar (Wolf a Salisbury, 10 de marzo
de 1899, British Documents, Tomo II, pp. 255-256).
1718
Cfr. Andrew, C.: Théophile Delcassé and the Making of the Entente Cordiale, Londres, MacMillan and Co. Ltd,
1968, pág. 87. Esta excelente monografía está basada en documentos privados y correspondencia epistolar inédita.
1719
Ibid, pág. 151 y siguientes.

1029
Según él, “Marruecos ... era para España un asunto de seguridad nacional“.1720 Estaba firmemente

persuadido de que la mejor manera de salvaguardar y consolidar la posición de España en

Marruecos era llegar previamente a un acuerdo con Francia. Por eso apremiaba al gobierno español

para que cambiara su posición relativa a Marruecos. “El statu quo y nada más era la única

respuesta que pude conseguir“, 1721 se lamentaba el Embajador. Sin embargo, desde que Francia se

aprovechaba de las dificultades de Gran Bretaña con los rebeldes bóers realizando un gradual

despliegue a lo largo de la frontera con Marruecos, un considerable nerviosismo se había apoderado

del gobierno español. León y Castillo venía advirtiendo que la cuestión de Marruecos pronto sería

resuelta con o sin España y que si “se resolvía sin nosotros sería resuelta en contra nuestra“.1722

Una vez frustrada la posibilidad del apoyo británico para apoderarse de Tarfaya, parece ser que el

presidente Silvela autorizó a León y Castillo a que escuchara lo que Delcassé ofrecía, pero no a

negociar. 1723

Con todo, si se produjeron conversaciones entre las diplomacias francesa y española sobre el

reparto de Marruecos en el período comprendido entre octubre de 1900 y marzo de 1901, es decir en

la etapa del gobierno conservador presidido por el general Manuel Azcárraga, no lo conocemos,

debido a la existencia de lagunas en los documentos diplomáticos custodiados en Alcalá de Henares.

Sí que parece que a comienzos del otoño de 1900 se produce un ligero viraje en la orientación de la

política exterior española, asumido por los conservadores. En octubre de aquel año Silvela sostuvo

una entrevista con el Embajador británico en Madrid sobre el tema de Marruecos mencionando lo

que Francia y España deseaban en el supuesto de la “inevitable“1724 partición de Marruecos y


1725
aludiendo a lo que Gran Bretaña exigiría en tal caso. Y por la misma época, el Ministro

residente de Francia en Tánger redactaba una nota “de acuerdo con los criterios expresados“ por

1720
Cfr. León y Castillo, F.: Mis Tiempos, Madrid, Librería de los Sucesores de Hernando, 1921, Tomo II, pág. 128.
1721
Ibid, pág. 128.
1722
Ibid, págs. 126 y 174.
1723
Ibid.
1724
Wolf a Salisbury, 11 de octubre de 1900, en B.D., pág. 258.
1725
“... suponía que Inglaterra reclamaría Tánger “(ibid).

1030
Delcassé, especificando las bases para un arreglo con España.1726 El deseo de Delcassé de llegar a

una avenencia con España se hizo incluso más fuerte después del éxito de sus negociaciones con

Italia. En el último mes del año 1900, Francia e Italia intercambiaron notas, declarando el primero

de estos países desinteresarse de Trípoli a cambio de una actitud recíproca de Italia en cuanto a

Marruecos. Los deseos de Delcassé de llegar a un acuerdo con España eran compartidos sin reservas

por León y Castillo hasta el punto de que éste, según todo indica, fue más lejos de lo que sus

instrucciones le permitían, negociando de hecho con el Gobierno francés. El 6 de febrero de 1901,

Paul Révoil, Ministro residente en Tánger, previno a Delcassé para que “moderara el amplio gesto

con que la mano de León y Castillo embolsaba bazas al otro lado (de los montes) del Atlas“.1727 El

propio Delcassé en telegrama dirigido el 16 de febrero de 1901 al Embajador francés en Madrid,

Patenôtre, aludía a la posibilidad de un acuerdo con España en un futuro inmediato.1728

En los fondos de la Embajada española en París constan, en primer lugar, un borrador y la

carta definitiva remitida por León y Castillo al Duque de Almodóvar del Río el 31 de octubre de

1901. Sabemos por esta documentación que recién llegado al poder el partido liberal, y desde la

primavera de 1901,1729 Almodóvar y el Embajador en París mantuvieron diversas conversaciones y

conferencias que se prolongaron a lo largo del verano y se celebraron tanto en la capital del Estado

como en San Sebastián. León y Castillo volvió a su campaña a favor de un arreglo con Francia

repitiendo su advertencia de que, de no mediar semejante convenio, el problema marroquí podría ser

resuelto en contra de los intereses de España. Argüía que, a juzgar por sus confiadas acciones en el

Tuat, era concebible que Francia ya hubiese llegado a alguna clase de entendimiento con Inglaterra.

1726
El memorándum lleva fecha de 6 de noviembre de 1900. Crfr. Andrew, C., op. cit, pp. 149-150.
1727
Révoil a Delcassé, 6 de febrero de 1901, citado por Andrew: op. cit., pág. 150.
1728
Delcassé a Patenôtre, 16 de febrero de 1901, en Pilapil, V.R.: op. cit., pág. 37.
1729
Susana Sueiro coincide bastante con las fechas que manejamos cuando indica en su tesis doctoral que el inicio de
las negociaciones secretas sobre el reparto de Marruecos entre Delcassé y el Embajador español, León y Castillo se
puede datar a principios de 1.901. Véase Sueiro Seoane, S.: España en el Mediterráneo. Primo de Rivera y la
“cuestión marroquí “, 1.923- 1.930, Madrid, U.N.E.D., 1992, pág. 6.

1031
Sin embargo, cuando el gobierno español consultó a Gran Bretaña al respecto recibió la respuesta

terminante de que no existía ningún acuerdo de este tipo entre Francia y Gran Bretaña.1730

Tras recibir una serie de instrucciones, León y Castillo se había puesto en contacto con

Delcassé en repetidas ocasiones. Ambos habían tenido una serie de encuentros, cuyo número no

resalta la carta, en los que se había examinado muy detenidamente la cuestión del reparto de las

esferas de influencia francesa y española en Marruecos.

Las negociaciones iniciadas “sans prétention de conquêtes, et sans la moindre intention de

modifier le statu quo”, en palabras de Henry Marchat que las estudió lúcidamente en un artículo

titulado “Les origines diplomatiques du ‘Maroc espagnol’ (1880-1912)“1731 y prolongadas hasta el

otoño de 1902 fueron muy arduas. Comenzaron a los pocos días de haberse cargo Almodóvar del

Ministerio de Estado, tras trasladarse León y Castillo a Madrid a recibir las primeras instrucciones

verbales. Delcassé presentaba una enorme resistencia a plegarse a los deseos expresados por el

gobierno español. Lo hacía escudándose en la presión que sobre él ejercía la opinión pública, los

grupos colonialistas y la prensa que mantenían la idea de una preponderancia total de la República

en el norte y noroeste de África, hegemonía que no admitía repartos territoriales del Sultanato, pues

su indudable aspiración era un Marruecos totalmente francés.

Sucesivas conferencias y los repetidos argumentos de León y Castillo referidos a los

derechos políticos, geográficos e históricos españoles sobre Marruecos, habían conseguido que se

modificase la postura francesa, deseosa por otra parte de llegar a una inteligencia con España, tras

haberlo hecho con la monarquía italiana.

Las primeras proposiciones concretas francesas se ciñeron en el ámbito territorial a ofertar a

España una pequeña franja en el norte del Sultanato que comprendía la costa mediterránea, Tánger

y una parte mínima de la costa atlántica que llegaría hasta la altura de Arzila, un estrecho

1730
Durand a Lansdowne, 13 de Abril de 1901, B.D, págs. 259-260.
1731
Véase Henry Marchat : «Les origines diplomatiques du «Maroc espagnol« (1880- 1912)« en Revue de l´Occident
Musulman et de la Méditerranée, Aix-en Provence, Centre National de la Recherche Scientifique, 1970 , pág. 116.

1032
hinterland encerrado en estos límites, que León y Castillo se encargó de comunicar personalmente

a Almodóvar. Éste no estaba dispuesto a aceptar un hinterland constreñido, reducido a una zona

estrecha de territorio extendida entre el mar y las cordilleras próximas y ordenó al Embajador que

regresara a París para reanudar inmediatamente las conversaciones.

Delcassé ofreció ampliar la extensión territorial de la esfera de influencia española hasta

Larache, oferta nuevamente rechazada por el Embajador quien solicitó que el reparto de Marruecos

debía hacerse sobre una base más equitativa. Ello marcó el fin temporal de las negociaciones;

Delcassé no ofertó más y espetó a continuación a León y Castillo que lo razonable ante tal

discrepancia de pareceres era aplazar las conversaciones indefinidamente.

Sabemos por el borrador de la carta antes citado que la negociación quedó estancada en un

punto muerto que se prolongó durante bastantes días. Paralizadas las conversaciones, León y

Castillo siguió acudiendo con asiduidad al Quai d´Orsay aunque en sus charlas con Delcassé no se

volvió a tratar el tema del reparto de Marruecos. El descubrimiento entre la Miscelánea García

Figueras de la Biblioteca Nacional de una serie de cartas inéditas cruzadas a lo largo del verano de

1901 entre el Ministro de Estado liberal, el Duque de Almodóvar y León y Castillo nos permite

profundizar aún más en el estudio de las negociaciones en torno al tratado ‘non-nato’ de reparto de

Marruecos. Almodóvar tenía la idea de llegar a compromisos de largo alcance que excedieran del

marco marroquí, lo que hubiera insertado a España en las amplias perspectivas de la política

continental europea. Durante su anterior actuación como titular de Estado, en 1898, ante los

rumores de una acción militar de Inglaterra en el Estrecho de Gibraltar que supusiera la ocupación

de Tánger, perfiló la posibilidad de un acuerdo entre España, Francia, Rusia y Alemania, que

hiciese frente a la eventualidad de las amenazas inglesas.1732 En junio de 1901 volvió a resucitar

esa idea: debía ser el conjunto de las potencias continentales el que permitiera a España la

consecución de un Imperio en Marruecos. Por ello aconsejó a León y Castillo que sondease la

1732
Cfr. Campoamor, J. M.: La actitud de España ante la cuestión de Marruecos (1900-1904), Madrid, CSIC, 1951,
pp. 237-238.

1033
disposición del príncipe Radolín, Embajador del II Reich en París; estos sondeos debían realizarse

en la más absoluta reserva.1733 El Marqués del Muni tomó nota de estos consejos; para evitar que

el correo intercambiado con Almodóvar pudiese ser interceptado, encargó al Agregado de la

Embajada en París, Dóriga que llevase personalmente sus cartas a Madrid. A juicio de León y

Castillo, uno de los principales problemas a los que tenía que hacer frente la política internacional

del gobierno Sagasta era la actitud de una parte de la prensa española, que quería desmarcarse de la

posibilidad de acuerdos con Francia. Incluso algunos rotativos, como el republicano El Liberal

tenían una marcada tendencia a favor de una aproximación al Reino Unido.1734 León y Castillo

evaluó asimismo las posibilidades de una ruptura inminente del ‘statu quo’ en Marruecos por parte

de Francia, aspecto que descartó. A continuación, en una misiva remitida el 27 de junio al titular de

Estado, desechó que existiese el más remoto indicio de que Francia e Inglaterra quisieran

entenderse en la cuestión de Marruecos, sin contar con España. Señaló además que el parón de las

negociaciones con Delcassé se debía a haberse crecido el Quai d´Orsay con el éxito diplomático

obtenido últimamente en Marruecos, al resucitar la política de cañoneras, haciendo claudicar al

Sultán en el affaire ocasionado por la muerte de Pouzet, por lo que el gobierno republicano creía

haber consolidado una situación preponderante de Francia en el noroeste de África. Al mismo

tiempo, el grupo colonialista en la Cámara de Diputados gala presionaba sobre Delcassé

conminándole a que no hiciese grandes concesiones a España.1735 Se avecinaban unos meses en

1733
Véase: Carta particular del Duque de Almodóvar del Río, Ministro de Estado a Fernando León y Castillo,
Embajador de España en París. 19 de junio de 1901. Biblioteca Nacional. Sección de África. Miscelánea García
Figueras. Tomo CXXVI, pp. 25-26.
1734
Las campañas de prensa organizadas a favor del Reino Unido causaban muy mal efecto en Francia. Eran seguidas
con asombro y tristeza por el Quai d´Orsay, que temía un acercamiento español hacia Londres. Las consecuencias
podían ser trágicas para el régimen restauracionista: Francia dejaría de colaborar con España en el terreno financiero y
comercial y en el plano político, podría alentar las actividades de catalanistas y carlistas. Carta particular no. 12 de
León y Castillo al Duque de Almodóvar del Río. 5 de julio de 1901. Biblioteca Nacional. Sección de África.
Miscelánea García Figueras .Tomo CXXVI, pp. 29-31. Almodóvar ordenaría a León y Castillo que transmitiera el
siguiente mensaje a Delcassé: “De Vd. seguridades al gobierno francés: no hay opinión favorable a inteligencias con
Inglaterra precursoras de compromisos, ni el Gobierno liberal ha pensado en tal cosa, ni el británico las ha solicitado“.
1735
El número de verano de 1901 de la Revue des Questions Diplomatiques et coloniales contenía un artículo sobre la
cuestión de Marruecos, firmado por Robert de Caix, importante publicista de cariz imperialista. Resumía las opiniones
del partido colonialista galo. Este daba muy poca relevancia a la cuestión del Estrecho de Gibraltar, circunscribiéndose
a reclamar el Marruecos interior. Según los colonialistas, el problema marroquí podía resolverse o mediante una
inteligencia con España, que recibiría una faja de territorio al sur del Estrecho, y a la cual podría Francia garantizar sus
posesiones actuales (ante el problema de la redistribución colonial que se vivía en este contexto histórico a escala

1034
que no habría sólo “que negociar“ por Marruecos, sino “luchar a brazo partido“ por conseguir un

Imperio en este territorio. Por otro lado, Delcassé insinuó, ante las campañas de prensa que

señalaban la posibilidad de un golpe de mano contra España por parte de Inglaterra en las

inmediaciones de Gibraltar, que ni Rusia ni Francia abandonarían a España si semejante conflicto

estallaba. Respecto al propósito de fortificar la bahía de Algeciras, Ceuta y Canarias que la prensa

atribuía al gobierno español, el titular del Quai d´Orsay declararía a León y Castillo que estaba

dispuesto a prestar a España toda clase de apoyos para su realización inmediata, ofreciéndose para

influir cerca de los grandes empresarios galos, de las fábricas de armamento como Creusot y

similares, para que se pusiesen al servicio de Sagasta y permitiesen a éste completar las defensas

en breve plazo.1736 Con todo, Almodóvar estaba preocupado por la posibilidad de que el Quai

d´Orsay buscase llegar a una inteligencia sobre Marruecos con Inglaterra dejando al margen a

España, por la pobreza de medios militares que ésta podía ofertar al ingresar en una alianza

internacional con lo que siguió madurando la posibilidad de contactar con Alemania a través de

Radolin para dejar aislado al Reino Unido. 1737

internacional), o mediante acuerdos con Alemania o con Inglaterra. En los dos últimos supuestos, el autor del artículo
declaraba que España no podría pretender nada. Estas opiniones de los africanistas y colonialistas de la Cámara de
Diputados influían poderosamente en el ánimo de Delcassé, a juicio del Marqués del Muni. Pocos días después
Delcassé se entrevistaría con Etienne, uno de los líderes más importantes del partido colonialista. Según el Embajador
español, el motivo de la entrevista había sido tratar en torno al futuro de Marruecos. Etienne habría manifestado al
titular de Exteriores que su grupo no se mostraba con respecto a España con muchas intenciones generosas. Los
coloniales tenían tales apetitos que deseaban prácticamente apoderarse de todo Marruecos, de tal forma que León y
Castillo creyó que su propósito al dar a luz el escrito contenido en la Revue des Questions Diplomatiques, era provocar
en Inglaterra un movimiento de opinión favorable a una inteligencia con Francia en la cuestión marroquí, tanto más
cuanto que ya había en Londres publicistas y políticos partidarios de esta solución. Sin embargo León y Castillo
aseguró a Almodóvar que todo se reducía a tentativas, probablemente, inútiles. En cambio alertaría a Almodóvar de que
la Embajada marroquí a Londres, encabezada por el Mennebbhi buscaba acuerdos comerciales y económicos entre
Gran Bretaña y Marruecos , tendentes a la construcción de ferrocarriles que partiendo del Mediterráneo, llegasen al
corazón del Imperio. En cuanto Delcassé se enteró de tales tratos, mostraría gran irritación y una actitud casi belicosa,
disponiéndose resueltamente a oponerse a los propósitos británicos de penetración económica en Marruecos. Carta
particular no. 13 de León y Castillo al Duque de Almodóvar del Río. 6 de julio de 1901. Biblioteca Nacional. Sección
de África. Miscelánea García Figueras.Tomo CXXVI, pág. 32. Almodóvar descartaría días después la posibilidad de
que Inglaterra llegara a concluir tratados políticos o comerciales con el Sultán. Y mucho menos que llegara a conceder
un préstamo a Marruecos. Según el titular de Estado, las pretensiones inglesas se centraban en abrir el mercado de
exportación marroquí, satisfaciendo las necesidades de las empresas navieras.
1736
Cfr. Carta particular no. 11 de Fernando León y Castillo al Duque de Almodóvar del Río. 27 de junio de 1901.
Biblioteca Nacional. Sección de África. Miscelánea García Figueras. Tomo CXXVI, pp. 27-28.
1737
La noticia de maniobras navales y del Ejército de Tierra francés en la vecindad de Marruecos preocupaba también
a Almodóvar. Carta particular de Almodóvar a León y Castillo. 14 de julio de 1901. Biblioteca Nacional. Miscelánea
García Figueras. Tomo CXXVI, pp. 33-34.

1035
Sin embargo, tal como ha señalado acertadamente John P. Halstead1738 el propósito de

Delcassé era el de no marginar a España en lo tocante al futuro del Imperio jerifiano. El 27 de julio

escribió al nuevo Plenipotenciario en Tánger, Saint-René Taillandier, indicándole la necesidad de

practicar una aproximación diplomática hacia España, consultarla y llegar a un acuerdo con ella, a

la vez que recomendaba al diplomático que apoyara las gestiones de la Legación española en aras a

consolidar “una entente cordiale“ entre las dos naciones.1739 Uno de los altos funcionarios de la

Embajada francesa en Berlín declararía en el transcurso de una apasionada discusión diplomática

donde se enfrentaban encontrados intereses que “con quien Francia tenía que entenderse en la

cuestión de Marruecos, era con España, cuyas actuales posesiones en África son intangibles y que

iría hasta la guerra para impedir que Inglaterra se posesionase totalmente del Estrecho “.1740

Así, a finales de octubre Delcassé en el curso de una nueva entrevista con León y Castillo le

ofertaba una nueva proposición, basada en considerar como esfera de influencia española en el

norte de Marruecos la región comprendida entre el Atlántico, el río Sebú, el paralelo

correspondiente a las fuentes de éste, el río Muluya y el Mediterráneo. Por primera vez, Delcassé

ofertaba crear otra esfera de influencia hispana en el sur del Sultanato, comprendida entre el cabo

Bojador e Ifni. El resto del Imperio constituiría la esfera de influencia francesa.

Era una oferta, según el Ministro francés, que había perfilado personalmente, aunque

esperaba obtener la correspondiente aprobación de sus colegas del gobierno y del Presidente de la

República; era una forma de conminar al gabinete Sagasta exigiendo una pronta aceptación. En el

borrador de la carta, León y Castillo, no obstante manifestaba sus dudas, señalando que entendía

que éste era un asunto tratado y discutido previamente con el jefe del gobierno y otros ministros:

1738
Véase Halstead, J.P.: Rebirth of a nation. The origins and rise of moroccan nationalism, 1912- 1.944, Cambridge
(Massachusetts), Harvard University Press, 1967, pág. 14.
1739
Delcassé a Saint-René Taillandier, Ministro de la República francesa en Tánger. 27 de Julio de 1.901. D.D.F. A.M.
(1901-1905).
1740
Angel Ruata, Embajador de España en Berlín al Duque de Almodóvar. Despacho no. 41, reservado. 20 de Febrero
de 1.902. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 93 /Ex. 1.

1036
“Urge (...) en mi opinión, dar señales de vida (se refiere a acelerar las
negociaciones), porque según dije a uno de los predecesores de V.E., si la cuestión de
Marruecos no se resuelve de acuerdo con nosotros, se resolverá sin nosotros y
probablemente contra nosotros“.1741

León y Castillo le apremiaba a Almodóvar a que diese una contestación. Había estado en

Madrid recientemente tratando de las negociaciones sobre el reparto del Sultanato con el Ministro

de Estado, y durante el verano viajó hasta San Sebastián, ciudad donde reanudaron sus charlas. La

prensa española al saberlo se había lanzado a realizar numerosas especulaciones que ahora quería

evitar el Embajador, máxime cuando se había discutido recientemente en el Parlamento español la

posibilidad del ingreso de España en una alianza internacional y también se había discutido el

tema de Marruecos.1742 Por ello, no abandonó Francia y renunció a tratar otra vez estos asuntos

secretos de manera presencial con el Ministro de Estado.

La respuesta de Almodóvar se demoraría hasta el 14 de diciembre. El Ministro de Estado le

explicaría entonces a León y Castillo que Sagasta, el presidente del gobierno, desconocía muchos

de los pormenores de la negociación seguida con Francia y al ser informado por el Ministro de

Estado, experimentó cierta vacilación aunque acabó dando su aprobación a las gestiones de

Almodóvar y León y Castillo.1743

Diciembre fue el mes elegido por Ojeda para trasladarse a Madrid donde mantuvo varios

contactos con Almodóvar, con Valeriano Weyler, Ministro de la Guerra y con la Reina Regente.

También hizo entrega a Almodóvar de un memorándum lleno de sugerencias sobre la actuación

española en el Sultanato. Sabemos por cartas posteriores que remitió al Ministro de Estado que uno

de los temas primordiales tratados en sus conferencias con Almodóvar fueron los rumores en torno

a una aproximación diplomático franco-británica.


1741
León y Castillo a Almodóvar del Río. Despacho no. 457. 31 de Octubre de 1.901. A.G.A. Asuntos Exteriores.
Embajada de España en París. Legajo no. 5841.
1742
Carta particular de León y Castillo a Almodóvar. Biarritz, 8 de Noviembre de 1.901.A.G.A. Asuntos Exteriores.
Embajada de España en París. Legajo no. 5841.
1743
Carta particular de Almodóvar del Río a León y Castillo. 14 de Diciembre de 1.901. A.G.A. Asuntos Exteriores.
Embajada de España en París. Legajo no. 5841.

1037
Tras las consultas con Sagasta, Almodóvar hizo llegar una carta particular al Embajador con

fecha 21 de diciembre en la que aparecían contempladas nuevas instrucciones. Tanto Sagasta como

Almodóvar entendían que seguía siendo muy escasa la extensión territorial marroquí ofertada por

Delcassé, además de tratarse de un territorio de escaso valor económico en comparación con las

tierras más feraces y ricas del Imperio que quedaban dentro de la esfera de influencia gala. Era

necesario un replanteamiento de las negociaciones ante circunstancias ciertamente previsibles

como el fin del ‘statu quo’, la pérdida de la independencia de Marruecos, o el hecho de que el país

se abriera completamente al capital e industria europeos, porque la economía española no estaría

en condiciones de competir con la belga, italiana, alemana, francesa e inglesa, por lo que se

plantearía desde Madrid la necesidad de una compensación, la ocupación territorial de la esfera de

influencia asignada a España en las negociaciones.

“En realidad se nos debe algo más sustancioso que un trozo de costa poco fértil con
un hinterland montañoso. Cierta participación en las tierras productoras de cereales y en
los bosques de alcornocal por el Sur del Sebú, tenemos derecho a esperarla“.1744

La carta venía acompañada de un documento oficial, una real orden reservada.1745 Ésta

arroja mucha luz sobre las intenciones en materia de política exterior de Sagasta, en estos

momentos supeditada ya a Francia y a obtener del gobierno republicano una garantía de la

seguridad e independencia nacional, la obsesión de la política española tras la pérdida de la guerra

con los Estados Unidos. En el texto, se señalaba cómo el Gobierno español solicitaba una

extensión territorial mayor en Marruecos; era algo que se presentaba como una ‘aspiración de todo

el pueblo‘, y como una forma de garantizar la independencia del país. Los derechos seculares

españoles en el Sultanato imponían una distribución de las esferas de influencia basada en criterios

de la más absoluta equidad. Por ello, se juzgaba improcedente el proyecto de Delcassé que dejaba

fuera del territorio español:

1744
Carta particular de Almodóvar del Río a León y Castillo. 21 de Diciembre de 1.901. A.G.A. Asuntos Exteriores.
Embajada de España en París. Legajo no. 5841.
1745
R. O. reservada no. 437 del Ministerio de Estado de 22 de Diciembre de 1.901 dirigida a León y Castillo. A.G.A.
Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Legajo no. 5841.

1038
a) las tres ciudades imperiales del Sultanato: Fez, Meknés y Marrakesh.

b) Las provincias más fértiles del Sultanato: la Chauia, Abda y Dukkala.

c) Los caminos y vías más útiles de penetración hacia el Atlas (el Ued Oum er Rbia y Bou-

Regreg) y

d) los puertos atlánticos de más fácil acceso y mayor tráfico comercial.

En consecuencia las instrucciones de Almodóvar apuntaban en cuatro direcciones:

1. Conseguir una ampliación del área de influencia española en el norte del Sultanato. El

límite meridional del territorio debía quedar establecido a lo largo del curso del Oum er Rbia,

desde su desembocadura en el Atlántico hasta su entrada en el país de los Beni Mguild, dejando

dentro de la esfera española el mismo y el de los Ait-Youssi, para luego descender el linde

fronterizo a lo largo del Muluya hasta su desembocadura en el Mediterráneo. De esta manera

quedarían englobadas en esta área, Fez, Meknés y la provincia de Chauia, reservándose Francia

Marrakesh y Tafilalt, las provincias de Abda y Dukala y la extensa región comprendida entre la

frontera argelina y el Muluya.

En el Sur del Imperio, el gobierno liberal solicitaba también otra ampliación de la esfera de

influencia española que debía tener su límite septentrional no en Ifni, sino en el Ouad Massa y el

meridional más al sur de Cabo Bojador.1746

2. A pesar de que se había entrado en el reparto de Marruecos alegando ‘derechos

históricos’, Sagasta y Almodóvar eran muy conscientes de que no había sido por el poder militar

de España o por su capacidad para defender esos derechos, ni tampoco por el peso específico de la

1746
Esta extensión de costa debía ir acompañada de un hinterland, demarcado por una línea que partiendo de la
desembocadura del Uad Massa en el Atlántico siguiera el curso del río, el Ghas y el Aif Oulras, para buscar desde las
fuentes de éste las del Akka, descender luego este río hasta el desierto de Ynanuen, al que debía dejar a la izquierda,
proseguir luego por el Tizgi hasta su desembocadura en el Uad Draa, remontando este río hasta más allá de Ed-Debait
(dejando este lugar dentro de la zona española) para bajar recta hasta Larga , y desde allí a Tivvakas.

1039
nación en el contexto geoestratégico del Mediterráneo Occidental, sino por el interés de Delcassé

en poner freno al expansionismo inglés en Marruecos; por el deseo francés de ir logrando acuerdos

de entendimiento con los países concurrentes y competidores en el Sultanato.

Por lo tanto España jugaba, según la estrategia de Delcassé, el importante papel de

contrapeso de las apetencias expansionistas inglesas; participaba en el reparto de Marruecos, no

por ser lo suficientemente poderosa como para hacer respetar y oir sus derechos, sino por la

competencia de los intereses franceses y británicos en esta parte del Mediterráneo. Pero es más,

Francia y España no estaban participando en el reparto del Sultanato en una situación de igualdad

jurídica, pese a las tesis defendidas por Almodóvar y por los africanistas españoles, en la que

ambos países actuaran con facultades y derechos idénticos. Delcassé estaba tendiendo a subrayar la

posición de subordinación de España, que el Ministro de Estado sagastino implícitamente acabó

admitiendo desde diciembre de 1901, al aceptar la postura de Francia como la de una potencia

imperialista, agresivamente expansionista, respaldada por la opinión pública y los intereses

coloniales en Argelia, con fuertes aspiraciones en el Sultanato fundamentadas en los notables

esfuerzos de penetración económica realizados (así eran reconocidos por Almodóvar) y que había

adquirido una incuestionable “situación predominante“ en la Corte jerifiana, aspectos estos que le

facultaban a reclamar “como esfera de influencia suya una porción grande de los dominios del

Sultán“.

La aceptación de esta subordinación con respecto a Francia y de la debilidad española, por

ende, llevaban a Sagasta y Almodóvar a establecer como una condición previa a la firma del

reparto de Marruecos, el compromiso francés de que mientras se mantuviese el ‘statu quo’, el

gobierno republicano no iba a presionar sobre el Sultán para obtener concesiones territoriales

dentro de la esfera de influencia reconocida por el tratado secreto a España.

3. La debilidad militar de España era la causa que explicaba otra de las condiciones previas a

la firma que exigían Sagasta y Almodóvar. Se temía en particular que Francia, tras su

1040
entendimiento con Italia y España, con cualquier pretexto interviniera en el Sultanato, provocando

con su acción militar la actuación de otras potencias europeas que ignorantes del reparto secreto

del Imperio, podían ocupar o invadir los territorios asignados a la esfera de influencia española.

Por ello, los dos países signatarios debían comprometerse a no ejercer acción alguna dentro de su

propia esfera de influencia en aras a obtener ventajas territoriales, sin notificárselo mutuamente

con anterioridad y sin ponerse de acuerdo.

4. Ante la conciencia en la clase política restauracionista tras 1898, de la débil posición del

país en el contexto internacional, la obsesión permanente de los dirigentes españoles era impedir la

marginación de España, tratar de evitar que las otras potencias pudieran tomar decisiones respecto

al área de sus intereses sin que ella pudiera dejar oír su voz. En su calidad de pequeña potencia la

única forma de tratar de contrarrestar la superioridad o hegemonía en el Mediterráneo Occidental

de otros países como Gran Bretaña era buscar alianzas con otra u otras potencias. Éste era el

propósito que había animado a Silvela a intentar el ingreso de España en la Dúplice Alianza. Pero a

su vez, estaba pendiente desde 1898 el problema de lograr la garantía de la integridad territorial

española, el de la seguridad nacional que había llevado a Silvela a practicar una política exterior

arriesgada, primero ejercitando una acción autónoma en Marruecos para conseguir la ocupación de

Tarfaya y Sakia al Hamra, que garantizase la defensa del archipiélago canario, y luego, al dilatarse

las negociaciones con el Majzén, a echarse en brazos de Inglaterra, el reciente rival en el problema

de las fortificaciones de Gibraltar.

Sagasta y Almodóvar estaban muy alarmados por las continuas maniobras navales británicas

en el Atlántico, en las proximidades de Marruecos y España, muy sensibilizados por la ‘lucha de

prestigios’ entablada a lo largo de 1901 por las Armadas británica y francesa, y tal como había

hecho Silvela se plantearon la cuestión clave de buscar un aliado que al mismo tiempo aportase

seguridad al mantenimiento de la independencia nacional. Por ello, la última de las instrucciones

remitidas a León y Castillo era la más importante. El Reino Unido podía sentirse frustrado y

1041
marginado por el acuerdo franco-español de reparto del Imperio jerifiano, hecho a sus espaldas,

dado que alteraba la situación en el Mediterráneo occidental vigente hasta entonces. España

quedaba dueña de los dos lados del Estrecho de Gibraltar, y rompía un equilibrio existente que el

Reino Unido podía querer restablecer ocupando algún punto de la costa septentrional del Imperio.

Su Marina podía incluso llevar a cabo acciones de represalia, atacando y ocupando parte del

territorio español.

León y Castillo debía pedir el compromiso francés, para ayudar militarmente a España si se

daban estas circunstancias. ¿Qué tenía que ofrecer a cambio León y Castillo?. Tenía que jugar con

la baza más clara que tenía España en la política internacional de estos años: su estratégica

situación geográfica en el Estrecho de Gibraltar, paso obligado para gran parte de la navegación

mundial. Era este factor geográfico el principal valor con que contaba España en el concierto de

potencias y que ofreció a Francia: la posibilidad de que al firmar el tratado, España amiga de

Francia, le permitiera a la Marina francesa el control de un lugar tan estratégico. A cambio Francia

debía respaldar militarmente a España.

Era un reconocimiento de la inferioridad española; España quedaba en una situación de

dependencia frente a Francia que algunos autores, como la historiadora Susana Sueiro, han

señalado como una de las más importantes causas -si no la principal- de las posteriores fricciones

hispano-francesas a propósito de la cuestión marroquí.

Mientras proseguían las negociaciones, por parte española se había encargado al geógrafo

africanista Gonzalo Reparaz un informe en el que se analizaba cual era el valor real que tenía para

España la provincia marroquí de Chauia. Este estudio llegó a manos del responsable de la

Embajada española en París en los primeros días de 1902.1747 El geógrafo español utilizó en su

trabajo las dos recientes aportaciones del Dr. Weisberger, publicadas en el Boletín de la Sociedad

de Geografía de París, que llamaban la atención del mundo científico sobre la importancia

1747
Memoria: Marruecos.- La provincia de Chauia.- Estudio geográfico y político, por Gonzalo Reparaz. París, 31 de
Diciembre de 1.901. A.G.A. África. Sección Política (Marruecos). Caja 44 /Ex. 4.

1042
agrícola, comercial y política de aquella parte de Marruecos. Reparaz aconsejaba emprender una

acción política persistente para irradiar una corriente de influencia española en la zona, enclavada

estratégicamente en la costa atlántica, en una posición geográfica equidistante entre la península y

las Canarias y situada al lado de grandes ríos como el Oum er -Rbia, y el Bou-Regreg. La Chauia

era vía de una hipotética penetración hacia el Atlas. Constituía una de las provincias más vastas,

ricas y fértiles del Sultanato con agua abundante y suelos negros de gran fecundidad, donde a pesar

de la utilización de los procedimientos primitivos de la agricultura de subsistencia se obtenía una

notable producción. Reparaz señalaba la posibilidad de sustituir la agricultura de subsistencia por

la de plantación, aprovechando la fecundidad de los suelos, introduciendo cultivos comerciales

como el tabaco, el algodón, la caña de azúcar y el plátano. La riqueza económica de la provincia

se completaba con la importancia comercial del puerto de Casablanca, centro de un importante

tráfico de exportación (materias primas, alimentos y productos artesanales como tapices y

babuchas). Reparaz entendía que era una provincia donde España debía realizar una intensa acción

política de penetración para que se integrara posteriormente en la esfera de influencia hispana en

Marruecos. Existían unas bases para esa actuación política como eran la existencia en Casablanca

de un convento de franciscanos españoles, y la presencia en la ciudad de una colonia constituida

por medio millar de emigrantes hispanos, artesanos y agricultores. Para ello sugería a las

autoridades restauracionistas incrementar el número de protegidos en el territorio, captando a los

notables de las cabilas, y creando así un modelo de núcleos de apoyo a la causa española, de

carácter elitista y clientelar. El geógrafo sugería asimismo la creación de un par de granjas-escuela.

El gobierno hispano debía asimismo promover la creación de una escuela de enseñanza primaria

con docencia en español. Este establecimiento docente competiría en este sentido con la escuela

establecida por la Alianza Israelita que impartía las clases en francés. Además el gobierno español

debía obtener del Majzén la concesión de la construcción de un ferrocarril de vía estrecha de

Casablanca a Settat e incrementar, por último el comercio con Casablanca, aspecto éste en que

Alemania y Francia habían obtenido ciertas ventajas a lo largo de la década final del siglo.

1043
En el interín, los debates políticos en las Cortes insistían en problemas tales como la

debilidad de las fuerzas armadas españolas y la necesidad de reforzar las guarniciones de Canarias

y las Baleares.1748 En su número de Octubre la publicación principal de los colonialistas franceses,

el Bulletin du Comité de l´Afrique française publicaba un artículo sobre la visita del general

Valeriano Weyler, Ministro de la guerra español, a las defensas de los presidios y plazas fuertes

hispanas en el Rif, poniendo especial atención en las de Ceuta y Melilla. Según la publicación,

Weyler había examinado las posibilidades ofensivas y defensivas de Algeciras, que estaría en el

punto de mira de las inquietudes británicas, que manejaban la posibilidad de un golpe de mano

sobre el lugar para, ante el previsible estallido de una guerra en el Mediterráneo Occidental,

aumentar las capacidades de defensa de Gibraltar.1749

1748
D.S.C.D. 4 de Diciembre de 1.901, pág. 2112.
1749
B.C.A.F.: “Les Présides“, en no. 10, octubre de 1901, pág. 350.

1044
RESUMEN

Los franceses prosiguieron con sus acciones para alterar el ‘statu quo’ de Marruecos.

Mientras proseguían las operaciones militares de invasión en el Sahara Oriental, el Ministro de

Exteriores galo aplicaba una política sistemática a fin de que Europa aceptase la imposición del

protectorado francés sobre el Sultanato. Para ello, Delcassé buscó desinteresar a Italia y a

Alemania de la cuestión marroquí y firmar con España un tratado de reparto del Imperio jerifiano.

El nuevo gobierno español presidido por Sagasta se encontró con el rechazo británico a las

pretensiones sobre Tarfaya. La capacidad de maniobra de la que iba a gozar en materia de política

exterior era escasa. En el debate del Discurso de la Corona, no se hizo una mención a este tema. De

hecho, la posición oficial del gabinete será la de mantener la neutralidad oficial de España, no

decantándose por formar parte de ninguna alianza. El horizonte internacional no estaba despejado:

en marzo y abril se procedía a la renovación de la Triple Alianza, mientras Rusia maniobraba en

los Balcanes, donde contaba con la cooperación de Bulgaria, Servia, Montenegro y Rumania. El

movimiento revolucionario en Macedonia amenazaba con una crisis que podría conducir a una

guerra en Oriente, dada la debilidad de Turquía. Por otro lado, cualquier incidente suscitado en el

Sultanato provocaba la sospecha de que Francia invadiera Marruecos. De hecho tras la muerte del

ciudadano francés Pouzet, el gobierno republicano envió dos buques de guerra a las costas

marroquíes y presentó un ultimátum al Majzén. La situación se complicó para el Gobierno

marroquí: si se oponía a las demandas francesas, podía sufrir un duro castigo militar. Si cedía, su

autoridad y su prestigio se iban a desmoronar ante las tribus que en el extremo oriental del Imperio

jerifiano, estaban resistiendo a las tropas francesas. El gobierno marroquí acabó aceptando las

peticiones galas, a la vez que enviaba una misión diplomática a Londres, con objeto de obtener el

apoyo británico. El Quai d´Orsay sin embargo no iba a tolerar que los marroquíes suscribieran

acuerdos que pusieran en duda los derechos de Francia sobre Marruecos. Los franceses iniciarán

una guerra incruenta en el Sultanato para elevar su prestigio en la Corte imperial, entre las tribus

1045
del Sahara, sobre todo en las de la frontera con Argelia y entre la población del Rif, donde se

hallaba la ensenada de Kebdana, que podría ser un excelente puerto militar para la flota

republicana del Mediterráneo.

La aproximación de Italia a Francia y la invasión del Sahara Oriental modificaban la

situación del Sultanato y planteaba al gobierno de Sagasta la necesidad de encarar la solución de la

cuestión marroquí. La diplomacia española estuvo pendiente del alcance político de la misión

marroquí en Londres; el ministro de Estado llevó a cabo un proceso de análisis que conducirá a

una clara línea de ejecución. Si los conservadores habían iniciado a finales de 1900 la vía de las

consultas y la aproximación a Francia, había que profundizar en ella. Había que adoptar una línea

oficial prudente y moderada en los asuntos marroquíes, procurando no desatar los recelos de Gran

Bretaña, e intentando evitar que se produjese el colapso definitivo de la independencia del

Sultanato. Pero utilizando los cauces de la diplomacia secreta, se adoptará una clara opción por el

acuerdo con Francia, iniciando en la primavera de 1901 unas negociaciones en París tendentes a un

reparto territorial del Imperio jerifiano.

1046
CAPÍTULO 12

1902:

El tratado non-nato hispano-francés de 1902.


Las convulsiones interiores del Sultanato.

12.1. El contexto internacional.

En lo tocante al contexto internacional el final del siglo XIX había supuesto la entrada en

escena de dos nuevas potencias imperialistas, Japón y Estados Unidos, como consecuencia de

sendas guerras victoriosas sobre dos viejos imperios, China y España, lo cual agudizó la

competencia colonialista y tuvo importantes repercusiones en las relaciones intraeuropeas.

1750
Como apunta Harry Magdoff, la guerra entre España y los Estados Unidos fue lo que

hizo bascular a éstos últimos hacia el campo imperialista. Su victoria en este conflicto y la

“pacificación“ de las poblaciones de Cuba y las Filipinas, que se produjo a continuación,

respondían a dos imperativos de sus ambiciones expansionistas: la conquista de una posición

dominante en el mar Caribe, que les abría el camino hacia Latinoamérica, y de una base sólida en

el Océano Pacífico, que les garantizaba una participación acrecentada en el comercio con Asia.

Antes de que pasara un año de la declaración pronorteamericana del líder del movimiento

independentista tagalo, Emilio Aguinaldo,1751 como apuntan Daniel B. Schirmer en Republic or

Empire: American Resistance to the Philippine War o J.M. Allendesalazar en El 98 de los

americanos, las fuerzas armadas de Estados Unidos estaban luchando contra él y su ejército en un

intento de subyugar a Filipinas. Por entonces, el presidente William McKinley había llegado a

aceptar el punto de vista y las presiones de los intereses comerciales estadounidenses y de políticos

tales como el senador por Massachussets, Henry Cabot Lodge. Éstos sostenían que Estados Unidos

necesitaba Filipinas para proteger sus intereses comerciales en el Lejano Oriente. Lodge veía a las

1750
Véase Magdoff, H.: “Militarismo e imperialismo “, en Valier, Dallemagne, Berognes y Magdoff: Sobre el
imperialismo, Madrid, Alberto Corazón Editor, 1975, pág. 243.
1751
“La cuna de la libertad “, Estados Unidos, está comprometida “ en la libertad de los filipinos “.

1047
potencias europeas trabajándose a China y sus ricos mercados y estaba decidido a que sus votantes

del mundo de los negocios no se vieran excluidos de aquellos. Comenzaba así una larga campaña

militar contra filipinos y moros en el sur del archipiélago, una guerra en la que la brutalidad devino

una norma aceptada por ambas partes.

Ya desde 1898 Gran Bretaña lanzó sus redes en otros continentes en busca de aliados, ya

que la irrupción de las dos potencias extraeuropeas en el escenario mundial, abría nuevas

posibilidades a la formación de nuevos ejes de dimensión internacional. En este sentido empezó a

hablarse insistentemente, por ejemplo, de un posible eje Londres-Washington, que se daba

prácticamente por hecho; y en el área del Pacífico, se perfilaba otro eje bilateral, Londres-

Tokio.1752 No faltaban observadores y comentaristas, que preveían la conjunción de ambos ejes,

para dar paso a una triple alianza extendida a tres continentes.

La victoria nipona sobre China en la guerra de 1894-1895, con el subsiguiente tratado de

paz de Shimonoseki (17 de abril de 1895), supuso importantes ganancias territoriales para la

potencia vencedora. Pero éstas chocaban con los intereses expansionistas de algunos países

europeos en la zona, principalmente Rusia. Las gestiones de la diplomacia zarista consiguieron

reducir substancialmente las ventajas territoriales obtenidas por Japón. Rusia contó, para ello, con

el apoyo explícito de su aliada francesa y del Imperio Alemán, que se plasmó en una nota tripartita,

lo cual obligó al Japón a renunciar a buena parte de su botín de guerra.

Los efectos de esta colaboración no tardaron en manifestarse sobre el escenario europeo.

Acentuó el nuevo acercamiento entre Rusia y Alemania iniciado previamente que podía conducir a

una nueva alianza entre ambos países. Permitió igualmente pensar en un eventual acercamiento

entre París y Berlín, lo que facilitaría la formación de un bloque continental europeo, que comienza

a plantearse. En contrapartida se produce la conjunción de intereses entre Gran Bretaña y Japón,

1752
En noviembre de 1901 se producía el viaje del primer ministro nipón Hirobumi Ito a San Petersburgo para llegar a
un acuerdo con Rusia en Extremo Oriente. Esta desagradable perspectiva para Gran Bretaña, y el fracaso de las
negociaciones con Alemania, impulsaron al Reino Unido a salir de su aislamiento para firmar una alianza con Japón. El
30 de Enero de 1902 tenía lugar la firma de una alianza defensiva anglo-japonesa para mantener el “statu quo“ en
Extremo Oriente (contra los proyectos rusos).

1048
para frenar la expansión rusa en las costas orientales asiáticas. Poco después se inician

negociaciones entre ambos países, que culminan con la alianza anglo-japonesa del 30 de enero de

1902. El eje Londres- Tokio era el primer eslabón de una formidable coalición de dimensiones

mundiales, que Gran Bretaña irá montando paulatinamente con la participación de países de todos

los continentes.

En cuanto a los Estados Unidos, no es de extrañar que fuera uno de los objetivos prioritarios

de la diplomacia británica en su propósito de buscar aliados. Una aproximación entre las dos

naciones anglosajonas era una aspiración compartida, desde hacía tiempo, en amplios e influyentes

sectores de ambos países. El tema era objeto de especulaciones en la prensa, en los círculos

diplomáticos y en los ambientes culturales. Eran muchas las voces que polemizaban públicamente,

a uno y otro lado del Atlántico, sobre la conveniencia de que los Estados Unidos y Gran Bretaña

establecieran una alianza. Uno de los objetivos fundamentales de esta hipotética alianza debería ser

lograr la supremacía mundial para ambos, que sólo podría lograrse uniendo sus fuerzas. De

momento no se llegó a una alianza formal. Pero se inicia un entendimiento, cada vez más intenso,

que desemboca en el establecimiento de unas relaciones especiales entre las potencias

anglosajonas, que irán “in crescendo“, como se puso de manifiesto con la intervención

norteamericana en la primera guerra mundial al lado de Inglaterra y sus aliados.

Un primer paso en el acercamiento mutuo se produce como consecuencia de la mediación

norteamericana en la solución del contencioso fronterizo entre Venezuela y Gran Bretaña en la

Guayana británica. Suponía un claro reconocimiento de la doctrina Monroe, que constituía uno de

los ejes de la política exterior de la administración Mc Kinley. Al que siguió el tratado para la

creación de un tribunal permanente de arbitraje, encargado de dirimir las diferencias, presentes y

futuras, entre Londres y Washington. Su ratificación por los cuerpos legislativos norteamericanos

fue saludada por la prensa londinense como el acontecimiento del siglo, con el que la “raza

anglosajona iniciaba una era de paz para todo el mundo“.

1049
12.2. Bloqueo español de la reforma fiscal marroquí. Actitud del gobierno sagastino ante el

Reino Unido.

Las afirmaciones oficiales del Gobierno sagastino redundaban en la necesidad del

mantenimiento de la integridad del Imperio marroquí, a la vez que se prometía al Sultán ayudarle

en las tareas de reforma administrativa y fiscal que había emprendido. Sin embargo sobre el

terreno los servicios diplomáticos españoles actuaban de otra manera, puesto que el cónsul

destacado en Casablanca, Aurelio Moratilla, bloqueaba las actuaciones de los agentes censales de

Mawlay Abd al- Aziz cuando procedían a realizar un catastro del ganado propiedad de algunos

comerciantes españoles, con el fin de imponer la nueva contribución, de la que no estarían exentos

los extranjeros establecidos en el Imperio. Tal decisión, al ser conocida por el Ministerio de

Estado, fue respaldada.1753 Con ello, el gobierno liberal daba muestras de plegarse a la política

marcada por Francia, que era la principal interesada en que fracasaran la serie de medidas que

emprendía el Sultanato fuera del respaldo republicano. Al alinearse con Francia, el gobierno de

Madrid faltaba al compromiso contraído con Abd al- Aziz. Ahora bien, en el Ministerio de Estado

se pensaba que el posicionamiento al lado de París era inevitable en un momento en el que se

estaba aspirando a culminar la negociación sobre el reparto de Marruecos. Las relaciones con el

Reino Unido seguían siendo muy tibias. Durante los primeros meses del año, el Duque de

Almodóvar del Río se lamentaba de la manera denigrante cómo la prensa británica enfocaba los

problemas externos e internos de España y los disturbios ocurridos en Barcelona, destacando las

adversidades, las deficiencias sociales y políticas. Una noticia del Morning Post del 21 de Febrero

le ofreció la ocasión para llevar sus quejas a la Legación británica, en donde manifestó que

1753
Aurelio Moratilla, cónsul de España en Casablanca al Ministro de Estado, Duque de Almodóvar del Río.
Despacho no. 4. 31 de Enero de 1.902. (A)rchivo (G) eneral de la (A)dministración. Alcalá de Henares. Sección de
África. Marruecos. Caja 68 / Ex. 3.

1050
también a él se le reprochaba ser anglófobo;1754 sin embargo, consideraba injusto el epíteto. Más

bien era un patriota español que estaba convencido de la importancia para su país de poder ganarse

la buena voluntad de Inglaterra, habiendo expresado eso mismo a sus compatriotas.

Algunos diarios madrileños, El Correo, La Correspondencia Militar o el Imparcial

mantenían una actitud crítica con los británicos, ensalzando a sus enemigos en Sudáfrica, o

cargando las tintas con noticias procedentes de la guerra, en las que se ponía en cuestión el

imperialismo británico y los “inhumanos” campos de concentración donde el ejército inglés incluía

a los civiles, familiares de los boers combatientes. Rosas Ledesma ha destacado cómo esta actitud

de la prensa creaba, de hecho, un muro ante cualquier intento de aproximación diplomática hacia

Londres.1755

12.3. Reanudación de las negociaciones secretas con Francia en torno al reparto de

Marruecos.

El año nuevo había marcado asimismo la reanudación de las conversaciones secretas de

París en torno al reparto de esferas de influencia en el Imperio jerifiano.

Según relataría León y Castillo al Duque de Almodóvar no hubo ocasión de discutir todas

las condiciones previas a la firma del pacto, formuladas por el gobierno español en la Real orden

de 22 de Diciembre de 1901, debido a la negativa tajante del ministro francés a aceptar la primera

de ellas: la extensión territorial de la zona española. Francia no estaba dispuesta a ceder un ápice

de terreno al sur de la línea divisoria del Uad Sebú. Es más, Delcassé estableció unas mínimas

rectificaciones con respecto a su oferta anterior, pues no aceptó enteramente como frontera todo

el curso del río hasta sus orígenes, sino sólo aquel tramo en que el cauce seguía la dirección de los

paralelos, a la altura de Fez y Taza. En compensación, Delcassé ofrecía a España que el límite

1754
Duque de Almodóvar del Río, Ministro de Estado español al Duque de Mandas, Embajador español en Londres.
Carta no. 30. 26 de Febrero de 1.902. (A)rchivo del (M)inisterio de (A)suntos (E)xteriores. Legajo H-1263.
1755
Véase Rosas Ledesma, E.: “Las relaciones hispano-británicas a comienzos del siglo XX “, en Revista de Estudios
Internacionales, vol. 1, no. 3, 1980, pp. 708-709.

1051
oriental de la zona española fuera la desembocadura del Muluya, pues a partir de cierto punto de

este río, la línea divisoria se inclinaría hacia el este, siguiendo los valles para ir a terminar en el

extremo de la costa argelina. De esta manera quedaría en la orilla oriental del río una porción de

territorio que serviría en cierto modo de compensación respecto al que España perdería por no

seguirse el Sebú hasta sus fuentes.

Más conciliador en lo que se refería al sur de Marruecos, Delcassé no llegó a admitir que el

límite septentrional de la zona española fuera Massa, como pedían Sagasta y Almodóvar, pero sí

una cierta ampliación del territorio hasta Aglou.

El Embajador español trató, asimismo, de obtener una ampliación del límite meridional de la

zona norte trasladándolo hasta Rabat, proposición rechazada categóricamente por Delcassé.

La causa de la fuerte resistencia gala a situar el límite meridional más allá del Uad Sebú, a

juicio de León y Castillo, venía a ser el deseo de dejar dentro de la esfera de influencia francesa a

Fez, centro intelectual del Norte de África, y origen de una fuerte irradiación religiosa sobre las

poblaciones musulmanas de Argelia y Túnez. Controlando Fez, Francia se aseguraba la

tranquilidad no sólo del territorio marroquí bajo su dominio, sino de sus restantes colonias

norteafricanas.

Delcassé intentó convencer al Embajador de la oportunidad de un acuerdo, que ponía en

manos de España más de seiscientos kilómetros de costa y la encumbraba como dueña y señora del

Estrecho de Gibraltar, la llave, pues de una de las posiciones estratégicas más formidables del

mundo, y sacó a colación posteriormente el tema de las supuestas riquezas mineras del Rif,

blandiéndolas como un espejismo que convenciese al español.

Las negociaciones volvieron a quedar estancadas en este punto. León y Castillo no cedía en

su pretensión de una ampliación territorial de la zona norte española. El Embajador llegaría a

recomendar al Duque de Almodóvar que no convenía acelerar la negociación; el gobierno liberal

no debía mostrar impaciencia por llegar a una solución rápida. Esta estrategia posiblemente

1052
quebrantaría la resistencia de Delcassé y le haría más permeable a nuevas concesiones. El 6 de

enero el Embajador recomendaría por lo tanto “dejar dormir el asunto” sólo por el tiempo

“absolutamente necesario”, ante la contingencia de que Francia pergeñara nuevos acuerdos

diplomáticos, a espaldas de España que le diesen el control absoluto de Marruecos.1756 Tras el

discurso de Prinetti en la Cámara italiana y otro paralelo del Embajador de la República en Roma,

Barrère, con motivo del nuevo año, había trascendido la noticia de que Francia e Italia habían

pactado respecto al futuro del territorio de Tripolitania, y León y Castillo presentía otro

movimiento de la diplomacia gala referido al Imperio jerifiano.

12.4. Incidentes fronterizos en Marruecos. Rumores en torno a un acuerdo franco-británico

sobre el Sultanato.

Ojeda, por su parte, informó al Ministerio de Estado a finales de Enero de la escalonada

salida hacia Rabat de las Embajadas británica, austriaca, francesa y alemana y tras apuntar que la

finalidad de la gala era anular la creciente influencia británica en la Corte imperial, señalaba que la

gran beneficiada podía ser la germana que aprovecharía en beneficio propio la rivalidad existente

entre Inglaterra y Francia. Durante unos días las costas de Marruecos conocieron un importante

trasiego de buques de guerra que transportaban a los diversos diplomáticos hasta la Corte imperial,

y entonces saltaron los rumores sobre la apertura de la cuestión marroquí.1757

El 19 de enero al sur del Yebel Beni-Smir habían resultado muertos dos oficiales de la

Legión; habían sido abatidos por los disparos de algunos Chaambas y de seguidores de Bou

1756
León y Castillo al Duque de Almodóvar. Despacho no. 4, reservado. 6 de Enero de 1902. A.G.A. África. Sección
Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Legajo no. 5841.
1757
Angel Ruata, Embajador de España en Berlín al Duque de Almodóvar del Río. 29 de Enero de 1.902. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 / Ex. 2.

1053
Amama, lider resistente anti-francés.1758 Se temió por un instante en diversas cancillerías europeas

que Francia aprovechara el incidente para emprender una acción militar que supondría una nueva

invasión del Sultanato y conduciría a la ocupación de Figuig.

Los rumores resultaron sólo parcialmente infundados: si como parece probable se pensó en

París en una acción de represalia no se llevó a cabo inmediatamente posponiéndose varios meses.

Por su parte, el Majzén se apresuró en dar la impresión de que podía llevar la paz a los territorios

fronterizos argelino-marroquíes. En el mes de abril, Ben Sliman comunicaba a Saint-René

Taillandier que se había nombrado un nuevo Amal de Figuig que conjuntamente con su sequito y

más de trescientos soldados dotados de tres cañones, se embarcaría con destino a Argelia para

luego trasladarse a Figuig utilizando el tendido ferroviario francés.1759

Las insinuaciones que llegaban a Madrid sobre un posible acuerdo entre el Imperio británico

y Francia en lo relativo a los litigios coloniales iban en aumento.

Primero había sido el Duque de Mandas en noviembre de 1901. El 6 de enero de 1902, el

Marqués del Muni, León y Castillo expresaba a Almodóvar su convencimiento de que se estaba

trastocando y empezando a quebrar el sistema de alianzas europeas. Un alba nueva llegaba a

Europa con la reciente actitud de Italia respecto a Francia, que rompía el sistema de equilibrio

vigente. Delcassé había conseguido con su estrategia de entendimiento con Italia, socavar las

bases sobre las que se fundaba la Tríplice. Con grandes dotes de analista, con una perspicacia casi

profética, León y Castillo anticipaba lo que sucedería doce años más tarde al estallar la Primera

Guerra Mundial.1760 Italia iba a ir rompiendo poco a poco sus estrechas relaciones con Alemania,

1758
Révoil, Gobernador General de Argelia a Delcassé. 22 de febrero de 1.902. D.D.F. A-M. (1901-1.905), pag. 31.
1759
Saint-René- Taillandier a Delcassé. 15 de Abril de 1.902. D.D.F. A.M. (1901-1905), pág. 31. Ojeda telegrafió
asimismo a Madrid el resultado de sus conversaciones con el Plenipotenciario francés al regreso de éste de Rabat.
Saint-René Taillandier le negó haber solicitado u obtenido concesión alguna para la construcción de ferrocarriles,
apartado que destacaba la prensa española, pero se mostraba confiado en la posibilidad de merced al empleo de una
actitud resuelta del gobierno francés ir conteniendo la creciente influencia inglesa en la Corte. Telegrama de Ojeda al
Duque de Almodóvar. 5 de Marzo de 1.902. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.
1760
Incluso en alguna de las obras que posteriormente se publicaron en España sobre Marruecos, se transmitían pocos
datos sobre los acuerdos franco-italianos, basándose fundamentalmente las informaciones en artículos de prensa o en
las declaraciones que los responsables de la política exterior italiana habían hecho en el Parlamento. Se prefería, a

1054
lo cual causaría, por otra parte, gran inquietud en Berlín. Al mismo tiempo, el Marqués de Muni

aventuraba también el fracaso de la aproximación diplomática anglo- germana, al socaire de una

serie de artículos de la National Review, al parecer inspirados por Lord Salisbury y radicalmente

contrarios a un acercamiento del Reino Unido a Berlín y partidarios de un entendimiento anglo-

ruso. León y Castillo llegaba a sugerir que dichos artículos, antes de ser publicados habían sido

remitidos desde Londres a París con el fin de que Delcassé los leyera y diese su aprobación.

León y Castillo marchó a pedir explicaciones confidenciales al Quai d´Orsay. No consiguió

una respuesta precisa de Delcassé: el titular de Exteriores francés sólo llevó a cabo el

reconocimiento vago de que se había tratado de llegar a un compromiso con Italia en torno a la

fijación de los límites en los territorios norteafricanos sobre los cuales Francia ejercía soberanía o

quería ejercer influencia, algo semejante a lo que franceses y españoles negociaban en secreto en

torno a Marruecos.1761

Posteriormente, en febrero de 1902 iba a ser el propio Almodóvar quien recogería una serie

de informaciones particulares y confidenciales procedentes de un amigo residente en Italia, acerca

del inicio de negociaciones entre Francia e Inglaterra sobre asuntos coloniales, entre los que

figuraba Marruecos.1762 Paralelamente Almodóvar recibió nuevas confidencias, esta vez de París,

procedentes del Marqués del Muni. Este fue abordado por un agente del Quai d´Orsay que le

suministró noticias de Berlín. León y Castillo entendió este movimiento como un procedimiento

cambio, incidir en consideraciones de tipo general. Es decir, se abundaba en el posible significado de tal acto como el
inicio de un cambio radical de la posición internacional de Italia, de un progresivo y, en opinión de muchos, cada vez
más evidente alejamiento de la Triple Alianza. Sin embargo, algunos autores no veían esto de forma negativa sino, al
contrario, parecían dar a entender que Italia recuperaba con ello el ‘sentido común’ perdido en el pasado al entrar en
conjunción con unos aliados “antinaturales”.
1761
Carta particular sin numerar del Marqués del Muni, León y Castillo al Duque de Almodóvar. 6 de Enero de 1.902.
A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1762
Carta particular no. 14 del Duque de Almodóvar a Fernando León y Castillo, Marqués de Río Muni. 9 de Febrero
de 1.902. A.M.A.E. Archivo Histórico.Legajo H-1263.

1055
maquiavélico de Delcassé para ejercitar presión sobre el gobierno de Sagasta y forzarle a que

firmara sin dilación el acuerdo de reparto de Marruecos. 1763

Estas confidencias le llevaron a León y Castillo a entrevistarse a su vez con el Embajador del

II Reich en París quien le confirmó la existencia de rumores en la capital de Alemania en torno a

supuestas negociaciones de los gobiernos de París y Londres que trataban de ponerse de acuerdo

en las cuestiones de Terranova y Nuevas Hébridas. Se aseguraba que los asuntos de Siam y

Marruecos serían discutidos posteriormente.1764

El Gobierno Sagasta se sintió verdaderamente amenazado, aunque tanto franceses como

británicos negaran oficialmente haber llegado a ningún acuerdo. Sin embargo no fue negada la

tramitación de negociaciones. De confirmarse la veracidad de los rumores, ello podía suponer el

fin de las pretensiones españolas en Marruecos. El Ministro de Estado, Almodóvar se alarmó a la

vista de estos informes, a los que dio absoluto crédito y calificó de “fidedignos”... Sobre el

gabinete español empezó a pender la espada de Damocles de las negociaciones franco-británicas

que excluían a España de la cuestión marroquí y la dejaban marginada, fuera del aspirado “lugar al

sol” en el Sultanato, y perdidas las pretensiones seculares sobre el Imperio marroquí.1765 Así el 6

de Febrero se telegrafió a los Embajadores en Londres y París para que el Duque de Mandas y el

Marques del Muni investigaran con ahínco la verdad sobre estos hechos.1766

1763
Una nota confidencial de la Embajada española en París, remitida a Madrid a comienzos de febrero de 1.902 y que
recogía rumores procedentes de la capital alemana señalaba cómo Delcassé había enviado instrucciones importantes a
Mr. Paul Cambon, Embajador francés en Londres con el fin de concretar la aproximación diplomática francobritánica.
Tal como ha señalado F. Parsons, estas noticias reflejaban algunas evidencias, entre ellas los contactos de Cambon con
el rey Eduardo VII en Octubre de 1.901, en los que se había discutido sobre el futuro de Marruecos, y los posteriores
con Joseph Chamberlain. Véase: Nota confidencial del 1 de Febrero de 1902 remitida desde Berlín a la Embajada
española en París y reexpedida a Madrid. (A)rchivo (G)eneral del (P) alacio ®eal. Sección Alfonso XIII. Caja 1.145 /
Expediente 9.
1764
Carta particular sin numerar de Fernando León y Castillo al Duque de Almodóvar. 12 de Febrero de
1.902.A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1765
Los rumores señalaron incluso que un acuerdo sobre Marruecos había quedado cerrado entre las dos potencias,
quedándose Gran Bretaña con todas las costas del septentrión marroquí y Francia con la costa atlántica y las ricas y
fértiles comarcas del interior del país.
1766
Telegrama del Duque de Almodovar dirigido a los Embajadores de España en París y Londres. 6 de Febrero de
1.902. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.

1056
No era tarea fácil. En Londres Mandas se iba a tropezar con una reserva absoluta en el

Foreign Office. En tales circunstancias, averiguar el estado de los arreglos coloniales

francobritánicos era una labor ardua. Mandas, particularmente no se mostraba muy convencido

respecto a la posibilidad de un acuerdo definitivo sobre el Sultanato.

Otra cuestión bien distinta era la referente a una ampliación de las actuaciones militares

galas, mientras la atención inglesa permaneciera distraída en la guerra del África austral. Francia se

quejaba insistentemente del ángulo entrante que en la frontera occidental de Argelia formaba el

oasis de Figuig al que, por otra parte, presentaba como un núcleo de intrigas y de expediciones de

castigo gestadas contra la seguridad del territorio argelino.

Interrogado por Mandas, Lord Lansdowne, se limitó a señalar que había tratado tiempo atrás

con el Embajador de Francia el problema de la frontera occidental argelina y que el diplomático

galo le había expresado la necesidad de incrementar las medidas de policía y de que las tribus

fronterizas nómadas quedaran adscritas al control claro de una autoridad. La postura de los

ingleses no contemplaba tratar temas como nuevas alteraciones territoriales de la extensión del

Sultanato, rectificaciones de fronteras, o el fin del ‘statu quo’. Mandas acabó por remitir un

mensaje tranquilizador a Almodóvar descartando la posibilidad de que las supuestas negociaciones

franco-británicas hubiesen llegado a un acuerdo conclusivo de consecuencias negativas para las

aspiraciones españolas en el Norte de África.1767

1767
El Duque de Mandas al Duque de Almodóvar del Río. Despacho no. 16. 13 de febrero de 1902. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 93/Ex. 1.

1057
12.5. Gestiones del gobierno liberal para aclarar los rumores sobre el acuerdo

francobritánico. El despliegue internacional de la diplomacia sagastina.

Las negociaciones hispano-francesas sobre el reparto de Marruecos no habían quedado rotas.

La inclinación internacional del gobierno Sagasta no iba a variar: no se iba a intentar, como había

hecho Silvela en 1900, un giro diplomático hacia el Reino Unido. En contrapartida, Delcassé

seguía contando con España, considerándola un elemento tan preciado como la Monarquía italiana

en su estrategia de oponerse a la creciente influencia británica en el Sultanato. Así, en enero de

1902 Patenôtre, Embajador de la República en Madrid, sondeaba a Almodóvar sobre la opinión del

gabinete liberal en torno al presumible empréstito solicitado por el Sultán a Gran Bretaña, así como

sobre el deseo expresado por Abd al- Aziz de aceptar el concurso de capitales europeos para la

construcción de redes ferroviarias. Previamente, Saint-René Taillandier había abordado a Ojeda en

Tánger, mostrándose el diplomático español remiso a conferenciar y colaborar con el

Plenipotenciario galo (no olvidemos las inclinaciones pro-británicas de Ojeda). Almodóvar por el

contrario se mostró bastante preocupado del carácter que podían alcanzar las negociaciones en

Rabat de sir Arthur Nicolson con el Majzén y manifestó a Patenôtre su deseo de que las potencias

europeas, y en particular Francia consiguiera hacerlas embarrancar. Es más, ante un posible fin del

statu quo, Almodóvar expresó al Embajador su deseo a llegar a un acuerdo definitivo con Francia.

La política española de supeditación a Francia en los asuntos marroquíes no parecía variar un

ápice.1768

El 17 de febrero el Marqués del Muni remitía una carta particular a Almodóvar explicándole

el desarrollo de sus averiguaciones sobre los rumores en torno a las conversaciones franco-

británicas. Sus conversaciones con Delcassé no le llevaron a confirmar su existencia. Esta era una

deducción inferida tras una recepción diplomática celebrada en París, en el transcurso de la cual el

1768
Patenôtre, Embajador de Francia en Madrid a Delcassé. Despacho no. 13, confidencial. 2 de Febrero de 1.902.
D.D.F., T. II (1902).

1058
titular del Quai d´Orsay había charlado con León y Castillo para tratar una vez más de obtener del

gabinete Sagasta la firma del acuerdo sobre Marruecos.

“(...) en contestación á mis argumentos en defensa de nuestras aspiraciones, insistió


mucho en la afirmación de que ningún gobierno francés pasará jamás del Sebú, y añadió
que, cuando él deje el Ministerio de Negocios Extranjeros, no encontraremos Ministro
alguno que llegue hasta donde llega él. A pesar de todo, continuaré mis averiguaciones, y
comunicaré a V. su resultado, porque es evidente que M- Delcassé no participa de la
hostilidad de muchos de sus compatriotas hacia Inglaterra “.1769

Patenôtre informaba periódicamente al Quai d´Orsay de cuales eran las impresiones de los

políticos restauracionistas con respecto a Francia. En Julio tuvo un contacto con Silvela que le

desveló sus intenciones en política exterior a corto plazo. El Embajador galo preveía un retorno

próximo de los conservadores al poder, lo cual no iba a variar sustancialmente la posición española

de compromiso con Francia. Silvela, en concreto, le había recordado su propósito en Abril y Mayo

de 1899 de negociar una alianza continental para frenar a Inglaterra en el Mediterráneo, y le repitió

su idea de que Francia era la aliada natural de España, para terminar señalando que su opinión era

semejante a la de otros significativos políticos restauracionistas desde el Duque de Almodóvar

hasta Antonio Maura. Incluso la de los grupos republicanos era favorable a un acuerdo con

Francia. Únicamente Segismundo Moret era proclive a un acercamiento a Inglaterra.1770

Por otra parte, al gobierno liberal le seguía interesando no dar la impresión de enfrentarse

frontalmente a los intereses británicos. Almodóvar se lamentaría en carta particular dirigida al

Duque de Mandas de que a pesar de sus esfuerzos, el Gabinete no podía hacer frente a la aversión

que la población española sentía hacia el Reino Unido desde 1898. En el interín, seguía

practicando el método de disipar los recelos ingleses hacia España, entrevistándose periódicamente

1769
Carta particular sin numerar de León y Castillo al Duque de Almodóvar. 17 de febrero de 1902. A.M.A.E.
Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1770
Patenôtre, Embajador de Francia en Madrid a Delcassé. Despacho no. 75. 7 de julio de 1.902. D.D.F., T. II (1902),
pp. 387-388.

1059
con el Embajador británico, Sir Henry Mortimer Durand, y mandando mensajes de confianza a

Lansdowne.1771

Finalmente los rumores de aproximación franco-británica, unidos a la agresiva política

francesa en Marruecos y al convencimiento de que el mantenimiento del ‘statu quo’ marroquí era

ya imposible tras conocer la noticia del entendimiento franco-italiano según manifestaciones de

Prinetti a la Cámara italiana el 14 de Diciembre de 1901, impulsaron al gobierno español a alertar a

sus embajadores sobre las nuevas circunstancias y sobre un posible cambio de la actitud

española.1772

En un largo e importante informe, firmado por Almodóvar del Río, se exponían los aspectos

esenciales de la nueva situación que, desde su punto de vista, obligaba al Gobierno de España a

prestar una especial atención a las posturas que sobre la cuestión de Marruecos iban adoptando las

cancillerías europeas.1773 En primer lugar, destacaba el ministro la indiscutible preponderancia

adquirida por los intereses franceses en Marruecos desde la ocupación de Igli y los oasis del Tuat,

a comienzos de 1900: “Hasta cierto punto, el presente estado de cosas puede ser considerado

nuevo en la accidentada y larga historia de la Monarquía de los Filalis. El resultado más saliente

de la transformación ocurrida lo es la claridad con que las aspiraciones francesas, mucho tiempo

latentes y presentidas, se destacan ahora“. Almodóvar entendía que los franceses no se

conformarían con la ocupación de In-´Salah y Timimum y que sus operaciones futuras apuntarían

al Tafilalt. Francia había obtenido la posibilidad de unir al fin con un ferrocarril Argelia y el Sudán

galo, el sometimiento del Majzén a las reclamaciones por ella formulada, la posesión de puntos

vitales en las grandes rutas caravaneras transaharianas, el arreglo de la cuestión fronteriza entre

1771
Carta particular no. 30 del Duque de Almodóvar al Duque de Mandas. 26 de Febrero de 1.902. A.M. A. E. Archivo
Histórico. Legajo H-1263.
1772
Seguimos aquí las acertadas tesis de F. García Sanz. Cfr. García Sanz, F.: Historia de las relaciones entre España e
Italia. Imágenes, comercio y política exterior (1890-1914). Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid,
1994, pág. 250.
1773
R.O. Muy Reservada, no. 32 de 11 de Febrero de 1.902 dirigida a los Embajadores de España en París, Berlín,
Londres, San Petersburgo, Roma, Viena y a los Ministros Plenipotenciarios en Tánger, Lisboa y Bruselas. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 93 /Ex. 1.

1060
Argelia y el Sureste marroquí, y el reconocimiento de su soberanía sobre las tribus que habitaban

los territorios conquistados. Sin embargo era presumible que no tenía bastante, como podía

deducirse de algunas manifestaciones pasadas de Delcassé y de las insinuaciones diarias de la

prensa gala. La determinación con que se había ejercido presión sobre el Gobierno marroquí en el

asunto Pouzet hacía presagiar nuevos movimientos galos. Otros hechos contribuían a crear esa

impresión:

a) la activación por parte francesa del tendido de una red cablegráfica en África

independiente de la inglesa y española;

b) la apertura al comercio del puerto fronterizo del Kiss;

c) la presencia en la Corte marroquí de agentes comerciales e industriales galos a la espera

de alcanzar contratas de obras públicas y de construcción de ferrocarriles, etc.

En segundo lugar, se ponía de manifiesto la inusitada lucha entablada desde tiempo atrás

entre las influencias francesas e inglesas ante la Corte de Abd al- Aziz. Este dato en sí no

representaba nada nuevo, pues era histórica la pugna de los representantes de las potencias

europeas en Marruecos por ganarse los favores del Sultán. Sin embargo ahora adquiría una

especial importancia porque “coincidía con un cambio en el modo de hallarse agrupados los

factores que pudieran llamarse neutrales en el problema de Marruecos”.

A juicio de Almodóvar los consejos dados en Londres a la Embajada extraordinaria de Al-

Mennebhi se estaban empezando a cumplir. Las primeras reformas administrativas en el Imperio

jerifiano empezaban a aplicarse; se estaba gestionando con rapidez el proyecto de construcción de

un ferrocarril entre Tánger y Tetuán por parte de una empresa británica;1774 se realizaban promesas

1774
“Uno de los asuntos -escribía Almodóvar a Ojeda en carta particular del 6 de Febrero de 1902 - que más me
preocupa es la concesión a Inglaterra de líneas férreas en la costa norte, noticia que corre por aquí como muy válida y
singularmente comentada por la Embajada de Francia. Si fuese cierto que los ingleses han de construir algún
ferrocarril comunicando a Tánger con Tetuán, o cosa parecida, considero ésto bastante grave porque la creación de un
british interest (subrayado en el original) tendría consecuencias indeclinables “.

1061
en el sentido de facilitar la instalación de líneas telegráficas, la construcción de caminos y puentes;

en fin, Marruecos parecía que se abría completamente al capital y la industria europeos ... Pero es

que además se sospechaba que los agentes británicos situados en la Corte imperial iban a preparar

el camino a la llegada de técnicos, administrativos y empresarios del Reino Unido que pasarían a

controlar la administración del país y a gestionar la dirección de las obras públicas que se

realizaran.

En tercer lugar, Almodóvar destacaba la trascendental importancia que para España tenía el

que Francia e Italia hubieran zanjado sus desavenencias encontrando la base de acuerdo

precisamente en la cuestión mediterránea. Desconociendo el ministro el tenor exacto de lo

acordado entre ambos países especulaba sobre las distintas posibilidades y su repercusión para los

intereses de España:

“Cualquiera que sea el alcance futuro de esa inteligencia y sus efectos sobre la
política general, ofrece desde luego para nosotros una importancia extraordinaria, puesto
que, al ser abandonados por Italia a la influencia francesa los dominios de S.M. Sherifiana,
viene a faltar uno de los sostenes más firmes del ‘statu quo marroquí‘ . La gravedad del
hecho sería todavía mayor si el acuerdo, en vez de un contenido puramente negativo
(declaración de cada Alta Parte contratante de no tener miras sobre la esfera de influencia
de la otra), comprendiese alguna parte positiva, concertase una acción común para hacer
efectivos los respectivos derechos ó previese un determinado acontecimiento como instante
de proceder legítimamente á la realización de las pretensiones de cada cual”.

El temor era aún mayor si los aliados de Italia hubieran dado su consentimiento al acuerdo

con Francia ya que, en ese caso, España se vería totalmente sola para mantener el ‘statu quo’

marroquí, u obligada a “tomar al fin partido por una de las grandes Potencias que en el Mogreb se

disputan el predominio“. Por lo tanto finalizaba el documento, se imponía a los enviados

diplomáticos de España la misión de informar sobre la actitud de las potencias en los asuntos de

Marruecos “para que el problema no sea solucionado sin nuestro concurso o en nuestro

1062
perjuicio“.1775 En este sentido, se ordenaba extremar la atención para averiguar si el rumor que

había llegado a oídos del Ministro, “por conducto serio”, sobre un acuerdo entre Francia e

Inglaterra que resolvía “todas las cuestiones, incluso la de Marruecos”, era cierto. Esto era de

suma importancia, pues en España quien estuviese al tanto de las cuestiones de política exterior no

dudaba que un acuerdo entre Francia y Gran Bretaña sacrificaría, en primer lugar, los intereses de

España:

“ Las aspiraciones británicas, concentradas en el Estrecho, y las francesas, cuyo


objetivo predominante es la posesión de las ricas y fértiles comarcas del interior (de
Marruecos) y de la costa del Atlántico, habrían en ese caso encontrado un término de
avenencia que quizá salvaguardaría también el equilibrio del Mediterráneo, pero que
dejaría sacrificados los justos y vitales intereses de España“.

Uno de los informes que, en consecuencia, debía resultar más importante era el del

embajador de España en Roma, Cipriano del Mazo. Sin embargo, este diplomático pudo averiguar

muy poco sobre las cuestiones pendientes de confirmar. Al margen de las declaraciones oficiales,

desconocía por completo lo tratado en el acuerdo franco-italiano y nada sabía de que existían

nuevas negociaciones en curso, como tampoco se enteró de que se firmara un acuerdo nuevo en el

verano de 1902. Es más, el Embajador atribuía al compromiso ya firmado una importancia

secundaria, pues hacía depender la actitud de Italia con respecto a Marruecos de la conducta que,

en caso de crisis, siguieran el Reino Unido y Alemania.1776

Ojeda remitió a Almodóvar un exhaustivo informe en el que analizaba las distintas variables

que podía experimentar la cuestión marroquí, basadas en las confidencias y conversaciones tenidas

con sus compañeros del cuerpo diplomático. Había un tema espinoso que hacía muy difícil un

1775
Los puntos concretos sobre los que se tenía que basar la atención eran los siguientes: “El juicio que cada Potencia
forme de la estabilidad del Imperio mogrebino, su opinión acerca de las reformas introducidas ó á introducir, su
conducta frente á los manejos de otros Gabinetes, sus lazos contractuales, sus aspiraciones propias, sus planes
inmediatos, son datos necesarios para que España adopte las medidas que sus intereses reclaman“.
1776
El Embajador de España en Roma, Cipriano del Mazo al Duque de Almodóvar del Río. Despacho no. 20 muy
reservado. 17 de Febrero de 1.902. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 93 /Ex. 1.

1063
acuerdo entre Francia e Inglaterra sobre Marruecos. Era el control del Estrecho de Gibraltar, la

costa norte de Marruecos, la arteria yugular de todo el sistema circulatorio del Imperio británico en

el Mediterráneo, un lugar primordial con Egipto para los intereses ingleses que no podía ser

abandonado a Francia. El Estrecho no dejaba de ser menos importante para los franceses, para los

que un control exclusivo por parte de los ingleses supondría el corte de las relaciones por vía

marítima entre sus regiones atlánticas y mediterráneas, circunstancia que les llevaría a una guerra

abierta.

A pesar de las alarmas periódicas producidas en torno a la cuestión marroquí en Europa, a

pesar de los frecuentes rumores alentados desde el círculo diplomático tangerino, y del pesimismo

de ciertos sectores de la prensa española, Ojeda tranquilizaba a Almodóvar del Río señalando su

convicción de que ninguna nación tenía intención de vulnerar el statu quo, de manera que pudiese

comprometerse la existencia de Marruecos. Ojeda manejaba la variable, equivocada como el futuro

demostraría, de que si el ‘statu quo’ se alterase, ello provocaría un conflicto armado en Europa.1777

Por lo que había podido averiguar el diplomático hispano acreditado en Tánger, su colega,

el Plenipotenciario británico sir Arthur Nicolson no abandonaba la idea del mantenimiento del

‘statu quo’. Sólo en el caso remoto de que el Imperio jerifiano se descompusiese por razones

internas, y se llegase en el Sultanato a una situación peligrosa para los intereses ingleses,

aconsejaría al Foreign Office una acción europea concertada en Marruecos que diese a Francia el

control del Sur-este del Sultanato y a España, la zona costera septentrional; idea aceptada por gran

parte de la prensa británica. De estas afirmaciones, Ojeda infería que los futuros propósitos

británicos no pasaban por llegar a un acuerdo de reparto de Marruecos con el gobierno de París, y

consistían en cambio en apuntalar la independencia del Imperio jerifiano.

1777
Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar. Despacho no. 28, muy reservado. 19 de Febrero de 1.902. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 93 /Ex. 1.

1064
Por el contrario todos los Ministros galos destacados en Tánger con los que Ojeda se había

entrevistado, desde Révoil hasta Saint-René Taillandier,1778 le habían planteado abiertamente la

necesidad de la ruptura del ‘statu quo’ y del condominio de España y Francia en el Sultanato.

Descartada pues la posibilidad de un convenio franco-británico, para el diplomático español

las razones de mayor preocupación para España estribaban en un probable enfrentamiento armado

entre los dos países, cuya primera consecuencia sería la ocupación por uno de los bandos

beligerantes de Tánger y de la costa rifeña. La preocupación por un inmediato conflicto que se veía

como muy probable era un sentimiento intenso en el círculo diplomático de Tánger. Ojeda

aconsejaba a Almodovar prevenir este riesgo, altamente atentatorio de la independencia de España,

esforzándose por crear o insertarse en un sistema de alianzas militares. De esta manera, se lograría

resguardar los intereses nacionales y preservar el control del Estrecho por las fuerzas armadas

españolas.

Con todo, Ojeda llevaba a cabo un tipo de actuaciones desde la Legación bastante apartadas

de la velada acción diplomática del gobierno Sagasta, cuyas intenciones de pactar con Francia

desconocía. A finales de diciembre de 1901 a su regreso de Madrid, había entrado en contacto con

sir Arthur Nicolson y le había sugerido el establecimiento, bajo el patrocinio europeo, de un

protectorado español ejercido en exclusividad sobre el Imperio marroquí. El Estado protector

(España) tendría la misión delegada por parte de Europa de conducir las reformas que llevasen a la

modernización de Marruecos. Una fórmula inmediatamente descartada por Nicolson.1779

El Embajador español en San Petersburgo, príncipe Pío de Saboya, se apresuró en cumplir

las instrucciones del gobierno liberal, para lo que se entrevistó con el conde de Lamsdorff. El

1778
Delcassé había dado las siguientes instrucciones al Ministro de Francia en Tánger: “El carácter decididamente
amigable de nuestra política con respecto a España nos obliga a tener en Marruecos los mismos miramientos para los
intereses especiales de esa potencia poseedora de los ‘presidios’ y cuyas costas se divisan desde Tánger. En cuantas
ocasiones se le presenten, Usted procurará abordar amablemente a la Legación de España en relación con algunos
temas de importancia adecuada para darle a conocer todas las ventajas de una amistosa avenencia con nosotros “.
Delcassé a Saint- René Taillandier, 27 de julio de 1901. Ministère des Affaires Etrangères, Documents Diplomatiques
Françaises : Affairtes du Maroc, 1901-1905 (París, Imprimerie Nationale, 1905), pág. 31.
1779
Carta particular no. 26 de Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. 27 de Diciembre de 1.901. A.M.A. E.
Archivo Histórico. Legajo H-1263.

1065
Gobierno ruso no parecía prestar mucha atención al futuro de la cuestión marroquí, dado que las

tendencias de la política exterior rusa se dirigían particularmente al Extremo Oriente asiático.

Lamsdorff se limitó a señalar al diplomático la existencia de un acuerdo de carácter general sobre

política colonial entre Gran Bretaña y Francia, sin referencias concretas al Sultanato. Parecía, por

otra parte, evidente que Rusia se limitaría en el futuro a apoyar a su aliada Francia.1780

El Barón de Richtofen, secretario de Estado alemán se mostró muy receptivo a las preguntas

del Embajador español en Berlín, Angel Ruata. El II Reich no se había mostrado proclive en el

verano de 1901 a prestar apoyo al Sultán ni a garantizar la independencia de Marruecos frente a la

invasión francesa. Los diplomáticos germanos no iban a descuidar, sin embargo, la atención de los

intereses comerciales del Imperio alemán en el Sultanato, pero la cuestión de Marruecos no parecía

un factor determinante en la Weltpolitik.1781

Parecía, por otra parte, como si los diplomáticos alemanes descartaran una solución violenta

a la cuestión marroquí, entendiendo que los intereses británicos y franceses no eran en el fondo tan

completamente antagónicos como muchos presuponían, pues Inglaterra no experimentaba gran

preocupación por lo que sucediera en el interior del país o en los lindes fronterizos con Argelia.

Únicamente le preocupaban los hipotéticos movimientos de Francia en el Estrecho de Gibraltar.

En el interín, estaba intentando sacar partido de la Embajada de Al-Mennebhi a Londres infiltrando

a funcionarios y protegidos en la Administración marroquí y aprovechándose de la apertura del

Sultanato al capital europeo.1782

1780
El Embajador de España en San Petersburgo, Príncipe Pío de Saboya al Duque de Almodóvar. Despacho no. 28,
reservado. 28 de Febrero de 1.902. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.
1781
En Abril, el rotativo germano Tägliche Rundchau publicaba un artículo en torno a la expansión francesa en África
firmado por el coronel Hübner, tras realizar éste un viaje de inspección a la zona. El militar aventuraba como
inevitable un triunfo galo en la contienda de intereses que se libraba por lograr una mayor influencia en la corte del
Sultanato. Por último se refería a la construcción del tendido ferroviario francés que debía llegar hasta Igli; para la
prolongación de este tendido se hablaba expresamente en los medios argelinos de la necesidad de ocupar el oasis de
Figuig, con el fin de implantar definitivamente el orden y seguridad en torno al tendido férreo. Angel Ruata al Duque
de Almodóvar. Despacho no. 72. 15 de Abril de 1.902. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.
1782
Angel Ruata al Duque de Almodóvar del Río. Despacho no. 45. Reservado. 27 de Febrero de 1.902. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.

1066
El conjunto de respuestas que recibió Almodóvar aportaban en conjunto poca información y

tendían a descartar la veracidad de las afirmaciones sobre una supuesta aproximación entre Francia

e Inglaterra.

12.6. Actuaciones personalistas de Emilio de Ojeda. Su apelación a la Reina María Cristina.

Emilio de Ojeda no se sintió satisfecho con contestar a Almodóvar sobre el contenido de la

circular acerca de los asuntos de Marruecos que el Ministerio de Estado había remitido a los

diversos representantes diplomáticos españoles. María Cristina de Habsburgo, la Reina Regente,

le había consultado en torno a la posibilidad de que ingleses y franceses hubieran llegado o

llegaran a un acuerdo sobre Marruecos. Por ese motivo el 12 de marzo, le remitió a la Reina el

informe que había redactado para Almodóvar acompañándolo de una disquisición en la que

veladamente criticaba la actuación del gabinete liberal e intentaba forzar a María Cristina a dar un

golpe de timón en la política exterior de España. Ojeda partía en su análisis del estado de

aislamiento internacional de la nación e infería una serie de consecuencias negativas derivadas del

que vaticinaba como próximo conflicto en Europa, fruto de la rivalidad franco-británica.

Durante su permanencia en Madrid a lo largo del mes de diciembre de 1901, ya había

alertado a María Cristina en el curso de una entrevista de la necesidad nacional de estar precavidos

ante tal contingencia. Ojeda había abogado por procedimientos tales como conseguir un acuerdo o

alianza exterior con otra potencia o promover la convocatoria de una conferencia internacional que

determinase la neutralización del Estrecho de Gibraltar, salvaguardando los intereses de España,

que debería ocupar -con el beneplácito de todos los países europeos- la costa norte de Marruecos.

Tal ocupación permitiría garantizar la libertad de navegación, y España sería la guardiana y

custodia de esta última. Tales fórmulas no eran bien vistas en el Ministerio de Estado, donde era

conocida asimismo la proclividad británica del diplomático. Sus postulados en torno a la

1067
neutralización del Estrecho habían sido rechazados por todos los gobiernos restauracionistas. Por

ello, Ojeda emprendió ahora una iniciativa particular. La figura de Alfonso XIII podía ser un

instrumento a utilizar para conseguir imponer sus criterios frente a los del gobierno. Ojeda ponía

en manos de María Cristina y su hijo la posibilidad de la puesta en marcha de las rectificaciones

que deseaba.

Pero las intenciones de Ojeda eran más amplias. Sometido a una durísima crítica por parte de

rotativos como El Heraldo de Madrid y El Nacional que lo acusaban de ser indigno a España y de

engaño al gabinete Sagasta, sus relaciones con los sectores africanistas peninsulares eran muy

malas.1783 Era también notorio su enfrentamiento con Álvarez Cabrera, el militar comisionado por

el Ministerio de la Guerra, que desde la prensa y con el seudónimo de “Abd -Allah“1784 lo sometía

a numerosas críticas. Cansado de su larga permanencia en Tánger, deseaba marcharse y antes de

abandonar sus responsabilidades aspiraba conseguir un éxito personal importante que inmortalizara

su gestión al frente de los intereses españoles en el Sultanato. Su idea principal era un giro

reseñable en las relaciones de España con el Rif, a las que imaginaba bajo un prisma

diametralmente opuesto al vigente entonces. Sin embargo, sus impresiones expuestas asimismo

verbalmente a Weyler y Almodóvar estaban a punto de caer en el olvido. ¿Qué postulaba Ojeda?.

Abandonar la política de entablar relaciones solo con núcleos selectivos de notables rifeños, y

abrirse al Rif: España debía crear un ejército similar al ‘cipayo’ de la Compañía de las Indias

Orientales británica. Emprender un plan de reclutamiento masivo de rifeños entre las cabilas que

rodeaban las plazas fuertes y presidios españoles e incorporarlos al Ejército español. El Rif
1783
Carta particular no. 29 de Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. 30 de Enero de 1.902. A.M.A.E.
Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1784
Álvarez Cabrera había estado comisionado en la Corte marroquí primeramente para llevar al Sultán un sable, regalo
de la Monarquía Española. Regresó al Sultanato nuevamente comisionado y casó con una hija del cónsul español en
Tetuán, Teodoro de Cuevas. Fue adoptando una actitud crítica con la labor de la Legación española en Tánger,
atribuyéndosele a Álvarez su participación en una conjura contra el Ministro Plenipotenciario, Figuera. Posteriormente
consiguió otra comisión en Tetuán redactando, a finales del siglo XIX un folleto sobre la conquista de Marruecos por
España por el que mereció una real orden aprobatoria y una recompensa en metálico. En Mohammed Torres y en el
cuerpo diplomático europeo radicado en Tánger produjo un hondo efecto el hecho de que un oficial español encargado
de una comisión en el Sultanato se dedicase a hacer disquisiciones públicas sobre el fin del ‘statu quo’. Posteriormente,
Álvarez Cabrera vino otra vez comisionado a Marruecos, dedicándose a escribir para el Heraldo de Madrid los
artículos relativos al asunto de los cautivos de Arzila.Las protestas de Ojeda ante el general Weyler determinaron que el
Ministerio de la Guerra ordenase su regreso a España.

1068
quedaría inundado de la presencia hispana, al ser gran parte de sus habitantes automáticamente

convertidos en súbditos y protegidos de España.1785

La Reina Regente estudió el memorándum y no echó en saco roto las recomendaciones de

Ojeda. María Cristina iba a cumplir un cierto papel en las negociaciones franco-españolas del

reparto de Marruecos (visitaría en París a las autoridades republicanas en un intento de desbloquear

el punto muerto en que habían quedado las conversaciones Delcassé/León y Castillo). Que María

Cristina seguía con suma atención el rumbo de las negociaciones y que procuraba estar bien

informada de todos los pormenores respecto a la cuestión marroquí nos lo demuestra el hecho de

que encargó expresamente a Ojeda una ‘memoria completa sobre los asuntos marroquíes ‘.

12.7. Tensiones franco-británicas. Lucha de influencias en el Sultanato.

Delcassé advertido por un despacho confidencial de 17 de Diciembre de 1901 procedente

de la Legación gala en Tánger1786 acerca de los problemas financieros del Gobierno Jerifiano y del

propósito del Majzén de favorecer la acción de las influencias británicas, observó con mucha

preocupación la llegada de una Embajada Británica a Rabat donde estaba radicada la Corte

imperial.1787 El enviado extraordinario británico sería llevado el 20 de Enero de 1902 a la ciudad

por un poderoso acorazado, el Illustrious, especialmente escogido para la misión.1788 Esta medida

1785
(A)rchivo (G)eneral del (P)alacio ®eal. Carta de Emilio de Ojeda a la Reina Regente conteniendo un informe
sobre la rivalidad y ambición de Francia e Inglaterra sobre tierras africanas y el Estrecho. 12 de Marzo de 1.902.
Cajón 4 / Expediente 41.
1786
Véase Saint-René-Taillandier, G.: Les origines du Maroc français. Récit d´une mission 1.901-1.906, París, Plon,
1930, capítulo III.
1787
Telegrama de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. 20 de Enero de 1.902. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.
1788
Carta particular de Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. 20 de Enero de 1.902. A.M.A.E. Archivo
Histórico. Legajo H-1263.

1069
fue entendida por los servicios diplomáticos franceses como perjudicial a los intereses de la

República que deseaba liderar y controlar las reformas en el Imperio.

Inmediatamente Delcassé remitió a su vez a la ciudad a Eugéne-Felix Fumey, primer

secretario de la Legación en Tánger, para que espiara los movimientos británicos. Al mismo

tiempo en Tánger se anunciaba la intención francesa de enviar a la Corte una Embajada

extraordinaria presidida por Saint-René-Taillandier. Embajada que trataría de anular la creciente

influencia inglesa en la Corte jerifiana. Poco después un anuncio similar (el envío de una misión

diplomática alemana a Rabat) era emitido por la Legación del II Reich en Tánger.1789 Algunas

matizaciones de la prensa germana señalaban al respecto que las pretensiones del II Reich se

circunscribían a que el Sultanato estuviese abierto al comercio.

Fumey debía entrevistarse con Ben Sliman, con el Gran Visir, y obtener la mayor cantidad

de información posible sobre los proyectos del Gobierno marroquí y sobre las ofertas de

participación extranjera en empresas a realizar en el Sultanato que le hubiesen sido efectuadas al

Majzén. Pero había más: debía oponerse a la ampliación de la influencia inglesa. Su misión

estribaba en convencer a Ben Sliman de la necesidad de abandonar el patronazgo británico, animar

al gobierno marroquí a no ceder ante las demandas de Sir Arthur Nicolson y pedir, por el

contrario, las ayudas necesarias para las futuras mejoras financieras, militares o administrativas

sólo a la potencia vecina de Marruecos, Francia. Tenía que convencerle de la gravedad y de las

consecuencias fatales que entrañarían para Marruecos la puesta en práctica de medidas contrarias

a los intereses franceses.1790

1789
Telegrama del Ministro Plenipotenciario español en Tánger al Duque de Almodóvar del Río. 20 de Enero de 1902.
(A)rchivo (G)eneral de la (A)dministración. Sección África. Marruecos (Fondo Histórico). Caja 163 /Ex. 2.
1790
Delcassé a los Embajadores franceses en Londres, Berlín, San Petersburgo y Madrid. 8 de Enero de 1.902.
Despachos nos 10, 2, 6 y 1, muy confidencial. D.D.F., t. II (1902), pp. 13-14.

1070
12.8. Ofensiva diplomática francesa. Recelos de Delcassé. Bases de la hegemonía británica

en Marruecos.

La guerra de intrigas que había estallado en 1901 en la Corte imperial entre franceses e

ingleses por conseguir un ‘protectorado informal‘ sobre Marruecos continuaba con todo vigor.

Fumey se empeñó en intentar convencer a Abd al- Aziz de la inoportunidad de la visita de la

Embajada británica esgrimiendo el argumento de que tal hecho era incompatible con las reformas

proyectadas por el Majzén.

De acuerdo con las instrucciones recibidas de París en Julio de 1901 al hacerse cargo de la

Legación en Tánger,1791 Saint-René-Taillandier, proseguía una lucha que parecía llamada de

antemano a perder contra unos agentes ingleses cada vez más activos y preponderantes en

Rabat.1792 En un telegrama del 10 de Enero advertía a Delcassé :

« Nous nous trouvons certainement en présence de la tentative la plus vigoureuse et


la plus redoutable qui ait encore été faite pour faire prédominer au Maroc l´influence
anglaise moyennant un ensemble de réformes dont l´Anglaterre prendait l´initiative et
garderait la direction « .1793

Delcassé estaba decidido a pasar a la acción en caso de necesidad. No descartaba el empleo

de la fuerza para obtener la retractación por parte de los marroquíes de todo empeño de naturaleza

contraria a los deseos imperialistas galos. Estimó por lo tanto necesario comunicar al Sultán y al

conjunto de potencias europeas que Francia no estaba dispuesta a admitir ninguna injerencia

1791
Las instrucciones que Saint-René-Taillandier había recibido se encuentran en su libro: Saint-René- Taillandier: Les
Origines ... op. cit, pág. 13; también en D.D.F., t. I (1901), no. 337.
1792
Al enterarse de la existencia de pequeños incidentes y del malestar anti-británico patentizado en algunos lugares
como Rabat, Nicolson empezó a mostrar serias reticencias a que la cohorte de criados, camareros, electricistas y
jardineros que permanecían en la Corte junto a Mawlay Abd al- Aziz, siguiera en su puesto.
1793
Telegrama de Saint-René- Taillandier a Delcassé. 10 de Enero de 1.902. D.D.F., t. II, pág. 34.

1071
extranjera en Marruecos, salvo la de España, y que todas las reformas encaminadas a la mejora del

país (concesión de líneas férreas, de líneas telegráficas, intervención de agentes no-marroquíes en

la administración de los servicios públicos, concesión de empréstitos al Estado) constituían para

Marruecos una alienación especial de su independencia, y que Francia no podía tolerar que fuesen

hechas a sus espaldas.1794 Saint-René- Taillandier debía partir inmediatamente a Rabat,

constituyendo su Embajada, con motivo de la presentación de las cartas credenciales al Sultán, un

modo de contrarrestar el efecto psicológico causado por la llegada de la Embajada inglesa. Un

moderno y poderoso buque de guerra, el Galilée lo conduciría de Tánger a Rabat, pues el Gobierno

francés deseaba hacer sentir palpablemente al Majzén que no consentía en ir a la zaga del gabinete

británico.1795 Paralelamente el Embajador galo en Londres, Paul Cambon, se encargaría de advertir

al gabinete británico de la firme determinación francesa. Cambon debía garantizar al Reino Unido

el compromiso francés de mantenimiento del ‘statu quo’, y que la política sahariana de la

República no iba más allá del deseo de imponer disciplina a las tribus nómadas fronterizas, sin ser

el preámbulo de nuevas aventuras militares. Ahora bien, Cambon debía exteriorizar el disgusto

republicano por unas concesiones económicas (las que supuestamente iba a realizar el Majzén al

Reino Unido) que amenazaban con suscitar una crisis de envergadura en Marruecos. Francia no

toleraría proyectos económicos que supusiesen la concesión de préstamos al Sultanato efectuados

de forma unilateral o combinada por parte de Bancos ingleses y/ o alemanes (era inminente

también la salida de una Embajada alemana a Rabat presidida por el barón de Mentzingen1796),

acompañados de la concesión de contratas de obras públicas y creación de infraestructuras en

régimen de monopolio a firmas germanas o inglesas, que situarían a los países receptores de las

concesiones (el II Reich o el Reino Unido) en una situación de privilegio en el Imperio jerifiano.

Menos iba a tolerar que esta situación propiciase a la larga, una hipoteca de la Hacienda marroquí

1794
Delcassé a Saint-René Taillandier. Telegramas 3 y 3- bis. 15 y 16 de Enero de 1.902. D.D.F., t. II (1902), pp. 34-
35.
1795
Telegrama de Delcassé a Paul Cambon, Embajador de Francia en Londres. 17 de Enero de 1.902. D.D.F., t. II, pp.
37-38.
1796
La Martinière a Delcassé. Telegrama de 6 de Febrero de 1.902. D.D.F., t. II, pág. 74.

1072
con respecto a bancos no-franceses y la pérdida absoluta por parte de Francia del control de un

territorio tan estratégico como era el Sultanato.

Una comisión diplomática marroquí se había trasladado a Argelia, presidida por

Mohammed el- Guebbas con el fin de discutir con el nuevo gobernador general, Révoil, antiguo

representante de la República en Tánger, el problema de la frontera argelino-marroquí. Révoil no

perdía el tiempo. Había detectado que una parte de los miembros del Majzén estaban muy

preocupados por los posibles peligros que le pudieran afectar al Imperio y ofuscados con la

juventud y la supuesta ligereza de costumbres del Sultán y su falta de tacto diplomático. Estos

sectores de la Administración imperial veían con malos ojos la preeminencia de Al- Mennebhi y

del caíd MacLean en la Corte jerifiana. Révoil entendía que se podía explotar esta inquietud para

hacer fracasar las reformas bajo mecenazgo inglés y para persuadir al gobierno del Sultanato de la

oportunidad de buscar una aproximación diplomática a Francia. El argumento que se emplearía

para convencer al gobierno imperial era que Francia había demostrado sus grandes aptitudes para

preparar y aplicar reformas en países musulmanes como Argelia y Túnez, bien recibidas por las

masas indígenas, y en segundo lugar, que el apoyo de Francia constituía un refrendo de la

independencia y soberanía de Marruecos.1797

Las entrevistas que llevaron a cabo en Londres Paul Cambon y Lord Lansdowne en enero de

1902 iban a suponer una primera y tímida aproximación franco-británica en la cuestión

marroquí.1798 Sin embargo, mientras a nivel diplomático Lansdowne aseguraba a Francia que no

había motivo de preocupación y que las intenciones de Gran Bretaña se limitaban a aconsejar al

Sultán la introducción de un trato más digno y humanitario por parte de los caídes y gobernadores

hacia sus súbditos, eliminando aquellas exacciones que engordaban sus bolsillos, y a sugerir

1797
Révoil, Gobernador General de Argelia a Delcassé. Despacho no. 4. 18 de Enero de 1.902. D.D.F., t. II (1902), pp.
40, 41,42 y 43. Delcassé estaba acariciando el proyecto de que un empréstito francés sustituyera al británico. En
Marruecos estaba actuando el comerciante Gautsch, operando desde Tánger, cuyo corresponsal en Rabat era Fabarez,
agente de la Creusot, que aspiraba asimismo a beneficiarse de las contratas de obras públicas en el Imperio. Delcassé a
Saint-René- Taillandier. Despacho no. 28, confidencial. 10 de Febrero de 1.902. D.D. F., t. II, pp. 78-79.
1798
Paul Cambon a Delcassé. Despacho no. 24. 22 de Enero de 1.902. D.D.F. t. II, pp. 51-53.

1073
algunas reformas tanto en la administración como en el funcionamiento de las cárceles, en la

práctica ocurrían otras cosas. Al Quai d´Orsay le preocupaban tres tipos de actuaciones:

a) Los instructores militares británicos que habían llegado a Marruecos con la misión de

entrenar a los ‘Harraba‘(=soldados instruídos al modo europeo) manifestaban una tendencia

creciente a sobrepasar los límites de su condición de instructores para pasar a ejercer el papel de

jefes y comandantes de las tropas. De hecho, la inminencia del peligro francés tras la ocupación del

Tuat, la enfermedad del Doctor Linares, la influencia de MacLean, veterano consejero británico del

Majzén desde 1877 convertido ahora en generalísimo del ejército marroquí y controlando todas las

armas y recursos del mismo, la personalidad del Allaf al- Kabir (Ministro de la Guerra) el

Mennebhi, ganado a las ideas reformistas, en el sentido de aplicar a Marruecos una serie de

transformaciones “bajo patronazgo inglés”; todos estos hechos combinados hacían pensar en un

triunfo de la influencia del Reino Unido en la Corte imperial. Más explicable que sus causas era la

evidencia de la dimensión y de las repercusiones de esta preeminencia: los instructores militares

ingleses daban la impresión de dirigir la política del Majzén durante los primeros años del reinado

del joven Sultán. Su número no había hecho más que aumentar con la llegada del mayor Ogilvy, del

doctor Verdon y de su hermano, acaparando todos los campos: se ocupaban de las tropas, de la

artillería y las ametralladoras, introdujeron ante el Majzén a un contingente cada vez más amplio de

europeos, sobre todo británicos: hombres de negocios, aventureros. Incluso se les iba a confiar las

misiones políticas. Así Mac Lean fue enviado en 1902 en misión secreta a Londres a entrevistarse

con el Rey Eduardo VII. Su influencia en el interior del palacio y sobre el joven Sultán no puede

ser más grande ni ajena a la perdida de popularidad de Mawlay Abd al- Aziz. El poder de los

ingleses parece estar por encima de las órdenes majzenianas: el mayor Ogilvy, por ejemplo rehúsa

abandonar Fez, cuando al mandar el Sultán una mehal.la contra Bu Hamra, por los problemas que

le puede suponer tener próximos a los europeos y no poder cohesionar a su pueblo, ordena a todos

los instructores militares abandonar la ciudad imperial. Así, los instructores militares ingleses

consiguieron, a comienzos del reinado de Mawlay Abd al- Aziz, lo que la política paciente de

1074
varios años de D. Hay, o la más “enérgica” de Sir Ewan Smith no habían conseguido durante el

reinado de Mawlay Hassan: abrir Marruecos y el Majzén a las reformas bajo influencia inglesa.

b) Los consejeros británicos que rodeaban a Abd al- Aziz seguían postulando por llegar a un

pacto con las elites marroquíes pro-modernizadoras y con el propio Sultán con el fin de

consolidar la influencia inglesa en el territorio.1799 Saint-René- Taillandier, al notificar estos

hechos a Delcassé, hacía alusión, en particular, a las maniobras de un periodista, Walter Harris,

un inteligente corresponsal del Times, establecido en Tánger.

c) El entorno íntimo del Sultán estaba siendo copado por personal británico que trabajaba a

las órdenes directas de Abd al- Aziz. Unas personas consideradas por el Quai d´Orsay como

‘agentes oficiosos’ de Lord Lansdowne, desplazando al doctor Linares y a los restantes agentes

franceses.

12. 9. Ofensiva diplomática francesa (II): El buscado acercamiento a España en Tánger.

Francia, por su parte, no descuidaba la tarea de aproximación a España. Saint-René

Taillandier al tomar posesión de su cargo en Tánger reiteró a Ojeda el firme propósito del gobierno

republicano de obrar de acuerdo con España en las cuestiones marroquíes; una fórmula retórica,

1799
Saint- René Taillandier a Delcassé. Despacho no 1 bis de la Embajada Extraordinaria a Rabat. 12 de Febrero de
1.902. D.D.F., t. II, pp. 92 y siguientes. A su vuelta de Rabat el Ministro Plenipotenciario británico, sir Arthur Nicolson
aseguró a Emilio de Ojeda no haber pedido para empresas inglesas la concesión de ferrocarriles en Marruecos y que en
el transcurso de sus conversaciones con el Sultán relativas a la introducción de mejoras en el Sultanato, le había
aconsejado incluso no llevar a cabo ahora el tendido de las vías ferreas, insistiendo en la conveniencia de aplazarlo
hasta que fueran implantadas y diesen resultado las reformas fiscales y administrativas, cuya urgencia se imponía en
ese momento. Posteriormente quedaba abierta la posibilidad de emprender la construcción de una red ferroviaria con
finalidad económica, tendida entre las distintas regiones productoras de cereales y los puertos de embarque del grano,
situados en la costa. Es más, Nicolson argüía haber recomendado al Sultán que para esta tarea debía contar
exclusivamente con los propios recursos marroquíes, sin contraer empréstitos y encargar su ejecución a una potencia
menor, sin interés político alguno en Marruecos. Telegrama de Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. 11 de
febrero de 1.902. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2. / Ibidem. Ojeda a Almodóvar del Río.
Despacho no. 25. 13 de Febrero de 1.902. Nicolson justificaba la presencia en Rabat de diversos ingenieros ingleses
señalando que habían sido llamados directamente por el Majzén, sin mediar intervención ni consentimiento suyo. La
misión de los ingenieros era levantar el plano y elaborar el presupuesto de la construcción de un puente entre Rabat y
Salé aunque finalmente las dificultades de su construcción dadas las características del río, la poca consistencia del
terreno y los gastos cuantiosos que originaría habían desalentado al Gobierno marroquí.

1075
acompañada de declaraciones enfatizando el hecho de que en el Estrecho de Gibraltar y en

Marruecos no existían más intereses legítimos que los franceses y españoles. Saint-René expresó

su malestar por los alardes de influencia británica en el Imperio jerifiano y por la situación de

‘secuestro’ efectivo del Sultán por parte de agentes oficiosos británicos, que gozaban del apoyo

más o menos disimulado del gobierno inglés.1800 Por último, anunció el propósito galo de vetar las

medidas que condujeran a la preponderancia británica, no reparando en los medios para lograrlo,

toda vez que el gobierno republicano contaba con el respaldo de la opinión pública para completar

la obra colonizadora sobre todo el inmenso territorio del Noroeste de África. Eran signos muy

evidentes de que Francia necesitaba contar con el respaldo español. La persistencia de los

contactos entre las legaciones de los dos países en Tánger lo corroboran. Sin embargo, a partir del

verano, cuando se inició la tímida distensión franco-británica, el Quai d´Orsay iba a ir buscando

marginar paulatinamente al gobierno liberal español, con su pretensión de reducir al mínimo la

esfera de influencia hispana en el norte del Imperio.

En todo caso, Ojeda no quiso prestar un sustancial apoyo a Saint-René, argumentando que la

lucha de influencias en la Corte no estaba decidida del lado de Al-Mennebhi y de los reformistas

pro-británicos; que el Sultán podía abandonar en cualquier momento su decantamiento hacia el

Reino Unido, y que en todo caso, la voluntad del joven Ministro de la Guerra “no podría alterar la

esencia eminentemente retrógrada y conservadora de las masas (...) ( de Marruecos) ni empujarlas

hacia el protectorado inglés“. Por último calificaba de “fuego fatuo”1801 la eventual y precaria

supremacía británica en la Corte. De hecho, Ojeda sólo estimaba como particularmente importante

la actuación de uno de los agentes británicos, el instructor militar MacLean. Sus conversaciones

1800
“ Añadió que esta situación preocupaba hondamente a su Gobierno; que las pretendidas reformas que Inglaterra
ha aconsejado al Sultán, y cuyo campeón es el Menebhi, hechura á todas luces de la Gran Bretaña, no eran otra cosa
que un pretexto para introducir en Marruecos personal administrativo inglés, armamentos de Manchester y sugerir
empréstitos y plantear empresas que abrirían la era de la influencia política y financiera de la Gran Bretaña, cuyos
resultados no era difícil preveer (sic) en vista de lo ocurrido en otros puntos donde se iniciaron análogos
procedimientos (Egipto)”. Carta particular no. 28 de Emilio de Ojeda a Almodóvar del Río. 20 de Enero de 1.902.
A.M.A. E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1801
En carta particular de 27 de Febrero dirigida al Duque de Almodóvar señalaba, en apoyo de esta afirmación que la
mayor parte de los ingenieros británicos que habían acudido a la Corte del Sultán habían sido ya despedidos, ante la
presión insistente y las quejas formuladas por la Legación francesa.

1076
con el Barón de Mentzingen, representante del II Reich en Tánger, a su regreso de su Embajada

extraordinaria a Rabat le llevaron a reiterarse en su convicción del escaso calado de la influencia

británica. La población del Imperio observaba con prevención, indiferencia y recelo las reformas

sugeridas por Al- Mennebhi y este era un factor del que podía sacar partido a su favor el partido

tradicionalista que era especialmente fuerte en Fez (partido de los Fassi, que contaba con el apoyo

de la Legación francesa). Bastaría con que Saint-René provocase el pavor en Abd al- Aziz,

sugiriendo los peligros que le amenazaban por parte de la frontera argelina, señalándole la

posibilidad de un futuro movimiento militar galo, para que la camarilla pro-británica en la Corte

recogiera velas y perdiera su iniciativa.

Por lo tanto Ojeda sugeriría a Almodóvar que España siguiese una acción moderadora y

neutral entre Francia e Inglaterra, planteando la posibilidad de un acuerdo en Tánger entre las

Legaciones de estos dos países, acuerdo suscrito con su intermediación. De hecho inició una serie

de gestiones oficiosas, recalcando a sir Arthur Nicolson los recelos que las iniciativas británicas

estaban provocando en Francia y la inquebrantable resolución del gobierno de París en la cuestión

del Norte de África. A la vez, Ojeda sugeriría al Ministro de Estado otro tipo de actuaciones para

que la cuestión marroquí gravitase en el sentido de un desenlace favorable a España, promoviendo

el gobierno sagastino una nueva conferencia sobre la limitación del derecho de protección que

reanudase la celebrada en 1880 en Madrid. En la medida en que los poderes políticos españoles

consiguiesen restringir el número de protegidos franceses y británicos en el Sultanato, irían

socavando la importancia de los grupos de intereses existentes entre la población local que

apoyaban la implantación de un protectorado ejercido por uno u otro país.

Ojeda también pudo desmentir el 14 de febrero los rumores que los corresponsales en

Tánger de la prensa internacional habían hecho circular por Europa respecto de la pretendida

concesión a Inglaterra de la construcción de un ferrocarril entre Tánger y Tetuán. Este hecho

preocupaba mucho en un momento en que el gabinete Sagasta daba como segura la inclusión del

1077
territorio por el que debía circular este tren en la esfera de influencia española en el norte de

Marruecos.

12.10. Alemania y la cuestión marroquí.

El Gobierno de Alemania se limitaba a observar con indiferencia el recrudecimiento de las

rivalidades entre Francia e Inglaterra en la cuestión marroquí y la preponderancia del Reino Unido

en la Corte imperial pero, a juicio de Emilio de Ojeda, alentaba las reformas aconsejadas al Sultán

por Lansdowne con el fin de sacar pingües beneficios para el comercio y para la industria

germanos.

Posteriormente los servicios diplomáticos franceses investigaron la posibilidad de que Al-

Mennebhi hubiese encargado a empresas del II Reich la construcción de un ferrocarril entre

Meknés y Fez. Un miembro de la misión marroquí enviada a Berlín, Hadji-Omar, había

permanecido en Alemania recorriendo los centros industriales del Rhin, acompañado de un agente

de la firma Krupp. Mientras el conde Von Bülow expresaba públicamente a Le Figaro su

desinterés por Marruecos, la realidad era bien diferente. Alemania no despreciaba los intereses que

poseía en la región y estaba intentando obtener del Majzén el encargo de la construcción de

tendidos férreos o la venta de material siderúrgico.1802

Eran ya detectables en la opinión pública del II Reich elementos que presagiaban la nueva

orientación política de Alemania a partir de 1904, oponiéndose a la expansión colonial de Francia

en Marruecos. El rotativo La Post publicaba el 1 de abril un largo artículo denunciando las intrigas

francesas,1803 aunque tanto este periódico como la Gacette de Voss o la Gaceta Nacional tendieron

1802
El Marqués de Noailles, Embajador de Francia en Berlín a Delcassé. Despacho no. 240. 20 de Julio de 1.902.
D.D.F., t. II (1902), pp. 409-410.
1803
Angel Ruata, Embajador de España en Berlín a Almodóvar del Río. Despacho no. 63. 3 de Abril de 1902.
A.M.A.E. Política exterior. Francia (1900-1902). Legajo H-2470.

1078
posteriormente a minimizar la trascendencia de algunos rumores sobre un “supuesto pacto secreto“

entre Francia y España, entendiendo que no conducirían a un ingreso de esta última en la Dúplice

Alianza francorusa. Se analizaban los indicios de buen entendimiento entre españoles y franceses

habidos en los últimos tiempos, la cordial acogida que María Cristina tendría durante una visita

veraniega a París, su encuentro con el presidente de la República Loubet, la visita de cortesía de

dos buques de la Armada de guerra republicana a Bilbao, los honores especiales que se habían

dispensado en unas recientes maniobras en Toulouse al príncipe de Asturias, don Alfonso, y el

repentino viaje de los Embajadores Españoles en Londres y París, Duque de Mandas y Marqués

del Muni para intercambiar impresiones con Sagasta. Estos diarios confiaban en las

manifestaciones públicas de Sagasta reafirmando la neutralidad de España, pero entendían que

estaba por cerrarse un acuerdo sobre el Mediterráneo Occidental y Marruecos entre España y

Francia, potencia esta última que buscaba rematar la tarea iniciada con el acercamiento a Italia en

los asuntos norteafricanos.1804

Periódicos como el Schlesische Zeitung empezaron a recoger aceradas críticas contra el

‘supuesto desinterés’ alemán hacia Marruecos resaltando que los intereses comerciales1805 y

marítimos1806 de Alemania en el Sultanato eran considerables.

Los recelos del gabinete francés hacia los avances de la influencia británica en Marruecos

acabaron por motivar el envío de una protesta oficial en forma de nota remitida al Majzén el 11 de

febrero. El 5 de marzo Saint-René- Taillandier telegrafiaba a París informando sobre ciertos

hechos inquietantes. Al parecer, los representantes diplomáticos y financieros británicos habían

1804
Angel Ruata, Embajador de España en Berlín a Almodóvar del Río. Despacho no. 191. 13 de Septiembre de
1902.A.M.A.E. Política exterior. Francia (1900-1902). Legajo H-2470.
1805
Con presencia de casas comerciales de Hamburgo y Bremen. La National Zeitung, utilizando cifras de los registros
consulares señalaba que la proporción del comercio realizado bajo pabellón alemán era la siguiente en el año de
1.901: en Rabat, 20.000 Toneladas sobre un total de 54.000 anuales; en Sawira (Mogador), de 44.000 sobre un total de
140.000; en Safi de 34.000 sobre un total de 78.000 y en Mazagán de 34.000 sobre un total de 119.000.
1806
Cuatro compañías alemanas mantenían contactos regulares con puertos del Atlántico marroquí: la compañía
Slomar, la Woermann Linie, la Levante Linie y la Compagnie Oldenburg- Portugal.

1079
concluido una negociación con el Majzén en torno a dos cuestiones claves: a) la concesión de un

préstamo al Estado marroquí y b) las concesiones para la construcción de líneas de ferrocarril.

12.11. Crispación francesa ante los éxitos británicos en el Sultanato. El contraataque

republicano: la operación naval del 10 de abril de 1902.

Esta es una época marcada por la lucha por los nuevos mercados en el marco del capitalismo

financiero de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Una de las ideas claves del Quai d´Orsay

era que en esta coyuntura, la necesidad de la intervención diplomática de los gobiernos

respaldando a sus empresas era fundamental para conseguir todo tipo de concesiones económicas.

En Marruecos como había ocurrido en Turquía en el momento de la construcción de las líneas de

ferrocarril pensadas por la Sublime Puerta para incentivar el desarrollo del Asia Menor, no era

posible obtener concesión del gobierno ni ventajas comerciales por parte de las compañías

privadas sin una intervención diplomática. Y precisamente, después de su fracaso en Turquía

frente a las empresas alemanas, Gran Bretaña parecía haber aprendido muy bien la lección y no se

mostraba dispuesta a ceder. Sir Arthur Nicolson había conseguido finalmente un predominio

importante de la influencia inglesa en la Corte del Sultán,1807 abriendo el paso a las concesiones

económicas por parte del Majzén a empresas del Reino Unido. Se preveía ya que el Sultanato sería

una pieza más del Imperio Británico, lo que le daría a este último el control absoluto del Estrecho

de Gibraltar: la administración, las finanzas, las vías de comunicación, el ejército marroquíes

1807
Nicolson confesaría a Ojeda, por el contrario que el Sultán no había efectuado todavía concesiones ferroviarias al
Reino Unido y que de hecho había aconsejado a Abd al- Aziz aplazar la construcción del tendido hasta que germinasen
con éxito las reformas fiscales y administrativas, más urgentes, y que si posteriormente el Majzén deseaba implantar
ferrocarriles entre las zonas productoras de cereal y los puertos atlánticos debía esta tarea financiarse con los propios
recursos del Sultanato, sin suscribir empréstitos y encargando su ejecución a alguna potencia menor sin intereses
políticos en el país. De todas formas Nicolson detectó la presencia de ingenieros ingleses en Rabat a quienes Abd al-
Aziz había encargado un plano y el presupuesto de un puente a construir entre Rabat y Salé. “Ni yo he recomendado a
dichos ingenieros, ni he abogado (...) ni consentiré que se otorgue concesión alguna a la Gran Bretaña que pudiera
causar recelos a las demás Naciones“.Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 25. 13 de Febrero de 1902. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.

1080
serían intervenidos y dirigidos por Inglaterra. Francia no había conseguido el apoyo de Sid Abd el-

Krim Ben Sliman quien había hecho causa común con el Mennebhi contra el sector tradicionalista

del Majzén, encabezado por el Gran Visir.1808 A pesar de los conciliadores términos hacia Francia

empleados por Lansdowne cuando hacía referencia al Sultanato, las informaciones recogidas en

Marruecos por parte de industriales y comerciantes franceses que pugnaban por conseguir

contratas del Majzén, tendían a confirmar que se habían puesto en marcha el proyecto de

empréstito británico y el de construcción de un ferrocarril que uniría Marrakesh con la costa

(Mazagán) así como la tarea de reorganización de las aduanas bajo la dirección de un agente

británico.

El Quai d´Orsay empezó a reflexionar sobre el hecho de que el Majzén no se decantaba por

Francia y esto llevó a la consideración de que la República daba muestras de debilidad en la

cuestión marroquí, por lo que se optaría por recurrir a las medidas de fuerza. Pero esta vez el

gobierno francés no se limitaría a utilizar sólo los recursos navales del país. Era un momento de

excepcional gravedad para la República y excepcionales debían de ser asimismo las medidas

utilizadas por el gobierno republicano. Si se llevaba a cabo una manifestación naval en las costas

del Sultanato para impresionar al Majzén sobre la determinación de la resolución gala de no

aceptar las reformas bajo tutela inglesa, bien podían los británicos organizar otra demostración en

días posteriores aprovechándose de su superioridad naval en el Mediterráneo Occidental.

Había que movilizar los recursos navales de la Dúplice Alianza, implicar a la Marina de

guerra rusa. Delcassé solicitó de sus compañeros de Gobierno autorización para que una división

naval francesa integrada por tres cruceros-acorazados, los Pothuau, Chanzy y Latouche-Tréville se

reuniese a la altura de Tánger con una pequeña escuadra rusa compuesta por cinco navíos de

guerra en camino hacia su país. Se solicitó autorización oficial a San Petersburgo que fue

1808
Saint-René- Taillandier a Delcassé. Telegrama del 5 de Marzo de 1.902. D.D.F., t. II, pp- 141-143.

1081
inmediatamente otorgada.1809 Rusia se comprometía en dar una cooperación más efectiva a la

defensa de los intereses franceses en Marruecos.1810

La operación que marcó el momento cumbre de la lucha de prestigios entre franceses y

británicos en las costas del Imperio jerifiano fue preparada con el secreto más absoluto. De forma

sorpresiva para marroquíes y británicos, la Dúplice actuaba por primera vez como fuerza de

presión en las aguas de Marruecos. A las 8 horas de la mañana del 10 de Abril la división francesa

y la división rusa que se habían encontrado en el mar durante la noche, aparecían en la rada de

Tánger ofreciendo un majestuoso espectáculo.1811

La manifestación naval franco-rusa produjo una honda conmoción en el cuerpo diplomático

acreditado en Tánger. Hubo Plenipotenciarios como el británico que no pudieron disimular un

sentimiento de sorpresa y contrariedad, ante un hecho de gravedad sin precedentes que

inevitablemente iba a modificar, y de manera sensible, la solicitud del Majzén hacia Francia.1812

La consecuencia de este acontecimiento fue una borrascosa sesión en el Parlamento

Británico celebrada el 15 de Abril. El diputado Gibson Bowles interpeló al ejecutivo acerca de la

operación naval conjunta de la Dúplice, inquiriendo asimismo sobre qué colaboración había tenido

en ella, España.

Lord Lansdowne aprovechó la ocasión para entrevistarse con el Duque de Mandas y pedirle

información sobre la existencia de un compromiso con la Dúplice por parte española. Existían

1809
En Abril de 1901 se había firmado un protocolo entre los Estados Mayores ruso y francés para el caso de una
agresión inglesa: a) En el caso de producirse un ataque británico contra Francia, Rusia se comprometía a concentrar por
lo menos 300.000 soldados en la frontera afgana (para amenazar a la India británica); b) en el caso de un ataque inglés
contra el Imperio ruso, Francia tenía que enviar 150.000 hombres a las costas del canal de La Mancha (para amenazar
Inglaterra). Véase: Ferro, Marc (dir): La Historia. Tomo II: De 1871 a 1971: Los hechos, Bilbao, Ediciones Mensajero,
pág. 125.
1810
El 11 de Marzo Delcassé telegrafiaba a San Petersburgo su deseo de que hicieran escala en Argel y Túnez los
navíos rusos que se dirigían al golfo Pérsico. Las unidades imperiales debían unirse con una división de la escuadra
francesa. Por otro lado, Delcassé quiso limitar temporalmente la estancia común de las fuerzas de la Dúplice en
Tánger para evitar la tentación a la escuadra británica de Gibraltar de aproximarse a las aguas de la ciudad marroquí.
1811
Telegrama de Ojeda al Duque de Almodóvar. 10 de Abril de 1.902. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 163 /Ex. 2.
1812
Saint-René- Taillandier a Delcassé. Despacho no. 23. 17 de Abril de 1.902. D.D.F., t. II (1902), pp. 248- 249.

1082
temores, en la Corte de Saint James, de que la expansión gala se proyectase en una futura etapa

hacia la ocupación de Figuig y Tafilalt, convirtiéndose luego estas zonas en una indiscutible base

de las operaciones que apuntasen hacia el Atlántico marroquí. Tales rumores se fundamentaban en

que estos territorios marroquíes constituían la plataforma de operaciones desde la que actuaban las

bandas de resistentes que combatían la acción francesa en el Sáhara Oriental.1813Mandas volvió a

reafirmar el compromiso de España con el mantenimiento del ‘statu quo’ marroquí. Las

negociaciones franco-españolas sobre el reparto de Marruecos se llevaban en el más absoluto

hermetismo. Eran desconocidas por el cuerpo diplomático español, y de ellas sólo tenían

constancia en Madrid la Reina, Sagasta, Almodóvar y pocas personas más. Por esa razón, Mandas

descartó que el país tuviera inteligencia con alguna potencia con el fin de alterar el ‘statu quo’.

12.12. La cuestión marroquí y las potencias: el punto de vista británico. Marruecos y la

futura ruta del petróleo.

Existía una perspectiva adicional muy interesante que empezaba a preocupar a los

británicos, entroncada con el mantenimiento del statu quo establecido en Marruecos, y que giraba

en torno a la consideración estratégica de la costa mediterránea marroquí1814 y del Estrecho de

Gibraltar como puntos clave, al igual que Suez, en la ruta de llegada al Reino Unido de la nueva

fuente de energía: el petróleo procedente del Golfo Pérsico. Para Gran Bretaña la vía libre naval

del Mediterráneo era vital. Si para Francia, el control de Marruecos significaba la garantía de la

ruta marítima con sus colonias en el norte de África, para Inglaterra significaba la seguridad en la

1813
Duque de Mandas al Duque de Almodóvar del Río. Despacho no. 37. 17 de Abril de 1.902. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.
1814
J. Gallagher y R. Robinson en su artículo “The Imperialism of Free Trade“ mantienen que durante este momento
histórico las acciones internacionales del Reino Unido tienen un trasfondo estratégico y no económico y su política
exterior es esencialmente defensiva. Cfr. R. Robinson y J. Gallagher: “The Imperialism of Free Trade“, en Economic
History Review, 6 , 1953 ; pág. 1-15.

1083
ruta futura del petróleo. 1815 A lo largo del siglo XIX, Gran Bretaña no había nunca descuidado su

atenta vigilancia sobre el Estrecho de Gibraltar, clave de la ruta mediterránea que llevaba hasta

Turquía y Grecia, países sobre los que con menor o mayor fortuna intentó afirmar su influencia. De

ahí que la postura británica en la cuestión marroquí fuese esencialmente defensiva, no tendente a

incorporar el Sultanato a su Imperio, y orientada particularmente a evitar que otra nación europea

ocupase la costa situada frente a la base naval de Gibraltar más que a ocuparla ella misma.

Instalada ya España en Ceuta, su interés se centraba en Tánger. Si se ha podido considerar

exagerada la afirmación de que el nombre de esta plaza era identificado por los políticos ingleses

con la totalidad de la cuestión marroquí,1816 no parece haber duda sobre el hecho de que la

seguridad de su predominio en el Estrecho era factor decisivo en la política de Londres, yendo muy

por delante esta preocupación de la suscitada por la protección de sus intereses comerciales en

Marruecos. Por ello esa política tiende a mantener durante el mayor tiempo posible la situación

existente en el Imperio norteafricano, procurando impedir que la autoridad de los sultanes y la

integridad territorial de su Estado se vieran quebrantadas por la injerencia de otras naciones. Y al

fortalecimiento de ese Estado miraba, por tanto, el sistema de reformas interiores que el gobierno

británico y sus agentes aconsejaron y estimularon, buscando capacitarlo para la resistencia a la

influencia extranjera, aunque dejando a salvo, claro está, los intereses comerciales ingleses y el

mantenimiento de su propia influencia.

Además de ello, durante el período de gestación de la cuestión marroquí en el último cuarto

del siglo XIX los estrategas londinenses de Whitehall se enfrentaban a un hecho básico: el Imperio

británico, que basaba su seguridad en la Royal Navy, debía solucionar el problema del

abastecimiento del nuevo combustible a su flota de modo prioritario. Anthony Cave Brown en un

minucioso estudio recalca que teniendo en cuenta la posibilidad de un futuro conflicto armado con

1815
Véase Paz, Abel: La cuestión de Marruecos y la República española, Madrid, Fundación de Estudios Libertarios
Anselmo Lorenzo, 2000, pág. 29.
1816
Cfr. Taylor, A.J.P.: “British Policy in Morocco, 1886-1912 “, en Englisg Historical Review, 1949, VI, 3, pág. 342.
Jean-Louis Miège no participa de ese juicio, haciendo notar el interés de Inglaterra en las cuestiones comerciales, en los
asuntos saharianos y en “el conjunto del juego político mediterráneo “. Cfr. Miège, J.L.: Le Maroc et l´Europe (1830-
1894), París, 1961-2, volumen III, pág. 206, nota 1.

1084
otra gran potencia europea, Whitehall llegó a la conclusión de que sería prudente encontrar

suministros de petróleo libres de la injerencia de potencias extranjeras. Eso suponía prescindir de

los Estados Unidos,1817 por lo que se comenzó a buscar en el golfo Pérsico, no lejos de Europa y en

un área que Gran Bretaña pudiera dominar.

Las autoridades británicas alentadas por el Almirante Fisher y otros empezaron a

considerar a comienzos del siglo XX la importancia del petróleo como principal fuente de energía

durante las siguientes décadas. A iniciativa de Fisher, empezó a estudiarse la conveniencia del

cambio de combustible de los buques de guerra británicos. Si el Reino Unido quería seguir siendo

una gran potencia, era necesario contar con armas (nuevos buques de guerra) tan rápidas y tan

mortíferas como las de las demás naciones. Eso significaba, obviamente, turbinas alimentadas por

petróleo. Puede que lo que se estaba planteando pudiera considerarse como una mínima transición

técnica, pero de hecho en 1901 el asunto estaba derivando hacia una transformación masiva de las

prioridades de la nación y de sus relaciones con otros países. Las relaciones internacionales iban a

dar un vuelco cuando el gobierno británico decidió que los buques de la Royal Navy dejaran de

quemar carbón para alimentarse de petróleo. Londres iba a invertir entonces sus mejores energías

para asegurarse su suministro. La pregunta clave que se planteaba el gobierno británico no era

simplemente si la nación podía abordar esa rehabilitación de la Marina con naves alimentadas por

ese petróleo, sino de donde provendría el petróleo que pondría en funcionamiento esas naves, y

cuál sería la ruta segura de su llegada a las islas.

En 1897 el Servicio Secreto Británico había enviado a su agente más eficaz, Sigmund

Georgievich Rossenblum (Sidney Reilly) a Odessa para estudiar las prospecciones petrolíferas

rusas. A su vuelta a Londres en 1901, Reilly aportó al Intelligence Service un exhaustivo informe

sobre la industria petrolífera rusa, acompañado de un segundo texto relativo a los planes rusos con

1817
Véase Cave Brown, A.: Dios, oro y petróleo. La historia de Aramco y los reyes saudíes, Barcelona, Editorial
Andrés Bello, 2001, pp- 16-17.

1085
respecto a los yacimientos de petróleo recién descubiertos en Persia.1818 Reilly había conseguido

sustraer del Imperio zarista toda una serie de datos, informes y planos reservados que los rusos

habían sacado del golfo Pérsico y que examinados por Fisher y el gobierno británico, llevaron a la

convicción de que habría que rehacer inmediatamente el mapa del Oriente Medio, pues la nación

no podía permanecer desprevenida cuando estallara la batalla de poder en los campos de petróleo.

El Reino Unido había encontrado por fin el lugar de donde iba a abastecerse de la nueva

fuente de energía, cada día más indispensable para el aprovisionamiento de su poderosa flota e iba

a luchar con encarnizamiento por el dominio sobre este nuevo recurso energético.

El petróleo del Oriente Medio y el Golfo Pérsico se convirtió pues en asunto de gran

importancia estratégica y política para Whitehall. Como observó Anthony Sampson, los

“británicos, desde el principio, fueron muy conscientes de su vulnerabilidad en la nueva era del

petróleo“, una vulnerabilidad que se asociaba “con la supervivencia nacional y la diplomacia, y el

petróleo pronto pareció parte del Imperio mismo “.1819

La ruta del petróleo en su camino a Inglaterra pasaba por Suez controlado desde tiempo

atrás por el Reino Unido y por Gibraltar; referirnos a “Gibraltar“ es hablar de “Marruecos“, por su

amplio balcón al Estrecho y al Mediterráneo Occidental. La elevada cotización del Imperio alauí

en las preocupaciones de los políticos británicos no provenía de otra baza que la de su posición

geográfica. Por esas mismas razones, los estrategas del Almirantazgo comenzaron a preocuparse

asimismo por la península ibérica y sus archipiélagos. Debido a que la Armada Real iba a depender

en alto grado de su abastecimiento a través de esas vías marítimas, se empezó a estudiar la idea de

que en caso de conflicto con Francia u otra gran potencia naval europea, el Estado enemigo del

Reino Unido ejercería una fuerte presión con el fin de clausurar el transporte marítimo británico.

La salvaguardia de ese tráfico requería en la periferia atlántica de Europa un sistema protector que

1818
Véase Richard Deacon: Historia del Servicio Secreto Británico, Barcelona, Ediciones Picazo, 1973, pág. 145.
1819
Véase Anthony Sampson, The Seven Sisters: The Great Oil Companies and the World They Shaped, Nueva York,
Viking, 1975, pp. 13-37.

1086
se extendiese desde las Azores y las Canarias hasta las Baleares, pasando por el Estrecho de

Gibraltar.

La costa mediterránea marroquí devenía como el canal de Suez en la vía marítima

estratégica que conectaba a los británicos con las nuevas regiones productoras de petróleo

alrededor del golfo Pérsico y por supuesto, con su posesión colonial clave en Asia, el

subcontinente indio. El Reino Unido no era capaz de asimilar transformaciones importantes en el

Próximo Oriente, en los territorios árabes bajo control turco que constituían una tradicional vía de

comunicación entre las diversas partes del Imperio británico y que protegían la vía marítima hacia

la India y en el área del Estrecho de Gibraltar que escaparan a su control y pudieran poder en

peligro la viabilidad de la ruta marítima.

Por otro lado, la intervención del Reino Unido en la cuestión marroquí hasta 1902 procuró

que el Sultanato permaneciera bajo influencia británica, aunque no llegó a ser un valedor

internacional del Imperio jerifiano, y finalmente al retirar sus intereses sobre Marruecos, Londres

se preocupó porque la costa septentrional del país no quedara definitivamente en manos

francesas.1820

La constante preocupación en la estrategia política de la diplomacia británica a lo largo de la

apertura de la cuestión marroquí sería evitar el asentamiento de una potencia de primer orden en la

costa marroquí del mar de Alborán, desde la que se pudiera poner en peligro la libertad de

navegación en aguas del Estrecho y la seguridad de las defensas del Peñón. El complemento de

esta directriz consistió en impedir sistemáticamente que cualquier pabellón se hiciera hegemónico

1820
Las susceptibilidades británicas por el Estrecho de Gibraltar se prolongaron asimismo durante mucho tiempo : a
pesar de la Entente anglo-francesa, el Foreign Office y el Almirantazgo británico seguían contemplando en 1907 todos
los casos de conflicto en los cuales podía verse envuelta Gran Bretaña, incluyendo la posibilidad de un enfrentamiento
con Francia, como lo demuestra esta opinión del Almirantazgo: “En una guerra con Francia el uso de Gibraltar como
base naval sería estratégicamente vital para nosotros; para hacer uso de ella, deberíamos tener a España como
aliado, o al menos neutral“, en CAB 4/2: Proposed anglospanish arrangement regarding certain Spanish oversea
possessions, Paper 99.b, Note by the Admiralty , 25/2/1907, Public Record Office (PRO), citado en José Tomás Arribas
Martín: “El Estrecho de Gibraltar, los archipiélagos españoles y los intereses británicos, 1898-1918“, en II Aula
Canarias y el Noroeste de África (1986), coordinación y prólogo de V. Morales Lezcano, Las Palmas de Gran Canaria,
Cabildo Insular de Gran Canaria, 1988, pág. 430.

1087
en la villa y puerto de Tánger, cierre o apertura del Estrecho de Gibraltar.1821 En efecto, los

ingleses consideraban, por razones estratégicas, las dos orillas del estrecho como coto privado, y

no solamente barajaban la posibilidad de un conflicto con Francia, sino que vigilaban

“amistosamente” la política española.

De hecho, como resalta John P. Halstead en su Rebirth of a nation. The origins and rise of

Moroccan nationalism, 1912-1944, la implicación de Gran Bretaña en la cuestión marroquí era

más de índole comercial y estratégica que territorial.1822 Como Robinson y Gallagher han

expresado muy bien utilizando el concepto de ‘free-trade imperialism‘, Marruecos era el ejemplo

perfecto de un país que Inglaterra no quiso ver ocupado por ninguna otra potencia, sino totalmente

independiente, aunque abierto al comercio según las reglas del liberalismo. Halstead recalca que el

comercio con Gran Bretaña suponía sobre el 40 por ciento del volumen total de las transacciones

mercantiles marroquíes hacia 1902-03.

Cuando en definitiva se resuelva la cuestión marroquí, la resolución que aseguró la

presencia española en el norte del Sultanato fue una consecuencia de la sutura de las fricciones

entre las grandes potencias imperialistas, Gran Bretaña y Francia, en esta área del Mediterráneo

occidental, que se entroncaría y asemejaría en cuanto a resultados con las resoluciones de la

Conferencia de Berlín (1884-1885), y con el reconocimiento de que el Congo pasase a ser un

dominio personal del rey Leopoldo II. En el fondo esta medida había buscado crear en torno a la

cuenca de aquel gran río africano, en una zona estratégica del continente negro, un territorio que

actuase como “colchón amortiguador” (y que no perteneciese a ninguna gran potencia) frente a las

tensiones y los intereses coincidentes y contrapuestos que se estaban generando en la colonización

africana entre Gran Bretaña, Francia, Alemania y Portugal. Siguiendo las líneas maestras marcadas

por Lenin en su libro sobre el Imperialismo, el imperio colonial africano de una pequeña potencia

1821
Véase Morales Lezcano, V.: España y el Norte de África: El protectorado en Marruecos (1912-56), Madrid,
U.N.E.D., 1986, pág. 46.
1822
Véase Halstead, John P.: Rebirth of a nation. The origins and rise of Moroccan nationalism, 1912-1944,
Cambridge (Massachusetts), Harvard University Press, 1967, pág. 12.

1088
capitalista como era España tendría un origen como en los casos belga u holandés a partir de la

solución por vía pacífica de los intereses contrapuestos y los roces de las grandes potencias.1823

12.13. La cuestión marroquí y las potencias: El punto de vista francés.

En Francia, la decisión del gobierno republicano de luchar por la preponderancia en

Marruecos tenía dos tipos de apoyo: el de los grupos de entusiastas del imperialismo y el de los

hombres de negocios metropolitanos, aunque la acción que exigía cada uno variaba de forma

considerable. A partir de febrero de 1902, Delcassé estaba convencido de la fórmula a emplear: la

penetración pacífica que debía acelerarse para contrarrestar las iniciativas británicas. La base a

utilizar iba a ser una importante firma comercial francesa, la Maison Gautsch, con base en Tánger.

Allí había empezado sus actividades con el nombre de Société Moghreb, fundada en 1886 por F.

Toussaint en colaboración con un grupo de comerciantes franceses y suizos, con la doble intención

de comerciar y adquirir concesiones de tierras al sur de Tánger, propiedad de Sid Abdesselam,

jerife de Wazzan, que había prometido esta concesión al conde de Chavagnac en 1883 como parte

del plan del Plenipotenciario D´Ordega para el predominio francés en Marruecos. Toussaint y sus

socios eran meros aventureros, pero en 1887 Jules Jaluzot, fundador de la gran firma francesa

Grands Magazins de Printemps, que tenía ya una sucursal en Tánger, se hizo cargo de sus pocos

fondos y en particular de los derechos derivados del acuerdo con Sid Abdesselam. En 1892

transfirió sus intereses marroquíes a uno de sus subordinados, Charles Gautsch, a cambio de

acciones por un importe de 100.000 francos en la nueva firma, Etablissements Charles Gautsch et

Cie. Con la nueva gerencia la firma extendió sus intereses rápidamente. Invirtió en la producción

agrícola en los alrededores de Tánger y estableció tiendas en varios lugares. En 1892 el Sultán

Mawlay Hassan le hizo una concesión de un yacimiento de petróleo en Tánger a cambio de la

1823
Véase Ilich Ulianov, V.: “El Imperialismo, fase superior del capitalismo“, Madrid, Ed. Fundamentos, 1974, pág.
91.

1089
anulación de la concesión original de las fincas de Sid Abdesselam. Se estableció en Fez una

sucursal -la primera agencia extranjera permanente en la plaza- y en 1895 se permitió a la firma

establecer una base de aprovisionamiento de carbón en Tánger. Pero su principal baza era una red

de contactos dentro de la corte del Sultán, muchos de los cuales preferían tratar con las firmas

francesas que con las británicas después del infructuoso intento de Ewan Smith de convertir

Marruecos en un protectorado inglés y obtener grandes concesiones en 1892; y después de la

muerte de Mawlay Hassan en 1894, Gautsch, como otras firmas extranjeras, esperaba

confiadamente que el Majzén, antes o después, abriría el país a la empresa extranjera y que los

contactos establecidos producirían contratos y concesiones muy valiosas.

Pero en Francia, apoyadas por el Quai d´Orsay se estaban planteando entonces estas

perspectivas empresas mayores que la de Jaluzot, en particular la gran firma metalúrgica y de

armamento de Creusot, cuyo director era Schneider. En 1902, después de examinar la situación en

Marruecos, Schneider formó un ‘holding’ con un capital en acciones de 1.500.000 francos, para

adquirir todos los intereses de Gautsch en el país. La función de esta compañía, rebautizada con el

nombre de Compagnie Marocaine en 1903, fue definida con exactitud por Delcassé: “Preparar el

futuro estableciendo un puntal a través de las actividades a pequeña escala de Gautsch, de modo

que, a su debido tiempo, pueda aprovechar la oportunidad para acometer empresas a gran

escala“.1824 Schneider no desdeñaba el soborno para obtener concesiones en Marruecos, llegando a

entregar joyas por valor de 15.000 francos al Sultán con motivo de uno de sus matrimonios.

Gautsch, el agente de Schneider esperaba, con ello obtener de Abd al- Aziz la petición de un

empréstito comercial, sin la apariencia de una intervención visible de la diplomacia francesa, y la

concesión de una vía férrea de Fez a Mequinez.1825

Tanto Delcassé como Rouvier, el titular de la cartera de Hacienda que apostaban

conjuntamente por la carta colonial se apoyaban, a su vez, en distintos grupos financieros


1824
Cita contenida en: Fieldhouse, D.K, Economía e imperio. La expansión de Europa (1830-1914), Madrid, Siglo
XXI, 1990, pág. 338.
1825
Delcassé a Saint-René Taillandier. Telegrama de 26 de Julio de 1.902. D.D.F. t. II, pp. 413-414.

1090
igualmente interesados en la empresa marroquí. A veces surgían roces entre ellos, que más que

frenar el proceso imperialista galo, parecían acelerarlo aún más como medio para superar la

competencia. Delcassé, por ejemplo, apoyó la potencia financiera de la Compagnie marocaine,

creada por los intereses de la gran fábrica de armas Schneider, mientras que, desde Hacienda,

Rouvier sostenía al Banco de París y de los Países Bajos.

Por otro lado, en Marruecos confluían los intereses galos motivados no sólo por las

necesidades económicas, que se citan habitualmente para justificar la gran expansión colonial

europea de finales del siglo XIX,1826 sino por imperativos estratégicos. Más concretamente se

trataba de dos factores: a) la necesidad de anticiparse a las restantes naciones en la explotación

potencial de la mayor cantidad posible de recursos naturales, materias primas, mercados y zonas de

inversión de capitales y b) el deseo de completar la ocupación del África noroccidental. Desde

1900 aproximadamente los imperialistas de la metrópoli empezaron también a pedir la ocupación

oficial del Imperio por las razones convencionales del prestigio nacional,1827 el valor de Marruecos

como campo de colonización y la necesidad de asegurar la frontera occidental de Argelia.

A la altura de 1900, cuando Francia ya no estaba distraída por otras empresas en el centro de

África, Marruecos se convirtió en un objetivo prioritario del Quai d´Orsay. Para Francia,

Marruecos completaría su control del Magreb, desde Túnez a Rabat, y redondearía las

comunicaciones entre la ribera magrebí del Mediterráneo y el África occidental francés (del

Senegal al Chad). Según la tesis del gobierno francés, la ausencia de un gobierno estable o la

constitución de un gobierno hostil en Marruecos podría provocar tensiones entre la población

1826
En su tesis doctoral en la que hace un uso amplio de la rica documentación del comercio colonial francés, Jacques
Marseille establece como en el período 1880-1930, la industria francesa necesitaba la salida para su producción que le
proporcionaba el mercado colonial protegido. Cfr. J. Marseille, Empire colonial et capitalisme français: histoire d´un
divorce, París, 1984.
1827
Henri Brunschwig tras un cuidadoso examen de los intereses económicos de los colonialistas franceses así como
del balance económico del imperialismo francés, llegó a la conclusión de que sería un mito explicarlo en función de la
economía. El imperio para este autor no era rentable, no había vínculos entre proteccionismo e imperialismo y los
imperialistas franceses no tenían intereses ni motivos económicos. En consecuencia, la explicación del imperialismo
galo debía ser distinta. Según Brunschwig, la explicación se ha de encontrar en el auge del nacionalismo en la Tercera
República, profundamente herido por la derrota de 1870. Cfr. H. Brunschwig, Mythes et réalités de l´imperialisme
colonial français, 1871- 1914, París, 1960.

1091
indígena de sus territorios norteafricanos contiguos. Así se justificaba su intervención en los

asuntos internos de Marruecos: por la necesidad de preservar la seguridad de todo su imperio

norteafricano. Con estos argumentos Delcassé cambió los términos de la cuestión marroquí al

lanzar la política de penetración pacífica francesa. Por el contrario España seguía siendo partidaria

del respeto al statu quo aunque, previendo su ruptura, se negociaba con París desde 1901.

Durante los años finales del siglo XIX el Quai d´Orsay había adoptado una actitud mucho

menos entusiasta y firme con respecto a la culminación del imaginado proyecto de un Imperio

francés que abarcase virtualmente todo el norte y el Oeste de África. En su mayoría, los dirigentes

de la política exterior francesa se habían contentado con impedir el control británico, español o

alemán de Marruecos y confiaban en su influencia oficiosa en la Corte jerifiana para establecer

una primacía francesa efectiva.

Sin embargo, tanto el gobierno de Pierre Waldeck-Rousseau como el posterior de Émile

Combes percibieron la necesidad de iniciar una campaña militar desde Argelia contra el territorio

sahariano marroquí. Ambos gabinetes pusieron en marcha la gran expansión colonial francesa en el

Sultanato.

El año 1900 había supuesto el inicio de la nueva aventura colonial gala; al multiplicarse las

acciones agresivas republicanas en el límite fronterizo argelomarroquí, el Sultán Abd al- Aziz

apeló a la Reina Victoria para que mediara ante París e indujera al gobierno francés a fijar

definitivamente la frontera de Argelia. Delcassé se limitó a asegurar al Embajador británico en

París que Francia no tenía ulteriores deseos expansionistas en Marruecos, afirmaciones que

encubrían la verdad.

Las acciones militares prosiguieron, sin embargo, a lo largo de 1902. El gobierno francés

intentó eliminar las objeciones de las potencias y del Sultán, soberano del territorio codiciado,

haciendo hincapié en la incuria administrativa y en la inseguridad del territorio; se apelaba a

incidentes habidos en el pasado (razzias y acciones de grupos de saqueo que actuaban en territorio

1092
argelino) para justificar la intervención. Así la anexión del Tidikelt intentó ser legitimada con el

pretexto de que sirvió de refugio a Bu Chucha que luchó contra los franceses de 1869 a 1874; la

conquista de Gurara se explicó porque Kaddur ben Hamza encontró allí ayuda y asistencia durante

su lucha de los años 1872 a 1879; en el sureste de Marruecos los franceses se quejaban sin cesar de

los pillajes de los Ulad Yerir y Dui Menia.1828

El lider socialista y de la II Internacional, Jean Jaurès, aprovechó esta ocasión para acusar a

Delcassé de haber provocado artificialmente los incidentes fronterizos con Marruecos como parte

de un plan más amplio de expansión. La verdad es que Delcassé estaba ya convencido de la

necesidad de activar la preponderancia económica de Francia en Marruecos. El Ministro de

Asuntos Exteriores adoptó una fórmula dialéctica, la de la “contigüidad territorial” del Imperio

jerifiano con las posesiones galas, como premisa justificativa de sus planes. Así aseguró en el

Senado el 7 de Julio de 1901 que el Marruecos oriental era un “enclave natural de las posesiones

africanas” de la República, y que era absolutamente intolerable que el gobierno marroquí intentase

frenar y prevenir la expansión económica gala. Según Delcassé eran una evidencia el decrépito

estado de la economía marroquí y la corrupción del gobierno del Sultanato; ambos debían ser

modernizados, una tarea cuya responsabilidad quedaba enteramente en manos de Francia. Mientras

tanto trataba de cortar las alas de los partidarios de una expansión territorial, entre los que

destacaban ambiciosos oficiales del Ejército y el Ministro francés en Tánger, Saint-René

Taillandier que había abogado por la ocupación de Uxda en 1901. Delcassé procuró supeditar la

1828
Tanto en estos años como en los inmediatamente posteriores, y en general desde el cuarto final del siglo XIX, los
franceses tuvieron que hacer frente y contar en sus planes geoestratégicos de expansión con la posibilidad de encontrar
obstáculos a su penetración de cariz religioso enmarcando las resistencias de los nativos magrebíes. Ahora bien, los
cautelosos seijs de las órdenes sufíes en África septentrional y occidental mantuvieron habitualmente relaciones
respetuosas con los colonizadores europeos. La pertenencia de los habitantes del África Occidental a diversas órdenes
sufíes como la Qadiriya y la Tijaniya acabaría por favorecer la penetración colonial francesa. La tradición política de la
orden sufí Tijaniya fue, en general, favorable a la colonización francesa del Magreb y sus líderes se opusieron
radicalmente a la “yihad“ –guerra santa – de Abd al- Qadir contra la presencia extranjera en Argelia. Únicamente Haji
Usmar Tal (1796-1864), un profesor musulmán de la orden Tijaniya (creada en Argelia) emprendió una guerra contra
los franceses en el área del alto Níger y el alto Senegal. Por el contrario la hermandad sufí Qadiriya tomaría el
protagonismo en las guerras santas contra los franceses en el África Occidental. Abd al-Qadir, el resistente argelino,
pertenecía a la hermandad Qadiriya. Cfr. Partner, P.: El Dios de las batallas. La guerra santa desde la Biblia hasta
nuestros días, Madrid, Oberon, 2002, pp. 200-203. En el Sahara la lucha contra los franceses estaría encabezada por
Maa el- Aynin y su hijo Ahmed el – Hiba (cofradía Qadiriya, rama o vía Fadeliya).

1093
expansión militar a la penetración económica pacífica; una vía que entonces muchos creían

factible. En definitiva, el gobierno galo con el pretexto de poner fin al desorden que empezaba a

reinar en el Imperio jerifiano, optó por obligar al Sultán a introducir reformas. En realidad era un

modelo de actuación que suponía una intrusión total en los asuntos marroquíes, tanto como una

invasión armada, pues lo que se quería imponer a los marroquíes era la necesidad de concluir un

acuerdo unilateral con la banca francesa.

La urgencia del gobierno de París, planificando una aparatosa demostración como la del 10

de Abril de 1902 para resaltar que no estaba dispuesto a abandonar Marruecos en manos del Reino

Unido, derivaba fundamentalmente de motivaciones de anticipación estratégica. Francia trataba de

desplazar y suplir las influencias británicas. José Acosta ha citado oportunamente las palabras al

respecto de Caillaux: “Si Francia no se encargaba de Marruecos, la misma fuerza de los

acontecimientos llevaría a otra nación -¿Inglaterra?, ¿Alemania?- a establecerse allí“.1829

Cuando la autoridad del sultán empezó a desintegrarse a partir de 1902, Francia se enfrentó a un

doble azar: el desorden crónico en la frontera argelina, con ataques constantes de los resistentes

marroquíes y la posibilidad de una intervención o de una preponderancia oficiosa extranjera. La

operación militar del 10 de Abril (poniendo en tela de juicio la vieja aspiración británica de

consolidar su influencia en el Sultanato) y las continuas instrucciones de Delcassé a sus

colaboradores, evidenciaban expresamente la intención francesa de no consentir la intromisión de

ninguna potencia en los asuntos internos de Marruecos, tal como el titular del Quai d´Orsay había

anunciado oficialmente en julio de 1901.1830 Marruecos pasaba a ser considerado como un interés

nacional francés de primera clase que justificaba una determinada diplomacia incluso hasta el

punto de contemplar una guerra.

El Ministerio británico de Asuntos Exteriores quedó muy impresionado por esta

demostración de la decisión francesa, en un momento en que el Reino Unido se encontraba

1829
Véase Acosta, J.: Imperialismo y pensamiento burgués, Barcelona, Fontanella, 1977, pág. 111.
1830
Véase D.K. Fieldhouse, Economía e Imperio. La expansión de Europa (1830- 1914), Madrid, Siglo XXI Editores,
1990, pág. 340.

1094
particularmente preocupado por no empujar a Francia a prestar a Rusia un apoyo efectivo en el

contencioso que mantenía el gobierno zarista en el Extremo Oriente asiático con respecto a la

cuestión de Manchuria. Por ello la maniobra del 10 de Abril marca un hito en la apertura de la

cuestión marroquí, al evidenciarse que en caso de un conflicto franco-británico motivado por

Marruecos, entraría en funcionamiento automáticamente el compromiso formal del Imperio zarista

de intervenir en apoyo de Francia. Consecuentemente este acontecimiento pasó a ser un elemento

“disuasorio” de hipotéticos y ulteriores deseos intervencionistas ingleses en el Sultanato. El

gobierno republicano se había marcado como firme propósito el cese de la creciente influencia

británica en Marruecos anulando sus pretensiones estratégicas, ideológicas y económicas.

A pesar de las decididas medidas de presión tomadas por el gobierno francés, desplazando a

Tánger a unidades navales de la Dúplice, Gran Bretaña no replicó inmediatamente a la

manifestación naval franco-rusa y los acontecimientos no fueron a más porque las pretensiones de

ambas partes – Reino Unido y Francia – no eran llegar a un enfrentamiento directo en las costas de

Marruecos y los ánimos se tranquilizaron, hasta el punto de que poco después los dos gobiernos

entrarían en una nueva fase de relaciones, que desembocó en la Declaración de Abril de 1904, con

un compromiso del Reino Unido permitiendo que Francia consolidara su hegemonía en el Imperio

jerifiano.1831

1831
Con todo, a comienzos del verano de 1.902, diversos periódicos británicos especularon largamente, soñando que
Gran Bretaña iba a emprender una política activa en Marruecos, que pasaría por ubicar al Sultanato definitivamente
bajo la influencia de Londres. León y Castillo recibió una nota confidencial de la capital del Imperio británico
indicándole que Lord Lansdowne se proponía recibir a una nueva embajada especial jerifiana que se alojaría en el
Buckingham Palace Hotel, el mismo que albergaba a una misión otomana encabezada por Turkham Pashá. Ello daba
pie a fuertes rumores sobre el inminente inicio de negociaciones diplomáticas entre Marruecos y Turquía con vistas a
establecer relaciones permanentes entre los dos Estados, auspiciadas por el Reino Unido. El Sultán turco buscaría una
aproximación con Abd al- Aziz para contrabalancear la fuerte influencia religiosa ejercida en el Norte de África por los
senussi, temiendo que un compromiso entre estos últimos y Marruecos terminaría con todos los intentos de la Sublime
Puerta de seguir ejerciendo su hegemonía en una región donde su presencia, amplia en el pasado, se reducía ahora a la
Tripolitania y la Cirenaica. En lógica contrapartida, Francia aspiraba a eliminar la influencia turco-otomana en
Marruecos. Véase: Nota confidencial de Londres remitida a la Embajada española en París el 16 de Junio de 1902 y
reexpedida a Madrid. A.G.P.R. Sección Alfonso XIII. Caja 13.145 / Ex. 9.

1095
Aunque diplomáticos de los dos países venían pronunciándose desde los acontecimientos de
1832
Fashoda por un acuerdo que saldara sus litigios coloniales, no fue éste el producto final de un

largo plan. D. K. Fieldhouse ha señalado, al respecto, como en junio de 1901 Delcassé no excluyó

otras alternativas para oponerse a Gran Bretaña en temas coloniales como cooperar con Berlín y

negoció con los alemanes, ofreciendo Tánger y concesiones en otros territorios –posiblemente

Madagascar– a cambio de tener carta blanca en Marruecos.1833 Sin embargo, la presión en Francia

para llegar a un acuerdo con los ingleses que dejase a la República con las manos libres al Oeste de

Argelia había ido creciendo desde su retirada del sur del Sudán. Los círculos colonialistas,

respaldados por militares, diplomáticos y medios oficiales, agrupados alrededor de Etienne y bien

organizados tras la formación oficial del Comité de Marruecos en 1903, subrayaron los peligros

del retraso en la consecución de este acuerdo. Parsons ha señalado, asimismo, que el esfuerzo

mayor para inclinar al Quai d´Orsay a un compromiso con Londres vino del Embajador en esta

ciudad, Paul Cambon. Éste no tenía ninguna simpatía por los “imbéciles” que en Francia querían

cooperar con el II Reich contra Inglaterra; lo que pretendía era unir los intereses ingleses a los de

Francia. Sabiendo que los efectos de la guerra boer iban a dejarse sentir (el Reino Unido

abandonaría su aislamiento diplomático) y que Lord Salisbury no iba a permanecer mucho más

tiempo en el Foreign Office, pensó que la oportunidad para un entendimiento iba a ser más fácil

con su sustituto, Lansdowne dado que los intereses del Reino Unido sobre el Imperio jerifiano

radicaban más en la costa que en el interior. Por otra parte Lansdowne, aun cuando mantenía una

cierta reticencia a la idea de una alianza continental, estaba interesado en apoyarse en la potencia

naval francesa frente a Alemania. Así Cambon no perdió ocasión y en Octubre de 1901 habló del

tema marroquí con el rey Eduardo VII y al comenzar el año 1902 con Joseph Chamberlain, el cual

estaba empezando a considerar la necesidad de alejarse de Alemania. Por eso en diciembre a su

1832
En 1899, el cónsul general británico en Túnez, sir Henry Johnston, hizo un elogio del protectorado republicano
sobre esta antigua provincia turco-otomana, y recomendó la extensión de la influencia francesa en Marruecos, aunque
poniendo dos condiciones previas: 1) la neutralización del Estrecho de Gibraltar y 2) la libertad comercial en el
Sultanato. Véase: “Quatre ans de politique extérieure » en Revue Politique et Parlementaire, 16 de Octubre de 1902,
pág. 25.
1833
Véase D.K. Fieldhouse, op. cit, pág. 340.

1096
paso por El Cairo llegaría a transmitir abiertamente al cónsul francés su deseo de un acercamiento

entre París y Londres. Cambon tuvo que luchar persistentemente contra los temores de sus

compatriotas sobre el inminente peligro de un protectorado inglés en el Sultanato. Cambon

entendía que el Quai d´Orsay necesitaba dar un giro radical en sus planteamientos consistente en

evitar cualquier sospecha, desconfianza o malentendido con los británicos y aproximarse a éstos

con la pretensión de que no se produjera un nuevo enfrentamiento como el ocurrido en 1882 en

relación a la cuestión egipcia. Además creía conveniente la vuelta a la cooperación con el Reino

Unido, como la producida durante la guerra de Crimea; es decir, la consecución de una alianza que

sería muy útil a París el día de “la contienda con Alemania“. Con esos planteamientos, Cambon el

23 de Julio de 1902 con motivo de una declaración efectuada en la Cámara de los Lores por

Lansdowne tuvo la oportunidad para abordar al secretario del Foreign Office y presentarle “sus

propias opiniones”, indicándole que era necesaria una “discusión franca” entre galos y británicos

sobre la situación de Marruecos. El 6 de Agosto, formalmente autorizado por Delcassé para

explicar las ideas del Quai d´Orsay con más detalle, le señaló a Lansdowne que en aras a un

entendimiento anglo-francés había que estar preparados para todas las eventualidades –incluida la

descomposición del Sultanato – y le explicitó los planes de Francia, volviéndose a abordar la

posible “liquidación” de Marruecos.1834 La noticia se filtró a la prensa y aunque el corresponsal de

The Times en Marruecos, Walter Harris, intentó hacer creer que había conocido la historia en

Londres y que le había sido confirmada por Lansdowne, el origen de la filtración había sido un

“informador” marroquí en Fez, pagado por los franceses, siendo refrendada la noticia por la

Legación gala en Tánger anunciando ésta que “las negociaciones avanzaban”. El hijo de Cambon,

Henri, era agregado de la Legación en Tánger y su padre lo visitó a comienzos de Septiembre,

aprovechando la ocasión para mantener consultas con el representante francés y gobernador

general de Argelia, Révoil. El 15 de Octubre el Embajador hablaba de nuevo en Londres con

Lansdowne sobre el “deseo (francés) de entendimiento“ en el tema de Marruecos, sin encontrar

1834
(B) ritish (D)ocuments. Tomo II., nos. 321-2.

1097
una respuesta precisa por parte del secretario del Foreign Office. Al mes siguiente los contactos

quedaban paralizados al conocerse el riesgo de una intervención británica en Tánger. A comienzos

de 1903, Cambon advirtió a su superior de la necesidad de llegar a un acuerdo tanto con Inglaterra

como con España sobre el noroeste africano. Al mismo tiempo requerido por Morton Fullerton,

corresponsal de The Times en París, le envió un informe sobre las diferentes tentativas de acuerdo

franco-británicas de 1902, apareciendo en forma de artículo el 2 de Febrero como parte de una

campaña para persuadir a Delcassé de la necesidad de otorgar compensaciones a Inglaterra por la

futura colaboración de ésta en Marruecos.1835

El engarce entre los intereses franceses y británicos no era tan fácil. A comienzos de 1902, el

Foreign Office se mostraba reticente a considerar el fin prematuro del Imperio jerifiano,

posibilidad en la que sólo se veían inconvenientes. El mismo Arthur Nicolson, ministro

plenipotenciario en Tánger no era por otra parte un talento sugeridor de brillantes alternativas para

la actuación británica; sólo había señalado en 1899, inmediatamente antes de la campaña del Tuat,

que Gran Bretaña debía estar “perfectamente preparada“ para que cuando llegase el momento

final del Imperio jerifiano, sus intereses no se hundieran como los de las restantes potencias. No

recomendó una particular “política activa“. A lo único que aspiraba era a que el Reino Unido no

abandonase a su libre albedrío a Marruecos, porque ello “supondría poner en peligro la posición

británica en el Mediterráneo”. Sin embargo, cuando en 1900, tras la invasión del Sáhara Oriental

marroquí Abd al- Aziz solicitó la ayuda del Imperio británico, el gobierno de Salisbury,

preocupado por la guerra contra los boers no pareció demasiado preocupado por el futuro del

Sultanato. Tras el combate de Talmín, en marzo de 1901, con el que se culminaba la conquista

francesa del Tuat, Inglaterra y Alemania, alertadas por el sultán, se limitaron a aconsejarle que

aceptase el hecho consumado, cosa que Abd al- Aziz hizo al firmar bajo la presión gala el

protocolo del 20 de abril de 1902. No obstante el Sultán intentó, a cambio de esta importante

concesión, determinar la línea de demarcación fronteriza al sur y este del Imperio: entre Marruecos

1835
B. D. Tomo II. , no. 325.; (D)ocuments (D)iplomatiques (F)rancaises . Tomo II, no. 500.

1098
de una parte, y las posesiones francesas de la otra. No lo logró, pues Francia prefería la imprecisión

en la delimitación que le abría la perspectiva de otras conquistas.

Según Nicolson en 1901, todavía era factible la idea de que “había un futuro” para

Marruecos, sobre todo si el II Reich también apoyaba al gobierno jerifiano. El Ministro

plenipotenciario fue el elemento clave para que lord Lansdowne aceptase la misión enviada a

Londres por Abd al- Aziz. Pero aunque al Foreign Office le satisficiese una revitalización de

Marruecos, no estaba preparado para asumir responsabilidades específicas que garantizasen la

independencia del Sultanato. Así Lansdowne se contentó con las aclaraciones francesas de que no

se contemplaban operaciones militares ulteriores y con la promesa del Majzén de reconvenir a las

tribus fronterizas a fin de que cesasen sus actos de agresión contra los franceses.1836

En 1901 no le agradó al Secretario del Foreign Office la propuesta de Cambon en el

sentido de que Inglaterra debía de permanecer pasiva si Francia intentaba la anexión de Francia. En

Julio- Agosto de 1902, se opuso a cualquier intento prematuro de liquidación del ‘statu quo’

marroquí; cuando en septiembre de este mismo año se supo que se iban a imponer unas fuertes

rebajas arancelarias al comercio terrestre argelo-marroquí, la reacción de Lansdowne fue declarar

que “nuestro comercio (el inglés) sufriría notablemente y que el Foreign Office tenía que analizar

cuidadosamente el caso“. El Imperio marroquí había sido invadido por los tejidos de algodón

británicos en los períodos comprendidos entre 1830-1840 y 1856-1868, hasta tal punto que el

mercado del Sultanato era una salida fundamental para la producción manufacturera del Lancashire

y de Manchester. Todas las estadísticas comerciales señalan que este artículo pasa a ser el más

importante del comercio marroquí en el último cuarto del siglo, ya que se vende en el conjunto del

territorio y lo adquieren todas las clases sociales.1837 Las consecuencias de esa penetración

(alteración de la balanza comercial marroquí; crisis del artesanado tradicional de Tetuán y Rabat;

dificultades monetarias y financieras del Sultanato) permiten conocer mejor el contexto económico

1836
B. D. Tomo II, no. 318.
1837
Véase Miège, J. L. : « Coton et cotonnades au Maroc au XIXe siècle «, en Hespéris, tomo XLVII, 1959, pág. 236.

1099
de la apertura de la cuestión marroquí. J. L. Miège ha resaltado que en este período de crisis

política y diplomática, el papel que juzgaron los manufactureros del algodón británico no ha sido

suficientemente recalcado. Para los industriales de Manchester el mercado marroquí y la fuente

saneada de ingresos que suponía para sus negocios no podían ser menospreciados. Por ese motivo

defendieron la idea de un protectorado británico en el país en 1892, y en 1902 exigieron del

gabinete inglés una política más activa en Marruecos, tratando de oponerse a los acuerdos

francobritánicos de 1904, que impusieron el principio de igualdad económica y de puertas abiertas

para todo el comercio europeo, principios luego sancionados por la conferencia de Algeciras.1838

Sin embargo, a pesar de la presión de la burguesía inglesa y de los esfuerzos del Majzén por

obtener ayuda urgente, la misión del Majzén en el Londres de 1901 no recibió más que buenas

palabras, pero ninguna ayuda concreta. El Foreign Office estaba de acuerdo con Nicolson en que

se debía disuadir al Sultán de construir costosas líneas férreas o embarcarse en la aventura

peligrosa de contratar un gran empréstito en Europa.

Los marroquíes, suspicaces con esta pasividad inglesa, llegaron a estar “terriblemente

desilusionados” con el Foreign Office porque seguían las supuestas negociaciones de Cambon en

Londres a través de la prensa y creían que la decisión británica era la de ir desentendiéndose

gradualmente de la cuestión marroquí, y no interferir las actuaciones francesas. Abd al- Aziz llegó

a pensar que había sido “traicionado” por sus ‘mejores amigos‘, y ya que el Ministro Británico

estaba ausente de Tánger, en septiembre de 1902 envió al caíd Mac Lean a Londres con un

mensaje urgente para Londres y una carta para Eduardo VII:1839 Marruecos estaba preparada para

ponerse bajo la ‘protección y guía‘ británica, pero a cambio los británicos debían garantizar la

integridad del Sultanato, al menos durante siete años mientras se realizaban todas las reformas

necesarias. Al mismo tiempo solicitaba un préstamo de tres millones de libras y ayuda técnica para

construir ferrocarriles. Lansdowne lo que pretendía era escaparse de esas responsabilidades. En

1838
Véase Miège, J. L : «Coton et…«, op. cit., pág. 237.
1839
Cfr. Parsons, F. V.: The Origins of the Morocco Question, Londres, 1976, pág. 510.

1100
cuanto a las preguntas del Sultán sobre si en Londres se estaba negociando la posibilidad de

establecer un protectorado francés en Marruecos, los marroquíes sólo recibieron respuestas

contradictorias, con promesas vagas y garantías de que si el Sultán buscaba refugio en Gran

Bretaña, le serían respetadas su persona y propiedad privada, y de que Marruecos no debía temer

que la cuestión de la integridad del Imperio estuviese siendo tratada con los franceses. En cuanto a

los préstamos, el Secretario del Foreign Office avisó a la Embajada marroquí que no se les iba a

conceder el importe íntegro de lo que pedían, y que si insistían estaba dispuesto a ayudar a Mac

Lean a ponerse en contacto con círculos financieros de la City de Londres, aunque la cantidad que

solicitaban los marroquíes tendría que dividirse en un préstamo compartido con franceses y

alemanes. La cuestión de las líneas férreas se abandonó temporalmente, pues la misión no obtuvo

una respuesta rotunda; el tema había pasado a ser objeto de estudio por parte de las autoridades de

la inteligencia naval y militar. Estas estuvieron de acuerdo con el reparto de las contratas entre

firmas británicas, francesas y alemanas, todavía como un eco de las ideas decimonónicas de

Drummond Hay de que en Marruecos había que interponer a las pretensiones galas una barrera

“germánica”. Incluso aceptando estas bases, Nicolson recomendaría un estudio concienzudo de la

viabilidad de las infraestructuras antes de adoptar este plan; a su juicio el Majzén emplearía mejor

sus energías estableciendo el orden en el país.

De hecho el 15 de Octubre de 1902 Lansdowne declinó llegar a un compromiso sobre

Marruecos con Cambon indicando que él quería eliminar las rivalidades internacionales que

plantearía la anexión de Marruecos por Francia. La rebelión del Rogui Bu Hamra iba a plantear

nuevas facetas a la cuestión marroquí.

En el ínterin, durante el mes de Junio de 1902, se especuló en medios diplomáticos europeos

sobre un profundo reajuste de fuerzas y alianzas en el Norte de África; estas maniobras,

propiciadas por el Reino Unido buscarían un fortalecimiento del Estado marroquí. En este sentido

a Madrid llegaron filtraciones procedentes de Londres, a través de la Embajada española en París,

1101
de que el Foreign Office estaba profundamente interesado en llevar a cabo un plan de acción en

Marruecos. Lord Lansdowne iba a recibir en la capital británica a una embajada especial del

Imperio jerifiano, que coincidiría en el transcurso de su visita con la presencia de otra turco-

otomana. El Quai d´Orsay había conseguido la firma de una convención secreta franco-italiana por

la que Francia obtenía libertad de acción en Marruecos a cambio de la de Italia en Tripolitania. El

amenazado Imperio turco-otomano, buscaría, según dichas especulaciones, garantizar la

supervivencia del único territorio que le quedaba en el Norte de África llegando a un acuerdo de

colaboración con la máxima autoridad religiosa islámica del continente, el Sultán Abd al-Aziz,

acuerdo que sería instigado por el Reino Unido. El Sultán de Constantinopla buscaría asimismo el

acercamiento al marroquí para contrabalancear la influencia religiosa del jeque de los Senussi en

Tripolitania, por si éste pactaba con franceses o italianos, e intentaría asimismo que el jeque no

llegara a ningún acuerdo con Abd al- Aziz, en tanto en cuanto esta última posibilidad iría en

detrimento del panislamismo suscitado por Constantinopla y lógicamente de los propios intereses

de la Sublime Puerta en permanecer en aquel territorio.1840 Sin embargo, aparentemente todo

quedó frustrado a principios del verano. El Sultán mantenía contactos activos con el nuevo jeque

de los Senussi; conversaciones que buscaban una convergencia contra Francia e Italia. Un acuerdo

entre los dos Sultanes era muy difícil a causa de los Senussi. El Embajador marroquí, Sid

Abderrahman Ben Abder-Seddik, se limitó a conferenciar dos veces en Londres con Brodrick, el

ministro de la Guerra, sobre la reorganización del ejército marroquí y contactó con la firma de

armamentos Vickers and Maxim con el fin de adquirir cañones y ametralladoras. Apenas sí

conversó con Lord Lansdowne, limitándose a remitir a Francis Bertie una larga “memoria” sobre

la administración del Imperio marroquí. Al recibir la visita de Turkhan Pashá (el delegado turco-

otomano en Londres), el enviado del Emperador marroquí adoptó una actitud glacial, rehusando

mantener un cambio de impresiones. Cabía pensar, por lo tanto, que Marruecos seguía confiando

1840
Véase: “Nota confidencial de Londres fechada el 16 de Junio de 1902 llegada a la Embajada española en París y
reexpedida por vía diplomática a Madrid. (A)rchivo (G)eneral del (P)alacio ®eal. Sección Alfonso XIII. Caja 13.145
/Ex. 9, 1902: Notas confidenciales de la Embajada de S.M. en París.

1102
en la amistad con Inglaterra, pero eran absolutamente falsas las especulaciones sobre un futuro

bloque turco-marroquí para frenar las aspiraciones imperialistas franco-italianas.1841 Lansdowne

intentó mediar, calificó la disputa turco-marroquí de mezquina y llegó a sugerir la idea de nombrar

a Hamid Bey, consejero de la Embajada otomana en Londres, Ministro de Turquía en Marruecos.

Desde la aparición de las dinastías jerifianas en el Marruecos del siglo XVI, los sultanes

marroquíes habían mantenido una política consistente en evitar las relaciones oficiales con los

otomanos asentados en Argelia y Túnez. Esto tenía una clara explicación: los sultanes marroquíes

manifestaban que, al menos en teoría, les correspondía la legítima hegemonía religiosa en el

mundo musulmán ya que eran los herederos directos de los tradicionales califas islámicos, por su

condición de descendientes directos de la familia del Profeta Mahoma, una condición que los

sultanes otomanos, siendo turcos, evidentemente no cumplían. La actitud marroquí suponía en

realidad un cuestionamiento de la legitimidad de la hegemonía otomana sobre el Dar al- Islam. Los

Sultanes alauíes habían considerado necesario evitar entablar relaciones diplomáticas con la

Sublime Puerta o desarrollar cualquier otra acción que supusiera implícitamente una renuncia a sus

teóricos derechos.

No obstante antes de 1902, los otomanos intentaron al menos en cuatro ocasiones entablar

relaciones oficiales con el Majzén, contando en cada ocasión con la intermediación alemana, como

señala Pierre Guillen en su L´Allemagne et le Maroc, 1871-1905. Dentro del contexto histórico y

teniendo en cuenta lo poco que se conoce sobre las iniciativas diplomáticas otomanas, parece que

los turcos aspiraban crear un contrapeso aunque fuese débil en el extremo occidental del

Mediterráneo para distraer la atención y tal vez las ambiciones de las potencias imperialistas sobre

las porciones centrales del Imperio turco ( Túnez, Tripolitania, ...). En cada una de esas ocasiones

1841
Véase: Nota confidencial de Londres fechada el 1 de Julio de 1902 llegada a la Embajada española en París y
reexpedida por vía diplomática a Madrid.A.G.P.R. Sección de Alfonso XIII. Caja 13.145 /Ex. 9, 1902: Notas
confidenciales de la Embajada de S.M. en París.

1103
se habían encontrado con el rechazo del Majzén, matiza Edmund Burke III.1842 El rechazo

marroquí a comprometerse con las iniciativas diplomáticas turcas se basaba en su sagaz deducción

de que la aceptación conllevaba los riesgos de quedar atrapado en el planteamiento de la cuestión

del cercano Oriente.

Sin embargo, a pesar de las afirmaciones del profesor norteamericano sobre la falta de

relaciones entre la Sublime Puerta y el Majzén, debemos constatar que el conocimiento histórico

sobre este aspecto de la dinámica del Imperio marroquí en la época que estudiamos no es absoluto,

sino relativo; habría que matizar las afirmaciones de Burke y señalar los límites de las mismas,

teniendo en cuenta que sabemos por una carta inédita depositada en Alcalá de Henares que remitió

el doctor A. Cerdeira, agente confidencial español en Fez a la Legación radicada en Tánger que el

13 de Septiembre de 1902 partía hacia Constantinopla desde Fez Sidi Abd al-Hakim al Tunzi,

experto en Derecho, persona de grandes conocimientos y fuertes relaciones que había estudiado

en Francia y era consejero del Sultán en los asuntos de política exterior, lo cual sirvió de base a

nuevas especulaciones para que se barajara en Madrid la posibilidad de una aproximación de

Marruecos hacia la Sublime Puerta.

1842
Véase : Burke, Edmund : “ Pan-Islam and Moroccan Resístance to French Colonial Penetration, 1900-1912 “ en
Journal of African History , XIII, I , 1972 , pp. 97- 118.

1104
12. 14. La cuestión marroquí y las potencias: El punto de vista español.

Desde el desastre de 1898, los responsables de la política exterior española demostraron

tener una mejor percepción de la realidad internacional que en el período precedente. El conflicto

con Norteamérica había sido un revelador de su verdadera posición en las relaciones de poder y la

constatación de su incapacidad para controlar las coyunturas internacionales. Ahora se conocían

mejor los intereses en juego de las grandes potencias europeas y no se hacían ilusiones sobre la

eficacia de los derechos histórico-jurídicos para defender las posiciones amenazadas. Sabían por

experiencia que la garantía de los intereses nacionales dependía de fuerzas internacionales con las

que era preciso dialogar y establecer acuerdos.

También, como sucedía en el ámbito europeo, en el gabinete Sagasta se habían percibido,

cada vez con más claridad, los peligros que para la estabilidad y continuidad de las pretensiones
1843
expansionistas españolas en Marruecos representaban la invasión francesa del Tuat y el

conjunto de las actuaciones galas de penetración imperialista en el Sultanato. Unas actuaciones en

orden creciente que no recibían desde 1900 la adecuada respuesta por parte de los gobiernos

españoles, los cuales habían perdido la iniciativa y parecían incapaces de articular una estrategia

mínimamente capaz de hacer frente a un imperialismo como el francés, cada vez más agresivo.

Esta peligrosidad de las iniciativas francesas, convertidas en factor de desestabilización del

Imperio jerifiano hicieron cada vez más patente la obligación de poner en marcha una estrategia

que fuera capaz de conseguir una plaza para España en el futuro reparto del Sultanato. Por ende, la

cuestión marroquí y las diversas perspectivas que en ella confluían, se entroncaban con otro

problema: la predisposición de los gobiernos restauracionistas a partir de 1898 a subordinar toda la

política exterior a unos fines estratégicos y, más en concreto, en aras a asegurar la integridad

territorial del país y sus archipiélagos. La gestación de la nueva planificación que, en lo relativo a

1843
Véase al respecto el breve estudio de Morales Lezcano, V.: “La question des frontières algéro-marocaines et ses
répercussions en Espagne (1845-1912)”, en L ´ouest saharien, vol. 2, 1999 , pp. 103-125, pág. 117.

1105
Marruecos, realizó el gobierno Sagasta tuvo sus orígenes en el fracaso del intento de los gobiernos

conservadores de encontrar un apoyo determinante en Londres para tomar posesión de Tarfaya y la

Sakia al- Hamra. Así pues este hecho impulsó al gabinete liberal a un replanteamiento de su

política internacional que implicó una interrupción drástica de los últimos movimientos que

efectuara Silvela. Los movimientos del líder conservador habían respondido a una lógica clara: la

presencia colonial española en el Sáhara Occidental en 1884 había sido apoyada por el Reino

Unido como instrumento de su política de contención de la expansión francesa en el continente

africano. Así como habían potenciado la presencia de Portugal en Angola y la de Italia en Eritrea,

los ingleses se habían mostrado partidarios de promover una limitada expansión española en el

Sáhara Occidental que constituyese un freno para impedir ulteriores penetraciones galas en esta

parte de la costa atlántica africana. Sin embargo, en 1900 esta fórmula de aproximación al Reino

Unido para que validase la ocupación de la meseta de Tarfaya y de la Sakia no obtuvo resultado.

En consecuencia, la respuesta española a las pretensiones galas sobre el conjunto de

Marruecos podía ser triple:

1- abandonar toda ulterior pretensión sobre el Imperio marroquí ;

2- una política de fuerza dirigida a labrar el embrión de un protectorado español en ciertas partes

del Sultanato, medida estudiada y descartada posteriormente en agosto-septiembre de 19011844o

3- aceptar la nueva realidad de hegemonía francesa en Marruecos y actuar en consonancia,

intentando sacar partido de ella.

El gobierno liberal optó por la última salida, iniciando la política de aproximación a los

intereses galos y de supeditación en gran medida a los mismos. La voluntad comprobada del

gobierno sagastino en el ejercicio dialogante con Francia presuponía un camino superador de la

simple y pura confrontación abierta de etapas anteriores contra las maniobras galas en Marruecos y

en particular en el Sur del Sultanato, plasmada por ejemplo en la vinculación española con la Triple

1844
A propósito del envío de una fuerza expedicionaria al Imperio jerifiano, con el pretexto de solicitar al Sultán Abd
al- Aziz que se involucrase más enérgicamente en la resolución del conflicto causado por el secuestro de los hermanos
Montes por cabilas montañesas.

1106
Alianza y en la guerra de espías que los agentes de ambos países entablaron en torno a la década de

los ochenta del siglo XIX en el territorio del Sus. Significaba, en primera instancia, un freno a la

opción de enfrentamiento, y finalmente, un vehículo de dirimir el viejo contencioso entre los dos

vecinos –Francia y España– en torno al control de Marruecos, por vías políticas y diplomáticas.

Esta política sólo fue rota parcialmente como hemos indicado anteriormente en septiembre de 1901

cuando en Madrid se llegó a pensar en la posibilidad de iniciar una expedición armada contra el

Sultanato, a raíz del asunto del cautiverio de los hermanos Montes. Dado que de los tres países con

aspiraciones sobre Marruecos, España era la potencia más débil, no podía obtener el derecho de

instalarse en la conflictiva y estratégica zona norte del Imperio sin el asentimiento previo de París,

puesto que Francia empezaba a perfilarse como la potencia más decidida a quedarse

irremediablemente con el control del Sultanato. En este orden de cosas, habría que encuadrar el

relevo del Ministro Plenipotenciario de España en Tánger, Emilio de Ojeda, un recalcitrante

diplomático pro-británico y su sustitución por Bernardo Cólogan, un diplomático de actuación

aséptica, sin capacidad de actuar autónomamente en los asuntos marroquíes en clara contraposición

a las puntuales ordenes de Madrid. En la misma línea se inscribe la solicitud del gabinete Sagasta a

París con el fin de que las fuerzas armadas republicanas garantizasen la integridad y la seguridad

nacional española. Por lo que hace a la actitud del gobierno español ante el Reino Unido, no se

perdió oportunidad para dar una imagen de moderación en las pretensiones sobre el Sultanato, al

tiempo que se puso especial hincapié en calmar cualquier inquietud de Londres respecto a las

posibles intenciones conquistadoras de España o respecto a una conjunción de intereses de esta

última con Francia. Por otra parte, la correspondencia particular del Ministro de Asuntos Exteriores

sagastino, Almodóvar del Río evidencia claramente que a lo que se aspiraba era a consolidar dentro

del Imperio marroquí el mantenimiento del orden y del ‘statu quo’ establecido en la década de 1880

sin intentar su desestabilización.

El acuerdo de reparto de Marruecos con Francia fue negociado en el más riguroso

secreto, conforme a una de las prácticas más características de la diplomacia internacional en el

1107
período anterior al estallido de la I Guerra Mundial. Cuando en el Senado se produjo en abril de

1901 un debate sobre la orientación de la política exterior española, nada apareció reflejado en las

discusiones. El senador republicano Rafael María de Labra en la sesión del 25 de dicho mes

consideró que en un momento en que Italia amenazaba seriamente al imperio turco, intentando

arrebatarle Tripolitania, España estaba perdiendo una ocasión al dejar estancada su actividad

colonialista. Achacó al gobierno liberal que no hiciera desaparecer los presidios del Norte de

África, que no potenciara el desarrollo mercantil de Ceuta, Melilla y Chafarinas y que se durmiera

en los laureles sin intentar ninguna acción en Marruecos, cuando entendía que el statu quo iba a

cesar de forma inmediata, al terminar Inglaterra con la cuestión del Transvaal y poder concentrarse

en la del Mediterráneo Occidental.1845 El peligro , entendía Labra, recaía en los deseos británicos

de mejorar las fortificaciones y seguridad de Gibraltar, para lo que complementariamente dirigiría

su atención sobre Tánger, intentando evitar por preocupaciones estratégicas que la villa marroquí

cayese en manos de una potencia rival y se convirtiera en una base de operaciones navales contra

los intereses ingleses. En lugar de defender al gobierno liberal el Ministro de turno, Almodóvar, lo

hizo el ex ministro de Estado, el conservador marqués de Aguilar de Campoo que había

desempeñado el cargo en el gobierno de Silvela , el cual hizo una loa de la política oficialmente

neutralista de Sagasta: “Antes de adquirir compromisos será conveniente, y es la única política

posible en España y que viene siguiendo lo mismo este Gobierno que el anterior, estar bien con

todos y esperar el día en que se plantee el problema , para que (... ) podamos inclinarnos hacia

aquel lado que ofrezca más similitud con nuestros intereses“.1846 Un debate similar tuvo lugar en

noviembre en el Congreso de Diputados. Se debatió la necesidad impuesta a España de no realizar

arriesgadas aventuras exteriores, no pensar en un desquite colonialista y por el contrario reforzar la

defensa del país, poniendo especial empeño en aquellas partes más susceptibles de causar apetitos

voraces en potencias agresoras, léase las Baleares, las Canarias, el Estrecho o Galicia .

1845
(D)iario de (S)esiones del (S)enado. 25 de Abril de 1902, pág. 404.
1846
D.S.S. 25 de Abril de 1902, pág. 409.

1108
12.15. Roces hispano-marroquíes. Intentos del Majzén de restringir el comercio español

en el litoral septentrional.

El Gobierno marroquí se había propuesto introducir en el Sultanato un impuesto nuevo sobre

la producción agrícola y sobre la cría del ganado que llevaba aparejado la obligación de abonarlo

también los extranjeros residentes en el Imperio. Este impuesto sería percibido por agentes

especiales a sueldo fijo del Majzén y no, como antiguamente, por los caídes o jefes locales. El

cuerpo diplomático acreditado en Tánger celebró una reunión en febrero para debatir las reformas

fiscales que el Sultán se proponía introducir. La reforma quedó paralizada momentáneamente al

solicitarse del Majzén la designación de un Delegado que explicase a los diplomáticos el alcance

de los nuevos reglamentos contributivos.1847 El designado fue Sid Bennasar el Ghannam quien

impartió varias conferencias con objeto de obtener la aceptación unánime de las potencias

extranjeras. En un rasgo de refinada hipocresía, los diplomáticos felicitaron al Majzén por la

modernización del sistema fiscal pero acordaron en contrapartida seguir bloqueando la aceptación

del mismo hasta que no quedara redactado un “reglamento“ específico sobre las contribuciones a

pagar por la colonia extranjera establecida en el Sultanato; documento cuya redacción quedaría a

cargo de ellos mismos.1848

La primavera trajo consigo nuevos roces entre las diplomacias española y marroquí.1849 El

24 de marzo, Ojeda recibía una misiva del delegado español en la fuerza expedicionaria imperial

enviada al rescate de los hermanos Montes, Álvarez Ardanuy. Éste notificaba al diplomático el

hecho de que los cautivos ni se encontraban en el territorio de Beni-Messauar, ni lo habían estado

jamás. Esta tribu acusada por los mismos marroquíes, por los corresponsales de prensa acreditados

1847
Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 23. 12 de Febrero de 1902. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 93 /Ex. 1.
1848
Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 64. 21 de Abril de 1902. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 93 / Ex. 1.
1849
Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 68. 29 de Abril de 1.902. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 163 / Ex. 2.

1109
en Tánger, por un agente diplomático español, llamado Eduardo Cabo, cónsul en Alcazar1850 y por

algunos viajeros, de la culpabilidad de la desaparición de los Montes era inocente. El- Amrani, jefe

de la mehal.la expedicionaria había llevado a cabo la sumisión de la cabila y las informaciones

que había obtenido le llevaban a comunicar a España que los hermanos Montes habían sido

muertos meses antes, en el aduar de Taruddant, en la cabila de Beni-Arós, a la que pertenecían sus

secuestradores.1851 Ojeda decidió apremiar al Majzén, remitiéndole el 14 de Abril una nota en la

que requería una actuación de mayor vigor para dar con el paradero de los hermanos Montes. Abd

el- Krim Ben Sliman contestó en nombre del gobierno marroquí el 28 de Abril, ratificando el

mantenimiento del Majzén en sus compromisos anteriores con España.

Terminadas las operaciones de sumisión de los montañeses de Beni Messauar, las fuerzas

imperiales de Muley el- Amrani habían permanecido en el territorio de la cabila, sin realizar más

movimientos, sin disponerse a invadir el territorio de Beni-Arós. Ante la lentitud de las

operaciones, Almodóvar juzgó oportuno iniciar una nueva negociación, entablada no ya para

obtener el rescate de los jóvenes sino tendente a conseguir una nueva indemnización pecuniaria.1852

Estas medidas criticadas tanto por Ojeda como por Álvarez Ardanuy no las aplicó el Ministro de

Estado hasta que se produjo la sustitución de Ojeda por Bernardo de Cólogan, al frente de la

Legación española en Tánger.

El Majzén no abandonaba su inquieta vigilancia de toda la costa norte del Sultanato. El 29

de Abril, el Delegado del Sultán en Tánger, Mohammed Torres transmitía a Emilio de Ojeda una

protesta del Bajá de Tetuán relativa al comercio (compra de pescado) que algunos ciudadanos

1850
Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 55. 1 de Abril de 1.902. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 300 /Ex. 1.
1851
Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 53. 25 de Marzo de 1.902. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 300 /Ex. 1.
1852
Ojeda a Almodóvar del Río. Despacho no. 63. 21 de Abril de 1.902. A.G.A. África. Sección Política (Marruecos).
Caja 85 /Ex. 2. / R.O. del Ministerio de Estado dirigida a Ojeda. 24 de Abril de 1.902. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 300 /Ex. 1.

1110
españoles de Ceuta y Tetuán ejercían en el litoral de Beni Said y Gomara: tales actos conllevaban

el riesgo de que provocasen conflictos con los cabileños.

De hecho, el Majzén mantenía desde finales del siglo XIX una política invariable de ir

restringiendo la circulación de ciudadanos extranjeros sin escolta por el interior del país, para

evitar los roces con los ciudadanos marroquíes, los posibles conflictos y las indemnizaciones

previsibles tras cualquier ofensa inferida a intereses o bienes extranjeros. Por ello el Majzén

pretendía hacer triunfar el argumento de que cualquier viajero extranjero que recorriera el país sin

escolta de soldados, askaris, moros del Rey, renunciaba de facto al derecho de reclamación al

Sultán por cualquier daño recibido. Se había utilizado el consabido argumento de que en

determinados distritos del interior del país existía la siba, el desorden, y la vida de los transeúntes

europeos corría peligro. ¿Cuál había sido la reacción de España?. Tras la guerra de Melilla, los

gobiernos restauracionistas habían intentado un difícil ajuste de la política española a la francesa e

inglesa, pues se pensaba que éste era el marco más adecuado para conseguir una mayor irradiación

de la influencia en el Sultanato. En ese contexto, de una conjunción que devino posteriormente

imposible, el 11 de Agosto de 18951853 Ojeda, al comienzo de su período de permanencia en

Tánger, había intentado resistirse a los propósitos del Majzén.1854 Para ello, el diplomático se había

valido del razonamiento de que las medidas del Gobierno marroquí paralizaban por completo el

comercio exterior de Marruecos y causaban gravísimos perjuicios, por igual, a los intereses

marroquíes y españoles. En todo caso incumbía al Majzén la pacificación tanto del bandolerismo

como de las rebeliones rurales, sin rechazar la responsabilidad de las desgracias sufridas por los

europeos.

1853
Dicho día el Majzén había dirigido una Nota a la Legación española en Tánger, pretendiendo el Sultán con ella que
Ojeda diera severas órdenes con el fin de restringir la libertad de circulación de los extranjeros por las tierras del
interior del Imperio, con el pretexto de que el orden público no se hallaba completamente asegurado. En todo caso, se
podía permitir el viaje por tierra si los extranjeros iban acompañados de soldados marroquíes. El Gobierno español no
accedió a lo solicitado, exigiendo además que el Majzén sofocase las distintas insurrecciones.
1854
Nota presentada a Sid Mohammed Torres por la Legación Española. 11 de Agosto de 1.895. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.

1111
Otra cosa era lo que sucedía en el Rif. Hasta mitad del siglo XIX, los Sultanes habían

prohibido todo el comercio de sus súbditos con los españoles de Melilla y los presidios menores;

una prohibición constantemente violada por un floreciente contrabando, que beneficiaba tanto a los

compradores españoles como a los vendedores rifeños. El Gobierno español había admitido por lo

que respecta a Melilla, la reserva consignada en el artículo sexto del convenio de Julio de 1866

para que se comunicaran órdenes terminantes al Gobernador de dicha plaza con el fin de que no

permitiera a sus habitantes pasar la frontera bajo ningún concepto. Sin embargo, a partir de esta

fecha sí que se había empezado a permitir la llegada de un flujo de comerciantes musulmanes a la

ciudad y se instaló la aduana marroquí en Melilla. Con todo, no cabía la posibilidad de una mayor

expansión económica española en el Rif, mientras en la zona circundante a los presidios no reinase

un mínimo de seguridad para los intereses hispanos. El Gobierno español era consciente de la

existencia en el seno de las cabilas de fuertes núcleos de población decididamente hostil a las

injerencias imperialistas, que no tendrían inconveniente en hostigar y paralizar al comercio

hispano. Por ello, España se había comprometido a que sus súbditos no saliesen nunca del

territorio nacional “con pretexto de comerciar en el territorio del Rif ... a fin de evitar los males

que pudieran resultar“.1855 Sin embargo los gobiernos restauracionistas quisieron interpretar que

esta renuncia no significaba el abandono del derecho a la libertad de circulación de los ciudadanos

españoles por el Sultanato que reconocían los tratados hispano-marroquíes. De ahí los continuos

conflictos con el Majzén, siendo los últimos los que habían enfrentado al caíd de la línea fronteriza

de Ceuta y al gobernador militar español de la plaza, al oponerse el primero a que los habitantes de

la ciudad pudieran internarse en territorio marroquí sin ir acompañados por un askari, retribuido al

efecto por el viajero español. Este enfrentamiento finalmente se saldó con un triunfo español.

En lo referente a la compra de pescado por parte de súbditos españoles en el litoral de Beni-

Said y Gomara, el Gobierno liberal consideró impensable ceder a las peticiones de Torres, toda vez

que Francia con motivo de la reclamación por la muerte de Pouzet había conseguido imponer su

1855
Véase Allendesalazar, J.M.: La diplomacia española y Marruecos, 1.907- 1.909, Madrid, I.C.M.A., 1990, pág. 130.

1112
criterio al Majzén sobre la total libertad de circulación de ciudadanos galos por el Imperio. Un

informe de la Sección de Política del Ministerio de Estado fechado el 19 de Mayo había

aconsejado a Sagasta y Almodóvar rebatir la pretensión marroquí. Mohammed Torres hubo de

desistir por lo tanto de sus pretensiones ante la actitud resuelta de la Legación española en Tánger.

Ahora bien se impartieron secretamente instrucciones al consulado de Tetuán y al gobierno militar

de Ceuta para que se extremaran las precauciones, tratando de disuadir a los viajeros españoles de

que se internasen por las tierras del Imperio y obligando incluso a aquellos que decidiesen hacerlo,

a adoptar en sus viajes todas las precauciones posibles para evitar conflictos.1856 Analizando desde

otro prisma el episodio, es decir desde el punto de vista marroquí se observa cómo el Sultán

pretende hacer compatible la economía de mercado y la aplicación de una política librecambista

con los intereses del país, permitiendo que los productos extranjeros circularan sin restricción por

el territorio y favoreciendo la salida de materias primas de Marruecos, pero al mismo tiempo

manteniendo su preocupación por la defensa de la costa norte del Imperio, amenazada por las

pretensiones francesa y española. Hay, por otra parte, otro detalle, coincidente cronológicamente

con el anterior que nos permite apreciar como el Sultán intenta compatibilizar el liberalismo

económico con una intervención del Estado que permitiera, siquiera mínimamente corregir los

excesos del capitalismo. Así otro motivo de preocupación del Majzén vino derivado de su

sensibilización ante la proletarización de amplias capas de la población indígena en los puertos

atlánticos marroquíes. De hecho, era un comportamiento que continuaba la tradición de los

Sultanes de aplicar una ‘economía moral’ en el país, algo que era muy difícil compatibilizar con la

lógica del mercado capitalista, pues éste funcionaba sólo con interlocutores solventes, es decir los

protegidos de las potencias europeas y la naciente burguesía marroquí volcada al comercio

exterior, mientras que los no solventes no se integraban. La fuerza y el dinamismo del capitalismo

obraban profundas transformaciones socio-económicas en Marruecos. El creciente trasiego

comercial en los puertos del Sultanato abiertos a Europa estaba generando situaciones de

1856
R.O. de 7 de Junio de 1.902 del Ministerio de Estado dirigida a Emilio de Ojeda.

1113
explotación, trabajo deshumanizado y miseria en los sectores más proletarizados de los habitantes

de las ciudades portuarias, empleados en las tareas de carga y descarga de los buques y

embarcaciones mercantes, al tratarse de un sector que recibía ingresos muy escasos. La sociedad

marroquí había terminado por dividirse entre los que tenían medios y los que no, y el mercado

olvidaba a los que no tenían capacidad económica. Frente a aquellos ensayistas que acusan a Abd

al- Aziz de abrir las puertas de Marruecos de par en par al capitalismo, sin atender sus

consecuencias sociales en el Imperio (pauperización de las masas urbanas), la documentación

española existente en Alcalá de Henares demuestra como el Sultán se ocupó personalmente en

procurar la creación de una estructuración de las relaciones laborales, buscando una regulación de

las mismas para que los trabajadores marroquíes no estuvieran exclusivamente sometidos a la

explotación de los empleadores europeos. Por ello intentó que el servicio diplomático europeo

crease una comisión conjunta con delegados jerifianos que estipulase una subida de salarios y una

mejora general de la clase proletaria marroquí.1857 Abd al- Aziz emerge así como una auténtica

figura transicional entre el Marruecos tradicional y el Marruecos moderno, propio del siglo XX.

Por un lado se preocupa por una modernización del país, por la creación de una serie de

infraestructuras, ligadas eso sí al comercio exterior, pero al mismo tiempo asume que el mercado

está marginando a una gran parte de la sociedad, de cuyo bienestar él es el responsable, y por eso

intenta mantener algunos parámetros de la economía moral por la que velaban los Sultanes aunque

los mecanismos de intervención y regulación del Estado serán cada vez menores. Por lo tanto

asume en gran medida valores y parámetros del pasado mientras que a la vez intenta desarrollar

económicamente el país y liderar un cambio político, haciendo uso de ideas modernas y recursos

técnicos. A estas mismas conclusiones llega Ross E. Dunn cuando señala con respecto al Sultán y a

1857
Ojeda al Duque de Almodóvar. Despacho no. 77. 11 de Mayo de 1.902.

1114
su hermano y rival, Mawlay Abd al- Hafid: “Both – dice de ellos Dunn – (...) tried to borrow from

Europe without losing the loyalty of Morocco and (...) ultimately failed“1858.

El país estará obligado a exportar para conseguir divisas con las que pagar los intereses de su

deuda exterior, en el momento en que el Sultán quede atrapado en la trampa de solicitar préstamos

a bancos europeos, y ello le va a impedir ocuparse de su mercado interior y del bienestar del

pueblo marroquí. Como tiene que pagar su deuda, que es lo más urgente, el Estado no puede

consagrarse a su pueblo.

12.16. Penetración francesa en el Sultanato.

A lo largo del mes de julio, Saint-René- Taillandier fue remitiendo a Delcassé cuatro

importantes despachos en los que se hacía referencia a la progresiva penetración de la influencia

francesa en Marruecos, la cual sin embargo chocaba con las reticencias del Majzén, que se

apoyaba en Inglaterra y Alemania, y con la creciente agitación anti-francesa en el Tafilalt. El

Encargado de Negocios de la Embajada francesa en Berlín, Prinet, confirmaba el 17 de agosto un

cambio en la política exterior del II Reich. El gobierno imperial germano había puesto en marcha

una campaña para crear un movimiento de opinión en Alemania en favor de Marruecos y de su

independencia y acusando a Francia de querer destruirla. Algunos periódicos, órganos oficiosos de

los ministerios, estimaban que Alemania no podía renunciar a Marruecos, y que el comercio con el

Sultanato era un elemento muy importante en la balanza comercial germana, ya que los

comerciantes de Hamburgo tenían grandes intereses en el Sultanato, así como las cuatro compañías

de navegación cuyos buques seguían la singladura de la costa noroccidental africana. Esta campaña

estaba siendo respaldada por la prensa independiente, deseosa de que se mantuviese la libertad de

1858
Véase Dunn, Ross E.: «Bu Himara´s European Connexion: The commercial relations of a Moroccan warlord“ en
Journal of African History, 21, 1980 , pág. 252.

1115
navegación en la costa atlántica marroquí. Todo hacía suponer un cambio en la orientación de la

política alemana relativa a Marruecos.1859

También Marruecos se estaba convirtiendo en una proposición económica ventajosa que

atraía al capital galo. Entre Francia y Marruecos se había firmado un acuerdo el 20 de abril de

1902 que en su artículo 2 estipulaba el desarrollo de las transacciones comerciales entre los dos

países y el establecimiento de mercados y de puestos aduaneros en la zona fronteriza

argelomarroquí1860 (en Cherraa, junto al Uad Kiss, y en el país de los Angad; en Uxda, en la

alcazaba de Aïoun Sidi Mellouk; en Debdou, en Ras-El Aïn, etc.). Se estipuló, asimismo, como

medida dirigida a expulsar la moneda española del Sultanato, que el numerario aceptado tanto en

los mercados como en las oficinas de percepción arancelaria sólo sería moneda francesa o hassani.

Un acuerdo complementario de 7 de mayo de 1902 confirmó y precisó tales

estipulaciones.1861 El Majzén sin embargo utilizando tácticas dilatorias intentó evitar su ejecución.

El Gobierno francés entendía que había que rechazar la extensión de la aplicación de tarifas

especiales para las transacciones comerciales de terceras potencias. Delcassé sólo estaba dispuesto

a hacer concesiones en este sentido a favor de España. El Gobierno marroquí se resistió. Invitó al

gobierno republicano a conceder una garantía al Sultanato contra las medidas conminatorias o

violentas ejercidas por otras potencias que intentaran forzar a Marruecos a que les fuera concedido

un tipo de tarifas aduaneras especiales similares a las de la frontera argelina. Esa demanda de

garantía la presentaba Marruecos como condición inexcusable para acceder a la ratificación de las

tarifas comprendidas en el acuerdo complementario con Francia. La pretensión fue rechazada

tajantemente por Delcassé.1862 Decidido éste a evitar los extremos de una guerra en Marruecos y

apostando por un tranquilo proceso de penetración pacífica, ordenaría el 9 de septiembre a

1859
Prinet, Encargado de Negocios de Francia en Berlín a Delcassé. Despacho no. 282. 17 de Agosto de 1.902. D.D.F.,
t. II, pp. 452-453.
1860
Documents Diplomatiques.Livre Jaune. Affaires du Maroc (1901-1905), no. 37, pp. 34 y siguientes.
1861
Ibidem, no. 28, pág. 39 y siguientes.
1862
Telegrama de Delcassé, Ministro de Asuntos Exteriores francés a Saint-René Taillandier, Ministro de Francia en
Tánger. 23 de Agosto de 1902. (D)ocuments (D)iplomatiques (F)rançais (1874-1914). Tomo II. 2ª serie. Pp.458-459.

1116
Gaillard, cónsul en Fez, que ejerciese una continua presión sobre el Majzén tendente a conseguir la

ratificación de los acuerdos comerciales, pero sin exponer a Francia a un rechazo formal y

definitivo del acuerdo por parte del Gobierno imperial. A esas alturas Delcassé entendía que las

negociaciones de reparto del Imperio en esferas de influencia con España estaban a punto de

finalizar y no deseaba el estallido de ningún conflicto que abriese la cuestión marroquí. De hecho

Delcassé contaba con la necesidad de ir conciliando los intereses franceses con los de otras

potencias; cerrado el acuerdo con Italia y a punto de hacerlo con España, preveía para un futuro

inmediato una negociación con Inglaterra.1863 En ese orden de cosas, el Embajador en Londres,

Paul Cambon ya tuvo durante el verano una conversación confidencial con Lord Lansdowne sobre

la cuestión de Marruecos (que se realizó sin conocimiento español) en la que se discutió la

solución eventual que podría comportar la neutralización de Tánger y de una porción de territorio

circundante. A pesar del carácter secreto de las negociaciones, ciertos grandes rotativos

londinenses como la Westminster Gazette recogieron parte del contenido de lo tratado. Ello desató

las especulaciones en la prensa española. El Imparcial acogió con tono positivo un futuro acuerdo

entre Gran Bretaña y Francia. Y no fue el único. Otros medios saludaron la convergencia franco-

británica y postularon a su vez la necesidad de una alianza franco-española. Los periódicos

refractarios a la misma como El Liberal señalaban que de no producirse un acuerdo franco-

británico, una alianza entre Madrid y París dejaría a España a merced de la superioridad de la

Marina de Guerra inglesa y de los daños considerables que infligiría en las costas desarmadas de la

península, en sus grandes puertos, sobre todo en los del litoral atlántico, de Bilbao a Cádiz.

También algunos medios militares españoles en San-Sebastián congregados en torno a la corte, al

valorar la posibilidad de un acuerdo entre París y Madrid, se habían mostrado muy críticos, ya que

Francia no deseaba comprometer sus fuerzas de tierra ni sus escuadras en defensa de España.1864

1863
Telegrama secreto de Delcassé a Saint-René Taillandier. 11 de Septiembre de 1902. D.D.F. (1874-1914). Tomo II.
2ª serie. Pp.473-474.
1864
Paul Lefaivre, Encargado de Negocios de Francia en Madrid a Delcassé. Despacho no. 94. 25 de septiembre de
1902. D.D.F. (1874-1914). Tomo II. 2ª serie. Pp.473-474.

1117
Mientras tanto, la política exterior gala buscaba que el Sultán estuviera ligado más

intensamente a Francia hasta que dependiera por completo de la República. Como punta de lanza

en su actuación Delcassé contaba con la casa Gautsch, que poseía terrenos en Marruecos,

establecimientos industriales y comerciales en torno a Tánger, delegaciones en los puertos del

Atlántico, agentes en la Corte y era además la agente consignataria de algunas compañías

marítimas y de seguros. Iba a crear un depósito de carbón y Delcassé escribió al Ministro de

Marina, Lanessan el 17 de Abril expresando su deseo de que los buques de la Dúplice Alianza se

aprovisionaran en él en el futuro.1865

Por otra parte, teniendo en cuenta que la nueva guarnición marroquí destinada a Figuig, y

embarcada en un paquebote francés hasta Orán debía alcanzar su destino utilizando la red férrea

argelina, el Plenipotenciario galo en Tánger Saint-René Taillandier forjó un plan en julio para

iniciar una colaboración militar con el Majzén que pusiese a estas tropas bajo control francés. Así

sugirió que fueran designados un oficial y varios suboficiales del XIX Cuerpo de Ejército que

hablasen árabe para acompañar en el paquebote a los soldados marroquíes. Había que obtener del

Majzén el permiso para que se convirtiesen en instructores no sólo de las tropas destinadas en

Figuig, sino también de las que guardarían en el futuro la frontera en Uxda, Adjeroud u otros

puntos.1866 La presión francesa tuvo éxito y el día 30 de abril el Ministro Ben Sliman comunicaba

al Plenipotenciario francés la aceptación de la medida.

La invasión del Tuat consiguió asimismo, en palabras de Said Sayagh, que se rompiera la

solidaridad entre el Majzén y las tribus de los confines sur-orientales del Sultanato. La misión de

El –Guebbas a Argelia y la firma de los acuerdos de la primavera de 1902 entre Marruecos y

Francia ratificaron esa ruptura. Los Doui Menia y los Oulad Jerir se sintieron abandonados. En

agosto de 1900 con ocasión del combate de El-Moungar que opuso a las tropas galas contra los

efectivos de las dos tribus y tras la protesta del diplomático frances La Martinière al respecto (se

1865
Nota del Ministro Delcassé. 17 de Septiembre de 1902.D.D.F. (1874-1914). Tomo II. 2ª serie. Pp.473-474.
1866
Saint-René Taillandier a Delcassé. 21 de Julio de 1902. Documents Diplomatiques. Affaires du Maroc. 1901-1905.
pp. 44-45.

1118
quejaba de que las fuerzas republicanas habían sido atacadas por contingentes marroquíes), Sidi

Mohammed Torres respondió que Francia debía utilizar la razón en lugar de la violencia y ya que

la agitación recorría a los Doui Menia, el gobierno republicano debía negociar con ellos. Esta

actitud incitó a los Doui Menia a reclamar la ayuda de otras tribus. Sin embargo, los notables de la

tribu al sentirse abandonados por el poder central comenzaron a informarse sobre las condiciones

de la sumisión a Francia, y en octubre de 1901 un buen número de ellos decidieron someterse a la

potencia colonial. Con el protocolo francomarroquí del 7 de Mayo de 1902 y el abandono por el

Sultán de los territorios situados entre Zousfana y el Guir, el Majzén dio la justificación siguiente:

“El gobierno marroquí se desentiende de(l territorio) de los Oulad Jerir, Doui Menia y de los

Kenadsa en provecho del gobierno de Argelia porque no cesan de suscitar querellas1867 y disputas

con los ciudadanos argelinos“. Es cierto que el gobierno marroquí era contrario a tales

concesiones, pero su error fue creer que cediendo esta vez, se pondría fin a las pretensiones de

expansión francesa a partir de Argelia.

12.17. Maniobras de Ojeda para consolidar el servicio de información español en el

Sultanato.

El verano fue aprovechado por el plenipotenciario hispano en Tánger, Ojeda para ir

completando el tejido de una modesta red de agentes confidenciales españoles en el corazón del

poder político de Marruecos. En este sentido en 1901, ya había conseguido situar a Omar Barrada

en Fez. Este agente indígena iba a reforzar en el futuro la actuación de otro agente secreto español

establecido en la ciudad imperial, el doctor Cerdeira. A finales de año, cuando Ojeda celebró en

Madrid una serie de conferencias con la Reina Regente, Weyler y Almodóvar, sugirió completar el

1867
Forzado por Francia, el Sultán tuvo que remitir una carta personal a los Beni-Guil, Mehaya, Angad, Beni-Snassen,
Ain-Chair , Ait-Atta, Ait- Khebbach y Ait-Izdeg deplorando los ataques de los Doui Menia y Oulad Yerir y su apoyo
al jeque resistente anti-francés Bou-Amama . Despacho de Mr. Révoil, gobernador general de Argelia a Delcassé. 17 de
Mayo de 1902. (D)ocuments (D)iplomatiques. Affaires du Maroc (1901-1905). Pp. 42-43.

1119
organigrama de actuación de la inteligencia española en el Imperio, para lo cual, en su opinión era

de capital importancia designar un agente que residiese cerca del Sultán y pudiera ejercer de

intermediario entre la Corte imperial y la Legación hispana. Alemania acababa de adelantarse a

España nombrando como cónsul en Fez a uno de los intérpretes de su Legación tangerina. Por ello,

se estuvo pensando, a su vez, en la creación de un Consulado español en Fez, a cuyo frente estaría

el Doctor Cortés que ya desempeñó durante algunos años el cargo de agente confidencial en la

Corte imperial para posteriormente pasar a prestar sus servicios en Tánger. Era un personaje

experimentado en el contacto familiar con los altos cargos del Majzén.1868 Posteriormente, Ojeda

sugeriría que el Intérprete Saavedra era la persona más adecuada para el desempeño del cargo de

cónsul.

“Sin agentes -escribiría lamentándose a Almodóvar el 14 de Febrero de la carencia de


medios materiales (económicos) y humanos - de la importancia que tienen los franceses é
ingleses en la Corte del Sultán, sin tener ni poder aplicar los cuantiosos recursos que
emplean Francia é Inglaterra en mantener á dichos agentes, en ganar á su devoción á los
principales magnates y en mantener una red de espías y de influyentes protegidos en todo el
Imperio; (...) sin ejército ni marina para hacernos respetar y con el sambenito de las
recientes derrotas que lleva España sobre sus hombros , hemos de contrarrestar las
influencias de unos y otros “.1869

Durante la primavera Ojeda aconsejó a Almodóvar el esbozo de un nuevo programa de

política exterior, como replanteamiento de la acción española en el Sultanato. Para ello encareció

al gabinete Sagasta sobre la conveniencia de ir preparando a la opinión pública de cara a una

actuación más incisiva en el Imperio, y sugirió la posibilidad de promover el viaje de una

Embajada marroquí a Madrid con motivo del advenimiento al trono de Alfonso XIII. Tal misión

debería estar encabezada por Sid Abd al- Krim Ben Sliman, Ministro de Negocios Extranjeros del

1868
Carta particular no. 27 de Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. 2 de Enero de 1.902. A.M.A.E.
Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1869
Carta particular no. 30 de Ojeda a Almodóvar del Río. 14 de Febrero de 1.902. A.M.A.E. Archivo Histórico.
Legajo H-1263.

1120
Sultán, y el propósito de Ojeda era que estuviera facultada oportunamente por el Majzén para

negociar confidencialmente con el gabinete Sagasta la resolución de todos los asuntos pendientes

en las relaciones hispano-marroquíes, el más trascendental de los cuales era la cesión de

Tarfaya.1870

Por último, el plan de Ojeda contemplaba un cambio en la política tradicional de las

relaciones entre rifeños y españoles. Este cambio debería estar basado en una política de atracción

de las cabilas, sustrayéndolas al dominio del Sultán; esta política debía propiciar la formación

ulterior de cuerpos de caballería e infantería indígenas integrados en el Ejército español.

Antes de abandonar la Legación y trasladarse a su nuevo destino, Washington, Ojeda inició

una actuación de protesta ante Mohammed Torres en torno a los perjuicios que causaba al

comercio melillense la exportación, sin pagar derechos de aduana al Majzén, de ganado y otros

artículos marroquíes a la frontera argelina (puerto de Kiss y zocos francos como el de Marnia).

Esta actuación sin embargo iba a chocar con la incapacidad del Delegado del Sultán para actuar, a

pesar de invocar Ojeda los daños que causaba este comercio al fisco marroquí. Tampoco Torres

estaba dispuesto a autorizar un incremento sustancial en el número de cabezas de ganado

exportadas a Melilla. La reclamación española quedó embarrancada.

1870
Carta particular no. 32 de Emilio de Ojeda al Duque de Almodóvar del Río. A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo
H-1263.

1121
12.18. Conflicto en la Aduana de Melilla.

En junio de 1902 se iba a plantear un conflicto en Melilla con motivo de la llegada a la

Aduana marroquí de unos nuevos administradores que aplicaban un mayor celo en la supervisión

del tráfico comercial y del cobro de tarifas. Los funcionarios cumplían de una manera escrupulosa

con su actividad siguiendo minuciosamente las instrucciones impartidas por el Majzén a todos los

establecimientos aduaneros del Imperio. El comandante general de Melilla se abstuvo de

intervenir, aun teniendo en cuenta que las medidas aplicadas generaban tensión entre los cabileños

de la vecindad y las autoridades jerifianas. Existía el riesgo de que se pudiera promover algún

alboroto público por parte de los cabileños respecto al pago de exacciones cuantiosas, dado que el

establecimiento aduanero se encontraba establecido en el interior de la plaza española.

A partir de mediados de junio se dieron una serie de hechos que forzaron al gobernador

militar, Hernández a contactar con el Ministerio de la Guerra. Los administradores de la aduana

empezaron a cobrar tarifa a aquellos miembros de Beni-Sicar que acudían a la plaza, compraban

camisas nuevas y despojándose de sus atuendos gastados, pretendían pasar a territorio del

Sultanato con la ropa nueva puesta. En ocasiones, los administradores recurrían a la violencia. Al

estar enclavada la aduana marroquí en territorio español, la conducta puntillosa de los

administradores y el malestar que ello causaba entre los rifeños que acudían a la plaza podían dar

lugar a altercados y a serios disgustos en las relaciones hispano-marroquíes si las autoridades

españolas en un momento dado tenían que poner orden mediante el empleo de la fuerza en

cualquier incidente que se plantease en la Aduana. El general Hernández optó por inmiscuirse en

los asuntos internos marroquíes, aconsejando a los administradores que se abstuviesen de cobrar

impuestos a las prendas de uso y a los objetos de consumo.1871

1871
Oficio del Comandante General de Melilla, Venancio Hernández dirigido al Ministerio de la Guerra. 15 de Junio de
1.902. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 198 / Ex. 2.

1122
El conflicto iba a complicarse más al ausentarse el Bajá del campo fronterizo de las

inmediaciones de Melilla y realizar algunos notables cabileños una visita al general Hernández,

planteándole la intención de las tribus limítrofes a la plaza de iniciar una campaña de boicot contra

la Aduana Marroquí. Se iba a discutir entre los rifeños el cese del suministro de cebada a Melilla

que a comienzos del verano registraba unas dimensiones elevadas, dada la intención de los

administradores de cobrar no sólo las tarifas aduaneras en concepto de derechos de exportación a

todo el cereal vendido en la plaza, sino también de exigir una pequeña cantidad por cada saco

vacío de cebada retornado al campo marroquí. Quedaba ahora abierta la posibilidad de cortar los

rifeños el suministro de todo tipo de géneros comerciales a Melilla, incluidos los víveres,

absteniéndose los rifeños de acudir incluso a la plaza.

Ante el descontento acumulado en las inmediaciones de la plaza, la Legación española tuvo

que intervenir. Al frente de la Legación estaba García Jove, en espera de que el nuevo Ministro

Plenipotenciario, Cólogan llegara de la península. Avisado por el general Hernández, Jove

remitió1872 al Delegado del Sultán el 20 de junio una nota, exhortándole a que se dirigiera a los

funcionarios jerifianos, ordenándoles que depusieran su actitud para calmar los ánimos de los

cabileños.

Mohammed Torres reaccionó con presteza. Al día siguiente, el 21, remitió a Jove una carta

para los Administradores de la Aduana de Melilla, invitándoles a suavizar su actitud.

Sin embargo el proceso de radicalización del conflicto era ya imparable y recibió aún más

aliento con la persistencia de la actitud de los Administradores. Las quejas de los rifeños ante las

autoridades españolas en torno a los procedimientos extremados y violentos de los funcionarios

marroquíes prosiguieron, ya comenzado el mes de Julio1873 y al no encontrar satisfacción a sus

reivindicaciones las cabilas fronterizas decidieron obligar a los campesinos a suspender la

1872
Oficio de Manuel García Jove, Encargado de Negocios de la Legación española en Tánger dirigido al comandante
general de Melilla, Venancio Hernández. 20 de Junio de 1.902. A.G.A, África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
198 /Ex. 2.
1873
Ibidem. Oficio del Comandante General de Melilla dirigido al Duque de Almodóvar. 4 de Julio de 1.902.

1123
exportación de cebada a Melilla, lo que inmediatamente supuso graves perjuicios al comercio de la

ciudad.1874 Las cabilas llegaron incluso a obligar a retroceder al interior del Sultanato a varias

caravanas que se acercaban a la plaza española, contribuyendo con ello aún más al colapso

comercial. La violencia de nuevo hacía su aparición en los límites fronterizos de la ciudad. Todo

ello venía a trastocar el cuadro, casi idílico que podía colmar los sueños de los más fervientes

africanistas españoles partidarios de la penetración pacífica en el Rif.

Melilla era, hasta entonces, la base de una relación intensa de intercambio comercial entre

España y el Sultanato. Desde su incorporación a España, Melilla había sufrido un aislamiento casi

total, ya que el Rif, aunque próximo en la distancia, había sido siempre como algo lejano,

inalcanzable en las relaciones humanas, por su hostilidad hacia todo lo que fuese extranjero y

especialmente “rumi” (cristiano).

Hasta abril de 1904, en que el Roghi Bu Hamra abrió a los extranjeros la entrada de su

territorio, en especial a quienes podrían satisfacer sus necesidades, el camino desde Melilla al

campo marroquí estaba cerrado para los españoles. Para Melilla, el Rif había sido un misterio

durante siglos. Un misterio próximo, pero inalcanzable, que se extendía por tierras inhóspitas y

hostiles. El simple hecho de que un cristiano pisara territorio marroquí era un sacrilegio que podía

comportar graves secuelas. En cuanto a los soldados desertores y los fugados del penal de la plaza

eran devueltos para cobrar los cinco duros que el Gobierno español ofrecía como premio a los

aprehensores; solamente algunos de ellos pudieron permanecer en territorio marroquí, a costa de

renunciar a su religión y nacionalidad y contrayendo matrimonio con una mujer del país.

Además desde que la ciudad permanecía en manos españolas, había tenido que sufrir

periódicamente las depredaciones de los piratas berberiscos, a veces muy frecuentes, y

posteriormente soportar las acometidas armadas de los rifeños vecinos.

1874
Ibidem. Telegrama cifrado del Comandante general de Melilla, Venancio Hernández dirigido al Ministerio de la
Guerra. 4 de Julio de 1.902.

1124
Sin embargo tras la última acometida rifeña de 1893 empezaron a intensificarse las relaciones

comerciales con las cabilas vecinas, permitiendo el surgimiento de una nueva era marcada por una

mayor confianza de las tribus que penetraban con cierta libertad en la plaza a hacer sus compras,

vender sus productos, contribuyendo de esa manera a que se disipasen los mutuos resabios de odio

y antipatía entre rifeños y españoles. Se había alcanzado ¡por fin¡ un status de paz en las relaciones

con las tribus rifeñas de los alrededores: lo que siempre había deseado España. Sin embargo, ahora

se había llegado a una situación comprometida. Los rifeños estaban al borde de ponerse en abierta

rebeldía contra el Sultán, al enfrentarse con los Administradores de las Aduanas y estar dispuestos a

cortar toda comunicación con Melilla, dejando a la ciudad sin suministro de víveres. Un cordón

bloqueando la plaza fue establecido en las afueras de la misma, ya en territorio del Sultanato, para

que no pasase ni un grano de cereal a tierra española.1875

Ante lo que se vislumbraba como un conflicto de graves dimensiones, el general Hernández,

Comandante general de Melilla acabaría por recomendar el 18 de Julio al gabinete Sagasta que se

ejerciera presión sobre Abd al- Aziz con objeto de obtener el relevo de las autoridades

aduaneras.1876 Cuatro días antes, se había presentado ante el general Hernández una comisión de

notables de Beni-Sicar para patentizar la tensión existente en la cabila y solicitando el apoyo de las

autoridades españolas contra los excesos de los administradores. Éstos proseguían su tarea

minuciosa percibiendo impuestos hasta por los artículos de escaso volumen y nimio valor

adquiridos por los rifeños en la ciudad.1877 Asimismo habían continuado los malos tratos y la

violencia por parte de los askaris imperiales a aquellos reticentes al pago de las tarifas. Los

incidentes se sucedían a diario.

El Encargado de Negocios de la Legación, García Jove aconsejó al Sub-secretario de

Estado, Pérez Caballero, la conveniencia de que España no apoyase en esta ocasión a las cabilas. A

1875
Oficio del Comandante General de Melilla dirigido a la Legación española en Tánger. 10 de Julio de 1.902.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 198 /Ex.2.
1876
Ibidem. Oficio del Comandante General de Melilla, Venancio Hernández dirigido al Ministerio de Estado. 18 de
Julio de 1.902.
1877
Ibidem. Oficio del Comandante General de Melilla dirigido a la Legación española en Tánger. 13 de Julio de
1.902.

1125
pesar de que el vivir en armonía y paz con ellas había sido el 'leiv-motiv' principal de la política

española en el Rif en los últimos ocho años, Jove entendía que España no debía atraerse a las tribus,

alentándolas a desobedecer a las autoridades jerifianas. Por ello no cabía realizar una gestión formal

ante el gobierno marroquí para solicitar su destitución. De decantarse España del lado de los

cabileños, se corría el riesgo de convertirse en el juguete de las tribus y de enemistarse con el

Sultán, al ayudar a socavar su autoridad en la región. La actuación española debía ser imparcial y

no suscitar los recelos del Majzén, alentando la 'siba' en territorio rifeño. Frente a lo que sería el

criterio finalmente imperante en el Ministerio de Estado, Jove propugnaba una 'política de respeto'

hacia el Sultán, contribuyendo a reforzar su autoridad en el Rif.1878 Con todo, el 18 de Julio y dado

que Almodóvar no se había decidido a presionar sobre el Majzén, Jove pudo redactar una nota

conciliadora -sin solicitar el relevo de los administradores- que entregó a Mohammed Torres,

urgiéndole a que tomara medidas para desbloquear la grave situación.1879

Sin embargo las autoridades militares españolas temían que la agitación y la efervescencia

entre los marroquíes tuvieran serias repercusiones en Melilla. Rumores infundados trascendían,

informando que tres soldados españoles desaparecidos en Febrero habían sido asesinados por los

rifeños, cuando en realidad se trataba de tres desertores que consiguieron llegar hasta Argelia. Otros

apuntaban a que la guarnición de Alhucemas había sufrido un ataque.1880

El Bajá marroquí del campo fronterizo se encontraba ausente desde Diciembre de 1901,

habiendo dejado como gobernador interino a su hermano que iba ejerciendo el cargo hasta entonces

sin complicaciones y contando con el apoyo y la aquiescencia de las cabilas.

Se abría pues un momento de crisis en las relaciones hispano-marroquíes motivado por una

circunstancia que era juzgada como intolerable por el Gobierno español: el vacío de poder en el

territorio inmediatamente próximo a Melilla. Esta situación traía consigo la subversión, el desorden,

1878
Ibidem. Carta particular del Encargado de Negocios de la Legación, García Jove al Sub-secretario de Estado. 7 de
Julio de 1.902.
1879
Ibidem. Telegrama de García Jove al Duque de Almodóvar. 18 de Julio de 1.902.
1880
Carta confidencial del general Venancio Hernández dirigida al Ministro Plenipotenciario de España en Tánger,
Bernardo de Cólogan. 20 de Agosto de 1902. (S)ervicio (H)istórico (M)ilitar. Rollo 171. Archivo de la Comandancia
Militar de Melilla.

1126
las tensiones fronterizas, y con el desabastecimiento comercial de Melilla, la escasez de grano en la

ciudad. Tal como ocurrió meses después al producirse la insurrección del Rogui Bu Hamra,

momento en el que las autoridades españolas se encontraron situadas ante la misma tesitura, podían

optar por:

a) apoyar al Majzén. El Sultán "formalmente" era amigo de la nación española. ¿Qué otra

señal más amistosa se hubiera podido dar al gobierno marroquí que reforzar sus

pretensiones de aumentar sus recaudaciones en la Aduana de Melilla, apoyando a los

Administradores en el conflicto planteado con los cabileños?. Sería la señal inequívoca de

que España se decantaba por respetar el statu quo. Esto era algo que chocaba con los

intereses del gobierno liberal español. Si la Aduana marroquí de Melilla había sido

establecida en 1866 a petición española, creyendo que con ello se favorecería el comercio

de Melilla, a esas alturas (1902) los deseos del gobierno eran los de suprimirla;

b) desentenderse del conflicto y optar por una política de estricta neutralidad, sustituyendo el

abastecimiento de la villa por el procedente de la Península y

c) optar, en ausencia de un poder fuerte en las inmediaciones de Melilla, por ceder a las

reivindicaciones de las cabilas, en aras a evitar un conflicto abierto con las mismas, y

suprimir la Aduana, lo que plantearía el problema a España de qué hacer con las cabilas

circundantes a la ciudad y cómo estructurar un nuevo sistema de relaciones con ellas. Esta

era la postura deseada por los elementos militares y por los propios diplomáticos,1881 y para

España suponía la ilusión de poder ir extendiendo a las cabilas circundantes a Melilla la

condición de ‘protegidas de España’; proyecto descartado hasta entonces no sólo por las

dificultades que entrañaría en materia de política internacional (flagrante ruptura del ‘statu

quo’), sino por la carencia de medios materiales para consolidar el protectorado español

sobre el territorio. La abolición de la aduana de Melilla abría la puerta a un comercio libre

1881
Como reconoce Bernardo de Cólogan en carta particular de 14 de Agosto al general Hernández. Bernardo de
Cólogan al general Venancio Hernández. 14 de Agosto de 1902. (S)ervicio (H)istórico (M)ilitar. Rollo 171. Archivo de
la Comandancia Militar de Melilla.

1127
con las cabilas, sin sujeción a ninguna tarifa de exportación o importación percibida por la

Hacienda majzení. Evidentemente si se intensificaba el tráfico comercial español con las

cabilas, se haría más intenso el contacto diario con los cabileños, pero la libertad comercial

al sustraer una de las principales fuentes de ingresos –quizá la principal—que tenía el

Majzén cual era el cobro de los derechos de las aduanas, abocaría a España a mantener

manu militari esa libertad comercial frente a las fuerzas que el Sultán probablemente

mandaría al Rif.

Se optaría por la tercera solución. Ésta es una medida que sería seguida de manera

continuista por los siguientes gobiernos del turno restauracionista. Sabedor de la ausencia del Bajá

de la línea fronteriza, Almodóvar optó el 20 de Julio por telegrafiar desde San Sebastián a García

Jove, solicitando que ante el agravamiento del conflicto y del bloqueo de Melilla, se debía instar al

Majzén a que procediera al relevo de los administradores de Aduanas; esta solicitud debía estar

basada en la argumentación ante el gobierno marroquí de los peligros de alteración del orden en el

límite fronterizo e incluso en el interior del territorio español. Es decir, el gabinete Sagasta desistió

de apoyar al Sultán, para asegurar el suministro de cereal a la ciudad por las cabilas fronterizas.1882

Hernández se apresuró en cumplir las instrucciones, utilizando el argumento de que España

mediaría en el conflicto entre Majzén y tribus, y procuraría proteger los intereses de estas últimas.

Por su parte, García Jove insistió ante Mohammed Torres en la necesidad de que la línea fronteriza

no podía permanecer desamparada de la autoridad del Majzén, representada por un Bajá de

prestigio incuestionable; era una temeridad en este sentido, la actuación del Bajá que la había

abandonado, dejando sólo durante varios meses a un Jalifa representando a la autoridad

sultaniana.1883

1882
Ibidem. Telegrama del Duque de Almodóvar a García Jove. 20 de Julio de 1.902.
1883
Ibidem. Telegrama de García Jove al Ministro de Estado, Duque de Almodóvar. 21 de Julio de 1902.

1128
Sin embargo a principios de Agosto la dinámica del conflicto persistía sin cambio alguno.1884

A pesar de la protesta escrita entregada a la Delegación del Sultán en Tánger, se mantenía el

bloqueo de Melilla y la cebada seguía sin afluir a la ciudad española. Afortunadamente para los

intereses españoles, los rifeños permitían la llegada a la ciudad de otros artículos de

aprovisionamiento; en la aduana proseguían los altercados diarios entre los rifeños y los

Administradores. Ante el estancamiento de esta situación la Comandancia General de Melilla

remitió un informe reservado al Ministerio de la Guerra, en el que se aconsejaba al Gobierno

sagastino la posibilidad de reconducir la dinámica creada por el conflicto en beneficio exclusivo de

España. Se interpretaba la tensión existente en el campo fronterizo como una consecuencia directa

del choque de intereses Majzén/tribus; el conflicto se veía agravado por la escasa presencia de

soldados regulares en la zona, lo que no permitía hacer más efectiva la autoridad imperial. De ahí la

facilidad, la impunidad con que los rifeños bloqueaban el tráfico de cebada, interrumpían las rutas

caravaneras e imponían multas a los que osaban vender cereal en Melilla. El Majzén era incapaz de

cumplir los acuerdos suscritos con España que le obligaban a mantener una fuerza militar en la

frontera para permanentemente tener expedito el tráfico comercial con dirección a Melilla. En

consecuencia, dado que no había una presencia consolidada y efectiva del poder central, lo que

tenía que hacer el Estado español era sustituirla. El dominio del Sultán en el Rif era entendido,

erróneamente, por las autoridades militares españolas como simplemente nominal; error en el que

cayeron constantemente geógrafos, africanistas y políticos españoles. Ese error les llevaba a

entender que había un vacío de poder en el Rif que España debía cubrir, procediendo a la

instalación de un protectorado sobre las cabilas fronterizas a Melilla. La instauración de este

régimen de protectorado conllevaría, claro está, una segregación del territorio respecto al Sultanato;

separación que ya estaba siendo preparada desde la Comandancia General de Melilla, al actuar

como receptora de las quejas rifeñas y como mediadora en los conflictos entre tribus y Majzén.

1884
Telegrama del Duque de Almodóvar a García Jove. 22 de Julio de 1.902. / Telegrama de Almodóvar al
Comandante General de Melilla. 23 de Julio de 1.902. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 198 /Ex. 2.

1129
En los medios militares de Melilla se estimaba asimismo que el Sultán no iba a aceptar

jamás una penetración comercial intensa por parte de España hacia el interior del imperio. Por ello

y para los casos de Chafarinas, Vélez y Alhucemas se especulaba sobre la conveniencia de obtener

a corto plazo del Sultán un permiso especial para que los relativamente poco numerosos

comerciantes españoles que operaban en estas posiciones pudieran exportar una mínima cantidad

de productos marroquíes, sin pagar derechos aduaneros; de esta forma, podrían también abastecer

más ampliamente a las guarniciones. Ello se estimaba que supondría el fin definitivo del

contrabando en el Rif central, en un momento en que la factoría francesa del Kiss estaba

perjudicando los intereses españoles.

El informe vino avalado por un oficio del general Hernández, dirigido a Almodóvar,1885

solicitando del Ministerio de Estado que se planteasen nuevas directrices para regir en el futuro las

relaciones Melilla-Rif. Hernández argumentaba, en respaldo a su pretensión, que las relaciones

entre rifeños y españoles no habían sufrido ningún deterioro y que el conflicto se desarrollaba entre

los propios marroquíes. Pero también estaba convencido de que las cabilas podían llegar en breves

días a un estado de rebeldía abierta contra el Sultán, y en ese contexto se podían adoptar nuevas

medidas contra la ciudad española. El militar se encontraba en una difícil tesitura. Si apoyaba a las

cabilas en su rebelión frente al Sultán, ello iba a traer aparejado la concesión de la protección

española, de forma encubierta o declarada, a las tribus -cosa pretendida por algunos notables-, lo

cual determinaría un enfrentamiento entre España y el Majzén. Ahora bien, si se optaba por esa

1885
El 4 de Agosto Bernardo de Cólogan remitió una carta confidencial al general Hernández indicándole que los
últimos incidentes de la Aduana de Melilla podían ser aprovechados para intentar llevar a cabo una mejora de las
condiciones comerciales de la villa, no ya en el sentido de obtener específicamente la libre exportación de ganado
marroquí hacia la plaza como había solicitado la Asociación Mercantil, Industrial y de propietarios, sino en un sentido
genérico de todo producto marroquí susceptible de ser exportado. En la práctica ello suponía convertir Melilla en un
nuevo puerto de exportación de artículos del Imperio, algo no contemplado en los tratados comerciales firmados por
Marruecos con las potencias europeas; esta medida debía de ser defendida ante el Majzén con el argumento de que se
convertiría en una fuente de ingresos adicional para el gobierno marroquí, por incrementarse los ingresos que tendría su
Aduana radicada en la ciudad. De hecho la libertad en la exportación de cereales concedida por el Majzén el año
anterior la veía Cólogan como un primer paso para obligar al gobierno imperial a abrir aún más el territorio próximo a
Melilla al comercio español. Es decir, Cólogan buscaba seguir el ejemplo de Alemania que había obtenido la cesión de
un puerto estratégico en el norte de China, Kiao-Chow, llevando a cabo una campaña de fuerte expansión comercial,
llegando sus productos a rivalizar con éxito con los británicos. Al mismo tiempo aspiraba a conseguir el control de la
aduana de Melilla y a que funcionarios españoles sustituyeran a los marroquíes en el cobro de los impuestos. Carta
confidencial de Bernardo de Cólogan al general Venancio Hernández. 4 de Agosto de 1902. (S)ervicio (H)istórico
(M)ilitar. Rollo 171. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla.

1130
medida, las cabilas una vez libres de la autoridad de Abd al - Aziz, ¿se iban a someter gustosamente

a la autoridad española, sin ofrecer resistencia?.1886

Los grupos burgueses melillenses también empezaron a reaccionar indignados. El Sultán

había autorizado, desde Julio de 1901 la exportación de cereales marroquíes por el puerto de

Melilla; la medida contemplada como un instrumento de la liberalización del tráfico comercial

adoptada por el Majzén era una de los consejos que el Reino Unido había sugerido a Abd al- Aziz

en el curso de la Embajada extraordinaria de Al- Mennebhi a la corte de Saint James. Al aplicarse

esta disposición había generado grandes beneficios al comercio melillense: sólo en junio de 1902

habían llegado a la ciudad dos mil toneladas de cebada marroquí. Sin embargo esta evolución

favorable del comercio había empezado a ser puesta en tela de juicio por la habilitación al tráfico

comercial de un puerto francés en las playas del Kiss. A ello se había unido el bloqueo de Melilla,

originado según la Asociación Mercantil, Industrial y de propietarios de la ciudad por los intereses

particulares de algunos notables cabileños.1887 Sin embargo no solamente los intereses civiles salían

perjudicados con las medidas rifeñas: el general Hernández se veía en una situación muy apurada

para satisfacer las necesidades de cebada para el ganado del Ejército, por lo que tuvo que recurrir

al suministro procedente desde la vecina Argelia, trayendo el cereal desde la playa de Kiss, la

competidora comercial de Melilla.1888

Finalmente la solución satisfactoria para España llegó cuando el nuevo Ministro

Plenipotenciario en Tánger, Cólogan, formuló una nueva protesta ante Mohammed Torres. En esa

nota que suponía una flagrante violación de la soberanía marroquí, al inmiscuirse Cólogan en los

asuntos internos del país, aconsejaba a Torres cual debía ser la actuación futura de los

Administradores de la Aduana. Cólogan se posicionaba claramente a favor de los intereses de los

1886
Ibidem. Oficio del general Venancio Hernández dirigido al Duque de Almodóvar. 5 de Agosto de 1.902.
1887
Ibidem. Instancia de la Asociación Mercantil, Industrial y de propietarios de Melilla dirigida al Ministro de
Estado. 19 de Agosto de 1.902.
1888
Ibidem. Eusebio de Bonilla, cónsul general de España en Argel al Duque de Almodóvar. Despacho no. 98. 21 de
Agosto de 1.902.

1131
cabileños, en detrimento de la autoridad imperial en la zona.1889 El 28 de Agosto, las cabilas

fronterizas permitían de nuevo la entrada de cebada en Melilla, ante el temor a un castigo del

Sultán. En el campo fronterizo había corrido la noticia de que el Bajá regresaba con fuerzas

considerables para restablecer el orden y lograr la sumisión de las cabilas.1890

Cólogan consideró que la solución de los incidentes en la Aduana podía ser aprovechada para

conseguir una potenciación comercial de la ciudad de Melilla, planteando al general Hernández la

conveniencia de eliminar el establecimiento aduanero marroquí.1891 En realidad no tenía que

convencer al militar, quien previamente le había denunciado el ajustado “corsé“ que impedía el

florecimiento comercial de la villa. Así, se había quejado a la Legación española en Tánger de que,

no obstante lo conseguido en el Tratado de comercio de 1861 entre España y Marruecos, no se

podía exportar por Melilla ni trigo ni cebada, ni ganado procedentes de Marruecos a no ser que el

Sultán concediera una medida de gracia especial, por un tiempo limitado, como ahora estaba

haciendo con la cebada. Hernández aconsejaba que una vez terminada la construcción del puerto de

Melilla –proyecto que todavía estaba en estudio– el Gobierno español se debía atrever a ejercer una

política de atracción sobre las tribus rifeñas fronterizas. El gobernador militar de Melilla tenía una

visión optimista sobre esta política (lo cual era propio de ciertos militares españoles) sustentada en

la percepción de que este procedimiento era fácil de aplicar, pues los rifeños eran afectos a España.

Una política de esta índole anularía los intercambios comerciales de los puertos franceses de

Nemours y Kiss, en la colonia de Argelia. ¿Por qué tenía esa impresión?. La razón esencial

radicaba en el comportamiento de algunos notables de las cabilas vecinas a Melilla, los cuales

procuraban instrumentalizar el apoyo español, solicitando reiteradamente el auxilio del Gobernador

Militar de Melilla contra el Sultán. Esta actuación se magnificaba desde la Comandancia General y

se identificaba como “amor a España”.

1889
Ibidem.Telegrama de Bernardo de Cólogan, Ministro Plenipotenciario de España en Tánger al Duque de
Almodóvar. 20 de Agosto de 1.902.
1890
Ibidem. Telegrama del Comandante General de Melilla al Duque de Almodóvar. 29 de Agosto de 1.902.
1891
Ibidem. Bernardo de Cólogan, Ministro Plenipotenciario de España en Tánger a Almodóvar del Río. Despacho no.
122. 4 de Agosto de 1.902.

1132
12.19. Recelos del Ejército hacia la penetración francesa en Marruecos. Contrabando en el

Rif. Supeditación de España a Francia.

En el verano de 1902, Hernández intentó presionar a las autoridades españolas

manifestándoles que la factoría creada por el teniente en la reserva de la Marina gala, Louis Say, a

orillas del Kiss, era un foco de contrabando armamentístico hacia el Rif, al carecer la frontera por

aquel lado de vigilancia marroquí y entrar los géneros franceses en el Sultanato sin experimentar

ningún control y sin pagar derechos aduaneros. Según el militar español, los comerciantes

franceses habían estructurado entre la factoría del Kiss y la alcazaba de Saida un tráfico ilegal, muy

dinámico basado en la introducción en el territorio marroquí de un gran número de fusiles Grass.

Con todo, se intentaba encubrir la responsabilidad gala en el negocio y se dejaban pistas que

hiciesen sospechar que el contrabando tenía su origen en Melilla y Chafarinas.1892

Cólogan, recientemente instalado en la Legación hispana en Tánger, aconsejó al gabinete

Sagasta que un cañonero español se trasladara a las costas próximas al Kiss y ejerciera tareas de

vigilancia diaria. Hernández por su parte creyó necesario redoblar los esfuerzos y pesquisas sobre

las embarcaciones españoles que utilizaban las Chafarinas como base de operaciones o atracaban en

ellas. Los resultados de las investigaciones emprendidas señalaban que el contrabando hecho por

españoles representaba una mínima parte del que tenía lugar en Marruecos, y se citaba al respecto

el aviso oficial efectuado por las autoridades del II Reich recordando a sus nacionales la

prohibición de exportar armas y municiones al Sultanato. Según Hernández ni un fusil ni un

cartucho se introducía en el Rif a través de Melilla, y corroboraba esa afirmación el hecho de que el

modelo introducido, el Grass, no se fabricaba en España.

En un claro gesto de supeditación española a la política francesa, el gobierno juzgó

inoportuno desatar los recelos republicanos y descartó el traslado del patrullero español a las aguas

próximas al Kiss. Cólogan se abstuvo además de hacer cualquier indicación al Ministro


1892
Oficio del general Hernández dirigido a Bernardo de Cólogan. 28 de Agosto de 1902. S)ervicio (H)istórico
(M)ilitar. Rollo 171. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla.

1133
Plenipotenciario francés por temor a que una iniciativa que no contara con la aprobación del

gabinete de Madrid provocase un incidente diplomático que hubiera enturbiado las excelentes

relaciones con el Quai d´Orsay.

Hernández no cejó, por ello en su intención de reprimir y evitar el contrabando de armas. En

las Chafarinas se detectaron los viajes sospechosos de una balandra, la Gaspar, que enarbolaba

sucesivamente diversas banderas y realizaba excursiones frecuentes para introducir

fraudulentamente en Marruecos alijos de armas y municiones.1893 Las investigaciones se ampliaron

al Peñón de Vélez y Alhucemas. El 8 de Septiembre el Delegado jerifiano en Tánger, Mohammed

Torres, remitía una breve nota oficial a la Legación de España, indicando los nombres de algunos

conocidos contrabandistas además de antiguos partidarios de la causa francesa pertenecientes a la

cabila de Bocoya que ahora se habían convertido en devotos de España. Mencionaba a Hach Alí-

Aluh (notable de gran prestigio en la cabila, y en cuya casa estuvieron presos los cautivos del

Prosper Corin francés), El Arbi Ben Haddú Ben Alí y Mohammed Messor ben Becker. Todos ellos

se dedicaban a “producir disturbios“ en su cabila (léase proselitismo españolista; uno era intérprete

y los otros dos confidentes de la guarnición de Alhucemas) a la par que se enriquecían con sus

negocios de contrabando.1894 Torres citaba asimismo las actividades ilegales del comerciante

gibraltareño Tomás Tosso, que había introducido algunos alijos en el Rif en connivencia con los

citados Bocoyas.

En Octubre Hernández remitió al Ministerio de la Guerra un segundo informe,

complementario del redactado en verano. Los protagonistas del contrabando eran generalmente

pequeños buques extranjeros, que seguían desembarcando impunemente las armas en las costas

rifeñas, evitando los puertos donde había presencia militar española. El general rechazó toda

posible participación en el tráfico ilegal por parte de los tres Bocoyas acusados por M. Torres

aunque admitía que la totalidad de miembros de las cabilas Bocoya y Urriaguel, practicaban el

1893
Oficio del General Hernández dirigido al Ministerio de la Guerra. 30 de Agosto de 1902. S.H.M. Rollo 171.
Archivo de la Comandancia Militar de Melilla.
1894
El Delegado de S.M. Sheriffiana al Excmo. Señor Don Bernardo J. De Cólogan, Ministro Plenipotenciario de
España. 8 de Septiembre de 1902. S.H.M. Rollo 171. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla.

1134
contrabando. Es más: dado que Aluh gozaba de gran prestigio, si él no lo consintiese no se

realizaría entre los Bocoya. Y es que Aluh era dirigente del grupo pro-español de la cabila y no se

le podía entregar a las autoridades majzeníes si se pretendía continuar con las tareas de infiltración

en la vecindad de Alhucemas. Cuando las tropas del Sultán llevaron a cabo su expedición punitiva

en el Rif, Aluh tuvo que escapar y refugiarse en la Meca, siendo desde entonces perseguido por la

autoridad majzení.1895 Hernández argüía que las actividades de contrabando en las costas de

Bocoya y Ait-Urriaguel eran realizadas fundamentalmente por buques británicos. El militar

rechazaba toda implicación de agentes españoles en el tráfico ilegal basándose en tres

circunstancias:

1. 1. La imposibilidad de que en Alhucemas se realizara contrabando por parte española hacia

el campo fronterizo se derivaba del hecho de que desde hacía varios meses sólo entraba en el

puerto un buque de esta nacionalidad, el vapor-correo Sevilla, cuya carga era reconocida

escrupulosamente en el momento de ser llevada a tierra. Toda operación de embarque y

desembarco de géneros hacia Marruecos sufría una detenida observación.

• 2. Cerca de Alhucemas el tráfico ilegal era protagonizado por un laúd de bandera británica,

El Joven Perico, procedente de Gibraltar y patroneado por un miembro de la familia Tosso, que

transportaba siempre salitre, azufre, fusiles y municiones.

• 3. Cerca del Peñón de Vélez el contrabando era realizado por dos faluchos no identificados

de nacionalidad británica y procedentes de Gibraltar, que descargaban armas y municiones en la

costa. Estos buques cuando arribaban a Alhucemas lo hacían sólo con lastre y con documentación

en regla, por lo que las autoridades españolas no podían actuar contra ellos.

En este período, Cólogan tuvo que ocuparse de la recogida de la moneda isabelina española

circulante todavía por Marruecos y de su sustitución por pesetas tal como había decretado el

1895
Informe reservado de Antonio Carpintier desde el Gobierno de la Plaza de Alhucemas A.G.A. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 299 / Ex. 1.
1895
Carta particular del doctor A. Cerdeira a Bernardo de Cólogan. 16 de Agosto de 1902dirigido al Comandante
General de Melilla. 10 de Octubre de A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 198 / Ex. 2
902. S.H.M. Rollo 171. Archivo de la Comandancia Militar de Melilla.

1135
gabinete Sagasta. Hacia 1880 la moneda de plata española era prácticamente la hegemónica en el

Imperio jerifiano, pero en el reinado de Mawlay Hassan las presiones francesas en la Corte y la

influencia del Dr. Linares consiguieron arrancar del Sultán un contrato para la acuñación de

moneda del país. Esta acuñación se llevó a cabo en Francia apareciendo los veinte primeros

millones de monedas llamados hassania. No obstante lo señalado la moneda de plata española

continuó siendo muy apreciada, conservando la paridad con la acuñada en Francia. Durante la

guerra hispanorteamericana se produjo una verdadera crisis monetaria en el Imperio, que intentaron

aprovechar financieros y hombres de negocios europeos para proponer a Abd al- Aziz nuevas

acuñaciones de la moneda del país en París y Berlín. De esa manera la moneda española quedó

reducida sólo a representar un porcentaje de un 60 % de la plata en circulación en Marruecos. A la

muerte de Bu Hamed, agentes franceses e ingleses le aconsejaron al Sultán la compra de grandes

cantidades de oro, pagando siempre alrededor de un 5 % más del cambio fijado por el tipo de

cotización. Utilizando plata española, Marruecos había adquirido 25 millones de francos-oro en

España.

La Legación de Francia, a través de la actuación de Mr. Brownswick, comerciante judío

francés amigo del Ministro de Hacienda marroquí y otros agentes, había intentado entonces dar un

golpe de gracia a la influencia monetaria española en Marruecos, a fin de que la moneda hispana no

fuera admitida en el Imperio ni para el pago de los derechos de aduana ni para el cobro de los

impuestos. Ojeda había estado al quite y con habilidad y rapidez hizo frente a esa medida que

buscaba la pérdida de prestigio de la moneda española. Gracias a las gestiones de Ojeda ante el

Gobierno marroquí durante los últimos cuatro meses de permanencia en Tánger, la moneda de plata

volvía a ser de curso legal en todo el Imperio. El argumento de Ojeda había sido muy simple: en el

momento en que la moneda española no circulara por Marruecos, España no podría defender al

Sultanato contra las ambiciones de otras potencias. El periódico tangerino El Porvenir, portavoz de

intereses españoles colaboró con la Legación en el proceso de sustitución de la vieja moneda

isabelina por las pesetas.

1136
12.20. Nueva fase de las negociaciones hispano-francesas sobre el reparto de Marruecos.

Actuación de la Reina María Cristina en el proceso negociador. El memorándum de Ojeda.

El verano de 1902 iba a suponer la reactivación de los discretos contactos entre el Marqués

del Muni y Delcassé. Hasta ese momento, las conversaciones se habían llevado a cabo en París,

envueltas en el más estricto de los secretos. Según Henry Marchat, el inquilino del Quai d´Orsay no

había hecho ninguna confidencia sobre ellas a Pâtenôtre, Embajador de la República en Madrid. En

un momento determinado, el joven Auguste-Félix de Beaupoil, conde de Saint-Aulaire, tras ser

nombrado secretario de la Legación francesa en Tánger se trasladó a Madrid después de recibir

instrucciones de Delcassé, y no se libró de ser interrogado por el Embajador Pâtenôtre sobre la

marcha de las conversaciones de París. A pesar de haber sido recibido varios días antes por

Delcassé, nada sabía y se declaró incapaz de satisfacer la legítima curiosidad del Embajador.

"Parece como si Delcassé no se fiara", sentenció Pâtenôtre.1896 El 5 de Junio, por su parte, el

Marqués del Muni alertaba a Almodóvar sobre la posibilidad de que fueran ciertos los rumores

sobre un acuerdo franco-británico en la cuestión marroquí.1897

Al comenzar el verano, la Reina Regente que iba a desempeñar un papel importante en las

negociaciones de París encargó, con motivo del advenimiento al trono de su hijo, Alfonso XIII, a

Emilio de Ojeda la redacción de una memoria sobre los asuntos de Marruecos que debería servir de

orientación a las actuaciones futuras de madre e hijo.1898 El Ministro Plenipotenciario al terminar su

período de representación diplomática de España en el Sultanato, había demostrado ser un hombre

hábil y astuto. Dotado además de un talante pragmático e inspirador de la ofensiva imperialista de

Silvela en el verano de 1900, sus ideas ambiciosas le habían llevado en ocasiones a enfrentarse a

1896
Véase Henry Marchat: op.cit.
1897
El Príncipe Radolín, Embajador de Alemania en París le había hecho algunas insinuaciones veladas sobre la
posibilidad de que se intentara esta inteligencia. Además, la información que recababa León y Castillo en sus
conversaciones con miembros destacados del partido colonial francés era la de que los imperialistas galos deseaban
resolver cuanto antes la cuestión marroquí, pactando si fuera preciso con el gobierno británico. Carta particular sin
numerar de León y Castillo al Duque de Almodóvar. 5 de Junio de 1.902. A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.
1898
"Memoria sobre los asuntos de Marruecos redactada por mandato de Su Majestad el Rey Don Alfonso XIII por su
Ministro Plenipotenciario, Emilio de Ojeda". Tánger 19 de Junio de 1.902. A.G.P.R. Cajón 4 / Expediente 41.

1137
los gobiernos restauracionistas, e incluso a apelar a la Jefatura del Estado con objeto de imponer en

Marruecos sus pareceres, que buscaban implantar un sistema de dominio en beneficio exclusivo de

España. Nombrado ahora Embajador de España en Washington, Ojeda redactó un detallado texto

antes de abandonar Tánger en el que solapaba la apertura de la cuestión marroquí a la cuestión del

Estrecho de Gibraltar.

A continuación pasaba a describir el estado de permanente rivalidad en el noroeste de África

entre franceses e ingleses. El probritánico Ojeda advertía a la familia real que frente a la posición

meramente defensiva del Reino Unido reforzando su base de Gibraltar y sin pretensiones de

ocupación de Marruecos, Francia había adoptado una actitud claramente agresiva, deseosa de

terminar con el 'statu quo', considerado en París como una imposición europea. Por ello, Francia

seguía una labor de zapa continua de la integridad e independencia del Sultanato, saboteando las

medidas de reforma patrocinadas por el Reino Unido, socavando la autoridad del Sultán e

intentando una aproximación a España.

El Reino Unido, por contra, pretendía revitalizar el Sultanato, alentando la puesta en práctica

de reformas administrativas y fiscales y manteniendo en la Corte del Sultán a una nube de asesores

que velaban por la conservación del Imperio y la reorganización de su ejército, con objeto de

colocar a Marruecos en condiciones de resistir los embates exteriores.

Respecto al II Reich, la opinión de Ojeda era la de que se mantendría fiel a la defensa del

'statu quo', mientras siguiese beneficiándose de su progresiva expansión comercial en el Sultanato.

Italia, a juicio del diplomático, tampoco se mostraría proclive a un control absoluto del Estrecho de

Gibraltar por parte de Francia.

Mientras existiese una situación de tensión en torno a Marruecos y una concurrencia y

competencia franco-británica, el diplomático juzgaba que no se podría llegar a una solución

contraria a los intereses españoles. El único peligro real para la nación consistía, precisamente en

una inteligencia entre los dos países que prescindiese de las aspiraciones españolas en el Imperio

jerifiano. Era una posibilidad, que Ojeda sin embargo consideraba irrealizable. Mientras existiese el

1138
equilibrio de fuerzas imperante en torno a la cuestión marroquí y al tema del Estrecho, el 'statu quo'

perduraría.

Ojeda procedía a lamentar la desproporción existente entre las aspiraciones políticas

españolas, deseosas de ocupar el Imperio jerifiano y la carencia de medios materiales, así como la

falta de un incisivo programa de política internacional por parte de los partidos restauracionistas del

turno. Fruto de ese desequilibrio, España no podía sacar partido del proceso de descomposición del

Imperio. Por ello, el objetivo transitorio y exclusivo de la política internacional española debía ser

el apoyar el 'statu quo' y prestar su concurso a las naciones más interesadas en mantenerlo. El

diplomático daba unos consejos:

a) Había que proceder, en el plazo más breve posible, a realizar una reforma profunda de las

fuerzas armadas españolas, preparándolas para poner en marcha una acción más dinámica en el

Norte de África y movilizando importantes recursos hacendísticos que respaldasen esta actuación.

b) Llevar a cabo una reforma en la política internacional española. Ésta no podía dejarse a la

deriva, comprometida por los frecuentes cambios de gobierno del sistema del turno dinástico. La

política exterior no podía entroncarse tampoco con una supuesta democratización del régimen

restauracionista; es más, no podía ser desempeñada en el futuro por el poder ejecutivo. Su dirección

debía recaer de forma personal en Alfonso XIII, que debía pasar a ser el director exclusivo de la

actuación española en Marruecos, encarnando en su persona las aspiraciones nacionales.

Ojeda aconsejaba a Alfonso XIII y a María Cristina que tuvieran en cuenta la

inminencia de un conflicto entre Francia e Inglaterra. Ello afectaría inevitablemente a España,

puesto que Tánger o las Baleares serían objetivo obligado de las escuadras enfrentadas. La

debilidad militar de España requería una estrategia para garantizar la integridad del territorio insular

y continental. Quedaba pues descartada la posibilidad de una política de estricta neutralidad; había

que seguir una política de alianzas militares:

“Vuestra Majestad reconocerá seguramente que la base de dicho pacto, alianza o


aproximación, habrá de ser una perfecta inteligencia respecto de la integridad de nuestras

1139
posesiones insulares tan amenazadas hoy y la garantía de nuestra preponderancia en la
costa norte de Marruecos (...)“.1899

Ojeda informaba a Alfonso XIII de la insistencia con que los tres sucesivos Ministros

franceses que se habían sucedido en el cargo en Tánger durante el período de su misión (Joseph-

Raymond Baylin de Monbel, Amédée-Joseph Paul Révoil y Georges Saint-René Taillandier) le

habían estado reiteradamente tentando a hacer causa común con ellos en la cuestión de Marruecos,

tratando de sacar a la Legación española del difícil equilibrio y neutralidad que había mantenido

entre los intereses franceses e ingleses a partir de 1896. La pretensión gala era forzar con la

colaboración española la ruptura del 'statu quo', con objeto de cerrar el paso al Mediterráneo a la

Armada británica. De la misma forma, sir Arthur Nicolson, el Plenipotenciario británico en Tánger

había presionado sobre Ojeda, utilizando la fórmula de llegar a una situación de común acuerdo

anglo-hispano en torno al mantenimiento indefinido del 'statu quo', para que España apoyase al

Reino Unido con el fin de anular las pretensiones de Francia.

Ojeda se inclinaba por llevar a cabo una aproximación al Reino Unido. Dada la impotencia

militar española, que imposibilitaba al país para llevar a cabo grandes empresas coloniales, veía el

futuro más conveniente de la política exterior en un apuntalamiento del Sultanato, en una

prolongación del 'statu quo'. Asimismo se debía aprovechar el temor existente en Europa a una

ruptura del equilibrio de influencias en Marruecos para arrancar una solución tendente a la

neutralización del Estrecho, bajo la garantía y custodia de España.

En lo tocante a las relaciones con el Sultán, Ojeda abogaba por no adoptar actuaciones

belicistas parangonables a las galas (las grandes potencias vetarían cualquier acción de este tipo por

parte de España); en el Rif, en cambio, se debía abandonar la política de aislamiento con respecto a

las cabilas circundantes a los presidios. Ojeda desconocía las relaciones de poder existentes en la

región, a pesar de los informes de Teodoro de Cuevas, y pensaba que el Sultán solamente ejercía en

la región una autoridad nominal, basada en su prestigio religioso. Por otro lado, juzgaba que las

1899
Ibid.

1140
fuerzas militares marroquíes allí destacadas no ejercían otra tarea que la de guardar la marca

fronteriza, avivando el resentimiento de las tribus, su " fanatismo y hostilidad hacia España".

Ojeda se inclinaba por una política de infiltración y penetración en la región rifeña. Ahora

bien, no se trataba de invadir el territorio habitado por las cabilas. Lo que pretendía el diplomático

era que España ejerciese una política de atracción de las tribus y estableciese alianzas con ellas que

las condujesen a entrar bajo la protección hispana. Optaba por fomentar el separatismo, por

conseguir la independencia del Rif, segregando al territorio de la dependencia del Sultán y

encuadrar a los habitantes de la región en un nutrido ejército de cien mil soldados bajo mando de

oficiales españoles que podría constituir la punta de lanza en un futuro avance sobre Fez.1900 Por

este procedimiento el Rif quedaría convertido en la práctica en una provincia española y sus

habitantes en los auxiliares más poderosos de la política imperialista española. Se trataba de un

sibilino plan que intentaba soslayar la violación de las prescripciones del convenio de Madrid en

torno al ejercicio de la protección en el Sultanato. Preveía que en todas las plazas y presidios

españoles debían constituirse unidades militares rifeñas sirviendo de ejemplo el contingente de

Tiradores del Rif existente en Ceuta. En estas unidades deberían estar entremezclados indígenas de

las diferentes tribus, y el régimen de enganche debería de ser de corta duración, a fin de permitir

una constante renovación del personal lo que multiplicaría la irradiación de la influencia y

propaganda hispana sobre el territorio, pasando los soldados licenciados a gozar de la ciudadanía

española. Este plan, ensayado por los franceses en el Rif a finales del siglo XIX, estaba destinado a

que en pocos años en cada aduar no hubiera una familia que no tuviera en su seno a un licenciado

del ejército español, pensionado y dispuesto a tomar las armas si se requería su servicio.

Por otro lado, las conversaciones de París entre franceses y españoles entraban en una fase

más activa. A comienzos del verano, el Marqués del Muni proseguía con sus indagaciones acerca

de la veracidad de los rumores sobre una posible inteligencia entre Francia e Inglaterra respecto a

1900
"Vuestra Majestad no ignora que el fanatismo religioso y la afición a las armas son los pasiones dominantes de
esas tribus. La última supera a la primera en grado tal, que a pesar de sus escrúpulos y sectarias prevenciones, el
rifeño aspira a servir en las filas de nuestro ejército y se porta en ellas como lo haría el más fiel, disciplinado y
aguerrido soldado de Vuestra Majestad".

1141
Marruecos sin poder dar informaciones precisas al gobierno liberal. León y Castillo recogía

periódicamente impresiones de miembros influyentes del partido colonial, que expresaban su

voluntad de llegar a un acuerdo con el Reino Unido. Por otro lado, el príncipe Radolín, Embajador

del II Reich en París llevaba a cabo una acción insidiosa, intentando enturbiar las relaciones entre

los gobiernos francés y español. Por ello insinuaba a León y Castillo la posibilidad de que una

inteligencia en este sentido se estuviera gestando entre Londres y París,1901 resaltando que en

Tánger se daba una cierta aproximación de pareceres entre las Legaciones francesa e inglesa.1902

Delcassé había encargado a los servicios del Quai d´Orsay un estudio sobre las diferentes

formas que podía tener en Marruecos "un partage d´influences ou de territoires". Este documento,

titulado " Note sur la question marocaine " estaba en poder de Delcassé en la segunda quincena de

Julio. La Nota reconocía la imposibilidad para Francia de sostener diplomáticamente el 'statu quo'

contra acciones rivales en el mismo momento en que Marruecos cediera a terceras potencias el

control de sus finanzas, la organización de su ejército, su administración pública u otorgase a

grandes empresas –que no fuesen galas o españolas- la realización de las obras de las

infraestructuras del país, aquellas en que venía ligada influencia económica y política sobre el

Sultanato. A continuación se decantaba por la modalidad de creación de dos zonas de influencia en

Marruecos. Ello permitiría imponer en la zona francesa el modelo de desarrollo económico y

financiero deseado por París, asegurándole ello gracias a su ventaja en materia industrial sobre

España un dominio absoluto en la explotación de los recursos económicos del Sultanato. Por último

el estudio se decantaba por la necesidad de que el Gobierno de París buscase en las negociaciones

sobre Marruecos la colaboración de Italia y Rusia, y también de Alemania (que probablemente

exigiría compensaciones por poseer intereses en el Sus). Además a todas las potencias se les

ofertaría el mantenimiento de la libertad comercial en el Sultanato y la garantía de la libertad de

navegación en el Estrecho. Francia y España podrían entrar en negociaciones con Inglaterra,

1901
Carta particular del Marqués del Muni al Duque de Almodóvar. 5 de Junio de 1.902. A.M.A.E. Archivo Histórico.
Legajo H-1263.
1902
Carta particular del Marqués del Muni al Duque de Almodóvar del Río. 21 de Junio de 1.902. A.M.A.E. Archivo
Histórico. Legajo H-1263.

1142
ofreciéndole una garantía colectiva sobre Tánger, es decir la posibilidad de internacionalizar la

ciudad.1903

El rango colonial de España aparecía ya muy disminuido en virtud no sólo de la superficie

adjudicada en el proyecto de reparto de Marruecos, considerablemente menor a la de la esfera de

influencia francesa, sino por el status jurídico que le quería conceder Francia, lo cual incidía en la

posición española de creciente subordinación con respecto a los intereses galos. Francia aspiraba a

consolidar una supremacía que le llevaba ante todo a intentar controlar todas las ciudades

imperiales, residencias del Sultán, incluida Fez. ¿Por qué?. Porque la ocupación de esos territorios

clave le iba asegurar una posición preponderante en el Sultanato en virtud de las relaciones

privilegiadas que pasaría a tener tanto con las otras potencias europeas como con el Sultán de

Marruecos. El gobierno republicano aspiraba a convertirse en protector del Majzén, del Gobierno

central marroquí, y por consiguiente de su máximo representante, el Sultán. Por extensión, Francia,

en su calidad de protectora del Sultán, aspiraba a ser la garante de la unidad de todo el territorio

marroquí, y ejercería, como tal, su influencia sobre la totalidad del mismo. España quedaría pues,

como ha señalado Susana Sueiro, relegada a una situación de 'subarrendataria',1904 administrando

una porción del territorio marroquí que le cedía Francia.

Y además, a espaldas de España, se preparaba en este documento la internacionalización de

Tánger, con lo cual la zona norte de influencia hispana quedaba desprovista de su enclave más

importante: la ciudad y el puerto, que constituían la capital diplomática del Imperio. Tánger tenía

gran valor comercial y estratégico, puesto que constituía la otra puerta del Estrecho junto con

Gibraltar. Era el principal puerto natural del Marruecos Occidental, el más cercano al continente

europeo, del que sólo le separaban unos kilómetros, y su importancia era mayor si se tenía en

cuenta que superaba a Gibraltar como estación carbonera y de suministro de agua potable.

Enclavado en una de las entradas del Mediterráneo, era cabeza de las comunicaciones que

1903
"Note Sur la Question Marocaine ", en D.D.F., t. II (1902), pag. 397-400.
1904
Véase Sueiro Seoane, S.: "El Norte de África y la política mediterránea española en el reinado de Alfonso XIII", en
Hesperis- Tamuda, vol. XXXVI, 1998, pág. 59.

1143
relacionaban Europa con el oeste de Marruecos. Si Gibraltar estaba en poder de Gran Bretaña

desde la Guerra de Sucesión, a principios del siglo XVIII, Tánger quedaba también ahora fuera de

la zona de influencia de España.

12.21. Razones francesas para no garantizar la integridad territorial española.

El Gobierno de la República tampoco iba a consentir que las fuerzas armadas francesas

garantizaran la integridad del territorio español o de la esfera de influencia hispana en Marruecos:

precisamente lo que deseaban ardientemente Sagasta y Almodóvar. Existe un documento inédito en

el Archivo del Palacio Real de Madrid que nos da importantes claves para entender la posición

francesa. Recoge una conversación habida en Washington entre Jules Cambon, antiguo Embajador

de Francia en EEUU en el momento de cesar en su cargo y estar preparando su traslado a Madrid

para hacerse cargo de la representación gala en la capital de España, y el nuevo Embajador español

en la capital de la Unión, Emilio de Ojeda, que había cesado a su vez en su cargo de Ministro

Plenipotenciario español en Tánger para ser relevado por el canario Bernardo de Cólogan.

Ojeda aprovecharía el encuentro para exponer sus reiteradas tesis sobre la conveniencia de

mantenimiento del statu quo en el estrecho de Gibraltar, garantizando la libertad de navegación en

el mismo mediante la neutralización de sus aguas, bajo la tutela o control español. Para ello,

España no debía comprometerse en ningún tratado de desmembración del Imperio jerifiano. Debía

aspirar a conseguir del conjunto de potencias europeas el mandato o el usufructo de todo el

territorio comprendido desde Tetuán a Arzila para ejercer su misión de garante de la paz en el

Estrecho y en su inmediato hinterland. Frente al propósito de Cambon, que optaba por la idea de

estrechar firmemente las relaciones entre París y Madrid, Ojeda mostraba sus reticencias a una

aproximación o inteligencia de tal índole, y echaba en cara al francés los avances militares por los

territorios orientales de Marruecos y las nada disimuladas aspiraciones de la República a apoderarse

de todo el Noroeste de África constituyendo un vasto imperio colonial. Por estas últimas razones

1144
explicaba el poco ánimo existente en la opinión pública española a establecer un compromiso o

alianza con Francia.

Jules Cambon replicaba indicando que Delcassé le había insistido sobre la necesidad

inaplazable de convencer a España de la urgencia de llegar a un compromiso de reparto de

Marruecos. Cambon repetía la sugerencia de cesión de la costa norte de Marruecos, pero desvelaba

que el gobierno de la República no tenía interés en garantizar militarmente la seguridad territorial

española y plantearía al gobierno de Madrid la conveniencia de la 'neutralización' del territorio

peninsular y de las posesiones africanas de España, como forma de que ésta quedase apartada de los

riesgos de desmembración o segregación de territorios que supondría un conflicto europeo.1905

12.22. Negociaciones Delcassé- León y Castillo sobre la ampliación de las esferas de

influencia españolas en Marruecos. Intervención de la Reina madre María Cristina en el proceso

negociador.

En julio, se reanudaban en París las conversaciones Delcassé-Marqués del Muni con una

larguísima entrevista en la que el inquilino del Quai d ´Orsay expuso a León y Castillo la necesidad

de poner término a las largas negociaciones sobre el Sultanato. Con este fin, y dispuesto a hacer

nuevas concesiones al gobierno español, había hecho venir a París a Révoil, el gobernador general

de Argelia, para llevar a cabo consultas. La propuesta de Delcassé era muy concreta: no estaba

dispuesto a trasladar más hacia el sur el límite de separación de ambas esferas de influencia

(española y francesa) fijado en el río Sebú. La frontera española sería la orilla derecha de este río,

remontando su curso hasta las inmediaciones de Fez, para luego continuar por el Ynnaouen, el

Messoun, y alcanzar el Muluya y por último las crestas del Yebel Beni Iznaten hasta la frontera

argelina.

1905
"Extracto de una conversación entre Monsieur Jules Cambon, nombrado Embajador de Francia en Madrid y el
Ministro de Su Majestad en Washington". A.G.P. R. Cajón 4/Ex. 41.

1145
En la zona sur del Sultanato, Delcassé contemplaba una cierta ampliación de la esfera de

influencia hispana, pues el límite norte del territorio español sería el Sus, hasta sus fuentes en el

Yebel Sirua, para después continuar por la línea de las crestas de las montañas existentes entre el

Sus y el Uad Draa hasta su encuentro con el meridiano 10 º W. de París. Desde allí, seguiría este

meridiano hasta el río Draa para luego bajar por este río hasta el camino de las caravanas de Dum y

finalmente, el meridiano que parte de este punto hasta el paralelo 26º.

Con esta oferta, León y Castillo se trasladó a España. En San Sebastián se entrevistó con el

Duque de Almodóvar, que la acabó rechazando por seguir entendiendo como inaceptable la

extensión de la esfera territorial concedida a España. 1906

Sabemos por el contenido de unas cartas particulares intercambiadas entre el Marqués del

Muni y Almodóvar que éste se puso en contacto telegráficamente con Silvela, a fin de que el líder

conservador se entrevistase en Francia con León y Castillo para recibir indicaciones de éste sobre la

marcha de las negociaciones. Previamente, en España Sagasta y Almodóvar se reunieron con el

líder conservador. Silvela acabó por dar su asentimiento a la posibilidad de continuar negociando

con Francia dentro de los límites conseguidos por el Marqués del Muni.1907

En agosto, la Reina Regente María Cristina tras visitar a su madre en Viena, llegó a París.

Allí conferenció, indica Henry Marchat, con el Presidente de la República, Loubet y con

Delcassé,1908 declarándose satisfecha de la marcha de las negociaciones y manifestando su deseo de

que el compromiso se firmara pronto.

Sabemos por el borrador de una carta que a finales de Agosto mandó León y Castillo a

Delcassé, que no solamente la visita de María Cristina a Francia se limitó al cumplimiento de una

serie de actos protocolarios sino que la Reina madre ejerció un papel de presión en la negociación,

1906
León y Castillo informó también a la Reina Regente María Cristina.
1907
Carta particular del Duque de Almodóvar a León y Castillo. 13 de Agosto de 1.902. A.G.A. Sección de Asuntos
Exteriores. Embajada de España en París. Legajo 5841.
1908
El 6 de agosto de 1902, Paul Cambon, Embajador de Francia en Londres, escribía a su hijo que las conversaciones
entre Delcassé y León y Castillo progresaban satisfactoriamente y que el acuerdo francoespañol estaba próximo. Cfr.
Paul Cambon, Correspóndance, 1870-1924, París, Editions Bernard Grosset, 1940-1946, tomo II, pág. 75. El 29 de
agosto, el general Brugère anotaba en su diario que Delcassé le había confiado que “la cuestión de Marruecos estaba
punto menos que resuelta“. Cita recogida en Pilapil, V. R: “Las negociaciones franco-españolas sobre Marruecos,
1901-1903 “, en Arbor, no 389, 1978, pág. 39.

1146
rogando tanto a Loubet como a Delcassé que el límite meridional de la zona norte española fuese

desplazado más al sur, hasta Rabat-Salé. Sin embargo no consiguió variar la postura gala.1909

12.23. Gestiones francesas en Londres a espaldas de España.

Paralelamente, el gobierno francés intentaba negociar con el británico a través de su

Embajador en Londres, Paul Cambon. La conversación con Lord Lansdowne fue encarada en

primer lugar por el diplomático galo como un intento de que Inglaterra no pusiese ninguna

objeción a la reanudación de las actuaciones militares republicanas en los límites orientales del

Sultanato. Cambon adujo que las tribus fronterizas se negaban a acatar los acuerdos firmados entre

Marruecos y Francia y ultimaban sus preparativos de resistencia. Es más, llegó a calificar de

ambigua la actitud del Majzén, presto a llegar a acuerdos con Francia para luego practicar una

política de connivencia con las tribus resistentes al avance francés permitiendo su rearme. A

continuación, Cambon expuso el motivo de las desavenencias francesas con el Reino Unido, que

intentaba implantar en Marruecos un sistema de organización política acorde a sus intereses. Pero a

continuación empezó a resaltar la intención republicana de limar las diferencias entre los dos

países, Francia e Inglaterra en los asuntos internacionales, frente a la competencia de otras

potencias como Alemania. La Entente Cordiale comenzaba a perfilarse. Por último expresó la

voluntad francesa de iniciar una serie de conversaciones con Inglaterra para liquidar los

contenciosos coloniales entre las dos potencias (Siam, Marruecos, Terranova). En cuanto a

Marruecos, Cambon expuso los firmes intereses de Francia tanto de naturaleza económica como

política, frente a los ingleses que eran puramente mercantiles. Francia veía a Marruecos como un

territorio irrenunciable, como una prolongación de Argelia, la puerta abierta a su inmenso imperio

africano; un territorio en el que no iba a consentir influencias ajenas ni el establecimiento de otras

potencias. Señaló que la política de Delcassé tendía al mantenimiento del 'statu quo', pero el mejor

1909
Borrador del despacho no. 318, muy reservado. León y Castillo a Almodóvar del Río. 23 de Agosto de 1902.
A.G.A. Sección de Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Legajo 5841.

1147
medio de conservarlo era debatir y dialogar con el Reino Unido sobre el porvenir del Imperio

jerifiano.

El Embajador expuso a continuación la posibilidad de neutralizar en el futuro Tánger y su

hinterland1910 (Delcassé no se lo mencionaba a León y Castillo, según podemos deducir de la

consulta de los archivos diplomáticos españoles), a cambio de que Inglaterra reconociese al

gobierno francés el derecho a ejercer su influencia y las tareas de vigilancia en las regiones

meridionales del Sultanato. Los intereses de Inglaterra quedarían salvaguardados, bajo el régimen

de libertad comercial que se establecería en el Imperio. Cambon apuntó la necesidad que

contemplaba Delcassé de reservar a España "une certaine zone d´expansion autour de ses

présides"; al sur de este hinterland, Francia gozaría de libertad de acción cuando se produjera el fin

del 'statu quo'. Esta proposición sin embargo no suscitó una respuesta precisa por parte de Lord

Lansdowne, que arguyó dada la extrema importancia de lo dialogado, la necesidad de contactar con

el nuevo Primer Ministro, Arthur Balfour.1911

Esas conversaciones se realizaron a espaldas del Estado español. Se perfilaba por tanto, de

manera clara, un hecho que se confirmaría finalmente en 1903 y 1904: España participaba en las

negociaciones sobre el norte de África, desde una situación muy poco favorecida. Si lograba esa

participación sería porque las potencias europeas, y en concreto Gran Bretaña y Francia, estaban

interesadas en asignarle una función en el equilibrio de fuerzas en el Mediterráneo. Si accedía a un

lugar en el reparto de Marruecos no era en virtud de sus "derechos históricos", por haber estado

desde hacía siglos en posesión de plazas en la costa mediterránea marroquí, sino por el interés de

Gran Bretaña y Francia de contrarrestar mutuamente su influencia en el Estrecho. El Reino Unido

no deseaba que la gran potencia mediterránea, Francia, ocupase todo el territorio del Sultanato.

Vetaba, en concreto, la idea de que ocupase la costa marroquí situada frente a Gibraltar. Francia,

como había espetado claramente Paul Cambon a lord Lansdowne tampoco deseaba un

establecimiento británico en el septentrión del Sultanato que le diese al Reino Unido el control de
1910
Estos territorios quedarían bajo control internacional.
1911
Paul Cambon a Delcassé. Despacho no. 191. 9 de Agosto de 1.902. D.D.F., t. II, pp. 437- 443.

1148
las dos orillas del Estrecho. Por otro lado, como quedaba patente en las conversaciones Cambon

/Lansdowne el propósito francés era restringir al máximo posible la extensión territorial de la zona

de influencia española que debía quedar reducida a un 'hinterland' en torno a los presidios y plazas

fuertes del Rif. Ni se hablaba de un reparto del Sultanato en condiciones de igualdad entre Francia

y España, ni tan siquiera Cambon había citado a Lansdowne la posibilidad de cesión a España de

diversos territorios en la costa sur del Sultanato, es decir Sus, Tarfaya, etc.

De alguna manera, los rumores sobre los contactos y las aproximaciones entre los

gobiernos francés e inglés trascendieron y Radowitz, el Embajador de Alemania en Madrid acudió

a visitar al Duque de Almodóvar transmitiéndole la información confidencial sobre la celebración

de conversaciones en Londres acerca del establecimiento de un protectorado galo en Marruecos.

Los intereses del II Reich eran evidentes: evitar cualquier alianza o compromiso hispano-francés

que reforzase al gobierno republicano en una posible revancha de la guerra de 1870.1912

La diplomacia gala mantuvo durante todo el verano una intensa actividad. En Fez, el cónsul

Gaillard negociaba con el Majzén la concesión de una serie de ventajas comerciales.1913 Delcassé

remitió una comunicación secreta a Saint-René Taillandier expresando su satisfacción al

Plenipotenciario galo en Tánger sobre la buena marcha de las negociaciones con España; los

acuerdos con Italia y España iban a permitir que cuando se plantease la apertura de la cuestión

marroquí, los intereses franceses estuvieran conciliados con los de todas las potencias concurrentes

en el Sultanato. Delcassé desvelaba sus inmediatos planes: cuando consiguiera el acuerdo con

España, Francia iba a estar en las mejores condiciones para dialogar con el Reino Unido y poner fin

a todos los litigios coloniales entre los dos países.1914 En el interín, Delcassé - tal como obra en una

nota personal redactada el 17 de septiembre- aspiraba a alcanzar una cada vez más intensa relación

con Abd al- Aziz, con el fin de que la figura del Sultán llegase a estar totalmente mediatizada por

1912
Carta particular del Duque de Almodóvar del Río al Marqués del Muni, León y Castillo. 26 de Septiembre de
1.902. A.G.A. Sección de Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Legajo 5841.
1913
Véase Saint-René- Taillandier : Les Orígenes du Maroc français,…op. cit., pág. 65.
1914
Telegrama secreto de Delcassé dirigido a Saint-René- Taillandier. 11 de Septiembre de 1.902. D.D.F. t. II, pp.
473-474.

1149
Francia. Poco le importaban a Delcassé los instrumentos a utilizar de cara a la consecución de los

fines perseguidos. Por ello, Delcassé había observado con buenos ojos la compra de la Sociedad

Gautsch por la Creusot, viendo esta operación como una punta de lanza en la penetración

económica gala en el Sultanato, ya que la Compañía Gautsch contaba con terrenos agrícolas,

establecimientos industriales y comerciales en torno a Tánger, además de ser agente de diversas

compañías marítimas y de seguros y de poseer un depósito de carbón que Delcassé recomendó al

Ministro de Marina, Lannessan en carta de 17 de abril para que fuera utilizado para repostar por las

Marinas de guerra francesa y rusa.1915

12.24. Se acerca el final de las negociaciones hispano-francesas de París. Se perfila un

acuerdo sobre Marruecos.

A finales de agosto, de regreso a París, León y Castillo volvió a negociar con Delcassé,1916

solicitando ciertos ajustes en los límites de la esfera septentrional de influencia española y

recordando que sus instrucciones eran obtener mayores concesiones: el gobierno español sólo

admitía la línea Rabat-Salé en el norte de Marruecos como separación de los respectivos territorios

de influencia. Otro punto que motivó acaloramiento y empeño entre los dos negociadores fue el

relativo a Fez, que el Ministro de Asuntos Exteriores francés quería conservar a ultranza dentro de

la esfera de influencia gala, arguyendo que era una de las grandes metrópolis del orbe islámico

norteafricano, a la que no podían renunciar los dueños de Argelia y Túnez.

El Marqués del Muni encontró en la discusión una resistencia tan tenaz que llegó a pensar

reiteradas veces que iban a quedar interrumpidas de nuevo las negociaciones. Delcassé argüía que

ningún político francés podría imponer al gobierno del país, a los nacionalistas y colonialistas, a la

1915
Nota del Ministro Delcassé. 17 de Septiembre de 1.902. D.D.F., t. II, pp. 476-477.
1916
Paul Cambon describe a Delcassé a finales del verano, esperando noticias de España “preso de un estado de
sobreexcitación nerviosa como jamás le había conocido y que ese dato era muy revelador“. Cfr. P. Cambon: op. cit,
pág. 77.

1150
opinión pública en suma estas nuevas concesiones a España, las que pretendía León y Castillo.

Finalmente, Delcassé optó, ante la insistencia española, por abandonar el despacho y dirigirse a

mantener una entrevista con el presidente de la República, Loubet, exponiéndole el estado de la

cuestión.

Varios días después, el Ministro de Asuntos Exteriores traía nuevas proposiciones, al incluir

Fez y una extensión de territorio entre la ciudad y el límite con la zona francesa, dentro de la esfera

de influencia española en el norte del Sultanato. Sin embargo, el límite del Sebú no sería retocado.

El territorio español en el Norte de Marruecos quedaba delimitado por el Mediterráneo y el

Atlántico hasta el Sebú. A partir de este punto formarían el límite fronterizo español, la cuenca de

este río hasta su confluencia con el Mikkas; desde aquí subiría por este río hasta alcanzar sus

fuentes en el Yebel- Beni- Mutir, seguiría por esta cadena de montañas hasta el Yebel Ait-Youssi,

cruzaría el Sebú, continuaría luego por la cordillera que existe en su orilla izquierda, subiría por la

cadena de montañas que domina el Ued -bou- Zennelan, hasta la confluencia de este río con el

Ynnaouen, y por último proseguiría la línea marcada por el río Muluya.

Finalmente, Delcassé hizo la indicación de que en el momento de la redacción del tratado

habría que modificar levemente el trazado de la frontera en los alrededores de Fez como

consecuencia de la proyectada construcción de una línea férrea que Francia deseaba transcurriera

por territorio suyo, aunque en todo caso se trataría ésta de una modificación de ligera importancia

que sería compensada con la cesión en otro lugar de una porción análoga de territorio francés a

España.

Ante la actitud irrevocable de Delcassé y la imposibilidad de conseguir nuevas concesiones

en la costa atlántica que extendieran la esfera de acción española hasta Rabat-Salé, el Marqués del

Muni consideraba cerrada la negociación. Todos sus esfuerzos se estrellaban ante una resistencia

inquebrantable. Ello y su convencimiento de un próximo fin del statu quo le llevaban a recomendar

a Almodóvar la firma del tratado. Es más, el Marqués del Muni juzgó que en la cuestión marroquí

1151
se perfilaban, a escala internacional, razones de urgencia que hacían necesario su desplazamiento a

Madrid, para informar verbalmente al Presidente del Gobierno.1917

12.25. Filtraciones a la prensa sobre el acuerdo hispano-francés

Las noticias de supuestos pactos internacionales de España se filtraron a la prensa. La revista

madrileña Nuevo Mundo en su número correspondiente al 13 de septiembre recogió los difusos

rumores de una supuesta alianza secreta con Francia y de una trascendental y misteriosa reunión

nocturna celebrada en el domicilio de Sagasta, que habría reunido al Presidente del Gobierno, al

Embajador en París, León y Castillo, al Ministro de Estado, Duque de Almodóvar y al titular de

Gobernación, Moret. Se trataba, en realidad de deliberaciones secretas en torno al 'non nato'

convenio de 1902.1918

Algunos periódicos empezaron a mostrarse refractarios a la idea de una alianza con

Francia, resaltando la inmensa superioridad de la Marina de Guerra inglesa y los daños

considerables que podría infligir a las costas desarmadas sobre todo del septentrión peninsular y a

los grandes puertos del litoral atlántico, desde Bilbao hasta Cádiz. Lo más grave para los intereses

del gabinete liberal fue que la noticia trascendió al ámbito europeo, haciéndose eco la prensa de

Berlín de los rumores existentes sobre inteligencias y acuerdos entre España y Francia. Así se

resaltaban: la excelente acogida que la Reina María Cristina había tenido en París; su entrevista con

el Presidente Loubet; la presencia de dos buques de guerras franceses en Bilbao, los honores

especiales que había recibido Alfonso XIII durante unas maniobras recientes del Ejército francés en

Tolosa, y también la reciente visita a Madrid de León y Castillo junto con la nocturna conferencia

secreta celebrada con Sagasta. Todos estos hechos para la prensa alemana patentizaban la

existencia de una aproximación entre ambos países. La Post, la Gaceta Nacional y la Gacette de

1917
León y Castillo al Duque de Almodóvar. Despacho no. 318 (muy reservado). 23 de Agosto de 1902.A.G.A. Fondo
de Asuntos Exteriores. Embajada de París. Legajo 5841.
1918
Campoamor, J.M: La actitud de España ante la cuestión de Marruecos (1900- 1.904), Madrid, C.S.I.C., pag.
128.

1152
Voss especulaban en torno a lo que no creían un compromiso español por ingresar en la Dúplice

Alianza, esgrimiendo como argumento principal las manifestaciones vertidas tiempo atrás por

Sagasta en torno al no alineamiento en política internacional de España y la conveniencia de no

ingresar en un bloque de alianzas. Los rotativos germanos desvelaban que se trataba de un arreglo o

acuerdo sobre la cuestión de Marruecos y la del Mediterráneo Occidental,1919 señalando los peligros

de que se hiciera a espaldas de Inglaterra.1920

Según un despacho oficial remitido por Almodóvar al Marqués del Muni el 27 de septiembre,

en San Sebastián se abrió un período de consultas. Alfonso XIII y su madre fueron informados, tras

dar su aprobación Sagasta a la inteligencia con Francia sobre la base de las líneas de frontera

señaladas por León y Castillo en su comunicación de 23 de agosto. El Gobierno liberal se decidía

pues a suscribir el acuerdo, que se realizaba a espaldas de Inglaterra.1921

Conjuntamente con la aprobación del gobierno de Madrid, Almodóvar envió al Marqués del

Muni un "proyecto de bases" que recogía las condiciones españolas previas a la firma del pacto, ya

contenidas en la real orden no. 437 de 22 de diciembre de 1901. Estas condiciones debían ser

1919
En la medida en que el tratado con Francia iba tomando rápidamente cuerpo, las aprensiones de los políticos
restauracionistas ante una reacción británica hostil afloraron con fuerza, sobre todo después de que Gran Bretaña hubo
liquidado con éxito la guerra de los bóers. Naturalmente, también Delcassé había pensado detenidamente en Inglaterra.
Su proyecto inicial era obligar a Gran Bretaña a aceptar la adquisición de una parte de Marruecos por Francia
obteniendo para su país el respaldo de Italia, España y Alemania. Sin embargo, el fallido plan de intervención
mediadora en la guerra de los bóers en marzo de 1900 hizo que Delcassé cambiara de parecer en cuanto a la
cooperación alemana. El proyecto revisado consistía en obtener un apoyo más vigoroso de Italia, llegar a un acuerdo
con España relativo a un eventual reparto dee Marruecos en el cual los intereses británicos se garantizarían
convenientemente y que luego Francia y España entablaran con Gran Bretaña conversaciones amistosas sobre el tema
marroquí. En la “Note sur la Question Marocaine“ de 15 de julio de 1902, que se redactó con el fin de fijar las
directrices para la conclusión de las negociaciones con España, se preveía que Francia y España entablarían más
adelante conversaciones amistosas con Gran Bretaña y prometerían que Tánger quedaría sometido a un control
colectivo. En la nota se hacía constar asimismo que nada había que temer de Italia ni Rusia y que a Alemania se la
debía contentar garantizando la libertad de comercio en Marruecos. Cfr. D.D.F. Tomo II, pp. 397-400. En julio de
1902, Francia e Italia procedieron a un nuevo canje de notas reforzando su acuerdo anterior: Francia apoyaba
incondicionalmente las ambiciones italianas en Trípoli a cambio del incondicional respaldo italiano a las apetencias
francesas sobre Marruecos. El siguiente paso, el acuerdo con España, quedó detenido en la fase final por las presiones
del gabinete español reclamando Fez y ampliaciones en la esfera de influencia española.
1920
Angel Ruata, Embajador de España en Berlín, al Ministro de Estado. Despacho no. 191. 13 de Septiembre de
1.902. A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-2470.
1921
Delcassé escribiría al Ministro de Francia en Tánger: “Seguros ya de no tener a Italia en contra de nosotros y
puestos de acuerdo con España, estaremos en posición favorable para conversaciones útiles con Inglaterra, que (este
país) parece desear “. D.D.F. A.M. Delcassé a Saint- René Taillandier, 11 de Septiembre de 1902, pág. 474.

1153
aceptadas por Delcassé y constituir la base del convenio escrito que debía ser ratificado

posteriormente por los dos gobiernos:1922

a) Se estipulaba que en el momento en que por debilidad de la monarquía alauí, ésta fuera

impotente para garantizar la tranquilidad del reino, Francia y España debían asumir las funciones de

mantenimiento del orden y de la paz en el territorio marroquí. Los dos Estados se reservaban

asimismo la facultad de intervenir en el Sultanato en el momento en que sus intereses se hallasen

de alguna forma amenazados.

b) Se procedía a un reparto del territorio marroquí en dos zonas de influencia, las convenidas

en París.

c) Se explicitaba el carácter pacífico del tratado. Ninguna de las dos potencias signatarias del

acuerdo podía emplear la fuerza para el mantenimiento de sus derechos reconocidos, fuera contra

los indígenas o contra una tercera potencia sin ponerlo en previo conocimiento de la otra parte

firmante. Tal como ha recalcado Pablo La Porte, lo que fundamentalmente interesaba a los

gobiernos españoles restauracionistas era la tranquilidad y la paz de Marruecos, y no el despliegue

de una política colonial agresiva que el país no se encontraba en disposición de acometer.1923 La

Porte hace suya una expresión de Marston, el "imperialismo pasivo"1924 para explicar la

involucración progresiva de España en Marruecos, de la que resultaron los grandes problemas que

hubo de afrontar en el norte de África, es decir lo que en expresión de Víctor Morales Lezcano se

ha dado en llamar " escalada militar " de la acción española.1925

d) El acuerdo debía permanecer secreto.

1922
R.O. no. 283-bis del Ministerio de Estado dirigida al Marqués del Muni. 27 de Septiembre de 1.902. A.G.A.
Sección de Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Legajo 5841.
1923
Véase La Porte, P.: op. cit., pág. 46.
1924
Citado por J.Louis Miège, Expansión europea y descolonización. De 1870 a nuestros días. Barcelona, Labor, 1975,
pág. 14. Tal como Brunchswig demostró para el caso francés en Túnez, puede decirse también que el interés de España
en Marruecos era, sobre todo, estratégico y político y, en menor medida, económico (Henri Brunschwig, Mythes et
réalités de l´imperialisme colonial français, 1.871-1.914, París, 1960). En el desarrollo de la acción colonial española
se pondrá, además, de manifiesto, lo que Fieldhouse, Gallagher y Robinson han denominado "imperialismo periférico",
es decir, un progresivo involucramiento de la metrópoli en la labor colonial, nacido de la resistencia de los territorios
dominados. (Véase a este respecto Ronald Robinson y John Gallagher, Africa and the Victorians: the official mind of
imperialism, Londres, 1981; y José María Vidal Villa, Teorías del imperialismo, Barcelona, Editorial Anagrama, 1976).
1925
Véase Morales Lezcano, V.: El colonialismo hispanofrancés en Marruecos (1898-1927), Madrid, Editorial Siglo
XXI, 1976, pp. 110 y siguientes.

1154
El despacho, no confiado al correo oficial fue entregado personalmente en París a León y

Castillo por un enviado de Almodóvar el 29 de septiembre. Acompañaba a la real orden una carta

particular de Almodóvar al Marqués del Muni en la que le indicaba la conveniencia de incluir en el

convenio una última cláusula, en la que quedaría establecida la obligación de las dos partes de

comunicarse recíprocamente cuantas noticias importantes recabasen de la cuestión marroquí y

prestarse apoyo diplomático en los incidentes diplomáticos que pudieran ocurrir.1926

Una vez con las bases del acuerdo redactadas en Madrid en su poder, León y Castillo visitó a

Delcassé con la esperanza de cerrar las negociaciones. Buscaba conseguir una ampliación territorial

de la esfera de influencia española en la parte norte de Marruecos. Sin embargo, se encontró con un

ministro irreductible que se negó en redondo a alterar las fronteras ya determinadas.

No por ello León y Castillo se dio por vencido. Pese a la invencible resistencia de Delcassé,

continuó pugnando por ensanchar el límite de la zona norte hasta Rabat. Las negociaciones no

quedaron rotas porque en un momento determinado, el Marqués del Muni se echó atrás. ¿ Por qué

razones ?.

" Existe, sobre todo, el peligro –escribió a Almodóvar- de que Francia, no pudiendo
entenderse con nosotros, tratara y se entendiera con Inglaterra, prescindiendo de España,
en la cuestión de Marruecos. Y que tal peligro no es imaginario me lo prueba la afirmación
que en el curso de nuestras últimas discusiones me hizo M. Delcassé al asegurarme que esa
es la aspiración del partido colonial francés, el cual prefería ponerse de acuerdo con la
Gran Bretaña más bien que con nosotros, por creer que así podría esta República
apoderarse de todo el Imperio, en cambio de la neutralización de Tánger y de otras
compensaciones ".1927

Es decir, Delcassé utilizaba una fórmula de negociación, cual era blandir el fantasma de un

posible acuerdo franco-británico para reducir las pretensiones españolas, ocultando el hecho de que

1926
Carta particular del Duque de Almodóvar a León y Castillo. 28 de Septiembre de 1.902. A.G.A. Sección de
Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Legajo 5841.
1927
El Marqués del Muni al Duque de Almodóvar. Despacho reservado no. 363. 3 de Octubre de 1.902. A.G.A.
Sección de Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Legajo 5841.

1155
el Embajador de la República en Londres había contactado ya con Lansdowne y le había sondeado

sobre la conveniencia de un arreglo de los litigios coloniales.

Ante la insistencia del Marqués del Muni, Delcassé optó por acudir de nuevo a consultar a

Loubet, el Presidente de la República que terminaría por admitir una considerable extensión de la

esfera de influencia española en el Sur del Sultanato. Esta modificación de límites representaba un

aumento de territorio de muchos miles de kilómetros cuadrados, e incorporaba a la zona española

varios oasis importantes, entre los cuales se encontraba comprendido el de Tinduf, uno de los

puntos neurálgicos en las rutas caravaneras transaharianas. Se trataba de una compensación por el

territorio comprendido entre la desembocadura del Sebú y la línea Rabat-Salé, al que el gobierno

francés no quería por ningún concepto renunciar.

Llegados a este punto, los dos negociadores redactaron un 'proyecto de convenio'1928 que

recogía la práctica totalidad de los puntos examinados y debatidos respectivamente en las

conversaciones y en la correspondencia entre Almodóvar y León y Castillo. Con una excepción: las

fuerzas armadas republicanas no iban a garantizar la seguridad territorial de España, ni la de sus

posesiones en Marruecos. Asimismo se introdujo una cláusula por indicación de Delcassé que

apuntaba claramente a una aspiración intervencionista del gobierno francés, deseoso de convertirse

en el gendarme del Sultanato. En ella se estipulaba que las dos partes signatarias contraían el deber

de garantizar el orden y restablecer la tranquilidad en sus respectivas áreas de influencia,

comprometiéndose a proteger la vida y bienes de las personas y a garantizar la libertad de las

transacciones comerciales. (artículo segundo)

1928
Constaba de once artículos, de los cuales los más importantes trataban de la especificación de las zonas de
influencia francesa y española para el caso de que el ‘statu quo’ no pudiera mantenerse por más tiempo. Francia y
España no procedían abiertamente a un reparto de Marruecos. España recibía dos zonas de influencia: una en el norte y
otra en el sur del país. La región septentrional comprendía el territorio delimitado por el Mediterráneo y el Atlántico, el
río Muluya y una línea que, partiendo de la desembocadura del Sebú, pasaba al norte de Meknés. España obtenía
efectivamente la casi totalidad del antiguo reino de Fez, incluida la propia capital. La zona sur comprendía toda la
región de Sus. Francia recibía la parte situada entre las zonas españolas. Los gobiernos español y francés se
garantizaban el mutuo apoyo diplomático y se comprometían a no enajenar porción alguna de las esferas que
respectivamente se asignaban sin el consentimiento de la otra parte contratante. Un artículo final disponía que el tratado
permaneciera secreto. Cfr. Pilapil, V. R.: “ Las negociaciones francoespañolas...op. cit “, pág. 41.

1156
En el convenio, las dos partes negociadoras reconocían la oportunidad de asegurar la libertad

de navegación en el Estrecho: se trataba de una medida encaminada a evitar las reclamaciones

británicas. Delcassé ejerció una fuerte presión para introducir una cláusula conducente a otorgar un

estatuto propio a Tánger, de ciudad neutral. (artículo cuarto)

Asimismo Delcassé y León y Castillo convinieron en la necesidad de establecer el principio

de libertad comercial (< política de puerta abierta>) en Marruecos. El Sultanato quedaría expedito

a la concurrencia económica de todas las potencias. No existirían privilegios de tipo aduanero, ni de

orden comercial en las respectivas esferas de influencia; quedaría consagrada la libertad de

navegación en las costas y de circulación comercial en las tierras del interior. Tampoco podrían

establecerse derechos diferenciales en materia aduanera que privilegiaran los productos de

determinados países. (artículo octavo)

A título particular León y Castillo sugirió a Almodóvar que intentase arrancar a Delcassé

una nueva concesión. Esta consistía en establecer una temporalidad para la duración del convenio,

con objeto de que cuando transcurriese el período de vigencia y tuviese que negociarse su

continuación, la diplomacia española pudiera redoblar sus esfuerzos insistiendo en la consecución

del límite fronterizo Rabat- Salé.

El secretario de la Embajada, López Dóriga se encargó de llevar al Ministro de Estado el

proyecto de convenio redactado junto con dos mapas, un despacho, y una carta personal del

Marqués del Muni a Almodóvar, de la que nos ha quedado su borrador, guardado en los fondos de

la Embajada española en París. En la carta León y Castillo advierte a Almodóvar de los peligros

que pueden suscitar para la feliz conclusión del acuerdo firmado con Francia, la campaña de ciertos

importantes medios madrileños como el Imparcial o El Liberal, defendiendo abiertamente la

necesidad de una alianza de España con Inglaterra. Algunos órganos ligados al conservadurismo

como Nuestro Tiempo dirigido por el maurista Salvador Canals estaban sosteniendo una tesis

1157
análoga.1929 Estas campañas probritánicas eran seguidas con mucha atención por el gobierno y la

opinión pública francesa, y León y Castillo infería que podían tener resultados poco satisfactorios

en las conversaciones sobre el reparto de Marruecos, orientando a la opinión francesa hacia

posturas anti-españolas. León y Castillo aconsejaba que el Ministerio de Estado utilizase sus

recursos para contrarrestar la actuación de los rotativos.1930 Sin embargo era un procedimiento que

no convencía ni a Sagasta ni a Almodóvar, pues si se empleaban los órganos oficiosos del

Ministerio de Estado (la prensa adscrita al partido liberal) en pro de una aproximación a Francia, la

maniobra iba a ser descubierta inmediatamente por el resto de los rotativos españoles.

Se abrían varias posibilidades para la prosecución de las negociaciones:

a) Continuar la presión sobre el Quai d´Orsay para llegar en la zona norte de Marruecos a

una expansión territorial que condujese hasta el límite Rabat-Salé. En caso de aceptar el gobierno

francés esta ampliación, el español iba a firmar el tratado sin más dilaciones.

b) Si ese límite no era concedido, amparándose Delcassé en las concesiones ya realizadas a

España en el Sur del Imperio, cargar Sagasta y Almodóvar con la responsabilidad de firmar un

convenio que respecto a la extensión concedida a España en la zona norte del Sultanato, no iba a

satisfacer los intereses de los africanistas los cuales lo criticarían aceradamente. Se esperaba

asimismo que si trascendía la noticia del convenio entre la prensa partidaria de la orientación pro-

británica en la política exterior española, iba a causar una no menos honda decepción, dedicándose

a partir de entonces a sabotear con sus críticas la actuación del gabinete Sagasta. Este razonamiento

1929
Salvador Canals escribía: "Para España la política exterior se ha reducido siempre a dos términos: Francia e
Inglaterra ... No somos ya rivales de ninguna de las dos ... En cuanto a intereses, nuestro comercio con Francia
disminuye, al paso que aumenta el que hacemos con Inglaterra. De 1890 a 1.900, las importaciones de España en
Francia han bajado de 425 millones a 217; las de España en Inglaterra han subido de 218 millones a 276. Nada
debemos esperar ya de Francia: de Inglaterra y sus colonias podemos prometernos mucho. La Triple Alianza se ha
renovado, pero no es más que una expresión diplomática. Inglaterra tiene una paz interior superior a la de sus rivales,
como también es superior su situación política, naval y económica sobre Francia y Rusia. Además la frontera de
Portugal sería para España una frontera inglesa. En cuanto a las aspiraciones hispánicas en el norte de África, allí son
más compatibles con las de Inglaterra que con las de Francia". Y finalmente agregaba: "Mirando lejos, acaso esa
alianza de España con Inglaterra fuese la base de otra más amplia de soberana grandeza ideal, de una alianza con los
Estados Unidos.“ Véase Canals, S.: "Propósitos de política exterior" en Nuestro Tiempo, agosto de 1.902, t. II, pp.
288- 293.
1930
Carta particular de León y Castillo al Duque de Almodóvar del Río. 3 de Octubre de 1.902. A.G.A. Sección de
Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Legajo 5841.

1158
fue sugerido a Almodóvar por León y Castillo en un anexo de la carta particular que remitió a San

Sebastián el 3 de octubre.

El gobierno Sagasta tenía que sopesar distintas variables antes de decidirse a suscribir el

tratado. Una de ellas, no carente de importancia era la actitud de la prensa española. Cuando en

septiembre Le Figaro había publicado en París que el nuevo Embajador en Madrid, Jules Cambon,

tomaría la iniciativa para acordar una 'entente' mediterránea definida entre Italia, España y Francia,

de carácter defensivo y pacífico,1931 la prensa de Madrid había comentado que, de ser ciertos los

rumores acerca de una alianza con Francia o con Francia y Rusia en una liga latina contra Gran

Bretaña, este pacto expondría al país a la invasión desde la frontera con Portugal o desde Gibraltar,

así como a la ocupación de las rías gallegas que quedarían convertidas en bases carboneras para la

escuadra británica. Sus supuestos aliados no podrían defender a España en estas circunstancias.1932

La sospecha de la formación de una Liga latina en el Mediterráneo había llegado al parlamento

británico dos meses antes.1933 Por ello, el Ministro de Estado, Almodóvar tuvo que hacer frente a

los rumores y para acallarlos tuvo que declarar al corresponsal de El Imparcial en San Sebastián, de

la manera más rotunda, que eran infundados los rumores de la alianza.

Paralelamente el gobierno de Madrid guardaba el secreto de las negociaciones de París, sin

comunicárselo al de Londres, reiterando simultáneamente al Foreign Office sus deseos de promover

y estrechar los lazos de amistad entre el Reino Unido y España. En el mes de octubre, Almodóvar

tuvo que recurrir de nuevo a la gestión ante el gabinete británico para disipar los rumores de alianza

militar con París. El día 9, el Duque de Mandas, Embajador de España en Londres señalaba a Lord

Lansdowne que el mayor deseo de su gobierno era el de concertarse con el Reino Unido, dando a

entender implícitamente que se podían descartar por ser falsos estos rumores.1934 No había que

conceder la mayor trascendencia política a la visita del Príncipe de Asturias a Francia, ni a su

1931
Véase Rosas Ledesma, E.:" Las relaciones hispano-británicas a comienzos del siglo XX: Los caminos del
entendimiento " en Revista de Estudios Internacionales, vol I, 1980, pág. 713.
1932
Ibidem.
1933
Ibidem.
1934
Duque de Mandas a Duque de Almodóvar. Despacho no. 84. 9 de Octubre de 1.902. A.M.A.E. Archivo Histórico.
Correspondencia con Embajadas y Legaciones. Legajo H- 1582. Gran Bretaña, 1.898- 1.906.

1159
condecoración con el gran Cordón de la Legión de Honor, ni al envío de buques de guerra franceses

a Bilbao, ni a la entrevista de la Reina madre con Delcassé y Loubet.

El 6 de octubre Almodóvar transmitía un telegrama cifrado al Marqués del Muni. Tras

examinar el proyecto de convenio remitido por el Embajador, Almodóvar se negaba a ratificarlo

con su firma, mientras el límite de la esfera de influencia española no llegase hasta Rabat. El

Ministro de Estado hacía suyos los razonamientos de León y Castillo y se negaba a aceptar la

responsabilidad de un acuerdo frente a una opinión pública que iba a sufrir una gran decepción al

conocer las condiciones del convenio.1935

Dejando aparte lo relativo a la extensión de los límites territoriales de la zona de influencia

española, Almodóvar realizaba algunas críticas sobre las proposiciones formuladas en el proyecto

de convenio. Se trataba de las innovaciones introducidas por Delcassé.1936 El Ministro de Estado se

mostraba crítico con la obligación de las dos potencias signatarias de imponer el orden y la

tranquilidad en el Sultanato. Prefería simplemente que España y Francia tuvieran la facultad, el

"derecho", no el deber, del ejercicio de acciones coercitivas supliendo la autoridad del Sultán en

caso de verse alterado gravemente el orden en Marruecos. Esquivando así cuanto pudiera constituir

obligación de acción armada española, Almodóvar se zafaba del veto constitucional que excluía la

posibilidad de que un gobierno restauracionista pudiera suscribir una "alianza ofensiva " de manera

secreta, sin dar conocimiento al poder legislativo. Almodóvar se mostró asimismo sorprendido de

otra innovación introducida por Delcassé, cual era la contenida en el artículo cuarto que preveía la

neutralización de Tánger y su vecindad. Desconocedor de las conversaciones Cambon-Lansdowne

celebradas en el "Foreign Office" en las que ya se había tratado la suerte de la otra llave del

Estrecho de Gibraltar, el Ministro de Estado no hubiera deseado que este punto formara parte de la

declaración de bases de una inteligencia franco-española. Hubiera preferido que tras la firma del

convenio, se negociase y pactase la condición jurídica de Tánger. Esta negociación ulterior debía

1935
Telegrama de 6 de Octubre de 1.902 de Almodóvar al Marqués del Muni. A.G.A. Sección de Asuntos Exteriores.
Embajada de España en París. Legajo 5841.
1936
Carta particular del Duque de Almodóvar al Marqués del Muni. 6 de Octubre de 1.902. A.G.A. Sección de
Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Legajo 5841.

1160
haber sentado a la mesa al bloque franco-español por un lado y a Gran Bretaña y al resto de

potencias por otro. Sin embargo, Almodóvar acabó por dar su aprobación a la inclusión del punto

relativo a la neutralización de la ciudad en el tratado. Almodóvar sugirió darle a la aprobación del

tratado la fórmula de 'doble carta' o de intercambio de notas, en la que se debía fijar el tiempo de

duración del convenio, para lo cual aventuraba un plazo de diez años.1937

12.26. Modificaciones en el proyecto de convenio.

Siete días después, el 14 de octubre, el Marqués del Muni se puso en contacto con

Almodóvar notificando las innovaciones introducidas en el proyecto de convenio. En sus

entrevistas con Delcassé, éste había aceptado todas las modificaciones sugeridas por el Ministro de

Estado español. En el artículo segundo, se eliminaba la obligatoriedad de las dos partes signatarias

de mantener el orden en el Imperio, sustituyendo la frase primitivamente empleada por otra nueva:

“(...) chaqu´un aurait le droit exclusif ..."

En cuanto al artículo octavo se acentuó aun más la nota relativa a la instauración de la

libertad comercial en el Sultanato, atendiendo a los deseos de Almodóvar.

Sin embargo, los intereses franco-españoles chocaron de nuevo, sin ponerse de acuerdo, en lo

relativo a la ampliación territorial de la esfera de influencia española hasta el límite de Salé. En una

de las empeñadas discusiones que enfrentaban a los dos políticos, Delcassé, indignado por las

pretensiones españoles de expansión territorial que parecía no iban a tener fin, espetó airadamente a

León y Castillo si no tenía miedo España de que los gobiernos francés e inglés se entendieran a

espaldas suyas, relegándola de cualquier aspiración en el Imperio jerifiano. El político canario salió

al paso de la observación amenazando, a su vez, que ello comportaría un trueque inmediato de

posesiones entre Londres y Madrid que se intercambiarían Gibraltar por Ceuta, con lo que ello

tendría una consecuencia directa para los anhelos franceses: los ingleses quedarían firmemente

1937
Almodóvar del Río a León y Castillo. Despacho no. 378- bis, reservado. 7 de Octubre de 1.902. A.G.A. Sección
de Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Legajo 5841.

1161
asentados en el noroeste de África y serían vecinos de Francia si ésta ocupaba Marruecos y dueños

de una formidable posición fortificada en la costa norte del Sultanato.1938 Sin embargo, a pesar de

ser frecuentes las tensiones, las negociaciones no se interrumpían. León y Castillo visitaba

constantemente el Quai d´Orsay, siempre insistiendo en la reivindicación de nuevos territorios. El 8

de noviembre remitía a Almodóvar la redacción del nuevo proyecto de convenio con los mapas

anejos delimitando las esferas de influencia francesa y española. También enviaba como parte de

lo pactado con Delcassé, el texto de las cartas que España y Francia debían canjear estableciendo la

forma de ratificación de lo tratado.

En lo tocante al límite Rabat-Salé no varió la postura inflexible del gobierno francés. Sin

embargo, León y Castillo pudo conseguir una modificación en la extensión territorial de la zona sur

española, al ceder Francia la parte de la región del Sus que antes quedaba en su esfera de influencia.

En la parte meridional del Imperio jerifiano, España obtenía así una extensa y fértil esfera de

influencia que englobaba la Sakia el-Hamra, la cubeta de Tinduf, todo el Marruecos presahariano y

el rico valle del Sus, además de un trecho de costa que le permitía asegurar "las espaldas" del

archipiélago canario y dar continuidad a sus posesiones de Río de Oro. Sin embargo, para obtener

el territorio del Sus, León y Castillo tuvo que ceder uno de los dos grados de longitud que le habían

sido reconocidos recientemente por Delcassé al sur del Draa: el que cruzaba por Tinduf de modo

que este oasis quedaba ahora fuera de la esfera española.

Si en el proyecto anterior de delimitación la frontera española llegaba por el Draa hasta el

meridiano 12º W (de París), ahora quedaba más al Este y la constituía el meridiano 11º W (de

París). Sin embargo, a la altura de Tinduf la frontera quedaba alterada: la esfera de influencia

francesa formaba como un pequeño 'pico de pájaro', un entrante en la zona española, de forma que

la ruta caravanera transahariana que atravesaba el oasis quedaba plenamente incluida en la esfera de

influencia francesa. Como señala Olivier Vergniot, Francia se había empezado a interesar por

Tinduf, pequeño oasis localizado en el interior del Sáhara Occidental a partir del momento en que

1938
Carta particular de León y Castillo a Almodóvar. 14 de Octubre de 1.902. A.G.A. Sección de Asuntos Exteriores.
Embajada de España en París. Legajo 5841.

1162
las visitas de viajeros europeos como las de Oskar Lenz (1880) y de Camille Douls (1887)

revelaron su existencia como punto estratégico en el comercio caravanero transahariano. A partir

de la ocupación del Tuat, algunos oficiales de las compañías saharianas argelinas intentaron

convertirse en el "descubridor" (conquistador) de Tinduf aunque todas estas tentativas acabarían

por fracasar.1939

Si a ello se le unía el control de un amplio territorio al norte de Marruecos que incluía Fez,

capital política y religiosa del Imperio y algunas zonas de agricultura feraz y productiva, España

disponía de algunos de los territorios más ricos y fértiles del Imperio marroquí, amén de enclaves

estratégicos de gran importancia, alrededor de doscientos cincuenta mil kilómetros cuadrados.1940

El despacho oficial que remitía León y Castillo se acompañaba de una carta particular,

también fechada en París el 8 de noviembre. León y Castillo especulaba sobre la estabilidad del

gobierno Combes, y creía factible la salida de Delcassé del Ministerio de Asuntos Exteriores. Por

esa razón tenía prisa. La prensa española especulaba asimismo sobre la probable caída de los

liberales y su sustitución por los conservadores de Silvela. Por ello El Marqués del Muni señalaba a

Almodóvar que en caso de aprobación por parte del gobierno español de los documentos que

remitía, debía devolvérselos a la mayor urgencia, facultándole para la firma con un telegrama

conteniendo una palabra "clave" convenida. La palabra era "Guadalajara".1941

¿Qué ocurrió entonces?. ¿Por qué no se firmó el tratado?. El encargado de hacerlo, León y

Castillo nos dejó el siguiente testimonio aclaratorio en el segundo volumen de su autobiografía

titulada Mis Tiempos:

"(...) Mientras yo negociaba con éxito y obtenía nuevas y considerables ventajas,


entraba el invierno de 1902 y con él se iban quebrantando las fuerzas del partido liberal,
según se acababan las de su anciano jefe. Llegamos, yo con mi obra terminada y aquella
situación con sus días contados, cuando envié a Madrid con persona de absoluta confianza

1939
Véase Vergniot, O.: "Tindouf, un point d´équivoque (1912-1934)», en R.O.M.M., no. 41-42, 1986, pág. 120.
1940
León y Castillo al Duque de Almodóvar del Río. Despacho no. 412, reservado. 8 de Noviembre de 1.902. A.G.A.
Sección de Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Legajo 5841.
1941
Carta particular de León y Castillo al Duque de Almodóvar del Río. 8 de Noviembre de 1.902. A.G.A. Sección de
Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Legajo 5841.

1163
el texto del Tratado, ya en limpio. Para firmar, el Gobierno debía telegrafiarme una
palabra convenida. Recuerdo que esa palabra era 'Guadalajara'.
Pero justamente por la misma fecha en que llegaba a Madrid la persona portadora
del proyecto de tratado, salía para Jerez de la Frontera el duque de Almodóvar, con objeto
de asistir a la boda de su hija. Allí le sorprendió la crisis que derribó a aquel Gobierno.
La palabra convenida no fue telegrafiada".1942

Los estudios históricos sobre este período de las relaciones exteriores españolas han dado

por buena esta versión. Sin embargo, León y Castillo, dotado en sus memorias del genio de la

autopromoción, mintió en este punto para embellecer su vida, enmascarar su directa

responsabilidad en el hecho de que no se firmara el tratado, camuflando bien sus trampas.

En consecuencia, Jerónimo Becker en su Historia de Marruecos atribuye la duración de las

negociaciones entabladas entre Delcassé y el Marqués del Muni a que el primero hacía

simultáneamente esfuerzos para llegar a un pleno entendimiento con el Reino Unido – idea que

jamás había apartado de su pensamiento-, entrando en tratos con el Embajador británico en París,

Sir Edmund Munson y con Lansdowne a través del Embajador de Francia en Londres, Paul

Cambon. Como ha quedado indicado, la dilación de las negociaciones se debió al empeño del

tándem Sagasta/Almodóvar de ampliar la esfera de influencia española en el Norte del Sultanato, de

manera que incluyera Fez y el límite meridional en la línea Rabat-Salé. Ello había provocado un

pequeño bloqueo de las negociaciones y la resuelta intervención de la Reina Regente en las

mismas cuando estaba en París en favor de dicha ampliación.

Por lo tanto, las presiones francesas sobre el gobierno de Sagasta, las prisas de Delcassé para

llegar a un acuerdo eran amortiguadas por la resistencia española a firmarlo; esta resistencia

simplemente era debida a un deseo de obtener mejores condiciones y un mayor engrandecimiento

territorial para el pretendido imperio colonial en Marruecos.

José María Campoamor que dedicó una especial atención al estudio del tratado non-nato de

1902 acepta la versión del Marqués del Muni y consigna en su libro, La actitud de España ante la

1942
León y Castillo, F.: Mis Tiempos, volumen II, Ediciones del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1978, pág.
206.

1164
cuestión de Marruecos (1900-1904) los recuerdos del Embajador, entresacando el texto arriba

reseñado de sus memorias. Otro tanto ocurre con el Marqués de Mulhacén en su Política

Mediterránea de España, 1704-1951,1943 o con el libro de Alberto Mousset, La política exterior de

España, 1873-1918.1944

La aparición en el Archivo de Alcalá de Henares de tres documentos depositados entre los

fondos de la Embajada española en París aporta nuevos argumentos.

En efecto, el 15 de noviembre de 1902, Almodóvar había recibido el consentimiento de

Sagasta para la firma del tratado de reparto de Marruecos. Telegrafiaba a León y Castillo una

simple palabra: "Guadalajara", como consta en un telegrama depositado en los archivos de la

Embajada española en París, y matasellado ese día por los servicios telegráficos parisinos. Una

segunda prueba de que Almodóvar ordenó al Marqués del Muni la firma del convenio es una carta

particular del Ministro de Estado, escrita en Madrid el día anterior, 14 de Noviembre. En ella

Almodóvar señala que el exceso de trabajo le había retrasado un poco a la hora de telegrafiar la

palabra clave "Guadalajara", lo cual iba a hacer inmediatamente, para posteriormente remitir a

través de un colaborador, Guadalmina, a París el texto-proyecto del convenio, los mapas anejos y

las cartas referentes a la duración del mismo. Almodóvar expresaba su temor a un golpe de mano

de Gran Bretaña si se llegaba a conocer la naturaleza del texto; el Gabinete Sagasta vivía

atemorizado por la continua presencia de buques de guerra ingleses maniobrando en la proximidad

de las costas españolas. Almodóvar entendía que el tratado era lesivo para los intereses británicos,

y que podía justificar un desembarco de fuerzas inglesas en territorio peninsular. Cabía tomar

medidas, prevenir esa eventualidad. La única forma de hacerlo era volver a plantear esa posibilidad

a Delcassé, conseguir de Francia que ésta garantizase la integridad territorial española. En otro

orden de cosas Almodóvar desconfiaba de la posibilidad de que las fuerzas armadas españolas

pudieran completar, cuando se desmoronase la independencia del Imperio y entrara en vigor el

reparto del Sultanato establecido en el convenio, la ocupación militar de la esfera de influencia

1943
Marqués de Mulhacén: Política Mediterránea de España, 1704- 1.951, Madrid, C.S.I.C., 1.952, pág. 138.
1944
Mousset, A.: La política exterior de España, 1.873-1.918, Madrid, Biblioteca Nueva, 1918, pág. 135.

1165
española. Por último se mostraba satisfecho con las últimas modificaciones logradas por el

Marqués del Muni, al obtener una ampliación territorial de la zona española al sur de Marruecos.

España se había asegurado el control del Sus, cediendo Tinduf y una parte del desierto sahariano,

pero iba a tener ventajas económicas para disfrutar del comercio transahariano.1945

Un despacho oficial, con fecha 15 de noviembre (tercera prueba documental existente sobre

la aprobación sagastina a la firma del tratado) era expedido a la Embajada de París, con la

autorización de Alfonso XIII para la firma del convenio.1946 Cuando León y Castillo recibió la

aprobación del gobierno español todavía seguía en conversaciones con Delcassé; sabemos por las

fuentes diplomáticas francesas –confirmadas en este sentido por un despacho conservado en Alcalá

de Henares y remitido por León y Castillo a Almodóvar el 23 de noviembre- que las negociaciones

no se habían cerrado completamente. Los franceses deseaban llevar a cabo tres pequeños cambios

en el convenio. La noche del 22 de noviembre Mr. René Lecomte, Ministro plenipotenciario y

Vice-director adjunto de Asuntos coloniales y de África, cumpliendo las instrucciones de Delcassé

entregaba al Embajador español un documento con tres pequeñas modificaciones al texto:

• una primera , rehaciendo el final del artículo III;

• una segunda, modificando el párrafo segundo del artículo III;

• una última relativa al artículo V (relativa a la acción eventual armada

de una de las dos potencias signatarias durante el período en vigencia

del statu quo).

Según la nueva redacción, España debía consentir, si fuera necesario, ciertas rectificaciones

de la frontera en la zona norte de su esfera de influencia, en el caso en que el propósito francés de

1945
Carta particular del Duque de Almodóvar al Marqués del Muni. 14 de Noviembre de 1.902. A.G.A. Sección de
Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Legajo 5841.
1946
R.Orden reservada del Ministerio de Estado de 15 de Noviembre de 1.902 dirigida a León y Casillo. La parte
sustancial del despacho decía lo siguiente: "(...) Tengo la satisfacción de hacer presente á V.E, que (el proyecto de
convenio) ha merecido mi más absoluta aprobación y la del Sr. Presidente del Consejo de ministros. (...) En su vista,
S.M. el Rey (...) autoriza á V.E. á firmar el citado proyecto de convenio que al efecto le devuelvo, considerando que no
necesitará para ello Plenipotencia especial tanto por habérselo significado así ese Señor Ministro de Negocios
Extranjeros como porque los poderes amplios y generales de la Plenipotencia que le acredita cerca de esa República
le facultan para ello". A.G.A. Sección de Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Legajo 5841.

1166
construir una doble vía de penetración (por carretera y por vía férrea) hacia el Oeste, desde Argelia

encontrara obstáculos orográficos invencibles. En un primer momento, León y Castillo entendió

que las vías previstas aunque construidas por Francia debían cruzar el territorio español, y serían de

utilización conjunta, disponiendo España de prioridad en su disfrute y sin que la frontera fuese

modificada. No era así: la modificación del artículo III obligaba a España a consentir cambios de

trazado en la ruta férrea francesa con el fin de que la construcción de aquella vía fuera posible

quedando siempre dentro del territorio francés. Lecomte aclaró que con la nueva redacción se

especificaba que la frontera sería trasladada, teniendo lógicamente Francia en el caso de aplicarse

esta cláusula que efectuar las compensaciones territoriales oportunas, entregando a España una

zona equivalente de su esfera de influencia. León y Castillo titubeó: aquello supondría que la esfera

de influencia francesa llegase muy cerca de Fez, cuyo otorgamiento a España había sido un

elemento esencial y determinante en la adhesión del gobierno liberal al tratado. Lecomte no pudo

especificar donde se iban a efectuar esas compensaciones. La última modificación reclamada por

los franceses era un complemento del artículo V y se refería a la obligación por ambas partes

signatarias de informarse mutuamente de cualquier acción militar que creyeran necesario

emprender contra Marruecos, en caso de sufrir ofensa y daño , mientras durase el statu quo.

Entonces ... ¿ por qué no se firmó finalmente en la mañana del 23 de noviembre el convenio?.

Apuntamos la hipótesis de que se debió al exceso de celo de León y Castillo, basándonos en su

despacho inédito y en una carta particular a Almodóvar que se encuentran custodiados en Alcalá de

Henares, con fechas respectivas de 23 y 24 de Noviembre. Delcassé, impaciente por cerrar la

negociación, invitó al Embajador español a ratificar, con su firma, el tratado de forma inmediata.

Hay que tener en cuenta que el Ministro francés había sido exhaustivamente informado por

Pâtenotre, Embajador galo en Madrid, de las circunstancias en las que se movía León y Castillo.

Pâtenotre le había transmitido en un despacho del día 18 que el ambiente en España era muy

favorable a la firma del tratado: la mayor parte de los órganos de prensa se habían mostrado de

acuerdo a un compromiso con la República francesa. Aunque no se deseaba el fin de la

1167
independencia marroquí sino más bien el mantenimiento del statu quo, se admitía la necesidad de

un compromiso preventivo entre España y Francia ante el futuro del Imperio jerifiano,

considerándolo como una suerte de seguridad mutua que se daban los dos vecinos. El gobierno

contaba asimismo con la complicidad de sus rivales parlamentarios. Todos los principales jefes de

grupo se pronunciaban a favor de una unión con Francia, desde Silvela a Canalejas, pasando por

Maura o el militar López Domínguez o los republicanos. Sin embargo Patenotre insinuaba que

Silvela temía las posibles pretensiones de Gran Bretaña en Marruecos; el estadista conservador no

deseaba un conflicto hispano-británico.

León y Castillo hubiera podido rubricar inmediatamente el acuerdo. Pero su extrema diligencia

le llevó a indicar a Delcassé que con el trazado nuevo de la vía férrea francesa, el artículo III podía

levantar objeciones en Madrid. Se escudó asimismo en que el convenio para tener valor práctico

debía implicar un acuerdo de las potencias firmantes con Inglaterra. Se mostró preocupado por las

eventuales complicaciones que surgirían si no se producía el respaldo británico; hasta pareció

temerlas a corto plazo; por último se quejó enérgicamente de la insuficiencia comercial del

convenio para España y de las ventajas excesivas que Francia se atribuía.1947 Sin embargo, en su

fuero interno opinaba algo muy distinto: “Procediendo de buena fe las dos partes (...) esas

rectificaciones de trazado responden al espíritu del convenio. Yo no he querido firmar sin

autorización de V.E. –escribía a Almodóvar en un rapto de celo– un documento, que no es

exactamente el mismo que han aprobado V. E. y el Señor Presidente del Consejo“.1948 “Estas

modificaciones (...) en mi concepto carecen de verdadera importancia, puesto que si nos toman

alguna parte de lo que será nuestro territorio se comprometen a darnos otra equivalente en el

suyo“, “obedecen al temor que tiene M. Delcassé de encontrarse con esta única vía de penetración

1947
Nota para el Ministro Delcassé redactada por Mr. René Lecomte, Ministro Plenipotenciario, Sub-director adjunto
de Asuntos coloniales y de África. 23 de Noviembre de 1902. (D)ocuments (D)iplomatiques (F)rançais ( 1871-1914 ).
2ª serie. Tomo II, pp. 626-627.
1948
León y Castillo a Almodóvar. Despacho no. 442. 23 de Noviembre de 1902. A.G.A. Sección política. Marruecos.
Caja 44 / Ex. 4

1168
que existe entre Argelia y Marruecos interrumpida en algún punto que toque nuestra frontera si,

por dificultades naturales, no fuera posible desviarla por el territorio francés “. 1949

Cuando las modificaciones llegaron a Madrid, el gobierno liberal estaba a punto de caer y ser

sustituido por el de filiación conservadora de Silvela.

La prolongación de las negociaciones supuso, además una nueva rectificación de fronteras

en la zona sur de la esfera de influencia española, añadiendo a ésta unos treinta mil kilómetros

cuadrados, llegando de este modo los lindes españoles hasta el camino caravanero de Sus a

Tombuctú. Tanto España como Francia podrían utilizar esta vía. Ahora bien, León y Castillo no

consiguió que Tinduf quedase en la esfera de influencia hispana, si bien quedaba garantizado el

derecho para España a construir allí almacenes y a poder utilizar las caravanas españolas el agua

del oasis.

La carta particular, el despacho, el proyecto ligeramente modificado del convenio relativo al

noroeste de África y el mapa de los límites de las respectivas esferas de influencia fueron llevados

por un colaborador de León y Castillo, Guadalmina a Madrid el 25. Es decir, el documento llegó a

Madrid en un momento en que se producía la caída del gabinete liberal sagastino, y éste en virtud

del turno del poder restauracionista cedía las responsabilidades a los conservadores, el 3 de

diciembre de 1902.

Producido el relevo de gobierno, el Tratado no fue suscrito por el nuevo gabinete. Antonio

Niño señala que para prevenirse de las complicaciones que pudiera provocar Gran Bretaña si

interpretaba el tratado hispano-francés sobre Marruecos como un acto hostil, Silvela exigió que esta

potencia fuera informada, y que Francia se comprometiera a algo más que a un simple apoyo

diplomático en caso de dificultades, y además que Rusia diera también su adhesión explícita .1950

León y Castillo más interesado en ocultar su responsabilidad directa en el fracaso de la firma que en

1949
Carta particular de León y Castillo a Almodóvar. 24 de Noviembre de 1902. A.G.A. Sección política. Marruecos.
Caja 44 / Ex. 4
1950
Jules Cambón a Delcassé. 30 de Enero de 1903. D.D.F. 2ª serie. Tomo III. Esta versión coincide a grandes rasgos
con la que dio el propio Silvela en la carta abierta que dirigió al Duque de Almodóvar con fecha del 10 de junio de
1904, publicada en El Imparcial. Silvela justificaba su actitud y reconocía que negó la firma porque faltaba el que
considera imprescindible consenso británico.

1169
justificar la actuación de su propio partido cuando años más tarde escribió sus Memorias mintió

expresamente, indicando que nunca había recibido el telegrama con la clave “Guadalajara“

conteniendo el placet del gobierno sagastino. De los testimonios de los contemporáneos referidos al

tratado non-nato, el más sincero es el del Duque de Almodóvar que posteriormente reconoció que

no se pudo firmar el tratado por la complejidad del proceso negociador y las dilaciones en el

mismo. Escudriñando en los archivos diplomáticos españoles podemos encontrar una carta

particular remitida por el Ministro de Estado del gobierno entrante silvelino, Buenaventura

Abarzuza que éste remitió a Fermin de Lasala, Duque de Mandas, Embajador de España en

Londres. Esta carta da una visión muy ajustada a lo que posiblemente ocurrió cuando explica que el

documento no se firmó en Madrid por haber llegado al Ministerio de Estado en el mismo momento

en que se producía el relevo en los ministerios:

“Aquí me encontré, –dice textualmente Abarzuza- al tomar posesión del Ministerio,


un compromiso pactado con el Gobierno francés de extraordinaria importancia, relativo a
Marruecos. Estaba listo y ya se había nombrado la persona que había de llevarlo a París;
pero mi antecesor (se refiere a Almodóvar) suspendió el firmarlo en el último momento á
consecuencia de la crisis (ministerial: abandono del poder por los liberales y asunción del
mismo por los conservadores). De tal importancia y trascendencia era el paso y tan en
abierta oposición con cuanto sobre tal materia pensaba yo, que no pude ni firmarlo ni
aceptar su sentido. Así lo expresé terminantemente, hallándome dispuesto á dejar el cargo
antes que admitir tal herencia “. 1951

1951
Carta particular no. 8 de Buenaventura Abarzuza, Ministro de Estado a Fermín de Lasala, Duque de Mandas,
Embajador en Londres. 26 de Abril de 1903. A.M.A.E. Legajo H- 1264.

1170
12.27. El acuerdo hispanofrancés sobre Marruecos no se firma. Movimientos galos de

aproximación a Inglaterra.

En definitiva con el problema de fondo suscitado por el estallido de una rebelión importante

en el norte de Marruecos (la del Rogui), la firma del acuerdo no se produjo. En el seno del nuevo

gabinete conservador surgiría un grupo de presión contrario al mismo integrado por los ministros

Maura y Abarzuza los cuales deseaban consultar previamente el asunto con Gran Bretaña.1952

Allendesalazar indica que fue sobre todo el Ministro de la Gobernación Maura quien se opuso más

tenazmente, llegando, según uno de sus biógrafos, a amenazar con la dimisión si el proyecto seguía

adelante.1953 Abarzuza, por su parte, era proclive a llegar a un acuerdo con Inglaterra; algo de eso

ocurrió en las semanas siguientes. En efecto a finales de diciembre se entraba en un “impasse“

negociador entre las tres naciones, en el que se atisbaba ya la conjunción hispano-franco-británica

de 1904 y de los acuerdos de Cartagena, en el momento en que los tres países se comprometieron a

no intervenir en el Imperio marroquí, al socaire de la rebelión del Rogui. Ello no será, sin embargo,

obstáculo para que Silvela ponga en marcha una breve política de golpes de efecto y de presión

sobre el Sultanato al enviar de nuevo buques de guerra a las costas de Marruecos; una estrategia

que será una constante española en 1903. La lectura del fenómeno imperialista en el Norte de

África le llevará al jefe del gobierno conservador a procurar no dejar un hilo sin atar en los asuntos

de Marruecos. En efecto, por un lado, España penetrará económicamente en el Imperio, realizando

un empréstito al Gobierno marroquí, a la vez que Inglaterra y Francia negociaban otros préstamos.

Por otro lado, la presión militar española continuará y se traducirá en el envío de nuevas unidades

militares, esta vez a Tetuán, cuando se produzcan conflictos en las inmediaciones de la ciudad. El

acuerdo con Francia de reparto del Imperio no se refrendará. El Gobierno de Silvela como nos lo

prueba la documentación diplomática francesa buscará el respaldo al mismo por parte de la Dúplice

1952
Véase Allendesalazar, J.M.: La diplomacia española y Marruecos, 1907-1909,Madrid, Ministerio de Asuntos
Exteriores, 1990, pág. 24
1953
Véase Canals, S.: Los sucesos de España en 1909, Madrid, 1910, vol. I, pp. 18-19, considera muy probable esta
intervención decisiva de Maura.

1171
francorusa. Pero ante todo pretenderá que sea esta alianza la que garantice la seguridad y la

integridad territorial de España, dejando asimismo la puerta abierta para una hipotética entrada de

España en el seno de la Dúplice Alianza. La documentación francesa y ciertos documentos del

Palacio Real nos permiten señalar que Francia no desea esa alianza con España; es más desconfía

de su potencia militar, y lo que anhela es –en caso de un conflicto europeo– la neutralización del

territorio español. Entretanto, la aproximación entre Francia e Inglaterra será cada vez mayor. En

un claro precedente de la ‘Entente cordiale‘ de 1904, un año antes los dos países negocian las

condiciones de sus respectivos empréstitos al Imperio jerifiano, a espaldas a España.

Al no firmar León y Castillo el convenio, Delcassé juzgó necesario dirigirse al Reino Unido

con una propuesta formal de negociar sobre Marruecos. La situación de Francia era muy aventajada

respecto a su penetración pacífica en el Sultanato: el 4 de octubre el Majzén había ratificado los

acuerdos comerciales con Francia, y estaba cerrado el tema del primer empréstito francés, dogal de

seda llamado a ahogar financieramente a Marruecos. El Sultán seguía expuesto a grandes

dificultades políticas y pecuniarias: Francia iba a asumir la tarea de ayudarle a salir de su déficit

económico. Paul Cambon abordó a Lansdowne indicándole la peligrosidad del momento: había

estallado una sublevación importante (la del Rogui Bu Hamra) en Marruecos, y no existía un

acuerdo sobre el futuro del país entre las potencias interesadas. Francia e Inglaterra aunque no

llegaran a plasmarlo en un acuerdo debían entenderse para la preservación eventual de sus intereses

en el Sultanato, evitando el choque de sus intereses. A pesar de lo que Cambon estimaba como

frialdad del gobierno británico a la hora de entrar en negociaciones sobre Marruecos, su encuentro

con Lansdowne de mediados de diciembre sentó las bases del pacto entre los dos países, a espaldas

de España, algo ya presagiado en el verano cuando se debatió en Londres el tema de la

neutralización de Tánger. Lansdowne se comprometió a romper cualquier lazo oficial con el caíd

MacLean. Asimismo anunció al Embajador galo que ningún oficial británico sería enviado como

1172
instructor a Marruecos.1954 Cambon tenía un interés especial en condenar al ostracismo a Mac

Lean: su lugar debía ser ocupado por la Misión militar gala; era esta última la que debía asumir la

tarea de organizar e instruir la artillería marroquí; las ametralladoras debían ser suministradas a

Marruecos únicamente por Francia. 1955

12.28. La “anarquía marroquí“. Las reformas, el régimen de protección y la desvertebración

de la sociedad marroquí al socaire del acoso colonial.

A partir de 1900 la “anarquía” marroquí se convierte en un leit-motiv de la literatura colonial

de entonces. Como sinónimo de continuos desórdenes, de luchas intestinas y de inseguridad,

justificaría todo tipo de intervenciones europeas en el Sultanato: diplomáticas, políticas y

finalmente militares. Esta “anarquía” entendida como debilitamiento momentáneo del poder central

había que relacionarla con los recientes acontecimientos acontecidos en Marruecos: comercio con

el exterior impuesto al país por la fuerza, el fenómeno de la ‘protección’, los ultimátums de las

potencias europeas unidos a la práctica de la diplomacia de las cañoneras y las fuertes

indemnizaciones exigidas al Sultán por los atentados realizados contra los extranjeros. Esta

“anarquía” sería, en opinión de A. Laroui, una consecuencia más o menos inducida de la

intervención extranjera, que al humillar al Majzén, al crispar a la sociedad marroquí, tendía a

reproducir ‘la siba‘(=la revuelta) y a crear por sí misma esa multitud de conflictos, y las luchas de

1954
Los franceses sabían que las unidades de infantería regular marroquí se encontraban “en manos inglesas” al estar
bajo la directa instrucción de Mac Lean. El Daily Graphic había anunciado que un oficial de caballería, el mayor
Ogilvy, veterano de la campaña del Transvaal, había sido encargado directamente por el Sultán de la instrucción de la
caballería. Esto era visto por Saint-René Taillandier, el Ministro Plenipotenciario de Francia en Tánger como una seria
violación del statu quo por parte británica. Máxime teniendo en cuenta que la Legación francesa había dirigido el 11 de
Febrero de aquel año una serie de advertencias conminatorias al Majzén en contra del reforzamiento de la influencia
inglesa en Marruecos. Ante estos hechos, Taillandier aconsejó a Delcassé que Francia rechazara el impuesto agrícola
del ‘tertib‘ y se mostrara más exigente en las condiciones por las cuales ella accedería a suscribirlo. Delcassé le dio
permiso el 24 de diciembre para que con sus exigencias boicoteara el nuevo impuesto.
1955
Paul Cambon a Delcassé. Despacho no. 298. 17 de Diciembre de 1902. D.D.F. 2ª serie. Tomo II, pp. 660 –662.

1173
los ‘leffs’ (= pactos o alianzas entre tribus lejanas) de los que extraerían posteriormente Francia y

España motivos para relevar a una administración débil.1956

De hecho la situación por la que atravesaba Marruecos, era en extremo delicada. El reinado

de Mawlay Hassan I se había caracterizado por un delicado equilibrio durante el cual el Sultán

trató de neutralizar las influencias de las potencias europeas, haciéndoles las concesiones

estrictamente necesarias. Tal como ha señalado Thérèse Benjelloun en Visages de la diplomatie

marocaine depuis 1844, el Sultán supo utilizar hábilmente la diplomacia como el medio más

adecuado para mantener una política de indefinición con respecto a la presión de las potencias

europeas, cuya finalidad era conservar su independencia durante el máximo tiempo posible.1957

Junto a ello, conocedor de la realidad de su país, fue partidario de iniciar un proceso de reformas

moderado sin que ello provocase un trauma para el pueblo.

Al fallecer el Gran Visir Bu Hamed, el Sultán Abd al- Aziz y su equipo de gobierno

intentaron acelerar el proceso de reformas del Imperio; esta política sin embargo acabó por

precipitar la descomposición del Sultanato. Junto a ello, la lucha de las potencias europeas por el

control sobre Marruecos, que tuvo su cenit en 1902, motivó que los intentos de reforma del Sultán

se estrellasen cada vez más ante un pueblo que como respuesta, adoptó una creciente hostilidad

hacia los europeos.

Abd al Aziz diseñó un vasto plan de obras públicas, muy ambicioso: se remodelarían los

puertos para permitirles una mayor actividad, se construirían carreteras, puentes, se instalarían
1958
telégrafos; todo ello pagado con los ingresos procedentes de la reforma fiscal; se introdujeron

prácticas administrativas destinadas a la consolidación del comercio libre en Marruecos y a

maximizar la rentabilidad que el capital comercial había conseguido imponer en Europa. El capital

comercial se consolidó en Marruecos interviniendo en la esfera de la producción de las tribus del

1956
Véase Laroui, A.: Orígenes sociales y culturales del nacionalismo marroquí, Madrid, Mapfre, 1997, pp 365-366.
Hay que tener en cuenta que la ‘siba’ no era desde el siglo XVIII la negación absoluta del Majzén; por el contrario
funcionaba en la sociedad marroquí como un contrapeso indispensable del poder central.
1957
Véase Benjelloun, T.: Visages de la diplomatie marocaine depuis 1844, Casablanca, Eddif, 1001.
1958
Véase Pennell, C. R: Morocco since 1830. A history, Londres, Hurst & Company, 2.000, pág. 123.

1174
interior del país gracias al control europeo de los puertos. Estas tribus se basaban en una economía

de subsistencia cuyos lazos con el exterior pasaban sólo por la entrega de excedentes de pequeñas

dimensiones a comerciantes autóctonos y la mediación ejercida por los jeques y notables en el

ámbito legal e impositivo. Sin embargo el establecimiento de una especialización productiva en

Europa centrada cada vez más en el sector industrial implicaba la necesidad de importar materias

primas, que en el caso de Marruecos se concretaban sobre todo en los cereales y la lana. Es así

como las tribus del interior del país sufren cambios básicos en sus modos de vida y de trabajo al

especializarse en ciertas exportaciones e intensificar su producción.

Esto nos lleva a un nuevo elemento: los agentes autóctonos que facilitan estos cambios, es

decir, los protegidos (M. Kenbib).1959 La debilidad de los Sultanes había provocado que las

potencias europeas pudiesen arrancarles una parte de su soberanía con el derecho a declarar

súbditos marroquíes como protegidos. Esta figura jurídica permitía a los europeos contratar

indígenas en los cuerpos consulares, pero también en empresas comerciales, en las cuales actuaban

como intermediarios, y también en las de naturaleza productiva (mojalatas y semsares). El marroquí

obtenía como beneficios la exención de impuestos y se libraba de la jurisdicción arbitraria de los

caídes de las tribus. Esto no sólo minaba la Hacienda sultaniana, sino también su construcción de

una economía comercial basada en la concesión de ciertos privilegios a algunas familias, entre las

cuales los judíos tenían un peso notable. Durante el siglo XIX, la táctica comercial de los sultanes

se basó en mantener su monopolio sobre el comercio y en todo caso, conceder algunas áreas

mercantiles a familias elegidas por el soberano. La irrupción europea, especialmente a finales del

siglo, rompió con esta construcción de una ‘economía moral’, en la cual el sultán era el garante ante

la comunidad de los creyentes de la lucha contra el infiel, de la administración de los recursos que

permitiesen subsistir a la población y de controlar la emergencia de burguesías explotadoras que

rompiesen la igualdad y el equilibrio entre los individuos de las tribus. Finalmente, este sistema se

iría resquebrajando con la llegada del colonialismo europeo, en una sucesión de cambios rápidos,

1959
Véase Kenbib, M.: “Systeme imperial et bourgeoisie compradore au Maroc au XIXème siecle», en Revue
d´histoire maghrebine, nos. 41-42, 1986.

1175
que se hicieron en provecho de una minoría, la que alcanzaba el régimen de la protección. Estas

mutaciones acentuaron el desequilibrio entre los distintos componentes de la sociedad marroquí. El

siglo XIX estuvo marcado por el ascenso socioeconómico de los comerciantes y del elemento

protegido en particular. La ascensión socioeconómica de este último fue rápida a la vez que

impresionante. Mohammed Kenbib 1960 resalta, en este sentido, la gestación de una clase burguesa,

en la que también se integraron aquellos otros mercaderes que aún no participando en la condición

de protegidos, sí se beneficiaron del desarrollo general mercantil del Imperio, consolidando su

posición económica y progresivamente pasando a controlar importantes puestos de la

administración y de la política, para desesperación de los ulemas, que se quejaban constantemente

de la entrada en el Majzén de comerciantes y hombres de negocios que acaparaban cargos y eran

malos gestores. El elemento “protegido“ pasó a tener aliados en el seno mismo del Estado. Por otro

lado, las dos categorías de negociantes, los dos grupos burgueses (los protegidos y los no

protegidos) estaban lejos de tener relaciones estancas tanto a causa de la interconexión de sus

relaciones de negocios como por los lazos de parentesco que les unían. El acceso, cada vez más

frecuente de los no protegidos, ya fuesen simples particulares o funcionarios del Majzén (tras una

tensión permanente entre los representantes de las potencias y el sultán que quería evitarlo) al status

de ‘protegidos‘, convertía sus intereses en cada vez más solidarios. Los comerciantes fueron

conjuntamente con los notables del medio rural (protegidos oficiales u oficiosos), notablemente

aquellos que habían alcanzado la condición de la ‘asociación agrícola’, los principales beneficiarios

del proceso de vinculación del mundo rural marroquí con el comercio internacional. La nueva

burguesía urbana, dado el grado de prestigio que procuraba tradicionalmente en Marruecos la

posesión de tierras, invirtió en la explotación de las mismas, imitando a los notables rurales y

adoptando los modos de hacer, los valores y los comportamientos culturales practicados por

aquellos.

1960
Véase Kenbib, M.: “Structures traditionnelles et protections étrangères au Maroc au XIXe siècle« en Hespéris-
Tamuda, vol. XXII, 1984, pp. 79- 101.

1176
La situación de los no protegidos, de los pequeños ‘fellahs’ (= pequeño campesinado) y del

pequeño artesanado pasó a ser muy difícil. Su precariedad no hizo más que acentuarse, a lo largo

del siglo XIX, bajo la conjunción de una doble presión:

- 1- presión del régimen de protección, cuya actuación socavaba y destruía las estructuras

económicas tradicionales: la importación y comercialización por los protegidos de crecientes

cantidades de tejidos de algodón, vendidos a precios bajos, ante los que los artículos nacionales

no resultaban competitivos, arruinaron al artesanado textil en los principales centros urbanos; este

sector estaba igualmente asfixiado por la subida de precio de los cortes de lana debido a las

grandes compras efectuadas, de cara a la exportación y en provecho de empresas extranjeras, por

un ejército de acaparadores musulmanes y judíos dispuestos a enriquecerse con el tráfico.

En el medio rural, el hecho dominante era la vinculación con el comercio exterior cuyas

víctimas, entre las cuales figuraba un número respetable de exasociados agrícolas arruinados por

sus partenaires europeos, comienzan a engrosar la población de los barrios pobres de la periferia

de ciudades como Dar- El- Beida (Casablanca).

2- Presión del Majzén, que para hacer frente a sus necesidades financieras (indemnizaciones

exigidas a través de la ‘gun-boat diplomacy’ a favor de los europeos y de sus protegidos,

expediciones contra las tribus rebeldes, financiación de las reformas, caída de los ingresos

aduaneros), busca imponer, por la fuerza de las armas la intensificación de la recaudación fiscal a

costa de la masa más desprotegida, sobre todo tras el fracaso de unas iniciativas clave. Se trata de

las siguientes: en 1863 la elaboración del estatuto de asociación agrícola y la limitación del número

de semsares – protegidos- rurales; en 1880 con la conferencia de Madrid que ponía teóricamente fin

a la espiral anárquica de concesiones en serie de cartas de protección y de naturalización; en 1881

con la aplicación de un Reglamento fundado en los principios de la generalización del impuesto

agrícola y de los derechos de puertas, los famosos ‘maks’; en 1884 con el ‘tertib hassani’ fundado

sobre el principio de la igualdad fiscal ante la ley y en 1902, con el ‘tertib’ impuesto por Mawlay

Abd al Aziz y combatido violentamente por todas las categorías privilegiadas. Todas estas

1177
iniciativas buscaban la instauración de la justicia fiscal y en consecuencia la eliminación de una de

las principales causas de agitación y de revuelta de la población.

La desvertebración social, el enriquecimiento de una burguesía judía y musulmana paralelo a

la pauperización de amplios sectores populares, explica los cada vez más frecuentes desórdenes con

atentados mortales contra judíos, europeos o el asalto a las propiedades de los nuevos ricos.

Aunque en otras ocasiones, este desorden era simplemente bandidaje, como apunta C.R.

Pennell.1961 La condición cercana a la pobreza de importantes colectivos sociales, urbanos o rurales,

era, sin duda, un caldo de cultivo para la revuelta. Una revuelta que aparecía como medio de

defensa de los sectores más modestos ante la imposibilidad de canalizar adecuadamente sus

aspiraciones sociales y económicas en el marco de unas reglas de juego que los marginaban

claramente. Puesta entre dos fuegos, la masa de no protegidos, especialmente en aquellas partes del

Imperio tocadas de pleno por la penetración europea no tuvieron otra alternativa para asegurar su

subsistencia que utilizar la violencia. Por eso proliferaron el pillaje y el saqueo de propiedades de

los protegidos (incluso violando los tabúes religiosos fueron saqueadas las propiedades de los

chorfa, como las de los miembros de la casa de Wazzan, protegida de Francia); los asesinatos de

prestamistas y acreedores acusados de aumentar las tasas de crédito; los incendios de las “casbahs“

y propiedades pertenecientes a caídes complacientes (o cómplices) de excesos cometidos por los

protegidos, y por último, pero no menos importante, las numerosas “jacqueries“ que se entroncan

en particular con la historia rural de la Chauia, Garb y Abda y constituyen otros tantos signos de

rechazo del nuevo orden social y económico en camino de consolidación.

En definitiva, la protección diplomática y consular provocó profundas mutaciones en las

estructuras sociales de Marruecos. Esta institución, piedra angular de la integración, aunque

imperfecta de Marruecos en el mercado mundial, fue así el escollo principal de todos los proyectos

de reforma emprendidos por el Majzén para escapar del ataque imperialista. El naufragio del

Estado marroquí fue el muy elevado precio pagado por la emergencia de una burguesía autóctona

1961
Véase Pennell, C.R.: Morocco since…op. cit., pág. 125.

1178
ligada a la actividad comercial. Saboteadas por los ‘protegidos’ miembros de estos grupos

burgueses, por considerarlas incompatibles con sus intereses inmediatos, las reformas no pudieron

salir adelante sostenidas sólo por la masa de marroquíes no protegidos, que no percibían de ellas

más que el inconveniente fiscal. Por otra parte lo que no podían difícilmente dejar de percibir estos

grupos más empobrecidos es que la única reforma que registró algún éxito, la reorganización del

ejército, fue desviada de su objetivo inicial. Esto es: hacer frente a las ambiciones imperialistas de

España y Francia. La nueva fuerza militar – calificada de ‘polizeisoldaten’ por un periodista de

Leipzig en viaje de estudio por Marruecos– era empleada para reprimir los desórdenes causados

por los no protegidos y para satisfacer las reclamaciones de los extranjeros y de los protegidos, es

decir que intervenía más en la lucha de clases que en garantizar la independencia del país. El

Majzén malgastaba así sus últimas energías en defender los intereses de aquellos mismos que

saboteaban su existencia. Por otra parte, al mismo tiempo que contribuía a dotar al país de un

embrión de burguesía, la protección representaba en el medio rural una baza suplementaria de la

cual se valieron las fuerzas conservadoras para consolidar sus posiciones en el país.

Además, hay que tener en cuenta que, para los Sultanes, el gobierno de las tribus y el control

del territorio pasaban por la capacidad de recaudar impuestos y administrarlos. Las reformas no

eran posibles, por otra parte, si no se aumentaban las cargas fiscales a la población modificando los

dos impuestos coránicos tradicionales sobre bienes agrícolas y ganaderos, el ‘achar’ y la ‘zaka’. La

modificación de la tradición coránica referida a la fiscalidad motivó el descontento entre la

población por el aumento de las cargas impositivas, pero también entre los doctores de la ley, los

ulemas, que cuestionaban el respeto a la ‘sharia’ (ley islámica) por parte del sultán. Estos hechos

deslegitimaban al máximo representante del poder y la autoridad ante sus súbditos, los cuales eran

considerados la comunidad de los creyentes, ya que aceleraban la percepción por parte de la

sociedad marroquí de los cambios sufridos a causa de la injerencia extranjera y la pérdida de los

fundamentos ideológicos del poder. Así, se incentivaban reacciones adversas a la autoridad, ya

fuesen la revuelta popular o el intento realizado por ciertos individuos de rehuir la acción de

1179
administración. Pero también en Marruecos es posible agregar para explicar su colapso a partir de

1900, una interpretación, la de R. Robinson: La teoría excéntrica del Imperialismo, con o sin

imperio (1986) y la de J. Gallaguer: Africa y los victorianos (1961). Se trata de “la teoría de la

colaboración o teoría excéntrica”, documentada básicamente en estudios sobre la ocupación de

África por los británicos o en la presencia imperialista en América Latina. Los autores se preguntan

cómo tan pocos países imperialistas pudieron llegar a controlar territorios tan vastos y manipular un

sinfín de sociedades arcaicas. Desde su punto de vista la respuesta hay que buscarla en las propias

colonias, pues fue allí donde se dio algún tipo de consenso o de colaboración de sectores nativos de

la periferia colonial; no podemos olvidar pues la connivencia con la acción de los europeos

desarrollada por aquellas clases marroquíes beneficiadas por la adaptación del comercio del

Sultanato a las reglas europeas. Con todo, los beneficiarios del sistema de inmunidades

diplomáticas y consulares, y notablemente la elite mercantil, no estaba dispuesta a perder sus

ventajas comerciales y judiciales, y se mostraron radicalmente opuestos a la Entente Cordiale. Un

Marruecos francés sería un Marruecos donde la protección individualizada no tendría ningún

sentido, al ser todo el país un protectorado francés; por ello protagonizaron violentas protestas

contra los acuerdos francobritánicos de abril de 1904, y al producirse poco después el desembarco

de las tropas francesas en Casablanca y su invasión de la Chauia, combatieron asimismo la

penetración republicana.

Hemos de entender pues el fenómeno colonialista que afecta al Imperio como un proceso

sumamente complejo.

1180
12.29. Actuación del agente español en Fez, doctor Alfonso Cerdeira.

El gabinete Sagasta contaba para el seguimiento de lo que ocurría en el Imperio con la

presencia en Fez del doctor A. Cerdeira que comenzó el 5 de Agosto suministrando vital

información a la Legación española en Tánger. Cerdeira era médico de Sanidad de la Armada, y

llegó por primera vez a Tánger en 1898 con el transporte de guerra General Valdés. Al tener que

abandonar el doctor Cortés su puesto junto a la Corte del Sultán, Ojeda había pensado en él para

ocupar la vacante. Tras la guerra contra los EEUU pasó a estar bajo los servicios de la Legación de

España en Marruecos, primero durante dos meses en el lazareto de Mogador con Cortés. Luego

pasó al hospital español de Tánger hasta que tras la embajada de 1900 de Ojeda a Marrakesh quedó

temporalmente adscrito en la Corte imperial, a pesar de la férrea resistencia del Majzén que se

negaba a tener en la capital del Imperio a médicos europeos, por su doble condición de espías y de

agentes que defendían la influencia de sus países. Tras ser desplazado finalmente de Fez,

permaneció un año en Tánger estudiando árabe, que llegó a dominar. Más tarde Cerdeira volvió a

Fez. A los dos meses de permanencia en la ciudad, ya se había puesto en relación con alguno de los

principales miembros de la Corte jerifiana y aspiraba a sustituir al doctor Verdon en el servicio al

Sultán. Sus mejores clientes eran miembros del Majzén, todos ellos opuestos a la extensión de la

influencia inglesa. Dotado de cierta perspicacia e inteligencia, Cerdeira demostró ser un meticuloso

observador que bien pronto comenzó a enviar sus impresiones a Tánger. Al Sultán lo presenta

como excesivamente proclive a las influencias extranjeras, hasta el punto de ser un esclavo de ellas;

de carácter infantil, perdiendo el tiempo jugando al billar, paseando en bicicleta, torpe en el

gobierno , pero a la vez culto y delicado y con cierto talento, pues equilibra las influencias en la

Corte. Al Mennebhi lo ve como hombre reformista y probritánico, pero poco inteligente,

compañero de juegos del Sultán, despilfrarrador, con pocos apoyos en el Majzén; a Al- Hach Tazi,

Ministro de Hacienda como un simple satélite de El Mennebhi, corrupto y no sabiendo rehacer el

agotado Tesoro del Imperio y por último, al Ministro de Asuntos Exteriores, Ben Sliman lo

1181
considera cabeza del grupo tradicionalista, barrera de toda injerencia extranjera en Marruecos, un

hombre elocuente y de talento. En el gobierno marroquí no existe pues unidad de miras ni una

cabeza rectora estratega y enérgica. Cerdeira lo describe “cabeza de un carcomido edificio“(el

Imperio), donde los ingleses dominan por completo el ánimo del joven Sultán, cuyo propósito es

modernizar al estilo egipcio al país. A los alemanes los ve colaborando con los británicos; a la

influencia francesa la percibe en decadencia.

“Las tendencias modernistas del monarca encuentran oposición (…) en la totalidad


de su pueblo. (...) (En la población marroquí) “existe una unidad perfecta que sostiene en
amigable consorcio la costumbre , la instrucción y el fanatismo religioso, el odio al ‘
Serani’ – cristiano- ó al ‘rumi’ ( extranjero)“ (…) “es como cosa innata y como elemento
psicológico indestructible de su evolución mental“. (…) Al apartarse Abd al- Aziz del
cariño de su pueblo, “la aparición de un pretendiente al trono con la bandera del profeta
(se refiere a la sublevación del Rogui) atrae todas las miradas y alienta las dormidas
esperanzas.“1962

En su primera carta a Cólogan Cerdeira daba cuenta de la intensidad con que Abd al- Aziz

iba a proceder a llevar a cabo todas las reformas políticas, administrativas y fiscales pues había

convocado en la Corte a un grupo considerable de caídes y gobernadores. El objeto de esta

convocatoria era abordar la plasmación de la dinámica reformista emprendida. La tensión social


1963
empezó a manifestarse en el alto Atlas, en el camino del Tafilalt, al sur de Fez, con una

insurrección de los bereberes Ait-Yussi. 1964

En una segunda carta, fechada el 16 de Agosto, Cerdeira daba por hecho asimismo que una

fuerte expedición militar encabezada por Muley Mohammed El-Amrani, el militar más prestigioso

del Imperio, iba a salir con dirección al Rif, con el fin de cobrar los tributos atrasados de algunas

tribus, imponer la autoridad del Sultán en el territorio y evitar el contrabando de armas y

1962
Carta particular del Doctor A. Cerdeira a Bernardo de Cólogan. 5 de Agosto de 1902. A.G.A. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 299 / Ex. 1.
1963
C. R. Pennell cita como primer síntoma de tensión que los Aid Nadhir se rebelaron contra el levantamiento del
nuevo telégrafo y echaron abajo los postes. Posteriormente las tribus “jaysh“ se sublevaron contra el pago del nuevo
impuesto, el “ tertib”. Véase C.R. Pennell: Moroco since …op. cit., pág. 125.
1964
Carta particular del Doctor A. Cerdeira a Bernardo de Cólogan. 5 de Agosto de 1902, documento ya citado.

1182
municiones. De esa manera, la reafirmación de la autoridad del Majzén sobre el Rif iba a introducir

nuevos parámetros en las relaciones de este territorio con España, y de hecho la penetración
1965
pacífica española tendría que discurrir por nuevas vías. Un potente ejército recorrería toda la

costa mediterránea del Imperio, hasta las Chafarinas. 1966

Al igual que su padre Mawlay Hassan, el cual había llevado a cabo sendas expediciones para

asegurar la presencia del Majzén en los territorios del Sus y Draa en 1882 y 1888, en un contexto

histórico en el que estas regiones estaban amenazadas por las injerencias imperialistas, la necesidad

imperativa de proteger el extremo norte del Imperio llevaba desde 1898 a Abd al- Aziz a reforzar la

defensa de la zona.

De hecho los rumores sobre la conducta del Sultán, distorsionados y unidos al miedo a una

intervención extranjera a gran escala que acabaría con la independencia de Marruecos, fueron los

que indudablemente crearon el malestar y la oposición a la política reformista del Sultán por parte

de las tribus situadas en torno a Fez y condujeron a un colapso de la seguridad rural. Mucho más

determinante en la pérdida del apoyo de las tribus fueron la tentativa del Sultán de aplicar el nuevo

impuesto –tertib-, y los comienzos del tendido de una línea telegráfica entre Meknés y Fez como

preludio a una línea férrea que uniría la corte imperial con la costa. Ello incitó a los Ait Nadhir y a

los Guerruan, tribus nómadas bereberes, cuyo territorio se veía atravesado por el telégrafo, a

levantarse en armas a lo largo del camino de Fez a Meknés. Varios zocos (= mercados) rurales en

aquel distrito fueron saqueados y la misma Meknés fue asaltada por las tribus en los disturbios

subsiguientes. Los intentos de aplicación de las nuevas tasas fiscales y de las reformas finalmente

indujeron a las tribus al norte de Fez a establecer una alianza entre ellas y a resistir las pretensiones

del Majzén. Incluso más significativa fue la oposición de los chorfa de Wazzan, cuya influencia

política y religiosa en la estratégica región de Yebala y en el norte de Marruecos en general

rivalizaba con la propia del Sultán. Por abolir sus tradicionales exenciones fiscales, el tertib suscitó

1965
Carta particular del doctor A. Cerdeira a Bernardo de Cólogan. 16 de Agosto de 1902. . A.G.A. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 299 / Ex. 1.
1966
Carta particular del doctor A. Cerdeira a Bernardo de Cólogan. 20 de Agosto de 1902. . A.G.A. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 299 / Ex. 1.

1183
entre ellos un gran rechazo. Además los chorfa de Wazzan eran protegidos franceses y el tema de

la reforma fiscal pasó a tener complicadas repercusiones internacionales. Los franceses retrasaron

la aprobación del tertib hasta que la nueva situación fiscal de sus protegidos quedara clarificada.

Largas y complicadas negociaciones tuvieron que iniciarse entre el Majzén y los chorfa de Wazzan,

moderadas por Walter B. Harris, el influyente periodista británico consejero del Sultán, hasta que

ambas partes llegaron finalmente a un acuerdo. En virtud del mismo, el Majzén entregaría a la casa

de Wazzan un regalo anual equivalente a la tasa de impuestos que recibiera de los chorfa.

Las reformas quedaron destrozadas en el norte antes incluso de que fueran aplicadas. Una

tensa atmósfera política se fue generando en la región vecina a Fez, hasta que un incidente (el

asunto Cooper) puso en peligro al trono. A causa de ello, Bernardo Cólogan, el nuevo Ministro

Plenipotenciario de España en Tánger tras la marcha de Ojeda, iba a tener que afrontar situaciones

muy complejas. En septiembre de 1902 comenzaron a llegar a la capital diplomática marroquí

noticias inquietantes en torno a la insurrección generalizada de diversas cabilas en las proximidades

de Meknés, por su negativa a pagar en el zoco de la ciudad, los nuevos tributos fijados por el

gobierno.1967 Rumores posteriores apuntaban a una extensión de la rebelión que llegaba hasta las

tribus de las cercanías de Fez.1968

La guarnición de Meknés, informaba Cerdeira el 2 de Septiembre estaba en condiciones de

dominar la situación. Aunque la intranquilidad del país continuaba y los preparativos militares del

gobierno adquirían una gran actividad, al parecer la insurrección había quedado circunscrita a un

área concreta. En la ciudad estaba preso Mawlay Mohammed, el hermano mayor del Sultán y firme

candidato en el pasado a suceder a Mawlay Hassan I. La expedición imperial al Rif quedaría

descartada y el gobierno consideró más oportuno enviar las fuerzas destinadas al norte con rumbo a

Meknés, para pacificar al movimiento rebelde. Éste claramente tenía una impronta antiextranjera y

antimodernizadora: no solamente los sediciosos se oponían al nuevo impuesto; es que deseaban

1967
Carta particular del doctor A. Cerdeira a Bernardo de Cólogan. 29 de Agosto de 1902. A.G.A. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 299 / Ex. 1.
1968
Carta particular sin numerar de Bernardo de Cólogan dirigida al Duque de Almodóvar. 7 de Septiembre de 1.902.
A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-1263.

1184
evitar que los europeos construyeran caminos, carreteras y vías férreas por sus dominios. Pocos

días después, se supo que en Sefrú, población próxima a Fez también había problemas. Esta

noticia sin embargo se vio compensada en parte por la certeza de que el movimiento de los Ait-

Yussi que se habían sublevado en el camino al Tafilalt, había sido ya contenido.1969

La impresión de la diplomacia española era que la situación del Imperio estaba a punto de

estallar, y que el Estado marroquí se descomponía por momentos. Se pensaba que cualquier

trastorno grave, cualquier recrudecimiento de la siba, podía poner en jaque la precaria estabilidad

política del país, planteando graves repercusiones internacionales.1970 En estas circunstancias, iba a

ser vital para el Ministerio de Estado la información suministrada por los agentes secretos

españoles radicados en Fez, donde se acababa de instalar el Sultán. En este sentido, el doctor

Cerdeira no perdía el tiempo. El 18 de septiembre visitaba a Sidi Abdelkrim Ben Sliman, Ministro

de Asuntos Exteriores, deseando dar la impresión de una desinteresada amistad hacia los

marroquíes, y de querer siempre “compaginar los intereses de España y Marruecos“. Con ello

Cerdeira buscaba explotar el hecho de que Ben Sliman era un defensor de las tradiciones y

costumbres de su pueblo (“Ben Sliman ve en Europa la mano de acero que más ó menos tarde

destruirá la religión y la independencia de su Imperio “1971). Sin embargo era evidente que no le

movía un interés altruista. Lisa y llanamente el agente buscaba suplantar la influencia que otros

países ejercían sobre la corte sultaniana por la de España.

Tanto Cerdeira como Cólogan entendían que no era conveniente un Marruecos modernizado,

europeizado al estilo de Japón, pues ello sería una amenaza para España y sus tendencias

expansionistas en el Imperio jerifiano. La táctica española como la de tantas otras potencias en la

historia colonial de África se debía resumir en el lema: “divide y vencerás“; dividir a los

marroquíes entre favorables a las reformas del Sultán y opositores a las mismas, con la finalidad de

1969
Bernardo de Cólogan al Duque de Almodóvar. 8 de Septiembre de 1.902. Despacho no.150. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.
1970
Bernardo de Cólogan a Almodóvar. 8 de Septiembre de 1.902. Despacho no. 150. A.G.A. África. Sección
Histórica. Caja 163 / Ex. No. 2.
1971
Carta del agente confidencial Dr. A. Cerdeira dirigida a Bernardo de Cólogan. 18 de Septiembre de 1902.
A. G. A. África. Sección Histórica. (Marruecos). Caja 299 / Ex. 1.

1185
frustrar estas iniciativas de modernización. Cerdeira entendía que Marruecos era un fruto maduro

que no tardaría en caer en manos españolas si se consolidaba el control monetario sobre el

Sultanato1972 y si reconstituida la Marina española, ésta pudiera actuar sobre las costas del país.

Cólogan, por su parte, insistió constantemente al gabinete liberal a fin de que no se permitiera la

desaparición del Imperio marroquí. Cabía revitalizarlo, y aún dotarlo de cierto grado de resistencia

a las injerencias europeas, pero no tanto que su desarrollo condujera a una plena modernización,

con la cual Marruecos se transformaría en algo así como una potencia regional en el Mediterráneo

Occidental. Un Marruecos fuerte yugularía los deseos intervencionistas hispanos en África al

introducir en el Estrecho de Gibraltar un poderoso vecino. Cólogan consideraba necesario auspiciar

ciertas reformas administrativas, una mayor liberalización comercial y un desarrollo de las

comunicaciones que permitiera una mayor fluidez en el tráfico comercial, lo que indudablemente

beneficiaría a España. Ahora bien, si Abd al- Aziz se decidía a realizar grandes concesiones para la

construcción de vías férreas o permitía el establecimiento en Marruecos de compañías mineras

extranjeras, los capitalistas españoles no iban a contar con suficientes capitales o con suficiente

1972
Cerdeira entendía que la difusión de la moneda española era un arma poderosa que en cuestión de defensa de los
intereses nacionales podía presentar España en el caso de una intervención europea en el Sultanato. El sistema
monetario marroquí, de momento, entendía el agente español que seguía perteneciendo a España, o por lo menos, bajo
ese aspecto, el Imperio estaba en el área de influencia hispana. Veinte años antes la moneda de plata hispana dominaba
casi en régimen exclusivo el Imperio; pero en el reinado de Mawlay Hassan I y como consecuencia de la
preponderancia francesa en la Corte, obtenida a través del astuto e inteligente Doctor Linares, se procedió a acuñar
moneda del país en Francia; allí se acuñaron veinte millones de piezas llamadas “hassanis“. Con todo, la moneda
española siguió circulando y siendo muy apreciada en Marruecos hasta que los desastres del 98 la hicieron tambalearse
y perder posiciones y dieron pie a nuevas acuñaciones de moneda del país en París y Berlín; de esa manera la moneda
española apenas supuso el 60 % de la plata en circulación en Marruecos en 1900. A la muerte del Gran Visir Bu
Ahmed, el Sultán procedió a la compra de grandes cantidades de oro pagando fuertes comisiones de Cambio (Cerdeira
calculaba que en dos/tres años Abd al- Aziz compró con plata española alrededor de 25.000.000 de francos). Los
franceses trabajaban además por anular la presencia de la moneda española en el Imperio, aconsejando al Sultán que
no fuera admitida para pagar los derechos de aduanas ni las contribuciones; sin embargo Ojeda en los cuatro últimos
meses de estancia en Tánger maniobró con contundencia enviando al Majzén una nota en la que explicitaba que
cuando Marruecos no dispusiera de moneda española, España no lo podría defender de las ambiciones de otras
potencias. La nota de Ojeda fue seguida de cartas de las Legaciones de Alemania, de Inglaterra y de Italia aconsejando
a Abd al – Aziz que siguiera las sugerencias españolas. El gobierno jerifiano resolvió en ese sentido declarando que la
moneda española seguiría siendo oficialmente admitida en todos los cobros y pagos. El gobierno español por otro lado
resolvió sustituir la moneda de plata isabelina en circulación por las nuevas pesetas a lo largo de un plazo de seis meses
y el Majzén reforzó esas medidas contribuyendo a que aumentara el valor de la moneda española, cambiando su oro por
plata española y utilizándola para el pago de sus obligaciones. La idea de Cólogan era crear un “protectorado
monetario“ de España en Marruecos, con la idea de que aun sin contar con grandes medios militares podía ejercer
España una gran influencia sobre el Imperio sultaniano.

1186
dinamismo para financiar tales obras o para poner en marcha la configuración de un tejido

industrial poderoso. De todas maneras Cólogan veía impracticables las reformas a gran escala:

“El fanatismo é incoherente manera de ser feudal y anárquica de este pueblo no ha


de permitir demasiado impulso “. 1973

En otro orden de cosas el doctor Cerdeira remitió una carta tranquilizadora el 9 de

Septiembre al Ministerio de Estado resaltando como, a pesar de que la intranquilidad reinaba en

todo el país, el Majzén estaba llevando a cabo una rápida actuación en materia militar para

dominarla. La insurrección del distrito de Meknés no se extendía. Además desde Fez y desde el

norte del país se encaminaban hacia el territorio refuerzos.

12.30. Se refuerza la penetración francesa en Marruecos: las negociaciones de un empréstito.

En la ciudad imperial se llegó a hablar también de un hipotético despliegue de un cuerpo de

ejército, a realizar en el mes de Diciembre contra los Zemmurs. Para ello, el Sultán necesitaba

reunir tropas y dinero; por esto se iba a trasladar a Rabat donde recibiría la ayuda de los diferentes

caídes y gobernadores del Imperio. La acción del Majzén pasaba de momento por seguir apelando a

la ayuda inglesa y en el interior del país por consolidar la autoridad jerifiana sometiendo a las tribus

alzadas. Había que pacificar el país para poner en marcha una serie de grandes obras públicas,1974

entre las cuales habría que destacar la construcción de los ferrocarriles (con capital británico1975).

Esta medida promovida personalmente por Abd al- Aziz no contaba con las simpatías de una serie

de visires, ni con la de los delegados del Majzén en Tánger, M. Torres y Ghannam, aunque no se

opusieron frontalmente a ella. Por otra parte los comerciantes de Fez la aceptaban. Otros

discrepantes eran los ulemas.

1973
Bernardo de Cólogan a Almodóvar. Despacho no. 239. 2 de Diciembre de 1902. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 163 / Ex. 2.
1974
Telegramas de Saint-René Taillandier a Delcassé. 17 de Octubre. D.D.F. 2ª serie. Tomo II. Pp. 546-547.
1975
Telegrama de Saint-René Taillandier a Delcassé. 23 de Octubre de 1902. D.D.F. 2ª serie. Tomo II. Pp. 556-557

1187
Por su parte, las presiones francesas sobre el gobierno marroquí se saldaron con éxito y se

había invitado al delegado galo Fabarez a negociar con urgencia con el Majzén las condiciones

previas a la concesión de un préstamo de la Banca francesa. Las negociaciones transcurrieron a lo

largo del otoño entre el Majzén y los enviados de la casa Gautsch, manejándose en un principio la

cifra de siete millones y medio de francos.1976 El proceso fue bastante rápido: el interés del crédito

quedó fijado en un seis por ciento y la amortización del préstamo debía empezar al segundo año de

ser efectuado. Las necesidades de numerario por parte del Majzén eran urgentes, y por ello el

Ministro de Hacienda del gobierno marroquí se esforzó en concluir con celeridad el trato.1977 Para

la diplomacia francesa sin embargo no bastaba con este préstamo. La operación debía convertirse

en el precedente de otros de idéntica naturaleza. Había que evitar que tales operaciones se

realizasen con otras casas financieras europeas;1978 es decir había que evitar el precedente de

Egipto, que favoreció la intervención militar inglesa. Había que asegurar a la casa Gautsch una

cláusula en el contrato de concesión del préstamo reservándole en el porvenir el derecho de

preferencia para toda operación similar. Delcassé gestionó que importantes bancos franceses

agruparan fondos para el préstamo.1979 Todos los medios debían supeditarse al fin deseado: que

Marruecos se endeudara financieramente sólo con Francia.1980 La operación fue un triunfo

completo: el senador Gouin, presidente de la Banque de Paris et des Pays-Bas consiguió conjugar

el interés de su banco con el de un grupo formado por varios establecimientos de crédito. Se trató

de las siguientes entidades: el Comptoir National d´Escompte, la Société Genérale, la Société

Marseillaise, la Banque française pour le Comerse et l´Industrie, la Banque Impériale ottomane, le

1976
Telegrama de Saint-René Taillandier a Delcassé. 26 de Octubre de 1.902. D.D.F., t. II, pp. 567-568.
1977
Saint-René Taillandier a Delcassé. 24 de Octubre de 1902. Documents Diplomatiques. Affaires du Maroc. 1901-
1905. pág. 48.
1978
El propio gobierno italiano estaba dispuesto a favorecer la causa francesa suprimiendo su fábrica de armas en
Marruecos. Los intereses mediterráneos de Italia que le habían llevado a crear este establecimiento ahora eran otros: se
dirigían a Tripolitania y su utilidad ya no estaba justificada, máxime cuando se había llegado a un acuerdo con
Francia.Barrere, Embajador de Francia en Roma a Delcassé. Despacho no. 212. 9 de Noviembre de 1902. D.D.F. 2ª
serie. Tomo II. Pág. 590.
1979
Telegrama de Delcassé a Saint-René Taillandier. 30 de Octubre de 1902. D.D.F. 2ª serie. Tomo II. Pág. 572.
1980
Telegrama de Delcassé a Saint-René Taillandier. 17 de Noviembre de 1902. D.D.F. 2ª serie. Tomo II, pág. 610.

1188
Crédit Industriel et Comercial, el Crédit Algérien, la Banque J. Allard et Cie y la Banque d´Indo-

Chine.1981

12.31. Embajada marroquí a Inglaterra. Esfuerzos del Sultán en detener la presión francesa.

Una carta de Cerdeira a Cólogan, fechada el 23 de septiembre informaba de los combates en

torno a Meknés. Cerdeira se reafirmaba en sus impresiones de que pronto partiría una expedición

imperial al Rif. Sin embargo era otro motivo de preocupación el que llevaba al agente español a

comunicarse con la Legación: el temor de que la sublevación de Meknés llegara a estar encabezada

por Mawlay Mohammed, el hermano mayor del Sultán, al que éste mantenía encerrado en aquella

ciudad, pues tenía muchos partidarios en el Sultanato y concitaba grandes entusiasmos al ser

considerado el heredero genuino de la antigua política antiimperialista de su padre Mawlay Hassan.

El Majzén al principio no había dado importancia a unos acontecimientos que empezaban a ser casi

rutinarios en la región norte del Imperio, pero pronto la rebelión empezó a tomar proporciones

insospechadas. Cerdeira resaltaba el hecho de que el movimiento tenía un carácter claramente

nacionalista: era una respuesta popular al acoso de Marruecos por parte de las potencias europeas.

En esa particular coyuntura, Cerdeira tenía claro que si la insurrección era dirigida por el propio

Mawlay Mohammed, si éste se fugase de la prisión, cabía la posibilidad de que contando el

príncipe con muchos partidarios en Fez, la sublevación acabara con el reinado de Abd al- Aziz.

De manera inesperada el instructor británico de las tropas imperiales, el caíd Mac Lean el

14 de septiembre marchaba a Tánger,1982 embarcándose en un paquebote alemán hacia

1981
Carta de Delcassé a Mr. Gouin, senador, Presidente de la Banque de Paris er des Pays- Bas. 28 de Noviembre de
1902. D.D.F. 2ª serie. Tomo II. Pág. 632
1982
Según sir Arthur Nicolson había sido la idea de la liquidación de la independencia de Marruecos sugerida por Paul
Cambon a Lansdowne lo que motivó que el Sultán decidiera emprender una acción decisiva. Portador de una carta
personal de Abd al- Aziz para el soberano británico, MacLean se dirigió a Balmoral a entrevistarse con Eduardo VII.
En el texto, el Sultán solicitaba la garantía británica de la integridad de Marruecos; falto de esa garantía, el gobierno
jerifiano recurrió a Alemania. El Foreign Office intentó calmar al gobierno marroquí indicando que no se había llegado
a acuerdo alguno sobre el fin de la independencia marroquí entre Inglaterra y Francia.

1189
Inglaterra.1983 Pero aquí no concluían los sospechosos movimientos protagonizados por los

británicos en el Sultanato. Poco después, el consulado español en Rabat notificaba la salida con

destino a Londres de un vapor británico, el Zwina, con dos millones y medio de pesetas en oro.

Ciertas confidencias recalcaban el hecho de que el vapor estaba recogiendo el dinero almacenado

en las aduanas costeras atlánticas con el fin de ser empleado en el Reino Unido en la compra de

armamento y otros artículos industriales británicos.1984

Por otra parte, Mohammed Torres y Ben Nassar el Ghannam, Delegados del Sultán en

Tánger eran llamados con urgencia a Fez. Los servicios diplomáticos españoles entendieron que el

Majzén requería de su consejo en las negociaciones planteadas con el gobierno francés, las cuales

desarrollaban el acuerdo firmado en París en 1901 respecto a la delimitación de la frontera argelino-

marroquí y la hipotética creación de aduanas en la misma. Saint-René Taillandier provisto de

información más privilegiada, y más cualificada que la obtenida por los servicios españoles, pudo

averiguar que el Sultán trataba de poner en marcha algunas iniciativas reformistas, sugeridas por el

británico Walter Harris. El Majzén estaba a punto de tomar una decisión crucial en el debate sobre

la construcción de una serie de vías férreas en el Sultanato, que se debían iniciar con un trazado

experimental entre Fez y Marrakesh.1985 En cuanto a Torres había sido llamado por el Sultán para

debatir acerca de las dificultades que el cuerpo diplomático presentaba al proyecto de impuestos del

Majzén.

El corresponsal del Times, Walter Harris, trasladado de Londres a Fez en los primeros días

de septiembre había traído consigo a la Corte imperial la noticia de que Francia había entablado

unas conversaciones con Inglaterra relativas al porvenir de Marruecos. Al socaire de la fuerte

impresión producida en el Sultán por esta noticia, unida al conocimiento de un ataque de los

rebeldes cabileños sobre Meknés, Walter Harris había podido influir en el ánimo del atribulado

1983
Las informaciones del doctor Zumbiehl, agregado a la Misión militar francesa en Marruecos lo presentaban como
el agente oficioso más activo del Gobierno británico en Fez.
1984
Bernardo de Cólogan al Duque de Almodóvar. 10 de Octubre de 1.902. Despacho no. 172. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.
1985
Telegrama de Saint-René Taillandier a Delcassé. 23 de Octubre de 1.902. D.D.F., t. II, pp. 556-557.

1190
Emperador. El fin de Marruecos se acercaba inexorablemente, pensó Abd al- Aziz. Harris sugirió

entonces al Sultán todo un plan de acción en materia diplomática que pasaba por el envío

precipitado a Balmoral del caíd Mac Lean como portador de una serie de cartas personales para el

Rey de Inglaterra. Saint-René- Taillandier señaló a Delcassé en una comunicación telegráfica que

conocía sólo parcialmente las partes del plan, pero que éste estaba compuesto por dos ideas

centrales:

1) En el exterior de Marruecos, por la solicitud del Majzén de una ayuda formal del gobierno

británico.

2) En el interior del país por la idea de consolidar la autoridad jerifiana acabando con el

bandolerismo rural y con la "siba" en las tribus que se habían declarado recientemente en rebeldía.

Ello permitiría comenzar la construcción de una serie de infraestructuras y grandes obras públicas

con la ayuda de capitales ingleses.1986

Sir Arthur Nicolson coincidió asimismo en señalar cómo el motivo del precipitado viaje de

Mac Lean a la Corte de Saint- James se debió a la idea de "liquidación" del Sultanato sugerida

durante el verano por Paul Cambon a Lansdowne y que éste se había encargado de difundir en el

Foreign Office. Mac Lean era portador de una carta personal del Sultán dirigida al rey Eduardo

VII, al que visitó en Balmoral. En la carta se solicitaba la garantía británica a la integridad de

Marruecos; falto de esta garantía, le quedaba a Abd al- Aziz una nueva baza, Alemania, a la que el

gobierno jerifiano recurriría. El Foreign Office respondería negando que existiese acuerdo con

Francia que estableciese el fin de la independencia de Marruecos e indicando que Alemania podría

colaborar en la supervivencia del Imperio jerifiano, sumando un préstamo al que los Bancos

británicos iban a conceder al Sultán. Mac Lean insistió buscando una respuesta más precisa que, al

parecer no le fue dada.1987 La estancia en las islas británicas de MacLean fue vigilada con atención

por los servicios de inteligencia del Ejército francés, por si se traducía en la conformación de una

alianza formal entre Inglaterra y Marruecos. Finalmente esa posibilidad quedó descartada, más aún
1986
Telegramas de Saint-René Taillandier a Delcassé. 17 de Octubre de 1.902. D.D.F., t. II, pp. 546-547.
1987
Paul Cambon a Delcassé. Despacho no. 223. 4 de Octubre de 1.902. D.D.F., t. II., pp. 514-515.

1191
teniendo en cuenta que en la corte jerifiana existía un partido muy potente posicionado contra Mac

Lean y las reformas; un informe confidencial fue remitido, en este sentido, al Quai d´Orsay el 29 de

octubre resaltando cómo el gabinete británico se había comprometido sólo a ayudar al Majzén en

un programa de reformas.1988 Lord Lansdowne había insistido a Mac Lean en la necesidad de no

provocar un enfrentamiento frontal con Francia, no dando motivo para que se llevaran a cabo

nuevas incursiones militares galas en el interior del Sultanato. Mac Lean, renunciando a sus

primitivas intenciones, habría buscado a partir de entonces:

a) Gestionar el establecimiento permanente de una Legación marroquí en Londres;

b) La búsqueda de voluntarios entre los oficiales ingleses para instruir a las tropas marroquíes

(y la compra de armas y municiones).

c) La búsqueda de un préstamo en la City londinense con destino al Majzén. Esta cantidad

debía financiar la construcción de una vía férrea entre Fez y Marrakesh. Al parecer, los grupos

financieros británicos rehusaban realizar préstamos en régimen de exclusividad a Marruecos,

mientras éstos no estuvieran garantizados por los ingresos de la aduana de Tánger o por los

recursos del Majzén.1989 Al parecer ya en 1901 el Gobierno marroquí había reclamado el apoyo

oficial del gobierno británico con vistas a obtener un préstamo, sin conseguir un resultado

inmediato. Ahora Mac Lean había regresado a Londres con el mensaje de que las reformas

administrativas sugeridas por los británicos habían sido adoptadas, sin embargo el plan de

reorganización financiera del país estaba siendo torpedeado por la oposición conjunta franco-rusa,

no quedándole al Sultán otro modo de obtener recursos que la solicitud de un préstamo. Lansdowne

se mostró opuesto a un único empréstito realizado por Gran Bretaña, abogando por uno tripartito

franco-británico-alemán.1990

1988
Los servicios de información galos señalaron a París que grandes tribus de Marruecos, sobre todo las del sudoeste
no podían contemplar con simpatía una entente anglo-marroquí pues temían una absorción total de Marruecos por parte
de la Gran Bretaña, bajo el pretexto de llevar la civilización al Sultanato.
1989
Note communiquée par la section de renseignements de l´État- Major de l´Armée. Confidencial. 7 de Octubre de
1.902. D.D.F., vol II, pp. 522-524.
1990
Paul Cambon a Delcassé. Despacho no. 247. 23 de Octubre de 1.902. D.D.F., t. II , pp. 559-561.

1192
12.32. Se modifica la política británica hacia Marruecos.

Lord Lansdowne envió al caíd Mac Lean un memorándum el 24 de octubre, señalando en

primer lugar que Francia había dado seguridades explícitas al gobierno británico afirmando que no

estaba considerando el reparto de Marruecos; tampoco deseaban los franceses amenazar la

integridad del Imperio jerifiano. El titular del Foreign office aconsejó al Majzén que evitara el dar

pretextos a una intervención expeditiva gala. Era un modo de sugerir al Sultán que ratificase

rápidamente los acuerdos comerciales pendientes con Francia en torno a la frontera argelo-

marroquí. En segundo lugar, recalcaba que la independencia marroquí era una cuestión que no

interesaba sólo a Gran Bretaña y Alemania sino al conjunto de potencias europeas. El empréstito

debía ser ofrecido por el Majzén a Francia, a Gran Bretaña y al II Reich y las concesiones de vías

férreas debían repartirse también entre empresas de los tres países.1991

La política británica con respecto a Marruecos iba a sufrir un cambio radical a partir de los

meses finales de 1902. Si entre la primavera de 1900 y los primeros meses de 1902, pareció

probable que el Sultanato se inscribiese dentro de la órbita británica, dentro de lo que se ha

calificado como 'colonialismo informal’, estableciéndose en el Imperio jerifiano una clara

hegemonía inglesa no oficial pero efectiva, alentada por sir Arthur Nicolson, ahora esta posibilidad

se iba a frustrar. D.K. Fieldhouse ha señalado acertadamente como el Ministerio británico de

Asuntos Exteriores quedó impresionado por las demostraciones de la decisión francesa de

consolidar su dominio en Marruecos, para lo cual la República no dudó en solicitar el apoyo naval

de la flota zarista. A la vez, Lord Lansdowne se encontraba particularmente preocupado en ese

momento por no empujar a Francia a prestar a Rusia un apoyo efectivo en Manchuria. Por ello, el

Foreign Office se negó a dar garantías expresas al Sultán de apoyar la integridad territorial

marroquí; y a partir de 1902, aconsejó a Nicolson que no firmase contratos de empréstitos al

Majzén o de construcción de ferrocarriles a menos que esto se hiciera en conjunción con Francia.

1991
British Documents. Tomo II, no. 328, pág. 272.

1193
Inglaterra no quería asumir la responsabilidad de abrir la cuestión marroquí, al efectuar un préstamo

unilateral.1992 Sir Arthur Nicolson acabó por distanciarse de Mac Lean, tras la constitución en la

corte jerifiana de un partido contra el caíd. Paul Cambon acabaría por aconsejar a Delcassé el 23 de

octubre, ante los cada vez más evidentes deseos de Gran Bretaña de evitar una confrontación en

Marruecos con los intereses franceses, aprovechar la coyuntura, utilizando al publicista británico

Arnold White para desarrollar una intensa ofensiva en la Corte marroquí con objeto de desacreditar

al caíd Mac Lean (al que calificaba como el más peligroso de los agentes que buscaban la extensión

de la hegemonía inglesa en el Imperio jerifiano) y a Al- Mennebhi y conseguir que éstos perdieran

el favor del Sultán. Cambon argumentaba que los apoyos de Mac Lean entre el Majzén habían sido

obtenidos a base de sobornos. Había comprado a Al- Mennebhi y a una parte de la corte jerifiana

con las comisiones que él obtenía de la compra por el gobierno marroquí de armamento y

suministros de guerra. Había contribuido a la ruina del Tesoro marroquí y la corrupción se había

enseñoreado de sus negocios. Los pedidos de material de guerra no llegaban a sus destinatarios.

Francia no podía permitir que gestionara la obtención de un préstamo en la City londinense.1993

Algunos sectores de la prensa europea empezaban a mostrar una honda preocupación por

los acontecimientos internos que se desarrollaban en Marruecos. Algunos editoriales especulaban

con un sinfín de suposiciones y comentarios sobre la crisis política causada por la efervescencia que

vivía el país y que amenazaba la independencia de Marruecos. Así se señalaba que MacLean acudía

a Londres a negociar un empréstito para el Sultán de la banca británica que permitiera a Abd al-

Aziz emprender ciertas operaciones militares; otras especulaciones se referían a que este viaje de

Mac Lean se trataba de una ausencia voluntaria de Marruecos para calmar la actitud xenófoba de

las cabilas, e incluso de una gran parte de la población urbana del país que protestaba contra las

injerencias extranjeras en la Corte. El 2 de diciembre el corresponsal de El Liberal en Tánger

remitió a la redacción de su periódico un telegrama sobre supuestas negociaciones secretas entre

Inglaterra y Marruecos para obtener la primera el islote de Perejil (sir Arthur Nicolson lo desmintió
1992
Fieldhouse, D.K.: Economía e Imperio... op.cit., pág. 340.
1993
Paul Cambon a Delcassé. Despacho no. 247. 23 de Octubre de 1.902. D.D.F., t. II, pp. 559-561.

1194
rotundamente) y sobre supuestos altercados en Fez entre Mohammed Torres y al- Mennebhi,

acusando el primero a este último de entregar el Imperio a Inglaterra.

En ese contexto el gabinete Sagasta juzgó oportuno reactivar la presencia de unidades

navales españolas en las costas del Imperio. Era el retorno a la política de cañoneras, abandonada

en la segunda mitad de la década de los 90. Pero también hay que entender esta operación naval

como necesaria desde el punto de vista de Madrid en tanto en cuanto se justificaba el envío en un

momento en que aumentaban las tensiones en Marruecos y era factible la descomposición del país.

La presencia de buques españoles se iba a intensificar en las costas del Sultanato a partir del verano

de 1902, algo que será más patente cuando comience la rebelión del Rogui. Esta situación en cierta

medida culminó cuando los diarios españoles montaron un gran escándalo a comienzos del año

siguiente, dando pie a que el gobierno de Madrid enviase en marzo de 1903 un barco a las costas de

Martil (Río Martín) con el pretexto de evacuar a los europeos de una Tetuán supuestamente a

punto de ser tomada al asalto por los cabileños. Pero en todo caso España no tenía cobertura o

capacidad suficiente para grandes empresas colonialistas. Por ese motivo una flotilla, integrada por

el Infanta Isabel y tres modernos torpederos, el Ariete, el Rayo y el Azor, abandonó las aguas de

Canarias en un crucero con el fin de reforzar el prestigio español en el Sultanato. El 10 de

septiembre arribada a las aguas de Sawira (Mogador) la flotilla debía partir rumbo a Cádiz. A su

regreso a España, los buques ejercieron tareas de vigilancia, navegando lo más cerca posible de la

costa marroquí, aproximándose a Cabo Espartel. Fue una operación planificada irracionalmente,

que el propio Bernardo de Cólogan admitió que obedeció a “circunstancias imprevistas“.1994 Sin

embargo causó honda impresión entre los habitantes de la ciudad de Mogador. La operación vino a

coincidir con un empeoramiento meteorológico, y el mal estado de la mar convirtió la singladura en

una serie de penalidades, demoras y accidentes para los cuatro buques que no estaban preparados

1994
Bernardo de Cólogan a Almodóvar. Despacho no. 159. 18 de Septiembre de 1902. A. G. A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 18 / Ex. 1 y 2.

1195
ni para una mar gruesa, especialmente los tres torpederos por ser demasiado pequeños, ni para

desempeñar con eficacia las tareas de 'policía colonial'.1995

El Ejecutivo español tenía que encarar el problema suscitado por el aumento de la tensión en

la cuestión marroquí, con las mismas carencias y debilidades militares puestas de manifiesto a

finales de la década de los noventa. Eso en un momento en que el Estado, desde el punto de vista

de su posición internacional había perdido su pasado prestigio y habida cuenta que no disponía de

un potencial militar disuasorio respetable, debía utilizar las escasas cartas que le quedaban en la

baraja; esto es el uso de una tecnología bélica inapropiada. Resultaba ello más evidente cuando en

las mismas fechas los británicos remitieron con una celeridad insospechada un navío de guerra a

Tetuán. Otros tres cruceros de la escuadra de la Mancha fueron enviados desde Gibraltar al

Mediterráneo Occidental en misión secreta. Si la noticia de que se habían producido unos

desórdenes en Tetuán trascendió al conocimiento de la opinión pública el día 12 de septiembre, al

siguiente la división naval inglesa se movilizaba en las costas marroquíes. Tales movimientos

suscitaron la inquietud de Almodóvar que temió un desembarco de fuerzas de infantería inglesa, en

caso de agravamiento de la situación en las proximidades de la ciudad, e inmediatamente consultó

con Delcassé. La supeditación española a Francia era total. España había llevado a cabo una

operación militar, en circunstancias complicadas que resaltaban la escasa capacidad del país para

llevar a cabo una penetración en el Sultanato. Ello ponía de relieve lo evidente: si España quería

obtener alguna ventaja de Marruecos, no la podía alcanzar por sí sola, sin contar con el apoyo de

París.1996 Delcassé tomó nota y gestionó la preparación de una división naval destinada a actuar en

el Imperio jerifiano en el caso de una acción británica.1997 Con todo, cuando en la sesión del 19 de

noviembre se debatieron en la Cámara de los Comunes los incidentes en Tetuán, y el envío a

aquellas aguas de cuatro buques de guerra ingleses, Lord Cranborne no quiso comprometerse

desvelando cómo el Almirantazgo iba a asegurar una protección eficaz de los ciudadanos ingleses

1995
Bernardo de Cólogan al Duque de Almodóvar del Río. 18 de Septiembre de 1.902. Despacho no. 159. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.
1996
Telegrama de Delcassé a Paul Cambon. 14 de Noviembre de 1902.D.D.F. 2ª serie. Tomo II. pág. 603.
1997
Telegrama de Delcassé a Paul Cambon. 17 de Noviembre de 1902. D.D.F. 2ª serie. Tomo II, pág. 610.

1196
en Marruecos; es decir se evitó hablar de intervención armada. El representante de S.M.B. en

Tánger estaba en comunicación permanente con Gibraltar y bastaba una señal suya para tener una

escuadra a su disposición en caso de urgencia.

Paul Cambon se dirigió al Foreign Office y justificó los últimos incidentes habidos al

mismo tiempo en diversos puntos del Imperio en la imprudencia y en las tendencias demasiado

reformistas de Abd al- Aziz: sus fuertes vinculaciones con ciertos europeos (implícitamente se

refería a los británicos), la adopción de sus costumbres, de sus juegos, su puerilidad en suma,

mostrándose públicamente jugando al tenis, montando en automóvil y todo ello había inquietado a

los ulemas. Finalmente el crucero Du Chayla seguido de otras dos unidades zarpó de Tolon en

dirección a Tánger, remarcando con ello ante la opinión británica que Francia no estaba dispuesta a

ceder en la cuestión marroquí.1998

12.33. Movimientos de la burguesía española para contrarrestar las iniciativas económicas

francesas.

A finales de año se reactivó la actuación de algunos círculos burgueses españoles contra la

preocupante competencia comercial francesa. En enero de 1902, la patronal empresarial catalana, el

Fomento del Trabajo Nacional ya había presentado una instancia al Presidente del Consejo de

Ministros, Sagasta, solicitando un mayor impulso estatal al desarrollo del comercio español en el

Sultanato. En el texto, los burgueses catalanes subrayaban la inutilidad del mantenimiento secular

de las posesiones españolas en las costas rifeñas, si éste no era acompañado de una penetración más

incisiva y eficaz en el corazón del Imperio. El error de la política española en Marruecos estribaba

en la persistencia de las plazas fuertes como simples presidios de reclusión de los condenados, sin

convertir estas posesiones en factorías mercantiles y por lo tanto en una palanca poderosa de

infiltración comercial. Las cárceles repelían la llegada de emigrantes, jornaleros, artesanos, y por

1998
Paul Cambon a Delcassé. Despacho no. 272. 21 de Noviembre de 1902. D.D.F. 2ª serie. Tomo II, pág. 610.

1197
lo tanto de un elemento indispensable para una obra colonizadora; eran asimismo un escaparate

funesto para la imagen española en Marruecos. En particular, se criticaba lo desperdiciada que

estaba la situación de Melilla, cuyas posibilidades como puerto comercial eran excelentes, dado su

espléndido enclave geográfico.

La guerra de 1860, y la ley de 18 de mayo de 1863, que declaraba puertos francos a Melilla,

Ceuta y Chafarinas junto con una serie de disposiciones complementarias habían permitido el

acceso a Melilla de todo tipo de población, incluso extranjera, que se dedicara al comercio.

Amparados en la nueva ley de puerto franco, los hebreos llegados a Melilla hicieron que la ciudad

tuviera otra faz distinta de la casi exclusiva militar que había poseído hasta ese momento, poniendo

en marcha un mecanismo económico hasta entonces inexistente: el comercio de importación y

exportación. No obstante, la patronal catalana consideraba que las cifras de exportación desde el

Rif hacia Melilla eran muy bajas, cuando la ciudad podría convertirse en un emporio comercial, que

activase la salida de materias primas como la lana y la cera hacia la península, ya que estos

artículos tenían una importante presencia en el tráfico realizado en los puertos de la costa atlántica

marroquí o en el que tenía su destino en Argelia.

En el documento se proponía en primer lugar la supresión de los presidios africanos. En

segundo lugar, había que proceder a una selección estricta de la oficialidad de la guarnición

destacada en Melilla, enviando a la plaza sólo a aquellos militares con intereses africanistas que

buscasen captar la simpatía y el aprecio de los rifeños, aprendiendo su idioma, estudiando sus

costumbres y actividades económicas, y que a su vuelta a la península, difundiesen en ella un

mayor conocimiento geográfico de Marruecos. Había que desterrar los alardes de fuerza, las

intimidaciones militares a los marroquíes, la 'gun boat diplomacy', y salir de las murallas de la

ciudad de Melilla comprometiéndose en una tarea de atracción pacífica de los rifeños a base de la

potenciación de las relaciones económicas con estos últimos. No era posible -a juicio de la

burguesía catalana- compatibilizar ostentación militar y penetración comercial en el Rif. Los

rifeños debían dejar de ver una amenaza en los cañones de Melilla y pasar a gozar de los beneficios

1198
de una intensificación en las relaciones con los comerciantes hispanos. En tercer lugar, se criticaba

la falta de un buen puerto en la ciudad melillense y se exponía la necesidad de acometer

inmediatamente las obras de ampliación y mejora del existente. En cuarto lugar, se propugnaba la

instalación de diversas factorías industriales destinadas a la producción de artículos que debían ser

vendidos en el Sultanato. Estas empresas industriales debían utilizar materias primas propias del

territorio o bien importadas, aprovechando la franquicia del puerto que permitía traerlas libres de

derechos arancelarios. En particular se pensaba en la instalación de molinos, cuya producción

debería exportarse a Argelia y a Egipto. En quinto lugar, se hablaba de la construcción por capital

privado español de una red de vías de comunicación que naciendo de Melilla se extenderían como

tentáculos a lo largo del Rif. Ello implicaba ejercer una presión sobre el Sultán, para obtener de él

la autorización para empresas y particulares españoles de poder adquirir casas y terrenos en las

inmediaciones de las infraestructuras creadas; con ello se pondrían las bases de una colonización

ulterior, agrícola y comercial del territorio.

Encargado por Sagasta un informe al Ministerio de la Guerra sobre las pretensiones

catalanas, las autoridades militares se mostraron en contra de la supresión de los presidios, por no

disponer el Comandante General de Melilla de braceros suficientes entre la población civil y

necesitar por lo tanto el trabajo forzoso de los presidiarios. El Ministerio de la Guerra se decantaba

por reducir el cupo de penados existente en la ciudad. Las autoridades militares postulaban también

la iniciación de las obras de reforma del puerto y se mostraban favorables a la colonización agrícola

de la ciudad, estableciendo únicamente reparos para la industrial. Los edificios e instalaciones de la

ciudad destinados a un uso fabril deberían ser supeditados a las necesidades de la defensa; debían

construirse bajo la dirección militar.1999 El informe fue remitido a la Sección de Política del

Ministerio de Estado, donde fue objeto de un detenido análisis por parte del Marqués de Herrera

que recomendaría la supresión definitiva del penal de Melilla y la atracción de braceros

peninsulares a la ciudad destinados a sustituir el trabajo de los presos. Con este fin se intentaría

1999
Informe del Ministerio de la Guerra dirigido al de Estado. 5 de Julio de 1.902. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 198 /Ex. 2.

1199
desviar a Marruecos parte de la emigración levantina que se dirigía a las posesiones francesas del

Norte de África.

Sagasta, a la vista de los informes, contestó a la patronal catalana adhiriéndose a las

demandas formuladas por los empresarios y prometiendo que el Ministerio de Obras Públicas iba a

estudiar los medios de efectuar con rapidez las obras del muelle de Melilla, y que el Ministerio de

la Guerra activaría la tramitación de todos los expedientes de colonización, aun cuando se posponía

la posibilidad de gestionar ante el Sultán la construcción de vías de comunicación en el Rif.

En el fondo, Sagasta y Almodóvar apostaban por una forma peculiar de penetración pacífica

en el Rif. Más que tomar en protección al conjunto de los cabileños, por fracciones o por cabilas

completas, el gobierno liberal prefería ir penetrando en el Rif de modo muy paulatino, tomando el

comercio como forma de atracción de los nativos.

Desde Tánger, Bernardo de Cólogan remitió un exhaustivo informe a Almodóvar afirmando

que el fin de los recientes incidentes en la aduana de Melilla podía ser aprovechado para obtener

ventajas comerciales del Majzén, en lo tocante a que se liberalizara no sólo la exportación de

ganado marroquí por Melilla como solicitaba la Asociación Mercantil, Industrial y de Propietarios

de esta ciudad, sino que se activase también todo tipo de exportaciones del Sultanato a través de

esta villa, aún sin tener que apelar a la vía de la exportación libre o con franquicia, medida esta

última que hubiera chocado con la oposición de otras potencias. Había de utilizarse un subterfugio:

presentar al Majzén el aliciente de que incrementar las exportaciones aumentaría los ingresos del

Tesoro marroquí. España debía aspirar a convertirse en la Administradora y recaudadora de los

derechos de exportación marroquíes en Melilla, y esto debía hacerlo enmascarándolo con la

coartada de que estaba cumpliendo un acto de ‘amistad‘ hacia el Imperio jerifiano.2000

Por otra parte, las tribus del Angad, las de Dahra y el Figuig, habían cambiado la dirección de

sus transacciones comerciales, pasando a comprar en los nuevos depósitos francos de la frontera

argelina. Al mismo tiempo, las gestiones comenzadas en los albores del siglo XX por algunos

2000
Bernardo de Cólogan a Almodóvar. Despacho no, 122. 4 de Agosto de 1902. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 198 / Ex. 2

1200
comerciantes franceses a fin de conseguir que el gobierno republicano habilitara las playas del Kiss,

próximas a Nemours y a la frontera con el Sultanato, como lugar destinado al embarque y

exportación de géneros estaban a punto de obtener éxito, al asociarse al objetivo entidades

importantes tanto políticas como comerciales. Hasta entonces había estado vigente en Argelia una

circular de Octubre de 1887 que prohibía el embarque y desembarco de géneros en las playas

fronterizas a Marruecos, quedando el tráfico existente reducido al protagonizado de forma ilegal

por varios grupos de rifeños que transportaban hasta el Kiss trigo y cebada.

La Junta directiva de la Cámara oficial de Comercio española en Orán remitió una instancia

al Duque de Almodóvar el 6 de septiembre, alarmada ante el hecho de que si se habilitaban

definitivamente en Argelia las playas del Kiss como puerto comercial, Francia iba a inundar con

sus artículos el territorio de las cabilas del Este del Sultanato, que se surtían de artículos de

Melilla.2001

La reclamación venía acompañada de una queja acerca de la escasa preponderancia de los

artículos españoles en el conjunto de los que se exportaban desde Melilla a Marruecos. La queja

tenía incorporada una relación que cifraba en tres millones de francos el valor de las mercancías

que se introducían anualmente en la plaza hispana. Sólo aproximadamente la sexta parte de ese

valor se traía de España, procediendo el resto de Orán, Gibraltar, Francia e Inglaterra (en artículos

como arroz, frutas, patatas, salazones, pimentón, especias, café, azúcar, tocino, quesos, manteca,

jabones, alcohol, hierro, tejidos, vino, etc). Puertos como Málaga, Almería, Cádiz y Alicante se

habían dejado arrebatar la supremacía en el comercio melillense. Los comerciantes españoles, en

consecuencia, solicitaban del Ministerio de Estado que potenciase el suministro de Melilla

mediante artículos nacionales y obtuviese del Sultán el establecimiento de una aduana fronteriza en

el Kiss que regulase la entrada en el Sultanato, hasta entonces libre, de los artículos procedentes de

las playas argelinas.

2001
Instancia de la Junta Directiva de la Cámara Oficial de Comercio Española en Orán dirigida al Ministro de Estado.
6 de Septiembre de 1.902.A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 198 /Ex. 2.

1201
El Ministerio de Estado no hizo caso omiso de estas peticiones2002 y delegó en Cólogan2003

la actuación para obtener de Abd al- Aziz la creación de una aduana en el Kiss que evitara la

desigual competencia que el puerto hacía respecto al comercio español. A la par se pusieron los

hechos en conocimiento de la Junta de Comercio de la Exportación para obtener de los

almacenistas españoles en los puertos mediterráneos una actuación tendente a contrarrestar y anular

las importaciones francesas e inglesas en las plazas españolas del norte de África.

Había asimismo otro tipo de intentos protagonizados por algunos particulares que trataban de

abrir una cuña y penetrar en las tierras del Rif. El 12 de Julio Saturnino Ximénez, que se dedicaba

entonces a la exportación de esparto marroquí a España y Francia, solicitó del Ministerio de la

Guerra una serie de terrenos situados al norte, centro y sur de la isla del Rey (en Chafarinas) para

instalar en ellos una factoría o bien un establecimiento meteorológico, eléctrico y topográfico. Esta

solicitud fue aprobada en octubre en condiciones muy restrictivas y por tiempo muy limitado. La

idea del Ministerio de la Guerra era que cerrando el canal existente entre las islas del Rey e Isabel II

y construyendo un muelle rompeolas al norte de la del Congreso, podría quedar configurado en

Chafarinas uno de los puertos más seguros y de mayor fondeadero del Mediterráneo Occidental, y

con una proyección expansiva frente al Cabo del Agua, a sólo cuatro kilómetros de la costa

marroquí. Conocedor Ximénez del proyecto que perseguía el Ministerio, su intención fue la de

adelantarse a otros comerciantes, haciendo peticiones de concesión de terrenos para luego

explotarlos mercantilmente. Ahora bien, desde el Ministerio de Guerra se contemplaba con

prevención lo ocurrido en Canarias: muchas concesiones mercantiles efectuadas a españoles, iban a

2002
Ibidem. R.O. de 28 de Octubre de 1.902 del Ministerio de Estado dirigida al Presidente de la Cámara de Comercio
española de Orán.
2003
R.O. del Ministerio de Estado de 23 de Octubre de 1.902 dirigida a Bernardo Cólogan. Cólogan no era muy
optimista al respecto. Estimaba que el tráfico comercial realizado en régimen de libertad absoluta por el Kiss, sin
inspecciones ni gravamen alguno por parte marroquí suponía una situación muy ventajosa para los intereses franceses
que se iban a resistir al empeño del Sultán consistente en la creación de aduanas y en buscar una regularización de los
intercambios. Bernardo de Cólogan al Duque de Almodóvar del Río. Despacho no. 164. 24 de Septiembre de 1.902.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.

1202
pasar finalmente a manos extranjeras y por ello se hacían previsiones para que esto no se

repitiera.2004

El nuevo sistema de relaciones comerciales creado en el borde argelino-marroquí iba a

ocasionar un nuevo e inesperado problema. La extensa frontera argelo-marroquí, y sobre todo el

amplio espacio abierto a los confines del sur, permitían que las mercancías vendidas por los

franceses en régimen de franquicia en los zocos francos a marroquíes volviesen a Argelia en forma

de contrabando, dados los precios sustancialmente más bajos de aquellas. Ello provocó por una

parte una disminución para el Sultanato de los ingresos proporcionados por las aduanas, y por otra

un descenso importante de las ventas de los productos no acogidos a la franquicia de los "depósitos

francos".

Saro Gandarillas2005 destaca como quedaron, sin embargo, fieles al mercado de la plaza

española de Melilla todas las tribus marroquíes situadas sobre el eje del Muluya; tribus para

quienes la distancia a la frontera de Argelia no compensaba los gastos del viaje. Debdú se convirtió

en cabecera del tráfico gracias a la numerosa y activa población hebrea. Algo había cambiado desde

que el intrépido viajero C. Foucauld pasara por la pequeña población; entonces el principal

comercio de Debdú era con Argelia.2006

2004
Informe del Ministro de la Guerra, Arsenio Linares al Ministro de Estado, Buenaventura Abarzuza. 31 de
Diciembre de 1.902. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 198 / Ex. 2
2005
Véase Saro Gandarillas, F.: " Los orígenes de la Campaña del Rif de 1.909", en Aldaba, no. 22. Estudios sobre la
presencia española en el norte de África, pág. 108.
2006
Vízconde Charles Foucauld: Viaje a Marruecos (1883-1884), Madrid, B & T Publicaciones, 1993.

1203
12.34. La siba rural. El asunto “Cooper “. La rebelión de Bu-Hamra.

A partir de octubre empezó a registrarse en el norte de Marruecos una actividad

desacostumbrada, intensísima.

El 10 de octubre el agente confidencial español en Fez, Alfonso Cerdeira, hacía llegar una

carta al Ministro Plenipotenciario Bernardo de Cólogan sugiriéndole la posibilidad de que una

fuerza imperial marchara a combatir a los levantiscos Zemmur que controlaban las llanuras de

Meknés a Rabat y que además de no pagar el tertib y los tributos al Majzén habían dado refugio a

los fugitivos de la cabila de Gerruan, cuando esta fue combatida y atacada el mes anterior por las

tropas gubernamentales de Sidi Mohammed El Amrani.2007 Cerdeira entendía que estaba cuajando

una reacción contra la influencia británica; existía el rumor de que habían sido devueltos a

Gibraltar los tres instructores de tropas que por mediación del Kaid MacLean el Sultán había

contratado hacía nueve meses. Por otra parte volvían a llegar noticias provenientes de Meknés

poco tranquilizadoras. Otro agente español, el indígena Omar Barrada apuntaba el hecho de que el

propio gobernador, Ben Eisa estaba al corriente de la rebelión de los bereberes en esta última

ciudad y a la cabeza de la misma; el gobernador formaría parte de los sectores del Majzén opuestos

a las injerencias imperialistas y al parecer hacía varios meses que había inducido a los bereberes a

oponerse a que los ingenieros británicos continuasen los trabajos topográficos previos a la

construcción del ferrocarril.2008

2007
Cuando se vio a uno de los ingenieros ingleses destacados en Fez, y encargado de estudiar un trazado de la ruta del
ferrocarril, clavar a lo largo del camino de Fez a Meknés una serie de piquetas altas donde estaban atados una serie de
banderines rojos y negros, los habitantes de estas dos ciudades entendieron como inminente la construcción de una
línea ferrea y el levantamiento de una línea de telégrafos; más ignorantes los bereberes del medio rural entendieron
asistir a una toma de posesión directa de su país por Inglaterra. Los procedimientos utilizados por el ingeniero
agravaron todavía más el malentendido. Algunos días después, jinetes Beni-Mtir, Gerruan y Zemmour mostraron su
descontento asaltando el zoco de Meknés. El Majzén se sintió en peligro. No pudo enviar a Meknés más que a unos
centenares de soldados, más bien destinados a residir en la ciudad y reforzar su guarnición que a combatir a los
rebeldes. Si las otras tribus bereberes de la región, los Beni Mezguilda y sobre todo los Zayan se unían al movimiento,
el trono de Abd al- Aziz podía peligrar. Su hermano mayor, Muley Mohammed, todavía preso en Meknés podía ser
liberado por los bereberes y pasar a encabezar la revuelta.
2008
Carta de Omar Berrada, agente confidencial español en Fez a Bernardo de Cólogan. 3 de Octubre de 1902. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 18 / Ex. 1 y 2.

1204
La anarquía no menguaba, adueñándose de amplias zonas del país, complicándose además a

las pocas semanas con el levantamiento de un falso “príncipe”, el Rogui Bu –Hamra, encaminado a

destronar al Sultán. Junto a ello, la lucha de las potencias europeas por el control del Imperio

motivaría que los intentos de reforma del Sultán se estrellasen ante un pueblo que como respuesta

a una serie de provocaciones, se refugiaba en un creciente rechazo a los extranjeros. Provocaciones

palpables como la habida en un momento de aguda polarización social, cuando en Mazagán los

ingleses se habían aprestado a llevar a cabo una fastuosa fiesta, tomando parte en ella todos los

protegidos británicos de las cabilas de los contornos. Con todo, Omar Barrada consideraba que los

bereberes seguían fieles al Sultán, pero que no deseaban que los cristianos se mezclasen en los

asuntos del Majzén. El derecho consuetudinario, las tradiciones de sus padres debían seguir en

vigor.

El día 19 de octubre fondearon en la costa marroquí cuatro acorazados ingleses,

procedentes de Gibraltar, desembarcando posteriormente el Almirante al mando de la flotilla y una

serie de oficiales que visitaron al Bajá de Tetuán.2009 Los británicos no encontraron más que

sonrisas y agasajos. Y es que parte del Majzén seguía viendo a Gran Bretaña como la garante de la

independencia e integridad territorial de Marruecos; en cambio, la presencia en Tetuán de oficiales

españoles como Álvarez Cabrera, autor de un opúsculo donde se disertaba sobre la conquista

militar de Marruecos por parte de España, no suscitaba más que recelos y odio.

El acontecimiento que acabó por precipitar el recrudecimiento de la agitación en el Imperio

– el asunto “Cooper”– tuvo lugar el 17 de octubre. David J. Cooper era un misionero británico que

resultó muerto en Fez mientras efectuaba una visita a la ciudad.2010 Sin entender el árabe y no

conociendo nada de las costumbres de la ciudad, se introdujo en el santuario de Mawlay Idriss, el

fundador de Fez, cuya tumba era una de las más reverenciadas del Islam marroquí. Allí se encontró

con una serie de cabileños que, encolerizados con la presencia provocadora de un cristiano tan

2009
Bernardo Cólogan, Ministro Plenipotenciario de España en Marruecos al Duque de Almodóvar del Río. Despacho
no. 193. 25 de Octubre de 1.902. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 79 /Ex. 1.
2010
Carta del doctor Alfonso Cerdeira a Bernardo de Cólogan. 22 de Octubre de 1902. A.G.A. África. Sección
Histórica.(Marruecos). Caja 299 / Ex. No. 1.

1205
cerca de la sagrada sepultura, le asaltaron y dieron muerte. El asesino, un jerife Alami, buscó

refugio en el santuario de acuerdo con las honorables y seculares costumbres marroquíes, y rehusó

entregarse al Majzén. Por el gran número de europeos existente en la Corte, el asunto tomó a los

ojos de las potencias todas las características de una auténtica prueba de la fiabilidad y del prestigio

del Sultán. Después de muchas argumentaciones, el cabileño fue convencido de que abandonara el

lugar y pidiese perdón a Abd al- Aziz, aunque puso la única condición de que debía estar

acompañado por el “muqaddam-s“(= administrador) del santuario, permaneciendo por lo tanto bajo

la protección del mismo. El Sultán atendió personalmente el caso, consultó con su “Majlis“

(=informal consejo de asesores) y con el agente británico Walter Harris y decidió como un castigo

ejemplar ante todo el mundo y ante Europa que el hombre debía ser ejecutado. Bajo la influencia de

su consejero inglés, que lo empujó a tomar una decisión ejemplificadora, Abd al- Aziz, se retractó

de su promesa del ‘aman‘(=perdón). La sentencia fue inmediatamente puesta en práctica en

presencia de los chorfa y del muqaddam-s del santuario, Harris y Hastings, un representante del

Vice-consul de Inglaterra. El incidente inmediatamente suscitó una oleada de hostiles críticas y una

amplia indignación y resentimiento en Fez y unió en la oposición contra el Sultán a muchos ulemas

que tenían alguna conexión con Mawlay Idris. Ya que el asesino había estado bajo la protección

del santuario y de sus custodios en el mismo momento de su detención, la acción del Sultán fue

interpretada como un brutal cambio de la actitud de Abd al - Aziz hacia el Derecho islámico y hacia

el poder de los ulemas, y como una negación de la facultad del “santuario”. El “haram“ o sagrada

zona alrededor de la tumba del más querido santo de Fez, e incluso de todo Marruecos, había sido

agraviada por un cristiano. El intruso había sido ajusticiado correctamente por violar un lugar santo.

Pero el Sultán flagrantemente había olvidado y despreciado la circunstancia de que el asesino

estaba bajo la protección de Mawlay Idris, y lo había ejecutado. Es difícil imaginar un sacrilegio

que pudiera haber producido un efecto más grave sobre la mentalidad marroquí o constituir un

ataque más directo a las tradicionales costumbres religiosas honradas por toda la población del

Sultanato.

1206
Las noticias de lo sucedido se difundieron rápidamente entre las tribus, fanatizadas

vigorosamente por los esfuerzos de los humillados custodios de la sepultura. Todo ello produjo una

inmediata explosión. Todo el resentimiento acumulado, toda la frustración existente hacia las

reformas, junto al pavor suscitado por las operaciones francesas en la frontera oriental del Imperio,

y el desdén hacia la conducta poco tradicional del Sultán, salieron a la superficie. El Sultán tuvo

que tomar severas medidas para garantizar la vida de los europeos de Fez. Algunas semanas más

tarde, un pretendiente al trono que decía ser Muley Mohammed, el hermano mayor del Sultán,

apareció entre la cabila de Guiata, junto a Taza y abiertamente proclamó la jihad o guerra santa

contra Abd al- Aziz. Todavía candente el suceso Cooper, su causa atrajo a un gran número de

partidarios.

A finales del mes de octubre comenzaron a circular por Fez rumores que hablaban de la

aparición de un pretendiente a la corona del Imperio de Marruecos que se había presentado en la

ciudad de Taza. Para dar un escarmiento a este agitador, y pensando quizá que iba a tratarse de una

sencilla operación punitiva, Abd al- Aziz, preparó un destacamento pequeño, de unos cuatro mil

hombres a cuyo frente puso a su hermano menor Muley El Kebir.2011 El pretendiente había

encontrado cierta aceptación entre los cabileños de Ghiata y otras tribus próximas a Taza y pronto

la rebelión empezó a tomar proporciones preocupantes, con la conquista por los sublevados de esta

ciudad. Por ello el Sultán empezó a solicitar refuerzos de diversas partes del país.2012 La presencia

de importantes contingentes militares en Fez pareció dejar a la capital fuera de todo peligro,

permitiendo al Majzén garantizar el mantenimiento del orden.2013

El movimiento de rebelión de Bu-Hamra (literalmente, “el hombre montado en un asno”,

terminología empleada para designar en la tradición milenarista oriental y norteafricana al esperado

2011
Carta del doctor Alfonso Cerdeira a Bernardo de Cólogan. 28 de Octubre de 1.902. A.G.A. África. Sección
Histórica.Marruecos. Caja 299 / Ex. No. 1.
2012
Carta del doctor Alfonso Cerdeira a Bernardo de Cólogan. 1 de Noviembre de 1.902. A.G.A. África. Sección
Histórica. Marruecos. Caja 299 / Ex. No. 1.
2013
Telegrama de Bernardo de Cólogan a Almodóvar. 6 de Noviembre de 1902. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 163 / Ex. 2.

1207
salvador2014), con cuya denominación fue conocido el pretendiente, tiene que ser interpretado en el

contexto del latente espíritu de revuelta existente entre las tribus próximas a Taza. Esas tribus,

cuya principal riqueza estaba en la cría de ganado y en los caballos que cazaban y domaban, se

vieron seriamente afectadas en 1898 por un edicto del Majzén que había tenido la consecuencia de

arruinar la exportación de ganado a Argelia, uno de sus principales mercados. Durante los siete

años en que la Corte residió en Marrakesh adoptaron una actitud de semiindependencia. Habían

recibido los rumores de los nuevos “modos” cristianos del Sultán y empezaron a comulgar con la

opinión encabezada por los tradicionalistas de que las reformas del Majzén eran un preludio al

protectorado británico. Bu Hamra encontró pues una audiencia favorable en esas circunstancias

entre los Guiata. La violación del espacio sagrado de la tumba de Mawlay Idriss, supuso un paso

determinante en su revuelta, y con ello se provocó una crisis profunda en el Majzén. En otro

tiempo, la aparición de un pretendiente en una región del Imperio era un asunto que incumbía al

Sultán solamente y que no merecía la atención europea. En las circunstancias existentes en 1902

atrajo la atención y el temor de los diplomáticos europeos y fue la señal inmediata del fracaso total

de las reformas promovidas por los británicos.

La identidad del pretendiente correspondía en realidad a la de un antiguo ‘muhandis’

(=topógrafo militar), lo que explica sus dotes estratégicas incontestables, al servicio de Muley

Omar, hermano del Sultán Mawlay Hassan I y virrey de Fez. Su nombre real era Yilali ibn Idris al-

Zarhuni al- Yusufi, y procedía de los Awlad Yusuf, un clan árabe establecido en el Yebel Zerhoun.

Al caer en desgracia y tras ser liberado de la prisión en 1901, el extopógrafo se refugió en Argelia,

donde conoció en Mostaganem a un morabito Darquawi, Abdel Kader ben Adda, que lo inició en la

magia, y el mimo, convirtiéndose en un taumaturgo amateur. Al regresar al Marruecos agitado por

las reformas modernizadoras de Abd al- Aziz, participó en la campaña contra el tertib, animada por

los alfaquíes en los zocos rurales, exhibiendo sus dotes de mago y taumaturgo en la región de

Hiaina, Tsul y Guiata. Fue entonces cuando estalló el asunto del jerife al- Alami, en octubre de

2014
Cfr. Seddon, D.: “Notes on: ´Primitive Rebels´ in the Pre-colonial Maghreb“, en The Maghreb Review, no. 3, 1976,
pág. 20.

1208
1902; la oposición al Sultán se hizo más vehemente. De la noche a la mañana, el antiguo servidor

del Majzén se presentó como Muley Mohammed, supuestamente evadido de la prisión donde lo

había encarcelado su hermano y dispuesto a reconquistar el trono de su padre. 2015 Con la ayuda de

la fracción Ben Al-Tahir de los Guiata, a la que no tuvo gran dificultad en convencer, fue

proclamado Sultán en Taza. Asimismo se presentó como el precursor del “Mahdi“, el “Esperado“ y

declaró una yihad contra el Sultán y sus impíos apoyos, apelando a la expulsión de los cristianos de

Marruecos. Solidificó su base política local casándose con la hija de un caíd Guiata y empezó a

constituir un Majzén alternativo.

Una nota secreta procedente de Londres, remitida por los servicios de información

destacados en la capital británica por la Embajada española en París daba cuenta al Ministerio de

Estado a mediados de noviembre de que el caíd MacLean le había manifestado al Sultán que el

movimiento encabezado por el Pretendiente no respondía a una reacción conservadora de ciertos

elementos tradicionalistas marroquíes. Era secretamente financiado y alentado por Francia. En

apoyo de esta argumentación se citaba la evidencia de que las armas que utilizaban los rebeldes

habían sido expedidas desde la frontera argelina. El informante anónimo de León y Castillo

señalaba citando a sidi Mohammed Ben Selim, miembro de la embajada imperial remitida a

Londres, que el pueblo marroquí no deseaba perjudicar a la comunidad europea, y que la

sobreexcitación momentánea en que se debatía era debida indefectiblemente a la agitación

promovida por agentes y espías franceses. En todo caso admitía que en el entorno del Sultán existía

un grupo muy influyente que no comprendía las reformas puestas en práctica o proyectadas por

Abd al- Aziz, aunque tendía a quitar hierro al alcance de la sublevación de los Beni-Ider en Tetuán

y a la proliferación de armas en el Imperio. Según Selim, las poblaciones del centro del Imperio

sólo estaban armadas de gumías, lanzas y algunas pocas pistolas; si tenían algunas armas de fuego

eran modelos viejos. Tampoco el Sultán deseaba que los cabileños se aprovisionaran de armas

modernas. Selim afirmaba además que la misión marroquí durante los seis meses en que había

2015
El primogénito de Mawlay I se había convertido en la cabeza del grupo tradicionalista, próximo a la cofradía
isaua.

1209
permanecido en Inglaterra no había hecho compra de armas. En cambio juzgaba como muy

negativas las contemporáneas demostraciones navales anglo-españolas en las costas del Imperio.2016

En un primer momento el Majzén no apreció claramente la seriedad de la situación

planteada en Taza. Una mehal.la fue enviada al borde fronterizo entre los Hiaina y los Tsul, aunque

las fuerzas imperiales fueron incapaces de conseguir el triunfo. Sin entender completamente el

potencial peligro (la capital estaba todavía en efervescencia tras el asunto Cooper), Abd al- Aziz

decidió abandonar Fez. Estaba ansioso de dejar la tensa atmósfera de la ciudad y dio órdenes a la

corte para trasladarse a Marrakesh. Las tribus a lo largo de la ruta hacia Rabat manifestaron alguna

resistencia al paso de la caravana imperial y ello obstaculizó su avance.

12.35. Cólogan recapitula sobre la situación de la cuestión marroquí.

Por su parte Cólogan remitió a Almodóvar un informe, a finales de año, como fruto de la

inicial evaluación que había realizado de la situación del país tras sus primeras semanas de

permanencia en el Sultanato. El diplomático se decantaba por la colaboración de España en el

mantenimiento de la independencia marroquí y por un posicionamiento a favor de la política de

reformas emprendida por el Majzén. Ello debía conducir a un fortalecimiento del Sultanato. Pero

Cólogan no abogaba por una modernización completa del mismo, porque ello convertiría a

Marruecos en un Estado fuerte, en un peligroso vecino de España. Juzgaba Cólogan que a España

no le interesaba una modernización del Sultanato similar a la que había experimentado el Japón

Meijí, y de la que él había sido testigo de primera fila durante su estancia al frente de la Legación

Española en Pekín,

" Podremos igualmente aprovecharnos de ciertas mayores facilidades en el tráfico


(comercial), aunque en modesta escala respecto a otras naciones, pero si se tratase de
grandes concesiones de ferrocarriles, mineras u otras paréceme no tenemos exhuberancia

2016
Nota confidencial remitida desde Londres a la Embajada española en París y reexpedida a Madrid. 16 de
Noviembre de 1902. (A)rchivo (G)eneral del (P)alacio ®eal. Sección Alfonso XIII. Caja 13.145 /Ex. 9.

1210
de capitales o de producción industrial para poder obtener otra cosa que insignificantes
migajas, á no ser que nos contentáramos con enriquecer á algunos contratistas con sus
traspasos; y en cambio multiplicaríamos los motivos de intervención de los poderosos,
contribuiríamos á la paulatina enagenación (sic) ó merma de esta soberanía (la de
Marruecos) y aparecerían nuestros intereses positivos en Marruecos cada día relativamente
más restringidos, menos importantes ".2017

El informe de Cólogan evidenciaba una posición, la española que estaba actuando con

debilidad respecto a la concurrencia económica de otras potencias europeas. Y al mismo tiempo

demostraba la escasa cualificación y preparación del diplomático para afrontar la tarea que tenía

que realizar en el Sultanato. Cólogan tenía las mismas carencias que Ojeda: un gran

desconocimiento de la estructura socio-política del Imperio, de la geografía de la sociedad

marroquí, y unas erróneas percepciones que no tenían nada que ver con la realidad circundante.

Esto venía resaltado al señalar a Almodóvar la escasa viabilidad que otorgaba a las reformas

proyectadas por el Majzén, basada en su percepción del rechazo que sufrirían a causa del

"fanatismo e incoherente manera de ser feudal y anárquica" del pueblo marroquí.

12.36. Intentos españoles de atraerse a Maa-al- Aynin. Resurgen los deseos de expansión en

la Sakia al- Hamra.

Por otra parte, el gabinete Sagasta no había descartado la idea de un avance expansionista por

las tierras saharianas, que había sido el motor de la ofensiva imperialista de 1900, pergeñada por

Emilio de Ojeda y puesta en práctica por Silvela y Aguilar de Campoo.

Hay que tener en cuenta que estamos en una coyuntura marcada por la creciente tensión en

torno a los territorios del Sur del Sultanato. Chenguit, desde finales del siglo XIX, se había

convertido en la manzana de la discordia entre Marruecos y Francia que se había asentado en

2017
Bernardo de Cólogan al Duque de Almodóvar del Río. Despacho no. 239. 2 de Diciembre de 1.902.A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 79/Ex.1.

1211
Senegal y llevaba mucho tiempo en contacto con los Emires de los Trarza y de los Brakna. El

Sultán consideraba que este territorio formaba parte integrante de sus Estados, mientras que Francia

sostenía que era ‘Blad Siba‘ y que no dependía de nadie. El cheij Maa- al- Ainin tomó claro partido

por el Sultán. Acompañado de sus hijos, en particular del joven Ahmad (al-Hiba) pasaba

frecuentemente temporadas en Fez y Marrakesh donde era bien recibido en los ambientes del

Majzén y por la población. Mantenía, pues, al Sultán al corriente de la situación, y éste le prodigaba

ánimos y ayuda material; poco a poco llegó a considerarse como el virrey (el representante del

Sultán) de todo el sur sahariano. El 1 de noviembre tras un largo viaje desde el desierto llegaba a la

Corte imperial. El doctor Cerdeira, el agente confidencial español establecido en Fez, detectó

inmediatamente la presencia en la ciudad imperial del jeque Maa al-Ainin, "jefe de las tribus del

Sáhara Occidental" como aparece incorrectamente designado en los despachos que remitió a

Cólogan y en los que éste, a su vez, expidió al Ministro de Estado. En todo caso, no erraba el

agente español cuando elucubraba sobre las circunstancias del viaje y concluía que las visitas al

Sultán no tenían simplemente el valor de una sumisión al jefe religioso, al Sultán Abd al- Aziz, sino

que respondían más bien a la respuesta de protesta llevada a cabo desde el Sáhara frente a la rapiña

imperialista y las “pretensiones y derechos que Francia y España“ esgrimían para conseguir el

dominio del gran desierto; en suma constituían una reafirmación del deseo de los saharianos de

verse libres de la ocupación europea.

Por ello, la presencia del santón sahariano en Fez no podía deberse tan solo a una visita de

cortesía al Sultán ni podía encuadrarse plenamente en la serie de reuniones que mantenía Abd al-

Aziz con personajes notables del Imperio con el fin de evaluar la situación producida por la

rebelión gestada en Taza.

Independientemente de los motivos de su presencia en la capital del Imperio, Cerdeira

entendía que había que capitalizar la figura de Maa-al- Aynin en beneficio de España. Según el

agente, los seguidores del santón habitaban a sólo cinco días de camino (unos 300 kilómetros) de la

posesión española de Río de Oro; es decir Cerdeira conocía bien el desplazamiento del santón

1212
desde el territorio Chinguetti cerca de Adrar T´mar en torno al paralelo 21º N, hacia zonas más

septentrionales en la extensa región próxima al cabo Bojador (en torno al paralelo 25º N). A vuelta

de correo, Almodóvar contestó a Cólogan, ordenando el 12 de Noviembre que Cerdeira entrase en

contacto con Maa al- Ainin y lo sondeara acerca de la disposición del jerife a aceptar una

penetración española en el área sahariana, buscando ante todo atraerlo.2018

La necesidad de la penetración en la Sakia al- Hamra, obsesión del Ministro Plenipotenciario

Ojeda transmitida a Silvela y a la cúpula del Ministerio de Estado en 1900, volvía a repetirse en

Cerdeira y Cólogan. Se volvía a adoptar la misma estrategia de dos años antes: los diplomáticos y

agentes establecidos en Marruecos alertaban al gabinete de la oportunidad de iniciar una serie de

acciones para profundizar en el dominio español del Sáhara y el gobierno aceptaba inmediatamente.

Y de nuevo el motivo que les llevaba a emprender ese tipo de iniciativas era el miedo a la

concurrente Francia; si el gobierno se disponía a llevarlas a la práctica era por el temor a que se

cumplieran las aspiraciones de Francia de dominio absoluto del Sultanato, evidenciadas a partir de

1900 con la invasión del Sahara oriental. Algunas tribus del desierto, alarmadas por el continuo

avance galo a través del desierto empezaban a estar animadas de un abierto rencor contra Francia, y

la lucha contra ella era el pivote de la actuación del santón Maa-al- Aynin. Su establecimiento en

Smara, en la cuenca de la Sakia al- Hamra, era una amenaza para una de las arterias comerciales del

desierto sobre la que tenían pretensiones los franceses: la que enlazaba Tombuctú con Mogador, a

través de Tinduf y Tazerualt. Los franceses que en su expansión militar por el desierto pretendían

conseguir un vasto dominio sin solución de continuidad entre Argel, Oranesado, Marruecos, el

desierto y Senegal, iban llevando su esfera de influencia hacia Tinduf, que no cederían a España en

el tratado “non-nato” de 1902 y entendían que Maa-al- Aynin amenazaba ese eje con posibles

expediciones y razzias.

Ahora que Francia era prácticamente el aliado de España, y se iba a firmar un acuerdo de

reparto del Imperio jerifiano, se pretendía de manera reservada sondear los intereses del santón y

2018
Ibidem. Bernardo de Cólogan al Duque de Almodóvar del Río. Despacho no. 224. 18 de Noviembre de 1.902.

1213
saber si este era favorable a una expansión española en el desierto. Es la evidencia de que el

gobierno liberal seguía desconfiado y receloso de Francia. Se contaba con la posibilidad de que si

España se aliaba con el santón y realizaba una política de atracción2019 de las cabilas de la Sakia, le

sería posible asentarse pacíficamente en la costa sahariana, y aunque no se llevara a cabo una

penetración hacia el interior, Smara permanecería neutral y quedaría cerrado completamente el paso

de los franceses al Atlántico. De no ser así, si los franceses llegasen a ocupar Smara, fatalmente

dominarían toda la Sakia y se establecerían en la costa enfrentada a Canarias, con todo el riesgo

militar, político y económico que para aquellas islas supondría tal situación.

Cuando llegó la orden del gobierno liberal a Marruecos, el santón ya había abandonado Fez.

Las intenciones españolas fracasaron completamente. Cerdeira no podía cumplir las disposiciones

de establecer “corrientes de inteligencia y amistad“ con aquél. Por ese motivo el agente

confidencial se limitó a averiguar el valor político de su viaje a la Corte y a investigar las

condiciones de la región en la que habitaba. Tras presentarlo como la cabeza de una cofradía

religiosa con un gran número de afiliados en todo el Imperio, señalaba que la proporción principal

de sus partidarios estaba en el gran desierto. Cerdeira consignaba, además, que cuando se produjo

el acuerdo anglo-marroquí de 13 de marzo de 1895 por el cual el Majzén adquiría al británico

Mackenzie la propiedad de la factoría de cabo Juby a cambio de 50.000 libras, el Gran Visir Bu

Ahmed había enviado diversos emisarios a Maa-al-Aynin para estrechar relaciones político-

religiosas con él, convenciéndole de que el propio Sultán era un nuevo prosélito de su cofradía.

Desde entonces el jerife sahariano había visitado a Abd al Aziz en tres ocasiones, recibiendo

donativos en cada ocasión por un montante de 250.000 pesetas: en 1898, en 1900 y del 25 de

octubre al 6 de noviembre de 1902. Según Cerdeira, el santón había puesto en cultivo diversas

tierras, practicaba la agricultura y se asentaba en torno a la cuenca izquierda de la Sakia al-Hamra, a

unos 100 kilómetros de la costa. Se disculpaba de la ausencia de contactos con él, alegando:

2019
R.O. no. 181 del Ministerio de Estado dirigida a Bernardo de Cólogan. 12 de Noviembre de 1902. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 299 / Ex. 1.

1214
“Ma-el- Ain (sic) con la cara tapada, alojado en los jardines del palacio no se ha
comunicado con nadie y es imposible en Fez conocerle. En cambio sus siete hijos y la gente
que les acompañan son muy comunicativos. El mayor de sus hijos ha estado en mi casa
cuatro veces (...), uno de ellos ha estado en Canarias, otros conocen á Río de Oro y
preguntados afirman que el cristiano que fuese a su tierra sería bien recibido (....).
Expuesto lo que antecede es difícil tratar con ellos en Fez los extremos que abarca la R.O.
del 12 del actual (se refería a Noviembre), de todos modos cuando ésta fue redactada los
Chinguitis habían emprendido su viaje y dentro de un mes estarán en su país.”2020

12.37. La sublevación del Rogui. Incidentes en Tetuán.

A principios de noviembre, Cólogan notificaba a Almodóvar el hecho de que se había

producido un levantamiento armado, de un supuesto hijo del Emperador Mawlay Hassan, que

disputaba el trono al Sultán. Mohammed Torres, en todo caso, tranquilizó al cuerpo diplomático

internacional, asegurando que la sublevación carecía de importancia, y que un cuerpo de ejército se

iba a desplazar desde Tánger hasta el foco de la sublevación para dominarla.2021 Poco después

Cólogan recibía noticias de los agentes confidenciales de España en Fez que le avisaban de la

llegada a la ciudad imperial de refuerzos procedentes de distintos puntos del Imperio. Era seguro

que con estos refuerzos se llegaba a una situación de absoluta tranquilidad para el Majzén, que veía

alejados todos los peligros.2022

Sin embargo la estabilidad política del Imperio estaba lejos de consolidarse. Indebidamente

la prensa europea, incluso la española empezó a utilizar el término 'guerra civil' para referirse al

levantamiento de Bu Hamra.2023 Aunque este término, en realidad, no pasaba de ser una simple

fórmula con la que los europeos intentaban entenderse entre ellos al enjuiciar los acontecimientos

que ocurrían en aquellos momentos en el interior de Marruecos. Una fórmula que revelaba el claro

2020
Bernardo de Cólogan a Abarzuza. Despacho no. 243. 9 de Diciembre de 1902. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 299 / Ex. 1.
2021
Telegrama de Bernardo de Cólogan al Duque de Almodóvar del Río. 3 de Noviembre de 1.902. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.
2022
Ibidem. Telegrama de Bernardo de Cólogan al Duque de Almodóvar del Río. 6 de Noviembre de 1.902.
2023
Véase: "La guerra civil en Marruecos", en Blanco y Negro, no. 602, noviembre de 1.902.

1215
desconocimiento europeo sobre la estructura social y política del Imperio jerifiano. Tal como ha

puntualizado acertadamente Brahim Boutaleb, la expresión 'guerra civil' no significaba nada en la

historia marroquí.2024 Suponía introducir un concepto extraño, ajeno para calificar lo que fue

meramente una rebeldía o sublevación. No se trataba de ninguna escisión o ruptura del cuerpo

social marroquí. Hubo territorios del Imperio donde continuó reinando la tranquilidad más absoluta,

como es el caso de la costera Mazagán, en la que la rebelión no tuvo ningún respaldo y las

repercusiones de la sublevación se ciñeron a la recluta de tropas locales en el distrito para ser

utilizadas contra los rebeldes.2025 En nada variaban las circunstancias de la vida cotidiana. Abd al-

Aziz seguía comprometido en la reforma del país, y esperaba culminarla en el momento en que se

implantara el nuevo sistema fiscal de recaudación de impuestos. El Sultán podía contar complacido

con el apoyo en los extremos meridionales de su Imperio del santón Maa-al- Aynin; tras visitarle

en Fez volvía al Sahara, deteniéndose en Mazagán y Casablanca para recoger una serie de

donativos de Abd al- Aziz. Los testimonios que se recogen del cotejo de documentos no parecen

dar a entender que sus acompañantes fueran proclives a pactar con extranjeros. La presencia de los

saharianos en Mazagán, como en otras partes del Imperio venía ribeteada de pequeños incidentes

con los europeos que encontraban a su paso (ello era erróneamente interpretada por los medios

diplomáticos españoles como fruto de su “fanatismo”). Las únicas referencias optimistas a un

futuro colonizador de España en el territorio venían contenidas en las referencias a que los

saharianos eran proclives a transigir con los españoles, que les resultaban más simpáticos por ser

vecinos el santón y sus fieles de las posesiones de Río de Oro. 2026

2024
Intervención de Brahim Boutaleb en un coloquio de las “II Jornadas hispano-marroquíes“, celebradas en la sede
central de la U.N.E.D. en Madrid en 1997 bajo el título Relaciones hispano-marroquíes entre 1898 y 1.956 (Una
reflexión historiográfica), y cuyas actas fueron publicadas por la Université Mohammed V de Rabat.
2025
Alejandro Berea, cónsul de España en Mazagán a Bernardo de Cólogan. Despacho no. 87. 4 de Noviembre de
1902. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 68 / Ex. 3.
2026
Alejandro Berea, cónsul de España en Mazagán a Bernardo de Cólogan. Despacho no. 98. 5 de Diciembre de 1902.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 68 / Ex. 3.

1216
La rebelión del Rogui Bu-Hamra acabó por producir una sensación de alarma entre las

potencias europeas, enfatizada y amplificada por la prensa,2027 ante lo que se veía como un síntoma

de descomposición del Sultanato que presagiaba el inmediato colapso del mismo. El Duque de

Arcos, Ministro Plenipotenciario de España en Bruselas, fue llamado a consultas en dos ocasiones

por el Ministro de Asuntos Exteriores belga. El motivo de las inquietudes de este país versaba en

torno a las filtraciones que se venían produciendo acerca de una supuesta “inteligencia“ entre

España y otras potencias sobre el futuro de Marruecos; noticias que habían saltado ya al ámbito de

la prensa2028 y que Arcos negó, ratificando la tradicional postura española de respeto al statu

quo.2029

Algunos periódicos españoles, ávidos de noticias sensacionalistas, como ha señalado Ángel

Martínez Salazar,2030 engrandecieron y magnificaron las circunstancias de la rebelión del Rogui,

dándole a ésta un tratamiento especial y desplazando incluso a corresponsales de guerra al lugar de

los combates. Es el caso de El Globo, que creyó oportuno destacar a un enviado, un joven escritor

de treinta años, Pío Baroja, al lugar donde se esperaba una cruenta lucha. El escritor donostiarra

actuó como corresponsal de guerra desde diciembre de 1902 a enero del año siguiente. Cruzó el

Estrecho, llegó a Marruecos y hasta presenció una escaramuza, pero sin distinguirse en modo

alguno en cuanto a sus previsiones de la marcha de los acontecimientos y en cuanto a la

comprensión de la naturaleza de la rebelión. Baroja estuvo pendiente de las noticias que le filtraba

Cólogan, de la rumorología y fue incapaz, en suma, de referir otra cosa que lo que sus ojos veían.

Mientras su causa iba obteniendo paulatinamente más apoyos en la región, el pretendiente

mantenía su corte en Taza, donde recibía a periodistas y aventureros europeos. Allí permanecía

2027
Bernardo de Cólogan al Duque de Almodóvar del Río. 26 de Noviembre de 1.902. Despacho no. 236.A .G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.
2028
Era el caso, por ejemplo, de un artículo publicado por el periódico de Amberes La Métropole que señalaba el
requerimiento del ministro francés Delcassé a su colega de la Marina para enviar próximamente una escuadra de
buques de guerra a aguas marroquíes, mientras que Inglaterra se aprestaba a hacer lo mismo. El rotativo belga recogía
las impresiones de la prensa parisina de que las potencias interesadas en Marruecos podían pactar sobre su futuro en
los inmediatos días. Una solución que pasaba fundamentalmente por la anexión de Marruecos por parte de Francia.
2029
El Duque de Arcos, Ministro Plenipotenciario de España en Bruselas al Duque de Almodóvar del Río. Despacho
no. 153. 25 de Noviembre de 1.902. A. G. A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 / Ex. No. 2.
2030
Véase Martínez Salazar, A.: "Los primeros corresponsales de guerra españoles", en Historia-16, no. 272, pág. 95.

1217
rodeado por varios centenares de fieles, que pronto estuvieron mucho mejor pertrechados que el

propio ejército del Sultán. Algunos combates desarrollados a comienzos de noviembre fueron

favorables a la causa imperial. En ocasiones pareció que la paz absoluta iba a quedar pronto

restablecida en la región.2031 Hasta el Sultán pareció atreverse a salir de Fez camino de Meknés con

el objetivo de combatir a los Zemmur y Gerruan, para luego trasladarse a Rabat, donde le

esperarían los gobernadores del Hauz.

Con todo, tan impresionados estaban los ánimos entre los europeos residentes en

Marruecos, que a finales de noviembre los disparos de una cabila amiga que visitaba y

homenajeaba al Bajá de Tetuán produjeron una notable alarma.2032

Cualquier incidente pasaba a ser magnificado aunque días antes Cólogan hubiese recibido

aclaraciones categóricas del cónsul español en Tetuán en torno a que la tranquilidad habitual

seguía reinando en la ciudad y sus alrededores. Con todo, desde principios de 1902 y tal como ha

apuntado Abdallah Laroui,2033 la tensión era creciente en las proximidades de Tetuán ante la actitud

cada vez más insumisa de los Beni Ider que se dedicaban a atacar a los viajeros. El Bajá de la

ciudad, ante la oleada de quejas, ordenó finalmente detener a todos los miembros de la cabila que se

hallasen en los zocos de la ciudad. Las represalias, en forma de ataques de los montañeses no

tardaron en hacerse sentir.

La colonia española reaccionó con síntomas de histeria colectiva exigiendo al gobernador

marroquí armas, a pesar de que este último practicaba una defensa eficaz de la ciudad. A su vez el

Comandante General de Ceuta comenzó a bombardear al Ministerio de Guerra con telegramas de

tintes cada vez más alarmantes, insistiendo en la necesidad de auxiliar a los súbditos españoles

residentes en la ciudad, organizando una expedición armada y solicitando la evacuación de Tetuán

por parte de la colonia española.

2031
Carta del doctor Alfonso Cerdeira a Bernardo de Cólogan. 8 de Noviembre de 1.902. A.G.A. África. Sección
Histórica.(Marruecos). Caja 299 / Ex. No. 1.
2032
Telegrama de Bernardo de Cólogan al Duque de Almodóvar del Río. 26 de Noviembre de 1.902. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 /Ex. 2.
2033
Véase Laroui, A.: Orígenes sociales y culturales del nacionalismo marroquí, Madrid, Editorial Mapfre, 1997, pág.
377.

1218
La información sobre los acontecimientos de Tetuán, reinterpretada en sentido fatalista por

las autoridades militares de Ceuta llegaba a la península donde era tergiversada y sometida a un

tratamiento sensacionalista por parte de la prensa diaria, dando tanta resonancia a los asaltos de los

Beni-Ider que creaba la impresión extrema de presentar a la plaza en grave aprieto, a punto de ser

tomada por los montañeses y acuchillados sus habitantes.2034 Ello a la vez que una poderosa

escuadra británica se aproximaba a las costas marroquíes.

Sin embargo los delegados del Majzén no perdían el tiempo. Las negociaciones con los Beni-

Ider se iniciaron como de costumbre, respondiendo a los deseos imperiales de solucionar los

conflictos sin derramamiento de sangre. A la vez, el bajá de Tetuán intentaba infundir tranquilidad

a los habitantes de la ciudad realizando constantes misiones de vigilancia de los alrededores.2035 El

propio Cólogan tuvo que reconocer que la delicada situación de Marruecos estaba siendo

demasiado magnificada. La gravedad de los acontecimientos que ocurrían en Tetuán era muy

limitada: se ceñía a la tensión existente entre los Beni-Ider y el diligente Bajá de la ciudad, cuyo

propósito era mantener en prisión a los montañeses acusados de diferentes delitos. En todo

momento, el gobernador respondió de la seguridad y la defensa de los habitantes e intereses de

Tetuán, mientras que algunos de los colonos europeos se dedicaron a realizar sonoras protestas,

temerosos de perder sus vidas y haciendas dando a los sucesos un alcance que no tenían y

abultando desmesuradamente los peligros en que vivía la villa. De este estado de ánimo se hicieron

eco en Ceuta sin contrastar las noticias que llegaban de Tetuán, transmitiéndolas directamente a la

prensa española y dando lugar a una injustifica situación de alarma. La tranquilidad era completa

en Tetuán –informaba el cónsul Pita y Caramés-, y quedaba restablecido el libre y seguro tránsito

entre la ciudad y Tánger.2036 Ello vino a coincidir con la difusión de una serie de noticias

2034
Estas tergiversaciones son admitidas reiteradas veces por el propio Bernardo de Cólogan; la más significativas de
ellas en carta enviada a Almodóvar. Bernardo de Cólogan a Almodóvar. Despacho no. 96. 18 de Noviembre de
1902.A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2035
Telegrama del Comandante General de Ceuta al Ministro de la Guerra. 12 de Noviembre de 1902. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2036
“Nunca –notificaba a Cólogan- hubo motivo para las graves alarmas propaladas á causa de las disidencias entre
este Bajá y los de Benider“. Bernardo de Cólogan a Almodóvar. Despacho no. 228. 20 de Noviembre de 1902. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.

1219
procedentes de Fez acerca de una victoria de las tropas de Muley el Kebir, el hermano del Sultán

sobre las fuerzas del pretendiente. La serenidad volvía también a las legaciones europeas en

Marruecos, sólo quedaba ensombrecida por la evidencia de que el candidato al trono había

escapado y que aún contaba con partidarios dispuestos a resistir en las montañas.

12.38. Revisión de la historiografía existente en torno a la “xenofobia marroquí”. La rebelión

del Rogui y los servicios de información españoles en Marruecos.

Carlos Tessainer refiriéndose a este período de la historia marroquí lo ha caracterizado por la

existencia de un fuerte movimiento xenófobo. Ibn Azzuz Hakim ha matizado acertadamente que

ésta es una visión originada en los medios colonialistas franceses, deseosos de ocultar al mundo que

lo que ocurría en el Sultanato era un verdadero brote de reacción nacionalista contra la injerencia

extranjera.2037 De ahí la abundancia, a lo largo de 1901 y 1902 de agresiones, ataques y muertes de

ciudadanos europeos o protegidos de las potencias. Estas noticias se divulgaban con rapidez entre la

colonia de europeos residentes en el Imperio y contribuyeron a crear un ambiente de conmoción y

de crispación entre las representaciones diplomáticas extranjeras ante el Sultán y reactivaron a

partir de noviembre de 1902 ante la más mínima alarma la 'diplomacia de las cañoneras' en las

costas de Marruecos.

Así a mediados de noviembre del citado año cuando comenzaron a circular una serie de

rumores crecientes sobre la sublevación de la cabila bereber Beni-Ider que había cortado las

comunicaciones y el tráfico comercial entre Tánger y Tetuán, debido a la negativa del Bajá de esta

última ciudad a poner en libertad a algunos miembros de la tribu que mantenía encarcelados, el

Almirantazgo británico juzgó oportuno mandar un navío de guerra a las proximidades de la ciudad,

con el pretexto de defender la vida y las propiedades de los súbditos residentes del Reino Unido. Al

mismo tiempo, tres cruceros de la Home Fleet eran enviados desde Gibraltar hacia el Mediterráneo
2037
Ibn Azzuz Hakim, M.: El socialismo español y el nacionalismo marroquí (de 1.900 a 1.939), Tetuán, Imprenta
Minerva, s.d., pág. 19.

1220
con una misión secreta. En Madrid se dispararon los temores del Ministro de Estado, Duque de

Almodóvar, ante un posible desembarco en las costas del septentrión marroquí de fuerzas

británicas.2038 La pequeña fuerza naval inglesa se limitó a realizar tareas de patrulla, permaneciendo

varios días en la costa comprendida entre Tetuán y Tánger.2039

Por otra parte, los medios materiales con que contaba el Estado español para llevar a cabo

una labor de atenta vigilancia y análisis de los acontecimientos ligados a la rebelión del Rogui eran

bastante deficitarios. Y precisamente los países rivales y concurrentes de España en Marruecos lo

sabían perfectamente. Patenotre, Embajador de Francia en Madrid afirmaba sin ambages el 18 de

noviembre que los medios franceses de influir y observar en la Corte jerifiana eran más seguros y

fiables.2040 Cólogan lo reconocía explícitamente cuando el 12 de noviembre remitió un despacho a

Almodóvar indicándole que España no podía utilizar procedimientos efectivos en su tarea de ganar

influencia en Marruecos pues podían dar lugar a iniciativas poco airosas; es más debía huir de

ellas, para no despertar el recelo de otras potencias concurrentes en el Sultanato. La infiltración

discreta pasaba por presencias poco ostentosas como la del agente Cerdeira en Fez. Ahora bien,

Cólogan omitía el hecho de que eran poco efectivas. Los análisis que efectuaban los servicios

diplomáticos españoles carecían de agudeza y perspicacia. Entendían el conflicto con las mismas

claves desorientadas propias de los medios de prensa, hablaban de 'guerra civil en el Imperio',

cuando en realidad se trataba de una rebelión localizada en un área concreta del Sultanato y

creyeron que iba a tener una trascendencia generalizada. Por otra parte, tal como se encargó de

resaltar Patenotre a Delcassé, los servicios de información españoles en Marruecos funcionaban

mal. El Ministerio de Estado tenía una notable carencia de noticias fiables sobre las circunstancias

ligadas a la rebelión roguista, y los rumores que llegaban a los consulados españoles eran siempre

contradictorios. Ello se debía, tal como se encargó de hacer patente un informe del consulado de

2038
Telegrama de Delcassé a Paul Cambon, Embajador de Francia en Londres. 14 de Noviembre de 1.902. D.D.F., t. II,
pag. 603.
2039
Telegrama de Delcassé a Paul Cambon. 17 de Noviembre de 1.902. D.D.F., t. II, pag. 610.
2040
Patenotre, Embajador de Francia en Madrid a Delcassé. Despacho no. 107. 18 de noviembre de 1902. D.D.F. 2ª
serie. Tomo II, pág. 612.

1221
Casablanca remitido el 30 de diciembre al Ministerio de Estado,2041 a la falta de una buena red de

información.

Las rivalidades entre los países europeos que se disputaban la hegemonía en el Sultanato

habían propiciado la extensión de unas redes permanentes de espionaje en el territorio imperial por

parte inglesa y francesa, que permitían a los gobiernos de Londres y París estar al corriente de los

movimientos e intrigas de sus rivales potenciales y de los acontecimientos significativos que se

producían en el Imperio. La dinámica de desarrollo de la cuestión marroquí, convertida en una

especie de juego de ajedrez, hacía que tanto Gran Bretaña como Francia tuviesen que prever y

calcular las jugadas sucesivas de sus rivales so pena de perder su posición en el Sultanato. En

particular Francia había puesto un gran empeño en crear una organización permanente, activa y

eficiente de información, integrada por sus agentes confidenciales en la Corte y por la Misión

Militar.

El Estado español, en 1902, no podía estar a la altura de las circunstancias. El gobierno

Sagasta había descuidado el mantenimiento de una red de avezados confidentes y este hecho se

hacía más evidente en el contexto bélico de la sublevación del Rogui. A finales de año desde el

Consulado de Casablanca se solicitaba del nuevo gobierno conservador, presidido por Silvela la

dotación de una partida presupuestaria extraordinaria para atender a la construcción de una red de

informadores. Rotondo (el cónsul) solicitó asimismo a Abarzuza, el nuevo Ministro de Estado, que

le fuera permitida la adquisición de varios juegos de señales, de banderas y de luces con el fin de

comunicar las noticias urgentes a los buques de guerra españoles que se acercasen al puerto. Esta

última petición le sería denegada. Por otra parte las fuertes lluvias del mes de diciembre

dificultaban los viajes de los correos españoles desde el interior (Fez) hasta la costa (Tánger) y esto

se traducía, amén del retraso en la recepción de noticias, en el hecho de que a Cólogan le era

imposible formarse un juicio certero y completo sobre la rebelión gestada en torno a Taza. Además

2041
Adriano Rotondo y Nicoláu, cónsul de España en Casablanca al Ministro de Estado, Buenaventura Abarzuza.
Despacho no. 86. 30 de Diciembre de 1.902. A.M.A.E. Archivo Histórico. Correspondencia de los Consulados.
Casablanca. Legajo H- 1862 (1868- 1930).

1222
Cólogan era un recién llegado a Tánger y se consideraba incapaz de emitir conclusiones y

opiniones certeras sobre la situación del Imperio. Por otra parte, las fuentes de información de que

disponía Cólogan en Fez eran dos: las suministradas por el doctor Cerdeira y las aportadas por el

agente confidencial, el nativo Omar Barrada, y las visiones de los dos eran profundamente

divergentes. Así Barrada no achacaba nunca al Sultán la causa de los desastres de la campaña

contra el pretendiente. Al contrario, considerando a Abd al-Aziz dotado de grandes cualidades

personales, como la previsión, la inteligencia, la mesura y el tacto en los asuntos políticos, echaba

la culpa de los problemas del país a la absoluta nulidad de sus ministros y consejeros, en particular

a Ben Sliman. Precisamente la discrepancia entre ellos y el enfrentamiento entre reformistas y

tradicionalistas vendría a ser uno de los motivos principales de la zozobra de la Administración

marroquí que evidentemente estaba experimentando una dinámica de transición hacia un modelo

más modernizado que descansaba en un nuevo sistema fiscal. Lógicamente todas las etapas de

transición histórica son épocas de incertidumbre. Con todo, este agente era optimista porque veía

unidad entre las cabilas en torno a Abd al- Aziz y decisión en ellas de combatir al pretendiente.

Tampoco los escándalos sensacionalistas a los que se entregaban los corresponsales de periódicos

europeos en Marruecos y las elucubraciones de algunos rotativos belgas o alemanes le ayudaban

mucho a Cólogan. No obstante aventuraba:

“No cabe duda de ...(que las turbulencias contemporáneas) se explican actualmente


por la levadura de descontento en la población musulmana fanática y para quien todo lo
referente al Sultán encierra un problema religioso, ante esos alardes llamados reformistas
del Soberano y que hasta el presente se reducen al cultivo del sport y de refinamientos
europeos superficiales, con lo cual ofende más aún el sentimiento indígena, que con
medidas de utilidad y trascendencia“. 2042

2042
Bernardo de Cólogan a Almodóvar. Despacho no. 245. 12 de Diciembre de 1902. . A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.

1223
En todo caso, Cólogan pecó en un primer momento de minimizar la trascendencia de la

sublevación, a la que juzgó como un acontecimiento no susceptible de desencadenar el final del

Imperio.

Tras abandonar Fez con importantes fuerzas, Abd al- Aziz se dirigió a Rabat.2043 El

pretendiente había abandonado la llanura, encontrando refugio y numerosos partidarios en las

montañas. Si le marchaban mal las cosas, desde allí podía replegarse al Rif oriental y buscar apoyos

entre las numerosas cabilas de la región.2044

El estado de intranquilidad persistía en ciertas partes del Imperio. Se rumoreaba que cuando

los Chinguetti al mando de Maa-al- Aynin regresaban al desierto sahariano con los regalos que les

dio el Sultán habían sido asaltados cerca de Rabat por los Zemmur que no respetaron su condición

religiosa. Por otra parte la pugna entre tradicionalistas y reformistas en el seno del Majzén se estaba

decantando del lado de los primeros con la decadencia del Mennebhi.

Entonces Abd al- Aziz lanzó su caballería en las cercanías de Meknés contra los Guerruan

que abandonaron inmediatamente la llanura. A continuación se dirigió con decisión a sojuzgar a los

Zemmurs, un pueblo montañés.

Por el contrario en el frente de Taza, las cosas empezaban a torcerse. El 30 de noviembre

tenía lugar en la llanura un combate entre las tropas de Muley el Kebir y las del pretendiente,

sufriendo las primeras grandes pérdidas. Las cabilas que con anterioridad eran partidarias del

Sultán pasaron ahora a unirse a la insurrección.2045 Abd al- Aziz convencido de que las fuerzas del

Rogui eran dignas de respeto, volvió a Fez sin dirigirse a Rabat.2046

En torno al 7 de diciembre tuvo lugar un combate crucial entre los leales al Sultán y los

roguistas: la mehal.la imperial se decidió a realizar un esfuerzo decisivo y a atacar la ciudad rebelde

2043
También se rumoreó que una vez estuviera Taza pacificada y vencidas las fuerzas del Rogui, saldría una
expedición del campamento de Muley el- Kebir con destino al Rif y a las inmediaciones de Melilla con el fin de
recaudar los tributos que adeudaban al Majzén las cabilas de aquella región.
2044
Carta no. 27 del doctor Cerdeira a Bernardo de Cólogan. 15 de Noviembre de 1902. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 299 / Ex. 1.
2045
Carta no. 33 de Alfonso Cerdeira a Bernardo de Cólogan. 3 de Diciembre de 1902. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 299 / Ex. 1
2046
Carta no. 36 de Alfonso Cerdeira a Bernardo de Cólogan. 9 de Diciembre de 1902. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 299 / Ex. 1.

1224
de Taza. Las fuerzas imperiales quedaron destrozadas.2047 La mehal.la de El –Kebir hubo de

retroceder hacia Fez. Este triunfo fue presentado por Bu-Hamra como una muestra de la

autenticidad de su misión salvadora del Sultanato, y otras tribus empezaron a escuchar su mensaje.

Retornado a Fez, en pocos días el Sultán reunió una nueva mehal.la mejor pertrechada. Abd

al- Aziz no podía consentir que unas cuantas cabilas rebeldes cuestionaran el poder imperial. Al

difundirse el rumor de que el pretendiente recorría el territorio del Rif con el fin de conseguir

adictos, Cerdeira se equivocó irremisiblemente al apuntar que la sublevación encontraría apoyo en

todo el Imperio. Por otra parte sus comentarios apuntaban la existencia de una ayuda extranjera a la

causa roguista. ¿Cómo explicar si no la abundancia de oro, de vituallas, de armas en sus filas?.

Pronto el Rogui consolidó su dominio entre el Atlas y la costa mediterránea y desde la frontera

argelina hasta las proximidades de Fez, potenciando el comercio en este territorio.

En torno al 11 de diciembre diversos periódicos españoles y también diferentes

corresponsales de prensa europeos destacados en Tánger se hicieron eco de la derrota imperial y

empezaron a difundir noticias sensacionalistas sobre la gravedad de la sublevación de Taza y acerca

de la persistente sedición de los Zemmurs. El nuevo Gobierno conservador español requirió

inmediatamente de Cólogan informaciones precisas, para poder realizar un seguimiento de los

acontecimientos.2048 Cólogan remitió enseguida comunicación de que el Sultán había conseguido la

paz con los Zemmurs al desplazarse desde Fez, y que de camino hacia Rabat, le hizo retroceder la

noticia de la derrota de la mehal.la mandada por su hermano. Según el diplomático, el Sultán había

seguido una estrategia errónea, pues debía haber combatido personalmente al Rogui dirigiéndose

rápidamente a Taza. El ejército imperial no había estado suficientemente pertrechado por los

comerciantes de Fez y al no contar con suficientes víveres se indicaba que los soldados habían

tenido que vender sus municiones para poder comer.

2047
Carta del banquero Nahon a Bernardo de Cólogan. 11 de Diciembre de 1902. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 299 / Ex. 1.
2048
Telegrama del Ministro de Estado, Buenaventura Abarzuza dirigido a Bernardo de Cólogan. 11 de Diciembre de
1902. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.

1225
La derrota imperial fue la causa de la difusión de una gran inquietud en el Sultanato.2049 No

sólo eso: los tropiezos del Majzén equivalían a unos fortísimos gastos para el Tesoro imperial y

daban pie a la aparición de nuevas agitaciones, si no tan graves como la de Taza, sí poco

convenientes para la estabilidad del Imperio.

El Sultán procedió, como quedó indicado, a reunir un fuerte contingente de tropas de todo el

Imperio. Este gran ejército, aun siendo numeroso no combatió con decisión al pretendiente, por

ello cada vez que tenía lugar un encuentro decisivo, los gubernamentales resultaban derrotados,

cundiendo la desmoralización.

El 24 de diciembre se conocía en Fez la noticia de una derrota de las tropas del Sultán. El

Rogui, inquieto, mientras una nueva mehal.la imperial avanzaba sobre Taza, había multiplicado sus

contactos con todas las tribus que le eran leales, enseñándoles una catarata de cartas falsificadas

que demostraban que prácticamente medio Marruecos estaba con él. Los soldados del Majzén que

debían combatirle estaban en realidad muy desmoralizados. “La mayor parte de los musulmanes

que siguen a Muley Abd –el-Aziz –escribió Cerdeira- alentados por el fanatismo le combaten (al

Rogui) débilmente y esperan su triunfo como enemigo de los cristianos en el Imperio“.2050 Cuando

el Rogui atacó con todas sus fuerzas, la expedición imperial se desintegró.

2049
Telegrama de Bernardo de Cólogan a Abarzuza. 12 de Diciembre de 1902. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2050
Carta de Alfonso Cerdeira a Cólogan no. 43. 24 de Diciembre de 1902. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 299 / Ex. 1.

1226
12.39. Derrota de las fuerzas imperiales. El pánico se desata en Fez.

El 28 de diciembre las noticias telegráficas que llegaron al Ministerio de Estado2051

procedentes de Marruecos eran extremadamente alarmistas, y crearon una honda impresión en

Madrid. Se referían a un sentimiento generalizado de terror y ansiedad, creado en la ciudad

imperial, Fez, al producirse la entrada precipitada de decenas de soldados gubernamentales,

exhaustos, heridos, hambrientos derrotados por las fuerzas del Rogui, y perseguidos hasta cerca de

la capital.

La derrota de las tropas gubernamentales había sido aplastante. El ejército imperial, en lugar

de avanzar con decisión, cuando llegó a la vista de Taza, no se había enfrentado al Rogui, y se

había entretenido quemando chozas y saqueando aduares. Por ello los soldados imperiales se vieron

envueltos por los rebeldes por diferentes flancos. La tropa se dejó llevar por el pánico, dejando

armas, cañones, mulas, camellos y vituallas en el campo y dándose a la fuga. El campo de batalla

quedó enteramente sembrado de cadáveres.2052

El convencimiento de que Bu Hamra iba a entrar de manera inminente en la ciudad de Fez

cobraba cuerpo. La agitación en la capital del Imperio era enorme.2053 Las tropas del Rogui

parecían dispuestas a rematar la campaña dando un golpe de mano sobre la Corte. Se llegaba

incluso a afirmar que parte de las tropas imperiales no eran fieles a Abd al- Aziz y estaban

dispuestas a abandonarle, y que el representante diplomático del Reino Unido pensaba hacer venir a

la costa a todos los británicos residentes en el interior, por estimar que la situación era muy grave.

El botín que había obtenido Bu Hamra había sido muy cuantioso. Pero lo más grave era que la

mehal.la imperial se había disuelto2054 y el camino hacia Fez estaba abierto para el Pretendiente al

2051
Telegrama de Bernardo de Cólogan a Bueanaventura Abarzuza, Ministro de Estado. 27 de Diciembre de 1902.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2052
Carta de Alfonso Cerdeira a Cólogan no. 43. 24 de Diciembre de 1902. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 299 /Ex. 1.
2053
Ministerio de la Gobernación. Copia de telegrama particular de Tánger para El Liberal. 28 de Diciembre de 1.902.
A.G.P. R. Caja 15.538 /Ex. 2.
20542054
Ministerio de la Gobernación: Copia de un telegrama dirigido a El Liberal. 29 de Diciembre de 1902. A.G.P.R.
Caja 15.538/ Ex.2.

1227
trono. El Rogui afianzaba la consolidación de un nuevo Majzén que potenciaba las relaciones

comerciales entre la población de Taza y las tribus bajo su control y pretendía consolidarse como

un gobernante justo y ecuánime.

A medida que iban llegando los restos desperdigados del contingente sultaniano, la situación

en Fez era más dramática. Se rumoreaba que aumentaba el número de soldados que integraba el

contingente del Rogui, procedentes de diversos territorios, incluido el Rif. Las inclinaciones

reformistas de Abd al- Aziz incitaban a un número creciente de marroquíes a no ocultar sus

simpatías al Pretendiente, por ofrecer éste una imagen de respeto al Islam y a las tradiciones

religiosas. Las tribus desafiaban la autoridad del Sultán tanto en la costa como en el interior

rechazando sus innovaciones progresistas.

Los rumores alarmantes se expandieron rápidamente desde Fez a la mitad occidental del

Imperio. En Larache se llegó a difundir la noticia de que el Ministro de la Guerra había muerto y

que Fez estaba sitiada por las tropas rebeldes. Se fabulaba constantemente. Los administradores de

la aduana marroquí de Larache se pusieron en contacto con los de la de Mazagán y llegaron a fletar

un vapor español, el Gabriel Rius que venía de Dar-El- Beida (Casablanca) para organizar un

transporte de armas y municiones.2055

2055
Bernardo de Cólogan a Abarzuza. Despacho no. 258. 30 de Diciembre de 1902. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.

1228
12.40. Medidas preventivas europeas. Éxito de las iniciativas galas.

Las noticias, conocidas en Madrid, provocaron honda zozobra en el gabinete conservador de

Silvela, a pesar de los mensajes telegráficos optimistas enviados por Cólogan quien juzgaba, tras

entrevistarse con Mohammed Torres que la situación era grave pero sin llegar a ser crítica, puesto

que el Sultán contaba con fuerzas suficientes para defender Fez.2056

El Ministro de Estado, B. Abarzuza telegrafiaba al consulado de España en Gibraltar

inquiriendo sobre el sentido y la finalidad de los movimientos navales que estaban realizando los

ingleses.2057 Por otra parte, el día 29 de diciembre se telegrafió con urgencia a los consulados en

Argel y Orán ordenando poner en marcha una serie de acciones para recabar información reservada

sobre las decisiones de las autoridades coloniales francesas y los hipotéticos movimientos de las

tropas galas.2058 El gabinete conservador, por su parte juzgó necesario consultar en el Quai d´Orsay

y en el Foreign Office sobre los propósitos y medidas que iban a tomar en la cuestión marroquí los

gobiernos galo y británico.2059 Interesaba en particular conocer las decisiones de Londres: la derrota

de la mehal.la imperial suponía el fracaso más palpable de la política reformista del Majzén que

había contado con la aquiescencia inglesa. Por ello, se presuponía en Madrid que se iban a tomar

por parte británica medidas drásticas, tal vez una intervención militar en Marruecos a gran escala.

La respuesta del Duque de Mandas, Embajador en Londres no se demoró muchas horas: el Foreign

Office juzgaba grave la situación planteada por la derrota del ejército imperial, pero no tan apurada

como para exigir una acción armada del Reino Unido. El gobierno británico declaró que la rebelión

era una cuestión intestina del Imperio jerifiano, por ello no iba a entrometerse en el conflicto. A

juicio del Foreign Office toda demostración militarista de una potencia europea aumentaría los

2056
Telegrama de Cólogan al Ministro de Estado, Buenaventura Abarzuza. 28 de Diciembre de 1.902. A.G.P.R. Caja
15. 538 / Ex. 2.
2057
Ibidem. Telegrama de Buenaventura Abarzuza, Ministro de Estado dirigido al consulado de España en Gibraltar.
29 de Diciembre de 1.902.
2058
Telegrama de Buenaventura Abarzuza a los cónsules de España en Argel y Orán. 29 de Diciembre de 1902.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2..
2059
Telegramas de Buenaventura Abarzuza a los Embajadores españoles en París y Londres. 28 de Diciembre de 1902.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.

1229
riesgos de complicación de la cuestión marroquí. El Reino Unido iba a abstenerse de enviar

unidades navales salvo que la situación lo requiriera para proteger y evacuar a sus súbditos. Sin

embargo en el caso de que Francia iniciara una acción de envergadura, ya fuera enviar un simple

buque o toda una escuadra, el Reino Unido replicaría con medidas semejantes. La actitud británica

era de expectante vigilancia, contando con dos bazas próximas al lugar de los combates: los buques

surtos en las aguas de Gibraltar y el resto de la flota mediterránea que andaba de maniobras entre

dicho puerto y Malta. Inglaterra no quería suscitar la apertura de la cuestión marroquí, y

únicamente actuaría en caso de hipotéticos movimientos de otros países.2060

León y Castillo se entrevistó en dos días consecutivos con Delcassé,2061 el cual manifestó al

Embajador español su deseo de no inmiscuirse momentáneamente en los sucesos de Marruecos y

le ratificó el compromiso de Francia con el statu quo.2062 Sin embargo, tal como ha señalado José

Manuel Allendesalazar,2063 los europeos residentes en el Imperio jerifiano acabaron por solicitar

auxilio a sus cónsules y Francia e Inglaterra pusieron en alerta a sus tropas en Orán y Gibraltar, por

si había que intervenir.

El 27 de diciembre, Saint-René Taillandier había expresado a Delcassé sus temores sobre la

deposición de Mawlay Abd al- Aziz, y sobre el hecho de que su sucesor pudiera ser un fanático

religioso. Aconsejó en interés de Francia salvar al Sultán llevando a cabo una demostración militar

en Uxda (a 300 kilómetros del campo de batalla). El 29, Delcassé rechazó esta posibilidad: sólo iba

a servir para poner en contra de Francia a la población marroquí y exponer a la cólera pública a los

súbditos franceses residentes en el Imperio. Tampoco Francia deseaba provocar complicaciones

internacionales, suscitando la actuación de otras grandes potencias en Marruecos.2064 Su objetivo no

2060
Telegrama del duque de Mandas, Embajador de España en Londres a Buenaventura Abarzuza. 29 de Diciembre de
1902. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2061
Delcassé manifestó a León y Castillo que considera inconveniente la presencia de buques extranjeros en puertos
del Imperio, pues ello podría provocar un resentimiento de la población musulmana contra los hebreos protegidos de
Francia que residían en el litoral. Telegrama de León y Castillo a Abarzuza. 29 de Diciembre de 1902. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2062
Telegrama del Marqués del Muni a Buenaventura Abarzuza. 29 de Diciembre de 1.902. A.G.P.R. Caja 15. 538 /
Ex. 2.
2063
Véase Allendesalazar: op.cit., pág. 133.
2064
Telegrama de Delcassé a Saint-René Taillandier. 29 de Diciembre de 1902. D.D.F. 2ª serie. Tomo II. Pág. 678.

1230
era obviamente un fin apocalíptico del statu quo, sino más bien pautado y graduado. Ante todo

había que reforzar las relaciones con el Reino Unido.2065 La voluntad de Delcassé era consolidar un

acuerdo de no intervención en Marruecos a tres bandas, que ligase a España, Francia e Inglaterra,

como manifestó al Embajador inglés, sir Edmund Monson y a León y Castillo. Posteriormente el

gabinete francés variaría su actitud oficial de neutralidad absoluta en la pugna entre el Rogui y el

Sultán. Delcassé exigiría a Paul Cambon que arrancase del gabinete de Londres un compromiso

serio de no intervenir en el conflicto y de permanecer como impasible espectador de la rebelión. En

definitiva, lo que Delcassé estaba pidiendo y obtuvo es que Londres no se opusiera a la acción de

Francia en Marruecos, y abandonara paulatinamente sus intereses en el Sultanato. Sir Arthur

Nicolson había advertido a Londres de la gravedad que supondría el triunfo del Pretendiente pues

iniciaría en Marruecos una oleada de fanatismo antieuropeo xenófobo y hostil. Sin embargo,

Francia conseguiría bloquear cualquier deseo de Gran Bretaña de obrar a su libre albedrío en

Marruecos, al proponer al gobierno inglés y obtener de él un pacto de no intervención en el

Sultanato. Complementariamente, Cambon recibió instrucciones de solicitar el placet de Londres

para la regularización de un futuro consenso en torno a los asuntos marroquíes entre las tres

potencias con mayores intereses políticos en el futuro de Marruecos: el Imperio británico, España y

Francia. Era un anticipo de las tendencias que llevaron a los acuerdos de 1904 y a los de Cartagena

en 1907, en detrimento de los intereses de cualquier otra potencia europea en el Sultanato. Se

trataba de Alemania, a la que se quería sorprender con una dinámica de “hechos consumados“ que

no le permitiera reaccionar. El objetivo francés de arrancar a Londres tantas garantías como fuera

posible sobre la inexorabilidad de la hegemonía gala en el extremo occidental del Magreb, se

completaba con una campaña contra el Emperador Guillermo II y su gobierno al que consideraban

en París un peligro para las estrategias de Inglaterra y Francia en el Mediterráneo Occidental. Así

parecían confirmarlo las tendencias expansionistas germanas: el deseo de crear un gran depósito

comercial de mercaderías en la costa del Sultanato, el interés de inundar Marruecos de sus

2065
Delcassé a Paul Cambon. Despacho no. 658. 30 de Diciembre de 1902. D.D.F. 2ª serie. Tomo II. Pp. 682-683.

1231
productos siguiendo las técnicas del “dumping“ y sustituir las importaciones inglesas o galas que

realizaban los marroquíes. Además Alemania ya había manifestado su interés en obtener

concesiones de terreno en la costa mediterránea marroquí próxima a Argelia, en concreto en la

desembocadura del Muluya; concesiones destinadas al establecimiento de una estación

carbonífera. Cambon recalcaría que ello sería la base para la creación de una base militar del II

Reich directamente enfrentada a la de Gibraltar. Alemania buscaba potenciar también el

establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos soberanos pontífices del Islam, el sultán de

Fez y el de Constantinopla.2066

El Ministro de Asuntos Exteriores lusitano anunció al Ministro Plenipotenciario español en

Lisboa, Polo su deseo de concertarse con el Reino Unido, pero paralelamente le informó del envío a

Tánger del crucero Doña Amelia.2067 Francia reforzó las guarniciones escalonadas del XIX Cuerpo

de Ejército a lo largo de la frontera argelo-marroquí, trasladando hombres, cañones y municiones

por vía férrea a Tlemcén, Ain- Sefra y Duveyrier con objeto de evitar la penetración en Argelia de

bandas de combatientes marroquíes. En Mers-el- Kebir aguardaba órdenes un crucero; en Tolón

permanecía lista para zarpar rumbo a Marruecos, una división naval. A partir del 1 de enero de

1903, los efectivos de la escuadra gala del Mediterráneo estuvieron dispuestos ante cualquier

contingencia.

El día 31 de diciembre de 1902 varios acorazados y cruceros ingleses llegaban a las aguas de

Gibraltar.2068 Una división naval británica quedaba lista para actuar en aguas marroquíes; sin

embargo, Londres no quería suscitar el recelo galo ni el sentimiento nacionalista marroquí. El

concierto franco-británico en torno a la necesidad de no intervenir en Marruecos empezó a

funcionar sin grandes problemas.2069 Paradójicamente el primero planteado sería la actuación

2066
Paul Cambon a Delcassé. Despacho no. 308. 31 de Diciembre de 1902. . D.D.F. 2ª serie. Tomo II. Pp. 686- 688.
2067
Telegrama del Ministro Plenipotenciario Polo a Abarzuza. 30 de Diciembre de 1902. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2068
Telegrama del cónsul Martí a Abarzuza. 31 de Diciembre de 1902. . A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 164 / Ex. 2.
2069
Cabía la posibilidad de una fulminante actuación inglesa en Marruecos. Cólogan hablaba el último día del año con
sir Arthur Nicolson quien calificaba de extremadamente preocupante la llegada al poder de elementos fanáticos hostiles

1232
discordante del gabinete conservador español, pues no permaneció a la expectativa y actuó por su

cuenta.2070

La postura oficial española, tras conocer la actitud de las potencias europeas dispuestas

simplemente a aguardar el curso de los acontecimientos para evitar con ello peligrosas alarmas

internacionales, fue reafirmar su compromiso de mantenimiento del statu quo. Sin embargo, otra

cosa eran las medidas que se ponían en práctica.2071El Ministro de Marina, Joaquín Sánchez de

Toca envió un telegrama al Almirante Pascual Cervera, Jefe del Estado Mayor Central de la

Armada exponiéndole el grave contratiempo que para la política gubernamental española

significaba la derrota de las fuerzas imperiales marroquíes y la necesidad de trasladar a las aguas

del Sultanato a varios buques de la Armada.2072 Dado que otras potencias europeas podían

aprovechar la coyuntura para llevar a cabo operaciones expansionistas en Marruecos, había que

estar prevenidos. Por ello, se encomendaba al Estado Mayor de la Armada la confección de un plan

urgente para trasladar una escuadra a las aguas marroquíes y preparar una serie de fuerzas de

desembarco.

El 30 de diciembre el Infanta Isabel fue enviado apresuradamente al puerto de Tánger,2073

siendo el primer buque de guerra llegado al escenario marroquí tras el inicio de la crisis motivada

por la sublevación del Rogui.2074 Una calma tensa presidía la vida de la ciudad, aunque se volvía a

hablar de la rebelión de las cabilas en las proximidades de Tetuán.2075 El 2 de Enero llegaba al

a los europeos, y comunicaba que el gobierno británico tenía dispuestos hasta nueve buques de guerra para proteger a
sus súbditos.
2070
Recibiendo las aceradas críticas en el Reino Unido de la Pall Mall Gazette que acusó a España de mantener
delirantes sueños de conquista de todo el Sultanato marroquí , en contraposición con Inglaterra que no ambicionaba una
pulgada de territorio marroquí, contentándose con el mantenimiento de la política de puertas abiertas para el comercio
europeo. Unicamente la publicación señalaba que el Reino Unido no iba a consentir la cesión de ningún puerto de la
costa frente a Gibraltar a cualquier potencia europea que pudiera serle hostil.
2071
Telegrama de Abarzuza a los Embajadores en París, Londres, Berlín, Viena, Roma, San Petersburgo y Ministros
Plenipotenciarios en Bruselas, La Haya y Lisboa. . A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2072
Telegrama del Ministro de Marina, Sánchez de Toca dirigido al Almirante Pascual Cervera. 28 de Diciembre de
1.902. A.G.P.R. Caja 15. 538 / Ex. 2.
2073
Ibidem. Telegrama del Comandante del Infanta Isabel dirigido al Ministro de Marina, Sánchez de Toca. 31 de
Diciembre de 1.902.
2074
Ibidem. Telegrama del Comandante del Infanta Isabel al Ministro de Marina. 1 de Enero de 1.903.
2075
Ibidem. Telegrama del Comandante del Infanta Isabel, Morgado al Ministro de Marina. 2 de Enero de 1.903.

1233
puerto tangerino otro buque de guerra, el crucero portugués Reina Amalia, procedente de

Lisboa.2076

Al restablecerse la tranquilidad en Fez y no proceder el Rogui al asalto de la ciudad, Cerdeira

escribiría a Cólogan señalando tres perspectivas posibles de cara al futuro del país:

A) Que se consolidara en Marruecos una protección amistosa, una tutela o un cierto control

británico.

B) Que el Rogui triunfara, implantándose una era de fanatismo.

C) Que se produjera en el Tafilalt una revolución antifrancesa y antieuropea.

“Atraviesa el Imperio de Marruecos el período más grave de su historia contemporánea “,

fueron sus palabras.2077

El estado levantisco de las cabilas en Marruecos, la sublevación del Rogui justificaban

la actitud precavida, cautelosa e impaciente del gobierno Silvela, que juzgó como muy necesario

consultar con gran asiduidad al gabinete británico.

12.41. Los gobiernos españoles y Londres.

Enrique Rosas Ledezma ha señalado que a partir de mediados de 1902, el gobierno británico

estaba empezando a tomar en consideración la idea de un pronto colapso del 'statu quo'.

Anticipándose a lo que pudiera venir, el Foreign Office había hecho un estudio detallado del valor

estratégico de los puertos y costas del litoral marroquí y se adelantó a considerar el reparto del país

entre las potencias, en caso de que desapareciera la autoridad del Sultán.2078 Después el

Almirantazgo británico puso en estado de alerta a la base de Gibraltar para que observase de cerca

2076
Ibidem. Telegrama del Comandante del Infanta Isabel al Ministro de Marina. 3 de Enero de 1.903.
2077
Carta no. 44 de Alfonso Cerdeira a Bernardo de Cólogan. 26 de Diciembre de 1902. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 299 / Ex. 1.
2078
(F)oreign (O)ffice, Political : 185 /945, "Papers respecting affairs ... ( 895), F.O. septiembre de 1.902, en Rosas
Ledezma, E.: op. cit., pág. 714.

1234
los acontecimientos.2079 A pesar de su secreta aproximación a Francia, el gabinete liberal sagastino

se había mantenido en constante comunicación con el inglés, debatiendo los acontecimientos

marroquíes y manifestándole sus temores y su esperanza de que se conservara el 'statu quo' en aquel

país. Lansdowne respondió al Embajador español, Duque de Mandas, que el único y firme

propósito de Inglaterra era conservar el ‘statu quo' , como hasta entonces, pero " si surgiese la

cuestión marroquí creo que Inglaterra sería la primera en pensar que España tiene derecho a que

...no se tratase sin que hiciera oír su voz ".2080

Durante los meses de noviembre y de diciembre, tanto Almodóvar como su sucesor en el

Ministerio de Estado, Buenaventura Abarzuza observaron inquietos el desarrollo de la sublevación

del Rogui y los incidentes en Tetuán, por si propiciaban la intervención de las grandes potencias, en

cuyo caso podría ser despojada España de lo que consideraba suyo en Marruecos por derecho

propio.2081 Con más atención que nunca, el gobierno español empezó a analizar cada movimiento

diplomático que realizaba el Reino Unido. Así, el Duque de Mandas informó en carta particular al

Ministro de Estado Abarzuza que llegado el caso Gran Bretaña estaría siempre dispuesta a defender

en el Norte de África sus intereses políticos y económicos con todos los medios a su alcance,

incluidos los militares. Asimismo el Embajador señaló que Inglaterra había renunciado

definitivamente a su espléndido aislamiento y que no iba a renunciar dentro de las bases de su

política continental europea a contar con una nación con la cual entenderse y coaligarse. Si en el

pasado fue Austria, ese puesto se veía reemplazado ahora por Italia. Contando con el apoyo seguro

de los italianos, Inglaterra no iba a temer un probable incremento de las fuerzas de la Dúplice

alianza francorrusa, ni nuevas o variadas combinaciones o alianzas entre potencias europeas poco

amigas. Un reciente discurso del secretario del Foreign Office, Lord Lansdowne, inducía a creer

que Inglaterra no obraría en cuestiones continentales aislada nunca más, sino que buscaría apoyos.

2079
F.O. 185 / 945. Tánger, núm. 53, al F.O. 27 diciembre de 1.902., en Rosas Ledezma, E.: op. cit., pág. 714.
2080
Duque de Mandas al Duque de Almodóvar del Río. 9 de Octubre de 1.902. A.M.A. E. Archivo Histórico. Legajo
H- 1582; y F.O. 185 / 945, de Lansdowne, núm. 74, 8 de Octubre de 1902, 119 F.O. en Rosas Ledezma, E.: op. cit.,
pág. 714.
2081
F.O. 185/946, núm. 89, Madrid 28 de noviembre de 1902, 160 F.O.; y despacho núm. 97. Madrid, 21 de diciembre
1902, 180 F.O.

1235
También Mandas apuntaba que aun cuando Inglaterra había tomado nota de las manifestaciones de

antipatía del pueblo alemán con motivo de la guerra boer y de la competencia que las manufacturas

y el comercio alemán presentaban al británico, era factible un principio de inteligencia con el II

Reich. Aunque las dos potencias habían confrontado sus intereses en Shanghai, era posible un

concierto sobre temas como Venezuela, África.2082

2082
Mandas, sin ser un experto en la cuestión marroquí sí que alcanzaba a atisbar algunos movimientos diplomáticos
de gran trascendencia. Fracasó al anunciar un posible acuerdo anglo-germano sobre Marruecos, pero en contrapartida
llegó a apuntar que era también factible un convenio anglo-galo “contando con la participación española o sin ella”. Sí
que leyó bien el propósito británico de rectificar su política europea, buscando compromisos de acuerdo estable con
potencias europeas. Mandas a Abarzuza. Carta particular número 1. 15 de diciembre de 1902. (A)rchivo del
(M)inisterio de (A)suntos (E)xteriores. Madrid. Legajo H-1264.

1236
RESUMEN

A partir del inicio de 1901, Francia y Gran Bretaña habían comenzado una guerra de

prestigios en el Sultanato, buscando obtener la hegemonía en él. A las maniobras navales de la

Royal Navy, los franceses replicarían reuniendo sus flotas del Mediterráneo y del Atlántico. Al

mismo tiempo, el XIX Cuerpo de Ejército galo, una unidad formada por tropas coloniales dispersas

por la colonia argelina, se concentraba en el sur de Orán para unas maniobras. Al mismo tiempo el

cable telegráfico entre Tánger y Argel, los franceses consiguieron que sus comunicaciones desde

Marruecos no tuvieran que transitar bajo control británico. Ante la posibilidad de que el gobierno

republicano desencadenase una acción decisiva que pusiera al Imperio jerifiano bajo su dominio, el

gobierno de Sagasta barajó diversas posibilidades. La primera de ellas fue iniciar una política de

fuerza dirigida a conseguir el embrión de un protectorado español en ciertas zonas del Imperio

jerifiano. Esta medida fue estudiada cuando se pensó en enviar a Marruecos una expedición armada

con ocasión del secuestro de dos jóvenes españoles por montañeses en las proximidades de Arzila.

Esta posibilidad suponía ejercitar una acción autónoma en Marruecos, que no iba a contar con el

respaldo de Francia. La segunda posibilidad, que finalmente se adoptó pasaba por profundizar en el

diálogo con la Tercera República, superando los recelos existentes hacia las tendencias

expansionistas galas en el Sultanato. La política española en Marruecos pasará entonces a una fase

de supeditación con respecto a Francia. En este orden de cosas habría que encuadrar el relevo del

Ministro Plenipotenciario hispano en Tánger, Emilio de Ojeda, un diplomático probritánico, dotado

de gran inteligencia y de una gran capacidad para maniobrar ágilmente en los intrincados asuntos

del Sultanato, pero cuya diligencia le había situado en ocasiones en una difícil posición con

respecto al Ministerio de Estado. Es sustituido por Cólogan, más dispuesto a obedecer las órdenes

recibidas de Madrid. España colaborará asimismo con Francia en la actuación de esta última

conducente a bloquear la reforma fiscal promovida por el gobierno marroquí. Con ello el Quai

d´Orsay pretende frustrar una serie de reformas emprendidas por el Sultán Abd al- Aziz, que

1237
cuentan con el respaldo británico. Todo ello en un momento en que el Reino Unido parece haber

conseguido una notable influencia en el Sultanato. Las conversaciones de París, iniciadas en 1901,

tendentes a llegar a un acuerdo de reparto de Marruecos entre Francia y España son retomadas,

dilatándose hasta el otoño de 1902. En su transcurso, el Ministerio de Estado llegó a evaluar la

posibilidad de que la Tercera República y Gran Bretaña llegaran a un acuerdo que pusiera fin a sus

litigios coloniales y que resolviesen la cuestión marroquí a espaldas del gobierno restauracionista.

Esta posibilidad fue descartada porque la tensión entre franceses y británicos por lograr la

hegemonía en el Sultanato se acrecentó, culminando en abril de 1902 cuando unidades navales

rusas y francesas hicieron su aparición en las aguas de Tánger, en un intento de disuadir al Sultán

de seguir buscando el apoyo británico. El acercamiento español a Francia llega hasta el punto de

que el gabinete Sagasta va a intentar que dentro del acuerdo de reparto de Marruecos quede

incluido el compromiso republicano de garantizar la integridad territorial de España. A pesar de que

esta posibilidad fue rechazada por Delcassé y a pesar de que las negociaciones se dilatarían todavía

más por la disputa en torno a la posesión de la ciudad de Fez, finalmente incluida dentro de la

esfera hispana en el norte de Marruecos, el acuerdo francoespañol estuvo prácticamente concluido a

finales de Noviembre. El exceso de celo del Embajador hispano en París, León y Castillo determinó

que no se firmase. Tras el abandono por los liberales del gobierno y su sustitución por los

conservadores de Silvela, el acuerdo definitivamente no se suscribe. En Taza comienza una seria

rebelión contra el Sultán, que complica todavía más para las diplomacias europeas la solución de la

cuestión marroquí.

1238
CAPÍTULO 13

1903:

La posición española ante los conflictos en el norte de Marruecos

13.1. La rebelión del Rogui y la reactivación de la política española de cañoneras. La llegada


del Infanta Isabel al puerto de Tánger. Severas deficiencias en el seguimiento de la rebelión por los
servicios de inteligencia españoles.

Temeroso de que la situación provocada por la rebelión del Rogui causase problemas

graves a los intereses españoles, el gobierno conservador prolongó y potenció la política de

cañoneras reactivada por Sagasta a finales de 1902.2083 Por otro lado hizo todo lo posible por estar

informado de los movimientos franceses y británicos en Marruecos. Las gestiones de León y

Castillo habían llevado a Silvela al convencimiento de que, a pesar de los rumores, no era

previsible el envío de unidades galas al Sultanato desde la metrópoli o Argelia. Delcassé había

trazado una sutil política de tela de araña, que buscaba el abandono paulatino por parte de Inglaterra

de los asuntos marroquíes,2084 y el gabinete de Balfour se sometió a ella finalmente. Los británicos

se limitaron a concentrar una serie de buques de guerra (9) en Gibraltar el 2 de enero, sin que éstos

2083
Véase al respecto: Ministerio de Estado: Informe confidencial número 1. La insurrección en Marruecos. 3 de enero
de 1903, en A.M.A.E. Legajo H-2738. Circulares sobre Marruecos. Presenta una imagen negativa del Sultán, señalando
al respecto que mientras ha estallado la rebelión, Abd al- Aziz se dedica “a sus acostumbradas distracciones y estos días
los dedica a la elevación de globos de papel que últimamente le ha regalado el Enviado norteamericano“.
2084
A la llegada de la Misión militar francesa a Fez, en la ciudad imperial llegó a residir un numeroso contingente de
asesores galos del Sultán que sustituyeron a los británicos: el secretario de la Legación francesa en Tánger Descós, dos
oficiales de Artillería, un oficial de Infantería, un médico, un suboficial de Artillería, tres correos indígenas y dos
profesores de idiomas. El agente español Cerdeira avisó puntualmente el 25 de Enero del aumento desproporcionado de
la representación francesa en Fez, en un momento al parecer tan inoportuno. “Es de extrañar que conociendo la
gravedad de la situación, tome el partido de aumentar el número de franceses en el sitio del peligro (...) Creo que
Francia tiene el proyecto de aumentar en estos instantes de gravedad su representación en Fez para en el caso de ser
derrotadas las tropas del Sultán y abandonar éste la ciudad, reunir esa representación en la casa consular que está
preparada para la defensa y enarbolar el pabellón francés con el fin de tener ellos solos un justo pretexto para una
intervención en el interior del Imperio pues en medio del grave peligro deben esperar que todos los europeos
abandonen la ciudad y ellos solos serán entonces los que con justicia merezcan recibir el auxilio necesario“. Cerdeira
forjó el plan de forzar la permanencia en Fez de los españoles que vivían en ella (Antonio Ramos Espinosa de los
Monteros, periodista; algunos jardineros, un renegado y criados), para llegado el caso, encerrarse en un palacete,
organizar una defensa numantina, enarbolar la bandera española y poder pedir auxilio de Madrid, lo que daría pie a una
intervención del ejército español: “Si ellos (los franceses) armados y preparados provocan el conflicto internacional,
no han de faltar aquí corazones españoles que derramen su sangre para darle á su querida España el justo y necesario
derecho “. Carta no. 62 de Cerdeira a Cólogan. 25 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 299 / Ex. 1. El 28 de Enero el cónsul de España en Alcazar Eduardo Cabo remitía una misiva a Cólogan
informándole de algunos movimientos del consulado de Francia con el fin de, aprovechando la coyuntura de la
sublevación, extender el régimen de protección entre los rifeños.

1239
partieran hacia Marruecos.2085 El resto de la flota mediterránea permanecía en Malta. Únicamente

España, por las veleidades intervencionistas de Silvela en los asuntos del Sultanato, no estaba

animada de una verdadera voluntad colaboradora con Francia. Ahora bien, oficialmente, León y

Castillo –al visitar el Quai d´Orsay- llevó a cabo una serie de aclaraciones sobre las pretensiones

del gobierno español en el Imperio jerifiano, satisfaciendo así el interés demostrado por Delcassé

de clarificar los propósitos de las potencias europeas ante la sublevación del Rogui. El embajador

manifestó que el objetivo del gabinete español era sintonizar su política en Marruecos con la de

Inglaterra, Alemania, Italia y Francia y sostener el statu quo.2086 Las mismas manifestaciones se

realizaron ante la monarquía saboyana.2087

Por su parte, el consulado español en Orán informaría a Madrid de que únicamente se

estaban tomando en la colonia francesa de Argelia algunas preventivas medidas militares de

seguridad: el reforzamiento de los puntos fronterizos con Marruecos y los preparativos del crucero

Du Charla. 2088 Esta situación de alerta terrestre y naval se prolongaría a lo largo de todo el mes de

enero, en expectativa de que se produjera una intensificación de los combates en el vecino

Marruecos.

En otro orden de cosas, el nuevo Ministro de Estado intentó revitalizar los mermados

servicios de información españoles para que le arrojaran más luz sobre la sublevación y sobre la

identidad del Pretendiente.2089 Contaba para ello con el agente nativo en Fez Omar Barrada 2090
y

2085
Telegrama del cónsul español en Gibraltar, Martí a Abarzuza, Ministro de Estado. 13 de Enero de 1903. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 /Ex. 2.
2086
Telegrama de Buenaventura Abarzuza al Embajador de España en París. 31 de Diciembre de 1902. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2087
Telegrama de Buenaventura Abarzuza al Embajador de España en Roma. 1 de Enero de 1903. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2088
El Marqués del Pedroso, cónsul de España en Orán a Buenaventura Abarzuza. Despacho no. 3. 2 de Enero de
1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2089
En Diciembre de 1902 el consulado de España en Casablanca había juzgado oportuna la adquisición por parte del
Ministerio de Estado de dos juegos de señales y luces marinas a fin de comunicar con rapidez las noticias que se
pudiesen averiguar en torno a la sublevación roguista a determinadas unidades navales españolas que se aproximasen a
la costa. Dado que no se podían realizar grandes dispendios, el Ministerio de Estado se negó a hacer tales compras.
R.O. del Ministerio de Estado de 8 de Enero de 1903 dirigida al consulado de España en Casablanca. A.M.A. E.
Archivo Histórico. Correspondencia. Consulados. Casablanca (Marruecos). Legajo H- 1862: 1868-1930.

1240
con las noticias que le aportaban periódicamente Cerdeira y Cólogan. No era fácil sin embargo

obtener información puesto que las fuerzas del gobierno marroquí habían abandonado la región

sublevada; además las lluvias habían desbordado los ríos, dificultando las comunicaciones e

interrumpiendo el tráfico de personas entre Fez y Tánger.2091 Los déficits de noticias se cubrían en

parte con los artículos de la prensa sensacionalista europea, que insistían sobre el hecho de que

Muley Mohammed, el hermano del Sultán, estaba libre y encabezaba la sublevación.2092 Cólogan

actuaría con presteza desmintiendo a su superior, Abarzuzan la veracidad de esos rumores.2093 Sus

informes no se ceñían únicamente a nutrirse de las dos fuentes que disponía en Fez (Omar Barrada

y Cerdeira). Procuraba ampliar o confirmar las noticias por otros conductos. Acudiendo por

ejemplo a sus colegas francés e inglés o buscando el apoyo de los agentes confidenciales de los

banqueros Nahon (judíos delegados en Marruecos del Banco de España) en Alcazar. Por su parte

en Fez Barrada y Cerdeira convinieron en enviar a un agente confidencial al lugar donde se

libraban los combates. Sin embargo, la iniciativa española resultó un fracaso.

El confidente nativo destacado en misión secreta en el campo rebelde no pudo entrar

tan siquiera en el campamento del Rogui, tras sufrir un sinnúmero de penalidades. 2094

A pesar de que el servicio secreto español en Marruecos carecía de tradición y de

implantación en la zona, a finales de la década de 1880 y comienzos de la de 1890 había luchado

con éxito con las maniobras francesas que tenían su epicentro en Sawira (Mogador). Efectivamente,

el servicio de inteligencia hispano había tenido que inventarse sus reglas y había tenido que hacerlo

con premura, durante la guerra de espías entablada con los agentes republicanos. El servicio

2090
Telegrama de Abarzuza a Cólogan. 1 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164
/ Ex. 2.
2091
) Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 1 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 /
Ex. 2.
2092
. Telegrama de Abarzuza a Cólogan. 2 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164
/ Ex. 2.
2093
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 3 de Enero de 1903. A. G. A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164
/ Ex. 2.
2094
Carta no. 57 de Cerdeira a Cólogan. 18 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 299
/Ex. 1.

1241
español había sido ejecutivo. Sin cumplir estrictamente las órdenes emanadas de Madrid, los

agentes hispanos habían aceptado las responsabilidades y actuado con diligencia. No hubo tiempo

de discutir con Madrid.

Muerto El- Morabet, el servicio de información español en Marruecos hizo aguas a finales de

siglo, falto asimismo de recursos económicos. Así, podemos señalar que Cerdeira, el agente en Fez,

cobraba del Ministerio de Marina un sueldo ínfimo, y tenía que organizar todas sus actividades de

espionaje disponiendo de un único complemento de cien pesetas mensuales con cargo a los fondos

de la Legación española en Tánger.

En otro orden de cosas la intervención militar española en Marruecos ya se había

materializado con el rápido desplazamiento del crucero Infanta Isabel,2095 llegado a Tánger el 1 de

enero. Sus instrucciones eran telegrafiar diariamente al Ministro de Marina las noticias más

importantes ocurridas en el Sultanato. El clima de agitación creado en Madrid por la derrota de las

fuerzas imperiales sin embargo no tenía sentido a medida que se comprobaba que no se producía

ningún asalto contra Fez, y que la situación podía ser complicada y peligrosa pero no dramática.

Al llegar al puerto de Tánger, Morgado, el comandante del crucero español, transmitió a

Madrid las primeras noticias que había recabado. No había motivo para la alarma en la capital

diplomática marroquí, aunque el marino creía entender que una buena parte de la población

simpatizaba con la causa del Rogui.2096 Por otra parte, las amenazas de los Beni-Ider sobre Tetuán

no tenían nada que ver con la sublevación roguista. El 2 de enero, procedente de Lisboa, fondeaba

en Tánger el crucero portugués Reina Amalia.

El Sultán se aprestaba a reunir una nueva mehal.la. Intentó asimismo combatir el pánico que

se había apoderado de Fez, sacando de su encierro en Meknés a Muley Mohammed, su hermano, y

2095
Además se dispuso la preparación de refuerzos para las guarniciones de Ceuta y Melilla, a fin de enviarlos al
menor indicio de agitación en las cabilas fronterizas y evitar así un golpe de mano de éstas contra las plazas.
2096
Telegrama del comandante del crucero Infanta Isabel dirigido al Ministro de Marina. 2 de Enero de 1903.
(A)rchivo (G)eneral del (P)alacio ®eal. Alfonso XIII. Caja 15538 / Ex. 2.

1242
paseándolo por la capital imperial para demostrar que el Rogui sólo era un impostor.2097 Este

comportamiento restó fuerza y partidarios al pretendiente. Además hizo leer el 3 de enero una carta

en la Gran Mezquita de la capital, incitando a la población a la resistencia, para luego manifestar

que contaba con los elementos suficientes para aniquilar al pretendiente y prometer el éxito. Tal

como Cerdeira escribió a Cólogan, estas manifestaciones reanimaron el ánimo de los marroquíes.

Con todo, no se hizo ningún cambio que supusiese un mayor predominio en el Majzén de los

elementos más tradicionalistas y religiosos, a pesar de que Ben Sliman, favorable a las pretensiones

francesas en el Sultanato abogaba con otros elementos por una reconciliación entre Abd al- Aziz y

su hermano Muley Mohammed y defendía la opción de que a este último se le concediese el

gobierno de la ciudad de Fez, o el mando de las unidades que iban a combatir al Rogui. En torno al

11 de enero empezaron a afluir a la capital para reforzar al ejército imperial numerosos

contingentes de combatientes.

Pronto comenzaron a llegar cartas a Fez de diversas partes del Imperio apoyando a Abd al-

Aziz:2098 parte de la importante cabila de Hyaina, que ocupaba las llanuras que se extendían frente a

las montañas de los Guiata en el camino de Taza, volvió a someterse a la autoridad del Sultán,

ofreciendo su ayuda contra el Rogui.2099 Otras cabilas rebeldes comenzaban a dar síntomas de

querer sustraerse a la autoridad del Rogui e incluso las anteriormente sediciosas tribus de Gerruan

y Zemmur enviaron cereales y contingentes de tropas al Sultán. La tranquilidad reinaba pues en

gran parte de la costa atlántica marroquí. Informes confidenciales llegados a la Legación española

el 9 de enero y confirmados el día siguiente por Mohammed Torres hablaban de la salida desde

Tánger hacia Fez de dos emisarios secretos enviados por varias cabilas tanto de la frontera argelina

2097
Cfr. Ministerio de Estado: Informe confidencial número 2. La insurrección en Marruecos. 10 de Enero de 1903.
A.M.A. E. Legajo H-2738. Circulares sobre Marruecos.
2098
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 8 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 299
/Ex. 1.
2099
Carta no. 55 de Cerdeira a Cólogan. 14 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 299
/ Ex. 1.

1243
como del Rif, ofreciéndose al Sultán para combatir al Pretendiente.2100 Se llegó a rumorear que en

la cabila rebelde de Guiata, núcleo de la sublevación, se había producido una escisión surgiendo

dos sectores: uno favorable al Rogui y deseoso de proseguir la insurrección, y el otro partidario del

Sultán. Se decía de este último que era el más numeroso.2101 El optimismo volvió a la colonia

europea en Tánger. Sir Arthur Nicolson, que el 1 de enero se había confesado ante Cólogan

sumamente preocupado, hasta tal punto que el gobierno británico puso a su disposición en Gibraltar

hasta nueve buques de guerra para, llegado el caso, enviarlos a los diversos puertos marroquíes y

proceder a la evacuación de los súbditos ingleses, se mostró ahora más animado respecto a la

capacidad de Abd el- Aziz para enderezar la situación. El crucero portugués Doña Amalia

desplazado a Tánger el 2 de enero, recibió instrucciones terminantes al día siguiente de partir y no

contribuir a la sensación alarmista suscitada tras la derrota de las tropas imperiales. La marcha de la

unidad de combate portuguesa era necesaria para cumplir el acuerdo explícito entre las naciones

europeas, promovido por Delcassé de evitar todo movimiento apresurado y toda intervención

aislada y aventurada en el Sultanato. Era obvio que la estancia del Infanta Isabel en Marruecos

transgredía el acuerdo y causaba malestar a las potencias europeas. Pronto comenzaron a menudear

las protestas ante la Legación española en Tánger por parte de Inglaterra y Alemania. Las

mencionadas potencias estaban dispuestas a mantener una presencia naval en lugares próximos al

Imperio, pero no en sus aguas: había que reducir la tensión generada por la sublevación del

Rogui.2102

Existían sospechas en la Legación inglesa de Tánger sobre lo bien pertrechado que estaba el

Pretendiente; incluso se pensaba en Francia como la potencia suministradora del armamento de los

roguistas. Pero se sobreentendía que a la República no le interesaba una sobreexcitación de las

2100
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 9 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 299
/Ex. 1
2101
Cólogan a Abarzuza. Despacho no. 6. 8 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 299
/ Ex. 1.
2102
El gobierno español, en cambio dispuso la salida sin demora para distintas ciudades de Andalucía de varios
batallones, encargados de reforzar las guarniciones en los presidios marroquíes. Véase al respecto: Ministerio de
Estado: Informe confidencial número 3. La insurrección en Marruecos. 17 de enero de 1903. A.M.A. E. Legajo H-
2738. Circulares sobre Marruecos.

1244
pasiones religiosas en el Magreb ni la proclamación de la Yihad o guerra santa por el Rogui. La

caída del Sultán sólo podía dar lugar a una proliferación aún mayor de las ideas anticristianas o

antiextranjeras que se atribuían al bando rebelde. Sir Arthur Nicolson, el representante británico en

Tánger, por otro lado, no dejaba de verse afectado por un sentimiento de frustración y

responsabilidad ante el fracaso de las prácticas de colonialismo informal que había auspiciado. La

rebelión del Rogui marcaba el punto final al intento de hegemonía británico en Marruecos. De

hecho, el primer empréstito contraído por el Sultán por aquellas fechas suponía el inicio del

endeudamiento del Imperio jerfiano con Francia, un paso más en la ruptura del statu quo y el fin

de la independencia económica del país. Con todo el Reino Unido descartaba asimismo la

organización de una expedición colectiva europea a Marruecos, y únicamente reaccionaba ante la

crisis esgrimiendo el propósito de establecer un ‘planning continuo’ de consultas entre los países

más interesados en la cuestión marroquí, es decir acababa por aceptar la tesis formulada por

Delcassé. Por otro lado, Saint-René Taillandier se preocupó por descartar ante el cuerpo

diplomático acreditado en Tánger la hipótesis de un apoyo francés al pretendiente y no tuvo reparo

alguno en achacar a Inglaterra (ante Cólogan) el deseo de forzar una intervención armada europea

en el Sultanato. Abogó por el mantenimiento en el trono de Abd al- Aziz, pero insistiendo en que

en la Corte el monarca debía rodearse y aconsejarse no de aventureros británicos, sino de serios

consejeros ... ¡galos por supuesto¡.

1245
13.2. Retirada del crucero español. Planes del gobierno Silvela para intervenir en Marruecos.

Las deficiencias de los medios militares hispanos.

Pronto el gobierno conservador de Silvela llegaría al convencimiento de la imposibilidad del

mantenimiento de una unidad naval española en aguas del Sultanato, ya que que el Reino Unido no

contemplaba con agrado el envío de buques de guerra europeos a Marruecos. En esa tesitura una

operación naval de cierta envergadura y de resonancia internacional era un compromiso que España

no podía asumir en solitario. Todas las presiones realizadas en la corte de Saint James para que

Inglaterra aceptara en el futuro la presencia de España en el Sultanato caerían en el vacío, así como

las negociaciones efectuadas por Abarzuza ante el Embajador inglés en Madrid, sir Mortimer

Durand. Lord Lansdowne, el secretario del Foreign Office se entrevistó con el Embajador español

en Londres, Duque de Mandas el 3 de enero y aunque expuso los recelos del plenipotenciario

británico en Marruecos, sir Arthur Nicolson, sobre la gravedad de los acontecimientos marroquíes y

la preocupante situación en que quedaban los ingleses residentes en Fez, expresó su deseo de

cumplimiento de los compromisos recien contraídos con Francia relativos a la abstención en el

envío de medios de guerra a Marruecos, y de neutralidad absoluta en el conflicto suscitado por el

Rogui. Aún así, Abarzuza trató de conseguir que España pudiese gozar de cierta libertad de

movimientos, aduciendo la necesidad de desplazar buques de guerra en caso de sufrir ataques sus

posesiones situadas a lo largo de la costa septentrional del Imperio. El Ministro de Estado incluso

buscó el placet británico para la posibilidad de movilizar los efectivos militares españoles y de que

éstos emprendieran una acción en Marruecos si Francia llevaba a cabo previamente una

intervención militar.

1246
Sabemos que entre tanto los preparativos en las bases navales de Cartagena y Ferrol para
2103
enviar más unidades a aguas marroquíes no habían cesado. Los buques Cisneros, Vitoria,

Carlos V, María de Molina, Pelayo, Numancia y Giralda permanecían movilizados a la espera de

un inmediato envío a Marruecos.2104 Sin embargo la reducida potencialidad militar española hacía

fracasar los propósitos intervencionistas que pudiera albergar el gabinete Silvela. Se dieron órdenes

estrictas para que las principales unidades de la Armada activaran las tareas de rearme y puesta a

punto para iniciar una expedición y se ordenó una inmediata concentración de unidades navales en

Cádiz, aunque el armamento de los buques estuviese incompleto. Sin embargo, la inmediata

disponibilidad de una fuerza naval no consiste sólo en su pronto alistamiento para una rápida salida;

también han de tenerse en cuenta las correspondientes previsiones para sus ulteriores repuestos y

pertrechos y para facilitar la rapidez en las operaciones. Los Capitanes Generales de los

Departamentos Marítimos formularon serias objeciones al Ministerio de Marina; se reconocía

abiertamente que los datos no podían ser más desconsoladores tanto en lo relativo a la capacidad

como en lo concerniente a la rapidez para abastecerse los buques de carbón y de agua. Además era

necesario movilizar el esfuerzo de una Brigada expedicionaria que tenía que integrar fuerzas de

caballería, infantería y artillería así como de zapadores y sanidad militar a las que habría que

desplazar a Cádiz, Málaga y Algeciras desde lugares muy distantes.

El titular del Foreign Office, pese a reconocer la legitimidad de la defensa en caso de ser

atacados los puestos españoles no otorgó explícitamente su consentimiento al desplazamiento a

Marruecos de unidades hispanas, subrayando la necesidad de que las tres potencias con mayores

intereses en el Sultanato no efectuasen ninguna acción aislada y mantuviesen un permanente

intercambio de impresiones.2105

2103
Telegrama del Capitán General de Cartagena al Ministro de Marina. 4 de Enero de 1903. Telegrama del Duque de
Mandas a Abarzuza. 3 de Enero de 1903. A.G.P.R. Alfonso XIII. Caja 15538 /Ex. 2.
2104
Telegrama del Capitán General de Ferrol al Ministro de Marina. 5 de Enero de 1903. A.G.P.R. Alfonso XIII. Caja
15538 /Ex. 2. Telegrama del Ministro de Marina al Capitán General del Ferrol.
2105
Telegrama del Duque de Mandas a Abarzuza. 3 de Enero de 1903. A.G.P.R. Alfonso XIII. Caja 15538 /Ex. 2.

1247
En el Imperio marroquí, sólo persistían, fuera de Taza, otros dos focos de tensión: en

Tetuán y en la Chauia. Volvía a hablarse en la ciudad tetuaní de la actitud rebelde de los Beni-Ider.

El Bajá de la villa deseaba que su rebeldía no se solapara a la alarma producida por la rebelión del
2106
Rogui: optó por la conciliación y la benevolencia con los sublevados. Sin embargo los Beni-

Ider no se mostraban dispuestos a someterse incondicionalmente, con lo cual se retrasó la solución

del conflicto, circulando los rumores en torno a un posible ataque a la ciudad. De nuevo la

sensación de alarma pasó a la prensa española, que se dedicó a llenar sus titulares de noticias

sensacionalistas2107. Incluso se llegó a especular con que Saint-René Taillandier había amenazado a

Mohammed Torres con una intervención francesa si la sublevación se extendía a Tánger, aunque

este tipo de noticias no tenía fundamento y eran rápidamente descartadas por Cólogan.2108 La

realidad una vez más contradecía los escándalos sensacionalistas de la prensa. El 30 de enero el

cónsul de España en Tetuán, Antolín Pita y Carames, trasladaba un oficio a Cólogan informándole

que los representantes de los insurrectos Beni-Ider habían acudido finalmente a pedir gracia ante el

Bajá de la ciudad. Con todo, esta sumisión no se verificó sin condiciones, pues inmediatamente

fueron puestos en libertad por el representante del Majzén seis de los presos que reclamaban los

2106
Bernardo de Cólogan a Abarzuza. 8 de Enero de 1903. Despacho no. 5. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2107
Es el caso de El Liberal que publicaba el 13 de Enero noticias relativas a una estrepitosa derrota de las fuerzas
imperiales en la proximidad de Fez, así como a la desmoralización absoluta y el pánico existente entre las tropas del
Sultán. Según el rotativo los europeos residentes en Fez habían tenido que refugiarse en la fábrica de armas,
custodiados por un grupo de guardias adictos al Sultán. El periódico hablaba asimismo del gran temor existente en
Tetuán ante un próximo ataque de los Beni-Ider y señalaba que eran los propios habitantes de la ciudad los que
armados por el Bajá tenían que vigilar el perímetro de la villa día y noche. Según esta información las cabilas
comprendidas entre Tánger y Tetuán, soliviantadas por la propaganda roguista estaban a punto de levantarse en armas
lo que aumentaría el peligro de Tetuán. Los españoles y judíos residentes en esta última se aprestaban a abandonar en
masa la ciudad. El Diario Universal del 14 de Enero reseñaba asimismo, además de la gran derrota del Sultán, la
alarma general del cuerpo diplomático acreditado en Tánger creada por una serie de combates librados a las puertas de
la ciudad y por la supuesta muerte en combate del Mennebhi, el ministro de la Guerra. El rotativo señalaba que en
Gibraltar se habían recibido órdenes apremiantes para que la flota británica estacionada en el puerto estuviese lista para
zarpar inmediatamente hacia la costa marroquí al primer aviso. El Globo anunciaba que el Rogui había atravesado el
río Sebú y que se encontraba a una hora de camino de Fez, habiendo prometido a sus incondicionales entrar en la
ciudad imperial sin lucha y respetando a los cristianos. Además el rotativo recalcaba la inactividad de las fuerzas
imperiales. El Imparcial no abundaba en noticias tan alarmistas: los imperiales según este diario controlaban los
accesos a Fez y los Hyaina daban muestras de someterse completamente al Sultán. Reseñaba además que nuevas
fuerzas imperiales salían de Fez camino del frente y que el Sultán daba muestras de prudencia e inteligencia procurando
solucionar el conflicto por medios pacíficos, lo que explicaría la inacción de sus tropas. Por último el rotativo señalaba
que la Legación francesa presionaba sobre Mohammed Torres para que el Majzén terminase con las refriegas junto a
Tánger puesto que podían servir de pretexto para una intervención europea.
2108
Ministerio de Estado: Informe confidencial número 4. La insurrección en Marruecos. 26 de Enero de 1903. A.M.A.
E. Legajo H-2738. Circulares sobre Marruecos.

1248
cabileños. El cónsul señalaba que la concesión hecha a los Beni-Ider lesionaba el principio de

autoridad majzeniana e iba a ser considerada como una muestra de debilidad, sirviendo en el futuro

de estimulo a los que quisieran emprender alborotos y rebeldías. Lógicamente las autoridades

diplomáticas españolas no comprendían las pautas de una justicia, la majzeniana, más proclive a la

negociación y al diálogo que al castigo brutal e irracional. El Majzén más bien deseaba imponer

estas últimas variantes.2109 A pesar de que los medios diplomáticos españoles insistían en que la

tranquilidad volvía a la ciudad del septentrión marroquí, muy distinta sería la actitud de la prensa

hispana. En la habitual práctica de algunos periódicos, el respeto a la verdad, la verificación de las

fuentes y la separación entre opinión e información solían brillar por su ausencia: ahora cargaban

las tintas con los Beni-Ider a los que presentaban aterrorizando los alrededores de la ciudad de

Tetuán. Todos los periódicos españoles se referían a Marruecos tomando como base rumores y

referencias y ningún periódico europeo había enviado a un reportero al teatro de la insurrección.

Cólogan se sentía desbordado por tanta fábula y acabó por abstenerse de la tarea interminable de

desmentir las invenciones de la prensa.

En lo que respecta a la Chauia, la agitación de la región no se entroncaba con la sublevación

del Rogui. Se trataba más bien de un conflicto social, dirigido claramente contra los grupos

económicamente más poderosos y que si perturbó al Sultán fue por mermar sus fuerzas frente al

Pretendiente. Al igual que ocurría en otras partes del Imperio, la penetración extranjera en la región

a principios del siglo XX trastornó las estructuras sociales y económicas tradicionales. Centenares

de habitantes se incorporaron al mercado, de la mano de empresas extranjeras. Para muchos fue el

principio de su proletarización.

2109
Cfr. Laroui, A.: Orígenes sociales y culturales del nacionalismo marroquí, Editorial Mapfre, Madrid, 1997, pág.
368. Este autor señala que los castigos sangrientos infringidos a los rebeldes, que forjaron el mito de la barbarie de las
prácticas del Sultán eran más bien sugeridos por los europeos (al insistirle en que debía mantener el orden en el país)
que intrínsecos o propios del Emperador.

1249
13.3. La estrategia diplomática de Delcassé: neutralidad y no intervención en los asuntos

marroquíes.

Mientras que Silvela y los sectores más alarmados del gabinete por las noticias de Marruecos

optaban por enseñar el pabellón español en las costas del Imperio, resultaba bastante evidente la

falta de sintonía que la cuestión marroquí suscitaba entre los integrantes del ejecutivo. El Ministro

de Estado, Buenaventura Abarzuza, inició una serie de tanteos con el Reino Unido, deseoso de

estrechar la relación entre España y Gran Bretaña y ello bastante antes de que Silvela desistiera de

buscar el apoyo ruso al convenio de reparto de Marruecos que se había negociado con Francia.2110

Así el 2 de enero tuvo lugar una charla entre Abarzuza y sir Mortimer Durand, el embajador

británico en Madrid en la que este último comunicó la abstención inglesa de cualquier propósito de

envío de fuerzas navales a Marruecos, salvo en caso de extrema urgencia. Abarzuza aprovechó la

situación para requerir información del gobierno Balfour sobre la postura de éste ante las

pretensiones españolas en Marruecos.2111 El Duque de Mandas, autorizado por Abarzuza se

entrevistó el 3 con el secretario del Foreign Office, Lansdowne. El criterio de actuación de Londres

se basaba en su aceptación explícita de los postulados formulados por Delcassé: el gabinete

británico se tomaba la rebelión roguista con mucha calma. La sublevación no le parecía razón

suficiente para modificar su política hacia Marruecos; máxime no considerando Lansdowne que el

conflicto suscitase un enfrentamiento y una disparidad de pareceres entre las potencias europeas.

Sabemos que Francia no quería ser neutral en los asuntos marroquíes, pues deseaba tutelar los

destinos futuros del Sultanato. Con este fín, quería convertirse en la rectora y asesora de sus

ejércitos y de sus finanzas, dirigir los destinos económicos del país y pasar a ser su prestamista en

régimen de monopolio exclusivo. El Quai d´Orsay se había apuntado un primer éxito con la

2110
Cfr. Campoamor, J.M.: La actitud de España ante la cuestión de Marruecos (1900-1904), Madrid, C.S.I.C.,
1951, pág. 151.
2111
Telegrama de Abarzuza al Embajador español en Londres. 2 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.

1250
impresión causada a los británicos por los ejercicios navales francorusos de abril de 1902

realizados frente a las costas de Marruecos. En diciembre de ese año Delcassé se anotaría otro

éxito rotundo al conseguir que Inglaterra se desinteresara de los asuntos marroquíes, con el señuelo

de que Francia no se entrometería en los asuntos internos del Sultanato,2112 y la promesa gala de

que la Tercera República no deseaba complicaciones internacionales y que estaba dispuesta a

llegar a un acuerdo con España e Inglaterra, basado en el principio de la neutralidad absoluta de

Europa ante la rebelión roguista.

El Embajador español en Londres, obedeciendo las instrucciones de Abarzuza, intentó

tranquilizar a Lord Lansdowne, disipando sus recelos por los precipitados movimientos navales

hispanos en Tánger. Mandas descartó con firmeza la posibilidad de una acción militar española en

Marruecos, y señaló que la estancia del crucero obedecía sólo al temor existente con respecto a la

tranquilidad de las posesiones españolas en el norte del país, deseando España asimismo avenirse al

citado compromiso con Francia e Inglaterra. Actitud esta última que se contempló con sumo agrado

por parte del gabinete Balfour.2113 La fluidez en las relaciones hispano-británicas continuaría a lo

largo del mes de enero. Dado que la permanencia del crucero español en aguas marroquíes causaba

recelos internacionales, el 4 de enero la unidad naval recibió órdenes de abandonar el puerto de

Tánger.

En lo que respecta al escenario parisino, las tres primeras semanas del año se caracterizaron

por una ausencia total de contactos entre León y Castillo y Delcassé, debido a una seria

indisposición de este último. El 22 de enero se reanudaron las conversaciones entre diplomático y

Ministro, expresando el Ministro francés sus temores de que un triunfo del Pretendiente pudiera

suscitar repercusiones en Argelia, provocando algún tipo de sublevación religiosa. Delcassé no

2112
La evidencia era todo lo contrario: tratados comerciales con el Imperio jerifiano que establecían preferencia para
los artículos y moneda francesa en el Sultanato, asesoramiento de las tropas marroquíes destacadas en la frontera
oriental del Imperio, el éxito del empréstito efectuado al Majzén.
2113
Telegrama del Duque de Mandas a Buenaventura Abarzuza. 3 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.

1251
hacía sino seguir tejiendo su política de ‘tela de araña‘, consistente en lograr compromisos serios de

no intervención en Marruecos por parte de las demás naciones europeas; esta política tendía a crear

un hueco que ocupaba Francia. Como expresión de sinceridad, las manifestaciones de Delcassé a

León y Castillo indicando que Francia iba a ser neutral en el conflicto suscitado en el Imperio

jerifiano no tienen el menor interés. Dos razones permiten afirmarlo. En primer lugar responden a

un aspecto dialéctico que pertenece al ámbito de las intenciones declaradas pero que no iban a ser

cumplidas, y no se fundamentan en los hechos. En segundo lugar porque a esas alturas, los

anuncios franceses de neutralidad resultaban irrelevantes, ya que la praxis política de Francia era la

de incluir a Marruecos en su esfera de dominios coloniales. Superado el momento de peligro que

para el Majzén suponía el desastre de sus huestes ante el Rogui, a Delcassé no le interesaba sino

proseguir con la política de penetración pacífica que consolidaría la hegemonía francesa, y que no

excluía la posibilidad de alguna operación militar esporádica en el Sultanato. En el intermedio, la

República guardaba formalmente las apariencias, y ni siquiera destacaba un barco en las costas del

Imperio, exigiendo en contrapartida una acción circunspecta de todas las potencias. Sin embargo,

ya se estaba preparando para avanzar respetando la apariencia de la penetración pacífica en el

territorio de Figuig, al que se describía en medios franceses como un centro de sedición donde se

conspiraba contra la República. Eso se deducía de las manifestaciones de Delcassé, decidido a

actuar en la cuestión marroquí utilizando la baza militar sólo en el caso de producirse repercusiones

de la sublevación roguista en Argelia o Túnez. En todo caso, el fin de esa aparente neutralidad

francesa iba a ser inmediato, propiciado por los continuos ataques de los resistentes marroquíes a

las tropas galas que penetraban en el Sureste del Imperio jerifiano; Francia iba a ser incapaz de

detener la dinámica de acoso sistemático a Marruecos, emprendiendo un nuevo campo de dialogo

constructivo con el Sultán en el que todos los problemas de vecindad pudieran ser abordados y

resueltos por vías pacíficas. Frente a la violencia defensiva de los marroquíes, se optó por la

descalificación permanente de los mismos, por los ataques de represalia y en definitiva por

1252
proseguir con las tareas de acoso y zapa del Sultanato, es decir, por una estrategia de manipulación

en el Imperio que sirvió para acortar el mantenimiento de su independencia.

El día 28 de enero los generales galos Bertrand y O´Connor salían precipitadamente de Orán

hacia la frontera marroquí. Su rápido viaje estaba en relación con las noticias llegadas de Figuig,

anunciando un ataque contra el puesto francés del valle de Zousfana, finalmente rechazado por las

tropas galas, y que requirió el envío inmediato a la frontera de un contingente de ochocientos

zuavos.2114 Por otro lado, en la Asamblea Nacional ciertos sectores no sólo de los grupos

colonialistas sino también del radicalismo estaban reclamando una expansión francesa más activa

en Marruecos.2115 Estas presiones en favor de una intervención armada contaban con un nuevo

instrumento de acción militar en Marruecos. En 1903 era destinado para hacerse cargo del cuartel

general del ejército francés en el Oranesado, cerca de la frontera entre Argelia y Marruecos un

oficial dotado de gran ambición y talento, Hubert Lyautey. Liberado de las poco adecuadas normas

decimonónicas de ataque militar, Sebastián Balfour señala que Lyautey iba a convertir a sus tropas

en una eficiente unidad de lucha especializada en las tácticas de insurgencia contra la guerrilla,

adaptadas a las condiciones de campaña en Marruecos.2116

Por su parte, Silvela tendría que hacer marcha atrás, a sugerencia de Abarzuza, en la política

de reanudar la diplomacia de cañoneras en Marruecos: de hecho en Tánger no había sensación de

alarma; ésta se había debido en un primer momento no sólo a lo inesperado de las derrotas

imperiales, sino también a la falta de noticias procedentes del escenario de los combates.

Finalmente el 4 de enero se dispuso la retirada del Infanta Isabel. Esta medida fue acogida con

alivio por el Plenipotenciario francés, Saint-René Taillandier, máxime teniendo en cuenta que los

tres asesores militares británicos dejaban de actuar en Fez y el nuevo personal de la misión militar

2114
Telegrama del cónsul de España en Orán, Pedroso a B. Abarzuza, Ministro de Estado. 28 de Enero de 1903.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2115
León y Castillo a Abarzuza. Despacho no. 32. 24 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 164 / Ex. 2.
2116
Cfr. Balfour, S.: Abrazo mortal. De la guerra colonial a la guerra civil en España y Marruecos (1909- 1939),
Barcelona, Ediciones Península, 2002, pág. 39.

1253
francesa iba a salir el 7 de enero2117 de Larache rumbo a la capital jerifiana encargado de instruir al

ejército imperial. Se allanaba aún más si cabe el camino a la hegemonía francesa en el

Sultanato.2118

Ese mismo día, el 4, llegó a Fez una noticia increíble. El Rogui seguía en Taza y no estaba

haciendo el menor preparativo para marchar sobre la capital. Prefería continuar en su pequeño reino

del norte, donde podría mantenerse más tiempo e incluso convertirse en un verdadero monarca

independiente. Por otro lado, la noticia de la segunda derrota del Sultán en el campo de batalla le

aseguraba la lealtad de un número de tribus cada vez mayor. También se pondría en contacto con

las cabilas del Rif solicitando su apoyo contra Abd al- Aziz.2119 En los primeros días del año, el

Ministro de la Guerra, general Arsenio Linares, informaba al comandante general de Melilla,

Hernández que tres comisionados del Sultán iban a ser enviados a la plaza con el fin de pasar al Rif

y asegurarse la paz y sumisión de las cabilas vecinas a la ciudad. Era este un momento en que el Rif

no estaba todavía agitado, y las autoridades españolas podían orillar todo problema de convivencia

con las cabilas fronterizas, simplemente porque todavía éstas no se habían decantado del lado del

Rogui. Francia estaba marcando la actitud a tomar por las potencias europeas ante la rebelión y en

ese sentido dio permiso para que el Sultán pudiera libremente enviar a sus comisionados al

territorio fronterizo argelomarroquí. El gobierno conservador, que no quería desmarcarse del

compromiso arrancado por Delcassé a los representantes diplomáticos en París, consintió en que la

comisión imperial pudiera atravesar Melilla camino del Rif, y llevase a cabo sus gestiones

especificando que estas no debían provocar “el surgimiento de ningún conflicto o dificultad para

nuestras relaciones y conveniencias de vecindad “. 2120

2117
Cólogan a Abarzuza. Despacho no. 322. 6 de Enero de 1903. . A.G.A. África .Sección Histórica (Marruecos). Caja
164 / Ex. 2.
2118
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 6 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 /
Ex. 2.
2119
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 9 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 /
Ex.2
2120
Telegrama sin fecha del Ministro de la Guerra, Arsenio Linares al comandante general de Melilla, Venancio
Hernández. (S)ervicio (H)istórico (M)ilitar. Archivos de la Comandancia General de Melilla. Rollo 792.

1254
El número de los efectivos del Rogui era variable pero las dificultades de aprovisionamiento

le hicieron adoptar al Pretendiente un sistema de estructuración de su ejército por el cual los

combatientes estaban casi siempre en sus aduares y combatían defendiéndolos cuando se acercaba

la mehal.la imperial, prestos siempre a concentrarse en pocas horas cuando las hogueras les

llamaban al combate.2121 La vana esperanza de los rifeños en que el apoyo al Rogui supondría un

cambio político en la gestión del Imperio (creencia que luego se revelaría engañosa) si seguimos el

concepto de Germain Ayache, iba a enquistar la sublevación en el Rif: el 3 de enero el comandante

general de Melilla, Hernández comunicaba al Ministro de la Guerra que, a pesar de que persistía la

tranquilidad aparente entre las cabilas fronterizas a la plaza, había advertido como bastantes rifeños

abandonaban sus aduares para trasladarse al sur y engrosar las filas del pretendiente. La noticia de

la derrota del ejército imperial junto a Taza iba a causar una notable impresión en la región: entre

los vencidos que regresaban a las inmediaciones de Melilla se encontraba el Bajá de la raya

fronteriza.2122 En las inmediaciones de la plaza española era evidente que se disipaba el poder del

Sultán día tras día, y ello se traducía en la carencia de un poder efectivo en la zona que los

españoles pudieran aprovechar para reclamar de él la persistencia de la tranquilidad en la raya

fronteriza. Esa fue la consideración del comandante general Hernández, cuando en la primera

semana del año surgieron los problemas para la plaza de Melilla. A partir de ahora iba a ser

palpable la diferencia entre las actuaciones de España y Francia ante la sublevación roguista.

Francia permitía las relaciones que los hombres de negocios de la colonia argelina mantenían con

el Rogui, pero su posición de fuerza en el noroeste de África, que no tenía España, le permitió

intervenir en el momento oportuno, auxiliando al Majzén frente al Rogui, alejando todo peligro de

derrota imperial o de desintegración del Imperio, y cumpliendo ya el papel de “potencia protectora

2121
Ministerio de Estado: Informe confidencial número 5. La insurrección en Marruecos. 29 de Enero de 1903.
A.M.A.E. Legajo H- 2738. Circulares sobre Marruecos.
2122
Telegrama del Comandante General de Melilla, Venancio Hernández al Ministro de la Guerra, general Arsenio
Linares. 3 de Enero de 1903. (S)ervicio (H)istórico (M)ilitar. Archivos de la Comandancia General de Melilla. Rollo
792.

1255
de un Estado cliente, Marruecos“, años antes incluso de adoptarse formalmente el Protectorado del

país.

La actuación de España en los comienzos de la sublevación fue un tanto titubeante, ante el

problema planteado por la disipación del poder sultaniano en el Rif, y de hecho se basó en tímidos

apoyos a la causa imperial, que no fueron consecuentes con el tono posterior de la acción española.

Este apoyo inicial al Sultán contribuyó en un primer momento a que los españoles perdiesen la

estima de los roguistas. Así las discrepancias entre españoles y notables marroquíes fronterizos

adictos al Rogui surgieron el 2 de enero cuando el vapor mercante Tritón desembarcó en Melilla

mil sacos de cebada, circunstancia que fue contemplada con recelo por los rifeños al creer que iban

destinados a las tropas del Sultán en la región. Además, algunos partidarios del Sultán se

refugiaban en Melilla2123 constituyéndose la plaza como lugar de asilo de los imperiales y

despertando con ello las iras de Mohammed el Chadly, notable de la cabila de Mazuza y uno de los

jefes de confianza del pretendiente.2124

13.4. Estrategia majzení contra el Rogui: las operaciones militares del invierno de 1903.

En cuanto a las operaciones militares contra el Rogui se había impuesto una pausa en los

combates y una cierta tranquilidad en la ciudad de Fez. 2125 El gobierno marroquí no tenía noticias

ciertas de los movimientos del pretendiente y el ejército imperial permanecía inactivo, en espera de

preparar una nueva expedición hacia el territorio rebelde.

Cerdeira informaba a Cólogan de la existencia de nuevos enfrentamientos en el seno del

Majzén entre los partidarios de Francia como Ben Sliman y los del Reino Unido como el Ministro

2123
Es en ese momento cuando se comenzó a hablar de una próxima salida de Muley Arafa hacia el Rif para reclutar
contingentes.
2124
Telegrama del Comandante General de Melilla, V. Hernández al Ministro de la Guerra, Linares. 4 de Enero de
1903. S.H.M. Archivos de la Comandancia General de Melilla. Rollo 792.
2125
Carta no. 47 de A. Cerdeira a Cólogan. 2 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
299 / Ex. 1.

1256
de la Guerra.2126 Cerdeira también daba aviso de un posible viaje de Muley Arafa y Muley

Mohammed Amrani a la zona circundante a Melilla para cobrar impuestos atrasados,2127 reclutar

en el Rif un contingente de tropas, impedir el contrabando de armas por la costa y por la frontera

argelina hacia las tropas del Rogui y atacar al pretendiente por la retaguardia. Esta noticia se

confirmaría más tarde, aunque no pasó de ser una intención firme del Majzén. La expedición

imperial se desbarataría después por no contar con el apoyo español, para aliviar la presión que

sobre la alcazaba de Frajana llevaron a cabo las tropas del Rogui, lo que forzó el repliegue a

Melilla de los partidarios del Sultán.2128

Las noticias de la sublevación del Rogui, de hecho crearon en la región rifeña un clima de

intranquilidad e inquietud. Y si bien es cierto que nunca desapareció el apoyo al Sultán en el

territorio, no lo es menos que algunas cabilas rifeñas sí aceptaron al Pretendiente y en aquella

coyuntura se levantaron en armas, poniendo al gobierno español en una difícil situación. Ello forzó

al gabinete conservador a resucitar la aplicación de la política forjada tras la guerra de Melilla,

tendente a intentar evitar cualquier conflicto con las cabilas vecinas y en el caso de plantearse una

lucha intestina, entre los propios marroquíes, mantener una posición de neutralidad, sólo aparente.

Esta neutralidad sin embargo fue ribeteada de actos de violación, a favor de los dos bandos

contendientes. El 17 de enero Mohammed Torres informaba a Cólogan de los propósitos del

príncipe Muley Arafa que deseaba marchar con algunas fuerzas al Rif y cuyo objetivo era castigar a

todas las tribus rebeldes del norte del Imperio, fuesen los Beni-Ider o los partidarios de Bu-Hamra.

2126
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 11 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 /
Ex. 2.
2127
Carta no. 53 de Alfonso Cerdeira a Bernardo de Cólogan. 12 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 299 / Ex. 1.
2128
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 14 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164
/ Ex. 2.

1257
Al mismo tiempo el Sultán organizó una nueva ofensiva a finales de enero.2129 No era

posible predecir la marcha de los acontecimientos, pero el análisis de los mismos le llevaba al

agente español en Fez, Cerdeira a adoptar cierto aire fatalista. Si anteriormente había tendido a

subestimar la trascendencia de la rebelión, ofreciendo una imagen distorsionada de la misma, ahora

la realidad de los desastres del ejército imperial le llevaban a replantearse su equivocada

perspectiva inicial y a dramatizar en exceso. Así, llegó a notificar a Cólogan que los cónsules de

Inglaterra y Francia en Fez tenían todo dispuesto para, si finalmente se producía un asalto de Fez

por parte de los roguistas, efectuar una rápida huida hacia la costa.2130 Otra de sus apreciaciones

negativas de la causa del Sultán era su análisis de que a pesar de que el Ministro de la Guerra

esperaba numerosos refuerzos de las tribus,2131 éstas por su parte se limitaban a tomar una actitud

de recelo y expectación ante las medidas del Majzén. Cerdeira insistía en descripciones tenebrosas

del ejército imperial. Así a su juicio muchos soldados no deseaban combatir y abandonaban

inmediatamente la tropa y el miedo cundía en las filas del ejército.

Por su lado, el Sultán prefería optar, antes que por el enfrentamiento, por la sutileza:

prefería comprar adhesiones de miembros del ejército rebelde mediante sobornos, entrega de

fuertes sumas de dinero y promesas de perdón de los tributos atrasados.2132 Diversos notables de

cabilas afectas al Pretendiente se pasaron de bando, entregando rehenes al Sultán y prometiendo

2129
Precedida por sobornos del Sultán a las cabilas afectas al Rogui. El 5 de Febrero de 1903, el Ministerio de Estado
publicó un informe confidencial señalando que se habían prometido 50.000 duros por la captura del Pretendiente. Cfr.
Ministerio de Estado: Informe confidencial número 6. La insurrección en Marruecos. 5 de febrero de 1903. A.M.A.E.
Legajo H-2738. Circulares sobre Marruecos. Al Sultán le apoyaban incluso las tribus recien sometidas Zemmur y
Gerruan, lo cual pondría claramente de manifiesto la tesis de que la siba rural formaba parte integrante del sistema
social marroquí y no suponía un acto de rebeldía que cuestionase la existencia del régimen. El Sultán al someter a los
rebeldes rara vez era cruel, hasta el extremo de que no se puede calificar su actuación como la propia de un carnicero,
que quisiese llevar hasta un final sangriento y represivo las empresas de castigo contra las cabilas sublevadas. Al volver
la normalidad a los territorios sometidos, el Sultán solicita su ayuda para reducir la revuelta del Rogui, siendo aceptada
su demanda, porque la población marroquí entiende que el Majzén es siempre un bien para el país, aunque en ocasiones
sea injusto.
2130
Cólogan a Buenaventura Abarzuza. Despacho no. 31. 28 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2131
La tranquilidad era evidente en la costa atlántica marroquí tanto en el Jlot como en el Rharb.
2132
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 1 de Febrero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164
/ Ex. 2

1258
capturar al Rogui.2133 Era el caso de una parte de los Beni Urain, a los que se había conseguido

comprar. El Sultán les ofreció 250.000 pesetas por la entrega del pretendiente.2134 Parecía evidente

que Abdel- Aziz buscaba una solución de la rebelión haciendo uso de ingentes cantidades de

dinero, lo que explicaba sus deseos de conseguir nuevos empréstitos en Europa.2135 Cuando se

produjeron algunos combates a finales de enero éstos no se tradujeron en éxitos para la causa del

Sultán: se trató de escaramuzas de pequeña importancia.2136 El Rogui se escapó hacia las montañas

ocupadas por la cabila Guiata.2137 Parecía ineludible que la rebelión fuese a durar

indefinidamente.2138 En realidad las numerosas noticias que llegaban del frente, además de ser

contradictorias, eran poco coherentes e inverosímiles,2139 y nos sirven para evidenciar de manera

clara que, en lo que se refiere a España, el Estado restauracionista no parecía interesado en

cohesionar un buen servicio de inteligencia en Marruecos. Cerdeira no tuvo recato en afirmar que

las circunstancias por las cuales España obtenía información en el teatro de operaciones eran muy

penosas. La lejanía del frente, a setenta kilómetros de Fez puede ayudar a explicarlo. En cambio,

mientras los ingleses seguían contando con partidarios en el palacio real que les informaban

puntualmente de la marcha de los acontecimientos, los franceses no utilizaban esa vía, pero

disponían de recursos ilimitados, gastando “muchos miles de francos en agentes secretos y

enviados“. España no contaba ni con lo uno, ni con lo otro.

Con todo durante la primera semana de febrero la idea reinante en Tánger era la de que

permaneciendo el Rogui confinado en sus inexpugnables montañas, se restauraba la calma en el

país. Además el Sultán con sus entregas de dinero acumulaba apoyos y adhesiones que hacían

2133
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 1 de Febrero de 1903. A.G.P.R. Alfonso XIII. Caja 15538 / Ex. 2.
2134
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 1 de Febrero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164
/ Ex. 2
2135
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 1 de Febrero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 299
/ Ex. 1.
2136
Telegrama urgente de Cólogan a Abarzuza. 1 de Febrero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 299 / Ex. 1.
2137
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 1 de Febrero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164
/ Ex. 2
2138
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 31 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 299
/ Ex. 1.
2139
Por ejemplo se decía que las fuerzas del Rogui recibieron dos cañones nuevos procedentes de Melilla o que desde el
Oranesado los franceses le facilitaban a éste todo lo que necesitaba.

1259
imposible la continuación de la rebelión.2140 Por estas dos circunstancias se llegó a creer en Madrid

que el Reino Unido podría retirar de Gibraltar las ocho unidades (cuatro acorazados y cuatro

cruceros) que estaban allí en previsión de los sucesos de Marruecos.2141

En realidad se estaba asistiendo a un paréntesis en la sublevación del que no se saldría hasta

la primavera.2142 El Rogui parecía admitir que le resultaba imposible obtener una derrota militar

del Sultán, por lo que la lucha adecuada no era un enfrentamiento abierto entre los dos ejércitos,

sino una guerra de desgaste. Y la clave era la capacidad de resistir. Cuanto mayor fuera esa

capacidad, más probable era que el Majzén se retirase, dejando al Rogui el territorio conquistado.

Cuando se produjo la derrota imperial a finales de 1902, el Rogui no tenía una estrategia concreta

de lanzarse sobre Fez, pero en contrapartida el Sultán durante el mes de enero no hizo sino

amoldarse a la guerra de desgaste. Las fuerzas imperiales no hacían nada por sojuzgar la base de la

influencia militar del pretendiente, que radicaba en la cabila Guiata.2143

Tras una inicial victoria de las fuerzas gubernamentales en el Zoco-es–Zelatta de Inauen,

éstas volvieron a sus posiciones y se abrió un período de calma en los combates.2144 El Mennebhi

pasó a dirigir las operaciones, y lentamente los canales de información abiertos por España

mejoraron la calidad de sus averiguaciones. Omar Barrada, el agente nativo residente en Fez fue

transmitiendo a Tánger y Madrid, a pesar de la falta de medios,2145 sus informes que preveían una

sublevación dilatada en el tiempo, pues las fuerzas jerifianas ni recuperaban terreno2146 ni le

2140
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 1 de Febrero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 299
/ Ex. 1.
2141
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 7 de Febrero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164
/ Ex. 2
2142
Cfr. Ministerio de Estado. Informe confidencial no. 8. La insurrección en Marruecos. 19 de febrero de 1903.
A.M.A.E. Legajo H- 2738. Circulares sobre Marruecos.
2143
Carta no. 57 de Cerdeira a Cólogan. 18 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 299
/ Ex. 1.
2144
Cfr. Ministerio de Estado. Informe confidencial no. 9. La insurrección en Marruecos. 26 de febrero de 1903.
A.M.A.E. Legajo H-2738. Circulares sobre Marruecos.
2145
En contraste con la abundancia de recursos de la que gozaban ingleses y franceses, los primeros con grandes
influencias en la Corte imperial y los segundos “gastando muchos miles de francos en agentes secretos y enviados que
todo lo curiosean“. Cfr. Ministerio de Estado: Informe confidencial no. 10. La insurrección en Marruecos. 6 de marzo
de 1903. A.M.A.E. Legajo H-2738. Circulares sobre Marruecos.
2146
Un informe confidencial del Ministerio de Estado de 12 de marzo de 1903 dice lo siguiente: “No parece que el
objeto de los movimientos y operaciones militares últimamente ejecutados sea tanto de vencer por la fuerza á los

1260
privaban de pertrechos al Rogui.2147 Las intrigas palaciegas continuaban en Fez, enfrentando a

reformistas (Mennebhi) con conservadores (el Gran Visir el Garnit y el Ministro de Asuntos

Exteriores Ben Sliman). 2148

13.5. La relación de España con el Majzén.La insurrección se traslada al Rif. Solicitud

imperial de ayuda a España.

La colaboración que prestaba España a la causa del Sultán provenía de la iniciativa privada.

La Compañía Trasatlántica facilitó en general los movimientos marítimos de las fuerzas

gubernamentales.2149

Por su parte, el príncipe Muley Arafa para realizar su empresa de consolidar el control

imperial sobre el Rif no se trasladó directamente a Melilla. Se dirigió a Tánger camino de Uxda,

pensando desembarcar con un pequeño contingente en Adyerud, junto a la desembocadura del río

Muluya para luego reclutar tropas en el Rif.2150 La actitud española volvió a inscribirse en la del

período sagastino inmediatamente anterior, siendo de un tono marcado por la supeditación a la

política francesa y por el deseo de servir a los intereses republicanos, comprometiéndose en la no

intervención en los asuntos marroquíes auspiciada por Delcassé, política que cubría como pantalla

las tendencias expansionistas galas. Es más, Cólogan dejó bien claro desde la Legación en Tánger

que España se desligaba por completo de la suerte de la expedición imperial: varios corresponsales

insurrectos como hallar oportunidad para entablar con las diferentes tribus rebeldes tratos encaminados á conseguir su
sumisión voluntaria, mostrándose, por consiguiente, más esperanzado el Maghzén en el éxito de las negociaciones que
en el de las armas“. Cfr. Ministerio de Estado: Informe confidencial no. 11. La insurrección en Marruecos. 12 de marzo
de 1903. A.M.A.E. Legajo H-2738. Circulares sobre Marruecos.
2147
Una carta de Cerdeira a Cólogan de fecha 4 de Febrero atestiguaba que un hijo del famoso resistente anti-francés
Bu-Amama había llegado desde el Sáhara para reforzar al Rogui.
2148
Cólogan a Abarzuza. Despacho no. 44. 8 de Febrero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
164 / Ex. 2.
2149
Telegrama del Comandante General de Melilla, V. Hernández al Ministro de la Guerra, Arsenio Linares. 21 de
Enero de 1903. S.H.M. archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 792.
2150
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 14 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 299
/ Ex. 1.

1261
de periódicos europeos habían cablegrafiado a sus redacciones en el sentido de que Cólogan había

ofertado a Arafa un buque de guerra español, el Isla de Luzón para trasladarse a Melilla. Al parecer

se trataba de una filtración interesada de Mohammed Torres, deseoso de pregonar que España

prestaba su apoyo a la causa del Sultán. Cólogan se defendería indicando que nunca había hablado

a Arafa de prestarle la colaboración de un buque de guerra, sino más bien le había ofrecido los

servicios de un vapor español de la Compañía Trasatlántica. De hecho Cólogan se había puesto en

contacto con el agente de la compañía en Tánger. En el momento decisivo, Cólogan decidió

traicionar la causa del Sultán, y desdecirse de lo dicho. Su acción no respondía obviamente sólo a la

decisión del gabinete conservador de plegarse a un concierto con la República francesa. Las

maniobras del Plenipotenciario español se explican en virtud de una de las hipótesis que

aventuramos en el presente trabajo, y es que desde 1894, la política española en Marruecos buscó

no exponerse a provocar las iras de las cabilas cercanas a Melilla, aunque eso supusiera agraviar la

causa del Sultán, formalmente amigo de España. El mismo Cólogan no tuvo ningún recato al

insinuar a Abarzuza que las cabilas rifeñas podían abrazar la causa del Rogui (es algo en lo que le

estaba insistiendo Cerdeira desde Fez) y si se cumplía ese extremo, iba a causar un lógico malestar

entre ellas el hecho de que España auspiciara un desembarco de fuerzas imperiales en la región.

Finalmente Torres tuvo que gestionar los servicios de un vapor inglés para que llevara a Arafa a la

boca del Muluya.2151 Lo trascendente es que esta medida adoptada por Cólogan podía haber sido

criticada por el gobierno conservador y sin embargo no fue así. El gobierno no consideró

conveniente que ninguna expedición imperial, encabezada por Arafa y por Muley Mohammed el

Amrani desembarcase en Melilla para coger por la espalda al Pretendiente. Se invocaron razones de

seguridad nacional: los marroquíes no debían conocer desde el interior de la ciudad las obras de

defensa construidas por los españoles, pero es que tampoco se quería disgustar a los cabileños,

tomando claro partido los españoles como colaboradores de las fuerzas del Sultán. En todo caso,

2151
Cólogan a Abarzuza. Despacho no. 33. 30 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
164 / Ex. 2.

1262
Abarzuza recomendó a Cólogan que mintiese a las autoridades marroquíes sobre el motivo de la

negativa española, poniendo como pretexto las malas condiciones de Melilla para un desembarco

de tropas en la estación invernal y sugiriendo la posibilidad de que éste se efectuase fuera de los

límites de la ciudad, o sea en territorio marroquí.2152

Con todo, España practicaba una política de doble juego. Era cierto que la situación

empezaba a ser preocupante en todo el norte de Marruecos, pues no sólo los Beni-Ider habían

cortado la carretera de Tánger a Tetuán, sino que además Xauen sería atacada por los Ajmas. Al

mismo tiempo la polarización social propiciada por la inmersión de Marruecos en el liberalismo

económico fomentaba la insurrección de los grupos más desfavorecidos económicamente que,

como en el caso de la Chauia, atacaban a los protegidos de las potencias europeas, es decir a los

sectores más poderosos y ricos. Por ejemplo a los chorfa de Wazzan, cuyas propiedades eran

atacadas continuamente por los Beni Messauar. A la vez que la casa de Wazzan entorpecía la

aplicación de la reforma fiscal promovida por el Majzén, haciéndole el juego a Francia que optaba

por su bloqueo, sus notables no cesaron de demandar al Sultán que enviase una expedición punitiva

contra los Beni Messauar hasta que al final lo consiguieron.

Por ello España sugería al Majzén la conveniencia de que acabase con los focos de tensión

existentes en el país. Es decir, recalcaba la necesidad de acabar con el bandidaje en las afueras de

Tánger y con la actitud agresiva de los Beni-Ider en Tetuán, pero a la vez se negaba a facilitarle las

cosas a Arafa que se desplazaba al norte del Sultanato con fuerzas para intentar hacer frente al

bandidaje y a la extensión de la rebelión roguista. Todo esto en un momento de extrema necesidad

para el Majzén.

La situación era excepcionalmente grave cuando Abd al- Aziz, que demostraba por otra

parte grandes dosis de inteligencia en el ejercicio de las tareas de gobierno, tenía necesidad de

recurrir a los rifeños y pedirles ayuda frente al Rogui siendo que su padre, el sultán Mawlay Hassan

2152
Telegrama de B. Abarzuza a Cólogan. 1 de Febrero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
164 / Ex. 2.

1263
I se había abstenido durante años de debilitar a las tribus de la región mediante exigencias de

impuestos o de prestación del servicio militar porque las consideraba una muralla que protegía su

reino de los españoles. Por su parte, Cólogan, cumpliendo las instrucciones de Abarzuza, sin

manifestar directamente las objeciones del gobierno español a las operaciones imperiales, se

ocupaba de evitar cualquier desembarco gubernamental en Melilla, intentando disuadir a los

agentes de los vapores franceses de que prestaran sus servicios a Arafa.2153

El Majzén que no se había dado por vencido, formuló de nuevo una petición de ayuda a la

Legación española: Arafa y Amrani deseaban embarcar en un vapor francés que les llevaría hasta el

Rif con 400 hombres; Muley Arafa desembarcaría con la mitad de ellos en Melilla, y el- Amrani

con la otra mitad en Adyerud, una ensenada cerca de la boca del Muluya. Cólogan abordó

directamente al consignatario de las compañías francesas de vapores, Gautsch y a Saint-René, el

Plenipotenciario francés, exponiéndoles sin reservas las objeciones españolas, basadas en el deseo

de no desatar la agitación de las cabilas vecinas a Melilla y en la intención de no romper el

compromiso internacional de neutralidad contraído por las potencias europeas ante la

sublevación.2154 El diplomático canario frustró así en torno al 2-3 de febrero el envío de la

expedición al Rif en vapores franceses, por lo que el Majzén tuvo que utilizar un vapor propio, el

Turqui que el 4 de febrero fondeó en la bahía de Tánger dispuesto a embarcar a los contingentes

gubernamentales. Cuando a Cólogan le fue solicitado el permiso para que la unidad naval marroquí

atracara en Melilla, el diplomático hizo enmudecer al hijo de Mohammed Torres, peticionario en

nombre del Sultán de la ayuda española, rechazándola abiertamente en nombre de los compromisos

internacionales contraídos por España. La habilidad negociadora de Cólogan estribó en ofertarle al

marroquí un compromiso, basado en aconsejarle el efectuar el desembarco en la ensenada de Zera,

2153
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 2 de Febrero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164
/ Ex. 2
2154
Cólogan a Abarzuza. Despacho no. 35. 2 de Febrero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
164 / Ex. 2.

1264
o al Sur de Melilla;2155 era evidente que había quedado al descubierto la fragilidad de ‘valores tan

sólidos‘ como la tantas veces repetida y ‘desinteresada’ amistad de la monarquía española hacia

Marruecos.

13.6. Operaciones imperiales en el Rif.

El 6 de febrero las fuerzas imperiales, compuestas por doscientos soldados encabezados por

Muley Arafa desembarcaron en el Cabo de Tres Forcas, dirigiéndose a continuación sin atravesar el

territorio español a la alcazaba de Frajana, residencia del Bajá del campo fronterizo de Melilla.2156

Al día siguiente llegó a Melilla el vapor Turqui con objeto de desembarcar las acémilas e

impedimenta de las tropas, circunstancia que fue permitida por las autoridades españolas.

La presencia de los refuerzos imperiales en Frajana reavivó la agitación entre las cabilas

rifeñas, divididas entre los partidarios del Rogui y los del Sultán, puesto que el pretendiente

amenazó directamente a aquellos que participaran en la recluta que deseaban hacer los

representantes del Sultán.2157 Para salvar la apariencia de la neutralidad española, el gobierno

dispuso que aunque los cruceros Extremadura, Infanta Isabel y Río de Plata no debían surcar las

aguas marroquíes; debían quedar apostados en el estrecho de Gibraltar o en aguas de Málaga.

Con todo, el Majzén entendió que las ‘sacrosantas esencias’ de la pretendida amistad española

hacia Marruecos seguían vigentes, y el 15 de febrero, el Delegado ante las potencias extranjeras,

Mohammed Torres rogó al gobierno español que autorizara al comandante general de Melilla a

entregar a las autoridades gubernamentales marroquíes, es decir al caíd de la línea fronteriza,

cincuenta mil cartuchos; un tipo de ayuda semejante a la recibida en anteriores ocasiones en que las

2155
Cólogan a Abarzuza. Despacho no, 37. 4 de Febrero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
164 / Ex. 2.
2156
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 7 de Febrero de 1903. S.H.M. Archivo de
la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 792.
2157
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 12 de Febrero de 1903. . S.H.M. Archivo
de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 792.

1265
fuerzas imperiales pasaron por momentos de dificultad.2158 Era un acto fundamentalmente

propagandístico: el que el Ejército español armase al ejército del Sultán trascendería como un acto

oficial de España comprometiéndose en la ayuda a Abd al- Aziz, lo que impresionaría a las cabilas

enemigas del Sultán y las haría desistir de apoyar al Rogui. De hecho, el gobierno hispano, a pesar

de encontrarse en una difícil situación, y de querer revitalizar su política de mantener buenos tratos

con las cabilas rifeñas, intentaba capear los tiempos de inestabilidad política en la región, quedando

bien con unos y con otros, es decir manteniendo una ‘neutralidad no-estricta‘ contrapunteada de

actos de violación de la misma a favor de cada uno de los dos bandos contendientes. Esa

neutralidad quedó violada cuando el Ministerio de la Guerra telegrafió el 17 de febrero a Melilla

permitiendo que los cincuenta mil cartuchos fueran adquiridos por las fuerzas del gobierno

marroquí.2159 El mismo día los administradores de la aduana majzeniana de Melilla se entrevistaban

con la autoridad militar española de la ciudad exponiendo cuáles iban a ser los futuros movimientos

militares de El- Amrani. Cumplían un encargo directo del gobierno marroquí. Llegado a Adyerud,

el príncipe deseaba transportar fusiles y cartuchos desde Saida al Rif y desembarcarlos en Melilla,

solicitando permiso español para que quedaran almacenados en la ciudad hasta que un contingente

del Sultán los retirase. En un claro contrapeso de la medida anterior que había tomado, favorable al

Majzén, el Ministro de la Guerra se negó a comprometerse en una nueva ayuda al Sultán.2160 Es

más,el gobierno conservador se asustó tanto de las repercusiones que provocarían las peticiones

crecientes que le hacía el Majzén, que por ello decidió hacer marcha atrás, y el 19 de febrero se

expidieron órdenes urgentes al Comandante General de Melilla para que no vendiera los 50.000

cartuchos a las fuerzas fronterizas del Sultán.2161 Sin embargo, en Melilla no se recibió a tiempo la

orden telegráfica de suspensión y la venta se produjo. Para evitar un mayor compromiso español en

2158
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 15 de Febrero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
164 / Ex. 2.
2159
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 17 de Febrero de 1903. A. G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
164 / Ex. 2.
2160
Telegrama de Abarzuza a Cólogan. 17 de Febrero de 1903. . A. G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
164 / Ex. 2.
2161
Telegrama del Ministro de la Guerra al Comandante General de Melilla. 17 de Febrero de 1903. S.H.M. Archivo
de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 792.

1266
el conflicto suscitado en Marruecos, los Ministerios de Estado y Guerra ordenaron tajantemente el

mismo día al Comandante General que no permitiera el desembarco del cargamento del Turqui ni

el almacenamiento de fusiles y cartuchos imperiales en la ciudad.2162

Al mejorar las condiciones meteorológicas, a finales de enero y comienzos de febrero las

tropas imperiales penetraron en el territorio del Rogui.2163 Las operaciones militares iban

acompañadas de negociaciones políticas y de sobornos pecuniarios a las cabilas rebeldes, y a la vez

que se ofrecía dinero a los notables bereberes, el Majzén esperaba atraerse a los sublevados

perdonándoles impuestos atrasados; de este modo, las fuerzas gubernamentales fueron abriéndose

camino hacia Taza. El Rif parecía todavía inmerso en una tensa tranquilidad y las cabilas de esta

región no habían levantado abiertamente la bandera del pretendiente.2164 Los protegidos de Francia,

los chorfa de Wazzan, llegarían a la capital imperial a hacer alarde público de alianza con el Sultán.

Al llegar al territorio de la cabila Hyaina, los contingentes imperiales no encontraron una

significativa resistencia, pues el dinero había allanado su camino.2165 En todo caso era un avance

lento y abocado al fracaso: el Rif se convertiría en una retaguardia segura para el pretendiente. Así

a mediados de febrero comenzaron a llegar rumores a Fez de que en diversas cabilas rifeñas como

Beni-Tuzin, Beni-Iteft, Ait- Urriaguel, Metalza, y algunas del territorio de Kelaia se incrementaba

el número de partidarios del Rogui. El 12 de febrero, las precauciones tomadas en su avance por

las fuerzas imperiales dieron sus primeros frutos, sufriendo las tropas del Rogui un severo revés.2166

El 16 de febrero, el príncipe Amrani con 220 hombres desembarcaba en la playa Mazuza, en

las cercanías de Melilla, pero fuera de los límites territoriales españoles. Acudían a reforzar a las

fuerzas del bajá del campo fronterizo, aliadas a cabilas como la de Mazuza, sobre las que se temía

2162
Telegrama del Ministro de la Guerra al Ministro de Estado. 20 de Febrero de 1902.
2163
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 1 de Febrero de 1903. A. G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
164 / Ex. 2.
2164
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 15 de Febrero de 1903. A. G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
164 / Ex. 2.
2165
Cólogan a Abarzuza. Despacho no. 53. 13 de Febrero de 1903. A. G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 164 / Ex. 2.
2166
Carta no. 78 de Cerdeira a Cólogan. “Combate del Zoco al- Arba de Tisza“. 15 de Febrero de 1903. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 299 / Ex. 1.

1267
un inminente ataque de los rifeños partidarios del Rogui. La presencia del contingente pareció

conjurar el peligro, aunque sí se hizo evidente la generalización de un estado de inquietud,

peligroso para España, que alcanzaba incluso a las tribus fronterizas a la ciudad melillense.2167

En el camino de Taza tras el combate victorioso del 12 de febrero las escaramuzas

continuaron siendo favorables a las huestes del Sultán, paulatinamente engrosadas por fracciones de

los Hyaina o de otras cabilas anteriormente sublevadas que volvían a someterse a la autoridad

imperial. Frente a una política represiva de castigo a ultranza, Abd al- Aziz apostó por el perdón y

el respeto a los que se reintegraban a su bando, esperando que la sugestión atrajera a los rebeldes y

que incluso éstos le trajesen preso al pretendiente.2168

El Rogui era un tenaz opositor, que dotado de indudables cualidades de estratega conducía

la campaña con notable brío y aun teniendo que retroceder, no se daba por vencido. La tenacidad

del pretendiente iba a hacer que se frustrase la expedición imperial a Taza, a pesar de contar ésta

con un importante y constante refuerzo de medios por parte del Gobierno, que no ahorraba en

gastos. A principios de marzo el conflicto se estancó de nuevo, cuando el contingente imperial en

lugar de desplegarse en la meseta de Ain- Mediuna se replegó, dando pie a que el pretendiente

pudiera huir refugiándose en las cabilas que le seguían siendo fieles.2169 El período de relativa

calma que sobrevino y se prolongó durante semanas fue aprovechado por el Rogui para recorrer

incansablemente tanto los alrededores de Taza como su retaguardia, apelando a la guerra santa

contra Abd al- Aziz. Los magros resultados de la expedición militar emprendida por el Mennebhi

en invierno produjeron cierto desencanto en la Corte, hasta el punto de que exacerbaron las críticas

del partido tradicionalista, encabezado por el anciano Gran Visir, el- Garnit y el Ministro de

2167
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 16 de febrero de 1903. A. G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2168
Carta no. 89 de Cerdeira a Cólogan. 8 de Marzo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 299
/ Ex. 1.
2169
Cfr. Ministerio de Estado: Informe confidencial no. 12. La insurrección en Marruecos. 21 de marzo de 1903.
A.M.A.E. Legajo H-2738. Circulares sobre Marruecos.

1268
Exteriores, Ben Sliman contra las reformas en el sistema de gobierno imperial.2170 El calado de sus

críticas llevó incluso al propio Ministro de la Guerra a admitir la necesidad de llevar a cabo

profundas rectificaciones en la política marroquí. En la práctica esto iba a suponer el final del

predominio de los agentes británicos en la Corte, a la cual ahora ya no iban a tener tan fácil acceso;

ya no se les iba a atender tan diligentemente en sus sugerencias. Los británicos iban a ser

sustituidos por caídes y antiguos consejeros del Majzén, más afines a las ideas tradicionalistas y de

los que el Sultán se había separado en los últimos tiempos. Estos personajes empezaron a

recomendar la necesidad de suprimir ciertas reformas interiores como el tertib y el nuevo sistema

fiscal, así como la construcción de ferrocarriles, que juzgaban como un hecho nefasto, que de

llevarse a la práctica provocaría la sublevación en zonas usualmente pacificadas y ajenas a la siba,

como Tánger o Larache.

Y es que los derroteros de la sublevación roguista se movían en aquellos momentos en torno

a unas variables desconocidas en la historia marroquí. Hasta ese momento, los desórdenes y

rebeliones, la siba tradicional, había sido dominada con escasa profusión de sangre: los métodos

consuetudinarios basados en utilizar a mediadores, chorfa, morabitos y personajes influyentes,

comprar voluntades, enfrentar a las fracciones de las cabilas sublevadas entre sí para hacerles

perder fuerza, el envío de emisarios, y la simple presencia de una mehal.la que más bien negociaba

que combatía habían funcionado a la perfección, pero ahora se revelaban inútiles.2171 En lugar de

combatir al Sultán, Bu-Hamra prefería recorrer el territorio fuera de control imperial, obteniendo la

sumisión de fracciones y cabilas del Rif y frontera argelina, para luego regresar a Taza y encontrar

2170
El agente español en Fez, Cerdeira pudo certificar asimismo que conforme transcurrían las semanas, el grupo pro-
reformista y probritánico de El – Mennebhi iba perdiendo fuerza en la Corte y cómo sobre el ánimo del sultán
empezaba a influir más el partido tradicionalisa.
2171
Con todo hay que insistir en la existencia de datos que le permitían al Sultán confiar y no agobiarse demasiado.
Los recien sometidos Zemmurs eran los más fervientes y valerosos defensores del régimen, recibiendo constantes
atenciones del gobierno. Los notables Zemmurs prometían el envío de fuertes refuerzos para las futuras campañas, por
lo que el- Mennebhi los equipó con tiendas de campaña nuevas y tres mil fusiles. En Meknés, al cabo de varios meses
de inquietud, parecía entronizada de nuevo la paz, únicamente turbada por algunos ‘pogroms anti-semitas’, hechos que
hay que enfocar en torno a una interpretación de este período como de reacción social de los desfavorecidos contra los
ricos hebreos que se beneficiaban de las ventajas de la protección extranjera. Estos hechos eran mal entendidos por los
diplomáticos españoles, que bajo un prisma eurocentrista los achacaban a la deficiencia de la seguridad pública, de la
organización gubernamental y a la proliferación de armas.

1269
de nuevo refugio entre los fieles Guiata. La seguridad con que el pretendiente viajaba por la región

noreste del Imperio era vista en el Ministerio de Estado como la prueba más evidente de la

persistencia de su poder. 2172

El coste de la guerra se acrecentaba cada día, hasta tal punto que el Sultán tendría que

solicitar pronto nuevos préstamos. Un ejemplo de cómo se llevaban a cabo estos gastos se produjo

cuando el Ministro de la Guerra, El- Mennebhi, entró en contacto con algunos notables de la

rebelde cabila Sanhaya a los que intentó sobornar entregándoles fuertes cantidades para concertar

con ellos un golpe de mano que permitiera capturar al pretendiente.2173 Por otro lado, la Legación

francesa mostraba su satisfacción ante el hecho de que se había conseguido revertir por completo

la situación de hegemonía británica en la Corte imperial de un año antes. No cabía duda de que los

galos habían ganado bastante terreno en la misma medida que lo hacían los elementos más

conservadores del Majzén a los que aquellos apoyaban resueltamente.2174

El desconocimiento total de los movimientos del pretendiente (el hecho de que solamente se

pudiese saber de él a base de suposiciones y sospechas centradas en la posibilidad de que pudiera

refugiarse en el Rif) contribuía a crear una sensación de intranquilidad en los medios diplomáticos
2175
españoles. Por otra parte, en el Ministerio de Estado se llegó a contemplar con cierto alivio el

fin definitivo de las pugnas anglo-francesas por conseguir la hegemonía en la Corte Imperial. No

sólo eso: no se lamentó el fracaso de las reformas emprendidas por el Majzén, plasmado en la no

consecución de los planes de construcción de ferrocarriles y obras públicas. El Ministerio de Estado

no llegó a entender que la frustración de las reformas beneficiaba a los planes galos de conseguir la

hegemonía en el país. Abarzuza, corto de miras y mal informado por los simplones análisis de

Cólogan, llegó a aceptar como buena para los intereses de España la frustración de esos intentos

2172
Carta no. 98 de Cerdeira a Cólogan. 3 de Abril de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 299 /
Ex. 1.
2173
Cólogan a Abarzuza. Despacho no. 67. 4 de Marzo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
165 / Ex. 1.
2174
Carta no. 94 de Cerdeira a Cólogan. 23 de Marzo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
299 / Ex. 1.
2175
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 25 de marzo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 299
/ Ex. 1.

1270
modernizadores del país. En una frase que revela un craso error de comprensión de la realidad y

una incapacidad manifiesta para captar el complicado juego de fuerzas en el momento inicial de

apertura de la cuestión marroquí, el diplomático canario había aconsejado al gabinete Silvela: “La

conservación de este ‘statu quo’ contra la invasión capitalista nos conviene“. 2176

13.7. Decae la causa imperial en el Rif. Asedio de la alcazaba de Frajana.

En el Rif además la causa del Sultán no se afianzaba. Cuando en 1902 pasó el Muluya la

noticia de la rebeldía del Rogui, las cabilas fronterizas de Melilla se agitaron peligrosamente, no

sólo para la causa del Sultán sino también para la española, a causa de las rivalidades de sus

notables, de los que unos, como Mohammed el Chadly (con posterioridad notorio líder

antiimperialista combatiendo las injerencias españolas en la región) abrazaron su partido, mientras

que otros defendieron la causa del Sultán. Este momento iba a suponer el fin de la relativa paz que

venía disfrutando la comarca. Tan pronto se tuvo noticia en la región de que el Rogui retrocedía

hacia el norte, las diferentes cabilas empezaron a tomar posiciones, a favor o en contra de él

siguiendo en general, como señala Allendesalazar, el criterio “de las viejas rivalidades que desde

años dividían entre sí a las propias tribus. El apoyo al pretendiente o al Sultán de Fez servía para

ventilar pequeñas rencillas con las cabilas vecinas y podía así cambiar de la noche a la mañana,

según lo hiciera la conducta de una tribu rival“.2177 En una carta remitida a Tánger el 20 de marzo,

Cerdeira ponía en aviso a Cólogan sobre el posible curso que podía tomar la sublevación, al atacar

Bu-Hamra a las fuerzas imperiales acantonadas en el Rif. Ello representaba un grave riesgo en dos

direcciones:

1 ) la internacionalización del conflicto;

2176
Cólogan a Abarzuza. Despacho no. 104. 31 de marzo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
299 / Ex. 1.
2177
Cfr. Allendesalazar, J.M.: La diplomacia española y Marruecos, 1907-1909, Madrid, Ministerio de Asuntos
Exteriores, 1990, pág. 135.

1271
2) las posibles repercusiones para Melilla. Los combates y escaramuzas entre los partidarios

del Sultán y los del Rogui se iban a suceder constantemente y cada día llegarían a los límites de

Melilla miembros de uno u otro bando, pidiendo asilo cuando su fracción fuera derrotada por la

rival. Esto iba a obligar al gobernador militar a tomar continuas decisiones que podrían tener un

alcance político muy delicado. ¿Debía España ayudar a los leales del Sultán que estaba claramente

perdiendo el control de la zona o a un jefe rebelde de más que dudosa legitimidad pero que

obviamente estaba ganando la partida?.

Efectuado el desembarco del príncipe al-Amrani y establecido éste en la Alcazaba de

Frajana, próxima a Melilla, persistía el estado de inquietud en las cabilas fronterizas a la plaza. De

hecho la llegada a la zona de los enviados del Sultán buscando asegurar la lealtad de las tribus, no

hizo más que agravar las cosas para España. La intención de Arafa consolidado el orden imperial en

el Rif, era la de unirse a Al-Bachir de Beni-Snassen y dirigirse a Uxda para reclutar combatientes

en todas las cabilas leales. El 18 de febrero Arafa leía a los cabileños de Beni-Sicar, Mazuza y

Beni-Bu-Ifrur una carta del Sultán ordenándoles apresar a los partidarios del Rogui.

Llegado a Uxda el 27 de febrero, y trasladado a territorio Beni-Snassen el príncipe Arafa no

logró sin embargo reclutar los contingentes esperados ni recaudar de las tribus el dinero que

deseaba. Las noticias que llegaban del Rif Central eran, asimismo, muy inquietantes para los

intereses españoles, y corroboraban el acierto de la política sagastina de no penetrar a gran escala

en la región, optando en cambio por iniciar una lenta infiltración, creando partidos proespañoles en

las cabilas. Rebrotaba el sentimiento antiimperialista en las tribus, y entre los Ait- Urriaguel se

había celebrado una asamblea con el fin de discutir el inicio de un boicot del suministro de las

posiciones hispanas, interrumpiendo como en 1899 el avituallamiento de las mismas, e incluso se

llegó a proponer lanzar un ataque contra las guarniciones, expulsando a los españoles de suelo

1272
marroquí. El Comandante General de Melilla anunció al Ministerio de la Guerra que no

permanecería pasivo ante estas acciones y repelería cualquier ataque.2178

El complicado juego de relaciones intertribales en el Rif no cesaba: las autoridades militares

españolas informaron a Madrid que habían abandonado la región camino de Taza unos enviados de

las cabilas de Beni-Sicar, Beni-Sidel, Beni-Bu-Cafar, Beni-Bu-Ifrur con una fuerte cantidad de

dinero haciendo sumisión al Rogui.2179 El 24 de marzo se supo en Madrid que el Rogui había

retrocedido con sus fuerzas al Rif. Fue un aldabonazo que repercutió mucho en el ejército español,

tomando el Comandante general de Melilla inmediatas precauciones. La noticia vino confirmada

–amén de por los informes de Omar Barrada y Cerdeira 2180- por el hecho de que los delegados del

Majzén en el territorio, el Bajá de la raya fronteriza y el príncipe Amrani repartieron

apresuradamente armamento entre las cabilas leales, se designaron cargos de gobierno entre las

cabilas próximas a la ciudad extrayéndolos de los partidarios del Sultán y se aplazó la salida de

Frajana de la proyectada expedición a Taza. 2181

A pesar de contar las fuerzas imperiales con un general hábil y carismático en la zona, el

Amrani, comandando las operaciones en Frajana, una serie de circunstancias propiciaron la

frustración de los proyectos del Majzén, pues tras varios días de negociaciones infructuosas con los

rifeños, el Amrani se encontró sin apoyos. En este sentido, la pérdida de control del Rif por el

Majzén iba a ser el paso decisivo que facilitaría la perpetuación de la sublevación del Rogui: una

tesitura complicada para el gobierno español que intentó abordar la situación, evitando la ruptura de

hostilidades con las tribus rifeñas. Los rifeños eran adversarios terribles a los que no se quería tener

en frente. Estaban dotados de unas notables cualidades militares forjadas a través de una existencia

guerrera secular, eran buenos tiradores, bravos y combativos, y además maestros en la guerra de

2178
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 2 de Marzo de 1903. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2179
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 6 de Marzo de 1903. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2180
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 25 de Marzo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164
/ Ex. 2.
2181
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra.24 de marzo de 1903. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.

1273
guerrillas. El régimen restauracionista, como queda indicado, había tenido una visión del problema

suscitado por el Rogui a través de una óptica de imágenes imprecisas; ahora que se aproximaban a

Melilla los movimientos de tropas, la situación se tornaba grave, por lo que se hizo necesario dirigir

la atención de los confidentes españoles de la Comandancia General a la averiguación de la índole

de tales acciones. La agitación se desplazaba incluso hasta la frontera argelina.2182

Las fuerzas del Amrani bien pronto demostraron ser insuficientes para hacer frente a los

acontecimientos: las deserciones se sucedían en sus filas y al solicitar el jerife refuerzos a las

cabilas de Kelaia y a Beni-Sicar, éstas no mostraron excesivo entusiasmo en abrazar la causa del

Sultán. El- Amrani no podía abandonar el Rif y converger con el resto de las fuerzas

gubernamentales sobre Taza, sin antes previamente pacificar la región rifeña con la ayuda de

Mazuza y las fuerzas destacadas en Frajana. Su primer objetivo fue pacificar Beni-Bu-Ifrur al sur

de Melilla, pero también tuvo que desistir. La carencia de medios materiales y humanos restringió

su movilidad y le forzó a permanecer a la defensiva en la alcazaba de Frajana, ante el riesgo de un

ataque sorpresivo de los Beni-Sicar. El 29 de marzo, el príncipe comenzó las obras de fortificación

de la alcazaba. Ante la difusión de la rebelión roguista en el Rif, Mohammed Amrani telegrafió el

31 de marzo a Tánger recabando el envío urgente de tropas, armas, cañones y dinero.2183

Abiertamente los funcionarios del Majzén en Fez reconocían que los enviados del pretendiente

recorrían el noreste del Imperio y obtenían la sumisión de buen número de cabilas del Rif y de la

frontera argelina.2184 Las adhesiones a la causa del Rogui se sucedían ahora (convencidos sus

seguidores de que éste era el auténtico Muley Mohammed, el hijo de Mawlay Hassan I), incluso

entre los miembros de cabilas remisas hasta entonces, como era el caso de los habitantes de Kelaia

que exigían a los Mazuza el romper relaciones con el Sultán. El comandante general de Melilla

impresionado ante las proporciones de la rebelión envió un cable al Ministerio de la Guerra,

2182
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 29 de Marzo de 1903. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2183
Telegrama de Cólogan a Abrarzuza. 31 de Marzo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
164 / Ex. 2.
2184
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 31 de Marzo de 1903. . A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
164 / Ex. 2.

1274
señalando como posible un levantamiento generalizado en el Rif a favor del pretendiente.

Hernández ante el desmoronamiento del poder majzení en el Rif, no estaba dispuesto a

apuntalarlo.2185

Mohammed Torres no podía hacer llegar los refuerzos necesarios al Rif, porque ello suponía

el riesgo de que Tetuán quedase desprotegida.2186 El- Amrani estaba a punto de quedar copado en

Frajana.2187 Enviado a combatir a los rebeldes roguistas, su misión fracasó al progresar con

celeridad en la región la causa del Rogui. Su línea de comunicación por tierra con el territorio

gubernamental era inexistente; para avituallarle había que recurrir al mar. Seguía operando con

contingentes reducidos, y esta falta de refuerzos acentuaba los peligros de su empresa. Perdido el

jerife en las entrañas del hostil territorio rifeño, sin apoyos, aliados, ni vituallas, el éxito político de

su misión se había desvanecido. Es más: ahora corría el enorme riesgo de ser aniquilado. Las

combinaciones políticas internacionales suscitadas por Francia, al imponer la no intervención de


2188
Europa en apoyo de la causa del Sultán y el juego diplomático español –que no era capaz de

adivinar la estrategia francesa y no cooperaba con la causa del Sultán- frenaban las iniciativas del

Majzén. Aún así, el gobierno marroquí recurrió de nuevo a la ayuda española, solicitando

Mohammed Torres el 2 de abril desde Tánger que el Comandante General de Melilla vendiese al

príncipe Amrani otra partida de cartuchos.2189

Paralelamente, el hecho de que el pretendiente accediera al control real de amplios territorios

del nordeste del país, forzó a las autoridades españolas a entrar en contacto con él, y a asimilar el

dilema de vivir ante una contradicción: la relación con los poderes legales y los poderes reales. La

2185
Carta del Comandante general de Melilla al Bajá del campo fronterizo.
2186
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 1 de Abril de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 /
Ex. 2.
2187
Cfr. Ministerio de Estado: Informe confidencial no. 14. La insurrección en Marruecos. 2 de Abril de
1903.A.M.A.E. Legajo H-2738. Circulares sobre Marruecos.
2188
En la región próxima a Melilla se llevaban a cabo una serie de movimientos sospechosos por parte de Francia.
Unos torpederos habían atracacado cerca de los límites fronterizos españoles, reconociendo dos oficiales la Mar Chica.
Los movimientos de los torpederos franceses parecían presagiar que Francia deseaba capitalizar en beneficio propio, la
pérdida del orden majzeniano en el Rif, para asentarse firmemente en el territorio.
2189
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 2 de Abril de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 /
Ex. 2.

1275
concatenación de los hechos provocados por la sublevación del Rogui constituía un rompecabezas

que condicionaba notablemente la libertad de acción española. En pocas ocasiones anteriores de la

acción hispana en Marruecos, el sistema de relaciones entre las cabilas y entre las fracciones de

cabila de la sociedad rifeña había sido tan diverso y tan contradictorio, en lo que se refería a los

vínculos entre los habitantes del territorio y a las tensiones que los oponían, de manera que apenas

sí dejaba margen de actuación a las autoridades españolas. Esto resulta muy evidente cuando el 26

de enero el gobernador militar melillense Hernández remitió al Ministro de la Guerra, Linares un

telegrama de tintes sombríos: a pesar de que no se habían iniciado los combates entre las fuerzas

gubernamentales y los sublevados, la efervescencia era creciente en el Rif. No tanto entre las

cabilas fronterizas a Melilla, que se mantenían relativamente tranquilas, sino entre las más cercanas

al epicentro de la sublevación. La ausencia de fuerzas regulares en su territorio sirvió de pretexto

para liberar las tensiones intertribales, llegándose a temer que las potentes y numerosas cabilas del

interior atacaran la plaza, incluso aún a costa de tener que enfrentarse a las vecinas de la misma.2190

Un firmán jerifiano al que no se dio respuesta española, rubricado por el Rogui fue remitido

a Melilla rogando al comandante general que no acogiese en la ciudad a los delegados del Majzén,

príncipes Amrani y Arafa y al bajá de la raya fronteriza, Bashir ibn Sennach, ni les apoyase (en

clara alusión a los cartuchos vendidos a las fuerzas del Sultán). El documento implicaba una

amenaza a Melilla en caso de ayudar los españoles a las fuerzas gubernamentales, que estaban

siendo abandonadas incluso por Mazuza. En la alcazaba de Frajana quedaban aislados el Amrani, el

bajá, un notable de cierta influencia en el territorio fronterizo apodado el “Fraile“, apoyados por

una guarnición reducida , y con pocas esperanzas de recibir refuerzos ni desde Tánger 2191 ni desde

2190
Telegrama del Comandante General de Melilla, V. Hernández al Ministro de la Guerra. 26 de Enero de 1903.
S.H.M. archivo de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 792.
2191
El 3 de abril salió de Tánger el vapor Turqui llevando al Amrani dos ametralladoras y pertrechos, pero no tropas.
Este cargamento llegó poco después a Melilla, negándose el general Hernández a que la carga del buque fuese
desembarcada en el muelle. Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 3 de Abril de 1903. A.G.A.África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 164 / ex. 2

1276
Uxda, donde Arafa seguía intentando reclutar tropas.2192 El gobernador de Uxda intentó reclutar un

contingente entre las cabilas vecinas pertenecientes a su jurisdicción, fracasando en su empeño.Tal

como señala Abdallah Laroui, las relaciones del poder central con Uxda iban a quedar

interrumpidas en la primavera de 1903.2193 Los enviados del sultán para trasladarse desde Fez a la

capital oriental, se veían obligados a tener que embarcar en Tánger y obtener en Port Say (Marsa B.

Mhidi) la autorización gala para atravesar el territorio argelino. El propio Silvela, deseoso de no

provocar las iras de las cabilas denegó la nueva operación de venta de cartuchos.2194 Cuando el 5

de Abril llegó a Melilla una unidad naval jerifiana, el Turquí, trayendo armamento y municiones

al Amrani y pretendiendo desembarcar los pertrechos en el muelle melillense, conforme a las

disposiciones del Ministerio de la Guerra emitidas el 19 de febrero, el comandante general,

Venancio Hernández se negó categóricamente a permitirlo, obligando a que la operación se llevara

a cabo en territorio marroquí. 2195 El triunfo repentino de la sublevación avivó más la llegada a la

ciudad española de fugitivos procedentes de Frajana.

El gobernador militar español proclamó su condición de neutral, manifestando que no

suministraría recursos bélicos a ninguno de los bandos, aunque practicaría las reglas de hospitalidad

acogiendo a heridos y refugiados de cualquier procedencia.2196 El príncipe Amrani se refugió en

Melilla2197 solicitando refuerzos a Tánger y las tropas gubernamentales al mando del Bajá el-

Bashir quedaron cercadas en la alcazaba de Frajana. A pesar de la violencia del ataque roguista, las

fuerzas gubernamentales llevaron a cabo una resistencia enconada.2198 Antes de que se produjera el

asalto final del enemigo y dada la apurada situación de las fuerzas gubernamentales sobre las que

2192
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 2 de Abril de 1903. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2193
Véase Laroui, A.: Orígenes sociales y culturales … op. cit, pág. 385.
2194
Telegrama de Abarzuza a Cólogan. 3 de Abril de 1903. A.G.A.África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 /
Ex. 2.
2195
Telegrama del Comandante general de Melilla al Ministro de la Guerra, general Arsenio Linares. 5 de Abril de
1903. A.G.A.África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2196
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra, Arsenio Linares. . 5 de Abril de 1903.
A.G.A.África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2197
Telegrama del Comandante general de Melilla al Ministro de la Guerra, Arsenio Linares. 6 de Abril de 1903.
S.H.M. Rollo 792.
2198
Telegrama del Comandante General de Melilla a Abarzuza. 8 de Abril de 1903. A.G.A.África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.

1277
pendía la amenaza de aniquilación, el Majzén contempló una alternativa estratégica. Consistió en el

envío urgente desde Tánger de un cuerpo expedicionario de mil hombres con cañones (el príncipe

Amrani había solicitado dos mil2199) a bordo del Turqui, desembarcando en el límite sudeste

español de Melilla, el que confinaba con Mazuza, para evitar cualquier ataque roguista que lo

obstaculizase; por este procedimiento, podía llevar refuerzos a la alcazaba sitiada y dar la vuelta a

la situación. En este sentido, es muy significativo el tono de un telegrama enviado el 11de abril por

el comandante general de Melilla, Venancio Hernández a Abarzuza señalando que la suerte de la

rebelión cambiaría drásticamente si el Sultán mandaba fuertes contingentes de refuerzo al Rif, pues

entonces varias cabilas fronterizas volverían a obedecer al poder central.

El permiso español era necesario: el Majzén ofertó que sus hombres, como venían haciendo

al atravesar territorio argelino con permiso galo, entregarían las armas en la playa para

posteriormente recibirlas en el límite fronterizo.2200 Esta posibilidad chocaba con la oposición

frontal de Cólogan. En efecto, existía el compromiso asumido por España de ‘no intervención’ en la

rebelión del Rogui, pero incluso, pesaba más el que este acto acabara con la política amistosa de

cooperación, o cuando menos, de no enfrentamiento y tolerancia entre Melilla y las cabilas vecinas.

Sin embargo, la medida no fue finalmente rechazada por parte española. El gobierno español, en

este caso, actuaba a remolque del francés, y el 12 de abril permitiría el desembarco de las tropas

majzeníes, teniendo que hacer frente a la propia voluntad de Cólogan que mandaba mensajes

disuasorios a Madrid.2201 Ahora bien, el objetivo perseguido por Francia era chantajear al Majzén:

se concedía ayuda al Sultán mientras éste aceptase cooperar con la República y situarse en la

antesala del protectorado,2202 pero en cuanto daba muestras de voluntad de independencia, los

franceses se retiraban a una neutralidad de fachada que favorecía de hecho al Rogui. Era en esos

2199
Telegrama del Comandante general de Melilla, Venancio Hernández a Abarzuza. 11 de Abril de 1903.
A.G.A.África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2200
Telegrama de Cólogan al Comandante Militar de Melilla. 11 de 1903. S.H.M. Archivo de la Comandancia Militar
de Melilla. Rollo 792.
2201
“Sería muy arriesgado jugar esa carta contra kabilas y Pretendiente“. Cfr. Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 13 de
Abril de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2202
Los franceses rogaban al Sultán que invitase a todos los británicos, a sueldo del Majzén o comerciantes a que
abandonasen Fez. Los británicos se oponían a la retirada del caíd Mac Lean.

1278
momentos cuando la diplomacia francesa buscaba a la española recalcando el desgobierno del país,

el infantilismo del Sultán y el contenido frívolo de sus actuaciones cotidianas.2203 En ambos casos,

la República disponía de un medio excelente de presión sobre el Majzén. Los franceses recordaban

aún la experiencia negativa de Argelia donde la vía militar había conllevado demasiados obstáculos

para la dominación y preferían optar por utilizar los dispositivos autóctonos del poder para llegado

el momento, controlar la administración marroquí y poder llegar a la población de manera

tentacular, sin tener que establecer una red de poder nueva. En sus tratos con las élites avenidas al

pacto (los llamados tradicionalistas) los franceses hablaron de introducir una modernización del

país, pero suponiendo esta situación una alianza con estos sectores conservadores, a los que

mantendrían sus privilegios.

España no aplicó exactamente la misma política, pues había que sopesar la variable de no

enajenarse la amistad de las cabilas rifeñas, y a ello habría que añadir que carecía de influencia

directa sobre los miembros del Majzén; tarea que ejercían para el gobierno republicano en Fez la

Comisión militar francesa y el Primer Secretario de la Legación, Descós. Con todo el gobierno de

Silvela intentó llevar a cabo su propio chantaje capitalizando en beneficio propio la situación de

grave apuro por la que atravesaban los imperiales, rogando que el favor del desembarco de las

tropas gubernamentales debía de ser correspondido por el Majzén implantando el total librecambio

comercial entre Melilla y el Rif; es decir suprimiendo la aduana marroquí en la ciudad española2204

2203
Cólogan a Abarzuza. 16 de Abril de 1903. Despacho no. 117. . A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
164 / Ex. 2.
2204
En noviembre de 1901, la Comandancia General de Melilla había elevado un informe al Ministerio de la Guerra
postulando por una profundización o intensificación en la política de relaciones de la plaza con los cabileños que
pasaba inevitablemente por la eliminación de las trabas aduaneras implantadas por el Majzén en el límite fronterizo y la
aplicación del librecambismo en el comercio de Melilla con el Rif. Ello era una respuesta a la reciente apertura al
comercio de un puerto argelino, Port Say situado junto al Kiss, es decir inmediato a la frontera marroquí. Como en
aquel momento histórico no se estaba viviendo una coyuntura excepcional equivalente a la rebelión del Rogui, y dado
que la supresión de la Aduana –sin ofrecer compensaciones al Majzén- hubiera podido resultar un acto de gran
trascendencia, se aconsejaba al gobierno Sagasta ejercer presión sobre el Majzén a fin de sacar de Melilla la aduana
(establecida por convenio diplomático firmado en Fez el 31 de julio de 1866) y trasladarla a los límites fronterizos.
Emilio de Ojeda, que ocupaba entonces la representación diplomática española en Tánger aconsejaría al Ministerio de
Estado que no se obrase en tal sentido. Trasladando la Aduana a la frontera calculaba que menudearían los incidentes
entre cabileños y funcionarios del Majzén, por querer los primeros escaparse con frecuencia al pago de los aranceles al
fisco marroquí. El Majzén podría reaccionar en esa tesitura anulando el convenio de 1866 reduciendo a Melilla a un
estado de completo aislamiento, semejante al que estaba sometido Alhucemas o el Peñón de Velez. Estos
razonamientos del diplomático eran perfectamente razonados en el marco o dinámica impuesta por el Majzén que

1279
y argumentando que el comercio melillense había quedado muy deteriorado a causa de la
2205
competencia comercial francesa a partir del río Kiss. Sin embargo, el desembarco no tendría

lugar.

Al interés español por la zona se unía el que de hecho este territorio estaba siendo objeto de

atención preferente por la República francesa. Los comerciantes establecidos junto al Kiss no

solamente se habían preocupado por intensificar los intercambios con cabilas más próximas a la

raya argelina, como los Ulad Mansour o los Beni-Snassen, sino que con la complicidad del caíd de

Kebdana, Artouf, habían llevado a cabo una penetración significativa en este último territorio, que

interesaba en particular a los círculos burgueses coloniales argelinos.

En Kebdana se habían iniciado también los combates entre gubernamentales y roguistas.

Estos combates demostraban el carácter de confrontación interna que había adquirido la rebelión

deseaba limitar la penetración extranjera en el Sultanato y que se oponía por lo tanto a la infiltración comercial,
relación que comportaba trato constante entre europeos y habitantes del Sultanato que la Administración marroquí
siempre consideró oportuno obviar. Melilla que reunía en sí misma las dos características, una plaza fuerte, símbolo
tangible de una presencia armada hostil en el Imperio y cabeza de puente en una penetración económica europea en el
Rif no era una excepción. Los Sultanes tanto Mawlay Hassan I como su hijo Abd –el- Aziz planteaban la necesidad de
limitar los contactos entre los europeos y las cabilas fronterizas. En el momento en que éstas decaían en su tarea de
resistencia a los invasores, el testigo pasaba a la iniciativa estatal: esto había sido una tradición secular en el norte de
Marruecos como ha señalado Adnan Mechbal y las posibilidades en ese contexto de llevar adelante una penetración en
el Imperio a partir de los enclaves españoles quedaba en el campo de las ilusiones, ya que jamás la debilidad interna de
Marruecos llegó al extremo de permitir esto. Cfr. Mechbal, A.: “El Noroeste de Marruecos ante la ocupación
peninsular: Reacción regional y dimensión nacional“, en Awraq. Estudios sobre el mundo árabe e islámico
contemporáneo. I.C.M.A., vol. XII, 1991, pág. 155. Amén de esto, la Administración marroquí había demostrado sus
preferencias por desviar el tráfico comercial en Melilla hacia Tetuán u otros puertos de la costa atlántica. A ello se unía
que, en opinión del Majzén todos los presidios y plazas fuertes españolas en el septentrión marroquí eran activos focos
de contrabando que actuaban en detrimento de los ingresos del fisco estatal a la par que surtían a las cabilas rifeñas de
una provisión constante de armas municiones y recursos con las cuales las tribus se podían sentir en condiciones de
desafiar en un momento dado la autoridad imperial. Ojeda juzgaba que era mejor, por lo tanto, para los intereses
comerciales de Melilla afrontar el riesgo y competir con Port-Say aún teniendo que consentir en el mantenimiento de la
Aduana marroquí. Informe de 4 de noviembre de 1901 del Ministerio de Estado dirigido al Comandante General de
Melilla. S.H.M. Archivos de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 171.
2205
Telegrama de Abarzuza a Cólogan. 12 de Abril de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 /
Ex. 2. La idea del gabinete Silvela era la de, a toda costa sacar partido de la situación de rebelión del Rif. Al gobierno
español le daba igual quien triunfase: si al Amrani se le permitía refugiarse en Melilla y se le daba protección había que
pedir al Sultán como devolución del favor la desaparición de la Aduana de Melilla aún cuando hubiera que abonarle
una indemnización por dejar de cobrar el producto de dicha Aduana. Si triunfaban los roguistas a cambio de la
neutralidad española había que solicitárseles lo mismo. Carta particular sin numerar de Abarzuza a Cólogan. 8 de Abril
de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 297 / Ex. 1. Estaba claro que no era precisamente el
objetivo del gobierno la consolidación del poder del Sultán en el Rif.

1280
del Rogui en la sociedad rifeña y la negación de que el Rif formase una realidad independiente del

poder central, pues era evidente que el Sultán conservaba partidarios en la región.2206

13.8. Frajana cae en manos de los rebeldes. España aplica una nueva praxis política en contra

del Majzén: “A amigo que huye, puente de plata”.

El permiso español para un desembarco de fuerzas de refuerzo para los gubernamentales

llegó tarde; es más, accediendo a las presiones de Cólogan el gobierno de Silvela acabó dando una

contraorden, anulando su consentimiento.2207 Al yugular la diplomacia española la posibilidad de

que llegasen refuerzos a la alcazaba sitiada, los acontecimientos acabaron por precipitarse: en la

madrugada del 13 de abril los rifeños tras minar la alcazaba de Frajana la volaban. El Bajá Bashir

abandonó la defensa y se abrió paso con sus soldados hasta refugiarse en Melilla. El Rif quedaba

aparentemente del lado de los insurrectos. Alrededor de quinientos fugitivos se encomendaron a la

protección del general Hernández. Los roguistas solicitaron la entrega de las armas y de los

refugiados, a lo que Hernández se negó terminantemente.2208 El contraataque del Sultán quedó

abortado al enviar Abarzuza un nuevo telegrama revocando la autorización para el desembarco

gubernamental en Melilla y aconsejando a Hernández que volviera a la estricta neutralidad.2209

¿Cuál debía ser, en esa tesitura, la actitud de las autoridades españolas?. Tal como evidencia

la documentación depositada en Alcalá de Henares, el deseo apremiante del Comandante general de

Melilla era que los refugiados abandonasen cuanto antes la plaza. Los rifeños partidarios del Rogui

que abastecían de víveres la plaza, al visitar Melilla coincidían con los refugiados partidarios del

2206
Telegrama del Comandante General de Melilla, V. Hernández a Arsenio Linares, Ministro de la Guerra. 21 de
Abril de 1903.
2207
Carta particular no. 24 de Cólogan a Abarzuza. 12 de Abril de 1903. A.M.A.E. Legajo H-1264.
2208
Telegrama del Comandante general de Melilla, V. Hernández al Ministro de la Guerra. 13 de Abril de 1903.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2209
Telegrama de Abarzuza a Cólogan. 13 de Abril de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 /
Ex. 2

1281
Sultán y se sucedían las disputas. Además, sabedor el Bajá derrotado en Frajana, al-Hash

Mohammed al- Bashir de que Abdel- Aziz seguía manteniendo partidarios en la región, procuraba

atraerse la voluntad de ciertas cabilas para renovar la lucha.2210 Hernández no estaba dispuesto a

tolerar tales maniobras. Es ahora cuando se aplica por parte española en Melilla una praxis política

que modificando un viejo refrán podríamos resumir con el lema: “al amigo (las fuerzas armadas

marroquíes son en teoría las de un país ‘amigo’ de España) que huye, puente de plata“2211. Es

posible confirmar esta hipótesis por cuatro razones fundamentales:

1ª) A las maltrechas fuerzas del Sultán en Melilla no se les va a hacer la más mínima

concesión. No se va a permitir la reorganización de las tropas del Majzén en la plaza, ni su

revituallamiento, ni que reciban refuerzos o recluten en el Rif nuevos efectivos. Tampoco se les va

a permitir iniciar una contraofensiva desde Melilla.

2ª) Pese a que el Sultán es formalmente ‘amigo’ de España, no se van a tener con él

deferencias. Lo único que deseará el gobierno conservador de las tropas del Majzén refugiadas en

Melilla es que se marchen. Primero Hernández presionará sobre el Ministerio de la Guerra y luego

éste sobre el de Estado para que se insistiese al Majzén urgiendo el pronto envío de barcos a Melilla

para evacuar a todos los refugiados “con objeto de evitar posibles conflictos con los rifeños“.2212

Hernández puso especial empeño en que no quedara rastro del poder central en la frontera;

los administradores de la Aduana marroquí aunque ésta estuviese enclavada en la ciudad española

también debían marcharse. El propósito del ejército español, asumido luego por el poder ejecutivo,

era eliminar el control aduanero para siempre, implantando el librecomercio con las tribus del Rif.

En el fondo, la posición española apuntaba a suplantar la presencia del Sultán en el territorio,

2210
Telegrama de Venancio Hernández, comandante general de Melilla a Abarzuza. 14 de Abril de 1903. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2211
El general Hernández telegrafió repetidas veces a Madrid insistiendo en la necesidad de evacuar cuanto antes a los
refugiados imperiales para no tener problemas con los partidarios del Rogui.
2212
Telegrama de Abarzuza a Cólogan. 14 de Abril de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 /
Ex. 2.

1282
potenciando el trato directo con las cabilas,2213 y a propiciar una serie de planes de protectorado, de

penetración y desarrollo económico en el Rif desde Melilla, que están en el origen mismo del

conflicto abierto en 1909. El modelo de penetración español en el septentrión marroquí venía, en

cierta manera derivado de la carencia de influencia directa sobre la Corte imperial marroquí, y por

ello, al estar esa influencia progresivamente monopolizada por los franceses, se optó por

instrumentalizar la penetración pacífica en el Rif a través de los contactos con las tribus. En el

momento en que el juego de relaciones intertribales se ajustó a una dinámica contraria a la

penetración económica española, y esto se produce al final del ‘bienio largo’ de Maura, estallará la

guerra.

3ª) Cuando parecía que el Rogui iba a desencadenar una ofensiva sobre Muley Arafa, al

Sultán le interesaba que los administradores de la aduana permaneciesen en Melilla para remitirle a

Nemours los fondos que se le expedían desde Tánger (Arafa con su séquito y el Amal de Uxda,

desbordados por la magnitud de la sublevación habían pedido asilo temporal en Argelia antes de

embarcarse hacia Tánger). Por ello cuando el 16 de abril llegó el Turqui a Melilla no trajo orden de

evacuación. La situación llegó a tal grado de tirantez que cualquier incidente podía ocasionar un

conflicto. El Bajá y el- Amrani se negaron a abandonar Melilla, aduciendo no poder faltar a la

responsabilidad sobre el territorio confiado a ellos, si no eran obligados por el ejército español. Su

esperanza estribaba en la pronta llegada de refuerzos2214 para efectuar un contraataque. Hernández,

presionado por los rebeldes que le enviaron una comisión solicitándole –entre veladas amenazas de

ataques rifeños a la plaza- el embarque de refugiados y aduaneros, y anunciando el inmediato

establecimiento de una nueva Aduana a las puertas de Melilla controlada por la administración

roguista, rogó a Abarzuza y al Ministro de la Guerra, Linares que se activasen las gestiones sobre

el gobierno marroquí para conseguir la evacuación. En ningún caso, entendía Hernández, la Aduana

2213
Cólogan a Abarzuza. 20 de Abril de 1903. Despacho no. 119. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
164 / Ex. 2.
2214
Aunque el Majzén sólo pudo enviar en un primer momento 300 hombres a Tánger. Telegrama de Cólogan a
Abarzuza. 18 de Abril de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.

1283
del Sultán debía ser sustituida por cualquier otra y en el caso de querer los rebeldes constituir la

suya propia, sería en territorio marroquí, pero nunca se fijaría dentro de los límites españoles.

Cólogan compartía estos puntos de vista incompatibles con las promesas de amistad

realizadas anteriormente al Sultán, en el transcurso de la Embajada de Ojeda a la corte imperial en

1900. Los deseos que había manifestado al Ministro de Estado se centraban en la idea de que

España no debía permitir el restablecimiento de la Aduana marroquí en el interior de Melilla, aún

en el hipotético caso de que el Rif volviera a estar sometido al Sultán.2215 Cólogan creía en la

viabilidad de una relación directa entre Melilla y las cabilas rifeñas (sin la actuación mediadora del

Majzén). Por ello, el diplomático canario aguijoneaba a Abarzuza con el fin de consolidar un

régimen de absoluto librecambio. Como argumentos utilizaba fórmulas tales como dar por

desaparecida la autoridad del Sultán en el Rif y aconsejaba el desmantelamiento de la aduana

imperial en Melilla, una pretensión acariciada en España desde hacia años, habiendo sido gestada

en medios militares, pero que tuvo acogida en círculos burgueses y que nunca iba a conseguirse por

medio de la negociación ya que al Majzén le interesaba seguir recaudando aranceles aduaneros. Se

señalaba que los rifeños se iban a negar a pagar los aranceles a una autoridad a la que no reconocían

y que ya no tenía tropas en la región que la apoyaran. Por ende España no podía erigirse como

campeona de la soberanía de Abd-el- Aziz en la raya fronteriza gestionando por ejemplo la Aduana

en nombre del Sultán; en caso de hacerlo ello supondría iniciar un círculo vicioso de

enfrentamientos con las tribus rifeñas, que podrían interrumpir el tráfico comercial con la plaza y

bloquear la llegada de alimentos.

El Majzén temía que el gobierno español reconociera a los rebeldes como la autoridad real

del territorio (de hecho la expulsión de los aduaneros de Melilla fue considerada en Fez como una

especie de reconocimiento virtual español del Pretendiente) y por ello su oposición a la propuesta

de evacuación. La sensación del gobierno jerifiano de traición de la amistad española, acabó

2215
Cólogan a Abarzuza. Despacho no. 119 de 7 de Abril de 1903. S.H.M. Archivos de la Comandancia Militar de
Melilla. Rollo 171.

1284
chocando con la decisión inquebrantable del gobierno Silvela, que previamente había obtenido el

acuerdo franco-británico y no deseaba entrar en dilatorias negociaciones con el marroquí.2216 Las

órdenes de Abarzuza remitidas a Cólogan el 17 de abril no pueden ser más expeditivas y

desdeñosas con la causa imperial: “Melilla debe quedar completamente limpia de elementos

peligrosos “.2217

Al conocer que el Turqui zarpaba de Melilla sin llevarse a los refugiados, Abarzuza,

contrariado, telegrafió con urgencia a Cólogan para que éste, mediante presentación de una nota

conminatoria a Mohammed Torres, exigiera el regreso del vapor a Melilla.2218 Los pretextos

aducidos pasaban por señalar al Sultán que su autoridad había desaparecido de la región, tras la

caída de la alcazaba de Frajana, y que los rebeldes exigían la evacuación de los imperiales, no

pudiendo Hernández asumir en el Rif la jurisdicción jerifiana, ni enfrentarse directamente a los

roguistas, amén de que España se había comprometido internacionalmente a no intervenir en la

sublevación y a evitar todo motivo de conflicto.2219 En caso contrario, de no volver el buque

imperial, Abarzuza daba instrucciones a Hernández ordenándole embarcar a las huestas vencidas en

el primer vapor español que zarpase rumbo a Tánger.2220 Abarzuza adoptaba ya claramente una

actitud hostil hacia los imperiales y el tono de sus comunicados a Cólogan abunda en expresiones

2216
Telegrama de Abarzuza a Cólogan. 17 de Abril de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164
/ Ex. 2.
2217
Ibidem. El Comandante General de Melilla “maquilló“ las instrucciones que le llegaban desde Madrid, intentando
edulcorar el carácter forzoso que debía tener la evacuación. Se limitó pues “a invitar“ a los Administradores de la
aduana a embarcarse con los demás refugiados, como una medida necesaria contemplada por el gobierno español para
evitar los graves conflictos que podrían surgir en la plaza con los rebeldes, mientras la autoridad de Abd al- Aziz no
fuera restablecida en el Rif. Afirmación que no dejaba de ser una falsa presunción de Madrid dado que los apoyos al
Sultán no desaparecieron nunca de forma completa en la región. La causa de Abd al- Aziz no solamente contaba con el
apoyo foráneo dado por las mehal.las expedicionarias mandadas por el Majzén sino que conservó apoyos
específicamente locales. A Al-Amrani específicamente se le indicó que si deseaba residir en territorio español, debía
trasladarse a Málaga pero bajo ningún concepto podía permanecer en Melilla. Hay que señalar que por parte española
no se deseaba el tener que emplear la violencia para obligar al embarque.
2218
Petición presentada por la Legación Española en Tánger a Mohammed Torres, Delegado del Sultán. 19 de Abril de
1903. S.H.M. Archivos de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 171.
2219
Nota presentada por la Legación Española al Delegado del Majzén en Tánger. 18 de Abril de 1903. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2220
Telegrama de Abarzuza a Cólogan. 18 de Abril de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164
/ Ex. 2.

1285
taxativas, hablando sin ambages de la “expulsión“ de aquellos de Melilla.2221 Mohammed Torres

entendía que la marcha forzada por las autoridades españolas de los aduaneros establecidos en

Melilla eran una bochornosa humillación al Majzén y un golpe a su prestigio. Las reuniones con el

Plenipotenciario español dieron pie a encrespadas discusiones, al reiterar el Delegado del Majzén

que no tenía permiso del Sultán para ordenar la evacuación. Sin embargo, ante la amenaza de

expulsión, Torres acabó cediendo.

4ª) En la actitud del Ministro de Estado se repite un hecho vislumbrado ya en el gobierno de

Silvela desde 1900. Si el estadista conservador, aleccionado por Ojeda había intentado aprovechar

el aldabonazo de la invasión francesa del Tuat para arrancar del Sultán la concesión de Tarfaya y la

Sakia al- Hamra, ahora se repite la maniobra, consistente en aprovechar la propia debilidad de

Marruecos (sobrecogida por la anarquía y la rebelión roguista) no para fortalecer al Sultán ni para

apuntalar un statu quo que se venía abajo. Tras la ‘invitación forzosa’ formulada por el gabinete a

las tropas y administradores imperiales a que abandonasen Melilla, esta filosofía de al “amigo

derrotado, amigo que huye, puente de plata“ implicaba un perjuicio enorme a la causa del Sultán

en el Rif. El gabinete Silvela mostraba una actitud muy decidida hacia el imperialismo, al entender

que los medios estaban justificados si su fin era expandir la influencia española en la región; la

estrategia pasaba por una penetración pacífica –años después también asumida por Maura-,

entrando en contacto directo con las tribus y obviando y sustituyendo la gestión mediadora de las

autoridades majzeníes. El optar, en 1903, por la vía del dialogo con las cabilas y con el Rogui

-nuevo poder fuerte en el Rif-, es decir por la vía del hecho, no por la del Derecho, no quiere decir

que las relaciones fueran siempre buenas. Las ocasiones de tensión entre españoles y roguistas se

empezaron a producir con frecuencia.2222 Cuando el lugarteniente del Rogui, el notable de Mazuza

Chadly,2223 vino a visitar a Hernández el 23 de abril, presentó la pretensión de establecer una nueva

2221
Telegrama de Abarzuza a Cólogan. 19 de Abril de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164
/ Ex. 2.
2222
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de Estado, Abarzuza. 22 de Abril de 1903. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2223
“Cabos rebeldes cerca de Melilla“, en Blanco y Negro, no. 625, 25 de Abril de 1903.

1286
aduana en la plaza de Melilla, a lo que se negó el gobernador militar. Esta pretensión colocaba a

Hernández en una situación delicada y peligrosa, pues ante todo, la apertura de España al Rif

pasaba por la implantación del librecambio y además, eran de prever conflictos entre los rifeños y

las autoridades roguistas, por ser los primeros refractarios al pago de los aranceles aduaneros.

A finales de abril los combates si bien cesaron en Kebdana se trasladaron al territorio Beni-

Snassen donde las fuerzas roguistas se hacían con el control de la situación e imponían multas a los

partidarios del Sultán. 2224

13.9. El tratado ‘non nato‘ de noviembre de 1902 y el gobierno conservador.

El 3 de diciembre de 1902 había caido el gobierno de Sagasta sin poder suscribir finalmente

el tratado de reparto de Marruecos; el gabinete liberal era sustituido por uno de signo conservador,

presidido por Silvela, que se negó a estampar la firma.2225 Silvela para prevenir las complicaciones

que pudiera provocar Gran Bretaña si interpretaba el tratado hispano-francés como un acto hostil,

exigía que esa potencia fuera informada, que Francia se comprometiera a algo más que a un apoyo

diplomático a España en caso de dificultades de ésta con el Reino Unido, y además que Rusia diera

también su adhesión explícita.2226 Para mayor confusión, el nuevo ministro de Estado del gabinete

Silvela, Abarzuza, ponía en conocimiento de los ingleses la existencia de un proyecto de reparto de

2224
La Legación francesa en Tánger difundía el rumor de que en estos momentos de apuro para sus tropas, el “Sultán,
dedicado en absoluto a sus entretenimientos favoritos, se pasó dos semanas sin ver á ninguno de los personajes de su
gobierno hasta que el Ministro de la Guerra se decidió a pintarle lo peligroso de la situación“. Cfr. Ministerio de
Estado. Informe confidencial no. 16. La insurrección en Marruecos. 25 de abril de 1903. A.M.A.E. Legajo H-2738.
Circulares sobre Marruecos.
2225
Según Silvela, Sagasta dejó hacer a su Ministro de Estado, el duque de Almodóvar, muy influido por León y
Castillo, pero no quiso concluir el acuerdo él mismo, sino que dejó a los conservadores la tarea de firmar. De esta
manera, si las cosas iban bien, la gloria correspondería a los liberales que habían preparado todo; y si, por el contrario,
las cosas iban mal, la responsabilidad de las dificultades caería enteramente sobre los conservadores. Véase la
transcripción de la confidencia de Silvela al Embajador en Madrid, Jules Cambon en el despacho de éste a Delcassé,
Madrid, 13 de Junio de 1904, D.D.F., 2ª serie, tomo V.
2226
Jules Cambon a Delcassé, Madrid, 30 de Enero de 1903, D.D.F., 2ª serie, tomo III. Esta versión coincide a grandes
rasgos con la que dio el propio Silvela en la carta abierta que dirigió al Duque de Almodóvar con fecha del 10 de junio
de 1904, publicada en El Imparcial. Silvela justificaba su actitud y reconocía que negó la firma porque faltaba el que
consideraba imprescindible consenso británico.

1287
Marruecos,2227 y a los franceses les insistía en la idea de que en la defensa del statu quo debía

contarse también con Alemania, potencia cuya presencia en el Mediterráneo era cada vez más

temida por los galos. Este hecho ha sido juzgado como un gravísimo error de la diplomacia

española, que no comprendía cuáles eran los intereses reales de Francia (que perseguía una política

de entendimiento con los vecinos, preparación diplomática del proyecto marroquí, relaciones

amistosas con las naciones latinas). Se frustró así una operación diplomática que hubiera tenido una

enorme trascendencia para los dos países.2228

2227
Previamente, Abarzuza había informado al Embajador británico en Madrid que “una firme avenencia con
Inglaterra era de vital importancia para España“, y se apresuró a dar seguridades al gobierno británico de que “ mientras
él permaneciera en el cargo de Ministro de Estado jamás habría “una alianza franco-española, a espaldas de Londres, en
la cuestión marroquí. Cf. Sir Mortimer Durand a Lord Lansdowne, 3 de Enero de 1903, British Documents, pág. 276.
Abarzuza propuso incluso un acuerdo al gobierno británico en la cuestión de Marruecos, que Lansdowne decidió no
llevar adelante (Lord Lansdowne a Sir Mortimer Durand, 5 de Enero de 1903). B.D, pág. 277. Despacho de sir
Mortimer Durand, Embajador británico en Madrid a Lord Lansdowne.14 de Febrero de 1903. British Documents., II,
núm. 336.
2228
Los partidarios de un acuerdo con Francia recibieron apoyo desde dos lados: la corte y Silvela. El nuevo
Embajador francés en Madrid Jules Cambon fue llamado a palacio, donde tanto el joven rey Alfonso XIII como la reina
madre le manifestaron su decidida actitud a favor de un acuerdo con Francia. Los soberanos estaban persuadidos de que
una política activa en Marruecos, posibilitada por la avenencia con Francia, reforzaría considerablemente la posición de
la Corona y serviría en cierto modo de contrapeso a la tragedia de 1898. Delcassé a Cambon, 3 de marzo de 1903,
DDF, Tomo III, pág. 149. Silvela continuaba adicto a la causa del acuerdo franco-español. Compartía, sin embargo, los
temores de aquellos que se sentían inquietos por la posible reacción de Gran Bretaña ante un acuerdo concertado a sus
espaldas, por lo que el jefe del gobierno buscaba seguridades contra Inglaterra tratando de conseguir el apoyo de Rusia
para el acuerdo francoespañol. A lo largo del mes de enero hizo diversos sondeos cerca del Gobierno ruso relativos a
esta cuestión manteniendo el secreto de los mismos ante Abarzuza. Éste, no partidario del ingreso de España en la
Dúplice francorusa, probablemente barruntó algo del proyecto de Silvela. Con el fin de sabotearlo, hizo una importante
comunicación al Embajador británico en Madrid, a quien pidió que la mantuviera en secreto. Cfr. Durand a Lansdowne,
14 de febrero de 1903, B.D., pág. 279. Abarzuza le reveló que Francia y España habían estado a punto de firmar la
partición de Marruecos cuando cayó el anterior Gogierno Sagasta y que este asunto se había vuelto a plantear. Según el
despacho telegráfico del Embajador británico al Foreign Office, Abarzuza “me informó finalmente de que su posición
resultaría grandemente reforzada si él podía hacer valer que el gobierno británico era opuesto a semejante arreglo. Y
dijo que lo que realmente pretendía era una clara advertencia de que si llegaba a concertarse cualquier arreglo de esta
clase nosotros nos negaríamos a reconocerlo. Que entonces estaría en condiciones de poner de una vez para siempre
punto final a este asunto“. Cfr. Durand a Lansdowne, 14 de Febrero de 1903, B.D, pág. 279. El gobierno británico le
dio las seguridades requeridas, aunque en dos ocasiones, el titular del Foreign Office aconsejó a Abarzuza la
conveniencia de que España hiciera sus planes en previsión del eventual reparto de Marruecos conjuntamente con
Francia y Gran Bretaña: en febrero y en marzo de 1903, Lansdowne hizo comprender claramente al Ministro de Estado
español la que sería la fórmula definitiva de imbricación de España en la cuestión marroquí: que él (Lansdowne) veía
con buenos ojos un acuerdo franco-hispano- británico sobre Marruecos. Cfr. Lansdowne a sir Mortimer Durand, 16 de
febrero de 1903, B. D, pp. 279-80; id., 29 de marzo de 1903, ibid., pág. 282. A causa de la sublevación del Rogui que
venía azotando al septentrión marroquí, Inglaterra no deseaba verse envuelta en un país que iba precipitándose a la
anarquía. Lord Lansdowne así lo manifestó claramente al escribir después de la firma de la ‘entente cordiale‘: “En
nuestro fuero interno hemos de felicitarnos por haber dejado a otra potencia la responsabilidad de entendérselas con un
país tan desvalido y sin esperanza (Marruecos) “. Cfr. Pilapil: “Las negociaciones franco-españolas ...op. cit “, pág. 46.
En marzo de 1903, Silvela se puso a trabajar con el Embajador Cambon- e indirectamente con el embajador francés en
Rusia, para poner a punto una declaración de “estrecha y cordial avenencia con Francia y Rusia“, que posteriormente
fue completada con un proyecto de convenio naval franco-español que concedía grandes ventajas a Francia. Estos
proyectos fueron frustrados por el propio Delcassé y por la diplomacia rusa que no deseaban compromisos militares
con España.

1288
Se han dado diversas versiones para explicar por qué los gabinetes españoles no aprobaron el

malogrado convenio hispano-francés cuando ya estaba ultimado, y tanto los contemporáneos como

la historiografía posterior han debatido ampliamente las razones de tal rechazo y su oportunidad.2229

Entre los protagonistas del momento, León y Castillo lamentó que en 1902 el gobierno cediera a

escrúpulos que no detuvieron a Italia en sus negociaciones con Francia sobre Trípoli. Romanones

se refirió al suceso calificándolo de una gran oportunidad perdida. Antonio Maura, por el contrario,

dirá en 1904 que la negociación de 1902 al margen del Reino Unido fue uno de los mayores

peligros que España había corrido, y su hijo Gabriel insistiría en que no era entonces el momento

para emprender una aventura colonial en Marruecos.2230 Jesús Pabón2231 reconoce que había

razones para no aprobar el acuerdo, aunque indica que son razones que no convencen “poco ni

mucho“: temor a que Gran Bretaña pudiera tomar el tratado hispano-francés como un acto hostil

cuando todavía continuaba la tensión diplomática por la cuestión de la seguridad de Gibraltar de

1898; cuidado de no cargar a España con una acción extensa y profunda en Marruecos; creencia de

que Gran Bretaña y Francia no se entenderían o no intentarían nada sin acuerdo previo con España,

y esperanza de mantener el statu quo en Marruecos, es decir, la vieja tesis de la amistad con el

imperio magrebí y de respeto a la soberanía del Sultán. Según Hipólito de la Torre, la renuncia es

un indicio más de los imperativos de una antigua, doble e indisociable dependencia, de la que era

bastante consciente el gobierno español, y que tenía por efecto inmovilizarle cada vez que se

producía el enfrentamiento entre París y Londres, o simplemente se consideraba como posibilidad.

En general, la renuncia del gobierno Silvela a aceptar el proyecto de tratado de 1902 es considerada

2229
Según el Marqués de Villa- Urrutia, Palique diplomático. Recuerdos de un embajador, Madrid, Librería F. Beltrán,
1928, pág. 125, el acuerdo no se ratificó por culpa “de la timidez y titubeo del Gobierno y de la equivocada creencia del
Ministro de Estado, Abarzuza, de que Francia e Inglaterra jamás se entenderían“. Enrique Rosas Ledesma, “Las
Declaraciones de Cartagena (1907): significación en la política exterior de España y repercusiones internacionales“,
Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea, no. 2, 1981, también achaca la responsabilidad al ministro
Abarzuza por poner como condición sine qua non para firmar el tratado la comunicación del acuerdo a Gran Bretaña, a
lo que se opuso el Gobierno francés. Para otros autores: Salvador Canals, Los sucesos de España en 1909, Madrid,
1910, vol. I, pp. 18-19; Becker, J.: Historia de Marruecos, Madrid, 1915, pág. 430; y J.M. Campoamor, La actitud de
España en la cuestión de Marruecos. 1900-1904, Madrid, CSIC, 1951, pp. 147-148, más que las objeciones de
Abarzuza, fueron decisivas las reservas de Antonio Maura, Ministro de Gobernación quien al parecer llegó a amenazar
con la dimisión si seguía adelante el proyecto.
2230
Maura y Gamazo, G.: La cuestión de Marruecos desde el punto de vista español, Madrid, 1905, pág. 300 y
siguientes.
2231
Cfr. Pabón, J.: Cambó, Barcelona, Alpha, 1969, vol. 2, pág. 248.

1289
como un exceso de precaución y de conservadurismo, cuando no como un caso de “inoportuna

pusilanimidad “. 2232

El fracaso del tratado ilustra el miedo de los gobiernos españoles restauracionistas

traumatizados por el desastre del 98 a sufrir nuevos recortes territoriales en una época de

redistribución colonial y a querer asumir riesgos. La superioridad de la marina inglesa (tan temida

por Almodóvar) y los perjuicios considerables que esta Armada podía causar en las desarmadas

costas españolas y sus grandes puertos era un poderoso argumento a favor de la neutralidad y de

una búsqueda de garantía territorial que en todo caso sólo se logrará cuando España se aproxime

diplomáticamente al ámbito de la Entente Cordiale en 1904, cerrándose este proceso con los

acuerdos de Cartagena suscritos por el gobierno Maura. Si el trauma del 98 actuaba como un

estímulo para salir del aislamiento internacional, era al mismo tiempo un precedente que obligaba a

extremar las cautelas y a hipervalorar los riesgos. Y esa cautela parecía ser acusada en los

dirigentes del partido conservador, convencidos de que el país no estaba todavía en condiciones de

embarcarse en empresas de mayor aliento – el propio Silvela diría al Embajador francés que la zona

de Marruecos asignada a España en el reparto de 1902 le parecía “demasiado extensa”. Sorprende

sin embargo que el máximo defensor de la alianza con Francia, el mismo Silvela, fuera quien

asumiera la responsabilidad del fracaso del tratado, bien porque él mismo impuso la previa

aquiescencia del gobierno de Londres, lo que en el Quai d´Orsay daría pie para forzar una nueva

negociación (no la reconducción o prolongación de la anterior) que llevaría a presionar sobre

España para arrancar Fez de la esfera de influencia hispana, o porque aceptara las reservas de sus

ministros.

2232
Cfr. Morales Lezcano, V.: León y Castillo, Embajador. 1887-1918. Un estudio sobre la política exterior de
España, Las Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1975, pág. 87.

1290
13.10. Planificación de la estrategia francesa a seguir en Marruecos.

Francia había tomado una actitud de aparente reserva ante la sublevación del Rogui. Por ello

el Consejo de Ministros en reunión celebrada el 30 de diciembre de 1902 solamente decidió poner

en estado de alerta a la primera división de la escuadra del Mediterráneo en Tolón y reforzar la

guarnición en la frontera del Oranesado, con el fin de que el movimiento insurreccional no se

extendiera a las tribus establecidas en territorio argelino. Delcassé adoptó un tono conciliador en

sus conversaciones con Sir Eduard Monson, el Embajador inglés en París, procurando desterrar los

recelos del Reino Unido sobre supuestas pretensiones expansionistas galas en Marruecos. La

entrevista tuvo lugar el 30 de diciembre de 1902.2233 Al día siguiente Paul Cambon, el Embajador

francés en Londres transmitía al marqués de Lansdowne los principios reguladores de la actuación

gala: 1) neutralidad en el conflicto marroquí; 2) abstención de cualquier intento de revitalizar la

diplomacia de las cañoneras. A principios de enero Delcassé en el curso de una reunión diplomática

procedía a exponer al resto de Embajadores de las grandes potencias las reservas francesas en la

cuestión marroquí y el carácter limitado de los preparativos galos.2234 De estas conversaciones salió

una declaración de mantenimiento del statu quo emitida por las tres principales potencias

interesadas en la suerte del Imperio jerifiano: Francia, Gran Bretaña y España. Ello disipaba las

posibilidades de una intervención armada europea en el conflicto marroquí y aseguraba el deseo de

mantener tanto la independencia política y administrativa del Sultanato como su integridad

territorial. La lectura del proceso insurreccional alentado por el Rogui le llevaba a Delcassé a

entenderlo como la condenación y el fracaso de la política de reformas perseguidas en Marruecos

por sir Arthur Nicolson; el titular del Quai d´Orsay no deseaba el acceso al trono de un monarca

nacionalista sino la pervivencia de Abd-el- Aziz en el poder, eso sí, más imbricado a la causa

imperialista. Asimismo aspiraba a monopolizar la ayuda financiera que el Sultán iba a necesitar.

2233
British Documents. II, no. 330, pág. 274.
2234
Telegrama de Delcassé a Saint-René- Taillandier. 4 de Enero de 1903. D,D.F., 2ª serie. Tomo III, pág. 7

1291
Francia debía aprovechar el contexto para mostrarse como garante de la tranquilidad del Imperio y

de la integridad del mismo.2235 Con las tribus del llamado ‘Bled –es- Siba’, es decir aquellas que los

estrategas imperialistas señalaban como rebeldes a aceptar la soberanía del Sultán había que

adoptar otra política: tratarlas como si gozaran de soberanía plena y fueran independientes, por lo

tanto no favorecer su integración en el Imperio, no someterlas al Majzén sino intentar atraerlas a

una política de buena vecindad y de intensificación de las relaciones comerciales con Argelia.2236

Inglaterra aceptó el talante conciliador francés. Además ambas potencias coincidieron en

rechazar la llegada de los cruceros portugués y español al puerto de Tánger y presionaron

inmediatamente para que estas unidades navales abandonaran las aguas marroquíes. Francia

aprovecharía este compromiso británico de no intervención en Marruecos para ir socavando la

influencia del Reino Unido. Al acudir León y Castillo a las reuniones del cuerpo diplomático

adscrito a París convocadas en el Quai d´Orsay, Abarzuza le señaló cual iba a ser la línea oficial del

nuevo gabinete conservador basada tanto en la idea del mantenimiento del statu quo como en la de

marchar de acuerdo con Inglaterra, Francia y Alemania.2237 Ello exigía el sometimiento a las

pretensiones de Delcassé de abstención ‘aparente’ en los conflictos interiores marroquíes. 2238

Al tomar Jules Cambon, el nuevo Embajador galo en Madrid, posesión de su destino

Delcassé en un despacho secreto fechado el 8 de enero, hacía un repaso de las conversaciones

mantenidas con el gabinete Sagasta sobre la cuestión marroquí. Delcassé mostraba su desconcierto

porque el nuevo gobierno conservador se había mostrado temeroso de despertar el malestar de

Inglaterra si se evidenciaba la firma de un convenio hispanofrancés y temía por la suerte de

Canarias, Baleares y Algeciras. Por ello el gabinete Silvela se mostraba deseoso de llegar a un

acuerdo con el Reino Unido. Delcassé deducía de las palabras de León y Castillo y del

2235
Telegrama de Delcassé a Saint-René- Taillandier. 3 de Enero de 1903. D.D.F. 2ª serie. Tomo III.
2236
Combes, presidente del Consejo de Ministros y Ministro del Interior a Delcassé. 31 de Julio de 1903. DDF, 2ª
serie. Tomo III, pp. 496-497.
2237
Telegrama de Abarzuza a León y Castillo. 31 de Diciembre de 1902. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores.
Embajada de París. Legajo no. 5841.
2238
Telegrama de León y Castillo a Abarzuza. 29 de Diciembre de 1902. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores.
Embajada de París. Legajo no. 5841.

1292
aplazamiento en las negociaciones cuando se había llegado prácticamente al último estadio de las

mismas, que la causa principal de la abstención de Madrid a la hora de comprometerse en la firma

del acuerdo se debía a la convicción del gabinete silvelino del estado de impotencia en el que se

encontraría España en caso de tener que efectuar una intervención militar en Marruecos si se

producía un derrumbamiento del régimen de Abd-el- Aziz. Sin embargo, el titular del Quai

d´Orsay aspiraba a retomar las conversaciones interrumpidas y a concluirlas, máxime teniendo en

cuenta las inclinaciones profrancesas de Silvela, que en la primavera de 1899 había abogado por un

ingreso de España en la Dúplice Alianza francorusa. Ahora bien, Delcassé se mostraba contrario a

llegar a un acuerdo de alianza militar, recordando en este sentido que las fuerzas armadas

españolas estaban completamente desorganizadas y que un pacto de este tipo estaba erizado de

peligros para Francia.2239

Paralelamente la posibilidad de un acuerdo de Francia con el Reino Unido no estaba

descartada. En los dos últimos años, Paul Cambon había sondeado al gabinete inglés respecto a

Marruecos sin obtener respuestas precisas. Por otra parte Chamberlain al realizar escala en Egipto

en el transcurso de un viaje que realizaba al Próximo Oriente se mostraba partidario de una

aproximación francobritánica lo cual provocaba la decepción alemana.

2239
Delcassé a Jules Cambon, Embajador de Francia en Madrid. Despacho no. 1 “Très confidentiel “. 8 de Enero de
1903. D.D.F. 2ª serie. Tomo III, pp. 15-18.

1293
13.11. Las relaciones angloespañolas: las tres estrategias seguidas por España

simultáneamente en la cuestión marroquí.

En lo que respecta a las relaciones bilaterales hispaninglesas, la nueva orientación dada al

Ministerio de Estado por el titular Buenaventura Abarzuza fue la de aproximación al Reino Unido.

En el momento en que se inició el deterioro del orden en el interior marroquí, estaba en

marcha un programa de reformas auspiciado por el Sultán y el Ministro de la Guerra el Mennebhi

que contaba con el respaldo británico. 2240 De las primitivas sospechas del gobierno español hacia el

2240
Fue en ese contexto, coetáneo además a la caida del gobierno liberal de Sagasta, cuando surgieron rumores en
Tánger que hicieron sospechar a la Legación española en la capital diplomática marroquí que el Reino Unido y el
Imperio marroquí estaban llevando a cabo negociaciones conducentes a la entrega al primero del islote de Leila
(Perejil), situado a seis millas al oeste de Ceuta. Se trataba de una roca, completamente cubierta por la vegetación
natural y despoblada. El gobierno Sagasta, cuando a partir de 1887 había decidido tomar una actitud más enérgica en la
cuestión marroquí aproximándose a la Triple Alianza acordó establecer un faro en Leila (en el mes de noviembre de
dicho año) enviando a una comisión del Ministerio de Fomento que eligió el lugar del emplazamiento, demarcándolo
con estacas y elevando un mastil con los colores nacionales. De Tánger salieron algunos soldados marroquíes al mando
de un capitán que arrancaron las estacas, el mastil y alzaron la bandera imperial. El asunto terminó ahí sin muertos ni
heridos ni prisioneros, pero el incidente asumió proporciones graves desde el punto de vista político. La prensa
española, dando por seguro que la isla pertenecía a España atacó al Gobierno esgrimiendo teorías no sólo falsas sino
contradictorias, entendiendo bien que el peñón era una posesión portuguesa desde el siglo XV, cuando fue conquistada
a los musulmanes Ceuta (y de ahí pasaría a convertirse en española en el siglo XVII) bien que el islote había pasado a
manos españolas en 1848 o después de la guerra de 1860. La incerteza de estos datos y su falsedad se documenta en el
tratado de paz de 1860 entre España y Marruecos, en el que la isla venía a quedar implícitamente excluída del territorio
español. Interpelado el Gobierno en las Cortes sobre esta cuestión, el Ministro de Estado liberal Moret hubo de
contestar que la isla pertenecía a la soberanía del Imperio de Marruecos, y que unas estacas con un mastil para indicar
el sitio en que sería levantado el faro, no fue nunca signo de soberanía. De hecho, desde 1860 España había tenido
serios temores de que el Reino Unido quería apoderarse del islote, consiguiendo impedirlo el gobierno de Madrid
arrancando del Majzén la promesa de que no lo cedería a ninguna potencia. Cfr. Fernández Rodríguez, M.: España y
Marruecos en los primeros años de la Restauración (1875- 1894), Madrid, CSIC, 1985, pp. 203-204; Curato, F.: La
questione marocchina e gli accordi mediterranei italo-spagnoli del 1887 e del 1891. Vol. I: Sino alla caduta del
Ministro Moret (14 giugno 1888), Milán, Edizioni di Comunita, 1961, pp. 231-232. En Abril de 1889 las autoridades
restauracionistas experimentaron un momento de pánico cuando a la vez que una flota británica surcaba las aguas del
Estrecho, se esparcieron rumores de que Inglaterra iba a ocupar el islote de Leila. Cfr. Curato, F.: La questione
marocchina ...op. cit., vol. II: Dal giugno 1888 all´agosto 1896, pp. 68-69. El 1 de Diciembre de 1902 el corresponsal
de El Liberal en Tánger remitía a Madrid un telegrama sensacionalista sobre la existencia de supuestas negociaciones
secretas de Inglaterra con el Majzén para obtener la isla del Perejil. El Gobierno restauracionista español no reaccionó
reivindicando la soberanía española del islote, no juzgó necesario poner en marcha la diplomacia de las cañoneras, que
se reservaba para casos más graves. Lo único que se hizo fue iniciar una serie de consultas con las Legaciones europeas
en Tánger que no dieron importancia alguna al ‘affaire‘ de Perejil por considerarlo un peñasco inaprovechable. El
Plenipotenciario francés espetó a Cólogan que habría despertado más recelo si el Majzén hubiese cedido a Inglaterra el
Yebel Musa, porque esta posición le hubiera dado al Reino Unido el control de otra pieza estratégica en el paso del
Estrecho de Gibraltar. Cfr.Cólogan al Duque de Almodóvar del Río (por el cambio de gobierno, lo recibió el nuevo
Ministro de Estado, B. Abarzuza). Despacho no. 239. 2 de Diciembre de 1902. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 163 / Ex. 2. Sir Arthur Nicolson desmentiría la existencia de estas negociaciones secretas.
Finalmente Laila no pasaría a soberanía británica, pues si realmente se llevaron a cabo estas conversaciones no llegaron
a cuajar como reportaría Cólogan a Abarzuza el 12 de Diciembre. Cfr. Cólogan a Abarzuza. Despacho no. 245. 12 de
Diciembre de 1902. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2. Otros testimonios sobre la
marroquinidad de Perejil y sobre el incidente a propósito del islote en 1887 se encuentran en: Becker, J.: Historia de

1294
Reino Unido,2241 se entró paulatinamente en una etapa de relaciones nuevas, marcadas por la

pretensión de Abarzuza de mejorar las relaciones con Londres,2242 a la vez que en el marco de la

cuestión marroquí se intentaba un ajuste de la política española a las del Reino Unido y Francia.

Todo ello inserto además en un contexto complejo –en lo que se refiere específicamente al ámbito

marroquí- que llevaría a la existencia de tres líneas diferentes de actuación llevadas a cabo por un

mismo gobierno. Una vez que Abarzuza hubo tomado posesión de su cargo, los contactos

diplomáticos con Londres incidieron al estudiar la cuestión marroquí en la gravedad de la crisis

suscitada por la rebelión roguista. Los periódicos británicos a partir de enero insertaban numerosos

despachos telegráficos enviados desde Madrid, insistiendo a menudo en el envío de tropas

españolas a las costas andaluzas y dando por inminente su embarco con destino al Sultanato.

Lansdowne, creyó oportuno poner en marcha una estrategia de presión sobre el gabinete Silvela que

en definitiva venía a ser un complemento de las indicaciones emanadas por el Quai d´Orsay,

insistiendo en la necesidad de que España llevara a cabo consultas a Londres y París antes de
2243
proceder al envío de buques de guerra. Mandas, Embajador español en Londres recibiría el

encargo el 24 de enero de tranquilizar al titular del Foreign Office descartando la posibilidad de

que la política española en las siguientes semanas fuese a ser especialmente agresiva en el

Sultanato. El nuevo gobierno conservador no contemplaba la idea del envío de unidades militares a

Marruecos. Por último Abarzuza se comprometió en el caso extremo de tener que organizar un

desembarco, a consultar previamente al gabinete Balfour el número de efectivos que tendrían que

Marruecos. Apuntes para la Historia de la penetración europea, y principalmente de la española, en el norte de África,
Madrid, Establecimiento Tipográfico de Jaime Ratés, 1915, pp. 363-364; y en: Maura y Gamazo, G.: La cuestión de
Marruecos, desde el punto de vista español. 1905, pág. 26.
2241
Mandas señalaba el 15 de Diciembre de 1902 que era viable al respecto de Marruecos tanto un acuerdo anglo-
germano como anglo-francés, aún sin contar con la participación española. “Sin embargo –acababa refiriendo- la última
vez que de aquella comarca hablé con Lord Lansdowne al recalcar yo que somos la única nación con posesiones en
aquellas costas, me contestó: ‘Si surgiese la cuestión marroquí, creo que Inglaterra sería la primera en pensar que
España tiene derecho a que esta cuestión no se tratase sin que hiciera oir su voz: es evidente que no podría ser otra
cosa ‘“. Carta particular no. 1 del Duque de Mandas a Abarzuza. 15 de Diciembre de 1902. A.M.A.E. Legajo H- 1264.
2242
Máxime si se analizan las declaraciones del Embajador británico en Madrid, E. Mortimer comprometiéndose a que
en el futuro de la cuestión marroquí no se dispondría nada sin contar con España, recibiendo en contrapartida de
Abarzuza la promesa española de hacer todo lo posible para conservar el statu quo.
2243
Carta particular no. 8 de Fermin de Lasala, Duque de Mandas a Buenaventura Abarzuza. Ministro de estado. 16 de
Enero de 1903. A.M.A.E. Correspondencia particular del Ministro de Estado Abarzuza con el Embajador en Londres
(1902-1903). Legajo H-1264.

1295
2244
operar y el lugar donde desembarcarían. Las gestiones diplomáticas españolas comenzaron a

adquirir un carácter más complejo por las distintas vías de actuación empleadas por los distintos

elementos del gobierno y del Ministerio de Estado en las semanas siguientes. Se trató de las

siguientes:

1) Una primera vía de actuación es la emprendida personalmente por Silvela. Alentado por

Abarzuza y Maura se negó a firmar el tratado con Francia de noviembre de 1902 de reparto de

Marruecos por entender que chocaba frontalmente con los postulados británicos de defensa del

Estrecho de Gibraltar y de deseo de que Marruecos permaneciese independiente de la tutela

imperialista. Esto llevó a Silvela a emprender una doble línea de actuación. Por un lado

formalmente el país se adscribía a la línea marcada por Delcassé de no intervención en el conflicto

suscitado por el Rogui (así el crucero español desplazado a Tánger fue rapidamente retirado) y de

compromiso en el mantenimiento del statu quo, y por ende a una actuación en la cuestión marroquí

que buscaba un acoplamiento con las políticas británica y francesa. Pero por otro lado el estadista

conservador inició una gestión personal en aras a conseguir dos objetivos: a) que Francia no diera

simplemente su ‘apoyo diplomático‘ a España si se firmaba el tratado secreto de reparto del

Sultanato, sino que se comprometiera a ayudarla militarmente en caso de represalias británicas. (El

tándem Sagasta / Almodóvar ya había intentado en su momento incluir esta clausula también en el

tratado); b) que Rusia suscribiera con su apoyo el tratado hispano-francés y fuera asimismo

partícipe en la tarea de garantizar la integridad de España. Fracasado este propósito Silvela intentó

una aproximación diplomática a la Dúplice Alianza, no descartando un ingreso en esta alianza con

las mismas pretensiones: encontrar un seguro o garantía para los intereses españoles. Según la

documentación diplomática francesa, no deseaba que su Ministro de Estado, Abarzuza conociese

estas maniobras.

2244
Carta particular no. 3 de b. Abarzuza al Duque de Mandas. 24 de Enero de 1903. A.M.A.E. Correspondencia
particular del Ministro de Estado Abarzuza con el Embajador en Londres (1902-1903). Legajo H-1264.

1296
2) Abarzuza, tildado como ‘ anglófilo ‘ por la diplomacia francesa así como su colaborador en

el Ministerio de Estado, Pérez Caballero, son los defensores de la fórmula de andar conjuntamente en

la cuestión marroquí con el Reino Unido y Francia . El Ministro de Estado estimó que la política de

empréstitos al Sultán era un buen instrumento de aplicación de esta fórmula.2245 A la vez hizo todo lo

posible para disipar los posibles recelos que tuviera el Reino Unido hacia España; buscó la

aproximación a Lansdowne, la sinceridad con la diplomacia francesa y desveló al Embajador

británico en Madrid la naturaleza del tratado ‘non-nato’ de noviembre de 1902.2246

3) La política de acuerdo francohispanobritánica en los asuntos marroquíes no funcionaba en

el terreno de la praxis. En Tánger y en Fez las Legaciones de los tres países no colaboraban entre sí

en la cuestión de los empréstitos, ocultándose información. La negociación de los préstamos se

asemejaba a una carrera por colocar primero el crédito del país propio, adelantándose al de los

países en teoría “amigos” y en la práctica rivales en la tarea de conseguir el endeudamiento del

Sultán.2247

Todo ello en el contexto de una época en la que se aspiraba a que la depreciación

internacional de España en el período de la redistribución colonial de finales del siglo XIX y

comienzos del XX no fuera irreversible y se intentaba superar el nivel de potencia dependiente para

consolidar una nueva posición de mediana potencia. La gran contradicción de la posición española,

la que explicaba la existencia de hasta tres líneas de actuación diplomática simultáneas, estribaba en

que los principales objetivos exteriores designados por el gobierno y que se centraban en

2245
Carta particular no. 4 de Abarzuza a Cólogan. 17 de Febrero de 1903. A.M.A.E. Correspondencia particular del
Ministro de Estado Abarzuza con el Embajador en Londres (1902-1903). Legajo H-1264.
2246
Vicente R. Pilapil señala que la divergencia de pareceres entre Abarzuza y Silvela frustró la actuación exterior
española a lo largo de 1903 en lo tocante a la cuestión marroquí: “Silvela en lugar de tratar de obviar las diferencias de
pareceres con su gabinete, entabló negociaciones secretas cuyas metas eran diametralmente opuestas a las del ministro
de Asuntos exteriores. Este le pagaría con creces en la misma moneda empleando iguales tácticas. El hecho de que
Silvela y Abarzuza perseguían objetivos contrarios entre sí (Silvela creía que una alianza con Inglaterra sería lesiva
para España y menoscabaría su independencia. Cambon a Delcassé, 31 de Enero de 1903, D.D.F., pp. 77-78. Abarzuza
estaba en contra de un acercamiento franco-español a espaldas de Londres) significaba que España no podía aprovechar
la oportunidad de una solución tripartita anglo- franco- española del problema marroquí “. Cfr. Pilapil, V. R.: op. cit,
pág. 47.
2247
No podía ser menos, a pesar de un acuerdo no escrito entre las tres Legaciones en Tánger consistente en confiarse
mutuamente todos los conocimientos y noticias trascendentes sobre el Sultanato.Saint-René Taillandier, el
plenipotenciario francés era el perfecto diplomático para su misión: circunspecto, dueño de sí mismo, reservado, poco
dado a charlar, sus palabras eran siempre muy estudiadas, escapándosele sólo las confidencias que deseaba.

1297
Marruecos, no podían ser obtenidos con el potencial propio militar y financiero (Francia y Gran

Bretaña colocaron sus empréstitos en Marruecos antes que España) y necesitaban el acuerdo de

poderosos socios para ser alcanzados. Pero al mismo tiempo esas aspiraciones entraban en colisión

algunas veces justamente con los intereses de sus potenciales aliados (esto llevaba a los deseos de

Sagasta y Silvela de buscar garantías a la integridad territorial española) ... ¡y para complicar la

situación¡, a medida que transcurre 1903 y se deteriora la relación anglogermana, se hacen patentes

los designios expansionistas en el Sultanato del II Reich.

13.12. Maniobras diplomáticas de Silvela.

El presidente Silvela en una entrevista con el Embajador ruso en Madrid, Schevitch, le

expresaba en los primeros días de enero su deseo de que el Imperio zarista se adhiriese al acuerdo

francoespañol sobre Marruecos.2248 En una entrevista posterior, fechada el 29 de enero recalcaba a

Jules Cambon, el Embajador galo en Madrid, su convencimiento de la imprudencia de concluir un

acuerdo sobre Marruecos sin prevenir a Inglaterra. Silvela que aspiraba a romper la política

española de aislamiento de finales del siglo XIX, creía entender que hablaba en nombre de toda la

clase política restauracionista y deseaba una alianza militar con Francia. Únicamente el anglófilo

Moret se perfilaba opuesto a estas ideas. Por ello el lider conservador consideraba que la promesa

de apoyo diplomático efectuada por Francia en el tratado de reparto de Marruecos, todavía

pendiente de firma era poca cosa. Francia debía comprometerse a ayudar militarmente a España en

caso de dificultades con el Reino Unido. Mientras Cambon gestionaba este apoyo militar, se había

2248
El 28 de Enero Schevitch informaba a Jules Cambon de sus repetidos encuentros con Silvela, que le había
expresado su vivo deseo de llegar a un acuerdo diplomático con Francia, al que le gustaría que Rusia se adhiriese.
Silvela había entregado al Embajador dos cartas en estos términos, cartas que Schevitch había sido autorizado por su
gobierno a comunicar al Embajador francés en Madrid. Estas cartas recibirían de San Petersburgo según las
indicaciones del Ministro ruso de Exteriores, conde Lamsdordd una respuesta vaga e imprecisa, limitándose a señalar
el Gobierno zarista que su deseo era ver marchar en cualquier cincunstancia a España unida a Francia. Sin apoyos
explícitos del gobierno imperial ni compromisos por escrito. Esta línea era la sugerida por Schevitch que aconsejó al
Zar que Rusia no otorgara con su firma su ratificación al tratado hispanofrancés sobre Marruecos.

1298
ordenado a León y Castillo suspender las conversaciones tendentes a la ratificación del tratado; un

tratado en el que encontraba que la parte del Imperio jerifiano reservada a España era demasiado

extensa territorialmente. Se trataba de gestiones personales emprendidas por el Presidente del

Gobierno y al parecer con el desconocimiento absoluto del Ministro de Estado, pues rogó a

Cambon que no comentase nada de sus proyectos a Abarzuza. De hecho Abarzuza seguía su propia

línea política en el Ministerio de Estado, distinta de la de Silvela. Se había puesto a disposición del

Embajador británico en Madrid, sir Mortimer Durand y le había señalado que un acuerdo con

Inglaterra en materia de política internacional era de importancia “vital” para España,

comprometiéndose a que mientras estuviese en su puesto en el Gobierno, jamás se llegaría a una

alianza “explícita” francoespañola.2249 Rechazada la firma del tratado de reparto de Marruecos,

Abarzuza declaró al gobierno francés que necesitaba poner el asunto en conocimiento de Inglaterra,

porque tenía la seguridad de que el Reino Unido no había de aceptar lo que se hacía a sus espaldas.

Su propósito estaba claro. Consistía en un ajuste doble de la política española a las de Francia e

Inglaterra: negociar con Francia al tiempo que él trataba personalmente con el Embajador inglés en

Madrid (sin utilizar a Mandas en Londres), en aras a que en cada incidente de la cuestión marroquí

se accediese a un consenso que disipase cualquier posibilidad de conflicto de intereses entre las tres

naciones. Abarzuza creyó así falsamente que lo pactado por él con Lansdowne, es decir el

mantenimiento indefinido del ‘statu quo’, era aceptado sin reservas por Delcassé, y que había

logrado una “inteligencia absoluta“ de pareceres con Francia y Reino Unido. Ello proporcionaba al

país la tranquilidad de no estar pendiente de los acechantes movimientos navales británicos. España

había conseguido contentar al Reino Unido y nada era de temer. Silvela aprobó esta política

mientras personalmente, como indicamos en otro lugar, seguía gestiones diplomáticas distintas. 2250

A su vez, Jules Cambon pudo observar que en los medios políticos restauracionistas no

habían reticencias generales hacia Francia. España salía de su aislamiento internacional y la

2249
Sir Mortimer Durand a Lansdowne. 3 de Enero de 1903. British Documents. Tomo II, no. 332, pág. 276.
2250
Carta particular no. 8 del Ministro de Estado, Abarzuza al Duque de Mandas. 26 de Abril de 1903. A.M.A.E.
Legajo H-1264. f

1299
búsqueda en Marruecos de un prestigio perdido en 1898 le llevaba paulatinamente a una unión

estrecha con Francia. El 7 de febrero Silvela notificaba al gobierno francés que el Majzén había

solicitado a España un préstamo de 10 millones de pesetas, que gestionaban diversas entidades

financieras. Se trató de las siguientes: el Banco Hipotecario, el Banco Hispano-Colonial, la casa

Urquijo y el Banco Hispano-Americano, absteniéndose momentáneamente el Banesto, filial de la

Banca de París (por sus deseos de no competir con la penetración financiera gala en el Sultanato).

En el Quai d´Orsay se atisbaba en esta maniobra una rivalidad que respondía a los celos y a la

desconfianza que había causado en Madrid la noticia del préstamo hecho por entidades financieras

francesas al Sultanato.2251 Por otra parte la banca Samuel Montagu de Londres, tras recibir el

consentimiento de Lord Lansdowne2252 había entablado también negociaciones con el Majzén en

torno a un préstamo de 7.500.000 francos solicitado por el Sultán, y para cuya concesión los

financieros de la City2253 exigían que en el futuro las aduanas marroquíes pasasen a ser

administradas por funcionarios franceses e ingleses. Proyecto que sería rechazado por Delcassé el 3

de febrero (limitándose a tolerar que bancos españoles y británicos negociasen con Marruecos otros

empréstitos),2254 pretextando que era atentatorio contra el statu quo y en realidad obedeciendo al

propósito francés de controlar en exclusiva los establecimientos aduaneros del Imperio. Delcassé

tras entrar en contacto el 4 de febrero2255 con Lord Lansdowne, se negó a la fórmula deseada por el

secretario del Foreign Office de consensuar con el gobierno español una nota diplomática de los

tres gobiernos a favor de los empréstitos a Marruecos, pretextando sus deseos de entenderse

directamente con España. Además Delcassé le adelantó las bases de un posible acuerdo de carácter

2251
Jules Cambon a Delcassé. Telegrama “très confidentiel “. 30 de Enero de 1903. D.D.F. 2ª serie. Tomo III, pp. 70-
71.
2252
Lansdowne en un principio contemplaba favorablemente la internacionalización de la Deuda externa marroquí
como una buena muestra del comienzo de la entente entre las tres potencias más interesadas en Marruecos.
2253
Los banqueros británicos estaban deseando asociarse en la operación a los franceses que acababan de conceder el
crédito a Marruecos. Para ello se pusieron en contacto con Monsieur Thors, el Director del Banco de Paris y de los
Países Bajos.
2254
Telegrama de Delcassé a Paul Cambon. 3 de febrero de 1903. D.D.F. 2ª serie. Tomo II, pp. 83-84.
2255
El Times y El Standard publicaron el 2 de febrero que Delcassé había negociado con Lansdowne la cesión de
Marruecos a Francia, a excepción de la zona costera neutralizada en torno a Tánger. El Embajador británico en Madrid
desmentiría el 8 de febrero estos rumores limitándose a señalar que se trataba de conversaciones sobre las
eventualidades que pudieran surgir en la cuestión marroquí y de un intercambio de puntos de vista que excluía toda idea
de reparto de influencias francobritánico en Marruecos.

1300
global sobre Marruecos con el gobierno español, sin comunicarle nada expresamente sobre el

tratado ‘non-nato’ de noviembre (cuya firma aún parecía posible). Vagamente le habló de

neutralizar Tánger, de implantar la libertad comercial en Marruecos, de conceder un “hinterland“ a

los presidios y plazas fuertes españoles (no se mencionó explícitamente una concesión de una

extensa superficie del Imperio a Madrid) y de la “influencia francesa al sur del hinterland español“,

señalando que el tema había sido objeto de numerosas conversaciones con León y Castillo pero de

“carácter académico “ es decir teórico, sin llegar a la firma de ningún acuerdo.

Por su parte Delcassé daría permiso a Silvela el 5 de febrero para que hiciera una declaración

a Inglaterra, en la que se insistiera en que las conversaciones mantenidas por el marqués de Muni

(León y Castillo) con el gobierno republicano se habían ceñido al propósito de mantener el statu

quo y a un intento de Francia y España de conciliar sus intereses respectivos, respetando el

principio de igualdad comercial en Marruecos y la libertad de tránsito en el Estrecho de

Gibraltar.2256 Había que ocultar la existencia del proyecto de convenio y por supuesto la idea del

reparto del Imperio en él contemplado. El día 7 de febrero Silvela, la Reina María Cristina2257 y

Jules Cambon2258 debatieron la posibilidad de reanudar las conversaciones sobre el tratado ‘non-

nato’ de noviembre. En efecto, la Reina Madre y el presidente de Gobierno consideraron que la

apertura de consultas con Londres cambiaba de manera drástica el terreno sobre el que se asentaban

los acuerdos previos francoespañoles y habiendo manifestado el diplomático francés que por parte

gala se estaba en posición de firmarlo con prontitud. Las condiciones franceses no habían varíado

sustancialmente. La única mutación significativa estribaba en el deseo español de consultar

previamente a Londres.2259 A pesar de que Abarzuza dio seguridades a J. Cambon de que no había

2256
Telegrama de Delcassé a Jules Cambon. 5 de Febrero de 1903. DDF. 2ª serie. Tomo III, pág. 89.
2257
En un aparte se lamentaba ante Cambon de la lentitud de los gobiernos españoles para llegar a un acuerdo final
sobre Marruecos con el francés.
2258
Ello prueba que la reina María Cristina era todavía una fuerza política activa en los primeros años que siguieron a
la mayoría de edad del rey Alfonso XIII. Cuando el Embajador de Francia Jules Cambon tuvo su primera audiencia con
el rey se percató al entrar en el aposento de que la reina María Cristina lo abandonaba precipitadamente por otra puerta
y que las primeras palabras del rey, que se referían a Marruecos, estaban de toda evidencia inspiradas por ella. En 1902-
1903, doña María Cristina estaba mucho más al tanto de las negociaciones sobre Marruecos que el rey, siendo bastante
comprensible que continuara interesada en la suerte de los tratos franco-españoles.
2259
Telegrama de Jules Cambon a Delcassé. 8 de Febrero de 1903. DDF. 2ª serie. Tomo III, pp. 97-98.

1301
hecho ninguna alusión al proyecto de convenio sobre Marruecos al embajador británico, Sir

Mortimer Durand, la realidad había sido muy distinta. En efecto en una fiesta celebrada el 13 de

febrero, Abarzuza había confiado al representante británico que en las visperas de la caida del

gobierno liberal de Sagasta, Francia le había propuesto un reparto de Marruecos aunque no se

había llegado a un acuerdo final, y recomendaba personalmente al Reino Unido que, si las

negociaciones se reanudasen, la diplomacia británica debía evitar que arribaran a buen puerto.2260

Había añadido que Paul Cambon había convencido a Delcassé de que Francia y España podían

repartirse con toda tranquilidad Marruecos puesto que el Reino Unido se desinteresaba de su suerte

y que esta opinión era la predominante en Madrid.2261

Lansdowne y Paul Cambon consensuarían finalmente el 7 de febrero un proyecto de carta

confidencial sobre el acuerdo que debían establecer bancos ingleses, franceses y españoles. Debían

negociar directamente las condiciones de los empréstitos con el Majzén, y finalmente llevarlas a

conocimiento de sus gobiernos que se limitarían a aprobarlas. España quedaba, por voluntad directa

de Francia (que no iba a dejar que el Reino Unido fuese una valedora de España), excluida de un

posible acuerdo a tres bandas. Así lo que debía ser un acuerdo trilateral, pasaba a ser una

negociación exclusivamente francobritánica que presagiaba la “Entente Cordiale” gestada a

espaldas de España.2262 Delcassé expresó asimismo sus reticencias a la posibilidad de una acción

común en Marruecos de los tres países en el caso de impago de las cantidades: no se iba a arriesgar

a abrir la puerta a una triple intervención directa en el Sultanato.2263 Asimismo el Embajador

británico en Londres, Paul Cambon presionó sobre el Foreign Office para que éste cortara en seco

los intentos de la City de controlar las aduanas jeifianas.

2260
British Documents, II, Mortimer Durand a Lansdowne, 14 de Febrero, no, 336, pág. 279. Lord Lansdowne
respondería mostrando al Embajador francés en Londres el rechazo británico a toda tentativa de reparto del Sultanato (
Ibidem, no. 337 ).
2261
Telegrama de Sir Mortimer Durand a Lansdowne. 21 de febrero de 1903. British Documents, II, no. 338, pág. 180.
Lansdowne ordenó a su Embajador que transmitiera a Abarzuza con rotundidad que estos rumores sobre la inhibición
inglesa carecían de todo fundamento.
2262
Paul Cambon a Delcassé. 7 de Febrero de 1903. D.D.F. 2ª serie. Tomo III, pág. 92 y siguientes.
2263
Telegrama de Delcassé a Paul Cambon. 17 de febrero de 1903. DDF. 2ª serie. Tomo III, pp. 114-115.

1302
13.13. Silvela renueva sus iniciativas diplomáticas. Aproximación a la Dúplice francorusa y

búsqueda de una garantía territorial para España.

Los debates sobre política internacional celebrados en la Cámara de Diputados de la

Asamblea Nacional francesa celebrados el 10 y el 11 de marzo venían a sentar las bases

fundamentales de la política francesa respecto a la cuestión marroquí:

a) Delcassé se mostraba contrario a cualquier cambio en el statu quo de la costa

mediterránea marroquí, y a favor del mantenimiento de la libertad de tránsito en el Estrecho de

Gibraltar.2264

b) Patentizaba el deseo francés de hacer compatible la independencia de Marruecos con la

seguridad de Argelia.

c) Los debates constataban la mejora de las relaciones franco-británicas. En cambio era

patente el empeoramiento de las relaciones anglo-germanas2265

El 19 de marzo Silvela realizaba otro intento de aproximación a la Dúplice francorusa

presentando al Embajador francés en Madrid un documento confidencial que buscaba la garantía

por esta alianza militar de la integridad territorial de la península, su archipiélago balear (se excluía

el canario)2266 y sus posesiones en África ante los inconvenientes que pudieran resultar de la

2264
Gustaron mucho a Abarzuza las manifestaciones de Delcassé en contra de las indicaciones del Times sobre un
posible reparto del Sultanato entre Francia e Inglaterra. El Ministro de Estado al parecer no creía posible tal acuerdo y
constataba a su vez el desagrado británico en torno a la viabilidad de un reparto del Imperio marroquí entre Francia y
España. Abarzuza a León y Castillo. Despacho no. 108. 18 de Marzo de 1903. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores.
Embajada de París. Legajo no. 5841. Por otro lado Delcassé ya había venido advirtiendo al gobierno de Silvela que las
indicaciones del gobierno español respecto a la necesidad de tener informado al Reino Unido de cualquier negociación
sobre Marruecos, daría a esta un carácter distinto al que había tenido desde su inicio en 1901. En lugar de realizar una
notificación al gobierno británico de las conversaciones de París, España planteaba más bien la realización de una
consulta y esto abría las puertas no a una nueva fase de las negociaciones sino a una nueva negociación. Por lo tanto
realizada sobre bases diferentes. Era evidente la intención de Delcassé de aprovechar la oportunidad para recortar al
mínimo las concesiones que se iban a hacer al gobierno español. Sería el titular del Quai d´Orsay el que daría el
pistoletazo de salida de las nuevas conversaciones. Telegrama de 18 de marzo de 1903. El Ministro de Estado a León y
Castillo. A.F.M. Legajo 360 2 / 6.
2265
En Berlín se llegaron a hacer previsiones ante el riesgo de una amenaza para el II Reich de la Triple Entente anglo-
franco-rusa.
2266
El archipiélago balear era objeto de continuas visitas de los navíos de guerra británicos.

1303
apertura prematura de la cuestión marroquí. Se comprometía el estadista español a que si las dos

potencias aceptaban asumir esa garantía, España no contraería alianza con otra tercera potencia sin

antes someter el tema al refrendo de los miembros de la Dúplice. Silvela dejaba entreabierta la

posibilidad de que España ingresase en un futuro más o menos próximo en la Dúplice Alianza.2267

Vemos pues, como indica Antonio Niño,2268 que Silvela, caracterizado en la historiografía con la

imagen deformada de un timorato estadista que frustró en 1902 la plena incorporación de España al

escenario internacional mediante un arreglo colonial con Francia, se comportó en la realidad de

forma muy distinta. En su primer gobierno, en 1899 fue él quien, de forma personal, llevó la

iniciativa buscando la incorporación a un acuerdo defensivo con Francia, Rusia y eventualmente

Alemania, que debía proporcionar a España la ansiada garantía territorial. Nada más formar su

segundo gobierno, a finales de 1902 y después de posponer la firma del tratado sobre Marruecos,

volvió a retomar aquel proyecto y comenzó, otra vez de forma personal, una negociación con el

nuevo embajador francés, Jules Cambon, para conseguir la alianza defensiva con Francia y Rusia

–ya no intentaría incluir a Alemania – que diera satisfacción a las pretensiones de seguridad. Fue

Cambon quien, de acuerdo con el gobierno ruso2269 consiguió rebajar, semanas después las

pretensiones de llegar a una alianza formal y pretendió convencer a Silvela de que bastaría con una

declaración conjunta para conseguir el mismo efecto.

La participación eventual de Rusia en la entente proyectada por Silvela obligó a Delcassé a

someter al gobierno zarista las sugerencias del presidente del gobierno español. Sin embargo el

conde Lamsdorff, titular del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, no juzgó el momento histórico

–con complicaciones en los Balcanes- como el más apropiado para gestar nuevas combinaciones de

2267
Jules Cambon a Delcassé. Despacho sin numerar. 19 de marzo de 1903. DDF, 2ª serie, vol III, pag. 192 y
siguientes.
2268
Cfr. Niño, A: “Política de alianzas y compromisos coloniales para la ‘regeneración‘ internacional de España, 1898-
1914 “ en Javier Tusell, Juán Avilés y Rosa Pardo: La política exterior de España en el siglo XX, Madrid, UNED /
Editorial Biblioteca Nueva, 2000, pág. 57.
2269
El conde Lamsdorff había dicho a Bompard, embajador francés en San Petersburgo que “más valía abrir los brazos
a España que empujarla a los de Inglaterra“, y que “habría más que inconvenientes si se desanimaba al gobierno de
Madrid en el momento en que nos hace proposiciones concretas“. Véase despacho confidencial no. 27 de Bompard a
Delcassé. 27 de febrero de 1903.DDF. 2ª serie. Tomo III, pág. 110.

1304
poder y nuevas alianzas en el marco del Mediterráneo Occidental, zona donde el Imperio zarista

tenía menos intereses. Asimismo no estaba dispuesto a refrendar con su firma los acuerdos de

reparto de Marruecos aún no suscritos entre Francia y España. 2270

León y Castillo se había desplazado a Madrid con el fin de informar a Silvela y a su

Ministro de Estado de los progresos de las negociaciones sobre el reparto de Marruecos. El 1 de

marzo Abarzuza escribía un largo despacho a León y Castillo confirmando las instrucciones

verbales impartidas al Embajador a lo largo de su período de estancia en Madrid. Así respecto al

tratado ‘non-nato’ recalcaba los siguientes aspectos: el compromiso del gabinete de conservar el

statu quo del Imperio marroquí, mantener una actitud de neutralidad ante la sublevación roguista e

iniciar una serie de conversaciones con otras potencias (explícitamente se refería a Inglaterra)

asociadas a España en esos propósitos. Dado que las consultas a Londres en torno a la aprobación

británica a un posible reparto del Sultanato habían sido infructuosas, el Ministro de Estado no se

comprometía a cerrar el convenio negociado por el gabinete sagastino. Abarzuza concluía su

despacho manifestando que los propósitos de la política exterior del nuevo gobierno conservador

eran los de revitalizar el viejo objetivo de la política decimonónica española, esto es buscar un

acuerdo simultáneo con Gran Bretaña y Francia.2271 Cuando semanas después, se intercambiaron

algunas impresiones sobre Marruecos entre Delcassé y León y Castillo, el primero, cada vez más

seguro de un posible acuerdo con los británicos, que hiciera posible el cumplimiento de su deseo de

control del Sultanato, se esforzó por imponer a las negociaciones un nuevo giro, indicando que el

gobierno de Silvela lejos de hacer una simple notificación al gabinete de Balfour sobre las

eventualidades que en torno al futuro de Marruecos habían discutido Francia y España, estaba

buscando en Londres una aprobación de lo negociado en París, y por ello se imponía reiniciar una

nueva negociación francoespañola sobre el Sultanato. Por todo ello acabaría por solicitar un lapso

2270
Delcassé a Jules Cambon. Despacho no. 50 « très confidentiel”. 6 de Abril de 1903. DDF. 2ª serie. Tomo III, pág.
219 y siguientes.
2271
Abarzuza a León y Castillo. Despacho reservado no. 85. 1 de Marzo de 1903. A.G.A. Fondo de Asuntos
Exteriores.Embajada de París. Legajo no. 5841.

1305
de tiempo para preparar la nueva fase de las conversaciones.2272 León y Castillo, entreviendo la

decisión francesa de intervenir en Marruecos, comenzó a lanzar reiteradas advertencias desde París.

Incluso se trasladó a Madrid a finales del invierno a cambiar impresiones con Abarzuza. Urgía a

que España saliera de su abstencionismo internacional y llegara a un compromiso firme con

Francia.

Por su parte Lord Lansdowne había aceptado desde el comienzo de la primavera discutir con

Delcassé la solución de los contenciosos coloniales con Francia, aunque la condición psicológica

del éxito de las negociaciones solo se logró con la visita que efectuó Eduardo VII a París. El

acercamiento entre Londres y París era un hecho. Lansdowne entabló contactos negociadores en

Londres, en el marco de la visita del presidente de la República Loubet al Reino Unido, el 2 de julio

con el lider de los colonialistas franceses (Étienne), y el 7 de dicho mes con Delcassé que abrían un

proceso de diálogo entre las dos potencias, Francia e Inglaterra . Estos contactos iban a suponer un

pronto reconocimiento por el Foreign Office de la aspiración francesa a conseguir una hegemonía

y una libertad de acción en Marruecos, respetando eso sí unos mínimos intereses para España: la

neutralidad de la costa marroquí del Estrecho y la libertad comercial en el Sultanato.

El 12 de mayo tras una serie de consultas tanto con Jules Cambon como con Bompard, el

Embajador de Francia en San Petersburgo Delcassé entendió que se podía llegar con Silvela a un

compromiso sobre una declaración. El pacto hispanorusofrancés debía quedar, a juicio del titular

del Quai d´Orsay, circunscrito al terreno diplomático y adoptaría la forma de simple acuerdo de

principios, evitando cuidadosamente rebasar otros límites: “La France, la Russie et l´Espagne

verraient avec défaveur tout ce qui pourrait porter atteinte au maintien du statu quo sur les rives

africaines et espagnoles du Detroit de Gibraltar et mettre obstacle, de quelque manière que ce soit,

au libre usage de ce détroit«.2273 La Dúplice no contraía compromisos de garantizar la seguridad

2272
León y Castillo a Abarzuza. Despacho no. 123 (reservado).12 de Marzo de 1903. (A)rchivo de la (F)undación
(M)aura. Caja 360 2 /6.
2273
Nota del Ministro Delcassé para el Director de la Oficina de Asuntos Políticos. “Question du Maroc. Très
confidentiel«. 12 de Mayo de 1903. DDF. 2ª serie. Volumen III, pág. 324.

1306
del territorio español ni asumía la defensa del país en caso de complicaciones ulteriores del régimen

restauracionista.

13.14. España y la aproximación diplomática francobritánica.

Cuando se anunció la visita del monarca británico Eduardo VII a París la prensa española

empezó a recelar sobre la aproximación diplomática francobritánica, insinuando algunos rotativos

como El Correo que era posible un acuerdo entre las dos potencias sobre la cuestión marroquí al

margen de España. En contraste con los sentimientos de la prensa, tanto Silvela como su Ministro

de Estado Abarzuza contemplaban con satisfacción todo acontecimiento que tendiese a mejorar las

relaciones entre Francia e Inglaterra.2274 Mientras tanto oficialmente no se perdía ocasión en la

prensa y en las Cámaras de repetir que la diplomacia española quería evitar todo lo que pudiese

comprometer la persistencia del statu quo. Las informaciones que Mandas debía remitir a Abarzuza

desde su puesto clave en la Embajada de Londres no eran de buena calidad. En parte tales

deficiencias se debían a creer escrupulosamente en las declaraciones de su colega en Londres, Paul

Cambon que repetía que Francia únicamente aspiraba a que le fuera reconocido su derecho a

obtener una situación predominante en Marruecos y que de hecho, el gobierno francés contemplaba

ocasionalmente eventualidades de reparto, pero que formalmente estaba comprometido en el

respeto a la integridad del Sultanato. Mandas entreveía que era posible una futura apertura de un

proceso de negociaciones francobritánicas, en el que Francia se propusiera conseguir el permiso

del Reino Unido a sus deseos sobre el Sultanato, ofertando a cambio la libertad de circulación en el

Estrecho de Gibraltar, aunque no auguraba el éxito de estas conversaciones dado que el Reino

2274
Al parecer, según lo que informa Sir Mortimer Durand, el Embajador británico en Madrid a Lord Lansdowne (31
de marzo, British Documents, II, no. 345, pág. 282), Abarzuza compartía la opinión de algunos medios políticos
españoles que creían en una connivencia de Francia con el Rogui. Abarzuza creía que Paul Cambon con sus deseos de
aproximación al Reino Unido arrastraba a Delcassé y parecía muy prevenido ante los avatares futuros de la política
francesa. Sin embargo Lansdowne no cesaba de asegurar al gobierno español la inexistencia del pretendido plan de
reparto de Marruecos entre Francia e Inglaterra al que había hecho referencia un artículo del Times.

1307
Unido no se movía de su postura de mantenimiento del ‘statu quo’. Terminaba su despacho

indicando: “No hay motivo alguno que haga sospechar que entre Inglaterra y Francia se concierte

en París hoy por hoy nada que se separe del statu quo“.2275

La correspondencia particular de Abarzuza nos muestra a una persona completamente

confiada en las aseveraciones de Mandas, basadas en la creencia de que Inglaterra no iba a variar en

nada su política de firme apoyo del statu quo y de que con ello frenaría la acometividad africana

de Francia. Los servicios diplomáticos españoles no aparecen en esta ocasión dotados de la

suficiente perspicacia para advertir la posibilidad de un acuerdo francobritánico sobre Marruecos a

espaldas de España, puesto que León y Castillo tampoco pudo aportar ninguna pista relevante al

respecto. 2276

Las conversaciones sobre Marruecos entre Francia y España habían sido temporalmente

pospuestas por el Quai d´Orsay, tras las últimas observaciones del Ministerio de Estado deseando

consultar a Inglaterra.2277 Hoy sabemos que ello se debió a que Delcassé, sabiéndose fuerte si

conseguía desligar a Inglaterra del proceso de conversaciones directas Madrid-París, se consideraba

en situación de arrancar de Silvela concesiones importantes como Fez y una parte importante de la

esfera de influencia española en el Sultanato.2278

El 22 de abril tenía lugar en el Foreign Office una entrevista entre Fermín de Lasala, el

Duque de Mandas y Lansdowne, fruto de la cual es una carta particular enviada por el primero a

Abarzuza de carácter muy tranquilizador. En ella se incluía una declaración del titular del Foreign

2275
Carta particular no. 14 del Duque de Mandas a Buenaventura Abarzuza. 13 de Abril de 1903. A.M.A.E. Legajo H-
1264.
2276
Carta particular no. 7 de Buenaventura Abarzuza al Duque de Mandas. 15 de Abril de 1903. A.M.A.E. Legajo H-
1264.
2277
Carta particular no. 3 de Abarzuza a León y Castillo. 14 de Abril de 1903. A.M.A.E. Legajo H- 1264. La Reina
Madre María Cristina , autorizada por Alfonso XIII se entrevistaría con Jules Cambon, manifestando al Embajador sus
recelos al proyectado contacto español con Inglaterra y cuando Cambon quiso tranquilizarla diciendo que ya había
advertido Delcassé al gobierno español que debía obrar con mucha prudencia en tales conversaciones, María Cristina
replicó su desconfianza en Abarzuza al que calificó de anglófilo , estimó que el paso dado hacia Londres era un grave
error e intentó convencer a Cambon para que presionara a Silvela y éste no comunicase nada al Foreign Office. Jules
Cambon a Delcassé. Despacho de 7 de Febrero de 1903. D.D.F. 2ª serie. Tomo III.
2278
La visita de Eduardo VII a París era contemplada con entusiasmo por el gobierno francés ante la posibilidad de un
empeoramiento de las relaciones con Berlín. Carta particular no. 4 de B. Abarzuza a León y Castillo. 25 de Abril de
1903. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de París. Legajo no. 5841.

1308
Office:2279 Inglaterra y Francia no se entenderían al margen de España y el Reino Unido seguía

siendo el valedor del statu quo, y en nada iba a cambiar sus puntos de vista, pues aspiraba a que la

situación de Marruecos se prolongara indefinidamente.2280

Las únicas noticias discrepantes que pudieron alterar un ápice al confiado Abarzuza fueron

las relacionadas con los informes que remitió León y Castillo el 27 de abril, señalando que la visita

de Eduardo VII a París era un reflejo de la voluntad personal del monarca británico por mejorar la

situación de tensión diplomática creada entre Francia y Gran Bretaña con motivo de Fashoda y

luego prolongada por la campaña que la mayor parte de la prensa francesa hizo contra el Reino

Unido con motivo de la Guerra del Transvaal. Al mismo tiempo en París se hacían conjeturas sobre

el contenido de las entrevistas entre Loubet y Eduardo VII, atribuyéndose a ellas el propósito de

buscar un mutuo apoyo frente a Alemania. Cabía pensar también que dialogaran sobre futuras

eventualidades en la cuestión marroquí, en el momento en que el statu quo no pudiera ya

sostenerse.

La prensa británica en general y el Times en particular comenzaron a llamar la atención

sobre la cordialidad de relaciones entre Alemania2281 y España.2282 Al mismo tiempo reflejaron el

temor de que la Reina Madre influyera en el ánimo del joven monarca Alfonso XIII incitándole a

un acercamiento tanto hacia la Monarquía Dual como a su viejo aliado, el II Reich. Por ello Jules

Cambon sugeriría a París un golpe de efecto hacia España para demostrar la franqueza de la

amistad francesa. Este gesto consistiría en el envío al puerto de Cartagena de una escuadra

2279
Carta particular no. 9 del Duque de Mandas a Abarzuza. 13 de Mayo de 1903. A.M.A.E. Legajo H- 1264.
2280
El segundo punto de la declaración de Lansdowne era el siguiente: “Inglaterra desea firmemente que España tenga
representación en toda esta cuestión marroquí y que tomemos parte siempre que haya motivo para hacer algo en ella “.
Y el tercero: Lord Lansdowne “estima que no hay en el día de hoy razón para creer que de algún lado se quiera en
breve cambiar el estado de las cosas en aquel país , pero que no por esto debe dejarse de observar mucho y convendrá
que con frecuencia nos comuniquemos nuestras impresiones“. Carta particular no. 15 del Duque de Mandas a
Abarzuza. 22 de Abril de 1903. A.M.A.E. Legajo H- 1264.
2281
Barreré, Embajador de Francia en Roma alertaba el 7 de Julio al Quai d´Orsay sobre las peticiones del II Reich al
Sultán otomano Abdul Hamid para que éste concediese al Imperio alemán una estación de carbón en la costa tripolitana
y sobre la posibilidad de un acercamiento diplomático a España. Telegrama de Barreré a Delcassé. 7 de Julio de 1903.
DDF. 2ª serie. Tomo III, pp. 434-435.
2282
Patentizada en la importancia extraordinaria que se había dado en Berlín a la visita a España efectuada por el
príncipe Henri.

1309
compuesta por veintitrés buques de guerra con el fin de saludar a Alfonso XIII.2283 Esta visita fue

aceptada por Silvela, deseoso de disipar los recelos galos en torno de una aproximación española al

II Reich.2284 Una cañonera rusa, la Khrabroy sería enviada desde el Pireo hasta Cartagena con el fin

de reforzar los movimientos propagandísticos galos.2285 Javier Tussell y Genoveva G. Queipo de

Llano han dado mucha importancia a las progresivas interferencias germánicas en el rumbo de la

política exterior española y cómo las influencias de los diplomáticos del II Reich consiguieron que

la Reina Madre María Cristina desaconsejera a Alfonso XIII la visita a Cartagena. Las

discrepancias en torno a la política exterior –según estos dos historiadores– entre Jefatura del

Estado y Presidencia del Gobierno acabarían forzando el abandono del poder de Silvela. Si

atendemos la documentación diplomática –tanto española como francesa– comprobaremos, por el

contrario que al final Silvela consiguió convencer al joven monarca para que acudiera a la ciudad

murciana a recibir el saludo de la Escuadra francesa del Mediterráneo. En realidad lo que se

produjo finalmente en las aguas de Cartagena fue una imponente manifestación naval, en la que se

esbozó mucho más que el presagio de la Triple Entente anglo-franco-rusa. Lo que se dibujó fue la

formación del futuro bando anti-alemán y anti-Potencias Centrales propio de la I Guerra Mundial.

Respaldando a los buques de guerra franceses, no sólo acudió el cañonero ruso Khrabroy.

2283
Telegrama de Jules Cambon a Delcassé. 30 de Mayo de 1903. DDF. 2ª serie. Tomo III, pág. 361.
2284
Javier Tusell y Genoveva G. Queipo de Llano sacando a colación documentación del Archivo del Palacio Real
señalan cómo Silvela tras pactar con Cambon la visita que la flota gala debía prestar para rendir homenaje al Rey
español en Cartagena, se encontró con que María Cristina y su hijo habían decidido posteriormente que el monarca no
debía acudir. Silvela planteó a María Cristina la posibilidad de dimitir inmediatamente si el rey no acudía a la ciudad
murciana, pues el cambio en la decisión real testimoniaría que “(Alfonso XIII) no tiene en mi dirección de la política
exterior la confianza que yo necesito para desenvolverla en la situación delicadísima en que se encuentra España con
Francia, a la que es tan fácil aumentarnos dificultades a toda hora con carlistas, catalanistas, republicanos y marroquíes;
un agravio en estos momentos puede ser origen de complicaciones que no puedo tomar sobre mí la responsabilidad de
haber provocado“. La cita en: Tusell, J. y García Queipo de Llano, G.: Alfonso XIII ... op. cit., pp. 123-124.
Posteriormente y a título confidencial Silvela declararía a Jules Cambon, el Embajador galo que había tenido que
combatir duramente en el Palacio Real contra las influencias germánicas que habían buscado tejer una red de pretextos
para impedir en el último momento el desplazamiento de Alfonso XIII a Cartagena. Jules Cambon a Delcassé.
Despacho no. 78. 1 de Julio de 1903. D.D.F. Tomo III, pág. 425.
2285
Telegrama del conde Lamsdorff, Ministro de Asuntos Extranjeros de Rusia a Schevitch, Embajador ruso en
Madrid. 19 de Junio de 1903. D.D.F. 2ª serie. Volumen III, pág. 409.

1310
Acudieron también los cruceros británicos Bacchante, Aboukir y Gladiator y el crucero portugués

Don Carlos.2286

Poco después y antes del cierre veraniego de las Cortes españolas, Silvela hacía una

declaración en las Cámaras abogando por una estrecha unión con la República francesa para el
2287
mantenimiento del statu quo marroquí. Esta declaración produjo una honda inquietud en la

Embajada del II Reich, siendo en general bien aceptada por el conjunto del cuerpo diplomático

acreditado en Madrid.

Días antes de este acto de ostentosa amistad mediterránea, Silvela y Jules Cabon reanudaron

las conversaciones sobre el proyecto de garantía presentado a la Dúplice. El estadista conservador,

apunta Antonio Niño, remitió el 1 de Junio al embajador francés el siguiente proyecto redactado

por él mismo: “Francia, Rusia y España declaran de común acuerdo que es de interés recíproco

asegurar la libertad efectiva de la navegación en el Mediterráneo, y que consideran como

condición necesaria para garantizar esta libertad el mantenimiento, por los medios que las

circunstancias les aconsejen ser los más eficaces, de la actual situación territorial de las costas y

de las islas de las potencias signatarias de la declaración“.2288 Cambon transmitió el documento a

París, convencido del interés que tendría para Francia una entente con España y de que había que

aprovechar la oportunidad porque “no encontraremos otro Silvela para hacerla“. Sin embargo San

Petersburgo y París ya habían decidido previamente no aceptar una alianza defensiva tal y como se

diseñaba en el proyecto de Silvela, con alusiones explícitas a una garantía territorial y al empleo de

“medios eficaces“. Como alternativa, Cambon sugeriría a Silvela una redacción más acorde con las

instrucciones recibidas de Delcassé y con los compromisos que Rusia y Francia estaban dispuestos

a asumir, sugiriéndole el texto –anteriormente señalado- cuya conveniencia había sido apuntada por

2286
Cfr. Boletín de Información política (confidencial), número 25. Subsecretaría del Ministerio de Estado. 27 de Junio
de 1903. A.M.A.E. Política Exterior. Serie: Circulares. Legajo H- 2738. Circulares sobre asuntos de Marruecos.
2287
Jules Cambon a Delcassé. Telegrama de 18 de Julio de 1903. DDF. 2ª serie. Volumen III, pp. 462-463.
2288
Jules Cambón a Delcassé, Madrid, 5 de Junio de 1903. Archivos Diplomáticos Franceses, N.S – 1897-1918.
Espagne, 38. Traducción de Antonio Niño. Cfr. Niño, A.: op. cit., pp. 57-58.

1311
el Quai d´Orsay y que de hecho suavizaba de forma considerable el proyecto de Silvela. A pesar

de todo, Silvela aceptó el nuevo texto y pactó con Cambon fijar un plazo de vigencia de diez años.

Cuando el acuerdo entre el gobierno francés y el español parecía ya alcanzado, Silvela

presentó su dimisión ante el Consejo de Ministros y fue sustituido por un nuevo gobierno

conservador presidido por Fernández Villaverde. Este último, que sólo tras tomar posesión del

nuevo cargo fue puesto al corriente de las negociaciones, pidió más tiempo para examinar de nuevo

todas las implicaciones del acuerdo. Se frustraba así el segundo intento español de aproximación a

la órbita de la alianza franco-rusa. El nuevo gobierno español manifestó sus deseos de no variar los

fundamentos esenciales de la política de Silvela, manteniendo una aproximación diplomática a

Francia y Reino Unido en la cuestión marroquí y a la expectativa de lo que decidieran las dos

potencias en sus conversaciones.2289 La inestabilidad gubernamental y con ella la falta de

continuidad y diligencia de la política exterior frustraban la conclusión de un acuerdo internacional

que podría haber tenido consecuencias decisivas para el futuro del país. Por lo tanto, durante la

primavera y el verano de 1903 se mantuvieron –como hemos visto– conversaciones similares a las

de 1899 para alcanzar el ansiado tratado de garantía, y no fueron en este caso las cautelas de

Silvela, ni siquiera, al parecer las conversaciones ya iniciadas entre Francia e Inglaterra para

formalizar la ‘Entente Cordiale‘ las que frustraron el proyecto, sino la discontinuidad en la parte

negociadora española. No es menos cierto, sin embargo, que la indiferencia de Rusia y las dudas

del gobierno francés, no proclive a un compromiso de ayuda militar a España, hacían al menos

incierta la conclusión definitiva del acuerdo. En contra de las opiniones que Jules Cambon emitía

desde Madrid, apoyando los deseos de Silvela de llegar a un acuerdo de garantía que cubriera las

posesiones españolas en el Mediterráneo y el estrecho de Gibraltar, Delcassé seguía buscando un

acuerdo de reparto de Marruecos. Los propósitos de ambos no coincidían ni en los objetivos ni en

las formas, y la falta de diligencia del ministro francés en responder a las proposiciones de Silvela y

a los requerimientos de su embajador en Madrid hacen sospechar que usó esa negociación para no

2289
Paul Cambon a Delcassé. Despacho no. 188, confidencial. DDF. 22 de Julio de 1903. 2ª serie. Tomo III, pág. 475.

1312
defraudar a la parte española y ganar tiempo mientras despejaba el camino a sus auténticos

intereses en la negociación que había emprendido en Londres.

A pesar de este fracaso, los dos intentos de Silvela (en 1899 y 1903) por conseguir una

garantía internacional respecto a las costas nacionales y territorios extrapeninsulares sirvieron de

precedente a las negociaciones que acabaron en la firma de los llamados Acuerdos de Cartagena. Es

indudable que Silvela puso un empeño especial en conseguir una alianza defensiva con Francia,

extensible a su aliado ruso, y que para ello estaba dispuesto a asumir un compromiso firme que

ligaría la suerte del país a la de la entente franco-rusa. Se podría calificar su actitud de ingenua por

no percibir el escaso interés que tenía para sus interlocutores el ofrecimiento de una alianza militar

por parte de un país que acababa de ser derrotado y que carecía de fuerzas navales y militares

significativas, pero no se puede decir que su comportamiento fuera timorato cuando estaba

realizando un ofrecimiento que implicaría a España en todas las actuaciones en las que se vieran

inmersos sus aliados, tanto en Europa como en sus respectivos imperios coloniales. Silvela

pretendía sacar a España del aislamiento internacional, pero no sólo mediante un arreglo colonial

respecto a Marruecos como el que ofrecía Delcassé – similar al que se estaba haciendo con Italia -,

y como el que acabaría firmando el gobierno español en 1904. Su objetivo era mucho más

ambicioso y también más arriesgado: firmar una alianza con Francia, con todas sus consecuencias,

cuando aún el enfrentamiento anglo-francés no había sido oficialmente superado.

Otro de los puntos esenciales del programa de Silvela para su segundo gobierno había sido la

reconstrucción de la defensa nacional, y especialmente de la Marina de Guerra, como condición

fundamental para tener algún peso en la política internacional europea y apoyar su orientación de

política exterior. El fracaso de este proyecto (debido a las disputas con el titular de Hacienda,

Fernández Villaverde que no deseaba sufragar los gastos), junto con el de las alianzas que había

promovido, influyeron sin duda en su decisión de dimitir de la jefatura del gobierno, el 9 de julio

de 1903, y abandonar, poco después, el liderazgo de la mayoría conservadora en las cámaras.

1313
Parece que Silvela no encontró apoyos sino inquietud en su entorno ante unos proyectos de alianzas

que negoció personalmente, desde Madrid, manteniendo al margen a su Ministro de Asuntos

Exteriores (Abarzuza era partidario, a su vez, de la política consociativa de acuerdo

francobritánicohispano) y prescindiendo de los embajadores destacados en las principales capitales

europeas. Y parece que también tuvo que enfrentarse a las reticencias que aparecieron a última hora

en la Corte.2290

13.15. La aproximación francobritánica y la cuestión marroquí. Se reanudan las

conversaciones francoespañolas sobre el reparto de Marruecos.

Mientras proseguían las negociaciones en Londres entre Paul Cambon y Lansdowne,


2291
sugiriendo el primero a Delcassé que el ajuste definitivo de la cuestión marroquí debía

perfilarse en Londres y posteriormente una vez cerrado el acuerdo en forma de un ‘memorandum’

remitirlo a Madrid para que el gobierno español diera su adhesión. Cuando las negociaciones

Cambon- Lansdowne se retomaron el 30 de julio, la diplomacia francesa logró un éxito

trascendental al quedar establecida, sin objeciones británicas 2292 la modalidad de entrada de España

en la apertura de la cuestión marroquí, aunque posteriormente Antonio Maura llevara a cabo

intentos serios de alterarla. Así pues, las negociaciones sobre Marruecos no se harían a tres bandas,

en pie de igualdad, entre diplomáticos franceses, ingleses y españoles. Londres se desentendía del

proceso negociador entre Francia y España, siempre recalcando que un reparto de esferas de

2290
Ésa es la conclusión que saca el embajador francés tras una conversación con Silvela poco después de su dimisión:
“Estoy persuadido de que ha sido obligado a tomar esta iniciativa (la declaración que hizo en las Cortes sobre política
exterior) para disipar de un solo golpe las oscuridades y las reticencias que sentía por encima de él “. Jules Cambon a
Delcassé, Madrid, 22 de julio de 1903, DDF, 2ª serie, tomo III.
2291
Según Delcassé, en lo tocante a Marruecos Londres debía aceptar el interés de Francia por velar por el orden y la
seguridad en el país, así como el derecho de la Tercera República a monopolizar la asistencia para las reformas
administrativas, económicas y financieras que se hicieran en el Sultanato.
2292
Los únicos recelos del Foreign Office consistían en que Alemania pudiera establecer un depósito de carbón o una
base naval en la zona comprendida entre las plazas fuertes españolas en Marruecos. Paul cambon a Delcassé. Despacho
no. 190, “très confidentiel “. 31 de Julio de 1903. DDF. 2ª serie. Volumen III, pp. 497- 499.

1314
influencia en Marruecos entre las dos naciones no se podía aplicar de forma inmediata sino cuando

desapareciera el statu quo, y dejaba exclusivamente a Francia la tarea de negociar con España; el

gabinete Balfour no se iba a convertir en el valedor de los intereses españoles. La naturaleza del

acuerdo conseguido por los franceses con Londres determinaría el interés de Delcassé en reiniciar

la negociación sobre el reparto de Marruecos con España;2293 sabedor el titular del Quai d´Orsay

que contaba con una posición – el desentendimiento británico – que le permitiría presionar a

Madrid y reducir el ámbito territorial de la zona de influencia española. En efecto, Delcassé

esperaba no sólo controlar Fez sino la ruta Muluya –Missoun- Inauen y las alturas que dominaban

sus riberas que conducían desde la ciudad imperial a Argelia.2294 De hecho cuando Paul Cambon

fue interrogado en el Foreign Office sobre la trascendencia real del acuerdo ‘non-nato’ de 1902,2295

el diplomático francés se limitó a señalar que habían sido intercambios oficiosos de pareceres,

hechos por vía diplomática y sin contar con la aprobación formal de los gobiernos francés y

español que entregaban a España un “hinterland más o menos extenso en torno a sus presidios“.

Las conversaciones hispano-francesas sobre el reparto de Marruecos no se retomaron hasta

septiembre, a iniciativa de Jules Cambon que visitó al Presidente del Consejo de Ministros y a la

Reina Madre. Al reiniciarse el diálogo, Villaverde intentó que se ajustase a los términos de las

negociaciones alcanzados en noviembre del año anterior, pero ante las presiones francesas renunció

a que Fez formara parte en el futuro de la zona de influencia española y se mostró propicio a que

León y Castillo continuara la negociación en París. El jefe de gobierno se mostró de acuerdo con

las pretensiones británicas de mantenimiento de la libertad comercial en Marruecos, y de

2293
Se pretendía contrarrestar así la actitud de una parte de la prensa que juzgaba las conversaciones francobritánicas
en aras a despojar a España de sus derechos seculares en Marruecos. El 11 de Agosto Lord Lansdowne había escrito a
sir Mortimer Durand, el Embajador en Madrid para que éste tranquilizara al gobierno español sobre los bulos que
atribuían a Inglaterra designios agresivos contra las costas españolas (British Documents, Vol II, no. 366, pág. 310 ). El
Almirantazgo había llevado a cabo la celebración de unas gigantescas maniobras en el Atlántico, tomando como base
los puertos de su aliada Portugal, que habían tenido como objetivo planificar la hipotética defensa por una flota
británica del Estrecho de Gibraltar en el supuesto de que flotas de dos países rivales (estas maniobras partían del
supuesto de una alianza naval entre Francia y España) intentaran reunirse.
2294
Delcassé a Paul Cambon. Despacho no. 333. 2 de Agosto de 1903. DDF 2ª serie. Vol. III, pág. 511.
2295
El 14 de Febrero (despacho citado, British Documents, II, no. 336, pág. 279) Sir Mortimer Durand, Embajador
británico en Madrid comunicaba al Foreign Office las confesiones de Abarzuza según las cuales Francia había
propuesto al gobierno liberal de Sagasta un reparto de Marruecos, permaneciendo Fez en la zona española. El Gabinete
español no habría dado respuesta formal a esta propuesta.

1315
neutralización de Tánger y de toda la costa del Estrecho. Ahora bien abogó porque el instrumento

diplomático o el intercambio de cartas entre los tres países que suscribieran el acuerdo en torno al

mantenimiento del statu quo en el Estrecho, debía hacerse extensivo a Canarias y Baleares. Por

último Villaverde se mostraría opuesto a la introducción en la cuestión del Estrecho de las nuevas

potencias imperialistas que como Alemania pretendían inmiscuirse en las cuestiones del noroeste

africano. 2296

Cuando las negociaciones sobre el reparto de Marruecos se reanudaron en octubre en París,

León y Castillo pudo comprobar que Delcassé no estaba dispuesto a mantener la cesión de la

ciudad de Fez a la esfera de influencia española, con lo cual el límite de ésta quedaría fijado en la

cuenca del Sebú. No ofreció compensaciones territoriales en otras partes del Imperio, aduciendo

que el ámbito de influencia española, aún suprimiendo Fez constituía una extensión considerable y

recalcó las buenas disposiciones de Inglaterra ante la consecución de un acuerdo franco-español,

intentando disipar los temores del gabinete Villaverde al respecto. 2297

13.16. Suspicacias españolas hacia las asechanzas francesas en Marruecos.

1903 podemos calificarlo como el año de las asechanzas y de las sospechosas expediciones

navales galas en Marruecos. En marzo de 1903 se procedía a reorganizar la estructura de los

órganos de propaganda en la capital diplomática marroquí: dejaba de publicarse el Reveil du

Maroc. En su lugar pasaba a editarse Le Maroc, propiedad del hombre de negocios Gautsch, que

había gestionado personalmente en Fez el empréstito francés. En lo demás Le Maroc se

diferenciaba muy poco políticamente del Reveil.2298 En contrapartida, mientras que la Legación

2296
Jules Cambon a Delcassé. Telegrama sin numerar « très confidentiel “. DDF. 2ª serie, vol. III, pp. 564-565.
2297
León y Castillo al conde de San Bernardo. Despacho no. 450 (muy reservado). 23 de Octubre de 1903. A.G.A.
Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de París. Legajo no. 5841.
2298
Cólogan a Abarzuza. Despacho no. 79. 13 de marzo de 1903. A.G.A. Äfrica. Sección Histórica (Marruecos). Caja
75 / Ex. 3.

1316
francesa volcaba sus fondos y su capacidad de acción en la defensa de sus intereses económicos e

ideológicos representados en esa publicación, el director de El Porvenir, el órgano de propaganda

de la Legación española Francisco Ruíz López se quejaba amargamente a Abarzuza de que el

medio de difusión de los intereses hispanos editado en Tánger malvivía falto de recursos, sin poder

contrarrestar la actuación de los periódicos ingleses y franceses de la localidad. Las fuentes de

ingresos habían disminuido y el director solitaba ayuda urgente del Estado. La redacción del

periódico atravesaba por una etapa de desmoralización, debida a la decreciente vitalidad de la

actuación española en Marruecos, lo cual por otra parte no era sino una consecuencia directa de la

política de supeditación a Francia que había practicado el gobierno liberal durante el bienio

1901-02, y que se había traducido en una menor atención a la difusión de la propaganda de los

intereses españoles en Tánger. A finales de año, el gabinete Maura tuvo que afrontar la acometida

de otro de los órganos de prensa difusores de los intereses franceses en Tánger, Le Journal du

Maroc. Éste incluía artículos agresivos y calumniosos contra el general Polavieja y la Compañía

Trasatlántica. Además su director Daniel Saurin hacía hincapié en la apatía de las iniciativas

hispanas a la hora de acometer empresas industriales en territorio marroquí. En efecto, éste

resaltaba el escaso espíritu emprendedor de las iniciativas catalanas, señalando textualmente que la

Compañía Trasatlántica no había hecho sino trasladar a Marruecos la ruina material y moral de su

país. Sus agentes en el Sultanato eran individuos de una inteligencia limitada y sus métodos de

trabajo eran absurdos. La idea de la diplomacia española dispuesta a asumir un lugar de relevancia

en la estructuración de una economía capitalista en el Imperio jerifiano no conocía más que reveses

por la incompetencia de dicha compañía. A pesar de que se habían hecho esfuerzos notables

invirtiendo fuertes sumas de capital que se pusieron a disposición de la compañía, y de que se le

habían concedido privilegios estatales, la mala gestión había propiciado una debacle económica

próxima a la bancarrota. Se resaltaba que la producción de energía eléctrica en Tánger a cargo de la

empresa tenía unos precios altísimos, y se indicaba la incapacidad de la compañía para potenciar el

negocio de exportación con el único vapor de su propiedad (el Piélago) que recalaba en el puerto, a

1317
pesar de recibir altas subvenciones por el mantenimiento del mismo. La inviabilidad económica de

sus singladuras entre Tánger y Algeciras transportando pasajeros era resaltada por la publicación

señalando que resultaba más económico el desplazamiento de los mismos de Gibraltar a Tánger,

por buques ingleses. Por estas mismas circunstancias resultaba muy gravoso para los comerciantes

el transporte de mercancías a bordo del buque entre España y Marruecos.

En el mes de marzo el gobierno Silvela recibió noticias procedentes de Argelia muy

inquietantes. Una comunicación del consulado en Orán y del Viceconsulado en Nemours, ambas

sedes diplomáticas españolas muy bien informadas de los acontecimientos del país, aludían a una

excursión secreta de un buque galo, el vapor Zenith, que había navegado desde la frontera argelina,
2299
hasta las inmediaciones de Melilla. El buque, en el que supuestamente viajaban oficiales de

Marina franceses en misión secreta, fue despachado de Orán hacia Nemours el 5 de marzo. Al día

siguiente, 6, fue avistado por los agentes confidenciales españoles cuando navegaba en dirección

poniente, escoltado por dos torpederos. Al llegar el vapor al Kiss recogió al comerciante Say para

luego continuar su viaje por aguas marroquíes. La expedición había llegado a las puertas de Melilla

fondeando cerca de Mar Chica: los franceses recorrieron y reconocieron el lago, estudiándolo y

sondando su profundidad. En Madrid la noticia molestó. La maniobra francesa buscaba anular la

pretendida, por España, área de expansión a partir de Melilla, sustituyendo en el septentrión

marroquí los intereses españoles por los galos e iniciar una explotación comercial del territorio. La

misión secreta del Zenith constituía una gráfica advertencia de que los intereses franceses cuyo

objetivo era el Rif se impacientaban y no se avenían a continuar con la situación de mantenimiento

del statu quo. Ello entrañaba un riesgo para el deseo imperialista español que significaba la

anulación de Melilla. Pero es que a la vez el régimen restauracionista se tenía que enfrentar a una

variedad de amenazas para la supervivencia de sus aspiraciones en Marruecos. No solamente los

buques de guerra y vapores franceses realizaban operaciones en las proximidades de Melilla, sino

2299
Cfrs. León y Castillo a Abarzuza. Despacho no. 149. 23 de Marzo de 1903. A.M.A.E. Embajada de España en
París. Legajo H- 1534.

1318
que además se reavivaban los combates en Figuig y en el área fronteriza argelomarroquí,

prosiguiendo Francia con su invasión del Sultanato, y una expedición francesa rumbo a las costas

saharianas suscitaba la alarma de Madrid.

A comienzos de junio la Capitanía General de Canarias detectaba movimientos sospechosos

galos en el archipiélago. El yate francés Frasquita procedente de Brest se dirigía hacia las costas

de África. Se llegó a pensar que la operación respondía a una intromisión de las fuerzas armadas

galas que, desconociendo las aspiraciones españolas sobre las aguas y territorios saharianos, habían

enviado una misión de reconocimiento. Se pensaba que el yate iba mandado por un oficial de la

Marina de Guerra francesa, a pesar de que el propietario del buque, Lebaudy 2300se hacía pasar por

un sabio excéntrico y millonario que se dedicaba a investigaciones científicas. Avisado

urgentemente León y Castillo por el Ministerio de Estado, el embajador transmitió al gobierno

Silvela sus averiguaciones: el gobierno republicano no había intervenido, ni siquiera tenía

constancia de las correrías de Lebaudy entre cabo Juby y cabo Bojador.2301 El asunto había

trascendido a la prensa de modo inmediato, llegando a afirmar el conservador La Época que la

expedición tenía pretensiones de disputar a los españoles Río de Oro. El gobierno conservador que

consideraba como todos los anteriores gabinetes restauracionistas toda la costa de Tarfaya como

territorio marroquí estaba absolutamente resuelto a no permitir a los franceses pisar aquella área.

Confidencialmente, Silvela movió todos los hilos de la diplomacia en diferentes frentes para

intentar hacer fracasar la expedición. Lo hizo en Londres,2302 París, Canarias y Tánger2303.

2300
Sobre la expedición de Lebaudy al Sahara véase el estudio inédito: “El sueño imperial de M. Jacques Lebaudy o
Jacques I, Emperador del Sahara“, en Biblioteca Nacional. Sección de África. Miscelánea García Figueras. Tomo XXI,
pp. 181- 245.Véase además, De Decker, M., Los grandes impostores de la Historia, Buenos Aires, Javier Vergara
Editor, 1992, pp. 231-259.
2301
Telegrama de León y Castillo a Abarzuza. 10 de Junio de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 151 / Ex. 1
2302
En Londres la notició se tomó con mucha calma aunque los deseos del Foreign Office contemplaban la necesidad
de que la aventura sahariana de Lebaudy terminara lo antes posible. Carta particular no. 19 del Duque de Mandas a
Abarzuza. 3 de Julio de 1903. A.M.A.E. Legajo H-1264.
2303
El diplomático Cólogan notificó a Mohammed Torres la existencia de la expedición y posteriormente el propósito
del gabinete Silvela de forzar a Lebaudy a que permanecesiese en Las Palmas, impidiendo su salida hacia la Sakia al-
Hamra. Posteriormente el agente confidencial Cerdeira se entrevistó en Fez con el Ministro de Asuntos Exteriores Ben
Sliman. Se pretendió orquestar este acto como un servicio de gran trascendencia que efectuaba el gobierno español al
marroquí para evitar a este último serias complicaciones, y como una muestra de la amistad española, que no se

1319
Abarzuza expresamente advirtió el 21 de Junio a León y Castillo que se juzgaría la ocupación de la

costa marroquí como una ruptura del statu quo, 2304 en un área estratégica para la defensa nacional

ya que cambiaría la vecindad de Canarias de modo radical y alarmante para los intereses de

España.2305

Lebaudy pretendía crear en la costa sur del Imperio Marroquí un reino sahariano donde

establecerse soberanamente, con capital en Troja (ciudad fundada por el aventurero en la Sakia al-

Hamra como capital de su imperio). El 29 de junio León y Castillo informaba a Abarzuza que el

cónsul general galo en Las Palmas de Gran Canaria había averiguado que Lebaudy había dejado

cinco hombres para fundar una ciudad junto a la Sakia al- Hamra. El Quai d´Orsay se desentendió

de su empresa, calificándola de inoportunada y descabellada y negando categoricamente que

oficiales de la Armada francesa estuviesen involucrados en la expedición.2306 A pesar de los

desmentidos, la expedición fue juzgada por la diplomacia española como un reflejo de la

excitación colonialista y del estado de opinión que se vivía en Francia, proclive a iniciar una vasta

penetración colonial en Marruecos. A pesar de que el gobierno galo no deseaba comprometerse

abiertamente en el asunto Lebaudy, Cólogan desde Tánger, preocupado por los acontecimientos

estimaba que se podría imponer un juego muy sutil por parte del Quai d´Orsay, desautorizando al

aventurero en caso de fracaso pero negociando y protegiendo a Lebaudy en caso de que su empresa

triunfase. “Francia jamás se ha apresurado – recalcaba al gabinete conservador- a reconocer que

esa faja de costa y territorio (se refiere a Tarfaya y Sakia al- Hamra) pertenezcan a Marruecos“.2307

Los cinco marineros desembarcados en la costa africana fueron hechos prisioneros por las cabilas,

limitaba a las buenas palabras ( Téngase en cuenta que esa misma amistad estaba siendo traicionada por el gobierno en
Melilla, imposibilitando que las fuerzas imperiales se rehicieran y reavituallaran en la plaza, pudiendo contraatacar y
arrebatar al Rogui el control sobre el Rif. Telegrama de Abarzuza a Cólogan. 8 de Julio de 1903. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 151 / Ex. 1.
2304
Telegrama de Abarzuza a León y Castillo. 21 de Junio de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 151 / Ex. 1
2305
Telegrama de Abarzuza a Mandas. 21 de Junio de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 151 /
Ex. 1.
2306
Telegrama de León y Castillo a Abarzuza. 23 de Junio de 1903.
2307
Cólogan a Abarzuza. Despacho no. 230. 29 de Junio de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
151 / Ex. 1.

1320
siendo internados después en el desierto. 2308 El temor en Madrid pasó a centrarse en torno al hecho

de que el cautiverio de los marineros podía ser aprovechado como un pretexto para una acción

punitiva gala en aguas saharianas. La temida injerencia militar francesa en aguas tan sensibles para

España se produjo. El 2 de Septiembre fondeaba en Tánger el crucero Galilee tras rescatar a los

cinco prisioneros de la expedición. El cónsul español en Mogador informaba al Ministerio de

Estado que el buque de guerra había tenido que emplear la fuerza para obtener el rescate. 2309

Otra noticia que provocó confusión en el Ministerio de Estado fue la relativa a la

posibilidad de una conferencia internacional sobre Marruecos a celebrar en Berlín.2310 Al parecer

este rumor respondía al desembarco de Alemania en la cuestión marroquí, algo que empezaría a

inspirar recelo, e incluso alarma, en los círculos navales y militares de Gran Bretaña y Francia. Se

pensó en el Ministerio de Estado que la Conferencia internacional que promovía Alemania tal vez

respondiera a un deseo de Berlín para lograr un acuerdo francogermano que resolviera la cuestión

marroquí y aproximase a los dos gobiernos.2311 Esta noticia sorprendió a la Legación británica en

Tánger cuyo titular, Nicolson se mostró en desacuerdo con tratar la cuestión marroquí en un ámbito

que superase el marcado por las decisiones de Inglaterra, Francia y España.

2308
Telegrama del Ministro de Marina al Comandante de Marina de Las Palmas de Gran Canaria. 6 de Julio de 1903.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 151 / Ex. 1.
2309
Telegrama de Cólogan al Ministro de Estado, conde de San Bernardo. 2 de Septiembre de 1903.
2310
Cólogan a Abarzuza. Despacho reservado num. 91. .A.G.A. África. Sección política (Marruecos). Caja 46 / Ex. 2.
2311
Cólogan a Abarzuza. Despacho reservado no. 100. 27 de Marzo de 1903. A.G.A. África. Sección política
(Marruecos). Caja 46 / Ex. 2.

1321
13.17. La “anarquía marroquí “.

A finales de marzo ante la gravedad de los acontecimientos del Rif y Tetuán, el Majzén

interrumpió el licenciamiento de las tropas irregulares que habían participado en la campaña de

invierno.2312 Únicamente se permitió que los contingentes de los Zemmurs y los del Rharb

(Larache, Alcazar y Wazzan) marcharan a sus tierras. Alarmado el gobierno marroquí por la

difusión de la rebelión roguista, pensó que la agitación podía alcanzar Tetuán, uniéndose al

pretendiente los levantiscos Beni-Ider,2313 y se estimó conveniente tomar precauciones para la

defensa de la ciudad. En Anyera, la figura emergente del Raisuni contribuía a alterar también la

tranquilidad. Los problemas se multiplicaban para el Sultán en todo el Imperio, pues el territorio

teóricamente sumiso al Emperador experimentaba una serie de erupciones que prácticamente

llegaban a todos los lugares. Si tradicional había sido en la historia de Marruecos la sublevación de

pretendientes a la Corona, Roguis, ahora se sumaban simultáneamente a la rebelión de Bu-Hamra

otros fenómenos: bandidismo rural, aparición de santones religiosos exaltados, jefes rebeldes o

simplemente bandidos afortunados que aterrorizaban una región en beneficio propio y de sus

leales, llegando sus protagonistas a tales límites de audacia que sólo se pueden explicar por la

convicción de que la autoridad del Sultán estaba al borde del colapso. Fruto de todo ello, Cerdeira

llegó a adjetivar el mes de abril como crítico para la pervivencia del Imperio. El problema para la

diplomacia española era bien conocido. Consistía en que si se resolvía definitivamente la cuestión

marroquí, España se vería expuesta a una situación de impotencia, la derivada de las escasas

posibilidades de expansión que encontraría en el Imperio jerifiano en la parte eventualmente

asignada a ella, siempre demasiado pequeña para las pretensiones nacionales, pero al mismo tiempo

demasiado grande para sus medios de acción. Esa falta de confianza en las actitudes imperialistas

del país llevaba a los diplomáticos hispanos así como a un cierto número de africanistas a abogar

2312
Cólogan a Abarzuza. Despacho no. 106. 6 de Abril de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
165 / Ex. 1.
2313
Cólogan telegrafió el 9 de Abril a Abarzuza señalando que éstos habían recibido una carta alentando la rebelión.
Telegrama de 9 de Abril de 1903.A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 /Ex. 2.

1322
por un perpetuo mantenimiento del statu quo. La mala imagen del Sultán, ya marcada por su

conocida afición a lo europeo, salía ahora aún peor parada, con la agravante de que como en

Marruecos el Sultán es también el jefe religioso, toda crítica contra su autoridad política acarreaba

un ataque, todavía más grave si cabe, contra su jefatura religiosa. El Sultán debía sufragar

expediciones de castigo que hacían desaparecer el capital del empréstito francés. ¿Eran

absolutamente necesarias?. Obedecían a una lógica, impuesta por el Sultán, de evitar a cualquier

precio todo incidente que sirviese de pretexto para una intervención extranjera en el país, con el

pretexto de que el desorden perjudicaba las vidas o pertenencias de ciudadanos europeos, todo ello

en el contexto de una grave crisis financiera en el Imperio, a causa del programa de reformas que

privaban al Sultán de los recursos tradicionales sin garantizarle otros alternativos. Empeñado en

aplicarlas, pese al gran esfuerzo realizado sin resultados decisivos, las reformas le acarrearían la

ruina.

En la extensa región de Tadla y en Meknés comenzaban a vislumbrarse ciertos signos de

inquietud, al registrarse enfrentamientos entre los Zemmurs y otras cabilas;2314 en el Mzab empezaron

a menudear los conflictos inter-tribales; en las proximidades de Rabat grupos de Zaer se dedicaban

al pillaje de ganado; se producían ataques a las caravanas que iban de Fez al Tafilalt; se trasplantaba

la agitación a Alcazar, al territorio de los Ait-Yussi, donde el pretendiente quería extender la

insurrección. El Rogui se presentaba como un lider nacionalista, que acusaba a su supuesto hermano,

el Sultán de entregar el gobierno del país a los extranjeros, y terminaba sus prédicas con

intimidaciones en el sentido de amenazar a los bereberes con quemar sus aduares y propiedades si no

se pasaban a su causa. Tanto en Figuig como en Colomb-Bechar había signos evidentes de agitación

generalizada, muestras de descontento por las injerencias extranjeras en el Sultanato. Resultaban una

prolongación de la resistencia iniciada en 1900 contra la invasión francesa del Sureste Marroquí, un

2314
“Correspondance marocaine “. 9 de Abril de 1903.

1323
intento de mantener con feroz contumacia la independencia del Sultanato y de resistir el yugo

impuesto exclusivamente en esta región por la fuerza de las armas.2315

Al consolidarse el dominio del Pretendiente en el noreste, el Rogui procedía a organizar

hábilmente las cabilas de la región que dominaba, reclutando entre ellas fuerzas de infantería y

jinetes. Se encontraba adoctrinando a las tribus de la ribera del Muluya.2316 Inicialmente su revuelta

parecía estar dirigida contra un poder (el majzení) debilitado, que permanecía bajo la influencia de

los extranjeros, y estaba decidido a cambiar la estructura estatal y social tradicional de Marruecos.

Asimismo a Europa llegaban constantes noticias sobre tumultos en Arzila (amenazada por los

montañeses) y sobre las acciones del Raisuni.2317 En la zona noroccidental del Imperio los

problemas suscitados por la rebelión contra el Majzén eran aprovechados por los pueblos

montañeses para descender de las montañas y cometer acciones de bandidaje.

a) La agitación en la zona del noroeste marroquí tenía una honda trascendencia internacional.

La situación de Arzila, la inseguridad en las cercanías de Tánger, la interrupción del tráfico por los

caminos,2318 los robos frecuentes de reses camino del mercado tangerino, se traducían en

acusaciones del cuerpo diplomático al Majzén, achacándole la responsabilidad de la anarquía

existente en el septentrión del Imperio. La proximidad a Tánger de los actos de bandidaje,

afectando en muchos casos a los intereses de las potencias europeas y a marroquíes bajo protección

extranjera repercutían en un doble sentido. Levantaban una ola de protestas por parte de las

mencionadas potencias, pero a juicio de C. Tessainer eran bien vistas por el pueblo marroquí, cada

vez más manifiestamente antiimperialista pero no xenófobo, que veía a los bandidos como patriotas

que dañaban simplemente los intereses de aquellos que eran enemigos del Islam y codiciosos por

2315
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 1 de Mayo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 165 /
Ex. 1.
2316
Carta no. 99 de Cerdeira a Cólogan. 8 de Abril de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 299 /
Ex. 1.
2317
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 1 de Mayo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 165 /
Ex. 1.
2318
En Melilla también empezaban a menudear los incidentes entre los partidarios del Rogui y los de la causa imperial
refugiados en la ciudad española.

1324
adueñarse de su tierra.2319 El Majzén se disculpaba ante las protestas indicando que una acción

ejecutiva suya era difícil por el estado general de insurrección contra el Sultán y este argumento era

a su vez utilizado por las potencias acusando al Sultán de dejación de sus responsabilidades.

¿Hay que valorar todos estos acontecimientos con un mismo criterio?. La respuesta es

afirmativa pero solamente si admitimos que respondían al acoso de las potencias colonialistas sobre

Marruecos. Ahora bien, hemos de señalar los siguientes extremos:

a) Marruecos conoció a principios del siglo XX una serie de rebeliones rurales o de siba,

debidas esencialmente a la depauperación y pobreza provocada por la presión imperialista europea.

La más conocida quizás sea la de la Chauia, estudiada por el norteamericano Edmund Burke III.

Ahora bien hubo otros factores que avivaron estos motines. Llama enormemente la atención la

arbitrariedad y la rapacidad de los caídes de la época. Oprimían ferozmente a las tribus y las

abrumaban para mantenerlas en un estado permanente de debilidad. 2320

b) Es necesario distinguir además el fenómeno del bandidismo. En los albores del siglo XX, la

historia atormentada de la región septentrional de Marruecos está marcada por un conjunto de actos

de violencia de este tipo que han dejado sus huellas en numerosos documentos históricos. El hecho es

bastante conocido. El empobrecimiento general disolvía los vínculos comunitarios en la sociedad

marroquí; el debilitamiento del poder central debilitaba, a su vez, la autoridad de los caídes

nombrados regularmente por el Majzén. Aparecía entonces la figura del aventurero, el bandido, el

hombre atrevido (el Raisuni o Muhammad al- Dawwas de Anyera) y con recursos que, por medio del

chantaje sistemático, adquiría rápidamente dinero (indemnizaciones de los rehenes europeos) y

prestigio (liberación de sus correligionarios justa o injustamente encarcelados). Con un pequeño

grupo de fieles crea una guardia personal y se convierte en el mediador obligado entre el Majzén, los

europeos y la población.

2319
Cfr. Tessainer y Tomasich, C.: “Los últimos años de la independencia marroquí: El- Raisuni, gobernador de
Tánger y el Fahs (1904-1906)”, en Awraq, vol. XIV, 1993, pág. 106.
2320
Cfr. Driss Ben Alí : Le Maroc précapitaliste, Rabat, 1983, pp. 156-167.

1325
Debido a la falta de estudios sobre este tema, la historiografía europea desconoció la

verdadera naturaleza de las relaciones entre el gobierno marroquí y los famosos bandidos que

habían alcanzado una gran notoriedad, así como las relaciones que mantenían éstos con el conjunto

de la población y los extranjeros. Así Michaux- Bellaire formuló la hipótesis que durante el período

1894-1912, el poder central impotente para acabar con el bandidismo lo apoyaba implícitamente

por los servicios que los bandidos prestaban al Majzén. Existía una complicidad tácita entre los

grandes bandidos –convertidos, tiempo después, en respetables funcionarios– y un régimen reacio a

la penetración extranjera y dado a la autarquía. Incluso el Sultán realzaba su popularidad

exagerando sus hazañas con el fin de hacerles la vida insoportable a los europeos en Tánger.

Ahondando en esa teoría, Carlos Tessainer señala que el bandolerismo del Raisuni se

complementaba con la política del Majzén que intentaba obstaculizar las incursiones europeas en

el Sultanato. Abd-el- Aziz como había hecho su padre había puesto el problema de la penetración

extranjera en el centro de sus preocupaciones. Se ha insistido por parte de esta corriente

historiográfica en que el aparato majzeniano necesitaba de personalidades fuertes para contrarrestar

la penetración de los extranjeros y exageraba adrede la importancia del papel de Raisuni y su

fuerza, para hacer de él una especie de espantapájaros y un símbolo del terror en las puertas de

Marruecos. Coincidiendo con el planteamiento propio de escritores marroquíes como Ibn Azzuz

Hakim, Carlos Tessainer recrea la figura del Raisuni como un caudillo nacionalista, que lucha por

el mantenimiento de la independencia del país y contra el control que las potencias europeas

pretenden ejercitar sobre Marruecos. En este marco los marroquíes del noroeste del Imperio

valoraban con estima los actos de fuerza del jerife, bandido de origen noble y santo, que a sus ojos

le convertían en defensor de la independencia del Sultanato.2321 Esta hipótesis ha quedado muy

matizada tras la publicación de la tesis doctoral de Abdelaziz Khallouk Temsamani, País Yebala:

Majzén, España y Ahmed Raisúni. Este último autor contrastando documentación de archivos

marroquíes, españoles, franceses, británicos y belgas ofrece una visión mucho más ajustada del

2321
Cfr. Un breve resumen de su tesis doctoral en: Tessainer y Tomasich, C.: “Los últimos años de la independencia
marroquí: El- Raisuni, gobernador de Tánger y el Fahs (1904-1906)” en Awraq, I.C.M.A., vol. XIV, 1993, pp.105-123.

1326
bandolero. Se trata de un hombre sin principios y ávido de poder, impulsivo, orgulloso y

caprichoso, cínico, tirano, y cuyos actos de bandidaje no respondían a ningún programa ni a

ninguna preocupación social. Aspiraba saciar su afán de venganza contra el Majzén y a lograr

ventajas materiales individuales. Además sus víctimas pertenecían a todas las capas sociales

incluyendo a los campesinos pobres y no hacía ninguna distinción entre musulmanes y

extranjeros.2322

13.18. El Majzén pasa al contraataque en el Rif. Perspectivas españolas de penetración

pacífica en Marruecos a partir de Melilla: el informe de la Comandancia Militar de Melilla de la

primavera de 1903.

A comienzos de abril los servicios diplomáticos españoles transmitieron al gobierno

lúgubres especulaciones sobre la posibilidad de un asalto a la ciudad de Tetuán por parte de las

huestes rifeñas de Bu-Hamra, auxiliadas por los Beni-Ider y otras cabilas próximas. Nuevamente el

servicio de información español pecaba de no saber interpretar las situaciones que debía analizar:

los diagnósticos eran erróneos y no podían guiar correctamente las decisiones de los estadistas.

Las autoridades majzeníes, reconociéndose derrotadas por el Rogui procedieron a evacuar sus

fuerzas destacadas en el noreste del país, al lado de la raya fronteriza con Argelia. El 2 de mayo el

vapor Norma traía de vuelta a Tánger al príncipe Arafa y a sus tropas expedicionarias procedentes

de Argelia. Una vez obtenida la victoria en el Rif, el Rogui trató de consolidar su poder y organizar

la administración de los territorios ocupados, sustituyendo a la del Majzén y estableciendo su nueva

sede en la alcazaba de Zeluán, a treinta kilómetros escasos de Melilla. Muy pronto se produjeron

2322
Abdelaziz Khallouk Temsamani, País Yebala: Majzén, España y Ahmed Raisúni, Granada, Universidad de
Granada / Diputación Provincial, 1999, passim.

1327
algunos roces con España. Además, el Rif empezó a mostrar señales, a pesar de las amenazas del

pretendiente, de estar cansada de sostener a los rebeldes.2323

Cuando la insurrección llegó al Rif central, la estrategia roguista de dominio del territorio

se iba a encontrar con la resistencia de fracciones de cabila que permanecían adictas al Sultán. 2324

Parecía evidente que el Rif en su globalidad no apoyaba al Pretendiente.

Estos signos esperanzadores animaron un contraataque del Majzén. En Fez empezó a

rumorearse el envío de nuevas mehal.las expedicionarias contra Taza y el Rif.

Asimismo el 8 de mayo Cólogan informó al Ministerio de Estado que una comisión imperial,

integrada por el Chambelán Sid Ahmad al- Rukaina y otros delegados, iba a partir desde Fez hacia

Argelia y el Rif para procurar atraer a las cabilas rifeñas a la causa del Sultán y aniquilar las raíces

de la rebelión. Francia rompía, cuando le convenía, la estricta neutralidad que supuestamente había

impuesto a Europa a finales de 1902 y permitía a la comisión que pudiera atravesar territorio

argelino para introducirse en la zona rebelde. El Majzén solicitó de Cólogan, a través de una carta

remitida por el Ministerio de Negocios Extranjeros, que se permitiera algo similar a la comisión en

Melilla. La actitud del diplomático español no varió un ápice con respecto a sus anteriores

movimientos, pues no admitía sin más cualquier iniciativa del Majzén para controlar la región.

España no podía comprometerse en ayudar al Sultán frente a los rebeldes. Debía congraciarse con

las cabilas rifeñas. Con el fin de mantener el orden en las cercanías de las posiciones españolas en

el Rif, se seguía una política de evitar la confrontación directa con las tribus o con quien ejerciera

un control firme en la región. Acceder a todas las demandas del Majzén habría abocado a España a

graves complicaciones con el Rogui. Ben Sliman no sólo solicitaba que se dejara pasar a una

comisión imperial al Rif, sino que llegado el caso, Melilla se constituyese en una plataforma donde

las fuerzas gubernamentales pudiesen transportar armas, vituallas, recibir refuerzos, refugiarse ante

2323
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 30 de Abril de 1903. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 165 / Ex. 1.
2324
Telegrama del Comandante general de Melilla a Abarzuza. 31 de Mayo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 165 / Ex. 1.

1328
el ataque de las tropas del Rogui,2325 etc. Por ello Cólogan aconsejó a Abarzuza, tras consultar

previamente con la Legación británica, limitarse a aceptar el paso de la comisión gubernamental al

Rif por Melilla, pero bloquear todo intento imperial de convertir la ciudad española en una base de

operaciones.2326 Esta decisión fue sancionada por Abarzuza el 10 de mayo. Las confidencias que

llegaban a la Comandancia General de Melilla hablaban sobre un posible bloqueo de la ciudad y un

corte del abastecimiento de víveres por parte del Rogui mientras permanecieran en ella los

delegados del Sultán. Por su parte el general Hernández estaba propiciando que todos los

partidarios de Abd-el- Aziz refugiados en la villa embarcasen abandonando la ciudad, en dirección

a Argelia, contabilizándose en torno a mil los evacuados a mediados de mayo.2327 El Rogui era el

nuevo poder emergente en la región. Aunque como podemos deducir por la existencia de frecuentes

combates, no había podido asegurar el dominio del Rif de manera completa (serían muy frecuentes

las luchas en los alrededores de Melilla), lo cual era una realidad que no se podía obviar. La visita

de los comisionados del Sultán tuvo éxito al reavivar los combates en el Rif, donde ya existía un

sentimiento de malestar por el dominio del Rogui y por los gastos que ocasionaba el sostenimiento

de su tropa.2328

En la Comandancia General de Melilla fue redactado un minucioso informe. En él se

detallaban los resultados de un estudio realizado por elementos de la guarnición con el fin de

intensificar la relación de la plaza con las cabilas próximas y en general con el Rif. Su importancia

radica en contener el patrón de la ulterior actuación española en la zona hasta 1909 y el que en

definitiva explicaría el inicio de la campaña militar de ese año.

2325
Los agentes imperiales al llegar al Rif pretendían contraatacar, comprando la voluntad de diversos jefes rebeldes y
preparar una maniobra de diversión en la región en el momento en que la mehal.la imperial se dirigía a conquistar el
corazón del territorio rebelde, Taza. Fruto de estas actuaciones, la causa gubernamental se reactivaría.
2326
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 9 de Mayo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 165 /
Ex. 1.
2327
Telegramas del Comandante General de Melilla al Ministro de Estado, Abarzuza. 14 y 15 de Mayo de 1903.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 165 / Ex. 1.
2328
Telegrama del Comandante General de Melilla a Abarzuza. 18 de Mayo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 165 / Ex. 1.

1329
El documento partía de una circunstancia: al triunfar la sublevación roguista en las comarcas

adyacentes a la plaza española había que dar por finiquitado el compromiso majzení derivado de

acuerdos anteriores con España y consistente en situar autoridades y fuerzas en la cercanía de las

cuatro guarniciones españolas en el Rif. La sublevación roguista no iba a influir negativamente en

el flujo comercial generado desde o hacia Melilla. El pretendiente se había limitado a nombrar sus

propios caídes que garantizaban la vigilancia de la frontera, y la nueva Aduana rebelde estaba

situada fuera de los límites melillenses. Los rebeldes habían procurado mantener la paz en la raya

fronteriza y congraciarse con autoridades y agentes españoles. Por el contrario, las trabas

reglamentarias al comercio con España establecidas antaño por parte de la administración marroquí

habían desaparecido: mientras los agentes aduaneros majzeníes aplicaban con meticulosidad los

reglamentos, fiscalizando escrupulosamente todos los productos que transitaban por el

establecimiento, los roguistas favorecían de hecho la implantación de un relativo librecomercio. El

informe señalaba que era factible para España iniciar un proceso que condujera lentamente a

consolidar su hegemonía en los alrededores de Melilla, manteniendo relaciones fructíferas y

pacíficas tanto con el Rogui como con las cabilas de Kelaia y, por ende, en el conjunto del Rif, que

dieran cumplimiento a las aspiraciones colonialistas que podrían ahora satisfacerse con resultados

más precisos, después de varios años de contemplar con alto grado de recelo los movimientos y

esfuerzos franceses en la región. La penetración debía ejecutarse con diligencia y con sigilo. El

informe reconocía que las relaciones políticas con el Rif tras la insurrección lejos de haberse visto

dañadas, se habían visto favorecidas. Bajo el dominio del Rogui, parecía que el territorio se abría a

la influencia española ya que se permitían por parte de los rebeldes las incursiones pacíficas de los

oficiales de la guarnición y los movimientos de españoles y europeos en todas las direcciones,

internándose profundamente en el territorio marroquí, siempre que contasen con el salvoconducto

de algún notable y siendo bien acogidos por el pretendiente y por los rifeños. Era evidente que los

roguistas no compartían, a pesar del carácter supuestamente antiimperialista de la rebelión, el

criterio del Majzén de restringir los movimientos de los europeos en el Sultanato. El Rogui

1330
facilitaba incluso la presencia de los europeos en las cabilas donde ejercía su influencia, deseaba

congraciarse con las naciones extranjeras y particularmente con España. Incluso parecía dispuesto

a iniciar relaciones económicas con el extranjero. El informe recalcaba que apostar por el

Pretendiente y por una relación más abierta con las cabilas era el medio material para conseguir la

intensificación de la penetración pacífica y del movimiento comercial hacia el interior del

Sultanato. Aunque el Rogui no tomase Fez, si por lo menos adquiría una posición firme y segura en

el septentrión marroquí había que entenderse con él, favoreciendo su causa de manera más o menos

velada, lo que permitiría obtener grandes ventajas para los intereses españoles. En el documento se

señalaba que si las fuerzas imperiales arrinconaban y vencían a los roguistas, o si la insurrección se

alejaba de los límites fronterizos melillenses se planteaba entonces la ocasión propicia para romper

la neutralidad española, a favor del Sultán. Es decir, había que decantarse a favor del gobierno

marroquí sólo cuando la sublevación estuviera a punto de ser aniquilada, para participar de las

mieles del triunfo y arrancar algún tipo de concesiones al Majzén. Una prematura intervención de

España en apoyo del Sultán no presentaba más que inconvenientes, como era el plantear una

situación de enfrentamiento con las cabilas de Kelaia afectas al Rogui. 2329

Cuando surja en el territorio del Rif un nuevo poder consolidado, el roguista, que al parecer

va a controlar con mano firme el territorio, el gobierno español no ayudará a las tropas derrotadas

de un soberano amigo, como era el Sultán. Por el contrario, los gobiernos restauracionistas

siguiendo los consejos contenidos en el informe buscarán proyectar una serie de gestos que lo

congraciasen de alguna manera ante la nueva autoridad rifeña, en una suerte de política

continuadora de la que hemos titulado bajo el lema de “a amigo que huye, puente de plata“. Como

sabemos por la documentación diplomática o la que se encuentra en el Servicio Histórico Militar no

se querrá a los vencidos soldados del Majzén refugiados en Melilla, porque son una fuente

susceptible de provocar disputas con el Rogui. Es más, a los gobiernos restauracionistas les

2329
Informe confidencial sin fecha (pertenece a la primavera de 1903, al parecer) del Gobierno Militar de Melilla.
S.H.M. Archivos de la Comandancia Militar de Melilla. Rollo 792.

1331
interesará seguir propiciando el librecomercio con los cabileños de los alrededores, para que no se

interrumpan los flujos mercantiles, intensificándolos incluso si fuera posible, y al congraciarse con

el Rogui, sentar las bases para una penetración económica más efectiva en el Rif. Antonio Maura

practicará a rajatabla estos postulados, sentando las bases para una colaboración económica con el

Pretendiente, lo que se traduciría en la apertura de las minas de hierro en el Rif, germen u origen de

la guerra de 1909.

Ciertas alarmas desatadas en Tetuán colmaron el vaso de la paciencia del cónsul español en

la ciudad que puso en marcha una insidiosa campaña2330 que en nada desmerecía la tónica alarmista

de ciertos órganos de prensa para que el gobierno de Silvela enviara una fuerza expedicionaria a la

ciudad destinada a proteger los intereses españoles y europeos. La responsabilidad del cónsul

español, Pita es especialmente grave puesto que por otra parte reconoció expresamente su

desconocimiento de la situación política y de la organización social del país. Se confesaba incapaz

de poder calibrar lo que pasaba: no conocía a los marroquíes, ni su forma de ser, en suma

Marruecos era una realidad incomprensible para él. Era lógico que si la máxima autoridad

diplomática española estaba absolutamente desconcertada en Tetuán, al Ministerio de Estado, en la

lejanía madrileña, sin buenas fuentes de información le resultase absolutamente imposible

racionalizar la situación. El cónsul admitía que era muy difícil averiguar lo que iba a pasar de un

día a otro. A esto había que añadir la actuación de algunos colonos de la ciudad que enviaban a

Ceuta epístolas de índole catastrofista, contribuyendo a despertar el alarmismo y posteriormente el

pánico.2331 Su argumento principal era que no debía tolerarse en la ciudad la existencia de una

continua anarquía y el abandono del Majzén de toda forma de autoridad en ella.

2330
En uno de los despachos el cónsul señalaba: “Aparte el peligro de un ataque de fuera, existe dentro de los muros
una población forastera de riffeños y montañeses que no bajará de 2000 y que inspira muy serios y justificados
temores por la actitud que, casi con seguridad adoptaría cuando llegara el momento de la lucha“. Cólogan a
Abarzuza. Despacho no. 124. 28 de Abril de 1903.A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2331
Apuntaremos en este sentido que algunos sucesos ocurridos en la ciudad eran magnificados por periódicos como El
Liberal. Lo evidencia la edición del 4 de abril en la que se publicaba una noticia sobre el asalto de una multitud de
fanáticos musulmanes contra el cementerio cristiano de Tetuán, exagerando la rotura de la verja del mismo, de cruces
de hierro y lápidas, desenterramientos de cadáveres de españoles, etc; achacando estos actos al ‘estado de anarquía‘ que
vivía Marruecos y a la propaganda xenófoba y de exaltación religiosa que se hacía en nombre del Rogui. Hay que

1332
“El más eficaz y único medio de evitar (...) complicaciones (...) es una intervención
extraña armada a fin de facilitar la salida de los cristianos “.2332

Estos argumentos calaron hondo en el ánimo de los ministros, y aunque el gobierno español

no se planteó la ocupación militar de Tetuán para asegurar la calma y el orden en la zona, entendió,

días después, que se sentía “obligado“ a demostrar que España disponía de la capacidad armada

necesaria como para afrontar cualquier eventualidad, como era garantizar la vida de los colonos

europeos residentes en la zona de influencia asignada a ella en el tratado ‘non-nato’ de 1902. Las

acciones españolas que culminaron con el envío de una unidad naval, el Infanta Isabel2333 son

vistas como innecesarias por Abdallah Laroui pues el Majzén asumió su responsabilidad de

pacificar el territorio enviando tropas para reforzar Tetuán. Sin embargo esta interpretación

historiográfica debe ser matizada. A nuestro juicio la intervención sólo se produjo cuando la ciudad

estaba a punto de convertirse en un polvorín en llamas, siendo atacada por varios miles de

cabileños. De hecho, en Madrid se valoraban muy negativamente los estados de alarma vividos en

la ciudad y el aparente fracaso de las autoridades y de los propios notables locales2334 para

reconducir la situación,2335 y otros signos frustrantes evidentemente los había provocado el

vicecónsul inglés con la evacuación de sus nacionales.

Los ingleses tomaron la iniciativa de forma repentina: a comienzos de mayo remitieron un

torpedero primero y luego decidieron expedir un acorazado, el Renown a Tetuán, con la misión de

recoger al Vicecónsul y a los súbditos británicos. Un segundo acorazado, el Repulse llegaba a

señalar al respecto que el Bajá se responsabilizó de llevar a cabo las reparaciones con prontitud. También la prensa
habló a mediados de abril de una supuesta invasión y asalto de Alcazar tras un incidente aislado en el que un
comerciante en Larache, hijo del Vice-consul británico resultó herido en una discusión.
2332
Cólogan a Abarzuza. Despacho no. 130. 3 de Mayo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
165 / Ex. 1.
2333
Cfr. Ministerio de Estado: Informe confidencial no. 19. La insurrección en Marruecos. 16 de Mayo de 1903.
A.M.A.E. Legajo H- 2738. Circulares sobre Marruecos.
2334
Existían discrepancias y diferentes puntos de vista entre unos y otros que les impedían tomar medidas expeditivas.
2335
Los despachos casi diarios que llegaban a Madrid procedentes de Tetuán -a través de Tánger- insistían en la
sensación de alarma y peligro. Una comisión de notables tetuaníes fue remitida a la cabila de Anyera regresando con la
noticia de que algunas fracciones de los anyerinos reconocían al Rogui, se unirían a los Beni-Ider en su hostilidad
contra Tetuán y no iban a dejar transitar libremente por su territorio a cristianos y hebreos.

1333
Gibraltar el 11 de mayo, dispuesto a marchar hacia Tánger ante la primera señal de alarma.2336 Este

insólito movimiento de la Armada británica, que incrementó el pánico de la población de Tetuán,

despertó de forma inmediata los recelos del país que se presagiaba como futuro dominador del

Sultanato, Francia, que se apresuró a preparar un buque de guerra en Orán, el crucero Du

Chayla.2337

Era este un momento en que las tácticas diplomáticas francesas habían conseguido suplantar

prácticamente la influencia británica en la Corte jerifiana. Saint-René Taillandier se mostraba

enteramente satisfecho al respecto y no tenía ningún recato en transmitir a Cólogan las impresiones

de Descós, su agente en Fez, que había conseguido minar la preponderancia británica, ganándose el

apoyo de El Garnit y Ben Sliman. El balance galo era claramente optimista: tras haber frustrado la

puesta en marcha del tertib –impuesto agrícola reformado- y la construcción de los ferrocarriles

auspiciada por los británicos, los franceses habían conseguido convencer a una buena parte de los

miembros del Majzén de la supuesta ‘desinteresada amistad francesa’ que no aspiraba a devorar a

Marruecos y del hecho que la responsabilidad de la rebelión roguista se debía simplemente a las

injerencias británicas en el Sultanato.2338 Los órganos de prensa al servicio de los intereses galos

repetían este mensaje. Era el caso de un nuevo vehículo instrumental de la acción francesa, el

periódico semanal tangerino Journal du Maroc, dirigido por Daniel Saurin, antiguo exportador de

cereales junto al río Kiss. Este semanal, órgano de la Legación francesa, al salir a la luz hacía suyo

el lema de la ‘penetración pacífica en Marruecos’ auspiciado por el Ministro Delcassé.

Cólogan instó reiteradas veces a las autoridades marroquíes a que enviasen tropas y

municiones a Tetuán. Para mantener el orden en todo el norte del Imperio,2339 el Majzén no podía

2336
Telegrama del cónsul español en Gibraltar, Martí al Ministro de Estado, Abarzuza. 11 de Mayo de 1903. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 165 / Ex. 1.
2337
Telegrama del cónsul español en Gibraltar, Martí al Ministro de Estado, Abarzuza. 10 de Mayo de 1903. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 165 / Ex. 1.
2338
Cólogan a Abarzuza. 11 de Mayo de 1903. Despacho no. 139. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
165 / Ex. 1.
2339
Le Maroc, el periódico que actuaba como agente oficioso de la Legación francesa en Tánger publicaba
cotidianamente editoriales, lamentándose del convulso estado de anarquía en que vivía el Imperio marroquí. La
publicación señalaba que las actividades del Raisuni y las de las bandas de delincuentes que infectaban el noroeste de

1334
multiplicar sus esfuerzos, dependía en primer lugar de la actuación de los vapores británicos con

base en Gibraltar que utilizaba para sus suministros, y los focos de tensión se habían repartido por

toda la zona noroccidental del país. El Raisuni se erguía como un nuevo foco de riesgo pues

mantenía contactos con el Rogui y su visir El Habib Said, además de con otro pretendiente

establecido en Xauen, que también afirmaba ser Muley Mohammed, el hermano mayor del Sultán y

cuyo verdadero nombre era Mohammed Yanati el Haiani. El Rogui había exigido que el Raisuni le

reconociese como Sultán, a lo que éste, Muley Ahmed no mostró ningún inconveniente, pero trató

de convencerle que aproximase sus fuerzas a la región de Tánger, pues temía el envío contra él de

fuerzas imperiales, a las que no podría hacer frente.

El gobierno marroquí solicitó del español la venta urgente de cien fusiles Mauser y

cincuenta mil cartuchos. A pesar de contar esta medida con la aprobación de Cólogan,2340 el general

Linares, ministro de la Guerra prohibió expresamente al gobernador militar de Melilla que se

vendieran fusiles a las fuerzas del Sultán.

El 12 de mayo la ciudad de Tetuán quedó sitiada y fue vigorosamente atacada, quedando la

colonia española refugiada en el consulado. Ante la escasez de municiones en la guarnición, las

impresiones que llegaban a Ceuta eran que no se podía prolongar mucho la resistencia. 2341

Marruecos convertían el estado general de intranquilidad del país en un grave peligro para el mantenimiento del ‘statu
quo’.
2340
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 12 de Mayo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 165 /
Ex. 1.
2341
Telegrama del Comandante General de Ceuta al Ministro de la Guerra. 12 de Mayo de 1903. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 165 / Ex. 1.

1335
13.19. Silvela aplica de nuevo la política de cañoneras. El envío del Infanta Isabel a Río

Martín.

En tales circunstancias, el 13 de mayo el gobierno de Silvela juzgó conveniente el envío a

Río Martín, en las proximidades de Tetuán, del crucero Infanta Isabel. 2342 Habían llegado a Madrid

informes catastrofistas sobre las deficientes condiciones de defensa de la plaza. Estos informes

insistían en el pánico que había dominado a los españoles residentes.2343 El buque debía proteger la

evacuación de la colonia española, en caso de producirse.2344 Las autoridades francesas, remisas a

mandar unidades navales o fuerzas de desembarco ya que la aparición de una columna de tropas

que operase en esa dirección suscitaría un verdadero escándalo en la prensa alemana (y en la de

uno o dos países más), solicitaron de las españolas que el buque evacuara a su colonia en la ciudad.

Por otra parte, la presencia del buque español estaría acompañada por la del acorazado Renown y

dos torpederos británicos.

La actuación del crucero español en aguas marroquíes sería muy dilatada en el tiempo, pues

su misión era permanecer en la zona, consciente como era el gobierno de Silvela del peligro que la

toma de Tetuán por los cabileños podía suponer para las vidas de los residentes españoles que

permaneciesen en la villa.2345 Su sola presencia en el puerto próximo a Tetuán levantaba el ánimo e

infundía a los habitantes de la ciudad esperanzas de salvación, contribuyendo a disuadir a los

2342
Informe confidencial no. 19. La insurrección en Marruecos. 16 de mayo de 1903. A.M.A.E. Legajo H-2738.
Circulares sobre Marruecos. Recalquemos que Mohammed Torres había enviado a Tetuán, 1000 fusiles y 9.000
cartuchos primero y luego, el 3 de mayo a Muley Arafa que llegó a la ciudad acompañado de 178 infantes con 10.000
cartuchos, más 200 hombres armados de la cabila de Beni-Hassan que en representación de ésta habían venido a
ponerse a disposición de las autoridades, regresando luego a su tribu para cooperar en la defensa en la forma más
conveniente. Comisionados de la cabila de Beni-Said habían ofrecido también su apoyo y había la esperanza de que si
las de Anyera, Gomara e Imas que con las de Beni-Hassan eran las más poderosas de la región, se mantenían cuando
menos neutrales, pudiera Tetuán defenderse contra las otras de los alrededores, particularmente contra las más
levantiscas de Beni-Ider y Wad- Ras.
2343
Telegrama del Comandante General de Ceuta al Ministro de Estado. 14 de Mayo de 1903. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 165 / Ex. 1.
2344
Telegrama de Abarzuza al Comandante General de Ceuta. 12 de Mayo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 165 / Ex. 1.
2345
Telegrama del Ministro de Marina, Joaquín Sánchez de Toca al comandante del crucero Infanta Isabel. 19 de
Mayo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 165 / Ex. 2.

1336
montañeses de la idea de lanzar un asalto ante el temor de que las fuerzas armadas españolas se

implicasen en la contienda.

El Mennebhi, Ministro de la Guerra desencadenó una furiosa ofensiva contra Taza a

mediados de mayo, mientras el Rogui, herido estaba siendo atendido en Ain Mediuna por la tribu

de los Sanhaya.2346 Previamente se había conseguido mediante el soborno socavar el apoyo que le

prestaban los Guiata y otras cabilas. 2347 A pesar de no contar con la presencia física de su lider, las

tropas roguistas lucharon con una valentía y un arrojo extraordinarios porque “los jefes de las

zauías les confirmaban que estaban llevando a cabo una auténtica ‘yihad’“(Abdallah Laroui), es

decir una defensa de la fe religiosa. Finalmente el día 7 de julio el Mennebhi entraba en ciudad.2348

El Rogui no se decidió a contraatacar inmediatamente; los informes de los confidentes españoles en

Melilla señalaban que se enfríaba el entusiasmo de sus adictos, pasada la efervescencia de los

primeros días del levantamiento.

El órgano oficioso de la Legación francesa en Tánger, Le Maroc a pesar de los evidentes

progresos de la causa imperial no cesaba de desprestigiar al Majzén. Así pese a señalar que la

campaña del Rogui en el Rif no se clausuraba con un triunfo, ya que persistían las disensiones entre

sus partidarios, y la llegada a Melilla de una comisión jerifiana había ensayado con éxito la

fórmula de rescatar para la causa del Majzén a algunos notables influyentes de la región, la

publicación también recalcaba el estado de anarquía e indisciplina que se iba extendiendo por todo

el norte del Imperio marroquí, favorecido por el desprestigio, la falta de dirección y energía y la

debilidad del gobierno y de las autoridades. Se citaban los robos cometidos a lo largo de la ruta

2346
La resistencia férrea de esta cabila rebelde frenó la marcha de las tropas del Sultán sobre Taza. No pudiendo
atravesar por su territorio las fuerzas leales, éstas tuvieron que dar un rodeo de cierta importancia, desviándose del
camino proyectado. Informe confidencial no. 24. La insurrección en Marruecos. 20 de junio de 1903. A.M.A. E. Legajo
H- 2738. Circulares sobre Marruecos. Permanecieron acampadas en las inmediaciones de Ain Mediuna, por ello, sin
poder continuar el avance, siendo duramente atacadas por los Sanhaya. El Sultán se rearmaba adquiriendo en Europa
hasta doce cañones de tiro rápido Creusot. También se rumoreaba que iban a salir de Fez hasta 2.000 hombres con
destino a Tánger, para emprender la reconquista del Rif a través de Melilla o de la frontera argelina.
2347
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 22 de Mayo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 165 /
Ex. 2.
2348
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 12 de Julio de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 165 /
Ex. 2.

1337
Alcazar- Tánger, la deserción de los bereberes Zemmur del contingente imperial encargado de

combatir al Rogui en Taza y el saqueo que habían llevado a cabo en Fez. Ello alentaba los

movimientos de pillaje e insubordinación que obraban con total impunidad y el Majzén solo los

había sabido hacer frente en Tetuán gracias a la energía de su Bajá y al concurso de sus habitantes

y voluntarios rifeños que respondían con energía al ataque de las tribus insurgentes. En realidad, si

analizamos el contenido de la publicación nos damos cuenta que respondía a un auténtico círculo

vicioso, pergeñado por la óptica imperialista francesa que sólo aspiraba a consolidar su hegemonía

en el país. A nivel diplomático o publicístico, los franceses criticaban la debilidad del Sultán, su

incapacidad para lograr el orden y controlar la situación, el estado de desorganización del país, la

“anarquía” e “inseguridad“ en los caminos,2349 así como el nefasto empeño de Abd- el- Aziz en

tener a su lado a MacLean, el asesor británico. El cinismo de la actuación francesa venía resaltado

por Cólogan en un despacho. El diplomático señalaba al Ministerio de Estado que eran los propios

ciudadanos franceses residentes en el Imperio, o los marroquíes y judíos protegidos de la República

quienes más trabas ponían y más obstaculizaban la buena marcha del Majzén y la eficiente

organización administrativa del país, habiendo saboteado durante meses la aplicación del nuevo

sistema fiscal. 2350

Las suspicacias del Ministerio de Estado durante estas fechas se reforzaban por el hecho

crónico (para la diplomacia española en el Sultanato) de la carencia de noticias fiables, derivado de

la falta de estructuración de un competente servicio de inteligencia. Cólogan dependía en Tánger de

las noticias que le aportaban ingleses y franceses.

A pesar de los colosales esfuerzos realizados por el Sultán, la rebelión roguista no podía ser

abortada. La prolongación de los incidentes en el norte del Imperio había hecho patente la

paralización del comercio, y de todo ello resultaba una creencia común estereotipada, la de que el

origen de los desórdenes estaba en la despreocupada actuación del gobierno.

2349
La intranquilidad social se trasladó a toda la extensa zona atlántica comprendida entre Larache y Casablanca.
2350
Cólogan a Abarzuza. Despacho no. 156. 22 de Mayo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
165 / Ex. 2.

1338
13.20. La expedición francesa contra Figuig. Literatura colonialista e Historia. Movimientos

militares franceses.

La operación punitiva francesa de Figuig en 1903 fue ensalzada por la literatura de la época

imperialista. Así la política expansionista gala en el Este de Marruecos aparecía como la tarea

pretendidamente humanitaria de una nación superior, Francia, que estaba llevando a cabo una

misión “civilizadora” entre los pueblos salvajes. No despertó la alarma que habían causado las

operaciones en el Tuat de 1900 y nos encontramos ejemplos literarios como el del autor de la saga

de Beau Geste, el prolífico P.C. Wren que ensalza esta “noble“ misión del ejército republicano, la

que lleva a Francia a cumplir una función dirigente y hegemónica en el noroeste de África frente a

otras razas y pueblos, más atrasados. Moviéndose en los mismos parámetros de autores como

Rudyard Kipling o el norteamericano Edgar Rice Burroughs, en la visión literaria que da Wren del

Marruecos precolonial, de la Legión Extranjera y de la actuación de ésta en Marruecos se está

creando una auténtica mitificación y late una idea de fondo evidente: la superioridad del francés por

su inteligencia, por sus recursos, por su valor, por el de su civilización respecto de los árabes y

bereberes; y por lo tanto la legitimidad intrínseca de la colonización. Wren sitúa al protagonista

norteamericano Otis Vanbrugh de su novela Beau Ideal, segunda de la serie sobre la Legión

Extranjera francesa, en medio de un conjunto de apasionantes aventuras sorteando la pasión

amorosa que por él siente la bellísima mestiza ‘El Ángel de la Muerte’ en la ciudad marroquí de

Figuig, a la que disfraza levemente con el nombre de Zaguig.2351 Se trata de, una ciudad

reaccionaria, dominada por el pecado, el deseo de asesinato y los vicios más depravados, ciudad

“santa” para el Islam gobernada “por algunos de los tunos menos santos de la humanidad que

2351
Cfr. Wren, P. C.: Beau Ideal, Barcelona, Editorial Juventud, 1961.

1339
manchan la tierra“2352, habitada enteramente de musulmanes fanáticos y crueles, imbuidos de un

desprecio insondable por los cristianos, y a los que la propaganda de derviches, mullahs, ulemas,

morabitos y predicadores impulsa a combatir incesantemente a los franceses.

Wren se deja llevar por la fantasía más extrema y presenta esta ciudad marroquí como

epicentro de la sedición y violencia, donde se habían dado cita los jefes de toda fracción

antifrancesa, desde ... ¡los senussi de Oriente¡ hasta los rifeños de Occidente, conspirando juntos y

esforzándose por hacer frente a la ‘marea creciente de la civilización‘. Es significativo que un autor

anglosajón haga las loas del expansionismo francés y esto nos evidencia que en el momento de

redactar su novela, se estaba constituyendo la “ Entente Cordiale “ y se justificaba incluso en Gran

Bretaña la necesidad de la operación de Figuig, que no iba a provocar en definitiva en Europa el

mismo grado de indignación que había suscitado la agresión en 1900 contra el Tuat. En el momento

de producirse, Lord Lansdowne no manifestará el menor recelo por la actuación gala y por el

contrario seguirá pensando que no alteraba en nada el buen mantenimiento de las relaciones

entrelazadas en torno a la cuestión marroquí entre Francia, Inglaterra y España.

El 24 de mayo el cónsul español en Orán, marqués del Pedroso, advertía al Ministerio de

Estado del inicio de las operaciones contra Figuig.2353 Era una noticia inesperada, que precedía al

desarrollo de una acción enérgica francesa contra el sureste del Imperio. Cuatro días antes, el vapor

Emir, de la compañía francesa Touache, procedente de Melilla había desembarcado en Nemours a

una Embajada del Sultán encabezada por Ahmad al- Rukaina, antiguo Amal de Uxda, muy

apreciado entre las tribus por su sentido ético de la justicia, saliendo el día siguiente para

Marnia.2354 Esta misión demostraba la disposición del gobierno del Sultán a contraatacar contra el

Rogui desde Argelia, ya que los españoles no colaboraban en Melilla, en un momento en que la

2352
Cfr. Wren, P. C.: Beau Sabreur, Barcelona, Editorial Juventud, 1983, pág. 59.
2353
El Marqués del Pedroso a León y Castillo. Despacho no. 77. 24 de Mayo de 1903. A.G.A. Fondo de Asuntos
Exteriores. Embajada de España en París. Caja 5841 / Legajo 599.
2354
El vapor Emir les llevó a los miembros de la Embajada 100.000 pesetas con los cuales comprar las voluntades de
los roguistas. Informe confidencial no. 21. La insurrección en Marruecos. 30 de mayo de 1903. A.M.A.E. Legajo H-
2738. Circulares sobre Marruecos.

1340
situación militar empeoraba en el Rif para la causa imperial. 2355 Se esperaba por parte del Majzén

que la presencia de su enviado evitaría la caída de Uxda en manos del pretendiente atrayendo a la

causa del Sultán a las cabilas roguistas próximas a la frontera.2356 Se contaba por otra parte con la

neutralidad ‘condescendiente‘ de las autoridades francesas de Argelia. En realidad esta neutralidad

iba a tener un precio: el precio era la iniciación de las operaciones francesas sobre el foco de

resistencia en Figuig.

Con todo, esta operación no suponía un deseo manifiesto del gobierno republicano de merma

del territorio imperial. Como los franceses no confiaban en obtener el apoyo británico que

permitiera una conquista completa del territorio, se trataría de una operación de castigo para acabar

con la resistencia armada de las tribus marroquíes que utilizaban los oasis de Figuig como

santuario en repetidas ocasiones. Desde esta base de operaciones combatían sin tregua a las tropas

francesas invasoras del Sureste del Imperio. Los franceses invocaban el argumento de estar

cumpliendo el espíritu del tratado de delimitación franco-marroquí de 1845 (de Lalla Marnia);

argumento rechazado por el cónsul general de España en Argelia, Luis Marinas pues veía en los

asaltos y emboscadas efectuadas por los resistentes marroquíes un simple pretexto (señalaba más

bien que estos altercados habían sido provocados por la actuación de los invasores) con el fin de

justificar una nueva invasión y ocupar otra parte del territorio sultaniano.2357 El compromiso de

Francia de respetar la integridad del Imperio se evidenciaba cuando a la vez que se organizaba la

expedición de castigo, París estaba dispuesta a admitir el paso por suelo argelino de la guarnición

2355
Con todo, los informes diplomáticos españoles señalaban que el 1 de junio, los rebeldes enviados por el Rogui
contra el Gharb al mando de Molcki Abd –al- Aziz de Beni Snassen habían desertado, desistiendo de su empresa.
Frente a Alhucemas habían acampado fuerzas insurrectas al mando de un delegado del Rogui, trabando combate con
miembros de las cabilas. Informe confidencial número 22. La insurrección en Marruecos. 6 de Junio de 1903. A.M.A.E.
Legajo H- 2738. Circulares sobre Marruecos. Posteriormente se supo que las fuerzas insurrectas acampadas frente a
Alhucemas se componían solamente de unos 50 jinetes roguistas, enviadas a petición de ciertas fracciones de cabila que
deseaban sublevarse contra el Sultán. Los roguistas tuvieron que retroceder por haber tropezado con serias dificultades.
En el Rif Central se suscitaban serias discrepancias contra el Rogui. Informe confidencial no. 23. La insurrección en
Marruecos. 15 de Junio de 1903. A.M.A.E. Legajo H- 2738. Circulares sobre Marruecos.
2356
Los medios diplomáticos españoles informaron al gobierno conservador que el enviado jerifiano contaba, para ello,
con el “nervio más poderoso y sin igual para lograr su cometido“: cien mil pesetas en oro que desembarcó el Emir. El
Marqués del Pedroso a León y Castillo. Despacho no. 80. 24 de Mayo de 1903. A.G.A- Fondo de Asuntos Exteriores.
Embajada de España en París. Caja 5841 / Legajo 599.
2357
El cónsul general español en Argelia, Luis Marinas a León y Castillo, Embajador en París. Despacho no. 6. 28 de
Mayo de 1903. . A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Caja 5841 / Legajo 599.

1341
jerifiana de Figuig. El 29 de mayo llegaban a Orán en el vapor Tell procedentes de Tánger 150

soldados marroquíes destinados al oasis a donde debían llegar por vía férrea. La otra mitad del

contingente se había negado a embarcarse y había desertado.2358

Antes de proceder a lanzar sus efectivos contra Figuig, los diplomáticos franceses diseñaron

en Londres una estrategia de preparación de la ofensiva. El Embajador republicano en la capital

británica se presentaba el 20 de mayo en el Foreign Office. El propósito era notificar al Marqués de

Lansdowne que en las proximidades del oasis marroquí un convoy francés había resultado

destruido por el ataque de miembros de una tribu que según el convenio firmado en 1902 entre

Francia y Marruecos debía estar dentro de la esfera de vigilancia francesa. El Gobierno de la

Tercera República había decidido organizar una expedición punitiva contra la tribu, dando la

seguridad al inglés de que la operación se ceñiría a un simple castigo. En realidad una filosofía

geopolítica subyacía en los planes de los colonizadores. En efecto en los propósitos expansionistas

galos la finalidad básica era transformar la vieja dominación del territorio en el Sultanato practicada

por el Majzén, que se contentaba con controlar el espacio de la comunicación, del poder y de las

ciudades, por una división territorial del espacio geográfico y en un control estricto de la

población.2359 El Majzén había considerado vital el control de los intercambios y de las rutas

comerciales y de las ciudades, nudos estratégicos para el poder imperial. Pero la continua amenaza

de ocupación de sus fronteras territoriales por las agresoras potencias imperialistas (España y

Francia) no había hecho más que debilitar su control del territorio, dificultando la integración de
2358
Marqués del Pedroso a León y Castillo. Despacho no. 86. 30 de Mayo de 1903. A.G.A. Fondo de Asuntos
Exteriores. Embajada de España en París. Caja 5841 / Legajo 599. En realidad el contingente imperial destinado a
Figuig había empezado a dar muestras de indisciplina al estar acantonado en Larache, procedente del interior del
Imperio, y antes de embarcarse cuando esperaban al vapor Turquí que debía llevarlos a Tánger, desmoralizados,.los
askaris se habían dedicado a practicar algunos desmanes, poniendo en peligro la seguridad de los habitantes de la
ciudad portuaria. Los delegados del Sultán, Administradores de la Aduana hubieron de ceder a las presiones populares
repartiendo armas entre los ciudadanos, acto que amedrentó a los askaris. Reunido el cuerpo consular se acordó
solicitar el retiro de la tropa indisciplinada y que se destituyese al Jalifa de Larache, en razón a su falta de energía para
reprimir los desmanes. La Legación francesa intentaría capitalizar esos desórdenes, señalando que la indisciplina de los
askaris desaparecería en el mismo momento en que en los confines argelo-marroquíes pasaran a ser instruidos por
oficiales franceses, convirtiéndose en una fuerza eficiente y combativa. Un capitán francés experimentado en el
adiestramiento de indígenas argelinos iba en el Turquí como encargado de llevarles a su lugar de destino: Orán y luego
la frontera. Cólogan a Abarzuza. Despacho no. 161. 23 de Mayo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 165 / Ex. 1.
2359
Telegrama de Mandas a Abarzuza. 20 de Mayo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 165 /
Ex. 1.

1342
una serie de entidades autónomas que no juraban fidelidad a la autoridad central. Esto había

ocasionado un movimiento incesante de los sultanes y sus ejércitos para asegurar la sumisión de

zonas que se aprovechaban de la lejanía del poder. Los franceses se decantaban ahora, aplicando

una lógica implacable de ocupación militar por el dominio total del territorio que ocupaban; era una

tendencia que culminaría con la llegada a Argelia del general Lyauteay y su acción en la frontera.

Días después el periódico L´Echo du Oran daba cuenta de un violento ataque ocurrido el 31

de mayo 2360 de alrededor de cuatrocientos miembros de la tribu de Zenaga procedentes de Figuig a

la escolta que acompañaba en un viaje al extremo sur del Oranesado al Gobernador general de

Argelia, Jonnart. El rotativo resaltaba el reconocimiento hecho por el Amal de Figuig, sidi

Abdessalem de su impotencia por hacerse respetar en los oasis, donde reinaba un violento espíritu

antigalo (el propio Abdessalem se tuvo que refugiar en el territorio ocupado por la Legión

francesa). Según la citada publicación, la autoridad majzení había declarado que el gobierno

marroquí estaba dispuesto ‘a secundar las intenciones del francés‘ en el mantenimiento del orden

en la frontera. Francia había conseguido tras una larga serie de incidentes a lo largo de 1901 y

1902, un ´casus belli´. Ello iba a servir para afianzar su imparable hegemonía en el extremo oriental

del Sultanato. Este hecho de aparente gravedad iba a propiciar una intervención armada

‘justificada’ a los ojos de Europa, favorecida por la indeterminación de la frontera argelomarroquí

establecida en el artículo no. 6 del tratado de Lalla Marnia. En este se señalaba escuetamente que la

delimitación fronteriza en el desierto, al sur del territorio de los alcázares estaba de más, era

superflua.2361 El incidente fue magnificado por la prensa gala: Francia había obtenido la

justificación oportuna para el uso de la violencia. Se calificó el ataque contra Jonnart de vil

atentado terrorista, diseñado como una verdadera emboscada premeditada y aconsejada por el viejo

lider resistente Bu-Amama. Hasta ese momento el gobierno francés había utilizado el discurso

2360
Telegrama de Luis Marinas a León y Castillo. 1 de Junio de 1903. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores.
Embajada de España en París. Caja 5841 / Legajo 599.
2361
Cfr. Morales Lezcano, V.: “La cuestión fronteriza argelo-marroquí (1845-1912). Su repercusión en España“, en
Morales Lezcano, V.: Las fronteras de la Península Ibérica en los siglos XVIII y XIX. Esbozo histórico de algunos
conflictos franco-hispano-magrebíes, con Gran Bretaña interpuesta, Madrid, U.N.E.D., 2000, pág. 164.

1343
tergiversador de que “estaba dejando al Majzén el cuidado de castigar y dispersar las bandas de

rebeldes que se organizaban contra el territorio argelino“. Sin embargo, según París el gobierno

marroquí hacía dejación de su responsabilidad con aquellos de sus “súbditos que rehusaban
2362
someterse a su autoridad“ y persistían en sus ataques al ejército galo. A partir de ahora se

producirá un cambio radical de actitud: incumbía desde ese momento a la República la tarea de

ejercer el “derecho” de represalia contra las tribus. La operación no se anunció como destinada a

completar la ocupación de una parte del territorio marroquí, sino simplemente como una acción de

castigo que se iba a llevar a cabo con energía y prudencia y que redundaría en beneficio también de

la autoridad del Sultán.

El proyecto político francés era claramente alzarse como poder hegemónico en la zona y

evitar la revitalización del Sultanato fuera de la tutela republicana. El gobierno francés iba a acusar

al Majzén de no haber aplicado a tiempo una terapia preventiva que neutralizase las amenazas hacia

Francia procedentes de Figuig y echaría en cara al Sultán el comportamiento y el desplome de la

capacidad militar de la fuerza jerifiana enviada al oasis. Por eso recalcaba que la guarnición del

oasis compuesta de gente muy madura e imberbes reclutas había prácticamente desertado o se había

unido a los resistentes antiimperialistas. Asimismo tergiversando las manifestaciones de los

habitantes del Sureste imperial, se les acusaría de no querer someterse a la autoridad marroquí y de

pretender mantener un ‘status’ de independencia política que indefectiblemente traía la inseguridad

a la frontera. Tal como aparece reflejado en Beau Ideal, Francia acusaba a los habitantes del oasis

de albergar un refugio de asesinos, delincuentes, fanáticos y malhechores que no querían la paz

para “el extremo sur oranés“, y esto el gobierno republicano no lo iba a tolerar. El Sultán era

incapaz de actuar con energía y diligencia. El interés republicano, en la órbita de la penetración

pacífica, era intensificar la penetración comercial en estos territorios fronterizos, construir un

ferrocarril transahariano, subvencionar a las compañías de navegación galas que unirían los puertos

2362
Luis Marinas a León y Castillo. Despacho no. 7. 2 de Junio de 1903. . A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores.
Embajada de España en París. Caja 5841 / Legajo 599.

1344
argelinos y los marroquíes del Atlántico, suplir la competencia manufacturera extranjera en

Larache, Safi, Mogador, Mazagán y en la desembocadura del Sebú e incentivar las iniciativas

comerciales y agrícolas que tenían como base el valle del Muluya y las llanuras del Angad. 1903 se

revelaría como el año decisivo de las expediciones exploratorias y comerciales galas en todas las

costas del Imperio. En efecto además de la de Lebaudy y de la realizada en la Mar Chica, los

círculos burgueses exportadores de Orán fletaron un vapor, el Tritón de 190 toneladas con la tarea

de iniciar un tráfico entre la ciudad argelina y los puertos atlánticos marroquíes.2363

Todo ello pasaba por llevar la paz a la frontera argelo-marroquí. El gobierno galo tenía

asimismo interés en potenciar la emigración marroquí a Argelia presentándola como un territorio

donde reinaba la seguridad y la religión musulmana era escrupulosamente respetada. El cambio

introducido en la política francesa de la frontera iba a combinar las acciones armadas apelando a la

imposibilidad del Amal (= Gobernador) de Figuig para mantener la paz en los lindes fronterizos,

con una actuación tendente a la negociación con las tribus marroquíes a fin de atraerlas a la causa

francesa.

La segunda alteración del statu quo en la línea fronteriza en el plazo de tres años mantuvo en

vilo al gobierno conservador español que no podía permanecer indiferente a los

acontecimientos.2364 Los consulados en Orán y Argel se pusieron inmediatamente en marcha

2363
El Marqués del Pedroso a León y Castillo. Despacho no. 266. 24 de noviembre de 1903.
2364
Despacho sin numerar de León y Castillo a Luis Marinas, cónsul general en Argelia. 2 de Junio de 1903. A.G.A.
Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Caja 5841 / Legajo 599. El gobierno se limitó a
contemplar sin estridencias y sin exteriorizar su preocupación el curso de las operaciones militares, que suscitarían un
debate animado en el Senado español. En el curso de éste, el senador republicano Labra se mostró radicalmente opuesto
al mantenimiento del ‘statu quo’ en Marruecos, porque sancionaba la resistencia del Sultán a la civilización occidental,
a las relaciones con Europa y al Derecho internacional. Amparando el ‘statu quo’, según Labra, España amparaba el
declive de su prestigio en el Imperio y el crecimiento de la influencia de otras potencias europeas, que aumentaban sus
medios de acción en Marruecos. El Ministro de Estado B. Abarzuza justificó las operaciones militares francesas en
Figuig, aludiendo al estado de ‘constante anarquía’ en que vivía el Sultanato. Sin embargo señaló que el Imperio
marroquí subsistiría, mientras las potencias europeas estuviesen de acuerdo en mantener el ‘statu quo’, que tan
acerbamente criticaba el senador Labra. El gobierno conservador seguía adherido con resolución a esta política, como
la única conveniente en momentos de recogimiento, de reposición de energías. Asimismo estimó necesario profundizar
en la política de amistad con Francia e Inglaterra, señalando en particular que el Foreign Office daba repetidas muestras
de estar completamente de acuerdo con la política exterior del gabinete Silvedla y con el conjunto de intereses
españoles en el Sultanato. El senador Juan Ranero y Rivas, en la sesión del 9 de junio inquirió al gabinete Silvela si
había tenido conocimiento oficial por parte de Francia de la expedición militar que esta potencia llevaba contra Figuig,
y si esta expedición concluiría con la anexión a Argelia de los alcázares de este territorio, o el establecimiento de un
protectorado galo sobre el territorio. Abarzuza señaló que mucho antes de comenzar la expedición, el gabinete español

1345
realizando una tarea febril en el seguimiento de las noticias. Sin embargo no disponiendo de

agentes confidenciales desplegados en Figuig, sus titulares, el Marqués del Pedroso y Marinas

entablaron contacto con judíos fugitivos de Zenaga. 2365

La acción francesa se inició en la mañana del 8 de junio con un bombardeo masivo de

Zenaga.2366 La potencia de fuego empleada por los europeos resultó devastadora y los mortíferos

explosivos produjeron un número de bajas entre los resistentes muy elevado.2367 Poco después los

representantes de siete alcázares de Figuig se presentaban ante el alto mando francés para rendirse.

Se iba a exigir a Marruecos la fijación definitiva de un límite fronterizo con Argelia señalado por

los muros exteriores del palmeral de Figuig, lo que suponía un recorte considerable del territorio

del Sultanato.2368 Las unidades francesas iniciaron entonces reconocimientos del territorio próximo

que les llevaron a seguir profundizando en la penetración en Marruecos, atacando a las tribus

expulsadas del oasis por el bombardeo, impidiendo que éstas se reorganizaran y asimismo cortando

la posibilidad de que llegaran refuerzos a Figuig desde las diferentes comarcas del Sureste

marroquí.2369

había recibido una notificación oficial por parte de Francia de que se iba a castigar a algunos merodeadores y ladrones
de las tribus fronterizas que habían atacado a un convoy francés y que las tropas de la República volverían a sus bases
de partida. En vista de estas manifestaciones, Ranero tomó la palabra de nuevo para llamar la atención sobre la
posibilidad de que Francia aún manteniendo en apariencia el ‘statu quo’ pasase a entrometerse en los asuntos
marroquíes, influyendo en el nombramiento de Bajaes y caídes y pretendiese prolongar el ferrocarril transahariano a
través de la comarca de Figuig, a través de una política de atracción a las cabilas para posteriormente prolongar la línea
férrea hasta Fez, Marrakesh y Tarudant, para ir desde allí hasta San Luis de Senegal. Con ello, el gobierno republicano
podía realizar a un tiempo dos objetivos: la conquista pacífica de Marruecos y la unión de las colonias francesas en el
África noroccidental. Abarzuza en su contestación se atuvo a la declaración oficial francesa que consignaba que las
tropas republicanas no tenían más objetivo que castigar a los perturbadores de la paz en la frontera y se retirarían tan
pronto como lo hubiesen ejecutado. Informe confidencial no. 23. La insurrección en Marruecos. 15 de junio de 1903.
A.M. A.E. Legajo H- 2738. Circulares sobre Marruecos. El Ministro de Estado terminaría sus intervenciones en la
Cámara Alta señalando la necesidad para España de sostener al gobierno del Sultán, “porque aunque no sea un modelo
de administraciones, su desaparición significaría el triunfo del salvajismo y de la barbarie“. En el Congreso de los
Diputados el liberal Segismundo Moret interpelaría al gabinete conservador si entendía que la empresa de Lebaudy
estaba implicando una violación del ‘statu quo’. El debate prosiguió días después derivando a la orientación
internacional de la política conservadora. El diputado integrista Nocedal manifestó que España estaba amenazada de ser
el campo de batalla de un futuro conflicto europeo. Silvela negó la posibilidad de guerras en el Mediterráneo y en el
norte de África y auguró que la guerra estallaría en el Extremo oriente asiático. El diputado republicano Salmerón cerró
el debate manifestando la necesidad de mantener una política de neutralidad internacional, pero haciéndola compatible
con las aproximaciones a Francia y la conservación del ‘statu quo’ del Imperio marroquí.
2365
Luis Marinas a León y Castillo. Despacho no. 9. 5 de Junio de 1903.
2366
Telegrama de Luis Marinas a León y Castillo. 8 de Junio de 1903.
2367
Luis Marinas a León y Castillo. Despacho no. 12. 9 de Junio de 1903.
2368
Luis Marinas a León y Castillo. Despacho no. 14. 15 de junio de 1903.
2369
Carta particular sin numerar de León y Castillo a Abarzuza. 17 de Junio de 1903. A.M.A.E. Legajo H-1264.

1346
El gobierno español no reaccionó con las mismas aprensiones y temores suscitados por las

operaciones llevadas a cabo en el Tuat tres años antes, aunque Silvela creyó entender que el ejército

francés iba a quedar permanentemente controlando Figuig. Sin embargo manifestó públicamente su

apoyo a la expedición punitiva, señalando que España no tenía interés en los márgenes orientales

del Sultanato. Además su órgano de expresión, La Época vino a ratificar esa impresión, intentando

contrarrestar la actuación de El Imparcial que había comenzado esos días una violenta campaña,

señalando que Francia, a base de intrigas y obrando de mala fe había violado todos los

compromisos contraídos de respetar la integridad marroquí. Algunos periódicos alemanes habían

sugerido, a propósito de la expedición de Figuig, la necesidad de reunir una conferencia

internacional para regular la cuestión marroquí. Algunos periódicos españoles reprodujeron esta

noticia con cierta complacencia, recalcando el papel positivo que podía jugar el II Reich en la

política exterior española.2370A pesar de que Abdallah Laroui señala que el Sultán admitió sin

rechistar este nuevo recorte del territorio nacional, la documentación diplomática francesa

demuestra cómo Abd-el- Aziz a raíz de la expedición punitiva a Figuig formuló una queja ante la

Legación británica en Tánger, e intentó realizar una apelación a las potencias europeas.2371 Sin

embargo, la aproximación diplomática francobritánica era ya un hecho. Fruto de esa mejora de las

relaciones, sir Arthur Nicolson recibiría en Tánger del gabinete Balfour, tras ser consultada la

Embajada francesa en Londres, la orden de asegurar al Majzén que la intervención de las tropas

francesas no tenía otro objetivo que reprimir a los insurrectos y bandidos de las tribus fronterizas no

implicando propósito de conquista ni de amputación territorial de Marruecos. El transcurso de los

días, con la persistencia de la insurrección del Rogui y la tarea propagandística de éste en el noreste

del país, obligaron al Sultán a cambiar de actitud hacia Francia, hasta tal punto de que llegó a

convencerse de que no podría sofocar totalmente la insurrección más que con la ayuda de las

autoridades de Argelia; por ello llegó incluso a otorgar a su delegado, Rukaina un dahir que le

capacitaba para pedir asistencia, en caso de necesidad, a Francia o a España. También en el bando
2370
Jules Cambon a Delcassé. Despacho no. 76. 9 de Junio de 1903. DDF. 2ª serie. Tomo III. Pp. 380-382
2371
Paul Cambon a Delcassé. Despacho no. 168. 11 de Junio de 1903. DDF. 2ª serie. Tomo III, pág. 386.

1347
rebelde los roguistas hacían guiños continuos a los franceses, intentando atraerlos a su causa. A

finales de junio las tropas del Rogui alcanzaban el río Kiss, efectuando regalos a Monsieur Say, el

dueño de la colonia comercial francesa en la frontera, y disponiéndose a entrar en Uxda,

abandonada por las tropas regulares.2372 El contraataque imperial fue rápido: el 11 de julio el vapor

Tell de la compañía de navegación Touache procedente de Tánger desembarcaba en la playa de

Nemours a un contingente de soldados imperiales y pertrechos de guerra.2373 Con la aquiescencia

gala, otorgada a cambio del mutis imperial por la operación en Figuig, las tropas jerifianas

buscaban recuperar el control de Uxda, que había caído en manos del Pretendiente sin tener éste

que librar combate.2374 La tropa imperial acampó en territorio argelino y en todo momento estuvo

sostenida por un destacamento colonial francés. 2375 Animado al- Rukaina por la colaboración gala

y establecido en Marnia comenzó sus operaciones.2376 Al- Rukaina venía respaldado por el envío

por parte del Sultán de una importante remesa de dinero, procedente del empréstito francés y
2377
español (acababan de llegar a Fez, girados por el Banco de España seis millones de pesetas ),

un millón de pesetas en oro para comprar voluntades y sobornar a los rebeldes. 2378 Al- Rukaina no

dudó en recurrir a este procedimiento; con la ayuda de un jefe de una zauia local, Al-Madani al-

2372
Ministerio de Estado: Informe confidencial no. 26. La insurrección en Marruecos. 4 de julio de 1903. A.M.A.E.
Legajo H-2738. Circulares sobre Marruecos.
2373
El Marqués del Pedroso a Abarzuza. Despacho no. 89. 11 de Julio de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 165 / Ex. 2.
2374
Informes diplomáticos españoles fechados a mediados de julio señalaron que un lugarteniente o delegado del
Rogui se había desplazado a Tetuán, convocando en una junta a los representantes de todas las cabilas de la región
vecina. La alarma aumentó en esta ciudad: se dijo que la cabila de Gomara proclamó al Pretendiente y que otras cabilas
rifeñas, como Bocoya y Ait-Urriaguel se adherían al movimiento, pudiendo considerarse ya todo el nordeste de
Marruecos como desafecto al Sultán. Por ello el Ministerio de Marina dio órdenes el 9 de julio para que el Infanta
Isabel se trasladara inmediatamente a Ceuta y Río Martín. Cfr. Ministerio de Estado: Informe confidencial no. 27. La
insurrección en Marruecos. 13 de julio de 1903. A.M.A.E. Legajo H-2738. Circulares sobre Marruecos.
2375
El Marqués del Pedroso llegó a afirmar en un largo despacho confidencial remitido al Ministerio de Estado que se
estaba negociando entre Francia y los delegados del Majzén abiertamente una rectificación notable de la frontera
argelina que avanzaría significativamente en el septentrión del país, hacia el Oeste. Se buscaba por parte francesa una
compensación material a la colaboración y abierta protección que el gobierno francés comenzaba a otorgar a Abdel
Aziz. Por ello, la penetración pacífica en Marruecos iba a culminar con una medida ampliamente solicitada por círculos
empresariales radicados en Argelia: la incorporación a la colonia de todos los vastos territorios comprendidos entre el
Kiss y el Muluya. Las Chafarinas quedarían aisladas en un mar francés.
2376
Así notables de Kebdana como Maimon ibn Khaljur y al- Hash Mohammed el Bashir de Beni- Snassen
comenzaron a revitalizar la causa del Sultán en el territorio, regresando al territorio marroquí, tras haber permanecido
semanas refugiados en Argelia huyendo del Rogui.
2377
Telegrama del Gobernador Militar de Melilla al Ministro de Estado. 16 de Julio de 1903. . A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 165 / Ex. 2.
2378
El Marqués del Pedroso a León y Castillo. Despacho no. 134. 11 de Julio de 1903.

1348
Samlali y gracias a la colaboración de dos oficiales franceses que en misión secreta partieron a

territorio roguiano para auspiciar la victoria jerifiana,2379 consiguió recuperar Uxda. Los

confidentes de la guarnición de Chafarinas pudieron averiguar como las fuerzas del Sultán

desembarcadas en Nemours y Kiss pasaron la frontera y ocuparon al poco la alcazaba de Saida e

inmediatamente, a partir del 18 de julio comenzaron a recibir comisiones integradas por notables de

las cabilas próximas que deseaban reintegrarse a la causa de Abdel- Aziz, tras ser previamente

‘trabajadas psicologicamente’ por los partidarios del Sultán. Las tribus dependientes del Amal de

Uxda, Angad, Mehaya y Beni-Snassen volvían a reconocer la autoridad del Sultán.2380 El

establecimiento colonial francés del comerciante Louis Say en el Kiss se convertía en uno de los

principales baluartes de la retaguardia de las fuerzas majzeníes. Al unirse un número cada vez

mayor de antiguos insurrectos a las filas del Sultán y perder esos apoyos Bu Hamra tuvo que

alejarse hacia el oeste2381 y se estableció en El- Ayún, dominando, no obstante, las vías de

comunicación de la región de Uxda. El servicio de información español en Argelia, mejor

estructurado que en Marruecos en aquellas fechas, seguía todos los movimientos de las tropas

jerifianas, desplazando el Viceconsulado en Nemours al Kiss a varios agentes confidenciales.2382

Por otra parte el hijo mayor del Vicecónsul era amigo y compañero de estudios de Muley Ali, uno

de los jerifes de Wazzan, y consiguió averiguar que éste estaba efectuando diversas actuaciones al

servicio de la causa francesa. Primero participando en una misión secreta en el territorio del Sur-

este marroquí invadido por las tropas republicanas, y posteriormente explorando todo el curso del

río Muluya hasta su desembocadura, acompañado de un oficial de Estado Mayor galo encargado de

realizar los mapas topográficos del territorio. El Gobierno francés, en contraposición al español, no

2379
El Marqués del Pedroso a Abarzuza. Despacho no. 90. 13 de Julio de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 165 / Ex. 2.
2380
El Marqués del Pedroso a León y Castillo. Despacho no. 145. 30 de Julio de 1903.
2381
Telegrama del Comandante general de Melilla a los Ministros de Estado y Guerra. 20 de Julio de 1901. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 165 / Ex. 2.
2382
El Marqués del Pedroso a León y Castillo. Despacho no. 147. 5 de Agosto de 1903.

1349
desestimaba gastos en sus tareas de infiltración en el Sultanato y había dispuesto una suma de

40.000 francos para servicios de esta misión. 2383

13.21. Melilla y la competencia comercial gala.

Estas noticias venían a coincidir con nuevas quejas formuladas a la Legación española en

Tánger por círculos burgueses melillenses, que se unían a las de la Cámara de Comercio Española

en Orán, Fomento del Trabajo Nacional, Cámara de Comercio de Barcelona y Cámara de

Comercio de Santander de 9 de junio de 1894 y 18 de enero, 30 de septiembre y 4 de diciembre de

1902. La Asociación Mercantil de Melilla solicitaba del gobierno español el 4 de agosto una mayor

presión sobre el Sultán para incrementar la exportación de ganado a través de la ciudad española2384

con destino a los principales puertos peninsulares mediterráneos, dado que los franceses importaban

reses en Marnia, sin pagar aranceles;2385 allí no existía aduana marroquí y todo el tráfico comercial

circulaba con franquicia.2386 Posteriormente este mismo círculo empresarial venía a lamentarse de

las condiciones de inferioridad mercantil creciente en que se encontraba Melilla frente a la

competencia francesa en el Kiss y en el Oeste de Argelia. Los franceses propiciaban un enorme

empuje económico, potenciado por las franquicias que otorgaban a las importaciones que llegaban

a Orán con destino a Marruecos (por citar un ejemplo, sólo se abonaba 25 céntimos de franco por

quintal métrico de azúcar, cuando la Junta de Arbitrios Melillense imponía cuatro pesetas a la

misma cantidad desembarcada en la ciudad española). Se había producido, eso sí, un aumento
2383
El Marqués del Pedroso a León y Casillo. Despacho no. 166 (reservado). 18 de Agosto de 1903.
2384
La misma Asociación presentó una instancia ante el Ministro Almodóvar el 28 de diciembre de 1901, suplicando
que se gestionase ante eL Sultán la concesión de un aumento en las importaciones de reses. Almodóvar accedió y dio
las órdenes oportunas a Ojeda, el cual no llevó a cabo la petición.
2385
En un informe que Pablo Vallesca realizó para la Asociación se valoraba en 5000 corderos y 250 bueyes la entrada
semanal de reses marroquíes a Marnia. Gran parte de este ganado procedía de las cabilas próximas a Melilla. Los
franceses introducían, en contrapartida, en Marruecos a través de ese punto azúcar, té, jabón y café.
2386
El Majzén había comenzado por conceder la exportación de reses a España e Inglaterra, y aplicando la cláusula de
nación más favorecida incluida en los tratados comerciales que suscribía Marruecos con los países europeos, se
extendió a ocho naciones que podían exportar seis mil reses cada una al año, 48.000 en total. Las reses que llegaban a
Melilla estaban incluidas en esa cifra, estaban autorizadas por la Aduana de Tánger, y procedían de Tánger y Ceuta
aunque pagaban los aranceles en Melilla.

1350
progresivo del comercio melillense-marroquí entre 1899 y 1902, sobre todo en materia de

importación.2387 Ese incremento beneficiaba a las casas comerciales extranjeras – francesas y

británicas- radicadas en Melilla.2388 Pero ese aumento estaba más bien ligado a la mayor apertura

de Marruecos a la economía capitalista, lo que acrecentó un mayor consumo de los habitantes del

Sultanato. No se debía a una eficaz acción comercial española. A lo largo de años anteriores la

plaza surtía de té, azúcar y tejidos de algodón a las cabilas rifeñas del territorio de Kelaia, Muluya,

Beni-Snassen, Taza y Guiata, llegando algunos artículos incluso a los oasis saharianos y a las tribus

próximas a Fez. Sin embargo a partir de 1899, los franceses por medio del depósito franco de

Marnia, próximo a Uxda fueron acaparando los mercados de las tribus fronterizas y siguiendo una

lógica expansiva hacia el sur, los mercados de oasis y cabilas al este de Fez. En 1901 abrieron al

tráfico comercial las playas del Kiss, no sólo para exportar productos franceses sino para comprar

artículos marroquíes, que gozaban de exención de aranceles. Los círculos burgueses melillenses

promovían la construcción de un puerto, la supresión del penal, la organización municipal y judicial

propia y el establecimiento en la ciudad de fábricas netamente nacionales harineras y de tejidos de

algodón, a las que se debía eximir del pago de impuestos por sus materias primas y no cobrarles

contribución. Produciendo a un coste competitivo, encontrarían mercado seguro.

En realidad el mercado de Melilla iba perdiendo posiciones ante las iniciativas francesas de

Argelia, y la revuelta impulsada por el Rogui contra Abd-el- Aziz no hizo sino complicar aún más

las cosas en el hinterland comercial de la plaza. Los acuerdos franco-marroquíes de 1902,

finalmente aceptados por el Sultán tras fuertes coacciones galas, se unían a una nueva y propicia

situación que iba a permitir a los franceses sacar beneficios de los dos bandos en lucha. La revuelta

2387
1899: Se importaron mercancías por valor de 5.088.723 pesetas. 1902: por valor de 8.517.822
1899: Se exportaron mercancías por valor de 1.543.284 pesetas. 1902: por valor de 1.191.933. Cifras aportadas por
la Asociación mercantil de Melilla a la Legación española en Tánger con fecha 30 de Junio.
2388
Otra aspiración de este grupo de presión era que se estableciera una línea directa de vapores mercantes españoles
entre Melilla y la península. La Compañía Trasatlántica sólo operaba con buques –correo y gran parte del comercio de
Melilla era realizado por barcos no españoles. En gran parte las ventas que se efectuaban a Marruecos eran de tejidos
ingleses, artículo que no tenía entrada en el Imperio desde Argelia, a causa de los altos aranceles con los que los
castigaba Francia; otros artículos importantes eran la harina y el azúcar franceses. La harina nacional se destinaba a
consumo de la guarnición.

1351
les permitió “pescar en río revuelto” y apenas disimulaban sus miras puestas como mínimo en el

desplazamiento de sus fronteras hasta la orilla derecha del Muluya. Decimos ‘como mínimo’

porque en la primavera de 1903 las exploraciones militares francesas alcanzaban la Mar Chica, en

las afueras de Melilla. En suma para los franceses la sublevación del Rogui fue una ocasión

favorable para encontrar cualquier pretexto que les permitiera intervenir en defensa de sus

intereses. En cambio los gobiernos españoles únicamente tomaron una iniciativa de entidad en el

área de Melilla, que no consolidaba el deteriorado ‘statu quo’ sino que contribuía a debilitarlo aún

más. Consistió en suprimir la aduana imperial en Melilla, intentar el librecambismo absoluto con

las cabilas rifeñas y estudiar el inicio de una nueva fase de la penetración pacífica en el sur. Resulta

por ello incomprensible que historiadores españoles especializados específicamente en el estudio de

Melilla, como F. Saro Gandarillas digan textualmente que “los gobiernos españoles dejaban pasar

el tiempo sin tomar iniciativa alguna dirigida a que los derechos adquiridos por Melilla fueran

respetados, apoyándose en el deteriorado ‘statu quo’“.2389 Eso sí: las caravanas que llegaban a

Melilla procedentes de la zona interior del Imperio empezaron a experimentar los efectos de un

territorio convulso, sin autoridad fuerte definida, sometidas al capricho de las cabilas de paso, en

las que en el mejor de los casos debían sufrir impuestos de ‘zettat’ muy elevados, o bien robos y

violencias personales que hacían cada vez más peligrosa la aventura comercial.

Cuando se generalizaron las operaciones militares en el Rif contra el Rogui, se iniciaron

paralelamente una serie de disturbios entre las cabilas del septentrión marroquí alterando la frágil

tranquilidad del territorio. En estas circunstancias de ‘anarquía‘ era lógico que sufrieran los efectos

en primer lugar las operaciones comerciales.

Los primeros años del siglo, con todo, no fueron especialmente onerosos para Melilla, pese a

que la intranquilidad se notó igualmente en las cabilas cercanas a la ciudad. Teniendo en cuenta los

2389
Cfr. Saro Gandarillas, F.: “Los orígenes de la Campaña del Rif de 1909“, en Aldaba no. 22. Estudios sobre la
presencia española en el norte de África, (I-2, 1993), pág. 108. Sí que es cierto que en un despacho fechado el 19 de
Julio Cólogan salía en defensa de que Melilla continuase manteniendo su ‘status’ de plaza fuerte y de que el Estado no
debía inmiscuirse en el desarrollo industrial y comercial de la ciudad. Se corría el peligro de que el capital extranjero
invadiese Melilla y se apoderase de todos los negocios industriales de la ciudad.

1352
manejos de Francia sobre su frontera argelina, las cifras del comercio entre Melilla y Marruecos

entre 1901 y 1904 reflejan un tono sostenido, aunque lejos de las esperadas por la progresión

observada en los últimos años.

Gabriel de Morales nos da las siguientes cifras que hay que tomar con prevención, puesto

que las derivadas de las fuentes de información de origen militar discrepan abiertamente de las de

origen civil. Además estas discrepancias son más manifiestas en una tesitura en la que se pretendía,

a partir de 1903, reconducir por nuevas vías las relaciones económicas de la plaza con las cabilas y

evaluar la repercusión que había tenido la supresión de la Aduana Imperial en Melilla tras la

insurrección roguista.

CUADRO 11. BALANCE DE LAS TRANSACCIONES COMERCIALES DE

MELILLA 1901-1904.

* Año * Importación (pesetas) * Exportación (en pesetas)

1901 7.879.599 816. 646

1902 8.219.8322390 1.191.943

1903 10.190.553 1.109.909

1904 8.515.029 1.287.242

Fuente: Morales, G. de : Datos para la Historia de Melilla, 1908.

Las cifras anteriormente expuestas ponen de manifiesto que la creación de los mencionados

“zocos francos” en las fronteras argelinas no afectó significativamente al comercio de la ciudad. Sin

embargo existieron efectos negativos: se interrumpió un mercado en franca expansión que hubiese

hecho crecer con mucha mayor rapidez el contingente poblacional y el desarrollo de la propia urbe.

La población de la ciudad, incluida una guarnición de unos 3.500 soldados, se mantiene en torno a

2390
El telegrama del Rif, no. 373 (22-3-1903). En él se da la cifra de 9.310.746, cercana a la de Morales.

1353
los 9.000 habitantes durante todo el período de 1901 a 1904. Ahora bien, parte de la posible

pérdida de aquel mercado fue compensada, como habían buscado las autoridades españolas al

suprimir la Aduana de Melilla, con el incremento de las relaciones con las cabilas cercanas y del

interior del Rif.

No obstante, la Cámara de Comercio española en Orán elevaba al Ministerio de Estado a

fines de 1903 un detallado informe solicitando del gobierno un mayor apoyo a la penetración

comercial en Marruecos. Las razones que invocaba eran las relacionadas con un nacionalismo

económico defensivo y con el proteccionismo propiciado por el partido conservador. El documento

apelaba, por ello, a que si los acontecimientos futuros determinaban que Tánger fuese ocupada por

una potencia extranjera, de la misma forma que lo estaban Gibraltar, Orán y Argel, quedaría

bloqueada la salida natural de los puertos mediterráneos españoles geoestratégica y

comercialmente, por lo que corría un riesgo importante el archipiélago balear. Se alababan las

posibilidades económicas del Sultanato, para a continuación hacer un elogio de los ideales de la

llamada ‘penetración pacífica’, presentando la implantación de la civilización en el Imperio

jerifiano como justificación de su proyecto económico. Sin embargo se obviaba una realidad

fundamental: España no tenía una base económica suficiente para apoyar una expansión que hiciera

frente a la concurrencia inglesa, alemana o gala. Así se decía simplemente, sin analizar

verdaderamente las posibilidades de penetración económica en Marruecos la forma de contrarrestar

la competencia de otras potencias europeas:

“Las riquezas de Marruecos son incalculables, los minerales abundantes y sin


explotar; allí hay necesidad de caminos de hierro, de telégrafo, de vehículos y de
instrumentos agrícolas y en fin, Marruecos constituye un campo inmenso de operaciones
comerciales e industriales “.2391

2391
Instancia presentada por la Cámara de Comercio de Orán al Ministro de Estado. 7 de Diciembre de 1903. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 198 / Ex. 2.

1354
Las principales medidas dibujadas para propiciar que la actuación española en el Sultanato

saliese del letargo económico eran las siguientes: la supresión de los penales de Ceuta, Melilla y

Chafarinas, y la conversión de las guarniciones españoles en emporios comerciales, agrícolas e

industriales, atrayendo a agricultores en paro, estableciendo centros fabriles y procurando captar la

atención de empresas navieras, financieras y de otras fuentes de capital privado. Los objetivos

perseguidos se inscribían en la lógica del orden colonial moderno, buscando reducir los aranceles,

apuntando la necesidad de aumentar la población de todos estos lugares y de volcarla hacia

Marruecos. Había que dotar a las guarniciones de mejores infraestructuras –muelles, carreteras,

depósitos de aprovisionamiento y de carbón-, amén de poner en cultivo la tierra adyacente a los

fuertes. Otras propuestas aludían a la necesidad de implantar el liberalismo económico en los

intercambios con las cabilas próximas a los puestos españoles. No obstante, el librecambismo en el

trato con las tribus se entremezclaba con el proteccionismo, pues no se deseaba favorecer la

llegada de productos extranjeros al septentrión del Imperio susceptibles de poder competir con los

españoles. Se entendía que este instrumento era el idóneo para hacer frente a la competencia que los

comerciantes franceses realizaban en las playas del Kiss (Port Say). En efecto en ese lugar el

gobierno francés por decreto de 25 de octubre acababa de establecer una Aduana, próxima al

mercado marroquí de Adyeroud, para regularizar los intercambios con el Sultanato.2392

Por otra parte algunos miembros de la clase política restauracionista afrontaron la tarea

de analizar con una cierta ponderación las posibilidades de penetración económica en el Sultanato

y en 1905 algunos estudios evidenciaban claramente las dificultades para lograrlo. Paralelamente

en los medios militares, satisfechos por la supresión de la Aduana marroquí en Melilla se perfilaban

nuevas estrategias de penetración económica en la región rifeña. Se trató de una apuesta por una

penetración pacífica que Antonio Maura pondría en marcha durante su ‘gobierno largo’ y que dio

muestras, en torno a los primeros meses de 1908, de que España podía vivir a escala modesta en el

Rif un verdadero ensueño colonial convirtiendo la región en un protectorado español, donde el

2392
Ibidem.

1355
dominio se imponía sin disparar un solo tiro. El Comandante General de Melilla, Venancio

Hernández remitió un informe al Ministerio de Guerra el 25 de mayo en el que postulaba la

necesidad de que a los españoles se les permitiese el traspasar libremente los límites de Melilla.

Esta medida debía ser la culminación de la implantación del liberalismo económico absoluto y de

la nueva política de atracción y buena vecindad con las cabilas. Si el Rogui permitió a los

extranjeros la entrada en el territorio rifeño en el que dominaba y en especial a quienes podrían

satisfacer sus necesidades, digamos que el Ejército español estaba predispuesto a abrazar este tipo

de medidas. Hernández rechazaba que la penetración en el Rif resultara tan imposible como antes

de empezar a intervenir en la región este audaz personaje. Así se decantaba por una lenta

infiltración económica2393 española que condujese a la explotación sistemática del territorio. Era

partidario de la asociación con los indígenas en el cultivo de las tierras, la explotación forestal, el

comercio en los zocos rurales; y se decantaba asimismo por la concesión de la nacionalidad

española a la mayor parte de cabileños de Kelaia, cuyas relaciones comerciales con la plaza se

intensificaban a pesar de que el Rogui amenazó con cortarlas, cuando una comisión imperial fue

remitida a Melilla con el fin de conseguir de nuevo la sumisión del Rif , amenazas que quedaron

disipadas al partir parte de los comisionados a Nemours. Las cabilas próximas a la plaza siguieron

comerciando con ella y trayendo víveres con normalidad, a pesar de que otra parte de los

comisionados dilató su marcha. Ahora bien, el Ejército no admitió que Melilla fuese convertida en

base de operaciones militares contra el Rogui, accediendo a los deseos de Mohammed Torres de

desembarcar tropas y pertrechos en la ciudad. Hay que indicar que ciertos elementos del Majzén

como el príncipe Amrani guardaban un claro resentimiento contra España por no haber permitido

2393
“Sería una conquista pacífica análoga a la que los españoles han hecho en ciertos puntos de la Argelia. El hecho es
que mientras permanezcamos encerrados en la plaza no adelantaremos un solo paso“. Hernández contemplaba como un
factor negativo en dicha infiltración el establecimiento de una aduana roguista fuera de los límites melillenses: “Los
carros y acémilas cargados de géneros que salen de la plaza tienen que descargar al llegar a los límites y dejando en
tierra los bultos, lo que supone una dificultad grande para el comercio“. Informe del comandante general de Melilla,
Venancio Hernández dirigido al Ministro de la Guerra. 25 de Mayo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 165 / Ex. 1. Había que aprovechar pues el estado de interinidad producido por la supresión del poder
imperial en la región para potenciar esta infiltración. Cuando el poder imperial se restableciera, no habría otra
posibilidad de establecer el libre comercio que a través del contrabando a pequeña escala con las cabilas más próximas
a Melilla pues el Sultán podía ordenar a las cabilas del interior de la región interceptar las caravanas que se dirigieran a
la ciudad española.

1356
el gobierno conservador que el príncipe pudiera esperar en la plaza la llegada de fuerzas de

refresco, o por no haber recibido el apoyo material necesario solicitado por él mismo o por el Bajá

del campo fronterizo en el transcurso de la campaña contra el Rogui.

13.22. El ejército imperial intenta la reconquista del Rif. Fracaso de la operación.

Al desplazarse las acciones bélicas hacia la frontera argelina, Melilla dejó de ser un

observatorio de primer orden para su vigilancia por parte española, quedando encargada de

controlar las actuaciones del Rogui la guarnición de las Chafarinas.

Los diversos agentes confidenciales españoles coincidían en dar gran importancia a la

intervención francesa en la sublevación, decantándose del lado del Sultán, para luego pasar factura

de ese apoyo. Junto a las noticias más o menos fiables, algunas especulaciones más fantásticas

hablaban de un proyecto tendente a concentrar a finales de septiembre un contingente de 20.000

hombres en la frontera, no sólo para apoderarse de Uxda sino para imponer por la fuerza el

establecimiento del protectorado francés en Marruecos. El Gobierno General de Argelia votó un

crédito de 150.000 francos para la construcción inmediata de una carretera que debía unir Marnia y

Uxda. Se perfilaba así una de las características de la economía colonial que iba a imponer Francia

en Marruecos; esto es una sucesión de políticas de modernización y construcción de

infraestructuras, pero a la vez el freno de la industrialización y especialmente el estímulo de un

modelo de economía dependiente de París.

El contingente imperial se desplegó camino de Kelaia, con el fin de someter los alrededores

de Melilla. Tras su labor de proselitismo entre las cabilas fronterizas de Argelia, los

gubernamentales se disponían a atacar a las tribus partidarias del Rogui, a las orillas del Muluya y a

las dispuestas entre Taza y Uxda. A comienzos de agosto este avance se frustraría. La colaboración

francesa era ya muy significativa con la causa del Sultán: la caballería gala violaba la frontera,

1357
apoyando a los soldados del Sultán. Armas, ametralladoras, municiones y un millón de francos-oro

enviados a los imperiales al ser desembarcados no eran depositados en territorio marroquí sino

almacenados en Marnia, en la seguridad de territorio argelino y fuera del alcance de un golpe de

mano roguista. Una sección de artillería de montaña francesa apoyaba al ejército imperial en sus

operaciones. En otras ocasiones el Ejército francés vendía suministros al jerifiano. El Majzén no

renunciaba a su idea de una vasta ofensiva que pusiera en sus manos el territorio comprendido entre

el Kiss y el Cabo de Tres Forcas, ofensiva asesorada por el Estado Mayor francés. Esa colaboración

era fruto de un acuerdo al que se llegó en Marnia entre una comisión imperial presidida por Sid

Mohammed El Guebbas desplazada al lugar y una francesa.2394

Sin embargo las fuerzas imperiales, pese a contar con el respaldo francés no podían

abandonar el margen izquierdo del Kiss, teniendo que regresar a Uxda y sufriendo gran número de

deserciones. El fracaso de la expedición, que buscaba ocupar el- Ayún arrebatándosela al Rogui y

abrirse luego paso en dirección hacia el Sur, hacia Taza para converger con el principal ejército

imperial, no contribuyó precisamente a elevar la moral de los partidarios del Sultán en el noreste

del Imperio.

A finales de agosto coincidiendo con una mayor presencia de asesores franceses en Uxda,2395

fruto de la ayuda continuada del gobierno republicano, se intentó una segunda expedición sobre El-

Ayún, que terminó en una severa derrota de las tropas regulares. A comienzos del otoño la

2394
El Marqués del Pedroso a León y Castillo. Despacho no. 155. 10 de Agosto de 1903.
2395
Los informes diplomáticos españoles señalan que la toma de Uxda se había realizado el 12 de agosto por parte de
las fuerzas imperiales, sin haber tenido necesidad de disparar un solo tiro. El plan de ocupación por las tropas que
ocupaban la alcazaba de Saida había sido diseñado por Oficiales franceses del Estado Mayor. El 10 de Agosto,
asimismo había partido de Orán con dirección a Tlemcen y Marnia una sección francesa de artillería de montaña a las
órdenes del teniente Saint Oyan. Sus pertrechos habían sido adquiridos por el gobierno jerifiano. Como los soldados
marroquíes no sabían manejarlas, Francia había autorizado a un grupo de artilleros argelinos a servir al Majzén. En el
mismo convoy que los cañones, emprendió el 13 de agosto el viaje de Marnia a Uxda, escoltado por una compañía de
tiradores argelinos, el Enviado extraordinario del Sultán Sid el- Guebbas, a quien condujo a Nemours el vapor Turquí,
al tiempo que cinco toneladas de municiones de guerra y un millón de francos en oro para los gastos del ejército. Le
acompañaba el capitán francés Martín, que desempeñaba prácticamente las funciones de comisario del gobierno de
Argelia en Uxda. En Marnia quedaban esperando órdenes para unirse igualmente al enviado jerifiano el capitán de
fragata Wafler, agregado a la Legación francesa en Tánger; Cambon, secretario de esa misma Legación; Rouzé,
comandante de tiradores y Larras, capitán de artillería. Cfr. Ministerio de Estado: Informe confidencial no. 32. 31 de
agosto de 1903. A.M.A.E. Legajo. H-2738. Circulares sobre Marruecos.

1358
situación militar de la causa del Sultán no cesaba de empeorar2396 y prácticamente las fuerzas

imperiales no podían hacer nada en el campo de batalla sin la ayuda, el asesoramiento y la

cobertura francesa: en octubre las fuerzas del Sultán quedaban sitiadas en Taza teniendo que librar

duros combates con los roguistas.2397 El Sultán empezó a mostrar signos de desaprobación hacia el

Mennebhi y de decantamiento hacia el Ministro de Negocios Extranjeros, Ben Sliman. El

Mennebhi, al caer en desgracia, emprendía una peregrinación a la ciudad santa de Medina. En su

lugar, era nombrado Ministro de la Guerra Sid Mohammed el Guebbas, antiguo comisionado

marroquí encargado de supervisar los trabajos de delimitación de la frontera de Argelia. 2398 Era un

auténtico triunfo de la política francesa en Marruecos.

La situación en las proximidades de Melilla había llegado a una situación crítica en el

momento del asalto y toma de la alcazaba de Frajana. El gobierno conservador y el ejército español

cerraron filas para borrar la presencia del Majzén en la zona en el momento en que se vio que la

causa imperial sufría un descomunal desastre en la región. Se había considerado la eliminación de

la aduana de Melilla, medida gestada desde hacía años en los medios oficiales españoles como una

vía que permitiría el desarrollo de una nueva forma de penetración en la región y de contacto con

las cabilas. Sin embargo, la obstinada defensa de Frajana por los imperiales fue una primera

demostración de la fuerza y resolución del Majzén para defender el territorio. El triunfo de los

partidarios del Rogui, que había nombrado como caíd fronterizo a Mohammed el Chadly tras su

intervención en el asedio y ocupación de la alcazaba el 13 de abril de 1903, pareció iniciar un


2396
La ciudad de Taza había quedado aislada en medio de un círculo hostil en agosto, quedando interrumpidas las
comunicaciones con el ejército del Sultán y con Fez, padeciendo los soldados del caíd Omar el Yusi que ocupaban la
ciudad una falta de provisiones de boca y de municiones y quedando obligados a trabar una constante lucha con los
enemigos que les rodeaban. El Sultán no auxilió a los sitiados. Tras recibir refuerzos del Tafilalt y armas y municiones
de Fez permaneció pacificando a la roguista cabila de Tsul. A principios de septiembre Omar el- Yusi puso en marcha
una operación coordinada con las fuerzas del Sultán que venían desde Fez para romper el asedio. La operación fracasó
completamente.
2397
Los informes diplomáticos españoles señalaban que la situación catastrófica del país provocaba la disminución de
la recaudación de los impuestos, al propio tiempo que aumentaban los gastos. Por ello urgía tanto a Abd al- Aziz
contratar un nuevo empréstito, que solicitó a Londres, remitiendo al caíd Mac Lean para su gestión. Ahora bien los
banqueros británicos no se decidían a cubrirlo, si no contaban con la garantía del Foreign Office, que a su vez no quería
contraer responsabilidad alguna ni comprometerse para asegurar a los financieros el pago de los intereses. Cfr.
Ministerio de Estado: Informe confidencial no. 36. La insurrección en Marruecos. 31 de octubre de 1903. A.M.A. E.
Legajo H- 2738. Circulares sobre Marruecos.
2398
Cfr. Ministerio del Estado: Informe confidencial no. 39. La política del Maghzén. 15 de diciembre de 1903.
A.M.A.E. Legajo H-2738. Circulares sobre Marruecos.

1359
período de paz en la zona. Sin embargo pronto se repitieron los incidentes. Hay que disipar la idea

de que todo el Rif apoyara al Rogui y evidentemente la persistencia en el respaldo a la causa

imperial se tenía que traducir en nuevos acontecimientos bélicos en las inmediaciones de la plaza

española.2399 Llegado el otoño se reprodujeron los enfrentamientos entre adictos al Sultán y al

Rogui. La virulencia de los combates forzó a Chadly a acudir desde Zeluán a la frontera en apoyo

de los suyos.2400 Se volvió a reproducir así el problema no deseado por la Administración española:

la afluencia de refugiados de las huestes imperiales a Melilla, y en unas dimensiones que

sobrepasaban ampliamente las alcanzadas durante los combates de Frajana.2401 La lucha entablada

entre los leales al Sultán y los rebeldes en los mismos límites fronterizos de Melilla no sólo

llamaría la atención pública sino que motivó la reunión de un Consejo de Ministros con el fin de

tomar ciertas disposiciones: rebeldes y leales, al ser alternativamente vencidos, buscaban refugio en

la ciudad española y su presencia en Melilla creaba una situación difícil por la posibilidad de que se

produjese un choque entre unos y otros y por la imposibilidad de atender a la subsistencia de tantos

refugiados. El gobierno conservador, deseoso de no enajenarse la amistad de las cabilas

circundantes afectas a la causa del Rogui, seguiría aplicando la política consistente en el cese de

cualquier tipo de ayudas en el Rif a la causa imperial. La solución adoptada fue análoga a la tomada

durante la crisis suscitada en la primavera: el gabinete acordó, por consiguiente, dirigirse a

Mohammed Torres a fin de que el Sultán acordase enviar una serie de buques a Melilla para

recoger a los leales refugiados en la plaza y trasladarlos a territorio sultaniano. Mohammed Torres

2399
Hay que señalar que la causa del Sultán se veía reforzada en el Rif porque las cabilas marroquíes fronterizas a
Argelia apoyaban a Abd al- Aziz habiendo vencido a los partidarios del Rogui. El 26 de Septiembre llegaba a las
proximidades de Melilla el lugarteniente de Bu- Hamra, Chadly, trayendo consigo a Mohammed ibn el- Jettal,
nombrado por el Pretendiente caíd de las cabilas fronterizas. La nueva autoridad traía orden de reedificar la alcazaba de
Frajana y de guarnecerla. Se producía entonces una nueva oleada de refugiados de la causa imperial en Melilla,
encabezada por el notable de Beni-Sicar Mohammed Ben- Alí- el Chergui. Cfr. Ministerio de Estado: Informe
confidencial no. 35. La insurrección en Marruecos. 30 de septiembre de 1903. A.M.A.E. Legajo H-2738. Circulares
sobre Marruecos.
2400
Los combates en las proximidades de Melilla fueron muy intensos a lo largo de agosto, trasladándose luego al
territorio de los Beni-Snassen y Kebdana. Los rebeldes roguistas incendiaron y saquearon casas y propiedades de varios
notables adictos al Sultán. A la ciudad española pasaron como refugiados trescientos imperiales, entre los que se
contaba el “Cabo Moreno“. Cfr. Ministerio de Estado: Informe confidencial no. 30. La insurrección en Marruecos. 11
de Agosto de 1903. A.M.A.E. Legajo H- 2738. Circulares sobre Marruecos.
2401
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de la Guerra. 6 de Noviembre de 1903. A.G.P.R.
Alfonso XIII. Caja 15787 / Ex. 7

1360
se negaría a ello en primera instancia. La situación no empeoró por llegar a un acuerdo coyuntural

en Melilla los partidarios de uno y otro bando.2402

13.23. Temores saharianos del gabinete Silvela.

A pesar de la expedición punitiva francesa a Figuig, las hostilidades se reanudaban poco

después en el sureste del Imperio. El poder colonial se encontraba ante una situación continuada

de respuesta violenta por parte de la resistencia marroquí. Por eso su reacción en el futuro sería

actuar conforme al criterio dominante de las potencias imperialistas respecto a la resistencia

indígena en los territorios de ultramar, esto es el empleo generalizado de la violencia. Marruecos

vivía, en expresión de Hans J. Morgenthau, un momento de crisis de la moral nacional, cuando

estaba en juego la propia pervivencia del Imperio como nación independiente, y se ponían en

marcha una serie de mecanismos contra la asechanza imperialista que culminarían con el

desembarco francés en Casablanca, la conquista de la Chauia y el movimiento de la ‘Hafidiyah‘

que acabó con el del destronamiento del Sultán Abd al- Aziz. A pesar de la progresiva

pauperización de la población del Sultanato, lo que aumentaba su corruptibilidad, cuando más

entraba ésta en contacto con el extranjero más refractaria se mostraba a sus seducciones. El Sultán

2402
Cfr. Ministerio del Estado: Informe confidencial no. 37. La situación en Melilla. 15 de noviembre de 1903.
A.M.A.E. Legajo H- 2738. Circulares sobre Marruecos. Contrastaba enormemente la conducta observada por España
en Melilla con la que seguía Francia en la frontera de Argelia. Mientras España trataba de evitar que Melilla se
convirtiese en una cómoda base de operaciones para los imperiales y en un refugio seguro, absteniéndose de intervenir
a favor del Majzén, las tropas leales al Sultán entraban y salían libremente a todas horas en territorio argelino, eran
equipadas en la colonia francesa, encontrando en ella un firme punto de apoyo, municiones, armas y hasta oficiales
instructores. Era el inicio de la política de penetración francesa. Un artículo publicado por Edmond Doutté en el
‘Bulletin du Comité de l´Afrique Française‘ y reproducido por Le Maroc, órgano oficioso de la Legación de Francia en
Tánger explicaba claramente esta nueva dirección de la política francesa , que ya no se basaba en la penetración
económica o en la política sino que propagaba y ensayaba la fórmula de colaboración con el Sultán. Los medios
diplomáticos españoles se mostraban muy recelosos por los peligros que suponía para los intereses hispanos. Era más
peligrosa si cabe, en el caso de que los ministros de Abd al- Aziz aceptasen sin reservas estos interesados servicios
galos. Sin embargo, los intentos de penetración económica no cejaban. A finales del verano, el vapor Tritón, francés,
con matrícula de Orán emprendió un viaje de exploración comercial a los puertos de la costa atlántica de Marruecos
para iniciar una corriente de intercambio entre dicha ciudad argelina y el Sultanato. Los resultados no se
correspondieron a las previsiones. La sal fina de Arzew que transportaba el buque no encontraba consumidores ni
tampoco la sal común, que no podía competir con la procedente de Torrevieja y Cádiz.

1361
estaba siendo tenido en jaque por el Rogui y no podía dedicarse a rechazar las asechanzas

imperialistas, más bien se tuvo que plegar a ellas. Sin embargo fue en nombre de Abdel- Aziz como

se organizó espontáneamente la lucha popular contra el invasor en el Chenguit, en Figuig y en el

Tafilalt, no siendo la soberanía imperial contestada en un primer momento; sólo en el momento de

la ‘Hafidiyah‘.

De esta manera, las tribus nómadas que habitaban el oasis de Figuig y sus proximidades

reanudaron los ataques a las pequeñas localidades ocupadas por los franceses. 2403

Como queda indicado, cuando en junio llegaron noticias a la capital del imperio británico del

bombardeo de Figuig, era evidente el deseo de aproximación hacia Francia. El Embajador de

España en Londres, Mandas, se entrevistó el 10 de junio con lord Lansdowne, el secretario del

Foreign Office que le manifestaría que juzgaba correcta la actitud de Francia en la frontera

argelomarroquí. Incluso la Legación británica en Tánger estaba más preocupada por el cariz que

tomaba la sublevación del Rogui y la carencia de fuerzas del Sultán para acabar con ella que por el

asunto del oasis de Figuig.2404

La pujante presencia militar de Francia en la frontera este del Sultanato tenía en vilo al

gobierno conservador.2405 El gabinete Silvela, inquieto como la prensa española por la nueva

2403
El Marqués del Pedroso a León y Castillo. Despacho no. 146. 31 de Julio de 1903.
2404
Telegrama de Mandas a Abarzuza. 10 de junio de 1903. A.M.A.E. Embajada de España en Londres. Legajo H-
1582.
2405
Las injerencias imperialistas españolas también despertaban una notable oposición en el Sultanato. La empresa
española de Emilio Rotondo Nicolau, que tenía establecido el servicio telefónico en Tánger y Casablanca quiso a
mediados de julio ampliar su esfera de acción en el Imperio marroquí, tratando de instalar este servicio en Mazagán. De
manera imprudente, apresurada y sin permiso del gobernador de la ciudad. Tampoco se había consultado a la Legación
española en Tánger ni solicitado su autorización. Esto era más grave en cuanto el Imperio vivía una gran efervescencia
que imponía a los extranjeros la necesidad de un prudente recogimiento. Los obreros comenzaron sus trabajos
colocando postes en diversos sitios de la población, principalmente en casas particulares, para instalar los hilos y cables
y haciendo también agujeros en algunos sitios de las murallas con el objeto de colocar palomillas, alambres, etc.Esto
dio lugar a que los soldados del Bajá impidiesen la continuación de tales trabajos y que ocurriese entre ellos y los
obreros encargados de realizados un altercado, resultando herido un español. A continuación una multitud de
musulmanes asaltó la casa de un protegido español, Meil Cohen y arrancaron los alambres del teléfono. No contentos
con ello, penetraron violentamente en la morada del encargado del teléfono, José Tobar, rompiendo postes y alambres
Telegrama cifrado de Cólogan al conde de San Bernardo, Ministro de Estado. 25 de Agosto de 1903.; también:
Despacho no. 307 de Cólogan al conde de San Bernardo. 25 de Agosto de 1903. A.G.A.África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 73 / Ex. no. 2. El gobierno español, presidido entonces por Raimundo Fernández Villaverde, dio
muestras de enorme debilidad ante un asunto que le desbordaba. La protesta del consulado de Mazagán ante las
autoridades locales fue rechazada, señalando el Bajá que tenía órdenes de Mohammed Torres de impedir la instalación
telefónica. Para el consulado español, los hechos habían revestido el carácter de un verdadero motín, pues se había

1362
acometida bélica, se preguntaba cómo reaccionar cuando la suerte parecía estar echada y la

amenaza francesa parecía cernirse sobre el sur del Imperio, incluidos los territorios de Tarfaya y

Sakia al- Hamra. La expedición Lebaudy dirigida a las costas saharianas, y compuesta al parecer

por miembros de la Marina de Guerra gala disfrazados, acabó de provocar la alarma en Madrid.2406

Dentro del gobierno, Abarzuza era el ministro más proclive a un entendimiento, consulta o proceso

consociativo con el Reino Unido que permitiese a la vez hacer frente a las pretensiones

republicanas y garantizar los intereses españoles en el Sultanato. El gobierno español, al producirse

la insurrección del Rogui, había expresado reiteradamente su deseo de marchar en buena

inteligencia tanto con Inglaterra como con Francia en los asuntos marroquíes, y ello contribuía a

hacer marchar por buenos cauces las relaciones con el Reino Unido. El gabinete Balfour no perdía

ocasión para, en contrapartida, recalcar que España debía tener voz y voto en todos los incidentes y

problemas que se suscitaran en el Sultanato. Cuando surgió el tema de los empréstitos solicitados

celebrado con alegría el atropello de que habían sido objeto los españoles. Por ello creyó urgente convocar una reunión
del cuerpo consular, que presentó una nota de protesta al gobernador, en la que hacía responsable a éste de los sucesos
que acababan de ocurrir, por provocarlos y autorizarlos. Cólogan admitiría que había habido, por el contrario,
imprudencia, inoportunidad y responsabilidad española al provocar estos desmanes. Aun así envió a Mohammed Torres
un relato de lo ocurrido, defendiendo tanto los intereses individuales de los españoles como los de la Sociedad que
quería implantar en Mazagán el teléfono. La situación se complicaría más cuando el 26 de agosto un grupo
considerable de albañiles españoles residentes en Mazagán elevaron una nota de protesta ante Cólogan, acusando al
Bajá de Mazagán de molestarlos y de poner todo tipo de obstáculos para la práctica de sus oficios. Cólogan la
rechazaría en estos términos, negándose a elevar esta anécdota a la categoría de incidente diplomático entre Marruecos
y España: “Sabemos (...) que irremediablemente la fuerza es la gran base de influencia y prestigio y no debemos olvidar
que después de nuestras desgracias estamos en un período de reconstitución y recogimiento que no debe ser perturbado
con innecesarias e improductivas aventuras que puedan desvirtuar esta laboriosa ascensión material y también moral
ante las naciones“. Los españoles en su solicitud me piden energía, pero, ¿qué es energía?, ¿dónde está?, ¿ será que
hable fuerte y pida al gobierno que envíe un par de buques para sacar de una oreja al gobernador de Mazagán?. Bien
quisiera yo que mi sola voz pudiera traer en un instante la apetecida reparación, pues creo comprender como el que más
que hasta en la rapidez de estas soluciones está interesado el prestigio. De ahí mis actuales preocupaciones ante el
temor de que no es fácil salir airoso de un incidente cuya provocación tampoco creo haya de inspirar gran simpatía a los
demás “. Cólogan a San Bernardo. Anexo no. 3 al Despacho no, 327. 5 de Septiembre de 1903. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 73 / Ex. no. 2. Las obras de instalación del teléfono quedaron paralizadas y se aconsejó a
la colonia española de Mazagán que se abstuviera de provocar a los marroquíes.
2406
El suceso causó una gran impresión en el Parlamento galo. El 20 de julio el senador Bushell preguntó al Ministro
Abarzuza si el grupo de Lebaudy había tomado tierra en las costas de Río de Oro o en las marroquíes e inquirió sobre
las noticias que pudiera tener el gabinete español al respecto. Abarzuza, en su contestación descartó que fuera en Río de
Oro. Se había recibido un telegrama aclaratorio del gobernador político-militar de aquella zona en que se descartaba
esta posibilidad. Señaló que el desembarco se había producido entre cabo Bojador y el río Draa, insistiendo en que eran
tierras que pertenecían a Marruecos, y que el asunto debía resolverse respetando el mantenimiento del ‘statu quo’. El
titular de Estado afirmó que aunque algunos geógrafos situaban el extremo meridional del Imperio en el Draa o en el
Uad- Nun, las potencias europeas señalaban que no era así y que los dominios del Sultán se extendían pues hasta el
protectorado español de Río de Oro. España sostenía que esa costa era marroquí y en tales condiciones, preocupaba al
gobierno la empresa Lebaudy que, al parecer había sido hecha sin la aprobación del gabinete de París. El cañonero
María de Molina, con base en Canarias, había recibido órdenes de desplazarse a las costas de Tarfaya para vigilar el
desembarco. Informe confidencial no. 25. Desembarco de Lebaudy en Seguia –el- Hamra. 27 de junio de 1903.
A.M.A.E. Legajo H-2738. Circulares sobre Marruecos.

1363
por el Sultán, el gabinete Silvela había apostado por la idea de que banqueros españoles y británicos

debían participar a la par en este tipo de operaciones financieras, de la misma forma que lo hacía la

banca francesa. Por ello, los contactos con el gabinete Balfour se intensificarían a lo largo del

verano. No sólo se pretendía consultar al gabinete británico sobre los movimientos franceses, sino

que Mandas tenía asignada en Londres una misión trascendental. Era la persona que debía advertir

a Madrid de los indicios de cualquier acuerdo entre Francia y Gran Bretaña sobre reparto de esferas

de influencias en Marruecos o que modificara el statu quo del Imperio, y que se efectuase a

espaldas y sin conocimiento de España. Mandas, el Embajador español acudió el 22 de junio a

entrevistarse con el subsecretario permanente del Foreign Office, sir Thomas Sanderson.2407 Sin

embargo la diplomacia española no iba a encontrar ninguna ayuda en estas gestiones, pues la

atmósfera en Londres se había tornado visiblemente más profrancesa hasta el punto que el gabinete

británico no se iba a oponer directamente a las aspiraciones francesas en los márgenes orientales del

Sultanato, y se desentendía de la aventura Lebaudy. El Foreign Office no daba gran importancia al

incidente de Figuig, desde el momento en que Francia había dejado consignado desde un principio

el carácter punitivo de la expedición. Los argumentos franceses sobre la escrupulosa delimitación

de la frontera argelo-marroquí desde el Mediterráneo hasta Ain Sefra y la indeterminación de la

misma al sur de esta localidad eran repetidos por el gobierno Balfour al ser consultado por el

español. Lo que en la práctica entendería el Ministerio de Estado era dar vía libre a que el ejército

galo pudiera devorar toda la gigantesca ‘panza’ sahariana tanto hacia la frontera libio-tunecina

como en dirección al Océano Atlántico, aún a costa de amputar continuamente territorio del

Imperio marroquí. Los habitantes de estos territorios empuñaron las armas e hicieron frente a las

tropas francesas, y mientras esta actitud de resistencia había sido bien vista en 1900, ahora era

contemplada en Londres como la actuación de una serie de tribus casi bárbaras a las que se

achacaba significativamente el que incursionasen “en Argelia” dedicándose al saqueo, es decir se

descartaba explícitamente que defendieran su país. El Foreign Office disculpaba las actuaciones de

2407
El Duque de Mandas a Abarzuza. Despacho no. 45, reservado. 23 de Junio de 1903. A.G.A. Fondo de Asuntos
Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7023 / Legajos 206 y 208.

1364
Francia señalando que esta última tanto en 1889 como en 1901 sólo había pretendido fijar la

frontera argelo-marroquí (eso sí se admitía que desplazándola muy al Oeste) y que Marruecos se

resistía. El gobierno británico señalaba que los acuerdos francomarroquíes de 1901 zanjaban las

disputas entre marroquíes y franceses, estableciendo la obligatoriedad de que las tribus fronterizas

se declarasen bajo la soberanía francesa o jerifiana y el derecho galo a reprimir y castigar en el

futuro las incursiones que atacaran el territorio argelino. El Foreign Office consideraba que a pesar

de que dos poderosas cabilas habían optado por Francia, las provocaciones de las tribus

continuaban y en consecuencia el ejército republicano sólo había ejercido en la acción de Figuig su

legítimo derecho de represión. Mandas sacó de esta consulta la conclusión de que aunque Inglaterra

no reconociese toda la parte en disputa del margen oriental del Sultanato como esfera de influencia

y acción de Francia y le contrariase esa extensión del poder galo, iba a adoptar una actitud

absolutamente pragmática y comprensible hacia París, eludiendo el enfrentamiento y no

oponiéndose a los propósitos republicanos en aquella parte del Imperio. Si Inglaterra

posteriormente presentaba alguna resistencia a las pretensiones francesas, sería en las costas

mediterráneas o atlánticas, pero nunca en el límite oriental. Al día siguiente Mandas se entrevistaba

con el responsable del Foreign Office, sobre la trascendental (para Madrid) cuestión de Tarfaya,

lindante con las posesiones españolas que se extendían desde Cabo Blanco a Bojador y plataforma

estratégica defensiva de Canarias. Mandas recordó con viejos argumentos del pasado, esgrimiendo

por lo tanto el fantasma de una invasión francesa, cómo en 1900 el gabinete de Silvela había

buscado en Lord Salisbury y en el propio Lansdowne el apoyo británico para la ocupación de

Tarfaya y Sakia al- Hamra.2408 El diplomático español recordó que las negociaciones

hispanobritánicas se paralizaron cuando el Ministro de Inglaterra en Tánger, Sir Arthur Nicolson

tras entrevistarse en Londres con Mandas, autorizado previamente por Salisbuyry y posteriormente

en la capital diplomática marroquí con Ojeda, aconsejó al Foreign Office que no apoyase las

2408
Otra forma alternativa de penetración española en la Sakia al- Hamra era , además de conseguir la cesión legal por
parte del Sultán, atraerse a los notables del territorio. Sin embargo, pocos años después determinados signos parecieron
evidenciar la dificultad de conquistar una esfera de influencia en el área sahariana, consiguiendo vencer a Francia en
esta batalla geopolítica.

1365
pretensiones hispanas en virtud de la inoportunidad de que España, Marruecos e Inglaterra se

ocupasen de la permuta de Sta. Cruz de Mar Pequeña por Tarfaya, en un momento en que el statu

quo se tambaleaba bajo los efectos de los golpes franceses en los límites surorientales del Imperio.

Mandas manifestó que los recelos de España hacia las miras francesas sobre estos dos territorios se

repetían ahora; intentaba así a título particular, sin permiso expreso del gabinete Silvela, presionar

sobre Londres (enmascarando sus manifestaciones con la afirmación de que España estaba siempre

a favor del respeto más inviolable al statu quo) para que el gobierno británico otorgara el ‘placet’ a

la ocupación española de estas regiones al sur del Draa. Lansdowne recalcó la inoportunidad de los

deseos españoles, utilizando el argumento de que existía la amenaza real de complicaciones en el

futuro en Marruecos derivadas de la acción francesa en Figuig y la amenaza, aunque fuese ilusoria ,

del aventurero Lebaudy en el Atlántico. El responsable del Foreign Office aconsejó a Silvela que

olvidase cualquier deseo expansionista e hiciese causa común con el Reino Unido en el

apuntalamiento del statu quo.2409 Sin embargo los días de Silvela como estadista al frente del

gobierno estaban contados. En julio de 1903 abandonaba la Presidencia del Consejo de Ministros,

tras pronunciar un discurso en el Congreso en el que recalcaba que “España no tiene intereses que

la obliguen a intervenir en las cuestiones europeas, pero los asuntos de Marruecos le afectan

vivamente y ha de tomar parte en ellos por un lado estableciendo amistad y alianza con todas las

naciones a que interesa también; por otro lado aumentando la Marina y el Ejército ; no se puede

desconocer asimismo que una unión íntima nos enlaza con la República francesa y somos llevados

a mantener una unión completa, una unión de intereses, una armonía de pensamientos con un país

que es nuestro hermano de raza, al que estamos unidos por todo linaje de intereses y

conveniencias“. El discurso fue mal traducido en el Reino Unido, dando a entender que entre

Francia y España existía una alianza o pacto secreto, lo cual determinó una interpelación al

gabinete Balfour y un debate en la Cámara de los Comunes, atravesando las relaciones

anglohispanas un momento de cierto enfriamiento.

2409
El Duque de Mandas a Abarzuza. Despacho no. 46 (muy reservado). 25 de Junio de 1903.

1366
13.24. El gobierno Villaverde y la cuestión marroquí.

A finales de julio el Morning Post y entre otros medios, el Spectator se referían

explícitamente a la posibilidad de un futuro acuerdo entre Francia e Inglaterra respecto a Marruecos

y al Siam (país de los thais).2410 Los mensajes que Mandas hizo llegar al nuevo gobierno formado

ese mismo mes presidido por Raimundo Fernández Villaverde se pueden resumir en dos

contenidos básicos:

I – El arreglo de los litigios francobritánicos iba a ser un proceso largo y complicado de

ajustar.2411

II - Lord Lansdowne se comprometió a que en las conversaciones con Francia con respecto a

la cuestión marroquí, Inglaterra adoptaba la postura de que para su resolución era indispensable la

participación de España. 2412

El Ministerio de Estado podía entender que apoyándose en Inglaterra, no había temor a

experimentar una devaluación en los intereses españoles, una perdida de posiciones o un recorte en

el área de influencia en el Imperio jerifiano.

Estas promesas no se iban a cumplir en lo que respecta a la cuestiones económicas

marroquíes y en lo relativo al acoso financiero que estaba sufriendo el Sultán. Si en un principio,

Lansdowne entendió que no se podía dejar sola a Francia presionando sobre Fez, a medida que el

año vaya concluyendo y se intensifique la política francesa de penetración pacífica y aumenten de

tono y ardor los artículos y discursos expansionistas pronunciados en Francia, su actitud cambiará.

El gabinete español acudirá a Londres con quejas hacia Francia y solícito de ayuda y sólo

encontrará silencio, reservas o respuestas poco resueltas en Lansdowne que se desentendía

2410
El Duque de Mandas al Ministro de Estado, Manuel Mariátegui y Vinyals, conde de San Bernardo. Despacho no.
54. 1 de Agosto de 1903. . A.M.A.E. Embajada de España en Londres. Legajo H-1582.
2411
Ibidem.
2412
El Duque de Mandas al Ministro de Estado, conde de San Bernardo. Despacho no. 57. 13 de Agosto de 1903.
A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7023 / Legajos 206 y 208.

1367
progresivamente de Marruecos. El 19 de diciembre Mandas advertirá al Ministro de Estado del

gabinete Maura, Faustino Rodríguez San Pedro, que era factible un acuerdo franco-británico

relativo a Marruecos, auspiciado y buscado por el embajador de la República en Londres. El reparo

de Mandas era que la influyente prensa inglesa y el mundo de los negocios se opusieran a él. El

embajador solicitaría urgentemente de Maura que contrarrestase la influencia económica francesa

en Marruecos auspiciando la concesión al Sultanato de un nuevo crédito español.2413

De hecho franceses y británicos llegaron a un compromiso económico sobre Marruecos en

1903, que presagiaba la Entente Cordiale del año siguiente; es más, por parte de Gran Bretaña, era

una toma de postura –al menos así lo entendía el gobierno galo- que cedía la iniciativa económica

en el Imperio jerifiano a Francia. Esto se realizaba de espaldas a España repitiendo lo sucedido en

el verano de 1902 cuando el Embajador Cambon y Lord Lansdowne trataron sobre la posible

neutralización de Tánger sin que Sagasta-Almodóvar recibieran ninguna notificación. El desinterés

del gabinete británico por Marruecos se patentiza en agosto cuando se plantea el deseo del Sultán

de contratar un nuevo empréstito en Europa, que el gabinete Villaverde –predecesor del de Maura-

esea que Abd-el- Aziz contraiga también con España. Ausentes de Londres lord Lansdowne y el

subsecretario permanente del Foreign Office, sir Thomas Sanderson, Mandas se entrevistaba con

Francis Villiers con el fin de obtener apoyo británico. El Foreign Office no quiso esa

responsabilidad; no manifestó el propósito de favorecer esta operación, ni de gestionar la

contratación de un empréstito semejante para la banca inglesa, amparándose en que era una

operación de riesgo en un Estado convulso, socavado por la rebelión, con una Hacienda en quiebra

y que no ofrecía confianza ni seguridad para los capitalistas inversores de la City.2414 Ello

2413
“No son hoy los regimientos ni los buques la primera y más usual manera de intervenir en algunos países; el capital
enviado para la agricultura, la industria o el Tesoro, son medio más inmediato de influir y hace no pocas veces
necesario que después vayan regimientos y buques. Toda interrupción en tomar parte en actos que lleven a cabo así
Inglaterra como Francia en Marruecos es ocasionada a aumentar nuestras dificultades el día que queramos entrar a
practicar de nuevo su política “. Mandas al Ministro de Estado, Faustino Rodríguez San Pedro. Despacho no. 118. 19
de Diciembre de 1903. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7023 / Legajos 206
y 208.
2414
Mandas al conde de San Bernardo. Despacho no. 70. 2 de Septiembre de 1903. A.G.A. Fondo de Asuntos
Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7023 / Legajos 206 y 208.

1368
contrariaba notablemente la voluntad del gabinete Villaverde que apostaba, como había hecho

Abarzuza a comienzos de año, por un acuerdo con Inglaterra en el tema de los empréstitos y porque

banqueros españoles y británicos no dejaran el terreno libre a los franceses y paralelamente

pudieran efectuar un nuevo crédito al Majzén. 2415 No se iba a encontrar apoyo personal tampoco en

Lansdowne. Éste se amparaba para justificar su desinterés en el Sultanato en el hecho de que el

Majzén no conseguía acabar con la insurrección del Rogui (argumento un tanto débil pues en gran

parte del Imperio hasta se ignoraba que tal insurrección existía o por lo menos se ocupaban muy

poco de ella, mientras que en la zona más próxima a la frontera nor-oriental de Marruecos tomaba

un carácter endémico) y en el desajuste fiscal del Imperio con una administración que no cobraba

impuestos, no aplicaba el nuevo sistema de fiscalidad y cuyos recursos estaban exhaustos. La

conclusión era clara: no se podía prestar más dinero a un Estado insolvente. Los comisionados del

Sultán desplazados a la City no consiguieron nada después de dos meses de continuas gestiones. El

Gobierno británico, en virtud del compromiso con el gabinete republicano, no quiso presionar ni

contraer con los banqueros del Reino Unido la responsabilidad de animarles a contratar nuevos

empréstitos.2416 Círculos empresariales y comerciales de Londres y Manchester con intereses

destacados en Marruecos se resistieron y convinieron, por el contrario, en que sería funesto para la

economía británica no auxiliar al Sultán; la pasividad de Inglaterra supondría entregar al Imperio

jerifiano en manos de Francia propiciando la penetración pacífica y la política republicana en

Marruecos de forma exclusiva pues el Majzén tan solo recibiría apoyo financiero de este país. Por

ello el 6 de noviembre enviaron una comisión al Foreign Office para solicitar de Lansdowne que

cambiase su postura e indujese a los banqueros a adelantar al Sultán la suma pedida.2417 La prensa

londinense -incluso los rotativos ministeriales como el Standard- fue tomando parte muy

decididamente a favor de la cooperación financiera inglesa con el Sultanato, y en el Ministerio de

2415
Despacho no. 106 del Subsecretario de Estado, Pérez Caballero dirigido al Duque de Mandas. 10 de Septiembre de
1903.. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7023 / Legajos 206 y 208.
2416
Mandas al conde de San Bernardo. Despacho no. 87. 22 de Octubre de 1903. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores.
Embajada de España en Londres. Caja 7023 / Legajos 206 y 208.
2417
Mandas al conde de San Bernardo. Despacho no. 93. 29 de Octubre de 1903. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores.
Embajada de España en Londres. Caja 7023 / Legajos 206 y 208.

1369
Estado se creyó vislumbrar un cambio en la actitud del gobierno británico, consistente en no dejar a

Francia la libertad de acción que ésta proclamaba como necesaria en Marruecos para la penetración

pacífica.2418 Los banqueros de la City no deseaban un modelo de operación semejante a la de los

primeros empréstitos que había acordado el Sultán por separado con banqueros franceses, españoles

e ingleses, sino una operación única que contara con el respaldo explícito de los tres gobiernos. De

esta manera si el gobierno jerifiano incumplía las obligaciones de devolución de réditos y capital,

los gobiernos de los tres países iniciarían con vigor una reclamación oficial. Esto equivalía a abrir

el paso al proyecto de medidas punitivas de fuerza para obligar a Marruecos a pagar su Deuda

externa. El ingreso de las Aduanas marroquíes debía ser intervenido por una Comisión de Hacienda

(en realidad Comisión de la Deuda externa, fiscalizadora de la marcha económica del país) formada

por funcionarios anglo-franceses y servir para el pago de los intereses y la amortización del capital.

Era una modalidad de operación que no contaba con la aquiescencia gala.2419 La respuesta francesa

fue la de poner reparos.2420 En realidad el gobierno británico iba muy por detrás tanto de las

presiones de la prensa como de los intereses económicos y se descolgaba del mantenimiento del

statu quo y de la tarea de frenar la penetración francesa en el Sultán. Lansdowne no iba a hacer

nada importante en la cuestión marroquí (el tema del empréstito era un ejemplo), sin consultar

previamente a Francia; no iba a actuar a partir de ahora en desacuerdo con la República. La

“Entente Cordiale“ se estaba gestando a marchas forzadas. Por otra parte ante la posibilidad

creciente de cerrar un acuerdo próximo con el Reino Unido, Francia se cerraba en banda al hecho

de que Marruecos dejase de ser un coto cerrado para sus deseos expansivos. Sólo ella podía poner

mano en la administración del país. Por ello no deseaba ni sombra de participación española o

inglesa en la gestión de las aduanas imperiales. Se aceptaba ahora la reforma fiscal que el Sultán

2418
Mandas al conde de San Bernardo. Despacho no. 95. 30 de Octubre de 1903. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores.
Embajada de España en Londres. Caja 7023 / Legajos 206 y 208.
2419
Mandas al conde de San Bernardo. Despacho no. 99. 4 de Noviembre de 1903. A.G.A. Fondo de Asuntos
Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7023 / Legajos 206 y 208.
2420
“No se ha ocultado a nadie que la verdadera razón de negarse Francia no ha sido la cuantía del empréstito (un
millón de libras esterlinas) sino el pensamiento fundamental de su política respecto de aquella comarca en cuya
administración ciertamente no tiene ella reparo en tomar parte, pero en la que desea impedir que la tengan España e
Inglaterra “.

1370
deseaba establecer en el Imperio (proyecto que había estado bloqueado hasta entonces porque las

potencias europeas, con Francia a la cabeza, no daban su aquiescencia), plasmada en un impuesto

que debían de pagar todos los habitantes incluso los protegidos, porque se entendía desde París que

el Imperio jerifiano estaba ya maduro para caer bajo el control de la Tercera República. A finales

de año las Cámaras del Parlamento francés debatían la construcción de un ferrocarril en Argelia

hacia la frontera, que luego debía penetrar en Marruecos. Como un ferrocarril exigía vigilancia en

sus márgenes se hablaba claramente de que le incumbía a la República organizar la policía del

Imperio jerifiano, asimismo se apuntaba la necesidad de la realización de nuevos empréstitos galos

al Sultanato.

Los banqueros de la City contemplaron la posibilidad de efectuar un préstamo de menor

cuantía que no implicase el control de las aduanas; una cantidad que oscilase en torno a las 500.000

libras esterlinas, limitándose el gobierno Balfour a darse por enterado y aprobar el crédito. Esta

fórmula fue finalmente aceptada por el Foreign Office. Lansdowne declaró a Mandas que veía, por

otra parte, como inevitables nuevas operaciones fronterizas francesas para castigar a las “tribus

semi-bárbaras“ y lo único que cabía hacer era evitar que las medidas punitivas llevaran a nuevas

amputaciones territoriales del Imperio jerifiano. Cuando Mandas se quejó de que la invasión

francesa del Sultanato podía ser silenciosa, y afectar a áreas de interés vital para los españoles

(Muluya, costa mediterránea), Lansdowne señaló que la penetración pacífica vía inversión de

capitales, establecimiento de líneas ferreas o derecho de vigilancia y policía no iba a ser

obstaculizada por Inglaterra mientras aquella no afectase a “la costa del Mediterráneo hasta

Tánger”.2421

2421
Mandas a Rodríguez San Pedro. Despacho no. 121. 23 de Diciembre de 1903.

1371
Lo que sí advirtió Mandas en noviembre fue la nueva orientación política de Alemania, que

se iba a oponer a la expansión colonial de Francia, irrumpiendo de manera brusca en la cuestión del

Estrecho de Gibraltar.2422

A pesar de las negativas oficiales, eran insistentes los rumores sobre las negociaciones entre

Inglaterra y Francia en torno al futuro de Marruecos. Se señalaba al respecto que en el transcurso de

la visita que hizo a Londres el presidente de la República francesa Loubet se empezó a gestar el

acuerdo por el cual se establecía el protectorado de Francia en Marruecos, reconociendo en

correspondencia el gobierno republicano los plenos derechos de Inglaterra en Egipto. Por su parte

el gobierno británico entendía que este acto equivalía a un reconocimiento por parte de toda Europa

de sus derechos en el valle del Nilo; sus deseos de consolidar el control completo de este territorio

le llevaban a tolerar ciertos sacrificios cediendo, por ejemplo en lo tocante a Marruecos.2423 Los

medios diplomáticos españoles destacados en las cortes europeas recalcaban que estos rumores eran

verídicos. Sin embargo ciertas matizaciones señalaban que frente a los deseos expansivos de

Francia que aspiraba a fusionar en el noroeste de África su colonia argelina con sus posesiones en

las proximidades del Níger, no era Inglaterra el principal de sus rivales; más bien se vislumbraba

como tal Alemania.

Francia no había mostrado la más mínima receptividad a la idea de la revisión del sistema

fiscal marroquí. No estaba dispuesta a ceder en este tema, ya que bajo ningún concepto deseaba que

una reforma realizada bajo consejo británico pudiera suscitar peligros para sus ambiciosos

propósitos en el Sultanato. Sin embargo a finales de 1903, el Majzén seguía empeñado en sacar

adelante sus reformas que afectaban al sistema de protección consular y a los extranjeros residentes

en el Sultanato. Unas reformas paralizadas muchos meses por la actuación del cuerpo diplomático

con sede en Tánger que debía redactar un Reglamento previo a la implantación de aquellas y que

luego debía ser examinado por el Majzén para proceder a la aplicación del nuevo impuesto agrícola

2422
Mandas al conde de San Bernardo. Despacho no. 101. 10 de Noviembre de 1903.
2423
Despacho de Julio de Galarza, Embajador de España en San Petersburgo al conde de San Bernardo.Despacho no.
109. 2 de Octubre de 1903. A.G.A. Africa. Sección Histórica (Marruecos). Caja 75 / Ex. 3.

1372
y rural, el tertib. El proyecto del Sultán suponía crear dentro de la administración marroquí un

cuerpo de recaudadores especiales, separando de estas funciones a los caídes y gobernadores,

acostumbrados con sus exacciones y abusos a sacar partido del anterior sistema fiscal, para

acumular un patrimonio propio. Dentro del cuerpo diplomático la Legación de Francia había

ejercido presiones para dilatar la redacción y el diseño del reglamento, lo cual le había llevado a

frecuentes discusiones con la británica partidaria de la rápida entrada en vigor del mismo. La

postura oficial francesa era la de que los ingleses siendo los promotores del proyecto de reformas

iniciadas por el Sultán habían sido la causa principal de la rebelión roguista y de la anarquía

reinante en el país, pues las tribus no aceptaban la nueva fiscalidad y las novedades tampoco

gustaban a aquellos miembros del Majzén, caídes o gobernadores que veían ahora recortados sus

ingresos y sus omnímodas facultades para exigir arbitrariamente y para disponer libremente de sus

exacciones. Además París se había mostrado receloso de que sus protegidos políticos, los chorfa de

Wazzan pagasen el impuesto correspondiente a sus propiedades y había exigido que les fuera

elevado el montante de la pensión anual que tenían reconocida por el Sultán. Asimismo los chorfa

habían solicitado del Majzén la condonación de algunos tributos que los de Wazzan recaudarían

para sí mismos. La Legación española había permanecido al margen de las deliberaciones.

Finalmente el gobierno francés aceptaba la modificación fiscal una vez que Descós, el Secretario de

la Legación permaneciera seis meses en Fez negociando con la Corte, haciendo prevalecer

finalmente en ella la influencia francesa y consiguiendo con su actuación que el grupo conservador

encabezado por el Gran Visir el- Garnit y el Ministro de Asuntos Exteriores Ben Sliman se

impusiese al grupo reformista del Ministro de la Guerra.2424 El jefe de la misión militar francesa en

Fez informaba a su Legación que el rechazo contra los británicos en general y contra Mac Lean en

2424
Cólogan al conde de San Bernardo. Despacho no. 393. 22 de Noviembre de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 93 / Ex. 1.

1373
particular iba creciendo en la ciudad imperial. En cambio los militares franceses eran bien vistos;

era un sentimiento que Cólogan entendía extrapolable a una parte del resto del país.2425

13.25. Los Empréstitos al Sultán (I).

Abarzuza por su parte entabló desde comienzos de 1903 una nutrida correspondencia

particular con Cólogan. Su objetivo era recabar información sobre la cuestión marroquí. El Ministro

de Estado aprovechó la ocasión para manifestar la voluntad del gabinete conservador de asociarse

a los de Francia, Reino Unido y Alemania con el fin de evitar intervenciones armadas en el

Sultanato durante la sublevación del Rogui, mientras las circunstancias no fuesen de tal gravedad

que las hiciese necesarias.2426 Estas instrucciones equivalían a un salto acrobático en la orientación

internacional de España que renunciaba a lo que había sido su interés vital desde el momento en

que había firmado el acuerdo mediterráneo con Italia, cual era la defensa del Sultán frente a las

pretensiones expansionistas galas. El escaso margen de maniobra de España quedaba patente:

¿cómo ayudar al Sultán abiertamente cuando la sutilidad de Delcassé había arrancado serios

compromisos de no hacerlo a las todopoderosas Inglaterra y Alemania?. En el rechazo a apoyar la

expedición imperial a Melilla se solapaban motivos de índole particular (no provocar a las cabilas

rifeñas) con supeditaciones a la política internacional (compromiso español de no injerencia en la

sublevación).

Esa política estaba relacionada con la decisión de no suscribir momentáneamente el reparto

del Imperio con Francia, si se hacía de espaldas a Inglaterra, y con la voluntad de aproximación a la

misma que es evidente en el Ministro de Estado Abarzuza. No obstante suponía la aceptación del

2425
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 15 de Mayo de 1903. A.G.A. Africa. Sección Histórica (Marruecos). Caja 165 /
Ex. 1.
2426
Carta particular no. 1 del Ministro de Estado, Abarzuza a Bernardo de Cólogan. 5 de Enero de 1903. A.M.A.E.
Legajo H-2164.

1374
cese de la presión moderada que sobre el Sultanato había ejercido el gabinete saliente, circunscrita

como quedó indicado a la idea (no llevada a la práctica) de organizar una expedición armada para

presionar sobre el Sultán durante el cautiverio de los Montes en 1901 y a la tímida reactivación de

la “gun-boat diplomacy “ en el verano de 1902, teniendo su colofón con el envío del Infanta Isabel

a comienzos de 1903. En realidad estas concesiones del gabinete conservador destinadas a no

ganarse la hostilidad de Inglaterra y Francia, suponían ceder a los deseos de la República de

conseguir la hegemonía en el Sultanato. Llovía sobre mojado: el gabinete conservador proseguía

las directrices del gabinete Sagasta de eliminar toda política autónoma española en el Sultanato y

supeditar la actuación hispana a la francesa. Es decir, España no hacía por su parte nada por

mantener una presión que sí había ejercido a finales de la década de los 80 y comienzos de los 90

del siglo XIX. El único aldabonazo que acabó por despertar a un aparentemente seguro de sí mismo

Abarzuza fue una noticia que juzgó “de notoria gravedad“:2427 sin duda había confiado en la lealtad

de los propósitos y promesas de Delcassé de neutralidad en los asuntos marroquíes. Era,

ciertamente, si se creía a pies juntillas, una garantía que permitía la tranquilidad en el Ministerio de

Estado. Y de repente ... el gabinete conservador se entera de que la República, su amiga y

concurrente en los temas marroquíes, ha forjado un instrumento eficaz de penetración en el

Sultanato. Se trata de la concesión de un importante préstamo a las exhaustas arcas del Majzén.

Éste había sido contratado por el Ministro de Hacienda jerifiano con el Banco de París y de los

Países Bajos, por un importe de siete millones y medio de francos. Los intermediarios galos

Gautsch y Fabarez habían cerrado las negociaciones el 20 de diciembre de 1902. Habían doblegado

la repugnancia del Majzén a concluir un empréstito con el concurso del gobierno francés, después

del fracaso de Mac Lean en Londres al no poder obtener un crédito por parte de los banqueros

2427
Carta particular mecanografiada no. 2 de Abarzuza a Cólogan. 22 de Enero de 1903. A.M.A.E. Legajo H-1264.

1375
ingleses. El gobierno de París a través de su Legación en Tánger había propiciado la

negociación.2428

Cólogan sugirió a Abarzuza utilizar los oficios del banquero corresponsal del Banco de

España, Nahon para participar a marchas forzadas en el acoso financiero al Sultán, dado que éste

tenía necesidades crecientes de numerario en plata.2429 El diplomático aconsejó emprender las

negociaciones conducentes a la concesión de un nuevo empréstito...¡netamente español¡ al Majzén,

por un monto que oscilaría en torno a los cinco o seis millones de francos,2430 a realizar en pesetas

corrientes (en plata, no en oro), y con un interés del 6 %. Ello favorecería la consolidación en

Marruecos de la influencia económica de la moneda española, de curso legal en el Sultanato. Hasta

Cólogan habían llegado ciertas indiscretas filtraciones que no auguraban nada bueno para España y

que respondían a una evidencia: cuando Lansdowne y Cambon habían hablado en Londres de un

hipotético reparto francoespañol de influencias en Marruecos, el diplomático francés se había

limitado a señalar que a España le sería otorgada una “cierta zona en torno a sus presidios”. Nada

por lo tanto se había dicho de un reparto de Marruecos en régimen de igualdad. Sólo de un

ensanchamiento de límites de las plazas y posesiones españolas. El rumor de esas conversaciones

había llegado a conocimiento de Cólogan tras la visita que el diplomático francés hiciera a Tánger

para visitar a su hijo, miembro de la Legación gala en la ciudad marroquí. Se podía reaccionar

todavía si España anudaba otro dogal, el de la asfixia financiera al cuello del Sultán, a la vez que

Delcassé por intereses políticos acababa de anudar el suyo. Y la perspectiva era halagüeña si

Lansdowne conseguía forzar un tercer empréstito, británico, como Cólogan apuntaba a Madrid en

una carta de 23 de Enero: 2431

2428
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 20 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 297
/ Ex. 1.
2429
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 22 de Enero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 297
/ Ex. 1.
2430
Nahon habló de realizar un empréstito de hasta diez millones de pesetas.
2431
Carta particular manuscrita no. 2 de Cólogan a Abarzuza. 23 de Enero de 1903. 23 de Enero de 1903. A.M.A.E.
Legajo H-1264

1376
“Muy racional sería, precisamente para evitar que el Maghzen (sic) contraiga
compromisos peligrosos con una sola nación y menos aún con Francia “.

La internacionalización de la deuda externa de Marruecos era una vía contemplada con

satisfacción. Esta política sin embargo enmascaraba la debilidad colonizadora de España. Francia,

por su cuenta y riesgo, desde posturas de confianza en la propia fuerza había promovido la

negociación de Gautsch en Fez en torno a las condiciones del préstamo, con una clara

intencionalidad política. El gobierno español para llevar a cabo una operación similar debía

supeditarse a la voluntad internacional: debía asociarse a una tarea común de varios países. Ese

deseo de no mostrarse ambiciosa, acaparadora o entrometida en la cuestión marroquí era una clara

muestra de su inferioridad, intentando inspirar confianza y no exteriorizando su deseo de lograr

una cierta hegemonía en el Sultanato. La política sagastina de subordinación a Francia en espera de

suscribir un pacto de reparto del Imperio se clausuraba con la evidencia de que España no podía ser

nada ni figurar nada en Marruecos sin antes negociar previamente con la Tercera República. Sin

embargo esa misma política del tándem Sagasta-Almodóvar había tenido sus orígenes, en la

evidencia de que España, por sus propios medios no había podido conseguir del Sultán la concesión

de la vasta región de Tarfaya y Sakia al- Hamra (lo que a su vez forzó a Silvela a implorar el apoyo

del gobierno de Lord Salisbury). La política española en Marruecos se movía en un auténtico

‘círculo vicioso’ del que no se iba a salir hasta que las dos grandes potencias imperialistas del

mundo se sentaran a dialogar, clausuraran sus discrepancias coloniales y otorgaran a España un

modesto “lugar al sol“ en el Sultanato de Marruecos. Cólogan sugirió que la negociación del

crédito debía ser iniciada por el Majzén: España debía aparentar ser la buscada y no la solícita.

Inmediatamente comenzaron las negociaciones. En Tánger Mohammed Torres había

recibido autorización del Majzén para contratar nuevos préstamos de hasta 300.000 libras. La

expansión del gasto marroquí tenía que basarse en el recurso a la creación de deuda. La sublevación

del Rogui vino a representar en este sentido una ruptura decisiva. Desde 1902 el Estado marroquí al

1377
suprimir la vieja recaudación tributaria, sin que la nueva fuera aceptada, tuvo necesariamente que

recurrir al crédito, con la consiguiente carga de endeudamiento contraído que dejaría al gobierno en

una difícil situación para amortizar la deuda, e incluso para pagar sus intereses, dado que el Majzén

se vio forzado a contar casi exclusivamente con los ingresos obtenidos de la recaudación de las

aduanas.

Varios bancos galos se aprestaban de nuevo a ofrecer créditos al Sultanato. Cólogan apostaba

por presionar al Majzén para que las futuras operaciones las hiciera Marruecos con bancos, no

franceses, sino británicos y del II Reich: 2432

“nuestro interés general, político y económico, de presente y de futuro, es que


Marruecos se internacionalice en todo y por todo cada vez más “.2433

El empréstito español tal como recomendaba Cólogan tenía un objetivo político esencial,

pero sin embargo dejaba bastante margen para permitir la participación de otras potencias,

entendiendo que el acoso financiero del Imperio no debía de ser una tarea estrictamente española.

Desde el Ministerio de Estado se admitía así la necesidad de inmiscuirse en los asuntos financieros

marroquíes, pero no se quería hacer en régimen de coparticipación con Francia, al tiempo que

tampoco se quería dejar sola a esta última como única potencia que acosaba a Marruecos. En suma

se prefería sentar las bases de un ‘menage a trois’ con Inglaterra, o incluso con una intervención de

Alemania en el endeudamiento exterior del Sultanato.

Cólogan esperaba que esta operación podía ser seguida por otras posteriores que vincularían

más estrechamente desde el punto de vista económico a España con el Sultanato. No era ocasión de

perder el tiempo; si España mostraba alguna reticencia, dos banqueros de París ofrecían cubrir su

2432
El Gobierno marroquí debía, según el señor Nahon, unas 2.500.000 pesetas a Alemania, Inglaterra y Francia por
compras o servicios y además quince millones de pesetas a estos países por la acuñación que se estaba realizando de la
moneda hassani de plata, moneda que competía con la española en el interior del Sultanato. La amortización sin
embargo de los préstamos y sus intereses era facil, puesto que el banquero judío señalaba que las Aduanas marroquíes
tenían unos ingresos medios anuales de más de quince millones de pesetas, pudiendo llegar a 25 los años de buenas
cosechas. Las reformas emprendidas por el Majzén en 1901 no habían hecho sino elevar estos ingresos de aduanas.
2433
Carta particular no. 3 de Cólogan a Abarzuza. 26 de Enero de 1903. A.M.A.E. Legajo H-1264

1378
lugar con un crédito de 8 a 10 millones de francos.2434 Los enormes dispendios del Majzén que

tenía que invertir gran parte de sus recursos en sofocar la sublevación del Rogui, forzaban al Sultán

a tener que recurrir al empréstito, pues tampoco parece que se tomaran medidas restrictivas del

gasto público.

En febrero, Abarzuza consiguió que un grupo de banqueros españoles aceptara efectuar el


2435
préstamo a Marruecos con las mismas condiciones del francés. Para frustración de los medios

diplomáticos españoles las noticias de las negociaciones no pudieron permanecer en el secretismo:

trascendieron inmediatamente. Los rumores comenzaron con una indiscreción de El Liberal de 31

de enero. El contraste con la negociación del préstamo galo era más que evidente, pues aquella se

llevó a cabo con total hermetismo, y nada se supo del mismo hasta que llegaron a Tánger los
2436
franco-oro procedentes de Francia. Semejantes indiscreciones podían hacer fracasar el

negocio,2437 dado que podían suscitar la acción de alguna potencia europea, contraria a la

realización de un empréstito español. Si no se conseguía efectuar el empréstito al gobierno

marroquí, España podía quedar excluida de la apertura de la cuestión marroquí. En efecto cabía la

posibilidad de que Gran Bretaña y Francia pactaran una solución de sus disputas en Egipto y

Marruecos a espaldas de España, y excluyéndola del Sultanato. Por eso había que repetir la práctica

colonialista francesa de penetración financiera. No hacerlo era renunciar para siempre a los

intereses españoles en el Imperio jerifiano.2438 Cuando los diplomáticos franceses requirieron al

Ministerio de Estado explicaciones sobre la veracidad de los rumores, la respuesta del gobierno

restauracionista fue mentir e indicar que no tenía nada que ver con un asunto meramente privado y

que los representantes del Majzén, carentes de liquidez, se habían dirigido únicamente a hombres

2434
Carta particular no. 5 de Cólogan a Abarzuza. 28 de Enero de 1903. A.M.A.E. Legajo H-1264.
2435
Telegrama de Abarzuza a Cólogan. 1 de Febrero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 297
/Ex. 1.
2436
Carta particular no. 8 de Cólogan a Abarzuza. 6 de Febrero de 1903. A.M.A. E. Legajo H- 1264.
2437
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 6 de Febrero de 1903. . A.G.A. Africa. Sección Histórica (Marruecos). Caja
297 / Ex. 1.
2438
Carta particular no. 9 de Cólogan a Abarzuza. 7 de Febrero de 1903. A.M.A. E. Legajo H- 1264.

1379
de negocios y banqueros españoles, pero no a medios oficiales. No obstante el Gobierno español no

deseaba competir con el francés,2439 adelantarlo o sustituirlo; se pensaba que los empréstitos

servirían para armonizar mejor la concertación y el acuerdo con Inglaterra y Francia. Abarzuza,

muy deseoso de aproximarse al Reino Unido, se puso en contacto a comienzos de febrero con el

Gabinete británico, citando al Ministerio de Estado al Embajador inglés en Madrid. El propósito

era intercambiar impresiones con él y animarle a promover un empréstito inglés al Sultanato.2440

Paralelamente, en Tánger Cólogan recalcó a la Legación francesa el deseo español de no

realizar préstamos a Marruecos sino era en régimen asociativo con otras potencias.

Fruto de la intensidad de las comunicaciones entre Lansdowne y Abarzuza,2441 Gran Bretaña

se incorporaba al acoso financiero de Marruecos. El Duque de Mandas, Embajador de España en

Londres telegrafiaba el 10 de febrero a Madrid para comunicar una notificación del secretario del

Foreign Office en torno a la concesión de un empréstito por parte de banqueros británicos al Sultán

de Marruecos. El titular del Foreign Office señaló que la banca francesa iba a negociar, a su vez, un

nuevo empréstito con el Sultán. Lansdowne manifestó que se decantaba en el tema de los créditos

por un acuerdo previo a su concesión por parte de los tres países europeos (España, Inglaterra,

Francia), similar al logrado a finales de 1902 en torno a la neutralidad de las potencias en la

sublevación roguista. Este acuerdo debía hacerse extensivo a los banqueros de los tres países, pues

lo que había que obviar era la impresión de una competencia mutua por colocar los capitales en

Marruecos. Este acuerdo evitaría la superioridad francesa en la zona.

El gobierno francés acabaría por aceptar la idea de los empréstitos británico y español,

aunque su propósito final era convertir a Francia en el único país prestamista del Sultanato y a su

2439
Máxime cuando algunos órganos de prensa franceses hablaban claramente de la necesidad de llegar a un acuerdo
con el gabinete de Madrid por si era inevitable el reparto del Imperio jerifiano y de asignar una esfera de influencia
para España en Marruecos. Así se manifestaba el diario La Depeche Tunisienne en marzo de 1903. José de Navarro,
cónsul General de España en Túnez a Abarzuza. Despacho no. 21. 30 de Marzo de 1903. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 164 / Ex. 2.
2440
Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 7 de Febrero de 1902. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 164
/ Ex. 2.
2441 Avisando éste al titular del Foreign Office de que España había iniciado las gestiones de un empréstito en Tánger
y de las conversaciones entabladas por este último con el Embajador en Madrid, sir Mortimer Durand Telegrama de
Abarzuza a Mandas. 11 de Febrero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 297 / Ex. 1.

1380
vez en el que ejerciese en exclusiva el control de sus finanzas.2442 Abarzuza asumió los

planteamientos de Lansdowne en el sentido de que el acuerdo era posible, no sólo entre gobiernos

sino también el extrapolable a los banqueros2443 y así lo manifestó reiteradamente en sus

comunicaciones a Cólogan.2444 El mensaje que con más frecuencia repetía Lansdowne a Mandas en

las visitas que éste realizaba al Foreign Office giraba machaconamente en torno a la necesaria

inteligencia de las tres potencias en lo relativo a los empréstitos, la misma filosofía política a la que

se ajustaba Abarzuza.

En la realidad cotidiana de Marruecos se asistía, por el contrario, a una auténtica competición

darwinista por parte de las Legaciones francesa, británica y española, cada una sólo interesada por

colocar primero su propio empréstito en Fez. Los banqueros de los tres países prestamistas pusieron

en marcha un proceso de consultas y de negociaciones ajustadas a las indicaciones de Lansdowne

que habían sido finalmente aprobadas por Delcassé. No se hablaba de la hipoteca de las aduanas

marroquíes como garantía de los créditos ni de que aquéllas pasaran a estar controladas por

funcionarios europeos.

Por otro lado el Ministro de Estado creía firmemente que eran infundados los rumores

periodísticos acerca de que Inglaterra y Francia se estaban entendiendo en la cuestión marroquí, a

espaldas de España y sin conocimiento de la misma.2445 Hay que tener en cuenta que supuestamente

el acuerdo de neutralidad y no intervención en los asuntos de la sublevación estaba funcionando. Es

decir, Francia no había hecho todavía tan evidente su aspiración a lograr la protección del Majzén

y sus fuerzas armadas no apoyaban ni amparaban a las imperiales marroquíes. En consecuencia

Abarzuza entendía que la cuestión marroquí no suscitaba de momento graves complicaciones a

escala internacional y que el acuerdo promovido por Delcassé de no intervención en Marruecos

2442 Telegrama de Mandas a Abarzuza. 10 de Febrero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
297 / Ex. 1.
2443 El Embajador republicano en Madrid, Jules Cambon escribió una corta nota el 7 de Marzo de 1903 a Abarzuza
expresando la conformidad francesa.
2444
Telegrama de Abarzuza a Cólogan. 13 de Febrero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
297 / Ex. 1.
2445 Carta particular no. 3 de Abarzuza a Cólogan. 16 de Febrero de 1903. A.M.A.E. Archivo Histórico. Legajo H-
1264.

1381
apuntalaba la voluntad europea de mantenimiento del statu quo. Incluso a comienzos de marzo,

cuando las negociaciones se dilataban y se retrasaba la firma del empréstito hispano, el Ministro de

Estado español todavía confiaba en la existencia de una completa inteligencia entre los tres

gobiernos sobre la cuestión de los préstamos.

Sin embargo, las impresiones procedentes de Fez señalaban que, antes que un acuerdo, se

había desatado una auténtica guerra entre Francia, España e Inglaterra por colocar empréstitos al

Majzén. El Plenipotenciario británico Nicolson se apresuró a enviar intermediarios a la Corte

imperial con la oferta inglesa (un empréstito de 300.000 libras), deseando anticiparse a posibles

competidores ante la noticia de la llegada a Tánger con nuevos ofrecimientos galos de un enviado

del Banco de París y de los Países Bajos, Georges Zangarussiano.2446 La posibilidad del tan

anunciado “concierto internacional “ se diluía antes incluso de ser gestionada o negociada. En Fez y

en Tánger se asistía en la práctica a una feroz competencia entre países imperialistas por no

quedarse a la zaga. Tampoco Cólogan mostraba deseos de dar a conocer los detalles del empréstito

español a la Legación francesa a la que mentía, y su deseo era que la negociación española se

concluyese con anterioridad a la británica. 2447 A nivel tangerino ni Nicolson ni Cólogan mostraron

especial entusiasmo en buscar un acuerdo con la Legación francesa. Preferían negociar sus

empréstitos a espaldas de Francia en Fez, entendiendo que el consorcio no les incumbía; pensaban

simplemente que cuando se concluyeran las negociaciones de los préstamos, lo notificarían a sus

gobiernos respectivos y éstos ya procederían a concertarse con el republicano.

Cuando el 25 de febrero se recibieron finalmente en la Legación española de Tánger noticias

procedentes de Fez eran del todo decepcionantes: el Majzén había indicado a Mohammed Torres

que no necesitando dinero, no iba a suscribir ningún nuevo empréstito. Después de las seguridades

que Abarzuza creía tener sobre el perfecto acuerdo internacional, todo se iba al traste

repentinamente. Días después en Tánger la Legación Imperial alemana recibía una turbadora

2446 Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 15 de Febrero de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
297 / Ex. 1.
2447 Carta particular no. 12 de Cólogan a Abarzuza. 15 de Febrero de 1903. A.M.A.E. Legajo H-1264.

1382
noticia de Berlín afirmando que la paralización del empréstito español se debía a las presiones galas

sobre el Majzén. Sin embargo Abarzuza y sir Mortimer Durand, el Embajador británico en Madrid

sospecharon que tal medida había sido tomada por la corte jerifiana respondiendo a presiones

diplomáticas del II Reich. 2448

Cólogan no se dio por vencido.2449 Cuando se entrevistó con sir Arthur Nicolson, Cólogan

descalificaría la alternativa del acuerdo consociativo hispano-franco-británico sobre Marruecos y en

definitiva acabaría apelando a la vieja fórmula ya usada por el anterior gabinete Silvela de buscar

una aproximación al Reino Unido. Así manifestó que en el campo donde se tenía que aplicar el

manido concierto franco-anglo-hispano, en el propio Marruecos, ese acuerdo era imposible por

culpa de Francia y por el hecho de que los medios galos de presión colonial consideraban al

Sultanato un territorio vetado, de pertenencia exclusiva, donde España o el Reino Unido no tenían

sitio, y que a todas luces el Gobierno republicano no se atrevía a contrarrestar tal sentimiento. El

concierto no pasaba de basarse en supuestos teóricos, sin posibilidad de pasar a la práctica. Por

ello Cólogan apeló a un futuro apoyo británico sirviéndose de la fórmula de que tanto Londres

como Madrid eran los únicos en desear sinceramente la conservación y el fortalecimiento del statu

quo.2450 A partir de entonces Cólogan dio un giro trascendente a su actuación en el tema de los

empréstitos. Con el consentimiento de Abarzuza, dejó que la iniciativa en las presiones políticas

para la realización del ¡empréstito español¡ fuese llevada a cabo por el Reino Unido, ante la

parquedad de los medios diplomáticos hispanos para influir en el Majzén. Éste prefería antes

suscribir un crédito con el Reino Unido, por lo que el español fue pospuesto.2451

En Marruecos Cólogan no pudo vislumbrar hasta entrada la primavera que a pesar de las

buenas promesas británicas los diplomáticos de cada potencia mostraban muy poco deseo de

cumplir las fórmulas del concierto anglo-franco-hispano tan repetidas por Abarzuza o Lansdowne ,

y que en realidad cada cual atendía sus negociaciones intentando salir airoso, no importándole

2448 Carta particular no. 19 de Cólogan a Abarzuza. 11 de Marzo de 1903. A.M.A.E. Legajo H-1264.
2449 Carta particular no. 14 de Cólogan a Abarzuza. 26 de Febrero de 1903. A.M.A.E. Legajo H-1264.
2450 Carta particular no. 15 de Cólogan a Abarzuza. 27 de Febrero de 1903. A.M.A.E. Legajo H-1264
2451 Carta particular no. 6 de Abarzuza al Duque de Mandas. 10 de Marzo de 1903. A.M.A.E. Legajo H-1264.

1383
mucho las otras. Los británicos tampoco colaboraban con España. A Cólogan le habían fallado sus

agentes confidenciales en Fez y tampoco los banqueros Nahon, los representantes del Banco de

España en Marruecos y negociadores ante el Majzén del empréstito español, le habían advertido.

“Ver con mis propios ojos, conocer las cosas y poder informar con exactitud matemática “:2452

todas estas eran aspiraciones frustradas repetidamente que no podía alcanzar. Por otra parte,

Londres no era ni se iba a convertir en un valedor de España. En el complicado ajuste de bolillos

por el cual España ajustaría su política en lo tocante a los asuntos marroquíes a la francesa y

británica, el gobierno de Madrid actuaría solo. Lansdowne en sus contactos con Madrid

permanecía firme en su postura reiterada de mantenimiento del statu quo, pero en Marruecos no

parecía dispuesto a ejercer ninguna presión sobre el Majzén para desbloquear las negociaciones en

torno al empréstito español, a pesar de las quejas del Duque de Mandas. Sin embargo los británicos

sí que se preocuparon por activar la consecución de su propio préstamo remitiendo un agente a

Fez. 2453

Las necesidades de numerario no menguaban en la Corte jerifiana: los fuertes gastos de la

campaña contra el Rogui no cesaban, y ya iban cobrados cuatro millones de francos de los siete y

medio del empréstito galo. Próximo a agotarse éste, al Majzén le hacía falta nuevos recursos.2454

Que varias naciones apareciesen como acreedoras de Marruecos, en vez de serlo solamente

Francia era una complicación muy escasamente deseable para los planes franceses. Al saberse en el

Quai d´Orsay que escasas semanas después de haberse negociado el empréstito francés,

comenzaban los funcionarios jerifianos sus conversaciones con una banca de Londres, para obtener

de ella 300.000 libras esterlinas la noticia no causó especial satisfacción. Delcassé modificó

levemente sus expectativas. Se mostraría a partir de ahora partidario de determinados empréstitos

particulares al Sultán, con inclusión limitada de los banqueros ingleses y españoles, pero no de un

control – al modo de lo ocurrido en Egipto- de las potencias interesadas en Marruecos sobre las

2452 Carta particular no. 20 de Cólogan a Abarzuza. 29 de Marzo de 1903. A.M.A.E. Legajo H-1264.
2453 Carta particular no. 13 del Duque de Mandas a Abarzuza. 21 de Marzo de 1903. A.M.A.E. Legajo H-1264.
2454 Carta particular no. 16 de Cólogan a Abarzuza. 2 de Marzo de 1903. A.M.A.E. Legajo H-1264

1384
Aduanas del Majzén, que en el pensamiento del Quai d´Orsay estaba reservado en el futuro a

Francia sólo. “Sobre todo, nada de una triple intervención directa“, ese era el lema de la diplomacia

francesa.

Abarzuza se resistió a la idea del fracaso en el empréstito y a comienzos de marzo hizo

rápidas gestiones ante el Embajador francés en Madrid, Jules Cambon. Estas iniciativas

determinarían un relanzamiento en el proceso de negociación del empréstito español, al estar

dispuesta Francia a consentir el compartir de momento el acoso financiero al Sultanato con Reino

Unido y España. A finales de marzo la negociación del empréstito inglés estaba concluida en

condiciones semejantes a la del francés.

Reanudadas las negociaciones sobre el empréstito español,2455 el Majzén insistía en

introducir ciertas modificaciones en las condiciones del contrato que lo diferenciaban del francés e

inglés, puesto que deseaba comenzar a amortizarlo a los cuatro años de recibido, no a los dos. Esta

demanda situaba a España en una situación de desequilibrio político y económico con respecto a

Reino Unido y Francia, dado que no existía una simultaneidad de pagos y reembolsos entre los

tres empréstitos.

“Debemos, por decirlo así –replicaba Abarzuza reclamando la simultaneidad de


pagos– incrustarnos entre ambas naciones (se refería a franceses e ingleses) de tal suerte
que no dejemos resquicio alguno entre las respectivas responsabilidades ni solución de
continuidad en las tres garantías “.2456

Para Abarzuza el hecho de que España marchara de la mano de Inglaterra y Francia era un

éxito que servía de garantía ante posibles contingencias del futuro. Permaneciendo unidos a

franceses e ingleses, España se beneficiaría de la posibilidad de ampararse en un paraguas

protector, el que proporcionarían el Reino Unido y la Tercera República a España si el Sultán no

pagaba los créditos y había que tomar medidas de fuerza para exigir el reembolso. De esta forma se

2455 Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 2 de Abril de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 297 /
Ex. 1.
2456 Carta particular no. 5 de Abarzuza a Cólogan. 6 de Abril de 1903. A.M.A.E. Legajo H-1264.

1385
produciría un concierto de los tres países acreedores, en el que España –como deseaba Abarzuza--

se insertaría. La base de la actuación financiera en Marruecos –tal como la entendía Abarzuza- era

el concierto triple. Si esta base fallaba, España se encontraría en grave riesgo. En efecto, si España

aparecía aislada durante dos años, como prestamista exclusiva del Sultán, una vez que banqueros

ingleses y franceses hubieran cobrado y concluido sus operaciones, la situación podía complicarse

en caso de impago por parte marroquí.

La situación financiera del Majzén iba de mal en peor. Por una parte, la reforma referida al

tertib y la nueva fiscalidad había sido muy mal acogida. Por otra parte las resistencias a su

implantación acarrearon un estancamiento en la percepción de tributos, hasta el extremo de que el

Tesoro del Majzén ingresaba sólo el montante de los aranceles aduaneros. Hasta finales de 1903 el

gobierno francés no desbloquearía su veto a la implantación de la nueva fiscalidad ensayada por el

Majzén y aplicable a todos los habitantes del Imperio, incluso los chorfa y los protegidos de

naciones extranjeras. Conviene no olvidar que Francia no dio su consentimiento a la aplicación de

la reforma hasta que no estuvo segura de un próximo control de partes sensibles de la

Administración marroquí. Por otra parte el levantamiento del Rogui provocaba un aumento de

gastos extraordinarios. El dinero del empréstito francés se acababa de consumir y pronto iba a tener

el mismo destino el británico.2457

Las negociaciones del préstamo español se prolongaron hasta que el 15 de abril el gobierno

marroquí admitía finalmente la simultaneidad de la amortización de los tres empréstitos y solicitaba

posteriormente que la cantidad prestada por España se hiciese llegar a Tánger en un solo envío.2458

Se preveía el envío de una nueva mehal.la expedicionaria contra los rebeldes y el dinero del

préstamo estaba destinado a sufragar sus gastos. 2459

2457 Telegrama de Cólogan a Abarzuza. 25 de Abril de 1903. . A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
297 / Ex. 1.
2458 Carta particular no. 27 de Cólogan a Abarzuza. 16 de Abril de 1903. A.M.A.E. Legajo H-1264.
2459 Carta particular no. 28 de Cólogan a Abarzuza. 21 de Abril de 1903. A.M.A.E. Legajo H-1264.

1386
2460
En Madrid se produjo un retraso en la firma del contrato, causado por las discusiones

en torno a la participación de los diversos grupos de banqueros que se asociaban en el empréstito al

Sultán.2461 La banca española, a la hora de arriesgar e invertir su capital en Marruecos no tenía una

actitud tan decidida como la del gobierno conservador. Algunas entidades financieras al ser

consultadas sobre su participación en la empresa manifestaron su retraimiento y tibieza. Sus

conservadoras estrategias no compartían los valores intervencionistas del gabinete pues dudaban

de la posibilidad de hacer un buen negocio. 2462 Finalmente las entidades financieras que efectuaban

el empréstito fueron: el Banco Hipotecario de España, el Banco Hispano-Colonial, el Banco de

Castilla, el Banesto, y varios capitalistas de Madrid y Barcelona.2463 Se establecía el 30 de abril de

1905 como la fecha para el comienzo de la amortización (era el mismo plazo señalado en el

convenio del empréstito inglés).2464 El importe final fueron los diez millones de pesetas manejados

prácticamente desde el inicio de las negociaciones. Por fin la diplomacia española se anotaba un

pequeño éxito en el proceso de acoso financiero al Imperio, al desplazar el empréstito hispano al

nuevo pretendido por Francia.

13.26. Los Empréstitos al Sultán (II).

Transcurrió el verano. Una serie de circunstancias ligadas al coste de la prolongación de los

combates en el Rif, de la sublevación del Rogui y de la anarquía reinante en el norte del país,

propiciaron que España pudiera insertarse de nuevo en el proceso de acoso financiero a Marruecos.

2460
Este retraso intentó ser capitalizado por la Legación de Francia en Tánger para promover la suscripción de un
nuevo empréstito por parte marroquí, teniendo en cuenta que en Fez se necesitaba el dinero con prontitud. Telegrama
de Cólogan a Abarzuza. 23 de Mayo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 297 / Ex.1.
2461 Telegrama de Abarzuza a Cólogan. 3 de Mayo de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 297
/ Ex. 1.
2462 Carta particular del Gobernador del Banco de España, Antonio García Alix dirigida a Buenaventura Abarzuza. 9
de Julio de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 297 / Ex. 1.
2463
Según Antonio Ramos señala que los diez millones de pesetas se repartieron con la siguiente suscripción: el Banco
Hispano-Colonial y un grupo de banqueros catalanes, 2.500.000 pesetas; la casa Urquijo, 2.500.000 pesetas; el Banesto,
un millón; el Banco Hipotecario, un millón y medio; un grupo de banqueros madrileños, un millón y otros suscriptores
del empréstito, 1.500.000 pesetas. Cfr. Ramos, A.: Perlas Negras, Madrid, Imprenta de Eduardo Arias, 1903, pág. 53.
2464 Carta particular no. 7 de Abarzuza a Cólogan. 24 de Mayo de 1903. A.M.A.E. Legajo H-1264.

1387
El Gobierno marroquí tenía que financiar sus expediciones militares recurriendo de nuevo a los

créditos internacionales. A finales de agosto el Ministro de Hacienda, sid Mohammed Ben Abdel-

Krim-et Tazi, se ponía en contacto con los banqueros Nahon solicitando otro empréstito español de

diez millones de pesetas en condiciones semejantes al anterior crédito.2465 Cólogan inmediatamente

se puso en contacto con el Ministro de Estado del gabinete Villaverde, el conde de San Bernardo

recomendando que el empréstito no debía realizarlo España en solitario. Una operación de esa

índole debía venir acompañada de una asociación con Inglaterra y Francia. Inmediatamente el

nuevo gabinete, muy reticente a facilitar más dinero al Sultán, puso este hecho en conocimiento de

los Embajadores españoles en París y Londres, encargándoles que averiguaran las ideas de los

respectivos gobiernos al respecto. 2466 El Foreign Office no mostraba ningún empeño en favorecer
2467
la realización de otra operación financiera en Marruecos. El Majzén necesitaba con urgencia

los fondos. Una vez empleados los importes de los empréstitos francés e inglés, las reservas que le

restaban al Gobierno se ceñían a los cinco millones de pesetas que le quedaban del empréstito

español. Si se agotaban y el Majzén se quedaba sin recursos, podía sobrevenir un momento muy

crítico para el Sultán, pues seguía persistiendo la anarquía en el norte, extendiéndose a otras partes

del país y a pesar de haber empleado ya veinticinco millones de pesetas procedentes de los tres

créditos ni se conseguía pacificar el país ni extirpar la rebelión roguista. El Tesoro imperial se

hallaba exhausto,2468 con el agravante de que el nuevo sistema fiscal, bloqueado a iniciativa de

Francia que no lo había aceptado, no generaba ingresos. En esas condiciones, el Ministerio de

Estado sopesaba como dignas de consideración las elucubraciones de Cólogan dudando de la

viabilidad de inyectar de nuevo en la economía del país un dinero, que parecía destinado al

2465 Telegrama de Cólogan al Ministro de Estado, conde de San Bernardo. 25 de Agosto de 1903. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 297 / Ex. 1.
2466 Telegrama del Ministro de Estado, conde de San Bernardo a los Embajadores españoles en París y Londres. 26
de Agosto de 1903.
2467 Duque de Mandas a conde de San Bernardo. Despacho no. 70. 2 de Septiembre de 1903. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 297 / Ex. 1.
2468
Los informes diplomáticos españoles insistían en el incremento considerable de los gastos de Abd al- Aziz que se
calculaban en más de cien millones de pesetas anuales. Al disminuir los ingresos, el erario marroquí carecía de
recursos, no pudiendo satisfacer puntualmente las pagas a los soldados. De ahí la necesidad, cada vez más urgente, para
el Majzén de realizar el empréstito que gestionó en Londres el caid Mac Lean.

1388
despilfarro y no a una inversión productiva para hacer frente a los problemas del país.2469 Eso era

algo que Francia no consideraba. Visto el ejemplo del acoso económico a Egipto que condujo a la

ocupación británica del país, al gobierno republicano no le importaba comprometerse

financieramente en Marruecos, pues suponía que las inversiones de capitales las iba a recuperar con

creces con la consecución del protectorado sobre el país.

Al diplomático español destinado en Tánger le iba a resultar imposible, de la misma forma

que en los meses anteriores, lograr el engarce de los intereses españoles en Marruecos con los de

las Legaciones francesa e inglesa. Con todo, sugirió al Ministerio de Estado que lo preferible era

negociar un empréstito nuevo mancomunado entre las tres naciones (Inglaterra formalmente seguía

repitiendo de manera machacona su deseo de obrar en Marruecos de acuerdo con España),

aportando la banca española sólo tres o cuatro millones de pesetas. De traducirse este propósito en

una realidad, la cuestión marroquí quedaría definitivamente internacionalizada, pero como

contrapartida los intereses españoles desde el punto de vista económico y político quedarían

firmemente entrelazados con los ingleses y franceses. Del futuro de Marruecos no se podría

desalojar a los españoles. ¿Existían otras opciones para la diplomacia española?. Sí, siempre que se

hiciera tabla rasa de la política de actuación en asuntos de Marruecos diseñada por Abarzuza y

asumida posteriormente por el tándem Fernández Villaverde / conde de San Bernardo; esto es la

necesidad de proceder en los temas marroquíes de completo acuerdo con Francia e Inglaterra.

Prestar unilateralmente una fuerte cantidad al Sultán a espaldas del Quai d´Orsay suponía para el

gobierno Villaverde una ruptura abierta con Francia y el fin de una línea política meditada y

pergeñada en el Ministerio de Estado. Su materialización desde enero de 1903 culminaría con la

2469 En el ánimo de Cólogan pesaban en gran medida las advertencias del agente en Fez, Cerdeira que insistía en sus
misivas en el despilfarro continuo de las arcas majzeníes que evaluaba en cien millones de pesetas anuales. Eso en un
momento en que el sistema recaudatorio estaba bloqueado. En tales condiciones el agente insistía en que amén de que
los empréstitos al Sultán daban lugar a una violación de la neutralidad española ante la sublevación roguista, lo que
hacían era prolongar aún más el desarrollo del conflicto. Los ingresos del Majzén no iban a ser suficientes para
amortizar los créditos y ello iba a conducir a una segura bancarrota a la Hacienda imperial. El agente recomendaba que
no había que acosar más financieramente a Marruecos, al que veía como un pueblo enfermo al que querían arrebatarle
sus despojos. Un Marruecos libre, independiente, no endeudado era el seguro más firme para que la diplomacia
española no recelase. Carta particular de Cerdeira a Cólogan. 23 de Octubre de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 297 / Ex. 1.

1389
aproximación española a la ‘entente cordiale’ en 1904, pasaría luego por la actuación en la

conferencia de Algeciras de 1906 y se cerraría con los acuerdos de Cartagena.

Si España quería de repente embarcarse en aventuras coloniales y enfrentarse de paso a

Francia e Inglaterra, aquélla era la ocasión. Pero si lo que quería era sólo obtener una presencia,

aunque reducida, en el norte de Marruecos el único camino razonable era continuar la colaboración

con Francia. Máxime teniendo en cuenta que el acoso financiero que España podía practicar

respecto al Sultanato fallaba por su base: no tanto en razón de la debilidad económica de España

sino más bien porque la agresividad comercial (en el Sultanato) no era la característica esencial de

nuestros capitalistas, como se lamentaría en un lúcido estudio en 1905 el Marqués de la Vega de

Armijo.2470 Cólogan y Cerdeira dibujaban en sus despachos la imagen de un país, el marroquí, cada

vez más debilitado y menos dueño de sus destinos, contribuyendo a su estado comatoso el proceso

de los empréstitos que socavaba la vigencia del statu quo, y que era descrito como el “despojo de

un pueblo enfermo“. Los créditos europeos se malgastaban y no cabía esperanzas de un arreglo de

la situación. Los gastos del Majzén, que los diplomáticos españoles valoraban en alrededor de cien

millones de pesetas anuales iban a agravar la situación deficitaria de la Hacienda Imperial y la

Administración sería impotente tanto para amortizar capitales como para pagar intereses de las

deudas contraídas. 2471

Sabiendo el Majzén que no iba a encontrar fácilmente el dinero que buscaba fuera de Francia,

envió al agente británico, caíd Mac Lean desde Fez a Londres con una misión confidencial:

encontrar fondos en la City. Se rumoreaba en Fez que ante la actitud retraída y poco propicia a

efectuar nuevos préstamos del gabinete Balfour, el Majzén podría intentar vencer las resistencias

ofreciendo a la Banca inglesa el control de algunas aduanas y de los aranceles generados en ellas.

Esta era una circunstancia que no iba a tolerar París. Sin embargo Cólogan, que también había
2470
Cfr. Marqués de la Vega de Armijo: Marruecos y las potencias europeas. Separata del Tomo XI de las Memorias
de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 1905.
2471 “Prestar dinero –escribía el agente Cerdeira a Cólogan el 23 de Octubre– al Sultán en forma indefinida, es ser
poco neutral, es favorecer y dar elementos a la lucha que con carácter dinástico y político hace más de un año que
perturba el Imperio, es conducir a una segura bancarrota, al país de los sherifes y precipitar el final del grave problema
de Marruecos“. Carta de Cerdeira a Cólogan. 23 de Octubre de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 297 / Ex. 1.

1390
advertido que las relaciones de tirantez entre Francia y Reino Unido se habían disipado

prácticamente y habían dado paso a un marco de amistad, previno a Madrid que era posible un

acuerdo económico de actuación en el Sultanato entre las dos potencias.2472 A pesar de permanecer

dos meses en Londres, los comisionados del Sultán no obtuvieron ni una libra. Aparentemente el

gabinete Balfour, convencido de la inutilidad de nuevos créditos, no deseaba contraer con los

banqueros londinenses la responsabilidad de animarles a realizar un empréstito, cuya amortización

por parte del Sultanato era muy dudosa, resaltando el estado calamitoso de la Hacienda marroquí

que había llegado al extremo de no poder percibir los tributos regulares. En realidad, el Embajador

español no llegaría a vislumbrar que financieramente el gobierno británico quería desentenderse del

acoso al Sultán, mientras por otro lado deseaba obtener un acuerdo con la República francesa que

solucionara sus litigios coloniales.

Sin embargo estaba claro que el Sultán quería ver rota su dependencia financiera con

Francia.2473 En París se había formado un consorcio de banqueros dispuestos a prestar al Majzén

siete millones y medio de francos, al 6 % de interés y amortizables en un plazo de diez años. Se

trataba del grupo Schneider-Le Creusot, detrás del cual había fuerzas poderosas, especialmente

representadas por el lider del grupo colonialista, Etienne y su “Comité de Maroc“, que aunque

apoyado por Delcassé había sido desplazado momentáneamente de la acción financiera en

Marruecos, en el transcurso de las negociaciones del primer empréstito francés por otro grupo aún

más potente, la Banque de Paris et des Pays-Bas, familiarmente conocido por Paribas. Los

contactos abiertos con Fez no se tradujeron en una respuesta satisfactoria del Majzén. Eso en un

momento en que la situación militar era muy delicada y en la frontera argelina las tropas

gubernamentales no podían maniobrar con comodidad sin la ayuda de los franceses. En el otoño de

1903 el conflicto empeoró cuando el Gobierno marroquí tomó la desafortunada decisión- que

2472 Cólogan al conde de San Bernardo. Despacho no. 334. 17 de Septiembre de 1903. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 297 / Ex. 1.
2473 Un financiero norteamericano, Languerman presentó en Septiembre de 1903 al Sultán en Fez un proyecto de
empréstito de un millón de libras esterlinas procedentes de bancos estadounidenses, con un interés del 8 %, pero con la
garantía de una hipoteca de los aranceles aduaneros. Languerman solicitaba del Majzén que el capital norteamericano
se utilizase para hacer frente el Sultán al pago de los tres créditos ya contraídos por éste.

1391
algunos atribuyen a la influencia del grupo profrancés en su seno- de transferir la guarnición de

Taza, ocupada semanas antes a Uxda.2474 Los rebeldes atacaron sin tregua al convoy2475 y

recuperaron la mayor parte del material militar. Bu-Hamra pudo instalarse cómodamente en la

ciudad abandonada; rodeado de su propio Majzén, se mantuvo allí durante siete meses. El Sultán no

hizo ningún movimiento para desalojar de Taza al Rogui; la insumisión se mantenía y con ella el

sistema fiscal había quedado interrumpido en su aplicación. Si bien la insurrección roguista no

progresaba y con ello quedaría descartado el peligro del inminente derrumbamiento del Sultanato,

no es menos cierto que el Rogui se había consolidado como un poder regional que no era

combatido enérgicamente, produciéndose así un estancamiento en los enfrentamientos que parecía

prolongarse indefinidamente contribuyendo a que perdurase la imagen de anarquía del país

dominante en la prensa internacional.

Los círculos industriales y mercantiles británicos con intereses económicos en Marruecos y

los banqueros de la City se iban a comprometer en una campaña, desarrollada primero a partir de

sendas convenciones en Londres y Manchester y luego en una campaña de prensa en defensa de los

intereses mercantiles británicos en Marruecos ( incluso participó el ministerial Standard).Con esa

campaña se pretendía llamar la atención de la opinión pública sobre los efectos negativos para la

economía británica de una abstención futura en la tarea de auxiliar financieramente al Sultán, lo que

equivalía a entregar al Imperio marroquí en manos exclusivas de Francia. Los periódicos ingleses

argüían que la insurrección no alcanzaba en modo alguno las características catastróficas que

habían jaleado sectores de la prensa europea. Señalaban con acierto que en buena parte del Imperio

la rebelión roguista no existía, ni tan siquiera servía de conversación en los zocos, y solamente en

Taza, Melilla y en el noreste del Sultanato había adquirido un carácter endémico. Otras noticias

insistían en las cualidades enérgicas y en la inteligencia del Sultán, al que se le juzgaba lo

suficientemente hábil como, para en el momento en que se le proporcionaran más amplios recursos,

2474
Sobre el abandono de Taza, véase: Ministerio de Estado, Informe confidencial no. 37. Marruecos. 15 de noviembre
de 1903. A.M.A. E. Legajo H- 2738. Circulares sobre Marruecos.
2475 Véase Laroui, A.: Orígenes sociales y culturales del nacionalismo marroquí, Editorial Mapfre, Madrid, 1997,
pág. 385.

1392
acabar a corto plazo con cualquier revuelta. Esta campaña culminaba el 5 de noviembre con una

recepción de una comisión de empresarios por Lord Lansdowne en el Foreign Office.2476 La

inversión de capital británico en Marruecos era vista por estos grupos empresariales no sólo como

tendente a conseguir objetivos económicos sino como una fórmula política para detener la

penetración pacífica gala y el establecimiento del dominio republicano en el Sultanato. Incluso el

titular de la Legación en Tánger, sir Arthur Nicolson, se mostraría proclive a ayudar eficazmente

suministrando nuevos recursos al Majzén.2477 El seguimiento de los movimientos británicos era

fundamental para el Ministerio de Estado: de la abstención o participación de Inglaterra en la

cooperación financiera con el Sultanato, se derivaría la actuación española.2478 Los banqueros

británicos no deseaban repetir en la nueva operación financiera las mismas características de los

anteriores créditos. No deseaban tres empréstitos contratados por separado de cada uno de los

países con interés en invertir capital en Marruecos. Se decantaban por una operación única,

mancomunada, de una suma importante, en torno a los dos millones de libras o los cincuenta

millones de francos contando con una doble garantía:

A) El producto de las aduanas marroquíes debía quedar oficialmente intervenido y

fiscalizado por una Comisión gestora de la Deuda externa marroquí integrada por funcionarios de

los países prestamistas (ingleses y franceses; españoles también si se incorporaban a la operación) y

las rentas arancelarias serían destinadas a pagar los intereses de los empréstitos y la amortización

del capital.

B) Los empréstitos debían contar con la garantía explícita de que los gobiernos europeos

intervendrían apoyando con vigor una reclamación al Sultanato si éste se demorase en el

cumplimiento de sus obligaciones.

2476 Duque de Mandas al conde de San Bernardo. Despacho no. 100. 6 de Noviembre de 1903. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 297 / Ex. 1.
2477 Cólogan al conde de San Bernardo. Despacho no. 384. 12 de Noviembre de 1903. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 297 / Ex. 1.
2478 Duque de Mandas al conde de San Bernardo. Despacho no. 95. 30 de Octubre de 1903. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 297 / Ex. 1.

1393
Presionado de tal forma, el gabinete Balfour entró en conversaciones con el francés,

trasladando la propuesta de la City.

En el momento en que se produjo este aparente cambio de actitud inglés, el gobierno

Villaverde entendió que era el momento propicio de reincorporarse al proceso de acoso al Sultán.

Sin embargo diversos financieros españoles se mostraron muy remisos al proyecto de realizar

nuevos créditos al Sultanato.2479

Antes de que el gobierno español pudiese captar a algunos inversores, se produjo la respuesta

del gabinete francés, declinando el proyecto de los banqueros londinenses, y alegando formalmente

que el Imperio marroquí carecía de solvencia para reintegrar los capitales que se le prestaban. Las

verdaderas razones de la negativa francesa radicaban en el objetivo fundamental de su política

respecto a Marruecos: hacerse con el control de las finanzas del Imperio.2480 El Quai d´Orsay no

deseaba un control de las potencias interesadas en Marruecos sobre las aduanas del Majzén que en

el pensamiento de los diplomáticos galos estaba reservado en el futuro sólo a Francia. Con todo, el

gobierno francés ofertó la posibilidad de que el Majzén pudiera acceder a empréstitos de menor

cuantía, con inclusión en ellos de la participación de banqueros ingleses y españoles, siempre que

los préstamos no contaran con el respaldo de la hipoteca de las aduanas marroquíes aranceles.2481

Los banqueros londinenses accedieron a esta modalidad. 2482

2479 Telegrama reservado del conde de San Bernardo a Cólogan. 14 de Noviembre de 1903. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 297 / Ex. 1.
2480
Se esperaba por parte del gobierno de la Tercera República que el Majzén, carente de fuerzas y recursos, y
conforme pasaba el tiempo más necesitado de dinero se iba a entregar más fácilmente a las condiciones draconianas
exigidas por Francia a cambio de la concesión de nuevos préstamos. Esto es: el establecimiento de un bien organizado
proceso de succión económica de los recursos del territorio marroquí para el provecho del capital bancario e industrial
galo y la imposición de los medios de influencia e intereses republicanos. Consecuentemente, los préstamos devorarían
interiormente a Marruecos, conservando eso sí la ficción del “Estado marroquí independiente” y “la integridad” del
Sultanato y respetando Francia las apariencias con el pretexto de colaborar con Abd al- Aziz, algo que la República
estaba a punto de lograr al decrecer en Fez la influencia de los reformistas dirigidos por el ministro de la Guerra el
Mennebhi e imponerse la de los conservadores respaldados por la influencia francesa.
2481 Duque de Mandas al conde de San Bernardo. Despacho no. 104. 17 de Noviembre de 1903. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 297 / Ex. 1.
2482 Duque de Mandas al conde de San Bernardo (por relevo en el gobierno, lo despacharía el Ministro de Estado
entrante, perteneciente al gabinete Maura, es decir Rodríguez San Pedro). Despacho no. 108. 3 de Diciembre de 1903.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 297 / Ex. 1.

1394
Sin embargo, en el marco de la concurrencia económica de las tres naciones imperialistas en

el Sultanato, el gobierno francés evidenciaba sus deseos de estructurar en régimen de monopolio un

nuevo empréstito que consolidara una determinante influencia gala en el territorio imperial. El 28

de Noviembre un grupo de banqueros parisinos había ofertado al gobierno Marroquí, con la

aprobación de Delcassé, un préstamo de 25 millones de francos, reintegrable con un interés del 7 %

anual en veinte años, detrayendo para ello el 20 % de los ingresos diarios de tres de las aduanas del

imperio (Tánger, Casablanca y Mogador) y quedando facultados los banqueros para nombrar en

cada uno de los tres puertos a una serie de agentes interventores. El Majzén debía ofertar como

garantía general del pago del préstamo la renta total de las Aduanas del Imperio.2483 Cólogan trató

con ahínco de influir en la opinión del Foreign Office, despertando su atención con tal de que los

británicos, ya que los españoles no podían hacerlo, se atreviesen a detener las injerencias galas. 2484

2483
Bernardo de Cólogan al Ministro de Estado. Despacho no. 404 muy reservado. 5 de Diciembre de 1903. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 297 / Ex. 1.
2484
Bernardo de Cólogan al Ministro de Estado. Despacho reservado no. 405. 5 de Diciembre de 1903. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 297 /Ex. 1.

1395
RESUMEN

Con el estallido de la sublevación promovida por el pretendiente al trono imperial, el Rogui

Bu Hamra, el gabinete conservador de Silvela apostó por la opción de intensificar la política de las

cañoneras. Una intensa movilización se llevó a cabo por parte de las unidades de la Armada en los

primeros días del año ante la posibilidad de una intervención española en el escenario marroquí.

Esta estrategia tuvo que ser rectificada, demostrándonos que los intereses de España en Marruecos

seguían supeditados a los de la República francesa. El Ministro de Exteriores galo, Delcassé

promovió un acuerdo entre las potencias europeas, aceptado por el Reino Unido y luego por

España, que establecía oficialmente una política de no intervención en el conflicto que asolaba el

norte de Marruecos. Este acuerdo, al fin y a la postre, señalaba el abandono por parte del Reino

Unido, de cualquier pretensión de hegemonía en el Sultanato y permitía que los franceses quedaran

como tutores del futuro de Marruecos. Descartada la opción de ejercer una presión militar en las

costas septentrionales del Sultanato, el gobierno de Silvela decidió mantener una actitud vigilante

ante los avatares de la rebelión roguista. En la Corte imperial se había desatado un intenso conflicto

entre los partidarios de las reformas en el Sultanato, encabezados por el Ministro de la Guerra, Al-

Mennebhi, y los sectores más tradicionalistas, que contaban con el respaldo de Francia. La

extensión de la rebelión roguista al Rif y a las proximidades de Melilla forzaría a las autoridades

españolas a mostrar una actitud de máxima vigilancia en la región, intentando evitar cualquier tipo

de incidentes fronterizos y procurando no enturbiar las relaciones con las cabilas próximas. Las

fuerzas imperiales destacadas en la alcazaba de Frajana, junto a la ciudad española, quedaron

cercadas, sufriendo un duro hostigamiento por los rebeldes. Al ser derrotado el contingente

gubernamental, se le permitirá refugiarse en Melilla, pero sólo durante un período muy breve. El

gobierno español forzó la evacuación hacia el Sultanato del contingente derrotado, obligó a que las

1396
estructuras del poder central en la zona fueran desmanteladas (Aduana Imperial en Melilla) e inició

una política basada en la buena vecindad con el nuevo poder fuerte en el Rif, el Rogui.

El gabinete de Silvela no suscribió finalmente con Francia el tratado de reparto de

Marruecos, gestado por los liberales. El estadista conservador siguió personalmente una estrategia

destinada a conseguir que Francia no diera tan solo un apoyo diplomático a la monarquía

restauracionista y se comprometiera en ayudar militarmente a España, en caso de represalias

inglesas. También intentó que Rusia apoyara el tratado hispano-francés y fuera asimismo partícipe

en la tarea de garantizar la integridad territorial de España. Por su parte, el Ministro de Estado, B.

Abarzuza puso en marcha una iniciativa para disipar los recelos del Reino Unido hacia España,

buscando un concierto en lo concerniente a los asuntos marroquíes. Estas gestiones se realizaban en

un marco más amplio de aproximación diplomática entre Francia y el Reino Unido, que

comenzaban a discutir la forma de solución de sus litigios coloniales. La inserción de España en el

marco de un hipotético eje Londres- París queda dibujada con motivo de una manifestación naval

en Cartagena. Buques de guerra rusos, franceses, ingleses y portugueses, es decir del bloque anti-

alemán en la Primera Guerra Mundial, se dan cita en la costa murciana para homenajear a Alfonso

XIII. Es un atisbo de la aproximación española a Inglaterra y Francia en el momento en que estas

vuelven a marchar juntas en la orientación de su política internacional. Es en ese contexto cuando

se reanudan las conversaciones franco-españolas sobre el reparto de Marruecos, interrumpidas en

noviembre de 1902. El Quai d´Orsay adopta una postura intransigente: desea un drástico recorte de

la esfera territorial española en el norte del Sultanato. El gabinete conservador debe renunciar a la

posesión de Fez. El proyecto político francés pasa claramente por alzarse como poder hegemónico

en Marruecos: misteriosas incursiones navales se realizan en las costas saharianas marroquíes y en

la Mar Chica, en las proximidades de Melilla, zonas ambas consideradas como altamente sensibles

para la seguridad nacional de España. En el extremo oriental del Sultanato, las fuerzas francesas

llevan a cabo una expedición punitiva contra Figuig. Cuando se conoce en Europa que el Majzén ha

suscrito un empréstito con la Banca francesa, el gobierno español entiende que es necesario

1397
incorporarse al asedio financiero del Sultanato y abrirá, a su vez, un proceso negociador tendente a

prestar dinero al Sultán.

1398
CAPÍTULO 14

OTOÑO 1903 – OTOÑO 1904:

Consecución para España de una plaza en el


reparto del Imperio marroquí.

14.1. Villaverde y Marruecos.

El apoyo a los planes de saneamiento de la Hacienda Pública impulsados por Villaverde

absorbió gran parte de las fuerzas del primer gabinete Silvela entre 1899 y 1900. El éxito de las

reformas económicas –Villaverde consiguió su principal objetivo gracias a la política de restricción

del gasto público– le convirtió en la segunda autoridad del partido conservador. Silvela

consideraba al hacendista como un eficaz gestor financiero, pero incapaz por otra parte de liderar

una política exterior de altos vueltos, reconstituyendo un imperio colonial. Antonio Maura, que en

sus campañas parlamentarias había defendido la reforma de la legislación electoral junto a la

moralización de la acción político-electoral, así como la reorganización y descentralización de la

Administración, la reconstrucción de la Armada de Guerra y la puesta en práctica de acciones en

Marruecos tendentes a convertirlo en un baluarte defensivo al servicio de la seguridad nacional, era

el hombre que Silvela buscaba para la nueva etapa de gobierno. Maura procedía del grupo disidente

del partido liberal dirigido por el ex ministro de Hacienda Germán Gamazo, fallecido en 1901.2485

Libre de toda disciplina de partido, en noviembre de 1902 pactó su incorporación al partido

conservador con los restos del gamacismo, a cambio de ocupar la cartera de Gobernación en el

próximo gabinete. Silvela ofreció de nuevo la cartera de Hacienda a Villaverde, pero éste,

sintiéndose postergado, rechazó el encargo. El jefe conservador, empero, no quiso aceptar la

negativa, pues, libre de responsabilidad gubernamental, Villaverde podía erigirse en jefe de los

conservadores descontentos con el desembarco maurista. En un clima de tensión, Silvela amenazó


2485
Cfr. Tusell, J.: Antonio Maura, una biografía política, Madrid, Alianza Editorial, 1994; González, María Jesús: El
universo conservador de Antonio Maura. Biografía y proyecto de Estado, Madrid, Biblioteca Nueva, 1997

1399
con renunciar a formar gobierno si Villaverde no entraba en él. Villaverde acató sus órdenes, pero a

los tres meses dimitió, y comenzó a fraguarse a su alrededor un grupo de resistencia a Maura y sus

seguidores, pronto conocido como villaverdismo.

Villaverdistas y mauristas (contando estos últimos con el apoyo de Silvela) no compartían

las mismas ideas sobre el gasto estatal. Villaverde pretendía emplear el grueso del superávit en la

estabilización monetaria,2486 mientras que sus discípulos hacían hincapié en el desarrollo de las

obras públicas, la agricultura y la educación. Por el contrario, los mauristas y Silvela promovieron

el fortalecimiento de la capacidad militar defensiva del Estado y, en especial, la reconstrucción de

la Armada, sin lo cual no se podía hacer una política de proyección sobre el Imperio jerifiano.

El enfrentamiento entre mauristas y villaverdistas abarcó los diversos gobiernos

conservadores constituidos entre 1902 y 1905. La ruptura entre ambos comenzó el 25 de marzo de

1903, cuando Villaverde abandonó la cartera de Hacienda del segundo gobierno Silvela, tras alegar

su disconformidad con los planes de construcción de la escuadra apadrinados por Maura, que

implicaban una cuantiosa inversión. Dispuesto a no perder el control sobre Villaverde, Silvela le

reservó la Presidencia del Congreso de Diputados, pero el ex ministro de Hacienda continuó

expresando desde su nueva responsabilidad su oposición a la política naval del Gobierno. El 18 de

Julio Silvela dimitió,2487 y le sucedió Villaverde al frente del Gobierno.

La actuación del nuevo gabinete conservador respecto a los asuntos marroquíes parece

apuntar a un relativo desinterés. Las negociaciones con Francia sobre el reparto del Sultanato

entraron en un compás de espera. Al entrevistarse el nuevo jefe del gobierno con el Embajador galo

en Madrid, Villaverde aseguró a este que las últimas afirmaciones realizadas por su predecesor en

las Cortes, recalcando la necesidad de una unidad íntima con Francia en los asuntos marroquíes le

habían parecido un poco apresuradas; aún así, la política exterior de su gobierno se iba a inspirar en
2486
Seguimos el estudio del profesor Martorell. Véase Martorell, M.: El santo temor al déficit, Alianza Editorial,
Madrid, 2000, pp. 89-91.
2487
Días antes, y en el momento en que las Cortes se habían renovado tras un proceso electoral, el presidente del
gobierno Silvela había hecho en su discurso-programático una declaración que Jules Cambon había calificado de
sensacional en torno a la necesidad de una unión íntima y de la comunidad de intereses y de aspiraciones de España con
Francia en su política marroquí. Cfr. Marchat, H.: “ Les origines diplomatiques du ‘Maroc espagnol’ (1880-1912)“, en
R.O.M.M., no. 7 (1970), pág. 120.

1400
los mismos sentimientos y tendencias que la de Silvela. En septiembre, Villaverde se decidió a

reiniciar el curso de las conversaciones con Francia sobre el reparto de Marruecos. Retomará las

ideas de Sagasta/Almodóvar y de Silvela señalando la necesidad de imbricar la entente

francoespañola sobre Marruecos en un mismo instrumento diplomático que comporte el

mantenimiento del ‘statu quo’ en el Estrecho de Gibraltar, y que garantice la soberanía española

sobre Baleares y Canarias. Con Villaverde ya no se vuelven a dar bandazos bruscos en la política

exterior española: está convencido de la necesidad de una aproximación simultánea a Francia e

Inglaterra y de llevar las relaciones entre Londres y Madrid a un cauce de amistad y de acuerdos,

política que considera ha sido un poco olvidada por sus predecesores. Jules Cambon le respondería

que en lo relativo a las negociaciones de 1902 sobre Marruecos, se podían reanudar

inmediatamente, aunque con algunas modificaciones importantes, sobre todo en lo concerniente a

Fez, que entraría ahora dentro de la esfera de influencia francesa. Villaverde, después de haberse

resignado y renunciando a la ciudad imperial, se retractaría poco después, y le haría una

proposición –por medio de León y Castillo– a Delcassé de un intercambio entre Fez y Agadir,

rechazada por el titular de Exteriores francés.

Las semanas posteriores le permitieron a Jules Cambon verificar la exactitud del propósito

de Villaverde en lo referente a la mejora de las relaciones hispano-británicas. Así, escribió a

Delcassé que Inglaterra había retomado en Madrid una situación que no había tenido en mucho

tiempo. En contraposición, Cambon estaba molesto de la reserva que San Bernardo, el Ministro de

Estado del gobierno Villaverde, observaba con él a propósito de Marruecos. Cambon pensaba que

este paréntesis era impuesto por la idea de Villaverde de supeditar un acuerdo sobre Marruecos a

conseguir primero el ‘placet’ de Inglaterra, y a la conclusión de las conversaciones de Londres

entre franceses y británicos.

Al reanudarse en París las conversaciones en torno al tratado’non-nato’ de reparto de

Marruecos, el Marqués del Muni (León y Castillo), tras regresar de Madrid donde había mantenido

largas conversaciones sobre la cuestión marroquí con el jefe de gobierno y con el Ministro de

1401
Estado, advirtió en seguida el interés vital que Delcassé concedía a la ampliación de la esfera de

influencia francesa, ahora que Inglaterra era ya sabedora de la existencia de tales negociaciones y

cómo la dinámica que quería impregnar el titular del Quai d´Orsay a las negociaciones se

cimentaba básicamente en la fragilidad de la posición española. A finales de Octubre Delcassé

obtuvo una primera victoria: el Embajador Español tuvo que declarar al Ministro francés que

España no insistiría más en obtener Fez; Delcassé iba a rechazar categóricamente todas las

peticiones del gobierno español para que Agadir formara parte del Marruecos hispano.2488 Además

Delcassé quiso imponer a su interlocutor hispano el abandono definitivo de la región del Sus. Sólo

si el gabinete Fernández Villaverde aceptaba esta propuesta, Delcassé estaba dispuesto a conceder

Agadir a España.2489 A pesar de los deseos de León y Castillo de negociar a toda prisa y contra el

reloj, antes de que en Londres Paul Cambon y Lansdowne llegaran a un acuerdo, se impuso un

paréntesis en las negociaciones ante la falta de instrucciones del gobierno Villaverde.

Por otra parte, el acuerdo francés con Gran Bretaña para suturar los conflictos coloniales

entre las dos potencias se perfilaba dificultoso: en Manchester y en Londres tuvieron lugar una serie

de encuentros de comerciantes y armadores para examinar la cuestión de la defensa de los intereses

ingleses en el Imperio jerifiano, presididos por Ernest Forwood, cabeza de la compañía de

navegación Forwood Brothers and Co. Se habían decidido a presionar enérgicamente al Foreign

Office para que éste no diera la espalda a los intereses del comercio británico en Marruecos. En

líneas generales, alrededor del 50 % del comercio exterior del Sultanato se encontraba en manos

británicas y el empresariado temía que si el país cayese bajo control francés sufriese la misma

suerte que el de Madagascar o Argelia donde la República había implantado una serie de tarifas

arancelarias que protegían el mercado colonial para los artículos franceses. Otra de sus peticiones

era la neutralización de Tánger para asegurar la libertad en la ruta de navegación hacia Egipto y

Oriente. Además deseaban seguir apoyando financieramente al Sultán, prestándole un millón de

2488
“Note du Département “. 21 de Octubre de 1903. D.D.F. Vol. IV., pág. 37
2489
“Note du Département “. 23 de Octubre de 1903. D.D.F. Vol. IV, pág. 45.

1402
libras.2490 Lansdowne se comprometió a principios de noviembre a tomar en consideración sus

reivindicaciones comerciales; en cambio se mostró más evasivo en cuanto a las reivindicaciones

políticas consistentes en la aspiración a que el Reino Unido no admitiese la constitución de un

protectorado galo en el Sultanato.

El 1 de octubre el marqués de Lansdowne había remitido al Ministro Delcassé por

mediación de Paul Cambon un proyecto de acuerdo general. Tres semanas después, Paul Cambon

y Lansdowne retomaban las conversaciones sobre una posibilidad de acuerdo en los litigios de

Marruecos y Egipto. Lansdowne ofrecía a Delcassé desinteresarse del Sultanato, siempre que como

contrapartida el gobierno republicano hiciera lo mismo con Egipto. La diplomacia francesa

centraba sus esfuerzos en que le fuera reconocida la preeminencia exclusiva en la ayuda financiera

a Abd – al- Aziz, ya que aspiraba a un control de los ingresos aduaneros del Imperio jerifiano.2491

El 11 de Noviembre Paul Cambon exponía al titular del Foreign Office los propósitos inmediatos

2490
Los empresarios británicos achacaban la culpa de que el Sultán no tuviese dinero a que Francia no había aprobado
el plan de reformas fiscales de Abd-el- Aziz. Asimismo decidieron la constitución de una asociación para la protección
del comercio de Marruecos. Paul Cambon, Embajador de Francia en Londres a Delcassé. Despacho no. 252. 21 de
Octubre de 1903. En los últimos días de Octubre una importante delegación del mundo mercantil británico, invitada por
el comité Mascuraud, fue calurosamente acogida en París, de lo cual el Embajador británico en la capital de la
República, Sir Edmund Monson se felicitaba en una carta a Lord Lansdowne, de 30 de Octubre. British Documents.
T.II, no. 375, pág. 324. El periódico Standard vino a recoger las aspiraciones económicas de este grupo, que aspiraba a
mantener el statu quo, la integridad del Imperio jerifiano y a establecer una entente económica franco-inglesa que
atendiese no sólo a la habilitación de créditos al Sultán, sino también la promoción del desarrollo económico e
industrial del país. En materia política, estos industriales y financieros aspiraban, pues a evitar la acción aislada en
Marruecos de una gran potencia, algo que ya había sido el leiv-motiv de las políticas a lo largo del siglo XIX de Lord
Palmerston y Lord Salisbury.
2491
Paul Cambon a Delcassé. Despacho no. 258, confidencial. 22 de Octubre de 1903. DDF. Tomo IV, pp. 42-45. El
mismo día , Delcassé telegrafiaba a Cambon que no tenía objeción alguna contra el proyecto, propuesto por la mañana
por Lord Lansdowne, que respondiendo a las presiones de la City , deseaba que los banqueros británicos – junto con los
franceses – participaran en un nuevo empréstito a Marruecos de 300.000 Libras. Sin embargo Delcassé vetaba el
control de las Aduanas por británicos. La condición para acceder a la operación estribaba en que el reembolso del
empréstito se debía realizar por medio de una operación financiera que debería quedar reservada a los establecimientos
de crédito de Francia. Telegrama de Delcassé a Paul Cambon. 26 de Octubre de 1903. D.D.F. IV. Tomo, página 54. El
fracaso del enviado del Sultán, Mac Lean en su intento de obtener un crédito en las mismas condiciones que los
contratados a comienzos de año era recibido con agrado en París y el 5 de noviembre Delcassé se felicitaba de ello,
anunciando a Cambon que probablemente el Sultán se dirigiría a Francia. El interés del Quai d´Orsay estribaba en que
los bancos franceses fueran los únicos en llevar a cabo la operación. Telegrama de Delcassé a Paul Cambon. 5 de
noviembre de 1903. D.D.F. IV Tomo, pág. 84. Sin embargo el 4 de noviembre Sir Ernest Cassel y Lord Revelstoke de
la casa Baring sugirieron a Lord Lansdowne un proyecto de crédito a Marruecos de uno a dos millones de libras
concertado con la Banca de París y de los Países Bajos, y contando con los auspicios de los dos gobiernos. El crédito
debía quedar garantizado por una hipoteca sobre las aduanas marroquíes, e implicaba el nombramiento de comisarios
franceses e ingleses para controlar los ingresos aduaneros El proyecto quedaba formulado en una carta enviada a
Lansdowne, que la comunicó de seguido a Cambon. De acuerdo a las instrucciones recibidas de Delcassé, Cambon
descartó la proposición de los financieros ingleses, en aras a que un crédito puramente francés en el futuro sustituyera a
los tres efectuados recientemente. Telegrama de Delcassé a Paul Cambon de 10 de Noviembre de 1903. D.D.F. IV
Tomo, pp. 101-102.

1403
de la diplomacia gala en lo tocante a la infiltración financiera en el Imperio. Se rechazaba la

posibilidad de cualquier combinación financiera entre Londres y París, o a tres bandas, entre

Londres, París y Madrid que interfiriera el propósito republicano de acaparar la concesión de

créditos al Sultán; política que debía conducir obligatoriamente a la concesión por parte del

gobierno marroquí de garantías serias a la Banca francesa, entre las cuales se señalaba el control

financiero del país. Hay que resaltar el hecho de que esta franqueza la tenía sólo Francia con el

Reino Unido, mientras España no era informada, ni consecuentemente tratada en pie de igualdad

respecto a Inglaterra. Todos estos planes diplomáticos se hicieron a espaldas del gobierno

Villaverde, sin consultarlo o darle noticias de ellos. El conde de San Bernardo, el Ministro de

Estado, no podía ocultar su enfado, por la reserva mostrada por británicos y franceses en torno al

contenido de sus conversaciones. No obstante, los políticos restauracionistas tanto liberales como

conservadores no evidenciaron públicamente su desconcierto ante el tono reservado de la

diplomacia francesa, lo que fue interpretado en París como una muestra de que los dos partidos del

turno respondían a una misma línea de pensamiento en materia de política exterior, favorable a un

entendimiento con Francia. Los sectores más críticos con el gobierno Villaverde eran los integristas

y carlistas que lo acusaban de inercia en los asuntos marroquíes, a la vez que se evidenciaban más

remisos de aceptar cualquier modificación del statu quo. El diputado Candido Nocedal se mostraba

especialmente belicoso al denostar las empresas francesas en el África noroccidental, acusándolas

de querer unir Argel y Senegal y de amenazar el territorio de Río de Oro. 2492 Por lo que se refiere a

los republicanos, su órgano El Liberal, evidenciaba una actitud muy favorable a la acción de la

política alemana en el Sultanato, y el 26 de noviembre publicaba un explosivo artículo declarando

que la metódica política de penetración comercial gala en el Imperio jerifiano era tan sólo un medio

2492
Jules Cambon solicitó al duque de Almodóvar que si se producía una interpelación parlamentaria de Nocedal, ni
liberales ni conservadores pronunciaran frase alguna que excitase los ánimos del pueblo español contra Francia. El
Duque de Almodóvar se comprometió a ello.

1404
de llegar al establecimiento de un protectorado, y que los medios coloniales de Argelia tenían una

especial premura en la consecución de este objetivo. 2493

14.2. La caída del gobierno Villaverde. El ¿regeneracionismo? de A. Maura.

Los partidos del turno, firmemente asentados en un esquema regular y estable de relaciones,

ofrecieron una imagen de solidez y perdurabilidad que comenzaría a evidenciar serias fisuras,

coincidiendo con la desaparición física de sus líderes históricos, Canovas y Sagasta. Los reajustes

internos, escisiones o alianzas inusuales iban a ser los primeros signos de su propia crisis. Se abría

así un período de inflexión en el propio sistema nacido del pronunciamiento de Martínez Campos

en Sagunto; un período de tránsito entre el aparente quietismo político y la atonía del último cuarto

del siglo XIX y el afloramiento de una nueva realidad patente tanto en el campo de los partidos

dinásticos (de ahí la brevedad de la duración de los gobiernos que apenas abarcaban meses como

los de Silvela o Villaverde o un año como el de Maura) como en el de los antidinásticos.2494 A la

altura del mes de junio de 1903 el gobierno de Silvela, por ejemplo sufre una crisis motivada por la

oposición de Villaverde a poner en marcha una política de gastos crecientes para rearmar el

ejército, reconstruir la Marina de Guerra y potenciar los instrumentos conducentes a la reactivación

de una política colonialista.2495 Villaverde, 2496


elegido presidente del Congreso de los Diputados

con los votos conservadores, se descolgó con un sorprendente ataque a la política gubernamental en

2493
Jules Cambon a Delcassé. Despacho no. 131. 26 de Noviembre de 1903. D.D.F. Tomo IV, pp. 144-147.
2494
Cfr. González, M.J.: “Maura y la crisis del Partido conservador “, en Historia-16, no. 153, pág. 32.
2495
Silvela y Villaverde habían entrado en contradicción abierta en el primer gobierno conservador tras el desastre del
98, formado en 1899. Los dos miembros del partido conservador tenían ideas muy distintas de lo que significaba el
‘regeneracionismo’. Para el primero, el regeneracionismo iba mucho más allá de la búsqueda del equilibrio
presupuestario y de la superación del déficit hacendístico postulados por el segundo. Silvela –en palabras acertadas de
Carlos Seco – “encarnaba una ambición creadora, (...) que comprendía desde la reorganización a fondo de los cuerpos
armados, y sobre todo la reconstrucción de la escuadra hasta (...) la proyección al exterior, en la diplomacia
internacional y en la creación de nuevos enclaves coloniales: empeños todos que exigían urgentes llamadas al
patriotismo y al bolsillo de los contribuyentes“.cfr. Seco Serrano, C.: Alfonso XIII y la crisis de la Restauración,
Madrid, Ediciones Rialp, 1992, pág. 69.
2496
En el seno del segundo gabinete Silvela (1902-1903) Villaverde se enfrentó tanto al jefe del gobierno como al
Ministro de Marina Sánchez de Toca por los amplios proyectos de éste para la reconstrucción de una Marina de Guerra.
Estas incompatibilidades que reproducían las oposiciones del primer gabinete silvelista condujeron a la dimisión en
marzo de 1903 de Villaverde.

1405
el marco del debate en torno al discurso de la Corona. Era la muestra de una evidente ruptura en el

interior del partido turnante en el poder y su consecuencia era bien conocida en el contexto del

sistema político de la Restauración: equivalía a la pérdida del Gobierno. De este preciso momento

data la asunción por Maura de la presunta herencia regeneracionista de un ya políticamente

agonizante Silvela. La dimisión de éste era ahora inevitable y la sustitución por Villaverde, lógica,

porque en la práctica había jugado un papel de segundo jefe de los conservadores durante el primer

gabinete Silvela y había dado contenido programático a su acción. El nuevo jefe del gobierno sin

embargo demostró poca capacidad de liderazgo sobre los parlamentarios conservadores. En la

cuestión marroquí tras unos leves tanteos con Delcassé, su Ministro de Estado, el conde de San

Bernardo impuso la inacción como norma básica de actuación. Maura en cambio durante estos

meses supo maniobrar, presentándose como el discípulo regeneracionista de Silvela2497 y

consiguiendo suceder a éste, primero en la jefatura de los conservadores y luego a Villaverde, a

comienzos de Diciembre, como presidente del gobierno, permaneciendo un año en el cargo.


2498
Los estudios sobre Maura y el maurismo realizados por Javier Tusell, Juan Aviles y

María Jesús González, 2499 han permitido desarrollar un interesante debate historiográfico sobre las

aspiraciones políticas del estadista. Javier Tusell destaca como una constante en Maura las ínfulas

regeneracionistas, que se aperciben incluso en su participación como Ministro de la Gobernación

del gabinete Silvela (1902-03), señalando su proyecto de reforma de la Administración Local como

antecedente directo de su proyecto de reforma electoral de 1907 y resaltando de él que era un


2500
intento de desmontar legalmente el caciquismo. Este autor y María Jesús González han

2497
El 24 de Octubre de 1903 Silvela anunció en el Congreso su retirada de la política. Alegó que no se sentía con
fuerzas para dirigir un partido dividido y se deshizo en elogios hacia Antonio Maura, que el 11 de noviembre, tras un
impactante discurso parlamentario en el que formuló un programa alternativo de Gobierno, fue aclamado por la
mayoría conservadora como jefe. Al mismo tiempo, Villaverde afrontaba en el Congreso una campaña obstruccionista
de los republicanos, críticos con la actitud belicosa adoptada por el ministro de la Gobernación, García Alix, en las
elecciones municipales celebradas en noviembre. Villaverde dimitió el 3 de diciembre, desasistido por la mayoría
conservadora e incapaz de resistir el embate republicano.
2498
Cfr. Tusell, J. y Avilés, J.: La derecha española contemporánea. Sus orígenes: el maurismo, Madrid, Espasa
Calpe, 1986.
2499
Cfr. Tusell, J.: Antonio Maura, una biografía política, Madrid, Alianza Editorial, 1994; González, María Jesús: El
universo conservador de Antonio Maura. Biografía y proyecto de Estado, Madrid, Biblioteca Nueva, 1997. También de
esta misma autora: Ciudadanía y acción. El conservadurismo maurista, 1907- 1923, Madrid, Siglo XXI Editores, 1990.
2500
Cfr. Javier Tusell: Antonio Maura …, op. cit, 67.

1406
debatido fundamentalmente también sobre la frustración del proyecto político maurista que

pretendía recurrir “a las clases medias conservadoras“ como principal motor de un eventual cambio

político democratizador, ya que el intento de regenerar el sistema canovista de la Restauración

vendría a desembocar finalmente en una crisis del mismo. El gran problema político del período

con el que se enfrenta el partido conservador es el del agotamiento del sistema de la Restauración

basado en la desmovilización política, en el falseamiento electoral y en el turno entre dos partidos

arbitrado por el Jefe del Estado. A la altura de comienzos de siglo hay un cierto grado de

movilización política propiciado por ese revulsivo que fue el desastre del 98 y parece que el viejo

sistema ya no es capaz de encauzar esa movilización ni sirve para afrontar los grandes problemas

del momento. Pese a que su constitución y sus usos se mantuvieron vigentes, la Restauración

sufrió, desde entonces, un déficit de legitimidad del que nunca se repondría. Por de pronto, perdió

la batalla intelectual: las jóvenes generaciones intelectuales estigmatizaron al régimen como viciado

por la “oligarquía y el caciquismo“. Los republicanos comenzaron a salir de las catacumbas y las

protestas populares aumentaron.

De ahí y como reacción surge el regeneracionismo conservador que tiene como primer

exponente a Silvela, pero sobre todo tiene a Maura como el gran hombre de esta tendencia. Antonio

Maura se plantea dos grandes objetivos en la política española. El primero consiste en dar savia

nueva al sistema haciendo que participen en él las clases conservadoras, incluidos los católicos que,

como ha explicado Cristóbal Robles,2501 eran bastante reticentes hacia el régimen liberal. El

2501
Cfr. Robles Muñoz, C.: Insurrección o legalidad. Los católicos y la Restauración, Madrid, C.S.I.C, 1988. Este
autor ha estudiado el tema con fuentes muy importantes del Archivo Vaticano y ha evidenciado como el peso
ideológico y político del catolicismo es antiliberal, más bien integrista, y este factor es un problema pendiente a lo
largo de toda la vida política de España desde la Restauración hasta la 2ª República. Sus investigaciones, en orden a
aclarar las relaciones del catolicismo con el sistema político y entre la ideología católica fundamentalmente anti-liberal
de cualquier signo (tanto contra el liberalismo doctrinario como contra el democrático) y el liberalismo conservador,
han sido continuadas por una investigadora argentina, especialista en Menéndez Pelayo, Marta Campomar. Jordi Canal,
historiador especializado en el carlismo ha resaltado como la belicosidad de los carlistas contra el sistema
restauracionista perdura hasta 1900.A pesar de que no trascendieron los años 1897-1900 son testigos de diversas
conspiraciones carlistas, en las que los tradicionalistas españoles invirtieron muchos esfuerzos y bastante dinero,
creando gran preocupación entre los gobernantes españoles y las diplomacias europeas. Carlos VII y sus asesores
entendieron que era necesaria una respuesta militar ante la evidencia de que los gobiernos restauracionistas y, más
generalmente, el liberalismo habían abocado a España al desastre del 98. El 28 de Octubre de 1900 diversas partidas
guerrilleras se alzaron en armas en algunos puntos del centro y norte de Cataluña y del sur del País Valenciano. Una
unidad integrada por un número de hombres que oscilaba entre 20 y 70, uniformados con blusa azul y boina roja asaltó

1407
segundo objetivo fundamental de Maura consiste en enfrentarse de manera muy enérgica a la

incipiente amenaza revolucionaria. De hecho, él utiliza el espectro de la revolución como acicate

para lograr esta movilización de las clases conservadoras que vivían en la tranquilidad del régimen
2502
de la Restauración. Amenaza a los católicos y a los conservadores con este espectro de la

revolución, aunque de todas formas, a principios de siglo y antes de 1909, no era relevante esta

amenaza.

Por ello no deja de ser bastante discutible la tesis que pretende presentar el maurismo como

el único intento sincero surgido del dinastismo para modernizar la política y para crear un partido

de opinión ciudadana. ¿El intento de democratización de Maura es sincero?. No; el llamamiento de

Maura a la participación ciudadana se centra sobre todo en los sectores de derecha y viene

acompañado de una actitud bastante autoritaria. Eso se verá en el Congreso de Diputados con el

significado de su proyecto de reforma de la administración local que supondría la eliminación del

caciquismo para ser sustituido por una especie de corporativismo que daría un gran papel a los

representantes de los grandes intereses creados. El estudio de las leyes electorales pergeñadas en

esta etapa de la historia de la Restauración se revela, por otro lado, como un asunto nada baladí

para enjuiciar históricamente a Maura puesto que si algo caracteriza a las democracias es la

existencia de unas elecciones competitivas y libres. A este respecto, Teresa Carnero ha criticado y

puesto en cuarentena el supuesto carácter democratizador del proyecto político del estadista al

considerar que su posterior ley electoral de 1907 fue un instrumento básico para impedir una mayor

participación electoral y para dificultar la democratización de los procesos electorales, ya que

el cuartel de la Guardia Civil de Badalona (Barcelona), siendo rechazada por los agentes de la Benemérita. El caudillo
carlista que resultó muerto, José Torrents era, significativamente un excombatiente de la guerra de Cuba. El fracaso del
alzamiento carlista, conocido como la Octubrada convenció a los carlistas de la necesidad de incorporarse al juego
político, participando como un movimiento-partido que podía aspirar a ocupar un espacio propio en el marco de un
sistema liberal-capitalista afianzado. Cfr. Canal, J.: “La violencia carlista tras el tiempo de las carlistadas: nuevas
formas para un viejo movimiento“, en Juliá, Santos (dir.): Violencia política en la España del siglo XX, Madrid,
Taurus, 2000, pp. 25-66.
2502
Esta estrategia de utilizar el miedo a la revolución es múltiplemente utilizada como factor de movilización y de
identidad por los conservadores y por toda la derecha antes y después de Maura. Quizás Maura insiste un poco más en
ello porque en España se vive mucho de mimetismos y el espectro de la revolución es una realidad clara en Europa y
América. En España será una amenaza a partir de 1909. En América la revolución, teñida de lucha de clases, estallará
en 1910 en el caso de México, con la sublevación de Francisco I. Madero contra la dictadura de Porfirio Díaz. La
revolución contó con el apoyo de importantes sectores del campesinado acaudillados por Emiliano Zapata, Pancho
Villa y Pascual Orozco.

1408
reforzó los procedimientos para excluir candidatos, puso obstáculos a la libre competencia

electoral, consolidó el poder caciquil y perpetuó el fraude.2503 Así, esta historiadora defiende la tesis

de que la frustración democrática del sistema de la Restauración debe atribuirse a la actitud

inmovilista de las elites políticas dinásticas que se mostraron incapaces de adaptarse al nivel de

modernización social y económica que empezaba a alcanzar el país. Para Teresa Carnero estas

elites tenían miedo a la participación ciudadana y a la democratización, porque ello significaría el

fin de su predominio político. La fuerte convicción por parte de la elite política restauracionista de

que su poder se vería mermado ante la entrada de nuevos competidores, por ejemplo el P.S.O.E. le

llevaría a no poner en marcha la democratización del régimen surgido en Sagunto de las ruinas de

la I República. Y así Teresa Carnero sostiene que hubo una clara voluntad por parte de los

dinásticos por dificultar al máximo la institucionalización de un posible proceso democrático:

“Entre finales del año 1903 y 1909, A.Maura –recalca esta historiadora- tuvo un
protagonismo esencial en esta secuencia por su indiscutida capacidad tanto de liderazgo al
frente del partido conservador y de los gabinetes presididos por él, como de influencia en el
seno de las elites. No hubo regeneración en su actuación política. Por un lado porque
careció de política social y de predisposición para buscar vías de concertación. Su
sensibilidad hacia los problemas de los sectores populares fue tibia y su forma de zanjar la
conflictividad fue oponiéndose a ella. Por otro lado, en el ámbito de la composición y el
funcionamiento de los órganos de poder nacional y local, el reformismo conservador y de
derechas de A. Maura no contribuyó a erradicar el caciquismo y la corrupción
políticas.“2504

En lo tocante a la cuestión marroquí, al producirse a finales de 1903 el relevo del gobierno y

tener lugar la formación del gabinete presidido por Maura, León y Castillo remitió el 29 de

Diciembre una carta apremiante al nuevo Ministro de Estado, Faustino Rodríguez San Pedro. Las

2503
Cfr. Carnero Arbat, T.: “Modernització, desenvolupament politic y canvi social: Espanya 1874-1931“, en
Recerques, no. 23, 1989, pp. 75- 89, y “Elite gobernante dinástica e igualdad política en España, 1898- 1914“, en
Historia Contemporánea, no. 8, Las elites en la España Contemporánea, 1992, pp. 35-73, y más recientemente
“Democratización limitada y deterioro político en España, 1874- 1930“, en Salvador Forner (coord.), Democracia,
elecciones y modernización en Europa. Siglos XIX y XX, Madrid, Editorial Cátedra / Instituto Juan Gil- Albert, 1997,
pp. 203- 239.
2504
Cfr. Carnero Rabat, T.: « Democratización limitada ...“, op. cit, pág. 237.

1409
dilaciones en las negociaciones sobre Marruecos habían generado una tensión angustiosa en el

Embajador español llevándole a afirmar el contundente diagnóstico incluido a continuación:

“(Las instrucciones) son urgentes para poder seguir hablando con este Ministro de
Negocios Extranjeros, á quien no creo posible dar sistemáticamente la callada por
respuesta en los asuntos de Marruecos, sin exponernos, aún más de lo que ya estamos, á
que prescinda de nosotros y emprenda otros derroteros. (... ) Por lo que oigo y por lo que
no oigo ; por lo que este Gobierno me dice y por lo que calla tengo el triste presentimiento
de que cada día perdemos terreno en Marruecos y que lo perderemos todo si continuamos
entregados al silencio y a la inacción “. 2505

León y Castillo entendía que su labor estaba concluida y que, una vez asumida la renuncia

española de Fez, las negociaciones de París estaban ya terminadas. San Pedro necesitó unas

semanas para consultar varias veces con el Ministro saliente, el conde de San Bernardo, solicitando

los antecedentes del tema. San Bernardo no había remitido instrucciones escritas a León y Castillo

durante las últimas semanas de actuación del gabinete Villaverde, limitándose el Ministro de

Estado a señalar al marqués del Muni que España no debía negociar nada en París a espaldas del

Reino Unido, por lo que cuando a finales del verano coincidió en San Sebastián con el Embajador

británico le notificó la disposición española a entenderse con París en una distribución de las

respectivas zonas de influencia en Marruecos.

San Pedro consultó asimismo con Maura. Los dos criticaron la labor del conde de San

Bernardo, al limitar en asuntos de tanta importancia sus instrucciones al Marqués del Muni a meras

“comunicaciones verbales“. En segundo lugar uno y otro creían que la diplomacia española no

podía limitarse sólo a comunicar al Foreign Office la noticia sobre las conversaciones de París en

torno al reparto del Sultanato, o todo lo más, las bases del proyecto de convenio. Había que estar

seguros de que los británicos no rechazaban esas conversaciones y era necesario obtener de

Londres una garantía por escrito de respaldo a tales negociaciones. Tanto el Presidente como el

Ministro de Estado se mostraban recelosos ante el hecho de que el tratado non-nato de noviembre

2505
Carta sin numerar del Embajador de España en París, F. León y Castillo al Ministro de Estado, Faustino Rodríguez
San Pedro. 29 de Diciembre de 1903. A.G.A. África. Sección Política (Marruecos). Caja 44 / Ex. 3.

1410
de 1902 no garantizase las posesiones españoles, limitándose a contemplar el apoyo mutuo de las

diplomacias francesa y española.

“ Esto, tanto al Sr. Presidente del Consejo de Ministros como a mí nos ha parecido
un tanto aventurado y de ahí que ambos nos inclinemos decididamente a no avanzar en este
delicadísimo asunto sin conocer bien las intenciones de Inglaterra, procurando además
alcanzar que éstas queden consignadas de un modo positivo “.2506

En la Fundación Maura existen tres volantes autógrafos 2507 del político mallorquín, con sus

impresiones personales sobre la cuestión marroquí, redactados el último día de 1903, cuando
2508
abordó con calma el estudio del tratado non-nato de noviembre del año anterior, tras haberse

entrevistado con el Embajador francés Jules Cambon. Estas impresiones constituyen las “razones

para no tratar a espaldas de Inglaterra“. Este es el título con el que el contenido de los volantes fue
2509
mecanografiado con posterioridad. El documento desarrollaba la idea de que los principales

intereses británicos en Marruecos radicaban en la que venía definida en el tratado como ‘zona de

influencia española‘. Acertadamente Maura entendía que el interés del gabinete Balfour por el

Sultanato no radicaba en la defensa de los intereses mercantiles e industriales británicos, sino en la

cuestión del control que la costa septentrional del país ejercía sobre el Estrecho de Gibraltar; ruta

obligada de su marina mercante y de guerra, de la futura vía de llegada del petróleo y punto

2506
Despacho sin numerar del Ministro de Estado, Faustino Rodríguez San Pedro dirigido a F. León y Castillo. 8 de
Enero de 1904. A.G.A. África. Sección Política (Marruecos). Caja 44 / Ex. M4.
2507
(A)rchivo de la (F)undación (M)aura. Madrid. Legajo 360 1 / 3.
2508
Campoamor confundió la fecha de este documento, cuando en la cabecera del mismo figura el apunte manuscrito
“31 de Diciembre de 1903“ claramente reseñado. Si estudiamos el contenido del texto y lo analizamos en comparación
con el contenido de las instrucciones dadas a León y Castillo vemos que el tono es similar: miedo del político
mallorquín de negociar a espaldas de Inglaterra y necesidad de encontrar una garantía escrita al reparto francoespañol
de Marruecos por parte británica. Hay una prueba además rotunda e incontrovertible del error de Campoamor y de que
el documento es atribuible sólo a 1903: tal como consta en el texto, Maura se acababa de entrevistar con el Embajador
francés en Madrid, Jules Cambon tratándose el tema de Marruecos y espetándole este último en el momento de
despedirse que la gran modificación territorial con respecto al tratado non-nato es que Fez no quedaba incluida en la
esfera de influencia española. Aunque no se lo especificó el Embajador (Maura no tenía noticias de ello), este hecho en
la negociación había acontecido en Octubre cuando Villaverde, el conde de San Bernardo y León y Castillo reanudaron
temporalmente las conversaciones con Delcassé (Las palabras textuales del estadista en el texto son: “¿En qué consiste
y de cuando data la segregación de Fez a que aludía el Embajador Mr Cambon, cuando se despidió de mí?“). Si el
texto,como dice Campoamor hubiese sido redactado en Diciembre de 1902, ¿qué sentido tenía la alusión a la
segregación de Fez del ámbito de influencia español , cuando en el mes anterior se había fijado una redacción que no
contemplaba esa posibilidad , que sabemos por otra parte que sólo se convirtió en realidad en octubre de 1903?. El error
de Campoamor en: La actitud de España …,. op. cit., pp. 147-148.
2509
A.F.M. Legajo 360- 2 / 7.

1411
neurálgico en la defensa del Mediterráneo occidental. En cambio la zona de influencia francesa

quedaba claramente delimitada al sur del Estrecho y no colisionaba con los intereses británicos.

A continuación el autor del texto resaltaba la necesidad de que Londres conociese el

contenido del tratado antes de suscribirlo. Precisamente porque consideraba la posibilidad de que

de no comunicarlo al Foreign Office, el gobierno británico se sintiese molesto con España. Al

político conservador le parecía una escasa garantía el ofertado apoyo diplomático de Francia

incluido en el tratado non- nato (recordemos que el tándem Almodóvar / Sagasta había pretendido

incluir en dicho documento la garantía francesa para la integridad territorial de España, propósito

que finalmente no se consiguió) en caso de dificultades internacionales suscitadas por el reparto del

Imperio jerifiano. En el pensamiento de Maura existía el convencimiento de que el juego de

contrapesos en el área del Estrecho entre el Reino Unido y Francia determinaría que la costa

septentrional marroquí quedase en manos españolas, pero en el Extremo Oriente asiático las

rivalidades imperialistas rusojaponesas podían derivar en un enfrentamiento –siquiera diplomático

que no militar- en el que Francia y Gran Bretaña se enfrentasen entre sí, apoyando a sus respectivos

aliados. Obviamente este contencioso podía tener consecuencias negativas para el Marruecos

‘español‘: “Llegadas las asperezas de un conflicto, dice textualmente Maura, ambas -se refiere a

Francia e Inglaterra- estarían en peligrosa tentación de remediarse o compensarse a expensas de

nosotros, mejor que ventilar entre ellas mismas su querella“. A. Maura de hecho, confiaba además

en que de no suscribirse el no convenio de reparto de Marruecos con Francia, ésta se abstendría de

invadir la zona demarcada y reservada en el tratado a España, por miedo a represalias inglesas o del

II Reich. Por otra parte, en aquel momento y dadas las condiciones de anarquía en el Sultanato y de

persistencia de la sublevación roguista, el estadista si bien creía que la política de penetración

pacífica era factible para Francia, se mostraba muy escéptico ante una acción similar española en el

decenio siguiente (el convenio non-nato tenía una temporalidad fijada de 10 años desde el momento

de su firma).

1412
14.3. Antonio Maura y Marruecos. Apuntes sobre la política marroquista del lider

conservador (1904-1909).

En primer lugar Maura no pretendió poner en marcha una política exterior referida a las

cuestiones marroquíes basada en declaraciones grandilocuentes o en arriesgadas aventuras, ni

tampoco en pretensiones territoriales extraordinarias, es decir evitó la decantación hacia una

política agresiva y llamativa. En segundo lugar, Maura a la hora de reanudar las negociaciones con

el Gobierno francés sobre Marruecos se encontraba con la herencia lastrada de un dilatado proceso

de casi tres años, a lo largo del cual la cartera de Estado había cambiado hasta cuatro veces de

titular (Almodóvar/Abarzuza /San Bernardo /San Pedro), dificultando la coherencia y continuidad

necesarias en el ámbito de la política internacional. Con todo, cerrado el proceso de redistribución

colonial de los años 90 y reducidos los principales intereses estratégicos de España a la defensa de

su posición en el área del estrecho de Gibraltar y a la defensa de Canarias, una situación

internacional más clara, en la que el antiguo antagonismo colonial franco-británico se va

disolviendo, permitirá al gobierno conservador reconducir su política exterior en el marco que

proporcionaría la Entente franco-británica de 1904 y en la dirección que conducía a los acuerdos

anglo-hispano-franceses de 1907. Estos acuerdos como en los tiempos de la Primera Guerra

Carlista (1833-1840), recolocarán a España en el cuadrilatero formado por Londres- París- Lisboa-

Madrid, y enlazarán con aquel viejo principio de la política exterior isabelina que recomendaba:

‘cuando Francia e Inglaterra estén de acuerdo, marchar con ellas; cuando no lo estén, abstenerse‘.

En tercer lugar, su política de acercamiento hacia franceses y británicos, culminada posteriormente

con los acuerdos de Cartagena, no iba a determinar una supeditación total española a la República

francesa, estableciéndose así un paralelismo con la actuación de Silvela en 1899, cuya política

exterior aunque buscando una aproximación a Francia no implicó sometimiento a los intereses

galos. Las ideas básicas que Maura defendió como guías de actuación fueron muy claras.

Consistieron en primer lugar en la continuidad con las políticas de Silvela y Sagasta en la

1413
prosecución de una dinámica de acuerdos con Francia. Un ejemplo de paralelismo con la línea

adoptada por el anterior líder conservador se observa cuando repite la estrategia de Silvela de

realizar constantes apelaciones y solicitudes de ayuda al Foreign Office. Lo que distingue a Maura

de Sagasta es que su acción en Marruecos no vino muy marcada por un basculamiento y una

supeditación total al Quai d´Orsay. En segundo lugar es patente la coherencia, pero no existe

conformismo, rechazando las pretensiones de Delcassé de restringir la influencia española en el

Sultanato. En tercer lugar está presente el pragmatismo, pero no la inhibición: la clave de su punto

programático será la colaboración con Francia; más que eso, la imitación del modelo francés de

explotación económica en el Sultanato, es decir poner las bases para un aprovechamiento de los

recursos económicos del Imperio marroquí, en función del interés nacional español. En suma, las

posibilidades de actuación no excedían de este marco modesto pero realista, pragmático pero

esperanzador, propio del de una pequeña potencia regional. Habría que sumar además la búsqueda

de una garantía territorial para España.

En gran medida, Maura se convierte en el continuador de las pretensiones imperialistas de

Silvela en el Noroeste de África. Su predecesor en el liderazgo de los conservadores había

intentado en 1900 sacar provecho del derrumbamiento del statu quo en Marruecos tras la acometida

militar francesa desde Argelia hacia el Tuat. El intento español de participar en este

derrumbamiento para apoderarse de Tarfaya y Sakia al- Hamra se revelaría como un ejemplo de

realismo político de Silvela, sin concesiones de ninguna clase. Interesado en evitar maniobras

imperialistas de las potencias europeas en las costas del Sahara, el jefe del gobierno buscó entonces

incansablemente forjar un glacis defensivo frente al archipiélago de Canarias que la falta de apoyo

británico no permitió conseguir. De hecho, las cualidades intelectuales y de analista geoestratégico

de Silvela fueron mucho más analíticas que creativas. Sobresalió más en la estructuración,

organización y expresión de ideas sobre la necesidad de la puesta en marcha de una política

imperialista española, que en la capacidad de propiciarlas y llevarlas a la práctica.

1414
Por otra parte ha sido bastante reiterada la tesis referida al colonialismo español propiciado

por Maura en Marruecos como un instrumento en defensa de opciones especulativas y mineras

realizadas en el Sultanato, involucrando al país en una guerra “imperialista“ no deseada en

España.2510

El desenfoque de que se partió en lo referente al desentrañamiento de las causas de una

guerra tan impopular como la de Marruecos ha seguido difundiéndose hasta bien avanzado el siglo

XX. Por eso en algunas síntesis históricas sobre la penetración colonialista hispana en Marruecos

siguen repitiéndose viejas interpretaciones que no se basan en la investigación de las fuentes

primarias.2511 Incluso las fuentes primarias más accesibles se obvian como es el caso de las

intervenciones públicas de Antonio Maura o sus discursos antes del conflicto de 1909. Textos que

son documentos con un valor testimonial tan alto como el de un dietario o de unas memorias, pues

son capaces de reflejar actitudes y propósitos, mentalidades y esbozos del ideario imperialista

maurista, tensiones y móviles existentes tras los hechos, todo lo cual debe articularlo el historiador

en un modelo textual complejo. El trabajo de Javier Tusell y Genoveva G. Queipo de Llano es una

2510
En 1928, José Bullejos, un exiliado de la dictadura primorriverista editaba en París una obra denunciando la acción
colonizadora española en Marruecos: Marruecos y la política imperialista. En el prólogo del libro, Oscar Pérez- Solis
desgrana los argumentos de esta tesis recalcando el apoyo que recibía de capitalistas franceses y españoles la actuación
de Bu- Hamra. Posteriormente refiriéndose al conflicto de 1909, señala que “la guerra de Marruecos respondía (...) a
los apetitos imperialistas de un sector del capitalismo español, servido por el Estado “. Vid. Bullejos, José: Marruecos
y la política imperialista, Bureau d´Éditions, París, 1928, pág. 28. El autor del libro apuntaba que una “de las razones
determinantes de nuestra política africana radica en el interés de los capitalistas mineros de España, anhelosos de
redondear la cifra de sus beneficios con la explotación de las minas del Rif“, en Marruecos y la política ..., op. cit, pág.
40, para concluir más tarde señalando que: “son los intereses de la Compañía de Minas del Rif los que determinaron la
invasión, en 1909, de zonas más amplias del territorio marroquí; son los intereses de esta entidad capitalista los que,
en todo instante, han inspirado la política de penetración de España en el interior del Rif“, en: Marruecos y la política
...op. cit, pág. 53. Todavía en un reciente estudio de Fernando Puell de la Villa, Historia del ejército en España
(2000), se nos señala que “el gobierno (Maura) decidió en 1909 premeditadamente poner en práctica la política
expansionista (sobre Marruecos) que llevaba planificando desde hacía dos años“. Estas afirmaciones se pueden matizar
tras el estudio de las fuentes primarias y la consulta del libro de Allendesalazar sobre la relación entre Maura y el
problema marroquí. Cfr. Puell de la Villa, F.: Historia del ejército en España, Alianza Editorial, Madrid, 2000, pág.
114.
2511
Es el caso de Miguel Martín, que señala: “Antes de que se formalizara legalmente la anulación de la soberanía de
Marruecos en 1912, tanto España como Francia procuraban arañar terreno de donde podían y tanteaban la resistencia de
los marroquíes. Fue una de esas acciones de rapiña, lo que originó la guerra de 1909 y la protesta obrera contra ella,
que cuajó en lo que luego se denominó Semana Trágica de Barcelona. A principios de junio de dicho año, como no
fuera posible llegar a un acuerdo con los rifeños para que permitiesen la expoliación de sus riquezas mineras del Uixan,
el ejército empezó a proteger los trabajos en las minas“. Véase Martín, M.: El colonialismo español en Marruecos,
Ruedo Ibérico, París, 1973, pág. 34. La obra de Miguel Martín, seudónimo de Fernández Agudín ya recibió ciertas
puntualizaciones en el momento de su publicación por parte de V. Morales Lezcano, que insistió en la novedad de los
planteamientos que esta obra introducía en los estudios realizados en España sobre la acción colonizadora en
Marruecos, pero a la vez se insistía en que el libro estaba exento de investigación sólida.

1415
excepción en el panorama descrito más arriba. Utilizando la documentación del Archivo de la

Fundación Maura, han resaltado cómo, desde su acceso a la jefatura del gobierno, el estadista

balear manifestó su prevención a cualquier actuación militar en Marruecos, poniendo de manifiesto

al mismo tiempo su percepción acerca de las escasas posibilidades que brindaba la economía

nacional para imbricarse favorablemente en el Sultanato. Así escribió en 1903: “La penetración

pacífica, posible y verdadera para ellos (los franceses), es para España, en el decenio, letra

muerta“.2512 Si bien estos historiadores acertaron plenamente en la prevención a priori del estadista

mallorquín a verse involucrado en sangrientos enfrentamientos militares en Marruecos, la segunda

fase de su planteamiento es matizable. La diplomacia maurista luchó lo indecible por conseguir en

Marruecos las mismas ventajas económicas que Francia gozaba, aunque fracasase en aspectos

como la consecución en 1904 de un nuevo empréstito a las arcas del Majzén. Frente a las aceradas

críticas que le culpaban de la extensión del conflicto de 1909 (la tragedia del Barranco del Lobo

obnubilando la memoria del país), Maura precisaría: “Mi idea sobre África ha sido siempre que se

debía conquistar el territorio por la paz, y como yo no quería guerrear de ninguna manera, no

puedo tener remordimiento alguno“.2513 De hecho, los críticos pueden argumentar que son

justificaciones a posteriori, intentando descargar las responsabilidades que se cernían sobre él por la

guerra de 1909. Ahora bien, si escudriñamos en sus intervenciones públicas de 1904 y 1905, no

encontramos ninguna formulación de A. Maura que defienda la práctica de un agresivo

imperialismo financiero en el Sultanato. En modo alguno defendió la conveniencia básica de una

exportación ingente de capitales españoles al Sultanato, con el plan de ampliar de un modo

permanente las bases sociales o económicas de la acción colonizadora hispana. La exportación de

capitales a Marruecos preconizada por Maura o por sus diversos gobiernos en las distintas etapas

en que el líder conservador se ocupó de la gestión del país se presentó como algo inseparable pero

a posteriori de una acción que se estructuraba fundamentalmente de acuerdo a unos patrones

2512
Cita entresacada de: Tusell, J. y García Queipo de Llano, G.: Alfonso XIII. El rey polémico, Madrid, Taurus, 2001,
pág. 147.
2513
Cita entresacada de la crítica firmada por A.P.B. al libro de Fernando- Díaz Plaja, España 1909. Los años
decisivos, Barcelona, Plaza Janés S.A. Editores, 1970, en Historia y Vida, no. 40 / 1971, pág. 144.

1416
geoestratégicos y no por deseo expreso de integrarla en un movimiento de intercambio desigual con

el Imperio marroquí. Más bien las intervenciones públicas de Maura revelan un entronque con las

pretensiones de Silvela de una forma de expansión colonial en aras a proteger a España y

salvaguardar la defensa nacional, mediante la ocupación de plataformas estratégicas en el

continente africano que evitaran sorpresivos ataques sobre la Península y Canarias.

Al respecto Antonio Maura en su intervención en el Congreso de los Diputados el 14 de

Enero de 1902 llegó a señalar: "Río de Oro es para nosotros un punto militar, una previsión

diplomática y el cumplimiento de un tratado ... Río de Oro nos da la importancia de ser también

fronterizo con el Sur de Marruecos y estar próximo a Canarias " 2514. Ahondando en esta línea, el

estadista conservador realizaría una corta síntesis de las aspiraciones de su gobierno sobre el futuro

de Marruecos en el mismo ámbito parlamentario, en sesión del 4 de Junio de 1904 en pleno proceso

de negociación con Francia del reparto de las esferas de influencia en el Sultanato. Así huyendo de

ideas utópicas, señaló que no pensaba en evangelizar convirtiendo al catolicismo a las poblaciones

del Imperio. Sus pretensiones huyendo de elucubraciones fantásticas se limitaban a que “irradiase

en el Sultanado la cultura española, la blandura de nuestras costumbres cristianas“. Nada se

hablaba de promover un imperialismo en el que el Estado interviniese como “regulador“ o

catalizador de la penetración económica en Marruecos por parte de la Banca o del mundo de la

empresa, sino de cuestiones ligadas a la seguridad y a la defensa. En suma las preocupaciones

geoestratégicas eran lo fundamental: “El Gobierno asiste (al proceso negociador con Francia) no

2514
Máxime teniendo en cuenta que la diplomacia española estaba seriamente preocupada por el hecho de que los
sucesivos gobiernos restauracionistas habían realizado diversas concesiones a compañías comerciales británicas en el
archipiélago canario, consiguiendo estas entidades extranjeras el control de posiciones estratégicas en este territorio
español (véase por ejemplo las concesiones a Swanson & Co. de Londres en agosto de 1901, enero de 1902 y en febrero
y agosto de 1903 de la ejecución de obras –muelles y almacenes- en el Puerto Refugio de la Luz, así como la concesión
de solares en la Isleta de dicho Puerto y en el malecón de Santa Catalina. Carta particular de Javier Salas, cónsul de
España en Cardiff al Duque de Mandas. 9 de febrero de 1904. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de
Londres. Caja 7.024. La Cory Co, suministradora de material de logística y de carbón del Almirantazgo británico
intentaría en febrero de 1904 hacerse con estas concesiones. Esta compañía ya poseía en Corcubión, A Coruña, un
depósito de carbón. Telegrama del Duque de Mandas al Ministro de Estado, San Pedro. 11 de febrero de 1904. A.G.A.
Fondo Asuntos Exteriores. Embajada de Londres. Caja 7.024). Hay que citar, sobre todo, entre los autores que han
resaltado las influencias británicas en Canarias a Millares Cantero, Francisco Quintana Navarro y a V. Morales
Lezcano. También a José Tomas Arribas Martín, “El Estrecho de Gibraltar, los archipiélagos españoles y los intereses
británicos, 1898-1918 “, en II Aula Canarias y el Noroeste de África (1986), coordinación y prólogo de V. Morales
Lezcano, Las Palmas de Gran Canaria , Cabildo Insular de Gran Canaria, 1988.

1417
por otra razón ni con otro fin que evitar sea comprometida nuestra seguridad“.2515 Cuando el

proceso negociador con Francia concluyó, Maura estimó oportuno argüir argumentos similares, que

reiteraban la modestia colonizadora de su ideario, la economía de pretensiones. En un discurso

lineal, despojado de todo ornamento y aplicable como modelo de sus intenciones colonialistas, el

12 de Diciembre de 1905, el político mallorquín señalaba en el Parlamento: “Se dice que en

Marruecos hay una cuestión territorial, un extenso interés comercial y la libertad del Estrecho.

¡Ah¡. Pero luego existe otro interés que para España se levanta ingente sobre todo otro: (...)

nuestro derecho incontestable a que la costa marroquí, situada enfrente de la nuestra, se considere

como una frontera de España, porque ello importa a nuestra independencia y a nuestra seguridad.

La situación de España respecto de Marruecos no difiere de la situación fronteriza que Francia ha

hecho valer, por razón de su línea argelina. Y yo digo que en toda la costa de Marruecos, desde el

Muluya hasta más allá de Tánger, no podemos consentir que un solo grano de arena deje de ser
2516
marroquí sin que pase a ser español“. El interés de los conservadores españoles por el África

Septentrional no había hecho más que aumentar desde el momento en que los norteamericanos

vislumbraron la posibilidad de atacar las islas Canarias en el transcurso de su conflicto de 1898

contra los españoles, y asimismo desde que los británicos dispusieron el reforzamiento de su base

marítima en la región (Gibraltar), como complemento del dispositivo militar elaborado por el Reino

Unido en el mar Mediterráneo. Esta base militar británica devenía en un formidable punto

estratégico, desde donde sus buques de guerra podían alcanzar tanto la costa mediterránea gala

como las costas coloniales francesas en Argelia y Túnez, así como la mayor parte de las costas

españolas. Este sistema militar creado por el Reino Unido y la posición estratégica de Marruecos en

el marco de una futura conflagración europea, 2517 habían sido las razones por las cuales el Ejército

2515
“La cuestión de Marruecos. Actitud de España ante la inevitable alteración del “statu quo“ marroquí“.
Intervención de A. Maura en el Congreso de los Diputados en sesión del 9-VI- 1904, en: Catala y Gavilá, Juan Bautista
(ed): Don Antonio Maura. Ideario político. Extracto de sus discursos, Madrid, 1953, pág. 126.
2516
Catala y Gavilá, J.B. (ed): “La cuestión de Marruecos. Cuál es el interés permanente de España en el norte de
África “, en: Don Antonio Maura... op. cit, pp. 127-128.
2517
En particular hay que resaltar la importancia estratégica del triángulo Gibraltar- Tánger- Ceuta, que representaba la
puerta occidental del Mediterráneo, es decir, la indispensable salida marítima hacia el Atlántico para las fuerzas navales
británicas y francesas del mar Mediterráneo en caso de guerra.

1418
español se habría preocupado a partir de 1899 por reforzar sus dispositivos tanto en el área

meridional peninsular como en el archipiélago canario y que habían impelido a los sucesivos

gobiernos restauracionistas a ocuparse activamente del futuro del Sultanato. A modo de sumario del

papel que habría de desempeñar Marruecos en el pensamiento estratégico-militar de los

conservadores españoles, cabría señalar que tanto Maura como Silvela entendieron que la seguridad

territorial de España consistía básicamente en su protección contra amenazas externas. Ahora bien,

se entendía como algo complementario de la búsqueda de una seguridad estratégica, la necesidad de

la penetración económica hispana en el Sultanato. El imperialismo no significaba imponer la

religión y la cultura española en el norte de África, ni una forzada participación económica en la

explotación del Sultanato; Maura abogó por el empleo del instrumento imperialista y en última

instancia de la fuerza militar para la simple protección de la nación, según criterios geoestratégicos,

y de su población frente a los nuevos retos del 98 – momento de redistribución colonial– con las

amenazas que suponían. Reflejando la estrecha relación existente entre sus pronunciamientos

políticos en apoyo de esta estrategia y la dinámica real puesta en marcha por los gobiernos

mauristas, el estadista balear sólo decidió hacer valer los derechos hispánicos por vía militar cuando

en Marruecos llegaron a estar amenazados (en áreas geográficas muy sensibles) los intereses vitales

del país.

De hecho, la inestabilidad creada en el Sultanato a partir de 1899-1900 con la creciente

presión militar en la frontera argelino-marroquí, y la creciente suspicacia de las potencias

imperialistas sobre la suerte futura del Imperio, decidieron a Maura a engarzar sus aspiraciones

colonialistas con una aproximación estable a París y Londres: “Nosotros no asistimos a la

negociación –declararía el 9 de Junio de 1904 en el Congreso de los diputados– recordando

agravios de Inglaterra, ni perfidias o agresiones de Francia, sino todo lo contrario; asistimos

seguros de que hay un terreno común (...), en el cual podemos entendernos (...), sobre la base

1419
firmísima del interés solidario.”2518 El carácter pragmático de Antonio Maura le llevó a ser fiel a

sus compromisos de alineamiento en las cuestiones mediterráneas con Londres y París, sin variar

una línea política meditada y consistente que pasaría por la actuación profrancesa y probritánica de

la diplomacia española en la Conferencia de Algeciras y culminaría con los acuerdos de Cartagena

de 1907.

El conflicto de 1909 surgió cuando el gobierno maurista rompió el modelo de relación de

Melilla con el Rif establecido en 1894; modelo que se estructuraba en torno a un delicado, preciso y

ajustado compromiso español de congraciarse con las cabilas circundantes a Melilla y con el poder

– el que fuese, imperial o no- establecido y consolidado en la región. Este modelo había llevado

incluso a no ayudar a las fuerzas imperiales enfrentadas a las roguistas y refugiadas en la ciudad

española, obligándolas a evacuar el territorio a fin de no encrespar a Bu Hamra. En la primavera-

verano de 1909, el gobierno Maura tomó unas drásticas medidas cuando permitió a las compañías

mineras que pretendían adentrarse en el Rif, llevar a cabo sus propósitos, aún a costa de romper ese

modelo de relación, pues se sabía que los rifeños –una vez desaparecido el Rogui– no deseaban ese

grado de intervencionismo económico europeo. ¿Por qué Maura rompió ese modelo?.2519 ¿Fue

atendiendo a la lógica imperialista de respaldar militarmente –a cualquier precio- la actuación de

empresas privadas capitalistas en el territorio marroquí?. Si examinamos los hechos,

minuciosamente explicados por Allendesalazar, la respuesta es negativa. La razón de la ruptura de

ese modelo se engarzaría más con la hipótesis que formulamos cuando señalamos que Maura

atendía básicamente a un patrón geoestratégico en su ideario colonialista en Marruecos. Cuando en

Mayo de 1909 se conoció que los franceses podían infiltrarse desde Argelia en el Rif, al sur de

2518
Véase A. Maura: “La cuestión de Marruecos. Actitud de España ante la inevitable alteración del `statu quo’
marroquí “. Discurso en el Congreso de los Diputados de 9 de junio de 1904 “, en: Catala y Gavilá, J.B., (ed): Don
Antonio Maura. Ideario político. Extracto de sus discursos,...op. cit, pág. 127.
2519
Siendo que en el verano de 1907 , Maura había escrito categóricamente a su Ministro de Estado, Allendesalazar,
que cualquier intento de imitar a Francia en su empresa conquistadora de Marruecos “vendría a destiempo“, porque nos
envolvería “en dificultades ... con los rifeños y con todas las cabilas cercanas a nuestra línea y necesitaríamos también
vivir armados al otro lado del Estrecho , con abrumadora carga militar y con escasa pujanza económica y social “, antes
de haber tenido el tiempo “que necesitamos para la reconstitución interior“. Resulta difícil pensar que Maura creyese
que esta reconstitución interior que había de dar a España la indispensable pujanza militar, económica y social, estaba
ya conseguida dos años después.

1420
Melilla y proteger militarmente el yacimiento minero de Afra que explotaba la Compañía Norte-

Africana, de fachada española y capital galo, Maura tuvo que corregir las coordenadas de su ideario

colonialista: no estaban en juego ahora los beneficios o pérdidas inmediatos de unas empresas

privadas mineras, ni tampoco el principio mismo de la penetración pacífica en Marruecos. Tal

como había señalado en su discurso de diciembre de 1905, el territorio comprendido entre Tánger y

el Muluya (dentro del cual está incluido el comprendido entre este río y Melilla) era una parte vital

de la zona marroquí, que desde hacía años España se reservaba como exclusiva, con el fin de crear

en esa parte del septentrión marroquí un área defensiva para proteger la seguridad nacional. Si

ahora los franceses introducían allí sus intereses económicos, su presencia, todo estaba perdido. Si

intervenir militarmente en el norte de Marruecos era malo para los intereses nacionales, el dejar

intervenir a otro país europeo era aún peor. Por ello, el político conservador haciendo tabla rasa de

sus ideas pretéritas tuvo que comunicar el 31 de mayo de 1909 al Comandante general de Melilla

que para evitar la penetración francesa desde Argelia, las empresas mineras serían protegidas en

caso necesario por las fuerzas armadas españolas.2520

14.4. La situación de Marruecos al comenzar el año 1.904.

A principios de 1904, la situación del Imperio marroquí, a pesar del fracaso relativo de la

rebelión del Rogui era bastante problemática. Abd al – Aziz había puesto en marcha un intento de

reforma fiscal para programar los ingresos del Majzén para un período de tiempo determinado.

Cualquier plan para pagar a los bancos europeos los intereses de sus empréstitos descansaba en la

reforma del sistema recaudatorio.

Un fenómeno que venía a complicar el futuro financiero del Sultanato era la depreciación de

la nueva moneda introducida en el Imperio. Ésta se había devaluado en una proporción del 20 al 30

% con respecto a la moneda española, con la cual se negociaba a la par en el momento de su

2520
Libro Rojo sobre Marruecos, 1911, pág. 251.

1421
acuñación. Esta pérdida de valor causó algunos de los más grandes problemas económicos y

sociales de Marruecos: a) los proletarios y obreros, generalmente retribuidos en moneda marroquí,

vieron reducidos sus salarios; b) los comerciantes que usaban el ‘fiado’ y el cobro a largo plazo en

lugar de utilizar la moneda española, se encontraron con que vendían sus mercancías a un precio

bastante inferior al de origen; c) el comercio se contrajo. Se redujeron las ventas por la necesidad

de los comerciantes de aumentar los precios proporcionalmente a la disminución del valor de la

moneda que ellos recibían en pago.

Abd- al- Aziz al modernizar el sistema fiscal, había abolido todos los impuestos

tradicionales, reemplazándolos por el ‘tertib’, el nuevo impuesto a pagar por todos los marroquíes,

cuya recaudación correspondía a agentes especiales con sueldo fijo en lugar de a los caídes. A la

ausencia de toda infraestructura estadística y al furor de los caídes al perder sus antiguas prebendas,

se unió el hecho de que el primer ensayo de aplicación del ‘tertib’ entre las tribus más sumisas

resultó un fracaso ante la resistencia de los cabileños a pagar. Asimismo, habían fracasado todas las

tentativas de hacer pagar a los caídes más opulentos, o de enviar funcionarios especiales a todos los

puertos del Sultanato con la misión de cobrar sumas elevadas a los gobernadores de las tribus más

prosperas y menos insumisas del litoral. No se podía aplicar la reforma fiscal sin respaldo militar, y

no había respaldo militar si el Majzén no tenía dinero para pagar a sus tropas.2521 La materialización

del fiasco tributario, la sensación de impotencia ante la calamitosa situación del Imperio abrió la

puerta a la petición efectuada el 29 de enero de 1904 a la Legación francesa en Tánger para entrar

inmediatamente en negociaciones con la Paribás, con el fin de negociar urgentemente un

empréstito.2522 Las noticias que llegaban a los agentes diplomáticos franceses de todos los puntos

de Marruecos hablaban de un ejército, el imperial, en disolución conforme se producía el

incumplimiento en el pago de las soldadas.2523

2521
Saint- René Taillandier, Ministro francés en Tánger a Delcassé. Despacho de 1 de Enero de 1904; Despacho de 24
de Enero de 1904. D.D.F. A.M., pp. 117-118.
2522
Despacho de Saint- rené Taillandier a Delcassé. 29 de Enero de 1904. D.D.F.A.M. pág. 119.
2523
En el confín sur del Imperio marroquí continuaban los combates a pequeña escala de los marroquíes que se
oponían a la presencia militar francesa.

1422
14. 5. Resumen de las negociaciones francoespañolas en el primer semestre de 1904.

En diciembre de 1903, tras la caída del gabinete Villaverde les correspondía a los

conservadores seguir gobernando. Retirado de la escena política su primer líder, Francisco Silvela,

va a ser al gobierno del presidente Antonio Maura al que le va a incumbir la tarea de concluir las

negociaciones con Francia iniciadas por el gabinete Sagasta en la primavera de 1901. Ahora bien,

la reanudación de las negociaciones se va a dar en un contexto marcado por unas condiciones bien

diferentes a las de los años 1901-1902, porque a los ojos del Quai d´Orsay aparecen sólo como el

complemento de las que desarrollan en Londres, Lord Lansdowne y Paul Cambon. Si estas últimas

duraron una veintena de meses, no es –según Henry Marchat2524- porque el contenido de las

cláusulas relativas a Marruecos suscitara muchos problemas. Este historiador señala que éstas ya

habían sido decididas, desde el principio de las conversaciones. Solamente algunas cuestiones de

detalle, o modalidades de aplicación del acuerdo franco-británico (referidas a la extensión de las

aguas marítimas del Imperio, en las que se establecería la libre navegación y la no militarización de

las mismas) habían sido objeto de algunas discusiones. Paul Cambon había entendido pronto que

en contrapartida a la oferta británica de desinteresarse políticamente por el Sultanato, los ingleses

se contentaban con el mantenimiento en Marruecos del régimen de libertad comercial y de la toma

en consideración de los intereses de España en la costa del Rif, a la que estaba vedado el acceso

galo. A escala mundial, en la que los acuerdos se establecían sobre el ‘status‘ de Terranova, Nuevas

Hébridas, la suerte de Marruecos se encontraba ligada a la negociación sobre Egipto, donde cada

parte implicada se esforzó en sostener que cedía más de lo que recibía. Lord Lansdowne se encargó

de transmitir al Duque de Mandas las disposiciones generales del acuerdo francobritánico, si bien

sin mencionar la existencia de artículos secretos, aunque asegurándole que todo lo que se había

negociado no era perjudicial para España. En definitiva, el Reino Unido invitaba al gabinete
2524
Cfr. Marchat, H.: “Les origines diplomatiques du ‘Maroc espagnol‘ (1880-1912)“, en Revue de l´Occident
musulman et de la Méditerranée , no. 7, 1970, pág. 121.

1423
maurista a adherirse a la declaración de Londres y a concertarse con Francia sobre los intereses de

ambos países en el Imperio jerifiano. Ahora bien, España no iba a emprender la negociación con

Francia en condiciones parecidas a las de 1902, es decir en pie de igualdad, porque:

a) por una parte, Francia había obtenido de Inglaterra libertad de maniobra en el conjunto

del Imperio marroquí;

b) por otra parte, por la redacción sutilmente condicional (“ ... l´accord qui pourra intervenir

entre la France et l´Espagne ... “) contenida en el artículo 8 de la declaración de 8 de abril

de 1904; una simple cláusula estilística pero que realzaba el papel predominante de

Francia en el Sultanato, en detrimento del de España. La existencia de artículos secretos

acotaba el territorio que podía recibir España.

c) Fue el 16 de abril de 1904 cuando León y Castillo anunció oficialmente a Delcassé la

aceptación del gobierno maurista de discutir sobre las bases de la Declaración de Londres. París

se convirtió en la sede de las negociaciones, aunque también se registraron numerosos encuentros

en Madrid entre el Ministro de Estado, Rodríguez San Pedro y Jules Cambon que aún no siendo el

negociador del acuerdo, gozaba de amplio poder y autonomía conferidos por el Quai d´Orsday, y

cuya libertad de acción le permitió apelar constantemente a la Reina madre y a Maura. Londres se

convertiría en un centro subsidiario de las negociaciones. El Embajador español, Duque de Mandas,

en palabras de Paul Cambon (Embajador galo en la capital británica) “ no cesó de importunar “ a

Lord Lansdowne, el cual la mayor parte de las veces le escuchaba sin responderle ni hacerle caso.

Mandas rogaba al titular del Foreign Office que interviniese en las negociaciones en defensa de

España. Lansdowne se contentaba esporádicamente, si lo creía útil, con dar sugerencias y consejos,

a título puramente personal al Quai d´Orsay. De la misma forma, los embajadores del Imperio

británico en París, sir Edmund Monson y en Madrid, Sir Edwin Egerton, jugaron un papel limitado

en la negociación.

d) Las cuestiones de orden territorial fueron las primeras abordadas en París. Delcassé abrió

las conversaciones, dando a conocer rápidamente a León y Castillo las concesiones que el gobierno

1424
republicano estaba dispuesto a hacer, y sobre las que no cabían muchas ampliaciones. Dichas

concesiones son un recorte drástico en comparación con los territorios que en 1902 constituyeron la

esfera de influencia española en Marruecos. La decepción fue muy intensa en Madrid. San Pedro

expresó a Jules Cambon su rechazo: “vous nous placez dans une situation inférieure à celle des
2525
Libéraux, nos prédecesseurs: vous ne nous offrez, dans le Rif, qu´une porte devant un mur«.

Los negociadores españoles no entendían este cambio de actitud francesa pues tampoco conocían

plenamente las cláusulas secretas que completaban el acuerdo franco-inglés. En ellas, la

delimitación de las zonas de influencia entre Francia y España se había determinado ya con perfecta

precisión. Con el recorte de la zona de influencia española, Francia estaba haciendo ahora pagar a

España la factura de las concesiones que había tenido que hacer en Egipto para llegar al acuerdo

con Inglaterra. Los españoles tenían poco margen de negociación. En París, León y Castillo se

quejó ante Monson de la mala fe de Delcassé, que se sustraía de promesas anteriores. En Londres,

Mandas da una versión particular de las negociaciones de 1902, lo que obliga a Paul Cambon a salir

en defensa de los intereses de la República ante Lansdowne. Es Jules Cambon el encargado de

recalcar en Madrid que las proposiciones francesas aportan a España algo más que las inciertas

esperanzas de 1902, hechas a espaldas de Inglaterra. Ahora son realidades que se pueden disfrutar,

y con todo, las ofertas son ligeramente ampliadas: España recibirá Larache, en la costa atlántica y

una parte del Marruecos meridional, aspecto este último que no ha sido tocado por la declaración de

Londres y que quedará libre de toda hipoteca o veto del Reino Unido, al renunciar Inglaterra a su

derecho de preferencia sobre la región, vigente desde 1895 cuando había vendido al Sultán la

factoría de Mackenzie en Cabo Juby. A la vez, Delcassé cede a las insistentes presiones de San

Pedro y a las recomendaciones de Lansdowne y consiente en un ensanchamiento en la región de

Melilla. El acuerdo territorial queda concluido en torno al 20 de mayo de 1904.

2525
Cfr. Marchat, H.: op. cit, pág. 122.

1425
14. 6. Las negociaciones francoespañolas en 1904: primeros contactos previos a la reapertura

de las conversaciones.

A lo largo del mes de enero de 1904, León y Castillo reanudó sus conversaciones con

Delcassé, el cual aseguró al Embajador español que los trámites necesarios para lograr la

aquiescencia británica a un acuerdo sobre Marruecos entre París y Madrid estaban ya realizados,

añadiendo su convencimiento de que el gabinete Balfour no se iba a oponer al proyecto de

convenio francoespañol. Sin embargo, en Madrid persistía la desconfianza en obrar a espaldas de

Inglaterra en los asuntos relacionados con Marruecos.

Ante la insistencia del gabinete Maura de obtener una declaración con un asentimiento

expreso del Foreign Office, Delcassé solicitó tiempo para examinar el procedimiento a utilizar.2526

El 27 de enero, el Ministro y el Embajador reanudaban sus contactos, decidiendo que la

fórmula pertinente sería que los gobiernos español y francés llegasen previamente a un acuerdo y

redactasen un convenio (cuya base debía ser el tratado non-nato de 1902 con la modificación de la

amputación de Fez de la esfera de influencia hispana), dando conocimiento luego al Gobierno

británico. Obtenida la aquiescencia de éste y no antes, se firmaría el convenio. 2527 Esta fórmula, sin

embargo, fue cuestionada por Maura y San Pedro:

“Consideramos que la declaración positiva de Inglaterra sobre nuestra inteligencia


con Francia, conviene que sea suficientemente categórica y consignada previamente por
escrito, de suerte que, en ningún tiempo pudiera haber la apariencia siquiera, de que
España había procedido con el menor asomo de ligereza en tan ardua cuestión“ .2528

2526
León y Castillo a Faustino Rodríguez San Pedro. Carta sin numerar de 22 de Enero de 1904. A.G.A. África.
Sección Política (Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.
2527
Delcassé rechazó la posibilidad de una declaración expresa del Foreign Office en la forma en que Maura y San
Pedro querían, es decir sin existir un documento expreso del acuerdo francoespañol. Carta sin numerar de León y
Castillo a Faustino Rodríguez San Pedro. 28 de Enero de 1904. A.G.A. África. Sección Política (Marruecos). Caja 44 /
Ex. 4.
2528
Carta particular sin numerar de Faustino Rodríguez San Pedro a León y Castillo. 16 de Febrero de 1904. A.G.A.
África. Sección Política (Marruecos). Caja 44 / Ex. 4. Volvía a aflorar en estas circunstancias el miedo de los
conservadores españoles a que se pudiese producir cualquier castigo o reacción armada por parte de los ingleses y la
consideración de insuficiente del grado de apoyo francés para la causa española contemplado en el proyecto, es decir el
simple apoyo diplomático, “siendo muy difícil descansar en esta garantía con alguna tranquilidad, lo que no sucedería
si por el contrario ese apoyo se extendiese a otros órdenes de cooperación o de auxilios, cuando fuesen necesarios”.

1426
Maura y San Pedro manifestaron asimismo otros dos motivos de discrepancia referentes al

convenio, por lo que rechazaron la inmediata firma del mismo. Las razones fueron:

1) No aceptaban la modificación de los límites del territorio de influencia española que

excluía de esta esfera a la ciudad de Fez. León y Castillo debía reemprender la negociación, según

las instrucciones remitidas a París el 16 de Febrero y conseguir la restitución de la ciudad imperial

en el ‘Marruecos español´.

2) Era contemplada negativamente la pretensión gala de construir un ferrocarril

exclusivamente francés ubicado en el margen meridional de la esfera de expansión española. Maura

y San Pedro entendían que las empresas españolas debían encargarse de su realización, aún

admitiendo la participación en la construcción de capital francés:

Rechazada por Maura 2529 la posibilidad de una pronta firma del acuerdo francoespañol y tal

como venía sucediendo reiteradas veces desde la primavera de 1901 en que se iniciaron las

conversaciones, éstas quedaron de nuevo estancadas. 2530 Recibidas las instrucciones contenidas en

la carta del 16 de febrero, León y Castillo tardó en contestarla. No lo hizo hasta el 7 de marzo y fue

para limitarse a decir que había hablado largamente con Delcassé de los asuntos de Marruecos, sin

llegar a un acuerdo concreto. El titular de Exteriores galo le había solicitado una minuciosa

consulta, artículo por artículo del texto del proyecto de convenio non-nato de 1902. Tal vez la

estrategia de Delcassé obedecía a un intento de ganar tiempo con el fin de que la mejora de las

relaciones franco-británicas permitiera negociar a Francia desde una posición de seguridad y

fuerza.2531

2529
Paralelamente Maura había solicitado del general Linares un estudio de las vertientes del Atlas y un informe
detallado de cual sería la mejor delimitación de la línea fronteriza francoespañola en el Sur de Marruecos atendiendo a
razones de orden militar. Carta particular de Antonio Maura a Faustino Rodríguez San Pedro. 25 de Marzo de 1904.
A.G.A. África. Sección Política (Marruecos). Caja 44 / Ex. 4. Antonio Maura, tras las pesquisas citadas señaló que
debían ser las crestas del Atlas contiguas al valle del Sus. Carta particular y confidencial de Antonio Maura a
Rodríguez San Pedro. 26 de Marzo de 1904.
2530
Carta particular sin numerar de León y Castillo a Faustino Rodríguez San Pedro. 7 de Marzo de 1904. A.G.A.
África. Sección Política (Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.
2531
(A)rchivo de la (F)undación (M)aura. Legajo 360 2 /5.

1427
El 17 de marzo San Pedro y Maura llamaron a consultas a Madrid al Marqués del Muni con

objeto de transmitirle instrucciones directas, que eran consideradas lo suficientemente relevantes y

reservadas como para no confiarlas al telégrafo o la carta. 2532

14.7. El empréstito de 1904.

El seguimiento que hacía la diplomacia española en Londres de la actitud británica con

respecto a la cuestión marroquí se centraba en enero de 1904 en la posible contratación en la City

londinense de un empréstito destinado al Sultanato2533 y en la duda de si el Reino Unido modificaba

su postura de mantenimiento del statu quo. El gabinete Maura no aspiraba a que se procediera a una

alteración brusca de la situación del Imperio, sino más bien a su perpetuación. Por otra parte, el

estadista conservador entendía que el Reino Unido podía ser un perfecto valedor de la causa

española en el curso de las negociaciones entabladas en París sobre el reparto de Marruecos. Las

propuestas que hizo el gabinete conservador al de Balfour el 13 de enero se centraron además en el

deseo de tomar parte en la penetración pacífica, por vía económica, en Marruecos. Sin embargo,

Lord Lansdowne daba signos evidentes de una despreocupación creciente hacia los temas

2532
R.O. del Ministerio de Estado de 17 de Marzo de 1904 dirigida a F. León y Castillo. A.G.A. África. Sección
Política (Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.
2533
El Embajador español en Londres, el Duque de Mandas había escrito el 19 de Diciembre de 1903 al Ministerio de
Estado que era probable que se efectuase un préstamo británico a las arcas majzeníes, por un monto de 500.000 libras
esterlinas. Si a principios de Agosto, el gabinete inglés no era propicio a nuevas operaciones financieras en el Sultanato,
entendía el diplomático que esa actitud se fue modificando a causa del interés francés en realizar una operación de este
tipo a todo trance, a pesar de los disturbios creados en el Imperio por la sublevación de Bu-Hamra y por la presión de
medios capitalistas y periodísticos del Reino Unido que entendían que no había que dejar sola a Francia en Marruecos.
La entrevista de financieros y empresarios con Lansdowne apremiándolo en este sentido resultó decisiva, gestándose la
idea de poner en marcha un préstamo cogestionado por la Banca británica y francesa, creando en el Sultanato una
Comisión de la Deuda Pública del Imperio que fiscalizase la marcha económica del país. Pese al rechazo francés a que
nación alguna pusiera la mano en la Administración Pública marroquí y fracasada esta combinación, nació un nuevo
proyecto. Duque de Mandas al Ministro de Estado. Despacho no. 118. 19 de Diciembre de 1903. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 297 /Ex. 1. Sin embargo el 13 de Enero de 1904 Lansdowne notificaba al
Embajador español que el proyecto de empréstito había quedado bloqueado, en vista de las reticencias de los banqueros
británicos que se negaron a seguir las negociaciones ante las noticias cada vez más desastrosas del estado de la
Hacienda marroquí.

1428
marroquíes,2534 ante la perspectiva inminente del estallido de un conflicto entre Rusia y Japón.

Además, la posibilidad de un empréstito británico al Sultanato naufragaba antes de ser sancionadas

sus condiciones por la firma imperial de Mawlay Abd –al- Aziz, ante las reticencias de los

banqueros londinenses, recelosos de la cada vez más desastrosa situación de la Hacienda jerifiana y

ávidos estos últimos de encontrar más seguridades y garantías antes de firmarse el documento.2535

Tampoco España en las últimas semanas de 1903 y en las primeras de 1904 había sabido subirse al

carro del acoso financiero al Sultanato. Lansdowne había manifestado su interés de que banqueros

españoles participaran junto con banqueros ingleses y galos en la negociación de un préstamo al

Sultanato, y por la posibilidad de adelantar en breve plazo el dinero al Sultán. Consultado el conde

de San Bernardo, la contestación telegráfica del Ministro de Estado al Embajador en Londres,

Mandas, evidenció la extrema dificultad del gobierno de obtener facilidades pecuniarias en los

bancos españoles. A pesar de las activas negociaciones de San Bernardo, el sistema financiero

español carecía del dinamismo requerido para ofertar los recursos para su inversión en Marruecos,

situando a España en una posición competitiva en la carrera imperialista por el control del

Sultanato. Lansdowne dejó de insistir ante el retraimiento tanto de la participación de los banqueros

españoles como de las intenciones del gabinete Fernández Villaverde.2536 Se había perdido una

oportunidad básica en la dinámica colonizadora española.2537 Por otro lado, Lansdowne evidenció

2534
Así, el Duque de Mandas lo veía poco receloso o temeroso ante la política francesa de penetración pacífica en
Marruecos y ante los incendiarios artículos o discursos colonialistas pronunciados en Francia. En la medida en que
Francia iba manifestando más su decisión en su política norteafricana, más reservado se mostraba Lansdowne a la hora
de oponerse y acentuar sus prevenciones.
2535
Lansdowne, equivocado, confuso, mal informado llegó a afirmar al Embajador español en Londres, Duque de
Mandas que también había quedado paralizada la negociación del empréstito francés. Duque de Mandas al Ministro de
Estado.Despacho no. 4 reservado. 14 de Enero de 1904. A.G.A. Asuntos Exteriores. Fondos de la Embajada de
Londres. Caja 7.024.
2536
Mandas exasperado, lamentaba su desesperación ante estos acontecimientos señalando: “No son hoy los
regimientos ni los buques la primera y más usual manera de intervenir en algunos países ; el capital enviado para la
Agricultura, la industria o el Tesoro, son medio más inmediato de influir, y hace no pocas veces necesario que después
vayan regimientos y buques. Toda interrupción en tomar parte en actos que lleven a cabo así Inglaterra como Francia
en Marruecos es ocasionada a aumentar nuestras dificultades el día que queramos entrar a practicar de nuevo su
política“. Duque de Mandas al Ministro de Estado. Despacho no. 118. 19 de Diciembre de 1903. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 297 / Ex. 1.
2537
El 23 de Diciembre Mandas escribió a Madrid notificando que Lansdowne le había comunicado que los banqueros
británicos ofertaban 300.000 Libras al Majzén y que se estaba pendiente de la aprobación del Sultán para suscribir la
operación. El titular del Foreign Office volvió a insistir en la necesidad de si, paralelamente cuajaba una operación gala
similar, de que los banqueros españoles ofertasen otro crédito al Sultanato.Se estaba viviendo una coyuntura de
preocupación en Madrid ante los debates en la prensa y Cámaras francesas sobre la conveniencia de consolidar la

1429
muestras de que estaba dejando de confiar en la pervivencia del statu quo,2538 alegando la reiterada

impotencia de Abd – al- Aziz para acabar con la anarquía y establecer una apariencia de orden en el

país. Por último, el titular del Foreign Office rechazó la posibilidad brindada por el Embajador

español Mandas de entrar en negociaciones para establecer las bases y los principios de aplicación

de la penetración económica española en el Sultanato.

A pesar de que el gobierno marroquí se resistía a contraer obligaciones financieras con los

bancos franceses 2539 se retardaba la conclusión de la negociación del empréstito británico, a la par

penetración pacífica en el Sultanato, deliberando en torno a la construcción de un ferrocarril que desde Argelia llegase a
la frontera del Imperio para luego penetrar dentro de Marruecos, por Uxda estando llamado a unir finalmente Túnez
con los puertos del Atlántico marroquí, existiendo asimismo una bifurcación que conectaría Fez con Tánger. El trazado
de las líneas férreas exigía vigilancia y siendo deficiente la que Marruecos debía ejercer, cabía a Francia la obligación
de ejercerla aun dentro del Sultanato. Se hablaba de que la protección de la vía correría a cargo de tropas indígenas
mandadas por oficiales franceses (2.500 hombres estaban previstos en un primer momento).Todo esto exigía un fuerte
empréstito al Majzén, que tocaba a Francia facilitar. Le Temps hablaba claramente de que Marruecos no era capaz por
sí solo de salir de la anarquía y del desastre financiero. Necesitaba un concurso extranjero, para regularizar un sistema
fiscal moderno y tener una administración sólida. Todas estas ideas no compaginaban en absoluto con el mantenimiento
del decimonónico statu quo. La prensa madrileña recalcaría en las Navidades de 1903 que la Cámara de Diputados
francesa había aprobado finalmente el proyecto de ferrocarril de Tlemecen a Lalla-Marnia, de setenta kilómetros, con
un presupuesto de veintiún millones de francos lo que constituía el primer acto político trascendental del asalto galo al
Sultanato. Lansdowne arguyó que siendo tan prolongada la frontera argelomarroquí y pululando en ella numerosas
tribus ‘semibárbaras’, eran de esperar las operaciones militares galas en el interior del Sultanato, aunque debería
evitarse que se convirtieran en anexiones. Frente a las presiones diplomáticas españolas que argüían en contra de la
violación del statu quo que comportaba la penetración financiera francesa, su deseo de llevar a cabo la construcción de
infraestructuras y grandes obras públicas y reservarse la capacidad de ejercer la vigilancia sobre ellas, y frente al
fantasma esgrimido de que los galos irrumpieran en la costa mediterránea llegando hasta Tánger, Lansdowne
únicamente recalcó que lo inadmisible era una operación gala en el Mediterráneo, punto que Inglaterra y Francia tenían
ya convenido. La prensa británica señalaba la inminencia de un acuerdo final entre Francia e Inglaterra sobre
Marruecos, que dejaría libertad de acción a los españoles sólo en el Rif y en la costa mediterránea marroquí. Mandas al
Ministro de Estado. Despacho no. 121. 23 de Diciembre de 1903. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
297 / Ex. 1. El 28 de Enero de 1904, el órgano de los intereses imperialistas galos en Tánger, Le Maroc, incluía un
texto del periodista británico W. Harris, corresponsal de The Times en Marruecos, decantándose por la idea de que le
correspondía a Francia regenerar Marruecos. Según Harris, sólo Francia e Inglaterra podían intervenir en Marruecos,
pero como la segunda no tenía otros intereses que los comerciales, circunscritos a las costas mediterránea y atlántica y
los geoestratégicos, tocantes al estrecho de Gibraltar, no era oportuno que Gran Bretaña se mezclara de nuevo en los
asuntos marroquíes. A Francia le incumbía, pues, aun sin llegar a ejercer el protectorado en el Sultanato, organizar el
ejército regular marroquí con oficiales franceses y aun introducir tropas coloniales en el Imperio , mantener en la Corte
del Sultán un Agente político, a semejanza del Residente General galo en Túnez o de sir Eveling Baring, Lord Cromer
en El Cairo, adelantar al Majzén el dinero que pudiese necesitar, reembolsar los empréstitos inglés y español y librar al
Sultán de la compañía de advenedizos, intrigantes y malos consejeros. Véase: “La France Au Maroc (Une opinión
anglaise”, en Le Maroc, 28-Enero-1904. El Duque de Mandas se lamentaría posteriormente de que el gabinete
Villaverde no buscó conciliar las aspiraciones económicas hispanas con las inglesas y francesas en el otoño de 1903. Se
permitió así que franceses e ingleses negociaran y se pusieran de acuerdo, con lo que las aspiraciones españolas en el
Sultanato no podrían ser en el futuro de gran amplitud. De hecho, el gabinete Maura encontraría muchas dificultades
para ensanchar algo el límite de los acuerdos que en lo tocante a España habían llegado Francia e Inglaterra.
2538
Desatando incluso las críticas de periódicos ministeriales como el Standard o el Morning Post. Duque de Mandas
al Ministro de Estado. Despacho no. 5. 15 de Enero de 1.904. A.G.A. Asuntos Exteriores. Fondo de la Embajada de
Londres. Caja 7.024.
2539
Bernardo de Cólogan al Ministro de Estado. Despacho no. 429. 24 de Diciembre de 1903. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 297 / Ex. 1. Todo ello a pesar de la necesidad de fondos en que se encontraba el Majzén y

1430
que se consolidaba la operación francesa, propiciada por el Banco de París y de los Países Bajos

cifrada en 25 millones de francos.2540 Esta se gestaba ante la aparentemente total despreocupación

de la Legación británica en Tánger. Únicamente ciertos sectores de la burguesía británica

relacionados con Marruecos y ligados a la industria textil algodonera y al sector financiero veían un

grave peligro en que el gobierno de Londres tuviera la debilidad de rendirse a las aspiraciones

francesas. De estos temores y advertencias se hacían eco los rotativos Standard y el Morning

Post.2541

Ni el gabinete Maura ni la banca española se adecuaron en agresividad, ni en persistencia al

reto de la operación financiera gala. No supieron reaccionar negociando las ventajosas condiciones

de un préstamo español que se revelaría inviable. Esta falta de adecuación oficial a la dinámica

imperialista suscitada por París se pretendió paliar iniciando un movimiento, similar al realizado

por Silvela en 1900, por conseguir el control de Tarfaya, consistente en pedir repetidas veces ayuda

a un Foreign Office, no dispuesto a enemistarse con el Quai d´Orsay. El 3 de febrero el Duque de

Mandas animó a Lansdowne a que los banqueros londinenses concluyeran con Fez el adelantado

profunda crisis monetaria que experimentaba Marruecos y la depreciación de la moneda hassania, devaluada en torno a
un 18-20 % en relación con la moneda española.
2540
Consultado lord Lansdowne por el Duque de Mandas acerca del fallido préstamo británico, el titular del Foreign
Office advirtió al Embajador español que el grupo bancario británico que andaba en tratos con el Majzén había
desistido de sus propósitos, al entender que no era un negocio rentable y seguro. A continuación el ministro británico
aventuró que probablemente algunos financieros ingleses entrarían en relaciones con el Paribas. No se mostraría, por
otra parte preocupado de que las rentas de las aduanas marroquíes quedaran como garantía del empréstito galo.
“Habiéndole yo espresado (sic) que la intervención de las Aduanas por solo Francia daría á esta una preponderancia
más y más evidente sobre las demás naciones en Marruecos y que esto por otro lado sería alejarse también más y más
del ‘statu quo’, Lord Lansdowne ha guardado silencio. Duque de Mandas al Ministro de Estado. Despacho no. 11. 3 de
Febrero de 1904. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de Londres. Caja 7.024.
2541
El Morning Post del 3 de Febrero de 1903 comentando el empréstito francés al Sultán señalaba que desde hacía
bastante tiempo el Sultán de Marruecos buscaba en Europa un apoyo financiero. Señalaba que el espíritu reformista que
animaba al joven soberano lo indujo a suprimir el antiguo sistema de exacciones de que se valían los ministros para
llenar el Tesoro Imperial, sin estar seguro de que las potencias europeas apoyaban el nuevo sistema de contribuciones
fiscales que deseaba implantar. Francia adoptó una política de oponerse a semejante reforma y como el Sultán no quiso
apelar a resucitar los antiguos procedimientos impositivos, su Tesoro se vio en situación apuradísima, agravada por la
rebelión del Rogui. De ahí surgió la necesidad del gobierno marroquí de apelar a empréstitos en el extranjero. Esta
cuestión era la pieza angular de la política europea en lo referente a Marruecos. A pesar de que los consejeros del
Sultán hubieran preferido un empréstito inglés o anglo-francés, esta idea fue rechazada terminantemente por París. Por
el contrario la iniciativa del Banco de París y de los Países Bajos, con la garantía de las aduanas marroquíes, apoyada
por el Ministro francés en Tánger, aprobada finalmente por el Majzén constituía un triunfo de la diplomacia francesa,
siendo el primer paso para la conquista pacífica del Imperio. A pesar de que los ministros del Sultán se resistían, no
tenían opción. La Hacienda Imperial estaba al borde de la quiebra. Una vez que las aduanas marroquíes estuviesen al
servicio de un empréstito francés, los días de la independencia marroquí estarían contados, pues no había instrumento
más poderoso de conquista que la deuda exterior: a este préstamo seguirían otros, quedando el deudor Sultán a merced
del prestamista. Entonces sería un hecho la preponderancia gala en Marruecos, e Inglaterra se vería en la tesitura de
soportar la presencia de una superpotencia frente a Gibraltar.

1431
proyecto de préstamo. Sin embargo la respuesta británica no iba a variar: desinterés creciente por

los asuntos del Sultanato; abstención ante el hecho de que las Aduanas imperiales quedasen

hipotecadas por los bancos galos, mientras que la City paralelamente se desinhibía de ultimar

proyectos financieros en Marruecos, ante la perspectiva de que el negocio no era bueno ni seguro ni

rentable.2542 Con todo, la operación del empréstito galo se dilataría bastantes semanas: el Sultán se

resistió a dar como garantía las rentas aduaneras, pues ello suponía abrir la puerta a Francia a

ejercer en Marruecos una progresiva acción que conduciría a la consolidación de su hegemonía.


2543
A tal fin reunió en Fez a diversos notables para consultarles la propuesta francesa.2544 Ello

postergó la firma del acuerdo, pues como arma dilatoria el Majzén solicitó una lista interminable de

aclaraciones sobre las condiciones del préstamo.2545 El rechazo inglés a prestar apoyo material y

financiero al Majzén decidió a este último2546 a mediados de Marzo a aceptar la propuesta francesa

de empréstito: 20 millones de francos a un interés del 6 %. La necesidad urgente de fondos vencía

los recelos acerca de la pérdida de independencia económica del país.2547

El gobierno Maura creyó erróneamente que no había que preocuparse. En Madrid no se

sabía que en París entendían que Lord Lansdowne había cedido a Francia la primacía económica

en Marruecos. Se confiaba por el contrario en que los ingleses, al velar por sus intereses

2542
Duque de Mandas al Ministro de Estado.Despacho no. 11. 3 de Febrero de 1904.A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 297 / Ex. 1.
2543
Duque de Mandas al Ministro de Estado. Despacho no. 19. 12 de Febrero de 1904. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 297 / Ex. No. 1.
2544
El Sultán hizo un último intento de romper el dogal francés. El 23 de Febrero el agente británico Mac Lean
escribió al Ministro Plenipotenciario inglés en Tánger, sir Arthur Nicolson, suplicándole que el Reino Unido
concediese a Marruecos algún anticipo o préstamo urgente porque apenas se tenían fondos en Fez para satisfacer gastos
y pagar las tropas durante la próxima semana pudiendo llegarse, si no se le facilitaban al gobierno marroquí recursos, a
una situación verdaderamente crítica. Enviado un telegrama al Foreign Office, al día siguiente Lansdowne contestó
señalando la imposibilidad de prestar una ayuda material y directa y la circunstancia de que ni la Banca ni el comercio
inglés se encontraban dispuestos a hacer préstamos a Marruecos, por el temor suscitado por la inseguridad creada en el
país por la rebelión roguista y por la incapacidad fiscal del Majzén. Bernardo de Cólogan al Ministro de Estado.
Despacho no. 59, reservado. 7 de Marzo de 1904. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 297 / Ex. 1.
2545
Bernardo de Cólogan al Ministro de Estado. Despacho reservado no. 53. 29 de Febrero de 1904. A. G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 297 / Ex. 1.
2546
Al año siguiente (1905) el Majzén debía empezar a pagar las sumas que amortizasen los empréstitos contraídos
anteriormente con Francia, España e Inglaterra. Ante tal contingencia, Francia quería reservarse la posibilidad de
contratar con el Majzén un nuevo préstamo de 30 millones de francos para que Marruecos reembolsase dichos
empréstitos.
2547
Bernardo de Cólogan al Ministro de Estado. Despacho no. 72, muy reservado. 21 de Marzo de 1904. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 297 / Ex. No. 1.

1432
económicos y políticos en el Sultanato, velarían asimismo por los españoles. Esa no era la intención

del Foreign Office. El exceso de confianza en Londres resumía el grado de acción hasta el que eran

capaces de llegar los gabinetes españoles. No teniendo fuerza suficiente para oponerse a París,

Maura – como Silvela – confiaban su política marroquista en que el Foreign Office fuera el paladín

caballero que cual cruzado medieval defendiera los intereses hispanos en el Sultanato.

14.8. La prensa española y la cuestión marroquí.

Comenzado el año 1904, la cuestión de Marruecos pasó a ser el asunto exterior que más

preocupaba a la prensa española. Algunos periódicos comenzaron a divulgar el mensaje de que las

dos potencias, Gran Bretaña y Francia, se disponían a ocuparse de Marruecos sin tener en cuenta a

España. Los nuevos responsables gubernamentales, Maura y el Ministro de Estado, San Pedro, no

desmintieron esos rumores. Jules Cambon entendió que ello reflejaba su confianza en el

mantenimiento del statu quo y en la esperanza de que si la liquidación del Imperio comenzaba,

Francia apelaría inmediatamente a España buscando una concertación. Sin embargo, el Embajador

español en Londres le manifestaba a Lansdowne las inquietudes del gabinete Maura respecto a

Marruecos, recibiendo indefectiblemente la misma respuesta del titular del Foreign Office: él y

Paul Cambon sólo habían hablado de Marruecos en alguna ocasión, sin llegar a conclusiones serias

y de llegarse a ellas no se haría nada sin dar satisfacción a España. Cambon por su parte indicaría a

Lansdowne que Delcassé había deseado llegar a un acuerdo con el gobierno español de

delimitación de zonas de influencia, pero que el gobierno de Madrid no había respondido jamás a

las comunicaciones que su Embajador en París, el marqués del Muni había hecho al respecto.

Lansdowne y Cambon, acostumbrados a negociar a espaldas a España decidieron el 24 de

enero que la cuestión de Marruecos se encontraba ligada con otras cuestiones (Egipto, Terranova,

Níger, Siam ...) en las que España no tenía nada que ver, y de ahí se derivaba la imposibilidad de

asociar al gobierno Maura a las conversaciones francobritánicas. España debía someterse a

1433
posteriori, una vez llegado el acuerdo, a participar en lo que se hubiese decidido en Londres en

torno a Marruecos, sin que el acuerdo final francobritánico tuviera que depender de la aceptación

española previa.2548 Es decir cuando España se inserte posteriormente en el marco de la Entente

Cordiale francobritánica lo hará de una forma absolutamente asimétrica: se pondrá de acuerdo sólo

con Francia y es el Gobierno de París el que comunica finalmente el acuerdo francoespañol a Gran

Bretaña. Faltará la relación directa entre Madrid y Londres y esto será incómodo e inseguro para los

dos países. De hecho, Gran Bretaña mantendrá desde octubre de 1904 el temor de que España

olvidase su compromiso de no ceder ninguno de los territorios alcanzados en Marruecos a un tercer

país (Alemania).

La aparente confianza gubernamental española, o la imagen transmitida públicamente, no

era compartida por la prensa ya que la política francesa de penetración pacífica era considerada

tan sospechosa como una abierta de invasión. La Época, el Heraldo y el Imparcial dirigieron sus

editoriales en protesta de las ambiciones territoriales españolas. Incluso el exsecretario de Estado,

Pérez Caballero, miembro del partido liberal y afecto a Moret publicaba en el Diario Universal una

serie de artículos, en uno de los cuales señalaba la posibilidad de que España, desdeñada por

Francia, podía dirigir sus miras a otro lugar y que sus puertos podían convertirse en una peligrosa

base de operaciones contra la República. El político liberal reivindicaba una esfera de acción para

España que comprendiese al norte del Sultanato, Rabat, Mazagán, Tánger, Melilla y el curso del

Muluya, y al sur, Agadir y los territorios que se extendían hasta cabo Bojador, aún estando

dispuesto a admitir que Francia no renunciara a su plan grandioso de unir por vía férrea Argelia y

Senegal. Asimismo, en declaraciones realizadas a Le Matin se mostraba en contra de que en

Londres la entente francobritánica determinase el derecho exclusivo de Francia a intervenir en las

aduanas marroquíes a cambio de facilitar el control financiero absoluto de Inglaterra en Egipto, y

aspiraba a que Francia y España mantuviesen una posición de igualdad de privilegios. El senador

republicano Rafael María de Labra protestaba a su vez contra la actitud de Francia e Inglaterra que

2548
Paul Cambon a Delcassé. Despacho secreto no. 16. 24 de Enero de 1904. D.D.F. Tomo IV, pp. 286- 288.

1434
parecían considerar a España como un país satélite; se manifestaba a favor de la desaparición del

Imperio jerifiano y por una intervención pacífica europea en Marruecos que reestructurase la

administración y el comercio marroquí recortando el excesivo poder de Francia.2549 El nerviosismo

de la prensa se reprodujo a consecuencia del estallido del conflicto ruso-japonés, llevando a algunos

rotativos a especular sobre la ampliación de la guerra a escenarios europeos, al intervenir Inglaterra

y Francia en apoyo de sus respectivos aliados. Los recelos se referían a posibles repercusiones de la

guerra en la Península. Por otra parte, al formarse el Gobierno Maura, el nuevo ministro de la

Guerra, el general Linares había incluido en su programa de actuación el envío a Algeciras de dos

baterías de montaña, lo que indicaba que el gobierno español no disipaba sus temores de sufrir una

agresión en esta área. Además los temores de que las costas peninsulares o los archipiélagos fueran

utilizados por alguno de los bandos contendientes en la guerra ruso-japonesa llevaron a reforzar las

guarniciones de Mallorca, Mahón, Galicia, Canarias y Ceuta; unos temores del gabinete que la

Reina- Madre confirmaba al Embajador francés Jules Cambon.2550 Paralelamente lo que despertó la

atención de la diplomacia francesa fue el encuentro que en el mes de marzo mantuvieron en Vigo el

Emperador Guillermo II de Alemania y Alfonso XIII al hacer escala en España el Kaiser en el

curso de un viaje que emprendía hacia el Mediterráneo, con el fin de visitar al rey Víctor Manuel de

Italia en Nápoles. Jules Cambon presumió que durante la charla, ambos monarcas habían hablado

de la cuestión marroquí y del Mediterráneo Occidental. Las sospechas francesas hacia un

entendimiento hispanoalemán venían a coincidir temporalmente con un distanciamiento

diplomático entre Francia y el II Reich.2551

2549
Jules Cambon a Delcassé. Despacho no. 7 de 17 de Enero de 1904. D.D. F. Tomo IV, pp. 267-270.
2550
El rotativo republicano El Liberal incluía al respecto en su edición una noticia señalando que el gobierno Balfour
había aconsejado al de Maura , en caso de que la guerra estallara en Europa, que mantuviese su situación de neutralidad
ofreciéndole por su parte ayuda para ello El New York Herald publicaba paralelamente un despacho procedente de
Berlín, según el cual Dinamarca , el otro país con España que dominaba un estrecho fundamental en Europa ,habría
tomado también, por iniciativa del gobierno inglés, una serie de medidas defensivas para proteger su neutralidad. El
gobierno Maura desmentiría al francés que estas iniciativas respondieran a presiones británicas.
2551
El Embajador francés en Berlín, Bihourd alertaría constantemente a Delcassé a lo largo de 1904 sobre las
ambiciones germánicas en Marruecos. Así, el 25 de marzo sobre las apelaciones de los pangermanistas de Wurtemberg
reunidos en Esslingen en pro de la defensa de los intereses económicos de Alemania en Marruecos y del envío de
expediciones al Sultanato para conseguir nuevos mercados. Asimismo a favor de que los puertos marroquíes fuesen
utilizados como escalas estratégicas en las rutas de navegación de los mercantes germanos y a favor de que el II Reich
propiciase una ocupación de la región Oeste del país (Agadir), a fin de consolidar la esfera de intereses alemanes en el

1435
Por parte británica existían también recelos a la posible irrupción alemana en el ámbito

mediterráneo, lo que llevó al Foreign Office a interesarse por las obras de defensa españolas en las

Baleares.2552

14.9. Fracasos del Majzén para rehacer las finanzas y la economía de Marruecos.

Los medios financieros imaginados por el Majzén para suplir el empréstito demandado en

Londres se revelaban progresivamente más ineficaces y peligrosos. La depreciación creciente de

la nueva moneda de plata introducida en el Imperio suponía el riesgo de privar al Sultán de los

beneficios que esperaba conseguir de su emisión, y los problemas que dicha depreciación causaban

en las transacciones suscitaban un descontento generalizado entre la población, susceptible de

constituir un elemento de agitación entre los sectores más depauperados. Un primer ensayo de

aplicación del ‘tertib’ entre las tribus más sometidas y obedientes al Majzén, las del Hauz, tuvo que

ser abandonado dada la resistencia de los cabileños. También resultaban inútiles las tentativas de

solicitar ayuda a los grandes caídes del país, puesto que eran irrealizables si no se contaba con el

empleo de la fuerza, o lo que es lo mismo, del dinero. Constatado por el Majzén el fracaso

país. La Gazette de l´Allemagne du Nord y La Post también consagraron artículos, al socaire de las negociaciones
francoinglesas, a la cuestión de Marruecos. El Embajador alemán en París, príncipe de Radolín se dirigiría a Delcassé
en marzo para indagar si el acuerdo con Londres llevaba incorporado el principio de respeto a la libertad comercial.
Despacho de Delcassé a Bihourd. 27 de marzo de 1904. D.D.F. A.M., pág. 122. El titular del Quai d´Orsay encargaría a
Bihourd que éste le tuviera al tanto de los debates sobre Marruecos que tuvieron lugar en el Reichstag a lo largo del
mes de abril. El canciller, Von Bülow recibió fortísimos ataques que le echaban en cara haber condenado a Alemania a
una política de aislamiento. Estas posturas críticas veían en el acuerdo francobritánico una amenaza directa contra el
Imperio alemán y contra sus intereses comerciales. Bihourd creyó entender que Guillermo II imprimiría una política
más activa en materia de proyección exterior. La Asamblea colonial alemana reunida en Settin el 27 de marzo votaría
por unanimidad dirigir una carta al canciller del Imperio reclamando el mantenimiento de la libertad comercial y la
política de puertas abiertas en Marruecos, así como el respeto de los derechos políticos y económicos de los ciudadanos
alemanes. En el caso en que el ‘statu quo’ del Imperio fuera modificado a favor de Francia, el Imperio alemán debía
recibir una serie de compensaciones en forma de enclaves estratégicos o puntos de apoyo para sus barcos. El conde
Pfeil solicitaría que se estudiase la posibilidad de que se pudieran dirigir hacia el Imperio jerifiano los cerca de 32.000
emigrantes pobres de Alemania que se dirigían todos los años hacia los Estados Unidos. Despacho de Bihourd a
Delcassé. 30 de mayo de 1904. D.D.F. A.M., pág. 136. Publicaciones como Export afirmaban que los marroquíes
desesdeñaban adquirir mercancías galas tras la firma del convenio franco-británico y que el sentimiento anti-galo
aumentaba de día en día. Los comerciantes alemanes debían aprovechar esta situación, unirse y aumentar sus relaciones
mercantiles con el Imperio alauí durante los 30 años de libertad comercial asegurados en el convenio. El Gobierno
alemán se encontraría, así, obligado a intervenir a favor de los intereses alemanes. Despacho de Bihourd a Delcassé. 3
de junio de 1904. D.D.F. A.M., pp. 138- 139.
2552
Nota confidencial de la Embajada española en París remitida a Madrid. 24 de Febrero de 1904. A.G.P.R. Sección
Alfonso XIII. Caja 13.163.

1436
definitivo de sus tentativas de aproximación a los banqueros ingleses, quedaba inevitablemente

condenado a aproximarse a la Banca francesa.

La situación económica en el Sultanato empeoraba de mes en mes: la inflación estaba en

plena escalada por la sobreabundancia de masa monetaria, provocada por la inyección en el

mercado de las emisiones de las nuevas monedas de plata que había contratado el Sultanato en

Europa (en Francia, Alemania e Inglaterra), a la par que seguía circulando la peseta española. Hay

que tener en cuenta que antes de sufrir el acoso imperialista, Marruecos sólo disponía de cantidades

muy pequeñas de numerario. El gran déficit comercial que acompañó a los contactos con la

economía europea, provocó importantes hemorragias monetarias en el país. Posteriormente la crisis

financiera originada por la degradación de la balanza de pagos y acelerada por los pesados y

estériles gastos de la modernización y de la amortización del esfuerzo bélico así como por las

indemnizaciones exigidas por los gobiernos de Europa a favor de sus naturales cada vez que éstos

sufrían algún perjuicio, comportó una depreciación de la moneda local que dejó el campo abierto a

la especulación y que hizo salir del país las monedas más saneadas, es decir con más contenido

metálico de plata. El ciclo de depreciación monetaria se acentuó con la importación de monedas

que no tenían o habían perdido cotización, como por ejemplo piastras mejicanas entre 1885 y 1895

y con el encargo de acuñación de nuevas monedas en el extranjero –hassania– con menor contenido

de plata.

La cotización de la nueva moneda bajaba rápidamente provocando serios perjuicios entre los

comerciantes extranjeros, receptores de la misma. Las protestas llevaron a sugerir a la prensa

extranjera establecida en Tánger la realización de una conferencia internacional destinada a regular

la concesión de un préstamo internacional al Sultán que sirviese para reflotar el valor de su moneda.

Una medida que Francia se aprestó a hacer fracasar. Dada la imposibilidad para el Majzén de

recurrir a todo impuesto interior, no quedaba más remedio que un empréstito. Sir Harry Mac Lean,

cuyos fracasos en Londres no le habían desanimado, sugirió al Sultán la búsqueda de un crédito que

estuviese garantizado por los inmuebles que el Majzén poseía en la costa atlántica.

1437
Por otra parte, la diplomacia francesa percibió que era necesario presionar sobre el Majzén

para conseguir que los oficiales galos supliesen a los instructores ingleses de las tropas imperiales y

así monopolizar toda la ayuda castrense que necesitaba el Sultán. El Quai d´Orsay entendía que,

recién comenzado el año, éste se convertía en un momento decisivo para consolidar la hegemonía

francesa en el Imperio: monopolio de la ayuda militar al ejército gubernamental pero también

financiera y política. Por ello se debía concluir con prontitud la negociación de un nuevo

empréstito, aprovechando la coyuntura del próximo acuerdo diplomático con Inglaterra y el hecho

de que el desinterés británico por el Sultanato ofertaba a Francia la posibilidad de controlar las

finanzas del Majzén y al Majzén mismo.2553

A pesar de las reticencias del Majzén a endeudarse de nuevo con Francia, el 29 de enero uno

de los colaboradores de Mohammed Torres, Sid Abderraman Bennis recibía instrucciones del

Majzén de entrar inmediatamente en contacto en Tánger con Furth, el agente destacado por la

Banca Paribas para la obtención de una fuerte suma, destinada a reembolsar los capitales de los

empréstitos de 1903. Quedaba asegurada la libertad de acción francesa en el Sultanato, así como

abierto el desmantelamiento fiscal de la Hacienda sultaniana.2554 Delcassé había ordenado

previamente a Paul Cambon que notificase a Lord Lansdowne la apertura de negociaciones con el

Majzén, esperando que el titular del Foreign Office no se opusiese a la operación,2555 aunque en el

Quai d´Orsay se estimaba ya que Londres había cedido definitivamente a Francia la iniciativa en el

Sultanato.2556 Estas prevenciones de París con vistas a evitar un malentendido con Londres no se

tomaban con España,2557 evidenciando con más claridad aún los propósitos del gobierno francés de

2553
Telegrama confidencial de Saint- René Taillandier a Delcassé. 11 de Enero de 1904. D.D.F. IV Tomo, pp. 236-
237.
2554
Véase: Telegramas de Saint-René Taillandier a Delcassé. 29 de Enero de 1904. D.D.F. IV Tomo, pp. 302- 305.
2555
Telegrama de Delcassé a Paul Cambon. 5 de Marzo de 1904. D.D.F. Tomo IV, pág. 436.
2556
Telegrama de Delcassé a Paul Cambon. 26 de Febrero de 1904. D.D.F. Tomo IV, pp. 426-427.
2557
El Gabinete Maura no dejó de advertir de la peligrosidad de las maniobras francesas que excluían a España de
cualquier posibilidad de penetración financiera en el Sultanato. El peligro de quedar excluidos vendría a ser una
realidad si con el nuevo empréstito francés, el gobierno marroquí reembolsaba los importes de los efectuados
anteriormente por España e Inglaterra, países que quedarían marginados de toda intervención económica y financiera
en el Sultanato, máxime cuando Inglaterra no oponía resistencia a las crecientes pretensiones de la república francesa
en el Imperio Marroquí. El gabinete Balfour adoptaba una actitud pasiva ante dichas pretensiones. El agente británico
en el Sultanato, W. Harris, corresponsal de The Times había publicado el 16 de enero en una revista parisina un artículo
abogando por la obligación de Francia a regenerar el caduco Imperio marroquí, elogiando la penetración pacífica gala y

1438
llegar a una solución de la cuestión marroquí contando con el Reino Unido.2558 Delcassé buscaba

favorecer a un gran consorcio bancario galo, liderado por el Paribas, que proyectaba un empréstito

de 60 millones de francos de los cuales quince se destinarían a pagar los empréstitos inglés y

español.2559 Con todo, las negociaciones de este empréstito galo se demoraron por el deseo del

gobierno republicano de posponer la firma del préstamo al anuncio del convenio de arreglo sobre

temas coloniales con Londres,2560 porque entonces se entendería el crédito como la primera piedra

eficaz del establecimiento del protectorado económico galo sobre Marruecos.

El gobierno Maura inició una serie de tímidos movimientos con el fin de allegar suficientes

fondos con los que poder ofertar un empréstito español al Sultanato, en las mismas condiciones que

el gestionado por el Paribas. En el plano diplomático, el gabinete Maura insistió el 12 de febrero

ante lord Lansdowne sobre sus propósitos de cooperar con Francia en las tareas de desarrollo

económico del Sultanato y en la penetración pacífica. Lansdowne sostendría diversas charlas con el

Embajador español en Londres, Duque de Mandas sobre el tema marroquí. En ellas, el titular del

Foreign Office, esgrimiendo el problema de los disturbios fronterizos en el este del Sultanato,

minimizando los intereses británicos en el Sultanato. Este artículo fue acogido favorablemente en los medios
imperialistas galos y entendido como fruto de un tácito consentimiento otorgado por el Reino Unido a Francia. Ello
entrañaba para España graves inconvenientes. Con un margen de maniobra diplomática muy reducido, el gabinete
conservador español no era capaz de reaccionar ante la embestida francesa, tomando alguna iniciativa decidida. R.O.
no. 21 de 12 de febrero de 1904 dirigida por el Ministro de Estado, San Pedro al Embajador en Londres, Duque de
Mandas. A.G.A. África. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de Londres. Caja 7.024. Mandas empezó a estar mal
informado desde entonces, transmitiendo noticias completamente erróneas al gabinete Maura de sus gestiones en el
Foreign Office. El 24 de febrero informó del fracaso del empréstito francés, resaltando que el Reino Unido había puesto
un veto a que las aduanas marroquíes sirviesen de garantía a un empréstito galo (una respuesta al veto que Francia
había puesto a que sirvieran de garantía a uno conjunto anglo-hispano-francés). Mandas insuflaba esperanzas al
gabinete Maura de que Inglaterra trabajaba en contra del empréstito francés. Duque de Mandas al Ministro de Estado,
San Pedro. Despacho reservado no. 27 de 27 de febrero de 1904. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de
Londres. Caja 7.024.
2558
Paul Cambon a Delcassé. Despacho no. 62 confidencial. 2 de Marzo de 1904. D.D.F. Tomo IV, pp. 432-433.
2559
El Gobierno francés desecharía completamente el proyecto de empréstito apadrinado por el Credit Mobilier. Cuyas
negociaciones se habían iniciado en noviembre de 1903. Las razones de esta operación fueron esencialmente políticas.
Al parecer el gobierno republicano, al alentar una iniciativa de tanta trascendencia en la senda de sus aspiraciones en
Marruecos, prefirió finalmente contar con un establecimiento financiero de reconocida solvencia como para manejar
cómodamente una amplia suma a invertir en una arriesgada jugada. Si alentó primitivamente al Credit Mobilier fue
para utilizarlo como explorador de las condiciones del mercado y sobre todo de las garantías que podían obtenerse
finalmente del Majzén. La utilización de esta entidad financiera fue para asimismo controlar mejor el proceso
negociador del empréstito e impedir toda veleidad y toda tentativa de negociación del Majzén con ingleses o españoles
y al dilatar las negociaciones consiguió que el gobierno marroquí estuviera más debilitado, más necesitado de fondos,
más presto pues para rendirse a los deseos galos.
2560
Francia consiguió anular prácticamente a finales de 1903 a los ingleses de la negociación del nuevo empréstito con
Marruecos. No solamente Lansdowne se avino a no intervenir en el proceso negociador, negándose a contestar a todas
las peticiones de préstamo formuladas a él expresamente por el Majzén. Además resistió la presión en este sentido de
los propios medios burgueses ingleses interesados en suscribir el crédito.

1439
admitió la legitimidad de las expediciones punitivas galas en el territorio marroquí. Después resaltó

que no tenía cerrado ningún compromiso con París en lo tocante a la delimitación del territorio

imperial marroquí, en esferas o zonas de influencia, arguyendo que este era un asunto en que ambas

potencias nada podían determinar sin la participación de España. La mayor o menor extensión de la

zona de influencia española debía proceder de un acuerdo entre las tres naciones, aun reconociendo

que convenía una negociación bilateral francoespañola al respecto, una negociación que retomase

las conversaciones que habían tenido ya lugar en París. Lansdowne no se negó a negociar con

Mandas sobre la cuestión marroquí, pivotando las conversaciones sobre tres bases:

1- Que en la zona de penetración pacífica española, se practicase el principio de ‘puerta

abierta’ para el comercio de todas las naciones.

2- Que el capital británico tuviese libertad de acción en la zona del Imperio reservada para

España.

3- Que España no alzaría en Marruecos fortificaciones que perjudicasen a Inglaterra. 2561

Estas tres condiciones fueron inmediatamente aceptadas por el gabinete Maura, a cambio de

que el Reino Unido apoyase a España en las negociaciones con el gobierno francés relativas a la

extensión de las zonas de influencia hispana. Es más, el gobierno conservador entendía que el

cambio de impresiones con Londres abría la puerta a la penetración económica española en el

Sultanato.2562

El 27 de febrero Lansdowne, en una nueva entrevista con Mandas, señaló a éste que había

tratado con el Embajador francés en Londres, Paul Cambon el tema de Marruecos. En este punto,

según Lansdowne, Francia y Reino Unido habían aunado sus pareceres sobre el propósito de

conservar y prolongar el ‘statu quo’. Sólo cuando fuera imposible sostenerlo, cabía la posibilidad

de tratar de la cuestión del reparto del Imperio en zonas de penetración pacífica o zonas de

2561
El Duque de Mandas advertía que las negociaciones sobre Marruecos podrían frustrarse en el caso de que en el
Extremo Oriente asiático, Francia e Inglaterra apoyasen a sus aliadas Rusia y Japón, enfrentadas ahora. Duque de
Mandas a San Pedro, Ministro de Estado. Despacho reservado no. 27. 27 de febrero de 1904. A.G.A. Fondo de Asuntos
Exteriores. Embajada de Londres. Caja 7.024.
2562
R.O. no. 28 del Ministro de Estado, San Pedro dirigida al Duque de Mandas. 29 de febrero de 1904. A.G.A. Fondo
de Asuntos Exteriores. Embajada de Londres. Caja 7.024.

1440
influencia. El titular del Foreign Office informó asimismo de que seguía siendo un principio

fundamental de la política exterior británica el que España tuviese una participación en Marruecos.

A ello, Cambon había replicado que Francia reconocía que toda la costa mediterránea marroquí

debía quedar para España. Nada se mencionaría de Tarfaya ni de los intereses hispanos en el

Atlántico, pese a las pretensiones de los gabinetes restauracionistas desde 1900 de ampliar el

territorio de Río de Oro. Sin embargo, Lansdowne no propició que las negociaciones

francoespañolas sobre Marruecos se reiniciasen de forma inmediata.2563

“He deseado si a juicio de mi noble interlocutor – informaría Mandas al Ministro de


Estado, San Pedro- es cosa de empezar pronto (a cerrar un acuerdo sobre Marruecos) (...).
Me ha contestado que como va a hacerse una nueva tentativa de hacer vivir o dejar el
Imperio, no es cosa de establecer arreglo para cuando muera“.2564

Las conversaciones del Embajador español con el titular del Foreign Office sí que crearon en

Madrid la impresión de que era factible un tratamiento dialogado del tema marroquí a tres bandas,

París, Londres, Madrid, y en igualdad de condiciones entre los tres países dialogantes.2565 Sin

embargo, Gran Bretaña no tenía, a pesar de las insinuaciones españolas, ningún interés por

comprometerse en un dialogo con España respecto a un reparto de territorios, que estableciese de

manera concreta la delimitación específica del área de influencia española tanto en el septentrión

marroquí como en lo que respecta al área atlántica. En cambio, el gobierno español sí que tenía

razones para apresurarse en llegar a un acuerdo sobre el tema marroquí. Debido a la angustiosa

situación económica del Sultanato, se consideraba próximo el quebrantamiento total del ‘statu quo’

y era necesario estar preparado ante ello. En un detallado informe de 9 de marzo, el Ministro de

Estado, San Pedro daba a conocer al Embajador en Londres, Duque de Mandas, las principales

2563
Mandas al Ministro de Estado, Duque de San Pedro. Despacho no. 30 de 27 de febrero de 1904. A.G.A. Fondo de
Asuntos Exteriores. Embajada de Londres. Caja 7.024.
2564
Ibidem.
2565
Lord Percy rechazó en la Cámara de los Comunes esta posibilidad resaltando que el situar a España como la
tercera en la mesa de negociaciones en Londres hubiera generado multitud de complicaciones, que hubieran hecho
fracasar el acuerdo. Asimismo si se hubiera filtrado en Marruecos la noticia de un reparto del Imperio auspiciado por
las tres naciones europeas, se hubiera generado un estado de descontento y violencia contra todos los extranjeros que
hubiese obligado a una intervención militar.

1441
pretensiones del gabinete restauracionista acerca del inmediato porvenir del Imperio jerifiano:

acelerar la penetración pacífica y consolidar los intereses españoles en todo el Sultanato y

“regularizar la administración (marroquí) y establecer el orden en toda la región occidental, desde

el Estrecho hasta las posesiones del Sahara“.2566 O sea, dejar sólo para Francia el interior del

Imperio.

“Esa demarcación –recalcaba San Pedro a Mandas– es la que podría denominarse


(...) de límites ideales que sería preciso restringir según las circunstancias; pero que en
ningún caso habrían de ser más reducidos para nosotros, que los que parecían aceptados
en los bosquejos de Tratado esbozados en París “ ( se refiere al tratado non-nato de 1902).

Por ello se consideraba fundamental que el área meridional de influencia española en

Marruecos enlazase Río de Oro con el cabo Ghir y dejase Agadir, identificada por el Ministro con

la antigua Santa Cruz de Mar Pequeña, dentro de ella. Se consideraba determinante que las

conversaciones se realizasen a tres bandas, y nunca en París, sino en el Foreign Office siendo los

interlocutores de España, Paul Cambon (Embajador francés en Londres) y Lansdowne con el fin de

que los británicos pudiesen ayudar a los españoles en sus pretensiones. En cuanto a poder realizar

un nuevo empréstito al Sultán, San Pedro se quejaba de la escasa iniciativa de las finanzas hispanas

para arriesgar e invertir sus capitales en el Sultanato.

Al comenzar el año 1904, el gabinete Maura seguía teniendo planteado en Melilla el problema

de la formación de una cuantiosa bolsa de refugiados partidarios del Sultán que buscaron en la

ciudad la protección española, intentando escapar del control que el Rogui ejercía sobre los

aledaños de la guarnición. A diferencia de Silvela, Maura no se decidió a expulsarlos sino que

2566
R.O. reservada de 9 de marzo de 1904 del Ministro de Estado, San Pedro dirigida al Embajador en Londres, Duque
de Mandas. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de Londres. Caja 7.024.
2566
Ibidem.

1442
mantuvo la existencia del campamento de refugiados.2567 Hasta el 2 de junio, los vapores austriacos

Norma y Oasis no embarcarían en la plaza a mil quinientos de ellos llevándolos a Argelia. 2568

En el Rif Central rebrotaba nuevamente el problema del contrabando. Las acusaciones

marroquíes hacían siempre hincapié en la falta de un código de conducta por parte de los españoles

que no seguían las normas y la legislación del Sultanato y protagonizaban el tráfico ilegal.2569 A

comienzos de Enero de 1904 un notable de Ait-Urriaguel, Sidi Bu Bekker ibn Uchen, remitía una

carta al comandante General de Melilla pidiendo la sustitución del gobernador militar de

Alhucemas acusándolo de connivencia con el tráfico ilegal de armas en las playas del Rif. 2570

Los acontecimientos de la sublevación roguista produjeron como consecuencia que el

tráfico ilegal de armas en las costas septentrionales marroquíes, que parecía haber menguado a

principios de la década, se reactivase con mayor fuerza. Ahora se realizaba a gran escala un tráfico

de armas y municiones del que se estaban surtiendo ampliamente los rifeños.2571 Este fenómeno

amenazaba con repercutir directamente en la seguridad de las plazas españolas. Se recomendó la

presencia constante en aguas rifeñas de un buque de guerra de poco calado y muy veloz para que

2567
Esta aseveración es fácil de comprobar si comprobamos los numerosos telegramas al respecto que mandaba el
gobernador general de Melilla al Ministerio de estado a lo largo del mes de Enero.
2568
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de Estado, Faustino Rodríguez San Pedro. 3 de Junio de
1904. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 / Ex.2.
2569
El gobierno marroquí señalaba directamente a todos los confidentes marroquíes de las guarniciones españolas en el
Rif como sospechosos de actividades ilícitas. El gobernador de Alhucemas, Anastasio Terrón salía al paso de tales
acusaciones señalando que todas las mercancías que llegaban a la posición española eran objeto de un detenido
reconocimiento, negando que a través de la plaza se efectúese contrabando alguno. Informe dirigido por el gobernador
militar de Alhucemas, Anastasio Terrón al Comante General de Melilla. 29 de Septiembre de 1903. S.H.M. Rollo 171.
2570
Carta del Comandante General de Melilla al notable de Ait-Urriaguel Sidi Bu Bekker ibn Uchen. 19 de Enero de
1904. S.H.M. Rollo 171.
2571
El consulado en Tetuán, a pesar de no poder compilar pruebas expresas y tener que remitirse constantemente a
averiguaciones orales y confidencias, apuntaba la presencia de diversos buques ingleses en Río Martín convertidos en
auténticos depósitos flotantes de armas y municiones -previamente embarcadas desde pontones y lanchas fondeados
en la bahía de Gibraltar– que posteriormente trasbordaban a carabos marroquíes que trasladaban el material a las playas
rifeñas. Esta oficina diplomática advertía de los movimientos de diversos notables rifeños que se embarcaban en
Melilla con rumbo a Málaga de donde se trasladaban a Gibraltar, en cuya bahía adquirían en los mencionados depósitos
flotantes el material de guerra que luego era cargado en pequeños veleros con bandera inglesa. Asimismo el consulado
en Tetuán apuntaba que en Alhucemas se dedicaban al tráfico ilícito de pertrechos de guerra muchos de los habitantes
de la plaza, incluidos algunos de los principales comerciantes allí residentes; en las aguas próximas a este enclave el
género era transportado con faluchos y laúdes que navegaban entre Gibraltar y Río Martín, con pabellón del Reino
Unido, aunque eran de propiedad española.

1443
patrullase cerca de Río Martín, medida asumida por el Ministerio de Marina que remitió al

cañonero Yánez Pinzón a Marruecos el 20 de junio. 2572

14.10. El devenir de la sublevación roguista.

2573
Siguiendo al historiador Abdallah Laroui, el comienzo del año 1904 señaló el inicio de

una segunda etapa en el proceso de la sublevación roguista en Marruecos, marcado por un largo

período de calma en el frente del este, interrumpiéndose los combates en torno a Taza. El Majzén,

envuelto en el asunto del secuestro de un ciudadano norteamericano, Perdicaris, por el Raisuni,

trataba urgentemente de conseguir nuevos recursos económicos mediante la negociación de un

nuevo empréstito. Las operaciones volvieron a circunscribirse a los alrededores de Uxda. Laroui ha

analizado con precisión los pocos éxitos conseguidos por las maniobras de los delegados del Sultán

en el territorio. Este autor señala cómo el envío por parte de Abd al- Aziz a comienzos de 1903 de

su tío Muley Arafa a la región para recuperar la confianza de las tribus había fracasado y ello

explicaría el derrumbe de las posiciones imperiales en el Rif, con la toma de Frajana por los

insurrectos. Gracias al constante bombeo por parte del Sultán de recursos, de material, de tropas y

sobre todo de dinero que llegaba por vía marítima y gracias al apoyo francés, la causa imperial se

mantuvo activa en el territorio a lo largo de todo 1903 y aún a comienzos del año siguiente,

amenazando las tropas regulares y las cabilas adictas las posiciones roguistas en las proximidades

de Melilla.2574 El puerto de esta ciudad era utilizado como base de operaciones del ejército imperial,

contando con una mayor permisividad política por parte de Maura con respecto a la que había

mostrado Silvela. Esta estrategia por parte del gobierno español rompía momentáneamente la

política de pactar con las tribus y con el poder más fuerte consolidado en el Rif. De ahí que durante

2572
Informe reservado de 7 de Junio de 1904 del Ministerio de la Guerra dirigido al Comandante General de Melilla.
S.H.M. Rollo 171.
2573
Cfr. Laroui, A.: Orígenes sociales y culturales …, op. cit., pág. 385
2574
El Majzén había conseguido asimismo anteriormente desvincular de la causa del Pretendiente a los jefes de las
zauias más influyentes, como Madani al- Samlali y Amada al- Buzaggawi.

1444
los años 1903 y 1904 se de una dualidad de políticas (también en el caso francés) por parte de los

estadistas españoles con respecto a la sublevación roguista, que venía dictada por la complejidad de

una situación determinada por lo que en España y Francia se consideraba ‘la coexistencia

inorgánica del Majzén y las tribus‘. Francia, sin embargo, aprovechaba estas circunstancias para

tomar posiciones dentro del Imperio: sacando partido del desconcierto y del temor del Sultán a que

se produjese una reactivación de la sublevación a lo largo de la frontera oriental. Cuando Abd al-

Aziz conoció la noticia de que los efectivos del resistente anti-francés Bu Amama amenazaban Ain

B. Mathar (Berchent), y sabedor de que colaboraban con el Rogui, incitó –señala Abdallah Laroui–

al ejército francés a ocupar la localidad a finales de 1903, pese a los consejos de Mohammed Torres

que intentó hacer desistir al Sultán de su empeño.

Las tropas del Sultán en Uxda padecían de una baja moral y no emprendieron ningún

movimiento ofensivo de gran envergadura. Por otra parte las prácticas del Sultán teniendo que

recurrir sistemáticamente al dinero, a la compra de voluntades y la traición, evidenciaban que aquél

ya no creía en la fidelidad de sus súbditos. Aunque esta política diera, por supuesto, buenos

resultados a corto plazo, a la larga se reveló muy negativa, pues a los caídes locales y a los jefes

militares que se beneficiaban de las dádivas imperiales les convenía dejar que los combates se

ralentizasen y la sublevación no terminase, para así seguir cobrando.2575 El dinero, sin embargo,

empezó a faltar y se perdió la influencia reconquistada.

A finales del invierno y dado que la lucha contra el Rogui no progresaba, a pesar de las

propias tensiones internas existentes entre los grupos que en el Rif apoyaban a Bu Hamra,2576 el

Majzén remitió a Nemours (Argelia) a bordo del vapor francés Tell a Ben Bushta el Bagdadi para

hacerse cargo de las tropas destacadas en Uxda, junto con al- Rukaina.2577 A mediados de Abril las

operaciones se reanudaron cuando las fuerzas imperiales maniobraron desde sus posiciones junto a

2575
Los confidentes de la guarnición informarían el día 6 de Enero que las tropas imperiales iban a iniciar un avance
hacia Ain Sidi Mellouk y de que por medio del soborno y la corrupción se iba a intentar asesinar a Chadly.
2576
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de Estado, San Pedro. 13 de Febrero de 1904. A.G.A
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 / Ex. 2.
2577
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de Estado, San Pedro. 8 de Febrero de 1904. A.G.A
.África.. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 / Ex. 2.

1445
la frontera argelina en dirección Oeste.2578 De nuevo el Gabinete Maura, aún sin implicarse

directamente en los combates, volvió a dar reiteradas muestras de apoyo a la causa del Sultán,

permitiendo que el buque imperial Turquí fondeara en la posición española en Chafarinas.2579 Al

mismo tiempo desde el gobierno español no se puso objeción a la reorganización administrativa a la

que procedió el Sultán en agosto en lo tocante al gobierno del Rif. En efecto el Sultán,

considerando obsoleto y poco práctico el sistema de nombramiento de autoridades para cada tribu

rifeña, entendió que en las vigentes circunstancias de rebeldía en la región, era necesario un cambio

en la Administración del territorio. Por ello procedió a nombrar a Sid Abderraman Ben Abdessadak

para el cargo de gobernador general del Rif. Antes de dirigirse al territorio ocupado por los

soldados imperiales en Uxda, tuvo que desembarcar en Melilla. Fue su primera medida al tomar

posesión de su cargo.2580

El Rogui, por su parte, se puso en contacto con las autoridades españolas en Melilla y

expresó sus deseos de estar en paz con España, a la vez que anunció su alianza con El Raisuni y

algunas cabilas argelinas, y desveló su fuente de suministros de armas y municiones proveniente

de los contrabandistas de la costa rifeña. A pesar de gozar de la cobertura proporcionada por la

neutralidad condescendiente de España, las fuerzas imperiales no lograron cumplir sus objetivos de

recuperar el control del Rif. La férrea resistencia de los roguistas y su propia debilidad acabaron por

ser los factores determinantes de su fracaso.2581

A partir del verano el conflicto entró en un auténtico punto muerto sin que ninguno de los

dos bandos consiguiera dar un golpe decisivo al rival.

Los partidarios rifeños del Sultán enviaron a Nemours (Argelia) a uno de sus líderes, el

“Fraile“ y a otros doce notables para conferenciar con el gobernador general de la región, y solicitar

2578
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de Estado. 14 de Abril de 1904. A.G.A .África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 163 / Ex. 2.
2579
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de Estado. 15 de Abril de 1904. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 163 / Ex. 2.
2580
Cólogan a Rodríguez San Pedro. Despacho no. 247. 30 de Agosto de 1904. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 163 / Ex. 2.
2581
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de Estado. 30 de abril de 1904. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 163 / Ex. 2.

1446
un desembarco de las fuerzas gubernamentales en el Rif. Esta operación permitiría iniciar un

movimiento en tenaza que cercaría al ejército roguista y marcaría el final de la rebelión.

Los movimientos del “Fraile” suscitarían finalmente la desconfianza del Rogui hacia la

aparente neutralidad española. Sus enviados notificaron al Gobernador militar de Melilla que no se

iba a tolerar más evacuaciones por vía marítima de los refugiados imperiales en la ciudad, ni

permitir que los cadáveres de los rifeños adictos al Majzén pudieran ser introducidos en Melilla

para ser sepultados en el cementerio musulmán de la plaza.

El gobierno Maura, necesitado de informaciones contrastadas y fiables sobre los

acontecimientos en Marruecos, recomendó al doctor Cerdeira que temporalmente había

abandonado Fez que volviese a la ciudad imperial. En su camino, el agente pudo observar que la

tranquilidad había vuelto a una parte anteriormente agitada del territorio marroquí, y a las rutas

empleadas por las caravanas. Después de meses de tensiones la calma había vuelto al Gharb. Las

tropas imperiales daban además seguridad a los alrededores de Alcazar, patrullando y velando por

el orden. La paz que se respiraba en el territorio comprendido entre la costa atlántica y Fez había

devuelto a los campesinos a su trabajo en el agro y fruto de ello era una cosecha abundante. Recién

llegado a la ciudad imperial, Cerdeira pudo percibir la fuerte resistencia del Majzén al empréstito

ofertado por los franceses, como parte de un movimiento más global orientado a enfrentarse al

desarrollo de la influencia gala en el Sultanato.2582 Con todo, el fenómeno del bandismo y el

descontento rural persistía en otras zonas del Imperio. Ello ocurría en un momento en que Abd al-

Aziz había cambiado su estrategia de gobierno: pretextando ante el cuerpo diplomático el estado de

agitación del país, había desdeñado la posibilidad de emprender las reformas más radicales y menos

admitidas por la población del Imperio. Consciente de que la pauperización rural inclinaba a los

habitantes del campo a la agitación y a todas las aventuras sediciosas, y sabedor de que las

dificultades de la Hacienda pública bloqueaban toda labor de gobierno (dificultades que

provocaban que los soldados imperiales, mal pagados, se transformasen en saqueadores y razziasen

2582
Cólogan a Faustino Rodríguez San Pedro. Despacho no. 130. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
163 / Ex. 2.

1447
el propio territorio fiel al Majzén) y de que la presencia de europeos molestaba y ponía en contra

suya a sus súbditos, Abd al- Aziz comenzó en las fiestas del Moulud a dar muestras públicas de

fervor religioso, rodeándose de ulemas. Quería dar la imagen de un monarca tradicional, al estilo de

su padre Mawlay Hassan,2583 en el marco de un programa de grandes esfuerzos para recuperar la

popularidad perdida a raíz de la ola de descontento popular generado por la política de reformas

iniciada en 1901 bajo consejo inglés. Es en este contexto cuando se produce la caída en desgracia

del Ministro de la Guerra, El Mennebhi tras regresar éste de una peregrinación a La Meca.2584

14.11. Presiones sobre el gabinete Maura para activar la presencia económica española en el

Sultanato.

El gobierno Maura recibía periódicamente peticiones de diversos grupos burgueses para

seguir promoviendo el desarrollo económico de Melilla, Ceuta y Chafarinas. El político liberal y

hombre de empresa Miguel Villanueva presentó el mes de Febrero de 1904 a Alfonso XIII y al

Ministerio de Estado un plan con una serie de disposiciones que incluía un amplio conjunto de

medidas. Las había militares: remodelación de los fuertes defensivos de los puestos;

establecimiento en Melilla de unidades integradas exclusivamente por nativos semejantes a la

Compañía de Tiradores existente en Ceuta, como un medio de atraer a los rifeños y difundir el

régimen de protección español por la zona; construir cuarteles modernos e incrementar la soldada.

También sanitarias como la creación de hospitales para atender a los musulmanes; medidas

docentes (establecimiento de escuelas no confesionales para hebreos y musulmanes); jurídicas

(traslación de los presidios a la península; creación en Ceuta y Melilla de juzgados civiles, de la

Cámara de la Propiedad y de plazas de notarios); administrativas (creación en Melilla de un

2583
Cólogan a Rodríguez San Pedro. Despacho no. 154. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 / Ex.
2.
2584
Gran Bretaña reaccionó fulminantemente enviando el 15 de Agosto al crucero Minerva al puerto de Tánger como
muestra de respaldo al destituido Mennebhi. Cólogan a Rodríguez San Pedro. Despacho no. 227. 16 de Agosto de 1904.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 / Ex. 2.

1448
Ayuntamiento). Y en último lugar aunque no menos importantes, medidas económicas, la

implantación del libre comercio con el Rif, autorizándose un incremento en la importación de

ganado marroquí, con el fin de competir con el tráfico que efectuaba Port-Say, junto al Kiss; el

establecimiento en el campo exterior de Melilla de un zoco a imitación de los fronterizos creados

por la Administración francesa en Argelia junto al Sultanato y la creación de una granja agrícola y

pecuaria en Melilla.2585 Villanueva solicitaría a finales de año del Ministerio de Estado que en

lugar de expulsar a hebreos y musulmanes progubernamentales refugiados en la plaza se les

mantuviese en ella e incluso se les concediese la nacionalidad española.

Paralelamente, el 30 de enero el cónsul de España en Orán, Marqués del Pedroso, había

hecho llegar al comandante general de Melilla y al Ministerio de Estado un informe que venía a

incidir en las apelaciones de Villanueva.2586 El diplomático, alarmado, resaltaba que el gobierno

republicano había ampliado la habilitación de la Aduana establecida junto al Kiss, en Port Say,

facultándola para embarcar ganado. El proyecto de Port Say había comenzado a caminar tres años

antes de la mano de un antiguo oficial de la Armada, el teniente de navío Louis Say, que tras

allegar fondos de varios inversores por valor de varios millones empezó las obras para la

construcción de una residencia, acompañada de un embarcadero provisional, luego completado por

la instalación de servicios de correos y telégrafos. Say intentaba atraer a nuevos financieros para

que aportaran elevadas sumas para sustituir el muelle provisional por un puerto definitivo, ya que si

hasta entonces aquél embarcaba únicamente cereales marroquíes, ahora estaba autorizado para

poder exportar ganado. Las infraestructuras vendrían completadas con la construcción de una

carretera que uniese el Kiss con Marnia. El mercado de Adjerud Kiss, en Port Say estaba en

condiciones de captar así gran parte de las materias primas susceptibles de exportación producidas

en la parte del Rif comprendida entre el Kiss y Melilla. Además, el marqués del Pedroso informó a

2585
Copia de la Nota que en el mes de Febrero de 1904 entregó a S.M. el Rey y al Gobierno de S.M., el Sr. D. Miguel
Villanueva. Medidas que deben adoptarse con urgencia en Melilla, Ceuta y Chafarinas. A.G.A. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 133 / Ex. 1.
2586
Carta del cónsul de España en Orán, Marqués del Pedroso al Comandante General de Melilla. 30 de Enero de
1904. S.H.M. Rollo 171.

1449
las autoridades españolas de los propósitos franceses de instalar en Marnia un depósito franco de

mercancías, con el fin de que los rifeños que se surtían de los artículos que necesitaban en Melilla,

pudieran hacerlo ahora en la frontera argelina. 2587

14.12. El Raisuni.

Sublevado el Raisuni contra el gobierno marroquí en 1902, ante la inquietante frecuencia de

los actos de bandolerismo y terrorismo cometidos por este jerife bandido y ante la ola de protestas

del cuerpo diplomático y de sus amenazas, Mawlay Abd-el- Aziz tomó la decisión de actuar a pesar

de la enorme preocupación que le creaba la rebelión de Bu-Hamra. Cuando en junio de 1903, el

Majzén envió fuerzas para atacar el poblado de Zinat, su residencia, el jerife inició una práctica que

le fue de gran utilidad en situaciones semejantes y le hizo conocido y temido en las cancillerías de

las potencias occidentales, con lo que consiguió hacer claudicar al Majzén y fue el origen de su

posterior riqueza: el secuestro de ciudadanos extranjeros. Autoadjudicándose un nacionalismo que

le llevaba a convertirse en defensor de su país y el Islam frente a las pretensiones imperialistas

extranjeras, comenzó a atacar los intereses de las potencias colonialistas, consiguiendo

gradualmente un aumento del número de sus partidarios.2588 El Sultán envió un ejército a Tánger

para que atacase al jerife. Pero nada pudo hacer por el momento, pues la situación en el norte del

Imperio era extraordinariamente compleja y la mehal.la tuvo que acudir a Tetuán amenazada por el

Rogui.

Las vicisitudes de la sublevación roguista amenazando con extenderse a Yebala y las

actividades del bandolero Raisuni forzarían asimismo a Maura a recurrir a la diplomacia de las

cañoneras.

2587
Despacho no. 70 del Cónsul español en Orán, Marqués del Pedroso al Comandante General de Melilla dirigida el
28 de Marzo de 1904. S.H.M. Rollo 171.
2588
Cfr. Tessainer y Tomasich, C.F.: El Raisuni, aliado y enemigo de España, Madrid. Editorial de la Universidad
Complutense, 1902, pp. 102-105.

1450
A finales de 1903 y principios de 1904, debido a instigaciones de El Habib Said, visir del

Rogui, los partidarios de este pretendiente e incluso los de otro, Mohammed Yanati el Haiani,

establecido en Xauen atacaron Tetuán. El peligro fue tal, que tuvo que ser remitida una mehal.la de

refuerzo bajo el mando del caíd Muley Bubker El Alaui, tío del Sultán. No obstante, no fue

necesaria su presencia en Tetuán, ya que el defensor de la ciudad (Amrani) consiguió con éxito

difundir el rumor de que los dos candidatos al trono eran falsos y que en realidad eran agentes de la

política europea que pretendía apoderarse de Marruecos. Por ello, el ataque fue un fracaso y las

fuerzas asaltantes se disolvieron. De esta manera, la alianza con los europeos, que era la pieza clave

en el surgir de los distintos pretendientes al trono marroquí, era también utilizada por el Majzén

para tratar de desprestigiar a los mismos, o a cualquier tipo de rebeldía que se produjese en el país.

La tensión no desapareció de manera inmediata en Tetuán: el asedio de la ciudad y la tentativa de

asalto por las tropas roguistas produjo un cortocircuito de las actividades comerciales en la ciudad,

máxime teniendo en cuenta que ésta dependía para su abastecimiento de artículos llegados del

interior del país. Al librarse del castigo imperial, El Raisuni desplazó sus fuerzas hacia las

proximidades de Arzila, consiguió más partidarios aumentando su prestigio, dedicándose al robo, al

saqueo de aduares y a la imposición entre los habitantes del lugar del pago de fuertes sumas de

dinero, y llegó a amenazar con un asalto de la ciudad para convertirla en su ‘capital’, ya que

señalaba que se proclamaría Jalifa del Rogui. Asimismo extendió la amenaza al gobernador de la

ciudad señalando que interceptaría los caminos y secuestraría a todos los ciudadanos europeos que

encontrara con el fin de canjearlos por algunos de sus combatientes presos en Arzila. 2589

Solucionado el problema de la amenaza roguista sobre Tetuán, el Sultán Abd- al- Aziz pudo

centrar su atención en el Raisuni. Tres mehal.las se dispusieron a atacarle. 2590

Tras resistir el ataque sobre Zinat de una mehal.la procedente de Tánger, sabedor el Raisuni

de que los otros dos ejércitos estaban próximos, y que sería imposible escapar a una ofensiva

2589
Despacho de Isaac L. Benchiton, cónsul de España en Arzila dirigido a Bernardo de Cólogan. 8 de Febrero de
1904. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 31 / Ex. 2.
2590
Isaac L. Benchiton a Cólogan. 24 de Febrero de 1904. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 31 / Ex.
2.

1451
conjunta se escapó al aduar de Tardan (en la cabila de Beni-Arós),2591 pudiendo a continuación

interrumpir las comunicaciones entre Tánger y Fez. Como el Raisuni salió airoso del asalto a Zinat

utilizando la estrategia de no dar la cara, determinados historiadores entendieron que en realidad el

jerife fue utilizado por el Majzén. En este sentido se señalaba que el gobierno marroquí, temeroso

ante las presiones europeas sobre el Sultanato, había querido frenar el empuje imperialista hacia el

interior del país, creando junto a la capital diplomática del Imperio un “fantasma” que sembrase el

terror y limitase las actuaciones extranjeras.2592 Esta política obstruccionista fue, según esta

corriente de opinión, la forjadora de la imagen del Raisuni como un personaje terrible.

Presionado por las fuerzas imperiales, el Raisuni intentó detener la persecución poniendo en

marcha el secuestro de un ciudadano cristiano de una importante nación cuya captura constituyera

un impacto internacional y que obligara al Sultán a negociar con él. El elegido fue un rico

norteamericano, John Hanford Perdicaris, presidente de la Comisión de Higiene tangerina, cuya

familia gozaba de gran prestigio en la capital diplomática marroquí. El secuestro fue efectuado la

noche del 18 de mayo de 1904. No solamente el Raisuni capturó a quien pensaba, sino también al

yerno de Perdicaris, el británico Cromwell Varley. El secuestro aseguró a Muley Ahmed, el Raisuni

el interés del Majzén, de los gobiernos norteamericano y británico y de los chorfa de Wazzan, de

gran prestigio en todo Marruecos y con gran ascendiente sobre los sultanes, ya que el anterior jerife

de esta familia, Abdesselam el Wazzani estuvo casado con Emily Keane, una británica antigua

institutriz de los Perdicaris. El historiador Khallouk Temsamani ha insistido en que el secuestro,

lejos de responder a un imperativo patriótico no era más que la consecuencia ineluctable de los

malentendidos personales entre el Raisuni y el Majzén. La noticia se divulgó con rapidez entre la

abundante colonia de europeos residente en Tánger. El cuerpo diplomático quedó conmocionado.

Mohammed Torres envió al Sultán las peticiones del Raisuni que se cifraban en reivindicaciones

2591
Isaac L. Benchiton a Ojeda. 10 de Abril de 1904. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 31 / Ex. 2.
2592
El Raisuni sí que velaba en ciertas actuaciones por actuar como defensor del Islam y patriota. En Agosto de 1904
remitió una amenaza al consulado español en Arzila. Un ciudadano español, miembro de la colonia, Ruíz había
adquirido una casa y un huerto al antiguo gobernador de la villa, caíd Ben Abdesadak. El bandolero amenazaba a Ruíz
en el caso de no devolver las propiedades a su antiguo dueño. Carta de Ahmed Ben Ahmed Ben Mohammed Ben
Abdalah, jerife El Hassani El- Alal el Raisuni al cónsul Isaac Benchiton. 26 de Agosto de 1904.

1452
económicas, la retirada de la mehal.la que operaba contra él, la destitución del Bajá de Tánger,

Abdesselam Ibn Abdesaq, la liberación de algunos de sus partidarios encarcelados y su

nombramiento como gobernador de la cabila del Fahs.2593 Mientras se llevaban a cabo las

negociaciones entre el Raisuni y el Majzén, el gobierno norteamericano a través de su representante

en Tánger, el cónsul Samuel René Gummere presionaba sobre el Sultán. Además el presidente

Theodore Roosevelt intentó aprovechar esta ocasión para obtener ventajas económicas en

Marruecos, llegándose a rumorear que el gobierno estadounidense tenía la intención de ocupar

Tánger u otro puerto marroquí para establecer una base naval.2594 Estos rumores tomaron mayor

amplitud cuando seis cruceros norteamericanos y uno británico fondearon en las aguas de Tánger

permaneciendo en ellas del 30 de marzo hasta el 6 de junio de 1904, amenazando con bombardear

la costa2595 y siendo esta demostración de fuerza naval acogida con júbilo por la opinión pública

estadounidense.2596 El secuestro supuso un duro golpe para todos los esfuerzos sultanianos de

preservar la independencia del país, pues ponía al Majzén en una situación muy delicada ante los

Estados Unidos e Inglaterra. De hecho incluso el gobierno español envió a Melilla el crucero

2593
Despacho de Isaac L. Benchiton a Ojeda. Sin fecha. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 31 / Ex.
2.
2594
Estas pretensiones fueron negadas por el cónsul general americano en Tánger en una conversación con Cólogan el
30 de Junio. Cfr. Cólogan a Rodríguez San Pedro. Despacho no. 172 de 1 de Julio de 1904. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 163 / Ex. 2.
2595
Con todo el secuestro de Perdicaris reforzaría el peso de Francia como potencia colonialista en Marruecos. El 30
de Mayo el Embajador de los Estados Unidos en París acudió a entrevistarse con Delcassé solicitando que la
diplomacia gala apoyara las reivindicaciones de las diplomacias norteamericana e inglesa. Delcassé ordenaría al conde
Saint- Aulaire que permanecía en Fez, que las respetara y solicitó a los chorfa de Wazzan, Muley Alí y Muley Ahmed,
protegidos galos que mediaran ante el Raisuni e intentaran reducir sus exigencias. Telegrama de Delcassé a Saint- René
Taillandier. 31 de mayo de 1904. D.D.F. Tomo V, pág. 200. San Pedro, el Ministro de Estado del gobierno maurista
solicitó a Francia que se aplicara una unidad de acción en Fez entre Francia, Inglaterra y España en Tánger y en Fez
relativa al incidente Perdicaris. Delcassé no estaba dispuesto a ello ya que deseaba que la republicana fuera la única
presencia colonial imperante en la corte sultaniana. Hay que recalcar que San Pedro no estaba dispuesto a emprender
acciones militares en Marruecos, para las cuales la Marina hispana no estaba preparada. Telegrama de Jules Cambon a
Delcassé. 1 de junio de 1904. D.D.F. Tomo V, pp. 202-203. El 7 de junio un acorazado inglés entraba en la rada de
Tánger; la prensa francesa afecta a la oposición al gobierno, liberal o republicana acusó a los Estados Unidos de querer
obtener una estación naval en la costa atlántica.
2596
Raisuni no hizo caso de estas presiones. Aseguró a su cautivo Perdicaris contar con seis mil hombres armados y se
creía así mismo invencible en las agrestes y escarpadas montañas de Yebala, aunque tuviera que combatir con las
tropas coloniales argelinas. Sir Arthur Nicolson, el Ministro plenipotenciario británico en Tánger aconsejaría al Foreign
Office que la escuadra mediterránea británica debía desembarcar a un cierto número de soldados para proteger los
intereses ingleses en la costa. Telegrama de Saint- René Taillandier a Delcassé. 3 de junio de 1904. D.D.F. Tomo V,
pp. 207-208.

1453
Infanta Isabel el 15 de marzo,2597 desplazándose el buque durante semanas a lo largo de la costa

rifeña y recalando con frecuencia en las Chafarinas2598 y Alhucemas.2599 Con todo, estos

movimientos estuvieron más relacionados con la vigilancia de los combates entre roguistas e

imperiales que con el secuestro de Perdicaris.

Los archivos majzenianos señalan que las negociaciones llevadas a cabo por el Majzén para

obtener la libertad de los secuestrados fueron tensas y complicadas, produciéndose dos vías

paralelas: una llevada a cabo por Mohammed Torres y el Majzén en Dar al- Niaba (Tánger), y otra

a través de los chorfa, Mulay Alí y Ahmed de Wazzan, en la que Francia, no queriendo dejar

escapar la oportunidad, intervino en cierta medida. Perdicaris y Varley fueron liberados y llevados

a Tánger bajo la protección de los chorfa de Wazzan en la noche del 25 de junio.2600 En el momento

en que el Raisuni hacía claudicar al Majzén, acababa de firmarse el convenio franco-británico por

el que Gran Bretaña (a cambio de conseguir de Francia el que no interfiriera la acción británica en

Egipto) reconoció que correspondía a Francia velar por la seguridad de Marruecos y prestar toda la

colaboración en las reformas administrativas, militares y económico-financieras que este país

pudiera necesitar. Francia obtenía así carta blanca para actuar en Marruecos a la par que el Raisuni

con su actuación daba validez a la teoría de que la incapacidad majzeniana para evitar la anarquía y

mantener el orden hacía necesaria una intervención europea que pusiese fin a esta situación.

Cólogan llegó a apuntar que los anyerinos y la cabila de Wad- Ras iban a imitar al Raisuni

dedicándose al secuestro de extranjeros. En Tánger se llegó a rumorear a comienzos de Julio que

era inminente la llegada de fuerzas regulares procedentes de Argelia que actuarían como

instructoras de las tropas gubernamentales. El Majzén intentó reconducir la situación nombrando a

Sid Hamza Ben Hima, el enérgico exgobernador de Saffi para que reorganizara el cuerpo de

2597
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de Estado, Faustino Rodríguez San Pedro. 15 de Marzo
de 1904. A.G.A. Sección Histórica (Marruecos). Caja 133 / Ex. 1.
2598
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de Estado, Faustino Rodríguez San Pedro. 25 de Abril
de 1904. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 133 / Ex. 1.
2599
Telegrama del Comandante General de Melilla al Ministro de Estado, Faustino Rodríguez San Pedro. 30 de Junio
de 1904. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 133 / Ex. 1.
2600
Dada la posibilidad de una demostración naval inglesa o norteamericana, Delcassé entendió necesario preparar
algunas unidades de la Marina de guerra galas, pero sin trasladarlas a la costas del Sultanato. Telegrama de Delcassé a
Saint- René Taillandier. 9 de junio de 1904. D.D.F. Tomo V, pág. 234.

1454
policía de Tánger el cual brindaría la seguridad requerida por los habitantes europeos. A pesar de

estas tentativas de la autoridad marroquí para recuperar su prestigio y salvar lo que todavía podía

serlo, los rotativos franceses editados en Tánger no cesaron en la campaña de desprestigio

señalando el 30 de junio Le Maroc que el funcionamiento regular de un servicio de policía en la

ciudad exigía de los métodos nuevos procedentes de Europa, una dirección inteligente y una

administración más eficaz que la marroquí.

Por lo que se refiere al Raisuni, el doble secuestro de John Hanford Perdicaris y Cromvell

Warley le convirtió en autoridad gubernamental, ya que este nombramiento era una de las

condiciones que impuso el bandolero para conceder la libertad a los secuestrados.2601 A pesar de

obtenerse la liberación de ambos, la diplomacia francesa aprovechó la ocasión para plantear al

Majzén la necesidad de una intervención gala que pusiese fin a la situación de falta de orden e

inseguridad en Tánger, dada la incapacidad majzeniana para evitar la anarquía. Por ello, el Quai

d´Orsay propondría al gobierno marroquí2602 aumentar los poderes y la responsabilidad del Bajá de

la ciudad e introducir una reforma en la organización de la policía y la guarnición,

complementándolas con un cierto número de efectivos del ejército colonial francés. La infiltración

francesa era también muy intensa en el área de Figuig: la guarnición marroquí del territorio, al no

recibir durante más de dos meses su sueldo, había abandonado el oasis y buscado refugio en Beni

Ounif. Las autoridades francesas intervinieron abiertamente como protectoras de las marroquíes,

2601
El Ministro de Asuntos Extranjeros del Gobierno marroquí comunicaría a la diplomacia francesa a comienzos de
junio que el Majzén había aceptado las condiciones del bandolero: a) el cese del Bajá de Tánger; b) el pago al Raisuni
de una cantidad de 350.000 pesetas; c) la retirada de la mehal.la de Tánger que perseguía a aquél; d) la puesta en
libertad de algunos prisioneros detenidos en Tánger y e) el nombramiento del Raisuni como gobernador del Fahs, con
mando sobre las cabilas de Anyera, Beni-Arós, Beni- Ider, Beni Mesauar, Fahs, Wad-Rás y Yebel Habib. Despacho de
Saint- René Taillanddier a Delcassé. 6 de junio de 1904. D.D.F. A.M., pág. 139.
2602
El Quai d´Orsay argumentaría que el Raisuni, hablando con Muley Alí, el jerife de Wazzan le había amenazado
con seguir secuestrando a ingleses, y sobre todo al cónsul de Inglaterra. Muley Alí creía en que el éxito de la acción del
Raisuni suscitaría la aparición de imitadores en el norte del Imperio. Por ello se remitió por parte de la Legación
francesa una carta al Ministro de Asuntos Exteriores del Majzén, Ben Sliman, ofertando la ayuda gala, petición que
acabó siendo aceptada. Antes de que le obligaran a aceptar a instructores franceses, el Sultán intentó prever y
solucionar nuevos problemas, reforzando la guarnición de Tánger con nuevas piezas de artillería. En todo caso, los
franceses intentaron adelantarse a cualquier movimiento del Foreign Office, dado que una petición de los europeos
residentes en Tánger había sido elevada a lord Lansdowne, solicitando el amparo británico ante los desórdenes que se
vivían en la región , y dado el desamparo en que las autoridades marroquíes tenían a la comunidad extranjera residente
en el Sultanato. La petición incluía la solicitud de que una parte de la flota inglesa del Mediterráneo se estacionase
permanentemente en las aguas de Tánger.

1455
supliéndolas y buscaron una conciliación entre el Amal (= Gobernador) y los soldados, animando a

los desertores a que regresasen a su puesto.2603 Es más, la soldada de la tropa no sería abonada por

el Majzén directamente, sino entregada por el gobierno marroquí a la Legación francesa en Tánger,

que se encargaría de pagar a los soldados. Francia suplía enteramente a la administración marroquí

en los confines orientales del Imperio, salvo en los recursos económicos manejados para pagar a los

soldados, que seguían procediendo del Sultanato.2604

14.13. Rumores en torno a la conclusión de las negociaciones francobritánicas.

Transcurrido el invierno de 1904, la prensa española comenzó a mantener una actitud de

relativo silencio con respecto a la cuestión marroquí. De hecho, las negociaciones que tenían lugar

en Londres entre franceses y británicos eran también objeto de vigilancia y seguimiento por parte

de la Embajada española en París,2605 que tenía confidentes en la capital británica encargados de

filtrar cualquier tipo de noticias. El 16 de marzo Lansdowne informó al Embajador español, duque

de Mandas que las negociaciones francobritánicas estaban concluyendo, aunque el acuerdo todavía

no estaba a punto de firmarse. En el transcurso de esta conversación se produjo el rechazo abierto

de Inglaterra a que las negociaciones sobre la delimitación de las esferas de influencia en

Marruecos tuvieran lugar en Londres, como había solicitado el gobierno Maura. A Inglaterra sólo le

interesaba que se pusiesen de acuerdo de forma bilateral España y Francia, sin intervenir ella en

este proceso. A pesar de este rechazo británico, el gabinete Maura podía darse por satisfecho,

creyendo que se iban a recoger los frutos de quince meses de conversaciones con el gobierno

británico, tras haberse negado el gabinete Silvela a firmar con Francia el convenio de 1902 a

espaldas de los ingleses. Mandas insistiría en que “con toda constancia y firmeza Inglaterra,

2603
Despacho de Jonnart, gobernador general de Argelia a Delcassé. 19 de julio de 1904. D.D.F. A.M., pág. 158.
2604
Despacho del conde de Saint- Aulaire, Encargado de Negocios de la República francesa en Tánger a Delcassé. 30
de Septiembre de 1904. D.D.F. A.M., pág. 164.
2605
Nota confidencial de la Embajada española en París remitida a Madrid. 16 de Enero de 1904. A.G.P.R. Sección
Alfonso XIII. Caja 13.163.

1456
llevada de su deseo de que en Marruecos no quede sola Francia, ha hablado a ésta de que no

prescinde de una muy señalada participación de España en el asunto“.2606 Asimismo Lansdowne

prometió a Mandas el apoyo británico en caso de no ponerse de acuerdo franceses y españoles en

las próximas negociaciones de París.2607

León y Castillo2608 se trasladó a Madrid donde permaneció hasta el 28 de Marzo. Durante

su estancia en la capital de España, Maura personalmente estudiaría con el diplomático canario la

cuestión de los límites de las zonas de influencia francesa y española en Marruecos.2609 Se había

efectuado una consulta al general Linares, encomendándole un estudio militar sobre cual sería la

mejor frontera posible de la zona de influencia española al sur del Sultanato, es decir la enfrentada

a Canarias.2610 Maura, por su parte, demostrando un interés excepcional en los asuntos de la

defensa canaria, lo visitó personalmente en el Ministerio de la Guerra. La propuesta de Linares fue

que el límite más conveniente sería el señalado por las crestas o vertientes del Atlas contiguas al

valle del Sus. 2611

2606
Duque de Mandas al Ministro de Estado. Despacho reservado no. 37. 16 de marzo de 1904. A.G.A. Fondo de
Asuntos Exteriores. Embajada de Londres. Caja 7.024.
2607
El 22 de Marzo llegaban a Tánger algunos telegramas de la prensa europea señalando que el acuerdo colonial entre
Francia e Inglaterra acababa de ser suscrito, causando honda emoción en el cuerpo diplomático y en la prensa europea
acreditada en la ciudad marroquí. El carácter sensacionalista de la noticia fue automáticamente descartado al conocerse
que diversos conductos fiables la repetían. Se entendía que con este acuerdo, Francia lograba escaparse de cualquier
compromiso de apoyar al Imperio ruso en su conflicto con Japón en el Extremo Oriente asiático, y que incluso era
posible vislumbrar una solución al mismo si Francia presionaba sobre el Zar Nicolás II para que Japón no quedara
totalmente anulada en la península de Corea, permitiendo así el régimen zarista que este territorio pudiera quedar
abierto a la expansión japonesa.
2608
Consultando la documentación diplomática francesa, se evidencia que Francia e Inglaterra a esas alturas mantenían
todavía graves discrepancias en la redacción de los artículos secretos del documento y en aspectos relativos a Egipto,
Marruecos y Terranova. Cfr. Paul Cambon a Delcassé. Despacho no. 85, secreto. 23 de Marzo de 1904. D.D.F. Vol.
IV, pág. 478 y siguientes. Lansdowne había conseguido, por ejemplo que los productos británicos y franceses
importados en Marruecos gozasen de igualdad de derechos y deseaba una fórmula similar para que en la vecina
Argelia, las mercancías inglesas gozaran de un régimen de favor. Otra de las preocupaciones de Lansdowne, motivadas
por la sospecha de una irrupción alemana en la cuestión marroquí, se circunscribía a si el mantenimiento del statu quo
marroquí se extendía también a las islas adyacentes al mismo: Chafarinas, Perejil y Canarias. Lansdowne tenía un
interés particular en situar al archipiélago canario fuera de las potenciales amenazas de una tercera potencia.Todavía
recordaba los rumores que circularon en 1898 sobre los supuestos preparativos estadounidenses para ocuparlas. Paul
Cambon se comprometió a que el Quai d´Orsay se ocuparía del tema, introduciendo la cuestión canaria en las
conversaciones que se mantenían con Madrid sobre Marruecos. En cuanto a Chafarinas y Perejil, los franceses
descartaron cualquier compromiso por escrito por no darles importancia. Paul Cambon a Delcassé. Despacho no. 90
secreto. 28 de Marzo de 1904. D.D.F. Tomo IV, pp. 511- 516.
2609
A.F.M. Legajo 360 2 / 5.
2610
Telegrama de Maura a Rodríguez San Pedro. 25 de marzo de 1904. A.F.M. Legajo 360 2 / 7.
2611
Telegrama de A, Maura a Rodríguez San Pedro. 26 de marzo de 1904.A.F.M. Legajo 360 2 / 7.

1457
El Ministro de Estado, San Pedro, remitiría instrucciones a Mandas el 22 de marzo

recomendándole que siguiese presionando al titular del Foreign Office para que éste apoyara los

deseos del gobierno conservador de obtener el control del litoral atlántico marroquí.2612 Cabe

señalar que el tema de la creación de un hinterland estratégico de carácter defensivo en la costa

occidental de Marruecos lindante con la colonia de Río de Oro y frente al archipiélago canario

había sido objeto de diversas conferencias entre Mandas y Lansdowne en 1900. También el

gabinete Maura tenía la pretensión de apoderarse de este territorio para lo que debía dirigirse a

Londres, al tener reservado Inglaterra desde finales del siglo XIX el derecho preferente de ser

consultado por el Sultán si éste deseaba enajenar la zona. Y es que el desastre del 98 viene asociado

en la mente de los estadistas del partido conservador a la idea de un corte brutal y terminante, que

secciona en dos la dinámica imperante en la política exterior de la España restauracionista,

caracterizada a finales del siglo XIX por la falta de alianzas. La irrupción brutal del desastre militar

en la guerra con los Estados Unidos supuso una ruptura total, que modificó esa política

internacional tendiendo a partir de entonces liberales y conservadores a buscar activamente un

compromiso exterior que garantizase la integridad territorial del país y a orientar los siguientes

pasos en materia de política internacional a crear a partir de las ruinas del viejo imperio perdido,

uno nuevo en el continente africano. Carecía este nuevo imperio de sentido en materia de búsqueda

de un beneficio económico rápido. Este nuevo imperio tenía una única finalidad: la estratégica, para

evitar invasiones o ataques sobre Canarias o las costas españolas. Es incontrovertible que el miedo,

incluso el pánico a ver menguado el territorio nacional obligó a Silvela y luego a Maura a hacer

verdaderas filigranas, intentando un ajuste muy fino de la política internacional española,

aproximándola paulatinamente a la francesa y británica. Encaje difícil porque obligaba a tomar

decisiones que encerraban en sí mismas un grave riesgo de fracaso. Por ejemplo, los bandazos

sucesivos en las negociaciones de los años 1899-1904 con aproximaciones bien a Gran Bretaña

bien a Francia en un momento en que la Entente Cordiale no estaba cerrada. Respecto al hinterland

2612
R.O.no. 46 del Ministerio de Estado de 22 de marzo de 1904 dirigida al Embajador español en Londres, Duque de
Mandas. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de Londres. Caja 7.024.

1458
sahariano, Maura como su amigo Silvela ensayó la fórmula de aproximarse al Reino Unido como

medio de obtener el territorio, esgrimiendo como acicate para obtener el apoyo inglés el fantasma

de que Tarfaya y la Sakia quedaran definitivamente en manos francesas. Por lo que se refiere al

resto de las instrucciones, Mandas reseñó que Lansdowne no hablaría con Delcassé en defensa de

las tesis de Madrid antes de emprenderse las negociaciones francoespañolas, y que en todo caso las

disposiciones benévolas hacia España del titular del Foreign Office se limitaban a la parte

meridional de la costa atlántica marroquí. Si Francia presionaba buscando una amplia salida al

Atlántico al norte de Agadir, Inglaterra no movería un dedo en apoyo de España.2613

El 21 de marzo Montero Ríos, cabeza del grupo liberal-democrático en el curso de una

sesión parlamentaria del Senado solicitaba del Ministro de Estado información sobre el proyectado

acuerdo entre Francia e Inglaterra. El senador estimaba que éste atentaba contra la independencia

futura de España, puesto que el país quedaba encerrado al Norte y al Sur por los territorios galos.

San Pedro replicó resaltando la preocupación del gobierno Maura en torno a la cuestión y que sus

informaciones no llevaban a pensar que Inglaterra y Francia deseasen alterar el statu quo marroquí.

En defensa de la política de Maura intervino asimismo el ex ministro de Estado con Silvela,

Abarzuza, que patentizó los deseos del gobierno de concertarse a la vez con Francia e Inglaterra

para que la cuestión de Marruecos no se solucionase en contra de las expectativas españolas. La

política de mantenimiento del statu quo se conciliaba perfectamente con la de penetración pacífica

y era la que estaba dispuesta a mantener el gobierno. En el curso del debate, salió a colación la

noticia filtrada por una revista francesa sobre la existencia de un tratado sobre Marruecos firmado
2614
el 11 de noviembre de 1902 entre Francia y España, desmentida rotundamente por San Pedro.

La mayor parte de los periódicos madrileños dejó sin comentar los discursos de Montero Ríos y del

Ministro de Estado; apenas consagraron una veintena de líneas al asunto. El Correo señalaba que el

punto de apoyo que debía buscar España para obtener un respeto a sus derechos sobre el Sultanato

2613
Telegrama reservado y cifrado de 24 de Marzo del Duque de Mandas a San Pedro. A.G.A. Fondo de Asuntos
Exteriores. Embajada de Londres. Caja 7.024.
2614
Jules Cambon a Delcassé. Despacho no. 54 de 22 de Marzo de 1904. D.D.F. Tomo IV, pp. 475- 477.

1459
no radicaba en París sino en Londres. En un sentido idéntico, La Época señalaba que era en

Londres, en Berlín y en Roma donde España podía conseguir la asistencia necesaria para resistir las

posibles pretensiones de Francia en el Imperio jerifiano. En cuanto al Heraldo, aunque persuadido

de que las conversaciones anglo-francesas de Londres no habían todavía concluido, sí consideraba

un hecho muy grave el que el nombre de España no figurase en un tratado en el que se hacía

referencia a Marruecos.

León y Castillo permaneció en Madrid hasta finales del mes de marzo discutiendo con Maura

y San Pedro las nuevas bases para la reanudación de las conversaciones con Delcassé. Asumida

por el gobierno conservador la pérdida de la ciudad de Fez, se entendía que desaparecía la

necesidad de la estipulación contemplada en el último párrafo del artículo III del tratado non-nato

de 1902 sobre la eventualidad de que circulase un ferrocarril francés a lo largo del territorio

próximo a dicha ciudad, incluido en la esfera de influencia española. San Pedro redactó de nuevo

todos los artículos del tratado, introduciendo esta innovación y otras menores en un ejemplar que el

Marqués del Muni llevó a París. Javier Tusell descarta las ambiciones imperialistas en las

posiciones de Maura, señalando que el político conservador pensó en la necesidad de limitar la

acción española en el Norte de África por juzgar imprescindible concentrarse en la regeneración

política interna.2615 La consulta de la documentación de la correspondencia diplomática entre San

Pedro – Maura – León y Castillo permite matizar la hipótesis de este historiador. Maura consulta al

general Linares cuáles serán las fronteras más fácilmente defendibles en la zona sur del Marruecos

español, no está dispuesto a asumir grandes renuncias en el Sultanato y las instrucciones a León y

Castillo insisten en la necesidad de no aceptar sustanciales recortes territoriales en las dos esferas

de influencia española y en la de encontrar, en aras a ampliar el hinterland defensivo de Canarias

en el continente africano, una compensación a la perdida Fez en la región del Sus, solicitando la

cuenca de este río hasta el cabo Guir y la de las aguas que afluyen también al Draa, teniendo así su

2615
Cfr. Tusell, J.: Antonio Maura ... op. cit, pág. 74.

1460
limite por el Norte la zona merional española en el Atlas, y quedando para Francia toda la costa

atlántica marroquí entre el cabo Guir y la desembocadura del Sebú. 2616

León y Castillo, llegado a París el 29 de marzo, dio cuenta de sus gestiones en el Quai

d´Orsay el 6 de abril en un telegrama en el que informaba de la imposibilidad de llegar a un

acuerdo con Delcassé, al negarse el titular de Exteriores galo a realizar nuevas concesiones y

compensaciones a España por la sustracción de Fez de su esfera de influencia (San Pedro habría

incluido algunas precisiones menores relativas a la zona norte2617) y a aceptar el Atlas como

frontera meridional del Marruecos francés. Al mismo tiempo el titular del Quai d´Orsay intentó

ganar tiempo con el fin de negociar sobre una nueva base, la del hecho consumado de un acuerdo

cerrado con Gran Bretaña que le otorgaría una base firme para proponer nuevas modificaciones y

reducciones en la esfera de influencia hispana. Por ello, León y Castillo quiso negociar contra reloj

para concluir a toda prisa un acuerdo antes de que se suscribiera indefectiblemente el franco-

británico:

“Si antes no nos apoya el Gobierno inglés, quedamos no ya a merced de este Ministro
de Negocios Extranjeros, sino de la intransigencia y exclusivismo de los coloniales“.2618

2619
San Pedro, tras consultar a Maura solicitó inmediatamente ayuda al Foreign Office. Sin

embargo, Londres no iba a considerar en absoluto la posibilidad de modificar los acuerdos suscritos

con París en el caso de que Madrid no aceptase las ofertas francesas. Por ese motivo el gobierno

Maura se encontrará en una situación de aislamiento diplomático que le haría muy difícil negociar

desde una posición si no de fuerza sí al menos mínimamente fuerte.2620 De ahí que Lord

Lansdowne no intercediera en lo más mínimo para apoyar las gestiones de Maura / San Pedro en

2616
Cfr. Rodríguez San Pedro a León y Castillo. Despacho reservado no. 120. 30 de Marzo de 1904. A.G.A. Sección
política (Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.
2617
Delcassé espetó al Embajador que España había perdido una gran oportunidad un año antes cuando el proyecto de
convenio era un secreto.
2618
Telegrama cifrado de León y Castillo a Rodríguez San Pedro de 6 de Abril de 1904. A.G.A. Sección política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.
2619
Telegrama cifrado de Faustino Rodríguez San Pedro a León y Castillo. 7 de Abril de1904. . A.G.A. Sección
política (Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.
2620
Cfr. Zorgbibe, Ch.: Historia de las relaciones internacionales. Vol. I: De la Europa de Bismarck hasta el final de
la Segunda Guerra Mundial, Madrid, Alianza Editorial, 1997, pág. 206.

1461
torno al Sus. El gabinete Maura se consideraba traicionado al respecto por el gobierno galo. San

Pedro escribiría al respecto en carta particular de 8 de abril a León y Castillo: “(...) No deja de ser

sensible que nosotros que somos los mejores amigos de Francia, y que el mismo Mr. Delcassé dice

que por nuestra posición geográfica y nuestros mutuos intereses debemos ser los primeros en esta

amistad, tengamos que agradecer favores a otras potencias“.2621 Para intentar garantizar la

seguridad militar de Canarias, San Pedro y Maura confiaban en arrancar de Lansdowne el apoyo

explícito británico para obtener el control de cabo Juby. 2622

15.14. Se reanudan formalmente las conversaciones francoespañolas sobre Marruecos.

El gobierno de Maura no iba a conocer integramente los términos precisos del acuerdo final

que a principios de abril suscribieron Francia y Reino Unido poniendo término a sus disputas

coloniales. El 9 de abril Delcassé comunicaba a León y Castillo los puntos principales del arreglo

francobritánico referidos a Marruecos. Serán los siguientes: el compromiso de los gobiernos

signatarios de no alterar la situación política de Marruecos; la proclamación del principio de ‘puerta

abierta´ y de libertad comercial en el Sultanato a todos los productos europeos; la neutralización de

la costa desde Melilla hasta el Sebú, respondiendo a la imposición británica de no fortificar la costa

2621
Carta particular de 8 de abril de 1904 de San Pedro al Embajador de España en París, León y Castillo. A.F.M.
Legajo 360 2 /5.
2622
Ventura García Sancho, el marqués de Aguilar de Campoo, ex ministro de Estado (lo fue con el gabinete
conservador de Silvela) y presidente en abril de 1904 del Consejo de Estado remitió el 30 de Abril una larga carta
particular a Maura, insistiéndole en la necesidad para España de conseguir el control de la costa sahariana enfrentada a
Canarias. Haciendo historia, Aguilar recalcaba al estadista mallorquín el hecho de que a comienzos del siglo XX,
cuando León y Castillo negociaba en París el tratado del Muni, Francia tuvo especial empeño en fijar el límite norte de
las posesiones españolas en el Sahara occidental. El Quai d´Orsay negaba por entonces la marroquinidad de Tarfaya y
Sakia al- Hamra. García Sancho puntualizaba que se negó a la pretensión francesa por entender que ese límite debía de
ser fijado tras discutirlo con Marruecos. Francia transigió y se dejó indeterminado esa frontera. Poco después, Ojeda era
enviado en Embajada extraordinaria por Silvela a la corte imperial marroquí, con el fin de conseguir la entrega del
territorio en Ifni que el Majzén se había comprometido en ceder a España en equivalencia al que el tratado de Wad-Ras
en 1860 había reconocido a España en la desaparecida Santa Cruz de la Mar Pequeña. El ex ministro relataba el fracaso
del diplomático, entre otras cosas porque el Sultán ofertaba un reducido territorio en Ifni, perfectamente acotado,
amurallado y sin contacto con las tribus vecinos. Estas condiciones fueron inaceptables para Silvela que en
contrapartida buscó la entrega de Tarfaya y Sakia al- Hamra para defender mejor Canarias. Aunque el propósito
español fue comunicado a los Embajadores galo, británico, ruso, austriaco e italiano en Madrid y a los diplomáticos
españoles acreditados en las cancillerías europeas, todo acabó en un fracaso, pese a que no se registraron grandes
protestas de dichos países que imponían a España – como única condición- el respeto al statu quo del Imperio. Carta
particular del presidente del Consejo de Estado, V. García Sancho a A. Maura. 30 de abril de 1904. A.F.M. Legajo 360
1 / 2.

1462
del Estrecho (con excepción de las plazas españolas); el reconocimiento por Inglaterra de que

Francia tenía el derecho de velar por la tranquilidad del Imperio marroquí y de prestar al Sultán su

ayuda en el conjunto de su política de reformas; el hecho de que los gobiernos francés y británico

‘inspirándose en sus sentimientos amistosos hacia España tomaban en particular consideración los

intereses que ésta poseía por su posición geográfica y por sus posesiones en la costa de Marruecos

en el Mediterráneo, acerca de las cuales el gobierno galo concertaría con el español‘.2623

Campoamor señala en su obra sobre la apertura de la cuestión marroquí que Delcassé comunicó al

Marqués del Muni sólo los nueve artículos de la convención que fueron inmediatamente

publicados. La Convención francobritánica, indica este autor, “implicaba cinco artículos secretos,

de los cuales, (...) nadie fuera de los negociadores, tenía noticia, y que no eran, por tanto

conocidos en Madrid“. Hay que matizar a Campoamor: consultando la correspondencia

diplomática guardada en Alcalá de Henares salta a la vista que Delcassé notificó ese día, 9 de Abril,

al gabinete Maura algunas de las cláusulas contenidas en los artículos secretos:

1) que en el momento en que el mantenimiento del statu quo fuese imposible, la costa

comprendida entre Melilla y la orilla derecha del Sebú sería administrada por España;

2) que “cierta extensión de territorio adyacente a los presidios españoles –a determinar-

caería bajo la esfera de influencia española “.

3) Francia y España negociarían acerca de estos territorios y comunicarían a Londres el

acuerdo alcanzado.2624

Tras haber llegado al acuerdo con Inglaterra, lo que sí se evidenciaba era el deseo del Quai

d´Orsay de hacer tabla rasa de lo pactado previamente con España, iniciando una nueva

negociación. El 21 de Abril se evidenciaba que las negociaciones con Francia no iban a ser rápidas

ni a tener un final favorable para la causa española. Desde Madrid, San Pedro telegrafiaba a Maura

dándole a conocer que las nuevas proposiciones que sobre Marruecos había formulado Delcassé a

2623
Telegrama cifrado del Ministro de Estado, Rodríguez San Pedro a Antonio Maura. 12 de Abril de 1904. A.G.A.
Marruecos (Fondo Político). Caja 44 /Ex. 4.
2624
Telegrama cifrado de León y Castillo a San Pedro. 9 de Abril de 1904. A.G.A. África. Sección política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.

1463
León y Castillo eran muy restrictivas respecto a las formuladas por París semanas antes, las cuales

ya habían sido consideradas inaceptables por el gabinete conservador.2625 El primer punto donde se

iba a manifestar la nueva actitud francesa era en el sur de Marruecos, donde los deseos de Maura de

expansionar el tramo de costa que debía ser el baluarte defensivo de Canarias iban a chocar con la

resistencia de Francia. Maura y San Pedro intentaron que Francia no fuese tan reticente a las

aspiraciones españolas, esgrimiendo el peligro de que esta costa cayese en manos del II Reich, y

aduciendo los derechos españoles sobre Sus, Tarfaya y Sakia en virtud del artículo 8º del tratado de

paz de Tetuán que establecía la concesión para España de una pesquería en Santa Cruz de la Mar

Pequeña, concesión que negociaciones posteriores –demoradas por el Majzén– habían intentado

permutar por la cesión a España de la región de Tarfaya. El gobierno Maura estaba también

convencido de que Inglaterra estaba dispuesta a favor de las pretensiones hispanas,2626 tras un

telegrama que el Duque de Mandas remitió el 13 de abril al Ministerio de Estado.2627 Otra

comunicación enviada por el Marqués del Muni el 10 de abril, ampliaba el contenido literal de dos

artículos del convenio anglo-francés. Se trataba en primer lugar del séptimo, concerniente a

asegurar la libre navegación por el Estrecho de Gibraltar. Para facilitarla los dos gobiernos habían

convenido en no dejar edificar fortificaciones ni obras estratégicas de ningún genero en el tramo de

costa comprendido entre Melilla y las alturas que dominaban la desembocadura del Muluya, no

aplicándose sin embargo esta disposición a los puntos que ocupaba España a lo largo de la costa

mediterránea marroquí. En segundo lugar, en el artículo octavo el gobierno francés quedaba

2625
Telegrama cifrado de Rodríguez de San Pedro a Antonio Maura. 21 de abril de 1904. A.G.A. África. Sección
política (Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.
2626
El 11 de abril Lord Lansdowne había manifestado al Duque de Mandas sus deseos de que España y Francia
llegasen a un pronto acuerdo. Sin embargo, ya declaró expresamente ese día que no procedía que intercediera en esos
momentos iniciales de la negociación entre París y Madrid. Asimismo destacó su impresión de que todas las
proposiciones francesas satisfarían los deseos razonables de España. El Duque de Mandas insistiría solicitando el apoyo
del Foreign Office señalando que en las conversaciones de París de 1902 no se llegó a signar un compromiso, porque el
gobierno conservador no quiso concluir nada a espaldas del Reino Unido. No iba a parecer justo a la diplomacia
hispana que Inglaterra no apoyase a España en obtener algo más de lo tratado en aquel año. Lansdowne se
comprometió sólo en estudiar la situación en el caso en que se produjesen discrepancias y señaló la conveniencia de
tratar el tema de la cesión de cabo Juby (Tarfaya) por parte de Marruecos a España, al margen de las conversaciones de
París. Telegrama del Duque de Mandas a Rodríguez San Pedro. 11 de Abril de 1904. A.G.A. Fondo de Asuntos
Exteriores. Embajada de Londres. Caja / Legajo 7.024.
2627
Carta particular sin numerar de Rodríguez San Pedro al Marqués del Muni. 15 de Abril de1904. A.G.A. África.
Sección política ( Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.

1464
emplazado a concertarse con el español en una negociación sobre sus respectivos intereses en el

territorio, dando posteriormente comunicación al gobierno británico de sus acuerdos.2628 A pesar

de los deseos españoles de retomar con celeridad las conversaciones con Delcassé, éstas quedaron

pospuestas hasta la segunda quincena de Abril debido a los deseos del titular del Quai d´Orsay de

entrevistarse con algunos líderes del partido colonial.2629 Era una evidente muestra del deseo de

encontrar motivos de apoyo contra las reivindicaciones españolas en lugar de estar dispuesto a

favorecerlas.

14.15. Consecuencias del convenio francoinglés en Marruecos.

Al conocerse en Marruecos la noticia de la firma del convenio anglo-francés,2630 los servicios

consulares españoles en Tetuán recogieron la sensación de irritación, despecho y malestar que

causaba entre los notables de la ciudad.2631 Éste era un grupo políticamente significativo en el

2628
Telegrama de León y Castillo a San Pedro. 10 de Abril de 1904. A.M.A.E. Legajo H- 1534. Correspondencia de
Embajadas y Legaciones. (Embajada de España en París- 1897-1904).
2629
Telegrama cifrado de León y Castillo a Delcassé. 16 de Abril de 1904. A.G.A. África. Sección política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. 4. San Pedro aprovechó este paréntesis para buscar el apoyo inglés. El 9 de abril telegrafiaba
al Duque de Mandas: Para asunto Marruecos, convendría obtenga V.E. de Lord Lansdowne las declaraciones más
concretas posibles sobre el apoyo que estaría dispuesto á prestarnos en nuestras pretensiones al norte y sur de
Marruecos, llegando en esta última parte a utilizar en nuestro favor su derecho de preferencia en el territorio próximo
a Cabo Juby“. Telegrama de San Pedro a Mandas. 9 de abril de 1904.A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada
de Londres. Caja 7.024.
2630
Cfr. Guillén, P.: “La résistance du Maroc a l´emprise française au lendemain des accords franco-anglais d´avril
1904«, en Revue de l´Occident musulman et de la Méditerranée. Actes du Iie Congrès International d´etudes nord-
africaines, novembre 1968, no. Especial (1970), pp. 115-122. La declaración francobritánica sobre Marruecos suscitó
en el Majzén una viva emoción. El Sultán Abd al- Aziz, en el momento en que le fue comunicado este documento,
estalló en una violenta cólera. Inmediatamente retiró su confianza a los Ministros que hasta ese momento le habían
recomendado que colaborase con Francia (Ben Sliman, Ministro de Asuntos Extranjeros; Mohammed Guebbas,
Ministro de la Guerra), y mantiene a su lado a los partidarios de la resistencia, al gran Visir el Garnit (era tradicionalista
pero devino en opositor de la influencia gala), y al caíd del Méchuar, Driss ben Aïch. Es por instigación de estos dos
últimos, cuando Abd al- Aziz decide enviar una carta personal a los jefes de Estado representados en Tánger, para
protestar solemnemente contra las disposiciones de la declaración franco-británica. Asimismo quiso abandonar Fez y
trasladarse a Marrakesh, a fin de poner distancia entre la Corte Imperial y los agentes franceses, para sustraerse a su
presión. El Sultán también se resistiría a conceder al consorcio financiero dirigido por el Paribás, la concesión de un
contrato de empréstito, cuyas clausulas eran extremadamente peligrosas para la soberanía de Marruecos, porque ponía
en manos de Francia el control de la vida financiera y económica del país.
2631
El 22 de abril el diplomático francés Gaillard, vicecónsul destacado en Fez había recogido ya la opinión de
diversas tribus árabes que se declaraban dispuestas a resistir contra los franceses, pese a la propaganda gala que insistía
en que la declaración francoinglesa no hablaba de conquistas o de protectorado, ni de desmembración del Imperio, sino
de propiciar reformas en el Imperio. Los medios diplomáticos galos, empero, registraban el ambiente favorable a la
ayuda francesa por parte de los comerciantes de Fez, y trataban de atraerse a los influyentes chorfa y ulemas, dado que
de su actitud dependería la respuesta de todas las tribus del centro de Marruecos. En la Corte, en el curso de una tensa
reunión con el Sultán, el agente británico Mac Lean había informado a Abd al- Aziz del acuerdo franco-británico. Mac

1465
Imperio ya que el gobierno marroquí elegía regularmente entre sus integrantes a cargos importantes

para la Administración pública y para el organigrama estatal. Por su lado, los franceses habían

tratado con insistencia de extender los tentáculos de su influencia en la ciudad, siendo ésta cada vez

más tangible: en abril de 1904 acordaron el establecimiento de una escuela francoárabe, trayendo

personal docente de la vecina Argelia. El carácter de la enseñanza era gratuito. Además la Alianza

israelita, bajo protección francesa también tenía su centro educativo. La irradiación francesa se

completaba con una línea de vapores subvencionada que partía de Marsella y llegaba hasta Tánger,

Lean tras echar en cara al Sultán el abandono del programa de reformas elaborado por el Majzén en Marrakesh, había
comunicado al joven Emperador que el gobierno inglés cedía a Francia la dirección de la administración del ejército y
de las finanzas marroquíes. La primera piedra del control financiero estaba puesta por el delegado del Paribás que
quería imponer al Majzén un crédito en condiciones extremadamente rigurosas y humillantes para Marruecos. De
hecho, el Paribás quería ejercer el monopolio en la realización de obras públicas en el Imperio y el monopolio
asimismo de concesiones mineras. Gaillard constataba además que a la caida del Mennebhi, el Majzén retornaba a las
antiguas prácticas, marcadas por la corrupción de los caídes que acumulaban fortunas a base de los caudales públicos,
y donde se vendían los cargos de la Administración. Los recursos del Tesoro estaban colapsados y bastantes visires
deseaban la abolición del ‘tertib‘. Por otra parte, un grupo de funcionarios majzeníes había sido captada por los
intereses galos, desde Abdelkrim Ben Sliman hasta Mohammed el Guebbas y el Hadj Mohammed el Mokri. Despacho
sin numerar de Gaillard, Vice-consul de Francia en Fez a Saint-René Taillandier, 22 de Abril de 1904. D.D.F. Tomo V,
pp. 103- 106. Delcassé insistiría a Gaillard recomendándole que siguiera atrayendo a todos los miembros del Majzén,
presentando a Francia como la amiga de Marruecos, como la protectora que buscaba su prosperidad. Lejos de disminuir
la autoridaddel Sultán, los franceses debían presentarse como los que querían aumentar su prestigio. Telegrama de
Delcassé a Saint- René Taillandier. 9 de mayo de 1904. D.D.F. Tomo V, pág. 125. El panorama internacional en torno
a la cuestión marroquí, empero se ensombrecería, cuando los dirigentes alemanes, deseosos de tener una economía y
una política mundiales, y con ello, un prestigio internacional, empezaron a diseñar estrategias de proyección de poder
global, intentando romper la recien firmada ‘entente cordiale’ francobritánico. Frente a las pretensiones galas de
reforzar su dominio sobre Marruecos, el Ministerio de Exteriores del II Reich ordenó al doctor Vassel, agente consular
alemán en Fez que aconsejase al Sultán el invocar el apoyo de Alemania contra las iniciativas francesas. El Sultán se
apresuró a dirigir a las potencias europeas una nota de protesta contra la declaración francobritánica por considerarla
un atentado contra su soberanía y una amenaza para la integridad de su Imperio. Abd – al- Aziz intentaba así culminar
una reacción contra el peligro francés que le había venido a obsesionar desde 1896. Las dos vías empleadas por la
República francesa para apoderarse de Marruecos desde aquel momento le habían servido de acicate: nos referimos a la
vía política que había llevado a los franceses a su tentativa de penetración en el Rif; y a la vía militar, iniciada en las
últimas semanas de 1899 que había llevado a la conquista del Tuat. En los medios diplomáticos galos se entendía que
estos movimientos respondían al papel hostil que contra Francia ejercía en la corte el agente británico Mac Lean.
Telegramas de Saint- René Taillandier a Delcassé. 16 de mayo de 1904. D.D.F. Tomo V, pp. 154-156. Francia jugó
sus bazas para que este proyecto de apelación a las naciones representadas internacionalmente en Tánger se frustrara.
Utilizó a la familia Tazi, y a uno de sus miembros, Hadj Omar Tazi para que el Sultán desistiera de sus propósitos. El
conflicto entre el Paribás y la “Compagnie marocaine“ pretendiendo presentar un empréstito cada una y
simultáneamente al Sultán fue aprovechado por los adversarios de Francia para resaltar las ambiciones de las
injerencias galas . Delcassé conseguiría, empero, salvar la situación, enviando al secretario de la Legación francesa en
Tánger, el conde de Saint- Aulaire, en misión en Fez, a entrevistarse con el Sultán. El diplomático francés intentó
convencer a Abd al- Aziz de que un cambio en las relaciones francomarroquíes iba a sucederse rápidamente, puesto que
la declaración de abril facilitaba el diálogo del gobierno republicano con el Sultanato, y una serie de rápidos acuerdos
económicos que favorecerían la estabilidad del Imperio marroquí. El diplomático aseguró que la preponderancia gala
en el territorio ofrecería una ventaja común al Sultán y al Majzén, la de facilitar el restablecimiento de su autoridad y el
desarrollo de la prosperidad del país. Saint- Aulaire intentó atraerse a los visires convenciéndoles que consolidarían sus
privilegios políticos y crematísticos. Cfr. Despacho no. 50 de Saint- René Taillandier a Delcassé. 8 de junio de 1904.
D.D. F. Tomo V, pp. 222-234.

1466
haciendo escala en Tetuán y con el control del servicio público de Correos.2632 Paralelamente, los

servicios consulares españoles detectaron una serie de operaciones urbanísticas especulativas por

parte de británicos o protegidos franceses, estimulados los compradores por la perspectiva de

acuerdos internacionales sobre Marruecos, que revalorizaban el precio del terreno. Sin embargo, los

capitales españoles estaban ausentes de este proceso.2633 El 8 de junio, llegaban en el vapor Moselle

tres empleados franceses a fin de establecer la intervención de los fondos de la Aduana (condición

establecida en el último empréstito otorgado por la Banca gala al Majzén). La población marroquí

constataba con irritación, los inconvenientes de ser una colonia económica, y cómo los intereses

colonialistas controlaban las finanzas del país. 2634 Muy pronto se iba a poner de manifiesto que la

penetración pacífica francesa, a pesar del visto bueno británico, iba a encontrarse con serios

obstáculos:2635 al partir del puerto de Larache una expedición al mando de un ingeniero francés con

objeto de estudiar pistas y caminos y arreglar algunos caminos y puentes en la ruta hacia Fez, le

salió al encuentro un grupo de cabileños que intimidando a sus componentes con amenazas de

muerte, les conminaron a regresar a la costa. 2636

El reflejo de los acontecimientos políticos europeos en el Sultanato fue inmediato. Una vez

firmado el acuerdo franco-británico que sellaba la “Entente Cordiale” entre ambos países, se

presagiaba un horizonte de infiltración europea inmediata que iría unido a la pacificación del país y

a un crecimiento muy importante de la actividad económica. Los financieros, hombres de negocios

o industriales franceses se aprestaron a tomar posiciones, estando dispuestos a actuar incluso en

aquellas zonas que se vislumbraban como pertenecientes a la esfera de influencia española. El 13

2632
Pita y Caramés, cónsul de España en Tetuán a Bernardo de Cólogan. Despacho no. 17. 6 de Mayo de 1904. A.G.A.
África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 31 / Ex. 2.
2633
Pita y Caramés a Cólogan. Despacho no. 25. 6 de Junio de 1904. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos).
Caja 31 / Ex. 2.
2634
Pita y Caramés a Cólogan. Despacho no. 36. 18 de Julio de 1904. . A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos) .
Caja 31 / Ex. 2.
2635
Delcassé ordenaría a Saint-René Taillandier que éste remitiese al Sultán una carta en la que tranquilizara a Abd al-
Aziz sobre el verdadero significado del acuerdo colonial francobritánico.El documento fue disfrazado como conducente
al mantenimiento de la independencia y soberanía del Imperio marroquí. Francia sólo deseaba acabar con la sensación
de inseguridad que tenían los residentes europeos en el Sultanato, introduciendo una serie de reformas progresivas.
Despacho de Saint- René Taillandier a Delcassé. 19 de mayo de 1904. D.D.F. A.M., pp. 133- 134.
2636
Cólogan a Rodríguez San Pedro. Despacho no. 194. 27 de julio de 1904. A.G.A. Africa. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 163 / Ex. 2

1467
de Abril el conde de Méry de la Canorge remitía una carta al Vice-consulado español en Niza

solicitando que le fuera reconocida por el gobierno Maura la titularidad de numerosas propiedades

agrícolas y mineras que decía tener en el Rif Central, y en concreto en el territorio de los Ait-

Urriaguel. Señalaba asimismo que las condiciones de inseguridad del país le habían impedido

explotar sus propiedades e incluso reivindicar la tenencia de las mismas, estando gran parte de los

utensilios de trabajo que había adquirido en manos del gobernador español del Peñón de Vélez.2637

El conde de la Canorge afirmaba ser el depositario de los intereses en el lugar del conde de

Chavagnac. Esgrimía un documento titulado “Autorización del Gobierno marroquí“, cuya validez

fue desestimada por el gobierno español dado que simplemente era un escrito legalizando la venta

de los terrenos refrendado por un notable local de los Ait- Urriaguel, al Hach Haddú, ya fallecido.

El origen de estas reivindicaciones estaba en el año 1883 con la presencia en Tánger del conde de

Chavagnac, un emprendedor colonialista con importantes contactos con intereses bancarios e

industriales de Francia, que llegó a ser director del periódico Réveil du Maroc y corresponsal en

Tánger de La France; apoyado por el entonces Ministro Plenipotenciario galo, d´Ordega y deseoso

de iniciar un negocio en el Rif, entró en contacto con el jerife de Wazzan. Sus gestiones culminaron

cuando algunos miembros de la cabila de Bocoya le informaron de la existencia en el territorio de

unas minas de oro, plata y otros metales, inspirándole éstos la idea de poder adquirirlas a bajo

precio. Los Bocoyas además solicitaban que les fuese concedida la protección francesa. Los

rifeños procedieron después a vender al conde unos terrenos, que sin embargo no pudo poner en

explotación por la resistencia que los habitantes del lugar presentaron el 14 de Enero de 1884 ante

la presencia de franceses en el mismo, no pudiendo Chavagnac abandonar la playa tras

desembarcar. Alrededor de un millar de cabileños de diferentes tribus se presentaron armados en la

playa para cerrar el paso a los galos. La familia que había vendido las tierras cayó en desgracia,

siendo marginada por las tribus, debido a sus tratos con Chavagnac, pasando sus antiguas

propiedades a ser patrimonio comunal de los Urriaguel. Al margen de fricciones entre aldeas y

2637
Carta del conde de Méry de la Canorgue transmitida al Viceconsulado de España en Niza. 13 de Abril de 1904.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 325 / Ex. 1.

1468
tribus, las cabilas ejercen una función defensiva primordial en la línea fronteriza rifeña que las

aúna en el momento decisivo en que la independencia de Marruecos se ve puesta en peligro. En el

momento en que se plantea una incursión de caríz imperialista en la zona, se borran las diferencias

tribales y las tribus comulgan en la tarea de tapar cualquier posible brecha.

El 14 de Agosto de 1904 el Ministro de Asuntos Exteriores francés, Delcassé entregaba al

Embajador León y Castillo una notificación del proceso judicial emprendido por el Conde de
2638
Canorge para que le fueran reconocidos sus títulos y derechos de propiedad. ¿Qué podemos

deducir de la acción de Delcassé?.

La posición de España en las negociaciones tendentes a la búsqueda de un equilibrio de

poder en el Mediterráneo Occidental fue marginal: fue relegada en el marco de las conversaciones

de Londres, y si finalmente obtuvo una parte del territorio marroquí, fue una consecuencia directa

del juego de contrapesos de las políticas francesa e inglesa en el damero del ajedrez geopolítico en

el área del Estrecho. Las negociaciones abiertas con Delcassé por parte del gabinete Maura no sólo

recortaron las dimensiones de la esfera de influencia española en Marruecos, en relación a las

primitivamente diseñadas en noviembre de 1902 sino que además el gobierno francés no tuvo

ningún reparo en respaldar abiertamente demandas de concesiones territoriales como la de Canorge

en el área de influencia que quedaría a finales de año reservada para España. El gobierno español

puso en marcha un proceso confidencial de averiguación de los sucesos y del valor legal de los

títulos de propiedad declarados por el conde ante un tribunal parisino, deseando averiguar la

extensión e importancia minera y agrícola de los terrenos reclamados inquiriendo no sólo en los

archivos del Ministerio de Estado sino también solicitando informes a Mohammed Torres, a la

Legación española en Tánger y a la guarnición del Peñón de Vélez. Las averiguaciones llevaron a

la conclusión de que los títulos de adquisición de terrenos y minas contenían un cúmulo de

2638
León y Castillo al Ministro de Estado. Despacho no. 300. 1 de Agosto de 1904. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 325 / Ex. 1.

1469
irregularidades, por lo que el gobierno sucesor del de Maura, presidido a partir de diciembre de

1904 por Marcelo Azcárraga no se mostró dispuesto a admitir las pretensiones de Canorge.2639

Otras noticias alarmantes llegaron a Madrid el 4 de Julio. El cónsul español en Orán,

Pedroso, aseguraba que casas comerciales rusas y francesas activaban gestiones en Marruecos a

través del Ministro plenipotenciario galo en Tánger para obtener del Majzén la concesión de un

territorio en Cabo de Agua, en la desembocadura del Muluya. En el lugar se instalarían una

factoría comercial y un puerto de exportación de productos agrícolas y de importación de artículos

europeos, lo que causaría grave perjuicio al comercio de Melilla. 2640

Los sectores burgueses melillenses estaban experimentando desde finales del siglo XIX una

fase de relativa expansión en sus negocios, que intentaron realzar a comienzos del XX

consiguiendo una mayor participación en el tráfico de exportación de ganado vacuno marroquí a

Europa. Estos sectores observaban con recelo ciertos movimientos comerciales galos que utilizaban

los servicios como intermediarios de comerciantes de Fez los cuales adquirían las reses a los

Hyaina en las proximidades de Taza que luego se vendían en Marnia. Fruto del dinamismo

mercantil melillense en 1903, surgía una publicación, El Telegrama del Rif, cuyos números

iniciales hicieron especial hincapié en la tarea de hacer frente a la competencia de los

establecimientos comerciales galos situados a lo largo de la frontera argelina.2641 En particular los

franceses estaban aprovechando la inflación de precios a lo largo de la raya fronteriza motivada por

los constantes movimientos de tropas coloniales y marroquíes y también por la carencia de cereal

suscitada por las malas cosechas para traer grandes cantidades de sémola confeccionada con trigo

estadounidense, ruso o argentino e introducirlas en el Imperio.2642 Al mismo tiempo, en la orilla

derecha del Kiss, el Gobierno General de Argelia había construido un camino caravanero que

2639
R.O. del Ministerio de Estado de 3 de Febrero de 1905 dirigida al Embajador de España en París, León y Castillo.
A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 325 / Ex. 1.
2640
Telegrama cifrado del cónsul de España en Orán, Pedroso a Rodríguez San Pedro. 4 de julio de 1904. A.G.A.
África. Sección política (Marruecos). Caja 44 / Ex. no. 4.
2641
La Aduana del Majzén en Melilla y luego la establecida por los roguistas percibían una tasa de 25 pesetas por cada
res vacuna que entraba a la plaza española. Los comerciantes melillenses deseaban que este impuesto fuese totalmente
suprimido.
2642
Cfr. El Telegrama del Rif. 19 de Febrero de 1904. : “Importación y exportación por Marnia“.

1470
enlazaba con una ruta estratégica que desde Nemours llegaba al Kiss a través de Boudjemane, con

una bifurcación hacia Marnia. Esta ruta tenía la finalidad de favorecer la exportación del grano de

la región. Estas medidas de penetración económica eran contempladas con mucho recelo desde

Melilla, habida cuenta que los establecimientos comerciales franceses tenían también una

proyección claramente estratégica: el pequeño puerto construido en el Kiss, en la frontera con

Marruecos por el comerciante Say era usado por los torpederos galos. Al mismo tiempo, el Ejército

colonial tenía instalado en las proximidades un puesto fortificado de los spahis y otro de zuavos.

Port- Say devenía un foco de atracción que captaba el interés de notables marroquíes al celebrarse

la festividad del 14 de Julio con gran solemnidad. En tres años un lugar casi desértico, se había

convertido gracias a la iniciativa de Say en un importante centro comercial. Se pretendía ahora su

transformación en una moderna ciudad francesa, un emporio marítimo, destinado a servir de

inmediata base de operaciones en la acción gala sobre Marruecos, la rival de Melilla, y el origen de

una proyectada línea férrea que llegase hasta Fez.2643 La Politique Coloniale resaltaba en un

artículo editado en julio el notable incremento del tráfico comercial entre Argelia y Marruecos

hasta el punto de que Francia iba a ocupar el primer puesto entre los clientes de la economía

marroquí.2644

Los sectores mercantiles españoles percibieron además que el convenio anglo-francés de

abril constituía un peligro para los intereses comerciales de Melilla. De ahí que se dirigieran al

gabinete Maura con una serie de peticiones que contenían una mezcla de medidas de corte

ultraliberal, aquellas que entrañaban una proyección comercial con el Rif, con otras de carácter

proteccionista, a fin de que cesara la proporción de artículos ingleses o franceses que llegaba a la

plaza. Como en años anteriores,2645 La Asociación Mercantil, Industrial y de Propietarios de

Melilla presionaría sobre el Ministerio de Estado a fin de promover varios objetivos. En primer
2643
El establecimiento de un puesto aduanero debía servir de piloto para la creación de otros establecimientos
semejantes a lo largo de la frontera argelina. Asimismo se pretendía poner en cultivo las tierras adyacentes
entregándolas en lotes a los inmigrantes europeos que fueran llegando.
2644
La publicación señalaba que en 1901 las cifras de exportación de Marruecos a Argelia habían ascendido a dieciséis
millones de francos (fundamentalmente ganado, lanas, huevos procedentes del Rif, naranjas de los Beni-Snassen).
2645
En instancias dirigidas al Ministerio de Estado el 19 de Noviembre de 1902, 23 de Junio de 1903, 3 de Mayo y 28
de Diciembre de 1901.

1471
lugar, la llegada de inversiones de capital español que potenciaran las actividades industriales en la

plaza. En segundo lugar que se estableciera la libre exportación a la península a través de la ciudad

de toda clase de productos del Sultanato, y en especial de ganado vacuno y lanar. Además, se

demandaban una serie de reformas que iban desde la desaparición del penal a la solicitud de

mejoras en infraestructuras y comunicaciones (como la ampliación del puerto) pasando por la

puesta en cultivo del campo exterior de la ciudad. Medidas estas últimas que fueron aprobadas por

el gabinete Maura.2646 Otras peticiones eran las atinentes a una serie de mejoras administrativas e

incluso políticas en la plaza española, como por ejemplo el establecimiento de un juzgado civil y la

creación de un Ayuntamiento. Por último, la Asociación hacía un balance de las transacciones

comerciales de Melilla con el Imperio marroquí señalando que de un montante total de casi once

millones de pesetas, en el que se valoraba la globalidad de artículos llegados a la plaza, más de

ocho correspondían a artículos extranjeros. Dado que los productos nacionales no podían competir

con los extranjeros en calidad y coste de producción, la asociación urgía al gobierno a primar a los

comerciantes españoles que comerciaban con productos con destino a Marruecos (caso de tejidos

de algodón, velas, harinas o azúcar), calcando la fórmula que utilizaban los franceses con los

azúcares que introducían en el Sultanato.

A lo largo de todo el año el Rogui continuaría con una política de apaciguamiento con

España, que resultaría beneficiosa para Melilla puesto que permitió intensificar el tráfico con las

cabilas bajo el mando tutelar del Pretendiente.

Paralelamente otros movimientos de la burguesía con intereses económicos en el Sultanato y

recelosa de la política gala de penetración pacífica cristalizaron en la propuesta de creación de una

Cámara de Comercio española en Casablanca presentada al Ministerio de Estado el 26 de

2646
Instancia dirigida por la Asociación Mercantil, Industrial y de Propietarios de Melilla al Ministro de Estado. 29 de
Julio de 1904. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 198 / Ex. 2. El gabinete Maura acordaría asimismo
para favorecer los desplazamientos desde Melilla suprimir la tasa o arbitrio que se cobraba en el puerto a cada pasajero
que se embarcaba.

1472
septiembre de 1904.2647 El político colonialista Etienne, diputado por Orán en la Cámara francesa

con ayuda del Comité du Maroc había organizado el viaje de una misión gala integrada por el

topógrafo Flotte de Roquevaire, el geólogo Louis Gentil y el explorador Marqués de Segonzac que

debía recorrer el norte del Sultanato (en teoría la zona reservada para constituir la zona de

influencia española) para estudiar las condiciones de las próximas operaciones civilistas francesas

en el territorio imperial. El empresario Emile Alberti se dirigía con este motivo al gabinete Maura

solicitando subvenciones y ayudas del gobierno español para un plan estratégico de penetración

comercial en el Imperio a partir de diversos puertos atlánticos; este plan pasaba por el envío de una

“misión oficial española“ compuesta por ingenieros, médicos y empresarios para estudiar las

condiciones del mercado marroquí y debía ser publicitada previamente por campañas de prensa de

los principales periódicos.2648 La proposición de Alberti no tuvo una respuesta satisfactoria en el

Ministerio de Estado. Por su parte los propósitos franceses se vieron claramente dificultados por la

persistencia de actos de bandidismo en las cercanías de Tánger, donde debía comenzar su itinerario

la misión gala. De ahí han surgido los comentarios historiográficos que tienden a considerar una

cierta intervención del Majzén al permitir esta situación, por ser obstruccionista y frenar las

apetencias europeas en general y francesas en particular sobre el Sultanato, hasta tal punto que se

ha llegado a dudar de si el jerife Raisuni desarrollaba esta política de bandidaje de motu propio o

disponía al respecto de instrucciones concretas del Majzén. Carlos Tessainer ha señalado que es

muy posible que en su época de bandido fuese utilizado por el gobierno central sin él saberlo.2649

Otra muestra de las crecientes injerencias francesas –repitiéndose de forma reiterada en la

zona de influencia española– se produjo a finales de octubre. La reiteración de este tipo de

incidentes demostraba la voluntad inequívoca de Francia de ganar posiciones en el Sultanato, al

margen de los acuerdos llegados por la diplomacia. Con motivo de unos incidentes en la costa

2647
Despacho no. 51 del consulado de España en Casablanca dirigido al Ministerio de Estado. 26 de Septiembre de
1904. A.M.A.E. Archivo Histórica. Correspondencia. Consulados. Casablanca. Legajo H- 1862: 1868- 1930.
2648
Carta particular de Emile (Emilio) Alberti dirigida a Rodríguez San Pedro. 27 de Julio de 1904. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 163 / Ex. 2.
2649
Cfr. Tessainer y Tomasich: “Los últimos años de la independencia marroquí: El- Raisuni, gobernador de Tánger y
El- Fahs (1904- 1906) “, en AWRAQ, vol XIV ( 1993 ), pág. 113.

1473
noroeste originados por la rebeldía de los cabileños próximos a Larache, el gobierno republicano

envió inmediatamente al crucero Linois que asumió la tarea de restablecer el orden en el territorio.

Su oficialidad tenía instrucciones de inmiscuirse en las tareas de la administración local

recomendando al Bajá que arreglara sus diferencias con las cabilas. 2650 El empuje francés era de tal

magnitud tanto en lo tocante a la presión militar como a la penetración económica que amenazaba

con desalojar a los españoles de su propia esfera de influencia. A pesar de que los incidentes de

Larache habían causado heridos y un muerto entre los miembros de la colonia española de la

ciudad, Cólogan desaconsejó al gobierno Maura el envío de un buque de guerra a la costa atlántica

por no encontrar motivos relevantes que aconsejaran la asunción de tales medidas.

El 31 de agosto el Ministerio de Estado recibía una comunicación telegráfica del

Comandante General de Melilla señalando que el Rogui había retirado la aduana instalada por su

administración en octubre de 1903 en Puntilla frente al Peñón de Vélez de Gomera y declarando el

establecimiento del libre comercio de los rifeños con la plaza. El 13 de noviembre los roguistas

retiraban a su vez la guardia fronteriza que tenían dispuesta frente a la posición española. En el

Ministerio de Estado se procedió a redactar un informe que estuvo terminado el 16 de noviembre

destacando los aspectos positivos de tal medida; venía a favorecer las disposiciones establecidas

por una Real Orden de 30 de diciembre de 1903 que reiteraba a las autoridades militares del Peñón,

Alhucemas y Melilla mientras persistiese la insurrección en el Rif y la ausencia de la autoridad

imperial en la zona, la necesidad de intensificar las actividades comerciales con las cabilas vecinas,

prescindiendo de las reglamentaciones arancelarias referidas a relaciones mercantiles que se

contemplaban en los tratados hispanomarroquíes, ya que se esperaba que cuando arraigaran las

relaciones económicas con las tribus , éste sería un método idóneo para la infiltración política en la

región.2651

2650
Telegrama de Cólogan a San Pedro. 29 de Octubre de 1904. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja
163 / Ex. 2.
2651 Informe del Ministerio de Estado de 16 de Noviembre del Ministerio de Estado sobre la supresión de la Aduana
de los insurrectos frente al Peñón de Vélez. A.G.A. África. Sección Histórica (Marruecos). Caja 84 / Ex. 2. “El libre
comercio -señalaba Ojeda al Ministro de Estado en un despacho de 25 de Noviembre– debe ser sostenido con tesón, y

1474
14.16. La necesaria apelación del gobierno Maura a la ayuda británica.

El gabinete Maura para cerrar el arreglo del tema marroquí había perfilado un ajuste de su

política exterior a dos bandas simultáneamente llevado a cabo con el Reino Unido y Francia. Lord

Lansdowne en julio de 1903 y en el marco de las conversaciones celebradas con Francia había

declarado que una de las bases esenciales en la cuestión marroquí era la participación de España en

el futuro del Sultanato. El gobierno de Francia, paralelamente había hecho una declaración

reconociendo asimismo que España debía participar en lo que se decidiese respecto al Imperio

alauí. El gobierno conservador español entendía por lo tanto que el ajuste que pusiese a España en

las órbitas de Londres y París, debía realizarse en el marco de una serie de conversaciones “inter-

pares“, que reuniese en la misma mesa a los tres países. La decepción fue mayúscula al encontrarse

ante un acuerdo convenido entre dos de las tres potencias interesadas en el Sultanato, realizado a

espaldas de España. Lansdowne, aún deshaciéndose en excusas hacia el gobierno maurista, se

mostró inflexible con el procedimiento seguido. El gobierno maurista tuvo entonces que capear

una situación, en la que la diplomacia española estaba mediatizada; la resolución de la cuestión

marroquí estaba en gran medida prejuzgada, sin que se le hubiera permitido participar en las

negociaciones. Francia por el contrario, salía reforzada, con una posición privilegiada en Marruecos

tras la declaración del 8 de abril y gozando de la posibilidad de conseguir nuevos empréstitos en el

Sultanato, que hipotecarían la renta de las aduanas marroquíes. Además quedaba abierta la puerta a

una intervención francesa para reformar la administración del Imperio y el ejército, construir

caminos e instalar telégrafos, pasando a controlar con todo ello la columna vertebral del Sultanato.

Todas las demás naciones europeas quedarían supeditadas a una nueva situación: subsistiría en

Marruecos un gobierno autóctono teóricamente independiente, pero en la práctica estaría

una vez arraigado en las kabilas próximas el hábito de realizar sus productos y surtirse en nuestros peñones, ellos
podrán llegar a ser sus mejores defensores y nuestros colaboradores por propio interés, que es el eficaz y valedero“.
Cfr. Cólogan al Ministro de Estado. Despacho no. 359. 25 de noviembre de 1904. A.G.A. África. Sección Histórica
(Marruecos). Caja 84 / Ex. 2.

1475
supeditado a las autoridades francesas, que le iban a imponer su “protección“. Las amargas quejas

del gobierno Maura al Foreign Office se centraron en el hecho de que España desde finales del

decenio de los 80 y a lo largo del de los 90 del siglo XIX había dado muestras de conservar el

‘statu quo‘ marroquí, postura que le había llevado a coincidir con el Reino Unido. Ahora sin

embargo el ‘statu quo’ saltaba por los aires, al imponerse el dominio político de la República, que

pasaría a controlar las finanzas de su nuevo “protegido“.2652 ¿Qué pretendía ahora Maura del

Foreign Office?. La respuesta era precisa: que Inglaterra no dejase sola a Francia en su política de

penetración pacífica en el Sultanato. España poseía una serie de puntos a lo largo de la costa

marroquí (Chafarinas, Melilla, Alhucemas, etc) que le otorgaban el mismo derecho que a Francia,

que alegaba su vecindad en Argelia con Marruecos para participar en la política de penetración

pacífica. Por lo tanto, el Embajador en Londres, Mandas solicitó apoyo británico para que empresas

españolas pudiesen construir comunicaciones terrestres entre estos puntos y para que se permitiese

una irradiación económica desde ellos hacia el interior del imperio. La respuesta británica fue

tajante: ningún apoyo a España. Inglaterra no hacía cuestión de los propósitos civilistas hispanos.

Pero España debía entenderse únicamente con Francia. Tampoco lord Lansdowne estaba dispuesto

a entrometerse en el tema de la delimitación territorial de esferas de influencia entre Madrid y

París.2653 El titular del Foreign Office no iba a intervenir en el arreglo bilateral hispano-francés

2652
“En vano se querrá llamar ‘statu quo’ a la situación que se va a crear; por lo menos será un ‘statu quo’ bien distinto
del que la Europa ha conocido hasta ahora en Marruecos“, se quejaba amargamente el Embajador de España en
Londres ante el titular del Foreign Office. Marruecos iba a ser coto exclusivo y campo privativo y monopolístico de la
influencia francesa. Lansdowne argumentó, por el contrario, que la base de la declaración de abril era conservar el
Imperio marroquí: que el empréstito británico al Reino Unido al Sultanato finalmente no se iba a otorgar porque los
banqueros de la City se negaban a efectuarlo, sin una garantía expresa del gobierno británico. Echó en cara a los
financieros españoles, que sí habían intervenido en un primer empréstito, su ineficiencia para intervenir en uno nuevo.
El titular del Foreign Office recalcó cómo los banqueros franceses sí se habían decidido a prestar dinero a Abd al- Aziz
sin garantía especial del gobierno republicano. Habían sido los únicos financieros europeos que se prestaban a ello.
Descartó la posibilidad de la ruptura del ‘statu quo’, alegando que el dinero del crédito iba a dar vida y oxígeno al
Imperio alauí. Además, Inglaterra no podía asumir la tarea de garantizar la tranquilidad y seguridad del Sultanato,
reformando el ejército regular marroquí y encontraba natural y lógico el asesoramiento galo, que según Lansdowne sólo
buscaba mantener los límites territoriales y la soberanía del Imperio. Francia sólo contribuiría a que cesase la anarquía
y bancarrota presentes en el Sultanato.
2653
Londres no consideraba en absoluto la posibilidad de modificar el acuerdo con París en el caso de que Madrid no
aceptase las ofertas francesas. Por ello el gobierno español (que no lo sabía) se iba a encontrar en una situación de
aislamiento diplomático que le iba a hacer muy complicado negociar desde una posición de comodidad, de fortaleza.
Como prueba del entendimiento franco-británico (a espaldas de España) tenemos unos párrafos del telegrama de 12 de
abril de 1904 enviado por Paul Cambon, embajador francés en Madrid, a su ministro de Asuntos Exteriores: “Mi
colega de Inglaterra, que ha recibido en un envío urgente especial de Londres los documentos que constituyen el

1476
sobre el tema marroquí; dejaba la iniciativa de tratar con Madrid en manos de Francia.2654 Era con

el Quai d´Orsay con quien Maura debía negociar. Y por último recalcó que España ahora no podía

pretender más de lo que se le había reconocido en París en 1902. A los pocos días, el Ministerio de

Estado vislumbraba la intransigencia de las posiciones galas: el gabinete Maura permanecía

receloso ante el silencio del Quai d´Orsay que no le había comunicado aún sus propósitos con

relación a las negociaciones sobre Marruecos. Las sospechas del Ministerio de Estado se centraban

en la idea de que Delcassé iba a restringir notablemente las concesiones de 1902.2655

14.17. Primeras propuestas francesas de reparto de territorios.

El 19 de abril finalmente se reanudaban2656 las conversaciones Delcassé- León y Castillo. 2657

El Ministro francés aducía al respecto que España había dejado transcurrir un tiempo valiosísimo

sin llegar a un acuerdo explícito con Francia y que además el partido colonialista adoptaba

posiciones intransigentes intentando minimizar las concesiones ofertadas a España en Marruecos,

recalcando que los sacrificios impuestos por Gran Bretaña a Francia en Egipto imponían la

necesidad de resarcirse en el Sultanato, reduciendo drásticamente las concesiones al gobierno

acuerdo franco-inglés, ha venido a hablar conmigo y me ha prometido su total colaboración ante el gobierno español
en caso de que tuviéramos que hacer algo en común en Madrid. Me ha leído las cartas particulares que ha recibido
(del gobierno) de Londres, según las cuales no debe estorbar (mi acción) en modo alguno, lo cual le he agradecido. Me
ha expresado el deseo de su gobierno de que Vuestra Excelencia aborde el asunto con España lo antes posible“.
D.D.F., Tomo V, pp. 13-14. Hay que comentar que la Reina Madre María Cristina quedó muy afectada e impresionada
por las noticias de un acuerdo franco-británico a espaldas de España sobre Marruecos. Cambon debió de asegurarle los
deseos franceses de llegar a un acuerdo total con el gobierno maurista en la cuestión marroquí.
2654
Francia estaba obligada asimismo a poner en conocimiento de Inglaterra el resultado de los tratos a los que llegase
con España. Con respecto a la cuestión de Tarfaya (cabo Juby), lord Lansdowne señaló que era una cuestión territorial
separada de la que se originaba en el convenio anglo-francés. Cabía la posibilidad de que España y Reino Unido
tratasen el tema, pero pospuso las conversaciones alegando que necesitaba estudiar antecedentes y documentación.
Duque de Mandas a San Pedro. Despacho no. 47. 12 de Abril de 1904. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada
de España en Londres. Caja 7.024. El 20 de abril Lansdowne volvió a negarse a hablar de Tarfaya. Señaló que el asunto
debía tratarlo España con Francia, englobado en el conjunto del tema marroquí. Telegrama del Duque de Mandas a
Rodríguez San Pedro. 20 de abril de 1904. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja
7.024
2655
Telegrama de San Pedro al Duque de Mandas. 20 de abril de 1904. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores.
Embajada de España en Londres. Caja 7.024.
2656
Francia no quiso, al parecer reanudar las conversaciones hasta el momento posterior a producirse el arreglo de sus
contenciosos coloniales con el Reino Unido.
2657
Telegrama cifrado de León y Castillo a Rodríguez San Pedro. 19 de Abril de 1904; Carta particular de León y
Castillo a Rodríguez San Pedro. 20 de Abril de 1904. A.G.A. África. Sección Política (Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.

1477
Maura. Delcassé proponía una sustanciosa reducción territorial de las zonas de influencia española,

apareciendo por ejemplo dentro de la esfera de influencia francesa la costa enfrentada a las

Chafarinas. “Algún sacrificio concluyó por decirme Delcassé -señalaba León y Castillo– impone a

España la seguridad que le ofrece establecerse en Marruecos con el asentimiento solemne de

Inglaterra “.

Se hablaba en las propuestas francesas de un sustancial recorte en las dos esferas de influencia

española.2658 En la situada al norte del Imperio, Francia ofertaba conceder a España un territorio

que comenzaría en la intersección del límite sur de la zona de Melilla con el Mediterráneo (Sebkha

el Dzira), para seguir por la península de Guelaya, luego por la cresta de la vertiente oriental del río

Kert hasta el encuentro de la línea que separa las cuencas de los ríos Inaouen y Sebú de las de los

ríos Kert y Uexga, para llegar al Yebel Muley Buchta y remontar este punto hacia el norte,

manteniéndose a 25 kilómetros al Este del camino de Fez a Alcazárquivir hasta el encuentro con el

río Mutkes, cuyo recorrido se seguiría hasta cinco kilómetros aguas abajo del cruce de ese camino

con el de Uad Sucus. De allí el límite de la zona española iría directamente al Atlántico a través de

la laguna Ez Zerga. En cuanto a la esfera de influencia sur, el límite sería el paralelo 26º hasta el

meridiano 11º de longitud Oeste de París, remontándolo hasta el río Draa y hasta llegar al

meridiano 10º de París; subiría el meridiano 10º hasta la línea de altura entre el Uad Draa y el Uad

Sus, para luego continuar entre el Uad Messa y el Uad Nun hasta el meridiano 12º Oeste de París y

la fuente más próxima al Uad Galón por el que se continuaba hasta el Atlántico.2659 Esto suponía

también un recorte considerable de lo reconocido en 1902 en la esfera meridional. León y Castillo,

decepcionado, apeló al mismo presidente de la República, Loubet para que éste consiguiera del

2658
El texto del artículo tercero (secreto) del convenio franco-británico sobre Egipto y Marruecos establecía las bases
convenidas entre ambos países del margen territorial que se podía dar a España: “une certaine quantité de territoire
adjacente à Melilla, Ceuta et autres presides doit, le jour oû le Sultan cesserait d´exercer sur elle son autorité, tomber
dans la sphère d´influence espagnole. L´administration de la côte depuis Melilla jusqu´aux hauteurs qui dominent la
rive droite du Sebou exclusivement sera ainsi confiée à l´Espagne« .
2659
Telegramas de Delcassé a Paul Cambon, embajador de Francia en Londres. 20 de abril de 1904. D.D.F. Tomo V,
pág. 44. Paul Cambon visitó a Lansdowne el 20 de abril e informó someramente al titular del Foreign Office de las
líneas principales de las proposiciones galas a España .Lord Lansdowne replicaría señalando que había comunicado al
embajador de España en Londres, Duque de Mandas el contenido de los artículos del acuerdo francobritánico relativos
a España, pero que no le había hecho referencia a los artículos secretos. Despacho no. 125 (secreto) de Paul Cambon,
Embajador de Francia en Londres a Delcassé. 21 de abril de 1904. D.D.F., Vol. V, pp. 54-55.

1478
Quai d´Orsay una rebaja en sus pretensiones. Solicitó del jefe de Estado su intervención para evitar

el surgimiento de discrepancias francoespañolas en torno a Marruecos. Al mismo tiempo, el

diplomático canario se entrevistó con sir Edmund Monson, Embajador del Reino Unido en París,

exhortándole a que el Foreign Office presionara a favor de las pretensiones españolas, y solicitando

por consiguiente que el Reino Unido intentase que Francia aceptara el marco de distribución

territorial en esferas, tal como quedó pactado en noviembre de 1902.2660

La respuesta del gabinete Maura fue inmediata y marcó el inicio de lo que sería una

característica básica de la actuación diplomática española hasta el mes de octubre: el Ministro de

Estado, San Pedro encargó inmediatamente a León y Castillo que puntualizase con Delcassé lo que

Francia en virtud de su compromiso con el Reino Unido estaba dispuesto a conceder a España y al

Embajador en Londres, Mandas2661 le remitió ordenes para lograr que lord Lansdowne y el Reino

Unido fuesen los valedores de los derechos españoles frente a Francia. 2662

2660
“Inglaterra – añadió el Marqués de Muni a Monson – está moralmente obligada a ello, puesto que las dificultades
con que tropieza España en estos momentos, están producidas por su insistencia por contar con la Gran Bretaña antes
de cerrar sus tratos con Francia “. Despacho no. 141 de 24 de abril de 1904 de León y Castillo a Rodríguez San Pedro.
A.F.M. Legajo 360 2 / 6. Delcassé ordenó de manera inmediata a Paul Cambon que se entrevistase con lord Lansdowne
para que éste no apoyara al gobierno maurista. Esta conversación no fue conocida por el gabinete español. Delcassé
transmitió al titular del Foreign Office la idea de que León y Castillo había prometido a su gobierno unos resultados de
las conversaciones de París absolutamente desproporcionados con la situación de España en el Sultanato, donde la
acción hispana “no se ejercía ni a un kilómetro de sus presidios“. Delcassé acusó al diplomático canario de querer
presentar a Londres, bajo un prisma absolutamente falso, las concesiones francesas. Paul Cambon transmitió a
Lansdowne el mensaje de que Francia había ensanchado considerablemente al norte del Imperio, la esfera prevista para
España en el artículo secreto tercero de la convención francoinglesa, y que el Quai d´Orsay reconocía al Sur del
Imperio una esfera importante para España, de la cual no se había hablado en las conversaciones con Inglaterra.
Telegramas de Delcassé a Paul Cambon. 22 de abril de 1904. D.D.F., Tomo V, pág. 57.
2661
Se sondearon los ánimos en Berlín con el fin de averiguar la reacción del Parlamento del II Reich ante la firma del
convenio franco-británico, por si se comprobaba la actitud desinteresada germánica hacia el Sultanato antes apuntada
El Canciller alemán, Von Bülow declararía en el Reichstag que no entendía que dicho acuerdo tuviese intenciones
ocultas contra ninguna otra potencia europea. Asimismo recalcó que los intereses fundamentales del II Reich en
Marruecos eran económicos y comerciales, sólo deseaban por lo tanto que el orden y la tranquilidad reinasen en el
Sultanato. Despacho no. 76 del Embajador de España en Berlín, Angel Ruata al Ministro de Estado, San Pedro. 13 de
abril de 1904. A.G.A. Marruecos (Fondo político). Caja 44 / Ex. 4. Sin embargo no toda la prensa germana estaba
conforme con la manera de apreciar la cuestión del Canciller. Por ello algunos periódicos atacaban a Von Bülow por su
pasividad, manifestando que Alemania debería haber iniciado una política de anexión de territorios en el Sultanato,
apoderándose de dos puertos en la costa atlántica. Estas eran las aspiraciones fundamentales de la Sociedad Geográfica
expuestas por el doctor Iannasch. El National Zeitung, por el contrario se expresaba en sentido diametralmente opuesto
señalando que intervenir en la cuestión marroquí suponía contrariar la política de penetración pacífica de Francia. Esto
constituía una locura peligrosa que podía conducir a Alemania a la guerra. Angel Ruata insistiría en un despacho de 14
de abril en el hecho de que no veía otras ambiciones en el gobierno de Berlín que el mantenimiento de la paz y un
deseo de apartarse sistemáticamente de toda posibilidad de conflicto. Por ello rehuía de participar en cuestiones que
propiciaban en aquellos momentos la tensión internacional: la cuestión de Macedonia, la del Congo Belga o la
suscitada por la guerra ruso-japonesa. . Despacho no. 77 del Embajador de España en Berlín, Angel Ruata al Ministro
de Estado, San Pedro. 14 de abril de 1904. A.G.A. Marruecos (Fondo político). Caja 44 / Ex. 4. Alemania había
ajustado con Marruecos un tratado comercial el 1 de Junio de 1890. Este tratado concedía a Alemania el trato de

1479
Además, a pesar de lo que han señalado algunas investigaciones recientes, acerca del papel

de la penetración económica española en Marruecos, tal y como lo entiende el gabinete Maura, hay

que reconsiderar algunos extremos. Javier Tusell y Genoveva G. Queipo de Llano dan a entender

que Maura manifestaba en algunos textos privados una clara prevención ante una actuación

económica española de envergadura en la zona. 2663 Postulamos la tesis de que el interés primordial

de Maura era construir en las costas de Marruecos un colchón estratégico que garantizase la

seguridad militar de Canarias y de la Península. Sin embargo, la prioridad defensiva que tenía la

consecución de un imperio en Marruecos no era óbice para que se desdeñase la posibilidad de

explotar económicamente el territorio; este es un punto que los historiadores no han valorado lo

suficiente y que se encuentra detallado en un despacho reservado remitido por San Pedro a León y

Castillo el 30 de abril:2664

“( ...) Tanto el Señor Presidente, como yo, creemos que después de la declaración
anglo-francesa, y de haberse desinteresado Inglaterra en el porvenir de Marruecos, no
pueden limitarse ya nuestros tratos con Francia a una mera fijación de zonas de influencia;
sino que teniendo España muchos intereses comerciales y monetarios en todo el imperio del
Moghreb, así como servicios y representaciones que no es posible dejar olvidados, habrá
necesidad de convenir algunas estipulaciones sobre ellos a fin de evitar el perjuicio de los
mismos y ulteriores dificultades“.2665

‘nación más favorecida‘. En él, Marruecos se comprometía a no elevar los derechos arancelarios que gravaban la
importación al Sultanato de mercancías alemanas más allá del 10 % ad valorem. El acuerdo no contenía fecha de
finalización. Si se mantenía la ficción de un Marruecos independiente, Alemania podía conservar el derecho al trato de
‘nación más favorecida’ comercialmente. Pero si el Imperio jerifiano era anexionado por Francia, solamente la
República francesa e Inglaterra se reservarían la igualdad de trato comercial en el territorio marroquí, perdiendo este
derecho el II Reich. En el Quai d´Orsay se temía que el canciller Von Bülow reforzaría las pretensiones hispanas en el
Sultanato. Telegrama de Delcassé a Saint-René Taillandier. 18 de abril de 1904. D.D.F. Tomo V, pp. 37-38.
2662
Telegrama de San Pedro cifrado al Duque de Mandas. 9 de abril de 1904. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores.
Embajada en Londres. Caja 7.024.
2663
Tusell, J y G. Queipo de Llano, G.: Alfonso XIII. El rey polémico, Madrid, Editorial Taurus, 2001, pág. 147.
2664
Despacho reservado no. 161. 30 de Abril de 1904. Rodríguez San Pedro a León y Castillo. A.G.A. Fondo de
Asuntos exteriores. Embajada de España en París. Caja 5.846.
2665
Despacho reservado no. 161. 30 de Abril de 1904. Rodríguez San Pedro a León y Castillo. A.G.A. Fondo de
Asuntos exteriores. Embajada de España en París. Caja 5.846. El 22 de Abril el Ministro de Estado San Pedro se
entrevistaba con Jules Cambon, embajador de Francia en Madrid, mostrándole su disgusto por la parquedad de las
ofertas galas en Marruecos. San Pedro solicitó una compensación territorial por la renuncia a la ciudad de Fez: acceso
al valle del río Sus y en el norte, ampliación de la esfera de influencia española hasta el Sebú y hasta el Muluya. Al
mismo tiempo rogó que Francia no vetara la exportación de capitales y manufacturas españolas al Sultanato, y que
permitiera la circulación de la peseta por el Imperio jerifiano. Cambon juzgaba que el gabinete español estaba muy
preocupado por la imagen que daría sobre sus negociaciones con París, ante las Cortes y la prensa. Jules Cambon ya
había advertido la proliferación de algunos artículos bastantes hostiles a la causa francesa. La Época, el periódico
conservador portavoz oficioso del gobierno, trataba de calmar los espíritus. Algunos políticos restauracionistas como el

1480
Con todo, la prioridad absoluta para la diplomacia española en las negociaciones abiertas con

Francia era evitar la contracción introducida por Delcassé en la parte Este de la zona de influencia

española al norte del Sultanato, es decir en la parte de costa mediterránea comprendida entre

Melilla y la frontera con Argelia. Esto equivalía a aniquilar toda posibilidad de expansión

económica hispana hacia el interior de Marruecos desde Melilla y Chafarinas, ya que el valle del

Muluya quedaba yugulado de la esfera territorial convenida en 1902.

El Ministro de Estado, San Pedro entendió erróneamente por las respuestas de Mandas que

Inglaterra iba a secundar con eficacia a España, prestándole su apoyo.2666San Pedro se mostraba

dispuesto a propiciar una penetración económica española en el Sultanato semejante a la francesa, y

a lograr un control estratégico tanto de la costa marroquí sobre el estrecho de Gibraltar como de la

costa atlántica próxima a Río de Oro. Creyó asimismo que las aspiraciones españolas debían contar

con el respaldo y simpatía de todas las naciones europeas con intereses comerciales en Marruecos.

Había que dejar claro ante ellas que en las zonas donde se reconociese la influencia española y en

las que España ejercería su penetración pacífica, se mantendría el principio de puerta abierta para el

comercio europeo, de modo permanente. No contento sólo con el ‘ supuesto’ apoyo británico en las

negociaciones con Francia, encargó al Embajador en Berlín, Angel Ruata que sondease al canciller

Von Bülow2667 para detectar si éste se mostraba dispuesto a prestar su apoyo a España en la

negociación abierta con Francia2668 y relativa a la extensión de la esfera de acción española en

Marruecos.2669

conde de Romanones habían propuesto abrir una campaña de ‘meetings’, manifestaciones y conferencias a fin de
defender la influencia hispana en Marruecos. Se estaba forjando la leyenda de que Francia expoliaba a España en
Marruecos.
2666
Telegrama cifrado sin fechar (correspondiente a los días 14-19 de abril) remitido por el Ministro de Estado, San
Pedro, a Antonio Maura. A.G.A. África. Sección política (Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.
2667
Al mismo tiempo San Pedro rogó encarecidamente a Ruata para que desde su puesto en Berlín siguiese
atentamente el curso de las negociaciones de aproximación diplomática entre Italia y Francia en todo lo tocante a las
cuestiones africanas. Carta particular sin numerar de F.R. San Pedro a Angel Ruata. 4 de mayo de 1904.A .G.A. África.
Sección política (Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.
2668
Por encargo del Marqués de Aguilar de Campoo, Angel Ruata ya había sondeado en 1900 las intenciones del
gobierno imperial alemán acerca de la pretensión del gobierno conservador español de entenderse con Marruecos, para
que a cambio de la cesión al Sultán de los derechos reconocidos a España en Santa Cruz de Mar Pequeña, una vez
fijada su situación en Ifni, se permitiera el establecimiento de una pesquería en la costa de Tarfaya, próxima a Cabo
Bojador. Carta particular no. 13 del Embajador de España en Berlín, Angel Ruata dirigida al Ministro de Estado,
Faustino R. San Pedro, 23 de abril de 1904. A.G.A. Marruecos (Fondo político). Caja 44 /Ex. 4. Con motivo de las

1481
Escuetamente el gobierno imperial alemán se limitó a expresar el 27 de abril su inclinación

por las pretensiones españolas, pero ello no se traduciría en ningún apoyo concreto ni en ninguna

presión ejercida de manera efectiva sobre el gobierno republicano francés.2670 Podemos concluir

pues que el interés de Maura en crear un colchón estratégico en el Sultanato le llevó a propiciar

que la acción diplomática de León y Castillo en París tuviese todos los elementos de cooperación

asequibles para la diplomacia española.

Las negociaciones francoespañolas por otra parte no se desarrollaban, a juicio de los

diplomáticos hispanos, con la franqueza y confianza que cabía esperar de la República francesa:

León y Castillo aconsejaba a San Pedro que las comunicaciones más trascendentales que el

gabinete Maura hubiera de remitir a la Embajada en París no se hicieran por correo, fácilmente

interceptable por los servicios de inteligencia galos, ni por telegramas cifrados. Los despachos y

cartas más reservados debían circular desde París a Madrid y viceversa, siendo trasladados por

personas de confianza.2671 Recibida la comunicación del Embajador León y Castillo la propuesta

francesa había caído en Madrid como un jarro de agua fría puesto que al sustancial recorte dado a

las zonas de influencia española había que unir la pretensión francesa de alterar la frontera argelina

en la costa mediterránea llevándola hasta las proximidades de Melilla. El gobierno español no

estaba dispuesto a contemplar una modificación del límite fronterizo oriental de su esfera de

influencia en el norte del Sultanato que no incluyese las orillas del Muluya. De ceder esta zona,

quedarían yuguladas las posibilidades económicas de Melilla y de la burguesía española a la hora

de realizar una penetración mercantil hacia el interior del Sultanato, quedando aisladas y sin

conversaciones celebradas en Vigo entre el rey Alfonso XIII y el Kaiser Guillermo II se había abordado por parte de los
dos soberanos la cuestión de Marruecos, manifestando el Emperador alemán que sus únicos intereses en el Sultanato se
cifraban en el mantenimiento de la libertad e igualdad comercial para todas las potencias concurrentes al mercado
marroquí.
2669
R.O. no. 75 del Ministerio de Estado de 19 de abril de 1904 dirigida al Embajador en Berlín, Angel Ruata. A.G.A.
África. Sección política (Marruecos). Caja 44 / Ex. 4. Ruata escribiría el 27 de abril a San Pedro señalándole que el
Emperador y el gobierno alemán simpatizaban con la causa española y deseaban que se reconociera a España la mayor
influencia posible en el Sultanato. Carta particular no. 14 de Angel Ruata, Embajador de España en Berlín dirigida al
Ministro de Estado, Faustino Rodríguez San Pedro. 27 de abril de 1904. A.G.A. África. Sección política (Marruecos).
Caja 44 / Ex. 4
2670
Despacho 88 reservado de Angel Ruata a Rodríguez San Pedro. 27 de abril de 1904. . A.G.A. África. Sección
política (Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.
2671
Despacho particular del Subsecretario de Estado, A. De Castro y Casaleiz dirigido al Ministro de Estado, Faustino
Rodríguez san Pedro. 12 de Mayo de 1904. A.G.A. África. Sección Política (Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.

1482
ninguna validez las islas Chafarinas; por otra parte se entendía que las zonas circunscritas a la

actuación española eran las más dificultosas para una penetración colonial. El fenómeno

imperialista de la época se tocaba con ropajes vistosos y afirmaciones grandilocuentes tales como

que el deber de los pueblos conquistadores, es decir avanzados era extender la civilización entre los

supuestamente más atrasados: potenciar el comercio, las actividades económicas, proporcionar a las

tribus los medios y conocimientos necesarios técnicos o legales para hacer posible su incorporación

al conjunto de los países modernos, regidos por Estados de Derecho donde los individuos tuvieran

la garantía de su libertad y las posibilidades de desarrollar sus capacidades en los más diversos

campos. Todo este lenguaje empleado por el gabinete Maura evidenciaba los intereses del estadista

por propiciar una penetración civilista en el Imperio, que excluyese las acciones armadas. Maura

entendía que en Marruecos España debía adoptar una actitud no militarista, es decir una actitud

económica expansiva y consecuentemente orientada a construir ferrocarriles, canales, a explotar

los recursos minerales, a crear carreteras, puertos y puentes y a conceder empréstitos al Sultanato,

y deseaba que los capitalistas españoles pudiesen concurrir en condiciones de igualdad de

oportunidades con los franceses2672 en todo el territorio imperial. También el gobierno español

aspiraba a que la peseta no fuera excluida por el franco del Imperio.

Sin embargo no se avenía bien esta ‘obligación’ civilizadora de los países imperialistas y el

plan maurista de penetración económica con la realidad de que a España le quedaban asignadas las

tribus más belicosas y más difícilmente reductibles del Sultanato y unos territorios de limitada

extensión que generarían muchos gastos militares y por contra una carencia de beneficios al menos

2672
Delcassé había cambiado de pensamiento y rechazaba la posibilidad de que España prestase capitales al Sultán. El
28 de abril comunicaba a Saint-René Taillandier que el gobierno maurista estudiaba un plan para ofertar al gobierno
marroquí cinco millones de pesetas. Con ello, España podría pasar a controlar las aduanas y la administración
marroquí. Delcassé expresaría su interés de frustrar este proyecto, señalando al Paribás que debía, para ello, realizar
duras exigencias a los banqueros españoles. Telegrama de Delcassé a Saint- René Taillandier. 28 de abril de 1904.
D.D.F.Tomo V, pág. 81. El Embajador francés en Madrid había avisado que San Pedro, muy preocupado por las
acusaciones de negligencia en la cuestión marroquí que realizaba el partido liberal, veía en esta operación financiera
una forma de justificarse ante las Cortes. San Pedro comentaría a Jules Cambon, Embajador galo en Madrid que si se
establecía un protectorado velado sobre Marruecos, a España debía reservarse tener una parte en el ejercicio de tal
protección. San Pedro deseaba significativamente que en el reparto del Sultanato en dos esferas de influencias, las dos
zonas debían ser equitativas territorialmente. Despacho no. 87 confidencial de Jules Cambon, Embajador de Francia en
Madrid a Delcassé. 30 de abril de 1904, pp. 88-90.

1483
a corto plazo. Por ello San Pedro rechazó las bases de reparto del Imperio contempladas por el

Quai d´Orsay en una entrevista que mantuvo con el Embajador de la República en Madrid, Jules

Cambon.2673 Además remitió instrucciones al Marqués del Muni señalando que la nueva

negociación la entendía el gobierno Maura en aras a obtener ampliaciones territoriales o de

derechos, sin renunciar a las esferas ya acordadas para España en el norte y sur del Sultanato; por lo

tanto no tenía sentido seguir discutiendo sobre la posibilidad de nuevas renuncias territoriales.2674

Además Maura y San Pedro convinieron en que manteniendo España intereses comerciales (era el

cuarto país europeo en importancia en cuanto al volumen del intercambio de mercancías con el

Sultanato) y monetarios de cierta entidad en Marruecos, las conversaciones de París no podían

limitarse a una mera fijación de las zonas de influencia, sino contemplar también la forma de

respetar aquellos.2675 San Pedro recalcaría a Jules Cambon los deseos del gobierno de Maura de que

capitales españoles interviniesen en la financiación del programa de obras públicas que iba a

emprender Francia en el Sultanato.

Las negociaciones hispano-francesas se reanudaron el 4 de mayo;2676 fecha en la que tras

larga discusión León y Castillo consiguió una ampliación en la esfera norte de influencia española,

aceptando Delcassé que la frontera oriental de la misma fuesen las montañas que dominaban la

orilla izquierda del río Muluya.2677

2673
Carta particular de San Pedro a León y Castillo. 26 de Abril de 1904. A.G.A. África. Sección Política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.
2674
Telegrama de San Pedro a León y Castillo. 21 de Abril de 1904. A.G.A. África. Sección Política (Marruecos).
Caja 44 / Ex. 4.
2675
Carta particular de San Pedro a León y Castillo. 30 de Abril de 1904. A.G.A. África. Sección Política (Marruecos).
Caja 44 / Ex. 4. .
2676
Sin embargo en secreto en Londres se reanudaron las conversaciones franco-británicas sobre Tarfaya y el Sahara
marroquí. Lord Lansdowne había indicado al Embajador P. Cambon que en virtud del tratado concluido en marzo de
1895 entre Reino Unido y el gobierno jerifiano, la costa marroquí entre el río Draa y el cabo Bojador no podía ser
enajenada por el Sultanato sin el permiso del Foreign Office. En estas negociaciones, Inglaterra renunció a su privilegio
(que en el momento de establecerse, en 1895, estaba dirigido contra Francia) sobre el territorio y aceptó que la región
fuese cedida a España. Tras llegar rápidamente al acuerdo con Francia, Lansdowne expresó su deseo, a título personal,
de que Francia cediera a España la línea de costa entre Melilla y el Muluya, permitiendo así un hinterland de expansión
a las islas Chafarinas. Paul Cambon remarcó que las autoridades militares francesas querían reservarse el lado oeste de
la ribera del Muluya, para el caso eventual de tener que construir fortificaciones, pero que era una concesión que podía
efectuar el Quai d´Orsay. Despacho no. 133, secreto.Paul Cambon, Embajador de Francia en Londres a Delcassé.
D.D.F. Tomo V, pp. 92- 95.
2677
Telegrama cifrado de León y Castillo a San Pedro. 4 de Mayo de 1904. A.G.A. África. Sección Política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.

1484
El 8 de mayo San Pedro remitiría nuevas instrucciones al Embajador en París, indicando que

debía seguir discutiendo en torno a la posibilidad de que el Sebú fuese la línea divisoria entre las

dos zonas de influencia en el norte de Marruecos y sólo ceder en último extremo a las pretensiones

francesas. Donde no estaba dispuesto a hacer radicales concesiones el gobierno español era en la

zona sur donde se imponían las consideraciones estratégicas de defensa de las Canarias.

14.18. Las orientaciones estratégicas del colonialismo conservador.

Cabe preguntarse al analizar estas instrucciones el por qué de estos intereses recurrentes en

el partido conservador, empeñado desde Silvela (1900) hasta Maura (1904) en la consecución de un

hinterland africano para el archipiélago canario. Diversos miembros relevantes del partido, desde

Silvela hasta Sánchez de Toca venían teorizando sobre las profundas mutaciones en las relaciones

internacionales y en las nuevas modalidades que éstas venían adoptando desde la década de los

noventa del siglo XIX. En el cambio de siglo se había desarrollado un auténtico sistema

policéntrico mundial que vino a sustituir antiguos equilibrios entre países y potencias

modificándose profundamente las pautas de la política internacional. La media docena de potencias

mundiales que dominaban el planeta al llegar el siglo XX -Reino Unido, Francia, Rusia, Japón,

Estados Unidos y Alemania– operaban en una dinámica intercontinental lo que introdujo cambios

cada vez más notables en las diversas áreas por las que extendieron sus intereses e influencia. Esta

mundialización de las relaciones internacionales modificó de forma estructural las concepciones y

prácticas que habían dominado los instrumentos por los que discurrían las relaciones entre los

países: la diplomacia y el derecho internacional. Difícil sería no admitir que un archipiélago como

el formado por las islas Canarias, cuya posición geoestratégica en el Atlántico le convirtió en un

centro neurálgico de las comunicaciones intercontinentales, vería condicionada su trayectoria en el

cambio de siglo. La confluencia en la zona de los intereses de Gran Bretaña, Alemania y Francia,

unidos a la propia situación interna y externa que caracteriza a la España posterior a la catástrofe

1485
militar de 1898, ofrecen por lo tanto un prisma muy útil para la comprensión de los recelos que se

tenían en Madrid sobre la suerte del archipiélago, y sobre la evolución del proceso imperialista que

no sólo se dirigía a la colonización de áreas nuevas, dejadas al margen de esos procesos en los

siglos anteriores –China, Marruecos- , sino que incluía una importante redistribución de territorios

ligados a antiguas metrópolis. Además durante 1898 había existido asimismo la posibilidad de una

intervención norteamericana, máxime teniendo en cuenta los numerosos atractivos que ofrecía el

archipiélago: Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife vivían una fase de auge urbano

y la economía insular era una economía extrovertida claramente integrada en los circuitos de la

comercialización europea.2678

Los teóricos del partido conservador antes de acceder a las tareas de gobierno habían

analizado otros efectos provocados por los cambios en el panorama de las relaciones

internacionales: los nuevos empujes en el proceso de avance capitalista; las nuevas formas de

concebir el mundo; las nuevas potencias que disputaban zonas de hegemonía a las más

tradicionales; el impulso expansionista y la redistribución de las zonas de anterior colonización; la


2679
preponderancia del papel de los mares y los medios de comunicación naval. Por lo que

respecta a España el 98 había abierto un nuevo rumbo a su papel en el escenario internacional. Se

asumía que las derrotas militares en las colonias ultramarinas y asiáticas provocaron riesgos para la

integridad de sus territorios fuera de la península. A los riesgos militares se le unieron por una

parte, las fórmulas de redistribución territorial que, como señala Jover, se habían convertido en

formas de resolver los contenciosos internacionales y, por otra, la confluencia de los intereses de

otros países tanto en las costas peninsulares como en las extrapeninsulares. Además de los recelos

británicos por la seguridad gibraltareña ante el posible rearme de enclaves españoles próximos al

2678
Cfr. Pérez García, J. M.: «El archipiélago canario entre dos siglos: la frontera sur del Atlántico europeo“ en Los 98
Ibéricos y el mar. Tomo IV: La sociedad y la economía en la península ibérica, pp. 119- 135.
2679
Un lúcido análisis de las relaciones internacionales entre 1895 y 1905 es el que ha efectuado José María Jover en la
Introducción al Tomo XXXVIII, La España de Alfonso XIII. El Estado y la Política (1902- 1931), Vol. 1, dentro de la
Historia de España de Menéndez Pidal, Madrid, Espasa- Calpe, 1996 pp. I – CLXIII.

1486
Peñón, la nueva frontera al sur de Europa aparece sacudida por un cruce de problemas que Jover ha

resumido de la siguiente manera:

“ Al otro lado del Estrecho, donde se abre el Atlántico, la conmoción del statu quo se
debe al encuentro de las tres principales potencias mundiales: los Estados Unidos, en
guerra con España; Alemania, atenta a los posibles logros que pudiera extraer de la crisis;
Gran Bretaña, dispuesta a toda costa a mantener el statu quo en el área, sin chocar con
ninguna de las otras dos potencias, con las que aspira a mantener y aún a mejorar sus
relaciones. Por supuesto que los previsibles perdedores ante el encuentro son las dos
potencias menores secularmente instaladas en el área: Portugal y España. España tiene
dos motivos de temor: el acercamiento (en 1898) de la guerra a la metrópoli y la posible
pérdida de las Canarias.(...) En fin, anotemos el temor de Francia ante la posibilidad de
que las Canarias caigan en manos de los Estados Unidos: mal vecino que puede bloquear
la deseada ruta Orán- Casablanca.” 2680

En esta confluencia de intereses, los archipiélagos atlánticos de Portugal y de España se

verán directamente implicados. 2681


2682
Los movimientos ingleses orientados a la salvaguardia de los enclaves ibéricos (en su

conjunto, tanto lusos como españoles) al norte del Ecuador estuvieron por tanto relacionados con la

situación descrita y pusieron de manifiesto el mencionado grado de importancia de estas áreas

atlánticas en la política internacional. Jover explica con claridad la estrategia británica al plantear

2680
Cfr. Jover Zamora, J. M.: op. cit , pp. LXXXIII- LXXXIV.
2681
Los movimientos alemanes en la costa nor-oeste de África eran objeto de especial atención por parte de Delcassé
en las semanas iniciales de 1904. Ello le llevó a entrevistarse en marzo con el príncipe Radolin, Embajador de
Alemania en París y a sondear a Radowitz, el Embajador del II Reich en Madrid. Difícilmente se podía entender que el
Quai d´Orsay no contemplase con preocupación la entrevista de Vigo entre el Emperador Guillermo II y el joven rey
Alfonso XIII. La preocupación se centraba en la idea de que la monarquía española abandonase una postura de
neutralidad exterior forzada o, si se quiere, de apatía para aproximarse al II Reich. Oficialmente Guillermo II aprobaba
el acuerdo hispano con la República francesa y declaraba en Vigo que el Imperio alemán no deseaba adquisición alguna
desde el punto de vista territorial en Marruecos. Únicamente que se mantuviera la libertad en el Sultanato al comercio
europeo, y que Alemania tuviese acceso a la construcción de ferrocarriles y a la posibilidad de vender manufacturas en
el Imperio. Se descartaba así la idea de una penetración germánica por el valle del Sus. (En 1903 Radowitz, había
manifestado en Madrid la necesidad para el II Reich de poseer un puerto en la costa oeste de Marruecos). La entente
anglo-francesa parecía haber sorprendido a los diplomáticos alemanes, haciéndolos más comedidos. Jules Cambon,
Embajador de Francia en Madrid a Delcassé. Despacho no. 62. 9 de abril de 1904. D.D.F.,Vol. V, pág. 4. Los
diplomáticos franceses se preocuparon por sondear las intenciones de Alfonso XIII y de la Reina madre, María Cristina,
encontrándoles favorables a la idea de un reparto inmediato del Imperio jerifiano. La atracción de España era entendida
como una finalidad estratégica y geopolítica de incuestionable importancia para consolidar el dominio galo en el África
nor-occidental.
2682
Judith M. Brown y Wm. Roger Louis (ed): The Oxford History of the British Empire. Vol. IV: The Twentieth
Century, Oxford / Nueva Yueva York, Oxford University Press, 1999.

1487
las razones de que estos territorios atlánticos se mantuvieran finalmente en su statu quo anterior :

“Pese a la boga de la redistribución y el reparto como práctica internacional, la crisis del 98 se

saldará en la región del Estrecho, tanto en el mar de Alborán, como en la ancha bocana atlántica,

sin alteración alguna del statu quo territorial; y ello por una razón básica: el mantenimiento del

statu quo se identificaba con los intereses de Gran Bretaña, que prefería ver a las Azores y las

Canarias, Ceuta y Melilla y las Baleares en manos de sus actuales soberanos, antes que verlas en

poder de Estados Unidos, de Alemania, o de Francia, todos ellos peligrosos o molestos

competidores en el área. Inglaterra vigiló el no establecimiento de franceses o rusos en las

Baleares o en las plazas de soberanía; Inglaterra excluyó las islas de la región norte del Ecuador

en su acuerdo de agosto de 1898 con Alemania sobre las colonias portuguesas africanas, y no

hubiera consentido jamás que las Azores cambiaran de dueño. Ni las Canarias; en expresión de sir

Thomas Sanderson, subsecretario de Estado en el Foreign Office, la anexión por parte de Estados

Unidos de las Islas Canarias o la adquisición de una estación carbonera en las mismas, eran

posibilidades poco gratas para Gran Bretaña, por cuanto llevarían consigo la presencia de los

americanos en lugares realmente próximos a Europa, realmente próximos al Estrecho“. 2683

En este contexto, los líderes del partido conservador, primero Silvela y luego Maura

percibieron como necesario en el período 1900-1904 abrir un proceso de doble vertiente:

1- La búsqueda de un hinterland atlántico y africano que garantizase la seguridad del

archipiélago canario.

2- El aprovechamiento de este hinterland como vía de expansión económica canaria y en

sentido globalizante española hacia el vecino continente.

Por todo ello, las instrucciones dictadas a León y Castillo insistieron en la circunstancia de

que dicho hinterland fuese lo más amplio posible. El límite norte para la esfera de influencia

meridional en Marruecos propuesto por parte española, era el curso del río Sus. Las aspiraciones

del gobierno conservador, como queda reseñado, iban más allá de los intereses geopolíticos, que

2683
Cfr. Jover Zamora, J. M.: op. cit, pág. LXXXVIII.

1488
venían solapados con los puramente comerciales. A pesar de que el Atlas oponía una infranqueable

barrera a toda penetración por tierra procedente del norte haciéndolo prácticamente inaccesible, el

Sus constituía un rico valle, y su valor venía reforzado por el de su puerta de entrada, Agadir, con

un magnífico fondeadero, susceptible de recibir barcos de cualquier tonelaje, teniendo potencias

como el II Reich puestas sus miras en la región. Maura y San Pedro consideraban que enfrentada la

costa susí a Canarias, debía tener España el monopolio de la influencia en la comarca, penetrando

por la costa y utilizando la corriente de los ríos que vertían en el Atlántico como medio de

infiltración económica hacia el interior. En otro orden de cosas, San Pedro ordenó que los servicios

del Ministerio de Estado preparasen urgentemente un informe en el que se analizaba cuál era el

valor y el alcance real de los intereses económicos, religiosos, sanitarios, culturales y aquellos

ligados a servicios administrativos en Marruecos2684 que España podía esgrimir en la negociación

de París y para los cuales aspiraba a seguir gozando del mismo grado de libertad y prerrogativas

que tenía asegurados en virtud de los tratados hispanomarroquíes vigentes. Por otro lado, el

propósito del gobierno Maura era conseguir una amplia participación para capitales y empresas

españolas en las actividades industriales y comerciales llevadas a cabo en el área de influencia

francesa, sin que en ésta existiesen privilegios proteccionistas que excluyesen la intervención

capitalista hispana.

El gabinete no dejaba de recibir presiones de políticos restauracionistas y hombres de

negocios interesados en la ampliación de los derechos y territorios hispanos en Marruecos. El

liberal M. Villanueva, como otras figuras financieras u hombres de negocios con intereses

comerciales en el Norte de África y con deseos de maximizar sus inversiones, remitía una carta

particular a Maura el 16 de mayo,2685 insistiendo en la necesidad de que se solicitara del Quai

d´Orsay la libertad de circulación de bienes, mercancías, capital y ciudadanos españoles no sólo por

2684
Se esgrimía entre otros derechos el que tenían los españoles para poder viajar, residir y establecerse libremente en
los dominios imperiales, la existencia de centros de los misioneros en Tánger, Tetuán, Casablanca, Mogador, Saffi,
Mazagán, Rabat y Larache, de escuelas religiosas en Tánger, de un hospital y una imprenta en esta misma ciudad y de
un servicio de correos con una oficina central en la capital diplomática marroquí.
2685
Carta particular de M. Villanueva a Antonio Maura sobre las reclamaciones que debían hacerse a Francia al
negociar sobre el Norte de África. A.F.M. Legajo 451 / 2.

1489
el futuro Marruecos francés sino por el resto del África francesa. El senador conde de Guendulain

enviaba, a su vez, una larguísima misiva a Maura desde Ceuta, recogiendo el malestar, la sorpresa y

el disgusto que en círculos políticos y en algunos sectores de la prensa había motivado el acuerdo

colonial franco-británico. A juicio de este político, iba a tener consecuencias negativas en la

historia del Magreb. La penetración pacífica francesa iba a ser rehusada y contestada violentamente

por el pueblo marroquí. Marruecos no era un imperio dócil y accesible a la colonización europea.

Dejándose llevar por los tópicos colonialistas europeos que desconocían la idiosincrasia social del

Marruecos imperial, señalaba que se trataba simplemente de una “agrupación de kabilas de razas

distintas“, de un país “heterogéneo y semi-salvaje sin cohesión“ y sin elementos civilizadores.

Señalaba erróneamente que el Sultán era odiado y permanecía distanciado de sus súbditos, sin

gozar de autoridad sobre los mismos; el Majzén asimismo no tenía prestigio ni tampoco fuerza, y

estaba dominado por la más terrible corrupción. Concluía señalando que en un conjunto de pueblos

de esa naturaleza, fanatizados por la religión, era imposible que calaran los principios de la

civilización. Por ello en cuanto se aplicase el protectorado francés comenzaría una protesta general,

ante la realidad de las injerencias económicas extranjeras para explotar el territorio. Menos cabía a

España iniciar una tarea similar, por encontrarse menos preparada económica y tecnológicamente.

España debía esperar, sin precipitarse, al fracaso de la acción gala, para intentar mejorar su

situación en el Sultanato. Por ello no debía negociar ningún pacto con París que modificase la

integridad territorial de Marruecos. Sugería en cambio una acción de penetración leve desde Ceuta,

defendida asimismo por el gobernador militar de la plaza, Bernal. Para convertirse la ciudad en un

foco económico, el penal de Ceuta debía desaparecer; debían completarse las obras de fortificación

de la plaza; y procurar el asentamiento de obreros en la plaza; reestructurar el cobro de los

impuestos de consumos; suprimir el sistema electoral en la ciudad y dotarle para su administración

de un carácter más militar; permitir el libre comercio de mercancías sin pagar aranceles aduaneros

entre Ceuta y la Península; acordar con el Sultán la construcción de una carretera desde Ceuta a

Tetuán realizada con mano de obra marroquí pero vinculada a empresas españolas (“cobrando

1490
jornales en dicha carretera (...) se convencerían que en vez de explotarlos mejorábamos su

situación, borrando así su idea fija de que la única aspiración del cristiano es explotarlos“) y

conseguir por último el traslado de la aduana marroquí desde Río Martín a las inmediaciones de

Ceuta. Para Melilla defendía la creación de un puerto que mejorara sus condiciones comerciales.

14.19. Conclusión de un acuerdo con Francia sobre el reparto de territorios.

Con las nuevas instrucciones de Madrid, el 11 de mayo León y Castillo reanudó las

conversaciones con Delcassé, fracasando en su intento de ampliar la delimitación territorial de la

zona norte, pero consiguiendo una rectificación en la esfera sur: aunque no consiguió llegar al

límite del río Sus, sí obtuvo del titular del Quai d´Orsay una ampliación territorial hasta el río

Massa. Al mismo tiempo el Embajador envió un telegrama complementario indicando a San Pedro

la necesidad de recabar el apoyo británico para obtener nuevas concesiones de Francia.2686 También

se encargó de transmitir sus deseos a lord Lansdowne a través del embajador británico en París.

Además San Pedro barajó la posibilidad de que se pidiese apoyo a la Monarquía Dual, medida

finalmente descartada por la intervención de León y Castillo por encontrarla contraproducente. Las

noticias telegrafiadas al Temps y a otros periódicos franceses desde Madrid presentaban al gabinete

maurista impaciente por firmar el convenio con Francia, mientras que la prensa era refractaria a

contraer compromisos en Marruecos, restando estos rumores fuerza en sus negociaciones a León y

Castillo y aumentando las dificultades con que tenía que luchar en el proceso negociador. 2687

Por su parte, el gabinete Maura aspiraba a una ampliación del límite territorial en la esfera

norte que alcanzase la orilla derecha del Muluya, y que permitiese la entrada hacia el interior de

2686
Telegrama cifrado de San Pedro a León y Castillo. 12 de Mayo de 1904. A.G.A. África. Sección Política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. 4. Al solicitarse formalmente la intervención del Foreign Office como valedor de España
frente a las pretensiones francesas, el titular de Exteriores británico se limitó a señalar que había abogado ante el Quai
d´Orsay para que la frontera septentrional de la esfera de influencia española al sur del Imperio se desplazase más al
norte, aunque sin llegar al río Sus. Telegrama del Duque de Mandas a San Pedro. 13 de mayo de 1904. A.G.A. Fondo
de Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7.024.
2687
Telegrama cifrado del Embajador León y Castillo a San Pedro. 14 de mayo de 1904. A.G.A. Fondo político de
Marruecos. Caja 44 / Ex. No. 4.

1491
Marruecos de la influencia española a través del valle de este río. Se jugaba con la posibilidad de

una penetración económica en el Sultanato en sentido centrípeto, es decir primero en las costas y

luego hacia el interior. Las desembocaduras de los ríos debían ser los núcleos de donde debía

irradiar la acción de la economía de mercado. Sin embargo, las exigencias francesas suponían que

los valles de los tres grandes ríos pertenecientes a la esfera de influencia española –susceptibles de

ser utilizados como vías naturales de penetración hacia el interior- en el tratado non-nato de 1902

dejaban de estar incluidas en el protectorado hispano: el Muluya, el Sebú y el Sus. 2688


2689
La debilidad de los progresos en las conversaciones con Delcassé llevó a San Pedro a

iniciar una gestión ante Lord Lansdowne, para que éste presionase sobre los franceses y éstos se

mostrasen menos reticentes a las pretensiones españolas de consolidar una zona extensa como
2690
protectorado en Marruecos. A mediados de mayo, empezaron a evidenciarse ciertos progresos

en las negociaciones con Francia, que hicieron concebir al gobierno conservador una cierta

confianza en la posibilidad de contar con el apoyo británico frente a las pretensiones de París. Lord

Landsdowne señaló al Embajador español en Londres, Mandas que por medio de sus presiones,

Francia había reconsiderado los límites en la zona noreste de la esfera de influencia septentrional

española y los fijaba en la ribera izquierda del río Muluya. Asimismo, España no podría gozar del

Sebú como vía de penetración natural hacia el interior del Imperio, pero sí tener acceso al puerto

de Larache que permitiría ejercer esa función. Por otro lado, en la esfera meridional, el Quai

2688
Telegrama cifrado de San Pedro a León y Castillo. 12 de Mayo de 1904. A.G.A. África. Sección Política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.
2689
El Temps y otros periódicos franceses incluían la noticia de que el gobierno Maura estaba impaciente por suscribir
el convenio sobre Marruecos con Francia para esgrimirlo como una victoria en las próximas sesiones de las Cortes.
León y Castillo señalaría a San Pedro que los apresuramientos en la firma juzgaban en contra de los deseos
gubernamentales españoles de conseguir una sensible mejora en las condiciones negociadas. La versión francesa de las
negociaciones en: Telegrama de Delcassé a Jules Cambon, Embajador de Francia en Madrid. 5 de mayo de 1904.
D.D.F. Tomo V, pp. 108-109. La Reina María Cristina también se entrevistaría con el Embajador francés recalcando
sus deseos de que se llegara a un pronto acuerdo sobre los límites fronterizos en el septentrión marroquí. La Embajada
inglesa también presionó levemente a Jules Cambon en este sentido. Telegrama de Jules Cambon a Delcassé. 5 de
mayo de 1904. D.D.F. Tomo V, pág. 110.
2690
Telegrama cifrado de San Pedro a León y Castillo. 12 de Mayo de 1904 A.G.A. África. Sección Política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. 4. Sin embargo los británicos estaban contentos con el acuerdo de abril firmado con Francia:
en lo puramente político por haber asegurado la libertad de navegación en el Estrecho de Gibraltar y en lo económico,
porque lord Lansdowne no quería ver a las tropas inglesas involucradas en las tareas de mantenimiento del orden y la
tranquilidad en Marruecos. Esto lo haría Francia, que además aseguraba el ejercicio de la libre concurrencia económica
de todas las naciones europeas al Sultanato durante un plazo de treinta años.

1492
d´Orsay aceptaba una rectificación en los límites fronterizos de Tarfaya, ampliándolos y

aproximándolos a los contemplados en el primer proyecto, aunque sin llegar al río Sus.2691 Mandas,

con todo, replicó que lo ofertado por Francia era sustancialmente menos que el territorio pactado en

el año 1902. Sin embargo, ni estas quejas ni las posteriores elevadas ante el Subsecretario

permanente del Foreign Office lograron arrancar compromisos mayores de la diplomacia británica.

Otra cosa eran las impresiones de Mandas que estaba falsamente convencido de la posibilidad de

que Lansdowne fuera el valedor, el apoyo de Maura2692 a fin de arrancar mayores concesiones de

Delcassé. 2693
2694
El 17 de mayo el Marqués de Muni venía a confirmar en comunicación telegráfica lo

anunciado por Mandas desde Londres. Tras varias horas de conversación con Delcassé, y a pesar

de la tenaz resistencia de éste, León y Castillo consiguió una leve rectificación de la frontera

oriental de la esfera de influencia española en el septentrión marroquí, alcanzando finalmente el

thalweg del río Muluya hasta la cresta de montañas que dominan el Uad Defla. En la zona sur,

Delcassé se negaba a mover como límite septentrional el thalweg del Tazerualt, un afluente del río

Massa, situado al sur de este y cerca de su desembocadura. Ante la insistencia del Embajador

2691
El 7 de mayo el Ministro de Estado San Pedro se entrevistaba con el embajador francés Jules Cambon y le
expresaba su preocupación por la insuficiencia de las concesiones territoriales hechas a España en lo que respecta al
hinterland defensivo frente a las Canarias y anunció que León y Castillo iba a solicitar una ampliación al Quai d´Orsay.
Telegrama de Jules Cambon a Delcassé. 7 de mayo de 1904. D.D.F. Tomo V, pp. 113-114.
2692
Maura parecía especialmente preocupado por concluir el arreglo con Marruecos antes de la apertura de las Cortes.
Telegrama de Jules Cambon a Delcassé. 7 de mayo de 1904. D.D.F. Tomo V, pág. 118. Por otra parte, en una nueva
entrevista con la Reina María Cristina, Cambon constató las presiones de ésta para que la frontera este de la esfera de
influencia española fuera ampliada hasta el río Muluya. Despacho no. 91 de Jules Cambon a Delcassé. 7 de mayo de
1904. D.D.F. Tomo V, pp. 122- 124.
2693
Telegrama del Duque de Mandas, Embajador de España en Londres al Ministro de Estado, Rodríguez de San
Pedro. 16 de mayo de 1904. A.F.M. Legajo 360 2 /6. Maura, convencido por Mandas de la sinceridad del apoyo
británico escribiría a León y Castillo el 17 de Mayo: “(...) las manifestaciones del Gabinete de Londres no podrían ser
más categóricas en apoyo nuestro, dentro de la medida, que conoce, de nuestras pretensiones con Francia; (...) la
sinceridad y efectividad de las buenas palabras parecen garantizadas (sic) por el interés egoísta y la notoria
conveniencia de Inglaterra, para quien los derechos de España son la más natural y conveniente cortapisa frente a
desmedidas ambiciones de su rival“. Carta particular de A. Maura a León y Castillo. 17 de mayo de 1904. A.F.M.
Legajo 370 / 3.
2694
La prensa gala estaba particularmente activa, por otra parte en la tarea de conocer los designios del gabinete
conservador español en lo tocante a los asuntos marroquíes. Tardieu, cronista de asuntos diplomáticos de Le Temps, y a
su vez joven diplomático ligado ideológicamente a Delcassé y a Waldeck- Rousseau intentó desplazarse a Madrid para
realizar una entrevista con este propósito al jefe del gobierno. Maura se negó a entrevistarse con Tardieu, con tal de
mantener el secretismo de las negociaciones de París. Maura menospreciaba el dar a las relaciones internacionales de
España un sesgo público y democratizante y apostaba por el hermetismo en las relaciones diplomáticas. Así citaba que
de conocerse públicamente sus intenciones expansionistas en Marruecos podían ser obstaculizadas por las tareas de
control del Parlamento o por la crítica de la prensa, citando que “entrarían entonces en acción las cotidianas muestras
de idiotismo político y de inconsciencia antipatriótica“ propias del acontecer político español.

1493
español para conseguir al norte del Imperio llevar la esfera de influencia española hasta el río Sebú,

Delcassé respondió que si España renunciaba al territorio comprendido entre Melilla y el Muluya,

aceptaría dicha rectificación. 2695

Las negociaciones, con todo, amenazaban con llegar a un punto muerto, por la radicalidad e

intransigencia no sólo francesa, sino también española que incluso a finales de mayo se negaba a

claudicar aceptando una drástica reducción en los límites proyectados en el acuerdo de 1902. Así,

San Pedro se quejó de que en la zona sur, la esfera de influencia española en el Imperio no seguía el

curso completo del río Draa, hasta llegar al meridiano 8º. En su lugar, los franceses propugnaban

una nueva frontera que recortaba la proyectada en 1902, pues sólo alcanzaba hasta el meridiano

10º, aduciendo que ya había intereses galos creados en aquellas regiones.2696 La comarca

intermedia entre ambos meridianos era juzgada de considerable interés para España por sus

condiciones naturales. Por ello, León y Castillo no se quedaría conforme sólo con la concesión

planteada por Delcassé de llevar definitivamente el límite este de la esfera española al curso del río

Muluya. El 14 de mayo, el Marqués del Muni entendió que este ensanche era solo una ‘entrada en

materia‘ para seguir discutiendo y reclamó Rabat y el Sus como partes indiscutibles de las esferas

españolas. Ante estas pretensiones, el titular de Exteriores francés creyó necesario interrumpir las

conversaciones. 2697 Todavía el gabinete Maura confiaba en que Lansdowne sostendría eficazmente

2695
Telegrama cifrado de León y Castillo a Rodríguez San Pedro. 17 de Mayo de 1904. A.G.A. Fondo político de
Marruecos. Caja 44 / Ex. No. 4. La documentación francesa no es coincidente: según un despacho que remitió a Jules
Cambon, Delcassé ofertó el 11 de mayo a León y Castillo la fijación de la frontera en las crestas montañosas que
dominaban la orilla izquierda del Muluya, a cambio de una concesión que consistía en fijar, al sur, la frontera en lugar
de en Aglou, en el río Massa. Telegrama de Delcassé a Jules Cambon, 11 de mayo de 1904. D.D.F., Tomo V, pág. 136.
Otra leve rectificación ofertada por Delcassé fue alcanzar como límite sur de la esfera septentrional española, el río
Sebú.El conde Von Bülow aconsejó a España emprender una moratoria en las negociaciones con París, de forma que
Inglaterra acabara por reflexionar y entregar Tánger a los españoles. La Reina madre María Cristina declararía, en una
conversación con el Embajador germánico, Radowitz , mostrarse hostil a toda precipitación en la firma del convenio,
2696
San Pedro se quejó amargamente de que eran excusas, pues estos intereses franceses en la parte oriental de la zona
sur de influencia española ya existían cuando se redactó el proyecto de convenio de 1902, y porque en la parte
comercial del nuevo tratado ya se estaba procurando dar a los intereses económicos toda clase de garantías de libertad
de acceso en las respectivas áreas de influencia. Telegrama de San Pedro a León y Castillo. 19 de mayo de 1904.
A.G.A. Fondo político de Marruecos. Caja 44 / Ex. No. 4. El 12 de mayo, Cambon había telegrafiado de nuevo a
Delcassé que la actuación española en las negociaciones de París estaba muy condicionada por la presión de las Cortes
y de la prensa. Cambon consideraba irrenunciable para España fijar el límite este de la zona de influencia en el mismo
curso del Muluya. Telegrama de Jules Cambon a Delcassé. 14 de mayo de 1904. D.D.F. Tomo V, pág. 146.
2697
Ante la paralización de las negociaciones, Delcassé consideró conveniente prescindir de León y Castillo y ofertar
directamente a San Pedro / Maura la frontera en el thalweg del Muluya hasta la proximidad de la confluencia con el río
Defla. Telegrama de Delcassé a Jules Cambon. 14 de mayo de 1904. D.D.F. Tomo V, pp. 147-148.

1494
las pretensiones españolas, aunque los días siguientes confirmarían la impresión de que el apoyo

inglés no iba a cristalizar.2698

León y Castillo comenzó a quejarse reiteradamente de la escasa intensidad de la acción

británica a favor de España,2699 lo que hacía todavía más difícil la situación diplomática del

gabinete Maura para conseguir los límites reclamados.2700 Los periódicos galos habían iniciado una

campaña contra Delcassé, porque los círculos coloniales deseaban presionar en la negociación con

España. El pretexto para arremeter contra el titular del Quai d´Orsay era el rumor de que Francia

cedía a España la costa comprendida entre Melilla y el Sebú, y Tánger en especial. Dado que el

gobierno español no contaba con el apoyo expreso del británico para hacer frente a las pretensiones

franceses (ahora redobladas por tener la prensa en contra) de minimizar la extensión territorial

concedida a España, el Marqués de Muni consideró oportuno aconsejar a Maura la pronta

aceptación de las propuestas de Delcassé. En este estado de la negociación, el Embajador de

Francia en Madrid solicitó al presidente Maura una entrevista que le fue concedida el 21 de mayo.

La visita de Cambon tenía como único objeto, evitar más demoras en la conclusión de las

2698
Telegrama de Rodríguez San Pedro a León y Castillo. 17 de mayo de 1904. A.G.A. Fondo político de Marruecos.
Caja 44 /Ex. 4. El 16 de mayo San Pedro telegrafiaba al Duque de Mandas requiriendo de nuevo el apoyo británico. En
esta ocasión se buscaba que el Foreign Office presionase sobre Francia para conseguir la mayor extensión posible del
área de influencia española, con el señuelo de que España garantizaría la libertad de comercio y de circulación de
capitales en su zona y Francia no lo iba a hacer. Telegrama de San Pedro a al Duque de Mandas. 17 de mayo de
1904.A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7.024.
2699
Interpelado de nuevo el Duque de Mandas, el 20 de Mayo se entrevistó con el subsecretario permanente del
Foreign Office que escuetamente se limitaba a informar de los contactos habidos entre Lansdowne y el Embajador de
Francia en Londres. Tanto Lansdowne como el subsecretario marcharían de vacaciones a Irlanda a finales de mayo, al
interrumpirse la vida política por la semana de Pentecostés. En tales condiciones el apoyo inmediato de Gran Bretaña a
España no se iba a dar. Telegrama del Duque de Mandas a Rodríguez de San Pedro. 20 de mayo de 1904. A.F.M.
Legajo 360 2 /6. El 28 de mayo Mr. Villiers, subsecretario ayudante del Foreign Office acudía a visitar la Embajada
española, notificando al Duque de Mandas los contactos de su departamento con el Quai d´Orsay. El Embajador en
Londres de la República, Cambon señaló que Francia podía admitir que el límite este de la zona de influencia española
en el norte de Marruecos llegase a la boca del Muluya y remontase el río hasta cierta distancia. A.G.A. Fondo de
Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7.024. El 16 de mayo el Marqués de Lansdowne se quejaba
al Embajador francés en Londres, Paul Cambon de que el Duque de Mandas no cesaba de importunarle respecto a
Marruecos. El titular del Foreign Office (a quien Cambon ya había puesto previamente en guardia contra las
reclamaciones de España) subrayó que no respondía a las peticiones del gobierno Maura y evitaba entrometerse en una
negociación que pertenecía exclusivamente a Delcassé. Por último, Lansdowne preguntó a Cambon si era posible
conceder a los españoles el thalweg del Muluya como punto determinante que forzase el final de las negociaciones.
Cambon respondió que el 16 de mayo, Delcassé había ofertado a León y Castillo la concesión del Muluya y del río
Massa. Despacho no. 146, confidencial de Paul Cambon, Embajador de Francia en Londres a Delcassé. 18 de mayo de
1904. D.D.F. Tomo V, pág. 166.
2700
Telegrama de San Pedro al Duque de Mandas, Embajador de España en Londres. 20 de mayo de 1904.A.F.M.
Legajo 360 2 /6.

1495
conversaciones concernientes al reparto de territorios en Marruecos.2701 En Francia, el partido

colonial daba a conocer un artículo en L´Eclair el 13 de mayo, La négociation espagnole, en el que

se posicionaba radicalmente en contra de una salida española al Atlántico marroquí.

A esas alturas, las presiones de León y Castillo se habían centrado en la reivindicación de un

territorio comprendido hasta la desembocadura del Sebú y una proyección hacia el interior que

llegara, al norte de Wazzan, al Yebel Sarsar. Los límites de la zona española no serían los de la

frontera meridional del Rif; al contrario, se adentrarían considerablemente hacia el sur. León y

Castillo obraba asesorado por el geógrafo Gonzalo de Reparaz, que lo asistía en las

negociaciones.2702 Según Reparaz, este territorio permitiría a España poseer el control total de la

zona del Imperio colindante con el Estrecho de Gibraltar y su retropaís. Además del valor militar,

estaba el económico de la región. Era una zona atlántica fertilísima la que llegaba al Sebú, llena de

huertas por la abundancia de ríos. Además alguna de las vías fluviales era navegable y se podía

llegar hasta Alcazarquivir. Ello facilitaría el amurallamiento estratégico de la zona. Los franceses se

mostraban totalmente opuestos a permitir un hinterland amplio desde el mar para España. El

estratégico territorio de Wazzan, la tierra de los influyentes chorfa aliados de Francia no iba a ser

cedido jamás por el gobierno de la República. Tampoco deseaban ceder Tánger, uno de los puntos

vitales del Marruecos imperial. Reparaz argumentaba a Maura que los intereses económicos

españoles en esta ciudad eran importantes; había una importante colonia obrera. Se podía permutar

a Francia por las Chafarinas, facilitando la introducción de estos en la zona del río Kiss. Según

Reparaz las montañas rifeñas no eran una frontera segura para España, por ello deseaba llevar bien

hacia el sur la frontera de la esfera de influencia española en el septentrión marroquí.2703

Historiográficamente se ha insistido en que los conservadores españoles se habían negado en

diciembre de 1902 a firmar el acuerdo de reparto de Marruecos por el temor a una reacción por

parte de los ingleses y por el temor a que la zona designada como de influencia española fuese

2701
Telegrama de Antonio Maura a Rodríguez San Pedro. 21 de mayo de 1904. A.F.M. Legajo 360 2 /6.
2702
Carta particular de Gonzalo de Reparaz a Antonio Maura. 20 de mayo de 1904. A.F.M. Legajo 360 1 / 4.
2703
Carta particular de Gonzalo de Reparaz a Antonio Maura. 3 de junio de 1904. A.F.M. Legajo 360 1 / 4.

1496
demasiado amplia para los recursos del país. La comprobación de los archivos diplomáticos nos

muestra una imagen, la del gobierno conservador de A. Maura en la primavera de 1904, muy

batallador en la tarea de mantener los límites de la esfera de influencia española lo más próximos a

los del acuerdo de 1902. En fecha 20 de mayo, encontramos todavía a León y Castillo discutiendo

con Delcassé para obtener nuevas concesiones territoriales en el río Draa, aunque esas

negociaciones resultaron infructuosas.2704 Dos días después, León y Castillo volvía a telegrafiar al

Ministerio de Estado informando que una nueva entrevista con el titular de Exteriores francés

había resultado también inútil y que estimaba peligroso insistir de nuevo, ya que el Ministro francés

estaba cada día más asediado por los colonialistas, por la oposición en las Cámaras y por sus

compañeros del Consejo de Ministros que querían reducir las concesiones a España. Una vez que se

recibieron las instrucciones oportunas de Madrid acabó por aceptar, por tanto, las proposiciones de

límites.

Al mismo tiempo, las instrucciones transmitidas a León y Castillo en un despacho reservado

de 24 de mayo, insistían en la necesidad de obtener sustanciosas ventajas comerciales en Marruecos

en el marco de las negociaciones con Francia. En particular se citaba insistentemente la

conveniencia de reforzar el papel de la Compañía Trasatlántica, a cuyo cargo corría la

comunicación marítima entre la península y Tánger, el noroeste de Marruecos, el archipiélago de

Canarias y el golfo de Guinea, además de la creación de un centro mercantil en Tánger, con

sucursales en todos los puertos habilitados al comercio extranjero en Marruecos y en ciudades del

interior, generando así un tráfico bastante activo. La Compañía había establecido una central

eléctrica en Tánger que mantenía en funcionamiento, no obstante lo gravoso económicamente del

proyecto. Además San Pedro ordenó a León y Castillo que hiciese valer los intereses financieros

españoles, plasmados en el empréstito hispano al Sultanato y que sugiriese al Quai d´Orsay que

éste debía permitir (cosa que Delcassé no estaba dispuesto a hacer) que la banca española

2704
Telegrama cifrado de León y Castillo a Rodríguez San Pedro. 20 de mayo de 1904. A.G.A. Fondo político de
Marruecos. Caja 44 / Ex. No. 4.

1497
participase en el nuevo empréstito ofertado a Mawlay Abd al- Aziz por banqueros galos.2705 Esta

concurrencia al acoso financiero del Sultanato consolidaría el acuerdo francoespañol. Se ofertaría la

imagen pública de que España era digna de ser considerada como una nación imperialista, en

condiciones de concurrir eficazmente a la acción colonial, asegurando el orden, la estabilidad y la

seguridad económica que necesitaba el Majzén para su consolidación. Por lo tanto, León y Castillo

debía pugnar por la igualdad de trato económico en el futuro del Imperio y por el régimen abierto

para las empresas o capitales españoles en el momento de concurrir a la creación de infraestructuras

civiles en el Sultanato; debía luchar por conseguir aquellos elementos que pudieran favorecer la

penetración comercial española. León y Castillo debía de pugnar además de manera precisa y

terminante por el principio de que la iniciativa de cualquier empresa en las respectivas zonas de

influencia debía corresponder fundamentalmente a la nación tutora de dicho territorio, permitiendo,

eso sí, la libre admisión de personas y capitales de la otra esfera. Era una forma de asegurar que de

entrada, las empresas francesas no desplazaran a las españolas en el área de protectorado de

España. La peseta debía seguir siendo asimismo moneda de curso legal por todo el Imperio.2706

A finales de mayo se cerraba, por consiguiente, el apartado de las negociaciones

correspondiente a la delimitación territorial de las respectivas zonas de influencia, al aceptar

Francia en la zona norte que el límite oriental español estuviese establecido en la ribera del Muluya

2705
Poco a poco se revelaría la dificultad de que los banqueros españoles participasen en él. La Legación francesa
preocupada porque el empréstito galo se firmase cuanto antes y a fin de ayudar a la Paribás remitió a Fez al
diplomático conde de Saint-Aulaire. D.D.F., Vol. V, Telegrama de Saint-René Taillandier a Delcassé. 12 de abril de
1904, pp. 14-15. Por otra parte, otro competidor se presentó en Tánger. Brun, director general de la Compagnie
marocaine (antigua sociedad de los establecimientos Gautsch) llegaría a la ciudad, señalando que su compañía,
sostenida por un grupo financiero, quería entrar en conversaciones con el Majzén para la firma de un contrato de
empréstito. Quería disputar al sindicato representado por el Paribás la preferencia que éste deseaba para la obtención
del contrato de infraestructuras y obras públicas. Saint- René Taillandier intentaría disuadir a Brun., señalando que ya
se había firmado un acuerdo el 18 de abril entre Delcassé y el Paribás. Sin embargo, las dificultades para el empréstito
francés se vieron pronto allanadas: a ) los banqueros españoles rechazaron la posibilidad de entrar en combinación con
los galos para un empréstito al Sultán , posibilidad que les sugería el gobierno maurista; b) después de haber recibido
un telegrama de Saint- René Taillandier, Georges Louis, director de Asuntos Políticos del Quai d´ Orsay se entrevistó
con representantes del Paribás y con los de la “ Compagnie marocaine” para que los sondeos efectuados por Brun
fuesen suspendidos. Telegrama de Saint-René Taillandier a Delcassé. 2 de mayo de 1904. D.D.F. Tomo V, pp. 95-96.
El 16 de Mayo el Paribás llegaba a un acuerdo con la Compagnie Marocaine por el cual esta última retiró su proyecto
de empréstito al Sultán, a cambio de una participación de medio millón de francos en el empréstito del Paribás.
2706
Despacho reservado no. 197 de Rodríguez San Pedro a León y Castillo. 24 de mayo de 1904. A.G.A. Fondo de
Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Caja 5.846. Los marroquíes estaban muy acostumbrados a los
‘duros’, las monedas de cinco pesetas españolas. San Pedro estaba preocupado porque los establecimientos creados por
los españoles -escuelas misiones, oficinas postales – en diversos puntos de Marruecos fueran respetados.

1498
(primitivamente Delcassé había pretendido que estuviese en los montes de la orilla izquierda del

río).2707 Con todo, las concesiones territoriales del Quai d´Orsay, hechas en el momento en que

arreciaba la campaña anti-hispana de los colonialistas galos, dirigidos por Etienne y agrupados en el

Comité para el estudio de Marruecos,2708 eran mínimas. Comenzaba a principios de junio2709 una

2707
Telegrama de San Pedro al Duque de Mandas.29 de mayo de 1904. A.F.M. Legajo 360 2 /6.
2708
El Comité para el estudio de Marruecos, constituido recientemente había realizado una suscripción, iniciativa que
le había llevado a recaudar 60.000 francos, con los que preparar una primera expedición exploradora a Marruecos.
Reparaz advertía angustiado que era absolutamente preciso que en un momento en que se dilucidaba el futuro de
Marruecos surgiese cuanto antes una acción similar en España, paralela a la francesa. Reparaz deseaba trazar el
proyecto de programa de lo que debía ser esa acción. En un momento en que se empezaban a reunir los datos para
confeccionar un inventario de las riquezas y recursos del septentrión marroquí era necesario, entendía el geógrafo,
buscar el medio de establecer una comunicación terrestre entre Ceuta, Peñón de Vélez, Alhucemas, Melilla y
Chafarinas, reconociendo primero el itinerario a seguir. Carta particular de Gonzalo de Reparaz a A.Maura. 23 de junio
de 1904. A.F.M. Legajo 360 1 /4.
2709
En España la cuestión marroquí fue debatida ampliamente en el Congreso de los diputados a raíz de una
interpelación parlamentaria del diputado carlista Nocedal el 3 de junio. En el transcurso de los debates el día 8 tomaba
la palabra el ex ministro de Estado en el gabinete Sagasta, el Duque de Almodóvar, para defender la política exterior de
los liberales concerniente al tema marroquí en 1901-1902. A continuación el antiguo jefe de la diplomacia española
atacó el artículo del conservador Silvela en La Lectura en agosto de 1901 (en pro de una alianza con Francia) señalando
que había constituido un verdadero compromiso ante el país. Acusó a los conservadores de haber llevado una “política
de prudencia, pusilanimidad y desconfianza“, de lamentables resultados. Citó al respecto textos de su compañero de
partido, el Embajador en París León y Castillo que tendían a demostrar la imprevisión imperdonable del gobierno
Silvela-Abarzuza a finales de 1902 y terminó con un directo requerimiento al gobierno de Maura a que explicase su
posición ante la cuestión marroquí. Cfr. Campoamor, J. Mª.: La actitud de España ante la cuestión de Marruecos
(1900- 1904), Madrid, C.S.I.C, 1951, pp. 184-185. Silvela encontró oportuno replicar públicamente al Duque de
Almodóvar remitiendo una carta abierta al político liberal que vio la luz en la prensa el 11 de junio. Admitió haber
recibido en agosto de 1902 una invitación confidencial del gobierno sagastino a conferenciar y que el 6 de Septiembre,
Almodóvar le había transmitido la existencia de un proyecto de convenio con Francia sobre Marruecos que encontró
excelente. A continuación el antiguo líder de los conservadores echó en cara a Almodóvar que tres meses después,
cuando fue nombrado jefe de gobierno, el convenio aún no había sido firmado. Cosa que echó en cara a la
circunspección y el comedimiento de Sagasta. Aun considerando importante asegurar la acción española en el futuro,
Silvela no había deseado comprometerse a espaldas de Inglaterra en un momento en que todavía existían litigios
coloniales pendientes entre Reino Unido y Francia. Es más, el apoyo diplomático que ofertaba Francia a España (no
militar) no le había parecido garantía suficiente para aceptar un tratado de reparto de Marruecos. Por ello, entendió
como ineludible el deber de suspender la firma del tratado hasta no obtener el conocimiento pleno y la aprobación de
todas las potencias amigas con las que España debía ajustar su política exterior. Cfr. El Imparcial: “España en
Marruecos. El tratado enigmático. La carta de Silvela“. 11 de Junio de 1904. El Duque de Almodóvar replicaría
también en carta abierta el 12 de junio señalando que en la reunión celebrada en Madrid el 6 de septiembre de 1902 en
la que intervinieron Silvela, León y Castillo, Sagasta y Almodóvar, el primero había aprobado expresamente la política
exterior llevada a cabo por el líder liberal y al día siguiente, la redacción del proyecto de bases con Francia. A
continuación Almodóvar se desmarcaría como el político restauracionista que más se aproximó a la verdad al
rememorar sus recuerdos históricos sobre el fallido tratado de 1902, señalando que fueron dilaciones en las
negociaciones diplomáticas las que impidieron la firma del acuerdo; pero en todo caso, introdujo una falsedad: si bien
recalcó que a Silvela le había parecido garantía suficiente en septiembre el ‘apoyo diplomático de Francia’, mintió al
decir que la diplomacia española no solicitó nada más. La documentación existente en Alcalá de Henares lo desmiente.
Es evidente que Sagasta solicitó, aunque no obtuvo de Francia apoyo militar. En todo caso Almodóvar achacaba a
Silvela la responsabilidad de una ocasión perdida recalcando que Gran Bretaña no se hubiera opuesto a un reparto del
Imperio marroquí que otorgaba a España una gran parte del septentrión del Imperio marroquí. Se apoyaba en algunos
signos de la política exterior británica, singularmente en las palabras de lord Percy en la Cámara de los Comunes en
1904. Este político había resaltado que Inglaterra reconocía desde un principio que no se podía tolerar ningún arreglo
con Francia respecto a Marruecos sin tener en cuenta los ‘innegables derechos‘ de España en el Sultanato. A
continuación resaltó que se había firmado el convenio con Francia, sólo en la inteligencia de que los gobiernos de
España y Francia llegarían a un acuerdo posterior, y que éste sería comunicado al Reino Unido. A. Maura intervino en
el Parlamento para destacar la inoportunidad de airear públicamente en las Cortes la discusión con París de la cuestión
de Marruecos, en un encendido cántico a favor de la diplomacia secreta. El ex ministro Villaneva, del partido liberal y

1499
segunda fase en las negociaciones en torno a Marruecos entre la élite gobernante española y la

francesa.2710 De nuevo, el gabinete conservador solicitó la ayuda de Gran Bretaña para que ésta

doblegara la voluntad de Delcassé, centrada esta última en evitar la penetración económica

española en el territorio imperial marroquí.2711 Mandas expondría a Lansdowne los recelos del

gabinete maurista de que Francia no permitiera la libre concurrencia económica en el Sultanato. A

juicio de Mandas, Francia al negociar con España actuaba por delegación del Reino Unido tras sus

acuerdos con ese país, y esto constituía un motivo para que la diplomacia británica interviniese.

Lord Lansdowne se zafó de contraer compromisos y acuerdos en este sentido con el Embajador

próximo a Montero Ríos estipuló que el gobierno español debía ejercer su influencia, sin límites de ninguna índole,
sobre todo el Imperio marroquí. El conde de Romanones adujo en una intervención posterior que cabía esperar que
España recibiese una zona de influencia en la parte más rica y productiva del Imperio y que esta esfera debía abarcar
tanto costas mediterráneas como atlánticas, es decir debía consistir básicamente en lo que España había obtenido de
Francia en las negociaciones seguidas por los liberales en 1902. En caso contrario, de que Francia no se aviniese a tales
condiciones, estimaba oportuno no comprometerse a firmar tratado alguno, y esperar a que en Marruecos germinase el
odio anti-francés, por si de ese odio se podía derivar una corriente de afecto entre los habitantes del Sultanato hacia
España. A continuación criticó la falta de un sentimiento colonialista en la población española que achacó al secretismo
de la política internacional española. Reveló en este sentido que España había estado durante cinco años comprometida
con la Triplice sin que nadie lo supiese. Por último criticó la concesión que los gobiernos conservadores habían hecho
en 1903 para que pudiera tocar en Cádiz el cable telegráfico francés de Tánger y demandó que la concesión fuera
anulada. En la sesión del 9 de junio Romanones protestó contra la actitud de la prensa gala que trataba a España como
cliente de Francia, cuando las relaciones entre las dos potencias debían ser establecidas sobre un trato entre iguales. San
Pedro repuso que la actitud de esa prensa no reflejaba la del gobierno de la República. Maura defendió la concesión a
Francia del cable en Cádiz. La intervención de Almodóvar fue muy escueta y se limitaría a repetir lo que en carta
abierta había manifestado a Silvela: que al ocupar el Ministerio de Estado durante el bienio 1901-02, había logrado del
gobierno republicano un acuerdo lleno de ventajas para España ; que de este convenio tenía noticias fehacientes Silvela,
pues como jefe de la oposición se le habían confiado por parte de Sagasta y que era asombroso que el gobierno
conservador en diciembre de 1902 hubiese abandonado el proyecto, a pesar de la inclinación de Silvela a pactar con
Francia, notoria en sus trabajos de publicista y en sus discursos parlamentarios. La intervención del republicano
Salmerón se centró en consignar la necesidad de un acuerdo con Francia para acompañarla en la obra civilizadora de
Marruecos, oponiéndose así a los postulados de Villanueva y Romanones. Cfr. “España en Marruecos“, en Nuestro
Tiempo. Junio de 1904, pp. 328- 331; también: Telegrama de Jules Cambon a Delcassé. 10 de junio de 1904. D.D.F.
Tomo V, pp. 242-243.
2710
. Los debates en las Cortes sobre los asuntos de Marruecos concluyeron pronto gracias a la astucia de Maura que
hizo derivar las discusiones hacia el tema de las conversaciones de 1902 y a la presunta participación de España en la
Tríplice. El periódico madrileño El Globo publicaría un texto apócrifo sobre el tratado ‘firmado el 11 de noviembre de
1902‘ sobre Marruecos entre Francia y España. Esta publicación impulsó a un senador, Croizard a interpelar a San
Pedro. Éste replicaría que no había habido acuerdo alguno entre los dos países y que el texto respondía a fantasías y
especulaciones de la prensa. Abarzuza, el ex ministro de Estado del gabinete Silvela en diciembre de 1902 tomaría la
palabra para precisar que la política de su gobierno, al renunciar a la firma del tratado, había sido ajustar la política
exterior española a un acuerdo con todas las potencias que tuvieran intereses importantes en Marruecos, conseguir una
participación en los empréstitos realizados al Sultán y obtener de todas las potencias el reconocimiento de los derechos
de España y la promesa de que nada se haría en Marruecos sin el consentimiento de España. A continuación resaltó que
España no se había dejado sorprender ni anular por un acuerdo anglo-francés. El rechazo a la firma del tratado con
Francia sobre Marruecos venía explicado porque a las alturas de finales de 1902, las rivalidades coloniales entre
Francia e Inglaterra seguían siendo tan intensas que no se podía cerrar un acuerdo sobre la cuestión marroquí sin que
ellas hubieran dirimido sus diferencias. Silvela no había querido correr aventuras. Las discusiones volvieron a centrarse
en el punto del ‘apoyo diplomático‘ que Francia había ofertado a España en noviembre de 1902 y que mientras los
liberales juzgaban como cláusula suficiente para garantizar el disfrute de un Imperio en Marruecos, los conservadores
no entendían como segura.
2711
Telegrama del Duque de Mandas a Rodríguez San Pedro. 11 de junio de 1904. A.F.M. Legajo 360 2 /6.

1500
español. Se felicitó por lo adelantadas que estaban las negociaciones entre España y Francia,

añadiendo después que el Embajador galo en Londres, Paul Cambon, le había señalado que eran

únicamente ciertos detalles los que faltaban por arreglar. Simplemente señaló que la libertad de

comercio estaba estipulada expresamente en el pacto colonial con Francia y que confiaba en el

compromiso contraído por el gobierno republicano.2712

14.21. Resumen de la segunda fase de las negociaciones francoespañolas.

El acuerdo de reparto de esferas de influencia había desatado las más vivas reservas por parte

del Ministro francés en Tánger, Saint- René Taillandier. Este rechazaba cualquier limitación

fronteriza, que comprometiese gravemente la acción reformadora y civilizadora que la Declaración

de Londres había encargado a Francia en el conjunto del Imperio. El diplomático Saint Aulaire, en

misión en Fez, llamaba la atención de Saint-René y de Delcassé sobre las inquietudes que suscitaba

en el Imperio el rumor de un posible acuerdo de Francia con España. Saint- Aulaire apuntaba que

el Majzén consideraba que España era incapaz de ejercer un mandato europeo en Marruecos sino

era bajo la forma de una intervención de orden militar o religiosa. Esto sería un pretexto para que

los enemigos de Francia le acusasen en Marruecos de aliarse con el fanatismo español y contra el

Islam, por razones de política europea (búsqueda de un aliado potencial frente al II Reich). Las

quejas de Saint- René Taillandier cesaron cuando recibió del Quai d´Orsay una comunicación con

los artículos secretos de Londres, que establecían una delimitación inevitable de territorios, y la

garantía de que las disposiciones relativas a un reparto territorial de Marruecos serían secretas

durante largo tiempo.

Por ello Delcassé trató de hacer aceptar al gabinete Maura como conclusión al acuerdo sobre

Marruecos el mismo procedimiento que el adoptado en Londres en las conversaciones con

Inglaterra: una declaración pública acompañada de artículos secretos. Por razones de política

2712
Telegrama del Duque de Mandas a Rodríguez San Pedro. 15 de junio de 1904. A.F.M. Legajo 360 2 /6.

1501
interior, el gabinete Maura quería convertir la firma del tratado sobre Marruecos en un éxito ante

las Cortes y la prensa. San Pedro y el Marqués del Muni lucharán por hacer público el tratado. Al

primero, Jules Cambon le respondió que un reparto público de Marruecos expondría a las potencias

colonialistas a un conflicto armado, que Francia no deseaba. Los franceses querían introducir

subrepticiamente su protectorado en Marruecos. Delcassé respondió al segundo que la publicación

del acuerdo exasperaría al Sultán y a las tribus, y que el restablecimiento del orden en el Sultanato

forzaría el envío de una expedición militar.

La cuestión del secreto del tratado fue más difícil de resolver que el reparto territorial. A este

problema se uniría el de convenir las condiciones en las cuales los dos gobiernos ejercerían la

acción protectora en el Sultanato. La cuestión había sido estudiada previamente por los servicios

del Quai d´Orsay en una nota que habían preparado en julio de 1902 con ocasión de las primeras

conversaciones con los españoles. El documento consideraba que España, despojada de sus

colonias en 1898, había cifrado sus ambiciones exteriores en Marruecos y en consecuencia, sin

rechazar de plano el mantenimiento del ‘statu quo’, se preveía que había que examinar el tema del

reparto de territorios. El documento estudiaba las diversas formas posibles: conquista, protectorado,

influencia predominante sobre las grandes empresas de utilidad pública, en las cuales habría que

prever la preponderancia política de cada una de las dos potencias en su propia esfera. En

definitiva, se llegaba al concepto de ‘reparto pacífico’. Sin embargo, Maurice Paléologue,

colaborador próximo y consejero de Delcassé, señala en sus “Memorias“ que la negociación de

París, si bien tenía por objeto delimitar los derechos e intereses de España, debía servir para

reconocer a Francia “un privilège de suréminence politique“.2713 En otros términos, y siguiendo el

testimonio de Paléologue, hacer constatar oficialmente a los españoles que ellos habían fracasado

en su misión histórica como potencia colonialista y debían ceder el paso a los franceses.

Para el gabinete Maura, en cambio cualquier ‘convenio’ no respondía más que al deseo de

una fórmula de repartos de territorios. Jules Cambon tenía razones para pensar que el joven rey

2713
Cita contenida en Marchat, H : op. cit, pág. 124.

1502
Alfonso XIII y la Reina Madre deseaban ese reparto de forma inmediata. San Pedro señaló al

respecto al embajador galo que él veía que había dos medios de abordar la cuestión. O bien la

influencia europea se ejercía sobre el Sultán en forma de ‘protectorado velado’, en el cual España

debía participar, o bien se procedía a un reparto de Marruecos en esferas de influencia destinadas a

transformarse en posesiones territoriales el día en que el Imperio marroquí se deshiciera. En el mes

de junio, León y Castillo se dirigiría a Delcassé lamentando que el proyecto del Quai d´Orsay

bloqueaba la penetración económica española y limitaba su capacidad de acción en la porción

territorial reservada a España. El gabinete Maura objetaba que Delcassé rechazaba la idea de un

condominio francoespañol sobre el Sultanato. Las negociaciones se complicaron en el contexto del

rapto del americano Perdicaris y del británico Varley por el Raisuni, liberados por la intervención

de los protegidos franceses, los chorfa de Wazzan. Las presiones francesas consiguieron que el

Sultán aceptara que dos oficiales galos procediesen a la reorganización de la policía de Tánger, a la

vez que las unidades navales galas volvían a hacerse presentes en las aguas marroquíes.

San Pedro alertaría inmediatamente al Embajador británico en Madrid, Egerton y a Mandas

en Londres. Este último señaló a Lansdowne que las exigencias de Delcassé eran contrarias al

espíritu de la declaración francobritánica, que literalmente no se limitaba sólo a conferir algunos

kilómetros de suelo marroquí a España. Ésta tenía una serie de derechos sobre el Sultanato, que

ahora eran ignorados. A pesar de los esfuerzos de León y Castillo de llegar a un acuerdo con el

Quai d´Orsay, viajando a España para llevar a cabo consultas en Madrid antes de que Delcassé

iniciase sus vacaciones en Ardèche, la negociación quedó bloqueada en julio. El propio Maura

asumió el protagonismo de las negociaciones e intentó sugerir una fórmula escrita susceptible de

conciliar los intereses de España y las necesidades que la prudencia imponía a Francia. Los

miembros del gabinete conservador se niegan a asistir como simples espectadores a las reformas

del Sultanato que Francia va a emprender y rechazan no poder entrar en posesión de las tierras que

les han sido prometidas hasta que fracase la política francesa de querer mantener la apariencia del

‘statu quo’. Las dificultades no pueden ser soslayadas, aunque finalmente Jules Cambon consigue

1503
arrancar de San Pedro la promesa de no reclamar la administración inmediata de la futura esfera de

influencia española, a cambio de conservar la facultad de crear escuelas y participar en la creación

de las infraestructuras marroquíes en colaboración con los franceses, sin detener la acción de éstos

ni comprometerla con imprudentes intervenciones. En definitiva, el problema consistía –como Jules

Cambon expondría en un despacho el 9 de agosto de 1904– en “reconnaître à l´Espagne une zone

d´influence sans lui y reconnaître une part d´influence“.2714 Se llegará, tras una serie de contactos

que se escalonan de 25 de junio a 15 de agosto, a una fórmula que Mandas a título personal

presentará a Lansdowne, y que acaba por ser asumida por Jules Cabon, que la juzga aceptable

introduciendo algunas modificaciones: una vez establecida la igualdad en derechos económicos

entre Francia y España, esta última acepta no ejercerlos por un período de quince años. En

contrapartida, la República francesa evitará toda iniciativa por su parte, cerca del Majzén,

susceptible de crear conflicto con los intereses españoles. En un segundo período, mientras se

mantenga el ‘statu quo’, la acción de Francia influyendo sobre el Majzén en lo que concierne a la

esfera española, no se ejercerá más que tras un acuerdo con España. Si por cualquier razón, el ‘statu

quo’ no se mantenía, España retomaba su plena libertad de acción.

2714
La cita de Jules Cambon en Marchat, H : op. cit, pág. 125.

1504
14.22. La segunda fase de las negociaciones francoespañolas: la tensión planteada en torno a

la publicación del convenio.

El primer motivo de desacuerdo con París se produjo a partir del 22-23 de mayo cuando

León y Castillo y Delcassé comenzaban la redacción del proyecto de convenio2715 y se centró en el

deseo de Maura de divulgar la firma del convenio con Francia sobre Marruecos presentándolo ante

la clase política restauracionista como un éxito político. Y ello a pesar del interés manifiesto de

Maura en mantener previamente al acuerdo, el secretismo de las deliberaciones de París, y en que

no se produjese ninguna filtración a la prensa ya que ello causaba problemas constantes a León y

Castillo obstaculizando su actuación.

Delcassé se mostró muy preocupado por la fórmula que debía emplearse en la redacción del

proyecto de convenio para no alarmar a Marruecos. El gabinete francés deseaba mantenerlo

secreto: la objeción francesa se basaba en el temor de que al hacerse público el convenio

francoespañol, se produjesen en el Sultanato complicaciones. El titular del Quai d´Orsay escribiría

confidencialmente a Jules Cambon, el embajador en Madrid que la tensión existente entre las tribus

de las proximidades de Tánger, le hacía reflexionar sobre la necesidad de obrar con prudencia (no

publicando texto alguno sobre el reparto de Marruecos) y sobre la obligación de no irritar a las

poblaciones del Imperio y al propio Sultán. El movimiento civilista de penetración pacífica de

Francia en Marruecos debía hacerse sin llamar la atención de las tribus y sin riesgos de una

expedición militar. Por medios financieros, por una reorganización administrativa del país, por la

creación de infraestructuras, por medios subrepticios y no llamativos, es como se debía implantar la

influencia gala en el Imperio, ganándose la voluntad de marroquíes y de Majzén. 2716 Sin embargo,

el Ministro de Estado, San Pedro señalaría a Jules Cambon que era imposible para el gabinete

conservador guardar silencio ante las Cortes sobre un texto sobre el que se especulaba en la

2715
Telegrama de León y Castillo a Rodríguez San Pedro. 22 de Mayo de 1904. A.G.A. Fondo político de Marruecos.
Caja 44 / Ex. No. 4.
2716
Delcassé sugirió el 1 de junio un lapso de tiempo, cinco años, durante el cual el tratado debía permanecer secreto.
Telegrama de Delcassé a Jules Cambon. 1 de junio de 1904. D.D.F. Tomo V, pp. 203-204.

1505
publicística y en los medios políticos restauracionistas. El silencio iba a ser considerado como un

“fracaso nacional“: como si España no pudiera acceder al ansiado ‘lugar al sol’ en el Imperio

marroquí.2717 En esta nueva fase de las negociaciones Jules Cambon se haría cargo de la

responsabilidad de convencer al jefe del gobierno español de la inoportunidad de la publicación del

convenio. Los argumentos que utilizó, a la par que el miedo a una reacción levantisca de las

poblaciones musulmanas del Imperio, se basaban en la circunstancia de que no se debía conocer

públicamente el acuerdo de las dos naciones de no ceder ningún puerto en el Sultanato a ninguna

tercera potencia,2718 o de apoyarse mutuamente en los asuntos concernientes a Marruecos. Frente a

la postura de Cambon, Maura seguía dispuesto a delimitar un reparto territorial que dejara bien

clara las zonas donde las dos naciones coloniales ejercerían sus acciones de penetración económica.

La documentación diplomática gala evidencia que fue Jules Cambon quien, en esos momentos con

la intención de desbloquear las conversaciones con los españoles, sugirió una fórmula consistente

en dividir el convenio en dos partes: una declaración pública y un tratado con artículos secretos,

que comportaban el reparto eventual del territorio y los acuerdos imbricados a este reparto. En

cuanto a la declaración pública, Cambon señalaba la conveniencia de calcar el convenio anglo-

francés, señalando la obligación de los gobiernos francés y español de velar por la tranquilidad del

país y de prestarse ayuda mutua para ello. A su vez, cada una de las dos naciones quedaba

comprometida en la tarea de encargarse de la seguridad pública en aquellas partes del Sultanato

donde los intereses y propiedades de sus nacionales eran predominantes.2719 Este artículo no

empleaba la expresión “zonas de influencia “, ni apelaba a la determinación de territorios en el

Sultanato (idea de Maura). Otro artículo debía contener el compromiso de respeto de las misiones y

escuelas españolas y francesas existentes en el Sultanato.2720 Delcassé recalcó expresamente a

Cambon que el artículo segundo de la declaración franco-británica reconocía explícitamente la

2717
Telegrama de Jules Cambon a Delcassé. 4 de junio de 1904. D.D.F. Tomo V, pp. 211-212.
2718
Era una evidencia que el Embajador de Alemania en Madrid, intentaba en la medida de lo posible dilatar la firma
del acuerdo francoespañol.
2719
Artículo segundo del proyecto de declaración de Jules Cambon.
2720
Carta particular de Jules Cambon a Delcassé. 11 de junio de 1904. D.D.F. Tomo V, pp. 249- 252.

1506
preponderancia francesa en Marruecos. Por ello no se podía tratar en pie de igualdad a España.

Hacerlo supondría poner en contra del gobierno francés al Parlamento, a la prensa y además

alteraría negativamente la imagen de la República en el Sultanato. 2721

El titular del Quai d´Orsay acababa de recibir noticias inquietantes de Saint- René

Taillandier, el Ministro de Francia en Tánger. Los rumores difundidos en Fez acerca de un acuerdo

francoespañol relativo a Marruecos inquietaban a la población marroquí y amenazaban con

complicar la situación de los galos en el país. En las calles de Fez se acusaba a estos últimos de

querer, en razón de su política continental en Europa buscando nuevos aliados frente al II Reich,

enfrentarse al Islam al aproximarse a los ‘fanáticos españoles‘. Estas muestras de sentimiento

popular violento, evocaban en el pueblo marroquí las ideas de guerra santa, renovando y agravando

la efervescencia causada por la noticia de la declaración francobritánica. Cada rumor de acuerdos

entre potencias imperialistas forjaba una serie de vínculos emocionales entre las cabilas que hacían

referencia a las versiones idealizadas de un Islam siempre en estado de combate contra los infieles,

Ello ponía en jaque todo el edificio de la política francesa en el Imperio alauí. Además en Fez, los

miembros del Majzén rechazaban la idea de intrusión de España, más allá de sus enclaves en la

costa. Este concepto se explicaba en virtud de la actitud de los gobiernos hispanos en el curso de la

insurrección roguista. El gobierno marroquí no podía perdonar al español el haber clausurado la

aduana imperial de Melilla y haber expulsado a los recaudadores del Sultán, para luego permitir la

instalación en las afueras de la ciudad de una aduana del pretendiente, que obtenía a través de ella

una gran cantidad de recursos de guerra. Asimismo los miembros de la Administración marroquí no

podían tolerar el floreciente contrabando de guerra en las costas rifeñas, que no era perseguido por

las guarniciones hispanas (el Majzén entendía que era propiciado por éstas), y que aprovisionaba a

los rebeldes de armas y municiones. Asimismo exasperaba en Fez la noticia publicada por algunos

rotativos de que el joven rey Alfonso XIII cuando visitó semanas antes la ciudad de Melilla había

recibido a los jefes roguistas. Los agentes diplomáticos galos destacados en Fez recalcaban que los

2721
Telegrama de Delcassé a Jules Cambon. 13 de junio de 1904. D.D.F. Tomo V, pág. 254.

1507
marroquíes permanecían muy atentos a todas las conversaciones que se producían entre París y

Madrid con referencia a su país. Entendían como una contradicción de los franceses que frente a

sus2722 promesas de amistad y cooperación con el Majzén, les abandonaran, en favor de sus peores

enemigos.

14.23. Delcassé intenta frenar la penetración económica española en el Sultanato.

Asimismo el gobierno republicano dudaba de la eficiencia de la economía española para

realizar las tareas de creación de infraestructuras 2723en el Sultanato. El artículo 2º de la declaración

francobritánica de 8 de abril de 1904 consignaba de manera explícita el principio de asistencia e

intervención de Francia en los asuntos de Marruecos. Por ello, el gabinete Maura consideraba que si

nada se dijese públicamente en el convenio francoespañol respecto a la participación de España en

ese mismo orden de hechos, España no iba a dar la imagen de potencia colonial. Con el secretismo

exigido por Francia, se daría la apariencia de que nada se reservaba en materia imperialista a

España en Marruecos, apareciendo excluida del Imperio, sin poder ofrecer cobertura legal a la

expansión de sus capitales, del comercio y a la penetración pacífica en el Sultanato. Los bancos

españoles habían firmado en el año anterior un empréstito con el Sultán, pero la iniciación de la

gestión del crédito había sido promovida por el Estado. Ahora se deseaba que el gobierno español

pudiera respaldar públicamente todas las tareas de penetración pacífica en Marruecos de la

iniciativa privada. Por ello se encomendó a León y Castillo que buscase con Delcassé fórmulas de

afirmación explícita de estas aspiraciones hispanas, conjugándolas con la argumentación de que

2722
Despacho no. 52 de Saint- René Taillandier, Ministro de Francia en Tánger a Delcassé. 13 de junio de 1904. D.D.F.
Tomo V, pp. 254-256.
2723
El Embajador de Francia en Madrid, Jules Cambon escribiría a A. Maura el 13 de Junio: “Permítame Vd. Insistir
(...) para que esta cuestión se prosiga con el espíritu de prudencia que a ella trae Mr. Delcassé. Importa evitar las
graves consecuencias que para las dos potencias podría arrastrar la publicidad precipitada. Tenemos que
preocuparnos de los musulmanes fanáticos y además, de las potencias civilizadas que, luego de la publicación
completa de nuestros acuerdos, estarían autorizadas a tenernos en adelante por responsables de la seguridad en
Marruecos “. Carta particular del embajador de Francia en Madrid, Jules Cambon a A. Maura. 13 de junio de 1904.
Legajo 360 2 / 6. La contestación de Maura en: Carta particular de A. Maura al Embajador francés en Madrid, Jules
Cambon . A.F.M. Legajo 360 2 /6.

1508
cuanto se decidiese por parte de España y Francia tendía a ser beneficioso al Sultanato. Estas

fórmulas debían ser de conocimiento público. Fruto de esta actuación serían el reforzamiento de los

servicios y establecimientos españoles existentes en el Imperio, el curso legal de la peseta y

quedaría establecido teóricamente el derecho a una proyección económica española en

Marruecos.2724 Sin embargo, esta sugerencia no fue aceptada en París.

El 25 de mayo, León y Castillo comunicaba al Ministro de Estado que el Ministerio de

Exteriores francés deseaba que quedasen secretos los artículos referentes al reparto de esferas de

influencia.2725 Las negociaciones se complicaron al producirse la respuesta del Ministerio de Estado

español que seguía encontrando inconveniente la fórmula de mantener secreta cualquier parte del

convenio salvo aquello que estrictamente se estimara dañoso publicar. Otra posibilidad ofertada

por España era aplazar durante algún tiempo la comunicación del convenio.2726 Delcassé insistía

mucho en el mantenimiento del secreto sobre la delimitación de las zonas de influencia, alegando

que no se debían sus motivos sólo a la posible alarma de los marroquíes, sino también al rechazo

suscitado entre los colonialistas galos. Abogaba por una fórmula que consignase la adhesión de

España a los artículos segundo, cuarto y séptimo del convenio francobritánico y que lo dispuesto en

este último artículo se hiciera extensivo hasta el Muluya (es decir, que hasta el Muluya se

prolongase la prohibición de fortificar la costa). Se convinieron únicamente dos cosas: la primera,

que España respetaría y garantizaría la existencia de intereses europeos en Tánger, y la segunda, el

mantenimiento de la circulación de la moneda española en Marruecos, quedando aplazados los

debates sobre otros aspectos atinentes a derechos e intereses hispanos en el Sultanato.2727 A su vez

León y Castillo sugirió al gabinete Maura que sustrajera el tema de Marruecos de los debates

parlamentarios en Madrid, por considerar que las discusiones públicas afectaban negativamente el

2724
Telegrama cifrado de Rodríguez San Pedro a León y Castillo. 22 de mayo de 1904. A.G.A. Fondo político de
Marruecos. Caja 44 / Ex. No. 4.
2725
Telegrama cifrado de León y Castillo a San Pedro. 25 de mayo de 1904. A.G.A. Fondo político de Marruecos. Caja
44 / Ex. No. 4.
2726
Telegrama cifrado de San Pedro a León y Castillo. 26 de mayo de 1904. A.G.A. Fondo Político de Marruecos.Caja
44 /Ex. no. 4.
2727
Telegrama cifrado de León y Castillo a San Pedro. 28 de mayo. A.G.A. Fondo político de Marruecos. Caja 44 / Ex.
no. 4.

1509
curso de las negociaciones pendientes con Francia.2728 En segundo lugar, el embajador aconsejó

resistir la presión francesa de conservar secreta la asignación de las esferas de influencia.2729 San

Pedro respondería expresando el vivo deseo de Maura de que los temas de política internacional no

se debatiesen en las cámaras parlamentarias, pero no estando en manos del gobierno el evitar los

debates, se iba procurar restringirlos a los términos más convenientes.2730 Con todo el 3 de junio en

el transcurso de los debates sobre Marruecos,2731 el diputado carlista Nocedal pondría en un

compromiso al gabinete conservador al afirmar que en el norte de África ningún país había hecho

nada más favorable al desarrollo y civilización que España y que los franceses ya habían

expoliado y engañado a los españoles en 19002732. De hecho el Presidente de la República primero

y el titular de Exteriores francés después se dirigirían a León y Castillo para comunicarle que

estaban verdaderamente contrariados con los debates suscitados en el Congreso de los Diputados

acerca de los asuntos de Marruecos.2733

2728
Telegrama cifrado de León y Castillo a San Pedro. 29 de mayo de 1904. A.G.A. África. Fondo político de
Marruecos. Caja 44 / Ex. no. 4.
2729
“En mi concepto (Delcassé) teme más a las censuras de las oposiciones (en París) (...) que a la agitación de las
tribus y que a las protestas del Sultán de Marruecos las cuales en último término si se formulan que lo dudo, sería una
dificultad pero no para nosotros sino para el Gobierno francés comprometido a hacer respetar al Emperador lo que con
España convenga. Después de haberse publicado el convenio franco-inglés con toda solemnidad y con todas sus
consecuencias la clandestinidad en el tratado franco-español sobre puntos de tan capital importancia por lo injustificado
resultaría mortificante“. Telegrama cifrado de León y Castillo a san Pedro. 30 de Mayo de 1904. A.G.A. África.
Sección Política (Marruecos). Caja 44 / Ex. no. 4.
2730
Telegrama cifrado de San Pedro a León y Castillo. 30 de Mayo de 1904. A.G.A. África. Fondo político de
Marruecos. Caja 44 / Ex. no. 4.
2731
Antes de que comenzara el debate parlamentario sobre Marruecos, El Correo –órgano de prensa afín a los
liberales-, haciéndose eco de las afirmaciones pronunciadas por el conde de Percy en la Cámara de los Comunes de
Londres declaraba que el acuerdo de Francia con España había sido la condición previa sine qua non fijada por el
Foreign Office para llegar a un acuerdo con el gobierno galo. El punto de apoyo de la diplomacia española, concluía el
rotativo, debía de ser siempre el Reino Unido.
2732
Maura rebatiría al diputado carlista señalando que nada habían decidido Inglaterra y Francia sobre Marruecos, a
espaldas de España. En segundo lugar, que la política exterior en lo concerniente al norte de África seguía basándose,
entendían los conservadores en el respeto del ‘statu quo’ marroquí. Para concluir, señaló que no buscaba su gobierno
evangelizar el Imperio alauí, sino desarrollar la civilización y los intereses económicos hispano-marroquíes, de acuerdo
con Francia. Asimismo descartó que su gobierno fuera a ceder a Francia las islas Chafarinas. Despacho no. 106 de Jules
Cambon a Delcassé. 6 de junio de 1904. D.D.F. Tomo V, pp. 217-218.
2733
En cuanto a la publicística española el tratamiento del tema de Marruecos había sido muy intenso desde
comienzos del año. Así en enero de 1904 se había publicado el contenido de una conferencia del político republicano
Rafael María de Labra. El texto era muy denso: empezaba por repasar las razones históricas, geográficas y políticas que
volcaban a España hacia el Magreb. En particular resaltaba que la acción constante de Francia en el Muluya
comprometía la posición de las Chafarinas y Melilla; España no podía quedar fuera de juego en la solución definitiva
de la cuestión marroquí, ni satelizar su política respecto a las de Francia o Inglaterra. Labra consideraba que el ‘statu
quo’ del Sultanato no se podía mantener, tanto por la insurrección roguista como por la acción perturbadora de Francia
a partir del Muluya. Rechazaba una conquista militar de Marruecos o un reparto del Imperio Se decantaba por la
intervención europea en el Sultanato para fortificar y regenerar al Majzén, abriendo el país al comercio. Se decantaba
por la preparación de la opinión pública del país, forjándola en la necesidad de empresas civilistas que descartasen

1510
Por otra parte, el Ministro de Estado señalaba al Embajador en París que no había ningún

motivo para extender las condiciones impuestas en el artículo séptimo de la declaración

francobritánica (la no construcción de fortificaciones en la costa norte marroquí) sólo hasta el

Muluya y no hasta el Kiss, pues resultaría ofensivo para España que se le impusieran esas

limitaciones en su zona y no lo fueran en la adquirida por Francia. Si España admitía esto, se ponía

en un rango de inferioridad con respecto al gobierno republicano.2734

El 2 de Junio se reanudaron las conversaciones en el Quai d´Orsay, siendo incapaz León y

Castillo de convencer al titular de Exteriores francés para dar a la redacción del convenio

publicidad en lo tocante a la fijación de las esferas de influencia. Delcassé argüía como motivos la

agitación de las tribus del norte del Imperio, la alarma de muchas cabilas con motivo del tratado

franco-inglés y la inquietud causada por la presencia en Tánger de una potente flota de combate

norteamericana con motivo del secuestro del estadounidense Perdicaris por el Raisuni.2735 La

prudencia aconsejaba, insistía Delcassé –dado que las noticias del reparto del Imperio entre Francia

y España podían dar lugar a serias alteraciones y complicaciones– a la redacción de un tratado

tentaciones ambiciosas. Criticaba al gobierno maurista por no debatir la cuestión de Marruecos en el Parlamento y
abogaba por una conferencia internacional sobre Marruecos; pero no por un acuerdo bilateral franco-británico. En
cuanto a la fórmula de penetración española, se decantaba por una actuación civilista y económica. Cfr. Labra, Rafael
María de: “La cuestión de Marruecos“, en Nuestro Tiempo. Año IV. Enero-Marzo de 1904. El publicista Salvador
Canals, afecto al partido conservador se decantaba en esta misma revista, por profundizar las relaciones con
Inglaterra. Eugenio Montero Ríos analizaba ampliamente el contexto de la cuestión marroquí en las páginas de La
Lectura. Cfr. Montero Ríos, E.: “España y Marruecos “, en La Lectura (1904), pp. 394- 409.
2734
Telegrama cifrado de San Pedro a León y Castillo. 30 de mayo de 1904. A.G.A. África. Sección política. Caja 44 /
Ex. no. 4.
2735
Cuando el secuestro hubo concluido, la diplomacia francesa puso en marcha una ofensiva contundente en aras a
que incidentes similares no volvieran a ocurrir. Estaríamos hablando de una situación de subordinación, de hecho, del
gobierno marroquí ante el francés. El primero parecía haber perdido toda capacidad de iniciativa alguna. El incidente de
Perdicaris sirvió para que a toda prisa, viendo la seguridad de la colonia europea en Tánger en peligro por la actitud
abiertamente hostil de una parte de la población marroquí, y antes de que se produjese un movimiento de los ingleses,
el Quai d´Orsay intentase asegurar el orden en la ciudad -mediante el empleo amenazante de una importante fuerza
naval– ordenando el traslado a su puerto del crucero-acorazado Kléber y del crucero Galilée. Estos acontecimientos
venían a demostrar que la pérdida de soberanía del Sultán, que ya no tenía poder para mantenerla, no era simple
fantasía. De hecho, el Sultanato –acosado por franceses y en menor medida, por los españoles– tenía muy pocas
posibilidades de sobrevivir y conservar su independencia. Los franceses iban a conseguir ahora un notable éxito
propagandístico, al conseguir a través de la intermediación de sus protegidos, los chorfa de Wazzan, la liberación de
Perdicaris y de forma inmediata, el restablecimiento del orden en la capital diplomática marroquí, impuesto por la
protección de los cañones de la Armada francesa. El Sultán, cediendo a las presiones francesas, acabó por aceptar que
un capitán del Ejército francés se encargara de reorganizar la guarnición de Tánger y que el teniente argelino Sid
Abderrahman Ben Sedira se encargase de formar una sección de artillería en la villa. Tres sub-oficiales argelinos
colaborarían con los oficiales en su tarea de adiestramiento de los soldados majzeníes. El Bajá de Tánger se convertiría
en poco más que una marioneta a las órdenes de los oficiales europeos. Debía aceptar las sugerencias de los mismos,
sin cuestionarlas ni interrogar a las autoridades marroquíes. Despacho de Saint- René Taillandier a Delcassé. 29 de julio
de 1904. D.D.F. A.-M. , pp. 160- 161.

1511
secreto que podría hacerse público al expirar el plazo que se conviniera, si entonces los gobiernos

de las dos naciones creyeran que la publicidad no ofrecía peligro.2736

Tampoco el gabinete Maura cejaba en su empeño. San Pedro siguió pensando en buscar

fórmulas para conseguir la publicidad de la delimitación de las zonas de influencia, ordenando a

León y Castillo que centrara la nueva fase negociadora en la fijación de los intereses comerciales y

civiles hispanos (la moneda, la realización de obras públicas, etc) en el Sultanato.2737 No deseaban

eso en el Quai d´Orsay. La negociación se revelaba sumamente compleja. La redacción del

convenio no iba a adelantarse si no se resolvía antes la cuestión de si había de ser público o secreto
2738
el protocolo. San Pedro creyó haber encontrado la armonía necesaria entre la publicación del

tratado y la evitación de toda contingencia peligrosa, mediante la fórmula de afirmar en el convenio

el principio de la integridad del Imperio, punto que se haría compatible con la declaración de los

servicios y la asistencia que ambas potencias podían prestar al Sultanato y que ejercerían en sus

respectivas esferas de influencia.2739El Ministro de Estado completaría sus instrucciones a León y

Castillo el 6 de junio señalando la posibilidad de que los financieros españoles pudieran participar,

mediante mención expresa en el convenio, en el empréstito concertado por el Sultán con entidades

crediticias francesas,2740 lo que lógicamente habría de significar la intervención de España en las

aduanas, tributos y administración del Imperio, determinándose por escrito el modo de ejercerla

por deslinde de zonas.2741 Veinticuatro horas más tarde, respondía León y Castillo que Delcassé

continuaba resistiendo los intentos de todo lo que significase publicidad respecto a las esferas de

influencia y requiriendo información del gabinete Maura sobre cómo pensaba conjurar los graves

sucesos que podía acarrear en el Imperio la noticia, en el caso de ser conocida. Delcassé insistía en

2736
Telegrama cifrado de León y Castillo a San Pedro. 2 de junio de 1904. A.G.A. África. Sección política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. no. 4.
2737
Telegrama cifrado de San Pedro a León y Castillo. 3 de junio de 1904. A.G.A. África. Sección política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. no. 4
2738
Telegrama cifrado de León y Castillo a Rodríguez San Pedro. 5 de junio de 1904. A.G.A. Fondo Político
(Marruecos). Caja 44 / Ex. no. 4.
2739
Telegrama cifrado de San Pedro a León y Castillo. 5 de junio de 1904. A.G.A.África. Sección Política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. no. 4.
2740
Finalmente se trataría de un empréstito de sesenta y dos millones y medio de francos, con un interés del 5 % anual.
2741
Telegrama cifrado de San Pedro a León y Castillo. 6 de junio de 1904. A.G.A. África. Sección Política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. no. 4

1512
que la publicación del convenio originaría inmensos conflictos y complicaciones en Marruecos,

sobre todo en la esfera norte de influencia española que pondrían término al statu quo y harían
2742
imposible la política de penetración pacífica.

Aun insistiría San Pedro el 10 de junio señalando que no creía que tal publicación pudiese

suscitar en Marruecos agitación mayor que la ya producida por el conocimiento de la declaración

anglofrancesa. Estas indicaciones se completaban al día siguiente en una Real Orden en la que se

consignaba expresamente que mantener el principio del secreto y la no publicidad del convenio era

tanto más complicado para España, cuanto que la Declaración francoinglesa de abril se había

publicado, e indicaba en su artículo segundo el principio de la asistencia o intervención de Francia

en los asuntos de Marruecos, por lo que si no se dijese nada en el convenio francoespañol de la

participación hispana en estas tareas, Europa entera tendría la impresión de que la única potencia

que disfrutaba de tales derechos era Francia y que España quedaba eliminada de la función de

protectora del Sultanato, “sin poder ofrecer ciertamente a la expansión de sus capitales, del

propio comercio y todos los medios pacíficos de penetración, las seguridades o probabilidades de

cálculo que son indispensables para que las iniciativas y trabajos de esta clase se desenvolviesen y

ejercitasen“. En todo caso cabía adoptar fórmulas para evitar incidentes violentos en Marruecos,

publicando solamente el texto del convenio y dejando la especificación de las zonas de acción o de

influencia de España y Francia a los anexos de aquél o a determinaciones gráficas trazadas sobre

mapas que no se publicarían. Eso sin contar con que la simple sospecha de convenios secretos en

otros tiempos y para otros fines había dado lugar a debates entre la clase política restauracionista

que ahora se querían soslayar. Hay que señalar al respecto las intervenciones del conde de

Romanones en el Congreso a raíz de la aproximación de España a la Triple Alianza durante la

Regencia de María Cristina ; un aviso que no dejaron de recoger Maura y San Pedro: “España tiene

(...) medios y actos previsores (...) con los cuales acaso quedasen disipados los recelos que ese

Señor Ministro de Negocios Extranjeros ha manifestado (...), por cuanto conjuntamente con la
2742
Telegrama cifrado de León y Castillo a San Pedro. 7 de junio de 1904. A.G.A. Africa. Sección Política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. no. 4.

1513
acción amistosa cerca del Gobierno del Sultán que habría de corresponderle para aquella parte

del territorio a donde se extiende la eficacia de su soberanía, podría por sus tratos especiales con

las kabilas, tribus y partes de población donde la autoridad del gobierno marroquí sufre mayores

intermitencias utilizar convenios parciales y estipulaciones de ventajas que atrayéndole la buena

voluntad de sus actuales pobladores les llevasen a una cordial y pacífica inteligencia con

desenvolvimiento de actividades y trabajos que preparasen de modo totalmente seguro el fin de

progreso y civilización que de común acuerdo perseguimos“.2743 Además, España no se resignaba a

no poder influir económicamente en todos los territorios del Imperio, tanto en los que estaban

dentro como fuera de su área de influencia, incluso una vez acordado el reparto de las dos esferas y

ello iba a dilatar aun más el proceso negociador.2744 Delcassé 2745 no se negó de entrada a que en el

empréstito a Marruecos participaran capitales españoles. Su intención era no consentirlo pero evitó

el enfrentamiento directo con Maura, pretextando que debía consultar previamente el tema al

Ministro de Hacienda y a la banca francesa. También cuestionó la fórmula de delimitar las esferas
2743
Delcassé siguió negándose a una convención pública sobre Marruecos, dado que la noticia del reparto del Imperio
en zonas de influencia provocaría tal rechazo en el Sultanato que impondría en breve una conquista militar. Era ésta
una fórmula que resultaba muy onerosa para Francia y que retardaría la explotación económica del Sultanato. Había por
el contrario que ganarse la voluntad del Sultán y de la población del Sultanato. Los franceses, por su parte, ya habían
concluido su tarea de acoso financiero al Sultanato. El 12 de junio era firmado en Fez el contrato de empréstito por el
consorcio de bancos liderado por el Paribás que permitía a Francia un control sobre las aduanas de los puertos
marroquíes. Telegrama de Delcassé a Jules Cambon. 16 de junio de 1904. D.D.F. Tomo V, pp. 264- 265. El empréstito
debía servir para devolver el importe de los créditos anteriores suscritos por el Majzén. La amortización del empréstito
debía hacerse en 35 años, comenzando a partir del 1 de julio de 1906. El gobierno francés, forzando la alianza entre el
consorcio liderado por el Paribás y la compañía liderada por Schneider había conseguido un éxito total que le permitía
ahogar financieramente al Sultanato. El visir Gharnit y el Sultán, incapaces de escapar al acoso francés consiguiendo un
enfrentamiento entre los dos establecimientos crediticios, tuvieron que aceptar los términos más desfavorables al
suscribir el contrato. La devolución de crédito e interés estaba garantizada durante los siguientes treinta y cinco años
por el 65 % de los ingresos ordinarios de las aduanas marroquíes (Tánger, Casablanca, Mogador, Larache, Rabat,
Mazagán, Saffi y Tetuán). Agentes de la banca francesa pasarían a fiscalizar y controlar los ingresos de los
establecimientos aduaneros. Estaban dirigidos por Regnault, cónsul general de Francia en misión especial. De esta
forma los agentes franceses pasaban ahora a tener el mismo tipo de relación con la administración marroquí, que los
ingleses tenían en Egipto, es decir un protectorado más o menos velado. El Quai d´Orsay rápidamente preparó un
programa de reformas de la economía, administración y ejército del Sultanato. En enero de 1905 una embajada
encabezada por Saint-René Taillandier llegaría a Fez a presentar este plan a un Sultán horrorizado por la pérdida de su
soberanía imperial.
2744
R.O. del Ministerio de Estado dirigida a León y Castillo. 11 de junio de 1904. A.G.A. África. Sección Política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. no. 4.
2745
Hay que señalar que el ánimo del titular del Quai d´Orsay estaba fuertemente influido por los consejos de Saint-
René Taillandier, el Ministro de Francia en Tánger. Según este diplomático, Francia debía dominar enteramente el ciclo
productivo propio del Sultanato, y aumentar la dependencia de Marruecos con respecto a la potencia protectora. Para
ello se debían regular una serie de disposiciones económicas que permitieran a los capitalistas franceses actuar
indistintamente y a la vez en las esferas española y gala. Era por lo tanto peligroso delimitar una línea precisa para la
zona de los intereses españoles. No se debía establecer límite alguno a la acción reformadora de Francia y a la labor de
policía colonial de este país. Telegramas de Saint-René Taillandier a Delcassé. 8 de junio de 1904. D.D.F. V Tomo, pp.
220-222.

1514
de influencia relacionándolas con la intervención aduanera y su consignación en el tratado.

Asimismo consideraba imposible proceder a la redacción del convenio mientras no quedara

estipulado si iba a ser público o secreto. 2746

San Pedro había telegrafiado con urgencia al embajador en Londres, Duque de Mandas

rogándole que acudiese a Lord Lansdowne para que éste secundase la postura española en París,

reclamando la presencia económica y comercial en las tareas de penetración pacífica en el

Sultanato.2747 Sin embargo, Inglaterra no iba a actuar –como deseaba el gabinete Maura– como un

árbitro en las negociaciones francoespañolas, ayudando en lo posible a las pretensiones hispanas.

No habrían reuniones conjuntas en Londres en pie de igualdad entre los tres países que cerraban un

acuerdo sobre Marruecos; todo lo más, Lansdowne estaba dispuesto a actuar puntualmente como un

simple mediador. El 17 de junio Lansdowne, por ejemplo se limitó a declarar a Mandas que estaba

de acuerdo con los principios generales de la postura española en el sentido de que España y

Francia debían gozar de igualdad en las iniciativas económicas en sus respectivas áreas de

influencia, aunque en el terreno práctico sólo enunció la vaga posibilidad de prestar su apoyo si el

principio de puerta abierta en Marruecos para el comercio europeo se cuestionaba.

Con la sospecha de que la declaración anglo-francesa del 8 de abril contenía algunos

artículos secretos sobre Marruecos no conocidos por la diplomacia española, que facilitaban a

Francia una libre y desembarazada actuación en el Sultanato,2748 San Pedro ordenaba con urgencia

a Cólogan y a Mandas el 16 de junio que iniciasen unas gestiones reservadas para averiguarlo.2749

2746
Telegrama cifrado de León y Castillo a San Pedro. 13 de Junio de 1904. A.G.A. África. Sección Política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. no. 4.
2747
Telegrama de San Pedro al Duque de Mandas. 12 de junio de 1904. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores.
Embajada de España en Londres. Caja / Legajo 7.024. Los argumentos españoles para atraer la atención británica eran
repetitivos; había que sancionar la libertad comercial y de capitales en todo Marruecos y sin embargo, los franceses se
iban a reservar ventajas especiales. Mandas estaba absolutamente convencido de que se atraería el apoyo inglés, con lo
cual España tendría reconocida en su área de influencia el mismo derecho y libertad de acción económica que Francia
en la suya.
2748
El comienzo de la guerra rusojaponesa desvelaría que la entente cordiale francoinglesa no se resquebrajaba, sino
que al contrario se estaba fortaleciendo.
2749
Telegrama cifrado de San Pedro a Cólogan. 16 de junio de 1904. A.G.A. África. Sección Política (Marruecos).
Caja 44 / Ex. 4.Las frecuentes conversaciones confidenciales celebradas por Cólogan con el Ministro plenipotenciario
británico en Tánger, sir Arthur Nicolson, después de firmarse el acuerdo franco-británico de abril nunca le habían
hecho sospechar al primero la existencia de artículos secretos sobre Marruecos. Telegrama cifrado de Cólogan a San

1515
El gabinete Maura había llegado a sospechar la existencia de una inteligencia secreta entre Francia

y Reino Unido tras el secuestro de Perdicaris. El Foreign Office se había limitado a aconsejar a Abd

al- Aziz que solucionase cuanto antes el incidente. Al mismo tiempo San Pedro rogó a León y

Castillo que siguiese los debates que se produjesen en el parlamento francés en torno a las

negociaciones anglo-francesas y franco-españolas acerca de Marruecos. Mandas respondería

inmediatamente señalando que dudaba de la existencia de cláusulas secretas en el convenio.2750 El

22 de junio se entrevistaba con lord Lansdowne y le preguntaba si había algún tipo de inteligencia

especial y secreta entre Francia e Inglaterra además del convenio publicado en abril, aspecto que

desmintió rotundamente el titular del Foreign Office.2751

Las negociaciones francoespañolas, al entrar en su segunda fase tras el acuerdo sobre los

límites territoriales de las respectivas esferas de influencia, derivaron hacia la pretensión hispana de

intervenir las Aduanas del Imperio, si Francia lo hacía como garantía del empréstito de 1904. San

Pedro y Maura deseaban que este punto figurase expresamente por escrito en el convenio entre las

dos naciones. Para Delcassé, como quedó apuntado, admitir este hecho suponía una rémora para la

penetración pacífica francesa. Sin embargo, el 16 de junio León y Castillo telegrafiaba al Ministro

de Estado señalando que el titular de Exteriores galo estaba dispuesto a obtener de los banqueros

franceses la intervención española en las aduanas, pero que no quería consignarlo en el convenio.

No se podía traslucir nada que implicase reparto de territorios; en todo caso las aduanas designadas

por Delcassé para la actuación española eran las de Tetuán, Tánger y Larache, incluidas en la esfera

de influencia hispana. Delcassé insistió nuevamente en que la publicación del tratado

Pedro. 17 de junio de 1904. Ibidem. Telegrama de Rodríguez San Pedro al Duque de Mandas. 16 de junio de 1904.
A.F.M. Legajo 360 2 /6.
2750
Mandas apuntaba que quizás el único aspecto no conocido de la declaración francoinglesa se centraba en el hecho
de que Francia se retraería de apoyar a Rusia en el conflicto de ésta con el Japón. Telegrama del Duque de Mandas a
Rodríguez San Pedro. 17 de junio de 1904. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres.
Caja 7.024.
2751
Telegrama del Embajador de España en Londres, Duque de Mandas a Rodríguez San Pedro. 22 de junio de 1904.
A.F.M. Legajo 360 (2) / 6. Con todo, el interés de Lansdowne en que España dominara la costa mediterránea marroquí
sobre el Estrecho de Gibraltar hizo sospechar a San Pedro sobre el hecho de si habían pactado previamente Francia e
Inglaterra artículos secretos relativos a Marruecos junto a la declaración del 8 de abril , por lo menos sí que existía una
inteligencia reservada en algunos aspectos. San Pedro llegaba a estas sospechas tras contrastar el interés manifestado
por Inglaterra en que fuera España la ocupante de esa costa, mientras que por otro lado era débil el apoyo británico a las
pretensiones del gabinete Maura de iniciar una penetración pacífica en dicha costa.

1516
francioespañol podía causar una sublevación en Marruecos de tal magnitud que hiciese necesaria

una amplia intervención militar, a la cual Francia no quería verse abocada. León y Castillo

consideraba que la resistencia del titular de Exteriores galo era irreductible en este punto, que era el

único importante que faltaba por convenir (el de publicación o no del convenio) y que por otra

parte, Delcassé satisfaría todos los deseos de España en lo relativo a moneda, obras públicas,

derechos civiles de los españoles en el Imperio, establecimientos hispanos, etc. La propuesta de

Delcassé era la de no publicar el convenio de forma completa hasta que no desapareciese el peligro;

en el ínterin podía hacerse una declaración anunciadora del acuerdo. Este telegrama fue contestado

por otro, en que Rodríguez San Pedro aceptaba la solución indicada por Delcassé de publicar el

convenio más tarde.2752

Sin embargo, la posibilidad de una redacción a corto plazo del documento se desvaneció

como el humo por nuevas reticencias galas. Delcassé se desmarcó señalando que aceptaba la

intervención española de ciertas aduanas marroquíes, pero ahora venía a poner una serie de trabas

inasumibles por los intereses hispanos con el fin de que los financieros españoles no pudiesen

participar en el empréstito al Sultán del Banco de París y los Países Bajos.2753 Aceptadas estas

trabas por el gabinete Maura, Delcassé y León y Castillo, comenzaban el 21 de junio a estudiar la

redacción de un proyecto de convenio. Sin embargo se avecinaba una nueva paralización cuando

parecía que se iban a desbloquear las negociaciones. El gobierno Maura intentó que la prohibición

de fortificar la costa, a que se refería el artículo séptimo de la declaración francoinglesa, terminase

en Melilla. Delcassé, por el contrario exigía que se extendiese hasta 30 kilómetros al sudeste de la

plaza. Por otra parte, el Ministro de la Guerra galo consideraba este punto como una cuestión

irrenunciable para Francia ante el temor a la construcción de un puerto militar español en la Sebja

2752
Elegrama cifrado de Rodríguez San Pedro a León y Castillo. 16 de junio de 1904. A.G.A. África. Sección política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. no. 4.
2753
Telegrama cifrado de León y Castillo a San Pedro. 18 de junio de 1904. A.G.A. África. Sección política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. no. 4.

1517
de Bu Ezg. 2754 Otro punto que paralizaría la redacción del proyecto era la fórmula consignada para

asignar a cada potencia en su esfera de influencia respectiva la posibilidad de velar por el orden de

Marruecos y prestar al Sultanato apoyos en cuantas reformas de índole administrativa, económica y

militar pudiese necesitar. El gabinete Maura quería evitar los riesgos de una intervención inmediata

en los asuntos del norte de Marruecos.2755 Para ello aconsejó a León y Castillo que se introdujese en

2754
Telegrama cifrado de Rodríguez San Pedro a León y Castillo. 24 de junio de 1904. A.G.A. África. Sección Política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. no. 4.
2755
Los geógrafos africanistas como Gonzalo de Reparaz estaban bastante decepcionados, a esas alturas, de que la
cuestión de Marruecos no provocase adhesiones y apoyos incondicionales en las Cortes, al gobierno de Maura. Carta de
Gonzalo de Reparaz a A. Maura. 30 de junio de 1904. A.F.M. Legajo 360 (1) / 4. Reparaz remitió al gobierno Maura un
trabajo original titulado “Estudio sobre la cuestión de Marruecos“ en el que realiza, en primer lugar un estudio teórico
sobre las condiciones orográficas y el sistema montañoso propio del norte del Sultanato, al que define como una
prolongación de Andalucía. A continuación describe las costa de Yebala y del Rif. Señala como antes de los recientes
viajes del geógrafo francés Segonzac el territorio comprendido entre Melilla y Xauen era una tierra desconocida para
los europeos. A continuación resalta la importancia natural del puerto de montaña de Acbat el Cadi ( cortando en dos
partes iguales las montañas centrales rifeñas), entrada principal del Rif viniendo de Fez por Taza y punto estratégico de
una importancia capital. Reparaz a continuación intenta explicar hasta donde puede las características de Yebala y Rif y
describe la potencialidad agrícola de estos territorios, donde es factible el cultivo de olivo y almendro, e incluso la
existencia de pequeñas huertas en los márgenes de los ríos. A algunas llanuras como la de Lemtalsa las califica como
áridas en verano, pero muy feraces en invierno. Asimismo describe la riqueza ganadera de ciertos parajes donde la
yerba es sabrosa y fresca. Pasa a señalar el Rif Central y las montañas de los Ait- Urriaguel como lugares atravesados
por las ricas vegas del Nekur y del Ris y relativamente florecientes en contraste con las peladas lomas de los Bocoyas,
desoladas tras la expedición imperial de años antes. Un segundo bloque del trabajo se dedica al clima de la región
septentrional marroquí al que califica de relativamente templado y más húmedo de lo que podría suponerse dada su
latitud y proximidad a las áridas llanuras bañadas por el Muluya, humedad determinada además por relevantes
corrientes fluviales, un número singular de torrentes y arroyos que nacen de los montes de Kebdana. Resalta la
importancia, asimismo del Uad Zeluan, receptáculo de todas las aguas del desierto de Garet y que transporta agua todo
el año a pesar de la mucha que es detraída para el riego. Reparaz describe el aprovechamiento que los marroquíes hacen
de sus aguas a partir de una presa, merced a la cual han conseguido crear, al oeste de Kebdana, una fertilísima vega. A
continuación destaca el aprovechamiento de los riachuelos que bajan por los cerros de Kelaia, algunos de los cuales
potencian la existencia de frondosos jardines y huertas en el territorio de los Beni-Bu- Ifrur.Las aguas de los montes de
Kelaia, además dan lugar a la creación de diversos ríos. Reparaz señala que la vertiente atlántica, más extensa está
regada por las copiosas lluvias oceánicas que dan lugar a importantes ríos que riegan hoyas pobladas y fértiles, de
considerable importancia estratégica. Los cultivos son ricos y abundantes en esta zona, desde vastos y frondosos
olivares que forman verdaderos bosques a importantes campos de trigo y cebada, siendo esta comarca “una de las más
fértiles de Marruecos y acaso del mundo, pues surgen por todas partes copiosos manantiales. Llámanla por eso ‘bled el
ma’, el país del agua, vergel maravilloso, serie continuada de jardines, de bosques, de prados fecundos en que pacen
numerosos rebaños“. Un capítulo particular dedica Reparaz a la albufera de la Mar Chica, próxima a Melilla y
apetecida por los franceses. A continuación Reparaz pasa a describir el valor económico del país rifeño-yebalí; señala
que se ha especulado mucho sobre las riquezas de su subsuelo, de las cuales no se sabe nada. Con todo resalta que el
valor económico está en la zona nor-oeste de Marruecos y no tanto en el Rif. Describe los montes de Kebdana, extremo
oriental de la región como un lugar relativamente árido y despoblado en algunas de sus comarcas aunque a medida que
el viajero se aleja del Muluya empieza a encontrar gran número de poblados, campos bien cultivados y bastante
ganado, comparando el geógrafo francés Duveyrier el territorio a Bretaña y Normandía. Resalta la abundancia de
manantiales y pozos en Kelaia y la existencia de abundantes árboles frutales, pudiéndose sembrar mucha cebada
cuando las lluvias son abundantes. El suelo es arcilloso y seco, y cuando falta el agua de las precipitaciones, el territorio
se aridiza y desertiza. Tierra adentro el territorio es también relativamente pobre. El de los Bocoya se haya reducido a
la miseria, pues las tropas imperiales quemaron aduares, arrasaron las cosechas y talaron los bosques, arruinando la
capacidad productiva del país. Sin embargo frente a Vélez de la Gomera existen vegas fértiles y frondosos jardines, con
bosques de alcornoques. A partir del lugar en que empieza a sentirse la influencia del clima oceánico se encuentran un
gran número de arroyos de heladas aguas que dan paso, a medida que nos aproximamos al Oeste a cuencas feraces y
pobladas, si bien Reparaz admite que a pesar de los viajes de Segonzac y Foucauld, en el territorio que va de Tánger a
Xauen por Tetuán no existe una pulgada de terreno explorado. Por último, Reparaz hace un breve estudio del territorio
de Yebala: “Dominan los trigales. El agua abunda; por todas partes corren arroyos, saltan cascadas y manan fuentes.

1518
el convenio el artículo segundo del proyecto de tratado non-nato de 1902, con leves cambios de

forma, en sustitución del segundo párrafo del artículo segundo de la declaración francobritánica,

porque el texto de 1902 excluía a España de la obligación de intervenir militarmente en Marruecos,

dejándole sólo el derecho a ello.2756 Sin embargo se suscitaba un nuevo problema: España según

dicho artículo, entraría en posesión de su esfera de influencia de manera automática cuando

terminase el statu quo. Este concepto era incompatible con el párrafo segundo del artículo segundo

de la declaración francoinglesa, por el cual el gobierno inglés reconocía al galo el derecho de velar

por el orden del Imperio marroquí y de prestar al Sultán su concurso para reformas de todo tipo.

Suponía el reconocimiento virtual británico del protectorado francés sobre la integridad de

Marruecos, no para el día en que cesase el statu quo, sino desde el momento de la publicación del

convenio. Por ello, el gobierno francés no iba a aceptar el texto de 1902 ni tampoco la supresión o

modificación del artículo segundo de la declaración francobritánica, porque ello suponía negar el

reconocimiento del protectorado galo sobre el Sultanato.2757 En Madrid, el gobierno Maura

entendía que el artículo octavo de la declaración francoinglesa implicaba un concierto completo de

Francia y España en los asuntos de Marruecos, y que ello suponía que España podría de forma

inmediata ejercitar una acción civilista dentro de los límites señalados a su esfera de influencia e

Foucauld declara que ni en Suiza las ha visto correr con igual riqueza. Puede afirmarse que la comarca es un continuo
vergel. Los granados e higueras, juntamente con la vid, cubren los senderos. (En los poblados) (...) por cada calle corre
un arroyo de agua fresca y pura. Todo respira limpieza y frescura y no cabe imaginar paisaje más bello y animado“.
Señala como frontera ideal meridional para la esfera de influencia española el Uad Inauen, vía natural de comunicación
entre Argelia y el Océano Atlántico. En todo caso resaltaba la necesidad de controlar el extremo noroeste del Imperio,
por sus potencialidades económicas superiores a las del Rif. Si Francia lo ocupaba, dominaría económicamente todo el
septentrión marroquí. Un bloque final del estudio venía a escudriñar en el estado del problema de Marruecos,
insistiendo en que era necesaria una conducta activa pero prudente del gabinete Maura, sin vacilaciones pero también
sin cometer graves equivocaciones, conciente Reparaz de la dimensión histórica del proceso de acoso del Imperio
marroquí que culminaba en aquellos instantes. “Con la opinión pública española no hay que contar. La acción de un
gobierno en manera alguna puede basarse en lo que no existe“. Sin embargo, auguraba el geógrafo grandes protestas en
España si Marruecos era incorporado al África francesa. Acaso se desataría una revolución en España. El geógrafo
exalta asimismo a Marruecos como “el país más rico del Norte de África. Su suelo aventaja mucho al nuestro en
fertilidad. Si tiene (...) vastos espacios áridos, en cambio la zona suficientemente regada es más extensa y recibe mayor
cantidad de agua. Sometido a la influencia bienhechora de los vientos del Atlántico y dotado de montañas más altas que
las españolas, no sólo la capa pluvial es más considerable sino que la cantidad retenida por el suelo es mayor y más
permanente (...) A pesar de la vecindad del Sahara no se secan en verano y son más caudalosos que los nuestros. (...) El
suelo marroquí contiene en la mayor abundancia infinitas riquezas agrícolas “. Gonzalo de Reparaz: Estudio sobre la
cuestión de Marruecos. A.F.M. Legajo 360 (1) / 4.
2756
Telegrama cifrado de San Pedro a León y Castillo. 26 de junio de 1904. A.G.A. África. Sección Política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. no. 4.
2757
Telegrama cifrado de León y Castillo a San Pedro. 27 de junio de 1904. A.G.A. África. Sección política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. no. 4.

1519
iniciar la penetración pacífica en cuanto se firmase el convenio, sin esperar a que se rompiese el

‘statu quo‘.2758 La oposición de Delcassé a las pretensiones del gobierno Maura sería total.2759

Delcassé se opuso a reconocer a España en su esfera de influencia el gozo de los privilegios y de las

facultades que la declaración francobritánica atribuía al gobierno galo. Ello equivaldría a compartir

el protectorado de Marruecos con España y antes de entrar a discutir tal punto consideraba

preferible terminar las negociaciones, porque en este punto el acuerdo era imposible. Delcassé

formuló la pretensión de que la acción española en sus dos esferas de influencia se ejerciera sólo

cuando cesase el ‘statu quo’ político del Imperio. El gobierno español creyó que no era posible que

Francia comenzara inmediatamente su actuación en la esfera de influencia que le era atribuida y

España no, porque esto equivaldría a admitir la situación de protectorado galo sobre todo

Marruecos. La discusión prosiguió durante varios días, pues el gobierno Maura se negaba admitir

esta situación: el protectorado exclusivo de Francia sobre el Sultanato. Se pensaba en el Ministerio

de Estado que el gobierno francés intentaría mantener la ilusión del statu quo indefinidamente,

prestando su ayuda a las reformas administrativas, económicas, financieras y militares que se

emprendieran en el Sultanato, para consolidar su dominio sobre todo el Imperio alauí, con lo cual

España quedaría perpetuamente excluida de él. Surgía también el riesgo de verse el país

absolutamente rodeado por posesiones galas. Por ese motivo se sugirió por parte española que

Francia compartiese proporcionalmente con España la empresa de consolidación del protectorado,

reconociéndole en su área de influencia la libertad de acción que el párrafo segundo del artículo dos

de la declaración francoinglesa reconocía a Francia en exclusividad. Delcassé replicó que el Sultán

Abd al- Aziz no estaba satisfecho de los españoles, y por ello el Quai d´Orsay no estaba en

condiciones de hacerle aceptar un protectorado hispano. En todo caso, el titular de Exteriores ofertó

la posibilidad de dejar un margen en el convenio de 30 años, el fijado en el convenio francoinglés

para el mantenimiento de la libertad comercial total en el Sultanato, durante el cual España no

2758
Telegrama cifrado de San Pedro a León y Castillo. 27 de junio de 1904. A.G.A. África. Sección Política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. no. 4.
2759
Telegrama cifrado de León y Castillo a San Pedro. 29 de junio de 1904. A.G.A. África. Sección política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. no. 4.

1520
podría ejercitar su tarea como potencia protectora en Marruecos, quedando aplazado temporalmente

el ejercicio de su influencia.2760 Ante las protestas de León y Castillo, Delcassé rebajó a 20 años la

fecha para dar inicio al protectorado español.

El gobierno Maura ordenó inmediatamente a León y Castillo aplazar la negociación. El

Embajador español se trasladaría a España para conferenciar en secreto con San Pedro, con un

borrador del proyecto conteniendo las propuestas francesas.2761 Maura seguía detenidamente las

negociaciones desarrolladas en París, siendo informado personalmente por San Pedro. Sólo

intervenía en cuestiones muy concretas y puntuales. 2762

14.24. Mecanismos de la diplomacia española para encontrar apoyos frente a Francia:

apelaciones al II Reich y al Reino Unido.

A principios de julio el titular del Ministerio de Estado percibía cómo cada día se dibujaba

más en el proceso negociador entre León y Castillo y Delcassé, la tendencia excluyente de Francia

que buscaba reducir a la mínima expresión el valor de la esfera de influencia española en

Marruecos. En la práctica, la diplomacia francesa demostraba seguir una dinámica política propia y

no buscaba lograr en Marruecos objetivos comunes con la española. La actitud del titular del Quai

d´Orsay era claramente obstaculizadora de la acción española, y en esto catalizaba perfectamente la

actuación expansionista gala en Marruecos, y en concreto los deseos de los líderes parlamentarios

del partido colonial francés. Lo cierto es que la política de la III República perseguía la exclusión

2760
Telegrama cifrado de León y Castillo a Rodríguez San Pedro. 30 de junio de 1904. A.G.A. África. Sección política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. no. 4.
2761
El borrador se conserva actualmente depositado en el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares.
Lleva el membrete de secreto. En lo que respecta a la esfera de influencia meridional española, se establecía que el
límite con la zona francesa partiría de la intersección del meridiano 14º 20’ Oeste de París con el paralelo 26 º de latitud
norte, siguiendo hacia el Este hasta el encuentro con el meridiano 11 º O. de París. Subiría después este meridiano hasta
su encuentro con el río Draa, y a continuación el thalweg del río Draa hasta su encuentro con el meridiano 10 º Oeste de
París, hasta la línea superior entre las cuencas del río Draa y del río Sus, para luego seguir en dirección Oeste, y buscar
las cuencas costeras del río Massa y del río Nun, hasta el punto más cercano del nacimiento del río Tazerualt. Se
admitía que el gobierno español podía establecerse en Ifni en cualquier momento, una vez que se hubiera puesto de
acuerdo con el Sultán. El capricho de las dos potencias imperialistas llevaba asimismo a alterar la frontera meridional
del Sultanato, señalando que la región comprendida entre los grados 26 º y 27º 40’ de latitud norte y el meridiano 11 º
de París quedaban fuera del territorio marroquí , pasando España a tener plena libertad de acción en el territorio.
2762
Carta particular de A. Maura a León y Castillo. 14 de Julio de 1904. A.F.M. Legajo 360 1 /2.

1521
de España del Sultanato. Con el argumento de que esta tendencia exclusivista de Francia tenía una

mayor trascendencia que la meramente territorial y deseaba eliminar la libertad comercial en el

Sultanato, San Pedro urgió al Embajador en Berlín, Angel Ruata a que iniciara conversaciones con

el Ministro de Negocios Extranjeros del Imperio Alemán, advirtiéndole de la tendencia

monopolizadora de Francia no tanto en la pretensión de acaparar exclusivamente el comercio

marroquí y la administración de Marruecos, sino en el intento de constituirse en la única potencia

hegemónica en lo político en el Sultanato, convirtiéndolo en un protectorado de la República.2763

Además el objetivo era que presionase al gobierno del II Reich para que éste recomendase a sus

Embajadores en París y Londres que apoyasen activamente las gestiones del Marqués de Muni y

del Duque de Mandas, en lo que se refería a la defensa de los intereses españoles en Marruecos. 2764

El mismo San Pedro se puso en contacto con el Embajador germano en Madrid, Radowitz

insistiéndole en la necesidad de la colaboración diplomática del II Reich con España,2765 y

argumentando el propósito de su gobierno de estipular la defensa y el respeto a la libertad

comercial en la esfera de influencia española en el Sultanato.2766

Sin embargo, la diplomacia del II Reich no iba a respaldar eficazmente los propósitos del

gabinete Maura.2767 El 12 de Julio Ruata se entrevistó con el Ministro de Negocios Extranjeros

alemán, Barón de Richtofen que no se comprometió en llevar a cabo acciones de respaldo a la

actuación española. La defensa de la libertad comercial en Marruecos sirvió a Ruata para pedir a

Richtofen que apoyase las reivindicaciones españolas frente a las pretensiones francesas. No

obtendría sin embargo más que palabras alentadoras del jefe de la diplomacia alemana y promesas

2763
Carta particular no. 17 de San Pedro a Angel Ruata. 17 de julio de 1904. A.G.A. África. Sección Política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.
2764
Carta particular de San Pedro a Angel Ruata. 4 de Julio de 1904. Ibidem. El periódico vienés La Correspondencia
General publicaba el 4 de Julio un telegrama procedente de Berlín señalando que durante una reciente entrevista en
Kiel entre los soberanos de Alemania e Inglaterra, Guillermo II cumpliendo la promesa hecha en Vigo al rey Alfonso
XIII, había presionado al rey Eduardo para que ayudase a la causa española en las negociaciones abiertas entre Francia
y España sobre Marruecos.
2765
Radowitz le insistiría a San Pedro sobre la necesidad de que el libre tráfico y la libre concurrencia comercial y el
acceso de todos los países a la obtención de concesiones para explotar las riquezas naturales del país debían hacerse
extensivas a todo el territorio imperial marroquí, es decir también al área de influencia francesa.
2766
Carta particular y confidencial del Embajador alemán en Madrid, Radowitz al Ministro de Estado, San Pedro. 9 de
Julio de 1904. A.G.A. África. Sección Política (Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.
2767
Carta particular no. 15 de San Pedro a Angel Ruata. 8 de julio de 1904. A.G.A. África. Sección Política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.

1522
vagas de que en breve el Embajador del II Reich en París, príncipe de Radolín se pondría en

contacto en la capital gala con León y Castillo2768 (“buscaré un medio de prestarles apoyo en

París“), pero ningún compromiso serio de apoyo. 2769

El 1 de Julio, asimismo, San Pedro había telegrafiado urgentemente al Duque de Mandas,

solicitando la ayuda británica ante las pretensiones de Delcassé de incluir una cláusula en el

convenio según la cual la acción civilista española en su esfera de influencia en Marruecos se

ejerciera sólo cuando quebrase el ‘statu quo’ político de aquel Imperio (es decir cuando fracasase el

propósito del convenio en negociación entre Francia y España, que buscaba en teoría apuntalarlo).

El Ministro de Estado manifestaba su rotunda negativa a aceptar la dominación exclusiva de

Francia que ejercería hasta ese momento sus tareas de potencia protectora sobre todo el Imperio.2770

Si esta cláusula era divulgada, España resultaría a los ojos de los marroquíes la potencia más

interesada en la pronta desaparición del Imperio, para poder tomar posesión de su esfera de

influencia y ejercitar su tarea de potencia colonial. El propio presidente del gobierno, A. Maura,

seguía detalladamente el curso de las negociaciones de París y consideró necesario poner un freno a

la actitud, cada vez más activa de Francia en su infiltración pacífica en el Sultanato.2771 La

2768
El Príncipe de Radolín no se pondría en contacto con el Marqués del Muni por haber salido éste de París en
dirección a San Sebastián para conferenciar con San Pedro.
2769
Carta particular no. 21 de Angel Ruata a Faustino Rodríguez San Pedro. 13 de Julio de 1904. A.G.A. África.
Sección Política (Marruecos). Caja 44 / Ex. 4. La respuesta de San Pedro a Ruata fue muy cauta: “(...) bueno es que
como Usted me dice Alemania esté a favor nuestro, pero no hay que confiarse en ello demasiado y aprovechando las
espontáneas manifestaciones del Barón de Richtofen conviene insista usted en las indicaciones que le hacía en mi carta
anterior “. Carta particular no. 16 de San Pedro a Angel Ruata. 15 de Julio de 1904. A.G.A. África. Sección Política
(Marruecos). Caja 44 / Ex. 4. El Barón de Richtofen se limitaría a señalar el 19 de julio a Ruata que las dificultades que
entorpecían el arreglo de las negociaciones francohispanas se debían a las presiones que sobre Delcassé ejercía el
influyente Comité de Marruecos , dirigido por el lider colonialista Etienne el cual pretendía que no se hiciese a España
concesión alguna. Esta sensación coincidía con la impresión española de que Francia aspiraba a ser la única potencia
europea que ejerciese un protectorado en Marruecos. Carta particular no. 22 de Angel Ruata a San Pedro. 20 de julio de
1904. A.G.A. África. Sección Política (Marruecos). Caja 44 / Ex. 4. Ruata acabaría por alertar a San Pedro el 28 de
julio que los alemanes “a mi juicio quisieran por una parte sernos agradables pero evitar al mismo tiempo el entrar
totalmente a fondo en la cuestión por no ser un interés directo como el nuestro“. Carta particular no. 23 de Angel
Ruata a san Pedro. 28 de julio de 1904. Ibidem.
2770
Telegrama de Rodríguez San Pedro al Duque de Mandas. 1 de julio de 1904. A.F.M. Legajo 360 2 / 6.
2771
La diplomacia francesa entendía que en la creación de infraestructuras, el primer ferrocarril que se debía construir
en Marruecos es el que uniría Túnez con Argel, Orán y el Atlántico a través de Taza y Fez; sería la gran artería
comercial del África nor-occidental. El Quai d´Orsay entendía que se podía dejar a compañías belgas o alemanas la
construcción de una línea que uniera Fez con Larache y Tánger. Las empresas de mayor importancia debían quedar
reservadas a empresas ferroviarias francoespañolas (de capital fundamentalmente galo), que eran las que explotaban las
líneas peninsulares españolas. Jules Cambon aconsejaría a Delcassé que se podía prometer a los españoles igualdad en
las facilidades concernientes a la explotación económica del Sultanato, pero que estas facilidades serían inservibles

1523
penetración económica española estaba condenada al fracaso, si no se ponía remedio a la aspiración

de Francia a ejercer el control real y efectivo del país. Sin abrigar dudas acerca de la trascendencia

de la negociación, el presidente del gobierno se dirigiría personalmente al Duque de Mandas

remitiéndole un telegrama el 3 de julio2772 ratificando las instrucciones de San Pedro y abogando

por la consecución del apoyo británico a la reivindicación española, centrada en que se pudiera

ejercitar de manera inmediata una actuación económica y protectora en el Imperio. El contenido

del mencionado telegrama señalaba,

“Nosotros proponemos sostener statu-quo fomentando pacíficamente cultura,


progreso, seguridad y orden. Por esto nos proponemos concertar con Emperador de
Marruecos servicio español de policía en Tánger donde el proyectado convenio con
Francia suprimiría necesidad de policía francesa,2773 como en restantes lugares de nuestras
zonas. Advertirá V.E. que Declaración abril no impone a Francia obligaciones
determinadas y también España necesitará estimar y graduar libremente las ocasiones
oportunas y los medios posibles para ejercitar su acción a la vez que en servicio de sus
intereses en pro general de civilización, comercio y seguridad. Francia dispone más medios
pero España en aludidas zonas está más necesitada de aplicar esfuerzos para indicados
fines sin mediar responsabilidad ni obligación con otras naciones “.2774

para España dada la mayor potencia económica francesa. Despacho no. 96, confidencial de Jules Cambon a Delcassé.
23 de mayo de 1904. D.D.F., Tomo V, pp. 187-189.
2772
El 1 de julio San Pedro se entrevistó asimismo con sir E.H. Egerton, Embajador de Inglaterra en Madrid,
haciéndole partícipe de sus inquietudes respecto a la acción que Francia quería ejercer en Marruecos, y en particular de
sus propósitos de organizar la policía en Tánger. San Pedro estaba también muy preocupado porque los agentes
republicanos iban a ejercer un cierto control de las aduanas. Asimismo volcó su frustración por el hecho de que no se
organizaba un protectorado en Marruecos entre las dos naciones, Francia y España. El Embajador intentó zafarse como
pudo de las insinuaciones españoles señalando que Francia tenía en el Sultanato intereses superiores a los de todas las
restantes potencias. Egerton recalcó a Cambon que creía que el Embajador del II Reich, Radowitz ejercía en esos
momentos en Madrid una acción hostil a la entente francoespañola. Telegrama de Jules Cambon a Delcassé. 2 de julio
de 1904. D.D.F. Tomo V, pp. 292-293. Delcassé contestaría el día siguiente a Cambon que Regnault, el controlador
general de las aduanas marroquíes iba a nombrar delegados españoles en dos de las tres aduanas en la región reservada
a España. El titular de Exteriores, empero, se mostró contrario a que agentes españoles participaran en la organización
de la policía. La presencia de oficiales españoles serviría de provocación del Sultán y de la población, provocando una
expedición militar y la conquista que Francia deseaba evitar. Otra cosa en la que sí estaba dispuesto a transigir era la
participación española en empresas económicas en Marruecos. Telegrama de Delcassé a Jules Cambon. 3 de julio de
1904. D.D.F. Tomo V, pp. 294-295.
2773
El secuestro de Perdicaris y Varley por el Raisuni llevó a la diplomacia francesa a pensar en la urgencia de
organizar un servicio de policía eficiente en Tánger. Gran parte de la colonia europea y de los judíos residentes en el
lugar estaban dispuestos a aceptarla. Convenía, sin embargo, descartar de entrada toda intervención que pudiese unir
contra los franceses en un sentimiento de hostilidad a las cabilas y al Majzén. Por ello, Saint-René Taillandier aconsejó
a Delcassé que se impusiese al Sultán el nombramiento de un Bajá (= Gobernador) enérgico e influenciable por
Francia, y la introducción de agentes de policía galos y argelinos. Telegramas de Saint- René Taillandier a Delcassé. 23
de mayo de 1904. D.D.F. Tomo V, pp. 185-186.
2774
Telegrama del Presidente del Consejo de Ministros,A. Maura al Embajador de España en Londres, Duque de
Mandas. 3 de julio de 1904. A.F.M. Legajo 360 1 / 2.

1524
España no podía admitir, en opinión del estadista mallorquín, ninguna fórmula que la

anulase o que la redujese a una posición de inferioridad.2775 España debía iniciar una acción

administrativa y económica en el Imperio jerifiano de manera inmediata. De hecho, las

pretensiones de Maura fueron entendidas por la diplomacia gala como un intento de constituir un

condominio francoespañol sobre todo el territorio imperial, algo que Delcassé no estaba dispuesto a

consentir.2776 Se entró en una dinámica de recelos mutuos que hicieron peligrar el acuerdo. Por ello

Jules Cambon aconsejaría a Delcassé que en la prevista como esfera de influencia hispana se

permitiese la llegada de un cierto número de funcionarios españoles destinados en las aduanas y

también la presencia de agentes de policía o guardias civiles de esta nacionalidad.2777

La respuesta de Lord Lansdowne al gabinete Maura fue evasiva, no comprometiéndose a

apoyar de forma clara a España. Las desconfianzas españolas se centraban en que no se podía

esperar para ejercitar una tarea de penetración en Marruecos a que Francia juzgase completa la

quiebra del sistema político marroquí; el gobierno republicano dilataría indeterminadamente esa

circunstancia, máxime cuando se iba a insuflar vida al Imperio mediante una serie de reformas que

le llevarían en realidad a apoderarse del Sultanato y a dirigirlo. El ‘statu quo’ jamás se disolvería y

España quedaría excluida de la posibilidad de intervenir en el Imperio marroquí. Aceptar una

cláusula de exclusión temporal a la hora de intervenir en Marruecos equivaldría a admitir, más bien

una exclusión definitiva. Lord Lansdowne, sin comprometerse a presionar al Quai d´Orsay,2778

requirió información precisa acerca de lo que iba a consistir la acción inmediata de España en su

2775
A su vez Francia también utilizaba recursos diplomáticos para presionar sobre el gabinete Maura. A tal fin Jules
Cambon, el Embajador en Madrid se entrevistaba periódicamente con la Reina Madre y con el subsecretario de Estado,
Castro, hombre de confianza de María Cristina y partidario resuelto de un acuerdo con Francia, prestando su activo
concurso para hacer posible un tratado sobre Marruecos. Castro entendía, como también León y Castillo que era
fundamental mantener en secreto la redacción del acuerdo sobre Marruecos, a fin de no desatar ni la desconfianza del
Sultán ni la de la población marroquí. Esto iba a causar problemas con Maura y San Pedro, convencidos defensores de
la publicación del acuerdo.
2776
El director de Asuntos Políticos del Quai d´Orsay había establecido en junio de 1902 en un documento que no vio
la luz los principios reguladores de la actuación francesa que pasaban por proceder inmediatamente a realizar reformas
administrativas, económicas, financieras y militares como corolario del compromiso de velar por la tranquilidad del
país. Nada se decía de compartir esas tareas con España.
2777
Telegrama de Jules Cambon a Delcassé. 2 de julio de 1904. D.D.F. Tomo V, pp. 290-291.
2778
Es más: recalcó que Inglaterra reconocía a Francia el derecho de velar por la tranquilidad del Imperio (incluso en la
esfera de influencia española) y prestar su ayuda para emprender una serie de reformas.

1525
esfera de influencia.2779 El titular del Foreign Office consideraba, asimismo, crucial asegurar la

tranquilidad en la zona norte de Marruecos y en particular en las proximidades de Tánger, azotada

por las correrías del Raisuni. En aquellos momentos pesaba en el ánimo de Lansdowne el incidente

Perdicaris, el ciudadano estadounidense raptado por el Raisuni y la extraordinaria gravedad de la

respuesta norteamericana, remitiendo el presidente Theodore Roosevelt una escuadra de guerra a

Marruecos con la intención de rescatar al secuestrado e infligir un duro castigo al bandido

marroquí. 2780 En particular, Lansdowne preguntaba al gabinete Maura si consideraba necesario el

envío de policías, guardias civiles o efectivos militares.2781 Lansdowne no deseaba adquirir

responsabilidades concretas para dar su apoyo a España;2782 en sus conversaciones con Mandas

utilizaba expresiones vagas y genéricas, repitiendo que la declaración francobritánica aseguraba a

España el disfrute de una posición especial en lo concerniente al porvenir de Marruecos; sin

embargo ahora se trataba más bien de hacer perdurar la situación de mantenimiento del ‘statu quo’

y de independencia teórica del Imperio marroquí. 2783

Días después, el 6 de julio, el Marqués de Lansdowne citaba a Mandas exponiéndole el

contenido de una reciente entrevista con el Embajador de Francia en Londres, Paul Cambon. Las

protestas españolas ante Lansdowne, la actitud firme de Maura negándose a admitir una posición de

subordinación de España respecto a Francia en lo referente al inicio de la penetración pacífica en

Marruecos determinaron un cambio en la postura gala. Paul Cambon declaró que Francia no iba a

2779
En Inglaterra se empezó a pensar que España actuaba presionada por Alemania. El conde de Metternich,
embajador alemán en Londres había señalado que el II Reich también tenía sus intereses en Marruecos y que
eventualmente la diplomacia germánica podría intervenir en la cuestión marroquí si España reclamaba su concurso
diplomático. Paul Cambon aseguró a Lansdowne que si España quería emprender la realización de infraestructuras en
el norte de Marruecos, Francia sólo deseaba participar con el concurso de sus capitales. Despacho no. 187 de Paul
Cambon, Embajador de Francia en Londres a Delcassé. 5 de julio de 1904. D.D.F. , Tomo V, pp. 298-299. Para intentar
desbloquear las negociaciones, Jules Cambon, el Embajador en Madrid visitó a Alfonso XIII y a la Reina madre el 5 de
julio, resaltando las ventajas económicas que estaba dispuesta Francia a reservar a España además del control de las
aduanas .Despacho no. 102, confidencial de Jules Cambon a Delcassé. 6 de julio de 1904. D.D.F., Tomo V, pp. 299-
300.
2780
El suceso histórico está recreado, con ciertas concesiones al romanticismo y a hechos falsos ahistóricos en el tomo
de Milius, J.: El viento y el león, Madrid, Editorial ATE, 1979. Aunque sin embargo el presidente Roosevelt acabaría
por admitir la gestión preferente de Francia a la hora de velar por el orden público en el Sultanato.
2781
Lansdowne entendía que Francia seguramente remitiría a Tánger policía colonial, y dos fuerzas distintas del orden
generarían en la capital diplomática marroquí una situación tensa.
2782
Quería garantías de seguridad y orden para Tánger.
2783
Telegrama del Embajador de España en Londres, Duque de Mandas al Ministro de Estado, Rodríguez San Pedro. 3
de julio de 1904. A.F.M. Legajo 360 2 /6.

1526
pretender que empezase la acción civilista española en el Imperio, cuando el gobierno republicano

considerase disuelto el ‘statu quo’. Lo que París quería evitar era la publicación de la hipótesis de la

disolución. Por otra parte, Mandas manifestó al titular del Foreign Office que siendo mucho más

pequeña la esfera de influencia atribuida en Marruecos a España que la reservada a Francia, se creía

capaz el gobierno español de llevar a cabo las mismas actuaciones civilistas que Francia en su

esfera. (De hecho Francia iba a enviar a Fez consejeros civiles y militares y a invertir en Marruecos

cuantiosas sumas en forma de empréstito haciendo que se extendiera su influencia a todo el

Imperio marroquí 2784). Ello suponía el establecimiento de fuerzas de policía en Tánger, aspecto que

preocupaba a Lord Lansdowne que deseaba saber si el gobierno maurista estaba comprometido a

defender los alrededores contra las fuerzas del Raisuni. Un segundo aspecto que preocupaba a

Lord Lansdowne era cómo conjugar el empréstito francés, cuyos beneficios redundarían en todo el

Sultanato, con la actuación de penetración económica que España deseaba ejercitar

inmediatamente en su esfera de influencia.2785 Londres pasó a ser durante unos días el escenario

crucial donde se intentaban dirimir las diferencias francoespañolas. Delcassé remitía a su vez una

doble nota a los Embajadores franceses en Londres y Madrid, los hermanos Cambon señalando las

concesiones que Francia estaba dispuesta a otorgar a España:

a) Tras la concesión del empréstito galo a Abd al- Aziz, Francia iba a intervenir en varias de

las aduanas del Imperio como garantía del cobro del crédito.2786 Estaba dispuesto a que en

dos de ellas hubiera funcionarios españoles.

2784
El Sultán Abd al- Aziz, con su habitual inteligencia y perspicacia luchó encarecidamente para no aceptar el crédito
del Paribás, respaldado por el Quai d´Orsay. Telegrama de Delcassé a Saint-René Taillandier. 25 de mayo de 1904.
D.D.F. Tomo V, pág. 190. La resistencia cesó el 1 de junio cuando el Sultán emitió un firmán, ordenando a sus
Ministros de Asuntos Extranjeros y de Finanzas concluir el contrato de del empréstito elaborado con Zangarussiano, el
delegado del Paribás. El contrato fue ratificado y firmado por el consorcio de bancos franceses, el 28 de junio.
Telegrama de Saint- René Taillandier a Delcassé. 5 de junio de 1904. D.D.F. Tomo V, pág. 216.
2785
Telegrama del Embajador de España en Londres, Duque de Mandas al Ministro de Estado, Rodríguez San Pedro. 6
de julio de 1904. A.F.M. Legajo 360 2 / &.
2786
Sólo en el momento en que el Majzén aceptó el empréstito, el Quai d´Orsay estuvo dispuesto a desbloquear la
aceptación de Francia al nuevo reglamento de impuestos agrícolas introducido por el gobierno marroquí, conocido con
el nombre de “tertib“. R.Orden de 9 de febrero de 1904. A.G.A. África (Fondo Histórico de Marruecos). Caja 93 / Ex.
no. 1.

1527
b) En el arreglo convenido en París, en forma todavía de borrador, había un artículo, el

octavo que se refería a la necesaria inteligencia entre Francia y España en las cuestiones

económicas del Imperio. Con arreglo a él, España tendría exactamente los mismos

derechos en su zona de influencia que Francia en la suya para construir ferrocarriles, vías

de comunicación e introducir otras mejoras.

c) En Tánger como en todo el Imperio debía haber policía exclusiva del Sultán de

Marruecos. Sólo incumbía a Francia y España suministrar técnicos que la organizaran. En

Tánger no debía haber policía francesa ni española. 2787

Lansdowne se mostró supeditado en todo momento a lo que dijera Francia. Su labor en

Londres se evidenciaba como la de un tibio mediador entre los gobiernos galo y español, ni mucho

menos la de un valedor de España. Su línea de actuación se reducía a que la negociación

francoespañola era algo exclusivamente bilateral, entre los dos países vecinos y sus intervenciones

como titular de la diplomacia británica debían ser esporádicas, breves y no trascendentales.

14.25. La visión de los políticos ingleses de la cuestión marroquí y de la inserción en ella de

España.

Los monárquicos y conservadores británicos que, como lord Salisbury, tenían una visión

geopolítica del Estado español, pensaban que si tras el desastre de 1898, España se hundía

definitivamente, el equilibrio de poder en el Mediterráneo sería desfavorable para los intereses

británicos. Por ese motivo tanto Salisbury como su sucesor en el Foreign Office, el unionista

Lansdowne estuvieron bastante preocupados por el destino de España y su imperio. En

consecuencia, señala John Charmley, en las negociaciones que condujeron a la alianza anglo-

2787
Telegrama del Duque de Mandas a San Pedro. 8 de julio de 1904. A.F.M. Legajo 360 2 /6. “Es menester evitar en
esto todo cuanto alarme más a los marroquíes y de esa manera Francia entiende que tanto ellos como España deben
cuidar exactamente todo acto o paso que alarme a la población del Imperio haciéndola reedificarse tratando impedir la
disolución de éste. Marqués de Lansdowne estima que ahora hay elementos para que España y Francia ultimen su
arreglo, una vez disipada la mala inteligencia de los días pasados “.

1528
francesa, los británicos estuvieron en condiciones de utilizar los problemas españoles como un

arma de negociación contra los franceses.2788 Aunque es cierto que existió una cierta simpatía por

España entre los conservadores, ésta tan sólo tuvo importancia en tanto que relacionada con otros

motivos o intereses. Por ello cabría matizar que ese empleo de la baza española como arma de

negociación fue muy limitado y estuvo ligado por parte inglesa a su interés por el Estrecho de

Gibraltar.

El crecimiento de la influencia francesa en Madrid a lo largo de 1898 como resultado de las

conversaciones de paz con Estados Unidos significó, como oportunamente recordó el Embajador

Drummond-Wolf al entonces primer ministro lord Salisbury,2789 que los británicos podían utilizar

su influencia en Marruecos como baza para atraerse a los españoles. Con sus amplias costas

atlánticas y mediterráneas, su posición estratégica de balcón a lo largo del Estrecho de Gibraltar,

Marruecos era el objetivo de numerosos hombres de Estado, y los planificadores navales del Reino

Unido se encontraban ansiosos para que no cayera bajo el dominio de una poderosa potencia naval.

Desde este punto de vista España era, como remarcaba Salisbury, el aliado ideal, el candidato para

controlar las costas del Estrecho.2790

Ciertamente, éste fue un papel que los gobiernos españoles eran conscientes de estar

desempeñando. En aquellos momentos, liberales y conservadores comprendieron que la existencia

de unos intereses españoles en el norte de Marruecos podía ser percibida por el gabinete británico

como un elemento tranquilizador ante una posible ruptura del ‘statu quo’ marroquí que pudiese

dejar el otro lado del Estrecho en condiciones de ser artillado por Francia. En enero de 1903 el

Ministro de Estado del gobierno conservador, B. Abarzuza sugirió al Embajador británico en

Madrid, sir Mortimer Durand, que sus dos países podrían incluso firmar una alianza relativa al

2788
Cfr. Charmley, J.: “Naciones vitales y naciones moribundas“, en Burdiel, I. y Church, R.: Viejos y nuevos
imperios. España y Gran Bretaña, s. XVII- XX “, Valencia, Ediciones Episteme, 1998, pág. 221.
2789
British Documents on the Origins of the World War, 1898-1914. G.P. Gooch and H.W. Temperley,eds. London,
HMSO, 1926, Tomo II, doc. No. 303, 14 de agosto de 1899 , pp. 254-255.
2790
British Documents, Tomo II, doc. No. 304, Salisbury a Woolf, 11 de Enero de 1899, pág. 255.

1529
norte de África, pero Lansdowne, en proceso de aproximación a Francia, declinó la oferta.2791

Temiendo que los ingleses y franceses intentaran excluir a España del futuro de Marruecos, la

diplomacia hispana intentó persuadir constantemente a Lansdowne y a los ingleses de que los

planes franceses de hegemonía en Marruecos eran mucho más serios de lo que el Foreign Office

imaginaba. A pesar de que Lansdowne no se tomó en serio estas advertencias, la negativa de

Silvela a firmar en diciembre de 1902 el acuerdo de reparto de Marruecos fue una de las vías que

propiciaron el acercamiento franco-británico y contribuyeron a la creación de la Entente Cordiale.

Cabe pensar que de haberse firmado el convenio de 1902, Francia (teniendo ya a su lado a Italia)

hubiera sido más agresiva en el Imperio jerifiano; como los españoles no se decidieron a firmar,

Delcassé entendió que las negociaciones de Paul Cambon en Londres eran la vía de avance más

rápida para apoderarse de Marruecos.

Ahora bien, durante todas las negociaciones, los ingleses hicieron uso de los históricos

intereses españoles en Marruecos como pretexto para recordar a los franceses que necesitaban la

ayuda británica en el Sultanato para imponer su hegemonía y recortar la influencia española.

Además Lansdowne insistió en que el Quai d´Orsay debía negociar un acuerdo con España sobre el

Imperio alauí.2792 En este sentido, los británicos también fueron un instrumento eficaz para asegurar

que la esfera de intereses española en Marruecos fuera reconocida por los franceses.2793 Ahora bien

si se coteja la documentación británica con la diplomática española, se evidencia que nunca los

británicos iban a llevar su apoyo a España hasta arriesgarse a romper con los franceses.

Simplemente, la sutura de sus divergencias coloniales con los galos se engarzaba con la posibilidad

de ofertar al gobierno español un mínimo lugar al sol de Marruecos.

Lansdowne como Salisbury antes que él entendieron que España bien podría estar en declive

como potencia imperial, pero era consciente de este hecho, y su posición estratégica en Europa era

importante para los ingleses, que necesitaban de puntos de apoyo en Canarias y en las costas

2791
British Documents, nos. 332, 333. Durand, Lansdowne. Correspondencia, 3-5 Enero de 1903, pp. 276-277.
2792
British Documents, Tomo II, Doc. No. 416. Lansdowne a Monson, 8 de abril de 1904, pág. 367.
2793
British Documents , Tomo III, doc. No. 35 , Egerton a Lansdowne , 6 de mayo de 1904, pág. 34.

1530
andaluza y mediterránea . No deseaban tener en la península ibérica un enemigo. Por el contrario,

los acuerdos con España sobre Marruecos y sobre el Mediterráneo podían suministrar a los

británicos un útil aliado. Por ello se orientaron en una aproximación hacia España. Los hombres-

clave del partido conservador español, desde Silvela hasta Maura les devolvieron el interés: el

primero buscando una aproximación en 1900 al Reino Unido para apoderarse de Tarfaya y Sakia

al- Hamra; el segundo, apoyándose en el Reino Unido frente a las pretensiones galas en Marruecos.

Grey iba a ser, en 1906 el beneficiario de este decantamiento probritánico de los españoles en

Algeciras. Es más, con los acuerdos de Cartagena, Maura concluye su ajuste de política exterior,

acercándose a Francia pero también a Inglaterra.

Hay además otra consideración y es la conexión entre Imperio y monarquía. Uno de los

temores de Salisbury en 1898 era que la monarquía española no pudiera sobrevivir a la pérdida del

Imperio. En 1904, Lansdowne llegó al convencimiento de que si los intereses españoles en

Marruecos no eran tenidos en cuenta, la monarquía podría verse cuestionada.2794

14.26. Remisión a Madrid de un borrador del convenio sobre Marruecos. Rechazo del

gabinete maurista.

A fin de contrarrestar las iniciativas civilistas galas, el Ministerio de Estado había decidido

examinar el verdadero alcance de los establecimientos españoles en el Sultanato, desde el fin de la

guerra de 1859-60. Así, mientras Delcassé seguía mostrándose muy inflexible ante el Embajador

español, cada vez que éste reclamaba para España un papel preponderante en la penetración

pacífica en el Imperio, el Ministro San Pedro encargó preparar apresuradamente un documento que

analizaba cuál era el alcance y valor real de los derechos civiles y de los establecimientos religiosos

y laicos españoles creados en el Imperio jerifiano .En el documento titulado “Fundaciones

españolas en Marruecos“ se consignaba :

2794
Cfr. Charmley, J.: op. cit, pág. 162.

1531
a) El derecho a la existencia de una misión franciscana en Fez;2795 así como el permiso

obtenido tras el tratado de paz de 26 de abril de 1860 para los franciscanos de ejercer

libremente su ministerio estableciéndose en cualquier parte del Sultanato;

b) el derecho a la fundación de una iglesia católica junto al consulado español en Tetuán; el

derecho a la creación de una misión en dicha ciudad;

c) el derecho, facultado por el tratado de comercio hispano-marroquí de 20 de noviembre de

1861, para que todos los españoles pudieran transitar y residir libremente en el Imperio;

d) La construcción de una hospedería española en Tetuán.

e) La existencia de edificios misionales y también de una iglesia en Casablanca. En

Mazagán y Mogador el establecimiento de misiones.

f) El reconocimiento a España por parte del Sultán del derecho a establecer cónsules y

misiones en Fez, Meknés y otros lugares del Imperio.

g) La creación por orden de Mawlay Hassan en 1883 de un nuevo edificio para el consulado

español en Mazagán.

h) La existencia de escuelas en Tánger, de un hospital, de una imprenta arábigo-española; la

creación en 1886 de una Escuela de Medicina dirigida por el doctor Ovilo, suprimida

posteriormente.

i) La presencia de médicos españoles junto al Sultán.

j) La existencia de un servicio de correo español en el Imperio, cuya oficina central estaba

radicada en Tánger. 2796

León y Castillo2797 permanecía en San Sebastián manteniendo una serie de conferencias con

el Ministro de Estado.2798 Éste notificaba al Marqués de Muni que, antes de consentir que la acción

2795
En Julio de 1904 las misiones tenían casas en Tánger, Tetuán, Casablanca, Mogador, Safi, Mazagán, Rabat y
Larache.
2796
“Fundaciones españolas en Marruecos “. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Caja
5.846.
2797
Despacho no. 244 de León y Castillo a San Pedro. 7 de julio de 1904. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores.
Embajada de España en París. Caja 5. 846. Como la Corte se había instalado en San Sebastián, San Pedro autorizó el 7
de julio a León y Castillo a que se trasladara a la ciudad donostiarra para entrevistarse con él. Un miembro del personal
de la Embajada, Spottorno se trasladó previamente con los borradores que fueron consultados por A. Maura y el

1532
civilista española quedase aplazada durante veinte años como había propuesto últimamente

Delcassé, prefería romper las negociaciones. Únicamente si Francia aceptaba de manera integra el

conjunto de las restantes propuestas españolas, San Pedro estaba dispuesto a ceder respecto a la

propuesta de ampliar la prohibición de fortificar la costa hasta 30 kilómetros al Este de Melilla. 2799

Tras recibir instrucciones del Ministro de Estado, León y Castillo partió hacia París. El jefe

del gobierno aconsejó a San Pedro que convenía hacer un gran esfuerzo para llegar al término de

las negociaciones antes de sobrevenir el parón vacacional. Este esfuerzo debía hacerse compatible

con el propósito de no sacrificar los puntos sustanciales de las pretensiones del gobierno

restauracionista en Marruecos.2800

León y Castillo y San Pedro habían permanecido varios días en la capital donostiarra

examinando minuciosamente el borrador del tratado con Francia sobre Marruecos.2801 Rodríguez de

San Pedro confesaba a A.Maura que tuvo que luchar tenazmente contra las pretensiones del

diplomático canario de firmar inmediatamente el tratado, sin presentar más dificultades a Delcassé.

El político de Gran Canaria entendía como muy oportuna, por ejemplo, la idea de que España se

alejara por completo durante 20 años de los asuntos marroquíes, dejando las manos libres al

gobierno republicano. Cuando se le expuso que esto difería sustancialmente del pensamiento del

gobierno maurista, León y Castillo reaccionó con enojo, señalando que estas nuevas órdenes

menoscababan su autoridad como Embajador. Su pensamiento era que no cabía mejorar el proyecto

Ministro de Estado. Telegrama cifrado de San Pedro a León y Castillo. 7 de julio de 1904. A.G.A. Fondo de Asuntos
Exteriores. Embajada de España en París. Caja 5. 846.
2798
Los contactos con el embajador británico, Egerton y con Jules Cambon eran muy intensos. A pesar de que San
Pedro veía al Marqués del Muni como muy propenso a las tesis francesas, la documentación diplomática gala nos lo
presenta como un negociador que batalla con Delcassé hasta el último momento, deseando obtener más concesiones por
parte del Quai d´Orsay, incluso reivindicando la posesión de la ciudad de Fez. Egerton, por su parte, se desesperaba de
las dificultades que subsistían y que hacían imposible llegar a un acuerdo. Telegrama de Jules Cambon a Delcassé. 18
de julio de 1904. D.D.F., Tomo V, pp. 320-321.
2799
Telegrama cifrado de Rodríguez San Pedro a A. Maura. 16 de Julio de 1904. A.F.M. Legajo 360 1 /1.
2800
Telegrama cifrado de A. Maura a San Pedro. 15 de julio de 1904. A.G.A. África. Sección Política (Marruecos).
Caja 44 / Ex. 4.
2801
El periódico Le Gaulouis señaló en su edición de 20 de julio que Alfonso XIII y el Embajador francés en Madrid
se habían sumado a las negociaciones. Cfr. René d´Aral : “Les négociations franco-espagnoles«, en Le Gaulouis, 20-
julio- 1904. El periódico Le Matin, en un duro artículo resaltaba que en contra de su imagen pública como partidario de
una expansión española por el noroeste de África, Antonio Maura no estaba en realidad interesado en complicarse más
aún en Marruecos. Si presentaba grandes exigencias al Quai d´Orsay no era buscando concertar los intereses nacionales
de España con los de una nación amiga, Francia, sino por el miedo de que si “perdía” un lugar bajo el sol de Marruecos,
el Congreso de los Diputados, la clase política restauracionista en general no iba a aprobar o tan siquiera tolerar sus
programas de política interior. Le Matin, “La question du Maroc”, 20 de julio de 1904.

1533
de tratado, sino introducir en él leves enmiendas, para no hacer fracasar las negociaciones. Por lo

tanto, fue una ardua tarea convencer al diplomático de la necesidad de introducir sustanciales

correcciones para salvaguardar los intereses de España.2802 Las instrucciones verbales con que

marchó el Marqués del Muni a París fueron refrendadas por una real orden el 17 de julio2803 en la

que se recomendaba la introducción en el tratado con Francia de algunas modificaciones. En un

principio se admitía que la negociación había de plasmarse en una declaración para ser publicada de

forma inmediata y en un tratado cuya publicación quedaba aplazada durante dos años (el máximo

período que el gabinete maurista estaba dispuesto a conceder). La declaración debía consignar la

adhesión del gobierno español a la declaración francoinglesa de 8 de abril relativa a Marruecos, y la

apuesta que hacían Francia y España por el mantenimiento de la integridad territorial del Imperio

marroquí bajo la soberanía de Abd al- Aziz. En lo que se refería al texto del tratado, San Pedro

consideraba necesario introducir una fórmula que dejase para convenios sucesivos el concertarse

España y Francia para el ejercicio de sus influencias respectivas en sus esferas territoriales. Se

preveía una política de inteligencia y acuerdos que evitase las tentaciones militaristas2804 y los

sacrificios en vidas y en recursos.2805 España no deseaba comprometerse expresamente en

campañas militares que llevasen a la pacificación del septentrión marroquí, afectado no sólo por el

bandidaje de caudillos y tribus sino también por la insurrección roguista. Asimismo se pretendía

que el gobierno republicano reconociese el derecho español a establecerse en el territorio definido

como región de Santa Cruz de la Mar Pequeña (Ifni). Si España intentara enajenar o ceder bajo

cualquier forma, incluso temporalmente, todos o parte de los territorios recibidos en el Sultanato,

2802
Carta particular de Rodríguez San Pedro a A. Maura. 18 de julio de 1904. A.F.M. Legajo 360 1 / 1.
2803
A. Maura ratificó las órdenes de su Ministro de Estado en una larga carta personal que remitiría a León y Castillo
el 23 de julio.
2804
Ambos países estipularon la necesidad de consultarse mutuamente antes de emprender acciones militares en el
Imperio jerifiano. San Pedro asimismo quiso dejar claro que si España tratase de enajenar o ceder alguna parte de los
territorios marroquíes que recibía, lo haría conocer previamente a Francia y le daría a esta la preferencia para recibirlos.
2805
La fórmula que había planeado San Pedro para responder a las presiones francesas para que el gobierno maurista
no iniciase la acción civilista en Marruecos era la siguiente: “Sin embargo teniendo en cuenta las dificultades presentes
y atenta a facilitar la manera de resolverlas en interés común, España se reserva la facultad de aplazar temporalmente
( la construcción de infraestructuras y obras públicas en sus zonas, el emprender reformas, etc ) (...) ; y caso de que
estos proyectos resultasen urgentes o necesarios, será objeto de especial acuerdo entre los gobiernos de Francia y
España el modo de proveer a su inmediata realización “. Real Orden no. 302 de 17 de julio de 1904 del Ministerio de
Estado dirigida a León y Castillo. A.G.A. África. Fondo politico de Marruecos. Caja 44 / Ex. no. 4.

1534
debía comunicarlo previamente a Francia, dándole la preferencia para su adquisición.2806 La

creación de infraestructuras debía ser aprobada al unísono por los gobiernos español y francés,

pudiendo participar en ellas por igual capitales galos e hispanos. Ello sin embargo no afectaba a la

declaración de los principios de libertad de comercio, navegación e industria para empresas y

particulares europeos o americanos. El tratado tendría una vigencia de treinta años. San Pedro

aconsejaba mantenerlo secreto sólo durante un plazo de dos años, aunque no se descartaba

publicarlo en el momento en que se terminase la sublevación roguista.2807 Frente a las pretensiones

de Delcassé centradas en que la penetración económica española en Marruecos quedase aplazada

hasta después de 20 años, antes de consentir tal aplazamiento, San Pedro ordenó a León y Castillo

que notificase al titular del Quai d´Orsay que España prefería romper las negociaciones y no tratar

ningún compromiso sobre Marruecos con Francia. Quedaba como punto en litigio el contenido del

artículo trece del proyecto de Tratado de reparto de Marruecos tocante a la prohibición para España

de realizar obras de fortificación hasta un límite de 30 kilómetros al Este de Melilla.2808 Maura

consideraba que debía existir una cabal reciprocidad entre las dos vertientes del tramo final del

Muluya. Si se vetaban expresamente las fortificaciones entre el tramo comprendido entre el río

Muluya y Melilla, debía hacerse lo mismo con el tramo francés entre el Muluya y el Kiss. Si se

permitía fortificar el tramo entre el Kiss y el Muluya, lo mismo debía hacerse en el tramo de costa

español. En todo caso, el jefe del gobierno juzgaba que no aceptar la extensión del artículo séptimo

2806
Esta fórmula no era bien vista por el Reino Unido. Éste había aceptado la existencia de un área española restringida
en el norte de Marruecos, pero estratégica por su dominio del estrecho de Gibraltar. Si algún día el Imperio jerifiano se
disolvía, esa zona debía, a juicio del Foreign Office, pasar exclusivamente a ser territorio español. España la había de
poseer indefinidamente. Lansdowne seguía al respecto los postulados estratégicos de lord Roseberry que no deseaba en
absoluto que la costa frente a Gibraltar llegase a ser francesa.Telegrama del Duque de Mandas a San Pedro. 27 de julio
de 1904. A.F.M. Legajo 360 2 /6. En todo caso, San Pedro ordenó a Mandas que discutiese con lord Lansdowne el
derecho de preferencia a Francia en el caso improbable de cesión de territorios españoles. Telegrama de San Pedro al
Duque de Mandas. 29 de julio de 1904. A.F.M. Legajo 360 2 /6. La respuesta británica volvió a centrarse en que
España no debía desprenderse en modo alguno de los territorios que iba a recibir. Francia tenía, a su vez miedo de
Alemania: “L´Allemagne – escribía Jules Cambon a Delcassé el 23 de mayo- semble en effet se désintéresser de ce qui
se fait en ce moment, mais elle a trop longtemps nourri l´espoir de prendre pied au carrefour de la Méditerranée et de
l´Atlantique (…)« . Por ello, el II Reich podría albergar esperanzas de adquirir parte de las esferas de influencia
españolas. Despacho no. 96, confidencial de Jules Cambon a Delcassé. D.D.F. Tomo V, pág. 188.
2807
R.O. no. 302 de 17 de julio de 1904 del Ministerio de Estado dirigida a León y Castillo. A.G.A. Fondo de Asuntos
Exteriores. Embajada de España en París. Caja 5. 846.
2808
Telegrama del Ministro de Estado, San Pedro remitido al Presidente del Gobierno, A. Maura. 16 de julio de 1904.
15 de julio de 1904. A.G.A. África. Sección Política ( Marruecos ). Caja 44 / Ex. 4.

1535
de la declaración franco-inglesa de 8 de abril hasta 30 kilómetros al Este de Melilla (como

pretendía Delcassé) no era motivo suficiente para romper la negociación con Francia.2809

El Embajador en París era muy sensible a las proposiciones de Delcassé e intentó rebajar las

pretensiones de San Pedro. Así, el Marqués de Muni no se negaba a que España cediera durante

veinte años en sus pretensiones sobre Marruecos, dejando el Imperio bajo la influencia francesa

durante todo este tiempo. Las agrias discusiones entre el Embajador y el Ministro San Pedro

concluyeron con las formales protestas del primero, el cual tendría que plegarse finalmente ante el

pensamiento del gabinete Maura. León y Castillo2810 había llegado al convencimiento de que en

realidad España debía claudicar ante Francia; de lo contrario no habría acuerdo con la República.

Por ello había que hacer el menor número de modificaciones posibles al borrador de tratado sobre

Marruecos propuesto por Delcassé.

14.27. Paralización de las negociaciones de París.

Reanudadas las negociaciones en París, brotaron de nuevo los problemas. Delcassé, si bien

aceptó algunas ligeras modificaciones deseadas por San Pedro para la declaración pública del

convenio, se negó terminantemente a aceptar los deseos españoles de una inmediata penetración

económica en el Sultanato.2811 Se veían estas pretensiones contradictorias con las manifestaciones

2809
Telegrama cifrado de A. Maura a San Pedro. 17 de julio de 1904. A.G.A. África. Sección Política (Marruecos).
Caja 44 / Ex. 4.
2810
Llegó a poner su destitución o cese como Embajador de España en París sobre la mesa, posibilidad rechazada por
A. Maura en carta personal que dirigió al diplomático canario el 23 de julio de 1904. Para ello señalaba: “La idea de
amenizar una negociación como la de Marruecos con mudanza del Embajador de España, no es tal que pueda serme
atribuida; ni para semejante cosa es razonable creer que tomase yo iniciativa. Conveniencias de política interior,
cualesquiera que fuesen, no podrían parecerme antepuestas a lo que más aventajare la defensa y procure de los intereses
nacionales en los tratos pendientes sobre Marruecos, pues estimo este asunto como de primera magnitud. Tanto lo miro
así que para perseguir el mejor desenlace de aquella negociación sacrificaría, siempre que viese necesidad en ello, no
solo las tales conveniencias indirectas y remotas de la política interior, sino la presencia de V. en la Embajada, y mi
permanencia propia en el Gobierno“. Carta particular de A. Maura a León y Castillo. 23 de julio de 1904. A.F.M.
Legajo 360 1 /2.
2811
El 19 de julio León y Castillo telegrafiaba a San Pedro: “Delcassé se niega terminantemente a aceptarla. La única
concesión que según me dijo podía hacernos era la de reducir el plazo (que cabía esperar antes de iniciar la penetración
pacífica) de veinte años a quince, y como yo le dijese que tenía instrucciones de V.E. para no aceptar plazo alguno, este
Ministro de Negocios Extranjeros consideró que era inútil que siguiéramos tratando otros puntos no habiendo acuerdo

1536
últimas realizadas –al parecer- por el Ministro francés al Foreign Office. Delcassé habría

manifestado a Londres que Francia deseaba intervenir en los asuntos marroquíes en inteligencia con

el gobierno maurista y ofrecería a España la intervención en dos de las aduanas del Sultanato que

garantizaban la devolución del crédito efectuado a Abd al- Aziz por capitalistas franceses. Se

mostraría favorable a un principio de acuerdo de las dos naciones en cuestiones económicas que

permitiese el derecho a España de construir infraestructuras y obras públicas en el Sultanato y de

participar en la organización de la policía del Imperio jerifiano.2812

Delcassé seguía obstinado en no ceder explícitamente a España ninguna iniciativa

económica en su área de influencia. La única concesión que se mostró dispuesto a realizar fue la de

reducir el plazo de inhibición económica de España en el Sultanato, de 20 a 15 años. Como León y

Castillo le notificó que tenía instrucciones del gobierno español de no aceptar ningún plazo, el

titular del Quai d´Orsay consideró que era inútil debatir sobre los restantes puntos del tratado, no

habiendo acuerdo sobre este tema de importancia trascendental para Francia.2813

El 26 de julio las negociaciones entraban en una nueva fase de estancamiento:2814 los

franceses consintieron leves alteraciones en la Declaración pública y en los artículos segundo,

tercero, undécimo y duodécimo, manteniéndose un plazo de quince años de aplazamiento para la

sobre este de importancia tan capital“. Telegrama cifrado de León y Castillo a San Pedro. A.G.A. África. Fondo
político de Marruecos. Caja 44 / Ex. no. 4.
2812
R.O. no. 305 del Ministerio de Estado dirigida a León y Castillo. 20 de julio de 1904. A.G.A. Fondo de Asuntos
Exteriores. Embajada de España en París. Caja 5. 846.
2813
Telegrama cifrado de San Pedro a A. Maura. 20 de julio de 1904. A.F.M. Legajo 360 1 / 1.
2814
El 23 de julio León y Castillo remitía al Ministro de Estado el borrador del tratado con las únicas modificaciones
que aceptaba Delcassé. El Marqués del Muni señalaba que lo obtenido estaba muy lejos de responder por completo a
los deseos del gabinete maurista, pero aconsejaba firmar el convenio argumentando que las resistencias del Quai
d´Orsay a hacer nuevas concesiones aumentaban a medida que el tiempo pasaba y se acentuaba la intransigencia de los
colonialistas franceses. Delcassé declaró al Embajador que había llegado al último límite en su propósito de acceder a
los deseos españoles. Despacho no. 278 de León y Castillo a Rodríguez San Pedro. 23 de julio de 1904. A.G.A. Fondo
de Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Caja 5846. El mismo día, 23 de julio, San Pedro telegrafiaba al
Duque de Mandas solicitando el apoyo decidido y resuelto de Gran Bretaña y quejándose de lo poco efectivo que
estaba resultando. El titular del Ministerio de Estado esgrimió el argumento de que la política internacional inglesa
buscaba el control del paso marítimo por estrechos y canales o en su defecto, que no estuviesen bajo la influencia de
grandes potencias como Francia, para que lord Lansdowne posibilitara una presencia más eficaz y firme de España en
el litoral del septentrión marroquí. Telegrama de San Pedro al Duque de Mandas. 23 de julio de 1904. A.F.M. Legajo
360 2/ 6.

1537
actuación económica española en el Sultanato y tratándose las modificaciones de ligerísimos

cambios poco ventajosos para España.2815

El nuevo parón en las negociaciones venía a coincidir con nuevas desconfianzas de la

diplomacia española hacia Francia debidas a un movimiento militar galo que no pudo coger al

gobierno maurista más desprevenido. La flota francesa había enviado dos unidades navales al

puerto de Tánger.2816 La noticia produjo dudas y discusiones en el gobierno español, pues el propio

Antonio Maura llegó a aventurar2817 que se podía tratar de un gesto premeditado del gobierno

francés : un “acto de toma de posesión“ de la obligación de Francia de velar por la tranquilidad,

seguridad y orden público en el Sultanato contemplada en la declaración anglobritánica del 8 de

Abril.2818 ¿Se trataba de un golpe de efecto del Ejército francés, decidido a demostrar la

determinación gala en este sentido, realizado en donde podía tener más resonancia, en la capital

diplomática del Imperio marroquí?. Las deliberaciones del Consejo de Ministros español

contemplaron remitir en respuesta algún buque de guerra a la ciudad de Tánger, pero esta medida

no fue ejecutada.

2815
Telegrama cifrado de San Pedro a A. Maura. 26 de julio de 1904. . África. Sección Política (Marruecos). Caja 44 /
Ex. 4.
2816
Telegrama cifrado de León y Castillo a San Pedro. 28 de julio de 1904. A.G.A. África. Fondo político de
Marruecos. Caja 44 / Ex. no. 4.
2817
Carta particular de A. Maura a Rodríguez San Pedro. 25 de julio de 1902. A. F.M. Legajo 360 2 /7.
2818
El instrumento fundamental para la penetración pacífica francesa en Marruecos fue el empréstito del verano de
1904. Inglaterra le había dejado a Francia las manos libres en el Sultanato. Abd-al- Aziz entró en posesión de
forma inmediata de unas sumas importantes. Por otra parte, la garantía asegurada a los prestamistas franceses
comenzó a funcionar. La garantía consistía en el control de las aduanas de los principales puertos marroquíes.
Desde la firma del crédito, un servicio de control había quedado organizado bajo la dirección de Regnault,
cónsul general de Francia. Este servicio estaba compuesto por funcionarios del Quai d´Orsay y del “Service du
Contrôle civil “ tunecino y se puso en seguida manos a la obra, tomando posesión de las aduanas de Tánger,
Saffi, Casablanca, Mogador, Mazagán, Rabat y Larache. Los medios colonialistas franceses intentaban
convencer a Abd al- Aziz para que permitiera un servicio de policía en Tánger bajo la dirección de oficiales
galos, lo que evitaría en el futuro incidentes como el de Perdicaris. Un primer paso fue dado con el
nombramiento del teniente francés (indígena del norte de África, eso sí) Ben Sedira, de la Misión militar gala
en Marruecos como comandante de la artillería de Tánger. El Temps de 28 de julio publicó un vibrante
artículo de Georges Villiers acusando a España de querer, en las negociaciones de París, socavar la integridad
territorial del Sultanato y la soberanía de Abd al- Aziz. Los colonialistas franceses arremetían contra San
Pedro, esgrimiendo el argumento de que era Francia la única que quería reforzar la autoridad del Sultán. Le
Temps: “Propos diplomatiques. Les affaires du Maroc. L´emprunt et les douanes. La police de Tanger. Las
négociations avec l´Espagne«, 28 de Julio de 1904. León y Castillo tuvo que esforzarse para que Le Figaro, el
Gaulouis y la agencia Havas consignaran diversas rectificaciones. Rene d´Aral también se prestó a la tarea de
rectificar en los ánimos de la opinión pública francesa, saliendo en defensa del legítimo derecho que tenían
Maura y San Pedro de dar al tema marroquí una solución satisfactoria para los intereses españoles.

1538
En París, León y Castillo y Delcassé prosiguieron las negociaciones el 28 de julio,2819 en un

esfuerzo último por dejarlas concluidas antes de las vacaciones. Delcassé admitiría nuevas

concesiones al Estado español.2820 La penetración económica quedaba por fin consagrada para

España:2821 los anteriores propósitos del titular de Exteriores francés se habían centrado en que las

infraestructuras y obras públicas, redes férreas, caminos o canales que llegasen al área de expansión

española o que partiesen de ella serían ejecutadas por empresas mixtas, francoespañolas.2822 Ahora

se dejaba claro que las obras públicas serían realizadas –tras acuerdo previo de los gobiernos

español y francés- por sociedades que podrían conjugar indistintamente capitales españoles o

galos. España asimismo tendría pleno derecho en su zona a construir sistemas de comunicaciones y

transporte. Para garantizar la seguridad de los europeos que iban a actuar en uno de los focos de

penetración económica, en Tánger, Delcassé estipulaba la organización de una fuerza de policía

indígena bajo la dirección de funcionarios argelinos y sin participación española, tal como,

señalaba, le había pedido el Emperador de Marruecos.2823 Delcassé señaló también la conveniencia

de que el convenio fuera publicado al cabo de quince años de ser firmado.2824 Por otra parte, España

consiguió el derecho a intervenir en dos de las aduanas imperiales establecidas en su área de

influencia. El Consejo de Ministros celebrado el día 30 de julio en Madrid presidido por Maura

2819
Con fecha 21 de julio, empero, León y Castillo había cablegrafiado al Ministerio de Estado señalando que si bien
Delcassé se mantenía inflexible en mantener un plazo de quince años para el inicio de la penetración económica
española, se prestaba a consignar en el proyecto de convenio el derecho de España a intervenir en la gestión de dos de
las aduanas establecidas en su área de influencia, y el principio de que podría construir asimismo en ella ferrocarriles,
vías de comunicación, etc. Delcassé se proponía que la policía de Tánger fuese enteramente indígena bajo la dirección
de funcionarios argelinos. Por ello juzgaba imposible dar participación en ella a los españoles. Telegrama cifrado de
León y Castillo a San Pedro. 21 de julio de 1904. A.G.A. África. Fondo político de Marruecos. Caja 44 / Ex. no. 4. El
23 de julio, el Marqués del Muni remitía al Ministerio de Estado el borrador de las modificaciones obtenidas, señalando
además: “Las resistencias a hacer nuevas concesiones aumentan a medida que el tiempo pasa y se acentúa la
intransigencia de los coloniales“. León y Castillo a San Pedro. Despacho no 278. 23 de julio de 1904. A.G.A. África.
Fondo político de Marruecos. Caja 44 / Ex. no. 4.
2820
En ese momento León y Castillo planteó la condición de que si en algún momento España decidía desprenderse de
alguno de los territorios contenidos en sus esferas de esfera de influencia, Francia tendría la preferencia a la hora de
quedarse con ellos. Telegramas de Delcassé a Paul Cambon. 29 de julio de 1904. D.D.F, Tomo V, pág. 341.
Lansdowne aconsejaría al Embajador británico en Madrid que pidiese a San Pedro que renunciase a este punto.
2821
Si bien aplazada hasta un período de 15 años después de la firma del convenio.
2822
El borrador anterior también había establecido que españoles y franceses podrían asociarse en Marruecos para la
explotación de minas, canteras y para cualquier empresa económica.
2823
Telegrama cifrado de Rodríguez San Pedro a A. Maura. 29 de julio de 1904. A.F.M. Legajo 360 1 / 1.
2824
Telegrama cifrado de León y Castillo a Rodríguez San Pedro. 28 de julio de 1902.A.F.M. Legajo 360 1 /2. Por otra
parte se establecía que la constatación del fin del ‘statu quo’ del Imperio marroquí, que permitiría ejercer libremente a
España su actuación en las esferas de influencia, no sería fijada unilateralmente por Francia, sino estipulada de común
acuerdo por los gobiernos español y francés.

1539
estudió la disyuntiva en la que se movía la diplomacia española: aceptar los términos propuestos

por el gabinete francés o resignarse a dejar pasar el mes de Agosto. La opinión unánime de los

ministros fue la de rechazar los términos propuestos por Francia en diversos artículos cuestionados

por la diplomacia española, resultando por consiguiente inevitable aceptar el paréntesis que abría en

el curso de las negociaciones, la anunciada ausencia del titular de París del Quai d´Orsay.2825

14.28. Se abre un interludio estival en las conversaciones francoespañolas.

A estas alturas, finales de julio de 1904, no se había hecho notar en nada la inclinación más o

menos favorable de cualquier potencia amiga (Gran Bretaña, Alemania2826) que ayudase a España

presionando sobre Francia, para conseguir una ampliación territorial en la esfera de influencia

española en Marruecos o, cuanto menos, para conseguir una igualdad de oportunidades con Francia

en lo que se refería al inicio de la penetración económica y pacífica en el Imperio jerifiano. De

hecho, una buena muestra había sido el empréstito francés de 1904 (finalmente estipulado el 12 de

julio), auténtica punta de lanza de la penetración gala en el Sultanato. Una tarea exclusiva,

monopolizada por la República, que deseaba ahogar financieramente a Marruecos (para ello

Delcassé había animado con ahínco a las entidades financieras galas). Era una actividad que

Francia no deseaba compartir con nadie; deseaba llevarla a cabo ella sola, sin partenaires.2827 En

realidad, la posibilidad del apoyo británico frente a las pretensiones francesas no existía. Sir Edwin

2825
Telegrama cifrado de A. Maura a Rodríguez San Pedro. 30 de julio de 1904. A.F.M. Legajo 360 1 / 1.
2826
El devenir de las negociaciones francoespañolas inquietaba notablemente a Berlín. Se temía en particular la
preponderancia y los privilegios que Francia recibía en Marruecos. Ello suponía en contrapartida perjuicios políticos y
comerciales para Alemania, no recibiendo el II Reich ninguna compensación. En el gabinete imperial se llegó a hablar
de una acción militar en Marruecos, a la que Guillermo II se opondría, aunque no rechazaba la idea de una ocupación
de Agadir.
2827
El 26 de julio San Pedro reconocía a Ruata: “Hasta ahora ninguna modificación ha habido en las negociaciones
(francoespañolas sobre Marruecos) digna de especial mención, desde el regreso a París del señor León y Castillo, ni
tampoco se ha hecho notar en nada la mayor o menor indicación de otra potencia amiga“. Telegrama de San Pedro a
Angel Ruata. 26 de julio de 1904. África. Sección Política (Marruecos). Caja 44 / Ex. 4.

1540
Egerton recibía instrucciones de Lansdowne de aconsejar a San Pedro que acabase las

negociaciones, aceptando las proposiciones de Delcassé. 2828

San Pedro percibía que el margen de libertad de decisión que le quedaba a España en sus

negociaciones con Francia era mínimo y que la situación era crítica. Si no se llegaba a un pronto

acuerdo con Delcassé sobre Marruecos, las negociaciones corrían el riesgo de quedar rotas

definitivamente.
2829
De hecho, se abrió un período de reflexión que abarcó todo el mes de agosto con

diversos encuentros en San Sebastián entre León y Castillo, Maura y San Pedro y entrevistas con

los diplomáticos galo y británico acreditados en España.

Agosto fue un mes agitado en Tánger. El 12 se conocía en la capital diplomática marroquí que

el Bajá (= Gobernador) de la ciudad había prendido al secretario del antiguo favorito del Sultan, el

probritánico al- Mennebhi, llegado de un viaje a Europa y al Imperio turco. De hecho, la

insurrección de Bu-Hamra aunque no duró muchos años, sí que estaba provocando importantes
2828
Telegrama de Jules Cambon a Delcassé. 1 de agosto de 1904. D.D.F. Tomo V, pp. 344-345. El 23 de Julio un
nuevo texto del artículo segundo había sido sometido a la consideración de León y Castillo. La nueva redacción decía
así : « Toutefois tenant compte des difficultés actuelles et voulant en faciliter l ´aplanissement, l´Espagne consent à ne
pas user des cette faculté (d´exercer dans sa zone des droits analogues à ceux reconnus à la France par le deuxième
paragraphe de l´article 2 de la déclaration du 8 avril 1904 relative a l´Egypte et au Maroc) pendant une période qui ne
pourre pas dépasser quinze ans à partir de la signature de la présente convention«. Egerton y Jules Cambon pensaron
que era preciso suprimir la indicación de los quince años, indicando que una negociación ulterior fijaría la duración del
período durante el que España no podría ejercer las facultades de penetración económica que le eran reconocidas en su
esfera de influencia.Telegrama de Jules Cambon a Delcassé. 1 de Agosto de 1904. D.D.F. Tomo V, pp. 344-345. La
estrategia agresiva de Francia hacia Marruecos no descartaba el plano militar. En septiembre de 1903, el coronel Louis-
Hubert- GonÇalves Lyautey había asumido el cargo de jefe del ejército francés en Ain – Sefra, en la frontera argelina.
Lyautey era un distinguido militar colonial, y autor teórico de estrategias de penetración colonial. Su idea, basada en la
experiencia en Indochina y Madagascar, era la de la mancha de aceite, que le serviría para ir royendo desde Argelia
algunos pedazos del territorio oriental marroquí. El sistema consistía en desplegar unidades en puestos fortificados en la
vecindad de regiones todavía no colonizadas. Estos puestos coloniales servirían para dar una imagen del poder militar
francés, y para dotar de seguridad, mercados libres y facilidades médicas con las que ganar los ‘corazones y mentes’ de
los marroquíes. Las medidas militares estribarían en ir ocupando aduares o villorrios en tierra ajena para proteger los
que en terreno propio podrían ser atacados desde aquél. Indudablemente, una vez ocupado este aduar fronterizo, el que
pasaba a ser una amenaza potencial era el siguiente hacia el interior del Sultanato y así se podía ir avanzando, con
paciencia y constancia, pero de modo indefinido. Esta política de policía colonial era respaldada por una buena
infraestructura militar y un excelente servicio de inteligencia y espionaje. En octubre de 1903 Lyautey decidió ocupar
el territorio marroquí de Becar, una base para los ataques de los resistentes contra las fuerzas francesas. Después de una
tormenta de protestas del Majzén al Quai d´Orsay, Lyatey retiró sus tropas pero estaba claro que volverían. En el
verano de 1904, las tropas francesas ocupaban Berguent y se negaban a evacuarla, siendo la actitud del militar
respaldada por la de Jonnart, gobernador general de Argelia. Cfr. Saint- René Taillandier: Les origines du Maroc
français, pp. 194-197.
2829
. El 1 de Agosto León y Castillo comunicaba al Ministro de Estado que Delcassé había comenzado sus vacaciones.
Esto posponía definitivamente las conversaciones durante cuarenta días. El Embajador español solicitó autorización
para trasladarse desde su lugar de veraneo, Biarritz a San sebastián para poder conferenciar con Maura y San Pedro.
Telegrama de León y Castillo a San Pedro. 1 de agosto de 1904.A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de
España en París. Caja 5.846.

1541
cambios en la estructura del Imperio. Sus ataques contra la corrupción, la desorganización y la

falta de religiosidad de Mawlay Abd al- Aziz tuvieron un poderosísimo impacto entre las gentes del

Imperio. Al mismo tiempo, al plantar cara a las tropas imperiales socavó el prestigio del Mennebhi.

Una vez que el pretendiente Bu-Hamra fue obligado a escapar al lejano nor-este del Imperio y a

refugiarse en la vieja casbah de Zeluán, próxima a la frontera de Melilla, el favorito del Sultán, el

Mennebhi dejó de recibir apoyo del soberano y del Majzén. Sus rivales políticos consiguieron que

le fuera retirado el mando militar sobre las tropas, y al caer en desgracia, emprendió un largo viaje.

Cuando retornó del mismo, se estableció en Tánger. La hostilidad del Majzén empezó a

manifestarse desde el mismo momento de su regreso (En 1901 cuando acudió como Embajador del

Sultán a Londres fue investido con la Gran Cruz de San Miguel y San Jorge, y a su regreso a Fez

estuvo también a punto de ser víctima de intrigas palaciegas por parte de los elementos más

conservadores de la corte imperial, de las que se salvó gracias a su presencia de ánimo y a la

protección del agente británico Mac Lean). Algunas propiedades que había adquirido en

Alcazarquivir fueron confiscadas, siendo selladas sus fincas por las autoridades, lo que motivaría

una primera queja del agente consular británico motivada por la condición del antiguo favorito de

protegido inglés. La prensa tangerina en lengua inglesa empezó asimismo a publicar una serie de

vibrantes alegatos en defensa de él. Se le acusaba de haber conseguido mediante el fraude y la

malversación de caudales públicos una fortuna particular. Con todo, el Majzén había perdido así a

su más exitoso y capacitado militar y de hecho, a partir de este momento, al gobierno marroquí le

costó mucho extirpar por completo la rebelión roguista, por lo que nuevos préstamos se hicieron

necesarios. Esta era una situación que beneficiaba a los intereses franceses.2830 Al producirse la

detención de su secretario, empezaron a circular rumores por Tánger de que el Mennebhi se había

refugiado en la Legación británica. El siguiente objetivo de la persecución fue Venís, exmiembro

de la Delegación del Sultán, agente de negocios e íntimo amigo del Mennebhi. En la ciudad

marroquí, el agente oficioso británico Harris, corresponsal de The Times no se acostumbraba a la

2830
Cfr. Pennell, C.R.: Morocco since 1830. A History, Londres, Hurst & Company, 2000, pág. 129.

1542
situación generada por la declaración francobritánica de abril que relegaba la influencia de

Inglaterra en el Sultanato en beneficio de la francesa y salió en defensa del favorito ahora

cuestionado y en desgracia. Ello suscitó los recelos inmediatos de la Legación francesa.2831 No

parecía muy verosímil que el gobierno británico se aventurase a desagradar a Francia, apoyando a

su protegido, tras “desinteresarse“ del futuro del Sultanato y dada la importancia que se otorgaba al

acuerdo de resolución de los litigios coloniales. Pero el Reino Unido no estaba dispuesto a

abandonar a el-Mennebhi y mostró una gran firmeza, aún a riesgo de provocar complicaciones

diplomáticos con el gobierno galo. El 15 de agosto entraba en la rada de Tánger un crucero

británico, el H.M.S. Minerva para apoyar al exfavorito.2832 La Legación británica redactó asimismo

un documento a favor del Mennebhi, reclamando respeto para el protegido británico, texto dirigido

a las autoridades marroquíes. Durante la segunda mitad del mes de agosto, por este motivo,

surgieron en Tánger múltiples conjeturas y deducciones (todas ellas erróneas) hasta el punto de dar

por muerto o poco menos el acuerdo franco-inglés. La prensa local francesa en un artículo titulado

“Minerve et Kleber“ se preguntaba si la presencia del buque inglés significaba una revocación del

mandato por el cual Inglaterra había transferido en gran medida sus intereses en el Sultanato alauí a

Francia. El Majzén contestó poco después a la requisitoria inglesa. El problema no hizo sino

complicarse más. La línea política del Majzén consistía en endurecer la persecución y el castigo

ejercidos sobre el- Mennebhi, acumulando cargos contra él, e imponer una actuación de fuerza. La

Legación británica, empero, siguió desarrollando la defensa del exfavorito, estudiando los cargos y

remitiendo la documentación acusatoria a prestigiosos abogados londinenses. Sin embargo no se

llegó a un punto de drástica ruptura con Francia. El Encargado de Negocios de la Legación

británica, White recibió instrucciones de soslayar posibles tensiones con la Legación francesa así

como de tener informado en todo momento y consultar amistosamente al plenipotenciario galo,

Saint-René Taillandier. Carecían de fundamento, por lo tanto, los inmediatos y graves conflictos

2831
Cfr. Bernardo de Cólogan a Rodríguez San Pedro. Despacho no. 223. 13 de agosto de 1904. A.G.A. Africa
(Sección Histórica de Marruecos). Caja 93 / Ex. no. 1.
2832
Cfr. Telegrama de Bernardo de Cólogan a Rodríguez San Pedro. 15 de Agosto de 1902. A.G.A. África. Fondo
Histórico de Marruecos. Caja 93 / Ex. no. 1.

1543
que las mentes calenturientas en Tánger habían diseñado, incluso señalando que el Minerva tenía

preparada una compañía de infantería de marina para desembarcarla si no era pronto resuelta

satisfactoriamente la cuestión del Mennebhi. Delcassé transmitió al Foreign Office a través del

Encargado de negocios de la Embajada gala en Londres una carta personal, insistiendo sobre los

grandes inconvenientes para el mantenimiento del ‘statu quo’ que causaría un desembarco de

marineros británicos en Londres. La inutilidad de esta medida venía reafirmada por las seguridades

dadas en Tánger al diplomático británico White de que el Mennebhi no corría ningún peligro. Por

su parte, el plenipotenciario español, Cólogan aconsejó al Bajá de Tánger que Marruecos no debía

dar pie a conflictos y complicaciones diplomáticas internacionales, sino convenir directamente un

arreglo satisfactorio con Inglaterra. Así el gobierno marroquí evitaría las intromisiones de Francia.

De hecho, el gobierno francés actuaría como mediador en el asunto del secuestro de Perdicarios por

el Raisuni, para luego presentar como un éxito político propio su intervención, que se resaltó como

la que trajo la solución al problema.2833 La caída de el- Mennebhi propició el encumbramiento a las

altas jerarquías del Majzén de un grupo que generalmente era considerado como pro-francés.

Incluía este grupo a la familia Tazi, uno de cuyos miembros, el taleb Sid Mohammed ben

Abdelkrim Tazi era ya Ministro de Finanzas y al nuevo Ministro de la Guerra, Mohammed

Guebbas. Sería un miembro de este nuevo grupo de poder, Sid Abdessalam Tazzi el que anunció su

traslado a Tánger para negociar con el Encargado de Negocios inglés la resolución de la cuestión

del exfavorito. Con la negociación se evitaría que el tema adquiriera las proporciones de un

conflicto que se pudiera escapar al control de Inglaterra, máxime ahora que las dos potencias

estaban contemplando con preocupación el desarrollo de acontecimientos y problemas de mucha

mayor entidad, como era el caso del conflicto ruso-japonés en el Lejano Oriente. El equilibrio

europeo parecía amenazado ante la posibilidad de una derrota inesperada del Imperio zarista.

Personalmente el Mennebhi fue objeto de atención e interés por parte de la Legación española.

Saavedra, el intérprete de la misma acudió a visitarlo y a estudiar sus reacciones: el Mennebhi


2833
Cfr. Cólogan a Rodríguez San Pedro. Despacho no. 246. 29 de Agosto de 1904. A.G.A. África (Fondo Histórico de
Marruecos). Caja 93 / Ex. no. 1.

1544
estaba tranquilo, confiado, y pese a la oposición de sus antiguos rivales conservaba apoyos y

amigos en Fez y esperaba en el caso de verse obligado a trasladarse a la corte, poder derrotar

políticamente a su rival Ben Sliman. Ello sin embargo era imposible: se estaba consolidando una

hegemonía pro-gala en la corte y un viaje del exfavorito a Fez era algo así como la afirmación de

una política decididamente opuesta a las pretensiones de Francia. Saint-René Taillandier, el

plenipotenciario galo no iba a consentir esa reversión de tendencias e iba a procurar impedir la

realización de ese viaje. El – Mennebhi era radicalmente opuesto a la aceptación de empréstitos

franceses. En varias cartas dirigidas al Sultán desde Egipto a lo largo de su peregrinación se había

manifestado en este sentido; ahora que Francia estaba cercando financieramente al Majzén, sólo

cabía la posibilidad de remediar el entuerto y suscitar un rechazo anti-galo en el Sultanato. El

gobierno español no veía con malos ojos esta posibilidad, teniendo siempre presente que los

franceses no eran sólo los supuestos “aliados naturales“ de España. Eran también los adversarios

concurrentes que buscaban el control de Marruecos desde el siglo XIX. El –Mennebhi contaba con

que Francia perdería peso a escala internacional, a causa de los desastres que frente al Ejército y

Marina japoneses experimentaba su aliado, el Imperio ruso, y aunque Inglaterra había traicionado

su confianza , limitándose a obrar como un comerciante “que se quedaba con Egipto“, dejando

Marruecos en manos de Francia, quedaba la gran incógnita del II Reich. Un Imperio, el alemán, que

no tenía vínculo alguno con la política francesa y al que se podía recurrir. Por ello el exfavorito

consideraba que no se cumplirían los intentos absorbentes del Sultanato que manejaba Francia y

que existía la posibilidad de revocar la concesión de las aduanas de los puertos marroquíes como

garantía de la devolución de los empréstitos. El- Mennebhi juzgaba que bastaban los ingresos de la

aduana de Tánger para devolver pronto el empréstito francés. El exfavorito consideraba que existía

un orgullo patriótico acendrado, fuerte en Marruecos y que las familias más pudientes del Sultanato

se apresurarían en ofrecer al Sultán las sumas necesarias para devolver el crédito y no quedar

1545
hipotecados con Francia. De hecho este proyecto estaba siendo publicitado por el- Mennhebhi para

que se divulgase por todo el Sultanato.2834

En Agosto de 1904 circularon asimismo rumores en la ciudad de Tánger acerca de una

supuesta dimisión del delegado del Sultán ante las potencias extranjeras, Mohammed Torres. Se

sospechaba que su sucesor sería Sid Ben Nadssar Ghannam, colaborador suyo en la Delegación del

Majzén, que ciertamente no era muy simpático al cuerpo diplomático por su cariz muy

obstruccionista a las injerencias diplomáticas europeas. Ghannam era próximo ideológicamente al

grupo conservador de Ben Sliman. El tema de la dimisión de Torres se relacionaba con los

reproches que le había dirigido el Majzén por el apoyo que había prestado a el- Mennebhi con

ocasión de las intrigas palaciegas que habían causado la caída en desgracia de este último.2835 De

hecho los nuevos dirigentes del Majzén habían puesto en marcha una caza de brujas, persiguiendo

de manera implacable y destituyendo a los funcionarios partidarios de El- Mennebhi, considerados

como probritánicos. Mohammed Torres recibió también una severa carta del gobierno

criticándole.2836 También se señaló poco después que su sustituto podía ser el conservador, afecto

también a Ben Sliman, sid Abdesssalam Tazi, que fue durante mucho tiempo Ministro de Hacienda

del Gran Visir Bu Ahmed. Los rumores fueron especialmente intensos cuando Mohammed Torres

fue llamado a mediados de agosto a la corte imperial. De hecho no respondía la llamada del Sultán

a un cese del Delegado, sino a una búsqueda de consejo por parte del Sultán para resistir a la

influencia francesa, movimiento que cristalizaría cuando Mawlay Abd al- Aziz solicitaría a los

ulemas de Fez una fatua (= texto, conclusión, sentencia) relativa a las relaciones de Francia con el

Imperio jerifiano. La diplomacia española no perdía detalle de tal tipo de movimientos. El

gobierno Maura estipulaba que era necesario estar bien informado de todos los sucesos que

ocurrieran al otro lado del Estrecho de Gibraltar y en este sentido, los escasos y generalmente

2834
Bernardo de Cólogan al Ministro de Estado. Despacho no. 100. 15 de marzo de 1905. A.G.A. África (Sección
Histórica). Marruecos. Caja 93 / Ex. no. 1.
2835
Bernardo de Cólogan a Rodríguez San Pedro. Despacho no. 216. 12 de Agosto de 1904. A.G.A. África (Fondo
Histórico de Marruecos). Caja 93 / Ex. no. 1.
2836
Cfr. Bernardo de Cólogan a Rodríguez San Pedro. Despacho no. 224. 14 de agosto de 1904. A.G.A. África (Fondo
Histórico de Marruecos) Caja 93 / Ex. no. 1.

1546
breves textos disponibles en la documentación diplomática son de tal naturaleza que permiten una

interpretación clara de que estas actuaciones se llevaban a cabo en el marco del más estricto

secretismo. El intérprete de la Legación en Tánger, Saavedra acudía sólo y prácticamente a

escondidas, a la casa particular de Mohammed Torres a interrogarle, obteniendo información de

primera mano que era remitida de manera confidencial a conocimiento del gobierno maurista.2837

Al disponer de información privilegiada, el gobierno conservador español negaría oficialmente,

días después, la dimisión de Torres. Este asunto daría pie a una controversia mediática que

enfrentaría en Tánger a dos círculos: aquellos proclives a que Marruecos resistiera la embestida

imperialista francesa y que pretendían que se conservase a Torres en su puesto, y aquellos otros

que defendían abiertamente el cese del viejo delegado del Sultán. La batalla enfrentó por un lado al

rotativo galo Le Temps, y en particular a su corresponsal en Marruecos, el hebreo Pimienta,

redactor asimismo del periódico local Le Maroc, órgano oficioso de la Legación gala, que dictaba

estrictamente sus planteamientos, respaldado por el corresponsal de The Times, Harris y por otro

lado el gabinete maurista que incluso estuvo dispuesto a financiar con ciertas moderadas

cantidades al anciano funcionario del Majzén.2838

Carece de sentido hablar de una política de supeditación española a los intereses de Francia

en este contexto; la estrategia del gobierno maurista fue la de comprometerse plenamente en la

defensa de Torres frente a los ataques que éste sufría de los órganos de expresión galos. Si por un

lado se intentaba imitar, compartir la política económica de penetración francesa en el Sultanato, la

diplomacia maurista huía de vincular estructuralmente el destino de España en el Imperio alauí a

Francia hasta el punto de subordinarlo a los intereses de la Tercera República. Se tenía el

precedente de otra estrategia diferente, la del bienio sagastino en 1901-1902, que no se había

traducido en una mayor aplicación del principio de influencia española en Marruecos. El nuevo

2837
Cfr. Bernardo de Cólogan a Rodríguez San Pedro. Despacho no. 234. 19 de agosto de 1904. A.G.A. África. Sección
Histórica (Marruecos). Caja 93 / Ex. no. 1.
2838
Cfr. Bernardo de Cólogan a Rodríguez San Pedro. Despacho no. 239. 24 de agosto de 1904. A.G.A. África (Fondo
Histórico de Marruecos). Caja 93 / Ex. no. 1. Sobre la continuación de las especulaciones véase: Bernardo de Cólogan
a Rodríguez San Pedro. Despacho no. 253. 3 de Septiembre de 1904. A.G.A. Fondo Histórico de Marruecos. Caja 93 /
Ex. no. 1.

1547
movimiento español a principios de septiembre fue atraerse la voluntad y el cariño del hijo de

Mohammed Torres. Mientras había perdurado el valimiento de el- Mennebhi en el ánimo del Sultán

no habían prosperado las insinuaciones y las intrigas suscitadas por las ambiciones de los rivales de

Torres. En cuanto estallaron las intrigas en palacio apenas caído en desgracia el- Mennebhi por el

fracaso de la expedición imperial a Taza, empezaron a cobrar fuerza las posiciones del partido

conservador, representante de la más rígida tradición jerifiana encabezado por el Gran Visir El

Garnit (calificado por Cólogan como un anciano “retrógrado en extremo“), por Ben Sliman,

Ministro de Negocios Extranjeros y pro-galo y por los hermanos Tazzi. El planteamiento del

asunto Perdicaris provocó que se desataran las críticas contra Torres acusándolo de desidia en las

gestiones de rescate del estadounidense. Fue la víctima propiciatoria de las ínfulas de los pro-

franceses. Le echaron en cara que en lugar de organizar el asesinato de El- Raisuni, negoció con él,

admitió sus quejas, liberó a los presos que quería el bandolero y le entregó enormes sumas de

dinero. El Majzén estuvo a punto de organizar una auditoría que revisara la contabilidad de la

Delegación imperial. Los diplomáticos españoles salieron en defensa de Torres, resaltando que, en

caso de no pagarle Torres, el Raisuni hubiera matado a Perdicaris lo que hubiera ocasionado una

catástrofe al Majzén. La destitución de Torres, de hecho, hubiera provocado nuevas empresas de

bandidaje por parte del Raisuni, al carecer éste en Tánger de un interlocutor que le respetara y

apreciara, y procurara empatizar con él. Las cabilas montañesas se hubieran soliviantado, acusando

al Sultán de destituir a Torres por querer entregar el país a los franceses. Se apaciguó entonces el

intento de cese de Torres, aunque seguía planteada la fuerte oposición larvada contra él, por

considerarlo proclive a El-Mennebhi. Únicamente contaba con ciertos apoyos tenues entre el

Majzén. El más relevante de ellos era Abdessadak, gobernador de Tánger que había sido nombrado

por el gobierno marroquí gobernador general del Rif, y que había partido para Melilla y Uxda con

el fin de revertir la situación de rebelión roguista en el extremo noreste del Imperio marroquí. A

principios de septiembre, en el marco del recrudecimiento de la ofensiva contra Mohammed Torres,

el órgano de la Legación gala Le Maroc presionaba sobre el anciano delegado, anunciando su

1548
dimisión y el nombramiento para sustituirle de sid Abdessalam Tazzi. De hecho, el 12 de octubre

llegaban a Tánger cartas de Fez según las cuales sid Abdessalam Tazzi había salido hacia la capital

diplomática marroquí, para estar al frente de la Delegación del Sultán.2839 El periódico francés Le

Temps publicó el 8 de Septiembre un largo editorial sobre el nombramiento de Tazzi

considerándolo como muy oportuno para la causa francesa. El hecho aparecía revestido de un fuerte

carácter político y era propalado como una gran victoria francesa. Poco después sin embargo se

descartó el viaje de Tazzi a Tánger para sustituir a Torres. Se rumoreó que el descarte de Tazzi se

debía a su pretensión de ser revestido de mayores poderes que Mohammed Torres y amplias

facultades para tratar con los representantes extranjeros.2840

A lo largo de la primera quincena del mes de agosto, Maura y San Pedro convinieron en

solicitar nuevamente el apoyo británico para cuando se volviesen a reanudar las conversaciones de

París.2841 En esta ocasión se consiguió que Lansdowne se comprometiera un poco en apoyar la

pretensión española de ejercer de manera inmediata la acción civilista en las zonas de influencia en

el Sultanato.2842 Lansdowne sugirió en primer lugar (fórmula defendida por Egerton) que se dejase

para acuerdos posteriores a convenir entre España y Francia el determinar los detalles del ejercicio

de sus acciones de influencia en las respectivas zonas territoriales, llegándose así a soslayar el

punto crucial del desacuerdo en las conversaciones de París.2843 Paralelamente, a lo largo del mes

2839
Cfr. Bernardo de Cólogan a Rodríguez San Pedro. Despacho no. 304. 12 de octubre de 1904. A.G.A. África.
Sección Histórica (Marruecos). Caja 93 / Ex. no. 1.
2840
Bernardo de Cólogan a Rodríguez San Pedro. Despacho no. 367. 30 de noviembre de 1904. A.G.A. África (Fondo
Histórico de Marruecos). Caja 93 / Ex. no. 1.
2841
“Nosotros – telegrafiaba San Pedro al Duque de Mandas el 30 de julio de 1904– comprendiendo que en los
primeros momentos podría constituir una grave dificultad la doble acción de Francia y España en el Imperio de
Marruecos y que aún más adelante necesitaría coordinarse en muchos casos habíamos propuesto una fórmula según la
cual España podría abstenerse de proceder en tales eventualidades y si no obstante resultase conveniente o necesaria
alguna acción para la asistencia del gobierno del Sultán dentro de nuestra esfera de influencia los dos gobiernos,
español y francés se pondrían de acuerdo para prever esa necesidad “. Con esta fórmula se buscaba el apoyo decidido
del Foreign Office. Carta sin numerar de 30 de julio de 1904 de Rodríguez San Pedro al Duque de Mandas. A.F.M.
Legajo 360 2 / 6.
2842
Mandas telegrafiaba a San Pedro el 3 de agosto: “Lord Lansdowne me ha ratificado que no admitirá Inglaterra en
modo alguno derecho preferencial a favor de Francia. (para recibir ésta tierras de la esfera de influencia hispana, caso
de querer cederlas el gobierno español) Recuerda que ésta le había expresado admitía que nuestra acción empezara
como derecho, desde luego, aunque en la práctica hay que evitar herir a los marroquíes. Así es que esto que le
manifiesto ahora (los plazos que quería imponer el Quai d´Orsay) no puede entenderlo (...)“. Telegrama del Duque de
Mandas a lord Lansdowne. 3 de agosto de 1904. A.F.M. Legajo 360 2 / 6.
2843
Maura y San Pedro redactaron la siguiente fórmula: “En consideración a las dificultades actuales, y a la
conveniencia recíproca de allanarlas, España declara su propósito de no usar esa acción (la civilista) sino en

1549
de agosto la ciudad de San Sebastián fue la sede de intensas gestiones de los Embajadores francés e

inglés, actuando en connivencia. Egerton y Jules Cambon intentaron presionar a la Reina Madre

para que el gabinete Maura cediese y se plegase a las indicaciones de Delcassé. León y Castillo,

trasladado a la ciudad donostiarra, se mostraba muy firme no claudicando ante estas presiones: “la

Reine –indicó a Jules Cambon– désire vivement la conclusión de l´arrangement, mais n´a plus

l´influence qu´elle abatí même l ´année dernière“.2844 El punto de desacuerdo se centraba en un

texto que Egerton había redactado, respaldado por Cambon, previendo precisamente que el inicio

del ejercicio de la influencia económica española en Marruecos se fijara en un texto redactado

posteriormente a la firma del tratado. Era un punto que Maura no aceptaba, pero tampoco Delcassé,

asustado por el incidente producido el 5 de agosto en Tánger cuando algunos marineros del buque

de guerra Galilée que habían bajado a tierra fueron tiroteados por marroquíes. El titular del Quai

d´Orsay preveía que una aparatosa acción española produjese un baño de sangre en el Imperio

jerifiano. Por ello deseaba tener las manos libres y no ver su política en Marruecos comprometida

por intervenciones imprudentes.

Al mismo tiempo, en el Foreign Office Lansdowne y Mandas gestaron una fórmula de

consagrar la aproximación diplomática de España a la órbita de Londres, encontrándola en la


2845
realización de un encuentro entre Alfonso XIII y el monarca británico. El Duque de Mandas

comunicaría posteriormente que en el Foreign Office le habían indicado que el 16 de agosto Lord

inteligencia con Francia, y por los medios que ambos gobiernos puedan convenir durante el primer período de la
aplicación del presente convenio, no debiendo exceder ese período de quince años, contados desde la firma (...) del
convenio; así como Francia en la acción que le corresponde cerca del gobierno marroquí mientras dure el statu quo, que
habrá de proceder en inteligencia del gobierno español, para aquello que afecte a la zona de influencia reservada a
España “. De esta manera Francia quedaría con las manos libres para obrar en su esfera de influencia, pero obligada a
concertarse en lo que afectara a los intereses españoles. Telegrama de Rodríguez San Pedro al Duque de Mandas. 10
de agosto de 1904. A.F.M. Legajo 360 2 / 6. Lansdowne recibió una copia el 16 de agosto de la fórmula propuesta por
el tándem Maura / San Pedro y aseguró a Mandas su intención de apoyarla. Telegrama del Duque de Mandas a San
Pedro. 16 de agosto de 1904. A.F.M. Legajo 360 2 /6.
2844
Telegrama de Jules Cambon a Delcassé. 6 de Agosto de 1904. D.D.F. Tomo V, pp. 348-349. Jules Cambon
escribiría a Delcassé el 9 de agosto que no valían las presiones anglo-francesas sobre Alfonso XIII y la Reina Madre.
María Cristina no podía influir en la actuación del Gobierno. Tampoco Alfonso XIII tenía la autoridad que María
Cristina había gozado en el pasado; la personalidad de Maura, absorbente, determinante limitaba la influencia en
política exterior de los dos. De hecho, María Cristina expresó su particular aversión al ejercicio que hacía San Pedro en
el Ministerio de Estado. Despacho no. 148 de Jules Cambon a Delcassé. 9 de agosto de 1904. D.D.F. Tomo V, pp. 357-
361.
2845
Telegrama de Mandas a San Pedro. 15 de agosto de 1904. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de
España en Londres. Caja 7.024.

1550
Lansdowne había escrito a sir Edwin Egerton, Embajador en España del Reino Unido

encareciéndole que apoyara ante el Embajador de Francia en España, Jules Cambon, las

pretensiones de la diplomacia española.2846 Con todo, estas apreciaciones de Mandas eran

excesivamente optimistas. En San Sebastián el acuerdo diplomático francobritánico había

propiciado como hemos resaltado la colaboración de los Embajadores Egerton y Jules Cambon.

Maura seguía creyendo en la necesidad de que la convención francoespañola fijara definitivamente

todas las cuestiones de organización de las esferas de influencia e intentaba buscar una fórmula que

acoplase los deseos españoles con las necesidades de prudencia aconsejados por Francia. La

consecución de este acuerdo sería un éxito trascendental para el gobierno ante las Cortes.

14.29. Reanudación de las conversaciones de París.

A finales de agosto, previendo que se iba a reanudar pronto la negociación en París, el

Ministro de Estado enviaba con fecha 29 de agosto una real orden a León y Castillo fijando los

puntos de vista del gobierno conservador en el nuevo proceso negociador. El Marqués del Muni ya

había tenido ocasión de entrevistarse reiteradas veces en la capital donostiarra con Maura y San

Pedro, que ya le habían notificado una serie de instrucciones verbales. En primer lugar, la real

orden contenía diversas indicaciones sobre la declaración que debía ser publicada, insistiendo en la

adhesión de España a la declaración francobritánica del 8 de abril. En segundo término, el

documento insistía en que aun siendo competencia de España velar por la seguridad y tranquilidad

en el ámbito de sus esferas de influencia, no deseaba en modo alguno ejercitar esa tarea de forma

unilateral, sino de forma previamente acordada con Francia durante los primeros quince años de

vigencia del convenio. Esta era la fórmula establecida por el gobierno español a la hora de aceptar

el precio de los quince años de dilación. Maura y San Pedro deseaban, asimismo que Francia se

concertase antes con España a la hora de actuar cerca del Majzén en todos los aspectos atinentes a

2846
Duque de Mandas a Rodríguez San Pedro. 9 de Septiembre de 1904. Despacho no. 110. A.G.A. Fondo de Asuntos
Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja / Legajo 7.024.

1551
la esfera de influencia hispana. España renunciaba a ejercer influencia política en Fez. En tercer

lugar, el gobierno español deseaba que quedase expresamente estipulada la libertad de comercio

para todos los capitales europeos en el Sultanato y la libertad de acción económica hispana en el

Sultanato desde la firma del convenio ( intervención y regularización de las aduanas, apertura de

caminos y obras públicas, construcción de ferrocarriles, canales, mejoras materiales del Sultanato,

explotación de minas, canteras, etc) dentro de la zona delimitada para su natural influencia y en la

francesa. En cuarto lugar, además de refrendarse el derecho español sobre Santa Cruz de Mar

Pequeña, debía quedar estipulado que el gobierno francés reconocía al hispano plena libertad de

acción sobre la región comprendida entre los paralelos 26 y 27º 40‘ de latitud Norte y el meridiano

11º Oeste de París, territorios que se entendían ¡ahora por parte española¡ que estaban fuera del

territorio marroquí y comprendían el hinterland de expansión de Río de Oro. Tal como ha

enunciado certeramente J. Martínez Milán, en el tratado non-nato de 1902 y el convenio de octubre

de 1904, la frontera meridional de Marruecos sufrió los caprichos de los intereses de Francia y

España, con la anuencia en este último caso (1904) de Inglaterra y fue cambiada de emplazamiento.

Si en el de 1902, continuaba fijada en el paralelo 26º (es decir en el de cabo Bojador), en el de 1904

había sido desplazada al paralelo 27º 40‘ Norte, delimitando entonces una zona de soberanía

española que se correspondía con la Sakia al- Hamra.2847 La decisión de dar la categoría de

territorio de soberanía a esta región partió, según Frank E. Trout, del ministro de Asuntos

Exteriores de Francia, Delcassé, a propuesta del embajador galo en Londres, Jules Cambon, para

compensar a España por las amputaciones territoriales sufridas en sus respectivas zonas de

influencia, con respecto al tratado non-nato de 1902.2848

La esfera de influencia sur de España en Marruecos tendría por lo tanto como límite

meridional los 27º 40‘ Norte y como límite septentrional el curso del río Tazerualt, llegando por el

Este al meridiano 10º O. de París.

2847
J. Martínez Milán: “Un discurso relativo a la frontera sur del reino de Marruecos entre el reinado de Mulay Hassan
I y el establecimiento del protectorado hispano-francés (1874-1912), en Awraq. Estudios sobre el mundo árabe e
islámico contemporáneo, vol. XVII, 1996, pág. 252.
2848
Cfr. Trout, F., Morocco’ s Saharan Frontiers, Geneva, Droz Publishers, pp. 177-178.

1552
El tratado se firmaría para una vigencia de 30 años. No se publicaría hasta que cesase la

intranquilidad en el norte del Sultanato. En todo caso, las instrucciones sugeridas por el Ministerio

de Estado apuntaban a la oportunidad de divulgarlo al cabo de cinco años de su redacción, o antes

si los dos gobiernos, puestos de común acuerdo, juzgaban que podía hacerse sin inconvenientes.

Las escuelas y establecimientos españoles en Marruecos serían respetados, la circulación de la

moneda española no sería dificultada. 2849

Reanudadas a comienzos de septiembre las negociaciones de París, el gobierno maurista

volvió a tropezar –encarado con los problemas de ajuste de su política marroquí con la practicada

por Francia- con la imposibilidad de realizar una actuación de envergadura, al faltarle la solidaridad

británica. León y Castillo informaría con estupefacción cómo a pesar de las promesas efectuadas en

agosto por el Foreign Office, el Embajador británico en París carecía de instrucciones para apoyar

las fórmulas españolas.2850 En Londres seguían los recelos hacia el gobierno conservador, al

debatirse la inclusión en el tratado francoespañol de una cláusula que daría a Francia la preferencia

absoluta en el caso de que España quisiera ceder alguna de sus posesiones en el Imperio marroquí.

Lansdowne consideraba que la zona reconocida a España debía serlo con carácter de perpetuidad y

no deseaba ver al Imperio francés establecido en el Estrecho de Gibraltar.

Por fin, el 14 de septiembre la complicada negociación pareció desbloquearse

definitivamente. Ese día tuvo lugar una larga entrevista entre el Marqués del Muni y Delcassé. El

motivo de su conferencia fue únicamente la fórmula de redacción de los párrafos segundo y tercero

del artículo segundo del proyecto de convenio de Marruecos relativos al momento temporal y a

2849
R.O. del Ministerio de Estado sin numerar dirigida a León y Castillo. 29 de agosto de 1904. A.F.M. Legajo 360 1 /
1.
2850
Telegrama de San Pedro al Duque de Mandas. 18 de Septiembre de 1904. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores.
Embajada de España en Londres. Caja 7.024. Mandas intentó disculpar al Foreign Office señalando que a mediados de
septiembre todavía se encontraban en vacaciones tanto lord Lansdowne como Paul Cambon, el Embajador galo en
Londres. Vanas esperanzas pues el apoyo del Foreign Office era cuidadosamente medido y no pasaba nunca de unos
estrictos límites. Era un apoyo sincero, pero muy pautado. No pasaba nunca de los lindes que le supusieran llegar a un
serio disgusto o a un enfrentamiento con la República francesa. Sir Francis Bertie, designado como nuevo Embajador
del Reino Unido en París atendería a Mandas el 18 de septiembre comunicándole que la fórmula de apoyo a España
sería transmitida a Delcassé por medio de la Embajada inglesa en Madrid e igualmente a Geoffray, el Ministro
plenipotenciario que dirigía la Embajada gala en Londres en ausencia de Paul Cambon, que seguía de vacaciones. Lord
Lansdowne había recalcado que le parecía razonable la idea española de iniciar una acción civilista en Marruecos y que
vería con gusto una respuesta satisfactoria gala. Mandas a Rodríguez San Pedro. Despacho no. 112. 19 de Septiembre
de 1904. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de España en Londres. Caja 7.024.

1553
cómo comenzaría España a ejercer su política de penetración pacífica en el área de influencia a ella

reservada. El apoyo de lord Lansdowne fue meramente testimonial; no fue muy efectivo y esto fue

una característica constante hasta el final de las conversaciones.2851 La nota remitida por el titular

del Foreign Office al Quai d´Orsay se limitaba a señalar que la fórmula esgrimida por España le

parecía bastante racional y podía ser la base definitiva del arreglo.2852

Tres días después Delcassé acabaría aceptando la fórmula prevista por San Pedro para el

artículo segundo del proyecto, permitiendo así la acción civilista española.2853 Ahora bien, el titular

del Quai d´Orsay presentó una redacción matizada con algunas variantes en las que se declaraba

que durante el primer período de 15 años de aplicación del convenio, Francia en el caso de creer

que debía intervenir cerca del Majzén en asuntos concernientes a las esferas reservadas a España,

declararía previamente a España sus intenciones. Terminado ese primer período y mientras durase

el ‘statu quo’ del Imperio marroquí, la acción del gobierno francés sobre el Majzén en lo referente a

las esferas españolas no podría ejecutarse sino después de ponerse de acuerdo con el gobierno

hispano.2854 Sometido el proyecto de convenio a la consideración del gobierno maurista, fue

aprobado así como la declaración pública que había sido redactada conjuntamente con el

tratado.2855

2851
León y Castillo telegrafiaría a San Pedro el 17 de septiembre: “Embajada inglesa tiene orden de enterarse
resultado mis gestiones pero no la de apoyarlas“. Telegrama de León y Castillo a Rodríguez San Pedro. 17 de
septiembre de 1904. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Caja 5.846.
2852
Telegrama de León y Castillo a San Pedro. 14 de septiembre de 1904. A.G.A. Fondo de Asuntos Exteriores.
Embajada de España en París. Caja 5. 846.
2853
El párrafo segundo del artículo segundo del convenio con Francia sobre Marruecos estipulaba finalmente que en
consideración al estado de desorden existente en el norte del Sultanato, España no ejercería la acción civilista sino
poniéndose de acuerdo con Francia durante los quince primeros años de aplicación del convenio.
2854
León y Castillo a Rodríguez San Pedro. Despacho no. 368. 23 de Septiembre de 1904. A.G.A. Fondo de Asuntos
Exteriores. Embajada de España en París. Caja 5. 846.
2855
R.Orden del Ministerio de Estado no. 394 dirigida a León y Castillo. 26 de septiembre de 1904. A.G.A. Fondo de
Asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Caja 5. 846.

1554
14.30. España obtiene el ansiado “lugar al sol” en Marruecos. Inserción de España en el

ámbito de la Entente Cordiale franco-británica.

El que España viera reconocido un ‘lugar al sol‘ de Marruecos, que readquiriera en octubre

de 1904 la categoría de potencia colonial y se situara en la órbita de Francia e Inglaterra no quiere

decir que el futuro iba a plantearse carente de dificultades. Al producirse la caída del gabinete

maurista, en diciembre de 1904 se formó un nuevo gobierno, interino y breve, de gestión de los

conservadores, encabezado por el general Marcelo Azcárraga. Su Ministro de Estado, Ventura

García Sancho, marqués de Aguilar de Campóo tuvo que hacer frente: 1º) a sospechosos

movimientos de la diplomacia gala que no parecía tranquila con la concesión de esferas de

influencia a España en el Sultanato2856; 2º) a una situación de tensión creciente en Marruecos donde

los ánimos se exaltaban contra la penetración imperialista. Respecto a este último punto, llegó a

escribir a León y Castillo que la religión musulmana dotaba a los marroquíes de una fuerza

inexplicable, más allá de todo cálculo; la expresión ‘guerra santa’ embriagaba a los habitantes del

Imperio de tal forma que en su nombre eran capaces de obrar milagros. Aguilar preveía una unión

antiimperialista de los partidarios del Rogui y de los del Sultán junto con los del Raisuni y otros

caudillos rebeldes y bandidos y una intromisión europea en el Sultanato podría acarrear en aquel

momento fatales consecuencias. 2857

Gabriel Maura y Gamazo en un discurso pronunciado en el Congreso de los Diputados el 12

de Diciembre de 1912 saldría en defensa de la política exterior practicada por los gobiernos de su

padre y por los conservadores en general a lo largo de los diez primeros años de vigencia del siglo

2856
Se citaba al respecto el viaje de un enviado del Sultán, sid Ahmed el Mokri a París a finales de 1904, aunque se
barajaba el que pudiera llevar el encargo de adquirir armas y municiones o el de hacer algunas peticiones al gobierno
republicano. La prensa española relacionaba su venida a Europa (debía visitar también Londres, Berlín, Lyon, Marsella
y Constantinopla y Aguilar ordenó que se le vigilase en todas estas ciudades), acompañado por el director del Credito
ferroviario y agrícola de Argelia, Mr. Máxime Allier con la complicada situación por la que atravesaba el Imperio
jerifiano. Aguilar recomendó a León y Castillo que prestase la mayor vigilancia sobre los pasos y gestiones de el-
Mokri en París. El Ministro de Estado, marqués de Aguilar de Campóo a León y Castillo. Despacho no. 485, reservado.
27 de diciembre de 1904. A.G.A. Fondo de asuntos Exteriores. Embajada de España en París. Caja 5.846.
2857
El periódico La Época llegó a publicar que algunas cabilas del noroeste marroquí recibían cartas y dinero de
diversas casas comerciales británicas, para que se sublevasen contra la influencia francesa.

1555
XX. Analizó el contexto finisecular del siglo XIX que obligó a la defensa de la integridad

territorial del país, y a asumir unos intereses y unos instrumentos diplomáticos como medios para

lograrlo que alejaron al país de sus veleidades pro-triplistas de la época de Sagasta/Moret y

ajustaron la política internacional española a la órbita de Londres y París.

El contexto había sido muy peligroso. En los primeros años del XX el mundo se encontraba

en plena era del imperialismo, el peso de un Estado en la sociedad internacional se medía en

parámetros de potencia industrial y colonial, y las experiencias históricas más recientes –China,

Portugal, la misma España en 1898– habían demostrado con toda crudeza que los grandes

propiciaban el deslizamiento de los más débiles desde la condición de sujetos del derecho

internacional al de objetos de reparto. La política que guió a conservadores (pero también a los

liberales en 1901) siguió la senda de un arriesgado empeño para que España aprovechase las

oportunidades que se le presentaban para participar con las grandes políticas del entorno en una

política de poder, fundamentalmente en Marruecos. Los políticos restauracionistas que acababan de

vivir la experiencia de ser el objeto de la redistribución colonial, siguieron temiendo que, en

cualquier momento, los grandes asimilasen al país a ese mundo codiciado por el imperialismo. Por

ello, los estadistas españoles –ya desde Silvela, en 1900 con el intento de apoderarse de Tarfaya y

la Sakia al- Hamra con apoyo inglés- diseñaron una política relativamente ambiciosa para hacerse

con un lugar, aunque fuese modesto, entre los estados que decidían el futuro de los demás.

Tampoco resulta sorprendente que una política de ese tipo, hecha por minorías y por notables, y no

basada en procedimientos democráticos se apoyase fundamentalmente en el voluntarismo de sus

impulsores (por ello se quebraba, cuando, por ejemplo en 1900 fallaban los apoyos exteriores, en

este caso el de Salisbury) y que entrase de manera inmediata en contradicción no sólo con las

condiciones de una economía incapaz de competir en Marruecos con las economías alemana,

francesa, inglesa, sino también con amplios sectores sociales para quienes no había más

‘regeneración ‘ que la que pasaba por la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores, por

1556
el logro de la democracia parlamentaria y por el rechazo, violento en 1909, de una política exterior

que consideraban contraria a los intereses de la mayoría de los españoles .

En su intervención parlamentaria, G. Maura tras rechazar cualquier tipo de alianzas con el

Imperio alemán y las alianzas con Francia o con Inglaterra por separado, se decantaba por un

compromiso serio y simultáneo con estas dos potencias a la vez. Cerrado el proceso de

redistribución colonial de la década de 1890 y reducidos los principales intereses estratégicos de

España al mantenimiento de su integridad territorial, a la defensa de la españolidad de Baleares y

Canarias, y al mantenimiento de sus posiciones en las costas del Estrecho de Gibraltar, una

situación internacional más clara en la que el antagonismo colonial franco-británico se fue

diluyendo (1903-1904) permitiría a España reconducir su política internacional lejos de la línea

seguida durante las primeras etapas de la época de la Restauración, en el marco que le

proporcionaba la Entente franco-británica de abril de 1904. Por eso afirmaba G. Maura y Gamazo:

“Amistades y alianzas con Inglaterra ó con Francia, no; con Francia y con
Inglaterra (...), esa es la expresión felicísima de nuestra política exterior. Francia e
Inglaterra se entendieron sobre Marruecos, é instantáneamente España encontró la
fórmula para hacer compatibles sus derechos y sus intereses en Marruecos con Francia, y
fuimos a Algeciras, y salió fortalecida la inteligencia anglo-franco-española; y en la
primavera de 1907 el rey de Inglaterra fue a Cartagena y el Rey de España fue a
Cartagena, y Francia envió allí una representación, y se firmó el Convenio de Cartagena; y
Francia, Inglaterra y España, pactaron el ‘statu quo‘ en el Mediterráneo y en la costa
Norte del Atlántico, que era la seguridad de nuestras Baleares, la seguridad de nuestras
Canarias.“ 2858

La obtención del ansiado ‘lugar al sol’ en Marruecos en 1904 fue la primera piedra en el

sendero de los acuerdos anglo-hispano-franceses de 1907. Con los acuerdos de Cartagena, España

veía garantizada por Londres y París los puntos de importancia que conservaba en el Mediterráneo

y en el Atlántico, tentadoras presas posibles para cualquier país que poseyese una flota oceánica, en

2858
Cfr. Maura y Gamazo, G.: El convenio entre España y Francia relativo á Marruecos. Discurso pronunciado en el
Congreso de los Diputados el 12 de Diciembre de 1912.

1557
un momento en que ya era patente la política de proyección mundial inspirada por Guillermo II de

Alemania, y conocidos los intentos alemanes de tender cables telegráficos de Cádiz a Marruecos y

sus apetencias de poseer algún tipo de instalación en la costas de Marruecos. También una posible

presencia alemana en Baleares preocupaba por igual a Inglaterra porque partiría en dos su eje

Gibraltar- Egipto y a Francia porque dividiría el suyo desde Toulon a Argelia. Se cerraba así la

preocupación por la seguridad nacional que había afectado a los sucesivos gobiernos

restauracionistas desde la conclusión de la guerra con Estados Unidos. España , tal como ha

resaltado Rosario de la Torre2859 se recolocaba en el cuadrilatero formado por Londres–París-

Lisboa–Madrid en la década de los treinta del siglo XIX cuando ante las amenazas absolutistas en

la Península ibérica –miguelista en Portugal2860 y carlista en España– las principales potencias

liberales de la Europa Occidental decidieron aliarse; es decir, España volvía a ajustar su política

exterior –a través de los acuerdos sobre Marruecos y de Cartagena– con el viejo principio de la

política internacional de la época de Isabel II que recomendaba la conocida estrategia consistente

en que cuando Francia e Inglaterra estén de acuerdo, hay que marchar con ellas; cuando no lo

estén, hay que abstenerse de alianzas internacionales .

2859
De la Torre, R.: “Una crisis que rectificó la orientación de la política exterior “, en Revista de Occidente, nos. 202-
203(1898), pág. 181.
2860
Cfr. Historia y Vida, Extra no 6: “Carlistas contra isabelinos. Una guerra salvaje y romántica “.

1558
RESUMEN

La reanudación de las negociaciones con Francia sobre el reparto de Marruecos que llevó a

cabo el gabinete Villaverde sirvió para constatar las dificultades que iba a tener que sobrellevar la

diplomacia española. El Quai d´Orsay no sólo consiguió que la ciudad de Fez fuera desgajada de la

esfera norte de influencia española en Marruecos, sino que aspiraba a que la región del Sus fuera

amputada de la esfera meridional. Producido el relevo en la jefatura del gobierno español, va a ser

Antonio Maura el responsable de negociar con los franceses –hasta finales de 1904- el convenio de

reparto del Sultanato. Las conversaciones se prolongarán porque el estadista conservador deseaba

una garantía explícita del Reino Unido, respaldando el proceso negociador en París. La pretensión

de Maura será la de aproximarse simultáneamente al Reino Unido y Francia, a la vez que se

negocia con esta última el reparto del Imperio jerifiano, dotando a España de una serie de glacis

defensivos en las costas mediterránea y atlántica del África noroccidental. A la vez el político

mallorquín desea sacar un rendimiento económico a este nuevo imperio colonial que pretende

constituir bajo el sol de Marruecos. Cuando Londres y París concluyen definitivamente sus litigios

coloniales en abril de 1904, el gobierno maurista reanuda las conversaciones con el francés,

tratando de concertar los intereses de ambos países en el Imperio jerifiano. Sin embargo, el gabinete

español no iba a emprender las negociaciones con Francia en pie de igualdad. Francia había

obtenido de Inglaterra una gran libertad de maniobra en el conjunto del Imperio marroquí; además

la existencia de artículos secretos en el convenio francobritánico acotaba el territorio que podía

recibir España en el Sultanato. La diplomacia española acudirá constantemente al Foreign Office

buscando el apoyo británico frente a las ofertas francesas que buscan recortar enormemente las

ventajas y las dimensiones territoriales concedidas a España en el ‘non-nato’ tratado de 1902. Sin

embargo, Lord Lansdowne no va a apoyar a España. Se limitará muy esporádicamente, si lo cree

útil, a dar algunas sugerencias y consejos, a título puramente personal, al Quai d´Orsay. No es hasta

finales de mayo cuando, tras intensas negociaciones, quedará cerrado un acuerdo territorial. El

1559
gabinete español intentará hacer un último esfuerzo para participar en el acoso financiero al

Sultanato. Sin embargo, el que se concluye con éxito, es el empréstito francés que supone el control

de las aduanas marroquíes por agentes galos. Esta vía de penetración pacífica en Marruecos queda

clausurada para España.

En junio comienza la fase final de discusión del convenio hispano-francés. La diplomacia

gala trata de convencer al gobierno español de que las disposiciones relativas a un reparto territorial

de Marruecos han de permanecer secretas durante largo tiempo. Maura, su Ministro de Estado, San

Pedro y el Embajador español en París, por el contrario, lucharán encarnizadamente por hacer

público el tratado. A este problema se le solapa el de convenir las condiciones para que los dos

gobiernos pudieran ejercer la acción protectora en el Sultanato. El Quai d´Orsay entiende que, tras

sus acuerdos con el Reino Unido, tiene asegurada una hegemonía política en Marruecos y ello lleva

forzosamente a la diplomacia española a una subordinación respecto a las directrices emanadas de

París. El gobierno republicano entiende que los españoles han fracasado en su misión histórica

como potencia colonialista y deben ceder el paso a Francia. Por ello intenta bloquear el paso a la

penetración económica hispana en el Sultanato y limitar la capacidad de acción del gobierno

restauracionista en la porción territorial reservada a España. El gabinete Maura entiende, por el

contrario, que el reparto de Marruecos implica un condominio francoespañol sobre el Sultanato.

Las negociaciones de París se complican en el contexto del rapto del americano Perdicaris y del

británico Varley por el jerife bandolero Raisuni, finalmente liberados gracias a la intervención de

los chorfa de Wazzan, protegidos de Francia. Tras constatar la falta de apoyo británico a las

pretensiones españolas, las negociaciones de París quedan bloqueadas a finales de julio. Finalmente

se llegará tras una serie de intensas gestiones diplomáticas a lo largo del verano a una fórmula de

compromiso: una vez establecida en Marruecos la igualdad en derechos económicos entre Francia y

España, esta última acepta no ejercerlos por un período de quince años. El acuerdo hispano-francés

se firma en el Otoño, situando a España en la órbita de los países de la futura Triple Entente. Maura

1560
seguirá fiel a los compromisos de aproximación a Francia e Inglaterra y finalmente, en 1907, con

los acuerdos de Cartagena conseguirá que estos países garanticen la integridad territorial de España.

1561
1562
CONCLUSIONES

A lo largo de las páginas anteriores hemos tratado de explicar la dinámica desarrollada por la

diplomacia española a lo largo del período 1895-1904, que condujo a la obtención de un territorio

colonial en el Imperio jerifiano y a la inserción de España en la órbita de la diplomacia anglo-

francesa.

La pérdida de la independencia de Marruecos estuvo precedida por un período de graves

dificultades económicas, de crisis de subsistencias y políticas que llevó al Sultanato de Mawlay

Abd al- Aziz al desastre. En efecto, en el Marruecos finisecular por una parte se hicieron notar los

efectos de la recesión económica provocada por el acoso imperialista europeo y por las crisis de

subsistencias, causadas en gran medida por una serie de condiciones meteorológicas adversas

(ligadas al parecer a las oscilaciones del ENSO, del fenómeno del Niño y de la Niña, que comporta

periódicas sequías devastadoras), aunque los Sultanes Mawlay Hassan y Mawlay Abd al- Aziz

tomaron una serie de medidas para intentar atenuar su impacto. Por otra parte, la agitación política

tuvo una amplia repercusión en todo el Sultanato como respuesta a la contundencia de las agresivas

maniobras francesas que buscaban desestabilizar toda la frontera oriental de Marruecos y aspiraban

en ocasiones puntuales a segregar del Imperio jerifiano los territorios del Sus y Rif Central.

La actuación española podría haber sido con la francesa el motor de la descomposición del

Imperio marroquí. Sin embargo, en 1895 la presión militar española sobre Marruecos cesa,

coincidiendo con el hundimiento del crucero Reina Regente, en aguas del Estrecho de Gibraltar. La

magnitud del desastre llevó a recapacitar a las autoridades restauracionistas y a meditar sobre la

conveniencia de continuar con la política de cañoneras en el Norte de África. Máxime en un

momento en el que las unidades de la Armada eran necesarias en los escenarios de Filipinas y El

Caribe. El tema marroquí deja de inquietar a la diplomacia restauracionista y pasa a ser objeto

durante este año de especulaciones teóricas, carentes por completo de concreción práctica. La

elaboración de una memoria secreta sobre Marruecos por parte del conde de Benomar, máximo

1563
experto en los asuntos marroquíes de la diplomacia restauracionista junto con Segismundo Moret,

marca la transición a una etapa en la que los gobiernos del turno prescindirán de toda aspiración

política concreta en el Sultanato. En España, diversas personalidades se dedican meramente a la

tarea específica de teorizar o elucubrar sobre el tema marroquí por medio de conferencias o de

textos de uso restringido en el Ministerio de Estado. Son los casos de Silvela o de Emilio de Ojeda,

Ministro Plenipotenciario de España en Tánger. La atención del gobierno español está centrada en

asuntos urgentes, aquéllos ligados a la liquidación de los últimos restos del imperio colonial, y no

se realizan acciones ejecutivas relevantes en el Norte de África.

La orientación política de la diplomacia restauracionista registra un cambio importante tras

el conflicto de Melilla. Así, se lleva a cabo un distanciamiento progresivo con respecto a los países

de la Triple Alianza, a la vez que se intenta un reforzamiento de los lazos con Francia e Inglaterra

en un momento histórico en el que Londres y París intentan solucionar sus litigios coloniales en el

valle del Nilo. En la cuestión marroquí esta aproximación a Francia e Inglaterra no se traduce en

resultados prácticos: la diplomacia española no logra sintonizar con la británica cuando desde la

Legación en Tánger, Ojeda intenta hacer frente a una disposición del Majzén que pretende

restringir los viajes de extranjeros por el interior del Sultanato. Pero la tesitura en que se encuentra

España es muy complicada: no puede ejercer presión sobre el Majzén de forma autónoma o

individualizada; le falta el grado de confianza y el respaldo que le otorgaba desde 1887 la

aproximación a la Tríplice. Esta debilidad orgánica de la diplomacia restauracionista se salda con

una supeditación a los designios emanados desde Londres en la cuestión suscitada por la

prohibición jerifiana de los viajes de extranjeros. Las pretensiones de crear un consulado hispano en

Fez quedarán desactivadas cuando, ni franceses ni británicos, estén dispuestos a apoyarlas. No por

ello el rumbo de la actuación española en Marruecos se altera: los cambios operados en el extremo

suroriental del Imperio jerifiano, con las fuerzas militares francesas amenazando los oasis del Tuat,

no se traducen en novedades importantes en la acción española. Invariablemente, los gobiernos del

turno siguen apostando por una conjunción simultánea con los intereses franceses e ingleses.

1564
Sin embargo, en 1896 los intereses españoles en Marruecos van a empezar a chocar con las

pretensiones francesas, rompiéndose definitivamente cualquier posibilidad de conjunción

simultánea de las políticas de Londres, París y Madrid. La agitación existente en el sur del Imperio

marroquí, atribuida por los servicios de inteligencia españoles a las intromisiones de los agentes

republicanos, va en aumento, y se traduce en la muerte del principal espía hispano destacado en el

territorio, al- Hach Abd Al-lah El Morabet, quien había dedicado gran parte de su existencia a

frustrar los intentos galos de establecerse en las costas atlánticas vecinas a Canarias. La respuesta

española es bastante tibia y muy indicativa de su debilidad operativa en Marruecos. No se produjo

ni envío de fuerzas expedicionarias para castigar a los asesinos, ni se reanudó la ‘política de las

cañoneras’, intensamente utilizada por los gabinetes restauracionistas en etapas anteriores.

La amenaza de una invasión francesa del Tuat termina por conducir al gobierno español a un

distanciamiento paulatino en lo que se refiere a los asuntos marroquíes con respecto a París. En

Tánger, Ojeda inicia una serie de conversaciones con el Ministro Plenipotenciario británico, sir

Arthur Nicolson, con la intención de constituir un frente común anglohispano que hiciera frente a

las amenazas francesas. La conjunción hispanobritánica es aprovechada inmediatamente por el

gobierno marroquí. La actitud tradicional de los Sultanes es siempre la de servirse de los litigios

existentes entre las naciones imperialistas con aspiraciones sobre Marruecos para prolongar la

supervivencia de su Imperio. Abd al- Aziz planta cara a las aspiraciones francesas sobre el Sahara

oriental y anuncia su deseo de someter la cuestión del Tuat a un arbitraje internacional, en el que la

voz de España va a tener una relevancia principal. La diplomacia restauracionista se beneficia así

de la política llevada a cabo a finales del decenio de los ochenta y comienzos de los noventa,

consistente en un enfrentamiento diplomático con Francia, con la pretensión de defender la

integridad territorial del Imperio jerifiano y la soberanía del Sultán Mawlay Hassan. El Quai

d´Orsay recoge velas y suspende toda actuación militar en el Tuat hasta 1899.

Las autoridades restauracionistas habían decidido en 1894 atajar en Melilla toda política

militar de provocación a los marroquíes y sentar las bases de una nueva forma de relación,

1565
abriendo comercialmente la ciudad al Rif y potenciando los vínculos económicos con las tribus

vecinas. La progresiva penetración comercial española en Marruecos persuadió a las autoridades de

Francia en Argelia de que se debían tomar una serie de medidas rápidas para hacer frente a este

órdago. En el período 1896-1904 un intenso conflicto para potenciar la infiltración mercantil en el

Sultanato va a enfrentar a comerciantes españoles y galos.

Con todo, más que hacia una participación activa en la cuestión marroquí, las actuaciones de

los diplomáticos hispanos se siguen decantando hacia las reflexiones teóricas y la elaboración de

planes limitados al objeto de arrancar al Sultán parcelas de su soberanía en el septentrión marroquí.

Estos planes se centran, instrumentalizando el malestar que tiene el Majzén hacia las prácticas

contrabandistas en el Rif, en obtener para la Marina de guerra española, la facultad de vigilar las

costas mediterráneas del Sultanato. Con todo, esta elucubración –que no pasó de ser un plan

secreto-- no se plantearía al Sultán por la imposibilidad de desplazar desde Cuba o Filipinas

unidades navales a Marruecos.

El Rif era para la diplomacia restauracionista un territorio considerado estratégico para la

defensa nacional. El objetivo de los gobiernos del turno había sido siempre impedir que otras

potencias se instalaran en la costa magrebí próxima a Andalucía. Es por ello que no podía dejar de

alarmar la serie de acontecimientos que se desarrollan en las costas del Rif Central a partir del

otoño de 1896. Un buque de vela francés, el Prosper Corin es asaltado por un grupo de Bocoyas

que pretenden vengarse de las estafas que han sufrido por parte de contrabandistas europeos. Los

rifeños traban combate con los españoles, quienes no pueden evitar la captura del capitán del

buque. La situación preexistente en el Rif quedará completamente alterada, provocando la

preocupación del gobierno español cuando se produzca la llegada a la región de una serie de

agentes galos, acompañados de un jerife, comisionado del protegido de la Tercera República, el

jerife de Wazzan. La liberación del capitán es obtenida por estos enviados, pero lo que más inquieta

a la diplomacia hispana es que las negociaciones para la liberación del secuestrado han sido la

1566
cobertura de un proceso de infiltración política, de proselitismo que entre los cabileños efectúan

los franceses.

A partir de finales de 1896 la agitación se traslada a las inmediaciones de Melilla. Los

cambios económicos y sociales producidos en el Rif como consecuencia de la intensificación de los

contactos comerciales con el exterior y la apertura de Marruecos a una economía mundial,

determinan la aparición de grupos locales de notables, quienes pretenden extender sus apoyos y sus

redes de poder sobre las cabilas rifeñas, desembocando dichas pretensiones en el enfrentamiento

con la autoridad representante del poder central en el territorio, el Bajá Anflus de la raya fronteriza

de Melilla. La formación de nuevos grupos dirigentes a escala local entra en contradicción con la

perspectiva más amplia de un refuerzo del poder del Estado marroquí, en un momento en que el

septentrión del Imperio se encuentra severamente mediatizado por la amenaza imperialista. Ello se

traduce en una serie de choques armados en las inmediaciones de la ciudad española. Con todo, hay

que desdeñar -como propone Germain Ayache- la visión dantesca de la historiografía colonialista

que presenta a los rifeños como una sociedad movida por la ferocidad y los deseos de secesión.

Hay que desterrar definitivamente esa visión que nos ofrecen los tratadistas imperialistas, de un Rif

violento, fanático y caótico, y de unos pobladores feroces y despiadados, sedientos de sangre, sin

importar siquiera la procedencia de ésta (europea o musulmana).

Estos conflictos a escala local pasan a ser una preocupación importante para las autoridades

militares y políticas españolas, temiendo éstas la ausencia de un poder fuerte y consolidado en las

inmediaciones de Melilla. En el momento en que se produzca la derrota del Bajá Anflus y su

internamiento en Melilla, el vacío de poder en el territorio marroquí será entendido desde el

gobierno restauracionista como una situación muy comprometida que hay que solucionar con toda

urgencia. La trayectoria seguida será la de inmiscuirse en los asuntos internos del Sultanato -a pesar

de la neutralidad oficial del Gobierno español-, presionando sobre el Majzén para que éste obligue

a Anflus a abandonar Melilla. El Bajá cuenta con la lealtad de ciertos notables y fracciones de

cabilas, y ello le convierte en un elemento susceptible de crear disturbios y complicaciones a las

1567
autoridades españolas de la plaza. Esto es precisamente lo que intenta soslayar el gobierno

español: la premisa indiscutible de la política de relación con las cabilas fronterizas desde 1894

consiste en evitar todo incidente que pueda suponer un reinicio de las hostilidades en la raya

fronteriza.

Mientras las rivalidades franco-británicas por el control del valle del Nilo se acentúan y la

cuestión cubana moviliza la energía de los diplomáticos restauracionistas –con apelaciones al

concierto europeo para que éste garantice la españolidad de las últimas posesiones en el Caribe y

posteriormente con una aproximación a Francia-, en el escenario marroquí la mayor preocupación

de los estrategas del Ministerio de Estado se concentra en el incierto porvenir del Sultanato. La

sociedad marroquí, hasta entonces, era una sociedad que como cualquier otra tenía sus conflictos

internos, pero además, disponía implícitamente de los mecanismos necesarios para solucionarlos y

llegar a una situación de equilibrio. Esta situación se había empezado a quebrar a mediados del

siglo XIX, siendo más evidente la descomposición del Sultanato a partir de la muerte de Mawlay

Hassan, cuando el Imperio jerifiano se sitúa en el punto de mira de las potencias europeas,

lanzadas a una carrera por conseguir una hegemonía en Marruecos. El acoso al Sultanato se hace

particularmente intenso por parte francesa a partir de 1897, combinando los golpes efectuados en

los confines saharianos del extremo sur-oriental, con los que lleva a cabo en el Amalato de Uxda,

aprovechando un momento de crispación social en el territorio. Los análisis estratégicos realizados

desde el Ministerio de Estado tienden a recalcar, asimismo, que es factible una rebelión general en

el territorio del Sus y que toda la región, en el transcurso de varios meses, puede convertirse en un

protectorado de la Tercera República.

La diplomacia española se ve impotente para desarrollar mecanismos de obstrucción a los

planes expansionistas galos. Se desdeña la idea de instalar un glacis de seguridad en el extremo nor-

oriental del Imperio jerifiano, cortando en seco los movimientos franceses desde el río Kiss. La

necesidad de buscar el apoyo francés en la cuestión cubana entra en flagrante contradicción con

cualquier posible plan de cerrar el paso a las iniciativas republicanas en Marruecos. Son meses de

1568
inoperancia, de inactividad diplomática por parte del gobierno restauracionista en el Sultanato. El

Majzén tampoco puede reaccionar. Sus efectivos en el Rif son más bien simbólicos, poseen una

significación más política que militar. Con todo, las peticiones que hace el Sultán a España van

destinadas a encontrar un apoyo para evitar los conflictos en el territorio. Así solicitará

encarecidamente a España que ayude al Gobierno marroquí a cortar el tráfico contrabandista en la

costa norte del Sultanato y a evitar cualquier incidente capaz de generar tensión en la zona,

liberando a una serie de Bocoyas que las autoridades militares españolas mantienen presos en

Alhucemas, acusados del asalto al Prosper Corin.

En el verano de 1897 se reinician los ataques de los Bocoyas a buques europeos: son

asaltados el portugués Rosita y el italiano Fiducia. Son meses en los que España ofrece los peores

testimonios de incompetencia colonialista; no puede detraer material y efectivos del Caribe para

remitirlos al Rif y el tema de los asaltos a buques europeos puede ser la tentación que desencadene

una serie de aventuras militares en el Rif. Se vislumbra la posibilidad de que se lleve a cabo una

expedición punitiva a la región por parte de cualquiera de las potencias que se han visto afectadas

por los ataques. En estas circunstancias, la diplomacia hispana logrará un gran éxito cuando, tras

intensas gestiones ante los secuestradores Bocoyas, éstos acceden a liberar a una serie de marineros

que tienen secuestrados, lo cual disipa las posibilidades de un ataque europeo contra el Rif central.

La diplomacia gala no da por perdida la batalla para conseguir una infiltración política en el

territorio. Las ambiciones territoriales de la Tercera República se van precisando a lo largo de los

primeros meses del año 1898. La acción de los agentes franceses, comandados por Si Al.lal,

Vicecónsul de la República en Tetuán, trata de provocar una disidencia por parte de los rifeños, por

medio del instrumento de la ‘protección’, es decir, arrancando al Rif de la soberanía imperial, sin

necesidad de provocar una revuelta generalizada en el territorio. El Majzén, consciente del reto que

plantea la infiltración francesa en el Rif, reacciona alarmado por lo que supondría la pérdida de una

posición estratégica en la defensa del Imperio.

1569
Desde comienzos del año 1898, va desapareciendo paulatinamente la idea del mantenimiento

del ‘statu quo’, compromiso al que habían llegado a comienzos de la década de los 80 las potencias

europeas basado en el respeto de la independencia marroquí. El gabinete liberal de Sagasta tiene

planteada la misma realidad contradictoria en el Caribe y en la cuestión marroquí que habían tenido

que afrontar los conservadores: la necesidad de la aproximación a Francia en las cuestiones de

política exterior atinentes al mantenimiento de la soberanía española sobre Cuba y la realidad

frustrante de tener que combatir día a día la infiltración creciente de la Tercera República en

Marruecos, donde los agentes galos aspiran a consolidar la hegemonía de Francia, sin atender a las

aspiraciones hispanas. Las limitaciones que esta compleja situación impone a la diplomacia

española son evidentes: toda la acción hispana en el Sultanato está guiada por una respuesta

defensiva a los retos planteados por Francia. Marruecos deja de ser el marco especulativo o teórico

que sirve de guía de reflexión o estudio para los expertos hispanos y se convierte en un escenario,

donde España actúa, pero siempre a remolque de Francia, procurando desbaratar –en la medida de

lo posible- las iniciativas galas. En el Rif, a la vez que el Majzén busca afirmar su presencia y la de

los elementos institucionales representativos del poder central, los conflictos domésticos entre

familias y fracciones de tribu permiten el desarrollo de una ambiciosa conjura francesa, que busca

sustituir el poder del Sultán en el territorio por el establecimiento de un protectorado galo. Los

agentes franceses pretenden ganarse a Bocoyas, Urriagueles y otras cabilas costeras,

convenciéndolas de la bondad de un protectorado de la República. Para ello, reclutan a jóvenes

rifeños con el fin de que sirvan en el ejército colonial de Argelia, hacen proselitismo tenazmente y

desplazan buques de guerra al territorio con fines propagandísticos. Otros grupos de notables,

enfrentados a los que desean la hegemonía francesa, buscan el protectorado hispano. La pobreza de

medios e ideas de la diplomacia española se manifiesta por su inactividad continua. El relativo peso

y relevancia que ejercía España en la cuestión marroquí empieza a ser cuestionado no sólo por la

actuación de los franceses, sino también por la de los italianos, quienes inician una aproximación

diplomática a la Tercera República. La diplomacia española había actuado hasta entonces con

1570
sensación de seguridad en los asuntos del Sultanato, pero ahora se empieza a demostrar que esa

seguridad no tiene bases sólidas. La actuación imperialista del gobierno sagastino se mueve en ese

contexto por unos cauces de moderación y falta de resolución. Se va a iniciar una penetración en el

Rif pero concediendo la protección española sólo a un número muy concreto de notables, que

serán los gérmenes de reducidos partidos ‘proespañoles’ en sus cabilas.

El debate sobre el valor estratégico del Rif para la defensa de España y el comienzo de la

limitada infiltración imperialista hispana en la zona adquieren todavía más significación, militar y

política, en el contexto de la guerra contra los Estados Unidos. El diplomático Emilio de Ojeda,

probritánico, pergeñará un plan secreto, desestimado por el gabinete Sagasta, tendente a la

neutralización del Estrecho de Gibraltar y de la costa septentrional marroquí, ante el inicio del

conflicto con los norteamericanos. Durante semanas, la cuestión marroquí, lejos de ser el campo

para actuaciones prácticas y expeditivas, vuelve a ser el escenario para los sueños de algunos

estrategas diplomáticos españoles, inclinados sobre sus mapas, pero poco conscientes del juego de

cambios en las relaciones internacionales que se está produciendo. Las repercusiones del conflicto

hispano-norteamericano determinan drásticos cambios en la posición de España dentro del Imperio

jerifiano. El propio Majzén, que asiste a los desastres navales de Filipinas y Cuba toma nota de la

potencialidad militar española y poco después planteará una serie de actuaciones tendentes a

expulsar a los españoles del Rif. El gobierno sagastino vivirá durante gran parte del año pendiente

de una intervención armada norteamericana o británica en las propias costas españolas o en las del

Sultanato. La prevención frente a los movimientos militares anglosajones se prolongará hasta el

otoño, terminada incluso la guerra con Estados Unidos. El Ministerio de Estado llega a percibir

que, paralelamente, se ha producido una coyuntural hegemonía de los intereses británicos en la

Corte marroquí.

Cuando el Majzén advierte la posibilidad de una disidencia política en el Rif, y al objeto de

cortar las operaciones de infiltración francesa en la región, toma la decisión de emprender una

campaña contra los Bocoya, algunos de cuyos notables deseaban aceptar el protectorado galo. Esta

1571
iniciativa del gobierno marroquí no responde, como señala la historiografía, a un deseo de castigar

a unos díscolos piratas; aspira más bien a reforzar la defensa del extremo norte del país frente a la

amenaza imperialista. Esta operación militar no sólo termina con los grupos profranceses del Rif

Central, sino que además busca socavar la presencia hispana en la región.

La perspectiva de la pérdida del imperio colonial que restaba en Cuba y Filipinas saca

finalmente al gobierno de Sagasta de la inacción en la cuestión marroquí. En el marco de los

estudios teóricos que se realizaban para el Ministerio de Estado sobre el futuro de la causa hispana

en el Sultanato, el conde de Benomar diseña un plan destinado a obtener en Marruecos un imperio

colonial de recambio al perdido. En el verano de 1898 el gobierno liberal plantea a diversas

potencias la conveniencia del mantenimiento del ‘statu quo’, buscando desde el camino de la

dialéctica y la negociación una plaza colonial en el Imperio jerifiano. Rusia, Inglaterra, Francia e

Italia rechazan rotundamente la posibilidad de una alteración de la situación del Sultanato en

beneficio exclusivo de España. La idea de asegurar una continuidad de acción en Marruecos va

ganando terreno en el Ministerio de Estado. Una mayor implicación política en el Imperio jerifiano

pasa por intentar hacer frente a las asechanzas galas, ya sean militares, económicas o políticas.

Cuando, tras la derrota frente a los Estados Unidos, se plantea el problema de las fortificaciones

españolas cercanas a la base naval británica de Gibraltar -lo cual suscita un pulso diplomático entre

Londres y Madrid-, el gabinete de Sagasta encontrará la fórmula adecuada para allanar las

dificultades con el Reino Unido, intentando una aproximación a los ingleses en los asuntos

marroquíes. Esto ocurre a los pocos meses de que el Duque de Almodóvar, el Ministro de Estado

liberal, lanzara la idea de insertar a España en el marco de una coalición continental anti-británica

que englobara también a rusos, alemanes y franceses. Esta aproximación a Inglaterra se hace en el

contexto de la reanudación de las maniobras agresivas francesas contra el Tuat y del agravamiento

de las relaciones francobritánicas por la cuestión del valle del Nilo.

El año 1899 supone la vuelta al poder de los conservadores. Desaparecido A. Cánovas, quien

preside el gabinete es F. Silvela. Dotado de una inteligencia extraordinaria y de un fino sentido para

1572
leer correctamente el devenir impuesto por el fenómeno imperialista, Silvela interpreta la

complejidad de un mundo cambiante y en efervescencia, donde el imperialismo es una muestra de

la vitalidad existencial de un país, y plantea a todos los países europeos, si quieren ser respetados,

la necesidad de demostrar su poderío económico y militar. Silvela asumirá la jefatura del gobierno

y la dirección de la política exterior durante los primeros meses de ejercicio del poder. En un

auténtico giro radical en la actuación concerniente a Marruecos, se rompe con la política anterior

–ensayada por Sagasta– de aproximación al Reino Unido. Durante varios meses, asistimos de

nuevo a una falta de actuaciones relevantes por parte de la diplomacia española en la cuestión

marroquí. La política exterior de Silvela pasa por una aproximación a la Dúplice francorusa,

buscando un ingreso de España en esta alianza militar, que garantice la integridad territorial

española, amenazada por el ciclo de la redistribución colonial de finales del siglo XIX. Por ello la

diplomacia española deja de hacer frente común en Marruecos con los británicos y contra los

franceses, y no busca poner freno a la expansión republicana a partir de Argelia. Es un modelo de

política que busca la concertación o acuerdo con París y que huye de protagonizar actuaciones

provocativas u hostiles a los ojos de Francia. La Dúplice Alianza, empero, no desea compromisos

militares con España. Silvela rectifica entonces su política marroquí, a la que comienza a dar

cierto brío. La originalidad de los planteamientos de Silvela estriba en que, haciendo tabla rasa con

respecto a sus deseos anteriores de aproximación a Francia, ahora plantea abiertamente un giro

hacia el Reino Unido. En el contexto del enfrentamiento colonial franco-británico por Egipto, la

diplomacia española se encontraba confusa, molesta y desorientada, y por ello, en virtud de las

complicaciones coyunturales de la política internacional y de la cuestión marroquí, eran frecuentes

estos bandazos de la diplomacia española, con aproximaciones pendulares hacia Londres o hacia

París, en el marco de pocas semanas de intervalo. Estos bandazos daban a la política exterior

española un carácter pragmático -aunque poco estable- porque eran derivados directamente de las

circunstancias coyunturales, cambiantes a lo largo del tiempo.

1573
Cuando el Majzén desea suturar las brechas que pudieran existir en el septentrión marroquí,

susceptibles de ser utilizadas por los franceses o españoles en sus tareas de infiltración en el

Sultanato, va a plantear a la comunidad internacional la necesidad de limitar drásticamente los

intercambios comerciales en aguas del Rif. Silvela se enfrenta entonces a la mayor parte de las

potencias europeas que se oponen a la medida del Majzén. Sin embargo, esta iniciativa autónoma,

aislada de la diplomacia española en la cuestión marroquí, que busca respaldar al Majzén, necesita

contar con apoyos en Europa. Por ello, el gabinete conservador buscará franca y abiertamente el

consorcio con el Reino Unido, posibilidad rechazada por Londres.

A finales de 1899 el Majzén continúa su estrategia de reforzar la soberanía imperial en las

costas rifeñas. Acosa a los protegidos hispanos, a los confidentes de las guarniciones españolas

enclavadas en el territorio y culmina su actuación bloqueando los puestos de Alhucemas y Peñón de

Vélez de la Gomera, interrumpiendo el suministro diario de víveres a los mismos. El Majzén,

consciente de la debilidad militar hispana, pretende borrar la presencia colonial en el Rif. La

ambición imperialista no había constituido, hasta entonces, la preocupación dominante del gobierno

conservador. Pero el incidente hispanomarroquí ligado al bloqueo de las dos guarniciones

despertará los deseos de Silvela de llevar a cabo una expansión territorial en Marruecos, no

concebida directamente como una revancha por la humillación de 1898, sino más bien como una

vía para encontrar un hinterland defensivo en las costas marroquíes para el archipiélago canario.

Inquieto por la suerte de las guarniciones, el estadista conservador llegará a esbozar la idea de

desencadenar una acción armada en el Rif, aunque la idea finalmente queda descartada cuando, tras

intensas gestiones diplomáticas por parte del Ministerio de Estado, las fuerzas imperiales

marroquíes levantan el bloqueo.

La arremetida militar francesa contra el Tuat –Sáhara oriental marroquí– redefinirá a corto

plazo los objetivos de las potencias imperialistas en el Sultanato, incitando a cada una de ellas a

formular sus aspiraciones respectivas en la zona. La diplomacia española permanecerá expectante

durante unas breves semanas; tras la iniciativa fallida de ejercer una política autónoma en

1574
Marruecos, Silvela fue ensayando una política más prudente y moderada, supeditando las

actuaciones diplomáticas en el Imperio jerifiano a la previa aceptación de las mismas por parte de

las naciones europeas representadas diplomáticamente en Marruecos. Así, el Ministerio de Estado

entablará contacto con diversas cancillerías con el fin de conseguir un consenso a la hora de

presentar ante el Majzén una nota de rechazo a la paralización de las obras de un lazareto en Sawira

(Mogador), que estaba siendo levantado bajo supervisión española.

Ante la ruptura de hecho del ‘statu quo’ por parte de los franceses, Silvela no atiende las

peticiones de ayuda que efectúa el Majzén a las naciones europeas en dos ocasiones distintas. Las

escaramuzas en el extremo sur-oriental del Imperio jerifiano no causan ningún entusiasmo en el

Ministerio de Estado: desde 1885, la diplomacia española ha venido siempre entendiendo que una

invasión del Tuat significaría un ataque frontal contra el Sultanato de Marruecos. Pero ahora

ninguna nación va a hacer frente común con España para apoyar las reivindicaciones marroquíes.

Italia se ha aproximado a Francia en los asuntos concernientes al Norte de África y la atención del

Imperio británico está centrada en Sudáfrica. No tiene sentido oponerse frontalmente desde Madrid

a la estrategia francesa de intervención militar. Las pretensiones galas sobre el Tuat no constituyen,

por otra parte, una amenaza concreta para los gobiernos restauracionistas españoles, los cuales

nunca han tenido intereses territoriales en el Sáhara Oriental. Sabedor Silvela de la dinámica

histórica imperante, el imperialismo agresivo, a sugerencia de Ojeda, diseñará una limitada

ofensiva colonial que buscará instrumentalizar en beneficio de España el desconcierto del gobierno

marroquí tras la agresión militar gala. Silvela obrará en esta ocasión, de nuevo, diseñando una

acción autónoma en el Sultanato, lo cual supondrá huir de una satelización respecto a los intereses

galos o británicos. Tratará de obtener del Majzén que éste ceda a la Marina de Guerra española la

facultad de vigilar las aguas del Sus, es decir, aquellas que permiten una defensa adelantada del

archipiélago canario.

Fracasado este intento, la ofensiva de Silvela entra en una segunda fase. La conclusión de un

acuerdo con el gobierno de la Tercera República sobre Río de Oro deja pendiente el tema de la

1575
frontera meridional del Imperio jerifiano. El gabinete español desconfía de los franceses: Silvela

piensa que pueden llevar a cabo una ocupación del territorio comprendido entre el Uad Draa y el

cabo Bojador. Si continúa la desintegración del Imperio jerifiano, puede imponer en el África

Occidental un reparto territorial, que sitúe a una potencia extranjera en el control de la costa

enfrentada a Canarias. La posesión del territorio al sur del Draa pasa a ser tras un titubeo inicial el

principal objetivo estratégico de la diplomacia española durante el verano de 1900, y va a exigir un

despliegue de cierta envergadura. Los sucesivos intentos realizados para obtener la concesión del

territorio por parte del Sultán Abd al- Aziz fracasan y obligan a Silvela, aconsejado por Ojeda, a

buscar el apoyo del Reino Unido. La diplomacia española argumentará ante Lord Salisbury, Primer

Ministro británico y encargado del Foreign Office, su temor a que el Sultán no sea capaz de

mantener el control sobre los territorios del sur del Imperio y a que el equilibrio político en la zona

se rompa si se produce un desembarco de fuerzas francesas en la región. El Ministerio de Estado

busca que Londres interceda en favor del gobierno restauracionista para que el Sultán acceda a

entregar Tarfaya y la Sakia al-Hamra, región donde Silvea desea que se cree un Imperio colonial

español que tendrá justificaciones estratégicas y no económicas. Aunque Lord Salisbury prometió

su apoyo en un primer momento, muda de parecer cuando recibe el consejo de los expertos

británicos en las cuestiones marroquíes: la voluntad española de controlar la vasta región al sur del

Draa hace inevitable, a corto plazo, el fin del ‘statu quo’ y la desintegración del Imperio marroquí,

circunstancia ésta que los estrategas del Foreign Office desean evitar a toda costa. En

consecuencia, Londres no puede darse por satisfecha con la amputación territorial de una parte del

Sultanato, deseada por Silvela, quien a pesar de que afirma oficialmente estar dispuesto a defender

el ‘statu quo’ de Marruecos, sin embargo de facto plantea unas actuaciones diplomáticas que tienen

un marcado carácter agresivo, aspirando a sacar partido de la descomposición del Imperio jerifiano.

A finales de año Silvela es sustituido en la presidencia del gabinete por el general Azcárraga,

quien encabezará un gobierno del partido conservador hasta dar paso, en la primavera de 1901, a

los liberales de Sagasta. Aguilar de Campoo, Ministro de Estado con Silvela y con Azcárraga, tras

1576
tomar nota del rechazo británico a las pretensiones saharianas de la diplomacia española, acudirá a

buscar la ayuda francesa para obtener Tarfaya y la Sakia. Cuando en el Quai d´Orsay el Embajador

español en París, León y Castillo, inicie las conversaciones con el Ministro de Exteriores galo,

Delcassé, éste propondrá al gabinete de Azcárraga que el diálogo franco-español no se centre en

una región del Sultanato, sino que se extienda al futuro de todo el Imperio marroquí.

A lo largo de 1901, el Ejército francés prosigue sus actuaciones en el Sureste del Sultanato,

mientras la diplomacia de la Tercera República aplica en el resto de Marruecos una política de

penetración pacífica, y en Europa una serie de acciones sistemáticas tendentes a que las potencias

del viejo continente acepten la idea de la imposición de un protectorado galo en el territorio. Por

ello Delcassé busca desinteresar a Italia de la cuestión marroquí y firmar con España un tratado de

reparto del Imperio jerifiano.

Gran Bretaña sigue empeñada en preservar la independencia del Sultanato. Va a hacer de este

principio la piedra angular de su política en el África noroccidental en 1901. La posibilidad de un

enfrentamiento con Francia por el control de Marruecos queda planteada cuando la forma de actuar

de los franceses en el Sultanato se hace sistemáticamente más agresiva. Tras la muerte en el Rif

central de un ciudadano galo, el gobierno republicano envía a las costas marroquíes dos buques de

guerra a la vez que presenta un ultimátum al Sultán. El gobierno republicano está dispuesto a hacer

sufrir a los marroquíes un duro castigo militar si éstos no aceptan sus condiciones. Paralelamente, a

lo largo del año, las flotas de guerra británica y francesa realizan continuas maniobras navales en

las costas atlánticas y mediterráneas, próximas a las aguas de Marruecos, en una serie de ensayos

de lo que sería un conflicto en el Estrecho de Gibraltar y por el control de Marruecos. A su vez, en

la Corte imperial establecida en Fez, estalla una guerra incruenta entre los agentes británicos y

franceses, deseosos de captar al Sultán.

Con Francia y Gran Bretaña claramente enfrentadas en la cuestión marroquí, el margen de

maniobra del que goza la política exterior del gobierno de Sagasta es muy reducido. La posición

oficial del gabinete es la de mantener una neutralidad estricta, conservando buenas relaciones con

1577
ingleses y franceses, y sin mostrar deseos explícitos de ingresar en ningún bloque militar. La

complejidad de la situación internacional va a exigir a Sagasta actuar con tacto: la diplomacia rusa

busca apoyos en los Balcanes, donde cuenta con la cooperación de Bulgaria, Servia, Montenegro y

Rumanía. El movimiento revolucionario en Macedonia amenaza con una crisis que puede conducir

a una guerra en Oriente. En Marruecos, asistimos al inicio de lo que se ha dado en llamar el período

de ‘anarquía’, dramáticamente exagerado por los cronistas y escritores europeos de la época: en

realidad, el Sultanato se ve afectado por las consecuencias de cincuenta años de presiones

imperialistas continuas, las repetidas invasiones de territorio marroquí por los ejércitos franceses y

españoles, los tratados y convenios unilaterales que los Sultanes se han visto obligados a firmar, las

concesiones forzosas a las potencias imperialistas que han supuesto la ruina de la economía y de la

estabilidad interna, los privilegios obtenidos por las naciones imperialistas bajo amenaza, la pérdida

progresiva del poder de decisión del Majzén a manos de los europeos, y el descrédito de Abd al-

Aziz ante sus súbditos, quienes ven impotentes cómo el extranjero, el enemigo ancestral, es cada

vez más dueño de un país que hasta entonces siempre había resistido las embestidas de sus

enemigos. Todo ello genera en Marruecos a una situación de inestabilidad, de parálisis de los

mecanismos de decisión, de vacío de poder; cada concesión arrancada al Sultán, cada paso de las

potencias apretando el cerco de Marruecos, es contestada por revueltas, bandidaje y tumultos.

La aproximación de Italia a Francia y la invasión del Sáhara oriental han modificado de tal

manera la situación del ‘statu quo’, que ello plantea al gabinete de Sagasta la necesidad de encarar

la resolución – para España – de la cuestión marroquí. En este contexto, la diplomacia española

vuelve a tomar contacto con el Quai d´Orsay. Es inútil volver por el camino de las iniciativas

autónomas y solitarias en el Sultanato, intentadas por Silvela. Asimismo, no tiene sentido buscar el

apoyo británico en Marruecos. El Ministerio de Estado opta por conseguir la ayuda francesa para

consolidar el control español sobre una parte del Sultanato, en el momento en que se produzca el

fin de la independencia del país. Esta aproximación a Francia se hace por los cauces de la

diplomacia secreta, el mismo método utilizado por Silvela para buscar el apoyo de Lord Salisbury.

1578
Este procedimiento permitía conservar la línea oficial de prudencia y moderación, proyectando una

imagen de actuación que no desataba los recelos del Reino Unido. Sagasta y su Ministro de

Estado, Almodóvar, recogen el legado silvelista consistente en incardinar la cuestión marroquí al

planteamiento de la seguridad territorial de España como eje básico de su actuación diplomática. La

acción española en Marruecos vive momentos de repliegue: la imbricación con los intereses de la

Tercera República supone una supeditación de la actuación diplomática hispana a la del Quai

d´Orsay. Sólo un incidente, el rapto de un par de jóvenes españoles en las inmediaciones de Arzila

por cabileños montañeses, llevará a Sagasta y Almodóvar a diseñar un programa de actuación

autónoma en Marruecos que contempla la posibilidad del envío de una expedición armada al país.

Con todo, estos planes no tuvieron plasmación práctica, pues contaron con el rechazo explícito de

la Tercera República, y el Ministerio de Estado tuvo que reconducir el incidente hacia su resolución

por vía de la negociación con el Imperio marroquí. Por lo demás, desde la primavera de 1901

Delcassé y León y Castillo emprenden conversaciones buscando un acuerdo de reparto territorial

del Imperio jerifiano.

A lo largo de 1902, el gobierno francés sigue empeñado en un combate incruento con el

Reino Unido para imponer su hegemonía política en el Sultanato. Ello le lleva a bloquear la

reforma del sistema de recaudación de impuestos elaborada por el Majzén, y esto en la medida en

que dicha reforma constituía el preámbulo de una serie de reformas que se iban a hacer en

Marruecos, bajo patrocinio británico. En lo que se refiere a la parte española, es complicado llegar a

un acuerdo global con la diplomacia gala sobre el futuro de Marruecos, debido a las pretensiones

del Quai d´Orsay de restringir al máximo las concesiones territoriales realizadas al gobierno de

Sagasta. Éste no está dispuesto a grandes renuncias y por ello, las conversaciones de París se

prolongan durante veinte meses, a pesar del temor existente en el Ministerio de Estado a que

Francia e Inglaterra resuelvan sus litigios coloniales llegando a una solución sobre la cuestión

marroquí que perjudique los intereses españoles. Sin embargo, esta posibilidad queda muy lejana

en la primavera de 1902, cuando alcanza su punto crítico la guerra de intrigas que había estallado

1579
durante el año anterior en la corte marroquí entre franceses y británicos por conseguir una

hegemonía política en Marruecos. Viendo la influencia gala en el Sultanato muy cuestionada por la

preponderancia coyuntural que han conseguido los británicos, el Quai d´Orsay lleva a cabo un

golpe de efecto en las aguas de Tánger el 10 de Abril. Por primera vez en el desarrollo de la

cuestión marroquí, unidades navales de la Dúplice francorusa actúan de manera combinada, en un

intento de disuadir al Sultán Abd al- Aziz de que continúe con su aproximación al Reino Unido.

Cabe señalar, en línea con la aportación historiográfica realizada por R.Robinson y J.

Gallagher, que Marruecos sería para el Reino Unido una pieza en el entramado del Imperio

informal creado desde la primera mitad del siglo XIX por los gobernantes británicos. La utilización

de la fuerza no había sido necesaria en el marco de la cuestión marroquí, puesto que los intereses

del Reino Unido habían quedado garantizados en el Sultanato por medio de la acción conjunta de la

penetración económica y de la intervención política, combinadas a fin de permitir a Inglaterra

imponer en el noroeste de África el tipo de régimen económico y las transacciones mercantiles más

convenientes para ella. Por ello, Londres había impuesto la norma de recurrir a la fuerza en

Marruecos en la menor medida posible, siempre que se consiguieran los objetivos fundamentales. A

comienzos de 1902, el proceso de reformas en el interior del Imperio jerifiano auspiciado por el

Sultán Abd al- Aziz satisfacía plenamente las perspectivas más optimistas del Reino Unido, que

veía como el Sultanato gradualmente se apartaba de la influencia francesa, y entraba en una

dinámica comercial y de política de amistad hacia Londres muy grata para los intereses ingleses.

El gobierno francés, al verse comprometido en esta tesitura, siente temor ante la posible

consolidación de la influencia inglesa en el Imperio jerifiano y reacciona solicitando el apoyo de su

aliada, Rusia. Sería pues una crisis periférica en el Mediterráneo occidental, y volvemos a seguir

otra de las teorías enunciadas por R. Robinson y J. Gallagher -esta vez en su estudio, Africa and the

Victorians-, esgrimida asimismo por D.K. Fieldhouse, y no un acontecimiento ligado a la dinámica

de las relaciones internacionales estrictamente intereuropeas, la que determinaría la apertura de la

cuestión marroquí. Con todo, Francia entiende que la presión que ha de realizar ha de ser

1580
concienzudamente medida. No quiere proceder a la anexión o al control formal de la totalidad del

Sultanato. De hecho, ejerce en los límites sur-orientales de Marruecos una política de fuerza

deliberadamente limitada. Los métodos que emplea Francia ahora son perfectamente catalogables

dentro de la categoría de ‘informales’. El gobierno republicano entiende que es capaz de reconducir

su posición en Marruecos y recobrar un mayor predominio político y económico en el país, sin

necesidad de recurrir a la invasión sistemática de todos los territorios del Imperio jerifiano. Por lo

tanto buscaría, en orden a lo apuntado por los estudios de R.Robinson referentes a su ‘teoría de la

colaboración’ entre las potencias imperialistas y las sociedades africanas, una transformación o

reformulación de sus relaciones con ciertos grupos dirigentes del Majzén, de la Administración

marroquí, es decir controlar el territorio del Sultanato pero no directamente, sino a través de un

proceso de colaboración fructífera con ciertas élites nativas. De hecho, la actuación naval del 10 de

abril de 1902 responde a la imposibilidad de entablar unas relaciones estrechas con el joven Sultán

Abd al- Aziz, lo cual hubiera supuesto la inserción de un Marruecos – teóricamente independiente-

en el marco de la influencia de la Tercera República. Sin embargo, la crisis de cooperación o

colaboración con las élites nativas marroquíes o con una parte de ellas que habían desafiado

exitosamente los intentos de hegemonía francesa en el Sultanato (aproximándose al Reino Unido)

no conduce, como queda dicho, a la imposición de un dominio formal francés. Antes de establecer

ese Imperio formal, Francia buscará una readecuación de los términos de la colaboración con el

Sultán y con las élites marroquíes. En la práctica, el gobierno republicano buscaba potenciar su

presencia en el Sultanato, en términos de reforzar su política de potencia y de defensa de sus

intereses nacionales (mantenimiento libre de las comunicaciones entre las costas metropolitanas

mediterráneas y argelinas) y se deseaba que los agentes económicos galos en el Sultanato

trabajasen, en sintonía con la diplomacia. Superado el problema del decantamiento del Majzén en

sentido probritánico, la actividad económica francesa en el Sultanato no va a tropezar con severos

obstáculos que requieran imponer el control directo de Francia a corto plazo. El Majzén quedará

1581
progresivamente atrapado, encerrado en una dinámica de solicitar préstamos a la Banca gala que lo

irán asfixiando financieramente.

Los intereses diplomáticos de España en Marruecos siguen supeditados a los de Francia: el

Ministerio de Estado secunda al gobierno republicano en la tarea de bloquear la aplicación de la

reforma fiscal del Sultanato; al frente de la Legación española en Tánger es relevado el probritánico

Ojeda por un diplomático, Cólogan, más proclive a aceptar sin críticas las órdenes que le lleguen de

Madrid. A partir de abril de 1902, en el Sultanato se consolida una nueva realidad de hegemonía

francesa y el gobierno de Sagasta se adapta a ella, intentando sacar partido. El Ministerio de Estado

intentará además que en el acuerdo de reparto de Marruecos quede incluida una cláusula que

contemple la posibilidad de que las fuerzas armadas francesas garanticen la integridad territorial de

España. A pesar de que esta posibilidad es rechazada por París, las negociaciones van por buen

rumbo. La Regente María Cristina aprovecha un desplazamiento veraniego para acudir a la capital

francesa y presionar al gobierno republicano para que éste amplíe las dimensiones territoriales de la

esfera española en Marruecos. A finales de noviembre el acuerdo hispano-francés de reparto del

Sultanato está concluido y la Jefatura del Estado y el gobierno español dan su consentimiento. En

los momentos que anteceden a la firma del acuerdo, Delcassé insiste ante León y Castillo en la

necesidad de que la vía férrea que desde Argelia ha de buscar el Océano Atlántico -y que piensan

construir los franceses como vía de penetración en Marruecos-, ha de circular cerca de Fez, esto es,

dentro de la esfera territorial hispana. El carácter escrupuloso y lleno de celo profesional de León y

Castillo le lleva –aunque entiende que es un detalle poco importante y que por ello, perfectamente

podía haber suscrito el tratado sin más– a consultar a Almodóvar, antes de firmar. Sin embargo, los

liberales abandonan el poder; al ser sustituidos por los conservadores de Silvela, el acuerdo no se

suscribe.

El rechazo de Silvela, así como el de sus ministros Abarzuza y Maura, a firmar un acuerdo

con Francia sin el consentimiento británico determina el inicio de un nuevo rumbo político. En

Taza ha comenzado, a finales de 1902, una seria rebelión contra el Sultán encabezada por el Rogui

1582
Bu Hamra, quien inflige una severa derrota a las fuerzas imperiales, la cual provoca el pavor en Fez

ante la posibilidad de que se produzca un asalto inmediato de la ciudad por parte de los cabileños

montañeses.

El gabinete de Silvela apuesta a comienzos de 1903 por una campaña de intensa movilización

naval que lleve a intensificar la política de cañoneras, practicada también por Sagasta. Esta

estrategia, que busca hacer presente la causa española en Marruecos en un momento crítico en el

que la existencia de la monarquía alauí está siendo cuestionada severamente, choca frontalmente

con las intenciones del Quai d´Orsay y ha de ser abandonada. El Ministro de Exteriores galo,

Delcassé, promueve un acuerdo internacional entre las potencias europeas –rápidamente aceptado

por el Reino Unido y luego por España- donde se establece un compromiso de no intervención en

el conflicto que asola el norte de Marruecos. Este acuerdo marca el abandono por parte del Reino

Unido de cualquier idea de hegemonía en el Sultanato, a la vez que Francia queda en el futuro

como protectora y tutora del Imperio jerifiano, permitiendo los británicos que el ejército

republicano desencadene una nueva ofensiva militar contra Marruecos, esta vez contra el territorio

de Figuig.

La extensión de la rebelión roguista a las inmediaciones de Melilla fuerza a las autoridades

españolas a tomar una actitud de máxima vigilancia, intentando evitar cualquier tipo de incidentes

fronterizos y procurando no enturbiar las relaciones con las cabilas próximas a la ciudad. A pesar

de las peticiones reiteradas de ayuda por parte del Sultán, los españoles no ayudarán

sustanciosamente a la causa gubernamental en el Rif y cuando se consolide un nuevo poder fuerte

en el territorio, el del Rogui, preferirán llevarse bien con él.

Silvela pretendió alcanzar un compromiso con París para sacar a España del aislamiento

internacional, ligándolo a la solución de la cuestión marroquí. El estadista conservador –desde

enero de 1903- siguió una estrategia personal en aras a que Francia no diera simplemente un apoyo

diplomático a la monarquía restauracionista en Marruecos y se comprometiera a ayudar

militarmente a España en caso de represalias inglesas ante la existencia de un tratado de reparto de

1583
Marruecos. También intenta que el Imperio zarista apoye el tratado hispano-francés y contribuya a

garantizar la integridad territorial de España. El Ministro de Estado, el anglófilo Abarzuza realiza

una política propia, procurando disipar todos los recelos que pudiera tener Inglaterra hacia España

y buscando un concierto con los británicos en la cuestión marroquí.

Londres y París inician una aproximación diplomática la cual culminará en abril de 1904,

para poner fin a sus litigios coloniales; en ese marco, la diplomacia hispana encuentra una buena

ocasión para insertarse. De hecho, en la costa murciana, unidades navales de diversos países,

presagiando la formación del bloque de aliados anti-germánico de la I Guerra Mundial, se dan cita

significativamente para homenajear al joven Rey Alfonso XIII. Esta aproximación simultánea de la

diplomacia española a Londres y París es complicada. En el terreno práctico, en Marruecos, la

colaboración franco-británico-española no funciona, pues los agentes de los tres países no se ponen

de acuerdo en la realización de un plan de acoso financiero del Sultanato, y rivalizan entre sí, por

suscribir antes que sus concurrentes (y competidores), un empréstito con el gobierno marroquí.

Reanudadas las conversaciones francoespañolas sobre el reparto de Marruecos, el Quai d´Orsay

toma una actitud intransigente, sintiéndose reforzado a medida que se solucionan sus disputas

coloniales con el Reino Unido, y por ello aspira a un drástico recorte territorial en la esfera de

influencia española en Marruecos.

Tras la dimisión de Silvela, asume la presidencia de gobierno el conservador Villaverde. En

su breve ejercicio del poder, Villaverde realiza una aproximación al Reino Unido, y a partir de ese

momento, la diplomacia española actúa en conjunción simultánea con las de Londres y París, sin

variaciones importantes en su orientación. La etapa de gobierno de A. Maura incide en esta

actuación, aunque ha de sobrellevar grandes dificultades, como lo es el hecho de verse España

excluida del acoso financiero al Sultanato. Francia ha obtenido del Reino Unido una gran libertad

de maniobra en el conjunto del Imperio marroquí y esto le permite tener la iniciativa económica en

el Sultanato. Además, cuando en abril de 1904 Londres y París concluyeron definitivamente sus

litigios coloniales, pactaron en secreto una serie de artículos que acotaban el territorio que podía

1584
recibir España en Marruecos. Cuando la diplomacia española prosiga sus conversaciones con el

Quai d´Orsay, el gabinete de Maura no tendrá instrumentos para hacer frente a las maniobras galas

que buscan recortar enormemente las ventajas y dimensiones territoriales que el non nato acuerdo

de 1902 reconocían a España en el Sultanato. De nada servirá el solicitar la ayuda británica. El

titular del Foreign Office, lord Lansdowne actuará muy puntualmente en las negociaciones

francoespañolas, sólo si lo cree útil, limitándose a dar algunas sugerencias y consejos, a título

puramente personal, al Quai d´Orsay. Esto contraría y crea dificultades a Maura, quien ve en un

Imperio colonial en Marruecos la posibilidad de mejorar la defensa del territorio nacional. Las

primeras semanas en las negociaciones conducentes a un acuerdo sobre el Sultanato entre Francia y

España se centran, pues, en la definición de los límites territoriales de las dos esferas de influencia

en las que el país norteafricano ha de quedar dividido. Prima, ante todo, en la idea de Maura la

consecución de un hinterland defensivo para el archipiélago canario y para Andalucía en el

territorio marroquí. Esta realidad parece sugerir la idea de que en el origen de los movimientos de

la diplomacia maurista en la cuestión marroquí, el impulso propiamente político parece más fuerte

que las motivaciones de origen económico. Sin embargo, no son las ambiciones de grandeza o

gloria las que animan al estadista conservador, sino la consideración de que es imprescindible el

contar con el control de determinadas áreas estratégicas del Sultanato, consideradas como vitales

para la propia defensa de España. Con todo, hay una segunda parte en la negociación que

demuestra que no deben ser minusvalorados los intereses económicos en la actitud de Maura hacia

Marruecos. El estadista conservador piensa que España ha de tener reservada también una

participación económica en la explotación del Sultanato. Este punto, es decir, el papel que ha de

desempeñar económicamente España en el Imperio jerifiano, bloquea el proceso de las

negociaciones con Francia durante un importante margen de semanas. Cabría preguntarse, en este

sentido, si los intereses económicos españoles son tan fuertes que determinan, en última instancia,

la actuación de Maura en la cuestión marroquí y si las presiones que sobre él ejercieron núcleos

burgueses, financieros, industriales o comerciales son tan intensas que llegan hasta el punto de

1585
enmascarar con una pátina (la de la defensa de España) el verdadero motor de las intenciones

mauristas. ¿Son tan relevantes los intereses económicos hispanos como origen del imperialismo

volcado hacia Marruecos que se politizan hasta el punto de determinar no sólo la prolongación de

las negociaciones de 1904, sino también requerir otras soluciones políticas expeditivas posteriores:

la decisión del gobierno conservador en 1909 de proteger la infiltración económica en el territorio

circundante a Melilla, los trabajos de las empresas mineras de extracción de hierro, y la anexión

formal por las tropas españolas de una parte del territorio marroquí?. La pregunta es difícil de

contestar: la politización de los problemas económicos en las conversaciones sobre el reparto de

Marruecos en 1904 es evidente, hasta el punto de que la consecución de un resultado satisfactorio

para las dos partes, españoles y franceses, sólo es posible tras un complicado proceso de

negociación diplomática. Sin embargo, la actitud posterior de Maura, desvelada en los estudios de

Allende Salazar, parece clara en el sentido de que los intereses económicos no debían desvirtuar ni

interferir las preocupaciones vitales, de orden estratégico, que guiaban el pensamiento del líder

conservador en la cuestión marroquí. El final de las conversaciones llega en otoño, situando a

España en la órbita de los países de la Entente Cordiale. Maura seguirá fiel a sus compromisos con

el Reino Unido y Francia, y finalmente, en 1907, con los acuerdos de Cartagena conseguirá que

estos países garanticen la integridad territorial de España.

1586
ARCHIVOS

A.G.P.R. Archivo General del Palacio Real (Madrid). Sección correspondiente al reinado de Alfonso
XIII.

S.H.M. Archivo del Servicio Histórico Militar (Madrid). Sección de África.

A.M.A.E. Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores: Archivo histórico. Series: a) Correspondencia
con Embajadas y Legaciones; b) Política exterior; c) Correspondencia con organismos oficiales. Estado.

A.G.A. Archivo General de la Administración (Alcalá de Henares). Sección Histórica de África


(Marruecos); Sección Política de África (Marruecos) y Sección de Asuntos Exteriores.

A.F.M. Archivo de la Fundación Maura.

A.R.A.H. Archivo de la Real Academia de la Historia. Correspondencia del conde de Benomar.

Archives Diplomatiques de Nantes.

Biblioteca Nacional de Madrid. Secciones: 1. General; 2. Antigua sección de África; 3.


Miscelánea de García Figueras. 4. Sección de Publicaciones Periódicas (sala Jorge Juan: corresponde a la
Antigua Hemeroteca Nacional).

Hemeroteca Municipal de Madrid.

Hemeroteca Municipal de Valencia.

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Blanco y Negro.
Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid.
Bulletin du Comité de l´Afrique Française
El Correo

1587
El Correo Militar
El Ejército español
El Globo
El Imparcial
El Liberal
El Siglo Futuro
Heraldo de Madrid
La Correspondencia de España
La Correspondencia Militar
La Época
La Lectura
La Monarquía
Nuestro Tiempo
Renseignements coloniaux
Revista de Geografía Colonial y mercantil
Revista de Geografía comercial
Revista de la Cámara de Comercio Española en Tánger.
Revue des Deux Mondes
Revue des Questions coloniales
Revue Politique et Parlementaire

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2861
Publicado inicialmente en 1901 y 1902.
2862
Hemos consultado el volumen existente en la Biblioteca Nacional de Madrid.
2863
Hemos consultado la edición de este libro, en la que no figuran ni lugar de edición, ni año de publicación, existente
en la Biblioteca Nacional.

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1616
ÍNDICE

Págs.

Introducción.……………………………………………………...................................3

a) El tema. El estado de la cuestión………........................................................... 3


b) La hipótesis de trabajo......................................................................................19
c) El método..........................................................................................................42
d) Las fuentes................................................................................................... 48

CAPÍTULO 1. La política exterior española en la etapa


restauracionista. La cuestión marroquí......................................................................... 53

CAPÍTULO 2. Marruecos (1800-1900)………………………...................................101

CAPÍTULO 3.1895: La paralización de la actuación española


en Marruecos……………………………………………………………………… 163

CAPÍTULO 4. 1896: El fracaso de la aproximación conjunta


de la diplomacia española a Francia y Reino Unido en la cuestión
marroquí y los inicios de la proyección francesa en el Rif. ………….………….. 213

CAPÍTULO 5. 1897: El planteamiento del problema del Rif………….……………. 285

CAPÍTULO 6. 1898: Los deseos españoles de conformar un


nuevo Imperio colonial en Marruecos. La cuestión marroquí
y la “nueva política” de Almodóvar del Río…………………………….…………. 399

CAPÍTULO 7. 1899: La aproximación diplomática del


gobierno Silvela a la Dúplice franco-rusa y el bloqueo
de las guarniciones españolas en el septentrión marroquí……………….………….. 547

CAPÍTULO 8. 1900(I): La ruptura del statu quo marroquí.


La invasión francesa del Sultanato…………………………………………..………..665

CAPÍTULO 9. Debilidad de la presencia económica española en


Marruecos……………………………………………………………………..…….…735

CAPÍTULO 10. 1900 (II): Las pretensiones saharianas


del gobierno Silvela…………………………………………………………..……… 799

CAPÍTULO 11. 1901: Las negociaciones franco-españolas sobre el


reparto de Marruecos………………………………………………………….…….. 911

CAPÍTULO 12. 1902: El tratado non-nato hispano-francés de 1902.

1617
Las convulsiones interiores del Sultanato……………………………………..… …1047

CAPÍTULO 13. 1903: La posición española ante los conflictos

en el norte de Marruecos………………………………………………………..……1239

CAPÍTULO 14. OTOÑO 1903 – OTOÑO 1904:

Consecución para España de una plaza en el

reparto del Imperio marroquí………………………………….………………….…..1399

Conclusiones……………………………………………………………………….…1563

Archivos. Fuentes Primarias publicadas.


Periódicos y revistas de la época..…………………………………………………...1587
Bibliografía…………………………………………..……………………………….1588

1618

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